1.Hecho+y+Proceso+Prescriptivo

July 27, 2019 | Author: lomerezcotodo | Category: Remedios de flores de Bach, Alquimia, Ciencia, Psicoterapia, Soul
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Eduardo H. Grecco Hecho y proceso

Prescriptivo en la Terapia Floral  ◊

doctrina y estrategia

Indigo

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 A mis amigos amigos Diego y Angela Angela que me han regalado las bendiciones del Diksha y la presencia de su amistad.

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No dejes que termine el día sin haber crecido un  poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer vencer por el desaliento. desaliento. No permitas permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión. La vida es desierto y  oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en  protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sopl sople e en cont contra ra,, la pode podero rosa sa obra obra cont contin inúa úa:: Tú pued puedes es aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre. Walt Whitman

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Indice

Prólogo Introducción Capítulo primero

Un nuevo paradigma Capítulo segundo

El campo de la Terapia Floral y la práctica  prescriptiva Capítulo tercero

Propósito y proceso prescriptivo Conclusión

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Introducción Necesitamos desesperadamente comprender que toda la verdad se encuentra dentro de nosotros. Volver a comprender que no necesitamos consejo ni enseñanza alguna, excepto lo que emana de nuestro propio interior. … no tengamos temor de zambullirnos en la

vida, estamos aquí para adquirir experiencia… Edward Bach

 Amo los viajes y las exploraciones pero también la quietud y el recogimiento. En esta época, casi navidad, el sol penetra por los ventanales de mi estudio y derrama su luz en cascada de manera que, al mismo tiempo que escribo, puedo disfrutar la sensación de imaginar estar al aire libre. La luz juega un papel importante en mi vida como terapeuta, no sólo por  aquello de la labor que Jung describía como la de derramar luminosidad en la oscuridad de la sombra de cada paciente , sino por el hecho de que las esencias florales, la herramienta de la cual me valgo para este trabajo (enciendo el destello, proyecto claridad), son  portadoras de luz. En el interior del cuerpo humano existe un lazo complejo entre la luz y el oxígeno que se hace más palpable ante la presencia de una manifestación afectiva como la angustia. En la angustia se produce ahogo respiratorio y, la persona sometida a su dominio, quiere correr, precipitarse y escapar, gesto razonable y sabio del cuerpo, dado que, el movimiento, proporciona una mayor  cuota de oxígeno para que se cuele por el árbol respiratorio, aleje la opresión y fije más claridad en los hematíes.  A diferencia de la ansiedad que ama el tiempo, la angustia es una emoción espacial, una penuria respiratoria, una carestía pulmonar producto del aplastamiento y constricción de esta víscera que los egipcios relacionaban, por  su color, con el amanecer y, por su forma de árbol invertido, con la morada del díos Osiris. Una traducción simbólica posible de este síntoma es la que alude a una estrechez –reducción, encogimiento, mengua, disminución- de perspectivas con las cuales una persona contempla el mundo. Es que, en la angustia, el aire es limitado y, por lo tanto, la luz se hace escasa, lo que conduce a un ver la vida en tinieblas, como si acaeciera un oscurecimiento o una “… fría nube

negra les eclipsara y les ocultara la luz y la alegría de vivir.” (Edward Bach) Sucede que, en tanto el espacio sea opresivo, la libertad de la persona esta constreñida y el existir se vuelve una adversidad, cuando no un tormento (Hay que recordar aquí, tal como enseñan los maestro de Yoga, que cuanto mejor  respiramos mas libres somos). De modo que, como sitio de cautiverio, la 5

prisión respiratoria, suscita una necesidad imperiosa en el interior del Yo de huir sin esperar ver que sucede. Pero ¿Huir de que? ¿Hacia donde? Tal vez del vacío, la soledad, del vértigo de la libertad, de la falta de luz, de la falta de esperanza… del eclipse del soplo de la vida. Es muy curioso que casi no existan comentarios, en la enseñanza floral, sobre el valor de la luz, en tanto símbolo y soporte material del mensaje sanador de las esencias florales, ni que tampoco se hable mucho del carácter  iluminativo de su acción terapéutica. ( La enfermedad es pura y exclusivamente

correctiva; no es ni vengativa ni cruel, sino el medio adoptado por nuestras  propias Almas para señalarnos nuestras fallas, para evitar que cometamos más errores, para encauzarnos de vuelta por el sendero, de la Verdad y la Luz, del que nunca deberíamos habernos apartado. Edward Bach) Supongo que esto tendrá una razón de ser  que, en parte, se explica por el alejamiento de la Terapia Floral de sus raíces espirituales, que transformó la prescripción de una llama para hacer conciencia, en una fórmula para erradicar síntomas. Y la pérdida de la “luz” condujo, a la Terapia Floral, a una profunda asfixia que la ha encaminado a arrodillar sus convicciones con la finalidad de intentar  garantizar un reconocimiento protector que le provea el aire que requiere para vivir: a obtener oxígeno de otras fuentes que no son las propias. Así, la mirada floral se ha eclipsado, se ha vuelto restringida, no ve las cosas con la generosa apertura con que su fundador las veía y se moviliza, apresurada, hacia cualquier lugar que le parezca acogedor: la Física Cuántica, la Psicología, la Homeopatía, la…. La Terapia Floral, pues, se halla en medio de una crisis de angustia. Este es un diagnóstico – en este caso sobre la Terapia Floral- que como todo diagnóstico es una interpretación subjetiva de la realidad. Tal como lo señalamos en un libro anterior  (1) el concepto de interpretación diagnóstica no puede ser entendido como un detalle puramente técnico, como una lectura o exégesis de las manifestaciones y síntomas del paciente que espera descubrir  significaciones lineales cultas tras las expresiones objetivas. Por el contrario, la interpretación es una vía de búsqueda constante de sentido por el sentido mismo para provocar, por medio de este sendero, el encuentro de la personalidad con el Alma. De modo mas preciso, con la necesidad de develar  a la conciencia el sentido de la presencia del Alma en esta encarnadura (su misión, su lección y su camino). De modo que, el concepto de interpretación diagnóstica, no pertenece a una dimensión puramente metodológica sino que se ubica en una línea ontológica, tal como Bach lo planteaba, cuando, por ejemplo, se refiere al contextuar la situación clínica del paciente en función de su grado de evolución (…no podemos definir como buena o mala una cualidad en si misma, sin considerar el nivel evolutivo del individuo) . Si este diagnóstico es correcto, entonces, ¿Qué prescribir? Al igual que el diagnóstico la prescripción es la comunicación de una interpretación. La diferencia reside en que el diagnóstico es palabra, mientras que la prescripción es nombre hecho obra. Así, el terapeuta, es tanto traductor (en el diagnóstico) como obrero (en la prescripción); trabajador que colabora en el Plan de la  ____________________ 

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(1) Hecho y proceso diagnóstico en la Terapia Floral, Indigo, Barcelona, 2006))

Evolución ayudando a cincelar, con las esencias florales, las imperfecciones que impiden, a los pacientes, estar en armonía con sus almas. Todo lo dicho hasta aquí es un punto de partida y, al mismo tiempo, una propuesta ideológica sobre la Terapia Floral, fundado en una observación clínica sobre la luz y la angustia. ¿Qué implicaciones genera una insinuación tan particular en el tema específico de estas páginas?  Aunque espero que la respuesta a esta pregunta se haga evidente al finalizar su lectura, puedo adelantar que esa reflexión nos lleva a visualizar la tarea del arte de prescribir como sujeta a una opción: prescribir luz o prescribir remedios. Y si bien no son términos excluyentes la prescripción como acto puede estar motivada, en el universo interior del terapeuta, por la incapacidad de sostener la propia angustia o por la esperanza de exorcizar  sombras. ¿Desde que lugar la practica? He meditado largamente sobre la escritura de este libro y sobre los problemas en los cuales aproxima alguna revelación. Su eje vertebral es la teoría de la técnica de la Terapia Floral. Sería muy ilustrativo poder contar con una historia en esta materia pero, sin embargo, el Intentar seguir, paso a paso, los rastros de los procedimientos técnicos utilizados en el terreno de la terapéutica floral –entre los cuales se encuentran los prescriptivos- resulta algo difícil de concretar, ya que, si entendemos por técnica a los instrumentos de trabajo y acción usados por los terapeutas florales a lo largo de setenta años, puede advertirse que casi no existen escritos sobre la materia y solo podemos deducir, por relatos y comentarios puntuales, el modo en como ellos, desde Bach en adelante, practicaron su arte. En este punto es como si el método de la Terapia Floral, si nos dejamos llevar por las publicaciones existentes, fuera algo cercano al misterio. Se puede aducir, al respecto de este hecho, que las artes terapéuticas interpretativas, tales como la Terapia Floral o el Psicoanálisis, a diferencia de las fenomenológicas, como Homeopatía o Alopatía, articulan su enseñanza en un acto de transmisión que transcurre, esencialmente, en el marco de una tarea en común, en donde, el aspirante a terapeuta se hace tal en el mismo proceso de su propia sanación. (2) Sin embargo, es dable corroborar que esto no le ha impedido, por caso, a la disciplina creada por Sigmund Freud, el desarrollar un amplio entorno de comentarios sobre su técnica. De modo que subsiste la pregunta acerca de las razones reales por la cuales, en la Terapia Floral, esto no ha ocurrido, mas teniendo en cuenta que de la lectura de las obras de Bach se desprende la suficiente información para poder fundar un sólido capítulo sobre las formas y las reglas del trabajo con esencias florales.  _____________________  (2) Para Bach sanación era equivalente a aprender a ser libres. “ .. y por sobre todas

las cosas libres de nosotros mismos, ya que, hasta que no lo seamos, seremos incapaces de brindarnos abiertamente y de servir a nuestros semejantes.”  ¿Cómo ser entonces terapeuta sin haber transitado por un proceso previo de liberación de la ignorancia?

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Es posible pensar que, por algún motivo, Bach no consideró oportuno sistematizar una teoría de la técnica y reflexionar, de manera mas abundante, sobre los procedimientos propios de su descubrimiento terapéutico. Cabe imaginar que su muerte, a seis años del nacimiento de la Terapia Floral, no es mucho margen de tiempo para tal labor mas si se considera que todo ese tiempo Bach centro su labor en la preparación de sus remedios y el desarrollo de su modelo de pensamiento sobre la enfermedad, la salud y la curación y lo hizo en condiciones materiales estrechas, de lozanía física muy menguante y casi en la total soledad. Por otra parte, si nos atenemos a la naturaleza de su carácter y a la visión que tenía de su misión en la vida, es bastante entendible que a la hora de privilegiar preferencias de exposición de su trabajo se ocupara más de dar cuenta de cuestiones filosóficas y clínicas que técnicas. Entre otras causas factibles para justificar la ausencia de estudios mas amplios y sistemáticos sobre técnica en los escritos de Bach, es viable señalar  algunas, tales como, que a Bach no le interesó particularmente esta tarea, lo daba por conocido a causa de su formación homeopática y clínica, no le parecía un tema importante, no tuvo el tiempo de vida para hacerlo, no quiso aventurarse en un sendero que tenía una complejidad que escapaba a sus preocupaciones del momento… De cualquier modo, sea cual sea el factor que haya pesado en la decisión esto no elude la responsabilidad que toca, a quienes practicamos el arte de la terapia Floral, de tratar de llenar las lagunas que han quedado abiertas y que, con el paso de tiempo, se han transformado en importantes obstáculos para la labor clínica de la Terapia Floral. (3) Los cambios a lo largo del tiempo

Lo cierto es que no existe, hasta del día de hoy, una narración que de cuenta de manera explícita los cambios que, en la historia de la Terapia Floral, se fueron generando en relación a la teoría de la técnica y, hacerla, tiene sus complejidades. Sin embargo, es posible establecer, a partir de las indicaciones que el Dr. Bach dejara de modo manifiesto en sus escritos y por comparación con los aportes actuales y posteriores a su muerte, las modificaciones, que sobre esta cuestión, se fueron estableciendo a lo largo del tiempo. La técnica nunca es el resultado de un descubrimiento único sino el fruto de un continuo avance y una constante contribución colectiva, recorrido, al cual le restan, en nuestro campo, aún muchos pasos a dar. De manera que, resulta mas productivo, a los efectos del interés de este libro, dar aquí una valoración de conjunto de los puntos de sustento originales, las modificaciones que sobre ellos se operaron y el estado actual de progreso en el tema que entrar a pormenorizar una historia.  ___________________________  (3) El porque la Terapia Floral después de Bach no llegó a desarrollar una teoría de la técnica puede deberse a la ausencia de una escuela que transmitiera ordenadamente los contenidos de su práctica y fuera espacio de reflexión e investigación. La ausencia casi total de institucionalidad formativa es uno de los factores no sólo de la falta de crecimiento doctrinario sino de pérdida de las observaciones clínicas que no logran ser acumuladas y resistir al paso del tiempo.

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Parece bastante obvio, al leer los textos florales de Bach, su insistencia en el carácter  iluminativo (hacer conciencia) de la experiencia floral, ya que, el objetivo básico perseguido no era, para él, administrar remedios para revertir  síntomas, sino prescribir para ayudar a erradicar la ignorancia. En suma, para echar luz en la sombras y para provocar el encuentro de la personalidad con el  Alma. Tal labor, que se ejecuta por la vía de una relación mayeutica y que es casi un trabajo poético, en la acepción que los griegos daban a esta palabra como de un acto creador, me parece relevante por que señala que la dirección del camino terapéutico floral es, a todas luces, un  proceso iniciático de expansión de la conciencia y que el terapeuta ocupa el lugar de canal del plan de la evolución una herramienta que está en ese lugar por una razón de servicio que lo trasciende a él mismo. (… que él y los remedios que usa son meros instrumentos y agentes del Plan Divino… ) (4) Este  proceso iniciático -una navegación en donde el terapeuta-maestro ayuda al  paciente-aprendiz  a tomar el control del timón de su barco, es decir, que lo convoca a que escuche la voz de su alma y respete la dirección que ella demanda para su vida- transita, desde de la técnica, por tres diferentes y complementarios carriles: diagnóstico, prescripción y terapéutica, Ya hemos mencionado en un libro anterior  (5) la naturaleza interpretativa del diagnóstico floral y que si bien pueden tomarse en cuenta aspectos fenomenológicos y descriptivos, el carácter de preocupación de Bach por la lectura simbólica de los síntomas es indiscutible y surge no sólo de la letra de sus textos sino de la esencia de su propuesta clínica. Un buena prueba de esta perspectiva está desarrollada por Bach en Ustedes provocan su propio sufrimiento, la trascripción de un conferencia que, en febrero de 1931, pronuncia en Southport ante un auditorio de médicos homeópatas. Por su parte, la prescripción, entonces, puede ser comprendida como una interpretación en acto, en tanto la decodificación del sentido de las manifestaciones de paciente (diagnóstico) nos conduce a poner un nombre de esencias florales a las mismas (selección de una fórmula). Tales nombres no son para los terapeutas florales del mismo tenor que la denominación de un fármaco para la alopatía. Se trata, por el contrario, de que la nominación de una fórmula floral es la estructura significante de un mensaje que se espera llegue a la conciencia de quien la ingiera para provocar en ella un cambio que llamamos concientización o introvisión. Cambio que, luego, va a trasladarse en  _________________________________________  (4) Bach plantea, inclusive, que si el arte de curar evoluciona por su sendero hacia lo espiritual  debería terminar en manos de órdenes religiosas o sanadores naturales. La idea de que el terapeuta es un canal (una herramienta de plan de Dios) y que allegarse a esa posición no es una elección cotidiana sino la aceptación de un llamado (v ocare) que Dios hace coloca el rol del Terapeuta Floral en una función sacerdotal y misional, como pontífice (puente) que guía a las personas a reconectarse con su alma y con el Plan de la Evolución. Dios llama ¿Respondemos afirmativamente a su cita? Dios llama en la condición que cada quien tiene y lo hace por alguna razón ¿Cómo siendo un pecador puedo oficiar tal sacerdocio? Es un misterio que no hay que discutir sino una propuesta que tenemos que ser capaces de aceptar. ¿Cómo sintonizarnos con la pureza necesaria para ser terapeuta? Bach no plantea la pureza como un valor para cumplir esta tarea sino que la pureza, para él, consiste en ser uno mismo y estar haciendo lo que el alma nos pide. Esto se puede plantear como que, para sintonizarnos con la función terapéutica tenemos que liberarnos de las ilusiones de la personalidad y cumplir con nuestra misión de servicio en la vida, con amor y misericordia hacia el prójimo que estamos ayudando.) (5) Hecho y proceso diagnóstico en la Terapia Floral, Eduardo H. Grecco Indigo, Barcelona, 2006 

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una operación de mudanza de los sistemas de creencias y atrapamientos emocionales sobre los cuales se sostienen los padeceres de la persona, pero que implica, sobre todo, el aprendizaje de una lección, la corrección de un defecto y el desarrollo de una virtud. (6) Finalmente, la terapéutica, a partir de los revivires que las esencias inducen, centra su tarea en el poder encontrar significación a los mismos e integrarlos al devenir de la historia y la situación de la persona. Como se aprecia toda la dinámica floral desde el diagnóstico hasta la toma de conciencia transita por el universo del lenguaje y es el lenguaje, en tanto posibilidad realizada del orden simbólico, el que posee un carácter  estructurante que hace de la combinatoria de una fórmula floral una oración, fraseo, discurso. Pero, también, plegaria o petición de ayuda que hace la conciencia al alma. Este bosquejo de programa clínico, aquí dibujado como paradigma, se encuentra muy alejado de la realidad de cómo hoy, mayoritariamente, se ejerce la Terapia Floral. ¿Qué fue lo que ocurrió para que nos apartáramos de la enseñanza de Edward Bach? ¿Cómo sucedió tal alejamiento? ¿Por qué los terapeutas no perciben esta distancia y este cambio de dirección? ¿Por qué se divulga y sostiene una tradición del arte floral como auténtica cuando esta bastante distante de serlo? ¿Por que nos alejamos de la enseñanza de Bach?

Nos hemos apartado de algunos de los ejes esenciales de la enseñanza de Edward Bach y si bien pueden apuntarse muchas razones para explicar  este hecho quiero mencionar tres. La  primera, es que la genuina enseñanza de Bach, especialmente su concepción filosofía y espiritual de la terapéutica, se fue diluyendo y perdiendo fuerza en el proceso de consolidación de la Terapia Floral y de su integración a la sociedad y a la ciencia. De ese modo, se le despojó del carácter innovador  que originalmente poseía en su fundación y sus aportes revolucionarios fueron progresivamente enmascarados o directamente silenciados. Que queda, por  ejemplo, en el ejercicio habitual de la práctica floral de la propuesta de “… la

abolición de la enfermedad depende de que la humanidad comprenda la Verdad de las inalterables leyes del Universo y se adapte, con humildad y  obediencia, a ellas, trayendo así a cada individuo la paz entre su alma y él  mismo y recobrando el verdadero gozo y la felicidad de la vida. Y el rol que deberá desempeñar el médico será el de ayudar al paciente a conocer esa verdad, señalarle los medios para alcanzar la armonía, inspirar en él la fe en la Divinidad, que puede supera cualquier mal y administrarle los remedios que armonicen su personalidad y curen su cuerpo físico.”   ____________________________________  (6) La Dra. Olga Sacristán plantea muy operativamente esta cuestión en tres preguntas importantes para la clínica:  Aprendizaje: ¿cómo sería tu vida una vez que te hubieras librado de este problema? Defecto: ¿Qué defecto o debilidad sientes o te imaginas que está relacionado con este problema? Virtud . ¿Qué cualidad positiva (en ti mismo/ en tu relación con los demás….) necesitas para transformar este problema. O bien, ¿Qué quieres en vez de este problema?

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Este vaciamiento de contenidos produjo dos efectos complementarios. Por una parte, hizo que se llenara el espacio vacante con una ideología cuyo interés primario estaba orientado en lograr una mejor adaptación del paciente a la situación y un mejor bienestar en términos de rendimientos y eliminación de padeceres para lo cual, la Terapia Floral, le basta con quedar reducida a un arte prescriptivo y los remedios a portadores de sustancia (energía). Por otra, se sustituyo una doctrina legítima por una autorizada a la cual se difundió y defendió como un dogma que, por mucho tiempo, frenó la comprensión del mensaje trasformador de Edward Bach. De modo tal que hoy se acepta como válido un sistema de creencias en torno de la Terapia Floral que en lugar de promover el  pensar floralmente (7) comprime y simplifica su práctica al ejercicio, mas o menos idóneo, de la formulación de recetas. Formulación basada en un criterio mecánico para seleccionar esencias a lo que se acompaña con una ausencia de interés por  interrogarse sobre la naturaleza de la acción que lo formulado tiene sobre la persona, en otros fines que no sean los estrictamente vinculados con los beneficios terapéuticos sintomáticos. Esto implica que la evaluación de un tratamiento se mida, en general, de acuerdo a un protocolo de remisión de síntomas o modificación de conductas, una ampliación de la capacidad de gozo y trabajo de la persona que pueden representar un logro para la personalidad pero que no significan aprendizaje para el alma. La segunda, es que, en pro de obtener reconocimiento social y científico los terapeutas florales asumieron fundamentar su práctica a partir de los recursos que brinda la ciencia física y la metodología experimental y estadística, que en nada tienen que ver con el espacio de configuración epistemológico de la Terapia Floral (8). Esto llevó a concebir a la Terapia Floral como formando parte de la Medicinas o Terapias Energéticas o Vibracionales y a buscar en este campo modelos explicativos a los mecanismos de acción de lo remedios florales. Resulta paradójico que varios autores sostengan esta tesis y lo hagan con un argumento basado en el modelo de los campos mórficos y el efecto la resonancia mórfica propuesto por Rupert Sheldrake cuando el mismo creador  de estos conceptos insiste en que no se trata de campos de energía sino de información. (9)  _______________________________________________________ 

(7) Por pensar floralmente aludimos a abordar un problema a partir de las mismas herramientas y conceptos que nos brinda la doctrina floral. Un buen ejemplo de esto es el capítulo de Cúrense a ustedes mismos, en el cual Bach desmenuza la función paterna. Del mismo modo los excelentes libros Humanidad y Flores de Bach de Luís Jiménez, Ed. Indigo, Barcelona, 2001 y Bach esencial, Luis Juan Bautista, Ed. Indigo, 2005 hacen gala de esto que llamo pensar floralmente (8) Ver al respecto El legado del Dr. Edward Bach, Eduardo H. Grecco, Ediciones

Continente, Capítulo VI, La mirada epistemológica (9) “…la resonancia mórfica no conlleva ninguna transferencia de energía de un sistema a otro, sino que implica una transferencia no energética de información.”  La presencia del pasado, Editorial Kairos, Barcelona, 1990. Este libro constituye una sólida base para explicar la eficacia simbólica de las esencias florales.

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La tercera, que el fomento de automedicación, por un entendimiento inadecuado del Cúrense a ustedes mismos, llevó a la pérdida de un instrumento de traspaso fundamental de la Terapia Floral: el proceso terapéutico en si mismo. La Terapia Floral olvidó que se llega a ser terapeuta floral ingiriendo flores en un transcurso terapéutico que resulta ser, por su estructura y función, un auténtico pasaje iniciático.  A esto hay que unir el hecho de que la actitud de incentivar la automedicación – es decir quitar de escena la función terapéutica- fomenta una lectura lineal y descriptiva de los síntomas, como un condición para facilitar  esta operación prescriptiva. Esta lógica deja fuera toda consideración sobre el valor  simbólico de las manifestaciones de la persona y la finalidad trascendente de la terapéutica floral. (10)  Ambos elementos se aprecian de una forma muy clara en la letra de Bach y juegan un papel axial en su construcción teórica y así como afirma que

“. . .no hay nada accidental con respecto a la enfermedad, ni en su tipo, ni en la zona del cuerpo en que se manifiesta..”, también , “…toda interferencia forma  parte del plan de la evolución...”  y el terapeuta cumple en los aspectos el papel de ser quien ayuda a localizar la intencionalidad de los síntomas y la función que desempeñan como signos correctivos de los desvíos de la personalidad, descarríos valorados como oportunidades de aprendizaje y no como simples tropiezos inútiles y sin valor. Volver a Bach

En las últimas décadas hubo progresos significativos, sobre todo desde los años 80 hacia delante, en la dirección de volver a Bach. Uno de estos progresos consistió en la toma de conciencia de que ningún recurso técnico puede estar ajeno o puede darse fuera del marco de referencia de un proceso terapéutico, cuyos objetivos eran, para Bach, que el paciente descubriera el origen y las causas de su enfermedad y, en segundo término, la administración de los remedios adecuados para ayudarlo en esta empresa. Ambos elementos contribuirían a provocar un cambio de actitud del enfermo con relación a su vida y el despertar de sus curadores internos para hacer realidad aquella máxima de la medicina natural: el médico cura, la naturaleza sana. Correlativamente, junto a la idea de que solo puede pensarse la técnica en le contexto de un proceso terapéutico, surgió la comprensión de que ningún proceso terapéutico puede efectuarse, eficazmente, sin el conocimiento y auxilio de la técnica. Que la técnica no basta pero sin la técnica tampoco es suficiente y que dentro de la técnica e necesario desplegar consideraciones sobre el arte prescriptivo que no se agota en ser un recurso farmacológico sino una construcción interpretativa.  _____________________________ 

(10) Vale la pena recordar aquí un poema de Jorge Luís Borges, El sueño:

Si el sueño fuera (como dicen) una/tregua, un puro reposo de la mente/ ¿Por qué si te despiertan bruscamente/sientes que te han robado una fortuna?/ ¿Por qué es tan triste madrugar? La hora/nos despoja de un don inconcebible/tan intimo que solo es traducible/en un sopor que la vigilia dora/de sueños que bien pueden ser reflejos/truncos de los tesoros de la sombra/y que el día deforma en sus espejos./¿Quién serás esta noche en el oscuro/Sueño, del  otro lado de su muro?

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 A esto se le sumó el progresivo reconocimiento de la insuficiencia de las modalidades intuitivas de trabajo terapéutico con flores, lo cual no significa dejar de lado el aporte que este tipo de deducción puede proporcionar, pero si reconocer que la capacidad sensitiva o intuitiva son factores personales que están en función de variables diferentes de las propias del entrenamiento clínico. Esta circunstancia – la emergencia de la clínica como método- obligó a diseñar nuevos modelos para el abordaje de los fenómenos que ocurren dentro del campo de la Terapia Floral. Las derivaciones de estas indagaciones, empujó a poner en contacto al arte floral con el mundo de las concepciones energéticas, el no menos extenso de la Psicología -en especial el Psicoanálisis, la Psicología Junguiana y la Psicología Transpersonal- la Psicosomática, la Bionergética, la Homeopatía y la Antroposofía. Algunas de estas relaciones, en mayor o menor medida, ya estaban implícitas en el nacimiento de la obra de Bach, pero a lo largo del tiempo habían terminado por  ser interacciones olvidadas. Es cierto que el acercamiento de la Terapia Floral a estos campos ensancho el panorama de comprensión de los fenómenos con los cuales se enfrentaba pero, también, le causó, hacia la interioridad de su espacio de reflexión, una nueva dificultad. Debido a la debilidad de su propio desarrollo teórico, la Terapia Floral sufrió una poderosa influencia (interferencia) que la llevó a psicologizar, homeopatizar, naturopatizar o antropofisar su modo de ver  y analizar los problemas de la salud, la cura y la enfermedad. Se dio lugar, así, al desarrollo de una manera de acercarse a las cuestiones de la clínica floral usando el lenguaje, la lógica y los conceptos de estas disciplinas. Esto ha dejado, como secuela, un importante número de “ismos”, en la Terapia Floral, que aún perduran, el detrimento de su autonomía científica y una tendencia a la pereza intelectual cuando se trata de desenvolver modelos definidamente florales. Si bien puede considerarse esta circunstancia como un acontecimiento no apetecido, sin embargo, su advenimiento produjo la aceleración de un proceso interno en la Terapia Floral, que le permitió, por confrontación, un crecimiento en el camino hacia la recuperación de su especificidad y empujó, a este arte, a la búsqueda de la singularidad de su identidad científica. Como corolario, por primera vez, después de lo legado por Bach, se despertó el interés por intentar responder los interrogantes epistemológicos pendientes en torno del status de la Terapia Floral. Esta reflexión llevó, por un hilo de múltiples conexiones, a indagar sobre la mirada alquímica de Bach y a preguntarse si su obra puede considerarse como parte de un trabajo spagyrico. Tal examen permitió reconocer la presencia de una serie de rastros, en el texto y el hacer de Bach, que revelan un camino de su enseñanza enlazado en doctrina, prácticas e intenciones, a un antigua tradición terapéutica que, entre otras características, “... ha tenido fe

en que en las hierbas de las praderas, los valles y las laderas de las montañas estaba latente el poder de curar sus enfermedades” (…) “…se convirtieron en expertos en el uso de esos maravillosos presentes de la naturaleza, continuando luego ininterrumpidamente, aunque en grado decreciente, hasta 13

nuestros días.”  Pero, además, resitua la preparación y los efectos de los remedios florales dentro de una visión donde pueden comprender estos hechos desde una dimensión radicalmente revolucionaria que lleva a pensar el arte floral no como una medicina alternativa sino como una alternativa a la medicina, no como una disciplina descriptiva sino interpretativa, no como una terapéutica energética sino simbólica, no como una intervención fenoménica sino trascendente y como un arte mas perteneciente al orden del lenguaje y el espíritu que de la Física o la Medicina. En el libro Edward Bach: la luz que nunca se apaga (11), he tratado de mostrar como, en muchos sentidos y en especial en la forma de preparación de los remedios florales, el arte spagyrico esta vigente en el trabajo de Bach. El gesto de sumergir en el agua el rocío portado por la flor para exponer luego todo al fuego solar y la descripción que de esta operación hace Bach no deja lugar a dudas sobre el linaje alquímico de su labor. Por otra parte, Bach señala, en varias oportunidades, su discipulado indirecto de Paracelso y su respeto por su trabajo y, de los comentarios que realiza, se desprende que leyó en detalle su obra. Paracelso y Bach tienen ideas muy cercanas en muchos temas en cuestiones que se vinculan con el arte de curar y su origen como un don que la divinidad otorga con el fin de servir a otros, un arte que debe apegarse, en todo a lo que enseña el libro de la naturaleza, la semejanza es casi identidad. Del mismo modo, ambos comparten una mirada profundamente cristiana, que se refleja en sus textos, pero de un cristianismo que intenta volver a lo esencial de su magisterio, que anhela hallar, tras lo manifiesto, el misterio de la vida. Un cristianismo convencido del amor al prójimo como valor fundamental y del deber de ser uno mismo y vivir de acuerdo a los mandatos del alma, como precepto existencial. En su doctrina Paracelso articula las enseñanzas de Cábala y Alquimia en un mismo discurso, funcionando la primera como la Filosofía Perenne que le da marco filosófico a las operaciones de la segunda. ( Por medio de la

cábala el hombre conoce la primera materia y por medio de la alquimia la conduce a la perfección….Si se quiere conocer el ser interior del hombre a través de su exterior es necesario penetrar como científico hasta el fondo de la Cábala. A través de ella se tiene acceso a lo oculto, al secreto; entonces se  puede leer cartas y libros cerrados, tal como se conoce el interior del hombre. Paracelso) Esta convergencia de saberes, cabalísticos y alquímicos, esta implícita en Bach. Con solo leer con atención sus textos y sus propuestas se puede percibir la presencia de un paradigma que recorre todas sus cavilaciones y en donde se acrisolan y mancomunan el cristianismo esencial, la cábala y la alquimia en un mismo tejido sapiencial. Por otra parte la Cábala parece ser el lugar de donde Bach obtiene la estructura de sus conocimientos acerca de la lectura simbólica del cuerpo y la significación emocional de los síntomas. Si bien este tema merece una atención particularizada vale la pena mencionar aquí este hecho y convendría  ______________________ 

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(11) Edward Bach: la luz que nunca se apaga, Ediciones Continente, Buenos Aires, 2005

dirigir la atención, en este territorio, no tanto a la bionergética, el psicoanálisis o la psicosomática sino a la anatomía y la fisiología que se derivan de Cábala. Esto sería mas concordante con la doctrina de Bach y podríamos encontrar  allí, además, aclaraciones sobre otros conceptos como el de verdadera curación, tan caro a Bach. Hay una cuestión adicional. Paracelso creo una medicina no destinada solamente a sanar las enfermedades que aquejan a los seres humanos a lo largo de sus vidas, sino que lo que en realidad buscaba era curar el pecado original (en Bach, léase defectos) por medio de un medicamento celeste, que es el don de Dios. Esta expresión es casi la frase literal de Bach cuando habla de los remedios florales. (12) Todo esto conlleva a que tanto la medicina paracelsica como la bachiana sean medicinas (si acaso son medicinas) que persiguen como objetivo final la regeneración (salvación) del hombre y no, únicamente, erradicar sus síntomas. El arte que Paracelso inaugura (o reinaugura) es el campo de la alquimia médica, en el cual retoma, seguramente, conocimientos de la antigua medicina kémica (egipcia). Paracelso, sostenía que la naturaleza deja su obra sin acabar para que el hombre la termine. “ Le corresponde al hombre cumplir 

este trabajo, y este trabajo tiene un nombre: Alquimia. El alquimista es el   panadero que cuece, el viñador que prensa y el tejedor ocupado en su oficio. Toda cosa natural que crece para utilidad del hombre, puede alcanzar, por  medio de la Alquimia, aquel punto de perfección que la naturaleza le había asignado.”  Y entre estas labores alquímicas se encuentra la del terapeuta que, en el caso de la Terapia Floral, se vale de las esencias florales para que actúen como la sal mercurial  que, en la fragua de un tratamiento, coadyuve en la realización de la gran obra de la evolución del alma. Volviendo a hilo central de esta introducción, finalmente, y no porque no existan otras modificaciones, un cambio importante en el campo floral fue la aceptación por parte de los terapeutas (o por lo menos de un número significativo de ellos) de que las esencias florales solo en teoría son susceptibles de ser aplicadas a todas las personas y que, por otra parte no son inocuas, sino que, por el contrario, producen efectos tales como agravamientos, crisis y respuestas secundarias. Un descentramiento

En todos estos cambios, sin duda, tuvo mucha influencia el doble pase del centro de preocupación, en el campo floral, de los preparadores a los terapeutas y de los remedios a los pacientes.  ___________________________ 

(12) Por ejemplo cuando Bach dice. “… sino por el poder investido por el Gran Creador a sus hierbas curativa.”;. ” ..y la hierba del campo que ese mismo Creador ha colocado allí para alivio de aquellos que sufren.” ; ..”… que esas hierbas silvestres, colocadas allí para reconfortarnos, para consolarnos y para aliviar nuestras miserias, nos acercan más a

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la Divinidad que llevamos dentro, y que es precisamente ese acercamiento el que cura nuestros padecimientos.”

Para dimensionar la importancia de este descentramiento hay que pensar que, luego de Bach, los movimientos de desarrollo de la Terapia Floral en el mundo fueron protagonizados, por largo tiempo, únicamente por  preparadores florales que, en casi todos los casos, no provenían del campo clínico. Su acción se desplegó, en general, hacia el terreno del descubrimiento y la preparación de nuevos remedios florales con una orientación decididamente espiritual y energética. Esto puede observarse, muy específicamente, en la generación de fines de los años 70 y 80 y en el nacimiento de los sistemas florales, mas o menos difundidos en el mundo. Luego de esta ola de renacimiento floral hace entrada en escena, en los años 80, un nuevo y activo grupo de terapeutas, aquellos que provienen del campo de la Psicología, la Medicina y otras artes y ciencias de la salud, que tenían preocupaciones diferentes a las dominantes hasta ese momento y que incorporan, al campo floral, la perspectiva clínica en un verdadero paso adelante en el desenvolvimiento de la Terapia Floral. De modo que, a medida que esta orientación fue tomando cuerpo y creciendo, el interés por los remedios, tan intenso en la década del 80, fue disminuyendo y se produjo un importante retorno a mirar hacia la persona que demandaba esos remedios y por lo tanto a la clínica. La clínica constituye hoy un espacio reconocido y valorado que facilitó el cambio de paradigma en la práctica floral. Su cosmovisión emergente esta basada en un retorno a la enseñanza de Edward Bach y en una apuesta de construir  una ciencia con conciencia, una clínica con amor, una terapia para el  alma y un arte terapéutico que se transmite mas que se enseña. Sin duda esta visión de la Terapia Floral y de su cometido determina que el arte prescriptivo floral tenga un perfil muy disímil y hasta opuesto a lo que, de manera usual, es planteado en los textos de enseñanza y difusión de esta ciencia. Esto resulta algo totalmente natural, ya que, como lo hemos comentado anteriormente, no hay una sola manera de practicar la prescripción floral y cada una de ellas supone una teoría que le da razón o un modelo que explica su forma de trabajar. Sobre estas cuestiones y sobre los aspectos teóricos de la técnica de la prescripción de esencias florales es sobre lo que trata este libro. No se me escapa que su lectura se completa con la que pueda hacerse de otros anteriores, en especial El legado del Dr. Edward Bach,

Edward Bach: la luz que nunca se apaga y Hecho y proceso diagnóstico en Terapia Floral. Por una cuestión práctica he dividido este trabajo en tres libros, complementarios pero autónomos entre si. El primero de ellos es la presente y ya he comentado sobre lo que trata. El segundo aborda temas técnicos y de procedimientos prescriptivos y es una obra en común con el maestro Raúl Pérez, mientras que el tercero esta totalmente centrado sobre la prescripción como arte y los pasos de este proceso. A la par de este libro se edita uno denominado Bach prescriptivo que si bien no forma parte de la trilogía constituye un texto que sigue la letra y el pensamiento de Bach en este

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territorio a lo largo de su tiempo de investigación floral y, por lo tanto, esclarece y completa la temática que aquí se aborda. Quiero agradecer la entrañable colaboración de los maestros florales Raúl Pérez, Franco Rossomando, Juan Carlos Badía, Daniel Villar, Guillermo  Amable, Selma Wijnovsky y Olga Sacristán, que han participado, con abundante generosidad, en la lectura del manuscrito original y con quienes el diálogo continuo hace que me sienta nutrido, con abundancia, de la sabiduría y conocimientos que comparten conmigo. También, a los maestros Luís Juan Bautista, que tanto hace por rescatar la obra de Edward Bach, Yabir Abu Omar  por sus contribuciones a la relación entre Edward Bach y la alquimia, que me han sido de gran ayuda, y Luís Jiménez, con quien la controversia complementaria de nuestras miradas sobre Bach y la Terapia Floral siempre hacen revivir lo que ya creía concluido. Todos ellos son amigos y su amistad es tan valiosa, para mí, como sus talentos. Creo que la historia de la Terapia Floral dedicará un especial capítulo al trabajo de Julián Barnard. Entre muchas otras cosas él es quien ha sabido mostrar como la signatura y la clínica se complementa, una a la otra, en la mirada de Edward Bach y como forma y función no son substancias diversas sino registros diferentes de una misma experiencia. Finalmente debo agradecer a mis editores españoles que con su permanente compromiso con la Terapias Floral han permitido que lo que voy adquiriendo como experiencia pueda llegar, plasmado en libros, a todos los que anhelan crecer como personas y como terapeutas.

Cuernavaca, otoño de 2007

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Capítulo primero

Un nuevo paradigma Ustedes pertenecen a una sociedad  médica, y yo vengo como médico; no obstante la Medicina a la que quiero referirme está tan alejada de los ortodoxos puntos de vista de hoy…. Edward Bach

Hemos mencionado, en la introducción a este libro, el hecho de que la visión clínica, en el campo floral, fue un importante factor que contribuyó al cambio de paradigmas en la práctica de la Terapéutica Floral y al retorno a su fuente original. La cosmovisión emergente de este movimiento esta basada en el interés por rescatar la genuina enseñanza de Edward Bach y en la apuesta para construir  una ciencia con conciencia, una clínica con amor, una terapia

 para el alma y un arte terapéutico que se transmite mucho mas de lo que se enseña. Estas coordenadas conforman los cuatro pilares y desafíos de la Nueva Terapia Floral  y son los lugares de referencia que hay que tener en cuenta para comprender el sentido de los enfoques que, sobre la técnica y los métodos de trabajo con esencias florales y la implementación concreta de los mismos con los pacientes, proponemos aquí. Primer paso: Una ciencia con conciencia

En varios textos sagrados aparece la metáfora mediante la cual se hace una distinción entre los ojos de la carne y los ojos del alma. Cuando se contrastan la naturaleza de la mirada que se derrama de cada uno de ellos se advierte que, frente a la búsqueda de respuestas, sobre los problemas existenciales del hombre –amor, libertad, coexistencia, sabiduría, evolución, corporalidad, enfermedad, cura- irrumpen dos posturas esenciales, antagónicas y, a la vez, complementarias: la que brinda la ciencia y la que brinda la “filosofía perenne”. La mirada de la ciencia esta basada en la lógica y la comprobación, en cambio, la gnosis en la intuición y la evidencia que ofrece la revelación. Ambas son caminos diferentes de acceso e interpretación de la realidad y las dos muestran perspectivas mutuamente necesarias. Y, aunque en general hoy se las visualice como senderos disociados, son, con propiedad, eslabones que se implican y no opuestos que se excluyen y que coparticipan, en la posibilidad de captación global del universo. Sin embargo, el fenómeno humano no puede verse de manera idéntica para los ojos de la carne que para los ojos del alma. Edward Bach parte de la idea, muy cristiana, de la caída original  del hombre en el mundo. Pero no considera a este evento como un castigo sino

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como una oportunidad para continuar con el avance, vida tras vida, hacia el logro de la individuación. El alma desea la experiencia de aprender como un imperativo de su misma esencia y, para concretar este mandato, desciende a la tierra, que es el plano donde la instrucción debe consumarse. De manera que, el conocimiento que se adquiere en cada encarnadura, es siempre conocimiento de evolución. Un conocimiento que opera, en cada alma, como un instrumento alquímico de transformación y crecimiento, es decir, que cambia nuestro ser, nos acerca a la plenitud de la realización o perfección. Dice Bach: “ Bajo la guía de nuestro Yo

Espiritual, nuestra Vida Inmortal, el hombre ha nacido para obtener  conocimiento y experiencia y para alcanzar la perfección.”  De modo tal que, el exilio del alma en la tierra es una condición de aprendizaje inherente a nuestra naturaleza. Si bien esta tarea es de cada alma en particular, no se trata de una opción individualista por que todos somos, también, responsables, no solo de liberarnos, sino de ayudar a liberar a otros, no solo de completarnos sino de ayudar a completar a otros. Dice Bach: “Debemos recordar siempre que la enfermedad es nuestro enemigo común, y 

que cada uno de nosotros que logre vencer un fragmento de ella está, de esta forma, ayudándose no sólo a sí mismo sino, también, a toda la humanidad.”  La mirada de la ciencia no puede ver este horizonte, lo cual no significa que lo ignore. La ciencia pone el acento en nuestras facticidades y anhela explicar sus dinamismos y como superarlas. La mirada del alma es visionaria y no se trata de un saber abstracto, sino de una experiencia de encuentro con lo trascendente por la vía del buceo y abrazo de la propia sombra. Por eso Bach parece, por momentos, un profeta que nos guía en la marcha por un territorio con el empeño de liberarnos de la esclavitud de la enfermedad (entendida como ignorancia).  Al abordar la aventura de avanzar por los laberintos del arte prescriptivo debemos, entonces, hacerlo con un espíritu dispuesto a navegar guiados con el mapa que nos brinda una ciencia con conciencia (es decir, éticamente responsable, una ciencia con alma, un ciencia que ha recuperado la gnosis). Esto significa que lo que intentamos es incorporar un espacio de indagación sobre la Terapia Floral tanto como ciencia y arte al mismo tiempo que como gnosis. ¿Cómo se traduce esta propuesta? Diciendo, por ejemplo, que nos importa la clínica, pero una clínica con alma; que nos motiva la terapéutica, pero una terapéutica con alma. En suma, que el envite al que convocamos es volver a la propuesta de Bach de una Terapia para el trabajo del alma. ¿Por  qué? Por que la mirada del alma es la que rompe la conciencia dual y la que abre la dimensión de la amorosa unidad. Y esto conlleva que la ciencia deje de ser una invitación a la neutralidad y la objetividad (como si esto fuera posible) y se convierta en una militancia comprometida con los valores de la evolución espiritual de la humanidad. Sin embargo, y a contrapelo del reto de su fundador, en muchos ámbitos se plantea la necesidad de ratificación científica de la Terapia Floral por la vía experimental, desconociendo el hecho de que nuestra ciencia posee un carácter cualitativo que la aleja tanto de los resultados estadísticos como de las percepciones que involucran las ciencias físicas. Al igual que el 19

Psicoanálisis y otras disciplinas semejantes, la Terapia Floral se valida por lo particular y no por la gestión de lo universal. Es en esta dirección que quiero hacer unas precisiones sobre la validación de las terapéuticas (y en especial la Terapéutica Floral) como ciencias. En primer lugar, debemos admitir que el contexto de lo que denominamos habitualmente ciencia, en los espacios de la investigación natural y exacta, difícilmente puede aplicarse como tal en el ámbito de las prácticas terapéuticas, lo que no implica concluir que este último territorio carece de posibilidades de acceso a un estándar científico. Por lo contrario, determina el pensar en la necesidad de cambiar los esquemas de definición que se tiene de ciencia. En segundo lugar, en las ciencias terapéuticas es el hombre quien siente interés por sí mismo y emerge como centro de la atención de la reflexión e investigación. Esto configura una condición de necesaria subjetividad que impide, lógicamente, el dualismo observador y observado, tan caro a las ciencias positivas y que, sin embargo, la Física cuántica se ha encargado de cuestionar. Siguiendo este principio, la demanda hacia las ciencias terapéuticas consiste en que preserven este dualismo entre el profesional que observa y el hombre observado con objetividad. Pero si se acepta este camino, la conclusión consecuente sería la necesaria supresión de la conciencia so pena de que tal variable influyera de modo inopinado en los resultados de la experimentación. De modo que la subjetividad pasaría a enrolarse en el bando de las resistencias que impiden que las artes terapéuticas se convirtieran en ciencia. Y lo que ignoran quienes siguen sosteniendo esta posición, de un modo manifiesto o inconscientemente disfrazado, es que están postulando,  justamente, la construcción de una ciencia sin conciencia, lo opuesto a lo que es la esencia ética de la Terapia Floral. En tercer lugar, si las ciencias terapéuticas se deciden por la posición de querer alcanzar el mismo paradigma de rigor que las exactas y naturales, ellas mismas se colocan ante un dilema, ya que, “experimentalizarse” implica, aquí, deshumanizarse, borrar las diferencias de lo subjetivo con lo objetivo. De este modo perderían su originalidad y se sumergirían en un mar común con el resto de ciencias. Por lo contrario, si mantienen su especificidad, sustentada en la dialéctica conciencia-experiencia (o casi mejor dicho subjetividad-experiencia), pueden ir delimitando una zona de trabajo propia y sostenible, no por la exactitud de una estadística sino por la calidad de su práctica. En cuarto lugar, en el caso de la Terapia Floral hay una particular  circunstancia que torna este problema adecuado para hacer un deslinde significativo en relación a lo que estamos planteando. Los remedios florales en sí pueden ser sometidos a una investigación experimental, pero los remedios, aun en su conjunto, no son la Terapia Floral. De la misma manera que el clavar  agujas no hace a un acto de acupuntura, ni poner a un paciente en un diván no amerita que se esté haciendo Psicoanálisis, del mismo modo el uso de esencias florales  per se no implica estar en presencia de un proceso terapéutico floral. En quinto lugar, con este panorama conviene tener claro, desde un inicio, que la Terapia Floral no se distingue de otras ciencias terapéuticas por  20

un tema de abordaje propio, ya que su campo de acción es compartido por  otras. Lo que la hace específica es el modo original que tiene de plantear los  problemas, y su concepción del mundo y del hombre, ambos temas develados con motivo del estudio de los fenómenos del enfermar y el curar. En sexto lugar, los principios que debieran guiar, entonces, el criterio metodológico deberían ser la objetividad  (en el sentido que le vamos a dar a continuación), la totalidad  y la significación, en el marco de una visión clínica que subroga toda otra cuestión a la singularidad indisoluble de la dinámica interpersonal en cada acto terapéutico. Por  objetividad  no entendemos neutralidad, sino la inclusión de la subjetividad y la conciencia como factor de comprensión del proceso investigado. Un proceso al cual se le ajustan más las metodologías de disciplinas como el psicoanálisis o la lingüística que las de las ciencias exactas y naturales; en tanto el orden de compresión de lo observado no es un hecho o un evento, sino una “experiencia”, siempre conlleva a la vía interpretativa de indagación. Totalidad, en tanto el foco de atención del terapeuta floral no es capturar segmentos aislados, sino totalidades en donde cada unidad está interrelacionada con el todo y funcionando por leyes de conjunto que regulan su actividad. Finalmente, significación, ya que lo que se busca encontrar en el ámbito del trabajo floral es el sentido de una conducta o manifestación, cualquier sea ella, pero no sólo en el espacio de lo propiamente psíquico inconsciente (la sombra) –actitud que no la diferenciaría de cualquier otra psicoterapia–, sino particularmente en el plano del alma . Y, en esta operación, la Terapia Floral se ubica no en el centro de los conflictos intrapsíquicos o extrapsíquicos (si se pudiera hacer esta distinción), sino en el plano de los conflictos entre el alma y la personalidad. He aquí su especificidad, su grandeza y su miseria. En esta cuestión que estamos abordando lo decisivo sigue siendo que la Terapia Floral no trabaja con hechos y eventos sino con una experiencia. Pero no con la experiencia de ingerir remedios florales, sino la experiencia de evolucionar . Y una consideración epistemología de la Terapia Floral debería tomar esto en cuenta y recordar que –tal como dice Freud– “ nuestra ciencia no

es una ilusión. En cambio, sí lo sería creer que podemos obtener en otra parte cualquiera lo que ella no nos puede dar” . A lo que agregamos: y que hacer  ciencia con conciencia es tener en cuenta, en nuestra labor, al alma. Segundo paso: una terapia con alma

Concebir la Terapia Floral como una terapia del alma es pensarla como proceso iniciático. A diferencia de las terapias psicológicas lo propio aquí es el hecho de que se trata de una búsqueda no de la cura sino de la iluminación, del intento de producir un cambio en la estructura ontológica del hombre que disminuya la distancia que lo separa de la sabiduría, el amor, la unidad y la libertad. Tal recorrido es operado por medio de las esencias florales y merced a la acción de servicio del terapeuta, que funciona como maestro que va guiando al aprendiz (paciente), para decirlo con una metáfora masónica, desde la puerta de entrada al templo hasta el oriente.

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Bach insiste en que el terapeuta es una herramienta del Plan de la Evolución, un canal por donde la gracia divina actúa y un aliado del alma para vencer las rebeldías y resistencias de la personalidad. En este contexto el armado ceremonial del transito terapéutico debe ser considerado como un elemento esencial de todo el proceso. De modo que estos dos hechos, la Terapia Floral pensada como terapia iniciática y su desarrollo concreto sustentado en términos rituales, conformarían las notas propias de este espacio y lo que haría la distinción con el resto del universo psicoterapéutico. Si bien tal perspectiva es abordada de manera extensa en otro texto (13) es importante no perder de vista esta puntualización, ya que, la misma establece un orden específico al cual debiera ajustarse el acontecer de la práctica floral. La Terapia Floral busca que el hombre entre en contacto con su alma y la voz del alma se hace oír por medio de modos diversos a los de la personalidad y entre una y otra existe una oposición complementaria, una mutua forzosidad a la cual obliga las condiciones propias de la evolución: no es posible crecer mas que encarnados en una personalidad y habitando el mundo que es la geografía material donde venimos a instruirnos pero, aceptando, que es sólo el alma la que tiene el conocimiento del propósito, la misión y el aprendizaje de esta vida. El hombre se sintoniza con su alma en la medida que ésta emerge como algo totalmente distinto a la personalidad y si la primera es una revelación de lo sagrado y la otra de lo profano, del espíritu y del mundo, podría decirse que, para usar un concepto de Mircea Elíade, cuando el alma aparece se produce una hierofanía: algo sagrado se muestra a nuestra conciencia. Y la Terapia Floral dibuja el espacio y el tiempo donde lo sagrado se hace posible de revelar. Bach insiste en que la enfermedad “.. es en si misma beneficiosa y tiene

como objeto devolver la personalidad a la voluntad divina del Alma (…) El  Divino Poder nos otorga todas las oportunidades de enmendar nuestro camino, antes que, como último resorte, sea necesario aplicar el dolor y el  sufrimiento.(…) …nuestras almas conocen el propósito y nos están guiando hacia lo que mas nos convine. El conocimiento y la aceptación del propósito del alma representan el alivio de las miserias y sufrimientos terrenales...”  Y agrega que “… la tarea de los Terapeutas Espirituales es proporcionar, junto a los remedios naturales, el conocimiento sobre los errores de las vidas de los  pacientes y las formas en que pueden erradicarlos, para conducirlos de vuelta a la salud y la felicidad.”  Estas citas permiten establecer aún mas claramente, por una parte, la calificación de Espirituales que particulariza nuestro rol de terapeutas y, por  otra, que la labor que desarrollamos, en tal dirección, esta orientada a que el paciente se vuelva a conectar con su alma. Es decir, trabajamos para el alma de los que nos piden ayuda y no para sus personalidades y por ello nuestras acciones terapéuticas son cuidados para el alma. Después de todo como afirmaba Bach “La salud, al igual que la vida, es de origen divino y sólo puede obtenerse por medios divinos.”, y  agregaba. “… y, hasta que llegue la hora en

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 ______________________________________  (13) Hecho y proceso terapéutico en la Terapia Floral, Ediciones Indigo

que seamos capaces de administrar la curación espiritual, debemos prescribir  el remedio que aumente esa virtud y disuelva los defectos de su naturaleza.”  Tercer paso: una clínica del amor 

Bach resalta a la experiencia amorosa como la esencia del proceso de evolución y si la meta del trabajo con el paciente es ayudarlo en su evolución esto implica sustentar que todo el proceso terapéutico debe dirigir su acción hacia el encuentro del amor (en tanto para Bach es la meta de la individuación) debe acontecer a la luz de su presencia. Pero ¿Qué es amor para Bach? El primer rasgo que Bach señala en torno del amor es que se encuentra por  “encima de comprensión cotidiana; debe ser algo tremendo: el total olvido

del yo, la pérdida de la individualidad en función de la Unidad, la absorción de la personalidad por el Todo.”  Esto significa que de lo que esta hablando Bach es de una vivencia vivencia que trasciende trasciende los límites límites habituales habituales de la concien conciencia cia (¿transpersonal?) y que supone la disolución e integración del yo al Alma. En ese sendero Bach agrega “ …el amor es la negación total del yo.”  Un segundo rasgo que agrega como inherente al amor es que es “ … servicio combinado con sabiduría.”  En donde servicio se entiende con dar sin esperar recompensa de ninguna naturaleza (lo contrario, el egoísmo, es un negación de la Unidad) y por sabiduría, no el conocimiento del Yo sino las certezas del alma (su opuesto, la ignorancia, la incapacidad de aprender y, por  lo tanto, evolucionar). Esta propuesta puede leerse del siguiente modo: la ley de la evol evoluc ució ión n es la ley ley del del apre aprend ndiz izaj aje, e, apre aprend nder er nos nos hace hace sabi sabios os,, la sabiduría es la sabiduría del amor (el amor nos hace sabios), la ley de la evolución es la ley del amor. Un tercer elemento es que el amor promueve la liberación y que toda relación de dependencia dependencia no es amor. El amor nos hace libres y nos aleja de la codicia espiritual que nos lleva al deseo de poder y “…  por lo tanto, es una

negación de la libertad y al individualidad de toda alma. En lugar de asumir  que cada uno nosotro nosotross esta aquí abajo para para desarro desarrolla llarse rse libreme libremente nte de acuerdo con su propia línea de conducta y con los dictados de su Alma, la  personalidad codiciosa desea imponerse, moldea, dirigir, usurpando el poder  del Creador.”  Un cuarto tema a tener en cuenta es que el amor une y en esa dirección es la meta del camino de evolución y el fuego alquímico que alimenta y promueve nuestra transformación hacia la completud y la unidad. Fina Finalme lmente nte,, vivir vivir la vida vida con amor, amor, es para para Bach Bach,, aquell aquello o que nos conduce al deleite y la felicidad. felicidad. Pero, además, “… servir a través del amor, en la más perfecta libertad de seguir nuestro propio camino ” es la esencia de la verdadera salud. De modo tal que el amor resulta ser el camino no solo de la evolución y la iluminación sino, también, de la sanación. ¿Cómo llevar esta ética del amor a la práctica clínica? Sigmund Freud había advertido que la curación acontece en el marco de una relación de amor  que él llamó transferencia. En la tarea de disolver este vínculo transferencial

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residía el destino del tratamiento y la sanación del paciente, ya que, tal afecto es en realidad la repetición de un apego infantil que impide al paciente abrirse al auténtico amor y ser libre de la presencia del ayer en su vida. Y si bien Freud dejaba este dinamismo en el plano de la personalidad esto no quita el mérito de haber recobrado, recobrado, en la modernidad, modernidad, el valor del amor y de la libertad de las atadur ataduras as del del pasad pasado, o, como como dos fuerza fuerzas s cura curativ tivas as prop propias ias de todo todo encuentro terapéutico. Al igual que Bach, Freud impulsaba la cura como una labor labor de errad erradica icarr la ignor ignoran ancia cia e ilumin iluminar ar las prof profund undida idade des s de nuest nuestras ras sombras. La Terapia Floral debería aprender esta lección y rescatar el salto que que Bach Bach le agre agrega ga al inco incorp rpor orar ar,, al amor amor,, la sabi sabidu durí ría a y la libe libert rtad ad,, la dimensión del alma. Freud le daba un tinte transpersonal, a este problema, al ubicar las fuente fuentes s del del amor amor tran transfe sferen renci cial al en lo incon inconsc scien iente te de donde donde mana manan n los obstáculos que impiden el verdadero amor. Bach avanza un tramo mas y señala al amor como el cincel del trabajo el alma. En este lugar, el terapeuta con bondad, delicadeza, delicadeza, compasión compasión benevolencia benevolencia y respeto guía al paciente paciente en su tarea de descubrir la energía del amor en su alma. Y las esencias florales serán la ayuda para vencer las resistencias de la personalidad a este proceso. De esta manera la clínica floral es una clínica del amor, ejercida con amor y que promueve el amor y, el amor, es una virtud que todos podemos cultiv cultivar ar e incre incremen mentar tar y que que el terap terapeut euta a debe debe hacer hacer su balua baluarte rte.. Bach Bach comenta al respecto respecto “…r ecordemos ecordemos que el Amor es la base de la Creación;

que en cada alma viviente existe algo bueno y que, aún, en el mejor de nosotros también existe algo malo. Buscando lo bueno en los demás, incluso en aque aquellllos os que que algu alguna na vez nos nos ofen ofendi dier eron, on, apre aprende ndere remo mos, s, al menos menos,, a desarrollar nuestra benevolencia y nuestra misericordia así como la esperanza de que puedan encontrar mejores caminos; automáticamente surgirá el deseo de ayudarlos en ese camino hacia la perfección. La conquista final de todo solo solo podr podrá á logr lograr arse se a trav través és del del amor amor y la bond bondad ad y cuan cuando do haya hayamo moss desarrollado plenamente estas dos cualidades, nada podrá herirnos, pues siem siempr pre e tend tendre remo moss comp compas asió ión n y no ofre ofrece cere remo moss resi resist sten enci cia, a, ya que, que, reiteramos, por la misma ley de causa efecto, es la resistencia la que nos daña”  Cuarto paso: un arte que se transmite

En la mitad del año 1930 nace la Terapia Floral y la obra de Bach propone una revolución en el tratamiento del sufrimiento de las personas. El modelo a que da lugar su trabajo rompe con los esquemas esquemas conceptuales conceptuales de la ciencia aceptada y si bien hasta ahora ha quedado reducido a un territorio menos extenso que otros artes de curar que surgieron en la misma época, no se debe esto a la naturaleza de sus aportes sino a la forma de implementación implementación de su legado. Bach fue el suje sujeto to inicia iciall de su cre creación ión ter terapé apéutic utica a y sus contribuciones contribuciones resultan ser tanto un producto producto de desarrollos desarrollos teóricos y clínicos como una experiencia subjetiva de enfrentamiento de su propia sombra y sus 24

propios dolores. Bach fue el primer laboratorio viviente del ensayo floral. El fruto de la tradición que recoge, las tentativas que explora, las observaciones que que comp compru rueb eba a y el apre aprend ndiz izaj aje e en carn carne e prop propia ia en que que se frag fragua ua su descubrimiento configuran un crisol que da lugar al nacimiento de un arte curativo que en toda regla debería continuarse mas por transmisión que por  enseñanza. Para Para mucho muchos, s, la Tera Terapia pia Flora Floral, l, se apre aprend nde e en el proce proceso so de una una enseñanza escolar y la seguridad de su accionar profesional se la provee la instrucción adquirida en un programa de estudios. Sin embargo, este marco es insuficiente para dar cuenta del proceso que lleva a alguien al punto de asumir  la condición de ser Terapeuta Floral. Bach señalaba que “ El médico del mañana comprenderá que él, por sí 

mismo, no tiene el poder para curar, pero que si dedica su vida a servir a sus hermanos, a estudiar la naturaleza humana y así comprender en parte su significado, a desear de todo corazón aliviar el sufrimiento y a renunciar a todo  para ayudar a los enfermos, entonces podrá canalizar a través de él el  conocimiento que los guíe y la fuerza curativa que alivie los dolores. Y aún así, su poder y su capacidad de curar están en proporción a la intensidad de su deseo deseo y de su voluntad voluntad de servir. servir. Entonces, Entonces, compren comprender derá á que la salud, salud, al  igual que la vida, pertenece a Dios; que él y los remedios que usa son meros instrumentos y agentes del Plan Divino para ayudar a los que sufren a regresar  a la senda de al Ley Divina.”  Y agrega párrafos mas abajo “… habiéndonos habiéndonos liberado podremos usar esa libertad para ayudar a otros. “  Esto que Bach propone como lugar del terapeuta – deseo y voluntad de servir y canal e instrumento del Plan Divino- no es una materia que se aprenda en las aulas de una academia sino una disposición que se despierta por  Intermedio de una labor de transmisión propia de un quehacer iniciático. Una tarea que acontece en el seno de un transito terapéutico ritual  que, de una punta a otra, se camina de paciente-aprendiz a terapeuta-maestro. (14) Creo reo que que en esa esa direc irecc ción ión hay hay que que des despleg plegar ar la ide idea de que que aproximarse a ser terapeuta floral es la consecuencia de un recorrido personal por un sendero en el cual, la faena, es el esclarecimiento esclarecimiento sobre uno mismo, un camino que se atraviesa, en lo esencial, por la dinámica de la transmisión. Dicho de otra manera: el espacio de formación en la Terapia Floral es un templo y quien penetra por sus puertas viaja, navega, circula, por el laberinto de su propia sombra hacia la luz. Este bogar a la deriva de la guía del Plan de la Evolución conduce a algunos a ocupar el lugar de terapeuta , a recibir el ungimiento ungimiento de tal rol a partir de un llamado al cual responden con una decisión conciente de aceptación y un compromiso del alma de realizar un servicio.  ___________________________   _______________________ ____ 

(14) En un comentario sobre la Cábala el rabino Josef Itzjak Shneersohn, se pregunta: “¿Puede una persona aprender a tocar el violín estudiando libros de teoría, acordes y las

 posiciones de los dedos? Por supuesto que no. La verdadera destreza se adquiere por medio de la práctica, y el progreso será un reflejo del tiempo invertido en el esfuerzo puesto en entrenar las manos para que respondan a las órdenes de la mente, y así tocar el instrumento de acuerdo a la música. Este es el requisito necesario para la internalización o integración, cuando el conocimiento intelectual se “corporiza” a nivel físico del ser, de tal manera que

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nuestro comportamiento habitual expresa automáticamente esas verdades. Y para esto no hay  atajos, el progreso se consigue sólo por medio de la práctica y el trabajo. Este trabajo no sólo es importante, sino esencial para todos, porque la educación, en el sentido profundo de la  palabra, es una responsabilidad de cada uno.”  Terapia Floral: la encrucijada entre enseñanza o transmisión

Para poder seguir adelante en lo que estamos tratando de plantear es conveniente definir algunos conceptos. Por enseñanza aludimos a un procedimiento mediante el cual se comunican un conjunto de conocimientos que son puestos a disposición de los alumnos para ser asimilados. Esto implica un desarrollo educativo que procura adiestrar y aleccionar de acuerdo a un currículo que persigue determinados objetivos. El concepto de transmisión, en la Terapia Floral, conlleva algo diferente que no se reduce a la enseñanza sino que implica una experiencia en donde el legado de una tradición y la finalidad de una práctica son hechos que se revelan en el mismo acto de la experiencia terapéutica. La enseñanza de la Terapia Floral no puede fundarse exclusivamente en la comunicación de un conocimiento teórico y doctrinario. Instalada en ese sitio la formación depende de quien sea el maestro y la clínica que allí se explicita funciona como ejemplo que avala lo teorizado. Es como un círculo que se sostiene a si mismo y retroalimenta su veracidad a partir de sus propios supuestos. En cambio, la clínica que nace de la propia prueba subjetiva como paciente, de la ingesta floral y el trajín de elaboración sobre lo que ella genera, ya no es fruto solo de una instrucción sino de una experiencia, en la cual la Terapia Floral se sostiene no por un fundamento académico sino por el proceso terapéutico personal, no por dispositivo explicativo sino por un acto de confrontación y toma de conciencia. La obra de la transmisión formativa, tal como la postulamos aquí, procede como una función filosófica que no reduce su intervención al  pase de un conocimiento sino que extiende su fajina mayeutica al despertar de la conciencia y al encuentro de la sombra, en el transcurso del ejercicio de una experiencia liberadora de ataduras de creencias y prejuicios que denominamos fragua terapéutica. Es filosófica en el sentido de ser una práctica de amor a la sabiduría y búsqueda de la verdad que hace libres a los hombres y no por la acumulación de información. En este rumbo, tal postura tiene que ver con un modelo particular de articular y replantear la relación que existe entre enseñanza y aprendizaje que implica un nuevo criterio para concebir la transmisión educativa y la relación de los hombres con los saberes. ¿En que se basa este modelo? Su cualidad central es imaginar que la transmisión es un trabajo destinado a producir una transformación alquímica en el discípulo; una ruptura en el intimidad de la persona capaz de poner en movimiento un proceso de construcción de su subjetividad autónoma cuyo fruto es el descubrimiento de que lo cardinal no son los contenidos -los conocimientos que el maestro enseña- sino el mensaje que el maestro transmite al discípulo a través de los conocimientos que enseña; mensaje que le permite constituirse como sujeto sujetado a la ley de le evolución (respetar los mandatos del alma y no interferir  26

en los otros ni dejar que los otros interfieran en uno) y, desde allí, construir  creativamente saberes concretos y apropiarse de ellos. El discípulo trae un conjunto de saberes y un modo de relacionarse con ellos que funcionan como un sistema de creencias mediante el cual lee y concibe el mundo. Este sistema actúa como un obstáculo que le impide la expansión de la conciencia hacia niveles crecientes de evolución. Desde de este hecho la transmisión intenta provocar un quiebre en el modo habitual de relacionarse que el discípulo tiene con su saber. Este acto consiste en adquirir  un  poder , aquel que le da la capacidad de vincularse libremente con su saber  para transformarlo y transformarse a si mismo en un mismo acto. En suma, construirse como subjetividad autónoma idónea para apropiarse de los conocimientos y con la habilidad suficiente para distanciarse de ellos y recrearlos. De manera que lo que el discípulo aprende, en la transmisión, es a ser el mismo, libre e independiente; es a amar y a concebir su actividad terapéutica como una misión divina y como un asistencia compasiva y respetuosa hacia los semejantes. Estos valores, se hallan fuera de los limites de la ciencia que el maestro enseña, en este caso Terapia Floral. No son tanto realidades objetivas sino relativas que no se conectan tanto con el conocimiento como con la personas y con las maneras de vincularse existente entre ellas. En la transmisión el discípulo aprende, junto y por intermedio del estudio que el maestro promueve, un plus no conceptual que es como un don que no siempre, cuando se siembra, da los frutos esperados. Lo que si siempre caracteriza la transmisión es que es el ser un proceso interno de labranza y no un suceso de entendimiento exterior a la persona. No obstante enseñanza y transmisión de la Terapia Floral no son términos excluyentes sino que se aúnan en la relación formativa pero, en el tejido de lo que queremos plasmar en este texto, se insiste en el hecho de que el oficio de la clínica –inclusive la prescriptiva- se conoce en los libros pero se aprende en el lugar de ser paciente. Transmisión e iluminación

En varias oportunidades acentué en la idea de que la Terapia Floral tiene como objetivo el logro de la iluminación siempre que entendamos por  esto algo espiritual pero no sobrenatural. En sentido amplio, el concepto de iluminación alude a la adquisición de una nueva sabiduría, que conlleva el ser  capaz de dejar atrás las certezas de lo conocido hasta ese momento, traspasar  ciertos límites y expandir la conciencia hacia mayores niveles de comprensión. De este modo la experiencia de iluminación es un estado alterado de conciencia que genera un cambio, de mayor o menor intensidad, en los sistemas de discernimiento mediante los cuales la persona accede a la realidad. (15)  ___________________________________ 

(15 ) Dice Bach: “ Mas aún, la fracción de paz, felicidad, gozo, salud y bienestar que llega a nuestras vidas depende en gran parte de la proporción en la que la Divina Chispa pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra existencia “.Habría la posibilidad de seguir mencionando citas al respecto, en donde, aún de una manera mas directa, la meta terapéutica, en la Terapia Floral, es precisada como

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echar luz a la conciencia. Pero para Bach la realización de esta luz se da en términos muy concretos, ya que, para él el concepto de iluminación6esta ligado al amor, la verdad, la libertad y la unidad.

Se distingue la iluminación iniciática o sagrada de la intelectual o profana, distinción que, en muchos idiomas, alcanza hasta el uso de palabras diferentes para cada una de ellas, No necesariamente antagónicas indican, en cambio, planos diversos de experiencia. La primera, supone una significación de despertar de la conciencia, una vivencia de conocimiento interior irrefutable, un poner en claro, llegar al fondo, tocar lo divino, sentir la presencia Dios, la Unidad, el Todo. Sin embargo, lo espiritual no equivale a sobrenatural.  Al respecto Eckhart Tolle señala, en su libro El poder del Ahora, “La  palabra iluminación suscita la idea de un logro sobrehumano y al ego le gusta

que sea así, pero no es más que tu estado natural, en el que «sientes» la unidad con el Ser. Es un estado de conexión con algo inconmensurable e indestructible, con algo que es esencialmente tú y es mucho mayor que tú. Es encontrar tu verdadera naturaleza más allá del nombre y de la forma. La incapacidad de sentir esta conexión crea la ilusión de que estás separado de ti  mismo y del mundo que te rodea. Entonces te percibes como un fragmento aislado. Surge el miedo, y los conflictos internos y externos pasan a ser la norma.”  (16) La segunda, muy ligada a la filosofía occidental se considera a la iluminación como un logro de la razón, un darse cuenta intelectual y analítico.  Ante esto se suele observar, en el Zen, que “El conocimiento intelectual no es

la Verdad Suprema, el estado de Iluminación está más allá del pensamiento, de las palabras y de los símbolos. No puede ser descrito y no puede ser  entendido a través del razonamiento deductivo.”; “La inteligencia antes de la iluminación es una inteligencia con apegos ” y que “No se puede reflexionar  sobre este o aquel dicho; no puede basarse en sus propias experiencias para saber si ha experimentado o no la iluminación, hay que dejar todo. Si hay algo a lo que todavía está apegado, entonces esto todavía no es Iluminación.”   Ahora bien, la transmisión es la base de toda la enseñanza verdadera del arte terapéutico floral. Sin este acto no habría maestros, ni enseñanza, ni discípulos, ni aprendizaje, ni iluminación. Es una realidad que se vive y cuando ocurre no existe duda sobre su presencia y sobre la enseñanza que revela Siempre afecta y muestra que no es el diálogo –como ocurre en la psicoterapia- ni la ingesta de las esencias florales en si mismas, lo que produce la curación (y el aprendizaje) sino el mismo acto de transmisión: la experiencia terapéutica en toda su plenitud. Ninguna enseñanza de la Terapia Floral podrá decirse que esta consumada sino no pone sobre la mesa la cuestión de la transmisión y los efectos que promueve en la conciencia, tales como, oposición a la cura, transferencia, introvisión, cambio de paradigmas, etc. Fue una cierta transmisión la que mantuvo viva la llama de la Terapia Floral pero hoy, el paisaje que se observa es que la demanda de esta experiencia esta bastante relegada cuando no rechazada y negada.  _________________________ 

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(16) Esta es una buena ocasión para comentar que este es el carácter de la lección del  Aspen que mas allá de darnos valor para enfrentar lo desconocido no lleva a comprender que la oposición de lo natural y lo sobrenatural es una ilusión limitativa de nuestra conciencia.

Hay maestros del arte floral que mantienen activa la convicción de que es posible delegar el conocimiento floral con independencia de la experiencia de transmisión. Otros creen que en realidad es la transmisión lo que sostiene el conocimiento, lo que sustenta y dirige nuestro arte. Tal vez el punto de convergencia es reconocer que ambas certezas pueden articularse entre si pero que conllevan fines educativos diferentes. Todo el arte clínico supone, para su plena asimilación, la existencia de un proceso de transmisión intersubjetiva que no se aprende en los libros ni al cual se adviene en una academia. En tal proceso la conciencia es cuestionada, se pone en tela de juicio las percepciones y los imaginarios mentales habituales, se vencen las resistencias y guiado de la mano del maestroterapeuta el discípulo-paciente llega a los momentos de iluminación en los cuales se descubre a si mismo tal como realmente es y aprende los mecanismos y las vías para hacer reiterable esta práctica de develamiento. En suma, aprende a aprender y aprende a ser terapeuta y aprende a reproducir la relación en la cual, en ese ceremonial que llamamos tratamiento formativo , recibe la transferencia de un poder (o el descubrimiento de un poder) que emana del Amor, la Compasión y el Servicio y que lo muda en Terapeuta. Si bien es cierto que sobre este punto cabría investigar mas, vale la pena explorar  la conjetura de que el entrenamiento clínico significa un pasaje gradual hacia la iluminación y, aunque no se agote sólo en esto, desde el bautismo (inicio de un tratamiento) hasta la transmutación de la “graduación” (alta o fin) todo transcurre en un ascenso de la conciencia hacia una mayor claridad y mayor  unidad. Bach al referirse a la tarea del arte de curar en el libro Cúrense a ustedes mismos, expresa lo siguiente “ Cada caso requerirá un minucioso

estudio, y serán solamente aquéllos que hayan dedicado la mayor parte de su vida al estudio del Hombre y que además arda en ellos el deseo de ayudar, quienes puedan emprender con éxito este divino y glorioso trabajo a favor de la Humanidad. Sólo así podrán abrirles los ojos a quienes sufren, iluminarlos sobre la razón de sus existencias… Las negritas son mías y quise resaltar el punto específico de la concepción de Bach en torno de la labor terapéutica como una tarea de iluminación. Existen muchas otras citas para avalar este punto pero creo que todo lo manifestado hasta aquí abona esta idea sobre la cual no creo necesario insistir intelectualmente. Por el contrario, tengo la convicción que es solo en el pasaje por la experiencia terapéutica de iluminación cuando se comprende plenamente el significado de lo que estoy proponiendo. Seguramente esta articulación de arte terapéutico iniciático, transmisión e iluminación no es ajena en Bach a su paso por al masonería. Basta recordar  que una denominación de los masones es hijos de la luz  y que, tal vez, la principal misión de la masonería sea enseñar la ley de la evolución y su consecuencia: la construcción del hombre perfecto. Todo esto acontece en

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torno a un progreso gradual de la oscuridad a la luz y lo que ella implica en términos de sabiduría, amor, libertad, unidad. El viaje de occidente a oriente es guiado por una Luz (el Venerable Maestro) cuya tarea es llevar a los aprendices (y resto de los hermanos de la comunidad masónica) a través de la noche oscura por la cual caminan hacia su realización. La Logia es la imagen simbólica del Ser y despliega sus trabajos en un Templo que funciona como una fragua alquímica en donde se transforma la imperfección en perfección Nadie llega al mundo como producto acabado. Se esta, continuamente, en un proceso de cincelamiento de la piedra bruta (el alma incompleta) para conseguir que emerja a la luz libre de residuos innecesarios (defectos del alma, apegos) el Ser individuado. En esto consiste la obra del trabajo masónico: andar un camino de experiencia que nadie puede vivir por otro, que carece de atajos, que demanda zambullirse en la vida de un modo que ningún libro puede dar con el fin de evolucionar (tener mas Luz). Este sendero de evolución es expansión de la conciencia y esta encaminado a lograr que la persona se ilumine. El proceso de evolución de la conciencia lleva, paso a paso, a la percepción de la realidad de nuestra divinidad y facilita la manifestación de Dios en el interior de cada Ser, logrando, de esta manera, que la personalidad se sujete a los dictados del alma. Con este comentario quiero apuntar no sólo la idea de la importancia de la Luz y la iluminación, como conceptos, en la Terapia Floral sino, además al hecho de que este arte debería retomar el formato iniciático para darle estructura al ritual de un tratamiento. En el capítulo VI de Cúrense a ustedes mismos, La tarea del médico , cuando Bach habla de los tres pasos a seguir para poder ayuda a otros y convertirnos en terapeutas no queda mucho espacio para la duda al compararlos con las misiones de cada uno de los tres grados simbólicos de la masonería en su devenir hacia la Luz. Esto es lo que diferencia a la Terapia Floral, como psicoterapia, de cualquier otra psicoterapia: su necesidad ritual, su finalidad iniciática, su apuesta por la evolución del alma, su intención de lograr una personalidad responsable y respetuosa de los mandatos del Ser  Superior, su búsqueda de la luz, su concebirse como un templo donde se forjan (templan) las individualidades. En la edad media los vitrales formaban parte habitual de la arquitectura gótica religiosa. Los vitrales se convirtieron en los arquitectos de la luz  de los templos y, así, como las catedrales de este estilo parecen dirigirse al cielo, buscando elevar la mirada del hombre hacia el infinito, tal vez para expresar un anhelo de eternidad, del mismo modo, los vitrales, saturados de luz, simbolizaban, analógicamente, la participación mística de los seres humanos en Dios, tal como lo evoca, en varias oportunidades, San Juan de la Cruz. Es que, cuando el Yo se detiene maravillado a gozar del efecto de luminosidad y misterio que engendran los vitrales en el recogimiento de una iglesia, puede vislumbrar que, la luz filtrada (purificada, depurada, destilada) a través de los policromados cristales crea una atmósfera de encanto, belleza y armonía; un estremecimiento espiritual muy difícil de poder trasladar a palabras. Allí, la luz, sin perder su propia naturaleza, se derrama (esparce, dispersa, rocía, rebosa, 30

siembra, desborda) en haces fosforescentes cuyo destellos sacuden la imaginación del observador y la hacen volar, fundiendo las distancias cósmicas y borrando el tiempo, en una singular borrachera transpersonal de la conciencia. Pero, además, conmocionan el alma que admira y vive esa experiencia, ya que, es difícil sustraerse al magnetismo y la magia de la luz de un vitral sin que su presencia resuene y reverbere en el espíritu. Inclusive, hay personas que, influidas por la magia del momento, no solo perciben colores sino que, también, la polifonía de una música o la cadencia de un cántico, místico y monacal. Que esto sea el resultado de una exaltación de los sentidos no le resta mérito al sobresalto del psiquismo arrebatado por la pasión de la luz. Las esencias florales son como los vitrales de las catedrales del alma. Los terapeutas florales, arquitectos de la luz, iluminamos y ayudamos con ellas a que la persona perciba los colores ignorados de su vida y de su alma, y a que descifren el sentido que ellos transportan. Artesanalmente, como los maestros vidrieros, los terapeutas vamos montando, con paciencia, una imagen, con plomo y cristal, en la cual el paciente se pueda reconocer como totalidad. El plomo, buen retrato de su sombra; el cristal, reflejo de su luz.  Ambos necesarios para armar el vitral, ambas dimensiones forzosas para hacer a una persona completa.

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Capítulo segundo

El campo de la Terapia Floral  Los puntos principales de la conferencia de esta noche son dos: describir a ustedes un nuevo método de Terapia Floral y reducir tanto como sea posible los temores que cualquiera de ustedes pueda tener a la enfermedad  Edward Bach

La Terapia Floral constituye, aunque no solamente, un arte completo y autónomo en si mismo. Sus fuentes, su doctrina, sus fundamentos, sus teorías, su metodología y su artesanado práctico provienen, originalmente, de la obra del Dr. Edward Bach y de lo que, a partir de ella, se fue desplegando como corolario natural de sus propuestas. Ahora bien, ¿Cómo se la define hoy, a 75 años de su descubrimiento? Existen muchas respuestas pero ninguna exenta de cierta carga ideológica. Siempre el lugar en el que nos situamos para pensar los problemas determina el horizonte que vamos a contemplar y creo que es bueno conocer  estos puntos de referencia, antes de delimitar el territorio, para comprender las consecuencias a que este acto nos conduce y el significado real de lo percibido. Por ejemplo, si pensamos que el arte floral se reduce a una actividad prescriptiva nuestra práctica, será bien diferente, si se lo piensa como un recurso terapéutico dentro de un contexto más amplio de sanación. Del mismo modo ocurre si lo concebimos como una labor estrictamente psicológica o la suponemos como algo que involucra al alma, o si lo incluimos como una práctica médica o como una opción disyuntiva a ella. No se trata de dilemas antagónicos sino de caminos diferentes que, aunque persiguen el mismo fin, lo intentan alcanzar con cosmovisiones y, a veces, hasta recursos técnicos distintos. De manera que, frente al problema de la demarcación epistemológica de la Terapia Floral, la solución que propongo no tiene que ser leída como una verdad ni llevada más allá del contexto en el cual la expreso. Solo tiene significado si se la toma como una conjetura que refleja el estado de desenvolvimiento actual de los conocimientos sobre la Terapia Floral, tal y como los alcanzo a penetrar. Lo que si podemos aceptar como válido, en cambio, es lo que Bach comentó sobre el tema y, a partir de allí, ver como se pueden articular sus aportaciones en torno de la identidad de su descubrimiento, teniendo claro que a diferencia, por ejemplo de Hahnemann o Freud, él no puntualizó en un texto

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especifico en que consistía la naturaleza de las reglas y procedimientos de su descubrimiento. Muy poco antes de su muerte Bach pronuncia unas conferencias, habitualmente conocidas como Conferencias Masónicas, llamadas así porque las llevó a cabo en el Masonic Hall de Wallingford . En esa oportunidad Bach afirma que “ Los puntos principales de la conferencia de esta noche son dos: 1) describir un nuevo método de Terapia Floral…”. Con lo cual deja traslucir que su descubrimiento se trata de un método y que si bien es nuevo hubo otros, por lo cual, como queda manifiesto por otros textos, su creación esta avalada en una larga tradición que Bach entronca con antecedentes tan remotos como la medicina de Egipto y la India. (17) En esa misma conferencia, agrega una palabra clave para referirse a su creación: sistema. En otra conferencia de 1931 destinada a médicos homeópatas, Ustedes  provocan su propio sufrimiento, Bach indica tres ideas centrales de su propuesta: esta fundada en un principio de curación por lo opuesto, la verdadera curación es el amor y “en la curación correcta no debe utilizarse

absolutamente nada que releve al paciente de su propia responsabilidad; por  el contrario, sólo deben utilizarse aquellos recursos que lo ayuden a sobreponerse a sus defectos.”  Del mismo modo en Libérense a ustedes mismos, señala que “… tenemos el gran privilegio de ser capaces de ayudar a otros a curarse, y los únicos requisitos necesarios son el amor y la misericordia.”  En Cúrense a ustedes mismos, “… cuando encaramos el problema de la curación, podemos comprender que ésta también deberá ponerse a la altura d los tiempos y cambiar sus métodos, de un materialismo grosero, a una ciencia basada en las realidades de la Verdad y gobernada por las mismas Leyes Divinas que rigen nuestra naturaleza. La curación deberá pasar de dominio de los métodos terapéuticos puramente físicos, al tratamiento espiritual y  mental…”.”De modo que el médico del futuro deberá señalar dos grandes metas: la primera, deberá ser capaza de ayudar al paciente a conocerse a si mismo y señalarle los errores fundamentales que puede estar  cometiendo, las falacias en su carácter que tendrá que corregir y los defectos en su naturaleza que deberá erradicar y reemplazar por las virtudes correspondientes.(…) Sólo así podrá iluminarlos sobre la razón de sus existencias e inspirarles esperanza y fe con as cuales superar su enfermedad. El segundo deber de un médico será administrar remedios tales que puedan ayudar al cuerpo físico a recuperar fuerzas y asistir a la mente para recuperar  la calma, ampliando su perspectiva y apoyando su lucha por la perfección, que traerá paz armonía a toda su personalidad. (…) Y el rol del médico será el de ayudar al paciente a conocer esa verdad, señalarle los medios para alcanzar la armonía, inspirar en él la fe en la Divinidad, que puede superar cualquier mal y  administrarle los remedios que armonicen su personalidad y curen su cuerpo físico.”   __________________________

(17) “Se ha comprobado que ya desde los tiempos más remotos de la evolución

humana, el hombre ha utilizado hierbas como remedios curativos, y hasta donde alcanzan los registros históricos, ha tenido fe en que en las hierbas de las praderas, los valles y las laderas de las montañas, estaba latente el poder de curar sus enfermedades. Cientos de años antes 33

de Cristo, los antiguos hindúes y árabes, así como, también, otras etnias y otras civilizaciones, entre las cuales podemos contar a los egipcios, y mas tarde a los griegos y romanos, se convirtieron en expertos en el uso de esos maravillosos presentes de la naturaleza, continuando, luego, de forma ininterrumpidamente, aunque en grado decreciente, hasta nuestros días.” (Edward Bach)

Creo que con estas citas (aunque existen muchas otras a ser tomadas en cuenta) es posible hacer una primera aproximación que localiza lo que Bach entendía acerca de lo que estaba construyendo. Lo inicial es que pensaba a su propuesta terapéutica como una totalidad, con sus propias leyes y objetivos, es decir, como un sistema. Pero, también, como un camino (método) capaz de llevar a los hombres a la verdadera curación. Un sendero que tenía un linaje que podría rastrearse hasta la antigüedad de la práctica médica y que se había preservado, a lo largo de los siglos, por una sucesiva y continua cadena de transmisión que había desafiado el tiempo. Este no es un comentario menor, ya que, coloca a la Terapia Floral no como una técnica sino como una auténtica estructura de curación, con personalidad autónoma y específica pero dentro del contexto mas amplio de una tradición del arte de curar que busca que los hombres alcancen su realización mas que remuevan sus síntomas, que entiende la enfermedad como un signo de un descarrío de la senda correcta y que usa el respeto de las leyes de la naturaleza y remedios naturales para alcanzar sus fines. En segundo lugar, que este arte orienta sus esfuerzos al despertar las fuerzas autocurativas de las personas. Los pacientes son responsables (no culpables) de sus propios padeceres y la Terapia Floral participa en la tarea de promover un esquema curativo en el cual sea el esfuerzo y el ingenio del propio enfermo el que lo libere de la esclavitud de su enfermedad. Esta ayuda o guía se realiza bajo la premisa de no interferir en el recorrido personal y las elecciones de cada paciente y ser ejercida con amor y misericordia. Finalmente, la Terapia Floral se establece como una práctica que no pertenece al orden de la curación material, ni centra su objetivo de trabajo en la personalidad sino en la sanación espiritual de las personas. Esta es una tesis central que la separa tanto de la Psicología como de la Medicina aunque pueda valerse de los conocimientos de ambas ciencias. Así, el cuerpo que le interesa a la Terapia Floral no es el cuerpo como organización anatómica y fisiológica, tal como lo considera la Medicina, sino la corporalidad, es decir, la biología humana como pantalla de proyección donde las emociones se dramatizan y como mapa simbólico donde se expresan los conflictos entre el alma y la personalidad. Lo mismo sucede con la Psicología. Las psicologías habituales realizan su labor de indagación en el espacio de lo que acontece en la vida de la personalidad, mientras que las llamadas psicologías metafísicas lo hacen en la del Espíritu. Las primeras estudian las luchas y colisiones en el interior del psiquismo, las segundas los que habitan en el alma. La Terapia Floral, en cambio, centro su interés en la relación antagónica y complementaria entre alma y personalidad, entendiendo a esta última no como un fruto de la dinámica dado-adquirido (natura-nurture) sino como un sello que Dios regala y el alma elije como el mas adecuado para la labor de aprendizaje en esta tierra. 34

Por otra parte las psicologías tradicionales tienen como meta ayudar a la curación mientras que la Terapia Floral lo que persigue es erradicar la ignorancia, convencida que es solo haciendo conciencia como se eliminan los síntomas y que todo lo que no se hace conciencia se vuelve atadura que esclaviza. De modo que la Terapia Floral, en esto, se asemeja al Psicoanálisis que, como ella, no busca la cura sino el conocimiento. Hay otro rasgo importante propio de la Terapia Floral. Mientras que tanto las psicologías como el psicoanálisis generan un método de trabajo psicoterapéutico que, en sus diversidades, mantiene su indagación dentro del ámbito de la realidad psíquica, la Terapia Floral se plantea trascender esta frontera y ser una metodología de acceso a la iluminación. Tal postulación hace a la Terapia Floral una práctica cercana a las exploraciones y conclusiones del movimiento transpersonal pero, sin embargo, no puede identificarse como parte del mismo, ya que, mantiene una distancia teórica importante aunque no antagónica con este pensamiento psicológico. Con esos datos ¿Cómo podemos expresar, en una definición, lo que es la Terapia Floral? I. Definición de la Terapia Floral

La Terapia Floral puede ser definida, por lo menos, desde cuatro lugares complementarios: como ciencia, como filosofía, como arte y como técnica. A cada aspecto le corresponde un plano particular de análisis de su campo aunque existe, entre ellos, un movimiento permanente de interconexión y matices difíciles de separar totalmente. Son como hilos de diferentes colores que forman un nudo en un tapiz: se los puede distinguir uno de los otros pero entre todos hacen el nudo. Así, la Terapia Floral, no podrá ser tal sin arte, del mismo modo que sin ciencia, sin filosofía y sin técnica. Cada una de estas facetas aporta un pilar necesario al sostén del edificio común de la Terapia Floral que, en su discurso, no solo requiere la participación de la razón (que moviliza la Filosofía y la Ciencia) sino, también, de revelación e intuición (que aporta el arte) y la destreza (que da la técnica). Tal como William Blake lo señaló “La verdad nunca puede ser dicha de modo que sea entendida y no sea creída.” Basta leer a Bach para reconocer la certeza de esta afirmación. Sin embargo, el modelo hoy predominante, y casi excluyente, en la Terapia Floral, es el de la técnica. Una técnica que, a diferencia de otras disciplinas, aquí ni siquiera es clara y precisa, ni puede plantearse en reglas de un modo inequívoco, ni es factible de trasmitirse en un libro sin que, para esto, medie cierta imposición dogmática para darle aval. Y, aunque en este momento la técnica, en el territorio floral, en términos prácticos, sea una aspiración, el ideal que la guía no deja por eso de presionar la dirección de su ejercicio, Sin embargo, el prototipo conformado por la técnica esta en crisis en todos lo campos científicos. La causa de tal trance se debe, en parte, a la relación estrecha que la técnica guarda con el pensamiento lógico y con la ciencia, imaginada, ésta última, como una estructura derivada de los conocimientos provenientes de las ciencias naturales y exactas.

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Estos campos, junto con los aportes de la lógica y la técnica, han permitido dar, a la humanidad, a lo largo de su historia, un gran paso adelante pero, su malestar actual, es la consecuencia de no haber sabido descubrir al mismo tiempo sus propios límites para comprender el fenómeno humano en toda su magnitud y, en especial, en su dimensión espiritual. De hacerlo, esto obligaría tener que incluir la actitud, el proceder y los paradigmas del arte y la filosofía de modo que la ciencia y la técnica se redimensionen en otro universo diferente al del pensar positivista que Bach tanto criticara como impedimento para alcanzar la verdadera curación. 1. La Terapia floral como ciencia ¿En que consiste el ser una ciencia? El sustantivo latino del cual deriva la palabra ciencia se podría traducir literalmente como sabiduría lo cual agrega poco para responder la pregunta, ya que, hay muchos saberes que no son de orden científico alguno. Así, por ejemplo, sé cuando es la fecha de cumpleaños de mis hijos pero esto ni implica que tal saber sea ciencia. Un paso a delante es el concebir a la práctica científica como una modalidad del conocimiento (aprehender el mundo por medio de representaciones) que tiene la aspiración de formular leyes mediante las cuales se da cuenta del modo en que ciertos fenómenos son gobernados por  ellas. Sin embargo, esto aun deja un margen de incertidumbre acerca de lo que es una ley científica, hecho que se despeja si se agrega el requerimiento de que las mismas deben ser formuladas en un lenguaje que posea rigor, precisión y propiedad y, al mismo tiempo, sean capaces de describir los hechos a los que aplica, ser comprobables, por medio de la observación y la experimentación, y tener poder de predicción sobre los acontecimientos futuros que su delimitación abarca. Es debido a las exigencias de estas condiciones que, durante un tiempo, las matemáticas fueron el referente obligado del lenguaje científico Esta concepción de la ciencia y de la ley científica esta basada, por una parte, en la epistemología del útil. Un útil es lo que prolonga la acción de un sentido. Así, un microscopio electrónico con toda su complejidad no es otra cosa que un útil que aumenta el poder de la vista. Pero, por otra, supone a la percepción como requerimiento esencial, dado que es la función que permite observar y experimentar. Esto conlleva que solo lo mensurable y repetible es científico, dado que, solo la materia puede anhelar ser mirada como susceptible de ser objeto de la ciencia. Este modo de pensamiento que condujo a la formación del pensamiento positivista y a la concepción sensualista de la ciencia, sufrió una grave crisis ante la circunstancia de que existen una serie de fenómenos, como el átomo, por ejemplo, que no pueden se observados. Del mismo modo que con el inconsciente, la vida o el alma, no se trata aquí de un juicio de existencia sino de posibilidad. No hay posibilidad que estos órdenes se muestren como tales sino que lo hacen por medio de sus manifestaciones. Esto obliga a repensar la ciencia desde otros lugares en donde los valores que la sostenían hasta ese momento se tornan inoperantes y a reconocer que frente al conocimiento

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objetivo que proporcionan unas ciencias hay un universo de conocimiento subjetivo tan real y válido como el primero. Las consecuencias inmediatas de esta crisis fue, por un lado, el reconocimiento de que el ser de una ciencia no se basa únicamente en la verificación experimental de los fenómenos propios de su territorio sino que este carácter es particular de un tipo de ciencias (las naturales, reales y objetivas) y no aplicable a otras (las biográficas, simbólicas y subjetivas) y, por  otro, que la ciencia no constituye el logro de la verdad sino un camino rumbo hacia la disminución del error. De manera que, las postulaciones científicas no son absolutas sino relativas al momento de evolución de los conocimientos de la humanidad. La cuestión de la Terapia Floral como ciencia no es, entonces, de sencilla resolución. De las consideraciones que hemos estado haciendo a lo largo de este libro puede entreverse que la Terapia Floral no puede desprenderse ni de las ciencias exactas y naturales ni de las llamadas ciencias humanas. A las primeras la une toda la reflexión sobre la cuestión de la energía así como la referencia a los mecanismos de acción vibracional de los remedios florales. A la segundas el soporte que le dan la Psicología, la  Antropología, la Lingüística y la Filosofía. Sin embargo, su lugar es otro, tan alejado de las unas como de las otras, y si bien se define a si misma como Ciencia Terapéutica, no lo hace en el sentido semejante a como la Medicina como dominio separado. Por el contrario, la Terapia Floral acentúa un rasgo que tiende a ser común en todas las disciplinas terapéuticas pero que pocas lo toman en cuenta como objeto de reflexión: el hombre en la medida que conoce se conoce, en la medida que transforma se transforma. Es decir, el proceso terapéutico como herramienta de evolución individual y colectiva (ya que el hombre sólo puede realizarse en una humanidad que se realiza) y el hombre total expresado en cada una de sus obras particulares (en tanto el hombre es una realidad holística cuya unidad se muestra en cada acto). Es en este contexto que la Terapia Floral es una ciencia y, al mismo tiempo, un paradigma científico. Por la naturaleza de los elementos que toma en consideración y sobre los ámbitos en los cuales va a actuar se instituye como la ciencia que estudia el espacio de configuración de las emociones

como escenario donde se dramatizan los conflictos entre el Alma y la Personalidad. Como paradigma, si bien en los grandes trazos es clara su inscripción dentro de una visión holística y trascendente (espiritual) de la ciencia, la cuestión presenta ciertas dificultades al momento de precisar los modelos concretos de abordaje de los problemas porque, coexisten, en Bach, dos sistemas explicativos simultáneos de ciencia. Uno es el energético, causal y descriptivo (vibración) y, el otro, el simbólico, sincronístico y comprensivo (lenguaje). Cada uno de ellos tiene su validez en el ámbito en el cual se aplica y es necesario aceptar esta diferencia dado que no se trata de intentar articular  ambos modelos ni enlazar sin más sus propuesta en un conjunto unitario, sino hacer carne que son dos distintas series de representaciones que en la Terapia Floral se hace sobre el enfermar, la salud y la cura.

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Los terapeutas, inclusive Bach, hemos vivido en el marco de una concepción según la cual la terapia, como tal, busca la cura de un padecer y que la enfermedad es el fruto del desarreglo de un organismo, una disfunción o la lesión de un sistema. Y si bien hemos podido superar este lenguaje por otro más cercano al humanismo no siempre la ideología donde se soporta esta manera de decir ha quedado atrás. Cuando entran en escena la comprensión biográfica y simbólica de una enfermedad el paradigma de acercamiento a los fenómenos se modifica, ya que, esto supone la existencia de una teoría “… emanada de las ciencias de la

cultura, que operan con los conceptos de historia, mito, lenguaje, arte, sociedad y, también, conciencia, representación, significado y deseo. En este otro ámbito, además hermenéutico, caracterizado por la búsqueda de un segundo sentido, de un lenguaje oculto, inconsciente y al mismo tiempo revelado mediante los derivados que deben ser interpretados como signos “bilingües”, la comprensión en términos de finalidad, enfoque teleológico, amplia el campo del pensamiento causal.” (Luís Chiozza). Y aunque en la Terapia Floral deberíamos hablar de un tercer sentido, que ya no estaría fondeado en lo inconsciente sino en el Alma, el planteo del maestro Chiozza es perfectamente válido para diferenciar ambas concepciones de ciencia. Por otra parte si nos preguntamos sobre que es aquello con lo que los terapeutas florales trabajamos, la respuesta inmediata no es la materialidad de una manifestación sino una existencia subjetiva que no puede ser evaluada con los parámetros de la objetividad. De manera que al mirarlas de cerca vemos que ambos caminos de la ciencia son diferentes en su acceso a la conciencia científica. En el intento por conciliar objetividad y subjetividad no reside la mayor  asertividad y el mayor rigor, ni tampoco se logra en el proceso de subordinar el campo de investigación floral a los requerimientos de un “método científico objetivo”. Por el contrario, nuestra ciencia requiere de otras consideraciones que no la hacen menos ciencia. Y en esta dirección hay que tener presente que los terapeutas florales trabajamos con significaciones y no con hechos u objetos. Pero hay un punto sobre el cual insistir: la Terapia Floral no es una ciencia de cualquier orden, sino, tal como se enfatizó en el capítulo anterior, una ciencia con conciencia. La ciencia sin conciencia es ignorancia (nesciencia) del mismo modo que la técnica sin humanismo es barbarie y aunque estas sean palabra fuertes no son menos ciertas. No sólo la tecnología requiere un replanteo bioético. Las terapéuticas también lo demandan. Algunas mas, otras menos, pero, todas, parecen algo perdidas y alejadas de su centro originario que es servir al hombre no como máquina, cuyas piezas son reemplazables o rectificables, sino como una persona con conciencia que esta en la tierra, que es una escuela, para aprender a amar, a saber, a ser libre y a ser solidario. ¿Podemos decir que nuestra ciencia trabaja en esa dirección? 2. La Terapia Floral como filosofía  A esta primera definición de la Terapia Floral como ciencia puede agregarse una de alcance más global donde este arte se determina como una 38

práctica liberadora de la dependencia, la ignorancia, el egoísmo y la disociación. Puesto en palabras afirmativas: una práctica que por medio de los recursos propios de su arte busca que las personas alcancen niveles crecientes de libertad, sabiduría, amor y unidad. Si aceptamos que el interés de la filosofía es buscar la sabiduría vemos que esta preocupación es coincidente con la que Bach plantea como eje central de la Terapia Floral. Si bien es cierto que lo que se entiende por  filosofía no es unitario y este campo ha sido muchas cosas a lo largo de la historia creo que el concepto de búsqueda de la verdad o de amor a la sabiduría se puede sostener con bastante fortaleza a la par que permite diferenciar a la filosofía como abordaje para la formulación de preguntas y el hallazgo de respuestas, de los paradigmas filosóficos concretos que se fueron desarrollando en tiempos y culturas diversas entre los cuales se encuentra el de Edward Bach. Pero, con independencia de esta precisión, cada vez que Bach se encamina hacia las fuentes del saber que funda su práctica terapéutica esta ejerciendo de un modo espontáneo (o intencionado) la reflexión filosófica. Es por eso que, a veces, he mencionado la posibilidad de imaginar su propuesta de trabajo en la clínica como metaterapéutica. Si bien el modelo filosófico de Bach se encuentra disperso a lo largo de toda su obra, textos como Cúrense a ustedes mismos, Libérense a ustedes

mismos, Algunas consideraciones sobre la enfermedad y su curación, Ustedes  promueven su propia enfermedad y  los llamados escritos filosóficos, dan cuenta de su pensamiento en este ámbito, cuyas columnas vertebrales pueden encontrase, parte una parte, en lo que Bach denomina verdades fundamentales y, por otra, en la ética de las virtudes y defectos. En el capítulo segundo de Cúrense a ustedes mismos Bach enuncia el principio de que para poder descifrar el sentido de la enfermedad y la razón de la presencia de síntomas en la vida de una persona es necesario comprender, previamente, ciertas verdades fundamentales ( esenciales, primordiales, cardinales, radicales, imprescindibles, centrales, nucleares). Tal propuesta implica una delimitación ideológica que supone pensar  que el arte de curar se sustenta en una estructura global de naturaleza metafísica y espiritual, que podríamos denominar  cosmovisión. Esta posición entronca la obra de Bach, en este punto, con antiguas tradiciones griegas como la derivada de Asclepíades y la pitagórica. La importancia de este punto es decisivo, ya que, la práctica terapéutica, se ordena, para Bach, dentro del plan de la evolución como una actividad de ayuda a los que sufren "a regresar a la senda de la Ley Divina” y no como una acción instrumental que se basta a sí misma. De modo que tales verdades funcionan como proposiciones filosóficas y pilares de su concepción terapéutica y todas las cuestiones técnicas y clínicas se jerarquizan a partir de ellas. Por su parte la cuestión de los defectos y virtudes, causas última de la enfermedad y la salud, hay que analizarla en relación al proceso de evolución del alma, no solo como un fundamento teórico sino, además, como un criterio clínico. Dice Bach, por ejemplo, que “Las enfermedades primarias verdaderas 39

del hombre son defectos como el orgullo, la crueldad, el odio, el egoísmo, la ignorancia, la inestabilidad y la codicia, y si analizamos cada uno de ellos, descubriremos que todos son contarios a la Unidad. Defectos como éstos son las auténticas enfermedades y es la persistencia en tales defectos –una vez  que hemos llegado a un estado de desarrollo es cuando sabemos que son erróneos – los que provocan en el cuerpo los resultados perjudiciales que conocemos genéricamente bajo el nombre de enfermedades.”  (18) 3. La terapia Floral como arte Mientras la ciencia pretende la alcanzar la verdad mediante las pruebas de un método que arroje comprobaciones perceptibles y resuelva enigmas de acuerdo a un paradigma hipotético-deductivo y experimental, y la filosofía, por  su parte, a través del camino de la lógica conduce una reflexión que intenta hallar la respuesta a un problema que supera la evidencia sensorial, el arte intenta recuperar la dimensión del misterio de la vida. No busca respuestas, ni soluciones. Por el contrario, la ciencia y la filosofía no anhelan plasmar  universales sino subjetividad, ni esperan despejar incógnitas sino alentar  paradojas. La filosofía y la ciencia ambicionan plasmar la estructura perfecta; el arte, por su parte, desecha la completud y ama lo no realizado. La técnica se apega a norma y a los procedimientos, el arte los trasgrede. La ciencia y la técnica persiguen los acuerdos y consensos y el arte y la filosofía buscan más los desacuerdos y los disensos. Al arte no le interesan los objetivos ni desenvolverse por un territorio que pueda delimitase con total claridad. El arte no solicita maneras correctas de hacer las cosas sino libertad para expresarse, Tiene muy poco que ver con la moral y su práctica lleva a los hombres a conectarse con los misterios que moran en sus corazones a despecho de los juicios que habitan en su mente. La finalidad del arte no se basa en lograr hacernos felices y dichosos sino en hacernos penetrar en el sendero de la alquimia del alma en donde nuestra sombra y nuestras carencias se revelan. La Terapia Floral como arte toca al alma y lleva a los pacientes a establecer una comunicación con la divinidad que yace escondida tras las máscaras y las armaduras de la personalidad. Es por eso, que como arte, la práctica floral, es un proceso alquímico en el cual la conciencia se trasmuta por  medio del amor que es, según Bach, la energía curativa mas elevada. La ciencia quiere explicar, la filosofía saber, la técnica excelencia pero el arte ambiciona transformar la realidad. En este sentido, vale recordar que todo arte consiste, en esencia, en la creación de formas, en un acto de transmutación de una materia informe en una estructura definida. Tomemos por caso la alfarería en donde a partir de la arcilla que se extrae de la tierra (imagen de nuestra sombra), se modela y cuece para lograr  un recipiente determinado con función y significación personal y cultural (imagen de lo que accede a la conciencia).Pero, al mismo tiempo, toda forma es portadora potencial de información, es decir, susceptible de trasmitir  mensajes en el marco de un proceso de comunicación. Así, un tratamiento

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floral, visto como producción mancomunada, entre paciente y terapeuta, de  ______________________________________

(18) Para ampliar este tema recomendamos consulta Bach esencial, Luis Juan Bautista, Indigo, Barcelona, 2005

una obra de arte, es vínculo, sintonía y, como el arte, interacción (19). Interacción situada a mitad de camino entre el modelo que guía su ejercicio y la experiencia concreta de su realización. Pero aún hay más. La Terapia Floral tiene como fin volver a conectar al hombre con lo divino, desconexión que este paga con el correctivo que le ofrece la enfermedad. Como ciencia, filosofía y técnica no alcanza su meta de poner al paciente en marcha hacia lo divino y a que éste perciba la multitud de formas por las cuales la divinidad encarna en el mundo y hace oír su voz. Si la ciencia, la filosofía y la técnica suponen conocimiento y adiestramiento el arte demanda una pluralidad de experiencias. Experiencias en las cuales, en el caso de la Terapia Floral, en el entrelazado de almas que se forja en la relación terapéutica que allí se consolida, el arte floral no solo es un don y una misión sino, además, una revelación del alma y una incitación a zambullirse en sus misterios. En este sentido Thomas Moore señala que “ El arte nos permite

contemplar nuestras experiencias y, por consiguiente invita a participar al  alma, Sustenta las emociones de las que el alma se alimenta y conserva la complejidad propia de su reino. La mente aprecia la limitación de sentido  propia de la lógica y la clasificación pero el alma encuentra más para masticar  en la diversidad, la densidad y la sutileza del arte. El alma siempre se esta buscando a sí misma y siente gran placer al verse reflejada en el mundo material. Cuando miramos la deslumbrante salida del sol, estamos contemplando la belleza de nuestro propio cuerpo, porque hemos salido de esta tierra en el misterio del nacimiento. La salida del sol nos ofrece un nuevo día y una nueva visión de esperanza de la renovación y la resurrección. Si nos vemos a nosotros mismos como un rompecabezas a resolver estaremos satisfechos con las explicaciones racionales, pero si nos vemos como seres hechos de misterios necesitaremos imágenes que no sean limitadas. Una buena presentación artística podrá arrastrarnos a la confusión y ayudarnos a sentir el caos de la vida más vívidamente que nuca. La verdad en el arte es difusa e inefable pero al mismo tiempo ofrece un grado de honestidad y  certeza imposible de hallar en otra parte.”  De tal manera que al soñar a la Terapia Floral como arte trae como corolario el poder seguir dando fe, como terapeutas, de que los misterios continúan existiendo en los repliegues de la conciencia y del alma del hombre y que, además, hay quienes están interesados no en disecarlos sino en hacerlos suscitar y respetarlos Misterios, esa roca tan heterogénea y no idéntica que sale a luz en medio de aperturas de sentido, imprevistas y repentinas, en las cuales se logra fundar diálogo con los pacientes. Son estos coloquios, que no sabemos muy bien a que lugar nos llevarán, como tampoco

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sabemos, con certeza, que cuerdas una esencia floral hará repicar, el escenario y el taller donde el arte floral forja la personalidad.  _____________________  (19) De este modo el arte de curar floral  consiste –como las producciones de los artistas del “bricolaje” que toman sobras y restos y construyen una sentido plasmado en una obra – en posibilitar en el paciente la entrada a una auténtica experiencia de transformación de los "retazos" de su vida –sueños, síntomas y vínculos – en una imagen de sí mismo plena de significado. En suma, hacer que los eventos de una vida se interioricen o metabolicen como realidad biográfica subjetiva y plena.

Entonces, frente a su lado como ciencia, filosofía o técnica, la Terapia Floral, como arte, como todo arte, continúa siendo una forma fundamental de la razón insatisfecha. Esa inquieta red que se agita y nos mueve, no tanto para obtener una buena pesca, sino para dar cuenta de que el alma esta pescando, esta en proceso, esta en camino. Lo importante no es el logro, lo que vale es el intento. El arte floral es eso: sostener un intento del alma por aprender. 4. La Terapia Floral como técnica El origen de la palabra técnica conjuga tanto el aspecto de habilidad como el de oficio en el desarrollo de una práctica particular que busca conseguir ciertos objetivos ajustando su accionar a un conjunto de reglas, normas y procedimientos establecidos. Estas pautas, sin embargo, difieren en su universalidad y su posición de acuerdo al campo en donde se aplican. Es claro que no posee el mismo carácter la técnica quirúrgica o de construcción de un rascacielos que la que se desenvuelve en el territorio del arte de curar  psicoterapéutico. E inclusive, dentro de este amplio segmento, cada escuela establece instrumentos y cánones diversos y hasta opuestos para alcanzar el mismo fin. Hay que señalar que la técnica supone una teoría sobre ella, proposición que parte de definir los principios fundamentales que la alientan y que, en el caso de la Terapia Floral, “erradicar la ignorancia”, “reestablecer la armonía entre el alma y la personalidad”, “abrir la personalidad a la luz del alma”. siguen siendo el objetivo y el sendero de toda la técnica floral. Sin embargo, aunque en estos puntos de partida exista consenso hay una serie de factores que generan divergencias, a veces profundas, entre los que practican el arte creado por el Dr. Edward Bach.  Algunos de ellos, mencionando los significativos, son: a) El hecho de que toda manera de implementar la técnica depende, en gran medida, de los conocimientos profesionales y generales que posee cada terapeuta; b) Que la experiencia personal en otros campos del arte de curar  influyen decisivamente en la forma en la cual cada terapeuta floral trabaja en la clínica, c) Que existen procedimientos técnicos aceptados por unos y rechazados por otros y que el uso de tales recursos conlleva a conclusiones diversas según sea el instrumento utilizado, d) El trabajo personal de cada terapeuta incide en la formulación concreta de la técnica que usa,

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e) El hecho de con quien un terapeuta se formó o con quien realizó un trabajo terapéutico como paciente es, también, determinante a la hora de establecer acuerdos o disensos técnicos.  A estas dificultades se le aúna el hecho de la carencia de textos que aborden los problemas técnicos como algo más que la descripción de una regla o como un análisis de la destreza en el arte de la formulación. Los problemas técnicos, en nuestro arte, trascienden las cuestiones de procedimientos que pueden estandarizarse, ya que, la práctica floral escapa en mucho a la objetividad, a la respuesta unívoca en situaciones semejantes y en donde la mirada debe estar puesta siempre en buscar adaptar la técnica a las reacciones personales y particulares de cada quien antes que responder con formas fijas de trabajo. La técnica es necesaria, y el Terapeuta Floral debe conocer este aspecto de su labor, dado que, al momento de practicarla esta visión le aporta un conocimiento de cómo llevarla a cabo de un modo lo mas adecuado posible. Hemos expuesto los cuatro puntos anteriores como aspectos simultáneos y diversos de la Terapia Floral pero cabría agregar que esta ciencia, filosofía, arte y técnica es, también, una práctica (el saber que conlleva y es el fruto de la acción) y un lenguaje. En la práctica se articulan dinámicamente los cuatro aspectos anteriormente mencionados y, como lenguaje, la Terapia Floral permite la construcción y descripción de la realidad con símbolos que llevan impresa su particular significación. Así, por ejemplo, cuando se menciona que una persona manifiesta una personalidad Water Violet tal designación posee una resonancia entendible para todo aquel que posee el código. Sin embargo, esta implicación lingüística no se reduce a una nomenclatura sólo clínica sino, por el contrario, puede ser extendida a todos los ámbitos de la vida. Tal como lo insiste el maestro Luis Jimenez, cada flor  es un símbolo que alude y conecta entre si a diferentes realidades temporales, espaciales y substanciales desde las mas concretas a las mas sutiles, desde las mas internas a las mas externas . 4.1 Los capítulos de la técnica

Los diversos problemas de la técnica floral pueden ser agrupados en una serie de seis capítulos, cada uno de lo cuales aquí solo son mencionados ya que se desarrollan en un próximo texto. Estos son: 1. Encuadre y contrato, que incluye todo lo concerniente al dispositivo formal que hace posible la tarea terapéutica, tales como las horarios, honorarios, compromisos, etcétera. 2. Criterios y reglas, que abarca los procedimientos específicos de la prescripción, indicaciones, contraindicaciones, situaciones y casos particulares. 3.  Arte y rituales, que alude a las consideraciones ceremoniales de la labor prescriptiva y a su carácter creativo.

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4. Formas de preparación, técnicas de preparación de las esencias en origen y para el paciente, direcciones de la acción floral, medios vehiculares, etcétera. 5. Frecuencia 6. Evaluación de la acción de las esencias florales II Ahora si la definición

La Terapia Floral puede definirse, entonces, como un arte psicoterapéutico y prescriptivo o como una psicoterapia –de corte espiritual.ayudada por remedios naturales. Dicho de un modo más preciso: es un arte psicoterapéutico, clínico, medicamentoso no farmacológico, causal, reaccional y holístico, Tal semblanza constituye la figura exterior de la Terapia Floral pero, con certeza, existen otros artes de la salud que se ajustan a estos mismos criterios de entendimiento, de manera que no es en este plano donde es viable hallar  su especificidad diferencial que la permita caracterizar con propiedad. En cambio, cuando miramos la naturaleza de su dinámica interior, surge con toda claridad el hecho de que allí reside y late lo que le da su verdadera fisonomía personal y privativa. ¿Cuál es?  Al pasar de la textura a la trama del arte floral se hace evidente que su tejido más substancial entraña la convergencia, en un mismo nudo, de cinco hebras de esta práctica. Estas son: mayéutica, dialéctica, simbólica (interpretativa), alquímica e iniciática. Ya sea por su exterioridad como por su interioridad, la Terapia Floral no deja de ser un arte, un modo de hacer o producir.  Aristóteles decía que, el  arte, trata de algo que llega a ser, a lo cual agregamos, en este caso, y que toca al Ser , ya que, el destino final del arte floral como mayéutica, dialéctica, simbólica alquímica e iniciática no es otra cosa que el Alma. A. La cara externa de la Terapia Floral

Hemos definido la cara manifiesta de la Terapia Floral como un arte psicoterapéutico clínico, medicamentoso no farmacológico, causal, reaccional, natural y holístico. Veamos esto con más detalle. a. Psicoterapia, dado que su objetivo central no es administrar 

remedios sino proporcionar ayuda para que el paciente descubra las causas reales e inconscientes de su enfermedad. Bach comenta al respecto “ El 

médico deberá ser capaz – a partir de la vida y la historia del paciente- de determinar el conflicto o la falta de armonía entre el cuerpo (personalidad) y el  alma que están provocando la enfermedad, y de este modo brindarle el  consejo y el tratamiento necesarios para aliviarlo.”…”..los médicos deben cambiar la actitud del paciente hacia la enfermedad y la salud.”… “…será necesario que los pacientes se encuentren preparados para enfrentar al  verdad de que la enfermedad se debe total y exclusivamente a los defectos que se esconden en su interior…”…”En la verdadera curación no se debe

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 pensar en la enfermedad; sólo se debe tener en cuenta el estado mental, el  obstáculo mental.”…”… dos grandes metas: la primera deberá ser ayudar al   paciente a conocerse a si mismo… “  “El deber del arte de curar será el de asistirnos y proporcionarnos el conocimiento necesario para vencer nuestras enfermedades (…) concentrará sus esfuerzos en lograr la necesaria armonía entre cuerpo, mente y Alma que traiga el alivio y erradique la enfermedad.”.. “  Nuestra labor como médicos puede ser así esbozada: estudiar la naturaleza humana, siendo así capaces de guiar a nuestros pacientes al conocimiento de sí mismos, aconsejándoles sobre como armonizar sus personalidades con sus amas…”  Las citas podrían continuar pero, tal como hemos planteado en el libro El legado del Dr. Edward Bach, queda claro, con las incluidas aquí, que la tarea central de la Terapia Floral no tiene tanto que ver con la administración de remedios sino con la puesta en marcha de una acción destinada a que el paciente haga conciencia, erradique su ignorancia, aleje las sombras del desconocimiento. Y en esto consiste el trabajo psicoterapéutico: promocionar  mayores grados de libertad. Que esto se materialice por intermedio de los remedios florales no significa que su uso sea su meta fundamental. b. Clínica, porque toma como dato primario de sus procedimientos la singularidad irrepetible de cada sujeto y busca hallar el sentido particular de las manifestaciones y síntomas de la persona. La clínica no se reduce a esta mirada que acentúa lo singular de cada persona, situación y biografía sino que conlleva, en su metodología, un proceder similar al de los artesanos que con el dominio de la técnica colocan toda su habilidad al servicio de una producción única. En general, las artesanías demandan, de quien las realiza, una labor  manual que requiere la presencia de cierta y precisa destreza para llevarla a cabo. Al hacer extensiva esta noción al campo de la clínica, podemos imaginar  que, en tanto artesanía, la clínica supone una acción “por propia mano” de parte del terapeuta que, apelando a sus talentos técnicos, crea, transforma, corrige y restaura -mediante el desarrollo de un proceso en el cual su intervención personal configura un elemento fundamental- las condiciones de enfermedad y desarmonía del paciente. Así, el terapeuta-artesano deja las huellas de su sello, inconfundible y original, en el paciente. Del mismo modo, convergentemente, los resultados de su obra, también, salen a la luz como algo individualizado, específico y particular. Bach señala que: “ Todos sabemos que el dolor, por ejemplo, tiene

efectos diferentes sobre personas diferentes: algunas se asustan, otras se deprimen, y las hay que tienen un humor de perros, y algunas quieren estar  solas, otra desean ser protegidas, otra son listas y graciosas a pesar de sus sufrimientos; y es este estado ánimo el que nos dice el remedio que necesitan  para una verdadera curación, y no el simple hecho de que padecen dolor. Si  tratamos el estado de ánimo y no la enfermedad estamos tratando a la  persona real… “ Esta observación resume, de algún modo, la propuesta de la clínica de la Terapia Floral: atender lo singular y propio de cada quien, tratar a la persona real y no una nomenclatura médica.

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c. Medicamentosa , dado que brinda un conjunto de remedios que no poseen principios activos químicos, físicos o biológicos, pero si los que generan los patrones de información. Bach se refiere a los remedios florales diciendo: “ …se le suministrarán esos excelentes remedios que han sido

divinamente enriquecidos con poderes curativos, para hacerle conocer los canales que admiten la luz del alma, para que, así, pueda ser inundado por  sus virtudes curativas”…”La acción de estos remedios se basa en elevar  nuestra vibraciones…(..:)…ellos son capaces de elevar nuestra naturaleza y  aproximarla a nuestra alma...”…”Los remedios curan, no atacando la enfermedad, sino colmando nuestros cuerpos con las hermosas vibraciones de nuestra Naturaleza Superior, en presencia de la cual la enfermedad se funde como la nieve bajo el sol.”  Los remedios florales pueden definirse como conciencia líquida, es decir  como mensajes que tienen la propiedad de dar conocimiento a las personas, proporcionarles la luz necesaria que les permitan resolver los conflictos que las llevaron a la enfermedad. De este modo es posible concebirlos como patrones inmateriales de información cuya función es crear organización allí donde falte y reorganizar la existente en el caso de la presencia de desorden. Los descarríos de la enfermedad, de los que Bach habla, son justamente disturbios (trastornos, embrollos, perturbaciones) informativos y/o negativas a escuchar  los mensajes (mandatos) del alma. Rupert Sheldrake en su libro Una nueva ciencia de la vida introdujo el concepto de “campos morfogenéticos” (como él denominó a los campos no relacionados causalmente entre si, que también se conocen con el nombre de no-locales) que explican, entre otras cosas, el fenómeno que Jung estudiara como sincronicidad. Estos campos permiten la transmisión de información entre organismos de la misma especie, sin que medien efectos espaciales y materiales, de modo que un aprendizaje o conocimiento puede ser compartido por los miembros de ella sin necesidad de ningún sostén material. Es como si en el interior de cada especie del universo, sea ésta una partícula o una galaxia, una bacteria o un ser humano, un cristal o una flor, existiera una conexión comunicativa que operara, instantáneamente y en un nivel informativo, fuera del espacio y el tiempo. Tal vínculo es lo que Sheldrake explica como campo mórfico en el cual se produce una transmisión de información y no de energía y fenómeno al que Freud aludiera como nexos inconscientes. Esta función de organizar, dar forma e instantaneidad comunicativa (red sincronística o no-local) es, entre los humanos, el alma. Ella puede percibir al instante y, al instante, influir sobre cualquier parte del universo. Tal como indica John Wheeler “ De algún modo extraño el universo es un universo participativo”  y el enlace misterioso que se establece entre los seres que lo pueblan es de una naturaleza (por lo menos en cierto plano) espiritual. La pregunta clave es, en lo que nos interesa, ¿Cómo el arcano del rocío de una flor se conjuga con la conciencia de una persona? ¿Cuál es el sistema de transformaciones que hace viable esta operación? ¿Cuál es la trama de correspondencias que permite anudar esencia floral con conciencia? Para responder a estas

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preguntas hay que tener en cuenta que las esencias florales (el rocío de una flor, sumergida en agua y expuesta al sol) “… estos maravillosos remedios, que

han sido Divinamente enriquecidos con poderes curativos, serán administrados para abrir esos canales que mas limitan la luz del alma…”  (Bach) son lenguaje y que es el orden simbólico el puente que canaliza ese poder divino que captura la preparación de la flor. No es sólo la flor sino la modalidad alquímica que primero aprisiona y luego imprime en el medio vehicular (el agua) la información (forma) capaz de abrir la receptores de la personalidad a la luz del alma. Es factible que esta perspectiva no sea fácilmente aceptada por la comunidad floral. Respecto a tal disposición es aplicable aquí un comentario de Rupert Sheldrake cuando menciona que “ Debido a que la ciencia

institucional se ha vuelto conservadora, tan limitada por los paradigmas convencionales, algunos de los problemas más fundamentales son ignorados, tratados como tabú o puestos en el último lugar de la agenda científica. “ Pero esta actitud por mas extendida que se encuentre no desvanece el hecho de que es la eficacia simbólica la que garantiza la acción, por correspondencia, entre una esencia floral y una condición clínica. Los remedios florales poseen una propiedad capaz de inducir transformaciones en los seres vivos, cambiar  sus creencias, sus afectos y su estilo de vida. Pero no se trata de un movimiento energético que facilita una rememoración (aunque la produzca) que libera a la conciencia de ataduras traumáticas (aunque lo haga) sino, mas bien, de que las esencias florales permiten aflorar un discurso mediante el cual la persona habla de aquello que estaba silenciado en su vida. Y esta dinámica es un equivalente de hacer conciencia, dar luz, erradicar la ignorancia. El orden simbólico del que hablamos es el orden del alma y la eficacia simbólica es la eficacia del alma y, aunque todo ello se manifiesta en la personalidad, no pertenece a su esfera. Así como las cuerdas vocales y la garganta nada tienen que ver con las palabras que las recorren, y así como el alimento nada tiene que ver con el estómago al que transita, del mismo modo el estómago y la garganta de la personalidad es el alma. El alma no es un ámbito de memoria donde se acumula la experiencia de las vidas, sino una estructura que organiza e impone leyes a la personalidad. En esta imagen figurada que estamos dibujando la personalidad es el vocabulario y el alma la gramática. Y tal como Bach insiste, importa mucho más la gramática (el alma) que las palabras (el medio de que se vale para hacer su experiencia). Desde esta perspectiva, entonces, los remedios florales sólo metafóricamente son vibración que se modula de acuerdo a ciertas frecuencias que impactan en las estructuras energéticas del hombre. En lo esencial son algo bastante diferente: son patrones de información. En este sentido hay que insistir el hecho de que los remedios florales son portadores de un lenguaje que genera dentro de cada persona el nacimiento de respuestas que se traducen en estados emocionales, mentales y conductas y, fundamentalmente, en expansión de la conciencia. Cuando se considera a los remedios florales como significantes se entiende que las esencias florales hablan a la conciencia. ¿Que dicen? Cada cual posee un mensaje diferente, una afirmación distinta y el conocer su 47

mensaje sirve de clave para prescribir. De esta idea deriva la formulación de que toda prescripción es una interpretación en acto y que las esencias florales son un medio de comunicación, son lenguaje y que su acción se explica no por  la recurrencia a alguna ley energética o vibracional sino por la eficacia de lo simbólico que entrañan. (22)  ___________________ 

(22) Para una exposición sistemática sobre este tema consultar El legado del Dr. Edward Bach, Ediciones Continente 2004

d. Causal, por que persigue modificar el origen de los síntomas, el núcleo del cual parten y en donde se encuentran las verdaderas razones de la patología que son la rebeldía de la personalidad a los mandatos de alma y el permitir a otros que interfieran en nuestra vida o interferir nosotros en la de otros. Causas que, también, son dables de expresar como: no ser uno mismo y atentar contra la unidad de todas las cosas. Bach indica que: “ La enfermedad del cuerpo en sí misma no es nada

más que el resultado de la falta de armonía entre el alma y la personalidad. Es sólo un síntoma de la causa, y como la misma causa se manifiesta en forma diferente en cada individuo, lo que se debe buscar es eliminar la causa , y las secuelas, cualesquiera que sean, desaparecerán automáticamente.”… “Lo que nosotros conocemos como enfermedad no es nada más que la etapa terminal  de un desorden mucho mas profundo, y es obvio que para asegurar el éxito completo de un tratamiento, enfrentar solamente el resultado final no será totalmente efectivo, a menos que también erradiquemos la causa primigenia .” (Las negritas son mías). Es bastante elocuente lo que dice Bach y evita cualquier otro comentario salvo el que se tenga muy claro donde radican y cuales son las causas reales del enfermar. Que Bach afirme que hay que observar, para prescribir, las reacciones psíquicas o mentales de las personas y no su enfermedad, no conlleva que en el psiquismo se asiente la causa verdadera de sus males. Pero de cualquier modo el apuntar a las causas y no a los síntomas de la enfermedad es una condición significativa del trabajo floral y no tener en cuenta esta perspectiva es, para Bach, ”La razón principal del fracaso de la ciencia médica moderna ”  ya que ésta “… trata los síntoma y no las causas.”  (23) e. Reaccional , por que su acción se desarrolla indirectamente sobre los procesos patológicos funcionales o lesionales, es decir, provoca un cambio en la estructura global del paciente y estas estructuras inciden sobre los cursos patológicos puntuales, modificándolos. De este modo un remedio que opera de un modo reaccional apunta en su actividad a cambiar las condiciones que hicieron posible la enfermedad.  Al respecto Bach comenta que: “ No importa que este enferma nuestra

mano o nuestro pié o cualquier otra parte del cuerpo, incluso tampoco importa que tipo de enfermedad suframos. La enfermedad sólo nos puede afectar  cuando en nuestra naturaleza hay algún desarreglo, y este desarreglo es corregido con la hierba adecuada, que no sólo cura nuestro cuerpo, sino que 48

nos hace más sanos y felices en todos los sentidos, trayendo la alegría a nuestras vidas.”   ____________  (23) Se podría agregar un comentario adicional a este punto. Las medicinas modernas están centradas en el estudio de los cuadros clínicos y los síntomas mientras que la Terapia floral busca ayudar a que el alma cumpla su destino y la persona comprenda el significado de su vida.

Hay que partir de la base, a los efectos de ver el aspecto reaccional de la Terapia Floral, de que la salud es un estado de equilibrio, de la personalidad en si misma y de la personalidad con el alma. Cada persona es una unidad indivisible, única e irrepetible y por tanto la manera en como se enferma es, también, singular. Una terapéutica integral debe tener la capacidad para proceder con cada paciente de acuerdo con su individualidad. Bach señala que la enfermedad es la expresión de un desequilibrio pero esta circunstancia no ocurre casualmente ni carece de sentido. Por el contrario la misma figura que el padecer asume delata la naturaleza del conflicto, de la emoción sofocada y del defecto que hay que modificar. Y esto constituye en la Terapia Floral lo mas cercano al concepto de terreno y, por ese camino, un remedio reaccional es aquel que tiene la fuerza para provocar un cambio efectivo en la persona como individuo y en su terreno. Esto supone que el arte de curar que maneja estos remedios es una terapéutica integral que no concibe a la persona separada en sistemas y órganos o cuerpo y psiquis; que ajusta un tratamiento en función de sus dolencias, su constitución, su personalidad y sus respuestas a sufrimientos; en suma, una terapéutica que intenta modificar las condiciones y causas del enfermar y no se preocupa únicamente por eliminar los síntomas. De esta manera puede afirmarse que las esencias florales son predominantemente reaccionales y de terreno y no accionales y síntomáticos como lo son los medicamentos alopáticos. f. Natural, en dos sentidos. El primero porque utiliza para su práctica remedios extraídos de la naturaleza y preparados de un modo natural y, segundo, por que todo sus sistema de trabajo esta sustentado en el respeto a las leyes naturales de la vida, la enfermedad y al curación. Bach comenta que: “ Pero, al olvidar la curación natural, hemos pagado

un precio demasiado alto que se expresa en la multitud de enfermedades de hoy; pero la Naturaleza espera pacientemente y sólo volviendo a ella encontramos alivio a nuestros sufrimientos. Hemos tenido que sufrir porque hemos abandonado la vía de la Naturaleza por la vía del hombre, y sólo retornando a ella nos libraremos de nuestras tribulaciones. En presencia de la vía de la Naturaleza, la enfermedad no tiene poder alguno; todo mido, toda depresión, toda desesperanza pueden ser apartados.” …”Como hierbas de la naturaleza actúan sobre nuestra naturaleza.”… “La enfermedad sólo nos  puede afectar cuando en nuestra naturaleza hay algún desarreglo, y este desarreglo es corregido con la hierba adecuada…” 

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 Aquí Bach sostiene una idea muy paracélsica sobre la naturaleza como botica (despensa de remedios), que la enfermedad es un desorden introducido en el orden natural de la vida del hombre y que la curación proviene de ajustar  el tratamiento a una regla natural. En este tema Bach es taxativo: así como no hay curación verdadera sin la participación activa del paciente en su cura, tampoco la hay sin adecuar los procesos e instrumentos sanadores a las leyes naturales. De modo que el calificativo de natural de la Terapia Floral no solo se refiere al origen de los remedios que utiliza sino al modo en como los aplica en su práctica clínica. g. Holística, dado que la Terapia Floral, en este tema, implica un acercamiento clínico al paciente ponderando el hecho de que las personas responden como un todo ante cualquier situación que se les presenta y sólo en la apariencia se trata de rendimientos parciales, De acuerdo a este planteo, entonces, la enfermedad siempre afecta a todo el organismo y esto es así aun en el caso de una padecer localizado en un segmento del cuerpo o en un aspecto del psiquismo. Siempre las enfermedades son expresión del individuo en situación y siempre hay que medicar a la persona en sus circunstancias. De manera que, se clasifica a un remedio como holístico cuando la médula de su gestión se despliega en la tarea de generar efectos sobre la globalidad del enfermo y no sobre detalles del cuadro patológico.  A fuer de ser mas precisos los remedios no son en si mismos holísticos o no holísticos y si lo es la manera en como los utiliza el terapeuta. Sin embargo, en una medida mas restringida es viable aplicar esta denominación cuando observamos que ciertos remedios, como los florales, se ajustan a dos criterios: a) actuar sobre la totalidad de la persona y desde allí ejercer  influencias sobre parcialidades aquejadas y, b) ser pensados desde la clínica en función de un principio diagnóstico y prescriptivo holístico. Con este discernimiento se da el caso de que existan intervenciones holísticas del terapeuta con remedios no holisticos y, también, diligencias no holísticas con remedios que si lo son. Es deseable, en la Terapia Floral, que ambas pautas converjan en la práctica clínica. B. La cara interior de la Terapia Floral

 A esta altura del desarrollo de la Terapia Floral debería ser superfluo tener que insistir sobre el hecho de que nadie puede llegar a formarse plenamente como terapeuta en este campo con la sola lectura de textos o la participación en un programa académico, mas o menos extenso, de capacitación.  Aunque no forma parte de mi intención entrar a particularizar aquí detalles sobre este tema, si me interesa recalcar que el entrenamiento para el ejercicio de la Terapia Floral requiere que aquellos que quieran llevarlo a cabo vivan la experiencia de ser pacientes florales ellos mismos, para sentir en carne propia – y aprender allí- los vaivenes del recorrido por el sendero de descubrimiento de la sombra y liberarse de las ataduras y apegos en los

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cuales están atrapados y, desde esa condición, ser capaces de dar luz y ayudar a liberar a otros. Solo a partir de vivir y ser solidario colaborador en este tanteo es que se llega a descubrir el rostro interior de la Terapia Floral, como una práctica mayéutica, dialéctica, interpretativa. alquímica e iniciática. De cada uno de estos aspectos vamos a decir unas palabras, ya que, ese tema se trata en extenso en un próximo libro. a. Mayéutica El carácter mayéutico de la experiencia floral es, por varias razones, un rasgo inseparable de la propuesta de Edward Bach. Tal vez las mas destacadas sean, por una parte, que el método floral, al igual que el mayéutico, parte de la idea de que la verdad esta dentro de cada persona y que, el terapeuta, al igual que el maestro socrático, cumple la labor de partero que ayuda a nacer esa verdad pero que en ningún momento releva al paciente de su esfuerzo por buscarla y, por otra, que el aspecto simbólico del alumbrar, tan caro a la mayeutica, se homologa a lo que hemos señalado, anteriormente, sobre el método floral como camino hacia la iluminación. El Diccionario de la Real Academia Española resalta que la mayéutica, desde las épocas de Sócrates, es el arte del cual se nutre un maestro para que su palabra vaya alumbrando, en el alma del discípulo, los conocimientos que éste ya poseía sin saberlo. Históricamente, por mayeutica se entiende al procedimiento de enseñanza basado en la conversación entre maestro y discípulo con la intención de llegar al entendimiento de la esencia de las cosas. Es un término que deriva de la palabra griega maieutiké, que en una traducción factible podría resultar como el arte de las comadronas de ayudar a dar a luz. En un pasaje del Teetetes, Platón pone en boca de Sócrates el relato de que él practica un arte parecido al de su madre Fenaretes, que era comadrona: “Mi arte mayéutica tiene las mismas características generales que

el arte [de las comadronas]. Pero difiere de él en que hace parir a los hombres y no a las mujeres, y en que asisten al alumbramiento, no los cuerpos sino las almas en su trabajo de parto. Lo mejor del arte que  practico es, sin embargo, que permite discernir con seguridad si lo que engendra la reflexión del alma de un joven es una apariencia engañosa, una quimera o un fruto verdadero. Por otra parte, yo tengo de común con las parteras que soy estéril en punto a sabiduría, y en cuanto a lo que muchos me han echado en cara diciendo que interrogo a los demás y que no respondo a ninguna de las cuestiones que se me proponen, porque yo nada sé, este cargo no carece de fundamento. Pero he aquí por qué obro de esta manera. El Dios me impone el deber de ayudar a los demás a  parir, y al mismo tiempo no permite que yo mismo produzca nada. Ésta es la causa de que no esté versado en la sabiduría y de que no pueda alabarme en ningún descubrimiento que sea una producción de mi alma. En compensación, los que conversan conmigo, si bien algunos de ellos se muestran muy ignorantes al principio, hacen maravillosos progresos a medida que me tratan, y todos se sorprenden de este resultado, y es  porque el Dios quiere fecundarlos. Y se ve claramente que ellos nada han aprendido de mí, y que han encontrado en sí mismos los numerosos y 

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bellos conocimientos que han adquirido, no habiendo hecho yo otra cosa que contribuir con el Dios a hacerles concebir.”  ·

 Aunque esta cita es un poco extensa quise incluirla porque ilustra, adecuadamente, la labor del Terapeuta Floral y aunque Sócrates nunca sistematizó la mayéutica, la idea básica del método consiste en que el maestro no inculca al alumno el conocimiento pues rechaza que su mente sea un receptáculo vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades. Para Sócrates, por el contrario, es el discípulo quien extrae de sí mismo el conocimiento y mediante el diálogo y un trato individualizado él ayudaba al discípulo a lograr por sí mismo el saber. El arte de la mayéutica implica la teoría platónica de la reminiscencia pues, al considerar al discípulo competente para encontrar dentro de sí la verdad, debe suponer que en algún momento éste la ha debido conocer antes de olvidarla y que podrá reconocerla cuando se le vuelva a presentar a su alma. Así, la mayéutica se muestra como el arte que permite a cada quien hallar la verdad en el interior de su alma, hacerla conciente y apoderarse de ella. Por este sendero el hombre no solo alcanza la verdad sino, además, grados crecientes de libertad. (24)  Ahora bien si en lugar de diálogo (sin que por eso lo excluya) escribimos “esencias florales” y substituimos conocimiento olvidado por erradicar la ignorancia y a esto le sumamos la búsqueda de la verdad que esta en el alma, el no interferir en el propio proceso de parto (de conciencia) de cada persona a la cual solo ayudamos a descubrir las causas reales de su enfermar (dar a luz), vemos que en muchos puntos el arte floral es un arte mayéutico. La actitud mayéutica del Terapeuta Floral implica un compromiso activo en una relación sanadora que no releva al paciente de la propia responsabilidad sobre su enfermedad y su cura. Dice Bach:” El paciente del 

mañana deberá comprender que aunque pueda obtener ayuda y consejo de su hermano mayor que lo asista en su esfuerzo, él, y solo él, puede lograr el alivio de sus sufrimientos.”…”En la curación correcta no debe utilizarse absolutamente nada que releve al paciente de su propia responsabilidad por el  contrario, sólo deben utilizarse aquellos recursos que le ayuden a sobreponerse a sus defectos (a valerse por si mismo.”  En suma, podremos ser  parteros pero, el trabajo de parto, es exclusivamente labor del paciente. En el transita por un proceso de aprendizaje que forma parte integral de su propia cura, ya que “… la curación total y absoluta sólo llega desde el interior, desde

el ama misma…” (Bach) b. Dialéctica Es bueno recordar que el juego dialéctico del antagonismo complementario es una condición propia no sólo del genio del hombre sino del funcionamiento de la vida y el universo. Y una buena imagen arquetípica de esta dinámica la podemos encontrar en los símbolos y la filosofía del Tao Te King de Lao Tse y todo el pensamiento que nace de la Cábala y la Alquimia. Por otra parte el Evangelio, de influencia tan medular en la obra de Bach, esta lleno de referencias del tipo “los últimos serán los primeros”, “hay que morir 

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para resucitar”, metáforas que hablan de un proceso mental en donde los contrarios, de algún modo, se implican y están contenidos unos en los otros.  ______________________ 

(24) Aunque Sócrates manifiesta no poseer el mismo la verdad que trataba de hacer  engendra en el alma del discípulo-interlocutor, lo cierto es que éste no podría enfrentarse a ella sino le fuera presentada por Sócrates. De manera que el arte de la mayéutica es, en gran medida, el arte de hacer asentar a la verdad, es decir, a las evidencias. Estas evidencias son esenciales, entre los “principios” o las “verdades eternas”.

En realidad si miramos a nuestro alrededor el lenguaje, el mundo y el hombre se describen en combinaciones de opuestos: cosmos-caos, día-noche, luz-sombra, conciente-inconsciente, naturaleza-cultura, sincronía-diacronía, estructura-acontecimiento, hombre-mujer, oriente-occidente… en donde cada locución conlleva, en su seno, la inversa. Esta concepción llevada al plano de la clínica se puede ligar con la afirmación de Bach en torno de que en la enfermedad no hay nada negativo sino un bien a comprender o que, “Lo que llamamos defecto es en realidad lo bueno fuera de lugar… (Bach)” . Tal propuesta general bien puede aplicarse en planos mas concretos en los modos del enfermar particulares y suponer que todo padecer lleva en su seno un aspecto positivo. Desde esta perspectiva, por ejemplo, el trastorno bipolar es visto como el fruto de un talento no desarrollado. Lo que hemos sostenido en este campo clínico (25) es en otros territorios desarrollado por otros investigadores como Ron Davies en el caso de la dislexia o W. Blankenburg en la histeria. ( 26) Lo cierto es que es bien diferente acercarse a un paciente centrando la atención en sus aspectos negativos, limitantes y deficitarios que hacerlo en la actitud contraria, de considerar la positividad, la trascendencia y lo constructivo que encierra ese modo de existir, vivenciar o comportarse, que diagnosticamos como patológico. En esto se vale no dejar fuera la recomendación de Bach de siempre ver surgir lo bueno en los demás y

“..debemos esforzarnos pro eliminar cualquier defecto, inundando nuestra naturaleza con la virtud opuesta.” . Las consecuencias terapéuticas de este enfoque son no solo evidentes sino considerables, ya que, mas allá de recuperar el valor de la dimensión relacional con el paciente y todo el juego de espejos y tejidos emocionales que en esta dramática terapéutica se escenifican, permite el forjamiento de estrategias y técnicas prescriptivas ateniéndose a la polaridad, ya presentes en Bach y congruente con sus planteos curativos .  __________  (25) Despertando el don Bipolar (2004), La bipolaridad como don (2005), ¿Quién se ha

subido a mi hamaca? (2006), Ediciones Continente, Buenos Aires (26) Así por ejemplo, W. Blankenburg se ocupó de investigar los aspectos positivos de la histeria, mostrando de qué manera todos sus rasgos podrían interpretarse no como una simple conducta desviada sino como un movimiento de la existencia en contra de una estructura opuesta, definida por un exceso de autenticidad, de identificación con el rol, de rigidez, etc. Siguiendo la línea iniciada por Blankenburg, Otto Dörr aplicó este modelo a todos los síndromes psicopatológicos no orgánicos, “Extrema es la validez de esta perspectiva en el 

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caso de los genios, pero al igual que Blankenburg descubrió la positividad de la histeria podría hacerse lo mismo con la obsesividad, con la depresión, la manía y la misma esquizofrenia. El  esquizofrénico muestra un nivel de autenticidad, de radicalidad en su búsqueda de la verdad  (aunque esto parezca una paradoja si pensamos en el delirio), de facilidad para acceder a la dimensión trascendente y de originalidad en sus apreciaciones de la realidad que superan con mucho los niveles alcanzables por los llamados normales.”  Hay otros autores, como Javier   Alvarez quien ha realizado un bello trabajo sobre la epilepsia y la melancolía en esta misma perspectiva.

c. Interpretativa En muchas oportunidades hemos insistido sobre el carácter  interpretativo de la lectura que la Terapia Floral hace de su campo de experiencia. A diferencia de las disciplinas fenomenológicas que permanecen en el ámbito de la descripción las Terapia Floral se propone una labor  hermenéutica de desciframiento de las manifestaciones del paciente para descubrir su verdadero significado y las causas que las provocan En esa dirección Bach comenta que “ Se puede afirmar, brevemente,

que la enfermedad, aunque aparentemente tan cruel, es en sí misma beneficiosa y existe para nuestro propio bien, y si se la interpreta correctamente, puede guiarnos hacia nuestras faltas [defectos, falencias, fallas] esenciales”  Y agrega. “ De esta forma, podemos aseverar que no hay  nada de accidental con respecto a la enfermedad, ni en su tipo, ni en zona del  cuerpo en la que se manifiesta: como cualquier otro resultado de la energía sigue la ley de causa y efecto.” …. “Además, la parte del cuerpo afectada no es accidental [no es una casualidad], sino que responde a la ley de causa y  efecto, y una vez más será una guía para ayudarnos [en el diagnóstico]. Por  ejemplo, el corazón, fuente de vida, y por ende de amor, es particularmente afectado cuando el amor por la humanidad propio de nuestra naturaleza no se desarrolla o se usa de manera equivocada. Una mano lesionada denota una acción fallida o errada. El cerebro que es el centro de control, si está aquejado, indica una severa falta de control en la personalidad. Y así podemos seguir  analizando las diversas manifestaciones como la ley [de causa y efecto] lo establece.”  En estos párrafos hay dos conceptos conectados con el aspecto de la Terapia Floral que estamos dilucidando. El primero, la interpretación correcta nos lleva a conocer las causas reales del enfermar. Pero ¿Cuál es el criterio para saber cuando una interpretación es correcta? (27) La segunda, no hay nada accidental en el enfermar. De tal manera que, contando con un método  justo de traducción que nos permita saber las claves mediante las cuales se puede deducir con certeza las cualidades emocionales ocultas detrás los síntomas físicos, estamos en disposición de una herramienta que nos va facilitar el descifrar la naturaleza del conflicto entre el alma y la personalidad que aqueja a una persona y las imperfecciones o defectos de su alma que intentan ser corregidos por medio de la enfermedad. Hay varios lugares donde Bach abunda con ejemplos sobre este tema.  Así, en el capítulo tercero de Cúrense a ustedes mismos dice lo siguiente:

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 Ahora podemos ver cómo cualquier tipo de enfermedad que nos aqueje puede resultar una guía para el descubrimiento de los defectos o las falencias que yacen tras nuestra aflicción. Por ejemplo, el Orgullo, que es la arrogancia y rigidez de la mente, dará lugar a enfermedades que  _______________________________  (27) La respuesta a esta pregunta en la clínica no se basa en un criterio de verdad sino de eficacia y congruencia. Una interpretación no es verdadera o falsa, correcta o incorrecta, per se, sino que solo se le puede atribuir su capacidad de promover cambios y de ser consistente dentro de un modelo

 producen rigidez [parálisis] y anquilosamiento [endurecimiento, envaramiento] del cuerpo. El dolor es el resultado de la Crueldad, por  medio del cual el paciente aprende a través del sufrimiento personal a no  provocarlo a los demás, ya sea desde un punto de vista físico o mental. Las penalidades [consecuencias, castigos] del Odio son la soledad, el  temperamento violento incontrolable, los tormentos nerviosos y mentales y  los estados de histeria. Las enfermedades de introspección – neurosis, neurastenia y condiciones similares – que privan a la vida de tantas alegrías, son causadas por el Egoísmo excesivo. La Ignorancia y la falta de sabiduría [discernimiento] traen consigo dificultades en la vida cotidiana, y, si además, existe un persistente rechazo a ver la verdad  cuando se presenta la oportunidad, las consecuencias naturales de esto son la miopía y los problemas de visión y audición. La inestabilidad mental  seguramente nos lleva a la misma cualidad en el cuerpo con todos los múltiples desordenes que afectan al movimiento y a la coordinación. El  resultado de la codicia y de la dominación de los demás son esas enfermedades tales que harán de quien las padezca un esclavo de su  propio cuerpo, con deseos y ambiciones dominados [refrenados, sojuzgados] por la enfermedad.”  En un texto de muy poco tiempo posterior  Ustedes provocan su propio

sufrimiento Bach insiste sobre el mismo tenor: “El dolor es el resultado de la crueldad que causa dolor a otros, y puede ser mental o físico; pero estén seguros que si sufren de dolor, si  ustedes quisieran buscar en ustedes mismos solamente, hallarían que una acción difícil o un pensamiento difícil está presente en vuestra naturaleza. Elimínenla y vuestro dolor cesará. Si sufren de rigidez en las articulaciones o en un miembro, ustedes pueden estar seguros que igualmente hay  rigidez en sus mentes; que están aferrados rígidamente a alguna idea,  principio o convención que no deberían tener. Si padecen asma o tienen dificultades al respirar, están en cierta forma, ahogando otra personalidad; o si sufren de falta de valor para hacer lo correcto, se están asfixiando a sí  mismos. Si ustedes se debilitan, es porque están permitiendo que alguien impida que vuestra propia fuerza vital entre en vuestro cuerpo. Incluso la  parte del cuerpo afectada indica la naturaleza de la falta. La mano, fracaso o equivocación en la acción; el pié, indica incapacidad para ayudar a otros; el cerebro, falta de control; el corazón, deficiencia, exceso o hacer lo equivocado en el aspecto del amor; el ojo, incapacidad para ver  correctamente y comprender la verdad cuando es puesta ante ti. Y así,

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exactamente, puede encontrarse la razón y la naturaleza de una enfermedad, la lección que necesita el paciente y la corrección necesaria que se debe hacer.”  En el capítulo primero de este libro hemos mencionado la hipótesis de que la Cábala es la fuente que Bach utilizó para construir su aparato de lectura de la geografía emocional del cuerpo, de sus síntomas y procesos patológicos. No voy a insistir sobre este punto, en cambio si mencionar que Bach no desconocía los aportes que en esa época el psicoanálisis, la psicosomática y otras disciplinas estaban gestionando en este ámbito. Sin embargo, si se comparan estos modelos que, además, tienen la propiedad de ser analógicos, salta a la vista las diferencias en el modo de interpretar entre unos y otros y como el elemento central en Bach, plenamente identificable, es la recurrencia a una comprensión espiritual y trascendente de las manifestaciones y síntomas del paciente. Lo dicho hasta aquí constituye un primer nivel de interpretación consistente en el hallar significados, develar máscaras, no permanecer en lo aparente y dirigir la mirada hacia el interior del paciente. Pero, también, interpretar es explicar al pacienten el sentido y la finalidad de sus acciones, afectos y síntomas (todas sus producciones clínicas y vitales) y de los atrapamientos de su existencia en los cuales se encuentra encallado y que no le dejan ser libre. Si bien Bach señala que el terapeuta aconseja y guía –para usar sus propios términos- más allá de la palabra hay un procedimiento floral que reviste el carácter de interpretación de segundo grado: la prescripción, concebida como interpretación en acto. En ella le decimos al paciente nuestra interpretación de sus conflictos por intermedio del mensaje contenido en la fórmula floral. d. Alquímica Cuando imaginamos a la Terapia Floral como un arte alquímico lo hacemos a partir de tres cuestiones, La primera, es que se pueden encontrar  rastros de la presencia de un linaje alquímico en Bach, de una tradición emparentada, por lo menos, con la rama médica o curativa de este arte. La segunda, es que el objetivo que Bach persigue en un tratamiento es procurar la transformación de la persona, elevar sus vibraciones, abrir sus canales para recibir la luz y muchas otras metáforas que nos hablan de fines compartidos entre la Terapia Floral y la alquimia. Finalmente, en tercer lugar, por el método de selección y preparación de los remedios florales. Respecto a este último punto Bach comenta. “ Aún tenemos mucho que

aprender en lo que respecta a la recolección y preparación de hierbas; debemos tomar en consideración muchos puntos si queremos obtener un resultado máximo, en lugar de uno mediocre: el hábitat natural, la edad, el  estado y la parte en particular de cada planta, las influencias planetarias, la hora del día y, no por último menos importante la actitud mental del médico, que debería ser de absoluta devoción a la obra que tiene entre manos para beneficio de la humanidad.”  Pero donde esta visión es aún más nítida es en  Algunas consideraciones fundamentales sobre la enfermedad y la curación

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cuando explica el método de preparación y dice “ Hacemos notar que aquí hay 

comprendidos los cuatro elementos: la tierra que nutre la planta, el aire del  cual se alimenta. El sol o fuego que le imparte su poder, y, el agua, para recolecta y ser enriquecida con su benéfica y magnéticas propiedades curativas.”  Sin embargo, el punto crucial es el hecho de que en la preparación del remedio floral lo que cuenta es, en realidad, el rocío de la flor que es el que absorbe las propiedades sanadoras de la planta y potencia por el fuego solar.  Ahora bien, es posible que aceptar que la preparación de los remedios florales sea un método de genealogía alquímica sea cuestionado e inclusive rechazada la idea y que, al mismo tiempo, se niegue el linaje alquímico de Bach. Pero, en cambio, lo que si creo que resulta bastante evidente es la meta alquímica del tratamiento propuesto por Bach, no solo porque apunta a promover la evolución del alma, sino porque busca hacerlo por medio de un sendero de transmutación en el cual, las esencias florales, son la sal mercurial que convierte el plomo de la ignorancia en sabiduría, el del egoísmo en amor, el de crueldad en unidad y el de dependencia en libertad. En palabras de Bach: “Trasmutar el egoísmo en generosidad, el deseo en contemplación, la separatividad en unidad …” (28) o “…De la misma manera que existe una

causa principal para toda enfermedad –llamémosle egoísmo- también existe un gran método de alivio para todo sufrimiento: la t ransmutación del egoísmo en devoción por los demás:”  En este horizonte cabría incluir la mirada de  junguiana que resulta una propuesta que retoma la enseñanza y el sendero alquímico y propone en lugar de la fragua el uso de la psicoterapia. e. Iniciática El último aspecto en donde se resumen todos los anteriores es la Terapia Floral como un arte iniciático en tres direcciones: 1) como camino hacia la iluminación, 2) como práctica que se ejerce como un servicio para el alma y que se aprende en una experiencia de transmisión y 3) por la investidura ritual que como todo terapéutico tratamiento tiene, aunque aquí, este rasgo, es un elemento esencial. Sobre los dos primeros aspectos ya nos hemos referido, especialmente, en el capítulo anterior de manera que solo basta reafirmar lo dicho allí sobre el la promoción del encuentro con el alma, el dejar entrar la luz del alma en la conciencia, barrer las sombras del desconocimiento y la ignorancia ya que solo la verdad nos hace libres, tareas que primero se viven como recorrido personal por parte del terapeuta para luego, habiéndolo vivido y atesorado en sí mismo, pueda volcarlo a la ayuda de otros. El carácter ritual que debería traer consigo todo tratamiento floral es consecuencia natural de su fin iniciático. Que esto no se implemente o no se le de la importancia debida no significa que no sea necesario hacerlo y que no se pueda concebir el conjunto del tratamiento con esencias florales como un sendero de cambio ontológico de la persona, Tal como Bach lo plantea el ejercicio de la Terapia Floral es una función sacerdotal (no en el sentido de iglesia o templo) sino en tanto servicio para el alma de quien demanda ayuda. Un servicio que sólo puede desempeñarse

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plenamente mediante la puesta en marcha, por parte del terapeuta, de una estructura ritual, muy semejante a un rito de paso que lleve al paciente de la oscuridad a la luz. Los ritos escenifican en el mundo visible, lo que es vivencia en el mundo interior de una persona y, al mismo tiempo, le permiten trascender los límites de su enfermedad, conectarse con el poder de la esperanza y con el de sus propias fuerza autocurativas.  __________________________ 

(28) Sobre estas cuestiones del aspecto alquímico del remedio floral o del tratamiento como proceso alquímico me he referido en otro libro ya citado El legado del Dr. Edward Bach en el cual puede ampliarse la información aquí esbozada. Respecto al linaje alquímico de Bach escapa la materia de este texto y sobre ello ha trabajado largamente el Dr. Yabir Abu Omar 

III. La prescripción como arte

Todo lo precedente sitúa el arte prescriptivo sobre el cual vamos a hablar en lo que resta del libro y le da los colores suficientes para entender la razón de la importancia de la obra de Bach en el conjunto del arte curar.  Ahora bien, el arte prescriptivo floral  –así me gustaría denominarlodebe ser considerado a la luz del espacio mas inclusivo del acto terapéutico. Si bien es dable formular una prescripción aislada y desgajada de un proceso terapéutico global o como un evento puntual, nunca pierde, por ello, su valor  curativo y algún grado de cumplimiento de su función de conducir información y ampliar el foco de la conciencia. Cualquiera de las dos actitudes prescriptivas básicas –formular esencias o realizar un acto terapéutico- siempre se las puede llevar a cabo con el socorro de una intención conciente. De modo que, es posible cultivar la práctica floral prescriptiva tanto con una finalidad sanadora desde la posición y rol de ser terapeuta (mayeuta) o, por lo contrario, ejercitar esta gestión con un objetivo únicamente farmacológico y con una visión exclusivamente técnica. Bach fue muy taxativo en sus textos acerca de cual debe ser el sendero que hay que transitar en este territorio pero, de los pocos relatos de casos que nos han llegado de cómo ejerció él su práctica concreta, surge la clara noción de que iba y venía en el uso de una u otra forma, con total libertad. Con seguridad, aún en el abordaje síntomático, Bach no perdía de vista lo esencial de la labor prescriptiva que consiste en no olvidar que tal acción opera dentro del marco de una relación que pretende despejar, primeramente, el desconocimiento que la persona tiene de si misma y que es la real causa de su enfermar. Tal dinámica funciona aún cuando el paciente cree que el terapeuta sólo le esta ayudando a curar un dolor o resolver un conflicto emocional. El arte de prescribir 

Prescribir es un arte donde se combinan ciencia, técnica, experiencia y el carisma personal de cada terapeuta y, en el caso específico de la Terapia Floral, el conocimiento del mundo emocional y del lenguaje por medio del cual las emociones se expresan. La ciencia aporta principios e información que permiten organizar y desarrollar una estrategia de trabajo sistemática, sustentable y evaluable. La 58

técnica las reglas y procedimientos del entramado artesanal de la prescripción La experiencia, por su parte, da la viabilidad clínica de lo que la razón señala como camino y, finalmente, el carisma el uso de la intuición, del “toque personal”, la empatía y la percepción del momento oportuno para efectuar una prescripción. Estos cuatro elementos (ciencia, técnica, experiencia y dones profesionales personales) necesitan ser articulados e integrados en la operación prescriptiva como arte. Lo ideal resulta ser complementar sus enseñanzas de tal manera que se enriquezca la conciencia del terapeuta, le de una visión más acabada del padecer del paciente y le permita formular  prescripciones más eficaces. Desde esta perspectiva, prescribir, es interpretar en acto. Formular una hipótesis de lo que le puede estar pasando al paciente y decirle esta deducción no con palabras sino con esencias florales, con la idea, de que llegará, con el tiempo, como mensaje a la conciencia del paciente y generará cambios en su vida y en su conducta. Cuando esto ocurre nuestra hipótesis se confirma.  Al resaltar el carácter interpretativo de toda prescripción no hacemos otra cosa que poner en evidencia la raíz psicoterapeutica de la Terapia Floral. Y este es el punto de partida desde el cual miramos a las esencias florales, ya que, más allá de sus benéficas acciones curativas la auténtica sanación (un paso mas allá de la cura) es la relación terapéutica y no los instrumentos, en este caso, los remedios florales. Esto implica poner el acento en los procesos interpersonales que se establecen en la interacción terapeuta – paciente y en los espejos internos, los lazos interiores que se atan y desatan en el medio de esta dinámica, y contemplar como ellos disuelven y forjan nuevamente el metal de que esta hecha el alma del paciente. En esta dirección las reglas prescriptivas son formulaciones surgidas de la experiencia de la clínica con la intención de que sirvan como guía de orientación para el ejercicio arte prescriptivo floral. Y estas reglas se practican a partir de criterios muy diversos e, inclusive, a veces, enfrentados. Si hiciéramos un barrido del panorama actual las estrategias (criterios) desde los cuales se ejercen las normas (reglas) prescriptivas que se cultivan de manera cotidiana, veríamos que se ajustan a un conjunto limitado de posibilidades que, para una mejor percepción, se las pueden presentar en pares de oposición. Tales antagonismos no son, necesariamente, excluyentes entre si y, muchas veces, ni siquiera están presentes en la conciencia del terapeuta al cual, en general, solo se les hacen evidentes en la medida que ejecuta su labor y reflexiona sobre ella. Estos criterios son: fórmulativo o mayéutico, fenomenológico o interpretativo, puntual o procesal, profano o sagrado, adaptativo o alquímico, síntoma totalidad, técnico o experiencial. 1. Formulación o mayéutica: formulación de una prescripción para resolver un problema o para disminuir la distancia que nos separa de la verdad. 2. Fenomenología o interpretación: prescribir a partir de una descripción de las manifestaciones del paciente a la cual se le hace corresponder un cierto remedio o interpretar las manifestaciones y leer 

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analógicamente las esencias para su aplicación. Lo primero conlleva una lectura literal de síntoma y los remedios y la segunda una simbólica. 3. Punto o proceso: prescribir desde una concepción circunstancial (atender el momento) o en función de un proceso (y como parte de él) que se ha diseñado para lograr un objetivo. 4. Sagrado o profano: ejercer el acto prescriptivo como un oficio al servicio del alma o como un acto terapéutico semejante a cualquier otro y sólo destinado a atender las demandas de la personalidad. 5. Adaptación o alquimia: prescribir como un trabajo destinado a mejorar el grado de adaptación de la persona y el logro de mejores rendimientos en su vida o prescribir para construir un sujeto sujetado al plan de la evolución. Apuntar la prescripción al ajuste o a la transmutación. 6. Síntoma o totalidad: prescribir atendiendo la intención de aliviar o erradicar un síntoma y por repertorización sintomática o considerando la globalidad de la persona y sus reacciones ante su enfermedad. 7. Técnica o experiencia : basar los criterios prescriptivos en función de reglas técnicas establecidas, por la costumbre o doctrina, o tomar en cuenta lo que la experiencia nos va enseñando y la misma prescripción como una experiencia en si misma. La técnica ilustra sobre como manejar los instrumentos, pero la destreza en su uso lo brinda la experiencia. Una persona puede estudiar la técnica de uso de un cincel pero eso no lo hace escultor. Un comentario final a este capítulo. Bach, en varios momentos de su vida, realizó trabajos artesanales. Es conocida su afición a la carpintería, para la cual parece haber tenido un don natural. Seguramente, mediante esta actividad, él supo canalizar su impaciencia personal y sus malestares pero, laborar la madera, darle forma, limpiar sus asperezas e imperfecciones, también, es una buena imagen de la tarea terapéutica de tallar la personalidad para que la voz del alma se manifieste a la conciencia.  Al trabajar con las manos un leño en bruto hasta plasmar el diseño que habita en la mente, el carpintero hace que toda la existencia esta contenida en esa obra y en ese transcurrir forja tanto como es forjado. Es que hay en la artesanía un elemento de reciprocidad que se deriva del sentido propio de las manos, el tacto, ya que, nadie puede tocar sin ser tocado. Tocar que no es maniatar o sujetar. La diferencia cuenta porque la mano que aferra busca retener pero, cuando roza, espera un encuentro. Muchas veces, las maderas son iluminadas con pintura policromada con la intención de ocultar su pobre constitución o su falta de madurez o solidez. En cambio, las maderas nobles se exponen en toda su belleza y, entonces, al artesano, solo le place realzar sus talentos naturales. Del mismo modo, la prescripción es como tallar sin juzgar sobre la virtud o el defecto del material sobre el cual se trabaja, ni con la finalidad de esconder sus fallas. Solo se ayuda a que cada tronco tome la forma para la cual estaba destinado y aún, si su misión es ser leña y no madero de barco o de cruz, cumpla con ella con total entrega porque no hay en la vida labores pequeñas ni grandes sino que, de lo que se trata, es de ser fiel a uno mismo. Ser la talla que nuestra alma debe ser.

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De modo que, la prescripción es un arte semejante al de la madera. Hay carpinteros y ebanistas, hacheros y tallistas, tablajeros y torneros. Para cada quien hay lugar y hay materia prima para todo aprendiz, oficial o maestro. Cada tablón necesita su propio artesano y las esencias florales son las herramientas -como en el oficio de la carpintería lo son las tenazas, reglas, compases, escuadras, garlopas, formones, mazos, sierras, punzones, mochetas…. - de las que se vale el terapeuta para cincelar esa madera que Dios puso entre sus manos, lijar sus imperfecciones y hacer que la forma que le estaba asignada en el Plan de la evolución salga a la luz. Sucede, sin embargo, que solo en ocasiones la persona quiere arrojarse a este proceso, ya que, implica zambullirse en la travesía nocturna del alma para aprender a ver en la oscuridad y prefiere recurrir a la seguridad que le brinda los propósitos, aparentemente claros, de un “buena técnica” que le proporcione caminos para resolver problemas. Los terapeutas, en tal caso, gustan olvidar su condición de artesanos, los pacientes la naturaleza de su madera. Entre ambos tejen un acuerdo para alcanzar una mejor adaptación que los aleja a uno de su misión (ser facilitador del plan de la evolución) y al otro del cumplimiento del diseño que su Alma eligió para esta encarnadura. Y aunque los beneficios para la personalidad puedan ser evidentes esto no supone estar en el camino correcto del alma.

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Capítulo tercero

Propósito y proceso prescriptivo Después de las tinieblas aguardo la luz  J ob 17, 12

Queda un aspecto a considerar aquí como eje doctrinal en el arte prescriptivo. El mismo se refiere a la necesidad de distinguir entre la labor que persigue los propósitos de la conciencia y la que abre espacio al proceso del alma. La primera procura resolver conflictos y desatar nudos de la existencia mientras que, la segunda, aspira a empujar al alma para que cumpla su destino y a que la personalidad comprenda el significado real de su vida. Si la primera acontece a la luz del Yo, la segunda ante la luminosa oscuridad, transito que, San Juan de la Cruz, llamo noche oscura del alma. Es posible que algunos lectores consideren estas apreciaciones como lejanas al interés prescriptivo y prefieran seguir el derrotero que ofrecen las fórmulas y las reglas técnicas sin percibir la importancia de la propuesta de Bach en torno a que las esencias florales no son fines en si mismas sino instrumentos para abrir las puertas y ventanas de la personalidad a la luz del alma, y que, aquello que distingue el trabajo floral del psicológico no sólo es su estar centrado en el alma, cuestión que lo homologaría a las propuestas de las psicologías transpersonales, sino en el hecho de que no busca respuestas, ni anhela soluciones sino abrir procesos, fomentar la navegación de la persona en el mar de la noche del alma.  Así, como para la Psicología los pacientes son enigmas a descifrar y explicar, para la Terapia Floral las personas son misterios a comprender. Y en esa dimensión de los misterios (arcano inaccesible a la razón) es en la que mora el alma. Es en este sentido, la Terapia Floral, a remedo del concepto de religiones de misterios, es concebible de ser imaginada como una “terapéutica mistérica”. La noche del alma

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Las personas concurren a consultar a un terapeuta por que se sienten perdidas, dolidas, atemorizadas, deprimidas o, tal vez, abrumadas por  conflictos o desgarradas y heridas por penas de amor. Lo que anhelan es dejar  de sufrir, poder decir adiós a sus malestares y recuperar la salud y la luz del sol para sus vidas; volver a respirar libres del peso y las ataduras de la enfermedad y de los enfrentamientos antagónicos. Los estudios de Psicología y de otros artes terapéuticos preparan para ayudar en la tarea de restaurar la paz extraviada y, también, para guiar en la búsqueda del significado de los males, es decir, interpretar el sentido simbólico y emocional de los síntomas. Pero para lo que no entrena la Psicología y la Medicina es para advertir  que todo padecer es una iniciación, una noche oscura por la cual hay que surcar hasta llegar al sitio a donde el alma quiere habitar; a saber que el estar  en una noche oscura es algo natural, ya que, la oscuridad forma parte de la vida misma, que la noche oscura es un tiempo en donde la persona aprende a confiar y esperar, a tomar con calma los momentos difíciles y dejar que los procesos en los cuales esta embarcado hagan su obra, a no fijarse metas y establecer propósitos sino solo a transitar. Cuando San Juan de la cruz se refiere a la noche oscura señala que el camino hacia la unión con Dios (en Bach diríamos hacía la realización del alma) es un camino angosto “ El cual, por ser tan estrecho y por ser tan pocos

los que entran por él, (…) tiene el alma por gran dicha y ventura haber pasado  por él a la dicha perfección de amor (…) llamando noche oscura con harta  propiedad a este camino estrecho…” (San Juan de la Cruz) Este camino estrecho, para el místico español, lleva a la unión con Dios y es uno de los tres caminos de la montaña con la cual simboliza el intento de ascender hacia la perfección. Dos de ellos (el de los bienes materiales y el de los bienes espirituales) no llegan a la cima y sólo arriba a ella el sendero de la “nadidad”. Y esto implica comprender la necesidad de la disolución de las apetencias yoicas (trascender el ego) para que el alma tome el timón de nuestras vidas pero, además, que esta operación es solo posible si se acepta la noche oscura como oportunidad. Si lo que se busca es la salud o la liberación de problemas la oscuridad emerge como algo que debe ser  superado, pero si lo que se espera de la vida es que sea una herramienta para disminuir la distancia que nos separa de la plenitud del alma la oscuridad brinda dones significativos y necesarios para recorrer de modo correcto el sendero de la evolución. Thomas Moore señala que “ Una auténtica noche oscura del alma no es

un reto superficial sino un hecho que le arrebata la alegría de vivir. Un hecho externo o un estado de ánimo que incide en lo mas profundo de la existencia. No se trata solo de un sentimiento sino de una ruptura de su propio ser, y  quizá tarde un tiempo en atravesar ese túnel. (…) La depresión es una enfermedad psíquica, una noche oscura es una prueba espiritual. Muchas  personas creen que lo importante en la vida es solventar los problemas  propios de la vida. Pero la felicidad suele ser efímera y uno nunca deja de tener problemas. Quizá su propósito en la vida sea reforzar su identidad y  mantener una relación más profunda con las personas que le rodean y con la 63

vida, es decir, vivir intensamente la vida. Por más que lo anterior pueda  parecer obvio, muchas personas quieren evitar la vida. Temen dejar que fluya a través de ellas, de moco que canalizan su vitalidad en ambiciones, adicciones y preocupaciones que no les proporcionan nada valioso. Una noche oscura puede presentarse, paradójicamente, como una forma de volver a vivir. Elimina todo lo superfluo de nuestra vida y nos ayuda a comenzar de nuevo.”· Quise citar este un poco extenso párrafo de Thoma Moore porque sintetiza la perspectiva que quiero introducir en el territorio prescripto y terapéutico del trabajo floral: nuestra labor no consiste en curar neurosis o enfermedades físicas sino en acompañar llamados, pruebas y revelaciones espirituales, ayudar a que las personas purguen y dejen atrás todo aquello que las aparta de la luz y del destino de sus almas. El amor a lo oscuro

Parte del atractivo que posee el mensaje del Edward Bach es su particular perspectiva para enfrentar los problemas y las fuerzas que atacan al cuerpo y al alma. No dice que hay que evitar lo trágico y doloroso de la vida y, por el contrario, invita a darle cara de un modo honesto y pleno. A comprender  que, el sufrimiento, es una parte de la experiencia de la vida y que una espiritualidad que no reconozca el sufrimiento ignora un aspecto esencial de ella. Pero, sobre todo, insiste en que el acento no hay que ponerlo en el dolor, sino en la actitud o reacción de la persona ante su presencia, en la relación que la conciencia guarda con esa experiencia. La espiritualidad debe poseer la capacidad de dar palabra a los sufrimientos que aquejan a las personas y, a la vez, ofrecerles esperanza en los tiempos oscuros por los cuales transitan. La doctrina de Bach incluye ambas cosas y un método no solo para salir a luz sino para aprender a ver en la oscuridad. Bach compartió las desazones y miserias de los seres humanos Fue un peregrino cuyos tormentos fueron análogos a los de cualquier persona Su primeros días de vida fueron riesgosos, experimento de niño la soledad y, de adulto, cuando vivió en Londres, la nostalgia y el desarraigo lo abatía; sufrió un cáncer que casi le causa la muerte en 1917, amó y el amor le dolió, se sintió incomprendido por sus pares, rozó el vivir con lo mínimo y, a pesar de todo, legó un testimonio de compromiso y fidelidad a su vocación. Como vemos, Bach experimento su propia transformación en el crisol de un amor oscuro. Lo único que, por momentos le quedaba, era la confianza en su misión y su amor al prójimo. Cuando él nos anima a confiar y a tener fe en que todo es experiencia y que todo forma parte del plan de la evolución, que el  alma no nos propone mas que aquello que podemos enfrentar  no lo hace desde un lugar de placidez o de encuentro en unión amorosa con su alma, sino desde la experiencia de ausencia de Dios, de sentirse abandonado y, sin embargo, esperar contar toda esperanza. Tal vivencia me hace recordar a Jesús en Getsemani: Padre porque me habéis abandonado seguido del Mas hágase tu voluntad y no la mía. Desde ese sitio carencial, desde ese intenso contacto con el desamparo sin perder la

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fe en lo trascendente, es que la obra de Bach se sustenta en la experiencia de que es la noche oscura el acceso por el cual se retorna al camino correcto del alma. Siempre me admira esa constante disposición militante de Bach de continuar adelante aún cuando todos los apoyos se hayan desvanecido, actitud que solo imagino posible cuando existe una fe inquebrantable en Dios, en su Plan y en la misión del alma. Y, sobre todo, a amar la oscuridad con la certeza que ella es la experiencia que nos provee de luz. El amor oscuro del alma Tanto místicos como psicólogos ponen en evidencia el hecho de que las luchas internas son siempre más arduas y complejas que las externas y que, de algún modo, las segundas reflejan a las primeras. Bach tuvo que vencer muchos obstáculos en su labor de crear una nueva propuesta de sanación. Luchar con las limitaciones materiales, recorrer  la campiña, a veces, por caminos inclementes, vivir sin otras comodidades que las esenciales, sostener el dolor de sus enfermedades sin queja y sin desmayo, tener que responder a cuestionamientos e incomprensión de sus pares…. No obstante, el sentía que estas batallas no se comparaban con las que le tocaba librar en su interior mientras se ocupaba de cumplir su vocación de vida., tal vez, sabiendo que, por momentos, escuchar la voz de su alma era mas laborioso que no escucharla. Los pacientes suponen, cuando el terapeuta los insta a entrar en ellos mismos, que se trata de ir hacia un lugar sereno y en armonía. Sin embargo, la solicitud es a todo lo contrario pues, al penetrar en su intimidad, lo que encuentran de inmediato, es la presencia de una pugna anímica que los desgarra. Se dan cuenta que no se portan bien con ellos mismos, que no aman a su propio y mas cercano prójimo, que traicionan a su personalidad y que van en contra de los inclinaciones trascendentes del alma. Sin embargo, este buceo arroja claridad sobre los aspectos de las personas a los cuales antes no prestaban atención o negaban. Compulsiones, adicciones, maneras inauténticas de vivir, armaduras, falsos yo, codicias, idolatrías todo se revela a la conciencia mientras se va afianzando más en la verdad. Esta experiencia suele ser incómoda, áspera e ingrata. Usualmente genera miedo y la tentación de abandonar el itinerario existencial que se esta siguiendo rumbo al cumplimiento del trabajo del alma. Bach, en ese punto, señala la necesidad de recurrir a la determinación y la valentía y, al igual que San Juan de la Cruz y Santa Teresa, insiste en que aquello que la persona requiere es conocerse a sí misma y ser fiel con lo que, por esta vía, transparenta. Una llave para abrir la puerta de entrada a esta experiencia es la que brinda las esencias florales. Con todo, y esencias florales, sin un compromiso real de las personas con la tarea de erradicar su ignorancia la posibilidad es que queden encerradas en la periferia de sus vidas preguntándoles a otros, al terapeuta y al mundo lo que sólo su alma puede decirles. Sin un verdadero contacto con

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un centro que emerja de sus vidas su sino es vivir con muchos "centros", fragmentados y dispersos, pidiéndoles a cada uno de ellos que realicen sus deseos. Pero, si logran correr el velo que les impide el contacto con su centro y abrasarse a él, la fragmentación va quedando atrás, la amistad con el alma se renueva una vez más. No obstante, en ese momento, cuando todo parece ir  bien la persona se formula una nueva pregunta ¿He arribado al final el viaje? Es curioso ver a los pacientes avanzar con tesón en la indagación de sus sombras hasta llegar a un paraje en el cual se detienen y la conciencia se interroga acerca si todo esto que han conseguido no es una ilusión, si realmente van por la buena senda. La única respuesta, entonces, es decirles que ya han dejado de inventar  sufrimientos artificiales en su vida, que han logrado dejar de evadir los dolores que se van presentando en el camino, que han alcanzado su centro pero que, a pesar de todo, la oscuridad persiste. Que allí donde esperaban, por fin, ver  un alba luminosa, en cambio enfrentan penumbras y brumas y que ahora les toca aprender a confiar en el oscuro amor del alma. Noches oscuras

El símbolo de la noche oscura de Juan de la Cruz evoca el hecho de que la experiencia del amor de Dios no es siempre una vivencia cumbre de unión y gozo. Por el contrario en el pasaje por la noche oscura el amor de Dios se acerca de una manera que parece contradecir a la persona: Dios parece ser, en lugar de aliado, un antagonista. El alma semeja estar en un desierto. La razón de este proceso es que, a raíz de la propia naturaleza humana y su proceso de evolución, se torna vital la realización de un acto de purificación que libere a la persona de apegos y ataduras. Catarsis vivenciada como amor oscuro: el desconsuelo rodea al yo, dialogar con el alma es imposible, la angustia eclipsa la conciencia, ningún color brilla, las melodías musicales no alcanzan su final. En suma, estamos frente a una crisis de conciencia. ¿Qué hacer? En principio, no hacer nada. Dejarse llevar por el torrente de la noche que ella sabe bien, como la ballena de Jonás, a donde el alma debe ir. Confiar  en que el amor Dios y en que el alma está presente en medio de los desechos de la vida, cuidándonos, tal vez de un modo extraño para el Yo, pero veraz para los intereses del plan de la evolución. En algunos casos funciona procesar este tiempo en el silencio y el retiro. En otros, poner en palabras la dura sensación que inunda todos los poros de la vida. Hay quienes se guarecen en la oración o meditando y quienes canalizan su turbulencia en forma de servicio. En lo particular me gusta releer poesía -Sonetos de amor oscuro de Federico García Lorca, Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, Fernando Pessoa, Jaime Sabines- mientras escucho coros medievales o las Cuatro Estaciones de Vivaldi. Cada quien tiene su forma de encarar la crisis de conciencia pero, en todos, esta experiencia demanda ejercitar paciencia y perseverancia: la persona no tiene que abandonar la convicción de que lo que esta viviendo es una purgación amorosa que libera a la personalidad de la codicia y la idolatría

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y restablece, así, el contacto perdido con el alma. Los apegos, ataduras y cárceles imaginarias mueren en la noche pero, a la persona, no le queda otra salida que pasar por un proceso de dolor al que da lugar tal desprendimiento. De la noche oscura no se puede salir de modo ficticio, revestirla con un sentido que no le es propio o negar su presencia. Por el contrario, hay que afrontarla y zambullirse entre sus repliegues y esperar a su vera la llegada del amor reparador. San Juan de la Cruz da una bella imagen de la actitud adecuada para este momento: atención amorosa en la oscuridad ; es el tiempo de ser un guardián en la noche. Así, con la actitud vigilante y de custodia el amor no pasará desapercibido y se podrá convertir la crisis en una oportunidad. Esta experiencia de la noche oscura, también, coloca a la persona ante la percepción de las entrañas de sus pecados (defectos), de la limitación de su condición humana y, al mismo tiempo, de la trascendencia de su alma. Durante ese tránsito la conciencia siente que las palabras carecen de significado o que no bastan para expresar el universo en el cual se esta morando. Es un tiempo de "moler el polvo"  (San Juan de la Cruz) en el cual la alternativa que le queda a la persona es abrirse a concretar cada acto de amor  que se presenta. Y hacerlo sin certezas, solo respondiendo al principio de que dar es dar que si se ama hay que demostrar que se ama. Querer lo que el alma quiere

El propósito de la noche oscura es que la personalidad se sujete a la voluntad del alma. Cuanto mas cercana esta la personalidad al alma mas escucha y obedece su voz. La conciencia mas desea lo que el alma desea. Las esencias florales nos conducen a la trasmutación de los intereses yoicos acorde a los fines del diseño del alma. Hay una frase de San Juan de la Cruz ilustrativa: Donde lo que tú

quieres que pida pido, y lo que no quieres no quiero, ni aun puedo, ni me pasa  por pensamiento querer. Si bien esta frase fue escrita para describir una relación del hombre con Dios se aplica, de modo justo, al vínculo que debiera guardar la personalidad con el alma. El maestro Eickhart señala que si una persona vive desde su centro, vive en la voluntad de Dios. Traducimos en términos bachianos: vive acorde al mandato del alma. Allí, en ese sitio, la persona esta en su hogar, en los brazos de Dios, en el abrigo del alma. Los terapeutas florales cumplimos con la labor de portar la antorcha de este mensaje y, tal como señala Bach, es necesario que antes lo hayamos aceptado en nuestras vidas como algo real y vivo. Para liberar a otros hay que, primero, liberarse uno mismo. Y todo esto nos conduce a comprender que la prescripción puede ser visto como un arte de arropar la noche oscura para que cincele las imperfecciones del alma de tal modo que, al final de la encarnadura, ella pueda decir: he aprendido. ¿Lo hacemos o preferimos la cómoda satisfacción de prescribir con la intención de que los síntomas dejen de morder  cualquiera de los registros de la personalidad?

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Conclusión Igualmente mortal es para el espíritu del hombre tener un sistema como no tener  ninguno; el espíritu deberá resolverse a enlazar lo uno con lo otro. Federico Schlegel

Hasta aquí están dibujadas las líneas maestras de la doctrina del arte prescriptivo tal como entendemos que lo practicaba Bach. Sobre esta base es que hay que comenzar a pensar los aspectos técnicos concretos, tal como se tratan en el volumen que sigue al presente. Lo contrario, aunque muy seductor  para el lector y el autor, es invertir el orden natural de los hechos y correr el riesgo de reducir la Terapia Floral solo a una técnica. Si la identidad de la Terapia Floral pudiera estrecharse entre las paredes de un procedimiento y la destreza de un método, no habría discusión sobre su destino que, entonces, quedaría en manos de los profesionales del arte médico, expertos en operar  con propiedad tales eventos. Sin embargo, todo el esfuerzo de Bach apunta a fundamentar otra perspectiva sobre la que ya he insistido bastante a lo largo del presente libro. De modo que, no vale la pena reiterar lo repetido pero si recordar que el punto de inicio y de llegada del terapeuta floral es ser un aliado cierto del alma del paciente, para lo cual, le es imprescindible que él esté en contacto con su propia alma. Su labor no es prescribir remedios sino erradicar la ignorancia y ayudar al paciente en su proceso de evolución. Cuando recordamos el historial del caso del electricista que Bach tratara, posiblemente en los últimos meses de 1932, se puede revivir la experiencia terapéutica que lleva a comprender tanto la persona como los síntomas que le aquejan. Si bien no tenemos un registro exhaustivo es posible vislumbrar que Bach, también, tenía sus ojos puestos en el evento traumático del paciente que originó la consulta, como un suceso humano y parte de una historia, tanto como, en la reacción del paciente ante lo que le aconteció, concebida tal respuesta como una expresión de las intimidades de esa historia.  Aunque todo lo que Bach observó no esta puesto en el texto, cabe imaginar que como terapeuta él se encontraba como frente a un laberinto que no podía abarcar con una sola mirada y que, sin embargo, debía comenzar a recorrer hacia el centro del mismo, por alguna parte. Bach decide un camino a

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transitar y deja pendientes otros. Este sendero es el que aparece plasmado en su relato pero no el único posible. Esto mismo nos ocurre en la consulta. La complejidad de una historia y un padecer nos lleva a valernos de los conocimientos adquiridos, de las experiencias de casos similares, recurrir a la lógica diagnóstica y el entendimiento del intelecto. Esto lo hacemos para sentirnos seguros y alejarnos del “no saber que hacer”, del estar confundidos y desorientados ante una trama que no es posible capturar de un solo golpe de vista y con un solo rayo del pensamiento. En ese punto olvidamos que debemos escuchar no la voz de la razón sino la de la intuición, no la lógica de la personalidad sino la del  Alma. El acto de conciencia que llamamos prescripción se lleva a cabo en otro plano diferente del que creemos. Cuando, en lugar de tratar de ajustar al paciente a modelos claros y distintos nos sumergimos en la guía del alma y nos dejamos conducir por su deriva, fluye de manera inesperada, sorprendente, el saber, la certidumbre plena de lo que corresponde prescribir, no como una anulación de la certidumbres concientes sino como un salto que las supera e integra..Esta es la diferencia entre  prescribir desde el Yo y  prescribir desde el alma, esta es la distancia que media entre un practicante del arte de curar y un terapeuta. Si a esta propuesta (prescribir desde el alma) le sumamos aquella otra ya mencionada de  prescribir luz  advertimos que para poder cumplir ambas condiciones el terapeuta debe ser capaz de estar él mismo, en el acto de prescribir, en comunión profunda son su alma. Tal disposición conlleva que el terapeuta sea capaz de vencer la resistencia de su ego a ocupar el lugar de herramienta en el proceso de evolución del paciente. Tal cosa no se logra por  la vía de los libros o de los templos sino por el trabajo interior. La personalidad del paciente se ha rebelado al mandato de su alma y el alma intenta una corrección por medio de la enfermedad: Al tiempo ontológico de la rebeldía le sigue el de la caída. El paciente necesita un acto de redención, tiene que dejar de negarse a cargar su propia cruz, le hace falta permitir que la luz del alma lo penetre, la saque de la oscuridad en la cual esta sumido y lo ilumine. Todo este proceso sucede de la mano y por la gestión de las esencias florales. Primero, ellas hacen sentir lo que antes no se registraba. Un mundo nuevo de sensaciones llena la conciencia, el cuerpo y los recodos de la persona. Luego el sentir se hace palabra. El paciente habla y en su narrar va recreando su propia historia y encontrando el sentido perdido cuya ausencia había cubierto con síntomas. Finalmente, ocurre el acto transformador, el cambio de creencias, la aparición de una nueva mirada sobre el mundo y si mismo, la aceptación del compromiso de aprender. Sentir, hablar, hacer… Si el terapeuta en lugar de querer ser médico aprende a ser Terapeuta, si en lugar de pensar en prescribir síntomas, se asume como trasmisor de luz, si en lugar de soñar que él es el timón del proceso terapéutico se relaja y se entrega a cumplir humildemente el mandato de su alma, que lo ha llevado al lugar en donde esta a hacer lo que debe hacer, que es facilitar el camino de evolución de un semejante descarriado; si todo esto ocurre, entonces, la 69

prescripción dejará de ser una cuestión técnica para convertirse en un arte y el Terapeuta Floral dejará de funcionar como un profesional que ejerce una actividad para transformarse en un creador que produce belleza, dado que, la salud, es la belleza de la personalidad, como el amor la del alma.

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