171595472 Cosas Del Destino Kasrey

November 15, 2017 | Author: Lucía | Category: Emma (Novel), Truth, Love, Nature
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Descripción: mas deatalles en scribd...

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Cosas Del Destino Capítulo 1.

Emma caminaba con paso ligero hacia su casa, había tenido una mañana muy agitada, acababa de mudarse a Colonia. Había decidido alejarse de Berlín, alejarse de todo después de la muerte de su madre, había tenido mucha suerte al ser aceptada en la universidad Pestalozzi, sobre todo teniendo en cuenta que las clases habían empezado hacía ya dos semanas, había alquilado un bonito apartamento y ahora tenía que ir a contrarreloj para intentar tenerlo todo listo antes de que empezara las clases. De pronto chocó con algo, iba tan centrada en sus pensamientos que no vio a la mujer que acababa de bajar del coche y estaba en medio de la calle intentando eliminar una pequeña arruga que tenía en su minifalda. Ese choque hizo volver a Emma al mundo real, y vio que había chocado con una joven castaña, de pelo largo, con unos hermosos ojos azules, impecablemente vestida, que ahora se encontraba sentada en un charco en medio de la calle y la miraba furiosa. "Disculpa", se inclinó para ayudarla a levantarse, la joven castaña rechazó su ayuda. "No sabes mirar por donde vas", dijo muy levantándose muy enfadada. "Ya te he pedido disculpas, lo siento no te vi", se defendió Emma.

"Pero has visto como me has puesto maldita estúpida. Ahora tendré que ir a cambiarme otra vez, ¡cómo se puede ser tan inútil!", dijo la joven mientras se giraba, se montaba en su descapotable y se marchaba sin ni siquiera volver a mirarla, dejando a una abrumada Emma boquiabierta en mitad de la calle. -Qué persona más desagradable-, pensó, movió la cabeza de un lado a otro intentando olvidar aquel pequeño incidente y siguió su camino. Al abrir la puerta de casa llegó a ella un intenso olor a pintura y un pequeño quejido salió de su boca, la sala estaba aún a medio pintar y el apartamento estaba lleno de cajas con sus pertenencias por todas partes. Resignada suspiró, entró se cambió de ropa y de dispuso a terminar de pintar la sala e intentar poner un poco de orden en aquel desastre. Al cabo de unas horas estaba rendida y muerta de hambre pero su nevera estaba completamente vacía. Después del encontronazo con la chica del coche se había olvidado de ir a comprar, se volvió a cambiar de ropa y se dirigió al supermercado. Iba distraída, mirando todas las neveras, se paró en seco, "¡Ohhhhhhh, el último paquete de barritas Krissia!", le encantaban las barritas Krissia.

Alargó la mano para cogerlo y justo en ese momento otra mano intentó agarrar el paquete. Levantó la cabeza sorprendida, no se lo podía creer ahí estaba otra vez aquella joven tan mal educada, y lo que era peor intentaba quedarse con su paquete de barritas Krissia. "¡Ohhhhh!, esto es increíble, ¿tú te has levantado hoy de la cama con el firme propósito de amargarme el día?", escuchó que le decía. "Yo lo vi primero así que me lo llevo, es mi paquete de barritas Krissia", contestó. "Eso ni lo sueñes, coge otro que todas las barritas son iguales", la desconocida parecía decida a no soltar el paquete. "Sabes que eso no es cierto, este es mi paquete y me lo quedo. Coge otro tú", Emma estaba muy molesta. "Ya me he cansado de tanta tontería", dijo irritada la joven desconocida. Tiró del paquete fuertemente obligando a la rubia a soltarlo, y sin mediar palabra se alejó rápidamente por el pasillo, muy estirada dando pequeños pasitos sobre sus tacones y dejando por segunda vez en el día a una boquiabierta Emma mirando como se alejaba, -¿Quién diablos era esa mujer?-. Emma hizo la compra para toda la semana, finalmente no compró ningún tipo de barrita. Cuando llegó a su apartamento, hizo la cena, cenó y se acostó. Aquella noche no durmió nada, al día siguiente era su primer día en la universidad y los nervios la comían por dentro.

Capítulo 2 Jenny estaba dormitando en clase, estaba recostada en la silla y luchaba por mantener los ojos abiertos. Escuchaba como el Sr. Goëtting, el profesor de política, hablaba y hablaba, pero ella no tenía ni idea de lo que decía, era incapaz de prestarle atención. Le dolía terriblemente la cabeza, su estómago estaba revuelto y sentía nauseas. La noche anterior habían celebrado el cumpleaños de su mejor amigo Hotte y se había pasado con el tequila. De pronto la puerta se abrió y entro la directora, la Srta. Schmidt-Heising seguida de una joven rubia de pelo corto alborotado, no demasiado alta y con unos intensos ojos color avellana. Los ojos de la joven castaña se abrieron como platos, miraba incrédula, no se podía creer lo que veía, era la misma chica que ayer la había arrollado en la calle y pretendía quedarse con sus barritas. "Esta es Emma Müller, ha llegado hace unos días desde Berlín y se terminará su carrera con nosotros, Srta. Müller por favor busque un sitio y siéntese", escuchó que decía la directora.

La chica rubia no había levantado la vista del suelo, ahora rápidamente echó una ojeada al aula insegura y se dirigió rauda al asiento libre más cercano deseosa de dejar de ser el centro de atención. Jenny pudo observar que sus mejillas se habían cubierto de un intenso color rojo y sus orejas parecían que iban a estallar. Al terminar la clase Emma salió apresuradamente del aula sin mirar a nadie. Se sentía avergonzada, durante las dos horas que duró la clase había notado las miradas de sus nuevos compañeros clavadas en ella. Quiso dirigirse a su taquilla para cambiar de libros pero estaba bastante perdida, la directora le había mostrado todo con tanta rapidez que ahora no sabía hacia donde dirigirse. Una joven se le acercó: "Hola, te veo bastante perdida", le dijo amablemente la joven. Emma suspiró y asintió sonriendo. "Soy Caro, Caro Eichkamp, déjame que te enseñe todo esto, el primer día siempre es un caos", continuó la joven extendiendo la mano. "Yo soy Emma y te lo agradecería de corazón", dijo la rubia mientras apretaba agradecida aquella mano. Caro sonrió, agarro a su nueva amiga del brazo y se dispuso a hacer su primer día un poco más llevadero. En la cafetería se encontraron con Lara Vogel y Bodo Vilhelmsen, dos de los mejores amigos de Caro. Fueron encantadores con ella. Emma estaba muy contenta de haberse topado el primer día con gente tan amable, poco a poco iba ganando seguridad y sintiéndose más confiada. Los cuatro se dirigieron a la zona de las taquillas, estaba llena de estudiantes bulliciosos. De pronto se hizo el silencio. Emma sorprendida dirigió su mirada hacia donde todos miraban, por la escalera habían aparecido seis jóvenes. Caminaban muy erguidos mirando a todos por encima del hombro, los demás estudiantes iban apartándose a su paso. A Emma se le fue el color de la cara. Encabezando el grupo y junto a un chico alto, castaño y bien parecido iba la chica tan desagradable con la que ayer había chocado en la calle. Vestía una minifalda negra muy corta que se pegaba a su perfecto culo como una segunda piel, un top quizá demasiado ceñido que hacían resaltar sus magníficos pechos y unos zapatos con un tacón ni muy alto, ni muy bajo que le hacían llegar a la altura ideal.

"Son la elite de la facultad", escuchó que le susurraba Caro, "los dos primeros son Ronnie Peters y su novia Jennifer Hartman. Él está mezclado con todos los asuntos turbios de la universidad. Dicen que distribuye drogas aquí dentro y ella es la capitana del equipo de Volleball. Antes era la mejor jugadora pero desde que empezó a salir con Ronnie le interesan más las fiestas y el alcohol. Además es la chica más popular del campus pero no por su amabilidad precisamente, es una zorra desalmada, hay que tener mucho cuidado con ella. Pero sus padres están forrados....". "Los otros dos son Timo Özgül y su novia Sophie Klein. Como en el caso de Jenny sus padres tienen mucho dinero y por ello se piensan que pueden hacer lo que les dé la gana, pero realmente no sirven para hacer nada bueno nunca destacado en nada" Lara había tomado el relevo de Caro: " y de los dos últimos el de gafas es Hotte Horstfeld el mejor amigo de Jenny. Se rumorea que le pone los cuernos a Ronnie con él y se acuestan juntos y sinceramente viniendo de ella no me extrañaría nada, además a él nunca se le ha visto con ninguna otra chica.... y el otro es Ben Bergman es el más normal de todos. Siempre ha sido un buen chico pero es amigo de la infancia de Ronnie y siempre van juntos". El grupo pasó frente a ellos y se alejaron por el pasillo. Jenny ni tan siquiera la miró, pero vio que Ben si se fijaba en ella, la miraba de arriba abajo con curiosidad y hacia un gesto de aprobación. Mientras se alejaba le brindó una pequeña sonrisa. El resto del día pasó muy rápido para Emma, al finalizar las clases sus nuevos amigos le invitaron a tomar una cerveza junto a ellos en el bar al que siempre acudían, juntos se dirigieron allí.

Capítulo 3 Entraron al pub, P-3 se llama el local concretamente, no era un local ni muy grande, ni muy pequeño, pero algo lo hacía muy acogedor. Tenía un pequeño escenario en el que según le informo Lara, actuaba algún grupo una vez por semana, una pequeña pista de baile para mover el esqueleto y unos sofás por si en vez de ello lo que te apetecía era tomar una copa y charlar. Una joven morena con una amplia sonrisa se acercó hacia ellos. Todos parecían muy contentos por algo que dijo, enseguida Caro se volvió hacia ella y le dijo: "Está Luzi Beschenko es nuestra gran estrella, esta tarde ha cantado con gran éxito en un programa de televisión. Acuérdate de lo que te digo, algún día será alguien muy importante en el mundo de la música. Ella es Emma, nuestra nueva compañera en la facultad" las presentó Caro. Luzi la saludó amablemente, a Emma le gustó inmediatamente la chica morena. La puerta se abrió y entraron Jenny, su novio y otra pareja de la cual Emma se había olvidado su nombre. No se mezclaron con el resto de la gente, se dirigieron directamente hacia una especie de reservado oscuro que había en una zona un poco apartada del local. La rubia no pudo evitar que sus ojos se posasen en los azules de la joven castaña, por un momento ambos se juntaron y la rubia observo una vez más que eran preciosos, pero su mirada estaba triste, perdida, vacía.

"Emma", escuchó que le decía Luzi "¿qué tal se te da cantar? "Bueno, la verdad es que no lo hago mal del todo", contestó mirándola un poco sorprendida. La morena sonrió al ver su cara de sorpresa, "Te explico.... todos nosotros pertenecemos la club de canto y baile de la facultad. Mañana tenemos ensayo y hemos pensado en que vengas a vernos y si te gusta y lo haces bien podías unirte a nosotros". "Oh, me encantaría", dijo la rubia agradecida. Emma se sintió completamente integrada en el grupo, parecía que se conocieran desde siempre, hablaron, bromearon, bailaron, todos estaban muy pendientes de que la joven rubia se sintiera cómoda. Al cabo de un rato Emma decidió que ya era hora de irse, había sido un día lleno de emociones y se encontraba muy cansada. Se despidió de sus amigos y salió a la calle, sintió una sensación muy agradable al sentir la suave brisa en la cara. Caminó unos cuantos pasos y escuchó como la puerta del local se cerraba de golpe, se giró. Jenny había salido y caminaba dando tumbos, completamente borracha hacia su coche Emma la miró boquiabierta, -¿no pensará conducir así?-, pensó y se acercó hacia la joven, que se estaba peleando con la cerradura de la puerta del conductor. "¿Qué crees que estás haciendo?", le preguntó. Jenny dejo lo que estaba haciendo y se giró, no podía creerlo, ahí estaba otra vez aquella rubia bajita, "¿Perdona?, ¿te estás dirigiendo a mí?", le pregunto sorprendida y arrastrando las palabras. "No veo a nadie más por aquí", contestó Emma muy seria. "No tendrás intención de conducir en el estado en el que te encuentras ¿verdad?". Jenny la miraba boquiabierta, "¡por supuesto que voy a conducir!, me voy a casa, déjame en paz", le dijo e ignorándola se giró y volvió a centrarse en la cerradura. "No pienso permitirlo", dijo la rubia arrebatándole las llaves. Jenny se volvió boquiabierta, -aquello era demasiado-,"¿tú sabes con quien estás hablando", preguntó desafiante y cada vez más enfadada. "Sí, con alguien lo suficientemente estúpido como para poner en riesgo su vida al intentar coger un coche completamente borracha. Me has decepcionado, pensaba que eras más inteligente", dijo seriamente Emma.

La castaña estaba ciega de ira, "¡devuélveme las llaves perra estúpida!, quiero irme a casa", gritó abalanzándose sobre la rubia. Los movimientos de la joven de ojos azules, eran muy lentos debido al alcohol así que a Emma no le costó nada esquivarla. Tranquilamente se dirigió al asiento del copiloto. "Si quieres ir a tu casa, tienes tres opciones. Primera, vuelves adentro y que alguno de tus amigos te lleve. Segunda, coges un taxi. Tercera, dejas que yo te acerque", dijo abriendo la puerta e invitándola a entrar. Jenny incluso totalmente borracha, se dio cuenta de que no merecía la pena seguir discutiendo con ella, esa pelea ya la había perdido. Resignada se subió al coche y le dijo su dirección a su impuesta conductora. Al llegar a casa de Jenny, Emma se quedó boquiabierta, la joven de ojos azules vivía en un hermoso y antiguo palacete de tres plantas a las afueras de Colonia, rodeado por un jardín más grande que tres campos de futbol, estaba completamente iluminado y a un lado se podía apreciar una piscina que no tenía nada que envidiar a la olímpica del Club Nacional De Natación de Berlín. "¿Tú vives aquí?", le preguntó sorprendida. "Si", contestó la castaña bajando del coche, "no hace falta que lo metas hasta la puerta, no encuentro ni el mando del cierre centralizado, ni el de la puerta del jardín", y estiró la mano esperando sus llaves. Emma se bajó del coche y le entregó las llaves, Jenny las recogió, no sin esfuerzo abrió la pequeña puerta que daba acceso al jardín y sin decir una palabra se introdujo en ella. Emma suspiró, aquella era la persona más prepotente y soberbia que se había encontrado en toda su vida, -un simple gracias hubiese bastado-. Jenny se despertó al día siguiente con una resaca terrible, le costaba abrir los ojos, no quería salir de la cama. Poco a poco fue volviendo a la realidad y a su mente llegaron las imágenes de la noche anterior. Recordó como había salido del pub, frustrada después de su novena pelea con Ronnie en el día y como cuando estaba a punto de subirse a su coche, había aparecido la metomentodo rubia aquella y le había quitado las llaves. La ira se volvió a apoderar de la joven de ojos azules, -¿quién se había creído que era, para hablarle como le había hablado?, ¿para conducir su coche? Como un resorte se levantó de la cama y se dirigió a la ducha, ella le demostraría que no se debería tratar así a Jennifer Hartmann. Cuando llegó a la facultad, vio como Hotte que la estaba esperando en el aparcamiento, se dirigía a ella, "Jenny tengo que hablar contigo" dijo al llegar a su altura.

"Ahora no", dijo casi sin mirarlo, estaba decidida a ponerle las cosas claras a la rubia y nadie iba a interponerse en su camino. Como un miura la buscó en la cafetería, ni rastro de ella, en las taquillas... tampoco, busco por todos los pasillos de Pestalozzi pero la rubia no aparecía por ningún lado, parecía que se la había tragado la tierra. Hotte la seguía por toda la universidad, totalmente desconcertado, -¿por qué a su amiga le había dado por explorar toda la universidad a las ocho de la mañana?-. La campana había sonado pero Jenny seguía dando vueltas a la facultad sin parar. Al pasar la tercera vez por la cafetería Hotte, no pudo aguantarse más y la detuvo agarrándola del brazo, "Jenny ¿se puede saber que estás haciendo?", le pregunto. "Busco a la chica nueva", le contestó su amiga desilusionada. La mandíbula de Hotte cayó al suelo, "y buscas a la chica nueva tan insistentemente a las ochos de la mañana, ¿para?.....", volvió a preguntar. "Hotte, necesito mantener mi reputación. No puede aparecer cualquiera y tratarme como si fuera una don nadie. Tengo que dejarle claro cuál es mi lugar y cuál es el suyo, tengo que hacerle ver quien manda aquí", respondió la joven de ojos azules. El chico suspiró, "a veces pienso que no te conozco, ¡has cambiado tanto Jenny! Pero a lo que estamos.... ¿y no podrías dejarle clara cuál es la posición de cada una dentro de un par de horas? Mejor primero.....". No pudo continuar, Jenny se puso tensa y se dirigió veloz a la máquina de café, allí estaba la rubia, esperando a que saliera el café y hablando tranquilamente con Caro. Hotte corrió detrás de su amiga que se dirigía hacia ellas como una apisonadora, "¡Jenny para, escúchame!", pero Jenny no escuchaba a nadie en aquellos momentos, estaba decidida. Cuando llegó hasta ellas, agarro a Emma del hombro para que se girara y la empujo contra la pared, mientras le gritaba, "¿quién te has creído que eres para hacer lo que hiciste ayer? Ni se te ocurra volver a subirte en mi coche, volver a mirarme, volver a hablarme, o te meterás en problemas muy grandes". Emma no reaccionaba, le pilló completamente por sorpresa, Caro sin embargo se interpuso entre ellas y empujando a Jenny la apartó, "¡Jenny!, ¿te has vuelto loca?, ¿qué crees que estás haciendo? Déjala tranquila". "Caro no te metas en lo que no te importa, pero te aconsejo que mantengas a tu amiguita alejada de mí", mascullo Jenny amenazante. Caro iba a contestar, pero Emma la detuvo, "tranquila", le dijo apoyando la mano en su hombro y volviéndose hacia Jenny le contestó con mucha calma, "Soy quien evitó que te hicieras daño tú o

lo que es peor hicieras daño a alguien al conducir en las condiciones en las que estabas, y eso es algo que no hicieron tus amigos, deberías estarme agradecida. No tienes porque preocuparte, no volveré a molestarte. La próxima vez directamente llamaré a la policía. Y yo te voy a dar otro consejo, mejor cambia de amistades porque a las que tienes no les importas demasiado por lo que he podido ver", agarro a Caro del brazo y se alejaron de ellos por el pasillo tranquilamente. Jenny las miraba alejarse pasmada, no sabía que hacer, ni que decir, jamás había esperado esa reacción. Hotte la miraba sonriendo, lo que acababa de pasar había sido increíble. Parecía que Jenny al fin había encontrado la horma de su zapato. Las cosas iban a empezar a ponerse interesantes, "Si, le has dejado totalmente claro cuál es su posición y quien manda aquí....", le dijo en tono burlón.

Capítulo 4 Jenny y Hotte, pidieron un café en la cafetería y se sentaron en uno de los sofás, ya llegaban tarde también a la segunda hora así que decidieron que era mejor esperar a la tercera. "¿Para qué me estabas esperando antes?, ¿de qué querías hablarme? ", pregunto la joven. El semblante de Hotte se tornó serio, “Sé que esto no te va a gustar Jenny. Pero estoy preocupado por ti y creo que va siendo hora de que hablemos muy seriamente de todo lo que está pasando". La castaña lo miró confundida, "No entiendo lo que quieres decir". El chico no vaciló, "Jenny, has cambiado mucho en este último año y medio, te estas destrozando. Antes eras una persona encantadora, todo el mundo te adoraba. Pero desde que empezaste a salir con el payaso ese...". "Hotte, es mi novio, me ama y exijo que lo respetes, además.....", interrumpió Jenny. "¡No!", la cortó tajante el joven, "no te ama, solamente está contigo para follarte y para que le pagues los vicios y eso lo sabes bien. En cuanto a los otros.... creo que la chica nueva tiene razón, no les importas una mierda. Ni Ben se salva, ayer cuando entré al lavabo estaba metiéndose una raya con Timo y Sophie. Tienen el cerebro podrido ya de tanta porquería que se han metido y por lo único que están contigo es por la droga que les pasa Ronnie". Jenny lo miraba fijamente sin decir nada, Hotte le tomó dulcemente las manos. "Jenny, te quiero y lo sabes. Llevamos juntos desde los tres años, eres mi mejor amiga. Y por eso me duele ver lo que está haciendo Ronnie contigo. Ahora te pasas el día paseándote con aires de grandeza por la facultad, de mal humor y esperando que todo el mundo te adore, y todas las noches terminas borracha y quién sabe si algo más".

"No Hotte, no me drogo, si es eso lo que estás insinuando", exclamó inmediatamente la joven. Sin soltarle las manos y acariciándoselas con su dedo pulgar, el joven continuó, "Sabes que nunca te voy a abandonar, que si tú decides seguir con él, yo lo aceptaré y seguiré estando a tu lado. Pero cariño, ¿de verdad estás tan enamorada, lo amas tanto, como para malgastar tu vida por él". "Hotte, no te enfades, pero ahora me gustaría estar sola", le dijo mientras se levantaba. El la miró alarmado, " Jenny yo no pretendía.....". "Tranquilo, estoy bien. Luego hablamos", le acarició la cara y se alejó. Salió de la universidad, se dirigió al parque que estaba al lado y se sentó. Disfruto de la sensación que le producía el sol en la cara. Todavía hacía una agradable temperatura, pero aquello no duraría mucho. Estaban a finales de septiembre y en un par de semanas las temperaturas empezarían a bajar empicado. Las palabras de Hotte, le habían penetrado profundamente en el alma, sabía que tenía razón. Desde que podía recordar había estado sola. Sus padres viajaban continuamente y de su educación y de controlar su vida siempre se habían encargado tutores y Amas de llaves. A parte de Hotte, nunca había tenido amigos de verdad, siempre que había confiado en alguien habían terminado rompiéndole el corazón, todo el mundo quería algo de ella. Sabía que Ronnie solo estaba con ella por el interés, y ella al principio creyó estar enamorada de él, pero aunque le costó finalmente se dio cuenta de que aquello no era amor. Simplemente estaba intentando cubrir con él, la necesidad que sentía su alma de no estar sola La primera vez que se habían acostado, Jenny terminó horrorizada. No podía entender porque para la gente era tan importante el sexo. Ronnie había sido la primera y la única persona con la que había mantenido relaciones sexuales y las primeras experiencias no fueron nada placenteras, le hacía daño y se notaba invadida, incomoda era muy desagradable. Al cabo de unos meses su cuerpo se acostumbró y simplemente se dejaba hacer. Amargas lágrimas corrían por el rostro de Jenny, se sentía vacía, triste, sucia. Emma regresaba a la facultad. Después de la pelea con Jenny, cuando estuvo fuera de su campo de visión se derrumbó, estaba muy nerviosa y no podía soportar la idea de encerrarse en un aula en aquellos momentos. Pensó en ir a pasear alrededor del lago que había visto al llegar a la universidad el primer día, y se encaminó despacio hacia allí. Poco a poco fue tranquilizándose.

Decidió no volver a dirigirle la palabra a Jenny, alejarse lo más que pudiera de ella. Tal y como decían sus amigos lo único que alguien como la joven castaña podría aportarle a su vida eran problemas. Y si ella se había mudado era precisamente huyendo de eso, quería terminar su carrera tranquila y en paz, lejos de todo lo que pudiera suponer una alteración en su vida. Pero al parecer el destino tenía otros planes para ella. Cuando levanto la vista del suelo, la vio. Jenny estaba sentada en un banco, a unos cincuenta metros suyos y lloraba amargamente. La primera reacción de Emma fue darse la vuelta e irse por donde había venido, pero algo la detuvo, tenía una inmensa necesidad en su cuerpo de acercarse a ella y consolarla. Se acercó sin hacer ruido. "Hey ...¿estás bien?", preguntó, su voz era poco más que un susurro. Jenny dio un respingo y la miró sorprendida, "¿qué demonios haces aquí? Deberías estar en clase, déjame en paz", dijo muy débilmente la chica de ojos azules. Emma dudó un momento, pero luego decidida, se sentó a su lado para cuidar de ella y la tomó entre sus brazos. Le importaba un pepino si le gustaba o no. Jenny se resistió un segundo, pero enseguida todas sus resistencias se rompieron, enterró su cabeza en el hombro de la rubia y lloró desconsoladamente. Emma la mecía, intentaba tranquilizarla y le acariciaba dulcemente. En aquellos momentos ella hubiese hecho cualquier cosa para poder evitarle aquel dolor tan insoportable que su compañera parecía sentir. Pasó un rato hasta que finalmente Jenny se calmó y pudo mirar aquellos intensos ojos marrones. Inmediatamente se perdió en ellos, y perdió la noción del tiempo, el corazón empezó a latirle más y más fuerte, era incapaz de apartar su mirada. Para Emma no fue diferente, al sentir impresionantes y hermosos ojos azules clavados en los suyos con una expresión de desesperación e impotencia quedo inmediatamente cautivada por ellos, aquella mirada le cortó la respiración. La rubia pensó que Jenny no era tan superficial, tan fría y distante como parecía. Tal vez no estaba perdida toda la esperanza y pudieran convertirse en amigas. De repente Jenny reaccionó, no iba a permitir a nadie más acercarse a ella. No iba a permitir que le volvieran a hacer daño, que tomasen todo lo que quisiesen y luego la abandonasen. Como sus padres, como sus ficticios amigos, como todo el mundo en su vida. "¡Fuera!", exclamó.

"Jenny, ¿qué te pasa?", la rubia estaba completamente confundida, ¿por qué esa inesperada reacción? "Te he dicho que desaparezcas..." la voz de la castaña carecía de toda emoción y sus ojos estaban muertos. "Pero yo sólo quería... yo pensé...", Emma estaba completamente abrumado. ¿Qué estaba pasando? "Me importa un bledo lo que pensabas... largarte, sal de mi vida de una vez por todas", gritó la chica de ojos azules mientras se levantaba del banco y se alejaba corriendo. Emma estaba helada, ¿qué había pasado en una fracción de segundo?, ¿por qué ese cambio de actitud? La miraba como se alejaba corriendo, mientras pensaba que necesitaba ayuda psicológica urgente. Empezaba a acostumbrarse a las malas formas y los desplantes de aquella extraña joven.

Capítulo 5 La clase de política estaba a punto de comenzar. Emma entró apresuradamente; lo primero que hizo fue mirar hacia el asiento de Jenny pero estaba vacío, habían pasado ya más de tres horas desde que la había visto por última vez en el parque. No sabía porque; pero no podía dejar de pensar en ella, en aquellos maravillosos ojos azules, en el dolor y la impotencia que reflejaba su mirada. Estaba deseando volver a verla y asegurarse que se encontraba bien; pero Jenny no apareció. Al terminar la clase, siguió sentada en su sitio un poco decepcionada, se habían terminado las clases del día, lo que significaba que hasta el día siguiente no volvería a verla; sintió un vacío en el estómago. Al salir del aula uno de los amigos de Jenny se acercó hasta ella sonriente, "soy Ben Bergman, creo que no nos han presentado", dijo mientras le extendía la mano. "Emma... Emma Müller, encantada de conocerte", contestó ella estrechándole la mano, un poco sorprendida. "Bueno cuéntame, ¿cómo te ha ido en tus primeros días?, ¿te has adaptado bien?", le preguntó el joven amablemente.

Emma lo miraba sorprendida, Caro y Lara, le habían advertido una y mil veces que se mantuviera alejada de Jenny y sus amigos porque no eran buena gente y eran peligrosos; pero a ella aquel chico le parecía amable y encantador. "¡Oh sí!, ha sido mucho mejor de lo que me esperaba, el primer día estaba muy nerviosa; pero todos se han portado muy bien conmigo...... bueno, casi todos", contestó ella con una sonrisa. "¿Cómo ha podido tratar mal alguien a una preciosidad como tú?; dime quien ha sido y me ocupare de que la próxima vez sea más amable", contestó el joven coqueto. Emma sonrió, estaba bastante claro que intentaba ligar con ella, "No, déjalo prefiero no hablar de ello". "Bueno pues entonces que te parece si te invito a un café y nos conocemos mejor", pregunto Ben. Emma dudó un momento, no había quedado con sus amigos para el ensayo hasta dentro de media hora y no tenía nada mejor que hacer hasta entonces. "De acuerdo", dijo con una amplia sonrisa y ambos se dirigieron hacia la cafetería. Ben resultó ser una excelente compañía, la escuchaba y la hacía reír constantemente; se sentía muy a gusto con él, tan a gusto que cuando miró a su reloj habían pasado ya dos horas. Se levantó precipitadamente de la silla, "lo siento Ben, pero tengo que irme, se me ha pasado el tiempo volando", y sin dejar que el chico dijera nada salió corriendo de la cafetería. Se dirigió hacia donde sus amigos le habían dicho que ensayaban, rezando porque no hubieran terminado ya. Al acercarse suspiró aliviada, se escuchaba un piano y una voz empezó a cantar. Aún estaban allí. Se detuvo un momento en el pasillo para escuchar, se quedó maravillada por la hermosa voz, debe ser Luzi-, pensó, le habían advertido de que tenía una voz increíble. Apretó el paso, pero al ir a entrar a la sala se quedó clavada en el suelo, mirando sin poder creérselo, la dueña de aquella increíble voz, suave, dulce aterciopelada. Era Jenny. Emma se quedó escuchando hipnotizada en la puerta, no podía moverse. La joven de ojos azules no advirtió su presencia y siguió cantando emocionada, sumida en sus propios pensamientos. http://www.dailymotion.com/video/xlfzlh_jemma-jenny-y-emma-be-mine_shortfilms Al terminar la canción Jenny miró hacia la puerta y se sobresaltó a ver a Emma que la miraba embobada, "¡Oh Dios mío!, no me lo puedo creer", exclamó.

Emma dio un brinco al volver a la realidad; "perdona, yo..... Yo no quería molestarte". "¡Se puede saber qué haces ahí!, no puedes dejarme en paz de una vez!, ¡estás acosándome!", Jenny estaba muy enfadada. "No, yo solo venía al ensayo de...", intentó explicarse Emma. "Me dais exactamente lo mismo tú y tus explicaciones, no pienso perder el tiempo escuchándote; no deberías haberte quedado ahí escondida, es lo único que sé. Te lo digo por última vez ¡APARTATE DE MI CAMINO!", Jenny se había levantado del piano y estaba frente a Emma gritándole indignada, ¡Es la última vez que te lo digo!, le advirtió, se dio la vuelta y se alejó rápidamente; dejando a una Emma completamente sorprendida por segunda vez en el día. La rubia suspiró, molesta cogió su teléfono y marcó el número de Caro; estaba claro que es ensayo había terminado. Caro no contestó, lo intentó de nuevo con idéntico resultado, contrariada colgó. -Estarán en el P3, y con la música tan alta no escuchará el sonido del teléfono-, se encogió de hombros y se encaminó hacia el pub. Por el camino no pudo evitar, rememorar una y otra vez, la imagen de la joven de ojos azules cantando y tocando el piano. No se entendía a sí misma, por más que lo intentaba era imposible; desde que se habían conocido Jenny no había parado de humillarla, insultarla y tratarla como una basura. ¿Y qué había hecho ella?; consolarla, abrazarla, echarla de menos cada vez más, perderse en su mirada y por si eso fuera poco finalmente se había quedado sin respiración, soñando despierta al oírla cantar. No podía llegar a comprender, ¿porque se comportaba así?, ¿qué tenía esa mujer que hacía que su comportamiento se volviera completamente irracional? Jenny estaba en el P3 junto con Hotte y Ben, los dos jóvenes hablaban animadamente. Ella estaba sumida en sus pensamientos, desde su encuentro aquella mañana en banco del parque no había podido dejar de pensar en Emma, muy a su pesar. Se había sentido como en el paraíso entre sus brazos, no recordaba haberse sentido nunca así; cuando sus miradas se juntaron, una increíble sensación que no sabría nombrar, ni explicar se había apoderado de todo su cuerpo, ¿qué tenía aquella mujer que provocaba aquellas reacciones en su cuerpo?, ¿por qué cada vez se iba adentrando más y más en su mente? Ella siempre había sido fuerte, la ausencia de sus padres desde niña y la haber sido criada por gente extraña le habían hecho serlo. No solía tener momentos de debilidad y cuando eso ocurría siempre era en privado; creía que ni tan siquiera Hotte la había visto llorar. Pero ese día todo había sido distinto, en el parque no pudo evitar las lágrimas y más tarde era tal la angustia que sentía dentro que no la dejaba ni respirar; había esperado que todos los miembros

del STAG abandonaran el auditorio y había hecho una de las pocas cosas que la hacían feliz, que la llenaban de paz....cantar. Y en aquellos dos momentos de debilidad, cuando más vulnerable era, Emma había aparecido de la nada, invadiendo su privacidad, y siendo testigo de algo que muy pocas personas lo habían sido, de su gran fragilidad. Notó que Ben se levantaba de su asiento al tiempo que exclamaba, "¡Emma!". La mirada de Jenny se dirigió inmediatamente hacia donde el joven iba, y allí estaba otra vez la joven rubia. Sorprendida vio como Ben se acercaba a ella muy sonriente y le daba dos besos; la rubia los aceptaba gustosa y lo abrazó. El joven le dijo algo y ambos miraron hacia Hotte y ella, la rubia pareció alarmarse y negó enérgicamente con la cabeza, Ben se acercó hacia ellos. "Lo siento chicos, el deber me llama, es muy tímida y no quiere sentarse con nosotros. Parece un poco cortita pero está muy buena, en dos semanas me la estoy tirando y está aspirando polvo blanco", dijo mientras cogía su copa, se alejó guiñándole un ojo a Jenny. La joven de ojos azules, sintió un nudo en el estómago, una intensa rabia se apoderó de ella y tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para controlarse y no ir detrás de Ben y abofetearlo. Jenny y Hotte vieron como Ben se acercaba a la barra, pedía un par de copas y volvía a acercarse a Emma que lo esperaba al lado de la puerta, ambos hablaban sin parar y se reían. La joven castaña se dio cuenta de que Ben buscaba continuamente contacto físico con la rubia, le tocaba el hombro, acariciaba su brazo, su espalda, cada vez que eso ocurría Jenny sentía una extraña sensación en su estómago, otra de esas sensaciones que no sabía nombrar y que le producía la simple presencia de Emma. Cuando vio como el joven la tomaba por la cintura y la atraía hacia él, esa sensación se hizo casi dolorosa, "No puedo soportarlo más, me marcho", se levantó cogió su bolso y se dirigió hacia la salida; justo cuando iba a salir por la puerta, sintió como un cuerpo tropezaba con el suyo y algo frío se derramaba en su pecho. Instintivamente rodeó con sus brazos aquel cuerpo para evitar que cayera, al bajar su mirada para descubrir a quien pertenecía, volvió a perderse en aquellos intensos ojos marrones, el tiempo y el espacio dejó de existir. Emma, por fin logró zafarse de las manos de Ben, le había dicho una y mil veces que no quería bailar, pero él insistía e insistía, al final había optado por agárrala de la cintura y llevarla hasta la pista de baile. Emma no estaba dispuesta a consentir eso; así que quizá con demasiada fuerza se apartó de él y sin saber muy bien como, terminó en los brazos de Jenny y derramándole su copa encima. Para Emma el mundo se había detenido en aquel preciso momento y como siempre ocurría cuando sus ojos se posaban en los de Jenny, no podía apartar sus ojos de los suyos, escuchó que Ben le decía algo, no le prestó atención, no podía separarse de aquellos brazos.

"¡Emma! ¿Estás bien?", preguntó otra vez Ben esta vez más alto y tocándola el hombro. "Si.... si claro", contestó ella, mientras salía de los brazos de Jenny, pero sin apartar su vista de ella. Jenny se miró su blusa y no pudo evitar sonreír, "no podía ser de otra manera, tenías que ser tú", parecía que el destino estaba empeñado en juntarlas una y otra vez. La sonrisa de Jenny dejo a Emma sin aliento y las piernas le empezaron a temblar, nunca la había visto sonreír y se ponía preciosa cuando lo hacía, su cara se iluminaba y aparecían en ella unos hoyuelos que enamoraban, la rubia tuvo que tomar aire profundamente, se había olvidado de respirar, "Perdona, yo.....". "Tranquila, ya me iba", la interrumpió Jenny, "hoy ha sido un día muy intenso y estoy cansada". Emma la miro sorprendida, sin ser capaz de decir nada, estaba preparada para otra ración de insultos, menosprecios y gritos por parte de Jenny, aquella reacción la dejó noqueada. La joven de ojos azules volvió a sonreírle y salió por la puerta, Emma se quedó flotando entre nubes en su propio mundo. Una vez fuera, Jenny se apoyó contra la pared, cerró los ojos y suspiró; -tercer momento de debilidad en el día-, ella no podía permitirse eso, tenía que alejar a la rubia de su vida como fuera.

Capítulo 6 Durante las dos siguientes semanas, no se cruzaron ni una sola palabra. Jenny hacía verdaderos esfuerzos por evitarla, si Emma entraba en la cafetería, Jenny salía despavorida hacia el patio, si Emma salía al patio, Jenny corría hacia el aula. Después de las clases la joven de ojos azules, se iba directamente a casa o bien al cine, o a pasear con Hotte. Había dejado de ir al P3 con sus amigos, por no encontrársela tampoco allí; Ben aprovechaba cualquier oportunidad que tenía para acercarse a la rubia, y eso ocurría generalmente en el pub, y a Jenny cada vez se le hacía más difícil de soportar, ver los intentos de Ben por ganarse a Emma, pero lo que más le dolía era ver como esta aceptaba gustosa la proximidad del chico. Su relación con Ronnie, era un desastre. El, no es que pusiera demasiado empeño en que estuvieran juntos, pero llevaban ya más de un mes sin tener relaciones sexuales y el chico empezaba a impacientarse. Lo peor era que a Jenny se le estaban terminando las excusas para escabullirse de él y era consciente de que tarde o temprano iba tener que lidiar con ese problema.

Cuando estaba en compañía del resto de sus amigos, se sentía vacía. De repente se había dado cuenta, de que no tenían nada en común con ellos, que no podía confiar en ninguno de ellos y ya no le agradaba en absoluto su compañía. Los únicos momentos en los que la joven castaña se sentía en paz y completa eran las horas en las que compartía clases con Emma y podía observarla disimuladamente desde la distancia. Se pasaba las horas muertas observándola, no perdía detalle, su pelo rubio alborotado, sus pequeños lunares por todo su cuerpo, aquellos ojos felices y chispeantes, aquella sonrisa que cuando aparecía en su cara hacía que su corazón diese un vuelco..... pero la clase terminaba y Jenny volvía a sentirse triste, vacía, sola. Hotte estaba encantado con la nueva situación, le divertían los esfuerzos de su amiga por evitar a la chica nueva, se dio cuenta de los sentimientos que se estaban forjando en el interior de Jenny, pero no dijo nada, era mejor no forzar las cosas. Pero lo que al chico más feliz le hacía, era la distancia que su amiga estaba tomando tanto con Ronnie, como con su panda de amigos. Ellos eran una mala influencia y podían hacerle mucho daño, y él estaba seguro, de que la única oportunidad que tenía Jenny para ser feliz en su último año de universidad, era alejarse de ellos. Emma se había dado cuenta de los esfuerzos de Jenny por evitarla, cada vez que entraba a un sitio, lo primero que hacía era buscarla con la mirada; hacía más de dos semanas que no hablaban y Emma empezaba a no poder controlar la necesidad de sentirla cerca. Pero siempre que la divisaba, su compañera rápidamente desaparecía sin darle la oportunidad de acercarse. La joven rubia no entendía ese comportamiento, ¿por qué huía de ella?, estaba decida a abordarla y pedirle explicaciones, pero aún no había tenido ocasión.

Finalmente había podido hacer la prueba para ingresar en el club de canto y baile, en cuanto sus compañeros y su profesora, la escucharon cantar se quedaron maravillados con su voz e insistieron una y otra vez en que se uniera a ellos.

Se estaban preparando para la semifinal del concurso nacional de canto y ella sería una gran ayuda. Les había costado mucho llegar hasta allí, ningún año habían llegado tan lejos y estaban muy ilusionados en conseguir llegar a la final y poder competir en Berlín, así que ensayaban constantemente. Cuando por fin conseguía tener un poquito de tiempo libre para ella, casualmente siempre aparecía Ben y la invitaba al cine, a cenar, a bailar.... y Emma cada vez se sentía más a gusto con el chico. Y así pasaron esas dos semanas para ellas, Jenny huyendo de Emma y Emma intentando encontrar el momento para hablar con ella.

Aquella mañana había sido demasiado dura para Jenny, hacía días que no dormía bien y estaba muy cansada, pero ya gracias a Dios sólo quedaban las dos últimas horas de política. Entró en la clase y se dejó caer en su asiento, al momento vio extrañada como entraban Emma y Ben riendo y bromeando, inmediatamente apartó la vista de ellos -¿qué hace él aquí?-, pensó. Al contrario que otros días, Emma no se dirigió a su asiento tres filas por delante de ella, sino que continuó hasta unos de los pupitres del final del aula y se sentó junto al chico. Jenny hervía por dentro, no entendía porque, pero le dolía y le molestaba verlos juntos, sentía una angustia muy grande en el pecho. El Sr. Goëtting entró en el aula, saludó a sus alumnos y como siempre, sin perder un minuto empezó con su clase, y como siempre Jenny se perdió en sus pensamientos. Emma había terminado el ensayo y se dirigía con paso ligero y una gran sonrisa en la cara a su clase de política, era el momento llevaba esperando toda la mañana, por fin vería a Jenny. Cuando iba a entrar en el aula, escuchó que detrás suyo alguien decía su nombre, y se giró, era Ben, "¿qué haces aquí?", preguntó ella sorprendida. "Tengo dos horas libres, y como no te he visto en todo el fin de semana he pensado en compartirlas contigo", dijo el joven con una sonrisa. A Emma se le fue, el color del rostro, deseaba más que nada en el mundo entrar por esa puerta y ver a Jenny, "lo siento Ben, pero tengo que entrar. No estoy muy fina en política y no me puedo permitir faltar", dijo muy seria. "¡Va Emma, vamos a tomar unas cervezas!", insistió el, mientras la agarraba del brazo e intentaba tirar de ella. Emma se soltó, "¡No insistas, voy a entrar!", dijo convencida. "Bueno... pues entraré contigo", contestó el joven encogiéndose de hombros, "pienso pasar las dos próximas horas con mi chica, sea donde sea". "¡Yo no soy tu chica!", exclamó Emma, dándole un pequeño puñetazo en el brazo y juntos entraron en el aula bromeando. Emma inmediatamente busco a Jenny con la mirada, por un momento se quedó sin respiración y el corazón se le aceleró al verla. Hubiera jurado que Jenny estaba mirando hacia la puerta como esperando algo, pero al pasar por su lado, ni tan siquiera la miro, indiferencia total. Si esperaba algo estaba claro que no era a ella, se le encogió el corazón.

Se dirigió junto a Ben hacia los últimos pupitres y se sentaron, el joven iba a decirle algo pero en eso momento entró Göetting, saludó y empezó la clase. Emma clavó su mirada en la espalda de Jenny, ¿por qué se sentía así?, ¿por qué se pasaba el día deseando verla y con su sola presencia ya era feliz?, ¿por qué le dolía tanto su indiferencia?, ¿por qué sentía la necesidad, de que formara parte de su vida? Si a fin de cuentas hacía solo tres semanas que se conocían y sus encuentros habían sido un desastre. Un murmullo la hizo volver a la realidad, "el tema será -Las ideas de Montesquieu-, dedicaremos el resto de la clase a prepararlo y mañana lo presentaran ante el resto de sus compañeros, espero que se lo tomen en serio, porque como he dicho, tendrá un gran valor en la nota final de la evaluación", escuchó que decía Goëtting. El profesor hizo una pausa, miro durante unos instantes a sus alumnos y continuo, "para no complicar más las cosas, sus parejas serán sus compañeros de al lado". Emma miro a Ben sorprendida, ¿él iba a ser su compañero? Jenny miro el asiento vacío a su lado, ¿lo tendría que hacer sola? "La Srta. Hartmann y la Srta. Müller, lo harán juntas. Srta. Müller le agradecería que tomase asiento al lado de la Srta. Hartmann", terminó el profesor. Jennny se quedó petrificada, incluso con la capa de maquillaje, podía observarse que se había puesto pálida. Emma no podía moverse, le temblaban las piernas y tenía el corazón en la garganta. Ben le dio un pequeño golpe en el hombro animándola a irse, eso la hizo reaccionar. Con las piernas temblorosas se dirigió hacia Jenny.

Capítulo 7 Emma se sentó al lado de Jenny.

Durante unos minutos ninguna dijo nada, hasta que finalmente Jenny reaccionó, "Bueno.... yo creo que mejor tú te ocupes de resumir la primera mitad, yo haré la otra mitad y luego ya revisamos y unimos", dijo, intentando que su voz sonase fría e indiferente pero sin conseguirlo en absoluto. No era capaz de mirarla a los ojos porque sabía que si lo hacía inmediatamente volvería a perderse en ellos, tenía que ser fuerte. Emma asintió sin ni siquiera mirarla e intentó concentrarse en su trabajo, no estaba preparada para eso, ella llevaba dos semanas deseando estar al lado de Jenny, pero ahora su proximidad, su fragancia la estaba volviendo loca, era incapaz de concentrarse en nada, el bolígrafo le temblaba en las manos.

Jenny intentaba no mirarla, escribía sin parar para evitar la tentación. Pero el deseo fue más fuerte que ella, no pudo evitar mirarla disimuladamente, se veía tan dulce, tan vulnerable......, sus orejas y sus mejillas estaban cubiertas de un color rojo intenso, tenía pequeñas gotas de sudor en la frente, parecía tremendamente nerviosa, tenía la vista fija en un punto de sus apuntes, pero Jenny estaba segura de que no veía nada, de que estaba en otro lugar, su mano sujetaba temblorosa el bolígrafo. Jenny suspiro, le era imposible en aquellos momentos luchar contra ello, puso su mano sobre la de la joven rubia, la acarició dulcemente con el pulgar, "tranquila, aún no me he comido a nadie", le dijo suavemente, con una tierna sonrisa. Emma al sentir aquella mano en la suya, notó que una descarga eléctrica le recorría toda su espina dorsal y se le corto la respiración; al levantar su vista y ver aquella sonrisa, tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no abalanzarse sobre ella. Le sorprendió su propia reacción, pero no se permitió así misma analizarla. Durante unos instantes sus ojos se juntaron, fue un momento mágico, "Señores les quedan treinta minutos", la voz de Goëtting las hizo volver a concentrarse en su trabajo. Los treinta minutos pasaron volando, sobre todo para Emma, al terminar la clase aun no tenía listo ni la mitad del trabajo. El aula fue vaciándose poco a poco y Emma seguía escribiendo, Jenny la miro sonriendo, "Hay piensas quedarte aquí todo el día" dijo. Un poco avergonzada y esperándose lo peor Emma contesto, "aún no he acabado, pero dame tu parte y lo terminare yo en casa". "No Emma es demasiado", contesto la joven castaña, "¿por qué no comemos algo en la cafetería y luego vamos a la biblioteca y lo terminamos juntas?". Emma estaba flotando en el paraíso, no solo la había llamado por su nombre, sino que por primera vez desde que se conocían quería estar junto a ella. En aquellos momentos era feliz y se sentía la mujer más afortunada del mundo por poder estar a su lado. Asintió con la cabeza, sin poder realizar otro movimiento. "Está bien, pues vamos", Jenny se levantó y se encaminó hacia la puerta. Se dio cuenta de que la rubia no se había movido de su asiento. Sorprendida se giró y la miro, "Emma ¿pasa algo?". Emma salió de su letargo, "no, no.... todo está bien", rápidamente se levantó y la siguió. Pasaron la tarde más increíble de su vida, ninguna de las dos sabía que la mera presencia de otra persona, podía provocar aquella sensación de placer y de bienestar.

Cada mirada era cada vez más intensa, buscaban una y otra vez el contacto accidental entre ellas, ese contacto que hacía que saltasen chispas y que ambos cuerpos se estremeciesen. Tenían la sensación de ser una sola persona, era como si una estuviese en la mente de la otra y supiese en cada momento lo que estaba pensando, lo que iba a decir. Se compenetraban perfectamente, parecía que se conocían hacia años. Hacía tiempo que ya habían terminado el trabajo, pero lo corregían una y otra vez. Ninguna de las dos quería que aquel momento mágico terminarse, no quería separarse de aquella otra persona que las hacía sentir aquellas maravillosas sensaciones. La voz de la bibliotecaria las trajo al mundo real, "Es la hora de cerrar, así que por favor vayan saliendo". Se miraron decepcionadas, recogieron sus cosas y salieron, estaba lloviendo débilmente. "¿Cómo vas a ir a casa?", preguntó Jenny. "Cogeré el autobús", respondió la rubia mientras se abrochaba la chaqueta. "Bueno......yo... si quieres puedo llevarte", dijo la joven de ojos azules tímidamente. Emma la miró sorprendida, Jenny la desarmaba constantemente, era capaz de ser la persona más insufrible y desagradable del mundo, pero también la más dulce y amable. Nunca sabía que esperar de ella, "está bien" contesto. Ambas se dirigieron hacia el BMW de Jenny. Durante el camino hablaron sobre la facultad, sus planes de futuro, sus ilusiones.... Al llegar Jenny dijo con una sonrisa, "¡Vaya, así que aquí es donde vives!, justo al lado de donde nos vimos por primera vez... creo que todavía me duele el culo". Emma no pudo evitar soltar una carcajada, al recordar a Jenny sentada en el charco en medio de la calle, "vale, me disculpo otra vez, pero es que llevaba solo cuatro días en Colonia, empezaba las clases al día siguiente, y tenía tanto que hacer, tantas cosas en la cabeza.....". "¿Por qué te mudaste aquí?", preguntó Jenny. Emma se puso muy seria, "bueno......mi madre nos dejó y......digamos.... que no puede soportarlo". Jenny la miro sorprendida, "¿tanto te afecto su separación?, no se ya eres una persona adulta y...". Emma la interrumpió, "¿qué separación?", preguntó extrañada. Jenny cada vez estaba más sorprendida, "bueno, la de tus padres...".

Emma negó con la cabeza, cerró los ojos y casi en un susurro dijo, "mi padre murió cuando yo tenía tres años, mi madre lucho mucho para sacarnos adelante a mis hermanos y a mí. Hace un mes salió para ir a trabajar, al cruzar por un paso de peatones, un conductor borracho la arrolló y la mató", tuvo que hacer una pausa, antes de continuar, las lágrimas corrían por su rostro. "Emma yo....", Jenny no sabía que decir. "El seguro del conductor nos pagó un motón de millones y eso provocó las peleas entre mis hermanos por la herencia. El dinero saca lo peor de nosotros. Yo no pude soportarlo y decidí alejarme de todo", suspiro. "Han debido ingresarme mi parte porque el casero no se ha quejado de que no hay fondos en mi cuenta", terminó con una amarga sonrisa. Jenny tomó la mano de Emma para intentar darle algo de consuelo, le faltaban las palabras. Emma se repuso rápidamente, "¿y qué hay de ti?, ¿por qué vives sola en esa casa tan grande?, ¿y tus familia?", preguntó intentando esbozar una sonrisa. "Viajando, por motivos de trabajo, como siempre", contestó la joven castaña. "¿Siempre ha sido así?", volvió a preguntar la rubia al ver como se habían entristecido los ojos de Jenny. "Si, ha sido así, desde que puedo recordar... ", Jenny apartó la vista de su compañera, se volvía a sentir vulnerable junto a ella. "Bueno, tienes a tus amigos...", susurro Emma La joven de ojos azules se rió amargamente. "¿qué amigos? Jennifer Hartmann, la chica más popular y más rica de la facultad, no tiene ni un solo amigo, todo el mundo quiere algo de mí... dinero, drogas, fama, mi cuerpo... pero no a mí, nadie me quiere a mí por quien soy, por lo que soy”. "Pero Ronnie te ama ¿no?", Emma no podía soportar la amargura y la soledad que expresaba Jenny en sus palabras. "Ronnie.... Como dice Hotte, -él no te ama Jenny, es un payaso que sólo quiere follarte y que le pagues los vicios", las lágrimas empezaron a correr por rostro de Jenny. "Bueno y que me dices de Hotte, él es tu amigo y te quiere", insistió Emma intentando darle algo de paz a su compañera. Jenny sonrió al pensar en él, "es cierto, Hotte, él siempre ha estado ahí, nos conocemos de toda la vida... él es la única persona que... ". "Significa algo para ti..." la joven rubia terminó la frase.

"Sí", murmuro Jenny, "pero.....", se detuvo, sabía que no tenía que decirlo. "¿Pero?", Emma contuvo la respiración. Se las arregló para no mirar a Emma directamente, Jenny no quería mostrarse tan vulnerable, no quería acercarse tanto a ella, pero no podía contenerse se lo tenía que decir, "de alguna manera, tú también estas empezando al ser alguien importante para mí". Con las manos temblorosas Emma, secó dulcemente las mejillas de su compañera facultad, la cual había cerrado los ojos. La rubia no pasó por alto la piel de gallina que cubría el cuerpo de su compañera, ni el tímido suspiro que se había escapado de sus labios cuando sus dedos "accidentalmente" acariciaron su cuello, Jenny abrió los ojos y la miró de tal manera que un escalofrío recorrió la espalda de Emma y sintió como se erizaban todos los pelos de su cuerpo, nunca se había sentido así. Una vez más parecía que el tiempo se había detenido, quedaron atrapadas la una en la presencia de la otra y la tierra dejó de girar, al menos para Jenny y Emma. La joven castaña temerosa levantó la mano y la puso también en la mejilla de Emma, saboreando la sensación de su piel increíblemente suave bajo sus dedos. Emma no sabía lo que estaba pasando, pero se sentía demasiado bien como para romper el hechizo. En aquel momento, Jenny era tan tierna, tan frágil que sintió la necesidad de abrazarla, de acariciarla, protegerla y prometerle que nunca dejaría que nadie más volvería hacerle daño. La rubia seguía acariciando la cara, el cuello de Jenny, sus dedos rozaron lentamente sus labios mientras los miraba con deseo, fue acercando poco a poco su cabeza a la suya, no sin el temor de que la chica castaña saliera corriendo. Jenny estaba en otro mundo, las caricias de Emma le causaban un gran placer, volvió a cerrar los ojos disfrutando de aquel maravilloso momento. Cuando sintió el aliento de la rubia en su rostro fue como si una bandada de pájaros revoloteara por su estómago, su corazón empezó a latir más rápido, y su respiración se aceleró, deseaba los labios de Emma más que nada en este mundo, jamás se había sentido así. Se dio cuenta de que lo estaba empezando entre ambas no era una simple amistad, pero ¿qué era? Había intentado apartarla de su vida un día tras otro durante semanas, la había tratado como una basura, despreciándola y humillándola, pero el destino se empeñaba en unirlas una y otra vez. Sus labios estaban a tan sólo unos milímetros de distancia, ambas sentían el aliento de la otra en sus labios, Jenny no pudo aguantar más, agarró con ambas manos la cabeza de Emma.

La rubia salto hacia atrás como picada por una tarántula cuando escuchó el sonido de su teléfono móvil, con la respiración agitada, intentando volver a la realidad contestó, "Si, Emma Müller", era Ben. Jenny estaba petrificada en el asiento de al lado, -¿qué había sido eso?, ¿qué significaba todo aquello?, ¿realmente habían estado a punto de besarse? No, ella no podía besarse con una mujer, ella era heterosexual, tenía novio.....Seguramente todo había sido provocado por la tensión del momento, la soledad y la tristeza de ambas. Escuchó que Emma la llamaba, "¿Sí?", contesto volviendo en sí. "¿Me has escuchado?", preguntó la rubia nerviosa e impaciente. "No perdóname, estaba en otra parte", se disculpó. Emma la miro un poco molesta, no quería volver a repetirlo, "lo que acaba de pasar.... lo siento. No sé porque he actuado así, nunca me había pasado. No quiero que te hagas una idea equivocada, yo no soy lesbiana, pero me encantaría poder ser tu amiga". "Bueno yo.... yo tampoco soy lesbiana, no sé que me ha pasado. Ahora tengo que irme", contestó Jenny a trompicones, estaba completamente confundida. Se despidieron, Emma salió del coche, la joven de ojos azules arrancó y se marchó apresuradamente. Jenny permaneció despierta toda la noche, cada minuto que pasaba se daba cuenta más y más de lo peligrosa que era su relación con Emma para ella en todos los sentidos. Se había obligado a si misma a dejar de pensar y olvidarse de lo que había pasado en el coche. Pero era muy consciente de que todo lo que había sentido en aquellos momentos había sido real, nunca había deseado nada, como en aquellos momentos había deseado los labios de Emma. No sabía que eran, pero estaba segura de que sus sentimientos hacia Emma eran algo más que una amistad. No podían ser amigas, era sencillamente imposible, sabía que cualquier tipo de relación con Emma supondría para ella mucho dolor, y ella no iba a permitir que nadie más le hiciese daño. ¿Pero cómo se lo iba a explicar?, la rubia no se iba a quedar tan tranquila, era la persona más cabezota que conocía. Sabía que le iba a hacer mucho daño, pero era necesario. Emma se sentía sola en su apartamento, desde que había entrado por la puerta Jenny no había salido de su cabeza. Había pasado junto a ella la tarde más maravillosa de su vida. Se había auto convencido de que lo que había pasado en el coche, fue fruto del cariño y la dulzura que sintió por Jenny en aquellos momentos, al verla tan débil, tan desamparada, de que no significaba nada. Se sentía un poco extraña, ya que de alguna manera, ella no deseaba estar en ninguna parte en ese momento más que al lado de Jenny, quería sentirla entre sus brazos.

-Esto es absurdo, voy a ver a Jenny dentro de unas horas en la escuela-, pensó y se dispuso a dormir, feliz de haber conseguido vencer todas las resistencias de su compañera y conseguir que formar parte de su vida. Al día siguiente Emma corría felizmente hacia la facultad, había estado contando las horas que faltaban para volver a ver a Jenny. Cuando entró en la universidad, vio a Lara y a Caro junto a su taquilla, se dirigió contenta hacia ellas. "Wow, Emma pareces totalmente feliz, ¿ha pasado algo?", dijo Caro guiñándole el ojo a Lara. "No, que va a parar", preguntó Emma sorprendida. "Bueno.... ese brillo en los ojos, esa sonrisa, parece que alguien está enamorada", le respondió Lara sonriendo pícaramente. "¿Enamorada?", preguntó Emma sorprendida. En ese momento, Jenny apareció por el fondo del pasillo, agarraba a Ronnie por la cintura y este la sujetaba por encima de sus hombros, iban seguidos por Timo y Sophie. "Buenos días, Jenny..." dijo Emma, cuando llego a su altura, mientras que en su rostros se dibujaba una increíble sonrisa. Sus ojos marrones, coincidieron por un sólo segundo con los azules intensos de Jenny, su mirada estaba vacía, era fría, la joven castaña simplemente volvió la cabeza y se fue sin decir ni una palabra. Emma estaba atónita, todo el color desapareció de su rostro y el libro que había sacado hacía sólo unos segundos de la taquilla, se deslizó de sus dedos, sus ojos se llenaron de lágrimas, - los ojos de Jenny se lo habían dejado claro, había perdido la partida-. "¿Emma?", la llamo Caro visiblemente preocupada, notó que su compañera estaba temblando. "Yo... yo... ¿por qué? ... ella... no puedo...", Emma no era capaz de conjugar una sola frase. "¡Emma!", la zarandeó Lara. Pero la joven rubia no respondió, como un caballo desbocado salió del edificio de la facultad, no podía respirar, notaba que se ahogaba. No habían pasado nada más que unas cuantas horas, ¿qué había cambiado desde ayer por la tarde?, Jenny al fin se había abierto a ella, había confiado en ella, habían pasado juntas la tarde, incluso lloraron juntas al contarse sus confidencias... ¿y ahora?, ¿qué había cambiado?, ella no podía alejarse así, tenían que permanecer juntas.

Las lágrimas de Emma brotaban incontrolablemente de sus ojos, en aquellos momentos sentía que su corazón se había roto en mil pedazos. "Hola preciosa, ¿va todo bien?", escucho que decía una voz a su lado. "Ben", rápidamente se limpió las lágrimas de las mejillas.

Capítulo 8 Jenny estaba sentada en su asiento, en la clase de política. Le costaba respirar y todo su cuerpo temblaba, tenía la mirada fija en el libro para que nadie notase su estado alterado. Sabía que le había hecho un gran daño a Emma, pero ella también sufrió las consecuencias de su acción. Se le había roto el corazón al ver la cara de sorpresa de Emma y la tristeza en sus ojos. Todo el dolor que temía que Emma pudiera causarle, se lo había causado ella misma a ambas. El Sr. Goëtting, entró en el aula, saludó y se dispuso a comenzar con las presentaciones del trabajo que tenían pendientes. "Bueno, comenzaremos con las presentaciones", dijo observando a sus alumnos, "Srta. Hartmann, a usted la dejaré para el final, porque puedo observar que la Srta. Müller no nos honra con su presencia". Jenny palideció al instante, estaba tan ocupada intentando ocultar el dolor que le había producido hacerle aquel desplante a la joven rubia, que no se había dado ni cuenta de que esta no había entrado en clase. "¿Alguien sabe que le pasa a la Srta. Müller?, preguntó Göetting. "Ella ha venido... pero... no sé muy bien lo que ha pasado, de pronto ha salido corriendo, no sé...", dijo Caro aún desconcertada por el comportamiento de Jenny. "Gracias, Caro usted y la Srta. Vogel, serán las primeras", dijo el profesor. La ansiedad y el sentimiento de culpa invadieron a Jenny. De dos en dos los alumnos fueron pasando y exponiendo sus presentaciones, pero Jenny no escucho ninguna, sentía que se ahogaba, tenía que salir de allí. Tenía que encontrar a Emma. "Discúlpeme Sr. Göetting, pero me tengo que ir, no me encuentro bien", dijo, se levantó y se encamino hacia la puerta. "Srta. Hartmann, si no hace su presentación, sabe que su nota final será baja", escucho que decía Göetting, ella salió por la puerta. Le importaba una mierda su nota final, lo único que quería en aquellos momentos era encontrar a Emma, su desaparición la tenía completamente turbada.

La joven de ojos azules, estaba desconcertada con su propia reacción, no podía entender porque le preocupaba tanto Emma, quería alejarse de ella y lo único que conseguía era desear cada vez con más y más fuerza tenerla a su lado, sentirse entre sus brazos..... Recorrió la facultad innumerables veces buscándola pero no encontró ni rastro de su compañera. La buscó por el parque, por el lago, pero a Emma parecía que se la había tragado la tierra, -¿y si se había ido a casa?-, pensó de pronto. Todo lo rápido que pudo, volvió a la universidad, se montó en su descapotable y se dirigió hacia casa de la rubia, aparcó en la calle de enfrente y se encaminó hacia el portal. Una señora mayor estaba intentado abrir la puerta, tenía serias complicaciones para meter la llave en la cerradura. Jenny corrió a ayudarla, "déjeme que la ayude", dijo amablemente. La anciana se giró sorprendida, "Oh hija eres un ángel, el pulso y la vista cada día están peor", le contestó con una sonrisa mientras le entregaba las llaves. Jenny abrió la puerta y le devolvió las llaves a la encantadora anciana, esta las recogió y se dispuso a cargar con las bolsas de la compra, Jenny la detuvo, "déjeme que se las lleve hasta el ascensor, por favor", dijo mientras cogía las bolsas. La anciana sonrió agradecida, y entro junto a Jenny en el portal. “Muchas gracias hija", dijo la mujer, mientras entraba al ascensor. Jenny sonrió, "ha sido un placer", se disponía a cerrar la puerta del elevador, cuando se dio cuenta de que ella no tenía ni idea de cuál era el piso de Emma. Volvió a dirigirse a la anciana, "disculpe, ¿usted no conocerá a una chica rubia, de pelo corto....?". "¿Emma?", le interrumpió la anciana. "Si, Emma", contestó Jenny. "Ella me ayuda todo lo que puede, es una bendición para mí que esté aquí. Incluso muchas noches cocina para las dos y me sube la cena. Es una chica encantadora ¿verdad?", dijo la mujer. "Lo es", contesto la joven de ojos azules con una sonrisa, "¿puede decirme por favor en que piso vive?, tengo que hablar con ella". La anciana la observó unos segundos y pareció decidir que no había ningún peligro en decirle el piso, "en el sexto F, pero creo que no está; esta mañana la vi cuando se dirigía a la facultad", hizo una pausa y en tono confidente le susurro, "creo que se ha echado novio, porque hoy estaba especialmente feliz".

A Jenny se le encogió el corazón y sintió unas ganas inmensas de llorar, ella lo había estropeado todo. Llamó una y otra vez al timbre sin obtener respuesta, resignada se dirigió hacia su coche y se sentó, esperaría lo que fuese necesario, tarde o temprano aparecería. Espero durante horas, cuando estaba perdiendo toda esperanza, vio como el coche de Ben se paraba frente al portal. A Jenny se le heló la sangre, "Oh, Dios mío, no. ¿Qué he hecho?", murmuro, había pasado la tarde con él, Ben se había aprovechado de su tremenda estupidez, para hacer de la humilde joven rubia uno de sus trofeos. Vio como Emma iba a salir del coche, pero él la agarró, la atrajo hacia sí y la besó, a Emma pareció no desagradarle. Jenny sintió como si la desgarraran por dentro, sus ojos se llenaron de lágrimas y tuvo que apartar la vista. Emma por fin entró en su casa, pudo quitarse sus botines y dejarse caer en su cama, estaba muy cansada, tanto física como psicológicamente. Había pasado el día con Ben, al principio estaba muy triste, pero el joven con sus bromas y sus atenciones había hecho que se olvidase de Jenny por un tiempo. Fue tan dulce, tan encantador con ella, que las advertencias de Lara, Caro y el resto de sus amigos fueron olvidadas al instante. Pensó que simplemente no lo conocían, ¿cómo alguien tan increíblemente atento como él podía ser peligroso", era absurdo. Había querido contarle porque lloraba, porque estaba triste, pero no era fácil, ni ella misma lo entendía y le agradeció en el alma que no la presionara. Fueron a mirar tiendas por el centro comercial, comieron en un chino, pasearon por la ciudad. El la hacía reír, la escuchaba y Emma se sentía querida, escuchada, mimada. Al despedirse el joven la había besado, ella en un principio pensó en resistirse pero cambió de idea y se dejó llevar. El resultado de aquel beso no fue el esperado por ella. No había sentido absolutamente nada, Emma había pensado en que sentiría algo parecido a lo que sintió el día anterior, en aquel momento de locura momentánea en el que casi besó a Jenny y su cuerpo fue invadido por aquellas embriagadoras sensaciones que sintió al notar los labios de la joven de hermosos ojos azules tan cerca de los suyos, al sentir su aliento en su cara. Pero cuando Ben la besó no sintió nada, ni bueno, ni malo. Quizá un poco de rechazo al sentir los pocos y rasposos pelos de su barba en la cara. Confundida se despidió del joven y subió a su casa. Una vez a solas volvió a sentir esa enorme tristeza en su corazón, Jenny volvió a su mente. Emma lloró de rabia y de dolor al revivir una y otra vez en su cabeza las imágenes de aquella

misma mañana. Tenía que olvidarse de Jenny, aquella había sido la última vez que la hería. Nunca más volvería a dirigirle la palabra. Alguien llamó a la puerta, con un suspiro la rubia se incorporó, se secó las lágrimas y se dirigió a la puerta, sería Emilia, su vecina. Al abrir la puerta sus ojos se abrieron como platos, "¿Jenny?", fue lo único que salió de su boca. "Emma ¿qué estás haciendo?", le preguntó Jenny muy seria. La rubia la miró confundida, ahora sí que estaba convencida de que algo dentro de la cabeza de Jenny no funcionaba muy bien, "¿cómo qué que estoy haciendo?, Jenny esta es mi casa, yo vivo aquí". "Me refiero a Ben", contestó la joven de ojos azules. "Eso a ti no te importa en absoluto", dijo Emma secamente. "Por supuesto que me importa, Emma no te conviene", a la joven castaña le temblaba la voz. "Ah vale, ¿y tú sí?", preguntó la rubia con furia. "¡Maldita sea Emma, no lo entiendes tienes que alejarte de él!", insistió Jenny. "Para tú información es mi novio y estoy enamorada de él", dijo la joven de pelo corto, aun sabiendo que no era cierto. Jenny sintió que le arrancaban el corazón "No, no", le gritó, casi histérica, "eso es la mayor estupidez que he escuchado nunca". "No puedo creer que esto esté pasando de verdad, ¿desde cuándo te importa algo de lo que yo haga?", Emma miró a su compañera con una mirada provocativa en su rostro. "Yo simplemente no quiero que te hagan daño", la voz de Jenny fue tan suave que Emma por un segundo pensó que de verdad estaba preocupada. "¿Tienes miedo de que alguien te quite el puesto?, tranquila Jenny haces muy bien tu trabajo. Nunca nadie será capaz de hacerme más daño del que tú me has hecho", dijo la joven rubia con ira. Las palabras de Emma, golpearon en lo más profundo del corazón de Jenny, sintió una presión tan grande en el pecho, que pensó que iba a morir en aquel momento. "Emma por favor escúchame, Ben es.....", volvió a intentarlo la joven de ojos azules. "¿Peligroso?" la interrumpió Emma, "si, ya he escuchado esa historia, es tan peligroso como tú y el resto de tus amigos. ¿O sabes algo que yo no sepa?".

"Emma yo...., yo... no es fácil de explicar, por favor, simplemente confía en mi", suplicó Jenny. "Esto ya sí que es lo último que me quedaba por escuchar, ahora quieres que confié en ti. ¡No seas ridícula!", Emma estaba empezando a enfadarse de verdad. "Emma, por favor aléjate de él", la joven de ojos azules ya no sabía como convencerla. "No tengo ninguna intención de hacerlo", respondió la joven rubia cada vez más enfadada. "Emma, lo digo en serio, Ben es peligroso, te lo diré una y mil veces hasta que lo entiendas", repitió Jenny. "Mira, a diferencia de ti, él me trata como a una persona, él me escucha cuando me siento mal, él se preocupa por mí, me hace reír.....cosa que tú nunca has hecho, de quien me tengo que alejar es de ti", mientras decía estas palabras, Emma luchaba por contener las lágrimas en sus ojos. "Pero...", intento decir Jenny. "Pero nada, desde la primera vez que nos vimos, me has humillado y me has tratado como a un perro. No te he importado en absoluto, he intentado ayudarte una y otra vez, acercarme a ti y tú ni tan siquiera me has preguntado como me sentía. Ahora solo estas aquí porque él es uno de tus amigos y no puedes soportar que esté con él, no porque te preocupes por mí. ¡Déjame en paz, Jenny!, ¡déjame en paz!, estoy mejor sin ti, sólo me haces daño", Emma estaba fuera de sí. Esas últimas palabras que salieron de la boca Emma destrozaron el corazón de Jenny, nada de lo que había dicho era cierto, por supuesto que le importaba, claro que estaba tremendamente preocupada por ella, es más lo que más deseaba ahora mismo era abrazarla, se había comportado como una idiota. "Tú me has dejado bien claro esta mañana que no significo nada para ti, que quieres que te deje en paz. Bien, pues es lo que voy a hacer a partir de ahora. Es lo que tú quieres y lo voy a respetar, pero por favor respétame tú también, sigue como hasta ahora y no vuelvas a acercarte a mí", diciendo esto entró en casa y cerró la puerta. Jenny se quedó fuera, con lágrimas en los ojos, con tanta tontería lo único que había, conseguido era hacerse más daño ella misma del que jamás le habían hecho. Con su tremenda estupidez la había alejado de ella para siempre y la había empujado hacia los brazos de Ben; y aquel maldito estúpido lo único que quería de ella era tirársela y hacerla una nueva clienta de su mejor amigo. Al día siguiente Jenny intentó acercarse un par de veces a Emma, pero esta la ignoró completamente. Para la joven de ojos azules, era un martirio ver día a día a la joven rubia paseando su amor junto a Ben por toda la universidad. Se les veía a los dos muy felices y enamorados, por lo que Jenny empezó a pensar que quizá Ben se había enamorado realmente de Emma.

Para intentar mitigar su dolor Jenny se refugió en Ronnie y en el alcohol, hacía días que no iba a la universidad. Aquella tarde, Jenny estaba junto a Ronnie sentada en el sofá en casa de este, habían quedado para salir a tomar unas copas, pero en el último momento él cambió de idea y decidió que mejor quedarse en casa viendo una película. Jenny no prestaba ninguna atención al televisor, su cuerpo estaba allí, pero su mente estaba en otra parte, su mente estaba junto a Emma. En los últimos días, no había dejado de pensar en ella ni un solo segundo, su necesidad de verla, de sentirla, de estar junto a ella crecía más y más en su interior, hasta que esa necesidad se volvió casi insoportable. De pronto se puso tensa, notó como la mano de Ronnie, bajaba por su hombro, se paraba en su pecho derecho y comenzaba a masajearlo, -lo que faltaba- pensó. Intentó apartarlo pero al girarse el atrapó su boca con la suya violentamente. Jenny sintió nauseas, Ronnie había estado bebiendo y fumando durante toda la tarde y ese aliento a alcohol y a porros le repugnaba. "¡No Ronnie, no, para no quiero!, ¡para por favor!", ella se levantó e intentó escaparse pero él no se lo permitió. La agarro del brazo, la tiro bruscamente al sofá y se tumbó encima suyo, seguía besándola sin parar y presionándole duramente los pechos. Violentamente le abrió la camisa tirando bruscamente hacia ambos lados, rompiendo todos los botones, le apartó el sujetador y empezó a morder y lamer sus senos. "¡Ronnie para por favor, basta ya!,"¡noooooo, Ronnie detente!", Jenny gritaba y lloraba intentando zafarse desesperadamente. Ella notaba como el chico se iba excitando más y más, su respiración era cada vez más rápida, notó como introducía su mano por debajo de su minifalda, tiraba fuertemente de sus bragas hacia abajo y comenzaba a frotar su sexo. Jenny luchaba con todas sus fuerzas para intentar quitar a Ronnie de encima suyo, pero le era imposible, el chico pesaba al menos el doble que ella. Cuando él se incorporó un poco para sacar su miembro y penetrarla, ella aprovechó el momento y con todas sus fuerzas incrusto su rodilla en sus genitales. El joven se apartó rápidamente retorciéndose de dolor, y la joven de ojos azules salió corriendo de la casa. Emma se había despedido de Ben en la puerta del P3, este había insistido en llevarla a casa, pero hacia una noche maravillosa y decidió ir paseando disfrutando de ella. Estaba muy preocupada por Jenny, hacía días que no aparecía por la universidad, le había preguntado a Ben y él tampoco sabía nada de ella ni de Ronnie, así que supusieron que estaban juntos.

La joven rubia tenía sentimientos contradictorios, su mente le decía que era mejor echar de una vez por todas a Jenny de su vida, solo le aportaba sufrimiento y dolor, pero su corazón le pedía verla, necesitaba verla, y esa necesidad iba ganando terreno día a día en ella. Con Ben estaba muy a gusto, pero lo que sentía estando con él, no era nada comparable a lo que sentía cuando Jenny estaba cerca. Sabía que no estaba enamorada de él joven, pero tenía la esperanza de hacerlo con el paso del tiempo. Al girar una esquina, vio como una joven salía precipitadamente de una casa, seguida de un chico que corría detrás suyo corvado. El chico atrapó a la joven y la tiró contra la valla de la entrada, en aquel momento Emma le vio la cara, era Jenny. Alarmada salió corriendo gritando hacia ellos. Ronnie estaba fuera de sí, presionaba a la joven castaña contra la valla mientras le decía todo tipo de improperios y la manoseaba, Jenny lloraba y luchaba por marcharse. Al acercarse y ver la blusa de Jenny rota, como estaba su demás vestuario y el estado en el que esta se encontraba, supo inmediatamente lo que había pasado. Se interpuso entre ellos, "Ronnie déjala en paz o llamare a la policía", grito mientras golpeaba al joven en el pecho, intentando apartarlo de Jenny. "Tú no te metas maldita estúpida, es mi novia y me la puedo tirar cuando quiera", dijo el chico a la vez que le daba un violento empujón y la apartaba. "Te he dicho que la sueltes, maldito hijo de puta", gritó y volvió meterse entre ellos dos. Sacó apresuradamente su móvil del bolsillo y se dispuso a llamar a la policía. Ronnie dudó, pero finalmente echando una furiosa mirada a Jenny se volvió para meterse en su casa, mientras gritaba, "¡te arrepentirás de esto Jenny, te lo juro!". Jenny al sentirse libre salió corriendo hacia su coche, intentó introducir la llave en la cerradura de la puerta, pero le resultó imposible debido al estado de nervios en el que se encontraba. Emma se acercó hasta ella, le quitó la llave de las manos y muy dulcemente le dijo, "no estás en condiciones de conducir, deja que te lleve". Jenny no se resistió, dejó que la rubia abriera la puerta del coche y se acurrucó en el asiento del copiloto. "Jenny, creo que deberíamos ir a un hospital, si él te ha.....", la rubia la miró preocupada. "No lo ha hecho, lo ha intentado pero no ha podido terminar", le interrumpió rápidamente la joven castaña. "Jenny, no tienes de que avergonzarte", insistió la rubia.

"Emma no me ha violado, ha estado a punto pero no lo ha hecho. Déjalo por favor, no quiero hablar de ello", le contesto su acompañante molesta, las lágrimas volvían a caer por sus mejillas. "Está bien, está bien tranquilízate, vamos a mi casa es mejor que no estés sola", la rubia arrancó el coche y condujo hacia su casa. Durante todo el camino ninguna de las dos dijo ni una sola palabra, al llegar a su casa Emma se ofreció a hacerle algo de cenar a su invitada, pero esta se negó. Juntas acondicionaron la habitación de invitados y después Jenny se dio una ducha mientras su anfitriona comía algo. Cuando terminó de cenar, Emma recogió la cocina y se dirigió al cuarto de invitados para desearle buenas noches a su compañera. La puerta estaba entre abierta, vio que Jenny estaba temblando y llorando desconsoladamente sentada en la cama. Emma entró apresuradamente en la habitación, se sentó a su lado y la abrazó dulcemente. Jenny lloraba sin consuelo, totalmente desesperada, indefensa y más frágil que nunca. "Shhhhhh... todo está bien... Jenny estoy aquí, tranquilízate", susurro Emma con voz dulce y afectuosa, mientras acariciaba suavemente la cabeza se su compañera. Jenny poco a poco se fue calmando, "gracias por todo Emma, de corazón. Espero que algún día puedas perdonarme todo lo que te he hecho". "Eso ya está olvidado, no te preocupes y no tienes porque darme las gracias por nada. Cualquiera hubiese hecho lo mismo", contestó la rubia. Siguieron en silencio un rato, simplemente disfrutando la una de la proximidad de la otra, finalmente Emma se apartó, "¿puedo hacer algo más por ti? Jenny la miro un poco avergonzada, "podrías..... ¿podrías quedarte conmigo esta noche? Emma sonrió y asintió con la cabeza, "por supuesto, pero vamos a mi cama que es más grande". Jenny estaba entre los brazos protectores de Emma, en su cama; disfrutando de la proximidad de la única persona con la que deseaba estar, en aquellos momentos, de esa persona que hacía crecer más y más en su interior unos sentimientos tan confusos como intensos. Emma también estaba disfrutando enormemente de sentir a la joven castaña entre sus brazos, era un momento perfecto. Eran dos personas que de alguna manera, estaban unidas entre sí y se hacían felices la una a la otra con su sola presencia. "Emma, eres alguien realmente especial, ¿lo sabes verdad?", susurró Jenny.

"No Jenny, no lo soy, pero me siento realmente especial cuando tú estás cerca mío", susurró la rubia. Jenny le dio un beso suavemente en la frente, "buenas noches, Emma...". "Buenas noches, Jenny". El sentimiento absolutamente maravilloso que Emma sintió a la mañana siguiente cuando se despertó y vio a Jenny entre sus brazos, no se puede describir con palabras. Una sonrisa se dibujó en su rostro, mientras observaba a la joven de ojos azules, dormir. No se lo podía creer Jenny estaba a su lado, durmiendo plácidamente, había pasado la noche entre sus brazos, estaban allí las dos juntas. Era inmensamente feliz. Su sonrisa se hizo aún más amplia, la joven castaña, parecía muy dulce, hermosa, tranquila, serena, tenía una pequeña sonrisa en sus labios que la hacían doblemente bella; la rubia suspiró. Con mucho cuidado Emma acaricio con la yema de sus dedos, la frente de Jenny, los deslizó hasta su cuello, su barbilla, su dedo índice recorrió los suaves labios de su compañera. Lo que sintió Emma a través de aquel mero contacto, fue algo que nunca antes había experimentado. Su mano estremeció, una sensación de hormigueo se extendió por todo su cuerpo poco a poco, al principio sólo en el brazo, luego en el pecho, hasta que explotó en su vientre como un castillo de fuegos artificiales impresionante. No pudo evitar preguntarse ¿cómo se sentiría, si no fueran sus dedos, si no sus labios los que se posaran en los de Jenny?, casi había ocurrido una vez, y todas las sensaciones que descubrió en aquel momento, aún la acompañaban. Antes de que Emma podría continuar pensando en ello, o pudiera darse cuenta de lo que aquello significaba, Jenny de repente abrió sus preciosos ojos azules y con sonrisa, le dijo, "¡Buenos días!".

Capítulo 9 ¡Buenos días!, contestó Emma, todavía anonadada por todo lo que acababa de sentir y con su dedo aún sobre los labios de Jenny. Cuando se dio cuenta rápidamente lo apartó y ruborizada preguntó, "¿has dormido bien?". "Hacía mucho que no dormía tan bien", contestó la joven con una sonrisa. No se atrevió a decirle que jamás se había sentido tan segura, tan protegida, tan tranquila, tan completa, tan feliz como entre sus brazos. "¿y tú? La rubia con una sonrisa contestó, "como una niña pequeña", ¿cómo explicarle ese increíble sentimiento que había sentido al despertarse con ella entre sus brazos?, esa sensación de

bienestar, esa completa felicidad que le provocó el simple hecho de verla dormir, tan bella, tan serena.... ese escalofrío que recorrió su cuerpo al acariciarla. Sus miradas se encontraron y una vez más Jenny y Emma se hundieron la una en los ojos de la otra, y una vez más todo dejó de tener sentido, todo dejó de importar. Otra vez solo estaban ellas dos y aquel maravilloso sentimiento que las unía. Jenny tomó suavemente la mano de su compañera, y la acarició tiernamente. Ese simple contacto, intensificó aún más el momento, hizo que la conexión entre las dos siguiera creciendo más y más fuerte. Esa unión inexplicable que existía entre ellas crecía inexorablemente en su interior y la necesidad del contacto físico, de la cercanía del otro cuerpo era cada insoportable. Sin apartar los ojos de los de su amiga, la joven castaña se acercó más a ella y le acarició dulcemente la mejilla. Emma cerró los ojos, volvió a sentirse en su pequeña parcela en el paraíso, esa parcela que había descubierto gracias a Jenny y a la que solamente la joven propietaria de aquellos maravillosos ojos azules y aquella encantadora sonrisa era capaz de llevarla. La rubia suspiró, volvían a estar cerca, demasiado cerca, pero en aquellos momentos no le importaba, los dedos de Jenny seguían acariciándole la mejilla, el cuello, los labios. Ella no era dueña de su mente, su cerebro se había apagado y solo podía disfrutar de aquellas caricias que le quemaban la piel. La cara de Jenny se pegó a la suya, notó su aliento en su rostro, un millón de hormigas recorrieron todo su cuerpo, su respiración se agitó y su corazón empezó a latir más y más rápido. "¿Qué estás haciendo conmigo?, ¿por qué me siento así cada vez que estás cerca mío?", le susurró al oído la joven de ojos azules. Aquellas palabras de su compañera de clase hicieron que Emma sintiese en su bajo vientre un calor y unas palpitaciones que jamás había sentido, la piel de gallina cubría todo su cuerpo y todo su bello estaba erizado.

Notó como los labios de Jenny se apartaban de su oído y como acariciando con su nariz suavemente todo su rostro se dirigían a su boca. Sus respiraciones eran rápidas y cortas, su corazón parecía que le iba a estallar en el pecho, su deseo crecía más y más. Entre abrió sus labios ligeramente esperando ansiosa que los de Jenny se posasen en ellos. El timbre de la puerta las sobresaltó a ambas, se separaron rápidamente, mirándose confundidas sin entender ninguna de las dos lo que acababa de pasar. Emma estaba medio mareada, intentando mantener el equilibrio y controlar su respiración se dirigió a la puerta.

Jenny se dejó caer en la cama, esperando que tanto su corazón como su respiración se normalizaran. Cerró los ojos, no se molestó en intentar entender que era lo que había sucedido. Hacía un tiempo que había decidido dejar de intentar comprender porque Emma provocaba esos sentimientos en ella, porque se comportaba así cuando estaba cerca suyo, carecía de toda lógica. Ella sólo sabía que junto a la rubia se sentía bien, que necesitaba su presencia y que le encantaban todas y cada una de las partes de su cuerpo. Sabía que tarde o temprano descubriría que significaba todo aquello. Jenny había aceptado que ya no podía imaginar una vida sin la presencia de la rubia de una u otra manera en ella. Emma cerró la puerta y aún con las piernas temblando se apoyó en la pared. Otra vez había pasado, otra vez todas aquellas sensaciones, otra vez había flotado hacia el limbo, otra vez su cerebro se había apagado, y otra vez se había dejado llevar por el deseo, pero esta vez era consciente de que había deseado y aún deseaba, casi necesitaba sentir los labios de Jenny en los suyos. Un escalofrío recorrió su cuerpo, tenía miedo. No podía entender esos extraños sentimientos que tenía por su amiga, pero sabía que eran cada vez más fuertes. No sabía que significaban, ni porque habían aparecido, ni qué hacer con ellos. Solamente sabía que estaban ahí y que debería intentar descubrir porque motivo. Todo aquello la aterraba. Esa amistad, esa intensa cercanía, la banda invisible que las unía, eso tan especial que tenía con Jenny, era lo mejor que a Emma le había pasado en su vida y en aquellos momentos, fue consciente de que no podía conseguir imaginarse una vida sin Jenny y abrumada se dio cuenta de que tampoco quería hacerlo. Dejó el paquete encima de la mesa, cogió aire y volvió a la habitación. Jenny estaba tumbada en la cama abrió los ojos y la miró sonriente, la rubia se quedó sin aliento, esa sonrisa la desarmaba. "Era Emilia, mi vecina, ha ido al mercado y me ha traído unos bollos calientes para desayunar. Te dejaré algo de ropa, y mientras te duchas, iré haciendo café", dijo la rubia sonriéndole a su vez. La joven de ojos azules asintió, ninguna de las dos mencionó nada sobre lo que acababa de ocurrir hacía unos minutos. Jenny salió de la ducha, se vistió, al salir de la habitación percibió un intenso olor a café y se dirigió a la cocina. Emma ya tenía listo el desayuno y le esperaba sentada a la mesa, parecía en su propio mundo, ni siquiera se percató de la presencia de la joven de ojos azules. "Emma, ¿estás bien?", pregunto la joven castaña mientras se sentaba.

La rubia se sobresaltó, "ehhh sí, claro..... Sólo estaba pensando....en que....". "Emma por favor dilo, puedes decirme cualquier cosa, quiero que seamos claras y sinceras la una con la otra, que no tengamos secretos entre nosotras", dijo Jenny mirándola muy seria. "Está bien", respondió la rubia, "creo que deberíamos ir a la policía y presentar una denuncia contra Ronnie". "Emma no puedo hacer eso", negó la joven castaña inmediatamente, poniéndose tensa. "Jenny si yo no hubiese llegado sabes perfectamente como hubiese acabado todo, te hubiese violado", insistió la rubia. "Vamos a olvidarlo, estaba borracho y drogado, no volverá a pasar", Jenny se estaba empezando a poner muy nerviosa. "Maldita sea Jenny, ¿por qué lo proteges?, sabes tan bien como yo que puede volver a pasar en cualquier momento, aunque sea tu novio tienes que reconocer que es un psicópata y es muy agresivo", respondió la rubia alzando un poco la voz. "En primer lugar ya no es mi novio, jamás volveré a dejar que me toque. Segundo no le estoy protegiendo a él, me estoy protegiendo a mí. ¿Cómo crees que reaccionarían mis padres, si se hace público que a su perfecta hija casi la viola su ex novio, un camello, drogadicto que la ha alejado del buen camino y la ha introducido en un mundo de sexo, drogas y alcohol? Una cosa es que ellos lo sepan y no quieran afrontarlo, pero otra muy distinta es que se enteren todos sus importantes e influyentes amigos. Sería bochornoso para ellos", respondió Jenny amargamente. "Pero tú no te drogas, no te acuestas con cualquiera...", insistió un poco insegura Emma dando por hecho algo que ni ella misma sabía. La joven castaña se dio cuenta de sus dudas, "No Emma no me drogo, y sólo me he acostado con Ronnie; Ha sido el único chico con quien he tenido sexo, pero de eso ya hablaremos en otro momento", dijo, "pero mis padres lo dan por hecho, soy una drogadicta, una borracha y me acuesto con cualquiera. Para ellos mientras todo quede entre nosotros, simplemente estoy disfrutando de mi juventud". "Yo no podría soportar que nadie te hiciera daño, eres tan especial y tan importante para mí", dijo la rubia en un susurro, sin atreverse a mirarla. Jenny le tomó las manos, "no te preocupes, hablaré con mi padre te lo prometo, él lo solucionará. No dejará que Ronnie vuelva a acercarse a mí". Se quedaron en silencio durante unos minutos, pensando cada una en sus cosas, cogidas de la mano.

Jenny rompió el silencio, "Emma tú también eres muy importante para mí, creo que conocerte es lo mejor que me ha pasado nunca". Se miraron intensamente durante unos segundos. Emma reaccionó, "Creo que es mejor que nos tomemos esto o se enfriará todo", dijo con una sonrisa, y ambas empezaron a desayunar. "¿Qué tienes que hacer hoy?", preguntó Jenny. "La verdad es que mi sábado se presenta bastante aburrido. Lo único importante es ir a casa de Caro a recoger, las partituras de las canciones que cantaremos en el concurso dentro de dos semanas. Así que pensaba limpiar un poco, ir a casa de Caro, volver y ensayar", contestó la rubia La joven de ojos azules la miró sonriendo y dijo, "te propongo un plan mejor. Te ayudaré a limpiar la casa, no te prometo que quede perfecta, porque no lo he hecho nunca, sólo lo he visto en las películas". Emma la interrumpió con una sonora carcajada, "no me lo puedo creer Jenny, ¿nunca has barrido, nunca has fregado, ni has quitado el polvo, ni has hecho una cama?". "Hoy será mi primera vez, no te olvides que soy una caprichosa, niña pija con dinero", le respondió Jenny riendo también. "No me interrumpas, sigo con el plan. Después puedo llevarte a casa de Caro, para que recojas las partituras; y una vez terminadas las obligaciones, podría enseñarte todos los secretos y misterios de Colonia, invitarte a comer y si sigues queriendo ensayar, podemos ir a mi casa y podrás ensayar todo lo que quieras en mi sala de grabación", terminó la joven de ojos azules y miro a su compañera impaciente esperando la respuesta. La rubia la miró sorprendida, "¿tienes una sala de grabación en tu casa?", preguntó incrédula. "¡Emma!", protestó la joven castaña, "mi plan, ¿qué te parece mi plan?". "Bueno..... algo no termina de convencerme", respondió su compañera, muy seria. "¿El qué?", preguntó Jenny confusa y asustada. "La invitación a comer..... creo que será mejor que sea yo quien pague la comida, no quiero que pienses que quiero estar contigo por tu dinero", dijo la rubia con una sonrisa pícara. Jenny soltó una carcajada, "Está bien respondió, eso que me ahorro", se levantó de la mesa, abrazó a Emma y se dirigió a la habitación, "¡empezaré por hacer la cama!" gritó. Emma sonreía, le encantaba ver a su amiga tan feliz, la felicidad de Jenny llevaba consigo la suya propia. Jenny se dispuso a hacer la cama, estaba concentrada peleándose con las sabanas, intentando que desaparecieran las malditas arrugas, pero cuando se deshacía de una, aparecía otra en otro lugar.

Un ruido la sobresaltó, vio el teléfono móvil de Emma en la mesita de noche, la pantalla estaba encendida y vibraba. Lo cogió en sus manos, era Ben, -maldita sea, se había olvidado completamente de él-. Cuando dejo de vibrar, la joven castaña vio que había 7 llamadas perdidas. Estuvo tentada a dejarlo en donde estaba y olvidarse de que lo había visto. Algo dentro de ella se lo impidió, tenía que ser sincera con Emma, no podían empezar lo que quiera que estuvieran empezando con mentiras y engaños, resignada se dirigió a la cocina. "Tenías el teléfono silenciado, acaba de llamarte Ben", le dijo con una sonrisa forzada mientras le tendía el aparato.

Capítulo 10 La rubia extendió sus manos y cogió el teléfono, se encogió de hombros y lo dejó encima de la mesa. "¿No le vas a llamar?", preguntó Jenny sorprendida. "¿Para qué?", le respondió su amiga igual de sorprendida. "Bueno...., él es tu novio, estás enamorada de él, yo no quiero interponerme entre vosotros, deberías llamarle", dijo la joven de ojos azules con una sonrisa, intentando que pareciese que era eso lo que pensaba, pero muriéndose por dentro. "Y tú eres mi amiga y quiero pasar el día contigo", respondió la rubia convencida, nada ni nadie en el mundo podía haber evitado que pasase el día con Jenny, se moría por hacerlo. La joven castaña tuvo que hacer grandes esfuerzos para no lanzarse hacia ella y besarla en aquel momento, "terminaré de hacer la cama y nos vamos". Emma sonrió, ella había recogido toda la casa y su amiga aún no había terminado de hacer la cama, - ¿cómo alguien con veintidós años, aún no sabía hacer una cama? -, se encaminó hacia su habitación para ayudarla. El día pasó demasiado rápido, pero Jenny y Emma disfrutaron de cada momento al máximo. Estaban muy a gusto juntas, disfrutando intensamente la una de la otra, de cada sonrisa, de cada caricia, de cada mirada, el vínculo que existía entre ellas dos se hacía más fuerte con cada segundo que pasaba. Se lo decían todo sin necesidad de palabras, con intensas miradas que les robaban el aliento una y otra vez.

Ninguna de las dos se hubiese atrevido ni a soñar con poder desarrollar semejantes sentimientos hacia otra persona, tanta complicidad, tanto cariño.... Habían creado un mundo para ellas dos, nunca hubieran creído que dos personas fueran capaces de estar tan cerca. Al atardecer estaban paseando por el parque, el cielo se había nublado de repente y amenazaba tormenta. Jenny miró nerviosa hacia el cielo, estaban muy lejos del coche, "creo que deberíamos ir hacia el coche, o terminaremos como sopas", dijo preocupada. "La niña rica tiene miedo de mojarse un poco", le contestó Emma con una sonrisa burlona. "La niña rica en más inteligente que tú y no quiere pasarse una semana en la cama constipada", replicó la joven de ojos azules. "Bueno depende de con quien, una semana en la cama es una opción interesante", al escucharse decir eso Emma, notó que un enorme calor le subía hacia sus mejillas. Al ver la reacción de su amiga Jenny no pudo evitar soltar una carcajada, "ummmm interesante, ¿y con quién le gustaría a Emma Müller pasar una semana en la cama?". "Ni sueñes con que te voy a responder a eso", contestó Emma cada vez más colorada. "¡Vamos dime!, ¿es Ben el afortunado?", insistió la joven de ojos azules. "No, no es Ben, no es nadie, ahora mismo no hay nadie", Emma se sentía muy incómoda. "No intentes mentirme, sé que sí que tienes a alguien en mente, de lo contrario no estarías tan colorada", Jenny la miraba burlona. Antes de que la rubia pudiera contestar, unas enormes gotas de lluvia comenzaron a caer del cielo, la joven de ojos azules agarro la mano de su amiga y corrieron hacia el coche. Al llegar a él estaban completamente empapadas, al mirarse comenzaron a reírse sin poder parar. Jenny fue la primera en recuperarse, "¿Bueno y ahora qué?, así no podemos ir a ningún sitio". Emma tardo unos segundos en contestar, aún no había controlado el ataque de risa, "creo que lo mejor será ir a mi casa a ponernos ropa seca, y luego podemos ir al cine, o pedir una pizza y ver una película..., te diría de ir a tu casa pero no creo que yo entrara en ninguna de tus minifaldas". "Ehhhhhhhhhhhhhh", protestó Jenny, “yo tengo todo tipo de ropa y puedo asegurarte que entrarías, pero me parece una buena idea, pizza y película para terminar el día. Llegaron al apartamento de Emma y se cambiaron de ropa, pidieron la pizza y eligieron la película, todo estaba preparado para que pasaran una velada estupenda.

Mientras esperaban la pizza, Emma le mostró a Jenny las canciones que iban a cantar en las semifinales del concurso, a la joven de ojos azules le encantó la elección e insistió en oír cantar a Emma. Ninguna de las excusas que puso la joven rubia para evitarlo sirvió de nada, Jenny se sentó en el pequeño y viejo piano de su amiga y empezó a tocar. Emma respiró hondo, su corazón latía casi dolorosamente, estaba condenadamente nerviosa, nunca había estado así en los ensayos, cantar delante de sus amigos no era un problema para ella, pero otra cosa era hacerlo delante de Jenny, tímidamente empezó a cantar. Jenny miró a su amiga boquiabierta y sintió que un escalofrío helado le recorría la espalda. Le pareció que tenía la voz más hermosa que jamás había escuchado, no podía apartar la mirada de sus labios, para ella era como estar oyendo cantar a un ángel, el bello de todo su cuerpo se erizó y sus ojos se llenaron de lágrimas de emoción, se perdió en aquella voz y en aquellos maravillosos ojos que brillaban con pasión. Emma se dio cuenta de lo emocionada que estaba Jenny y eso la liberó, mientras la canción avanzaba se desvanecieron sus nervios cada vez más hasta quedar completamente relajada. Puso toda su pasión en la canción dejándose llevar, disfrutando plenamente de la música, pensando en silencio si Jenny estaba sintiendo lo mismo. El timbre de la puerta las sobresaltó y volvió a interrumpirlas por segunda vez en el día, "¡La pizza!", exclamó Emma y se dirigió hacia la puerta. Cuando la rubia abrió no puedo evitar que un gritito de decepción se le escapase de la boca, se había olvidado por completo de él. "¿Así es como recibes a tu novio?", preguntó Ben mientras entraba en casa, “he estado llamándote todo el día, estaba preocupado". "Bueno... me dejé el móvil en casa y he estado todo el día fuera, y....", el timbre volvió a interrumpirla. Era la pizza, Ben la miró sorprendido, "¿me estabas esperando?, esa pizza parece demasiado grande para ti sola", le preguntó cuando Emma cerró la puerta a la vez que se acercaba hacia ella para besarla. Al escuchar a Ben, Jenny supo que había llegado el momento de irse, se arregló como pudo el pelo y salió de la habitación, justo en el momento en que Ben besaba a Emma. Ver aquello le rompió el corazón. Al oír el ruido de la puerta Emma se giró y vio horrorizada la expresión del rostro de Jenny, rápidamente buscó el contacto con sus ojos pero no lo encontró. "Jenny ¿qué haces tú aquí?", escuchó que preguntaba su novio completamente sorprendido.

"Estaba ayudando a Emma con las canciones del concurso", dijo la joven de ojos azules mientras se dirigía hacia la puerta, lo único que quería era salir de aquella casa lo antes posible, "pero tengo que irme ya". Se volvió hacia su amiga y con una sonrisa forzada le dijo, "lo siento me ha surgido un imprevisto, otro día continuaremos donde lo hemos dejado", abrió la puerta y se marchó. Emma se quedó mirando la puerta completamente desolada, quería salir corriendo detrás de Jenny y eso fue lo que hizo, le pasó la pizza que aún tenía en las manos a Ben y salió corriendo mientras le gritaba, "¡Enseguida vuelvo!". Jenny ya se había ido en el ascensor, así que corrió por las escaleras bajándolas de dos en dos. Al llegar al portal vio que la joven castaña acababa de salir por la puerta y se dirigía hacia su coche, sin aliento salió a la calle. "¡Jenny!", gritó. La joven de ojos azules había llegado a su coche, se giró sorprendida y vio como Emma corría hacia ella. "Perdóname por favor, me olvidé por completo de él, si me hubiese acordado, no...", le dijo Emma al llegar a su lado casi llorando. "Shhh, tranquila lo entiendo, es tú novio y queréis estar juntos", le interrumpió Jenny. "¡No!, yo quería pasar la noche contigo, ver la película juntas, cenar juntas y luego quería pedirte que te quedaras a dormir conmigo, para poder despertarme contigo entre mis brazos, como hoy", Emma paró para coger aliento, "no sé porque pero me encanta estar contigo, prefiero estar contigo antes de que con cualquier persona en este mundo, prométeme que no vas a volver a alejarte de mí por esto". Jenny la sonrió dulcemente y le acarició la mejilla, "tendremos muchas noches para ver películas, comer pizza y estar juntas, aunque quisiera no podría alejarme de ti, eres alguien muy especial Emma". "Solo cuando estoy contigo", le contestó la rubia mientras se abalanzaba hacia ella y ambas se fundían en un fuerte abrazo. Se abrazaron como si no fueran a verse más, el abrazo duró unos minutos, ninguna de las dos quería separarse, el corazón de Emma empezó a latir más rápido, al sentir el calor de Jenny en su cuerpo. Cuando se separaron el viento parecía ser el doble de frío, Emma se estremeció anhelando al instante el cálido cuerpo de Jenny. La joven de ojos azules le colocó suavemente un mechón rebelde del pelo de su compañera, mientras buscaba las palabras adecuadas para decirle lo que quería decirle sin ofenderla, "ya sé

que es tú novio y no permites que dude de él, pero necesito pedirte un favor y te ruego que no te enfades, me preocupa". Emma la miró sorprendida, "Dime". "Sólo te pido que tengas cuidado. No puedo decirte el porque, pero confía en mí, no quiero que te rompa el corazón. Puede que este equivocada, pero no lo creo", dijo Jenny muy seria. "Si tú estás junto a mi nadie puede hacerme daño", le contestó la rubia. Jenny sonrió, "gracias por un día tan maravilloso, ha sido el mejor de mi vida", le dio dos besos, se montó en su BMW y se alejó. "Gracias a ti", murmuró triste Emma mientras veía como se alejaba, hasta el lunes no volvería a verla. Volvió a su casa, Ben la esperaba sentado en el sofá, Emma se dejó caer pesadamente a su lado. "No sabía que te llevabas tan bien con Jenny", dijo el chico. Una sonrisa se dibujó en la cara de la rubia al pensar en Jenny, "Sí, es alguien increíble, hemos pasado el día juntas, es genial, he disfrutado muchísimo y luego hemos venido aquí a...”. "Parece que prefieras estar con ella que conmigo", dijo Ben un poco molesto. "¿Estas celoso?", preguntó sorprendida la joven. "¿Celoso?, ¿de Jenny?, no ella no puede competir con esto", dijo y se acercó para besar a Emma. La rubia en cuanto pudo reaccionar se apartó rápidamente. Sin saber porque sintió que estaba traicionando a Jenny, que Ben estaba usurpando su lugar. Su fragancia aún impregnaba toda la casa, aún sentía en su piel sus tímidas caricias, en su mente resonaba una y otra vez su risa, volvió a perderse en sus ojos aunque ella estaba lejos y por si fuera poco, no sintió nada con aquel beso. No entendía nada, ¿porque no sentía lo mismo con los besos de Ben, que sentía cuando los labios de Jenny se acercaban a los suyos?, era absurdo, Ben era su novio y Jenny su amiga, pero parecía todo lo contrario, se comportaba como su Jenny fuese su pareja y no Ben. Emma se sobresaltó. No tuvo tiempo de pensar en ello, Ben volvió a intentar besarla, ella se zafó como pudo, se levantó del sofá y dijo, alegremente, "me apetece bailar, ¿por qué no vamos al P3?", no le apetecía en absoluto, pero menos le apetecía estar a solas con él.

Al llegar al P3, Ben quiso ir a sentarse con Ronnie, pero a Emma con sólo ver al mejor amigo de su novio, se le revolvía el estómago. Suspiró feliz al ver que sus amigos estaban en la barra y mientras que Ben iba a saludar a Ronnie, ella se dirigió hacia ellos. "¡Mira quien se digna a visitarnos!, ¿dónde has estado metida todo el día?", le preguntó Bodo con una sonrisa. "Espero que tengas algún motivo importante para saltarte el ensayo y que hayas estado ensayando en casa", le dijo Caro sin dejarla responder. "¿Pero no veis los ojitos brillantes de enamorada que tiene?, está claro que ha pasado un romántico día con su novio. Al final vamos a tener que reconocer que nos equivocamos con Ben", dijo Lara. Emma soltó una carcajada, "Te equivocas Lara no he pasado el día con Ben, y Caro poco pero si algo he ensayado". "Y si no has estado con Ben, quien es el afortunado que hace que brillen así tus ojos y no puedas quitar esa tonta sonrisa de tu cara", preguntó Caro burlona. Antes de que Emma tuviera tiempo de responder, Ben furioso se acercó a ella, la agarró del brazo e intentó llevársela con él, "tengo que hablar contigo". "¿Qué haces?", preguntó Emma enfadada, zafándose del chico. "¿Por qué no me has dicho lo que pasó anoche?", preguntó con ira chico. "Porque no es de tu incumbencia", respondió Emma cada vez más enfadada. "La calienta braguetas de Jenny, agrede a mi mejor amigo, mi novia le amenaza con llamar a la policía y dices que no es de mi incumbencia", gritó Ben. "El psicópata de tu amigo intento violar a Jenny y si yo no hubiera aparecido lo hubiese conseguido. Debería haber llamado a la policía sin dudarlo para que lo encierren, porque encerrado que es donde tiene que estar. Eres un imbécil por defender a alguien así y espero que no vuelva a acercarse a ella porque se meterá en problemas muy serios. No me conoces Ben, no sabes de lo que soy capaz, si hacen daño a alguien que quiero. Mantenlo alejado de Jenny", Emma estaba fuera de sí. Tanto sus amigos, como Ben la miraban boquiabiertos, ninguno esperaba que alguien tan dulce como Emma pudiera convertirse en una leona. Y más sorprendidos aún les dejó el hecho, de que a quien defendía con uñas y dientes era a Jennifer Hartmann. Sin dar tiempo a nadie a reaccionar, se dio la vuelta y se marchó del local ciega de ira.

A paso ligero se dirigió a su casa, necesitaba estar sola, pensar y afrontar lo que estaba pasando. Le hubiese pegado un puñetazo a Ben en el momento en que insultó a Jenny, ella era lo más importante en su vida y no iba a permitir que nada ni nadie volviera a hacerle daño. Una vez en casa se duchó y se metió en la cama, no podía sacarse de su cabeza las palabras de Caro y Lara, -"¿Pero no veis los ojitos brillantes de enamorada que tiene?". "Y si no has estado con Ben, quien es el afortunado que hace que brillen así tus ojos y no puedas quitar esa tonta sonrisa de tu cara"-. Ella sabía que no estaba enamorada de Ben. No era a Ben a quien iba dirigido su primer y su último pensamiento del día, eso era para Jenny. No era Ben a quien anhelaba dolorosamente, ni quien provocaba en ella unas intensas ganas de llorar cuando estaban días sin verse, era Jenny. No era Ben quien hacía que su corazón se acelerase con su sola presencia, o cuando en sus labios se dibujaba una hermosa sonrisa, era Jenny. No eran los labios de Ben los que deseaba besar, ni era el cuerpo de Ben el que deseaba acariciar, era el de Jenny. Emma se sentó en su cama boquiabierta y horrorizada, era cierto que estaba enamorada, pero no de Ben. Ella estaba locamente enamorada de Jenny. Pero Jenny era una mujer, aquello no podía ser verdad, ella no podía enamorarse de una mujer, lo había estropeado todo.

Capítulo 11 Una primera lágrima rodó por la mejilla de Emma, cuanto más consciente era de la situación, más lloraba, hasta que finalmente cayó en un llanto sin control. Lo había arruinado todo, ¿qué iba a pasar ahora con Jenny y con ella? Su amistad se rompería, Jenny se alejaría de ella. Una duda la asaltó ¿Qué iba a hacer ahora?, todo había sido tan hermoso, ¿y ahora?, ahora todo se rompería por su estupidez, Jenny se apartaría de ella para siempre, iba a perder lo más importante en su vida. Desde la muerte de su madre su vida había sido un desastre. Ahora por fin había encontrado unos buenos amigos, amigos de verdad y había encontrado a Jenny. Se había adaptado perfectamente a Colonia, se sentía muy a gusto aquí.

Pero pronto su vida volvería a ser una ruina, estaba segura de que no iba a ser capaz de ocultar sus sentimientos, la marginarían en la facultad, la señalarían con el dedo, sus amigos se alejarían de ella... ¿Cómo podría hacer frente a todo eso?, sobre todo, sin Jenny a su lado.

¿Por qué tenía que haber pasado?, ¿por qué tenía que haberse enamorado?, ¿por qué de Jenny?, ella lo era todo. ¿Qué debía hacer ahora?, ¿debería decírselo?, ¿debería seguir actuando como hasta ahora o debería alejarse de ella? Emma pasó todo el domingo en su casa intentando buscar respuesta para todas aquellas preguntas, pero sin encontrar ninguna. Según iban pasando las horas el temor y la inquietud iba apoderándose de ella más y más. Cada vez quedaba menos para ver a Jenny. Desde el sábado al despedirse Jenny no había sabido nada de Emma, supuso que estaría disfrutando del fin de semana con Ben y aunque paso esos dos días con una gran presión en el pecho y unas intensas ganas de llorar, decidió esperar hasta el Lunes para verla. Se tomó el fin de semana para ella misma, para analizar todo lo que había pasado y decidir hacia donde enfocar su vida a partir de ahora. Había hablado con su padre y este le había prometido que Ronnie no la molestaría más, alejar a Ronnie para siempre, era el principio de su nueva vida. El lunes, desde el primer momento que la joven de ojos azules, vio a Emma entrar por la puerta de la facultad, supo que algo andaba mal, parecía cansada, como si no hubiera dormido en días y aquellos círculos oscuros bajo los ojos de la rubia, confirmaban las sospechas de Jenny. "Emma, ¿está todo bien?", preguntó acercándose a ella. La joven rubia se sobresaltó, no se había percatado de la presencia de Jenny, "Ummm... sí... claro ¿por qué iba a ir nada mal ... eh ... tengo que irme ... tengo que irme corriendo a ... ... a hablar con la Srta. Vogel, sobre... sobre unas cosas del STAG ... ", balbuceo. "Está bien, ¿nos vemos más tarde?", pregunto la joven castaña con una sonrisa. "No sé...", respondió la rubia y salió corriendo. La sonrisa desapareció inmediatamente del rostro de Jenny, se quedó clavada allí. ¿Qué estaba pasando? Emma acababa de alejarse de ella, había salido corriendo, sin decir una palabra, ¿pero por qué? Jenny aquella mañana estaba muy contenta e ilusionada por verla, pero parecía que a su joven amiga le ocurría todo lo contrario.

Emma entró en el lavabo y se apoyó jadeante contra la pared, tratando de reprimir las lágrimas, sin éxito. Jenny estaba allí y ella estaba tan feliz de verla. Le hubiera gustado tirarse a su cuello y abrazarla, decirle todo lo que estaba pasando en su interior, explicarle aquellos sentimientos que habían nacido en ella y se habían amarrado fuertemente a su corazón, pero no podía, algo dentro de ella se lo impedía. Sabía que con su reacción le había hecho daño a su compañera de clase, se había comportado como semanas atrás lo hacía Jenny, pero simplemente ella no sabía que hacer, no sabía como debía comportarse. Lo único que sabía es que se había enamorado, enamorado de una mujer, y aquello era demasiado para ella. Jenny se dirigía hacia su taquilla para recoger sus libros, pensando, intentando encontrar una explicación para el comportamiento de Emma. Al llegar vio que Emma estaba en la suya, parecía haber llorado, -¿qué diablos estaba pasando?-, se iba a acercar a ella pero alguien se puso delante suyo impidiéndoselo, levantó la vista era Ronnie. La empujó contra la pared, se hizo el silencio en la sala. "¿Has venido a por más cariño?, ¿quieres terminar lo que empezamos el otro día", le dijo mientras intentaba besarla. Al escuchar aquellas palabras, Emma se giró furiosa y se dirigió hacia ellos, antes de llegar vio como Hotte y Timo, agarraban a Ronnie y lo empujaban contra la otra pared. Ben que había estado mirando toda la escena divertido, intentó intervenir pero Sophie se lo impidió, Emma fue a ayudar a la pelirroja. Ronnie se revolvió y acertó a pegar un puñetazo a Hotte tirándolo al suelo, el joven se levantó como un resorte y se abalanzó hacia él. Timo lo volvía a tener dominado contra la pared. Jenny se interpuso entre ellos y les dijo algo, ambos chicos soltaron a Ronny, en aquel momento sonó por megafonía, "Sr. Ronnie Peters, preséntese inmediatamente en el despacho de la directora", "Sr. Ronnie Peters, preséntese inmediatamente en el despacho de la directora". Una sonrisa de victoria que no pasó desapercibida para nadie, apareció en el rostro de Jenny, había ganado. Timo y Sophie se miraron satisfechos, habían elegido bien, se habían quedado en el bando de los ganadores. Jenny buscó a Emma con la mirada, estaba junto a Sophie, ambas tenían la respiración agitada por el esfuerzo que les había causado mantener controlado a Ben. Sus ojos se juntaron por un segundo, la mirada de Emma parecía triste, vacía. A la joven de ojos azules se le encogió el corazón, enseguida la rubia bajó la mirada, dio media vuelta y se marchó. La joven castaña suspiró - Emma ¿qué está pasando?-. Durante el resto del día Emma evitó a Jenny. La joven de ojos azules, había decidido darle el espacio que parecía necesitar, estaba segura de que cuando la rubia estuviera preparada para contarle lo que estaba pasando lo haría.

Después de acabar la última clase, Jenny se encaminó hacia el auditorio donde ensayaba el STAG, había decidido empezar una nueva vida y para ello tenía que reparar muchos errores que había cometido en la anterior. Al llegar a la puerta no pudo evitar detenerse y escuchar. La Srta.Vogel estaba explicando a sus alumnos que la semifinal del concurso nacional, se iba a celebrar en Pestalozzi, por lo que la facultad tenía que hacer obras en el auditorio a contrarreloj para el evento. Aquello significaba que se iban a quedar sin un lugar para ensayar, justo cuando más lo necesitaban. Entro al auditorio, estaban tan enfrascados en la conversación que nadie advirtió su presencia, "Buenas tardes, lamento interrumpiros", todos se giraron hacia ella. Emma sintió un nudo en el estómago, su corazón se aceleró, las piernas empezaron a flojearle. "No he podido evitar escucharos y....", continuó la joven de ojos azules, "como sabéis yo tengo una sala de grabación en casa. Ahora no la utiliza nadie y si queréis está a vuestra disposición, mientras rehabilitan esto". Todos la miraron sin saber que decir, nadie esperaba que esas palabras salieran de la boca de Jenny. La Srta. Vogel, fue la primera en recuperarse, "muchas gracias por tú oferta Jenny, te estoy muy agradecida, lo discutiremos y te diré algo", dijo con una sonrisa. Jenny le devolvió la sonrisa, "Bueno... pero yo no había venido aquí para eso. Yo venía a hablar con Caro y con Lara".

Capítulo 12 Las dos jóvenes la miraron sorprendida, "Jenny ahora no es buen momento, estamos ensayando...", dijo Caro. Jenny la interrumpió, "por favor concederme solo un par de minutos ahora que me he atrevido a dar el paso, si espero no sé si voy a ser capaz". Las tres jóvenes miraron a la Srta.Vogel, esta no se podía creer lo que estaba pasando. Jennifer Hartmman, la joven que siempre hacía lo que le daba la gana, la que cogía y dejaba lo que quería gracias a su posición y al dinero de sus padres, le estaba suplicando permiso para interrumpir su ensayo unos minutos. ¿Sería posible que aún quedase algo de la antigua Jenny dentro de ella, de la chica algo desconfiada, amable y centrada de los dos primeros años?, con una sonrisa asintió con la cabeza dándole pie a Jenny a continuar. Jenny se volvió hacia sus dos compañeras, " ante todo quiero deciros, que esto no tiene nada que ver con mi propuesta anterior, decidáis lo que decidáis, la sala de grabación está a vuestra disposición".

Lara y Caro asintieron con la cabeza. Jenny continuó, "este es nuestro último año en la facultad, y he pensado en volver a presentarnos a los campeonatos nacionales de volleyboll, pero presentarnos para ganarlos. Pestalozzi siempre ha formado parte de la élite de ese deporte y gracias sobre todo a mi gran estupidez, ahora somos de los últimos y quiero que eso cambie". Jenny se detuvo para coger aire, todos la miraban expectantes. "Este año quiero ganar, como ganamos en nuestros primeros años, y para ello os necesito a vosotras dos, sois las mejores. Sé que no tengo derecho a pedíroslos, ya que prácticamente yo os eché del equipo y os suplico que me perdonéis por ello, he hecho muchas tonterías y mucho daño a mucha gente estos dos últimos años, he cometido muchos errores que no se si voy a poder reparar", Jenny se detuvo y cerró los ojos, intentando sacar fuerzas de alguna parte para continuar. Ahora todos la miraban boquiabiertos, Emma tuvo que agarrarse al piano para no caerse, no podía dejar de mirarla, sabía el tremendo esfuerzo que le estaba costando pronunciar aquellas palabras. Quería acercarse a ella y abrazarla, tomarla de la mano para apoyarla. "Sé que si dentro de dos semanas, os clasificáis, tendréis que seguir ensayando para la final en Berlín. Pero no creo que sea ningún problema que no estéis en los primeros partidos, son los más fáciles y si es necesario, el equipo entrenará diez horas diarias, para poder pasar la primera ronda; pero sin vosotras, en la segunda ronda no podremos hacer nada, pensarlo por favor", terminó Jenny, se volvió a la Srta. Vogel, "muchas gracias, eso era todo", dijo y se dirigió hacia la puerta. Todos la miraban sin ser capaces de decir, ni una palabra, aquella no era la Jenny egoísta, prepotente y narcisista del último año, la líder carismática de los primeros años había vuelto. Caro la detuvo, se acercó hacia ella, la abrazó y le dijo, "me alegro de que hayas vuelto capitana. Cuenta conmigo para lo que quieras". Lara asintió, "conmigo también". "Os lo agradezco mucho chicas, de corazón", antes de irse busco los ojos de Emma, esta vez aquellos ojos marrones mantuvieron su mirada, la estaban esperando. Durante unos segundos no pudo apartar su vista de ellos, se sorprendió al ver un brillo en los ojos de Emma como nunca antes lo había visto. Volvió a perderse en ellos, haciendo un gran esfuerzo, brindó una dulce sonrisa a su amiga y salió del auditorio. Emma dijo, "necesito ir al lavabo", y la siguió. En aquellos momentos la Srta. Vogel descubrió quien estaba detrás del extraordinario cambio producido en Jenny, para ella no había pasado desapercibida la última mirada entre ellas, ni el

estado de nerviosismo de Emma, ni la dulce sonrisa que la joven de ojos azules había brindado a su compañera.... "Jenny" la llamó Emma. La joven castaña se giró sorprendida, la rubia se paró frente a ella, respiraba muy rápido, y le temblaba todo el cuerpo, el temblor se hacía más visible en sus manos y en sus labios, "¿Emma te encuentras bien?", preguntó preocupada. La joven rubia no respondió, no podía, en aquellos momentos su corazón y su razón estaban manteniendo una lucha sin cuartel, apretó fuertemente los puños. No podía apartar su mirada de sus labios, deseaba poseerlos, necesitaba sentirlos en los suyos, deseaba besarla, besarla y besarla hasta quedar sin aliento, pero algo más fuerte que ella misma se lo impedía. Una lágrima corrió por su mejilla y sus temblores se hicieron aún mayores, no podía moverse. "¡Emma!", le grito Jenny preocupada, mientras la zarandeaba haciéndola volver al mundo. La rubia se abrazó a su cuello llorando desconsoladamente, "Emma cariño, dime que te pasa, ¿qué está pasando?", dijo la joven de ojos azules, tomándola entre sus brazos fuertemente, intentando consolarla, sin entender nada. Emma tardó unos minutos en recuperarse, se acurrucó entre los brazos de Jenny, no quería separarse nunca, pero una vez más la razón le ganó a su corazón. Se separó lentamente, miró a la joven castaña a los ojos y entre sollozos, dijo, " Jenny yo....., yo.... yo no puedo, con esto", antes de salir corriendo y desaparecer por el pasillo. Jenny estaba completamente estupefacta, cada vez entendía menos lo que estaba pasando y estaba más preocupada, ¿por qué Emma actuaba así? Sacudió su cabeza de un lado a otro, intentando sacar a Emma de sus pensamientos, y se encaminó a su coche. Tenía que ir a ver a Hotte, desde el encontronazo con Ronnie aquella mañana, no había vuelto a verlo. Al abrir el joven la puerta y verle, Jenny no pudo evitar que se le escapase una sonrisa, Hotte tenía el ojo más morado que había visto nunca. "No deberías reírte, deberías sentirte culpable, esto es gracias a ti", dijo el joven fingiendo indignación y haciéndose a un lado para que pasara. Jenny lo besó y le acarició suavemente la mejilla, "gracias mi campeón, ¿te duele mucho?". "Puedo soportarlo, además mira el lado bueno, ¿tú sabes lo que voy a ligar con el ojo así?", contestó su amigo. Jenny soltó una carcajada, "Tienes razón, estás mucho más atractivo así. Ahora tendrás una cola de hombres guapos y fuertes a tus pies".

Ambos rieron, Hotte mandó a su amiga a la sala de estar y él fue a la cocina a hacer café. Cuando regreso, su amiga estaba pensativa en el sofá. "¿Por qué tienes esa cara?", preguntó. "Hotte, hoy ha sido un día muy duro", intentó escaparse ella. "Ya, pero nos conocemos... ¿qué te pasa, Jenny?", insistió el joven. "No es nada......bueno...., no puedo quitarme a Emma de la cabeza... hoy se ha comportado de una manera muy extraña. Se ha pasado el día ignorándome, luego se ha puesto a temblar como una hoja, me ha abrazado...... ha salido corriendo..... No sé, no entiendo porque se comporta así, porque huye de mí. Tú eres mi mejor amigo, pero ella también es mi amiga, es muy importante en mi vida, no quiero perderla, tengo miedo. Sólo estaba pensando en eso". Mientras Hotte escuchaba a su mejor amiga, no pudo evitar que su sonrisa se fuera haciendo más y más, grande lo que a Jenny le estaba molestando bastante, "¿te parece gracioso?", dijo enfadada. "¡No!, por supuesto que no", dijo Hotte rápidamente. "Y entonces ¿por qué estás sonriendo todo el tiempo como un estúpido?", preguntó Jenny aún molesta. "¿Te puedo hacer una pregunta?", dijo él, a lo que Jenny asintió con la cabeza. "¿Te gusta Emma?", él la miró expectante. "Sí, claro... nos hemos convertido en muy buenas amigas, no puedo creer que todavía me hable... después de todo lo que hice", la joven de ojos azules bajó la cabeza avergonzada. "Jenny, sabes que no me refiero a eso.....", dijo él. "Y entonces ¿qué quiere decir?, ¿por qué os empeñáis hoy todos en hablarme en clave?", dijo molesta la joven castaña. "¿Estás enamorada de Emma? ", preguntó su amigo directamente. "¡Pero que tonterías, estás diciendo Hotte!, tú sabes perfectamente que yo no estoy enamorada... ", exclamo Jenny rápidamente. "Era la respuesta que me esperaba", la interrumpió su amigo, "engáñate a ti misma si quieres, pero a mí no vas a engañarme, tú....". Ahora fue Jenny quien le interrumpió, "Hey, sólo porque Emma y yo nos entendamos muy bien, me encante estar a su lado, que me acaricie, que me abrace, me sienta segura y protegida entre sus brazos. Sólo porque no pueda dejar de mirarla, porque piense que es la mujer más hermosa

que he visto nunca y me pierda en sus increíbles ojos cada vez que me mira... y... ", cuando Jenny se dio cuenta de lo que estaba diciendo se detuvo bruscamente y miró a su mejor amigo con los ojos muy abiertos. "¡Dios existe!", exclamó Hotte "¿finalmente te has dado cuenta?”. La joven de ojos azules no pudo hacer otra cosa que asentir, Hotte estaba en lo cierto, ella Jenny Hartmann, se había enamorado, de una mujer, ella estaba enamorada de su amiga, enamorada de Emma Müller. Durante un tiempo se quedó sentada allí sin poder siquiera moverse, su mejor amigo, la abrazó, "pero eso no está mal...", le susurro cariñosamente. "¿Qué voy a hacer ahora? ¿Y si ella no se siente así?, o peor aún... ¿y si ella también se siente así?", trastornada e indefensa, la joven castaña lo miró. "Entonces eso sería maravilloso..." respondió el. "Pero... yo nunca había estado enamorada, Hotte, en realidad no, yo nunca me he sentido como... ". "¿Ahora?". Una vez más, Jenny simplemente asintió. "Tienes que hablar con Emma cariño... muy abierta y sinceramente...", dijo su mejor amigo. "Pero y si digo algo que no le gusta... y si la ahuyento... y si no quiere saber nada más de mí,...... entonces.... yo no podría soportarlo", las primeras lágrimas se abrieron paso en la cara de la joven de ojos azules. "Eso no va a pasar, después de todas las peleas y las discusiones, por fin estáis juntas. Jenny... no la perderás, Emma te quiere", contestó su amigo. "... Tengo miedo de sacar a la luz estos sentimientos, de entregarle mi corazón... creo que lo sabía desde hacía bastante tiempo, pero no quería admitirlo... ya sabes... tengo tanto miedo de... ", la joven castaña no pudo continuar. "Lo sé", dijo él y le acarició suavemente la mejilla, secándole las lágrimas. Hotte sabía mejor que nadie el terror que sentía Jenny a abrir su corazón, le habían hecho ya demasiado daño y le aterrorizaba exponerse demasiado, entregarse demasiado. "Jenny sabes... que si hay alguien en este mundo, a quien tú puedas confiar tu corazón... y estar segura de que no lo va a romper en mil pedazos... esa es Emma", dijo el joven muy serio.

"¡Oh Hotte!, no sé si reír o llorar, no sé si es bueno o malo.... me da tanto miedo", murmuro la joven castaña acurrucándose entre los brazos de su mejor amigo. "Cariño es algo maravilloso, estáis hechas la una para la otra. Desde que Emma entró en tu vida, poco a poco has vuelto a ser tú, tu sonrisa ha vuelto a tu rostro, tus ojos vuelven a brillar, vuelves a tener ganas de vivir. Emma te ha sacado del pozo, y estoy seguro de que ella siente lo mismo que tú. Lucha por ella", respondió el joven tiernamente acariciando dulcemente su espalda. "¿Te he dicho alguna vez que te quiero?", le preguntó su amiga con una sonrisa. "Preciosa, ya sé que soy un buen partido, pero ni lo intentes, no me interesan las mujeres", le contesto el joven guiñándole un ojo. Aquella noche ninguna de las dos pudo dormir, Jenny no podía dejar de pensar en Emma y Emma no podía dejar de pensar en Jenny.

Capítulo 13 Al día siguiente al llegar Jenny a Pestalozzi, estaba decidida a hablar con Emma y aclararlo todo, explicarle lo que le pasaba, lo que sentía por ella y exigirle que le explicara su comportamiento. Si no sabía porque Emma se comportaba así, difícilmente iba a poder solucionarlo. Ella quería a la joven rubia en su vida y costase lo que costase iba a conseguirlo, iba a luchar por ella. Pero aquella misión resultó bastante difícil. Emma la ignoraba completamente, cualquier intento de iniciar una conversación por su parte, era inmediatamente bloqueado por la rubia. Incluso cuando el STAG iba a ensayar a su casa, Emma se aseguraba de estar en todo momento acompañada para no poder quedarse a solas con ella. Había pasado una semana y Jenny seguía sin haber encontrado el momento de hablar con la rubia. Se encontraba en el lavabo de Pestalozzi sumida en sus propios pensamientos, -¿Qué demonios estaba pasando?, Todo estaba bien entre ellas y de repente, sin motivo, ni razón, se comportaba así. La puerta se abrió y Jenny alzó su vista hacia el espejo, vio como Emma entraba en el servicio y se frenaba en seco al verla, sintió como un escalofrío recorría todo su cuerpo y su corazón empezó a latir más rápidamente. "Hola, Emma", dijo Jenny al recuperarse de la sorpresa. "Hola Jenny, volveré luego", contestó Emma, y se dirigió hacia la puerta. "Espera, tengo que hablar contigo", Jenny la sujeto por el brazo y la obligó a girarse.

Estaban las dos frente a frente, muy cerca la una de la otra, se miraron a los ojos, ninguna de las dos habló, estaban tan cerca que la una podía sentir el aliento de la otra en el rostro, Emma pensó que Jenny, era el ser más hermoso que había visto nunca, su olor le embriagaba, su corazón latía cada vez más deprisa, se veía tan bella, le hubiese gustado levantar su mano y acariciar su cara, sedosa, cálida e infinitamente suave. Jenny con gran esfuerzo susurro, "Emma yo quería...." "ehhhh.....". Emma no podía apartar su mirada de los labios de Jenny "¿Sí?" dijo con un hilo de voz y respiración agitada, las dos estaban tan, tan juntas y el aroma de Jenny era tan embriagador que Emma no podía ni respirar, las piernas le temblaban y pensaba que iba a perder el conocimiento en cualquier momento. "Tengo que decirte que...," dijo Jenny en voz baja y dio un paso más hacia de Emma. Emma se presionó con fuerza contra la pared fría, su rostro estaba enrojecido y su voz temblaba al hablar. "¿Qué...?”, su corazón latía con fuerza, con tanta fuerza que pensaba que se le iba a salir del pecho, entre las dos había en ese momento una tensión y un deseo tal que era casi insoportable. Emma rezaba para que Jenny finalmente lo dijese lo que quería decir. "Veras, yo quería decirte que.....", volvió a intentarlo la joven castaña dando otro paso más adelante. Se mordió levemente su labio inferior. Estaban cerca, muy cerca, la una de la otra. Emma sentía que le faltaba el aire, no podía apartar la mirada de los labios de Jenny, la cabeza de la joven castaña estaba tan cerca de la suya, que podía notar su aliento en su cara, estaba abrumada por el olor y la belleza de su compañera. El tiempo parecía haberse detenido para Jenny y Emma. La rubia temerosa levantó la mano y la puso en la mejilla de Jenny, saboreando la sensación de su piel, increíblemente suave bajo sus dedos. Jenny quería seguir hablando, quería decirle todo aquello que llevaba una semana queriéndole decir, pero las palabras no salían de su boca, estaba hechizada por los ojos y las caricias de la rubia. Emma seguía acariciando la cara, el cuello de Jenny, sus dedos rozaron lentamente sus labios mientras los miraba con deseo, fue acercando poco a poco su cabeza a la suya. Jenny estaba en otro mundo, las caricias de Emma le causaban un gran placer, volvió a cerrar los ojos disfrutando de aquel maravilloso momento. Cuando sintió el aliento de la joven rubia en su rostro fue como si millones de mariposas volaran a sus anchas por su estómago, su corazón empezó a latir más rápido, y su respiración se aceleró, deseaba sentir los labios de Emma en los suyos más que nada en este mundo.

Emma sabía que ya no podía luchar más, estaba a punto de besar a Jenny, deseaba con locura poseer esos labios, sentirlos en los suyos. Sus bocas estaban a tan sólo unos milímetros de distancia, ambas sentían el aliento de la otra en sus labios, Jenny agarró la cabeza de Emma con las dos manos, sus narices estaban juntas y sus labios casi se rozaban, ambas jóvenes temblaban, podían sentir la una el corazón de la otra galopando en su pecho. La puerta se abrió y Jenny se echó hacia atrás rápidamente, entraron dos chicas riendo y hablando fuertemente, rompiendo toda la magia del momento. Jenny y Emma se separaron, intercambiaron una intensa mirada. "Te lo diré luego", dijo Jenny y salió precipitadamente del lavabo. Emma interiormente maldijo a las dos jóvenes que habían interrumpido este momento mágico, único, ella quería saber que era eso que Jenny tenía que decirle y tanto le costaba, desde que la conocía nunca la había visto tan insegura y vulnerable. Se quedó apoyada contra la pared unos, minutos, era incapaz de moverse, las rodillas le temblaban, su respiración estaba incontrolada, su corazón latía a mil por hora, estaba mareada. Lo que había sentido hacía unos minutos era lo más increíble y maravilloso que había sentido jamás. Poco a poco se fue recuperando. Jenny salió del cuarto de baño y corrió por los vacíos pasillos de Pestalozzi, al final de uno de ellos encontró un aula con la puerta abierta y vacía, se introdujo en ella y cerró la puerta. Se sentó en una silla e intentó tranquilizarse, temblaba incontrolablemente, tenía la vista nublada, su corazón latía de una manera dolorosa en el pecho, y no respiraba, jadeaba, aquel había sido el momento más bello y más intenso de toda su vida. Cuando se tranquilizó, se levantó de la silla decidida a buscar a Emma y hablar con ella. Recorrió toda la universidad buscándola pero no había ni rastro de la rubia. No se lo pensó dos veces y se dirigió hacia casa de su amiga, este fin de semana era las semifinales y sabía que no iba a tener oportunidad de verla a solas, a partir de mañana y hasta el domingo que era la actuación iba a estar todo el STAG juntos ensayando sin parar. Emma salió del cuarto de baño y ni se planteó si quiera el presentarse a clase, no iba a poder concentrarse en nada, salió de la universidad y se encaminó hacia su casa. Al llegar se tiró en la cama, no se podía sacar de la cabeza a Jenny, su aroma embriagador, su suave piel, sus caricias que quemaban, sus labios que tanto deseaba, su perfecto cuerpo que anhelaba acariciar, su hermosa sonrisa.

Furiosa consigo misma, luchó por sacarse esos pensamientos de la cabeza, Jenny era una mujer, aquello estaba mal, tenía que olvidarse de ella, una lágrima corrió por su mejilla. No quería saber nada de lo que ella quisiera decirle, tenían que alejarse la una de la otra por un tiempo, antes de que se hiciesen un daño irreparable. El timbre de la puerta sonó, -Emilia-, pensó Emma, siempre tan oportuna, se levantó de la cama y abrió la puerta, se quedó helada, no era Emilia, era Jenny quien estaba al otro lado.

Capítulo 14

"Jenny... ¿qué haces aquí?", balbuceo. "¿Puedo pasar?", preguntó la joven castaña, "tengo que hablar contigo". "La verdad es que me iba ya, tengo una cita", se excusó rápidamente la joven rubia. "¡Ohhh!", exclamo Jenny aquello la pilló totalmente por sorpresa, "serán solo unos minutos, por favor tengo que hablar contigo". La posibilidad de que Jenny entrase en su casa aterrorizaba a Emma. Sabía que si entraba el beso iba a ser inevitable, hasta ahora siempre había tenido la suerte de que alguien había aparecido en el último segundo y lo había evitado. "Bueno dime, tengo un par de minutos", dijo anclándose aún más en la puerta para darle a entender, que no quería que pasase. Jenny la miró decepcionada, "¿Emma qué está pasando?, no puedo entenderlo". "No sé a qué te refieres, no pasa nada, Jenny de verdad tengo mucha prisa", contestó la rubia muy incómoda. "Está bien Emma, como quieras", la joven de ojos azules estaba cada vez más decepcionada, tomo la mano de su amiga y empezó a decirle aquello que llevaba tantos días queriéndole decir, "Emma, lo que tú y yo tenemos es algo muy especial. Desde el primer momento has ido metiéndote poco a poco dentro de mi corazón, y cuanto más yo quería sacarte, más adentro te introducías tú", se detuvo y busco alguna reacción en Emma, no obtuvo ninguna. Emma la miraba incapaz de decir nada. La joven de ojos azules continuó, "te has convertido en la persona más importante de mi vida, sería muy difícil para mí vivir sin ti. Me he dado cuenta de que lo que siento por ti es algo muy especial, muy grande, muy profundo y creo que tú sientes lo mismo que yo. Emma, estoy locamente...".

"¡No sigas!", la interrumpió Emma, apartando su mano inmediatamente de la de su amiga. "Pero.....", intentó decir Jenny. "Eso no puede ser, no lo entiendes, tu eres una mujer y yo soy otra mujer, eso está mal. Jenny somos amigas, nada más, lo estás confundiendo todo, es mejor que nos separemos por un tiempo, hasta que aclares tus ideas", Emma estaba temblando. "Emma yo sé lo que siento", protestó la joven castaña. "No, Jenny no tienes ni idea de lo que sientes, ni del daño que pueden hacernos esos sentimientos que crees que tienes", insistió la rubia. "Emma yo sé que sientes lo mismo que yo. No entiendo porque te comportas así", replicó la joven de ojos azules. "No se te ocurra volver a repetir que yo siento algo por ti, porque es mentira. No siento nada más por ti, que no sea el cariño que siento por una buena amiga. Nada más Jenny, no te confundas. Somos amigas y nunca seremos otra cosa", Emma notaba que le flojeaban las piernas. "Emma, por favor no nos hagas esto", susurro la joven castaña. "Jenny tengo que irme", y sin darle opción a decir nada más se introdujo en su casa y cerró la puerta. Jenny se quedó en el rellano con lágrimas en los ojos, la única persona que pensaba que jamás pudiera romperle el corazón, se lo acababa de romper en mil pedazos, ahora las lágrimas corrían por sus mejillas sin control. Emma volvió a tumbarse en la cama, intentando convencerse de que lo que acababa de hacer, a la larga era lo mejor para ellas, para intentar mantener su amistad, tenían que olvidarse de esos sentimientos y empezar de cero. Pero si aquello era lo mejor, entonces ¿por qué sentía ese dolor en el pecho?, ¿esa angustia?, ¿esas ganas de llorar?, ¿por qué se le había roto el corazón al ver aquel dolor y aquella decepción en los ojos de Jenny? No durmió en toda la noche. Al día siguiente, todo el STAG, habían quedado en casa de Caro, y juntos se irían a ensayar al estudio de Jenny. Emma estaba ansiosa por verla, sabía que le había hecho mucho daño y quería asegurarse de que estaba bien. Al llegar a casa de la joven de ojos azules, la puerta del jardín estaba abierta, se dirigieron a la puerta principal y llamaron al timbre. Mientras esperaban a Emma le temblaban las piernas, la

puerta se abrió y un sonriente Hotte los invitó a pasar, "lo siento Jenny ha tenido que salir de la ciudad y me ha pedido que os reciba yo". Emma se quedó paralizada, sintió un gran dolor en el pecho, en aquellos momentos fue consciente por primera vez de lo que había hecho, de lo estúpida que había sido y del gran error que había cometido alejando a Jenny de su vida. Durante el ensayo Emma no podía concentrarse en nada, sólo podía pensar en Jenny. Tenía que hablar con ella, tenía que decirle la verdad, que había sido una idiota, que quería que formase parte de cada segundo de su vida, que la amaba como jamás había amado a nadie en este mundo. Al hacer una pausa para descansar, Emma salió de la sala de grabación para buscar a Hotte, tenía que decirle donde estaba Jenny. Encontrar a Hotte le resultó un poco difícil, aquella casa era enorme, después de mucho buscar escuchó su voz mientras hablaba por teléfono. Siguió el sonido de su voz. Al llegar a la sala donde estaba, se quedó en la puerta y no pudo evitar escuchar su conversación. -"No Jenny, te conozco mejor que nadie en este mundo y sé que no estás bien"-. -"Déjame ir, podemos ir al cine, a pasear por la playa, a comer. Si estas entretenida, dejarás de pensar todo el día en ella y será más fácil"-. -"Eso es una tontería y lo sabes. No Jenny escucha, no me cuelgues"-. "Cabezota", murmuró el joven frustrado mientras guardaba su móvil. Se giró y descubrió a Emma. Sonrió y se dirigió a ella, con la mano extendida, "Hotte Horstfeld, aún no nos hemos presentado oficialmente". "Emma.... Emma Müller", dijo la joven rubia estrechándole tímidamente la mano. "La mujer que le ha roto el corazón a mi mejor amiga", dijo con una sonrisa. "Tienes que decirme donde está, necesito hablar con ella", contestó ella. "Aunque quisiera no puedo. Jenny jamás me lo perdonaría, lo tomaría como una traición y le haría aún más daño", le respondió el joven apesadumbrado. "Pero Hotte, tengo que hablar con ella, necesito decirle......." Emma dudó unos instantes, "necesito decirle que yo también la amo, que me muero por estar con ella, que no puedo vivir si ella no está a mi lado", las lágrimas corrían por el rostro de la joven rubia, "necesito que me perdone, he sido una imbécil, la amo Hotte, la amo, pero tengo tanto miedo". El joven la abrazó e intentó tranquilizarla, "tranquila, sé que todo esto no es fácil para ti, tranquila".

Emma lo miró, "pero y si la he perdido para siempre". Hotte sonrió, "conozco a Jenny mejor que nadie en este mundo y sé que no la has perdido. No ha pasado nada que no tenga solución. Confía en mí, solo tienes que ser sincera con ella, espera hasta el domingo y habla con ella". "Pero......", la rubia no pudo continuar, Caro acababa de entrar en la sala buscando a Emma y se quedó boquiabierta al encontrarse a esta medio llorando en los brazos de Hotte. "Emma empezamos ya", dijo cuándo se recuperó de la impresión y salió de la sala. Hotte y Emma se miraron soltaron una carcajada. "Gracias por todo Hotte", susurro la rubia agradecida antes de irse. "No tiene porque, con vosotras dos, me siento como Elena Francis", le guiñó un ojo y sonrió, "ten paciencia sólo espera hasta el domingo".

Capítulo 15 El fin de semana pasó muy despacio para Emma, ensayaron casi sin descanso. Todos estaban muy contentos e ilusionados porque se veían con posibilidades reales de llegar a la final. Pero Emma estaba triste, no podía dejar de pensar en Jenny, si no hubiese sido tan tremendamente estúpida, podría estar pasando los mejores días de su vida junto a ella, compartiendo los nervios y la ilusión de los días previos a la gran actuación. Pero estaba sola y con unas inmensas ganas de llorar que oprimían su pecho. El domingo por fin llegó, era la hora de la verdad, el momento tan esperado por todos, sólo faltaba un grupo y después saldrían ellos. Emma no podía concentrarse, había mantenido durante todo el fin de semana la esperanza de que Jenny apareciera para escucharla cantar, pero por más que miraba una y otra vez al público no había ni rastro de ella. Escuchó como la Srta. Schneider, los presentaba y Caro la empujó hacia el escenario, mientras le preguntaba,” ¿estás bien?". Emma asintió con la cabeza, aunque no lo estaba en absoluto, al no ver a Jenny entre el público las ganas de llorar se hicieron más y más intensas y sentía un nudo en la garganta, no sabía si iba a ser capaz de cantar. Pero al escuchar las primeras notas de la canción todo aquello desapareció, recordó el día en que Jenny y ella la habían estado ensayando en su casa, fue el primer día que disfrutaron juntas, uno de los días más felices y maravillosos de su vida.

Tomó aire y empezó a cantar, pensando en Jenny, para Jenny, por Jenny, cantó como nunca había cantado en su vida. http://www.dailymotion.com/video/xlg5t3_jemma-jenny-y-emma-sweet-dreams_shortfilms Al terminar la canción, las lágrimas corrían por sus mejillas. El auditorio estalló en aplausos, todos sus compañeros corrieron a abrazarla. "Eso ha sido genial Emma, increíble, seguro que nos calificamos, todos habéis estado estupendos", escuchó que decía la Srta. Vogel. Mientras el jurado deliberaba, fue al lavabo, necesitaba mojarse la cara. Al entrar no pudo evitar recordar, la primera vez que Jenny había intentado expresarle lo que sentía. Aquel momento mágico en el que casi se habían besado, sonrió amargamente. Caro vino a buscarla, "¡Emma date prisa, lo van a anunciar ya!". La joven rubia no se movió. "¿Emma?, ¿estás bien?", le preguntó su amiga preocupada. La rubia la miró, sonrió y la abrazó. "¡Tengo que irme!, le dijo mientras salía corriendo por el pasillo. "Pero no puedes irte ahora, van a anunciar el ganador", le gritó Caro totalmente sorprendida. "Me mandas un SMS", le gritó la rubia mientras doblaba la esquina. Al salir de la facultad, casi chocó con Hotte quien también abandonaba el edificio. "¡Emma!", le dijo sorprendido, "¿a dónde vas?, van a anunciar el ganador. Por cierto, has estado increíble". "Gracias", dijo ella sonriendo, "ahora mismo lo que menos me interesa es saber si hemos ganado o no, tengo que hacer algo que debería haber hecho desde el primer momento". "Y ese algo, ¿tiene que ver con cierta joven, castaña, de ojos azules y muy buen ver?", preguntó el joven con una sonrisa pícara en los labios. La joven rubia le sonrió tímidamente. "Yo te llevo, será una sorpresa, porque me está esperando a mí", dijo él, y ambos se encaminaron hacia su coche.

Al llegar Emma dio dos besos a Hotte, bajó del coche, respiró hondo y llamo a la puerta del jardín. Sin preguntar quién era Jenny abrió la puerta, Emma entró, la puerta de la casa estaba abierta, se adentró en ella y cerró la puerta. "Hotte, estoy aquí", escuchó que Jenny gritaba. La rubia se encaminó hacia el lugar de donde provenía aquella voz. Parecía que Jenny acababa de llegar, estaba deshaciendo su maleta. Vestía muy diferente a como lo hacía habitualmente, llevaba una camiseta de manga corta blanca, ancha y unos cómodos pantalones deportivos negros, Emma sonrió le encantaba con aquel look, la hacía incluso más bella si eso era posible. "Hola Jenny", murmuró. La joven de ojos azules se sobresaltó, se giró y la miro completamente sorprendida, "Emma ¿qué estás haciendo tú aquí?". La rubia no contestó, "¿por qué te has ido este fin de semana?, preguntó. "Porque no puedo soportar verte", respondió Jenny sin pensar, pero cuando vio la transformación en el rostro de su amiga rectificó al instante "perdóname, no quería que sonase así, quiero decir que me muero por dentro viéndote y sabiendo que ni siquiera puedo acercarme a ti, que no puedo tocarte, acariciarte... no puedo soportarlo". "He estado preocupada por ti", dijo la rubia en un susurro. "No deberías, he estado bien", respondió Jenny intentando parecer fría. "Yo...., yo.....me quería morir sabiendo que te estaba haciendo sufrir y no podía hacer nada por evitarlo, yo... te he echado tanto de menos", dijo la rubia mientras las primeras lágrimas empezaban a caer por su rostro, "Jenny yo... yo siento lo mismo que tú, estoy locamente enamorada de ti, jamás me había sentido así, jamás había sentido lo que siento cuando estoy contigo. Te amo más que nada en este mundo y no quiero pasar ni un sólo momento sin ti. Pero......, tengo tanto miedo, tantas dudas, Jenny estoy muerta de miedo". Sin decir una palabra, la joven castaña agarró a su amiga y la llevo a la cama, se sentaron en el borde y pasó protectora sus brazos alrededor del cuerpo tembloroso de Emma tratando de consolarla y de darle su apoyo. Poco a poco fue consiguiendo su objetivo, Emma se fue calmando. Una y otra vez Jenny acarició suavemente su pelo rubio y finalmente, completamente relajada, Emma se acurrucó junto a ella. Emma se sentía en casa, después de aquellas horribles semanas, estaba en el lugar donde más le gustaba estar, entre los brazos de Jenny.

Jenny se recostó en la cama atrayendo a Emma tras de sí, durante varios minutos ninguna de las dos dijo nada, solo disfrutaron la una de la otra. "¿Qué vamos a hacer ahora?", susurro Emma. "Deberíamos ir poco a poco, esperar y ver donde nos lleva todo esto, no presionarnos ni obligarnos a nada. Simplemente disfrutar de nosotras, de este sentimiento tan mágico, dejar que fluya. Juntas podemos hacer cualquier cosa", le contestó Jenny mientras le acariciaba suavemente la mejilla. Se perdieron la una en los ojos de la otra, y en ese momento todos sus problemas, sus preocupaciones, dejaron de existir. Estaban una enfrente de la otra, con las piernas entrelazadas entre sí, abrazadas, sus rostros a pocos centímetros de distancia, sin dejar de mirarse a los ojos. Podían sentir el aliento la una de la otra en la piel y eso despertó sensaciones en ambos cuerpos. Jenny puso su mano suavemente sobre Emma y sus dedos se movieron lenta y suavemente por el brazo a la rubia, las dos disfrutaron de la calidez de este pequeño gesto, y un enorme calor comenzó a propagarse en ambos cuerpos, la joven castaña subió sus dedos hasta los hombro de su compañera, los deslizó a lo largo de su cuello, Emma se estremeció y suspiró, no pudo contenerse, estaba experimentando sensaciones que nunca antes había experimentado. Un toque de Jenny aunque fuese casi imperceptible provocaba en su cuerpo grandes explosiones de placer. Junto a Jenny todo era nuevo, extraño, maravilloso, era un mundo mágico, perfecto, junto a ella era más feliz de lo que nunca había podido soñar. Emma puso su mano en la mejilla de su amiga, la acarició suavemente, deslizó su mano hacia sus labios, pasando suavemente la yema de sus dedos sobre ellos, Jenny los beso y los lamió dulcemente uno a uno... Un pequeño gemido salió de la boca de la joven rubia, su corazón latía tan fuerte que estaba segura, de que su compañera podía oírlo, aquellos besos de Jenny hicieron que en su cuerpo se encendiera un fuego abrasador. Se acercó aún más a Jenny, hasta que finalmente sus narices se juntaron, la distancia entre sus labios apenas existía, la rubia notaba como la respiración de su compañera se aceleraba más y más al igual que la suya propia. La sensación de besar a la joven de ojos azules tenía que ser fantástica, probablemente, por mucho que las buscase, no daría con las palabras correctas para describir ese sentimiento.

Emma dudo, nada le gustaría más que romper aquella pequeña distancia que aún existía entre sus labios y los de Jenny, no deseaba nada más que apoderarse dulcemente de aquellos aterciopelados labios, sentirlos en los suyos, pero no podía, era incapaz de romper aquella distancia, empezó a temblar. Jenny lentamente se separó de su amiga, rompiendo el hechizo y anulando así toda posibilidad de beso. La joven de ojos azules se había dado cuenta de las dudas y la incertidumbre de Emma, y no quiso presionarla, le acarició la mejilla y la beso tiernamente en la frente. La rubia la miró agradecida, "debería irme", murmuro. "Oh, yo pensé que te quedarías a dormir", dijo la joven de ojos azules, totalmente decepcionada. "Es mejor que me vaya Jenny, además tengo que ir a ver a mis amigos. Aún ni siquiera sé si nos hemos clasificado o no", le contestó la rubia. "¿Cómo es eso?", preguntó Jenny confundida. "Me marché justo cuando iban a dar el resultado", Emma notó el calor en sus mejillas. Jenny la miro sonriendo, "¿te marchaste sin saber nada, sólo para venir aquí?", preguntó. "No podía pasar un solo minuto más sin verte", contestó la rubia un poco avergonzada. Jenny la abrazó, "¿estás segura de que quieres irte?, le susurró al oído. La joven rubia asintió. Jenny con un suspiro se levantó de la cama y acompaño a su amiga hasta la puerta del jardín. Una vez allí se despidieron con un abrazo y besos en la mejilla. Emma se dirigió al P3. No deseaba haberse separado de Jenny, pero ese querer y no poder la estaba matando. Deseaba besar sus labios más que nada en este mundo, pero en el último momento, siempre algo en su interior le impedía dar el último paso. Podía ser el hecho de que Jenny fuese una mujer, ella nunca se había planteado que se sentiría al besar a una mujer. Ella siempre había pensado que era heterosexual, jamás se había imaginado estar con una mujer, enamorarse de una mujer, y aquello la bloqueaba. Ella sabía que Jenny esperaría el tiempo que fuese necesario, pero esa situación también le hacía daño a la joven de ojos azules; y lo último que quería Emma era hacer daño consciente o inconscientemente a Jenny. Tenía que superarlo por el bien de las dos, por el bien de su relación. Ella quería mantener una relación plena y sana con Jenny, disfrutar momento a momento de todo lo que eso implicaba, de sus besos, de sus caricias y más adelante, llegado el momento quería hacerla suya, hacerle el amor y sentirla a ella dentro suyo.

Pero para eso tenía que superar aquellos absurdos miedos, aquellos estúpido prejuicios que no la llevaban a ningún sitio, simplemente la alejaban de la felicidad. Al entrar en el P3, vio a sus amigos bailando en la pista, estaban muy contentos, estaba claro que se habían clasificado, y que dentro de un mes se irían a Berlín. Al verla Lara se acercó hacia ella gritando, "los primeros, hemos sido los primeros y todo gracias a ti, has estado genial", la agarró del brazo y la llevó hasta la pista. Bodo fue a por una cerveza para ella, todos estaban como locos de contentos, se abrazaban emocionados una y otra vez. Caro se acercó hacia ella y le susurró al oído, "me tienes que explicar porque el otro día estabas llorando en brazos de Hotte, porque has estado todo el fin de semana tan triste, porque antes no podías esperar ni un solo minuto y en busca de quien has ido. Emma sonrió, "es una historia muyyyy larga, quizás otro día". Pasaron un rato muy agradable, celebrando su merecida victoria, pero Emma no pudo dejar de pensar en Jenny ni un solo momento. Una vez en su casa, la rubia se sentía completamente sola, echaba terriblemente de menos a Jenny, quería estar junto a ella, sentir sus dulces caricias, embriagarse con su fragancia, acariciar todo su cuerpo, besarla una y otra vez, dormir juntas y despertarse entre sus brazos. Eran dos jóvenes adultas, ambas vivían solas, ¿dónde estaba realmente el maldito problema?, ¿por qué no estaba en aquellos momentos entre los brazos de Jenny, si era ahí donde realmente quería estar?, ella era el maldito problema, solo ella las impedía a ambas ser felices. Sin pensarlo más, cogió su chaqueta y salió de casa.

Cosas Del Destino II (Fanfic Completo) ··· Capítulo 16 ··· Jenny estaba sentada en la mecedora de su jardín tapada con una manta, no podía dormir, pensaba en Emma una y otra vez, la echaba de menos a su lado. Necesitaba su presencia, sentirla entre sus brazos...

Estaba triste y sin saber porque tenía unas intensas ganas de llorar, no pudo evitar que las lágrimas rodaran por sus mejillas.

Llamaron a la puerta del jardín, confusa la joven de ojos azules se dirigió al video portero, preguntándose quién podía ser, habían pasado ya unos minutos de la media noche. Se sobresaltó al ver quien era, abrió rápidamente y fue a su encuentro, "Emma, ¿estás bien? ¿Ocurre algo? ", preguntó alarmada. La joven rubia negó con la cabeza, levantó la mano y limpió las lágrimas de la cara de su amiga, "Has estado llorando...", murmuro. "No... bueno...yo....", balbuceo la joven de ojos azules. "Lo sé", le interrumpió la rubia, acercándose más hacia ella. A Emma el corazón le latía salvajemente en el pecho, nunca había estado más nerviosa. Se acercó aún más a su compañera y pasó su otra mano por su cintura. En aquel momento sus ojos se encontraron y el tiempo se detuvo, aquellos ojos marrones y azules brillaban con luz propia, como fuegos artificiales, más intensamente que nunca. Jenny sonrió levemente...estiró su mano y acarició el rostro de su amiga, pasó la mano detrás de la nuca de la joven rubia y la fue acercando a su cara. Emma no opuso ninguna resistencia, cerró los ojos como una adolescente que se preparaba para recibir el primer beso de su vida. Fue el beso más dulce que Emma hubiese recibido jamás, no había palabras para describirlo, fue infinitamente mejor de todo lo que había imaginado...Jenny posó sus labios sobre los de Emma, muy suavemente, casi como una caricia...fue un beso totalmente desprovisto de lascivia... una caricia que trasmitía lo el amor y el anhelo que sentía en aquellos momentos la joven de ojos azules. Todo el cuerpo de la joven rubia se estremeció y todo su bello se erizó, millones de hormigas la recorrían de la cabeza a los pies, fue la sensación más increíblemente maravillosa que nadie podía sentir. Sus labios se separaron pero sus rostros continuaron muy cerca....Emma continuó con los ojos cerrados por unos segundos...borracha de sensaciones nuevas...sensaciones que ninguna otra persona le había despertado antes. Jenny la miro asustada por lo que acababa de hacer, tenía miedo de que los temores y las inseguridades volviesen otra vez a la rubia y se alejase de ella nuevamente. Intentó separarse, pero Emma no se lo permitió, puso su mano en la cabeza de Jenny, sus dedos se perdieron en su pelo castaño, atrajo su cabeza hacia ella y aquellos labios deseosos volvieron a juntarse en un suave tierno, intenso y electrizante beso.

El tiempo y el espacio perdieron todo su significado, ya que Jenny y Emma estaban en su propio y pequeño universo. Sus corazones latían uno contra el otro, ambas lo podían sentir, y el calor comenzó a extenderse cada vez más en ellas. Se besaron tímidamente al principio, pero poco a poco la pasión fue ganando terreno, Jenny puso la mano en la nuca de Emma y la atrajo más hacia así, presionando más sus labios contra los de la joven rubia. El beso ganó en intensidad. Emma sintió que la lengua de Jenny, golpeaba dulce pero a la vez firmemente sus dientes, inmediatamente entreabrió la boca dándole paso deseosa de sentirla junto a la suya, la lengua de su novia se introdujo gustosa en aquella boca, ansiosa de encontrar a su compañera de juegos. Rápidamente la encontró y un intenso gemido salió de la garganta de las dos jóvenes. Ambas lenguas se tocaron un poquito, y un segundo después se enzarzaron en un apasionado y salvaje baile que a Emma estuvo a punto de hacerle perder el sentido. Sintió que de golpe se encendía en su cuerpo una pasión y un deseo totalmente desconocidos hasta aquel momento. Jenny saboreaba una y otra vez los labios de Emma, su mente estaba en blanco, no deseaba otra cosa que sentirla, cuando notó que las manos de Emma acariciaban su espalda por debajo de su blusa, sintió que el incendio que estaba creciendo en su entrepierna, ardía cada vez con más fuerza, no sabía si iba a ser capaz de detenerlo. Le costaba respirar, ella nunca había sentido nada parecido, tuvo que separarse para tomar aire. Instantes después sintió como Emma, volvía a atraerla hacia ella y atrapaba sus labios con los suyos. Volvieron a enfrascarse en un apasionado y ardiente beso, con las lenguas de ambas conociéndose más y más, y sus manos explorando curiosas la una el cuerpo de la otra. Emma notó que la pasión y el deseo se apoderaban de ella, pensó si Jenny estaría sintiendo lo mismo, y la respuesta llegó un segundo más tarde cuando sus uñas recorrieron suavemente la espalda desnuda de su amiga, y esta dejo escapar un pequeño gemido de placer. La rubia sentía que su corazón iba a explotar de la fuerza con la que latía en su pecho, su respiración empezó a acelerarse, notó como Jenny metía su pierna entre las suyas, llevaba sus manos hacia sus nalgas y la atraía más hacia sí, un escalofrío recorrió todo su cuerpo y no pudo evitar que un gemido saliese de su boca al incrustar su sexo en la pierna de Jenny. Siguieron besándose una y otra vez, cada vez con más pasión, sus lenguas hambrientas jugaban salvajemente en cada beso, con hambre de más, Emma volvió a meter su mano bajo la camisa de Jenny, acariciando su espalda, sus caderas, masajeando sus nalgas. Jenny estaba fuera de sí, no podía controlar la respiración, su corazón parecía que iba a estallarle en el pecho y su sexo palpitaba cada vez más. Las manos de Emma quemaban su piel desnuda, mientras acariciaba todo su cuerpo, se estaba volviendo loca de placer, cuando una de las manos de la joven rubia se posó sobre su pecho, todo su cuerpo se estremeció y lanzó un profundo gemido. Ese gemido hizo volver a Emma a la realidad, dio un respingo, miró a su compañera y una mezcla de asombro y culpabilidad se dibujó en su rostro, ella no estaba preparada para eso.

Jenny intentaba controlar su respiración, entendió perfectamente lo que Emma le estaba diciendo con la mirada. Le acarició suavemente la mejilla y aún jadeante le susurró: "No hay problema... no te preocupes, tenemos todo el tiempo del mundo". Una sonrisa apareció en el rostro de Emma de inmediato, la beso dulcemente y le susurró: "Gracias...". Jenny le devolvió la sonrisa, “deberíamos entrar". Emma asintió, cogió la mano de su novia y cogidas de la mano, juntas, en paz y totalmente felices se encaminaron hacia la casa. Al día siguiente Jenny se despertó, feliz y completamente enamorada, una sonrisa se dibujó en su rostro al observar como la joven rubia dormía plácidamente entre sus brazos. Capítulo 17 Habían dormido muy poco, estuvieron en la cama besándose, acariciándose, disfrutando de ese nuevo y embriagador sentimiento, hasta que el sueño les venció a altas horas de la madrugada. Aún quedaba media hora para que sonase el despertador, pero no pudo evitar despertar con dulces besos a su amada. Besó poco a poco su cuello, su cara, su nariz, sus párpados. Besó dulcemente la comisura de sus labios, pasó su lengua por ellos. Emma atrapó aquella lengua con sus dientes, la juntó con la suya y se enfrascaron en un apasionado beso. Estuvieron durante muchos minutos besándose sin parar, sus lenguas estaban entregadas en una lucha sin cuartel por obtener la una el control de la otra. Sus labios deseosos cada vez presionaban más y más contra sus bocas, haciendo aquellos besos cada vez más intensos y apasionados. Sus manos exploraban sus cuerpos sin dejar un sólo sitio por tocar. La temperatura de la habitación estaba subiendo hasta límites muy peligrosos. Jenny se separó sin aliento, "cariño, creo que deberíamos parar". Emma asintió jadeante. El despertador, sonó en aquellos momentos. "Hora de hacer el desayuno, ¡vamos!", dijo la rubia mientras intentaba levantarse de la cama. Jenny la detuvo, "imposible, la nevera está vacía". "Algo habrá", le contestó la joven rubia. Su novia negó con la cabeza. "¿Jenny tú no comes?", le preguntó con desaprobación.

"¡Emma claro que como!, pero nunca en casa. Es más creo que la cocina está sin estrenar y nunca he comprado nada más en un supermercado que un paquete de barritas Krissia y una lechuga que me encargó Hotte ", protestó la joven castaña. La rubia la miraba atónita, "Jenny me estás diciendo que con veintidós años, no has cocinado nunca, ni has hecho una sola compra de la semana". La joven de ojos azules asintió con la cabeza y se encogió de hombros, "en la otra casa, lo hacía el servicio, pero todo se ponía malo en la nevera. Cuando me mudé aquí decidí despedirlos a todos, menos a Bárbara que viene a limpiar y a lavar dos veces por semana y al jardinero. Desde entonces como todo los días fuera y me sale más barato que pagar a nadie porque me cocine y me compre". Emma estaba perpleja, no se podía creer lo que estaba escuchando, "¿y no has pensado en que te saldría incluso más barato, si comprases y cocinases tú? Jenny la miró como si estuviera loca y Emma no pudo evitar soltar una carcajada ante la cara de horror de su novia. "Eres una pija repelente", dijo con lágrimas en los ojos de tanto reír, “esta tarde, cuando salgamos de la facultad, iremos al súper, compraremos y luego vendremos aquí a hacer la cena".

La joven castaña la miró más horrorizada aún.

La rubia riendo, saltó de la cama, "empieza a ducharte, creo que Luzi, dejó unas galletas ayer cuando vinimos a ensayar, me muero de hambre". Jenny la miró mientras salía de la habitación, llevaba puesta una de sus camisetas de entrenar. Le llegaba hasta la mitad del muslo, le hacía tremendamente sexi. Con una sonrisa e inmensamente feliz se quitó la ropa y se fue a la ducha. Cuando Emma volvió de la cocina, Jenny estaba en el cuarto de baño de la habitación, la puerta estaba entreabierta y la rubia no puedo evitar, echar un curioso vistazo. Lo que vio la dejó sin aliento, sintió ese intenso calor tan familiar últimamente en la entrepierna tan intenso como nunca antes, jamás había visto nada más hermoso. Jenny acababa de salir de la ducha, estaba de espaldas a ella, completamente desnuda secándose con la toalla.

La rubia no podía apartar la mirada de aquel increíble cuerpo, aquellos ligeramente musculados hombros, aquella tersa espalda por la que aún corrían gotas de agua, aquellas increíblemente perfectas nalgas, aquellas largas y firmes piernas. Esa visión era más de lo que la joven rubia podía soportar, se dirigió hacia su novia respirando rápida y pesadamente, sus preciosos ojos marrones ahora eran casi negros. Jenny no había advertido la presencia de la otra joven, cuando sintió las manos de la rubia en sus caderas, dio un respingo y dejó caer la toalla, "¡Emma!, me has asustado" exclamó. La joven rubia no respondió, con fuerza tiró de sus caderas y la atrajo hacia sí, pegando completamente las nalgas de la joven castaña en su pubis sin dejar un milímetro de separación. Su lengua comenzó a pasearse por su cuello de arriba a abajo una y otra vez, mientras le daba suaves besos y mordiscos, después se dirigió hacia su oreja; la besó, la lamió, mordió y besó su lóbulo mientras sus manos se ocupaban de sus pechos ahora hinchados y duros como rocas. Los masajeó, los acarició, los estrujó, pellizcó suavemente sus pezones, tiro de ellos y los amasó. Jenny jadeaba y gemía sin parar, estaba sintiendo un placer desconocido hasta ahora, ella nunca pensó que se pudiera sentir algo así. Sus caderas se retorcían sin control, rozando una y otra vez la pelvis de Emma, su sexo estaba húmedo y palpitante como nunca lo había estado.

Sintió que la mano de Emma dejaba sus senos y bajaba por su abdomen, acariciándolo dulcemente hacia su sexo. Gustosa abrió las piernas para darle un mejor acceso, al sentir el primer contacto de los dedos de Emma en su clítoris, todo su cuerpo se estremeció, lanzó un grito y tuvo que apoyarse en el lavabo para no caer al suelo. Emma estaba descontrolada, no era dueña de sus actos, había tenido algún control sobre ellos hasta que sus dedos llegaron a la entrepierna de Jenny, al notar el calor y la humedad que emanaba de su sexo y aquellas palpitaciones, perdió la razón. Quería hacerla suya para siempre, quería poseerla, darle más placer del que Ronnie y todas sus conquistas nunca le habían dado, penetrarla una y otra vez hasta que le suplicara que la llevará al éxtasis absoluto, hacerla gozar tanto que de su boca no pudiera salir otra cosa que su nombre entre grandes gemidos. Sus caderas se movían de adelante hacia atrás incontrolablemente, embistiendo una y otra vez las nalgas de la joven de ojos azules, mientras sus dedos frotaban, masajeaban, acariciaban su clítoris cada vez más rápido. Jenny gritaba, gemía, jadeaba, suspiraba, "hazlo ya Emma, hazlo ya, mételos, necesito sentirte dentro", suplicó casi sin aliento. La joven rubia hizo caso omiso, la presionó más contra el lavabo apretando con su pelvis firmemente sus nalgas, y siguió masajeando su sexo, cada vez más rápido, castigándolo más y más, hasta llevar a Jenny al borde de la locura. Su pelvis se retorcía incapaz de estarse quieta, su cuerpo sudoroso temblaba, jadeaba y gemía sin parar.

"Emma... Emma...Emma....". Eso era lo que la joven rubia estaba esperando. Sonrió y se dispuso a introducir sus dedos, en aquella chorreante y cálida cavidad que tanto los deseaba dentro. "¡Ya estoy aquí!, espero que no te hayas vuelto a quedar dormida", escucharon la voz de Hotte en el piso de abajo. Emma se apartó sobresaltada. Jenny se giró y se apoyó contra la pared, las piernas no la sujetaban, grandes temblores recorrían su cuerpo, respiraba con dificultad, sus dientes rechinaban, su corazón galopaba dolorosamente en su pecho, estaba mareada. "Estas bien", preguntó Emma con voz entrecortada, casi sin poder hablar, a la vez que intentaba recuperarse. La joven castaña la miró con los ojos muy abiertos, negando con la cabeza, incapaz de decir nada. "¿Jenny estás bien?", preguntó Hotte desde abajo. Jenny miro suplicante a la joven rubia, esta salió del cuarto de baño y desde la puerta de la habitación le gritó "¡Hotte soy Emma, ahora bajamos!". Volvió junto a su novia que aún se encontraba, desnuda apoyada contra la pared. Emma no pudo evitar pararse a contemplar la belleza de aquel cuerpo desnudo, sintió como otra vez el calor recorría todo su cuerpo, quería hacerla suya. Sobresaltada giró su cabeza de un lado a otro violentamente varias veces, para expulsar aquellos pensamientos de la cabeza e intentando apartar sus ojos de aquel cuerpo. "¿Te gusta lo que ves?", le preguntó Jenny con la respiración aún agitada y una sonrisa pícara en el rostro, al ver los esfuerzos de su novia por apartar sus ojos de ella. "No te puedes llegar a hacer una idea", le contestó sin pensarlo, inmediatamente notó como sus mejillas se teñían de rojo. "Pues es todo tuyo", le susurro mientras, la agarraba de las caderas, la atraía hacia sí y la besaba tiernamente, al separarse la miro a los ojos y le dijo, "Emma ha sido.....". "Maravilloso, lo sé", la rubia terminó la frase y volvieron a besarse, una y otra vez.

Con gran esfuerzo lograron separarse, "tenemos que darnos prisa, me olvidé de Hotte completamente. Casi todos los días viene a buscarme y nos vamos a desayunar", dijo la joven de ojos azules.

Emma asintió, le dio un último beso y salió del cuarto de baño. Jenny volvió a meterse en la ducha, llevó el mono mando hacia la posición del agua fría y abrió el grifo. No se iba a recuperar de aquel calentón en semanas.

Capítulo 18 Cuando las dos chicas estuvieron listas, los tres jóvenes salieron de la casa. Hotte se dirigió hacia su coche, "vamos los tres en el mío", dijo. "No Hotte, nosotras vamos en el mío, esta tarde tenemos que ir de compras", le dijo Jenny. "¡Otra vez!, fuimos de compras la semana pasada, porque estabas triste y deprimida", protestó el joven. "Ya......., pero...... esta vez son compras distintas", explicó la joven. Emma no pudo reprimir una sonrisa. "¡Como que compras distintas!, Jenny nos conocemos y me estás asustando, ¿qué es lo que vas a comprar?", preguntó el chico preocupado. "Bueno......, vamos a hacer la compra de la semana y luego vendremos a casa y haremos la cena", respondió por fin la joven de ojos azules, encogiéndose de hombros resignada.

El chico, la miró boquiabierto, "¿qué tú vas a hacer qué?". "Hotte no seas payaso, es lo que hace la gente habitualmente", protestó la joven un poco molesta. "La gente normal sí, pero no Jennifer Hartmann. Jamás pensé que vería esto", se volvió hacia Emma y le dio un beso en la mejilla, "eres increíble", le dijo y se encaminó finalmente hacia su coche, "nos vemos donde siempre". Jenny tomo la mano de Emma, y cogidas de la mano fueron hasta el garaje, al entrar Emma se quedó boquiabierta. Era inmenso y estaba lleno de coches y motos de lujo, Ferrari, Porche, Aston Martin, Lamborghini.

"Wowwwwwwwww... jamás pensé que vería esto fuera de las películas. ¡Dios mío, me he liado con Rockefeller", exclamo la rubia. Jenny sonrió, "son de mi padre, es un amante de los coches caros, yo tengo prohibido cogerlos". Antes de subirse al coche se besaron una y otra vez, no se cansaban nunca, para ellas era como una adicción, era la sensación más agradable y más excitante que ninguna de las dos había sentido, ambas querían y necesitaban más y más. Con mucho esfuerzo se separaron y fueron en busca de su compañero. Al llegar Hotte ya había pedido el desayuno para todos, incluida Emma, él estaba convencido que un buen café, con unos donuts, eran el desayuno ideal. El chico las miraba a las dos sonriente, nunca había visto a su amiga así. Estaba feliz, totalmente pendiente de Emma, de cubrir cualquiera de sus necesidades, sus ojos azules brillaban como dos estrellas. Cuando la miraba parecía perderse en ella. Cualquier excusa era buena para tocarla, para sentir su piel, constantemente buscaba las caricias furtivas, y Emma parecía sentirse igual. Parecía que poco a poco el amor iba ganando, a sus inseguridades y sus miedos. "Siento haberme presentado así esta mañana, pero ayer vi a Emma en el P3, no pensé que estaríais juntas. Lamento si he interrumpido algo, y por el sofocón que tenías encima parece que ha sido así", dijo Hotte con una sonrisa aprovechando un momento en el que Emma se fue al lavabo. "Si, volvió, y me hizo la mujer más feliz del mundo", contestó Jenny, "¡Oh Hotte!, toda ella es increíble, acariciarla es maravilloso, cuando la tengo entre mis brazos, me siento llena, completa, no puedo dejar de besarla una y otra vez. Necesito su contacto, sentirla cerca, sin ella creo que no podría vivir, por primera vez en mi vida me siento entera. Hotte soy tan feliz que incluso me da miedo, tengo miedo de despertar y comprobar que todo ha sido un sueño. Pero no quiero tener miedo, quiero disfrutar de ella cada día, de esta nueva vida tan increíble que me está regalando al estar a mi lado", sus ojos se llenaron de lágrimas de emoción. Emma volvió del lavabo, cuando vio las lágrimas en los ojos de su novia, le sujetó la cara con ambas manos y preocupada le preguntó, "¡hey cariño!, ¿qué te pasa?, ¿qué va mal?". Jenny se encogió de hombros y casi sin poder hablar por la emoción le susurro, "te amo". Un descarga eléctrica recorrió la espina dorsal de Emma, y toda su carne se puso de gallina, no pudo evitarlo, acerco sus labios a los de la mujer que tanto amaba y ambas se fundieron en un largo beso. Un beso dulce, sincero, lleno de amor y esperanza. Un beso con el que se entregaban sin reservas su corazón. "Y yo a ti, más que a nada, ni a nadie", le susurro Emma al separarse, mirándola tiernamente a los ojos.

No podían separar la una los ojos de la otra, Jenny acariciaba dulcemente la mejilla de su chica, y esta pasaba una y otra vez la yema de sus dedos por su mano y su brazo. "Bueno.... no el lugar que yo hubiese elegido para salir del armario... la cafetería más pija y más cara de Colonia, llena de viejas lagartonas y puritanas, ávidas de un tema para criticar y chismorrear.... pero cualquier sitio es bueno", dijo Hotte con una sonrisa haciéndolas volver a la realidad. Las dos jóvenes miraron a su alrededor, todas las miradas estaban clavadas en ellas. Emma estaba horrorizada, se había dejado llevar por su corazón, pero ella no estaba en absoluto lista para salir de ningún armario, es más cuanto más adentro mejor". "Pero Jenny.... yo... yo no quiero....todavía es pronto....", intentó decirle a su novia. "Está bien Emma, tranquila, esta noche tenemos muchas cosas de las que hablar", dijo la joven de ojos azules acariciándole suavemente el muslo. Emma sonrió y suspiró, -¿cómo había podido tener dudas de sus sentimientos?, ¿cómo podía haber intentado alejarla de ella? Era la mujer más increíble del universo, dulce, amable, comprensiva, atenta, bellísima y con un cuerpo excepcional, le costó un gran esfuerzo no volver a atrapar con su boca aquellos labios. En la facultad, la mañana fue muy larga para las dos, aquel día no tenían ninguna clase en común y ambas sentían la necesidad de estar juntas a cada momento. Entre clases se veían por los pasillos, las dos buscaban el contacto, cualquier simple roce hacía que entre ellas saltaran chispas. Después de las clases tuvieron unos minutos a solas, antes de que Jenny fuese a entrenar y Emma a ensayar. La joven de ojos azules tiró de su chica por el pasillo hasta encontrar un aula que estuviera abierta, cuando la encontró, miro hacia ambos lado del pasillo, empujo a la rubia hacia dentro y cerró la puerta detrás de ellas. "Te he echado tanto de menos", murmuró Jenny suavemente y puso sus labios en los de Emma. Inmediatamente se olvidaron de todo lo que había a su alrededor y se perdieron en aquel beso, la joven castaña acarició con una mano suavemente el cuello de Emma, mientras que con la otra, presionaba su cabeza más a la suya profundizando en el beso. Las manos de Emma se movían suavemente sobre la espalda de Jenny y la empujó un poco más hacia su cuerpo. Sus pechos se juntaron, ambas sentían los rápidos latidos del corazón de la otra, Emma metió sus manos por debajo de la camiseta y acarició la piel desnuda de sus costados, desde sus caderas, hasta su axilas, una y otra vez, rozando "accidentalmente" los pechos de Jenny y sintiendo como se ponían más y más duros.

El beso se hizo más intenso y las respiraciones más rápidas.... Jenny comenzó a besar en el cuello de Emma la cual no pudo reprimir un pequeño gemido... la rubia trató de decir algo, pero su voz era apenas una especie de suspiro. "Jenny.... tenemos... Ohhhhh, ", tuvo que parar porque Jenny estaba jugando con su lengua en la oreja, volvió a gemir de placer. "¡Jenny... deberíamos dejar de hacer esto... yo no.....!", su mente le obligaba a decir esas palabras, pero su corazón y su cuerpo le pedían a gritos todo lo contrario querían sentir los labios de fuego de Jenny recorriéndola entera. Volvió a gemir cuando la joven de ojos azules mordió levemente el lóbulo de su oreja, "Jenny deberíamos...... pasar más tiempo juntas....", volvió a intentarlo Emma, pero sintiendo que sus fuerzas la abandonaban, no iba poder aguantar mucho más sin entregarse totalmente. "Mmmmmmmmm....", gimió la rubia cuando sintió que la mano de Jenny, abría un par de botones de su camisa y comenzaba a masajear su pecho por encima del sujetador, "conocernos mejor antes..... este no es el lugar....", volvió a intentarlo jadeando y con un hilo de voz. Cuando la mano de su insistente amante se coló por debajo de su sujetador y pellizcó su pezón completamente endurecido, no pudo soportarlo más, abrió ligeramente las piernas, ofreciéndole su sexo, mientras atrapaba su boca con sus labios y su lengua salvajemente se introducía en ella buscando a su compañera. El cerebro de Jenny se había apagado, se dejaba llevar por sus instintos, deseaba tomar a su amante, hacerla suya en aquel momento y eso es lo que iba a hacer. Acariciaba con ambas manos una y otra vez ambos pechos de Emma, los amasaba, los estrujaba, pellizcaba sus pezones, mientras Emma gemía y gemía sin parar. No era consciente de que estaban apoyadas en la puerta de una solitaria clase en la universidad, ni de que aquella iba a ser la primera vez para Emma, y esa primera vez debería ser algo especial, ni de los ruegos de Emma pidiéndole una y otra vez que se detuviese. Los incontrolables gemidos de Emma, la volvían loca y no hacían otra cosa que acrecentar su deseo de poseerla más y más. Dejó de besar a Emma y dirigió su boca había uno de sus pechos, comenzó a morder suavemente su pezón por encima del sujetador, mientras sus manos se dirigían al botón de su pantalón, La rubia emitió un pequeño grito. Jenny impaciente desabrochó los botones del pantalón e introdujo su mano por debajo de las braguitas, notó el calor y el deseo que emanaban del sexo de Emma, comenzó a jadear y a morder con un poquito más de fuerza aquel pezón endurecido a punto de estallar, pasó sus dedos por la vagina de la rubia esta se estremeció, atrapó con dos de sus dedos su clítoris abultado. Notó la mano de su chica en su brazo tirando de él hacia afuera. "¡No Jenny!, no quiero, para ya de una vez", dijo la rubia casi sin voz pero firme.

En aquel momento la joven de ojos azules fue consciente de donde estaba y de lo que había estado a punto de hacer, la miró avergonzada y horrorizada. La rubia la miraba fijamente, con la respiración agitada, jadeando. Emma apoyó su frente contra la de su novia, intentando controlar su respiración. Suspiro, en el último momento había sido capaz de parar aquella locura. Sabía que si seguían así, no tardaría mucho en suceder, en el garaje, en el coche, en el ascensor, en cualquier sitio cerrado en el que estarían a solas, aquella mañana en casa se había dejado llevar, no había podido controlarse y había estado a punto de pasar, y ahora Jenny había sido la que no había podido detenerse. La pasión y el deseo, la necesidad que sentían la una por la otra, era muy difícil de controlar. Pero ella sabía que tenían que esperar, no podía ser así, aún era muy pronto. Todo aquello era nuevo para ella, por mucho que la amara Jenny era una mujer, y de vez en cuando aún la asaltaban las dudas, quería estar segura. Pero sobre todo quería que aquel momento fuese especial, tierno, único, maravilloso, no forzado algo que surgiera romántica y apasionadamente, algo que pudiera recordar con ternura y nostalgia durante el resto de su vida. "Jenny, tenemos que dejar de hacer esto, de darnos estos sofocones, yo no quiero que sea así", susurro. "Yo....", la joven castaña, no sabía que decir, estaba completamente avergonzada, "Yo....". La rubia la interrumpió, "tenemos que irnos, esta noche hablaremos de todo esto", dijo mientras se abrochaba los pantalones. Se dieron un último beso, salieron del aula y cada una se fue hacia un lado del pasillo. Capítulo 19 Durante el entrenamiento, por más que lo intentaba Jenny no podía dejar de pensar en Emma, se sentía como una estúpida, ella sabía perfectamente los miedos y las dudas de Emma sobre su relación y aún más sobre el sexo. Pero ella la deseaba de tal manera y se había excitado tanto, que se había dejado llevar por sus instintos más primitivos y casi había forzado a Emma a que su primera vez fuera a escondidas, apoyada contra la puerta de un aula de la facultad, ella no se merecía eso. Había pensado en regalarle una primera vez mágica, perfecta, más adelante, cuando Emma estuviera preparada. Pensó en escaparse juntas un fin de semana a su casita de la playa, en pasar un día maravilloso junto al mar. Sorprenderla con una cena romántica a la luz de las velas, después con un paseo por la playa a la luz de la luna, agarradas de la mano y disfrutando del dulce sonido de las olas. Al volver a casa, colmarla de besos, desnudarla con calma, besando cada una de las partes de su cuerpo, susurrarle al oído una y otra vez cuanto la amaba, hacerle sentirse la mujer más querida y especial del universo, hacerle el amor dulce tierna y lentamente, una y otra vez, esperar

abrazadas el amanecer y quedarse dormidas juntas, relajadas, enamoradas, después de una noche que no olvidará jamás. Se sentía culpable y rastrera por lo que había estado a punto de hacer, Emma estaba en lo cierto. Debían conocerse mejor, saber todo la una de la otra, sus gustos, sus fantasías, sus temores, afianzar su relación, y luego el sexo llegaría por sí sólo, sin ser forzado y sería mucho más placentero, más cómplice, reflejaría todo el amor que ambas sentían. No la lujuria y aquella pasión desenfrenada que las llevaba a perder la razón. Decidió que desde aquel momento, el contacto entre ella y Emma sería el estrictamente necesario. No podían seguir jugando a llevar sus cuerpos al límite del deseo, porque acabarían cayendo en él. La deseaba tanto que sentir aquellas suaves manos en su cuerpo, aquellos ardientes besos, le hacía perder completamente el sentido, su mente se apagaba y se comportaba irracionalmente, no podía evitarlo, sólo buscaba el placer infinito. Se sentía terriblemente avergonzada de ella misma por tener esa imperiosa necesidad de hacerla suya, de sentirla dentro, parecía un animal en celo y esa visión de si misma le repudiaba. Tenía que aprender a controlarse, desde aquel momento su relación física con Emma, no pasaría de dulces besos e inocentes caricias. Estaba exhausta, sólo habían corrido durante veinte minutos, sus piernas ya le temblaban, sus músculos le dolían y su corazón parecía que iba a salírsele por la boca. Había perdido toda su buena forma, le iba a costar más de lo que había pensado volver a recuperarla. Pero la recuperaría, le costase el esfuerzo que le costase, ella siempre conseguía lo que se proponía, apretó los puños y los dientes y continuó corriendo ignorando su dolor. Emma por su parte, estaba inquieta, pensaba en Jenny. Quizás debería dejarse llevar por su corazón, olvidarse de su razón y hacer lo que su cuerpo le pedía. Sabía cuanto la deseaba Jenny, y lo difícil que era para ella poder controlarse. Tenía miedo de que aquella mujer a la que tanto amaba, terminase cansándose de sus dudas, de sus reservas, de sus temores y se alejase de ella. Eso no lo soportaría, necesitaba que Jenny formase parte de su vida y si tenía que acostarse con ella para mantenerla a su lado lo haría... Tampoco era tan importante la primera vez, estaban en pleno siglo veintiuno, ya no importaba donde y cuando, trato de auto convencerse. Aquella noche, después de la cena se armaría de valor, vencería sus temores y le daría a su novia lo que tanto deseaba, Jenny la amaba y ella sabía que jamás le haría daño. Al terminar el ensayo, vio que Jenny no estaba en la puerta donde habían quedado y fue a buscarla, no pudo evitar sonreír al verla. Estaba ella sola en el campo, había perdido la noción del tiempo y seguía lanzándose balones y rematando una y otra vez. Se acercó por detrás, pasó sus manos por su cintura y la acercó a ella, "¿tienes miedo de estar a solas conmigo en un supermercado y por eso sigues aquí?", le preguntó bromeando.

Jenny rió, "no, tengo más miedo de quedarme a solas contigo, en mi casa y en mi cama". La rubia comenzó a acariciarla y a besarle el cuello, la joven de ojos azules cerró los ojos y se dejó llevar durante unos segundos disfrutando de aquellos besos, pero inmediatamente se repuso y se escapó de los brazos de Emma. La joven rubia la miró sorprendida. "Dame cinco minutos para que me duche y nos vamos", dijo la joven castaña mientras se encaminaba al vestuario, "y quédate ahí...", dijo girándose y sonriéndola, no quería quedarse a solas con ella en la ducha. Emma notó el cambio en el comportamiento de Jenny, no sabía el que, pero algo había cambiado, no actuaba igual que hacía tres horas, cuando sus manos y su boca la buscaban insistentemente. Poco tiempo después Jenny volvió a aparecer, tenía el pelo mojado y se había cambiado de ropa, se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla, "perdona por haberte hecho esperar, vamos", dijo mientras tiraba de ella. Pasaron un rato muy divertido en el súper, compraron todo los ingredientes necesarios para preparar aquella noche, un rosbif al horno y un risotto de salmón y gambas, después hicieron la compra para toda la semana. A Jenny no le importaba lo más mínimo el precio, ni la fecha de caducidad de las cosas, si algo se le antojaba, lo echaba al carro y listo. Emma la corregía una y otra vez, insistiendo en que debía mirar la diferencia de precio entre la misma cosa pero de distinta marca, y siempre coger el producto de caducidad más cara. Jenny estaba muy divertida, le encantaba que su novia la regañase y la corrigiese una y otra vez como un niño pequeño. En lo único que se pusieron de acuerdo fue en ir a coger las dos inmediatamente, el último paquete de barritas Krissia. Soltaron una carcajada, cuando sus dedos se juntaron sobre el paquete, se miraron tiernamente, Emma acaricio suavemente los dedos la castaña, pero esta apartó inmediatamente su mano. Al ir a pagar Emma insistió en pagar la mitad, Jenny se negó tajantemente. "Vale, entonces después de cenar me iré a mi casa", contestó la rubia inmediatamente. "Pero....", intentó protestar la joven castaña. "No, no hay peros Jenny, si voy a pasar tiempo en tu casa lo más justo es que paguemos las cosas a medias", no pienso discutir sobre eso, dijo tendiéndole el dinero. Jenny la miró y sonrió, era la primera persona en su vida que estaba con ella por quien realmente era, porque la amaba, la primera persona que no le pedía nada, a la que no le importaba en

absoluto su dinero. Quería besarla más que nada pero se contuvo, alargo su mano y cogió el dinero. Sabía que si no lo hacía dormiría el resto de los días sola. Cargaron toda la compra en el maletero y se dirigieron hacia su casa, Emma miraba a su novia de reojo, parecía distante, el miedo a perderla volvió con más ímpetu, debería hacerle ver que ella estaba dispuesta a darle lo que necesitaba. Puso su mano en su muslos y lo acarició dulcemente, "¿Cómo te ha ido hoy el día?". Jenny contuvo la respiración y se aferró al volante, "bien... bien...", dijo intentando parecer despreocupada. La rubia inmediatamente se dio cuenta de que estaba tensa, deslizo su mano hacia el interior y empezó a moverla haciendo círculos, lentamente, subiendo poco a poco hasta su entrepierna y llegar a casi rozarla. Jenny dio un respingo, al darse cuenta de donde se dirigía la mano se Emma, cerro las piernas todo lo que le permitieron los pies en los pedales, "cariño puedes pasar dos o tres canciones, esas no me gustan", gracias a Dios estaban cerca de casa. Emma pasó diecisiete canciones, ninguna era del agrado de su novia en aquellos momentos, cosa extraña pensó, porque sabía que había pasado cinco de las canciones favoritas de la joven castaña. Jenny aparcó el descapotable en la puerta del jardín y se bajó inmediatamente, la rubia la miro cada vez más extrañada, "cariño, tienes que meter el coche dentro, tenemos que descargar la compra". "La llevaremos desde aquí, no sé donde está el mando", contestó. Por nada del mundo se volvería a meter con Emma en el coche. La joven rubia abrió la guantera y sacó el mando,” no estará en la guantera donde lo has dejado esta mañana?". "¡Oh que tonta!, mételo tú, yo necesito ir al lavabo", y diciendo esto, abrió con su llave la puerta pequeña del jardín y se introdujo rápidamente por ella. Emma cada vez estaba más nerviosa y preocupada por el extraño comportamiento de su novia, abrió la puerta del jardín, bajó del coche, se sentó en el asiento del conductor y entró en el jardín, vio como Jenny entraba en la casa.

20

Emma llevo el coche hasta la puerta y esperó pacientemente a que Jenny se decidiera por fin a

salir de la casa y poder sacar las cosas del maletero. a joven casta a, salió con una sonrisa y sin decir nada comenzó a sacar la compra y meterla dentro. Cuando terminaron de recogerlo todo, Jenny se dejó caer exhausta en el sofá, " estos entrenamientos van a acabar conmigo”, murmuro, "el cuello me está matando”. Emma se sentó detrás suyo y comenzó a acariciar sus hombros, "quítate la camiseta, yo me ocupo". "¡ oooooooo!", exclamó Jenny inmediatamente, su mente trabajaba buscando una excusa "Ummm..., hoy viene Bárbara a limpiar..... no sé si ya habrá venido", dijo torpemente. Emma pegó su cuerpo más al de su chica, "estás totalmente tensa, es sólo un masaje Jenny, relájate", le susurro la rubia al oído y comenzó a masajear suavemente su cuello. Jenny gimió levemente, las manos de la rubia eran increíbles, le gustaba, sentía que flotaba. Era como si toda la tensión y los nervios de los ltimos días desaparecieran con cada caricia. Dio un respingo e intentó levantarse al sentir los ardientes labios de Emma en su cuello. a rubia se lo impidió, "cari o, ¿qué te pasa?, ¿por qué estás tan nerviosa?". Jenny cerró los ojos y suspiró, ¿cómo explicarle lo est pida y avergonzada que se sentía por lo que había ocurrido unas horas atrás, cómo se repudiaba a si misma por ello?, se giró y le acarició suavemente la mejilla, "¿qué me va a pasar?, nada". Emma negó con la cabeza, "desde que he ido a buscarte al entrenamiento, act as de una forma muy extra a, estas tensa y nerviosa", se acercó más a su chica y empezó a acariciarle el pelo detrás de su nuca. Jenny se revolvió nerviosa", eso es una tontería cari o, estoy como siempre". " o, act as como si quisieras alejarte de mí", respondió la rubia acercando su rostro poco a poco al suyo.

Jenny intentó alejarse, pero Emma se lo impidió de nuevo, "no quiero que te alejes de mí", le susurró al oído dulcemente. cariciando su cara con sus labios, se retiró un poco para poder mirarla a los ojos tiernamente y acariciarle la mejilla. " o podría", le contestó la joven de ojos azules, con un hilo de voz, perdiéndose en aquellos ojos y aquellas caricias. " ierra los ojos", susurro Emma.

Jenny se revolvió cada vez más nerviosa. "Vamos confía en mi", volvió a susurrarle la rubia. Jenny cerró los ojos, inmediatamente después sintió, los labios de su novia casi rozándose con los suyos, sintió su cálido aliento en su cara, inspiró su dulce fragancia, aquella fragancia que la volvía loca. "Te amo tanto....", murmuró suavemente Emma, y puso sus labios en los de su amada. Inmediatamente todo dejó de existir para ellas y Jenny finalmente cedió, acarició con sus dedos suavemente el cuello de Emma y presionó más su boca contra sus labios. as manos de Emma se movían suavemente sobre la espalda de Jenny, presionó más su cuerpo hacia ella, sentía como la respiración de su novia se iba agitando conforme el beso se iba haciendo más y más intenso. Metió sus manos por debajo de su camiseta y desabrochó su sujetador, recorrió su espalda clavándole ligeramente sus u as. Jenny suspiro. Emma seguía besándola una y otra vez, sin para cada vez más apasionadamente, pasó sus manos a la parte delantera del cuerpo de su amante y firmemente sin aviso presionó ambos pechos. Jenny gritó. Emma apretaba y soltaba, acariciaba, masajeaba aquellos pechos sin parar, comenzó a besarle el cuello, a lamerlo, a morderlo dulcemente, quiso seguir por sus hombros pero había demasiada

ropa de por medio. Subió la camiseta de Jenny, se la quitó y la tiró al suelo, hizo lo mismo con el sostén. Por fin su boca tuvo acceso libre para seguir recorriendo el cuerpo de su excitada amante. Empujo a Jenny y la recostó en el sofá, su boca siguió bajando lentamente hacia sus pechos, mientras su mano se introducía por debajo de la falda de su novia. as dos partes de su cuerpo llegaron al mismo tiempo a su destino, mientras atrapaba con los dientes el pezón de su novia, su mano apretó fuertemente su sexo. Jenny se estremeció y gimió fuertemente. Emma pudo notar la humedad en las bragas de Jenny, empezó a masajear la zona de placer firmemente, mientras mordía, besaba, lamia, succionaba una y otra vez su pezón. Jenny jadeaba y gemía sin parar, sus caderas inquietas se retorcían incapaces de estarse quietas, su vagina se dilataba y se contraía cada vez más fuerte. Dejo los pechos de su amada, y metió su cabeza dentro de su falda, comenzó a morder todo el sexo de Jenny por encima de sus bragas, descubriendo por primera vez aquel delicioso y salado sabor que provenía de la humedad que surgía del interior de su vagina. Jenny gemía cada vez más intensamente. a rubia notó que las bragas de su chica estaban cada vez más mojadas y se las quitó, dejando al descubierto frente a sí la palpitante y chorreante entrepierna de su novia, instintivamente comenzó a lamerla una y otra vez.

a joven de ojos azules se estaba volviendo loca, sus gemidos de habían convertido en gritos. Cuando sintió que los labios de Emma presionaban fuertemente su clítoris se estremeció, su cadera instintivamente se corvó hacia esa boca que le estada dando tanto placer, y sus manos presionaron su cabeza más hacia ella, "¿por qué estás haciendo esto?, preguntó entre gemidos y jadeos. " o quiero perderte", dijo Emma completamente excitada también, con la voz entre cortada y respirando fuertemente, sin dejar de morder y lamer el botón del deseo de su novia que ya estaba hinchado completamente.

Haciendo un esfuerzo casi titánico, la joven castaña cerro las piernas, sacó la cabeza de su novia de debajo de su falda y la llevó hasta su cara, "no debe ser así", dijo jadeante intentando controlar su respiración.

Emma hizo caso omiso se abalanzo contra su boca y la besó ardientemente mientras sus manos intentaban volver a abrir sus piernas. "Emma para", dijo Jenny molesta mientras se incorporaba y rompía el beso, "no entiendo porque estás haciendo esto". a joven rubia la miró asustada, "yo..... no quiero que me apartes de tu lado Jenny, no quiero perderte". " ... ¿por qué te iba a apartar de mi lado?", pregunto la joven de ojos azules extrañada. "Por no darte lo que necesitas......", Emma sentía que estaba colorada como un tomate y era incapaz de mirar a su novia. Jenny sonrió y lentamente le obligó a mirarla, "cari o estoy contigo, y a tu lado me siento como ni tan siquiera en mis mejores sue os he podido sentirme. o nico que necesito para ser feliz es a ti, si estas junto a mí, no necesito nada más", le dijo y la besó dulcemente. " o te deseo Jenny pero....creo que es demasiado pronto, además tengo un poco de miedo.... nunca he hecho esto, esta ma ana me he dejado llevar, pero no sé si yo voy a ser capaz de....", respondió la joven rubia un poco avergonzada. " o sé, y yo te deseo a ti, tanto que a veces me duele, no creas que no me muero por tumbarte aquí ahora mismo, quitarte salvajemente la ropa, y hacerte el amor una y otra vez, hasta que quedes exhausta", dijo la joven de ojos azules con una sonrisa. Esa visión en la mente de la rubia, hizo que todo su cuerpo se estremeciera y toda la excitación que sentía en aquellos momentos se multiplicase por dos, sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso. "Pero lo haremos, cuando estés lista, cuando puedas disfrutar al cien por cien. o quiero que nada, ni una peque a duda empa e ese momento, quiero que sea, romántico, mágico, perfecto,

especial. Quiero que sea un momento que ni tú ni yo olvidemos nunca, porque quiero que lo hagamos juntas, las dos a la vez, disfrutando plenamente la una de la otra. Esperaremos el tiempo que sea necesario".

Emma la miro con una sonrisa y el beso tiernamente en los labios. a joven casta a continuó, "pero tenemos que parar de hacer esto, no podemos ponernos a cien, cada vez que nos besamos, que nos acariciamos, tenemos que aprender a controlarnos, no seguir y seguir casi hasta llegar al límite, hasta perder el control. Esta tarde me he sentido terriblemente rastrera por no haberme podido controlar, por haber actuado como un animal, ignorando lo que t querías. o quiero que vuelva a ocurrir". " sí, que eso era lo que te pasaba.... y yo pensando que querías alejarte de mí.... menudo par", dijo Emma riendo. "Todavía nos falta mucho camino por recorrer...", dijo Jenny también riendo, "deberíamos hablar más, sobre todo cuando tengamos alguna duda, dado que visto lo visto, las dos tendemos demasiado a sacar nuestras propias conclusiones". Emma asintió, "Jenny yo....., yo no quiero hacerlo p blico, alg n día sí, pero todavía no estoy preparada para eso, ¿te molesta?", dijo un poco avergonzada y apartando la mirada, era algo a lo que había estado dándole vueltas desde aquella mañana. Jenny sonrió y le obligó a mirarla, "yo sólo quiero estar contigo, si los demás lo saben o dejan de saberlo me da exactamente lo mismo. Mientras estemos juntas los demás no me importan. Eres alguien tan especial....." "Sólo cuando estoy contigo", susurro Emma mirándola amorosamente. Volvieron a besarse, dulce, tiernamente. Jenny abrazó a su novia y se recostó en el sofá, arrastrándola con ella, Emma se dejó llevar. Estuvieron así un rato, tumbadas, abrazadas, sin decir nada, simplemente disfrutando del momento, de la cercanía de aquellos dos cuerpos. Era lo nico que necesitaban para ser felices, estar juntas. " reo que deberíamos empezar a hacer la cena", murmuró la rubia.

" hhhhhhh, no..... estoy cansada, yo sólo quiero quedarme así, abrazaditas, dándote besitos", dijo, la joven de ojos azules mimosa y empezó a besar tiernamente el cuello de Emma. a joven rubia sonrió, "pero tenemos que cenar algo Jenny, tienes que acostumbrarte a comer bien, además no puedes entrenar todos los días durante horas y no comer". "Por favor, por favor, por favor.... ma ana empezaremos nuestra nueva y sana vida, te lo prometo. Mañana en cuanto lleguemos lo primero que haremos será cocinar eso que has comprado. Hoy vamos a quedarnos así, estoy tan bien, no puedo imaginar otro sitios en el mundo donde podría sentirme mejor, luego pedimos una pizza", volvió a insistir la joven casta a, abrazando más fuerte a su chica. Jenny ganó la partida, al poco rato lo nico que se escuchaba en la habitación eran, dos respiraciones profundas, tranquilas, acompasadas, se habían quedado dormidas la una en los brazos de la otra.

Capítulo 21 El comienzo de la temporada de Volley, se acercaba y Jenny se exigía más cada día. Entrenaba de tres a cuatro horas diarias. uando sus compa eras abandonaban el entrenamiento ella seguía y seguía hasta casi caer exhausta. Había días que llegaba a casa tan agotada que se tumbaba en el sofá, mientras Emma preparaba la cena, pero para cuando la joven rubia volvía su novia ya dormía plácidamente en el sofá. morosamente la tapaba con una manta y se acurrucaba junto a ella, dando gracias al cielo de que en aquella casa todo fuera tan grande y pudieran dormir las dos en el sofá. tros días hacían la cena juntas, la joven rubia estaba empe ada en cuidar la alimentación de su novia y las pizzas, las comidas preparadas y demás porquerías con la que acostumbraba a alimentarse la joven de ojos azules, habían desaparecido de su dieta. Jenny poco a poco, fue aprendiendo a cocinar. e encantaba meterse en la cocina con su chica y entre besos, caricias y bromas intentar cocinar alg n plato juntas. Cualquier cosa que hacían juntas a Jenny le parecía algo mágico y maravilloso.

El ST G, por su parte también ensayaba todos los días para la gran final de Berlín, a n quedaban cuatro meses, pero el tiempo pasaba muy deprisa y no querían que nada saliese mal. Descansaban sólo los fines de semana. aro y ara, ensayaban todos los días una hora menos y en esa última hora se juntaban con Jenny y el resto del equipo para entrenar. os fines de semana, las tres jóvenes se iban a correr por el parque, Emma las acompa aba, intentaba seguirlas, pero al final siempre terminaba tumbada, jadeante bajo alg n árbol contemplando el lago, esperando a que Jenny regresara y juntas paseaban por el parque durante un rato completamente enamoradas, antes de dirigirse a casa. Entre ellas dos se creó una complicidad y una conexión increíble, el invisible lazo que las unió desde el primer momento se hizo más y más fuerte. Su amor parecía inquebrantable, una mirada, un peque o gesto de una de ellas bastaba para que la otra supiera lo que quería, lo que necesitaba en cada momento. os intensos entrenamientos de Jenny dieron sus frutos y en los primeros partidos del equipo, demostró que no era la capitana por su estatus dentro de la universidad, se convirtió en la estrella del equipo por méritos propios, bloqueaba, remataba una y otra vez incansablemente durante todo el partido, aparecía por todas partes para levantar balones casi imposibles, con la consiguiente desaparición de los equipos rivales. demás era una líder sólida, mantenía unido y animado al equipo tanto en los momentos divertidos, como en aquellos de gran tensión. Todas se divertían mucho jugando y estaban muy unidas. Eso trajo que fueran ganando partido tras partido y que no se hablase de otra cosa en la facultad que de los éxitos del equipo de volley y de su capitana. En los primeros enfrentamientos, casi nadie acudía al campo para verlas jugar. Pero conforme los éxitos fueron llegando el público empezó a acudir en manadas para ver los partidos. Emma aquella inesperada admiración que profesaba toda la facultad por su chica, le resultaba bastante molesta. Sobre todo cuando tenía que escuchar de boca de algunos babosos durante los partidos lo buena que estaba, y que es lo que harían con ella, con aquel culo y aquellas tetas. Por más que Jenny le decía una y otra vez que a ella no le interesaba nada de lo que pudieran decir, que la amaba a ella, solamente a ella, que estaba locamente enamorada y que su corazón le pertenecía, Emma no podía evitar que los celos se la comieran, no podía soportar la idea de nadie más tocándola, poseyéndola ni tan siquiera en sueños.

Hasta el momento habían ganado todos los partidos, sólo quedaban dos para saber que equipo de su grupo, era el que pasaba a la segunda ronda, tenían que ganarlos los dos si querían conseguirlo. El ltimo era el más fácil, Jenny estaba segura de ganarlo sin demasiado esfuerzo. El que le preocupaba y no le había dejado dormir en toda la noche era el que jugaría aquella tarde. Se enfrentaban a las mejores, a las campeonas del torneo durante los dos ltimos a os, si ganaban tendrían verdaderas opciones de proclamarse ellas campeonas aquel ltimo a o. a joven de ojos azules sabía que iba a ser difícil, pero confiaba en sus posibilidades, además para aquellos dos partidos, contaban con ara y con aro, que eran muy buenas, se habían esforzado mucho y estaban en plena forma. Se movió inquieta en la cama. Ese movimiento despertó a Emma, mimosa se giró hacia su novia, la abrazó y se acurrucó junto a ella, "cari o ¿qué haces despierta?, es muy temprano", murmuró. "Perdóname, no quería despertarte, no puedo dormir", le susurro la joven castaña y le dio un tierno beso en la frente. Emma enseguida se dio cuenta de lo que no dejaba dormir a su chica, "¿estás preocupada por el partido?", preguntó desperezándose. "Un poco, pero tú sigue durmiendo", respondió Jenny. Emma cogió impulso y se puso a horcajadas encima de su chica, "¿cómo voy a seguir durmiendo, mientras mi preciosa chica, le da vueltas y más vueltas a su linda cabecita", dijo la rubia sonriente, "sois buenas Jenny, muy buenas y podéis ganar, lo sabes, solo concéntrate y da todo lo que tienes".

La joven castañas sonrió y de inclinó hacia adelante para dar un tierno beso a su novia. " demás cuando vean a la gran capitana del Pestalozzi, con esos ojazos, ese cuerpo de infarto, marcando culo y tetas con ese uniforme ce ido, caerán rendidas a tus pies", bromeo la rubia. Jenny no pudo evitar soltar una carcajada, "¡ larooooooo Emma!, como jugamos contra un equipo de lesbianas salidas que no les interesa ganar, sólo les interesa mirarme el culo y la tetas......", la miro pícaramente y continuó, sabiendo perfectamente el efecto que iban a causar

sus palabras en la rubia, "además......, ¿no te has fijado?, casi todas tienen un cuerpo de escándalo, unos brazos....., unas piernas....., unos culos.....". "¡Jenny!", protestó la rubia completamente indignada, "t cuando juegas......, ¿te fijas en otras mujeres?". "¿T cuando vienes a vernos no?", preguntó la casta a, haciéndose la sorprendida, "hay algunas que están tremendas, que las cogería y...” "¡¿ qué?!", preguntó la rubia empezando a molestarse. l ver la cara de indignación, reproche y sorpresa, por parte de su novia Jenny no aguantó más y soltó una sonora carcajada. "¡Eres tonta!", dijo la rubia al darse cuenta de que todo era una broma, y empezó a hacerle cosquillas. Jenny gritó, se revolvió y comenzaron una guerra de cosquillas, durante unos minutos estuvieron, gritando, riendo sobre la cama en una terrible lucha por obtener el control. Finalmente Jenny pudo dominar a Emma, se puso a horcajadas sobre ella y sujetó firmante sus brazos por encima de su cabeza. mbas se miraban a los ojos, y respiraban pesadamente. " uantas veces tengo que decirte, que solo te amo a ti", dijo la joven de ojos azules inclinándose buscando los labios de su amada, los encontró entre abiertos esperándola, sus lenguas se rozaron levemente. "Que estoy loca por ti", esta vez el beso fue un poco más largo, sus lenguas empezaron a jugar tímidamente. "Que sólo tengo ojos para ti", sus labios volvieron a juntarse, Emma gimió al sentir como la lengua de su novia volvía a introducirse en su boca lentamente en busca de la suya. "Que lo eres todo para mí", volvió a besarla, Emma no pudo resistir más, se soltó de las manos

de Jenny y atrapó la cabeza de su chica, antes de que volviera a retirarse, embistió con su lengua su boca y la beso feroz y apasionadamente. "¡Emma!", murmuro Jenny sorprendida al separarse al tomar aliento. a rubia la obligó a quitarse de encima suyo y tumbarse a su lado, volvió a besarla esta vez con más pasión, su lengua de fuego volvió a introducirse en su boca juntándose ambas otra vez, se separaban, se juntaban, dibujaban círculos en su boca, cada vez con más ansia, con más pasión. a cabeza de Emma presionó más la boca de su novia contra la suya, intensificando más el beso y sus manos recorrieron todo su cuerpo, se besaron una y otra vez sin parar, con pasión con deseo, con lujuria, mientras la temperatura de los cuerpos subía más y más. Se separaron sin aliento, Jenny miraba a su novia completamente sorprendida por aquel inesperado arrebato de pasión. "Jenny.....", Emma iba a decirle que estaba preparada, que había llegado el momento, que la deseaba con locura, pero en aquellos momentos sonó el despertador, "te amo", dijo la rubia algo decepcionada. " yo a ti", contesto la joven casta a, la beso y saltó con energía de la cama, "me tengo que ir", dijo mientras se dirigía a la ducha. "¡ i se te pase por la cabeza que vas a irte sin desayunar!", le gritó la rubia. "Si mama", contesto Jenny desde el cuarto de baño. Desayunaron juntas, se despidieron con un largo beso y Jenny se dirigió hacia el campo, habían quedado en concentrarse unas horas antes para prepararse mejor para el partido. legó la hora del partido, el campo estaba a rebosar. Emma y el resto del ST G, habían ido pronto para coger un buen sitio desde el que poder ver el partido sin perderse detalle. a rubia estaba sentada al lado de uzi, estaba muy nerviosa, se retorcía en su asiento sin parar. Por fin las jugadoras salieron al campo y el p blico estalló, todas estaban muy serias y

concentradas, Jenny tenía algo en la mirada que la hacía especialmente bella, Emma suspiro, ¿cómo había sido capaz de aguantar tanto si se moría por ella?-. as dos capitanas se saludaron y sortearon, Jenny eligió campo sorprendiendo a todos. Emma sonrió, sabía perfectamente porque lo había hecho. Su novia se esperaba un partido largo, a cinco sets. Las dos habían pasado horas y horas en aquel campo durante los ltimos meses y ambas sabían que cuando el sol empezaba a caer había una parte del campo que molestaba ligeramente a la vista. Jenny no quería contar con esa desventaja en el último set. Fue un partido durísimo, a muerte, ninguno de los dos equipos conseguía distanciarse por mucho que lo intentaban. Todo el equipo de Pestalozzi jugó increíblemente bien, pero sobre todo Jenny, Caro y Lara. Hacían recepciones increíbles, corrían de un lado al otro del campo levantando balones imposibles, se levantaban las tres como una montaña por encima de la red bloqueando remates y remataban y remataban sin cesar consiguiendo puntos fantásticos. omo la joven de ojos azules había vaticinado, llegaron al quinto set, fue durísimo, con un terrible esfuerzo y un gran desgaste consiguieron llegar al punto veinticinco, tenían la oportunidad de ponerse veinticuatro, veintiséis y ganar el partido. Jenny miró a su equipo, estaban exhaustas sus rivales, parecían mucho más frescas. Tenían que ganar el punto o estarían perdidas. Pidió tiempo para darles un peque o respiro y animarlas para dejarse todo en aquel punto, para sacar fuerzas de donde fuera y hacer el último esfuerzo. Emma miraba a su chica ensimismada, veía como con su seguridad y su confianza iba dando fuerzas al equipo, cuando Jenny terminó de hablar los ojos de todas brillaban con rabia y pundonor, lucharían a muerte por aquel punto. Volvieron al campo, Jenny buscó a su novia con la mirada necesitaba verla, inmediatamente la encontró, durante unas milésimas de segundo sus ojos se encontraron, Emma la sonrió y asintió con la cabeza dándole ánimos, la capitana se mordió el labio inferior, apretó los puños y se colocó en su puesto. Se hizo un silencio sepulcral, la gran jugadora del equipo rival se dispuso a sacar, durante el partido ya les había ganado muchos puntos con sus potentes y perfectos saques. os ojos de Jenny no se apartaban de la pelota, en aquellos momentos solamente existían ella y el balón, tenía que levantar el saque.

a jugadora rival se elevó, golpeó fuertemente en balón hacia el lado contrario de donde Jenny lo esperaba, pillándola a contra pie haciéndole prácticamente imposible llegar a él. La joven de ojos azules recuperó rápido su posición y corrió hacia donde se dirigía el balón, unos segundos antes de que este tocase el suelo, Jenny se lanzó en plancha hacia el suelo y consiguió levantar aquel balón casi milagrosamente. Lara corrió hacia él y a duras penas consiguió ponérselo a aro para que rematase a placer, esta tomó impulso, se alzó y con una fuerza descomunal colocó el balón en el nico lugar donde nadie podía llegar. Jenny desde el suelo vio botar el balón en el campo rival. El punto era suyo. Todo el campo estalló en un griterío casi insoportable, Luzi y Emma se abrazaron casi llorando de emoción. Todo el equipo se lanzó a por su capitana, la ayudaron a levantarse y llorando emocionadas se dieron un gran abrazo. Había sido un partido terrible, pero el esfuerzo mereció la pena. uando por fin Jenny pudo apartase un segundo para coger aire, sus ojos se encontraron con los de Emma, ambas se miraron sonrientes y emocionadas, sin poder apartar la mirada la una de la otra, hasta que el resto del equipo la arrastro hacia los vestuarios para empezar con la celebración. En aquellos momentos Emma pensó que lo imposible había ocurrido, pensaba que no se podía estar más enamorada de lo que ella estaba de Jenny, pero en aquellos momentos sintió que se enamoraba a n más. Su corazón latía rebosante de amor por Jenny, cada latido de aquel corazón embriagado de amor era por Jenny. Hubiese dado todo lo que tenía por estar en aquellos momentos entre sus brazos, disfrutando de sus caricias y de sus labios. "Vamos al P , aro dijo que si ganaban irían a celebrarlo ahí", escuchó que le decía Luzi. egó con la cabeza, aquel era el momento de Jenny y sabía que si ella iba, su novia no iba a hacer otra cosa que estar pendiente de ella y por mucho que desease estar con ella de si momento, quería que disfrutase de la victoria, había trabajado mucho para conseguirla. a rubia llegó a su casa, hacía meses que no pasaba una noche sola, siempre había disfrutado de la soledad hasta que apareció Jenny en su vida, desde entonces sólo disfrutaba teniéndola a su lado. Se sintió sola, hacía unas horas que habían estado juntas pero ya la añoraba terriblemente. on un suspiró, se dio una ducha rápida, se puso el pijama y se tumbó en el sofá. Un rato después llamaron a la puerta, se sobresaltó, no esperaba a nadie. Sigilosamente, se encaminó hacia la puerta y miró por la mirilla, Jenny la sonrió desde el otro lado, llevaba una pizza y un

DVD en las manos. Increíblemente feliz se apresuró a abrir la puerta, "¿qué haces aquí?, deberías estar celebrando que has sido la estrella del partido". Jenny sonrió, "pizza, más película romántica, más mi novia es igual a velada perfecta. ¿Se te ocurre una manera mejor de celebrarlo?", dio un piquito a su chica en la boca y se introdujo en la casa. Dejo la pizza en la mesa y Emma se abalanzó sobre ella, "te amo tanto, estoy tan orgullosa de ti", dijo mientras la tomaba por la cintura y besaba tiernamente, se besaron una y otra vez durante unos minutos. " o podía imaginarme una noche sin ti", dijo la joven de ojos azules al separarse mientras le acariciaba la mejilla, "pero ahora estoy muerta de hambre, por favor pon la película mientras yo traigo la bebida". uando lo tuvieron todo listo, se acomodaron en el sofá, le dieron al play y se dispusieron a disfrutar de una velada romántica, una velada que ninguna de las dos olvidaría jamás.

22 Hacía un rato ya que ninguna de las dos hacía ning n caso a la película, se habían colocado una frente a la otra en el sofá y se besaban dulcemente una y otra vez. Continuamente sus labios y sus lenguas se separaban para volver a juntarse al segundo siguiente. Jenny tenía los ojos cerrados, en aquellos momentos no estaba allí; se encontraba en un mundo paralelo disfrutando plenamente de las increíbles sensaciones que le estaban produciendo esos besos; sintió como los labios de Emma se separaban lentamente de los suyos, besaban dulcemente su mejilla y se dirigían poco a poco a su oreja; un suspiro salió de su boca cuando aquellos labios ardientes se cerraron en su lóbulo, con cada lametón con cada peque o mordisco, su cuerpo se veía sacudido por pequeñas y placenteras descargas eléctricas. Sintió como esos labios causantes de tanto placer, abandonaban su oreja y se desplazaban hacia su cuello; no dejaban ni un peque o hueco sin besar, aquella lengua que causaba estragos en su

boca subía y bajaba una y otra vez por su cuello; enviando a Jenny al paraíso, estaba flotando en su pequeño mundo. os labios de la rubia siguieron bajando por su torso desnudo, no era consciente de cuando Emma le había quitado la camisa ni el sostén, sólo cuando escuchó su intenso gemido salir de su boca al sentir los dientes de su novia en su pezón, fue consciente de lo que estaba pasando. brió los ojos, cogió con ambas manos la cabeza de su amada y con respiración entrecortada le dijo; "cari o, como no pares ahora, no voy a ser capaz de contenerme". Emma sonrió, "no quiero que te contengas, quiero que seas mía". " o soy tuya. Creo que fui tuya desde el primer momento en que te conocí y seré tuya hasta el último día de mi vida", susurro Jenny. quellas palabras aumentaron más si cabe el deseo de Emma, se levantó del sofá, tendió la mano a aquella mujer que tanto amaba, y entre besos y caricias la llevó hasta su cuarto. Se detuvieron junto a la cama, besándose tiernamente una y otra vez, sus lenguas se juntaban y se acariciaban dulcemente en sus bocas. Jenny comenzó a desabrochar la blusa de su novia tímidamente, con manos temblorosas, temiendo estar so ando y poder despertar en cualquier momento. entamente se deshizo completamente de esa prenda y la tiró al suelo. omenzó acariciar la espalda de su amante de arriba, abajo ara ándola dulcemente, desabrochó su sostén y lentamente lo fue bajándolo por sus brazos hasta dejarlo caer al suelo, atrajo el torso desnudo de la rubia contra el suyo y comenzó a mecerla lentamente, cuando sus pechos se juntaron y sus pezones endurecidos se rozaron, Emma no pudo reprimir un gemido al sentir aquellos senos duros como rocas acariciando los suyos. Siguieron besándose, cada vez más apasionadamente, sus lenguas peleaban en sus bocas, moviéndose en círculos, de arriba abajo, rozándose, en una lucha sin cuartel por mantener el control la una de la otra, el tiempo y el espacio dejaron de existir y el mundo se detuvo nuevamente. Sólo existían ellas dos en su peque o universo, buscando el éxtasis total, el placer infinito, entregando sin reservas su corazón y cuerpo a la persona que tanto amaban. Emma tumbo a Jenny en su cama, y empezó a recorrer su cuerpo con sus labios, besó sus ojos, su cara, su cuello, chupó, mordió, beso su oreja, todo ello lenta y dulcemente, sin prisas, disfrutando de cada instante de cada sensación que le aportaban los suspiros de placer de su amada.

Bajo su boca hasta su cuello, lo besó lo lamió, lo mordió con la presión justa para no dejar marca, pero si causarle a Jenny un gran placer, no dejó ni un sólo milímetro de aquel cuello sin besar tiernamente, notaba como la respiración de su novia se agitaba. Siguió paseando su lengua por el cuerpo de su chica, hasta llegar a sus pechos, completamente hinchados y endurecidos, con la puntita de su lengua comenzó a chupar lentamente uno de sus pezones, mientras que sus manos se aferraron a sus dos senos, presionándolos firmemente y comenzaron a masajearlos una y otra vez. Jenny gimió, agarro la cabeza de la joven rubia y la presionó más a su cuerpo, intentándole decir sin palabras que era lo que quería, lo que necesitaba. Emma lo sabía, pero no iba a proporcionárselo tan rápidamente, quería regalarle el placer infinito. Siguió chupando gustosamente y jugando con su lengua con aquel pezón que cada vez se endurecía más y más, Mientras, sus manos seguían amasando firmemente sus dos pechos, cuando el pezón estuvo tan hinchado y tan duro que parecía que iba a estallar lo dejó descansar y se dispuso a darle al otro el mismo tratamiento. La joven rubia podía notar como el corazón de su amada latía desbocado en el pecho, y su respiración se agitaba más y más, decidió que ya la había castigado demasiado y atrapó con sus dientes aquel pezón erecto, a la vez que levantaba la vista hacia su amante, lo que vio elevó su excitación hasta límites insospechados. Jenny gimió fuertemente, cerró los ojos, apretó los labios, elevo sus manos por encima de su cabeza y agarró fuertemente con ambas manos la almohada, todo su cuerpo se estremeció y sus caderas se encorvaron, la rubia comenzó a morder, lamer, succionar, ambos pezones, mientras su novia gemía y se retorcía en la cama sin parar. Sin dejar de atender aquellos pezones, la rubia bajó sus manos acariciando con la yema de sus dedos el abdomen de su novia hasta llegar al botón de sus tejanos, la joven castaña puso su mano sobre la suya y la detuvo. "¿Estas segura?", susurro con un hilo de voz. "Jamás había estado tan segura de nada", respondió la rubia con la voz entrecortada.

Jenny retiró su mano y cerró los ojos, Emma desabrochó el botón a la vez que su boca abandonaba aquellos pechos y bajando por su abdomen se encaminó a descubrir la piel hipersensible que iba dejado al descubierto el pantalón, beso cada centímetro de sus muslos, sus rodillas, mordisqueó todos y cada uno de los dedos de sus pies. uando la nica prenda que quedaba cubriendo el cuerpo de la joven casta a eran sus braguitas, la lengua de Emma volvió a hacer aquel camino a la inversa, al llegar a las rodillas, Jenny abrió más las piernas, y la joven rubia introdujo la cabeza entre ellas. Besó una y otra vez la cara interior de los muslos de su chica, lentamente, lamiéndolos sin parar, cuando llegaba a milímetros de su sexo y notaba como la pelvis de Jenny se adelantaba mostrándose deseosa ante ella, la rubia volvía a retirarse, no sin acariciar su sexo levemente con su nariz. Jenny estaba a punto de perder el sentido, se aferraba a la almohada fuertemente, desesperada por sentir la boca de Emma en aquel lugar cálido y palpitante de su cuerpo, respiraba rápida y costosamente, todo su cuerpo ardía de deseo, ya no controlaba el ritmo de sus caderas que se contorsionaban inquietas sobre la cama. Emma, volvió a acercarse lenta y peligrosamente al sexo se Jenny, sin previo aviso lo atrapo fuertemente con su boca, Jenny gritó y todo su cuerpo tembló. Emma sintió la humedad que emanaba de la vagina de su amante a través de sus bragas, estaban totalmente empapadas. omenzó a morder y a lamer su sexo, por encima de aquella prenda, embriagándose con aquel aroma dulzón que desprendía, impregnándose la boca de aquella sabrosa humedad, llenándose de ella. as caderas de Jenny embestían su boca una y otra vez implorando más. a joven rubia la miró, tenía el rostro descompuesto, se aferraba desesperadamente al cabecero de la cama, gemía sin parar, tenía todo el cuerpo ba ado en sudor, Emma decidió que había llegado el momento de poner fin a aquel dulce castigo. Lentamente se deshizo de las bragas de su novia y dirigió su boca a aquella palpitante e hipersensible zona que tanto la deseaba. hupo toda su vagina, Jenny gimió a n más fuerte, con sus dedos abrió los labios en busca de su preciado tesoro, lo encontró esperándola abultado y vibrante, lo atrapó presionándolo con sus labios, la joven de ojos azules volvió a gritar y un gran temblor recorrió todo su cuerpo. Emma, lo succionaba, lo mordisqueaba, lo lamía con la misma ansia y el mismo placer con el que se lame el primer helado de la primavera, chupaba y chupaba sin parar, pasó sus manos por sus nalgas y las presionó a n más a su cara, siguió chupando y chupando, cada vez más y más rápido.

Jenny no podía parar de gritar, gritaba y gritaba sin parar, jadeaba, arqueaba una y otra vez sus caderas, ella jamás había sentido nada parecido, pequeños temblores y escalofríos recorrían todo su cuerpo. Emma dejó su clítoris e introdujo rápidamente su lengua en su vagina, de la garganta de la joven castaña se escapó un gemido que retronó en la habitación, sin poder evitarlo clavó sus u as en la espalda de su amante. a rubia gritó, acababa de sentir el dolor más intenso y placentero que había sentido nunca. a rubia presionaba con sus manos las nalgas de Jenny, haciendo a n más fuertes las acometidas de sus caderas, metía y sacaba su lengua de Jenny sin descanso, una y otra vez, aquellas paredes se contraían y se dilataban cada vez con más fuerza. Jenny sintió como un calor y una humedad desconocidos hasta ahora por ella, crecían en su bajo vientre, -no todavía no-, pensó, deberían hacerlo juntas. Tomo la cabeza de una sorprendida Emma, llevándola hasta su boca y besándola apasionadamente, saboreando gustosa su propia humedad. Se separaron unos segundos, " hora me toca a mí", le susurro entre besos, giró sobre sí misma y se puso sobre su ardiente amante. Sus bocas volvieron a unirse y sus lenguas se entrelazaron, volviendo a explorar sus cavidades bucales, pasándose el aliento mutuamente, besando con una profundidad de la que Emma nunca se había imaginado capaz, Jenny la volvía loca, despertaba un fuego en ella que era imposible de controlar. Jenny besó el cuello de Emma con delicadeza, lamiéndolo lentamente, llego a su oreja, la besó, la lamió una y otra vez, mientras le susurraba cuanto la amaba, las yemas de sus dedos acariciaban sus mejillas, sus labios, la joven de ojos azules mordía el lóbulo de su oreja, sin dejar de susurrarle tiernamente todo lo que sentía por ella, la rubia cerro los ojos y suspiró, quería sentir, sentir aquel cumulo de sensaciones que tan solo esa mujer a la que tanto amaba era capaz de proporcionarle. a joven casta a dejó la oreja de su novia, para bajar con pequeños besos por el cuello hasta los senos, empezó a estimular los pezones con su lengua, mordisqueando, lamiendo succionando uno y otro con deliberada lentitud, amasándolos delicadamente con ambas manos. Emma comenzó a respirar más fuerte, era su primera vez y todas aquellas maravillosas sensaciones eran nuevas para ella, su novia lo sabía y actuaba con la máxima dulzura y delicadeza. Besaba una y otra vez sus pechos, jugaba delicadamente con sus pezones, sin

cansarse de decirle y demostrarle que era la mujer de su vida. a rubia notaba como todo su cuerpo ardía de una forma deliciosa, estaba entrando en un éxtasis total, era como vivir un sue o, lo que estaba sintiendo era un sue o, pero con la consciencia de que era real, de que no terminaría nunca, que estarían juntas hasta el final de sus días. Jenny deslizó su mano hacía el interior de los blanquísimos muslos de su amante, que permanecían cerrados. a rubia inmediatamente los abrió dándole libre acceso a ella. La joven de ojos azules, bajó hasta la altura de su vagina y puso las piernas de Emma sobre sus hombros, para después besar la parte interna de los muslos y saborear también las zonas más cercana a su entrepierna, separó con sus manos los labios de la vagina para poder lamer con su lengua de arriba abajo aquel sexo completamente humedecido, saboreo gustosa la humedad de su amante en su boca.

Emma comenzó a suspirar y a moverse inquieta en la cama. a lengua de Jenny lamió una y otra vez, la palpitante entrepierna de su novia, se detuvo en el lugar exacto donde estaba el clítoris, era como un bombón para su golosa lengua. o beso con ternura, lo presionó suavemente entre sus labios, lo succionó, lo lamió gustosa una y otra vez, mientras sus manos masajeaban tiernamente sus pechos. a rubia comenzó a moverse desbocadamente y Jenny lamió con más fuerza, Emma le tomó la cara con las manos apretándola a n más contra su sexo, mientras gemía y gemía sin parar, movía sus caderas con rapidez, sentía una imperiosa necesidad de sentirla dentro, su vagina palpitaba ansiosa esperando impaciente ser invadida por primera vez. a joven de ojos azules supo que había llegado el momento, sacó su cabeza de entre las piernas de su chica y fue en busca de sus labios, se enfrascaron en un apasionado beso. Una de sus manos sustituyó a su boca, introdujo dos de sus dedos en la vagina de Emma, estos se deslizaron con increíble facilidad, estaba chorreando. Al sentir por primera vez los dedos de su novia dentro suyo, Emma gritó, cerró las piernas, se giró y se abrazó fuertemente a ella pegando su cuerpo al suyo. Jenny alarmada paro todo movimiento, "¿Estás bien cari o?".

Emma no era capaz de decir nada.

" mor... ¿te he hecho da o?", susurro Jenny cada vez más preocupada. a rubia la miró con los ojos desorbitados, los cerró y empezó a moverse rítmicamente, poco a poco, mientras que de su boca salían pequeños y constantes gemidos. La joven castaña sonrió y adapto el ritmo de sus dedos a las caderas de su amante, los metía y los sacaba lentamente, haciendo que el cuerpo de la rubia se estremeciera una y otra vez. as caderas de Emma acometían lentas pero firmes la mano de su amante, cada vez que aquellos dedos la invadían, una descarga eléctrica recorría todo su cuerpo y un intenso fuego iba creciendo en su interior. Quería más, necesitaba más y más placer, sus movimientos se hicieron más rápidos y sus gemidos pasaron a ser jadeos, llevó la mano libre de su amante hacia uno de sus pechos y la obligó a masajearlo fuertemente, atrapó sus labios con su boca y la besó con una lujuria y un deseo desbordados. a no necesitaba a la Jenny dulce y cari osa, ahora necesitaba que la penetrara salvajemente. Su novia lo entendió al momento y empezó a meter y sacar sus dedos cada vez más fuerte, los metía y los sacaba sin parar, una y otra vez, más y más rápido. Introdujo su pierna entre las de Emma para hacer más presión, y la embistió ferozmente, mientras masajeaba su pecho casi dolorosamente. Emma gritaba, sus caderas acometían violentamente contra la mano de su dispuesta amante, su cuerpo sudoroso estaba descontrolado, galopaba salvajemente sobre aquella mano, gritaba y gritaba sin poder parar, estaba a punto de alcanzar el clímax total, el placer infinito, algo que no podía llegar a imaginarse que se pudiera sentir. omenzó a sentir tensión de sus m sculos vaginales y un gran calor en su vientre, supo que aquella increíble, maravillosa y mágica sensación a la que llamaban orgasmo estaba cerca. "Jenny no puedo más......, cari o no......", no pudo continuar, sus muslos empezaron a temblar, su vagina se contraía y dilataba cada vez más y más rápido, todo su cuerpo sufría peque as y placenteras descargas eléctricas, mientras ella cabalgaba sin parar sobre aquella mano que la estaba llevando directamente al paraíso. Jenny paró, sacó lentamente los dedos de la vagina de su excitada novia, se incorporó en la cama pasó su pierna debajo de las nalgas de Emma, y acercaron sus sexos. a rubia empujó y ambas vaginas quedaron unidas en un beso h medo, mezclando los jugos y los aromas de ambas, Emma suspiró fuertemente.

Comenzaron a mover las caderas, frotándose y empujándose la una a la otra. El calor que emanaban las quemaba, pero querían continuar, los clítoris se estimulaban mutuamente. as caderas comenzaron a moverse más y más rápido, y las embestidas fueron más violentas, el momento se aproximaba. Sus sudorosos cuerpos temblaban, sus vaginas se estremecían y latían descontroladas, de sus bocas salían ruidosas y apasionadas respiraciones, jadeos, gemidos, ambas jóvenes se aproximaban al clímax total jurándose una y otra vez con voz entrecortada amor eterno. Gemían y gemían sin parar, una tremenda explosión sacudió a las dos amantes, el orgasmo les llegó casi al mismo tiempo, gritaron, sus cuerpos se convulsionaron y estremecieron, todos sus músculos se tensaron, para al momento relajarse, un intenso escalofrió recorrió sus cuerpos. Se recostaron en la cama, con las vaginas a n cercanas, sintiendo que la humedad de ambas a n fluía, humedeciendo las sábanas de la cama Ambas estaban exhaustas, rendidas, jadeantes, sudando. as dos se encontraban en su peque o y mágico mundo, procesando a n todas aquellas nuevas sensaciones que acababan de sentir, todos aquellos increíbles sentimientos que las habían embriagado. Había sido más hermoso de lo que ninguna había podido so ar, se sentían flotando en el universo. Jenny fue la primera en recuperarse, rápidamente se cambió de posición y se tumbó junto a su a n jadeante novia, le acarició tiernamente su sonrojada mejilla, "¿estás bien?", susurró. Emma la miró, asintió y sonrió, "te amo tanto, me haces sentir tan especial...". Jamás se había sentido mejor, se sentía en paz, llena, completa, entera. Dicen que todos tenemos nuestra otra mitad, en algún lugar y que muy poca gente logra encontrar a su verdadero otro yo, pero Emma estaba segura de que ella la había encontrado, Jenny era su otra mitad, su complemento, era su vida, sabía que sin ella todo terminaría.

"Eres especial, te amo con locura", murmuro la joven de ojos azules, mientras se acercaba a besarla tiernamente. "Jenny, prométeme que no me dejarás nunca, que siempre estarás a mi lado". " ada ni nadie podrá separarnos jamás, te lo prometo". No dijeron nada más, se abrazaron en silencio, felices, enamoradas, disfrutando de aquel bello

momento hasta que el sueño las venció.

Capítulo 23 A la mañana siguiente Jenny se despertó cuando los primeros rayos de sol entraron por la ventana de la habitación, le tomó unos segundos darse cuenta de dónde estaba y especialmente de cómo había llegado allí. Poco a poco abrió los ojos, bostezó, se estiró, no podía recordar la última vez que durmió tan bien, tan profundamente y sabía perfectamente cuál era el motivo, recordó cada segundo de la noche anterior, una gran sonrisa se dibujó en su rostro. "Buenos días", susurró Emma desde el lateral, Jenny se volvió hacia ella y le dio un breve beso, lo que le trajo aún más a su memoria la noche anterior. Se quedaron en silencio, mirándose durante un rato, rememorando las dos los bellos momentos vividos hacia unas horas. Después de algún tiempo, la mano de Jenny salió de debajo de la manta y llevó su dedo índice sobre el labio inferior de su novia, lo acarició suavemente. Emma de inmediato cerró los ojos y disfrutó de las sensaciones que le producía aquel tacto suave, sobre sus labios. "Eres tan especial....", susurro. "Sólo cuando estoy contigo", le respondió la rubia. "Lo de ayer por la noche... fue muy hermoso", dijo Jenny, "fue maravilloso, yo jamás había.... jamás había sentido algo así, pero quiero que sepas que no lo planeé, no quiero que pienses que vine para ello". Emma la miró sorprendida, "Jenny, si no recuerdo mal la última noche, yo comencé a besarte, yo te busqué....". "Sin embargo Emma, no voy a decir que lo lamento, pero no estoy segura de sí era el momento", insistió Jenny. Eso fue demasiado para Emma, se acercó a ella y le dio un largo e intenso beso, se dio cuenta enseguida de como el cuerpo desnudo de Jenny reaccionó ante aquel beso y se retiró un poco para no perder el control otra vez.

"Yo no lo lamento en absoluto, y si era el momento, he sido una idiota por permitir que mis dudas y mis miedos lo hayan retrasado tanto. Estoy completamente feliz por todos los momentos que compartí ayer contigo, y espero poder vivir junto a ti muchos de esos momentos", las mejillas de Emma se tiñeron de rojo. Jenny le lanzó una gran sonrisa pícara, se mordió el labio inferior y dijo "Bueno.....entonces podríamos empezar de inmediato con los próximos momentos" y empezó a acariciar a su joven amante. Emma sonrió, y comenzó a besarla fogosamente, acariciando todas las partes de su cuerpo, no deseaba nada más que poseerla una y otra vez. Un terrible ruido que casi hace que Jenny cayese de la cama las sobresaltó, "¡Mierda, el despertador!". Jenny gruño decepcionada y apagó el despertador, "supongo que esos momentos tendrán que esperar", suspiró. La joven de ojos azules se sentó de espalda a su chica en la cama, con el reloj en la mano, "esto es una antigüedad ya.... recuérdame que te regale un despertador", murmuró. Emma se acercó a ella por la espalda, la pillo completamente desprevenida, comenzó a besar su omóplato, pasó su lengua por su columna vertebral hasta llegar al final de su espalda, deshizo el camino y volvió a subir, Jenny suspiró. La joven rubia lamió su cuello, posó ambas manos sobre sus pechos y comenzó a masajearlos firmemente, la respiración de la joven de ojos azules y su corazón empezó a latir desbocado en su pecho. La rubia pellizcó sus pezones, la joven castaña, respiraba más y más rápido y su pelvis empezó a moverse inquieta. Emma alternaba con ambas manos entre masajear sus pechos y pellizcar sus pezones, mientras con su boca y con su lengua mordía y lamia incesantemente su lóbulo de la oreja, Jenny se echó hacía atrás, apoyando su totalmente desnudo en el de su amante, jadeaba y su pelvis se movía incontrolada de adelante hacia atrás. La rubia la tenía a su merced, su mano derecha dejo el pecho de Jenny y bajo lentamente por su estómago hacia su sexo, ella abrió las piernas dándole la bienvenida. Emma enseguida noto lo húmeda que estaba y las palpitaciones en su vagina, así que sin previo aviso introdujo dos de sus dedos dentro suyo, Jenny lanzo un alarido de placer, los dedos de la

rubia empezaron a moverse rápidamente, mientras su pelvis arremetía con fuerza su mano. La boca de la joven de ojos azules, sólo repetía una palabra una y otra vez, "¡Emma!, ¡Emma!, ¡Emma!" gemía y susurraba, había perdido el control. Su cuerpo se convulsionó mientras lanzaba un profundo gemido. Exhausta dejo caer su cuerpo sudado y tembloroso en los brazos de su amada, mientras le susurraba con voz entrecortada, "Dios Emma te amo, me vuelves loca". Emma giro la cabeza de su novia hacia ella y la besó tiernamente, era completamente feliz en aquellos momentos. Cuando se repuso un poco, Jenny se giró y empujo a Emma sobre la cama y se tumbó encima suyo, había notado el calor que emanaba de la entrepierna de Emma en su espalda y los evites de sus caderas contra ella mientras la penetraba, sabía que su novia estaba completamente excitada. Comenzó a besar todo su cuerpo, Emma agarro su mano y la condujo hacia su sexo, era ahí donde la necesitaba, Jenny comenzó a morder sus pezones mientras su mano le acariciaba el sexo, Emma empezó a suspirar. "¡Mierda!" exclamó la rubia de repente, Jenny la miró asustada "¡la entrevista de evaluación con Göetinng, la tengo a primera hora, no puedo llegar tarde. Fastidiadas, saltaron de la cama, se ducharon, desayunaron y se dirigieron a la escuela. La reunión con profesor duró tan sólo diez minutos, después la rubia volvió a clase, no podía concentrarse, sólo Jenny ocupaba su mente, los dos últimos días habían sido los más maravillosos de toda su vida. Ella no se lo podía creer, estaba con Jennifer Hartman. La chica más popular y deseada de toda la universidad era suya. Se habían besado, acariciado, abrazado y finalmente habían hecho el amor. Había vencido todos sus miedos, sus dudas y se acostado con Jenny, instintivamente una gran sonrisa de felicidad apareció en su rostro. Estaba muy emocionada pensando en los acontecimientos que se avecinaban, dentro de cinco días, haría seis meses que se conocían y quería celebrarlo de una manera especial, además ese día coincidía con el último partido de la primera ronda, del campeonato de Jenny, que estaban seguras de poder ganar, lo que les daba otro motivo de celebración . Al día siguiente era su cumpleaños, y sospechaba por los cuchicheos entre Jenny, Lara, Caro y Luzi, que le estaban preparando una fiesta sorpresa. Y finalmente el fin de semana siguiente el STAG, viajaría a Berlín, para disputar la final del concurso nacional, Jenny viajaría con ellos pero al terminar ellas dos pasarían el fin de semana juntas en Berlín. Tenían ante ellas dos semanas muy intensas. La primera semana, durante el día casi ni se vieron, el equipo de volley entrenaba sin descanso y el STAG, dedicaba horas y horas a preparar su actuación. Únicamente coincidían en clase del Sr.

Goëtting y de la Srta. Vogel y durante aquellas horas, ambas se perdían en su pequeño universo aprovechando cualquier pequeña excusa para una caricia, para fundirse durante minutos en penetrantes miradas, o declararse su amor por escrito una y otra vez. Aprovechaban cualquier pequeño momento a solas en los vestuarios, en los lavabos para fundirse en tiernos y apasionados besos. Por las noches dormían juntas, al llegar a casa, tomaban una cena ligera, antes de acostarse, veían una película o se sentaban en el jardín y se pasaban horas hablando, hasta que entre bromas, caricias y besos caían rendidas en el lecho. El viernes decidieron dormir separadas, al día siguiente Jenny tenía que viajar temprano a Dortmund para jugar el partido y necesitaba descansar. Al salir de la universidad, fueron a cenar a un pequeño y romántico restaurante italiano a orillas del río. Pasaron una velada increíble, hablando de su futuro, de sus proyectos de sus sueños. De sus brillantes ojos salían chispas de amor y emoción. Estaban locamente enamoradas y tenían todo el tiempo del mundo para hacer realidad aquellos sueños, empezarían por viajar descubriendo juntas aquellas ciudades de ensueño, Paris, Roma, Viena, Barcelona, Lisboa, Londres..... Se había hecho bastante tarde, pidieron la cuenta y resignadas se dirigieron al coche. Jenny llevo a la rubia a su casa. "¿De verdad que no quieres subir ni cinco minutos?", volvió a preguntar Emma. "Emma, sabes que si subo no voy a ser capaz de marcharme", contestó la joven de ojos azules. "Pero....", intentó protestar la rubia, pero su chica calló su boca poniendo sus labios sobre ella. "Te prometo que a partir de mañana, seré toda tuya las veinticuatro horas del día", le susurro la joven castaña al separarse. "Pero....", volvió a intentarlo la rubia. Su novia la acalló de la misma manera. Estuvieron besándose una y otra vez, acariciándose, con anhelo, con desespero como si no fuesen a verse en años, finalmente Emma cedió. "Te amo y te voy a echar terriblemente de menos esta noche", le susurro mientras le acariciaba la mejilla.

"Y yo a ti", respondió Jenny. Se dieron el último beso, y Emma salió del coche, al llegar al portal escucho como la llamaba. "¡Emma!", gritó Jenny mientras se acercaba corriendo hacia ella. La rubia se giró, sin decir una palabra, Jenny la apoyó suavemente contra la puerta del portal y le dio un largo beso, "estoy deseando que sea mañana para poder hacerte el amor", murmuro contra sus labios. Emma la tomó por la cintura y la atrajo más hacia ella. Inmediatamente se volvió a encender aquel calor tan familiar en sus cuerpos. Jenny agarró con sus manos la mejilla de su novia y profundizó más en el beso. Le mordió ligeramente el labio superior y sintió el tacto suave y aterciopelado entre sus dientes, su lengua presionó suavemente intentando introducirse en su boca, inmediatamente encontró el hueco y se juntó con su compañera. Emma, puso sus manos en las nalgas de su ardiente amante y la apretó aún más hacia ella, el calor se había convertido en fuego y el incendio que crecía en su entrepierna sólo se podía apagar de una manera. Jenny echó ligeramente la cabeza hacia atrás, pero Emma la siguió inmediatamente para que volviera a ella. No quería parar, la deseaba, ella cedió y mordió ligeramente el labio inferior Emma gimió y sintió la sonrisa de su novia en sus labios. Estuvieron así durante mucho rato, estaban completamente absortas de la realidad, se besaron una y mil veces, incapaces de parar, embriagadas por el deseo y la pasión, sus manos recorrían sus cuerpos sin dejar un solo lugar que explorar. Finalmente Jenny se separó, "Emma tenemos que parar" susurró jadeando "tengo que irme". La rubia asintió, sabía que tenía razón, se besaron una última vez y se despidieron. Lo último que hizo Jenny aquel día y lo primero al día siguiente fue mandar un SMS a Emma, diciéndole cuanto la amaba y cuanto la echaba de menos. Después saltó de la cama, se metió en la ducha, se preparó el desayuno, al hacerlo no pudo evitar sonreír pensando en Emma, en como había cambiado su vida desde que la conoció.

Cogió sonriendo el pequeño paquete, salió de su casa se montó en su coche, lo guardo en la guantera y se encaminó hacia Dortmund, había decidido llevar su propio coche, porque antes de llegar tenía que hacer una parada en Düsseldorf, para terminar de elegir el regalo de cumpleaños de Emma. Ella quería hacerle el mejor regalo de su vida, algo que desease desde siempre y no hubiese podido obtener. Se puso en contacto con uno de los hermanos de su novia y descubrió que lo que más feliz le haría, la ilusión de Emma desde que era pequeña era tener un perro, un pastor alemán para ser exactos. Pero nunca lo había podido conseguir por problemas de espacio. Jenny no tenía ese problema, tenía un jardín enorme, que si su novia quería llenarían de perros. Llego a Düsseldorf, al mejor criadero de pastores alemanes de toda Alemania, hizo todos los trámites para la adquisición de una preciosa perrita de 3 meses, concretaron que en unas horas pasaría a recogerla y siguió su camino. Cuarentaycinco minutos después, llegaba a Dortmund unos minutos antes que sus compañeras. Entrenaron durante toda la mañana, pararon para comer algo ligero y volvieron al campo para disputar el partido. Como se esperaban, no fue complicado, vencieron en tres sets y se clasificaron para la siguiente ronda, Jenny estaba inmensamente feliz, el primer objetivo estaba conseguido. Después del partido, se duchó rápidamente, se despidió de sus compañeras y se dirigió hacia su coche. Tenía que ir a por la perrita y llevarla a casa de Hotte hasta mañana. Jenny estaba impaciente por llegar a casa de Emma, no se habían visto en todo el día y necesitaba verla. Hoy hacía seis meses que se habían visto por primera vez, hacia medio año que se había abalanzado sobre ella en medio de la calle y la había lanzado a aquel charco, hacía seis meses que había vuelto a la vida. No pudo evitar sonreír. Sin perder la vista de la carretera, abrió la guantera y palpó dentro para asegurarse que estaba allí y en efecto no se había movido de donde ella lo había dejado. Había pasado las dos últimas semanas buscando por Internet el anillo perfecto para Emma, pero ninguno le había convencido, nada le parecía suficientemente bueno para aquella mujer que tanto amaba y tan feliz la hacía, hasta que en una de las joyerías más exclusivas y exquisitas de Berlín encontró el anillo más bello y maravilloso que había visto nunca. Estaba segura de que a Emma le encantaría, deseaba ver su cara en el momento en que abriría la cajita, sus sonrisa se hizo más amplia. Al doblar la curva sus manos se aferraron al volante y piso el freno inmediatamente tan fuerte como pudo. No sirvió de nada, el todo terreno se le vino encima, el choque fue brutal.

Capítulo 24 Emma, quería sorprender a Jenny. Preparar una velada romántica con la que celebrarían los seis meses más felices y maravillosos de su vida. Había pasado todo el día preparando aquel momento, tenía que salir todo perfecto. Se había levantado temprano, había recogido toda la casa y se había dirigido hacia el mercado. Quería prepararle a su amada la cena más maravillosa y exquisita que jamás hubiese probado, compró los ingredientes necesarios y se encerró toda la tarde en la cocina. Preparó la mesa, un mantel rojo, con pétalos de rosa en una esquina, dos velas en el centro, apagó la luz y encendió las dos velitas, puso el cd de música romántica, el ambiente era perfecto. Todo estaba preparado para que pasaran una de las noches más hermosas de sus vidas, después de cenar a la luz de las velas, llevaría a la mujer de sus sueños a su cuarto y harían el amor durante toda la noche. Sonrió nerviosa e impaciente, Jenny estaba a punto de llegar. Pasaron dos horas y Emma seguía esperando, algo andaba mal, Jenny no debería retrasarse tanto. Llamó a su teléfono, sonó y sonó hasta que saltó el buzón. Durante la siguiente media hora lo intento cada cinco minutos, cada vez estaba más nerviosa y sentía una presión en el pecho que la impedía respirar. Con dedos temblorosos marcó el número de Caro, su amiga contestó enseguida, "¿Si?, Caro Eichkamp" "Caro soy Emma, ¿ha pasado algo?, ¿está Jenny con vosotras?, debería estar aquí hace más de dos horas", le preguntó muy preocupada. "No, salió hace rato" le respondió su compañera desde el otro lado, "pero no te preocupes a ella también le habrá pillado el accidente, llevamos más de una hora parados en medio de la carretera y hasta ahora no han dejado pasar a ningún coche, seguro que llega enseguida". Emma colgó sin despedirse, algo andaba mal, ella podía sentirlo, ¿por qué no le cogía Jenny el teléfono? Cada vez más nerviosa, casi llorando y con el corazón martilleándole en el pecho, se paseó una y otra vez por toda la casa, no sabía que hacer.

Pasó una hora y por fin sonó el timbre de la puerta, -Jenny- gritó y corrió hacia la puerta para abrirla. No era quien se esperaba, al otro lado de la puerta estaban Caro y Lara, Caro parecía haber llorado. "¿Qué ha pasado?", murmuro. “Emma deberíamos entrar, creo que es mejor que te sientes”, contestó ara suavemente, ninguna de las dos jóvenes sabía exactamente que relación había entre Emma y Jenny, pero estaba claro que era algo muy grande y muy intenso. "¿Qué ha pasado?", volvió a preguntar incapaz de moverse. "Emma......, el accidente....", Lara no fue capaz de continuar. "¿Esta.....?", las lágrimas ya corrían por su rostro. Caro negó con la cabeza, "el choque fue terrible, para cuando nosotros llegamos ya se la habían llevado. El coche estaba destrozado, un policía nos dijo que se la había llevado al DominikusKrankenhaus Düsseldorf-Heerdt, pero que estaba muy mal, que nos preparásemos para lo peor". Emma, lo vio todo negro, se desplomó en el suelo. Al despertar se encontraba tumbada en una camilla, "¿qué ha pasado?, ¿dónde estoy?". "Tranquilícese ha sufrido un desmayo, está en una ambulancia, vamos al hospital para que puedan reconocerla", dijo una joven mientras le tomaba la tensión. Entonces lo recordó todo, Jenny......,"¿a qué hospital vamos?, necesito ir al dominikus". La joven asintió, "nos dirigimos allí, sus amigas vienen detrás, nos lo han contado todo, pero antes de nada debe dejar que la reconozcan". Al llegar al hospital y abrir las puertas, Emma saltó de la ambulancia, escuchó como la llamaban pero ella no prestó ninguna atención, solo quería estar al lado de Jenny. Al entrar en urgencias vio a Hotte nervioso dar vueltas una y otra vez en una sala privada, se dirigió hacia él, y se tiró llorando en sus brazos.

"Emma, te he llamado mil veces", dijo el joven mientras la abrazaba. "Hotte, ¿cómo está?, por favor Hotte dime la verdad", suplicó la rubia llorando sin parar. El joven empezó a llorar, "Emma, sólo sé que está muy mal, dicen que no tiene muchas posibilidades. Ahora mismo mi padre la está operando, es el dueño de esto y uno de los mejores neurocirujanos del mundo, si alguien puede salvarla es él”. A Emma le fallaron las piernas, el joven tuvo que sujetarla aún con más fuerza, "Hotte esto no puede estar pasando, hoy hacia seis meses que nos vimos por primera vez, íbamos a celebrarlo, todo estaba preparado para que fuera una de las noches más felices de nuestra vida y....", no pudo continuar, lloraba y lloraba sin consuelo. Caro y Lara que ya habían llegado junto a ellos, la ayudaron a sentarse en un sofá que había en la sala, no podía mantenerse en pie. Hotte le decía algo sobre los padres de Jenny, pero ella no lo escuchaba. Recordaba a Jenny en todo su esplendor, con toda su energía, su sonrisa, sus ojos chispeantes, su alegría de vivir. Recordó como se conocieron, todas las dificultades. Recordó como el destino se empeñaba una y otra vez en juntarlas y como aquella joven narcisista y prepotente, de hermosos ojos azules se coló poco a poco en su corazón sin poder evitarlo. Recordó la borrachera sensaciones que le provocó el primer beso, cuando Jenny tímidamente juntó sus labios con los suyos como en una caricia. Las caricias casuales, los besos robados, la emoción de los primeros días. La complicidad, el amor, el deseo, su mirada, su mirada llena de vida. Aquello no podía ser verdad, hacía tan sólo una semana que se habían acostado por primera vez, juntas habían descubierto todas aquellas sensaciones y sentimientos nuevos que ni tan siquiera soñaban que se podían sentir. Hacía sólo unas horas que se habían despedido entre besos y caricias, en aquel maldito coche. Hacia sólo unas horas que era la mujer más feliz del universo entre sus brazos. Hacía sólo unas horas, esperaba ilusionada en su casa a que llegase. No, el destino no podía ser tan cruel con ellas, el destino no podía habérsela entregado, para arrebatársela de aquella manera tan injusta y terrible. Pasaron cinco largas horas sin tener ni una sola noticia de Jenny, ninguno de los cuatro jóvenes dijo ni una sola palabra. Por fin se abrió la puerta y entró un hombre, alto bien parecido, vestía una bata verde, y aún llevaba el gorro y la mascarilla de quirófano. "¡Papa!", exclamó Hotte poniéndose inmediatamente de pie, "como está".

El hombre negó con la cabeza, "durante la operación ha sufrido dos paradas, hemos conseguido reanimarla, le hemos extirpado el bazo y tiene la tibia y el peroné destrozados, el golpe en la cabeza ha sido muy fuerte.... Hotte no lo sé, no sé si va a despertar, y si despierta no se en que condiciones lo hará", el hombre suspiró preocupado, conocía a Jenny prácticamente desde que nació, "de momento está estable, las próximas cuarenta y ocho horas son cruciales, luego veremos que pasa". "¿Puedo verla?", preguntó Emma en un susurro. "No. Lo siento, solo pueden entrar los familiares directos", dijo el padre de Hotte. "Por favor", suplico Emma llorando y con un hilo de voz.

Capítulo 25 El medico la miro tiernamente, enseguida supo quien era esa pequeña joven con los ojos hinchados de tanto llorar y piernas temblosas, ella era la responsable del increíble cambio dado por su ahijada durante aquellos meses, miró a Hotte y este asintió. "Supongo que tú eres Emma", le preguntó dulcemente. La joven asintió. "Está bien, ven conmigo, aunque solo podrán ser unos minutos", dijo el hombre mientras la sujetaba por el brazo. Emma asintió e intentó agradecérselo, las palabras no salían de su boca, "tranquila", dijo el padre de Hotte y juntos se encaminaron a la UCI. Al llegar, el medico hizo salir a la enfermera que se ocupaba del lugar y ambos entraron. Emma se quedó por unos segundos paralizada en la puerta, Jenny estaba tumbada en la cama, llena de cables, conectada a varios monitores y a un respirador. Tenía la cabeza cubierta por una venda, la parte derecha de su rostro estaba hinchada y morada. Su pierna izquierda estaba escayolada y levantada en un cabestrillo. Lentamente, temblando se acercó a su cama y le tomó la mano.

"¡Hola cariño!", le susurro dulcemente, acariciándole la mano, "sé que me estás escuchando, ahora tienes que luchar, tienes que ser fuerte Jenny, tienes que volver conmigo. No puedes abandonarme, eres el amor de mi vida, yo......, yo no puedo vivir sin ti mi amor", tuvo que detenerse porque un nudo en la garganta impedía que las palabras salieran de su boca. "Tienes que estar junto a mí, tenemos que despertar juntas y abrazadas, todos los día durante años y años. Tenemos que cumplir todos nuestros sueños, viajar por el mundo.... ir a Nueva York para ver todos los musicales, a Suiza a hincharnos a chocolate, tenemos que pasar nuestro fin de semana romántico en Paris, perdernos paseando por las mágicas calles de Roma, pasear por la playa en Barcelona, disfrutar de los canales de Praga, del encanto de Lisboa, casarnos, comprar nuestra pequeña casita con su pequeño jardín dos perros y un gato......" "Tenemos toda una vida para vivir y disfrutar juntas, tu y yo Jenny, tú me haces ser especial, tu eres mi vida....por favor Jenny no te vayas, quédate conmigo.....yo te amo con locura". "Lucha Jenny por favor, yo no puedo imaginarme una vida sin poder volver a estar entre tus brazos, sin poder amarte...” "¡Jenny me lo prometiste!, ¡me lo prometiste!, me prometiste que jamás ibas a apartarte de mi lado, que siempre ibas a estar junto a mí...", la joven rubia no pudo continuar, sus piernas le fallaron, se arrodillo junto a la cama de la mujer que tanto amaba llorando y llorando sin consuelo, era la viva imagen de la desesperación. El Sr. Horstfeld, tuvo que hacer un enorme esfuerzo para controlar las lágrimas, al presenciar aquella escena. Se acercó a la temblorosa joven, la abrazó e intentó darle un poco de consuelo, " Shhhhh..... tranquila, todo saldrá bien, verás. Ahora tenemos que irnos". Emma asintió, se dejó llevar y volvieron a la sala, se encaminó al sofá donde había estado sentada hacia unos minutos y se acurrucó en él, la imagen de Jenny inconsciente en aquella cama la mataba por dentro. Escuchó como el médico, decía "chicos, deberíais iros a descansar, aquí ya no podéis hacer nada”. “Prometí esperar a los padres de Jenny aquí, tienen que estar a punto de llegar", dijo Hotte. Lara y Caro se miraron y asintieron, ya eran las cuatro de la mañana "Si ocurre cualquier cosa llámanos", dijo Caro mientras se despedía de Hotte, el joven asintió.

“Emma vienes”, preguntó ara. La rubia negó con la cabeza. “Pero Emma, tienes que descansar, ya son las cuatro de la ma ana”, protestó aro. Las lágrimas volvieron a caer por el rostro de Emma, era su cumpleaños, el cumpleaños más amargo de su vida. Sin ni siquiera mirarla, la joven volvió a negar. Todos se miraron resignados, sabían que nada ni nadie iba a ser capaz de sacar a Emma de aquel hospital. Horas más tarde llegaron los padres de Jenny, ya había amanecido. El Sr. Hartmann era alto, llevaba un traje hecho a medida que portaba con clase y elegancia, irradiaba poder. Era por lo menos dos cabezas más alto que Jenny se dirigió inmediatamente donde Hotte y estrechó su mano. A él le acompañaba una mujer, Emma supo inmediatamente de donde había sacado Jenny su carisma y su belleza. Ella era una mujer increíblemente hermosa, con el pelo largo, de color marrón oscuro y unos hermosos ojos de color azul intenso..... los ojos de Jenny. Pero mientras los ojos de Jenny al mirarlos emanaban calor y dulzura, la rubia no pudo identificar lo que le transmitían aquellos ojos. La Sra. Hartmann, abrazó al joven, "¿a habido algún cambio?, preguntó. El chico negó con la cabeza, "voy a buscar a mi padre". En aquellos instantes se abrió la puerta y entró el médico, saludo a sus amigos y comienzo a explicarles como había ido la operación y el verdadero estado de su hija. La Sra. Hartmann comenzó a llorar. "¿Fue culpa suya?", preguntó el padre de Jenny.

"No, el todo terreno estaba adelantando en una zona que no se podía adelantar. Jenny no pudo evitar el choque", contestó el doctor. "¿Qué podemos hacer?, ¿debemos trasladarla a algún centro especializado?", preguntó la mujer. El Sr. Horstfeld negó con la cabeza, "trasladarla ahora sería demasiado peligroso, lo único que podemos hacer es tener fe y esperar, que estas 48 horas se mantenga estable es fundamental. Luego veremos cual será el siguiente paso". La Sra. Hartmann asintió y se volvió hacia Hotte, "muchas gracias por haber estado junto a ella e informarnos constantemente de todo cariño, pero ahora deberías ir a descansar". El joven asintió y se acercó a su compañera y se sentó junto a ella, "deberíamos irnos", le susurro. La joven rubia lo miró y negó con la cabeza. "Emma no puedes estar aquí todo el día metida, ve a descansar unas horas. Si hay alguna novedad te llamaré inmediatamente o ven a mi casa si quieres", insistió el joven se levantó del sofá e intentó tirar de ella.

La respuesta por parte de la joven fue la misma. Los Sres. Hartmann miraban asombrados, al entrar no se habían percatado de la presencia de aquella joven en la habitación. Confusos miraron a su amigo, el médico asintió. Era el mejor amigo de Rolf Hartmann desde su más tierna infancia, era el padrino de Jenny y era el encargado de velar por su seguridad y mantenerlos informados de las andanzas de su hija. Lamentablemente también viajaba mucho y tampoco podía ocuparse de la joven como era debido. Pero durante los cuatro últimos meses había estado en Colonia y fue testigo de la gran trasformación de su protegida, preguntó a su hijo y este no omitió detalle de todo lo que había pasado entre Jenny y Emma desde que se conocieron y los Sres. Hartmann fueron informados con todo lujo de detalles sobre quien era Emma Müller y el efecto beneficioso que había tenido la pequeña joven en su hija. "Emma.....", volvió a intentarlo Hotte

La joven rubia se levantó del sofá y estalló, "no pienso moverme de aquí Hotte, tengo que estar junto a ella, no puedo alejarme de ella..... No puedo abandonarla, tengo estar aquí para cuando despierte.... tengo que estar cerca suyo, necesito estar cerca suyo.... no puedo dejarla sola, ella me necesita maldita sea, ¿por qué no lo entiendes?, ¿por qué nadie lo entiende?", volvió a derrumbarse, se dejó caer pesadamente en el sofá llorando amargamente. La Sra. Hartmann se acercó, se sentó junto a ella y la abrazó. Emma agradecida se acurrucó en sus brazos llorando sin consuelo, siguió llorando hasta que el sueño la venció y se quedó dormida entre los brazos de aquella mujer.

Capítulo 26 Emma fue despertando poco a poco, se sentía mal, le dolía la cabeza, había tenido un sueño horrible, Jenny había tenido un accidente y no sabían si iba a despertar. Abrió los ojos y poco a poco fue consciente de donde estaba, el sueño era real. Estaba sola, tumbada en el sofá de aquella sala del hospital tapada con una manta, miro el reloj que colgaba de la pared, eran las nueve de la mañana. Había dormido dos horas. La puerta se abrió y entro la Sra. Hartmann, traía un café y un bollo, "¿ya estas despierta?, buenos días", dijo, dejó el café y el bollo en una mesita y se dirigió hacia ella y tendió su mano, "soy Christina Hartmann, la madre de Jenny, he bajado a la cafetería para buscarte algo para que desayunes". La joven rubia le estrechó la mano, "Emma Müller, yo soy.......", los ojos volvieron a llenársele de lágrimas y su mano comenzó a temblar. "Tranquila ya sé quién eres", dijo la mujer e intentó esbozar una pequeña sonrisa, "tomate el café". Emma lo miró y suspiro, no podía ingerir nada, "Se lo agradezco Sra. Hartmann, pero.....". La madre de Jenny la interrumpió, "Emma de que vale que te pases las veinticuatro horas del día aquí, si cuando Jenny despierte tú caes enferma y no puedes estar con ella. Haremos un trato, podrás estar aquí con nosotros todo el tiempo que quieras, he hablado con Michael y como algo muy excepcional nos permitirá entrar a ver a Jenny a los tres, dos veces al día mientras esté en la UCI, pero tienes que comer y descansar". Emma asintió y la miró avergonzada, "Sra. Hartmann, yo......", la mujer la miró con curiosidad, Emma volvió a intentarlo "ayer, ocurrió todo tan rápido, vine aquí en ambulancia y...., yo no

tengo ni mi cartera, ni mi teléfono, no puedo pagarle el café hasta que me lo traigan", sus mejillas estaban de un color rojo intenso. La señora Hartmann no pudo evitar sonreír, "Emma, por favor es una invitación, tomate el café antes de que se enfríe". "Sólo si me permite invitarle yo la próxima vez", insistió Emma. La Sra. Hartmann asintió asombrada por el comportamiento de la joven. Ella tenía más dinero del que nadie pudiera imaginar, y estaba acostumbrada a que la gente se acercase a ella por eso, para pedirle favores, dinero.... pero hasta aquel momento no se había encontrado con el caso contrario, aquella joven insistía en devolverle de una u otra manera los dos Euros del desayuno. Aquellas temibles cuarenta y ocho horas pasaron y en el estado de Jenny no hubo cambios, ni para bien ni para mal, aquello era un preocupante, la joven no reaccionaba a ningún estímulo. Al quinto día todo seguía igual, trasladaron a la joven de ojos azules a una habitación especial, sólo quedaba esperar y tener fe en que algún día volvería a abrir esos preciosos ojos. Emma no se salió del hospital ni un solo segundo en aquellos cinco días, Lara, Hotte y Caro se encargaban de llevarle todo lo que necesitaba. En cuanto tenían un momento libre se dirigían al hospital a hacerle un poco de compañía a Emma y a interesarse por Jenny. Ellos entendían el comportamiento de la joven rubia, pero a la vez estaban muy preocupados por ella y si Jenny no despertaba... Intentaron razonar con ella pero la rubia fue tajante en aquel tema, no se iba a mover del lado de Jenny hasta que despertase. Caro y Lara insistieron en que al menos les acompañara ese fin de semana a Berlín con el STAG, pero ella no quiso ni oír hablar de eso. No estaba en condiciones para cantar, desde que ocurrió el accidente no había dormido más de tres horas diarias, comía lo que los Sres. Hartmann la obligaban insistentemente y lo más importante de todo, no pensaba salir del hospital, ni mucho menos de Colonia. El noveno día todo seguía igual. El Sr. Hartmann decidió salir por primera vez del hospital y acercarse a la policía para interesarse de como iban las investigaciones del accidente. Al regresar se dirigió a Emma, y con una triste sonrisa le entregó una pequeña bolsa, "esto debe ser para ti, estaba en el coche de Jenny".

Con manos temblorosas Emma cogió la bolsa, miró dentro y vio que había un pequeño paquete envuelto en papel de regalo, y una tarjeta. Las lágrimas volvieron a sus ojos, casi sin respiración abrió la tarjeta. -Gracias por devolverme la vida y regalarme los seis meses más maravillosos con los que jamás pude soñar. Eres alguien muy especial-. "Solo cuando estoy contigo", murmuro Emma amargamente, las lágrimas rodaban sin parar por sus mejillas. Agarró la mano de su novia, la besó repetidamente, diciéndole cuanto la amaba y rogándole una y otra vez que no la abandonase, que volviese con ella, lloraba sin consuelo. El Sr. y la Sra. Hartman, miraban a la joven rubia emocionados, ambos eran conscientes de que no habían sabido ejercer como padres, pero adoraban a su hija. Cuando Michael les llamo y les explicó el cambio radical sufrido por Jenny y quien era la responsable de ello, tuvieron muchos recelos hacia la pareja de su hija a la cual mandaron investigar. Hasta entonces todo el que se había acercado a Jenny había sido para estafarla o engañarla de alguna manera para que le diera dinero, la joven de ojos azules siempre se había dejado engañar y ellos estaban seguros de que aquello estaba volviendo a ocurrir, de que aquella joven era una aprovechada. Además estaba el hecho de que Jenny no era lesbiana, jamás había mostrado interés por personas de su mismo sexo, ellos no entendían como había podido enamorarse de una mujer, seguro que sería otro de los muchos caprichos de su hija. Estarían juntas hasta que se cansase de ella y mientras su amante aprovecharía para sacarle todo el dinero que pudiera. Pero la convivencia aquellos días con Emma, les hizo darse cuenta de lo equivocados que estaban, de lo profunda e intensa que parecía su relación. Entendieron perfectamente porque su hija se había enamorado de ella. La pequeña rubia, en absoluto buscaba el dinero de Jenny, no había dejado ni un solo día que le pagasen ni un simple café, es más insistía en pagarlos ella, incluso muchas días subía de la cafetería con bandejas de comida para ambos. Sentía adoración por su hija, una auténtica devoción. Desde que Jenny había abandonado la UCI y pudo pasar más tiempo con ella, no se había separado de su cama, ni había soltado su mano más que en momentos puntuales obligada por las circunstancias.

Le leía en voz alta aquellas revistas, -"de gente tan pija como tú"-, como ella bromeaba con su chica y tanto le gustaban a Jenny. Se pasaba horas comentándole si uno había dejado a su mujer por la otra, o si el futbolista aquel era gay o esa actriz le había puesto los cuernos a su marido. Le contaba quien le había llamado, quien había ido a visitarla, quien había enviado los ramos de flores, como le había ido a sus amigos en Berlín, que sería lo primero que harían cuando despertase..... Los Sres. Hartmann comprobaron en primera persona que el amor de aquella joven por su hija, era puro, sincero, sin nada que ocultar. Amaba a su hija por quien era, no le interesaba en absoluto lo que tuviera. La rubia los había conquistado también a ellos. Emma poco a poco se fue recuperando, sin soltar la mano de su novia se giró y dejó el paquete encima de la mesita. "¿No lo vas a abrir?, preguntó la Sra. Hartmann sorprendida. Emma la miro sonriendo ligeramente y negando con la cabeza, "sólo cuando ella me lo de".

Capítulo 27 El décimo día Jenny abrió los ojos. Vio a Emma dormida en un sillón a su lado, sujetando su mano, su madre estaba también dormida en otro sillón al fondo de la habitación. No sabía porque estaba allí, no podía recordar nada. Había salido de Dormid y se dirigía en su coche a recoger el regalo de Emma y después.... oscuridad. Volvió a mirar a la joven rubia, no podía hablar, tenía algo en la boca que se lo impedía. Acarició suavemente con su dedo pulgar la mano de su novia. Emma sintió aquellas caricias, pensó que estaba soñando, abrió sus ojos y se encontraron directamente con unos preciosos ojos azules que la miraban desde la cama. Se quedó prendada durante unos segundos mirando aquellos ojos que tanto había echado de menos.

De repente fue consciente de lo que estaba pasando, "¡Oh Dios mío!, exclamó ¡Oh dios mío!", se levantó como un resorte del sillón y salió corriendo de la habitación en busca del médico. La Sra. Hartmann estuvo a punto de sufrir un infarto. El Sr. Horstfeld, entró corriendo en la habitación seguido de otros tres médicos y dos enfermeras, la madre de Jenny salió. Justo en el momento en que los médicos entraban corriendo en la habitación, Hotte y el Sr. Hartmann salían del ascensor, habían bajado a la cafetería a por café. Se quedaron paralizados en el pasillo, esperándose lo peor, incapaces de dar un solo paso. Emma los vio y se lanzó a los brazos de Hotte, "¡se ha despertado, se ha despertado!", gritó llorando de alegría. Los ojos del Sr. Hartmann se llenaron de lágrimas y se dirigió a abrazar a su mujer, "¿cómo está?", preguntó, "¿sufre alguna secuela?". "No lo sé, la están examinando ahora", contestó la madre de Jenny. Emma se puso seria, se había alegrado tanto al verla despierta que no había pensado en cómo se encontraba. El Sr. Horstfeld, los había preparado para lo peor, perdida del habla, perdida de movimientos, pérdida de memoria..... Los médicos estuvieron más de una hora dentro de la habitación. Para la joven rubia la espera se hizo agónica, cuando finalmente los médicos salieron, los cuatro entraron en la habitación. Los Sres. Hartmann y Hotte se acercaron a la cama. Emma se quedó temblando junto a la puerta, era incapaz de avanzar. Jenny ya no estaba conectada a todos aquellos aparatos, simplemente tenía el gotero y otro trasto que ella no sabía para que servía. La joven de ojos azules la miró y sonrió, sus ojos se encontraron. El mundo se paró y ellas volvieron a su pequeño planeta, donde sólo existían ellas dos y su inquebrantable amor. El cuerpo de Emma se estremeció, volvió a la realidad y se lanzó a los brazos de la mujer que tanto amaba. "¡Oh Jenny!, dijo llorando, "¡tenía tanto miedo, estaba tan asustada! No me dejes nunca, no te vayas jamás de mi lado, te amo Jenny eres lo más importante para mí, yo sin ti no soy nada", las lágrimas corrían por su rostro mientras se acurrucaba en los brazos de su amada, después de diez

angustiosos días aquellas lágrimas no eran de dolor ni de tristeza, eran lágrimas de absoluta felicidad. "Siempre estaré a tu lado, de una manera o de otra, siempre estaré contigo", le susurro la joven de ojos azules, mientras la abrazaba tiernamente. Emma se hubiese quedado así para siempre, entre sus brazos era el lugar donde más le gustaba estar, de mala gana se separó de aquellos brazos, para dejar paso a sus padres que abrazaron emocionados a su hija. "Michael, ¿podemos hablar fuera?", dijo el Sr. Hartmann. "No, papa", protestó Jenny con voz rasposa, sabía que era lo que quería preguntarle, "quiero escucharlo". Su padre asintió, "Michael ¿cómo está?, ¿quedará alguna secuela", preguntó después de aquellos terribles diez días, no podía creer que todo hubiera terminado. El Sr. Horlfielsd, lo miró y contestó, "Bueno Rolf, todavía tenemos que hacerle muchas pruebas para comprobar que todo está bien. Pero a simple vista amigo mío, creo que deberías a empezar a creer en los milagros". Emma sonrió y agarro fuertemente la mano de su novia, nadie en el mundo podía ser más feliz de lo que ella era en estos momentos. "Bueno......", continuó el médico, "ahora nos la vamos a llevar para hacerle una exploración completa, durará unas horas. Así que Rolf, Christina.... Hotte os llevará a casa, os daréis una ducha caliente y dormiréis un rato en una cama en condiciones", se volvió hacia Emma y continuo, "y a ti jovencita, te digo lo mismo. Estos días han sido terribles para todos". "No, yo....", intentó protestar la rubia. "Emma, por favor", la interrumpió su novia, "vete a casa, metete en la cama y descansa, yo estaré bien", dijo acariciándole dulcemente el brazo, para ella no habían pasado desapercibidas las grandes bolsas debajo de los ojos de su novia, ni las ojeras, ni su cara demacrada. Se la veía más frágil que nunca. "Pero....", volvió a intentarlo Emma. "Cariño te lo ruego, hazlo por mí, necesitas descansar", dijo suavemente la joven de ojos azules.

Emma cedió y asintió con la cabeza. Vinieron dos enfermeras, para llevarse a Jenny, sus padres y Hotte se despidieron de ella y se marcharon. Emma se acercó a ella, le acarició la mejilla y le dio un largo beso en la frente, " luego nos vemos", dijo y por primera vez en diez días salió del hospital. Al llegar a casa Emma se metió en la ducha, estuvo mucho rato disfrutando del efecto que el agua caliente hacía en su cansado cuerpo, al salir se puso el albornoz y se dejó caer pesadamente en la cama. Estaba terriblemente cansada, pero no podía dormir, en su cabeza se reproducían una y otra vez los acontecimientos ocurridos los últimos días. Amaba a Jenny con locura y había estado tan, tan cerca de perderla para siempre.......aquello la aterrorizaba. No era capaz de imaginarse una vida sin Jenny, sin sus caricias, sin sus besos, sin sus abrazos, sin su risa, sin su chispeante mirada, sus ojos se llenaron de lágrimas y una gran angustia invadió su pecho. Se levantó de la cama, se vistió y volvió al hospital. La habitación estaba en penumbra y en silencio, sólo se escuchaba la profunda y acompasada respiración de Jenny, estaba profundamente dormida. Se acercó al cuerpo que descansaba plácidamente en la cama, se quitó los zapatos y se tumbó junto a ella, pasó un brazo por encima de su cintura y cerró los ojos. Inmediatamente sintió como el sueño poco a poco la iba venciendo, se sentía tranquila, segura, serena, en casa. Sonrió y por fin después de diez largos días se quedó dormida, en paz, junto al ser que más amaba en este mundo. Jenny observaba ensimismada a Emma dormir, hacia unos minutos que había despertado y se había encontrado a Emma a su lado. Se la veía tan relajada, tan en paz, tan a gusto que aunque se moría por despertarla y besarla tiernamente prefirió dejarla descansar. Su padrino le había contado todo lo que había ocurrido días atrás y sabía que Emma no se había movido de su lado ni un solo momento, para la rubia habían sido unos días terribles, acarició dulcemente su mejilla mientras le susurraba cuanto la amaba. Un rato después el Sr.Horlfelsd llamó a la puerta, Emma se despertó sobresaltada y saltó de la cama, un poco avergonzada, el doctor la miró sonriente, "me alegro de que por fin hayas podido dormir" dijo. Desde que la joven de ojos azules había vuelto a la habitación, él se había ocupado personalmente de vigilar hora tras hora de que todo iba bien y que no había complicaciones, en

una de las ocasiones descubrió a Emma durmiendo junto a Jenny, comprobó que todo estaba bien y con una sonrisa salió de la habitación. "Jenny tus padres me acaban de llamar, vienen hacia aquí y he preferido hablar antes contigo. Ya eres una mujer adulta y considero que la decisión debes tomarla tú", dijo el médico muy serio mirando a la joven castaña. Jenny asintió también muy seria, a Emma le temblaban las piernas, tuvo que sentarse. -Algo andaba mal-. Cogió la mano de Jenny. El médico miró a la joven rubia, "supongo que quieres que Emma esté presente" La joven de ojos azules volvió a asentir preocupada, apretó la mano de su novia. "Está bien, Jenny voy a ser completamente sincero contigo", comenzó el médico, “durante la exploración hemos descubierto algo que no va bien y me preocupa bastante.........".

Capitulo 28 Jenny y Emma se miraron asustadas. "Se trata de tu pierna, en el accidente sufriste una fractura expuesta de tibia y peroné de la pierna izquierda en el tercio distal, esta se ha visto agravada por una pseudoartrosis y tienes muchas posibilidades de sufrir una infección osea", el médico hizo una breve pausa y las miró intentando averiguar si habían entendido algo de lo que les había dicho, se dio cuenta de que no e intentó ser algo más claro. "Es una lesión grave, muy grave que requerirá más cirugía y existe la posibilidad de que no vuelvas a caminar normalmente. Tú eres una persona joven, activa, deportista, te encanta bailar... y eso influirá en tu movilidad, ¿entiendes la gravedad del asunto?", volvió a intentarlo el medico. La joven castaña asintió con la cabeza y lo miró impaciente por saber que más tenía que decirle. "Nosotros podemos ocuparnos de tratarte, pero no somos especialistas en ello. Existe un centro en California, que está especializado en ese tipo de lesiones y con ellos tendrás un noventa y cinco por ciento de posibilidades de recuperarte al cien por cien. Tienes que decidir que es lo que quieres hacer, si irte o quedarte", terminó el médico. "¿Cuánto tiempo duraría la recuperación?", preguntó Jenny.

"Eso no puede saberse, nunca menos de tres o cuatro meses y el máximo, no lo se, pueden ser diez meses, doce, catorce, es imposible dar una fecha exacta. "Se porque estás dudando, pero piensa que es una decisión que va a afectar al resto de tu vida", respondió el médico, "os dejo para que lo habléis", dijo mientras salía de la habitación. Ambas se miraron, ninguna de las dos sabía que decir. Estar separadas durante mínimo tres meses, les parecía algo casi imposible de soportar. "No creo que haya mucho de lo que hablar, irás y yo iré contigo", dijo Emma finalmente. Su novia negó con la cabeza, " sabes que eso no puede ser, no puedes tirar un año de tu vida a la basura, tienes que quedarte aquí y graduarte". "Jenny, ya he tomado la decisión, no pienso separarme de ti", insistió Emma. "Emma no pienso dejar que lo hagas, antes prefiero quedarme aquí y que sea lo que tenga que ser", dijo Jenny tajante. "Cariño, eso no es una opción, tienes que ir, tienes que recuperarte al cien por cien", contestó la rubia. "Y tú tienes que quedarte, tienes que seguir con tú vida tal y como lo planeaste al instalarte en Colonia. No puedes renunciar a tus sueños ni a la promesa que le hiciste a tu madre por mi, tienes que terminar tu carrera y luego hacer tu sueño realidad dedicarte a la música", los ojos de Jenny no mostraban ninguna duda sobre sus palabras. "Pero tú eres lo único que me importa, Jenny yo no quiero separarme de ti, yo....", intentó decir la rubia. "Ni yo de ti cariño, te amo con locura, estoy profundamente enamorada de ti, pero debo ir", le interrumpió su chica. "Lo sé", protestó Emma, "no te estoy pidiendo que no vayas, te pido que me dejes acompañarte". "Emma no puede ser y lo sabes, no puedo permitirlo, además mis padres vendrán conmigo no estaré sola", insistió la joven de ojos azules. "¡Ahhhh tus padres irán contigo. Tus padres han sido los peores padres del mundo, nunca se han preocupado de tí, ni tan siquiera tienen derecho a llamarse padres y ahora prefieres su compañía a la mía", Emma cada vez estaba más dolida y enfadada. "Emma eso, son tonterías y no me gusta nada que hables así de mis padres. Son mis padres y los amo, dejaron todo y vinieron junto a mi en el preciso instante en el que se enteraron de mi accidente. No se han separado de mi ni un sólo momento, creo que merecen una oportunidad", respondió pacientemente Jenny.

"¿Y yo?, estos días he creído morirme, no me he separado ni un solo segundo de esta maldita cama...", la joven rubia trataba de mantener la calma. "Lo se Emma y te lo agradezco, sabes que.....", intentó defenderse la joven castaña. "¿Me lo agradeces?, ¿me lo agradeces?, ¡no puedo creer lo que estoy escuchando!". Emma estaba totalmente indignada, "¿sabes?, si estarías tan enamorada de mi como dices y te importara tanto, me dejarías acompañarte. Yo estoy dispuesta a renunciar a todo porque no puedo vivir sin ti a mi lado, ya veo que para ti es distinto. Creo que me has utilizado para no estar sola. Pero ahora que papa y mama han venido a por su princesita, lo que ellos te ofrecen es más interesante para ti y yo ya no cuento", susurro tristemente la joven rubia, luchando por contener las lágrimas. "Por favor Emma no me lo hagas más difícil, Emma yo....", no pudo continuar, la puerta se abrió y los Srs. Hartmann y el médico entraron a la habitación. "Jenny cariño, Michael nos ha informado de todo", dijo su padre después de besarla, "sabes que es lo mejor para ti, y que tenemos que hacerlo, ¿verdad?". La joven de ojos azules asintió con la cabeza. Sr.Horlfelsd se puso en acción, "intentaré tenerlo todo listo para que puedas ser trasladada en un par de días, ya les he informado de tu caso y están esperando, sólo necesitábamos tu aprobación", dijo y salió de la habitación. Emma se levantó del sillón, de aquel sillón donde había pasado tantas horas los últimos días, "creo que es mejor que me vaya", dijo tristemente. Se despidió de los sorprendidos padres de Jenny, dio a su novia un beso en la mejilla, "está claro que esto no significa lo mismo para ti que para mi", le susurro y salió de la habitación. "Emma.......", murmuro Jenny, con los ojos llenos de lágrimas. "¿Qué ha pasado?", preguntó dulcemente la Sra. Hartman a su hija. "Le he dicho que no puede venir conmigo", murmuro su hija tristemente, mientras intentaba controlar las lágrimas. "Cariño, Emma es una joven muy centrada e inteligente y te ama con locura, lo entenderá y volverá", dijo su madre. La joven castaña se giró todo lo que pudo hacia su madre para contestarle. En aquel momento sus ojos se posaron en el pequeño paquete que había encima de la mesita, la miró interrogante. "La policía me lo dio", dijo el Sr. Hartmann, " yo supuse que era para Emma y se lo di". "Y ella......., ¿ella no lo quiso?", pregunto la joven de ojos azules.

"Por supuesto que si", dijo inmediatamente su madre, "al leer la tarjeta, lloró mucho y dijo algo como -sólo cuando estás conmigo-, le pregunté si no lo iba a abrir y dijo que cuando tú se lo dieras". Jenny le pidió a su madre el paquete, leyó la tarjeta y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. "Mamá, papá, me gustaría quedarme a solas", dijo. Aunque sus padres siempre habían estado lejos, ella los quería y sabía que con esto les estaba haciendo daño. Pero nunca habían estado ahí cuando ella los había necesitado y ahora no quería compartir con ellos ni con nadie su dolor, la única persona que quería tener a su lado había salido por la puerta hacia unos minutos dolida, confundida, enfadada y ella no podía moverse de aquella maldita cama para seguirla. Los Srs. Hartmann lo entendieron perfectamente, no habían sabido ejercer como padres y ahora estaban recogiendo los frutos de su cosecha. Tenían mucho por hacer y mucho que esforzarse para conseguir que su hija confiara en ellos. Se despidieron de ella hasta el día siguiente con sendos besos y se marcharon. Jenny se quedo sola y entonces las lágrimas brotaron amargamente de sus ojos. La puerta se abrió y una inconfundible voz preguntó, "¿puedo pasar?". Jenny le tendió las manos mientras asentía amargamente.

Capítulo 29 Hotte entró en la habitación, se acercó a la cama y se inclinó para besarla, "hey cariño, ¿qué te pasa?, preguntó el chico al ver que su amiga estaba llorando. Jenny negó con la cabeza, mientras se secaba las lágrimas, "nada importante" "¿Cómo que nada importante?, ¿entonces por qué lloras?. Mi padre me ha dicho que él está seguro que en California lo solucionaran todo, que volverás a andar perfectamente. No deberías preocuparte por eso, ahora tienes que ser positiva y guardar todas tus energías para la rehabilitación", dijo el joven muy serio. Jenny sonrió, ni tan siquiera había pensado en eso. Era un poco absurdo, existía la posibilidad de que no pudiera volver a hacer deporte, volver a bailar, volver a caminar normalmente y a ella ni se le había pasado por la mente, no le preocupaba, en lo único que podía pensar era en Emma y en su última conversación. Aquello no era bueno, tenía que cambiar, su vida no podía girar única y exclusivamente en torno a Emma, a sus celos, a sus inseguridades y a sus desconfianzas.

Ella le había dicho una y mil veces que la amaba con locura, que nunca podía haber nadie más porque ella era el amor de su vida, se lo había intentado demostrar de todas las maneras posibles, pero nada era suficiente para Emma. Ella seguía dudando. "No es eso Hotte, fíjate que ni había pensado en ello", murmuro la joven. "Jenny que te recuperes, es ahora mismo la prioridad, es lo único que debería importarte", dijo su amigo, "Lo sé, pero no es así......", sus ojos azules volvieron a llenarse de lágrimas. "¿Qué ha pasado con Emma?", el joven le tomó la mano y se sentó en la cama. "Se ha ido enfadada, porque no la he dejado venir conmigo a California, piensa que no quiero que venga porque quiero estar con mis padres o algo así. ¡Dios Hotte!. Me muero porque venga conmigo, me muero por pasar cada segundo de mi vida con ella, pero no puedo permitir que renuncie a todo", la joven de ojos azules hizo una pausa, le costaba hablar. "Pero ella no es capaz de entenderlo, piensa que me he cansado de ella, que he estado jugando, y no sé cuantas tonterías más.... Tú sabes que Emma es toda mi vida, que lo significa todo para mí, pero ella parece no darse cuenta, ella...." "Cariño, Emma lo ha pasado muy mal estos días, ahora está asustada y confundida, creo que aún no ha salido del shock, no piensa claramente. Pero sabes que Emma siente lo mismo que tú, en cuanto se de cuenta de las tonterías que ha dicho, vendrá y se disculpará", la interrumpió el chico. "Pero Hotte no se trata de hoy, por supuesto que sé que va a venir antes de que me vaya, o si no iré yo a buscarla aunque sea arrastrándome, para aclarar todo esto, no puedo irme así", la joven sonrió tristemente.

"Se trata de nosotras, de nuestra relación. Sé que me ama, que soy su vida, pero no confía en mí, no tiene fe en lo nuestro. Cualquier excusa es buena para que ella dude de mi....., que si los chicos me miran demasiado cuando juego y eso me gusta, que si me fijo en las rivales más de la cuenta, que si Sophie se acerca demasiado, que si antepongo a mis padres a ella, que si la he engañado, que si he jugado con ella......".

"Jenny......", intento interrumpirla su amigo al ver lo nerviosa que se estaba poniendo, sabiendo que eso no era bueno en su estado. "No Hotte no me interrumpas. ¿Por qué no es capaz de creerme ciegamente cuando le digo que sólo vivo para ella?, ¿a dónde nos lleva una relación así?, si ella no es capaz de confiar en mí. Toda esa poca confianza, esa poca fe en mi me duele sabes, me duele mucho", la joven estaba cada vez más alterada. "Jenny, ya basta, cálmate no te conviene alterarte" dijo Hotte un poco asustado. "¡No, no quiero calmarme Hotte! ¿Cómo se supone que vamos a conseguir superar esta separación si ella no confía en mí?, no podremos. Quiero que alguien me explique de una maldita vez que más tengo que hacer para que crea en mí. ", la joven de ojos azules empezó a temblar. "Nada", exclamó Emma entrando en la habitación y corriendo a abrazarla, "no tienes que hacer nada", le susurro tiernamente, "he sido una tonta". Jenny se acurrucó entre sus brazos, mientras Emma le acariciaba dulcemente la espalda y le susurraba una y otra vez que la amaba para intentar calmarla. A Emma le habían hecho falta sólo cinco minutos para darse cuenta de lo estúpida que había sido. Iba caminando por la calle, tristemente, pensando en que no volvería a verla en meses, en que después de haber estado al borde de la muerte durante días, había despertado sólo para volver a irse. Se frenó en seco, -¿qué estaba haciendo?, se estaba comportando como una idiota-. Durante los últimos días había rezado, rogado, suplicado porque Jenny volviera a abrir los ojos, por poder volver a besarla, por poder volver a tenerla entre sus brazos y ahora que la podía tener se había vuelto a dejar llevar por sus malditas dudas, por su maldita inseguridad y se alejaba de ella. Paró un taxi, se montó y se dirigió a su casa, cogió una pequeña cajita de la cómoda y volvió al hospital. Al llegar a la habitación la puerta estaba entre abierta y no pudo evitar pararse a escuchar la conversación, a medida que Hotte y Jenny hablaban, sus ojos se llenaban de lágrimas al ver todo el daño que había causado a su novia con su inseguridad sin ella ni tan siquiera ser consciente de ello. Al sentir que su chica se alteraba entró corriendo en la habitación. Jenny poco a poco se fue calmando, se separó un poco de los brazos de Emma y la miró, "¿qué haces aquí?, preguntó.

"Me olvidé de hacer algo antes de irme", le sonrió la rubia y lentamente acercó su boca a sus labios. Se besaron tiernamente, por fin después de once días su lenguas volvían a juntarse, a acariciarse lenta y dulcemente, un relámpago helado recorrió los cuerpos de las dos jóvenes y un pequeño gemido se escapó de sus gargantas. Al separarse Emma sonriendo acarició la mejilla de su novia, "tengo tantas cosas por las que disculparme, tantas cosas que aprender, Jenny....". La joven de ojos azules la interrumpió poniendo suavemente la yema de sus dedos en sus labios, "tenemos mucho de que hablar, pero no tienes que disculparte por nada", volvió a besarla tiernamente en los labios. "Bueno, entonces creo que es mejor que me vaya", dijo Hotte. "Tranquilo tenemos todaaaaa la noche", le respondió Emma con una sonrisa. "¿Vas a quedarte a dormir?", preguntó la joven de ojos azules sorprendida, "ya no es necesario que se quede nadie". Emma la miró con fingida indignación,” de verdad piensas que voy a desaprovechar un sólo segundo de los que pueda estar contigo?". Los tres jóvenes pasearon lo que quedaba de tarde, entre bromas y risas, antes de que Hotte se fuera Jenny obligó a su novia a bajar a comer algo en la cafetería. "No seas muy duro con ella, ni pierdas el tiempo en discusiones tontas", dijo el joven cuando los dos se quedaron a solas. "No tengo ninguna intención de hacerlo", sonrió ella, "creo que sólo debo tener paciencia, pero hay momentos en los que me sobrepasa. Perdóname Hotte, antes me he alterado demasiado, pero me preocupa que Emma no sea capaz de hacer frente a esta separación". "No seas tonta, no tienes porque disculparte", dijo el joven "Jenny, con vuestro amor no tendréis ningún problema en superar este tiempo que estéis separadas, os amáis profundamente. Cuando regreses Emma te estará esperando más enamorada que nunca". "Eso espero", murmuro la joven de ojos azules preocupada, justo en el momento en que Emma entraba por la puerta.

"¿Qué esperas?", preguntó la rubia. "Que termine pronto esta pesadilla", contesto la joven castaña con una sonrisa. Emma se acercó a ella y la beso, "yo también, me muero por volver a recuperar nuestra vida", le susurro. En aquel momento el Dr. Horstfeld, llamó a la puerta.

Capítulo 30 "Jenny traigo buenas noticias para ti", dijo el médico con una sonrisa. Los tres jóvenes se quedaron mirándolo con cierto temor, seguros de que lo que para el hombre eran buenas noticias, para ellos no lo serían tanto. Al no obtener respuesta el padre de Hotte continuó, "Hemos podido agilizarlo todo y partirás para California, mañana a primera hora de la mañana, ya he hablado con tus padres y estarán aquí a las ocho". Jenny miro a su novia, esta le sonrió tranquila, aunque para la joven de ojos azules no pasaron desapercibidas las lágrimas que luchaba por contener dentro de sus ojos, ni el temblor de sus manos y de su labio inferior. "Cuanto antes empieces con tu recuperación, mejor. Ahora vendrá una enfermera y te quitará el gotero", siguió el médico "vosotros dos deberíais iros a casa para que Jenny pueda descansar, el viaje será muy largo", terminó dirigiéndose su hijo y a Emma. Emma lo miró sobresaltada, no tenía ninguna intención de separarse de su novia hasta que no abandonase el hospital para subirse a aquel avión, "Sr. Horstfeld....", comenzó a decir un poco avergonzada. "Emma......", le contestó el médico divertido, sabía exactamente lo que la joven iba a decirle.

La rubia, tomó aire y se armó de valor, "Sr. Horstfeld, yo no me voy a marchar, me gustaría quedarme a pasar la noche con Jenny....por si surge alguna complicación", terminó con una sonrisa, sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso. El médico no pudo evitar soltar una carcajada, "no veo que complicación puede surgir, pero tienes razón, siempre es mejor prevenir", se volvió hacia Hotte, y le dijo en tono burlón, "hijo, ¿tú también quieres quedarte para hacer frente a posibles complicaciones?". "No papa yo me marcho, creo que Emma es la única que puede ocuparse de eso", dijo el joven riendo y mirando agradecido a su padre, sabía que estaba intentando quitar dramatismo al momento. El médico asintió y se dirigió hacia la puerta, "Emma puedes acompañarme, te daré unos formularios que necesito que firme Jenny", dijo antes de salir, en aquel momento llegó la enfermera. La joven rubia asintió y le siguió. Al irse la enfermera, Hotte se acercó a la cama de su compañera y le tomo la mano, "todo va a salir bien, no te preocupes por nada". La joven de ojos azules le sonrió tristemente, "¿puedo pedirte un favor?". "Lo que quieras", sonrió el joven. "Cuida de Emma por mí, por favor" murmuro Jenny. "No tienes que pedírmelo, era algo que pensaba hacer. Jenny.....Emma va a estar bien, sus amigos y yo nos ocuparemos de ello. Tú sólo piensa en recuperarte, para volver lo antes posible, es en lo único que tienes que centrarte", contestó el joven acariciándole la mano. "¿Te he dicho que te quiero y que te voy a echar mucho de menos?", le preguntó la joven castaña con una sonrisa. "Tanto como yo a ti, contestó el chico", ambos se fundieron en un abrazo, "te llamaré todos los días. "Hotte ¿puedes pasarme ese paquete?", dijo la joven al separarse, señalando hacia la mesita.

Cuando el joven se lo entregó, Jenny abrió el paquete y sacó el anillo de su interior y le devolvió el paquete a su amigo. No pudo evitar que una lágrima corriera por su mejilla al verlo, pensando en que se había convertido la que iba a ser una de las noches más maravillosas de su vida. "Creo que ya es hora que esté en su sitio, donde debería estar hace días", murmuró y lo guardo debajo de su almohada justo en el momento en que Emma regresaba a la habitación. Hotte se despidió y se marchó dejando a las dos jóvenes solas. Ninguna habló, sólo se miraban a los ojos intensamente sin ser capaz de desviar la mirada de aquellos ojos que decían tanto, no hicieron falta palabras. "Jenny.... debería disculparme", dijo Emma al cabo de un rato, "no sabía que te estaba haciendo tanto daño con mi inseguridad, con mis dudas. Te prometo que no volverá a pasar, voy a intentar con todas mis fuerzas......". La joven castaña no la dejó continuar, tiró de ella buscando sus labios y la besó tiernamente. Al separarse, le acaricio las mejillas, los labios, el mentón, "cariño, no quiero que te disculpes, no quiero que te sientas mal. Sólo quiero pedirte un favor" La rubia asintió. "Sólo te pido que confíes en mi.....", susurro la joven de ojos azules mirándola con todo el amor que sentía, "que no dudes ni por un momento, de que cada segundo que estemos separadas estaré pensando en ti, deseando estar entre tus brazos. Que no dudes que eres lo más importante y lo más grande que tengo, que eres el amor de mi vida y estaremos siempre juntas. Quiero que creas en ello, que no tengas ningún recelo sobre eso". "Jenny yo......", intento decir la rubia. "Shhhh...., déjame terminar", le interrumpió la joven castaña, poniendo dulcemente la yema de sus dedos en sus labios. Saco el anillo de debajo de la almohada, tomo su mano izquierda y mirándola intensamente a los ojos, se lo puso en su dedo anular, mientras le susurraba, "Para siempre".

Los ojos de Emma se llenaron de lágrimas de emoción, sabía que Jenny en aquel momento se lo estaba dando todo con aquel gesto. El corazón comenzó a latirle violentamente y una explosión de emociones estallaron en su interior, en aquellos momentos todo le parecía tan vago, tan lejos, tan inalcanzable y sin embargo tan cerca. Pasase lo que pasase a partir de mañana, en aquellos momentos estaban allí juntas, mirándose a ojos, embriagándose de todo aquel abanico de sensaciones que les estaba brindando a ambas el gesto de Jenny. Emma se inclinó sobre su novia y beso suavemente su labio inferior, empujo con cautela su lengua hacia adelante pidiendo admisión, Jenny se la concedió con mucho gusto. Comenzaron a besarse suavemente, con cuidado, pero poco a poco el beso fue ganando en intensidad y con pasión comenzaron a entrelazar sus apasionadas lenguas como en una melódica danza. Jenny rodeó el delicado cuerpo de Emma con sus brazos haciendo el contacto más íntimo y cálido a la vez. Se separaron lentamente y sus rostros quedaron a escasos milímetros, sintiendo la una la respiración agitada y entrecortada de la otra, haciendo que el ambiente se caldeara. Ambas comenzaron a sentir el calor de la otra, su aroma... su necesidad, y las dos se dejaron embriagar por esa necesidad. Sus labios volvieron a juntarse, se besaron una y otra vez con desesperación, con toda la desesperación de quien reencuentra lo perdido y sabe que pronto volverá a perderlo. Se deseaban tanto que les resultaba muy difícil poder controlarse, solo querían amarse, poseerse. Dejarse llevar por el deseo y la pasión y hacer el amor una y otra vez hasta quedar exhaustas, sabían que sería la última oportunidad que tendrían en meses. El desazón las invadía por aquella sensación de querer y no poder que ambas sentían, estaban en la habitación de un hospital, besándose apasionadamente, con su cuerpos ardiendo de deseo y pasión, sus manos acariciándose sin parar, cada vez más deseosas de explorar los lugares prohibidos y de dar el siguiente paso.

Capítulo 31 Jenny tomó los cabellos de Emma y empezó a acariciarlos, Emma sentía como su excitación crecía cada vez más, la liberación de toda la angustia y desesperación de los últimos días se concentraba peligrosamente en su entrepierna.

Deslizo sus manos hacia el camisón de Jenny y lo desabrochó paulatinamente besando en cada lugar que ocupaba un botón. "Oh dios Emma ¿qué estás haciendo", murmuró Jenny entre suspiros. "Shhhhh", susurró Emma, "déjate llevar cariño, quiero hacerte mía". "Mi amor...", suspiro la paciente mientras sentía como su entrepierna comenzaba a palpitar y a humedecerse, "estamos en un hospital, puede entrar cualquiera". La rubia hizo caso omiso, y acercó sus labios hacia el pezón izquierdo de su amada que estaba completamente duro y excitado, comenzó a ablandarlo con su dulce saliva, a morderlo, a lamerlo a succionarlo, dulcemente, muy suave, por miedo de provocar más dolor al castigado cuerpo de la joven de ojos azules. Jenny tuvo que morder la almohada para evitar que un intenso gemido se escapase de su boca. ¡¡Dios mío Emmaaaa!! exclamó al sentir la lengua de la rubia descender por su vientre, erizándole la piel a cada paso, haciendo que se rindiera y cayera inevitablemente en la trampa del deseo y el placer. Enredó sus dedos en los sedosos cabellos de Emma con pasión pidiéndole más. La rubia jadeaba de una manera indescriptible, casi sin aire, jamás había estado tan excitada, notó como la mano de Jenny intentaba desabrochar sus pantalones. Las dos habían olvidado por completo donde se encontraban, estaban tan inmersas en la candente pasión, que sólo pensaban en ellas. Jenny se rindió, en la posición en la que se encontraba y sin poder moverse, le era imposible deshacerse de los pantalones de su amada, comenzó a desabrochar su camisa, dejando al descubierto sus pechos. La rubia acercó sus pechos a la boca hambrienta de su novia, que los atrapó rápidamente, lamiéndolos, succionándolos salvajemente, mientras sus manos los amasaban, los estrujaban una y otra vez. Emma gemía y gemía sin parar. Fuera de si la rubia no perdió más tiempo y dirigió su mano al chorreante y cálido sexo de su amante e introdujo sin previo aviso dos de sus dedos en el. La joven de ojos azules, corvo sus caderas, gritó y mordió el pecho de Emma provocándole un dolor y un placer jamás sentidos.

"¡Muévelo!, mi amor muévelo, no me hagas esperar más, ¡hazme llegar!", susurro Jenny entre gemidos. Emma cumplió sus deseos y comenzó a penetrarla una y otra vez, más y más profundamente, cada vez más rápido, la joven de ojos azules sintió como una húmeda y calurosa sensación se hacía cada vez más grande en su interior, gemía, suspiraba y se retorcía sin parar. El sentirse atada a la cama, sin poder moverse hacía que su placer y su deseo se multiplicaran por dos, su cuerpo empezó a temblar, notó como el incendio que crecía en su vientre se descontrolaba, su vagina se contraía y se dilataba cada vez más rápido, su corazón iba a salirse del pecho y la habitación se llenó de jadeos y gemidos descontrolados. "¡No puedo más!", gimió, y Emma notó como todo su cuerpo se estremecía y su mano quedo empapada de sus jugos, Jenny llegó al clímax tuvo el mayor orgasmo de toda su vida. La habitación quedó en silencio, mientras ambas jóvenes intentaban recuperarse de las sensaciones vividas. Jenny puso sus manos en las mejillas de su novia, acercando su rostro al suyo y ambas se fundieron en un cálido, dulce pero a la vez fogoso y apasionado beso, embriagándose del sabor único de la otra, que sólo ellas conocían. "Desabróchate los pantalones", susurro entre besos la joven de ojos azules al notar la respiración agitada de su novia y el movimiento incontrolable de sus caderas. Emma dudo, la miró fijamente y enseguida quedó atrapada por la intensa mirada de deseo de su novia. Aquella mirada, aquel brillo en sus ojos hizo que todo su cuerpo se estremeciera, que el fuego en su entrepierna fuese incontrolable, su deseo se convirtió en necesidad, necesitaba sentirla dentro, necesitaba ser poseída por ella, necesitaba que la satisficiera. Sin dejar de mirarla saltó de la cama y empezó a desabrocharse los pantalones lentamente. Jenny comenzó a respirar más rápido, la agarró de los recién abiertos pantalones la atrajo hacia si y la obligó a ponerse junto a la cama. Introdujo su mano y comenzó a acariciar su sexo por encima de sus bragas empapadas, notando la humedad y el calor que este desprendía. Emma gimió y comenzó a mover sus caderas de adelante hacia atrás. Jenny acariciaba una y otra vez el sexo de su amada, frotaba su clítoris, lo pellizcaba, más rápido, más despacio. Emma gemía, el movimiento de sus caderas se iba haciendo más rápido y más brusco, agarro la mano de su amada, la metió dentro de sus bragas y la presionó contra su

clítoris, moviéndola, más y más rápido. Su respiración se agitaba más y más, tenía la sensación de que las piernas no podrían sujetarla, la necesitaba dentro ya. "Necesito sentirte dentro, por favor mételos", murmuro entre gemidos, estaba loca de deseo. Jenny hizo todo lo contrario para desesperación de Emma, paró todo movimiento. La rubia la miró horrorizada. "Quítate los pantalones", le susurro con voz entre cortada. "Jenny.....", protestó Emma jadeante, mirando hacia la puerta. "Quiero lamerte, quiero saborearte, quiero impregnarme de ti, llevarme tu sabor", contestó la joven de ojos azules, introduciendo uno de sus dedos lentamente en la vagina de su chica. Emma gritó y se estremeció, movió sus caderas hacia adelante en busca de más, pero la joven de ojos azules inmediatamente retiró su mano con una sonrisa. La joven rubia no dudo, aquel gesto hizo que su mente se apagase completamente y el poco sentido común que le quedaba se evaporase. Rápidamente se deshizo de sus pantalones y sus bragas y con cuidado se colocó completamente desnuda donde su novia deseaba. Jenny colocó sus manos en las nalgas de su amante, sacó su lengua y comenzó a lamer lentamente la empapada entrepierna de Emma, impregnándose de su humedad, saboreándola con gusto, poco a poco, disfrutando de cada segundo, de cada lametón, de cada gemido exhalado por su novia. Con los dedos separó un poco los labios de la rubia buscando el botón de placer de su amada, lo encontró hinchado y vibrante. Jenny comenzó a lamerlo tiernamente con la puntita de su lengua, la rubia comenzó a respirar aún más rápido y a gemir más intensamente, mientras sus caderas se movían cada vez más ansiosas. Jenny presionó más con su lengua, un escalofrío de placer recorrió el cuerpo de la joven rubia, tomó su clítoris entre ambos labios y los apretó, lo mordisqueó, lo succiono, los líquidos de Emma fluían incontenibles en su vagina, gemía y gemía sin parar. La joven de ojos azules, sujetó el botón de placer de su amante entre los dientes y de forma frenética empezó a mover su lengua de izquierda a derecha todo lo rápido que podía.

Emma empezó a retorcerse violentamente, de su boca salían pequeños grititos imposibles de contener, sentía como si su vientre se hinchara, lo que tenía en la vagina eran verdaderas convulsiones y sentía espasmos en todo su cuerpo, mientras Jenny seguía lamiendo y lamiendo sin parar. La estaba volviendo loca, su cabeza le daba vueltas, ella la deseaba tanto, la había echado tanto de menos durante aquellos días de incertidumbre.... La joven de ojos azules dejó aquel castigado clítoris y con su lengua empezó a jugar en el orificio de su vagina, metía un poquito la puntita, la sacaba, la lamía y lamía sin parar empapándose de sus jugos, colocó sus manos en las nalgas de su novia y presionó su sexo fuertemente sobre su cara, mientras le introducía violentamente su lengua. Emma gritó, se arqueó, giró su cuerpo y dirigió su mano al sexo de su novia, dos de sus dedos se introdujeron en ella, no hubo resistencia alguna estaba completamente lubricada, Jenny cambió su lengua por sus dedos, introduciéndolos también en su amada, ambas empezaron a penetrarse a la vez, muy despacio, respiraban costosamente, casi jadeaban, en aquel mete saca que las estaba llevando al paraíso. Las caricias y las embestidas, junto con el amor que sentían las dos era algo que producía magia en aquella habitación. Estuvieron mucho tiempo amándose en silencio solo se podía escuchar sus agitadas respiraciones, las dos estaban completamente sudadas, sus cuerpos se movían al compás de una música que sólo ellas podían escuchar. Ambas jóvenes disfrutaron al máximos de aquella entrega tan apasionada que las dos tuvieron aquella noche, lejos de las preocupaciones, en un lugar donde solo existía su puro e infinito amor, aquel momento de locura donde las dos gemían, se movían, se sentían.... Jenny llegó a n punto en donde ya no podía más, "mi amor… mi amor… ya no puedo más…". Los movimientos de las dos se fueron haciendo más y más rápidos, se penetraron con más fuerza introduciendo los dedos aún más, los jadeos y gemidos inundaron aquella habitación de hospital. Ambas sentían que el orgasmo que se aproximaba iba apoderándose poco a poco de sus entrañas, sus vaginas se tensionaban más y más hasta que finalmente estallaron en contracciones inmensamente placenteras...mientras la humedad brotaba incontenible del interior de sus sexos. Las dos terminaron completamente rendidas y sudadas, Jenny tenía una hermosa sonrisa en sus labios. La joven rubia se tumbó al lado de su amada y la abrazó, la castaña giró la cabeza hacia ella sellaron aquel mágico momento con un dulce beso. "Te amo", murmuraron ambas jóvenes al separarse.

"Eres la mujer más hermosa que he visto jamás", susurró la rubia observando su cuerpo desnudo. "Lo sé", le contestó su novia con una sonrisa. "Jenny eres una vanidosa y una narcisista, pero te amo tanto.....", volvieron a fundirse en un cálido beso. En aquel momento no existía nada para ellas, era como dos semanas atrás, cuando vivían su amor día con día, sin preocupaciones, sin problemas, sin nada que pudiera separarlas. "¿Crees que nos habrán oído?", susurro la rubia un poco avergonzada al separarse. Jenny se encogió de hombros, "sinceramente me da igual, no creo que nadie pueda ser más feliz de lo que soy yo en estos momentos", dijo con una sonrisa, "pero creo que no deberíamos seguir tentando a la suerte y deberías vestirte y ayudar a esta pobre invalida a abrocharse el camisón".

Capítulo 32 Las horas pasaban inexorablemente y el momento de la separación se acercaba más y más. No durmieron nada en toda la noche, la pasaron haciendo planes para el futuro entre bromas, risas, caricias y besos. Ninguna de las dos permitió que la tristeza la invadiera, el día siguiente sería uno de los más tristes de sus vidas y tendrían todo el tiempo del mundo para llorar y lamentarse, pero en aquellos momentos estaban juntas y querían disfrutar de cada segundo de la persona que tanto amaban. Los primeros rayos de sol entraron por la ventana. Las dos estaban tumbadas en la cama, abrazadas, acariciándose. Emma apoyaba su cabeza en el hombro de Jenny y besaba dulcemente su cuello una y otra vez, en menos de dos horas llegarían sus padres y la alejarían de ella. La rubia suspiro, el momento que había estado buscando toda la noche no se podía demorar más. "¿Qué pasa mi amor?, ¿en qué piensas?", preguntó la joven de ojos azules en un susurro, mientras le acariciaba la mejilla. Emma no contestó, se levantó de la cama sin decir una palabra y sacó de su bolso la cajita que había ido a buscar el día anterior a su casa, se sentó en el borde de la cama y tomó la mano izquierda de su novia.

"Jenny yo.... ", empezó a decir nerviosamente, "ya sabes que no soy muy buena para hablar y dar grandes discursos, pero me gustaría darte y decirte algo". "Emma no es necesario.....", intento decir Jenny. La rubia la miró intensamente a los ojos, "Cariño desde que apareciste en mi vida, poco a poco has ido eliminando todos mis prejuicios, todas mis barreras y te has ido introduciendo más y más en mi corazón, hasta llenarme completamente y darle sentido a todo. Me has ofrecido una nueva vida que no cambiaría por nada del mundo. El brillo de tus ojos, tu sonrisa, tus caricias, tu aliento, tu calor, hacen latir a mi corazón, no podría vivir sin ti. Todo lo que deseo es estar a tu lado eternamente, escuchar tu voz, tu risa, acurrucarme entre tus brazos, tú eres lo que llena mi vida de felicidad e ilusión. Quiero que estemos juntas para siempre, sin dudas, sin inseguridades, juntas tú y yo", paró para tomar aliento. Jenny la miraba incapaz de decir ni una sola palabra, Emma abrió la cajita y sacó un precioso anillo. "Este anillo es lo único que quise quedarme de mi madre, fue el anillo de compromiso que le regaló mi padre. Ella lo guardaba como su pequeño tesoro, es lo único que tengo, y ahora quiero que lo tengas tú. Quiero entregártelo todo, mi corazón, mi cuerpo, mi mente, mi alma.... mi vida", continuó Emma casi sin poder hablar de la emoción. Volvió a tomar la mano izquierda de su mujer y le introdujo el anillo en su dedo anular mientras le susurraba, "Para siempre". Lágrimas de felicidad y emoción corrían por el rostro de la joven de ojos azules, "Emma yo no se si debo aceptarlo, yo....". La joven rubia la interrumpió sellando dulcemente su boca con sus labios, la besó con tanto amor y ternura como sentía, sus lenguas se juntaron casi como en una caricia. Se besaron una y otra vez emborrachándose de las emociones y sensaciones que les estaba regalando aquel mágico momento, hasta que sin aliento tuvieron que separarse para coger aire. Jenny tiró de Emma obligándole a tumbarse a su lado y la abrazó, "te amo" susurro. "Y yo a ti", contestó la rubia acurrucándose a su lado.

Estuvieron durante muchos minutos sin decir nada, abrazadas, acariciándose, disfrutando del momento, de las sensaciones, de sentirse la una en los brazos de la otra, ambas deseosas de no separarse jamás. "Cariño, me has regalado la noche más mágica y hermosa de mi vida, me has hecho la mujer más feliz del mundo en todos los sentidos", susurro la joven de ojos azules. "Mi amor para mí también ha sido una noche mágica que no olvidare nunca", murmuro la joven rubia incorporándose para besarla, "me siento tan bien cuando me abrazas, cuando me acaricias, cuando me besas, cuando me haces el amor". "Uhmmmm, así que te gusta que te haga el amor", preguntó la joven castaña con voz sugerente. "Me apasiona", susurro la rubia cerrando los ojos y recordando lo que había pasado unas horas antes. "Y que es lo que te gusta que te haga", pregunto Jenny traviesa obligándola a acercarse más a ella. "Me encanta cuando siento tu lengua en mi cuello, cuando me lames la oreja", tuvo que parase y no pudo evitar que un pequeño gemido se le escapara al sentir como la lengua de Jenny lamia su cuello y se dirigía a su oreja. "¿Qué más?, dime que más te gusta", susurro la joven de ojos azules sin dejar de morder el lóbulo de su oreja. "Me vuelve loca cuando tocas mis pechos, los atrapas firmemente, los acaricias, los masajeas, pellizcas mis pezones", respondió la rubia suspirando placer, al sentir la mano de su amada en sus senos. "Dime mi amor que más te gusta", dijo la castaña con voz entrecortada, notando como crecía la humedad en su entrepierna al ver el estado de excitación al que estaba llevando a su chica. "Me muero de gusto cuando siento tus manos desabrochando mi pantalón", murmuró la rubia con un hilo de voz, respiraba costosamente, su corazón galopaba en su pecho con tanta fuerza que parecía que iba a salírsele en cualquier momento. "¿Y esto te gusta?", preguntó Jenny a la vez que introducía su mano por debajo de los bragas de su amante y presionaba su empapado sexo.

La rubia gimió fuertemente, " Jenny mi amor, tienes que parar, tus padres están a punto de llegar". "¿De verdad quieres que pare?", susurró la joven de ojos azules mientras movía firmemente su mano de arriba, abajo. Emma empezó a temblar y pequeños gemidos comenzaron a salir de su boca. "Dímelo, ¿quieres que pare?", la mano de Jenny presionó aún más el sexo de su amante y empezó a moverla más y más rápido, "¿estás segura de que es lo que quieres? La rubia se retorcía y gemía sin parar, "No, no pares..... quiero sentirte dentro....hazlo ya..... me vuelves loca". La joven de ojos azules hizo caso omiso y siguió con sus movimientos. "Jenny por favor...... lo necesito...... mételo..... no puedo más", suplicó la rubia. La joven castaña no la hizo esperar, introdujo lentamente dos de sus dedos y estos casi fueron absorbidos por la chorreante y necesitada vagina de su novia. Emma comenzó a cabalgar sobre la dispuesta mano de su amada, galopando más y más rápido, las paredes de su vagina se contraían cada vez más intensamente y ese fuego abrasador en su bajo vientre se hizo incontrolable. La rubia no pudo ahogar el grito, todo explotó, el orgasmo fue grandioso. Jenny no sacó los dedos, los adapto a las pequeñas embestidas que daban las caderas de la rubia, hasta que esta cayó inmóvil y agotada entre sus brazos. Unos minutos después se abrió bruscamente la puerta de la habitación, Emma saltó como un resorte de la cama y se giró hacia la pared para abrocharse el pantalón. Caro y Lara se pararon en seco al entrar y observar a Emma con la mejillas completamente sonrojadas y la respiración agitada luchando desesperadamente por abrochar sus pantalones.

"¡Buenos días!", dijo Jenny invitándolas a acercarse con una sonrisa, mientras luchaba con todas sus fuerzas por evitar reírse al ver el apuro de su novia. "Buenos días", contesto Caro turbada, "veníamos a despedirnos.....". “Perdonarnos si hemos interrumpido algo.....", Lara no podía apartar la vista de Emma. "No pasa nada.....", murmuro la rubia molesta, "pero no hubiese estado de más que hubieseis llamado a la puerta antes de entrar". Jenny no pudo evitarlo por más tiempo y soltó una enorme carcajada lo que contagió a las recién llegadas, las tres jóvenes reían sin parar mientras Emma se sentía cada vez más indignada. "Jenny a mí no me parece nada divertido, si llegan a entrar unos minutos antes, nos hubiesen visto en plena acción", Emma se tapó la boca con las manos horrorizada por lo que acababa de decir y sus mejillas aún se pusieron más rojas. "Mira el lado positivo, han sido ellas y no mis padres", contestó la joven de ojos azules costosamente, riendo aún con más ganas. "Necesito tomar el aire", murmuro la rubia cada vez más molesta y avergonzada saliendo precipitadamente de la habitación. Los Sres. Hartmann que llegaban en aquel momento tuvieron que apartarse para no ser arrollados por la rubia. "Emma, ¿va todo bien?", preguntó la Sra. Hartmann a la ofuscada rubia. No obtuvo respuesta, la joven se alejó rápidamente por el pasillo. Emma estaba indignada, no entendía como Jenny podía darle tan poca importancia a lo que había pasado, si Caro y Lara hubiesen llegado unos minutos antes, la hubiesen pillado con la mano de Jenny dentro de su pantalón, suspirando y jadeando como un animal. Emma no pudo evitar sonreír al imaginarse la cara de las dos jóvenes al entrar a la habitación y encontrarse con aquella escena. Se sintió bastante ridícula por haberse comportado como una adolescente pillada infraganti en su primera vez. Ya era una mujer adulta y tenía que ver el sexo como algo bello y natural, no como algo para avergonzarse. Tenía tanto que aprender......., desde que Jenny estaba a su lado cada día aprendía o descubría algo nuevo. Sonriendo dio la vuelta y volvió a la habitación.

Al entrar todos estaban charlando, tranquilos y distendidos, se sentó en la cama junto a su novia, le tomó la mano y la miro un poco avergonzada, al instante notó el dedo pulgar de su novia acariciando su mano. Una hora después el Dr. Horstfeld llamó a la puerta, al verle, las dos amantes entrelazaron sus dedos y los apretaron fuertemente, Emma se mordió nerviosamente el labio inferior y suspiró. Había llegado el momento-.

Capítulo 33 "Jenny, es la hora", dijo el médico al entrar a la habitación, "el helicóptero que te trasladará al aeropuerto ya está en la azotea, ahora vendrán unas enfermeras para ayudarte a asearte y en cuanto terminen nos pondremos en camino". "¿Tú también vendrás Michael?", preguntó el Sr. Hartmann. "Si", respondió el Dr., "quiero asegurarme de que todo vaya bien durante el viaje y prefiero estar presente durante las primeras exploraciones, conocer los resultados y el tratamiento de primera mano, y me gustaría estar presente si tiene que volver a entrar en quirófano". Llegaron las dos enfermeras y pidieron a todos que abandonaran la habitación. Caro y Lara se despidieron definitivamente de Jenny, tenían que volver a la facultad, ya se habían perdido las dos primeras horas. Le desearon mucha suerte e hicieron prometer a su capitana que trabajaría duro para intentar llegar totalmente recuperada y en plena forma a los últimos partidos. "¿Emma vienes?", preguntó Caro mientras salía de la habitación. La rubia asintió, se había prometido a si misma ser fuerte para no llorar y no hacérselo más duro a Jenny. Había llegado el momento en el que tenían que despedirse, cada minuto que pasaba el nudo que sentía en el estómago se iba haciendo más y más grande y las ganas de llorar poco a poco la iban venciendo. Jenny como mucho iba a permanecer media hora más en ese hospital y no iban a poder volver a estar a solas. La rubia sabía que lo mejor era despedirse ya y no alargarlo más.

Volvió a sentarse en un lado de la cama y acarició la mejilla de su novia, sonriendo. Se miraron intensamente a los ojos, aquella sensación volvió y todo dejó de existir, ambas fueron transportadas a su propio y pequeño universo. No hacían falta palabras, con aquella mirada se lo estaban diciendo todo. Aunque se estaban muriendo por dentro ninguna de las dos se permitió llorar, tendrían mucho tiempo a partir de aquel momento para ello. Jenny paso su mano por detrás de la nuca de su amada, la obligó a acercarse a sus labios y la besó, fue un beso triste lleno de amargura y dolor por la separación, ambas luchaban por aguantar las lágrimas. "Te amo tanto Jenny, no puedes imaginar cuanto", susurro la rubia débilmente al separarse. "Tanto como yo a ti mi amor, eres tan especial", le respondió la joven de ojos azules. "Sólo cuando estoy contigo", la joven rubia apoyo su frente en la de su amada y la abrazó, disfrutando de los últimos minutos de contacto. La voz impaciente de una de las enfermeras las devolvió a la realidad, "señorita le agradecería que saliese, tenemos que empezar ya", dijo dirigiéndose a Emma. La rubia la miró molesta y asintió, "te llamaré todos los días", volvió a besar a su novia y se dirigió a la puerta, tenía tantas cosas que decirle pero las palabras no salían de su boca. Cuando su amada salió por la puerta, Jenny no pudo evitar que las lágrimas brotaran de sus ojos, sentía un dolor agudo en su pecho, era como si su corazón se despedazase con cada latido. No recordaba haberse sentido tan triste, tan sola nunca. Se acababa de ir y ya la echaba terriblemente de menos, se preguntaba una y otra vez como iba a hacer para vivir todos aquellos meses sin tenerla a su lado. Para Emma no fue diferente, al salir al pasillo se derrumbó, se abrazó a Caro y lloro amargamente. Sentía que las fuerzas la habían abandonado, una gran tristeza y angustia la invadían por dentro. Se sentía muy triste, después de la muerte de su madre, para ella ese momento era el más doloroso que había tenido que pasar y sabía que ese dolor, esa tristeza, no iba a desaparecer hasta volver a tener a Jenny entre sus brazos. En aquellos momentos se arrepentía enormemente de todo el tiempo que había perdido gracias a sus miedos, de cada beso no dado, de cada noche de pasión desaprovechada, de cada te amo no dicho, de cada caricia no dada...... No podía entender como había podido luchar tanto tiempo

contra sus propios sentimientos, como podía haber existido un día en el que ella dudo de que Jenny fuera el amor de su vida. Recordó como cuando se conocieron, pensó que Jenny era la persona más egocéntrica, prepotente, maleducada y narcisista de la tierra, de como por muchos esfuerzos que ellas mismas hicieran por alejarse la una de la otra ese lazo invisible que las unía, se empeñaba en juntarlas una y otra vez; Hasta que poco a poco en su corazón y en su mente sólo existió Jennifer Hartmann. Recordó el terror que sintió al darse cuenta de sus sentimientos, de que se había enamorado de ella, todos aquellos estúpidos miedos, aquellas inseguridades que la invadieron. Recordó como día tras día había intentado luchar contra aquellos sentimientos huyendo y rechazando a Jenny una y otra vez, y como la joven de ojos azules insistía en luchar por ellas, en apostar por un futuro juntas. Como ella se resistió una y otra vez hasta que finalmente logró su propósito y Jenny se rindió y se le alejó de ella y entonces, en aquel momento, cuando sintió perderla de verdad, para siempre, se dio cuenta de lo tonta que había sido, de que por mucho que se empeñase no podía vivir sin Jenny a su lado. Recordó el primer beso, jamás había sentido nada parecido, ni tan siquiera podía imaginarse que se pudiera sentir todo lo que ella sintió cuando los labios de su amada se juntaron con los suyos por primera vez, las primeras caricias que le quemaban la piel, la primera noche que pasó entre sus brazos y la increíble y maravillosa sensación que sintió al día siguiente al despertarse junto a ella. Recordó como aunque se moría por sentirla dentro, esperó y esperó tontamente hasta entregarse completamente a ella. Un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar todas las embriagadoras emociones, todos los sentimientos de aquella mágica noche en que se amaron por primera vez. En aquellos momentos deseó haberse entregado sin dudas, sin reservas desde el primer momento a aquella persona que tanto amaba, había perdido inútilmente tanto tiempo..... Se separó de los brazos de Caro, secó sus lágrimas y volvió a entrar a la habitación ignorando las protestas de las enfermeras. "Emma ¿qué haces?", preguntó Jenny sorprendida. "Has estado llorando", susurro la joven rubia, mientras secaba las lágrimas de sus mejillas. "Tú también", murmuro la joven de ojos azules acariciándola.

"Jenny, cuando vuelvas quiero todas las noches de nuestra vida sean como esta. Tardes lo que tardes yo te estaré esperando y cuando vuelvas a mí, cuando vuelva a tenerte entre mis brazos, quiero hacerte el amor todas las noches, decirte día tras día que te amo, que eres la mujer de mi vida, quiero disfrutar cada minuto de ti, no perder ni un segundo y disfrutar a cada momento que estemos juntas de todo lo que me haces sentir, de todas las sensaciones que me produce sentir tu cuerpo a mi lado. Te amo y te amaré siempre.", Emma acercó sus labios a los de la mujer que tanto amaba y la beso. Esta vez el beso no fue triste, fue un beso lleno de amor, de complicidad, de esperanza, de ilusión, dentro de unos meses acabaría esa pesadilla y volverían a estar juntas. Se besaron una y otra vez con ansia, con pasión, anhelando ya aquellos labios, aquellas lenguas que tardarían meses en volverse a juntar, sus manos recorrieron sus cuerpos, acariciándose casi con desesperación. "Te voy a echar tanto de menos.....", murmuró Jenny con voz entrecortada al separarse para tomar aire. "Y yo a ti mi amor, vuelve pronto por favor", respondió la rubia sin aliento. "Lo más rápido que pueda, te lo prometo", la joven castaña volvió a tirar de su novia hacia ella y sus labios volvieron a juntarse. Al separarse ambas se miraron intensamente a los ojos, la fusión azul avellana jamás había sido tan grande y ese lazo invisible que las encadenaba a las dos juntas, esa cinta que las reunió desde el principio las unía más fuerte que nunca. Finalmente haciendo el esfuerzo más grande que jamás había hecho, Emma se levantó de la cama y se separó de su novia, "debo irme", susurró con un hilo de voz y se alejó. " o olvides que te estaré esperando", dijo la joven rubia desde la puerta. “Pensaré en ti cada segundo, eres toda mi vida", contestó Jenny. Emma salió por la puerta, quedaba un día menos para volver a estar juntas.

Capítulo 34 Los primeros días de Jenny en California, pasaron relativamente rápido. Aunque echaba terriblemente de menos a Emma todo aquello era nuevo para ella, entre aclimatarse al nuevo

hospital, al nuevo horario, a la nueva cultura, al nuevo equipo médico y los reconocimientos y las pruebas diarias, no le dejaban mucho tiempo para pensar. Seguía sin poder moverse de la cama pero todo aquello era agotador. Todas las noches llamaba a su gran amor y se contaban sus respectivos días, por mucho que la rubia intentaba parecer alegre y animada, su voz la delataba, sonaba triste y apagada. La joven de ojos azules intentaba por todos los medios arrancarle alguna risa sincera, pero muy rara vez lo lograba. El hospital era pequeño y muy lujoso, contaba con 15 grandiosas habitaciones individuales, en las cuales no faltaba ni un sólo detalle para hacer la obligada estancia de los pacientes los más agradable posible, aquellas habitaciones no tenían nada que envidiar a cualquier suite de un hotel de cinco estrellas. Jenny tenía a su disposición las veinticuatro horas del día un grupo compuesto por tres enfermeras, tres auxiliares y una fisioterapeuta. Se encargaría de su caso una jovencísima doctora, que pese a su juventud era una de las mejores especialistas en traumatología del país; la doctora Borrek, Kasia Borrek, junto con todo su equipo. Para hacer al hospital aún más coqueto e interesante, estaba situado a pie de playa, en uno de los distritos más vibrantes y eclécticos de Los Ángeles, en Venice, en Muscle Beach y parte de la rehabilitación de la joven de ojos azules tendría lugar en aquella playa.

Los Sres. Hartmann alquilaron una pequeña casita a menos de quinientos metros del hospital donde permanecería ingresada su hija, no pensaban separarse de ella mientras durase su rehabilitación. El quinto día de ingreso y después de infinidad de pruebas, finalmente la Dra. Borrek, hizo acto de presencia, entró en la habitación con un diagnóstico y pidió a los Sres. Hartmann y al Dr. Horstfeld, que salieran de la habitación para quedarse a solas con Jenny. Los tres adultos miraron indignados y asombrados a aquella diminuta joven que los había ignorado durante cinco días. El Dr. Horstfeld estaba especialmente molesto, desde que llegaron había insistido una y otra vez en estar presente en todas y cada una de las pruebas realizadas a su paciente y ser informado de los resultados, pero siempre se había topado con la misma respuesta por parte del equipo médico, - sin el permiso de la Dra. Borrek, no era posible-. El médico pidió diariamente hablar con la Dra., pero aquella nunca apareció. "Dra. Borrek, soy el Dr. Horstfeld, médico personal de Jenny, y estos son los Sres. Hartmann sus padres", la joven Dra. estrechó la mano amablemente a todos. "Nos gustaría estar presentes y escuchar todo lo que tenga que decir, ya que por fin después de cinco días nos honra

amablemente con su presencia", terminó el médico irónicamente, mirándola por encima del hombro. La joven, sonrió y respondió ignorando el ataque del comentario anterior, "sé quién es usted Dr. Horstfeld su reputación le precede, pero me temo que lo que me pide no va a ser posible. La Srta. Hartmann es mi paciente y ya es mayor de edad, si no me equivoco cumple veinticuatro años el mes que viene. Así que a quien debo informar y con quien debo tratar es única y exclusivamente con ella, ya que ella será quien tome las decisiones que tenga que tomar. Los Sres. Hartmann serán informados en reuniones semanalmente sobre el estado y evolución de su hija. En cuanto a usted, no tengo ninguna obligación informarle de nada, ya que no es familia directa. Creo que esa es una de las reglas básicas en todos los hospitales, tanto en Alemania como aquí, informar sólo a la familia", ni por un solo segundo se borró la dulce sonrisa de su cara mientras pronunciaba aquellas palabras. El médico se quedó sin habla, jamás nadie le había tratado así, él era un profesional respetado y admirado mundialmente, una eminencia en su campo, y aquella engreída joven le estaba diciendo como y a quien informar. Miro a su joven colega casi sin poder creer lo que estaba pasando, aquella pequeña rubia, de no más de 1,60 de estatura y aspecto frágil, la cual podía perfectamente ser su hija puesto que no superaría por mucho los treinta años, estaba dándole lecciones. El Sr. Hartmann tomó el relevo de su amigo, "Dra. Borrek, como padre de Jenny y sobre todo teniendo en cuenta el dinero que me cuesta diariamente el que ella esté ingresada aquí. Tengo derecho a ser informado a cada segundo sobre el estado de mi hija y una caprichosa Dra. no va a privarme de ese derecho. Además discúlpeme y no pretendo ofenderla, pero dudo que alguien tan joven como usted, esté preparada realmente para tratarla". "¡Papá!", protestó Jenny ante el ataque de su padre. La Dra. Borrek, sonrió tranquila a la joven de ojos azules y volvió su atención hacia el altivo hombre de negocios, "Sr. Hartmann en primer lugar, yo no le estoy privando de nada, esto es política del hospital desde que este abrió hace cincuenta años, y como usted comprenderá, no vamos a cambiarlo todo porque un millonario alemán y su amigo doctor quieran. En segundo lugar, entiendo que mi juventud le sorprenda, pero no voy a consentir que venga a mi lugar de trabajo a dudar de mis cualidades y mi preparación para tratar a su hija, podría mostrarle toda mi formación académica y mis referencias pero no lo voy a hacer, soy una profesional altamente cualificada y eso debe ser suficiente. Y en tercer lugar, quiero que quede bien claro que la capacidad de esta clínica es de quince pacientes máximo, recibimos miles de peticiones de ingreso mensuales. Si ustedes están aquí es porque yo me interesé por el caso y me gustaría ayudar a su hija, no porque necesitemos su dinero, así que si no está conforme con el trato recibido o con nuestra política, no tengo ningún inconveniente en dejar a la paciente".

El Sr. Hartmann la miró sorprendido, no pudo evitar mirar con admiración a aquella joven Dra. pese a su juventud, su temple, su saber estar y su seguridad en si misma eran dignas de admiración. "Si no depone su actitud, me veré obligado a discutir todo esto con el director del hospital", volvió a la carga el Dr. Horstfeld. La joven rubia no se inmutó, se encogió de hombros y respondió, "El director está de vacaciones, soy su mano derecha y la directora en funciones, si me permiten informar del resultado de las pruebas a la Srta. Hartmann, gustosamente cuando termine con mis pacientes, subiré a mi despacho y discutiremos lo que los Sres. Hartmann quieran. Pero ahora por favor decídanse porque tengo mucho trabajo y no puedo seguir perdiendo el tiempo con ustedes, o salen de la habitación o salgo yo". La Sra. Hartmann, había permanecido como espectadora entre la discusión de los dos hombres y la joven Dra., pero en aquel momento decidió que aquella tontería ya había durado demasiado, el día anterior mientras su marido y su amigo protestaban una y otra vez por la falta de información y la falta de educación por parte de la traumatóloga por no haber acudido a recibirlos, ella se había informado sobre quien era Kasia Borrek y sabía que era la adecuada y estaba ampliamente preparada para encargarse del caso de su hija. Tomó a su marido del brazo y tiró de él hacia afuera, "salgamos Rolf, dejemos a la Dra. trabajar", dijo muy seria. Su marido la miró asombrada, iba a protestar pero al ver la mirada de su mujer se dio cuenta de que no había lugar para discusiones, ya había tomado una decisión. Asintió con la cabeza y se dejó llevar. Su amigo no tuvo otra opción que seguirlos. Kasia sonrió agradecida a la mujer, suspiró y se giró hacia su paciente, por fin estaban las dos solas en la habitación. En cuanto la vio, a Jenny le encantó su nueva doctora, su parecido físico con Emma era increíble, pero no así su personalidad. Quedó prendada de aquellos cálidos y chispeantes ojos color avellana, le gustó su fuerte carácter, su seguridad en si misma, su saber estar y como se había deshecho de los dos hombres sin perder la sonrisa de su rostro. Escuchó que la joven le decía algo, pero ella estaba absorta examinando cada detalle de su cuerpo, asombrándose cada vez más por el parecido de aquella mujer con su novia incluso en los pequeños detalles como su pelo corto y alborotado o aquellos lunares que tanto le gustaban de Emma "¿Srta. Hartmann, me está escuchando?", pregunto la joven Dra. "Discúlpeme, estaba pensando en otra cosa", contestó la joven castaña.

Kasia sonrió, "le decía que después de examinar los resultados de las pruebas, creo que no será necesario que tenga que volver a pasar por quirófano. Existe un tratamiento que evitaría la cirugía, está todavía en fase experimental, pero está dando grandes resultados", se detuvo para observar a la joven, que la miraba fijamente con aquellos hermosos e intensos ojos azules, un escalofrío recorrió su espalda. "Usted que me recomienda", preguntó la joven castaña. "Srta. Hartmann.....", comenzó la Dra. "Jenny, por favor, llámeme Jenny", la interrumpió la joven. "Srta. Hartmann......, pasar por quirófano siempre, por muy sencilla que sea la operación entraña sus riesgos ", continuó Kasia. Desde el primer momento en que vio a la joven alemana, había quedado maravillada por su increíble belleza, sus labios carnosos, su cuerpo escultural y por aquellos dulces ojos azules, así que para evitar problemas y posibles tentaciones, prefirió mantener las distancias y darle un estricto trato médico paciente. "No ha contestado a mi pregunta Dra. ¿usted qué me aconseja?", insistió la joven castaña, "y le repito que me llamo Jenny". Kasia sonrió, cada vez le gustaba más, "Srta. Hartmann, yo sin dudarlo me decantaría por el tratamiento, dejaría la cirugía como último recurso. Creo que con el tratamiento y la rehabilitación conseguirá recuperarse completamente". la joven Dra. dudo, "la rehabilitación será dura y tendrá que esforzarse, pero no creo que sea ningún problema para usted..... No he podido evitar fijarme en que tiene un cuerpo increíble, maravilloso, llegar a moldearlo así y conservarlo le tendrá que haber costado un gran esfuerzo", se mordió sensualmente el labio inferior y la miró descaradamente de arriba abajo hasta posar su mirada en aquellos luceros celestes. Jenny inmediatamente apartó la mirada, notó como sus mejillas ardían, "confío en usted, es la que sabe de esto, hagámoslo así, me pongo en sus manos", contestó sin ser capaz de volver a mirarla. "Está bien Srta. Hartmann, será muy duro, pero en tres o cuatro meses si se esfuerza podrá caminar con normalidad", dijo la Dra., "ahora le dejo descansar, mañana empezaremos con el tratamiento". "Hasta mañana entonces, muchas gracias por todo", dijo la joven de ojos azules.

Kasia agarro el pomo de la puerta, pero antes de abrir, se giró hacia su paciente y dijo, "me ocuparé personalmente de usted, de hacer su estancia lo más agradable posible", sonrió pícaramente, abrió la puerta y salió de la habitación.

Capítulo 35 Al salir la Dra. entraron los padres de Jenny y el Dr. Horstfeld, ansiosos por saber todos los detalles de la charla con la joven médica. Jenny les explicó, todo lo que la Dra. Borrek a su vez le había explicado a ella y cual había sido su decisión. Tenía unas ganas locas de que los tres se marcharan y poder quedarse a solas para analizar la extraña conversación que había tenido con su Dra. Si aquella conversación se hubiese producido en otras circunstancias, no hubiese dudado un solo instante en que Kasia había estado coqueteando con ella....... Los tres adultos estuvieron durante media hora más discutiendo sobre las ventajas o las desventajas sobre el tratamiento y la cirugía. El médico no estaba muy convencido sobre si la decisión tomada por Jenny era la correcta, él siempre había estado a favor de la cirugía, además aquella altiva doctora no le merecía ninguna confianza. "Jenny, creo que deberías pensártelo al menos y sopesar también la otra opción, no basarte sólo en lo que ella te ha dicho", insistió el Dr. "Michael, me parece que sabe lo que hace y estaba muy segura de lo que decía, creo que es la decisión adecuada no voy a cambiarla", contestó la joven, "además si no funciona siempre estaré a punto de pasar por quirófano, no puede hacerme ningún mal probar el tratamiento". "Lo sé Jenny, pero entonces todo el tiempo transcurrido, habrá sido tiempo perdido", insistió el Dr. "Jenny tiene tazón, no tiene nada perjudicial para ella el probar el tratamiento e intentar evitar la cirugía. Además como ha dicho la Dra. Borrek, es mayor de edad, por lo tanto debemos aceptar su decisión", intervino tajante la Sra. Hartmann.

"Gracias mama", murmuro la joven de ojos azules con voz cansada y tomó cariñosamente la mano de su madre. Entre las dos se estaban creando unos lazos de unión muy fuertes, Jenny por fin estaba descubriendo que era tener una madre y estaba muy feliz por ello. "Pareces cansada", dijo la Sra. Hartmann acariciándole la mejilla, la besó en la frente y se volvió hacia los dos hombres "deberíamos irnos y dejarla descansar". Los dos hombres asintieron, se despidieron de ella hasta el día siguiente y se marcharon. En cuanto salieron de la habitación Jenny cogió ansiosa su teléfono móvil y llamó a Emma. Nadie se había dado cuenta de un detalle que había comentado la Dra. que a ella se le quedó grabado a fuego en su mente y no quiso compartir con nadie. Kasia había dicho que si se esforzaba, en tres o cuatro meses podría volver a caminar normalmente, no en un año ni en medio año como pensaba los días que más optimista se sentía. Si trabajaba duro antes de verano podría estar de vuelta en Colonia junto a Emma. La echaba terriblemente de menos y no sabía como iba a aguantar tanto tiempo sin verla, sin sentirla. El teléfono sonó y sonó hasta quedarse sin tono, Jenny sorprendida volvió a marcar algo nerviosa, Emma siempre respondía al segundo o tercer tono. "¿Si?, Emma Müller", dijo por fin la voz adormilada de Emma. Al escucharla Jenny sintió como se le aceleraba el corazón y una enorme sonrisa se dibujó en su rostro,” Donde estabas cari o?, me estabas empezando a preocupar". "Mi amor, son las cinco y veinte de la mañana, ¿dónde quieres que esté?", murmuro Emma aún dormida. Jenny sonrió nunca iba a acostumbrarse a ese maldito cambió de horario, le contó a su novia emocionada todo lo que le había pasado. Como era su nueva y joven doctora, el parecido tan asombroso con ella, lo bien que habían conectado, como se había desecho de su padre y padrino, lo buena profesional que parecía pese a su juventud.... Emma escuchaba en silencio, no pudo evitar sentir una punzada de celos ante la inesperada adoración de Jenny por su médica, durante todo el tiempo que se conocían jamás había mostrado tal admiración por nadie, Sentía que aquello no era bueno. "¿Cariño me has oído?, ¿no te parece?", escuchó que decía excitada Jenny al otro lado de la línea.

"Perdona, parece que se perdió la señal, no te escuché", dijo rápidamente Emma, excusando y volviendo a prestar atención a su chica. "Mi amor, Kasia ha dicho....", volvió a decir la joven de ojos azules. "¿Kasia?", preguntó Emma tragando saliva, sabiendo perfectamente a quien se refería. "La Dra. Borrek", aclaró la joven de ojos azules, "que con el nuevo tratamiento experimental y mi esfuerzo, en tres meses es posible que pueda caminar normalmente", repitió Jenny alegremente. "Genial, me alegro mucho", contestó Emma, sin mucho ánimo. "Cariño, ¿te das cuenta de lo que eso significa?", preguntó la joven castaña algo molesta por la falta de emoción de su chica, "en tres meses podré volver a casa, podremos volver a estar juntas. Sinceramente pensé que te alegrarías más. "Jenny perdóname, acabo de despertarme y estoy aún un poco atontada", se disculpó Emma, "claro que me alegro, no te puedes imaginar cuánto. Te echo mucho de menos, te necesito aquí a mi lado, no puedo pensar durante todo el día en otra cosa que no sea en ti". "Yo también te hecho mucho de menos amor mío, daría todo lo que tengo por poder tenerte ahora mismo entre mis brazos, por poder besarte", Jenny suspiró, "me esforzaré todo lo que pueda y antes de que nos demos cuenta volveremos a estar juntas". "No sabes como deseo que eso ocurra Jenny, que podamos volver a disfrutar de nuestra vida, empezar a hacer nuestros planes y nuestros deseos realidad", Emma sonrió imaginándose ese lejano día. Hablaron durante una hora, de todo y de nada, ninguna quería finalizar la conversación, con escuchar la voz de la otra se sentían cerca, en paz. No se cansaban de decirse una y otra vez todo lo que se amaban, todo lo que se extrañaban. Cuando finalmente colgaron Emma no pudo volver a dormirse, tenía una extraña sensación de inquietud en el cuerpo. El tono de voz y la devoción que Jenny parecía tener por su doctora, no le gustaba nada, había algo que hacía que un temor invadiera su pecho, tenía un mal presentimiento. Cerró los ojos e intentó pensar en otra cosa, apartar de su mente aquellos miedos irracionales, porque realmente Jenny no le había dado ningún motivo para dudar de ella, para

sentir temor. De una manera un tanto exagerada, sólo había mostrado su agrado por la persona que iba a ser la encargada de hacer que su vida volviera a la normalidad y que a Jenny le agradara su doctora sería bueno para una mejor y más rápida recuperación. Jenny abrazó su almohada con una inmensa sonrisa, hablar con Emma siempre la llenaba de alegría, de paz, la hacía sentirse la mujer más afortunada del mundo, porque aunque estaba a miles de kilómetros de distancia, la mujer que amaba, que adoraba, que era toda su vida, era suya y eso la hacía completamente feliz, cerró los ojos y suspiró. Unos golpes la, sobresaltaron la puerta se abrió y vio asomarse la cara sonriente cara de la Dra. Borrek, Jenny le hizo un gesto con la mano dándole permiso para que pasara. "¿Estaba dormida?, no era mi intención molestarla", dijo la joven rubia entrando en la habitación. "Usted nunca molesta", respondió Jenny brindándole una hermosa sonrisa, "sólo me había quedado un poco traspuesta". "Srta. Hartmann sólo he pasado a despedirme, me marcho ya a mi casa y quería desearle dulces sueños y saber si necesitaba algo", la sonrisa en la cara de la joven Dra. se hizo aún mayor. Jenny la miró sorprendida, "¿hace esto con todos los pacientes?". "Sinceramente no lo había hecho hasta hoy, siempre trato de evitar las relaciones personales con mis pacientes. Pero usted es diferente", respondió la Dra. desafiante sin apartar los ojos de ella. Jenny apartó inmediatamente sus ojos de aquellos color avellana que la penetraban y se revolvió inquieta en la cama. "Le incomoda eso Srta. Hartmann", preguntó la médica acercándose más a la cama, buscando el contacto visual insistentemente. "En absoluto, me halaga", respondió Jenny, sosteniendo su mirada con descaro. Empezaba a encontrar divertido aquel juego. "Me alegra oír eso, siempre es importante que el paciente se sienta cómodo junto a su médico, que le guste el trato recibido y me voy a ocupar de que usted reciba por mi parte las mejores atenciones Srta. Hartmann", dijo Kasia con el tono de voz más sensual que Jenny había escuchado jamás.

La joven de ojos azules la miró divertida, "no le parece un poco absurdo Dra. Borrek que venga a desearme buenas noches y se niegue a llamarme por mi nombre", dijo participando completamente en el juego. La joven Dra. sonrió aún más, realmente le gustaba aquella joven, "tiene razón Srta. Hartmann, creo que será mejor que le diga realmente a que he venido". "La escucho", respondió la joven castaña. "Mañana es mi día de quirófanos, empiezo a operar a las ocho de la mañana, pero antes me gustaría ser yo misma quien le quite la escayola y estar presente en sus primeros pasos. Así que me gustaría saber si está dispuesta a madrugar", preguntó la Dra. seriamente, el juego había terminado. "Por supuesto que sí, estoy deseando empezar. Cuanto antes mejor", respondió enérgicamente la paciente. "Entonces mañana a primera hora, estaré aquí", la joven rubia se dirigió hacia la puerta, antes de salir se giró y mirándola sonriente dijo, "buenas noches Jenny". "Buenas noches Kasia", respondió la otra joven devolviéndole la sonrisa.

Capítulo 35 Al salir la Dra. entraron los padres de Jenny y el Dr. Horstfeld, ansiosos por saber todos los detalles de la charla con la joven médica. Jenny les explicó, todo lo que la Dra. Borrek a su vez le había explicado a ella y cual había sido su decisión. Tenía unas ganas locas de que los tres se marcharan y poder quedarse a solas para analizar la extraña conversación que había tenido con su Dra. Si aquella conversación se hubiese producido en otras circunstancias, no hubiese dudado un solo instante en que Kasia había estado coqueteando con ella....... Los tres adultos estuvieron durante media hora más discutiendo sobre las ventajas o las desventajas sobre el tratamiento y la cirugía. El médico no estaba muy convencido sobre si la

decisión tomada por Jenny era la correcta, él siempre había estado a favor de la cirugía, además aquella altiva doctora no le merecía ninguna confianza. "Jenny, creo que deberías pensártelo al menos y sopesar también la otra opción, no basarte sólo en lo que ella te ha dicho", insistió el Dr. "Michael, me parece que sabe lo que hace y estaba muy segura de lo que decía, creo que es la decisión adecuada no voy a cambiarla", contestó la joven, "además si no funciona siempre estaré a punto de pasar por quirófano, no puede hacerme ningún mal probar el tratamiento". "Lo sé Jenny, pero entonces todo el tiempo transcurrido, habrá sido tiempo perdido", insistió el Dr. "Jenny tiene razón, no tiene nada perjudicial para ella el probar el tratamiento e intentar evitar la cirugía. Además como ha dicho la Dra. Borrek, es mayor de edad, por lo tanto debemos aceptar su decisión", intervino tajante la Sra. Hartmann. "Gracias mama", murmuro la joven de ojos azules con voz cansada y tomó cariñosamente la mano de su madre. Entre las dos se estaban creando unos lazos de unión muy fuertes, Jenny por fin estaba descubriendo que era tener una madre y estaba muy feliz por ello. "Pareces cansada", dijo la Sra. Hartmann acariciándole la mejilla, la besó en la frente y se volvió hacia los dos hombres "deberíamos irnos y dejarla descansar". Los dos hombres asintieron, se despidieron de ella hasta el día siguiente y se marcharon. En cuanto salieron de la habitación Jenny cogió ansiosa su teléfono móvil y llamó a Emma. Nadie se había dado cuenta de un detalle que había comentado la Dra. que a ella se le quedó grabado a fuego en su mente y no quiso compartir con nadie. Kasia había dicho que si se esforzaba, en tres o cuatro meses podría volver a caminar normalmente, no en un año ni en medio año como pensaba los días que más optimista se sentía. Si trabajaba duro antes de verano podría estar de vuelta en Colonia junto a Emma. La echaba terriblemente de menos y no sabía como iba a aguantar tanto tiempo sin verla, sin sentirla. El teléfono sonó y sonó hasta quedarse sin tono, Jenny sorprendida volvió a marcar algo nerviosa, Emma siempre respondía al segundo o tercer tono. "¿Si?, Emma Müller", dijo por fin la voz adormilada de Emma.

Al escucharla Jenny sintió como se le aceleraba el corazón y una enorme sonrisa se dibujó en su rostro,” ¿dónde estabas cari o?, me estabas empezando a preocupar". "Mi amor, son las cinco y veinte de la mañana, ¿dónde quieres que esté?", murmuro Emma aún dormida. Jenny sonrió nunca iba a acostumbrarse a ese maldito cambió de horario, le contó a su novia emocionada todo lo que le había pasado. Como era su nueva y joven doctora, el parecido tan asombroso con ella, lo bien que habían conectado, como se había desecho de su padre y padrino, lo buena profesional que parecía pese a su juventud.... Emma escuchaba en silencio, no pudo evitar sentir una punzada de celos ante la inesperada adoración de Jenny por su médica, durante todo el tiempo que se conocían jamás había mostrado tal admiración por nadie, Sentía que aquello no era bueno. "¿Cariño me has oído?, ¿no te parece?", escuchó que decía excitada Jenny al otro lado de la línea. "Perdona, parece que se perdió la señal, no te escuché", dijo rápidamente Emma, excusando y volviendo a prestar atención a su chica. "Mi amor, Kasia ha dicho....", volvió a decir la joven de ojos azules. "¿Kasia?", preguntó Emma tragando saliva, sabiendo perfectamente a quien se refería. "La Dra. Borrek", aclaró la joven de ojos azules, "que con el nuevo tratamiento experimental y mi esfuerzo, en tres meses es posible que pueda caminar normalmente", repitió Jenny alegremente. "Genial, me alegro mucho", contestó Emma, sin mucho ánimo. "Cariño, ¿te das cuenta de lo que eso significa?", preguntó la joven castaña algo molesta por la falta de emoción de su chica, "en tres meses podré volver a casa, podremos volver a estar juntas. Sinceramente pensé que te alegrarías más. "Jenny perdóname, acabo de despertarme y estoy aún un poco atontada", se disculpó Emma, "claro que me alegro, no te puedes imaginar cuanto. Te echo mucho de menos, te necesito aquí a mi lado, no puedo pensar durante todo el día en otra cosa que no sea en ti".

"Yo también te hecho mucho de menos amor mío, daría todo lo que tengo por poder tenerte ahora mismo entre mis brazos, por poder besarte", Jenny suspiró, "me esforzaré todo lo que pueda y antes de que nos demos cuenta volveremos a estar juntas". "No sabes como deseo que eso ocurra Jenny, que podamos volver a disfrutar de nuestra vida, empezar a hacer nuestros planes y nuestros deseos realidad", Emma sonrió imaginándose ese lejano día. Hablaron durante una hora, de todo y de nada, ninguna quería finalizar la conversación, con escuchar la voz de la otra se sentían cerca, en paz. No se cansaban de decirse una y otra vez todo lo que se amaban, todo lo que se extrañaban. Cuando finalmente colgaron Emma no pudo volver a dormirse, tenía una extraña sensación de inquietud en el cuerpo. El tono de voz y la devoción que Jenny parecía tener por su doctora, no le gustaba nada, había algo que hacia que un temor invadiera su pecho, tenía un mal presentimiento. Cerró los ojos e intentó pensar en otra cosa, apartar de su mente aquellos miedos irracionales, porque realmente Jenny no le había dado ningún motivo para dudar de ella, para sentir temor. De una manera un tanto exagerada, sólo había mostrado su agrado por la persona que iba a ser la encargada de hacer que su vida volviera a la normalidad y que a Jenny le agradara su doctora sería bueno para una mejor y más rápida recuperación. Jenny abrazó su almohada con una inmensa sonrisa, hablar con Emma siempre la llenaba de alegría, de paz, la hacía sentirse la mujer más afortunada del mundo, porque aunque estaba a miles de kilómetros de distancia, la mujer que amaba, que adoraba, que era toda su vida, era suya y eso la hacía completamente feliz, cerró los ojos y suspiró. Unos golpes la, sobresaltaron la puerta se abrió y vio asomar la cara sonriente de la Dra. Borrek, Jenny le hizo un gesto con la mano dándole permiso para que pasara. "¿Estaba dormida?, no era mi intención molestarla", dijo la joven rubia entrando en la habitación. "Usted nunca molesta", respondió Jenny brindándole una hermosa sonrisa, "sólo me había quedado un poco traspuesta". "Srta. Hartmann sólo he pasado a despedirme, me marcho ya a mi casa y quería desearle dulces sueños y saber si necesitaba algo", la sonrisa en la cara de la joven Dra. se hizo aún mayor.

Jenny la miró sorprendida, "¿hace esto con todos los pacientes?". "Sinceramente no lo había hecho hasta hoy, siempre trato de evitar las relaciones personales con mis pacientes. Pero no sé porque con usted es diferente", respondió la Dra. desafiante sin apartar los ojos de ella. Jenny apartó inmediatamente sus ojos de aquellos color avellana que la penetraban y se revolvió inquieta en la cama. "Le incomoda eso Srta. Hartmann", preguntó la médica acercándose más a la cama, buscando el contacto visual insistentemente. "En absoluto, me halaga", respondió Jenny, sosteniendo su mirada con descaro. Empezaba a encontrar divertido aquel juego. "Me alegra oír eso, siempre es importante que el paciente se sienta cómodo junto a su médico, que le guste el trato recibido y me voy a ocupar de que usted reciba por mi parte las mejores atenciones Srta. Hartmann", dijo Kasia con el tono de voz más sensual que Jenny había escuchado jamás. La joven de ojos azules la miró divertida, "no le parece un poco absurdo Dra. Borrek que venga a desearme buenas noches y se niegue a llamarme por mi nombre", dijo participando completamente en el juego. La joven Dra. sonrió aún más, realmente le gustaba aquella joven, "tiene razón Srta. Hartmann, creo que será mejor que le diga realmente a que he venido". "La escucho", respondió la joven castaña. "Mañana es mi día de quirófanos, empiezo a operar a las ocho de la mañana, pero antes me gustaría ser yo misma quien le quite la escayola y estar presente en sus primeros pasos. Así que quería saber si está dispuesta a madrugar", preguntó la Dra. seriamente, el juego había terminado. "Por supuesto que sí, estoy deseando empezar. Cuanto antes mejor", respondió enérgicamente la paciente.

"Entonces mañana a primera hora, estaré aquí", la joven rubia se dirigió hacia la puerta, antes de salir se giró y mirándola a los ojos, sonriente dijo, "buenas noches Jenny". "Buenas noches Kasia", respondió la otra joven devolviéndole la sonrisa.

Capítulo 36 Cuando Kasia abandono la habitación, un escalofrío recorrió el cuerpo de Jenny; definitivamente la doctora había estado coqueteando abiertamente con ella, y lo peor de todo es que a ella le había gustado, había participado abiertamente en el juego, ¿qué significaba todo aquello? No tuvo mucho tiempo para meditar sobre ello, a los pocos minutos su teléfono sonó, era Hotte. Hablaron durante mucho rato sobre como se encontraban ambos, la joven de ojos azules estuvo tentada a comentarle el raro episodio vivido minutos antes con su médica, pero finalmente y sin saber porque se abstuvo y la conversación giró sobre Hotte, el nuevo hombre de su vida, un italiano llamado Marco al que acababa de conocer y sobre Emma. Al despedirse la joven de ojos azules se sintió terriblemente sola. Aunque sus padres se encontraban a pocos metros, su mejor amigo y su novia, las dos personas que más le importaban en el mundo se encontraban a miles de kilómetros de distancia. Abrazó su almohada tristemente, hubiese dado todo lo que disponía por poder tener a Emma entre sus brazos, cerró los ojos y se dispuso a dormir pensado en la mujer que tanto amaba. A las siete de la mañana llamaron a la puerta, Jenny estaba esperando ansiosa, no había dormido demasiado, no había podido dejar de pensar en Emma en toda la noche, estaba deseando empezar su recuperación para poder volver junto a ella lo más rápido posible. La puerta se abrió; y entraron Kasia, portando unas muletas; y una joven muy bien parecida, rubia, con el pelo largo, algo más alta que la joven doctora y unos cálidos ojos verdes. "Buenos día Jenny", dijo la traumatóloga al entrar en la habitación con una gran sonrisa, "esta es Eugenia, la mejor fisioterapeuta del mundo, no estaba previsto que se encargara de tu rehabilitación, pero es la mejor y como favor personal ha accedido a ocuparse de ti. Deberías estarme agradecida, porque me va a costar sangre, pagarle este favor". "No le hagas caso, no soy tan buena es una exagerada", dijo la fisioterapeuta acercándose con una hermosa sonrisa y estrechando la mano de Jenny, "además de ser mi jefa es mi mejor amiga y tengo que soportar este tipo de tonterías todos los días".

Kasia intentó protestar, pero en aquellos momentos una enfermera y una de las jovencísimas doctoras que se había ocupado de las pruebas de Jenny los primeros días entraron en la habitación. La enfermera empujaba un carrito con todo lo necesario para despojar a Jenny por fin de aquella incomoda escayola. "Puedes dejarlo ahí Eva, yo me ocupo de esto", dijo la doctora y se dirigió hacia el carrito para coger la pequeña sierra eléctrica. Las tres sanitarias la miraron boquiabiertas, la Dra. Borrek jamás se ocupaba de aquellas minucias, "¿está segura doctora?, pregunto su joven ayudante. "Si", dijo la traumatóloga con una sonrisa, "idos a tomar un café que hoy nos espera un día muy duro", y sin volver a prestarles atención enchufó la sierra a la corriente y se volvió sonriente hacia la joven de ojos azules. Eugenia observaba atentamente toda la escena, era la persona que mejor conocía a Kasia en el mundo y sabía que el comportamiento de esta con su paciente era completamente anormal. La forma en la que le hablaba, la miraba, la sonreía; nunca había actuado así, es más el único defecto que siempre le veían sus pacientes era su teatro frío e impersonal con ellos, pero con aquella joven era completamente diferente. Kasia soltó una carcajada, al ver la cara de horror con la que la miraba Jenny, "tranquila, va a ser muy rápido e indoloro. La cuchilla no está afilada, tiene los bordes romos y redondeados, estos vibran hacia arriba y hacia abajo, con suficiente intensidad como para romper el yeso, pero no provocarán ningún daño en tu piel, confía en mí", le acarició el brazo para tranquilizarla, pero apartó sus dedos inmediatamente, una descarga eléctrica recorrió todo su cuerpo al sentir el tacto de la piel desnuda de su paciente. "Ya te dije que confiaba ciegamente en ti", dijo la joven de ojos azules. La joven doctora sonrió, "¿estás lista?". Jenny asintió, y Kasia comenzó a liberar su pierna de la incómoda escayola. La joven de ojos azules no podía apartar su mirada de su doctora, estaba completamente concentrada en su trabajo, muy seria, con el ceño fruncido, pensó que era increíblemente atractiva, una mujer triunfadora que con su belleza y su carisma, volvería locos a todos los hombres, era muy difícil no sentirse atraída por ella, no desearla.

"Ya está y sin un rasguño", exclamó felizmente la doctora. Al levantar la vista y encontrarse con los ojos de su paciente, no pudo evitar quedarse sin respiración y su corazón empezó a latir violentamente, Jenny estaba sumida en sus pensamientos, mirándola de una manera que casi la hace perder el sentido, no fue capaz de decir nada más y se perdió en aquellos increíbles ojos. "¡Veamos como está esto!", exclamó Eugenia, dando un golpe en el brazo a su amiga y devolviendo a las dos jóvenes a la realidad, "creo que no hay nada fuera de lo normal, la piel está pálida, seca, resquebrajada y los músculos flácidos, pero tenemos la suerte de no contar con ninguna pequeña ulcera o rozadura que podría complicarnos las cosas, ¿qué opinas Kas?". "Si, todo está perfecto, ha llegado el momento Jenny", dijo la traumatóloga. La fisioterapeuta ayudó a Jenny a sentarse en la cama y le tendió las muletas. "Lo más importante ahora mismo, es que no apoyes el pie bruscamente en el suelo, no tengas prisa, ve poco a poco. La lesión ha sido muy grave y tenemos que ir despacio. Primero acostúmbrate a las muletas; Eugenia y el tratamiento, harán el resto para poner a punto tus músculos y empezar la rehabilitación. Después ya todo dependerá de ti y de tu esfuerzo. ¿Entendido?", dijo la doctora muy seria. Jenny asintió, y le sonrió nerviosamente, cogió ambas muletas y costosamente se levantó de la cama con ayuda de Eugenia. Kasia se puso delante suyo y la fisioterapeuta detrás, para evitar que la joven de ojos azules se fuese al suelo en el caso de que algo saliese mal. "Está bien, ahora inténtalo poco a poco, no tengas miedo nosotras estamos aquí para ayudarte, recuerda ante todo no debes apoyar el pie en el suelo", la animó Kasia con una gran sonrisa. Jenny inspiró profundamente, y lo intentó confiada. Al dar el primer paso, sintió que la muleta resbalaba y perdía el equilibrio. Instintivamente apoyó el pie en el suelo y sintió el dolor más terrible que había sentido nunca, no pudo evitar gritar y que sus ojos se llenaran de lágrimas. Emma reaccionó inmediatamente, pasó sus brazos alrededor de su cintura y la atrajo hacia su cuerpo para sujetarla. Jenny agradecida soltó las muletas y pasó sus manos por su cuello, sus ojos se encontraron. Un intenso hormigueo, recorrió todo el cuerpo de la joven castaña al sentir aquellas manos presionando sus nalgas fuertemente contra aquel cálido cuerpo, una maravillosa fragancia inundó sus fosas nasales, sintió como un intenso calor se apoderaba de ella. Sus caras estaban cerca, muy cerca la una de la otra. Kasia podía sentir el cálido aliento de Jenny, sintió el deseo de saborear aquellos sugerentes labios, y conocer a la inquilina que habitaba dentro de aquella boca, se imaginó a si misma besándola con pasión, irrumpiendo con

su lengua salvajemente buscando a una compañera de juegos y encontrándola deseosa, desnudándola y recorriendo con sus labios aquella perfecta anatomía..... Notó como la proximidad de su cuerpo, había provocado que el corazón de su paciente latiera desbocado en su pecho, su respiración se aceleró y sus ojos no podían apartarse de aquellos labios entreabiertos que parecían esperar deseosos a los suyos, apretó aún más a su paciente junto a ella y notó como sus pezones se endurecían al sentir la presión de los pechos de la joven castaña. Jenny fue la primera en reaccionar, inmediatamente separó su cuerpo del de su Dra., asustada y sin lograr entender las sensaciones que se habían despertado en ella al sentirla tan cerca, "lo siento, he estado un poco torpe", murmuro avergonzada. Kasia notó que sus mejillas se teñían de rojo, al sentir la mirada de su amiga clavada en su espalda. Ella nunca se había comportado así con ningún paciente, jamás había perdido el control de aquella manera, había habido alguno que le había gustado, pero jamás le había costado ningún trabajo mantenerse en su lugar; pero con aquella joven era todo distinto, la desarmaba, hacía que su mente se nublara. Hacía tan sólo cuatro días que la había visto por primera vez cuando la joven alemana llegó al hospital, y comenzaron con las pruebas. No habían tenido contacto, la traumatóloga nunca se ocupaba de aquel trabajo tan rutinario y aburrido se los dejaba siempre a su equipo, era una de las ventajas de ser jefa, ella recibía los resultados, los estudiaba, los valoraba y decidía como iban a actuar. Aquel día ni tan siquiera tenía previsto verla, pero tuvo que volver a la sala de rayos para recoger unos informes que había dejado olvidados, al entrar en la sala y verla a través del ventanal tumbada en la camilla, pensó que era el ser más hermoso que había visto nunca, en un momento dado giró su cabeza hacía uno de sus ayudantes que la estaba preparando para la prueba y le sonrió. Al ver aquella increíble sonrisa y aquellos maravillosos luceros celestes que tenía como ojos, Kasia sintió que le faltaba la respiración y su corazón brincaba en su pecho. No pudo moverse, estuvo presente como mera espectadora en aquella prueba y en todas las que se le hicieron los d días siguientes, ante el asombro de su equipo. No se cansaba de admirar tanta belleza. "Tranquila" dijo Eugenia al ver que su colega no reaccionaba, "al principio siempre cuesta, tienes que ir poco a poco". El busca de la doctora sonó haciéndola reaccionar, ayudo a Jenny a volver a su cama, se disculpó torpemente y salió de la habitación. "Ahora mismo vuelvo", dijo Eugenia y salió detrás de su amiga.

Capítulo 37 "¿Qué demonios ha sido eso?, preguntó la fisio sujetando a su compañera por el brazo. "¿A qué te refieres?, intentó disimular Kasia. "Vamos Kas que nos conocemos, no intentes engañarme", protestó Eugenia, "has estado a punto de lanzarte sobre ella, la devoras con los ojos, ¿qué estás haciendo?". "No lo sé Euge, la verdad es que no sé porque me comporto así cuando ella está presente. Es como si mi cerebro se anulara, cuando me mira con esos hermosos ojos en lo único que puedo pensar es en besarla, en acariciarla no sé....", respondió la doctora moviendo la cabeza de un lado a otro. "Pero Kas, tienes que controlarte, en primer lugar porque es tu paciente y en segundo porque no sabes nada de ella, además que es mucho más joven que tú", contestó su amiga. "Vamos Euge, que tengo treinta y dos años, no cincuenta y lo que necesito saber de ella lo sé", protestó desafiante la joven doctora. "Pero, no tan siquiera sabes si tiene novio, si....", volvió a intentarlo la terapeuta. "¿Por qué debería importarme si tiene novio o no? No me he enamorado locamente de ella, simplemente me gusta, me gusta mucho y me parece una mujer increíblemente bella, con la cual me encantaría pasar un buen rato y creo que a ella le pasa lo mismo que a mí, no pienso obligarla a hacer nada que no quiera, no te preocupes", la interrumpió sonriendo la joven doctora, "tengo que irme, cuídala bien", dio por terminada la conversación y se alejó por el pasillo. Jenny se quedó tumbada en la cama respirando pesadamente, ¿qué acababa de suceder?, ¿por qué había reaccionado así ante el contacto con el cuerpo de la doctora? Desde que la vio por primera vez, le había parecido una mujer tremendamente atractiva e interesante, lo cual ella había achacado a una mala jugada de su mente por su increíble parecido con Emma y la lejanía de ésta, amaba a su novia con locura y siempre había pensado que no podría fijarse en nadie más. Lo que había ocurrido minutos antes la tenía completamente confundida y horrorizada, ella había sentido el mismo deseo de saborear aquellos dulces labios, que parecía haber sentido su doctora por los suyos. Su corazón se encogió y sintió la necesidad de hablar con su novia inmediatamente, Eugenia se lo impidió entrando a la habitación.

El primer día de rehabilitación fue agotador, cuando por fin Jenny se acopló a las muletas, con gran esfuerzo fueron caminando hasta la sala de fisioterapia; una vez allí Eugenia estuvo durante más de dos horas ocupándose de la maltrecha pierna de la joven, cuando por fin terminó la sesión y volvió a su habitación, Jenny exhausta pero feliz se tumbó en la cama. Cuando Kasia terminó su intensa jornada de quirófanos, inmediatamente se dirigió a la habitación de Jenny. No había podido dejar de pensar en su joven paciente en toda la mañana, le había costado un gran esfuerzo concentrarse en su trabajo, estaba deseando verla, saber como había sido su primer día. Al entrar a la habitación la joven de ojos azules dormía plácidamente, finalmente el cansancio la había vencido. Kasia no pudo evitar acercarse y acariciarle dulcemente la mejilla, pasar la yema de sus dedos suavemente por sus labios. Parecía estar completamente en paz, tenía una pequeña sonrisa en sus labios que la hacía aún más bella si cabe. La doctora suspiró, jamás se había sentido tan atraída, tan vulnerable por nadie, dio media vuelta y salió de la habitación, en aquellos momentos llegaban los Sres. Hartmann. "¿Va todo bien doctora?", preguntó la Sra. Hartmann. "Si, si, no se preocupen he estado toda la mañana en quirófano, a primera hora le he retirado la escayola y quería ver como había ido el primer día de rehabilitación", contestó la rubia con una sonrisa, "parece que ha sido dura porque duerme plácidamente". "Entonces la dejaremos dormir", dijo el Sr. Hartmann, "¿quieres un café querida?, preguntó a su mujer. Ella asintió, "¿Doctora le apetece un café?". Kasia se excusó, tenía que ocuparse de postoperatorio de sus pacientes, se despidió de los Sres. Hartmann y volvió a la zona de quirófanos. Al despertar, Jenny vio que su madre estaba leyendo un libro en el sofá de la habitación, mientras que su padre dormitaba a su lado. "Buenas tardes cariño", dijo la Sra. Hartmann al darse cuenta de que había despertado, "¿cómo ha ido todo?

"Muy bien mamá", respondió la joven castaña, "he terminado agotada, pero estoy muy contenta, si todo va bien en tres meses estaré de vuelta en Colonia". "Eso son unas noticias estupendas", comentó el Sr. Hartmann acercándose para besarla. Pasaron la tarde tranquilamente hablando de todo un poco, de su recuperación, de su regreso a Colonia, de su parón en sus estudios, si sería conveniente o no contratar un profesor, mientras durase la rehabilitación para no perder el año académico, de Emma, de sus planes de futuro juntas...... Al despedirse de sus padres, Jenny se dio cuenta de la ausencia del Dr. Horstfileld, "¿dónde está Michael?, ¿cómo es que no ha venido?", preguntó sorprendida. "Me olvide de decirte que nos pidió que nos despidiéramos de ti por él", contestó el Sr. Hartmann, "ha vuelto a Colonia, puesto que la Dra. Borrek no contaba en absoluto con su opinión". La joven de ojos azules no pudo evitar que una sonrisa apareciera en su rostro al recordar con la tranquilidad y educación con la que la doctora se había ocupado de su prepotente padrino sin perder la sonrisa de su cara. Movió su cabeza de un lado hacia otro molesta, tenía que sacársela de la cabeza, durante el día no había podido pensar en otra que en ella, en su penetrante fragancia, su cálido cuerpo, sus fuertes brazos, sus finos labios..... Cuando sus padres se fueron, Jenny llamó a Emma, se moría de ganas por hablar con ella, de intentar que esos deseos y pensamientos desapareciesen al escuchar su voz. Le contó que ya no tenía escayola, que había comenzado con la recuperación, su torpeza con las muletas, lo contenta que estaba con Eugenia su nueva terapeuta, lo agotador que había resultado el primer día, pero lo feliz que estaba con los resultados, había soportado el primer día sin mayores contratiempos; Pero sin saber muy bien porque, evitó hacer cualquier referencia sobre Kasia Emma se mostró encantada con las nuevas noticias, cuanto antes se recuperara, antes volvería con ella y sabía que Jenny iba a esforzarse hasta el último aliento. Hablaron durante, mucho rato, Emma intento una y otra vez llevar la conversación hacia aquello que la tenía tan preocupada, la doctora que tenía tan encandilada a su novia, pero por mucho que lo intentó, una y otra vez Jenny evitaba hablar de ella. A la joven rubia aquello le pareció muy extraño, el día anterior no hablaba de otra cosa.....

"Jenny, ¿ha pasado algo, que debería saber?", preguntó inquieta la rubia. "¿Algo como qué?", respondió Jenny preocupada. "No sé.... puedes hablar conmigo de cualquier cosa que pienses, que sientas......quiero que tengas claro eso que yo estoy aquí para lo que sea", respondió Emma. "Cariño, no ha pasado nada. Te amo con locura, estoy deseando verte. Lo sabes ¿verdad?", ya quedaba menos para volver a estar juntas, Jenny estaba deseando volver con ella y olvidarse de todo aquello. "Yo también a ti mi amor, me haces tanta falta.......", contesto la rubia. Por primera vez, desde que se conocieron entre las dos se instaló un silencio incómodo. Emma ahora ya estaba segura de que algo pasaba, pero había prometido confiar en ella y eso era lo que iba a hacer, intentando que su voz sonase lo más despreocupada posible, se despidió de ella. Jenny suspiró y se dejó caer en la cama, sabía que Emma estaba preocupada, debería explicarle lo que le estaba pasando. ¿Pero cómo hacerle entender todos aquellos sentimientos?, ¿cómo explicarle que aunque la amaba por encima de todo, no podía dejar de pensar en Kasia? Llamaron, la puerta se entreabrió y la cabeza sonriente de la Doctora apareció pidiendo permiso para entrar. "¡Hey!, pasa", dijo Jenny con una gran sonrisa invitándola a entrar. "Llevo todo el día intentando verte", dijo la doctora, "bueno.... verte despierta, te ves preciosa cuando duermes", sonrió y le guiñó un ojo burlona. Jenny sintió que sus mejillas ardían, "¿me has estado observando mientras dormía?", preguntó algo avergonzada. "No he podido evitarlo, siempre he admirado la belleza y tú eres una de las mujeres más bellas que he conocido y mientras duermes aún lo eres más", contesto Kasia consciente de que la estaba haciendo sentir incomoda. "Kasia si pretendes avergonzarme, vas por buen camino", protestó la joven castaña cada vez más avergonzada, ¿hoy también has venido para desearme dulces sueños?".

"Si te soy sincera, he venido a ver como te ha ido en tu primer día con Eugenia, y si, además quería verte, pasar un rato contigo porque me he pasado el día pensando en ti y desearte buenas noches", le contestó la joven doctora descaradamente. Jenny se revolvió inquieta en la cama, "me encanta que hayas venido", murmuro sin ser capaz de mirarla directamente. La joven castaña tenía un gran conflicto en su interior, por una parte le resultaba bastante incomoda la situación, ella estaba locamente enamorada de su novia, la amaba más que nada en este mundo y sentía que la estaba traicionando al sentirse irremediablemente atraída por la doctora, pero por otra, también se sentía muy a gusto a su lado, disfrutaba al máximo de su compañía, le encantaba como coqueteaba con ella, le resultaba tremendamente atractiva y deseable. "Hey mírame", susurro Kasia, se sentó en el borde de la cama y levantó su cara y la obligó a mirarla, "no tienes porque avergonzarte de ello, o acaso es porque soy una mujer?". "En absoluto, no es eso yo....", protestó inmediatamente Jenny, no pudo continuar, Kasia puso sus manos en sus labios impidiéndolo. La joven doctora se acercó aún más al cuerpo de su paciente, acarició su cuello dulcemente hasta llegar a su nuca, poco a poco fue obligando a la joven castaña a acercar su cabeza a la suya, "me gustas, me gustas mucho", dijo la doctora mientras llenaba aquel cuello de dulces besos y sus manos recorrían esa perfecta anatomía llenándola de apasionadas caricias. Jenny, no podía hacer nada por alejarse, estaba hipnotizada por aquellos ojos, aquella fragancia, aquellas caricias, al sentir los labios de la doctora en su cuello su respiración se aceleró, cerró los ojos y se dejó llevar por aquel embrujo.

Capítulo 38 Cuando los labios de Kasia se posaron en los suyos, Jenny reaccionó, se apartó y puso suavemente sus dedos sobre los labios de su inesperada amante, evitando el beso. "Perdóname Kasia, pero no puedo hacer esto", murmuro avergonzada, "yo.... lo siento". "Ehhhhh, tranquila, ¿qué está mal?", preguntó la doctora apartándose.

"Kasia, me gustas, me gustas mucho", respondió la joven de ojos azules, "creo que eres una mujer tremendamente interesante y atractiva, llevo todo el día pensando en ti, deseando besarte.....". "Entonces......si deseamos las dos lo mismo, ¿cuál es el problema?", interrumpió la traumatóloga. "Emma", respondió Jenny con lágrimas en los ojos al pensar en ella. "¿Emma? y ¿quién es Emma?", preguntó Kasia cada vez más sorprendida. "Mi novia, mi futura esposa, la mujer de mi vida, de mis sueños, de la que estoy completamente enamorada, el ser que más amo en el mundo, la persona responsable de que mi corazón lata cada día", respondió Jenny, "no puedo hacerle esto", llevó el anillo de compromiso de la madre de Emma a sus labios y lo besó. "Entiendo....., no te preocupes, no volverá a ocurrir", dijo Kasia, "será mejor que me vaya" intentó levantarse de la cama. "No.....", dijo Jenny agarrándola del brazo para impedir que se levantara, "no quiero que te vayas, que no seamos amantes, no quiere decir que no podamos ser buenas amigas". La traumatóloga sonrió, "Jenny sabes que esto puede ser muy peligroso, yo no quiero hacerte daño y no puedo prometerte que me pueda controlar si........". "Yo sí", la interrumpió la joven castaña con una sonrisa, "no te preocupes, me encargaré de mantenerla a raya Dra. Borrek", obligó a la traumatóloga a acercarse a ella y las dos se fundieron en un abrazo. Kasia estuvo hasta altas horas de la madrugada en la habitación, al principio para ambas mujeres resultó un poco incómodo, pero poco a poco se fueron relajando y esa que conexión existía entre ellas volvió. Hablaron y hablaron sin parar, contándose sus experiencias, sus vidas, sus ilusiones, sus planes de futuro....... Kasia no pudo evitar sonreír, al observar que todo en la vida de Jenny se centraba en Emma, "me alegro de que me hayas detenido", murmuró mirando a su nueva amiga a los ojos.

Jenny la miró extrañada, "¿qué quieres decir?". "El beso...., creo que hubiese sido un gran error hacerlo", respondió la traumatóloga, " Emma es toda tu vida y por lo que me has contado parece ser que tú también lo eres todo para ella, le hubieses hecho mucho daño a ella y a ti misma, si no me hubieses detenido, ese un precio muy alto a pagar". "Si", respondió Jenny, "conozco a Emma y sé que nunca me lo hubiese perdonado. Me ha costado mucho conseguir que apartara todas sus dudas, sus miedos y confiara en mí, jamás hubiese vuelto a hacerlo y una relación sin confianza está destinada al fracaso", el pensar solo en la posibilidad de una vida sin Emma a su lado la aterrorizaba. "Tienes mucha suerte en tener algo así en tú vida, amar a alguien con locura y que ese amor sea correspondido de la misma manera. No pierdas eso jamás, cuídalo, lucha con todas tus fuerzas por conservarlo y no dejes nunca que nadie te lo arrebate, porque una vez lo has perdido es muy difícil de recuperar", dijo Kasia con una triste sonrisa. Jenny se dio cuenta inmediatamente, de que la tristeza había invadido a su amiga, supuso que estaba hablando por experiencia propia, "¿quieres que hablemos de ello?", preguntó. La joven doctora negó con la cabeza, "en otro momento, ahora debería irme. Es muy tarde, dentro de cinco horas tengo que volver a estar aquí, y tú tienes que descansar. A partir de mañana empieza el trabajo duro, me ocuparé junto a Eugenia de tu rehabilitación y te voy a exigir al máximo", diciendo esto se levantó de la cama y se despidió de la joven castaña con un beso en la frente. "¡Kasia!", la llamó Jenny antes de que saliera de la habitación. La joven se volvió para mirarla. "Me alegro mucho de que no te alejes de mí, de que seamos amigas y formes parte de mi vida", dijo la joven de ojos azules. "Yo también", contestó la doctora y devolviéndole la sonrisa se marchó. En cuanto la doctora salió de la habitación y la puerta se cerró, Jenny cogió ansiosa el teléfono y marcó el número de Emma, no le importaba que hora fuera en Alemania, ni que estaría haciendo, necesitaba escucharla en aquellos instantes.

Insistió tres veces, hasta que finalmente obtuvo respuesta, "¿Jenny estás bien? Ahora no puedo hablar, estoy en clase", escuchó que decía Emma en un susurro. "No digas nada mi amor, sólo escúchame necesito decirte algo", dijo Jenny. El corazón de Emma se detuvo, ¿qué quería decirle Jenny con tanta urgencia? "Te quiero, eres y siempre serás la mujer de mis sueños y sin ti mi vida no tendría sentido", le dijo Lucy con lágrimas en los ojos, en aquellos momentos la anhelaba más que nunca. "Yo siento lo mismo mi vida", contestó Emma desde el otro lado de la línea. "Sólo quería que lo supieras, luego te llamo", la joven castaña colgó el teléfono y se acurrucó en la cama. La joven castaña no podía conciliar el sueño, se sentía terriblemente culpable por lo que había estado a punto de pasar. No podía dejar de pensar una y otra vez en los labios de Kasia recorriendo su cuello, en sus manos acariciando su cuerpo. Jamás debía haber ocurrido, nunca tenía que haber llegado tan lejos, no debía haber entrado en aquel juego que en un principio le pareció divertido e inofensivo, pero que casi le hace cometer el error más grande de su vida. No había pasado nada grave, pero Jenny estaba segura de que si Emma algún día llegaba a enterarse, aquel pequeño e inofensivo desliz, sería un obstáculo quizá insalvable para su relación. Emma no iba a poder perdonarla ni olvidarlo al cien por cien nunca, su amada lo vería como una gran traición, como una gran ofensa hacia ella y hacia su amor. Le gustaba mucho Kasia y no quería sacarla de su vida, sabía que con el tiempo podían llegar a ser grandes amigas, incluso estaba segura de que a Emma le encantaría en cuanto la conociese. Pero era muy consciente de que si quería conservarlas a las dos, debería marcar muy claras las distancias con su traumatóloga, y no podía tener el más mínimo desliz. Sintió como poco a poco el sueño la iba venciendo, hasta que finalmente cayó en los acogedores brazos de Morfeo, pero éste no tenía reservado para ella un descanso agradable y placentero. "¡Emmaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!", gritó, se incorporó llorando, temblando y sudorosa en la cama inmediatamente se tocó el dedo índice de su mano izquierda para comprobar que el anillo estaba allí.

Había tenido una pesadilla horrible, no recordaba, ni como, ni porque; pero estaba en Colonia, en su casa, en su cama, medio desnuda, llorando, implorando perdón una y otra vez con desesperación; Emma no se lo concedió, terminó de vestirse, le devolvió su anillo, le quitó el de su madre del dedo índice y se marchó dejándola llorando desconsoladamente en aquella cama vacía. No fue capaz de volver a conciliar el sueño.

Capítulo 39 Kasia no había bromeado cuando dijo que empezaba el trabajo duro. Durante las siguientes cuatro semanas tanto la bella traumatóloga como Eugenia no se separaron de ella. Kasia le exigía más y más en los ejercicios cada día, no la dejaba parar hasta que la joven de ojos azules caía dolorida y exhausta, entonces era el turno de Eugenia con sus masajes, sus electrodos y sus tratamientos de frío calor. Cuando terminaban la terapia en la sala de rehabilitación, Jenny se iba a descansar y pasaba la mañana con sus padres; mientras tanto la joven doctora se ocupaba de sus demás pacientes. Al terminar con estos volvía en busca de la joven de ojos azules y mientras sus padres comían, la acompañaba a dar largos paseos por los pasillos del hospital. Todas las noches antes de dormirse llamaba a Emma, siempre lo hacía a las doce y antes de terminar el primer tono se escuchaba la voz de Emma ansiosa y recién levantada. Hablaban durante horas sobre como le había ido el día que acaba de terminar para una y lo que esperaba del que acababa de comenzar la otra. Hablaban hasta que Emma tenía que colgar apresurada porque como siempre llegaba tarde a la universidad. Antes de terminar la segunda semana, Jenny ya podía caminar sólo con una muleta y al final de la cuarta, aunque cojeando notablemente pudo dar sus primeros pasos sin muletas. Todo iba a las mil maravillas, Kasia y Eugenia estaban encantadas con los resultados de la rehabilitación, incluso la traumatóloga le comentó que si seguía trabajando así, probablemente pudiera darle de alta antes de lo que esperaban. Pero Jenny no era completamente feliz, había algo que la inquietaba y la preocupaba enormemente, aquella pesadilla que tuvo semanas atrás se repetía cada vez con más frecuencia,

siempre se despertaba llorando y temblando y siempre recordaba lo mismo, a Emma abandonándola y quitándole el anillo, pero no era capaz de recordar porque. Poco a poco la relación con su traumatóloga se fue estrechando, Kasia en cuanto tenía un minuto libre iba a la habitación de Jenny, el equipo de la joven doctora ya sabía donde encontrarla cuando no estaba en su despacho. Durante el segundo mes de tratamiento, los largos paseos por los pasillos del hospital se convirtieron en maravillosos paseos por la playa. La mayoría de los días mientras la joven de ojos azules se hacía la rehabilitación con Eugenia en el hospital, Emma se encargaba de hacer su trabajo antes de la hora de comer y cuando terminaba iba a buscar a su amiga, comían y pasaban el resto del día en la playa entre bromas y risas. A Jenny las caricias "casuales" de la bella doctora le quemaban la piel, sus intensas miradas de deseo la desarmaban y tenía que hacer esfuerzos titánicos para no sucumbir a la tentación. Ella había pensado que con el tiempo la atracción por Kasia desaparecería, pero pasó todo lo contrario el deseo de saborear sus labios, de acariciar su cuerpo desnudo aumentaba día a día y el sentir a su amiga diariamente devorándola con los ojos no hacía otra cosa que acrecentar su deseo. Al segundo mes y medio, Kasia decidió que su paciente ya podía valerse por si sola fuera del hospital, aunque todavía cojeaba algo, la recuperación de la joven castaña estaba siendo sorprendente. Jenny por fin pudo abandonar el hospital y mudarse a la pequeña casita alquilada por sus padres. Todas las mañanas durante tres horas volvía al hospital, para ponerse en manos de Eugenia y en las dos siguientes semanas sus avances fueron asombrosos, dejó de cojear y podía apoyar el pie perfectamente en el suelo, parecía que no iba a quedar ni la más mínima secuela. Por las noches acompañada de Kasia se iba a correr por la playa, y poco a poco su oxidado cuerpo por aquella larga temporada en cama iba poniéndose en forma. Después del ejercicio nocturno, a la joven castaña le encantaba quedarse a solas, sentada en la playa y disfrutar de la paz y la tranquilad que le daban el sonido de las olas al romper, mientras hablaba durante horas con su amada por teléfono. El esperado día por fin llegó, las pruebas mostraban claramente que la lesión el hueso había sido sanada y tanto Kasia como Eugenia estuvieron de acuerdo en que la joven de ojos azules ya no necesitaba de sus servicios. Cuando Kasia le comunicó que le daba el alta y podía volver a Colonia, Jenny loca de contento salió del despacho de esta para llamar a su novia y darle aquella maravillosa noticia, pero mientras marcaba su número Jenny se lo pensó mejor y decidió darle una sorpresa, mañana mismo viajaría a Colonia sin decirle nada.

Los Sres. Hartmann decidieron, partir para Hong Kong aquella misma tarde, hacía más de cuatro meses que el Sr. Hartmann había descuidado sus negocios allí a raíz del accidente de su hija y tenía muchos asuntos pendientes. Ambos prometieron a su hija buscar un destino laboral más cercano a ella para poder pasar tiempo juntos y no volver a alejarse. Tras despedir a sus padres en la puerta de embarque, Jenny se dirigió a comprar su pasaje para Colonia, sonrió feliz, al día siguiente volvería a estar entre los brazos de Emma después de cuatro largos e interminables meses. Al subirse en el taxi para volver a casa su teléfono sonó, "si Jenny Hartmann". "Encuentro esa manía de decir tu nombre al contestar bastante ridícula", dijo Kasia desde el otro lado de la línea. "Tú siempre tan agradable Kas", respondió Jenny riéndose. "Voy a omitir hacer ningún comentario sobre eso", bromeó la doctora, "te llamo porque Euge y yo hemos pensado que a modo de despedida podríamos salir las tres esta noche para cenar, ir a bailar, tomar unas copas y divertirnos un rato". "¡Ohhhhhh!, me parece una idea fantástica", exclamó la joven castaña, "yo en cuanto haga la maleta estoy libre, mis padres han contratado a un asesor que se encargará de todos los trámites para cancelar el alquiler de la casa y anular todos los servicios contratados". "Estupendo pasaré a buscarte a las ocho y luego iremos a recoger a Euge y entonces ya decidimos que nos apetece más para cenar", respondió entusiasmada la traumatóloga. "Genial, a las ocho estaré lista, me apetece mucho salir a bailar y a divertirme, hace tanto que no lo hago....", dijo Emma. "Te prometo que haré que tu última noche en California sea inolvidable", contestó Kasia y sin decir nada más colgó el teléfono. Al llegar a casa Jenny hizo rápidamente la maleta, aunque había pasado cuatro meses allí, no tenía gran cosa. Había dado por hecho que pasaría gran parte de su estancia en el hospital, por lo que había pedido a su madre que le preparase sólo lo justo y necesario, así que no le costó ningún trabajo hacerla.

Al terminar llamó a Hotte, su joven amigo se alegró infinitamente de su vuelta y prometió no decirle nada a Emma para no estropear la sorpresa. Concretaron que al día siguiente el chico y su nuevo novio Marco la irían a recoger al aeropuerto y después los tres se dirigirían a Düsseldorf, la joven castaña tenía un asunto pendiente allí desde hacía más de cuatro meses. Al colgar a sus amigo rápidamente se dirigió a la ducha, en menos de media hora Kasia llegaría para recogerla, se dio una ducha rápida, maquilló levemente y se vistió. No le dio ninguna importancia a su vestuario, era una cita entre amigas para pasar un buen rato, con una falda que cubría medio muslo y una camisa bastaría. No pudo evitar sonreír al recordar las horas que había pasado delante del espejo, cambiándose una y otra vez cada vez que planeaba ver a Emma. Suspiró, en unas horas por fin volvería a besarla. A las ocho exactas, haciendo gala de una puntualidad inglesa, Kasia llamó a su puerta, cuando Jenny abrió lo que vio la dejó sin respiración.

Capítulo 40 Kasia estaba preciosa, llevaba unos pantalones negros y una camiseta naranja, que hacía resaltar aún más el brillo de sus ojos, su pelo más alborotado de lo normal le daba un aspecto algo rebelde que la joven de ojos azules encontró irresistible y un maquillaje muy natural que no disimuló el rojo del que se tiñeron sus mejillas al darse cuenta como Jenny se mordía el labio inferior, mientras la devoraba con la mirada al analizarla de arriba abajo. "¿Estas lista?", preguntó la joven doctora haciendo volver a Jenny a la realidad. "Ehhhhh...... si, déjame coger una chaqueta por si refresca", dijo la joven castaña mientras se dirigía a su habitación, se apoyó contra la pared intentando controlar su corazón, el cual latía desbocado en su pecho. Cuando a duras penas lo consiguió, cogió la chaqueta y volvió junto a Kasia. "Estás preciosa", dijo acercándose a darle dos besos. "Tú también", respondió la doctora, "¡vamos!, Euge nos espera". Durante el camino Jenny se arrepintió de haberse puesto esa falda tan corta, había notado como los ojos de Kasia se desviaban de la carretera hacia sus piernas, la tensión sexual que habitaba en

el coche se podía cortar. La joven castaña agradeció inmensamente que Eugenia las acompañara aquella noche. Recogieron a la fisioterapeuta y decidieron ir a cenar a un pequeño y coqueto restaurante italiano conocido por Kasia, era su restaurante favorito. Al entrar los camareros se deshicieron en atenciones con la bella doctora, se notaba claramente que era una habitual del coqueto restaurante, Jenny pudo imaginársela disfrutando de una velada romántica junto alguna de sus conquistas, sintió una pequeña punzada de celos. Durante la cena se divirtieron mucho, conforme avanzaba la velada y el vino iba haciendo efecto, se iban desinhibiendo cada vez más y más, los ojos de Kasia y Jenny se fundían en intensas miradas llenas de deseo y pasión. La hermosa doctora coqueteaba abiertamente con la joven de ojos azules, la acariciaba a la menor ocasión, la agasajaba, se desvivía en atenciones con ella, le hablaba de una forma tan sensual que Jenny se derretía con cada palabra, con cada mirada. Al terminar la cena Eugenia se despidió, sintió que estaba de más. Ella no estaba en absoluto de acuerdo con el comportamiento de su amiga, sabía los profundos sentimientos que Jenny tenía por su novia alemana y todo el sufrimiento que podía causarle caer en las redes de Kasia. Se lo había advertido una y otra vez y la joven doctora había estado completamente de acuerdo con ella en que lo mejor era evitar cualquier acercamiento no merecía la pena tanto dolor sólo por satisfacer una mera atracción física que era lo que ambas sentían, pero en aquellos momentos parecía haberse olvidado de todo y actuaba como un animal en celo. Conocía perfectamente a Kasia, conocía aquella mirada, aquel lenguaje corporal, ella misma años atrás se había dejado embelesar por sus encantos y había caído rendida a sus pies y sabía que su amiga no iba a parar hasta seducir a la alemana y conseguir lo que deseaba de ella. "Yo también me voy", dijo inmediatamente Jenny, al escuchar como Eugenia paraba un taxi. "¡ ooooooooooo!” dijo la doctora decepcionada, "es t haciendo que le ronroneaba mimosamente.

ltimo día quédate", acercándose a ella y

"Debería irme lo sabes, mi vuelo sale a las diez de la mañana", protestó la joven de ojos azules. "Venga la última copa, nos estamos divirtiendo", volvió a insistir Kasia, mordiéndose el labio inferior y mirándola con ojitos suplicantes, esa mirada terminó de desarmarla y claudicó-, no había nada malo en quedarse a tomar una última copa con Kasia, se engañó a si misma-.

"Jenny, decídete yo tengo que irme ya", protestó Eugenia desde el taxi. La joven de ojos azules se acercó a ella y la abrazó, "me quedo, muchas gracias por todo. Ha sido un placer conocerte". La fisioterapeuta movió su cabeza tristemente de un lado a otro, "deberías venir conmigo Jenny, mañana te espera un viaje muy largo y tendrías que descansar, además.....". Kasia no dejó a su amiga terminar, agarró a la joven castaña por la cintura y la atrajo hacia así, "no seas aguafiestas Euge, sólo vamos a divertirnos un rato". Eugenia suspiró, ella ya no podía hacer más, eran dos mujeres adultas, "Kas sabes que lo que vas a hacer no está bien", le susurró al oído, mientras le daba un abrazo de despedida. "No voy a hacer nada que ella no quiera", le respondió su amiga. Se separó de ella, cogió a Jenny por la cintura y se alejaron calle abajo. Anduvieron durante diez minutos hasta que finalmente llegaron a un local, al entrar se dirigieron directamente a la barra, Kasia saludó cariñosamente a la camarera y pidió dos Gin Tonic, y se giró para saludar a una pareja que estaba a su lado. Jenny enseguida se dio cuenta de que el local estaba lleno de mujeres, no pudo evitar sonreír, al recordar como Emma se había negado una y otra vez a entrar en el único bar Gay de Colonia, se moriría de la vergüenza decía, Hotte y ella solían chincharla con eso. "En que piensas", dijo la bella doctora, acercándose más a ella, agarrándola de la barbilla y obligándola a mirarla. "En nada solo....", comenzó a decir la joven de ojos azules. Kasia la interrumpió, "estabas sonriendo, me encanta cuando sonríes, te pones preciosa", dijo acariciándole la mejilla, y mirándola insinuante a los labios, el juego había terminado. Jenny cogió su Gin Tonic y lo bebió de un trago. La doctora acerco su boca a la oreja de la joven, "me vuelves loca, esta noche te deseo como nunca he deseado a nadie, quiero follarte, hacerte mía", le susurro y mordió ligeramente su lóbulo.

Jenny gimió, toda la piel de su cuerpo se le puso de gallina, pero se recuperó inmediatamente y se apartó, "vamos a bailar", y sin esperar respuesta se dirigió a la pista de baile, Kasia la siguió. Ambas comenzaron a moverse al ritmo de la música, Jenny intentaba no mirar los movimientos de Kasia, pero era imposible, sus movimientos eran tan sexis, tan sensuales que a la joven castaña le costaba respirar al verla. Kasia se acercó un poco más a su pareja e intentó que esta imitase sus movimientos, estaban la una pegada a la otra, la doctora absorbió el aroma de su acompañante y aquel aroma hizo que se volviera completamente loca, ni tan siquiera fue capaz de clasificar lo que sintió al inhalar aquella fragancia. Puso sus manos en la cintura de Jenny y pegó su cuerpo al suyo, se miraron a los ojos y se olvidaron de todo lo que les rodeaba, Jenny sentía que las piernas le temblaban y parecía que su corazón iba a saltar de su pecho en cualquier momento, no fue capaz de separarse, la atracción era demasiado fuerte. Siguieron bailando sin apartar la una los ojos de la otra, sensualmente, con sus cuerpos pegados moviéndose al compás de la música, de repente Kasia la besó, Jenny sintió como aquellos labios de lava se fundían con los suyos y aquella sabrosa lengua intentaba irrumpir salvajemente en su boca, sin dudarlo separó sus dientes dándole libre acceso, loca de pasión y de deseo agarró con ambas manos la cabeza aquella mujer que tanto deseaba presionándola más a la suya y profundizando aún más en el beso. Se besaron una y otra vez salvajemente, dejándose llevar por el deseo, buscando sólo satisfacer aquella necesidad que había ido creciendo en ellas más y más, día tras día, desde hacía ya cuatro meses; sus lenguas peleaban como guerreras bárbaras en una lucha a muerte acrecentando más la necesidad de satisfacerse. Eran como un volcán a punto de erupción. Jenny sintió que la vista se le nublaba, el oxígeno no llegaba a su cerebro, se había olvidado de respirar, se apartó sin aliento y al ser mínimamente consciente de lo que estaba sucediendo, se dirigió corriendo al cuarto de baño dejando a Kasia en la pista de baile incapaz de reaccionar. Cuando Kasia entró en el baño, Jenny estaba mirándose al espejo como en estado de Shock, "Jenny, ¿estás bien?". La joven castaña reaccionó y la miró asustada, "yo...., yo...., me tengo que ir", dijo y se dirigió hacia la puerta, dispuesta a marcharse.

La doctora se lo impidió, bloqueando su salida, "No pienso dejar que te vayas, me deseas tanto como yo a ti", dijo acercándose más a ella. "No....", murmuró Jenny casi sin fuerzas para resistir, "yo no puedo, yo....". "Déjate llevar, maldita sea", Kasia estaba fuera de si. No esperó más, empujó a la joven castaña contra la pared y se apoderó ferozmente de sus labios. Jenny luchó durante unos segundos, pero finalmente se rindió y atrajo el cuerpo de la apasionada doctora contra si, mientras la besaba desenfrenadamente una y otra vez. Había luchado durante meses contra aquella tentación, pero finalmente había perdido la partida, su mente se apagó y se dejó llevar por sus instintos más primitivos, había sucumbido a la trampa del placer, ya no había marcha atrás, el sexo era inevitable. Estaba en trance, hipnotizada por el momento, embriagada por el olor y la belleza de Kasia solo deseaba sentir como la poseía salvajemente, como la penetraba ferozmente una y otra vez, como la volvía loca de placer. Su cerebro estaba apagado totalmente y su cuerpo rendido a merced aquellas expertas manos que lo exploraban curiosas. Kasia presionó más a Jenny contra la pared y metió su pierna entre las de la joven, puso sus manos en sus nalgas y empezó a presionar y a frotar su sexo contra ella, Jenny gimió fuertemente, su respiración se hizo más profunda y más pesada. La doctora sintió en su pierna la humedad y el calor que emanaba de la entrepierna de la joven de ojos azules, estaba completamente caliente, esperando ansiosamente a ser poseída por ella, se había entregado sin reservas. Las caderas de la joven alemana tomaron vida propia y su sexo empezó a mecerse rítmicamente, masturbándose con aquella pierna, Kasia abandono sus caderas y comenzó a desabrocharle rápidamente la blusa apartó el sujetador como pudo y mordió su pezón a la vez que clavaba su rodilla en ella. Jenny gimió fuertemente, una descarda eléctrica la recorrió de arriba abajo, ya no podía más, cogió una de las manos de su amante y la llevó decidida hacia su sexo, la quería justo ahí. Kasia sonrió, sin dejar de morder, lamer, succionar ardorosa e incasablemente con la boca los pechos de la joven castaña, su mano presionó su sexo completamente empapado por sus fluidos y comenzó a moverla rítmicamente. De la boca de Jenny surgían constantes suspiros y su respiración cada vez se aceleraba más, no iba a ser capaz de aguantar mucho tiempo.

La joven doctora le aparto las bragas y atrapó con los dedos su clítoris para jugar con él, lo pellizcaba, lo soltaba, lo amasaba, lo presionaba dibujando círculos, cada vez más rápido, ejerciendo cada vez más fuerza, la alemana comenzó a jadear, de su interior emanaban imparables cada vez más fluidos empapando la mano de Kasia, esta no esperó más e introdujo sin previo aviso dos dedos fuertemente en su interior. Jenny gritó y se quedó sin respiración al sentirse tan repentinamente invadida, sintió un terremoto en su interior e inmediatamente empezó a cabalgar sobre aquella mano, la joven rubia metía y sacaba sus dedos cada vez más profundo, cada vez más rápido, Jenny suspiraba y se retorcía de placer, pero no conseguía que su amante le diera ese último y pequeño toque que necesitaba. No se lo pensó dos veces, aquello se trataba de sexo puro y duro, sin sentimientos, así que no tenía porque avergonzarse de pedir más, de exigirle lo que necesitaba, puso su mano sobre la de su amante para decirle sin palabras que era lo que quería de ella. La experta doctora la entendió inmediatamente y entonces si, la joven castaña cerró los ojos y empezó a galopar y a embestir salvajemente aquella mano, gemía y gemía sin parar, jadeaba, su corazón se aceleraba y su cuerpo comenzó a temblar. Jenny sentía que el éxtasis absoluto se aproximaba, el calor en su vientre crecía más y más, sentía intensos escalofríos que recorrían todo su cuerpo sudoroso, aquel volcán en su interior estaba a punto de explotar y justo cuando el último envite provocó que un grito saliera de su boca, cuando su cuerpo estalló, se liberó y la fuerza del orgasmo hizo que todo su cuerpo se convulsionara, se tensará, para caer instantes después rendida en los brazos de Kasia; justo en aquel momento el cerebro de Jenny se encendió y su corazón se rompió. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, "Emma", murmuró.

Capítulo 41 Kasia al escuchar aquel nombre salir tristemente de la boca de su amante también reaccionó e inmediatamente fue consciente del terrible error que acababan de cometer. Se maldijo así misma por haberlo hecho, la había seducido, no había parado hasta que la tuvo donde y como quiso, debería haberle hecho caso a Eugenia y olvidarse de ella, pero no pudo. Siempre le pasaba lo mismo, era una egoísta niña mal criada que siempre tenía que conseguir lo que quería, pisando a quien fuese sin importarle las consecuencias, esa actitud le había hecho perder las cosas más importantes de su vida.

"Jenny, yo... lo siento", murmuro compungida. La joven castaña no contestó, solo lloraba y lloraba sin consuelo entre sus brazos. "Jenny tranquilízate, no hemos hecho nada tan terrible, además Emma no tiene porque enterarse", intentó consolarla la doctora. La joven castaña se separó de sus brazos, se secó las lágrimas, se colocó bien la falda y las bragas, se abrochó la camisa y salió del lavabo sin decir una palabra y sin ni tan siquiera mirarla. Jenny paseó sin rumbo fijo por las calles de Venice, hasta que llegó a la playa, se dirigió a aquella roca que tanto le gustaba, desde donde todas las noches hablaba con Emma, desde donde le declaraba su amor, le prometía una y otra vez que jamás volverían a separarse, que no podía vivir sin ella, que era el amor de su vida; se sentó y lloró amargamente. Se sentía mal, sucia, vacía. Sabía que lo había estropeado todo, que la había perdido, no podía ocultarle aquello a Emma y ella jamás la perdonaría de eso estaba segura, se había acabado todo, su magnífica historia de amor se había terminado. Nunca había sentido un dolor tan grande como el que sentía en aquellos momentos en el corazón; sentía una presión tan grande que casi la impedía respirar, era como si unas fuertes manos lo estuvieran apretando y apretando para exprimirlo completamente. Había sido una estúpida y era consciente de que ahora tenía que pagar por ello, había destrozado sus vidas, su historia por un simple polvo, se había comportado como un animal, como un ser irracional y lo había perdido todo. Sólo había sido sexo, había gozado al sentir a Kasia dentro suyo, la doctora le había proporcionado un gran placer; pero no había sentido ninguna de las maravillosas y mágicas sensaciones que sentía cuando Emma la tocaba; cuando hacían lenta y dulcemente el amor, cuando recorría suavemente con sus manos su cuerpo desnudo y le susurraba una y otra vez cuanto la amaba mientras la cubría de tiernos besos. El dolor se hizo insoportable, se levantó y corrió hacia el mar, necesitaba sentir algo más que aquella horrible presión en su pecho. Se zambulló en el agua helada intentando paliar aquel intenso dolor de su corazón, nadó, nadó y nadó bajo la luz de la luna, todo lo lejos que pudo, no podía quitarse de su cabeza la cara sonriente de Emma.

Cuando sintió que sus fuerzas comenzaban a mermarse dio la vuelta y volvió a la playa, salió del agua y cayó exhausta en la arena, el dolor no había desaparecido, seguía estando allí y era aún más intenso. El pensar en todo el daño y el dolor que le iba a causar a Emma, le rompía el corazón, la destrozaba por dentro. Su novia era el ser que más amaba en este mundo y ella iba a ser la responsable de causarle el dolor más intenso, justo cuando se estaba empezando a recuperar de la muerte de su madre. Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. "¿Jenny?", escuchó que la llamaba una voz. Abrió los ojos, "Eugenia, ¿qué haces aquí?", preguntó sorprendida. "Kasia me llamó y me ha contado lo que ha pasado", dijo la terapeuta, "ha supuesto que no querías verla, pero está muy preocupada y me pidió que fuera a tu casa para ver como estabas, al no encontrarte me dijo que seguramente estarías aquí", terminó. Jenny bajó la vista avergonzada y no contestó. "Jenny, ella no ha querido hacerte daño, quiero que estés segura de ello", dijo la fisio sentándose a su lado, "se arrepiente muchísimo de haberte metido en un problema tan grave" "Eugenia, yo no la culpo a ella, me culpo a mí, ella es una mujer libre puede estar con quien le dé la gana, yo no lo soy, ella no tiene culpa de nada yo soy quien debía haber dicho que no desde un primer momento, yo......", la joven de ojos azules no pudo continuar, comenzó a llorar desesperadamente. La terapeuta la abrazó e intentó consolarla, pero Jenny no tenía consuelo, agradecida se acurrucó en aquellos brazos y dio rienda suelta a su llanto. Eugenia no dijo nada, la acogió entre sus brazos y la dejó desahogarse, "Jenny deberíamos ir a tu casa", dijo cuando la joven de ojos azules se tranquilizó, "estas temblando y toda mojada, tienes que cambiarte o cogerás una pulmonía. Al llegar a casa Jenny se dio una ducha caliente mientras la joven terapeuta preparaba té, cuando la infusión estuvo lista, ambas se sentaron en el sofá en silencio. Eugenia se dio cuenta de que las lágrimas volvían a correr por las mejillas de la joven de ojos azules, inmediatamente volvió a cogerla entre sus brazos, "shhhhhhh, tranquilízate mi niña, veras como todo se solucionará", le susurro mientras le acariciaba la espalda consolándola.

"Euge nada se va a solucionar, nunca me va a perdonar lo sé, la conozco, la he perdido para siempre", dijo Jenny entre sollozos. La fisioterapeuta la abrazó aún más fuerte. "¿Qué voy a hacer ahora?, no sé que hacer, no sé vivir sin ella, no puedo vivir sin ella....", la joven castaña no pudo continuar, sus palabras se ahogaron entre sus sollozos. Eugenia la separo dulcemente de entre sus brazos y la obligó a mirarla, " creo que lo mejor será que no le digas nada, Emma no tiene porque enterarse de....". "No puedo ocultarle esto, es demasiado grave, no ha sido un pequeño tonteo y un beso....", la interrumpió la joven de ojos azules, "la he traicionado, la he engañado con otra mujer en el lavabo de un bar, no voy a ser capaz de volver a mirarla a la cara". "Si no quieres perderla tendrás que aprender a vivir con ello; al principio será duro; poco a poco aprenderás, te acostumbraras", insistió la terapeuta. "Eugenia, no lo entiendes, si hiciera eso construiría nuestro futuro sobre una gran mentira y no quiero eso para nosotras", respondió la joven alemana. "¡Jenny!, no seas cabezota, si se lo dices no vais a tener futuro", Eugenia estaba empezando a molestarse ante la cabezonería de su antigua paciente, "no vas a volver a ver a Kasia nunca más, así que olvida lo que ha pasado esta noche y no le digas nada". "Pero....... yo no sé si voy a ser capaz de hacer eso, ¿de verdad piensas que lo mejor es engañarla?", contestó Jenny dubitativa, sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. Eugenia movió la cabeza de arriba hacia abajo afirmando, "no puedes decírselo Jenny, es lo mejor, así os evitareis las dos un gran sufrimiento". Estuvieron hablando durante toda la noche, Jenny poco a poco fue tranquilizándose y aceptando el hecho de que lo mejor era coger aquel avión, dejar todo atrás, no decir nada y empezar aquella nueva vida que tanto había soñado junto a Emma. A las siete de la mañana las dos mujeres se despidieron, la terapeuta se empezaba su jornada en el hospital una hora más tarde y Jenny tenía que terminar de preparar todo e ir al aeropuerto.

"Gracias, te agradezco mucho todo lo que has hecho por mí, y siento que no puedas dormir ni media horita", dijo Jenny. "No te preocupes, en cuanto termine me iré a casa y dormiré todo el día y deja de darme las gracias de una vez", protestó la terapeuta. Volvieron a abrazarse y la fisio se marchó. Jenny dudó durante unos segundos, finalmente abrió la puerta y la llamó. Eugenia se volvió sorprendida. "Dile a Kasia que a pesar de todo ha sido un placer conocerla, que no se culpe de nada, la culpa es mía", dijo la joven de ojos azules. La terapeuta asintió, "no ha querido hacerte daño, ella no es mala, simplemente....". "Lo sé", la interrumpió Jenny, "hasta hace poco yo también era así", le brindó una triste sonrisa y volvió a entrar en casa. Cuando estaba a punto de salir hacia el aeropuerto, su teléfono sonó, a Jenny se le heló la sangre y empezó a temblar, sabía perfectamente quien era, con manos temblorosas sacó el teléfono de su bolso y descolgó. "Hola mi amor", respondió. "Jenny ¿estás bien?, he estado todo el día esperando tu llamada, estaba muy preocupada", dijo Emma desde el otro lado de la línea. "Ehhhh.... sí, claro estoy bien, ¿por qué no iba a estarlo?", respondió Jenny muy nerviosa. "Bueno..., como todos los días me llamas y hoy no lo has hecho, no se... me he preocupado", contestó Emma sorprendida. La joven de ojos azules no contestó, no sabía que decir, tenía unas ganas inmensas de llorar. "Jenny, ¿ha pasado algo?", insistió la rubia inquieta.

"No, ¿por qué me preguntas eso?, ¿qué quieres que pase?", la castaña estaba cada vez más nerviosa y temblaba sin parar. Emma susurro, "estas muy rara cariño, si ha pasado algo dímelo, todo se puede solucionar, solo.....". "No ha pasado nada Emma. Sabes, me duele mucho la cabeza y me tengo que ir a rehabilitación, luego te llamo y hablamos", la interrumpió Jenny incapaz de seguir manteniendo aquella conversación. "Pero.....", intentó a protestar Emma. La joven de ojos azules volvió a interrumpirla, "mi amor, te quiero más que nada en este mundo, pero ahora tengo que irme de verdad, luego hablamos", dijo y terminó la conversación. Emma se quedó en su cama mirando su teléfono boquiabierto terriblemente inquieto y preocupado. Jenny acababa de dejarla con la palabra en la boca, la conocía y sabía que en condiciones normales jamás haría eso. Al colgar Jenny permitió que las lágrimas corrieran finalmente por sus mejillas, iba a ser muy duro ocultarle a Emma lo que había pasado. Capítulo 42 Ya habían pasado cuatro meses desde que Jenny comenzó su recuperación en California y aunque hablaban durante horas todos los días por teléfono, Emma la echaba terriblemente de menos. La necesidad de verla se hacía cada vez mayor y sentía como aquella profunda tristeza la invadía más y más cada día. Estaba muy preocupada, Jenny la llamaba a diario y hablaban durante horas de todo, se contaban su día con todo tipo de detalles; pero en aquella última llamada algo había cambiado, Jenny se había olvidado de llamarla, había sido ella quien no aguantó más y muy preocupada la llamó y se encontró con una Jenny muy nerviosa, preocupada, incluso le pareció que le incomodaba hablar con ella. No insistió cuando Jenny le dijo que no pasaba nada, había prometido confiar en su amada y eso sería lo que haría. No dudaría de ella aunque estaba muerta de miedo, sabía que algo había pasado, que algo no andaba bien. Tenía una extraña sensación en el estómago, algo malo iba a pasar.

Durante los últimos tres meses se había hecho muy amiga de Sophie, la pelirroja había dejado a Timo después de que hubiera pillado a éste besándose con otra en el P3. El sufrimiento de Emma y el de Sophie creó un fuerte lazo de unión entre ellas. Se apoyaron mutuamente, aunque Emma jamás confesó a la pelirroja el verdadero motivo de su tristeza, la verdadera relación que mantenía con Jenny. Desde que Jenny había sufrido el accidente todo fue de mal en peor en los estudios y no sólo para Emma. Los exámenes para el grupo de amigos habían sido desastrosos. Emma no podía pensar en otra cosa que no fuera en su gran amor que se encontraba a miles de Kilómetros de distancia, por más que lo intentaba no podía concentrarse. Caro y Lara, se volcaron tanto en el equipo de Volleyball y en ganar el campeonato, que descuidaron sus estudios y cuando quisieron preparar los exámenes era demasiado tarde. Hotte por su parte conoció a un chico del que decía que era el hombre de su vida y se olvidó de todo, dejó de asistir a las clases y se pasaban el día juntos. Sólo se separaban el par de horas que el joven diariamente pasaba con Emma. Luzi estaba empezando su carrera musical y no tenía demasiado tiempo para los estudios. Bodo......, bueno Bodo era Bodo jamás se había destacado por ser un buen estudiante. Sophie, la última en incorporarse al grupo de amigos, había desperdiciado todo el año en compañía de Ben y Timo y hacía mucho que había aceptado que aquel año había sido un año perdido. Así que ninguno tenía la más mínima esperanza de obtener un buen resultado. Aquel día hacia una temperatura muy agradable, el verano se había instalado definitivamente en Colonia. A la salida de la facultad se aglomeraban una multitud de estudiantes disfrutando de los primeros rayos de sol. Emma había terminado por fin su último examen y como todos los días quería irse a casa. Disfrutaba de su soledad, en ella nadie podía interrumpir sus pensamientos y su único pensamiento era Jenny. No estaba de buen humor, aquella llamada la había dejado muy inquieta, sus amigos intentaban convencerla para que fuera con ellos al parque, tumbarse en la hierba y pasar el resto del día juntos. Ninguno de ellos excepto Lara y Caro, para las cuales en el hospital había resultado bastante evidente la relación que había entre Jenny y Emma, entendían ni porque no había ido con ellos a Berlín, ni porque estaba tan triste por la ausencia de la joven de ojos azules. A fin de cuentas, por muy amigas que fueran se conocían hacia solo unos meses. "Venga Emma será divertido, y así te entretienes y te animas un poco, necesitamos volver a ver esa bonita sonrisa en tu cara", dijo Luzi mientras salían de la facultad. Emma se frenó en seco y aquella bonita sonrisa volvió a aparecer en su cara.

Allí estaba ella, radiante como siempre, apoyada en su nuevo descapotable, con las gafas de sol puestas y mirando impaciente hacia la puerta de la universidad. La joven rubia no se lo pensó y salió corriendo hacia ella dejando a Luzi con la palabra en la boca. Se abalanzo sobre su cuello, aspirando ansiosamente su aroma y la abrazó tan fuerte como pudo. Jenny hizo lo mismo. Sus amigos la miraban desconcertados, ellas hicieron caso omiso de esas miradas, así como de las del resto de los estudiantes, que miraban entre curiosos y divertidos aquella escena entre las dos mujeres. Se habían echado tanto de menos y se alegraban tanto de poder volver a verse, de estar juntas, de sentirse de nuevo que nada les importaba. "¿Eso quiere decir que me has echado de menos?", dijo Jenny sin poder dejar de reír. "No tienes ni idea de cuanto", y sin decir nada más la apretó contra el coche y le dio un largo beso, al separarse la rubia tenía lágrimas en los ojos, apoyo su cabeza contra la de su novia y le susurro, "no te puedes ni imaginar cuanto he deseado poder hacer esto". "Tanto como yo", murmuro la joven de ojos azules, envolvió su cintura con sus brazos, la atrajo más hacia ella y volvió a besar dulcemente los labios de su novia. Se besaron una y otra vez, con amor, con ternura, con pasión. Sus manos recorrieron, deseosas aquellos cuerpos que tanto habían añorado durante los últimos meses, ajenas a todo el mundo, a todas las miradas. Ellas estaban en su pequeño universo, aquel que habían creado para ellas solas meses atrás y tan cerca habían estado de perderlo. Necesitaban tocarse, sentirse, amarse recuperar todo el tiempo perdido. Jenny sintió como la respiración de Emma se aceleraba, al igual que la suya propia. Notó las manos de su novia posándose en sus nalgas a la vez que la presionaba más contra su cuerpo. Abrió los ojos y vio que todas las miradas estaban fijas en ellas, sonrió, "cariño, no crees que es menor que dejemos eso para luego", dijo entre beso y beso. Emma se separó y asintió un poco avergonzada por su comportamiento, pero estaba allí apretando el cuerpo de Jenny contra el coche, su novia la miraba intensamente con aquellos hermosos ojos azules que le hacían perder la razón, la había añorado tanto que le era muy difícil contenerse. Habían pasado tantas cosas que todavía no podía creer que aquello estaba pasando de verdad, que Jenny estaba allí con ella, besándola acariciándola y que finalmente habían vuelto a

recuperar su vida, aunque los ojos de Jenny estaban tristes, algo en ellos le decían que las cosas no iban bien, que no era completamente feliz. "No me lo puedo creer mi amor, soy tan feliz. ¿Cuándo has llegado?, ¿por qué no me has avisado?", preguntó la rubia con lágrimas en los ojos. "Hace unas horas, quería darte una sorpresa, yo también soy muy feliz", respondió la joven castaña, aunque sus ojos siempre chispeantes estaban apagados y no reflejaban ninguna felicidad. "Te amo tanto Jenny, prométeme que nunca volverás a separarte de mí, que siempre vas a estar a mi lado", Emma, mientras se acercaba a sus labios y la besaba dulcemente. "Jamás", murmuró Jenny en el beso. Con cada palabra de Emma, Jenny sentía que se moría un pedacito de su corazón, una gran tristeza la invadía y sólo quería llorar, abrazarla y suplicarle que le perdonara por lo que había hecho. Pero no podía tenía que seguir con aquella farsa. Agarradas de la mano se dirigieron hacia el grupo de amigos. Emma estaba un poco avergonzada, había besado a su novia en la entrada de la facultad, delante de todos sus amigos y de media universidad. Se sorprendió al comprobar que ninguno de ellos le dio ninguna importancia a aquel hecho y todos hablaban entusiasmados con Jenny, encantados de volver a verla y muy contentos al comprobar que no sufría ninguna secuela. "Estábamos convenciendo a Emma para que viniese con nosotros a pasar la tarde en el parque", dijo Luzi, "¿te animas Jenny?". "Me encantaría pero tengo que ocuparme de unos asuntos muy importantes, además tengo dos huéspedes en casa que necesitan todas mis atenciones, lo siento", se disculpó Jenny. "¿Dos huéspedes?", preguntó Emma asombrada. "Si, luego te los presento", respondió la joven de ojos azules con una sonrisa, "pero mi amor vete con ellos y nos vemos en casa más tarde". La rubia estaba cada vez más sorprendida, su novia acababa de llegar después de cuatro meses, tenía no se que asuntos que arreglar y para colmo se había traído a unos amigos con ella, "no Jenny, yo quiero ir contigo, yo....".

"Ahora os alcanza", dijo la joven castaña a sus amigos. Agarró a su chica del brazo y la apartó un poco del grupo, "cariño, yo también me muero por estar contigo, pero dame un par de horas. Es algo muy importante, déjame que lo solucione y te prometo que pasaremos una velada maravillosa". "Pero Jenny, acabas de llegar, yo no quiero separarme de ti ni un segundo, yo.....", volvió a insistir Emma. "Por favor, por favor, por favor, cariño, solo un par de horas", susurro mimosa la joven de ojos azules, mientras besaba una y otra vez la mano de su chica, "quiero prepararte algo muy especial". Emma claudicó, "está bien...... a las ocho en punto estaré llamando a tu puerta", le dio un piquito y quiso encaminarse hacia el parque. Jenny no se lo permitió, la acerco a ella y la besó, con tanto amor como albergaba en su corazón. "Te quiero", susurro la joven de ojos azules casi sin aliento al separarse. "Te quiero", contestó la rubia, al mirarla se le heló la sangre, ahí estaba otra vez toda esa tristeza, toda esa culpabilidad reflejada en sus ojos.

Capítulo 43

Jenny se montó en el coche y se dirigió a su restaurante favorito, le hubiese gustado preparar a ella misma la cena pero le fue imposible, así que encargó a Frank el menú. Lo recogió y rápidamente se dirigió a su casa; tenía mucho que hacer y muy poco tiempo. Dejó la cena en la cocina y se dirigió al salón para prepararlo todo. Empezó por la mesa, la decoró con la mantelería de hilo fino, a vajilla nueva, la cristalería de Bohemia y la cubertería de plata.

En el centro colocó un pequeño arreglo de rosas rojas y a sus lados dos velas aromatizadas de canela. Busco entre sus CD el disco de Dare "Beneath the shining water", era uno de sus álbumes preferidos, música ambiental lleno de hermosas baladas y preciosos pasajes musicales. Estaba segura de que a Emma le encantaría, era perfecto para aquella mágica noche, crearía el clima de relajación y romanticismo ideal. Después iluminó tenuemente la habitación, y llenó el cuarto de pequeñas velas. Desde los ventanales se veía la piscina así que apagó la luz del jardín y colocó unas antorchas a su alrededor e introdujo en su interior una veintena de velas flotantes de colores. Volvió al salón y espolvoreó el cuarto y la mesa con pétalos de rosa, hizo un caminito con ellos hasta su habitación y los repartió también por la cama. Al terminar miró al reloj y suspiró, lo había calculado todo perfectamente, aún le quedaba media hora para ocuparse de sus huéspedes y cambiarse de ropa antes de que su novia llegara. Fue a la cocina y calentó la leche, la puso en dos biberones y cuando se encaminaba a la sala de estar, llamaron a la puerta. Lo había calculado todo menos la impaciencia de Emma. La joven castaña abrió la puerta, "falta media hora para las ocho" protestó. "Jenny ¿qué haces con dos biberones llenos de leche en las manos?", preguntó la rubia asombrada. Jenny los dejó en la mesa del recibidor, "luego te lo explico...., ¿qué haces aquí tan pronto?, aún no me ha dado tiempo a......". La joven rubia no la dejó continuar, entró en la casa, tomó a su novia por las caderas, la giró y la empujo suavemente hacia la puerta, y la miró fijamente, " no podía estar ni un segundo más lejos de ti". La joven de ojos azules no podía apartar sus ojos de los labios de su amada, vio como se pasaba la lengua por su labio inferior y lo mordía impaciente, ese simple gesto, hizo un fuego intenso recorriera todo su cuerpo. No pudo soportarlo más, deseaba sentir aquellos labios en los suyos más que nada en el mundo.

Puso su manos en la nuca de su chica, la atrajo hacia ella y la beso apasionadamente, su lengua irrumpió deseosa en la boca de Emma buscando a su anhelada compañera desesperadamente, cuando aquellas dos lenguas ardientes se encontraron, un gemido salió de la boca de las dos jóvenes, toda la necesidad y el deseo acumulado durante aquellos meses invadieron sus cuerpos y la necesidad de satisfacerse se hizo casi insoportable. "No tienes ni idea de cuantas veces he soñado con esto, te deseo, quiero que me hagas el amor", dijo Emma entre gemidos, mientras besaba una y otra vez a la mujer que lo era todo para ella. Su boca arremetía cada vez con más pasión y su lengua se introducía una y otra vez en aquella boca que tanto había necesitado, a la vez que sus manos recorrían ansiosas cada rincón de aquel cuerpo que tantas noches le había hecho llorar al no tenerlo a su lado. Jenny tuvo que romper el beso, se estaba ahogando, todo su cuerpo temblaba de emoción, sentía que iba a perder la conciencia en cualquier momento, "te amo tanto Emma", murmuro con respiración entrecortada, "eres tan especial". Emma cogió la cara de su novia entre sus manos y volvió a besarla, "sólo cuando estoy contigo". murmuro entre beso y beso. Las manos de la joven castaña se deslizaron por el cuerpo de su compañera abriendo los botones de su camisa, desabrochó su sujetador y sus dedos atraparon sus pezones completamente endurecidos. Emma gimió, separó su boca y miró totalmente excitada los ojos azules de su novia, necesitaba el contacto visual. Respirando cada vez más rápido y sin apartar sus ojos de aquellos ojos color miel, Jenny terminó de quitar lentamente la camisa de Emma. Sus labios se desplazaron hasta el cuello, lo lamió dulcemente mientras se deshacía de su sujetador, besó sus hombros y se dirigió lentamente a sus senos, los lamió, los saboreó, los besó tiernamente. Sus dedos recorrieron su estómago hasta llegar a la parte interior de sus muslos los acarició, mientras su lengua jugaba dulcemente con sus pezones, la pelvis de Emma se removía inquieta, abrió más las piernas ofreciendo su sexo sin reservas a aquellas caricias. Jenny no lo dudo, acarició una y otra vez el sexo de Emma por encima del pantalón, la rubia hubiese gritado, pero los labios de su amante en su boca nuevamente ahogaron ese grito. La rubia no podía más, la necesitaba dentro suyo desde hacía tanto tiempo, que sintió como el intenso calor que se concentraba en sus entrañas estaba a punto de explosionar, ella misma se desabrochó el pantalón y llevó la mano de Jenny hacia su sexo, "mételos, no puedo más, voy a explotar", le susurro.

Jenny introdujo dos de sus dedos muy despacio en la vibrante vagina de su novia y empezó a meterlos y sacarlos lentamente, intentando alargar más el placer de su amada, estaba tan húmeda y las contracciones en su vagina eran tan intensas y continuas que la joven castaña sabía que el orgasmo era inminente. Emma gimió al sentir por fin los dedos de su amada entrando en ella, miles de descargas eléctricas recorrieron su cuerpo, adaptó el ritmo de sus caderas al impuesto por los dedos de Jenny, intentando retrasar lo inevitable, "dime que me amas, que soy la única para ti", susurró antes de atrapar la boca de su amante y fundirse en un tierno beso. "Te amo, te amo, te amo, te amo", murmuró Jenny entre beso y beso, mientras incansablemente seguía penetrándola una y otra vez. La respiración de Emma se aceleró, todo su cuerpo empezó a temblar irremediablemente, millones de hormigas la recorrían de arriba abajo haciéndola vibrar, gotas de sudor cubrieron su frente, estaba a punto, no podía retrasarlo más. Sus caderas tomaron vida propia y empezaron a galopar más y más rápido, entrando y saliendo, en busca del placer absoluto, jadeaba constantemente y sin poder evitarlo, sus entrañas explotaron. Un grito se escapó de su boca y casi sin aliento se desplomó en los brazos de su amada. Jenny la recogió con una sonrisa, acarició su espalda y llenó su cuellos de tiernos besos, "no quiero perderte, moriría sin ti", susurro. "Jamás me perderás, siempre estaremos juntas", le respondió la rubia y la beso. Unos estridentes quejidos hicieron que las dos jóvenes se separaran asustadas, Emma miro a su novia horrorizada, "dios mío Jenny ¿qué es eso?”. La joven de ojos azules alzó sus brazos al cielo, "que cruz, son como un reloj.....", movió la cabeza de derecha a izquierda resignada, "me has entretenido y se les ha pasado la hora". La rubia la miró boquiabierta, aquellos lastimeros quejidos cada vez eran más altos y le ponían los pelos de punta, "¿qué hora?, ¿a quienes?, Jenny ¿qué demonios es ese ruido tan horrible? La joven de ojos azules cogió los biberones, le tendió uno a su asombrada novia, "ven quiero presentarte a alguien".

Emma la siguió extrañada, al entrar en la sala miro a Jenny asombrada, la chimenea estaba encendida y hacia un intenso calor en el cuarto, "Jenny te has vuelto loca estamos en Junio". La joven castaña sonrió, le cogió de la mano y la condujo junto a la chimenea, hacia una gran cesta de mimbre de donde provenía a aquellos quejidos. Al mirar al interior, lo ojos de Emma se abrieron como platos y miro a su novia boquiabierta incapaz de pronunciar una palabra. Jenny sonrió al ver su reacción, "estos son Olivia y Kosmar", dijo.

Capítulo 44 Emma no podía apartar los ojos de aquellos escandalosas cachorritas, se veían muy tiernas e indefensas. No tendrían más de quince o veinte días, aún no habían abierto los ojos. Estaba en frente de uno de los sueños de su vida, desde que era una niña siempre había querido tener un pastor alemán, pero ¿cómo podía saber Jenny aquello?, jamás habían hablado del tema. Se volvió hacia su novia, "Jenny esto es....". La joven de ojos azules la interrumpió, "eso es tu regalo de cumpleaños, aunque sea con unos meses de retraso. Tuve un pequeño percance en la carretera y todo se ha retrasado un poco, pero ya están aquí, Olivia y Kosmar", dijo sonriente. "¿Pero, como sabes que esto es una de las cosas que siempre he deseado?, preguntó la rubia confundida. "Me lo dijo tu hermano Julián", respondió Jenny. "¿Julián?, no entiendo nada Jenny, ¿de qué conoces tú a Julián?", Emma estaba cada vez más confundida. La joven castaña miró divertida a su novia, "quería regalarte algo muy especial para tu cumpleaños, así que un par de semanas antes de tu aniversario, conseguí ponerme en contacto con tu hermano Julián y él me dijo que uno de tus sueños desde que eras niña, era tener un pastor alemán. El día del partido salí pronto de casa y me dirigí a Düsseldorf, elegí una preciosa perrita

de tres meses, arreglamos todos los papeles para la adquisición, y quedé con el criador en que volvería a por ella más tarde, después del partido. Nunca llegué......, así que esta mañana Hotte y Marco han venido a recogerme al aeropuerto y hemos ido a Düsseldorf. Después de cuatro meses y a pesar de que estaba pagada, el criador había vendido la perra y en estos momentos sólo tenía a estas dos preciosidades, a las que estaba criando a biberón porque su madre había muerto en el parto. He pensado que te gustaría criarlas a ti, y así que......aquí estamos las tres". Emma rodeó la cintura de su novia con sus brazos, la atrajo hacia si y la besó apasionadamente, "eres la mujer de mis sueños y estoy perdidamente enamorada de ti", se besaron una y otra vez con pasión durante varios minutos, no se cansaban nunca, tenían que recuperar el tiempo perdido. Los aullidos cada vez más insistentes de las dos cachorras, las hicieron separarse casi sin aliento. "Tus ahijadas te reclaman mamá Emma", dijo Jenny sonriente, tendiéndole el biberón, "mientras tú te ocupas de ellas yo iré preparando la cena". Emma cogió el biberón emocionada, su novia no lo soltó y la atrajo hacia ella, "no tardes mucho, no quiero estar ni un minuto más lejos de ti", la besó y salió de la sala de estar. Jenny salió corriendo al jardín, encendió las antorchas y las velas, y apresuradamente fue a la cocina para calentar la cena. Mientras se calentaba descorchó el champagne y encendió las velas del salón, pensaba cambiarse de ropa y ponerse algo más elegante que dejase a su novia sin respiración pero no quiso arriesgarse a subir a su cuarto y que Emma descubriese la sorpresa sin estar ella presente, así que cuando lo tuvo todo listo, se puso junto a la cadena de música y espero pacientemente a que Emma apareciese. Emma dio de comer con mucho mimo a las dos cachorras, en aquellos momentos era completamente feliz, Jenny volvía a estar a su lado, dispuesta a cumplir todos sus sueños. En cuanto terminó con las dos perritas, apresuradamente se lavó las manos y fue en busca de su amada, había estado menos de veinte minutos separada de ella y ya la echaba terriblemente de menos. Cuando abrió la puerta del salón una dulce música llegó a sus oídos, al mirar hacia adentro y descubrir todo lo que Jenny había preparado para ella, se quedó sin respiración y los ojos se le llenaron de lágrimas. Aquel día para ella era un sueño, un hermoso sueño del que no quería despertar nunca.

Jenny se acercó a ella, la tomo de la mano, la acercó hasta la mesa, separó la silla para que se sentase y la acercó a la mesa, Emma no era capaz de articular palabra. "¡Voila!. Como entrante tenemos, Crema de cangrejo con pimiento rojo rostizado y tomillo, nuestro plato fuerte, Camarones empanizados con coco en salsa de mango, terminaremos con Mousse de pétalos de rosas a la vainilla francesa y todo esto estará regado con un Don Perignon gran reserva del 73", dijo Jenny sonriente presentando los platos. Emma seguía sin poder hablar totalmente emocionada, todo era perfecto, romántico, maravilloso. "Cariño ¿estás bien?", preguntó Jenny preocupada. "Te amo con locura", susurro Emma. Las dos jóvenes estuvieron sin hablar durante varios minutos, tomadas de la mano, mirándose intensamente a los ojos, disfrutando de la música, del romanticismo creado por aquel ambiente, de aquel mágico hechizo que se creaba cuando estaban la una al lado de la otra, aquellos cuatro ojos brillaban emocionados expresando todo el amor que embriagaba a sus propietarias. Durante la cena hablaron animadamente de todo, terminaron con la cena y el champagne entre caricias, coqueteos y miradas llenas de deseo, estaban completamente enamoradas y ese amor flotaba en el aire llenando la habitación. Emma se levantó, rodeó la mesa y extendió su mano hacia su novia invitándola a bailar. Jenny la miró, se levantó en silencio y se colocó frente a ella, sus manos rodearon su nuca, mientras la rubia la amarraba delicadamente por la cintura, se miraron emocionadas y comenzaron a mecerse al ritmo de la música, sin dejar de mirarse amorosamente a los ojos. Sus labios se encontraron, se besaron largamente, muy despacio, disfrutando de cada sensación, mientras sus lenguas empezaron una armoniosa danza en sus bocas, que hizo sus cuerpos empezasen a arder, sus manos empezaron a moverse acariciando gustosas aquellos cuerpos llenos de deseo. "Gracias por una noche maravillosa", susurro Emma excitada mientras empezaba a desnudar a Jenny muy despacio, "deseo hacer el amor contigo, no he dejado de desearlo ni un solo instante desde que te marchaste, desde entonces no he podido dejar de pensar en ti", terminó de quitarle la blusa y la dejó caer al suelo.

Jenny suspiro profundamente al sentir las manos de su amada, recorriendo sus pechos hacia atrás, buscando el cierre del sujetador y deshaciéndose también de esa prenda, después aquellas manos bajaron por su espalda, acariciaron sus nalgas y desabrochando sus jeans. La joven de ojos azules tomó a su amante de la mano y la condujo hasta el dormitorio. Al pie de la cama, Jenny besó dulcemente el cuello de Emma, empezó a desabrochar lentamente su camisa llenando con pequeños y tiernos besos cada trozo de aquella piel hipersensible que quedaba al descubierto hasta llegar a sus pechos, comenzó a masajearlos por encima del sujetador, observando como iban endureciéndose a cada contacto con sus manos, los abandonó y suavemente acarició con la yema de los dedos el estómago de Ema hasta llegar al botón de su pantalón y desabrocharlo. Su boca y su lengua hicieron muy despacio el mismo recorrido, lamiendo, besando con todo el amor que albergarla su corazón, el torso completamente desnudo de su amada, enloqueciendo con su sabor, con su aroma, aquel aroma que la hacía perder el sentido e irremediablemente la hacía flotar en un paraíso jamás soñado por ella. Lentamente se deshizo de sus pantalones, sus manos rodearon su muslo izquierdo acariciándolo de arriba abajo hasta llegar a sus pies, su boca y su lengua las seguían sin dejar de explorar el más mínimo hueco haciendo estragos en aquella piel que reaccionaba irremediablemente ardiendo a su paso. Sus manos terminaron con la pierna izquierda e hicieron el camino inverso en su pierna derecha, poco a poco, proporcionándole el mismo placer y las mismas atenciones que a su homóloga izquierda, la rubia tenía los ojos cerrados, suspiraba y respiraba pesadamente disfrutando de los placeres que le estaban proporcionando los besos y las caricias de Jenny. Emma tenía la sensación de flotar y caer al mismo tiempo, estaba completamente excitada, la ternura, la devoción y el amor con que Jenny la besaba, la acariciaba, la estaban volviendo loca, estaba entre la espada y la pared, por una parte deseaba aquella mágica noche no terminase nunca y por otra deseaba dejarse llevar por la lujuria y el deseo finalmente junto a su gran amor y sentir juntas la indescriptible sensación que ambas disfrutaban al caer en los acantilados del éxtasis infinito. Descubrió con gozo, que la boca de Jenny se dirigía lenta pero decidida hacia su sexo, al sentir los dientes de su novia atrapar tiernamente su clítoris por encima de sus bragas, gimió fuertemente y exhalo todo el aire contenido, miles de pequeños choques eléctricos circularon por su cuerpo y un reconfortante escalofrío recorrió su espina dorsal. Emma, agarró a su chica por los hombros obligándole a levantarse y atrayéndola hacia ella, la beso apasionadamente y de un pequeño empujón la tumbo en la cama. Se sentó sobre ella, se detuvo un instante para admirar desde aquella perspectiva su perfecto cuerpo, su gran belleza, al observar la perfección hecha mujer la excitación de Emma creció hacia limites incontrolables. Tiró de la nuca de su novia para atraerla hacia arriba y la besó con una pasión desbordada mientras acariciaba sus pechos jugando con sus pezones ardientes entre sus dedos. Sintió el deseo irrefrenable de pasar su lengua por ellos y recorrerlos y así lo hizo, volvió a empujarla

sobre la cama y los degustó ansiosa una y otra vez, mientras sus manos acariciaban todo su cuerpo. Jenny gemía, suspiraba la lengua de Emma en sus pezones la estaba volviendo loca, cerró los ojos y se dejó llevar por el placer que su novia le estaba proporcionando. Escuchó la voz de Emma prometerle amor eterno, susurrándole una y otra vez que la amaba, lo feliz que la hacía, que era la mujer de su vida y en aquel momento todos los recuerdos de lo que había pasado en California volvieron a Jenny. Con los preparativos de la cena y la mágica velada que habían pasado lo olvidó, pero en aquellos instantes volvieron más dolorosos que nunca. No pudo soportarlo más, ese sentimiento de culpa la estaba matando. Sabía que iba a perderla para siempre pero Emma no se merecía aquel engaño, con todo el dolor de su corazón se incorporó y se sentó en la cama, " Emma tenemos que hablar". En aquel momento Emma supo inmediatamente lo que le iba a decir, se le encogió el corazón pero no tuvo valor para afrontar la realidad, sabía que sólo tenía que hacerle una pregunta y Jenny confesaría la verdad. No pudo hacerlo, hacer frente a aquella confesión significaba destrozar su vida, sus sueños, sus ilusiones, caer en un agujero negro, vivir en una oscuridad permanente, vivir una vida vacía. Prefería morir antes de aceptar que el ser que más amaba, a quien le había entregado todo, su corazón, su cuerpo, su alma, su vida; la persona que lo era todo para ella, que hacía latir su corazón; la había traicionado. Volvió a tumbarla en la cama y la besó ferozmente con rabia, con desesperación una y otra vez, hasta casi dejarla sin aliento, sabía que sería la última vez, que todo había terminado. Acarició desesperada sus pechos, sus hombros, sus brazos, su cara, sus piernas, todo aquel cuerpo que sabía que nunca volvería a tocar. Mordió su labio inferior fuertemente hasta sentir el agrio sabor de la sangre de Jenny en su boca, el dolor que sentía se estaba haciendo insoportable. Su corazón se rompió en mil pedazos, ella lo sabía, lo había presentido semanas atrás, cerró los ojos, su labio inferior comenzó a temblar, "sólo quiero saber una cosa, ¿lo hiciste?, ¿terminó?, ¿te folló?". Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de la joven castaña, incapaz de nada más, sin atreverse si quiera a mirarla a los ojos, asintió con la cabeza. Emma se levantó de la cama en silenció, y comenzó a vestirse. La mujer que tanto amaba, que lo significaba todo para ella, la había engañado. La joven rubia casi no podía soportar el dolor en aquellos momentos. Emma sintió que su corazón dejo de latir durante unos instantes, después sintió un dolor terrorífico en el pecho, fue como si alguien le arrancase el corazón de cuajo con

sus propias manos, y después el vacío, sólo quedó un gran agujero en el lugar donde hacía unos instantes latía emocionado aquel órgano, cargado de amor y sentimientos. "Cariño por favor déjame explicarte.....", murmuro Jenny. Silencio. "Emma lo siento, lo siento muchísimo, no sé que me pasó, me volví loca. Cariño no significó nada.....", insistió Jenny. Silencio. "Mi amor por favor dime algo...”, Emma terminó de vestirse, se giró, tomó la mano de la joven de ojos azules que lloraba desesperada, y le quitó el anillo de su madre del dedo anular. Jenny apretó con fuerza su mano intentando evitar que se fuera, "no por favor, Emma no hagas esto, por favor amor mío no me dejes.... yo te amo. Emma no puedes dejarme, te lo suplico, no me apartes de tu vida, amor mío perdóname tú lo eres todo para mí, tienes que perdonarme. Mi vida no se vivir sin ti, yo....... La joven rubia se zafó de aquella mujer que acababa de destrozar su vida, y le entregó el anillo, aquel anillo que le había puesto aquella mágica noche en la habitación del hospital, mientras le decía que era la única, que nunca habría nadie más porque ella era el amor de su vida, mientras le prometía que siempre estarían juntas. Jenny lloraba desconsoladamente en su cama, sin decir ni una sola palabra, Emma había salido de su habitación, de su casa y de su vida. Sabía que todo había terminado para ella en aquellos momentos; el precio que había pagado era demasiado alto. Lo había perdido todo, su corazón nunca volvería a latir emocionado y enamorado al verla, sus labios jamás volverían a sentirla, sus brazos nunca la cobijarían de nuevo, su cuerpo jamás temblaría de emoción al sentirla, sus manos temblorosas no volverían a recorrerla llenándola de caricias, nunca volvería a ser suya. Su alegría, sus sentimientos, su corazón, su alma, su vida...... todo, se fue con ella. En aquel momento en el interior de Jenny algo se rompió, algo murió. Emma no lloró, no fue capaz de soltar ni una sola lágrima. Al salir a la calle un escalofrío recorrió todo su cuerpo, la temperatura había descendido bastante. Se abrochó su chaqueta y

empezó a caminar sin rumbo fijo, anduvo durante más de una hora, cuando se dio cuenta de donde estaba sonrió tristemente, su subconsciente la había llevado donde la persona en la que se había apoyado durante todos aquellos meses de ausencia de Jenny, a casa de Sophie.

Capítulo 45 "¡Hey Emma!, ¿qué haces aquí?", preguntó Sophie al abrir la puerta. "Yo...., no sabía donde ir, no quiero ir a mi casa", dijo la rubia con voz débil. "Emma ¿qué ha pasado?, ¿no deberías estar con Jenny?", preguntó Sophie preocupada. "No quiero hablar de eso, yo no quiero ir a mi casa..... ¿Puedo pasar?", respondió la rubia levantando los ojos y mirando a su amiga tristemente. Un escalofrío recorrió a Sophie al ver la mirada vacía de Emma, "¡claro!, ¡por supuesto!, pasa", dijo la pelirroja apartándose para dejarle paso. Emma entró en la casa, "gracias", murmuro sin levantar la vista del suelo. Sophie la condujo hasta la sala de estar, "cariño, si quieres hablar de ello o necesitas algo yo estoy aquí para lo que sea vale", dijo abrazándola. Emma se perdió en aquellos brazos protectores, incapaz de hablar, de llorar, de sentir otra cosa que aquel terrible dolor que invadía su pecho, aquella traición le había anulado la capacidad de sentir, nunca volvería a poder entregarse a nadie más. "¿Podría pasar aquí la noche?", preguntó separándose de los brazos de su amiga. No quería volver a su casa, su teléfono no paraba de vibrar en su bolsillo, sabía que Jenny no pararía hasta encontrarla y ella en esos momentos no podía verla, no podía enfrentarla. Estaba demasiado dolida y confundida, no podía pensar con claridad en su futuro, no sabía que iba a ser de su vida. "Por supuesto, puedes quedarte todo el tiempo que quieras", prepararé la habitación de invitados, dijo la anfitriona y desapareció.

El teléfono volvió a vibrar en su bolsillo, Emma se dirigió a la ventana y lo tiró con todas sus fuerzas a la calle. No durmió en toda la noche amaba, a Jenny más que a nada, pero la rabia y el desprecio hacia ella por aquella traición se iba adueñando poco a poco de su corazón y de su alma. No quería volver a verla, no volver a hablarle, tenía que sacarla de su vida para siempre y para ello necesitaba tomar distancia, que el tiempo pasase , alejarse de ella para poder controlar sus sentimientos ya que estaba segura de que nunca podría anular todas las sensaciones que embriagaban su alma cuando estaba cerca. Tenía que abandonar Colonia, si volvía a verla caería de nuevo en su embrujo, volvería a perderse en sus ojos e inevitablemente volvería a caer rendida entre sus brazos. Jenny estuvo durante unos minutos tumbada, llorando desconsolada en la cama con el corazón y el alma rotos en pequeños pedazos. Sabía que la única culpable de todo lo que había pasado era ella y entendía que no volviese a querer nada suyo. Con su comportamiento la había destrozado, pero no podía rendirse, no podía resignarse a perderla, la amaba con locura, necesitaba su perdón para que su corazón siguiera latiendo. Tenía que explicarle como había pasado, que no hubo sentimientos, sólo fue sexo, había sido un error de dos minutos. Dos minutos durante los cuales su cerebro se apagó y su estúpido cuerpo se había dejado llevar por la lujuria y el deseo. Tenía que hacerle entender que Kasia nunca había entrado en su corazón, ni tan siquiera se había acercado a las puertas, ese órgano al igual que toda ella le pertenecía y le pertenecería para siempre. Llamó una y otra vez por teléfono pero no obtuvo respuesta, se vistió y fue a su casa, llamó insistentemente al timbre pero obtuvo el mismo resultado. Ni Caro, ni Luzi, ni Lara, ni Bodo, ni Hotte nadie sabía absolutamente nada de ella, se acurruco en el asiento y se dispuso pacientemente a esperar. Los primeros rayos de sol iluminaron Colonia, Jenny seguía mirando tristemente al portal esperando en el coche a que volviera su amada, pero no Emma no daba señales de vida. A media mañana resignada arrancó el motor, volvería más tarde, sabía que tarde o temprano tendría que aparecer, no quería irse pero Olivia y Kosmar necesitaban comer. Emma y Sophie vieron alejarse el deportivo blanco desde el final de la calle, la rubia suspiró aliviada por poder entrar a casa, para recoger sus cosas, su avión salía en tres horas. Subieron al apartamento, al entrar al dormitorio y ver la cama el corazón de Emma se encogió al recordar la mágica noche en que se amaron por primera vez, las lágrimas amenazaron con rodar por sus

mejillas, apretó los puños y los dientes evitándolo, no se iba a permitir llorar por ella, ya había llorado demasiado días y meses atrás. Prepararon rápidamente el equipaje con lo justo, no había tiempo para nada más, llamaron a un taxi y se dirigieron al aeropuerto. Al cruzar la pasarela para embarcar, el alma de Emma se iba desquebrajando, con cada paso que daba hacia aquel avión se desprendía un trocito de su corazón. Había tomado la decisión más dura de su vida, no quería alejarse de ella, quería volver entre sus brazos, inspirar su aroma, volver a sentir sus caricias, sus besos; pero el dolor y la rabia por aquella traición eran demasiado grandes, todo había terminado, cruzó la puerta del avión y se sentó en su asiento. Después de dar de comer a las cachorritas Jenny volvió a casa de Emma, llamó una y otra vez a la puerta con el mismo resultado conseguido anteriormente, iba a volver a su coche para sentarse a esperar cuando vio como se acercaba Emilia cargada con unas bolsas, inmediatamente se acercó para ayudarla. "Hola hija", saludó la anciana dejando las bolsas en el suelo agotada. "Deje que la ayude", contestó Jenny inclinándose para coger las bolsas, "Emilia no debería usted cargar con tanto peso, agárrese a mí", dijo ofreciéndole su brazo. "Ya lo sé hija, pero una empieza a comprar y no se da cuenta", se disculpó la anciana agarrándose agradecida al brazo de la joven y encaminándose hacia el portal. "¿Vienes a ver a Emma?", preguntó la anciana. Jenny asintió con la cabeza, "deme las llaves del portal, se lo acercaré hasta el ascensor" "Ya me parecía extraño que se fuera de viaje sin despedirse", murmuro Emilia, mientras buscaba las llaves, "¡aquí están! La joven de ojos azules la miró sorprendida, "¿de viaje?", preguntó. "Si, hace un rato vi como subía a un taxi, con otra joven y una maleta", la anciana le tendió las llaves. Jenny palideció, su corazón se paró, intentaba decir algo pero las palabras se negaban a salir de su boca.

"Hija ¿te encuentras bien?", preguntó la anciana preocupada al ver su reacción. La joven castaña no respondió, "¿cómo era la chica que la acompañaba?", preguntó con voz débil y temblorosa. "Déjame pensar.......", murmuro la mujer del pelo blanco, "más o menos de su misma estatura, delgadita, media melena...... y el pelo de color rojo". "¡Sophie!, ¡mierda! ¿por qué no he pensado en ella", exclamó Jenny, "Eugenia tengo que irme", llevó las bolsas hasta el ascensor y se despidió de la sorprendida anciana. "Hija, ¿va todo bien?", preguntó aún más preocupada la anciana, pero la joven castaña no podía escucharla, había salido del portal y corría hacia su deportivo. Jenny se subió en su coche y se dirigió lo más rápido posible a casa de Sophie. Estaba muerta de miedo, -¿por qué Emma llevaba una maleta?, ¿a dónde pretendía ir?-. Tenía que detenerla, se maldijo una y otra vez por no haberse acordado de Sophie, Emma le había contado en sus llamadas telefónicas que pasaba mucho tiempo con la joven del cabello rojo. Si lo hubiese recordado hace unas horas quizá podría haberla detenido, ahora tal vez era demasiado tarde. Aparcó enfrente de la casa de la pelirroja, se bajó del coche, corriendo se dirigió hacia la puerta y aterrada llamó, una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces. La joven de ojos azules estaba a punto de perder el control, se encontraba cada vez más nerviosa, temblaba, respiraba rápidamente, sus ojos estaban llenos de lágrimas. Finalmente se abrió la puerta. "¡Jenny!", exclamó Sophie sorprendida. "Necesito hablar con Emma", contestó la joven de ojos azules. "Jenny es demasiado tarde, ya no está aquí", respondió la pelirroja apenada. "¿Dónde está?", preguntó la joven, temblando cada vez más fuerte. La pelirroja no contesto temerosa de la reacción de su amiga.

"Sophie maldita sea, dime donde esta", gritó Jenny con voz aguda, completamente histérica, mientras zarandeaba por los hombros a la pelirroja. Con un hábil gesto, Sophie se liberó de las manos de la joven castaña y se apartó unos pasos, "se ha ido Jenny, hace una hora que cogió un avión con rumbo a Buenos Aires, va a pasar estos meses de vacaciones con su amiga Vane. Quería alejarse lo máximo posible de ti, ni siquiera yo sé como ponerme en contacto con ella". Jenny sintió que le faltaba la respiración, todo se volvió negro durante unos instantes, las piernas se negaban a sujetarla. Hincó sus rodillas en el suelo y lloro sin consuelo completamente atormentada afrontando la cruel realidad, -se había ido-.

Capítulo 46 El verano pasó muy lentamente para Jenny y muy rápido para Emma. La rubia intentó disfrutar de aquellos días en Argentina; pero le fue imposible, la ausencia y la traición de Jenny pesaban demasiado, la ira y el rencor iban ganando terreno día a día en su corazón hasta llenarla por completo. No quería verla pero el día en que volverían a juntarse se acercaba irremediablemente, la amaba y sabía que nunca dejaría de amarla, pero nunca podría volver a su lado. Las lágrimas se secaron en los ojos de Jenny, con el corazón completamente destrozado, pasó el verano encerrada en su casa ocupando su tiempo en criar y mimar a las dos cachorras. Por mucho que lo intentaron, ni sus padres, ni Hotte, ni Carol, ni Lara, fueron capaces de sacar una sonrisa de los labios de la joven de ojos azules, la muchacha se dedicaba a pasar el tiempo, esperando ansiosa la vuelta de Emma. Por fin llegó el día en comenzaban las clases y la joven de ojos azules esperaba muy nerviosa a su gran amor, en la puerta de entrada al patio de la facultad. Necesitaba hablar con ella, necesitaba su perdón. Tenía la esperanza de que durante aquellos meses la hubiese echado de menos tanto como ella lo había hecho y su corazón se hubiese ablandado. La vio acercarse con Sophie, comenzó a temblar, pasó por su lado sin ni siquiera mirarla. "Hola, Emma.", balbuceó obligándola a detenerse.

"Buenos días, Jenny...", respondió la rubia sin ninguna emoción. "Me... me gustaría hablar contigo", lo intentó joven castaña. Sophie intentó alejarse y dejarlas solas pero Emma se lo impidió, "ahora no tengo tiempo, llegamos tarde", dijo con voz indiferente. Jenny buscó en vano en sus ojos avellana una chispa de calor, pero no la había, lo único que transmitían era frío un frío terrible. Ella nunca creyó posible que la dulce mirada de Emma se pudiese transformar así, que sus cálidos ojos fueran capaces de transmitir aquello, sintió un dolor agudo en el corazón al darse cuenta de que ella era la responsable. En aquellos momentos hubiese deseado observar en ellos algún tipo de emoción aunque fuera mínima, ira, odio, rechazo, rencor, algo que le diera una pista de que era lo que realmente sentía, pero nada, simplemente frío. "Emma por favor, quiero hablar contigo", insistió Jenny. "No estoy interesada en nada de lo que tengas que decirme, además ya te he dicho que llego tarde", contestó la rubia su mirada ya no era fría, era glacial dio media vuelta y se alejó junto a Sophie. "Emma te lo suplico, necesito explicarte, déjame hablar contigo, por nosotras Emma, por nuestra historia, por nuestro amor, por.......", lo intentó de nuevo la joven castaña. La rubia se frenó en seco, se giró interrumpiéndola con una risa irónica, "¿cómo eres tan cínica?, ¿cómo tienes valor para hablar de amor? Tú no sabes lo que es eso, tú sólo te amas a ti misma, debería haber hecho caso a mis amigos cuando me decían el tipo de persona que eras". "Emma por favor, no digas eso, yo siempre te he amado", murmuro la joven de ojos azules. "No Jenny eso no es verdad, quizá tú creíste amarme, pero jamás lo hiciste. Si me hubieses amado no lo hubieras hecho, no te la hubieses tirado mientras yo estaba aquí esperándote como te prometí. Cuando alguien ama, cuando se está enamorado, sólo piensas en esa persona especial, solo deseas estar con ella, besarla, tocarla, hacerle el amor.... está claro que yo nunca fui esa persona especial para ti", contestó la rubia irritada. Jenny se sorprendió, pensó que durante aquellos meses de llanto y dolor las lágrimas no volverían a nacer en sus ojos y su corazón era inmune a cualquier aflicción. Pero las palabras de

Emma le demostraron que no, sus ojos se llenaron de lágrimas y su corazón se encogió de dolor, "Emma no sé lo que me pasó, me volví loca, te amo Emma, por favor créeme, sólo quiero estar contigo. No significó nada fue sólo sexo, ella...." "No te atrevas a seguir", la interrumpió la rubia, la ira se apoderó de ella, no podía imaginarse como otra la tocaba, la besaba, le hacía el amor, "no quiero oír nada más estoy harta de esta farsa. Me engañaste, hiciste que me enamorara locamente de ti, que confiara en ti, que me abriera a ti, que te lo diera todo..... ¡Mierda Jenny te lo di todo!, incluso mi vida te hubiese dado si hubiese sido necesario. ¿Y cómo me pagaste?, humillándome, destrozándome, follándote a otra a la primera oportunidad que tuviste, eso no es amor. Sinceramente Jenny espero que mereciera la pena, espero que te echase el mejor polvo de tu vida", murmuró con rencor la rubia. "Emma siempre te he amado, tienes que creerme", dijo la joven de ojos azules con voz entrecortada, luchando por contener las lágrimas. "Creerte, ¿por qué iba a hacer eso?, te creí cuando me decías que estarías a mi lado para siempre, que me amabas por encima de todo, que me pertenecías, que nunca podría haber nadie más.....", la rubia negó con la cabeza sonriendo, "no, no tengo porque creerte", volvió a encaminarse hacia la puerta. "Emma es verdad y lo sabes, me enamore perdidamente de ti, te amo, te amé y te amaré siempre, por encima de todo. Eres el amor de mi vida, no puedo renunciar a ti, no puedo olvidarme de ti, no puedo vivir sin ti", las lágrimas de Jenny corrían inevitablemente por sus mejillas. La rubia se paró y se giró, "pues lo siento mucho Jenny, porque yo lo único que puedo sentir por ti es rabia, rencor, asco. Ya no te amo", miró por última vez a los ojos a la mujer a la que había pertenecido una vez su corazón, para dejar claro de una vez por todas que aquello pertenecía al pasado, "no quiero saber nada de ti nunca más. Espero que me respetes y me dejes en paz, Jennifer", volvió a girarse y se encaminó con paso firme hacia el edificio, las lágrimas brotaban como una cascada de sus ojos. Se dirigió rápidamente a los lavabos, se echó agua fría en la cara para intentar calmarse. Estaba rota de dolor, se sentía fatal, la amaba y sabía el daño que acababa de proporcionarle. No pudo evitarlo era la única manera de hacer desistir a Jenny, de hacerle entender que ya no había vuelta atrás, que nunca volverían a estar juntas. "¿Estás bien?", pregunto una voz dulce y armoniosa. Emma dio un respingo sobresaltada, no había escuchado entrar a nadie, se giró y se quedó sin respiración, se encontró con la sonrisa más afable y bondadosa que había visto nunca, levantó su vista y sus ojos se descubrieron el mar en calma y sereno. Siguió observando a la desconocida y

descubrió que era propietaria de un cuerpo escultural con perfectas curvas moldeadas y marcadas, un pelo castaño sedoso que invitaba a acariciarlo, no llevaba nada de maquillaje, su cara estaba cubiertas de unas simpáticas pecas, su sonrisa hacía aparecer en su rostro un pequeño y divertido hoyuelo. "Ehhhh.... si, si", murmuró avergonzada, desviando rápidamente la mirada. "¿Mal de amores?", preguntó la desconocida. "Algo así", contestó la rubia. "Ufffffffff se lo que duele, pero ya sabes lo que dicen, el tiempo todo lo cura", una chispa de melancolía apareció en aquellos hermosos ojos azules. "¿A ti te curó?", preguntó Emma, arrepintiéndose al instante de haberle hecho aquella pregunta, ni tan siquiera sabía quién era. Sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso. "Desgraciadamente no.....", contestó la hermosa mujer con una sonrisa al ver el apuro de Emma, "por cierto, soy Lucy, Lucy Schurer". "Yo soy Emma Müller, encantada de conocerte", respondió la rubia estrechándole la mano. "No quiero parecer descortés, pero tengo que irme, por lo que veo me he confundido de puerta, ¿estás segura de que estás bien?", insistió Lucy sonriendo de nuevo. "Si, si, vete tranquila", respondió Emma sin poder dejar de mirar hechizada a aquella mujer. Cuando la desconocida desapareció por la puerta, la rubia volvió a lavarse la cara respiró hondo y se dirigió a su primera clase, volvería a encontrarse con Jenny. Le habían quedado cuatro asignaturas para aprobar ese año y de esas cuatro, en tres coincidiría con su ex novia. Llegó al aula miró disimuladamente a su alrededor, Jenny aún no había llegado, se sentó y espero. Unos minutos después la joven de ojos azules entró en la clase. No era ni un reflejo de lo que había sido tiempo atrás, caminaba arrastrando los pies, miraba hacia el suelo incapaz de levantar sus ojos, se la veía perdida, agotada, triste, vencida, hundida. De aquella joven brillante, alegre, llena de energía, soberbia, altiva de quien Emma se había enamorado meses atrás ya no quedaba nada. Se sentó en un asiento libre al lado de la ventana y perdió su mirada en el horizonte, durante toda la clase no apartó los ojos de aquel punto fijo en la lejanía, Emma la sorprendió secándose disimuladamente las lágrimas en un par de ocasiones. Se sentía miserable por hacer

sufrir a Jenny como lo estaba haciendo, pero no podía evitarlo algo en su interior, algo que era más fuerte que ella misma no le permitía perdonarla. La Srta. Vogel entró en el aula acompañada de una joven, al verla Emma pegó un respingo. "Buenos días, espero que hayan disfrutado mucho de sus vacaciones, y hayan recargado energía para este nuevo año", dijo la educadora con una sonrisa, se volvió a su acompañante y continuó, "esta es la Srta. Schurer, ha terminado su carrera este año y me acompañará durante unos meses para acostumbrarse al trabajo de campo. También se encargará del STAG mientras esté aquí". La joven profesora saludó amablemente a los alumnos, a todos le gustó desde un primer momento. Cuando sus ojos se encontraron con los de Emma, una hermosa sonrisa apareció en su rostro que fue inmediatamente correspondida por la rubia, ambas jóvenes se miraron intensamente durante unos segundos. Para Jenny aquella sonrisa y aquella mirada no pasaron inadvertidas.

Capítulo 47

Jenny tomó una decisión. Respetaría los deseos de Emma y no volvería a molestarla, seguiría esperando, no importaba cuanto, ella sabía que volverían a estar juntas. Las siguientes semanas fueron un infierno para la joven de ojos azules, anhelaba a Emma, estaba tan cerca suyo y a la vez tan lejos que las horas en la facultad para ella eran un tormento. Había momentos en las que no las separaban más que un par de metros, y aquellos para Jenny eran los peores, estar tan cerca de su piel y no poder tocarla, tan cerca de sus labios y no poder besarla, no poder mirarla, inspirar su aroma, todo aquello la llenaba de nostalgia e impotencia. Todas las noches en las que sabía que la joven rubia tenía ensayo con el STAG, Jenny pasaba horas junto a la puerta del auditorio, escondida, sin que nadie se percatase de su presencia para ver y oír cantar a la mujer que lo era todo para ella. Cada día que pasaba, las ojeras y las bolsas debajo de sus ojos eran cada vez más marcadas. Perdió mucho peso, la mayoría de los días no era capaz de ingerir ningún alimento, su rostro palideció. La que un día fue la más grande, hermosa, deseada y admirada capitana del equipo de volleyball, parecía enferma y demacrada.

Estaba terriblemente celosa de la relación de Emma con su nueva profesora. Cada día pasaban más tiempo juntas, la rubia parecía estar encantada a su lado, se las había encontrado en el parque, en el P3, en el supermercado. Las miradas cómplices, las atenciones y las caricias que se profesaban la reconcomían por dentro. Las únicas horas del día en los que Jenny disfrutaba de algo de paz, era en sus paseos diarios acompañada de sus dos cachorritas las cuales se habían convertido en el centro de su vida. Tenían ya cuatro meses y eran terriblemente traviesas, a Jenny le costaba cada vez más mantenerlas a raya. Todos los días las llevaba al parque y corría con ellas hasta que perras y dueña terminaban exhaustas, cuando ya habían liberado energía y estaban más tranquilas, Jenny empezaba con sus clases educativas, intentaba que acataran sus órdenes, que caminaran a su lado...... la mayoría de las veces obteniendo poco o ningún resultado. Eran los únicos momentos en los que la rubia ocupaba un segundo lugar en su mente. Emma echaba mucho de menos a Jenny, pero sabía que ese anhelo y ese dolor que sentía al verla tarde o temprano desaparecerían. Para paliar su sufrimiento se centró en sus estudios y el STAG. La relación con su joven profesora se iba estrechando día a día, le encantaba pasar el tiempo con ella y la admiraba profundamente, además le parecía una de las mujeres más bellas que había visto. Para ella sus hermosos y profundos ojos azules eran un remanso de paz. Nunca había disfrutado tanto de la música, como disfrutaba de ella desde que Lucy Schurer se hizo cargo del STAG. La primera vez que escuchó su voz, creyó que había muerto, se encontraba en el cielo y un ángel estaba cantando para ella con voz dulce y melódica. El grupo estaba preparando un nuevo asalto al concurso nacional y aquel año estaban convencidos de conseguir ganarlo finalmente. "Muy bien chicos", dijo Lucy al terminar la canción, "ha estado genial, mañana seguiremos. Estoy muy orgullosa de vosotros, si seguís así nadie podrá ganaros". Jenny se escondió en el cuarto de las escobas. Los miembros de STAG, contentos y emocionados por los halagos poco a poco fueron abandonando el auditorio, las últimas fueron Emma, Caro y Sophie. "Emma, ¿puedo hablar un segundo contigo?", dijo Lucy, cuando la rubia estaba a punto de salir por la puerta.

"Por supuesto", contestó Emma con su mejor sonrisa, se despidió de sus amigas y volvió junto a la educadora. Cuando todos se fueron Lucy se acercó a su alumna, "he visto que has tenido problemas para terminar la canción y eso es porque no respiras bien. Empiezas muy bien, tiene que salir de aquí", dijo señalando la parte superior de su estómago. "Lo sé Lucy, pero estoy un poco nerviosa, he pasado unos meses horribles, no soy yo", se disculpó la rubia. "Lo sé, pero no debes dejar que eso te aparte de conseguir tus sueños. Te encanta la música, expulsa toda esa frustración y ese rencor que tienes acumulado, déjalo salir, libérate con la música", contestó la profesora. Emma dudo, "pero...........". "Vamos inténtalo, ¡ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!", le animó Lucy. "Me da vergüenza Lucy, mejor me voy", intento escaparse la rubia. La profesora se lo impidió, se puso a su espalda, rodeó sus caderas con sus brazos, "tiene que salir desde aquí, desde dentro", dijo la profesora presionando su diafragma. Al sentir a su profesora tan cerca Emma, todo el cuerpo de Emma tembló, se le puso piel de gallina y su bello se erizó. Lucy sonrió al ver el efecto que provocó en ella. La acercó más hacia su cuerpo, puso su boca a su oído y le susurró, "tienes que dejar que toda esa ira que arde aquí, salga", susurro moviendo la mano hacia el corazón desbocado de su alumna, acariciándole el pecho en su camino. Emma suspiró profundamente, al notar aquella mano en su pecho y aquel aliento de aquella mujer tan hermosa quemándole la oreja, cerró los ojos y se revolvió entre los brazos de la educadora. "¿Te incomodo?", preguntó Lucy, pasando los labios y la lengua por el cuello de Emma. Al notar la cálida humedad de la saliva de la profesora la rubia gimió, "al contrario", respondió la rubia con la respiración agitada, "me encanta, me vuelves loca".

"Me alegro", dijo Lucy completamente excitada, "porque hace días que deseo besarte, desnudarte y poseer tu hermoso cuerpo", la obligo a girarse. Emma no se lo pensó dos veces, atrajo la cabeza de su profesora hacia ella y la besó, no pudo evitar gemir fuertemente cuando sintió la lengua de ésta introducirse en su boca. Las lágrimas corrieron por el rostro de Jenny al ver aquella escena, quería salir corriendo pero algo se lo impedía. Al separarse Emma pegó un respingo al ver a la joven de ojos azules observándolas desde la puerta. Quiso correr a abrazarla al descubrir la angustia y el dolor que reflejaban sus ojos. Su orgullo no se lo permitió, en vez de ello empujó a su profesora contra el piano y la besó apasionadamente, mientras sus manos se introducían por debajo de su camisa y recorrían su torso desnudo, invitando a su amante a hacer lo mismo. Dicen que el ser humano es vengativo y rencoroso por naturaleza y quería causarle el mismo dolor a su ex novia, que el que ella le había causado. Jenny creyó morir en aquel preciso instante. Cuando vio que las manos de Lucy acariciaban los pechos de Emma no pudo soportarlo más y salió corriendo de allí. Corrió y corrió hasta llegar al parque, lloró durante horas, cuando finalmente se tranquilizó y pudo controlar su voz y su respiración sacó su teléfono móvil de su bolsillo. "Papá, necesito que hagas algo por mí", dijo al escuchar la voz de su padre desde el otro lado.

Capítulo 48

En cuanto escuchó los pasos de Jenny alejarse por el pasillo, Emma se separó inmediatamente de la profesora Schurer, "yo..............., no puedo, es que.....". "Lo sé" la interrumpió Jenny, "yo también la he visto, y me siento muy mal por haberte seguido el juego".

"Lo siento....", murmuro la rubia avergonzada. "Emma, has actuado muy egoístamente. No estoy enamorada de ti, pero me gustas, me gustas mucho, si mis sentimientos por ti hubiesen sido más fuertes, me podrías haber hecho mucho daño", Lucy estaba muy seria, se odiaba a si misma, por haber participado en aquel juego, sabia por experiencia propia lo que estaba sintiendo Jenny en aquellos momentos, "por no hablar de ella, ¿Emma eres consciente de todo el daño que acabas de hacerle?". La joven rubia asintió, "yo......, yo... no sé porque lo he hecho", respondió casi sin poder hablar por la congoja. "Ya está hecho", murmuro la profesora tristemente, "esto va a traer consecuencias, y tú tienes que aceptarlas. La has alejado definitivamente de tu lado, espero que estés segura de que eso era lo que de verdad querías". Emma asintió con la cabeza, apretando los dientes y los puños hasta sangrar en un intento casi desesperado por contener las lágrimas. Se había prometido a si misma, no volver a llorar por ella y no lo haría.

"Venga te llevaré a casa", murmuro Lucy tristemente, aquello le había traído recuerdos muy dolorosos. Jenny no apareció por la facultad en toda la semana, Emma estaba inquieta y preocupada pero no quiso dar muestras de ello y no dejó que esos sentimientos afloraran cuando Cara y Lara le preguntaron por ello preocupadas, habían intentado localizar a la joven de ojos azules pero no había ni rastro de ella. Tres semanas más tarde Jenny seguía sin aparecer, la rubia no pudo soportarlo más y fue a su casa. Nadie abrió la puerta, ni se veía ningún movimiento. Cada vez más preocupada se encaminó a casa de Hotte, estaba decidida a averiguar que había pasado. El chico tampoco tenía noticias de ella, había intentado comunicarse con ella una y mil veces de todas las maneras posibles. Lo único que consiguió fue un escueto mail, en el que le pedía que no se preocupara, le decía que estaba bien y le prometía ponerse en contacto con el cuando estuviera preparada para hablar de ello. En la mente de Emma se reproducían una y otra vez las imágenes de su último encuentro, todo lo que le transmitieron los ojos de Jenny en aquel momento, la culpabilidad no la dejaba vivir. Tenía que asegurarse de que se encontraba bien. Sin pensárselo dos veces se dirigió al despacho

de la directora, ella era la única que podía sacarle de dudas. Jenny no podía dejar de asistir a clase durante un mes sin dar ninguna explicación. "Adelante", dijo la Srta. Schmidt-Heising desde el otro lado de la puerta. Emma abrió y entró en el despacho, "buenos días Srta. Schmidt-Heising, disculpe que le moleste"

"No molestas Emma, ¿qué puedo hacer por ti?", contestó la directora, Emma era una de sus alumnas predilectas. Emma tomó aliento, "le parecerá un poco extraño que le pregunte esto", comenzó con voz tímida e insegura, "pero hace un mes que Jenny no asiste a clases y me gustaría saber si usted sabe algo de ella". La directora la miró sorprendida, sabía la relación que existía entre las dos jóvenes, aquella inesperada pregunta de Emma le aclaraba muchas dudas que le asaltaron al recibir aquella carta esa misma mañana, "Emma, yo no sé si debo....". El teléfono la interrumpió, "Si Sr. Hartmann escuchó que decía la directora. Ha llegado esta mañana, la tengo delante mío en estos momentos", dijo la Srta. Schmidt-Heising mientras rebuscaba algo entre la maraña de papeles que inundaban su escritorio. El hombre le respondió desde el otro lado. "Sí, si ahora mismo me pondré con ello y esta misma mañana se lo enviaré, no se preocupe", respondió la directora mientras sacaba unos papeles un sobre. Al escuchar aquel apellido Emma se sobresaltó, inmediatamente posó sus ojos en el documento intentando leer algo, lo consiguió a duras penas y abrió los ojos como platos completamente sorprendida por lo que vio. Era una petición de la universidad Osaka en Hong Kong del expediente universitario de Jenny, al parecer iba a terminar su carrera allí. Emma parpadeo varias veces, se le nublo la vista, no podía creer lo que estaba leyendo, se levantó de la silla y se encaminó hacia la puerta.

"Emma, ¿estás bien?", preguntó la directora sorprendida. La joven rubia hizo caso omiso de la pregunta, como una autómata salió de la sala, -Jenny estaba en Hong Kong, a miles de Kilómetros de distancia. Llegó al lago y se tumbó en la hierba recordando los magníficos comentos que habían pasado juntas. Llevaba semanas intentando sacar a Jenny de una vez por todas de su vida, pero ahora que lo había conseguido, ahora que Jenny había dado por perdida la partida y no estaba a su lado, se sentía vacía y sola. Estaba segura que aquella separación era lo mejor para ella, el daño causado por su antiguo amor era demasiado grande. En el otro lado del mundo, unos ojos azules derramaban las últimas lágrimas por ella, Jenny había llegado a la misma conclusión, aquello era lo mejor, no podía soportar ver a Emma en brazos de otra. A Emma sólo le hicieron falta un par de horas para darse cuenta de que al irse, Jenny se llevó con ella su vida, su alegría y su corazón. Lucy fue un gran apoyo para ella en aquellos duros momentos, las dos jóvenes se convirtieron en grandes amigas.

Capítulo 49 Al cruzar las puertas del Dominikus-Krankenhaus Düsseldorf-Heerdt, Jenny sintió como un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar los últimos días vividos junto a Emma en aquel hospital hacía ya más de un año. La vuelta a Colonia, enfrentarse a tantos recuerdos, enfrentarse a Emma iba a ser muy duro. Había salido precipitadamente de Hong Kong al recibir una llamada de Marco informándole de un grave accidente sufrido por Hotte. Durante una de sus escaladas el arnés se había roto y el joven se había precipitado desde una gran altura. Al principio pensaron que era algo mucho más grave debido a la pérdida de consciencia del chico durante unas horas. Pero después de infinitas pruebas descubrieron que lo más grave era una fea lesión en el radio y el cubito su brazo izquierdo. Aunque Marco le informó de todo, ella estaba muy preocupada y decidió ver con sus propios ojos como estaba su mejor amigo. "¡Jenny!", escuchó una voz que la llamaba, se giró y se encontró con un sonriente Marco.

"¡Marco! ¡qué alegría!, ¿cómo estás?, exclamó la joven de ojos azules. "Ahora ya bien.....", suspiró el simpático italiano, "voy a tomar un poco el aire, Hotte se ha quedado con....", el joven se mordió su labio inferior. "¿Con?", preguntó Jenny extrañada. "Jenny ¿por qué no vamos a tomar un café?", dijo el italiano con voz preocupada. "¿Quién está arriba Marco?", preguntó la joven muy seria. "Emma y Lucy", respondió el chico. Jenny por unos segundos no dijo nada, luego inspiró profundamente y con una sonrisa le dijo, "bueno, creo que va siendo hora de que me enfrente a todo esto ¿no?". "¿Estás segura, cariño?", preguntó Marco preocupado. "Si, vete tranquilo", dijo la joven sonriendo, y a modo de despedida le dio dos besos. El italiano, observo preocupado como se introducía en el ascensor, había aprendido a querer a la mejor amiga de su novio y sabía lo doloroso que resultaba todo aquello para ella. Jenny se paró delante de la puerta, contó hasta quince, respiró profundamente y llamó decidida. "Adelante", escuchó gritar la voz de Hotte desde dentro. Al abrir la puerta y entrar, vio como el rostro de su amigo se transformaba y una gran sonrisa aparecía en él. "¡Sabía que vendríassssssssss!", exclamó entusiasmado. "Como iba a dejar sólo al hombre de mi vida, cuando ha estado a punto de romperse la crisma", dijo la joven sonriente, "creo que la próxima vez seré yo quien te de clases de escalada a ti, recuerdo de alguien que no hace mucho se reía de mi manera de escalar y pasé la prueba sin romperme ni una sola uña".

El joven se rió y ambos se fundieron en un gran abrazo. Al verla entrar, Emma tuvo que apoyarse contra la pared para no caerse, se quedó sin respiración y su corazón dio un brinco en su pecho que la hizo sujetárselo por temor a que se escapase. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para no lanzarse a sus brazos en el preciso instante en que cruzó la puerta. Hacía casi un año que no la veía, y le pareció más bella que nunca, llevaba unos Jeans negros ajustados que se acoplaban perfectamente a su cuerpo, dejando al descubierto su increíble anatomía, una camiseta blanca que hacía resaltar su bronceada piel y sus chispeantes ojos azules. Cuando se separó de Hotte y aquellos luceros se clavaron en ella creyó morir, una multitud de emociones invadieron su cuerpo a la vez y estuvo a punto de perder el sentido. Jenny aprovechó los brazos de Hotte para armarse de valor, en cuanto dejase la protección de aquellos brazos tendría que enfrentarse a ella. Al entrar en la habitación la había visto de reojo, no había sido capaz de mirarla, pero sintió sus ojos clavados en ella y un miedo atroz la invadió, ¿y si se negaba incluso a estar en la misma habitación? Hotte, notó el nerviosismo de su amiga y la abrazó aún más fuerte, "tranquila todo saldrá bien". le susurró. La joven de ojos azules se armó de valor y se separó de los brazos protectores de su amigo, clavó sus ojos en ella, dudo si acercarse o no, al final optó por no hacerlo, la última vez que hablaron le había prohibido volver a tocarla. "Buenos días Emma", dijo. "Buenos días Jenny", respondió la rubia con una sonrisa. Al ver aquella sonrisa mil vatios recorrieron su cuerpo, le costaba respirar y tuvo que hacer un esfuerzo para apartar su mirada de aquello preciosos ojos avellana y volverse hacia Lucy. "Profesora Schurer, me alegro de verla", le dijo con una sonrisa. "Yo a ti también Jenny", respondió cordialmente la educadora. Al principio los cuatro jóvenes se sentían muy incómodos.

Hotte trató de romper el hielo, "Jenny no pienso preguntártelo, pero sabes que llevo esperando toda la semana una llamada tuya". Jenny miro a su amigo extrañada. "Venga Jenny...... como le fue a esa niña que te tiene locamente enamorada", pregunto el chico por fin. Una sonrisa de oreja a oreja se dibujó inmediatamente en la cara de la joven de ojos azules, "¡Ohhhhhhh Dios mío Hotte!, fue uno de los días más increíbles de mi vida. Deberías haberla visto, cada día que pasa es más hermosa, su cuerpo, sus poses, toda ella se va acercando más y más a la perfección". Al ver la sonrisa que se dibujó en el rostro de su ex y la admiración con la que hablaba de aquella desconocida, Emma sintió como si se le encogiese el corazón, los celos empezaron a invadirla. Observó como la joven de ojos azules rebuscaba algo en una revista que había sacado del bolso. "¿La has traído contigo?", preguntó el joven. "Por supuesto, han venido las dos, ya sabes que no voy a ningún sitio sin ellas", respondió su amiga distraída, prestando toda su atención a la revista. Emma, la miró extrañada y confundida, ¿qué diablos había querido decir con las dos? "¡Aquí está!", exclamó Jenny entusiasmada, "dime si has visto alguna vez algo más bonito". "¿Quién tú o tu acompañante?", contestó su amigo burlón. Emma sintió como los celos volvían. "¡Hotte!", protestó la joven, "contigo no se puede", se giró y enseño la revista a la profesora y a Emma. "Las dos", dijo Lucy sonriente guiñándole el ojo. Jenny no pudo evitar soltar una carcajada, "me halaga su cumplido profesora Schurer".

Emma estaba luchando por contener sus lágrimas, al leer el titular los recuerdos de la noche más mágica y a la vez más terrible de su vida volvieron a ella. -Jennifer Hartmann posa orgullosa junto a su perra Olivia, campeona del concurso nacional del pastor alemán en Berlín-, rezaba el titular. "Está preciosa", murmuró por fin Emma, "¿y Kosmar?", preguntó. Jenny la miró y miles de descargas eléctricas azotaron a las dos jóvenes cuando sus ojos se juntaron. "A Kosmar, no pude presentarla, hace tres meses la atropelló un coche y cojea un poco de la pata trasera izquierda, casi no se nota, pero no es apta para el concurso. Deberías verla, es incluso más hermosa que Olivia", contestó la joven de ojos azules sin ser capaz de apartar la mirada de aquellos ojos color miel. "Me encantaría", susurró Emma, hechizada y abducida por aquellos brillantes, que la miraban con un amor infinito. Durante unos segundos ninguna de las dos pudo apartar la mirada, sensaciones casi olvidadas recorrían sus cuerpos, el deseo de abrazarse, de sentirse cerca, de volver a saborear aquellos anhelados labios se hacía casi incontrolable. Jenny volvió a la realidad y haciendo un esfuerzo inhumano apartó la mirada y se dirigió a su amigo, "he pensado en comprar un macho y criar unas cuantas familias, así que en cuanto salgas de aquí iremos a Düsseldorf" El joven la miró boquiabierto, "Jenny, tú, precisamente tú, ¿pretendes dedicarte a la cría de pastores alemanes?". "Bueno pensaba empezar poco a poco, no es que quiera dedicarme a eso exclusivamente", protestó la joven. "Y donde piensas montarlo todo, ¿en tú jardín?", se burló su amigo.

"No Hotte, aún no sé donde me voy a instalar definitivamente, si aquí, en Berlín, si aceptar o no la oferta de mi padre en Hong Kong.... cuando me instale, empezaré con el proyecto", se defendió la joven de ojos azules. "Pero Jenny, tú sabes que hay darles de comer todos los día, limpiar sus excrementos.....", dijo burlón Hotte aguantándose la carcajada. "Ya lo hago ahora, ¿por qué no voy a poder hacerlo luego?", preguntó su amiga. "Jenny por amor de Dios, una cosa es ocuparse de dos perros y otra muy distinta de veinte. Has cambiado mucho cariño ya casi no queda nada de aquella pija egoísta y prepotente, en la que te habías convertido. Pero yo no veo a Jennifer Hartmann, entre veinte perros dándoles de comer, lavándolos, limpiando sus camas y recogiendo su caca del suelo diariamente", insistió Hotte. La cara de horror con la que lo miro su amiga, al imaginarse a ella misma haciendo eso, hizo que los tres jóvenes soltaran una carcajada, que termino por contagiar a la propia Jenny. Poco a poco la tensión fue desapareciendo en la habitación y los cuatro jóvenes terminaron charlando animadamente. El teléfono de la profesora sonó, "tengo que atender", dijo y rápidamente salió de la habitación. Jenny miraba a Emma ensimismada, una gran sonrisa iluminaba su cara y sus ojos brillaban. Aquella relación que mantenía con la profesora parecía que le estaba haciendo mucho bien. Solía tener aquel brillo en los ojos cuando estaban juntas, así que la joven de ojos azules dedujo, que la rubia se había enamorado sinceramente de Lucy. La joven castaña sabía que había perdido todas las oportunidades de volver con ella, si es que le quedaba alguna, pero interiormente se alegraba mucho de la felicidad de Emma. Lo que Jenny no sabía es que aquel brillo en los ojos y aquella sonrisa en su rostro habían vuelto a Emma en el momento en que ella atravesó la puerta y entró en la habitación. Ni que la relación de su ex novia con su profesora ni tan siquiera comenzó. Llamaron a la puerta y el Dr. Horstfeld entró en la habitación acompañado de una joven. Al verla Jenny pegó un respingo y todo el color desapareció de su cara, la miró boquiabierta, intentó decir algo pero ninguna palabra pudo salir de su boca.

Emma sorprendida miró a la joven que acababa de entrar, su corazón se aceleró y apretó los puños, enseguida supo quien era. Realmente su parecido con ella misma era asombroso. "Kasia......", murmuró por fin Jenny. Emma temblaba. En el momento en que la vio todo el dolor y el sufrimiento de aquellos meses atrás volvieron a ella, pero multiplicados por cien. Ahora tenía un rostro, ahora podía imaginar como la besaba, como la acariciaba, como la poseía y como Jenny, su Jenny, su novia, su gran amor, aceptaba aquellos besos, aquellas caricias, como le pedía una y otra vez que no parara, que le diera más y más. "Emma.....", escuchó que decía el Dr., la joven rubia movió la cabeza de un lado a otro y volvió a la tierra, tuvo que apoyarse en La cama, las rodillas le flojeaban y le costaba respirar. Aquellas imágenes en su mente habían destrozado su corazón. Desde su separación no había llorado, no se había permitido derramar ni una sola lágrima, en aquellos momentos notaba como todas las lágrimas acumuladas durante aquellos meses, estaban a punto resbalar incontrolables por sus mejillas. Por un momento cerró los ojos y la rubia volvió al momento en que se rompió no sólo su corazón sino también su alma. Instantes antes era completamente feliz. Después de tanto tiempo volvía a tener a Jenny entre sus brazos y pensaba que jamás volvería a dejar que se alejase de ella. Estaban en la habitación, besándose, acariciándose, desnudándose, a punto de hacer el amor...... y de pronto el desastre, las lágrimas de Jenny, su pregunta y la afirmación de su novia. Aquel momento lo cambió todo para siempre en su vida e incluso la cambió a ella misma. Vio a la doctora con la mano estirada esperando la suya, fue incapaz de estrecharle la mano a la mujer causante de tanto dolor. Haciendo un terrible esfuerzo murmuró, "lo siento tengo que irme, no me encuentro bien" y salió corriendo de la habitación intentando controlar sus lágrimas. Jenny tardó unos segundos en reaccionar, se disculpó y salió corriendo detrás suyo. "¿Puede alguien explicarme que ha pasado?, ¿ya os conocíais?", preguntó el Dr. Horstfeld a su colega completamente asombrado. Kasia negó con la cabeza tristemente, no conocía a aquella joven, pero al estirar su mano hacia ella y ver su mirada supo inmediatamente quien era y el porque de su reacción. Lo sabía todo y

sólo le hizo falta un segundo, al observar la profunda tristeza que reflejaban los ojos de su antigua paciente para saber que las cosas entre ellas no iban nada bien. Cuando se recuperó de la sorpresa el médico se dirigió a su hijo, "he pedido a la Doctora Borrek, que venga para examinarte. Que no te engañe su juventud, es una eminencia en su campo", dijo el Doctor Horstfeld guiñándole un ojo a su colega, "es la responsable de la total recuperación de Jenny y creo que es la más indicada para tratarte ¿qué te parece Hotte?". "Es un honor para mí, la doctora hizo un gran trabajo en todos los sentidos con Jenny", dijo el joven mirándola con mofa. La joven doctora, enseguida vio el doble sentido del comentario, nerviosa abrió el informe y comenzó a estudiarlo. En aquel momento se abrió la puerta, al levantar la vista hacia la ella, el tiempo se detuvo, sus ojos se abrieron desorbitados y el informe se escapó de sus manos, "¡Lucy!" exclamó sorprendida. La profesora se quedó clavada en la puerta, incapaz de dar un paso, con la mirada perdida en aquellos ojos color miel como lo hacía muchos años atrás, "Kasia", murmuró.

Capítulo 50 "¡Emmaaaaaaaa!, ¡Emmaaaaaaa!", gritó Jenny corriendo detrás de su ex novia. La joven rubia se paró y se giró, Jenny descubrió que estaba envuelta en un mar de lágrimas y temblaba notablemente. "¡Heyyy!, no llores!, le susurro dulcemente, "ven", intentó abrazarla. La rubia dio dos pasos atrás rechazando aquel abrazo, el rencor y la rabia por la traición que creía desaparecidos habían vuelto a ella, "no Jenny, no quiero que me toques". "Entiendo", murmuro la joven de ojos azules apenada y se retiró también unos pasos, "Emma, yo no sabía que iba a venir, ni tan siquiera había pensado en la posibilidad de encontrarte nada más llegar, no quiero que pienses que esto ha sido planeado". "Jenny, no me importa, sinceramente no me importa", respondió la rubia moviendo la cabeza de un lado hacia otro, "ahora necesito estar sola, necesito pensar, quiero...."

"¿No vas a ser capaz de perdonarme nunca?", preguntó Jenny con lágrimas en los ojos. "No lo sé. Pensé que ya lo había hecho, pero parece que no", respondió Emma, mirándola a los ojos con gran dolor, "lo siento tengo que irme", dio media vuelta y se alejó. Jenny la observó marcharse, durante el vuelo había mantenido la esperanza de que Emma lo hubiese olvidado y la perdonase. Pero tal y como vaticinó un año atrás, minutos después de cometer el gran pecado, jamás la perdonaría. No estaba de humor para enfrentarse a Kasia, además había dejado a Olivia y a Kosmar en el jardín y empezaban a caer las primeras gotas de lluvia, se montó en su coche y se dirigió hacia su casa. Emma estaba en su cafetería favorita, delante de un café, pensativa viendo llover. Todo lo que había pasado una hora atrás la había impactado profundamente. Su corazón había saltado de felicidad al volver a ver a Jenny, pero en las mismas proporciones se había llenado de rencor hacia ella cuando la doctora apareció. Durante su año de separación, Emma había echado muchísimo de menos a su antigua novia. Al principio el dolor era desgarrador, pero ese dolor poco a poco fue desapareciendo, nunca se fue del todo, pero aprendió a vivir con él. Cuando eso ocurrió, la joven rubia supo que por fin había conseguido dejar de amarla, aunque era consciente que jamás podría olvidarla, se preguntó si algún día volverían a encontrarse, si podrían volver a ser amigas, llegó a la conclusión de que si, pero al parecer se equivocaba, aunque quisiera nunca podría perdonarla. Había dejado de llover y decidió terminarse el café y dar un paseo por el lago, le encantaba disfrutar del olor a tierra mojada, el lugar estaba casi desierto y eso para ella lo hacía doblemente atractivo. Por más que lo intentaba no podía dejar de pensar en Jenny, en lo bella que estaba, en todo lo que había sentido al verla entrar en la habitación después de tanto tiempo, al encontrarse otra vez sus ojos y extraviarse en ellos. Achacó todos aquellos sentimientos a los recuerdos de los buenos momentos que le había traído a su memoria la presencia de su ex novia. Una voz inconfundible la sacó de sus pensamientos, "¡no, no, ya basta, por favor, parad!" Alarmada inmediatamente se introdujo entre los arbustos y se dirigió hacia el lugar donde provenían los gritos. Al salir de entre la maleza y llegar al pequeño descampado, se frenó en

seco. Jenny estaba en el suelo, sentada en medio de un charco, completamente empapada y llena de barro, riéndose a carcajadas; mientras Olivia y Kosmar saltaban y jugaban encima suyo. Al aparecer tan de improvisto, las dos perras se sobresaltaron, se pusieron alerta y gruñeron amenazantes. Jenny reaccionó inmediatamente, "¡Oli, Kos aquí, sitzen!". El juego había terminado, los dos animales acataron inmediatamente las órdenes de su dueña y se acercaron a ella. "Perdóname, no quería molestarte, escuché los gritos y me preocupé", murmuro Emma avergonzada. Jenny le brindo una sonrisa que hizo que la rubia casi perdiese el sentido y todo su cuerpo reaccionara, "estaba perdiendo claramente la pelea, te hubiese agradecido que aparecieses unos segundos antes, me habría evitado esto", dijo mostrando su cuerpo lleno de barro y empapado. "Te ves muy sexi así", dijo Emma bromeando. "Si debo estar preciosa", respondió Jenny riendo a carcajadas, "debe estar escrito en mi destino, cada vez que se forma un charco cerca mío, tengo que terminar rebozada en él". Se miraron a los ojos y de aquella mirada saltaron chispas, sensaciones que las invadían tiempo atrás recorrieron sus cuerpos, más fuerte, más intensas que nunca. La respiración de Emma se aceleró con aquella mirada y Jenny sintió que le temblaban las rodillas y su mente se nublaba. La necesidad y el deseo, de volver a sentirse, de acoplar sus cálidos cuerpos les destrozaba el alma. Los dos animales percibieron todo aquello y gimieron inquietas, eso hizo volver a Emma a la tierra, -no podía dejarse engatusar, no podía volver a caer, jamás volvería a enamorarse de Jenny, con gran esfuerzo desvió su mirada. "Son preciosas, nunca he visto ejemplares más bellos...., ¿puedo?", preguntó la joven rubia. "Por supuesto, son tuyas, te pertenecen ya lo sabes, al igual que......", respondió la castaña. "Jenny por favor, no", la interrumpió Emma, su labio inferior empezó a temblar. La mera presencia de la joven de ojos azules a su lado la desarmaba, inmediatamente excusó en su mente todo lo que estaba sintiendo, haciendo responsable a sus recuerdos. Sus sentimientos por ella se habían apagado.

La joven de ojos azules asintió con la cabeza e hizo un gesto a sus compañeras de juegos, dándoles permiso para acercarse a inspeccionar a aquella persona desconocida para ellas, pero tan importante en su destino. Los animales estaban disfrutando enormemente de las caricias de Emma y la joven rubia estaba disfrutando al máximo del momento. Su teléfono móvil sonó, era Lucy, lo había olvidado por completo, "lo siento Lu, en cinco minutos estoy ahí", dijo sin darle tiempo siquiera a la profesora de decir nada. Colgó el teléfono, "lo siento, tengo que irme, tengo algo muy importante que hacer". Jenny asintió con la cabeza. "Ya nos veremos", dijo la rubia y se alejó. Jenny miró como se alejaba, se sorprendió al ver como se paraba en seco y volvía sobre sus pasos. "Me alegro mucho de volver a verte", dijo al llegar a su altura, estaba cerca, quizá demasiado. Jenny le miró los labios, no podía apartar su mirada de allí, deseaba besarla, lo necesitaba, un último paso y sus labios volverían a juntarse. Tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para contenerse, cerró los ojos, respiró hondo, "y yo a ti", susurro. Emma se perdió entre los arbustos; al volver al camino, se sentó unos segundos en un banco para intentar que su cuerpo se tranquilizase y volviese a su estado normal. ¿Por qué se sentía así cuando estaba cerca suyo?, ¿por qué la invadían esas sensaciones?, ¿por qué su cuerpo no le respondida?, ¿dónde estaba todo el rencor que la había invadido solo un par de horas antes en el hospital? Sin tiempo para analizar todas esas preguntas, se levantó y siguió su camino.

Capítulo 51 Jenny estuvo durante unos minutos sin poder moverse con una gran sonrisa dibujada en su rostro y sus dos luceros brillando fuegos artificiales en una noche de verano.

Llegó a su casa, se duchó y volvió al hospital, se había ido sin despedirse si quiera de Hotte. Al salir del ascensor vio a Kasia charlando tranquilamente con un grupo de doctores en el mostrador principal de la planta. La joven doctora alzó la vista la vio y con una sonrisa se acercó a ella. "Sabía que volverías", le dijo al llegar a su altura. "Kasia, no quiero ser grosera pero no he vuelto por ti", dijo Jenny mirándola fijamente, sentía un poco de rechazo hacia la joven doctora. "Eso también lo sé", respondió con una sonrisa, " Jenny por favor dame otra oportunidad para que volvamos a ser amigas, he pensado mucho en ti durante este tiempo". "Kas creo que es mejor que cada una siga su camino", respondió la joven rubia, sabía que no debía pero no podía evitar culpar a la doctora de todo su sufrimiento. "Jenny sólo una copa, hablemos, me siento terriblemente culpable por todo lo que pasó. Cuando el Dr. Horstfield me llamó, acepté sin pensármelo. Era la excusa perfecta para volver a verte ", insistió la doctora. Jenny dudó, " Kas, yo.....". "Por favor Jenny", suplicó la doctora, mirándola con una pena y una decepción que desarmaron a la joven de ojos castaños, "haremos una cosa, ve a ver a Hotte, date prisa porque dentro de nada vendrán a llevárselo para hacerle unas pruebas que he ordenado. Mientras yo terminaré de rellenar el informe, te invito a cenar y hablamos, por favor". Jenny no pudo negarse otra vez, ante las persistentes suplicas de Kasia, asintió con la cabeza, "ahora vengo", dijo y se encaminó a la habitación de su amigo. La doctora la vio alejarse por el pasillo sonriendo aliviada. Hotte estaba solo en la habitación leyendo un libro, al ver a su amiga sonrió excitado, "¡ven, ven acercarte! No te lo vas a creer", susurro. Jenny sonrió. -Otra vez Hotte y sus intrigas, lo había echado terriblemente de menos-. "¿El qué?, susurró ella también acercándose a la cama. "Siéntate que te va a hacer falta", dijo el joven golpeando suavemente sobre la cama.

"Hotte, venga dímelo ya", protestó Jenny impaciente. "Tú doctorcita y Lucy, se conocen y al parecer muy íntimamente. Tenías que haber visto como reaccionaron cuando se vieron", respondió el chico emocionado. Jenny lo miró sorprendida, "¿Kasia y la novia de Emma se conocen?", preguntó. "¿La novia de Emma?", ahora el sorprendido era Hotte. "Si, las vi besarse antes de irme a Hong Kong", Jenny le había dicho a Hotte que necesitaba alejarse de Emma, pero nunca el motivo por el cual tomo precipitadamente aquella decisión. "Jenny yo creo que te confundes. Son amigas, yo nunca las he visto besarse, acariciarse....", respondió el chico. "Hotte querrán ser discretas y no airearlo a los cuatro vientos", le objetó la joven castaña. "Bueno da igual, a lo que íbamos, a la doctora hasta se le cayó la carpeta de las manos cuando la vio", el joven le contó con pelos y señales el encuentro entre las dos mujeres. "Wow, es increíble, que casualidad", murmuro Jenny sorprendida, " he quedado ahora con ella para ir a cenar, le....." "¡Quéeeeeeee!, ¿has quedado con ella para cenar? Mañana a primera hora te quiero aquí para contarme todos los detalles de esa cita", exclamó el chico. "Hotte no es una cita, sólo vamos a cenar y a hablar", protestó Jenny. En aquel momento apareció un camillero para llevarse al joven tal y como había dicho la doctora. Se despidieron con un beso y Jenny se dirigió al mostrador a buscar a Kasia. Al principio de la velada, Jenny se sentía muy incómoda, pero la joven doctora con su simpatía, su amabilidad y sus atenciones poco a poco se la fue ganando, y la castaña se relajó y disfrutó enormemente de la cena.

Hablaron de todo, Jenny le contó todo lo que había pasado desde su vuelta a Colonia. Su confesión, la reacción de Emma, la relación de esta con Lucy, su huida a Hong Kong. La joven doctora lamentó profundamente el sufrimiento que su amiga había soportado gracias a ella, volvió a disculparse una y otra vez. Jenny observó una chispa de dolor en los ojos de la doctora al mencionar la relación de Emma con la profesora Schurer. No pudo evitar contarle lo que Hotte le había dicho y preguntarle por su relación. En un primer momento Kasia dudo, pero finalmente se abrió a Jenny. Conocía a Lucy desde su infancia, fueron juntas a primaria y se convirtieron en grandes amigas. Con el tiempo se enamoraron y a sus dieciocho años Kasia descubrió que era el amor al lado de Lucy, fue su primer y único amor. Tuvieron que separarse temporalmente al comenzar los estudios superiores, Lucy se trasladó Oxford y Kasia a Cambridge, pero siguieron manteniendo su relación a distancia. Las notas de Kasia descendieron considerablemente, ella siempre había sido una persona muy perfeccionista y ambiciosa, necesitaba ser la mejor, estar por encima de todos. Su padre del cual había heredado su ambición la convenció de que su relación con Lucy, la estaba perjudicando en su carrera, no le permitía concentrarse al cien por cien, si quería ser la mejor tenía que olvidarse de su amada. La joven doctora sabía que Lucy no iba a renunciar a ella tan fácilmente sin un motivo, así que convenció a su novia de que se había enamorado de Eugenia y rompió con ella. Tardó muy poco tiempo en darse cuenta de su error, pero fue demasiado tarde. Cuando volvió a buscarla, Lucy había desaparecido, por más que rogó y suplicó nadie le dijo donde estaba. Volvieron a encontrase dos años después, le explicó lo que había pasado, porque lo había hecho. Pero la profesora aún estaba demasiado dolida y rechazó cualquier tipo de relación con ella. Desde entonces no habían vuelto a verse y nadie había conseguido ni tan siquiera acercarse al corazón de la joven doctora. Después de la cena decidieron ir al P3, para terminar la velada. Nada más cruzar la puerta Jenny escucho un grito ensordecedor incluso más alto que la música y unos brazos estrecharon su cuello, era Caro abrazándola entusiasmada. Jenny abrazo a su amiga igual de emocionada, al separarse y levantar la vista descubrió a Luzi, Lara, Bodo, Sophie, Timo, todos se mostraron contentos y emocionados de verla. Después de unos minutos de besos y abrazos cuando los ánimos se calmaron y Jenny pudo presentar a Kasia

a sus amigos. La joven doctora enseguida los conquistó y se integró en el grupo. Al cabo de un rato Jenny se excusó y se fue al lavabo, en ese preciso momento Emma entró por la puerta. La joven rubia palideció al ver a la doctora junto a sus amigos, quiso escaparse pero era demasiado tarde, Sophie fue a por ella y la arrastró hacia el grupo, "Emma esta es Kasia, la doctora que salvo la pierna de nuestra Jenny", dijo Sophie emocionada, Emma no había contado a sus amigos el porque de su ruptura con Jenny. La joven rubia no tuvo otro remedio que estrechar la mano de la médica, empezaba a odiar a esa mujer, no sólo le había destrozado a ella la vida, también lo había hecho con la de Lucy. Su amiga se lo había contado todo. Cuando Jenny volvió del lavabo, casi se cae redonda al descubrir a Emma sentada enfrente de Kasia, temblorosa se acercó a su grupo de amigos, Emma la ignoró completamente, estaba enfrascada en una conversación con Caro y Bodo. Kasia enseguida se dio cuenta de las miradas esquivas que Emma les lanzaba y de como cada vez que ella se acercaba a Jenny, rozaba su cuerpo, le decía algo al oído, la rubia se ponía tensa y no podía evitar que los celos que sentía se reflejaran en sus ojos. La joven doctora, comprendió que su relación con Lucy era una farsa, la rubia seguía completamente enamorada de Jenny. Decidió jugárselo todo a una mano y comenzó a coquetear visiblemente con su amiga, empezó a acariciarla, a susurrarle cosas al oído, a insinuarse, se mojaba continuamente sus labios y miraba los de Jenny con deseo. Emma ya no hacía ningún esfuerzo por disimular el rechazó hacia su persona, inevitablemente sus ojos se clavaban en ella como dardos asesinos, era una olla a presión a punto de explotar. En aquel momento Jenny posó sus ojos en ex novia y se dio cuenta de lo que estaba pasando, los ojos color miel de Emma eran casi negros, le costaba respirar, intentaba tragar saliva constantemente, "Kas te has vuelto loca, ¿qué estás haciendo?", preguntó. "Sólo un poco más, confía en mí por favor. Mañana ya me lo agradecerás", le susurro la doctora al oído, separó su boca lentamente de su oreja y mientras la devoraba con los ojos le dio un pequeño beso en la comisura de los labios. Tal y como había previsto, fue la puntilla definitiva para Emma, se levantó loca de celos y agarró a una sorprendida Jenny del brazo obligándola a incorporase, " vamos a bailar", dijo arrastrándola hacia la pista de baile.

Capítulo 52

No se tocaron, no se acercaron, no hizo falta. Solo juntaron sus miradas y aquel hilo invisible que las unía desde hacía tanto tiempo, volvió y las amarró la una a la otra más fuerte que nunca. La tierra dejó de girar, todo a su alrededor desapareció, sólo existían ellas dos y la pasión, el amor y el deseo que las embriagaba, moviéndose al ritmo de una música de las mil y una noches que sólo ellas escuchaban, perdiéndose en un mundo de ilusión y fantasía donde su amor infinito triunfaba para siempre. Los ojos de Emma desprendían fuego, era como una dragona a punto de devorar a su presa, nunca se había sentido así, aquel calor interior le hacía perder la razón, aquella necesidad de sentirla la desbordaba completamente. La canción terminó, la música cambió, sonaba una balada triste y romántica para enamorados, como consecuencia de ello la tierra volvió a girar y el hechizo finalizó. Jenny se dispuso a abandonar la pista, pero Emma no se lo permitió, la agarró del brazo y la atrajo hacia ella, "baila conmigo", le susurró sensualmente al oído. El aliento de la rubia abrasó a Jenny, cerró los ojos y expiró el aire contenido. Asintió, casi sin poder creérselo agarró muy despacio, casi con miedo una de las manos de su amada y rodeo con la que le quedaba libre su cintura, intentando evitar un contacto más íntimo aunque muriéndose interiormente por tenerlo. Emma a su vez aceptó la mano de Jenny y colocó su otra mano sobre su cadera. Con una sensación de paz y bienestar absoluto, las dos jóvenes comenzaron a moverse al ritmo de la música, con la mirada clavada la una en los ojos de la otra y esa alianza tan especial que las mantenía unidas ante toda dificultad creciendo por momentos. Poco a poco, Emma puso su cabeza sobre los hombros de Jenny, inspirar de nuevo su aroma le hizo nublar sus sentidos. Sólo unos pocos centímetros de distancia separaban los dos cuerpos, estaba embriagada de emoción, borracha de placer. Jenny se acercó aún más y rodeo con su otro brazo la cintura de su amada, la joven rubia no desperdició la oportunidad, pegó su cuerpo lo máximo posible y amarró las caderas de su compañera de baile con ambos brazos. Sintió el enloquecido pulso de Jenny dentro suyo.

Se balancearon al ritmo de la música, perdidas en su mundo de hadas, donde ambas eran completamente felices, sin querer despertar, juntas en su pequeño universo de fantasía sin querer volver a la realidad. Kasia las observó desde la cabina del disk jockey, con una amplia sonrisa abandonó el local. Emma volvía a sentirse cómoda, segura, como en casa, en aquellos momentos era completamente feliz. De repente se dio cuenta de una cosa, por más que lo disfrazase, que se engañase a si misma. Ella seguía enamorada. Seguía enamorada de la propietaria de aquellos maravillosos ojos azules como el mar, que la miraban con absoluto amor y devoción. Seguía enamorada de la propietaria de aquella voz melódica, que la sorprendió y le puso toda la piel de gallina cuando la escuchó por primera vez. Enamorada de aquel personaje con grandes valores humanos, buena y comprensiva, que le enseñó y le hizo descubrir tantas cosas maravillosas. Ella seguía enamorada de Jennifer Hartmann. Esos pensamientos hicieron volver a Emma al mundo real, aquello no podía ser, "tengo que irme", murmuró, se separó de los brazos de Jenny y sin despedirse de nadie salió precipitadamente por la puerta. La joven de ojos azules la vio alejarse, borracha aún por las emociones sentidas minutos antes, incapaz de dar un paso, anclada al suelo, perdida en su propio cuento. Poco a poco se fue recuperando de todas las impresiones vividas, hacía un año que su vida estaba carente de emociones y todas aquellas sensaciones recorriendo su cuerpo tan inesperadamente la habían dejado perturbada. Emma caminaba con paso firme, en su cabeza bullían mil pensamientos y cada latido de su corazón contradecía al siguiente. No podía ser, no podía aparecer y echar por tierra de un plumazo aquello que a ella tanto esfuerzo le había costado conseguir, aquella calma que finalmente había logrado instaurar en su alma. No podía volver e irrumpir otra vez en su corazón como un tsunami, arrastrando todo a su paso.

No se lo iba a permitir, no podía permitírselo, había confiado ciegamente en ella y como pago la había herido de muerte. Le había costado mucho levantarse del terrible golpe y sabía que si sucumbía a su embrujo otorgaría de nuevo sin reservas a Jenny el poder tanto sobre su cuerpo como sobre su alma, ella no podía hacer eso, ella se había jurado una y mil veces que todo había terminado. Sin embargo la cruda realidad, llamaba insistentemente a su puerta, aquellas sensaciones que Jenny le transmitía, la completa calma y felicidad al sentirla cerca, el intenso deseo de besarla, de sentirla, de amarla, de compartir el resto de su existencia junto a ella, era algo que no podía obviar. Daba igual el tiempo que pasase Jenny era el amor de su vida, su otra mitad. Era indiferente si estaba a la vuelta de la esquina o a miles de kilómetros de distancia, si la veía diariamente o no volvía a verla nunca, jamás iba a dejar de amarla, esa era la realidad, por mucho que ella quisiera ocultársela a si misma. Pero por mucho que su corazón se empeñase en retenerla, para ella Jenny formaba parte del pasado y así continuaría siendo. Jenny no durmió en toda la noche, no podía dejar de pensar en lo que había sucedido, no entendía porque Emma se había comportado así, porque quiso bailar con ella y de repente desapareció despavorida, por muchas vueltas que le daba no encontraba ninguna razón lógica. De pronto la profesora Schuerer, entró de sopetón en su mente y la joven castaña lo entendió todo. Emma se había dejado llevar por el cariño, los recuerdos y se perdió en ellos. Hasta que de pronto su mente se activó y su persona amada volvió a ella, y la persona a quien Emma amaba era Lucy Schurer. Un gran desasosiego la invadió. A la mañana siguiente Jenny fue a ver a Hotte y le contó todo lo sucedido la noche anterior. "Y ¿por qué crees que salió huyendo?", preguntó el chico. "Está claro Hotte, ella está enamorada y saliendo con Lucy, yo formo parte de su pasado. No quería traicionar a su novia, si hubiésemos seguido bailando nos hubiésemos besado, todo era perfecto para ello, era el momento ideal", respondió Jenny. "Jenny yo lo he pensado mucho y no creo que estén saliendo, simplemente son buenas amigas", dijo el joven.

"Hotte, están juntas", insistió la joven de ojos azules, "yo las vi besarse, tocarse...." "Bien y si realmente crees que están juntas, ¿por qué no lo intentas con Kasia? Eres demasiado joven y bonita como para estar amargada y lamentándote toda la vida por una relación fracasada", preguntó Hotte. Emma estaba a punto de llamar a la puerta cuando escuchó la voz de Jenny. "No se Hotte, no quiero..." "Jenny seamos serios y comportémonos como dos adultos que somos. Si crees que con Emma se terminó todo, que ya no siente nada por ti, que ya no tienes ninguna oportunidad. Tienes que aceptarlo y olvidarte de ella te guste o no te guste", le interrumpió Hotte. "Lo sé Hotte, pero....", volvió a intentar explicarse Jenny. "No hay peros Jenny, Kasia esta como un tren, es una eminencia en su trabajo y le gustas. Su historia con Lucy terminó hace siglos y Lucy está con Emma. Tú ya te has licenciado, puedes viajar a California con Kasia olvidarte de Emma y de Lucy y empezar de cero", a la rubia se le encogió el corazón al oír aquellas palabras. "Piénsalo, no es un mal plan, además cuentas con una ventaja......", continuó el joven. "¿Qué ventaja?", preguntó la castaña extrañada. "Ya te has acostado con ella, así que ya sabes si es una fiera en la cama o no", dijo el joven sonriente intentando quitarle un poco de tensión a la conversación, pero consiguiendo justo lo contrario. "¡Que tonterías estás diciendo Hotte!", protesto Jenny muy enfadada, "yo no me he acostado con ella". Tanto el joven en la cama, como Emma detrás de la puerta se quedaron boquiabiertos. El chico la miro completamente confundido, "no entiendo Jenny, ¿cómo que no?, yo creía que......". "Hotte, no fue nada maravilloso, ni romántico; no fue una noche seductora, fascinante y apasionada; no me llevó a su casa, me preparó una cena romántica y después me hizo

dulcemente el amor durante toda la noche, no fue en absoluto una noche mágica de película", le interrumpió Jenny cada vez más indignada. Emma fuera estaba cada vez, más sorprendida ella se había imaginado precisamente eso. "Fue en un bar Hotte..... Exactamente en el baño de un bar de lesbianas", la joven de ojos azules empezó a llorar amargamente, “fuimos a cenar para celebrar mi recuperación y despedirnos. Era mi último día en Venice, bebimos mucho, luego me invitó a bailar. Se pegaba tanto a mí, la sentía tan cerca, sus manos me acariciaban con tanto deseo, que empecé a excitarme. No sé porque.....el alcohol, la lejanía de mis amigos, de mi casa, mis padres también se habían ido, me sentía tan sola. Anhelaba a Emma, la echaba tanto de menos, cada día que pasaba era más y más duro no tenerla... No importa el porqué, ni quiero disculparme, ni poner ninguna excusa que haga mínimamente digno mi comportamiento", tuvo que parar a coger aire. "Me besó, pero la aparté y fui hacia el cuarto de baño, ella me siguió e insistió con sus besos, sus caricias, y..........", Jenny temblaba, "no puede resistirme, me volví loca durante un par de minutos, no duró más. Metió su mano por debajo de mi falda, me apartó las bragas y me folló. Al terminar y volver a mí, quise morirme, jamás me había sentido tan rastrera, tan sucia, me sentí como una autentica zorra. Sabía que había arruinado mi vida y la de la mujer que más amaba en este mundo. Destrocé mi vida y perdí al ser más maravilloso que jamás se cruzó por mi camino por un puto polvo de dos minutos en el lavabo de un bar ", aquellos recuerdos destrozaron el corazón de la joven de ojos azules. Emma al otro lado de la puerta también lloraba amargamente. "Jenny yo.....", intentó decir Hotte. "Perdóname Hotte, pero necesito estar sola, luego vuelvo", salió de la habitación, no se fijó en la joven rubia que doblaba apresuradamente la esquina contraria hacia donde ella se dirigía. Fue a pasear al lago, intentó poner sus pensamientos en orden, Hotte tenía razón debía pasar página. Sabía que jamás podría sacar de su corazón a Emma, pero podía intentar poner un poco de felicidad en su vida. Sacó su teléfono móvil de su bolso y marcó, "¡Hey Kas!, te invito a cenar esta noche".

Capítulo 53 Habían pasado una velada fantástica, llegaron al P3, pidieron sendos Gin Tonic y se sentaron hablando animadamente en el sofá. La joven de ojos azules enseguida se dio cuenta de que jamás podría enamorarse de ella, por muy atractiva que le pareciese y por mucho que la deseara. Kasia no había podido dejar de apreciar el cambio sufrido por Jenny desde su estancia en California a aquellos momentos. La joven que tenía enfrente, no era ni una caricatura de la que conoció un año atrás. Los ojos de aquella Jenny, desprendían amor, cariño, alegría, estos parecía estar muertos. Aquella joven estaba llena de vida, de energía, de amor, esta simplemente dejaba pasar el tiempo. La doctora se sentía terriblemente responsable del cambio dado por su antigua paciente. Cuando la puerta se abrió, vio otra oportunidad para volver otra vez a la carga y reparar el error. Fuera como fuera tenía que hacer reaccionar a Emma. Se acercó a su acompañante y miró con deseo su boca, se acercó más y comenzó a acariciarle la mejilla lentamente, pasó sus dedos por sus labios, mientras con su lengua mojaba los suyos propios. Jenny intentó separarse, pero la doctora se lo impidió pasando su mano por la nuca de la joven morena acariciando el pelo y aproximándola más hacia ella, "sígueme el juego y no preguntes", susurro acercando su boca a su oído, y mordiendo repentinamente su lóbulo suavemente. Jenny sorprendida sintió como la boca de Kasia abandonaba su oreja para dirigirse a su boca, sus labios se juntaron. En aquellos momentos Emma se dio la vuelta y abandonó el local con lágrimas en los ojos, Había entrado hacía unos momentos junto a Lucy, nada más entrar sus ojos se clavaron en el sofá en el que se encontraban Jenny y Kasia, fue testigo de toda la escena y sintió como si algo le desgarrara las entrañas. Cuando ambas se besaron no pudo soportarlo, loca de celos y rota de dolor tuvo que salir de allí. La había vuelto a perder. Al sentir la lengua de Kasia pidiendo permiso para entrar en su boca, una imagen volvió a la cabeza de Jenny, su primer beso con Emma. Al primer contacto con sus labios, todo su cuerpo se había estremecido con aquella débil caricia. Recordó el miedo que la invadió al separar sus labios por la impredecible reacción de la joven rubia; como había intentado separarse, pero Emma se lo había impedido volviendo a buscar sus labios. Se besaron, tímidamente al principio,

al pedir acceso a la boca de su amada y ser concedido éste, sus lenguas se juntaron en una armoniosa danza y su cuerpo fue invadido por unas mágicas y maravillosas sensaciones que jamás había sentido y todo el jardín se ilumino con hermosos fuegos artificiales. En aquellos momentos tuvo que hacer frente a la realidad, aquellas sensaciones sólo podía proporcionárselas Emma, jamás podría ser mínimamente feliz con nadie que no fuera ella, era el amor de su vida, ella misma se había condenado a la infelicidad eterna. Sus ojos se inundaron de lágrimas, rápidamente rompió el beso... "lo siento me tengo que ir". Se levantó y abandonó precipitadamente el local. "Eso es exactamente lo que quería que hicieses", murmuró Kasia con una sonrisa. En aquellos momentos la joven doctora vio como Lucy salía del baño, sonrió, todo estaba saliendo a las mil maravillas. Se levantó y se acercó a la mujer propietaria de aquellos maravillosos ojos azules. No se anduvo con rodeos, no era su estilo y Lucy la conocía perfectamente, "Tenía ganas de que tú y yo nos encontráramos a solas", la abordó directamente. La profesora Schurer se alegró intensamente en su interior de que la abordara. Llevaba esperando días que por fin se decidiera y se acercase a ella, pero no se lo iba a poner nada fácil. "Te invitó a una copa y me cuentas como te ha ido todos estos años", atacó de nuevo Kasia. Lucy sonrió, Kasia no había cambiado en absoluto, "no creo que sea buena idea, además he venido acompañada". "Olvídate de Emma", respondió la médica, "sé que estas deseando que te invite a esa copa y hablemos. Te conozco, y tus ojos te delatan, no olvides que fuiste mi primer amor". "Kasia he venido con Emma", insistió Lucy. "Ya me he ocupado de ella", respondió la doctora con una sonrisa, " ahora está fuera, llorando......" La profesora la interrumpió, "dios Kasia, cuanto más daño tienes planeado hacerle", exclamó y se encaminó apresurada hacia la puerta.

"En los brazos de Jenny....", suspiró Kasia y resignada la siguió. Jenny se paró en la puerta intentando tranquilizarse y entonces la vio. Sorprendida se acercó hacia ella, "que haces aquí, Emma ¿estás bien?", preguntó. La joven rubia no contestó, lloraba y lloraba sin parar. "¡Emma!", exclamo Jenny cada vez más preocupada, zarandeándola por los hombros. Levantó su cabeza y la obligó a mirarla, "¿has discutido con Lucy?". La rubia negó tristemente con la cabeza. "Entonces ¿qué te pasa?, ¿qué va mal? Cariño ¿por qué lloras?, ¿puedo ayudarte en algo?", insistió la joven de ojos azules. "Sólo abrázame, por favor", susurró la joven rubia. Jenny tiernamente la rodeó con sus brazos y Emma agradecida se acurrucó en ellos. Una sensación de bienestar la embargó, otra vez estaba en casa. Un rayo helado recorrió su cuerpo al clavar su nariz en el cuello de Jenny y aspirar su aroma, se amarró aún más a ella. Cerro los ojos y volvió al jardín del deseo, sus labios se abrieron y se cerraron dulcemente sobre el cuello de su amada; poco a poco fueron moviéndose lentamente hacia arriba. Su lengua dejó su refugio asomando tímidamente y degustando el lóbulo de su oreja, sus dientes lo atraparon suavemente, escuchó el profundo gemido de Jenny y sintió como su cuerpo se estremecía. Lentamente sus labios se deslizaron hacia la boca de su gran amor, sin interrumpir ni un solo segundo el contacto con su piel, necesitaba volver a degustar esos labios, atraparlos y viajar juntas al paraíso del amor. Sintió las manos del ser que más amaba recorriendo su espalda desnuda, hiriéndola de placer en cada centímetro recorrido. Una explosión volcánica se produjo en su entrepierna que comenzó a moverse y reclamar atenciones urgentemente, la deseaba con la fuerza de un ciclón, se moría por sentirla dentro. La joven de ojos azules tembló al sentir después de tanto tiempo la proximidad del cuerpo de Emma. Su aliento en su cara la estaba matando poco a poco. Sintió los dulces besos que le regalaba en su cuello, con cada uno de ellos, intensos escalofríos inundaban su cuerpo, haciéndola enloquecer de deseo. Un gemido placentero escapó de su prisión perdiéndose en el silencio de la noche, al sentir la pequeña presión ejercida por los dientes en el lóbulo de su oreja, el deseo se iba apoderando de ella, su pelvis chocaba una y otra vez contra la de su amada incapaz de controlarse. Deseaba hacerla suya, necesitaba poseerla, la noche iba a ser su cómplice

silenciosa permitiéndole consumar sus deseos. Giró su cabeza y entreabrió los labios al sentir la proximidad de la boca de su gran amor, ávida por encontrarla de nuevo. "¿Emma?", la voz de Lucy retumbó en el silencio de la noche ahuyentando toda la magia. La rubia empujó instintivamente a su ex amante lejos de su cuerpo. Jenny vio a la profesora Schurer y volvió a la tierra inmediatamente, "lo siento, a sido culpa mía", dijo con la respiración entrecortada y completamente avergonzada. Se dirigió a su coche con lágrimas en los ojos. Lucy cerró los ojos frustrada, maldiciéndose interiormente por haber salido en busca de su amiga. Emma respiraba costosamente, le estaba costando volver a la realidad, miró a la profesora confundida. "¿Qué haces ahí parada?, ¡ve por ella!", dijo Lucy exasperada, "no te entiendo Emma, ¿hasta cuando vas a seguir haciéndoos daño? Es la mujer de tu vida, os amáis con locura. Todo lo demás es secundario, si existe el amor verdadero, todo se supera, todo se perdona. Tienes que darte otra oportunidad para ser feliz, y sabes también como yo que eso sólo lo podrás conseguir a su lado. Emma ve y díselo, dile que aún la amas y que sigues locamente enamorada de ella". La joven rubia no podía moverse, por mucho que lo intentaba parecía que el cemento del suelo se había fusionado con sus pies. "Sé que no querrás ni oírme, pero me veo en la obligación de decirte esto", las dos mujeres miraron sorprendidas a Kasia que acababa de salir del Pub, "todo lo que ocurrió fue culpa mía, lo busque y lo busque hasta casi obligarla. Ella te ama, se pasaba el día pensando en ti, hablando de ti. Nunca he tenido un paciente con tanta fuerza de voluntad, con tanto tesón, su recuperación fue asombrosa. No le importaba el esfuerzo, ni el dolor, tenía un objetivo, volver a tus brazos lo antes posible". En la voz de la doctora se denotaba todo el arrepentimiento y la culpabilidad que sentía, las lágrimas comenzaron a correr por las mejillas de Emma. Kasia continuó, "cometí un error, el segundo más grande de toda mi vida, lo comprendí inmediatamente al ver el terror y la desesperación que apareció en sus ojos al ser consciente de lo que había hecho. Mi primer error fue pensar que podía ser feliz lejos de ti, no lo he sido ni un solo instante desde que desapareciste de mi vida", dijo con lágrimas en los ojos mirando a Lucy.

"Emma por favor, no cometas nuestro mismo error, dale otra oportunidad", dicho esto se adentró de nuevo en el Pub. Lucy la siguió inmediatamente, "¿todavía sigues queriendo invitarme a esa copa?", preguntó con el tono más sensual que pudo, acercándose provocativamente hacia ella. Ya habían perdido demasiado tiempo. "No deseo otra cosa", le susurró Kasia con una sonrisa, acariciándole tiernamente la mejilla, "pero la siguiente la pagas tú" "Espero que para la siguiente tengamos cosas bastante más placenteras que hacer. Me muero por recordar viejos tiempos Dra. Borrek", le susurro Lucy al oído. "No he dejado de amarte ni un solo momento, me vuelves loca", murmuro Kasia, la agarró por la cintura obligándola a acercarse más a ella y la besó apasionadamente. Emma vio como las dos mujeres desaparecían dentro del Pub, salió corriendo en busca de la joven de ojos azules, vio como se introducía en su coche, ¡Jenny, Jenny!, gritó, la desesperación la embargó al ver como el coche se ponía en marcha. La joven castaña miró por el retrovisor y vio como Emma se acercaba corriendo, sorprendida apagó el motor y bajó del coche. "¿Emma ha pasado algo?", preguntó inquieta cuando la rubia llego sin respiración a su lado. Emma la miró incapaz de decir nada, había salido corriendo tras ella sin pensar en que iba a decir al llegar a su encuentro. "¿Emma?", insistió "Yo.... yo.... me preguntaba.... si te apetecería comer e ir al cine mañana conmigo", dijo lo primero que se le vino a la cabeza. La decepción cubrió el rostro de Jenny, " Emma me encantaría, me muero por estar contigo pero mañana es......".

"Bueno pues otro día será, me acabo de acordar de que yo mañana también tengo planes", la interrumpió inmediatamente la rubia, "pasado mañana te llamo", le dio un beso en la mejilla y se alejó. Jenny la vio marchar completamente asombrada, no estaba muy segura de lo que acababa de pasar era bueno o malo. Emma por su parte se maldecía interiormente una y otra vez, había estado a punto de olvidarlo. Se dirigió apresuradamente al Pub en busca de Lucy, había tenido una brillante idea. Al entrar y ver a su amiga comiéndose a besos con su gran amor, sonrió emocionada. Mejor buscaba a otra persona que la ayudase, se lo pediría a Marco, feliz salió de P3, se dirigió a su casa y se metió emocionada a la cama, al día siguiente tenía muchas cosas que hacer. Capítulo 54 Jenny se acurrucó en el sofá junto a la chimenea, eran las ocho de la tarde, acababa de dejar a sus padres en el aeropuerto. Habían hecho una pequeña parada en Colonia para felicitarla y comer con ella el día de su cumpleaños, pero su padre tenía una importante reunión a primera hora del día siguiente en Londres y no pudieron pasar más tiempo con ella. Era la primera vez que pasaba su cumpleaños sola, a excepción del año anterior pero en aquel momento no le importó, estaba rota de dolor, sólo quería estar sola llorando y lamentándose una y otra vez por su terrible estupidez... Emma y ella habían roto hacía unos meses y desde la noche en que se fue, todo dejó de importar, todo dejó de tener sentido. No pudo evitar que una lágrima corriera por su rostro al recordar aquel día. Ella siempre había organizado las fiestas más increíbles y ostentosas, todos deseaban recibir la invitación para acudir a ellas, era un gran acontecimiento social y necesitaba toda una habitación para acumular los increíblemente caros regalos que recibía. Al día siguiente Hotte y ella pasaban horas abriéndolos. Sonrió al pensar en cuanto había cambiado todo desde que conoció a Emma. En aquellos momentos hubiese dado todo lo que tenía por poder tenerla acurrucada entre sus brazos ese sería su mayor regalo. Miró a Olivia y a Kosmar, hacía un rato que estaban inquietas iban y venían gimiendo de la puerta, no estaban en alerta, pero se las veía muy nerviosas. Justo cuando iba a levantarse para comprobar que todo estaba en orden, el timbre de la puerta principal sonó. Extrañada se dirigió hacia ella, no recordaba haber dejado la puerta del jardín

abierta y sólo Hotte tenía llaves, pero él estaba en el hospital así que no podía ser. Miró por la mirilla y asombrada vio a Bodo sonriente al otro lado de la puerta con algo cubierto de papel de plata en sus manos. "¿Bodo?", preguntó sorprendida al abrir la puerta. "Me han dicho que aquí se celebra el cumpleaños más salvaje de Colonia y he traído una tortilla", dijo el chico con una sonrisa, tendiéndole su presente. Jenny sonrió, "no Bodo, te has equivocado, aquí......" No pudo continuar, de pronto su jardín se iluminó con luces de colores, apareció un mensaje que rezaba "FELICIDADES" y todos sus amigos se presentaron ante ella, sonrientes, "¡Sorpresaaaaaaaaaa!", exclamaron Todos fueron pasando al interior, cada uno había traído algo para cenar o como postre, Jenny era feliz, aunque no pudo evitar que su corazón se encogiera, allí estaban todos, Caro, Lara, Bodo, Marco, Timo, Luzi, Sophie,.... pero faltaba ella, Emma su gran amor. Se giró e intentó cerrar la puerta. "Ehhhhhhhhhhhhhhhhhh", escuchó que protestaba una voz desde el otro lado. Alarmada se giró y volvió a abrir la puerta. No se lo podía creer, "¿Hotte que haces aquí?, ¿no deberías estar en el hospital?", se retiró un poco para que pasara. "Si, pero hoy han hecho una excepción conmigo, ¿de verdad pensabas que íbamos a dejar que pasases esta noche tu sola?", dijo el chico con una sonrisa, "además he traído a quien vele por mí". Detrás de Hotte estaban Kasia y Lucy agarradas de la mano. "¡Kas!, ¡Srta. Schurer!", exclamó la joven de ojos azules asombrada. "¿Podemos pasar? y por favor Jenny dejemos esta tontería ya, llámame Lucy", dijo la profesora. "Por supuesto, perdóname", se disculpó Jenny.

"No están juntas, y nunca han estado juntas. Emma ha sido quien ha organizado todo esto para ti, estará a punto de llegar", le susurro Kasia al oído antes de adentrarse en la casa. En aquel momento atravesó la puerta del jardín como una exhalación un pequeño pastor alemán de no más de tres meses de edad, seguido de Emma y Marco. Olivia y Kosmar corrieron a su encuentro. Jenny observo embelesada como se acercaba hasta que por fin estuvo junto a ella, el chico se dio inmediatamente cuenta de que estaba de más, dio dos besos a la anfitriona y se introdujo en la casa. "Siento llegar tarde", dijo Emma con las mejillas sonrojadas, "me ha dado más trabajo del que pensaba. Pensé que si quieres criar, tendrás que empezar por tener un macho, así que me pareció un buen regalo. El es Dennis", dijo señalando al pequeño cachorro". Jenny luchaba por contener las lágrimas, "tu sola presencia es el mejor regalo y me hace la mujer más feliz del mundo, gracias por todo". Emma le sonrió y Jenny subió al paraíso, simplemente por aquella sonrisa merecía la pena todo, "Emma yo.....". La rubia no la dejó continuar, puso sus dedos en sus labios, "Shsssssssss, tenemos muchas cosas de que hablar, pero lo haremos en otro momento, ahora será mejor que atiendas a tus invitados". Jenny tomó tímidamente su mano con terror al rechazo, suspiró aliviada al sentir la presión que ejerció Emma en la suya. Juntan cogidas de la mano entraron en la casa. Jenny puso música, entre todos organizaron la mesa y la joven de ojos azules pasó la fiesta de cumpleaños más maravillosa de su vida. Durante la velada casi no se dirigieron la palabra, no tuvieron oportunidad, cuando se decidían a acercarse siempre aparecía alguien que lo impedía. Las dos se buscaban constantemente, se quedaban minutos enteros mirándose embelesadas la una a la otra, con infinito amor disfrutando de su pequeña parcela en el paraíso hasta que alguien las interrumpía. Jenny se sorprendió al comprobar el cambio sufrido en la mirada de su ex novia. Ya no se escondía y le mostraba abiertamente su amor, sus brillantes y chispeantes ojos avellana la

devoraban, con un deseo que parecía corroerla por dentro. Al cruzarse buscaba el contacto y cuando eso sucedía Jenny sentía una intensa descarga eléctrica atravesando su cuerpo. No podía creer que aquello estuviese pasando realmente, tenía miedo a despertar, pavor a que todos se fueran y descubrir que todo había sido una mala pasada de su imaginación, que Emma realmente no estaba allí. Kasia observo el gran esfuerzo que les costaba mantenerse separadas, decidió que ya era hora de que Jenny tuviese su propia fiesta de cumpleaños con Emma y tomó cartas en el asunto. Se acercó a la joven de ojos azules que estaba hablando con Hotte, Caro y Lara, "será mejor que nos vayamos ya, Hotte tiene cara de cansado", dijo. "¿Yo?", preguntó el joven asombrado. "Si Hotte, tú", respondió muy despacio, resaltando cada una de sus palabras y mirándolo fijamente. El chico pareció entenderlo, "¡Oh si estoy muy cansado!, lo siento cariño", se despidió de la anfitriona dándole dos besos. De repente todos parecían tener prisa por marcharse, Lucy estaba hablando relajadamente con Emma, pero a una señal de Kasia, se despidió rápidamente de la rubia dejándola con la palabra en la boca completamente perpleja. En menos de dos minutos todos los invitados abandonaron la fiesta, todo ocurrió tan de repente que se quedaron la una frente a la otra, mirándose, sin saber ninguna que hacer ni que decir. "¿Quieres que te ayude a recoger todo esto o me voy ya?", preguntó por fin la rubia. La joven de ojos azules no contestó, mantenía una lucha interna para decidir cual debía ser su siguiente paso. Las señales habían sido claras, Emma le había mostrado con un neón luminoso que había bajado la guardia, que era el momento. Pero Jenny tenía miedo, le había partido tantas veces el corazón con sus rechazos... "¿Jenny?, ¿quieres que te ayude o no?", preguntó otra vez la rubia, sorprendida por la inactividad de su acompañante. La joven de ojos azules tragó saliva, "tengo una idea mejor", susurro.

Se encaminó hacia el equipo de música, rebuscó entre sus CD, por fin encontró lo que buscaba, lo introdujo y seleccionó la quinta canción. Era la canción que le había acompañado durante todos aquellos meses, la última canción que habían bailado antes del desastre. Las primeras notas empezaron a sonar, una corriente eléctrica azotó el cuerpo de Emma, la reconoció enseguida. Todo el bello de su cuerpo se erizó. Había llorado tantas noches recordando aquella canción, evocando aquel momento mágico. Jenny se acercó a ella y extendió su mano, "baila conmigo", susurró. Emma dio otro paso hacia ella y rodeo su nuca con sus manos, Jenny la tomó delicadamente por la cintura, se miraron emocionadas y comenzaron a mecerse al ritmo de la música sin dejar de mirarse tiernamente a los ojos. Emma se acercó aún más a Jenny y apoyo su cabeza en su hombro, la castaña no desperdició la oportunidad e hizo presión sobre sus caderas acercándola más a ella, inmediatamente sintió los dulces besos en su cuello y como Emma comenzaba a temblar, a la vez que se dirigía lentamente hacia su boca. Se quedó sin respiración durante unos instantes, deseaba profundamente sentir esos dulces labios rosados en los suyos. La boca de Emma finalmente llegó a su destino, y por fin sus labios llenos de anhelo se unieron en un beso dulce y mágico, nada parecía importar a su alrededor. Jenny gimió profundamente al sentir como la lengua de Emma se introducía insegura en su boca y se juntaba con la suya, ambas lenguas lentamente se exploraron curiosas hasta que finalmente se reconocieron y se acariciaron ansiosas. El dulce beso pasó a ser un beso apasionado peligrosamente seductor e irresistible; el deseo de amarse creció cuando las suaves manos de Jenny acariciaron la espalda desnuda de Emma. Se besaron una y otra vez incansablemente, nunca tendrían bastante, jamás podrían saciarse la una de la otra. Sus manos exploraban dulce y tiernamente aquellos cuerpos que tanto habían anhelado. Emma sintió que su mente se nublaba, tuvo que retirarse para coger oxígeno. Ella la deseaba casi dolorosamente, ansiaba tocarla, amarla, recorrer todo su cuerpo con sus labios y sentirse amada por ella. Pero no quería entregarse, aún no, ni tan siquiera habían hablado, quedaban muchas cosas por decir, decidió retirarse en aquellos momentos en los que aún le quedaban fuerzas para poder hacerlo, "creo que debería irme", susurró.

Jenny la miró aterrorizada, "No te vayas por favor Emma, quédate conmigo", suplicó en un susurro, "no vuelvas a dejarme sola, no me abandones por favor, no puedo más yo....", la angustia no le dejó continuar. Emma la atrajo aún más hacia ella mientras atrapaba otra vez sus labios, al notar como las lágrimas de Jenny humedecían sus mejillas, todas sus resistencias cayeron, " Tranquilízate mi amor, no voy a volver a separarme de ti nunca, he tardado demasiado en volver, te amo con toda mi alma, jamás he dejado de amarte". "Te hubiese esperado toda mi vida mi amor, eres tú, nunca podrá haber otra, tu eres toda mi vida sin ti no vivo, simplemente el tiempo pasa..... No me alejes de mi tú lo eres todo", murmuró la joven de ojos azules entre sollozos. "Jamás", susurró la rubia. Jenny, posó sus labios de nuevo en los de la única mujer capaz de amar en el mundo, los rozó débilmente, saboreándolos una y otra vez, introdujo su lengua en su boca acariciando a su antigua compañera de juegos dulcemente, con miedo a que el embrujo desapareciese, con miedo de que todo fuese un sueño y despertar en cualquier momento, otra vez sola, vacía, muerta. Creyó morir al notar como Emma se agachaba y levantaba poco a poco su camiseta a la vez que tiernamente besaba calma cada lugar de su cuerpo que quedaba al descubierto, su cuerpo empezó a temblar violentamente. La rubia inmediatamente dejó lo que estaba haciendo, se incorporó y la abrazó con fuerza, "cálmate cariño, por favor relájate, quiero amarte. Deseo hacer el amor contigo toda la noche, dormirme en tus brazos, despertar a tu lado, llenarte de besos de caricias todos y cada uno de los días mientras viva, empezar junto a ti una nueva vida". Las lágrimas corrían por el rostro de Jenny sin que ella pudiera hacer nada por evitarlo, pero más un año después aquella lágrimas por primera vez eran de alegría, de completa felicidad. Estaba totalmente envuelta en una atmósfera de amor después de oír lo que tanto tiempo deseó escuchar. Tomo la mano de su amada y sin decir una palabra la llevó hasta su cuarto. Emma no opuso ninguna resistencia. Capítulo 55 Jenny inundó de besos suaves y tiernos los labios de su gran amor, besos que poco a poco se fueron volviendo más profundos y apasionados. Una sensación, dulce y cálida, invadió el bajo

vientre de la rubia cuando su amante intensificó más el beso instándole a que separara los labios y poseyéndola con la lengua. La joven de ojos azules la besaba de una manera tan embriagadora, con amor, con devoción, pero a la vez tan lujuriosa y apasionada que la dejaron agitada e impaciente, besos ardientes y sensuales que volvieron dolorosa su avidez. La joven castaña comenzó a desabrochar lentamente la camisa de su amada, mientras llenaba cada espacio descubierto de suaves besos y caricias, la deslizó por sus hombros y la prenda cayó al suelo. Emma cerró los ojos y se dejó llevar por el maremoto de sensaciones que la invadieron. Jenny acarició suavemente con la yema de sus dedos el torso a medio desnudar de su amada, el cuello, las caderas, el estómago, Emma no pudo evitar suspirar de placer, deseando que continuase liberando su cuerpo. La joven de ojos azules siguió con la exploración, acarició levemente su pecho y se dirigió a su espalda, la recorrió de arriba abajo, poniendo la piel de gallina a Emma en todo su cuerpo. Se detuvo en el cierre de su sujetador y los pechos sugerentes y duros de su amante quedaron libres de su confinamiento. Jenny arrastró las palmas de sus manos sobre aquellos firmes y altos senos y sintió la calidez de su piel desnuda. Emma estaba en su mundo disfrutando como nunca de las manos, de las caricias que tanto había anhelado, sólo fue consciente de que estaba completamente desnuda cuando Jenny envolvió su cintura con un brazo, la arrastró hasta la cama y la recostó en ella. La joven de ojos azules se tumbó a su lado, mirándola con absoluta devoción, no había nada en el mundo que pudiera ser tan suave como su piel, ni tan apetitoso como sus labios. Se incorporó en la cama y comenzó a plagar el cuerpo de su adorada de besos y caricias. Emma sintió un hormigueo a través de su cuerpo cuando los suaves labios de Jenny llegaron a sus pies, acarició su empeine, beso la planta y fue subiendo poco a poco por su pantorrilla. Se detuvo muy cerca de su sexo; fue acercándose poco a poco hasta que finalmente lo atrapó con su boca, una oleada la atravesó con tanta fuerza que reprimió un grito de gozo al sentir el placer y el dolor de aquellos ardientes besos. Jenny se alejó y saltó de la cama, comenzó a desnudarse lenta y sensualmente, sin apartar la vista de Emma, que respiraba costosamente loca de deseo, muriéndose por sentirla dentro, porque la llevase al éxtasis infinito. Con cada prenda que se despojaba Jenny, las pupilas de la rubia se iban dilatando más y más y su respiración se iba acelerando. Cuando terminó y se postró completamente desnuda ante ella se quedó sin respiración, tuvo que tragar saliva. Siempre le había parecido un hermoso ángel, pero en aquellos momentos estaba más bella que nunca. Esa visión atizó aún más las brasas del deseo el ansia por sentirla dentro aumentaba dolorosamente más y más. Con una mirada de excitación sin límites Jenny devoró el cuerpo desnudo de Emma. Necesitaba estar piel con piel. "Mi amor, te he echado tanto de menos, he deseado tanto tenerte así", dijo mirándola con absoluta veneración.

Volvió a la cama y la besó con todo el amor y el deseo que embargaba su corazón. Fue un beso lento, erótico, sensual pero a la vez increíblemente tierno. Pegó los labios a su piel, le recorrió el cuello y siguió besándola, lamiéndola recorriendo todo su cuerpo. Lamió juguetona una y otra vez su erizado pezón antes de ofrecerle el alivio de su boca cálida y deseosa de degustarlo a la vez que cubría el otro pecho con la mano y comenzaba a masajearlo firmemente. De la boca de la joven rubia salían constantes grititos. Miles de descargas eléctricas la recorrieron, mientras la apasionada boca de su amada, atormentaban gozosamente sus senos, los acariciaba, los mordía, los presionaba y los ponía al rojo vivo con succiones que parecían tirar de una cuerda conectada a su entrepierna; los sorbió y los masajeó incansablemente hasta que los grititos de Emma se transformaron en gemidos, gemidos de placer y empezó a estremecerse. Jenny libero sus pechos de aquel dulce castigo y bajó lentamente por su vientre, lo beso lo lamió entreteniéndose a juguetear con su ombligo, pero sin perder nunca de vista su objetivo. Emma se retorció inquieta en la cama, esperando ansiosa. Finalmente la joven de ojos azules llegó a su destino. Cuando el aliento de Jenny rozó sus muslos, los abrió aún más ofreciéndole sin reservas su sexo, húmedo y palpitante. Gimió fuertemente y arqueó sus caderas cuando la joven castaña deslizó sus manos detrás de sus nalgas y apretó su boca contra su chorreante entrepierna, Jenny saboreo gustosa aquella deliciosa humedad lamiéndola una y otra vez, degustando incansablemente aquello que tanto había anhelado. Emma no podía respirar; con cada lametón la elevaba cada vez más alto, se aferró a las sabanas, se mordió el labio inferior, se removió en la cama incapaz de estarse quieta en aquella dulce prisión. Gritó fuertemente, cuando los labios de Jenny presionaron su clítoris. Nunca se había sentido así, la joven de ojos azules jamás le había hecho sentir tanto, se estaba volviendo loca del puro placer que fluía por toda ella a raudales. Jenny mordió, lamió, acarició succionó el botón de placer de Emma, una y otra vez, más despacio, más rápido, notaba como todo el cuerpo de la mujer que tanto amaba temblaba fuertemente gracias a la satisfacción que le estaba proporcionando. La frente de la rubia comenzó a cubrirse de sudor, se retorcía y gemía sin parar, la carne le palpitaba, sentía fuego entre las piernas, aquella sensación volcánica la hizo pensar que iba a estallar de gozo, sentía como su humedad brotaba libre e incontenible de su interior. Se quedó sin respiración y creyó morir al sentir que su amada la presionaba más contra su cara y su lengua la invadía salvajemente. Arqueó sus caderas hacia ella, embistiendo fuertemente su rostro, buscando alivio para el calor que se extendía bajo su piel, que le corría por las venas, que invadía su estómago y que se concentra en su ardiente entrepierna. Jenny la penetraba una y otra vez, cada vez más rápido, mientras sus dedos jugaban traviesos con su clítoris. Emma gemía y gemía sin parar, cada vez que la joven de ojos azules introducía su lengua, se apretaba más el nudo en su vientre, hasta llegar a un punto en que casi no pudo recobrar el aliento. Su desnudo y sudoroso cuerpo se revolvía inquieto, y sus manos se aferraban fuertemente a las sabanas, estaba ida de deseo, susurrando entre jadeos una y mil veces,

conforme la excitación se iba extendiendo: "Soy tuya Jenny te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo". Jenny no pudo soportarlo más; apresuradamente besando todo su cuerpo, se deslizó hacia su cara y la beso fieramente, estaba loca de deseo y ávida placer. Al ver las pupilas de su amada totalmente dilatadas y los esfuerzos que hacía para respirar, Emma comprendió inmediatamente lo que necesitaba. Su mano inmediatamente se dirigió a la entrepierna de su amante, nunca la había sentido tan húmeda, su vagina palpitaba fuertemente, sin previo aviso introdujo hasta el fondo dos de sus dedos que inmediatamente fueron succionados. Jenny gritó, se convulsionó, se estremeció, sus caderas se arquearon. Durante unos segundos dejó de respirar, su corazón dejó de latir por el puro placer que sintió. Emma la observaba con la mano inmóvil, disfrutando de cada gesto, de cada reacción. Un intenso gemido se escapó de su garganta cuando Jenny le instauró el mismo tratamiento y la penetró de improviso. Abrió los ojos como platos y sin poder evitarlo mordió el hombro de su amada, la cual lazó otro alarido por el dolor y el placer que le provocó. Las dos amantes se miraron intensamente a los ojos, y sin apartar su mirada, comenzaron a besarse apasionadamente una y otra vez, moviendo las caderas, sintiéndose dentro, completas, gimiendo y suspirando sin parar entre beso y beso. Emma suavemente sacó los dedos de la vagina de su chica y se colocó encima suyo regalándole su vibrante sexo y ocupándose a su vez del suyo como merecía. Lo lamió una y otra vez degustando sabrosamente todos sus fluidos, recordando aquel exquisito sabor olvidado hacía más de un año, chupaba y chupaba sin parar, con ansia, con devoción, fuertemente volviéndola loca de gozo. Sentía como Jenny intentaba hacer lo mismo con ella, pero era incapaz, gemía, suspiraba, se retorcía, murmuraba sin parar cosas que Emma no llegaba a entender, sus manos se abrían y se cerraban convulsivamente, agarrándose a sus nalgas o a las sábanas cada vez que ella le regalada un nuevo lametón. Sus caderas se elevaban insistentemente hacia su cara; todo su cuerpo se estremecía de placer cuando la embestía improvisadamente con su lengua. Los suspiros y los gemidos de Jenny elevaron la tensión y la excitación de Emma hasta límites incontrolables, los pequeños lametones que con mucho esfuerzo su novia le proporcionaba, hicieron que una flama de calor incandescente recorriese sus entrañas. Su vientre se tensó más y más hasta que pareció romperse. Algo intenso y voluptuoso alcanzó la plenitud dentro de ella, algo que parecía no tener fin y que amenazaba con estallar en cualquier momento. "Mi amor no puedo más, oh Dios Jenny, oh dios....., mi vida.... oh yo…", no pudo continuar notó como los dedos de la mujer que amaba se introducían en ella, aquello encendió finalmente la mecha del polvorín. Empezó a moverse de adelante hacia atrás, obligándole a que la poseyera más hondo, más rápido, más fuerte, fue aumentando la velocidad de sus movimientos hasta casi perder el sentido, mientras ella misma penetraba a Jenny salvajemente una y otra vez.

Ambas jóvenes estaban a punto de viajar hacia el clímax total, al frenesí absoluto, gemían, suspiraban se juraban amor eterno. Sus sudorosos cuerpos embestían cada vez violentamente contra aquello que les estaba causando tanto gozo, cada vez más fuerte, cada vez más rápido, los gritos de desahogo de las dos jóvenes inundaban la habitación. Casi a la vez, jadeantes, temblorosas, sintieron como un mar de sensaciones brotaba dentro suyo hasta casi ahogarlas. Ese embalse de éxtasis por fin estalló y las hizo retorcerse gritar, jadear, mientras se dejaban llevar arrastradas enormes olas gigantes de frenesí perdiéndose en aquel maremoto de pasión, perdidas en los acantilados del placer absoluto. Exhaustas, llenas, completas, casi sin aliento se dejaron caer en la cama. Cuando por fin Emma se recuperó volvió a los brazos de la mujer que lo era todo para ella. Vio que estaba llorando, “Hey cari o, no llores, ¿qué pasa?”. “Emma soy tan feliz, ahora mismo eres como un sueño cumplido. Nunca pensé que esto podría volver a pasar, no creí poder recuperarte, poder volver a tenerte entre mis brazos. Te amo tanto, te he echado tanto de menos, eres tan especial”, susurró la joven de ojos azules. “Sólo cuando estoy contigo”, murmuró la rubia, “mi vida te amo con toda mi alma, con todo mi corazón, pase lo que pase jamás podré dejar de amarte. En algún sitio está escrito a fuego que tú eres mía y yo soy tuya para siempre que no existe nada que pueda separarnos. Quiero pasar el resto de mi vida entre tus brazos”, se acercó a sus labios y la besó tiernamente. La dos amantes hicieron el amor varias veces aquella noche, como queriendo recuperar el tiempo perdido. Se juraron amor eterno una y mil veces, en cada beso, en cada caricia, hasta que finalmente Morfeo las recogió en sus brazos. Capítulo 56 Jenny despertó al sentir el cosquilleo de los rayos del sol en su nariz, se sentía feliz, en paz, como hacía mucho tiempo que no se sentía. Poco a poco fueron viniendo a su mente las mágicas imágenes de la noche anterior, abrió los ojos y sonrió al ver a su amada dormir plácidamente entre sus brazos. Jenny pensó que jamás podría ser más feliz de lo que lo era en aquellos instantes, pero se equivocaba. El destino que tan cruel había sido con ellas hasta ahora les deparaba muchos momentos felices... Como cuando se dieron el sí quiero ante todos sus seres queridos en aquella pequeña casita en el jardín de la gran mansión de los Sres. Hartmann en Baviera y se prometieron estar juntas y amarse la una a la otra para siempre. En su mágica luna de miel recorriendo todas las ciudades de Europa que habían planeado recorrer juntas años atrás, amándose y enamorándose más y más en cada una de ellas.

Cuando decidieron que había llegado el momento de ser uno más, las largas noches de deliberaciones para decidir cuál de las dos se inseminaba, aquellas noches en las que siempre terminaban en la cama haciendo el amor apasionadamente. Los nervios en el momento de la inseminación, los temores en aquella fría sala, pero a la vez la completa felicidad al introducir la semilla en el cuerpo de Emma, a partir de aquel momento serían tres. Aquella noche en casa, en su cama hicieron el amor con un cariño, un sentimiento y una pasión como nunca lo habían hecho. El embarazo de Emma, aquellos vómitos matutinos, los antojos en mitad de la noche, las primeras ecografías, la primera vez que escucharon latir aquel pequeño pero fuerte corazón. Los debates para decidir el nombre, Jenny quería algo clásico, Emma nombres modernos y de lejanos países, al final como siempre el consenso, “Rebecca”. El momento del parto, Jenny jamás olvidaría aquel momento. Los gritos de Emma, su impotencia al no poder hacer nada para paliarle aquel dolor y de repente aquel llanto lleno de vida que inundo la habitación. Las lágrimas brotaron de sus ojos al ver a aquel pequeño ser en brazos de Emma, era su hija. Cuando la rubia agotada la sonrió y se la tendió, todo el cuerpo de la joven de ojos azules tembló al sentirla por primera vez entre sus brazos. Miró a su esposa con todo el amor y la devoción que podía existir. Si el amor por alguien tenía un límite ella lo sobrepasó en aquellos momentos, la había hecho la mujer más feliz sobre la faz de la tierra. Los primeros biberones, las noches de desvelo, las pequeñas peleas por levantarse a mecer a la niña más llorona del mundo. Los primeros pasos, las primeras caídas, los pequeños celos por quererse apropiar de sus primeras palabras, del primer mamá. Los pequeños problemas por la rebeldía de la joven al llegar a su adolescencia y el duro momento en que ambas tuvieron que separarse de su pequeña niña cuando esta partió hacia la universidad. Los miedos y recelos con su primer novio..... Habían tenido una vida llena plena y feliz, había sido muy difícil para ellas llegar hasta allí pero si de algo estaban seguras es de que no iban a perder todo aquello, lucharían hasta la muerte por su amor, como lo habían hecho hasta aquél momento. Y allí estaban ellas dos otra vez, en aquella pequeña casita en el jardín de la mansión de Baviera. Después de veinticinco largos años llenos de amor y felicidad, recordando junto a sus seres queridos aquel maravilloso día en que Emma se abalanzó sobre Jenny y esta terminó sentada en un charco en mitad se la calle, el día en que empezó todo. Todos estaban allí, ninguno había querido perderse aquel gran momento para las dos enamoradas:

Hotte y su amado Marco los cuales vivían en Venecia completamente felices y enamorados, habían conseguido escalar tres de los picos más altos del planeta. Sophie y Timo, que por fin habían decidido darse otra oportunidad, se dijeron el sí quiero diez años antes y ahora fueron padres de dos traviesos mellizos. Lara y Bodo, que contra todo pronóstico su amor había salido adelante y ambos habían creado una academia de música que ayudaba a los jóvenes con problemas a olvidarse un poco de ellos y ser algo más felices. Caro, la gran estrella del equipo alemán de volleyball femenino en los juegos olímpicos de hacía veinte años; y después la gran entrenadora que más títulos consiguió para su país. Se había convertido en una leyenda entre los deportistas alemanes. Luzi, que aprovechó su gran talento musical, llegando a ser una estrella de la música con los más prestigiosos premios en su haber. La pequeña Rebecca, el ojito derecho y el gran motivo de orgullo de sus dos madres. Se había convertido en una joven increíblemente bella e inteligente, había decidido estudiar derecho para algún día poder convertirse en juez, todas sus notas eran matrículas de honor. Adoraba por igual a aquellas dos mujeres y se sentía totalmente afortunada y privilegiada por haber podido tenerlas como madres. Los Sres. Hartmann, con el pelo cubierto de canas y arrugas en el rostro. Habían conseguido convertirse en unos magníficos padres para ambas jóvenes. Con el tiempo Emma se convirtió no en una nuera, para ellos aquella pequeña y llorosa rubia que conocieron hacía veinticinco años en aquel hospital había llegado a convertirse en una hija más. El Dr. Horstfeld, que por fin había conseguido llegar a la cúspide de su carrera y le habían concedido los premios más prestigiosos de la medicina. La Dra. Borrek y Lucy Schurer, quienes desde aquel día en el P3 no habían vuelto a separarse. Lucy se trasladó a vivir a Venice y fundó una pequeña academia de canto y baile. Se casaron y disfrutaron plenamente de su amor durante todos aquellos años. En cuanto tenían oportunidad viajaban a Europa, ambas habían sido las madrinas de Rebecca, se convirtieron en unas piezas muy importantes y queridas para la familia Hartmann_Müller. Eugenia, la cual había abandonado la clínica y había abierto su propio centro de fisioterapia; allí había conocido al amor de su vida. Y disfrutaba de aquel amor diariamente como en un cuento de las mil y una noches, completamente enamorada. Olivia, Kosmar y Dennis, murieron. Las dos mujeres lo sintieron mucho, pero a Jenny le afectó un poco más, las dos perras habían estado junto a ella, siendo sus fieles compañeras en aquellos tiempos de oscuridad.

Primero murió Oli, a los 16 años, tuvo una vida increíblemente larga para ser un perro. Al mes murió Kos, el veterinario dijo que había sido de vieja, pero las dos enamoradas, estaban seguras de que lo que se la llevó fue la pena por perder a su inseparable hermana. Un año después les siguió Dennis. Era ley de vida y a ambas les llenaba de orgullo y satisfacción que la estirpe de aquellos maravillosos y fieles animales, viajara por el mundo ganando los más prestigiosos premios. as dos amantes se miraron felices, tan enamoradas como el primer día, “te amo tanto, eres tan especial” murmuró Jenny. “Sólo cuando estoy contigo”, respondió en un susurro Emma, y ambas se fundieron en un dulce y apasionado beso. FIN

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