(1) Nuevas Formas Alternativas de Familia

October 10, 2017 | Author: Malena R Cvz | Category: Civil Union, Family, Homosexuality, Marriage, Divorce
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NUEVAS FORMAS ALTERNATIVAS DE VIDA FAMILIAR Donini Antonio, Eleonor Faur, Antonio García y Alejandro Villa, (2005). Sexualidad y familia. Crisis y desafíos frente al siglo XXI. Editorial Novedades Educativas, Buenos Aires.

Vigencia del matrimonio. La familia no puede inmunizarse contra las innovaciones sociales (Cogswell y Sussman, 1972). Más aún, la familia ha sido capaz, en lugares y situaciones diferentes, tanto de influir sobre los factores y estructuras de cambio como de soportar y adaptarse a su influencia. En un numero especial de The Family Coordinator (1972),' dedicado a las posibles formas alternativas y experimentales de familia del futuro, casi todos los autores coincidieron, explícita o implícitamente, en afirmar que la familia nuclear tal como hoy la conocemos estaba resultando inadecuada. En su gran mayoría, estos autores consideraban que la estructura de la familia nuclear debía ir modificándose y evolucionando en función del desarrollo y la plena realización de la persona. A este fin, algunos de estos autores propiciaban el "no matrimonio" como alternativa; otros, como Joy y Howard Osofsky (1972)" creían que la igualdad en la relación heterosexual no se daría mientras la sociedad no modificase sus estereotipos con respecto al trabajo del hombre y de la mujer; otros, finalmente, como David Olson (1972): se inclinaban a pensar que el matrimonio iría cambiando muy gradualmente, a pesar de las actitudes y experiencias rebeldes de la juventud de las ultimas décadas. Por otra parte, hoy es un hecho conocido por numerosas investigaciones antropológicas e históricas que, además de la familia tradicional nuclear que ha dominado en Occidente, simultáneamente han existido otras estructuras familiares, como la familia extendida, la poligámica, la convivencia comunal, la homosexualidad, el robo o comercia de niños, las madres solteras, etcétera. En realidad lo único novedoso sería que estas formas alternativas de vida familiar hoy están siendo estudiadas por los investigadores sociales y, por consiguiente, la sociedad contemporánea esta tomando conciencia de su existencia. Veamos brevemente algunas de estas formas alternativas de vida familiar que, según los autores, hoy están adquiriendo entidad y se proyectan hacia el futuro. La familia grupal. Consiste en la unión matrimonial de varios hombres con varias mujeres, que cohabitan indiscriminadamente y sin restricciones dentro del grupo. Los hijos -por el hecho de que la paternidad biológica no puede ser conocida- son hijos de la comunidad: todos los adultos son padres y madres, sin tener en cuenta la relación biológica. La ideología subyacente en la familia grupal es la de compartir ingresos, tareas, relaciones, intimidad. etc., en una red o intercambio total, basado en la disponibilidad de tiempo, capacidad, inclinación, por el bienestar de toda la "familia". Esta estructura familiar, que en ocasiones se ha puesto en practica en algunas comunidades, difícilmente podría generalizarse; entre otras razones, porque la mayoría de los seres humanos, especialmente en Occidente, son celosos y exigen exclusividad de su pareja. Si bien se discute entre los autores si esta característica es producto de la socialización o de la naturaleza, es indudable que, para que esta forma de familia pueda llegar a generalizarse en un futuro próximo, seria necesario que se modificara fundamentalmente esta actitud emocional del ser humano. La familia comunal. Consiste en un conjunto de "parejas monógamas", con sus respectivos hijos, que viven

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comunitariamente, compartiéndolo todo menos las relaciones sexuales. En esto último se diferencia de la familia grupal. Todas las actividades, los ingresos, los bienes, son comunes. Los niños son criados por la comunidad, aunque sin desconocer su filiación biológica. Este tipo de familia es tan antiguo como la humanidad. Sin embargo, su éxito en el mundo actual parece dudoso, debido, entre otros factores, a las implicaciones del sistema económico occidental. El entregar a un grupo todos los bienes y recursos económicos que uno posee exige un gran desprendimiento y una enorme confianza. Algunos experimentos llevados a cabo en la Argentina no prosperaron, pero no podemos descartar por completo la posibilidad de que exista en el futuro este tipo de familia. Hoy se advierte entre mucha gente joven, y aun entre algunos no tan jóvenes, una creciente necesidad de la "comunidad", en una sociedad impersonal, individualista y burocrática; que los hace buscar activamente un sentido de pertenencia al grupo. Si esta ansia de participación comunitaria se acentúa por encima de la competencia y el "éxito" económico individual, quizás esta forma de familia comunal podría desarrollarse y lograr adeptos en la sociedad del futuro. La poliginia. Algunos científicos la proponen como una forma alternativa de matrimonio entre personas adultas mayores de la sociedad. Según estos autores, la poliginia ofrecería una solución practica, no solo porque la proporción de mujeres en esa edad suele ser superior a la cantidad de hombres, sino también porque daría a muchas viudas la posibilidad de integrar un grupo familiar, mejorando su situación afectiva y económica. Los departamentos modernos o casas suburbanas dificultan que las personas mayores puedan seguir viviendo cómodamente con las familias de sus hijos y nietos. Además, la vida moderna en cierto modo conspira en contra de la familia extendida, porque se supone que el ritmo y los estilos de vida de la generación joven son fuente de conflictos con las generaciones mayores. Y, finalmente, los abuelos no podrían desempeñar hoy el mismo papel protagónico de los viejos tiempos en la familia tradicional. La poliginia, dicen estos autores, ofrecería una alternativa nueva e interesante. Otra razón para propiciar la poliginia entre la gente de la tercera edad estaría basada en consideraciones de orden práctico. Los recursos de la mayoría de ellos son limitados. Si las personas mayores pudieran juntar sus recursos, sus condiciones de vida mejorarían: sus ingresos aumentarían, las tareas domesticas podrían compartirse, etcétera. Pero además existen razones de orden afectivoemocional. Los viudos están prácticamente condenados a soportar la soledad y el aislamiento en la sociedad contemporánea, en la que ha aumentado considerablemente la longevidad. Opinan los autores que, con la poligamia, la depresión producida por sentimientos de inutilidad y alineación podría evitarse. Es decir que, según ellos, habría muchas razones en favor de la poligamia para los miembros mayores de la sociedad. Sin embargo, son muchos también los que dudan de que esta estructura familiar logre consenso, por lo menos en el corto plaza. En primer lugar, porque los hijos objetarían este arreglo, por temor a perder su herencia y los "servicios gratuitos" que muchos abuelos ofrecen para cuidar a sus nietos. En segundo lugar, porque se necesitarían cambios profundos en nuestra legislación sobre el matrimonio y la herencia. Esto no parece fácil, entre otras razones, debido a determinados valores culturales, religiosos y sociales muy arraigados. Finalmente, no hay que olvidar que, con la edad, los individuos se vuelven naturalmente más bien conservadores. Por consiguiente, es probable que los mismos que podrían resultar beneficiados con estos cambios fuesen los principales opositores a modificar las normas vigentes. La pareja homosexual. "La norma fundamental del patriarcado era, y es, la organización de la vida en torno a la familia heterosexual.. Aunque la resistencia a la heterosexualidad obligatoria ha existido en todas las épocas y culturas, hasta las tres últimas décadas no se han desarrollado en todo el mundo movimientos sociales en defensa de los derechas de las gays y las lesbianas afirmando la libertad sexual, que comenzaron en los Estados Unidos en 1969-1970, luego en Europa y posteriormente en gran parte del planeta" (Castells, 1998).'

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La "pareja homosexual" se refiere a dos miembros del mismo sexo que conforman una unión, social y "legalmente" reconocida, y con derecho legal para adoptar hijos. Algunas mujeres piensan que jamás lograrían "igualdad" casándose con un hombre. De ahí que consideren que la unión entre mujeres no sólo las libera de la dependencia masculina, de inhibiciones y presiones de cualquier tipo, sino que además contribuye a la confianza mutua, apertura, comprensión y honestidad. En cuanto a los hombres homosexuales, muchos de los cuales viven en situación de pareja estable por mucho tiempo, el deseo de ser padres suele ser muy grande. En 1996, la "Asociación de padres y madres homosexuales" de Francia acuñó el termino "homoparentalidad" para designar una "pareja homosexual" -tanto de "gays" como de "lesbianas""con hijos", "sea porque viven con un compañero del mismo sexo luego de haberse separado de la madre o el padre de sus hijos o porque concibieron niños por medio de la inseminación artificial o de madres portadoras, o porque como solteros adoptaron hijos o, porque recurrieron a inseminaciones espontáneas entre un padre y una madre homosexuales, cada uno de los cuales vive con un compañero o compañera del mismo sexo" (Roudinesco, 2003). No se puede predecir un incremento rápido de este tipo de parejas estables, aunque ciertamente se advierte en el mundo entero una mayor tolerancia social de la homosexualidad o, como algunos prefieren, "homosexualidades" (en plural) "para resaltar que no se trata de una estructura inmutable, sino de un componente multiforme de la sexualidad humana" (Roudinesco, 200). Para ambos tipos de parejas homosexuales (de hombre o de mujeres), seguirán planteándose muchos problemas legales, especialmente los relacionados con la adopción de menores. Por otra parte, el actual estilo de vida de muchos hombres homosexuales no favorece el establecimiento de hogares permanentes o de relaciones formalizadas. Sin embargo, la inseminación artificial ofrece hoy a las mujeres homosexuales que viven en pareja la posibilidad de gestar y tener sus propios hijos, sin relaciones heterosexuales. En la actualidad, muchos países occidentales están legalizando la unión entre personas del mismo sexo. Dinamarca fue el primer país que en 1989 legalizó las uniones civiles de parejas homosexuales, otorgándoles posteriormente el derecho de adopción, al igual que Noruega y Suecia a mediados de la década de 1990 Francia y Alemania aprobaron las uniones civiles de homosexuales en 2000 y en 2001 respectivamente. El primer país europeo que reconoció los matrimonios homosexuales fue Holanda, en 2001; luego Bélgica en 2002, y mas recientemente España, que el 21 de abril de 2005, aprobó el casamiento de parejas homosexuales, con derecho a adopción de niños. Finalmente, en Islandia se ha legalizado la cohabitación de parejas homosexuales, con derecho de adopción; y en Portugal, las parejas gays que demuestran haber convivido por dos a dos consecutivos gozan de todos los derechos propios de los matrimonios heterosexuales. La ciudad de Buenos Aires fue la primera en América Latina que sancionó la ley de unión civil (mayo de 2003), por la que tanto las parejas heterosexuales de hecho como las homosexuales podían acceder a determinados beneficios sociales o laborales que eran privativos de los matrimonios heterosexuales (inscripción en las obras sociales o en las "prepagas"). Al reglamentar esta ley, el gobierno de la ciudad creó un "Registro Público de Uniones Civiles", donde las parejas, tanto de homosexuales como de heterosexuales, pueden inscribirse y acceder a los beneficios acordados par la nueva ley. Para la comunidad homosexual la ley de unión civil es, probablemente, un primer paso. ¿Será el próximo paso "el matrimonio con todas sus cargas y beneficios"?, como se pregunta Jonathan Rauch.' Según este autor, si esto sucediera sería "buena para ios homosexuales, buena para los heterosexuales y buena para ia misma institución del matrimonio" (Rauch, 2004). Su argumento se funda en que ni el sexo, ni los hijos, ni siquiera Ia realización personal hacen a la esencia del matrimonio, sino un compromiso asumido entre dos personas para cuidarse mutuamente "hasta que la muerte los separe". Y concluye argumentando que no es el casamiento de los homosexuales lo que amenaza a la institución del matrimonio, sino el “aumento de las parejas heterosexuales que se divorcian o no se casan, o no quieren tener hijos. La pareja conviviente. Se trata de una pareja heterosexual en la que tanto el hombre como la mujer prefieren permanecer legalmente "solteros" y sin compromisos, haciendo vida conyugal, aunque no siempre viviendo bajo el mismo techo. Con frecuencia -aunque no siempre- comparten sus bienes económicos. Esta forma

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de convivencia, que en épocas no muy lejanas era un comportamiento socialmente estigmatizado, ha ido creciendo hasta contar en la actualidad con un número considerable de parejas. En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, el porcentaje de mujeres de 40 a 49 años "unidas" con respecto al total de las "en pareja" era de 7,5%; mientras entre las mujeres de 20 a 29 años ese porcentaje llegaba al 23,2%. La misma diferencia se advierte en el conurbano bonaerense: de 12,5% entre las mujeres de 40 a 49 años, a 39,9% entre las mujeres de 20 a 29 años. Esto se aplica también ala poblaci6n masculina (Torrado, 2003).' La libertad sexual ha ido en aumento en los últimos cincuenta años; han aumentado las relaciones sexuales prematrimoniales y extramatrimoniales, con lo cual muchos solteros se sienten cada vez mas libres de tener relaciones sexuales sin estar enamorados y sin pensar en el matrimonio. Consecuentemente, la costumbre de vivir en pareja sin estar casados probablemente será cada vez mas frecuente con el pasar del tiempo. Hace más de 30 años, Michael Johnson, en un estudio sobre noviazgo y compromiso, concluía que la mayoría de los sujetos que vivían en pareja estaban seriamente comprometidos y enamorados. Reiss (1960)" interpretaba este fenómeno como que, en la actualidad, "convivir sin estar casados" podía ser simplemente una nueva forma alternativa de noviazgo, y no necesariamente un signo de la quiebra definitiva con el sistema del matrimonio. Más aun, en general estas parejas tendían a casarse cuando decidían tener hijos, no solo porque valoraban la continuidad de su relación, sino porque habían sido socializados de tal manera que no concebían una familia (con hijos) sin matrimonio, incluyendo el religioso. En síntesis: vivir en pareja ha sido (y quizás continué siéndolo) una forma de noviazgo prolongado para muchos jóvenes, aunque la decisión de tener hijos parece que los induciría a casarse a su debido tiempo. Sin embargo, la gente mayor, económicamente independiente, que no pueden o deciden no tener hijos, y que se sienten libres frente a las presiones sociales, probablemente establecerán una convivencia "sin matrimonio". En la década de 1990 estas tendencias se han ido acentuando, sobre todo en Europa. En Francia, por ejemplo, en 1996, el presidente Jacques Chirac celebró públicamente el nacimiento de su nieto Martin. Claude, la hija del presidente, no solo se negó a revelar la identidad del padre de su hijo, sino también a casarse con el. En Escandinava, aunque Ios porcentajes de matrimonios han aumentado Ievemente, todavía predominan las parejas no casadas. Como explica el psicólogo BodiI Pedersen, de Copenhague, "vivir juntos sin casarse es parte del ser danés". En Estados Unidos, los nacimientos fuera de matrimonio han disminuido en un 4% por primera vez en 20 años; pero en los "guetos", cuatro de cada cinco nacimientos son de madres solteras. Esto ha hecho pensar a muchos investigadores que algunas políticas sociales pueden estar contribuyendo a que la gente no se case. Así, por ejemplo, en Berlín, una madre soltera recibe un subsidio de 400 dólares mensuales por un año; mientras que una mujer casada recibe el mismo beneficio solamente por seis meses. En Copenhague, las madres solteras no sólo reciben una ayuda económica extra, sino además una serie de beneficios. Por ejemplo, una madre soltera de menos de 18 años, recibe del Estado 500 dólares y la renta de su departamento; si se casara con su pareja, perdería todos estos beneficios. Aunque en estos países europeos hay consenso político acerca de que las madres solteras deben recibir ayuda, algunos han comenzado a preocuparse par la incidencia negativa de estas políticas en la institución familiar. Algunos han propuesto que se prive de estos beneficios a las madres solteras que se niegan a dar el nombre del padre a las autoridades estatales de la seguridad social; otros proponen implementar un código moral para las escuelas en el que se ponga más énfasis en "el valor de la familia como pilar de la sociedad". La pareja sin hijos, en la que ambos trabajan. Es una categoría de familias en las que ambos cónyuges trabajan; no tienen ni piensan tener hijos, ya sea por las dificultades inherentes a su crianza, o por la creciente preocupación por la explosión demográfica en el mundo, o por el conocimiento y disponibilidad de información de los métodos

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contraceptivos, o por el cambio de las normas sociales con respecto a la procreación. Hasta no hace mucho tiempo, prácticamente todos los que se casaban esperaban tener hijos; si pasaban uno o dos años sin tenerlos, se sentían preocupados. Hoy muchas mujeres jóvenes cuestionan aun el "valor de la maternidad". Además, hay una creciente conciencia en la mujer de la igualdad de sus derechos frente al hombre para desarrollar una vida profesional exitosa, sin complejos de culpa. En consecuencia, es muy probable que muchas parejas jóvenes opten en el futuro por no tener hijos. La pareja con hijos, en la que ambos trabajan. Es una categoría de familias en las que cada uno de los cónyuges tiene una ocupación rentada fuera del hogar, ambos contribuyen con sus ingresos y comparten las tareas domesticas, sin sacrificar el deseo de tener sus propios hijos. Este tipo de familia tiene como dos "cabezas" igualmente responsables del hogar. Era una minoría no hace muchos años (en Estados Unidos, por ejemplo, en 1971 sólo el 10% de los trabajadores profesionales eran mujeres); hoy se esta convirtiendo en lo que podríamos llamar la "familia tipo de principios del siglo XXI". Están surgiendo valores que afirman la libre expresión del individuo, sus logros y el desarrollo personal de todo ser humano. Los roles basados en el sexo tienden a desaparecer. Dicha tendencia ha sido muy despareja, pero hay un cambia evidente en muchos segmentos de la sociedad hada una familia mas igualitaria, en la que ambos progenitores participan en pie de igualdad en todas las áreas de la vida familiar. Rapoport y Rapoport (1965) en un estudio sobre la relación entre trabajo y vida familiar, “advierten que los padres de las familias en las que ambos trabajan sufren una “sobrecarga de roles", aunque la mayoría de las parejas logra superar esos problemas, porque se benefician ampliamente por sus mayores ingresos, el desarrollo personal y profesional de la mujer, y la relación mas intima entre el padre y los hijos. Estos autores afirman que "la tendencia hacia normas culturales mas compatibles con este nuevo tipo de familia es irreversible". Consideran, también, que las tensiones experimentadas por estos padres son transitorias, y predicen que irán desapareciendo a medida que la sociedad vaya aceptando este nuevo tipo de estructura familiar. La familia uniparental. Hay diversos tipos de familia uniparental (o monoparental): a) Familias con un solo progenitor, por fallecimiento de uno de los cónyuges. Aunque ha existido siempre en toda sociedad, este tipo de familia probablemente ira disminuyendo progresivamente, porque habrá cada vez menos muertes prematuras de progenitores gracias a la disminución de la mortalidad y al aumento de la esperanza de vida, por las condiciones sanitarias y la medicina modera. Además, es hoy muy frecuente, entre la gente que enviuda joven, el que vuelvan a contraer matrimonio. b) La familia uniparental, con uno a más hijos menores, debido a una separación, abandono o divorcio, probablemente será mas frecuente a medida que se vaya aceptando socialmente el divorcio. El rechazo al divorcio en nuestra sociedad refleja, sin duda, una visión positiva del matrimonio tradicional; pero estos valores se van diluyendo en la sociedad posindustrial. Hoy se insiste tanto en los derechos y necesidades individuales de los cónyuges que el divorcio esta resultando un trámite aceptable cuando esas necesidades no se ven satisfechas. Por lo tanto, por diversas razones, podemos anticipar que el divorcio mantendrá, probablemente, los porcentajes actuales en el futuro, y consiguientemente, aumentaran las familias uniparentales, sin la presencia del otro progenitor, o conformaran lo que Ahrons (1979)" denomina "familia binuclear". "El aumento creciente del número de divorcios y de separaciones de parejas consensuales se ha convertido en la primera causa del aumento de las familias monoparentales, con preferencia las de jefatura femenina... “(Torrado, 2003, 441-442). En todo el país, el porcentaje de familias monoparentales (madre sola con hijos), que en 1980 era del 44,4%, en 1991 llegaba al 50,2%.

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c) La familia con un solo progenitor soltero, con uno a más niños. Tales familias no necesariamente están presididas por una mujer. En la actualidad hay tres posibles tendencias: una se refiere a hombres solteros que adoptan un hijo; otra, a mujeres profesionales o de carrera, que no han pensado en casarse, pero que adoptan un hijo; la tercera se refiere a madres solteras. Estos fenómenos reflejan el reconocimiento creciente de individuos que desean tener hijos, pero que eligen no casarse. Sin embargo, no parece probable que los padres (o progenitores) solteros alcancen un alto porcentaje en nuestra sociedad. Una de las razones de esta afirmación se basa en la creencia de que el niño, para su desarrollo normal, necesita la presencia de ambos padres. Otra razón es que el costo económico y emocional de la crianza de los hijos es muy elevado para un solo progenitor. La tendencia podría más bien inclinarse en la dirección de "personas solteras sin hijos". La familia binuclear: familias ensambladas No pocos textos sobre matrimonio y familia comienzan a identificar ya a las "familias binucleares" como una forma generalizada de familia. "La mayoría de las familias continua siéndolo después del divorcio, aunque no se comporten como las familias tradicionales; por ejemplo, no viven bajo el mismo techo. Pero los hogares del padre y de la madre -que pueden o no incluir una nueva pareja con hijos propios o hijastros, etc.- constituyen una familia binuclear. Aunque el divorcio cambia la estructura de ia familia, de nuclear a binuclear, las familias continúan haciendo prácticamente lo mismo que hacían antes en cuanto al cuidado y educación de sus hijos, sintiéndose responsables de sus necesidades afectivas, espirituales, económicas y físicas. Ambos ex-esposos cumplen con una soledad parental cooperativa, para permitir la continuidad de ios lazos familiares a través de sus hijos" (Ahrons, 1994).13 "El cambio fundamental que se ha producido en la familia es la disociación entre conyugalidad (vínculo de pareja) y filiación (vínculos entre padres/madres e hijos/hijas). En la familia tradicional, estos dos vínculos eran indisolubles. En la actualidad, en cambio, mientras la conyugalidad ha perdido su carácter indisoluble porque es una relación social, la filiación mantiene dicho carácter porque es un vínculo natural... Estas constataciones han permitido sostener que la familia contemporánea ya no es una institución sino una “red de relaciones” que, en lugar de ser responsable de transmitir el patrimonio económico y moral de una generación a otra, tiende ahora a privilegiar la construcción de la identidad personal (Thery, 1996)" (Juan Carlos Tedesco, 2000). Recientes investigaciones, como expongo en un trabajo anterior, demuestran que los hijos que viven en familias altamente conflictivas sufren más problemas emocionales que los hijos de familias que han realizado un "buen divorcio". Digo "bueno" no en el sentido de una valoración positiva del divorcio, sino de la forma "civilizada" y pacífica en que se ha llevado adelante todo el proceso. Para Bohannan (1971), la mayoría de los problemas psicológicos que experimentan los hijos no deben atribuirse tanto al divorcio mismo cuanto a las malas experiencias sufridas antes, durante y aun después del proceso de la separación. Es un hecho, sin embargo, que no se trata de un proceso simple. Hablar de familias "ensambladas" no significa formar una nueva familia después del divorcio, sino integrar dos familias en función de los hijos. Los hijos entran a formar parte de dos hogares -el de la madre y el del padre-; tienen que adaptarse a dos nuevas estructuras familiares y aprender a relacionarse con los padrastros y hermanastros. Esta estructura familiar probablemente irá creciendo considerablemente en el futuro. Con la introducción del divorcio en la legislación de familia, ha aumentado entre nosotros gradualmente el numero de familias ensambladas. Es probable también que, al aumentar la tasa de divorcios, aumente considerablemente la tasa de matrimonios. Estadísticamente, pocos son los divorciados que no vuelven a casarse. Por consiguiente, una de las formas dominantes de la familia del futuro será, junto con la familia nuclear tradicional, la familia ensamblada y, consiguientemente, Ia "familia binuclear". Hay dos factores que respaldan este razonamiento: primero, que el promedio de vida se ha prolongado considerablemente; y segundo, el aumento natural de la tasa de divorcios. En los Estados Unidos, por ejemplo, más de un 25% de los matrimonios son "familias ensambladas". Es probable, por lo tanto, que el matrimonio tradicional en su forma monogámica -"hasta que la muerte nos separe"- vaya disminuyendo proporcionalmente frente a otras estructuras, ocupando un

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segundo lugar la familia "ensamblada" o lo que los sociólogos han dado en denominar "monogamia en serie", es decir, un primer matrimonio monógamo seguido de divorcio, y este, a su vez, de otro nuevo matrimonio monógamo, y así sucesivamente. Para algunos esta será una de las características dominantes de la familia del futuro. Por eso la Asamblea General de las Naciones Unidas sugirió, hace diez años, que se comenzara a hablar de "familias" (en plural), y no de "familia", como veremos mas adelante. Funciones de la familia del futuro Según Ogburn y Tibbitts (1934), la tecnología estaba reemplazando a la familia tradicional en muchas de sus funciones. Antiguamente, la familia desempeñaba, según estos autores, seis funciones importantes - que ahora son desempeñadas, total o parcialmente, por una o más instituciones-: las funciones económica, de protección, religiosa, recreativa, educativa y de asignación de status. En la época colonial, por ejemplo, la familia producía prácticamente todo lo que sus miembros necesitaban para su consumo. El marido, la mujer y Ios hijos trabajaban juntos en la casa o en las tareas agrícolas. Gradualmente, sin embargo, a medida que las empresas comenzaban a producir en serie los bienes de consumo, la familia comenzó a adquirirlos fuera del hogar. Con estos cambios, la estructura de la familia fue cambiando. Al no ser ya necesarias las viviendas tradicionales, suficientemente amplias como para albergar a la familia extendida, comenzaron a multiplicarse los departamentos o propiedades horizontales. Los hombres comenzaron a trabajar fuera del hogar, y las mujeres fueron perdiendo su importancia en la economía de la familia; los hijos, en lugar de ser una ventaja para la familia, se transformaron en una carga económica. De ahí que, según los autores mencionados, la industrialización hizo perder a la familia su función de unidad económica de producción. La familia se ha convertido hoy exclusivamente en una unidad económica de consumo. Antiguamente, la familia protegía y cuidaba a sus miembros de los peligros externos, brindando seguridad económica durante la niñez, la enfermedad, el desempleo o la vejez. Con la industrialización, esta función protectora fue absorbida por el Estado (policía, hospitales, seguros, obras sociales, seguro contra el desempleo, jubilaciones, etc.). A medida que fue aumentando la burocracia estatal para el desempeño de estos servicios, las funciones de la familia siguieron disminuyendo en estos aspectos. Hoy, que el Estado se esta desprendiendo de algunas de estas funciones, son asumidas por empresas o instituciones privadas. Antiguamente, la familia desempeñaba un papel importante en la formación ética y religiosa de sus miembros: rezaban en común, daban gracias antes y después de las comidas, leían la Biblia juntos, etcétera. Hoy son pocas las familias que lo siguen haciendo. Lo religioso ha quedado prácticamente relegado a las iglesias. La enseñanza de la religión, que antiguamente se realizaba principalmente en la familia, ha ido gradualmente transfiriéndose a los lugares de cuIto o a los colegios confesionales. Cuando la mayoría de las familias vivían en zonas rurales aisladas o en pequeñas ciudades, la recreación era una actividad típicamente familiar. Los abuelos o personas mayores entretenían a la familia contando historias o leyendo Iibros de cuentos junto al fogón; o la familia se divertía jugando a los dados, cartas u otros juegos sedentarios. Algunas familias cultivaban la música o el canto. Actualmente la recreación es una actividad comercial: deportes, espectáculos públicos, museos restaurantes, lugares bailables etcétera. Rara vez va toda la familia a estos lugares. Aún Ia televisión, que podría constituir una recreación familiar, no lo es. Cada edad tiene sus programas diferentes, en horarios diferentes. La familia, como grupo de recreación, ha perdido toda la importancia que tenia en otras épocas. En Ia época de Ia colonia, el aprendizaje era elemental. Las escuelas eran pocas y para selectos. En el mejor de los casos, la lectura, la escritura y los rudimentos de las matemáticas se aprendían en familia. Con Ia modernidad, Ia vida económica y social se torno mas compleja, y exigió una instrucción mas especializada y formal. Hoy vivimos en una sociedad en Ia que los diplomas y los títulos son importantes. Los niños comienzan a ir a la escuela desde muy temprana edad y se orientan a completar estudios terciarios. La educación es obligatoria más alIa de Ia escuela primaria, y ofrece mucho más que una simple educación formal: se enseñan también normas de convivencia y ética, civismo, buenos modales, y otras lecciones que antes se transmitían informalmente en el seno de Ia familia. Con Ia multiplicación de guarderías infantiles,

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centros preescolares, y variedad de escuelas que van desde la educación inicial hasta la universidad, la función educativa de la familia ha Ida desapareciendo par completo en una soledad altamente competitiva y especializada. La “ultima” función 'atribuida por Ogburn y Tibbitts a la familia tradicional era la asignación de status. En la sociedad preindustrial, el hecho de haber nacido y pertenecer a una familia determinada ubicaba al individuo en un determinado lugar dentro de la estructura social. Por eso, según fuera el nivel social de la familia, uno podía prever hasta donde podría seguir sus estudios, que trabajo haría, donde viviría, y aun hasta con quien se casaría, etcétera. Esta función ha desaparecido prácticamente per completo. El individuo en la sociedad urbana modera es un ser anónimo. Hoy se compite dentro de un sistema impersonal y globalizado. El status social no viene asignado automáticamente, sino que se adquiere de acuerdo con las exigencias y valores de la sociedad del conocimiento. A medida que estas funciones tradicionales vayan transfiriéndose a otras instituciones, Ogburn y Tibbitts opinan que irán emergiendo y ganando en importancia otras nuevas funciones para la familia. Antiguamente, por ejemplo, prácticamente no se pensaba en las satisfacciones personales y afectivas de los cónyuges: nadie se preocupaba por el bienestar y felicidad de los esposos. Ahora, con la desaparición de las funciones tradicionales, la familia se esta transformando en un ámbito para el desarrollo de las relaciones interpersonales, buscando el crecimiento individual y de la pareja. Naturalmente, hoy la familia desempeña menos funciones que antes; podríamos decir que se han reducido principalmente a dos: la primera es la función afectiva. La familia ofrece un ámbito en el cual el individuo puede expresar libremente sus deseos y necesidades personales, y espera recibir comprensión, consideración y amor. La capacidad de cada familia para satisfacer esta necesidad es un determinante clave de su felicidad y estabilidad. La segunda función importante de la familia actual es la de consumidora: nuestra economía de mercado requiere que la familia "consuma" los bienes producidos por la industria. Si no lo hiciera, peligrarla todo el sistema económico. Por eso, en la sociedad modera hay una fuerte presión económica para que la gente se case, forme un hogar, tenga hijos, progrese, etc., porque así consumirán los bienes y servicios que necesitan para su comodidad, y de esa manera contribuirán al mantenimiento y desarrollo de la economía. Según los autores, esta función de consumidor de la familia probablemente irá en aumento, debido a la fuerte presión al consumo que caracteriza a la sociedad contemporánea. Con respecto a la función afectiva y emocional, los, individuos continúan buscando su felicidad y necesidad de afecto dentro de la estructura de la familia, en el sentido de búsqueda de confianza, seguridad y comprensión. Pero, ¿seguirá la familia desempeñándose como el ámbito en el cual desarrollamos nuestra personalidad y satisfacemos nuestras necesidades emocionales? Probablemente no. Va tomando cuerpo una nueva ideología de la exaltación del individuo. Esta ideología individualista nos lleva a profundizar en nosotros mismos y a desconfiar de los demás. Nos impulsa a que abandonemos nuestra dependencia de los demás, evitemos comprometemos y cultivemos sólo relaciones temporales y provisorias. El individualismo y la autocomplacencia se están convirtiendo en la ética suprema. Por consiguiente, la principal preocupación consiste en liberarse de ataduras y en reconocer que los demás -incluyendo la propia familia- no comprenden realmente quienes somos, que queremos, por que hacemos lo que hacemos, que esperamos IIegar a ser... La clave es uno mismo; nadie más, ni siquiera nuestra familia, puede ser confiable. Por lo tanto, de afirmarse esta tendencia "posmoderna", los individuos en las familias del futuro miraran hacia adentro para buscar en sí mismos la fuente de felicidad, y consideraran a la familia como un lugar donde uno vive una paz provisoria; pero no donde uno puede desarrollar su personalidad y encontrar su realización plena en forma permanente. Con esto se abre un interrogante acerca de cual será el modelo de la familia del futuro en Occidente. NOTAS 1. Cogswell. B. E. y Sussman, M. B., "Changing family and marriage forms: Complications for

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human service system", Family Coordinator, 21, 4, 505516. 2. The Family Coordinator N" 21, 4. 3. Osofsky,], y Osofsky, H., "Androgyny as a life style", Family Coordinator, N' 21, pags. 411418. 4. Olson, D. H., "Marriage and the future: revolutionary or evolutionary Change? Family Coordinator, N' 21, 4, Págs. 383-393, 5. Castells, M., "EI fin del patriarcado: Movimientos sociales, familia y sexualidad en la era de la informaci6n", en La Era de la Información: economía, sociedad y cultura, vol. 2: EI poder de la identidad, pag. 230. 6. Roudinesco, E., La familia en desorden, pag. 205. 7. Rauch, J., Gay marriage: Why it is good for gays, good for straights, and good for the institution of marriage. 8. Torrado, 5., Historia de la familia en la Argentina moderna (I87D-200(J), pags. 274-275. 9. J. Johnson, M. P., "Courtship and commitment: A study of cohabitation on a university campus". 10. Reiss, I. L., premarital sexual standards in America. 11. Rapoport, R. y Rapoport, R. N., "Work and family in contemporary society", American Sociological Review, 30, 381-394. 12. Ahrons, C., "Binuclear families: Two households, one family", Alternative Lifestyles, 2, 499-515. 13. Ahrons, C., The good divorce: Keeping Your family together when Your marriage Comes appart. Pags. 18-19. Ver Wallerstein, ], 5, Y Blakeslee,S., Second chances: Men, Women and children a decade after divorce. 14. Tedesco, J. C., Educar en la sociedad del conocimiento, págs. 43-44. 15. Donini, A., "La desorganizaci6n familiar", Ideas en Ciencias Sociales, ano 3, N2 6, págs. 80-93. 16. Bohannan, P. (ed.), Divorce and after: An analysis of the emotional and social problems of divorce. 17. Ogburn, W. F. y Tibbitts, C., "The family and its functions", Report of the President's Research Committee on Social Trends, en Recent Trends in the United States.

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