2-El Jefe Imperfecto - YOSS.M

March 30, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
Share Embed Donate


Short Description

Download 2-El Jefe Imperfecto - YOSS.M...

Description

 

 

El jefe imperfecto  PREFACIO   Montgomery Black es un hombre maduro de cuarenta años, el cuál dirige la empresa de películas  para adultos más más importante del m mundo. undo. Sin embargo, embargo, a pesar de ser un hhombre ombre exitoso exitoso y asediado, tiene una vida vacía y solitaria. Sobre todo después de ella. Candy Ruiz, una joven y alocada inmigrante, que llegó intempestivamente a poner su mundo de cabeza, desapareció tan rápido como entró, dejando un vacío irremplazable, no sólo en su trabajo, también en su vida. Ahora debe cubrir los huecos que le dejo esa impulsiva y testaruda mujer. Necesita una nueva asistente, el problema es encontrar otra que sea tan perfecta como la anterior. Pero, lo más importante, ahora tiene que llevar a cabo el proyecto que su ex asistente comenzó. Impaciente, rígido e insensible como es, deberá lidiar con una escritora histérica y dramática, una asistente nerviosa y disléxica, un par de actores que se odian a muerte y el regreso de esa mujer que lo desequilibra por completo, pero que no quiere tenerlo a menos de dos metros de distancia. ¿Podrá llevar a cabo con éxito tan importante proyecto? ¿Será capaz de mantener la cordura entre el caos que lo rodea? ¿Logrará mantenerse alejado de su dulce tentación? Y lo más importante... ¿Se  permitirá una tercera oportunida oportunidadd en el am amor? or?

CAPITULO 1 PRUCENCE FISHER  — S Señor eñor Black,

la postulante para el puesto de asistente ha llegado — anuncia anuncia Kennedy — . ¿La hago

 pasar? Tallo mis sienes, estoy fastidiado y apenas es medio día.  — Adelante, Adelante,

Kennedy — respondo respondo por el intercomunic interco municador  ador  — . Por cierto, ochenta y nueve días.

Corto la comunicación inmediatamente. Quedan menos de tres meses para que termine su contrato. Y doce días para que finalice el de Cheryl. Al menos ya podré deshacerme de una después de cuatro meses. Cuatro meses, Can… 

Detengo ese pensamiento.

 

 

 No diré su nombre nombre ni siquiera eenn mi mente. Alis Alisoo las solapas de mi traje y ajusto la corbata, veremos qué me trae el destino hoy como asistente, las últimas han sido una burla total. Ligeros golpecitos en la puerta anuncian su llegada, murmuro un «siga» y la puerta se abre para revelar a la secretaria en compañía de la aspirante de asistente. La observo de arriba abajo mientras da pasos cortos hacia dentro. Kennedy cierra la puerta, la chica da un leve respingo y termina por llegar frente a mí escritorio. Sonríe nerviosamente y aprieta entre sus manos una bolsita de color rosa, aunque no es del mismo tono, me recuerda a cierta bolsa que hay escondida en el fondo de mi armario. Cabello castaño y largo.  largo.  Ojos marrones.  marrones.   Labios gruesos.  gruesos.   No. Está descartada. descartada.  No volveré a tener tener una asis asistente tente con esos ra rasgos. sgos. Aunque Aunque la chica que hhay ay de pie frente frente a mí no se  parece en nada nada a mi ex asi asistente, stente, no quie quiero ro que haya nnada ada a mi al alrededor rededor que me la recuerde. recuerde. He ocultado de mi vista cualquier cosa que pueda traer su imagen a mi mente.  — Buenas Buenas

tardes — saluda saluda con voz nerviosa. La repaso de nuevo, su cabello es en exceso largo, por debajo de sus glúteos, es algo desgarbada y mueve las manos en forma ansiosa. Quizás si se vistiera de diferente forma… 

 No. ¿Qué estoy pensando? Me juré a mí mismo no volver a saltarme las reglas de la empresa. No he vuelto a follarme a ninguna de las asistentes que se postulan para el puesto, todas han sido genuinamente genuinam ente despedidas por no estar capacitadas.  Ninguna llena el espacio de la anterior.  anterior.   —Buenas tardes… — d dejo ejo la frase inconclusa, Kennedy no me dijo el nombre.  — Prudence Prudence — ssee apresura a responder, extiende una mano llena de pecas en el dorso hacia mí y yo la observo con recelo — . Prudence Fisher.

 Es bonita.  bonita.  Desgarbada y mal vestida, pero bonita en verdad.  — Prudence Prudence — digo digo evitando tocarla — , toma asiento, por favor.

Se coloca en la silla y me extiende sus documentos en un dossier. Los tomo para comenzar a leer a  pesar que tengo tengo cierto prej prejuicio uicio con ella, ssolo olo por su color de ojos y cabello. cabello. Como los de ella.  ella. 

 

 

Está descartada, no la contrataré, solo le haré la entrevista para no rechazarla rechazarla tan t an abruptamente.  —Así que Prudence, tienes veintitrés veintitrés años, terminaste t erminaste el high school, school, eres de Florida… — Frunzo Frunzo ceño — . ¿Qué haces en Nueva York?  — Siempre Siempre quise venir a la Gran Manzana  — responde responde encogiéndose encogiéndose de

el

hombros.

 — ¿Tienes ¿Tienes

disponibilidad de horario? — continúo continúo preguntando mientras leo su currículum, no ha tenido buenos empleos y ninguno le dura mucho tiempo, lo que me da más motivos para descartarla,, seguramente no está capacitada. descartarla

 — Sí, Sí, señor Jack.

Levanto la vista y la miro.  — Black Black — la la corrijo — .  — D Disculpe, isculpe,

Montgomery Black —  puntualizo.

señor Black, no volverá a ocurrir, me confundí.

Regreso mi atención a sus documentos.  — ¿Disponi ¿Disponibilidad bilidad para

viajar?

 — Sí, Sí, señor.  — Veo Veo que hablas algo de español  — menciono menciono

alzando la vista de nuevo.

Podría resultarme útil, mis reuniones virtuales con la escritora del libro que grabaremos son un caos. Ella no domina el inglés y yo comprendo regular el español, ya que en estos últimos meses he tratado de aprenderlo, por el bien de la comunicación entre nosotros. Solo por eso.  — S Sí,í,

crecí en un barrio de Florida, mayormente de inmigrantes latinos, mis mejores amigos de infancia hablaban español y aprendí bastante.

Asiento. Sigo pensando que no debo contratarla, ella no tiene la culpa de su color de cabello y ojos,  pero no voy a tener cerca nnada ada que m mee haga pens pensarla. arla. Nada. Aunq Aunque ue hable español, español, sigue estando estando descartada.  — ¿Sabes ¿Sabes

las funciones básicas de una asistente personal?

Ella frunce los labios, pensativa.  —Se llevar una agenda, preparar café… hummm… hummm… hummm… — Se Se ordenada… hummm… 

queda pensativa — . Soy

 — ¿Hummm? ¿Hummm? — digo digo para molestarla, no tiene ni una jodida idea de lo que es ser una asistente

 personal..  personal  — Puedo Puedo hacer lo que me ordenen.

 

 

Dejo salir una sonrisa mezclada con un resoplido.  Definitivamente descartada.  descartada.   — ¿Soportas ¿Soportas trabajar bajo presión?

Lo piensa de nuevo. Yo ruedo los ojos, esta chica es lenta.  Está más que descartada.  descartada.  Debería hacerla salir de una vez, que deje de quitarme el tiempo y de perder el suyo, no voy a contratarla. Es lenta, no sabe nada sobre este trabajo, tiene cabello castaño y ojos marrón. Listo, suficiente para rechazarla. rechazarla.  — C Creo reo que sí, en la escuela siempre debía hacer el doble de esfuerzo que mis compañeros y eso me

hacía sentir presionada.  — ¿Por ¿Por qué el doble de esfuerzo?  — Tengo Tengo

dislexia — informa informa — , la escuela no era fácil.

 Dislexia.    Dislexia. DESCARTADA. Sácala de tu oficina de una vez.  vez.   — B Bien, ien,

Prudence, te tendremos en cuenta para el empleo, gracias por tu asistencia.  — Le Le señalo la  puerta, ella parpadea, parpadea, conf confundida undida — . Puedes retirarte — agrego. agrego.  —Pero… — susurra susurra — ,

el anuncio decía contratación inmediata. — Frunce Frunce el ceño, saca un recorte de su bolsa, lo extiende frente a su rostro y lee para ella de forma entre cortada — . Sí, aquí dice, lo leí bien. Junto mis labios para no reírme. ¿Ella cree que porque se presentó a la entrevista el trabajo ya es suyo? Cubro mi boca con una mano y toso para disimular la risa.

 — Tenemos Tenemos

otras candidatas — informo. informo.

Sí, las hay, creo. Ayer rechacé cuatro, se notaba a simple vista que no encajaban en lo que busco.  — ¡Oh! ¡Oh! — exclama exclama — .

No me dará el empleo, ¿cierto?

Me remuevo incómodo, nunca una aspirante me había hecho esa pregunta, por lo general, quienes solicitan el empleo se les da, porque la mayoría no dura más que uno o dos días.  —Prudence…   — ¿Es ¿Es por la dislexia?  — Mira Mira sus manos que juguetean con la correa de su bolso rosa — . Siempre

es por la dislexia. Creen que soy tonta, o que no podré hacer bien un trabajo, me cuesta hacer ciertas

 

 

cosas, pero siempre he dado el doble de mi esfuerzo para no ser vista como alguien con una discapacidad, la dislexia no lo es. Carraspeo.  —   No dije eso, es que que debo tomar una de decisión cisión en base a lloo que más m mee conviene, hay hay varias

candidatas.  — Realmen Realmente te necesito eell empleo, por favor, señor Jack, deme una oportunidad.

Blanqueo los ojos.  — Black Black — la la corrijo de nuevo — . Mi apellido es Black.

Ella se sonroja.  — L Loo siento, es normal que confunda algunas palabras, no lo hago a propósito. Señor Black, le

 prometo que haré haré mi mejor esf esfuerzo, uerzo, le prome prometo to que no tendrá quej quejas as de mí, seré una excelente excelente asistente, la mejor. La asistente perfecta. El aire se escapa de mis pulmones.  — Cada Cada vez estoy más deseoso de despedirte.  despedirte.    —   Le apuesto lo que quiera que no lo va hacer, señor. Seré la mejor asistente del mundo, ya lo ver verá, á,

la asistente perfecta.  perfecta.  Me remuevo en mi lugar carraspeando. Mi párpado salta ante ese recuerdo. Hacía semanas que no tenía un tic nervioso por culpa de ella y ahora, esta chica, me la recuerda deliberadamente. DES. CAR. TA. DA.  — ¡Por ¡Por favor! — lloriquea lloriquea

juntando las manos al frente — . Por lo menos póngame a prueba unos días, si no cubro sus expectativas entonces me despide, pero no me rechace sin darme una oportunidad, siempre lo hacen. Carraspeo.

 Ninguna postulante postulante había ssuplicado uplicado por el em empleo, pleo, la mayoría mayoría son hermosas mujeres con m mucha ucha seguridad en si mismas. Esta chica también parece tenerla, pero no de la misma forma que las otras, aquellas eran seguras por su físico, esta asegura dar su mejor esfuerzo y no usa su belleza para obtener el empleo. Algo que solo ha hecho una. ¡Descartada! Demasiadas similitudes.  similitudes.    — Póngame Póngame a prueba, señor Jack, por favor  — susurra. susurra.

Entorno los ojos hacia ella y de pronto comienza a temblar.

 

 

 — ¡Black! ¡Black!

Se encoge en la silla.  —   No me mire de esa esa forma, me ppone one nervi nerviosa. osa.

Los entorno aún más, ella mira a todos lados nerviosa y por algún motivo me hace querer reírme. Quizás sea divertido poner a prueba a esta chica, después de todo, seguro no dura ni dos días y  puede ayudarme ayudarme con mi reunión con la esc escritora, ritora, por la tarde.  — B Bien, ien, Prudence, tendrás un período de prueba de quince días  — informo, informo,

tratando de contener las ganas de reír, ella no va a durar en el puesto, ninguna lo hace, menos este manojo de nervios.

 — ¡Gracias! ¡Gracias! — expresa expresa en voz alta — .

¡Gracias, gracias, gracias! — Se Se pone de pie y sale corriendo de la oficina con torpeza, me quedo sentado viéndola desaparecer por la puerta y preguntándome a donde diablos fue, hasta que escucho su voz desde el pasillo.

» ¡Mamá, me dieron el empleo! — grita grita con emoción, tapo mi rostro arrepentido de lo que acabo de hacer  — . ¡Sí, no te preocupes, regreso en unas horas a la casa! ¡Bye, bye! Suelta un chillido fuera y luego entra de nuevo.  — Fui Fui a darle la buena noticia a mí mamá  — indica. indica.

Asiento con una sonrisa forzada. ¿Qué hice?  hice?   — A Antes ntes que firmes el contrato de prueba, debes comprender que es un empleo de tiempo completo,

no hay hora de salida ni de entrada, debes siempre estar disponible si te necesito, sin importar la hora, si estás durmiendo, en una cita con tu novio, en una comida familiar, en el hospital con tu abuela moribunda o en la boda de tu mejor amiga. Si te llamo, vienes inmediatamente  —  puntualizo, seguramente comenzará a pensarse lo del empleo.  — De De acuerdo, señor.  —   No me gusta gusta la gente lenta, las las cosas se se hacen en el momento momento que las pid pido, o, no tolero los errores o

accidentes, aquí no hay segundas oportunidades, si te equivocas en algo, serás despedida. Parpadea.  — Está Está

bueno — declara, declara, aunque hay duda en su voz.

 — En En cuanto al tema de la dislexia, necesito saber que tan serio es tu problema, deberás leer mucho,

hay información importante que tienes que conocer para hacer un buen trabajo. Parpadea de nuevo.  — Mi problema no es severo, confundo algunas palabras, no leo tan rápido como los demás y a

veces no entiendo lo que significa. Puedo cambiar el orden de las palabras o las letras cuando escribo, por lo que prefiero tomar notas de voz.

 

 

¿En qué me metí?  metí?   — ¿Algo ¿Algo más?  —Hummm… algunos algunos problemitas espaciales, pero nada serio.  

¿Problemitas espaciales?  espaciales?   — ¿Qué

significa eso?

 — A veces no cálculo bien las distancias o mis movimientos, pero no pasa de chocar con algo,

nunca he tenido un accidente grave. ¡Dios!   ¡Dios!  No otra calamidad.  calamidad.   —   No tolero los accidentes, accidentes, Prudence Prudence — advierto advierto

mirándola fijamente. Desvía la vista nerviosa de

nuevo.  — Ya Ya

lo dijo, señor.

 — U Una na última pregunta, antes que vayas con Kennedy y firmes. ¿Cómo es que hablas español si eres

disléxica?  — M Mii dislexia se desarrolló a partir de una lesión, no nací con ella, aprendí español antes del

traumatismo y tuve que adaptarme a vivir con ella, era la mejor en mi generación y después tuve que esforzarme mucho para no ser la peor  — dice dice en voz baja — . Pasé de ser el cerebrito, a la chica de la cual se burlaban por no poder leer frente al grupo. Carraspeo y asiento a su respuesta, sé lo que es tener una vida escolar difícil y querer demostrarle a todo el mundo, que no eres un perdedor como dicen las burlas.  —Ve con Kennedy y firma firma el contrato, pide la tableta, el teléfono y la tarjeta de la asistente… y

tráeme un café, ella te explicará como prepararlo, si lo necesitas, graba una nota de voz con su explicación. Sonríe.  — Gracias, Gracias, señor Jack.

Mi párpado salta.  — ¡Black! ¡Black! — aclaro aclaro

por millonésima vez — . Sal antes que me arrepien arrepienta. ta.

Se levanta de prisa y corre a la puerta, me quedo sentado procesando lo que acaba de ocurrir. Ha sido la entrevista más extraña que he tenido en años, ni siquiera sé por qué le di una oportunidad si definitivamente está descartada, Prudence Prudence no servirá para este empleo. A penas tiene treinta minutos aquí y ya quiero despedirla.

 

 

Como a ella.

CAPITULO 2 NO TENEMOS CARAMELOS Voy a despedirla. Ahora, en este preciso instante. Voy a hacerlo. Creí haber tenido una asistente torpe antes, pero Prudence es… Prudence, así de sencillo, ella es ella e lla y me está saca sacando ndo de quicio en solo seis horas

que tiene en la empresa.  — Su Su café, señor Jack — ccomenta omenta

alegremente, deposita la taza de café en mi escritorio con demasiada impetuosidad, provocando que un poco se derrame por un borde. Ahora el borde de la taza está sucio. No puedo tomar en una taza que está sucia. Mi párpado salta tres veces consecutivas, consecutivas, esta mujer es desesperan desesperante te en un grado insoportable. Voy a despedirla. Ahora mismo.

 — ¡BLACK! ¡BLACK! — ddigo igo levantando la voz y doy un golpe en el escritorio con el celular  — .

¡Montgomery Black! ¿Cuántas veces debo repetirlo? Entrelaza sus dedos y mira a ellos, me fastidia que haga eso, me fastidia su actitud nerviosa y asustada. Me fastidia que no sea eficiente como la anterior y sobre todo, me fastidia ver esos ojos.  — L Loo siento, señor, no es mi intención confundir su nombre, mi cabeza lo hace sin que me de cuenta  — musita musita bajito.

Solo despídela.  despídela.   —Lamento lo que te pasa, Prudence, Prudence, pero creo que lo mejor será… — carraspeo, carraspeo,

verla cabizbaja me

dificulta lo que voy a decir, pero tengo que hacerlo, no la soporto.  Mierda, despídela ya.  ya.   — Señor, Señor,

su reunión debe comenzar — dice dice de pronto — , estaba programada para hace cinco

minutos.  — ¿Qué? ¿Qué? — miro miro mi reloj, la reunión con la autora debía hacerse a las seis de la tarde en punto, odio

la jodida impuntualida impuntualidad. d.  — Ya Ya estoy abriendo la sesión  — informa informa mientras maneja la tableta y aparece en la pantalla de mi

computadora la reunión de Meet. Carajo, estoy desconcentrado.  desconcentrado.  

 

 

 No suelo tener reuniones reuniones cuan cuando do mi cabeza es está tá en otro lado, cuan cuando do trabajo centro centro mi atención en ello, pero justo ahora, solo pienso en sacar a ese manojo de nervios de mi oficina.  — Limpia Limpia eso — rumio rumio

señalando la mancha de café en mi escritorio.

 — Sí, Sí, señor. — Se Se apresura al baño y regresa con papel, en la pantalla se abre la imagen de la autora,

 junto con una una representante de ssuu empresa empresa..  — Señor Black,

buenas tardes desde México  — dice en inglés, su acento es curioso y no puedo evitar  pensar en otro que me en entretenía tretenía escuchan escuchando do por horas. Eso es lo más insoportable de estas reuniones. No es tan tedioso que tengamos problemas para entendernos, ni siquiera tener que aguantar sus exigencias y tratar de buscar un punto intermedio entre lo que desea y lo que realmente podemos hacer, lo peor es escucharla y no poder evitar que ella haga presencia en mis pensamientos.  — Quítate Quítate — ssiseo iseo bajo haciéndola a un lado, está atravesada entre la computadora y yo, limpiando

su desastre.  — Ya Ya está limpio — susurra. susurra.

Sonrío forzadamente, las dos mujeres en la pantalla miran atentas.  —   Buenas tardes — saluda saluda la chica de la editorial con acento colombiano, ella no habla nada de inglés y la autora debe informarle constantemente lo que intentamos hablar.  —   Buenas tardes, hola — dice dice Prudence asomándose a la pantalla para ser captada por la cámara.

Disimuladamente le doy un empujoncito a su brazo para que deje de atravesarse.  — Siéntate Siéntate de una vez — gruño gruño

apretando los dientes, si no hubiera dos mujeres viéndome, la haría

salir ahora mismo.  — Ya Ya tiene traductora, excelente — expresa español y avanzamos expresa la autora — , podemos hablar en español

más.   más. De todo lo que dijo logré comprender la mayoría, me obligo a poner una sonrisa falsa en mis labios y presento a la mujer a mi lado.  — Ella Ella

es Prudence, mi asistente.  — Levanto Levanto la taza de café y doy un sorbo por no saber que más decir. Prudence saluda con la mano de forma efusiva. La autora frunce el ceño.

 — ¿Y ¿Y Candy? ¿Dónde está?  está?  

Me atraganto. Escuchar ese nombre hace que el café tome un rumbo que no debía y comienzo a toser. No entendí que más dijo, porque solo pude escuchar la primera frase. Aún no le he informado a la autora que ella ya no trabaja aquí, no lo consideré necesario.  Mierda.    Mierda.

 

 

 —   No tenemos caramelos — responde responde

Prudence. No entendí que dijo, pero noto la reacción

confundida de la autora.  — La La señorita Ruiz ya no trabaja en esta empresa  — me me adelanto a responder, lo mejor es aclararlo

de una vez para que no vuelva a preguntar por ella.  — ¿Qué? ¿Qué? —  pregunta la autora.  — ¿Quién es la señorita Ruiz?  — cuestiona Prudence.

La autora y la mujer de la editorial comienzan a hablar de forma apresurada y subiendo el tono, no entiendo una mierda de lo que dicen, pero logro percibir el nombre de ella dos veces. Miro a Prudence que observa atentamente a la pantalla y asiente, necesito que me explique que tanto hablan.  — ¿Qué ¿Qué dijeron? d ijeron?  —Una dice que no le gusta gusta esto y la otra… — Frunce Frunce el ceño — . Creo que usted le gusta, señor.  — ¿Qué? ¿Qué?  — Es eso o tiene hambre, quiere

dulces.. dulces

¿Dulces?   ¿Dulces?  — ¿Entendiste ¿Entendiste

bien, Prudence?

 — Eso Eso creo, señor, ella dice que no

puede trabajar trabajar sin caramelo.

 Mierda.    Mierda. Ya entendí a lo que se refiere.  — Yoss Yoss — llee

hablo directamente, ella hace silencio y me mira enarcando una ceja. Yo también alzo una de las mías, esta mujer es demasiado dramática, como otra que conozco — . ¿Podemos centrarnos en el motivo de la reunión? La selección de los actores, le mandé el catálogo de los que trabajan conmigo o los que podrían acceder a un casting. Necesito su opinión para avanzar. El guión está próximo a estar listo, por lo que podremos iniciar las grabaciones apenas tengamos los modelos seleccionados y las locaciones.

 — Traducción, Traducción, por  — ¿Me ¿Me

favor —  pide a Prudence. Prudence.

lo repite, señor? Dijo muchas cosas.

Blanqueo los ojos. Esto es un desastre.  —   Necesito  Necesi to su opinión de los actores actores — repito

comenzando a perder la paciencia.

 

 

Ellas vuelven a enfrascarse en un intercambio de palabras, hablan las tres al mismo tiempo, impidiendo que yo pueda comprender algo por el enredadero de palabras, algunas desconocidas, algunas mal pronunciadas. La única que siempre resalta es ese nombre que quiero que dejen de decir. Mi párpado salta de manera incontenible, masajeo mis sienes y cejas, estoy a nada de callar a las tres guacamayas que no dejan de decir cosas sin sentido. Miro la hora en mi reloj, llevan diez minutos discutiendo entre ellas y estoy comenzando a ponerme bélico.  — Silencio Silencio — murmuro, murmuro,

mi nivel de estrés desbordándose — . ¡Silencio!

Las tres se quedan calladas, dos mirándome acusatorias por la pantalla y un manojo de nervios tembloroso a mi lado.  — E Ess una reunión de trabajo, no de amigas para contarse sus chismes.

Prudence repite mis palabras en español.  — Señor Señor

Black —  pronuncia la autora autora con un dej dejee de irritación, pero más m mee irrita a mí ese acento acento mexicano hablando inglés — . Necesito a Candy al frente del proyecto. Ella conoce la historia, entiende la trama, sabría lo que es mejor. Yo no puedo viajar a Nueva York a apoyar con las grabaciones. Gracias a Dios.  Dios. 

 No la soportaría en persona. persona.    — Candy Candy ya no trabaja en esta empresa  —  puntualizo recalcando recalcando cada sílaba. sílaba.

Ella responde en español de nuevo, por lo que tengo que ver a Prudence por la traducción.  — D Dice ice que debe pensar si quiere seguir con el proyecto.  — ¿Qué? ¿Qué?

¿Está hablando en serio?  serio?   — C Comenta omenta que lo aceptó por ella, por la emoción de sus palabras en el mensaje, porque la hizo

sentir segura el dejar su historia en sus manos. Pero usted, con el debido respeto, dista mucho de generarle ese sentimiento. Presiono el celular en mi mano para contenerme y no decirle que para mí es la persona más histérica que he conocido. Más aún que otra, que no voy a nombrar. Sonrío con falsedad y tensión, asintiendo a sus palabras.  — A All fin nos hablamos claro. Le recuerdo que tenemos un contrato firmado y tiene cláusulas de cancelación  — especifíco. especifíco. Prudence traduce por mí y percibo la molestia en las dos mujeres.

 No voy se tol erar sus rabietas y amenazas, ycasi a selistos. ha com comenzado enzado a trabaj trabajar ar en los sets sets de grabación grabación del  burdel, sae tolerar tienen las locaci locaciones ones y el guión guión ya

 

 

 — D Dice ice que no es una amenaza. Necesita a alguien en quien confiar las decisiones que no puede

tomar. El catálogo de actores no la ayuda a elegir.  — ¿Puedes ¿Puedes leer el libro Prudence? Tengo un ejemplar, tal vez tú la puedes ayudar si te empapas de

la historia.  —Señor… yo… puedo intentarlo. intentarlo. 

 La dislexia.  dislexia.   Mierda.    Mierda.  No, no es buena buena idea dej dejar ar a Prudence a cargo de es eso, o, es un libro dem demasiado asiado fuerte, con llenguaje enguaje vulgar que posiblemente ella no comprenda e incluso tiene palabras en árabe.  Demonios.    Demonios. Debo pensar que solución ofrecerle a la autora. Tampoco quiero perder su historia, en lo poco que he podido leer, realmente me ha intrigado la trama.  — Propongo Propongo

reunirnos en tres días — digo digo finalmente — . Que revise de nuevo la información de los

actores y las locaciones, que haga un esfuerzo y yo buscaré a alguien que pueda ser su intermediario. Prudence habla con ellas, al menos ahora se ven más tranquilas y parecen acceder al trato de  posponer la reunión.  —   Nos vemos, vemos, señor Black Black — se se despide la autora — . Espero que cumpla con su palabra. Quiero ver a Candy en la próxima reunión.  — Sin Sin esperar un segundo más, abandona la sesión dejándome con

la palabra en la boca.  — ¿Qué ¿Qué dijo? — Miro Miro a

Prudence en entornando tornando los ojos.

 — Q Que ue quiere sus caramelos en la próxima reunión. Le prometí que le tendríamos los caramelos que

tanto pide. ¿Qué?   ¿Qué?  No, debe ser una jodida broma. broma.   — ¡Ella ¡Ella

no estaba pidiendo caramelos! — grito grito — . ¡Candy es una persona!

El solo decir su nombre desata un temblor en mi párpado, dirijo mis dedos a él para masajearlo, esto no puede estar pasando.  — ¿Una ¿Una

persona?

 — ¡Sí, ¡Sí, una mujer! ¡Mi ex asistente!

Prudence hace un puchero. Sus ojos se agrandan y brillan de repente.

 

 

 — ¿¿Significa Significa que me va a despedir para traer de nuevo a su ex asistente?

Si pudiera, lo haría, claro que lo haría.  haría.   — Te Te voy a despedir sin necesidad de traerla a ella  — siseo siseo — . Acabas de prometerle a esa mujer

histérica, tener aquí a otra mujer histérica que ni siquiera sé dónde encontrar. ¡Ella se largó a México de nuevo! Se largó.  largó.   Lo hizo.  hizo.   Aún cuando dijo que no se iría sin darme la cara. cara.   Me pongo de pie cerrando de golpe la computadora. Me dirijo al baño a toda velocidad para lavar mi rostro, debo controlarme, estoy a punto de enloquecer por estas mujeres. El jodido tic nervioso no abandona mi párpado, hago varias inhalaciones obligando a mi furia retroceder, no soy del tipo de persona que pierde los estribos. Al menos no lo era hasta que ella vino a desequilibrar mi mundo. Salgo de nuevomás, un poco tranquilo pero no menos estresado. solucionar otro y inconveniente debo más conseguir urgentemente alguien que lea Ahora el libro,debo le guste la historia quiera ser el intermediario entre la autora y Black Productions, es imperioso avanzar con el  proyecto, estoy estoy invirtiendo mu mucho cho dinero en ello. ello. Creo que Mandy domina el español.  español.  Su exmarido era de España, ella debe hablarlo fluido, además es una persona cálida que suele tener  buenas relaciones relaciones con llas as personas personas.. Saco mi teléf teléfono ono y busco su ccontacto, ontacto, no he hhablado ablado con ella ella desde el cocktail de Summers, me llamó en dos ocasiones, pero no estaba de humor para tomar llamadas.  — H Hasta asta

que te dignas a comunicarte, ingrato, mal amigo  — reprocha. reprocha.

Blanqueo los ojos.  — También También es un gusto saludarte, Mandy  — digo digo sarcástic sarcásticoo — . Vamos a reunirnos esta noche, tengo

algo importante que hablar contigo.  — ¿Me ¿Me vas a contar qué te ha tenido deprimido?

¿Deprimido?  ¿Deprimido?   —   No estoy deprimido, deprimido, solo estaba estaba estresado y no tenía humor humor para socializar.  — ¿A ¿A qué se debe el mal humor? ¿Candy sigue sin darse cuenta de tus intenciones con ella?

Candy.   Candy.  ¿Por qué mierda todos se han empeñado en decir su nombre hoy? hoy?  

 

 

 — E Ella lla ya no trabaja aquí, no tengo tiempo de explicártelo ahora, te veo en  La lune noire a las ocho

en punto.  — Lo Lo que ordenes, general.

Resoplo.  — Te Te veo más tarde. — Cuelgo Cuelgo la llamada y miro a la mujer nerviosa que sigue jugueteando con sus dedos, sentada en la misma silla desde la reunión — . Si Mandy no acepta el trabajo, estás despedida.  — ¿Mandy? ¿Mandy? ¿No era Candy?

Candy.   Candy.  — ¡Deja ¡Deja

de decir ese nombre!

Prudence respinga.  — Prepárate Prepárate para salir, vamos a cenar y después el chofer te llevará a tu casa.

Asiente en silencio. Me cambio el saco, me peino de nuevo y me aseguro que mi imagen sea impecable. Salimos faltando treinta minutosdepara las ocho de la noche. Le indico a Roney a dónde iremos a cenar mientras veo la vestimenta Prudence.  Posiblemente no la dejen entrar.  entrar.  Aparcamos fuera del restaurante. Veo el auto de Mandy siendo llevado por el valet parking y desciendo junto con Prudence. El metre me saluda con amabilidad a pesar que tenía meses de no venir a este restaurante, la comida francesa no es mi fuerte, pero hoy, por algún motivo, quise venir aquí.  — ¡Monty! ¡Monty! ¡Querido! — saluda saluda Mandy, viene a mí con gracia, pero rápida — . El restaurante está muy lleno, deberíamos ir a otro  —  propone.  — Su Su

mesa favorita está disponible, señor Black  — informa informa el metre.

 — ¿¿Para Para que ir a otro? Vamos a cenar de una vez, lo que tengo que hablarte es importante.

Mandy sonríe de manera forzada.  — Vamos Vamos a otro — repite. repite.

Ruedo los ojos.  —   Nos quedamos quedamos aquí.

Camino a paso firme hacia la mesa en la que suelo comer aquí, junto al enorme ventanal. De la nada aparece en mi vista periférica una persona, a la cual no puedo verle el rostro, pero sé que es una mujer por ellalargo cabello gira sinenpercatarse impactando charola que castaño. lleva en Ella las manos mi pecho.de mi presencia y choca conmigo,

 

 

Un estrepito de lozas y copas caer al piso llama la atención de los comensales. Siento mi ropa húmeda, sin embargo embargo,, no soy capaz de moverme mirando el rostro petrificado de la mujer que m mee observa con grandes ojos saltones. Inmediatamente da la vuelta y corre en dirección a la cocina del restaurante.

CAPITULO 3 LA CAMARERA  — Querido, Querido,

vámonos — ssolicita olicita Mandy en voz baja, sin embargo, mi vista sigue clavada en la puerta que se acaba de cerrar.

 —Candy… — ssusurro, usurro, intento ir hacia ella, pero la mano de Mandy me detiene.  — Monty, Monty,

vámonos.

 — ¿Pasa ¿Pasa algo? —  pregunta Prudence. Prudence. La ignoro.  — Tengo Tengo que hablar con ella — iindico, ndico, han sido cuatro jodidos meses y por fin la encontré.

 No se fue a México.  México.  ¿O quizás regresó?  —Señor Black, nos apena apena mucho lo sucedido… — habla habla el metre, pero no puedo escucharlo, lo

único que hay en mi cabeza es hablar con ella.  — Monty, Monty, no es buena idea  — insiste insiste

Mandy y tira de mi brazo, hacia la salida.

 — Tengo Tengo que hablar con ella — repito repito — , han sido cuatro meses.  — Ella Ella

no quiere hablar contigo  — suelta suelta de repente haciendo que parpadee para salir del aturdimiento.

 — ¿Qué? — La

miro entornando los ojos.

 — ¿Vamos ¿Vamos a cenar? Tengo mucha hambre  — se se

queja mi asistente. Vuelvo a ignorarla.

 — ¿Tú ¿Tú sabías que ella estaba aquí?  — cuestiono cuestiono a mi amiga. Ella asiente.  — Llegué Llegué hace cinco minutos y la vi, se asustó mucho, me pidió que no le dijera a nadie que la había visto y cuando le dije que estabas por llegar, se puso histérica.  — Mandy Mandy suspira — . No sé que

 pasó entre ustedes, ustedes, pero no qui quiere ere verte, me pidió pidió que no te deja dejara ra entrar y nos fuéramos fuéramos a otro restaurante.  —Pero yo… tengo que explicarle… explicarle… tiene que escucharme.    — Monty, Monty,

entiende —  pide en voz voz baja — . Ella no quiere, qu iere, no puedes obli obligarla. garla.

 No quiere verme.  verme. 

 

 

Yo la busqué por malditos quince días y ella no quería verme.  Imbécil.    Imbécil. Eso soy, un jodido imbécil por estar detrás de una mujer que me demostró por segunda ocasión que no puedo confiar en ella, porque no escucha, no enfrenta los problemas, ni siquiera me deja hablar, es una loca, histérica, dramática e inmadura.  Imbécil . He pasado tantos días torturándome por lo que sucedió y ella simplemente decidió que no quiere verme.  Perfecto.    Perfecto.  — Me Me duele el estómago de hambre — gimotea gimotea Prudence, finalmente la miro.  — Vamos Vamos a cenar a otro lugar, Prudence.  — Señor Señor

Black — habla habla el metre — , por favor, permítanos disculparnos por el incidente, la cena es  por cuenta de la la casa, nnoo deseamos qque ue tenga un unaa mala impresión de nnosotros. osotros.  — Gracias Gracias  — responde responde

 — , pero nos vamos a retirar. Mandy por mí — 

El hombre contrae el rostro.  — ¿Por ¿Por cuenta de la casa?  — cuestiono cuestiono — . ¿Se quieren disculpar por esto?  — Señalo Señalo

mi saco,

manchado y húmedo por restos de comida y bebidas.  — P Por or

supuesto, señor, le brindaremos el mejor servicio en compensación.

 — Tengo Tengo mucha hambre — lloriquea lloriquea Prudence tallando su estómago.  — Bien Bien — accedo, accedo,

Mandy presiona mi brazo — . Acepto sus disculpas, pero quiero que esa camarera sea la que nos atienda. Ella también debe disculparse por el incidente. El hombre aprieta los labios, pero asiente.

 — Como Como usted ordene, señor.  — ¡Monty! ¡Monty! — susurra susurra Mandy y se acerca a mí oído — . No hagas esto.

La miro por encima del hombro.  —   No te preocupes, preocupes, no voy a hablar con ella ella,, pero este es su trabajo y deb debee hacerse responsable responsable de

sus acciones.  — L Loo

único que quieres es incomodarla, ella no quiere verte.

 — Ya Ya me lo dijiste — siseo siseo — . Lo siento por ella, este es un restaurante, debió buscar un empleo en

medio del mar si no quería tener el infortunio de encontrarme alguna vez.

 

 

Paso de Mandy y guío a Prudence hacia la mesa. Me quito el saco porque está hecho un asco y, aunque mi camisa también está húmeda, al menos no se ve sucia. Mandy se nota inconforme, pero toma asiento a mi lado.  — En En un momento les atienden — indica indica  — Había Había

el metre. Asiento a sus palabras y aguardo.

olvidado presentarte a Prudence — digo digo a Mandy — , es mi nueva asistente.

Y futura ex asistente.  asistente.   — Un Un gusto, Prudence, soy Mandy.

Prudence toma su mano con efusividad.  — Un Un

gusto. ¿Ustedes son pareja?

Mandy se ríe.  —   No, jamás podría podría ser pareja de Monty, Monty, nos conoc conocemos emos des desde de niños y cconozco onozco todos sus defectos, defectos,

muchos de los cuales no tolero. Ruedo los ojos. Cuando voy a contestar noto la presencia de ella, acercándose a nosotros decidida. Le entrega a Mandy el menú, después a Prudence y por último a mí evitando mirarme. Enarco una ceja por su actitud, ella juraba amarme y quería casarse con mi pene, y ahora resulta que no puede dedicarme una mirada siquiera.  Perfecto.    Perfecto. Si esa será su actitud, también la mía.  — ¿Qué ¿Qué

platillo preparó el chef hoy como especialidad? —  pregunto con la vista vista fija en el menú. menú. Por un momento no hay respuesta, hasta que escucho ese acento que conozco tan bien.

 — Quiche Lorraine — responde

seca.

 No es de mi mi entero gusto, adem además, ás, si se prepa prepara ra como debe sser, er, con la rece recett a original, tampoco tampoco  puedo comerlo, comerlo, sin embargo, qui quiero ero probar un punto.  — ¿Conoces ¿Conoces

la comida francesa, Prudence? — iinterrogo nterrogo a mi asistente que intenta leer el menú con el entrecejo fruncido. Entonces recuerdo su dislexia y que seguramente no ha podido pasar de el  primer platillo. platillo.  — Yo Yo

quiero una Raclette, por favor —  pide Mandy Mandy y entrega el m menú, enú, sigo mi mirando rando a Prudence que que  batalla con leer leer un nombre.  — ¿Puedo ¿Puedo pedir por ti? —  pregunto bajando bajando el menú de su rrostro, ostro, lo cuál provoca que la camarera

apriete la comanda entre sus manos.

 

 

 — Se Se lo agradecería, señor — rresponde esponde Prudence dándose por vencida. Aunque mi intención era

fastidiar a la mujer que nos atiende, porque eso mismo le pregunté a ella en el restaurante de comida china, justo ahora solo veo el rostro apesadumbrado de mi asistente por no haber sido capaz de leer la carta.  — Te Te va a gustar, es delicioso. Confía en mí.  — Le Le sonrío ligeramente, ella asiente y entonces devuelvo el menú en mi mano a la camarera — . Dos Quiche Lorraine —  pido sin mirarla. mirarla.  —   No se lo recomiendo, recomiendo, señor, el Quiche Lorraine tien tienee nuez — dice en voz baja, como si no

quisiera decirlo.

Mis comisuras se elevan apenas unos milímetros. Ya sé que ese platillo tiene nuez y obviamente no lo iba a pedir, pero acabo de demostrarme a mí mismo lo que quería. Alzo la vista a ella que retrocede un paso cuando su mirada colisiona con la mía.  — ¿Qué ¿Qué

me recomienda, señorita?

Carraspea.  — Hay Hay escargots en el menú especial de hoy.

Mi ceja se levanta.  — L Laa última vez que comí caracoles, una irritante mujer le puso wasabi, no quisiera tener que repetir la desagradable experiencia.  La camarera entorna los ojos hacia mí y yo le sostengo la mirada, le acabo de llamar irritante, pero no dije ninguna mentira.  — Entonces Entonces Hachis Parmentier — rumia. rumia.

Finjo pensarlo unos segundos.  — Elegiré Elegiré

los escargots a la bourguignonne  — declaro declaro — . De tomar pediremos un Chateau Cheval

Blanc.  — Yo Yo no tomo alcohol, señor  — interviene interviene Prudence.  — H Haces aces bien, Prudence, el alcohol pone a las personas en situaciones embarazosas de las que después no se acuerdan — respondo respondo mirándola con condescendencia. Hace una hora quería matarla

 por lo de la reunión, pero ahora ahora,, me agrada qque ue esté aquí aquí,, por la expresi expresión ón que hay en el rostro de la camarera — . Mi asistente va a tomar naranjada mineral  — solicito, solicito, recalcando mi asistente. asistente. Ella asiente y se retira de forma rígida y apresurada, sonrío para mí mismo por verla comportarse de esa forma. Sigue siendo la misma, pretendiendo fingir que no pasa nada cuando le pasa todo ante mi  presencia.  — ¿Te ¿Te

diviertes? — m mee reprende Mandy dando un golpecito con la servilleta en mi brazo — . ¿No ves

lo incómoda que está?  — Es Es su trabajo.

 

 

 — ¿Conocen ¿Conocen a la chica que atiende?  —  pregunta Prudence, Prudence, no obstante, obstante, Mandy y yo yo nos retamos

con la mirada.  — Sí, Sí, pero es algo sin importancia  — expreso. expreso.  — ¿Qué ¿Qué era lo que querías hablarme? — C Cambia ambia el tema de manera brusca. Ni siquiera recordaba el

motivo por el que había salido a cenar acompañado por primera vez desde hace cuatro meses y ahora que Mandy lo menciona, mi mente comienza a idear planes.  — Q Quería uería que me ayudaras con un proyecto de la productora, pero he cambiado de opinión.  — ¿Qué ¿Qué clase de ayuda? — iinquiere nquiere con recelo, Mandy nunca se ha involucrado en nada de mi

industria desde que su padre dejó de darle servicios al mío.  —   Necesito  Necesi to a alguien que sirva sirva de intermediario entre la aautora utora de la historia historia que grabaremos y la la

 producción. Ella habla es  producción. español pañol y es una persona dem demasiado asiado difícil de tratar, no hhemos emos podido podido avanzar con la selección de actores porque su mente cerrada junto con sus exigencias no cooperan.  — ¿Vas ¿Vas a grabar una película basada en un libro?

Asiento.  —¿Una película… de las tuyas? 

Asiento de nuevo.  — ¿¿Cómo Cómo conseguiste algo así? Digo, es extraño pensar que una autora cedió los derechos para

hacer una película como las que haces.  —   No fui yo yo quien lo consiguió — aadmito. dmito. Inmediatamente Mandy comprende la situación.  — Si Si habla

español, supongo que fue Candy.

Asiento por tercera vez.  — Sí y ahora ella ya no trabaja conmigo y es un infierno tratar con esa mujer que escribió el libro.

Me urge encontrar alguien que la trate por mí, la convenza de elegir actores y locaciones y sea sus ojos en el rodaje.

 — Ya Ya

veo. Pero cambiaste de opinión.

Sonrío.  — La La

persona que debe hacerse responsable de ese trabajo ya apareció.

 — ¿Pretendes ¿Pretendes pedirle que regrese a

trabajar contigo? ¿Después de como acabas de tratarla? tr atarla?

 —   No hice nada nada indebido, la la traté como la em empleada pleada del restaurante que eess  — me me defiendo — . No

hice nada malo.  — E Ella lla no quiere verte y la estás obligando a atenderte, Monty. ¿Eso no es indebido?

 

 

 —   No. Es su trabajo. trabajo.

 La camarera aparece de nuevo trayendo el vino y la naranjada, sin embargo no viene sola. Un sujeto de aspecto latino la acompaña, es él quien se encarga de descorchar la botella y airear el vino. Lo observo atentamente porque su rostro se me hace conocido y caigo en cuenta de quién es cuando rehúye a mi mirada.  — ¿Tú ¿Tú

eres Chema, cierto? — siseo. siseo.

El tipo no responde.  — Contéstame Contéstame  — exijo. exijo.  — ¿Qué ¿Qué tiene eso que ver? — interviene interviene

ella, mirándome severa — . No le importa su nombre.

 Lo defiende.  defiende.   Por supuesto, el portero del edificio dijo que eran novios. novios.    — T Ten en el valor de decirme frente a ella que no eres Chema  —  bufo poniéndome poniéndome de pie, pie, soy varios varios centímetros más alto que él, por lo que tiene que mirarme hacia arriba cuando lo encaro — . ¿Eres

Chema?  — Déjelo Déjelo en paz — rumia rumia ella.  — ¿Eres ¿Eres Chema? — repito, repito, el tipo me mira con rabia, pero no es mayor que la que yo estoy sintiendo

en este momento porque acabo de comprender que ella nunca se fue.  — S Síí — admite. admite.

soportar esto — murmura murmura la camarera — . Gracias por ayudarme con la  botella, ahora ahora regresa a tu trabajo. trabajo.  — Chema, Chema, no tienes por qué

 —   No te vayas vayas — refuto. refuto.

 — . ¿Cuándo regresaron de México?  — cuestiono Ella me mira mal —  cuestiono irónico.

 — ¿De qué habla? Deje de decir cosas sin sentido y de molestar a los demás empleados, suficiente es con molestarme a mí — replica replica con enojo, lo que me hace voltear a verla y despegar los ojos del

sujeto.  — ¿Te ¿Te estoy molestando? — Resoplo Resoplo — . Pero no te molesta tener de

novio a un sujeto que te miente.

 — Chema Chema no es mi novio y no me miente  — revira revira — . Y en todo caso eso no le importa.  — ¿Regresaste ¿Regresaste

a México?

Mi pregunta la descoloca, parpadea varias veces antes de responder.  —   No.

Suelto una risilla molesta.

 

 

 — L Loo imaginé. ¿Sabías que te fui a buscar y él me dijo que habías regresado a México? Además le

 pregunté si era era Chema y lloo negó. Ella lo mira, él desvía la vista a otro lado. Durante unos segundos disfruto de ver el gesto del tipo, hasta que ella regresa sus ojos marrones a mí.  — S Sí,í, lo sabía, pero yo no quería hablar con usted. Así que deje de importunar con sus acusaciones

absurdas.  — ¿Lo ¿Lo sabías? — gruño. gruño.  — Sí. Sí.  — ¿Y ¿Y te negaste a hablar conmigo, con Jayden, con Vlady y con Roney?

Mantiene el rostro en alto, desafiándome con la mirada.  — S Sí,í, porque no quiero verlo Montgomery Black, porque de todas las personas en este mundo, usted

es la más despreciable. Así que coma su cena, lárguese y no vuelva a cruzarse en mi vida. Toma el brazo del tipo, se da la vuelta y comienza a caminar de nuevo a la cocina. La veo alejarse sin mirar atrás, sin importarle lo que acaba de decir y que se ha sentido como un maldito gancho al estómago.  — Monty Monty — susurra susurra

Mandy — . Vámonos, querido.

Asiento en silencio. Habría hecho lo que fuera necesario para hablar con ella, incluso esperar a que terminara su horario de trabajo, pero acaba de demostrarme una vez más que no es la mujer que creí que era y a la que quería a mi lado.

CAPITULO 4

NI EN TUS SUE ÑOS 

A pesar de las protestas de Prudence y de los intentos del metre por hacernos quedar a cenar, salimos del restaurante. Roney aguarda por nosotros con la puerta abierta, su eficiencia nunca deja de sorprenderme, no necesita mas que unos segundos para estar listo a partir que anuncio mi salida.  — ¡Mierda! ¡Mierda! — expreso expreso

con fastidio — . Dejé mi saco dentro, regreso en un minuto.

 — Yo Yo voy por él, señor — se se

ofrece Prudence, sin embargo niego, quiero aprovechar para dejar una

nota con el metre. Regreso al interior y me dirijo a la mesa para tomar mi saco, está hecho un asco y dudo que las manchas desaparezcan del todo. Gruño porque en todo el jodido mundo, tiene que ser la misma

 

 

mujer la que me arruine otro traje. Me doy la vuelta y de pronto siento que algo impacta conmigo, de nuevo el estrepitoso sonido de vajillas y cristales caer resuena en el restaurante. Pero en esta ocasión no presto atención a ello, ni a la mujer que grita y maldice en español. Lo que traía en la charola estaba hirviendo y mi abdomen comienza a arder de una forma insoportable que me hace gruñir y querer asesinar a la persona que tengo en frente.  — ¡Lo ¡Lo siento! — se se apresura a decir, toma el paño que lleva en el delantal e intenta limpiarlo.  — ¡Ni ¡Ni se

le ocurra! —  bufo, no quiero quiero que nada toque mi piel piel..

Camino a toda velocidad hacia el baño, necesito quitarme la camisa, el queso de la Raclette que había pedido Mandy está pegosteado en mi ropa y me quema cada vez que toca mi abdomen. Prácticamente arranco los botones y me quito la camisa arrojándola a la basura. Mi piel está en extremo irritada y comienza a formarse un ámpula por la quemadura.  — ¡Maldita ¡Maldita

sea! — grito. grito. Tenía que ser ella, porque si no hace algo como esto, seguramente explotaría por la acumulación de calamidades que urgen por salir de su cuerpo. Tomo papel y lo empapo con agua fría para tratar de limpiar el área, tengo que ir a un hospital, no quiero que esto se infecte. Suspiro cuando el papel toca mi piel, me miro en el espejo, mi rostro está

igual de rojo por el ardor y varias gotas de sudor surcan mis sienes.  — ¡Carajo! ¡Carajo! — siseo siseo y seco el sudor, sólo me falta que me salga urticaria por ello para terminar de completar el cuadro.  — Lo Lo

siento, de verdad — ssusurra usurra una vocecilla. Asoma la cabeza por la puerta del baño y me mira a través del reflejo. Sus ojos se abren demasiado al ver la magnitud de lo que ocasionó, termina por entrar y cierra la puerta.

 — Por Por favor, déjame en paz — solicito, solicito, quiero que se aleje de mí porque no podría controlar mi

grado de enojo en este instante.  — Tengo Tengo algo para las quemaduras  — rresponde esponde en voz baja. Extrae del bolsillo de su delantal un tubo, similar al que usó en el spa par aplicar sobre mi rostro — . Me he quemado varias veces y lo

cargo conmigo todo el tiempo.  No quiero que me me toque, ni siquiera siquiera quiero que se acerque a mí, mí, mi maldita vida corre corre peligro cuando ella ronda el espacio donde estoy. No sé para qué mierda quería encontrarla, sólo para que regresara toda su calamidad que me pone en las peores situaciones. Sin embargo, es más rápida que yo para llegar hasta a mí, toma un papel, lo humedece, se inclina para dejar sus ojos a la altura de la quemadura y comienza a limpiar la grasa del queso que hay sobre mi piel.  — Se Se ve muy feo — expresa. expresa.  —   No me digas, digas, no me había había dado cuenta —  bufo. Ella alza la vista y me dedica una mi mirada rada que

 pretende reprenderme, reprenderme, que ni se le ocurra querer hhacerlo, acerlo, ella provocó esto, aquí el agredido soy yo. yo.  — Siempre Montgomery Black  poco de cortesía cortan tesíaamable, y empa empatía, tía, le hace fal falta. ta.  — replica — . Con todo su dinero podría comprarse un

 

 

Me río sarcásti sarcástico. co.  — Mejor Mejor compraré

un seguro de vida, porque definitivamente alguien va a terminar por matarme algún día. O quizás pague guardaespaldas que no permitan que ciertas personas se acerquen a mí. Sus labios se aprietan.

 —   Nadie se muere muere por una quemadura quemadura de se segundo gundo grado, exag exagerado. erado.

¿Exagerado?  ¿Exagerado?   — Con Con esta crema verá como mañana se siente mejor  — asegura asegura destapando el tubo, vierte una

cantidad generosa en sus dedos índice y medio, para después comenzar a frotarlo sobre mi abdomen. Suspiro de nuevo, arde, pero al mismo tiempo deja una sensación refrescante después de la incomodidad. La puerta se abre y se asoma el encargado del restaurante. Inmediatamente compongo mi postura y ella se levanta, el hombre nos observa a ambos y luego el desastre que hay sobre mi abdomen.  — L Lee

ofrezco mis más sinceras disculpas, señor Black, esto es algo inadmisible, por supuesto que

tomaremos medidas inmediatas, por favor, no emprenda acciones legales en contra del restaurante, eso afectaría nuestropero prestigio  — habla habla de forma apresurada y nerviosa.  — ¿Qué ¿Qué

medidas inmediatas piensa tomar?  — cuestiono, cuestiono, ya me las imagino, pero quiero que él las diga, porque al final, podría beneficiarme en algo este maldito accidente.

 — Ella Ella

será despedida — asegura asegura — , no es la primera vez que hace algo así.

 — ¡No! ¡No! — lloriquea lloriquea — . Señor Lawson, por favor no me despida, le juro que no volverá a suceder.

El tipo la ignora.  — A Además demás le ofrecemos cortesías por lo que resta del año, señor, puede venir a almorzar a  La lune

noire cuántas veces desee. Vaya, es un buen ofrecimiento, este restaurante es demasiado costoso.  costoso.    — ¿Y ¿Y me asegura que la van a despedir? —  pregunto para confirmar. confirmar.  — ¡No! ¡No! — gimotea gimotea ella.  — Por Por supuesto  — Excelente, Excelente,

que sí, señor.

acepto sus disculpas, disculpas, no procederé pro cederé contra el restaurante.

Sonrío.  — ¡Es

detieneuny maldito, me mira Montgomery con furia. Black! — grita, intenta golpearme, pero a mitad del camino se

 

 

 — S Sii me

permite, señor Lawson, quiero hablar con la señorita, en privado.

 — Por Por supuesto, señor — accede accede — . Candy, te espero en mi oficina para darte tu finiquito  — dice dice el

hombre y da la vuelta para salir.  —   No, señor Lawson, Lawson, por fav favor or — ssigue igue lloriqueando, pero el hombre la ignora y vuelve a cerrar la

 puerta. Avanzo Avanzo hacia eesta sta y la asegu aseguro, ro, ahora tengo op oportunidad ortunidad de hablar hablar con ella sin sin que nadie interrumpa y no la dejaré salir hasta que me escuche.  — Abre Abre

la puerta — eexige xige al notar que me recargo en ella, para impedirle alcanzar la manija.

 —   No, vamos vamos a hablar.  — ¡No ¡No tengo nada que hablar contigo, déjame en paz!  — eleva eleva la voz, pero ya estoy acostumbrado a

su despliegue de furia desmedida, mientras no me golpee mantendré la compostura.  — M Mee vas a escuchar aunque no quieras, me lo debes después de esto.  — Señalo Señalo mi abdomen, la

ámpula se ha hecho bastante grande y se llenó de líquido en pocos minutos.  — ¿Qué ¿Qué me va a decir? ¿Con qué cuento va a salir ahora para justificar sus mierdas?

¿Mis mierdas?  mierdas?   — Lo Lo que me hizo no tiene ninguna justificación, es un ser repulsivo, Montgomery Black.  — ¡Deja ¡Deja

de llamarme por mi nombre completo!  — increpo, increpo, no me gusta como suena de su voz.

 — ¡¡Entonces Entonces déjame salir, no quiero hablar contigo, entiende, solo quiero has sido lo peor que me ha pasado, bórrate, esfúmate, déjame en paz!…  

que te largues de mi vida,

Sigue y sigue gritando, su voz resuena en mi cabeza provocando pinchazos dolorosos por el timbre agudo. Quiero gritar también y exigirle que deje de hacer tanto drama. Quiero ahorcarla mientras la monto en mi polla o enterrársela en la boca para que se calle. En mi cabeza se dibuja una escena tan nítida, que no puedo evitar que mi miembro de un respingo.  Joder, no voy a follarla.  follarla.  Me juré a mi mismo que nunca regresaría a ello, que nunca volveré a confiar en ella, me demostró una y otra vez que no puede ser mi pareja.  — Tienes Tienes

que regresar a Black Productions  — suelto suelto de pronto, toda su palabrería me marea.

Se ríe de manera escandalosa.  —   Ni en tus sueños, sueños, Montgomery Montgomery Black — sisea. sisea.  —   No me llames así así — rumio rumio con los dientes apretados — . Para ti siempre seré el señor Black.

Se ríe de nuevo.  — Déjame Déjame salir — exige. exige.

 

 

 — R Regresa egresa a la empresa, la autora del libro es un incordio, no está funcionando y ella te quiere ahí,

al frente de las grabaciones.  — ¿Yoss? ¿Yoss? —  pregunta en un murmullo. murmullo.

Asiento.  — Le Le

prometí que regresarías. — Omito Omito decir que fue Prudence la que lo prometió por un mal

entendido.  — Pues Pues tendrá que romper su promesa.  — S Sii no vuelves y te pones al frente de tu propio proyecto, muy seguramente terminaré por romper

el contrato, así haya que pagar penalizaciones. Pero tu idea quedará descartada y nunca podrás demostrar que era algo bueno y viable. Tampoco el mundo conocerá la historia de ella, está escrita en español, una película en inglés le abrirá las puertas a que haya traducciones, todo eso se verá afectado porque no puedes simplemente escuchar y admitir que actuaste de manera impulsiva al irte de la empresa sin hablar conmigo. Resopla.  —  ¿Qué ibas se supone debía hablar contigo? qué explicación te hiciera ver cómo víctima a salir?que  — S Se e cruza de brazos, me¿Con desespera esta actitudque suya, yo también estoyuna molesto

con esa, por largarse, por no cumplir su palabra, sin embargo aquí estoy, intentan intentando do arreglarlo arreglar lo a  pesar que han han pasado cua cuatro tro meses meses..  — Yo Yo no subí el video a la plataforma — aclaro. aclaro. No dice nada, solo parpadea mientras me observa tensa — . Debí decírtelo, acepto que me equivoqué, te afectaba de manera directa, pero quería darte

una solución inmediata para que no te preocuparas de más, no quería que pasaras por esa vergüenza,  pretendía eliminar eliminar el vídeo una vvez ez rastreada su pr procedencia ocedencia y poner la demanda demanda correspondiente. correspondiente.  — Yo Yo tenía el derecho a saberlo — m musita, usita,

sigue estando seria, pero al menos parece dispuesta a

seguir escuchando.  — L Loo sé, reconozco mi error. Se borró en cuanto tuve la información necesaria, fue subido desde el

mismo servidor de la empresa, por lo que debía ser uno de los empleados. No fue fácil dar con el responsable porque no hay cámaras de vigilancia, por privacidad. Pero logramos dar con él. Fue Emet, por órdenes de mi padre.  — ¿Emet? ¿Emet? — Baja Baja

los brazos y me mira impresionada y un tanto ofendida.

 — E Está stá en la cárcel, enfrentará un juicio por lo que hizo.  — ¿Y ¿Y Herbert?  — Él Él se libró de ello — confieso confieso — . Mi padre accedió a venderme su parte de la empresa por una

cantidad irrisoria, con tal de evitar que pusiera una demanda contra él. Frunce el ceño.

 

 

 — Debería Debería

estar en la cárcel también — replica replica — . Mandó a la cárcel a un joven que obedecía órdenes, pero no al autor intelectual solo porque es su padre. ¡Es injusto!

 — S Sii hubieses estado ahí, conmigo, enfrentando el proceso legal, se habría hecho lo que tú decidieras, pero preferiste irte sin hablar conmigo, hiciste lo que juraste no hacer  — le le reprocho, no

quería hacerlo, sin embargo, es inevitable.  — ¿Y ¿Y qué iba a hablar contigo, Montgomery Black? ¿Querías decirme en mi cara que estabas harto

de mí? ¿Querías humillarme más diciendo que no me soportabas? ¿Que me pasaba los días  jodiéndote por teléfono? teléfono? ¿Eso quería queríass que habláramos? habláramos? ¿Qué?   ¿Qué?  — ¿De ¿De dónde sacas cosas tan absurdas?  — ccuestiono uestiono sin creer lo que acaba de soltar. Jamás dije algo

similar, jamás me expresé así de ella. Yo estaba encantado de tenerla a mi lado todo el tiempo, no quería que se marchara, la quería en mi cama día y noche.  — ¡¡Te Te escuché decirlo! ¡Te escuché hablar por teléfono y decir que estabas harto de mí! ¡No seas

cínico ni te atrevas a negarlo! Me empuja. Aunque no toca la herida, una sensación desagradable me cosquillea porque sus manos se posansus cerca de ella para hacerlo. Sujeto y laimpedir llevo aque ellavuelva contra alaagredirme. puerta. Coloco manos sobre su volver cabeza,a apresándolas consuslasmuñecas mías para Su respiración furiosa la hace ver jodidamente sexy, aunque no puedo pegar mi cuerpo al suyo por la quemada, sí inclino mi rostro hasta quedar a centímetros del suyo, aspirando su aliento que huele a moras y azúcar, como si hubiese comido mermelada.  — Jamás Jamás he dicho tal cosa de ti  — aclaro, aclaro, completamente serio.  — Te Te escuché — rrumia. umia.

Sacude sus brazos para intentar liberarse, pero no lo permito. Desiste de hacerlo cuando acerco más mi rostro y hace todo lo posible por alejarse de mí, pegándose tanto como puede a la puerta — . Preguntaste si ya lo había visto y como había reaccionado, así que no te creo que no subiste el video tú mismo. Blanqueo los ojos al comprender que fue lo que sucedió, la conversación que escuchó.

 —   No estaba hablando hablando de ti ni del video — especifico especifico — . Hablaba con Roney de Maya.  — ¿De ¿De Maya?  — S Sí.í. Mandé a Roney a casa de mi padre con una recesión de contrato, todo el contenido que había

donde ella participaba fue removido de la plataforma esa mañana. No hay ni un vestigio de Maya en Black Productions. Le envié el finiquito de sus regalías y terminé cualquier relación laboral que  pudiera utilizar utilizar como pretexto para ace acercarse rcarse a mí mí.. Parpadea, desvía la vista un segundo y después la regresa, de nuevo furiosa.  —  ¿Entonces por qué dijo que lo había jodido todo elque día no portuvo teléfono? Es claro hablabanidea mis mí, le mandé muchos mensajes el día anterior, mensajes la decencia de que responder,

llamadas.

 

 

 — E Estaba staba hablando con ella. Llamó todo el maldito día, histérica, amenazándome con todo lo que se

le ocurría. Desde ir a visitar a mi madre, hasta demandarme por acoso, si yo no me deshacía de mi asistente. Traga. En sus ojos puedo notar la batalla entre creerme y seguir de necia creyendo lo que ella quiere creer.  — Te Te busqué por quince días — continúo continúo — .

Roney, Vlady, incluso Jayden intentó contactarte

cuando le pregunté si tenía información tuya. Te busqué para explicarte y tú simplemente decidiste que no querías escucharme, porque para ti lo más fácil es culparme de todo lo que pasa, sin dejarme explicar.  — L Las as cosas se dieron muy rápido, Kennedy me humilló, después te escuché hablar. ¿Qué querías

que pensara?  — P Pudiste udiste

cumplir tu promesa de no marcharte sin escucharme.

Rehúye a mi mirada, sabe que tengo razón, que si bien tenía motivos para estar herida por la humillación que tuvo que pasar, es cierto que no me pidió una explicación, que no esperó a que yo le diera mi versión de la situación.  —  De todas piensoque quetelorodean, mejor fue irme, no quiero una vida tenga que estarme cuidando deformas las personas donde tenga que soportar estedonde tipo de violaciones hacia mi

 persona. No vale vale la pena Montgomery Bla Black. ck. La libero inmediatamente ha dicho eso. Asiento a sus palabras, quizás tiene razón, tener una relación conmigo no vale soportar el acoso y la humillación que recibió, sin embargo, sus palabras se sienten como una jodida patada en los huevos, porque me demuestra lo que ya sabía, que ella no me ama como decía hacerlo, porque no soportó más de dos días a mi lado.  — Yo Yo también creo que no vale la pena  — agrego, agrego, si para ella no soy suficiente, entonces para mí tampoco lo es — . Prefiero estar solo que en relaciones inciertas e inmaduras, con esto solo quedó

demostrado que no debió pasar nada entre nosotros. La veo tensar la mandíbula.  — Fue Fue un enorme error, el peor de mi vida  — musita. musita.  — Y de la mía — refuto. refuto.  — Exacto. Exacto.  — Exacto. Exacto.

Su mirada me hace enfurecer, quiero besarla para hacerla retractarse de lo que acaba de decir, que se acuerde como gemía cuando la follaba, a ver si le parece un error las veces que juró amarme y querer casarse con mi pene.  — Aún así quiero que regreses a la empresa y te pongas al frente del proyecto Penumbra.  —   No.

 

 

¡Mierda!   ¡Mierda!  — Hay Hay una reunión con la autora en tres días, si lo piensas mejor, te espero en Black Productions,

no tienes nada que hacer, te despi despidieron. dieron.  — Por Por tu culpa — gruñe. gruñe.  —   No, por la tuya. tuya.

Saco mi teléfono y marco un número, llevo más de veinte minutos aquí y afuera me están esperando. Contesta al tercer tono de llamada, su voz nerviosa resuena en mi oído, demasiado fuerte.  — Señor Señor Jack, tengo mucha hambre, ¿Cuándo va a salir?

 Maldita sea.  sea.   No digo nada para que llaa mujer que tengo en frente no se en entere tere de mí nefas nefasta ta relación con mi nueva asistente.  — Prudence, Prudence, ya casi nos vamos a cenar  — respondo respondo en voz suave y con galantería que la hace  — . ¿Puedes enarcar una ceja traerme una de las camisas que hay en el maletero al baño del restaurante? Rápido, por favor.  — En En seguida, señor.

Cuelgo la llamada, ella me mira de nuevo con los brazos cruzados.  —   No cambias, cambias, después dices dices que no es ci cierto erto que te fijas en m mujeres ujeres con los mi mismos smos rasgos que Maya… y que yo. 

Resoplo.  — Prudence Prudence no se parece a ti ni a ella.  — Tiene cabello castaño y ojos marrones, además su piel es casi del mismo tono que la mía, un poco

más clara.

 — ¿¿Qué? Qué? ¿Es que pretendes que rechace a cualquier mujer con cabello castaño y ojos marrones? Jamás haría algo así, no me fijo en esas cosas  — argumento argumento — . Nunca descartaría a una asistente

solo por parecerse a la anterior.  — Seguro Seguro ya te la follaste como a todas.

Ladeo la cabeza.  — Eso Eso no es de tu incumbencia.

Aprieta los labios.

 

 

 — L Loo que me confirma que ya te la follaste y seguro también haces lo mismo que con todas y dices

las mismas cosas, como lo hiciste conmigo y con Maya. Ruedo los ojos.  — ¡¡Perdóname Perdóname por no tener una lista de las cosas que he hecho en el sexo o de lo que he dicho!  —   pronuncioo con la voz ca  pronunci cargada rgada de ironía — . ¡No sabía que no podía repetir repetir palabras! ¡Ahora que

llegue a mi casa me pondré a revisar los más de seiscientos videos en los que he estado para saber que puedo y que no puedo decir de ahora en adelante! ¡O mejor aún, hablaré otro idioma, así Prudence no puede reprocharme reprocharme algo ttan an ridículo como esto!  — ¡¿Eso ¡¿Eso

significa que sí te la follas?! — grita grita haciendo que quiera reírme de su expresión histérica.

 — ¿Está ¿Está ahí, señor? — se se escucha del otro lado de la puerta.  — Sí, Sí,

Prudence — respondo respondo elevando la voz.

 — Está Está cerrado, señor.  — Voy Voy a abrirle a mi asistente  — iinformo nformo

intentando alcanzar la manija. Ella se interpone,  bloqueándome  bloqueán dome el acces acceso. o. Abre apena apenass unos cen centímetros tímetros y se asoma al exterior.  — Dame Dame la camisa, yo se la doy — solicita solicita a mi asistente.

Aprieto los labios para no reír. En cuanto tiene la camisa en la mano cierra de nuevo y me la avienta a la cara.  — ¡Vístete! ¡Vístete! — ordena. ordena.  — Si Si quieres

puedes vestirme tú  —  propongo con con una ssonrisa onrisa ladeada — . Se nota que quieres hacerlo o debiste dejar que mi asistente entrara a hacer su trabajo. Aprieta los puños y los labios.

 —   Ni en tus sueños, sueños, Montgomery Montgomery Black, ni en tus jodi jodidos dos sueños vvolveré olveré a hacerlo. hacerlo.  — Se da la

vuelta, abre la puerta y sale azotándola detrás de ella.

Me quedo de pie colocándome la camisa y con una sonrisa invadiendo mi boca. Ella regresará a mí, lo sé, estoy segu

CAPITULO 5

Ella vendrá hoy.

PUNTOS

 

 

Lo sé. Tan seguro estoy de ello que ni siquiera me preocupo por hablar con Mandy y pedirle que piense en la oferta. Candy vendrá. Aunque es demasiado orgullosa y testaruda, no va a dejar que su proyecto se venga abajo, no va a permitir que mi padre se jacte en decir que lo que ella propuso no funcionó y por esa simple razón, ella va a volver. Además lo hará por mí. Porque ayer pude sentir su despliegue de celos incontrolables hacia Prudence porque cree que hay algo entre ella y yo. Debe estar volviéndose loca pensando en ello, en que es mi nueva asistente,  joven, bonita, bonita, con cab cabello ello castaño y oj ojos os marrón y yo, por supu supuesto, esto, no la saca sacaré ré de su error, pero eso también me impide despedir al manojo de nervios que fija sus ojos en mí.  — Repasemos Repasemos la agenda de hoy — indico. indico. Saca la tableta y entra en la aplicación que muestra todos

los pendientes que debo atender.  — A las do-ce tiene… re-u reu-ni reuni-ón vi-r vir-tu virtu…   — Virtual Virtual — termino termino por ella. Alza el rostro hacia mí y asiente, sus mejillas se sonrojan y desvía la

vista con ojos llorosos, mordisqueando sus labios. En otros tiempos me desesperaría su condición, seguramente la despediría por no ser capaz de leerme la agenda del día, sin embargo, al notar la vergüenza en su rostro pecoso, no puedo sentir más que empatía por ella y el deseo de decirle que no pasa nada. Conozco esa expresión, es la misma que yo tuve muchas veces cuando algo me avergonzaba frente a mis compañeros de colegio, incluso aún de adulto, a veces tengo esa sensación cuando alguien hace algún comentario sobre lo sensible que es mi piel.  — L Laa aplicación tiene opción de agregar notas mediante dictado y también de lectura de voz del texto, Prudence. — M Mee pongo de pie y voy hacia ella, presiono un ícono sobre la pantalla con un micrófono y hablo en voz alta — . Doce del día, reunión virtual con el guionista — . Vemos cómo se escribe lo que dicté y después presiono en otro ícono con una bocina, para escuchar la anotación — .

Solo debes asegurarte de dictar claro las citas y todo estará bien.  — Gracias, Gracias,

señor Jack — susurra. susurra.

Blanqueo los ojos.  —   No pongas a prueba prueba mi paciencia, Pruden Prudence. ce. Es Black. Black.

Me inclino hacia la lapicera y extraigo un marcador indeleble para escribir en su brazo, grande, abarcando casi toda la extensión de su cara interna. BLACK. 

 — A ver si así lo recuerdas. — Dejo Dejo el marcador en la lapicera y regreso a mi asiento.

 

 

Con la nueva información del uso de la app, reproduce en lectura de voz toda la agenda del día. Tengo grabación a las seis de la tarde, hacía cuatro meses que no participaba en algún video, pero es hora de regresar a funcionar con normalidad, como lo era mi vida antes de ella.  — A Antes ntes de las grabaciones tomo una ducha, debes aprender a preparar la bañera. Hay notas en las

carpetas de archivos de la table t ableta, ta, ahí encontrarás to toda da la información. Prudence carraspea y coloca un mechón de su cabello largo detrás de su oreja.  — ¿Qué ¿Qué pasa?  — A Anoche noche leí un poco de sus notas, pero hubo cosas que no comprendí, ¿Podría grabarme las

indicaciones? Para mí es más fácil seguir instrucciones si las veo una y otra vez. Parpadeo.  Paciencia Black, paciencia.  paciencia.   — B Bien, ien, levántate y ven, graba todo lo necesario que no voy a volver a repetirlo.

 Nos dirigimos dirigimos al baño, ella sa saca ca su móvil y comi comienza enza a grabar lo que vvoy oy diciendo. diciendo. Le señalo señalo donde está el termómetro de la bañera y como regular la temperatura del agua, cuales son las esencias que debe agregar, el orden y la cantidad, incluso las coloco en orden en la repisa para que las tome una detrás de otra. Cuando llego a la parte de los aceites esenciales para mi piel me detengo con una de las botellas en la mano. Mi mente me trae a flote las veces que unas pequeñas manos esparcían el aceite por mi cuerpo, con dedicación y vehemencia, preocupándose por abarcar hasta el último centímetro. Devuelvo la botella a la estantería y me paso al tema del armario y la ropa, saltándome está explicación. Prácticamente le indico todo y ella graba cientos de videos mientras explico cosa tras cosa de como funciona mi oficina. Incluso le hablo de mis alergias y de lo que debe estar pendiente a mi alrededor.  — E Espero spero que lo comprendas todo, porque no me gustan las equivocaciones  — advierto. advierto.  — Descuide, Descuide, señor Ja… — S See calla abruptamente al ver mis ojos entornados, mira su brazo y lee de forma entrecortada mi apellido — . Black, señor Black.

Sonrío.  — Así Así está

mejor, Prudence, ahora tráeme un café antes que comience la reunión con el guionista.

Asiente animada y sale de mi oficina con su singular forma de caminar. Para no retrasarme esperando que ella vuelva, decido enlazar y yo mismo la reunión. Un estruendo de gritos amortiguados provenientes del pasillo me distrae de mi tarea, agudizo el oído para escuchar como se acerca y se hace más fuerte a cada segundo, hasta que la puerta de mi oficina se abre, dejando entrar el escándalo junto con dos mujeres que se gritan la una a la otra.  — ¡¡Te Te dije que no puedes entrar, nadie que no trabaje aquí puede acceder a las instalaciones!  — 

expresa Kennedy, la mujer que la enfrenta sonríe de manera altiva.

 

 

 — T Túú a mí, no me das órdenes, nunca lo hiciste y nunca podrás hacerlo.  — Aunque Aunque Kennedy es

varios centímetros más alta que ella, Candy se impone a su presencia colocando las manos en su cadera y sosteniendo una mirada decidida.  — Kennedy, Kennedy, retírate — m murmuro urmuro en voz baja, aún no logro salir de la impresión de verla en mi  — . Ochenta y ocho días. oficina de nuevo, llevando la misma ropa que cuando la conocí —   — Señor Señor

Black — lloriquea. lloriquea. Le doy una mirada de advertencia y doy una cabezada para que salga, lo

hace, no sin antes dedicarle una mirada cargada de furia a Candy. Candy.   Candy. Está aquí, en mi oficina de nuevo. Se ve tan malditamente hermosa llevando esa ropa desaliñada, el cabello recogido en desorden y casi nada de maquillaje. El brillo de su piel trigueña me hipnotiza y casi puedo percibir su olor en mis fosas nasales, aunque está a cinco metros de mí. Carraspeo.  No volveré a caer con ella.  ella.   Dice que no valgo la pena.  pena.   — Toma Toma asiento, por favor — indico indico

señalando la silla donde se sienta Prudence.

 — Antes Antes que nada, vamos a dejar algo claro  — dice dice de forma agresiva — , si hago esto es por mi

 proyecto y por Yoss, nada ti tienes enes que ver ver tú, ni tu productora.  — Ok. Ok.

Justo ahora tengo una reunión virtual con el guionista. ¿Puedes esperar unos minutos?

Frunce los labios, sin embargo asiente.  — Su Su

café, señor — ccomenta omenta Prudence animadamente, entra a mi oficina sin percatarse que hay alguien más y deposita la taza en mi escritorio con demasiada fuerza, derramando de nuevo un poco sobre la superficie.

Mi párpado salta, no puedo decir nada frente a ella, se daría cuenta que entre mi asistente y yo no hay ninguna relación y no quiero que eso pase, me fascina verla celosa, porque corroboro que sus  palabras no no son más qu quee basura, resul resultado tado de su orgull orgullo. o.  — Prudence. Prudence.  — Sonrío. Sonrío.  — Lo Lo siento, señor — gimotea. gimotea.  — Está Está bien, trae con que limpiar, no pasa nada.  — Doy Doy una palmadita en su mano que la hace

sonreír nerviosamente. Miro a Candy que observa la escena con la mandíbula tensa, en la pantalla del ordenador aparece el guionista a cargo de Penumbra y saluda cortésmente.  — Señor Señor Black, buenas tardes.

 

 

 — JJack, ack,

¿cómo vamos? Tenemos que comenzar las grabaciones.

 — A Anoche noche terminé el guión, lo he enviado por correo electrónico. Como es lógico, tuve que hacer

algunos ajustes para el mejor desarrollo de la historia, creo que quedó muy bien.  — Quiero Quiero revisarlo — comenta comenta de pronto, volteo a verla con el ceño fruncido. Prudence se atraviesa

 para limpiar mi escritorio escritorio interrumpiendo interrumpiendo nuestro contac contacto to visual. Sonrío y llaa hago a un lado lado con suavidad y fijo de nuevo mis ojos en Candy.  — ¿Qué ¿Qué es lo que quieres revisar?  — El El guión,

quiero revisar los ajustes que hizo a la historia.

Jack se ríe.  — ¿Disculpa? ¿Disculpa?

¿Quién eres tú?

 — C Candy, andy, represento a la autora del libro en lo referente a la película. Quiero ver los ajustes que se

hicieron y comentarlos con ella, creo que por cortesía deberían consultarse con quién escribió la historia, por no decir que es lo justo.  — ¿Señor ¿Señor Black? — cuestiona cuestiona

Jack hacia mí.

Carraspeo.  — ¿Señor, ¿Señor, ahora donde me siento?  — ssusurra usurra Prudence. Le hago un gesto con la mano para que

guarde silencio y le indico que se quede de pie, a mi lado.  — L Laa autora debe entender que es una adaptación, que no se puede hacer una película fiel a un libro,

 pero vamos vamos a consul consultar tar los cambios con ella, y que nos de de su opini opinión. ón. Por la expresión de Jack, deduzco que no le agradó mi decisión, pero creo que en parte Candy tiene razón, consultarlo consultar lo con llaa autora no está de m más, ás, si la historia se desenvuelve bien y llegó al mismo final, no tiene por qué haber problemas.  —   Nos reuniremos reuniremos con ella en dos días, días, desp después ués Pruden Prudence ce programará otra reuni reunión ón contigo, Jack, Jack, no

lo tomes a mal, pienso que es bueno escuchar la opinión de quién escribió el libro. Jack asiente de forma rígida.

 — Bien, Bien,

señor, como usted diga. Estamos en contacto.

 — Hasta Hasta pronto. — D Doy oy finalizar a la reunión y regreso mi atención a la mujer frente a mí.  — El El guión debe ser lo más apegado al libro — declara. declara.

Exhalo pesadamente.  — Lo

comentaremos con la autora. ¿Podemos pasar a lo importante? Hay mucho por hacer.

 

 

 — A Antes ntes

de eso, quiero dejar claro los términos en los que llevaremos nuestra relación laboral.  —  laboral, provocan Recalca con mucha fuerza la palabra laboral,  provocando do que mi cceja eja se enarque enarque — . Porque es el único tipo de relaci r elación ón que ttendrem endremos. os.

¿Único tipo de relación?  relación?  Claro.   Claro. Me río y rasco mi ceja.  — Por Por supuesto, nuestra relación es únicamente laboral, es lo que me interesa de ti. Nada más  — 

 puntualizo. Sus labios se aprietan y me mira entornando los ojos. Mi polla da un respingo por ello, porque verla cabreada me da una satisfacción insana y me excita como nunca lo ha hecho una mujer.  — B Bien. ien. Punto número uno: No puedes gritarme, ordenarme, pedirme o hablarme de algo que no sea

relacionado con el proyecto Penumbra. Vengo aquí a trabajar del lado de Yoss, no contigo.  — Yo Yo te pagaré, por ende eres mi empleada — aclaro. aclaro.  — Solo Solo para lo que está relacionado con Penumbra  — especifica especifica — . No

soy tu asistente.

 — Eso Eso es obvio, ya tengo una  — respondo respondo mirando a Prudence, que batalla con leer algo en su celular  — . Está bien, entonces lo mismo es para ti.  — La La miro fijamente — . No puedes gritarme,

insultarme o golpearme por ningún motivo. Mucho menos pedirme explicaciones de nada que no sea relacionado con Penumbra. Levanta el mentón, orgullosa como es ella.  —   No me interesa hablarte de nada nada que no se seaa de la pelíc película. ula.  — Perfecto. Perfecto. — Sonrío Sonrío falsamente, ella también lo hace y mi polla brinca en mi pantalón viendo esos

labios. ¡Mierda, contrólate!  contrólate!   — P Punto unto

número dos: Tendré un horario de trabajo específico, nada de trabajar veintitrés horas al día, no me vas a explotar de nuevo.

 — E Ell horario puede variar con el rodaje, no es lo mismo grabar una película para adultos donde no

hay un historia que una película sacada de un libro, con trama, actores y escenarios diversos.  — M Mientras ientras

no vayamos al rodaje tendré un horario específico, después, solo trabajaré en las grabaciones, no en otra cosa que tenga que ver con tu empresa. Respiro profun profundamente. damente.

 Jodidamente dramática.  dramática. 

 

 

 — S Sii conseguimos otra de las historias a las que enviaste correo, tendrás que trabajar en ella

también.  — E Eso so se verá después, por el momento solo es Penumbra.

Jugueteo con un bolígrafo entre mis dedos mientras la observo, tiene una actitud arrogante y malditamente hace latir mi miembro con su despliegue de altanería.  — ¿Algo más?  —Punto número número cuatro…   —Señor… — interrumpe interrumpe Prudence, mira su brazo antes de seguir  — . Black. Señor

Black, Black, ¿puedo

salir un momento? Debo hacer una llamada.  — Adelante. Adelante. Cierra la puerta al salir, por favor.

Prudence se encamina hacia la salida, los ojos de Candy la recorren de arriba abajo, en una mirada casi asesina.  — ¿Eso ¿Eso qué significa? — increpa increpa

señalando su brazo, en el mismo sitio donde escribí mi apellido en

el brazo de Prudence.  — Es Es una marca de propiedad  — contesto contesto con ligereza.  — ¿Ah ¿Ah sí? — Alza Alza ambas cejas, su rostro se tiñe de un rubor furioso adorable — .

¿Ahora marcas a

tus asis asistentes? tentes?  — P Por or supuesto,

lo que realmente quiero, no lo dejo ir.

Su mandíbula se aprieta tanto que escuch escuchoo sus dientes rrechina echinar. r.  — P Pero ero eso es algo que no te incumbe, porque no tiene nada que ver con la película  — señalo. señalo.  —   No me interesa — rebate rebate — . Pero es de muy mal gusto pintorrajear así el cuerpo de tu asistente.  — Tienes Tienes razón, le diré que se lo tatúe.

El rojo cubre completamente su rostro y cuello.  — Punto Punto número cuatro — gruñe gruñe — . Quiero una oficina y tú, no puedes entrar en ella.

Dejo salir una carcajada.  — E Esta sta

es mi empresa, no puedes prohibirme la entrada a ningún espacio. Tendrás una oficina, pero si quiero ir ahí a tomar el café, lo haré.

 —   No lo harás — sisea. sisea.  — Sí, Sí, lo haré — recalco. recalco.

 

 

 — ¡No ¡No

lo harás! — Su Su puño se aprieta, mentalmente veo mi polla entre sus dedos, siendo apresada  por su mano. mano. Sus ojos me mi miran ran de forma salvaje, hhay ay tanta pasión en esa mirada que no puedo controlar los latidos de mi pene.  Joder.    Joder. Me remuevo para acomodar mi erección.  — Bien, no entraré, de todas formas no tengo nada que hablar contigo que no sea de la película y

eso podemos hacerlo en las reuniones.

 — P Punto unto

número cinco: De ninguna manera permitiré que nadie, absolutamente nadie de esta empresa me humille de nuevo, si alguien se burla o me agrede de cualquier forma, me largo. Así que lo aclaras con los demás empleados, sobre todo con las Kennedys.

 — ¿Las ¿Las

Kennedys?

 — K Kennedy ennedy y la recepcionista, una es la copia de la otra.  — Cheryl Cheryl — aclaro aclaro — . No te preocupes, a Cheryl le quedan menos de dos semanas en la empresa, su

contrato finaliza y no volveré a emplearla. Ambas lo saben, desde que te fuiste tienen los días contados. Por un instante su expresión furiosa desaparece y hay un vestigio de la vieja Candy, la que sonreía  por todo y coqueteaba coqueteaba conmigo conmigo involuntariamen involuntariamente. te.  — ¿Por ¿Por lo que me hicieron?  — Por Por supuesto,

Candy — murmuro murmuro en voz baja. Mis dedos cosquillean por tomar su mano, sin embargo, encojo el brazo para mantenerme a una distancia que no represente un peligro.

 — Fuiste Fuiste condescendiente, condescendiente,

debiste despedirlas.

 —   No quería una demanda por despido injus injustificado, tificado, no tengo quej quejas as de su trabaj trabajo, o, y ellas pueden

alegar que no hicieron nada para ser despedidas, no hay pruebas de lo que te hicieron.  — ¿Cómo ¿Cómo

lo supiste?

 — P Porque orque las escuché reírse y burlarse de ti. Las enfrenté, entonces vi el cheque roto y el contrato

que no firmaste arrugado sobre el escritorio de Kennedy. No les quedó más remedio que confesar, aunque seguramente no me lo dijeron todo.  — Bueno, Bueno, al menos te vas a deshacer de esas arpías.  — ¿¿Algo Algo

más que quieras agregar? Para solicitar que hagan un contrato para ti.

 — S Sí,í, una última cosa. No quiero que te acerques a mi más de lo necesario  — dice dice en voz baja y sin mirarme — . Vengo a trabajar, Montgomery Black. — Al Al fin levanta la vista y la fija en mí — . No

cometeré los mismos errores.  Errores.    Errores.

 

 

 Lo que vivimos para ella es un jodido error. error.    — D Descuida, escuida, Candy Ruiz, que yo tampoco deseo tropezar con la misma piedra, hace tiempo que la

saqué de mi camino.

CAPITULO 6

ALMUERZO

Mando a Prudence a distraerse un rato con Roney haciendo diligencias que no son necesarias, y a almorzar para que me de el tiempo para estar con Candy a solas. Durante varias horas hablamos acerca de la relación laboral que tendremos. Escucho pacientemente, controlando los latidos de mi  polla cada vez vez que la ve veoo fruncir el ceño, ace acepto pto sus eexigencias, xigencias, pe pero ro también hago hago las aclaraciones aclaraciones necesarias. Lo quiera o no, trabajará en mi empresa, será mi empleada y yo su jefe de nuevo. Esa idea me genera un cosquilleo en los huevos.  Recuerda las reglas.  reglas.  Esta vez no me las saltaré. No volveré a cometer el mismo error por dos motivos: en primera, la necesito aquí por el proyecto, y si surgen más de los que propuso, debe quedarse aquí a cumplir con ellos. En segunda, y más importante, no quiero exponerme a pasar por lo mismo de nuevo, que ella se vaya y me deje la vida hecha un desastre con su ausencia.  — Y Yoo tengo una condición que agregar, debes aceptar el cheque por los días que trabajaste, el que

rompiste antes de marcharte.  Niega.  —   No quiero ese dinero, dinero, mi digni dignidad dad no tiene pprecio, recio, mucho men menos os mis sentimientos. sentimientos.  — T Trabajaste rabajaste mucho y es el pago por ello, no hay ninguna intención detrás de ese cheque, es lo

 justo.  —  Entonces hablamos detejusticia, que te cobres todo lo que me compraste y mis análisis, aunque muysiseguramente quedaríaquiero debiendo.

Sonrío. Mi cabeza generando toda clase de pensamientos inapropiados que no puedo contener.  — S Síí — afirmo afirmo — .

Si quieres ponerte en ese predicamento, aún me debes.

Traga.  — Con Con mi primer

sueldo puedes cobrarte el restante.

 — Se Se me ocurre otra otr a forma de cobrarme — murmuro murmuro en voz baja y de forma sugerente.

Su entrecejo se frunce.  —   No puedes hablarme hablarme de esa esa manera.

 

 

 — ¿De ¿De cual manera? — cuestiono cuestiono fingiendo no entender a qué se refiere. re fiere.  — A Así, sí,

insinuando que quieres follar, te conozco demasiado bien.

Resoplo.  —   No me conoces conoces tan bien como presume presumes, s, no estoy iinsinuando nsinuando que qui quiero ero

follarte. Mi propuesta propuesta es que ayudes a Prudence a familiarizarse con la oficina, todavía no agarra el ritmo.  — Controlo Controlo mis

labios para no reírme, ella me mira entornando los ojos.  — ¿Acaso ¿Acaso tu asistente no es eficiente? ¿Por qué no la has despedido si no sabe hacer su trabajo?

Me reclino en el sillón giratorio y sonrío. Junto mis dedos índices sobre mis labios y le doy una mirada mordaz.  —   No la tengo aquí por ser precis precisamente amente eficien eficiente te  — respondo respondo con voz ronca. Mi miembro salta de

forma escandalosa al ver su reacción y llevo una mano a mi bulto para controlarlo, acción que ella toma como si estuviera duro por mi asistente, algo que no voy a desmentir por qué es fascinante ver los celos brotar por sus poros.  — Deberías Deberías

aprender de tus errores, Montgomery Black.  — Rueda Rueda los ojos y se cruza de brazos,  bastante molesta, molesta, lo cuál m mee llena de satisfac satisfacción ción y ganas ganas de follarla para qui quitarle tarle esa expresión expresión — . Madura de una vez.

 — A Aprendí, prendí, créeme, ahora tengo a una asistente que me escucha y hace lo que le digo sin repelar a

ello.  — T Túú lo que quieres es a alguien a quien puedas controlar.  —   No — refuto refuto — . Quiero a alguien en quien confiar.

Desvía la vista.  — Estos Estos no son temas de los cuales puedes hablarme  — objeta. objeta.  — Fuiste tú quien comenzó a hablar hablar de ello.

Un ligero gruñido abandona su garganta.  — Bien, Bien, ayudaré a tu asistente durante tres días, días, solo ttres res días, si aprende o no, no es mi problema.

Disimulo una sonrisa tosiendo. Hoy tengo grabación y necesito ver cómo se va a comportar.  — P Perfecto. erfecto. Creo que hemos dejado todo claro, pediré que preparen la oficina de en frente para que

te instales.  — ¿¿La La de en frente? Creí que trabajaría arriba, como el demás equipo de edición.

 Eso sería lo más prudente.  prudente.   Pero no quiero.  quiero. 

 

 

 —   No hay oficinas oficinas disponibles arriba. Usarás llaa de en frente — determino. determino.

Asiente aunque es obvio que no está de acuerdo. Le indico a Kennedy elaborar un contrato para Candy y también solicito que preparen la que será su oficina. Cuando nos traen el contrato, con su  propia mano mano escribe en la pa parte rte trasera todas su suss condici condiciones ones y yo escribo las mías que solo son tres. Verla firmar es el mejor momen momento to de los maldi malditos tos úúltim ltimos os cuatro meses. meses.  — M Mee voy a mi oficina, quiero empezar cuanto antes con lo de la película.  — E Enn un momento te mando el catálogo de actores disponibles y las locaciones que hemos elegido,

 procura revisarlo revisarlo todo hoy pa para ra que mañana mañana le envíes un correo a la aautora utora con tus observaciones observaciones y en la próxima reunión podamos resolver por fin todo ese tema.  — Bien. Bien.  — T Tee envío también el guión. En un par de horas necesitaré que auxilies a Prudence con algo.

Rueda los ojos, pero asiente. La veo salir de mi oficina con ese contoneo de cadera al que nunca he podido dejar de mirar. Me obligo a concentrarme en todo lo que tengo que hacer y que no atendí por estar con ella. Ni siquiera comí y ella tampoco. Por lo que solicito a Prudence que traiga algo de regreso para ella y para mí. Demora poco más de treinta minutos en regresar. Me entrega dos bolsas de Subway y dos gaseosas de lata junto con una de sus sonrisas extrañas.  — ¿Qué ¿Qué es esto? —  bufo.  — Un Un

Subway, señor. Un sándwich.

 — Sé Sé lo que es un Subway  — siseo siseo — . ¿Por qué me trajiste esto para almorzar? No como esta clase

de cosas, ni siquiera es comida.  — H Hummm, ummm, Roney me dijo que a la señorita le gustan los sándwiches, pidió él favorito de ella, de

 boneless picantes y pa papas pas crosschip crosschips. s. ¿El favorito de Candy?  Candy?  ¿Por qué yo no sabía esto?  esto?   — Está Está

bien — respondo respondo distraído — , se lo llevaré a Candy.

 — Si Si quiere yo se lo llevo —  propone.  —   No. Gracias. Gracias. Yo se lo llevo — aclaro. aclaro.  — Pero Pero yo soy la asistente, señor, es mi trabajo, yo se lo llevo.  — Intenta Intenta

 pero las retiro inmediatamente. inmediatamente.  — Dije. Dije. Que. Yo. Se. Lo. Llevo.  —  buf  bufo. o.

 

tomarlo de mis manos,

 

 — Está Está bien, como ordene, señor.

Se sienta de nuevo en su silla y saca la tableta para reproducir los videos que grabamos por la mañana. Me dirijo a la oficina de Candy y toco la puerta, al cabo de unos segundos abre y me mira con recelo.  — ¿Qué ¿Qué se te ofrece? Me diste un par de horas.

Levanto las bolsas de Subway.  —   No almorzamos almorzamos por negociar negociar el acuerdo de traba trabajo. jo.  — ¡Oh! ¡Oh! — exclama exclama — . ¿Vas a comer un Subway? ¿Tú?

Me encojo de hombros.  — E Ess un sándwich, ¿qué tiene de extraño? Como sándwiches de vez en cuando.

Sus cejas se levantan.  — A Además demás  — ¿Cómo ¿Cómo  — Te Te

traje tu favorito, boneless picantes y papas crosschips.

lo supiste?

conozco demasiado bien.

Sonrío. Ella me mira irónica.  — Bueno. Bueno.

Muchas gracias. — Intenta Intenta tomarlo de mis manos, pero vuelvo a retirarlas como con

Prudence.  — S Sabes abes que no permito que se coma en las oficinas. Arriba está la sala de edición, vamos.  — ¿Vamos?  — Yo Yo también voy a comer.  — Sacudo Sacudo ambas bolsas de papel frente a su rostro.

Candy exhala.  — Estás Estás

arreglando las cosas a tu conveniencia.

 — ¿Yo? ¿Yo? — digo digo ofendido — . Te pedí el almuerzo y ¿crees que es por conveniencia?  — Que Que no me dejes comer en mi oficina, sí.  — Las Las reglas son las reglas, señorita Candy  — rumio. rumio. Me jode su actitud, le traje el almuerzo y tiene

que hacerse la difícil en vez de subir conmigo y comer tranquilamente.

 

 

 — Están Están

bien, Montgomery Black — rumia rumia también, imitando mi tono de voz — . Subiré a comerme mi Subway.

 — Entonces Entonces

vamos — rumio rumio de vuelta.

La dejo ir por delante mientras yo observo su trasero en esos jeans viejos balancearse de un lado a otro mientras sube las escaleras. Mi apetito se intensifica, y no es precisamente por lo que voy a comer, sino por lo que se me antoja comer. Se acomoda en uno de los sofás y yo dejo las bolsas sobre la mesa. saca todo y lo coloca en su lugar, mientras yo me ocupo de poner algo a reproducir en laElla pantalla. Desde luego no puede ser una película de la producción, pero tampoco tengo ganas de ver tonterías mientras comemos, por lo que me decido por videos musicales, específicamente música que me trae  buenos recuerdos. recuerdos.  — ¿Música? ¿Música? —  pregunta con una ceja ceja ena enarcada. rcada.  — Y Yaa que no debemos hablar de nada que no sea relacionado al proyecto Penumbra, va a ser difícil

mantener una conversación mientras almorzamos, lo mejor es guardar silencio y escuchar música.  — Tienes Tienes

razón — admite admite — . La música es mejor que escuchar tus comentarios arrogantes.

 — Y que tus

gruñidos — refuto. refuto.

 — Y que tus sandeces.  — Y que tu histeria.  — Y que tus  — Y

insinuaciones insinuaciones morbosas.

que tu drama innecesario.

 — Y que tus respuestas sin sentido que me desesperan.  — Entonces Entonces guarda silencio y come, así yo también puedo empezar a comer y dejar de escuchar tu

 parloteo. Rumia algo entre dientes que no alcanzo a entender, pero que suena a algo así como «idiota». Sonrío y comienzo a comer, la música que sonaba se termina y empieza una que seleccioné a  propósito.  He perdido el balance por tu amor  amor    En tus manos yo caí, tienes control control sobre mí   Tu cuerpo es la cárcel y yo un prisionero prisionero   Y jamás quiero salir, condenado y soy feliz.  feliz.   — Esa Esa música no te gusta — exclama exclama

 

algo alterada.

 

 — Sí Sí me gusta, no la bailo, que es distinto.

Entorna los ojos.  — Seguro Seguro ni la habías escuchado antes que yo la pusiera en la playa.  — La La he escuchado muchas veces  — respondo, respondo, sin especificar que la escuché después que ella se fue

y que me resultó bastante complicado encontrar todas las canciones que me hacían recordarla. Quiero ser tuyo, enterito, pero tengo miedo  miedo    Prométeme que no me vas a dejar sin tu amor    — ¿Puedes ¿Puedes cambiarla? A mí ya no me gusta.  — ¿Ya ¿Ya no te gusta? ¿Por qué?  —   No me trae buenos buenos recuerdos — contesta contesta

con los dientes apretados.

¿Perdón?   ¿Perdón? Quizá la siguiente sí le traiga buenos recuerdos. Recuerdos de mí follándola contra el tocador mientras ella observaba nuestro reflejo. Me salto la canción y reproduzco otra, una que me pone una sonrisa en los labios al ver su rostro cuando las primeras notas se escuchan. Ya me han informado que tu novio es un insípido aburrido  aburrido  Tú que eres fogata y el tan frío …   — ¿Por ¿Por qué estás poniendo esa música?  — replica. replica.

Me alzo de hombros.  — ¿Qué ¿Qué tiene de malo? Solo es música.  — Quítala  — exige.

 Niego.  —   No, a mí me gusta.  — Pero Pero a mí no.  — Pero Pero a mí sí.  — ¡Quítala! ¡Quítala! — grita. grita. Me hago el desentendido y muerdo mi sándwich con pan integral.

 No te asombres  asombres  Si una noche  noche 

 

 

 Entro a tu cuarto y nuevamente te hago mía mía    Bien conoces  conoces   Mis errores  errores   El egoísmo de ser dueño de tu vida  vida   — Eres mía, mía, mía  — canturreo

loca, eso muy bien ya lo sabías.

en español, ahora lo pronuncio mejor que antes — . No te hagas la

Ella me mira sin decir nada, su respiración está alterada, como las palpitaciones de mi polla por recordar cómo bailaba y frotaba su trasero contra mí.  Dicen que un clavo saca un clavo pero pero eso es solo rima  rima   No existe una herramienta que saque saque mi amor. amor.    —   No tengo hambre hambre — dice dice de pronto, pr onto, levantándose levantándose..  — Solo Solo le has dado una mordida, Candy.  —   No tengo hambre hambre — repite. repite.

Se da la vuelta para salir de la sala de edición y yo maldigo en voz baja, dejando el sándwich sobre la mesa, lo iba a comer por ella, pero si no está aquí ni de chiste voy a seguir mordiendo eso.  — ¡Carajo! ¡Carajo! — exclamo exclamo

en voz alta.

La presioné demasiado, debo ser más sutil con ella. Ni siquiera sé por qué estoy haciendo esto, no sé cómo comportarme con ella. No quiero volver con Candy, no quiero regresar a lo mismo, pero malditamente no soporto su actitud distante, me vuelve loco, como lo hacía cuando recién comenzaba a trabajar conmigo y yo trataba por todos los medios de no ponerle demasiada atención y que no notara las ganas que tenía de follarla. Detengo mis pensamientos. Y sonrío. Así es como debo comportarme, como al inicio, cuando la conocí y ella creía que no me interesaba. Quizás es momento de traer al viejo Monty de regreso, ese que la volvía loca de celos por ser tan  promiscuo.

CAPITULO 7

GRABACION

Faltando veinte minutos para las seis de la tarde, Candy atraviesa por la puerta de mi oficina y se queda de pie frente a mi escritorio, a un lado de Prudence, que la observa con curiosidad, como intentando descifrar algún tipo de misterio escondido en el pequeño y curvilíneo cuerpo de la mexicana.

 

 

 — ¡Ah, ¡Ah,

ya entendí! — exclama exclama de pronto, llamando la atención de ella — , tú eres el caramelo que quería la autora. Candy la mira sin comprender.

 — Una Una

confusión sin sentido — aclaro. aclaro.

 — Fuiste Fuiste la anterior asistente,

¿ci ¿cierto? erto?

 — S Síí — afirma afirma con demasiada firmeza.  — ¿Va ¿Va a despedirme, señor? —  pregunta a mi, mi, su expresi expresión ón mudando rápidamente de la la curiosidad a

la preocupaci preo cupación. ón.  Realmente sí me gustaría.  gustaría.  Pero por el momento me sirve.  —   No, Prudence. Prudence. Candy va va a desemp desempeñar eñar otro trabajo en llaa compañía. Sin embargo, embargo, ella hhaa

accedido a darte un poco de asesoría durante tres días, para que te familiarices con tus responsabilidades. Prudence sonríe.  — ¿De ¿De verdad? — interroga interroga con emoción emoción a Candy que asiente de forma rígida.  — Solo Solo tres días — especifica. especifica.  — Gracias, Gracias, el señor Roney me habló mucho de ti. Me dijo que has sido la mejor asistente en años y

que te ha extrañado mucho. Candy sonríe con dulzura, una expresión que hace mucho no veía, desde nuestra estancia en los Ángeles, cuando me dijo que me amaba.  — Yo Yo

también lo extrañé — responde responde cariñosa — . ¿Entonces te habló mucho de mí?

 — ¡Síííí! ¡Síííí!

Me mira de reojo.  — ¿Y ¿Y tu jefe te habló de mí?

Me remuevo en mi silla. Prudence frunce el ceño.  — Hummm Hummm — murmura murmura — , solo dijo que eras una mujer histérica y que no sabía dónde estabas.

¡Mierda, Prudence!  Prudence!  Candy enarca una ceja.  — ¿Ah, ¿Ah, sí?

 

 

 —Lo que no entiendo entiendo es… ¿por qué no trabajas  — Prudence, Prudence,

más aquí, si has sido la mejor asistente?

prepara la ducha — ordeno ordeno para cortar la conversación — . No tenemos tiempo para

 pláticas.  — ¿Ducha? ¿Ducha? — cuestiona cuestiona Candy.  — En En seguida señor. — Prudence Prudence

se levanta dirigiéndose al baño.

 — Acompáñala, Acompáñala, ella no ha hecho esto todavía  — indico. indico.  — ¿Ducha? ¿Ducha? — repite. repite.  — Sí, Sí, hoy tengo grabación.

Su rostro se tensa.  —   Nunca vas vas a cambiar.  — Disculpa, Disculpa, ese comentario comentario  — Iré Iré

está fuera de lugar, no ttiene iene nada que ver con nuestro trabajo.

con Prudence — sisea. sisea.

Sonrío cuando se da la vuelta y no puede ver mi expresión. Mis ojos viajan a su culo mientras camina, algo que nunca he podido evitar, el vaivén natural de su andar es algo imposible de ignorar. Después de unos minutos ambas regresan y me indican que ya está lista. Entro en el baño y comienzo a desvestirme, pero una idea bastante atrevida me tienta a provocar a Candy más de lo que ya lo hice.  — Prudence, Prudence, ven por

favor.

En cuanto entra le hago una señal para que guarde silencio colocando el índice sobre mis labios. Ella me mira confundida. Entre cierro la puerta, pero dejo una leve rendija por donde puedan salir nuestras voces.  — Prudence  — digo con voz ronca lo suficientemente fuerte para que se escuche fuera del baño — .

Quítame la ropa.

Ella abre los ojos, asustada.  Noto sus intenciones intenciones de repli replicar car y tapo su boca ccon on mi mano, la la aprisiono contra llaa pared impidiéndome hablar y me acerco a su oído.  — Shhh Shhh — susurro susurro — . Responde, a sus órdenes, señor Black.

Ella niega. Entorno los ojos de forma inquisitiva, cosa que la hace temblar como una gelatina.  — R Responde, esponde, a sus órdenes, señor Black. Quiero ver la reacción de Candy. No vas a quitarme la

ropa en verdad.

 

 

Deja salir una exhalación honda.  — Ahora Ahora

dilo — murmuro murmuro — . Claro, para que te escuche.

 —A sus órdenes, señor Ja… Black. 

Sonrío.  — Si ya no me necesitas, regresaré a mi oficina  — dice Candy en voz alta del otro lado, su tono

evidentemente evidentem ente moles molesto. to.

 — Te Te necesito en el set de grabación en quince minutos  — respondo. respondo.  — Bien, Bien, ahí te veo.

Escucho la puerta cerrarse con fuerza y entonces libero a Prudence. Me asomo para verificar que en verdad se fue y después regreso al baño, con la mujer temblorosa que hiperventila.  — ¿Qué ¿Qué te pasa?  — S Señor, eñor, por favor, no vuelva a hacer eso, casi se me sale el corazón.  — ¿Hacer ¿Hacer qué?  — D Decirme ecirme que lo desvista y arrinconarme de esa forma, respete mi espacio personal  — resopla. resopla.

Entorno los ojos.  — L Loo

hice para que no dijeras ninguna tontería que arruinara el momento, Prudence.

 — ¿Arruinar ¿Arruinar

qué?

Ruedo los ojos. ¿De verdad no se da cuenta?  cuenta?   — Quería Quería poner celosa a Candy —  bufo.  — ¿Celosa? ¿Celosa? ¿Por qué?

 Paciencia, Black, paciencia.  paciencia.  Exhalo.  — Candy Candy y yo tuvimos una relación. Terminamos y ella se fue de la empresa. Por eso no trabaja

aquí.  — ¡Oh! ¡Oh!

¿Entonces eran novios?

¿Novios?  ¿Novios? 

 

 

Otra con esa etiqueta ridícula.  ridícula.   — Teníamos Teníamos  — ¿Y ¿Y

una relación — repito. repito.

por qué quiere ponerla celosa si ya terminaron?

¿Por qué?  qué?   Porque sí.  sí.   — Porque Porque estoy seguro que ella aún siente algo por mí, sólo que no quiere admitirlo.  — ¿Y ¿Y usted siente algo por ella?

Carraspeo.  — Me Me gusta, sí — me me

evado.

Prudence frunce el ceño.  — ¿Quiere ¿Quiere

regresar con ella?

 No.    No.  Bueno…  Tal vez…  Quisiera… 

 Follar con ella.  ella.   — Quiero Quiero que se ponga tan celosa que admita que sigue enamorada de mí. Ella está celosa de ti,

 porque tienes tienes el que fue su em empleo pleo y debes debes pasar much muchoo tiempo a mi lad ladoo y hacer ciertas cosas cosas que ella hacía.  —   No voy a follar follar con usted — replica replica

de inmediato.

 —   No quiero follar follar contigo, Prudence Prudence — gruño gruño — , quiero follar con ella.

 Mierda.    Mierda.  Lo dije.  dije.   — ¿Y ¿Y por qué no le pide volver?

Ruedo los ojos otra vez.  Paciencia..  Paciencia

 

 

 —   Nuestra separación separación no fue en bbuenos uenos términ términos, os, entonces ell ellaa tiene algunos rese resentimientos ntimientos contra

mí, que son infundados, porque ya le aclaré las cosas, pero sigue en la actitud de no querer tenerme cerca. Por eso quiero ponerla celosa  — explico. explico.  — ¿Conmigo? ¿Conmigo?  — S Síí — siseo siseo — , contigo. Ella sentirá celos de cualquiera que se me acerque, pero tú eres quien

tendrá mejor mejor eefecto fecto en ella, por la cercanía conmigo. Frunce los labios pensativa, como si su cerebro no pudiera procesar todo lo que le estoy diciendo.  — ¿Esto ¿Esto es parte de mi trabajo?

 Despídela ahora, aún estás a tiempo.  tiempo.   — Prudence Prudence — trago trago y tomo sus manos — . Te di una oportunidad cuando me lo pediste, trato de

facilitarte el trabaj tr abajoo para que puedas desempeñ desempeñarlo arlo sin complicaciones, para que demuestres que eres capaz de hacerlo a pesar de tu dislexia. Si yo te ayudo, espero que tú me ayudes a mí. Baja la vista, abochornada.  — P Pero ero yo no quiero que piensen que entre usted y yo hay algo, señor. Usted es viejo para mí,

además parece un fantasma por lo pálido que es.  — ¡No ¡No soy viejo! — gruño. gruño.  — Tiene Tiene

cuarenta años. Dentro de poco será senil.

¿Senil?   ¿Senil?  La voy a despedir.  despedir.   — Creo Creo que me equivoqué contigo, Prudence. Pensé que serías el tipo de asistente a la que le puedo

confiar todo y será leal a mí, pero veo que no es así.  — ¿Me va a despedir?

Asiento. La verdad si quiero hacerlo. hacerlo.  — ¿Por ¿Por no darle celos a la señorita caramelos?  —   No, no es por por ella, es porque no eres leal leal a mí.

Su barbilla tiembla.  —Soy leal, señor Ja… Black. Haré lo que usted me pida, pero no me corra, por favor. Me gusta este

trabajo exótico, asistente de un productor de pornografía. pornografía. Inevitablemente Inevitablemen te me rrío. ío.

 

 

 —   No tienes que que hacer nada, nada, Prudence Prudence.. Solo permitirme ha hacerle cerle creer a Can Candy dy que hay algo algo entre

nosotros. Suspira.  — E Está stá bien. Pero no voy a besarlo y abrazarlo, ni nada de esas cosas.  — Descuida, Descuida,

no habrá nada de esas cosas. Ahora retírate, tengo que ducharme y ya perdí mucho

tiempo. Sale del baño y yo me apresuro a desvestirme para tomar la ducha más rápida de mi vida. Salgo envuelto en la bata y con pantuflas, llevando los aceites que aplico cada día sobre mi piel, para evitar cualquier resequedad que pueda agrietarla. Voy sobre la hora, las grabaciones deben estar por comenzar. Abro la puerta de mi oficina al mismo tiempo que Candy abre la suya. Sus ojos viajan a través de mi cuerpo y me regodeo en notar su primera expresión, la cuál cambia inmediatamente, pero la percibí. Caminamos los tres por el pasillo hacia el foro dos y accedemos. Cómo lo supuse, ya está todo listo y solo me están esperando a mí.  — Las Las

lociones — indico indico entregándolas a Candy — . Enséñale como debe hacerlo.

Ella parpadea.  — ¿Qué? ¿Qué?  — Prudence Prudence no sabe cómo se aplican y en que orden.  —   No es ninguna ninguna ciencia, ella ella puede hac hacerlo. erlo.

La miro fijamente.  — D Dijiste ijiste

que le ayudarías a aprender sus responsabilidades  — susurro. susurro.

 — Bien, Bien, lo haré rápido.

Escondo sonrisa ydedesanudo la bata para la. Los Prudence ojos de Candy se cierran unosponiendo segundosmi y después respirar profundo, losquitarme abre de nuevo. ni siquiera nos está atención, mira con curiosidad lo que hay en el foro de grabación y a las otras actrices. Candy destapa la primera botella, llena sus manos con la loción y después las coloca sobre mi pecho de forma titubean t itubeante. te. Suspiro. El simple contacto de su yemas hace que mi miembro de un respingo agresivo y comience a endurecer. Su respiración es un caos mientras esparce la loción sobre mi pecho y yo obligo a la mía a mantenerse constante y serena mientras ella toca mi cuerpo, con la misma vehemencia con la que lo hacía. Por mi cabeza pasan toda clase de pensamientos. Quisiera tumbarla sobre el sofá que hay en el foro y abrirle las piernas para enterrar mi cara en su coño. O montarla encima de mí y que se balancee

 

 

sobre mi polla mientras yo chupeteo sus tetas. Imagino que puedo hacerle tantas cosas que aún no le he mostrado.  — Es Es

suficiente, ya debió comprender cómo hacerlo  — comenta comenta Candy interrumpiendo mis fantasías donde la follo por el culo, sentada en un taburete alto con las nalgas al aire.

 — Prudence Prudence — la la llamo — .

¿Crees que puedes hacerlo?

Candy la mira, le indico con mi queresponder. responda que no. Mi asistente nos observa a uno y a otro sucesivamente, insegura de cabeza saber que  — La La verdad es que no puse atención.

Exhalo. Gracias, Prudence.  Prudence.   — ¿Monty, ¿Monty,

listo? — me me llama el director.

 — C Candy andy hazlo tú, no tengo tiempo que perder. Que Prudence observe y la próxima vez lo hará ella.  —Pero… — intenta intenta objetar.  — La La grabación va a comenzar ya  — la la apremio.

Candy resopla y vuelve a llenar sus manos de loción para terminar con la labor. Lo hace rápido,  pero no con menos menos intensid intensidad ad y dedicaci dedicación. ón. Mi polla cada vvez ez late más fuerte fuerte y mi erección erección se está tornando dolorosa. Al momento en que sus manos se posan sobre ella casi siento que voy a correrme, aprieto los ojos y trato de contenerme no pensando en ella, en como sus labios se separan y jadea casi de manera imperceptible. ¡Joder, aguanta!  aguanta!  Finalmente la suelta. Y no sé si es peor o mejor porque ahora estoy malditamente ansioso por correrme. Pero quiero hacerlo sobre su cuerpo. Quiero ver resbalar mi eyaculación por su piel o verla relamerse los labios cuando la traga. ¡Mierda, quiero follarla!  follarla!   — Monty, Monty, a escena — ordena ordena el director.

Maldigo todo mientras camino hacia la cama donde ya esperan las dos chicas con las que voy a grabar hoy. Ni siquiera estoy centrado en lo que debo hacer, en lo que planeó el director, no hay nada en mi cabeza más que la expresión de su rostro mientras aplicaba las lociones, en como sus ojos me miraban y la forma en que sus manos se movían sobre mi piel, como algo que se hace de manera instintiva porque lo llevas dentro, grabado y se realiza de una manera natural.  — ¡Silencio ¡Silencio en el foro! — ordena ordena en voz alta — . Claqueta.

Las chicas comienzan a recitar sus diálogos, siendo coquetas e insinuándose a mí, mostrando sus tetas y jugando con sus pezones. Sin embargo, mi atención y mi vista están fijas en la mujer del

 

 

rincón que se abraza a sí misma y desvía los ojos para no ver lo que sucede sobre la cama, como las chicas tocan mi cuerpo y comienzan a lamer mi erección. Siseo una maldición y le doy la espalda, no puedo seguir viéndola o no seré capaz de hacerlo. Le sonrío a las chicas, una de ellas lleva una pañoleta con la que sujeta su cabello en una coleta. Se la quito dejando caer su melena sobre sus tetas, me inclino y le hablo al oído de forma oscura y demandante.  — Véndame

los ojos. Me mira dudosa.

 — ¿Señor? ¿Señor?

Sé que no comprende lo que le estoy pidiendo, no soy del tipo de actor que sea sumiso o se deje hacer lo que quieran hacerle, suelo controlar la sesiones de sexo para las grabaciones, pero justo ahora no me siento capaz de hacerlo.  — Véndame Véndame

los ojos — repito repito — , y podrás hacer lo que tú quieras.

Ambas se miran, sin poder creer lo que les estoy proponiendo. La segunda chica no pierde el tiempo, le quita la pañoleta a la otra y la dirige a mis ojos, privándome de la vista. Me recuestan en la cama y siento sus bocas recorrer mi cuerpo, sin embargo, detrás de mis párpados solo hay una imagen, la de una hermosa morena besando mi polla con adoración.

CAPITULO 8 LAS REGLAS DE LA E EMPREZA MPREZA   Al finalizar la grabación puedo retirar la pañoleta de mis ojos, descubro que Candy ya no está en el foro. No sé en qué momento se retiró, solo espero que haya sido desde el inicio. Quería ver su reacción, quería ponerla sumamente celosa, pero nunca imaginé la molesta sensación que me embargó al sentir a otras ot ras tocándome tocándome en su presencia. En los años que llevo grabando películas para adultos, jamás había sentido desagrado por hacerlo, follar es una de mis actividades favoritas. Sin embargo, en este instante, pienso que habría sido mejor no haber participado en esta grabación. Hace cuatro meses que no tenía sexo, demasiado tiempo para mí y quería regresar a mi vida normal. Pero no se siente normal ahora.  No se siente siente como algo que m mee gustaba hacer, hacer, que disf disfrutaba rutaba hacer. Ni si siquiera quiera se sien siente te como algo que desee volver a hacer, menos si se trata de darle celos a Candy. Es divertido cuando ella cree que estoy follando con otras y arde en celos, pero hacerlo en verdad, frente a sus ojos y ver su expresión, expresi ón, no es algo que quiera repetir. Jamás. Al menos sirvió de algo, pude comprobar que ella sigue amándome, porque la tortura en sus ojos mientras las actrices me tocaban fue demasiado evidente. También me sirvió para darme cuenta que la he extrañado más de lo que he querido reconocer.

 

 

Me coloco la bata y salgo del foro sin despedirme de las chicas ni agradecerles su trabajo, como suelo hacerlo después de cada grabación. Prudence me sigue en silencio, una vez que atravesamos la puerta de mi oficina, me giro hacia ella que se estrella conmigo al no detenerse a tiempo.  — ¡Prudence! ¡Prudence!  — me me

quejo frotando mi mentón, donde su frente me impactó.

 — Señor, Señor, usted fue el que se

detuvo abruptamente, fue su culpa.

 Paciencia, maldita sea.  sea.   — O Olvidemos lvidemos eso. ¿En qué momento salió Candy del foro?  — IInmediatamente nmediatamente

que le vendaron los ojos. Usted es muy extraño, quiere regresar con ella, pero

folla con otras. Exhalo. En cierta forma tiene razón, pero no es tan sencillo como eso.  — C Candy andy me conoció siendo un productor y actor de pornografía y así se enamoró de mí, no es tan

fácil como decir no lo haré nunca más, porque esto es a lo que me dedico.  — Hummm Hummm — murmura murmura

frunciendo los labios — . Si yo fuera ella, tampoco querría regresar con usted. Ok, es su trabajo y a eso se dedica, es libre de elegir su trabajo por sobre la mujer que le gusta, pero ella también es libre de elegir si no quiere una relación con alguien que se dedica a hacer esto y tal parece que ella ya decidió que no la quiere. La observo un segundo asimilando sus palabras. Alfred me comentó algo similar, sobre lo que habló con Candy la noche de la cena de clausura. Ella decidió que quería tener una relación conmigo, todo se fue a la mierda por culpa de mi padre y Maya y ahora es posible que ella haya cambiadoo de opinión. cambiad

 — ¿Cómo ¿Cómo reaccionó? — ccuestiono, uestiono, necesito tener una idea más clara de lo que está pasando por su cabeza — . Antes de salir, ¿qué hizo?  — Creo que quería llorar, no lo hizo, pero vi sus ojos. Después se dio la vuelta y se marchó.

¡Mierda!   ¡Mierda!  La cagaste, Black.  Black.   — ¿Sabes ¿Sabes si aún sigue en la empresa?  — ¿Voy ¿Voy a su oficina?

Asiento.  — V Vee con la excusa de saber si ha leído el guión y si tiene alguna observación.

 

 

Prudence afirma, sale de la oficina y yo aguardo recargado en la pared, fuera del campo de visión de la puerta abierta. La escucho tocar la puerta y segundos después el ruido que hace al abrirse. Exhalo, ella aún no se ha ido, lo que me da un pretexto perfecto para acercarme de nuevo.  — Hola Hola — comenta comenta

Prudence bastante animada — . Solo quería preguntar si has podido leer el guión, al jefe le interesa saber tu opinión.

 — E Estoy stoy

en ello. Sí quiero hacer algunos comentarios, pero será mañana, casi voy de salida.

 — ¿Ya ¿Ya te vas?  — Sí, Sí, a las ocho.  — Ok, Ok, le diré al jefe.

Regresa de inmediato, cierra la puerta y me busca, pero no es necesario que me diga lo que dijo, lo escuché y solo tengo quince minutos para ducharme de nuevo antes que Candy se vaya.  — Prepara Prepara la ducha, rápido — ordeno. ordeno.

Me meto al baño buscando la ropa que usaré mientras Prudence hace su trabajo. La insto a salir para dejarme duchar, el agua no tiene la temperatura adecuada, pero es en lo último que pienso, los minutos corren y quiero hablar con ella antes que se vaya. Quizá acepte cenar conmigo, después de todo, ninguno de los dos comió. Por segunda vez me baño a toda velocidad y me visto en tiempo récord. No tengo tiempo de acomodar mi cabello, por lo que cae húmedo a lado de mis ojos. Abro la puerta para salir a las ocho en punto, al mismo tiempo que ella lo hace y de nuevo nos encontramos frente a frente en el pasillo.  — Buenas Buenas noches, nos vemos mañana — ssee despide. Cierra la puerta de su oficina y da dos pasos

hacia el pasillo.  — Yo Yo también voy de salida — me me apresuro a responder  — . Te llevo a tu casa, a Roney le dará gusto

saludarte.  — Gracias,

pero no es necesario. ¿Dijo que no?  no?   — Es Es tarde, Candy y la zona de Soho donde vives no es la mejor.

Sonríe.  —   No, no es la la mejor. Pero al menos menos ahí nnunca unca me han hecho nin ningún gún daño, alg algoo que no puedo decir decir

de la Quinta Avenida. Da la vuelta y continúa su camino por el pasillo, mi cerebro trabaja a toda velocidad buscando una excusa para que acepte que la lleve mientras camino detrás de ella. Atravesamos la oficina de Kennedy que no mira a Candy de forma deliberada. En el lobby, Cheryl me sonríe y yo aprovecho  para recordarle recordarle lo de todos llos os días.

 

 

 — O Once nce

días, Cheryl. Mañana se coloca el anuncio solicitando recepcionista  — informo. informo.

 — Señor Señor Black, por favor. Entiendo que lo que hicimos estuvo mal…    — ¿Estuvo ¿Estuvo mal? — Me Me

detengo — . Candy — la la llamo — , ¿tú crees que lo que hicieron estuvo mal?

Ella voltea antes de salir del edificio, le da una mirada a Cheryl que no sé interpretar y sus comisuras se elevan un poco.  — L Laa verdad es que yo renunciaría solo por la vergüenza  — dice dice

con excesiva ironía — . Eso fue lo que pensaste de mí, Cheryl. Pero mira como gira el mundo, yo ahora tengo un mejor empleo, y no tuve que hacer ningún esfuerzo esfuerzo por  por conseguirlo. conseguirlo.

 — C Creo reo que al menos deberías disculparte con Candy por lo que le hicieron  —  propongo.

Candy niega.  —   No es necesario. necesario.  — Candy Candy — susurra susurra Cheryl —.  —. Lo…   —   No lo hagas — la la corta — . No te disculpo, así que no lo digas. No te disculpo a ti, ni a Kennedy, ni a nadie relacionado con esa violación a mi persona.  — Lo Lo último lo dice mirándome a mí,

 provocando que que mi estóm estómago ago se cierre.

 — ¿Candy? ¿Candy? —  pronuncia de pronto una una voz. Los tre tress miramos ha hacia cia la puerta, por la la cual va entrando Alfred — . Cuando me dijeron que estabas de vuelta no podía creerlo.  — ¡Vlady! ¡Vlady! — exclama exclama sonriente, él se acerca y la abraza, con tanta naturalidad, como si fuera algo

común entre ellos. Aprieto los puños y los dientes para contener el deseo de arrancarla de sus brazos, a Alfred le gusta, aunque no hubo nada entre ellos, más que una amistad, que él se sienta atraído por ella, hace que mis huevos se tensen.  — ¿Quién es ese fortachón? — susurra

esfuerzo.

 — Cierra Cierra

Prudence — . ¡Qué brazos! Seguro puede cargarme sin

la boca, Prudence  — rumio. rumio.

 — Estoy Estoy

muy molesto contigo — expresa expresa Alfred después de liberarla — . Te fui a buscar y me dijeron que ya no vivías ahí.

 — Es Es

una larga historia — responde responde Candy — , después de la platico.

 — ¿Por ¿Por qué no mejor ahora? Nunca tuvimos la oportunidad de cenar juntos como eran nuestros

 planes. Candy me mira de reojo. En mi interior quiero gritar que ni se atreva a aceptarle una cita a Alfred. Jodidamente lo voy a despedir si se atreve a tener una cita con Candy.

 

 

 — Tienes Tienes razón, vamos.

 De ninguna maldita manera. manera.    — C Candy, andy, Vlady, les recuerdo las reglas de la empresa.  — Controlo Controlo mi voz para no gritar y no

 parecer un psicópata psicópata a pun punto to de com cometer eter un asesinato dob doble. le.  — Ya Ya va a joder con las reglas  — susurra susurra ella, pero no

lo suficientemen suficientemente te bajo para no ser

escuchada. Alfred se ríe.  — ¿Cuál ¿Cuál regla? —  pregunta Prudence. Prudence. Él fija sus ojos eenn ella, como si aacabara cabara de descubrir descubrir su

 presencia.  — Hola, Hola,

soy Vlady. — Le Le extiende una mano — . ¿Y tú?

 — Prudence Prudence — responde responde

con evidente emoción — . La asistente de dirección.

 — ¡¡Asistente Asistente de Monty! No sabía que ya había una nueva asistente.  — Porque Porque

tienes dos semanas sin venir — replico. replico.

 — Estaba Estaba

de vacaciones, Monty, ya lo sabías.

 — ¿Tuviste ¿Tuviste

vacaciones? — interroga interroga Candy.

 — En En Chicago, fui a visitar a Lana.

Candy sonríe  — Cuéntame Cuéntame todo y yo te cuento a ti.  — Yo Yo también quiero que me cuentes  — iinterviene nterviene Prudence, observa a Alfred como quien ve a su

artista favorito.  — Podemos Podemos

ir los tres —  propone Alfred Alfred — , si no te molesta Candy.

Ella niega.  — P Por or mí está bien, pero quizás a Montgomery no le agrade la idea, le vamos a robar a su asistente.

Fuerzo una sonrisa.  — Siempre Siempre y cuando respeten las reglas de la empresa.

Sobre todo Alfred y Candy.  Candy.   — ¿Cuál ¿Cuál regla? — vuelve vuelve a preguntar Prudence. Prudence.  — Están Están

 

prohibidas las relaciones entre los empleados  —  puntuali  puntualizo zo con firmeza.

 

 — Algo Algo que se le olvida todo el tiempo  — m murmura urmura

Candy hacia Alfred, provocando una carcajada

en él. Gruño viéndolos reírse juntitos.  — ¿Entonces ¿Entonces cómo es que ustedes tenían una relación?  — suelta suelta Prudence, señalándonos a Candy y

a mí sucesivamente. ¡Carajo, Prudence!  Prudence!  Esto pasa por no despedirla despedirla cuando ttuve uve la oportunidad de hacerlo. No debí contratarla siquiera.  — E Entre ntre Montgomery Black y yo no hubo ninguna relación  — replica replica

Candy, mi ceño se frunce.

¿Cómo mierda no?  no?   — Candy Candy — la la llamo, tengo que hablar con ella, aclarar muchas cosas que aún no hemos hablado.  — Y Yoo solo fui una asistente más a la que se follaba, ¿o no, Cheryl?

La recepcionista se queda muda, me mira a mí y baja la vista a sus manos.  — Así que descuida Prudence, es todo tuyo  — finaliza Candy. Toma el brazo de Alfred y lo arrastra

a la salida.

 — Eso Eso

fue incómodo — comenta comenta Prudence — . Y se fueron sin mí.

 — Pues Pues

alcánzalos — siseo. siseo.

Salgo también del edificio, Roney abraza a Candy mientras ella aún sostiene el brazo de Alfred. Camino hacia ellos, inmediatamente Candy suelta a mi chofer y se despide.  —   Nos vemos vemos mañana, Candy, Candy, me da gusto que es estés tés de vuel vuelta. ta.  — Roney Roney

acaricia su mejilla, ella

sonríe. Al parecer le sonríe a todos, menos a mí.  — Candy. Candy. ¿Podemos hablar? — intervengo. intervengo.  — Y Yaa

terminó mi horario, podemos hablarlo mañana, llegaré temprano.

 —   No es de trabajo. trabajo.  — Entonces Entonces no podemos hablar, si no es de trabajo no hay nada que decir. Buenas noches,

Montgomery Montgome ry Black.  — Candy Candy — siseo. siseo. Ella me ignora y sigue caminando con Alfred hacia el auto de él.  — ¿A ¿A dónde, señor? — cuestiona cuestiona

Roney abriéndome la puerta del auto.

 — A mi casa  — contesto contesto secamen secamente. te.

 

 

 — ¿Y ¿Y

la señorita Prudence?

Miro a mi asistente que aguarda a un lado del auto apretando entre sus dedos la correa de su bolso rosa. Me importa un carajo lo que haga Prudence, sólo quiero largarme a mi maldita casa.  — Ella Ella se va con ellos.  — Señor Señor

Jack, ¿está molesto?

Entorno los ojos hacia ella. Su cuerpo comienza a temblar cuando me acerco a encararla.  — Me Me vuelves a decir Jack y te despido  — advierto. advierto.  —Señor…— musita musita

con voz temblorosa.

 — L Lealtad, ealtad,

Prudence, aprende lo que es la maldita lealtad. Vámonos Roney.  — Subo Subo al auto y él cierra la puerta. Veo que le da una mirada de disculpa a Prudence que continúa apretando la correa del bolso entre sus dedos. Roney pone el auto en movimiento, mi maldita cabeza va a explotar por todo lo que pienso. Por todo lo que dijo Candy, por su jodida actitud.

 — Es injusto que Prudence pague por su enojo, señor  — dice

Roney, lo miro por el retrovisor.

 —   No está pagando pagando nada, es lo lo que se bus busca ca por sus com comentarios entarios abs absurdos urdos y por no conocer conocer la

 jodida lealtad. lealtad. Ella es mi asis asistente, tente, no la amiga de Alf Alfred. red. Además no es m mii obligación llev llevar ar a los empleados a sus casas, tendría que hacerlo con todos.  — Está Está bien, señor.

Me recargo en el asiento y exhalo. Presiono mis sienes para controlar el dolor de cabeza, aunque no sirve de nada.  — ¿Tú ¿Tú le dijiste a Alfred que Candy había regresado?

Roney carraspea.  — Él Él estuvo muy preocupado por ella cuando desapareció, señor Black, es su amigo, era justo que supiera que ella está bien.  — S Solo olo falta que también le avises a Jayden, Roney. Veo que no solo Prudence desconoce lo que es

la lealtad.  — U Usted sted sabe que mis lealtades le pertenecen, señor, no voy a tomarme en serio su comentario,

entiendo que está molesto porque Candy se fue con Alfred y busca sacar su frustración con los demás, como lo hizo con Prudence. Bufo, eso no es cierto, son ellos los que hacen cosas que me obligan a dudar si están de mi lado.  — Y tú sabes que Alfred se siente atraído por ella.

 

 

 — S Sí,í, pero también sé lo enamorada que estaba Candy de usted.  —Estaba…   — T Todavía odavía lo está, señor, no se comportaría como lo hace si no le lastimara su presencia. Quizás

debería poner más atención, suele lastimar a los demás sin darse cuenta, yo ya estoy acostumbrado, además soy un hombre que no le da importancia a sus comentarios, pero Candy, incluso Prudence, son chicas sensibles. ¿Suelo lastimar a los demás?  demás?  ¿Yo?   ¿Yo?  — Da Da

la vuelta, Roney. Regresa por ella.

 — Espero Espero que aún esté ahí.

Hace lo que le digo y en un minuto estamos de nuevo frente a la productora. Prudence está sentada en los escalones, hablando por teléfono y una mano limpia su mejilla. En cuánto nos ve se pone de  pie, bajo bajo la ventanilla del auto y la ll llamo. amo.  — Sube Sube al auto — ordeno. ordeno.  — Ya Ya llamé a mi mamá para que viniera por mí, señor. Llegará en media hora, su trabajo está lejos

de aquí.  — Prudence, Prudence, sube al auto, ttee llevo a tu casa.

Sorbe su nariz.  — Si Si me va a seguir regañando prefiero esperar a mi mamá.

Suspiro.  —   No te voy a regañar, sube. sube.

Se lo piensa dos segundos, camina titubeante y Roney baja para abrirle la puerta. Se sienta a mi lado hecha un manojo de nervios y por un momento logra despejar mi cabreo y provoca querer reírme  por su nivel nivel de nerviosism nerviosismo. o.  — ¿Por ¿Por qué no te fuiste sola?

Sorbe su nariz de nuevo.  —   No puedo leer leer los anuncios anuncios de los autobus autobuses, es, no me da el suficiente tiempo tiempo para hacerlo y

tampoco puedo usar el metro, no logro comprender como funciona y no tengo buen sentido de la orientación.  — Ya Ya veo. ¿No tomas taxis?

Sonríe.

 

 

 — H Hee visto muchas series de asesinos, no confío en ir en un auto con un desconocido.  — P Pero ero confiaste en mí la primera vez que subiste al mío.  — P Pero ero es diferente, señor. Usted es frágil, no puede hacerme daño, creo que con un golpe puedo

dejarlo inconsciente, inconsciente, mire su mentón, tiene un cardenal por un choque leve.  —   No soy frágil, frágil, Prudence. Mi piel es sensible, pero pero eso no significa que sea frágil, soy un hombre y

 podría hacerte hacerte daño como cual cualquier quier otro.  — ¿Va ¿Va hacerme daño? —  pregunta aterrada.  —No. Lo que quiero quiero decir es que… olvídalo. Haces bien en no confiar en nadie, yo tampoco lo

hago. Solo en Roney. Lo veo sonreír por el retrovisor.  — ¿En ¿En mí no confía?

Exhalo.  — Aun Aun

no, Prudence, debes demostrarme que puedo hacerlo.

Ella asiente.  — ¿Y ¿Y

en la señorita caramelos?

Suspiro.  —   No. Ella es la la última persona en la la que confiaría en este mundo.

 Me ha demostrado demasiadas demasiadas veces que no tiene palabra palabra  

CAPITULO 9 OPCIONES  Al llegar a la oficina Prudence ya tiene preparado mi café y la oficina ordenada para comenzar a trabajar. Al parecer nuestra plática de anoche mientras la llevaba a su casa influyó un poco en ella, hoy se ve más dispuesta a realizar el trabajo como debe ser, y no con su desorden habitual.  —Buenos días señor… Black — dice dice

mirando su brazo. Mi apellido sigue ahí, remarcado. Debió haberse desvanecido por la ducha, pero ella lo volvió a escribir siguiendo el fantasma de tinta que quedó. Por algún motivo me hace sonreír.

 

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF