Descripción: 1e.el Cuerpo en La Psicoterapia...
Luis Gonçalvez Boggio
EL CUERPO EN LA pSICOTERAPIA Nuevas estrategias clínicas para el abordaje de los síntomas contemporáneos
Editorial Psicolibros Tristán Narvaja 1671 Telefax: 401 6657 E-mail:
[email protected] Montevideo - Uruguay Foto de tapa: Marcel Gautherot Fotos interiores: Lea Kaufman, Paula Gonzalez, Rosalba Plada, Soledad Novoa (TEAB, Montevideo); workshop en Vitória ES/Brasil, V Jornadas de Psicoterapia Corporal TEAB 1997-2007. Diseño y diagramación: Patricia Carretto Cel: 099 509 483 / 309 7417 E-mail:
[email protected] Se terminó de imprimir en el mes de abril de 2008. ISBN 978-9974-8109-0-7 Hecho el depósito que marca la ley. Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o total de cualquier medio gráfico o informático sin previa autorización del editor.
A Marcio y Juvenal Gonçalvez
Índice Capítulo 1. El cuerpo en la clínica: Principios psicocorporales de la bioenergética 1.1 Introducción a las psicoterapias corporales...............................11 1.2 Funciones emocionales y bioenergéticas de la respiración / usos de la hiperventilación en la clínica bioenergética..........................................................41 1.3 El toque bioenergético y el masaje psicoterapéutico en el setting reichiano.................................................................57 1.4 El enraizamiento en el Análisis Bioenergético Reichiano...........91 1.5 La mirada en el Análisis Bioenergético Reichiano....................113 1.6 Usos del taburete bioenergético (stool) en la clínica bioenergética........................................................153 Capítulo 2. Escenas y analizadores de la clínica contemporánea 2.1 Panic attack: ese extraño invisible que nos habita...................169 2.2 Estrés postraumático: las marcas en el cuerpo........................193 2.3 Cuando el abuso sexual infantil queda escrito en el cuerpo.......................................................267 2.4 Trauma y campo social............................................................293 2.5 Clínica Laboral del burn out, del trauma vicario y del desgaste por empatía.........................305 Anexos Anexo 1 Anexo 2 Anexo 3
Holdings: sistemas energéticos desde la perspectiva del Análisis Bioenergético Loweniano ............................319 Diferencias metodológicas y conceptuales entre Wilhelm Reich y Alexander Lowen.........................321 Consideraciones generales sobre la formación en psicoterapia corporal y sobre el trabajo con el dispositivo de supervisión en vivo.............................327
Bibliografía utilizada ........................................................................339
Capítulo 1 El cuerpo en la clínica: Principios psicocorporales de la bioenergética
1.1 Introducción a las psicoterapias corporales Para hacer una introducción a las Psicoterapias Corporales tenemos que comenzar hablando de lo que han sido los trabajos y aportes de Wilhelm Reich (creador de la Vegetoterapia Caracteroanalítica y de la Orgonomía) y de Alexander Lowen (creador del Análisis Bioenergético). La clínica bioenergética en la actualidad engloba distintas corrientes neo y post reichianas, y entre sus principales profesionales podríamos nombrar a David Boadella (creador de la Biosíntesis), John Pierrakos (creador de Core Energetics), Gerda Boyesen (creadora del Análisis Biodinámico) y Stanley Keleman (creador de la Psicología Formativa). La clínica bioenergética está muy difundida en Europa, en los EEUU y en parte de América Latina, sobre todo en Brasil y en México, en donde las instituciones bioenergéticas y reichianas son muy fuertes. En el Uruguay la Clínica Bioenergética la hemos desarrollado con el nombre de Análisis Bioenergético Reichiano, y la organización científica en la que estamos nucleados los psicólogos especializados en Análisis Bioenergético y en Análisis Reichiano es el TEAB —Taller de Estudios y Análisis Bioenergético—, institución fundada en Montevideo en el año del centenario del nacimiento de Wilhelm Reich (1997) de la que tengo el honor de ser Miembro Didacta junto a las colegas brasileras Reolina Cardoso (ex presidenta de la Sociedade Wilhelm Reich de Brasil, Psicóloga y Doctora en Psicología Social) y Zeneide Monteiro (Psicóloga, actual presidenta de la Sociedade Brasileira de Análise Bioenergética de Brasil).
Desgrabación de la clase sobre “W. Reich y la Clínica Bioenergética”, curso Introducción a las Técnicas Psicopsicoterapéuticas, Facultad de Psicología de la UDELAR, 3 de abril del 2003.
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SURGIMIENTO, ORÍGENES Haciendo un poco de historia: en 1924 Wilhelm Reich (1897-1957), médico psiquiatra y psicoanalista, fue nombrado por Sigmund Freud director del Seminario de Técnica Psicoanalítica, (en esos momentos el novel instituto de formación de los jóvenes psicoanalistas en Viena). En 1927 escribe Die funktion des orgasmus, “La función del orgasmo”, en donde expone una de las piedras angulares de la teoría reichiana: todo bloqueo de la función orgástica impide el desarrollo natural y la auto-regulación del organismo. En sus intensas investigaciones sobre el sistema neurovegetativo Reich descubre que la “fórmula del orgasmo” TENSIÓN CARGA DESCARGA RELAJACIÓN es una de las principales formas naturales de auto-regulación del organismo, fundamentalmente de los desarreglos producidos a partir de situaciones estresantes y traumáticas entre el sistema nervioso autónomo simpático y el parasimpático. En esa investigación Reich comienza a criticar el origen endógeno de las neurosis, haciendo hincapié en la influencia social en la patogénesis de toda enfermedad mental. En ese mismo año publica el ensayo “El Análisis Caracterial”, que diera origen a la primera obra de técnica psicoanalítica propiamente dicha “Análisis del Carácter” (1933). En este texto Reich reivindica el rol activo del psicoterapeuta, a fin de intervenir directamente en el proceso psicoterapéutico. Introduce en esos momentos, en la teoría psicoanalítica, la necesidad de analizar el carácter a través de sus diversas manifestaciones psíquicas y corporales, de lo que se desprenden la noción de coraza caracterial y coraza muscular que veremos a continuación. La obra de Reich recupera así para el psicoanálisis su radicalidad primordial, al hacer de la sexualidad (y más concretamente el orgasmo), la fuerza motriz del inconciente. En 1927 le dedica su primer estudio sobre la función del orgasmo a su maestro Freud. Para Reich la metapsicología de Freud tiene una dimensión física, biológica, tangible, y es la función del orgasmo: el factor fundamental en el equilibrio físicoenergético-emocional del “animal-humano”. Tal radicalidad, entre otras audaces críticas técnico-conceptuales al incipiente psicoanálisis vienés, le valió la exclusión del círculo freudiano en 1934. Reich decide entonces abandonar la conservadora Viena y se dirige hacia la politizada Berlin. Al grupo psicoanalítico de Berlín pertenecían, entre otros, Melanie Klein, Otto Fenichel, Erich Fromm, Karl 12
Abraham y Karen Horney; en aquella época simpáticos a los ideales socialistas y libertarios. Allí Reich funda la SexPol, asociación de sexología clínica y de psicología política, destinada a promover, sobretodo entre la juventud obrera, debates sobre sexualidad y política a partir de una perspectiva freudo-marxista. Su objetivo de politizar al psicoanálisis y sexualizar a la política, como forma de oponerse a la insurgente carrera hacia el poder del nacional-socialismo en Alemania, lo lleva a nuclear en sus talleres abiertos a más de 40 mil jóvenes obreros y desocupados, interesados en sus ideas. Pero el trabajo en la SexPol, le costó la expulsión del PC alemán y la persecución por parte del partido nacional-socialista nazi alemán. Personalmente conocí la obra de Reich, como lectura clandestina, en el clima todavía densamente lúgubre y restrictivo de la dictadura. Sus primeras aproximaciones biográficas nos mostraban a un autor “maldito” (un “drop-out”), cuyo discurso y práctica apuntaban, con alegría militante y con un poder explosivo, para nuestros cuerpos tan afectados por el disciplinamiento militar fascista. “La Función del Orgasmo”, “La Revolución Sexual”, “Psicología de Masas del Fascismo” y “Análisis del Carácter” funcionaban, en los primeros años de los 80, como un depósito de armas clandestinas y, rápidamente, pasaron a formar parte de nuestros manuales de “técnicas de guerrilla”: el cuerpo contra el poder.
DIFERENCIAS TÉCNICAS CON EL PSICOANÁLISIS ¿Qué es lo que diferencia la actividad clínica de Reich a la de los psicoanalistas más ortodoxos? En su extensa actividad clínica que desarrollaba en Viena y Berlín, Reich comienza a observar que los disturbios de los pacientes tenían algunos patrones psicocorporales comunes. En esos momentos el análisis que desarrollaban la generalidad de los psicoanalistas, quedaba centrado en el plano verbal. En dicho Seminario, Reich comienza a pesquisar que había determinados momentos dentro del proceso psicoterapéutico, donde la técnica no lograba atravesar las resistencias de los pacientes y sus transferencias negativas. Es decir, aun cuando los materiales inconcientes reprimidos fueran puestos en evidencia e interpretados con brío, aun cuando las experiencias traumáticas del paciente fueran desentrañadas y bien percibidas, aun cuando los síntomas neuróticos fueran claramente 13
explicitados y bien resueltos, y que los pacientes fueran corteses, “dóciles”, estuvieran disciplinadamente aplicados a la regla primordial y fueran altamente cooperadores con la alianza psicoterapéutica, los análisis no avanzaban.
IDENTIDAD FUNCIONAL ENTRE CORAZA CARACTERIAL Y CORAZA SOMÁTICA Reich va a definir la coraza muscular como la suma total de las actividades musculares que la persona desarrolla como defensa frente a la irrupción de afectos y sensaciones vegetativas, y su represión desde el mundo exterior. Esta coraza muscular es funcionalmente idéntica a la coraza caracterial. La coraza caracterial, Reich la define como la suma total de actitudes caracteriales que la persona desarrolla como defensa contra la irrupción de afectos y sensaciones y las limitaciones que le impone el mundo exterior, cuyo resultado es la falta de contacto, la insensibilidad, y la rigidez de carácter. ¿Qué quiere decir que la coraza caracterial es funcionalmente idéntica a la coraza muscular? Para Reich la suma de experiencias pasadas de un sujeto subsisten, se acumulan, y se van depositando en lo que llama capas estratificadas del cuerpo y sus equivalentes funcionales a nivel psicológico: los trazos caracteriales. Es en esos momentos que Reich comienza a investigar clínicamente cómo a determinado tipo de carácter le corresponde un determinado tipo de organización corporal, y viceversa. La primera conclusión clínica que llega Reich es, como decía, que la coraza caracterial es funcionalmente idéntica a la coraza muscular. Reich llega a esta conclusión al ver que la totalidad de sus pacientes tenían un patrón de respiración alterado. Es decir que los pacientes para sentir menos (angustia, miedo, bronca, placer, etc.) respiraban menos. La respiración limitada reduce la posibilidad de movimiento y el movimiento determina nuestros sentimientos. Ver en ANEXO 1 un esquema de la relación entre bloqueos energéticos (holdings), los cinco biotipos caracteriales principales desde la perspectiva loweniana (esquizoide, oral, narcisista, masoquista y rígido) y las zonas y segmentos del acorazamiento somático.
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VEGETOTERAPIA Por lo tanto Reich comienza a introducir una técnica que él denomina Vegetoterapia que consistía simplemente en pedirle al paciente que respirara profundamente y se dejara abandonar a su impulso interior; que siguiera su impulso y su ritmo interno, a partir de una respiración profunda. En este dispositivo la regla máxima ahora no era sólo que el paciente verbalizara lo primero que se le viniera a la cabeza, que se entregara libremente a la asociación de ideas, sino que además siguiera el impulso interior a partir de una respiración más profunda. Al profundizar la respiración se alteraba el patrón de respiración inhibida y esto posibilitaba la emergencia de afectos inhibidos y el desbloqueo de recuerdos reprimidos.
EL INCONCIENTE ESTÁ GRABADO EN EL CUERPO La segunda comprobación clínica que llega Reich es que al disminuir una tensión muscular (por medio de movimientos neuro-musculares, por medio de toques y presiones controladas que comienza a introducir en el dispositivo técnico) se posibilita la emergencia de afectos bloqueados y viceversa, al posibilitar una abreacción emocional se está disminuyendo la coraza muscular. La gran contribución de Reich es retomar lo que Freud había dejado de lado, el cuerpo de los pacientes, específicamente. Cuando comienza a trabajar desde el Psicoanálisis, desde la técnica de análisis del carácter, Reich vio que más allá de la palabra, o mejor dicho, junto a ella, el cuerpo guardaba la sensación descrita verbalmente, y que era una dimensión que podía ser incluida también en el trabajo psicoterapéutico. Observar el cuerpo, percibir el lenguaje corporal... seguramente ustedes ya se van haciendo una idea de cómo cambia el dispositivo psicoanalítico al tener el psicoterapeuta una intervención más activa, al pedirle al paciente que respire profundamente, al intentar disminuir una tensión muscular crónica... Al observar estas tensiones musculares Reich percibió clínicamente que las mismas se establecían en forma de anillos.
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RESISTENCIA Y CARÁCTER (HISTORIA CONGELADA) Como les decía anteriormente, Reich llega a estos conceptos no a partir de consideraciones teóricas sino básicamente como un problema práctico de la técnica analítica. Reich comienza a ver que las principales resistencias que se encuentran en el proceso psicoterapéutico estaban en el carácter de los pacientes. El carácter representa la dimensión del comportamiento habitual, el patrón típico de comportamiento, el modo de ser peculiar, de responder que está establecido, congelado, estructurado en el cuerpo de los pacientes. En este sentido el carácter no es otra cosa que historia congelada. ¿Qué quiere decir historia congelada? Que la estructura del paciente, la estructura caracterial, condensa la suma de experiencias pasadas, que subsisten, se acumulan, se depositan en capas estratificadas del cuerpo, en capas estratificadas de la coraza.
ARQUEOLOGÍA DEL CUERPO Esta estratificación del acorazamiento, como lo desarrollo en “Arqueología del cuerpo” (Edcs. TEAB, Montevideo, 1999) es comparable con las estratificaciones arqueológicas y geológicas. Es decir, la historia congelada del carácter es historia solidificada en el cuerpo. Para la arqueología del cuerpo, como metodología bioenergética y social, las experiencias infantiles, los conflictos y traumas más importantes, las frustraciones, las represiones y las cargas forman depósitos, dejan huellas corporales precisas, se fijan al organismo. La originalidad del planteo de Reich, sin apartarse de los lineamientos de los análisis de la transferencia y de la producción del inconciente formulados originariamente por Freud, fue tratar de darle un lugar topológico al inconciente. Que Reich ¿dónde lo encuentra? En los músculos. Reich define la coraza fundamentalmente como coraza muscular. Para Reich el inconciente está en los músculos. Pongamos un ejemplo bien simple. Ustedes pueden ver que cuando un niño llora, generalmente es reprimido por hacerlo. El miedo a ser castigado por llorar lo lleva a reprimir la sensación del llanto, y para ello comienza a activar su estructura defensiva. Endurece las mandíbulas, cierra la garganta, aprieta fuertemente los labios, etc. Finalmente la 16
emoción que contenía dicho llanto queda presa en una estructura muscular hipertónica. Si la amenaza de castigo por llorar es permanente, la actitud defensiva se hace crónica y así, sin pensarlo, un buen día el niño no debe realizar ningún esfuerzo por parar el llanto, pues este ya no tiende a salir más. Ha quedado definitivamente enterrado. En lugar del impulso, el niño adquiere un grado de insensibilidad en la zona. Esa contracción que aumenta su posibilidad de sufrir menos a corto plazo, a largo plazo está disminuyendo su capacidad de vida. Con este ejemplo probablemente puedan empatizar mucho más los hombres que las mujeres, en la medida de que hay una represión cultural mucho mayor hacia el llanto del niño que al de la niña (“los hombres no lloran”, “los varones tienen que ser valientes”). El llanto para las mujeres muchas veces es la trampa de su propio carácter, es decir pueden llorar pero solamente como expresión de debilidad o de sumisión. Por el contrario la trampa del carácter para los hombres es ir construyendo distintos rasgos de insensibilidad, de invulnerabilidad, de inaccesibilidad, etc. Cuando éramos bebés no había una distinción entre el niño o la niña a la hora de llorar, porque en ese momento las lágrimas eran el “lenguaje del amor”. Las lágrimas eran una de las primeras comunicaciones del bebé para que la persona que cumpliera la función materna eliminara su malestar. Luego las tensiones musculares crónicas (los procesos de acorazamiento) comienzan a ahogar y aprisionar el espíritu de la niñez, por la necesidad de controlar la expresión de las emociones intensas. El llanto es una poderosa expresión de sentimientos, por eso hay distintas formas de llorar. Llorar es uno de los principales actos humanos que tenemos para compartir. El llanto en un adulto no cambia el mundo exterior pero alivia una tensión interior. Lowen atribuye la mayor longevidad de la mujer a su blandura (coraza más flexible) y cree que un hombre que puede llorar puede vivir más, ya que el llanto protege al corazón. Lloramos porque estamos tristes (por ejemplo, por una pérdida), lloramos de alegría (por ejemplo, porque recuperamos algo que habíamos perdido), lloramos de miedo, de bronca, etc. En muchas ocasiones el primer paso del proceso psicoterapéutico consiste en percibir y expresar la tristeza a través del llanto. Llorar es aceptar la realidad presente y pasada. Al llorar sentimos nuestra tristeza y nos damos cuenta de lo heridos que estamos, de cuánto hemos sido heridos.
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FUNCIÓN Y ORIGEN DE LA CORAZA Etiológicamente el origen de la coraza lo podemos encontrar en la frustración de las necesidades básicas y primarias del organismo. Esta frustración la encontramos muchas veces antes del nacimiento, en lo que en la clínica bioenergética llamamos el primer ecosistema (el útero), por ejemplo en un útero “frío”, poco pulsante, con un déficit en la carga bioenergética (oxigenación), que puede haber sufrido agresiones varias (un intento de aborto frustrado, por ejemplo). Si la frustración es continua causa una retracción del campo energético, desencadenando como emoción primaria una reacción de miedo. En términos energéticos encontramos una contracción en la periferia del organismo, una alteración de la pulsación en función de una sobrestimulación del sistema simpático para defender al organismo de la situación desconfortable originada por la no satisfacción de las necesidades. ¿Cuál es la función de la coraza? La coraza es básicamente una defensa. Es una defensa al mismo tiempo contra y entre el mundo exterior y las pulsiones internas. Una de las tareas del psicoterapeuta corporal bioenergético es cómo hacer pasar esa función defensiva y controladora en el paciente, a una función coordinadora y expresiva. Desde el punto de vista somático la coraza es una armadura biológico-energética. Es una defensa contra los peligros del mundo externo y del mundo interno. Se construye biológicamente para equilibrar un sistema energético desequilibrado. Ya que cuando falla la auto-regulación bioenergética la tendencia del organismo es la de fabricar medios para equilibrar la falta o eliminar el exceso de energía, formando corazas que van a inhibir la pulsación plena y la vibración del cuerpo.
ACORAZAMIENTO Y DÉFICIT DE ACORAZAMIENTO Es necesario aclarar, por lo tanto, que el acorazamiento es un mecanismo necesario a nuestra sobrevivencia, está presente en todos nosotros. En las estructuras neuróticas la coraza pasa a funcionar permanentemente, aun cuando no existe una necesidad real de protección. En estos casos el trabajo clínico es básicamente de flexibilización de la coraza, de desacorazamiento. Pero también tenemos que formar coraza en aquellas estructuras que no consiguieron, por su historia, desarrollar un mecanismo protector de manera eficiente (básicamente en las estructuras psicóticas y borderlines que pueden tener superficialmente una cobertura caracterial 18
neurótica y debajo de ésta un núcleo psicótico disociativo o depresivo, respectivamente). Estas dos últimas son las estructuras predominantes en la clínica actual. En estos casos hablamos de déficit de acorazamiento, es decir, aquellas estructuras energéticas psicocorporales deficitarias (psicosis) o mal distribuidas (borders), en donde encontramos debilidad en la identidad biológica y caracterial del yo, una cobertura caracterial neurótica (falsa coraza) pero que esconde núcleos psicóticos (generalmente disociativos y/o depresivos). Esquemáticamente podríamos decir que la coraza puede ser móvil (flexible y leve), crónica o biopática. La coraza móvil es aquella que no impide nuestros movimientos básicos en lo que Reich llama de esencia en nuestras vidas adultas: el amor, el trabajo y el conocimiento. Es la coraza, a la vez flexible y leve, que sirve de protección biológica y energética para las amenazas y peligros externos. La coraza crónica es la expresión mecánica y estereotipada de la defensa narcisista (para no sentir, por ejemplo angustia), enraizada en la estructura psíquica (caracterial) y en la estructura somática (rigidez). La coraza biopática (déficit de acorazamiento, peste emocional) se genera a partir de situaciones de violencia, odio y destructividad, producidas por factores externos como las crisis económicas, los represiones políticas, los desórdenes familiares, las fragmentaciones sociales, etc. La coraza crónica tiene una función defensiva. Es una especie de cascarón, de corset, que inmoviliza zonas específicas de nuestro cuerpo. No cualquier zona, sino zonas específicas de nuestro cuerpo. Estas zonas bloqueadas, tensionadas crónicamente, retienen importantes acumulaciones libidinales, que Reich llama estasis energética. Es decir: estancamientos, contenciones, bloqueos de la energía libidinal, sexual, en el organismo que van a ser la fuente de energía de las patologías o biopatías (como Reich define a los trastornos de pulsación). Un concepto clave en la obra reichiana es el de pulsación: el fenómeno energético que se expresa a través de los movimientos de contracción y expansión. La libre pulsación energética entre estos dos polos se expresa en todos los aspectos de la vida. La función sexual, en particular, tiene un papel básico como mecanismo regulador de la pulsación y de la economía libidinal del organismo. Como metodología el Análisis Bioenergético Reichiano se propone que el paciente no sólo recuerde, sino que también experimente con afecto los recuerdos conflictivos hasta entonces bloqueados, liberando así la emoción allí fijada (energía ligada). El aumento progresivo de la energía libre posibilita el restablecimiento de la pulsación y, por lo tanto, de la salud física y emocional. 19
La coraza reduce la pulsación en todos los aspectos de la existencia: en la respiración, en la expresividad, en el movimiento, en la sexualidad. La persona fuertemente acorazada teme a la expansión, y el placer le provoca ansiedad. Pero, por otra parte, una persona sin coraza vive en el terror.
DISPOSICIÓN SEGMENTADA DE LA CORAZA Reich descubre clínicamente que la coraza tiene una disposición segmentada. La forma de la coraza va a ser de anillos de retención perpendiculares al eje longitudinal del cuerpo. Los bloqueos están organizados por medio de anillos o segmentos, que van a estar funcionalmente determinados. Estos anillos o segmentos de la coraza van a comprender todos los músculos, todos los órganos, todos los tejidos, los cuales mantienen una relación funcional entre ellos, capaz de hacer participar los movimientos expresivos emocionales (expresión de tristeza, de placer, de miedo, de bronca, etc.). Estos segmentos van a estar unidos los unos con los otros como un sistema unitario, es decir que el desbloqueo de un segmento conlleva la movilización de los segmentos colindantes.
CORAZA Y DESARROLLO EVOLUTIVO ¿Cómo se da el proceso de acorazamiento?. Esta pregunta nos permite pensar dinámicamente la función de esa coraza, cuándo se establece, cómo se cronifica y cómo puede ser trabajada psicoterapéuticamente. El acorazamiento se da siguiendo una lógica céfalo caudal, de la cabeza hacia los pies. Los segmentos de la coraza van a ser bandas de tensión que envuelven al cuerpo en sentido horizontal, limitando el movimiento, la expresión emocional y la pulsación energética, que sigue el eje pendular de la cabeza a los pies, fundamentalmente. ¿Cómo opera el acorazamiento en la práctica? Reich describe siete segmentos: 1. ocular, 2. oral, 3. cervical, 4. torácico, 20
5. diafragmático, 6. abdominal y 7. pélvico. Cada segmento está correlacionado a un tiempo histórico, y a una situación psicodinámica básica: 1. Segmento ocular: percepción, contacto, interpretación. Su disfunción produce: núcleos disociativos, afecciones de la piel, alergias, estructuras psicóticas. 2. Segmento oral: oralidad, impulsos orales (morder, chupar). Su disfunción produce: núcleos depresivos, trastornos del humor, voracidad, trastornos de la alimentación, estructuras border-line. 3. Segmento cervical: entrega, control, sonorización, narcisismo primario. Su disfunción produce: trastornos narcisistas. 4. Segmento torácico: identidad biológica, auto-afirmación, ambivalencia. Su disfunción produce: rigidez, trastornos cardíacos. 5. Segmento diafragmático: respiración, regulación del metabolismo energético. Su disfunción produce: masoquismo, trastornos de ansiedad. 6. Segmento abdominal: visceralidad, psicoperistastilmo. Su disfunción produce: trastornos psicosomáticos viscerales. 7. Segmento pélvico: genitalidad, enraizamiento. Su disfunción produce: trastornos de la sexualidad, histeria, fálico-narcisismo. Lo primero que acoraza una persona frente a situaciones de estrés es el segmento ocular que comprende los telereceptores (ojos, oído, nariz), el cerebro y la piel en general. El segmento ocular es lo primero que contrae un recién nacido porque es el segmento más cargado, y es donde se alojan los traumas producidos durante la vida intrauterina, durante el parto y en el correr de los primeros días de vida. El acorazamiento del segmento ocular puede manifestarse a un nivel superficial, afectando los ojos, los oídos, el sistema olfativo y la musculatura del cráneo, o a nivel más profundo afectando al propio cerebro. La emoción básica contenida en este segmento, la emoción más profunda, desde la arqueología del cuerpo, es el miedo. Todo trastorno disociativo, de la percepción y del contacto tendrá su etiopatogénesis en un bloqueo primario en el segmento ocular. Es el segmento clave de acorazamiento en las estructuras psicóticas. Y es el acorazamiento que genera las biopatías de los ojos (miopía,
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hipermetropía, astigmatismo, presbicia, estrabismo, etc.), de la piel, de la atención, etc. El segundo acorazamiento pregenital de importancia es el del segmento oral, que se da también en los primeros meses de vida y está relacionado fundamentalmente al período de amamantamiento. Incluye la boca, los labios, la lengua, los órganos de fonación, la base occipital, y está vinculado a la fase oral. Se tensiona y estructura en los dos primeros años de vida. Todo núcleo depresivo tiene un correlato histórico con el segmento oral. Es un segmento en donde quedan sensorialmente registradas las primeras improntas vegetativas de frustración o de gratificación. En este anillo es donde tenemos que indagar (somática y caracterialmente) la inhibición o la exacerbación de los dos impulsos orales básicos, el impulso de chupar y el impulso de morder, que pueden dar origen al surgimiento de sentimientos orales ambivalentes, por ejemplo: demandas afectivas de dependencia, rabias reactivas y trastornos del humor. El tercer acorazamiento, el segmento cervical, va a estar ligado a las problemáticas narcisísticas, a la entrega y al control. Tiene su origen en la etapa anal. Es la principal sede de las defensas narcisísticas que disminuyen la sensibilidad en el organismo acorazado. Es un segmento clave en lo que hace a la represión de la rabia y del llanto, al sofocamiento y al bloqueo de la expresión sonora de las emociones, ya que es un puente entre la boca y el tórax. Está muy asociado a las auto-prohibiciones y al auto-control, constituyéndose en el primer censor (el primer “superyo corporal”). En este segmento está alojado además el instinto de auto-conservación. Es un segmento que trabajamos con mucha intensidad en pacientes que sufren de TEPT (trastorno por estrés postraumático), ya que es donde encontramos arqueológicamente las principales vivencias, recuerdos, sensaciones y emociones asociadas al miedo al castigo. El segmento torácico (cuarto anillo) es un segmento fundamental ya que se localizan órganos vitales como el corazón y los pulmones. Desde el punto de vista estructural va a estar relacionado con la identidad biológica de la persona ya que es el segmento donde se encuentra alojado el timo, nuestra glándula encargada de todo el sistema inmunológico defensivo. Desde el punto de vista caracterial va a estar relacionado con los trazos de ambivalencia, en donde vamos a encontrar 22
emociones claves en lo que hace al amor/odio, a la alegría/tristeza, a las posibilidades de unión/separación, de discriminación/indiscriminación. De este segmento forman parte también los brazos y las manos, por lo tanto va a estar relacionado a la represión de la agresividad y los impulsos de hacer contacto (anhelo, reach out). Debido a la estrecha relación entre los sentimientos y las funciones cardíacas y respiratorias, el segmento torácico es considerado el centro de nuestra afectividad, de la estructuración del yo corporal, siendo además la zona central de la coraza. Generalmente el desbloqueo de este segmento va acompañado de un mayor deseo de vivir. En el plano biofísico el bloqueo de este segmento produce alteraciones en la respiración, como la inspiración crónica de los cardíacos o la retracción pectoral de los asmáticos. Es un segmento muy cargado en nuestros días y provoca la muerte de muchas personas, por el exceso de contracción, por la inspiración crónica, como tentativas somáticas de contener y/o bloquear la expresión emocional. Por ello es un anillo que trabajamos mucho en la prevención de enfermedades cardiovasculares (principal causa de muerte en nuestro país). El segmento diafragmático (quinto segmento) está conectado a todos los segmentos, es nuestra bomba de energía y el que regula la función emocional y energética de la respiración. Desde el punto de vista bioenergético es el núcleo vital más importante, el canalizador de la pulsación vital y de la circulación energética. El bloqueo diafragmático está en la etiopatogénesis de todos los trastornos de ansiedad. Un diafragma contraído debilita el funcionamiento parasimpático y por lo tanto disminuye las posibilidades de placer en el organismo. Es un bloqueo que aparece mucho en los trastornos caracteriales masoquistas. En el trabajo de arqueología del cuerpo de esta zona encontramos dos tipos de bloqueos. El más profundo está relacionado al miedo primitivo de origen neonatal (bloqueo primitivo), asociado a hostilidades reactivas, angustias de fragmentación y miedo a la pérdida y al abandono. Este bloqueo debe ser trabajado con mucha prudencia, cuidado y suavidad ya que generalmente está acoplado al bloqueo de los segmentos pre-genitales, esencialmente el del segmento ocular. El segundo bloqueo que encontramos está ligado al miedo al castigo y a la angustia de castración, asociado históricamente a la hostilidad dirigida a las figuras represoras de la sexualidad. El origen de este bloqueo lo encontramos en el período edípico (3 a 5 años), reestructurándose nuevamente en la adolescencia. 23
El sexto anillo, el segmento abdominal (coraza visceral) se inicia aproximadamente tres dedos por encima del ombligo y termina cuatro dedos por debajo de éste, incluyendo los músculos abdominales, lumbares y el intestino. Es un segmento clave en el psicoperistaltismo: la capacidad de los intestinos de digerir el estrés y la tensión nerviosa. Al trabajar arqueológicamente con este anillo encontramos: - miedos neonatales, es un segmento ligado a sentimientos muy primitivos en donde guarda memorias celulares ligadas al período intrauterino, y - miedo a las sensaciones pélvicas, ya que como puente entre el diafragma y el anillo pélvico funciona como reductor de las sensaciones pélvico-genitales. Podemos encontrar la musculatura abdominal hipertónica o flácida; la barriga puede estar insensible o hipersensible, distendida o contraída. Es un segmento que encontramos muy bloqueado, por ejemplo, en la anorgasmia femenina y sirve de reservorio para la negatividad (emociones reprimidas) en las personas con estructura genoide. El segmento pélvico incluye la pelvis y las piernas y está relacionado al grado de enraizamiento (asentamiento, arraigo, seguridad, equilibrio, contacto con el suelo –como equivalente del principio de realidad–), a la identidad sexual, a las funciones genitales sexuales (potencia/impotencia orgástica) y a la posibilidad/imposibilidad de efectuación de la genitalidad (la realización placentera en el amor, en el trabajo y en el conocimiento). Es un segmento que comienza a acorazarse generalmente en el momento edípico, en la represión de la masturbación y de los juegos sexuales infantiles, y que termina de estructurarse en la adolescencia en función de la represión sexual que se vive social, familiar y culturalmente en este período. Todos los trastornos de la sexualidad adulta (eyaculación precoz, eyaculación retardada, priapismo, disfunciones eréctiles en el hombre, vaginismo, anorgasmia parcial, dispareunia en la mujer, etc.) están relacionados a este anillo. En el trabajo de la arqueología del cuerpo es frecuente encontrar en este segmento fuertes tensiones musculares crónicas que afectan a la pelvis y a los miembros inferiores (pies y piernas). Los principales contenidos emocionales están relacionados a angustia y miedo de castración, sado-masoquismo anal y fálico, ansiedad de caída, ansiedad pre-orgástica, angustia genital (intolerancia a las sensaciones de excitación en los genitales), siendo el bloqueo de la rabia y la inhibición del placer de una intensidad proporcional. 24
La descarga orgástica (capacidad de entrega a los sentimientos sexuales –tiernos y agresivos–) está bloqueada en grados variables en este anillo, esta condición (en la terminología reichiana la llamamos de impotencia orgástica) genera una estasis bioenergética crónica (estasis libidinal), que se constituye en la base de todos los procesos neuróticos y biopáticos.
MÚSCULOS: MEMORIA EMOCIONAL Entonces ¿qué son los músculos para el psicoterapeuta corporal bioenergético? Son memoria emocional. La coraza muscular es memoria emocional. (En la actualidad este concepto reichiano de coraza muscular se ha ampliado a los de coraza somática que incluye además discriminadamente la coraza tisular, la coraza cerebral y la coraza visceral). Como vimos cada segmento va a estar relacionado a una función particular: percepción y contacto, oralidad, narcisismo primario, identidad biológica, psicoperistaltismo, genitalidad, etc., y su disfunción a un preciso significado psicológico: disociación, depresión, narcisismo secundario, ansiedad, masoquismo, trastornos psicosomáticos viscerales, impotencia orgástica, etc. Uniendo estos conceptos podemos afirmar que: los músculos son memoria emocional ya que retienen el impacto emocional de las situaciones traumáticas, y según el momento histórico del impacto emocional, el mismo se fijará en el segmento cuya funcionalidad prevalezca. Pongamos como ejemplo el amamantamiento para entender qué pasa en el segmento ocular con una de sus funciones claves: la mirada. R. Spitz en “El primer año de vida del niño” nos va a hablar de tres organizadores psíquicos: 1) el establecimiento de la respuesta sonriente; 2) la “angustia del octavo mes”; 3) el dominio del “no” en gesto y palabra. Desde el punto de vista bioenergético los principales organizadores del psiquismo en relación al segmento ocular van a ser: 1) la acción de mirar un punto fijo; 2) la acción de la acomodación y de la convergencia ocular; 3) la acción de la lateralización de los ojos; 4) la acción de la rotación de los ojos. 25
Estos cuatro organizadores van a utilizarse como instrumentos psicoterapéuticos para la recuperación del funcionalismo ocular. Para lo cual le vamos a proponer al paciente, siguiendo la metodología del Análisis Bioenergético Reichiano, la realización de cuatro acciones analógicas a las funciones de los organizadores oculares anteriormente descritos. ¿Qué es lo que se comprueba clínicamente en el amamantamiento en relación al segmento ocular? Que el bebé cuando es amamantado, en determinados momentos, mira alternativamente el pezón y el rostro de la madre en lo que llamamos función de acomodación y convergencia. Esta acción de focalizar la mirada en un punto (el pezón) y converger hacia otro (el rostro de la madre) es decisiva en la estructuración del psiquismo y en la adquisición de la funcionalidad del segmento ocular en el período de amamantamiento. Desde el punto de vista dinámico consiste en la exploración focalizada del objeto en el proceso de diferenciación del objeto parcial al objeto total. O sea, en esta exploración focalizada de la formación de la convergencia, se gesta la posibilidad de pasar del objeto parcial al objeto total, del no-yo al yo, de lo finito al infinito. Este movimiento que realiza el bebé cuando mama, de mirar el pezón y el rostro de la madre alternativamente, junto a la acción de chupar, le calma la ansiedad, le ayuda a concretizar el sueño. Y por otro lado, funciona como segundo organizador, al participar activamente en la coordinación de los músculos oculares, permitiendo y desarrollando además la función de la discriminación. Un bebé que es amamantado por una mamá que está mirando la televisión, sin contacto íntimo, y que no establece un contacto ocular significativo con el niño, va a dificultar esta función organizadora de la acomodación y de la convergencia.
EL TRABAJO CON EL CUERPO ¿Cómo trabajamos en la Clínica Bioenergética? A diferencia de otras corrientes psicopsicoterapéuticas trabajamos efectivamente con el cuerpo de nuestros pacientes. Para Alexander Lowen el Análisis Bioenergético es la manera de comprender a la persona y sus problemas emocionales en términos de la dinámica energética de su cuerpo. Para Lowen el cuerpo nunca miente ya que contiene grabada la historia de la persona. ¿Cómo podemos reparar una función muscular, psicodinámica, bioenergética que quedó bloqueada? 26
En el trabajo clínico les sugerimos a los pacientes la realización de determinados movimientos expresivos, neuromusculares. No son cualquier movimiento, sino que son movimientos ligados a funciones organizativas, a la funcionalidad del segmento. Estos movimientos son los que nos van a proporcionar la posibilidad de recuperar las emociones bloqueadas o inhibidas en la coraza y propiciar la irrupción de recuerdos asociados. En el Análisis Bioenergético Reichiano usamos determinadas técnicas bioenergéticas (que les llamamos actings neuromusculares, o movimientos expresivo-emocionales) que nos permiten trabajar con el cuerpo del paciente, segmento por segmento, respetando su ritmo biológico y su dinámica histórica y natural evolutiva. En la medida en que los movimientos propuestos siguen la dirección céfalo-caudal (ocular-pélvica) nos permiten no violentar la dinámica natural evolutiva, además de poder recuperar y reconstruir, en un marco psicoterapéutico, la historia del paciente. Este proceso de desacorazamiento Reich lo llamaba unfolding process, es decir aquel proceso de desacorazamiento capa por capa, desde las capas más superficiales de la interacción social hasta las capas más profundas del funcionamiento biopsíquico.
¿ACORAZAR O DESACORAZAR? Las técnicas pueden tener dos direcciones: una desbloquear la coraza (descargar los segmentos), y otra cargar los segmentos que tienen un déficit de acorazamiento. Las técnicas que aplicamos si bien tienen un orden riguroso (no rígido), se introducen diferencialmente en función de cada estructura de carácter, y según las particularidades históricas de cada persona. Asimismo se van introduciendo a partir de la comprensión del momento, y de la situación emocional y social, en que el paciente está en el proceso psicoterapéutico. Es decir que, para la realización de cada técnica, tomamos en cuenta el significado psicológico de la misma, dándole al paciente un tiempo personal (ritmo interno/ritmo biológico) para ser vivenciado de acuerdo con sus límites (biofísicos y emocionales), su momento psicoterapéutico y su contexto e intertexto (vínculos, límites sociales, etc.).
OBJETIVO CLÍNICO, METODOLOGÍA ¿Cuál es el objetivo de las técnicas? 27
Las técnicas reichianas se realizan con el objetivo psicoterapéutico de recuperación de la funcionalidad de cada segmento de la coraza muscular y con el objetivo psicoterapéutico de desbloquear la circulación energética corporal. Metodológicamente las vamos aplicando en la dirección céfalo caudal (de la cabeza a los pies), siguiendo los anillos musculares indicados en los siete niveles de la coraza definida por Wilhelm Reich. Las técnicas reichianas son acciones analógicas, son movimientos neuro-musculares, energético-emocionales, sugeridos por el psicoterapeuta al paciente, con la finalidad de la recuperación funcional y fisiológica de los segmentos de la coraza muscular y el desbloqueo de los mismos. Por ejemplo, siguiendo con el acting de acomodación y convergencia, le proponemos al paciente en posición de decúbito supina (acostado boca arriba y con las rodillas flexionadas) que mire alternativamente un punto (en el techo, o el rostro del psicoterapeuta, o la estimulación de los ojos con una pequeña linterna de bolsillo) y luego que mire la punta de su nariz, durante un período que dura entre 15 y 20 minutos. De esta manera a través de la repetición de movimientos simples pero puntuales, se permite el despertar, desde la memoria emocional alojada en los músculos, de acontecimientos antiguos y emociones ancladas profundamente. Es decir, durante la realización de los movimientos neuromusculares el paciente puede recibir informaciones tanto a nivel somático (sensaciones, movimientos involuntarios), a nivel emocional (abreacciones) y a nivel mental (imágenes, pensamientos, recuerdos). El análisis de estas informaciones permite, con la ayuda del psicoterapeuta, la integración y la unificación de los diversos niveles de la experiencia. Y al trabajar dinámicamente en un nivel somatopsíquico-emocional simultáneo se impide el restablecimiento de la situación traumática original. En el ejemplo anterior, el rostro del psicoterapeuta representa transferencialmente al rostro de la madre y la punta de la nariz del paciente representa simbólicamente el pezón de la mamá. Es decir que, por medio de estos movimientos neurovegetativos, estamos propiciando una investigación metodológica que permite conseguir la maduración de las funciones.
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DIAGNÓSTICO Entonces, primera decisión: acorazar o desacorazar. Esta es la primera decisión que toma un psicoterapeuta corporal bioenergético. Si me permiten la expresión, sacamos lo que sobró, o generamos los soportes necesarios para que la persona pueda nutrirse de lo que le falta. Para ello trabajamos con una modalidad de diagnóstico que, en la escuela europea de psicoterapia reichiana, le llaman D.I.D.E. (Diagnóstico Inicial, Diferencial y Estructural) y fue sistematizada por Xavier Serrano. Esta modalidad de diagnóstico, como su nombre lo indica, nos permite diagnosticar inicial y diferencialmente la estructura del paciente (psicótica, borderline o neurótica), permitiendo planificar las primeras hipótesis de trabajo estratégicas, y desarrollar un proyecto psicoterapéutico que será breve y focal (3 a 12 meses aproximadamente) o de análisis (150 a 350 sesiones aproximadamente). Nos interesa diagnosticar la estructura desde el inicio del análisis, ya que nos permite situarnos, sistemática y funcionalmente, ante la persona que nos solicita ayuda. Este diagnóstico estructural lo combinaremos dinámicamente con la lectura de la organización energética, expresivo-emocional, somática y sintomática que integraremos al DIDE en el correr de las entrevistas y sesiones. Para el diagnóstico estructural y dinámico, utilizamos como referentes: - Los motivos de consulta, motivos desencadenantes, sintomatología. - La predisposición constitucional (los antecedentes biológicos y familiares directos). - El metabolismo bioenergético (mayor o menor capacidad de pulsación del organismo). - Las relaciones objetales (tipos de vínculos). - Los principales mecanismos defensivos (represión, proyección, escisión, racionalización, etc.). - El tipo de transferencia y de resistencia predominantes (positiva, negativa, defensiva, creativa, orgánica, erótica, rizomática, lateral, etc.). - Tipos de contratransferencia desarrollados. Niveles de resonancia y empatía alcanzados en los primeros encuentros. - Relevamiento de psicoterapias anteriores: principales problemáticas trabajadas, posible derivación, tipo de psicoterapia y psicoterapeuta, grado de implicación con el proceso, etc. 29
- Evaluación actual: laboral, familiar, afectiva, sexual, social. - Enfermedades, hospitalizaciones, otras psicoterapéuticas, existencia de tratamientos químicos. - Familia: padres, abuelos, hermanos (orden de nacimientos, edades, géneros). Principales rasgos caracteriales (fundamentalmente de padre y madre). Antecedentes biopáticos. - Evaluación afectivo sexual: miedos básicos. Traumas. Fijaciones libidinales. Relaciones objetales. Forma de vivir la sexualidad. Nivel de implicancia afectiva. Potencia sexual, posibles disfunciones sexuales. - Particularidades oníricas. - Así como también otros aspectos dinámicos como su motivación para iniciar psicoterapia corporal bioenergética en este momento, su capacidad de realizar insights, cuál es el espacio humano que habita, qué elección ha hecho dentro de las posibilidades que le fueron ofrecidas, sus tendencias a la repetición, etc. Separo intencionalmente dos herramientas propias de la clínica bioenergética que utilizamos para el DIDE y para el trabajo psicoterapéutico, que son: -El Análisis del carácter: metodología técnica para el análisis y la disminución de los aspectos defensivos del carácter. Consiste en la búsqueda e identificación de los principales rasgos de carácter del paciente (esquizoide, oral, narcisista, psicopático, masoquista, pasivo-femenino, obsesivo-compulsivo, fálico-narcisista, histérico, etc.), focalizando posteriormente en el hilo rojo caracterial para una posterior desidentificación de éste. Es un recurso para percibir la forma del comportamiento habitual del analizando, concientizándolo de los aspectos defensivos que más le causan sufrimiento. -La Lectura corporal a través del análisis de la anatomía emocional, de la gramática expresiva y del masaje diagnóstico: es una evaluación somática y energética de la organización psicocorporal actual que permite analizar cómo la historia del paciente se inscribió en su cuerpo. A partir de esta tecnología óptica y sensorial discriminamos bloqueos (primitivos, principales y secundarios), tensiones musculares (actuales y crónicas), el funcionamiento neurovegetativo del sistema simpático y parasimpático (simpaticotonía o parasimpaticotonía 30
crónicas o reactivas), la funcionalidad y disfuncionalidad en los siete segmentos de la coraza muscular, la conexión entre los mismos, así como el tono muscular (hipotono o hipertono), los niveles energéticos (subcarga, sobrecarga), los emplazamientos de la energía, los sistemas de defensa energética, la contextura física, la circulación corporal, la capacidad perceptiva (subfocalizada o sobrefocalizada) y el grado de enraizamiento (subenraizado o sobrenraizado). A partir del DIDE realizamos un proyecto psicoterapéutico estratégico que se basa en una modalidad de intervención metodológica pero flexible a las necesidades del paciente. Uno de los principales aspectos metodológicos a definir es si trabajamos estratégicamente con la resistencia (desbloqueo) o trabajamos con impulsos (contención). Si hay predominancia de resistencia es un indicador más de que tenemos que trabajar en un proyecto psicoterapéutico de desacorazamiento. Si hay predominancia de impulsos tenemos que trabajar en la línea del acorazamiento porque seguramente confrontamos un déficit de acorazamiento, característico de las estructuras psicóticas, o una mala distribución energética característica de las estructuras borders (núcleos psicóticos con coberturas neuróticas). Comprender la organización dinámica y determinar la eventual estructura del paciente, como les decía, nos permite establecer y desarrollar hipótesis de trabajo y un proyecto psicoterapéutico clínico. Pero tenemos que tomar en cuenta que tanto el cuerpo como el carácter son organizaciones energéticas dinámicas, por eso nos interesa la forma de la estructura caracterial, la integridad del yo, las condiciones sintomáticas, biopáticas y circundantes de la vida del paciente. Es decir, nos interesa la infinita complejidad de cómo la persona ha sabido adaptarse y defenderse para ser lo que es en el momento en el que lo encontramos. ¿Cómo se desarrolla una sesión? ¿Cuando viene un paciente, qué es lo primero que hacemos? Aquí tenemos que introducir una noción ética: cuando llega a mi consultorio alguien a quien podríamos llamar paciente, el principal objetivo de mi vida, en la próxima hora, es estar enteramente junto a esa persona. En términos esquemáticos (y sólo con una finalidad didáctica) podríamos decir que con pacientes con estructura psicótica trabajamos dos sesiones semanales de hora y media cada una. Con pacientes 31
con estructura de carácter border-line trabajamos una sesión semanal de hora y media de duración. Y con pacientes de estructura neurótica trabajamos una sesión semanal de una hora o una sesión de hora y media cada quince días. Por lo general, con los pacientes con estructura psicótica nos ponemos a disposición del paciente y/o de la familia y desarrollamos básicamente un dispositivo móvil, esto quiere decir que además del trabajo en nuestro consultorio, si es necesario trabajamos con la familia, vamos a su casa, trabajamos multidisciplinariamente en colaboración con otros profesionales, etc. En sesiones de hora y media distribuimos el tiempo de la sesión de la siguiente manera: media hora de verbalización inicial, cuarenta minutos de trabajo corporal (biofísico), y luego veinte minutos de verbalización final. En sesiones de una hora trabajamos 20’ (verbalización inicial), 30’ (trabajo biofísico) y 10’ (verbalización final). ¿Cómo se trabaja la integración dinámica entre lo somático y lo psíquico? Luego del trabajo biofísico se produce una pausa dinámica para realizar la verbalización final. En la misma nos centramos en preguntarle al paciente: a) cómo se siente; b) qué sensaciones tiene en su cuerpo; c) qué pensamientos, imágenes y/o recuerdos vinieron a su mente; d) cómo vivió la realización de los movimientos propuestos, es decir, qué significado tiene para el paciente hacerlo de esa forma, y con qué asocia ese movimiento; Para el paciente es importante vivir el momento de verbalización no como una racionalización o una intelectualización defensiva, sino como un complemento dinámico de la movilización neuromuscular y emocional. En este sentido, las técnicas reichianas son una metodología que nos permiten darle la posibilidad al paciente de que sienta para luego entender. Esta es nuestra manera de aproximarnos a la salud, en el entendido de que comprender sin sentir es una forma patológica de vida. En el momento de la verbalización el psicoterapeuta trata de entender, a través de la interpretación analógica, qué conexión encuentra entre el carácter del paciente, su historia y la forma de realización de la técnica propuesta (por ejemplo, el mirar alternativamente el rostro 32
del psicoterapeuta y la punta de la nariz del paciente). Y le damos un sentido analógico a lo que pudo sentir y observar. Metodológicamente, luego de la ejecución de cada técnica se invita siempre al paciente a verbalizar cómo se siente, cuáles fueron sus sensaciones corporales, cuáles fueron las imágenes, recuerdos, ideas y/o pensamientos que pasaron por su mente. En el caso de producirse una abreacción emocional durante la realización de una técnica, se trabaja con esa emoción. Posteriormente no se propone otro movimiento. La aparición espontánea y conciente de una emoción reprimida o inhibida, puede venir o no acompañada de un recuerdo de la causa de dicha represión. La emoción es vivida con la misma intensidad que en su momento histórico, pero en una situación distinta puesto que en el espacio psicoterapéutico se puede hacer frente a la causa represora, como adulto, con una persona que no le castra, sino que le apoya, y le permite vivir sin miedo y en libertad el sentimiento que sea (rabia, miedo, tristeza, placer). De no producirse una abreacción emocional puede proponerse integrativamente otra técnica. O puede que en la verbalización se produzca una nueva abreacción emocional, la cual viene a complementar el efecto energético de la acción muscular. En este intercambio verbal, el analista comunica lo que él ha observado, pudiendo integrar un registro de interpretación analógica con las actitudes caracteriales, históricas y de la vida cotidiana del paciente. En estos momentos la interpretación analógica amplifica el trabajo analítico (análisis del carácter) y las posibilidades de integración (insights). En términos generales podemos decir que las técnicas propuestas se van repitiendo durante las sesiones hasta que se obtiene el efecto psicoterapéutico deseado: la flexibilización de la coraza muscular y la recuperación del funcionalismo del segmento en cuestión. Podemos deducir la flexibilización de la coraza y la recuperación del funcionalismo para cada segmento, cuando la realización de cada técnica pasa a ser agradable para el paciente, sustituyendo las abreacciones emocionales traumáticas por sentimientos de satisfacción y de placer. Las diversas técnicas de desacorazamiento se proponen varias veces durante el proceso psicoterapéutico. Algunas, por su importancia, son utilizadas con mucha frecuencia, otras las usamos más esporádicamente. En algunos casos es necesario repetir la misma técnica durante varias sesiones para obtener el efecto psicoterapéutico deseado. Tanto la frecuencia como la secuencia de la aplicación técnica varía de un 33
paciente a otro, dependiendo de su estructura biopsíquica, y de la evolución y de las reacciones al trabajo.
TRANSFERENCIA Y RESONANCIA Al mismo tiempo que realizamos el trabajo corporal, biofísico se va haciendo el análisis del carácter, de la transferencia y de las resistencias. Es importante remarcar que si bien en la clínica bioenergética trabajamos con análisis de la transferencia, es decir, desde la transferencia, buscamos salir de ella para entrar en un padrón de resonancia. ¿Cómo lo hacemos desde el punto de vista clínico? Ampliando la capacidad de percepción lo más posible, y apoyándonos en la contratransferencia sintónica y en la transferencia orgánica. Buscando que la transferencia no sea sólo defensiva sino también creativa. En la contratransferencia sintónica el psicoterapeuta utiliza su respiración, su tono muscular y eventualmente todos sus sentidos, para tratar de sentir qué es lo que está pasando en el cuerpo del paciente. O sea, ampliamos la capacidad de percepción de forma tal que no sólo escuchamos el discurso del paciente, y miramos su postura expresiva, sino que tratamos de sentir qué es lo que está pasando en su cuerpo. De forma tal que nuestro cuerpo, sintónicamente, pueda resonar con las cosas que le están pasando al paciente. Es decir, dejamos que la expresión del paciente haga una impresión en nosotros. No sólo tenemos un discurso para escuchar, sino también un cuerpo para ver, afectar y ser afectados. Prestamos atención a nuestras asociaciones de ideas, pero también a nuestras propias emociones, a nuestra forma de respirar, a nuestro tono muscular, etc.
SETTING CLÍNICO, ECOSISTEMAS ENERGÉTICOS El setting psicoterapéutico es esencial en el trabajo clínico. Debe ser seguro, confiable, confortable y tener los límites bien definidos, más allá de que trabajemos con un encuadre fijo o con un dispositivo móvil. Si tomamos los cuatro ecosistemas básicos de un desarrollo evolutivo, a saber, el útero, la madre, la familia y las instituciones, una de las funciones del psicoterapeuta (su postura psicoterapéutica) tiene que ser la de intentar reparar las fallas en dichos ecosistemas. Por 34
ejemplo, en el primer ecosistema (el primer campo energético), oficiando de útero caliente, acogedor y protector, al mismo tiempo que estamos trabajando con los dos primeros segmentos de la coraza (ocular y oral) con técnicas de maternaje.
DIMENSIÓN TEMPORAL En lo que hace a la dimensión temporal, las técnicas se trabajan como un tiempo que le facilitamos al paciente para tomar contacto con su dinámica interna. Este tiempo tiene una impronta vegetativa. ¿Cómo funcionan biofísicamente las técnicas reichianas? En la realización de las técnicas el paciente actúa implicando su neuromuscularidad, en la medida en que los movimientos propuestos tienen un efecto en el movimiento central diencefálico hipotalámico hipofisiario, que repercute en la formación reticular. A través del movimiento de integración entre los dos hemisferios cerebrales y la estimulación del hipotálamo y de la hipófisis, se incide directamente sobre la respiración, produciéndose una respuesta vagotónica que facilita y produce la abreacción emocional y eventualmente la invasión de recuerdos. Como analistas bioenergéticos buscamos integrar el flujo energético libidinal de la cabeza, del corazón y de la pelvis hasta los pies, en el marco del principio de realidad. Desde el punto de vista psicológico las técnicas nos van a permitir armonizar saludablemente la dinámica psico-afectiva del paciente, en función de una reorganización histórica céfalo-caudal, que va desde la constitución del sujeto como organismo intra-uterino, hasta el desarrollo de su subjetividad en su adolescencia, trabajando analíticamente los cuatro ecosistemas anteriormente nombrados. En los procesos psicoterapéuticos bien realizados con la realización gradual y progresiva de las técnicas de desacorazamiento, se va respetando el ritmo interno del paciente, y se nos va haciendo evidente la recuperación funcional de cada uno de los segmentos y del organismo en general. Si bien el trabajo lo vamos realizando segmento por segmento, los movimientos de un segmento, como acciones musculares en la coraza total, generan una reacción en el resto del organismo, al permitir mover la energía bloqueada en los haces musculares. El psicoterapeuta debe siempre focalizar su atención en la totalidad del cuerpo del paciente, 35
aun cuando esté trabajando específicamente sobre un segmento de la coraza. En el trabajo con los actings nos encontramos con distintas respuestas emocionales, sensaciones vegetativas y abreacciones emocionales. Al mismo tiempo que se pueden producir en el paciente distintos tipos de resistencias. Por ejemplo, a nivel de sensaciones nos encontramos con frecuencia con cambios en las sensaciones térmicas en distintas partes del cuerpo, sensaciones de corrientes, hormigueos y carga energética en todo, o en alguna parte del cuerpo; podemos encontrarnos con sensaciones genitales en respuesta a algún ejercicio realizado con la boca. A veces los pacientes pueden adoptar posturas y actitudes regresivas (como las del recién nacido o fetales). Federico Navarro describe cerca de treinta reacciones corporales generales (y/o particulares de cada segmento de la coraza), que se pueden producir con la realización de los actings neurovegetativos: calor, frío, sudoración caliente o fría, enrojecimiento, palidez, estornudo, desperezamiento, tos, náusea o vómito, miedo o temor, somnolencia, llanto o lacrimación, excitación sexual, vibraciones musculares o temblores, movimientos peristálticos, dolores musculares, excitación o perplejidad, ganas de orinar, cansancio, ansiedad y angustia, tristeza, parestesia, sensaciones en los talones, sensaciones en los lóbulos de las orejas, sensación de levitar, sensación de unidad corporal, sensación de placer o abandono o sensación de caída, sensación de ridículo, sensaciones de contraste entre la mitad superior y la inferior del cuerpo, sensaciones propias del nivel o de la zona trabajada. Es conveniente señalar que las reacciones al trabajo corporal, al trabajo biofísico pueden ser inmediatas o retardadas. Las primeras se manifiestan en el contexto de la sesión y las segundas pueden manifestarse horas o días después. En este sentido es importante que el psicoterapeuta indague, al comienzo de cada encuentro, si hubo efectos retardados durante el período entre sesión y sesión. Las reacciones inmediatas pueden ser expresiones emocionales, recuerdos o reacciones somáticas. Las reacciones retardadas las podemos agrupar en psíquicas (sueños, recuerdos, insights, etc.), emocionales (por ejemplo: rabia, tristeza, deseo sexual, ansiedad, miedo), energéticas (por ejemplo: sueño, hambre, sed, cansancio, vitalidad, relajación, tensión), somáticas (por ejemplo: frío, calor, parestesias, tetanias, cosquilleos, náuseas, dolor, 36
aparición, desaparición o recrudecimiento de determinados síntomas corporales) y comportamentales (cambios en la socialización, en las relaciones interpersonales, en la impulsividad, etc.). Como principales resistencias nos encontramos con ejecuciones mecánicas de los actings, ansiedad y somnoliencia. La ejecución mecánica de los actings se produce como mecanismo disociativo que impide que la emoción llegue a través de la activación de la sensorialidad; puede producirse además como una búsqueda transferencial de perfección como forma de agradar al psicoterapeuta; o de ejecución obediente de la sugerencia del psicoterapeuta para cumplir con su deseo. La ansiedad se puede dar en función de la incapacidad del paciente de entrar en contacto con su ritmo biológico, conexión que le permitiría entregarse a su organismo y experimentar profundamente su cuerpo; puede tener que ver con la condición moderna de vivir permanentemente excitados, corriendo, sin poder terminar una acción que implique un contacto significativo con el propio cuerpo y con el ritmo interno. La somnoliencia, cuando viene en forma rápida y no progresivamente, y cuando el paciente no tiene realmente sueño previo a la realización del acting, es una defensa inconciente de miedo y una negación que funciona como sabotaje inconciente a la psicoterapia. Es importante distinguir la somnoliencia como resistencia, de la reacción parasimpática de sueño profundo, que progresivamente va acompañando la realización de determinados actings, produciendo un bienestar funcional, placentero y relajante. Podemos encontrar otras resistencias que están relacionadas, a su vez, a la estructura y los trazos caracteriales de cada paciente. Por ejemplo, el cerrar los ojos durante la realización de un acting; o la reactivación de una transferencia erótica en un acting que no tiene relación con la misma (por ejemplo, en el acting “concha de mar”). En resumen, en el Análisis Bioenergético Reichiano se combina un trabajo que integra dinámicamente lo somático y lo psíquico desde un abordaje del movimiento energético-emocional. La asociación y la verbalización del paciente, y los señalamientos e interpretaciones del psicoterapeuta se van realizando analógicamente, a partir del análisis del lenguaje corporal expresado en la sesión y del análisis del carácter, de la transferencia y de las resistencias.
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A través de la repetición de movimientos simples pero puntuales, se permite el despertar, desde la memoria emocional alojada en los músculos, de acontecimientos antiguos y emociones ancladas profundamente. Es decir, durante la realización de los movimientos neuromusculares el paciente puede recibir informaciones tanto a nivel somático (sensaciones, movimientos involuntarios), a nivel emocional (abreacciones) y a nivel mental (imágenes, pensamientos, recuerdos). El análisis de estas informaciones permite, con la ayuda del psicoterapeuta, la integración y la unificación de los diversos niveles de la experiencia. Y al trabajar dinámicamente en un nivel somato-psíquicoemocional simultáneo se impide el restablecimiento de la situación traumática original. De esta manera establecemos metodológicamente una diferencia con el Psicoanálisis, por un lado, y con las técnicas corporales, por el otro. A pesar de ser eficaces en la toma de conciencia de la actitud emocional predominante en el paciente, y en el análisis profundo del bloqueo inicial, las técnicas de orden psicoanalítico no son capaces de restablecer la funcionalidad de los segmentos de la coraza. Inversamente, las técnicas exclusivamente somáticas pueden facilitar al individuo el recobrar la plenitud de sus capacidades corporales, pero son insuficientes para favorecer una toma de conciencia clara del bloqueo emocional inicial. Y si éste permanece inconciente, existe una mayor posibilidad de que se restablezcan las tensiones musculares correspondientes. Es importante recalcar que el psicoterapeuta corporal bioenergético, el analista bioenergético reichiano, como le decimos en nuestro país, utiliza técnicas de intervención psicoterapéuticas verbales y corporales, pero las mismas no se realizan ni mecánica ni rígidamente. Dentro del setting psicoterapéutico le damos una gran importancia a los aspectos vivenciales que permean el vínculo psicoterapeuta/paciente. Es decir, se hace un énfasis grande en el manejo clínico de la transferencia, pero además en el contacto y en la resonancia, sin las cuales el trabajo de intervención dinámico puede mecanizarse y rigidizarse. Las intervenciones corporales van siempre acompañadas de un trabajo complementario de análisis e interpretación. Y los mismos se realizan siempre en contacto, tratando de traspasar la transferencia (como patrón de interferencia y proyección) para entrar en padrones de resonancia: el lugar de la empatía emocional, de la confianza existencial y de la resonancia vibratoria que nos permite 38
reparar las situaciones traumáticas desde lo que podríamos llamar el amor psicoterapéutico. Con respecto al Dr. Wilhelm Reich, cabe reconocerle que cincuenta años después de su muerte haya afectado tan profundamente la teoría y la práctica de las psicoterapias, influyendo en una multiplicidad de líneas, y generando una prolífica descendencia intelectual en todos los continentes. Es intrigante también que muchas de sus teorías y tecnologías, denunciadas como falsas y fraudulentas en su época, hoy estén difundidas, legalizadas y legitimadas en dispositivos y prácticas hoy libremente aceptadas (como los acumuladores de energía que fueron patentados por laboratorios americanos y se venden públicamente por Internet). Reich, como creador intelectual, como investigador, como técnico y como militante, anduvo por varios campos (biología, medicina, psiquiatría, psicología, sexología, astronomía, física, etc). Sus concepciones (fórmula del orgasmo, análisis del carácter, vegetoterapia, orgonomía, etc.) también cambiaron mucho a lo largo de su vida. En este sentido, creo imposible tanto una aceptación como un rechazo global de su obra. Corresponde por lo tanto debitarle a Reich varias contribuciones de enorme importancia para la psicología y las psicoterapias: a) La apertura para la integración de la dimensión corporal en la psicoterapia, cuerpo negado y olvidado por las psicoterapias tradicionales de la época (en este sentido podemos identificar claramente a Wilhelm Reich como el primer psicoterapeuta corporal). b) Su rol activo como uno de los pilares teóricos y prácticos de la llamada Revolución Sexual (constituyéndose así en el primer sexólogo clínico occidental). c) Su coraje intelectual, existencial y profesional para enfrentar los poderes de su época, sufriendo así las persecuciones del nazismo, del oficialismo psicoanalítico, del partido comunista alemán, del FBI y de la FDA norteamericanos (instituyéndose claramente a partir de “Psicología de masas del fascismo” en el primer psicólogo social freudo-marxista).
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1.2 Funciones emocionales y bioenergéticas de la respiración / usos de la hiperventilación en la clínica bioenergética FUNCIONES EMOCIONALES Y BIOENERGÉTICAS DE LA RESPIRACIÓN En su extensa actividad clínica Wilhelm Reich descubrió que todo carácter neurótico tenía una respiración inhibida. Allí donde había pautas crónicas de respiración perturbada se generaban además ciertos tipos de síntomas comunes: ansiedad, trastornos sexuales, etc. A partir de la investigación clínica de W. Reich la respiración pasa a tener una función clínica central en la psicoterapia corporal. El mecanismo común y central a todas las formas de acorazamiento es la perturbación respiratoria. De allí en más todas las psicoterapias corporales han tomado en cuenta, en sus diversos dispositivos psicoterapéuticos, el carácter central de la respiración: 1) porque es un indicador esencial, es un analizador natural de lo que le ocurre a los pacientes, es un termómetro que mide su estado emocional; 2) porque es una expresión del grado de centramiento del paciente; 3) porque desde su función bioenergética es una expresión de la regulación de la economía energética del organismo.
Desgrabación del módulo sobre Respiración dictado en el curso “Teoría y práctica de la Clínica Bioenergética” de la Unidad de Formación Permanente para Graduados de la Facultad de Psicología de la UDELAR (Montevideo/Uruguay; 1999-2001).
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A partir de estas premisas podemos establecer tres axiomas bioenergéticos para el trabajo clínico con la respiración: 1) Una respiración limitada genera un movimiento pulsatorio reducido e implica una disminución de la capacidad de sentir y de expresar las emociones. Existe una relación bioenergética entre la respiración, el movimiento y la sensibilidad (emociones). Una respiración sana unifica al cuerpo. El cuerpo todo está implicado en la respiración. Si la respiración está inhibida se reduce la posibilidad de movimiento en el organismo. Y como sabemos bioenergéticamente, el movimiento determina la capacidad de sentir. Es decir, para restablecer la sensibilidad es necesario restablecer la movilidad y ésta depende directamente de cómo respiremos. Inversamente, una de las maneras más eficaces de disminuir la emergencia de una emoción es debilitando la respiración. Una emoción requiere energía. Cualquier actividad psíquica (estar furioso, excitado, con miedo) requiere una gran cantidad de energía (y el aire es energía). Por ejemplo, desde el sentido común y desde la experiencia cotidiana sabemos que la respiración es estimulada por la excitación sexual, pero no nos damos cuenta cómo una respiración restringida impide la expansión del organismo y puede llevar a la inhibición sexual. La respiración está relacionada a las sensaciones de placer y a la descarga sexual. La fuerza de la pulsión sexual está asociada a la capacidad de proveer energía desde el metabolismo respiratorio. En una persona que respira profundamente sus ojos brillan, su piel está coloreada, su cuerpo caliente y su tono muscular será el adecuado, al igual que las sensaciones corporales que sentimos en un encuentro orgástico. La respiración profunda es una acción corporal total, en donde todos los músculos del cuerpo se hayan comprometidos. Es un índice de salud, de estar plenamente vivo. La persona que respira profundamente tiene más oxígeno disponible para la acción, aumenta la energía del organismo, se mueve libremente y siente la plenitud de su cuerpo. Una respiración profunda hace nacer sentimientos en el cuerpo. Por el contrario una respiración disminuida reduce la motilidad del cuerpo. Las restricciones en la respiración generan una tendencia a la depresión, la persona puede sentirse poco vital, fastidiosa, con una tendencia a ver disminuidos los placeres sexuales.
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Se ha encontrado además una relación entre respiración y aprendizaje. Una respiración inhibida puede generar un cuerpo tenso con trastornos motores, con ansiedad, con dificultades de concentración, etc. La respiración es, por lo tanto, un indicador esencial, un analizador natural del estado emocional de la persona. Puede ser expresión de su espontaneidad y vitalidad o puede ser reflejo del condicionamiento de su coraza caracterial y somática. El modo como una persona respira transmite, por un lado, el sentido del ritmo interno y del bienestar interior, o por el contrario, comunica el estrés, el malestar, la presión y la incomodidad que puede estar sufriendo. Cuando trabajamos clínicamente con un paciente es muy importante conocer los mecanismos que bloquean la respiración. Es necesario chequear el ritmo y el volumen de la respiración. Ya que la cantidad de aire determinará la cantidad de energía disponible. A partir de este diagnóstico en el Análisis Bioenergético Reichiano trabajamos intensamente para levantar esos bloqueos. Otro axioma clínico del trabajo bioenergético es que la represión emocional de los sentimientos no puede eliminarse hasta tanto no esté totalmente restablecida la respiración profunda en el cuerpo del paciente. En el Análisis Bioenergético Reichiano consideramos importante aumentar la longitud de la respiración y no su amplitud. Desbloqueando la longitud de la respiración probablemente se aumentará también la amplitud de la misma, pero dentro del ritmo interno del paciente. Nos concentramos, como veremos más adelante, en desbloquear la onda respiratoria adquiriendo la misma un carácter total que involucre la base de la pelvis, comprometiendo el abdomen y luego abrazando a todo el cuerpo. 2) La respiración es un indicador inequívoco del grado de centramiento. Cuenta el pedagogo anarquista A. S. Neill (fundador de la escuela Summerhill y amigo personal de Wilhelm Reich), que éste no tenía un especial interés por la nutrición. La opinión de Reich era de que no tenía gran importancia lo que se comiese, siempre que se tuviese una
Para profundizar en la noción teórico-técnica de ritmo interno ver el capítulo “Ritmo Interno y Soportes en el Proceso Psicoterapéutico” del libro “Arqueología del Cuerpo” (1999) de quien suscribe.
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vida sexual orgástica autoregulada y se respirase adecuadamente. Para Reich la comida tenía un valor secundario: “Un hombre puede alimentarse con una dieta ideal de frutas y verduras pero, al mismo tiempo, ser una persona antivida y un hipócrita moralista”. Desde la perspectiva reichiana podemos entender a la función respiratoria como la base biofísica de los sentimientos, siendo la actividad central y centralizadora del organismo. Es decir, el cuerpo a través de los órganos implicados en la respiración (y también en la alimentación) realiza las funciones necesarias para mantenerse vivo. Una de las funciones psicoterapéuticas de la respiración es la de centramiento. Si queremos abordar el centro pulsatorio del cuerpo, si queremos desarrollar la función de centramiento, tenemos que trabajar con los ritmos respiratorios y con los ritmos emocionales. La pulsación respiratoria relajada da una sensación de centro. Es decir, una persona está centrada cuando está conectada con el ritmo de la respiración. Por el contrario la angustia quiebra el ritmo de la respiración. Genera un exceso de contracción y la persona pierde su conexión con el centro. Un individuo ansioso es claramente una persona descentrada. Si ubicamos al corazón como el centro emocional y al hara como el centro energético podemos pensar al primero como centro del amor y al segundo como centro de la potencia. Si el diafragma está relajado los dos centros están conectados y se sienten unificados. Si el diafragma está tenso la conexión se interrumpe. El amor no tiene soporte en la mitad inferior del cuerpo, o se puede sentir vitalidad y poder en el hara mientras que el centro del corazón está contraído, vacío y frío. Es decir, tenemos amor sin potencia o potencia sin amor. Por el contrario, si el diafragma está relajado la persona puede centrarse en el poder del amor. Por ejemplo, en la lectura corporal muchas veces observamos un bloqueo en el diafragma y en la cintura que genera dos grandes tipos de respiración emocional. Cuando se respira de la cintura para arriba se pueden aceptar con mayor facilidad los sentimientos del corazón, pero los sentimientos no fluyen hacia la pelvis con la misma intensidad. Cuando la respiración es sólo abdominal las sensaciones en la pelvis están vivas, pero la vida afectiva y la entrega amorosa se hace más difícil. Si queremos desarrollar en un paciente la función de centramiento, le pedimos que se acueste y que entre en contacto más profundo 44
con su respiración y con los movimientos peristálticos de su abdomen, poniendo sus manos en el hara. 3) El restablecimiento del equilibrio de la economía emocional es funcionalmente idéntico al restablecimiento del equilibrio de la respiración. El equilibrio entre la inhalación y la exhalación es funcionalmente idéntico al equilibrio entre la contención emocional y la descarga emocional. Para entender estos conceptos claves de la clínica bioenergética tenemos que observar que la pulsación de la respiración tiene un ritmo de cuatro fases: inhalación, exhalación y una pausa entre ambas que llamaremos retención de aire y retención en vacío. La fase inhalatoria tiene que ver con llenarse y contener. Es una preparación para la acción. Desde el punto de vista energético es una contracción y su función es la carga. Cuando inhalo se va desde la periferia al centro del organismo. Se atrae el aire, el mundo, todo lo que me rodea. Recibimos el exterior en nuestro interior. Cuando inhalo ese aire que comparto con otros viene hacia mí y me individualizo. Me transformo en un ser con límites. La fase de retención de aire reafirma este punto, marca límites y bordes con el mundo exterior. Cumple una función energética de separación e individualización del self. La fase exhalatoria tiene que ver con rendirse y soltarse, con ceder y liberar. Desde el punto de vista energético es una expansión y su función es la descarga. Cuando exhalo se va del centro a la periferia del organismo. Emocionalmente la espiración está relacionada con las pulsiones agresivas y sexuales. Cuando exhalo saco el aire de mi organismo y lo comparto con los demás. Psicológicamente está relacionado a la pérdida de límites. Cuando la espiración es completa es equivalente a una rendición del cuerpo. El hecho de permitir salir el aire de los pulmones puede ser vivido como un abandono del autocontrol. La fase de retención en vacío es la pausa respiratoria que realizamos luego de la espiración profunda hasta que el organismo necesita nuevamente oxígeno. Al quedarnos relajados y sin aire, esta fase puede producir psicológicamente pérdida de límites, y a nivel somático movimientos involuntarios y/o convulsivos. Cuando trabajamos clínicamente una de las primeras lecturas corporales que realizamos es la de la respiración del paciente. 45
La onda respiratoria de un paciente nos dice mucho sobre su capacidad yoica, sobre su capacidad de contacto (consigo mismo y con los otros). Hay muchos estilos respiratorios, distintas amplitudes y longitudes de ondas respiratorios, que darán lugar a distintas cantidades y calidades energéticas y emocionales. Si la onda respiratoria está retenida en la inspiración observaremos una tendencia oral, o esquizo-oral. Son personas que toman poco aire, tienen tendencia a deprimirse y/o engordar. Se sienten débiles (con poca energía) y vacías (con sensaciones emocionales de desnutrición). Su calidad de vida es pobre ya que respiran muy superficialmente. Tienen poco para dar o intercambiar, no toman contacto con sus necesidades y no reconocen sus deseos. Caracterialmente las podemos pensar como personas carenciadas y dependientes. Viven negativamente (siempre les falta algo, se quejan permanentemente). Biofísicamente observamos desgano al inspirar aire, inhibición en la función de chupar y en el reach out (ir a buscar, alcanzar). Dan la impresión de tener miedo de acercarse activamente al mundo y de que su deseo implícito fuera pasar inadvertidos, no ser observados. Mantienen un estado metabólico bajo, el volumen de aire que inspiran es ínfimo, como si no estuvieran interesados en alimentarse. Desde el punto de vista bioenergético podemos pensar que bajan al máximo su energía para no sentir (las cosas que los hacen sufrir). La etiología de este comportamiento lo podemos relacionar con el período de amamantamiento. No se alimentan del mundo porque en el momento en que necesitaron alimento hubo una falla en el primer ecosistema (madre), una falta de soporte (deprivación, rechazo, mala alimentación, ansiedad en el vínculo, destete prematuro y/o brusco, etc.) que generó la frustración oral. El no tener satisfacción en el período oral es una de las causas claves, si no hubo una compensación posterior, de la etiopatogénesis de la depresión. La persona depresiva desarrolla una defensa frente a las necesidades. Respira poco para no entrar en contacto con ellas y para sentir menos. El bloqueo somático principal relacionado al holding en la fase rítmica inspiratoria lo encontramos en la garganta. Si la onda respiratoria está retenida en la espiración observaremos fundamentalmente tendencias masoquistas o rígidas. Son personas que descargan poco, que guardan más aire tóxico del que necesitan. Están acostumbrados a tragarse sus emociones “negativas” (rabia, tristeza, 46
miedo). Generalmente son personas que cargan excesivamente con la conflictiva de los demás y les cuesta recibir gratificaciones. Están tan llenos de dichas emociones no expresadas que no les queda espacio físico y emocional para nuevos contactos y nuevas formas de recibir al mundo. Dentro de este padrón respiratorio encontramos, a su vez, distintos sub-tipos de holding. Por ejemplo, los pacientes que han desarrollado defensas rígidas del tipo fálico-narcisista guardan el aire en el pecho como una manera de sentirse superiores a los demás, probablemente compensando lo poco que pueden sentir. Tienen esa cosa del hombre falso, agresivo, que se llevan a todo el mundo por delante. Es una defensa contra el sentimiento de pánico. Conservan aire como medida de seguridad y tienen miedo de abandonar esa seguridad ilusoria. En la lectura corporal de la mayoría de las estructuras neuróticas observamos que el pecho está en posición de expansión. En la medida en que experimentan dificultad para espirar completamente el aire, sus pulmones contienen una cantidad considerable de aire de reserva. Temerosos de soltarse, de expresar lo que sienten, se contraen para asegurar esa cantidad de aire de reserva, manteniendo “algo” fuertemente contenido dentro de sí mismos. Esta actitud los hace proclives a la hipertensión sanguínea y a un eventual ataque cardíaco. Una actitud similar de retención del aire lo encontramos en los pacientes asmáticos. El asmático atrapa el aire en sus alvéolos pulmonares y no exhala correctamente. El asmático es un retenedor crónico. La base de esta actitud caracterial es una inseguridad muy grande, que hizo que se quedara ahí reteniendo. La sensación que dan clínicamente es que sienten en sus pulmones que puede perder algo (su madre), por lo tanto se aseguran reteniendo el aire. El bloqueo somático principal relacionado al holding de la fase rítmica espiratoria lo encontramos en el segmento torácico. Wilhelm Reich se concentró en la tendencia inhalatoria de los pacientes, en aquellos momentos predominantemente masoquistas y rígidos, tendencia que provocaba su ansiedad, su angustia sexual, etc. Psicoterapéuticamente vio la necesidad de profundizar la exhalación, como vía principal de descarga para la liberación emocional. En la actualidad hemos comprobado clínicamente una variación considerable en los cuerpos de los pacientes, a los años en que Reich creaba su metodología de Vegetoterapia Caracteroanalítica. De las personas que llegan a nuestros consultorios, porcentualmente encontramos un aumento creciente y significativo de pacientes con corazas débiles, 47
con déficit de acorazamiento, con coberturas caracteriales, utilizando mecanismos de defensas primitivos, y en algunos casos careciendo de algún tipo de control y de coraza. Por lo tanto, tenemos que tener mucho cuidado con alentar un tipo de respuestas clínicas (desacorazamiento, profundización de la espiración, hiperventilación, etc.) cuando un paciente está necesitando un tipo opuesto de ayuda (profundizar su inspiración, crear límites seguros, etc.). En mis dos décadas de actividad profesional, tanto en el trabajo individual como en el trabajo con grupos, he podido comprobar que más de la mitad de los pacientes necesita profundizar la fase rítmica inspiratoria, mientras que menos de la mitad restante necesita trabajar con la fase rítmica espiratoria. Cuando trabajamos clínicamente la función inspiratoria le damos apoyo al paciente en su proceso de inhalación. Verbalmente tendemos a explicarle la dinámica del proceso. Esto le da al paciente la posibilidad de manejar sus ataques de angustia con alguna esperanza de éxito. A partir de allí comenzamos con el trabajo biofísico. Por ejemplo, en posición supina, podemos darle apoyo en la curva lumbar y en la curva cervical, realizando un suave impulso hacia arriba cuando el paciente inhala y relajando la presión cuando el paciente exhala. Podemos subir lentamente los brazos del paciente cuando inhala, estimulando la expansión del segmento torácico, y relajarlos con la exhalación. Podemos hacer una presión sobre los hombros del paciente, ejerciendo una suave resistencia durante la inhalación y disminuyendo la resistencia durante la exhalación. Podemos apoyar nuestros dedos en la zona cráneo-occipital y tirar hacia nosotros con la inhalación, al mismo tiempo que el paciente presiona suavemente los pies contra el diván, relajando la presión de nuestros dedos y de los pies del paciente en la espiración. Con estas técnicas que favorecen la fase rítmica inspiratoria estamos enfatizando la función contenedora de la respiración. El uso psicoterapéutico de la inhalación contrarresta la hiperventilación. Buscamos favorecer la fase de inhalación y de retención de aire en los pacientes con organismos subcargados (orales, esquizo-orales, depresivos, etc.), con límites débiles (esquizoides, borders, psicóticos, etc.) y con una disposición excesiva a caer en la descarga emocional (impulsivos, histéricos, etc.). Por ejemplo, favorecemos el trabajo con la fase inspiratoria en aquellos histéricos con falta de contacto con la inhalación, que se 48
identifican con su exhalación, perdiendo fácilmente su sentido de centro. Por lo general, son personas hiper-expresivas, con tendencia a la catarsis histeriforme, funcionan con mucha energía superficial y con poco contacto con su yo (su defensa principal es el acting, estar siempre “afuera”). Los ayudamos a tomar contacto con la inhalación en el abdomen (centramiento) para establecer un sentido de centro y de contención. Lo opuesto lo hacemos con aquellos pacientes masoquistas que tienen una sobre-contención en el abdomen. Son personas que aprendieron a tragar y refrenar lo que sienten, creando una fuerte presión abdominal para impedir el estallido de las corrientes afectivas negativas. Con los pacientes rígidos que retienen la espiración, la psicoterapéutica consiste en relajar el pecho y la respiración para despresionar el segmento torácico del cuerpo, ayudando a profundizar la fase rítmica espiratoria usando movimientos expansivos, presionando el torso en el stool (taburete bioenergético), etc.
USOS DE LA HIPERVENTILACIÓN EN LA CLÍNICA BIOENERGÉTICA A diferencia de otros métodos psicoterapéuticos que influyen en el SNA de forma indirecta (visualizaciones, liberación de tensiones musculares, etc.) la respiración nos lleva directamente al SNA. Por lo tanto aumenta su potencial como método, como herramienta psicoterapéutica para influir en la estimulación fisiológica, afectiva y energética. Trabajando intensamente con la respiración se pueden producir modificaciones somáticas, emocionales y energéticas. Desarrollaremos un fenómeno, la hiperventilación, que ocurre con cierta frecuencia en los trabajos psicocorporales, y que muchas veces puede aterrorizar al coordinador de taller inexperiente o al psicoterapeuta de un laboratorio clínico que no sabe lo que hacer cuando esto ocurre con uno de sus integrantes o pacientes. Llamaremos hiperventilación a aquel modo de respirar que se caracteriza por ser excesivamente rápido y que produce un aporte de oxígeno y una eliminación de dióxido de carbono por encima de las necesidades del momento. La misma puede ser involuntaria o inducida. Provocada deliberadamente puede ser utilizada psicoterapéuticamente como una técnica de gran poder. En mi opinión debe ser utilizada en situaciones adecuadas, tomando ciertas precauciones diagnósticas previas, sólo por terapeutas entrenados en su uso. Puede ocurrir
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también que en los trabajos corporales algún paciente o participante espontáneamente entre en hiperventilación. Analizaremos cómo trabajar clínicamente en ambas situaciones. Desde el punto de vista energético una respiración intensa carga el cuerpo, siendo una puerta de entrada a una mayor potencia y sensibilidad. Este aumento energético (función de carga) puede ser vivido de tres maneras distintas: a) En un cuerpo relajado, suelto, con una coraza flexible la experiencia puede ser potentizadora, placentera e incluso llevar al éxtasis. b) En un cuerpo acorazado, con tensiones musculares crónicas significativas, cuando la nueva energía choca contra los bloqueos musculares pueden aparecer sensaciones y sentimientos alarmantes difíciles de manejar, convirtiéndose en una vía directa de abordaje de la coraza muscular. c) En un cuerpo con déficit de acorazamiento puede producir un estado alterado de conciencia, en el cual pueden ocurrir desbloqueos emocionales abruptos y explosivos, que deben ser cuidados. En la medida en que el control cerebral disminuye se pierden los filtros de la percepción y la persona puede perder momentáneamente el control, ya que su campo energético se expande y puede comenzar a percibir sensaciones, emociones e imágenes que anteriormente no percibía. Por esta razón para algunas personas la hiperventilación puede ser buena y para otras no. Clínicamente hay que saber usarla (con quien sí, con quien no, en qué momento del proceso psicoterapéutico), sabiendo además actuar cuando se produce espontáneamente. En términos generales no recomiendo utilizarla con pacientes de estructura psicótica o border, con pacientes con enfermedades coronarias o respiratorias, con embarazadas, con pacientes epilépticos y tampoco recomiendo su uso en grupos si no hay un diagnóstico previo de los integrantes y si no contamos con posibilidades de contención posterior. Fuera del encuadre clínico la hiperventilación se puede dar en situaciones de estrés, miedo, angustia, ansiedad o furia. La persona parece que está ahogada y cada vez se ahoga más. Parece que estuviera asfixiada cuando en realidad la hiperventilación sería, en estos casos, una reacción frente a una percepción emocional no bien digerida. Dentro del encuadre bioenergético la hiperventilación se produce generalmente como consecuencia del trabajo con los actings neuromusculares (movimientos expresivo-emocionales sugeridos por el psicoterapeuta al paciente) que producen un movimiento diencefálico 50
hipotalámico, estimulando el vago y la hipófisis, llevando a un resblandecimiento de las tensiones musculares involuntarias, favoreciendo el proceso de abreacción neuromuscular. En “Funciones emocionales y bioenergéticas de la respiración” vimos cómo trabajar con los cuatro fases del ritmo respiratorio, haciendo un análisis discriminatorio para su uso con las distintas estructuras de carácter. ¿Cómo nos damos cuenta cuando una persona se está hiperventilando antes de que aparezcan los síntomas característicos? En la respiración normal los hombres tienen aproximadamente entre 14 y 15 ciclos por minuto y las mujeres entre 13 y 14. Si observamos más de 16 ciclos por minuto ya podemos considerar que una persona está hiperventilándose, aunque en realidad una persona hiperventilada puede tener más de 30 ciclos por minuto. En general las personas que trabajan con bioenergética adquieren naturalmente un ritmo más profundo, junto con un crecimiento de la onda respiratoria, y en algunos trabajos se llega a 7-9 ciclos por minuto, o incluso aun menos. Si una persona se está hiperventilando, además de una respiración rápida, puede mostrar otras irregularidades como suspiros, bostezos, hacer demasiado ruido por la nariz, interrupciones de su ciclo respiratorio, movimientos acusados en las regiones superiores del pecho, dificultades de recuperar el aliento. ¿Qué es lo que pasa biológicamente en la hiperventilación? Biológicamente la eliminación de dióxido de carbono altera el equilibrio ácido-básico de la sangre, llevando a una alcalosis (exceso de alcalinidad). Por lo general lo vemos en organismos estresados que aumentan su ventilación y de esta manera alteran los sistemas corporales. Un organismo estresado toma más oxígeno y libera más dióxido de carbono. El nivel reducido de dióxido de carbono (que es ácido) en las arterias y en los tejidos corporales disminuye la presión parcial de dióxido de carbono, elevando el PH de la sangre produciendo la alcalosis.
La alcalosis respiratoria (disminución de la PCO2 y aumento del PH) se ve en los trastornos de ansiedad, en la sobredosis por aspirinas, etc. La hiperventilación favorece el PH alcalino. La acidosis respiratoria (aumento de la PCO2 y disminución del PH) se ve en casos de hipoventilación por enfisema, en edemas pulmonares, en traumatismos con centro coronario, en obstrucciones y alteraciones de los músculos respiratorios, etc. El PH es el símbolo que designa una medida de la concentración de iones hidrógeno (hidrogeniones) en una solución. La escala del PH va de 0 a 14 (7 = neutralidad, 7 alcalinidad creciente). La PCO2 normal está entre 35 y 45 mmHg y en la hiperventilación es de 26.
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Este exceso de alcalinidad altera la conducción de los estímulos nerviosos, generando un estado que crea sus propios síntomas. Se produce una irritabilidad neuronal, una amplia alteración química corporal con vasoconstricción cerebral que puede producir vértigo, desmayos, dolor de cabeza, trastornos visuales. Otros síntomas comunes son las parestesias (hormigueos producidos por la alcalosis, insensibilidad de dedos, labios y lengua, dificultad para hablar), vasoconstricción coronaria (dolor en el pecho), disritmia paroxística (palpitaciones), tetania (calambres, contracciones musculares involuntarias, retorcimiento de extremidades, clonismos, caretas, etc.). Estos síntomas son similares a los de la actividad nerviosa simpática. La aprensión que crean puede liberar catecolaminas que refuerzan los síntomas iniciales, estableciendo un círculo vicioso. No siempre el exceso de respiración conlleva a una mayor disponibilidad de oxígeno. Las personas que presentan hiperventilación son aquellas que respiran mucho y se mueven poco. Por eso es importante si se produce la hiperventilación descargar el exceso de oxígeno a través del movimiento. Aquí es cuando la hiperventilación puede ser utilizada como un proceso curativo natural, al aprovechar el exceso de oxígeno en el cuerpo. Desde el punto de vista bioenergético podemos observar que las emociones contenidas en la coraza somática usan la energía de la respiración para abrirse camino hacia la expresión. Al mismo tiempo, tenemos que tomar en cuenta, que los propios bloqueos emplean parte de la nueva energía para cerrarles el paso a las emociones reprimidas, inhibidas y ligadas. Por lo tanto, pueden aumentar el grado de rigidez muscular, de acorazamiento entre la ex-presión y la re-presión, acrecentando el malestar biofísico-emocional. En este momento es fundamental el apoyo del psicoterapeuta al paciente. El paciente necesita saber que el psicoterapeuta está ahí, y necesita saber que lo que en esencia le está pasando es positivo. Con pacientes que vemos favorable el trabajo de hiperventilación le alentamos a que deje fluir el movimiento allí donde siente la energía estancada.
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La hipocapnia (disminución del dióxido de carbono y de la acidez de la sangre) produce cambios vasculares que desembocan en una menor transferencia de oxígeno a los tejidos.
Alentamos al paciente a dejar fluir la vida a través de las zonas bloqueadas de su cuerpo. Por ejemplo: expresando el aumento de carga, estirándose, contorneándose, golpeando el diván con manos y pies, moviendo la pelvis, haciendo muecas, abriendo los ojos para establecer contacto con el psicoterapeuta, etc. Podemos alentar al paciente a que siga respirando profundamente y, al mismo tiempo, le sugerimos que comience a emitir sonidos o a verbalizar alguna palabra o pequeña frase que le de sentido al movimiento de descarga (“no”, “fuera”, “dejáme”, etc.). La integración de la voz, en esos momentos, permite el pasaje de lo conciente a lo inconciente y viceversa, conectando la camada mesodérmica con la endodérmica en la liberación de la tensión contenida. Podemos alentar al paciente a que siga respirando y al espirar verbalice un “a” abierto. Ese “aaa” va adquiriendo en la hiperventilación una coloración emocional, pudiendo devenir en grito de ira, de temor, de dolor, de angustia, de placer, de afirmación personal (“estoy aquí”, “siento”, “existo”, etc.). Al igual que la voz va adquiriendo una coloración emocional, los síntomas van adquiriendo un sentido analógico. La tetania, por ejemplo, se comienza a percibir como una resistencia muscular para no sentir. En el músculo tetánico no hay circulación energética, no hay sensación (la rigidez es similar a la del rigor mortis). A lo largo del proceso psicoterapéutico pueden entrar en tetania distintos grupos de músculos. Conforme el análisis va avanzando el paciente se va capacitando para admitir el aumento de carga energética y luego la tetania deja de aparecer. Las manos con parestesia necesitan del reach out y del contacto. Necesitan saber que si “van a buscar”, va a haber alguien allí para establecer contacto. La manos con tetania necesitan aferrar, hacer salir el poder encerrada en ellas, golpear o tomar con fuerza. Sino lo hacen se transforman en garras acalambradas, retorcidas e impotentes. En la hiperventilación los músculos se sobrecargan para que la carga se vierta en expresión. Pero si en algunas estructuras de carácter la pérdida de control puede significar una entrega al libre fluir de la vida (neurosis), en otras estructuras de personalidad (psicosis o border) la pérdida de control puede devenir en pánico causado por la ruptura de la cobertura caracterial y por la invasión de sensaciones,
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de movimientos descontrolados y de emociones que no se pueden contener y necesita disociar. Con estas personas lo más apropiado es “traerlos de vuelta” sin demora, tratar de que no pierdan el contacto con el psicoterapeuta, con el setting, con el encuadre y con la emoción subyacente. Podemos estimular la abreacción emocional, pero no la catarsis histeriforme. En caso de producirse un desbloqueo emocional abrupto y explosivo se debe actuar con firmeza, con calma y con mucha seguridad, para transmitir confianza a la persona, establecer un canal de comunicación, soporte y contacto (un verdadero cable a tierra). En orden de conseguir que el CO2 aumente, podemos sugerirle al paciente: “Pare de respirar por un momento, disminuya su ritmo de respiración. Agarre mi brazo con fuerza. Tenga calma que está todo bien. Ahora comience a respirar bien lento y bien profundo, retenga momentáneamente el aire y sienta sus límites corporales, tome contacto con los bordes de su cuerpo. Lo está haciendo muy bien”, etc. Con pacientes que contraindicamos la hiperventilación pero que espontáneamente entran en la misma podemos sugerirle además: – Contener la respiración durante segundos. Esta respiración corrige la condición momentáneamente, pero si se practica repetidamente tiende a favorecer la tensión y un modelo de respiración irregular. Es decir, compensa los efectos que produce una situación de hiperventilación, pero no lo hace naturalmente. – Alterar el ritmo y la profundidad de la respiración, respirando más lento y más superficial. Podemos sugerir una respiración abdominal con ritmo lento, suave y uniforme. El paciente debe tener el control bajo supervisión del psicoterapeuta. Esta respiración controlada puede crear ansia de aire. Si esto ocurre hay que tranquilizar al paciente y “felicitarlo”, explicándole que el cerebro está reconociendo el cambio antes de poder adaptarse a las “nuevas condiciones”. – Volver a respirar el aire espirado, cambiando así la composición del aire inspirado. Si una persona está en estado de hiperventilación aguda y vuelve a respirar su propio aire la condición se corregirá temporalmente. Se puede utilizar las propias manos o una bolsa pequeña de papel, cuatro o cinco veces, descansar y luego repetir el proceso, si es necesario.
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El aire que entra tiene una proporción de oxígeno del 21% y de dióxido de carbono de 0, 04%. El aire que sale tiene una menor proporción de oxígeno y una mayor proporción de dióxido de carbono (4%).
Los ritmos de respiración varían de un individuo a otro, por lo tanto los trabajos planteados deben contemplar que los participantes puedan decidir individualmente sobre la fase rítmica que les conviene incentivar (inspiración, retención de aire, espiración y/o retención en vacío), la forma (rápida y profunda, lenta y profunda, rápida y superficial), y la técnicas a utilizar (“ritmo interno”, “gato” en posición supina, “gato” en posición vertical, “vivation”, “holotrópica”, “ciclotrón”, etc.). Cuando trabajamos con grupos es siempre conveniente tener un diagnóstico previo de los participantes. En caso de producirse espontáneamente situaciones de hiperventilación en cualquiera de los trabajos propuestos, el psicoterapeuta debe percibirlo con anterioridad y seguir alguna de las indicaciones descritas líneas arriba. Cuando trabajamos a nivel individual, los profesionales del TEAB con formación en Análisis Bioenergético Reichiano, seguimos una metodología céfalo-caudal usando las técnicas de hiperventilación al llegar al segmento diafragmático, luego de haber trabajado sostenidamente con los segmentos pre-genitales (fundamentalmente los segmentos ocular, oral y cervical) y no antes. A nivel grupal no recomendamos el uso de técnicas de hiperventilación. Desde la clínica bioenergética sabemos que la sensibilidad está determinada por el movimiento y por la respiración. Así como las emociones fuertes estimulan y profundizan la respiración, la estimulación y la profundización de la respiración pueden causar emociones fuertes. Esto implica necesariamente un profundo conocimiento y una gran cautela por parte de los coordinadores grupales y/o terapeutas psicocorporales, a la hora de trabajar con la respiración y sus funciones emocionales. El equilibrio entre la contención emocional y la descarga emocional es también el equilibrio entre la inhalación y la exhalación. En este sentido W. Reich conocía los peligros potenciales de liberar demasiado rápidamente una respiración inhibida, inundando el organismo con más sensaciones que las que pudiera manejar, sin cerrarles de algún modo el paso a las reacciones psicóticas que la práctica respiratoria pudiera precipitar. De lo cual podemos inferir que la práctica psicoterapéutica psicocorporal exige un trabajo de mucha prudencia, mientras se construye, edifica y/o fortalece el yo de los pacientes. Si bien en los principios de la psicoterapia reichiana se ayudó a los pacientes a trabajar con su respiración, profundizando en la espiración 55
(en el trabajo con pacientes que desarrollaban básicamente defensas masoquistas o rígidas), los cuerpos de los pacientes actuales no son los mismos cuerpos acorazados que trabajó W. Reich. Actualmente observamos en la consulta una gran proporción de pacientes con déficit en el acorazamiento y que no han desarrollado los mecanismos de control necesarios para su vida. Estos pacientes necesitan aprender a profundizar su respiración en su fase inspiratoria (depresivos, orales, impulsivos, personas con una disposición excesiva a caer en la descarga emocional, hiperventilados, etc.), o profundizar la fase de retención de aire en la pausa entre la inspiración y la espiración respiratoria (borders, esquizoides, etc.). Muchos terapeutas han generalizado el uso de las técnicas de respiración en situaciones grupales. Algunos de ellos (¿mal entrenados?) incluyen dinámicas de hiperventilación en grupo, sin un diagnóstico previo de los participantes, y en workshops masivos de fin de semana (con uno o dos coordinadores para 20 o 30 participantes), incitando expresiones emocionales en personas que requerirían y necesitarían precisamente el tipo inverso de ayuda.
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1.3 El toque bioenergético y el masaje psicoterapéutico en el setting reichiano Toucher ou ne pas toucher? Una de las primeras preguntas que podemos hacernos al trabajar en clínica es, si en una situación analítica se puede tocar o no al paciente. Las escuelas que pretenden permanecer fieles a S. Freud responden a esta interrogante negativamente. Tanto W. Reich, S. Ferenczi como D. Winnicott, dentro del psicoanálisis, han marcado direcciones contrarias al principio técnico de no tocar al paciente. En su práctica pre-psicoanalítica, como muchos de los neuropsiquiatras de su época, Freud utilizaba terapias físicas, entre ellas sistemas de faradización, de hidroterapia, etc. En Estudios sobre la Histeria en el caso de Emmy Von N., Freud describe la prescripción a su paciente de baños tibios y masaje en el cuerpo dos veces por día, siendo él mismo quien realizaba los masajes, trabajando además con sesiones diarias de hipnosis. La cura por la palabra (talking cure) siguió históricamente el desplazamiento de la hipnosis (siendo 1896 el año en que Freud deja de practicarla), aunque aun no abandonaría definitivamente ni la sugestión ni el toque, ya que poniendo la mano sobre la frente de sus pacientes, les anunciaba que cuando él las retirara, las imágenes olvidadas resurgirían. Luego de sus debates con Ferenczi, a propósito de los métodos activos del psicoanalista húngaro, Freud va a presentar la regla de no tocar, teniendo como objetivo central evitar la erotización de la relación psicoterapéutica, su posible “pasaje al acto”, su “descarga pulsional” o
Desgrabación y ficha complementaria del módulo de masaje del curso de Clínica Bioenergética y Clínica Reichiana –especialización en Análisis Bioenergético Reichiano– (TEAB, 2003).
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su eventual “tentativa de seducción”. La renuncia al toque se volverá así una regla, que luego se transformará en prohibición y posteriormente en tabú: una prohibición ritual absoluta. Desde hace tiempo que los psicoterapeutas corporales, y en particular los reichianos, se han liberado del tabú que sobrecodificaba a los psicoanalistas, de establecer cualquier contacto físico cálido, inclusive la mirada, con las personas que trataban de ayudar. Tal como lo señala el analista reichiano Gerard Guasch las leyes del psicoanálisis, al igual que las de la iglesia, deberían ser válidas sólo para sí mismo a disgusto de las apetencias hegemónicas del uno o de la otra. Nuestra Didacta la Dra. Reolina Cardoso recibió su formación reichiana en el Instituto Wilhelm Reich de México formándose con los Dres. Gerard Guasch y Blanca Rosa Arnove. Blanca fue quien primero desarrolló una técnica que se llamó masaje reichiano en los inicios de los años 70. Fue por esa época que el fundador y director del Instituto Wilhelm Reich de México, el psiquiatra, orgonoterapeuta y militante libertario Rafael Estrada Villa, observaba que algunos pacientes, a pesar de todo esfuerzo clínico, no presentaban mejoras en sus procesos analíticos. Lo que le llamaba la atención a Rafael era el grado de rigidez muscular de estos pacientes que imposibilitaba la recuperación de la motilidad vegetativa en sus cuerpos. Decidió, entonces, investigar lo que sucedería con los procesos psicoterapéuticos de estos pacientes si ellos fuesen sometidos a un procedimiento sistemático de masaje para intentar aflojar los haces musculares de la coraza. Combinó con Blanca Arnove para realizar un trabajo conjunto, en donde él continuaría siendo el orgonoterapeuta trabajando la dinámica procesual de los pacientes y ella haría un trabajo de desbloqueo muscular sin intervención en la dinámica transferencial. Las intervenciones eran hechas siguiendo la dirección céfalo-caudal en los siete segmentos de la coraza muscular, tomando en cuenta además la estructura caracterial del paciente y partiendo de la resistencia más superficial. Lo que pasó a observarse es que una cantidad significativa de recuerdos, cargados de afectos y sensaciones, muchos de ellos relacionados a los conflictos infantiles se movilizaban con el masaje realizado por Blanca, llevando material de trabajo al proceso psicoterapéutico con Rafael, antes estancado. Gerard Guasch: “Quand le corps parle... Introduction á l’analyse reichienne”; (Sully Editions, Francia, 1998). En esa época los pacientes eran predominantemente más rígidos (compulsivos, fálicos e histéricos).
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Durante bastante tiempo el trabajo fue realizado de esta manera complementaria. Aunque con el correr del tiempo un nuevo problema surgió: la transferencia con el “psicoterapeuta principal” se fue diluyendo, pasando a cargarse la transferencia con la co-psicoterapeuta, sin que el trabajo en esa dinámica pudiera ser realizado, ya que no estaba establecido en el contrato psicoterapéutico preliminar. La corrección de ese problema se dio posteriormente introduciendo el masaje dentro de la clínica reichiana. De esta manera, el masaje junto a las demás técnicas neo y post reichianas pasó a ser un instrumento más de la psicoterapia bioenergética.
EL USO DEL TOQUE DESDE UNA PERSPECTIVA BIOENERGÉTICA En la clínica bioenergética no dejamos a los pacientes con su miedo al cuerpo y al contacto (cuerpo no habitado). A diferencia de los psicoanalistas que sólo trabajan el cuerpo como representación o contenido ideacional (cuerpo imaginario y/o simbólico), en psicoterapia corporal trabajamos con el “cuerpo real” de los pacientes como vía de acceso al inconciente, abordando desde el sistema nervioso neurovegetativo los principales bloqueos afectivos-musculares (cuerpo habitado). En términos generales podríamos decir que a través del toque bioenergético y del masaje psicoterapéutico en el setting reichiano se busca diagnosticar y restaurar la pérdida o la disminución de la capacidad de auto-regulación vegetativa del organismo a través de la liberación de la energía vital y del potencial creativo. Particularmente tengo necesidad de usar mis manos en el trabajo psicoterapéutico. El trabajo con las manos me parece hasta hoy el remedio más natural en cualquier forma de psicoterapia. El tocar implica un tipo de relación y de vínculo. Por un lado, una forma de conocer al otro, escuchar sus tensiones y bloqueos, sus pulsaciones y vibraciones, sensibilizar su cuerpo y estimularlo. Por otro lado, una forma de poner mi cuerpo (pulsional, amorosa, transferencialmente). Una mano puede devenir diversas cualidades: ser testigo, intermediaria, puede producir dolor, puede descargarlo, puede ser atravesada por el dolor, puede aliviarlo. Al tocar soy tocado.
Denise Dessaune de Almeida: “Guia de terapias corporais”; (Summus, Brasil, 1997).
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Pero antes de tocar a un paciente tenemos que tener claro una premisa ética: tocar a un paciente en psicoterapia no es una panacea. ¿Por qué? Porque el paciente “carga” y trae su historia en su encuentro con el psicoterapeuta. Cuando tocamos a un paciente estamos reactualizando su historia, por lo tanto pueden revivirse sentimientos reprimidos. Al igual que puede desinhibirse placer y deseo, puede también desbloquearse rabia, dolor y desesperación. Estos sentimientos pueden venir a la conciencia, con sensaciones e imágenes marcadas por un tipo de contacto anterior deprivador, abusivo, descuidado, manipulativo, y/o seductor. A través de un vínculo de confianza estamos dándole un reconocimiento y un espacio al sufrimiento del paciente, de manera que pueda así tomar contacto con su dolor, con sus miedos y fragilidades, en el reconocimiento de su propia existencia. Cuando se toca a un paciente se está trayendo una carga adicional en el sistema energético de la persona, estimulándose una particular respuesta en su cuerpo, que por otra parte, puede estar altamente defendido y no queriendo reabrirse para no volver a sentir el dolor original de una traición a su amor, por ejemplo. Esas defensas que el paciente creó durante tantos años implican un delicado equilibrio que desarrolló para sobrevivir, por lo cual tanto el paciente como el psicoterapeuta necesitan preguntarse si están prontos para lo que pueda emerger del toque. El toque adiciona calor a un área contracturada, pero al mismo tiempo que puede ayudar a devolver vitalidad en una zona congelada, puede revivir mucho dolor emocional. Al cambiar el equilibrio energético en el cuerpo se lo devuelve a la rabia, la pena, el amor y el miedo que habían sido acorazados y anudados. La expresión de estos u otros sentimientos reprimidos adquiere una cualidad regresiva. Es que no estamos haciendo otra cosa que pedirle al niño interno del paciente que se ajuste al mundo adulto. Pero en ese movimiento muchas veces se reviven esperanzas que no pueden ser satisfechas. Por lo tanto es muy importante saber cuándo y cómo tocar (y, eventualmente, no tocar).
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Si en algún nivel se vuelve hacia el pasado este movimiento se realiza para avanzar hacia el futuro. Sabemos que no se puede cambiar el pasado, pero se puede cambiar la percepción de la experiencia del pasado, trayendo a la conciencia una mirada desde otro lugar (nuevo sentido), para poder hacer desde el presente otra opción distinta a la repetición. Luis Gonçalvez: “Arqueología del cuerpo”, Cap. “La ética del toque en el trabajo psicoterapéutico: resonancia e interferencia”; (Edcs. TEAB, Montevideo, 1999).
INTENCIÓN Y TOQUE Uno de los peligros que se corre en un contexto transferencial, es que el paciente puede interpretar de una manera completamente distinta al psicoterapeuta el toque realizado por éste. Este es otro problema que puede surgir en el setting psicoterapéutico: la intención del toque tiende a ser conciente en el psicoterapeuta pero un porcentaje se escapa y carga también su inconciente, afectando el cuerpo del paciente. Por otra parte el paciente también emite señales inconcientes que resuenan emocional, orgánica y energéticamente en el cuerpo del psicoterapeuta. Ninguna de las partes es neutra en un proceso psicoterapéutico, el inconciente siempre “salpica” los cuerpos. Este “diálogo de inconcientes” puede ser una fuente de riqueza inmensa o una fuente de acorazamiento, en gran medida en función de la capacidad de análisis de la implicación y de la transferencia, y del discernimiento de la contratransferencia por parte del psicoterapeuta. Es importante además en el proceso de formación y entrenamiento de los futuros analistas bioenergéticos reichianos que los formandos puedan pensar las cristalizaciones de su forma de tocar en relación a sus principales rasgos caracteriales. Por ejemplo: en la formación de la primera generación del TEAB muchas veces hemos quedado impresionados al ver cuan difícil es hacer a un psicoterapeuta cambiar su forma de tocar, al quedar fijado en un mismo tipo de toque (la mayoría de las veces en conexión con uno de los trazos caracteriales predominantes del psicoterapeuta). Hay veces que el gesto y la acción permanecen mecánicas, como si la intención fuese independiente de la necesidad profunda del paciente, realizándose un toque vitalizante que pareciera querer transmitir un mensaje del tipo “sea fuerte, permanezca de pie”, con personas que necesitarían un tipo opuesto de toque. O por el contrario el psicoterapeuta no puede salir de un toque sensitivo, lento que sumerge al paciente y a él mismo en una regresión energética de tipo fusional. Por eso a la hora de tocar a un paciente debemos haber ejercitado otra herramienta de la clínica bioenergética que es la lectura corporal. Es necesario que al momento del toque podamos leer la gramática expresiva, la anatomía emocional del paciente (S. Keleman). En cada interacción psicoterapéutica las señales del contacto del paciente van a ser el modo principal de indicar si lo que está sucediendo está aumentando su pulsación, su expansión y su auto-regulación
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organísmica o, por el contrario, su bloqueo, su contracción y su sistema de defensa. Por ejemplo: debemos prestar especial atención a las afirmaciones verbales de alivio (placer) o incomodidad (displacer), al contacto ocular, a los cambios en la respiración, a los cambios de temperatura en los puntos de contacto (rostro, manos y pies), a los cambios en el tono muscular, a los sonidos del psicoperistaltismo (G. Boyesen), etc. No está de más explicitar que cuando un psicoterapeuta siente que sus sentimientos personales pueden interferir en la relación transferencial, es preferible no tocar al analizando. Por ejemplo: cualquier insinuación sexual es una traición a la confianza depositada en la relación psicoterapéutica y puede someter al analizando a un trauma similar al que pueda haber experimentado en su niñez. Por lo tanto todo toque debe ser un apoyo psicoterapéutico, estar libre de todo interés personal y no tener ninguna connotación sexual.
TOQUE Y TRANSFERENCIA Axioma clínico 1: el toque como herramienta a utilizar en la clínica bioenergética siempre tiene que ser pensado y entendido en el contexto de la transferencia. Con el tacto podemos estar reproduciendo la matriz de la primera relación transferencial. Al reactualizar los contactos pre-verbales (con la figura materna) ponemos en juego la primera identificación vegetativa que realizamos desde infantes: la transferencia orgánica. Por ello creo que el psicoterapeuta debe conocer exhaustivamente la historia del paciente, de manera de poder conectarse responsablemente con los afectos emergentes del toque, desarrollando además una congruencia entre el tipo de toque y el sentimiento que se está transmitiendo a través de él.
TOQUE Y RESONANCIA Axioma clínico 2: si bien el toque en el proceso psicoterapéutico tiene que ser pensado y entendido en el contexto transferencial, la efectuación y la realización del toque tiene que poder trascender el sentido de la transferencia personológica y poder generar un nuevo padrón resonante, en oposición a los padrones de disonancia traumáticos que pueden haber quedado registrados en las células del organismo (coraza tisular). 62
En la clínica bioenergética nos movemos desde la transferencia, pero buscando salir de ella. El psicoterapeuta corporal bioenergético puede ser ante todo un padre, una madre, un maestro o un amigo sustituto que ayude al paciente a completar satisfactoriamente las etapas importantes de su desarrollo: en el útero, en la infancia, en la adolescencia y en la edad madura. En este restablecimiento de vínculos esperanzadores y amorosos (bonding), el psicoterapeuta no refuerza los traumas del paciente con reacciones parecidas a las mismas de sus padres sino que, por el contrario, trata de darle lo que ellos no le dieron. Transponer la transferencia lleva así a otro padrón: la resonancia. Y la resonancia implica la recuperación del cuerpo y del presente. Es necesario considerar además, que la transferencia más importante que manejamos en el trabajo psicocorporal está relacionada a la identificación vegetativa (W. Reich). La misma no es otra cosa que la transferencia orgánica que se da en los primeros meses de vida, que es esencialmente energética, vibratoria, emocional, somática y preverbal. Y que marca primariamente nuestra estructura caracterial, nuestra forma de acorazamiento y nuestra potencia orgástica (W. Reich). Más allá de la intervención verbal entre el psicoterapeuta y el paciente, el contacto biofísico y emocional que se da en el vínculo psicocorporal entre los mismos, nos remueve directamente a la transferencia orgánica. ¿Cómo utilizar el cuerpo, psicoterapéuticamente, para generar nuevos patrones de resonancia? En el ejercicio psicoterapéutico nuestro cuerpo va a ser una herramienta en dos sentidos. Por un lado, es el lugar primordial para compartir profundas emociones de un modo cálido y humano. Y por otro, su extensión en el entre medio vincular permite desarrollar una dinámica y una interacción cuerpo a cuerpo, que posibilita al paciente aprender nuevos patrones de desarrollo y explorar nuevos senderos de movimiento. En un toque desde un patrón de resonancia la totalidad de nuestros sentidos está en juego. La mirada es de contacto, el psicoterapeuta es sensible a su propio tono muscular y al tono muscular del paciente, la respiración está centrada y cumple con su función emocional natural. El contacto con su ritmo interno es fundamental para desarrollar una experiencia de soporte y de sostén, y para respetar el ritmo interno del paciente. A través de un toque con resonancia (cálido y lleno de afecto), el niño en nosotros aprende a integrar y a confiar en sus sentimientos. 63
Probablemente fue la ausencia de un toque sensible o el abuso en el toque (mecánico, frío, sofocante, sobreestimulante) lo que creó nuestro dolor y nos forzó a desarrollar nuestras estructuras defensivas. Es con la esperanza de liberarnos del dolor, descongelar nuestros corazones y recuperar nuestra vitalidad que nos hemos arriesgado (como terapeutas, como pacientes) a tocar y a ser tocados nuevamente. Porque sabemos que vivir sin un contacto profundo es como vivir en el desierto o en el infierno. En este sentido la clínica bioenergética posee una capacidad psicoterapéutica para recuperar el cuerpo, su capacidad natural de amar, y su deseo de tocar y de ser tocado. La resonancia, aquella identificación vegetativa, que permite sentir en el propio cuerpo del psicoterapeuta la sensación de lucha del paciente, sus tensiones sutiles, sus estados emocionales, su ritmo y su calidad de pulsación, es la principal herramienta que debemos aprender a desarrollar como psicoterapeutas. Para ello es necesario estar en contacto con nuestro ritmo interno, porque tocar a un paciente supone más que una técnica, ya que a veces la técnica invalida el espíritu que se quiere transmitir.
TOQUE Y MASAJE En un proceso psicoterapéutico bioenergético distinguimos el toque del masaje como dos herramientas nocionales e instrumentales distintas. El masaje es aquella técnica esquematizada, por lo general fácilmente reproducible, centrada en el cuerpo físico. El toque está siempre presente en el masaje, aunque es más difícil de ser captado objetivamente, y toma en cuenta los aspectos psicológicos del paciente en su relación con el psicoterapeuta.
OBJETIVOS Psicoterapéuticos DEL TOQUE Y DEL MASAJE EN LA CLÍNICA BIOENERGÉTICA Tocar, más que una modalidad física de sensación, significa emocionar, poner en movimiento. Tocamos con nuestra mirada, tocamos con nuestra voz y tocamos con nuestras manos y nuestro cuerpo. El toque es un elemento muy potente que remite a una de las primeras
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Luis Gonçalvez: “Arqueología del cuerpo”, Cap. “La ética del toque en el trabajo psicoterapéutico: resonancia e interferencia”; (Edcs. TEAB, Montevideo, 1999).
memorias somáticas del ser humano, ya que en la vida intrauterina y en los primeros momentos de vida, el bebé trae gran sensibilidad a través de la piel. A partir del contacto táctil en el origen de la vida (lenguaje no verbal) es que se establece la comunicación entre la madre y el bebé. De esta forma, al tocar el cuerpo de una persona estamos tocando su historia de vida, como unidad psicosomática. En nuestro proceso de formación en clínica bioenergética la ética del toque adquiere un lugar central en la medida en que se comienzan a tomar en cuenta las sutilezas, las dificultades, los riesgos y los beneficios del arte psicoterapéutico de tocar. ¿Cómo desarrollar el lenguaje expresivo y emocional de nuestras manos considerando, a su vez, toda la delicadeza que necesita el respeto del otro y de uno mismo? Así como existen distintos grados de sensibilidad existen diferentes formas de poner el cuerpo y diferentes formas de tocar. En la clínica bioenergética podemos utilizar el toque y el masaje con varios objetivos psicoterapéuticos. Es importante saber que la mano que “intuitivamente colocamos en el lugar adecuado” instala un discurso. La intensidad del toque, la velocidad del ritmo, no es casual. Responde a una sistematización del pensamiento psicocorporal. Actualmente en el trabajo bioenergético y reichiano utilizamos oportunamente el toque como elemento de auto-conocimiento, como herramienta diagnóstica, como recurso técnico de manipulación para ablandar rigideces corporales en estructuras duras, como recurso estructurante en el proceso de construcción de bordes y de localización de límites en estructuras blandas y débiles, y como forma de reparación en estructuras carenciadas.
AUTO-CONOCIMIENTO: Parafraseando a Reolina Cardoso podríamos decir que el masaje psicoterapéutico es uno de los principales caminos al auto-conocimiento y una de las principales vías de (auto) contacto. A través del masaje psicoterapéutico se puede llevar al paciente a un contacto más directo consigo mismo, profundizando su flujo bioenergético y su bienestar psicofísico. En la naturaleza, el contacto entre los distintos seres existe desde un comienzo. Ya sea en la relación entre el bebé y su madre o entre los animales, el contacto táctil es algo privilegiado sin lo que no se puede 65
vivir. Fuentes de placer, de alivio del dolor, del estrés, de la angustia y de la ansiedad, los toques de los primeros momentos de vida nos abren a diversas sensaciones que estimulan las funciones corporales sensitivas, respiratorias, digestivas, siendo fundamentales y vitalmente necesarios para la sobrevivencia física del organismo. Una estimulación táctil adecuada durante la infancia es de importancia fundamental para el posterior desarrollo saludable del comportamiento de la persona. Nuestra propia sensibilidad se desarrolla a través del toque y del contacto que nuestra madre (o su sustituto) nos brinda en los primeros momentos de nuestro desarrollo evolutivo. Sabemos lo que produce la falta de un buen contacto en la infancia: estados de hipersensibilidad, ansiedad, fobias, aislamiento, disociaciones. La dolorosa privación de experiencias sensoriales significativas que vivimos en una sociedad hiper-tecnologizada no hace otra cosa que producir cuerpos anestesiados. La capacidad del hombre moderno occidental de relacionarse con sus semejantes a través del contacto está muchas veces atrasada en relación a la capacidad que se tiene de relacionarse con los bienes de consumo. A nivel reichiano sabemos que las pequeñas o mayores frustraciones de la vida cotidiana se terminan expresando a través de tensiones musculares más o menos crónicas. El masaje es una de las vías de las técnicas corporales para avivarnos de la anestesia, para despertar las sensaciones dormidas y estimular aquellas zonas del cuerpo que registramos adormecidas o doloridas. El dolor desde el punto de vista bioenergético es un indicador de estasis, de bloqueo energético, es un aviso sobre puntos con exceso de tensión, o de órganos que no están funcionando adecuadamente (con disturbios en la pulsación organísmica), puede ser un analizador de la falta de descanso, de un aumento de estrés, o de la pérdida de nuestro ritmo natural. Ante cualquier tipo de sensación de displacer o de dolor corporal nos surge como algo natural el masajear la zona afectada para producirnos alivio. El masaje es ese espacio donde podemos permitirnos un diálogo de auto-conocimiento, detenernos a escuchar nuestro propio cuerpo, entrar en un contacto más profundo, registrar lo que necesitamos. A veces el proceso comienza por atender zonas doloridas, atravesando momentos de molestia y dolor, que permiten a los músculos tensionados crónicamente, abrirse y aflojarse en la medida de sus posibilidades, para posteriormente
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Ashley Montagu: “Tocar. O significado humano da pele”; (Ed. Summus, San Pablo, 1988).
alcanzar mayores estados de relajación y placer. Otras veces el dolor está anestesiado en la coraza, adormecido en las tensiones musculares crónicas, limitando la conciencia sobre el propio cuerpo. El comienzo del descongelamiento hay veces que despierta considerables instancias dolorosas, tal cual si un dedo congelado comenzara a descongelarse. En la medida en que la persona vaya despertando corporalmente y saliendo de esa situación de anestesia, se irá estableciendo un proceso de mayor apertura hacia el placer. En algunos momentos del proceso, junto al descongelamiento energético pueden aparecer sensaciones dolorosas. El Analista Bioenergético Reichiano siempre alienta al paciente a que exprese su dolor a través de la emisión de algún sonido. Detrás del dolor siempre podemos encontrar posteriormente placer. Al desbloquear la energía ligada (instituida en la coraza), la misma deja de estar al servicio del acorazamiento y se transforma en energía libre (con una fuerza instituyente y creativa potencial), pudiendo adquirirse así nuevas pautas de movimiento y de expresión.
DIAGNÓSTICO: En el setting reichiano se invita al paciente a que se ponga en posición supina, y extendiéndose sobre la manta orgonótica o directamente sobre el diván, se le consigna que respire profundamente por la boca, entregándose al impulso interior. Se disminuye la iluminación y se le pide al paciente que deje llegar libremente las imágenes. Profundizando con cuidado la respiración se le sugiere que se concentre sobre su propio cuerpo y que siga sensitiva y mentalmente las alternancias de tensión y de relajación, invitándolo a la libre asociación de imágenes, ideas y de pensamientos. Por medio del contacto físico (esencialmente toques en forma de presiones controladas) se puede realizar un diagnóstico estructural de los segmentos acorazados o del déficit de acorazamiento en los cuerpos de los pacientes. En términos estructurales, el masaje como herramienta diagnóstica, nos sirve para discriminar los bloqueos (primitivos, primarios y secundarios) y las tensiones (actuales y crónicas), para realizar una lectura del tono muscular (hipertono, hipotono), de
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la vitalidad de la piel y de los tejidos, de la presencia o ausencia de generación de calor, del tipo de energía, etc. En cada uno de los siete segmentos de la coraza existen zonas, que la experiencia clínica ha demostrado que son puntos de acumulación de tensiones, de fijación libidinal y de estasis energética. Pongamos algunos ejemplos: Segmento ocular: frecuentemente encontramos tensiones o bloqueos en la musculatura de la base del cráneo y del cráneo en general, en los músculos frontales y temporales, en los músculos alrededor de los ojos, de la nariz y de los oídos y en los músculos oculo-motores. La región occipital es una zona de mucha contracción e incluye los músculos sub-occipitales y las inserciones superiores a algunos músculos cervicales como el semiespinal y el esplenio de la cabeza. El alivio de estas tensiones de los músculos posteriores del primer segmento promueve un flujo de sensaciones en dirección al globo ocular y al rostro. En pacientes con trastorno de pánico, trastornos conversivos, trastornos disociativos la zona detrás de la nuca es un lugar de mucha tensión (asociada generalmente al miedo a perder el control, desmayarse, enloquecer, etc.). En la región frontal encontramos tensiones en grupos de músculos (corrugador, frontal, oblicuo superior, orbicular, elevador, etc.) que pueden estar asociados a expresiones congeladas de esfuerzos de concentración, a sentimientos de aversión y desagrado, al esfuerzo por manterner controlados sentimientos de tristeza, de confusión, inseguridad, etc. Por lo general estos puntos son muy sensibles al toque. También encontramos puntos de tensión y dificultades de movimiento ocular, la mayoría de las veces asociados a ansiedades generadas por el contacto ocular (miedo al contacto), con contenidos edípicos subyacentes, con contenidos asociados a carencias afectivas, ambivalencia y miedo a la pérdida y al abandono pre-edípicas, con contenidos conflictivos entre deseo sexual y miedo a la punición, entre rabia reprimida y sentimientos de culpa, etc. Segmento oral: tenemos la musculatura alrededor de la región témporo-mandibular, los músculos maseteros, la mandíbula, la lengua,
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Para una aproximación metodológica al toque y al masaje reichiano como diagnóstico en las primeras entrevistas, sugiero se vean los videos “La Psicoterapia Breve Caracteroanalítica (P.B.C.). Una aportación a la clínica post-reichiana” y “La Vegetoterapia Caracteroanalítica Postreichiana” de Xavier Serrano Hortelano (Publicaciones Orgón de la Escuela Española de Psicoterapia Reichiana; Valencia, 1996).
los labios. En esta zona encontramos gran tensión relacionada a contenidos de rabia oral reprimida y a una creciente tendencia al bruxismo. Segmento cervical: incluye los músculos del cuello y de la garganta. En esta zona es muy visible el acorazamiento del trapecio y del esternocleidomastoideo. En una zona donde se concentra mucho estrés muscular, dando lugar a rigideces dolorosas y limitaciones del movimiento (por ejemplo tortícolis). En esta zona encontramos contenidos emocionales asociados a la represión del grito y del llanto, al miedo a ser atacado (por ejemplo estrangulado o ahogado). La movilización muscular en este segmento puede producir reflejo de vómito, tos, alteraciones en el tono de la voz, etc. Segmento torácico: encontramos tensiones en los músculos pectorales, en la cintura escapular, en los músculos alrededor de los omóplatos, en los espacios intercostales, deltoides, en los brazos (en el impulso de ir hacia lo que necesitamos y apartarnos de lo que rechazamos) y en las manos. Generalmente el desbloqueo muscular de este segmento va acompañado de un mayor deseo de vivir, pero asimismo puede traer contenidos emocionales de nostalgia, culpa, tristeza, angustia, agresividad, bronca y anhelo. Segmento diafragmático: el propio diafragma se acoraza en sus inserciones en la 10ª, 11ª y 12ª vértebras torácicas. Es un músculo de difícil acceso e intervención directa. Divide al cuerpo en dos regiones (supra e infra diafragmática). La expresión emocional básica contenida en este anillo es la de rabia violenta, generalmente expresada secundariamente en forma de odio y es el centro de la ansiedad en el organismo acorazado. En el trabajo de arqueología del cuerpo de esta zona encontramos dos tipos de bloqueos. El más profundo está relacionado al miedo primitivo de origen neonatal (bloqueo primitivo), asociado a hostilidades reactivas, angustias de fragmentación y miedo a la pérdida y al abandono. Este bloqueo debe ser trabajado con mucha prudencia, cuidado y suavidad ya que generalmente está acoplado al bloqueo de los segmentos pre-genitales, esencialmente el del segmento ocular. El segundo bloqueo que encontramos está ligado al miedo al castigo y a la angustia de castración, asociado históricamente a la hostilidad dirigida a las figuras represoras de la sexualidad. El origen de este bloqueo lo encontramos en el período edípico (3 a 5 años), reestructurándose nuevamente en la adolescencia. Segmento abdominal: los músculos que envuelven la cavidad abdominal, lumbar y las propias visceras. Es un segmento clave en el psicoperistaltismo: la capacidad de los intestinos de digerir el estrés 69
y la tensión nerviosa. Al trabajar arqueológicamente con este anillo encontramos: - miedos neonatales, es un segmento ligado a sentimientos muy primitivos en donde guarda memorias celulares ligadas al período intrauterino, y - miedo a las sensaciones pélvicas, ya que como puente entre el diafragma y el anillo pélvico funciona como reductor de las sensaciones pélvico-genitales. Podemos encontrar la musculatura abdominal hipertónica o flácida; la barriga puede estar insensible o hipersensible, distendida o contraída. Es un segmento que encontramos muy bloqueado, por ejemplo, en la anorgasmia femenina y sirve de reservorio para la negatividad (emociones reprimidas) en las personas con estructura genoide. Segmento pélvico: la tensión y los bloqueos se concentran aquí predominantemente en la musculatura sacrolumbar, alrededor de la cinta ilíaca y en los músculos aductores de los muslos. En el trabajo de la arqueología del cuerpo es frecuente encontrar en este segmento fuertes tensiones musculares crónicas que afectan a la pelvis y a los miembros inferiores (pies y piernas). Los principales contenidos emocionales están relacionados a angustia y miedo de castración, sadomasoquismo anal y fálico, ansiedad de caída, ansiedad pre-orgástica, angustia genital (intolerancia a las sensaciones de excitación en los genitales), siendo el bloqueo de la rabia y la inhibición del placer de una intensidad proporcional, aunque también podemos encontrar “miedo pélvico”, “culpa pélvica” y “desprecio pélvico”. Estos son algunos de los puntos donde generalmente encontramos mucha tensión pero no son los únicos. Vamos a ver que, como tendencia, la mayor tensión se localiza cerca de las inserciones musculares en los huesos, por eso es muy importante saber regular la intensidad del toque para poder explorar los puntos de tensión en forma de diálogo con el cuerpo del paciente. En el masaje diagnóstico es importante conocer las variaciones morfológicas del cuerpo, para poder apreciar las diferencias de temperatura, de tono en calidad, en cantidad, en intensidad y para no generar ningún efecto iatrogénico.
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DESACORAZAMIENTO: Hay pacientes crónicamente acorazados que literalmente no pueden sentir lo que pasa internamente en sus cuerpos. A través de la estimulación cutánea, circulatoria y energética el masaje psicoterapéutico actúa por vía refleja sobre el SNC y sobre el SNA, sobre la circulación sanguínea y linfática, lo cual permite descontraer los músculos, descongestionar órganos, irrigar el organismo, drenar y eliminar toxinas, modificar tejidos y posturas. Como contrapartida de los ejercicios activos (actings neurovegetativos, posturas de tensión, etc.) en los que se requiere un nivel de estrés muscular, el masaje psicoterapéutico satisface la necesidad adulta de ser tocados de un modo placentero sin sobretonos o connotaciones sexuales, satisfaciendo además profundas necesidades orales de maternaje, y relajando, al mismo tiempo, tensiones musculares crónicas. A través de la disolución progresiva de las tensiones musculares crónicas se puede gradualmente ir abriendo camino para que las experiencias, sensaciones, emociones y recuerdos bloqueados puedan emerger de la profundidad de la coraza somática. Al realizar intervenciones técnicas en la coraza con toques de desacorazamiento hay que saber cuando y cómo utilizarlas, no pueden estar dejadas al azar, ni estar sometidas al impulso. Debemos ser concientes que cada persona responde de manera diferente a los toques, y como se dijo anteriormente, las intervenciones deben estar conectadas a la situación transferencial del momento psicoterapéutico. Algunas de las características de los toques de desacorazamiento es que pueden ser superficiales, intermedios (de pasaje) o profundos. Pueden ser leves o sostenidos, lentos o rápidos, tiernos o fuertes pero deben ser movilizadores ya que tienen como objetivo el desbloqueo de la coraza muscular. Entre los toques más usados para el desacorazamiento está el amasamiento (por ejemplo, de los trapecios), la presión controlada (por ejemplo, en el punto opuesto a los centros visuales en los orificios cráneo-occipitales) y los pellizcos o cosquillas. Estas, por ejemplo, pueden ser utilizadas para desorganizar un patrón de funcionamiento fálico o compulsivo, o para desorganizar una estructura de funcionamiento aristocrática de un paciente pasivo-femenino. En estos casos las intervenciones son cortas, rápidas y superficiales, y las respuestas emocionales generalmente varían de risas leves a eclosiones agresivas de desesperación y rabia. Para ablandar la rigidez torácica de un paciente fálico narcisista (o del tipo “A” cardíaco) el trabajo tiene que ser más largo, combinando entre una intervención y otra, toques 71
más o menos profundos. También se puede usar las cosquillas o los pellizcos en estructuras pre-genitales como un juego leve que aumenta la capacidad respiratoria, pudiendo generar además un campo caluroso y un mayor flujo de sensaciones en la piel, lo que resulta también útil en la construcción del vínculo entre paciente y psicoterapeuta. Pongamos como ejemplo uno de los masajes que utilizamos para la intervención en los anillos pre-genitales (segmentos ocular, oral y cervical) de la coraza muscular, con el paciente en posición de enraizamiento horizontal (decúbito supino): ROSTRO: comenzamos trabajando sobre la cara. Dividimos la frente en tres franjas horizontales. Comenzamos por presionar la primera de ellas, junto al pelo, trabajando con la yema de los dedos de cada mano. Presionamos, levantamos, y corremos los dedos 1 cm. Volvemos a repetir hasta llegar a la sien con cada mano y terminamos haciendo un círculo sobre ella. Lo repetimos desde el centro, comenzando en la segunda franja y así en la tercera, siempre terminando con un pequeño círculo sobre las sienes. Presionamos con las yemas de los índices el borde óseo de las cuencas de los ojos, desde la nariz a la sien, levantando, deslizando y volviendo a apretar. Repetimos lo mismo con la parte inferior de la cuenca, comenzando siempre desde la nariz. Tres veces cada presión. Presionamos con los pulgares juntos en el triángulo formado por el comienzo de las cejas y la nariz y los deslizamos alternativamente hasta la zona de la “corona”. Repetimos la acción durante un minuto. Presionando fuertemente con la yema de todos los dedos de las manos, friccionamos vigorosamente el CUERO CABELLUDO, sin deslizar las yemas. Levantamos y volvemos a presionar a 1 cm. de distancia. Pasamos ligeramente las yemas de los pulgares sobre los párpados cerrados (el paciente no puede tener lentes de contacto), comenzando desde la nariz, deslizándolos hacia los lados. Movimientos lentos, mínimo de presión. Presionamos firmemente el borde interior de los pómulos, cruzando las mejillas hacia las sienes para realizar el círculo final (tres veces). Nos detenemos sobre los pómulos y giramos la yema de los dedos sobre los músculos con un movimiento circular. Presionamos debajo de la nariz, deslizando los dedos por debajo de las mejillas hacia las sienes y terminamos con el círculo acostumbrado.
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Repetimos lo mismo con el espacio ubicado entre la boca y el mentón, comenzando desde el centro (varias veces). Pellizcamos ligeramente el mentón y seguimos hacia arriba pasando frente a las orejas haciendo el círculo en las sienes. Repetimos lo mismo con el espacio ubicado en la barbilla. Masajeamos circularmente los maseteros. OREJAS: Deslizamos las puntas de los dedos en una y otra dirección sobre la parte posterior de las orejas, junto a la cabeza. Pellizcamos ligeramente entre pulgar e índice, el borde exterior de la oreja y el lóbulo, comenzando desde el lóbulo hacia arriba. Recorremos con el índice, suavemente, las cavidades naturales del interior de la oreja, comenzando desde la periferia hacia el centro, deteniéndonos al llegar al conducto. Finalmente le pedimos a quien recibe el masaje que escuche los sonidos del interior de su cuerpo, y con mucha lentitud y delicadeza, cerramos los conductos de sus oídos apoyando las palmas de las manos en forma cóncava sobre sus orejas, presionando luego firmemente. Al mismo tiempo tapamos sus ojos con una almohadilla relajante. CUELLO Y PARTE SUPERIOR DE LA ESPALDA: Antes de comenzar con el cuello, levantamos la cabeza, pidiéndole a quien recibe que la deje caer, palpamos la tensión en la base del cráneo, en la región occipital, y presionamos con los dos dedos medios los “huecos occipitales”, al tiempo que le pedimos que abra los ojos y los fije en un punto en el techo10. Complementamos esta acción despejando la frente con la palma de la mano. Luego colocamos con una mano la cabeza de costado y con la otra masajeamos toda la superficie del cuello, rotamos la cabeza y repetimos con la otra mano. Apoyamos la cabeza en el suelo y presionamos con fuerza a ambos lados de la espina dorsal, hasta donde lleguen nuestras manos; comenzamos desde la nuca hacia abajo, hasta el borde superior de los omóplatos, deslizándonos sobre dicho borde hacia los hombros. Para finalizar, pellizcamos ligeramente los músculos del trapecio superior11.
10 La presión controlada sostenida ejercida sobre la zona occipital en el punto opuesto a los centros visuales en el cerebro (la cual hay que saber regular en el ejercicio psicoterapéutico), ejerce un efecto importante en la liberación de los bloqueos visuales. Puede estimular un flujo de sensibilidad en el cuerpo de la persona, así como producir una fuerte reacción emocional. 11 Luis Gonçalvez: “Análisis Bioenergético. Devenires corporales de la clínica y de la pedagogía”; (Edcs. Depto. de Publicaciones CEUP, Montevideo, 1997).
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De la misma manera podemos trabajar con toques y masajes de desacorazamiento con el resto de los segmentos de la coraza, siguiendo la lógica céfalo-caudal12. El masaje reichiano pretende sobrepasar las insuficiencias del masaje clásico combinando los toques con el uso de la respiración profunda y del movimiento, haciendo tomar contacto a los pacientes con las emociones subyacentes a las tensiones musculares crónicas y animándolos a expresarlas por medio de la sonorización (gemir, gruñir, suspirar). Al comienzo de trata de obtener un feed-back claro de quien recibe el masaje: ¿cuáles son sus zonas más bloqueadas? ¿En cuáles siente más dolor? ¿Qué zonas no soporta que le toquen? ¿Se siente libre para sonorizar o sufre en silencio? ¿Respira profundamente o bloquea la respiración?
CONSTRUCCIÓN Y REFORZAMIENTO DE LÍMITES: Aquí el rol del toque y del masaje pasa a ser un rol estructurante que tiene como objetivos permitir la localización de límites corporales, tomar contacto con las sensaciones de campo energético, hacer conciente las fronteras cutáneas, tranquilizar la angustia y la ansiedad reforzando la sensación continente, en las estructuras débiles o blandas, y oficiando de reparación de los primeros ecosistemas dañados en las estructuras carenciadas. El toque estructurante (de construcción y de reforzamiento de límites) debe transmitir confianza, ser respetuoso, discreto y seguro. Por lo tanto, no debe ser insinuante, insistente o invasivo. Un masaje envolvente, apoyando las manos en todos los bordes del cuerpo, puede ayudar a reforzar o restablecer la sensación de unidad y de continente corporal. Un masaje suave y afectuoso de la parte alta del tórax, del hueco del estómago o del abdomen puede inducir a la relajación, dando una sensación de tranquilidad y alcanzando un tono de reposo. Un toque suave sobre la zona de la tiroides ayuda a centrar al organismo en casos de angustia, reforzando la sensación de self. En términos generales un trabajo psicoterapéutico a través de un masaje reparador, puede ser una de las vías para el restablecimiento de la comunicación táctil primaria insuficiente, permitiendo reconectar en el sujeto la confianza en sí mismo y en los otros. 12 Ver “Técnicas reichianas” (páginas: 6-7, 10, 31, 43, 52-53, 95-96, 109-110, 115-116); Cuaderno de sistematización de técnicas de psicoterapia reichiana de la formación de la Sociedade Wilhelm Reich RS/BR (Porto Alegre, 1996).
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Es necesario igualmente cotejar en forma permanente el permiso del paciente a ser tocado por el psicoterapeuta y la resonancia energética que el toque produce en su cuerpo13. En algunos casos, el ser tocado en una zona históricamente bloqueada y congelada puede inducir al paciente a instalarse en una situación arcaica, regresiva y fusional no deseada en ese momento del proceso psicoterapéutico, o puede invadirlo y provocar actitudes defensivas (contracción), o puede impedir al paciente elaborar por sí mismo sus propios límites. Por ejemplo, en el trabajo con pacientes que han desarrollado defensas esquizoides el toque se puede centrar en el enraizamiento de la cabeza como un miembro y centro de expresión, y en el trabajo con la musculatura profunda del cuello y la cintura escapular. El psicoterapeuta usa su propio cuerpo como contenedor auxiliar, sensibilizando al paciente esquizoide para el uso de sus músculos y sus huesos como recurso de arraigo (enraizamiento en la columna), buscando balancear la carga a lo largo del cuerpo, edificando límites y posibilitando el espacio para la expresión del miedo. Además del rol estructurante, una de las mayores cualidades del masaje psicoterapéutico y del contacto físico en la relación psicoterapéutica es su acción reparadora. La misma consiste en que nuestra intervención corporal ocurre justamente en el lugar en donde la experiencia anterior traumática del paciente puede ser modificada con una intervención psicoterapéutica “buena”, con una figura psicoterapéutica y un setting reparador. El analista bioenergético reichiano repara la historia del paciente con su presencia psicosomática. Algunas veces ésta se expresa verbalmente, otras corporalmente a través de la resonancia, de la intervención corporal, de la utilización del toque y del masaje. El toque puede despejar el camino para la constitución de una relación psicoterapéutica menos defendida, abriendo un abanico de posibilidades que la palabra por sí sola no puede desplegar (por ejemplo, el acceso directo a la transferencia orgánica). El masaje psicoterapéutico trae la posibilidad de transmitir un mensaje de afecto reparador en los primeros ecosistemas dañados, pudiendo promover una reparación bastante eficiente, ya que repite la comunicación que predomina en el primer año de vida: el toque y el contacto de la piel. 13 En Análisis Bioenergético Reichiano el psicoterapeuta siempre solicita el consentimiento del paciente para tocar su cuerpo. El permiso se pide en cada momento y en cada sesión, solicitando explícitamente la autorización para tocar las zonas que van a ser trabajadas psicoterapéuticamente.
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El trabajo corporal y el toque psicoterapéutico ayudan al paciente a aumentar la capacidad de sentir más su cuerpo (la intensidad de sus sentimientos y emociones), pudiendo traer sensaciones desconocidas hasta entonces, regresiones intensas, vivencias de placer y de bienestar innovadoras que ayudan a fortalecer, integrar y estructurar el yo del paciente. El contacto físico entre paciente y psicoterapeuta introduce en el setting psicoterapéutico la posibilidad de la reparación como un eje central de la clínica bioenergética. Es decir, desde el setting psicoterapéutico reichiano se le da al paciente la posibilidad de re-experimentar momentos claves de su desarrollo evolutivo (otrora dañado y herido), para que pueda tener un nuevo registro (pulsátil, tisular, psicosomático) y pueda desarrollar un nuevo modo de interactuar consigo mismo y con el mundo externo. La reparación comienza a ocurrir cuando el psicoterapeuta tiene una estructura energética consistente: pulsación vigorosa, campo energético denso, fluido, fuerte y que puede irradiar esas cualidades para acompañar el proceso del paciente. En esos momentos la psicoterapia corporal se vivencia llena de vida y de energía, transformando tanto el cuerpo del paciente como el del psicoterapeuta. Uno de los momentos más interesantes, placenteros y gratificantes, desde el punto de vista profesional en la clínica bioenergética, es cuando la apertura de un cuerpo (el del paciente) provoca la apertura del otro (el del psicoterapeuta, o viceversa), y a partir de allí, la relación psicoterapéutica se torna más vital, rica y atrayente. Puede ocurrir un intercambio (según F. Capra14 una danza de energía) en donde los dinamismos que se desarrollan a nivel sutil son imprevisibles, abriendo las estructuras para recibir contenidos inconcientes reparadores sin amenaza estructural.
MASAJES NEO-REICHIANOS BIODINÁMICA: El masaje biodinámico fue creado por la Psicóloga y Fisioterapeuta noruega Gerda Boyesen al ampliar el concepto de coraza muscular de Wilhelm Reich con el de: - coraza visceral: se genera cuando los músculos del intestino pierden su capacidad de respuesta a las presiones externas 14 Fritjof Capra: “La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los sistemas vivos”; Anagrama (Barcelona, 1998).
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y la función del psicoperistaltismo (capacidad natural de los intestinos de digerir, metabolizar y eliminar el estrés del organismo) pierde su capacidad de auto-regulación; - coraza de los tejidos (tisular o epidérmica): inadecuada circulación de los líquidos del cuerpo que hace que los tejidos no estén totalmente limpios, la bioenergía no circule libremente vitalizando cada célula y la función celular está damnificada. Gerda Boyesen en su intensa actividad clínica en los años 50 le dirige gran atención a las reacciones intestinales de los pacientes y descubre el psicoperistaltismo (segunda función de la actividad intestinal) que consiste en la capacidad de regular y de disolver los productos de la presión y de la tensión emocional a través de la descarga metabólica. La restauración funcional de la psicoperistalsis desintoxica los tejidos y promueve la liberación de la tensión muscular y respiratoria. Para ello se coloca un estetoscopio en la región del ombligo del paciente para que el psicoterapeuta pueda auscultar las reacciones psicoperistálticas. Al mismo tiempo que realiza un masaje y da estímulos táctiles afectando directamente al sistema nervioso periférico, a la piel y a las membranas musculares, se estimula indirectamente los órganos internos del paciente. El masaje biodinámico no sigue un curso predeterminado, varía de acuerdo con las necesidades individuales de cada paciente, pero esencialmente trabaja con toques y técnicas especiales de masaje para disolver las corazas corporales de los músculos, de las vísceras y de los tejidos, favoreciendo el relajamiento parasimpático del ciclo bioenergético. Usando el estetoscopio apoyado en el abdomen del paciente, el psicoterapeuta biodinámico sigue en detalle los ruidos peristálticos durante la realización del masaje. Esos sonidos de una variedad sorprendente, responden a los diversos toques del psicoterapeuta y se constituyen en un completo lenguaje en sí mismos. Le indican al psicoterapeuta donde la energía de una emoción pasada quedó reprimida y bloqueada, consiguiendo movilizar esa energía para una descarga fisiológica a través de los movimientos y de los sonidos psicoperistálticos. A través de la producción de los mismos el psicoterapeuta limpia progresivamente el tejido del cuerpo de los remanentes de tensión, de estrés y de incompletos ciclos emocionales no descargados. Al trabajar camada por camada (muscular, visceral, epidérmica), una vez que la coraza comienza a disolverse, la bioenergía comienza a fluir nuevamente con mayor libertad, produciéndose un aumento biodinámico de la pulsación. En este momento el psicoterapeuta pue77
de discontinuar el trabajo de masaje concentrándose en un trabajo de expresión emocional, de expansión respiratoria, de clarificación psicológica, etc., para volver luego al trabajo de “purificación biológica” del masaje biodinámico. El masaje biodinámico de la IFBP (International Foundation for Biodinamic Psychology) sigue alguno de los siguientes principios éticos, técnicos y conceptuales: - “Cuanto más pueda descargar y liberar por sí mismo, mayor será la capacidad de autoregulación de cada organismo. - Cuanto más espontánea sea su auto-regulación mejor podrá usted como psicoterapeuta ayudar a otra persona. - Su técnica puede fallar con un paciente, pero un paciente nunca puede hacer fallar su técnica. - Seguir el principio del placer. Si Ud. se siente bien trabajando con algún paciente, entonces Ud. seguramente esté trabajando bien. Si Ud. se siente mal probablemente el trabajo esté entonces mal. - Haga amistad con la resistencia. Explore la resistencia, ella está allí por razones valiosas, ya que fue creada inconcientemente para proteger al paciente del dolor. Por lo tanto, respete la resistencia en su paciente, respete sus manifestaciones contra la entrega. Si Ud. busca penetrar en ella impetuosamente ella aumentará. Si Ud. trabaja gentilmente la resistencia podrá disolverse bajo sus manos. - Su trabajo se basa en quien es Ud. Como alguien que ayuda, no analice a su paciente; deje que él dirija su procedimiento. Ud. mire, escuche, sienta, respire y piense, y luego deje a sus manos hablar”. Al igual que las demás corrientes reichianas la Biodinámica se apoya en la existencia de la personalidad primaria (rica, viva y libre) dentro de cada ser humano. El Análisis Biodinámico desarrolla en el espacio psicoterapéutico un tiempo de relajación y de descarga metabólica que posibilita buscar, encontrar y nutrir el núcleo del organismo (la personalidad primaria). A través del estímulo del psicoperistaltismo y de la autoregulación vegetativa se fomenta la “digestión” del estrés, regulando y disolviendo los productos de la presión y de la tensión emocional15. 15 Gerda Boyesen: “Entre psiqué e soma”; Summus (San Pablo, 1992)/ Cadernos de Psicología Biodinámica 1, 2 y 3; Summus (San Pablo, 1983).
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BIOSÍNTESIS: La Biosíntesis fue fundada por David Boadella en la década del 70. Luego de estudiar análisis de carácter y vegetoterapia con el Dr. Ola Raknes (de quien Gerda Boyesen fue también paciente), Análisis Bioenergético con el Dr. Alexander Lowen, y después de profundizar sus estudios en neuropsicología, embriología y psicología humanística en la Universidad de Londres, Boadella desarrolla esta corriente neoreichiana que se discrimina de otras terapias psicocorporales, a partir de algunos principios diferenciales (históricos, contextuales, metodológicos y conceptuales): - En primer lugar ciertas psicoterapias corporales derivadas de Wilhelm Reich se tornaron excesivamente mecanicistas y reduccionistas, identificándose con manipulaciones musculares y técnicas de intervención exageradamente estresantes que contrastan con el énfasis que Reich ponía en la función de contacto y en la relación. La Biosíntesis, por el contrario, busca trabajar con tendencias de movimientos integrativos (corrientes de vida –lifestreams–), vinculadas a las formas ondulatorias de la respiración rítmica, creando una forma que libera nuevos flujos y crea “nuevas posturas para el alma”. - En segundo lugar el legado psicodinámico del Análisis del Carácter quedó superlimitado a los problemas y a la resolución del área de la transferencia, derivada de los traumas pasados. La Biosíntesis, enfatiza el trabajo con el trauma desde la función energética de la resonancia interpersonal, que se produce al traspasar la transferencia (como padrón de interferencia) y al establecer una presencia orgánica, vibratoria y pulsátil de transmisión y de contacto en el encuentro psicoterapéutico. - En tercer lugar, ciertas aproximaciones espirituales de los movimientos de desarrollo del potencial humano, se confundieron con excesos de tipo “guruístico”, frecuentemente asociados a formas de funcionamiento cerradas (de tipo culto o sectas) o excesivamente mercantilistas y comerciales. En contraste la Biosíntesis desarrolla un polo bio-espiritual que unifica el pensamiento, el sentimiento y la acción de la realidad diaria de cada persona, a partir de la centralidad en la empatía y compasión por los otros, enraizadas en un contacto claro desde las cualidades esenciales (self verdadero). El concepto central de la Biosíntesis es la existencia de tres corrientes bioenergéticas asociadas con las tres camadas de las células 79
germinativas en el embrión (ectodermo, mesodermo y endodermo) a partir de las cuales se forman los diferentes órganos. Estas corrientes energéticas se expresan como flujos de movimientos a través de los músculos, como flujos de percepciones, pensamientos e imágenes a través del sistema nervioso y como flujos de vida emocional, en el centro del cuerpo, a través del sistema vegetativo. Las tensiones y los traumas vividos en la vida intra y extra uterina impiden la integración de estas tres corrientes y de su libre flujo, provocando la emergencia de los disturbios. La Biosíntesis estimula la función de la resonancia, de la presencia orgánica y del encuentro psicoterapéutico a través del trabajo con movimientos ondulantes, estimulando la respiración rítmica y promoviendo la estimulación de nuevas corporizaciones de la psique, a la cual denominan posturas del alma. En Biosíntesis se ha encontrado beneficioso considerar al toque relacionado a los cuatro elementos tradicionales: tierra, agua, aire y fuego (Tierra-Solidez, Agua-Fluidez, Aire-Respiración, Fuego-Sexualidad/Vitalidad)16: -TOQUE DE TIERRA: para establecer el enraizamiento del cuerpo o de alguna de sus partes. Aquí las manos son usadas, como otras partes del cuerpo como estructuras de apoyo y soporte. Se trata de comunicar una experiencia de solidez, de que el suelo, y el cuerpo de otra persona pueden ser confiables. Es esencialmente un toque de apoyo, de soporte que transmite seguridad, firmeza y permite confiar en el sostén y en la persona que lo está dando. Para personas que son independientes de más se usa el toque de tierra para ayudarlos a confiar más en los otros y aceptar esa ayuda. Para personas que son dependientes de más se usa para ayudarlos a que tomen más confianza en el suelo y en las propias estructuras de apoyo de su cuerpo (piernas, brazos, espalda). El toque de tierra es particularmente beneficioso, en este segundo sentido, con pacientes con déficit de enraizamiento, ansiosos o con límites débiles. -TOQUE DE AGUA: para canalizar, suavizar y facilitar la expresión y el contenido de las emociones. Aquí se busca dar una experiencia de fluidez. Las manos se convierten en distribuidoras e inductoras de las 16 Liliana Acero: “Los sentidos: una apertura a la percepción sutil (Biosíntesis, Análisis Bioenergético y cura)”; Revista Reichiana nro. 5 del Departamento Reichiano del Instituto Sedes Sapientiae (San Pablo, 1996).
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corrientes de energía (streamings), aumentando el fluir de la vida desde el centro del cuerpo hacia la superficie. Se puede seguir el libre flujo del movimiento energético en las corrientes, movimientos involuntarios, temblores del cuerpo y en el psicoperistaltismo. A medida que las vibraciones, que los sonidos dejan salir el excedente de tensión muscular, visceral y tisular, se comienza a equilibrar el tono muscular y la carga bioenergética. Los movimientos natatorios de brazos y piernas también se inducen cuando se trabaja con el principio de este elemento. -TOQUE DE AIRE: para tornar los músculos y las emociones más leves y fluidas y posibilitar otros padrones de movimiento. Aquí las manos son usadas como bombas suaves para masajear el ritmo de respiración de la persona, para ayudarlo en el ritmo de llenado y vaciado (fases rítmicas de inspiración y de espiración), extensión y flexión, abducción y aducción, elongación y acortamiento en toda la musculatura. La idea es la de poder abrir muchos diafragmas en el cuerpo (en la corona de la cabeza, en la zona cráneo-occipital, en la zona cráneoespinal, en el piso pélvico, en las manos y en los pies, así como en el diafragma mismo), siendo el toque diafragmático un portón de acceso privilegiado al inconciente. -TOQUE DE FUEGO: para energizar zonas y contactar con sentimientos enterrados o polares. Aquí las manos son usadas como radiadores para hacer salir el calor interno y llevarlo hacia la superficie. El principio central es la termo-regulación del cuerpo. La misma puede ser hecha directamente al calentar áreas subcargadas (frías) del organismo (si ambas manos son usadas para crear un campo energético, el efecto se intensifica), o indirectamente trabajando con el campo energético en el espacio que está por encima de un área bloqueada. Las áreas calientes del cuerpo son indicadores de sobrecarga y necesitan también trabajo para disipar el exceso de energía bloqueada en ellas, convirtiendo así el exceso de calor en movimiento17. BIOENERGÉTICA SUAVE: La Bioenergética Suave (Gently Bioenergetics) fue desarrollada por la Dra. Eva Reich (la primer hija de Wilhelm Reich) a partir de su 17 David Boadella: “Corrientes de vida. Una introducción a la Biosíntesis”; Paidós (Buenos Aires, 1993) / Revista “Energía e Carater”; Summus (San Pablo, 1997).
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convicción de que es posible, desde la pedagogía bioenergética y desde un trabajo de vegetoterapia suave (sin exceso de tensión o estrés, ni de estímulos bruscos, invasivos, provocativos o dolorosos), prevenir la formación de acorazamientos rígidos en la transmisión inter-generacional. Es decir, partiendo de las indagaciones reichianas sobre cómo los bebés se acorazan y cómo surgen las corazas corporales en los inicios de la vida, la bioenergética suave busca evitar pasar a las generaciones siguientes las heridas que ellas mismas sufrieron. Para Eva Reich todo psicólogo debería especializarse en prevención y trabajar por ella, teniendo poco sentido querer restringirse a curar “enfermedades de adultos”, pudiendo conocer cómo esas enfermedades aparecen y así evitarlas. Su regla de oro, en este sentido, es: no imponga a sus niños los males que le fueron a Ud. impuestos. No los transmita, conciente o inconcientemente, a las próximas generaciones. Por el contrario, Ud. puede quebrar esa corriente de mil años de herencia, aun estando implicado en ella y sufriendo por eso. Estudiando al igual que su padre, los procesos de acorazamiento en recién nacidos y los bloqueos de sus flujos de energía vital, Eva Reich llega a la conclusión metodológica de que más que destruir y atacar a los segmentos de la coraza, con los peligros de desintegración psicótica o de acorazamiento secundario implícitos, es necesario hacerla derretir paso a paso (unfolding process) con principios psicoterapéuticos de estímulo mínimo y de flow-glow18. Trabajando con bebés y con mujeres embarazadas aprendió que lo suave y lo no forzado era también lo más efectivo clínicamente. Una de las herramientas claves del trabajo en bioenergética suave es el masaje de la mariposa (butterfly massage). El mismo fue desarrollado por Eva Reich como una forma específica de vegetoterapia. Fue experimentado inicialmente con bebés prematuros, aunque en la actualidad se utiliza con bebés de hasta 3 meses, como vehículo integrador familiar (entre padres e hijos, entre cónyuges, etc.), en la psicoterapia, en el trabajo con embarazadas, y en situaciones o trabajos psicoterapéuticos referidos a estrés y trauma (infantil y/o adulto). El origen de su nombre remite a la suavidad del toque usado (como el de una mariposa). 18 Flow: los movimientos energéticos fluyen como una onda del 1er. segmento al 7°. Glow: capacidad de expansión del campo energético.
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Todos los movimientos van de los segmentos superiores a los inferiores y del medio del cuerpo hacia afuera, utilizando el psicoterapeuta sus dedos o la totalidad de sus manos. Se aplica preferencialmente de manera simétrica (derecha e izquierda) dos o tres veces seguidas realizando primero movimientos de deslizamiento (en la piel) y circulares, para luego combinarlos sacudiendo (los músculos) y realizando simultáneamente movimientos circulares, terminando con movimientos deslizantes cortos o largos19. Al igual que en los demás masajes neo-reichianos, realizar este trabajo requiere una gran sensibilidad energética y ninguna imitación mecánica, desarrollándose los toques libremente y de manera intuitiva, conectándose y estableciendo un diálogo resonante con las señales verbales, energéticas y somáticas de cada paciente. En masajes con bebés se indica con recién nacidos y en infantes de hasta tres meses. El masaje se comienza realizando en forma breve (5 minutos), y si el bebé se siente bien puede prolongarse progresiva y gradualmente a 20 minutos (máximo 30). Se realiza sólo una vez por día. Es muy importante estar atento a las señales del bebé. Por ejemplo: si se nota al bebé inquieto se abrevia el masaje o directamente se discontinúa; si comienza a llorar se interrumpe inmediatamente. A diferencia del método hindú Shantala descrito por Leboyer20, al que Eva Reich considera excesivamente manipulativo, el masaje de la mariposa es mucho más suave y próximo al momento del nacimiento. Cuando se trabaja con adultos, los pacientes son alentados a expresar sus sentimientos y los movimientos corporales que surjan espontáneamente durante el masaje. Una parte esencial de su trabajo consiste en colocar nuevamente en circulación los sentimientos congelados para conseguir el equilibrio energético entre la zona izquierda y derecha del cuerpo, y entre los segmentos superiores e inferiores. Para ello Eva Reich trabaja con otros métodos de masaje integrados
19 Eva Reich, Eszter Zornánszky: “Energia vital pela bioenergética suave”; Summus (San Pablo, 1998) / Videos: “Gentle bio-energetics: prevention of neurosis from birth on”; “Teaching gentle baby massage” de Eva Reich. 20 Frédérick Leboyer, “Shantala, un art traditionnel - le massage des enfants”: Ed. du Seuil, París, 1976.
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a la bioenergética suave, como la polaridad pasiva desarrollada por Randolph Stone21.
TOQUE MATERNAL Y TOQUE PATERNAL En la clínica bioenergética reichiana hemos encontrado beneficioso además, discriminar dos tipos de toques que utilizamos tanto en prevención como en el abordaje psicoterapéutico: el toque maternal y el toque paternal22. -TOQUE MATERNAL: centra a la persona sobre sí mismo en un movimiento energético centrípeto que, en cierta medida, anula el contacto con el mundo exterior; es un toque que hace sumergir a la persona en su profundidad. Evolutivamente el toque maternal es el primero que el bebé recibe en el útero, donde el bebé es cargado, envuelto, contenido y masajeado. El embrión en la primera fase de la vida intrauterina experimenta un continuo y suave hidromasaje del líquido amniótico, que no se interrumpe ni en la noche cuando la madre, durmiendo, lo envuelve tiernamente con su respiración rítmica y suave. Alrededor del octavo mes de vida intrauterina el hidromasaje se transforma en un profundo masaje rítmico y envolvente de las paredes musculares del útero. Hasta que en el correr del noveno mes los brazos del útero que envuelven al bebé comienzan a experimentar los movimientos de las contracciones, que estimulan la piel del bebé y los sistemas del cuerpo, que precisará luego del nacimiento. Aunque no recordemos nuestro último mes de vida intrauterina, nuestra piel (“la madre de todos los sentidos”, según Montagu) se acuerda. Después del nacimiento es necesario que el bebé sea masajeado, que hablemos con su piel, que sea cargado, mimado, acariciado y nutrido con nuestro suave masaje. En el amamantamiento hay diferentes momentos de enraizamiento, contacto y maternaje a través del toque maternal. El bebé tendido sobre el abdomen de la madre se enraiza sobre la superficie del cuerpo 21 Eva Reich describe y recomienda esta técnica para ser usada como una especie de primeros socorros luego de accidentes, operaciones, partos difíciles, anestesias, choques, inconciencia, disturbios de conciencia, coma, así como también en asimetrías corporales -Eva Reich, Eszter Zornánszky: “Energia vital pela bioenergética suave”; Summus (San Pablo, 1998)-. 22 “Toque maternal, toque paternal”, Jacqueline Besson, Revista ADIRE nro. 6 de la Asociación de Análisis Psico-Orgánico, “El ser tocado. Psicoterapia y toque” (abril 1991). Traducción Silvana Sacharny.
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de ella, percibiendo los mismos ritmos y latidos que antes experimentaba en el útero. Es sostenido y se aferra; toma una parte de la madre en la mano, o bien algo de su propio cuerpo, y es envuelto por el contacto con ella. Es sostenido en su columna (la calidad de este toque es esencial para la construcción de su yo corporal), lo envuelve en sus brazos y lo lleva al encuentro con su seno. Cuando mama, en un movimiento de reflejo de succión sin sentirse aun discriminado de su madre, se puede decir que está enraizando su boca. Cuando mira al rostro a la madre, está enraizando sus ojos (posterior acting de acomodación y convergencia del Análisis Bioenergético Reichiano)23. El toque maternal es muy respetuoso, extremadamente sensible, permitiendo al bebé o a la persona masajeada percibir su esquema corporal, sus sensaciones cenestésicas, sus afectos y las imágenes inconcientes que las acompañan. Lleva a persona a experimentar, tomar contacto y sentir lo más profundo de sí mismo. La experiencia de este toque por lo general es muy fuerte y con frecuencia es un momento “llave” de la psicoterapia, en la medida en que se pueden vivir desde sensaciones traumáticas relacionadas a la vida intrauterina y al momento del parto hasta sensaciones de “superposición cósmica” (al decir de Reich) con una fuerte fusión entre las manos del psicoterapeuta y las zonas masajeadas del paciente. -TOQUE PATERNAL: proyecta a la persona para el mundo en un movimiento energético centrífugo para lo social. A diferencia del toque centrípeto (toque maternal) que busca centrar a la persona en el interior de sí misma, este toque centrífugo (toque paternal) busca reactivar la fuerza para que pueda mantenerse erecto y afrontar el mundo social. Evolutivamente este toque es recibido cuando el padre coloca las espaldas del niño contra su pecho, por ejemplo en la posición de la “sillita” o cuando sube al niño en sus hombros en la posición del “caballito”, o cuando lo tira hacia arriba en forma de “avioncito”. A diferencia del amamantamiento en donde el bebé queda volcado hacia el seno de la madre, el niño aquí puede mirar hacia afuera, es virado para el exterior. Más tarde el padre lo hace saltar sobre sus rodillas, lo tira para 23 Así, sucesivamente, a través de este contacto el niño va construyendo distintos enraizamientos (horizontal, vertical y simbólico). Los mismos, en la propuesta del Análisis Bioenergético Reichiano, coinciden respectivamente con las tres capas embrionarias (endodérmica, mesodérmica y ectodérmica) del desarrollo morfológico del cuerpo. Para ampliar estos conceptos ver el capítulo siguiente.
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lo alto, le hace dar vueltas como un avión o una calesita, constituyendo un placer muy intenso bien diferente de aquel de mamar. Con su padre el niño grita, un poco asustado con este nuevo placer todavía desconocido. El mensaje de inconciente a inconciente en este toque centrífugo sería algo así como: “crecé, no tengas miedo que yo estoy aquí. Te doy mi fuerza. Vos también sos fuerte. Andá y explorá el mundo”. Cada uno de estos toques es indispensable para que se forje la identidad del niño. En una fase de acumulación energética, primeramente el bebé es contenido por el útero, y posteriormente por los brazos de su madre. Durante nueve meses el organismo intra-uterino vivió en fusión con la madre, y si el parto cambia fundamentalmente esta relación, cuando se encuentran fuera del vientre, el bebé (como organismo extra-uterino) percibe a la madre como alguien que ya conoce bioenergéticamente, pudiendo decir que se reencuentran. Con el padre este encuentro es completamente nuevo. El bebé descubre a su padre, por primera vez, y aprende a conocer a alguien completamente diferente de sí mismo. Con el padre su cuerpo se moviliza para sentir orgánicamente la identidad discriminada del cuerpo de su mamá. Por este mismo motivo consideramos estos dos toques como complementarios. No hablamos de un polo pasivo y de un polo activo. Al trabajar psicoterapéuticamente con estos toques es muy importante que el paciente tenga una apropiación activa y receptiva de aquello que está experimentando en el masaje. Incluso el mismo masaje, en momentos diferentes del proceso psicoterapéutico puede tener efectos variados. Por ejemplo, hay veces que un masaje tiene efectos esencialmente regresivos y fusionales; otras veces puede llevar al reconocimiento de material inconciente o puede conducir a una proyección hacia lo social. Es importante señalar que puede pasar que un paciente permanezca fijado marcadamente en una de esas maneras de tocar, por ejemplo, en la corriente maternal, y esto no ocurre sin peligro. En estos casos, cuando percibimos que pudiera desencadenarse un proceso iatrogénico para el paciente, el psicoterapeuta debe entonces modificar su técnica de masaje y su manera de tocar.
MASAJE O ACTING “CONCHA DE MAR” El toque maternal que llamamos en psicoterapia reichiana de “concha de mar” es la primera acción analógica, asociada al perío86
do intra-uterino, que realizamos para la reactivación emocional y la dinamización neuro-muscular. Para ello el setting psicoterapéutico “se transforma” en el primer ecosistema: aproximadamente en una temperatura de 24 grados, bajamos la luz del consultorio para facilitar la regresión del paciente, intentando colocarlo en una condición relativamente similar a la fetal. Con el paciente acostado en posición de decúbito supino, el psicoterapeuta coloca sus manos en forma cóncava sobre los oídos del paciente, reduciendo los sonidos externos por un tiempo aproximado de 10 a 15 minutos, produciendo un sonido similar al rumor del mar. Con el paciente acostado en posición de decúbito dorsal el psicoterapeuta coloca una de sus manos en forma cóncava sobre la oreja del paciente, pudiendo apoyar la otra mano sobre la zona umbilical del paciente. En ambas ocasiones los ojos del paciente permanecen cerrados. Luego de finalizado el tiempo de realización del acting, el psicoterapeuta retirará las manos suavemente y sentado al lado del paciente le preguntará acerca de las sensaciones que ha tenido durante el acting, si le ha pasado alguna imagen o pensamiento por la mente, así como si en general el acting fue agradable o desagradable. Este toque, considerado uno de los actings claves de los trabajos de maternaje, remite al paciente a su mundo interno, pudiendo reactivar vivencias intra-uterinas placenteras o displacenteras, en donde los sonidos estaban filtrados por el líquido amniótico. Si una persona tuvo traumas en este período (Eva Reich considera que 1/3 de las personas ha sufrido de algún trauma primal24), este acting puede remitir a sensaciones desagradables (por ejemplo, de inquietud) asociadas a dicha situación estresante. Según el orgonomista Ernani Trotta si una persona tiene miedo a la pérdida y al abandono, asociado a relaciones de dependencia y contenidos depresivos, este toque puede remitir a los orígenes de estos miedos25. Utilizada sistemáticamente como recurso psicoterapéutico en el principio de los procesos, esta técnica puede ser un indicador diagnóstico, por ejemplo de núcleos psicóticos encubiertos. Si efectivamente hubo severas perturbaciones en ese período, en la realización de este 24 Eva Reich: “Prevención de la neurosis: auto-regulación a partir del nacimiento”; Cadernos de Psicologia Biodinamica, nro. 1, Summus (San Pablo, 1983). 25 “Técnicas reichianas”; Cuaderno de sistematización de técnicas de psicoterapia reichiana de la formación de la Sociedade Wilhelm Reich RS/BR (Porto Alegre, 1996).
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acting o en el momento de la verbalización posterior, pueden aparecer abreacciones emocionales muy intensas que pueden remitir a un miedo celular (contracción a nivel celular que alcanza a todo el organismo) o a un miedo fetal (contracción a nivel del primer segmento –ojos, oído y nariz–)26. Estas abreacciones vienen cargadas esencialmente de sensaciones pero no de recuerdos, contra lo que puedan opinar la mayoría de los psicólogos transpersonales. La región frontal del cerebro encargada de la memoria de largo plazo no empieza a desarrollarse hasta después del primer año y sólo madura a lo largo del segundo. Según investigaciones realizadas por los Dres. Conor Liston y Jerome Keegan en la Universidad de Harvard, a los 6 meses los recién nacidos sólo recuerdan sucesos vividos ocurridos en las 24 horas anteriores. El lapso de evocación crece a 30 días en el noveno mes de vida y a 4 meses antes de los 2 años. El acting de “concha de mar” puede ser utilizado no sólo al principio sino a lo largo del proceso psicoterapéutico, cuando sea necesario proporcionar al paciente una sensación de amparo o un mayor contacto con su mundo interno (por ejemplo volcando la atención para el sí mismo), con sus sensaciones más primitivas (primeros contactos epiteliales), con la percepción de sus funciones vitales (profundizando la respiración, por ejemplo). Es conveniente utilizarla en situaciones de duelo, de miedo, de fragilidad, de enfermedad, de déficit de auto-acogimiento, en la medida en que este acting permite crear un campo energético adecuado que posibilita no sólo revivir sensaciones y emociones ocurridas en el período intra-uterino y reparar situaciones primitivas, sino que también posibilita reestructurar o reequilibrar las funciones perjudicadas por las frustraciones de ese momento. En este sentido no sólo usamos este acting para diagnosticar condiciones intra-uterinas, sino también como herramienta psicoterapéutica que, utilizada sistemáticamente, permite generar una condición bioenergética saludable para reparar las condiciones frustrantes de dicho período. En un nivel profundo este toque maternal permite ofrecer en el espacio psicoterapéutico un nuevo útero, una matriz energética capaz de modificar la condición bioenergética del paciente. Por lo tanto puede 26 Federico Navarro: “Somatopsicodinámica de las Biopatías”. Orgón (Valencia, 1997).
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combinarse además con algunas de los toques descritos anteriormente o con actings neurovegetativos complementarios, especialmente del segmento ocular. Tal como lo sugiere la analista reichiana María de Melo Azevedo27 este acting se puede utilizar también durante un tiempo mayor (20 minutos durante varias sesiones) adecuando el tipo de toque (la fuerza y la forma de tocar) a la necesidad específica de cada paciente. Por ejemplo, en el caso de un paciente cuyo nacimiento haya sido inducido por fórceps, una presión más fuerte de las manos, puede evocar un fuerte estado de angustia o de miedo. En esas circunstancias y al igual que con todos los actings neurovegetativos, el psicoterapeuta repite metodológicamente las técnicas, hasta que las sensaciones displacenteras se transformen en agradables. En mi práctica profesional este toque ha sido de mucha utilidad para estimular energéticamente el organismo de las mujeres embarazadas, proporcionando, por un lado, un mayor contacto con el organismo intra-uterino, y por otro lado, contribuyendo energéticamente a reparar la relación imaginaria entre la mujer embarazada y su propia madre28. En este mismo sentido este acting posibilita reparar la “transferencia intergeneracional” (por ejemplo, los patrones de apego o desapego) ya que, de todas las personas de su matriz personal, ninguna le influirá con más fuerza emocional a la mujer embarazada que su propia madre. Es importante tomar en cuenta que el trabajo con la “condición intra-uterina” es esencialmente un trabajo energético. En dicho trabajo ofrecemos energéticamente un nuevo útero, una matriz energética saludable capaz de ayudar a modificar la condición energética anterior. Lo más importante es la calidad del toque y el tipo de clima que se consiga lograr a lo largo de la sesión. En los casos en que estemos trabajando con estructuras con núcleos psicóticos tenemos que tomar en cuenta que la etiología del mismo se genera, desde el punto de vista bioenergético, en un primer ecosistema deficiente, con un campo energético debilitado, hipo-orgonótico, con exceso de D.OR. Esa frus27 Maria de Melo Azevedo: “Nacer de nuevo. Psicoterapia de uma condición intra-uterina”; Revista Reichiana n° 8 del Instituto Sedes Sapientiae (San Pablo, 1999). 28 Es muy importante tomar en cuenta, tal como lo sugiere Daniel Stern, que el “triángulo” hija-madre-padre en el que la ahora futura madre fue la hija, es reemplazado (en el momento del embarazo y del parto) por un nuevo triángulo en el que ahora ella es la madre. Este nuevo triángulo bebé-madre-abuela se convierte en el centro de la vida emocional durante un tiempo, y de estar “oculto” drena gran parte de la energía de la mujer embarazada.
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tración fetal, en donde el organismo intra-uterino fue recibido por un útero frío, poco acogedor y con baja pulsación, es necesario revertirla por una situación psicoterapéutica (setting psicoterapéutico, contacto, resonancia) que pueda ofrecer, antes que nada, un campo energético amoroso, caluroso, denso en energía Or. y con el mínimo posible de energía D.Or., diferente al campo energético de origen (hostil, con baja pulsación, subcargado, y con pobre oxigenación)29.
29 A modo de ejemplo, una embarazada fumadora tiene más posibilidades de complicaciones en el embarazo (nacimientos prematuros, anomalías congénitas y problemas de bajo peso). La nicotina disminuye la sangre en la placenta y puede provocar en el feto una hipoxia grave. El monóxido de carbono entorpece la oxigenación y otras sustancias producen un envejecimiento prematuro de la placenta.
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1.4 El enraizamiento en el Análisis Bioenergético Reichiano En el dispositivo de Análisis Bioenergético Reichiano desarrollado en el TEAB trabajamos con los pacientes a partir de tres posturas básicas. La posición de toma de tierra (paciente y psicoterapeuta parados), la posición supina (paciente acostado y psicoterapeuta sentado) y ambos sentados. Para entender técnicamente el significado de estas tres posturas básicas, es necesario pensarlas funcionalmente en relación a aspectos evolutivos, emocionales y bioenergéticos. El concepto que utilizamos para definir estas tres posturas básicas en la clínica bioenergética es el concepto de grounding (arraigo, enraizamiento) creado por Wilhelm Reich y desarrollado por Alexander Lowen y John Pierrakos.
EL DISPOSITIVO REICHIANO Y EL DISPOSITIVO LOWENIANO EN LA CLÍNICA BIOENERGÉTICA En el desarrollo de la propia clínica bioenergética, Alexander Lowen se discriminó de Wilhelm Reich a la hora de aplicación de este concepto (grounding). Debido a su influencia psicoanalítica Reich trabajaba con sus pacientes en la posición de decúbito supino (acostados boca arriba), para luego desarrollar la técnica de Vegetoterapia Caracteroanalítica. Lowen, por su parte, a su regreso de Europa, comenzó a
Ampliación del trabajo presentado en las V Jornadas de Psicología Universitaria organizadas por la Facultad de Psicología de la UDELAR (setiembre, 2000). Publicado en la Revista da Sociedade Wilhelm Reich/RS vol. 5, nro. 5, octubre 2002. Especialización desarrollada en el TEAB que busca potencializar el dispositivo clínico reichiano (Orgonoterapia), el dispositivo clínico loweniano (Análisis Bioenergético) y el de otras corrientes neo-reichianas, a partir del encuentro con el esquizoanálisis de G. Deleuze y F. Guattari, el socioanálisis de R. Lourau y G. Lapassade, y el análisis genealógico de M. Foucault.
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desarrollar la técnica de Análisis Bioenergético integrando el concepto de enraizamiento. En su primer libro “Physical dynamics of character structure” (traducido al español con el título más popular de “El lenguaje del cuerpo”), Lowen relaciona la fortaleza del yo con la agresión y el arraigo. La agresividad está directamente relacionada a las características somáticas y energéticas del cuerpo tales como el tono muscular, la fuerza, la coordinación, la resistencia, la flexibilidad, la gracia, etc., y representa la capacidad energética de moverse hacia los objetos y ser capaz de tomar lo que uno necesita del mundo (reach out). El arraigo implica el grado de conexión de la persona con la tierra (ground) y con su propio cuerpo, siendo el suelo, nuestra base invariable, un equivalente simbólico de la realidad. El concepto de arraigo que desarrolla Lowen relaciona la seguridad emocional con la seguridad corporal, cuando los pies y las piernas hacen un buen contacto con el suelo. De esta manera arraigarse implica además, renunciar a las ilusiones (típicas en cada estructura de carácter). Y en la medida en que la persona se arraiga en la realidad de su propio cuerpo y toma contacto con sus sentimientos, puede relacionarse de manera más plena con los demás. Al relacionar la fortaleza del yo con la agresividad y el arraigo, Lowen plantea que la inhibición de la agresividad (característica sociocultural importante de nuestra época), se hace difícil de trabajar si el paciente se encuentra acostado en un diván. Por lo que propone iniciar el trabajo haciendo un análisis de los pies y de las piernas del paciente,
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Para profundizar en las diferencias entre el trabajo de Lowen y de Reich, desde la perspectiva del primero, recomiendo consultar los video-tapes del IIBA: “The Energetics of Bioenergetics” de Alexander Lowen (1997), “The International Institute for Bioenergetic Analysis apresenta Dr. Alexander Lowen em Análise Bioenergética e 100 anos de Wilhelm Reich”, entrevista realizada al Dr. Alexander Lowen por la Psic. Myriam de Campos (1997). Asimismo los textos: “Keynote adress: a conversation with Al. Lowen exploring his experiences and understanding of Bioenergetic Analysis over the forty years”, The Clinical Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis, vol. 7/1 (1996), y “Opening adress on narcissism, sexuality and culture and back to basics”, The Clinical Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis vol, 3/2 (1988). Alexander Lowen, “El lenguaje del cuerpo”: Ed. Herder, Barcelona, 1995. Para Lowen la agresión implica la capacidad para perseguir lo que uno desea. Es lo contrario de la pasividad, que significa esperar a que alguien le satisfaga a uno el deseo. La agresión es consecuencia de la excitación en el interior del sistema muscular. Se caracteriza por el movimiento de excitación a lo largo de la parte posterior del cuerpo, involucrando a los grandes músculos de la espalda, las piernas y los brazos, que entran en juego al ponerse uno de pie y al moverse. Alexander Lowen, “La depresión y el cuerpo”: Ed. Alianza Editorial, Madrid, 1993.
para observar de qué manera éste se para sobre sí mismo. Es decir, de qué manera se encuentra parado sobre su vida. En la medida en que los pies y las piernas son la estructura de sostén del sujeto adulto, la manera en que esté parado es equivalente a cómo se sostiene en su vida, en la medida en que el modo con que lidiamos con la realidad se expresa en el contacto que nuestros pies tienen con el suelo.
LOS PIES Y LAS PIERNAS COMO SOPORTES ENERGÉTICOS EN EL PROCESO Psicoterapéutico Fue Alexander Lowen quien priorizó el trabajo con los pies y las piernas como función de soporte energético en el setting psicoterapéutico. Lowen agrega al trabajo reichiano en posición supina, la necesidad de incluir un trabajo en la posición vertical, partiendo de los pies y las piernas. Es decir, si bien para equilibrar la economía de la energía sexual hay que liberar la pelvis (principio de placer) como último segmento de la coraza muscular, es necesario previamente poder sentir los pies sobre un terreno firme (principio de realidad). En “Arqueología del Cuerpo” describí con mayor precisión esta divergencia conceptual y metodológica: “A diferencia de lo que piensan los analistas reichianos más ortodoxos (de la línea de Federico Navarro), Alexander Lowen y John Pierrakos comienzan usualmente su trabajo psicoterapéutico por las piernas y los pies. Esto ayuda a abrir un reservorio energético en la pelvis para los impulsos que más tarde fluirán hacia abajo desde la cabeza. Tanto Alexander Lowen (Análisis Bioenergético) como John Pierrakos (Core Energetics) aconsejan que, al estar bloqueadas las partes inferiores del cuerpo, el trabajo corporal en psicoterapia se empiece de los pies hacia la cabeza para evitar que se acumule tanta energía en la cabeza, al no tener salida por los pies. El contacto de los pies con el suelo representa, desde el punto de vista bioenergético, un
Este concepto de arraigo se corresponde con lo que más adelante definiremos como enraizamiento vertical. Luis Gonçalvez, “Los cuerpos invisibles”: Edcs. Multiplicidades-CEUP, Montevideo, 1996. Ver, por ejemplo, Federico Navarro, “¿Porqué la bioenergética no es una psicoterapia reichiana?”, Revista “Energía, Carácter y Sociedad”: vol. 9 (2) nro. 16; 1991.
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contacto con la realidad, por lo tanto nunca produce efectos iatrogénicos” 10. Coincido con Ernani Trotta11 que el concepto de enraizamiento fue formulado originariamente por Reich y no por Lowen, dándole éste y sus seguidores más ortodoxos un exagerado énfasis a su aplicación clínica y a sus efectos psicoterapéuticos. Coincido además que esta opción metodológica descuida el trabajo en profundidad con el segmento ocular y con el segmento oral, siendo ésta quizás una de las principales diferencias actuales entre el Análisis Bioenergético (Bioenergética) y el Análisis Reichiano (Orgonoterapia). A diferencia de otros analistas bioenergéticos y de otros terapeutas reichianos, en el Análisis Bioenergético Reichiano desarrollado en el TEAB, en la primera etapa de los procesos psicoterapéuticos individuales y grupales, focalizamos el trabajo clínico de intervención en la coraza combinando metodológicamente técnicas de enraizamiento vertical con técnicas de desacorazamiento de los segmentos ocular y oral. Un buen trabajo de enraizamiento combinado con un desacorazamiento ordenado, progresivo y gradual de los segmentos ocular y oral, nos ha permitido conseguir resultados favorables y avances significativos en los procesos psicoterapéuticos más difíciles, no habiendo registrado hasta el momento efectos iatrogénicos. En líneas generales, podría afirmar que las técnicas bioenergéticas de enraizamiento son de mucha utilidad en todas las fases de los procesos psicoterapéuticos. Por ejemplo: al trabajar sistemáticamente con ejercicios de enraizamiento vertical recuperamos un soporte energético en nuestra base. Este cambio posibilita que no precisemos aferrarnos al mundo con nuestros ojos; de esta manera trabajando “abajo” (pies y piernas) estamos flexibilizando “arriba” (la coraza ocular). Desde el punto de vista energético, el enraizamiento vertical es un proceso bioenergético en donde la excitación fluye a lo largo de todo el cuerpo, de la cabeza a los pies y de los pies a la cabeza. Este flujo de excitación es pulsátil.
10 Luis Gonçalvez, “Arqueología del Cuerpo”: Edcs. TEAB, Montevideo, 1999, pp. 184. 11 Comunicación personal.
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La carga en el enraizamiento se produce en la posibilidad de aumentar la tensión en el organismo, utilizando de soportes a las piernas y a los pies para contener las emociones y aumentar la respiración. La descarga se produce en la posibilidad de sostener la pelvis y la función genital, en la expresión emocional y en la posibilidad de que se produzca la vibración bioenergética. Por ejemplo: en la posición de arco invertido nos paramos en los pies (y no sobre los pies) viendo qué lugar nos facilita para que nuestra energía fluya mejor, aflojamos las rodillas (disminuyendo la tensión sacro lumbar), soltamos la cabeza (descargando la parte superior del cuerpo) y nos sostenemos en nuestros pies (cargando la parte inferior del cuerpo), hasta que se produce la descarga por medio de los movimientos involuntarios en la zona de las piernas. Con este ejercicio buscamos darnos soportes, profundizar la respiración para poder luego “soltar la cabeza”, al mismo tiempo que cargamos al organismo para darle una mayor tolerancia al estrés. Este proceso implica tener los pies sobre la tierra de un modo vivo y significativo (opuesto al contacto puramente mecánico). Al trabajar sistemáticamente desde el enraizamiento vertical se logra una mayor sensibilidad en los pies y en las piernas, se produce una apertura de la respiración y un cambio en el sistema de auto percepción habitual. El objetivo del trabajo de enraizamiento vertical con pies y piernas es sensibilizar las piernas hasta que se sientan como “raíces móviles”, abrir la respiración del paciente sensibilizando el vientre, y permitir un cambio en el sistema de autopercepción habitual, a través de la experimentación de formas diferentes a las habituales. La intención bioenergética es la de enraizarse en su propio cuerpo (sentirse parado de otra manera en su propio cuerpo) y tolerar un mayor grado de tensión. El trabajo de enraizamiento vertical implica una entrega al cuerpo, en la medida en que se produce un descenso a la tierra y a la realidad. Si bien la literalidad entre suelo y realidad psíquica puede ser criticada conceptualmente12, mi propio trabajo personal, y mi práctica como psicólogo clínico y formador de colegas, me han demostrado la potencia del trabajo con esta propuesta. 12 David Szyniak, “Discursos del cuerpo. Intervenciones en la clínica”: Lugar Editorial, Buenos Aires, 1999.
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Siguiendo los principios de la identidad funcional podríamos hacer una equivalencia entre sentir el propio cuerpo, sentir la sexualidad y sentir la tierra donde uno está parado. Es decir, si el individuo está desenraizado, también lo estará su comportamiento sexual. En una persona sub-enraizada o sobre-enraizada podremos comprobar un bloqueo en la pelvis, al igual que en las piernas y en los pies. Para sentir la tierra, las piernas y los pies tienen que estar cargados de energía. En los ejercicios de enraizamiento vertical se producen movimientos espontáneos e involuntarios (vibraciones), y este fenómeno vibratorio intensifica las sensaciones en las piernas y en los pies. Tal como lo plantea el creador de la Bioenergética: “La vibración del cuerpo tiene una función importante además de aliviar la tensión. Permite al individuo experimentar movimientos involuntarios placenteros del cuerpo, que son expresión de su vida y fuerza vibrante. Si el individuo tiene miedo de experimentarlos, porque cree que debe estar en control pleno de sí mismo en todo momento, perderá su espontaneidad y terminará en estado de rigidez automática.... Los movimientos involuntarios del cuerpo son la esencia de su vida”13. El enraizamiento vertical da una sensación de fuerza y seguridad por el uso del sistema motor y de los grandes músculos del esqueleto. Para Lowen una persona con buen grado de enraizamiento es una persona identificada con su cuerpo, conciente de su sexualidad y orientado al placer14. Desde el punto de vista del desarrollo evolutivo el enraizamiento vertical coincide con la postura de estar de pie, que el niño comienza a adoptar cerca del año. Desde la perspectiva evolutiva funcional los pies y las piernas se corresponden con la función de soporte y con la estructura de sostén del adulto. Cuando una persona se pone de pie adopta una posición adulta. Correlato de la responsabilidad, “pararse sobre los propios pies”, implica un estado de independencia y de madurez. Saber donde uno se planta es equivalente a saber quien es. 13 Alexander Lowen, “Bioenergética”: Ed. Diana, México, 1987, pp. 232. 14 Alexander Lowen y Leslie Lowen, “Ejercicios de Bioenergética”: Ed. Sirio, Málaga, 1998.
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Por otro lado, sostenerse sobre sus propios pies significa (en un nivel profundo) quedarse solo. Es el comienzo de una lucha permanente contra la gravedad, e implica un importante grado de separación con la madre y la resolución del vínculo simbiótico. Esta separación del enraizamiento horizontal con la madre (la imagen más clara de este enraizamiento es el contacto que se produce entre los brazos de la madre y la columna del bebé en el acunamiento), desde el punto de vista existencial es diferente de la soledad del abandono. Implica el pasaje de un estado mayoritariamente sedentario a una movilidad mayor. Y es la confirmación de ser diferente de cualquier otra persona, y poseer una historia de vida única (alteridad). Desde el punto de vista analítico dejar al otro ser Otro es algo que parece simple pero que requiere una gran capacidad de enraizamiento. Significa, entre otras cosas, que debemos renunciar a la ilusión de que podemos cambiar al otro y que podemos adaptarlo a nuestras categorías mentales. Significa además que debemos buscar nuestro propio autosostén, no quedar pendientes y reclamando lo que no hubo o buscando en otros lo que no nos dieron en el pasado. En este sentido, el psicoterapeuta debe acompañar y ayudar a desarrollar la función que falta. Desde el punto de vista psicológico podríamos decir que el enraizamiento físico es funcionalmente idéntico al enraizamiento emocional. Nuestras piernas cumplen funciones muy importantes: locomoción (desarrollo motor en el espacio, correr, acercamiento-alejamiento), cimiento (sostén del yo adulto), soporte (estar parado, estar erguido), equilibrio, etc. Como extensión del último segmento de la coraza (el segmento pélvico), cumplen además con las funciones de agresividad (protesta, ir hacia, movimiento, desplazarse, golpear) y sexualidad (descarga, creatividad, placer). Estar enraizado, implica un alto grado de auto-conocimiento (saber y aceptar quien soy); desarrollar el enraizamiento, significa estar de pie y defender lo que es importante para nosotros (“esto es nuestro y lo voy a cuidar”). Por otro lado, es estar más sensible. Y al estar nuestras piernas más sensibles podemos ceder, tornarnos más humildes y admitir nuestra fragilidad.
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Una manera de evitar el enraizamiento es negarnos a pararnos sobre nuestros propios pies. En vez de esto nos apoyamos sobre los otros y los volvemos responsables de lo que sentimos. Si esta actitud defensiva falla nos desmoralizamos, nos abatimos, nos desalentamos, nos resignamos, nos desmoronamos y colapsamos. Cuando esto se convierte en un padrón más o menos conciente, se transforma en una modalidad regresiva, que busca escaparse de la realidad adulta y que además subestima el potencial de la propia persona. Puede surgir además un sentimiento de odio hacia sí (consecuencia de los juicios y las exigencias negativas introyectadas). Para Lowen el enraizamiento es conseguir que una persona entre más en contacto con el suelo (la realidad), es decir lo opuesto a tener una “obsesión”, o “estar en el aire viviendo de ilusiones”. El peligro de la ilusión (cada estructura de carácter tiene una ilusión en particular) es que deforma la percepción, atrapando a la persona en una visión irreal. Esta forma de acorazamiento de la percepción y del contacto, Lowen la señala como el “estar colgado”, es decir cuando una persona ha quedado aprisionada en un conflicto emocional que la inmoviliza y le impide realizar cualquier acción eficiente para cambiar la situación15. Lowen construye de esta manera la oposición entre “ilusión” y “realidad” que tiene un peligro conceptual, en la medida en que la realidad puede quedar limitada a lo socialmente adaptativo y a las normas, tal cual lo planteaban las corrientes psicoanalíticas americanas dominantes en la primera mitad del siglo pasado. Lo ilusorio sería simplemente su opuesto (la inadaptación cultural).
ENRAIZAMIENTO Y VERTIGINOSIDAD: la desterritorialización permanente como nueva subjetividad En la actualidad las estructuras sociales y familiares son radicalmente diferentes a las que Reich y Lowen observaron en sus principales teorizaciones, y que dieron origen a los principios bioenergéticos básicos. Los procesos de subjetivación actuales son diferentes al disciplinamiento autoritario de la antigua familia patriarcal represiva. Las nuevas generaciones ya no se crían restringidas a las influencias del 15 Alexander Lowen, “Bioenergética”, op. cit.
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círculo familiar. La personalidad básica que Freud ligó al capitalismo pre-industrial en su carácter anal, obsesivo, ligado a la disciplina del trabajo, al ahorro y a la postergación de satisfacciones, estalla por el nuevo diagrama institucional de las sociedades de consumo. Estimulado a consumir y a cambiar permanentemente de objeto, el individuo ya no posterga la satisfacción. Los vínculos libidinales se viven como mercancías, descargando libido en forma primitiva, pero en objetos impersonalizados, reproduciéndose constantemente sus vacíos e integrándose fácilmente a lo social. La densidad del orden gravitacional se transforma en velocidad de los fluidos. Al mismo tiempo que decrecen los espacios públicos y los encuentros, aumenta la superficie, la desconfianza y el miedo, quedándonos adentro con grandes vacíos16. La lógica del poder control-represión de las sociedades disciplinarias se ha transformado en nuevas series de control-estimulación. V.g.: las fuentes de estimulación y producción del sexo se encuentran en la superexposición del erotismo planificado a través de los media y la multiplicación discursiva sobre la sexualidad desde los saberes médicos y psicológicos17. La pequeña empresa familiar (anteriormente unidad de producción y de consumo) deja lugar a la organización corporativa. El rol del padre pierde la infraestructura de su poder. Su importancia en el desarrollo psico-afectivo del niño pierde consistencia. La autoridad, ahora impersonal e ilimitada, aparece difuminada y dispersa por todas partes. Nuestro yo, más débil, arcaico y narcisista, aparece cada vez más, ligado al consumo; el marketing como instrumento de control social “forma la raza impúdica de nuestros amos” 18. En una sociedad donde impera el individualismo, la libido se vuelca mayoritaria y compulsivamente hacia el consumo de bienes. En este contexto social y cultural, el adulto estresa a los niños mucho más que en el pasado. El fin de siglo se caracterizó por una desterritorialización permanente donde el ritmo lento de la evolución natural se vio violentado por la velocidad vertiginosa de las transformaciones culturales y de los 16 Ver la entrevista a Paul Virilio, “Cibermundo, ¿una política suicida?”: Ed. Dolmen, Santiago de Chile, 1997. 17 Michel Foucault, “Historia de la sexualidad: La voluntad de saber”: Ed. Siglo XXI, Madrid, 1987. 18 Gilles Deleuze, “Posdata sobre las sociedades de control”, en “El lenguaje libertario 2. Filosofía de la protesa humana”: Ed. Nordan, Montevideo, 1991.
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cambios socio-económicos. En esa desterritorialización permanente de los registros identitarios (tanto personológicos, como grupales y comunitarios) los mecanismos de defensa que funcionaban universalmente con una tarea evolutiva, y daban las cualidades posibles para enfrentar la lucha por vivir, también se vieron desmontados. Los organismos están cada vez más estresados por la violencia que se les impone desde fuera para dentro. En este contexto las defensas también cambiaron de lugar y se han vuelto más primitivas. En un excelente y muy claro ensayo Odila Weingand se pregunta si esto es negativo, concluyendo que parece inevitable que las personas hoy en día operen más con el campo energético19. Desde el punto de vista reichiano sabemos que las personas al sentirse inseguras, se defiendan con el campo energético, es decir con las defensas primitivas del segmento ocular. El aumento de la problemática borderline puede ser considerada entonces, como una consecuencia de la necesidad de convivir con la inconstancia de nuestros objetos y la desterritorialización de nuestros territorios existenciales. En la medida en que diluir nuestros límites nos facilita el poder cambiar de forma, ¿no necesitaremos de las defensas borderline para poder absorver los cambios que están ocurriendo vertiginosa e irreversiblemente a nuestro alrededor? Cuanto mayor sea la pérdida de referencias éticas internas y externas que organizan nuestro sentido de subjetividad (nuestra singularidad, nuestra identidad, etc.), mayor va a ser la disolución de los límites de nuestra territorialidad existencial, y viceversa. Desde el punto de vista bioenergético cuanto mayor se lidia con energías sutiles (en vez de negar que ellas existan), más vamos a precisar de enraizamiento20. Cuando nuestra base es frágil (sub-enraizamiento) cualquier cambio crea desorientación, confusión y miedo. Cuando una persona está sub-enraizada (es decir, cuando el contacto con el suelo es excesivamente incierto), cualquier aumento de energía amenaza destrozar y fragmentar su precaria unidad psicosomática. Cuando una persona está sobre-enraizada, la tensión y la rigidez en la parte inferior del
19 Odila Weingand, “Bioenergética: um panorama atual”, Revista Reichiana nro. 8, Sedes Sapientiae: San Pablo, 1999. 20 Estos cambios implican la necesidad de que como profesionales de la salud reconozcamos y nos abramos al estudio de las energías sutiles (no ya vistas como una patología esquizoide), dándole a su vez grounding y cuerpo a nuestra práctica y a nuestros conceptos bioenergéticos.
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cuerpo (sobretodo en las piernas y en los pies), reduce enormemente la sensibilidad en esa área.
ENRAIZAMIENTO Y CONTACTO La propuesta de este capítulo, además de definir las tres posiciones básicas con las que trabajamos en el Análisis Bioenergético Reichiano, es la de pensar al enraizamiento como una noción compleja y no sólo como un ejercicio bioenergético básico. En este sentido usaré el término enraizamiento para explicar el conjunto de fuerzas viscerales, psicológicas y musculares subyacentes a las posturas de nuestro cuerpo21. Por lo tanto el enraizamiento va a ser un proceso mucho más complejo que estar de pie, acostado o sentado. En la medida en que los músculos implicados en cada una de estas posiciones van a ser distintos, la percepción que nuestro cuerpo tiene de estas posturas y del estado psicológico que las acompaña también va a ser diferente. David Boadella contribuyó a desarrollar el concepto de enraizamiento al pensarlo en otros niveles que nos permiten salir de una mirada corpórea mecanisista. En una bella descripción nos muestra cómo el bebé descubre muchos enraizamientos: “Está tendido sobre el abdomen de la madre y se enraiza sobre la superficie del cuerpo de ella, percibiendo los mismos ritmos y latidos que antes experimentaba en el útero. Es sostenido y se aferra; toma una parte de la madre en la mano, o bien algo de su propio cuerpo, y es envuelto por el contacto con ella. Cuando mama, se puede decir que está enraizando su boca. Cuando mira al rostro a la madre, está enraizando sus ojos. En el flujo del lenguaje en desarrollo empieza a enraizar sus ideas. En sus progresivos movimientos (desde el decúbito prono hasta que levanta la cabeza, se arrastra, gatea, se pone en cuclillas y de pie), aprende un buen o un pobre contacto con una base física. Todo esto tiene lugar en un ambiente emocional que 21 Rita Fiumara, Silvana Lepre, Maira Pellizzoni, “Del sufrimiento a la emoción”, Ficha de psicoterapia biosistémica, “Un approccio originale al trattamento psico-corporeo della sofferenza emotiva”: Milán, Italia, 1994.
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constituye el trasfondo de la organización de la actividad del niño.” 22 Boadella concluye que el enraizamiento está relacionado a lo que sucede cuando la energía fluye hacia la superficie del cuerpo, y con el tipo de contacto que encuentra allí. Para el Análisis Bioenergético Reichiano, enraizamiento y contacto son dos conceptos que van a estar indisolublemente ligados, y van a tener un significado especial en el desarrollo evolutivo. El embrión en la primera fase de la vida intrauterina experimenta un continuo y suave hidromasaje del líquido amniótico, que no se interrumpe ni en la noche cuando la madre, durmiendo, lo envuelve tiernamente con su respiración rítmica y suave. Alrededor del octavo mes de vida intrauterina el hidromasaje se transforma en un profundo masaje rítmico y envolvente de las paredes musculares del útero. Hasta que en el correr del noveno mes los brazos del útero que envuelven al bebé comienzan a experimentar los movimientos de las contracciones, que estimulan la piel del bebé y los sistemas del cuerpo, que precisará luego del nacimiento. Aunque no recordemos nuestro último mes de vida intrauterina, nuestra piel se acuerda. Después del nacimiento es necesario que el bebé sea masajeado, que hablemos con su piel, que sea cargado, mimado, acariciado y nutrido con nuestro masaje23. Así, sucesivamente, el niño va construyendo distintos enraizamientos que podríamos resumir en enraizamiento horizontal, enraizamiento vertical y enraizamiento simbólico. Los mismos, en la propuesta del Análisis Bioenergético Reichiano, coinciden respectivamente con las tres capas embrionarias (endodérmica, mesodérmica y ectodérmica) del desarrollo morfológico del cuerpo.
LA HISTORIA EVOLUTIVA DEL CUERPO: morfología dinámica y camadas embrionarias Estas tres capas o folículos embrionarios, procediendo de la parte externa a la interna del embrión (ectodermo, mesodermo y endodermo), son el conjunto de células de igual estructura que cooperan en la formación de determinados órganos y sistemas. A partir del ectodermo se 22 David Boadella, “Corrientes de vida. Una introducción a la Biosíntesis”: Paidós, Buenos Aires, 1993, pp. 133. 23 Frédérick Leboyer, “Shantala, un art traditionnel - le massage des enfants”: Ed. du Seuil, París, 1976.
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desarrolla el SNC, el SNA y la piel. A partir del mesodermo, el esqueleto, los músculos y el sistema cardiocirculatorio. Y a partir del endodermo (la camada más interna del embrión) se originan los sistemas gastrointestinal, respiratorio y renal. En su plan de organización estas camadas no sólo determinan el desarrollo regional anatómico del cuerpo sino también actividades funcionales. En este sentido podemos asociar a las camadas embrionarias tres actividades psicológicas distintas: el desarrollo cognitivo-perceptivo a la capa ectodérmica, el desarrollo motor a la capa mesodérmica, y el desarrollo emotivo y pulsional a la capa endodérmica. Podemos asociar además tres tipos de sensaciones a dichas camadas celulares: sensaciones que ocurren en la superficie de la piel –a las que F. Mott denominó sensaciones fetales superficiales– (ectodermo), sensaciones cinestésicas ligadas al movimiento muscular (mesodermo) y sensaciones que se originan en el centro de nuestro cuerpo –a las que D. Boadella denominó umbilicales– (endodermo).
LAS TRES DIRECCIONES DEL ENRAIZAMIENTO Nuestro cuerpo pasó por fases específicas de desarrollo psicomotor a las cuales se corresponden posiciones y movimientos particulares. En el enraizamiento estamos realizando un trabajo psicoterapéutico que se relaciona con la postura, por lo tanto estamos hablando de uno de los momentos más importantes de la psicoterapia. Como lo definía más arriba, el enraizamiento es una fuerza interna, un conjunto de elementos, de herramientas, al mismo tiempo físicas y mentales, ligadas a momentos fundamentales de la vida de una persona. Cuando es utilizado como técnica psicoterapéutica permite desarrollar un trabajo clínico que tiene como objetivo incluir experiencias de recontacto básico, que permitan al paciente llegar a sentir su ritmo interno y su propio impulso interior, analizando el modo como se construyó a sí mismo en el pasado, y construyendo nuevos enraizamientos para cambiar la situación existencial y social actual. En el Análisis Bioenergético Reichiano trabajamos desde las tres posturas básicas (de pie, acostado, sentado), desde donde ligeros ajustes corporales (posturales) permiten introducir alteraciones profundas 103
en los ritmos vegetativos, en el tono muscular, en la auto-imagen y en las sensaciones corporales. A partir de experiencias de contacto y de resonancia (tomando en cuenta siempre las reacciones transferenciales y contra-transferenciales) vamos realizando operaciones de “microingeniería estructural”, buscando descongelar las experiencias vitales. Pasemos a definir y desarrollar las tres posturas básicas para trabajar en el setting psicoterapéutico desde el Análisis Bioenergético Reichiano. Las mismas se corresponden con una forma de enraizamiento y con una camada germinativa del embrión, con sus respectivos órganos, funciones y sensaciones24: Diferentes posiciones y funciones del grounding desde la Arqueología del Cuerpo en el Análisis Bioenergético Reichiano
Enraizamiento horizontal (endodermo): * Está relacionado principalmente al “yo siento”. * D. Boadella lo llama también enraizamiento interno, y lo indica (al igual que G. Boyesen) como la fuente desde donde surge la energía curativa. 24 Rita Fiumara, Silvana Lepre, Maira Pellizzoni, “Del sufrimiento a la emoción”, op. cit.
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* Comprende las posiciones acostado de espalda, boca abajo o de costado (fetal). Desde el punto de vista anatómico-funcional se verifica en estas posturas la participación de varios segmentos musculares. * En la posición boca arriba se instensifican las sensaciones corporales y se agudiza la percepción. Desde el punto de vista perceptivo-sensorial, la experiencia corporal de estar acostado de espaldas es profundamente diferente de la de estar en la posición erecta, sentado o de lado. Cuando se está acostado de espaldas de ojos abiertos se estimula la percepción por el gran campo visual que se abre. Es la posición ideal para el análisis de los propios sentimientos y de las vivencias emotivas. Se corresponde con la capacidad imaginativa (ej.: proyectar sueños, observar el cielo y las estrellas). Simbólicamente representa el límite entre la vida y la muerte. Con los ojos cerrados favorece la ensoñación y tienden a desdibujarse los límites del yo. Desde el punto de vista energético es una posición básica, en la medida en que nos permite ver con precisión dónde la onda de respiración es bloqueada y el flujo de energía vital interrumpido. Nos permite ver con mayor facilidad dónde se sitúan las corazas (los grupos de músculos que se resisten al movimiento natural), y los movimientos involuntarios, los movimientos contradictorios y los movimientos espontáneos, que se desarrollan a partir y/o a pesar de la coraza. En la medida en que es una posición más “abierta” (ya que nuestra parte frontal del cuerpo es más vulnerable) posibilita una posición de entrega al cuerpo como antítesis del acorazamiento, pero a su vez muestra muy claramente los padrones reactivos. Es decir, permite reconocer de inmediato dónde el cuerpo pulsa, dónde está el streaming y dónde están las corazas, por lo cual es muy importante en la fase diagnóstica. * En la posición boca abajo (que exige del empleo de los músculos de los brazos y del cuello para sostener el cuello sobre los antebrazos), el niño aprende a dirigir su mirada para una distancia próxima y a focalizarla en una parte del mundo. Este es el punto de partida para el movimiento de gateo y también una fase del desarrollo psicomotor en el pasaje de la posición sentada para la erecta. En el plano psíquico esta posición coincide con la conciencia de sí mismo, que es la capacidad de sentirse. En esta posición se intensifica la sensación de ceder a la gravedad (de entregarse a la tierra), lo que permite recobrar el sentido de centramiento. 105
* La posición de costado o fetal permite apartarse del contacto con el mundo exterior y desenvuelve una función de “nutrición” interna, entendida como de recarga energética (generación de nuevas energías, por ejemplo, cuando dormimos). Enraizamiento vertical (mesodermo): * Está relacionado principalmente al “yo hago”. * Se corresponde con la posición de toma de tierra (parado, arco invertido, etc.), aunque comprende además otras posiciones (“enraizamiento aéreo”, cuclillas, etc.). * Psicoterapéuticamente la postura de pie permite que el paciente se desplace y se focalice en el presente (que es donde tiene sus problemas). * En este enraizamiento asistimos a un aumento del tono y de la actividad muscular, controlado por los neuronios del córtex motor. A este estado neurofisiológico le acompañan en el plano psicológico el comportamiento de exploración del ambiente, de aproximación o apartamiento, de los comportamientos agresivos y de la activación psicomotriz generalizada. * Consiste en proveer al cuerpo de arraigo por medio del trabajo postural (en general posiciones dináminas que facilitan el flujo de la energía hacia la parte inferior del cuerpo y de los pies). En el Análisis Bioenergético loweniano son comunmente llamadas “posiciones de estrés” y tienen el objetivo de liberar catárticamente las emociones bloqueadas y dar la posibilidad al organismo de contener mayor cantidad de energía. Enraizamiento simbólico (ectodermo): * Está relacionado principalmente al “yo pienso”. * Se traduce en la postura de estar sentado. * Desde el punto de vista psicológico refiere a las funciones simbólicas del lenguaje, de la lógica y de las reglas sociales, que a nivel de la postura de estar sentado, se traducen como la conquista del papel adulto, menos instintivo y más atento a las exigencias del ambiente social * Como se corresponde analógicamente con el estrato celular ectodérmico del embrión, se encuentra en el límite entre el cuerpo y el mundo exterior. * Implica el camino piel/cerebro en el cual la experiencia mental emerge de la corporal. Cumple una función de mediador, en la medi106
da en que percibe los datos del mundo exterior y los transmite en un lenguaje neurológico para el cerebro, siendo luego elaborados por medio de un proceso mental complejo y delicado, que se origina en la experiencia del cuerpo.
TRABAJANDO CON ENRAIZAMIENTO DESDE LA ARQUEOLOGÍA DEL CUERPO25 En la arqueología del cuerpo se trabajan ordenadamente las capas estratificadas de la coraza. Tal como lo describe Manoel Brandao: “Las estructuras corporales del carácter se presentan como estratos geológicos, como capas que superponen estratos históricos: biográficos, perinatales y filogenéticos. Estos se organizan como matrices que modelan patrones de conducta, planos de vida. “Arqueología del cuerpo”, usando diversos instrumentos psicoterapéuticos, busca excavar, revolver e identificar esos planos de formación de las estructuras corporales del carácter. De este modo posibilita la modificación de los planos de vida” 26. En los trabajos de enraizamiento que se realizan a lo largo de todo el proceso psicoterapéutico, se puede leer en las formas corporales, un diagnóstico pulsátil y expresivo, de cómo el poder y la cultura se inscribieron en los cuerpos, en las tensiones musculares crónicas. En las posiciones de enraizamiento vertical se mira al paciente desde los pies a la cara y desde el rostro hacia los pies. Pongamos un ejemplo. En la lectura corporal en la posición del arco invertido dirigimos sensiblemente la atención a observar: * cómo se sostiene en los pies: ¿tiene los pies planos? ¿los pies están girados hacia adentro? ¿los pies están girados hacia fuera? 25 La arqueología del cuerpo es un concepto y una metodología funcional creado por Manoel Brandao y desarrollada desde los soportes conceptuales de la Clínica Bioenergética y de la Psicología Social por quien suscribe. Para profundizar en este dispositivo psicoterapéutico tal cual se desarrolla en el Taller de Estudios y Análisis Bioenergético, ver el libro “Arqueología del Cuerpo”, op. cit. 26 Manoel Brandao, volante de Lotus - Centro de Psicoterapia y Meditación, Montevideo, 1992.
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¿dónde está el peso en los pies? ¿puede sentir que sus pies se hallan en mayor contacto con el suelo?; * cómo son sus piernas y qué sienten: ¿son subdesarrolladas? ¿son rígidas e insensibles? ¿los tobillos son débiles? ¿siente en las piernas alguna vibración? ¿cómo las siente? ¿finas y suaves? ¿gruesas y espasmódicas? ¿pudo mantener las rodillas flexionadas y sueltas o las enderezó rígidamente? ¿pudo contener el flujo de excitación en las piernas? ¿puede sentir la capacidad de sus piernas para sostenerlo o, por el contrario, sintió que no lo sostendrían?; * cómo respira: ¿respira con facilidad o contiene el aliento? ¿la respiración es abdominal? ¿afloja la mandíbula? ¿se permite sonorizar la respiración? ¿siente que el aire llega a la zona genital?; * cómo se encuentra la pelvis: ¿siente espasticidad en los músculos de los glúteos? ¿siente tirantez en la parte inferior de la espalda?, ¿siente los movimientos respiratorios en la pelvis?, etc. Al comienzo de los trabajos de enraizamiento vertical se puede confrontar una resistencia corporal al pasaje del flujo energético, representada en forma de dolor. Es importante mostrar desde la identidad funcional, que ese dolor físico quizás implique además un dolor emocional. A modo de ejemplo, el dolor en las piernas es equivalente a un dolor en la vida. Es decir, cuanto mayor es el grado de rigidez en las piernas de una persona, menor es su alegría de vivir. Si una persona tiene buen grado de enraizamiento puede tolerar su propio dolor y pasar a trabajar una camada más profunda27. Es importante no resistirse emocionalmente, pero también tomar en cuenta que las posiciones del enraizamiento vertical no son ejercicios de resistencia física. La primer camada de dolor se corresponde con la rigidez de las piernas y representa simbólicamente un “no”. Dicha rigidez cumple con la función antigravitatoria de no dejarnos caer (equivalente a no fallar, no humillarnos, no desmoralizarnos, etc.). En la medida en que la resistencia y la rigidez van cediendo al trabajo progresivo, sostenido y gradual, la segunda camada que generalmente aparece es la de un fuerte sentimiento de “estar pesado”, de “estar para abajo”. Cuando los pacientes empiezan el trabajo bio-
27 Para un entendimiento bioenergético del dolor ver la conferencia de John Pierrakos “Dor: a dor que criamos nos outros e a dor que criamos para nós mesmos”, Cadernos de Psicología Biodinamica nro. 3: Summus Ed., San Pablo, 1983.
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energético de enraizamiento vertical aparece el cansancio de años28. En ese momento es importante intentar seguir el movimiento pulsatorio de contener, expresar y descargar los sentimientos. Si uno para en el cansancio no se completa el movimiento pulsatorio auto-regulador. La tercera camada que aparece, más profunda y más dolorosa, tiene que ver con las defensas contra la depresión de abandono (tristeza y bronca). Se tiene la sensación de que nuestras piernas parecen incapaces de continuarnos cargando. Si se logra tomar un contacto profundo con la respiración, el movimiento involuntario y la vibración, el cuerpo comienza a abrirse a la tristeza (sepultada fundamentalmente, en la garganta, en el tórax y en el abdomen), y a la rabia (sepultada en las piernas y en la pelvis). La camada más profunda a trabajar es la del miedo. Miedo de soltarse y de sostenerse sobre sus pies, miedo a quedar solo. En la transición, en el intervalo entre soltarse y sentir que los pies se asientan firmemente sobre la tierra, se experimenta la sensación de caer, con la ansiedad consiguiente29. En su último libro autobiográfico “Una vida para el cuerpo” Lowen (2007) enfatiza que conectarse a otras personas, mantenerse sexualmente vivo y con un buen grado de enraizamiento no es un proceso que pueda alcanzarse rápida o fácilmente en la psicoterapia. En la medida en que en la mayoría de las personas los flujos de excitación están restringidos y bloqueados por contracciones musculares crónicas, su capacidad de sentir y de afectarse por las sensaciones están severamente limitadas. Agregando que nadie limita o restringe su propia vida a menos que sea imperativo para su sobrevivencia (función del proceso de acorazamiento). De ahí, el miedo a tornar a un sistema más vivo, y por lo tanto, más sensible a las emociones de miedo, amor, rabia, tristeza y/o angustia, desistiendo a usar las defensas del carácter. En 28 Tal como lo plantea Hernán Kesselman, en el caso de los profesionales de la salud, en particular, este cansancio está asociado a las urgencias institucionales, asistenciales y/o formativas en las que terapeutas y pacientes, docentes y estudiantes, formadores y formandos, deshumanizan la relación consigo mismos. Esta situación (derivada de la crisis económica-social) se produce imponiéndose un automaltrato por sobreexigencia, sobrepasando los límites de la propia fatiga y desoyendo los síntomas del estrés. El temor implícito en esta “escena institucional” es que si dejamos de “pedalear”, nos caemos. Y a diferencia de lo que nos sucedía cuando éramos niños, cuando somos adultos si nos caemos nadie nos levanta. 29 Junto a estas camadas de dolor, cansancio, tristeza, bronca y miedo, puede además desinhibirse placer a partir de la profundización de la respiración, de las sutiles y/o intensas vibraciones, y de los movimientos involuntarios en las piernas y en el resto del cuerpo.
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toda su obra Lowen remarca que el miedo a entregarse a las sensaciones, a la vida y al cuerpo es endémico en nuestra cultura narcisista que privilegia los procesos mentales al cuerpo y sus sensaciones, y que tiene una “dirección ascendente” hacia el poder y la riqueza, más que una “dirección descendente” hacia el placer y al amor. El proceso de enraizarse verticalmente en la arqueología del cuerpo implica, por lo tanto, ayudar a integrar la genitalidad con la pre-genitalidadad (proceso que ayuda a completar la madurez en una dirección claramente “descendente”), aunque este proceso no puede desarrollarse si no se contempla e integra al enraizamiento horizontal y al enraizamiento simbólico. En el Análisis Bioenergético Reichiano30 creemos que el objetivo psicoterapéutico en los trabajos de enraizamiento no hay que limitarlo al nivel mesodérmico (las posturas de estrés, la liberación de energía a través de los músculos), tal cual está particularmente orientado en el Análisis Bioenergético loweniano. Es necesario que podamos implicar al cuerpo entero. La obtención de los movimientos involuntarios, los temblores bioenergéticos, las sutiles vibraciones en todo el sistema muscular es una parte importante del trabajo de flexibilización de la coraza muscular. Pero es necesario integrar el trabajo con el enraizamiento horizontal y simbólico para poder acceder a la coraza visceral (endodérmica) y a la coraza cerebral (ectodérmica cerebral y ectodérmica cutánea)31. Para la arqueología del cuerpo, al igual que lo plantea Gerda Boyesen, el movimiento expresivo de la abreacción emocional parte de las profundidades del cuerpo (en el nivel endodérmico), pasa por los canales expresivos mesodérmicos y se conecta con la memoria (en forma de imágenes, de recuerdos) a nivel ectodérmico32. El paciente en una psicoterapia corporal bioenergética y reichiana desarrolla un proceso donde tiende a recuperar sensibilidad y redescubrir su vitalidad profunda. Los trabajos de enraizamiento vertical permiten que la energía liberada en las profundidades pase a todo el sistema muscular y a todo el nivel mesodérmico. Pero para redescubrir 30 Al igual que otras corrientes neo-reichianas como la Biosíntesis, la Biodinámica y la Biosistémica. 31 Esther Frankel, “Diagnóstico pulsátil”, http://www.biossintese.psc.br/DiagnosticoPulsatil. htm. 32 Gerda Boyesen, “Entre Psique e Soma”: Summus Ed., San Pablo, 1986.
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y recuperar su nivel vital es también muy importante que nada atemorice al paciente. Es decir, un paciente estará mucho más fuerte en sus situaciones exteriores cuando no tenga nada que temer de su mundo interior33. Cuando un paciente redescubre su vitalidad, su bienestar en la independencia y en la seguridad interior de su ritmo interno, ningún peligro podrá sobreponerse a los estímulos interiores. Por lo tanto, es muy importante en las primeras sesiones del proceso psicoterapéutico, y luego de haber realizado un diagnóstico bioenergético estructural, combinar el trabajo de desacorazamiento del enraizamiento vertical (v.g.: posiciones de estrés), con el trabajo de soporte del enraizamiento horizontal (v.g.: trabajo de ritmo interno y de bioenergética suave)34. En el Análisis Bioenergético Reichiano seguimos el axioma clínico de que toda catarsis o abreacción emocional debe ser seguida de una armonización. Esto no implica que los trabajos de enraizamiento vertical no sirvan para dar soporte y contención en el proceso psicoterapéutico. Por el contrario, cuando un paciente está bloqueado en un proceso primal permanente de descarga, en niveles tan profundos de descarga que le es imposible integrarlos, conviene utilizar los ejercicios de enraizamiento. Tal como lo plantean los analistas reichianos Xavier Serrano y Reolina Cardoso, es conveniente tener cuidado con los pacientes que colocan mucha energía voluntaria en los ejercicios forzando la descarga, por ejemplo, por medio de catarsis histeriformes. Por lo general son personas que tienden a forzar los procesos, con muy poco contacto sensible, con poca o nula capacidad de relajamiento y de abandono, muy preocupados concientemente en el hacer, o en descargar rápida e impulsivamente la carga. Es importante que el psicoterapeuta tome en cuenta permanentemente las variables del ritmo interno y de la dimensión temporal del paciente, para no forzar la descarga, desde su propia coraza y su propia
33 David Boadella discrimina, en este sentido, el enraizamiento interno del enraizamiento externo. El primero consiste en nuestro cuerpo físico (hecho de carne y de huesos, vasos sanguíneos y células nerviosas; es también equivalente al ego jungiano). El segundo consiste en la esencia del cuerpo sutil (la memoria arquetípica, la fuente desde donde surge la energía curativa; equivalente al self jungiano). 34 Eva Reich y Eszter Zornanszky, “Energia vital pela bioenergética suave”: Summus Ed., San Pablo, 1998.
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distorsión temporal35. Es necesario que en la sesión se de el tiempo para que el estímulo que parte de la profundidad endodérmica llegue a la conciencia (ectodermo), alcanzando previamente al yo motor y al nivel expresivo (mesodermo). Si se toman en cuenta estas variables, las corrientes vegetativas –las emociones– siempre van a decir la verdad. En este proceso el cuerpo del paciente aprende a tornarse conciente de sí mismo y descubre que el psicoterapeuta lo apoya y lo sostiene para que pueda funcionar con su propia auto-regulación. Siempre que se busca el contacto en el Análisis Bioenergético Reichiano es para que el paciente recupere una parte propia olvidada, bloqueada, perdida o congelada36. La psicoterapia se transforma entonces en una manera de ayudar al organismo a ayudarse a sí mismo, y de enraizarse profundamente en su cuerpo.
35 Ver los capítulos “Ritmo interno y soportes en el proceso psicoterapéutico” y “La dimensión temporal en el trabajo clínico”, del libro “Arqueología del Cuerpo” de quien suscribe, op. cit. 36 Ejemplo: en el trabajo de enraizamiento vertical, en la posición del arco invertido (bend over), el objetivo está dirigido a la búsqueda del auto-sostén. Recuperar las piernas para pararse en el mundo como un adulto libre y para sostener sus sentimientos como un adulto vibrante.
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1.5 La mirada en el Análisis Bioenergético Reichiano La mayoría de las escuelas de psicología no consideran explícitamente a la mirada dentro de su encuadre, de su dispositivo, de sus técnicas y de sus tecnologías. En el presente capítulo intentaré, por un lado, criticar las consecuencias teóricas y conceptuales de esa ausencia, y por el otro, desarrollar la función emocional y energética de los ojos, y algunas de las técnicas, dispositivos y tecnologías psicoterapéuticas utilizadas en el Análisis Bioenergético Reichiano para trabajar con la mirada.
LA MIRADA EN EL DISPOSITIVO BIOENERGÉTICO La forma en que miramos en el dispositivo bioenergético se discrimina radicalmente de la mirada en el dispositivo psicoanalítico. Creo que en el psicoanálisis se produce una profunda fragmentación, tanto del paciente como del psicoterapeuta, en función del dualismo mente/cuerpo que teorizan y practican. En el setting psicoanalítico clásico el psicoterapeuta no mira, escucha. En la medida que el inconciente está estructurado como un lenguaje, a los ojos del psicoanalista, el paciente es lo que habla. Al cuerpo del paciente sólo le resta acostarse en el diván y dejar a su psiquis manifestarse a través del habla. No se lo mira, en la medida en que se prioriza la escucha a cualquier otra expresión corporal. El paciente y el psicoterapeuta se encuentran, por lo tanto, en un juego de espejos (transferencia/contratransferencia) viabilizados por el habla y por la escucha. Espejos en que para ver muchas veces es preciso que no miren. A diferencia de Sigmund Freud, que sólo valorizaba la escucha del habla, Wilhelm Reich comienza a valorizar, dentro del psicoanálisis, la mirada del cuerpo. A través de la técnica del análisis del carácter
Versión ampliada del texto publicado en la Revista Reichiana nro. 12 del Departamento Reichiano del Instituto Sedes Sapientiae (San Pablo/Brasil, 2003).
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Reich comienza a poner atención no sólo en lo que dice el paciente (el contenido) sino en cómo lo dice (la forma). La mirada de Reich se centró en el cuerpo como un todo, como un organismo pulsante, lo que le permitió discriminar los pequeños gestos de las grandes expresiones, las formas naturales y funcionales de moverse y de expresarse, de las formas estereotipadas y fijas, las zonas de circulación energética, de las zonas de bloqueo, etc. Si en los principios de la investigación del psicoanálisis Freud se centró en la importancia de las bases biológicas del inconciente, con la “escucha freudiana” la mente y el cuerpo se separan. Fue con la “mirada reichiana” que mente y cuerpo se reencuentran, integrándose dinámicamente y produciendo la mirada analítica-energético-corporal que derivará en el dispositivo bioenergético. Pasemos a analizar cómo se despliega la mirada como tecnología en el dispositivo y en el encuadre bioenergético.
LA MIRADA Y LA EXPRESIÓN: LOS OJOS Y LOS SENTIMIENTOS En la psicoterapia corporal bioenergética nos concentramos en tres campos principales de la auto-expresión: la mirada, la voz y el movimiento. Tenemos la capacidad de expresar simultáneamente nuestros afectos y sentimientos por estas tres vías de expresión. Por ejemplo, si estamos tristes nuestros ojos están apagados o lloran, nuestra voz solloza y nuestro cuerpo entero siente energéticamente una inhibición psicomotriz, manifestándose expresivamente a través de la tristeza. Cualquier afecto primario (ira, placer, tristeza, nostalgia, dolor, etc.) se expresa simultáneamente por estos tres canales. Bloqueando o interrumpiendo cualquiera de estas vías de expresión podemos debilitar, e incluso desvanecer, la emoción. Paralelamente, el bloqueo de cualquier sentimiento afecta, al mismo tiempo, la capacidad expresiva de la persona. En el trabajo psicoterapéutico bioenergético la disminución de una tensión muscular crónica posibilita la expresión de un sentimiento reprimido, e inversamente, la expresión de un sentimiento reprimido produce la relajación o la disolución de los espasmos musculares. Para lo cual,
Alexander Lowen, “The eyes and feeling” en “Self-expression. New developments in bioenergetic therapy” (monografías del IIBA).
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el trabajo dinámico-expresivo con la voz, la mirada y el movimiento se complementa permanentemente con el trabajo biofísico por un lado (actings neuromusculares, ejercicios respiratorios, toques, etc.), y con el trabajo analítico sobre la capa emocional y defensiva (análisis de la transferencia, análisis de las resistencias, etc.) por el otro. Un analista bioenergético reichiano está capacitado profesionalmente para discernir la historia emocional de un paciente al observar su estructura corporal, al ver la calidad de la relación entre el paciente y la tierra (grado de enraizamiento), como veíamos en los capítulos precedentes. Por su parte, la forma en que el paciente mira, la expresión de sus ojos y de su rostro, va a darle al psicoterapeuta un indicador importante de qué es lo que muestra esta persona y cómo se relaciona con el mundo. La lectura corporal a través de la mirada le revela al psicoterapeuta, una situación psicológica interna del paciente. Puede hablarnos de la historia emocional de la persona. En una persona con una estructura psicótica, por ejemplo, la expresión de su mirada puede dar cuenta de las disociaciones cruciales en sus relaciones del pasado. Reflejo del carácter de una persona, la mirada es así un “espejo del cuerpo” y expresa mucho más que miles de palabras. La mirada, al igual que la voz y el movimiento, tiene una estrecha vinculación con nuestros afectos y con nuestra naturaleza expresiva. En un proceso psicoterapéutico debemos tomar contacto con esta naturaleza y esta función expresiva en nuestra mirada: la capacidad de expresar o de bloquear nuestros sentimientos. Los ojos como ventanas del cuerpo, como “espejos del alma”, revelan sentimientos interiores, pero al igual que las ventanas, pueden estar abiertos o cerrados: llenos de dulzura, cargados de excitación y de amor, “invitando”, “permitiendo” y “acariciando”, alegres y brillosos o, por el contrario, tristes, deprimidos y apagados. No sólo recogen impresiones del exterior sino que también dejan pasar algo de dentro afuera: en ellos se ven los sentimientos y estados de ánimo de la persona, a través de ellos deja pasar o no las lágrimas, etc. Todos los ojos expresan sentimientos dinámicamente: los ojos se iluminan cuando están excitados o se apagan cuando se extingue esta animación interior.
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LA FUNCIONES DE LA MIRADA: PERCEPCIÓN Y CONTACTO Los ojos son la parte más móvil del cuerpo humano. Son dos esferas, prácticamente sin peso, movidas por seis músculos notablemente poderosos, que le dan rapidez y precisión a la mirada. La dirección de la mirada es determinada a cada instante por estos seis músculos. Nuestro campo visual, por ejemplo, es prácticamente igual a media esfera. Basta dar media vuelta o girar la cabeza y vemos la totalidad de lo que nos rodea. Aunque tenemos la ilusión de que nuestros ojos ven nítidamente todo de una vez, a una distancia mayor de 6 metros, cuando el músculo cristalino se relaja y no hay más acomodación y focalización, la visión nítida tiene el tamaño de una pelota de tenis. La rapidez y la precisión del movimiento de los ojos tiene que ver justamente con esta capacidad de concentrase instantáneamente en un punto específico. Nuestros ojos son uno de los aspectos más importantes de nuestro cuerpo. Como órganos sensoriales proveen el eslabón más importante entre nuestro mundo interior y el mundo exterior, facilitando la percepción y el contacto, y posibilitando la creación de la identidad y de la separación, desde la función de discriminación. Nuestros ojos tienen una doble función: órganos de visión telesensoriales, posibles de ser estimulados a distancia, cumplen a su vez la función de contacto y de percepción. El ver está asociado al sentir, al pensar y al actuar por medio de múltiples vías: * visión-imaginación-intuición; * visión-percepción-concientización; * visión-crítica-auto-crítica; * visión-atención-constatación; * visión-fantasías-sueños; * visión-contacto-distancias afectivas. En los laboratorios clínicos de bioenergética sobre la mirada nos preguntamos:
José Angelo Gaiarsa, “O olhar”; Ed. Gente (San Pablo, 2000). Aunque quizás sea mejor hablar de visión que de percepción. La última divide al mundo en sujeto (perceptor) y objeto (percibido), la primera incluye tanto la unidad como la dualidad de la experiencia y admite ser vivenciada desde la corporeidad misma.
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¿Qué expresamos a través de nuestra mirada? ¿Qué tipo de miradas nos ayudan a expandirnos? ¿Qué miradas nos contraen? ¿Cómo evitamos o nos abrimos al contacto visual? ¿Cuál es el grado de proximidad o de distancia que establecemos en los encuentros a través de la mirada? El sentido de la mirada está relacionado a la experimentación intensiva de la visión y del contacto. Los ojos son instrumentos ópticos pero más que nada son órganos de contacto emocional con el mundo y con el otro. La mirada juega un rol importantísimo en la integración y en la diferenciación de la experiencia humana, cumpliendo por lo tanto con la función de discriminación y de síntesis. Es con nuestros ojos que comenzamos a explorar la grieta que separa nuestros mundos internos del mundo externo, la diferencia entre yo y otro, entre mamá y yo. La mirada es una de las formas más íntimas que pueden establecerse en el encuentro entre dos personas. El contacto ocular es una forma de tocar y representa así, la posibilidad de comunicar afectos a un nivel más profundo que el propio intercambio verbal. El “amor a primera vista”, por ejemplo, es una emoción que recorre intensivamente todo nuestro cuerpo, es una mirada que proyecta una onda de placentera excitación a través del cuerpo y puede involucrar al vientre y a los genitales. En un proceso psicoterapéutico desde un abordaje bioenergético, se aprende a mirar, a ser mirado y a mirarse. Aprender a mirar, a mirarse y a ser mirado, implica un saber corporal. David Boadella describe esta función con el nombre de facing. Función que implica la posibilidad de mirarse a sí mismo, al otro y al mundo, de enfrentar los problemas, de diferenciar entre mundo interno y mundo externo, etc. El facing tiene que ver con el auto-conocimiento, con el reconocimiento y con el modo de contactarse cara a cara con el otro. En términos generales podríamos hacer una equivalencia entre el facing y la modalidad de hacer contacto que tiene una persona. John Bellis, “The armoring of our eyes”; Jornal Clínico del IIBA; vol. 5, nro. 1 (New York, 1992). David Boadella, “Corrientes de vida. Una introducción a la Biosíntesis”; Ed. Paidós (Buenos Aires, 1993). David Boadella, “¿Qué es Biosíntesis?”; Ed. Publicaciones Fundación Centro de Biosíntesis, Serie Estudios (Buenos Aires, 1993).
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La activación permanente de esta fuente inagotable de energía que son los ojos, es estimulada por el contacto, de quien depende nuestro modo de mirar la vida.
MIRADA Y PREVENCIÓN El contacto ocular es uno de los factores más importantes en la relación entre padres e hijos. Nada determinará tanto la relación entre una madre y su hijo como la calidad del contacto visual entre ambos. Este contacto es particularmente importante entre la madre y su bebé. En el amamantamiento puede observarse cómo el niño busca el contacto de los ojos de la madre. Si ella reacciona con amor, se comparte el placer de la proximidad física y emocional, que vigoriza el sentido de seguridad y de fe en el bebé. Por el contrario, cuando no hay contacto visual o el mismo se realiza mecánicamente y desprovisto de afecto, el bebé lo toma como un rechazo, produciendo en él un sentimiento de aislamiento o abandono. Cuando un niño ve placer y amor en los ojos de su madre, se distiende y se llena de alegría. Una madre deprimida y con una mirada triste, probablemente se convertirá en una sombra gris sobre el hijo. No son únicamente las miradas depresivas las que lesionan la personalidad de un niño; la mayor parte de las relaciones incestuosas, por ejemplo, se basan más en las miradas que en las acciones. Las miradas seductoras o eróticas de los mayores, justificadas como señal de cariño, pueden ser muy difíciles de interpretar por un pequeño. Si una madre le dice a su hijo cuánto lo quiere, pero su mirada, por el contrario, expresa distancia, indiferencia y frialdad, el niño experimentará un sentimiento de no ser amado realmente, produciéndose afectivamente un estado de ambivalencia y confusión. Lo mismo sucede con una mirada de odio. Hay miradas devastadoras que hacen sufrir: furiosas, altaneras, despectivas, etc. Los niños, en la medida en que aun están distantes al verbalismo y al palabrerío que rodea las comunicaciones de nuestro mundo adulto, tienen una particular sensibilidad a la hora de traducir o descifrar el lenguaje de los ojos. Desde el punto de vista bioenergético podríamos hipotetizar que existe una relación muy estrecha entre mirada y memoria: nuestra memoria afectiva retiene, a lo largo de los años, miradas que guardamos y registramos en nuestros cuerpos. 118
Cualquiera sea la expresión de los ojos de los padres cuando miran a su hijo, afecta el cuerpo emocional de éste, pudiendo influir notablemente sobre su conducta y su estructura corporal. Tal como lo desarrollaron W. Reich, E. Baker, F. Navarro y A. Lowen existe una relación directa entre la primera emoción negativa (el miedo) y los ojos. Frente a una situación medrosa el niño se contrae bioenergéticamente, especialmente en el primer y en el quinto segmento de la coraza (ojos y diafragma), en la medida en que el miedo es experimentado momentáneamente como un shock en el organismo. Si el niño puede llorar, gritar, o expresar el enojo subyacente al miedo, libera al cuerpo del estado de shock. Pero si los incidentes negativos continúan invariablemente, la zona de la nuca (el punto opuesto a los centros visuales) comienza a contraerse crónicamente y los ojos permanecen muy abiertos y atemorizados. Esta posición forzada no puede ser mantenida indefinidamente. En algún momento los músculos oculares se cansan y el niño abandona el esfuerzo por ver. En ese instante es que se instala una biopatía ocular (miopía, hipermetropía, estrabismo, astigmatismo, etc.).
MIRADA Y CORAZA El bloqueo energético del primer nivel de la disposición segmentada de la coraza muscular (el segmento ocular) se produce generalmente como reacción del recién nacido, contra la atmósfera de recesión, rechazo y destructividad que encuentra al nacer. Todos rehuimos al dolor físico o psíquico, no queremos percibir y tomar contacto con experiencias o expresiones dolorosas o desagradables. Por ejemplo, si una madre tiene tendencia a la insanía, la mirada de sus ojos probablemente no transmitirá seguridad al bebé e influirá negativamente sobre el desarrollo del sentido de realidad del niño, lo que determinará además que el niño se intente nutrir de falsos contactos, como forma de evitar la realidad estresante y frustrante. Capaz de ligar la energía y la materia de nuestro cuerpo, con la energía y los estímulos que vienen de afuera, toda distorsión de la percepción estará enraizada en este segmento, que es la zona mayormente influenciable por el medio.
Leslie Case, “The eyes and sexuality: a personal tale”; Jornal Clínico del IIBA, vol. 5, nro. 1 (New York, 1992).
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Los ojos como órganos tele-receptores son los primeros, junto a las orejas y la nariz, en entrar en funcionamiento en nuestra vida. De desarrollarse un bloqueo ocular, desde el punto de vista bioenergético, lo debemos considerar como un mecanismo de defensa frente al ambiente, que se instaura muy precozmente en la vida intrauterina o en los primeros momentos después del nacimiento. Desde el Análisis Bioenergético Reichiano entendemos las tensiones musculares crónicas en el segmento ocular debidas a un déficit o a un exceso de energía en este nivel que impiden su desarrollo e integración funcional con los otros segmentos. Las causas de dicha disfunción (etiopatogénesis) deben investigarse psicoterapéuticamente en las situaciones de disestrés acaecidas durante los primeros 15 meses de vida. A la hora de trabajar estructuralmente la personalidad de los pacientes, este segmento adquiere una relevancia trascendental. El segmento ocular está comprendido entre el labio superior y la nuca, formando parte del mismo la frente, los ojos, los párpados, las glándulas lacrimales, los oídos, la nariz, la región de los huesos malares, el cerebro y los tejidos adjuntos. Siendo el segmento tele-sensorial y cumpliendo funciones de percepción y de contacto, que incluyen la visión, el olfato y la audición, su bloqueo puede poner en juego funciones opuestas. Por ejemplo, disociación del contacto, proyecciones masivas, perturbaciones del estado de conciencia, escisión entre la sensación y la percepción, confusión, falta de orientación, interpretación errónea de la realidad, pánico, incoherencia, etc. Esto lleva a las personas que sufren estos bloqueos a vivir en un mundo distinto, a veces gratificante pero artificial, otras veces completamente frustrante. El psicótico, por ejemplo, es una persona bloqueada en el estadio ocular por un reflujo de la energía en el primer segmento en dirección a la base del cerebro (hipotálamo). Desde el punto de vista biofísico se produce una hipertonia crónica en las paredes musculares de las arterias vasilares del cerebro, en particular del polígono de Willis10. Si el bloqueo energético de los ojos es total, implica una psicosis disociativa (v.g.: bloqueos anorgonóticos de un estado catatónico), si el bloqueo es parcial implica un núcleo psicótico con cobertura caracterial11. W. Reich, “Análisis del Carácter”; Ed. Paidós (Barcelona, 1986). 10 Federico Navarro, “Somatopsicodinámica”; Eds. Orgón, ESTER; (Valencia, 1993). 11 Ibid anterior.
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Tal como lo describió Wilhelm Reich, un bloqueo importante en este segmento determinará una deficiencia grave en la identidad, estará dando cuenta de un fenómeno de escisión entre los procesos de excitación corporal y la percepción psíquica de los mismos. La persona que enloquece no puede soportar ni contener sus procesos energéticos y emocionales de excitación. El psicótico se escinde y se disocia de su propia excitación corporal. Percibe fuera de su organismo su propio campo de energía. La escisión esquizofrénica básica está en la disociación de los impulsos naturales. Esa disociación está configurada por un bloqueo en el camino de los impulsos agresivos e implica una escisión entre el impulso y la percepción de la misma. La observación clínica sitúa ese bloqueo en los músculos más profundos de la base del cráneo, bloqueo que explica el fenómeno de la proyección. Por ejemplo, en la génesis de las alucinaciones la condición neuromuscular es determinante. En la medida en que el psicótico tiene una condición hiperorgonótica en el primer segmento (exceso de energía bloqueada y estancada), busca descargar ese excedente por medio del síntoma alucinatorio. El pasaje al delirio, por su parte, es determinado por la angustia psicótica, que es consecuencia del miedo aterrorizante de aniquilamiento, de despersonalización, de fragmentación. Desde el punto de vista energético, se produce una contracción contra la dispersión (no contra la expansión)12. Como correspondencia al bloqueo en la base de la cabeza, se encuentra en las personas que desarrollaron una escisión esquizofrénica otro bloqueo severo que alcanza a la unión de la pelvis y de la espina dorsal. El primer y el séptimo segmento son, a su vez, los puntos homólogos en la línea del flujo de la corriente bioenergética. Dado que el flujo de la corriente bioenergética es pendular y de naturaleza pulsátil, la perturbación de la misma se desarrolla en ambas extremidades de la trayectoria. En los individuos psicóticos el impulso agresivo no está al servicio de la sexualidad, por lo que no tienen la habilidad de alcanzar la descarga sexual, siendo sus sensaciones, difusas, vagas e inespecíficas. El impulso necesario para focalizar la energía en el aparato genital fue proyectado al exterior, ocurriendo así la proyección a partir de un bloqueo pélvico, del mismo modo que en la nuca. El esquizofrénico percibe
12 Federico Navarro, “Somatopsicopatología”; Summus Ed. (San Pablo, 1996).
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así los movimientos fuera de él mismo, al tiempo que su percepción de la movilidad interna está bloqueada13. Desde el punto de vista expresivo la actitud caracterial dominante es de inmovilidad y falta de expresión: frente inexpresiva, mirada fija o vacía, ausencia de llanto, etc. Su mirada no refleja exactamente falta de sentimientos, sino más bien la imposibilidad de expresarlos. Esta imposibilidad de expresión se da a partir de la disfuncionalidad para focalizar la sensación sobre otra persona. La falta de coordinación motora se manifiesta así en la dificultad de la expresión emocional. En el Análisis Bioenergético Reichiano decimos que el esquizofrénico “ve, pero no mira”, al no tener disponible en el segmento cefálico el impulso motor necesario para dirigir su mirada. La energía bloqueada en la parte posterior de la cabeza, no viene hasta la frente del encéfalo, manifestándose así esa sensación de vacío en la frente y esa expresión fría y dura en su mirada. El trabajo con los actings reichianos funciona como organizador en la recuperación del funcionalismo ocular, lo que le permite al paciente psicótico sentirse en contacto con el mundo (1er. acting, del punto fijo), con el otro (2do. acting, de acomodación y convergencia), con la realidad que lo circunda (4to. acting de rotación), y no solamente ver sino también mirar. Para reforzar la visión, la autoconfianza y la fuerza del yo utilizamos el 3er. acting (de lateralización), incitando al paciente psicótico a expresar enojo a través de sus ojos. En este caso hacia alguien (el psicoterapeuta) que pueda reconocer y acomodar el impacto que seguramente sentirá14. No es una tarea fácil hacer fluir la energía y mantenerla en los ojos. Sin embargo en los casos en los que he trabajado se han desa13 Alexander Lowen, “El lenguaje del cuerpo”; Ed. Herder (Barcelona, 1995). 14 Con aquellos pacientes con estructura psicótica, no siempre podemos trabajar los actings neurovegetativos en la posición supina. En la medida en que su organización corporal está difuminada, su cuerpo es muy permeable y no llega a tener límites claros y bien definidos, para algunos pacientes, la posición supina en el diván les genera una situación angustiante. Por ejemplo, en el acting de punto fijo con boca abierta, muchos psicóticos reaccionan con miedo y terror, en la medida en que esa posición regresiva les genera la sensación de estar completamente abiertos, sin ninguna protección posible, y sin ninguna clase de cerrazón ni de cobertura. En esos momentos es muy importante reasegurar al paciente, dándole los soportes necesarios para que pueda aliviar su profunda escisión entre cuerpo y espíritu.
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rrollado procesos psicoterapéuticos muy favorables15. Para conseguir que esto ocurra es necesario, progresiva y gradualmente, aumentar también la carga en la región genital y mantenerla, buscando fortalecer el movimiento bioenergético pendular y anclarlo en las funciones de realidad, de manera que pueda tolerar las presiones y alternativas de los acontecimientos de la vida en sociedad. Como sabemos, en los estados esquizofrénicos la persona se siente fácilmente agobiada por los estímulos que provienen del medio, por lo que se hace necesario reforzar sus límites corporales (piel, esquema corporal, masa muscular), de manera que permitan tamizar y discriminar los estímulos.
MIRADA Y CARÁCTER La forma en que miramos en un proceso psicoterapéutico determinará no sólo cómo entendemos a quien tenemos delante, sino también cómo reaccionará frente a nosotros. Si en el ejercicio clínico, nuestra mirada se ciñe estrictamente a las tipologías psicopatológicas, tendrá una voluntad objetivadora con efectos disciplinarios. La mirada unidireccional de la psicopatología se convierte en una forma de clausura de todo encuentro. Las tipologías pueden ser, por el contrario, suposiciones que guardamos hasta que el propio proceso las vuelva relevantes, sugiriendo un camino a tomar, de modo que uno puede empezar a andar por ese camino pero manteniendo abiertos los ojos, principio clínico fundamental en el trabajo psicoterapéutico psicocorporal16. Las estructuras caracteriales estudiadas por la bioenergética, desarrolladas básicamente por Alexander Lowen, no son rejas ni cuadros meticulosamente trazados, provistas de rasgos diferenciales. El análisis bioenergético reichiano, y su sistematización caracteriológica, trabaja con formaciones dinámicas que el psicoterapeuta tiene a mano, no para 15 En la medida en que la vasoconstricción cerebral sea importante, y que el neocórtex y el cerebro reptiliano estén desconectados del límbico, se hace necesario recurrir al uso de psicofármacos que interrumpan la dispersión energética, y que permitan al paciente un mínimo de contacto y de comunicación que le posibilite “entrar” en psicoterapia. Siempre es conveniente, además, que la medicación sea complementada con recursos energéticos convergentes (vitaminas, oligo-elementos, dieta, homeopatía, uso de mantas orgonóticas, etc.). 16 Cuando en una sesión de candomblé en Salvador (Bahía, Brasil) pregunté qué implicaba mantener los ojos bien abiertos, se me respondió: con ganas de vivir y de ver vivir.
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que funcionen a la perfección sino como una guía en el abordaje estratégico del analista. Las estructuras caracteriales permiten desplegar las configuraciones y los entrelazamientos de los factores psíquicos, somáticos y sociales. Puesto que el analista bioenergético reichiano concibe al carácter como resistencia y coraza, forma y función, historia y estructura, la tarea analítica se fija en el estudio de las organizaciones pulsionales, los mecanismos de defensa, los circuitos de distribución libidinal, los modos de fijación del placer y de la angustia, etc. Cuando realizamos la lectura corporal del paciente nos concentramos en varios aspectos (dinámica estructural del cuerpo, tono muscular, color de la piel, temperatura corporal, expresión sexual de la persona, etc.); uno de los puntos en los que nos focalizamos es en la mirada. Existe una correspondencia entre los ojos y los diversos tipos de carácter. Cada estructura caracteriológica tiene una expresión típica, que se dibuja más allá de lo ocasional, sirviendo muchas veces como criterio para el diagnóstico y para orientar estrategias de trabajo. Tenemos que tomar en cuenta que en toda lectura (caracterial, corporal, etc.) toda mirada visibiliza una parte e invisibiliza otra17. Tanto la visibilización como la invisibilización van a ser producto del dispositivo planteado así como del grado de apertura o de clausura de la percepción del psicoterapeuta y de su propio carácter (su forma de mirar y de ser visto, y su forma de no ver y de no ser visto –como mecanismo defensivo–)18. Solamente con un criterio pedagógico, y tomando en cuenta lo anteriormente dicho, les planteo algunas tendencias que vemos en la mirada de personas que tienen trazos caracteriales cristalizados, siguiendo la modalidad del desarrollo evolutivo de las relaciones objetales descrita por Lowen19: Esquizofrenia: tienen una mirada extraviada o vacía, como si viesen más allá de donde está uno. Mientras una parte de ellos nos ve y nos escucha, otra parte está remotamente en otro lugar, careciendo su mirada de un perfil agresivo, motor y material. 17 David Szyniak, “Discursos del cuerpo. Intervenciones en la clínica”; Lugar Editorial (Buenos Aires, 1999). 18 Para pensar la relación entre visibilidad, invisibilidad y carácter recomiendo el ensayo de Martin H. Astor: “Invisibility and character” publicado en el Clinical Journal del IIBA (vol. 5, nro. 1; New York, 1992). 19 Alexander Lowen, “Bioenergética”; Ed. Diana (México, 1977).
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Esquizoides: sus ojos no están cargados de energía, sentimientos ni expresión. Cuando se mira a sus ojos se siente inmediatamente una falta de contacto. La misma da cuenta no sólo de un conflicto en el área ocular, sino también de un nivel energético bajo y en descenso, una respiración restringida y una motilidad general disminuida. Su mirada puede ser difusa y en muchos momentos su expresión congelada es de miedo. Orales: sus ojos serán tibios, amables y blandos, y probablemente expresarán atracción y un pedido de amor y apoyo, alternando con una actitud de falsa independencia. Tienen una tendencia a la desfocalización y a la subcarga. Narcisistas: a pesar de que pueden reflejar cierto brillo, no expresan mayor sentimiento, unido a una fachada que se caracteriza por su falta de vida y por una expresión fija (por ejemplo la de una máscara de sonrisa permanente). La mirada de una persona que desarrolló defensas psicopáticas puede ser penetrante e imperiosa, y expresar una necesidad de control y de dominio, alternando con una mirada sugestiva, seductora e intrigante con la finalidad de atraer a la persona a quien se dirige, en una moción posesiva más o menos latente. Masoquistas: encontramos en su mirada una expresión típica de dolor o de sufrimiento, alternada con una mirada que expresa confusión. Es una mirada “compacta” y focalizada (por ejemplo, en la queja). El patrón de comportamiento de esfuerzos y de derrotas, de intentos y de fracasos de la persona que desarrolló defensas masoquistas, lo pone en contacto con esa sensación de estar atrapado y empantanado, manifestándose en la mirada por medio de una expresión triste, medrosa, carente de autoafirmación e incluso dolorida y confundida. Rígidos: si bien sus ojos pueden ser intensos y brillantes, expresan dureza y agresividad que utilizan como defensa frente a la tristeza, por ejemplo. Por lo general, encontramos en su mirada un alto grado de focalización (por ejemplo, en el caso de los hombres fálico-narcisistas, en los obsesivos y en los compulsivos, al igual que en los paranoides). En el caso de las mujeres histéricas pueden evitar el contacto ocular, en la medida en que a través del contacto profundo que produce la mirada comienzan a sentir emociones. En la medida en que toda lectura corporal es una construcción que visualiza algunos elementos invisibilizando otros, si vemos sólo un tipo de carácter no estaremos observando a la persona de una manera completa. Es decir, podemos usar las tipologías caracteriales como 125
tendencias estructurales y como rasgos dominantes para acceder a un mejor entendimiento de la persona, pero no es posible realizar un proceso psicoterapéutico en esos términos, por lo cual se hace necesario ver a la persona en su singularidad20.
FUNCIÓN, BLOQUEO Y DISFUNCIONALIDAD DEL SEGMENTO OCULAR Sus principales funciones son la visión, la audición, el olfato, la percepción, el pensamiento, la representación y el contacto. Una función energética muy importante de este segmento es además, ligar la energía con la materia: corporeizar la energía21. El segmento ocular es una zona energética de carga. Es un segmento que recibe esencialmente información. El 75% de los estímulos sensoriales que recibe este segmento, y que llegan al cerebro, entra por los ojos. El segmento ocular contiene dos de las principales ventanas con que nos abrimos al mundo: nuestros órganos de visión y nuestros órganos de audición. Los ojos y oídos son un canal funcional esencial para la información y para el contacto, pero además pueden ser una zona importante de entrada de fuentes de peligro, amenaza, terror, violencia y destructividad. Los ojos y oídos pueden ser invadidos desde nuestros primeros días de vida extrauterina por la energía de un medio ambiente familiar destructivo, de un ecosistema violento, que le causa al organismo extra-uterino espanto, amenaza, insensibilidad. Por ejemplo, a través de la frialdad o el desentendimiento de la mirada de los adultos hacia el bebé o la ira presente en las voces adultas. En la clínica vemos, muy a menudo, que los ojos y oídos se encuentran funcionalmente en un estado de bloqueo y tensión permanente, como si estuviesen expresando emocionalmente un “no quiero mirar”, “no
20 Para profundizar en esta modalidad singular de lectura corporal recomiendo la conferencia de Alexander Lowen, “Opening address on narcissism, sexuality and culture and back to basics” (Selected presentations from the ninth international conference, Montebello, Quebec, mayo 1988, Jornal Clínico vol. 3, nro. 2, IIBA). 21 Para Reich la vida significa pulsación. Desde la perspectiva bioenergética-orgonómica, vida significa pulsación conjunta de materia y energía que para que pulsen juntas necesitan estar ligadas. Esta función en la cual la energía se liga a la masa le corresponde al segmento ocular y la llamamos corporización de la energía. En términos reichianos podríamos decir que el cuerpo comienza a ocurrir en el segmento ocular.
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quiero escuchar”, a lo que se agrega muchas veces un estado confusional consecuencia de un “no quiero” o “no puedo entender”. Es así que en el proceso de acorazamiento de este segmento, los músculos que se encuentran dentro y alrededor de la cavidad ocular y en la base del cráneo, permanecen en tensión constante, impidiendo, al mismo tiempo, enfocarnos en el mundo que nos rodea y abrirnos a la realidad (funciones de focalización y facing). El núcleo del acorazamiento muscular de este segmento está, en rigor, en el interior de la cabeza, en los pequeños pero potentes músculos que mueven los ojos, los que están detrás de las orejas y en la base del cráneo. Estos músculos se coordinan funcionalmente y vía reflejo con sutiles movimientos oculares, haciendo que el bloqueo en esta zona genere un efecto en la mirada en donde los ojos adquieren una expresión ausente, superficial, vacía, dura, de inmovilidad, que enmascara, por lo general, un temor profundo. Siguiendo las hipótesis de Federico Navarro desarrolladas en “Biopatías” vamos a constatar que toda clase de visión deficiente es producto (además del componente genético que marca el territorio) de las modalidades de estrés y miedo con que la persona interactuó en su medio ambiente en los primeros años de su desarrollo. El estrés y el miedo se acumulan en el cuerpo de distintas maneras. Una de ellas es tensionando crónicamente determinados grupos de músculos. Siguiendo los principios reichianos, esta tensión muscular crónica va a quedar alojada en el cuerpo y va a tener, generalmente, un correlato emocional, cognitivo y caracterial. Para W. Reich la zona en que está alojada una tensión va a estar relacionada a una función. Porqué se produjo un bloqueo en esa zona y no en otra, es lo que tiene que hipotetizar el analista bioenergético reichiano. Los desórdenes visuales están relacionados a una tensión excesiva en determinados grupos de músculos extra-oculares (recto superior, oblicuo superior, rectos medios, recto inferior y oblicuo inferior). Usamos estos músculos para mover nuestros globos oculares en diferentes direcciones. Originariamente se pensaba que esta era su única función. Pero estos músculos son cien veces más poderosos de lo que precisa esta función. Posteriormente se vio que estos seis músculos sirven como parte del mecanismo de focalización (foco variable), que a su vez está directamente relacionado con lo que miramos, sentimos o pensamos.
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Cuando los músculos oblicuos que circundan al ojo como a un cinturón se aprietan, comprimen al globo ocular y éste se alarga produciendo miopía. Los músculos rectos efectúan sobre cada globo ocular una atracción directa hacia atrás dentro de la cuenca, acortándolo. La tensión excesiva sobre los músculos rectos crea un estado de presbicia. Las tensiones desiguales sobre los diferentes músculos puede crear un estado de astigmatismo, comprimiendo disparejamente al globo ocular en diferentes direcciones, quitando redondez al globo ocular. El estado natural de nuestra visión debería ser la claridad. Cuando nos libramos de las tensiones excesivas existentes en nuestra conciencia y en nuestro inconciente, la tensión también desaparece en los músculos oculares. Y viceversa, al disminuir la tensión muscular en el segmento ocular, los conflictos y bloqueos mentales tienden a resolverse. En la medida en que el globo ocular vuelve a su forma natural, la visión clara retorna. La visión disminuida se produce en una etapa vivida en donde se experimenta un alto estrés en relación a su medio ambiente. Por lo tanto, no se puede ver con claridad. Si esto se prolonga en el tiempo, o si adquiere una intensidad importante, los músculos de los ojos que soportan las tensiones tienden a congelarse, manteniendo al globo ocular en un estado fuera de foco. Los problemas visuales serían equivalentes entonces a grados de ceguera (deseante, emocional, intelectual, etc.). La persona se abstiene así de ver lo que quiere, lo que siente, lo que piensa en un nivel profundo, y el bloqueo ocular aísla, aleja, confunde, empobrece. Muchos pacientes ven, en el trabajo profundo del Análisis Bioenergético Reichiano, que los trastornos oculares comenzaron en períodos de estrés, de shock, de conmoción, y ese proceso se produce muchas veces imprevistamente22. En otros, ese proceso se desarrolla con lentitud (generando una biopatía como el glaucoma, por ejemplo). Los ojos además de “ventanas del alma” son así, las “puertas” por donde circula la expresión emocional. Es decir, que todos los 22 En cuatro casos clínicos en los que he trabajado y en donde se habían producido desprendimientos de retina (seccionamiento del nervio óptico), sobrevinieron todos en la época en que los pacientes experimentaron un importante shock: el desprendimiento de retina coincidía con separaciones importantes en un período menor a los seis meses.
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sentimientos de tristeza, temor, bronca, placer y alegría, para liberarse plenamente tienen que “salir” por los ojos, para que estos permanezcan abiertos y pulsen saludablemente. Si bien este segmento de la coraza participa a lo largo de toda la vida de la supresión de la expresión de todas las emociones, los principales bloqueos energéticos, emocionales y funcionales refieren a experiencias infantiles asociadas a las primeras interacciones con el mundo, incluyendo momentos como el parto y la gestación. Un contacto visual cariñoso, sustentador, con holding, es para un ser humano su primer enraizamiento: un ancla esencial que lo conecta al mundo. Así como los sonidos y los olores conocidos también contribuyen a dar un marco seguro en un bebé, cuando los canales energéticos permanecen abiertos, el corazón habla con y por los ojos. En el lenguaje corporal de una madre y un recién nacido, en el intenso momento del amamantamiento esto funciona como un “yo te miro y te veo; tu existes”. Es decir, que si falla el contacto ocular en la temprana infancia falla la convalidación, y por lo tanto, la capacidad del sujeto de establecer con el mundo un contacto apropiado mediante el segmento ocular. Los bloqueos de los segmentos de la coraza pueden dar lugar entonces a: a) expresiones acorazadas del segmento, b) disfunciones (disociación, esquizofrenia, etc.), c) biopatías (astigmatismo, miopía, hipermetropía, estrabismo, presbicia, epilepsia, etc.).
EL ABORDAJE TÉCNICO DE LA MIRADA Y DE LOS OJOS Los ojos reflejan profundamente la experiencia emocional pasada y el funcionamiento energético presente. El trabajo con la mirada permite ejercitarnos en la lectura expresiva; por ejemplo, saber con pocas palabras y con una mirada, donde está lo esencial en un encuentro. La habilidad del psicoterapeuta corporal bioenergético está en distinguir en qué forma están siendo usados los ojos; por ejemplo, con un exceso de focalización (materialismo, obsesiones, etc.) o con un exceso de desfocalización (misticismo, splits esquizoides, etc.). Tenemos que tener presente que a través de la función de contacto, este segmento está al comando de las configuraciones vincu129
lares, por lo que el proceso de desacorazamiento debe ser trabajado transferencialmente con mucha pericia. Al ser un proceso a través del cual el paciente recupera el contacto podemos monitorear, en el trabajo con este segmento, los cambios que se producen a nivel vincular, transferencial, relacional, cognitivo, etc. Al comenzar a movilizar este segmento hemos visto como efectos inmediatos que el paciente: - comienza a ver con más claridad: señal de que el contacto limitado o ausente, y/o la falta de aceptación de la realidad empiezan a revertirse en función de un mayor nivel de pulsación23. - ve borroso, se marea y ve las cosas como si se moviesen: puede ser una señal de “abandono” de la coraza o también una parálisis defensiva que les impide focalizar más claramente en una problemática conflictiva o en una situación traumática. - siente dolor de cabeza: aparece como resultado de la actividad del cerebro al tratar de integrar material traumático con la experiencia presente o al intentar resolverlo emocional y cognitivamente a través de la integración. También puede indicar la inminencia de un insight o de que los movimientos de contracción y de expansión se unifican en una pulsación simultánea24. El psicoterapeuta corporal bioenergético trabaja con las cualidades del contacto de los ojos, buscando producir la salida de las diferentes expresiones que pueden estar retenidas en la coraza ocular. 23 En la percepción visual (al igual que en los otros cuatro órganos de los sentidos) hay pulsación bioenergética. La expansión actúa en la visión periférica. Su sustrato neurológico son los bastones. Desde las situaciones expansivas de la percepción se pueden percibir fenómenos energéticos sin masa, como los fenómenos energéticos que se encuentran en la atmósfera o los campos energéticos que se manifiestan alrededor de los seres vivos y no vivos. La contracción permite la focalización y selección de las imágenes del entorno (materia). Sirve de filtro a la visión para que en el campo visual no ingresen los fenómenos energéticos menos densos (funciones energéticas libres de masa). Su sustrato neurológico está representado por los conos. Una tendencia visual hacia la contracción aumenta las funciones psicológicas de focalización y de discriminación. Una tendencia visual hacia la expansión aumenta la desfocalización y disminuye la discriminación, acercando así la percepción visual a la unidad (“todos somos uno”). 24 Excepcionalmente puede producirse un fenómeno de lipotimia o pérdida de conciencia debido a la intolerancia energética del organismo de enfrentarse con contenidos fuertemente reprimidos en el inconciente o disociados con muchísima intensidad, o en pacientes con trastornos disociativos o con una clara tendencia caracterial a la catarsis histeriforme.
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El abordaje bioenergético de la mirada, al igual que ocurre con los trastornos expresivos de la movilidad y la voz, se realiza elevando el nivel energético de la persona en virtud de una respiración más plena, honda y profunda. El trabajo respiratorio se complementa con ejercicios de toma de tierra (para enraizarse pendularmente en la base) y con masajes en los segmentos pre-genitales. El objetivo del masaje es el de reducir la tensión en la región de la nuca y en los ojos; por ejemplo, ejerciendo una presión controlada y selectiva sobre los músculos cráneo-occipitales, mientras la persona concentra los ojos en un punto fijo en el techo. Al aumentar la sensación y el sentimiento en función del trabajo respiratorio, se cargan los puntos periféricos de contacto con el exterior (ojos, boca, brazos, manos, piernas, pies y genitales) a partir de los aportes extras de energía. Por medio de cuatro actings específicos, combinados con el trabajo en otros segmentos y con distintas intervenciones del psicoterapeuta, se busca flexibilizar las tensiones del primer segmento, para que pueda circular hasta los ojos una nueva y mayor corriente de energía y excitación. Dichos movimientos neurovegetativos y expresivos permiten, al mismo tiempo, ir recuperando sensibilidad y funcionalidad en el segmento ocular. Como uno de los objetivos generales de la psicoterapéutica del primer anillo es devolverle la sensibilidad a los ojos, se hace necesario, como tarea principal, liberarlos del temor bloqueado en ellos. Muchas veces, en el trabajo con este primer segmento, es importante sacar afuera el miedo interno, para que pueda ser experimentado concientemente y posteriormente desvanecido. El segmento ocular, por causa de su función tele-receptora, se constituye en la puerta de entrada del miedo, pudiendo transformarse el mismo en ansiedad, pánico, terror, angustia y/o fobias crónicas y crecientes, dando lugar en el plano conductual, en las estructuras neuróticas, a formaciones secundarias reactivas (xenofobia, racismo, machismo en lo social, miedo a la intimidad y al contacto en lo sexual, etc.). Como lo señala y desarrolla A. Lowen en el tratamiento específico de los trastornos oculares, es necesario conocer las vías por donde fluye la energía a los ojos25. 25 Alexander Lowen, “Bioenergética”; Ed. Diana (México, 1977).
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La primera de ellas, corre por la parte delantera del cuerpo, sale del corazón, pasando por la garganta y el rostro hasta llegar a los ojos. El afecto asociado a esta corriente bioenergética es el anhelo, el deseo de contacto, el deseo de comunicación, de sentir y de tocar al otro a través de los ojos. Expresivamente llena la mirada de amor y ternura. La segunda corriente sube por la espalda, dando la vuelta en la parte superior de la cabeza, pasando por la frente hasta llegar a los ojos. Esta vía aporta el elemento agresivo a la mirada y está relacionada a la moción escópica de posesión. Para establecer un buen contacto ocular se necesita un buen equilibrio entre estos dos elementos (afectivo y agresivo). Cuando en el trabajo bioenergético se posibilita la apertura de dichas vías y se consigue el equilibrio entre las mismas, posibilitamos que se haga un buen contacto con el otro. Si el elemento agresivo pierde poder, la mirada es tierna pero al tener poca intensidad el contacto no es importante. Por el contrario, una mirada excesivamente agresiva sin ternura, resulta dura y hostil. Cuando logramos que la carga fluya libre y plenamente hacia los ojos, los mismos se relajan y la persona queda en un estado placentero de relajación. El mismo se puede manifestar, por ejemplo, en la expresión de un rostro con una frente sin arrugas, con las cejas bajas, con las pupilas contraídas y con una visión concentrada. En este sentido, no hay nada más bello que mirar a un niño a los ojos y gozar de su apertura visual, de su brillo y de su ganas de mirar la vida. A diferencia de este estado, el miedo crónico atrapa las corrientes bioenergéticas en el anillo de tensión que rodea la base de la cabeza (tensión muscular crónica occipital), retirándose la energía de los ojos y produciéndose la expresión típica de temor. Se produce, por un lado, un retroceso de las corrientes agresivas por su vía, levantándose las cejas, abriéndose los ojos desmesuradamente y tensionándose la parte posterior del cuello; por el otro, una retirada del movimiento afectuoso en donde la mandíbula cae y la boca se abre. Si la tensión se hace crónica la persona necesita realizar un esfuerzo conciente para concentrar los ojos, con la consiguiente tensión en los globos y en los músculos oculares, paralelamente requiere de un esfuerzo complementario que consiste en apretar las mandíbulas en un intento de dominar la sensación de asustarse (como si estuviera expresando “no tengo miedo”, “no voy a asustarme”).
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Tal como lo señala A. Lowen, este esfuerzo provoca un conflicto interno entre el sentimiento y la actitud, intensificando así la tensión muscular26. Por ejemplo, un niño puede descargar su exceso de tensión naturalmente a través del llanto; mientras pueda llorar abiertamente, su cuerpo se mantendrá flexible. Cuando un bebé sufre una frustración o dolor su pequeño cuerpo se pondrá tenso y rígido, pero muy pronto el mentón le comienza a temblar y el niño se pone a llorar; dichas oleadas de llanto y sollozo recorren el cuerpo del bebé y la rigidez desaparece. Luego llega un momento en que al niño se le reprende por llorar (“los hombres no lloran”) y debe refrenar los sollozos y tragarse las lágrimas, para lo cual deberá apretar la mandíbula, endurecer los ojos y contener la respiración, inmovilizando los movimientos naturales y espontáneos del diafragma. Al reprimir a un niño el llanto, suprimimos su capacidad de amar27. Por ejemplo, la tensión en la mandíbula, anteriormente descrita, puede contribuir a debilitar sus dientes e impedir además que las sensaciones fluyan hasta los labios, pudiendo convertir el futuro acto de besar en un gesto vacío, carente de energía y de conexión emocional con el resto del cuerpo. La represión o inhibición del llanto incide también, directamente, sobre los músculos situados en la boca, la garganta, el pecho y el abdomen. Por ejemplo, el llanto profundo protege al corazón en la medida en que es el modo que tiene nuestro organismo de liberar el desconsuelo que provoca la pérdida del amor28. Si bien desde el punto de vista psíquico el llanto del bebé tiene que ver con un llamado a la madre, en un nivel bioenergético es un analizador natural del estado de contracción del cuerpo del niño, constituyéndose en una forma espontánea y natural de liberar la tensión y de disminuir el dolor interno. Como adultos solemos reprimir nuestra tristeza e inhibir el llanto. Los hombres sentimos que llorar implica una expresión de debilidad y femineidad; las mujeres una señal de infantilismo, de dramatización emocional que las hace estar siendo “gobernadas” por los sentimientos.
26 Ibid anterior. 27 Alexander Lowen, “La espiritualidad del cuerpo”; Ed. Paidós (Buenos Aires, 1994). 28 Alexander Lowen, “El amor, el sexo y la salud del corazón; Ed. Herder (Barcelona, 1990).
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Bloqueando nuestro llanto también bloqueamos nuestro placer. Al no poder entregarnos a la tristeza, tampoco podemos entregarnos a la alegría. Es así que nos volvemos ansiosos en situaciones de placer, generándose la ansiedad en el conflicto entre entregarnos afectivamente y el temor a hacerlo, surgiendo, de esta manera, cada vez que el placer es suficientemente fuerte y “peligroso” de amenazar nuestro control más o menos conciente. Cada episodio de llanto implica una ruptura de la rigidez y de los bloqueos y diques que nos aprisionan. Integrar el lado trágico de nuestra vida también nos permite experimentar la capacidad de vivir placenteramente, libres de miedo29.
LOS ACTINGS DEL SEGMENTO OCULAR30 El trabajo con el segmento ocular lo vamos a encarar como uno de los más importantes del proceso psicoterapéutico. De ahí que en el Análisis Bioenergético Reichiano le dediquemos mucha importancia tanto cuantitativamente (el tiempo que nos instalamos a trabajar en este segmento, la cantidad de energía que nos proponemos movilizar en este primer anillo en el trabajo psicoterapéutico), como cualitativamente (como zona erógena de relevancia en el vehículo de la excitación y del placer, y como animales ópticos que somos)31.
29 Alexander Lowen, “El gozo”; Ed. Era Naciente (Buenos Aires, 1996). 30 En el Análisis Bioenergético Reichiano usamos el término acting para definir aquellas tecnologías de intervención (movimientos neuromusculares emocionales) que nos permiten trabajar con el cuerpo del paciente, segmento por segmento, respetando su ritmo biológico y su dinámica histórica y natural evolutiva. En la medida en que los actings propuestos siguen la dirección céfalo-caudal (ocular-pélvica) nos permiten no violentar la dinámica natural evolutiva, además de poder recuperar y reconstruir, en un marco psicoterapéutico, la historia del paciente. La traducción conceptual que hacemos del término acting es de acción analógica. Es decir, aquellas acciones que funcionan, en determinado momento del desarrollo evolutivo, como organizadores y aquellos movimientos naturales y espontáneos que favorecen el streaming (el flujo o corriente libre de las energías del cuerpo). 31 El tercio de las fibras nerviosas del cuerpo humano forman parte de sus ojos. Elsworth Baker le da a los ojos el estatuto de zona erógena principal (junto a la boca, al ano y a los genitales), a partir del cual se va a dar el desarrollo céfalo caudal en función de un ritmo descendente que desemboca en la zona genital (estadios fálico y genital), pasando evolutivamente en forma previa, por los estadios pregenitales (ocular, oral y anal). Ver de E. Baker, “O labirinto Humano. Causas do bloqueio da energia sexual”; Summus Ed. (San Pablo, 1980).
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Muchos pacientes sienten una gran dificultad al realizar los actings del segmento ocular. En esos momentos es muy importante ayudar al paciente, reasegurando nuestro contacto para disminuir el miedo y la ansiedad subyacentes, e invitándolo a colaborar en la ejecución gradual y sucesiva de los actings. Como regla general, los actings neurovegetativos en el segmento ocular tienen un tiempo que debe respetarse32. La experiencia práctica nos ha enseñado que, a menudo es durante el último minuto de ejecución del acting, que se produce una abreacción emocional. La recuperación del funcionalismo ocular, por medio de los actings neurovegetativos, permite al sujeto sentirse en contacto con el mundo, con la realidad que lo rodea. Al comienzo del trabajo con el segmento ocular vamos a reactivar el momento del nacimiento, es decir el contacto que tuvo el paciente con sus ojos en el momento del nacimiento. Por lo tanto, desde el principio podemos realizar los actings del segmento ocular junto a actings del segmento oral, en la medida en que estos dos segmentos entran en contacto desde el momento mismo del nacimiento. Esta coordinación entre ojos y boca, se basa metodológicamente en cuatro movimientos expresivos combinados: 1) el acting del punto fijo junto al acting de la boca abierta; 2) el acting de acomodación y convergencia junto al acting del “pez” o de reach out; 3) el acting de lateralización junto al acting de morder una toalla de mano; 4) el acting de rotación junto al acting de mostrar los dientes o de reach out. Pasemos a desarrollar cada uno de ellos: Acting del punto fijo: se le propone al paciente abrir los ojos y fijarlos en un punto en el techo, no perdiéndolo nunca de vista. Se consigna una respiración profunda dirigiendo sensiblemente la atención sobre la totalidad del organismo. Lo combinamos con el acting de la “boca abierta”. A través de los ojos buscamos las primeras imágenes para decodificar e introyectar nuestro primer punto de contacto. 32 En un encuadre de psicoterapia breve el tiempo es de 5 a 10 minutos, en un encuadre analítico es de 15 a 20 minutos, y en un trabajo de experimentación grupal el tiempo puede ir de 10 a 25 minutos, aproximadamente.
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En los primeros momentos este primer punto de contacto está confuso y desenfocado. En parte por la confusión de estímulos (ruidos, luces, etc.) y por el cambio de ambientes tan radical, más que por una incapacidad fisiológica real de ver. Hasta que buscamos esa figura de referencia que nos da la seguridad de no estar solos, de no sentirnos abandonados. Y enfrentando el primer miedo a la pérdida y al abandono abrimos la boca con la esperanza de poder reforzar ese primer momento de vida extrauterina. Es que antes de tener necesidad de comer tenemos necesidad de reencontrar aquel mismo cuerpo que habíamos experimentado, primero, en la vida intrauterina. El neonato se queda fijamente mirando a la madre y a través de ella progresivamente va entrando en contacto con su propio yo (distinguiendo su yo de su no yo). En este sentido, este acting se convierte en el primer organizador. Cuando realizamos este acting en la psicoterapia invitamos a la persona a no perder el punto. Mirar fijamente un punto (en el techo, o la punta de la nariz, o el rostro del psicoterapeuta, o una estimulación luminosa) puede reactivar temporalmente angustias antiguas. A nivel emocional, junto a las lágrimas y al llanto puede haber tanto reacciones de miedo, perplejidad, asombro y terror, como reacciones parasimpáticas positivas (risa, sueño, coloración del rostro). A nivel de imágenes, pueden aparecer distintas visiones, por ejemplo, de colores. El acting de abrir la boca, lo más abierta que se pueda, tiene que ver con el momento evolutivo en donde el bebé está en una situación de demanda y de búsqueda. En este acting tenemos que prestar especial atención a las sensaciones que se producen en la boca del paciente. Por ejemplo, la respuesta simpaticotónica de sequedad, que por lo general está relacionada a miedo o ansiedad (ansia de espera). O, por ejemplo, la sensación de abundante salivación, que puede estar relacionada a una oralidad insatisfecha. Desde el punto de vista del desarrollo evolutivo el acting de fijar un punto con los ojos y la boca abierta, posibilita expresar la situación emocional de miedo (a nacer) o deslumbramiento (perplejidad de encontrar un mundo nuevo), que ocurre después del nacimiento en partos frustrantes Si el paciente no puede realizar este acting puede estar relacionado a no poder tener un punto de referencia fuera de sí mismo. Es recomendable hacer hincapié en este acting con aquellos pacientes que sufren de astigmatismo. Mirar un punto fijo les da la 136
posibilidad de estigmatizar lo real, hacer concreto un punto, salir de la nebulosidad, de la confusión (característica emocional del astigmático) que no puede acomodarse en un punto. Una vez que el paciente consiguió mirar y observar una realidad fuera de sí (no sólo ver), el segundo acting que le proponemos al paciente es poner en relación el punto fuera de sí (el no-yo) con un punto en su propio cuerpo (el yo). Acting de acomodación y convergencia: se consigna al paciente concentrar su atención en un punto del techo y posteriormente mirar la punta de su nariz. Luego de unos minutos pasa a mirar alternativamente el punto de la nariz y el punto del techo, respirando en todo momento en forma rítmica y continuada. Se combina con el acting del “pez” (empujar los labios hacia delante en la inspiración y luego cerrarlos en la espiración, o permanecer con los labios en la posición de “reach out”). Este acting de acomodación y convergencia permite una acción que en el período pos-natal fue decisiva: la exploración focalizada del objeto en el proceso de diferenciación del objeto parcial al objeto total. Y por lo tanto, del pasaje del no-yo al yo. Mirar un punto en el techo y la punta de la nariz es sinónimo del pasaje del infinito a lo finito, de lo abstracto a lo concreto, del no-yo al yo. Este acting es sinónimo del movimiento que realiza el bebé cuando mama, al mirar el rostro y el pezón de su madre alternativamente. Junto con el acting del pez, simulando el mamar, este acting de acomodación y convergencia puede provocar en el paciente una abreacción de emociones ligadas con el amamantamiento. Por lo tanto nos sitúa en el período oral y nos remite a los conflictos propios de ese período. Cuando el paciente vivió mal su amamantamiento este acting puede reactivar abreacciones emocionales de depresión, de insatisfacción y frustración, funcionando idénticamente a la imposibilidad de mover placenteramente los labios. El acting de acomodación y convergencia realizado junto con el acting de chupar calma la ansiedad y ayuda a concretizar el sueño, pudiendo ser muy útil con pacientes con bloqueo en su oralidad, particularmente en los momentos depresivos. Analógicamente, el niño después de haber mamado se duerme, viniendo después de la realización de este acting, la relajación y la tranquilidad. Este acting de convergencia y acomodación visual funciona como un segundo organizador, al participar activamente en la focalización con los músculos oculares, permitiendo y desarrollando la función de 137
la discriminación. Posibilita al paciente verse a sí mismo y al otro. Al objeto de su deseo y al vínculo entre ambos. Permite recuperar la capacidad de desear (“reach out” con los labios), pero no la capacidad de concretizar en actos los deseos, en la medida en que reactiva una forma oral de funcionamiento. El paciente mira, desea y busca con los labios, lo que le permite recuperar la potencia oral con el objetivo de alcanzar la madurez oral, que derive posteriormente en madurez y potencia genital. Desde el punto de vista fisiológico trabaja la convergencia binocular. A nivel psíquico permite explorar la desfusión con el primer objeto libidinal, reactivando (junto con el acting del “pez”), vivencias relacionadas a la lactancia. Si vemos en el paciente dificultad de realizar la convergencia ocular y de coordinar los movimientos oculares con los labios puede ser una señal manifiesta de una lactancia inadecuada o con disturbios. Si vemos dificultad de acomodación y convergencia ocular puede estar reflejando que mira con ambigüedad el punto que está fuera de sí (el no yo, que puede simbolizar a la madre) y la propia punta de la nariz (el yo, lo concreto de sí mismo). Una buena acomodación y convergencia permite poder identificarse y desidentificarse. Y esta acción es fundamental para los que tengan la intención de ser psicoterapeutas. Se recomienda además realizar este acting con pacientes que tienen miopía, pudiendo suscitar una mejora sensible e importante, inclusive su desaparición. Acting de lateralización: se consigna al paciente la movilización de los ojos de izquierda a derecha y de derecha a izquierda sin mover la cabeza, realizando este movimiento ocular hasta el límite pendular en ambos extremos. Se combina con el acting de morder una toalla de mano. Un buen funcionalismo ocular tiene desarrollada la necesidad y la capacidad de lateralización de la mirada. Esta función nos permite al mismo tiempo “controlar” lo que vemos y “cuidarnos de” lo que miramos. La visualización alternada de los focos laterales (derecho e izquierdo) permite trabajar la ambivalencia, la desconfianza, los celos, el miedo al abandono y el miedo al castigo, entre otras emociones primitivas. Al trabajar este acting estamos reactivando el nivel de emociones arcaicas de la época pre-verbal. Por ejemplo, la situación de desconfianza y de miedo que el bebé tuvo (hacia los 8-10 meses), cuando perdía 138
de vista a su madre. A nivel de la boca, estimula los sentimientos de celos, de bronca y de miedo. Por ejemplo, el miedo de perder el objeto amado (la madre, la teta). En términos históricos permite la reactivación del momento del destete33. El acting de morder la toalla permite desbloquear la rabia contenida a nivel de los maseteros, de los músculos de la masticación y de la mandíbula en general. Muchos pacientes lloran de rabia; otros descargan esa rabia mordiendo pero teniendo impotencia de llorar, concentrándose en el impulso de descarga y de destrucción; otros viven sentimientos de angustia, que puede estar ligada al miedo de ser castigados si llegan a manifestar plenamente la rabia que sienten; otros pacientes pueden tener reflejo de vómito o llegar a vomitar34. El vómito permite la exteriorización de algo que fue reprimido. Este acting se convierte en el tercer organizador del segmento ocular. Coincide con el hecho de que, a esa edad, el niño comienza a gatear. Al poder el niño sostener la cabeza, al desarrollar el enraizamiento de brazos e ir adquiriendo la postura erecta y dar los primeros pasos se comienzan a producir nuevas formas de vínculo: las primeras desconfianzas, el primer miedo a los extraños, el rechazo a la llegada del otro al propio campo energético, el descubrimiento de lo externo, del espacio y del tiempo, la pérdida del contacto privilegiado en el vínculo dual. Para R. Spitz este momento se transforma en un organizador, en la medida en que señala una nueva etapa del desarrollo infantil, en el curso de la cual, tanto la personalidad del niño como su conducta, sufrirán un cambio radical. Ahora, tanto la forma en que se expresa el desagrado, como la percepción y el reconocimiento del estímulo, se hacen aun más específicos. “Entre el sexto y el octavo mes se produce un cambio decisivo en la conducta del niño hacia los otros. Ya no responderá el bebé con una sonrisa cuando un visitante casual se detenga junto a su camita y le sonría moviendo su cabeza. Para esa edad la capacidad para la diferenciación diacrítica está ya bien desarrollada. Ahora el infante distingue claramente entre el amigo y el extraño. Si uno de éstos se 33 Si el destete fue brusco y/o violento se instala la oralidad reprimida. 34 Por lo que siempre es necesario, al realizar este acting, tener a disposición al lado del diván, bolsas de plástico o un recipiente para vomitar.
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acerca a él, hará que entre en funciones una conducta típica, característica e inconfundible del infante; dará muestras de diversas intensidades de recelo y de angustia y rechazará al desconocido. Sin embargo, la conducta individual del niño varía en una escala bastante amplia. Puede bajar los ojos tímidamente, puede cubrírselos con las manos, alzar sus vestidos para ocultarse el rostro, arrojarse bocabajo y esconder la cara entre las mantas o puede llorar o chillar. El denominador común consiste en una negativa a entrar en contacto con el desconocido, un volverle la espalda, con matiz más o menos pronunciado de angustia”... “Denominé a este patrón de conducta la angustia del octavo mes y considero que es la primera manifestación de la angustia propiamente dicha” 35. Desde el punto de vista del desarrollo evolutivo este acting pone al paciente en una situación de regresión psicoterapéutica en el octavodécimo mes de vida, cuando nos encontramos con el miedo al extraño, descrito por Spitz. En este desarrollo evolutivo el niño consigue mirar a los lados, aprende a desconfiar, a no ser ingenuo y a proteger lo que es de él encarando de frente las realidades adversas. Desde el punto de vista transferencial, permite trabajar analíticamente la desconfianza hacia el psicoterapeuta, incluso el temor a ser atacado por él. Facilitando, de esta manera, el análisis de la transferencia negativa en el marco de la dinámica psicoterapéutica. Se recomienda hacer hincapié en este acting con aquellos pacientes que sufren de hipermetropía. Acting de rotación: se consigna la rotación completa de los ojos dando un giro lo más amplio posible (360°). Hacemos un barrido completo de la cavidad del ojo, sin mover la cabeza tratando de mirar los objetos que hay a nuestro alrededor36. 35 R. Spitz, “El primer año de vida del niño”; Fondo de Cultura Económica (Buenos Aires, 1996); pág 118. 36 En los hombres podemos proponer este giro en el sentido de las agujas del reloj (hacia la derecha) y en la mujer en el sentido contrario de las agujas del reloj (hacia la izquierda). Con los zurdos el movimiento es al contrario. El objetivo y el sentido de la rotación en estas direcciones es integrar funcionalmente los dos hemisferios cerebrales que necesitan equilibrarse para evitar los excesos de femineidad en la mujer y de masculinidad en el hombre.
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Se combina con el acting de mostrar los dientes o de extender los labios en posición de reach out. Este acting es el cuarto organizador del segmento ocular. Comienza a tener una funcionalidad histórica cuando el bebé adquiere la capacidad de sostener el cuello (aproximadamente a los 4 meses) y se consolida en los momentos de gateo y en el aprendizaje al caminar, dando un nuevo sentido a la orientación espacio-temporal. Nos permite ver: 1) El grado de funcionalidad global de la mirada. Los globos oculares son las partes más móviles del cuerpo humano. Sólo los mamíferos humanos son capaces de girar intencionalmente los ojos. El acting de rotación trabaja la coordinación de los movimientos oculares y la ampliación del campo visual. Esta ampliación visual está a su vez relacionada con la ampliación del campo relacional y de la orientación espacio-temporal. 2) La vinculación con los parámetros espacio-temporales. Los ojos no existen sólo para ver, contemplar. Existen además para organizar la acción y la locomoción en el contexto del momento. El más fundamental de nuestros instintos (raramente mencionado) es el de orientación: ¿dónde estoy? ¿para donde voy? En este mismo sentido sólo la persona tiene el sentimiento de hacer historia: ¿de donde vengo? ¿quién soy? Y con el giro de los ojos podríamos imaginar que el primer bípedo contempló la inmensidad del universo y realizó –ontológicamente– estas preguntas. Al estar el niño en condiciones de apropiarse del espacio, implica que ha llegado a un grado de maduración, en el cual se encuentra preparado para ponerse de pie, o sea, en condición de encontrar su equilibrio. La apropiación del espacio, posibilita en el niño la condición de apropiarse también del tiempo. Y la capacidad de integrar el tiempo lleva implícita la integración de la historia. Por lo tanto, este acting es un rasgo fundamental de la condición humana ya que el hombre es el único animal que posee el sentimiento de historia37. Al reapropiarse en el tiempo, este acting le genera al paciente la posibilidad de historizar su estructura de carácter, es decir, situar las cosas que le pasan y que provocaron la cristalización de sus rasgos y trazos caracteriales actuales. 37 La historia es el tiempo. Podemos decir ayer, hoy o mañana, ahora o después, y hablando en estos términos estamos en una dimensión histórica.
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3) La conexión con la realidad externa e interna en el aquí y ahora. Al igual que en el acting de lateralización (tercer organizador) este movimiento organizador permite la percepción de nuevas imágenes y de nuevas formas que se comienzan a interponer en la primera relación preferencial (bebé-madre). En el momento actual de la psicoterapia este acting permite salir del primer y del segundo organizador. Por ejemplo, en vez de quedarse llorando por lo que perdió y quedarse en el lamento de aquello que no tiene, este acting permite descubrir que el mundo es grande y da la posibilidad de partir para la aventura de los espacios nuevos. A diferencia del acting del punto fijo –que permite condensar el campo energético y producir fenómenos energéticos de marcaje de límites, de focalización en un objeto y de construcción de límites entre el objeto y el sujeto–, en el acting de rotación favorecemos la función de desfocalización. Al girar los ojos no tenemos ningún foco, los objetos tienden a desdibujarse, y en este sentido, no hay objeto, ni límites. Si vemos resistencia, disfuncionalidad o displacer al realizar este acting probablemente tenga que ver con la dificultad de mirar al mundo que lo rodea; con el temor y la resistencia a tomar contacto conciente con su historia, con sus límites, con sus perspectivas, con el estar actual en el mundo. No es un acting que realicemos con personas con déficit de acorazamiento (esquizofrenias), problemas de identidad graves o trazos de carácter blandos (esquizoides) que ya tienen una mirada difusa y desfocalizada. En la lectura corporal es importante prestar atención a la tendencia a escotomizar, a hacer el giro a saltos, a girar sin ver, etc.38. Se recomienda hacer hincapié en este acting con aquellos pacientes que tienen presbicia, personas con caracteres rígidos y caracteres anales.
38 Un defecto que encontramos comúnmente en la realización de este acting es que, al girar los ojos, los pacientes saltan de un punto a otro no pudiendo generar un movimiento fluido de rotación.
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ALGUNAS TÉCNICAS COMPLEMENTARIAS Respiración: antes de la realización de un acting podemos proponer al paciente que respire libremente, seguidamente que lo haga en forma profunda, y según las circunstancias, podemos proponer cambiar el ritmo de la respiración en los momentos en que sea necesario (acting del “gato”, respiración “vivation”, respiración del “ritmo interno”, hiperventilación, etc.). La estimulación respiratoria, previa a la realización del acting, tiene como objetivo aumentar la carga en el organismo; facilitando el aumento de energía la posterior movilización emocional. Masajes: cuando trabajamos con los actings neuromusculares la manipulación corporal sobre el cuerpo del paciente es mínima. Podemos realizarla como complemento a la realización del acting, aunque es preferible que sólo nos limitemos a tocar al paciente, por ejemplo, en aquellos momentos en que se hace necesario restablecer el contacto, o por ejemplo, para ayudar a la expresión de una emoción ya en proceso de manifestación. En la medida en que el paciente protegió sus zonas más frágiles del cuerpo acorazándolas (bloqueo energético), no se le hace ningún favor intentando “romper” estas defensas por medio de un masaje profundo sobre el cuerpo. El trabajo de desbloqueo debe realizarse siempre progresiva y gradualmente, posibilitando que la apertura y la circulación de nuevos flujos se realice desde el interior del organismo hacia el exterior, siguiendo así la dirección de la expansión. Muecas: luego de finalizar cada uno de los actings del segmento ocular, y antes de la verbalización o la realización de otro acting, se propone generalmente al paciente cerrar los ojos y la boca y luego abrirlos lo más que pueda, haciendo muecas durante un par de minutos. Esta acción permite incidir energéticamente sobre los músculos mímicos del rostro, redistribuyendo la energía y produciendo un efecto de integración y de armonización entre los dos primeros segmentos (ocular y oral). Por otro lado disminuye el grado de rostridad (Deleuze, Guattari) al modificar temporalmente la faz expresiva habitual, pudiendo favorecer el surgimiento de otras manifestaciones expresivas del rostro. Este acting complementario puede provocar el resurgimiento de emociones y sensaciones relacionadas con el proceso de educación en el vínculo niño-adulto (angustia, vergüenza, sentimiento de provocación, etc.). Las muecas son un juego familiar entre los niños que los adultos comienzan a reprimir en función de la “buena educación”. 143
Estimulación luminosa (“linternita”): la técnica de la visualización de una luz fija o en movimiento fue introducida por la orgonoterapeuta Barbara Goldenberg Koopman para el desacorazamiento del segmento ocular, constituyéndose en una de las contribuciones importantes para la tecnología psicoterapéutica bioenergética. Koopman ideó el trabajo de estimulación luminosa de los ojos para poder acceder a la coraza cerebral (nivel profundo del segmento ocular), que sólo era alcanzado indirectamente con la movilización muscular de los ojos. El procedimiento psicoterapéutico consiste en proponer al paciente que siga con los ojos la luz de una linterna, que el analista va a mover a una distancia aproximada de 20-30 cms., durante varios minutos. El paciente va a estar siempre acostado en posición supina y con las rodillas flexionadas, sin mover la cabeza. El consultorio va a estar con la luz baja. Las linternas que utilizamos son linternas de bolsillo, pudiéndose trabajar directamente con la luz blanca, o con luces azul, verde o roja, para lo cual pegamos sobre la cápsula una o dos capas de papel celofán de color. En el Análisis Bioenergético Reichiano usamos la linterna para establecer un mayor contacto con el paciente. Es sumamente importante tener presente en forma permanente este objetivo; por ejemplo, no permitiendo que el paciente entre en un estado hipnótico por la estimulación luminosa, pero sin contacto real; o por ejemplo, no aplicando esta técnica en forma mecánica. Es necesario tomar en cuenta que, durante el trabajo con el segmento ocular, es el momento en que el psicoterapeuta está más próximo corporalmente del paciente. En la medida en que la estimulación luminosa oficia de herramienta para establecer un mayor contacto con el psicoterapeuta (vínculo), esta técnica es muy importante para realizar con pacientes en donde el contacto materno estuvo ausente o fue deficitario. Metodológicamente comenzamos trabajando con la estimulación luminosa, en forma diagnóstica. Luego se pasa a trabajar, en las primeras sesiones, con un tiempo de 15 a 25 minutos para cada acting. Posteriormente, como forma de ir posibilitando un proceso de autonomía con respecto a la figura del psicoterapeuta, pasamos a realizar los actings del segmento ocular (anteriormente descritos) sin la exposición de la luz. Los psicoterapeutas reichianos que trabajan sistemáticamente con la estimulación luminosa sobre el segmento ocular, afirman que el uso psicoterapéutico de la luz (desbloqueo del segmento ocular) es consecuencia de varios factores, entre otros: el estímulo luminoso tiene 144
un efecto vitalizador sobre las funciones oculares, alivia las contenciones de la musculatura lisa y esquelética del segmento ocular, estimula el parénquima cerebral, aumenta la irrigación sanguínea y el drenaje líquido ganando los ojos en vitalidad, vivacidad, movilidad y reflejo pupilar, permite ejercitar y restaurar la capacidad de coordinación de los movimientos conjugados de los ojos, favoreciendo la recuperación de la orientación espacio-temporal y la reorganización de las funciones psíquicas asociadas39. Clínicamente se ha observado también la regularización de las funciones endócrinas de la glándula hipofisiaria y la regulación de la producción de melatonina por la glándula pineal. Se ha sugerido además que la acción de la luz posibilita la producción de endorfinas, actuando de esta manera indirectamente sobre las funciones inmunológicas40. Con el uso de la “linternita” podemos explorar diferentes puntos del campo visual, particularmente aquellos que están asociados a las marcas de la memoria y a los contenidos ideativos de mayor importancia psico-emocional. Por ejemplo, el impacto luminoso puede evocar la experiencia del nacimiento, cuando el bebé es expuesto por primera vez a la luz en su condición de organismo extra-uterino. La reacción del paciente a la estimulación luminosa puede dar señales de cómo fue su experiencia en el proceso de nacimiento. Por ejemplo, si la exposición a la luz no resulta estresante, podemos deducir que el nacimiento ocurrió en condiciones favorables. Por el contrario, si la reacción fuera de miedo o de contracción, sería un indicador de frustración, estrés y violencia en el momento del nacimiento41. Como efecto inmediato de su utilización se ha observado una disminución de las defensas de la coraza (por ejemplo, relajación profunda de la camada mesodérmica y ectodérmica), y una facilitación al acceso y a la manifestación de los contenidos del inconciente (por ejemplo, estados de somnoliencia o de sueño REM de corta duración, en los cuales emergen contenidos inconcientes similares al de los sueños).
39 Ernani Trotta, “Bases neurofisiológicas de los procedimientos clínicos de estimulación ocular con luces de colores”. Revista da Sociedade Wilhelm Reich/RS nro. 2 (Porto Alegre, 1998). 40 Ibidem. 41 Es esperable que, en el paciente, se observen reacciones corporales vegetativas y energéticas, así como sensaciones y sueños que puedan hacer referencia a situaciones perinatales o prenatales, pero no recuerdos o imágenes intrauterinas o perinatales.
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Como efecto retardado el trabajo con la luz produce, en las noches siguientes a la sesión, un aumento en la cantidad y en la calidad de los sueños. El trabajo con esta técnica sólo debe realizarse por un psicoterapeuta corporal bioenergético bien entrenado. Un uso excesivo, mecánico y/o descuidado puede ser perjudicial y producir efectos iatrogénicos. Por ejemplo, aumentando las resistencias, repercutiendo energéticamente y aumentando fuertemente el acorazamiento en otros segmentos; o produciendo un rechazo organísmico que puede derivar en una ruptura de la alianza psicoterapéutica y en un posterior abandono del proceso psicoterapéutico. Esta tecnología es particularmente eficaz con aquellos pacientes con bloqueo ocular hipo-orgonótico (con mirada sub-cargada y con ojos opacos, vacíos y sin vida), con pacientes con estructura psicótica y borders, y con pacientes que sufren trastornos por estrés postraumático. En este último caso, por ejemplo, podemos sugerirle al paciente que durante el trabajo con la luz procure relatar verbalmente las memorias e imágenes relacionadas a los eventos traumáticos sufridos (abuso sexual, violencia doméstica, episodios de tortura, vivencias de guerra, etc.) como veremos en los capítulos 2.2 y 2.442.
EL TRABAJO CON LA MIRADA EN LOS GRUPOS El trabajo bioenergético con la mirada en dinámicas grupales, nos permite desbloquear la coraza del segmento ocular con una profundidad que complementa el trabajo de la psicoterapia corporal bioenergética individual. Por otro lado, permite afrontar en una instancia colectiva, las experiencias placenteras/dramáticas/traumáticas de la socialización a través de la mirada de otros. Cuando trabajamos la mirada en los grupos (psicoterapéuticos, de formación, etc.) sabemos que estamos generando encuentros en donde se puede poner en juego un alto grado de expresividad o, por el contrario, un alto grado de resistencias. Por lo general pueden aparecer, transferencialmente y con mucha intensidad, represiones, censuras, culpas, vergüenzas y miedos asociados al actor de mirar, que se fueron estructurando en el segmento ocular desde la primera infancia. 42 F. Shapiro & M.F. Forrest, “Eye Movement Desensitization and Reprocessing”, New York, Basic Books, 1997.
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Dichos mecanismos de censura, de culpabilización y de represión, son los que nos impiden, en la actualidad, amar y odiar con los ojos abiertos. Preferimos no ver e ignorar a las personas hacia las que sentimos nuestras emociones. Para empezar a remover el segmento ocular de la coraza y poder abordar los bloqueos de la socialización, es necesario trabajar grupalmente la incomunicación y el déficit de contacto que encontramos en la mirada. Por lo general, comenzamos los laboratorios clínicos sobre mirada realizando una lectura de expresión entre los integrantes del grupo, y luego pasamos a trabajar en pareja. Es muy difícil mentir con los ojos. En el trabajo con los ojos, debemos tratar de darle un sentido a lo que observamos en nuestros pacientes, relacionando la expresión de la mirada con su estructura corporal y caracterial. En dicha lectura expresiva de la mirada, es más conveniente hacer hincapié en lo que que sentimos, que en lo que pensamos y vemos. Por ejemplo, si veo dolor en una mirada y pienso que es por una pérdida amorosa importante, sería más apropiado y simple decirle a esa persona: “cuando te miro a los ojos me dan ganas de sostenerte, siento como si tuvieras un gran dolor, o el corazón roto”. Cuanto menor sea el grado de disociación entre lo que pensamos y lo que sentimos, más efecto tendrá nuestra verbalización. En el mismo sentido, cuanto menor sea el grado de disociación entre el habla y la expresión no verbal, más integrados estaremos como psicoterapeutas. Al mismo tiempo, más entera y más fuerte va a ser nuestra presencia. Cada conversación (cada interpretación, cada señalamiento) que sea capaz de disminuir la distancia entre lo verbal y lo no verbal es psicoterapéutica. En la lectura expresiva es muy importante dejarse fluir, ablandar el cuerpo, tener fe y creer en él, y en especial ablandar la mirada, despejando de nuestros ojos el miedo y la violencia. Hay un momento en el trabajo en que comenzamos a entregarnos a la respiración y al contacto con el otro. Ahí el cuerpo comienza a sentir con los ojos abiertos. En ese preciso momento el llenar de sentimientos nuestros ojos puede llevar a sentirnos llenos de vida. Muchas personas evitan el contacto porque tienen miedo de lo que sus ojos pueden expresar y revelar. Para evitar el contacto con sus propios sentimientos pueden desviar la mirada, fijarla con dureza, o bloquear los flujos respiratorios para desvanecer la emoción. 147
El trabajo de este momento representa una comunicación de sentimientos a un nivel más profundo que el verbal, por lo que pueden ponerse en juego fuertes resistencias. Por ejemplo, en forma de pensamientos del tipo: “si me expongo a la mirada del grupo y muestro mis emociones, me voy a sentir desnudo y sin máscaras que me protejan”. Hemos percibido que algunos de los trabajos que son realizados en las sesiones individuales de psicoterapia corporal bioenergética con relativa facilidad, en grupo son experimentados con extrema dificultad. Si podemos mirar en profundidad a los ojos de la persona observaremos sus temores, su dolor, su tristeza, su bronca, su armonía, su placer; cada uno de sus sentimientos. Pero algunos de ellos son afectos que no se quieren mostrar o exponer en grupo. En ese pacto tácito, ocultar nuestras debilidades a los demás y a nosotros mismos, nos aseguramos cortésmente de no traspasar las máscaras de los demás y así nuestra mirada se mecaniza y se vacía de expresión y sentimiento. Probablemente tengamos miedo a que si tomamos en cuenta nuestro cuerpo se expondrán nuestras debilidades, se revelarán nuestras tristezas y se ventilará nuestra ira. Esto quizás sea verdad, pero al mismo tiempo que logramos que una emoción profunda pueda llegar a la superficie, destruimos también una máscara. Por ejemplo, si constantemente nos han enseñado que tenemos que ser “buenos muchachos”, obedientes y siempre disponibles a la voluntad de las autoridades, nos resultará muy difícil decirle “no” a un compañero, expresando agresividad con nuestra mirada. Si fuimos excesivamente frustrados y/o rigurosamente culpabilizados en relación a nuestras demandas afectivo-sexuales, nos resultará muy difícil mirar con los ojos abiertos a un compañero, por miedo a que se expresen nuestras necesidades y nuestra disponibilidad afectiva. Tanto el trabajo con un psicoterapeuta como el trabajo en grupo, ayuda a confrontar esos temores desconocidos (miedo al desamparo, al rechazo, a la imperfección, al abandono, a la tristeza, a la rabia y al pánico reprimidos, a nuestra sexualidad y a la del otro), aprendiendo que ellos no son tan amenazadores como parecen. El trabajo con la mirada en grupos nos permite abordar, emocional y energéticamente, el miedo a entrar en la esfera emotiva y energética del otro. Una de las técnicas que hemos creado para trabajar combinadamente el segmento ocular con otros segmentos es la siguiente: le proponemos al grupo un trabajo en parejas durante aproximadamente 20 minutos, en donde un compañero permanece parado mirando hacia 148
abajo al otro compañero que, a su vez, estará sentado en el piso mirando hacia arriba, haciendo contacto ocular con su pareja.
Esta postura arquetípica pone en juego la mirada disciplinaria (el examen, la vigilancia jerárquica, el control sobre los demás y sobre uno mismo), y la experiencia de mirar desde una perspectiva de poder y de dominio o de subordinación jerárquica. Reconstruye analógicamente los años de nuestra vida durante los cuales hemos mirado hacia arriba (en nuestra niñez) y los vínculos en los cuales miramos en la actualidad hacia abajo y hacia arriba (en forma real, simbólica e imaginaria). Nos permite trabajar analítica y corporalmente cómo se inscribieron las relaciones de autoridad en nuestro cuerpo, pudiendo experimentar en forma sensible el proceso de acorazamiento de los tres primeros anillos de la coraza muscular (ocular, oral y cervical). Pudiendo además tomar contacto y desbloquear las emociones secuestradas en relación a los puntos fijos de jerarquía, de dominación y/o subordinación, referidas a nuestra relación con la autoridad (las parentales y las transferidas posteriormente a todas las autoridades). Si bien los afectos que se resignifican con este ejercicio pueden ser muy fuertes, los mismos no necesariamente pueden estar ligados a una transferencia personológica y familiarista: las formas de mirarse entre padres e hijos, entre hermanos mayores y hermanos menores. Pueden ser además, reflejo de trazos caracteriales emergentes de situaciones con un claro contenido político-social, pudiendo estar dando 149
cuenta, por ejemplo, de un problema de distancias: ¿cómo soportar la ambivalencia entre el dominio jerárquico y la subordinación? Luego de este trabajo, en donde alternativamente miramos durante 10 minutos hacia arriba y hacia abajo, y buscamos flexibilizar las matrices perceptivas fijas que funcionan directa o indirectamente, profunda o superficialmente, conteniendo, controlando y perpetuando las emociones de la situación original de conflicto con la autoridad, buscamos crear otra forma singular de mirar, desterritorializando a la mirada de las lógicas jerárquicas y autoritarias. Clínicamente hemos encontrado una fuerte conexión entre el primer y el cuarto anillo de la coraza (segmentos ocular y torácico). En un plano más superficial, más que para ver y percibir, los ojos sirven para orientarnos, para seleccionar, decidir y organizar los movimientos del cuerpo en el espacio próximo (por ejemplo, de las manos cuando trabajan). En un plano más profundo, los ojos son órganos de contacto emocional, y están conectados sensiblemente en forma muy intensa a nuestro corazón. Desde la perspectiva bioenergética hemos visto muy importante integrar el trabajo con los ojos con el trabajo con las manos. En ellos se condensan represiones y censuras que son expresiones de nuestro miedo profundo a hacer contacto con otros: el miedo a mirar y a tocar, el miedo a ser mirados y a ser tocados. Estos miedos se van produciendo como expresión de la socialización y se van inscribiendo en estos dos segmentos de la coraza. Por ejemplo, el miedo a mirar al otro a los ojos y a hablarle desde nuestro corazón, el miedo a transmitir al otro la emoción del momento a través de un abrazo o de una caricia.
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Los laboratorios clínicos sobre mirada son los primeros que incluimos en la psicoterapia grupal y en la formación. Dichos laboratorios permiten trabajar en grupo la prohibición social inconciente de mirar y de tocar a otros, y en un nivel profundo, la dificultad de establecer contacto con uno mismo y con los otros. Como decía anteriormente, sabemos que en el comienzo del trabajo grupal, probablemente nos vamos a encontrar con estructuras cerradas, acorazadas por el miedo de ver el propio cuerpo y el de los otros, por la incapacidad de establecer contacto con las emociones y de expresarlas; en definitiva cuerpos acorazados con miedo de transmitir y de recibir. En el Análisis Bioenergético Reichiano creemos conveniente que los pacientes y los formandos pasen por la experiencia de trabajo en grupos y puedan trabajar intensamente su forma de mirar. Como lo afirma el psicoterapeuta reichiano Dr. Piero Borrelli: “Sólo cuando el sujeto haya unificado realmente los momentos de crecimiento en el grupo y en la vida cotidiana, sólo entonces, podemos estar suficientemente seguros de que para el sujeto se ha iniciado la fase final de la psicoterapia: cuando él sepa mirar y esté dispuesto a ser mirado; sólo cuando sepa acariciar y sea capaz de abandonarse a la caricia; sólo cuando sepa aceptar y comprender las emociones de los otros y esté dispuesto a abandonarse a las propias, sólo entonces el proceso de “curación” habrá llegado a su fase final; en otras palabras, sólo cuando haya aprendido a tener la disponibilidad al contacto, podemos sostener que el sujeto, humanizado, podrá reinsertarse en el mundo que rechazaba y del cual se sentía rechazado” 43.
43 Piero Borrelli, “Apuntes sobre la vegetoterapia de grupo”; Revista “Energía, Carácter y Sociedad”, vol. 1, nro. 1 (Valencia, 1983).
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1.6 Usos del taburete bioenergético (stool) en la clínica bioenergética Desde el momento en que Alexander Lowen comenzó a utilizar un banco de cocina o taburete con dos mantas tensamente enrolladas para ayudar a sus pacientes a respirar más profundamente, el trabajo en lo que ahora se conoce como taburete bioenergético (TB) o stool se ha ido desarrollando en los consultorios de todos los psicoterapeutas bioenergéticos y en los programas de entrenamiento del IIBA. Hay incluso psicoterapeutas bioenergéticos que raramente tienen una sesión en donde el TB no sea usado. El TB constituye así una de las herramientas técnicas importantes del movimiento que Al. Lowen ha denominado en llamar “return to the basics”. Y si bien es muy utilizado como herramienta clínica, por el contrario, poco se ha escrito sobre sus posibilidades técnicas. Como sabemos, ninguna escuela o corriente psicoterapéutica tiene una varita mágica, pero en términos de desacorazamiento el TB es lo más cercano a la varita mágica que podemos encontrar en el setting bioenergético loweniano. Los motivos de esta ficha es que para nosotros, en la formación del TEAB, es importante poder optimizar sus posibilidades de uso, disminuyendo sus posibles efectos iatrogénicos a través de un uso precavido, asegurando una aplicación segura de los distintos movimientos y posturas, aumentando su potencial a través de los nuevos diseños desarrollados en nuestro Colectivo y garantizando la eficacia de su inserción en distintos momentos del tratamiento. Desde aquellos momentos en que Lowen crea el TB, se ha avanzado en su diseño, así como en las diversas posibilidades de uso en la clínica bioenergética.
Ficha interna de la especialización en Análisis Bioenergético Reichiano –Formación de Psicoterapeutas Corporales del TEAB– (2004). Uno de los artículos más completos es el de Ellen Green (1995): “The bioenergetic stool: its use as an integral part of the process in bioenergetics”, The Clinical Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis, volume 6, number 1.
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fig. 1
En esta primera figura, a la izquierda vemos dos taburetes antiguos. En el centro tenemos dos taburetes con dos diseños que se diferencian por el mayor o menor soporte en la base. A la derecha tenemos un taburete diseñado con formas más redondas y con menor altura que puede ser utilizado en un setting bioenergético para el trabajo con niños. El último diseño de TB que se utiliza en los consultorios del TEAB fue realizado por la Lic. en Psic. Nancy Pereyra y por el Arq. Livio Incatasciato para las I Jornadas de Intercambio en Psicoterapia Corporal (Montevideo, 7, 8 y 9 de setiembre del 2001). Para el desarrollo del mismo Nancy y Livio han investigado en el desarrollo de un TB con un diseño funcional y ergonómico. Este nuevo modelo, más compacto, ha reemplazado mediante un juego de barras móviles de madera, la silla que Lowen indicaba colocar detrás del paciente para dar apoyo a los brazos cuando los estiramos para profundizar la respiración. En este caso se colocan las barras en posición oblicua (ver figura 2). Colocando las barras horizontalmente (figura 3) permite, además de distintas formas de enraizar manos y pies, adaptarle un cabezal suplementario para apoyar la cabeza cuando trabajamos sobre la zona lumbar con estiramiento pélvico. De esta forma se reemplaza el diván y los almohadones que indica Lowen para el apoyo de la cabeza. El modelo ha sido modificado para ofrecer suficiente estabilidad en las distintas posiciones de movimiento corporal. Consta de patas antideslizables. Se ha reemplazado la manta arrollada por un tapizado anatómico mullido. Se han incorporado dos barras adaptables para las distintas posturas requeridas. 154
Se ha agregado un accesorio que cumple la función de cabezal o posapies según lo requiera el trabajo a realizar.
fig. 2
fig. 3
Al trabajar con el TB es importante que tengamos en cuenta que en la clínica bioenergética toda técnica que utilicemos va a estar condicionada por la persona específica con quien estamos trabajando. A la hora de trabajar en el TB el psicoterapeuta corporal bioenergético tiene que tener un buen diagnóstico inicial, diferencial y estructural (DIDE) en el que, por ejemplo, no deben faltar elementos anatómicofisiológicos del paciente. Es decir, el psicoterapeuta debe estar seguro si las condiciones psicofísicas del paciente permiten realizar las posturas del TB, y cuales serían las que mejor lo podrían ayudar en el proceso de desacorazamiento o de construcción de límites. Los movimientos realizados en el TB movilizan principalmente las zonas del tronco, involucrando sensiblemente además de los principales músculos anteriores y posteriores del tronco, a la columna vertebral, a los discos intervertebrales y a la médula espinal, por ejemplo. El experimentado didacta internacional del IIBA D.P. Heiner Steckel hace hincapié más que en contra-indicaciones o usos no recomendables del TB, en modulaciones en el mismo. H. Steckel recomienda mayor prudencia en “estructuras blandas” (psicóticas o borders), regulando tanto el cómo así como también la cantidad (de tiempo y de energía) que se moviliza en el TB. Los jóvenes terapeutas psicocorporales Aurelio Alfieri Netto y Juliana Navarro del Centro Reichiano de Curitiba recomiendan una
Nancy Pereyra - Livio Incatasciato (2001), “Breve reseña histórica del taburete bioenergético”, I Jornadas de Intercambio en Psicoterapia Corporal, Montevideo-Uruguay. Heiner Steckel (2003), “El stool, mi diván bioenergético”, XVII Congreso Internacional de Análisis Bioenergético, Bahía-Brasil.
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evaluación médica en casos de dolor en el TB, ya que argumentan que el mismo puede estar relacionado a inflamaciones musculares, microfracturas vertebrales, distensiones musculares, osteofitosis, lesiones articulares, lesiones en los ligamentos, protrusión nuclear de disco (hernia de disco), artritis, artrosis, escoliosis, lordosis, cifosis, bursitis, e incluso otras lesiones físicas, que sería bueno descartar antes del uso del TB. En mi experiencia personal (luego de haberlo usado, en mí diariamente, y en sesiones con casi todos los pacientes que he atendido en dos décadas de ejercicio clínico) el uso del TB casi siempre comienza con un leve dolor. Algunos pacientes, cuando lo ven por primera vez, hacen referencia al TB como el “instrumento de tortura”. Otros imaginan un plinto de gimnasia olímpica. Cuando uso el TB por primera vez suelo usualmente presentarlo de la siguiente manera: “el taburete ahora puede ser tu ‘enemigo’ pero, progresiva y gradualmente, se va a ir transformando en tu mejor amigo”. Si bien algún paciente puede odiarlo en sus primeros usos (especialmente aquellos pacientes con biotipos claramente rígidos), a lo largo del proceso psicoterapéutico se verá un progreso sostenido, hasta el punto en que los mismos pacientes pedirán frecuentemente para trabajar con el TB, aun antes que tuviésemos que sugerírselo. En términos generales, después de un breve período de uso (el cual es variable en cada paciente) las personas que utilizan el TB comienzan a sentirse mejor. Incluso en las primeras 2 o 3 primeras sesiones en donde el trabajo comienza siendo doloroso, el mismo resulta relajante y estimulante, generando un grado de apertura sensible en la respiración, en los movimientos expresivos y vibratorios del cuerpo, en el flujo energético y en el estiramiento muscular. Tanto los dolores abdominales, torácicos o de la espalda, comienzan a desaparecer a medida que los músculos aprenden y comienzan a relajarse con la respiración profunda en el TB. Como axioma clínico, creo que es muy importante que el psicoterapeuta corporal bioenergético experimente, en su formación y en su propio proceso psicoterapéutico, las técnicas que utilizará antes de emplearlas en el setting. Este entrenamiento le dará un plus de seguridad importante a la hora de experimentar las técnicas con cada paciente. Por el contrario, un psicoterapeuta inseguro puede transmitir esa inseguridad a los
A. Alfieri Neto - J. Souza (2004), “Análisis biomecánico de los movimientos en el stool”, 1ra. Convención Brasil/Latino-Americana de Psicoterapias Corporales, Foz de IguaçúBrasil.
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pacientes. El trabajo sobre-sí es uno de los principales cuidados que podemos desarrollar para trabajar con otros, y en este mismo sentido, todo cuidado es poco al trabajar en clínica bioenergética. Al trabajar con el TB, las posiciones y movimientos propuestos al paciente deben contar siempre con un breve período de caldeamiento y ser lentos y graduales. Uno de los peligros que corremos al trabajar en el TB es que, en algunos pacientes (con poco trabajo biofísico, obesos, mayores, excesivamente rígidos, por ejemplo) se produzca o se agrave una miotonía, es decir un espasmo continuo de un grupo específico de músculos, aumentando su irritabilidad y su tendencia a la contracción, con la consiguiente pérdida de su facultad de relajarse. Cuando los pacientes van a utilizar el TB por primera vez es muy importante un caldeamiento que permita ir acomodando y adaptando al cuerpo a esta nueva exigencia física, energética y emocional (ver figuras 4 y 5, por ejemplo). Los movimientos rápidos y bruscos (“tirarse” sobre el TB sin caldeamiento previo) pueden activar los usos neuromusculares, es decir, aquellos sensores localizados en los músculos que informan sobre las tensiones y las compresiones en las fibras musculares, cuando el estiramiento de las fibras es realizado en forma rápida y brusca. Estos movimientos violentos pueden desencadenar un reflejo miotático, es decir, una contracción involuntaria de la musculatura, aumentando la tensión muscular. El TB también puede ser utilizado como herramienta diagnóstica, combinándose con otras técnicas lowenianas con este mismo fin. Las técnicas de arco bioenergético y de arco invertido (bend over) siempre nos dan una idea de lo que posteriormente puede suceder en el TB. Y así como el TB puede ser una muy buena herramienta de diagnóstico, el arco y el arco invertido también nos dan elementos diagnósticos diferenciales, útiles antes de sugerir al paciente una postura o un movimiento en el TB. Por ejemplo, un cuerpo coordinado e integrado, puede asumir sencillamente la postura de arco bioenergético: las rodillas estarán fácilmente flexionadas; los pies estarán bien apoyados en el suelo; podremos trazar una línea del cuerpo partiendo desde los talones, pasando por la espalda y llegando a la cabeza, formando un arco perfecto; la cabeza y el tronco estarán alineados y centrados; la respiración será 157
abdominal y relajada, y la persona se sentirá cómoda. Por el contrario, en un cuerpo excesivamente contraído y emocionalmente alterado, en la posición de arco veremos claramente signos que indican la naturaleza y la ubicación de las tensiones. En un cuerpo rígido, la persona no podrá arquearse adecuadamente, ni flexionar del todo las rodillas. Al intentar flexionarlas, generalmente la pelvis se echará hacia atrás y la parte superior del cuerpo se inclinará hacia adelante, pudiendo encontrarse además severas tensiones en la espalda, al adoptar esta postura. En un cuerpo carente de tono, se puede producir un quiebre exagerado de la espalda. Veremos una respiración abdominal restringida, con poca inhalación. Pudiendo encontrarse además (en cuerpos con tendencias esquizoides) tensiones desiguales a ambos lados del cuerpo, la cabeza inclinada hacia un costado y el tronco hacia otro, pérdidas de equilibrio, etc. Por eso es conveniente, antes de ir al TB, poner al paciente en posición de arco y posteriormente de arco invertido. Y a continuación podemos aplicar un trabajo de caldeamiento en el mismo TB. Por ejemplo, podemos sugerir un movimiento de báscula de pelvis, inspirando atrás y espirando adelante (figura 4) y luego pasar a la postura intermedia que llamamos postura anti-estrés o de descanso (figura 5), en donde puede realizarse el mismo movimiento de pelvis con los pies bien apoyados o con los talones levantados.
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fig. 4
fig. 5
En estas dos posturas el psicoterapeuta puede hacer un diagnóstico del campo energético del paciente poniéndose a una distancia prudencial frente a frente (facing), dirigiendo sensiblemente la atención a percibir cuánta y qué tipo de energía percibe en el cuerpo del paciente (por ejemplo, cuanta masculinidad o cuanta femineidad, qué tipo de transferencia y contratransferencia se genera entre ambos, etc). Aquí, más que buscar un objetivo psicoterapéutico, estaríamos fomentando el poder de observación con la mirada clínica bioenergética de lectura corporal como herramienta de diagnóstico. Otro axioma clínico que podemos utilizar en el trabajo con TB es que mucho trabajo saludable puede ser hecho sin que se obtengan inmediatamente resultados físicos y emocionales “dramáticos”. El TB es esencialmente una herramienta acumulativa que puede incluso utilizarse periódicamente fuera del setting de consultorio. Cuanto más se la practique, progresiva y gradualmente, más beneficios traerá. Aunque este mensaje no es dado a los pacientes. Como regla general en el Análisis Bioenergético Reichiano los clínicos no prometemos sobre el futuro del trabajo. Si así lo hiciésemos el camino que tenemos por delante podría estar lleno de desilusiones, y el paciente o el propio psicoterapeuta podrían orientarse más a la búsqueda de resultados que a la dedicación, a la construcción y al desarrollo de un proceso. De esta manera, si no son obtenidos resultados maravillosos de una sola vez (como puede prometer un impulsivo practicante entusiasta), el paciente puede desilusionarse y sentir que la psicoterapia es una pérdida, más que un proceso. Las principales posturas que utilizamos en el TB son: Decúbito dorsal torácico: vientre para encima, apoyo en el TB en la región torácica, rodillas flexionadas y pies apoyados en el piso (figs. 2 y 5). Decúbito dorsal lumbar: vientre para encima, apoyo en el TB en la región lumbar, rodillas flexionadas y pies apoyados en el piso (fig. 6). Decúbito ventral torácico: el vientre para abajo apoyando la región torácica frontal en el TB, los brazos cuelgan hacia abajo y los pies apoyados en los metatarsos con los talones levantados (fig. 7).
A. Alfieri Neto - J. Souza (2004), “Análisis biomecánico de los movimientos en el stool”, 1ra. Convención Brasil/Latino-Americana de Psicoterapias Corporales, Foz de IguaçúBrasil.
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fig. 6
fig. 7
Decúbito dorsal glúteo: vientre para encima, apoyo en el TB en la región glútea con las manos sostenidas en las agarraderas del TB, los pies quedan suspendidos en el aire en la posición de “enraizamiento aéreo”, en movimientos de flexión de rodillas y rotación de talones (fig. 8), de autoposesión de piernas (figs. 3 y 9), de descarga –kicking aéreo– (fig. 10), o de autoposesión del segmento pélvico (fig. 11).
En el dispositivo de Análisis Bioenergético Reichiano hacemos mucho hincapié en la lectura corporal (gramática expresiva, anatomía emocional) intentando comprender el lenguaje del cuerpo que está expresando emociones con sus gestos o bloqueándolas con sus posturas y formas cristalizadas. Para lo cual le sugerimos a los pacientes trabajar una o mas sesiones de lectura corporal en ropa interior o en malla de baño. La invitación implícita no es «diga lo que le venga a la mente» sino «póngase de pie o recuéstese en el diván y permítame mirar su cuerpo». En estas sesiones de lectura corporal intentamos comprender cómo la historia de una persona se corporeizó, identificando y haciendo concientes los patrones de tensión muscular, para que posteriormente, el paciente pueda reidentificarse con los afectos bloqueados. Siguiendo el principio reichiano de que el inconciente está en los músculos, intentamos visualizar cómo las tensiones musculares crónicas marcadas por los traumas de desarrollo, están reflejadas en zonas, formas y en padrones de holding del cuerpo. Al comienzo de la sesión es importante confrontar con el paciente cómo se siente si le pedimos que se saque la ropa para poder observarlo. Es decir, qué clase de sentimientos pueden aparecer al dejar observar a otra persona su cuerpo: vergüenza, miedo, inhibición, censura, bronca, rechazo, represión, auto-crítica, exhibicionismo, etc. Al final de la sesión de lectura corporal podemos cotejar con el paciente lo observado, planteándole por ejemplo: «voy a contarte lo que puedo ver al observar tu cuerpo. Quizás no sea la «verdad de tu cuerpo», ni «la verdad de tu historia», pero es lo que puedo entender de tí al mirarte detenidamente. Quiero que tu lo cotejes conmigo», y le damos una mínima devolución.
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fig. 8
fig. 9
fig. 10
fig. 11
Esta técnica de decúbito dorsal glúteo puede ser muy potente para desbloquear el segmento pélvico. Particularmente la he utilizado con mucha eficacia en casos que van desde situaciones simples de dismenorrea, eyaculación precoz, hasta abordajes postraumáticos de abuso sexual infantil o violación. Siguiendo el principio reichiano de carga-tensión-sustentacióndescarga-relajación, las posturas y movimientos descritos (figs. 8 a 11) pueden movilizar la negatividad bloqueada de años (culpa, vergüenza, bronca y miedos pélvicos, así como también placer inhibido en casos de represión sexual). Podemos jerarquizar la fase de carga y sustentación (figs. 3, 8, y 9) o la fase de descarga (fig. 10) la que conviene complementar con actings de kicking (hacia abajo, hacia arriba, o hacia adelante) en la posición de decúbito supino en diván. En la fase de 161
descarga el psicoterapeuta puede además sostener una gimnasticball frente al paciente o un colchón de alta densidad, con el objetivo de que la descarga sea con mayor contacto. En la postura de la figura 11, luego de la auto-posesión del segmento pélvico, jerarquizamos la fase de relajación, pudiendo apoyar los pies sobre las dos barandas utilizadas como soportes, o de estar el paciente incómodo, el psicoterapeuta puede pararse frente al TB y ofrecer su abdomen como soporte para que el paciente apoye sus pies, mientras respira profundamente. Como técnica acumulativa el TB permite: – Reducir tensiones musculares crónicas y profundizar la respiración por medio de estiramientos musculares pasivos. Ganando amplitud y espacio utilizando la fuerza gravitacional del peso del propio cuerpo, el paciente no tiene que hacer nada volitivamente para profundizar la respiración. Por ello esta técnica es ideal (en pacientes depresivos, por ejemplo) para desbloquear el 4to. y el 5to. segmento de la coraza muscular llenando el cuerpo de una mayor energía. En la postura indicada en la figura 5 el paciente se encuentra recostado al nivel del extremo inferior de las paletillas, en el mismo nivel que el de una línea imaginaria que une ambos pezones. Este nivel se halla próximo al lugar en el que el bronquio principal (conducto de aire) se divide en dos ramas, cada una de las cuales va a un pulmón distinto, siendo un área de mucha tensión en la mayoría de las personas. – Estirar los músculos del frente y de la espalda. En la postura de decúbito dorsal podemos estirar los músculos anteriores del tronco: esternocleido-mastoideo, pectorales, intercostales, recto abdominal, oblicuo abdominal, recto femoral, psoas ilíaco. Esta postura es aconsejada para la cifosis (anormalidad en la curvatura de la columna vertebral con curvatura torácica exagerada, común en pacientes con biotipo esquizo-oral o con mujeres mayores con osteoporosis, por ejemplo). En la postura de decúbito ventral los principales músculos estirados son los músculos posteriores del tronco: erectores de la espina, paravertebrales, trapecio, gran dorsal y lumbares.
Alexander y Leslie Lowen (1989). “Ejercicios de Bioenergética”. Edcs. Sirio. Barcelona.
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Esta postura es aconsejada para la lordosis (exageración en la curvatura lumbar, asociada a tensión en los erectores de la espina o a músculos abdominales debilitados, que es común en pacientes con biotipo histérico, por ejemplo). – Profundizar la respiración, el enraizamiento y estimular el flujo de energía en el cuerpo. Generalmente como efecto inmediato vemos en el trabajo con TB una sensación de mayor espacio interno para los órganos, una sensación de expansión del campo energético y una sensación de unidad. La profundización del enraizamiento y una mayor estimulación del flujo energético se da a partir del arraigo que genera estar anclado en los dos extremos del cuerpo (pies bien plantados y brazos extendidos hacia arriba y hacia atrás). A diferencia de las gimnasticball, por ejemplo, que sí son recomendadas para el trabajo bioenergético con embarazadas, el propio TB se transforma en una herramienta de trabajo sólida que se percibe como extensión del suelo. El TB no tiene que ser excesivamente sólido (duro) ya que sino puede presionar excesivamente las vértebras y los discos (su anillo fibroso y su núcleo pulposo). El TB ayuda a respirar más profundamente sin hacer necesariamente un esfuerzo volitivo y conciente. La profundización de la respiración se produce al estimular al paciente a respirar en forma suave y profunda, y a sonorizar un sonido abierto. Hay terapeutas bioenergéticos que incluso proponen a los pacientes cantar una canción en el TB10. Si el paciente bloquea la respiración está impidiendo una libre sonorización, y viceversa. Cuando el paciente está en el TB se alienta a que su cuerpo haga los sonidos que quiera o que necesite hacer. Estos pueden ser de dolor, gruñidos de bronca (que a veces se manifiesta por una intensa tos), lamentos de frustración y de tristeza, gemidos de satisfacción y de placer. Cuanto más desafiamos la estructura defensiva del paciente que está en el TB más podemos observar los bloqueos en zonas específicas de su cuerpo (en la boca, en la garganta, en el tórax, en el diafragma, Blandine Calais Germain (1994). “Anatomía para el movimiento. Introducción al análisis de las técnicas corporales”. Libros de la Liebre de Marzo. Barcelona. 10 Denis Royer (1996). “Making a place for the adolescent body in adult bioenergetic therapy”, The Clinical Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis, vol. 7, number 1. “Abriendo el corazón con músicas de la adolescencia en el stool”, XVII Congreso Internacional de Análisis Bioenergético, Bahía-Brasil (2003).
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en la pelvis, en las piernas, en la espalda, en el cuello). Por ejemplo, el trabajo en el TB va a ser un indicador del grado de apertura o de bloqueo de la garganta (3er. segmento). Una mandíbula y una garganta contraídas impiden una respiración profunda, impiden sentir tristeza y llorar. Una caja torácica bloqueada (4to. segmento) inhibe la expresión de sentimientos tiernos y amorosos. Si bien en el TB ayudamos al paciente más a soltarse (letting go) que a sostenerse (holding), también puede ser utilizado como construcción de límites en pacientes con déficit de acorazamiento. Una técnica que frecuentemente utilizo en la posición de decúbito dorsal torácico (figura 2) o de decúbito dorsal lumbar (figura 6), es colocarme detrás del TB y pedirle al paciente que presione la palma de sus manos contra las mías con sus brazos flexiblemente extendidos. Esta postura y este movimiento proporcionan al paciente un enraizamiento adicional en las manos del psicoterapeuta. Hay pacientes que necesitan especialmente traer energía hacia la periferia y mover la agresividad para construir límites saludables, especialmente en sus muñecas y en sus manos. Este trabajo descubrí que es muy importante con pacientes con trastorno por estrés postraumático, especialmente aquellos que han recibido abusos en ecosistemas cargados de violencia y de destructividad, ya que retraen automáticamente la energía de la periferia de su cuerpo y tienen la tendencia de sentirse fácilmente invadidos, al “no estar ahí” en sus puntos de contacto. Otra técnica de enraizamiento y relajación profunda consiste en sentarse en una silla detrás del TB y apoyar la cabeza del paciente sobre las rodillas del psicoterapeuta, al mismo tiempo que el paciente extiende sus brazos hacia atrás y agarra los hombros del psicoterapeuta. El psicoterapeuta puede luego movilizar el cuello del paciente con sus manos buscando la relajación de los músculos profundos del segmento cervical, la mayoría de las veces fuertemente contraído. Otra posición que podemos usar, en forma previa o posterior a las citadas anteriormente, y que produce un efecto profundo de relajación, es la de decúbito dorsal lumbar pero apoyando los pies en las barras horizontales (figura 12).
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fig. 12
En la posición de decúbito ventral podemos dar un masaje en los músculos de la espalda. En la posición de decúbito dorsal podemos trabajar en los segmentos torácico (con la palma de la mano) y diafragmático (con el puño presionando suavemente hacia abajo) para profundizar tanto la fase rítmica inspiratoria como la fase rítmica espiratoria. En estos segmentos tenemos que trabajar con mucha empatía y comprensión ya que al movilizar la zona torácico-diafragmática por medio de la respiración profunda pueden aparecer sensaciones relacionadas con la emoción básica del miedo.
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Capítulo 2 Escenas y analizadores de la clínica contemporánea
2.1 Panic attack: ese extraño invisible que nos habita DEFINICIÓN y SÍNTOMAS Aunque la reacción de pánico no es nueva es nueva su clasificación científica como síndrome de pánico (panic disorder) o como ataque de pánico (panic attack), así como son nuevas sus actuales tentativas sistemáticas de comprensión y tratamiento. En la década del 60 varios investigadores científicos comenzaron a diferenciar inesperados ataques de ansiedad de otras manifestaciones de ansiedad. La clasificación diagnóstica oficial de síndrome de pánico ocurrió en 1980 con la publicación del DSM III, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical of Mental Disorders) de la Asociación Americana de Psiquiatría (American Psychiatric Association). Según esta clasificación el síndrome de pánico pertenece a los trastornos de ansiedad, junto con las fobias, el trastorno por estrés postraumático, el trastorno por estrés agudo, los trastornos obsesivocompulsivos, el trastorno de ansiedad generalizada, etc. El síndrome de pánico se caracteriza por la aparición de ataques de pánico inesperados y recurrentes. Los ataques de pánico o crisis consisten en períodos de intensa ansiedad acompañados de algunos síntomas específicos, por lo general relacionados a desequilibrios del sistema nervioso vegetativo. Los más comunes son: • Palpitaciones, dolor en el pecho, opresión torácica, taquicardia, alteraciones vasculares, alteraciones cardiorrespiratorias,
Desgrabación del Ateneo Clínico presentado el 6/11/02 en el curso de Introducción a las Técnicas Psicopsicoterapéuticas (5° ciclo - Facultad de Psicología de la UDELAR). Sigmund Freud en 1895 denominaba neurosis de angustia a un cuadro similar (“La neurastenia y la neurosis de angustia”).
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• sensación de falta de aire, de ahogo, dificultad de respirar, falta de aliento, • hormigueos, parestesias, • sudoración, escalofríos, ondas de calor, sofocaciones, • temblores o sacudidas, • hipersensibilidad, • vértigo, dificultades de orientación espacio-temporal, atontamiento, • boca seca, • náuseas o molestias abdominales, • pérdida del foco visual, alteraciones visuales, • despersonalización (sensación de estar separado de uno mismo), desrealización (sensación de irrealidad) • miedo de desmayarse, de perder el control, de enloquecer, de morir. No todos estos síntomas parecen estar presentes en las crisis pero algunos siempre van a estar. Los síntomas comienzan súbitamente y se acentúan rápidamente. Muchas veces acompañados de una sensación de catástrofe o de muerte inminente o por un ansia de escapar de la situación. Según el DSM IV, los estudios epidemiológicos elaborados internacionalmente indican de forma consistente que la prevalencia del síndrome de pánico se sitúa entre el 1, 5 y el 3, 5 %. Entre 1/3 y la mitad de las personas diagnosticadas de síndrome de pánico en la población general presentan además este trastorno con agorafobia. La intensidad de los síntomas puede llevar al desarrollo de un cuadro hipocondríaco. Es decir, a diferencia de un trastorno obsesivocompulsivo donde el sujeto siente rechazo y le teme a determinados pensamientos o compulsiones, a diferencia de una fobia donde la persona teme a una situación o a un objeto específico fuera de ella, en el pánico la persona teme a lo que ocurre en su propio cuerpo (“estoy teniendo un ataque cardíaco”, “voy a enloquecer”, “me voy a morir”). Desde el punto de vista bioenergético podríamos decir que el síndrome de pánico es una fobia en la cual el sujeto tiene miedo de las reacciones de su propio cuerpo. Las personas con pánico viven su cuerpo como si fuera una amenaza constante.
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La percepción se vuelca para las manifestaciones somáticas que parecen caóticas y que producen un miedo intenso, llevando a la persona a una experiencia de intensa ansiedad. Si la histeria fue la psicopatología más destacada a comienzos del siglo pasado, si la depresión fue la enfermedad predominante en la segunda mitad del siglo pasado, si en los ochenta y los noventa se despliega el auge de los trastornos narcisistas, este nuevo siglo parece despuntar con nuevos escenarios atravesados por patologías, biopatías y trastornos derivadas de una emoción predominante: el miedo. La crisis de pánico es una experiencia de un pico máximo de ansiedad llevada al extremo. El pánico es el último grado del continuum creciente del miedo. Para Stanley Keleman el continuum del miedo (atención-ansiedad-pánico) es una secuencia de formas emergentes en el proceso de lidiar con lo nuevo y con lo estresante. Inicialmente respondemos con más atención a lo que está ocurriendo (hay una reacción de alarma inicial, el organismo tiende a endurecerse, disminuye su respiración, activa los telerreceptores y dirige su atención). Si esta movilización es suficiente para dar cuenta de lo que ocurre, con un reconocimiento adecuado de la situación y de sus efectos, la reacción de alerta se deshace. Pero si el grado de afectación y de amenaza fuera más intenso podemos reaccionar con aislamiento, fuga o con rabia y enfrentamiento. En el caso de que la situación nos amenazara aun más intensamente y comenzáramos a sentirnos sin capacidad de dar cuenta de lo que ocurre, el miedo y la ansiedad pueden aumentar encaminándose hacia el pánico (en donde la situación se vuelve en extremo excesiva e insoportable). Encontramos por lo tanto distintas direcciones de respuestas. En las reacciones de lucha y enfrentamiento hay un aumento de la organización de las formas somáticas. En las respuestas de fuga, retroceso y aislamiento hay una pérdida de la organización de las formas somáticas. Si no podemos ni avanzar, ni retroceder, no consiguiendo lidiar con la situación, nuestro organismo puede desarrollar una reacción de ansiedad y de pánico, que posteriormente puede derivar en tristeza, abatimiento, desánimo, colapso y/o depresión. En conclusión, si bien la experiencia emocional de pánico puede ser una experiencia normal que muchos podemos sentir en una situación muy intensa, la reacción de pánico que ocurre en los estados de síndrome de pánico es excesiva. Es decir, la persona percibe que lo que lo afecta (el peligro invisible que viene de dentro de ella) es exce171
sivo, no pudiendo organizar sus recursos internos. Es decir, el sujeto alcanza un punto en su continuum del miedo en el cual lo que le afecta es excesivo y no consigue organizar sus recursos internos. Desde el punto de vista bioenergético el pánico es una de las respuestas biológicas más viejas y antiguas que podemos desarrollar frente al peligro. Cuando se ve amenazado, el cuerpo entra en un estado de alerta o simpaticotonía. El ritmo cardíaco aumenta, la sangre fluye a las extremidades para prepararnos para correr o pelear. Un ataque de pánico provoca la reacción más rápida y compleja que se conozca dentro del cuerpo humano. Altera inmediatamente el funcionamiento de los ojos, muchas de las glándulas importantes, cerebro, corazón, pulmones, estómago, intestinos, páncreas, riñones y vejiga, y los grupos musculares más importantes. Dentro del sistema cardiovascular el corazón aumenta su grado de contracción, y la presión se eleva al bombear la sangre hacia las arterias. Los vasos que canalizan la sangre hacia los órganos vitales y músculos esqueléticos se expanden, aumentando el flujo sanguíneo, mientras que los vasos de los brazos, piernas y otras partes menos vitales del cuerpo comienzan a constreñirse, reduciendo el flujo en esas áreas. Cuando un animal capta una amenaza, el cerebro reptiliano, primitivo, construido para la supervivencia, toma la posta. La supervivencia en la naturaleza demanda que los cuerpos respondan como si el peligro fuese real y presente, preparándose para luchar o huir. Las respuestas fisiológicas de las personas modernas al peligro, se mueven dentro del mismo estado energético, altamente cargado. Cuando las respuestas de ataque o huida son exitosas y la persona puede escapar o enfrentar a su atacante, el cuerpo vuelve a su homeostasis. La energía es descargada, al defenderse contra el peligro activa y efectivamente, y el sistema nervioso vuelve al nivel normal de funcionamiento. Pero en el pánico la auto-regulación no está funcionando. Uno de los factores que contribuye a sentirse sobrepasado durante un ataque de pánico es la imposibilidad de identificar el evento desencadenante. El cuerpo está en un estado de activación alto, listo para atacar o huir, pero el peligro no es identificable. La persona no puede encontrar el estímulo al que su cuerpo está reaccionando y los síntomas (el estado de alerta) se vuelven atemorizantes. Ellos mismos se convierten en fuente
Para profundizar en esta corriente neo-reichiana (Psicología Formativa), se recomiendan los textos de Stanley Keleman “Anatomía emocional” (1985; Edcs. Deesclée De Brouwer) y “La experiencia somática” (1987; Edcs. Deesclée De Brouwer).
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de ansiedad. El estado de alerta corporal parece desproporcionado a la situación. Y si la situación es psicológicamente amenazante para la persona, puede haber importantes fuerzas intrapsíquicas que le impidan buscar el escape o el soporte que necesita. Si pensamos desde la perspectiva esquizoanalítica, en el pánico el peligro es invisible. Es un extraño que habita el cuerpo del sujeto. Ese extraño no tiene nombre, es un desconocido que habita y domina la vida de la persona. Son sentimientos, sensaciones, (micro partículas de experiencia, dirían Deleuze y Guattari), que están marginalizadas de un territorio existencial dominante (Deleuze y Guattari; 1980). La persona se descubre activada en sus respuestas y padrones de lucha, de fuga, etc., frente a algo desconocido (el extraño) dentro de sí. Lo visible es apenas la taquicardia, la falta de aire, etc. Podemos comenzar a adelantar una hipótesis: hay una reacción de miedo frente a una excitación interna (invisible, sin forma) que no encuentra un modo de expresión. Siguiendo esta primera hipótesis podemos enunciar una segunda, que nos permitiría entender lo singular del síndrome de pánico: hay una desconexión entre la experiencia somática y la cognitiva. La persona vive un enorme extrañamiento en relación a su propio cuerpo, en relación a las sensaciones orgánicas vividas dentro de su piel. La persona reacciona con pánico frente a un peligro que viene de su interior. ¿Pero pánico frente a qué, frente a qué peligro? Esta es una de las preguntas más importantes a ser respondida por todo sujeto que presenta síndrome de pánico, ya que apunta a las causas que lo llevaron al estado de pánico. La respuesta a esa pregunta siempre es singular. Cada persona tiene sus propios motivos, y todas tienen, al menos, un motivo. ¿Por qué comienza el pánico en ese momento particular?
Deleuze, Gilles y Guattari, Félix: “Las Mil Mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia”; PreTextos. Estas hipótesis y su desarrollo en este ateneo clínico están tomadas del artículo “A Síndrome de Pánico numa perspectiva formativa” de Arthur Tiago Scarpato. Revista del Departamento Reichiano del Instituto Sedes Sapientiae nro. 10 (2001, SP/BR).
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PREDISPOSICÓN AL PÁNICO Clínicamente podemos encontrar distintos modos de respuesta a lo excesivo, que pueden llevar a diferentes estados psicopatológicos: shock traumático o estrés postraumático, depresión, manía, desconexión, disociación, pánico, etc. Estas respuestas singulares dependen de la historia de agresiones vividas por la persona, de su modo característico de lidiar con las experiencias estresantes, de su repertorio de formas somáticas, de sus herencias constitucionales, etc. La hipótesis que adelantamos anteriormente es que encontramos una mayor predisposición al pánico en aquellas personas que tienen mayor facilidad de desconectar la experiencia cognitiva de la experiencia somática. El origen de esa desconexión está relacionado a experiencias emocionales muy intensas, tanto presentes como pasadas. Clínicamente encontramos una mayor tendencia a la desconexión en personas que tuvieron experiencias traumáticas en forma muy precoz (en los primeros días o meses de vida). En esos momentos el mecanismo de desconexión es uno de los pocos recursos de protección disponibles frente a las experiencias excesivas. Estas personas parecen tener más chances de desarrollar pánico en algún momento de la vida, ya que mantienen organizado un patrón de desconexión a lo largo de los años. Caracterialmente, podemos observar que las personas con dislocamiento superior de la energía, especialmente las personas con trazos caracteriales visuales (E. Baker; 1967), están más propensas a desarrollar el pánico. Emocionalmente, vemos la predisposición al pánico, en personas con dificultades de integración de la vivencia corporal, con tendencias vinculares simbióticas y con dificultades de lidiar con emociones y con contenidos subjetivos interiores. La segunda hipótesis que manejaremos es que detrás de la desconexión cognición-soma hay siempre una excitación que no encuentra un modo de expresión.
Como veremos más adelante, el dislocamiento superior se caracteriza por el poco contacto con la base (pies, piernas y pelvis) y por un predominio energético de la zona supra-diafragmática. Para profundizar en los trazos de carácter visuales ver “O labirinto humano: As causas do bloqueio da energia sexual”; Summus Ed. del Dr. Elsworth Baker.
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Por lo general, en la mayoría de los pacientes con pánico podemos encontrar en la anamnesis importantes sentimientos infantiles de indefensión, desprotección, desamparo y soledad, en donde la creencia en el mundo y en los propios recursos fueron severamente dañados y quebrados.
COMPRENSIÓN BIOENERGÉTICA Y FENOMENOLOGÍA CORPORAL Desde la perspectiva del Análisis Bioenergético Reichiano podemos ordenar la comprensión sintomática de los disturbios de pánico en tres niveles: • La desorganización del segmento ocular. • El poco contacto emocional con la parte inferior del cuerpo. • La contracción crónica del segmento diafragmático y del segmento torácico. La desorganización del segmento ocular produce un perjuicio directo de la visión binocular focal. En las personas con pánico encontramos un flujo intenso de energía y de emoción hacia la cabeza que desorganiza su auto-percepción. En las crisis de pánico el movimiento energético es ascendente. La energía sube, saliendo de las piernas en dirección a la cabeza, produciendo movimientos involuntarios (temblores, sacudidas), inseguridad y miedo a caerse. El corazón “se dispara” (taquicardia), hay un estrechamiento de la garganta (sofocamiento) y una inundación energética de la cabeza, que puede derivar en confusión, rubor en el rostro, desorganización de la percepción, despersonalización, etc. La persona con pánico vive una inundación de la cabeza por emociones y estímulos más allá de su capacidad de integración de la conciencia. El segmento ocular se encuentra siempre sobrecargado, en un estado de inundación energética, lo cual produce la desorganización perceptiva y las alteraciones del sistema nervioso vegetativo. Esta desorganización perceptiva activa las ideas de morir o de enloquecer, consecuencia de la desorganización del sistema energético que sustenta la identidad yoica.
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Desde el punto de vista bioenergético podemos observar una contracción en el núcleo del segmento ocular y una expansión en su superficie. La contracción profunda genera la confusión mental, la sensación de atontamiento, el vértigo y las alteraciones bioquímicas. Externamente la contracción profunda es perceptible en las pupilas dilatadas. La expansión superficial deja a la cabeza caliente, expande el campo de energía y mantiene a la persona en estado de vigilancia. Los órganos de los sentidos (especialmente los ojos) se vuelcan para la percepción del campo, inundando la conciencia con una gran cantidad de estímulos sin selectividad. En consecuencia, vamos a encontrar en estas personas gran dificultad de permanecer en ambientes gregarios, con estímulos fuertes, etc. Por lo cual la persona con pánico va a buscar estar aislado para evitar esta sobrecarga. Esta desorganización perceptiva contribuye a que las personas con pánico hagan constantemente interpretaciones equivocadas y catastróficas de sus sensaciones corporales, intensificando la vigilancia sobre su propio cuerpo. Por ejemplo, cada sensación diferente o más intensa del cuerpo (alteración del ritmo cardíaco, sensación de pérdida de equilibrio, falta de aire, etc.) puede ser percibida como una señal de que “aquello está viniendo de nuevo”, lo que lleva a una vigilancia permanente y constante de que algo pueda salirse fuera de control. La vigilancia intensifica la difusión y la expansión del campo energético, generando la sensación de estar “yéndose” (muriendo, desmayándose o volviéndose loco), de ahí el miedo de las propias sensaciones corporales. Esta expansión del campo energético puede llevar, a su vez, a la pérdida de la sensación de corporeidad (déficit de enraizamiento). La persona con síndrome de pánico parece no estar bien enraizada en su cuerpo. El poco contacto emocional con la parte inferior del cuerpo (abdomen, pelvis, piernas y pies) genera un sub-enraizamiento (falta de grounding). Así como encontramos un déficit de enraizamiento también ocurre lo mismo con el centramiento. Hay dificultad de centrar la energía en su cuerpo. Como vimos anteriormente, su cuerpo es vivido como una fuente de amenazas. Esa falta de confianza en su propio cuerpo, se ve traducida en una profunda suspicacia hacia las sensaciones orgánicas y hacia el funcionamiento natural del organismo. Los peligros vienen 176
de adentro, vienen del propio cuerpo. Y en esa experiencia de peligro interno, el sujeto con predisposición al pánico reacciona con ansiedad, con angustia y con miedo, lo que lo lleva a los síntomas físicos, emocionales y cognitivos anteriormente descritos. Estos estados de ansiedad son acompañados por alteraciones respiratorias, que por lo general producen situaciones de hiperventilación. La contracción crónica del segmento diafragmático, y del segmento torácico producen varios efectos somato-psíquicos. La intensa contracción del anillo diafragmático genera una sobrecarga energética en la parte superior del cuerpo (que se intensifica hacia arriba en el segmento ocular), disminuyendo el flujo de energía para la parte inferior del cuerpo (segmentos abdominal y pélvico). La contracción diafragmática puede generar alteraciones digestivas (mala digestión, náuseas, vómito, malestar estomacal, mal aliento), alteraciones intestinales (diarrea, constipación) y alteraciones sexuales (disminución del deseo sexual, falta de placer, inseguridad en el segmento pélvico, falta de firmeza en las piernas). El pecho se presenta en una actitud inspiratoria crónica, no pudiendo ceder a la espiración. Esta actitud, independientemente del estado de pánico, puede producir dolor torácico, angustia, ansiedad, sofocamiento, falta de aire, taquicardia y arritmia cardiaca. Como el pecho no puede ceder no hay contacto con las emociones profundas, aunque hay veces que la sobrecarga puede llevar a llantos inmotivados que funcionan con un efecto de vaciamiento energético, aliviando de esta manera la tensión interna. La contracción crónica de los segmentos torácico y diafragmático intensifican a nivel del SNA la simpaticotonía, mientras que la sobrecarga del segmento ocular genera en éste una parasimpaticotonía superficial y una simpaticotonía del núcleo. La contracción crónica del segmento diafragmático junto con la desconexión y desorganización de la auto percepción (contracción del segmento ocular) son bloqueos energéticos que mantienen a la persona en estado de alerta frente a la posibilidad de entrar nuevamente en crisis (estado de pre-crisis).
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Además de la desconexión psique-soma y de la desorganización de los patrones somáticos, otro recurso utilizado por personas con pánico para lidiar con la excitación interna es la depresión. La depresión puede ser un modo de protegerse frente al pánico. Limitando y disminuyendo la vitalidad y la pulsación emocional, se puede utilizar un recurso de protección para evitar el pánico. Es decir, una persona con pánico que se deprime está limitando su motilidad y su movilidad, disminuyendo su sensibilidad, hasta que esté en condiciones de lidiar con un mayor nivel de excitación, con forma y sentido.
POSTURA Psicoterapéutica FACILITADORA Es muy común que el paciente ya haya consultado al médico general, al cardiólogo, al neurólogo, y que los exámenes clínicos y de laboratorio realizados no presenten anormalidades que justifiquen tantas alteraciones vegetativas. Muchas veces estos pacientes llegan a nuestra consulta con una gran desconfianza en el diagnóstico médico (“cómo que no estoy enfermo si casi me muero”). En estos casos es conveniente dar una serie de informaciones acerca del síndrome de pánico, para que pueda confiar en el diagnóstico médico de que no hay una enfermedad cardiaca o neurológica. Esta información predispondrá al paciente a aceptar los trabajos corporales que sugeriremos más adelante. Otros pacientes (esta tendencia la hemos constatado en los últimos cinco años) ya llegan diagnosticados o auto-diagnosticados: “tengo síndrome de pánico”. Por lo general, ya fueron atendidos en las guardias de los hospitales o en las puertas de las emergencias móviles, habiendo sido incluso medicados con ansiolíticos y antidepresivos. Otros han estado años en psicoterapia de corte psicoanalítico sin lograr buenos resultados, ya que no se abordaba en profundidad la vía que eligió el paciente para la simbolización y expresión de sus conflictos: su propio cuerpo. En la recepción del paciente el trabajo en el área cognitiva es importante, en la medida que le permite al consultante recibir información acerca de los mecanismos que desencadenan y mantienen los ataques de pánico. Esta psico-educación le va a dar la posibilidad de reinterpretar sus síntomas físicos a la luz de la nueva información, de forma tal que el significado atribuido originariamente a los síntomas (“me estoy muriendo”), puedan transformarse en una interpretación no 178
catastrófica (“estoy teniendo un ataque de pánico, pero no me voy a morir”), reduciendo por lo tanto la ansiedad concomitante. No siempre el relato de los pacientes se corresponde con lo realmente vivido. Por ejemplo, son muy comunes las alteraciones en la percepción del tiempo. Las crisis (que pueden tener una duración de 10 a 20 minutos) son percibidas teniendo una duración mayor (“pasé toda la tarde llorando”). El esclarecimiento de este hecho ayuda a los pacientes a disminuir las crisis. Podemos consignar al paciente a que utilice registros de los pensamientos, sentimientos o hechos que anteceden en el tiempo al ataque de pánico. Estas cartografías nos van a permitir recabar datos de cuales pueden ser los disparadores del ataque, y reestructurar en su mapa vital una reformulación positiva del síntoma (por ejemplo: “cada vez que Ud. tiene un ataque de pánico, su cuerpo le está indicando que está sobrecargado de estrés y que tiene que parar”). Otro aspecto central es el tema de la confianza: en su propio cuerpo, en la alianza psicoterapéutica, etc. La confianza es un factor determinante para el tratamiento y para ayudar a los pacientes a dejar progesivamente la medicación. Frecuentemente la medicación pasa a ser una “seguridad ortopédica”, impidiendo, de esta manera, focalizar el tratamiento psicoterapéutico en la capacidad de auto-regulación del organismo, y en la creencia positiva del funcionamiento natural y saludable del propio cuerpo. Aun cuando el médico pueda recomendar el abandono de la medicación, los pacientes temen abandonarla. En estos casos sugerimos conversar con su médico el retiro paulatino de la medicación, esclareciendo al mismo tiempo la importancia de retomar su vida sin su uso. Por lo general, sugerimos retirar la medicación en el fin de semana, para poder experimentar sin ella. En el caso de que no se consiga en la primera tentativa, continuamos insistiendo en esta medida progresiva y gradualmente. El objetivo clínico es ayudar al paciente a confiar en su cuerpo y en su capacidad de mantener el equilibrio de su flujo energético. Y en este sentido, la paciencia y la firmeza del psicoterapeuta son herramientas decisivas en todo el proceso. Es muy importante que el psicoterapeuta esté calmado y con confianza (sensaciones que debe además transmitir al paciente permanentemente), que puede entender las dinámicas energético-emocio179
nales y además acompañar la progresiva liberación de las emociones más profundas. La persona con pánico tiene la necesidad urgente de expresar con detalle sus peores miedos y fantasías y sus sensaciones corporales, que pueden haber estado reprimidas durante mucho tiempo. Para exponerlo en términos bien sencillos, en el trabajo con pacientes con síndrome de pánico, creemos que el psicoterapeuta debe tener una postura facilitadora que acoja la demanda del paciente de la misma manera que acogería y tranquilizaría a un niño pequeño que se despierta en el medio de la noche, después de haber tenido una pesadilla. Obviamente, el paciente necesita que el psicoterapeuta no esté shockeado, ni aterrorizado, ni juzgándolo, y necesita percibir que se siente relajado y con calma en la situación contratransferencial. Normalmente les relatamos a los pacientes el resultado obtenido en situaciones semejantes a la suya, aunque sin prometerle nada en su caso particular. Esta información elimina la creencia de que su situación es única, favoreciendo la dirección de la cura sintomática. Hemos visto conveniente además, al reconocer la existencia del síndrome de pánico en el paciente, adelantarnos haciendo preguntas en relación a los síntomas esperados. Esta actitud favorece la relación de confianza, permite que el paciente se sienta comprendido en sus síntomas y ayuda a develarle el “misterio” en el que vive en relación a su propio cuerpo. Otro aspecto importante es mostrar un apoyo inmediato y permanente. La persona con pánico se siente totalmente perdida y sin recursos para librarse de una situación irresistiblemente amenazadora. Cuando los pacientes están en este estado pueden hacer cualquier cosa para intentar revertir la intolerable ansiedad. Por lo general, sienten una necesidad inmediata de atención. En principio, es conveniente con estos pacientes estar a su disposición ya que la persona en pánico querrá ver al psicoterapeuta tan a menudo como lo necesite (sea diariamente
Un paciente me relataba subjetivamente de esta manera los ataques de pánico: “imaginate un grito muy fuerte que viene de afuera; bueno, el pánico no es un grito que viene de afuera, es un grito muy intenso que viene de adentro”. Ese grito “que viene de adentro” quizás sea una manera singular de proponer un cambio, y quizás sea un grito lanzado a un Otro, para que lo pueda leer y decodificar.
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o sólo una o dos veces por semana). ¿Hasta cuando? Hasta que los síntomas extremos disminuyan a niveles tolerables. A menudo, el punto crítico del pánico disminuye tan pronto como los pacientes saben que el psicoterapeuta los verá muy pronto. Algunos pueden esperar hasta la noche. Otros se calman escuchando la voz del psicoterapeuta en el contestador telefónico. La presencia disponible del psicoterapeuta (junto a su destreza, su comprensión y su cuidado) es una contribución sustancial para ayudar al paciente a revertir su sentimiento de dispersión, disolución y de abandono que puede sentir en los momentos previos a las crisis y ataques de pánico. En orden de no favorecer una relación clínica de dependencia, ya en las primeras sesiones vamos introduciendo pedagógicamente información tranquilizadora para que el paciente pueda entender cómo se producen sus síntomas, cómo se intensifican y cómo puede comenzar a controlarlos. Por ejemplo, dándole información clara sobre la producción y el uso de energía desde la respiración, y cómo se van produciendo determinados síntomas a partir de situaciones de hiperventilación.
Psicoterapéutica Hay que discriminar en los pacientes con pánico: a) La persona que viene a psicoterapia en estado de colapso ansioso con poca o falta total de integración yoica (generalmente pacientes con déficit de acorazamiento: estructuras psicóticas, borders, trastornos disociativos, con trazos de carácter esquizoides, esquizo-orales, etc.). b) La persona que comienza psicoterapia con ataques de pánico pero que tiene algún grado de estructura yoica, así como también
A esta actitud psicoterapéutica le llamamos Simbiosis Constructiva, ya que le permitimos al paciente la “regresión simbiótica” por un tiempo, estando atentos de no privarlo en su demanda de atención pero tampoco “dando de más”, lo que socavaría sus posibilidades de auto-regulación. Para muchos pacientes escuchar la voz de su psicoterapeuta, incluso por teléfono, los apacigua. Por eso es conveniente, en esta fase de “simbiosis constructiva”, darle libertad al paciente para que llame al psicoterapeuta cuando así lo necesite (generalmente en los momentos previos a la aparición de una crisis). Una paciente me contaba, luego de atravesada esta fase, que llamarme y escuchar mi contestadota le producía un alivio similar al de un infante que está jugando al cuarto oscuro y, en el medio de la oscuridad, le responden afirmativamente, a su pregunta: “¿estás ahí?”.
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un trabajo y un funcionamiento social (generalmente estructuras neuróticas, con trazos de carácter masoquistas, rígidos, etc.). Es muy importante para la persona que está paralizada por el miedo y el terror tratar de entender el proceso general de lo que le está sucediendo. En el trabajo analítico y en la verbalización, el psicoterapeuta debe ayudar al sujeto a realizar sus asociaciones con preguntas e indagaciones contactantes, siempre evadiendo la intelectualización. Es mucho más importante que el paciente llegue a sus propias comprensiones, a sus propios insights, a que el psicoterapeuta se los señale racionalmente. Si el paciente comienza a asociar libremente y se dispersa en una verbalización extensa y sin contacto, es importante que el psicoterapeuta lo pueda ayudar a comenzar a organizar el material discordante. Otras veces el psicoterapeuta debe parar el monólogo frenético y focalizar en lo que paciente teme en el momento. Por ejemplo, podemos pedirle que pase a posición supina, que se recueste, que pare de hablar, que respire profundamente, al mismo tiempo que tocamos suavemente su cabeza, su pecho, su diafragma, o su abdomen. El contacto físico suave es a menudo, en las situaciones de pánico, mucho más tranquilizador que cualquier respuesta verbal. Como veíamos anteriormente, aunque las sensaciones corporales sean reales, intensas y asustadoras, el paciente con pánico hace interpretaciones erróneas sobre ellas, aumentando considerablemente la ansiedad y generando así un círculo vicioso. Se comporta como un detective en relación a sus sensaciones corporales. Si bien sus percepciones son reales, su interpretación es exagerada, generando una disociación entre el nivel corporal y el psicológico. El trabajo verbal se concentra, en primera instancia, en las interpretaciones que el paciente hace de sus sensaciones, procurando el esclarecimiento y la reinterpretación psicoterapéutica basados en la vivencia psicorporal de la psicoterapia. Buscamos, de esta manera, ampliar la comprensión de los procesos afectivos, reviendo los acontecimientos y los modos de lidiar con el pánico. Analíticamente cartografiamos:
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a) La historia de traumas del paciente. b) Las transiciones, los cambios, las presiones presentes en los momentos en que el pánico comenzó. c) Las formas de las estrategias de vida que no alcanzaron para enfrentar los acontecimientos. d) Las formas actuales y los procesos emergentes, buscando conectar a la persona con su proceso formativo, con su realidad y con su organización somática (Stanley Keleman; 1987). Esquizoanalíticamente buscamos: a) La creación continua de nuevas formas existenciales en el proceso de formación y de construcción de territorios existenciales. b) Abrir los territorios existenciales a nuevos sentidos y afectos. c) Reconocer las formas singulares y los regímenes afectivos que surgen de los encuentros, tomando contacto con los nuevos sentidos de vida que puedan derivar de dichas afectaciones. La psicoterapéutica se encamina para la reorganización de la personalidad. El paciente inundado por emociones que exceden su capacidad de integración yoica, necesita recursos para lidiar con esa situación traumática. El paciente aprende técnicas para poder influir en sus crisis. La psicoterapia corporal bioenergética con estos pacientes nos va a permitir colocar la mente y el cuerpo juntos, y ayudar a la persona a que esté en control de su cuerpo. El paciente aprende técnicas para disminuir la intensidad de las crisis: acentuando la identificación con el cuerpo, focalizando y centrando la atención en el funcionamiento espontáneo y en las respuestas naturales del organismo, afinando la discriminación yo-mundo, ampliando los recursos internos para adquirir una comprensión coherente de las reacciones de su cuerpo frente al estrés. Lo primero que le vamos a enseñar al paciente es enraizamiento bioenergético bien simple, complementando los trabajos de grounding con ejercicios de centramiento, respiración y relajación muscular. Estas técnicas están orientadas a interrumpir la retroalimentación entre el componente fisiológico de la ansiedad (por ejemplo la hiperventilación o la tensión muscular aguda o crónica) con el aspecto emocional subyacente (rabia, miedo).
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Una técnica que utilizamos para enseñarle al paciente a tranquilizarse y disminuir los niveles de ansiedad es respirar en forma suave, lenta y profunda, utilizando las cuatro fases rítmicas de la respiración (inspiración, retención de aire, espiración y retención en vacío). Se le consigna al paciente sentarse cómodamente con su mano derecha en el corazón y su mano izquierda en la barriga, presionando suavemente los pies contra el suelo en la espiración, de una forma bien leve, haciendo conciente el segmento torácico y abdominal. Si queremos establecer un contacto de soporte, una mano del psicoterapeuta puede colocarse en la nuca del paciente y la otra sobre la mano izquierda del paciente que está haciendo conciente la respiración abdominal. Otra técnica respiratoria consiste en sentarse con la espalda recta y los hombros hacia atrás de modo tal que la cabeza sea sostenida por la columna como si fuese estirada hacia arriba por un hilo en la nuca. Los pies deben tener buen contacto con el suelo, los brazos se apoyan en los muslos o cuelgan a los costados, los músculos están lo más relajados posibles. Se le pide al paciente que respire lentamente como por un tubito –como por una “pajita”– hasta el vientre. Cuando los pulmones están llenos, se le pide que pare, que retenga la respiración por poco tiempo y que comience a espirar lentamente, otra vez como si soplara por un sorbito. Al final de la espiración, se le consigna que largue todo el aire y que espere, haga una pequeña pausa, hasta que sienta la necesidad de inspirar nuevamente. Luego se le pide que permita a su cuerpo respirar más lento y profundo, con la ayuda de un conteo que va realizando el psicoterapeuta en voz alta. Primero en las espiraciones “5, 4, 3, 2, 1, pausa”, luego durante las inspiraciones “1, 2, 3, 4, 5, pausa”. Siempre respirando como por una pajita10. En segunda instancia le enseñamos al paciente a limitar las crisis y a evitarlas, hasta alcanzar un punto en el desarrollo de la psicoterapia en que ya las mismas no suceden más. Cuanto más sabe el paciente acerca de cómo se desarrolla el pánico en su cuerpo más va a disminuir el miedo subyacente. En este sentido es muy importante que la persona pueda administrar lo que le acontece en un ataque de pánico.
10 Los ejercicios respiratorios se deben practicar dos veces por día, todos los días, durante 10 minutos. Después de dos semanas tanto la hiperexcitación como la predisposición al pánico se verán claramente reducidos ya que el nivel de estrés acumulado va bajando lentamente día a día.
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Si ayudamos al paciente a confiar en su cuerpo, luego de pocas sesiones podremos hacer posible trabajar dinámicamente otros puntos, dejar la medicación prescripta, mejorar su calidad de vida; por ejemplo disminuyendo las pesadillas (los sueños van cambiando las pautas corporales y de movimiento hacia otra organización). El paciente que se soñaba atemorizado y congelado en una respuesta de contracción, comienza a luchar, a escaparse, a calmarse y encontrar lugares seguros, aproximándose poco a poco a otra realidad psico-somática). Para ello le damos seguridad a través del señalamiento de nuevas pautas de pequeños movimientos que quizás, en un principio el paciente los viva como “placenteramente peligrosos o peligrosamente placenteros” (como me decía la primer paciente que atendí con pánico en el año 92). Por ejemplo, a diferencia de un trabajo clásico con masoquistas en donde la expresión biofísica y emocional es de mucha descarga, rabia y vibraciones, al trabajar con un paciente con pánico o en shock los niveles de soporte, contención, centramiento y enraizamiento son claves. Tenemos que tomar en cuenta además, que cuando trabajamos con personas diagnosticadas con síndrome de pánico, estos pacientes generalmente tienen otros problemas además del pánico. El pánico no es un trazo de carácter. Muchas veces debajo del pánico comienzan a aparecer situaciones traumáticas. Y como sabemos desde la Clínica Bioenergética, el trabajar con trauma lleva tiempo. Una de las claves del trabajo con trauma es darle al paciente el tiempo que necesite para que pueda desarrollar niveles importantes de seguridad interna y externa, que le permitan luego integrarse y expresarse sin sufrir ninguna retraumatización iatrogénica. Al llegar a este momento comenzamos a trabajar con los contenidos más profundos, buscando desbloquear las emociones, los momentos de transición, los acontecimientos traumáticos que causaron la desorganización. Este puede ser un momento de contacto con las angustias, con los dolores, con los cambios profundos de la personalidad. Es aquí cuando comenzamos a incluir el análisis caracterial, no antes. En caso de persistir el pánico la cuestión más importante será la reorganización energética y el reequilibrio vegetativo. Creemos que es aconsejable y prudente no iniciar el trabajo con el carácter si el mismo se encuentra encubierto por los disturbios energéticos y vegetativos. 185
Por ejemplo, antes del pánico un paciente podría ser caracterialmente activo, productivo, participativo, expansivo, valiente, amoroso, mientras que luego de instalado el síndrome de pánico ese mismo paciente puede perder su empleo, tener crisis conyugales, desarrollar una incapacidad de manejar, de salir de la casa, de viajar, de quedarse solo, tornándose dependiente, agresivo, evitando las situaciones sociales tales como reuniones, fiestas, etc. En estos momentos es cuando puede comenzar a recibir críticas de su entorno del tipo de “no tenés fuerza de voluntad”, “no querés asumir responsabilidades”, “no querés madurar”, “no te comportás como un adulto”, etc. Al momento de entrar a trabajar con el carácter no debemos descuidar ni las conductas, ni las configuraciones vinculares o sistemas de relaciones que puedan estar manteniendo los síntomas. Por ejemplo, ayudando a la familia a aprender a reconocer cómo determinadas conductas del núcleo familiar alimentan el espiral de ansiedad del paciente en lugar de frenarla. O connotando positivamente ciertos comentarios familiares que podrían aumentar la ansiedad del paciente, por ejemplo: “cuando su compañero le dice que no le pasa nada, en realidad está expresando sus deseos de verla bien, y no minimizando lo que Ud. siente. Claro que esto a Ud. no la ayuda, pero quizás pueda escuchar la preocupación implícita que hay en las palabras de su compañero”. A medida que va saliendo de las fases de crisis buscamos que el paciente pueda identificar y asimilar los sentimientos y sensaciones que lo habían llevado al pánico. Esto implica reconocer las transiciones, los cambios en la vida que no estaban siendo elaborados, buscando modos más vitales y menos defensivos de lidiar con los encuentros y las afectaciones. En todos los momentos de transición de la vida pueden ocurrir acontecimientos críticos, experiencias excesivas que traspasan las posibilidades de asimilación de algunas personas, produciendo un sufrimiento emocional que derive en pánico. Por ejemplo, transiciones difíciles pueden ocurrir en los cambios de las fases de la vida como las primeras socializaciones, la entrada en la pubertad, la salida de la adolescencia, el pasaje para la vida adulta, la jubilación, el crecimiento de los hijos. Otros momentos críticos de transición puede ser la pérdida de un trabajo, una mudanza, un cambio de país, el fin de un relacionamiento afectivo, la muerte de un ser querido, el nacimiento de un hijo, un aborto, etc.
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Muchas personas no se dan cuenta de estos pasajes, de estas crisis, y apenas sienten sus efectos posteriores y sus síntomas. Estos momentos críticos pueden derivar en un proceso de desequilibrio interno, de marginalización de partes de sí, que puede llevar, a algunas personas, a desarrollar el síndrome de pánico. Siguiendo la hipótesis central de este ateneo: especialmente en aquellas personas que presentan una acentuada tendencia a la desconexión psique-soma. El origen del síndrome de pánico puede ser buscado en la historia de vida de la persona. Nos concentramos en la época en la que comenzaron las crisis. Por lo general, encontramos aspectos importantes de su vivencia que fueron dejados de lado, retornando posteriormente como elementos extraños a la propia persona, llevándola a la respuesta de pánico. El trabajo biofísico lo realizamos desde el inicio del proceso psicoterapéutico. Lo consideramos fundamental ya que: a) permite un abordaje profundo sobre la dinámica basal del pánico; b) actúa sobre la cuestión central de la integración cogniciónsoma; c) desarrolla la funciones de enraizamiento corporal y de centramiento emocional, contribuyendo a solucionar el problema de la desorganización energética; d) posibilita un manejo de los estados de ansiedad, de angustia y de pánico con resultados favorables significativos, sin desplazamientos sintomáticos posteriores. La técnica más efectiva que hemos integrado al Análisis Bioenergético Reichiano para el tratamiento de los trastornos de ansiedad es la del EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing / Movimientos Oculares, Desensibilización y Reprocesamiento a través de Movimientos Oculares), lo que ha fortalecido considerablemente nuestra metodología de trabajo. Esta nueva técnica, desarrollada por Francine Shapiro a partir de 1987, nos permite realizar un trabajo de estimulación bilateral a través de movimientos oculares, del tapping y de la sonorización bilateral, junto a las técnicas reichianas tradicionales (actings neuromusculares, ejercicios de respiración y movimiento, posturas de enraizamiento, etc.), unidas a protocolos específicos para 187
el trabajo verbal que facilitan su aplicación. Al igual que las técnicas reichianas que fomentan la auto-regulación organísmica, EMDR es una metodología que utiliza la capacidad innata de nuestro cerebro para el procesamiento de las situaciones traumáticas.
También hemos visto que los síntomas emocionales son eficazmente abordados combinando el Análisis Bioenergético Reichiano con TFT (Thought Field Therapy / Psicoterapia del campo del pensamiento), logrando al igual que con EMDR o TIR (Traumatic Incident Reduction / Reducción del incidente traumático), desensibilizar los recuerdos traumáticos de los ataques de pánico, así como neutralizar la ansiedad anticipatoria frente a las situaciones en que probablemente pueda desencadenarse los mismos. Los tres pilares del trabajo corporal bioenergético para el tratamiento del pánico son: • La movilización del segmento ocular. • La flexibilización y el desbloqueo de los segmentos torácico y diafragmático. • El trabajo con la base (pelvis, pies y piernas). Algunos de los objetivos buscados con el trabajo con los ojos son: - Desarrollar la integración psique-soma a través del pasaje del estado de contracción crónica del núcleo del segmento ocular a un estado pulsátil y funcional. - Aumentar la cohesión del campo energético. - Ayudar a expandir el núcleo energético contraído. - Desarrollar la visión binocular, convergente y focal, y la capacidad de estar en contacto con las sensaciones del mirar.
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- Acentuar las sensaciones corporales y la posibilidad de contenerlas sin necesidad de desconectarse de ellas, disociarlas o escindirlas. - Contribuir a una mayor identificación con el cuerpo. - Permitir tomar contacto con los registros psíquicos precoces relacionados a las vivencias traumáticas, para realizar posteriormente un reprocesamiento y una desensibilización de los mismos. - Traer a la persona para el aquí y el ahora disminuyendo su ansiedad y las emociones o sensaciones negativas. Una de las técnicas más importantes que utilizamos para el desbloqueo del segmento ocular es la movilización ocular con estimulación luminosa. Se le sugiere al paciente la realización de cuatro actings neuromusculares (punto fijo, acomodación y convergencia, lateralización, y rotación), junto a una foto-estimulación que realizamos con la luz de una linterna de bolsillo. Este trabajo se puede combinar con toques, masajes y digito presiones controladas en el segmento ocular, desde el rostro hasta la nuca, que favorecen el desbloqueo del anillo ocular y el descenso energético en la dirección céfalo-caudal. Los actings expresivo-emocionales activan la expansión del núcleo, la percepción objetiva y el proceso de focalización de la atención, disminuyendo la expansión superficial del campo visual (la percepción periférica) y la expansión del campo energético (los sistemas de vigilancia). Preferentemente trabajamos estas técnicas con el paciente en posición supina. Esta posición (que llamamos enraizamiento horizontal) es más regresiva y facilitadora del contacto con el nivel corporal visceral, alivia los temores frente a sensaciones más profundas y trae la vivencia de estar siendo cuidado y de no estar desamparado. El objetivo del trabajo con el segmento torácico y con el segmento diafragmático es el de restablecer la pulsación bioenergética y corporal a través del trabajo respiratorio, permitiendo un mejor contacto con las emociones. Algunas de las técnicas utilizadas para el desbloqueo del tórax y del diafragma son: - Toques torácicos, diafragmáticos y abdominales para liberar el descenso de la energía.
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- Trabajo en el taburete bioenergético (stool) para flexibilizar la coraza. Por ejemplo, podemos trabajar en el taburete con la fase espiratoria, ampliando la espiración sin esfuerzo y emitiendo un largo suspiro, permaneciendo un tiempo sin espirar. La ampliación de la capacidad espiratoria abre otros caminos para la descarga energética, trayendo la posibilidad de relajación y de alivio de la sobrecarga emocional ascendente. - Actings para el 5to. y 6to. segmentos (respiración profunda, “gato”, “remador”, “medusa”) para liberar el diafragma y el abdomen, aliviando de esta manera la sobrecarga de los segmentos superiores del cuerpo. Estas técnicas de respiración activan las funciones digestivas, intestinales (psicoperistaltismo) y las funciones sexuales, intensificando el flujo energético para la base. - Una vez que se estableció una relación de confianza y hay un buen rapport con el trabajo biofísico, se puede proponer al paciente un trabajo de hipernea. La finalidad del mismo es producir una experiencia similar a la que se genera en el ataque de pánico, pero esta vez en un contexto seguro, confiable y tranquilizador, haciendo participar al paciente en la producción de los síntomas y en su alivio. Se debe alertar al paciente que este trabajo promoverá sensaciones semejantes a las que vive en los momentos de crisis. Siendo conveniente anticipar las sensaciones que puede sentir (hormigueos en las manos, en la boca, mareo, sensación de desmayo, etc.), pidiéndole al paciente que comunique las mismas antes de que traspase su límite de tolerancia. Luego se pasa a respirar profundamente pero sin ningún esfuerzo, para activar la función parasimpática, que ayuda al reequilibrio del sistema vegetativo. En el trabajo con la base utilizamos varias formas de enraizamiento vertical con el objetivo de concientizar al paciente de la sensibilidad, de la fuerza y de la seguridad de sus piernas, junto a su función de soporte y equilibrio. Para el trabajo con la base proponemos: - Posturas de enraizamiento vertical (toma de tierra, arco, arco invertido, etc.) para obtener más firmeza, más confianza en la base, lo que se logra con un mejor y mayor contacto con la tierra (para el Análisis Bioenergético la tierra representa la realidad). 190
- Trabajos expresivos con las piernas (kicking, enraizamiento aéreo, taburete bioenergético) para fortalecer los músculos subcargados, para desarrollar la sensibilidad de la base, generando una mayor movilización energética hacia los segmentos inferiores, para facilitar la integración de las sensaciones y emociones sexuales y agresivas. - Cambios de postura (de forma) y estiramientos para mejorar la organización del eje corporal.
ACTITUDES DIARIAS FACILITADORAS Usualmente, sesión tras sesión, vamos desarrollando actitudes diarias facilitadoras para disminuir los síntomas y espacializar la reincidencia de las crisis, indicándole al paciente la realización de tareas directivas domiciliarias puntuales. Buscamos darle confianza al paciente para que pueda comenzar a hacer cosas solo: salir, venir a la sesión sin compañía, volver a manejar, etc. La recuperación de la confianza básica es muy importante y, como decía anteriormente, se logra con la psicoeducación y con una actitud psicoterapéutica facilitadora que dé soporte y contención11, hasta que el paciente logre revertir el desarreglo vegetativo y se reencuentre nuevamente con niveles importantes de auto-regulación organísmica. Cuando el nivel de angustia y de ansiedad lo permite, le sugerimos al paciente: - La realización de caminatas diarias que facilitan el descenso de la energía para la parte inferior del cuerpo, aliviando la sobrecarga superior y fortaleciendo la seguridad de las piernas. - Acciones musculares para traer energía al cuerpo intensificando la vivencia de corporeidad: danza, meditaciones dinámicas, movimientos rítmicos de piernas y pelvis, saltar la cuerda, etc. - Búsqueda de placer en la relación sexual (o en su defecto en la masturbación). Le sugerimos además:
11 Esta actitud contenedora implica el dar soporte hasta en los más pequeños gestos. Por ejemplo, si vemos que el paciente tiene frío, lo tapamos.
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- Tomar baños ligeramente fríos que descarguen la expansión superficial y faciliten la contracción de la superficie hacia el centro. Normalmente el paciente con pánico evita los baños pues el contacto con el agua caliente y el vapor intensifican la expansión del campo energético y las perturbaciones de la percepción. - Beber mucha agua, que alivia la sobrecarga energética y elimina las toxinas resultantes de la paralización energética (estasis). - Atención focal en cualquier actividad lúdica como tirar dardos, por ejemplo, o en cualquier actividad rutinaria como dibujar, hacer tricot, crochet, etc. Con el mismo objetivo se le puede pedir al paciente que realice durante 10 minutos diarios un ejercicio de focalización y convergencia. Por ejemplo, estirando lentamente desde la nariz hacia adelante en forma horizontal, una cuerda, cinta o cordón de aproximadamente un metro de largo.
PRONÓSTICO Uno de los criterios importantes para evaluar los tratamientos para el síndrome de pánico es su eficacia en la prevención de nuevas crisis y de futuras recaídas. La repetición de las crisis y la disminución del tiempo entre las mismas favorecen el desarrollo de fobias y cuadros hipocondríacos, además de aumentar la inseguridad, disminuir la autoestima y la confianza en el propio cuerpo. Las investigaciones actuales demostraron que la posibilidad de recaídas es menor cuando hay intervención psicológica, y es mayor cuando el tratamiento es utilizado sólo por medio de medicamentos. De todos los casos tratados, desde 1992 en adelante, no hemos visto (en las sesiones de control periódicas que realizamos con los pacientes luego de finalizados sus tratamientos) que hubiese ni recidivas, ni desplazamientos sintomáticos, constituyéndose así esta metodología en una de las más eficaces para el abordaje y el tratamiento del síndrome de pánico en procesos breves e intervenciones focalizadas.
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2.2 Estrés postraumático: las marcas en el cuerpo CICATRICES DE LA VIDA COTIDIANA Desde hace algunos años, académica y científicamente, hay un nuevo reconocimiento del papel que juega el trauma en la vida de las personas y de los colectivos. Los enfoques de diversas teorías y disciplinas, como así también de los distintos métodos de tratamiento, han reconocido el impacto del trauma en las diversas funciones, manifestándose en alteraciones afectivas, cognitivas, motrices, de la memoria, en las relaciones sociales, como así también en el desarrollo evolutivo. El trauma psicológico forma parte de nuestra vida cotidiana. Desde el momento mismo de nuestro nacimiento los seres humanos estamos sometidos a una serie de situaciones que, de una manera u otra, dejan huella en nosotros. La variedad de situaciones traumáticas que debemos atravesar a lo largo de nuestras vidas es prácticamente inconmensurable: - desde aquellas puntuales o únicas, a aquellas repetidas o prolongadas a lo largo de años; - desde las naturales a las provocadas por otros seres humanos; - desde las accidentales a las intencionales; - individuales, colectivas o masivas; - sufridas en carne propia o por nuestros semejantes, el microtrauma cotidiano se acumula día a día. Quizás esta misma omnipresencia haya hecho que la figura del trauma se convierta en fondo, y durante mucho tiempo se consideró al trauma, por parte de los profesionales, como algo que no requería una especial atención. Desgrabación de las sesiones temáticas del módulo “Clínica Bioenergética del Estrés y del Trauma” desarrollados en la especialización en Análisis Bioenergético Reichiano (TEAB, abril/mayo 2004).
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Esta tendencia se ha ido revirtiendo en los últimos veinte años. Movimientos sociales de apoyo a víctimas de la violencia fundamentalmente, han motorizado el conocimiento de la naturaleza de la respuesta traumática y avanzado considerablemente en los tratamientos aplicados. Charles Figley (una de las autoridades mundiales en el tratamiento del trauma) fue uno de los pioneros en este sentido. En los denominados países centrales (principalmente en EEUU, Gran Bretaña, Holanda, Australia, etc.) se ha invertido enormes cantidades de energía y dinero en la investigación del trauma y sus efectos. Esta no ha sido la realidad en países de habla hispana. La explicación que podríamos darle a este hecho es que en los países latinoamericanos, durante las peores décadas de las dictaduras cívico-militares, por ejemplo, la atención estuvo centrada más en la supervivencia que en el estudio de las situaciones vividas. Por otra parte desde el punto de vista científico, el trauma psicológico estuvo sesgado durante mucho tiempo al concepto freudiano de trauma y recién en 1980, en ámbitos académicos, se llegó a considerar al actual concepto de trauma, a partir de la inclusión en el DSM III del diagnóstico de TEPT. Es decir que el concepto moderno de trauma es reciente, comienza en el año 1980 en que se estableció el diagnóstico del Trastorno por Estrés Pos Traumático (TEPT) en el sistema del DSM (Diagnostic and Statistical Manual de la American Psychiatric Association) que establece el diagnóstico de estrés postraumático como las reacciones psicológicas que tiene un individuo expuesto a situaciones que están fuera del rango de lo normal, de lo cotidiano, aunque esta definición ya ha variado con el DSM IV, como veremos a continuación. De esta manera podemos afirmar que el concepto de trauma, su diagnóstico, los mecanismos de acción y tratamiento está en plena evolución. La aplicación de estudios complementarios de alta tecnología, tales como las tomografías por emisión de positrones permitieron ir conociendo con mayor precisión los mecanismos fisiológicos implicados. El estudio del trauma complejo aun promete ser uno de los campos de desarrollo más importantes en los próximos años. El avance de los tratamientos tradicionales y el desarrollo de nuevos abordajes es permanente. En el año 80 se formuló el diagnóstico de TEPT para su inclusión en el DSM III al capturar nosológica y fenomenológicamente la psicopatología 194
asociada con la traumatización en adultos. Numerosos estudios han demostrado que la construcción diagnóstica de TEPT es clínicamente relevante para los individuos que han sufrido incidentes traumáticos únicos, tales como violación, ataques físicos, tortura y accidentes automovilísticos, por ejemplo. Psicobiología del Estrés Traumático En 1934, Hans Selye enunció por primera vez el concepto de Estrés. Desde aquel momento hasta la fecha, la concepción acerca del mismo ha ido evolucionando. Hoy, podemos definir el estrés como los procesos fisiológicos y psicológicos que se desarrollan cuando existe un exceso percibido de demandas ambientales sobre las capacidades percibidas del sujeto para poder satisfacerlas; y cuando el fracaso en lograrla tiene consecuencias importantes percibidas por el sujeto. El concepto moderno de estrés, entonces, refleja la interacción entre 3 factores: • El entorno • La manera como la persona percibe el entorno (función de la personalidad, experiencias previas, etc.) • La percepción de los propios recursos de la persona para enfrentar las demandas del entorno (o Autoeficacia Percibida). De acuerdo con Selye, esto provoca en el individuo dos tipos de respuesta: de afrontamiento o de huida (fight or flight). Consecuentemente, el organismo se prepara para luchar o huir. Es así que se produce un aumento del ritmo cardíaco, del ritmo respiratorio, de la presión sanguínea, se dilatan las pupilas, se tensan los músculos, se produce una vasoconstricción periférica, aumenta la glucemia, se libera adrenalina, noradrenalina, glucocorticoides, etc. Cuando uno está expuesto a estímulos de esta naturaleza, el organismo reacciona con una respuesta biológica-fisiológica al estrés, con una liberación de hormonas y neurohormonas, (corticoides, adrenalina, noradrenalina, oxitocina, catecolaminas, vasopresina, opioides endógenos, cortisol, etc). que provoca en algunos casos la alteración en la memoria (en el almacenamiento en la memoria de ese hecho
Las funciones básicas del cortisol son las de hormona “antiestrés”, interceptando las reacciones biológicas que se inician por la respuesta al estrés. La activación simultánea de catecolaminas y glucocorticoides estimulan las conductas activas de confrontación, mientras que el incremento de la alerta en presencia de niveles menores de glucocorticoides provocaría reacciones indiferenciadas de lucha o de huida.
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traumático), modificaciones en la arquitectura del cerebro (a nivel del volumen del hipocampo, incremento de la actividad de la amígdala, desequilibrio del funcionamiento de ambos hemisferios) y síntomas específicos (re-experimentación, evitación, hiperactivación). Cuando el individuo ha experimentado, ha presenciado o se ha enterado de acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás, y la persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensos (DSM-IV, 1994), y como resultado de ello experimenta además tres clases de síntomas (de re-experimentación del hecho traumático, de evitación y de hiper-activación, como veremos más adelante), se dice que sufre de un TEPT. En el TEPT, eventos menores o el recuerdo del trauma pueden precipitar una exagerada reacción neuroendócrina: esto altera permanentemente la forma en que un organismo se maneja con su medio cotidianamente e interfiere en cómo dicho organismo hace frente al estrés agudo subsecuente. Las investigaciones más recientes (Rauch y col., 1996; Gurvits y col., 1998; Bremner y col., 1995, 1999; Stein y col., 1996, 1997; Liberson, 1999; Shin y col. 1999; Rauch y col., 1996; van der Kolk & Mc. Farlane, 1996, etc.) muestran hallazgos de que en el TEPT la natural habilidad del cerebro de integrar las experiencias se descompuso, por lo que podemos encontrar, entre otros efectos: Alteraciones de la memoria: en el TEPT se producen dificultades en el almacenamiento en la memoria del hecho traumático. El trauma está siempre “en presente”. A su vez, los recuerdos traumáticos tienen pocos elementos narrativos: cuando los pacientes con TEPT tienen sus flashbacks, el trauma es revivido como una sensación aislada, como huellas motoras y emocionales del trauma, sin una línea narrativa. Los elementos sensoriales de la experiencia son registrados separadamente, y son frecuentemente recuperados sin la apreciación de contexto al cual esta sensación o emoción refiere. Modificaciones en la arquitectura del cerebro: -A nivel del volumen del hipocampo. Se piensa que el hipocampo tiene la función de crear un mapa cognitivo que permite la categorización de la experiencia, y su conexión con otras informaciones autobiográficas. En pacientes con TEPT el hipocampo disminuye el volumen del 8% al 26%. El tamaño disminuido juega un rol activo en la 196
disociación y en la mala interpretación de la información en dirección a la amenaza. Lo que haría a las personas con TEPT vulnerables a reaccionar a nuevos estímulos de alerta como si fueran una amenaza (reaccionando con agresión o retirada –dependiendo de su personalidad pre-mórbida–). -Incremento de la actividad de la amígdala que cumple un rol central en la interpretación de la valencia emocional de la información entrante. La amígdala asigna un significado emocional a la información entrante y transforma el estímulo sensorial en señales hormonales y emocionales (iniciando o controlando las respuestas emocionales –el miedo, por ejemplo–). A su vez, altos niveles de estimulación de la amígdala pueden interferir en el funcionamiento hipocampal, impidiendo una apropiada evaluación y categorización de la experiencia. El hipocampo no puede cumplir su función integrativa: aparecen imágenes aisladas, olores, sonidos, palabras, sensaciones corporales que se sienten ajenos y separadas de otras experiencias vitales, causando la fragmentación continuada de la experiencia, al no poder integrar la información entrante en tiempo y espacio. -A nivel de la lateralización hemisférica. El cuerpo calloso permite transferir la información por ambos hemisferios, integrando los aspectos cognitivos y emocionales de la experiencia. Las investigaciones de tomografías, realizadas en personas con TEPT, dieron como hallazgos que los sujetos expuestos a relatos de su propio trauma mostraban diferencias en el involucramiento de cada hemisferio en el procesamiento de los recuerdos traumáticos. El hemisferio derecho, que evolutivamente entra “on line” antes que el izquierdo, está involucrado en la expresión y comprensión de la comunicación emocional global no verbal (tono de voz, expresión facial, comunicación visual/espacial), y permite una integración dinámica y holística a través de las modalidades sensoriales. Este hemisferio está particularmente integrado a la amígdala, que asigna significado emocional a los estímulos entrantes y ayuda a regular las respuestas hormonales y autonómicas a esa información. En contraste el hemisferio izquierdo mediatiza la comunicación verbal, organiza la resolución de problemas (analíticamente, razonando,
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empleando sintaxis) en un conjunto bien ordenado de operaciones y procesos de información en un modo secuencial. Este hemisferio parece ser menos activo en los pacientes con TEPT. Es en el área de categorización y clasificación de los estados internos que los pacientes con TEPT parecen tener particulares problemas, lo que explica que la falla de la función del hemisferio izquierdo durante los estados de alerta extrema, sea la responsables de la desrealización y despersonalización reportada en el TEPT agudo. Los primeros estudios de neuroimágenes en TEPT mostraron que, durante la exposición al relato traumático hubo una disminución del funcionamiento del área de Broca y se incrementó la activación del hemisferio derecho. Esto implicaría una dificultad de los individuos traumatizados para verbalizar en forma precisa qué es lo que están experimentando, particularmente cuando los sujetos se tornan emocionalmente alertas. Una relativa disminución en la representación hemisférica izquierda provee una explicación de por qué los recuerdos traumáticos son experimentados como atemporales y ajenos a sí mismos: la parte del cerebro necesaria para generar secuencias y para el análisis cognitivo de la experiencia no está funcionando adecuadamente.
Resonancia magnética nuclear (MRI) para medir el volumen hipocampal en pacientes con TEPT, y tomografía de emisión de positrones (PET scan) para mensurar la activación diferencial del SNC en respuesta a los relatos traumáticos y no traumáticos en los pacientes con TEPT. “La tomografía de emisión de positrones es una técnica basada en el uso de la antimateria. Se usa el fenómeno de aniquilación del par positrón-negatrón (o el electrón positivo-negativo) para generar fotones que pueden ser detectados por cristales rotando alrededor del cuerpo humano y cuyas señales se traducen con la ayuda de computadoras complejas que generan imágenes tridimensionales del cuerpo. Mediante un acelerado de partículas (ciclotrón) pueden crearse isótopos de carbono, oxígeno, flúor, etc., en prácticamente cualquier sustancia que contenga estos átomos. De este modo la sustancia queda marcada radiactivamente. Luego esa sustancia emite positrones para recuperar su estado previo, puede inyectarse en seres humanos y ser seguida para estudiar su comportamiento en el cuerpo. Al chocar con electrones, los positrones se aniquilan generando fotones, cosa que ocurre apenas el positrón ha dejado el núcleo del átomo porque los electrones están envolviendo toda forma de materia. La computadora localiza el lugar donde se produjo la aniquilación y comienza a generar el mapa de esas colisiones. La cámara de PET se parece exteriormente a una tomografía computarizada (TAC). La TAC si bien produce excelentes imágenes anatómicas que muestran la estructura anatómica de los órganos, no obtiene información sobre el funcionamiento de los órganos. La PET, en cambio, permite visualizar la función de los órganos, de los tumores, etc. Con esta técnica es posible ver si las neuronas están funcionando adecuadamente siguiendo su consumo de azúcar. Por ejemplo, se puede ver si un tumor es más o menos maligno, podemos además localizar en el cerebro en qué parte se siente miedo, qué parte se activa al hablar, al recordar o al mirar” (Entrevista calificada con el Dr. Henry Engler).
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TEPT: ¿trastorno de ansiedad, trastorno de memoria y/o mecanismo de sobrevivencia? El TEPT ha sido clasificado como un trastorno de ansiedad, junto a las fobias, al síndrome de pánico, al trastorno obsesivo compulsivo, a la ansiedad generalizada, etc. Sin duda que comparte con todos ellos el denominador común de la ansiedad como síntoma predominante. Por otro lado, también es conceptualizado como un trastorno de la memoria. Las investigaciones sobre la naturaleza de los recuerdos traumáticos, indican que el trauma interfiere en los procesos involucrados en la memoria explícita. Durante la exposición al hecho traumático, el área de Wernicke y Broca (aquella relacionada con la codificación de la experiencia en palabras) prácticamente colapsan, reduciendo su actividad notablemente, según lo revelan los estudios de diagnóstico por imágenes. Simultáneamente, aumenta la actividad en la amígdala, relacionada con la memoria emocional. Por lo tanto, el hecho traumático queda archivado en la memoria Implícita, y sólo deficientemente en la memoria Explícita o Narrativa. Un conocido estudio de 200 estudiantes de Harvard que participaron en la Segunda Guerra mundial muestra el papel que juega la memoria en las persona con TEPT, y cómo lo hace en las personas que no desarrollaron el Trastorno. Cuarenta y cinco años después, al ser entrevistados estos hombres que tenían un TEPT, las memorias de los eventos pasados en la guerra estaban intactas, en tanto que en los que no desarrollaron el trastorno, sus memorias estaban muy alteradas y todas las escenas de terror se habían esfumado. Por esto mismo el trauma es llamado también el terror sin palabras. Todos los síntomas enumerados, hasta cierto punto, parecen contradictorios: quien sufre de un trastorno de estrés postraumático parece haber quedado congelado en el tiempo, fijado al hecho traumático y parece condenado a la dialéctica de: - por un lado, revivirlo permanentemente en un aparente intento de procesarlo o archivarlo, - por otro, evitarlo, olvidarlo, y/o anestesiar sus sentimientos y reacciones para evitar el sufrimiento. Estos síntomas parecen tener una función adaptativa: - por un lado, proteger al individuo de la exposición al hecho traumático,
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- por otro lado, un intento frustrado de integrar la memoria emocional con la memoria verbal. La memoria explícita no recuerda, sino que revive, fallando en reconocer que el hecho pertenece al pasado. La integración de los recuerdos en la memoria narrativa, permite la desaparición de los síntomas. Parte de la eficacia de este trabajo clínico de integración, lo hemos constatado en el abordaje psicoterapéutico de ex presos políticos de la dictadura cívico-militar de nuestro país. Es necesario destacar que, reconstruyendo genealógicamente sus historias en los años más severos de la represión (1971-1980), los síntomas que se describen por la medicina tradicional y por la psicopatología como mecanismos de defensa patológicos (disociación, anestesia, aun la alucinación y el delirio) sirvieron en muchísimos casos, a las víctimas del terrorismo de Estado, como estrategia inconciente para sobrevivir en situaciones de extrema adversidad, vulnerabilidad y violencia. Es muy importante, en estos casos, en donde la dimensión política y socio-histórica es relevante, no retraumatizar a las víctimas del terrorismo de Estado sobrecodificándolas con categorías psicopatológicas. En las condiciones políticas de extrema adversidad, los mecanismos de defensa utilizados (insisto, aun el delirio) probablemente fueron la única estrategia posible de sobrevivencia que pudieron utilizar como resistencia a un poder despótico y dictatorial. Henry Engler es un claro ejemplo de cómo se puede sobrevivir a situaciones de extrema adversidad utilizando incluso la locura como mecanismo de defensa. Engler fue uno de los mandos militares más relevantes del MLN-T. Capturado por el ejército en 1972 fue uno de los nueve rehenes de la dictadura uruguaya, deambuló por pozos y cuarteles durante 13 años en las peores condiciones de reclusión, recibiendo sistemáticamente las peores torturas, entre las cuales estuvo dos años en completo aislamiento en condiciones infrahumanas. Al salir amnistiado en el año 1985 lo acusaron de loco, propios y ajenos, y decidió partir hacia Suecia. Reinició desde cero sus estudios de medicina, se graduó de doctor en medicina y actualmente es director médico del Centro PET de la Universidad de Uppsala en Suecia, y tiene grandes posibilidades de obtener un premio Nobel por su trabajo científico contra el mal de Alzheimer.
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Diagnóstico del TEPT Uno de los problemas que se constata clínicamente en la actualidad es que, por ser un campo específico, el tratamiento de estos trastornos postraumáticos no es bien diagnosticado y los pacientes son tratados por otras cosas con antidepresivos, ansiolíticos y/o antipsicóticos. Aunque el pánico, la ansiedad y la depresión puedan ser etapas de este cuadro, para alguien especializado puede ser obvia la presencia de los síntomas por estrés postraumático, pero un no especialista puede confundirlo fácilmente. Si se sospecha que el paciente atravesó alguna situación traumática es importante considerar el diagnóstico de TEPT y consultar especialistas en el tema. Tal cual lo señala la didacta internacional en EMDR Graciela Rodríguez, el caso de los ex combatientes de Malvinas es un claro ejemplo en la Argentina: antes del desarrollo de la psicotraumatología, no fueron bien atendidos y los malos tratamientos sólo lograron retraumatizarlos, por los efectos de la iatrogenia psiquiátrica (medicalización inadecuada) o por el hecho de exponerse una y otra vez al hecho traumático sin poder salir de allí, (por ejemplo en tratamientos excesivamente largos sin posibilidad de focalización o resolución sintomática a breve plazo). ¿Todas las personas que atraviesan una situación no habitual traumática, sufren posteriormente de TEPT? No. Una proporción después de sufrir una situación traumática puede volver a su vida normal sin tener consecuencias, aunque lo que sí sucede es que puede haber una peor predisposición frente a otro hecho traumático. No todas las personas desarrollan síntomas ni TEPT. ¿Qué condiciones se tienen que dar para que sea así? Los predictores más importantes son: primero, la historia de traumas previos. Quien estuvo expuesto a traumas previos es más probable que desarrolle un TEPT. Luego es importante la reacción en los momentos posteriores al hecho. Aquellos que tienen reacciones predominantemente disociativas tienen peor pronóstico, es decir todos aquellos que se sienten “anestesiados”, que no pueden sentir la intensidad de la situación traumática, que se sienten como en una nube o
Eduardo Cazabat, “Trastorno por estrés postraumático. Criterios diagnósticos”, trabajo presentado en el II Congreso Virtual de Psiquiatría, febrero 2001.
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que se disocian y se ven como desde afuera, tienen un peor pronóstico. Por supuesto que se debe tomar en cuenta además, la edad en que el trauma ocurrió, la relación con el agente responsable del trauma, el apoyo social recibido y la duración de la experiencia traumática. ¿El trauma siempre se refiere a la persona misma o puede vivirse como traumático algo que le sucede a otra persona? Ser testigo de un hecho traumático puede ser traumatizante. Uno puede no ser el protagonista del hecho traumático. Por ejemplo, presenciar una situación de tortura, o si una madre ve a su hijo ser atropellado en un accidente, etc. ¿Qué significa decir que una persona está traumatizada? Hay tres tipos de síntomas que desarrolla una persona que tiene estrés postraumático. a) Uno son los síntomas de re-experimentación del hecho traumático, es decir se revive el hecho de diferentes maneras. Estas reexperimentaciones tienden a involucrar memorias visuales y sensoriales intensas del evento, que generalmente son acompañadas de distress fisiológico y psicológico extremos, y a veces por un sentimiento de embotamiento emocional. Estos recuerdos intrusivos (que pueden ser en pensamientos, en pesadillas, en flashbacks, episodios disociativos, alucinaciones), reaparecen en imágenes o con la sensación de estar reviviendo el hecho traumático, provocando una intensa reacción fisiológica o emocional. Pueden ocurrir espontáneamente o pueden estar disparados por una serie de estímulos reales y/o simbólicos. b) Otro tipo de síntomas son los de evitación: la persona evita estar expuesta a situaciones que le recuerden el hecho traumático. Por ejemplo, no pensando, no pasando por el lugar del accidente, no viendo películas que contengan hechos similares. O lo puede evitar a través del embotamiento emocional y del desapego, anestesiándose, reduciendo el interés o la participacipión en actividades que le resultaban significativas, aislándose de los compromisos cotidianos, evitando la expresión de sentimientos (por ejemplo, a través de la incapacidad para sentir alegría y placer). A lo largo del tiempo estas características pueden convertirse en los síntomas dominantes del TEPT. c) El otro grupo de síntomas es la hiperactivación. Es decir, se desarrolla un patrón de activación incrementado expresado por respues202
tas de sobresalto exageradas, hipervigilancia, irritabilidad, problemas de memoria y de concentración, trastornos del sueño. La persona está como exaltada, irritable, cualquier ruido lo pone nervioso. En las formas más crónicas del TEPT este patrón de hiperactivación y la evitación pueden ser la característica clínica dominante. La hiperactivación hace que las personas traumatizadas sufran fácilmente de disestrés por estímulos inesperados. Sus percepciones tienden a focalizarse excesivamente en una búsqueda involuntaria de similitudes entre el presente y el pasado traumático. Y como consecuencia, muchas experiencias neutrales son reinterpretadas como asociadas con dicho pasado. Muchos de estos síntomas son a veces confundidos con otros trastornos, como el trastorno depresivo, de somatización, simulación, déficit de atención, personalidad antisocial, e incluso hasta con algún tipo de trastorno psicótico. ¿Cómo se hace el diagnóstico de TEPT? Para un diagnóstico positivo se tienen que dar los tres tipos de síntomas: reexperimentación, evitación, hiperactivación. Es decir, los tres tipos de síntomas tienen que estar presentes. El diagnóstico es fundamentalmente clínico. Un psicólogo o psiquiatra puede ir chequeando los síntomas, siguiendo los criterios diagnósticos especificados en el DSM IV. Hay algunas escalas en las que el paciente responde y el puntaje obtenido puede darnos una idea de si esa persona está sufriendo un trastorno por estrés postraumático. De todas maneras el último diagnóstico siempre es clínico. 1. Síntomas de re-experimentación. Éstos pueden producirse de variadas maneras: • por la irrupción recurrente de pensamientos, sentimientos o imágenes relacionados con el hecho traumático, • sueños y pesadillas recurrentes que producen malestar, • la sensación de estar viviendo nuevamente el hecho traumático, que puede darse bajo la forma de flashbacks intrusivos, episodios disociativos, ilusiones o alucinaciones, • reacciones fisiológicas o psicológicas intensas de malestar al exponerse a estímulos que recuerdan o simbolizan el hecho traumático.
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Es de destacar que cada nueva re-experimentación del hecho traumático provoca en el individuo una réplica de la reacción de estrés original frente al trauma, provocando así una re-traumatización. De esta manera, el trauma se auto-perpetúa. El individuo queda fijado en el tiempo y es continuamente reexpuesto al hecho traumático. 2. Síntomas de evitación. Bajo esta categorización se han agrupado dos tipos de síntomas: • los de evitación en sentido estricto, que incluyen el esfuerzo por evitar pensamientos, sensaciones, personas, lugares, actividades, hechos que recuerden el hecho traumático • los de carácter disociativo o de embotamiento psíquico, tales como: - incapacidad para recordar aspectos significativos del hecho traumático, - reducción del interés o de la participación en actividades que le resultaban significativas, - sensación de desapego, enajenación o extrañamiento, - reducción significativa de la vida afectiva, con incapacidad de experimentar sentimientos positivos, - sensación de futuro desolador y desesperanza. El individuo desarrolla esta serie de síntomas en un aparente intento de resguardarse de las emociones intolerables, o bien evitando directamente los recordatorios del trauma, o bien anestesiándose emocionalmente, ya sea por medio de mecanismos disociativos o síntomas de amnesia, ya sea por medio de consumo de sustancias, trastornos alimenticios, adicción al trabajo, etc. 3 Síntomas de hiperactivación, también denominados de Hyperarousal: • trastornos del sueño, • trastornos en la concentración, • irritación, • hipervigilancia, • respuesta de sobresalto exagerada. El paciente está siempre en guardia en otro intento de permanecer a salvo de la reexposición al hecho traumático.
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Curso El TEPT es de aparición brusca, pudiendo producirse dicha aparición hasta años después de producido el hecho traumático. El TEPT es un diagnóstico relativamente fácil de hacer cuando el paciente refiere la existencia del hecho traumático. En cambio, cuando los síntomas son de aparición tardía, en muchas oportunidades no es evidente para el paciente la vinculación entre la experiencia traumática y sus síntomas, por lo que el clínico debería investigar siempre la existencia de tales experiencias. La historia de traumas del paciente es un elemento importante en el diagnóstico diferencial y nunca debería ser omitida. A menudo, otro de los obstáculos que encuentra el clínico, es que frecuentemente el paciente evita hacer referencia al hecho traumático para evitar el sufrimiento. Aproximadamente la mitad de los casos que presentan esta sintomatología, suele resolverse espontáneamente en el lapso de los tres primeros meses. El resto, requieren de atención psicoterapéutica para su resolución. Cuanto más temprana se realiza la intervención, más rápida resulta su resolución. Si la intervención se demora mucho tiempo, el paciente estructura su vida en torno de los síntomas, dañando las actividades sociales, interpersonales, laborales, etc. por lo que la recuperación es más lenta y dificultosa. Predictores Uno de los principales esfuerzos de investigación ha sido puesto en poder determinar qué factores predicen mejor la posibilidad de que alguien expuesto a un hecho traumático desarrolle TEPT. Se ha hallado que dos son los predictores más precisos: 1. La historia previa de traumas del individuo: es así que quien ha sufrido otros traumas a lo largo de su vida, está más expuesto a desarrollar un TEPT. 2. Las reacciones disociativas durante e inmediatamente después del hecho traumático. Son aquellos individuos que reaccionan predominantemente con embotamiento emocional, o experimentando el hecho traumático como si le estuviera ocurriendo a otro, no sintiendo dolor, o percibiéndose a sí mismo como desde fuera de su cuerpo.
Ibidem anterior. Ibidem anterior.
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Los síntomas de disociación pueden manifestarse en diversa profundidad o intensidad: sentirse o estar en el aire, perdido, confundido, separado de las sensaciones, “sin cuerpo”. La disociación sirve para mantenerse alejado de las sensaciones del cuerpo, y está dirigida entonces, a aguantar la hiperexcitación en marcha, a tolerar y dejar pasar el tiempo mientras llega alguna posibilidad de escapar. Dentro de los mecanismos de disociación podemos incluir además la negación: la desconexión de los sentimientos y/o las memorias del evento traumático. En el DSM-IV se introdujo un nuevo diagnóstico, el de Trastorno por Estrés Agudo, en que con criterios similares al del diagnóstico de TEPT, se pone el acento en los síntomas disociativos (amnesia disociativa, despersonalización, desrealización, etc.)., de tal manera que, quien inmediatamente después de la exposición al hecho traumático desarrolla los síntomas de un Trastorno por Estrés Agudo, está en mayor riesgo de que esos síntomas se perpetúen bajo la forma de un TEPT. Con respecto a las características del hecho traumático tienen más posibilidades de desarrollar un TEPT quienes estén expuestos a hechos traumáticos 1. infringidos por la mano del ser humano, 2. por familiares directos o personas en las que se debía confiar, 3. los que son repetidos y reiterativos, 4. sufridos más tempranamente, 5. por los que se ha recibido presión al silencio, en contraposición a 1. los de carácter natural, 2. no intencionales, 3. hechos únicos, 4. sufridos a edad más avanzada, 5. de los que se ha podido hablar libremente, que tienden a resolverse más benignamente.
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EXPERIENCIA SOMÁTICA Y SÍNTOMAS DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO ¿Quienes ante un evento traumático quedan traumatizados y perviven con los síntomas del shock? Peter Levine (1999), desde el desarrollo de una nueva corriente (Somatic Experience) describe el proceso traumático desde una perspectiva somática y energética. Para Levine los síntomas traumáticos no están causados por el mismo suceso que los “desencadena”. Son consecuencia del residuo de energía congelado que permanece atrapado en el sistema nervioso y que no ha sido resuelto ni descargado. Los síntomas del TEPT se desarrollan cuando no se es capaz de completar el proceso de entrar, atravesar y salir del estado de inmovilización o congelación o descargar la energía residual generada en situaciones amenazantes o destructivas. Levine, por lo tanto, no considera al TEPT como una patología que deba ser tratada, sino como un malestar, que es resultado de un proceso natural de descarga, que ha sido sesgado frente a heridas que debieron ser curadas naturalmente a través de la auto-regulación. Desde una perspectiva del Análisis Bioenergético Reichiano y de la Experiencia Somática las claves para hacer facing con el trauma van a estar en la “capacidad para responder”, en los “recursos internos”, en la “capacidad de pulsación” de la persona, y en cómo estas capacidades están presentes en momentos en que se desarrolla la situación traumatizante. La capacidad de auto-regulación (self-regulation) fue la palabra que usó Reich para describir la habilidad para enfrentar el estrés y luego recobrar la homeostasis. Y ya sea en clave reichiana o desde la perspectiva levineana resulta siempre más fácil prevenir el trauma que curarlo. Como veíamos anteriormente una de las puntos importantes a comprender acerca de la naturaleza del trauma, es que no es el evento lo que lo produce sino la reacción no resuelta al mismo. Lo que determina que una persona sea traumatizada no es el haber sido abusada, o tener un accidente, sino la capacidad o no de responder al evento, la capacidad o no de usar su potencial para recobrarse. Según Levine la clave para evitar ser traumatizado es usar toda la energía que se activó frente al peligro, ya sea durante o después de ocurrida la amenaza. Si la energía no fue metabolizada, descargada o usada, permanece en el organismo, quedando el cuerpo
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sobreexcitado, lo que posteriormente producirá los síntomas del estrés postraumático. Dice Levine: “Cuando el sistema nervioso nos prepara para enfrentarnos al peligro, se produce una desviación hacia un estado altamente energetizado. Si somos capaces de descargar esta energía mientras nos defendemos activa y efectivamente de la amenaza (o poco después del incidente amenazador), el sistema nervioso volverá a recuperar su nivel normal de funcionamiento... Si la amenaza no ha sido manejada con éxito, la energía permanecerá en el cuerpo. Habremos dado lugar a un dilema que se perpetúa a sí mismo. A nivel psicológico, el cuerpo y la mente trabajan conjuntamente como un sistema integrado. Sabemos que estamos en peligro cuando percibimos una amenaza externa y nuestro sistema nervioso se excita en grado sumo”... Por ejemplo... “La persona amenazadora que se acerca a ti indica peligro, pero también lo hace el hecho de que tu cuerpo responda con un aumento de los latidos del corazón, una tensión de la musculatura del estómago, una conciencia intensificada y constrictiva del entorno inmediato y un tono muscular (en general) alterado. Cuando la energía de este estado activado en grado sumo no se descarga, el organismo concluye que todavía está en peligro. El efecto que esta percepción produce en el organismo es una continua estimulación del sistema nervioso para que mantenga y aumente ese nivel de alerta y de excitación. Cuando esto ocurre, se originan los síntomas debilitantes del trauma. El sistema nervioso activa todos los mecanismos fisiológicos y bioquímicos para enfrentarse a la amenaza; sin embargo, sin la oportunidad o los medios para responder efectivamente, no es capaz de sostener este intenso nivel de excitación. El sistema nervioso, por sí solo, es incapaz de descargar la energía. Esto crea un ciclo de activación que se perpetúa a sí mismo y que, si continúa indefinidamente, sobrecargará el sistema. El organismo para poder recuperar el equilibrio, debe encontrar una salida al ciclo creado por la percepción del peligro y la excitación que lo acompaña. Si fracasa y no lo consigue, a medida que el organismo compense este 208
estado de excitación, provocará la patología y la debilitación mediante las manifestaciones que ahora reconocemos como los síntomas del trauma”... Los síntomas... “El sistema nervioso compensa este estado de excitación que se perpetúa a sí mismo poniendo en funcionamiento una cadena de adaptaciones que, a la larga, constreñirán y organizarán la energía en forma de “síntomas”. Estas adaptaciones funcionan como si fueran una válvula de seguridad del sistema nervioso. Los primeros síntomas del trauma pueden aparecer poco tiempo después del incidente que los ha engendrado. Otros se desarrollarán con el tiempo... Los síntomas del trauma son un fenómeno energético que sirve al organismo proporcionando una forma organizada de manejo y constricción de la enorme energía contenida, tanto en la respuesta original frente a la amenaza como en la respuesta que se perpetúa a sí misma”. Según Levine, empero la singularidad de la experiencia de cada individuo y a pesar de la vasta diversidad de posibilidades que tiene a su disposición, el sistema nervioso parece favorecer unos síntomas por encima de otros. El propósito de la siguiente lista desarrollada por Peter Levine y por Ann Frederick no es el diagnóstico, pero puede funcionar como guía para entender cómo se despliegan los síntomas del trauma. En el núcleo de la reacción traumática (aquellos síntomas que además son susceptibles de aparecer antes que otros) tenemos: - hiperexcitación; - constricción; - disociación (incluida la negación); - sentimientos de impotencia. Otros síntomas que aparecen en el mismo momento del incidente o poco después, además de los ya mencionados son: - hipervigiliancia (estado de “alerta” permanente); - intrusión de imágenes retrospectivas; - sensibilidad extrema a la luz y al sonido; - respuestas emocionales y de sobresalto exageradas; - pesadillas y terror nocturno;
Levine, Peter (1999). “Curar el trauma”. Edcs. Urano, Barcelona. (1997); págs. 151-153.
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- cambios de temperamento bruscos, por ejemplo, reacciones de furia o rabietas, vergüenza; - capacidad reducida para manejar el estrés (se sufre estrés con facilidad y mucha frecuencia); - dificultad para dormir. Algunos de estos síntomas pueden aparecer en la siguiente fase del desarrollo o incluso en la última. Los síntomas que suelen ocurrir en la siguiente fase de desarrollo incluyen: - ataques de pánico, fobia y ansiedad; - mente “en blanco” o “espaciosidad”; - respuestas de sobresalto exageradas; - sensibilidad extrema a la luz y el sonido; - hiperactividad; - respuestas emocionales exageradas; - pesadillas y terror nocturnos; - comportamientos de evitación (evita ciertas circunstancias); - atracción hacia las situaciones peligrosas; - llanto frecuente; - cambios de temperamento bruscos; - actividad sexual exagerada o disminuida; - amnesia y mala memoria; - incapacidad de amar, de fomentar o establecer vínculos con otras personas; - miedo a la muerte, a enloquecer o a tener una vida corta; - capacidad reducida para manejar el estrés (se sufre estrés fácilmente y con mucha frecuencia); - dificultad para dormir. El último grupo de síntomas lo forman aquellos que, por lo general, tardan más tiempo en desarrollarse. Aunque no existe una regla fija que determine qué síntoma escogerá el organismo ni cuando lo hará, los síntomas que generalmente se desarrollan en último lugar incluyen: - timidez excesiva; - respuestas emocionales disminuidas o mudas; - incapacidad de comprometerse; - fatiga crónica o escaso nivel de energía; - problemas en el sistema inmunitario y algunos trastornos endocrinos como la disfunción tiroidal; - enfermedades psicosomáticas, en particular dolores de cabeza, problemas en el cuello y la espalda, asma, problemas del apa-
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rato digestivo, espasmos de colon y síndrome pre-menstrual agudo; - depresión, sensación de fatalidad inminente; - sentimiento de separación, desavenencia y soledad: “muerto en vida”; - pérdida de interés por la vida; - comportamiento y sentimiento de impotencia; - miedo a morir, enloquecer o tener una vida corta; - llanto frecuente; - cambios de temperamento brusco; - actividad sexual exagerada o disminuida; - amnesia y mala memoria; - incapacidad de amar, de fomentar o establecer vínculos con otras personas; - dificultad para dormir; - capacidad reducida para manejar el estrés y para formular planes. Como se señaló anteriormente, las personas manifestarán los síntomas traumáticos de un modo diferente según la naturaleza y la gravedad del trauma, la situación en que sucedió, y los recursos personales y de desarrollo que el individuo tenía a su disposición en el momento del trauma. En la versión original de “Curar el trauma” (“Healing trauma”), el subtítulo no es “Descubriendo nuestra capacidad innata para superar experiencias negativas” como en la edición española, sino “Waking the tiger”, expresión que hace referencia directa a cómo los animales salvajes podrían ser nuestros maestros al ejemplificar el equilibrio de la naturaleza. Es decir, los animales salvajes además de aportarnos una mayor comprensión sobre el proceso biológico de curación, nos proporcionan un modelo de salud y vigor, ofreciendo una valiosa visión de cómo podríamos funcionar si nuestras respuestas fueran puramente instintivas. Para Levine deberíamos prestar atención a nuestra naturaleza animal a fin de descubrir las estrategias instintivas que se requieren para liberarnos de los efectos debilitantes del trauma. Una de las dificultades que se presenta al trabajar con personas traumatizadas es la concentración desmedida sobre el contenido del incidente que ha engendrado el trauma. Los que padecen un trauma tienden a identificarse como sobrevivientes (estrategias de victimización o de auto-culpabilización), más que como animales con un poder instintivo para 211
curarse. En este sentido, como los desarrollamos en los laboratorios clínicos del TEAB, una de las estrategias claves en el trabajo con TEPT es el entrenamiento en el uso de auto-defensas. Siguiendo a Levine, la capacidad de los animales para reaccionar frente a la amenaza puede servirnos de modelo a los seres humanos. En respuesta a la amenaza, el organismo puede luchar, huir o inmovilizarse. Estas respuestas forman parten de un sistema defensivo unificado. Cuando las respuestas de lucha y de huida se ven desbaratadas, el organismo, instintivamente, se encoge a medida que se acerca a su última opción, la respuesta de inmovilización. Cuando se encoge, la energía que habría sido descargada al ejecutar las respuestas de lucha o de huida se ve amplificada o confinada en el sistema nervioso. En este estado emocional de ansiedad, la ahora frustrada respuesta de huida se convierte en ira; la respuesta de huida frustrada da paso a la impotencia. El individuo que ha caído en el estado caracterizado por la ira o la impotencia, todavía tiene la capacidad de volver abruptamente a una frenética respuesta de huida o a un feroz contraataque. Si el organismo es capaz de descargar la energía mediante la huida o la defensa propia y, de este modo, resolver la amenaza, no se producirá ningún trauma. Por el contrario, si el encogimiento continúa hasta que la furia, el terror y la impotencia se hayan acumulado y alcancen el nivel de activación que abrume el sistema nervioso, aparecerá la inmovilización o la persona colapsará. Ya que en lugar de descargarse, la intensa cantidad de energía inmovilizada se ve confinada junto a estados emocionales agobiantes y altamente activados de terror, ira e impotencia. En forma muy simple podríamos decir que ante una situación de peligro o amenaza la mejor estrategia sería atacar o correr. Si uno se inmoviliza porque no queda otra salida, volver a activarse prontamente, sería la mejor fórmula. Cuando este proceso ocurre naturalmente la mayor parte de las veces no habrá efectos traumáticos. Por el contrario para que una persona sea traumatizada se cumplirán los siguientes pasos: a) el organismo percibe la situación como potencialmente amenazante; b) la persona pierde la capacidad para enfrentar positiva y efectivamente el peligro; c) el organismo no es capaz de descargar la energía que el cuerpo movilizó para la ocasión quedando su sistema nervioso en estado de shock.
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DISCRIMINANDO algunas definiciones a utilizar... Siguiendo los lineamientos desarrollados por el orgonomista J. A. Carballo, en primer lugar discriminaremos los Traumas normales del Desarrollo que generan Conflicto o Déficit y terminan conformando el Carácter, del Trauma o Shock Emocional que puede provocar un Desorden o TEPT. Discriminaremos además el shock traumático de la anorgonia (concepto desarrollado por W. Reich). * Evento traumático: se caracteriza por ser un suceso a veces repentino, a veces no esperado, que es percibido como una amenaza a la vida. Por ejemplo: accidentes, desastres naturales, violencia, guerras, violación, abuso y pérdidas significativas de seres queridos. *Shock o trauma emocional: es la reacción a un evento traumático. Está caracterizado por la activación del sistema simpático (simpaticotonía), acompañada o no por una parasimpaticotonía reactiva. * Estrés traumático: es la reacción física a un evento traumático que involucra la activación del Sistema Nervioso Simpático y los reflejos de lucha, huida, parálisis y/o disociación. * Trastorno de Estrés Postraumático: Estrés traumático que resulta de un evento traumático que no ha sido mitigado a través de la elaboración del trauma y es de suficiente severidad como para disminuir la capacidad de la persona en su funcionamiento en la vida. Caracterizado por síntomas de activación del sistema simpático y una continua activación de los reflejos de huida, lucha, parálisis y/o disociación. * Trastorno de Estrés Postraumático Secundario: ocurre cuando una persona es expuesta (vivencial, visual o auditivamente) a situaciones extremas experimentadas directamente por otra persona (o al relato de las mismas), y resulta desbordado a causa de la exposición secundaria al trauma. Este término, que contribuye también a describir los efectos deletéreos que padecen los profesionales asistenciales al trabajar con sobrevivientes de trauma, se conecta notoriamente con la delegación del trauma de pacientes a terapeutas, que podemos definir como traumatización vicaria –vicarious traumatization– (McCann y
Carballo, Jorge Alberto (1999); “Teoría y clínica orgonómica del trauma”, manuscrito Xerox.
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Pearlman, 1990), con el estrés por empatía o desgaste por empatía –compassion fatigue– (Figley, 1995), y con el síndrome de burn out, potenciándose unos con otros. *TEPT Complejo o trastorno por estrés extremo: Algunos autores (van der Kolk, Herman) postulan un nuevo diagnóstico, conocido como TEPT Complejo (Complex PTSD) o Trastorno por Estrés Extremo (DESNOS; Disorder of Extreme Stress Not Otherwise Specified) para los casos de abuso interpersonales prolongados y severos, en que la situación traumática se haya producido repetidamente y a lo largo de mucho tiempo, de tal manera que la exposición prolongada al trauma condiciona el desarrollo de la personalidad del individuo. Este es el caso de situaciones de abuso sexual prolongado, cautiverio, control totalitario, rehenes, prisioneros de campos de concentración, prisioneros de guerra, víctimas de la tortura, violencia doméstica, abuso físico y emocional en la niñez, explotación sexual, etc. Las situaciones descriptas van mucho más allá de las consecuencias que puede tener un simple hecho traumático, ya que la degradación de la identidad y de su vida relacional provocan alteraciones profundas a nivel cognitivo, perceptivo, en la regulación afectiva, en la conciencia, en la auto-percepción, en la personalidad, en la identidad, etc. En el TEPT complejo o trastorno por estrés extremo van der Kolk delinea un complejo de síntomas asociados con el trauma interpersonal temprano: 1) alteraciones en la regulación de los recursos afectivos, incluyendo dificultad en la modulación de la ira y auto-destructividad; 2) alteraciones de la atención y de la conciencia que lleva a amnesias, episodios disociativos y despersonalizaciones; 3) alteraciones en la auto-percepción, tales como un sentido crónico de culpa y responsabilidad, sentimientos crónicos de vergüenza, etc.; 4) alteraciones en la relación con los otros, tales como no ser capaz de creer, no ser capaz de establecer relaciones de cercanía emocional con la gente; 5) somatizaciones para las cuales no se encuentra ninguna explicación médica; 6) alteraciones de los sistemas de creencias. Cuanto más temprano el trauma y más larga su duración, mayor la probabilidad de que la persona afectada sufriera todos estos síntomas en alto grado (síntomas que constituyen el diagnóstico de DESNOS). 214
Recientes estudios (van der Kolk y col., 1996;) mostraron que el trauma interpersonal, especialmente en el abuso sexual infantil, predice un alto riesgo de desarrollar un trastorno por estrés extremo. *Estrés Crónico: condición física y psicológica que se asemeja al TEPT, y que resulta de condiciones de vida o de situaciones crónicas que son extremadamente estresantes. Por ejemplo: enfermedades serias de larga duración, familias disfuncionales, estrictez o negligencia en la educación infantil, etc. (P. Rothschild, 1995). *Trauma del Desarrollo: Da lugar al carácter. La posición psicoanalítica clásica explicaba la patología humana como producto del conflicto entre distintas partes de la personalidad como así también con el medio ambiente. El modelo basado en el conflicto presuponía un mismo nivel de desarrollo del yo para lidiar con esos problemas. Se sabe ahora desde la psicología del yo que los traumas detienen el desarrollo en diferentes puntos de la evolución del individuo. Esas detenciones son llamadas déficit en el funcionamiento del yo, y devienen de una perspectiva que incluye el modelo del déficit. Tanto el modelo del conflicto como el modelo del déficit, conciben eventos traumáticos cuya resolución requiere distintos abordajes, en el primer caso el trabajo sobre las resistencias y en el segundo la reparación. Estas dificultades en el desarrollo que han generado conflicto o déficit, hacen que el individuo logre algún modo de adaptación creando su estilo defensivo, su propio carácter. A estas situaciones difíciles por las que han atravesado los pacientes las denominamos traumas del desarrollo, y están caracterizados por un moderado nivel de activación del sistema nervioso, sin haber perdido su capacidad de readaptarse luego de pasar por situaciones estresantes. En tanto que los pacientes que han pasado por experiencias traumáticas y no han podido resolverlas, presentan un alto grado de activación del sistema nervioso, en especial del sistema nervioso simpático. Como así también de los reflejos de huida, ataque y de inmovilidad tónica o energética (anorgonia). Los mecanismos defensivos que ponen en marcha los traumas del desarrollo están más relacionados con el Sistema Nervioso Central, con alta mediación del yo. En tanto que el shock traumático moviliza defensas puestas en marcha por el Sistema Nervioso Autónomo, con una falta de mediación yoica. Los reflejos del shock y los sistemas fisiológicos asociados que han sido activados no regresan a su estado anterior de homeostasis. 215
*Anorgonia (estados anorgonóticos o reacciones anorgonóticas): W.Reich en 1948 creó el término anorgonia con el cual involucra todos los estados biopáticos que tienen como común denominador el bloqueo de la motilidad plasmática. Según Reich (1985) la anorgonia es un trastorno con el cual todo médico práctico está familiarizado, pero la medicina mecanicista no lo ha entendido porque no se traduce directamente en cambios estructurales de los tejidos o en lesiones de los cordones nerviosos, sino en un descenso de la función energética total o parcial del organismo. La anorgonia es una reacción del organismo a situaciones emocionales altamente cargadas que están más allá de la tolerancia del individuo. El cuerpo reacciona a esta fuerte excitación plasmática con un bloqueo en su motilidad que se manifiesta como debilidad, colapso, sensación de desmayo, vértigo, ansiedad de caída y frío en el cuerpo. Wilhelm Reich se encontró con este fenómeno en los pacientes con cáncer que estaba tratando. Con la finalidad de describir la anorgonia en los enfermos de cáncer, comparó la estabilidad de la función plasmática en los organismos sanos y su opuesto: la angustia biopática de caída, que podríamos definir como la repentina anorgonia de los órganos de apoyo, que sirven para mantener el equilibrio. En el curso de los tratamientos con los enfermos de cáncer, Reich notó que luego de un período de mejoramiento (en el que se sentían mejor, los síntomas desaparecían, recobraban el peso y hasta empezaban a tener sensaciones sexuales), sucedía una etapa de desmejoramiento con angustia de caída, debilidad y tendencia al colapso. El organismo reaccionaba a una fuerte excitación con desequilibrio, mareos y debilidad. Parecía que la excitación iba a seguir su curso pero repentinamente se detenía, no era capaz de seguir su curso de expansión. La angustia de caída se expresa de diversas formas: vértigo, sensación de hundirse, sueños de caída, presión o dolor en la región gástrica, náuseas y vómitos. Estos son a su vez los síntomas que aparecen cuando se debilita la coraza muscular, ya sea por un trabajo psicoterapéutico o por algún tipo de shock (cirugías, accidentes, abuso etc.), contracciones musculares involuntarias, escalofríos, oleadas de calor, pinchazos, cosquilleos, comezón, etc. Si la situación es la de un tratamiento orgonómico se deben agregar las sensaciones genitales. A estas manifestaciones biológicas le acompaña una sensación psíquica de angustia y de inseguridad.
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Reich se preguntaba si el proceso de anorgonia consistía en una disminución del contenido de energía en los tejidos, o en la inmovilidad de esa energía en esos tejidos. Finalmente se arribó a la conclusión de que el mecanismo que funciona en la anorgonia aguda es la reducción de la pulsación orgonótica, mientras que el mecanismo primario en la anorgonia crónica es el retiro de energía, la pérdida de orgón. Es decir, la reducción repentina de la pulsación orgonótica produce la anorgonia aguda, y la pérdida permanente y progresiva de energía orgón produce la anorgonia crónica. En síntesis, el estado anorgonótico es una reacción del organismo a situaciones con alta carga emocional que están mas allá de la tolerancia del individuo, en donde el organismo reacciona a tan fuerte y no familiar excitación plasmática con un bloqueo que se manifiesta como: debilidad, colapso, sensación de desmayo, vértigo, angustia de caída y frío en el cuerpo. A esta altura podemos explicitar someramente tres definiciones básicas de trauma: a) Los traumas por conflicto o déficit en el desarrollo que dan lugar a las formaciones del carácter. b) El shock o trauma emocional que puede dar lugar al Trastorno por Estrés Postraumático y sus variaciones intensivas. c) Los estados anorgonóticos productos del shock emocional.
INSCRIPCIONES EN EL CUERPO: CORAZA Y DÉFICIT DE ACORAZAMIENTO Desde el punto de vista reichiano las funciones corporales defensivas son de dos tipos y pueden agruparse en lo que se conoce como: - coraza corporal y - anorgonia o déficit de acorazamiento. Siguiendo la terminología clásica de acorazamiento o déficit del mismo, la parálisis en los músculos esqueléticos se produce de dos maneras: - por oposición de fuerzas (coraza muscular) y - por retiro o inmovilización de la carga (anorgonia). En esos dos mecanismos tenemos resumida la totalidad de las funciones defensivas corporales que se manifiestan en los músculos
Ibidem anterior.
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como hipertonía muscular y de tejidos (coraza) e hipotonía muscular y de tejidos (anorgonia). Desde una perspectiva reichiana podríamos afirmar que cuanto menor sea la capacidad muscular y los recursos que posea la persona, menor va a ser su capacidad de descarga. Es por eso que ciertas estructuras de carácter, fundamentalmente aquellas que poseen menos límites y menos coraza muscular, son más proclives a sufrir los efectos del trauma, en la medida en que no hay una buena coraza funcional. Por lo tanto es mayor su potencial para la traumatización. Como veíamos anteriormente, en las respuestas al trauma el organismo escapa o lucha (coraza), la tercera opción de sobrevivencia es la parálisis (hipotonía). Reich distinguió la anorgonia aguda y la anorgonia crónica. En la anorgonia aguda el mecanismo que opera es una repentina parálisis de la pulsación energética en la periferia del cuerpo. En la anorgonia crónica hay un retiro o pérdida permanente de energía. Ambos procesos pueden alternarse, a veces la anorgonia aguda se transforma en crónica y viceversa. La génesis funcional del proceso anorgonótico se encuentra en la incapacidad de los músculos de contener el flujo de energía hacia la periferia del cuerpo, pues esto produce fuertes sensaciones difíciles de tolerar, lo que ocasiona una violenta contracción en el sistema vegetativo, que se asemeja a un estado de shock. De esta manera el esfuerzo psicoterapéutico para manejar la anorgonia se dirigirá a “despertar” y usar los músculos de una forma que toleren las emociones de expansión (por ejemplo, placer o bronca) a fin de canalizar la energía en los músculos y que sea así pueda ser metabolizada. Volver la energía a los músculos y “contenerla”, es una de los objetivos clínicos claves en el tratamiento de los procesos anorgonóticos. Esos músculos pueden estar bien desenvueltos de acuerdo al nivel o estadio del desarrollo o subdesenvueltos, débiles, con poca masa. Aunque, en realidad siempre vamos a encontrar en la lectura corporal de cada paciente una combinación de músculos correctamente desarrollados, con músculos subdesarrollados e hiperdesarrollados.
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Es importante resaltar que la anorgonia no está limitada necesariamente a una determinada estructura de carácter10. Pero sí es cierto que hay ciertos biotipos más propensos a presentar ataques anorgonóticos. La anorgonia defensiva se puede presentar en todos los tipos de carácter ya sea de manera aguda, crónica o localizada. Suele aparecer enmascarado como hipotonia muscular, como fatiga crónica, como un estado disociativo, como parálisis funcionales o como trastornos somatomorfos indiferenciados. Para W. Reich, el mareo y la náusea podían ser signos de la angustia de caída. Y la apariencia de debilidad y angustia de caída sugieren el comienzo de un ataque anorgonótico. Algunos síntomas son manifestaciones localizadas del disturbio del metabolismo bioenergético: pies o manos frías, frente inmóvil, falta de sensaciones en la pelvis, ausencia de sensaciones en los pechos etc., estas son muestras de anorgonia localizada. La presencia de un proceso anorgonótico es prueba de un metabolismo energético severamente alterado, al menos momentáneamente en el caso de ser un proceso agudo. Y la capacidad para la descarga está muy empobrecida, pues los músculos no pueden ligar la energía. A través de la descripción precisa de algunos pacientes, Reich infirió que el mecanismo primario en el ataque anorgonótico agudo es una severa y repentina inmovilización de la energía periférica. Esta inmovilización deviene de la parálisis de la pulsación en el sistema nervioso autónomo e indica la acumulación de energía periférica (deadly orgone o DOR). El proceso Anorgonótico Agudo en un tratamiento bioenergético se puede detectar previamente por ciertos trazos: 1. Fácil excitabilidad. Usualmente, un breve período de respiración profunda produce corrientes intensas de energía que, al no poder ser ligadas muscularmente, derivan en síntomas similares a los de la hiperventilación. Ocurre generalmente en los caracteres con biopatías (por ejemplo, diabetes), donde no hay suficiente masa muscular o la misma está debilitada. 10 Debemos tener cuidado con las lecturas excesivamente rígidas de este fenómeno, que asocian casi exclusivamente la anorgonia a la estructura psicótica. Esta lectura la encontramos, por ejemplo, en todos los textos del orgonoterapeuta Federico Navarro y su escuela. Aunque, por otra parte, es necesario reconocer que el fenómeno anorgonótico es muy poco reconocido en las corrientes neo-reicheanas, sino mas bien ignorado.
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2. Intolerancia a la excitación. Se manifiesta en dos etapas. Inicialmente la excitación es sentida como placentera, pero muy pronto cambia de signo y pasa a ser vivenciada como displacentera. Se expresa además en una pobre capacidad para la descarga bioenergética lo que le genera a la persona un sentimiento de falta de disfrute y un sentido generalizado de insatisfacción. W. Reich encontró que en los pacientes con cáncer, en lugar de fácil excitabilidad, había una falta de excitabilidad como resultado del encogimiento biopático y la consecuente reducción en el funcionamiento del núcleo energético. En estos pacientes se presentaba a su vez un proceso Anorgonótico Crónico de pérdida de energía. Los ataques anorgonóticos agudos son desencadenados por situaciones emocionalmente cargadas, y aquí tenemos una igualdad funcional con las reacciones traumáticas que se desencadenan frente a un impacto emocional fuerte o percibido como peligroso. Otro aspecto que podemos ver en la clínica bioenergética es que, en la estructura defensiva de los procesos anorgonóticos (estructuras bordeline y psicótica, caracteres psicopáticos e impulsivos), se encuentra una tendencia a desarrollarse un “conflicto” entre la fácil excitabilidad y la intolerancia a la excitación, lo que produce una estructura energética muy inestable en constante tensión. Para estos biotipos, cuando la excitación crece demasiado resulta intolerable, ya que la coraza muscular es débil y no resulta suficiente para contener la excitación a un nivel que se haga tolerable. Cada uno de estos cuadros disfuncionales puede además hacer uso de distintos mecanismos defensivos a fin de enmascarar la descarga. Por ejemplo: a través de somatizaciones, actos impulsivos, dispersiones delirantes, a través de la desorganización o el caos defensivo, previamente o en sintonía con el uso de un proceso anorgonótico defensivo. Con el proceso anorgonótico el organismo se entrega al proceso de inmovilización de la energía periférica a fin de reducir la excitación (numbing). Hecho que conduce a reducir la capacidad de la descarga orgonótica y aumentar la estasis11.
11 Esta misma experiencia la pueden desarrollar en algunos momentos de pretarea, y aunque con una menor duración claro está, los formandos o los pacientes en tratamiento bioenergético, cuando se enfrentan a un nivel energético que no es tolerable. De esta forma evitan sentir cualquier sensación o emoción intensa (agradable o desagradable) y prefieren, a ello, no sentir nada o sentir muy poco.
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Desde un enfoque no bioenergético, uno de los investigadores más reconocidos dentro de la psicotraumatología contemporánea, B. van der Kolk, afirma que la hiperexcitación del TEPT deprime por igual los recursos biológicos y psicológicos, necesarios para experimentar una variedad de emociones. A su vez, la falla en el procesamiento de los eventos emocionales conduce a la hiperexcitación fisiológica y al desarrollo de eventuales problemas psicosomáticos o biopatías. Los problemas psicosomáticos, las biopatías y el entumecimiento o anorgonia en el TEPT están muy relacionados. Pennebaker (1993) y Spiegel (1992) han mostrado que bajos niveles de expresión emocional conducen a un deterioro del sistema inmunológico y a un aumento de las enfermedades físicas. Esta línea de investigación ha sido corroborada por todas las pesquisas clínicas desarrolladas en Análisis Bioenergético12. Si la auto-regulación emocional (regulada por el sistema nervioso central) es un monitor de nuestra salud, por el contrario la inhibición emocional denota una situación de riesgo, sea neurológica, social o cognitiva, particularmente cuando ocurre una implosión emocional después de un trauma. En Orgonomía, a su vez, la tendencia clínica de los investigadores posreichianos es la de definir a los estados anorgonóticos como reacciones más patológicas comparada con los procesos de acorazamiento muscular. Es decir, reacciones “menos graduadas”, más debilitantes, en donde el metabolismo orgonómico está más deteriorado. En este sentido podemos pensar la anorgonia como una “segunda línea de defensa”, que sólo es usada si la capacidad de la armadura muscular es insuficiente para reducir las emociones a un nivel tolerable de intensidad. Esto es lo que justamente sucede en el trauma, cuando la víctima ya no es capaz de usar sus recursos (coraza muscular) para enfrentar la amenaza y tiene que pasar a la segunda línea de defensas: la inmovilidad o el colapso (anorgonia). A su vez, debemos distinguir dentro de la anorgonia aquellas anorgonias localizadas que suceden en sesiones psicopsicoterapéuticas de bioenergética (o en laboratorios clínicos de formación) donde solemos ver que algunos pacientes o formandos, cuando aparecen sensaciones de corrientes bioenergéticas (streamings), comienzan a retorcerse, arquear el cuerpo, tensar la pelvis, los glúteos, el rostro o los pies, etc. 12 Traue, Harald C (2003). “El ajuste psicobiológico de la emoción: riesgos a la salud causados por la inhibición de la emoción”. XVII Congreso Internacional de Análisis Bioenergético (7 al 12 de octubre de 2003, Salvador, Bahía, Brasil).
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Esta reacción es una forma de crear una “coraza temporaria”, a fin de evitar las sensaciones crecientes. Los estados de shock, de anorgonia aguda, podemos encontrarlos tanto en las personas con traumas “normales” del desarrollo o en las personas con estrés postraumático. Como caso muy particular lo encontramos de manera sistemática en las personas en proceso de desacorazamiento, quienes pueden presentar en su historia ambas posibilidades a la vez (traumas “normales” y estrés postraumático). No es fácil distinguir la anorgonia como resultado de un proceso paulatino de encogimiento y la anorgonia como fenómeno agudo. Biofísicamente la anorgonia (en el desacorazamiento o en el trauma) se debe a un brusco retiro de la energía desde la periferia hacia el centro vegetativo. Una contracción en medio de un proceso de expansión también puede crear anorgonia (por ejemplo, en un desmayo histérico o en una lipotimia en la playa). A grandes rasgos, en su libro técnico por excelencia, Análisis del Carácter, W. Reich describe el proceso psicoterapéutico de la siguiente manera: “las etapas esenciales del proceso psicoterapéutico son: debilitamiento de la coraza, sensaciones orgonóticas resquebrajamiento de la coraza, clonismos, angustia de caída, intensificación de la excitación plasmática y, finalmente sensaciones orgásticas en el aparato genital”. Posteriormente, en el mismo texto, agrega casi en tono de advertencia: “Si se procede a disolver la coraza correctamente, las sensaciones orgánicas desagradables van cediendo paulatinamente el lugar a experiencias placenteras del cuerpo. Con frecuencia oímos decir a los pacientes que acaban de experimentar convulsiones clónicas, que se sienten “mucho mejor de lo que jamás se habían sentido”. Pero si no se procede a disolver la coraza, capa por capa, correctamente, si subsisten bloqueos rígidos como restos de la coraza, si se permite que las corrientes orgonóticas emerjan en forma demasiado abrupta y choquen así contra las capas no disueltas de la coraza, el paciente puede reaccionar replegándose por completo en la antigua coraza. Su rigidez biopática se intensifica por temor a las excitaciones plasmáticas (“miedo al placer”). Se siente abrumado por un sentimiento de desorientación que puede llegar al pánico (como consecuencia del aumento de energía biológica móvil). Este estado puede agudizarse hasta producir impulsos suicidas”.
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Es a partir de este texto, tan importante para la psicoterapia corporal, que podríamos establecer diferencias significativas a la hora de discriminar el terror y la reacción de un colapso defensivo producto de un tratamiento orientado al desacorazamiento, de las mismas reacciones producto del padecimiento de un trastorno de estrés postraumático. Es decir, como terapeutas psicocorporales tenemos que aprender a diferenciar y diagnosticar cuando estamos en presencia de reacciones traumáticas y cuando estamos delante de reacciones propias al proceso de desacorazamiento. Muchos terapeutas orientados energéticamente han confundido muy a menudo estas dos realidades, cuyo único factor común es que hay un nivel biológico y energético que está siendo activado: el nivel del sistema nervioso autónomo y el del metabolismo energético. Por ejemplo, en el tratamiento bioenergético la inmovilidad plasmática energética puede presentarse cuando existe una lucha entre impulsos genitales naturales muy vigorosos e interrupciones igualmente vigorosas en el curso del reflejo de orgasmo. Estos puntos los desarrollaremos en el capítulo de Psicoterapéutica del TEPT. Veamos ahora alguno de los adelantos de la investigación en Análisis Bioenergético Reichiano en relación al trauma. Coraza cerebral Una característica central de las personas que desarrollan un TEPT, es que sus vidas comienzan a girar alrededor del trauma. Están fijadas a ese pasado y las cosas se ordenan a su alrededor. Otra característica en el trauma es la dificultad de funcionar con criterios de “realidad”. La “verdad” de la experiencia traumática condiciona, de ahí en más, en su historia, los criterios de realidad compartida. Lo que hace que un evento traumático se convierta en trauma es la evaluación subjetiva del mismo por las personas expuestas y la manera en que se sintieron amenazadas. Desde el Análisis Reichiano sabemos que el segmento ocular juega un papel fundamental en la interpretación del evento. El bloqueo de este anillo hace que el trauma siga desarrollándose después de acontecido. Desde la perspectiva del análisis del carácter reichiano podríamos deducir que cuando las personas son traumatizadas, presentan un conjunto de reacciones típicas propias de las reacciones traumáticas, por ejemplo: hiperexcitación, disociación, inmovilidad analgésica, etc., pero además “eligen” otro conjunto de defensas que tienen que ver con 223
el carácter y el nivel de desarrollo alcanzado. Estos últimos factores determinarán también cómo la persona interpreta las memorias del trauma. Ya sea las memorias cognitivas o los síntomas somáticos. Un trauma se transforma en postraumático porque los elementos naturales del organismo para defendernos y curar la sobre-excitación energética, no entraron en acción suficientemente. La memoria del trauma, sus conductas, sus emociones y la sobre-activación energética permanecen intactas (tienen una “vida independiente”) y no es posible integrarlas mientras la persona no las resuelva, quedando detenidas en el tiempo, en un pasado que no pasa (fijación al trauma). ¿Qué es lo que hace que las memorias se transformen? ¿Qué hace que las memorias queden fijas produciendo síntomas? Las personas que desarrollan TEPT reviven con toda intensidad, las memorias, sensaciones y emociones del evento, una y otra vez. Aquí la palabra intensidad tiene especial importancia, porque señala el aspecto energético, sin el cual el trauma no es trauma. Un trauma lo es por la intensidad, por la carga, por la sobre-excitación (arousal), por el metabolismo energético perturbado en dirección de la expansión primero y luego hacia la inmovilidad. Sería de gran importancia establecer la clara conexión entre el bloqueo del segmento ocular, que alberga las memorias cognitivas del trauma y el segmento diafragmático que conserva junto al cerebro reptiliano la sobre-excitación energética (bloqueos primitivos). Bessel van der Kolk, especialista en estrés traumático e investigador en la Universidad de Boston, sostiene que la habilidad en transformar las memorias es una clave de la curación. La inhabilidad en transformar las memorias es lo que se presenta en las personas que no se recuperaron del trauma. Podríamos ya incluir el concepto de coraza cerebral. Desde la Clínica Bioenergética sabemos que la fijeza de las memorias y su intensidad están determinadas por los niveles energéticos, que es donde se sostiene la sobreexcitación. La interpretación del evento que hace la persona traumatizada es lo que gatilla la reacción energética, el “arousal”. Si se equilibra el metabolismo bioenergético a nivel de la coraza cerebral se modificará la intensidad y la interpretación de las memorias, que podrán ser usadas así como aprendizaje. 224
Si las memorias no tienen intensidad, no tienen efecto, no tienen afecto, no tienen emoción. Ahora bien, ¿cómo trabajar más allá de la coraza muscular del segmento ocular y poder acceder a los disturbios neurofisiológicos del cerebro y del SNC? Y aunque la pregunta suene pretenciosa, estamos en un momento en que ya podemos formularla: ¿cómo desacorazar el cerebro? Hasta hace pocos años “el cerebro” no era una parte accesible en el proceso estándar del tratamiento psicoterapéutico. Mientras que la musculatura externa de la cabeza es accesible, el cerebro y los tejidos intracraneales no están disponibles para una manipulación física directa o indirecta. Por otra parte, sabemos que las estrategias crecientes de psicofarmacologización desarrolladas por la psiquiatría contemporánea hacen que la investigación clínica se incline más hacia los avances de la farmacoterapia (aun en el tratamiento con niños), lo que se transforma en una biopolítica sistematizada de control medicamentoso de las poblaciones. A partir de los descubrimientos de las neurociencias y del desarrollo de técnicas de psicotraumatología se pudo pesquisar que los procesos de acorazamiento del cerebro ocurren de manera similar de la musculatura que la rodea. Ya el orgonomista E. Baker, al profundizar teórica y metodológicamente acerca del proceso de acorazamiento del anillo ocular, apoyaba la idea de que el cerebro tiene un proceso de acorazamiento único con su propia estructura y funcionamiento característico. En su conocido texto “Man in the trap” (1967) al definir el bloqueo ocular, Baker plantea que dicho acorazamiento consiste en una contracción e inmovilización de la mayor parte o de todos los músculos que rodean a los ojos, pestañas, frente y glándulas lacrimales, así como también de los músculos profundos de la base occipital, envolviendo a su vez al cerebro en sí mismo. Baker creía que el cerebro muestra, en todas las estructuras de carácter, contracciones en mayor o menor extensión, y que si es movilizado adecuadamente permite al resto del organismo tolerar la expansión y el movimiento. Para recuperar niveles de funcionamiento perdidos a nivel cerebral Reich en 1931 trabajaba con sus pacientes mediante técnicas de manipulación física y más específicamente mediante el uso de un lápiz luminoso, en un setting oscuro. La técnica consistía simplemente en que el paciente tenía que seguir el estímulo luminoso, a medida que el psicoterapeuta movía la luz alrededor del campo visual del paciente, 225
incentivándolo a respirar profundamente y a dejar emerger pensamientos, movimientos, sensaciones y emociones, como respuesta a la estimulación. Si bien Francine Shapiro (la creadora del EMDR –Eye Movement Desensitization and Reprocessing–, Desensibilización y Reprocesamiento a través de Movimientos Oculares) no lo ha reconocido en sus escritos, en la clínica bioenergética reichiana está el primer antecedente de desacorazamiento funcional de la coraza cerebral. Apoyándose en el concepto de auto-regulación, tanto la Clínica Bioenergética como EMDR (combinados en un mismo dispositivo) permiten desarrollar un tratamiento específico del acorazamiento cerebral de una manera no invasiva, no farmacológica, y en el marco de un encuadre breve y focal o analítico. De esta manera, a partir de la convergencia psicoterapéutica entre el Análisis Bioenergético Reichiano y EMDR, podemos trabajar funcionalmente el acorazamiento muscular y el acorazamiento cerebral en las personas traumatizadas, ya que el despeje del bloqueo e interferencia neurológica del cerebro del paciente traumatizado, es funcionalmente idéntico a la disolución de las tensiones musculares crónicas que comprometen la capacidad de disfrutar plenamente la vida. Somatograma. Signos somáticos del shock. En los estados de shock traumático hay un continuum de signos somáticos que van desde una extrema rigidez a un estado de inmovilidad anestésica. En qué punto de ese continuum está la persona traumatizada va a depender, entre otras variables, de si lo encontramos al comienzo o al fin del proceso de traumatización, de si el trauma fue suave o severo, etc. A grandes rasgos, los efectos de la disociación en la apariencia corporal los vamos a ver en esa sensación de ausencia y desinterés que presentan las personas con traumas irresueltos. Encontramos carencia de expresión emocional o un exceso de la misma (como substituto en la histeria y otros caracteres impulsivos). En oposición a un estado saludable, en donde existe una sensación de unidad de todas las partes, en personas altamente traumatizadas encontraremos una fragmentación defensiva que se manifiesta en la separación de las diferentes partes del cuerpo, junto con un nivel importante de split de las sensaciones. A nivel de la gramática expresiva y de la lectura corporal podemos hacer una cartografía corporal (somatograma, por ejemplo) siguiendo la 226
lectura reichiana de los siete segmentos de la coraza muscular, en donde seguramente vamos a encontrar un patrón de pulsación disminuida (a la vez errática), con bloqueos en todos los segmentos de la coraza (con mayor tensión en algunas áreas y menor tensión en otras)13. En el paciente “postraumático” el segmento ocular aparece inexpresivo, los ojos con un mirar casi de persona mareada, ausente, evitando el contacto. La frente y el escalpelo presentan a su vez gran inmovilidad y no es posible hacer contacto con los ojos, mientras en todo el rostro hay falta de tono. La cabeza se va hacia atrás o hacia adelante, sale del eje y la expresión es de desamparo. La pulsación en la cabeza es débil, debido a que la excitación general ha disminuido. Puede desarrollar perturbaciones visuales particulares asociadas a la pobre concentración, y más específicamente, el paciente “postraumático” es incapaz de leer por largo tiempo o mirar películas en la televisión o en el cine. Sus ojos lagrimean rápidamente y probablemente siente dolores de cabeza occipito-frontales, y a veces, incluso nauseas. En los trabajos que realizamos en el segmento ocular con movimientos neurovegetativos con o sin estimulación luminosa (desarrollados por la orgonomista Barbara Goldenberg Koopman), encontramos que los pacientes tienen una extrema dificultad de seguir el dedo o la luz. Los ojos rápidamente se humedecen y/o enrojecen, pidiendo finalizar el acting a los dos o tres minutos. Por lo general relatan que sienten los mismos síntomas que al intentar leer, concentrarse en algo o mirar televisión en casa. Pueden mostrar un marcado sobresalto si se le acerca inesperadamente el dedo o la linterna de bolsillo cerca de la nariz. Como consecuencia de la pérdida de “orientación” la persona pierde el equilibrio, su sistema vestibular está afectado. Recordemos que el sistema vestibular tiene un desarrollo muy antiguo desde el ectodermo fetal. Una de las funciones de ese sistema es de ser un órgano interno que se ocupa de la kinestesia o propiocepción y que sus terminaciones nerviosas no reciben estimulación directa del exterior. Las funciones vestíbulo-motoras son aquellas funciones de balance y coordinación mediadas por el órgano vestibular del medio del oído, en coordinación con el cerebelo y los órganos finales propioceptivos en los músculos y tendones del cuerpo. Desde el punto de vista reichiano 13 Ibidem anterior.
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al sistema vestibular lo hacemos corresponder con el segmento ocular. En desórdenes de estrés postraumático el paciente a menudo se queja de vértigo o de una tendencia a caerse o a “perder el equilibrio”. Otros signos de su desequilibrio se observarán en la persona como “fuera de balance”, “estar en el aire”, “sensación de andar en círculos”, “en órbita”, “acelerado”, “mareado”, “tambaleante”, etc. Estas descripciones pueden corresponder a sensaciones internas de la víctima y a impresiones externas del psicoterapeuta. En los exámenes que se realizan al comienzo del proceso psicoterapéutico el paciente puede mostrar una extrema dificultad para mirar hacia arriba y hacia abajo sin sentir mareos, teniendo graves dificultades para mantener el equilibrio en algunos ejercicios de toma de tierra y arraigo. Se constata además dificultades para exponerse a alturas, tanto en ascenso como en descenso, y dificultades para mover la cabeza rápidamente de izquierda a derecha. Si frente a la sospecha de que estos disturbios vestibulares pudieran sugerir organicidad, y se deriva a estos pacientes a especialistas de oído, nariz y garganta, raramente se encuentra patología orgánica alguna. En la mayoría de los casos el dolor de cabeza que relatan los pacientes está conectado además a una severa tensión en los músculos cervicales del cuello, encontrándose en el examen corporal tensión cervical y sub-occipital, que crece por el esfuerzo del paciente por mantenerse en control frente a la pérdida de equilibrio, por ejemplo, y que puede extenderse luego a fibromialgias y a patologías musculares en la espalda –patologías de disco, por ejemplo– (Bellis, 1985). En el segmento oral las mandíbulas están tensas, pero la impresión que muestran es de colapso. Los labios a su vez se muestran inexpresivos, junto a una voz débil (o en los casos en que la misma sea elevada, fluye maníacamente). Es muy difícil el contacto comunicativo, la persona prefiere encerrarse en sí misma. Si verbaliza espontáneamente o frente a un requerimiento del psicoterapeuta, por lo general, es siguiendo fines defensivos. En la cavidad bucal, la lengua está colapsada o retraída hacia atrás. La garganta está cerrada, tensa y esto se continúa en todo el tubo digestivo, donde la peristalsis está paralizada. El segmento cervical, está particularmente afectado. Puede estar en una posición que lleva la cabeza vencida hacia adelante o se inclina hacia atrás. El pasaje energético-emocional se ha estrechado bloqueándose la respiración y las posibilidades de expresión emocional 228
espontánea. Suele presentar una rigidez de inmovilidad o una flexibilidad aparente en donde la cabeza suele inclinarse hacia un costado u otro en forma casi permanente. En la cintura escapular los hombros están vencidos, como si ya no pudiesen sostener nada, o fueran incapaz de luchar y/o dar sostén. Distintos analistas bioenergéticos han visualizado la importancia de este bloqueo en el TEPT, conceptualizando distintas formas de producirse este acorazamiento (shock cefálico –cephalic shock– (R. Lewis, 1998); reflejo de alarma o reflejo de espanto –startle reflex– (D. Berceli, 1999). Berceli plantea que este reflejo de contracción en la zona del cuello14 es una respuesta natural y humana en la cual el cuerpo se compromete cuando una experiencia del medio ambiente le resulta abrumadora. Eso ocurre porque la experiencia consiste en un dolor intenso que la persona no puede integrar. Al asustarnos, una serie de diferentes movimientos tiene lugar en ese segundo de split. La cabeza se tira hacia atrás y se congela. Esta reacción comprime las vértebras a la altura del atlas. Si el atlas no está libre se reduce considerablemente la posibilidad de sentir esa experiencia abrumadora. Con nuestra cabeza en una leve inclinación hacia atrás, el punto gravitacional natural sobre nuestra columna vertebral es interrumpido. Cuando esta inclinación tiene lugar, los músculos más largos del cuello intervienen y presionan a los músculos más pequeños, ejerciendo una tracción o extensión hacia atrás sobre el cuello, cambiando los puntos de equilibrio. La interferencia de estos músculos más largos previene que los más pequeños desarrollen su rol de balanceo de la cabeza arriba de la espina. Adicionalmente la elevación de los hombros le dan una protección extra a la cabeza y la respiración es mantenida por unos segundos, lo que ayuda a bloquear o disminuir las sensaciones que pueden estar siendo recibidas por los receptores del cuerpo. Una vez que la amenaza ha pasado, sin embargo, deberíamos aflojar esta posición y la cabeza debería retornar a su estado o posición natural sobre la columna vertebral, el cuello debería elongarse, los hombros deberían caer y la respiración continuar rítmicamente. Sin embargo, cuando la amenaza es una experiencia prolongada y repetida, el cuerpo mantiene esta posición de miedo como una manera de mantenerse seguro. 14 Principalmente entre las vértebras C3 y 4, en los músculos suboccipitales, en el elevador de la escápula, el trapecio superior, el serrato posterior superior, los músculos escalenos y los esternocleidomastoideos, junto a la compresión del nervio frénico y el plexus cervical.
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Con el paso del tiempo esta posición crónica de miedo lentamente comienza a desorganizar el sistema natural sensorial del cuerpo. En esencia, contamina la apreciación sensorial del cuerpo. Cuando se está crónicamente asustado, lentamente se pierde la habilidad de sentir la sutil desorganización del cuerpo, al estar congelado en una posición de insensibilidad. Este “reflejo de alerta” o “reflejo de espanto” puede así mismo ser el comienzo de numerosas dolencias, las cuales seguramente continuarán si esta respuesta no es resuelta o cambiada. El segmento torácico también se ve afectado. El tórax está desinflado, falto de carga, sin presión interna, el pecho aparece caído y débil. La parte superior de la caja torácica está inmóvil, fija, la persona ha perdido su “sentido de identidad” habitual. No se siente digno ni amado. El pecho muestra una falta de contención, de buenos límites. En algunos casos menores también puede quedar en una posición de hiper-expansión, inflándose y saliendo hacia afuera. En ambos casos la respiración es mínima y superficial. Los brazos suelen estar colgados con movimientos espásticos o inertes. Se nota falta de recursos para poner límites, y la expresión que permite la distinción entre yo y no-yo está también muy perjudicada. El diafragma se encuentra bloqueado en posición de espiración deteniendo la excitación en una posición de descarga. El segmento abdominal colapsa y pierde tensión, está hinchado y debilitado en una expresión de resignación. Inversamente al tórax que colapsa hacia adentro, el bloqueo diafragmático, la falta de tono abdominal y la tensión en la zona lumbar, empujan las vísceras hacia fuera. El último segmento, el segmento pélvico (y sus extensiones: las piernas) muestran una cualidad mecánica en sus movimientos. La pelvis y las piernas expresan una marcada debilidad (subenraizamiento), parecen no ofrecer resistencia, estando en posición descargada. Uno tiene la impresión de encontrarse con la parte inferior del cuerpo atrofiada. Otra vez como en los otros segmentos se pierde la función de límites y de contención.
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Estas formas corporales expresadas en los segmentos de la coraza, fijan a su vez un tipo de funcionamiento emocional en la persona traumatizada que condensa horror, pánico, desesperación, irritabilidad, apatía, dolor e inmovilidad, como régimen afectivo. En términos energéticos existe una marcada anorgonia en la mayoría de los segmentos, que puede ser verificada, por ejemplo por el tacto. Los músculos tienen una cualidad inanimada, no reaccionan a la estimulación, están “ausentes”, están inactivos y “distantes”, aunque a veces también encontramos –por momentos– reflejos de sobresalto debido a la excesiva hipersensibilidad. Este tipo de musculatura incapaz de ligar suficiente cantidad de energía, es difícil de activar a través de la respiración o del toque. Ante la falta de coraza, si hay aumentos circunstanciales de energía la tendencia es drenarla hacia afuera. Si la energía es poca (subcarga), la misma queda encapsulada adentro del organismo en remociones centrípetas. Es importante señalar que una situación de estrés postraumático no diagnosticada ni tratada, funciona como un gancho (hook) pudiendo detener todo el tratamiento, porque la mayor parte de la energía movilizada queda allí estancada o se dirige hacia allí. Por esta razón cuando nos encontramos con una situación de esta naturaleza el trauma es lo primero de lo que nos ocuparemos15. Tratamiento del TEPT El tratamiento del trastorno de estrés postraumático tiene varias formas. La gente que sufre de TEPT está estancada en el trauma, reviviéndolo constantemente. Por lo tanto, la meta del tratamiento del TEPT es ayudar a la gente a vivir el presente, integrando los recuerdos de los hechos, sin tener que revivirlos permanentemente. Un área de trabajo con estos pacientes es integrar las memorias traumáticas a la vida actual, ya que lo que sucedió en el trauma no es un hecho imaginario o simbólico, es algo que sucedió en un nivel fundamental de sus vidas, en donde lo primario fue un impacto real, sobre el cual luego el individuo construyó una serie de elaboraciones secundarias.
15 Ibidem anterior.
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Frecuentemente, la gente que sufrió las consecuencias del trauma sufre también de enfermedades psicosomáticas, como consecuencia de su incapacidad de traducir sus sensaciones corporales al lenguaje emocional. De esta manera, esta gente experimenta sus emociones simplemente como problemas somáticos. La gente con TEPT ha sufrido eventos que han cambiado dramáticamente sus vidas, más allá de lo que pueden integrar, destruyendo su sentido de seguridad. Viven en un estado de emergencia permanente. Por lo tanto, es de fundamental importancia comprender qué les está pasando y conocer qué necesitan. El paciente traumatizado nunca se siente a salvo, por lo que es imprescindible la construcción de una buena alianza psicoterapéutica como para que el paciente llegue a confiar en el clínico. Uno de los metamodelos más aceptados en el campo de la Traumatología Psicológica es el Modelo Trifásico de Judith Herman. La primera necesidad es la de sentirse a salvo. Aun en las situaciones más difíciles, es posible crear un ámbito de seguridad. También es más que importante reconocer y respetar los límites de la persona traumatizada. El trauma, casi por definición, implica la ruptura de los límites personales, irrumpiendo de manera intrusiva en el espacio vital de la persona. Esto significa que el psicoterapeuta debe poder seguir el ritmo del paciente, respetando sus tiempos y requerimientos. El paciente necesita ser aceptado y no juzgado. Frecuentemente el paciente necesita hablar y ser escuchado. En este contexto es muy importante discriminar entre una actitud psicoterapéutica saludable que permita la expresión de sentimientos, de aquellas que puedan empujar a la catarsis y en el caso de personas traumatizadas podrían resultar retraumatizadas16. Inmediatamente después del trauma (hasta 72 hs.) suele implementarse un modelo conocido como Critical Incident Stress Debriefing (CISD) (que podría ser traducido como Informe del Estrés sufrido en un Incidente Crítico) o Critical Incident Stress Management. En la fase aguda, dentro de las 48 o 72 hrs., se pone a salvo a la víctima. Es muy importante aclarar este punto ya que, en un principio se trabajaba con el concepto de estrés postraumático relacionado, por ejemplo, a víctimas de accidentes. Pero actualmente entran en esta categoría la 16 Extractado del Trauma Treatment Manual de Ed Schmookler, Ph. D.
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gente expuesta a raptos, torturas, abuso infantil, etc., situaciones que pueden tener además un desarrollo en el tiempo. Por lo tanto, la primera medida es que la víctima esté a salvo. No se puede hacer ningún tipo de tratamiento si la víctima está o se siente desprotegida. En esta etapa el paciente debe volver a tener control interno y externo, es decir, como terapeutas debemos garantizar su seguridad. De la misma manera debemos aprender a manejar los síntomas que interfieren en su vida y conllevan el riesgo de retraumatización. En esta fase aguda se recomienda hacer ejercicios físicos para ayudar a la metabolización de la adrenalina segregada, la práctica de técnicas de relajación, meditación, visualizaciones, yoga, etc., así como mantener una dieta adecuada, por ejemplo evitando el consumo de alcohol o drogas, o excesivas cantidades de azúcar. La abreacción emocional como tratamiento parece tener efecto en la segunda etapa después de las 48 o 72 primeras horas. En una segunda fase del tratamiento se trabaja con distintas técnicas (la mayoría de las veces psicocorporales) tratando de permitir que la persona exprese las emociones que muchas veces quedan contenidas. Por lo general se trabaja por medio de protocolos específicos que se administran a la víctima para que pueda recorrer y recuperar todos los hechos que hicieron a la situación traumática, y al recordarlos expresar todos sus sentimientos frente al hecho (lo que vio, escuchó, sintió y vivió), pero en un ambiente protegido y sin críticas. Es un ambiente de protección en el cual el paciente puede liberar, descongelar aquella situación que le quedó como enquistada. El tratamiento se orienta a que el paciente pueda reconstruir la historia traumática. A causa de su naturaleza, las memorias traumáticas rara vez se presentan linealmente. Los fragmentos, a veces incoherentes, las sensaciones físicas y emocionales, deben transformarse en una narración permitiendo de esta manera la integración bajo la forma de la memoria explícita o narrativa. En determinado momento la psicoterapia puede dirigirse a disminuir la ansiedad junto a la reestructuración cognitiva de la visión del paciente acerca de sí mismo (sentido de autosuficiencia, capacidad de relacionarse, etc.) y del mundo (percibido ahora como amenazante). Finalmente la tercera fase (reconexión) apunta a reconectar al paciente con la vida, con el presente y el futuro, redefiniéndose a sí mismo en el contexto de relaciones y actividades significativas. Quien ha sufrido situaciones traumáticas está como aislado de la vida, entonces la tercera fase incluye la reinserción a la vida diaria. En esta tercera fase, 233
más tardía del trastorno, en que la víctima parece haber organizado su vida en torno de la evitación de los disparadores del trauma, la psicoterapia debe ir orientada a la estabilización en el plano social.
Psicoterapéutica BIOENERGÉTICA DEL ESTRÉS POSTRAUMÁTICO ¿Cómo los seres traumatizados pueden salir de los “estados de inmovilidad” postraumática? ¿Cómo desbloquear la contracción aguda o crónica de la energía biológica que queda atrapada en la profundidad del cuerpo? Desde la clínica bioenergética podemos incluir el factor energético como elemento fundamental para clarificar los efectos complejos del trauma y sus implicaciones psicoterapéuticas. Los analistas bioenergéticos reichianos somos capaces de reconocer la forma en que las memorias traumáticas son experimentadas por los pacientes como estados corporales en un nivel no-verbal. En la Clínica Bioenergética en cualquiera de las corrientes teóricotécnicas como Análisis Bioenergético, Análisis Reichiano (Vegetoterapia Caracteroanalítica, Orgonoterapia), Análisis Biodinámico, Biosíntesis, Psicología Formativa, Core Energetics, etc., se supone que trabajando directamente en el nivel corporal y energético, se puede lograr reducir, eliminar o estabilizar la sobre-excitación creada en el trauma, y asimismo elaborar y metabolizar esas experiencias que pertenecen al pasado. Pero este trabajo no es tan simple como se acaba de enunciar. Una de las dificultades centrales en el trabajo con “pacientes traumatizados” es la imposibilidad de su musculatura esquelética de ligar energía. Otra línea a tener en cuenta en el tratamiento bioenergético de los trastornos traumáticos es la necesidad de descargar la sobreexcitación producida en el trauma volviendo la energía a los músculos. Bioenergéticamente sabemos que cuando se quita el freno de la inmovilidad traumática, aparecen el terror, la rabia y el dolor amenazantes, que en un nivel profundo, son los guardianes del pasado que ayudan a perpetuarlo. En el abordaje bioenergético del trauma hacemos especial énfasis en la resolución del aspecto energético. La eliminación de 234
la sobrecarga es lo que trae aparejado un alivio en el resto de la sintomatología. Los pacientes deben empezar ganando seguridad en sus propios cuerpos y esto requiere procedimientos activos y aprendizaje de nuevos recursos, en especial en lo que hace al contacto con las sensaciones. La forma de trabajar los Estados Postraumáticos es muy diferente del trabajo sobre los Traumas Normales del Desarrollo. Requiere un modo diferente de abordaje para nada similar al enfoque psicoanalítico, y diferente a su vez del modo usual de trabajo sobre la coraza corporal del modelo reicheano. Una vez establecido el diagnóstico, el psicoterapeuta deberá explicar al paciente sobre lo que se va a trabajar (los estados de Shock), y cómo se va a trabajar. Todo esto tiende a crear un tipo de relación o alianza psicoterapéutica diferente que será necesaria en el trabajo. La alianza psicoterapéutica deberá ser cooperativa y de confianza mutua, dándole el control del proceso al paciente, permitiendo revertir así, uno de los factores más importantes presentes en el trauma: la impotencia y la sensación de desesperanza en los vínculos y en las relaciones. No es la respuesta de inmovilidad (anorgonia) lo que causa la traumatización, sino la incapacidad de descargar la energía biológica que fue inmovilizada. Energía que fue inmovilizada, por otra parte, cuando ocurrió la inmovilidad. En los animales vemos que la inmovilidad muchas veces funciona como éxito de sobrevivencia. Los animales se congelan para luego descongelarse, sin llegar a traumatizarse. Es que, en la evolución, ganar no es lo que cuenta, sino sobrevivir. A la naturaleza no le importa si lo hacemos huyendo, atacando o inmovilizándonos. El organismo será traumatizado sólo si su sistema nervioso no es capaz de des-inmovilizarse y volver a su anterior funcionamiento. Cuando la inmovilidad se cristaliza, y la energía no es posteriormente descargada, el metabolismo queda interrumpido. La conducta hipervigilante continuará porque la sobreexcitación interna sigue. Y ésta se convierte ahora en el principal peligro. Una vez que la amenaza externa no está nos tenemos que cuidar ahora del adentro. Al igual que en el síndrome de pánico, el adentro se torna tan peligroso como lo era antes el afuera. Como las respuestas activadas por el reflejo de alarma son conductas que están fuera del control volitivo (se originan 235
en el cerebro reptiliano) las lógicas provenientes del neocortex generalmente no ayudan. Como veíamos anteriormente, otros signos de la persona traumatizada los encontramos en la hiperexcitación que se manifiesta por agitación respiratoria, aumento de los latidos cardíacos, problemas para dormir, tensión muscular, pensamientos acelerados, ataques de angustia. Debemos tener en cuenta que todos los síntomas que venimos enumerando no son siempre consecuencia del trauma. Pero cuando todos estos síntomas que presentamos se tornan crónicos estamos en presencia de la traumatización, y llegan a producir una angustia y ansiedad intolerable que termina instalándose en la vida de estas personas. Cuando la persona empieza a salir de la inmovilidad anorgonótica, lo que va aparecer es el terror y la rabia. El terror que lleva a huir y la rabia que lleva a atacar. Ambas respuestas fueron anteriormente bloqueadas o no tuvieron éxito. Hacer contacto con estas emociones es a su vez tremendamente amenazante. Como la energía no puede ser descargada saludablemente (reguladamente), al levantarse el freno anorgonótico el organismo puede canalizar su energía a través de conductas como el comer en exceso, adicciones, no dormir, promiscuidad, abuso, depresión, ansiedad, violencia familiar, aislamiento social, fobia social, desesperanza, temor irracional a equivocarse, actividad maníaca, etc. La función primordial de estos síntomas es la de servir de descarga substituta a la hiperexcitación, al exceso de energía. Estas actividades no son guiadas por lo que se necesita o desea, sino por el exceso de energía. Los individuos usualmente desarrollan más de un síntoma, y a medida que más energía se va liberando, más síntomas pueden aparecer o intensificarse los ya presentes (más hipervigilancia, más hipotonia, más fobia, más depresión, etc.). El ser humano traumatizado está en una trampa. Por un lado no tolera la experiencia de la inmovilidad analgésica, y por otro no tolera el fin de la inmovilidad. En el medio está extendida toda la sintomatología traumática. La metodología tradicional de trabajo bioenergético (unfolding process o desacorazamiento capa por capa) guarda ciertas diferencias e identidades con el trabajo de los estados de shock no resueltos.
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En el caso del estrés traumático se fortalecerán y se crearán los recursos necesarios para volver a la homeostasis anterior. En el desacorazamiento se trata de desbloquear la coraza y de producir un aumento en la excitación, aumentando además la tolerancia a la misma. En el trabajo con estados de shock se busca apaciguar la sobreexcitación a través de la contención energética en un trabajo de aprendizaje de tolerancia a las sensaciones. Para ello es importante relevar con qué recursos internos cuenta el paciente para lidiar con la sobrecarga y con la hiperexcitación. A diferencia del trabajo de desacorazamiento clásico, en donde tratamos de desestabilizar la coraza para llegar a un orden de funcionamiento más saludable (quizás no alcanzado antes), en el tratamiento del TEPT buscamos estabilizar y proveer recursos (en especial los somáticos) para alcanzar la homeostasis anterior al trauma. Se trabaja con algunos objetivos específicos. Por ejemplo: - Aprender a tolerar las sensaciones de su cuerpo. - Apoyarse en el contacto ocular a fin de no perder la orientación de lo que le sucede. - Buscar la autorregulación del proceso energético. Autorregulación favorecida por el manejo gradual de sus movimientos y el restablecimiento de la tensión muscular (por ejemplo, tensando y aflojando los músculos esqueléticos). - Trabajar la memoria traumática desbloqueando la coraza cerebral. En el Análisis Bioenergético Reichiano la información sensorial es tan importante como el conocimiento cognitivo y emocional. La conciencia sobre las sensaciones del cuerpo son enormemente útiles cuando trabajamos con temas relacionados con el desarrollo, pero son aun mas importantes cuando trabajamos con traumas por shock. Las sensaciones del cuerpo son una vía directa al inconciente y hablan el lenguaje de las partes más viejas y primitivas de la mente. En el Análisis Bioenergético Reichiano la reestructura cognitiva es importante, por supuesto, pero el proceso curativo debe incluir experiencias corporales. En la medida en que la memoria traumática consiste sobre todo en experiencias somatosensoriales: sensaciones, experiencias perceptivas, respuestas de comportamiento y estados afectivos con poca 237
representación verbal, el abordaje clínico de la coraza cerebral adquiere una importancia significativa. La investigación y la observación clínica indican que los síntomas sufridos por sobrevivientes de traumas por shock involucran principalmente las partes más bajas y primitivas del cerebro, por lo que podemos deducir que las intervenciones somáticas son muy importantes para facilitar la reorganización del material traumático y desarrollar los recursos biológicos para salir del patrón traumático. Existe en general acuerdo entre los profesionales en el campo del trauma, en que la cura requiere recordar y de alguna forma procesar el material traumático (van der Kolk, 1996). Lo que resta por dilucidar es cómo hacerlo. El hablar sobre la experiencia traumática es muy probable que omita elementos importantes. En la medida en que partes significativas de las experiencias traumáticas pueden estar disociadas, las mismas serían inaccesibles por métodos verbales. Es así que las terapias verbales pueden ser muy efectivas a la hora de lograr una reorganización cognitiva, pero dejan sin analizar las bases fisiológicas, motrices y emocionales de las experiencias traumáticas. Debemos tomar en cuenta, por otra parte, que las terapias que favorecen la catarsis corren el riesgo de retraumatizar al paciente. Revivir un evento traumático, parcial o totalmente, no sólo no es necesariamente curativo, sino que, muy probablemente puede calar profundamente en las marcas psicocorporales del trauma (por ejemplo en la configuración de la red neuronal del trauma). El trabajo de abreacción descontrolado puede ocurrir incluso en terapias verbales cuando el psicoterapeuta no está entrenado para lidiar con el terror, la rabia o el descongelamiento de los estados de inmovilidad, que probablemente emerjan al trabajar con los núcleos del TEPT. Por otra parte, los psicoterapeutas corporales no familiarizados ni entrenados en el trabajo con TEPT son particularmente proclives a descubrir el material traumático de shock, porque las intervenciones somáticas son particularmente efectivas en estos casos. En la medida en que las experiencias traumáticas tienen un alto contenido energético, cuando quedan expuestas, la intensidad de las respuestas fisiológicas y emocionales que involucran, pueden dejar al paciente nuevamente sintiéndose totalmente impotente y sin control, generando así probablemente una retraumatización. Por eso mismo el trabajo catártico, que lleva a que el paciente se desborde con respuestas emocionales y fisiológicas relacionadas con el trauma, hace que el espacio psicoterapéutico se vuelva 238
inseguro, minando la confianza en el vínculo y en el psicoterapeuta, por lo que se lo considera inadecuado. El modelo clásico de descarga en donde las experiencias traumáticas deben ser “evacuadas” desde el principio del trabajo clínico no es considerado como el más adecuado dentro de la psicotraumatología contemporánea. Por el contrario, hay tres fases del tratamiento en las cuales el acercamiento corporal es particularmente importante. La primera es la etapa inicial del tratamiento a la que denominamos: educación, contención, estabilización y establecimiento de la seguridad. La segunda fase del tratamiento en la cual la orientación somática parece crucial es en la renegociación, reorganización e integración del material traumático. La tercera fase el acercamiento corporal ofrece recursos importantes que ayudan a restablecer en el paciente traumatizado la capacidad para el placer y las experiencias positivas, reconectándolo con la vida cotidiana a través de la bioenergética. a) EDUCACIÓN, CONTENCIÓN, ESTABILIZACIÓN Y ESTABLECIMIENTO DE UN VÍNCULO SEGURO. Para la mayoría de las corrientes psicológicas la relación psicoterapéutica es la base para todos los abordajes psicoterapéuticos, siendo fundamental en el tratamiento de todos los problemas emocionales. En el tratamiento del trauma por shock el proceso curativo debe darse en un vínculo seguro entre psicoterapeuta y paciente (bonding). Esta relación, en donde el paciente deposita la confianza en el psicoterapeuta y en la construcción de una alianza psicoterapéutica, va a ser la clave que ayudará al paciente a moderar y regular la estimulación emocional en los momentos de renegociación de los recuerdos traumáticos. En el trabajo con TEPT es indispensable una fuerte presencia empática del psicoterapeuta: su habilidad para entender las experiencias traumáticas, su capacidad para contener el horror y el sufrimiento expresado por el paciente van a ser esenciales en la 1ra. y en la 2da. fase del tratamiento. Es muy importante en las dos primeras sesiones de entrevista que el paciente no se sienta observado o cosificado como un futuro “caso a analizar” al que se le está sacando información por medio de un interrogatorio más o menos abierto y/o dirigido. Por el contrario, es muy importante que el paciente sienta la resonancia de campos energéticos en donde el psicoterapeuta lo está acompañando en su historia al hacerle preguntas sobre su vida familiar, emocional, social, etc. 239
En el trabajo con pacientes con TEPT el consultorio (como campo energético) adquiere una relevancia especial al igual que, por ejemplo, en el trabajo con psicóticos, por lo que es conveniente tomar algunos aspectos en consideración. Particularmente le permito al paciente decidir cómo le gustaría que nos ubiquemos en el consultorio, monitoreando desde un primer momento la distancia entre ambos. Algunos de los pacientes con TEPT son muy sensibles a las distancias, mientras que otros no lo son, debido a que no sienten sus límites. Para aquellos que lo son, les sugiero que escojan un lugar en el consultorio en donde se puedan sentir seguros. Pidiéndoles, a su vez, que me digan en qué parte del consultorio prefieren que me siente, de modo tal que no se sientan invadidos. Periódicamente les pido que dirijan sensiblemente la atención a su respiración, a sus tensiones musculares, o a otro tipo de experiencias corporales, como una forma de chequear si la distancia es adecuada para ellos. Al mismo tiempo, trato de estar conciente de los pequeños movimientos de sus rostros y del resto del cuerpo, y les devuelvo la información, especialmente a aquellos pacientes que necesitan desarrollar más auto-conocimiento y conciencia corporal. Es muy importante tomar en cuenta que el consultorio del psicoterapeuta no será sentido como un lugar seguro si el paciente se encuentra reviviendo traumas cargados de emociones intensas y deja la sesión sintiéndose desorganizado, temeroso y vulnerable. El trabajo de centramiento y de enraizamiento al finalizar las sesiones es muy importante al confrontar el estrés postraumático. Al trabajar con pacientes con TEPT podemos ver en sus cuerpos, con frecuencia, falta de vida. La sensación que dan estos pacientes es que no están conectados con sus cuerpos. Al preguntarles a estos pacientes como se sienten generalmente encontramos en sus respuestas referencias a fallas en diferentes partes de su cuerpo, declaran no sentir nada con respecto a su cuerpo, o pueden expresarnos literalmente un odio hacia su cuerpo. Es sorprendente, en ocasiones, escucharlos decir “bueno, veo mis pies y veo mis piernas, pero en realidad no las siento”. Frecuentemente hay falta de energía en los brazos, en las muñecas y en los tobillos (lo que junto al shock cefálico y al bloqueo occipital, explican el funcionamiento del holding together). Evidentemente estos pacientes necesitan una nueva realidad: la realidad del aquí y ahora. Por lo que un objetivo clave en la psicoterapia va a ser recuperar o establecer el desarrollo de buenos sentimientos hacia su propio cuerpo; tomar contacto con las emociones reales (emociones 240
básicas como la bronca y el miedo); reaprender como llorar, sonorizar, hacer facing, etc. En la medida en que el principal objetivo de la psicoterapia corporal bioenergética es sentir el cuerpo con vida y sentir el cuerpo más vivo, podríamos suponer que los ejercicios estándar de la bioenergética serían metodológica y sistemáticamente aplicables desde un principio con pacientes con TEPT. Podríamos suponer, por ejemplo, que el patear (kicking) o el trabajo con la raqueta ayudaría a sus cuerpos a recuperarse energéticamente, a abrir la respiración, a desarrollar un “NO” seguro, a protestar libremente y a reconectarse con la fuerza del cuerpo. Del mismo modo podríamos suponer que el trabajar en el taburete bioenergético (stool) abriría las capacidades para respirar, llorar, y “dejar salir” los sentimientos. Pero la dificultad del trabajo con estos pacientes nos ha planteado algunos problemas. En la medida en que la mayoría de los pacientes con TEPT están tan asustados o tan separados de sus cuerpos que tienen dificultades, incluso, en empezar los ejercicios básicos bioenergéticos, como la toma de tierra o ejercicios de equilibrio, analíticamente tenemos que indagar cuál es el problema formativo con sus cuerpos y qué contribuyó a esta visión tan profundamente negativa de sí mismos. En la mayoría de los casos encontraremos, en estos pacientes, sensaciones infantiles de desamparo y de desprotección. Difícilmente encontraremos en su historia contactos seguros y contenedores. Al no tener soportes ni emocionales ni físicos, están poco capacitados para sentir sus propios espacios y sus propios límites. Por lo tanto, si comenzamos trabajando bioenergéticamente de una forma clásica, aumentando su energía y dándoles mayor movilidad y motilidad al cuerpo, frecuentemente encontraremos que las personas con TEPT se vuelven más temerosas y se separan aun más de los sentimientos. Entonces ¿cómo trabajar bioenergéticamente con estos pacientes desde el comienzo del trabajo psicoterapéutico? En el comienzo de un programa biofísico de abordaje del TEPT privilegio el trabajo con la espalda, con las muñecas y con ejercicios de límites, como desarrollaré a continuación. 1) La espalda como parte central de su cuerpo. Desde el punto de vista anatómico la espalda es la parte de nuestro cuerpo que nos mantiene erguidos. En un nivel profundo la espalda es la parte de nuestro cuerpo que nos da sensación de unidad, además de darnos sentido de self (al unir nuestro cuerpo). 241
En un plano psicológico la espalda es donde generalmente sentimos los soportes. Y si tenemos la sensación de soporte y contención presente en nuestro cuerpo (en nuestra historia corporal), podríamos decir que nos sentimos “respaldados”, tanto física o emocionalmente. Con el doble objetivo de lograr ayudar a los pacientes a contactarse mejor con sus espaldas y sentirse contenidos emocionalmente, comienzo el trabajo con pacientes con TEPT “espalda con espalda”. Es decir, psicoterapeuta y paciente parados, le propongo que apoye su espalda junto a la mía. Esta posición los ayuda a empezar, en un nivel, a darse cuenta de que tienen una espalda, y en otro nivel, que está bien ser contenidos. En el momento de la verbalización vamos a encontrar que la mayoría de estos pacientes nunca han experimentado esta sensación de ser respaldados anteriormente. Algunas veces es necesario complementar esta técnica con la consigna de que el paciente logre soltar su cabeza. Estas personas tienden a estar siempre en sus cabezas y el contacto espalda con espalda puede verse disminuido al intensificarse el bloqueo en el cuello. Relajar el segmento cervical va a posibilitar que la energía circule por todo el organismo al apoyar la espalda en el psicoterapeuta. Adicionalmente podemos pedirle a los pacientes que “sientan sus huesos”. El objetivo de esta técnica (tomada de la Eutonía de Gerda Alexander) es darle a los pacientes un sentimiento propioceptivo de consistencia. Que puedan experimentarse desde el contacto sensible con su propia columna como un self unido, compacto y sólido, y no como un self frágil, temeroso y fragmentado. “Sientan los huesos de sus dedos, de sus pies, de sus tobillos, de sus piernas”: se consigna lentamente un recorrido sensible de los pies a la cabeza y de la cabeza a los pies, jerarquizando verbalmente la imagen de consistencia al pasar a lo largo de toda la columna. La mayoría de estos pacientes, al estar el miedo inscripto en sus cuerpos, se sienten literalmente muy pequeños. No importa cuan grandes sean. Al estar tan arraigadas las sensaciones de temor, desamparo y desesperanza, se ven a sí mismos desproporcionadamente pequeños. Sin embargo al hacer sensiblemente conciente sus huesos comienzan a sentirse más grandes, con más forma, más seguros y fuertes. Analíticamente pueden hacer el movimiento de comenzar a distinguir entre un pasado infantil, en que en realidad eran efectivamente pequeños y no tenían ayuda, y un presente adulto, en el que pueden comenzar a construir sus auto-soportes, elegir apoyos no dependientes y cimentar vínculos saludables. 242
2) Las muñecas como límites. Ejercicios de límites. Luego de un breve trabajo de enraizamiento y stretching de pies, rodillas, piernas y cinturas, comenzamos a sensibilizar a través de ejercicios de aikido un “darse cuenta” de las muñecas. El primer señalamiento bioenergético que realizo es: “cuando comenzás a sentir tus muñecas, podés empezar a construir tus límites”. Así como “hacemos límite” con nuestras muñecas, posteriormente podremos realizar lo mismo con la voz, con los pies, con los tobillos, etc. Esta es la manera biológica de “hacer límite”. El segundo señalamiento bioenergético se dirige a hacer concientes los límites: “empezá a marcar tus límites ahora y a sentir tu espacio”. Esto no es una abstracción. Nuestro espacio es nuestro campo energético. En este momento es conveniente volver a consignar la sensación de espalda. Sentir la espalda posibilita tomar contacto con todos los músculos grandes que están conectados con el diafragma y con la respiración. Si logramos conectar nuestros movimientos desde la espalda, mientras estamos enraizados en posición de arco o de arco invertido, por ejemplo, no sólo vamos a sentir la espalda sino también nuestras piernas y brazos. En este momento, comenzamos a darle importancia a la voz, dándole confianza al paciente para tomar contacto sensible con ella y expresarla. Primero sonorizando la respiración; para ello es conveniente dejar que el sonido salga simplemente. Luego, dirigiendo sensiblemente la atención a cómo se siente, sonorizando con vocales la expresión emocional. Y, finalmente, verbalizando palabras que le den sentido al trabajo de límites, por ejemplo: “no”, “basta”, “hasta ahí”, “no avances”, “salí”, “fuera”, “dejame tranquila”, etc. El siguiente paso a dar en enraizamiento vertical es hacer facing con el paciente, para que “haga límite” en relación al psicoterapeuta y no al vacío. En casos de abuso sexual infantil puede ocurrir que los pacientes no sólo miran sino que también hablan al vacío. Es muy importante para ellos saber que alguien más está allí, para poder hacer contacto con la posibilidad de recibir un soporte. Necesitan saber que alguien va a estar ahí y que no los va a invadir ni a violentar. Porque en su pasado, cuando llamaban a alguien para que los contuviera, o nadie estaba ahí, o cuando había alguien eran abusados. Luego de que los pacientes pueden sentir sus espaldas, muñecas y brazos, y pueden mirar cara a cara al psicoterapeuta y verbalizar una expresión emocional, podemos profundizar el trabajo con los límites.
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Para ello me paro con mis brazos extendidos, mis muñecas dobladas y mis palmas de frente al paciente para que pueda empezar a “hacer límites” en la transferencia y a tener un contacto conmigo en resonancia. Es decir que puedan construir un lugar en donde sientan a otra persona ahí, pero sin la sensación de invasión o de abuso. Al hacer contacto palma con palma, psicoterapeuta y paciente, se puede comenzar a mover los brazos. En este ejercicio los pacientes más retraídos que tienden a separarse de sus sentimientos, cuando comienzan a hacer contacto con sus pies, piernas, espalda, hombros, brazos y muñecas, comienzan a tener noción de sí mismos en un sentido corporal. Este paso es necesario para pasar de la sensación de desamparo y de vacío a una sensación de soporte y de self. Es que si alguien está en un “vacío” y le pedimos que “sienta su cuerpo”, la sensación va a ser mínima ya que no tienen manera de encontrarse a sí mismos. Debemos ayudarlo. A veces el ejercicio debe repetirse sesión tras sesión hasta que logren el sentido físico de límite y de self. Mientras tanto, verbalmente los incitamos a que usen sus voces para empezar a decir “no”. Necesitan sentir ese “no” en sus cuerpos, para incorporar efectivamente ese “no” en sus vidas afuera del consultorio. En trabajos grupales (psicoterapia, formación, grupos de movimiento, etc.) realizamos un ejercicio que intensifica el trabajo de límites. Lo podemos realizar en diversas oportunidades y con todas las estructuras de carácter. Por un lado, permite la exploración didáctica del fenómeno de los límites, y por otro, la exploración sensible de la construcción de los mismos. Ejercicio de límites y distancias: - El paciente, con los ojos cerrados, se forma una imagen del psicoterapeuta. Luego de hacer contacto ocular con el psicoterapeuta, se le pide al paciente que perciba su ubicación en el espacio, que tome contacto con su campo energético y que, posteriormente cierre sus ojos. Con los ojos cerrados el paciente se imagina al psicoterapeuta (donde y como estaba parado, la forma en que lo miraba, etc.), luego los abre y hace contacto nuevamente con los ojos del psicoterapeuta. En esos momentos, el psicoterapeuta puede parecer más alto o más bajo, más lejano o más cercano de lo que el paciente lo pudo imaginar. Trabajamos la distancia entre la imagen real y la imagen proyectada (distante, frío, poderoso, amenazante, etc).
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- Avanzando y retrocediedo: acercamientos y alejamientos. Primero el psicoterapeuta se acerca lentamente al paciente hasta llegar a su campo energético o hasta donde el paciente se lo permita. El paciente puede tornarse conciente de diversas sensaciones: tensión, constricción, disconformidad, ansiedad, sensación de desprotección. Es importante hacer conciente las distintas contradicciones que pueden aparecer en este trabajo. Por ejemplo, el paciente puede dejar avanzar al psicoterapeuta aun cuando su respiración se vea visiblemente agitada y su cuerpo tenso. O puede hacer gestos de bienvenida pero olvidar decirle al psicoterapeuta que pare. Luego el psicoterapeuta comienza a alejarse del paciente. Puede consignarle al paciente: “voy a retroceder manteniendo contacto ocular contigo. Tu tarea es observarte a ti mismo/a. Cuando notes algún cambio decíme que pare”. En ese momento registramos e indagamos las sensaciones de pérdida, abandono, angustia, duelo, miedo o dolor. Si el paciente no verbaliza nada pero muestra señales de incomodidad, podemos darnos media vuelta, al final del alejamiento, para intensificar la sensación de distancia física y emocional. Algunos pacientes que temen a la fusión y a la invasión, pueden sentirse cómodos con el alejamiento (y cuando el psicoterapeuta se da vuelta), ya que sólo pueden tener sensación de self cuando están solos y/o distantes17. El psicoterapeuta repite el acercamiento consignando previamente: “voy a caminar hacia vos una vez más. Esta vez, sin embargo, no pararé cuando me lo pidas. En su lugar, caminaré un paso más o varios más. Sólo pararé cuando sienta que lo estás haciendo enfáticamente e integrativamente. Tu tarea será asegurarte a vos mismo/a. Enraizarte, apoyando firmemente los pies. Centrarte, respirando profundamente. Y al mismo tiempo, verbalizar tus límites, por ejemplo diciendo: “¡no; no podés acercarte más de lo que yo te permita!”. 17 Margaret Mahler (1975) asocia este trabajo a la fase de rapprochement en donde el niño experimenta psicológicamente el proceso de separación de la madre. Cuando el niño y la madre “eran uno”, tenía miedo de perderla. Pero, con el descubrimiento de la separación y la posibilidad de experimentar el mundo exterior, aparece en su conciencia el darse cuenta de que puede perder a la persona que tanto necesita para la sobrevivencia. Por lo que el dilema, en esta fase, comienza a ser: ¿deberíamos dejar que nuestra madre se vaya y correr el riesgo de ser abandonados? ¿deberíamos irnos con ella para tener mayor seguridad y correr el riesgo de ser controlados (“devorados”) por ella? Si bien el trabajo de acercamiento-alejamiento puede ser equivalente a esa fase de rapprochement en el niño, también puede ser análogo a aquellas parejas que se vinculan controlándose mutuamente o reclamando más o menos distancias, en donde la manipulación está atravesada por el miedo a la soledad y al abandono, o por el miedo a ser controlado y “devorado”.
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En este momento se busca que el paciente experimente su fuerza (“contra” el psicoterapeuta) y su capacidad para pararse en su espacio poniendo límites. De hacerlo, probablemente sienta un poder que anteriormente no sentía, o le sorprenda el sentir una mayor comodidad frente a una distancia que anteriormente pudo hacerlo sentir incómodo. De no poder hacerlo, es un momento para analizar defensas que fallan o cristalizaciones caracteriales. Por ejemplo, pacientes que no ponen el límite “a tiempo” (es decir, lo ponen cuando el psicoterapeuta ya invadió su campo energético), o pacientes que verbalizan un “¡no!” pero, por otra parte y contradictoriamente, expresan pre-verbalmente un “sí” con una sonrisa, con un gesto seductor, arreglándose el pelo, bromeando. Este trabajo ayuda al paciente a volverse más conciente y atento del proceso de transferencia somática y emocional, el cual ocurre cuando el psicoterapeuta (o cualquier persona fuera del consultorio) invade sus límites y traspasa su espacio. El objetivo es hacer más concientes cómo y cuando los límites son invadidos, y que el paciente sienta, en ese mismo momento, cómo los límites pueden ser restituidos, corrigiendo así la experiencia perturbadora. - Manos. Psicoterapeuta y paciente se ubican en los extremos opuestos del consultorio colocando las palmas de las manos hacia delante al nivel del pecho con los brazos extendidos. Caminan lentamente hasta el centro del consultorio, repitiendo el acercamiento, hasta que las palmas de las manos se encuentran. Con el respeto que les merece su propio cuerpo y el cuerpo del otro, hacen contacto con las puntas de los dedos y luego con las palmas de las manos. En este momento se busca un contacto resonante, más allá de los límites de la transferencia defensiva. En este contacto ninguno es superior, ni subordinado al otro y se busca despejar de dicho encuentro el miedo y la agresividad. ¿Puede el paciente tolerar la proximidad sin volverse defensivo? ¿Puede sentirse más cómodo luego de haberse asegurado a sí mismo estableciendo límites claros y seguros? ¿Puede abrirse y disfrutar de un encuentro resonante? Siguiendo los biotipos descritos por A. Lowen podemos distinguir cinco tendencias caracteriales en los ejercicios de distancias y de límites.
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El paciente esquizoide puede dejar que el psicoterapeuta se acerque, pero se desconecta de su cuerpo o de la realidad, yendo en un split para su cabeza. Por lo general se siente más aliviado y en contacto con su propio cuerpo si el psicoterapeuta se aleja, aun dándole la espalda. El distanciamiento y la evitación los hace sentir a salvo. A partir del ejercicio, el paciente esquizoide descubrirá que puede realizar un contacto con cautela, sintiéndose a la vez seguro. El paciente oral puede sentir una acusada sensación de pérdida, soledad, angustia o ansiedad cuando el psicoterapeuta se aleja. Como caracterialmente tiende a la dependencia y a la fusión, le resulta muy difícil mostrarse fuerte y confiado ante otros o aun sostenerse vitalmente. A partir del ejercicio, el paciente oral descubrirá que puede ganar una sensación de vitalidad cuando se enraiza y puede ponerle límites a un psicoterapeuta distante o invasivo, dejando de lado la desesperanza sentida previamente. El paciente narcisista le gusta tener al psicoterapeuta cerca. Por lo general se relaciona desde un falso-self, el cual adapta a las necesidades de otras personas para ganar poder sobre ellos. A mucha distancia quizás sienta ansiedad. Necesita a otro para que lo adore y le dé soporte para sentirse a salvo. Una vez enraizado y energetizado puede permitirse sentir sus verdaderos sentimientos, por lo tanto, puede comenzar a sentirse incómodo e incluso violentado con tanta cercanía. El paciente masoquista posee un área muy angosta en la cual puede sentirse cómodo. Una distancia muy grande lo hace sentirse triste y solo, y una distancia muy pequeña le da la sensación de pérdida de libertad. Para el paciente con defensas masoquistas estos puntos se encuentran a una distancia muy pequeña el uno del otro. A partir del ejercicio, el paciente masoquista descubrirá que puede estar enraizado y ser libre, al perder el miedo al enojo y a la crítica del psicoterapeuta, permitiéndose mantener contactos saludables sin sacrificar su libertad. El paciente rígido se siente cómodo frente a una (gran) distancia del psicoterapeuta. Al establecer buenos límites y enraizarse descubre que en la cercanía con una persona igual a sí el peor riesgo es el del rechazo, pero puede comenzar a tolerarlo y a soportar el dolor sin rigidizarse. El psicoterapeuta puede cambiar el ejercicio con estos pacientes invirtiendo los roles, dejando que sea el paciente quien se acerque, tomando contacto con su necesidad de aceptación y asegurándose de que no será rechazado.
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El trabajar psicocorporalmente desde el comienzo del tratamiento permite desarrollar la sensibilidad somática del paciente. Por medio de intervenciones tangibles, y al experimentar el paciente que el psicoterapeuta es capaz de tratar sus síntomas más angustiantes, generalmente se genera en el paciente una sensación de confianza y alivio, reforzando así la idea de que el consultorio es un lugar seguro para trabajar sus sufrimientos. Dirigiendo sensiblemente la atención al cuerpo, por medio del trabajo bioenergético se le quita la presión al paciente de que debe hablar sobre lo sucedido. Trabajando a un nivel corporal desde el comienzo del proceso psicoterapéutico nos permite desarrollar la seguridad de que, eventualmente, la historia completa del trauma va a emerger al propio ritmo del paciente. En mi opinión, acordar esto con el paciente facilita en gran medida la construcción de la confianza en el vínculo y las posibilidades de entrega en el proceso. Usualmente convengo con los pacientes que llegan a mi consulta con TEPT que, en algún momento del proceso, va a ser importante hablar acerca de los sucesos traumáticos, pero que ello sucederá en sus propios tiempos y a su ritmo. Inicialmente a lo que me comprometo es a ayudarlos a sentirse mejor. Para lo que les propongo la realización progresiva, gradual y sostenida de trabajo biofísico, de forma tal que puedan disminuir sus síntomas empleando intervenciones somáticas. Estas intervenciones varían de acuerdo a cómo se presenta cada paciente en el momento singular del comienzo del proceso psicoterapéutico, e incluso varían en función de lo que va aconteciendo en cada sesión en particular. Por ejemplo, con algunos pacientes es necesario comenzar trabajando con la respiración: aumentando el flujo respiratorio, haciendo énfasis en sentir el movimiento de la energía circulando en sus cuerpos, ayudándolos a relajarse mientras exhalan, facilitando el retorno de esa energía exhalada, privilegiando por momentos la fase inspiratoria; estimulando la elongación y la expansión de los tejidos severamente contraídos, y facilitando la actividad parasimpática de relajación por medio de una respiración lenta y profunda. Con otros pacientes comenzamos haciendo hincapié en la gramática expresiva del cuerpo apoyándonos en la lectura corporal, señalándoles cómo están organizados físicamente, y qué hacen a nivel corporal cuando se disocian o comienzan a sentirse hiperestimulados. Estos trabajos de Psicología Formativa (S. Keleman) facilitan, en gran medida, la comprensión de sus síntomas y les permite experimentar cómo están relacionados con las secuencias somáticas de los eventos 248
traumáticos: las alarmas y alertas, los impulsos de huir o luchar, el frenesí desorganizado, la inmovilidad y la disociación, etc. Es por ello que la educación sobre los síntomas es un primer paso importante en el tratamiento de TEPT. Las personas que sufrieron experiencias extremas, ya sea abuso violento o tortura, frecuentemente se sienten muy confundidos sobre lo que están experimentando. En algunos casos aparece el temor a enloquecer debido a la intensidad de sus emociones y a la sobre-estimulación fisiológica. El sólo hecho de sentirse tan fuera de control los atemoriza persecutoriamente. Por eso es importante proveerles un marco cognitivo en el cual estos pacientes puedan volcar y desintensificar sus experiencias negativas, ya que los ayuda a sentirse menos perseguidos, y a entender que su actual sufrimiento está relacionado con los eventos traumáticos del pasado. Por lo general, los pacientes sobrevivientes de sucesos traumáticos extremos se alivian mucho cuando se les da esta información. Si bien la información no alivia sus síntomas, genera la capacidad de referirse a ellos de una forma diferente. Los pacientes comienzan a considerar sus síntomas como potencialmente manejables, desde que han tenido el suficiente valor para resistir y sobrevivir en situaciones extremas. El sentido de los síntomas puede analizarse así en un contexto más amplio, que incluye necesariamente la inclusión de la dimensión socio-histórica. Aun así tenemos que tomar en cuenta que cada paciente es diferente y que debemos comenzar la renegociación del material traumático prudentemente. Muchas veces vamos a tener que encontrar formas creativas y poco usuales para ayudarles a comprender sus síntomas angustiantes. En la primera fase de contención y estabilización se requiere el desarrollo de recursos internos pero también de recursos externos. El re-establecimiento de soportes externos, necesarios para la estabilización de la vida del paciente, muchas veces se ve complicado fundamentalmente por situaciones económicas, familiares y/o políticosociales, que trascienden las posibilidades del encuadre y del contrato psicoterapéutico. Por ejemplo, es difícil para nosotros como psicoterapeutas, incidir directamente sobre las posibilidades de desarrollo económico de los pacientes. Para una persona con TEPT que está empezando un proceso psicoterapéutico es esencial el tener un lugar donde vivir, una fuente de ingresos y contactos humanos significativos 249
en sus vidas, como para poder hacer facing y comenzar a elaborar las situaciones traumáticas. No siempre ocurre así. Pacientes que vivieron el exilio en Francia y en Suecia me relataban, 20 y 30 años después, que al llegar a Europa luego de haber sufrido sistemáticamente torturas en nuestro país, se encontraban con profesionales que no estaban aun capacitados para trabajar con el horror que estaba aconteciendo en las dictaduras de América Latina de los años 70 y 80. Si bien como psicoterapeutas muchas veces no podemos cambiar las situaciones externas, sí podemos influir directamente en el desarrollo de los recursos internos. Los pacientes con TEPT llegan a las primeras consultas con una organización somática en shock. Durante la fase de estabilización y contención el primer objetivo del trabajo biofísico es desintensificar los síntomas que están interrumpiendo el sentido del equilibrio y de la auto-regulación organísmica (recuerdos intrusivos, pesadillas, insomnio, ataques de pánico, sobreestimulación energética, trastornos psicosomáticos, etc.), para poder pasar luego a una segunda fase de renegociación del material traumático. En este primer momento, con el objetivo de recuperar el sentido de equilibrio y de auto-regulación organísmica, es muy importante el trabajo con el 5to. segmento de la coraza, ya que estos pacientes, por lo general, presentan una inmovilización del diafragma que dificulta la inhalación profunda e imposibilita una exhalación completa. Generalmente es necesario trabajar además con la severa constricción que presentan en los anillos de pasaje (especialmente en la base del cráneo, y en segundo lugar en el sacro), buscando generar un movimiento centrífugo de la energía desde el centro de estas zonas hacia la periferia del cuerpo. Al igual que en los pacientes que sufrieron abuso sexual infantil, en los pacientes que fueron torturados encontramos una remoción centrípeta de la energía, que es retirada de las extremidades (piernas, pies, genitales, brazos y manos) hacia el centro del cuerpo. De ahí que siempre estén con las extremidades frías. En otros casos, dependiendo del tipo y de la extensión de la situación traumática, podemos encontrar escasez de tono en los tejidos y un colapso más o menos generalizado en el cuerpo. Durante la fase inicial de construcción de recursos, las intervenciones somáticas pueden ser empleadas para facilitar el movimiento funcional del segmento diafragmático, lo que llevará al paciente a un patrón de respiración más profunda, desarrollando la habilidad de inhalar 250
profundamente y de exhalar completamente. Moviendo la energía hacia los pies y piernas, en un movimiento centrífugo desde el núcleo del organismo hacia la superficie (piel, extremidades, puntos de contacto) posibilita no sólo una intervención directa sobre los síntomas que afligen al paciente, sino también relajar las constricciones de los tejidos y las tensiones musculares. Al facilitar el movimiento energético centrífugo, se posibilita que el paciente se sienta más en la realidad presente, tomando contacto con la recuperación de su fuerza y la capacidad para auto-sostenerse. Es decir, se logra que el paciente gane consistencia al aumentar su grounding y pueda sentirse así más enraizado. Las intervenciones somáticas que encuentro más útiles a este respecto (además de las descritas anteriormente), generalmente involucran primariamente un trabajo básico de respiración y de enraizamiento, y provienen de la tradición de ejercicios bioenergéticos (W. Reich, A. Lowen). Otra intervención somática provechosa en esta etapa del tratamiento es pedirle al paciente que profundice en una organización somática en particular exagerándola lentamente, para luego salir de esa exageración hasta cambiar de forma y construir otra organización somática (S. Keleman). Este trabajo de corporización es hecho muy lentamente, con el paciente manteniéndose tan conciente como sea posible de lo que está pasando. El trabajo desde la Psicología Formativa permite construir una “co-conciencia” (foco de atención dual) entre la capacidad de estar “aquí” (en el presente) y “allá” (en el trauma pasado). Es particularmente útil para ayudar a concientizar al paciente acerca de cómo se organiza físicamente cuando está muy ansioso, al comienzo de un ataque de pánico, cuando comienza a disociarse, o cuando se siente inmovilizado y/o anestesiado. El paciente empieza a desarrollar así una conciencia de sensación, tan importante para el trabajo de renegociación de material traumático que se hará mas adelante. Otro recurso psicoterapéutico que podemos integrar, en esta etapa inicial de estabilización, es la utilización de imágenes que contengan recuerdos positivos y/o visualizaciones de “lugares seguros”, que puedan estimular en la conciencia del paciente sentimientos y sensaciones corporales positivas y seguras. Este trabajo contribuye a que los pacientes con TEPT puedan sentir a sus cuerpos como recursos y no sólo como fuentes de dolor y sufrimiento. Durante una de las sesiones con una paciente que había sido brutalmente torturada en la dictadura, conecta el material traumático que estábamos trabajando con una imagen sanadora de un ritual 251
indígena (el Temascal18) en el que había participado recientemente. Dicha imagen se asocia con una escena infantil en donde se ve junto a sus padres bailando a la luz de la luna, alrededor de un fogón, en una playa del este. La asociación y conexión entre estas dos escenas, producen una salida del material traumático y le permite construir una imagen sanadora de sí misma, que le genera un gran alivio. Su experiencia corporal asociada a estas dos imágenes (corporización de los recuerdos positivos) le sirvió, una y otra vez, para sentirse a sí misma más expansiva, disminuyendo considerablemente los momentos de alta perturbación, a la hora de renegociación del material traumático con técnicas de EMDR. En esta primera fase, al dirigirse directamente a la estructura física y energética de la organización en shock, se logra una intervención directa sobre los síntomas que afligen al paciente. El propósito del trabajo somático de restaurar el equilibrio biofísico y energético, se consigue una vez que los pacientes comienzan a sentirse, otra vez, en control de sus cuerpos. En este sentido, como se decía anteriormente, el trabajo somático es esencial antes de comenzar a renegociar y reorganizar el material traumático. Una vez establecido un vínculo seguro en donde la psicoeducación, la contención, la estabilización y la creación de soportes se hayan desarrollado, la habilidad del psicoterapeuta para ayudar al paciente a renegociar e integrar el material traumático, pasa a convertirse en la figura del tratamiento, en una segunda fase de renegociación, reorganización e integración.
18 El Temascal es una de las ceremonias sagradas y medicinales más primitivas de los indígenas de América del Norte. También conocida como la Cabaña de los Ancianos Piedras o Ceremonia del Fuego Sagrado, es un ritual muy simple y muy bello que busca reactivar la vibración de la vida a través de un proceso de re-nacimiento. En una choza (tipi) especialmente preparada, que representa el seno de la Madre Tierra, se van introduciendo piedras previamente calentadas en fuego exterior. En el interior de la choza, en completa oscuridad, se reza con cantos, música, palabras o se permanece en silencio, recibiendo a las piedras en cuatro rondas, que representan el nacimiento, la niñez, la adolescencia y la madurez. En cada ronda se abre la puerta de la choza y se introducen nuevas piedras sobre las que se coloca agua y plantas aromáticas que, al ser consumidas por el calor del fuego, nos dan toda su esencia: copal –para recuperar la memoria–, palo dulce –para tomar contacto con la ternura–, salvia –para escoger aquello que necesitamos–, cedro –para bendecir todo aquello que tenemos–, etc.). Esta ceremonia se viene realizando en nuestro país desde el año 1994.
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b) RENEGOCIACIÓN, REMEMORACIÓN, REORGANIZACIÓN E INTEGRACIÓN DEL MATERIAL TRAUMÁTICO. La primera fase de estabilización, contención y construcción de soportes es importante para que el paciente con TEPT pueda entender que, conocer los sentimientos y la fisiología relacionados con la situación traumática, no lo devuelve necesariamente al trauma original y a la violencia, la desesperación y la impotencia asociadas con el mismo. En esta fase de renegociación, rememoración, reorganización e integración es clave evitar la retraumatización. Por ejemplo, cuando estos pacientes hablan de sus experiencias traumáticas es importante que dicha verbalización no derive en un “callejón sin salida”, reviviendo las escenas perturbadoramente, a punto tal que se sientan fuera de control e impotentes una vez más. En el corazón de los sucesos traumáticos los pacientes con TEPT han experimentado la máxima intensidad en cuanto a pérdida de control sobre sus propias vidas y sus propios cuerpos. Por lo tanto, de allí en más, seguramente buscarán evitar reexperimentar el miedo y el terror, asociado con la pérdida de control (inherente a las experiencias de shock). Clínicamente tenemos que tomar en cuenta, por lo tanto, que para estos pacientes el control lo es todo. A través de la intervención directa en los niveles biofísicos y energéticos de la experiencia, así como en los niveles cognitivo y emocional, los pacientes con TEPT pueden experimentar el estar en control de sus respuestas corporales mientras renegocian e integran los eventos traumáticos. El centrarse y enraizarse en la experiencia corporal permite enlentecer el proceso de confrontación con el material traumático. Este dispositivo de enlentecimiento permite incluir detalles antes no formulados y le brinda al paciente cierta distancia con respecto a la experiencia traumática. Para ello asentamos el relato de la historia del trauma en las sensaciones corporales manteniendo al paciente conectado a la realidad presente y al contacto con el psicoterapeuta. Podríamos afirmar así que el paciente es quien guía, establece el ritmo y está en control del proceso. De esta forma el paciente con TEPT es capaz de reorganizar la experiencia traumática tanto neurofisiológicamente como emocional y cognitivamente. Las últimas investigaciones realizadas en psicotraumatología indican que los eventos traumáticos son recordados en el inconciente 253
primeramente como experiencia somatosensorial o como recuerdo implícito y que es la psicofisiología anormal asociada que dirige los síntomas de TEPT (van der Kolk, 1987, 1989, 1994, 1996; van der Kolk y van der Hart, 1989, 1995; van der Kolk y Fisler, 1995). Un acercamiento psicoterapéutico somático ofrece una forma de intervención directa en el nivel biológico de manera de reestructurar el material traumático, por ejemplo, haciendo de la memoria implícita, memoria explícita. En términos energéticos podríamos decir que el poder focalizarse en la sensación provee una puerta de entrada a las zonas del inconciente en donde se encuentra el potencial para la autoregulación y curación profundas. Las intervenciones psicocorporales bioenergéticas tradicionales de centramiento (respiración), enraizamiento (arraigo, toma de tierra) y focalización (contacto, facing) permiten disminuir considerablemente los síntomas. El trabajar centrándose-enraizándose-focalizándose en las sensaciones ayuda a la estabilización del paciente y son conceptos técnicamente útiles en la fase de renegociación de los eventos traumáticos. Levine ofrece un método refinado y directo de intervención en el nivel biológico tendiente a reestructurar el material traumático. Al proceso de reestructuración cognitiva (hacer de la memoria implícita, explícita) se superpone la reestructuración organísmica de las respuestas corporales del tronco cerebral primitivo. Esta forma de trabajo (Somatic Experience) desestructura, gradual y progresivamente, las reacciones traumáticas, entendiendo a éstas como patrones neuromusculares mal adaptados que subyacen a la sintomatología del TEPT. Desde el abordaje del dispositivo levineano aquellas respuestas al trauma que permanecen incompletas en el sistema nervioso son “descongeladas” y se les permite completarse. Es decir, los recursos biológicos innatos, desbordados al momento del trauma, son restaurados para que el paciente pueda ser capaz de ejercer control sobre su propio cuerpo y sobre su propia vida. Levine introduce una serie de principios fundamentales a la hora de renegociación del material traumático. El primero es la idea de titration que podríamos traducir como graduación, o mejor aun como dosificación. Tenemos que tomar en cuenta que durante un evento traumático un enorme monto de energía es comprimido en el sistema nervioso. Psicoterapéuticamente la repentina liberación de esta energía puede derivar en una explosión de intensas emociones y en una 254
estimulación fisiológica descontrolada. Esta “liberación explosiva” no es curativa para la persona con TEPT sino que, por el contrario, puede ser retraumatizante. Titration (un término tomado de la química) significa que sólo un pequeño monto de energía es liberado cada vez que se trabaja con el paciente, permitiendo que las sensaciones corporales y las emociones sean asimiladas, y el sistema nervioso pueda ajustarse así a cada nuevo nivel de excitación y de descarga. La graduación o dosificación consistiría entonces en un enlentecimiento o desaceleración del proceso de renegociación del material traumático. Si el paciente se torna excesivamente activo desde el punto de vista fisiológico, hasta el punto de entrar en un estado de mucha ansiedad o temor, entonces el psicoterapeuta puede enlentecer el proceso. Por ejemplo, volviendo al paciente conciente de su respiración, o pidiéndole que focalice su atención en una sensación en particular. No debemos olvidar que, siguiendo el principio de identidad funcional reichiano, los recuerdos relatados permanecen asentados en experiencias corporales. Por lo tanto, la dosificación de las experiencias sensoriales y perceptivas y de las imágenes asociadas, así como la graduación de las emociones y pensamientos involucrados, permiten la reasociación de fragmentos de la memoria. En mi experiencia integrativa entre clínica bioenergética, somatic experience y EMDR, por ejemplo, encuentro una expansión organísmica cada vez mayor al mantener cada parte de la experiencia traumática anclada en la experiencia corporal. Por ejemplo, si un paciente, en el medio de la sesión verbaliza “tengo miedo”, yo le pregunto: “¿en qué parte del cuerpo siente el miedo?”. El paciente puede responder: “aquí, en mi pecho”. Entonces le puedo preguntar “¿cómo se siente ese miedo en su pecho?”; el paciente me dirá quizás “como un aleteo o como una opresión en mi corazón”, dándome pie para introducir un trabajo bioenergético para abordar esa sensación medrosa. Es decir, describiendo en detalle y corporizando la experiencia emocional, enlentecemos el proceso, dosificando la descarga y brindándole al paciente la distancia necesaria que le permita reasociar fragmentos de la memoria traumática. Señalarle, devolverle, darle feedbacks sobre lo que uno está viendo en un nivel corporal, es importante para el mantenimiento del contacto con el paciente: “veo que tus ojos están parpadeando rápidamente moviéndose hacia un lado y otro”, “ahora tu respiración se vuelve más superficial”, “noto cierto temblor en tus brazos y en tus piernas”.
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Es fundamental para este proceso de dosificación trabajar con la emoción más profunda (el miedo) desacoplando el temor o el terror y las respuestas inmovilizantes, de las sensaciones. Para ello es esencial mantener al paciente arraigado en la experiencia sensorial. Por un lado, para enlentecer el proceso cuando sea necesario, y por otro, para poder estimular las respuestas orientadoras incompletas y los impulsos defensivos bloqueados. En muchos casos éstos emergerán como micro-movimientos. Pero imponer movimientos al paciente no es a lo que estoy haciendo referencia. “Imponemos” una respuesta cuando le pedimos al paciente que golpee, patee o empuje cuando se siente inmovilizado. Otra forma de abordarlo sería apoyando al paciente para que dirija sensiblemente la atención a sus experiencias sensoriales siguiendo los micro-movimientos de su cuerpo: en este contexto es que las respuestas frustradas de orientación y las respuestas defensivas de huir y pelear, pueden emerger, ser completadas y restablecidas gradual y dosificadamente. Una paciente que fue sistemáticamente torturada por militares durante un mes seguido y fue posteriormente liberada con severos daños en su columna, en momentos críticos de nuestro trabajo psicoterapéutico tendía a quedarse casi inmóvil, excepto por movimientos microscópicos de mecimiento. Le pedí que notara esos micro-movimientos. Al principio se quedaba completamente inmóvil y decía que “no podía prestar atención a eso”. Lentamente con el paso de las sesiones, fue capaz de focalizarse en los pequeños movimientos, creciendo, hasta llegar a un movimiento completo de mecimiento. A medida que se mecía apretaba fuertemente los puños y manifestaba querer gritar y pegar. Analizamos cómo ese impulso de gritar y pegar se generó en ese mes de reclusión en donde tuvo que aprender a inhibir sus respuestas naturales de ira frente al maltrato y la humillación sistemática. Es allí que recuerda que luego de los episodios de tortura frecuentemente adoptaba ese comportamiento de mecerse. Al principio de las sesiones estos impulsos de gritar y pegar eran reprimidos cada vez que los sentía. A través de un trabajo de reach out combinado con facing, empujando sus manos contra las mías durante aproximadamente 5 minutos en posición de enraizamiento vertical, pudo permitirse que los impulsos llegaran a una descarga, liberando, junto a la bronca bloqueada, sus gritos inhibidos. Correlativamente al restablecimiento de su capacidad expresiva de protesta, se manifestó gradualmente en su vida una mayor capacidad de auto-afirmación en las interacciones interpersonales, y se desarrolló una actitud mucho más asertiva, firme 256
y segura, que se correspondió con un mayor nivel de auto-valorización, liberando fuerzas hacia una mayor vitalidad y excitación. Su forma corporal cambió notoriamente. La cabeza se levantó en una posición más “digna”, la pelvis en protracción (como la de un perro maltratado) se retrajo ligeramente hasta quedar en una posición de carga, y los dolores crónicos de espalda que venía sintiendo desde hacía veinte años comenzaron a desaparecer. Este proceso curativo en “cámara lenta” (slow motion le llama Levine) permite que las respuestas superpuestas del trauma se desacoplen o desasocien, que las respuestas defensivas frustradas y de orientación se completen, y se pueda salir del estado de inmovilidad traumático. La superposición (overcoupling) es un término utilizado por Levine para referirse a la sobre-asociación de sensaciones, emociones, pensamientos y comportamientos relacionados con la experiencia traumática. “Todos los caminos conducen al trauma”: por ejemplo, en un clásico ataque de pánico una sensación se superpone vertiginosa e intempestivamente con otra, luego con un pensamiento, después con una emoción, etc., etc. Descomponer esta cadena de eventos experimentados en una rápida sucesión requiere enlentecer el proceso; haciendo lo que Levine llama “the taffey pull”: focalizar durante un largo rato en un sólo aspecto de la superposición (por ejemplo en una sensación), creando espacio para que ingrese nueva información. Se le puede pedir al paciente, por ejemplo, que lentamente vaya hacia atrás y hacia delante entre una sensación y otra, o entre una sensación y una emoción, o entre una sensación y una imagen. Una paciente comenzó el proceso psicoterapéutico porque sus ataques de pánico eran sentidos cada vez más fuera de control y se estaban volviendo inhabilitantes para su trabajo de bailarina. En una semana tenía que danzar en uno de los desfiles más importantes de nuestra ciudad. Inicialmente trabajé con ella para que ganara una mayor sensación de control sobre lo que estaba pasando en su cuerpo, enseñándole por medio de técnicas bioenergéticas y reichianas cómo calmarse durante el ahogo y cómo enraizarse, permitiendo fluir el movimiento de energía que quedaba bloqueado a nivel ocular, torácico y diafragmático hacia sus pies. Al explorar cuidadosamente la secuencia de sensaciones que experimentaba durante los ataques de pánico, se sucedió una red compleja de asociaciones. Las mismas derivaron en 257
hacer concientes fuertes sensaciones de desprotección, que sufrió sistemáticamente durante su infancia y que estaban severamente reprimidas. Posteriormente comenzamos a trabajar estas escenas, por medio de EMDR, EFT y TFT. Las mismas incluían abuso sexual infantil y hubo que reencuadrar el contrato breve y focal por un contrato de análisis. En la etapa de renegociación, rememoración, reorganización e integración del material traumático el paciente debe ser capaz de valerse de experiencias positivas reconfortantes, y de sus propios recursos internos vitales. Levine agrega en su dispositivo dos conceptos adicionales: el vórtice del trauma (trauma vortex) y el vórtice curativo (healing vortex). El vórtice del trauma incluye todas las reacciones traumáticas involucradas en el trauma original. En los pacientes con TEPT inicialmente hay mucha más energía en el vórtice del trauma que en el vórtice curativo. La sintomatología familiar del TEPT, descrita anteriormente, deriva en gran medida del vórtice traumático, que chupa en forma permanente la energía del paciente y lo empuja para entrar en el pozo de experiencias, no integradas y no digeridas, relacionadas con el trauma. En un reciente trabajo con un actor de teatro que sufrió un severo accidente de tránsito con fractura cervical y que, posteriormente desarrolló TEPT junto con recurrentes ataques de pánico y agorafobia, se veía en forma clara la potencia del vórtice del trauma. Dicho paciente se encontraba a sí mismo frecuentemente en el día, pero especialmente durante la noche, moviéndose lentamente hacia la posición del choque. En la primera sesión verbaliza: “la atracción de la imagen del accidente y de la hospitalización es magnética, es tan poderosa”. Apostamos a realizar un trabajo integrativo combinando sesiones de EMDR con ejercicios bioenergéticos de respiración y de enraizamiento. Fue notable cómo los síntomas de TEPT, pánico y agorafobia, comienzan a revertir en las primeras tres sesiones, desapareciendo totalmente a la sexta sesión sin recidiva sintomática posterior. En este paciente se vio claramente cómo su propia fuerza de auto-regulación tendió a establecer un equilibrio entre la intensidad del evento traumático y los recursos curativos que las partes profundas del inconciente proveyeron por sí mismas (“estoy entero” me decía enfáticamente en la última sesión). Este efecto pendular de moverse entre el material traumático (vórtice del trauma), las respuestas parasimpáticas y las imágenes curativas (vórtice curativo) se logra con más facilidad cuando el evento traumático es un único incidente. Cuando el trauma es más complejo, por ejemplo 258
en una infancia en donde se repiten incidentes de abusos, establecer un vórtice curativo requiere de intervenciones activas por parte del psicoterapeuta. En el ejemplo de la paciente bailarina, sugiriéndole previo al trabajo de enraizamiento: “traiga a su mente el recuerdo de lo fuerte y poderosas que se sentían sus piernas cuando bailaba, antes de desarrollar el pánico”. Según Levine, hay una tendencia a moverse desde la periferia de uno de los vórtices a la periferia del otro, o desde el núcleo de uno al núcleo del otro. En el proceso de renegociación, cuando la experiencia permanece asentada en la sensación, el paciente con TEPT generalmente comienza trabajando en la periferia del contenido traumático, trayendo componentes curativos periféricos. La tendencia será a moverse cada vez más cerca del núcleo del evento traumático, mientras que comienzan a aparecen las imágenes curativas asociadas a experiencias corporales (en algunos casos las mismas tienen claramente contenidos espirituales, arquetípicos y/o artísticos). Varias veces he quedado felizmente asombrado con la capacidad que el inconciente de los pacientes provee para equilibrar los eventos y las escenas traumáticas que se están renegociando en sesiones “difíciles”. El trabajo con una paciente que sufrió torturas al momento de su detención, proporciona un sencillo ejemplo de este fenómeno natural de oscilación entre los dos vórtices. Fue capturada por policías de la Brigada de Asaltos del Ministerio del Interior y acusada de asalto a bancos. Fue horriblemente torturada. Luego de su liberación después de 8 años de reclusión, comienza el proceso psicoterapéutico con el objetivo de restablecer el vínculo con su hijo mayor, padeciendo a ese momento de un severo trastorno de ansiedad, que le impedía dormir por las noches, y además tener una pareja estable. Me cuenta que al ser atendida por el psiquiatra de la prisión, cada vez que concurría a la consulta rápidamente empalidecía, transpiraba profusamente y tenía la sensación de entrar en lipotimia. Cuando comencé a trabajar con ella le aseguré que no tendría que contarme su historia, a pesar de que en algún momento podría querer hacerlo, y quizás esto fuera importante para nuestro proceso. Le agregué que, a diferencia del trabajo con el profesional de la prisión, íbamos a comenzar trabajando de común acuerdo, para ayudarla a sentirse mejor. Presentaba los clásicos síntomas de TEPT: insomnio, pesadillas, hipervigilancia, recuerdos súbitos e intrusivos y leves ataques de pánico en los cuales comenzaba a temblar. Comencé trabajando con su respiración, con su enraizamiento y con su 259
conciencia sensorial. Se estabilizó rápidamente y comenzó a sentirse más a cargo de sus respuestas corporales luego de un mes de trabajo. Trabajando somáticamente comenzó a contarme espontáneamente su historia, al mismo tiempo que daba cuenta de su experiencia sensorial en el trabajo biofísico. Gradualmente comenzó a relatarme fragmentos de su vida (sus años de trabajo “en la aguja”, sus años de exilio en Milán en donde llegó a prostituirse por un período breve de tiempo), las extensas horas de interrogatorio en el momento de su detención, los posteriores desencuentros con su hijo mayor. Eventualmente llegó al núcleo del vórtice del trauma (los detalles de su experiencia de tortura). En un par de sesiones hace una conexión con recuerdos positivos de su niñez, de relaciones de soporte en el pasado y de escenas de ternura en la cárcel con su hijo menor. Se movió por sí misma, en los momentos críticos de las sesiones, hacia respuestas parasimpáticas de calor, hormigueos placenteros y un sentido de “espaciosidad” en el pecho. Luego de renegociar todos los aspectos de su trauma, incluyendo su extenso proceso de recuperación de las consecuencias de su experiencia de tortura y la hostilidad que sufrió su familia por parte de la policía que le establece un continuo seguimiento con amenazas de muerte a su hijo mayor, su sintomatología virtualmente desapareció. Durante una sesión, mientras estaba contando parte de su experiencia, me dice con un tono alegremente naif: “¡mírame, mírame, te estoy contando lo peor que me sucedió y no estoy temblando, no estoy asustada!”. Esta paciente fue particularmente sencilla de tratar y logramos resultados positivos en un período relativamente corto. Creo que las razones para que esto sucediera son varias. Una es que la paciente es una mujer fuerte, física y emocionalmente; también es muy inteligente y educada, y entendía en detalle la situación traumática que le tocó vivir. Estaba comprometida política e ideológicamente con las acciones que la llevaron a prisión. Datos clínicos de la psicotraumatología contemporánea indican que los sobrevivientes de torturas superan mejor la situación si están militando políticamente, ya que la militancia les brinda un contexto que le da sentido político a su maltrato19. El proceso anteriormente descrito se vuelve más complejo y más difícil cuando el evento traumático es repetitivo y ocurre a edades más tempranas. Sin embargo operan los mismos fenómenos y son 19 Los sobrevivientes de torturas que manifiestan los peores síntomas y tienen mayores dificultades para recuperarse, son aquellos que fueron capturados en el “fuego cruzado”: los que estaban simplemente “en el lugar incorrecto en el momento incorrecto”.
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aplicables los mismos principios si el trauma fue por un accidente, por una experiencia de tortura, o se desarrolló en una historia de abuso en la niñez. De todas formas, en esta etapa de renegociación, rememoración, reorganización e integración es conveniente tomar en cuenta algunos detalles. A veces un evento que se ve como insignificante (una expresión particular en el rostro del psicoterapeuta; una sesión que debió ser cancelada por viaje del psicoterapeuta; un “mal ritmo” con un ejercicio) puede disparar una crisis, puede provocar tristeza, rabia o pánico, respectivamente. A través de estas situaciones de crisis, muchas veces la historia traumática del paciente está siendo recontada. Si bien el trabajo bioenergético con el trauma es realizado poco a poco (con contacto, enraizando), al brindar mayor energía a las zonas bloqueadas, escindidas o disociadas el trabajo de reconexión e integración no siempre es fácil. Idealmente deberíamos ayudar a los pacientes a tomar contacto con su memoria traumática de un modo que la experiencia sea manejable psicoterapéuticamente. No obstante, muchas veces pueden darse situaciones de emergencia cuando el yo de los pacientes no es lo suficientemente fuerte como para contener la intensidad de dichas experiencias. En esos casos, los pacientes pueden verse repentinamente desbordados por memorias y sentimientos intensos que pueden llevarlos al borde de la desorganización. En esos momentos es muy importante que el psicoterapeuta vuelva a centrarse en la contención y en el enraizamiento20. Louise Fréchette sugiere darle la posibilidad al paciente de enraizarse a través del cuerpo del psicoterapeuta. Cuando un proceso de recordación o de duelo se vuelve muy atemorizante o invasivo, uno de los tantos modos que le permiten al paciente enraizarse a través del cuerpo del psicoterapeuta es invitarlo a que se envuelva en posición fetal sobre la espalda del psicoterapeuta, mientras que éste, sentado, coloca una mano sobre el cuello del paciente, y otra en la parte inferior de sus piernas o sus pies.
20 La experimentada psicoterapeuta bioenergética Louise Fréchette en un claro texto (“Complex post-traumatic stress disorder: putting the pieces back together”) señala al enraizamiento como una base segura, como un “buen padre interior”, que permite mantener bajo cuidado al “niño interno traumatizado”, una vez que la psicoterapia termine.
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C) RECONEXIÓN CON LA VIDA COTIDIANA: RESTABLECIMIENTO DE LA EXPANSIÓN, DE LA CAPACIDAD PARA EL PLACER Y DE LAS EXPERIENCIAS POSITIVAS. Esta fase es clave para revertir el axioma clínico postraumático de que “todos los caminos conducen al trauma”. La sobre-estimulación del sistema nervioso de los pacientes con TEPT les dificulta entrar en un estado de relajación parasimpático, necesario para las actividades placenteras. La superposición descrita anteriormente también contribuye a una existencia sin placer. Tenemos que tomar en cuenta que la experiencia de sentimientos extraordinariamente dolorosos y terribles del pasado traumático (abuso sexual infantil, violencia familiar, tortura, etc.) en muchos casos bloquea cualquier acceso a recuerdos o experiencias positivas, determinando una disminución en la capacidad para experimentar placer. Usando intervenciones bioenergéticas de centramiento (respiración), enraizamiento (arraigo, toma de tierra) y conciencia sensorial (gimnasia conciente, eutonía, visualizaciones de recuerdos positivos) frecuentemente facilitamos a los pacientes la entrada a estados parasimpáticos más relajados, de manera de que puedan reconectarse con las experiencias de placer. En esta tercera etapa, habiendo enfrentado y superado el pasado traumático, el paciente aprende a recuperar su poder cotidiano, su potencia expansiva y encara la tarea de crear un futuro. En términos de la Psicología del Yo el paciente con TEPT ha hecho un duelo por el viejo yo que el trauma destruyó, y ahora debe desarrollar un nuevo yo. Al igual que un exiliado, muchas veces, en esta tercera fase del proceso psicoterapéutico, los pacientes deben construir una nueva vida en una cultura diferente a la que dejaron atrás. Algunos trabajos importantes en esta fase son: -Reconciliarse con uno mismo y con los otros: la simple frase “yo sé que me tengo a mí mismo”, puede ser un puente entre la segunda y la última fase del proceso de recuperación. “Reconciliarse con uno mismo” requiere reprocesar aquellos aspectos del sí mismo que fueron impuestos por el trauma (por ejemplo, la identidad de “sobreviviente” –tan usada por los anglosajones– o la identidad de “víctima” –utilizada aquí en el Río de la Plata–). Aun reconociendo que cualquier ganancia fue lograda a costa de un gran precio, el paciente desarrolla, en esta etapa, un nuevo sentido de auto-valorización, identificando los aspectos 262
positivos del yo que fueron forjados en la experiencia traumática. “Reconciliarse con otros” involucrará la capacidad del paciente de sentirse autónomo mientras establece la conexión con otras personas, y entre ellas, con el psicoterapeuta, a través de la profundidad de la resonancia y de la transferencia creativa. -Aprender a pelear: el aprender a pelear involucra el entrenamiento en auto-defensas. Particularmente utilizo en forma lúdica técnicas del Aikido y de la Capoeira Angola para dar al paciente la sensación expansiva de agresividad, fuerza, equilibrio, soporte y arraigo. Del Aikido aprendemos a trabajar desde el movimiento circular en donde dirigimos y unimos el proceso creativo del movimiento y del ritmo con el universo infinito. En el Aikido la búsqueda de la armonía, en el corazón del conflicto, se organiza alrededor del movimiento circular, en la medida en que cada conflicto se resuelve a través del espíritu del círculo. Un círculo delimita un espacio determinado donde el ki nace de la libertad perfecta del vacío así creado. El secreto del círculo en el Aikido es crear una técnica que penetra en el corazón del espacio, y en donde se trabaja desde el equilibrio y la protección. Recibiendo cada ataque como un don de energía y sacándole el valor agresivo al llevarlo a un punto neutro, ayuda a recuperar la funcionalidad del cuarto segmento de la coraza (segmento torácico). De la Capoeira aprendemos a trabajar con el movimiento triangular de la ginga, desbloqueando fundamentalmente el séptimo segmento de la coraza (segmento pélvico) a través de jogos, brincadeiras corporales de flexibilidad, equilibrio, ataque y defensa. Ambas artes (el aikido y la capoeria) posibilitan además un descongelamiento y desbloqueo del segmento ocular. Si la contención fue el objetivo de las primeras etapas de la recuperación, la movilidad debe ser el objetivo de la tercera y última fase. En la segunda etapa, con la renegociación del material traumático, se comienza a restablecer la movilidad en todo el cuerpo, pero en esta tercera fase es muy importante focalizarse específicamente en el segmento pélvico, y en la consiguiente recuperación de la sexualidad de los pacientes. El trabajo expresivo no está ya centrado en la liberación de las explosivas emociones reprimidas o disociadas del pasado, sino en profundizar y ampliar el rango de expresión en la vida presente del paciente, lo que vuelve al trabajo psicoterapéutico menos dramático y más placentero. 263
Si bien en la clínica bioenergética trabajamos con un buen grado de transversalidad entre la rigurosidad metodológica y la creatividad inventiva, muchas veces el curso de los tratamientos pueden derivar en resultados impredecibles. El curso de recuperación en pacientes con TEPT no sigue siempre una progresión simple. A menudo se detiene y se repliega. Por momentos sentimos que damos un paso adelante, y a la siguiente sesión estamos dando dos pasos para atrás, obligándonos a rever puntos que ya creíamos suficientemente trabajados. Tenemos que aprender que los pacientes irán pasando por estas etapas de recuperación siguiendo un movimiento en espiral, en donde, en cualquier momento, se puede regresar a etapas más tempranas del proceso. Al igual que en la vida, el proceso psicoterapéutico no sigue un camino lineal predeterminado. ¿Cómo saber entonces cuando el paciente va hacia una resolución del estrés postraumático? Aunque la resolución no esté completa, uno de los mejores indicios de resolución consiste en el restablecimiento en los pacientes de la capacidad para experimentar placer en su vida cotidiana y para restablecer relaciones con los demás. Podríamos definir siete criterios que serían buenos indicadores para la resolución del trauma: - Los síntomas psicológicos del TEPT han sido trabajados y elaborados dentro de límites manejables. - Los síntomas vegetativos del TEPT revirtieron completamente. - La persona tiene autoridad sobre su memoria. Puede elegir recordar el trauma o poner la memoria traumática a un lado. En el caso de recordar, la persona puede soportar los sentimientos asociados con las memorias traumáticas. - La memoria del evento traumático es una narrativa coherente, asociada con sentimientos en donde el nivel de perturbación es mínimo o inexistente. - Desde el punto de vista cognitivo, el daño en la autoestima de la persona ha sido revertido, recuperando niveles altos de auto-valorización. - La persona ha reconstruido un sistema coherente de significados y creencias que abarcan la historia del trauma, lo que permite desintensificarla y trascender las creencias limitantes derivadas de la misma.
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- Las relaciones y vínculos importantes de la persona han sido restablecidos, generándose la posibilidad de construir además nuevos territorios existenciales esencialmente pulsátiles y vibratorios (buenos encuentros).
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2.3 Cuando el abuso sexual infantil queda escrito en el cuerpo INTRODUCCIÓN Durante los años 1992-1993 y en el primer semestre de 1994 trabajé como encargado del proyecto multidisciplinario “Desarrollo y cambio en la adolescencia” que se realizó a través de un convenio entre el Colectivo de Psicología Política y los Círculos de Formación y Difusión Popular en los barrios de Manga, Lezica y Maroñas. El proyecto estuvo subvencionado por la Asociación Sueca para el Desarrollo Internacional (Swedish International Development Agency) y por la Asociación por la Amistad Suecia-Uruguay (Forslag Fran Vanskops Foreningen Sverige-Uruguay) y se desarrolló en la Cooperativa Los Palos (Manga), en el Colectivo El Orejano (Lezica) y en la Policlínica Washington Pérez (Maroñas). El objetivo del proyecto estuvo centrado en la construcción de dispositivos clínicos grupales de soporte, apoyo y colaboración, en la elaboración y desarrollo de proyectos personales y colectivos de los adolescentes; brindando además orientación, informaciones y continentación en problemáticas de su interés (inserción laboral, drogadicción, situaciones legales, etc.), así como orientación individual cuando se presentaron situaciones personales importantes (violencia familiar, desocupación, embarazos, detenciones, etc.). El dispositivo de trabajo se realizó por medio de reuniones semanales en donde se desarrollaron talleres vivenciales de experimentación de 4 hrs. (“El cuerpo adolescente”) y sesiones clínicas individuales de 90 minutos en forma quincenal.
Publicado en el libro “Arqueología del Cuerpo. Ensayo sobre una Clínica de la Multiplicidad”; (Edcs. TEAB, Montevideo-Uruguay, 1999). Presentado en el 2do. Congreso de Orgonomía Social (11 y 12 de agosto de 2001, Córdoba/Argentina).
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El dispositivo fue derivando en los tres grupos a laboratorios clínicos (“Deseo, seducción y sexualidad”) donde la problemática central desarrollada fue el tema de la sexualidad y el abuso sexual. En los tres grupos en que trabajamos el 80% de los integrantes sufrieron en su niñez algún tipo de abuso físico o psíquico. En las dos décadas que llevo trabajando como psicólogo clínico la 1/3 parte de los pacientes sufrieron algún grado de abuso sexual en su infancia. Esta proporción se mantiene tanto en hombres como en mujeres. La persistencia permanente del problema del abuso sexual infantil que observamos en la historia-acontecimiento de los cuerpos de los pacientes que acuden a nuestra consulta clínica, es un índice real de que aun no hemos sanado la sexualidad en nuestro cuerpo social. Una de las razones por las que nos encontramos en nuestra clínica con tantos pacientes que han sufrido abuso sexual, es que nuestra sociedad aun tolera y soporta el abuso físico y psicológico hacia los niños.
DEFINICIÓN DE ABUSO SEXUAL Definimos por abuso sexual infantil “toda violación de la privacidad del niño con respecto a su cuerpo y sexualidad” . El abuso sexual infantil es un acto de violencia que se inflige en lo más íntimo y profundo de la realidad existencial de un niño, siendo sus efectos nefastos y devastadores para el desarrollo de la personalidad, en la medida en que afectarán la mayor parte de su vida adulta. El abuso sexual infantil implica la exposición de un niño a una estimulación sexual inapropiada a su edad, su desarrollo sexual y su rol social. Los desórdenes traumáticos de abuso sexual van desde situaciones de vergüenza y humillación (como consecuencia de la exposición corporal de los menores a situaciones sexualizadas por los adultos), a violaciones donde adolescentes, niños mayores o adultos utilizan la violencia sexual sobre los menores.
A. Miller, “Thou shalt not be aware: society’s betrayal of the child”; Farrar, Strauss, Giroux, New York, 1984. A. Lowen, “El gozo. La entrega al cuerpo y a los sentimientos”; Errepar, Buenos Aires, 1996.
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Tal como lo plantea la psicoterapeuta bioenergética Lyn Mayo, las exploraciones y los escarceos sexuales entre niños para satisfacer su curiosidad infantil, no significan abuso sexual. A pesar de que estos juegos y exploraciones pueden generar muchos sentimientos, los mismos son aislados y de mutuo acuerdo. El abuso sexual implica necesariamente una actitud de explotación. Es muy importante definir con precisión el problema del abuso sexual infantil. Coincido con Al. Lowen que en todos los casos en que un adulto le pega a un niño hay un elemento sexual implícito. Por ejemplo, el hecho de que un padre le pegue en las nalgas desnudas a su pequeña hija, es un acto de abuso sexual además de un maltrato físico. Al. Lowen describe el abuso sexual como una forma muy infame de traicionar el amor: “la persona que abusa de otra se acerca a su víctima como si le estuviera ofreciendo amor pero luego se aprovecha de su inocencia y/o desamparo para satisfacer su necesidad personal. El aspecto más dañino de este delito es la traición a la confianza, pero la violación física agrega a esta acción destructiva una dimensión importante de miedo y dolor. Los individuos que sufrieron abusos o maltratos sexuales de cualquier tipo llevan las cicatrices de esa experiencia durante toda su vida. Lo más grave es la supresión de la experiencia por parte de la víctima debido a la vergüenza y repugnancia por lo sucedido. Sin embargo, cuando se suprimen estos sentimientos, el individuo se queda con una profunda sensación de vacío interior y confusión. Las víctimas de abuso sexual no pueden entregarse a su cuerpo ni al amor, lo cual implica que no tienen posibilidades de encontrar satisfacción en su vida. El viaje de auto-descubrimiento les resulta una aventura aterradora. Cuando tratamos a estas personas debemos ser especialmente concientes de este problema” . La energía sexual es la corriente energética de la creación, pero también puede ser sumamente destructiva.
L. Mayo, “Sexually abused woman”; The Clinical Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis; vol 3 nº 1. A. Lowen, “El gozo. La entrega al cuerpo y a los sentimientos”; Errepar, Buenos Aires, 1996.
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El abuso sexual infantil genera un rango completo de implicaciones. Una de ellas es el quebrantamiento que tiene el espíritu del niño, causando una profunda escisión entre su alma y su cuerpo. Dependiendo de cuán traumática haya sido la situación, podremos ver en la clínica el grado de congelamiento, de escisión y de retirada de su cuerpo. La defensa habitual como sobreviviente de una situación de abuso infantil es vivir fuera de su cuerpo o, por el contrario, congelar su energía en el núcleo, imponiendo una barricada sobre el mundo. Cuanto más pequeño es el niño más grave será el daño infligido en su personalidad. Por lo general, cuando un niño es víctima de abuso sexual a muy temprana edad, reprime todo recuerdo de los hechos. Para ello suprime los sentimientos asociados a esos recuerdos negativos. Esto produce inevitablemente un fenómeno de “retirada” del cuerpo, generándose un proceso disociativo (splitting) donde la mente conciente no se identifica con los hechos corporales. Esta supresión implica, en un nivel profundo, “matar” una parte de su cuerpo. ¿Qué es lo que sucede bioenergéticamente en el cuerpo en una situación de abuso sexual infantil? El abuso sexual sobreexcita el aparato sexual de las víctimas infantiles en forma prematura, quedando los mismos sobre-estimulados. La descarga sexual adulta se produce cuando la excitación recorre el cuerpo hacia abajo, entrando en el aparato genital para luego salir de él. El niño no tiene la posibilidad de descargar la excitación genitalmente. Es decir, antes de que se desarrolle la capacidad para descargar la excitación por medio del orgasmo, los niños abusados sexualmente cargan sus órganos genitales con una fuerza sobre la que no tienen control. En otras palabras, la energía que puede ser sostenida en el organismo en el desarrollo adulto normal (especialmente la energía del despertar sexual) es mucho mayor que la que puede ser sostenida por el organismo de un niño. El abuso sexual de un infante sobreexcita prematuramente un aparato sexual aun no desarrollado. Y al mismo tiempo que lo excita, lo asusta. El miedo que siente el niño por la excitación sexual del contacto, queda grabado en su cuerpo y en su carácter, pues permanece en el aparato sexual sin que se lo descargue. Luego de las situaciones de abuso sexual, la sensación de sobre-estimulación quedará registrada en un nivel celular en el cuerpo del niño abusado. Las células del cuerpo recordarán y sabrán del abuso, no el cerebro. En algunos casos el cuerpo de esos niños buscará ese placer nuevamente, como 270
una forma de demandar el replay de esa sobre-estimulación. El niño entra de esta manera, momentánea y paulatinamente al mundo adulto, quebrantando así, irreversiblemente, su inocencia.
REGIMEN AFECTIVO A nivel afectivo las emociones predominantes en los niños abusados sexualmente son: * Miedo: el miedo principal que sienten los niños es a perder el amor que necesitan para sobrevivir. Junto a ese miedo a perder el amor generalmente aparece un miedo profundo de las consecuencias de la actividad sexual. El niño abusado sexualmente tiene un fantasma que está relacionado al miedo de la revelación del abuso, y de lo que podría suceder si los eventos fueran descubiertos. Pueden además generarse miedos, fobias o terrores más o menos inconcientes: pesadillas, miedo a estar solos, miedo a la oscuridad, miedo al contacto. Y un profundo miedo a la expresión de la ira asesina hacia aquellos de los que sufrieron la traición. * Bronca: aunque puedan parecer dóciles y pasivas en la máscara social, las víctimas de abuso sexual infantil están llenas de ira. Dicha hostilidad es, en primer lugar, hacia los perpetradores del abuso. Pero también sienten mucha bronca hacia sus padres y/o parientes que no los protegieron del abuso sexual y que, en algunos casos, hasta lo facilitaron. La ira se puede extender a otras personas dependiendo de la reacción de las mismas ante una eventual revelación del abuso. A veces la bronca si es reprimida da lugar a la depresión, en otros casos se somatiza (dolores de cabeza, trastornos estomacales, flujo vaginal, dispareunia, vaginitis), y otras veces aparece en forma de fantasía o comportamientos agresivos. * Culpa: cuando el abuso sexual se descubre en la infancia muchos menores no experimentan sentimientos de culpa antes del descubrimiento del abuso sexual. Después de la revelación se hacen muy intensas y en varios niveles: por responder físicamente y haber estado accesible a los estímulos que la actividad sexual provocó; por romper una promesa de secreto al denunciar el abuso; por no haberlo denunciado antes; por la eventual alteración de la dinámica familiar
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(consecuencias legales, económicas, afectivas, sociales); por el placer vivido en las relaciones. * Vergüenza: generalmente vergüenza de su propio cuerpo (a sus “partes sexuales impuras”), acompañada por una sensación y un sentimiento de asco y repugnancia por lo sucedido. La vergüenza se une en forma devastadora al miedo, a la humillación y al dolor psico-corporal. Al no tener maneras de liberar por medio de palabras el agravio del trauma del abuso, la vergüenza queda inscripta en el cuerpo, no permitiendo el desarrollo funcional integrativo como expresión del amor. Estas emociones quedan registradas en la memoria celular. Aun pasados muchos años desde la situación del abuso sexual infantil, los sentimientos permanecen intactos, algunas veces fuertemente ligados a los recuerdos traumáticos, otras veces escindidos de los mismos. En otros casos, muchos de los pacientes abusados sexualmente vienen a psicoterapia sin memoria de la situación, muchas veces acompañados de una amnesia general de los episodios de su niñez. El precio que tuvieron que pagar para sobrevivir a la situación de abuso fue reprimir todo recuerdo, disminuyendo la fuerza vital en sus cuerpos. En ambos casos, cuando en el proceso psicoterapéutico comienza a salir a superficie la situación existencial del abuso, se activa toda su estructura defensiva.
CORAZA CARACTERIAL La experiencia de abuso sexual infantil deja una marca profunda en los cuerpos de los infantes y en sus personalidades, jugando además un grave papel en el establecimiento de sus estructuras defensivas. El impacto del abuso en sus vidas adultas depende de la gravedad de muchos factores: la edad en que fueron abusados por primera vez, su relación con el abusador, el período de tiempo en que se extendió el abuso, el miedo que generó, etc. De todas maneras, tal como lo plantea Lyn Mayo en sus dos trabajos sobre abuso sexual, aquellos que comparten la experiencia del abuso sexual infantil, sufren consecuencias similares y un proceso común en sus terapias.
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Fue S. Freud el primero en señalar nuestra necesidad compulsiva de repetición. Tendemos a repetir los escenarios de nuestras vidas que han sido traumáticos porque tenemos la necesidad de reconocer las diferentes piezas del trauma-puzzle, hasta tener una gestalt completa, en donde nuestras piezas se junten nuevamente y puedan formar una totalidad. A nivel caracterial el abuso sexual infantil produce una profunda situación disociativa que puede generar varios efectos, a saber: *El sentido de self del niño abusado sexualmente queda seriamente deteriorado pudiendo generar, de adultos, una compulsión a la repetición. Por ejemplo, involucrándose con personas que abusen sexualmente de ellos, que no los traten como personas sexuales, sino como objetos sexuales, en la medida en que para ellos mismos es difícil vivir en sus cuerpos –ser sus cuerpos– y defender sus derechos; en este sentido, pueden sentirse atraídos por personas de personalidad similar a la del abusador, adoptando un rol de sumisión sexual como un intento inconciente de liberarse de su “obsesión”, reviviendo la situación e intentando completar la descarga (que en realidad no se puede producir debido a la disociación corporal en que viven). Este sentimiento de self frágil, vulnerable y dañado disminuye la confianza en sí mismo, pudiéndose observar como trazos caracteriales predominantes la timidez y el retraimiento (por ejemplo: no se sienten dignos de participar en actividades o en ámbitos sociales, pierden interés en su apariencia personal, etc.) o, por el contrario, trazos impulsivos donde permanentemente están pulsando hacia el exterior como forma de no tomar contacto con su núcleo dañado y herido. La característica de sus relaciones puede oscilar, por lo tanto, en vínculos simbióticos (al haber tenido una seria dificultad para vivirse como persona separada y discriminada en su cuerpo y en sus deseos), o por el contrario, en relaciones pasajeras (para no tener que abandonar tanto de sí mismas y por su terror a la pérdida de amor y su miedo a la “simbiosis”). * Tienen dificultades de relacionarse sexualmente y de obtener placer en su sexualidad, envolviéndose inconcientemente en actividades que están predestinadas a fallar como forma de auto-castigo por sentirse “malas” y culpables. Por ejemplo, tienen la idea de que ningún
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hombre lastimará a una mujer si ella “cede” ante él (razonamiento falso y paradójico de mujeres que sufrieron abuso sexual en la infancia). Les resulta muy difícil imaginarse en relaciones de pareja donde no desarrollen un rol de víctima. En sus relaciones sexuales adultas tienen una tendencia a dejarse usar y encuentran muy difícil parar esa práctica. Por ejemplo, permiten repetidamente que otros saquen ventaja de sí, asumiendo frecuentemente la culpa de que algo está mal en sus relaciones. Les cuesta tomar contacto con sus propias necesidades, viviendo una vida descentrada de su deseo. Por ejemplo, poniendo asiduamente su centro fuera de sí mismos. * Su auto-posesión queda dañada en la medida en que fue privado del sentido de control sobre lo que ocurre en su cuerpo, desarrollando de esta manera una conciencia disminuida de que pueden controlar sus propios cuerpos, sintiendo, por ejemplo, sentimientos de impotencia, angustia y pasividad como consecuencia de la violación de su privacidad corporal y del dominio de su vida. En un nivel profundo las víctimas de abuso sexual sienten que sus cuerpos no les pertenecen. Al haber sido invadidos y violados en su privacidad corporal contra sus deseos, les cuesta experimentar los límites de sus propios cuerpos, ya que en su infancia experimentaron vivencias abusivas con una persona más fuerte físicamente, fuera de control, a la que sabían que no podían detener, generándose así una experiencia terrorífica sin saber cuando ésta terminaría. * Viven sentimientos ambivalentes y conflictivos sobre la sexualidad. Por un lado viven la sexualidad como expresión de amor, de deseo de proximidad y de unión a otra persona, pero, por otro lado sienten hostilidad, miedo, culpa, vergüenza y dolor, a raíz de sus experiencias infantiles. Por lo tanto la sexualidad se integra difícilmente a su personalidad porque coexisten corporalmente, en forma simultánea, la excitación sexual y el miedo, la sensación de ser deseables y la vergüenza, el deseo y la culpa, etc. Esta situación de ambivalencia se ve marcadamente en la compleja relación que sienten y tienen con sus abusadores. * En muchos casos el niño abusado sexualmente crece y puede comenzar a vivir la sexualidad como una fuerza irresistible y abrumadora, pero escindida de su personalidad. Algunos casos se sienten 274
poseídos por una carga sexual como si fuera una fuerza ajena a su personalidad, sobre la que no tienen ningún control, ni le producen, por otra parte, ninguna satisfacción amorosa y genital. En otros casos les resulta difícil experimentar y/o expresar cualquier sentimiento sexual interior, sin atemorizarse y cercenarse. Su estado general es de falta de contacto, con un cuerpo incapaz de tolerar la carga energética y una cabeza incapaz de integrar la emoción.
CORAZA SOMÁTICA Si alguno de nuestros pacientes han sido abusados sexualmente, es decir si han sufrido por otra persona algún tipo de falta de respeto por sus límites de una manera sexualmente intrusiva, podemos leerlo en su cuerpo. Si realizamos una profunda y correcta lectura corporal hay signos inequívocos que sugieren un abuso anterior. Tal como lo señala la psicoterapeuta bioenergética Angela Klopstech: “the body remembers even if the mind does not”. La lectura corporal (body reading) funciona idénticamente a una gramática expresiva. Es decir, a través de una lectura corporal podemos comprender el lenguaje del cuerpo de una persona que está expresando emociones con sus gestos (funcionales o neuróticos), con su voz, con su mirada, con su forma de moverse, con su forma de respirar, de sostenerse, etc. A través de la lectura corporal podemos relacionar las tensiones crónicas de diferentes partes del cuerpo con las actitudes caracteriales de quienes las presentan: hacia su sexualidad, hacia sus sentimientos, hacia las otras personas, etc. Algunas señales corporales distintivas de que una persona ha sido abusada sexualmente en forma prematura son: • ojos asustados y mirada aterrorizada, • mandíbula tensionada, • cuello rígido, • pelvis bloqueada, • poco enraizamiento, • capacidad de expresarse emocionalmente con la voz severamente disminuida.
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Los principales bloqueos físicos y bioenergéticos los encontramos en los segmentos cervical (occipital y supra-torácico), y torácico (en el chakra cardíaco), en la zona de la cintura y en la pelvis (en el chakra de la raíz). Si la parte inferior del cuerpo queda sensiblemente bloqueada, especialmente la zona del perineo en la base de la pelvis (en el lugar entre la vagina/el pene y el ano), el corazón sufre aun una herida quizás mayor, tal cual hubiese sido roto a martillazos, arrancado o asesinado a puñaladas. Poder cicatrizar estas heridas lleva mucho tiempo y exige del/a psicoterapeuta mucha suavidad, paciencia y humildad. En el trabajo con adultos sobrevivientes al abuso sexual infantil, uno de los primeros pasos para hacer conciente esta zona crónica de tensión es el de aprender a respirar en ella nuevamente. Esto resulta muy difícil porque requiere atravesar la pelvis, la cual usualmente es la parte del cuerpo que ha sido dañada y herida emocional y/o físicamente en los momentos de abuso sexual. En la medida en que el paciente comienza a recuperar su cuerpo, se hace necesario liberar las emociones asociadas con el abuso, las cuales aun roban mucha energía en el proceso de acorazamiento, y disminuyen considerablemente la capacidad de sentir placer en la vida. La memoria celular, cargada en la pelvis, necesita ser abierta para que las corrientes energéticas puedan empezar a moverse en forma más libre, a través del segmento pélvico nuevamente.
TRANSFERENCIA, CONTRATRANSFERENCIA Y RESONANCIA En mi caso particular la parte esencial del trabajo como psicoterapeuta con pacientes abusados, es honrar a la persona que siendo pequeña fue lastimada en un nivel profundo y vulnerable de su existencia, y que ahora como adulto tiene la valentía y la fe de emprender el camino hacia su sanación. Así como el setting tiene que ser seguro, confiable y tener los límites bien definidos, en donde el paciente pueda ser entendido, cuidado y no juzgado, lo mismo sucede con la presencia, con el estar del psicoterapeuta. Su actitud de resonancia con el problema del paciente tiene que poder garantizar un contexto de aceptación, compasión, confianza, empatía y seguridad. Si no se dan estas condiciones el mismo psicoterapeuta puede fácilmente repetir la situación de abuso
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en su paciente, traicionando nuevamente a la persona que depositó su confianza. La resonancia tiene que ser la herramienta que posibilite ir construyendo un presente y sanando el pasado. Si bien como psicoterapeutas bioenergéticos jugamos nuestras mejores cartas a nuestra capacidad de resonancia, no debemos desconocer la naturaleza y el poder de la transferencia y de la contratransferencia, como patrones de distorsión e interferencia, y también como herramientas psicoterapéuticas. Los pacientes abusados pueden evocar emociones muy fuertes en el vínculo transferencial. En la transferencia el psicoterapeuta puede inevitablemente ser identificado con el abusador. El cuerpo del paciente nos da muchas señales al respecto. Por ejemplo, saltando defensivamente cuando tocamos su cuerpo, aun luego de pedirle permiso y avisarle previamente en qué zona se iba a hacer el toque e incluso de qué manera. No nos tiene que asombrar que estos pacientes, en un nivel profundo, desconfíen de cualquier fuente de ayuda. Ellos cargan en sus cuerpos con mucha bronca hacia los adultos de su mundo, que no fueron en su ayuda cuando las experiencias de abuso se produjeron. Así aprendieron solos a “lamer su propia herida”. Es importante entender que las personas que sufrieron abuso sexual infantil fueron literalmente empujados a roles y sentimientos con los cuales no se podían entender ni manejar a su edad. Sus propios límites corporales fueron atacados, no respetados, no teniendo seguridad en su propio cuerpo ni en sus límites. Es decir que, a nivel transferencial, nos vamos a encontrar con: • Confusión en los roles. En su historia los roles de hijo/a-esposo/a-amante, quedaron alterados radicalmente. • Dificultad y/o incapacidad de establecer una relación de confianza. Luego de haber sido victimizados por una persona en la que confiaban y a quien querían, van a tener dificultad en establecer relaciones de confianza, posteriormente. • Profundos sentimientos de ambivalencia (amor-odio, confianzadesconfianza, deseo-miedo, etc.) derivados de la compleja relación que tuvieron con el abusador, y que va a estar presente dinámicamente en la forma y en el contenido de la transferencia. 277
Estos sentimientos transferenciales pueden despertar, a su vez, fuertes sentimientos contratransferenciales. Por ejemplo, emociones negativas que pueden ir desde un simple enfado hasta impulsos sádicos en el psicoterapeuta. En esos momentos los terapeutas tenemos que prestar mucha atención a lo que está pasando en nuestro cuerpo y elaborar las emociones en nuestro propio proceso psicoterapéutico, analizarlas en la inter-visión desde nuestra estructura caracterial y/o establecer un plan de trabajo corporal para poder expresarlas. Cada situación transferencial puede provocar una situación contratransferencial. Esta dinámica vivencial surge por la identificación del psicoterapeuta con los objetos del paciente (contratransferencia complementaria). En la medida en que las reacciones contratransferenciales son regidas por las leyes del inconciente, no podemos descuidarla, ni negarla sino queremos caer en un círculo vicioso con el paciente. Por ejemplo, actuando la ley de talión en el consultorio: cada situación transferencial positiva es contestada, en un nivel, por una contratransferencia positiva, y a cada transferencia negativa del paciente, el psicoterapeuta responde vivencialmente con una contratransferencia negativa. A nivel contratransferencial, tenemos que estar permanente en contacto con nuestro cuerpo, explorando desde la auto-observación las señales que éste nos da (tono muscular, ritmo respiratorio, afectos y sensaciones, etc.). Tenemos que tener claro que la transferencia es necesaria para la proyección afectiva. Actuar la contratransferencia no lo es. En otras palabras, todo lo que un paciente trae es pertinente y apropiado. Nunca puede ser culpado por activar los “temas” del psicoterapeuta o “movilizarlo” emocionalmente. Mantener al psicoterapeuta “a salvo” de sus problemas existenciales y emocionales no es la tarea del paciente. Cuando se produce un acting-out en este nivel, se corre el peligro de que el paciente asuma inequívocamente la culpa por tal error en el proceso. Esto sucede muy a menudo con pacientes que fueron abusados por sus propios familiares. Así como de niños hallaron la manera de proteger al padre abusador, de adultos protegen al psicoterapeuta y terminan asumiendo que el psicoterapeuta “lo debe estar haciendo por mi propio bien”.
H. Racker, “Estudios sobre técnica psicoanalítica”; Paidós, México, 1966.
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En resumen, el paciente abusado nunca tiene que ser culpado por lo que sucede en el proceso psicoterapéutico, de la misma manera que el niño no tiene ninguna culpa en relación al abuso. Debemos recordar que la sexualidad y los sentimientos del paciente están en un nivel etario de 3 a 13 años, aunque estén expresándose desde un cuerpo adulto.
PSICOTERAPÉUTICA La clínica bioenergética (especialmente desde el Análisis Bioenergético) permite trabajar activamente la problemática del abuso sexual, focalizándose en dicho problema, sin descuidar el análisis de base de los pacientes, ni la situación social en que se produce. La experiencia común de todos los psicoterapeutas que trabajamos desde la clínica bioenergética la problemática del abuso sexual, es que el proceso de sanación (healing) se desarrolla muy lentamente y puede pasar por momentos muy dolorosos y dramáticos (por ejemplo: pensamientos suicidas, ansiedad de volverse loco, etc.) Desde la clínica bioenergética sabemos que nuestros cuerpos no olvidan las experiencias traumáticas. En eso se basa el proceso de curación bioenergético: restablecer a través de la memoria celular la capacidad natural de pulsación, mediante la rememoración corporal de experiencias y de vínculos placenteros y saludables. Este proceso no se produce sin tocar y atravesar momentos muy dolorosos. En la mayoría de los casos el niño que sufre una situación de abuso sexual no puede parar los hechos, por lo que desarrolla una estrategia defensiva de sobrevivencia deshabitando su cuerpo y cortando la conexión con sus sentimientos. Dado que el paciente abandonó su cuerpo a causa del dolor, dicho dolor regresa cuando la persona toma contacto nuevamente con su cuerpo.
V. Hilton, “Working with sexual transference”; The Clinical Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis; vol 3 nº 1. A partir de este momento voy a hacer referencia al trabajo psicoterapéutico con adultos, que sufrieron situaciones de abuso sexual en la infancia. Las notas que desarrollaré a continuación no tienen una finalidad prescriptiva en relación con lo que debe ser hecho, en la clínica bioenergética, con pacientes que sufrieron abusos. Creo que cada psicoterapeuta debe desarrollar un estilo personal de trabajo, a partir de su propia esencia y en función de las limitaciones de su estructura de carácter. Espero sí que estas reflexiones técnicas sean útiles para aquellos que trabajan con personas abusadas.
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Dörte Laschinsky discrimina tres grupos diferentes de personas abusadas, en función de la manera en que tienen de organizar sus recuerdos. Al trabajar con pacientes adultos que saben exactamente lo que les sucedió pero que, en función de su estrategia defensiva de sobrevivencia, se escindieron de sus sentimientos dolorosos (dolor profundo, tristeza, miedo, bronca), el objetivo psicoterapéutico consiste en recuperar la emoción y desbloquear los sentimientos. Otro grupo de pacientes sabe corporalmente que han sido abusados en su infancia pero su memoria es muy poco precisa. Con ellos la estrategia psicoterapéutica implica el descubrimiento de los hechos, conectando con sus sentimientos y trabajando desde ellos. Los señalamientos verbales apuntan a reafirmar la confianza en sí mismo, en el saber corporal y en la capacidad natural de auto-sanación; “tu cuerpo sabe”... “confía en tu cuerpo”... “permitíte sentir”... “creé en lo que sentís”. El último grupo de pacientes abusado es el que consulta por otra variedad de temas y de conflictos, pero que, en determinado momento del proceso psicoterapéutico, la problemática del abuso sexual irrumpe desde la profundidad de su historia y pasa a ocupar un lugar central en las sesiones. Por más que en las primeras sesiones el psicoterapeuta haya tenido una fuerte impresión contratransferencial de que la persona puede haber sido abusada sexualmente (a través de la lectura corporal, a partir de la entrevista y la elaboración de los datos anamnésicos), recomiendo no llevar a los pacientes hacia ese problema, hasta que no puedan confrontar por sí mismos su propia historia. Para sanar la herida del abuso sexual y el split entre el cuerpo y el alma de los pacientes se necesita darles un espacio confiable, un marco seguro y un encuadre con los límites muy claros, que le permitan apropiarse y exponer las experiencias del abuso, en un ambiente
D. Lachinsky, “Working with sexually abused people: how to deal with the clients”; The Clinical Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis; vol 9 nº 1.
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protector y de una forma integrativa10. Esta comprensión y expresión no tiene que ser impulsada o incentivada por el psicoterapeuta. Aunque éste debe estar conciente que hasta que no se produzca una elaboración, por parte del paciente, de sus diferentes patrones caracteriales y transferenciales en relación a la temática del abuso, los mismos tenderán a ser adoptados repetitivamente como formas de confrontar su propia energía sexual. En la medida en que el abuso sexual infantil es un trauma que interrumpe el proceso normal del desarrollo psicosexual, gran parte del trabajo requerido en las sesiones es el de edificación del yo (building up the structure). Completar el trabajo de edificación del yo corporal permite contener cantidades de energía sin quedar abrumado por las mismas. En un nivel corporal, las personas abusadas necesitan encontrar los modos de rearmar sus cuerpos contra la invasión física del exterior dirigida a herirlas. Para ello desde el principio realizamos conjuntamente muchos trabajos sobre el espacio personal (trabajo con las distancias) y la construcción de límites. Particularmente comienzo trabajando mucho con la mirada (facing), las manos (pushing back) y espaldas (backing) en posición de toma de tierra de pie (ver capítulo anterior). En esta primera etapa del proceso psicoterapéutico los señalamientos se dirigen a que el paciente crea y confíe en su cuerpo. Para ello realizamos trabajos de enraizamiento, trabajos suaves de respiración en el taburete bioenergético (stool). Por lo que sugiero combinar el trabajo en el stool con trabajos de respiración en posición supina, por ejemplo con ejercicios de “ritmo interno”, pero sin realizar movimientos voluntarios en el segmento pélvico. Tal como lo señala la psicoterapeuta bioenergética Dörte Laschinsky, el trabajo con el stool es especialmente efectivo en desbloquear emociones de tristeza y de dolor, y en recuperar recuerdos inconcientes. Pero en personas que sufrieron abusos, se debe realizar con mucha prudencia porque para algunos de ellos puede ser tan atemorizador como una violación misma. Especialmente aquellos que fueron abusados oralmente. Generalmente al ir sobre el stool entran en estado de pánico.
10 L. Fréchette, “Complex post-traumatic stress disorder”; The Clinical Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis; vol 9 nº 1.
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Si el psicoterapeuta establece algún tipo de contacto corporal a través del tacto se debe necesariamente pedir permiso al paciente para tocar su cuerpo. Esta regla es aun más importante cuando trabajamos con personas que sufrieron abuso sexual y que fueron víctimas de una relación incestuosa. Un toque sin aviso puede ser una experiencia invasiva que congela aun más la zona bloqueada por el miedo y el terror de la contracción traumática. En estos casos es también conveniente permitir al paciente decidir sobre qué ropa usar en el trabajo biofísico11. No obstante, trabajamos con lo que podemos observar y si el paciente necesita permanecer vestido, le pedimos permiso para poner una mano en su pecho o en su vientre para apreciar la profundidad y calidad de su respiración, y sentir los anillos de tensión que dividen su cuerpo. El paciente nos puede ayudar en este proceso dándonos informaciones verbales de sus sensaciones y emociones. El tipo de contacto que utilizamos en gran parte del proceso (y fundamentalmente en esta primera etapa) consiste en toques de soporte y protección (holding). Por ejemplo: cuando una experiencia se vuelve demasiado atemorizante e irrumpe desde la segunda camada con una rememoración violenta, silenciosamente y con mucha firmeza y seguridad afirmamos los pies del paciente sobre el diván o colchón, o agarramos firme y tiernamente su mano, o sostenemos su cuello con una mano y su frente con otra, o sujetamos su cabeza con ambas manos, ayudando al paciente en la auto-expresión. Verbalmente reafirmamos la experiencia de holding y de grounding en contacto con la realidad (sobre todo con la zona ósea y muscular de su propio cuerpo): “sentí tus pies”, “estás aquí conmigo, podés expresar lo que sentís”, “sentí tu columna”. Este tipo de contacto (si bien es un toque simple) provee una presencia humana importante con resonancia vibratoria y empatía emocional, y reasegura por lo general, la confianza existencial del paciente con su cuerpo y sus sentimientos. En situaciones de rememoración afectiva acompañada de momentos de abreacción intensa, en donde el paciente se puede ver invadido por corrientes caóticas de sentimientos y recuerdos intensos que le dan 11 Más allá de que estemos en un encuadre psico-corporal analítico profundo que ameritaría que el paciente trabajara en ropa interior o malla para favorecer la lectura corporal y el estado regresivo de la posición supina.
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temor a la desorganización psicocorporal, es necesaria una contención psicoterapéutica desde el exterior, por parte del psicoterapeuta. Una manera de utilizar el propio cuerpo del psicoterapeuta como contención es sugiriéndole al paciente que adopte una posición fetal (si ya no la ha adoptado naturalmente en la abreacción emocional), envolviéndose alrededor de la espalda del psicoterapeuta, mientras éste le coloca una mano en el cuello y con la otra lo abraza en los pies. Esta es una forma potente de enraizamiento horizontal a través del cuerpo del psicoterapeuta. Otra forma de contención que utilizamos cuando el paciente adopta naturalmente una posición fetal es colocar suavemente una de nuestras manos sobre su vientre y la otra en forma de “concha de mar” sobre su oreja. Este toque puede producir una sensación similar al sonido filtrado por el líquido amniótico en el momento de la vida intrauterina12. Es conveniente comenzar a trabajar con la voz desde el principio, como forma de conectar los órganos internos dañados, sugiriendo al paciente que sonorice o verbalice la intensidad y la carga emocional que está sintiendo adentro de su cuerpo. La voz es uno de los puentes entre lo conciente y lo inconciente en nuestro cuerpo. Absolutamente en la totalidad de las personas con las que trabajé que sufrieron abuso sexual en su infancia, existía un bloqueo profundo para realizar sonidos y pronunciar palabras en el trabajo corporal (no así para hablar). Este bloqueo funcionaba idénticamente a la situación de silencio de sus cuerpos que tempranamente fueron asaltados y ultrajados, pero que debieron mantenerse en secreto. Este bloqueo (el de no tener voz) es mayor aun en las víctimas de incesto. Cuando los pacientes comienzan a creer en sí mismos, en sus sentimientos, en su vitalidad (aumentada progresivamente por medio de la respiración, del enraizamiento y de la vibración), usualmente comienzan a desarrollarse procesos profundos. En esos momentos el apoyo psicoterapéutico tiene que ser total y el psicoterapeuta debe estar en permanente contacto con su núcleo para poder ayudar a sus pacientes. 12 F. Navarro, “Psicoterapia Reichiana I. Fundamentos médicos somatopsicodinâmica”; Summus, San Pablo, 1987.
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Los trabajos de enraizamiento (grounding) combinados con toma de tierra (stamping, rubbing), movimientos lentos de arraigo (treading) y pataleo (kicking, pushing, hitting) fortalecen el yo corporal de los pacientes e incrementan la capacidad del organismo de lidiar con los recuerdos traumáticos, que van emergiendo a la superficie durante el proceso psicoterapéutico. Trabajamos con ellos permanentemente, para aumentar el repertorio corporal de defensa del paciente. Es conveniente realizar estas acciones y movimientos sugiriéndole al paciente que se exprese emocionalmente con una voz en registro agudo, para permitir el desbloqueo del miedo, y estirando las últimas letras (“¡porqueeeee!”, “¡fuera de mi cuerpooooo!”), para facilitar la expresión emocional. Aumentando la corriente de energía en las piernas incrementamos la conexión con el suelo, y cuando esto sucede, estamos ayudando al paciente a desarrollar una base segura, que los va a sostener (y cuidar de la infancia traumática) una vez que la psicoterapia finalice. Estos trabajos se pueden combinar con los actings desarrollados por F. Navarro para el segmento torácico de la coraza muscular, es decir, golpear con los puños en el diván diciendo “yo” (movimiento que reafirma la identidad biológica y social) y diciendo “no” (movimiento que permite expresar su no defensivo). “Estos actings de golpear movilizan la energía torácica, y en el tórax está el timo, la glándula que facilita la capacidad inmunitaria, expresión biológica de la capacidad de ser” 13. A medida en que el trabajo de respiración aumenta y se incrementa el potencial bioenergético de sentir placer y alegría en el cuerpo, las tensiones musculares crónicas de la espalda y de la quijada necesitan ser trabajadas con el fin de liberar la agresividad necesaria para los impulsos de extensión, succión, etc. Por ejemplo a través de movimientos de reach out con los labios, con los brazos y las manos, etc. Tal como lo señala Al. Lowen para el trabajo con sobrevivientes de abuso sexual, es recomendable establecer un programa psicoterapéutico que proporcione una situación controlada para la expresión de la ira. Para protegerse de situaciones de abuso los pacientes necesitan ser más agresivos (lo que implica necesariamente un trabajo con 13 F. Navarro, “Metodología de la vegetoterapia caracteroanalítica. A partir de Wilhelm Reich”; Orgón; Valencia, 1993.
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la voz, con sus piernas y sus brazos, junto a sus ojos, mandíbulas y genitales). El experimentar la situación de enojo permite restablecer la integridad psico-corporal. Para ello es importante no cometer el error técnico que le he visto realizar a algunos terapéutas gestálticos y orgonomistas, que le sugieren al paciente descargar el impulso agresivo golpeando sentados sobre un almohadón que tienen enfrente. Esta posición corta la corriente energética agresiva en la zona sacro lumbar, al carecer el paciente de arraigo (grounding) en las piernas para realizar la descarga. Por lo tanto recomiendo realizar todos los trabajos de descarga y desbloqueo de ira en posición de pie (toma de tierra), luego de haber realizado la posición del arco bioenergético con los brazos en alto. Con las pacientes mujeres es muy conveniente utilizar la raqueta para la descarga sobre los colchones. Es importante señalar que el arco funciona bien sólo cuando ambos de sus extremos están bien asegurados: los pies en contacto con el suelo y la mirada en un punto fijo perpendicular al torso. Los trabajos con posiciones pasivas que realizábamos en la primer parte del proceso psicoterapéutico se comienzan a combinar con movimientos activos. Los primeros producen un efecto bioenergético acumulativo, permitiendo lograr un mayor contacto con el cuerpo, aumentando las sensaciones corporales y liberando tensiones crónicas mediante la vibración y los movimientos involuntarios. Los segundos permiten liberar la tensión, desarrollando la coordinación y el control (auto-posesión)14. En caso de que el paciente sienta confusión al venir a la superficie dos emociones al mismo tiempo, es necesario que el psicoterapeuta lo ayude a discriminar y a expresar una por una. Por ejemplo, si el paciente siente bronca y tristeza, junto a un profundo dolor en el pecho, el psicoterapeuta le sugiere liberar el llanto en el stool o en posición de decúbito supino antes que seguir con movimientos para la descarga de la bronca. Por ejemplo: retorciendo una toalla de mano, mordiéndola, pataleando, golpeando con la raqueta, etc. Liberar el llanto posibilita aliviar el dolor interno. No cambia la situación externa ni el pasado, pero es un movimiento emocional de descarga y armonización que permite recobrar la fluidez corporal. Hay pacientes hombres que sufrieron abuso sexual temprano y que no pueden llorar profundamente, porque el 14 A. Lowen, “La traición al cuerpo”; Era Naciente, Buenos Aires, 1995.
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quiebre del control les aterroriza y los congela. En estos casos el trabajo debe ser lento, suave y con mucha paciencia. Particularmente descarto de mi caja de herramientas toda técnica intrusiva de contacto que pueda causar dolor físico al paciente abusado, como por ejemplo, presiones controladas sobre los maseteros, en la zona occipital o púbica. Estas técnicas pueden llevar al paciente a un congelamiento brusco en la zona afectada, produciendo un movimiento regresivo de contracción que puede tirar por la borda meses de trabajo previo y dañar la confianza depositada en el proceso psicoterapéutico. En otros casos puede derivar en un corte abrupto del proceso psicoterapéutico por parte del paciente al sentirse invadido, usado y aterrado. La última fase del trabajo biofísico en el proceso psicoterapéutico con personas abusadas no se basa tanto en la auto-expresión de emociones dramáticas, sino que envuelve al segmento pélvico y su conexión estratégica con los segmentos diafragmático y abdominal, en un movimiento de reapropiación de la sexualidad. Para esta fase son recomendados ejercicios de caída (falling), puente bioenergético (bridging), trabajos directos sobre el segmento pélvico (empujando la pelvis contra el colchón, lateralización y golpeteo de pelvis, apertura y cierre de piernas en posición supina)15, junto a los actings del “gato”, del “remador” y de la “medusa” 16. Luego de esta fase se tiene que prestar especial atención al trabajo de armonización y de integración entre el corazón y la pelvis. En esta parte del proceso psicoterapéutico (al igual que al principio) es recomendable trabajar con técnicas “suaves” y en posición de decúbito supina, favoreciendo así la integración y la entrega a las corrientes energéticas tiernas. Por ejemplo, respirando suavemente dejando salir un sonido grave sin ningún esfuerzo (low float). Este tipo de respiración produce un relajamiento amplio y global en todo el organismo, ayudando el feedback acústico a profundizar la respiración. Otra posibilidad es sugerirle al paciente que imagine en la inspiración que el oxígeno (la vida) corre por detrás, subiendo por la espina dorsal y pasando por la cabeza, y que en la espiración el flujo desciende por la frente hasta llegar a la pelvis. Esta es una técnica muy vitalizante. 15 A. Lowen y L. Lowen, “Ejercicios de bioenergética”; Sirio, Barcelona, 1989. 16 F. Navarro, “Metodología de la vegetoterapia caracteroanalítica. A partir de Wilhelm Reich”; Orgón; Valencia, 1993.
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Podemos sugerirle al paciente que respire en determinada región del cuerpo más o menos tensionada. Por ejemplo, dejando entrar el aire por el pecho y saliendo por el mismo lugar, imaginando que en la fase inspiratoria está llevando un color hacia la zona del corazón, al tiempo que en la fase espiratoria deja caer suavemente la cabeza hacia atrás en un gesto de entrega. También podemos combinar los trabajos bioenergéticos y reichianos con técnicas dinámico-expresivas: cantar una canción en el stool, dibujar y pintar el corazón evolutivamente tal cual lo sintieron en la infancia y en la adolescencia, tal cual lo sienten en la actualidad y tal cual les gustaría que estuviera, etc. A diferencia de lo que vimos en pacientes con pánico en capítulos anteriores, a los pacientes abusados no les sugiero ningún trabajo para hacer en el hogar, entre sesión y sesión. Incluso me resisto a nombrar los trabajos psicoterapéuticos con el nombre de “ejercicios” bioenergéticos, pues puede colarse, irreversiblemente en la expresión, un espíritu gimnástico. Creo que proponer la realización de un trabajo corporal en la casa para tomar conciencia de las tensiones, para aumentar la vitalidad y para recuperar más cuerpo para sí, puede adquirir fácilmente una cualidad mecánica en los pacientes abusados. Lejos de producir el encuentro deseado en la relación transferencial, que es el que permite entrar en contacto con el propio cuerpo para perder el miedo a sí mismo y al otro, los “deberes domiciliarios” ofician de resistencia en el proceso de sanación. Algunos pacientes pueden incluso hasta querer repetir la sesión psicoterapéutica en sus casas, pero el resultado, obviamente, no se repite. Particularmente doy mucha importancia al hecho de que las personas puedan transferir las experiencias de las sesiones para sus vidas cotidianas. La compleja psicodinámica del abuso sexual se ve reflejada por el hecho de que usualmente los niños abusados no tienen la posibilidad real de llegar a nuestros consultorios. La mayoría de ellos no tienen a nadie que los lleve a consulta. Ellos tienen que crecer con las marcas del abuso en sus cuerpos, para luego poder llegar a nuestros consultorios, habiendo cargado (conciente o inconcientemente) con el trauma y el dolor de la experiencia durante años17.
17 L. Mayo, “The abused child grows up and walks into our office”; The Clinical Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis; vol 3 nº 2.
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Analíticamente el trabajo se centra en la situación de impotencia vivida en el pasado que generó la experiencia traumática del desamparo. Por ejemplo, en el hecho de haber estado totalmente incapacitados en detener la violencia que les causó el abuso, generando un daño mental, corporal, emocional y espiritual. Estas sensaciones de impotencia y de desamparo tienen que ser confrontadas con los sentimientos de vergüenza y de culpa inscriptos en el cuerpo y en el carácter, que generan un círculo vicioso. Por un lado, al traer a luz la experiencia enterrada se reduce la vergüenza, levantando el secreto: nombrando lo innombrable, pensando lo impensable, expresando lo inexpresable, sintiendo lo insensible. Por otro lado, es de fundamental importancia reafirmar enfáticamente y en forma permanente que el paciente no tiene ninguna culpa por lo que le sucedió en su pasado. Un niño en su deseo de contacto con un adulto busca amor y no sexualidad genital. Por lo tanto no tiene que sentirse en absoluto culpable, porque no lo es en ningún sentido. En un primer momento la estrategia analítica se sostiene en desarrollar el sentimiento de auto-afirmación. Es decir, que los pacientes pueden estar a cargo de sus vidas y, que por lo tanto, pueden tener el control de sus propios cuerpos. Esta declaración que suena muy obvia no lo es tal para los pacientes abusados. En su historia-acontecimiento los pacientes abusados no desarrollaron la habilidad de decir “No”. Ellos tienen que hacer conciente y poder apropiarse del derecho de decir “¡No!”18. Esto implica un doble proceso a través del auto-conocimiento psicológico y del (re)aprendizaje corporal. Tal como lo exponía anteriormente, en la clínica bioenergética tenemos muchas maneras de trabajar con el cuerpo para facilitar esta conexión. Ayudar al paciente a enraizarse, a adquirir un sentido de sus propios límites físicos, a facilitar el uso de su voz, de sus brazos y de sus piernas para recuperar el sentido de auto-posesión de su propio cuerpo, son vías privilegiadas para desarrollar la capacidad de decir “¡No!”. La cual está severamente dañada en los pacientes abusados. Al. Lowen expresa con mucha claridad este problema:
18 En términos del desarrollo evolutivo, este derecho comienza aproximadamente a los ocho meses de vida y se extiende hasta los dos años y medio, siendo de fundamental importancia para ir adquiriendo el sentido de singularidad, de discriminación y de autonomía yoica.
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“la incapacidad de decir NO se manifiesta en el comportamiento del paciente bajo el estrés de situaciones de la vida. No puede decirles NO a las figuras con autoridad, no puede rechazar amablemente exigencias que considera excesivas y no puede resistirse a las presiones de su medio social... El NO de un niño puede suprimirse, pero no eliminarse. Se mantiene operativo en el inconciente y se estructura en tensiones musculares crónicas, principalmente en la región del cuello y la cabeza. Los músculos que hacen rotar la cabeza de un lado a otro en el gesto de negación se vuelven rígidos y espásticos para inhibir este gesto. Se endurece el gesto de la persona y su NO silencioso se transforma en obstinación inconciente. Los músculos de la mandíbula se contraen de manera tal que ésta adquiere una expresión rígida y desafiante o una actitud de encerrarse en el sí-mismo. Se desarrollan tensiones musculares en la garganta para reprimir el grito desafiante. Estas tensiones musculares crónicas representan una negación inconciente. Dado que estas tensiones musculares reducen la motilidad del individuo, éste está efectivamente diciendo no me moveré. Su rigidez corporal constituye una resistencia inconciente que toma el lugar de la oposición que él no podría expresar” 19. Como analistas bioenergéticos reichianos tenemos que estar preparados para trabajar con la resistencia de estos pacientes, ya que el primer “¡No!” le será dicho al psicoterapeuta, aunque no nos guste el momento o el tiempo en que el paciente eligió para decirlo. Un temprano “No” puede aparecer relacionado al trabajo corporal, y en especial a determinadas técnicas donde el paciente pudiera revivir una situación invasiva y atemorizante, a partir de la cual moviliza toda su estructura defensiva. El psicoterapeuta puede reaccionar entonces de distintas maneras: • honrando el “No” del paciente, señalándole que en el consultorio ellos están a cargo de sus propios cuerpos y no tienen que realizar nada que realmente no quieran hacer;
19 A. Lowen, “La experiencia del placer”; Paidós, España, 1994.
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• respondiendo a la resistencia, introduciendo una explicación pedagógica tranquilizadora del porqué de la sugerencia de ese trabajo y no otro, en ese momento determinado; • elegiendo otra técnica que sea menos amenazadora para el paciente, pero que sea igualmente beneficiosa para su situación clínica. Este trabajo auto-afirmativo posibilita, en una segunda etapa, movilizar la agresividad del paciente para poder dirigirse expansivamente hacia lo que desean (reaching out). La experiencia auto-afirmativa de expresión del “No” deriva en esos momentos en la búsqueda de las formas de expansión funcional que permitan la reapertura hacia el “Sí” bioenergético y psico-corporal. En ese momento el análisis se centra en la (re)identificación con los sentimientos sexuales y amorosos e implica un trabajo muy sutil de armonización e integración: entre las corrientes energéticas agresivas y tiernas, entre la pelvis y el corazón, etc.20 En resumen, la complejidad del trabajo clínico con pacientes abusados sexualmente es múltiple, los desafíos son muy grandes, aunque la gratificación lo es aun mayor. En mi opinión la clínica bioenergética quizás sea una de las mejores formas de psicoterapia para ayudar a estas personas a recuperar sus cuerpos, sus sentimientos, su vitalidad afectiva, y poner en orden su sexualidad, tomando contacto con el derecho a expresar lo que habían negado y ocultado durante tanto tiempo. A partir de 1999, para el abordaje clínico del abuso sexual, hemos potenciado el dispositivo bioenergético con las distintas Técnicas de Integración Cerebral de la Psicotraumatología contemporánea, también conocidas como Power Therapies (Terapias Poderosas o de Alto Impacto Energético y Emocional). Entre las técnicas que reforzamos nuestra caja de herramientas psicocorporal se encuentran: EMDR –Eye Movement Desensitization and Reprocessing– (Desensibilización y Reprocesamiento a través de Movimientos Oculares), EFT –Emotional Freedom Techniques– (Técnicas de Liberación Emocional), TFT –Thought Field 20 En un momento avanzado del proceso psicoterapéutico se puede “energizar” la resistencia tal como lo desarrolla Bennet Shapiro en su trabajo, “Healing the sexual split between tenderness and agression” (presentado en las 11as. jornadas del International Institute for Bioenergetic Analysis, Miami Beach, Florida).
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Therapy– (Psicoterapia del Campo del Pensamiento), TIR –Traumatic Incident Reduction– (Reducción de Incidente Traumático).21 El dispositivo bioenergético nos da la posibilidad y el coraje de conectarnos con nuestra energía sexual en un camino no abusivo, al tiempo que nos vamos apropiando de nuestra historia, personal y colectiva, y nos damos la oportunidad de crear nuevas relaciones: saludables, creativas, esperanzadoras y amorosas. El trabajo de prevención desde una perspectiva reichiana es una de las salidas que tenemos para contribuir a ponerle un freno a la violencia sexual hacia los niños y hacia las estructuras familiares y sociales autoritarias.
21 Para una mayor descripción estas técnicas ver el próximo capítulo.
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2.4 Trauma y campo social A finales del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, en las sociedades disciplinarias y patriarcales, los biotipos “duros” y rígidos (estructuras neurótica y psiconeurótica) predominaban sobre los biotipos “blandos” (estructuras border-line y estructuras psicóticas), influenciando el trabajo de Charcot, de Freud, y también de Wilhelm Reich, quien desarrolla las técnicas de análisis de carácter, de vegetoterapia y de desacorazamiento orgonómico para el trabajo con los pacientes acorazados.
CORAZA Y DÉFICIT DE ACORAZAMIENTO Por un lado, en los últimos sesenta años, con la creciente incorporación de las mujeres como fuerza de trabajo fuera del hogar, los niños comienzan a desarrollarse cada vez más en la ausencia física de sus madres. Por otro lado, los niveles crecientes de estrés que vivimos en la contemporaneidad han extendido los miedos básicos (antes asociados al complejo edípico y al miedo a la castración) a los primeros años de vida (miedos neo-natales) e incluso a períodos intrauterinos (miedos embrionarios y miedos fetales). De esta manera, las situaciones traumáticas de los primeros años de vida, encuentran a las personas con menor capacidad defensiva. Se produce así un corrimiento de las defensas más evolucionadas (coraza caráctero-muscular) a defensas menos evolucionadas (coraza visceral, coraza epidérmica, coraza cerebral y coberturas caracteriales) como forma de compensación del creciente aumento de los núcleos disociativos y depresivos. Uno de los analizadores de la clínica contemporánea es que se está produciendo un movimiento de desestructuración de los cuerpos predominantemente acorazados de las sociedades disciplinarias (masoquistas, obsesivos, histéricos, rígidos), hacia cuerpos con déficit de acorazamiento (esquizoides, esquizo-orales, narcisistas, depresivos, impulsivos, psicopatías, borders, etc.) en donde hay falta de estruc
Trabajo presentado en el IV Congreso Mundial de Estrés Postraumático, Buenos Aires, 21-24 junio 2006.
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tura interna, de corporización, de enraizamiento, de centramiento, de contacto, y en donde predominan las coberturas caracteriales a las estructuras caracteriales.
NUEVAS ESTRATEGIAS CLÍNICAS PARA EL ABORDAJE DE LOS SÍNTOMAS CONTEMPORÁNEOS De los tiempos en que Wilhelm Reich y Alexander Lowen desarrollaron metodologías precisas para el abordaje de la coraza caráctero-muscular, discriminándose así creativamente del Psicoanálisis, la psicoterapia corporal contemporánea ha tenido la necesidad de ampliar su repertorio conceptual y sus cajas de herramientas técnicas. Se fueron creando así nuevas estrategias de abordaje clínico, para poder intervenir en patologías que llegan a nuestra consulta casi sin palabras, con equilibrios emocionales muy precarios y con un déficit de soportes internos y/o externos. Los ataques de pánico, el estrés postraumático, la fatiga crónica, el aumento creciente de las inmunodeficiencias, de las enfermedades autoinmunes, de los trastornos basales del sueño, de la alimentación y de la sexualidad, son algunas de las formas privilegiadas que adquieren los analizadores naturales actuales de nuestra clínica. Así como también el burn out, la traumatización vicarizante y el desgaste por empatía que comienzan a sufrir los profesionales que se ponen a asistir dichas patologías y biopatías. ¿Qué herramientas hemos desarrollado en la clínica bioenergética, en particular, y en la psicoterapia corporal, en general, para trabajar con los síntomas contemporáneos? A partir de los 80 las técnicas psicopsicoterapéuticas dentro de la psicoterapia corporal fueron consecuentemente modificadas hacia intervenciones no invasivas, en donde lo maternal, lo empático y lo suave comenzaron a instituirse en estrategias de intervención para la compensación y la reparación del déficit, predominando sobre las
En Clínica Reichiana definimos a la cobertura caracterial como aquella caracterialidad que se construye dinámicamente para encubrir núcleos disociativos y/o depresivos. Dichos núcleos, por lo general, se generan en períodos intra-uterinos o neonatales y pueden emerger, en situaciones de disestrés, violencia o excesivamente perturbadoras, cuando la cobertura caracterial “detona” y se rompe.
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estrategias de análisis de conflictos. De la misma manera la urgencia y la intensidad de los traumas contemporáneos, difícilmente metabolizables y dosificables, fueron desplazando del foco psicoterapéutico a los traumas de desarrollo. En el marco de la creación del primer curso de especialización en Clínica Bioenergética Breve y Focal (módulo anual del curso de especialización en Análisis Bioenergético Reichiano) comenzamos a analizar epistemológica y metodológicamente la relación entre trauma y campo social. Una de las conclusiones que hemos sacado en nuestro colectivo TEAB (Taller de Estudios y Análisis Bioenergético) es que en este contexto social histórico invertir las energías en el desarrollo de nuevas estrategias clínicas de intervención y en la creación de dispositivos de solidaridad operantes debería ser una prioridad de todo colectivo psicológico que tenga como objetivos intentar desarrollar acciones más efectivas en el campo social. Desde el año 97 una de nuestras mayores preocupaciones consistió en desarrollar una Clínica Social, una Pedagogía Bioenergética, que permita prevenir la transmisión de los procesos de acorazamiento de generación en generación. Sabemos que padres traumatizados crean hijos traumatizados, que a su vez, tenderán a herir a sus congéneres e hijos, retroalimentando una cadena de situaciones violentas y traumáticas que generan un círculo vicioso sin fin. Desde el punto de vista reichiano sabemos además que nuestro organismo tiene una capacidad innata para auto-regularse, aun en situaciones adversas. Esta es una de las causas que nos llevó a tomar contacto con los últimos descubrimientos realizados por las neurociencias y con los procedimientos psicoterapéuticos de la psicotraumatología contemporánea (EMDR, TFT, TIR, TIC, etc.) que posibilitan activar los mecanismos naturales de cura que se encuentran en nuestro cuerpo. Describamos brevemente, cuatro de estas técnicas que hemos incorporado a nuestro dispositivo de intervención. 1) EMDR Eye Movement Desensitization and Reprocessing (Desensibilización y Reprocesamiento a través de Movimientos Oculares): Esta técnica se utiliza aplicando un protocolo altamente sistematizado en donde se le pide al consultante que mantenga en su mente: 295
- una imagen visual o auditiva de un recuerdo traumático o una creencia limitante; - una evaluación negativa de sí en ese hecho; - la emoción que emerge en el presente referida al hecho; - y la respuesta sensorial. El proceso incluye la medición de las emociones perturbadoras y una evaluación cognitiva del paciente. La escena traumática es trabajada por medio de movimientos oculares bilaterales. Los movimientos oculares rítmicos bilaterales son un proceso natural del cuerpo (presentes en la fase REM del sueño) que permiten restablecer el equilibrio del organismo que quedó alterado en el incidente traumático. Los movimientos oculares bilaterales parecen producir un efecto directo sobre el cerebro, destrabando el sistema nervioso y permitiendo al cerebro procesar las experiencias traumáticas a través de la desintensificación de las mismas. Este dispositivo de desensibilización y reprocesamiento restablece el procesamiento de las informaciones (el equilibrio bioquímico del sistema de procesamiento de información), de forma tal que las imágenes, sonidos, olores, sentimientos y/o sensaciones desagradables, asociados a la situación traumática ya no serán revividos cuando el evento traumático es traído a la memoria. Es decir, aun cuando una imagen traumática pueda ser recordada, su efecto perturbador disminuye sensiblemente o literalmente desaparece. El reprocesamiento es importante además de la desensibilización ya que una persona incide radicalmente sobre su estado de salud según el tipo de imagen que tenga sobre sí. Los movimientos oculares bilaterales funcionan, en primera instancia, como un buscador de recuerdos, y en segunda instancia, reducen la intensidad de los pensamientos perturbadores procesando el material inconciente, a través de la reconexión funcional entre diferentes áreas de los dos hemisferios cerebrales. Junto a los movimientos oculares, se van alternando otras formas de intervención corporal (toques, tapping, estimulación auditiva, foto estimulación, etc.), y una intervención verbal sistematizada. La estimulación bilateral realizada a través de EMDR hace que los materiales perturbadores pierdan su fuerza dentro del organismo, siendo sus efectos profundos y de larga duración, sin producirse desplazamientos sintomáticos. Es actualmente la corriente psicoterapéu296
tica que tiene más investigación a nivel clínico, siendo sus resultados científicamente objetivables. 2) TIR Traumatic Incident Reduction (Reducción de Incidentes Traumáticos). El presupuesto básico del TIR es que todas las emociones, sentimientos, dolores, actitudes, sensaciones perturbadoras y no deseadas, pueden tener un evento traumático en su raíz. El TIR está dirigido a alcanzar esa raíz traumática, y resolverla descargando su carga emocional. Cuando el episodio traumático es conocido, el procedimiento consiste en que el consultante recorra mentalmente el episodio traumático repetidamente. Al final de cada recorrida, cuenta qué pasó. Es de esperar que, a medida que el consultante recorre una y otra vez el incidente traumático, se vayan recuperando fragmentos perdidos de la memoria traumática, se produzcan abreacciones emocionales, y el relato se vaya transformando paulatinamente, hasta dar paso a una descarga emocional total, aliviando el sufrimiento, y conduciendo a insights y cambios cognitivos significativos. La intervención del psicoterapeuta está altamente pautada. El protocolo consiste en una serie de preguntas fijas que conducen al paciente a entrar en contacto con la situación traumática, así como con los sentimientos, sensaciones y cogniciones que se producen en dicho contacto. Se le pide al consultante que vaya al principio del incidente, que lo recorra mentalmente en silencio, y finalmente que cuente qué pasó. El psicoterapeuta no ofrece intervenciones ni interpretaciones, las cuales son hechas espontáneamente por el mismo consultante. Toda la atención del consultante debe estar orientada hacia adentro, a recuperar esa memoria traumática, entrar en contacto con ella y ponerla en palabras, descargando en cada pasada el incidente traumático al modo de un unfolding process, permitiéndole al incidente archivarse allí adonde pertenece: el pasado. 3) TFT Thought Field Therapy (Psicoterapia del Campo del Pensamiento). Para la Psicoterapia del Campo del Pensamiento la forma en que pensamos está relacionada directamente al campo bioenergético corporal. Esta técnica es una alternativa a intentar confrontar los pensamientos perturbadores o la perturbación emocional por medio de intervenciones verbales más o menos sistematizadas. Utilizando movimientos oculares, estimulaciones bilaterales con técnicas de auto-tapping y acupresiones en puntos específicos, TFT interviene 297
directamente, en un nivel profundo, en el desequilibrio del sistema bioenergético corporal. Por medio de estos movimientos oculares, combinados con toques rítmicos y presiones controladas, interviene en el campo energético corporal generando efectos en el campo del pensamiento. El procedimiento es muy simple, no requiere de verbalización y puede ser auto-aplicado. Se contacta con un problema, dirigiendo sensiblemente la atención a pensar en una situación traumática, en un recuerdo perturbador o en una creencia limitante. Se procede a golpearse suavemente con la yema de los dedos, varias veces y en forma rítmica, siguiendo una secuencia específica de puntos de acupresión tomados de la medicina china (generalmente localizados al comienzo o al final de los meridianos energéticos), combinándose además con otras técnicas de estimulación bilateral. 4) TIC (Técnicas de Integración Cerebral) En el TEPT (trastorno por estrés postraumático) se produce un bloqueo en la arquitectura de las conexiones interhemisféricas del cerebro, quedando las situaciones traumáticas alojadas frecuentemente en el hemisferio no dominante (generalmente el derecho). Las técnicas de integración cerebral (creadas entre otros colegas investigadores por Roger Sperry, Patricio Tressaldi, Bernard Schiff, Frederic Schiffer, y desarrolladas por Pablo Solvey y Raquel Ferrazzano de Solvey en el Río de la Plata) permiten establecer un pasaje entre uno y otro hemisferio en forma rápida y secuencial a través de una estimulación alternada de cada hemisferio, permitiendo establecer un gradiente descendente de la perturbación existente, a medida que los hemisferios se van integrando. La técnicas de integración cerebral se aplican pensando en un tema perturbador (traumas, fobias, ideas obsesivas, creencias negativas, duelos, etc.) tapando y destapando alternadamente los ojos o utilizando dos pares de anteojos en cada uno de los cuales está tapado completamente el acceso de estimulación lumínica de un ojo, y 3/5 del lado interno del otro, estimulando en grado preponderante el hemisferio del lado contralateral al que percibe la luz. Al activar los hemisferios en forma rápida y secuencial se van produciendo flujos de información (la de cada hemisferio en particular) a través del cuerpo calloso, permitiendo ligar así velozmente las creencias negativas con las soluciones o recursos que el paciente posee. Al integrar ambas “miradas” hemisféricas disminuye rápidamente la perturbación, ya que al integrarse las experiencias de ambos hemisferios, se modifican las 298
cogniciones y sentimientos bloqueados que pueden estar fuera del alcance del paciente, al mismo tiempo que se posibilita, integrativamente, tener acceso a nuevos recursos, bloqueados por el trauma o por las situaciones perturbadoras.
CLÍNICA DE LA MULTIPLICIDAD (Kesselman, Pavlovsky, Gonçalvez) Los psicoterapeutas corporales hemos trabajado desde los comienzos de nuestra práctica clínica con técnicas de estimulación bilateral que utilizan la capacidad innata de nuestro cerebro para el desbloqueo, la desintensificación y el procesamiento de las situaciones traumáticas. El Análisis Bioenergético y el Análisis Reichiano han desarrollado dichas técnicas apoyándose en el concepto reichiano de auto-regulación organísmica. A través de movimientos oculares con o sin estimulación luminosa, a través del toque psicoterapéutico y a través de la realización de actings neurovegetativos reichianos y de ejercicios estándar de la bioenergética loweniana, la clínica Psicocorporal desarrolló una amplia gama de intervenciones somáticas y verbales que tienen una gran convergencia con las herramientas de la psicotraumatología contemporánea. En el curso semestral del TEAB “Nuevas Estrategias Clínicas para el Abordaje de los Síntomas Contemporáneos”, hemos logrado la sistematización de intervenciones psicocorporales de raíz reichiana con las intervenciones integrativas de la psicotraumatología contemporánea, produciendo a partir de allí distintas estrategias y dispositivos: Clínica Laboral, Clínica Bioenergética Breve y Focal, Clínica Bioenergética del Estrés y del Trauma, etc. Dichos dispositivos se desarrollan a partir de una integración dinámica, móvil y estratégica de lo que denominamos Clínica de la Multiplicidad. Llamamos Clínica de la Multiplicidad a aquellos dispositivos clínicos que, (en nuestro caso, desde el entrecruzamiento entre la Clínica Bioenergética Reichiana, la Psicología Social Universitaria y la Psicotraumatología Contemporánea) generan altos grados de transversalidad entre corrientes (Psicología Social, Análisis Bioenergético, Análisis Reichiano, Esquizoanálisis, Gestalt-psicoterapia, Orgonomía, Psicodrama, Socioanálisis, etc.) produciendo líneas transdisciplinarias como el Análisis Bioenergético Reichiano, la Clínica Bioenergética Organizacional, la Bioenergética Social, el Esquizodrama, la Bio-Gestalt, el Trasanálisis, 299
etc., integrando además dinámicamente los aspectos somato-psíquicos y grupales-institucionales en un abordaje energético e integrativo. La Clínica de la Multiplicidad busca crear nuevos dispositivos y/o potenciar los dispositivos clínicos existentes en un encuentro transdisciplinario que no se limite a una única visión teórica sistemática y exclusiva, ni a una única regulación técnica, dando lugar a distintas tecnologías de intervención, esencialmente creativas y productoras de nuevos sentidos.
TRAUMA, IDENTIDAD FUNCIONAL y AUTO-REGULACIÓN ORGANÍSMICA Desde nuestro abordaje bioenergético y reichiano subrayamos la importancia de ubicar la emoción en el cuerpo sosteniendo la conexión mente/cuerpo a través de los procesos energéticos. La identidad funcional (entre procesos energéticos, procesos emocionales y procesos somáticos) es uno de los conceptos que rige nuestra práctica clínica.
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Lo que nos permite trabajar simultánea o alternativamente con las sensaciones, las emociones, los pensamientos y las cogniciones, sin caer en ningún dualismo sobrecodificador. La estimulación de los mecanismos naturales de auto-regulación (inherentes a cada sujeto y a la especie en general), pone en marcha el sistema de procesamiento de información del cerebro, desbloqueando la coraza cerebral y permitiendo movilizar la energía ligada al trauma. Esta energía queda libre, fortaleciendo el yo, devolviendo solidez al cuerpo, que pasa a ser un lugar más confiable y consistente, potencializado por la nueva circulación de flujos (antes bloqueados), en el marco de una nueva dinámica de funcionamiento energético. La duración de los tratamientos varía de acuerdo a cada situación, pero se ha visto que algunos procesos que han llevado años y se encontraban estancados, logran dinamizarse de manera sorprendente al usar combinadamente herramientas de la psicoterapia corporal y de la psicotraumatología contemporánea. En los procedimientos breves y focales, el psicoterapeuta trabaja en un primer momento sobre la identificación del incidente traumático, partiendo de la base de que en el fondo de toda patología hay una situación traumática con un miedo básico que le dio origen. Posteriormente utiliza un protocolo estructurado que ayuda al paciente a seleccionar los aspectos que le generan mayor monto de angustia. Durante la estimulación bilateral aparecen partes de la memoria traumática junto con otros recuerdos olvidados, bloqueados o escindidos. El proceso es guiado por el profesional tomando decisiones clínicas de intervención que llevan al paciente a procesar la información, reduciendo la sintomatología (desensibilización), produciendo un cambio en sus creencias (reprocesamiento) y posibilitando un desaceleramiento y desintensificación de los incidentes traumáticos, desbloqueando la energía que permanecía ligada. Los desbloqueos de flujos energéticos se producen más rápidamente, liberando a los pacientes de prisiones históricas (traumas). La energía liberada de la fijación traumática se torna así disponible para el placer de vivir y para la producción deseante, mejorando considerablemente la calidad de vida, la autoestima y los vínculos, tanto en calidad como en intensidad. El gran aporte de estas nuevas prácticas clínicas es que han logrado investigar, y enunciar algo que “estaba allí”, sistematizándolo en una estrategia y en una tecnología que subvierte viejos principios de la clínica. De aquí en más lo breve y focal puede ser a la vez profundo 301
y altamente efectivo, aun desde la primera sesión, siendo además un método de sencilla transmisión, económico y fácilmente incorporable a todas las culturas, idiomas y niveles intelectuales. De esta manera podemos romper con el viejo paradigma consumista de que lo más efectivo es lo más costoso, o de que lo más profundo debe ser prolongado en el tiempo, y de que sólo desde la medicina de orientación tecnológica o psicofarmacológica se pueden obtener resultados confiables. Desde hace años que la práctica clínica cotidiana nos pone en contacto con el reconocimiento de nuestros propios límites en el ejercicio de tratamientos establecidos como válidos en otras épocas, creando la necesidad inmanente de desarrollar nuevas estrategias clínicas de intervención para los síntomas contemporáneos. Es cada vez mayor el número de personas interesados en ampliar sus posibilidades de experiencia, en desarrollar nuevos sentidos para sus vidas, en aumentar su capacidad de contacto consigo mismas, con los otros y con los acontecimientos sociales. Desde hace ya bastante tiempo que los pacientes comenzaron a querer ser, entre otras cosas, escuchados de otro modo. Estas nuevas demandas fueron surgiendo de la mano de las frustraciones impuestas por las limitaciones del trabajo científico tradicional. La ortodoxia de la atención psicológica (en nuestro medio tradicional y hegemónicamente psicoanalítica), se ha visto interpelada por nuevos dispositivos. Es así que, en los últimos 20 años de nuestro país, la comunidad psicoterapéutica se ha visto constantemente bombardeada con una gran cantidad de ofertas de técnicas y corrientes psicológicas. Una hipótesis que manejamos en la investigación sobre “Genealogía de las psicoterapias corporales en Montevideo/Uruguay en los años 90” es que las terapias “alternativas”, “convergentes” o “complementarias” se iban a ir decantando a corto plazo, dando lugar sólo a aquellas que se afirmaran en su madurez conceptual y técnica, en su potencia instituyente discursiva, en su producción académico-científica, en su inserción institucional, en resultados positivos clínicamente comprobables, y fundamentalmente en la consistencia ética entre pensamiento y práctica. Capacidad que les posibilitaría continuar su desarrollo, a pesar de las adversidades circunstanciales o estructurales que debiesen enfrentar.
Seminario “El cuerpo y los quehaceres del psicólogo” (1994-2001); curso de profundización de Psicología Grupal e Institucional del Área de Psicología Social; Facultad de Psicología de la Universidad de la República.
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En la medida en que estas técnicas neotéricas posibilitan desarrollar una práctica de intervención profunda, no invasiva, autorreguladora, no directiva y centrada en la persona; desde una perspectiva estratégica, podemos pensar que permiten revertir la mayor enfermedad que padecemos al entregarnos, dependiente y pasivamente, a un sistema de salud mecanicista: la ignorancia sobre nuestro propio potencial curativo. Probablemente las herramientas de la psicotraumatología contemporánea sean, en este sentido, los métodos más importantes desarrollados en la psicoterapia en los últimos 50 años. Si bien es importante agregar que hemos constatado una sistematizada tendencia (tanto en su transmisión didáctica como en la intervención clínica) a que estas técnicas sean utilizadas generalizadamente, en el marco de dispositivos de neo-programación, lingüística y conductual excesivamente simplistas, que, entre otros efectos, producen una homogeneización desingularizante de los pacientes, eliminando además peligrosamente el inconciente político y las dimensiones socio-históricas de las demandas. En resumen, en estos momentos hemos considerado de central importancia en nuestro Colectivo redefinir la clínica desde una perspectiva de la multiplicidad, profundizando en la integración de nuevos abordajes psicoterapéuticos y en la creación de dispositivos creativos de intervención que permitan trabajar con una población cada vez más traumatizada. Redefinición de la clínica que implica un ida y vuelta permanente entre lo social y lo individual, entre lo singular y lo colectivo, para intensificar las líneas de vida, desde estrategias vitales de solidaridad y apoyo mutuo.
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2.5 Clínica Laboral del burnt out, del trauma vicario y del desgaste por empatía En el presente capítulo se describirá el dispositivo Clínica Laboral –que creamos junto a la colega Lic. Silvia Franco–, haciéndose hincapié en las estrategias para la prevención y el tratamiento del burn out, del trauma vicario –o traumatización vicarizante– y del desgaste por empatía. Dicho dispositivo fue desarrollado en nuestro colectivo (el Taller de Estudios y Análisis Bioenergético, TEAB –Montevideo/Uruguay–) como dispositivo grupal-institucional y como estrategias de auto-cuidado, para el abordaje de los trastornos contemporáneos en el mundo laboral derivados de las situaciones estresantes y traumáticas que se producen en el ejercicio de los roles laborales, profesionales y docentes, en el campo de la Salud. El burn out (estar “quemado” en el trabajo) es el nombre que se la ha dado al síndrome de agotamiento laboral contemporáneo. El síndrome de burn out es un tipo de estrés laboral prolongado que consta de un estado progresivo de agotamiento físico y mental, al involucrarse el trabajador en situaciones laborales emocionalmente demandantes por un tiempo prolongado. Como tipo específico de estrés laboral es padecido fundamentalmente por los profesionales de la salud y de la enseñanza (pero se ve además en un creciente número de trabajadores), los cuales, en su voluntad de adaptarse y responder eficazmente a un exceso en las demandas y presiones laborales, se esfuerzan de un modo intenso y sostenido en el tiempo, con una sobre-exigencia y tensión que originan importantes riesgos de contraer biopatías somato-psíquicas y afectar negativamente el rendimiento y la calidad del servicio profesional.
Presentado en la Jornada Científico Académica “El campo psicoterapéutico y sus diversidades: teorías y prácticas” organizada por el curso de Introducción a las Técnicas Psicopsicoterapéuticas, Facultad de Psicología de la Universidad de la República (2 y 3 de setiembre del 2005).
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El síndrome de burn out es un proceso de desgaste en donde el idealismo laboral inicial comienza a disminuir por falta de logros, falta de soportes y de reconocimientos institucionales, agravándose esta situación en función de la creciente competitividad, inseguridad y desprotección en el mundo laboral, el aumento de las exigencias institucionales, la falta de expectativas de solución y la caída salarial. De ahí que saquemos como conclusión (a diferencia quizás del trauma vicario o del desgaste por empatía) que la dimensión institucional es fundamental a la hora de prevenir el burn out o de corregir las pautas organizacionales que lo producen y reproducen. El burn out es un proceso que puede pasar por distintas etapas. -Leve: funciona como alarma. Aparecen dificultades de levantarse por la mañana, cansancio permanente, desánimo, pérdida de interés, percepción de la tarea como intrascendente, resignación en la capacidad de perseverar, etc. -Moderado: aparece una mayor pérdida del idealismo. Se manifiesta en un aumento creciente de la irritabilidad, distanciamiento emocional, cinismo, fatiga, aburrimiento, frustración, culpa, auto-valorizaciones negativas, sentimientos de sentirse usado, menoscabado, incompetente. Aparece una resistencia ya manifiesta a concurrir al trabajo. -Grave: El ausentismo laboral ya se hace notorio. La repetición y la instalación de factores estresantes genera un cuadro crónico que puede derivar en trastornos psíquicos (irritabilidad, depresión, ansiedad, fatiga crónica, abuso de psicofármacos, otras adicciones), enfermedades psicosomáticas (gastrointestinales, dolores de cabeza que no remiten con medicación tradicional, contracturas musculares crónicas, fibromialgias), trastornos basales (de la alimentación, del sueño y de la sexualidad) y biopatías de difícil reversibilidad (cardíacas, circulatorias, etc.). Son muy significativos los índices epidemiológicos que distintas investigaciones señalan acerca de la morbimortalidad o aparición de enfermedades a edades cada vez más tempranas en los profesionales de la salud.
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DIMENSIÓN INSTITUCIONAL DEL BURN OUT Alguno de los puntos que relevamos como claves en la dimensión institucional del burn out son: -Sobrecarga de la demanda laboral (en la clínica, por ejemplo: excesivo número de pacientes con estructuras más blandas y con aumento en biopatías primarias). -Carencia de recursos materiales. -Multi-empleo y presión horaria. -Caída del valor social de la profesión en nuestro país. -Merma en las retribuciones, en los estímulos y en los reconocimientos institucionales. -Aumento de las exigencias (sobrecarga indiscriminada de tareas, horarios excesivos, gratificaciones inadecuadas, etc). -Aumento de la competitividad y de la inseguridad laboral. -Aumento de la vulnerabilidad social, de la fragilización laboral y de la precariedad profesional. Esta situación social-laboral-profesional puede generar posicionamientos subjetivos y colectivos de impotentización, aislamiento y dependencia. -En momentos de crisis social puede generarse una fuerte dependencia y demanda hacia el Estado, desplegándose un inconciente estatal (R. Lourau) que tiende a capturar y anular las capacidades imaginativas, simbólicas, deseantes y de acción, tanto individuales como colectivas. -Las lógicas organizacionales autoritarias son muy importantes en la producción y en la reproducción del estrés laboral. En el trabajo con instituciones de salud, es importante preguntarse, por ejemplo: ¿cómo lograr una mayor calidad de vida y un menor desgaste en una institución de salud cuya función es el cuidado? Para ello es importante, a la hora de la intervención, crear variables institucionales de protección, reconocimiento y apoyo, en donde los trabajadores y los profesionales puedan aprender a curarse y cuidarse a sí mismos y a sus compañeros, además de a los usuarios y/o pacientes. Trabajar mejor y no necesariamente más. Para ello se hace necesario pensar cuál es la lógica de la organización de la que se está participando. ¿De qué organización del trabajo estamos participando y cómo éstas “hacen cuerpo” y se expresan a través de procesos de enfermar? 307
LÓGICAS ORGANIZACIONALES
¿Qué efectos producen en nuestro cuerpo (y eventualmente en el equipo profesional del que formamos parte) los afectos movilizados por y en las instituciones de la salud? A la hora de descomponer cómo las instituciones “habitan nuestros cuerpos” el análisis de las implicaciones permite pensar y dar visibilidad
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al conjunto de relaciones que se producen institucionalmente entre el equipo profesional y la organización, entre el equipo y los actores –pacientes-, entre éstos y la institución salud, etc. La sobreimplicación se da en las instituciones, cuando éstas demandan a sus actores un plus de identificación con la institución, exigiendo un mayor nivel de compromiso afectivo o de actividad. El análisis permanente de las implicaciones (junto con la producción de analizadores y el análisis de los grados de transversalidad) permiten en la Clínica Laboral, disminuir considerablemente los niveles de burn out y de desgaste en el ejercicio de los roles laborales y profesionales. El burn out puede prevenirse así grupal e institucionalmente, y puede, en función de un diagnóstico precoz, abordarse psicoterapéuticamente de una forma integrativa con muy buenos resultados clínicos. El dispositivo que hemos desarrollado para el abordaje del burn out, y de otros síntomas y analizadores producidos en el mundo del trabajo, lo hemos denominado como Clínica Laboral. El mismo se desarrolla a partir de una integración dinámica, móvil y estratégica de lo que denominamos Clínica de la Multiplicidad . La Clínica Laboral es un dispositivo de trabajo individual, grupal y organizacional que, atendiendo las necesidades de los trabajadores, permite intervenir activamente en los mecanismos generadores de estrés ocupacional que comprometen la calidad de vida en el trabajo, generando espacios de reflexión sobre los quehaceres profesionales y laborales con el objetivo de producir nuevas subjetividades en el mundo del trabajo, actuando en forma focal y breve en los espacios naturales donde se produce dicha subjetividad. Este dispositivo puede desplegarse a partir de distintas figuras como, por ejemplo: Grupos de Movimiento, Grupos de Meditación, Talleres Psicocorporales para el Abordaje del Estrés, Talleres Lúdico-Creativos para la Expresión y el Juego, Sesiones Individuales de Integración Dinámica Somato-Psíquica para el abordaje del Trauma, Intervenciones Grupales e Institucionales Socioanalíticas, etc.
Como veíamos en el capítulo 2.4, la Clínica de la Multiplicidad “busca crear nuevos dispositivos y/o potenciar los dispositivos clínicos existentes en un encuentro transdisciplinario que no se limite a una única visión teórica sistemática y exclusiva, ni a una única regulación técnica, dando lugar a distintas tecnologías de intervención, esencialmente creativas y productoras de nuevos sentidos”.
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¿Qué acontece con la salud de los profesionales que asisten diariamente a biopatías cada vez más primarias en el marco de una creciente vulnerabilidad social y precariedad profesional? Los trastornos más específicos que hemos visto al asistir a colegas que trabajan desde hace años en el ejercicio psicoterapéutico y/o en actividades clínicas son: - Burn out (Maslach, 1982). - Trauma vicario –vicarious traumatization– (McCann & Pearlman, 1992). - Desgaste por empatía –compassion fatigue– (Figley, 1995). Una de las hipótesis que hemos manejado para el desarrollo de la Clínica Laboral en los profesionales de la salud es que, al trabajar diariamente con personas traumatizadas, pueden experimentar efectos psicológicos profundos derivados del acto de empatizar y estar en permanente contacto con el sufrimiento de los pacientes (desgaste por empatía). Quienes trabajan en profesiones que se encuentran en íntima relación con el sufrimiento humano, y tienen que empatizar permanentemente con dicho sufrimiento y con situaciones traumáticas perturbadoras, son especialmente vulnerables al desgaste por empatía. Este desgaste en el ejercicio del rol profesional puede intensificarse al producirse una transferencia o delegación traumática de los pacientes hacia el psicoterapeuta (traumatización vicarizante), lo que unido a lógicas institucionales perversas, autoritarias, burocráticas y/o mercantilistas pueden derivar, a su vez, en un proceso progresivo, gradual y sostenido de burn out. Muchos psicoterapeutas, luego de más de 10 años de ejercicio clínico, comienzan a experimentar síntomas que incluyen una combinación de: trastornos del sueño, mal apetito, modificación del peso, cansancio, desgaste emocional, desvitalización, pérdida de energía tanto psíquica como física, aumento de la irritabilidad, de la ira, de la frustración, de la impulsividad, de la reactividad y de la ansiedad, intolerancia, desmoralización, cinismo, desconfianza, hipervigilancia, inquietud, insensibilidad, sentimientos de culpa, respuesta silenciadora (evitar la exposición al material traumático del paciente), pérdida de la esperanza, pensamientos e imágenes intrusivas perturbadoras asociadas con las experiencias traumáticas del paciente, percepción 310
del mundo en términos de víctimas y victimarios, sensación de tener derecho a prerrogativas, incapacidad de hacer a un lado los temas vinculados a la actividad profesional, pérdida de la gratificación en las actividades extralaborales, aislamiento, cesación de las actividades de auto-cuidado, automedicación secreta, adicción al alcohol, a drogas, al trabajo, al sexo, a la comida, a los gastos, disfunción relacional, somatizaciones (cefaleas, insomnio, hipertensión arterial, trastornos articulares y musculares, trastornos cardio-circulatorios, accidentes cerebrales entre los más relevantes), pensamientos y sentimientos de falta de idoneidad como profesional asistencial, o por el contrario, deseo obsesivo y compulsivo de ayudar a ciertos pacientes o personas, es decir, percepción de cierto target de personas como individuos frágiles y necesitados de la asistencia de un profesional en donde uno mismo es representado como “el salvador”,. Estos síntomas pueden ser de aparición progresiva y gradual pero, en algunos casos, se pueden dar en forma abrupta, y pueden persistir por meses o años después de trabajar con personas traumatizadas. Sin ser concientes de ello, los terapeutas que experimentan estos síntomas es probable que los lleven dentro y fuera del consultorio. Tales condiciones pueden afectar significativamente la habilidad del profesional para mantener una postura psicoterapéutica, y sin la atención y el cuidado apropiado, estas experiencias pueden derivar en burn out.
DESINTENSIFICANDO EL ESTRÉS Y LAS EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS DEL CONSULTORIO En el dispositivo de Clínica Laboral se trabajan algunas herramientas para la prevención de biopatías y para el desarrollo de estrategias de auto-cuidado en los profesionales de la salud. En lo que respecta a los psicoterapeutas hemos visto que es muy importante: -Estar conciente de los propios límites. Debido al intenso drama y los problemas relacionados a los dualismos salud/enfermedad, cordura/locura, vida/muerte comprometidos en el trabajo clínico, es fácil extralimitarse. Por ejemplo, en frecuentes llamadas telefónicas fuera del encuadre por parte de los pacientes, en la variación continua de los honorarios, dando consultas extra, etc. Poner límites a cuantos pacientes con “estructuras blandas” (disociativos, depresivos, psicóticos) uno puede ver, o hasta cuánto bajar los honorarios, o cada cuánto variar la 311
tarifa, puede entrar en contacto con algunos problemas del psicoterapeuta, por ejemplo: sentirse egoísta o no lo suficientemente altruista. Para otros, la ilusión de que pueden hacerlo todo, puede ser la forma en que se están defendiendo contra los sentimientos de impotencia a la que nos vemos sometidos en este trabajo. Es necesario repetir que siendo claros en los propios límites puede ayudar a ser más considerado con sus pacientes cuando esté con ellos, aumentando así la disponibilidad al trabajo. Siendo además un buen ejemplo para los pacientes, que podrían beneficiarse al desarrollar sus propias habilidades en fijar límites y cuidar de sí mismos. -Mantener el balance entre la vida personal y profesional, al igual que la clase de casos clínicos que se tomen. Equilibrar nuestra vida implica que después de 8 hrs. de trabajo al abandonar el consultorio, ¡debemos dejar el consultorio atrás! Perseverar sobre los pacientes y sus situaciones no es saludable ni para ellos, ni para el psicoterapeuta, ni para su familia. Si cuando se va del consultorio recupera energías, resultará más útil para sus pacientes. Debemos aprender a disfrutar de la vida a pleno (en el consultorio) y al dejar el consultorio. Para algunos terapeutas es difícil no sentir un cierto grado de fracaso al trabajar con víctimas del trauma, que se presentan con síntomas crónicos y arraigados, y que son difícilmente tratables. Si tenemos varios pacientes con estas características es conveniente distanciarlos en el día, o ver uno cada día. Dejando tiempo libre y creativo entre ellos para dar tiempo al proceso de metabolización del DOR (energía estancada). Para ello es muy importante administrar con cautela los recursos físicos y energéticos (alimentación saludable, ejercicio físico y descanso reparador y profundo), al igual que la búsqueda de herramientas para compensar el estrés de la actividad profesional. Hemos constatado que aquellos psicoterapeutas que no duermen profundamente las horas necesarias para reponerse están mucho más expuestos a la traumatización vicarizante. -Estar alerta y examinarse atentamente a uno mismo. Para el psicoterapeuta es muy importante estar conciente de las propias áreas de conflicto o traumas no resueltos, que son reactivados en el proceso de atender a los pacientes. Estar alerta y examinarse atentamente a uno mismo ayuda a prevenir cualquier patrón de evitación, disociación, negación o de abandono. La negación o evitación del psicoterapeuta de sus propios sentimientos afectarán las elecciones hechas por el profe312
sional sobre qué áreas explorar en las sesiones y cuan íntimamente y profundamente será procesado el material. La negación del psicoterapeuta (y muchos otros problemas contratransferenciales) surgen en la clínica como una necesidad del profesional de evitar la exploración de las experiencias de los pacientes, no permitiendo al paciente procesar completamente sus propias experiencias o sentimientos. En el trabajo con sobrevivientes del trauma, por ejemplo, es muy importante que el psicoterapeuta tenga presente su propio trauma primario y su conexión con el trauma secundario. A menudo el psicoterapeuta fue él mismo un sobreviviente del abuso y debe reprocesar sus propias memorias traumáticas, al mismo tiempo que está procesando las memorias del paciente. Los recuerdos traumáticos pueden resurgir aun cuando hayan sido trabajados y resueltos previamente. Si la experiencia del psicoterapeuta no es reconocida y tratada, posteriormente la relación psicoterapéutica es probable que se vea afectada por la necesidad del psicoterapeuta de evitar el dolor (respuesta silenciadora). Al trabajar con personas traumatizadas, debemos preguntarnos periódicamente ¿qué es lo que hace meritorio el trabajo para nosotros? Al saberse involucrados en un problema social importante, contribuyendo a disminuir algo del impacto destructivo de la violencia en las vidas humanas, puede contribuir a hacer del trabajo algo menos desgastante, más meritorio y más placentero, enriqueciendo incluso nuestras propias vidas. Para algunos de nosotros la implicación en el conocimiento directo de las condiciones políticas y sociales que generan la violencia, ha sido el germen para el compromiso en la militancia política y/o social. Otros efectos positivos comprenden: una mayor sensibilidad y una mejor empatía con el sufrimiento de las víctimas, resultando en un sentido más profundo de conexión con otros; sentimientos incrementados de autoestima y autovaloración a partir de ayudar a víctimas de situaciones traumáticas a recuperar un sentido de integridad y significado en sus vidas; un profundo sentido de esperanza sobre la capacidad de los seres humanos para soportar, resistir, sobreponerse y aun transformar sus experiencias traumáticas; una visión más realista del mundo, a través de la integración de los “lados oscuros” de la historia con un compromiso académico y profesional que demanda permanentemente una actitud implicada y solidaria, y un alejamiento de lo que otras corrientes denominan como “neutralidad científica”. La regulación de una buena distancia (entre el hiper-distanciamiento y el hiper-involucramiento, por ejemplo) es lo que posibilita la creación de un padrón de resonancia en la clínica. En este sentido, 313
es importante que seamos concientes de nuestras necesidades y sentimientos y podamos atenderlos. Nuestra falta de atención para con nosotros mismos deja mayores oportunidades para actuar erróneamente, perdiendo la visión de los límites profesionales, y llevando al estancamiento al proceso psicoterapéutico. Nuestra capacidad para la intimidad y la conexión con nuestros pacientes está conectada directamente a nuestra capacidad para experimentar y tolerar nuestros propios sentimientos, imágenes y/o pensamientos dolorosos. Si evitamos los mismos reduciremos nuestra experiencia vincular con el otro. Enfrentando nuestro propio sentido del terror, del miedo y del dolor puede mejorar profundamente nuestra habilidad para estar conectados a nuestras propias emociones, tanto como a las del paciente. La profesionalidad del psicoterapeuta será mejorada enormemente al generar un buen grado de resonancia e implicación (en oposición a la neutralidad o a la sobreimplicación). -Tratarse bien a uno mismo. Esto que puede sonar a “verdad de Perogrullo” es un ítem clave del auto-cuidado. Si el profesional trabaja con individuos, familias y/o comunidades traumatizadas, su vida ya es bastante difícil. No necesita complicarla aun más, manteniendo diálogos internos hiper-críticos, sobre-exigentes y coercitivos. Para ser un psicoterapeuta eficaz la primera responsabilidad es tener la herramienta de trabajo en condiciones saludables. La herramienta de un psicoterapeuta es su cuerpo y necesita recibir cuidados. Por ejemplo, realizando terapias de control breves y focales (que incluyan algunas de las técnicas aceleradas para el procesamiento de situaciones traumáticas), o desarrollando una actividad artística (tocar un instrumento, ir a bailar), deportiva o de relajación (piscina, sauna, masaje) o desarrollando la espiritualidad (desarrollando la capacidad de encontrar bienestar, apoyo y significado en un poder mayor que uno mismo). Cualquiera de éstas son actividades integradoras y gratificantes. -Prestar especial atención al auto-cuidado físico. La actividad física constituye uno de los ingredientes más importantes para disminuir el estrés y controlar la ansiedad en forma eficaz, y permite mantener el optimismo y la energía necesarios mientras se trabaja con la negatividad y perturbación de los consultantes.
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-Encontrar formas saludables de expresar y descargar los sentimientos regularmente. La expresión de sentimientos puede permitir al psicoterapeuta moverse más profundamente en aquellos temas en donde reprimir los sentimientos termina inmovilizándonos, y puede ayudar a prevenir el bloqueo de tensiones que pueden derivar en problemas físicos. La expresión de los sentimientos, al igual que la posibilidad de sustentación y contención de los mismos, es un factor clave para la auto-regulación organísmica (energética, biofísica y emocional). -Ser cuidadoso de no aislarse de los demás. Si el psicoterapeuta ya es susceptible a tales problemas, el hacer concientes historias particularmente traumáticas puede causarle una sensación de incomodidad al estar luego socialmente con otras personas. Por un problema caracterial muchos terapeutas tienden a rechazar otro rol que no sea el de dar cuidados y ayudar, teniendo dificultad para buscar apoyo activo y soportes para ellos mismos. Es conveniente, en este sentido, enseñar a los colegas, amigos y familiares a cómo sostenerlo. Por ejemplo, haciéndoles saber qué es lo mejor para el profesional cuando sufre de estrés o malestar. Además, en un arreglo recíproco, puede ofrecerse a hacer lo mismo por ellos. -Crear un sistema de soporte profesional para sí mismo. En situaciones de vulnerabilidad social y de precariedad profesional es necesario crear dispositivos de solidaridad operantes. Por la confidencialidad del material, el psicoterapeuta no puede procesar los relatos y memorias del paciente con amigos y familiares. Los grupos de co-visión e inter-visión son un refugio para compartir (quincenal o mensualmente, por ejemplo) las historias traumáticas, y así diluirlas y desintensificarlas recibiendo apoyo, información y creando soportes. La supervisión profesional con un colega más experimentado es particularmente eficaz en los momentos más difíciles. Es especialmente importante contactarse con otros profesionales que trabajan con problemáticas similares a las que asistimos en nuestro consultorio. En las intervenciones psicocorporales realizadas por el TEAB hemos relevado en nuestro propio equipo, y en otros equipos profesionales, que al estar tan concentrados en crear soportes para los pacientes, los psicoterapeutas muchas veces olvidamos sostenernos mutuamente entre nosotros. En este sentido establecer tal sistema de apoyo profesional sistemáticamente, creemos que es responsabilidad del propio psicoterapeuta y/o de la institución de la que forma parte. 315
Anexos
Anexo 1 Holdings: sistemas energéticos desde la perspectiva del Análisis Bioenergético Loweniano
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Anexo 2 Diferencias metodológicas entre el Análisis Reichiano y el Análisis Bioenergético “Os ensinamentos de Reich ocorriam mais na forma de monólogo que de diálogo. Ele esperava que seus alunos aprendessem e ouvissem suas idéias, não que as pusessem em discussão. Seu pensamento era muito poderoso, mas ele sabia da necessidade de trabalhar como a respiração e o corpo. O erro de Reich foi não orientar seu processo terapêutico para o chão; ele literalmente trabalhava rumo ao cosmos” (Lowen; 2007). ¿La opción metodológica loweniana de trabajar intensamente con las piernas y su función de grounding descuida el trabajo en profundidad con el segmento ocular y con el segmento oral? Quizás esta sea una de las principales diferencias actuales entre el Análisis Bioenergético (Bioenergética) y el Análisis Reichiano (Vegetoterapia-Orgonoterapia). ¿Qué otras diferencias y similitudes metodológicas y conceptuales encontramos entre los dispositivos reichianos y posreichianos, y los neo-rechianos? Quizás la mayor similitud que encontremos entre el trabajo de Alexander Lowen y Wilhelm Reich (su maestro, del que decidiera separarse profesionalmente en los años 50) es que el problema central de un proceso psicoterapéutico debe estar focalizado en los procesos energéticos del cuerpo de los pacientes. En este sentido, si un psicoterapeuta no atiende y no percibe los procesos energéticos difícilmente
Trabajo presentado y publicado en CD-Rom en los Anais del XIII Encontro Paranaense, VIII Congresso Brasileiro, II Convenção Brasil/Latino-América de Psicoterapias Corporais, Curitiba, 22-24 mayo 2008.
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ocurrirán grandes cambios en la psicoterapia, en la medida en que, sólo hablando con los pacientes, pueden producirse exclusivamente cambios concientes y mentales de un problema, pero difícilmente, cambios corporales profundos. Sin embargo a la hora de pensar los procesos energéticos ocurren también diferencias significativas entre el pensamiento reichiano y el loweniano. Para Reich la naturaleza de la energía es Orgónica y se encuentra en los organismos vivos y en el universo (en la radiación solar, en el agua, en la arena, en la atmósfera, etc.). Desarrolla una ciencia (la Orgonomía) para el estudio de la energía Orgonómica (OR / ORGONE = energía vital; DOR / Deadly ORgone). Para Lowen no es importante saber la forma final de la energía básica. Trabaja con la hipótesis de que hay una energía fundamental en el cuerpo humano manifestándose en fenómenos psíquicos y somáticos a través del MOVIMIENTO, llamándole simplemente BIOENERGÍA. Todos los procesos vivos pueden ser reducidos a manifestaciones de esta bioenergía. Reich entiende que el ORGÓN existe como energía pura (CORE) que puede contactarse de núcleo a núcleo entre psicoterapeuta y paciente en el proceso psicoterapéutico. Su núcleo no estaría en el corazón sino en los plexos neurales, por debajo del diafragma –centros del SNA: plexo solar, plexo hipogástrico, plexo lumbosacro, plexo pélvico– (Reich, 1986). Para Lowen, en cambio, el núcleo en el cual la bioenergética centra su pulsación es el corazón. En “El lenguaje del cuerpo” su primer libro escrito en 1958 desarrolla su propio sistema para describir la pulsación en el cuerpo como un sistema reverberante que opera entre la cabeza y la pelvis, y tiene como centro al corazón (Lowen; 1990, 1995). Desde el punto de vista metodológico las principales diferencias entre el Análisis Reichiano (Vegetoterapia Caracteroanalítica/Orgonoterapia) y el Análisis Bioenergético loweniano (desarrollado a partir de la expansión intercontinental del International Institute for Bioenergetic Analysis) estaría centrada en la dirección del trabajo psicocorporal. Reich desarrolló su método de abordaje corporal trabajando de la cabeza a los pies, a diferencia de Lowen que jerarquiza el trabajo con los pies y las piernas desde el principio del proceso psicoterapéutico. A Reich y a sus continuadores posreichianos les interesa respetar la dirección céfalo-caudal (de la cabeza hacia los pies) que toma el 322
desarrollo embriológico. Dicho orden de trabajo permite un contacto y una tolerancia gradual de niveles energéticos más altos, evitando así el riesgo de que el paciente se vea inundado por un exceso de energía que pueda derivar en ansiedades confusionales, psicóticas o depresivas, para lo cual jerarquizan el trabajo con los segmentos superiores del cuerpo. Reich crea así un sistema de trabajo corporal en donde define siete segmentos de la coraza (segmento ocular, oral, cervical, torácico, diafragmático, abdominal y pélvico) y los aborda metodológicamente siguiendo la dirección céfalo-caudal, para evitar efectos energéticos “ganchos” (hooks). Es decir, que la energía liberada por un segmento sea “enganchada” por un segmento anterior que estuviese mal trabajado, generando una estasis, un bloqueo o una intensificación de materiales perturbadores (disociativos, depresivos, etc.) asociados a ese segmento. Lowen marca una clara diferencia con esta modalidad reichiana ya que no sigue un orden determinado en el trabajo corporal, sino que después de realizar trabajos de enraizameinto (grounding) continúa trabajando intensamente aquellas zonas del cuerpo que parecen más tensas y que pueden tener relación con los problemas dominantes del paciente (holdings: together, on, up, in y back). El trabajo corporal en el Análisis Bioenergético loweniano comienza usualmente el trabajo por las piernas, abriendo además un reservorio energético en la pelvis para los impulsos que más tarde fluirán hacia abajo desde la cabeza. Lowen aconseja que el trabajo corporal se empiece de los pies hacia la cabeza para evitar que se acumule tanta energía en la cabeza que pueda derivar en brotes psicóticos, por no tener una salida por los pies, si se encuentran bloqueadas las partes inferiores del cuerpo. Es decir, que aun tomando las mismas precauciones (la explosión de brotes depresivos y/o disociativos) ambas líneas de trabajo comienzan su trabajo en sentido inverso. Podríamos afirmar entonces que un proceso psicoterapéutico reichiano prioriza el trabajo con los segmentos pre-genitales (fundamentalmente en las estructuras con déficit de acorazamiento). Para la psicoterapia reichiana no tiene sentido modificar el “modo de sostenerse” (grounding) si la base emocional pre-genital que lo perturba continua intacta. La raíz profunda y primitiva del contacto está en el segmento ocular y en el segmento diafragmático, y no en las piernas. De esta manera se jerarquiza conceptual y metodológicamente el trabajo con la emoción del miedo.
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En un proceso psicoterapéutico bioenergético loweniano, con pacientes con déficit de acorazamiento, se jerarquiza el trabajo con las piernas y la columna. En este sentido es indispensable que cualquier carga y descarga de energía baje al suelo (grounding) y no produzca brotes psicóticos, ni síntomas neuróticos, por la acumulación de energía (estasis energéticas), siendo las piernas la principal zona de descarga y vía de salida del cuerpo. Jerarquizándose así metodológica y empíricamente la descarga de la emoción de rabia. Otra diferencia importante la encontramos en lo que sería el fin del proceso psicoterapéutico. Para Reich el mismo se produciría mediante la adquisición del reflejo de orgasmo (la más completa expresión de descarga del excedente energético del organismo), la potencia genital y el carácter genital. Lowen, si bien experimentó dicho reflejo en su terapia con Reich, alcanzando la potencia sexual que tanto anhelaba, sintió que dicho reflejo se fue disipando, y corroboró que algunos ex pacientes de Reich no lograban mantener el incremento de la potencia sexual experimentada durante la terapia. En opinión de Lowen: una cosa era sentirse fuerte y seguro durante el proceso psicoterapéutico, al lado de una personalidad poderosa como la de Reich, y otra, muy diferente, era mantener esa sensación por cuenta propia, luego de finalizado el proceso (Lowen, 2007). En la psicoterapia corporal en general se entiende que la función de la coraza es contener y ligar energía en los músculos y en el carácter. Desde la perspectiva reichiana, impidiendo el reflejo de orgasmo mediante la armadura somático-caracterial. Reich busca, por lo tanto, desacorazar los segmentos de la coraza muscular mediante un trabajo expresivo y neurovegetativo. Lowen está más interesado en la pulsación entre los segmentos mayores (cabeza, tórax y pelvis) que en la liberación de los segmentos de la coraza y en la producción del reflejo de orgasmo. Para ello busca organizar estos centros de pulsación volviendo al paciente capaz de balancear estos aspectos energéticos en su personalidad: el centro de la realidad racional, el centro del amor y el centro del instinto sexual, respectivamente. Finalmente podríamos decir que en la obra y en la implicación profesional de Lowen, hay una clara ausencia de una crítica social profunda, haciendo hincapié fundamentalmente en la importancia del cambio personal, llevando una vida sana a través de los ejercicios bioenergéticos, como forma de conseguir una vida más plena y 324
vibrante. Concepción que puede resumirse en la frase loweniana “la bioenergética es un camino vibrante hacia la salud y un camino hacia la salud vibrante”. Por el contrario, su maestro y precursor Wilhelm Reich realizó una crítica social profunda a las instituciones patriarcales (la familia), a las instituciones autoritarias (el nazismo, el comunismo) intentando desarrollar una praxis libertaria de la sexualidad, del trabajo y del conocimiento. Quizás ésta sea la más importante herencia que nos dejó Wilhelm Reich a todos los psicoterapeutas corporales: insistir con ahínco en la transformación social y cultural, a través del cambio macropolítico-ecológico en las instituciones, y a través del cambio micropolítico-sensible en la prevención del acorazamiento de generación en generación.
W. REICH
A. LOWEN
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Anexo 3 Consideraciones generales sobre la formación en psicoterapia corporal y sobre el trabajo con el dispositivo de supervisión en vivo En 2006 comenzamos en el TEAB un nuevo programa de la especialización en Análisis Bioenergético Reichiano que acorta la formación a tres años, pero que exige al estudiante (en contrapartida) una práctica clínica supervisada, exámenes parciales (que sustituyen a la monografía final de la primera generación) y el clásico examen final mediante la modalidad de supervisión en vivo. Nuestra intención es que el formando egrese luego de pasar por 400 hrs. aulas (que incluyen los trabajos de campo, así como la participación en Jornadas organizadas por el colectivo o en intercambios con otras instituciones reichianas), a lo que hay que agregarle aproximadamente 100 horas de práctica supervisada. Si bien el curso está dirigido a Lics. de Psicología y a estudiantes avanzados de la Licenciatura, se ha dejado un pequeño cupo de la matrícula para aquellas personas que, habiendo realizado psicoterapia bioenergética y reichiana, puedan luego del pasaje por la formación, insertar la clínica bioenergética y reichiana en áreas aun no desarrolladas en nuestro Colectivo (por ejemplo: Clínica Bioenergética de las Organizaciones, Clínica Bioenergética Comunitaria, Pedagogía Bioenergética) trabajando en equipos multi o transdisciplinarios. Uno de los objetivos institucionales del curso de formación en clínica bioenergética y reichiana es difundir la psicoterapia corporal neoreichiana y postreichiana en su conexión con el pensamiento y la praxis de la psicología social. La Bioenergética se definió originariamente en nuestro Colectivo, en su fundación en el año 1997, como aquel campo global de investigaciones (que teniendo su origen en W. Reich) posibilita un pensar (crítico y
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funcional) y una pragmática de experimentación e intervención creativa, participativa, espontánea y responsable, a partir de una visión libertaria del trabajo, de la sexualidad y de la cultura en general. Dicho campo de abordaje se sostiene en función de una inmanencia ético-estética que tiene como base a la autorregulación de los procesos energéticos y los ritmos naturales, y a la autogestión emocional en la creación de los territorios existenciales y la expresión de las corrientes vitales. En los programas anteriores al 2006 (1997-2005) el Taller de Estudios y Análisis Bioenergético ofrecía un programa de entrenamiento dirigido a Psicólogos, estudiantes avanzados de la Licenciatura y Médicos Psiquiatras especializados en psicoterapia (fase clínica), y a trabajadores de la Salud, de la educación, del arte y del deporte (fase pre-clínica). El objetivo del entrenamiento estaba dirigido a la formación de trabajadores que pudieran aplicar los principios básicos de la bioenergética en sus respectivas áreas de intervención (fase pre-clínica) y a la formación de psicoterapeutas corporales especializados en Análisis Bioenergético Reichiano (fase clínica), con una sólida línea de integración y aplicación de los procesos analíticos y bioenergéticos en la práctica profesional y social, para lo cual la Bioenergética podía estudiarse en un dispositivo con tres niveles: 1) “Principios básicos de la Bioenergética (teoría y práctica)” (150 hrs. divididas en sesiones temáticas y talleres vivenciales de experimentación). 2) “Clínica Bioenergética” (400 hrs. divididas en laboratorios clínicos: sesiones temáticas, workshops intensivos, supervisiones en vivo). 3) Seminarios opcionales de introducción y/o profundización con profesionales invitados y temáticas específicas. El programa temático desarrollaba los aportes terapéuticos de Wilhelm Reich y Alexander Lowen en la áreas clínicas de la Psicoterapia Corporal y la Psicología Política y Social, complementándose con la metodología y análisis de autores libertarios contemporáneos (M. Foucault, G. Deleuze, F. Guattari, etc.), así como la actualización en propuestas de investigación neo y post reichianas (J. Pierrakos, D. Boadella, G. Boyesen, F. Navarro, S. Keleman, etc.). Actualmente el programa de formación quedó dividido en 5 semestres:
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1) Análisis Reichiano 2) Análisis Bioenergético -(1) y (2) se trabajan en un módulo anual denominado Clínica Bioenergética y Reichiana-. 3) Clínica Bioenergética Breve y Focal. 4) Nuevas estrategias clínicas para el abordaje de los síntomas contemporáneos. 5) Sexología Clínica Reichiana, Clínica Bioenergética & Esquizoanálisis (u otros seminarios de profundización). Una de las características del proceso de formación en Análisis Bioenergético Reichiano es que desarrolla en un plano de inmanencia lo informativo, lo formativo y lo psicoterapéutico a través de la investigación y la experimentación individual y grupal. El programa de formación en Análisis Bioenergético Reichiano, si bien tiene como objetivo fundamental, aprender el arte y oficio de la teoría y de la práctica de la clínica bioenergética y reichiana, no ofrece psicoterapia en grupo ni formación específica en psicoterapia de grupo. Aunque los formandos sí aprenden técnicas grupales para realizar Grupos de Movimiento, Talleres de Bioenergética o intervenciones psicopsicoterapéuticas en grupo. El trabajo por medio de sesiones temáticas, seminarios clínicos, talleres vivenciales de experimentación y laboratorios clínicos, es deseable que se complemente con un proceso de psicoterapia, en la medida en que, siguiendo los lineamientos de la investigación reichiana, el trabajo con el cuerpo implica funcionalmente un trabajo con el carácter. Si bien el propio trabajo de formación en Análisis Bioenergético Reichiano apunta a un proceso de armonización entre el pensar, el sentir y el actuar, entre las corrientes energéticas individuales, grupales y sociales, creemos de central importancia que los estudiantes que comienzan la formación se encuentren en psicoterapia corporal de abordaje bioenergético o prevean estarlo en el curso de la Formación, aunque aun no sea una exigencia para el egreso curricular. Consideramos que es fundamental para el futuro trabajo profesional, y para asegurar la salud y la integridad del formando, que los contenidos emocionales olvidados y bloqueados que emergen con intensidad en la formación, tengan como soporte un proceso de elaboración sistemática de los mismos.
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Cada persona será apoyada y animada a progresar a lo largo del proceso de formación a su propio ritmo. Pero entendemos que para llegar a ser psicoterapeuta corporal especializado en Análisis Bioenergético Reichiano es necesario comprender los problemas del propio carácter y del propio proceso energético personal, por lo que se sugiere la realización del análisis personal (individual y grupal) independiente del trabajo en el grupo de formación. La certificación de egreso del TEAB es deseable que tienda a otorgarse previa constitución de un comité de egreso que reúna al coordinador general de la formación (responsable del programa) y, por lo menos, a otro de los didactas o docentes invitados (en calidad de miembro titular o miembro titular activo) que hayan trabajado en el grupo. Este comité evaluará las competencias de los formandos en tres áreas: a) desarrollo e integración personal en la psicoterapia bioenergética; b) supervisión del trabajo clínico; c) grado de aprovechamiento y cumplimiento del proceso y del programa de formación. Los miembros didactas de la formación del TEAB son la Dra. en Psicología Social Psic. Reolina Cardoso (RS/Brasil), la Lic. en Psic. Zeneide Monteiro (SP/Brasil) y el Psic. Luis Gonçalvez (Mdeo/Uruguay), en calidad de coordinador general de la especiaización, participando periódicamente como docente invitada la Lic. en Psic. María Dulce Brando (miembro titular activo del TEAB). Durante la formación en clínica bioenergética y reichiana los laboratorios clínicos son conducidos por los didactas, que frecuentemente utilizan ejercicios bioenergéticos y actings reichianos, con el objetivo de que los formandos aprendan a trabajar con estas técnicas. El uso posterior de las técnicas por los formandos en el ejercicio profesional, creemos que sólo puede desarrollarse a partir de la propia experiencia personal que se vivencia en la formación –y eventualmente en la propia experiencia psicoterapéutica individual y grupal-. Este trabajo puede realizarse en la formación en forma individual (teniendo al grupo siempre como soporte), en parejas o en pequeños grupos, haciéndose énfasis en el aprendizaje de las dimensiones, de las herramientas y de los conceptos básicos del Análisis Bioenergético Reichiano a través de lo vivencial. 330
Las vivencias se complementan con el trabajo teórico-técnico de las sesiones temáticas, con el trabajo de campo (intervención con pacientes) y con las supervisiones (co-visiones, inter-visiones, ateneos clínicos). A medida que los formandos comienzan a profundizar en el programa, se les plantea la posibilidad de trabajar mediante la dinámica T-P-O (terapeuta-pacientes-observadores), mediante el dispositivo de supervisión en vivo. En este dispositivo los didactas pasan a jugar un rol de supervisores del trabajo y de las sesiones vivenciales, que los estudiantes (en roles de paciente y de terapeuta) realizan frente al resto del grupo. En este momento el setting grupal y el setting bioenergético pasan a ser considerados una parte fundamental e integradora del proceso de aprendizaje. La formación en clínica bioenergética y reichiana se realiza en grupos pequeños (>8 y