March 30, 2017 | Author: Claudio Salcedo | Category: N/A
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Raúl Berzosa
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miradas de actualidad en el espejo de la cultura
Desclée De Brouwer
Raúl Berzosa Martínez
150 MIRADAS DE ACTUALIDAD EN EL ESPEJO DE LA CULTURA
Raúl Berzosa Martínez
150 MIRADAS DE ACTUALIDAD EN EL ESPEJO DE LA CULTURA
DESCLÉE DE BROUWER BILBAO - 2007
© Raúl Berzosa Martínez, 2007 © EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER, S.A., 2007 Henao, 6 - 48009 Bilbao www.edesclee.com
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A mis hermanos de la Conferencia Episcopal Española, maestros y testigos. Al Pueblo de Dios que camina en Asturias, a quien tanto debo y agradezco. A los profesionales de COPE, que saben unir comunicación y profecía.
A MODO DE PRÓLOGO
Al parecer, y según afirman los sociólogos, nos encontramos en la época de lo “post” y de lo “ultra”: postmoderno-ultramoderno. El náufrago se ha convertido en empedernido “vitalista”. Algunos hablan de decadencia; otros de resistencia. En algunos casos, la mediación estaría de moda; en otros, más bien la presencia. Se quiere contraponer Narciso a Prometeo; y hasta lo espiritual a lo propiamente religioso. En definitiva, el pluralismo ha anidado en todas sus ramas, acentos y versiones, y cierto escepticismo se ha asentado como piedra angular. Se nos plantean nuevos retos y preguntas a los que debemos responder sabiendo dar razón de nuestra fe. La presente obra se titula 150 miradas de actualidad en el Espejo de La Cultura. Me explico: cuando hace más de un año COPE me invitó a colaborar en el “Espejo de la Cultura”, acepté con gusto el reto. Consciente de mis limitaciones, pero animado por anteriores colaboraciones en otros medios de comunicación. En este sentido, la presente obra, en gran medida, se puede considerar como heredera de lo escrito y hablado mediáticamente y de lo expresado en dos libros anteriores, ya agotados desde hace tiempo: “Con otros ojos” (Monte Carmelo) y “Las siete Palabras” (PPC).
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He tomado la forma de casi un diario pastoral. Sobresalen algunas fechas, y algunos encuentros. Al final he añadido, en forma de preguntas y respuestas, la “dimensión pastoral” que se encierra en la primera Encíclica del Papa Benedicto XVI: “Deus Caritas est”. Aunque nunca formó parte del Espejo de la Cultura, de alguna manera, es como un complemento de lo tratado en el mismo. En resumen, con la frescura, espontaneidad, y hasta imperfección que ello supone, te regalo, amigo lector, algo de lo que el tiempo y la actualidad me han ido dictando, y que de otra forma correría el peligro de perderse para siempre. Sé indulgente y atrévete a leer más allá de la materialidad de las palabras y de las frases. Recuerda, en este sentido, que “la verdad tiene muchos predicadores pero pocos mártires” (Helvetius). Hacemos historia no para los hombres sino para Dios. ¿Para qué, y para quién, puede servir lo escrito? Sencillamente puede representar un humilde servicio para la reflexión de cualquier creyente, o para la formación permanente de personas y grupos, o simplemente para recordar algunas de las claves que puedan orientarnos, como doctrina católica, en estos momentos de encrucijadas y cambios, y hasta de tensiones y desencuentros y, por qué no, de necesidad sentida y reclamada de ámbitos mayores de diálogo y encuentro. Agradezco, una vez más, a la editorial Desclée De Brouwer su generosidad por la publicación del presente manuscrito. † Raúl Berzosa Martínez, Obispo titular de Arcávica y auxiliar de Oviedo. Oviedo-Palenzuela, Primavera-Verano 2007.
I RADIOGRAFÍAS DE ACTUALIDAD
1. DEMOCRACIA Y VALORES Participo con un grupo de periodistas amigos en una tertulia sobre el tema “democracia y valores”. Las posturas son contradictorias. Trato de reproducir algo de lo expresado en el ameno diálogo. Se suele afirmar, en el argot y en la sabiduría popular que los niños y los tontos dicen las verdades, porque su consciente-subconsciente está menos viciado de hipocresía y de falsedades. Me atrevo a añadir a esos dos grupos sociológicos, un tercero, también auténtico: el de los filósofos, cuando lo son de verdad. Uno de ellos es Julián Marías. Por encima de miradas partidistas, nos ha recordado que la democracia, como cualquier sistema político, nunca es un fin en sí misma, sino un medio. Y si es un medio, la pregunta surge espontánea, “¿para qué?”. Para conseguir unos fines, que a su vez encierran, o deben encerrar otros valores. ¿Qué es un valor? Aquellos móviles por los que al despertar cada mañana podemos afirmar que seguimos viviendo y que merece la pena vivir. No hace muchos años, en un encuentro personal con el Papa Juan
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Pablo, en Roma, a un grupo de jóvenes sacerdotes, nos señaló él mismo cinco valores por los que merece la pena luchar: apertura (a Dios y a los demás), fidelidad a nuestros compromisos, coherencia entre lo que creemos y vivimos, transparencia (en relación a Dios y a los demás), y solidaridad (que implica no sólo dar nuestro tiempo o dinero, sino darnos a nosotros mismos, nuestra vida). Ojalá no olvidemos al menos dos cosas: por un lado, la realidad trágica de quienes, en todas sus versiones y modalidades, sufren en su cuerpo y espíritu y, por otro, el que los pilares de la democracia, en su base radical, sólo se pueden sustentar en valores compartidos y a los que hay que servir con el noble ejercicio de la política. Sin estos dos supuestos la democracia se sustentará en personalismos carismáticos o en partidos burocratizados, pero no en su propia razón de ser: sistema político representativo, integrador, y al servicio de los genuinos derechos y de la dignidad de la persona y de las colectividades.
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2. BURN OUT Mantengo una larga conversación con una diplomada en enfermería. Me confiesa, con sinceridad, que está cansada de su trabajo, de una profesión tan estresante. Incluso se atreve a dar nombre a su síntoma personal, según lo leído en alguna revista de divulgación científica. Elaboro con ello una reflexión. Burn out es una expresión inglesa para designar a la persona “quemada o consumida”. Se ha puesto de moda en profesiones de “servicios humanos” como enfermería, enseñanza, o trabajos sociales. Los síntomas generales externos parecen ser: agotamiento, fatiga, desgaste, bajo rendimiento laboral, actitudes negativas hacia la vida, bajo concepto profesional de uno mismo, y pérdida de interés creciente por casi todo. La persona que sufre este síndrome tiende a practicar el absentismo laboral, realiza largas pausas o huidas durante su trabajo, llega tarde, y su rendimiento es bajo. Incluso se manifiestan problemas físicos como dolor de espalda, dolor de cabeza, resfriados, insomnio, taquicardia y falta de apetito. Pero también se ha demostrado que determinados ambientes favorecen el burn out: situaciones de trabajo en las que no están claros los objetivos, las relaciones son tensas, no hay trabajo en equipo, y el personal es poco creativo. Estos datos me han llevado a pensar que nos movemos en un círculo vicioso: si las patologías de diverso signo se pretenden curar con una adecuada reinserción social, ¿quién curará las patologías de la sociedad en cuanto tal, y de quienes en ella ostentan la titularidad de “profesionales de servicios humanos”? Y una segunda reflexión me inclina a concluir que sólo la vivencia de valores pueden romper el círculo vicioso aludido. Las gentes nos dividimos en tres grupos: yoístas
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(los narcisistas), legalistas (en los que predomina la ley y el orden), y buscadores de valores auténticos. Para estos terceros los síntomas del burn out difícilmente llegarán. Son personas que saben relativizar muchas cosas en la vida y vivir el humor, el amor (en forma de ternura) y la paciencia en lo cotidiano.
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3. PARO Reunión en la sede de militantes de HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica). Gente curtida en el mundo laboral. Mientras dialogan y, a veces, discuten con calor, anoto en un folio lo que más tarde me ayudará a reflexionar sobre el paro y la marginación. Un marginado, en estos momentos en España, no es sólo un gitano, un mendigo, un chabolista, o un drogadicto. Lo es un parado. Forma parte de esa sociedad que los economistas definen de “alto riesgo”. Y, cuando en una sociedad como en la nuestra, el número de parados es tan alarmante, podemos afirmar que nuestra sociedad está enferma. La supuesta sociedad del bienestar hace aguas. El paro no es ya algo coyuntural, sino que parece estructural. Los factores que lo han originado son muy diversos y complejos. Entran motivaciones micro y macroeconómicas de ajuste nacional e internacional, pero también, y es lo grave, cuestiones éticas: el sálvese quien pueda, el obtener beneficios sin escrúpulos, el miedo a la solidaridad, la desatención a los valores sociales, el entender la caridad como algo asistencial y no promocional y político, etc. El Gobierno culpa del problema a los salarios, a la falta de inversión y a la no competitividad; los empresarios a los sindicatos y al Gobierno; y los sindicatos al Gobierno, empresarios, y al momento coyuntural. Y la sociedad, el ciudadano de a pie, el elector, en silenciosa rabia contenida se siente impotente y crispado. Es tiempo de recordar algo tan elemental como que el capital debe estar al servicio de la persona, que el trabajo es un derecho fundamental, y que la solidaridad, en tiempos de crisis, no puede ser una asignatura pendiente sino una realidad palpable. Comenzando por nuestras comunidades cristianas.
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4. CLONACION Leo la noticia en la prensa y quedo impactado: el tema de la clonación no se detiene. Me atrevo a escribir algo que puede ayudar a clarificar mi postura en este delicado y controvertido tema. La noticia saltó a los medios de comunicación con gran sensacionalismo: un equipo de científicos de la Universidad de G. Washintong habría “clonado” por primera vez seres humanos. La palabra “clon” significa en griego “rama”, y designa, en nuestro caso, el conjunto de individuos originados de un mismo y único progenitor mediante reproducción no sexual. Este fenómeno se produce a veces de forma natural en el útero de una mujer embarazada: de un sólo óvulo fecundado se separan las dos células que resultaban de la primera división miótica (o las cuatro resultantes de la segunda división) originando cada una de ellas un embrión completo. Las bacterias, muchos protozoos y hongos unicelulares se reproducen por clonación, sin intervención sexual. Por lo tanto el tema de la clonación no es un descubrimiento totalmente nuevo (la naturaleza lo venía haciendo), ni un avance tecnológico espectacular (otros laboratorios lo hubieran podido hacer; pero no lo han intentado por principios éticos). Entonces, ¿por qué el Vaticano, el Papa y los obispos han levantado una voz tan crítica en este tema? Porque si éticamente no se pone freno se abre el terrible camino de “fabricar” hombres y mujeres en serie, seleccionando la raza, o el color de la piel, o el sexo, o hasta las características de la altura, color de los ojos o el pelo. Es lo que por ejemplo intentó, sin éxito, Hitler con relación a la raza aria. O lo que las novelas de ciencia ficción nos relatan sobre la suplantación de un
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hombre importante por otro para “manipularlo” (por ejemplo, un Presidente de una nación). Hay un problema añadido: los experimentos realizados en ratones y ranas han dado como resultado que los individuos clonados casi nunca pueden llegar a adultos, o, si llegan, son seres genéticamente tarados. En resumen, lo que viene a decir la doctrina magisterial es que los experimentos que se llevan a cabo para obtener un ser humano sin relación de amor entre hombre y mujer son contrarios a la dignidad de la persona humana. Las cosas producen; los animales se reproducen; sólo el hombre procrea y recrea. La humanidad no puede quedar en manos de científicos manipuladores y manipulados por extrañas fuerzas económicas o políticas.
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5. BODY Primer encuentro del año con jóvenes universitarios. Aprecio un valor en alza: la imagen corporal, el culto al cuerpo. Uno de los rasgos de la cultura actual puede ser el definirse como “cultura del cuerpo”. Con varias paradojas. La primera: mientras la imagen externa, la silueta y el cuerpo lo son casi todo para una mayoría de nuestros contemporáneos de occidente (y se someten a dietas de adelgazamiento y severos ejercicios físicos), estas mismas personas rehuyen el dolor, el sufrimiento o lo que el sacrificio diario de la vida comporta en muchos momentos y situaciones que pudiéramos calificar de normales y ordinarias. En esta valoración del cuerpo, los medios de comunicación diseñan la silueta y perfil del hombre y mujer ideales, y, segunda paradoja, al mismo tiempo se instrumentaliza ese mismo cuerpo como reclamo publicitario u objeto de deseo y placer. Y tercera paradoja, y tal vez la más grave y provocativa: Mientras parece que la seducción visual lo es todo, y es la base del marketing, nos horroriza y tratamos de ocultar el panorama “corpóreo” de las personas de los terceros y cuartos mundos que de vez en cuando, sólo de vez en cuando, los medios de comunicación se atreven a reflejar. Para nosotros es como si no existieran. Después de denunciar estas paradojas uno tiene miedo a descubrir que el famoso adagio latino “mens sana in corpore sano” no cumpla ninguna de sus dos vertientes: porque detrás de la cultura del cuerpo ni tal vez hay una mente psíquica sana, ni un cuerpo tan sano. Sin duda en lo light, las modas dietéticas, o la imitación de los famosos no están las claves de la realización personal.
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6. TRABAJO Hemos celebrado la Jornada anual de Pastoral Obrera. Se respiraba solidaridad y gran preocupación por los cambios vertiginosos en el mundo laboral y por su futuro. Estamos asistiendo a una tercera revolución. Me refiero a la del trabajo. El mundo feudal-burgués logró hacer la primera con la consolidación de los gremios; con la llegada de los tiempos modernos se consolidó la clase obrera, y se reconoció, al menos sobre el papel, la dignidad del trabajo humano. En nuestros días estamos asistiendo a una tercera revolución: la muerte y transformación del denominado trabajo asalariado desde una paradoja: para crecer económicamente se necesita menos trabajo. De ser una dimensión fundamental de la persona y un medio privilegiado de realización personal y comunitario ha pasado a contemplarse como un lujo y un bien escaso. Regulación, concertación, tecnificación y especialización parecen ser algunas de las claves que socialmente barajan informadores, creadores de opinión, representantes sindicales y empresariales, y hasta hombres de gobierno. Desde nuestro ser y hacer creyente subrayamos la necesidad de una reflexión comprometida, de un diálogo solidario, de gestos concretos, y de una utopía esperanzada. Con un añadido: sacar las conclusiones de lo que significa estar y situarse en una sociedad de lo “post”: postmoderno, postindustrial y postlaboral. De lo contrario se hará realidad aquello de trabajo versus trabajo, trabajador versus trabajador, y, en definitiva, sociedad desvertebrada, fragmentarizada e insolidaria.
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7. ¿RECONVERSION PARA EL CAMPO? Me acerco al pueblo de mis abuelos y donde mi madre pasó su niñez. Hablo con sus gentes del futuro del trabajo rural. Es cierto: nada desgasta tanto como la incertidumbre. Y desde ella está intentando el agricultor castellano comprender lo que sucede a su alrededor. La desinformación, o la no información completa, proviene de los reformadores de la PAC, de la inacabada Ronda de Uruguay (GATT), y de la poca sensibilidad hacia el campo tanto por parte de la Administración como de la sociedad en general. Se calcula, a corto plazo, que de cada cuatro agricultores tres sufrirán aún más los rigores de la pretendida reconversión agrícola y ganadera impuesta por la CEE. Detrás de los números y estadísticas hay personas, con nombres y apellidos. El agricultor se queja del trato discriminatorio entre la reconversión agrícola y otras reconversiones. Y no le falta razón. Las inversiones gubernamentales y probadas en uno y otro sector hablan por sí solas. Cada año cientos de agricultores, la mayoría jóvenes, tienen que renunciar a sus tierras. El 52% de la población agrícola produce el 16%; mientras que el 10,15% produce entre el 50 y 60%. La calidad de vida en el mundo rural se hace insostenible: a mayor carencia de habitantes, menos servicios. A menores servicios, menos habitantes. Es un círculo vicioso agravado por la edad: nuestros agricultores mayores sueñan con su pisito en la ciudad. ¿Reconversión para el campo? Sí, pero con un inevitable interrogante: ¿Desde dónde y a qué precio? Están llamados a responder los partidos, los sindicatos, las fuerzas sociales y los propios agricultores. Sin dilación y con realismo.
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8. EN TIEMPOS DE CRISIS Reunión con agentes de Cáritas y con voluntarios. Se habla del momento social en el que estamos. La palabra crisis viene del verbo griego que significa “decidir, juzgar”. Hoy es una palabra de moda, siendo en el mundo económico donde más se están repitiendo. Aunque también en el mundo religioso, cultural y ético. Para el ciudadano de a pie la crisis se ha instalado en su cabeza, corazón y bolsillo. A nivel individual y social. Los expertos afirman que las crisis pueden desembocar en dos realidades: hundimiento y fracaso, o crecimiento y relanzamiento. A todos los niveles. Ciertamente, en tiempos de crisis se buscan recetas para no perder seguridades. No las hay. Las crisis se padecen, se sufren, se arrastran. Es tiempo, eso sí, de volver a lo esencial, a los valores, y recordar al menos cuatro que deben forjar nuestra existencia para seguir caminando: ámate bien ti mismo (conócete, acéptate, dónate); ama a los demás como a ti mismo; ama a Dios más que a ti mismo y más que a los demás (y, en Él, ámate a ti y a los demás como Él nos ama); y, finalmente, ama lo creado para ti mismo y para los demás, según el Plan de Dios. Lo repetimos: en tiempos de crisis, volver a los valores. Juan Pablo II, a nivel planetario, habló de una nueva civilización y cultura del amor y de la vida para tiempos de crisis. Es la clave de la nueva evangelización. ¿Qué estamos haciendo para que sea “evangelización” y para que sea “nueva”?
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9. SIDA Después de una dramática experiencia de fuga del hogar, de droga, de sexo indiscriminado, el SIDA se ha cobrado una nueva víctima, con nombre y apellidos. Murió en un pequeño hospital atendido por voluntarios cristianos. Acabamos de enterrar a un joven de 34 años. Ha muerto de SIDA después de 12 años de lucha contra la droga, y seis de desarrollo de su mortal enfermedad. El sacerdote que oficiaba, repitió dos palabras: “No tengáis miedo… y no me metáis miedo”. Porque horas antes, alguien del pueblo, le advirtió: “Tenga cuidado con lo que dice”. Detrás de esta advertencia se esconden miedos; miedos viscerales. El SIDA está ahí: y sin embargo no estamos sensibilizados ni preparados para afrontarlo. Tal vez ni siquiera a niveles profesionales de sanidad. El joven, al que hemos hecho alusión, en un año ocupó dos instituciones sanitarias diferentes. Y en ambas el proceso fue el mismo: recelo y rechazo inicial; y poco a poco superación de prejuicios y victoria de la profesionalidad. ¿De qué han servido estos largos doce meses de enfermedad terminal? Para sus familiares, recobrar aún más la unidad en torno a un grave problema común. Para el enfermo, y he sido testigo de ello, reunificar su vida desde dimensiones profundas. También de fe y esperanza, muriendo con el convencimiento de que el mal, el dolor y la enfermedad no tienen la última palabra. Fue consciente hasta el final de lo que le estaba sucediendo. Para la sociedad burgalesa, un descubrir que hay un voluntariado generoso, y que lo profesional y lo humanitario, en casos como el presente, deben darse la mano.
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En tierras conocidas yace un cuerpo sin vida. Entre nosotros han quedado muchos retos: la necesidad de una mayor información, prevención y sensibilidad sobre el SIDA; la necesidad de una atención mayor a quienes están sufriendo esta enfermedad; y la necesidad de habilitar, y hasta crear, instituciones específicas para afrontar este drama. Todos estamos llamados a unir fuerzas y a aportar iniciativas. No es tiempo sólo de lamentaciones.
II ALGUNAS ASIGNATURAS PENDIENTES
10. DESPRIVATIZAR LA FE En una pequeña comunidad cristiana de base se debate ampliamente sobre el tema de la privatización de la Fe. Solicitan mi parecer. Curiosamente, a los ojos y plumas de observadores sociales y políticos, el discurso con más eco e impacto de los pronunciados por el Papa Juan Pablo II en su viaje a España fue el pronunciado en Madrid en el que se pedía la desprivatización de la Fe. Es tanto como afirmar que el mayor problema que tenemos en nuestro País, en la relación FeCultura, ya no es el del ateísmo beligerante, o el clericalismo rabioso. El mayor problema es la falta de plausibilidad y relevancia de la Fe, y con ello del cristianismo, a nivel social. Me explico: tanto las denominadas derechas como las izquierdas sociales y políticas proclaman que la Fe, y las manifestaciones religiosas, son algo privado, para la conciencia o para la sacristía. En una sociedad pluralista, aconfesional, democrática y secularizada el discurso y las prácticas religiosas son algo personal y privado. La derecha no acaba de entender qué tiene que ver lo religioso con lo económico y lo
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político, y la izquierda, sin perseguir abiertamente a lo religioso, denuncia la intromisión de la ética religiosa en la vida pública, que por definición y compromiso es plural y pretendidamente neutral. Juan Pablo II vino a recordarnos al menos dos realidades: que la Fe cristiana sin raíces culturales, no es nada, y acaba muriéndose, y que la Fe, cuando lo es de verdad, es totalizante y abarca todas las dimensiones de la persona: lo individual, lo familiar, lo social, lo ético, lo cultural, económico y político. Esto no es teocracia ni levitismo. La Fe sabe como nadie de los valores, dignidad y derechos de la persona humana. Y está comprometida en hacer realidad la civilización del amor y de la vida. Con un trasfondo: cuando Dios muere o desaparece del escenario socio-cultural, el hombre mismo está condenado a morir o desaparecer. Experiencias recientes lo muestran. A esto, y no a otra cosa, se llama Nueva Evangelización.
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11. DIOCESIS Reunión promovida por la Delegación de Apostolado Seglar. Hacen un balance del eco y repercusión que tuvo la última Campaña del Día de la Iglesia Diocesana Cada año se celebra el Día de la Iglesia Diocesana. Con un lema significativo: “Iglesia al servicio de todos”. Es cierto que los creyentes tenemos experiencia de una iglesia vivida en nuestras pequeñas comunidades parroquiales. Allí hemos celebrado nuestros primeros sacramentos, y allí recurrimos para seguir celebrando no sólo nuevos sacramentos, sino acontecimientos relevantes en nuestras vidas, y encuentros y reuniones de formación y vida. Sin embargo tenemos poca sensibilidad hacia lo que significa Iglesia Diocesana, que es tanto como decir, Iglesia Local. Si algo tiene el cristianismo es el no caer en la tentación de “capillismos” o “particularismos”. Me explico: ni la parroquia tiene sentido sin la Iglesia diocesana; ni la Iglesia diocesana lo tiene sin la Iglesia Universal. Laicos, religiosos y presbíteros tenemos que ir creando en este campo una nueva mentalidad: redescubrir lo comunitario, sin olvidar lo diocesano; realizar lo personal, sin olvidar lo institucional; entregarnos a nuestros grupos, sin olvidar los demás. O, en otras palabras, y en forma de decálogo: redescubrir una teología, una pastoral y una espiritualidad de Iglesia Local; vivir la nueva evangelización, en todas sus dimensiones y caras; formarnos como cristianos unificados, que saben vivir lo personal y comunitario, conjuntar esfuerzos laicos, religiosos y sacerdotes, en una pastoral de programación conjunta, cada cual según su vocación o carisma, vivir una parroquia de comunidad de comunidades sin fragmentarizarnos en peque-
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ños grupos o movimientos asilados e incomunicados, no privatizar la fe o reservarla para momentos en nuestra vida, sino que debe animar todo lo que hacemos; formarnos permanentemente en nuestra fe, cubrir y potenciar, a nivel parroquial y diocesano, todos los campos; el religioso, y el de promoción e inserción social; dar no sólo nuestro tiempo y dinero, sino nuestras personas en forma de voluntariado, hacer realidad, finalmente, una pastoral de acogida y solidaridad. Sólo entonces se podrá hablar, y tendrá sentido, el lema: “Por una Iglesia al servicio de todos”.
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12. IGLESIA EN EUROPA Fiesta de Santo Tomás de Aquino. Escucho una interesante conferencia. Anoto algunas reflexiones. En Praga, hace algunos años, se reunieron representantes de todas las Conferencias Episcopales Europeas. No fue, ciertamente, una noticia destacada en el primer plano de la actualidad. Y sin embargo, lo es. Los obispos europeos, en estos momentos, son testigos y observadores privilegiados y necesarios. Su análisis del fenómeno histórico-cultural europeo es diferente y complementario al que se viene haciendo por ejemplo desde instancias económicas o políticas. ¿Y qué han destacado, en resumen, los obispos europeos en su encuentro? Afirmaciones tan fuertes cómo estas: En Europa se encuentra rota nuevamente por el renacimiento de los nacionalismos; se encuentra inestable y frágil por el crecimiento del paro; y es prisionera de una profunda incertidumbre con relación a su futuro. Paradójicamente, esta Europa en crisis, se emborracha de europeísmo, olvidando que existen otras geografías humanas y otros mundos culturales. Los obispos nos han recordado que en Europa aparentemente es posible la libertad pero falta la capacidad y los medios estructurales para ser libres. Y concluyen, con una afirmación de rabiosa urgencia: “No puede haber futuro sin libertad y solidaridad, porque donde el pan y el trabajo no se comparten la libertad está amenazada”. Los obispos no son ingenuos. No sólo se han mirado hacia fuera, sino también hacia dentro. Y han subrayado que Europa no debe pura y simplemente apelar hoy a su herencia cristiana anterior: le es necesario reencontrar la capa-
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cidad de decidir de nuevo su futuro desde los valores evangélicos, el respeto de la dignidad de la persona, y sobre las bases sociales de la libertad y de la solidaridad. En definitiva, se apela a la creatividad, la imaginación. También en este tiempo de crisis, sin ir más lejos.
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13. CATÓLICOS “LIGHT” Imparto un retiro a casi trescientos militantes de Acción Católica General de Adultos. Hablo de la coherencia entre Fe y vida. La postmodernidad ha puesto de moda la palabra “Light”. Viene a ser sinónimo de ligero, descafeinado, débil, pasajero, fragmentario. También al parecer ha llegado el turno a lo católico, a juzgar por los datos que se entresacan de la última macro encuesta realizada por la Fundación Santa María. Subrayamos algunos: Aunque la mayoría de los españoles cree que “el sentido de la vida es tratar de obtener de ella lo mejor”, sólo el 36% afirma que “la vida tiene sentido desde Dios”. Paradójicamente, el 86% de la población se declara católica. En el ranking de religiosidad, ocupan el primer puesto los gallegos y los asturianos, mientras que los registros más bajos se encuentran en Cataluña, Navarra, y sobre todo, el País Vasco. La mayoría de los españoles cree en Dios, pero, en la última década, se ha producido un desmoronamiento progresivo de la creencia en los dogmas y en la doctrina de la Iglesia. Por ejemplo, más de la mitad de los españoles no creen en el más allá, ni en la resurrección. Los españoles son poco dados a las prácticas frecuentes volcándose, eso sí, en acontecimientos sociales: nacimiento-bautismo, comunión, matrimonio y funerales. Basten estos datos para poder afirmar que los españoles estamos acercándonos a una “religión light”, a la carta, en la que cada creyente utiliza y usa lo que le gusta, y prescinde de aquello que se le antoja de menor deseo. No es extraño que los obispos españoles vengan repitiendo que el mayor drama de nuestros cristianos de hoy es la ruptura o divorcio
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entre lo que se cree y lo que se vive. Y en verdad, cuando la Fe no es “totalizante”, e impregna todas las esferas y niveles, personales y sociales, o muy pronto deja de ser Fe, o se está viviendo un nuevo cristianismo: el de cada uno. No está de más hacernos un chequeo y diagnosticar “la salud” de nuestro ser cristianos. Algunos autores se atreven a diagnosticar que, hace algunos años, los españoles eran creyentes pero poco católicos; mientras que hoy, en apariencia son católicos, pero poco creyentes. La religión se ha convertido en ritos socio-culturales.
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14. EUCARISTÍA Y JUSTICIA Reunión de Delegados, Arciprestes y Vicarios de diversas diócesis. El tema: la relación estrecha que existe entre Eucaristía y Justicia. Una conclusión relevante: hay un aceptable índice de asistencia a la Misa, pero al parecer este hecho no tiene eco ni incidencia en la vida de cada día. Es lo que los obispos españoles vienen repitiendo cuando hablan de “divorcio entre lo que se cree o lo que se vive”, o, con otras palabras más técnicas, “la privatización de la Fe”: como si la fe, el cristianismo, sirviera sólo para mi conciencia, para la sacristía. Hace no muchos días, en un encuentro con quienes se preparaban para ser catequistas de niños y jóvenes, se cuestionaba lo siguiente: “¿por qué es necesario conocernos a nosotros mismos? Dios ya me conoce y sabe lo que tiene que hacer…El mundo no se puede cambiar. Sólo Dios lo cambia”. Me dieron pena estas afirmaciones por delatar dos cosas: primero, nuestros jóvenes catequistas participan del contagio ambiental en cuanto a desilusión social e impotencia se refiere; y, en segundo lugar, hay un fideísmo o espiritualismo en ellos que es muy peligroso. En el sentido de una imagen de Dios “mágica o de tapaagujeros”. Lo que en el fondo implica falta de compromiso o de implicación personal. Pero volvamos al principio: Si es cierto que la Eucaristía hace a la Iglesia, y la Iglesia a la Eucaristía, no es menos cierto que Eucaristía y Justicia, Eucaristía y Reino de Dios, van unidos. Es la única manera de evitar posturas “escapistas o falsamente espiritualistas”. Si no nos percatamos de esto, algo grave está pasando en nuestras comunidades.
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15. SER CURA HOY Se ha presentado a los Medios de Comunicación la nueva campaña del Día del Seminario. El Día del Seminario, además de colocar en primer plano a los seminaristas, y a los jóvenes en búsqueda vocacional, es también un momento de STOP para quienes ya son sacerdotes. Aunque parezca mentira no hay “modelos fijos” a la hora de “ser cura y hacer de cura”. Y menos hoy en este tipo de sociedad denominada “plural y abierta”. Sin embargo sí hay como unos pilares, unos mojones, que siguen orientando, como en otros tiempos, la identidad del sacerdote secular. En primer lugar todo lo que hace referencia a “la ordenación”: una estrecha relación con el Obispo, efectiva y afectiva; un saber vivir y trabajar en equipo de sacerdotes. Conscientes de estar “pisando” una tierra concreta, una diócesis, con su pobreza y su riqueza, y compartiendo la Fe y la fatiga de cada día con unos hermanos cristianos, laicos y religiosos. El cura hace a la comunidad; y la comunidad hace al cura. En segundo lugar, encarnados, metidos de lleno, en el ambiente socio-cultural en el que nos ha tocado vivir. Sin huidas o deserciones, sin posturas superficiales de no tomarlo en serio, y sin complejos de superioridad o paternalismo. Sabiendo ver “semillas de la verdad” estén donde estén. Humor, amor, paciencia, tolerancia, diálogo son claves para caminar y discernir en una sociedad pluralista, aconfesional, democrática y secularizada. Y en tercer lugar, no renunciar a ser uno mismo, a crecer como persona, a madurar física, intelectual y afectivamente. No puede haber cristiano sin persona humana, y no puede haber sacerdote sin cristiano. Y
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no puede haber cristiano sin vivencia eclesial. Pero siempre subrayando que el amor comienza por uno mismo. Seguimos caminando con esperanza sintiéndonos siervos del Señor Jesús, hermano entre los hermanos y ministros que no deben “acostumbrarse” a la rutina en la administración de lo más sagrado.
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16. “NO ESTAMOS CONTRA LA DEMOCRACIA” Diversos medios de comunicación social cuestionan que la Iglesia Institucional, más en concreto los obispos, tengan un talante democrático. Que un obispo, a estas alturas, tenga que recordarnos cosas como éstas, es muy grave: “Los obispos españoles no estamos contra la democracia, queremos que la democracia arraigue y progrese en España y en el mundo. Pero, como cristianos, sabemos que el ordenamiento democrático de la sociedad, precisamente porque es un ordenamiento de la vida en libertad, requiere un comportamiento moral de los españoles. En democracia, los abusos y comportamientos inmorales se convierten en atropello de los derechos humanos. A algunos les sienta mal que digamos que las personas debemos vivir y actuar siempre en conciencia, de acuerdo con unas leyes morales objetivas”. Se acusa a la Iglesia de no saber situarse en una sociedad pluralista, aconfesional, democrática y secularizada. ¿No tendrá la Iglesia que recordar, a quienes vierten este tipo de acusaciones, que tampoco ellos saben enmarcar una sana relación sociedad-religión? Secularidad no es lo mismo que secularismo; ni laicidad que laicismo; aconfesionalidad no equivale a privatización de la Fe, y por supuesto la religión –al menos la cristiana– no se identifica con ideología. La relación Iglesia-Sociedad civil no se agota en la relación IglesiaComunidad política. La sociedad, como la religión, son algo mucho más primario, básico y hasta “necesario” que un partido político, cualquiera que sea. Es tiempo de aprender a dialogar: escuchando, sí, pero desde la identidad de cada uno. Lo demás es demagogia, o lo que es peor, formas encubiertas o abiertas de dominio.
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17. A VUELTAS CON LA INCREENCIA Diversos movimientos debaten en un foro abierto sobre el tema de la Increencia. Los obispos españoles, autores de la pastoral “Creer en tiempos de Increencia” se refieren en la segunda parte del documento a las formas actuales de increencia. Afirmando que más que de formas de incredulidad deberíamos hablar de no creyentes. La gama va desde cristianos practicantes con enormes lagunas en su fe, hasta los abiertamente Incrédulos, pasando por una serie de personas que viven el cristianismo a su manera. Tipificando algunas de las principales formas de Increencia hoy en España, podemos hablar en primer lugar de la indiferencia. Se trata de los que ni siquiera se interrogan sobre el sentido último de la vida. No sienten necesidad de tomar postura ante la fe. Viven al día sin mayores planteamientos. Una segunda tipificación pudiéramos catalogarla como de “indeferentismo”. No son personas que no crean, pero en la práctica viven sin que Dios cuente en sus vidas. Para ellos una cosa es la vida y otra los asuntos de Dios. En tercer lugar se encontrarían los agnósticos. Para éstos Dios tanto puede significar algo como no. Más aún: sobre la cuestión Dios –afirman– no podemos pronunciarnos porque no sabemos nada de El. Les basta vivir en el marco de la finitud. Vivir como si Dios no existiera. En otro grupo, numeroso, estarían aquellos que tienen una concepción del cristianismo a su manera. Ellos interpretan las leyes morales según su conciencia, y tienen imágenes y vivencias de Dios subjetivas, sin que en muchos casos concuerden con el verdadero Dios Cristiano.
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Ciertamente, afirman los obispos, no todo es negativo. En el campo de la fe existen muchos cristianos sinceros y fieles creyentes que, en las actuales circunstancias, han purificado y fortalecido su fe y gozan de la verdadera alegría de creer.
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18. TERCER MUNDO Manos Unidas me invita a participar en una mesa redonda con motivo de la nueva campaña anual. Confieso que me produjo un enorme interés encontrarme con los escritos de Antoni Ferret. Es un miembro del Grupo de Tercer Mundo de una de las parroquias de Barcelona. Con una claridad y lucidez envidiables enumeró las cuatro causas principales por las que los países del Tercer Mundo son cada día más y más pobres. La primera, el atraso tecnológico. Son países en vías de una primera revolución industrial, o de una necesaria reconversión. Los países del Primer Mundo somos culpables de este retraso en gran medida. La segunda, la explosión demográfica. Mientras África, por ejemplo, aumenta su producción de alimentos en un 2% anual, su población, en ese mismo período de tiempo, es del 3%. Ciertamente la solución no está en el control de la natalidad, ni tampoco en la inmigración. La tercera causa, que explica en cierta manera las dos anteriores, es la explotación comercial salvaje o el “cambio desigual”: al exportar materias primas e importar productos industriales, por causa de leyes comerciales totalmente inhumanas e injustas, los precios de lo que el Tercer Mundo exporta son cada vez más bajos, mientras los artículos importados son cada vez más altos. Y la cuarta causa, resultado inevitable de las anteriores, es la sangrante deuda externa o explotación financiera. En un mercado neoliberal nada se regala, mucho menos el dinero. El dinero está llamado a producir más dinero.
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A estas reflexiones de A. Ferret añado una propia: para mantener el Tercer Mundo se necesita represión política y social. Para ello un buen equipamiento de armas. Y no precisamente de fabricación propia. Y de nuevo la espiral de la injusticia y de la violencia se dispara. ¿Cuándo y como será posible el nuevo orden mundial basado en la justicia, la solidaridad y la ecología moral de la que hablaban incansablemente los Papas Pablo VI y Juan Pablo II?
III PISTAS PARA SEGUIR CAMINANDO
19. CONTEMPLACIÓN Valdediós, como a cualquier visitante o peregrino, me abre sus puertas. Hablo de un Monasterio Cisterciense. Mi primera impresión es la misma de cualquier comunidad contemplativa: los monjes son amigos de los hombres; no representan rivalidad ni competitividad. Son conciencia crítico-nutricia, espejo para volver a lo esencial. Hace unos cuantos cientos de años lo expresó bellamente Guillermo de Saint Thierry: “El trabajo del hombre consiste en liberar su corazón y voluntad de deseos extraños; su razón de ansiedades, y su memoria de cuidados inútiles”. Y por si esta fuera poca sabiduría, Gilberto de Hoyland, otro contemplativo, se atrevió a sentenciar: “Las preocupaciones embarazan el corazón; el reposo lo dilata”. Reposo que no es sinónimo de inactividad o dejación, sino “descentrarnos de lo ficticio para anclarnos en lo auténtico”. La contemplación no se gana por los puños; es un regalo, un don, y por eso mismo una vocación, una respuesta. Comienza cuando, al
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menos, somos capaces de gustar muy profundamente esta cadena de sabiduría: hablamos menos de lo que somos capaces de pensar; pensamos menos de lo que amamos; amamos menos de lo que vivimos; vivimos menos de lo que somos; somos menos que el Señor, quien nos ha hecho a su Imagen y Semejanza. Y es que nuestro corazón no descansará hasta encontrar su plenitud. A esto llamamos, con razón, realización. Los monjes contemplativos, hoy como ayer, son una katarsis (purificación y cura) humanitaria. De ellos es el presente y el futuro.
PISTAS PARA SEGUIR CAMINANDO
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20. DIVORCIO FE-VIDA Un grupo de gentes ya entrados en años y que se consideran cristianos críticos, me invitan a participar en una de sus tertulias. Aquella tarde un grupo de cristianos comprometidos llegaban a la siguiente conclusión: la mayoría de los creyentes somos propensos a la neurosis, es decir, al divorcio entre Fe y Vida, fe e Iglesia. Es como si funcionáramos a manera de departamentos estancos: en un lado colocamos lo profesional, en otro la familia, en otro nuestra vivencia de comunidad eclesial y finalmente, en otro nuestras prácticas y creencias. Aquel grupo de cristianos decidió echar mano de un documento de nuestros obispos: “Testigos del Dios Vivo”. Alguien se atrevió a leer el número 23, que recuerda a su vez lo que dijo el Vaticano II: “La esperanza y la fe cristianas no favorecen un falso espiritualismo ni llevan a desentendernos de los problemas reales de la vida temporal. La verdad es que el cristiano, liberado para Dios y para su prójimo, está en condiciones de ser dueño y no esclavo de las cosas de este mundo, adquiriendo así una libertad nueva para el amor y la fraternidad. Quien espera de verdad la otra vida, valora las cosas de este mundo a la luz de la vida que espera y trata de irlas conformando constantemente con la vida reconciliada y fraterna que espera más allá de cualquier proyecto histórico”. Aquellas palabras y otras en la misma línea, sirvieron para que aquel grupo renovara su compromiso de coherencia: No hay cristiano sin persona humana; como no hay cristiano sin Iglesia. No más divorcios entre Fe y Vida, ni entre Fe e Iglesia. Creer esperando y transformando. Creer viviendo en comunión.
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21. ORAR Se me ofrece la oportunidad de convivir con una de las numerosas comunidades contemplativas que pueblan nuestra Iglesia. Me solicitan unas palabras sobre la oración. Mucha gente me lo pregunta: qué es orar. Orar es hablar con Dios, y de esa conversación, de ese trato que debe ser constante, nacerá la intimidad, la unión, el conocimiento estrecho del Señor. El trato con El nos ayudará tanto y revestirá tal importancia en nuestra vida que llegará un momento en el que no sabremos vivir sin orar. Orar no es difícil: se trata de contar lo que nos ocurre, comunicar nuestros sentimientos, descargar nuestras preocupaciones en El. En la oración cada uno de nosotros nos unificamos: mente, corazón, y acción caminando al unísono, mirando un único horizonte: Dios. Por eso una auténtica oración no separa Vida y plegaria. Una vida sin oración ignora la dimensión esencial, el sentido profundo de por qué vive. No podemos vivir desde, en y para la cárcel de lo cotidiano. Envueltos en lo inmediato, sin perspectiva de futuro. Por la oración, la eternidad se abre camino en lo efímero, el futuro comienza a ser presente, y todo recobra una nueva dimensión y luz, un nuevo color. No orar significa dejar a Dios fuera de nuestras vidas; es mutilarnos en nuestro ser personas y renunciar a crecer en la dimensión espiritual. El hombre no es un compuesto dual de parte física y psico-intelectualafectiva. El hombre es una trialidad inseparable: cuerpo, inteligencia-afecto y pneuma-espíritu. Por la oración, Dios y el hombre, día a día, paso a paso, dejan de ser extraños y desconocidos el uno para el otro. Finalizo con una doble observación: primero, y después de lo afirmado, orar es
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dejar a Dios ser Dios (en mi vida y en el mundo que me rodea); y, segundo, la verdadera oración es experimentar que “no soy yo quien ora o vive” sino que “es Dios quien ora en mí y en mi vida”.
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22. EUCARISTÍA Miembros de la Adoración Nocturna me invitan celebrar con ellos una Vigilia. La Eucaristía es el centro y sentido de todo. Jesucristo no nos regaló una tabla de la Ley, como Moisés. Ni fundó una filosofía, como Buda. Ni nos regaló libros como Sócrates. Jesucristo nos dejó su propia presencia personal para siempre. En la Eucaristía celebramos el hecho real de la presencia de Jesucristo entre nosotros. No un Jesucristo en su situación mortal o en el recuerdo. Sí un Jesucristo vivo en una presencia personal y espiritual al mismo tiempo. La Eucaristía es como una segunda venida corpórea y cotidiana del Cristo glorificado. Al mismo tiempo se puede decir que la Eucaristía es como el futuro definitivo adelantado. Mediante el pan y el vino, frutos de la tierra, transformados en el cuerpo y sangre de Cristo, se simboliza el cosmos en todo su sentido final: los cielos y la tierra nuevos de los que nos habla la Escritura. A su vez, la comunidad que celebra la Eucaristía es símbolo y presencia de la nueva y definitiva humanidad. Cristo ha llegado al Término para siempre. En Él la creación y la humanidad saben cuál es su esperanza, su horizonte, su destino definitivo. Mientras esto nos llega a cada uno de nosotros, la Eucaristía sigue alimentando nuestro caminar; sigue creando utopías de futuro; sigue rompiendo moldes y proyectos horizontales. La Eucaristía sigue siendo fermento, potencia, anticipo profético. Si sólo en Cristo el hombre encuentra su sentido último, sólo a través de la Eucaristía el hombre, cada uno de nosotros, podemos ir transformándonos, dejando de ser nosotros mismos, hasta llegar a exclamar un día con San Pablo y otros grandes cristianos: “Ya no soy yo quien vive; es Cristo quien vive en mí” (Gal 2).
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23. RECONVERSIÓN SOCIAL Cae en mis manos una prestigiosa revista europea. Leo un tema de actualidad que afecta al futuro comunitario: la reconversión en todos los campos. Los periódicos y revistas más prestigiosos de nuestra Europa Comunitaria no lo han silenciado: en España se está operando una importantísima revolución tecnológica. Es fruto de la reconversión e informática. Dicha reconversión tiene su precio: la crisis social, con la constatación de un paro estructural. Y en lo más hondo de la crisis social habita la deshumanización, es decir, la reducción del hombre a un dato estadístico o a un punto de significación relativa. No cuenta la persona concreta, la biografía de cada uno: cuenta el resultado colectivo, la eficacia, el crecimiento económico. En el fondo, nos seguimos explotando unos a otros, mediatizados por el dios dinero, sea cual sea el nombre bajo el que se oculta. Tal vez lo más grave es la aparente normalización y consecuente insolidaridad de esta grave situación, paliado en parte por una cierta cobertura de seguridad social. La voz profética del Papa Juan Pablo II en sus encíclicas sobre las Cuestiones Sociales ha suscitado al mismo tiempo admiración y recelos. Se le tachó de utopía, idealismo, buenas intenciones, lo que en el fondo se denuncia como desenmascaramiento de intereses concretos, de sistemas económicos inhumanos o de bloques de poder irreconciliables. Se ha dicho que el hombre de nuestros días vive desencantado, desenamorado de este mundo en el que vive; que ya no encuentra su hogar en él. Hacen falta más voces como las del Para y nuestros obispos, llenas de lucidez y de esperanza, para seguir caminando.
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24. PROBLEMAS Y MISTERIOS Me regalo una jornada de retiro y oración en un paraje de soledad. No hay quien detenga la vida. Se va. Se nos va. Nos vamos. Tal vez esta sensación de caducidad explique el por qué a medida que pasan los años nos aferremos a cualquier cosa, y tratemos de buscar seguridades. Lo triste de la situación es que la vida, por ser vida, es cambio. Rompe los moldes prefijados. Se empeña en quitarnos seguridades, en dejarnos desnudos de nuestros apegos, quereres, proyectos y personas. Por algo un filósofo de nuestro tiempo se ha atrevido a decir que en la vida hay problemas y misterios. Para los problemas hay peritos y hay respuestas concretas; más o menos complicadas y difíciles. Para los misterios –quién soy yo, quién eres tú, qué es vivir, para qué vivir, por qué el dolor, la misma muerte– para estos misterios no hay recetas mágicas, ni soluciones fáciles, ni peritos a sueldo. Existen las creencias; existe la Fe. La fe es un revulsivo contra las falsas seguridades; la fe es una aventura siempre nueva; la fe es éxodo; es camino siempre nuevo; la fe es la lógica del realismo: si la vida es mayor que nosotros, si la vida en cierta manera nos vive, lo fundamental es encontrar el sentido último que encierra esa misma corriente vital. Ese sentido tiene un nombre: Dios. Un Dios Padre. Un Dios Cercano. Un Dios Creador. Un Dios que sabe del barro del que estamos hechos; que nos mantiene en sus manos; que ha sido nuestro Principio y será nuestro Futuro definitivo. Un Dios que da la VIDA para siempre.
IV CLAVES EN LA RELACIÓN FE-CULTURA
25. DIÁLOGO FE-CULTURA Intervengo en un foro universitario sobre la relación entre Fe y cultura. Trascribo el guión desarrollado. Dos afirmaciones parecen encasillar la problemática hodierna en el diálogo Fe-Cultura: de una parte, “el foso o distanciamiento entre Cultura y Fe en nuestro siglo tiende a hacerse cada vez más profundo” (Pablo VI); de otra parte, “nunca como en este siglo la Fe y la teología se han visto espoleadas por cuestiones extrateológicas” (G. Angelini). Y en medio, o atravesando estas dos afirmaciones, unas palabras del Papa Juan Pablo II: “la cultura es el nuevo espacio de la Iglesia. Una Fe sin raíces culturales no es verdadera Fe”. A esto únase el hecho de encontrarnos inmersos en la denominada “nueva evangelización”, con sus dos vertientes o caras de una misma moneda: inculturar el evangelio, y evangelizar la cultura. Con estos datos, y a partir de ellos, es cuando comienzan los interrogantes: ¿Puede existir un modelo gnoseológico o teórico en la relación Fe-Cultura? ¿Debemos resignarnos a la praxis puntual, concreta,
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contextual, de dicho diálogo? ¿Existe alternativa a la aparente e inevitable fragmentariedad cultural? Deshojando el amplio abanico de respuestas a dichos interrogantes, y sin que ello suponga primar en este terreno por encima de otras algunas opiniones, nos hacemos eco de las posturas recientes en el ámbito hispano: Para Mons. Fernando Sebastián en el diálogo Fe-Cultura se debe evitar la privatización, la oposición y la absorción. Por el contrario, se debe primar la formación de la conciencia individual (en cuanto que el diálogo Fe-Cultura está ya entablado no sólo en las estructuras sino en la conciencia creyente); de esta manera se debe potenciar el diálogo privado y público-social en este campo, y desde luego, se debe revisar el problema de fondo: el diálogo con la modernidad, como verdadera asignatura pendiente. Para otros autores, se dan tres posturas a evitarse: el exclusivismo mutuo, el inclusivismo y el relativismo total o pluralismo fragmentario. Se propone un diálogo “situado o contextualizado”, sin privilegios, entre Fe-Cultura. Y ello porque no existe revelación o cristianismo en abstracto, y desde luego, no existe revelación “aislada” sino inculturada. En la relación Fe-Cultura, desde la modernidad, están en juego dos retos: la “centralidad” del hecho cristiano (en Cristo se ha dado la revelación definitiva), y la “universalidad” de este mismo hecho cristiano (válido para todos los tiempos y culturas). Nuestra postura, sin ser original, quiere recordar algunos puntos o paradigmas irrenunciables: a’) Partimos de la base de que nuestra época se puede definir como “la del resurgir de las culturas”. Con la decadencia de las ideologías y utopías, es el ser humano mismo quien busca identificarse de nuevo, como sujeto y actor. A este fenómeno se puede denominar “concienciación cultural”.
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b’) La cultura puede ser definida como “el nuevo espacio para la Iglesia”, y en este sentido “su mediación privilegiada” en la nueva evangelización. c’) Los retos son múltiples: inculturación-evangelización; tensión entre unidad y pluralismo en diálogo; entre relevancia y fragmentación; contribución a la liberación integral de la persona y de la sociedad, etc. d’) Este diálogo presenta, por ello, diferentes niveles y flancos (diacronía-sincronía) para los que sigue siendo válido tanto el principio de “Integralidad (signo y fuerza de la verdad, y el de “Encarnación” (sin separación ni división; sin confusión ni cambio). e’) En la línea más clásica cristiana habrá que discernir las “semillas de verdad” en el diálogo, buscar formas nuevas e inéditas, y potenciar un sano y auténtico pluralismo. En cualquier caso, y con ello concluyo, no conviene olvidar que el diálogo Fe-Cultura no es un problema “artificial o ficticio”: una Fe sin raíz cultural se fosiliza y pierde su sentido (se convierte en ghetto); y una cultura sin apertura a la trascendencia se convierte en totalitarismo, fuere del signo que fuere, o se fragmentariza.
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26. LA “NEW AGE”: ¿LLEGA EL FIN DEL CRISTIANISMO? Una revista pastoral me pide un esquema sobre el tema de la New Age y su repercusión en el cristianismo. Trascribo las líneas de fuerza que desarrollaré. Después de la Guerra del Golfo y de la caída del socialismo real, el cristianismo, a escala planetaria, se enfrenta “desde fuera” y “desde dentro” de él mismo con nuevos retos. Desde fuera: con el fundamentalismo islámico, que proclama la vuelta a las raíces árabes más genuinas olvidando todo influjo occidental; el neoconservadurismo norteamericano, que proclama a América como el nuevo imperio y la nueva religión, fundiendo nacionalismo-puritanismoreligión, y que pretende implantar de nuevo el orden y la ley, influyendo de manera decisiva en la familia y en la escuela: el neopaganismo o ateísmo práctico; junto a esto, los restos de la “cultura postmoderna”, que desconfía de los grandes relatos, y que proclama el fin de la historia y el futuro como algo que ya ha llegado: basta vivir el aquí y ahora. Y que desemboca en la ultramodernidad o vitalismo neopagano. Finalmente, el laicismo beligerante, instalado en la dictadura del relativismo. Desde dentro del cristianismo señalamos como retos: la privatización de la Fe, proclamada por derechas e izquierdas políticas cuando afirman que las creencias son algo “para la conciencia individual y probada” y que, en una sociedad plural, aconfesional y democrática, no tiene proyección pública, y, al perder presencia la utopía cristiana como conciencia crítico-nutricia, implica al mismo tiempo seguir manteniendo “estructuras socio-económicas” de pecado que agrandan el abismo entre pobres y ricos; las sectas, nacidas al calor de las confesiones e iglesias cristianas, defienden una vivencia religiosa más personalizada, más
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comunitaria, más coherente, y por ello menos rígida, dogmática, y fría que la vivida en las grandes iglesias y confesiones tradicionales. Pero sin duda uno de los retos mayores, desde dentro del cristianismo, en esta hora presente es la “New Age” (la era de Acuario). Me atrevo a definir este fenómeno como verdadera “bomba de relojería” (gnosis, dirán los expertos). Porque no se trata de “rechazar o enfrentarse” al cristianismo, sino de “superarlo” desde dentro de él mismo. Nos viene a decir que el cristianismo es una religión inferior, un paso necesario hacia otra nueva religiosidad: la que se hará realidad hacia el año 2160 cuando los astros cambien de signo (de Piscis a Acuario). Será una época paradisíaca, de abundancia, concordia, comunión universal, y en la que Cristo se reencarnará en otra de sus formas (antes lo hizo en Buda, Jesús de Nazaret, Mahoma). La música minimalista y katártica, la ciencia holonímica o de fusión y la psicología de autorrealización personal, son los pilares y ramas de esta nueva espiritualidad. Ante la New Age, el dogma cristiano ya no tiene sentido: ni el Dios personal (la nueva deidad es difusa e inmanente), ni Jesucristo (no hay un único salvador, cada cual debe descubrir en sí mismo el maestro interior que lleva dentro), ni el valor de la persona (nos reencarnaremos varias veces), ni la mística trinitaria (la nueva mística es la fusión con el universo, con la diosa “Gaia” como se llama a la tierra). Es todo un reto para que el que hay que estar despiertos. La advertencia viene de personalidades tan relevantes como los cardenales Ratzinger, Danneels o Poupard, buenos conocedores de nuestro tiempo. Advertencia que hacemos nuestra. La revista Civiltá Cattolica pedía, con lucidez, dos actitudes: escucha y discernimiento. Todo, menos la indiferencia o el no darnos por enterados.
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27. ¿JÓVENES VERSUS RELIGIÓN? En un centro de enseñanza media me piden que aborde el tema de los jóvenes y su actitud ante lo religioso. Asumo el reto: “¿Por qué no hablas algo sobre los jóvenes actuales y la religión?”. Comienzo con una afirmación: el joven de hoy no es arreligoso, pero tampoco cristiano. Me explico: aunque bautizado, y en la mayoría de los casos educado en una familia y centros educativos cristianos, y hasta iniciado en los sacramentos, sin embargo está lejos de haber personalizado e interiorizado el credo y ética cristianos. Su religiosidad puede definirse como “porosa” o “flotante”; desconectada de las viejas tradiciones a las que siente muy cutres, burocratizadas, distantes y sin conexión con sus intereses. Siendo vivencialmente hedonista, narciso y pragmático, para él el paraíso no está en el más allá (espiritualismo), ni en el más acá (modernidad), sino en “él mismo”. Lo religioso sólo le interesa en cuanto le “dice algo” al nivel íntimo-personal y de emociones. Su liturgia y ritos, cuando los hay, son las meditaciones transcendentales, las técnicas de relajación y unificación interior, y hasta las prácticas esotéricas y espiritistas. La religión para él es asunto “privado”, nunca público. Más inclinado a las sectas y nuevos movimientos pseudoreligiosos, busca refugio en pequeños grupos “cálidos”. Su religiosidad “light”, a la carta, se nutre de publicaciones marginales. Con todo, no es agresivo hacia la institución religiosa; simplemente, prescinde. Y desde luego no está dispuesto a hipotecar su libertad con compromisos definitivos. Es “revisionista”, suplantando símbolos con la misma facilidad que se adhiere a ellos.
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Sólo presta atención a discursos no arrogantes, experienciales, abiertos, y plurales. Figuras como Jesucristo, Madre Teresa y otros le causan admiración pero los ve lejanos: sólo un punto de referencia nostálgico. El joven de hoy vive el momento presente. Historias cortas y sin huella. Concluyo: para el joven de hoy no sirve el dilema “religión sí o religión no”, sino “qué forma de religiosidad le enrolla y alucina más”. Toda una provocación y un reto.
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28. TEOLOGÍA Y UNIVERSIDAD Se invita al Rector de la Universidad Civil a disertar sobre la relación entre Universidad y Teología. Recientes aún los ecos del Acto Académico mantenido en la Facultad de Teología, con motivo de sus XXV Años, quiero destacar dos posturas: La del Rector de la Universidad Civil, y la del Decano de la Facultad de Teología. El primero abogó por el diálogo Universidad-sociedad, y afirmó que, ante el pluralismo ilimitado y la fragmentariedad y marginalidad de la cultura de los valores, la Universidad debe ser brújula de progreso ético, cultural e intelectual. La Universidad debe transmitir no sólo conocimientos, sino valores humanos. Por su parte, el Decano de la Facultad de Teología abogó por la interdisciplinariedad e interregionalidad de la Teología. El diálogo entre teología y ciencias no sólo es un deseo sino una necesidad: La teología, en su vertiente profundamente humanista y humanizadora, sigue siendo memoria creativa y nutricia de valores. Y ese diálogo teología-ciencias, en nuestro caso, necesariamente pasa por estar “situado” en un contexto socio-cultural y geográfico: Castilla y León, sin ir más lejos. Cien años de marginación, en España, de la teología respecto del Campus Universitario no ha favorecido a nadie. La teología puede fosilizarse y convertirse en “ghetto”, perdiendo su razón de ser. La cultura puede volverse “totalitarista o bien radicalmente fragmentaria”. Como el viejo dogma cristológico, “sin división ni separación, sin confusión ni cambio”, ciencias y teología deben volver a encontrarse. A dos niveles: académico e institucional. La pseudoteología, de las nuevas sectas, y la ciencia meramente tecnicista y tecnocratizada no deben tener la última palabra.
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29. HACER TEOLOGÍA HOY Es noticia el Aula Universitaria “Pensamiento y Sociedad”. Esto nos da pie a comentar el sentido que puede tener hoy la teología. En su etimología significa discurso sobre Dios. Y, dentro del cristianismo, podemos hablar de tres grandes etapas: teología desde Dios (ss. I-XII); teología para el hombre (ss. XIII-XIX); antropología para Dios (s. XX). A la pregunta “¿para qué sirve la teología hoy?”. Con realismo respondemos que para mucho, o para poco, según se mire. Para comenzar, la teología es un hacer de “tercera mano”: lo primero es la revelación o automanifestación de Dios en la Historia, que llega a su culmen en Jesucristo; lo segundo es el encuentro entre revelación y hombre concreto, que denominamos Fe; y, en tercer lugar, la teología, que es la profundización de esa Fe que se alimenta de la Revelación. A pesar de este tercer nivel, la teología sigue siendo tarea grande y necesaria, tanto para el hombre de hoy, como para la Iglesia. Para el hombre de hoy, porque le indica dónde está su norte y sentido para autocomprenderse a sí mismo, y realizarse en plenitud. Y para la Iglesia porque realza un doble movimiento: de inserción o inculturación de la Fe en nuestro mundo de hoy, y de evangelización de esa misma cultura. Una Fe, como una Iglesia, sin raíces culturales no es nada. Una fe sin ser levadura en la cultura, o se convierte en algo muerto y fosilizado, o es un ghetto que no sirve a nadie. Y una cultura sin la semilla y germen de la evangelización, o se convierte en totalitarista y cerrada, o se fragmentariza y relativiza en mil y un pequeño relato. Por todo lo afirmado, bienvenida sea esta Aula Universitaria, porque la teología, en diálogo con la sociedad e interdisciplinarmente, sigue teniendo algo que decirnos.
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30. ¿CREACIONISMO O EVOLUCIONISMO? Sorprende la vehemencia, la agresividad, y hasta las descalificaciones “a priori” por parte de colaboraciones, unas veces firmadas y otras anónimas, con relación al tema de la evolución y del transformismo darwiniano. Sin ir más lejos la aparecida el día 31 de Diciembre, donde se me vuelve a tachar de “creacionista” y partidario del llamado “diseño inteligente”, y por lo mismo en la línea del fundamentalismo ideológico y político del conservadurismo norteamericano y de su presidente G. Bush.. No soy persona a quien guste la polémica ni el oportunismo. Pero, por el bien de mi tierra burgalesa y en aras de una información objetiva para los asturianos, a quienes respeto y amo, me veo obligado a puntualizar algunos datos. No es objetivo ni honesto afirmar que mis declaraciones y escritos en relación a los descubrimientos de Atapuerca, y al tema de la evolución en general, puedan ser tachados despectivamente de “creacionistas”, y que vayan en contra de las teorías de la evolución. Desde mis tiempos de profesor universitario, acostumbrado a medir las afirmaciones y a informarme lo más exhaustiva y pluralmente posible sobre los asuntos que trato, creo no pecar de ligereza, tanto de palabra como por escrito. Es mi obligación y oficio; no un mérito. No me considero creacionista sino “evolucionista moderado”, en la línea de Teilhard de Chardin, de M. Fonseca, de X. Zubiri, de P. Laín Entralgo, o de nuestro paisano J. L. Ruiz de La Peña (por citar sólo algunas autoridades reconocidas). Trato de hacer compatible la “teoría evolucionista” del hombre y de toda la realidad, con un Dios Creador y sustentador y con una creación en estado de evolución. Soy partidario de la antropía –de la aparición de la vida y del hombre cargados de sentido–y no de la
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entropía y del azar, como si todo apareciese por casualidad. Y esto no por ideologización o dogmatismo. En mi ayuda vienen los recientes descubrimientos cosmológicos y biogenéticos, así como las más recientes filosofías de la naturaleza y la propia física cuántica. Así lo vengo poniendo de manifiesto en mis comparecencias públicas y así está escrito en mis libros. Hoy más que nunca la ciencia está abierta al misterio, es decir a las preguntas últimas que la sobrepasan. Lo que no equivale, evidentemente, a descubrir sin más al Dios Creador de la Biblia y del cristianismo. Sencillamente, la ciencia (macro y microcósmica), la filosofía y la física cuántica abren la puerta a preguntas como las siguientes: “¿Por qué existe algo y no existe la nada? Y ¿por qué, lo que existe, existe de la forma como existe?”. En otras palabras: aunque hayamos descubierto el guión de una película (la historia del mundo en evolución desde hace unos 14.000 millones de años) tenemos que preguntarnos quién ha escrito dicho guión y por qué se ha escrito de esa misma forma. Muy recientemente S. Hawking, nada sospechoso de fundamentalismo, afirmó en Oviedo que la ciencia siempre es “lo penúltimo” y está sometida a revisiones y nuevas hipótesis. El por qué existe algo y no la nada; el milagro de la vida y la maravilla de la mente humana, requieren explicaciones de “totalidad” que la ciencia no puede aportar. Sin reparos o complejos afirmo y subrayo que a mí sí me interesa la ciencia; interés que no parece ser correspondido de forma recíproca en el campo filosófico-teológico por los codirectores de Atapuerca o por otros colaboradores habituales en prensa escrita. Abogo por un diálogo verdadero e interdisciplinar, sin prejuicios, abierto a planteamientos trascendentes. Apuesto por un evolucionismo moderado, abierto al misterio, y que dé sentido y razón de ser a las preguntas radicales sobre nuestro origen, sustento y destino.
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Lo único que pretendo es abrir puentes de diálogo y de encuentro entre la fe y la ciencia, en la más pura y sana tradición cristiana. Cuando la ciencia lo es de verdad, debe estar abierta a preguntas que escapan a su propio método; y, cuando la fe es verdadera, debe estar abierta a los datos que la ciencia va descubriendo. Desde 1987 sigo de cerca lo que se va escribiendo sobre los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Cada vez más me confirmo que fe y ciencia no deben ser “ni extrañas, ni rivales, sino compañeras de viaje”, como bellamente ha expresado recientemente I. G. Barbour. Confieso con toda humildad que no hubiera sido necesario escribir sobre Atapuerca, ni tan siquiera el presente texto, sino me hubiera visto obligado por las graves e injustas afirmaciones que, repetidamente, se han venido vertiendo sobre mi persona y otros miembros de la jerarquía católica. No es que un teólogo se haya metido a científico, sino que los científicos han invadido el terreno ético, filosófico y teológico con afirmaciones tan cuestionables como tendenciosas. Desde que estoy en Asturias he dejado constancia de mis deseos de aprender y servir. Aprender implica escuchar, dialogar y discernir. Y servir es también abrir corazones y mentes, siempre en sentido amplio y profundo. La búsqueda de la verdad así lo requiere. No hagamos demagogia, ni lancemos descalificaciones. No caigamos en los mismos dogmatismos que se pretenden denunciar.
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31. PARADOJAS DEL INDIVIDUALISMO Acabo de releer el libro de Victoria Camps, Catedrática de ética de la Universidad Autónoma de Barcelona que ha publicado recientemente un libro con este título: “Paradojas del Individualismo”. La tesis que sostiene viene a ser ésta: en nuestra civilización y cultura “individualismo” es sinónimo de egoísmo y de falta de interés por los demás. Es decir, la postura de vivir encerrados en nosotros mismos, en nuestros problemas más inmediatos. Con un lenguaje apropiado pudiéramos denominar a este individualismo como narcisismo egocéntrico o postmodernidad decadente. Pero, hoy, está surgiendo otra forma de individualismo: el de las personas que han redescubierto su dignidad, su responsabilidad ética, y desean ejercer una forma de autonomía vital. Llegando incluso, desde posturas críticas, a reinventar creativamente otros modos de existencia más justos, solidarios y humanos. La autora no la llama de esta manera pero se puede definir como postmodernidad de resistencia. Es el momento de acostumbrarnos a experimentar que cada uno de nosotros somos como todos, como algunos (como los que elegimos ser), y como nadie (somos únicos e irrepetibles). Es la hora de la reflexión, del necesario distanciamiento del consumismo informativo. Es el momento de entrar en el desierto, buscando nuevos espacios, desde la vida cotidiana. Desde la necesaria distancia, con sinceridad, sin afección, ni falsa modestia, se experimenta que es más lo que se aprende que aquello que se puede transmitir. La calle, el ciudadano de a pie, los acontecimientos, la vida misma siguen siendo los verdaderos maestros. ¿Necesitamos corazón de niño para seguir asombrándonos? Paradojas del nuevo individualismo.
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32. POSTMODERNIDAD: ¿RESISTENCIA VERSUS DECADENCIA? Me invitan a participar como ponente en un Simposio sobre “modernidad-postmodernidad”. Anoto las conclusiones más destacadas a las que llego. “Postmodernidad” es ya un término acuñado por artistas, literatos, políticos, periodistas, intelectuales y hasta por el ciudadano de a pie. “Post” hace referencia a lo que viene “después”. En nuestro caso, la modernidad. Hablar de modernidad no es fácil. Se pueden definir algunos rasgos, a modo de tópicos (Ll. Duch): asentamiento de la burguesía, redescubrimiento del hombre como ser personal e histórico, creencia en el mito del progreso ilimitado, de la ciencia y razón como protagonistas y motores de un hombre que asume su mayoría de edad social, de la primacía de lo económico, de la desestructuración simbólica de la realidad, etc. En cualquier caso la modernidad ofrece dos caras: por una parte la de los mitos de la razón ilustrada y su emancipación de autoridades y ataduras tradicionales, la del progreso sin límites y fe ciega en la ciencia, y con ello la del dominio y explotación de la naturaleza sin límites. pero junto a esta cara, a la larga destructora y antihumana, la modernidad se asentó sobre otro pilar: igualdad, libertad, fraternidad, solidaridad. Es la versión de la utopía; para algunos “el mesianismo laico”. La postmodernidad, en su versión común, ha venido a ser sinónimo de desencanto, desmitificación y ruptura abierta con la modernidad. A la que ha acusado de decadencia y origen de todos los males de nuestra sociedad moderna: desde la irreversible destrucción ecológica, al anunciado antihumanismo (regímenes autoritarios, guerras sin límite,
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violación constante de los derechos humanos, etc.). En este sentido de “decadencia” la postmodernidad aboga por desenmascarar y desnudar la paradoja de la razón ilustrada (Wellmer), por vivir el momento presente (Baudrillard), por un nuevo narcisismo individualista (Cueto), y por el progresivo imponerse de la razón débil o el no recurrir a los metarrelatos o puntos de vista que pudieran dar sentido global a nuestra historia y cultura más allá de nuestras pequeñas y cotidianas historias (Lyotard, Vattimo, Mardones); historias, por lo demás, particulares y que ni siquiera tienen la pretensión de dejar huella alguna (Umbral): es el imperio de lo “light”. Pero la postmodernidad, poco a poco, va haciendo resurgir otro sentido diverso: el de “resistencia y regeneración” de la otra cara de la modernidad: la olvidada. La de la solidaridad, libertad, fraternidad, igualdad. En definitiva, la de la utopía. Y ello en diversas versiones y direcciones: recuperando el metarrelato y el sentido de la historia (M. Cruz, Gómez Muller), profundizando en las raíces de la razón y de la democracia (Ballesteros), optando decididamente por el no hombre y su dignidad, haciendo realidad una política con rostro humano (González Faus), potenciando el nacimiento de un nuevo humanismo post-ideológico (Jiménez Sánchez), redescubriendo el valor de la comunidad y lo comunitario (Barcelona), dialogando integralmente con la modernidad (González-Carvajal), haciendo una relectura de los signos de los tiempos (Quinzá Lleó), restaurando el valor de la belleza que integra el sentido de unidad y verdad (Díaz Murugarren), o incluso volviendo a redescubrir la dimensión mística profunda desde el Dios de Jesús, el Cristo (González Ruiz). Esta segunda versión de la Postmodernidad se hace necesaria porque cuando la postmodernidad sólo se queda en la primera de sus acep-
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ciones, la de la decadencia, no es extraño que no sea más que una nueva modalidad de consumismo, del “fin de una historia sin horizonte”, de moda para pequeños o grandes burgueses que hacen realidad y desembocan en el triunfo del llamado neoconservadurismo social (Mardones) o de la religiosidad ecléctica y difusa de la “Nueva Era” (Spangler). Personalmente, y en línea material, no me importa ser tachado de postmoderno, siempre y cuando por tal término se me incluya en los que desean hacer realidad la resistencia, la regeneración, la vuelta del sujeto ético, y con ello una política con rostro humano, una mística comprometida, y una esperanza comunitaria. Si algunos rehuían el diálogo con la postmodernidad, desde posturas cristianas, por considerarlo “fragmentario” e inútil, es la hora de recuperarlo, si bien con otro signo, desde una secular asignatura pendiente: el diálogo con la modernidad, en todas sus caras y niveles. En toda su complejidad e interdisciplinariedad.
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33. POSTMODERNIDAD Y DIOS El teólogo Angel Castiñeira, en una reciente obra, ha hecho notar una paradoja: cuando la Iglesia parece haber apostado en los últimos decenios por un diálogo con la modernidad resulta que la modernidad está agonizando. Mientras que la Iglesia ha intentado realizar una espectacular renovación de planteamientos (ecumenismo, incorporación del laicado, revolución eclesiológica, comunidades de base, opción por los pobres, teología de la liberación, etc.) los grandes metarrelatos de la modernidad (progreso y bienestar capitalista, y paraíso terrenal del proletariado marxista) se han ido hundiendo dejando un mundo fragmentado, y un relativismo ideológico desencantado. Definitivamente la razón débil renuncia a todo fundamento global o de sentido total. Esto ha conllevado dos efectos contradictorios en lo religioso: por un lado un aparente resurgimiento (la gente necesita sentido vital), y por otro lado una “impermeabilidad” hacia todo lo que suene a futuro, esperanza y utopía, y por ello a lo religioso. Por un lado la postmodernidad ni se cuestiona el problema de Dios, y por otro, desde la crisis profunda de las personas, se reclama el resurgimiento religioso (con la ambigüedad que esto conlleva). Todo lo cual plantea diversos retos al cristianismo y a la Iglesia: debe ser capaz de hablar desde la cultura de la postmodernidad, sin caer en la tentación de hacer un discurso premoderno o nostálgico, residual o de ghetto, subcultural o privatizado. Debe contribuir a asentar las bases de un nuevo humanismo que haga posible una política de “rostro humano”, donde la persona misma sea protagonista, no en forma de hedonismo narcisista sino en relación auténtica, solidaria y armónica con la naturaleza y con los demás (ecología profunda).
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Y, con referencia al tema de Dios, debería replantearse en tres dimensiones: desde la modernidad, desde la subjetividad no cerrada, y desde la centralidad-universalidad del misterio de Jesús, el Cristo. Todo ello en diálogo y acompañamiento, compaginando pluralidad e identidad.
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34. “CÁRITAS ACOGE” Hacía tiempo que se venía sintiendo su necesidad: la creación de una asociación con vocación clara de atender al problema, cada vez más acuciante y dramático, de los emigrantes y extranjeros. Hoy, esta asociación, ya es una realidad. Nacida con vocación de servicio, en campos muy determinados: información, asesoramiento jurídico, potenciación de actividades divulgativas, y hasta la mejora de calidad de vida y aprendizaje del castellano. Es una esperanzadora noticia, a la que hay que prestar todo el apoyo: Institucional, moral, económico y de voluntariado. Hay que apostar fuerte por este programa. Es el antídoto efectivo contra el racismo y la xenofobia, y una muestra inequívoca de la mejor solidaridad humana. No olvidemos que la raíz profunda del fenómeno inmigratorio se sitúa en la situación de miseria de los Pueblos del Tercer Mundo, a quienes se han robado su futuro y explotado en sus recursos materiales y humanos.
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Si es verdad, como muestran las mejores páginas de ese libro siempre actual que es la Biblia, que el Dios de la Revelación, el Dios Vivo, hace historia desde la contrahistoria, y opta por los más pobres, tal vez Cáritas esté llamado a ser un claro Signo Profético. En cualquier caso, porque sabemos en las manos en las que está y el espíritu de fondo que alimenta esta iniciativa, ya desde ahora le damos nuestra “Bienvenida”, y nos prestamos a colaborar en lo que esté de nuestra parte. Todo, menos la indiferencia. Al final se nos pedirá cuenta sólo “del amor concreto y concretado”: “estuve enfermo y me fuísteis a visitar; desnudo y me vestísteis; hambriento y me alimentásteis, emigrante y me acogísteis” (Mt 25).
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35. SIN FRONTERAS Se celebra el día del misionero con un slogan largo pero interesante: “En camino hacia un mundo sin fronteras”. Más allá de ser una jornada de sensibilización misionera para los niños y jóvenes, se nos viene a recordar que nosotros, los católicos viejos del Norte, somos cada vez más una minoría. Basten estos datos estadísticos: el 60 por ciento de los católicos viven en los países del Tercer Mundo, es decir, en el hemisferio Sur. En América Latina se concentra el 42 por ciento de católicos; el 9 por ciento en África, y otro 9 por ciento en Asia. Y que más allá de estadísticas, debemos comenzar a pensar y actuar con categorías nuevas, universalistas. La Iglesia se define como experta en humanidad. Lo ha de ser también en el momento presente: haciendo realidad la civilización universal de la vida y del amor, y de la solidaridad. La Iglesia sabe lo que supone la comunión entre Iglesias hermanas. Y lo que vive hacia dentro debe potenciarlo hacia fuera. De esta manera se romperán los problemas del racismo y la xenofobia, del chauvinismo, del colonialismo, y de cualquier otra manifestación o actitud que muestre cerrazón y explotación. La Iglesia, que se sabe sin fronteras en los cinco continentes, quiere ayudar a la creación de un mundo sin fronteras, fraterno y solidario. El Día del misionero, este año, ofrece por ello dos caras complementarias: el reconocimiento y acogida de cuanto hay de bueno, honesto, religioso, pacificador y reconciliador entre los hombres, y al mismo tiempo seguir ofreciendo la oferta de sentido y salvación que significa la evangelización, desde el anuncio y realización de la buena Noticia. Los demás tienen el mismo derecho que nosotros a vivir el
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Evangelio. Pero sin gestos cotidianos, y en nuestros ambientes, este sueño, que es don y tarea al mismo tiempo, se quedará en algo utópico.
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36. FAMILIA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN Se celebra la Semana de la Familia. Me piden que aborde la relacion entre ésta y los medios de comunicación social. Que la familia, para los mass media, es un tema difícil de tratarse lo demuestran varios hechos: desde el no saber de qué familia hablar (¿numerosa, nuclear, monoparental, en crisis, creyente o no, etc.?), hasta el no saber a qué sociólogos dar la razón (¿a quienes afirman que la familia tiene sus días contados, o a quienes auguran el mejor de los futuros para la institución familiar?). Una nota curiosa: no hay publicaciones en España (salvo “Familia Cristiana”), ni programas televisivos que vayan dirigidos a la familia en cuanto tal; se prefiere la atención a cada miembro de la familia por separado. Hay otro aspecto de los medios de comunicación en relación a la familia éticamente reprobable: casi siempre presentan una imagen de la familia tremendista y anecdótica a través de los denominados “reality shows”: casos familiares atípicos, morbosidad en las desgracias familiares, o presentación de tipos y acciones fuera de tono de diversos miembros de las familias. ¿Cuál es la imagen de familia que mayoritariamente presentan los medios de comunicación?: principalmente familias en forma de “parejas” jóvenes, con pocos hijos, viviendo principalmente en la ciudad y con posibilidades económicas; y sólo en las Navidades, familias más numerosas, y en las que conviven los abuelos. Casi siempre se presenta la familia que consume. Esto es debido a la utilización de la familia como elemento publicitario. Pero se silencia la familia “real” que sufre amenazada por la crisis, el paro y la incertidumbre ante el futuro.
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No resultan creíbles, de cualquier forma, las familias de color con soluciones prefabricadas a sus problemas, o las familias de las telenovelas. A pesar de lo dicho anteriormente, los mass media, tienen para la familia un gran y decisivo protagonismo: para los hijos, particularmente en edad escolar, la TV, el vídeo, y el ordenador, son como la niñera y el educador al mismo tiempo; para los abuelos, la TV y la radio son prácticamente el único y más importante interlocutor con el que poder romper su soledad; para muchas parejas, la TV es una buena escucha para no dialogar. Pero no quiero ser negativo. Los medios de comunicación no son una especie de objeto diabólico que haya que desterrar o rechazar. No se trata de matar al mensajero. Los mass media son, sin duda, también un bien social. La cuestión es saber utilizarlos individualmente (para que no sean una especie de droga), y en familia (para que vayamos analizando lo positivo y negativo de los mismos como elementos de información y formación). En cualquier caso, es urgente que la familia sepa dar la cara ante los medios y decir lo que realmente es y cómo se ve, con sus valores. En este sentido, hay liberar a la familia de estereotipos y distorsiones en la opinión pública; y urge, además, reclamar a los medios mayor atención para esa misma familia que, aún en medio de las dificultades presentes, sigue siendo el futuro de la sociedad y de la Iglesia, como se ha afirmado recientemente en un documento de la ONU, y han venido subrayando con fuerza los últimos Papas.
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37. VOLUNTARIADO Que cerca de medio millar de personas, en su mayor parte jóvenes, hayan comenzado la Escuela de voluntariado promovida por Cáritas es una buena noticia a nivel social. Y para nuestra Iglesia un signo de los tiempos, un verdadero “Kairós” (tiempo de gracia). Este hecho es un anuncio profético de que se han roto dos laberintos: la postmodernidad (donde sólo parece importar el goce inmediato del momento presente), y el neoliberalismo (donde todo parece medirse por el dinero y el interés). El voluntariado se puede definir con tres palabras: gratuidad, generosidad, y filantropía. Y, detrás, y junto a estas palabras, en el caso que nos ocupa, capacidad de trabajar en equipo y opción desde el Evangelio. Si la fe es ver la vida con los ojos de Dios, sentir la vida con su corazón y hacer las cosas en la vida con sus manos, el voluntariado, con sus gestos cotidianos, es un aldabonazo a la no instalación de nuestro cristianismo. A todo lo dicho únase otro aspecto: la opción decidida y preferencial por los más pobres y desheredados. Siguiendo la misma óptica del Nazareno: hacer historia desde la contrahistoria, poner voz a los sin voz, y descubrir a cada cual su dignidad humana. Concluyo: Se acusa al voluntariado de ser una entrega “light”, descafeinada, o una salida para tranquilizar la conciencia, o una puerta de acceso al mundo laboral. Sin entrar en la polémica, ojalá el voluntariado acabe por ser militancia. Entonces se hará realidad de manera más evidente que no sólo damos un tiempo y unas acciones sino la propia persona, las veinticuatro horas del día. El voluntariado, cuando lo es de verdad, acaba convirtiéndose en vocación.
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38. MODELOS EDUCATIVOS No teníamos noticia el uno del otro desde casi nuestra niñez. El, Gonzalo, entró en el seminario claretiano. Un servidor, en el diocesano. Hemos compartido una misma vocación: la docencia teológica. Gonzalo ha escrito sobre modelos educativos. El tono, de revista de especialización, es alto. Trato de traducirlo. Afirma que existen cuatro modelos: el primero, el de ostra perlífera o continuísta. Al educando se le encierra en un mundo artificial, al abrigo de potenciales enemigos y tempestades. El reglamento y la obediencia priman ante todo. Y, junto a ello, la conciencia de élite. Existe un segundo modelo que pudiéramos denominar “reformista”. La imagen es la yedra o enredadera. Aparentemente se la deja crecer a su aire, pero siempre con necesidad de un guía. El educador es cercano. Y la persona respira, dentro de la directividad, una mayor libertad personal. El tercer modelo es “rupturista”. La imagen es de choque. Su lema es la novedad absoluta, y el no echar vino nuevo en odres viejos. Las experiencias son, en muchos casos, traumáticas. Finalmente, aparece el modelo ecológico u holonímico. Integra contrarios: cree en la persona concreta y a la vez en la comunidad; busca libertad, y al mismo tiempo responsabilidad; es importante la figura del educador y a la vez del educando; une contenidos y experiencia. Y, en cualquier caso, parte de la vida para volver a la vida. Sin demagogias, o visiones superficiales, siempre es sano detenerse a contemplar dónde estamos. En el tema de educación nos jugamos nada más y nada menos que el futuro.
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39. CUARTO MUNDO El Papa Juan Pablo introdujo un término nuevo en la doctrina social de la Iglesia: el cuarto mundo. Esta expresión más que geográfica o política es circunstancial y personal: comprende a todos los abandonados de la humanidad, los desheredados, los que no tienen vivienda o trabajo, los que padecen hambre, los exiliados, los indefensos sociales. Comprende también a todos aquellos a quienes se les niegan los derechos más elementales de la persona humana: el derecho a participar en la construcción social, la libertad de asociación de tomar iniciativas en materia económica, o incluso el derecho a la libertad religiosa. El Papa, con gran sutileza y hondura, no habla de sistemas perversos pero sí de mecanismos económicos que no pueden dejar de ser calificados como perversos. Para el Papa los sistemas vigentes, capitalismo liberal y colectivismo deben corregirse radicalmente en sus errores, hasta que sean capaces de servir al hombre, y no servirse del hombre. Tal vez tú y yo estemos demasiado acostumbrados al cuarto mundo cerca de nosotros, y a experimentar la impotencia de no poder cambiar grandes situaciones. No se nos pide aquello que no podemos hacer, pero sí signos concretos de solidaridad y cambio de mentalidad. El mundo no es nuestro, ni siquiera del hombre. El mundo creado es un regalo de Dios. Recuperar el verdadero rostro del mundo y con ello del hombre es ya luchar contra el cuarto Mundo.
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40. SI QUIERES LA PAZ… Después de tres meses de la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, el director de un periódico me pide que le glose el lema del presente año. Todo un descubrimiento para él y para sus lectores. El Papa, un año más, con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, nos regaló un impresionante documento, con un lema para releer dos veces: “Si quieres la paz, sal al encuentro del pobre”. Pasado un tiempo desde aquel mensaje, volvemos a gustarlo. Afirmaba el Papa, en resumen, que la paz hoy está amenazada por un peligro real: la pobreza y miseria de pueblos enteros. Porque “La paz es mucho más que la ausencia de guerras”: es pedir una situación de auténtico respeto a la dignidad y derechos de cada ser humano para que pueda realizarse en plenitud. Miremos nuestra realidad: no hay guerra “física”, pero sí “social”, y profunda. Basta utilizar algunos parámetros, y describir las nuevas clases sociales vigentes. Clases sociales transformados en mundos cerrados, y hasta incomunicados: clase o mundo político-intelectual-liberalfuncionario por un lado, y clase o mundo rural-marginación en todas sus gamas-tercera edad por otro. No es nuevo afirmar que, entre nosotros, existe “el cuarto mundo”. No ha nacido por azar o casualidad. El Papa propuso el “espíritu de pobreza” como fuente de la paz: la moderación y la sencillez deben llegar a ser los criterios de nuestra vida cotidiana. Todo ello traducido en solidaridad efectiva. Es hora de hacer un discernimiento individual y colectivo, personal e institucional, para que la paz social se asiente en bases más justas y duraderas.
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41. TIPOLOGÍAS Ignoro quién o quienes son los autores. Sencillamente me pareció sugerente. Y, casi al pie de la letra, me permito transcribirlo. Es una descripción de tipologías. Comencemos por las que no son tan positivas: existen hombrespuerta que no saben cumplir con su misión sin chirriar. Hombres-árbol que se instalan en cualquier lugar. Hombres-río cegados por la corriente de las modas. Hombres-papel que sólo sirven para enrollar lo sencillo. Hombres-basura siempre buscando la basura de los demás. Hombres-espejo que sólo saben proyectarse en los demás. Hombres-romance viviendo su mundo lejos de la realidad. Hombres-mariposa sin echar raíces en ningún lugar. Hombres-surtidor dándose sin control de la medida. Hombres-globo sin consistencia personal. Hombres-enredadera aprovechados de la amistad de los demás. Hombres-chispa armando fuego en todos los sitios. Hombres-altavoz sin saber guardar el mínimo secreto. Se pueden añadir muchos más, pero vayamos a las tipologías positivas: Hombres-cireneo, ayudando a los demás. Hombres-cascabel llevando siempre alegría. Hombres-esperanza creyendo siempre en los demás. Hombres-comunidad con quien es una delicia trabajar. Hombres-oración siempre abriendo horizontes nuevos. Hombrespuente tendiendo lazos de unión. Hombres-Verónica sabiendo enjugar las lágrimas de los demás. Hombres a secas, valorando la grandeza de ser eso: sencillamente humano. Ni más ni menos. Hombres y mujeres de verdad con tres notas
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que les hacen felices: la unificación entre cabeza, corazón y manos; la experiencia de vivir en plenitud el presente, y la continua acción de gracias porque la vida siempre es bella y una experiencia única.
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42. UN BELÉN DIFERENTE Cae en mis manos una publicación escolar donde se recuerdan momentos entrañables de la pasada Navidad. Me llama la atención una colaboración. Ignoro si es original. En cualquier caso, es muy sugerente. Este año he puesto un nacimiento diferente, sin ángeles, ni pastores, ni reyes. En su lugar estas figuras: Un parado, víctima de este sistema neoliberal, escondiendo la cabeza entre sus manos. Duele verle. Un enfermo crónico, que ha hecho de su dolor Compañero de Camino. Un mendigo, con el vientre hinchado y mal vestido. Un inmigrante, sin hogar, documentación, ni patria. Un toxicómano, además en enfermo de SIDA, tumbado en el lecho de la desesperanza. Una prostituta, juzgada por todos. Y sin otra salida aparente.
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Un alcohólico, que no entiende cuál es su problema, y hace sufrir a los que están más cerca de él. Un niño abandonado, que no llegará a conocer nunca quiénes fueron sus padres. Una víctima de las guerras civiles y fraticidas que sólo espera la tregua de una paz que parece no llegar nunca. Una víctima inocente del terrorismo salvaje que, a la hora de matar, no mira nombres, ni edades ni circunstancias.. Ciertamente que el Belén este año no me ha quedado tan lucido como en años anteriores. Pero he notado que el Niño Dios este año abría más que nunca sus brazos y sonreía de forma nueva.
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43. NUEVAS TRIBUS En un encuentro con jóvenes me piden que hablemos de la última de las tribus: “la de ego, la generación del Yo”. Según las últimas publicaciones, los adolescentes del s. XXI forman la llamada generación “Y”, que se caracteriza por ser ególatras y narcisistas (se miran demasiado al ombligo) y tecnosexuales. Con una paradoja: el iPod, Internet, o los móviles de alta gama con Bluetooth y 3G incorporados, hacen que el mundo esté al alcance de su mano pero, en el fondo, no lo necesitan: les complace más la mirada hacia sí mismos que hacia el exterior. Un reciente estudio entre los universitarios norteamericanos de San Diego desvela que los jóvenes de nuestros días se consideran “personas especiales” y que “les gusta ser el centro de atención”. A los herederos de la generación “X”, es decir, los nacidos después del año 1982 les encantan sitios como “You Tube” o “My Space” y no tienen ningún reparo en escribir blogs exhibiendo sus fotos y vídeos de “autopromoción”, como es el caso de Facebook. En resumen, el narcisismo parece estar convirtiéndose en una destacada seña de identidad. Son frecuentes frases como éstas: “El mundo estaría mejor si yo lo gobernase”. El tema preocupante es que un ego desorbitado puede ser fuente de problemas personales y sociales. Cuando se siente no valorado o contrariado puede reaccionar violentamente y sin controlar sus impulsos y puede provocar, al final, depresión y ansiedad. Los psicólogos que están estudiando “La nueva generación del YO” repiten, una y otra vez, que nuestros jóvenes aparentan ser más seguros de sí mismos y más enérgicos pero, a la vez, más infelices e insatisfechos. Entre otras cosas porque las relaciones se establecen, sobre todo, a través de las nuevas tec-
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nologías: el Chat y el Messenger (correo instantáneo) son los campos de entrenamiento para encuentros posteriores más profundos. Hasta Calvin Klein ha lanzado una colonia para los technosexuales: CK m2u. Algo preocupa de verdad, como ha señalado el sociólogo Luis Tamayo: la nueva generación desea estar conectada todo el día. No se quieren perder nada. Porque aspiran a seducir y ser seducidos constantemente. Cualquiera puede ligar con cualquiera para disparar así la autoestima. No vacilan en compartir con el resto del planeta sus intimidades y los detalles de su existencia. Como resultado: la posibilidad de experimentar, de probar, de conocer sin la “amenaza” del compromiso, siempre para custodiar su “sagrada” libertad. El amor, como la vida, se convierten en un juego y en objeto de consumo: el jugador puede ver, elegir y participar… y, si cuaja, se hace “clic” y todo se tiene al alcance. Se confunde, en definitiva, lo virtual con lo real. Los educadores esperan que tal vez la generación Y despierte pronto de su irrealidad y se convierta en generación Z, donde exista un sano equilibrio entre el yo, el encuentro real con el tú y el descubrimiento del Otro, con mayúsculas.
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44. BEATIFICACIÓN DE MÁRTIRES Diversos medios de comunicación solicitan mi opinión sobre el anuncio de la beatificación de diversos mártires de la guerra civil española. Sé que en estos momentos de recuperación de la llamada memoria histórica, todo lo que afecte al periodo de la historia española de los años 30-40 se puede, y de hecho se tiende, a interpretar en clave política. Por esta razón, conviene puntualizar al menos tres claves para comprender lo que son, y lo que no son, los mártires asturianos y el sentido que tiene su posible beatificación y canonización. Lo primero, y lo más importante, que es necesario subrayar es que dichos mártires son eso: “mártires”, es decir, víctimas totalmente inocentes en una persecución religiosa. Ellos no eran soldados, ni sindicalistas, ni políticos, ni intelectuales, ni representaban una ideología beligerante definida. No se los persiguió ni martirizó por haber iniciado ellos una polémica o batalla alguna. Sencillamente, fueron asesinados por ser lo que eran: creyentes coherentes hasta estar dispuestos a dar la vida por lo que creían. Y morir perdonando. En segundo lugar, la Iglesia ha venido beatificando y canonizando mártires desde hace veinte siglos; desde el inicio del cristianismo. Por esta razón a la Iglesia nadie, desde fuera, le impone un calendario de beatificaciones o canonizaciones. El ritmo que lleva es doble: por un lado, si el declarar beatos o santos a dichos mártires viene reclamado por el pueblo que les honra devoción. Y, por otro lado, tras una rigurosa investigación si la Iglesia llega al convencimiento de que dichos mártires merecen tal categoría. Si estas dos dimensiones (devoción popular e investigación histórica rigurosa) reclaman la declaración
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positiva del martirio entonces, en la fecha más adecuada, se da el paso público y solemne, convirtiendo a los mártires en ejemplos, intercesores y hermanos mayores en la Fe para los creyentes de todas la épocas. La Iglesia, puede, como parece el caso presente, beatificar y canonizar varios mártires a la vez, como ejemplo colectivo. Con una certeza: para nosotros, los cristianos, no hay muertos. Sólo vivos: peregrinando, en la tierra y los que ya han llegado a la Jerusalén celeste. Entre unos y otros hay comunicación: es la comunión de los santos. Y, tercera clave, en el caso que nos ocupa, la Iglesia en España no desea que los mártires, anteriores a la guerra civil y concomitantes a la misma, sean utilizados como arma arrojadiza contra nadie ni como bandera o enseña política de nadie. La Iglesia desea que, social y culturalmente, dichos mártires contribuyan a la reconciliación y al recuerdo y memoria de algo dramático que no debe volver a repetirse. Su ejemplo de heroísmo y generosidad, como víctimas inocentes del ayer y estímulo de las víctimas que siguen generándose en otros campos, nos desafía con un mensaje claro y punzante: el mal nunca se vence con el mal, sino con el bien. La violencia genera más violencia. Sólo el amor y el perdón son creativos y capaces de renovar personas y sociedades.
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45. “DESPERTAR AL GIGANTE DORMIDO” A la hora de preparar Pentecostés, los diversos movimientos laicales se hacen eco de la exhortación “Christifideles Laici” (Los fieles laicos) del Papa Juan Pablo II. Dicho documento quiere recoger las conclusiones más importantes aportadas por el Sínodo de Obispos del año 1987. El Papa, sin añadir contenidos nuevos a lo que en dicho Sínodo se expresó, nos ha regalado un documento muy original en su forma y presentación. Tomando como pie la parábola del viñador que llama a trabajar en su viña (Mt 20, 1 y ss), el Papa ha querido recordar a todos los laicos cristianos su responsabilidad en la Iglesia y en el mundo. La viña es el mundo; la vid, Cristo Jesús; los sarmientos, todos los hombres unidos a Cristo; los viñadores, todos los cristianos llamados a trabajar el mundo según el sentido que Dios mismo quiso dar al crearlo. En la Iglesia no hay cristianos de “segunda categoría”. Todos gozamos de la misma igualdad y dignidad fundamentales. Si hay diferentes vocaciones, ministerios, carismas y funciones. Los laicos no son “el brazo largo de la Jerarquía”. Son responsables y agentes de evangelización, como lo son los presbíteros y los religiosos. Todos participamos de la misma y única misión en la Iglesia. Se ha afirmado muchas veces que los laicos no tenían protagonismo en la Iglesia. Y en la práctica así era en muchas ocasiones. Pero hoy debemos evitar otro peligro: que el laico se encierre en la Iglesia, y se dé con ello una nueva forma de “clericalización”. El laico tiene su lugar preferente en el mundo, en la sociedad. Debe demostrar con su vida que no puede darse un divorcio o separación
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entre lo que cree y lo que vive. Que se puede ser cristiano viviendo en el siglo XX. El laico, hombre o mujer, niño, joven o anciano es fermento en el mundo. Tiene la misión y obligación de conducir todo según el deseo y designios de Dios. Bienvenida sea esta exhortación papal; ojalá sirva a lo que la misma desea: despertar un gigante adormecido en la Iglesia (el laicado), y acortar el camino entre “teología” y “praxis”.
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46. MIRADAS Leo al gran filósofo Ortega y Gasset: “los hombres no vemos con los ojos sino a través de ellos”. Es cierto: a través de la mirada proyectamos sobre los demás y la realidad, lo que llevamos dentro. De alguna manera vemos lo que ya somos. Y cuando somos amor, transfiguramos el mundo. El amor es creativo. No les falta razón a quienes afirman que ver con amor y amar es una de las asignaturas más difíciles: ni se aprende con textos, ni se transmite por herencia; se paga a precio de experiencia y con un aprendizaje que dura toda una vida. Y ello porque la planta con más capacidad de florecer y rebrotar es el egocentrismo. Para quien se adentra en la aventura del amor le espera, como afirma Michel Quoist, una dirección única: “Partir de uno mismo para ir a los demás. Porque cada vez que tomamos algo o alguien para nosotros, chantajeamos el amor, vamos contra dirección, somos destructivos”. Por fortuna Dios es el antiegoísta. La Creación primero, y el envío de su Hijo, después, son un desbordamiento sin nombre de la capacidad de amar auténticamente. Dios, desde la eternidad, no ha hecho otra cosa que amar. Amor concreto: en un tiempo y lugar determinados, a un hombre de carne y hueso concretos: a ti y a mí. Dios no se pierde en abstracciones, o en buenas intenciones. Creer en Dios es estar seguro de que nos esperan magníficas sorpresas. Entre ellas, y tal vez la más importante, “ser siempre amados por Dios más de lo que nosotros amamos”.
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47. EL PAPA Y LOS JÓVENES Juan Pablo II sabía perfectamente quiénes y cómo son los jóvenes, y qué quieren cuando salen, de cien mil en cien mil, con su mochila y su saco de dormir, de las cómodas vacaciones de esta sociedad enferma de bienestar para buscar algo que les llene más y dé sentido a su vida y horizonte a su futuro. El Papa les ha recordado que no es en un sitio donde están la Verdad y la Vida sino en una Persona, la de Jesucristo: en una fe viva y comprometida al servicio de los demás. Algo fundamental que han aprendido los jóvenes es que las convicciones religiosas no pueden quedarse en algo meramente personal de tejas abajo de la propia conciencia individual; o se concretan en la vida social, o quedarán taradas de una de sus dimensiones esenciales. Juan Pablo II, hombre de nuestro tiempo, indiscutiblemente las más alta voz moral de esta hora del mundo, ha pedido a los jóvenes que sean, desde la médula misma de su fe exigente, hombres de su tiempo, plenamente respetuosos y respetados, conscientes de su dignidad y coherentes con ella. Ha lanzado, en la mayor peregrinación de la prodigiosa y fecunda historia jacobea, dos retos impresionantes: una nueva cristianización del mundo y una Europa unida, fiel a sus raíces cristianas.
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48. METRÓPOLI Y BARBARIE Se reunen diversas ONGs. Me invitan a participar en el debate sobre la calidad de vida en el mundo urbano. Suele ser un tópico afirmar que la ciudad, surgida desde le Renacimiento, fue el símbolo del paraíso íntegramente humano, de la civilización y del progreso. Oponiendo metrópoli a la barbarie de formas de vida inferiores, tanto rurales, como de inferior desarrollo. La ciudad moderna ha sido el símbolo de hasta dónde una nación, un país, un pueblo, podía catalogarse dentro del Primer, Segundo o Tercer mundo. Lo que muchos sociólogos no podían imaginarse es que la ciudad, la metrópoli, llegaría a crear dentro de ella un nuevo mundo: el Cuarto. El submundo de la miseria, de la pobreza, de la marginación en todas sus formas y cruel realidad. La barbarie se ha incubado en el corazón mismo de la ciudad. Las clases sociales más radicales, divididas por sentimientos racistas, xenófobos y étnicos, están dentro de la ciudad. Y el tribalismo más arcaico en tribus urbanas juveniles, y en tribus de emigrantes, sin aparente posibilidad de integración, ha hecho su aparición de forma violenta y radical. P. Bourdieu, en su obra “La miseria del mundo”, ha dejado esculpida una máxima lacerante: “No es que la realidad no haya sido contada, es que no ha sido escuchada”. Para reconvertir el estado del malestar en el estado del bienestar profundo y cualitativo necesitamos escuchar, ver, oír, palpar y sentir con nuevos oídos, ojos, manos y corazón. De nuevo resuenan en mi interior dos refranes cargados de utopía y futuro: “hombres nuevos para una sociedad nueva”. Y, “cambiemos corazones al mismo tiempo que estructuras”. Y añado, cambiemos contravalores por valores: éxito, fama, poder, tener... por solidaridad, justicia, interioridad, tolerancia, diálogo. Estamos a tiempo.
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49. MUJER Y FEMINIDAD Se llama Teresa Porcile. Es uruguaya. Leo el resumen de su tesis doctoral sobre la mujer. La cosa comenzó cuando trabajaba en el Consejo Ecuménico Mundial. Estudiaba teología, y sus colegas luteranas y anglicanas le cuestionaban para qué estudiaba teología si no se podría ordenar sacerdote. Ella respondía que no estudiaba ciencias sagradas para ejercer un rol, sino para redescubrirse en profundidad como mujer. Y llegó la tesis: “la mujer no es ni igual ni diferente al varón; es equivalente”. Es tanto como decir complementaria y con identidad diferencial. Preguntada qué significa ser mujer, nuestra nueva doctora destacó tres elementos: habitabilidad, temporalidad, donación. Tres características que hunden sus raíces en la corporalidad-psicología de la mujer. Por un lado, la mujer, a diferencia del hombre, posee un útero habitable. La mujer es habitación y sabe lo que es ser habitada. En otras palabras, es acogida y acogedora. Por otro lado, el organismo de la mujer está ritmado cíclicamente. Es decir, la mujer es temporalidad, portadora de vida. Y en tercer lugar la mujer es donación: con su mismo pecho puede alimentar su propio organismo. En este sentido es creadora y sustentadora de vida. Según la teóloga uruguaya estos tres elementos femeninos determinan toda una visión de la vida, de la historia y de la sociedad. El que hombres y mujeres lleguen a una igualdad de roles y funciones no es lo decisivo. Pueden llegar. Lo realmente importante es que la mujer y el hombre accedan a esos roles según su modalidad, al modo femenino y masculino. Las tesis de Teresa Porcile, desde instancias freudianas, estructuralistas y socio-analíticas, sin duda van a ser cuestionadas y discutidas. Sin
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embargo pueden ampliar e iluminar el original y personal pensamiento de K. Wojtyla cuando afirmaba, entre otras cosas, que la mujer es memoria ético-histórica de la humanidad, y protagonista de la cultura de la vida. Como escribió Tagore “la mujer sigue siendo mitad mujer y mitad sueño”. Misterio de amor.
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50. EL ABISMO DE LA DESIGUALDAD El programa de las Naciones Unidas ara el desarrollo (PNUD) en un informe reciente ha puesto en evidencia el “escándalo trágico” de la situación mundial actual. Se sabían los datos ya hacía tiempo, pero no se han querido dar a conocer masivamente. Los números hablan por sí solos, y se pueden resumir en estos términos: El último decenio se ha caracterizado por el crecimiento de la desigualdad entre ricos y pobres. 1/5 de la humanidad necesita apropiarse de la 4/5 parte de nuestro planeta para mantener su elevado nivel de riqueza. Desde 1950 a 1990 la población mundial ha crecido de 2.500 millones a 5.300 millones. El 25% de la población mundial rica consume el 70% de energía, el 75% de los metales, el 85% de la madera, y el 60% de los alimentos del planeta. 250 millones de personas por año padecen episodios agudos de enfermedades diarreicas; 1.300 millones carecen de acceso al agua potable, y 2.500 millones no tienen acceso a servicios sanitarios. Cada año 700 millones de personas forman parte del índice de subempleados o desempleados. Cerca de 75 millones de personas dejan su tierra todos los años en calidad de emigrantes. Por todo lo cual se hace necesario un pacto mundial entre países ricos y pobres. Un pacto internacional realista, equitativo, solidario y pacífico. Es la base del verdadero Orden Nuevo Mundial. Mientras, se puede definir el hombre de hoy como “doliente, casando y casi neurótico”. B. Sesboue se ha atrevido a recordarnos que necesitamos creer en la utopía “más realista”: la que sabe unir liberación y
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plenitud. La utopía e la humanidad nueva, capaz de crear estructuras nuevas. Y siendo don y conquista a la vez, tiene un nombre propio: Jesús, el Cristo.
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51. HOMBRES NUEVOS PARA UNA SOCIEDAD NUEVA Escribe Phil Bosmans “que no sucede nada en el mundo que antes no haya ocurrido en la cabeza y en el corazón de los hombres”. Las revoluciones y guerras que estallan hace tiempo habían fermentado ya en el interior de los hombres. La sociedad cambia cuando cambian los hombres. Cada vez es más evidente que sólo sobreviviremos no merced a un equilibrio perfecto de poder, mucho menos por arte de magia del bienestar, la ciencia, la técnica o la informática aplicadas, sino tan sólo por el Amor. En nuestra sociedad se han dictado leyes sociales, se han establecido instituciones y servicios de relaciones públicas y asistencia social, pero se ha olvidado que todo esto carece de sentido si no late un corazón auténticamente humano. Occidente no anda falto de conocimientos, técnicas o métodos, sino básicamente falto de amor. Si cambia el corazón del hombre, cambia el corazón del mundo. La mayor fuerza socializadora y comunitaria sigue siendo la puesta en práctica hace 2.000 por un hombre-Dios: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, la sociedad no puede cambiarse por sí misma. Sólo la cambiarán hombres con corazón nuevo, tú y yo. Hombres y mujeres nuevos para una sociedad nueva.
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52. LIBERTAD Una reflexión: Los ideales más comunes, aquellos de los que todo el mundo habla e intenta imitar son en muchas ocasiones los ideales más equívocos. Tal puede ser el caso de la palabra y realidad “Libertad”. El ciudadano de nuestros días ha conseguido muchas libertades pero en el fondo y frecuentemente se siente ni exterior ni interiormente libre. Porque la libertad requiere algunas condiciones previas. Entre otras, la más importante, una jerarquía de valores que la den sentido, y no la dejen bambolearse o perderse en el vació, la relatividad o el sin sentido. Son verdaderamente libres aquellos que se conocen hasta el fondo y se poseen; aquellos que saben ver, oír, escuchar, y hacer sabiéndose, al mismo tiempo hombres y mujeres en construcción. Necesitamos hombres libres para una sociedad de libertades; o lo que es lo mismo, hombres nuevos para una sociedad nueva. De la misma manera que la masificación social mal entendida lleva a la pérdida de la libertad política, así la masificación o mimetismo de comportamientos, al que tantas veces nos incita nuestra sociedad de consumo, nos lleva a la pérdida de la libertad interior. Al hombre masa se le puede educar, influir, estimular, contagiar hasta convertirle en un ser gregario, en un ser con miedo a su libertad. Aprender a decir nuestra única e irrepetible palabra en la vida no es fácil. La libertad es don y conquista al mismo tiempo. La libertad requiere de nosotros ser hombres y mujeres críticos, en búsqueda, y constructivos.
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53. LA TIERRA ESTÁ ENFERMA Una Fundación ha organizado las primeras Jornadas sobre Protección y Cuidado del Medio Ambiente. Me piden, para su programa de actos, unas breves palabras. “La tierra no la hemos heredado de nuestros antepasados: la hemos heredado en préstamo de nuestros hijos”. Esta frase de Antoine de Saint-Exupery parece ser paradigma de lo que se está llamando “nueva ecología”. Al menos será la frase más repetida en diversas Conferencias y Encuentros de Medio Ambiente y Desarrollo. El principal objetivo de dichas cumbre será recomendar a los líderes mundiales (los países más industrializados) la interrupción y marcha atrás en la destrucción de los recursos globales del planeta. Ya que la desforestación exhaustiva, los agujeros en la capa de ozono, la explosión demográfica, la pobreza, la polución, la destrucción del entorno son síntomas de que la tierra está enferma. Todo ello es fruto de la modernidad en uno de sus aspectos: el del dominio ilimitado.
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Lo que tal vez no estará sobre el tapete de las Conferencias es la “otra cara” de la modernidad: la que abogaba por la igualdad, la fraternidad, la solidaridad, el respeto. Y desde luego nada indica que se plantee otro aspecto: el de la tierra como “creatura” de Dios. Y con ello cerramos estas líneas: la tierra no sólo es para nuestros hijos, sino también para el Señor de la Creación, quien realmente nos la ha dejado en préstamo. El tiene sus derechos. Y de aquí nace “otra ecología”: la profunda, la humana. No sólo la tierra, cuando se olvida su sentido último, enferma, sino el mismo hombre está enfermo. Dios, hombre y tierra no pueden separarse. Su destino, su historia, tienen que caminar al unísono.
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54. CORRUPCIÓN Y FUNDAMENTALISMOS Se escucha en diversos paises islámicos tambores de vuelta al fundamentalismo. Los medios de comunicación subrayan que el propio cristianismo no está libre de este fenónmeno. Me hace reflexionar. Afirmaba M. Chenu algo así como que “miopes son los cristianos que dormidos en sus rezos no saben leer los signos de los tiempos”. En nuestro país se habla de agresividad, crispación e intolerancia precisamente ahora cuando desde diferentes ámbitos se afirma que “nos hemos modernizado, se ha estabilizado la economía y asentado la democracia”. Si esto fuere verdad, una pregunta flota en el aire: ¿sobre qué bases? En la respuesta está en juego el por qué de la corrupción y su posible erradicación. Pero salgamos de nuestras fronteras. Ahí está el fundamentalismo; para más señas islámico. Intelectuales occidentales, y hasta hombres de Iglesia, lo vienen advirtiendo: en el nuevo siglo uno de los mayores problemas, por no decir el mayor, será el fundamentalismo. Detrás de él hay una religión, una moral, una raza, un gran pueblo, un sentimiento común, una cultura, y toda una civilización. Norte-Sur, OccidenteOriente, estamos condenados a dialogar si queremos sobrevivir. Y la pregunta sigue siendo la misma: “¿sobre qué bases?”. No estamos en la hora de la “revancha de Dios” (Kepel) ni en la de las guerras de religión sino en la de asentar un nuevo orden mundial más justo, más digno, más solidario y, por qué no, más verdadero.
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55. PEQUEÑO BUDA Gracias a Bertolucci, y otros famosos cineastas, el Budismo se nos ha hecho mucho más cercano. Muchos jóvenes me preguntan si el budismo es una religión. La respuesta no es difícil. Simplificando, existen dos tipos de religiones: las que llamamos reveladas (judaísmo, cristianismo e islamismo) en las que el Dios Vivo ha tomado la iniciativa y se ha autocomunicado, y otras no-reveladas en las que la religión parece más bien una búsqueda o creación humana, bien por parte de algún fundador o bien por parte de una comunidad. El budismo no entra ni en un lugar ni en otro: es un camino religioso, o una filosofía religiosa de la vida. Buda no quiso fundar una religión, ni se consideró un dios. Junto a este aspecto, los jóvenes me preguntan cuáles la diferencia más importante entre el budismo y el cristianismo. Respondo: entre otras cosas, la visión de la historia y del compromiso con ella. El ideal del budismo es llegar al Nirvana (al vacío, a la paz, al descanso atemporal). Sus meditaciones y ejercicios buscan la no-actividad, la huída de lo que no merece la pena, del mundo cotidiano. Para el cristianismo, por el contrario, lo decisivo es el compromiso, la actividad, la transformación de este mundo, de esta historia, de esta sociedad. La oración no es un ejercicio individualista, de cerrarnos a nosotros mismos. Es apertura en dos direcciones: a Dios, y a los demás. Partimos de la vida, para volver a la vida, transformándola. El budismo admite la reencarnación. Por eso cada existencia tiene una importancia relativa. Para el cristianismo, cada uno de nosotros somos únicos, irrepetibles, y nuestra existencia es lo decisivo.
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Bertolucci, y su pequeño Buda, y se lo agradecemos, han denunciado el cansancio de nuestra cultura que busca otra calidad de vida, otra armonía con el universo, y otros valores como el ser, el silencio y la interioridad. Tal vez muchos cristianos debamos volver a redescubrir estas mismas claves. En Cuaresma, sin demorar más tiempo.
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56. POTENCIAR LA ÉTICA CIUDADANA Hoy, se quiere hacer desapararcer el “tabú” de una palabra proscrita en muchos casos por los medios de comunicación: ética. Una palabra miles de veces escrita y hablada por los Papas, y cientos de ellas recordada por nuestros obispos. Ahora bien, parafraseando a nuestro monarca, no se conseguirá una “ética” mientras no se recupere el sujeto ético. Nuestra cultura, que aún sigue adjetivándose de la “postmodernidad”, vive de lo fragmentario, de lo Light, de lo que se consume y devora sin dejar huella. Y todo porque ya no se cree en el futuro: “el futuro está aquí”. “Vive el momento presente, sálvese el que pueda... y el último que apague la luz”. ¿Cómo es posible, pues, hablar de ética sin una persona responsable? ¿Y cómo se puede hablar de responsabilidades sin una escala y jerarquía de valores? No voy a entrar en polémicas, pero sirvan al recordar cuatro valores elementales para comenzar a potenciar una ética: ámate a ti mismo; ama a los demás como a ti mismo; ama a Dios más que a los demás y que a ti mismo; ama la naturaleza para ti y para los demás. ¿Poca cosa pensarán algunos? Y sin embargo, tal vez sea el punto de partida básico para reconciliar dos mentalidades: los que propugnan una ética civil, y quienes, desde posturas fundamentalistas, no respetan ni siquiera una relativa secularidad. La ética de “máximos” y la de “mínimos” están condenadas a entenderse y convivir juntas, respetando sus diferentes niveles.
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57. PACIENCIA Se ha escrito que las virtudes menos atractivas para nuestra sensibilidad suelen ser las que sin embargo más necesitamos para seguir caminando. Entre ellas, la paciencia. Virtud humilde, pequeña, muchas veces escondida. La vida real, que todos experimentamos, es vida de contrariedades continuas e inevitables dentro y fuera de nosotros. No querer afrontar esta situación es condenarnos al suicidio lento; admitirla como inevitable, condenarnos al derrotismo. Caminar no es el esfuerzo titánico de saltar continuamente grandes obstáculos, o de no dar pasos hasta no desbrozar y limpiar el camino. Caminar es admitir, sí, que el camino no es llano; es afrontar con realismo lo inesperado tanto dentro de nosotros como fuera. El dominarnos, el seguir confiando en nosotros, el soportar a veces en silencio, otras en sonora paz, las situaciones, se llama paciencia. Paciencia que no es sinónimo de resignación, sino de espera activa. Paciencia que en muchas ocasiones nos purifica de dobles intenciones, y nos hace experimentar quiénes somos en realidad. El paciente no es el simple o el inconsciente, sino el sabio que entiende la profundidad de la condición humana y sabe dónde y por qué debe mantenerse en su puesto. Hay una corta oración que más de una vez ha aflorado en mis labios: “Señor, concédeme serenidad y paciencia para aceptar las cosas que no puedo cambiar; valor y fuerza para cambiar aquello que pueda; luz y sabiduría para reconocer la diferencia”.
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58. CAMBIOS Lo decimos cada año, cada día: es preciso cambiar. Necesito cambiar. No estoy contento ni satisfecho de mi, ni de las personas que viven a mi lado, ni de la actividad que desarrollo. Veo el lado imperfecto, lo negativo, y lo quiero mejorar. Me quejo de ser como soy y de que los demás sean como son. Me molesta su modo de hablar, de comportarse, de relacionarse. Busco mayor delicadeza, serenidad, comprensión, afecto, generosidad, solidaridad sin cálculos. Y siempre damos vueltas a los mismo: algo debe cambiar. El problema es, que con demasiada frecuencia condiciono mi propio cambio al cambio de los demás. “Si no fuera por”... “Si no hubiera sucedido”... “Si él no hubiera dicho”... Me recuerda una vieja parábola: un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo lo tiene, pero le falta el martillo. El vecino tiene uno. Decide pedírselo. “¿Y si no quiere prestármelo?” Ahora recuerdo que ayer no me saludó al cruzarse conmigo. ¿Será que es un raro... o que le han dicho algo de mí? Yo, desde luego si un vecino me pediría el martillo, se lo daría... Pero hay tipos que te amargan la vida... Les pides un favor y luego tienes que estar a su servicio”. Después de este monólogo, nuestro hombre sale preocupado a la casa de su vecino. Toca el timbre. Se abre la puerta, y antes de que el vecino tenga ocasión de decir algo, nuestro protagonista le grita furioso: “!Quédese ud. con su martillo!”. Cambiemos nosotros nuestras actitudes. Es el primer y más decisivo paso para que los demás cambien también.
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59. FELICIDAD Cuando pronuncio, entre amigos y no tan amigos, la palabra felicidad percibo a mi alrededor un tono de escepticismo teñido de hipocresía. Se da por hecho que la felicidad no es posible. Tengo que decir que disiento. Con un matiz: yo tampoco creo en la felicidad, pero sí en los hombres y mujeres felices. Las claves: lo primero, la unificación interior, es decir, cabeza, corazón y manos unidos. Que lo que piense la cabeza, lo sienta el corazón, y lo hagan las manos. Que lo que sienta el corazón lo hagan las manos y lo piense la cabeza. Que nuestras acciones sean sentidas con el corazón y pensadas con la cabeza. Fruto de la unificación interior viene el vivir el momento presente con intensidad: sin ser esclavos ni del pasado ni del futuro. Y, fruto de vivir el momento presente, el experimentar una continua armonía, alegría, bienestar y actitud de agradecimiento. El psiquiatra Peter Fraile nos ha recordado que la clave de la felicidad es la fusión y no la fisión, y que tenemos que llegar a convencernos de que lo positivo tiene tanta fuerza como lo negativo en nuestra vida. Hemos sido educados para la sospecha y la negatividad. Como si la tragedia y el fracaso fuesen más reales que lo positivo y lo armónico. La visión creyente de la vida siempre ha afirmado que el bien sustenta el mal. Que las sombras sólo puede existir porque existe la luz. Pero al final la transparencia empapará todo. No tengamos miedo a creer en la felicidad, desde la vida de cada día. Aquí y ahora.
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60. DESIERTO Cerca de Murcia se encuentra La Cresta del Gallo. En el valle de dicho monte, se ofrece la posibilidad de vivir unos días de desierto. todo, desde la pobreza y la sencillez. Unas humildes estancias, en parte excavadas en la misma roca, sin agua corriente, sin luz. En un clima de silencio. En el desierto, lo primero que afloran, son los propios miedos y los ruidos que llevamos dentro. Quien es capaz de reconocerlos, unificarlos e integrarlos, poco a poco se va descentrando hasta anclarse en El, el Señor del silencio, de la sinceridad y de la pobreza. Es el realismo de vivir el momento presente. Sin más añadidos. San Francisco de Asís, con su permanente alabanza, San Juan de La Cruz y Santa Teresa, con sus ansias en amores divinos inflamados, y Carlos de Foucauld, con su adoración permanente del hermano Jesús, llegan a hacerte redescubrir que lo más necesario en la vida, para caminar en autenticidad y ligeros de equipaje, es tener ojos de búho, el corazón de niño, las manos de madre, y los pies de peregrino. En el desierto no hay más remedio que ser tú mismo. De nada valen tus poderes, tus saberes, tus acciones. El desierto es espejo y terapia. Como otros muchos han experimentado sólo hay un secreto: a solas con el solo Dios, hecho hombre, tierra de nuestra tierra, carne de nuestra carne, y a la vez siempre más allá. Fe, amor y esperanza fundidos. Es como una analogía para un nuevo renacer.
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61. DIEZ CLAVES Profetizar cuáles son las claves para entender nuestro tiempo y su cultura, y que preanuncien el futuro, no es nada fácil. Se necesita atrevimiento y lucidez. El filósofo español J.L. Abellán se ha lanzado a la aventura, y ha sintetizado en diez esas claves para entender nuestro final del siglo. La primera, el cambio de pensamiento: hoy se piensa en “universal” (cada uno de nosotros somos humanidad, y la humanidad depende de nosotros). Segunda clave: el triunfo del presente. El hombre de hoy no quiere vivir atado al pasado ni a tradición vinculante alguna; pero tampoco quiere hipotecarse en aras del futuro, de la utopía. Los mass media le han devuelto al presente. Tercera clave: ya no se cree en el progreso como una especie de mito o religión. Dicho progreso debe dejar de ser “cuantitativo” para transformarse en “cualitativo” o de calidad de vida. En este sentido, la cuarta clave será la revolución del espacio: el hombre de hoy vuelve a valorar los espacios humanos, a medida del
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hombre, lejos del ruido, la contaminación y la peligrosidad de las grandes ciudades. La quinta clave es la de una nueva ética basada en la racionalidad, la responsabilidad y la libertad traducida en “libertades”. Todo ello desde una valoración del pluralismo, la diferencia la secularidad. Precisamente la sexta clave es el respeto a la diferencia, para romper con peligros latentes como los nacionalismos o los totalitarismos. La séptima clave es el nacimiento de un nuevo intelectual: ante todo con misión crítica y libre en relación al análisis del momento cultural y social en el que vive. La octava clave es la unión entre inteligencia o pensamiento, y el corazón o el sentimiento. Ciencia y vida deben caminar unidas. La novena clave es el redescubrimiento de la vida privada, como una especie de utopía individualista y revalorización de la propia persona y su dignidad. La décima y última clave es la crisis de la modernidad. Porque se ha sentido impotente para crear un nuevo humanismo. En este sentido la postmodernidad es la crítica desencantada del proyecto moderno y la revalorización, al mismo tiempo, de un nuevo humanismo donde se haga realidad la otra cara de la modernidad: libertad, fraternidad, igualdad, solidaridad. Por mi parte, concluyo: estas diez claves, como los diez mandamientos, se encierran en dos: volver a resituar a la persona humana y su dignidad en el centro de gravedad, y, desde ahí, reinventar una nueva cultura. Con un aviso para navegantes: ¡Dios a la vista!, como fundamento, punto de referencia, principio y fin de esa misma persona.
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62. MITOS Al finalizar un encuentro de profesores, donde analizábamos las principales corrientes y movimientos culturales de hoy, uno de los participantes me entregó un libre de J. Campbell. Es autor de libros como “El héroe de las mil caras” o “Las máscaras de Dios”. El presente habla del poder y actualidad del mito. Aunque en la obra no se define expresamente lo que se entiende por mito, algunas frases nos indican el fondo de la postura de nuestro autor: “Siempre encontraremos la misma historia que, transformándose continuamente, permanece maravillosamente inmutable”… “El mito es el sueño colectivo; y el sueño el mito privado”… “Para llegar a descubrir la verdadera sabiduría, el mito, necesitamos la privación y el sufrimiento”… “Todos necesitamos contar nuestra historia y comprenderla”. Estas y otras sugerentes frases de Campbell me han hecho reflexionar desde una triple perspectiva: Por una parte, al necesidad que sentimos hoy de bucear en lo profundo para encontrar nuevos sentidos vitales; por otra parte, el creer que en este mundo y en esta historia, ya está la clave de la sabiduría perfecta (la gnosis), y que por lo tanto sólo es cuestión de encontrar la llave que nos abra el sendero nuevo; y, finalmente, esa gnosis o sabiduría, aunque es un camino de búsqueda personal inevitablemente debe ser compartida por toda la humanidad. Hasta aquí, lo que diversas corrientes de muy diverso signo propugnan. Como cristiano, nacen en mí interrogantes a la hora de dialogar con esta sensibilidad cultural: ¿debemos resignarnos a ver en Jesús, el Cristo, un mito más? ¿Es indiferente cualquier presentación del mensaje cristiano en clave esotérica o novedosa? ¿Es sólo o cristiano un mensaje subconsciente y colectivo de la humanidad escondido en todas las religiones?
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En los primeros siglos de nacimiento del cristianismo ya San Ireneo, frente a la gnosis, tuvo que recordar dos cosas: sólo el cristianismo cree de verdad en la novedad de la historia y no en el eterno retorno; y, desde luego, el centro de la sabiduría cristiana no es una filosofía o doctrina, sino un hecho histórico: la aparición de Jesús, el Cristo, sentido de todo. Hoy sigue siendo escándalo para los indiferentes, locura para los sabios, decepción para los buscadores de novedades. Porque, en cualquier caso, Jesucristo es más que un mito.
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63. MIEDOS Los psicólogos de nuestros días nos lo repiten: el mayor miedo que tenemos es a ser nosotros mismos. Porque no nos conocemos, o no nos aceptamos. Da la impresión muchas veces que el mayor enemigo nuestro somos nosotros mismos. En una publicación popular encontré algunas pistas que pueden ayudarnos a cambiar de actitud. Decía poco más o menos esto: no tengas miedo a estar solo, a mirarte interiormente y encontrarte en silencio. Ten miedo a ser un solitario, aislado de los demás, incomunicado y desconfiado. Nunca temas decir la verdad, expresar con claridad lo que sientes, y afirmar aquello que has visto o has oído. Teme, más bien, engañarte a ti mismo, autoconvencerte de tus mentiras, o colocar máscaras sobre tu rostro y sobre el rostro de los demás. No temas hablar con dificultad, o no saber expresarte muy bien. Ten miedo de no escuchar al que habla. No tengas miedo a ser valiente, audaz y auténtico. Ten miedo de herir por tu silencio o por tu orgullo. No tengas miedo a la hora de regalar tus cualidades a los demás, y de ser creativo y emprendedor. Ten miedo de ser una persona rutinaria, resentida o llena de complejos. No tengas miedo a vivir nuevas experiencias, a salir de tus costumbres y esquemas. Ten miedo a la dispersión y a no estar unificado. No tengas miedo de ser tú mismo, estés donde estés, y de aceptar a los demás como son, y no como te gustaría que fueran. Ten miedo de no vivir con intensidad y agradecimiento la vida de cada día. No tengas miedo de tus dudas de fe, a buscar siempre nuevos horizontes, a vivir valores auténticos. Ten miedo a resignarte, a vivir en tu limitación, y a no experimentar el amor y la misericordia. Si vives
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de esta manera, la vida será para ti un canto de alegría y esperanza, y una fiesta compartida. Y, lo que es más importante, te encontrarás a ti mismo.
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64. NEW AGE Y SILOS Un día cualquiera del mes de mayo mantuvimos varios sacerdotes un encuentro en la abadía benedictina de Silos. En las campas próximas al monasterio vimos aparcados algunos autobuses y un buen número de automóviles. Desde hace unos meses parece ser el panorama habitual en aquellos lares. La culpa la tiene el canto gregoriano. ¿Por qué este éxito aparentemente inesperado? Se ha hablado, entre otros factores, de un buen marketing publicitario, de la necesidad de lanzar al mercado algo realmente nuevo en el gastado mundo de la música, y hasta de cambio de gustos musicales en los consumidores. Todo esto puede ser cierto. Pero no se ha hablado demasiado de otro fenómeno: New Age y Silos. Me explico: hace algunos años el grupo francés “Enigma” lanzaba al mercado discográfico, y lograba colocar en los primeros lugares de los Top Parade, una especie de música gregoriana con ritmo. Después, nos encontramos con Enya, y otros cantautores de la Nueva Era, que nos remitían a fórmulas musicales con la raíz gregoriana. Y, a hora, sin más aditamentos, llegó el turno al gregoriano puro y seco. La New Age defiende, en lo musical, un tipo de música minimalista (en forma de canon repetido), terapéutica, katártica, y donde la voz humana solista no es protagonista, sino un instrumento o sonido más en el conjunto melódico. ¿Para qué sirve esta música? Para despertar el tercer oído, unificarnos interiormente, fusionarnos en el Ser, iniciar a la meditación trascendental, y abrirnos a nuevos horizontes mentales y emocionales. Como la Nueva Era es un movimiento sincretista no tiene inconve-
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niente en adoptar la forma gregoriana. Y de paso lanzar al mercado un nuevo estilo: “La trascedental music”. Sin pedanterías, en 1991, anuncié este fenómeno en mi happening musical “Vuelos de Luz y Libertad”. Una vez más la realidad supera con creces cualquier ficción literaria.
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65. GENERACIÓN X Tenía que ser precisamente un escritor norteamericano, D. Coupland, quien pusiera en circulación esta especie de slogan o marca casi comercial: Generación X. Se refiere a los jóvenes de ahora mismo, en edades comprendidas entre 19 y 35 años. En España son seis millones. Tres señas de identidad parecen definirles: la crisis estructural y el paro, la larga permanencia en el hogar paterno, y la reducción de la natalidad. Nacieron en los años 60 y 70. Hijos del desarrollismo, del optimismo social, y del idealismo del 68. Cuando se hablaba del pleno empleo, universidad para todos y toda una vida para ser lo que cada cual eligiera. La infancia más o menos feliz, viajeros, con dinero para consumir, dominio del inglés, musicales y teleadictos. Lo tenían todo. Y sin embargo, cuando generacionalmente, ha llegado el momento del relevo, estos chicos y chicas se muestran escépticos, narcisistas, pragmáticos, autistas, perplejos y de vuelta de casi todo. Es la generación del “crac”: ya no creen en la utopía de una Europa unida, en una Constitución que prometía trabajo y libertad para todos, en una democracia como el menos malo de los sistemas políticos, en el Estado del bienestar. Desconfían de los políticos, de las ideologías, de los sueños. Y se sienten como generación perdida. Y, paradójicamente, no se rebelan. Saben que no sirve de nada. A lo sumo, basta vivir el día a día en algunas de las tribus urbanas marginales, y asistir a algunos encuentros deportivos y musicales para reforzar la presencia de grupo. Concluyo con un deseo, cargado de esperanza, más allá de derrotismos: aunque todo lo de descrito hasta aquí pueda ser real sigo con-
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fiando en la potencia, creatividad y ganas de luchar de una generación nueva, la X, que sabrá decir sus palabras, buscar su identidad, y encontrar valores para seguir caminando. Es connatural al ser, vivir, y sentirse joven.
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66. ENNEAGRAMA En el difícil camino del autoconocimiento y realización personal se está poniendo de moda un método muy antiguo: el enneagrama, de origen sufí. Mediante la clasificación en nueve tipologías se trata de ayudarnos a descubrir nuestro verdadero “yo” liberándonos de falsas imágenes de nosotros mismos, es decir, de nuestros egos compulsivos y artificiales. En otras palabras, se trata de desprendernos y superar nuestras actitudes inflexibles o fijaciones de personalidad. Estas serían: el perfeccionista (¡siempre tengo razón y todo lo hago bien!), el salvador (¡yo siempre ayudo a todos en todo!), el eficiente (¡siempre me salen las cosas bien y soy muy eficaz!), el especial (¡soy diferente a todos y casi nadie me entiende!), el sabelotodo (¡soy el más inteligente y el más perspicaz!), el cumplidor (¡siempre cumplo lo que digo y mi lema es la fidelidad!), el planificador (¡siempre sé lo que quiero y mi vida está programada!), el poderoso (¡yo lo puedo y puedo con todo!), y el indolente (¡siempre estoy a gusto y sin hacer grandes cosas!). Son situaciones y actitudes, las descritas, por las que pasamos casi todos. Lo tristemente negativo resulta cuando se convierten en nosotros en verdaderas manías o formas de ser permanentes. Como dice una conocida canción: “!Quítate tus caretas, quítate tus postizos, rompe si hace falta tu papel!”. Reconocer lo que somos es el primer paso. Redescubrir valores que merezcan de verdad la pena, el segundo. Y ayudarnos a caminar sin artificios, en autenticidad y verdad, lo decisivo.
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67. MATAR AL POBRE Los países ricos no quieren terminar con la pobreza, sino con los pobres. Puede resultar dura esta afirmación. Es una realidad. Y es el resumen argumental de un documento vaticano que apareció bajo el título “Dimensiones éticas y pastorales de la evolución demográfica”. 56 folios elaborados por teólogos moralistas, sociólogos, demógrafos y obispos. Todo ello para dar respuesta a lo que se propone en diversos foros de desarrollo. Se afirma “que se están agotando los recursos básicos y se intensifica la contaminación medioambiental a consecuencia del aumento de población, y del consumismo excesivo”. Para ello se propone una solución: “Promover políticas demográficas adecuadas”. Se señala como dato positivo que ya el 55 por ciento de las parejas de los países subdesarrollados utilizan “métodos modernos y seguros de contracepción”. Y se espera que hacia el año 2015 se utilice por el 69 por ciento, y todo ello con un coste de 20.000 millones de dólares. Se pide igualmente liberalizar mucho más el aborto. Antes estas afirmaciones, ¿qué afirma el futuro documento vaticano? Sencillamente que es totalmente cierto que se debe luchar contra el consumismo excesivo, pero que no es cierto que los recursos materiales, en relación al crecimiento de la población mundial, estén en peligro. El principal recurso del hombre sigue siendo el propio hombre y la confianza en su poder creativo. La salida de la pobreza no se resuelve matando a los pobres sino proponiendo la justicia y un verdadero nuevo orden mundial. El total de la tierra cultivable se calcula en nuestro planeta en 3.600 millones de hectáreas.
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Hoy sólo se han explotado unas 1.400 millones de hectáreas. La población del próximo siglo estimada en 11.500 millones de seres humanos podría ser alimentada con una cuarta parte de la producción máxima posible actual. Y con estos datos en la mano finalizamos con un serio interrogante: “¿Se quiere eliminar la pobreza, o no perder el predominio y control de la riqueza en manos de unos pocos países ricos que, todo hay que decirlo, pertenecen principalmente al hemisferio norte de nuestro planeta?
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68. FIN DE LA HISTORIA Su nombre es Fukuyama. Es ciudadano de U.S.A. Y bien situado: asesor de la Casa Blanca. Se hizo famoso hace unos años por un libro en que se anunciaba el fin de la historia y la llegada del último hombre. Me explico: para este autor, el neoliberalismo capitalista es el sistema de gobierno y socioeconómico más perfecto. Por eso, paradójicamente, afirma que llevaba razón Marx cuando anunció el fin de la historia en nuestros días. Pero se equivocó de fecha: no será con la emancipación del proletariado, sino con el triunfo de las democracias liberales. Ya no podemos pedir más. Es lo más perfecto. La caída del comunismo ruso lo ha confirmado: sólo el capitalismo es lo que logra sobrevivir. Todo es cuestión de esperar a que los países más pobres logren nivelarse y desarrollarse con relación a los ricos. Releyendo a Fukuyama no puedo por menos de abrir las primeras páginas de libro de Génesis y revivir una paradoja: si en un principio la tentación de la humanidad fue “querer ser como dioses gozando de la inmortalidad y de la capacidad de discernir autónomamente el bien y el mal”, hoy la tentación es la contraria: querer instalarnos en la finitud de nuestra condición humana, dando por hecho que lo que vivimos en este momento histórico es lo mejor. Que le futuro ya está aquí. Que debemos gozar el presente. En definitiva, renunciar a ser críticos, creativos, utópicos y abiertos a la transcendencia. El día que las tesis de Fukuyama se hagan experiencia general habremos llegado ciertamente al fin de la historia, porque la persona humana habrá decapitado e hipotecado su corazón y su cabeza. Y, lo que es más triste, elevado a rango de dios todo un símbolo: el dólar y euro-dólar o, lo que es lo mismo, dinero, cibernética, petróleo y armamento. ¿Será éste el corazón de nuestro mundo?
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69. IDENTIDAD PERSONAL A. Cencini es uno de los psicólogos italianos más preocupados por legar a describir las claves de una verdadera identidad y madurez humanas. Ha creado escuela. Lo que afirma, en sus valiosos escritos, viene a ser más o menos lo que sigue: la identidad o personalidad se construye desde cuatro niveles, que coinciden con etapas o edades en la persona humana. Niñez-adolescencia: el nivel corporal o del “parecer”, la identificación con nuestro cuerpo y nuestras necesidades básicas. Juventud: el nivel psíquico, o, lo que es lo mismo, la identificación con nuestras cualidades y el descubrimiento de nuestro rol social. Adultez: nivel ontológico o del ser, es decir, descubrimos lo que realmente somos y lo que estamos llamados a ser. Es el equilibrio entre el yo real y el yo ideal. Madurez: nivel metapsíquico, o de realización personal, en el que nuestra personalidad se unifica, tenemos claro los valores por los que luchamos en la vida, y somos coherentes en la vivencia de esos mismos valores. En cada una de estas etapas o niveles existe un peligro: el estancarnos, y no corresponderse nuestra edad natural con el desarrollo personal. Así, hay personas que se han quedado para siempre instaladas en el primer nivel físico: viven para aparentar. Otras, en el psíquico, y, o bien son narcisistas, o bien personas dependientes de los demás. Otras, las que se han quedado en el tercer nivel, viven en un excesivo idealismo, sin conocerse de verdad, o siendo personas inconsistentes, que no cuajan en ningún lugar. Como siempre, conocerse, y tener claras algunas claves de crecimiento, es algo necesario para seguir caminando, y un fuerte aldabonazo a nuestra persona.
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70. SER Y CRECER Ser uno mismo no es fácil. Es más cómodo imitar, no salir del montón, no destacar, adaptarnos y anestesiar nuestra identidad. Y sin embargo, estamos llamados a ser y a crecer. Cada cual desde su propia personalidad, características y cualidades. Suelo comparar a las personas con diversos elementos de la naturaleza. Así, acostumbro a repetir, existen personas que son como catedrales. Para llegar a ser ellas mismas necesitan irse forjando virtud tras virtud, valor tras valor, actitud tras actitud, como si se tratara de labrar piedra a piedra para luego formar con ello el bello y armónico edificio catedralicio. En nuestro caso, la personalidad. Otro son como conchas marinas que caen en el fondo del mar, es decir, como personas que se empapan de la vida. Al principio la concha es sólo concha pero muy pronto comienzan a adherirse a ella algas, líquenes, parásitos, corales. Y la concha se convierte en fuente de riqueza vital y de extraña y nueva hermosura. Así, muchas personas, desde la vida, son capaces de recoger lo mejor de las experiencias de la misma. Otras personas son
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como rocas poderosas. De por sí bellas y potentes. Pero necesitan los años, el viento, el sol, la lluvia, las heladas y hasta la mano diestra de un artista para que esa roca se erosione, se pula, y hasta se convierta en una verdadera obra de arte. Existen personas que son como ostras: viven fundamentalmente orientadas hacia su interior. Hay que ayudarlas a abrirse y descubrirlas, para compartir la riqueza de la perla que llevan dentro. Finalmente, otras personas son como una pequeña semilla. Aparentemente sin grandes valores. Pero sabiendo enterrarse y entregarse en empresas que merecen la pena, y en tierras abonadas, llegan a dar muchos y valiosos frutos. Lo importante es, como siempre, conocernos.
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71. SABIDURÍA Casi siempre que me acerco a algún monasterio de clausura vuelve a despertar en mí la misma sensación: son como oasis de paz y unificación en medio de nuestra sociedad atormentada, dividida, violenta y estresante. No es nuevo. A su manera, recogen la sabiduría del desierto. Casi dieciséis siglos después. ¿Qué sabiduría es ésta tan probada? Basten algunos dichos del desierto de los más antiguos como botón de muestra: “Si has perdido oro o plata puedes encontrar algo parecido que los sustituya. Si has perdido el tiempo o tu persona no podrás reemplazarlo con nada”. “No vivas nunca en un lugar muy conocido, ni te quedes con una persona famosa, ni eches cimientos donde algún día podrías construir una casa”. “No sigas a las personas que tienen palabras pero no buenos hechos”. “Si tienes hambre come, si tienes sed bebe, pero no hables jamás mal de nadie. Sólo se encuentra la paz cuando no se juzga”. “Si quieres ser sabio no confíes en tu propia bondad ni en tu fuerza, no te preocupes por el pasado ni por el futuro, y controla tu lengua y tu estómago”. Alguien puede pensar que esto no es para él, que es cosa del pasado. Finalizo con un dicho más: “Es preferible una persona que se sienta imperfecta y pecadora, si sabe que ha pecado y ha intentado hacer el bien, a una persona que no se sabe pecadora porque no ha sido capaz de salir de ella misma ni intentar descubrir algo nuevo”. El mayor pecado suele ser la rutina, la instalación y el desaliento.
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72. BIENAVENTURADOS La sugerencia me vino servida por la pluma de P.M. Lamet. A la pregunta lanzada al maestro sobre “¿cuáles serían las Bienaventuranzas para el españolito de hoy?” su respuesta sería más o menos ésta: Bienaventurados los pobres que no son corrompidos por el dinero, porque verán premiada su honradez e integridad; bienaventurados los que lloran por estar en paro, porque verán reconocida su injusticia y premiada con la solidaridad de todos; bienaventurados los que siguen creyendo y practicando la justicia, porque serán llamados bienhechores y reserva utópica de la humanidad; bienaventurados los que no han dejado envejecer su corazón, ni por la crisis ni por el pesimismo, porque cada día verán la vida con nueva luz; bienaventurados los que siguen creyendo en los demás, porque su gozo no tiene fondo; bienaventurados los que no han perdido el sentido común, porque serán llamados hombres y mujeres portadores de paz; bienaventurados los que no utilizan la violencia, ni en sus palabras ni en sus gestos ni en sus acciones, porque serán recompensados con amigos incondicionales; bienaventurados los que llaman a las cosas por su nombre y son coherentes defensores de la verdad, porque se sentirán felices y realizados; bienaventurados los que esperáis contra toda esperanza, amáis con transparencia, y os abandonáis en las manos del Dios de la Vida, porque vosotros sois el Evangelio viviente. Cuando al Maestro le insistieron cómo poder cumplir con todo esto, él se limitó a subrayar: “pedid, para caminar por la vida, ojos de buho, corazón de niño, manos de madre y pies de peregrino. Sólo entonces veréis la vida con mi misma mirada, sentiréis la vida con mi corazón, y haréis las cosas con mis manos. Sólo entonces podréis vivir las Bienaventuranzas”.
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73. ENTRE REJAS Recientemente he tenido la ocasión de compartir dos experiencias de un mismo signo: un encuentro con presidiarios, y una jornada de oración por esos mismos presidiarios. Impresiona la edad joven de la mayoría de quienes están entre rejas. Más impresionan y cuestionan los problemas de fondo que se palpan: el valor nulo de la vida en la cárcel; el problema de la drogodependencia y SIDA; es espeso muro social y desesperado que espera a quienes salgan algún día; y, finalmente, lo que tal vez debiera ser lo primero, el sin sentido de esa misma experiencia entre rejas: ¿Es rehabilitación o simplemente marginación? Los capellanes de nuestro penal me han recordado y repetido al menos cuatro realidades: lo primero, que cada preso, aun dentro de su trayectoria personal y culpablemente delictiva, es un signo del fracaso de proyectos sociales de fondo, y ya en la prisión, una simple solución de emergencia de la sociedad, marginándolo entre muros. En segundo lugar que, mientras exista un sólo preso, es un interrogante a nuestra forma de vivir y de afrontar modelos de convivencia sociales, y al complejo y misterioso mundo de la persona humana. En tercer lugar que, según el autor de la Carta a los Hebreos, el recuerdo y acercamiento a los presos debe hacerse como si estuviéramos presos con ellos. Y finalmente, que el día del juicio, nos examinarán del amor y de lo que hicimos con cada uno de estos nuestros hermanos presos. A la pregunta que un joven presidiario hizo a un obispo sobre cómo vivir entre rejas el día a día, éste vino a decir sencillamente esto: “Lo mismo que si estuvieras fuera”. Es decir, vivir el momento presente sin ser esclavos ni del pasado ni de la ansiedad del futuro; gozar con las cosas peque-
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ñas cotidianas y del momento a momento; y, finalmente, estar siempre atentos a las necesidades del otro, más allá de lo que sea mero compañerismo o educación. Concluyo: sólo desde aquí las rejas, no sólo las físicas sino las psicológicas, serán menos rejas, y el infierno de la incomunicación, insolidaridad y marginación, menos infierno. De esto saben mucho, experiencialmente, los profesionales, el funcionariado y voluntariado carcelario.
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74. AMANECER No hay actitud más necia y pretenciosa que ignorar la sabiduría de los demás, venga de quien venga, o fuere de la época que fuere. Hoy he desempolvado un manuscrito medieval encontrado en Salszburgo. Me permito una traducción muy libre y actualizada: si quieres ser persona, sé noble de espíritu como si fueres descendiente real, y a la vez simple y sencillo como un hijo de campesino. Sé héroe que ha logrado dominarse a sí mismo, y a la vez, pobre y necesitado, como mendigo y peregrino. No te postres ni adores a nadie, pero ten misericordia de los más necesitados. Sé discípulo del único Maestro, el Señor, y guía y luz de quienes te encuentres en el camino. Ten las manos siempre abiertas en actitud de plegaria, y a la vez dispuestas sobre el arado para trabajar en las más duras tareas. Sé adulto en la contemplación de las cosas, pero niño en el confiar de los demás. Tiende a las cosas más elevadas, pero nos desprecies las pequeñas y las más cotidianas. Goza con la alegría, y familiarízate con el dolor. Muéstrate claro y transparente en el pensar y en el comunicarte, pero moderado en el hablar. Sé amigo de la paz y la justicia, y enemigo de la rutina y de la polémica. Ten muchos amigos, y, a la vez, gusta la soledad. Ama el estudio y busca la sabiduría, pero no te olvides de reconocer siempre tus errores y equivocaciones. Vive con ilusión el mañana, pero no renuncies al presente, y no olvides las lecciones del pasado. Hasta aquí más o menos lo que el manuscrito decía. Si interesante es todo ello, más impresiona el final de dicho escrito: “sé totalmente diferente de quien esto escribe”. Tal vez no se falsa modestia. Me recuerda lo que afirmaba nuestra gran Teresa: “humildad es andar en verdad”. Necesario más que nunca.
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75. ¡DIOS A LA VISTA! Como en casi todo, las opiniones parecen irreconciliables: para unos, Dios ha muerto definitivamente en nuestra cultura: ¿para qué le necesitamos?, o en el mejor de los casos, ¿dónde encontrarle? (Wittgenstain). Para otros, Dios no sólo ha desaparecido sino que sigue siendo un peligro: sería el causante del regreso de fundamentalismos fanáticos o de teocracias trasnochadas (G. Kepel). He vuelto a leer la obra El espectador del filósofo Ortega y Gasset. Una vez más me ha entusiasmado su postura, profunda y llena de realismo. Viene a decir más o menos lo que sigue: en la órbita de la tierra hay parhelio y perihelio, es decir un tipo de máxima aproximación al sol y un tiempo de máximo alejamiento. Un espectador astral que viese la tierra en el momento en que huye el sol pensaría que el planeta no habría de volver nunca junto a él, sino que cada vez se alejaría más. Pero si es capaz de esperar verá que la tierra, en suave inflexión, volverá otra vez al sol como el boomerang a la mano que lo lanzó. Algo parecido acontece en la órbita de la historia con relación a Dios. Hay épocas de “odium dei”, de huida de lo divino, en que Dios llega casi a desaparecer del horizonte. Y otras, como la presente, en que Dios, por muchos y diversos factores, parece retornar con fuerza. O mejor, parece desvelarse desde el lugar en el que siempre ha estado, y nos hace gritar con fuerza: ¡Dios a la vista! Parafraseando al filósofo tal vez debamos afirmar dos cosas: hay que aprender a tener paciencia en las aparentes noches oscuras personales y colectivas: Dios es siempre Luz y Amanecer; y, lo que es más importante, como gustaba subrayar S. Agustín y S. Francisco de Asís, busquemos siempre nuevos rostros de Dios Vivo.
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A Dios no se le puede apresar como a la mariposa sujeta al cartón. Dios siempre es más. Dios no es una creación nuestra. Somos nosotros criaturas suyas.
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76. SABER PEDIR Dos afirmaciones, aparentemente contradictorias, me vienen a la mente en el momento que escribo. De una parte, un sabio y experimentado director espiritual, afirmaba que la oración más difícil para un cristiano es la de petición. Por otro lado, en el Evangelio, con claridad nítida, se nos invita de forma permanente a pedir. Es prueba de confianza en el Dios de la Providencia. Y, por si estas dos afirmaciones fueran poco, leo en un jugoso libro que “pedir, en términos de oración, es peligroso”. Doy vueltas a esta última frase y llego a la conclusión de su veracidad. Sí, pedir es peligroso porque hay una gran diferencia entre lo que creemos necesitar y lo que realmente podemos necesitar. J. A. García Monge nos los recuerda: pedí a Dios ser amado, y me dio amor. Pedí salud para hacer grandes cosas, y me encontré la enfermedad para hacerme grande. Pedí riqueza para ser feliz, y me encontré la felicidad para vivir la pobreza. Pedí leyes para dominar a los demás, y me encontré la libertad para liberarlos. Pedí a Dios admiradores de mi persona, y me encontré amigos para no estar solo. Pedía ideas para convencer, y me encontré espacios para convivir. Pedí dinero para comprar cosas, y me encontré personas para compartir mi dinero. Pedí milagros para creer, y me dio fe para hacer milagros. Pedí religión para ganarme el cielo, y me regaló un hijo para acompañarme en la tierra. Pedí de todo para gozar en la vida, y me dio la vida para gozar de todo. Había pedido ser un dios, y El sólo quiso hacerme hombre. A pesar de todo que no cunda el desánimo: es necesario pedir.
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77. JÓVENES Se suele afirmar que la juventud es una enfermedad que pasa deprisa. No lo creo así. La juventud es nuestro segundo nacimiento. La época en que tenemos que parirnos a nosotros mismos para ser nuestros propios padres y madres. La edad de las grandes opciones vitales. Al menos así era. Porque ser jóvenes, en España, al parecer, no es pertenecer a una generación uniforme, monolítica y definible con facilidad. Tal vez la denominad Generación X no deje de ser un slogan yanqui, sin más. Porque, según el último informe realizado por la Fundación Santa María, existen seis tipos de jóvenes: Los integrados (38%), los que no hacen mucho ruido, aunque tengan su opinión crítica sobre instituciones y acontecimientos sociales. Amantes de la familia, y mayoritariamente creyentes. Su ideología es de centro-derecha. Los postmodernos (24%), desencantados de normas fijas y de proyectos a largo plazo. Permisivos en lo sexual, justifican el aborto, la eutanasia y el suicidio. Su militancia es de izquierda. Los reaccionarios (15%), fundamentalistas, racistas, rigoristas, no aceptan la “escoria social” y son partidarios de la pena de muerte en algunos casos. Su ideología es extrema derecha. Los pasotas (10%), sin ideología definida, viven al día. Su lema es disfrutar al máximo y lo mejor posible. Los radicales de extrema izquierda (2%), legitiman la violencia y el terrorismo, justifican el consumo de drogas y los movimientos de insumisión radical. Finalmente, los liberales-conservadores (13%), ensalzan la competitividad, el libre mercado, los méritos personales, y la sociedad de oportunidades en todos los campos.
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Las preguntas se hacen inevitables. ¿Es posible un diálogo generacional? ¿Viven la vida o les vive la vida? ¿Qué futuro se está gestando? Por mi parte creo posible el diálogo, creo que los jóvenes son protagonistas, y creo en un futuro rico y lleno de esperanza. Las pruebas: los cientos de jóvenes con los que, más allá de etiquetas y estadísticas, me cruzo en Burgos y provincia sin ir más lejos.
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78. CURAS RURALES Durante todo el mes de septiembre estoy teniendo ocasión de contactar, dialogar y gastar mucho tiempo con laicos, religiosos y sacerdotes que viven en el medio rural. Señalo algo evidente: en ese mundo agonizante, como afirma M. Delibes, es admirable, y hasta heroica, la presencia del sacerdote. Pueblos con menos de 50 habitantes. En estas poblaciones no existe maestro, médico, farmacéutico; muchos alcaldes lo son por necesidad, no por elección. Y en medio de este submundo, sigue habiendo sacerdotes. De todas las edades, de ricas y diversas formas de ser y pensar, pero, sin duda, con una presencia gozosa, y con decidida vocación rural. ¡Cuántas páginas de secretos, costumbres, sabiduría, anécdotas se podían escribir! Selladas con su sangre. Cuando describo esta situación no pido para ellos el aplauso, ni el reconocimiento fácil, ni siquiera el halago para encubrir situaciones muchas veces en el límite. Sencillamente quiero ser testimonio de dos realidades: lo primero, que hay situaciones en la vida que no se pagan con nada. No tienen precio. Es la pura y simple gratuidad. Y, segundo, como suelo repetir a los jóvenes, que existen dos formas de hacer historia: para los hombres, o para Dios. Si se quiere hacer historia sólo para los hombres, cuya meta es el triunfo y el dejar huella, tal vez el pisar, gozar, subir, tener, poder, sean las claves más directas. Si se quiere hacer historia para Dios, cualquier situación, cualquier lugar, es único, irrepetible, y con valor de eternidad. Aun cuando el precio sea el silencio, la soledad y el anonimato. Al final, nuestros nombres, aunque no aparezcan en ningún periódico, anuario, o libro de historia, estarán escrito en el libro de la Vida. Los curas rurales, en veinte siglos de historia, habrán llenado muchas de esas páginas. En definitiva, es lo que importa.
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79. ALCOHOL Calimocho, litrona, destornillador, platanito, zurracapote, orgasmo, strong, pitilingorri, pitufo, butanito, machacao, semáforo, chivi, quitabragas, vaca verde, infierno, ladrillo, ballena, piruleta, chupito... ¡No son ni mucho menos nuevas letanías! Son algunas de las combinaciones alcohólicas que nuestros adolescentes y jóvenes burgaleses consumen preferentemente, y en sustanciosas cantidades, durante los fines de semana. Me llamó la atención Amando de Miguel en unas recientes declaraciones en las que subrayaba que hay jóvenes que intentan arrastrar la niñez y la adolescencia hasta que les salen canas. El enganche a la bebida, según éste y otros autores, es fruto de cuatro causas principales: una especie de rito de iniciación al mundo de los mayores (antes lo era también el tabaco), una manera de comunicarse liberando los sentimientos más primarios en grupo (el joven de hoy es “homo sentimentales”), una forma de evasión de la realidad y de los problemas reales (amparándose en un mundo ficticio, alucígeno, y surrealista) y, finalmente, una especie de regresión de personalidad (engancharse al alcohol es como no querer abandonar la teta materna, como una especie de necesitar la protección maternal permanente). Más allá de la necesaria búsqueda de causas y datos estadísticos es un hecho grave el consumo de alcohol entre los más jóvenes. España ocupa el tercer lugar, superando con mucho la media Europea. ¿Qué se está haciendo? Alabo la iniciativa de algunos colegios públicos y privados que, mediante encuentros y charlas informativas y de reflexión hacen hincapié en la prevención y educación. Pero no es suficiente mientras sólo sean iniciativas aisladas. Asociaciones de vecinos y cultu-
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rales, Instituciones políticas, educadores, e Iglesia tenemos delante de nosotros un reto que es necesario afrontar con realismo y sin inhibición de responsabilidades. Nos jugamos el futuro.
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80. TRABAJO Hablo sobre el trabajo. Lo escuché y medité en un cursillo organizado por el Instituto E. Mounier. Son paradojas sociales difícilmente asimilables: ha aumentado la riqueza en el mundo, pero también el paro. Los ricos, personas y países, cada vez son más ricos y los pobres más pobres. En las fábricas de automóviles, un robot hace el trabajo de seis personas y, además, se amortiza en un sólo año. La conflictividad laboral se mitiga o silencia mediante subvenciones o reparto de recursos estructurales. Hasta ahora, para el obrero, el trabajo manual era su principal riqueza; hoy, cuenta más la cabeza y la información; el trabajo manual es incluso fuente de conflictividad. Ya el trabajo no es la principal fuente de distribución de riqueza, sino el ocio y los servicios. Antes el paro era un problema; ahora, es, en muchos casos, una solución. A mayor producción de los sectores primarios, principalmente agricultura, mayor empobrecimiento de los mismos. Hoy, entre los 45-55 años, la persona es ya demasiado vieja para ciertos trabajos y, sin embargo, demasiado joven para su jubilación. Las paradojas podían alargarse en otras direcciones. Y las preguntas, también. Algo es evidente: estamos entrando en una nueva cultura del trabajo, de la producción y del consumo, de la distribución de la pobreza y de la riqueza. Países del Norte y del Sur deben dialogar. También el Este y el Oeste de nuestro Planeta. Y, en nuestro suelo hispano sin ir tan lejos, los empresarios, los trabajadores, los sindicatos y asociaciones, también. Cuatro puntos cardinales sobre la mesa: justicia, solidaridad, diálogo y calidad de vida. Junto a ello, ya como creyentes,
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recordar que la persona, su dignidad y sus derechos deben estar por encima del capital, del enriquecimiento o de otros intereses. Estas son algunas claves del verdadero orden social y la llave para romper dramáticas paradojas como las apuntadas.
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81. RELIGIÓN POPULAR En los años 60-70 estuvo muy de moda la “religiosidad popular”. Por tal entendemos las formas y manifestaciones tradicionales, propias de cada pueblo, que encierran la riqueza del misterio cristiano. Religiosidad respetada, aunque necesariamente deba alimentarse y purificarse. En los años 80-90, en cambio, se habla de “religión popular”. Con dos versiones: la de los nostálgicos (quieren volver a recobrar formas de la infancia, supuestamente perdidas hoy), y la de los democratizadores (se erigen como dueños y señores de lo que tiene que ser la religiosidad de un pueblo). ¿Algunos ejemplos de dicha religión popular? Cuando se recibe un saluda de un Alcalde “que invita a la Misa solemne en la ermita X”. O cuando una cofradía se erige en asociación civil y no quiere oir hablar de estatutos canónicos. O, cuando la procesión, a veces precedida de Vísperas en un latín no precisamente clásico y nada canónico, tiene que estar acompañada de abundante vino y alguna que otra blasfemia. Las frases también delatan: “¿Quién es el obispo para entrometerse en nuestros asuntos? ¿Quién es ese forastero (léase el párroco) para decidir sobre nuestras fiestas? ¿Quién ha dicho que la Iglesia, o la ermita, o la casa rectoral no son del pueblo?”. El Concilio Vaticano II nos habló de respetar, en su justa medida, las formas de religiosidad popular. En cierta manera es el cristianismo con raíces y sabor a pueblo. La religión popular es otra cosa. A la larga se convierte en forma pagana de vivir una fe que se queda anclada en “algo” (ritos, procesiones, formas, etc.) y no en “Alguien” (Jesucristo, el Señor). Y, lo que es más grave, detrás de la religión popular existe una necesidad de poder, personal o colectivo, encubierto. Por sus frutos lo conoceréis.
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82. SERIES TELEVISIVAS JUVENILES Durante este verano he tenido ocasión de ver diversas series juveniles de televisión. Esta vez con ojos más críticos. Confieso, con sinceridad, que me defraudaron. ¿Los valores de fondo? Aparte de unos jóvenes, ellos y ellas, con unos cuerpos más o menos bellos, cuatro realidades se repetían: sexo, comida, violencia y superficialidad. Me resisto a creer que los jóvenes de entonces, los que refleja la serie, como los de hoy, se encuentren identificados con los protagonistas de dicho serial. Y que incluso, los problemas reales que plantea, se resuelvan por dichos derroteros. ¿Cuándo los jóvenes harán sus propios guiones? ¿Cuándo dirán “basta” a estereotipos que les ridiculizan? Se comienza a hablar de una generación “Y”, que, más allá del consumismo fácil o de la violencia fanática, busca su propia personalidad y la defensa de su dignidad, su calidad de vida, su amor a lo natural, su visión solidaria y ecológica de la vida y la vuelta a los valores que merecen la pena. Estos son los auténticos cimientos para una existencia rea-
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lizada. Entonces, sólo entonces, la sensación de vivir alcanza su grado y expresión máximos y verdaderos. Más allá de modas o mitos alimentados por la caja tonta o los mass media.
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83. TEÓLOGOS ¿Son los teólogos aquellos intelectuales que responden a preguntas que ya nadie se hace? ¡Cuántas veces me han hecho esta pregunta! Hoy, para responder, abro una revista del Tercer Mundo. Me encuentro con un teólogo de raza negra, José Mpundu, zaireño para más señas. Afirma frases como éstas: “Lo que me importa es el hombre y la defensa de su dignidad como hijo de Dios... El mal que aqueja a nuestra civilización es sobre todo de sentido existencial y de rearme moral... No me gustan las etiquetas ni las ideologías: no soy ni rojo, ni blanco, ni negro o amarillo. Sólo me interesa el bien común, el bien del hombre y vivir en la libertar, la verdad y el amor... El nombre de Dios es amor, gratuidad, misericordia. Yo creo en el Dios de los débiles, que en esa misma debilidad manifiesta la omnipotencia del amor que libera y realiza en plenitud”. Después de estas frases, afiladas y certeras, dos sentimientos me afloran: Uno, que tal vez es la hora de los habitantes del Tercer Mundo. Ellos aportan nueva sabia y nos despiertan de rutinas y conciencias adormecidas. Segundo, una fijación del psiquiatra V. Frankl: “Quien tiene un por qué para vivir puede soportar casi cualquier cómo”. Traducido a nuestro lenguaje de hoy: dime en qué crees, cuáles son tus valores profundos, y te diré qué tipo de persona eres y hasta dónde resistirán tus sueños y acciones. Como siempre, los valores, existenciales y morales, son los protagonistas y la clave del crecimiento personal. Los teólogos tienen su palabra y su puesto.
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84. ENFERMOS DE SIDA Sucedió en un monasterio de religiosas clarisas. Llegan dos jóvenes, drogadictos y sidosos, a pedir algo de cenar. La portera no sólo les da algo de comer, sino que les invita a compartir unos momentos de diálogo con algunos miembros de la comunidad. Hablan de sus cosas, entre el asombro de hacerlo entre rejas. Al final, entre ellos, un comentario: “te has dado cuenta cómo nos han mirado. Hacía tiempo que nadie nos miraba así”. Mirada de acogida y de cariño. Respeto a su dignidad como personas. Me lo comentaba el director de Proyecto Hombre: En nuestros hopistales, una media de 20 enfermos de SIDA terminales esperan también esa mirada distinta, de acogida y de cariño. No tienen a nadie. Han pasado de la cárcel al Hospital. Atención médica y profesional no les falta. Pero sí algo vital: quien les ayude a morir con dignidad. Se necesitan centros humanos de acogida para enfermos terminales de SIDA. La fe tiene que hacernos mover montañas y arriesgar. Estamos a tiempo. Hoy puede ser el comienzo de una gran obra.
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85. DE CINE En breve espacio de tiempo he tenido ocasión de volver a ver dos películas de calidad: “Independence Day” y “Sostiene Pereira”. He querido ver en cada una de ellas algo más que dos filmes que no han perdidoactualidad. Representan dos formas de situarse y ver nuestra realidad social, la de hoy. Una, la americana, encierra todos los ingredientes del neoliberalismo: “Norteamérica, dijo el presidente Bush tras la guerra del Golfo, es el nuevo Imperio, la nueva religión, el garante del nuevo orden mundial”. Importa, en esta visión, la técnica, el resolver problemas, el seguir manteniendo un alto nivel de vida y, desde luego, eliminar cualquier enemigo potencial o real, aunque éste provenga de más allá de nuestras fronteras planetarias. Su lema, “más y mejor de lo mismo”. La otra película (“Sostiene Pereira”), de producción ítalo-portuguesa, es diferente. En primer plano se sitúa la persona humana. Concreta. Con sus problemas interiores y exteriores. Una persona que, de su individualismo y de su “estar muerto en vida”, se transforma en persona solidaria y sabe escuchar a quien tiene a su alrededor. Y un mensaje claro: es posible la utopía, cambiar y renacer siempre de nuevo. Y, si bien es cierto, como afirma el film, que en la vida no puedes elegir el momento de nacer y morir, sí puedes elegir el comprometerte en pequeños o grandes proyectos. Nadie puede vivir por ti. Ni dejar que te viva la vida. Y, lo que es más importante, pequeñas elecciones hacen grandes proyectos. Esa es la clave de los grandes personajes. Y la apuesta por lo que merece la pena.
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86. QUASIMODO Y PINOCCHIO Ignoro qué entenderán los cientos de niños que en estas navidades han visto las películas “Pinocho” y “El jorobado de Notre Dame”. Por cierto, cada cual en su género, verdaderas obras maestras. Ignoro también que habrán sacado en claro los papás que acompañan a su hijos. Algo parece evidente: nos encontramos con dos films que plantean el tema de, llegada la pubertad y la juventud, ser uno mismo. En ambos casos, se nos presentan adolescentes que quieren y desean conocer la vida por sí mismos. En la película de “Pinocho” una lección clara: aún cuando la persona sea niño no se puede jugar con ella o superprotejer como si fuera un muñeco, creado a nuestra imagen y semejanza. Los hijos tienen que llegar a ser libres. En el caso de Quasimodo, el afán por descubrir el mundo por sí mismo, sin la opresión tiránica de su señor el juez parisino. Es un tema que se repite en cada joven: se debe hacer la experiencia de un segundo nacimiento; debe parirse a sí mismo; ser su propio padre y madre; elegir en la vida su propio camino. Al joven, como a las plantas, hay que regarlas y abonarlas, pero no tocarlas. Ellos deben vivir su propia vida. En libertad y responsabilidad. Los hijos no son nuestros. Su vida es de ellos. Nos toca acompañarlos y ofrecerlos valores que deban ser asumidos por ellos mismos. Y, para finalizar, una máxima de oro de las escuelas de padres: los hijos no obedecen; imitan. En el fondo, educar es un riesgo. Pero una hermosa tarea, de la que no podemos claudicar, desentendernos o dejar en manos de otros.
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87. EN EL AÑO NUEVO Ya es un tópico: año nuevo, vida nueva. Las buenas intenciones se agolpan. Y los pequeños y grandes programas de vida, a todos los niveles, también. Leyendo un legajo antiguo me encontré con gotas de sabiduría, válidas para hoy, que transcribo: “sigue tu camino y sé tú mismo, aun en medio del ruido y de las prisas, sin olvidar que sólo la verdadera paz la encontrarás en el silencio. Haz lo posible por ser persona conciliadora, amiga de todos. Expresa tu verdad despacio, sin afección y sin arrogancia, para que se entienda y no se vea que es interesada. Aprende a escuchar a los demás, aunque sean de condición humilde, menos letrados que tú o no muy inteligentes. También de ellos puedes aprender cosas interesantes. No andes comparándote con los demás, porque te convertirás en orgulloso o amargado. Goza con tus pequeños o grandes éxitos y no pierdas el sueño por los fracasos. Ama tu trabajo por sencillo que sea. Gasta tu vida en ideales que merezcan la pena de verdad. Sé siempre radicalmente sincero contigo, con Dios y con los demás. No juegues con los sentimientos y el amor, con cinismo o hipocresía. A pesar de los desengaños, siempre es posible el amor auténtico y la amistad sincera. Convéncete que las cosas importantes y valiosas no se consiguen en un día. Vive unificado y en armonía con el universo. Vive en paz con Dios y desea unirte día a día más con El. Por encima de las vilezas, traiciones, dificultades, dolores y amarguras, la vida es bella y merece la pena vivirse. ¡Sé feliz! Estrena cada jornada como si fuera la primera, y vívela como si fuera la última!”. Creo que no necesita comentarios, salvo pedir a Dios la fuerza y la luz para vivir así.
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88. CULTURA, PAN Y CARIÑO Hace algún tiempo se inició el proceso de beatificación de D. Valentín Palencia y de cuatro jóvenes asesinados en la reciente guerra civil española. No quiero entrar en la polémica de la oportunidad o no de dicho proceso. No es momento de abrir heridas sociales. Desde la memoria cristiana de nuestra Iglesia, era necesario este proceso. Nuestro martirologio, ya de siglos, no puede olvidarse. Hoy quiero sólo destacar un hecho. Uno de los alumnos de D. Valentín, vecino de Burgos, preguntado sobre la pedagogía que utilizaba en su Institución de niños pobres, no dudó en hablar de tres palabras claves: cultura, pan y cariño. En otras palabras, sabía alimentar la cabeza, el estómago y el corazón. Añádase a esto que sabía preparar hombres para poder desenvolverse en la sociedad, por cierto nada fácil, de su tiempo. El resto de los valores educativos, en aquella institución, se aprendían por imitación del maestro. Hasta el punto que cuatro de sus alumnos decidieron seguir hasta la muerte a su protector y padre. El encarnaba ideales y una postura existencial feliz e imitable. Fidelidad, coherencia y discernimiento de los auténticos valores. ¿No son éstas las bases de una pedagogía integral, es decir, aunar testimonio y mensaje? El Papa nos ha recordado que son más creíbles los testigos que los maestros. Necesitamos testigos-maestros. Sigue siendo el mensaje válido para nuestros días. Para padres, maestros y alumnos.
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89. CARTAS ROBADAS No hubiera deseado nunca hablar sobre este tema. Me invade la indignación. El hecho, desnudo, es éste: nuestra correspondencia no está segura en los buzones de nuestros domicilios. Sencillamente, se roba, desaparece. El que escribe lo está padeciendo. Comentando este dato tercermundista con otros vecinos, también enumeraron realidades como éstas: a mí me roban el periódico cada mañana; me han incendiado el buzón; cuando el ascensorista viene a realizar alguna reaparición, el suelo del sótano está lleno de cartas, sustraídas en su día y tiradas, etc. Lo sé: Hay muchas formas de violar y atentar contra la dignidad y los derechos de las personas. Una de ellas, aunque parezca pequeña, es ésta. Y no sólo porque afecte al destinatario de la correspondencia, a veces con resultados irreversibles, sino porque, de rebote, el emisario paga las consecuencias. Se pueden llegar a crear situaciones verdaderamente conflictivas. Dos preguntas: ¿Habrá que llegar a la medida de situar el buzón en el interior de la mismísima puerta de cada vivienda? ¿Será que, quienes se dedican a almacenar papel ajeno, y supongo que a leerlo, quieren hacer un doble negocio: venta para reciclaje y descubrir exclusivas? Insisto, no llego a entender qué móviles psicopáticos pueden llevar a desarrollar esta nueva moda. Permítaseme definirla, sencilla y dramáticamente, como “terrorismo de vecindario”.
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90. EXCLUIDOS Hablamos a los excluidos del sistema. En España, casi 8 millones de pobres y un millón y medio de paupérrimos (sobreviven con unos 300 euros mensuales). Y, además, parados de larga duración, ancianos abandonados, mujeres sin estudios, jóvenes sin empleo, emigrantes, toxicómanos, sidosos, etc. ¿Qué causas llevan a la marginación? Comenzamos por las de tipo económico: desempleo y paro de larga duración. Seguimos por el fracaso en las relaciones humanas, familiares y sociales. Continuamos por las culturales y de salud psíquica: incultura y falta de sentido en la vida y de motivaciones. Finalizamos con las sociales: inmigración, analfabetismo, xenofobia y racismo. Todos estos factores desintegran el tejido social. No hay soluciones fáciles. Se han acabado los sistemas “de piezas únicas”, es decir, las ideologías que creían que cambiando una pieza, todo cambiaría. O, con otras palabras, sistemas que achacaban el mal a un sólo problema: en el marxismo, la propiedad privada. En el capitalismo, la iniciativa privada. En el revolucionarismo, el parar el mundo para bajarse. En el fascismo, el sindicalismo vertical, etc. Nuestro sistema vive en crisis permanente. Crisis económica: problemas de producción-distribución-trabajo, problema ecológico o de agotamiento de recursos y problema de desarrollo-calidad de vida. Crisis de valores: la corrupción, el pelotazo y el presentismo se han instalado con fuerza. Y, finalmente, crisis del sistema social: en este momento la economía es como el dios que invade todo. Hoy, una llamada de atención: se necesita, con urgencia, equilibrar cuatro fuerzas: política, cultura, religión y economía. Cada cual en su dimensión. Pero las cuatro al servicio de la persona y de su dignidad.
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91. JÓVENES, SUICIDIO Y VIOLENCIA El suicidio juvenil aumenta. La mayoría de los testimonios de jóvenes que han intentado el suicido afirman haberlo hecho para terminar con “situaciones insostenibles”. Una situación gestada desde la niñez que comenzó con abandonos y maltratos, ausencia del padre o de la madre, disputas, conflictos y desorganización familiar. Una conflictividad con pocas treguas de paz y que lleva acarreada, a la larga, trastornos psíquicos y depresión crónica. Una llamada de atención: un ambiente familiar sano y estable, un acompañamiento serio y una educación correcta son factores de prevención ante esa sensación de sufrimiento humano que, a los ojos adolescentes, puede parecer “de carácter irremediable”. Sobre la violencia juvenil, una observación: los nacidos en torno a los 50 disfrutaron de todas las ventajas para identificarse a sí mismos: de la irrepetible oportunidad de lograr empleo; fueron protagonistas de revoluciones como la sexual y el feminismo; rompieron las viejas teorías burguesas del ahorro y del sacrificio y se vieron arropados por el Estado del Bienestar. Los jóvenes, hijos de aquellos, se encuentran en una situación latente de conflicto y de violencia. Son como “jubilados anticipados”, con inserción social muy difícil y, al estar alejados del trabajo, sin posibilidad de encontrarse a sí mismos y de realizarse. La violencia, nunca justificable, parece ser una salida ante esta situación tan compleja. Dos consejos, que no son recetas fáciles: primero, creer e invertir en los jóvenes es posible y lo más urgente. Segundo, son necesarios cambios estructurales. Las fuerzas vivas sociales que detentan el saber, el poder y el tener están llamadas a reflexionar y actuar. A veces, no hay un cambio si no hay un Stop. Desde la utopía y la esperanza.
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92. JÓVENES Y NOCHE A la hora de destacar símbolos y signos juveniles, hoy, no dudo en señalar los siguientes como factores de identificación: los amigos, la calle, la música, los mass media, la estética del cuerpo, el coche, la ecología, lo esotérico, el alcohol, el tabaco, la movida y la noche. Me detengo en el tema de la noche. ¿Qué tiene la noche que tanto alucina a los jóvenes? Si escuchamos a sociólogos como Amando de Miguel, dirán que la noche significa ante todo “salir y libertad”. Profundizamos un poco más. La noche joven se identifica, además, con tiempo festivo, estética de la apariencia, socialización de un mundo marginal, trasgresión de normas, sociedad diferente a la del día y lenguajes sensoriales y placenteros. Algo parece evidente: la juventud equivale a imaginación, ganas de luchar por cambiar el mundo, sensación de fuerza y vitalidad. ¿Dónde quedan estas notas en nuestros jóvenes? ¿No será que se han resignado, como prisioneros del presente, a hacer la revolución de la marginalidad, de lo pequeño, de la movida nocturna, ante la imposibilidad o impotencia por cambiar la sociedad grande? Más claro: tal vez la noche no sea ni más ni menos que el desahogo necesario de nuestros jóvenes para hacer su propia revolución. Revolución y contestación con minúsculas, con mucha carga de desencanto, con pasividad y consumismo. El día, la sociedad, la macroutopía quedan para otros, los integrados en el sistema.
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93. JÓVENES Y ALCOHOL Volvemos con un tema que no es nuevo: un 71% de los jóvenes entre 14 y 19 años se declaran bebedores al menos durante algunos días a la semana. Un 64% dice haberse emborrachado al menos una vez. ¿Por qué beben los adolescentes y jóvenes? La respuesta es compleja y precisa analizar niveles o factores. Comenzamos por los factores sociales. Beber es un verdadero negocio propiciado por marcas de bebidas, rutas de movida juvenil y locales muy determinados. Se mueve mucho dinero en publicidad y en consumo. Pasando a los factores de socialización, hablamos de hábitos mediterráneos y respuestas fáciles ante la precariedad de alternativas educativas y políticas juveniles. Entre los factores personales, subrayamos que la bebida forma parte del rito de integración en el mundo de los adultos; se imitan las pandillas de prestigio; es signo de iniciación e identificación con determinadas tribus urbanas; forma de diversión y matar el tiempo; forma fácil de estimular sensaciones placenteras; y un mecanismo de compensación por la baja autoestima o por el fracaso escolar. Hago unas llamadas de atención: Cada vez se inician en la bebida adolescentes más jóvenes. Los días preferidos: viernes y sábado o vísperas de fiesta. El sufrimiento e impotencia de los padres y educadores es cada vez mayor. Nuestros jóvenes cristianos caen en la misma red consumista que el resto de los jóvenes. Finalizo con dos consejos, que no son recetas fáciles: Primero, la prevención y educación en este campo es posible y lo más necesario. Segundo, busquemos alternativas a los hábitos juveniles con alternativas más sanas y atrayentes. El deporte, la cultura, el arte del diálogo y la solidaridad son programas viables. Instituciones públicas y privadas debemos asumir el reto y el compromiso.
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94. TELEVISIÓN Según algunos observadores, “la TV sustituye a la realidad y se está convirtiendo en un elemento sobrenatural y mágico; una nueva religión... La gente hace cualquier cosa por salir en ella, desde hacer el ridículo hasta matar a un presidente americano”. Algunos sociólogos habían hablado de la TV como el nuevo Olimpo de los dioses de hoy. Los que se mantienen en el candelero, los más cotizados en sus diversos campos, no sólo son estrellas. Son verdaderos magos o dioses. Lo que ellos hablan, lo que opinan, lo que ensalzan o vituperan es lo único importante o verdadero. Se puede afirmar que la TV es la nueva fábrica de la realidad. No es extraño que algún periodista haya comparado la TV con la religión y los periodistas con los sacerdotes. Ya decía E. Fromm, que, en el siglo XX, “lo decisivo no será religión sí o religión no, sino qué tipo de religión y en qué dioses se creerá”. Dos llamadas de atención: la TV no puede convertirse ni en un espejo narcisista (para triunfar individuales) ni en una pseudo-religión.
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La TV tiene que ser eso: un medio de comunicación social, al servicio del ciudadano y, sobre todo, un medio privilegiado para transformar la sociedad. Todo ello sin inventar la realidad ni manipularla, en aras de pequeños o grandes intereses comerciales o ideológicos. La TV no puede sustituir la realidad ni convertirla en virtual.
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95. NEOCAPITALISMO ¿Era necesario que lo recordara el entonces cardenal J. Ratzinger? En sus declaraciones afirmaba textualmente: “La caída del comunismo no confirma la bondad del capitalismo en todas sus formas. El neocapitalismo salvaje no es capaz de resolver el abismo entre pobres y ricos y los problemas de la humanidad en la hora presente. Se debe buscar una economía social de mercado. Este es el desafío del postcomunismo”. El cardenal estaba convencido que si los valores que priman en nuestra sociedad son sólo los materiales, supeditados al dios dinero, nuestra cultura se puede calificar de “inferior”. Y, lo que es peor, genera un modelo socio-político en el que proliferan estructuras de injusticia, egoísmo y conflictividad social. Hace no mucho se daban a conocer estos datos: más del 70% de los contratos laborales firmados fueron temporales y casi la mitad de ellos tuvieron una duración inferior al año. La doctrina social de la Iglesia aboga por situar a la persona por encima del capital y por el reconocimiento efectivo de un trabajo digno para cada persona. El trabajo es mucho más que un medio de subsistencia: está en juego la realización de la persona misma. Por el trabajo, el hombre no sólo hace cosas sino que se hace a sí mismo. Una llamada muy especial de atención para el sector juvenil. Sin el trabajo jamás podrá emanciparse ni dejar de ser permanente dependiente de su familia o de instituciones. La llamada de los últimos Papas en el sentido de que los pobres son cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos, personas y naciones, sigue siendo un reto dramático. Y como la naturaleza no da saltos,
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y ni el vacío puede permanecer por mucho tiempo como tal, si el neoliberalismo no corrige sus premisas y su praxis el postcomunismo puede desembocar en sorpresas inesperadas. Ya se están dejando sentir algunos signos. Léanse algunas acciones de los movimientos de liberación radicales. ¡Aviso para navegantes!
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96. A LOS 50 AÑOS Lo leo en una revista popular, y lo recojo. Es experiencia, no teoría. ¿Qué se llega a aprender después de cincuenta años de vida? Entre otras cosas, las siguientes: a dar la razón a casi todo el mundo y, sobre todo, no discutir con nadie; a comer con gusto sin perturbaciones digestivas; a escuchar a todos, aprendiendo a aprender; a gozar de la contemplación de las formas y de su belleza; a esperar sin impaciencia; a destacar de los demás sobre todo lo bueno que tienen; a no buscar el éxito y, si llega, a saludarlo con un “¡hola, bienvenido!” y, cuando se va, verlo como lo más natural del mundo; a estar convencido de que nunca sucede lo peor; a gozar del olor del mar, de la humedad de un día de lluvia o de la vegetación en primavera; a buscar más la ternura que el sexo; a mantener encendido el fuego de una chimenea sin gastar muchos leños; a estar cerca de quien te necesita aunque no te haya llamado; a leer en diagonal toda una página en menos de medio minuto; a sembrar semillas de difícil germinación sin esperar fruto o recompensa; a valorar los pequeños detalles: a saber perder el tiempo paseando y rezando. Un sentimiento me invade, en forma de interrogante: ¿Habrá que esperar a los cincuenta para gozar de esa sabiduría? Tal vez sí, porque la naturaleza no da saltos. Ya lo afirma un escritor de nuestros días: a los veinte años todo el mundo quiere ser revolucionario; a los cuarenta, una persona de corazón bueno y grande; a los cincuenta, sólo se quiere ser libre y, parafraseando al poeta, “confesar que se ha vivido”. Sin tópicos. Habiendo regalado lo mejor de uno mismo sin esperar recompensas más allá de lo que la Providencia quiera regalarte.
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97. ÁNGELES Un joven me hace esta pregunta: “¿Por qué has escrito un libro sobre los ángeles?”. Mi respuesta ofrece dos versiones. Una, de humor intelectual, siguiendo a J. Maritain, quien afirma que “quien no haya meditado alguna vez sobre los ángeles, jamás será perfecto”. Y, otra más seria, en la que afirmo que los ángeles decididamente están de moda. ¿Por qué? Existen varias razones: Primera, cuando se deja de creer en un sólo Dios, personal y trascendente, necesita todo un olimpo de diosecillos menores a los que pedir y encomendarse. En este caso los ángeles suplantan a Dios. Segunda, la necesidad de amortiguar el miedo a la muerte. La creencia en los ángeles, con su cuerpo astral, nos lleva a creer que, cuando morimos nos convertimos en ángeles y que, incluso, nuestros antepasados, en forma angelical, saldrán a recibirlos. Al estilo de la película “Ghost”. Tercera razón, en esta época de vuelta y hastío del sexo y el hedonismo, el ángel simboliza la pureza y la renovación de una nueva vida. La cuarta razón es la soledad: la gente necesita un confidente con quien dialogar y contar sus problemas. Cuando fallan los hombres, aparece el ángel de la guardia, compañero fiel. Quinta razón, la necesidad de encontrar un símbolo que personifique la bondad y el lado positivo de nuestro yo. Y, finalmente, la estética. Lo angelical representa todo un estilo artístico vanguardista y novedoso. ¿Qué pensarán los verdaderos ángeles de este nuevo retorno en nuestra cultura? ¿Aprovecharán estas formas imperfectas para encarnarse en ellas? Porque los ángeles, aunque algunos se empeñen en enterrarlos, siguen vivos. Como compañeros y benefactores de los hombres y servidores del Dios Vivo.
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98. SIGLO XX Y DIOS Se llama Paul Johnson. Es historiador británico. Acaba de presentar en Madrid un libro sobre Dios y nuestro siglo: “La búsqueda de Dios, un peregrinaje personal”. Hace afirmaciones tan explosivas como ésta: “La historia del siglo XX puede ser vista como el suicidio de los intentos de buscar alternativas a Dios. El comunismo y el nazismo, lo fueron. En nuestros días el neoliberalismo”. En todas ellas, según el autor, Dios no había muerto. Sencillamente estaba eclipsado. Al final del siglo XX se ha vuelto a Dios con más fuerza que antes. Dios sigue vivo en el corazón de la gente que busca con sinceridad una razón fuerte para vivir. La pregunta es inevitable: ¿Cómo contempla P. Johnson a Dios personalmente? Y la respuesta es abrumadora: “Dios es el ser que encarna la justicia, el amor y la belleza. El es la infinitud de las perfecciones. Todo lo bueno de nuestras vidas tiene su pilar en Dios. Cada cual tiene, en su fondo, una vivencia y una imagen de Dios”. Me quedo con ganas de leer la obra de este historiador. En él encuentran eco las palabras de otros intelectuales contemporáneos sobre el despertar de lo religioso en nuestros días. Tal vez, como afirma E. Trías, debamos, en plena postmodernidad, repensar el asunto religioso. Eso sí, purificando falsas imágenes y actitudes y dejando que hable el Dios Vivo. Porque, como ya decían nuestros clásicos teólogos, “de Dios, con propiedad, sólo el mismo Dios puede hablar”. Y, también, “nuestra fe no descansa en aquello que enunciamos o proclamamos sino en el Dios que se ha manifestado”. A nosotros nos corresponde, más que hablar, acoger su mensaje y continuar sus obras reveladas en la historia de la humanidad. Se puede ser creyente en los umbrales del siglo XXI.
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99. DIOS Y EL MAL A partir del brutal asesinato de Miguel Angel Blanco, un matrimonio joven me hizo esta interpelación: “¿Para qué sirvió la oración de tantos miles de personas? ¿Dónde está Dios en estos momentos terribles de sufrimiento? ¿No dicen que Dios es omnipotente? ¿No se podía haber realizado algún milagro?”. No me extrañaron las preguntas. Ya desde el famoso terremoto de Lisboa, pasando por los campos de concentración alemanes y las catástrofes nucleares, o las recientes guerras africanas se ha escrito mucho en torno a esta cuestión: “¿Se puede seguir siendo creyente?”. Mi respuesta es sencilla: Dios, ante los males referidos, ha querido ser “impotente”. Me explico: Dios, desde el momento que ha decidido crear y dotar al hombre de libertad para el bien y el mal se ha atado las manos. Aunque El es providente, y sustenta nuestras vidas, no puede estar haciendo milagros continuamente. En cierta manera se puede afirmar que el mundo y la sociedad están en nuestras manos. Y serán lo que nosotros deseemos hacer con ellos. Dios no produce el mal y el dolor. Dios no quita el mal y el sufrimiento: lo da sentido y valor. Dios nos invita a luchar contra todo mal y sufrimiento. La oración no es un medio de presión hacia Dios, ni un recurso mágico. Ciertamente, gracias a la oración, personal y comunitariamente, el Espíritu nos va transformando para hacer un mundo más a la medida de Dios y menos a la medida nuestra. Gracias a los orantes se siembra semilla de nueva humanidad y se va cumpliendo la voluntad y los sueños de Dios, que no son otros que los de hacer un mundo feliz. Afirmado lo anterior también debo concluir que, muchas veces, cuando nos azota de cerca la tragedia o el sufrimiento, de nada sirven
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las palabras. Sólo nos queda mirar al crucificado y dejar que El nos hable al corazón. El misterio del mal sólo se puede comprender desde el misterio del Amor. Si existen las sombras es porque existe, con mayor fuerza, la Luz.
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100. LA CALLE Me llamó la atención poderosamente. Transeúntes, en nuestra ciudad vendían un periódico: “La Calle de la esperanza”. Para más señas, editado en Bilbao. La fórmula es sencilla: del precio de venta, el vendedor se queda con tres partes de dicho precio. Ignoro el resultado. Me hago eco de la iniciativa que, por otro lado, no está exenta algunas paradojas. Por ejemplo, quienes lo ofrecían no eran españoles. No hablaban castellano. Apenas balbuceaban frases y enseñaban un pequeño papel, envuelto en plástico, donde se podía leer el curriculum. ¿Será una manera de integrar emigrantes? Otra paradoja: ciertamente el periódico trata temas sociales candentes. Lo que no sé es si esta propuesta obedece a una política asistencial (de dar limosna) o verdaderamente promocional de la persona. Lo digo por la continuidad. Compré el papel. Dí más de lo que se me pedía. Pero, confieso, me quedé con una duda, la misma que el lector habrá sacado: ¿Realmente fue correcto y acertado? Por deformación profesional, otro pensamiento me tranquilizó: en el fondo habré ayudado a un equipo de periodistas a salir adelante. Además, pacifiqué mi conciencia, al leer en la contraportada del rotativo: rogamos comuniquen cualquier irregularidad que detecten. Su colaboración es fundamental para la correcta venta de este periódico. ¿Puede haber gesto mayor de honestidad? Concluí: Aunque la vida, en éste como en otros casos, aparezca en principio con ciertas paradojas, merece la pena apoyarla.
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101. CÁRCEL Y POSTMODERNIDAD Mes de Agosto. En un mismo sábado, dos experiencias impactantes: visita a la prisión y escucha de unas palabras de un filósofo español postmoderno. Comienzo por lo segundo. La frase, lapidaria, es ésta: “nuestra generación es aquella que tienen prisa por ir a algún sitio, sin saber dónde, para no hacer nada y regresar enseguida”. ¿Se puede reflejar mejor la denominada postmodernidad decadente? Es tanto como decir la falta de sentido existencial de gran parte de nuestras gentes. Tienen la sensación de estar en este mundo sin saber para qué y, lo que es más grave, sin que nadie les haya pedido permiso. Ahora me remito a la prisión. Edad media: entre veinte y treinta años. Varias nacionalidades. Delito más común: robo a la propiedad privada como efecto del mundo de la drogadicción. Hablas con esta gente joven y te comenta que el mayor problema es no saber para qué viven, ni qué hacer cuando salgan de allí. Es decir, la falta de motivación. Dicen que la cárcel es un espejo, en gran medida, de la sociedad. O mejor, la cara que no se quiere ver de la sociedad. Lo confirmo. Después de estas dos experiencias comienzo a entender por qué la gente, nuestra gente, se mueve ante símbolos tan heterogéneos como las muertes del concejal Miguel Ángel, de la princesa Diana o de la madre Teresa. Y entiendo que más de un millón de jóvenes acudieran a la cita con el Papa Juan Pablo II, o que diariamente, miles de personas, se metan en el ambiguo mundo de las sectas. Ante un mundo sin hogar, y siguiendo la ley de que nada puede mantenerse en el vacío, no es extraño que la mejor parte se la lleven aquellos que ofrecen sentido y esperanza. Todo un reto para las viejas iglesias y nuestras instituciones sociales y culturales adormecidas por el peso de los siglos.
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102. SOCIEDAD POSTINDUSTRIAL Vivimos en una sociedad postindustrial. O, lo que es lo mismo, en la tarcera gran revolución de nuestro siglo: la era de la cibernética. ¿Qué caracteriza nuestra época? Según el profesor de la Complutense, José Sánchez, una serie de paradojas o contradicciones: abundancia de bienes y servicio sociales pero, al tiempo, un bienestar bajo sospecha; vivimos en la opulencia y la miseria conjuntamente: basta mirar la relación Norte-Sur de nuestro planeta y el paro estructural; una sociedad tecnocrática y robotizada, pero cada vez más controlada y programada, como profetizó Orwell; las personas se especializan más y más en sus respectivos campos de trabajo y, sin embargo, el trabajo es cada vez más monótono y aburrido; se reconocen los derechos humanos y, nunca como hoy, se toleran genocidios; hay posibilidad de vivir en mayores espacios abiertos y, por el contrario, las grandes ciudades cada vez aumentan más y más de tamaño; al mismo tiempo que se trata de erradicar enfermedades nuevas salen a flote otras que creíamos olvidadas; conocemos cada vez más y mejor el espacio y lo microcósmico
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y, cada vez, menos a cada uno de nosotros; se proclama el respeto a la diferencia y, parece, como si una cultura –la americana–, o unas religiones fundamentalistas –islámicas– quisieran dominarlo todo. Estamos en tiempo de cambios planetarios. Una pregunta inevitable: ¿Cuál es el norte de la brújula? Es tanto como decir, ¿qué modelo de civilización queremos? Desde una respuesta cristiana tenemos que hacer posible una nueva civilización del amor y la vida.
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103. TRIBUS URBANAS Históricamente, es un fenómeno nuevo el de las tribus urbanas: rockabillys, mods, rockers, funkys, skters, skins, heavys, bakalaeros, grunge, okupsas, etc. El barrio es la patria; la música el idioma; la ropa la bandera; los compañeros hermanos y los enemigos, estímulo. Es la coexistencia de mundos y submundos. Nos movemos en una civilización sin hogar: sociedad abierta y muy plural, cohabitando “cultura” y subculturas marginales. La familia ha dejado de ser el punto de referencia decisivo para muchos jóvenes. Con una paradoja: aparentemente los jóvenes viven más tiempo en el hogar (no se emancipan hasta los veinte y muchos), y sin embargo la familia cuenta poco. Es como si han pasado por la familia pero la familia no por ellos: las grandes decisiones, la vida cotidiana y los problemas, se hablan en la calle. Si antes la familia era la célula social y el factor de integración social, hoy cada cual debe buscarse la vida como puede. Incluso lejos de la tierra en la que se ha nacido. Y, hasta que el joven se integra socialmente, vive en las llamadas tribus urbanas. Con variantes desde las más conservadoras hasta las más radicales y revolucionarias. Es un proceso de identificación a un grupo pequeño, a un sentimiento, a una moda, a un símbolo. A veces, son grupos efímeros y efervescentes. Pero son nuevas y auténticas familias. A veces, la publicidad y la moda consumista saben sacar tajada. Mis interrogantes, hoy, desde las tribus urbanas: ¿Dónde tienen cabida la familia, los partidos, las confesiones, las asociaciones e instituciones de un Estado de Derecho? ¿Pueden mantenerse, a la larga, sociedades y culturas yuxtapuestas? ¿Acabará imponiéndose la experiencia del vértigo y velocidad, acuñada por James Dean, ya en los años 50: “vive rápido, muere joven, ten un cadáver bonito”?
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104. JÓVENES Y RELIGIÓN ¿Desafección de los jóvenes hacia lo religioso o, por el contrario, acercamiento? Para responder a ello, 22 sociólogos europeos, se reunieron en Ascona (Italia). Algunas conclusiones: un 23% son “no religiosos”, ateos y agnósticos. Predomina el sexo masculino y, en ética, adoptan una moral de situación (el bien y el mal son relativos y dependen de cada circunstancia). Naciones: alemanes del Oeste, franceses, belgas, holandeses. En el otro extremo, “los religiosos”. Suman un 11%. Dos versiones: neocatecumenales y militantes sociales. Practican y confían en sus iglesias. Predominan la chicas. Países: Irlanda, Italia, España y Portugal. Otro 23% son los “tibios o light”, quienes, sin haber roto con lo religioso, tampoco se consideran totalmente coherentes, en lo referente a prácticas y seguimiento de normas éticas. Predominan las mujeres. Los países más representativos: Italia y Portugal. Otro 24% se califican “ritualistas”. Lo importante son algunas ceremonias: nacimiento, matrimonio y muerte. Se mezcla lo social y lo religioso. Predominan los varones y, como países, alemanes e Ingleses. Otro grupo son los “creyentes heterodoxos”. Con talante pesimista en su vida, suponen un 10%. Dan mucha importancia al peso del mal en el mundo, al tema del infierno y diablo y a la reencarnación. Están difuminados por varios países. También otro 10% suman los llamados “humanistas no religiosos”, defensores de valores sociales y cósmicos y exigentes para con las Iglesias en cuanto al compromiso social. Predominan los varones y destacan países como España, Suiza, Escandinavia e Inglaterra. Una vez más, los jóvenes son termómetro y esponja de lo social.
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105. COSAS DE CADA DÍA Nos acostumbramos con demasiada frecuencia a contemplar y utilizar los utensilios cotidianos, sin darnos cuenta que son verdaderos símbolos para interpretar una cultura y una época. Desde lo sugerido por G. Vallés, y mis propias observaciones, señalo lo siguiente: Frigorífico: símbolo del “hágase ud. mismo”. Por él y de él, selecciono lo que me apetece, no tengo que esperar a que las cosas se hagan y acumulo aquello que necesito y no necesito de inmediato. Los pañales desechables o los klines: usar y tirar; símbolo de que nada dura y nada es estable. Todo es intercambiable. Microondas: símbolo de resultados inmediatos, instantáneos, desde la descongelación hasta la cocción. En el mínimo tiempo, el máximo resultado. Aspirina: símbolo de la huida del dolor, de todo lo que pueda suponer molestia o esfuerzo. También prevención por lo que pudiera suceder. Invernadero: todo crece en el mínimo tiempo posible, sin importar la calidad del sabor. Televisión: la vida como zapping, historias cortas y sin huella, entretenimiento y ocio, fomento del look guapo y del narcisismo por salir en pantalla. Fotocopiadora: poderío y eclecticismo, coleccionismo, selección y apropiación. Todo vale. No se respeta la autoría. Todo lo puedo tener al momento. Fomento el individualismo narcisista. Basta saber elegir. CD-Calculadora: Puedo permitirme el lujo de tener vacía mi cabeza. La memoria ya no tiene valor, ni el saber acumulado. Mi memoria está en otra parte: en un artilugio. Puedo repetirlo tantas veces cuantas sea necesario.
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Ordenador-Internet o mesa Nintendo: el mundo al alcance de la mano, la información y los conocimientos sin esfuerzo, el goce del presente. Y pudiéramos cotinuar con otros muchos utensilios cotidianos. Una pregunta: ¿Serán el “hágase ud mismo”, lo intercambiable, los resultados inmediatos, la huída de lo que cuesta, la colección de experiencias, el narcisismo y el “gozar a tope el momento presente”, el tener memoria débil, los valores más profundos de nuestra cultura? ¿Llevarán razón aquellos psiquiatras que afirman que el hombre y mujer de nuestros días es sencillamente “light”, descafeinado, presentista y sin valores de fondo?
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106. AFECTO, SEGURIDAD, ESTABILIDAD Entre las necesidades básicas de la persona humana para ser ella misma, y para crecer por dentro y por fuera, se cuentan el desarrollo afectivo, la seguridad y la estabilidad. Hasta aquí todo normal. El problema comienza cuando cada una de estas tres necesidades se absolutizan o unidimensionalizan. Así, se habla, por ejemplo, que hasta los 35 años la mayor tentación suele ser el desequilibrio afectivo y el coleccionismo de situaciones afectivas en las que se confunde amor con jugueteo. Hasta los 45 años, la búsqueda de seguridad se traduce en búsqueda de dinero y de crecer desde el tener. Y de esa edad en adelante, la estabilidad se convierte de necesidad de reconocimiento profesional y de éxitos y homenajes de todo tipo. Coincide con el declive de la vida. Estos problemas se complican aún más cuando se comparte la vida con otra persona. Se unen entonces dos personas que necesitan desarrollarse y, a veces, las dimensiones o niveles en los que están los integrantes de la pareja no coinciden. La tentación, entonces, es buscar caminos separados. Hago una doble llamada de atención: por una parte, a saber respetar el ritmo de crecimiento de las personas y, en un sano acompañamiento, saber discernir lo que ayuda a crecer de verdad. Por otro lado, a ser realistas para comprender que no siempre lo que es en sí mismo bueno (afecto, estabilidad, seguridad) ayuda a la persona. Las fijaciones nos amenazan. Y, entonces, nace la pregunta: ¿dónde buscar antídotos o claves de desprendimiento? ¿Dónde encontrar la fuerza para superar negatividades? Sin duda, las bienaventuranzas del Evangelio nos marcan caminos nuevos: el amor que se hace universal, la seguridad sólo en Dios y la estabilidad en la entrega generosa. Un buen programa.
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107. ARMADURA OXIDADA R. Fisher ha escrito un bello relato: “El caballero de la armadura oxidada”. A través de una parábola nos narra la historia de un bravo caballero, tan hecho a su armadura que, cuando se la quiere quitar, resulta imposible. Tras superar las pruebas de experimentar el silencio interior, el conocimiento profundo y la voluntad osada y con ayuda de las lágrimas auténticas, la armadura, oxidada, se irá cayendo en pedazos. ¡Qué importante es conocernos a nosotros mismos sin caretas! ¡Qué difícil quitarnos las máscaras que los años, y los roles profesionales nos van colocando! Y, sin embargo, no hay experiencia más confortante que el encuentro con personas auténticas. Las que se conocen de verdad y conocen a los demás en profundidad. ¡Qué suerte encontrar maestros que nos hagan de espejo y nos estimulen a ser nosotros mismos! Pienso en Jesús de Nazaret. No tuvo miedo a ser él mismo ni a invitar a los demás a descubrirse en profundidad. Somos un misterio para nosotros mismos y unos grandes desconocidos. Lo peor del caso es que no queremos descubrir nuestra realidad, por los fantasmas del miedo y la desesperación. Hay que saber arriesgar todo cuando está juego nuestro yo más auténtico. Un último consejo: no queramos salir del laberinto sólo por nosotros mismos. Sería tan absurdo como intentar salir de un pantano tirándonos nosotros mismos de nuestra cabellera. La luz, el sentido, está más allá de nuestro ombligo. Ya lo dice el salmo:” en su Luz, vemos la Luz”. En el seguimiento del maestro encontramos el camino, la verdad y la vida. Encontrar la transparencia cuesta sangre y lágrimas. Merece la pena. Es la mejor recompensa para una existencia que, al final, puede exclamar con el poeta: “Confieso que he vivido”. Y, añado, “he vivido la vida que merece la pena vivirse”.
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108. LA IGLESIA, ¿UNA ONG? Vivimos en una sociedad aconfesional, democrática, pluralista, secularizada. Dentro de la misma, las religiones, no son el centro ni el punto de referencia como pudieron ser en épocas pasadas. A lo sumo se habla de politeísmo. Culturalmente, en Occidente, parece que se han dado estos modelos: cosmocentrismo (antigüedad griega), teocentrismo (cristiandad), antropocentrismo (modernidad) y policentrismo (contemporaneidad). La madurez de una sociedad se mide por la calidad y cantidad del tejido social intermedio. En la actualidad, el Estado de Derecho garantiza el libre juego social, pero puede convertirse en un gigante Leviatán y engullir instituciones intermedias e iniciativas particulares. Desde aquí nace el fenómeno de las ONGs. Recuerdan a los Gobiernos, y a los Estados, que existen ciudadanos asociados con capacidad suficiente para ejercer misiones no oficiales, particularmente humanitarias y de voluntariado. Cierto que no todas las ONGs están libres de polvo y paja. A veces, en ellas, de forma solapada, se enmascaran turbios y oscuros intereses. Pero no es de esto de lo que quiero hablar. Me preocupa otra cosa. Volviendo a lo religioso en nuestra sociedad, parece como si se hubiera relegado solamente al área de lo privado, de lo personal. Se suele decir que la religión es una opción para uso y consumo individual, sin relevancia alguna pública y social. Una cosa son las creencias, las de cada uno, se afirma, y otra la marcha global de la sociedad. Según estos principios privatizadores, la Iglesia católica, como institucionalización de una determinada religión, socialmente sólo tendrá relevancia al nivel de una ONG. Ni más ni menos. Ciertamente, hoy por hoy, con mayor presencia social que otras por tener una adhesión sociológica muy
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amplia. Aquí aterrizo con una llamada de atención: ¡el cristianismo no es sólo ni principalmente, una ética, una gnosis o una ONG! Es un acontecimiento de sentido (Dios Vivo y Encarnado) que afecta a lo personal y a lo social. También en las democracias.
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109. EUTANASIA Un joven amigo periodista solicita mi opinión sobre el tema de la Eutanasia. La motivación ha venido provocada por unos recientes casos reflejados en la prensa. Eutanasia significa literalmente “buena muerte”, sin dolores, pero acelerada o provocada para poner fin a sufrimientos aparentemente intolerables e inútiles. La polémica sobre la eutanasia se ha generalizado en nuestros días. Dos de los factores que han contribuido a su debate son, sin duda, la pérdida de la visión cristiana de la vida y la absolutización del valor libertad personal que llega a firmar que la persona tiene derecho a disponer de su propia vida, si así lo desea. Desde mi punto de vista creyente, consciente que otras personas no lo comparten, tengo que afirmar, en primer lugar, que la vida es un don de Dios y que Dios es Señor de la vida y de la muerte. En segundo lugar que, a imitación de Jesucristo, puedo entregar mi vida en favor de Dios y de los demás. Lo cual no es quitarse la vida, sino una actitud martirial. El cristiano siempre está a favor de la vida desde que se engendra, hasta su final. A partir de estos dos principios se entiende que la Iglesia nunca haya admitido la eutanasia activa o directa. Otra realidad es el acortamiento de la vida causa del doble efecto moral: pensemos en lo que sucede a los enfermos oncológicos cuando se les trata con morfina o similares para mitigar su dolor. La Iglesia siempre ha afirmado el derecho de la persona a “morir con serenidad, con dignidad humana y cristiana”. Y solicita, en lo terapeútico, medios ordinarios y proporcionados y no extraordinarios y desproporcionados”.
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A esto se llama “ortotanasia” o muerte “a su tiempo”, respetando la dignidad humana del paciente y evitándole abusivas prolongaciones de vida. Una última consideración: ¿no existirá, muchas veces, detrás de las peticiones de eutanasia, un S.O.S del enfermo a una mejor y mayor atención? Madre Teresa de Calcuta nos enseñó que la verdadera compasión no es quitar la vida, sino cuidarla hasta el final.
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110. TRANSHUMANISMO Una tarde cualquiera. En la pantalla de TV, Canal C de Canal Digital. Todo él dedicado a la informática. Leo en grandes titulares: “La informática nos hará inmortales... Guardará nuestra memoria para siempre”. Se añade: “Esto no es una nueva religión (no se pide fe ni existen dogmas), ni una política (los gobiernos desaparecerán) ni es una moda sin más (es una nueva antropología basada en la realidad virtual). Sí se afirma que una filosofía, o visión de la vida, y un nuevo lenguaje y que se necesita todo un cambio de mentalidad para entenderlo. Acto seguido se anuncia una multinacional de la informática ha inventado un “chip” que almacena y procesa más memoria en un segundo que lo que es capaz un ser humano. En pocos minutos tuve la impresión de encontrarme en otra galaxia: lo transhumano. Poco a poco, en los umbrales del tercer milenio, se diseñan dos grandes revoluciones, paralelas y distantes: la ecológicahumanista, llamada New Age, y la artificial-metahumana, denominada cibernética. Tal vez, en una y en otra, lo que está en juego no es sólo el desplome de una civilización, sino sobre todo la supervivencia del ser humano. Por un lado, ¿Primará “lo natural” sobre lo humano? ¿Sustituirá el geocentrismo al antropocentrismo? Y, por otro lado, ¿primará la máquina sobre la persona humana? ¿Sustituirá la cibernértica a la memoria-sensibilidad-acción humanas? Y, en el fondo, ¿a imagen de quién estará hecho el hombre: de la diosa Gaia, de la diosa cibernética o del Dios Vivo, encarnado en su Hijo, Jesucristo?
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111. REFORMA AGRARIA Curiosamente, tal vez por lo inesperado del tema, ha pasado desapercibido un reciente documento de “Justicia y Paz”, publicado desde El Vaticano, y que lleva por título “Para una mejor distribución de la tierra, el reto de la reforma agraria”. Para nuestras tierras, al menos en nuestras latitudes, la reforma agraria, en el sentido del documento, ya no es un problema tan grave. Nuestro mundo rural tiene otros problemas graves como una pobre infraestructura de servicios, despoblación y una población envejecida. La reforma agraria es asignatura pendiente para muchas otras naciones y continentes. Pensemos en Latinoamérica. Se comienza denunciando los monopolios y grandes concentraciones privadas de tierras y los efectos y consecuencias que esto produce: industrialización a expensas de la agricultura; expropiación forzada; violencias cómplices; usura y falta de infraestructura y servicios sociales. En un segundo momento, se recuerda, la doctrina bíblica y de la doctrina social de la Iglesia: la tierra es de Dios y la ofrece a todos sus
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hijos; los bienes son de destino universal y la propiedad privada tiene un límite: la hipoteca social que gravita sobre la misma. El latifundio es, en sí mismo, condenable. En un tercer momento, se nos indican cuáles deben ser las pautas o directrices para realizar una reforma agraria efectiva, equitativa y eficiente: promover la difusión de la propiedad privada; facilitar el desarrollo de la empresa agrícola familiar; respetar la propiedad comunitaria de los pueblos indígenas; llevar a cabo una política laboral justa; dotar de tecnologías adecuadas; facilitar créditos; invertir en servicios e infraestructuras públicos; un apoyo real a la mujer y a formas de cooperación; el compromiso institucional del Estado y la responsabilidad de las organizaciones internacionales; finalmente, realizar un sistema de alfabetización capaz de eliminar la incultura. Al finalizar la lectura, una sensación: estas páginas son un reto y una voz profética.
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112. TRABAJO Y FIN DE SIGLO Comienzo con una afirmación: la introducción de las nuevas tecnologías hace realidad una máxima, en principio dramática: “Un hombre cuesta dinero; la máquina sólo produce beneficios”. Las empresas buscan su rentabilidad abaratando los costes. Dos formas de conseguirlo: o mano de obra barata, o técnica cada vez más sofisticada. En el primer caso, se explota a los trabajadores; en el segundo caso, el desempleo está abocado a seguir creciendo. Y si, particularmente en el primer mundo, la máquina está sustituyendo al hombre, ¿hacia dónde se encamina el trabajo y qué sentido va adquiriendo? Las estadísticas hablan de que el sector de servicios absorbe al 61% de los trabajadores. El sector agrícola al 10%; la construcción 10%, y el sector industrial el 20%. En Castilla-León: lo agrícola ocupa el 16%, obreros industriales (11%), administrativos (10%), vendedores (10%) y especialistas (10%). En el futuro, en una sociedad del bienestar, del crecimiento sostenido, de la información y la informática y del ocio y tiempo libre, habrá que ir pensando en hacer realidad el llamado salario ciudadano, de Renta básica o de Ingreso Mínimo. El trabajo, sin duda, ya no será el centro. Pero me temo que tampoco la persona humana. ¿Será el “dios” dinero (en sus versiones dólar o euro)? ¿La gente seguirá siendo calificada por el tener, más que por el ser? ¿La imagen de la sociedad desarrollada será la de un hipermercado? En el fin del siglo, estamos llamados a desarrollar un amplio debate social y ético. En el fondo, está juego el modelo de hombre y mujer que queremos. Ni el capitalismo salvaje, ni el colectivismo estatalista tienen ya la palabra. Se impone el personalismo que, al mismo tiempo, que
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cree en la dignidad y desarrolla los derechos de cada persona, quiere hacer realidad una sociedad fraterna y más humana. Con una pregunta en el fondo: ¿Sobre que bases duraderas y auténticas se puede sustentar esta antropología? De nuevo, ¡¡Dios en el horizonte!!
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113. AÑO 3001 El escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke, autor de “Odisea 2001”, se ha atrevido a diseñar, con gran dosis de humor, cómo será la vida futura en el planeta Tierra. Lo ha hecho en su nueva obra: “3001. La última odisea”. La duración de nuestra existencia será de cientos de años. Cada cual tendrá grabado en sus manos un número “Ident” que le abrirá todas las puertas y sistemas electrónicos. Existirán cuatro grandes torres para comunicar el planeta Tierra con el espacio. La televisión y el teléfono serán piezas de museo. Cada persona dispondrá de un “braincup” o casco conectado a un computadora y a nuestro cerebro. Gracias a ello la capacidad de nuestro cerebro se multiplicará y seremos capaces de conectar varios software a la vez y, desde la realidad virtual, hacer posibles muchos de nuestros sueños sin movernos del sitio. Existirán, gracias a la manipulación genética, nuevos animales domésticos como mini-dinosaurios. Las comidas serán artificiales. La conflictividad social será menor, aunque existirán los tiranos de turno que querrán controlar el planeta y crear virus informáticos. Los delincuentes serán expulsados en el futuro de la convivencia social. Los viajes de placer serán interplanetarios. Después de la descripción de éstos y otros rasgos del futuro, el autor norteamericano hace una triple reflexión de hondo calado: ¿Quién o quiénes tomarán las decisiones sociales y políticas en el año 3001? ¿Serán compatibles la libertad individual y el interés público? Y, sobre todo, ¿quién descifrará el sentido de nuestra vida y esa realidad a la que llamamos “Dios”? Una acotación final: los problemas de fondo del 3001 son los mismos problemas de ayer y de hoy, sin ir más lejos.
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114. LUCES Y SOMBRAS Vuelvo sobre el tema de los jóvenes. Quiero, desde los estudios más recientes, resaltar algunas de sus luces y sombras. Valoran lo personal y lo concreto. Son sorprendente y positivamente realistas, concretos. Les dice mucho más realidades como la ecología, el tercer mundo, el 0,7, que realidades más abstractas como patria, justicia, Iglesia o asociaciones. Renuncian a lo institucional, político, asociativo y a una buena dosis de sano idealismo. Aceptan el pluralismo y mantienen una actitud tolerante. Son sensibles a la diversidad cultural e ideológica. Pero al mismo tiempo, hacia ciertos colectivos y hacia grupos que no son los suyos, manifiestan cierto rechazo y xenofobia. Tienen, los jóvenes, una alta estima de la amistad. Gastan mucho tiempo con los amigos y sigue siendo alto el grado de fidelidad, al menos durante cierto tiempo. Pero, al mismo tiempo, se buscan relaciones que no comprometan excesivamente o se plantean condiciones muy subjetivistas y egocéntricas. El sentido lúdico y festivo entre los jóvenes es, en principio, un valor. También la vivencia del presente. Pero, al mismo tiempo, se busca la movida como el ejemplo más alto de lo que significa ese tempo de ocio. Movida que comporta, en su cara más oscura, alto consumo de alcohol y droga y vivir la felicidad como placer inmediato. Movida que, en forma de ruleta rusa de la muerte, no mira al futuro. Ciertamente, los jóvenes de los 90, se muestran sensibles a la solidaridad. Pero el voluntariado que se practica, en los nuevos movimientos sociales, es un gigante con pies de barro: uno no tienen por qué afiliarse o comprometerse en serio y puede dejar el movimiento cuando quiera.
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Aparentemente, los jóvenes, saben muy bien lo que desean y están muy preparados para el futuro que viene. Y, sin embargo, cuando rascas en su personalidad se encuentran sin saber cómo son realmente y con una gran inseguridad afectiva. Es la cara y cruz de los jóvenes de hoy. La apuesta por ellos, desde lo que son y cómo son, debe ser clara.
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115. MODELOS ECLESIALES Se suele llamar paradigma a un modelo o imagen que simboliza y aglutina, en una palabra o concepto, todo un conjunto de ideas, opiniones, posturas y acciones. Si, desde la Iglesia, en esta hora presente, queremos hablar de paradigmas o símbolos, me atrevería a señalar los siguientes, bien entendido que, lejos de teorías, se traduce en posturas vividas, al nivel personal y comunitario: la Iglesia-roca en el mar proceloso de la cultura abierta y secularizada de hoy. En esta postura eclesial se potencia la identidad, la seguridad, el tener las cosas claras. Se pierde, por el contrario, fuerza misionera y necesario diálogo en una sociedad plural. El segundo modelo sería el de Iglesia-casa en un mundo sin hogar. Se aboga por la fraternidad, el calor de hogar, una iglesia de pequeñas comunidades. El peligro, grave, es perder la universalidad de lo eclesial, la catolicidad, y cerrarnos en visiones particularistas de Iglesias demasiado provincianas. Otro modelo, es la Iglesia-fermento. Se aboga por una iglesia de cristianos militantes, luchadores en todos los frentes sociales. Una iglesia de compromiso coherente. El peligro es el crear una iglesia sólo “de los nuestros”, de los puros, de los que son auténticos. Un penúltimo modelo sería el de una iglesia-mediática, es decir, de marketing, de apariencias, de audiovisual, de grandes concentraciones y globos puntuales. Suele atraer y mover riadas, pero son como tormentas de verano. Es una iglesia sin raíces. Finalmente, estaría la iglesia-samaritana en su versión radical. Metida de lleno en todos los problemas y reivindicaciones sociales sin saber muy bien diferenciar lo humano del Reino evangélico, identificando cualquier causa, aparentemente justa con la misión eclesial.
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Una Iglesia sinodal, o de comunión para la misión, debe encerrar, sin exclusivismos, los mejor de los anteriores modelos porque es identidad, hogar, fermento, anuncio y samaritana. Y porque el criterio de catolicidad, de integración, es el criterio de verdad.
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116. TIEMPO Y JUVENTUD Un filósofo habla de tiempo y juventud. Distingue diversos tiempos. El primero, el tiempo personal, el de cada uno, único. Se subdivide en edad (que en la juventud parece ser absoluto o infinito, libertino y melancólico), en biografía (trayectoria y talante personal) y en el otro (descubrir responsablemente el rostro del otro). El segundo tiempo juvenil es el social. Se nos hace creer que ser joven es un estado para toda la vida; se desprecia al viejo; se cotiza como un valor bursátil; y refleja el mundo vacío de los adultos, la pobre conciencia colectiva, la formalidad gastada (Unamuno). El tercer tiempo juvenil es el histórico, el que se supone que es heredado y se desea dejar como herencia. En nuestro caso, el postmoderno, decadente y cansado del ejercicio de la razón. Se refleja una juventud acomodaticia, prematuramente envejecida, y que sólo juega el rol de peón (muy pocos alfines) en el ajedrez social. Nuestro filósofo concluía que hay jóvenes pero falta juventud. Tal vez llevaba razón: a los jóvenes de hoy hay que pedirles que, ante todo y sobre todo, sean eso: jóvenes vivos y vivientes. Transmisores de utopía y esperanza. Amantes de la libertad y de la responsabilidad. Jóvenes, en definitiva, que saben escribir su propio guión existencial y decir su propia palabra en la vida, avalada por su comportamiento.
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117. HOMBRE BIÓNICO En el final de nuestro siglo se comienza a hablar de “Tecno Sapiens”. La tecnología seguirá siendo el símbolo del 2000. Gracias a ella, se supone que viviremos mejor, viajaremos más lejos, adquiriremos otros hábitos de vida y se hará posible una nueva civilización. El cambio que se anuncia es tan radical que incluso se habla de una nueva especie humana. El Homo sapiens queda desfasado. Se anuncian métodos de diagnóstico y terapéuticos, junto a medicinas inteligentes, prótesis inteligentes, ropas inteligentes, viviendas inteligentes, armas inteligentes. Y con ello, mayor longevidad y nuevos problemas existenciales y colectivos, nuevos métodos de educación, nuevos deportes, nuevas formas de manipulación genética, nuevos cánones de belleza, nuevas formas de comprender y transformar nuestro entorno, nuevas formas de reproducción (incluidas las clónicas). En definitiva, el hombre, una vez más es capaz de cambiar al hombre mismo. Se llega a afirmar que, dentro de algunas décadas, el ser humano será un híbrido entre lo humano y la máquina. Se “autoconstruirá a sí mismo”. Son muchos los interrogantes que nacen: ¿Será, la raza humana, capaz de una mutación de tal calibre? ¿Seremos capaces de saltar los límites del propio ser humano? ¿Hacia dónde y hasta dónde? Hemos comenzado un camino. El final puede tener una meta feliz o tal vez sólo nos lleve a un callejón sin salida. Algo es cierto: no todo lo técnicamente posible es lo que éticamente conviene, ni lo que automáticamente ayudará a crecer a la persona y convertir nuestro entorno en un mundo verdaderamente humano. Ciertamente somos más ricos y
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poderosos, en conjunto, pero cada vez más débiles y más desconocidos a nosotros mismos. Las preguntas del filósofo se mantienen en pie: ¿Qué podemos creer? ¿Qué podemos hacer? ¿Qué podemos esperar? ¿Qué queremos ser? La repuesta no “está en el aire” sino en nuestras manos, los hombres y mujeres del nuevo milenio.
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118. EN TIERRA EXTRANJERA Hablaba el profesor Julio Ramos. Nos hace una paráfrasis del salmo 136: “¿Cómo cantar en tierra extranjera?” O, lo que es lo mismo, ¿cómo anunciar el cristianismo en nuestra sociedad de la increencia? Existen diversas posturas. La primera, como en el salmo, llorar con nostalgia de Sión. Es tanto como decir añorar el pasado, próximo o remoto. No sirve ese modelo: ni la sociedad camina en la misma dirección, ni el de hombre y la mujer de hoy son los que eran. Segunda postura: colgar las cítaras en los árboles. Es decir, no arriesgar. Seguir con una pastoral de mantenimiento, bajo mínimos, de supervivencia. La perplejidad nos vuelve inactivos. Tercera postura: divertir cantando canciones de Sión. Reducir y someter la fe al dictado cultural del momento, en un caso, o quedarnos en la religiosidad popular, en otros. Exigimos nuestro derecho a exhibirnos sin ser signos de contradicción, domesticando el Evangelio. Cuarta postura: despeñar a los niños. El enfrentamiento, la revancha. La denuncia sin anuncio. La oposición fanática y demoledora. La autodestrucción y destrucción de lo que nos rodea. Y, finalmente, la quinta postura: ser lúcidos y abiertos a la esperanza. Israel, en su día, y el nuevo Israel, hoy, son salvación y buena nueva para Babilonia y para todos los pueblos. Sin derrotismos. Sembrando sin ansiedad. Sin replegarnos a la sacristía y sin ser “mundanos”. No es una postura fácil porque los dioses aparentemente son fuertes y, porque, tenemos que anunciar a la intemperie, sin Templo, y siendo el Pueblo de la memoria frente al pueblo del olvido.
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119. TERCERA REVOLUCIÓN Asistimos a la tercera gran revolución industrial y económica. La primera, tuvo lugar entre 1770 y 1880, bajo el signo del carbón, las grandes y pesadas máquinas, la escasa tecnología, la abundante mano de obra y los bajos salarios. Se enfrentaron los minoritarios patronos y la masa proletaria. Cobraron fuerza los sindicatos y los movimientos obreros revolucionarios. Una segunda revolución, marcada por la electricidad y el petróleo, desde 1880 hasta 1970, bajo el signo de la “productividad”. Se propician procesos de automatización y el trabajo tiende a ser de mantenimiento y control de las máquinas. Se reduce el horario de trabajo. Comienza a tomar cuerpo el llamado “estado del Bienestar”. Los sindicatos no son revolucionarios e incluso defienden los intereses de las industrias para salvar el empleo. Los obreros se diversifican en categorías, defendiendo cada cual sus intereses. Se afianza la clase media. El capital pertenece a las multinacionales. La producción se centra en bienes relativamente simples, a gran escala industrial. Las empresas tratan de conquistar el mercado del consumo. La tercera revolución, se basa en la alta tecnología y la informática. La producción se centra en productos diversificados, poco numerosos, y con un valor muy alto. Ahí radica su beneficio: no viene de la gran cantidad de productos sino de la venta de pocos objetos, pero muy caros. Se buscan nuevos materiales, nuevos ingredientes. La actual tecnología se alimenta de muchos componentes o piezas, producidas en lugares diferentes. Es el triunfo de la descentralización y de las multinacionales. En la era de la cibernética se posibilita la comunicación inmediata y simultánea y el desplazamiento inmediato de los grandes capitales de las multinacionales.
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Para los nuevos productos hay que crear necesidad y mercado. El marketing es esencial. Los trabajadores, se implican en el proceso de producción. Al primar la calidad del producto, es necesaria su inteligencia, cualificación y competitividad. La máquina tiene un promedio de vida de tres años, antes de quedar anticuada. ¿Somos conscientes de dónde estamos?
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120. ¿HIJOS DEL AZAR? He leído el libro “La Especie Elegida”. Nada tengo que decir de sus belleza e interés científico y de la calidad de lo expuesto. Mi perplejidad se centra en las últimas páginas. J.L. Arsuaga e Ignacio Martínez, al hablar del sentido de la evolución afirman que “como la única tendencia que parece seguir la evolución es la de adaptarse de muchas maneras diferentes a las cambiantes circunstancias del medio, la pregunta hacia dónde van las especies quedará necesariamente sin respuesta. Esta imprevisibilidad de la evolución indica que nada está escrito de antemano, que todo es posible” (p. 328). No somos la epecie elegida, sino una especia única entre otras muchas (p. 336). A la pregunta, pues, cómo compaginar la organización que observamos con el azar, basándose entre otros en I. Prigogine, concluyen con una aporía: ni caer en las redes de un mundo determinista regido por leyes inmutables, que no dejan lugar a la evolución; ni en un mundo absurdo, sin causas, donde nada puede ser previsto ni descrito en términos generales, sometido al puro azar (p. 331). El misterio de nuestro origen y de nuestro fin sigue abierto. Hace años que se viene dialogando entre fe y ciencia sobre este problema. Las conclusiones se centran, desde el hombre, en estos términos: tanto el milagro de la vida en general, como particularmente el de la vida humana, rompen la teoría del azar (lo humano exige un sentido porque lo saltos cualitativos en la evolución son irreversibles y buscan una explicación), así como la visión materialista (no puede dar cuenta de la riqueza de ser hombre), o el pluralismo (la realidad no puede ser un puzzle de fragmentos o niveles diferentes que no encuentran un tronco que les de sentido).
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¿Habrá que repensar de nuevo, desde la ciencia, en el misterio de la creación y de un Dios Creador como el Señor del Azar, del que todo procede, todo sustenta y al que todo tiende? Todo un reto y una provocación para el que la teología sí está preparada.
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121. DE NUEVO, ATAPUERCA Cuando se acerca el verano, Atapuerca y las excavaciones paleontológicas, se ponen de moda. Y no es para menos. En esta sierra burgalesa, patrimonio de la humanidad, se esconde la cantera más rica del mundo en restos fósiles del pleistoceno medio, es decir del último millón de años. Hasta aquí, nada que objetar y mucho que celebrar. El problema comienza cuando los actuales directores, dejando sus respectivos campos de investigación, se atreven a escribir tesis filosóficas, éticas y hasta pseudo-teológicas desde un materialismo dialéctico. De esta manera, en sus ya casi 20 populares libros de divulgación, llegan a decir que tan sólo somos fruto del azar y de la causalidad, que no sabemos de dónde venimos ni a donde vamos, que Dios es un invento del hombre como se puede haber inventado un televisor o una lavadora, o que la ética del mañana se tiene que sustentar en bases meramente racionalistas y socializadoras donde, por ejemplo, a la mujer se le liberará del gravoso deber de engendrar y parir. Las máquinas lo harán por ella. O donde incluso se afirma que quien elige hoy religión para sus hijos sigue siendo un simio poco evolucionado. La editorial Desclée De Brouwer ha tenido a bien publicarme la segunda edición de la obra “Una lectura creyente de Atapuerca”. En esta edición he vuelto a recordar que los cristianos no somos creacionistas o fundamentalistas sino que estamos abiertos a la hipótesis de una evolución moderada, es decir, aquella que admite como origen, final y sustento de cuanto existe a un Creador. La ciencia cuántica, la cosmológica y la propia genética cada vez más están abriendo puertas y ventanas al Misterio y a la necesidad de
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una Inteligencia Superior que daría sentido a todo. Me pregunto: ¿Vamos a ser de nuevo los científicos españoles quienes sigamos manteniendo tesis radicales y trasnochadas? Sin ir más lejos, por ejemplo, ¿seremos capaces de construir en Burgos un Modernísimo edificio de la Evolución Humana con arquitectura del Siglo XXI y planteamientos del siglo XIX? Aún estamos a tiempo de evitarlo.
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122. ANIMADOR CULTURAL Confieso una vez más mi admiración por el ingenio y la creatividad de los italianos. Lo demuestran día a día en la moda, en el arte, en el pensamiento, en la industria, y en otros campos humanos. Y lo son, incluso, en el campo de la cultura y, ésta, en ámbitos cristianos. En este sentido, acaban de publicar un Directorio sobre Medios de Comunicación, ya traducido al castellano por la Comisión Episcopal Española de Medios, donde se habla de implantar la figura del animador cultural y del aula d cultura en la parroquia. ¿A qué se refieren? Con el tema del animador cultural nos hablan de un nuevo ministerio: la persona que, como esponja o brújula, está atenta a los movimientos culturales del momento, a los denominados signos de los tiempos. Y está atenta a ellos para hacer una relectura cristiana, o lo que es lo mismo: dónde está Dios y donde, a veces, se eclipsa o se oculta. ¡Es formidable esta figura! Porque ayudará a catequistas y agentes de evangelización a tener bien orientada la brújula en cuanto a lo cultural
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se refiere. Pero dicho animador cultural no sólo trabajará hacia fuera, sino que en nuestras comunidades y parroquias hará posible un aula de encuentro, equipada con los mínimos adelantos técnicos y cibernéticos de hoy para dar a conocer nuestras comunidades y recavar información, hasta grabación de aquellos materiales que puedan servir para una pastoral, especialmente de niños y jóvenes. Además, se favorecerán con ello nuevas y decisivas técnicas de comunicación. ¡Cuánto cambiarían los rostros de nuestras comunidades y parroquias si tuviéramos en cuenta estas interesantes iniciativas que nos vienen de Italia! Naturalmente, traducidas a nuestro contexto y realidad hispana.
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123. TEOLOGÍA EN ESPAÑA La noticia cultural de la semana sigue siendo el documento sobre teología y secularización aprobado en la ultima asamblea de la conferencia episcopal. Diversos periodistas han solicitado mi opinión. La ofrezco: no se trata de un documento negativo (“ir en contra de”) o de tono inquisitorial o de caza de brujas; ni siquiera de enfrentamiento entre obispos y teólogos. El documento es como una obligación sentida y un ejercicio del sentido de responsabilidad por parte de los obispos españoles en cuanto quieren ser y ejercer como servidores de la verdad y guías del pueblo a ellos encomendado. Subrayamos: Es un servicio no una condena. Los obispos son conscientes de que traería críticas e incomprensiones por parte de algunos sectores. Pero hay que recordar la frase de un escritor francés: “Tener la verdad es comenzar a sufrir; defenderla, comenzar a morir”. Bendita muerte que es fuente de Vida. Y, junto a lo anteriormente dicho, hay que recordar que, en principio, los teólogos gozan de la libertad que la competencia en sus respetivos campos les otorga. Cuando dicha libertad ha roto con la doctrina católica o ha trasgredido dicha doctrina, el Magisterio se ha mostrado siempre diligente. Sabiendo que no se juzga tanto a la persona del teólogo como a ciertas opiniones o posturas suyas. Y conscientes de que el teólogo no hace Magisterio doctrinal sino los pastores-obispos. Los teólogos están al servicio de la verdadera doctrina. No al contrario. Una auténtica teología debe desarrollar cuatro notas características en su método: Fe (que respete el Misterio), eclesialidad (que sirva al munus profético), científicidad (con método y rigurosidad), y pastoral (que afronte el diálogo con la cultura de hoy y responda a los proble-
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mas de nuestros contemporáneos). En este sentido, siguen vigentes, después de cuarenta años, las mismas características que hicieron realidad el Vaticano II: vuelta a las genuinas fuentes de la Revelación y de la Tradición, diálogo con la cultura de hoy, y pastoralidad.
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124. OTRA VEZ, LOS JÓVENES La Fundación Santa María acaba de publicar un nuevo informe sobre la Juventud española. En él se refleja que, por primera vez, menos del 50 por ciento de los jóvenes españoles se consideran católicos y que la Iglesia es la institución de la que más desconfían. Sobre valores e identidades, el catedrático de Sociología Javier Elzo lamentó la imagen negativa que los jóvenes tienen de sí mismos: se ven consumistas, rebeldes, independientes, egoístas y con poco sentido del deber; «los jóvenes, pese a declararse libres y felices, ni son libres ni están felices; en el fondo están muy atados, básicamente a su familia», por su dificultad para emanciparse. Los problemas sociales más importantes para los jóvenes son, en primer lugar, el terrorismo, seguido por la droga, la vivienda y la violencia doméstica, y los que menos inquietud les suscitan son la corrupción política, la contaminación y el medio ambiente, la pobreza, la marginación y la seguridad ciudadana. La mitad de los jóvenes salen todos los fines de semana y la mayoría regresa a casa pasadas las cuatro de la madrugada. Un tercio opina que beber alcohol o hacer un «botellón» es una razón importante para salir de marcha. Después de la lectura de estos datos, me pregunto ¿es justo calificar a nuestros jóvenes, como se ha hecho, de agnósticos, consumistas y egoístas? ¿O más bien, ellos son sólo el termómetro, la esponja y el espejo de los valores que la sociedad prima en estos momentos? De cualquier forma para nuestras comunidades cristianas siguen siendo un reto y una esperanza. Hay que apostar por ellos e invertir más en medios humanos y personales. Y con una doble certeza en el corazón: sembrar sin esperar recompensas inmediatas; y sabiendo que aunque nosotros muchas veces no acertemos a estar cerca de ellos, Dios sí lo está siempre y les habla al corazón.
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125. DE LA MODERNIDAD A LA ULTRAMODERNIDAD La cultura tradicional del mundo premoderno, se caracterizaba por la representación de un universo sólido en torno a valores eternos, naturales, asentados en normas que se imponen y que condicionan a cada persona en forma de roles coactivos pero que ofrecían seguridad colectiva contra la desgracia individual. El grupo humano era comunidad, totalidad, y la acción de cada miembro importaba para el bien común, aunque la vinculación social tuviera un carácter de imposición y no de libre elección. El juego representaba la escenificación de la unidad y solidaridad grupal. Juegos muy ritualizados y expresión de los valores y experiencias que unían a los individuos en sociedad. La cultura moderna es la de individuos con normas interiorizadas, que le proporcionan conciencia de su propia personalidad y de responsabilidad en busca de perfeccionamiento moral y social, aunque existe desgarro (como diría Freud) entre el deseo y la realidad. La sociedad moderna era sinónimo de proximidad, de cercanía, de intimidad y compromiso mutuo entre los miembros de un grupo que buscan “estar juntos”, aunque cada cual busca la satisfacción de sus propios intereses. Es la época de la vinculación libre, entendida como compromiso. El juego es menos ritual, más libre, pero sin dejar de tener sus propias normas ni dejar de expresar valores y deseos de los individuos que, al jugar juntos, compiten y colaboran, luchan y se ayudan, La cultura postmoderna o de la modernidad líquida (Zygmunt Barman) desdramatiza moralmente la vida personal (por ejemplo las conductas sexuales) y social. Es una sociedad que no se define ya por la proximidad y el vínculo (aunque sean clases sociales en conflicto) sino
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por la evitación. Es la época de “la sociedad-red” que sustituye el compromiso por la “conexión” como forma de vinculación social. Conexión de individuos autodirigidos donde, en palabras de Barman, cambia significativamente la forma de construir la identidad. Y esto tiene sus repercusiones en el juego. El juego se individualiza y virtualiza, te permite afirmar tu identidad social pero también explorar o simular identidades alternativas. La identidad del postmoderno, según Barman, es una identidad episódica, como un montaje de fotografías que va cambiando y transformandose con el tiempo, donde borramos imágenes pasadas para dejar que entren las nuevas. Los videojuegos nos permiten crear personajes y jugar con ellos o recrear nuestra propia personalidad en mundos alternativos (ejem. “Juego second life”) donde podemos ser como no somos o nos gustaría ser. La identidad postmoderna y ultramoderna, hace de la vida una “sucesión de nuevos comienzos” donde los compromisos son sustituidos por opciones siempre abiertas, donde vemos el mundo como suma de oportunidades siempre abiertas, un mundo hecho de posibilidades inexploradas al alcance de todos. El juego se individualiza por un lado, pero también se hace global porque podemos jugar con cualquier persona del mundo a través de Internet. Pero jugando siempre con alguien al que no vemos, al que no tocamos, con el que el juego o tiene por qué tener especial consecuencia ni acarrear compromiso de vínculo. El juego virtual, como afirma A. Grande, es el reflejo de una cutura de la inconsecuencialidad, donde las acciones sobre los demás no tienen consecuencias porque no nos afectan no afectan al otro, porque o jugamos solos, o jugamos “contra” otro pero “sin” el otro.
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126. VIDEOJUEGOS España es el cuarto país europeo que más consume en videojuegos. A diferencia de otros juguetes, los videojuegos unen múltiples estimulaciones sensoriales: efectos especiales visuales, auditivos y táctiles. Frente a la contemplación de la televisión o del cine, que dejan relativamente poca iniciativa al espectador, los videojuegos exigen una implicación activa. El jugador se siente incluido en el juego hasta asumir un rol determinante. Es cierto que el vieojuego tiene aspectos positivos: potencian la coordinación oculo-manual; la organización del espacio y la lateralidad; favorece la psicomotricidad y los reflejos, etc. Pero, negativamente, exaltan la violencia, el sexismo y el racismo. En concreto, legitiman la cultura patriarcal y lo femenino se asimila a debilidad, cobardía, conformismo y sumisión. Las heroínas femeninas son “masculinizadas”. Trivializan la violencia en un maniqueísmo donde matas o eres matado. Con un agravante: el mercado se ha situado por encima de los derechos humanos. Existen estos juegos porque son demandados. Esa es toda la moral o ética que los legitima. El mercado se ha convertido, según la oferta o la demanda, en principio ético. Es el sujeto individual quien decide lo que es bueno o malo. La tecnología, lejos de estar al servicio de la sociedad, lo está, en palabras de E. J. Díez, del rendimiento económico.
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127. A VUELTAS CON LA POSTMODERNIDAD Se suele afirmar que estamos en la época de la postmodernidad. La gente que escucha esta palabra se queda perpleja. La entienden mucho mejor cuando les explico con tres símbolos lo que significa postmodernidad: laberinto, autopista, supermercado. Que nuestra cultura se asemeja a un laberinto quiere decir lo que los jóvenes expresan: que nadie les ha pedido permiso para venir a este mundo y que, en la rutina de cada día, siempre van y vienen por los mismos derroteros sin encontrar salidas de altura. Que estamos en una utopista quiere decir que la gente corre y corre sin saber muy bien dónde quiere llegar. Como alguien ha escrito: los españoles de hoy tenemos prisa por llegar cuanto antes, no se sabe muy bien dónde, para no hacer nada y volver otra vez leprosa. Y, finalmente, la postmodernidad es lo más parecido a un supermercado donde, en el primer mundo, tenemos la posibilidad de consumir, y dónde a gentes se les veta la entrada (cuarto mundo o bolsas de pobreza) y donde el poner en cuestión dicho supermercado comporta enfrentarte a las multinacionales que nos gobiernan. De cualquier forma, el lema de la postmodernidad es el desencanto y el grito de que “el futuro está aquí: nada hay que estrenar”. A decir verdad, no me apunto a esta corriente postmoderna del desencanto. Sé que se está abriendo otra dimensión: la llamada de resistencia, donde la utopía vuelve a cobrar carta de ciudadanía y de dignidad. Y donde se vuelve a resituar a la persona humana, su dignidad, y sus verdaderos derechos en el centro.
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128. NEOLIBERAL Además del calificativo de postmodernidad, la palabra que mejor parece encajar con nuestra cultura es la de neoliberal y globalizada. ¿Qué se quiere decir con ello? Como acertadamente ha expresado algún autor, nuestro mundo es como un gran cortijo andaluz en el que Estados Unidos es el señorito, los países del Norte (entre los que nos encontramos) seríamos los capataces, y los países del sur los jornaleros. Lo más triste es que no sólo hay marginados (los que están al margen del camino) sino excluidos (los que nunca entrarán en el sistema). Se habla de los agujero negros del neoliberalismo: continentes enteros como África, naciones y hasta colectivos como ciertos jóvenes y mujeres. En esta nueva cultura, y sistema económico, el mundo es como una rueda grande de carro, en cuyo eje de hierro se pueden leer dos palabras: dios dólar y eurodólar. Lo que mueve el mundo es el dinero, el petróleo, el armamento bélico y la cibernética. De ese eje cuelgan diversos radios que son los valores d hoy: subir, tener, aparentar, pisar, gozar. Y con ese eje, y con dichos radios, nos movemos todos: los bancos con B de dinero, los partidos, los centros de enseñanza, las asociaciones y, en algunas ocasiones, ciertos organismos eclesiales. Es cierto que no existen soluciones únicas para cambiar radicalmente las cosas. ¡Pero cuánto cambiarían si en lugar del eje dios dólar-eurodólar apareciese la palabra Jesucristo! Y, si en lugar de los pseudos-valores a los que hecho alusión apareciesen las bienaventuranzas del Evangelio. Entonces, la sociedad y la cultura sufrirían una transformación radical. Y, lo más importante, el sueño de Dios para la humanidad sería una realidad, y los hombres, los del Norte y lo del Sur, una solidaria familia.
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129. PROFESORES UNIVERSITARIOS CRISTIANOS También existen profesores cristianos en la Universidad. Y no lo ocultan. Por ejemplo, Pedro Luis Arias de la Universidad del País Vasco. Vino a Oviedo a animarnos un encuentro de profesores universitarios cristianos. El tema: “Luces y sombras en la presencia del profesor en la Universidad”. Nos habló de transformar la universidad con estas claves: de competitiva a compasiva; de domesticadora a liberadora; de castradora a habilitadora; de egocéntrica a mediadora. ¿Y cómo se puede lograr esta relación nueva entre Fe-Universidad? Tomando pie en el pasaje evangélico en el que los discípulos se atemorizan ante una gran tormenta cuando iban en la barca. El profesor Arias lo actualizó de la siguiente manera: como Jesús y los discípulos, también hoy hay que salir de la rutina, salir al mundo, ir a buscar otras orillas y nuevos horizontes. Para ello hay que despedir a las gentes de la orilla conocida o, lo que es lo mismo, aceptar renuncias y quitar comodidades y rutinas. Hay que aceptar que vayan otras barcas a nuestro lado, pero sobre todo Jesús con nosotros. Y cuando se levante la gran tormenta, aceptarla y saber besar hasta nuestros miedos. A veces creeremos que Dios, en la nueva cultura, está durmiendo, que no nos escucha. Pero si le llamamos, El se despierta y volverá a darnos identidad y esperanza, confianza y paz. Tenemos que dejarnos interpelar por El y descubrir por qué tenemos miedos. Todo esto no es fácil. Por eso el profesor Arias volvió a recordarnos lo expresado por San Agustín, y tantas veces repetido por el papa Juan XXIII: en lo necesario, unidad; en los discutible, libertad; pero siempre en todo, caridad.
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130. MÁS DE UNIVERSITARIOS… Se llaman Jesús y Sonia. Son estudiantes de Badajoz y, además, militantes de JEC (Juventud Estudiante Cristiana). Hace pocas semanas se desplazaron a Asturias para mantener un primer encuentro con jóvenes universitarios. Compartieron sus proyectos, sus actitudes, su compromiso y, sobre todo, su experiencia y a la de otros jóvenes militantes como ellos. Nos hablaron de proclamar el Evangelio en medio de la cultura de hoy sin complejos ni prepotencia, pero sin rebajas. Conscientes de que la Universidad también es un lugar privilegiado para sembrar las semillas del Reino. Aquí tienen eco dos versículos del Evangelio: “Id vosotros también a mi viña” (Mt 20) y “Quien no está contra mí, está con nosotros” (Mc 9). Dejaron muy claro que en la relación fe-cultura hay que proclamar un sentido fuerte de la vida frente al sinsentido, proclamar las bienaventuranzas frente al pensamiento único economicista, proclamar la moral del samaritano o del servicio frente a la indiferencia o el “sálvase quien pueda”. En una palabra, nos hablaron de pasar de la pasión por Cristo a la pasión por comunicarlo y comunicar lo mejor de lo que va sucediendo en nuestras vidas. Trabajar en la universidad, puntualizaron, no es fácil. Se impone poner en práctica lo expresado en la espiritualidad ignaciana: trabajar como si todo dependiera de nosotros; pero confiar como si todo dependiera de Dios. La presencia de los cristianos debe ser creativa y de coraje porque, parafraseando al profeta Ezequiel “En adelante el nombre de nuestra universidad será el de Dios también está allí”. Todo un reto y una esperanza.
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131. REALIDAD VIRTUAL En una ocasión, después de confirmar a un grupo de adolescentes, una catequista me rogó que respondiera a uno de los ya confirmados una pregunta para la cual ella no había tenido palabras: “¿Qué diferencia había entre Superman y Jesucristo?”. Porque los dos venían de otro planeta, los dos son inmortales, los dos habían pasado haciendo el bien… Mi respuesta, sencilla y contundente, trató de mostrar que uno, Jesús, había existido en realidad y el otro, Superman, no era más que un personaje de ficción y de literatura. Más allá de esta anécdota, se me quedó grabado en el corazón un sentimiento: ¿cómo es posible que los jóvenes de hoy no lleguen a diferenciar la realidad real de la realidad virtual? Años más tarde, he llegado comprender que no es tan sencillo. Por que después de los juegos de la Mesa Nintendo o Play Station de última generación, después de los libros y las películas de “Harry Potter” o de la saga del “Señor los Anillos”, los jóvenes tienen grabado en su mente y en su corazón una mitología que les va conformando por dentro hasta llegar realmente a confundir, repito, lo real con lo virtual, la ficción con la realidad. Gracias a Dios, también hay escritores y creadores con sensibilidad cristiana que pueden y saben contrarrestar la literatura y la ficción de otra matriz. Tal es el caso de C.S. Lewis y sus “Crónicas de Narnia”, de tanta actualidad en estos meses. De cualquier forma, pido al Espíritu que suscite creativos, hombres y mujeres cristianos de nuestra tiempo, que sepan hacer realidad lo que ya el Papa Juan Pablo II nos dijo en Madrid en su visita del año 2003: “Se puede ser cristiano y hombre o mujer de nuestro tiempo”.
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132. ROSTROS DEL CRISTIANISMO Me pregunto qué sucedería si alguien que no conociese el cristianismo entrase en una librería cualquiera y, al azar, comprara algunos de los títulos que allí se exhiben. ¿Qué imagen del cristianismo retendría? Por ejemplo, si comprase el libro de Sánchez Dragó Carta de Jesús al Papa, donde se afirma que el cristianismo no tiene futuro y que las religiones tienen que desparacer por ser causa de todas las violencias. O si comprase el código Da Vinci donde se afirma que el santo grial no es el cáliz de Cristo ni su sangre sino el seno de María Magdalena y un supuesto hijo de Jesús con ella. O si, en el terreno de una mayor rigurosidad, comprase el libro de Michel Onfray tratado de ateología donde se afirma que los monoteísmos han llenado el mundo de sufrimiento y se aboga por una filosofía hedonista, materialista, empírica y cínica, O si comprase el libro de Gregorio Peces Barba La España civil donde se afirma que el catolicismo español se identifica con los partidos más conservadores y defiende una sociedad cerrada e inquisitorial. O, finalmente, por no alargarme si comprese el libro de José Antonio Marina por qué no soy cristiano donde se aboga por un Dios y una religión ecléctica y por la tesis de la doble verdad. Sencillamente, nuestro hipotético lector quedaría perplejo y pediría aclaraciones. Ojalá entonces encontrase la mano amiga, desinteresada y nada ideologizada, de un culto y coherente cristiano que le dijese: no beba en los charcos, vaya al manantial, Lea obras de Santos Padres, o el catecismo de la Iglesia, o el magisterio de los Papa o, sencillamente, lea el Nuevo testamento. Porque, como ya nos recordó el sabio teólogo, de Dios en verdad solamente Dios puede hablar… y, añado, los que son verdaderos y cercanos testigos de El.
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133. CREATIVIDAD EN LA FIDELIDAD A la hora de realizar un balance de los primeros años de pontificado del nuevo Papa Benedicto XVI, me atrevo a sugerir la siguiente frase que, a modo de slogan, puede resumirlo: creatividad en la fidelidad. Desarrollando los dos términos principales, entiendo por creatividad el haber sabido ser él mismo, con su personalidad y sus acentos propios, con su magisterio y con sus lúcidas opciones. Más en concreto, se ha afirmado con razón que es el Papa de la palabra más que el de los gestos; el de las actuaciones medidas más que desbordantes; el que sabe tomar su tiempo, sin dejarse presionar, en las decisiones fundamentales (incluída la de la reforma de la Curia); el que es capaz de haber escrito una Encíclica con tema totalmente novedoso en el magisterio pontificio; el que ha sabido unir su condición de intelectual con un espíritu de pastor incansable; o, por sólo citar algún otro hecho, el que ha sabido dar otro ritmo y contenido al Consistorio y a las reuniones de los nuevos cardenales. Pero dicha creatividad no se separa de la fidelidad; y esto en dos direcciones: fidelidad a sus predecesores, especialmente a los papas
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Pablo VI y Juan Pablo II, y fidelidad a la Iglesia renovada después del Concilio Vaticano II. De lo mejor de la doctrina de todas las realidades apuntadas, Benedicto XVI ha sabido recordar, subrayar y recrear lo nuclear, a saber: la necesidad de una nueva evangelización para nuestras iglesias viejas y cansadas; el apoyo incondicional a todo lo que suponga la defensa decidida de los derechos humanos y de la dignidad de la persona (entre ellos, el derecho a la propias creencias); la no renuncia a la dimensión pública de la fe; las iniciativas creyentes, o en colaboración con otros, que hagan posible la consolidación de la denominada civilización del amor y de la vida; el diálogo interreligioso y el ecumenismo; el apoyo decidido a la misión ad gentes; y, como no podía ser menos, la afirmación de la necesidad de abrir las puertas a Jesucristo, como Señor y Salvador. Porque, en palabras suyas, “quien se encuentra con Jesucristo no sólo no pierde nada sino que gana todo”. En un terreno más subjetivo, me ha encantado del nuevo Papa, el afrontar, sin miedos ni complejos, un diálogo sincero con la modernidad ilustrada en tres direcciones al menos: primero, en cuanto que el cristianismo no está en contra de la felicidad personal y del verdadero desarrollo social (¡Cuántas veces ha tenido que repetir que el cristianismo no es aburrido!). Segundo, ha hecho notar que en el cristianismo Dios y el hombre no son antagónicos sino compañeros de viaje (recordando a San Ireneo y a otros padres de la Iglesia, cuando afirmaban que “la Gloria y felicidad de Dios es que el hombre viva, y la felicidad del hombre unirse a Dios”). Y, en tercer lugar, a la hora del compromiso socio-político, la complementariedad entre justicia social y caridad cristiana (amor de ágape). Porque la justicia sin amor muy pronto deja de ser justicia; y el amor sin justicia no puede sustentarse.
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Tal vez pueda parecer que, en sus primeros años de pontificado y en relación a los datos anteriores, el nuevo Papa ha perdido en espectacularidad mediática; pero, con honestidad, hay que reconocer que se están consolidando firmes y sólidos cimientos para un pontificado que se promete fecundo y sorprendente. El tiempo y el Espíritu nos dirán en qué dirección y con cuáles resultados. Por nuestra parte, reafirmamos nuestro compromiso orante y de colaboración sincera con el actual sucesor de Pedro.
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134. TAMBIÉN SE APRENDE DE LA HISTORIA… En el ocaso del imperio romano, la fusión de la cultura representada por Atenas, Jerusalén y Roma dio como resultado lo que hoy conocemos por Europa u Occidente. En aquel tiempo, principios de la edad media, un dicho latino circulaba en ambiente populares: “Sucissa virescit” (Tras la poda, crece). Gracias a los monjes benedictinos lo que pudo quedarse en simple poda, es decir la desaparición de la cultura clásica, se transformó en la ocasión de un nuevo comienzo y mayor cultura. ¿Cuáles fueron las claves de esta nueva cultura que perdura hasta hoy? Se pueden resumir en el conocido lema “ora et labora” (Ora y trabaja). Lo que equivale, al mismo tiempo, a transformar la tierra en un jardín y servir continuamente a Dios. Etica y espiritualidad unidas. El trabajo convertido no en un castigo sino en algo noble y que dignifica al hombre. Pero todo ello porque prevalece la mirada de un hombre y una mujer que se saben criaturas del Creador. Y, por lo mismo, responsables y administradores de una tarea. La civilización y cultura clásica se superó por la conjunción de una dualidad: oración y técnica, ética y responsabilidad. Son también los cimientos válidos hoy para una cultura de la verdadera libertad y del auténtico desarrollo humano y ecológico.
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135. LA DICTADURA DEL RELATIVISMO Se dice que todo cambio cultural comporta una cierta edad oscura. Hoy, uno de los signos de dicha oscuridad, puede cifrarse en la denominada dictadura del relativismo. ¿Por qué si sólo existe “tu verdad o mi verdad” y no hay nada que podamos compartir juntos como la verdad objetiva, cómo podremos defender los derechos de la persona, el principio de legalidad y de verdadera tolerancia, o, en último término, el sistema democrático mismo? Si cada uno de nosotros somos la única medida de todo, el horizonte queda recortado y al final sólo nos movemos en la cárcel de nuestras propias dimensiones y aspiraciones. Entonces no resulta extraño que el aburrimiento y la desesperanza nos invadan y que, como ponen de manifiesto tantos jóvenes, lleguemos a la conclusión inevitable de que la vida carece de sentido. Y cuando ya no hemos clavado el aguijón envenenado del absurdo existencial lancemos la pregunta cruel y desgarradora: “¿Quién me ha pedido permiso para venir a este mundo?”. Con una resolución aún más absurda: “Que paren el mundo que me bajo”. La oscuridad no se vence con más oscuridad sino con la luz. Occidente, y aquí entra nuestra cultura hispana, necesita volver a recobrar la verdad más allá de las cárceles del subjetivismo. Europa y España necesitan volver a sus raíces para crecer, afianzarse, fortalecerse y florecer. Raíces que hunden su fuerza, no se puede olvidar, en la verdad heredada de la genuina cultura cristiana. El Papa Benedicto quiere para el siglo XXI lo mismo que San Benito y sus monjes hicieron en su tiempo en un mundo en transición. A saber: preservar los mejores logros de una civilización en decadencia, infundiendo a la vez una concepción más noble y verdadera de cultura que hunde sus raíces en el llamado humanismo cristiano.
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136. NO PODEMOS ENCERRARNOS EN LAS SACRISTÍAS… Los cristianos, en la cultura de hoy, no pueden encerrarse en las sacristías. El tiempo de monólogo, del diálogo de sordos, tanto por parte de la cultura como de cierta comprensión del cristianismo, ha llegado a su fin. Se necesita un diálogo en dos direcciones, tendiendo puentes y destruyendo muros de incomunicación o de desierto infértil. Una fe sin diálogo con la cultura de su tiempo se transforma inevitablemente en fósil o en ghetto; pero una cultura sin la apertura a la fe se convierte en dictadura ideológica o en relativismo pluralista que ha perdido su misma razón de ser. Si no somos conscientes de este hecho, haremos realidad la frase de un conocido intelectual: “Los bárbaros destructores de lo mejor de nuestra cultura no están, como en otras ocasiones históricas, más allá de nuestras fronteras; llevan tiempo gobernándonos y tiranizándonos”. El hecho de no darnos cuenta de ello es parte del mismo problema que padecemos. Religión y cultura, fe y razón, están llamadas a encontrarse para salvar lo único que merece la pena: la identidad real del hombre y, con ello, la identidad de la verdadera cultura humanista.
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137. LA VERDAD, CAMBIA EL MUNDO Hay que afirmarlo con claridad, y el Papa Benedicto lo viene haciendo: las ideas verdaderas tienen consecuencias reales para transformar el mundo. Por eso, una cultura humana que merezca la pena no puede construirse sobre un cimiento de falsedades. Esto tan evidente parece haberse perdido en nuestro mundo llamado “postmoderno”, donde lo verdadero y lo falso han perdido su significado y la nitidez de sus fronteras, excepto como simples palabras o vocablos que, a su vez, manifiestan meras preferencias personales. Insistimos: una cultura humana no puede cimentarse sobre ambigüedades conscientemente buscadas ni mucho menos sobre falsedades deliberadas. El filósofo Joseph Bottum ha escrito con acierto que a la cultura Europea en decadencia, y lo aplico a la cultura española, no se le puede sacar de su situación dramática sólo a base de argumentos. Es necesario guiarla, inspirarla, reformarla. Y ello con verdades universales que orienten los hechos particulares y cotidianos. Y para ello hay que ir más allá de la mordaza del silencio impuesto o de hablar de lo políticamente correcto. La crisis que afecta a la cultura europea, de la que forma parte la española, no es sólo de índole política, económica o social, sino en el fondo una crisis del espíritu. Vuelven, en este sentido, a cobrar plena actualidad las palabras del Papa Juan Pablo o del Cardenal Martini: Europa no puede ser la Europa de los mercaderes sino la Europa del Espíritu.
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138. LA ENFERMEDAD DE OCCIDENTE El Papa Benedicto viene recordando desde el inicio de su pontificado cómo se llama la enfermedad que ha carcomido y contaminado desde el fondo la cultura europea. Es una enfermedad en el ámbito de las ideas y de los valores. Una enfermedad causada por una profunda amnesia u olvido deliberado. Esta enfermedad se llama relativismo, en el campo de la moral y escepticismo en el campo de la intelectualidad. No solamente se ha perdido la capacidad de conocer la verdad de las cosas sino que hemos rozado el nihilismo existencial. El ser, la vida, el hombre apenas tienen valor. Son leves y frágiles. No somos pesimistas. Aún estamos a tiempo en nuestra cultura de redescubrir que la persona humana no inventa la moralidad ni la verdad de las cosas: le vienen dadas y sólo le corresponde reconocerlas. Debemos aprender nuevamente a entender que los grandes principios éticos son verdaderos y racionales. La libertad no es sólo liberarse de ataduras sino encontrar una razón para vivir y luchar; una razón que fundamente el ser y la dignidad de esa existencia única e irrepetible que somos cada uno de nosotros. Cuando superemos la enfermedad del olvido descubriremos que somos divinos y que formamos parte del pueblo de la memoria frente al pueblo del olvido. Entonces, es posible una nueva cultura: la de la vida y la del amor frente a la de la muerte y la división.
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139. UNA BOMBA PUEDE EXPLOTAR Cuando en una cultura como la nuestra se unen relativismo, escepticismo, nihilismo y tecnología, la bomba puede explotar haciendo estallar la dignidad de todo lo que es humano y haciéndonos confundir lo bueno, justo y verdadero, con lo que es simplemente moda del momento o dictaduras personales y colectivas. Cuando la libertad se separa de la verdad, de la belleza y del bien, nos desnudamos de la ética y sin ésta lo humano pierde hasta su mismo nombre. Todo lo expresado anteriormente tuvo su reflejo en octubre de 2004 cuando se barajaba, a propósito del Tratado Constitucional Europeo si debía o no debía figurar expresamente el nombre de Dios. Lo que estaba en juego no era un simple tema religioso sino la posibilidad misma de declarar el secularismo –con sus hijos el escepticismo y el relativismo– como credo oficial para la cultura europea. Como en su momento supo discernir el cardenal Ratzinger, si aparecía el nombre de Dios equivalía a reconocer que la libertad va unida a la norma moral, que la libertad va unida a la verdad objetiva, que la libertad, en definitiva, tiene una dimensión espiritual. Y esto era precisamente lo que los constituyentes europeos estaban decididos a impedir en aras de ideologías que, paradójicamente, han nacido separadas o sesgadas de la matriz cristiana. No olvidemos algo dramático: si la verdad tiene consecuencias reales, también la convicción de que no hay verdad tiene sus consecuencias reales. Esta vez dramáticas.
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140. NO SOMOS CULTURA DE CATACUMBAS Desde los primeros momentos de su pontificado, el Papa Benedicto ha venido recordando que la Iglesia no tiene vocación de volver a las catacumbas. Y que se puede ser cristiano y hombre y mujer de nuestro tiempo. La Iglesia tiene vocación de presencia pública porque es capaz de generar cultura. Una cultura de la vida, volviendo a recordar que sólo la verdad llena la cabeza, sólo la belleza llena el corazón y sólo la bondad llena las acciones del hombre. De este hecho fueron testigos los grandes políticos cristianos que hicieron posible una nueva Europa tras la segunda guerra mundial. Ahí están, como testigos, los nombres de Honrad Adenauer, Alcide de Gasperi o Robert Schuman. La alta cultura de occidente, según ellos, no se puede construir sin la libertad. Y la libertad auténtica, de personas y pueblos, reclama obligación moral y verdad espiritual. Igual que el Papa Benedicto, estaban convencidos e que la unión cristiana del mundo griego y romano, y de éste con el judeo-cristiano, no fue casual sino providencial. Y seguirían siendo las bases más firmes para no caer en lo que algunos se han atrevido a denominar Eurabia (una extensión del mundo islámico) o Euroeuropa (una simple comunidad de mercado). Las raíces intelectuales y culturales en las que se encarnó la cultura cristiana inicial no pueden convertirse en terreno yermo y pedregoso.
XVI ¿CÓMO HAY QUE ENTENDER PASTORALMENTE LA ENCÍCLICA DEUS CARITAS EST DE BENEDICTO XVI?
141.- ¿CÓMO ESTÁ DIVIDIDA LA ENCÍCLICA Y CUALES SON LOS OBJETIVOS PRINCIPALES? Aunque anteriormente ya escribimos sobre el tema1, volvemos ahora de manera más extensa, profunda y completa. Es un necesario epílogo a los temas anteriormente tratados. La primera Encíclica del Papa Benedicto XVI se esperaba con lógica expectación. No defraudó tanto por su contenido como por su forma. Como afirmó el cardenal Martino en su presentación, “es la primera encíclica de magisterio pontificio que trata expresa y absolutamente sobre la caridad 2” y que incluso puede “considerarse como enciclica programática en el sentido más elevado y comprometido que se pueda 1. Lo que expondremos, tiene como antecedentes: R. BERZOSA, Transmitir la fe en un nuevo siglo, DDB, Bilbao 2006; ID., Retos pastorales de la Encíclica Deus Caritas est: “Corintios XIII” 120 (octubre-diciembre 2006) 91-132. 2. Lógicamente, esto no quiere decir que el amor cristiano no haya estado en el centro del pensamiento cristiano. Baste para ello remitirse a San Agustín, autor tan querido y citado por el Papa Benedicto XVI (Cf. J.R. FLECHA, El amor y la persona, en Deus Caritas est, Parroquia de San Juan el Real, Oviedo 2006, 11-12).
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dar al término programático”. Además, añadió Martino, se ha vuelto a poner de actualidad lo mejor de la Doctrina Social de la Iglesia3. Por su parte, W. Joseph Levada, Prefecto de la Congregación de la Fe, destacó que la intención de esta Encíclica es la de purificar la idea misma de Dios en un mundo en el que se relaciona muchas veces a Dios con la venganza e incluso con el odio y la violencia. Y el arzobispo Cordes quiso recordar que el sentido filantrópico de la sociedad de hoy hunde sus raíces en el mensaje bimilenario del cristianismo. Más aún: ningún sistema político agotará el proyecto “de utopía cristiana del amor” al que se refiere la Encíclica como “amor de dedicación personalizado y gratuito” 4. En tierra hispana, el teólogo Santiago del Cura ha destacado el tono esperanzador, sin lamentaciones, y subrayando, al mismo tiempo, que ha sabido unir mística y compromiso “porque ningún proyecto cristiano vale la pena sin el centro del amor; ninguna reforma eclesial se puede hacer sin el norte del amor; y ninguna respuesta doctrinal será convincente sin el amor” 5. Por su parte, J.I. Calleja, además de criticar algunas de las lagunas que él cree detectar en dicha Encíclica, sien embargo la define como una grata “sorpresa”, en cuanto sitúa la teología práctica en primer plano, está en sintonía con la doctrina del Vaticano II y, sobre todo, por situar el compromiso caritativo como “condición de la Fe y de la misión de la Iglesia”, respondiendo de esta manera a la pregunta de G. Gutiérrez: “¿Cómo decir y mostrar a los pobres de este mundo que Dios los ama?” 6. 3. 4. 5. 6.
Cf. “Ecclesia” 3.295 (4-2-06) 14. Cf. “Ecclesia” 3.295 (4-2-06) 14. Cf.”Ecclesia” 3300 (11-3-06) 355-357. Cf. J.I. CALLEJA, Observaciones sobre la Encíclica Dios es Amor: “Eclesalia” (4-4-06).
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En esta misma línea la Delegación de Acción Social de la Provincia Jesuita de Castilla7 ha hecho lo que ellos denominan “Una lectura comprometida de la encíclica Deus Caritas est” resaltando, también con ciertas acotaciones críticas, la relación que existe entre “justicia y caridad” y el compromiso comunitario o corporativo de toda la Iglesia, alimentado por la espiritualidad y la liturgia, por hacer realidad dicha justicia en nuestro mundo de hoy. Por todo lo anteriormente expresado, no es extraño que algunos editoriales de revistas eclesiales calificaran dicho escrito como “La esencia del cristianismo” 8, o como “Guía central de la fe cristiana” 9. En este sentido se ha llegado a escribir que la esencia del cristianismo es creer en el Amor y en Dios como Amor. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o por una gran idea doctrinal sino por el encuentro con un acontecimiento (con un Dios Amor) que da un nuevo horizonte a la vida y una orientación decisiva a la misma10. Expresado lo anterior, y ya entrando de lleno en la Encíclica, hay que comenzar subrayando que, en la misma, se diferencian dos partes muy marcadas. Al parecer, la primera es más original y personal del Papa Benedicto XVI; mientras que la segunda estaba escrita con anterioridad como borrador de un posible documento del organismo vaticano Cor Unum. Destacamos, como género literario, la elegancia de estilo, lineal y no circular, al que nos tenía acostumbrados el Papa Juan Pablo II; 7. 8. 9. 10.
Cf. “Sal Terrae” 1099 (Marzo 2006) 223-227. Cf. “Ecclesia” 3295, 5. Cf. “Vida Nueva” 2.504 (28-1-06). A. SCOLA, Introducción y comentarios a la Encíclica “Deus Caritas est”, Encuentro, Madrid, 2006.
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estilo directo y persuasivo. Es envidiable así mismo la claridad de los conceptos expuestos. Profundizado, una afirmación comprometida: en toda ella, se deja traslucir el denominado método “trascendental” o de inmanencia relativa: partiendo de lo humano desembocamos en lo divino. En la línea de la teología del natural-sobrenatural de H. De Lubac y otros teólogos del Vaticano II, que remiten al denominado “método de la inmanencia relativa” (M. Blondel y otros), y que subrayan el deseo natural de Dios encerrado en cada persona, la continuidad en la discontinuidad de lo natural y sobrenatural y el gran principio de la tradición patrística: “la gracia supone la naturaleza” 11. Por lo demás, se ve nítidamente en el trasfondo, una espiritualidad patrística “de encarnación” (“asumir para redimir”) en la línea de S. Ireneo o S. Justino12. Y, finalmente, subyace en el método pastoral de la Encíclica el subrayado, desde diversas instancias católicas, que debe presidir una sana relación Fe-Cultura: ni opuestas ni yuxtapuestas, sino compañeras de camino y complementarias13. Aun habiendo afirmado lo anterior, debemos al mismo tiempo subrayar que dicha Encíclica sabe y quiere aunar diversas escuelas y tendencias teológicas (tanto de corte ascendente como descendente, agustinianas como tomistas); y, desde luego, se manifiesta una sensibilidad especial para sintonizar con la mentalidad e inquietudes del hombre y de la mujer de hoy. Así, en la primera parte, lo hará desde el potencial humano del amor (eros) y, en la segunda parte, desde el tema de la justicia. 11. Cf. R. BERZOSA MARTINEZ, La teología del sobrenatural en los escritos de Henri De Lubac. Estudios histórico-teológico (1931-1980), Facultad de Teología del Norte de España, Burgos, 1991. 12. Cf. J. J. AYÁN CALVO, Antropología de San Justino, Santiago-Córdoba,, 1988. 13. Cf. I. G. BARBOUR, El encuentro entre ciencia y religión. ¿Rivales, desconocidas o compañeras de viaje?, Sal Terrae, Santander, 2004.
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Bien se pudiera haber titulado la Encíclica “Deus Caritas est o La esencia del cristianismo”, en claro diálogo con la modernidad. En este sentido, descubrimos en el trasfondo las dos preguntas que, desde hace al menos trescientos siglos, se ha venido planteando la mentalidad ilustrada: 1. ¿Dios y hombre son complementarios o rivales?14 2. ¿Por qué sigue siendo válida la centralidad de Jesucristo en la historia de la humanidad y la plenitud del cristianismo como fenómeno religioso? 15 Preguntas, repetimos, típicas de la modernidad y de la Ilustración occidental. Que el Papa, por lo demás, haya querido dialogar con la modernidad se trasluce también en las citas que hace de filósofos como Nietzsche, Descartes o Marx. A este elenco de filósofos, y como dato poco usual en una Encíclica, se unen los nombres de Platón y Salustio. Todo ello, en continuidad con el Magisterio de Juan Pablo II (Fides et Ratio, Veritatis Splendor o Novo Millennio Ineunte). Por lo demás, este remitirse al Magisterio de Juan Pablo II es una constante en la obra del Papa Benedicto XVI. Baste como ejemplo el discurso pronunciado en Madrid el 16 de febrero de 2000 a propósito de la Encíclica Fides et Ratio 16. Teología, espiritualidad, eclesiología y moral forman un edificio armónico, en defensa de una nueva imagen de Dios: Amor. Un Dios que 14. Las preguntas pudieran ampliarse: ¿Se puede ser cristiano y ciudadano? ¿Qué aporta el cristianismo en una sociedad abierta? ¿Son compatibles las verdades cristianas con las “virtudes” sociales de la tolerancia, respeto, libertad…? 15. Cf. R. BERZOSA, Hacer teología hoy. Retos, perspectivas, paradigmas, San Pablo, Madrid 1994. 16. (CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Todo lo que el Cardenal Ratzinger dijo en España, EDICE, Madrid 2005, 113-141).
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no es ni violento ni vengativo (fundamentalismo); ni frío ni distante (filosofía clásica). Además, sale en defensa de una genuina antropología, donde prima el Amor de ágape frente al eros prostituido y manipulado, y la purificación de la razón práxica mediante la ética integral. En otras palabras, late en la Encíclica una urgencia: hablar de Dios hoy, que se encuentra aparentemente eclipsado en el primer mundo por la búsqueda del amor horizontal e individualista, y en los terceros mundos por la búsqueda de la justicia social y horizontal. Insistamos en que se desea recuperar el rostro profundo y verdadero tanto del Eros, que es mayor que la pulsión y el sexo, y del genuino sentido de la justicia, mayor que cualquier ideología política. En la Encíclica se trasluce el alma de un buen y cercano pastor, complementando la vocación del intelectual ya reconocido17. En otro orden de cosas, el tema, aunque aparentemente no se pueda calificar de “programático para un pontificado”, se sitúa en continuidad con la gran intuición del Papa Juan Pablo II: si por un lado la Iglesia vive y se alimenta de la Eucaristía, ahora Benedicto XVI nos recuerda que la Eucaristía se traduce en ágape y (en Cáritas operativa). Son las dos caras de una misma moneda: Eucaristía y Caridad. Es una llamada nítida a desarrollar una eclesiología católica desde la Eucaristía y la Caridad18. Finalmente, resaltemos que este escrito desborda, al mismo tiempo, pasión por Jesucristo y por su Iglesia; y pasión por Dios y por el hombre. 17. Esta dimensión inseparable de excelente teólogo y buen pastor, ya se puso de relieve en 1985: Cf. V. MESSORI, Informe sobre la Fe, BAC, Madrid 1985, 21-24. Y sobre la vida del Papa Benedicto XVI, para poder comprender su mensaje, Cf. J. RATZINGER, Mi vida (recuerdos 1927-1977), Encuentro, Madrid 2005, 4ª Ed. 18. En este sentido, resulta muy sugerente: AA. VV., Haced esto en memoria mía: “El Prado” 187 (Abril-Junio 2006).
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142. ¿CUÁLES SON ALGUNAS DE LAS CLAVES PASTORALES DE LA ENCÍCLICA? Además de las claves señaladas en el apartado anterior, recordamos que, ahora, cuando conmemoramos el 40 aniversario de la Constitución Pastoral Gaudium et Spes, nos atrevemos a afirmar que la nueva Encíclica ofrece el mismo triple programa del Vaticano II: vuelta a las fuentes genuinas de la revelación; diálogo con la cultura y mentalidad de hoy; y pastoralidad para dar respuesta a los problemas del hombre contemporáneo. Y, a la vez, ofrece las tras referencias obligadas del método pastoral de GS: Dios (desde donde se es); la Iglesia (en donde se es); y el mundo (para donde se es)19. Incluso, como aportación más personal, añado que se puede hablar, al menos, de seis efectos o realidades pastorales en la Encíclica: 1. El efecto surfing, o inmersión en lo humano para emerger hacia lo divino. 2. El Efecto “marketing”, en cuanto no parte de lo abstracto y teórico sino de lo vital y concreto, como queriendo hacer realidad las leyes que rigen el marketing y la publicidad: mírame-elígeme-cómprame. 3. El efecto dominó, en cuanto el Papa está convencido de que el esplendor de la verdad, de la bondad y de la belleza se imponen por sí mismos. Porque es lo que cada persona ansía desde su hontanar. 4. El efecto “sanador” (abblatio) de todo lo humano. El cristianismo no sólo da sentido, sino que purifica y eleva. De esta manera, en la Encíclica se ve claramente cómo, en la primera parte, purifica y eleva al eros humano hasta fundirlo con el ágape y, en la segunda, purifica y eleva la razón práxica o política, uniendo 19. Cf. J. RAMOS, Teología Pastoral, BAC, Madrid 1999.
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justicia y ética20. Ya en 199021 subrayó el futuro Papa que la dimensión grande y liberadora de la pastoral de la Iglesia no está tanto en lo que nosotros hacemos sino en lo que nos es donado. No es lo que procede de nuestro querer o de nuestro inventar, sino que nos precede, algo mucho más grande que nosotros o lo nuestro. La verdadera reforma eclesial (y pastoral) consiste en deshacernos de nuestras construcciones de apoyo a favor de la verdadera luz y libertad divinas. Para explicar este principio, pone el ejemplo de Miguel Ángel: con su mirada de artista veía ya en la piedra que tenía ante sus ojos la imagen-guía que esperaba secretamente ser liberada y sacada a la luz. La tarea del artista consistía sólo en quitar lo que cubría a la imagen. La acción artística auténtica es un sacar a la luz, un poner en libertad, no tanto un hacer. Lo mismo afirmaba San Buenaventura: el camino para que el hombre llegue a ser él mismo es como el del escultor: éste no hace algo; su obra es una abblatio, consiste en eliminar, en tallar lo que es inauténtico. Mediante la abblatio sale a la superficie la nobilis forma, o sea, la figura preciosa. Así también el hombre (y lo humano): para que resplandezca en él la imagen de Dios debe acoger principalmente la purificación por la que el escultor, es decir, Dios, le libera de todas las escorias que oscurecen el aspecto auténtico de su ser y que le hacen parecer como un bloque de piedra bruto cuando, por el contrario, habita en él la forma divina.
20. Cf. A. GALINDO, El servicio del amor: caridad social y civilización del amor, en AA. VV., Deus Caritas est, Parroquia San Juan el Real, Oviedo 2006, 107-109. 21. J. RATZINGER, Ser cristiano en la era neopagana, Encuentro, Madrid 2006, 18-19.
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5. La terapia integral del amor: Para comprender la fuerza pastoral de la Encíclica, conviene también recordar cómo, ya en el año 1971, J. Ratzinger escribe una obra breve, pero densa, junto al teólogo H. U. von Balthasar22 en la que afirma la fuerza terapéutica y creadora del amor. Allí se puede leer que “un hombre sólo ve en la medida en la que ama”. Ciertamente existe la clarividencia de la negación y del odio, pero no son capaces de construir algo positivo. Sin una cierta cantidad de amor no se encuentra nada. Quien no afronta el riesgo del amor sólo descubrirá en la vida (y en su experiencia de fe y eclesial) decepciones. Quien afronta el riesgo del amor descubre en su vida y en la Iglesia una luz que no puede ser apagada. La belleza del amor es el resplandor de la verdad. Sin el amor no se puede ver. Para conocer hay que amar. Sin amor no se conoce la Iglesia y su obra. Pero el amor no es acrítico ni estático: la única posibilidad que tenemos para cambiar a una persona (y lo que es necesario cambiar en Iglesia) es amarla para transformarla lentamente de lo que es en lo que puede ser. Los verdaderos reformadores de la Iglesia (y de la humanidad) amaron la Iglesia (y el mundo) con corazón atento y vigilante, con espíritu crítico, y dispuestos a sufrir por ello. 6. La complementariedad entre fe-razón, religión-laicidad, desde la necesaria “purificación” de ambas: Este principio, latente en toda la Encíclica, lo desarrolló el Papa muy concretamente en el 2004, en un diálogo mantenido con el filósofo J. Habermas23. Dos realidades se apuntaron: 22. H. U. VON BALTHASAR-J. RATZINGER, ¿Por qué soy todavía cristiano? ¿Por qué permanezco en la Iglesia?, Sígueme, Salamanca 2006, 109. 23. J. RATZINGER-J. HABERMAS, Dialéctica de la secularización. Sobre la razón y la religión, Encuentro, Madrid 2006, 50-68.
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1. Para Occidente, es necesario que, tanto la razón como la religión, estén en disposición de aprender y reconocer sus propios límites. En la religión hay patologías que hacen necesario considerar la luz divina de la razón como una especie de control por el que la religión debe dejarse purificar y regular, como pensaban los Padres de la Iglesia. Pero también hay patologías de la razón arrogantes y peligrosas mucho más amenazadoras que las patologías religiosas (por ejemplo, la bomba atómica o la manipulación genética). Por eso a la razón se le debe exigir que reconozca sus límites y que aprenda a escuchar a las grandes tradiciones religiosas de la humanidad24. Lo cual no quiere decir que volvamos a teocracias sino la liberación de prejuicios en el sentido de que la fe no tuviera nada que decir al hombre de hoy; la fe no contradice un concepto humanista de razón, de racionalidad y de libertad (K. Hübner). Razón y fe, razón y religión, están llamadas a purificarse y regenerarse recíprocamente; se necesitan mutuamente y deben reconocerlo25. 2. Este principio de complementariedad entre razón y religión se concreta también en nuestra nueva situación intercultural, traducido en la correlación entre fe cristiana y racionalidad occidental laica, sin caer en un falso eurocentrismo. Fe cristiana y racionalidad laica están llamadas a convivir y complementarse, escuchando además a otras culturas. Esta es la propuesta con palabras de J. Ratzinger26: “Es importante que los dos grandes componentes de la cultura occidental (cristianismo y laicismo) estén dispuestos a escuchar 24. Ibíd., 66-67. 25. Ibíd., 67-68. 26. Ibíd., 68.
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y desarrollar una auténtica correlación con las demás culturas. Es importante darles voz en el intento de una auténtica correlación polifónica en la que se abran a la esencial relación complementaria de razón y fe, de modo que pueda crecer un proceso universal de purificación en el que al final puedan resplandecer de nuevo los valores y las normas que en cierto modo todos los hombres conocen o intuyen”, y que mantendrá cohesionado el mundo27.
27. Sobre el Magisterio del Papa Benedicto XVI se publica constantemente; basten como ejemplos: AA. VV., Deus Caritas est. Comentario y texto de la Encíclica, Edicep, Valencia 2006; AA. VV., Perspectivas del pensamiento de Joseph Ratzinger: “Diálogos de Teología” VIII (enero-abril 2006), Edicep, Valencia 2006; M. BARDAZZI, De Joseph Ratzinger a Benedicto XVI, Encuentro, Madrid 2006.
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143. ¿CUÁL ES LA CLAVE DE BÓVEDA DE TODA LA ENCÍCLICA? Si queremos hablar de verdadera “clave de bóveda” de la Encíclica, tenemos que señalar también un triple movimiento: 1. Identificación y configuración con lo esencial, en este caso con el Amor cristiano que es Dios mismo y su actuar. 2. Inserción y unificación de realidades humanas en lo propuesto como esencial, para lograr integración de realidades aparentemente contrarias o paradójicas, y, al mismo tiempo, sanarlas-elevarlas-resituarlas: así, cabeza-corazón; razón-voluntad; interior-exterior; amor humano-divino (eros-ágape); justicia humana-justicia divina; Antiguo-Nuevo Testamento... 3. Todo ello para conseguir un resultado: Llevar a una acción-motivación permanentes en las personas, una nueva antropología cristiana en clave de vivir las virtudes teologales (Fe-Esperanza-Caridad), que se traducirá en verdaderas actitudes espontáneas frente a mandamientos u obligaciones. Podemos subrayar una motivación fundamental en toda la Encíclica: regalar al hombre el verdadero secreto de su existencia: Dios existe y es Amor. Este documento magisterial es como un auténtico servicio al hombre y mujer de hoy y a su capacidad de buscar y encontrar la verdad, la bondad, y la belleza; en clave de amor y de justicia. Por esto mismo, es un auténtico servicio a la sociedad de hoy. Sobre la insistencia en la capacidad de la persona humana como capacitada para la verdad, el amor, la belleza o la libertad, remitimos de nuevo al discurso pronunciado en Madrid por el entonces cardenal Ratzinger en el año 200028. 28. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Todo lo que el Cardenal Ratzinger dijo en España, 113-141.
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El Papa quiere volver a resituar el rostro de un Dios Amor frente a una imagen violenta y vengativa, y frente a una concepción de un Dios frío y lejano, típico de la filosofía clásica. Insistamos en que es evidente la correlación entre las cosas de Dios y del hombre. En este sentido, se parte de lo humano, para purificarlo y elevarlo, y así volverlo a colocar en su justo valor y realidad secular (ej. Amor o acción política justa). Todo ello sin exclusivismos ni pluralismos (yuxtaposiciones), sino desde un “sano inclusivismo” de lo humano en lo divino a fin de que las realidades temporales mantengan su sana autonomía y sentido más profundo. Se puede hablar entonces de independencia y sana colaboración entre lo divino y las realidades temporales (como señaló GS 76). O, si se prefiere, utilizando el método cristológico, se puede formular de esta manera: entre lo humano y lo divino debe existir una relación “sin separación ni división; sin confusión ni cambio”. Igualmente se ofrece una complementariedad entre creaciónHistoria de Salvación (hasta la redención), en la dinámica de asumir lo humano para redimirlo y purificarlo, elevarlo y recuperarlo y, finalmente, resituarlo de nuevo. Cuando el Papa nos ofrece esta clave es muy consciente de que choca con cierta mentalidad moderna que desea llevar su autonomía hasta el extremo y, en el tema del amor, se atreve a afirmar: “Yo no quiero amar; porque me haría dependiente y eso se opone a mi libertad”. Frente a esta mentalidad, la alternativa de Cristo es muy diferente: es un sí al amor con el riesgo del sufrimiento y hasta de pérdida de sí mismo. De esta manera, hace que el hombre se encuentre a sí mismo y que llegue a ser lo que tiene que ser29. 29. Cf. J. RATZINGER, La sal de la Tierra, Palabra, Madrid 2006, 9ª ed., 308.
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A las características anteriores debemos unir al menos estas otras: • Eclesialidad de totalidad, en cuanto estamos todos los cristianos implicados. • Catolicidad e integralidad, en cuanto interesa todo el hombre y todo lo humano. Se parte del hombre “universal” y de sus dimensiones más “específicas” (búsqueda de amor, verdad, justicia, etc.). • Gradualidad en el proceso de divinización de lo humano, siguiendo las leyes de la encarnación-redención. • Pastoralidad en clave de misión testimonial o implicación comprometida de testigos y comunidades vivas de referencia. • Testificación: el amor cristiano no es una utopía, ha sido realizado históricamente por testigos personales y comunidades (es, por lo demás, el método utilizado por H. Newman). El Papa ha querido subrayar que toda esta propuesta ni es novedosa ni mucho menos utópica o ficticia ya que está atestiguada por María y los santos, quienes lo han vivido y siguen siendo modelos muy actuales para nosotros (“Comunión de los santos”). Expuesto lo anterior, una pregunta obligada: ¿A dónde quiere conducir todo este proceso? – A una experiencia de configuración con Cristo (no sólo de seguimiento), y que hará posible un estilo de vida en Cristo. El Amor hace crecer el amor. Y entonces descubrimos la espiritualidad conciliar más genuina, es decir, la dimensión Trinitaria, Cristocéntrica y Eucarística. Y la revalorización, insistamos, de las virtudes teologales de la Fe-Esperanza-Caridad como modelo existencial cristiano. Como se puede comprobar, nunca se insistirá lo suficiente en que Teología, Espiritualidad, Eclesiología y Moral se ensamblan en armónico edificio30. 30. En este sentido, resulta paradigmática una publicación en la que se analiza la Encíclica desde el punto de vista antropológico, bíblico, teológico y moral: Cf. AA. VV., Deus Caritas est, Parroquia de San Juan el Real, Oviedo 2006.
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Finalmente, desde un punto de vista estrictamente pastoral y operativo, desembocará en la necesaria llamada a desprivatizar la fe y el compromiso cristiano (vivirlos en la plaza pública) y a la necesaria y lógica complementariedad entre acción evangelizadora de presencia y de mediación, de testimonio personal y comunitario.
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144. ¿EN QUE SENTIDO HABLA EL PAPA DE DIOS COMO AMOR? La clave de la Encíclica bien se puede resumir de la siguiente manera: el amor en el centro, porque Dios es amor y el amor del cristiano es la respuesta al amor de Dios. Por eso, el sentido y el objetivo de la Encíclica se puede sintetizar en las siguientes expresiones que encontraremos en los nn 1 y 39: 1. 2. 3. 4. 5.
Redescubrir el Dios Amor y el Amor cristiano. Redescubrir el corazón de la fe cristiana. Redescubrir el rostro del Dios cristiano. Redescubrir el rostro más auténtico del hombre. Redescubrir el camino existencial del cristiano.
Nos hacemos una pregunta obligada: ¿Este poner en primer término al amor como “la esencia del cristianismo” es algo totalmente nuevo en el pensamiento y en los escritos de Benedicto XVI? Ciertamente, no. El tema del amor ha sido una constante en el pensamiento y escritos de Benedicto XVI, lo pone también de manifiesto la conclusión del libro La sal de la Tierra31, donde se afirma lo que, de alguna manera, preanunciaba el contenido y el fondo de la presente Encíclica: “Goethe decía que la totalidad de la historia era una lucha entre la fe y la falta de fe. Agustín lo había visto de otro modo y dijo que era “la lucha entre dos amores, entre el amor a Dios hasta la renuncia a sí mismo y el amor propio hasta la negación de Dios”. Por lo tanto, explicaba la historia como un drama, como la lucha entre dos tipos de amor. Yo he intentado precisar un poco más esas ideas, diciendo que el movimiento contrario al amor no es precisamente otro amor; no merece el nombre de amor, sino el de negación del amor. La historia en conjunto es la lucha entre el amor y la incapacidad 31. Ed. Palabra, Madrid 2006, 9ª ed., 307-308.
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de amar, entre el amor y la negación del amor… Yo creo que el auténtico drama de la historia es que, siempre, en todos los frentes, al final aparece el mismo planteamiento: un sí o un no al amor”. Y, por si lo anterior no fuese suficientemente claro, a la pregunta “¿Qué quiere exactamente Dios de nosotros?”, el entonces cardenal Ratzinger respondía: “Dios quiere que amemos, que seamos imagen y semejanza suya. Porque como dice San Juan, Él es Amor, y quiere que sus criaturas se asemejen a Él, que escogiendo libremente amar sean como Él, y le pertenezcan, para que así resplandezca su Amor” 32. En estas palabras, y en su contenido, estaba latente sin duda la Encíclica que ahora nos ocupa. El Papa describe el amor en sus diversos niveles: del eros al ágape (nn. 2-6). Una pregunta inevitable: ¿De qué habla el Papa, cuando habla de eros? –Late, sin duda, un concepto moderno (eros-tánatos). Andrea Monda ha relacionado el tema de la Encíclica con el ensayo “Los cuatro amores” y “Crónicas de Narnia”, de C.S. Lewis, donde se habla, como en la Encíclica, de amor en forma de afecto, amistad (philia), eros y caridad (ágape)33. Y Santiago del Cura ve en la Encíclica ecos de dos libros del teólogo A. Nygren: Eros (1930) y Ágape (1936)34. Además de lo afirmado anteriormente, Benedicto XVI, en su obra Dios el Mundo35, ha hablado ampliamente del conocido libro de E. 32. Cf. La Sal de la Tierra, 308. 33. Cf. “Zenit” (2-3-06). ZS06030107. J. R. Flecha ha analizado también en profundidad los diferentes niveles o dimensiones del amor en diversos autores (Ortega y Gasset, Laín Entralgo, Rof Carballo, J. Finance, H. U. von Baltasar, J. Pieper) y su relación con la nueva Encíclica (Cf. Cf. J.R. FLECHA, El amor y la persona, en Deus Caritas est, 11.28). 34. Este autor afirmaba que eros equivale a deseo; ágape a sacrificio. Eros es la vía del hombre hacia Dios; ágape la vía de Dios hacia el hombre. Eros equivale a esfuerzo humano; ágape a gracia y redención: Cf. Voz “Nygren, Anders” en “Diccionario de Teólogos/as contemporáneos”, Monte Carmelo, Burgos 2004, 716-718. 35. Ed. Círculo de Lectores, Barcelona 2002, 175-183.
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Fromm, El arte de amar; y ha trabajado asimismo sobre los escritos del filósofo Pieper, titulados “Amar, esperar, creer” 36. Volviendo a la Encíclica, en los nn. 2-3, el Papa, cuando habla del amor, se refiere en principio al sentido común del término: amor a la familia, al trabajo, al amigo, a la patria, al prójimo. Aunque sobresale un tipo de eros: el que se da entre hombre y mujer37. Un eros que aspira a la oblación y el ágape, y que apunta al amor divino. Desde una sana y verdadera antropología, habría que subrayar que el amor es una realidad con diversos rostros o dimensiones (n. 8). Que el amor, en forma de eros, quiere ser “éxtasis” (salida de) y subir hasta lo divino para hacernos felices. Por eso mismo, el eros necesita del amor ágape, es decir, de un camino de ascesis, renuncia, purificación y recuperación. Porque, siendo el hombre uno en cuerpo y alma, eros y ágape se integran en un único amor (n. 5). Por eso, cuando se separa el eros del ágape se produce una caricatura o una forma mermada de amor (n. 4). Es muy curioso constatar que todas estas ideas básicas de antropología, casi hasta en su misma literalidad, se encuentran en la obra Mirar a Cristo38, en dos apartados complementarios, cuando habla Acerca de la esencia del amor, y La esencia y camino del ágape. No nos cansaremos de repetir que, en Deus Caritas est, como en toda la obra anterior de Benedicto XVI, subsisten dos planteamientos teológicos muy de fondo: 36. Cf. J. RATZINGER, Mirar a Cristo, Edicep, Valencia 2005. 37. Comentando la Encíclica, las características de este amor esponsal, las ha puesto de relieve J. R. FLECHA, El amor y la persona, en Deus Caritas est. 19-20. Incluso se ha atrevido a recordar cómo, para dicho amor conyugal, es importante la educación en la castidad (pp. 47-48). 38. Cf. J. RATZINGER, Mirar a Cristo, 91-107.
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• La continuidad y correlación entre lo humano (natural) y divino (sobrenatural). • Pero, al mismo tiempo, la superación, mediante purificación y elevación, de todo lo natural y humano. Porque, de otra manera, y es un peligro real en la humanidad de hoy, caeríamos en el pelagianismo (salvación por los propios puños) o en un convertir la religión en simple ética o moral. Se pueden ver expuestas con claridad las ideas anteriores en obras como Verdad, Valores, poder39 o El Cristianismo en la crisis de Europa40. Desde dichos planteamientos, ¿cómo puede extrañar la afirmación de que la Fe bíblica no construye un mundo paralelo o contrapuesto al eros humano, sino que asume todo el hombre, desde su búsqueda de amor, para purificarlo y abrirlo a nuevas dimensiones? Esta novedad bíblica se manifiesta en dos puntos fundamentales: 1. Una nueva imagen de Dios. 2. Una nueva imagen del hombre.
39. Ed. Rialp, Madrid 2005, 5ª ed., 74-77. 40. Ed. Cristiandad, Madrid 2005, 73-100.
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145. ¿CÓMO SE REFLEJA EL AMOR DE AGAPE EN EL ANTIGUO Y EN EL NUEVO TESTAMENTO? Lo más decisivo en esta nueva imagen de Dios41, de la que habla la Encíclica, es el hecho de presentar, en el Antiguo Testamento (NN.611), un amor de Dios “erótico”, es decir, apasionado y de elección por Israel42. Pero, al mismo tiempo, es un verdadero amor de ágape, de gratuidad e inmerecido. Con palabras de la misma Encíclica, “el Dios de la Biblia es muy diferente del Dios de Aristóteles, que mueve el mundo, que no necesita de nada y que no ama” (n. 9)…“El Dios de Israel ama personalmente con un amor de predilección; escoge a Israel entre todos los pueblos y lo ama con objeto de salvar precisamente a toda la humanidad” (n.9). Este pensamiento aparentemente tan original, y destacado con profusión y cierto morbo por los mass media, ya había sido expresado por Benedicto XVI con anterioridad43. Este amor de Dios en el Antiguo Testamento desemboca al mismo tiempo en una nueva imagen del hombre: el hombre es eros y ágape. Hasta aquí nada nuevo. Sin embargo, la Encíclica sí aporta un matiz novedoso, cuando subraya que, es paradigmático el eros en forma de ágape cuando se realiza en el matrimonio. En este sentido, como una verdadera aportación teológico-pastoral, el Papa se atreve a afirmar que, a la imagen de Dios monoteísta, se corresponde el matrimonio monógamo, porque “el amor como “éxtasis” no es arrebato momentáneo sino camino permanente de un salir del yo hacia la liberación o la entrega de sí y hacia Dios. Guardar la vida es perderla” (n.6) 41. Sobre la nueva imagen de Dios, Cf. J. M. DE MIGUEL, Dios es amor: ¿Qué Dios?, en AA. VV., Deus Caritas est, Parroquia de San Juan el Real, Oviedo 2006, 77-96. 42. Para este tema del amor en la Biblia, y como comentario a Deus Caritas est, remitimos a: J. NUÑEZ, Él nos ha amado primero. Fundamento bíblico de la Encíclica Deus Caritas est, en AA. VV., Deus Caritas est, Parroquia de San Juan el Real, Oviedo 2006, 53-75. 43. Por ejemplo, en Dios y el mundo, 173-174.
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A la hora de leer el Nuevo testamento (nn. 12-16), la Encíclica nos hace descubrir que en él se ha asumido el núcleo de la fe israelita (también sobre el amor), pero desde una nueva profundidad y amplitud: porque ahora el amor ya no es sólo un mandamiento sino una respuesta al don mismo del amor. En el sentido de que Dios mismo ha tomado la iniciativa (por ejemplo, en la parábola de la oveja perdida); y nos ha amado hasta ponerse contra sí mismo (en el amor hasta el extremo de la cruz); y es ágape perpetuado en la Eucaristía: “La Eucaristía nos adentra en la dinámica del mismo amor oblativo de Jesucristo; este abajamiento supera cualquier mística” (n. 13). Eucaristía que es, al mismo tiempo, ágape “comunitario” (dimensión social de la Eucaristía), y ágape que sabe unir Fe (anuncio)-culto (celebración) y ethos (compromiso) (n. 10). Para entender con mayor amplitud el trasfondo de estos bellos pensamientos del Papa, remitiría a lo siguiente: en el tema del amor y Eucaristía, a sus obras La Iglesia 44 y El espíritu de la liturgia45. Y, para el tema, tan agudo como esencial, de lo que significa el amor de Dios hasta el extremo de dar la vida en una muerte de cruz, remitimos a algunas magistrales páginas de la obra Mirar a Cristo46, donde se relacionan los temas de la verdad y el amor, la cruz y el pecado. El Papa pide expresamente desarrollar una teología de la cruz que sepa unir la verdad y el amor, y que enlazaría, a su vez, con una teología del Bautismo y de la Penitencia. Y que superaría, en palabras de Benedicto XVI, la denominada “pastoral de la tranquilidad, del comprenderlo todo, del perdonarlo todo, en el sentido superficial de estas palabras, que se encontrarían en drástica opo44. Ed. Paulinas, Madrid 1992, 12-26; 45-62. 45. Ediciones Cristiandad, Madrid 2005, 3ª Ed. 46. pp. 94-100.
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sición con el testimonio bíblico. Una pastoral justa conduciría a la verdad y ayudaría a soportar el dolor de la misma verdad. Debería ser un modo de caminar juntos a lo largo de la vía difícil, pero hermosa, hacia la nueva vida, que es al mismo tiempo, la vía hacia la verdadera y gran alegría” 47.
47. pp. 99-100.
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146. ¿SE PUEDE AMAR A DIOS A QUIEN NO SE VE? ¿DIOS CALLA ANTE EL DOLOR? Expuesto lo anterior, el Papa nos plantea dos agudas e interpelantes cuestiones que se hace la gente corriente (nn.17-18) y que tampoco son nuevas en el conjunto de su obra (se puede leer en este sentido el ya citado libro Dios y el mundo 48: 1. ¿Se puede amar a Dios si no se le ve? 2. ¿El amor es tan sólo un sentimiento? A la primera pregunta se responde que sí: se puede amar a Dios porque se ha hecho visible a través de la historia de Salvación (especialmente en Cristo). Un Dios que podemos experimentar de forma real en nuestra vida. Y a la segunda responde subrayando que la experiencia real del amor de Dios produce efectivamente sentimientos pero, y esto es lo más decisivo, al mismo tiempo, cogiéndonos por entero (entendimiento y voluntad) nos hace amar con un movimiento profundo, bello y verdadero, que supera todo sentimentalismo (n. 17). En la respuesta a esta segunda pregunta se sitúa todo el empeño de Benedicto XVI, por no separar nunca verdad, amor y belleza. O, en otras palabras, Fe, Esperanza y Caridad. En la misma línea del Papa Juan Pablo II49. El Papa aborda otro problema pastoral, concreto y acuciante: “¿Por qué Dios aparentemente calla ante el dolor?” (n. 38). Se responde que, mirando a Job y a Cristo, descubrimos que Dios no es débil, ni ha errado en su obra, ni es impotente o está dormido: “Una actitud 48. pp. 171-183. 49. Cf. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Ratzinger y Juan Pablo II, Sígueme, Salamanca 2005.
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auténticamente religiosa evita que el hombre se erija en juez de Dios acusándole de permitir la miseria sin sentir compasión por las criaturas” (n. 37)… “Quien pretenda luchar contra Dios apoyándose en el interés del hombre, ¿con quién podrá contar cuando la acción humana se declare impotente” (n. 37). Dios es Padre y nos ama aunque siga siendo para nosotros incomprensible su gobierno amoroso: El cristianismo sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él dejando que hable sólo el Amor. Dios Amor se hace presente justo en los momentos en que no se hace más que amar. Sabe que el desprecio del amor es vilipendio de Dios y del hombre; la mejor defensa de Dios y del hombre consiste precisamente en el amor (n. 31). Por lo demás, este mismo problema de la relación entre sufrimiento humano y aparente silencio de Dios lo ha venido tratando Benedicto XVI en diversos escritos50; y lo abordó expresamente en su viaje a Polonia el 28 de Mayo, al visitar y orar en el campo de concentración de Auschwitz, exclamó: “Tomar la palabra en este lugar de horror, de acumulación de crímenes contra Dios y contra el hombre que no tiene parangón en la historia, es casi imposible; y es particularmente difícil y deprimente para un cristiano, para un Papa que proviene de Alemania. En un lugar como este se queda uno sin palabras; en el fondo sólo se puede guardar un silencio de estupor, un silencio que es un grito interior dirigido a Dios: ¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué toleraste todo esto? Con esta actitud de silencio nos inclinamos profundamente en nuestro interior ante las innumerables personas que aquí sufrieron y murieron. Sin embargo, este silencio se transforma en petición de perdón y reconciliación, hecha en voz alta, un grito al Dios vivo para que no vuelva a permitir jamás algo semejante” 51. 50. Cf. La sal de la Tierra, pp. 235-251; Dios y el mundo, pp. 303-316. 51. Cf. “Zenit” (29-5-06).
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147. ¿SE CONTRAPONEN CARIDAD Y JUSTICIA POLITICA? En la segunda parte de la Encíclica, menos especulativa que la primera, encontramos la fundamentación eclesiológica del amor cristiano (nn.19-24): La caridad de la Iglesia es la manifestación del amor trinitario. Y hoy, gracias el Espíritu Santo, toda la actividad de la Iglesia es expresión de Amor (n 19). Un Amor que busca el bien integral de la persona en todos sus ámbitos. Por eso, cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte en ciegos ante Dios (n. 18). El Papa desea, a continuación, abordar expresamente un tema de actualidad, que surgió en el siglo XIX en el llamado desarrollo industrial: si caridad y justicia se contraponen, como pretende denunciar el marxismo (nn. 26-30). La respuesta es nítida y clarividente: caridad y justicia no sólo no se contraponen sino que se complementan y se necesitan. Así lo ha puesto de relieve la Doctrina Social de la Iglesia. Y el Papa desea, a la luz de dicha Doctrina Social, destacar las siguientes claves: • Establecer un orden social justo es tarea política. La Iglesia no suplanta al Estado: “La Iglesia no puede ni debe emprender por su cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen de la lucha por la justicia. La sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia sino de la política” (n. 28). • La Iglesia, en el tema de la justicia, no tiene un protagonismo inmediato sino mediato (mediación): “La Iglesia, como expresión social de la Fe cristiana, tiene su independencia y vive su forma comunitaria que debe ser respetada por el Estado. Son esferas distintas pero siempre en relación recíproca” (n. 28).
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• Fe y política se encuentran en la ética: “El objetivo de la política, que es más que una simple técnica, es la búsqueda de la justicia; y ésta de naturaleza ética. Sin ética, la razón práctica vive una ceguera dominada por el interés y por el poder que la deslumbran” (n. 28). • El amor cristiano (caritas) siempre será necesario incluso en la sociedad más justa: es el rostro humano y divino; no sólo burocrático y profesionalizado: “Afirmar que unas estructuras justas harían superfluas las obras de caridad cristiana, esconde una concepción materialista del hombre, porque no de sólo pan vive el hombre (Mt, 4,4)… “El Estado que quiera proveer a todo, que absorba todo en sí mismo, se convierte en una instancia burocrática que no puede asegurar lo más esencial que el hombre afligido necesita: una entrañable atención personal” (n. 28). • Siguen siendo necesarias las organizaciones eclesiales de caridad como un opus proprium (algo específico de la Iglesia). • Corresponde a los fieles laicos el compromiso social. • En el terreno del ejercicio de la caridad, sirven tanto las nuevas iniciativas eclesiales como las más clásicas y tradicionales. Lo anteriormente expresado se puede resumir en cuatro grandes principios de la Doctrina Social de la Iglesia: • No diluir la justicia y la caridad cristianas en lo político. • Compromiso laical (personal y asociado) en la búsqueda de la justicia. • No confundir compromiso personal o asociado, con “acción eclesial institucional” realizada oficialmente en nombre de la Iglesia. • Son necesarias obras e instituciones confesionalmente católicas.
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Tal vez éstos y otros subrayados de la Doctrina Social que se expresan en la Encíclica han sido los más criticados, de forma muy negativa incluso por autores católicos, en dos versiones principales: 1. Parece como si el Papa sólo tuviera la obsesión de desautorizar el marxismo. ¿Pero qué sucede con el neoliberalismo? ¿No es igualmente perverso? 2. ¿Es cierto que a la Iglesia sólo le correspondería una tarea indirecta a la hora de instaurar un orden socio-político justo? ¿No debe implicarse mucho más directamente, como lo ha hecho históricamente en diversos acontecimientos? Para entender el justo alcance del Pensamiento de Benedicto XVI, no queda más alternativa que releer otros escritos suyos. Remito, por ejemplo, al citado libro El cristianismo en la crisis de Europa 52, o Fe, verdad y tolerancia 53, donde se nos expone con envidiable claridad la relación que existe entre libertad y verdad y se realiza por igual una crítica de los sistemas marxistas como neoliberales. En el trasfondo, tendríamos que remitirnos a la doctrina del Vaticano II expresada en Gaudium et Spes, n. 76 54. Es así, por tanto, totalmente injusto criticar a Benedicto XVI de escoramiento hacia una sola postura. Dejando otros escritos mayores, me parece muy oportuno recoger ahora, y para esclarecer este tema de la relación entre gracia-esfuerzo o poder-gloria, unas opiniones de Benedicto XVI publicadas, precisamente con el título “Algunas advertencias sobre el poder y la gloria, la gracia y el esfuerzo humano” 55. 52. pp. 53-63. 53. Ed. Sígueme, Salamanca 2003, 200-222. 54. Cf. R. BERZOSA, La relación Iglesia-comunidad política a la luz de “Gaudium et Spes”, nº 76, ESET, Vitoria 1998. 55. Cf. “30 Giorni” Año XXIII/5 (2005) 41-44.
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El entonces Cardenal Ratzinger, hablando una vez más de la actualidad de san Agustín, se refiere en un primer momento al tema del Poder (esfuerzo humano), y nos recuerda que el Doctor de Hipona está hoy de plena actualidad debido a la llamada “teología política”, es decir, a la relación entre el mundo político y el religioso. Agustín vive en un imperio, donde el cristianismo era la religión oficial, aunque muchos ciudadanos no eran cristianos. El Emperador sí lo era y se consideraba el protector de la Iglesia, o mejor, la personificación de la Iglesia en cuanto ésta se identificaba con el Imperio. Al mezclar ambos en un estado confesional, el teólogo y el obispo pueden perder de vista la diferencia entre ambas realidades y llegar a la politización institucional de la fe, incompatible con la libertad y con la universalidad. Eusebio de Cesarea había creado una teología política donde Iglesia e Imperio casi se identificaban. El Imperio se convierte en el modo en que Dios realiza su proyecto para la historia. La crisis arriana puso en crisis este sistema de identificación. Eusebio de Vercelli se negó a firmar un documento arriano y el emperador Constantino le responde: “La ley de la Iglesia soy yo”. San Agustín no cayó en este error de identificar religión y poder político; por la experiencia de los Godos cuando en el 410 invaden Roma. Los paganos razonaron de esta manera: “Cuando existían los dioses, Roma estaba protegida. Ahora, con Pablo y Pedro hemos sufrido la invasión. Volvamos a los dioses”. San Agustín vio con claridad, en esta crisis, que el pueblo estaba haciendo una teología política al subrayar que los dioses existen en función del Imperio y el Imperio en función de los dioses. Agustín defiende que Iglesia y Estado no pueden identificarse y que la fe no puede perder su universalidad. La iglesia es futuro y mueve la sociedad hacia el futuro. El Estado mira al presente y al futuro.
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Para comprender a Agustín, hay que partir de una adecuada teología política y una verdadera eclesiología con estas claves: Dios es Dios de todos; la fe es universal; y no se identifica con una cultura o con una forma política. En un segundo momento, el Cardenal Ratzinger se refiere a la doctrina de S. Agustín sobre la Gracia (el don): hoy, como hizo Pelagio y el monaquismo en tiempos de S. Agustín, es muy grande la tentación de transformar el cristianismo en moralismo. Ante la invisibilidad de Dios, el hombre concentra todo su esfuerzo en sí mismo y en su propia acción. Se pierde con ello el sentido de relación con un Dios personal, Uno y Trino, y el sentido de redención. En la actualidad este peligro de moralismo se acentúa porque vivimos en una época de deísmo, en cuanto las leyes naturales no nos permiten ya pensar con facilidad en una acción de Dios en nuestro mundo. Parece que no hay espacio para que Dios pueda actuar en mi vida y en la historia humana. Como si Dios no pudiera entrar en este cosmos, hecho y cerrado por Él. Sólo quedaría nuestra acción. Tenemos que hacer nosotros la redención y el mundo nuevo. El lenguaje religioso se convierte sólo en algo puramente simbólico y vacío (46). Muchas oraciones de hoy han caído en la tentación de no dejar intervenir a Dios (parece demasiado “ingenuo” esperar esto) y todo se convierte en un llamamiento a nuestra actuación. Agustín creyó en la fuerza del amor eterno. Creyó que el amor posee la capacidad de transformar el mundo, uniendo dos voluntades: la divina y la humana. Por eso San Agustín enseña que el cristianismo no es sólo para los selectos ni para quienes poseen un poder superior o una fuerza heroica especial (los gnósticos de su tiempo proclamaban esto: sólo los sabios entendían los misterios).
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Agustín defiende que la fe cristiana es la religión de los sencillos; y se funda en la obediencia y en la respuesta a la llamada de Dios. La grandeza divina se manifiesta en servir y perderse, en dejarse guiar por la verdad y dejarse mover por el amor. Como conclusión, es preciso unir lo visible y lo invisible. La vida no está sólo hecha de lo programado, de lo que podemos controlar, de lo visible. Hemos perdido la capacidad visual de nuestra mente y de nuestro corazón. No sabemos mirar lo invisible y lo eterno. Pero lo visible subsiste por ello. San Agustín es un icono y una exhortación a fiarnos de lo invisible, a volver a reconocer lo verdaderamente importante y determinante para nuestra vida. Hasta aquí las sabias y actuales reflexiones sobre el pensamiento de San Agustín. Antes de seguir avanzando, en la misma línea de Benedicto XVI, me atrevo a resumir algunas consecuencias pastorales u orientaciones que se deducen de lo expuesto56: 1. No podemos reducir el cristianismo a “una ideología; ni a “prácticas de religiosidad popular”; ni a una ética. 2. Es preciso redescubrir una “Espiritualidad Eucarística y de la Caridad”. 3. El cristianismo de hoy, al mismo tiempo, tiene que hacer presente al Rey y el Reino de Dios. Jesucristo y su Evangelio. Sin divisiones o alternativas. En otras palabras, urgen cristianos y comunidades de lúcida y clara Identidad y de Misión. 4. Hay que desenmascarar y salir de la “privatización” de la fe (reducida a la conciencia personal y al ámbito familiar o de ghet56. R. BERZOSA, Transmitir la fe en un nuevo siglo, 85-87.
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to), mediante una pastoral complementaria de mediación (testigos individuales) y de presencia (de bloque comunitario). 5. Siguen siendo muy actuales las pautas marcadas por la Gaudium et Spes, en el sentido de que no cabe ni la “huida” del mundo, ni “ir siempre contra” la historia; pero tampoco el “estar secuestrados” por la sociedad (por la cultura del momento o por actuaciones políticas coyunturales). En este sentido, no sólo debemos situarnos en actitud “defensiva” ni siquiera es suficiente “proponer”, sino el ser auténticos “profetas” para discernir los llamados signos de los tiempos, es decir, allí donde Dios se hace más presente y allí donde parece ocultarse. 6. Hay que redescubrir la novedad del Evangelio y de Jesucristo. En este sentido, no hay que tener miedo a ensayar nuevas estructuras pastorales o a acoger nuevos ministerios y carismas siempre y cuando sirvan para transparentar el Misterio profundo que encierra la Iglesia.
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148. ¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS DE LA ACTIVIDAD CARITATIVA ECLESIAL? En cuanto a las características específicas de la actividad caritativa eclesial (n. 31), y que se deben traducir en la pastoral ordinaria, se destacan las siguientes: • Es una respuesta a problemas concretos e inmediatos: “No podemos caer en la ideología marxista de sacrificar el hombre presente al Moloc futuro. Hemos de hacer el bien ahora y en primera persona” (n. 31). Es curioso cómo esta misma expresión del dios Moloc, y lo que implica, la desarrolla Benedicto XVI en El Dios de los cristianos57. • Hay que saber unir profesionalidad y humanitarismo: “Los agentes profesionales de la caridad necesitan una “formación del corazón”; desde el encuentro con Dios en Cristo descubrirán que el amor al prójimo ya no es un mandamiento impuesto desde fuera sino consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad (Gál 5,6)” (n. 31). • Hay que buscar la independencia en relación a partidos e ideologías. • La caridad no está en función del proselitismo: el amor personal y comunitario habla por sí mismo: “Quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia nunca tratará de imponer a los demás la fe de la Iglesia. Es consciente de que el amor, en la pureza y gratuidad, es el mejor testimonio de Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar” (n. 31). De alguna manera, con estas últimas expresiones tan atrevidas está dando la razón el Papa Benedicto XVI a la misión de la Madre Teresa de Calcuta y de las Misioneras de la Caridad, que fueron criticadas en un doble sentido: desde algunas instancias vaticanas 57. Pág. 55.
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por no hacer suficiente proselitismo desde la caridad y, desde el gobierno hindú, por lo contrario: por sospechar que la caridad era un ropaje o justificación para hacer proselitismo descarado. Al final, las aguas vienen a su cauce y se muestra cómo la caridad habla por sí misma. En cuanto a los responsables de la acción caritativa eclesial (n. 32), se señala, desde una eclesiología de totalidad, que es misión de toda la Iglesia en sus diversos niveles (comunidades, Diócesis, Curia Vaticana… así, por ejemplo, Cor Unum...). Todos los fieles de todas las edades están implicados y, hasta a los mismos obispos se les recuerda expresamente esta tarea en el día de su ordenación58. El tema de las actitudes concretas que deben desarrollarse en el ejercicio de la caridad es de vital importancia para la tarea pastoral. La Encíclica señala las siguientes actitudes cristianas como las más destacadas y relevantes (nn. 33-37): • Desde un corazón conquistado por Cristo. Alimentados en la oración para no caer en el activismo o en el secularismo. • Sintiéndome Iglesia y colaborando con el Obispo: “Quien ama a Cristo ama a la Iglesia” (n. 33.) • Desde una donación de mí mismo. • Con humildad (ayudando me ayudo). • Sin “ideologización” (como tratando de suplantar a Dios o, con otras palabras que ya no son las del Papa, tratando de instaurar el Prometeo moderno capaz de colocarse en lugar de Dios). Hay que dejarse guiar por la fe que actúa mediante el amor (Gal 5,6). 58. Para ampliar lo que supone el compromiso de todos los cristianos en favor de la misión de caridad de la Iglesia, siempre según el pensamiento del Papa Benedicto XVI, remitimos a la Voz “Caridad” en: P. J. LASANTA, Diccionario de Enseñanzas del Cardenal Ratzinger, Ed. Horizonte, Logroño 2006, 50-51; y en: J. A. MARTINEZ PUCHE, Enseñanzas de Benedicto XVI, Edibesa, Madrid 2006.
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• Sin complejos de superioridad, sabiendo que todo es don y que sólo somos servidores: “Sin caer en la soberbia que desprecia al hombre y nada construye; y sin ceder a la resignación que impediría dejarse guiar por el amor y servir verdaderamente al hombre” (n. 36).
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149. ¿A DÓNDE CONDUCE “PASTORALMENTE” LA VIVENCIA DE LA CARIDAD CRISTIANA? La respuesta, según el Papa, es doble: por un lado, a vivir las virtudes teologales, que se interrelacionan entre sí; y, lo más definitivo, a la santidad, como nos muestra la historia del cristianismo. En el primer sentido, el Papa expresamente afirma que las virtudes teologales de la Fe, la Esperanza y la Caridad caminan unidas (n.39): • Por la Fe descubrimos que Dios nos ama y que debemos amar. • Por la Esperanza tenemos paciencia y humildad • Por el Amor descubrimos que somos Imagen de Dios mismo. En resumen, “cuando estamos unidos a Dios, y bebemos de su manantial, nos convertimos en manantial de agua viva” (Jn 7,39) (n. 42). Esta interrelación entre Fe-Esperanza y Caridad ha sido una constante en los escritos del Papa Ratzinger59. Y, en su ya popular libro Introducción al cristianismo60, al preguntarse precisamente sobre la esencia, o lo más nuclear del cristianismo, subraya: “los principios cristianos se resumen en el principio del amor…Y el principio del amor si es verdadero, incluye realmente la Fe… ya que sin la fe el amor se convertiría en una obra hecha con las propias fuerzas… La fe y el amor se condicionan y se exigen mutuamente. En el principio del amor está también incluido el principio de la esperanza que, superando el instante y su aislamiento, corre en busca del todo. Nuestras reflexiones nos llevan de la mano a lo que dice Pablo sobre los pilares de lo cristiano: Ahora subsisten estas tres cosas: la fe, la esperanza, el amor, pero la más excelente de todas es el amor (1 Cor 13,13)”. 59. De esa manera se estructura toda su obra Mirar a Cristo, Edicep, Valencia 2005. 60. Edit. Sígueme, Salamanca 2001, 224-225.
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Y, en el segundo sentido (cómo la pastoral de la caridad finaliza en la santidad) el Papa subraya que los Santos y María han sido modelos concreto y reales de caridad eclesial (nn. 40-42) El párrafo anterior ilumina el siguiente. Los santos fueron modelos de las virtudes teologales porque fueron hombres y mujeres de Fe, Esperanza y Caridad. Y su influjo no concluye con el fin de su biografía: por la comunión de los santos siguen siendo maestros para enseñarnos qué es el amor, dónde tiene su origen y dónde está la fuerza para amar. Más en concreto (nn. 41-42) se quiere destacar que la Virgen Maria es mujer de: • Esperanza: porque cree en las promesas de Dios. • Fe: vive de la Palabra como si fuera su casa, de la que entra y sale con naturalidad: “Al estar íntimamente penetrada por la Palabra de Dios, se convierte en Madre de la palabra encarnada” (n. 41). • Amor: toda su existencia fueron gestos de Amor. Es grande por la humildad y la entrega y por ser sierva que supo poner a Dios como centro de su vida. Insistamos en algo que puede pasar desapercibido a primera vista: ¿Por qué el Papa ha añadido estos números sobre María y los Santos en clave de Fe, Esperanza y Cardad? Lo decíamos al inicio de nuestra disertación: el Papa ha querido mostrar que el amor cristiano no es ni ideología, ni mera utopía, o simples programas de buenas intenciones de futuro. El ágape ha sido vivido a lo largo de la historia por testigos y en comunidades de referencia. De alguna manera, está utilizando las claves de verdad y belleza que movieron por ejemplo al cardenal Newman a su conversión al catolicismo. Es, lo que se puede denominar, una prueba “testifical” o concreta de que el ágape se ha vivido y se vive 61. 61. Cf. para este punto lo que se habla del cardenal Newman en las obras: La Iglesia, 102107; y Verdad, valores, poder, 56-63.
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150. ¿CUÁLES SON LOS PRINCIPALES RETOS PASTORALES PARA EL FUTURO A LA LUZ DE LA ENCÍCLICA? Si finalizada la lectura de la Encíclica se me pide destacar, además de los expresados al hilo de la lectura anterior, cuáles son algunos de los retos para la vivencia futura del cristianismo, contextualizado en la Iglesia que peregrina en España, señalaría, al menos, los siguientes: • Aceptar como programático el método y trasfondo hermenéutico de correlación, de complementariedad entre lo humano y lo divino: todo es don y tarea; hay que asumir para redimir y elevar; y, siempre, en clave, de sana pastoralidad. • En continuidad con el punto anterior, no hay que tener miedo a proclamar la purificación-sanación y elevación de todo lo humano: del eros hacia el ágape y de la razón práctica (justicia) hacia la ética verdadera62. • Como consecuencia de lo anterior, utilizar el lenguaje cristiano de “elevación y de recuperación”, y no de polémica, rechazo o alternativa. Ser siempre “pigmaliones” para los demás. • Captar las líneas programáticas de una eclesiología de totalidad con dos claves: Eucaristía y caridad. • Recobrar la memoria para la esperanza y salir de una Iglesia acomplejada. Con una certeza: proponer; no imponer. Todo ello en clave de evangelización. • Recuperar el sentido y validez de la Doctrina Social de la Iglesia que, desde la Fe, purifica la razón práctica y la ayuda a desarrollar una sociedad más ética en sentido integral. 62. Conviene insistir en este aspecto de purificación del eros y de la razón práxica: Cf. A. GALINDO, El servicio del amor: caridad social y civilización del amor, en AA. VV., Deus Caritas est, Parroquia San Juan el Real, Oviedo 2006, 107-109.
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• En el horizonte: desprivatización de la fe y complementariedad entre presencia y mediación, entre testimonio personal y comunitario. Con un claro protagonismo laical. • Finalmente, una lectura y praxis en continuidad con Novo Milennio Ineunte n. 50, del Papa Juan Pablo II, donde se nos recordaba que el pasaje de Mt 25 es mucho más que la virtud teologal de la caridad: es una página cristológica donde se fundamenta la identidad y misión del cristianismo. Por lo mismo, los pobres deben sentirse en nuestras comunidades como en su casa. Necesitamos creatividad y coraje para dar respuesta a las nuevas pobrezas. Y sin olvidar que los pobres sólo nos perdonarán la vejación de darles pan y abrigo por el amor y autenticidad que pongamos en ello (recuerda la conocida expresión de San Vicente de Paúl). Tampoco es superfluo, para concluir, escuchar algunas frases como dardos de diversos autores que resaltan aún más, si cabe, la actualidad y el valor de los contenidos pastorales de la Encíclica63: • “Las pobrezas de hoy no son sólo las económicas sino las culturales, las espirituales y la falta de sentido y esperanza para vivir” (Juan Pablo II). • “Hoy está de moda hablar de los pobres pero no con los pobres” (Teresa de Calcuta). • “Hay que salvar al pobre de su pobreza y al rico de la tiranía de su riqueza. Lo que importa es el hombre” (León Felipe). • “No es pobre quien no tiene un céntimo sino el que no posee un sueño y una razón para vivir” (H. Kemp). 63. Cf. R. BERZOSA, Transmitir la fe en un nuevo siglo, 165; ID., Nuestra historia de solidaridad a la luz de Deus Caritas est, Cuadernos de Lectura de Manos Unidas, nº 19, Madrid 2007.
¿CÓMO ENTENDER PASTORALMENTE LA ENCÍCLICA DEUS CARITAS EST?
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• “El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración, la fe. El fruto de la fe, el amor. El fruto del amor el compromiso y la alegría. El fruto del compromiso, la paz” (Teresa de Calcuta) Hay que afirmar, sin adulación, que la nueva Encíclica del Papa resume e integra todas las características que acabamos de expresar. Ojalá el Espíritu Santo nos conceda plasmar en nuestras comunidades y en la vida cotidiana, el mensaje y las orientaciones pastorales de este rico y fecundo documento pontificio64.
64. Sobre el Magisterio y primera Encíclica del Papa Benedicto XVI se publica constantemente, basten como ejemplos: AA. VV., Deus Caritas est. Comentario y texto de la Encíclica, Edicep, Valencia 2006; AA. VV., Perspectivas del pensamiento de Joseph Ratzinger: “Diálogos de Teología”, VIII (enero-abril 2006), Edicep, Valencia 2006; M. BARDAZZI, De Joseph Ratzinger a Benedicto XVI, Encuentro, Madrid 2006; AA.VV., Deus Caritas est: “Communio” Nueva Epoca nº 2 (Otoño 2006); AA.VV., El amor como propuesta cristiana a la sociedad de hoy. Retos pastorales desde la Encíclica Deus Caritas est: “Corintios XIII” 120 (Octubre-Diciembre 2006); AA.VV., Dios es amor. Comentarios a la Encíclica de Benedicto XVI Deus Caritas Est, Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca 2007; PONITIFICIUM CONSILIUM “COR UNUM”., Deus Caritas est. Actas el Congreso Mundial sobre la Caridad, Tipografía Vaticana, Città del Vaticano 2006; M. LAZARO PULIDO, El amor de Dios ue es amor. Reflexiones en torno a la Encíclica de Benedicto XVI Deus Caritas est, Instituto Teológico San Pedro de Alcántara, Cáceres 2007.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
R. BERZOSA, Evangelizar en una nueva cultura, San Pablo, Madrid 1998; ID., Nueva Era y cristianismo, BAC, Madrid 1998; ID., Angeles y demonios. Sentido de su retorno en nuestros días, BAC, Madrid 1998; ID., Hacia el año 2000: ¿Qué nos espera en el S.XXI?, DDB, Bilbao 1998; ID., ¿Qué es eso de las tribus urbanas?, DDB. Bilbao 2000; ID., 10 Desafíos al cristianismo desde la nueva cultura emergente, Verbo Divino, Estella 2004; ID., 100 preguntas sobre el misterio de nuestros orígenes, Monte Carmelo, Burgos 2005; ID., Transmtir la fe en el nuevo siglo, Desclée de Brouwer, Bilbao 2006.
ÍNDICE GENERAL
A MODO DE PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
9
I. RADIOGRAFÍAS DE ACTUALIDAD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. Democracia y valores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. Burn out . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3. Paro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4. Clonación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5. Body . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6. Trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7. ¿Reconversión para el campo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8. En tiempos de crisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9. SIDA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
11 11 13 15 16 18 19 20 21 22
II. ALGUNAS ASIGNATURAS PENDIENTES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10. Desprivatizar la fe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11. Diócesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12. Iglesia en Europa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13. Católicos “light” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14. Eucaristía y Justicia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15. Ser cura hoy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16. “No estamos contra la democracia” . . . . . . . . . . . . . . . . . 17. A vueltas con la increencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18. Tercer Mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
25 25 27 29 31 33 34 36 37 39
268
150 MIRADAS DE ACTUALIDAD
III. PISTAS PARA SEGUIR CAMINANDO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19. Contemplación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20. Divorcio Fe-vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21. Orar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22. Eucaristía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23. Reconversión social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24. Problemas y misterios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
41 41 43 44 46 47 48
IV. CLAVES EN LA RELACIÓN FE-CULTURA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25. Diálogo fe-cultura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26. La “New Age”: ¿llega el fin del cristianismo? . . . . . . . . . . 27. ¿Jóvenes versus religión? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28. Teología y universidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29. Hacer teología hoy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30. ¿Creacionismo o evolucionismo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31. Paradojas del individualismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32. Postmodernidad: ¿Decadencia versus resistencia? . . . . . 33. Postmodernidad y Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
49 49 52 54 56 57 58 61 62 65
V. CLAVES DE PRESENCIA CRISTIANA EN LA SOCIEDAD . . . . . . . . . . . . 34. Cáritas acoge . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35. Sin fronteras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36. Familia y medios de comunicación . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37. Voluntariado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38. Modelos educativos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39. Cuarto mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40. Si quieres la paz... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41. Tipologías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
67 67 69 71 73 74 75 76 77
VI. CUESTIONES QUE INTERROGAN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42. Un Belén diferente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43. Nuevas tribus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
79 79 81
ÍNDICE GENERAL
44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52.
269
Beatificación de mártires . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . “Despertar el gigante dormido” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Miradas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El Papa y los jóvenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Metrópoli y barbarie . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mujer y feminidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El abismo de la desigualdad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Hombres nuevos para una sociedad nueva . . . . . . . . . . . Libertad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
83 85 87 88 89 90 92 94 95
VII. REFLEXIONES AL HILO DE LA ACTUALIDAD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53. La tierra está enferma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54. Corrupción y fundamentalismos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55. Pequeño buda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56. Potenciar la ética ciudadana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57. Paciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58. Cambios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59. Felicidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60. Desierto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
97 97 99 100 102 103 104 105 106
IX. SEÑAS DE IDENTIDAD CULTURAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61. Diez claves . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62. Mitos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63. Miedos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64. New Age y Silos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65. Generación X . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66. Enneagrama . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67. Matar al pobre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68. Fin de la historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69. Identidad personal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
107 107 109 111 113 115 117 118 120 121
X. PISTAS DE LUZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123 70. Ser y crecer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
270
150 MIRADAS DE ACTUALIDAD
71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81.
Sabiduría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Bienaventurados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Entre rejas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Amanecer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¡Dios a la vista! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Saber pedir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Jóvenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Curas rurales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Alcohol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Religión popular . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
125 126 127 129 130 132 133 135 136 138 140
XI. DESDE EL OJO DEL CÍCLOPE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82. Series televisivas juveniles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83. Teólogos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84. Enfermos de Sida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85. De cine . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86. Quasimodo y Pinocchio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87. En el nuevo año . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88. Cultura, pan y cariño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89. Cartas robadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90. Excluidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91. Jóvenes, suicidio y violencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92. Jóvenes y noche . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93. Jóvenes y alcohol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
141 141 143 144 145 146 147 148 149 150 151 152 153
XII. A QUIEN CORRESPONDA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94. Televisión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95. Neocapitalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96. A los 50 años . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97. Ángeles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98. Siglo XX y Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
155 155 157 159 160 161
ÍNDICE GENERAL
271
99. Dios y el mal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162 100. La calle . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164 101. Cárcel y postmodernidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165 XIII. NUEVA CUTURA EMERGENTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102. Sociedad postindustrial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103. Tribus urbanas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104. Jóvenes y religión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105. Cosas de cada día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106. Afecto, seguridad, estabilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107. Armadura oxidada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108. La Iglesia, ¿una ONG? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109. Eutanasia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110. Trashumanismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
167 167 169 170 171 173 174 175 177 179
XIV. NUEVAS REALIDADES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111. Reforma agraria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112. Trabajo y fin de siglo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113. Año 3001 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114. Luces y sombras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115. Modelos eclesiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116. Tiempo y juventud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117. Hombre biónico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118. En tierra extranjera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119. Tercera revolución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120. ¿Hijos del azar? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121. De nuevo Atapuerca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
181 181 183 185 186 188 190 191 193 194 196 198
XV. NUEVOS RETOS Y RESPUESTAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122. Animador cultural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123. Teología en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124. Otra vez los jóvenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125. De la modernidad a la ultramodernidad . . . . . . . . . . . . .
201 201 203 205 206
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150 MIRADAS DE ACTUALIDAD
126. 127. 128. 129. 130. 131. 132.
Videojuegos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A vueltas con la postmodernidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Neoliberal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Profesores universitarios cristianos . . . . . . . . . . . . . . . . . . Más de universitarios... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Realidad virtual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Rostros del cristianismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
208 209 210 211 212 213 214
XVI. BENEDICTO XVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133. Creatividad en la fidelidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134. También se aprende de la historia... . . . . . . . . . . . . . . . . . 135. La dictadura del relativismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136. No podemos encerrarnos en las sacristías... . . . . . . . . . . . 137. La verdad, cambia el mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138. La enfermedad de Occidente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139. Una bomba puede explotar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140. No somos cultura de catacumbas . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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XVII. ¿CÓMO HAY QUE ENTENDER PASTORALMENTE LA ENCÍCLICA DEUS CARITAS EST DEL PAPA BENEDICTO XVI? . . . . . . . . . . . . . 141. ¿Cómo está dividida la encíclica y cuales son los objetivos principales? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142. ¿Cuáles son algunas de las claves pastorales de la encíclica? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143. ¿Cuál es la clave de bóveda de toda la encíclica? . . . . . . 144. ¿En qué sentido habla el Papa de Dios como Amor? . . 145. ¿Cómo se refleja el amor de agape en el Antiguo y en el Nuevo Testamento? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146. ¿Se puede amar a Dios a quien no se ve? ¿Dios calla ante el dolor? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147. ¿Se contraponen caridad y justicia política? . . . . . . . . . . . 148. ¿Cuáles son las características de la actividad caritativa eclesial? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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ÍNDICE GENERAL
273
149. ¿A dónde conduce “pastoralmente” la vivencia de la Caridad Cristiana? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 259 150. ¿Cuáles son los principales retos pastorales para el futuro a la luz de la encíclica? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 371
CRISTIANISMO Y SOCIEDAD 1. MARTIN HENGEL: Propiedad y riqueza en el cristianismo primitivo. 2. JOSE M.ª DIEZ-ALEGRIA: La cara oculta del cristianismo. 3. A.PEREZ-ESQUIVEL: Lucha no violenta por la paz. 4. BENOIT A. DUMAS: Los milagros de Jesús. 5. JOSE GOMEZ CAFFARENA: La entraña humanista del cristianismo. 6. MARCIANO VIDAL: Etica civil y sociedad democrática. 7. GUMERSINDO LORENZO: Juan Pablo II y las caras de su Iglesia 8. JOSE M.ª MARDONES: Sociedad moderna y cristianismo. 9. GUMERSINDO LORENZO: Una Iglesia democrática (Tomo I). 10.GUMERSINDO LORENZO: Una Iglesia democrática (Tomo II). 11.JAMES L. CRENSHAW: Los falsos profetas. 12.GERHARD LOHFINK: La Iglesia que Jesús quería. 13.RAYMOND E. BROWN: Las Iglesias que los Apóstoles nos dejaron. 14.RAFAEL AGUIRRE: Del movimiento de Jesús a la Iglesia cristiana. 15.JESÚS ASURMENDI: El profetismo. Desde sus orígenes a la época moderna. 16.LUCIO PINKUS: El mito de María. Aproximación simbólica. 17.P. IMHOF y H. BIALLOWONS: La fe en tiempos de invierno. Diálogos con Karl Rahner en los últimos años de su vida. 18.E. SCHÜSSLER FIORENZA: En memoria de ella. Una reconstrucción teológico-feminista de los orígenes del cristianismo. 19.ALBERTO INIESTA: Memorándum. Ayer, hoy y mañana de la Iglesia en España. 20.NORBERT LOHFINK: Violencia y pacifismo en el Antiguo Testamento. 21.FELICISIMO MARTINEZ: Caminos de liberación y de vida. 22.XABIER PIKAZA: La mujer en las grandes religiones. 23.PATRICK GRANFIELD: Los límites del papado. 24.RENZO PETRAGLIO: Objeción de conciencia. 25.WAYNE A. MEEKS: El mundo moral de los primeros cristianos. 26.RENE LUNEAU: El sueño de Compostela. ¿Hacia una restauración de una Europa Cristiana? 27.FELIX PLACER UGARTE: Una pastoral eficaz. Planificación pastoral desde los signos de los tiempos de los pobres. 28.JEAN-PIERRE CHARLIER: Jesús en medio de su pueblo I. 29.JEAN-PIERRE CHARLIER: Jesús en medio de su pueblo II. La tierra de Abraham y de Jesús. 30.JEAN-PIERRE CHARLIER: Jesús en medio de su pueblo III. Calendario litúrgico y ritmo de vida. 31.BRUNO MAGGIONI: Job y Cohélet. La contestación sapiencial en la Biblia. 32.M. ANTONIETTA LA TORRE: Ecología y moral. La irrupción de la instancia ecológica en la ética de Occidente. 33.JOHN E. STAMBAUGH y DAVID L. BALCH: El Nuevo Testamento en su entorno social. 34.JEAN-PIERRE CHARLIER: Comprender el Apocalipsis I. 35.JEAN-PIERRE CHARLIER: Comprender el Apocalipsis II. 36.DAVID E. AUNE: El Nuevo Testamento en su entorno literario. 37.XAVIER TILLIETTE: El Cristo de la filosofía. 38.JAVIER M. SUESCUN: Carlos de Foucauld en el Sahara entre los Tuareg. 39.ROMANO PENNA: Ambiente histórico-cultural de los orígenes del cristianismo. 40.MARC LEBOUCHER: Las religiosas. Unas mujeres de Iglesia hablan de ellas mismas. 41.SOR JEANNE D’ARC, OP: Caminos a través de la Biblia. Antiguo y Nuevo Testamento. 42.DIONISIO BOROBIO: Familia, Sociedad, Iglesia, Identidad y misión de la familia cristiana. 43.FRANCIS A. SULLIVAN: La Iglesia en la que creemos. 44.ANDRE MANARANCHE: Querer y formar sacerdotes. 45.JAMES B. NELSON y SANDRA P. LONGFELLOW: La sexualidad y lo sagrado. 46.EUGEN DREWERMANN: Psicoanálisis y Teología Moral. Vol. I. Angustia y culpa.
47.EUGEN DREWERMANN: Psicoanálisis y Teología Moral. Vol. II. Caminos y Rodeos del amor. 48.EUGEN DREWERMANN: Psicoanálisis y Teología Moral. Vol. III. En los confines de la vida. 49.JOSÉ M. CASTILLO: Los pobres y la teología. ¿Qué queda de la teología de la liberación? 50.JUAN ARIAS: Un Dios para el 2000. Contra el miedo y a favor de la felicidad. 51.MIGUEL CISTERÓ: En camino. De una pastoral parroquial al mundo obrero. 52.CARLOS DÍAZ: Apología de la fe inteligente. 53.PIERRE DESCOUVEMONT: Guía de las dificultades de la vida cotidiana. 54.JAVIER GAFO: Eutanasia y ayuda al suicidio. “Mis recuerdos de Ramón Sampedro”. 55.JUAN JOSÉ TAMAYO ACOSTA: Leonardo Boff. Ecología, mística y liberación. 56.CARLOS DÍAZ: Soy amado, luego existo. Vol. I. Yo y tú. 57.MICHAEL SCHNEIDER: Teología como biografía.Una fundamentación dogmática. 58.CARLOS DÍAZ: Soy amado, luego existo. Vol. II. Yo valgo, nosotros valemos. 59.CARLOS DÍAZ: Soy amado, luego existo. Vol. III. Tu enseñas, yo aprendo. 60.CARLOS DÍAZ: Soy amado, luego existo. Vol. IV. Su justicia para quienes guardan su alianza. 61.CARLOS DÍAZ: La persona como Don. 62.GUILLEM MUNTANER: Hacia una nueva configuración del mundo. Sociedad, cultura, religión. 63.JOSÉ ANTONIO GALINDO RODRIGO: El mal. El optimismo soteriológico como vía intermedia entre el pesimismo agnosticista y el optimismo racionalista. 64.JAMES B. NELSON: La conexión íntima. Sexualidad del varón, espiritualidad masculina. 65.MARCIANO VIDAL: Ética civil y sociedad democrática. 66.JUAN GONZÁLEZ RUIZ: En tránsito del infierno a la vida. La experiencia de un homosexual cristiano. 67.ENRIQUE BONETE PERALES: Éticas en esbozo. De política, felicidad y muerte. 68.N. T. WRIGHT: El desafío de Jesús. 69.H. RICHARD NIEBUHR: El yo responsable. Un ensayo de filosofía moral cristiana. 70.RENATO MORO: La Iglesia y el exterminio de los judíos. Catolicismo, antisemitismo, nazismo. 71.JOSEPH RATZINGER: La fiesta de la fe. Ensayo de Teología Litúrgica. 72.LIVIO FANZAGA: Mirada sobre la eternidad. Muerte, juicio, infierno, paraíso. 73.LIVIO FANZAGA: Dies irae. Los días del anticristo. 74.TIMOTHY RADCLIFFE: Las siete últimas palabras. La plenitud del sentido más allá de la violencia y el silencio. 75.RAÚL BERZOSA MARTÍNEZ: Iglesia, sociedad y comunidad política. Entre la confesionalidad y el laicismo. 76.JOSEPH RATZINGER (BENEDICTO XVI): Fe y futuro. 77.RAÚL BERZOSA MARTÍNEZ: 150 Miradas de actualidad en el espejo de la cultura.
Este libro se terminó de imprimir en los talleres de RGM, S.A., en Bilbao, el 5 de diciembre de 2007.