(06 Dar y Kerry) Terrores de Alta Mar - Melissa Good

September 20, 2017 | Author: LeiAusten | Category: Boats, Scuba Diving, Motorcycle, Bedroom, Water
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Descripción: Después de la tensión de un proyecto con la marina y la muerte del padre de Kerry, Dar y Kerry deciden toma...

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Terrores de alta mar Terrors of the high seas Dar y Kerry 06 Melissa Good

Parte 1 El carrito de golf serpenteaba por la acera, sorprendiendo a varios pavos reales en su camino a los muelles. Giró hacia el lado del agua, mirando el reflejo de la luz en las olas. Aunque estaba soleado, hacía algo de fresco. Los ocupantes del carrito se detuvieron para admirar las vistas, cuando ella se bajó y se estiró. Apropiado con el tiempo, estaba vestida con pantalones cortos de algodón y con un traje de baño, de una sola pieza, con una camiseta sin mangas. Su pelo rubio, recogido en una coleta, se asomaba por la parte posterior de una gorra de béisbol, azul brillante, con un pequeño dibujo de Dogbert bordado en el frente. —Wow—. Kerry Stuart declaró, con una sonrisa. —El clima es perfecto. — Se volvió y cogió una caja de suministros, mientras se dirigía por la pasarela del Bertram, subiendo al mismo. El barco se mecía bajo ella, mientras caminaba por la cubierta, y se encontró rodando con el movimiento. —Yohoooo, yohoooo, esta es la vida de un pirata. — Dijo suavemente, empujando la puerta de la cabina abierta para acceder a su interior. Se acercó a la pequeña cocina y dejó los suministros abajo, luego se ocupó de meter los alimentos frescos en el pequeño frigorífico. La leche, por supuesto, crema para el café, mantequilla y un buen pedazo de queso suizo, junto con el jamón para sándwiches. Yogur de melocotón y mandarina como postre, y una docena de huevos para el desayuno. Siguió con la hogaza de pan de pasas, y una caja de Tartas helada de fresa. Junto a ella, dejó un paquete de zanahorias en miniatura. Era lo último, de las cosas que tenían que cargar, antes de partir. Mientras trabajaba, no dejaba de tararear, casi sin poder creer, que finalmente, se iban. Había querido salir unos días antes, pero entre una cosa y otra, habían ido pasando los días, hasta dejar todo su trabajo organizado. Pero a partir de hoy, su oficina tenía órdenes estrictas de que cualquier llamada a su teléfono móvil, sólo podía ser si ocurría algún tipo de catástrofe, por lo que esperaba que su personal pudiera manejar todo lo demás sin su presencia. Eran, después de todo, sus vacaciones, y como estaban cerca de fin de año, podría desaparecer durante toda una semana. Se enderezó, abrió el armario encima del frigorífico, para guardar algunos comestibles esenciales. —No se puede navegar sin ellos. — Negó al guardar la caja de copos de helado. —Ni sin esto. — Guardó también, algunas latas de sopa, y algunos bocadillos, para comer después de sus inmersiones nocturnas. Pensó en comprar algunas verduras, pero sus preferencias con la comida no eran las mismas que las de Dar. Varias piñas y naranjas las dejó junto a la sopa, y los tarros de mermelada y mantequilla de maní. Cuando terminó, apoyó los codos sobre el mostrador y miró alrededor de la embarcación. A un lado estaba una pequeña zona destinada a comedor, pintada de color verde mar, con una mesa y asientos a su alrededor en un semicírculo. En el otro lado

estaba la sección de vida y de trabajo, con un televisor y una videograbadora. En una de las sillas, dejó su bolsa de libros, ya que tenía la intención de trabajar en algo de su poesía manuscrita, durante el viaje, y Dar había escondido un modelo de nave dolorosamente intrincada en un cajón para ocupar sus momentos de ocio. El barco se mecía suavemente. Escuchó una serie de pasos sobre la cubierta, como si el recién llegado estuviera descalzo. Lo cual, por supuesto, era así. Miró hacia arriba, cuando Dar entró en la cabina, agachando la cabeza, dándole una sonrisa desenfadada, mientras arrojaba una bolsa de lona sobre la mesa en el otro lado de la galera. Su compañera estaba vestida con un par de pantalones, apenas legales, con demasiadas rasgaduras de tela, con una acanalada camiseta blanca metida en ellos — Hola, preciosa. — Saludó Dar. — ¿Tenemos todo listo? —Si. Todo listo y el depósito lleno. — Confirmó Dar. —Estamos listas para salir de aquí. —Ooo ... — Kerry hizo un pequeño baile feliz. —Estoy lista para esto. Caminó alrededor del borde del sofá y rodeó a Kerry con sus brazos, tirando de ella, en un abrazo cerca. —Yo también. — Estuvo de acuerdo. —Mamá y papá se encargarán de cuidar de nuestras cosas, mientras estamos fuera. —Genial—. Olió el aroma a coco de la Morena. —Me alegra saber que se quedarán al cuidado de Chino. Ella ama a papá. —Mm. — Murmuró. —Creo que él está tratando de pedirle a mi madre uno. Arrugó la frente. —Pensé que tu madre era alérgica a los perros. Dar la soltó, pero pasó un brazo por los hombros mientras caminaban hacia la puerta de la cabina. —Al parecer ya se ha acostumbrado. — Salieron a la terraza. —Iré a soltar amarras. ¿Lista? Dar caminó por las escaleras hasta el puente y se sentó en el asiento de cuero. — Pondré los motores en marcha, y sí, podemos salir. Kerry voluntariamente se puso a trabajar. Retiró la pasarela, la amarró en su sitio, mientras escuchaba el sonido de los motores diésel cobrar vida. Saltó al muelle, fue hacia la popa y la soltó, luego hizo lo mismo con el arco, lanzando las cuerdas a la cubierta antes de que saltar tras ellas. Eran libres. Sintió ganas de gritar de alegría, pero todavía era muy temprano y seguramente la gente que dormía a bordo de sus barcos, atracados en el puerto deportivo de la isla, todavía lo estaría haciendo, por lo que lamentablemente reprimió el impulso. En cambio, obedientemente caminó alrededor del perímetro de la cubierta, comprobando el entorno. — ¡Claro!— Gritó a Dar. Dar asintió, con sus ojos azul pálido en alerta, mientras retrocedía con cuidado la embarcación. —Radio la Dockmaster, ¿verdad? —Sí, sí, capitán. — Se rio, esquivando el interior de la cabina para agarrar el micrófono de radio. —Dockmaster, Dockmaster. Entonces, un crujido suave vino a través del altavoz: —Dockmaster Island, adelante. —Aquí Dixieland Yankee, saliendo del muelle. Tenemos un plan de navegación hacia las Islas Vírgenes estadounidenses. — Kerry tuvo que sonreír ante el nombre del

barco recién re-bautizado, la más digna de las posibles opciones que habían elegido. La tía de Dar, de quien había heredado la embarcación, se había negado a darle un nombre, por lo que se refería a la embarcación por su número de registro, en caso de ser necesario. — Entendido, Dixieland Yankee, que tengan un buen viaje. Devolvió el micrófono a su soporte, se deslizó de nuevo fuera y vio el hormigón y el muelle de madera alejado, mientras Dar manejaba hábilmente el gran barco. Retrocedieron por el interior del paso, relativamente estrecho, para seguir maniobrando hasta salir definitivamente del puerto. Una vez que estuvieron lejos de las torres de alta tensión, subió la escalera hasta el puente y se unió a Dar. El barco se movía lentamente, pero ya había una agradable brisa, lo que provocaba que el pelo de la mujer morena estuviera desordenado. Dar puso sus pies descalzos en las barras de la consola y se recostó. Sintió los dedos de Kerry deslizarse a través de su cuero cabelludo que, combinando con el clima espectacular, y el hecho de que iniciaban una semana entera de vacaciones juntas, hacía casi que el momento fuera perfecto. Una semana. Sin móviles, ordenadores portátiles, PDA, buscapersonas. Flexionó sus manos en las palancas, sintiendo el liso acero inoxidable bajo sus dedos. Simplemente una semana de sol, mar, buceo, las dos juntas. — ¿A qué se debe esa sonrisa?—, Preguntó Kerry, apoyando la barbilla en el hombro de Dar, después de haber terminado su tarea. Dar movió los dedos de los pies. —Estoy tratando de averiguar qué hacer primero. — Admitió. —Podríamos parar, de camino a la cabaña, para una inmersión rápida, o salir a almorzar o la ... —Ambas—. Le interrumpió. —Podemos parar en Pennekamp y hacer un poco de inmersión, y luego ir a ese pequeño muelle, donde sirven ese maravilloso cangrejo, en ese bar que parece que fue hecho para una película de terror. —Suena como un plan. — Acordó, dando algo más de potencia a los aceleradores, dejando a lo lejos el muelle. A medida que salían a alta mar, el viento empezó a soplar y su velocidad aumentó, produciendo un suave susurro de corte del mar contra la proa del barco. Kerry parecía contenta de apoyarse en ella, con un brazo sobre los hombros y la barbilla aún apoyada en el hombro de la morena, viendo pasar un par de pequeños barcos de vela. —Dar, ¿esa mujer está desnuda? Los ojos de la morena se desviaron hacia uno de los veleros. —Sí, y chica, creo que se arrepentirá de ello cuando esté dolorida por las quemaduras del sol— Negó con la cabeza. —Algunas personas simplemente no tienen sentido. Kerry chasqueó la lengua. —Voy a ir revisando nuestras provisiones por si necesitamos recoger algo, una vez paremos a almorzar— Le dio un beso en la mejilla y luego bajó la escalera, desapareciendo en la cabina. Dar cogió la botella de agua, de su soporte de balanceo, y chupó, luego volvió a dejarla en su soporte. Abrió el pequeño armario debajo de la consola puente y seleccionó un CD, ajustando el volumen de la música, cuando empezó a sonar. A medida que la tierra se retiraba detrás de ellas, sintió las tensiones y presiones de su vida haciendo lo mismo.

El viento soplaba ahora contra su piel, permitiendo sentir una sensación fresca y maravillosa. Aceleró un poco más los motores, mientras tarareaba junto a la música. Buceo. Rústica pero romántica cena. Pasar la noche en su nueva cabaña, después del largo viaje a las islas. Exhaló con total satisfacción. Simplemente no hay nada mejor en la vida que esto. Kerry pasó por delante de los ojos de buey, metiendo de nuevo las cortinas para que el sol entrara en la cabina. Abrió las capturas y apoyó las pequeñas y redondas ventanas, dejándolas abiertas, disfrutando de la agradable brisa, que su movimiento había creado. Con un movimiento de cabeza, satisfecha, recogió la bolsa de lona de Dar, y la llevó al compacto dormitorio, poniéndolo en la cama antes de abrir la cremallera. Se tomó un momento para abrir también allí, la escotilla; sonriendo cuando el olor del mar la golpeó. La habitación tenía cajones integrados en los mamparos y debajo de la cama, para ahorrar espacio. Cada centímetro cuadrado de espacio se utilizaba de manera parsimoniosa para algo. Palmeó la cama. No era tan cómoda como la cama de agua en su casa, pero sospechaba, que después de un largo día de buceo, natación y otras actividades, sería capaz de dormir incluso en la cubierta. Sacó de la bolsa las camisetas y trajes de baño, doblando todo ordenadamente y poniéndolas en uno de los cajones. —Um... me pregunto si a Dar le gustaría comprar una hamaca para la cubierta... podríamos dormir por ahí una noche. Colocó los diversos artículos de baño, entre el resto de botes y tarros. Se dio cuenta que no había demasiado espacio, ambas estaban acostumbradas a sitios más grandes, en los que cada una tenía su propio cuarto de baño. Echó un ojo a la ducha Bitty y se preguntó si ambas podrían caber en ella. Arqueó una ceja. Sería interesante averiguarlo. Más allá de la habitación principal, había otras dos más pequeñas. Una en la que habían dejado la litera doble decker, pero en la tercera, en el arco del barco, habían quitado las camas, para utilizarla como almacenamiento de sus equipos de buceo y de fotografía submarina de Kerry. Metió la cabeza en el interior, revisando si todo estaba en su lugar. Tenía por costumbre comprobar los reguladores y las válvulas de los tanques, para asegurarse que estaban como debían. El barco estaba equipado con un desalinizador, que recogía agua del mar y la convertía en agua potable para beber y limpiar. Aquello la tranquilizaba. Quedarse sin agua, en medio del océano, no era nada divertido. Era muy fácil deshidratarse, ya que el viento era casi tan constante como el sol. Además, en la terraza exterior, Dar había instalado un pequeño despresurizador de llenado de aire, por lo que el tanque podía llenarse, mientras estuvieran en el agua, y una zona de lavabo para los equipos. Esto hacía que el barco, fuera un lugar mucho más cómodo de utilizar, sobre todo teniendo en cuenta que estarían en él, durante toda una semana. Cogió la bolsa de lona, la dobló, y luego la guardó en un cajón debajo de la cama. Miró que todo estuviera bien recogido, cogió una botella de agua y se dirigió de regreso a la cubierta.

La ciudad ya estaba lejos detrás de ellas. Casi no se veían los edificios, tan sólo las enormes grúas del puerto de Miami, y en la distancia la silueta de un barco de crucero, en movimiento. Era una bonita vista, pero sabía que encontraría todavía mejores vistas. Terminó de subir las escaleras, y se sentó en la otra silla, en la parte trasera de la consola del motor. Ahora lo único que podía ver era el sol, el agua, y a su amante. Se movió hacia una posición más cómoda y relajada, contenta de dejar que la sal del aire pegara contra su rostro. Dar había puesto un CD de Jimmy Buffet. Sacudió la cabeza, ante tal elección, sabiendo que era una melodía muy optimista. —Hey Dar se movió en su asiento y miró por encima levantando una ceja. — ¿Estás lista para una semana totalmente mecedora? Dar apoyó un pie descalzo contra de la consola y se apoyó en su pierna, examinando el horizonte, casi infinito, frente a ellas. —Oh sí. — Una sonrisa dividió su cara. —Claro que lo estoy.... sobre todo en tu compañía. Kerry gruñó en reconocimiento. —Estoy segura de que se las podrán arreglan para, salir del paso durante una semana, Dar. ¿Qué podría suceder en siete días miserables? —Sí. — Estuvo de acuerdo. —Estoy segura que todo va a estar bien. Ambas se quedaron en silencio, durante unos momentos, escuchando la música, contemplando el cielo azul claro y el rico verde mar, delante de ellas. Luego, ambas se volvieron y se miraron. —Mejor no pensemos en ello. — Kerry sonrió. Dar simplemente movió sus cejas en respuesta, dando un poco más de fuerza a los motores. *** Era casi de noche, cuando Dar redujo la velocidad de los motores diésel. Maniobró el Bertram cuidadosamente, acercándose hacia el puerto, hasta que Kerry pudo saltar sobre la madera y asegurar las líneas de los sistemas de fijación en tierra. La primera vez que había entrado en la finca de la tía May, había tenido dudas sobre si podría maniobrar bien el yate grande. Después de todo, a excepción de algunas empresas clandestinas en los buques de emisión del gobierno, la mayoría de los barcos eran mucho más pequeños. Sin embargo, había estado manejando barcos desde que tenía cuatro años, y había aprendido a dominar el gran barco con motores de gran potencia y tamaño imponente. Habían pasado muchos años, desde que había empezado a manejar embarcaciones pequeñas, y ahora lo hacía con total seguridad. Mantuvo firme la embarcación hasta saber que estaba bien atada. Permitió que se deslizara un poco, hasta chocar suavemente contra las torres, amortiguando el leve golpe con los grandes protectores de goma, que Kerry había arrojado sobre el borde del muelle. Detuvo totalmente los motores, flexionando sus manos mientras las retiraba de los aceleradores. Una vez sin nada de ruido, se tomó un momento para disfrutar de la tranquilidad del lugar, que la rodeaba, simplemente contemplando su pedacito de paraíso. No era muy

grande, lo suficiente para albergar una cabaña, bajo el suelo arenoso que conducía hasta el muelle, a un lado, y a una pequeña playa al otro, y por la parte trasera a un camino sinuoso que contactaba con la carretera. Estaba a la sombra, rodeada de una espesa arboleda, a ambos lados, por lo que el efecto de aislamiento era lo importante. Era una zona muy tranquila, casi somnolienta. Algo que a ambas les gustaba. Hasta ahora, había sido un gran día. La parada rápida, para hacer inmersión, se había convertido en una larga excursión, seguida de un almuerzo, y una nueva parada para bucear en un arrecife precioso. Últimamente no habían tenido ocasión de hacer demasiadas inmersiones, por lo que empezaba a sentirse agradablemente cansada y un poco avergonzada por haberse olvidado de ponerse suficiente protector solar, y estaba ligeramente tostada. En fin. Se estiró, saltando sobre el borde de la embarcación, bajando al muelle. Kerry estaba volviendo de abrir la cabaña. Un toque de color rosa hacía que sus pestañas justas destacaran vívidamente. — ¿Todo bien? —Eso parece. — Kerry la esperó en el extremo del muelle. Se puso a su lado para caminar juntas por el corto camino. La cabaña había evolucionado mucho desde que la había comprado. Al principio no era más que un viejo y destartalado granero, que habían reconstruido con piedra. En el frente, mirando hacia el agua, había un pequeño porche. Subieron los dos grandes escalones, y se acercaron a la puerta, haciendo que las nuevas tablas del suelo, chirriaran un poco bajo su peso. Dar había pensado, que en un futuro pondrían un banco acolchado, así como algún juego de sillas, como tenían en su casa, pero ahora era solo un espacio vacío. Kerry abrió la puerta y entró en el interior. El fuerte olor de la madera fresca, recién barnizada las golpeó. En el interior, habían optado por mantener las paredes de madera y suelos de piedra natural. En la gran sala, habían colocado varias sillas cómodas para sentarse y mirar por los grandes ventanales, la gran vista. A continuación de la gran sala, había una pequeña cocina, y un pasillo conducía de nuevo a la habitación principal. Había dos puertas más, una oficina para cada una de ellas, totalmente acondicionada con acceso a la red de alta velocidad, impresoras y todo lo que se necesitaría utilizar, en caso de que hiciera falta. Dar estaba particularmente orgullosa de todo el sistema informático y de Internet que habían instalado hacía muy poco tiempo, aunque Kerry había reconocido que era demasiado para una cabaña rústica. Todavía faltaban los muebles en sala de estar, algunos electrodomésticos de la cocina, y un montón de otros adornos como alfombras y otras cosas para las paredes, aunque poco a poco, la cabaña ya estaba adquiriendo una cierta personalidad de sí misma, un reflejo de ellas mismas. —Todo parece estar bien aquí. — Kerry comentó, mientras cerraba la puerta detrás de ellas. El aire era fresco y seco, dando la evidencia de que el aire acondicionado recién instalado, estaba haciendo su función.

—Definitivamente—. Dar sonrió. El techo se arqueaba hasta un tragaluz, que permitía que la luz exterior entrara en la sala de estar dando un sentido de ligereza a la riqueza interior de la madera. —Realmente me gusta. Kerry la miró. —A mí también. —, Admitió. —Tú ... — Se dio la vuelta y contempló su pequeño castillo. —No me malinterpretes, Dar. Seríamos idiotas si nos quejáramos de donde vivimos, pero este lugar es algo especial. Dar asintió. —Si. Es nuestro—. Respondió con sencillez. —Nosotras lo diseñamos. Lo hicimos. El infierno, hasta hemos ayudado a construirlo. — Un bostezo, no sofocado, interrumpió su discurso. —Whoa. —Si… y que lo digas. — Se rio entre dientes, deslizando un brazo alrededor de la cintura de Dar. —Tengo unas fotos tuyas trabajando, ya sabes. —Oh, bien, arreglando la pared del baño. — Respondió graciosamente. —Hmm... — Kerry meditó. —Sí. — Echó un vistazo a su dormitorio, crudamente vacío, salvo por una cama hinchable, cuidadosamente doblada en el centro. Era una habitación grande, con dos plantas polarizadas para los tragaluces del techo, uno a cada lado de donde estaba la cama. Una puerta en la parte posterior conducía a un baño que tenía un plato de ducha y una gran bañera de hidromasaje, completamente decadente. Alrededor de la parte superior de la sala, había una repisa de madera, como el resto de la cabaña, sobre la que Dar ya había amenazado con la instalar un tren de juguete. Eran como un par de niñas, Kerry tuvo que admitir en privado, como si estuvieran construyendo su primera casa en el árbol. Casi esperaba salir y encontrarse un neumático colgando de algún árbol. Por supuesto que sería un gran neumático tecnológico, con tres puntos de suspensión y un anillo interior moldeado y personalizado. ¿Cómo se había referido Dar a este lugar? ¿Cómo un Microsoft Rustico? Cierto. Sonrió. A ambas les gustaban las comodidades, y utilizaban todo tipo de aparatos, y se los podían permitir. Así que ¿por qué no? — ¿Qué tal algo frío para la cena, y una taza de café?—, Sugirió. Dar lo consideró. —Mientras preparas el café, iré hasta la esquina y traeré algo frío para la cena. — Le mordió la nariz. —De todas formas necesitamos leche. —Mm—. Se apoyó en el beso, deslizando sus dedos sobre el brazo desnudo de Dar. —Chica, estás caliente. Dar rio suavemente entre dientes. —Dame un minuto y estaré aún más caliente. — Tomó la barbilla de Kerry y la besó de nuevo, saboreando los últimos rastros del yogur de mandarina que habían compartido no mucho antes. —Estás un poco quemada, también. —Oh. — Murmuró. — ¿Por eso tengo escalofríos?— Sintió los brazos de Dar plegarse a su alrededor. —Es curioso, cada vez aumentan... tal vez deberías sostenerme más fuerte. Dar se rio entre dientes. —Hedonista. —Mmhm—. Dejó que sus manos se deslizaran sobre la espalda de Dar mientras seguía explorando con sus labios. Entonces exhaló, y le acarició el cuello, deleitándose en la paz, la tranquilidad, y en el hecho de que estaban la dos solas. — ¿Crees que estarías mejor en la cama?— Le susurró al oído.

— ¡Oh sí! —Sí. — Contestó Dar. —Porque necesitas cuidar esos escalofríos. No quiero que cojas un resfriado. Apoyó una mano en la cadera de Dar. —Cariño, tú eres la que me causa los escalofríos. — Agachó la cabeza para mordisquearle el pecho. —Claro que tampoco tenemos más muebles en la cabaña. — Bromeó. —Me imagino que también podríamos inaugurar esa bañera de hidromasaje, después de cenar en la cama. —Oh cena y cama. — Respondió ella con los ojos brillantes. —Suena perfecto para mí. — Besó a Dar de nuevo, luego le dio un codazo en el vientre. —Ve y vuelve cuanto antes. No harás ninguna tontería ¿verdad? Dar le sacó la lengua. —Veo que estás en un buen estado de ánimo. — Comentó. —Me gusta. — Le acarició el costado y se dirigió por el pasillo, hacia la puerta trasera de la cabaña. Era, por supuesto, la puerta principal, ya que siempre la utilizaban para llegar al barco. Atravesó el pequeño cuarto de servicio, donde irían la lavadora y secadora, que todavía no les habían traído, para entrar en el espacio abierto de llanura, cerca de la puerta exterior de la cabaña. Giró la cerradura, salió al exterior, cerrando la puerta detrás de ella. También habían construido un porche, en esa parte trasera, algo más pequeño, con una robusta caja de madera, llena de flores, que llegaba hasta la altura de su cadera. Empezó a andar por el camino hacia la carretera. Este era de arena y con matorrales El camino era más arena y matorrales que hierba, típico de la zona. Estaba bordeado por un seto de cerezo chino. Dar echó a correr hasta llegar a una tienda de comestibles, en el siguiente cruce, sin encontrarse con nadie. Abrió la puerta y entró en la tienda. En su interior, había estantes de todo tipo de surtidos, una colección respetable de frutas y verduras frescas, y lo mejor de todo, un tanque de marisco muy fresco. Se dirigió al mismo, examinando las diferentes opciones. —Bueno, hola, señorita. La voz alegre casi la hizo saltar. Levantó la vista para ver al propietario de la tienda de pie, detrás de una caja de pescado, limpiándose las manos en una toalla. —Buenas tardes. —Si quiere, acabamos de recibir todo estos cangrejos. Los ojos de Dar brillaron. —Hoy no, gracias. Dame una libra de camarones y dos de esas colas—. Observó con satisfacción cómo el hombre envolvía los mariscos refrigerados, ya cocinados. —Gracias. — Aceptó el paquete y se dirigió hacia la sección de productos lácteos, sin prestar atención cuando la puerta se abrió. —Oiga, señor. Estaba claro que aquel saludo no la incluía a ella. Estudió los diferentes tipos de leche, ladeando media oreja detrás de ella, al escuchar la voz áspera que había puesto su instinto en alerta. — ¿Qué puedo hacer por ti?— El dueño contestó al nuevo cliente. — ¿Tienes cartuchos de escopeta?

Después de un momento de pausa, el propietario respondió, riendo. —Hijo, esto es una tienda de comestibles, no un Wal-Mart. — Le informó. —Nosotros no vendemos armas. —Aw, hombre, ¿quieres decir que tengo que ir a la ciudad? ¡Vaya mierda! ¿Por qué no las consigues? ¡Tienes la tienda llena de todo tipo de otras mierdas! —Bueno, eso requeriría conseguir una licencia, y.… — ¿Y? ¡Pues ve y consigue una!— La voz estaba beligerante. —Se supone que debes poder ofrecer lo que la gente necesita, ¿no? Dar dejó su paquete hacia abajo, olvidándose de la leche que había estado contemplando. Luego rodeó la fila de los productos enlatados y examinó al molesto recién llegado. Era, como había sospechado, un niño en su adolescencia, vestido con pantalones vaqueros con parches consistentes en banderas confederadas y una ANR en la camiseta. —Oh, mira. — Dar murmuró en voz baja. —Bonito espécimen. Me pregunto dónde aparcó su camioneta. — ¡Así que mueve tu culo y consigue lo que te he pedido!— El muchacho exigió. —Mira, hijo ... — ¡No soy tu hijo, viejo imbécil! Dar se acercó. —Discúlpeme. El muchacho se volvió. Su irritación pasó a lujuria, al ver el cuerpo bronceado de Dar, mayormente expuesto. — ¡Hey, cariño! ¿Qué puedo hacer por ti? La nariz de Dar se crispó, detectando malta fermentada. —Dejar de respirar. Él parpadeó. — ¿Eh? — ¿Tú crees que uno va a la ferretería a comprar el pan?— intentó con esa táctica. —Naw. —Entonces, ¿por qué vienes a esta tienda a por suministros de armas? Al muchacho no parecían importarle las preguntas, sus ojos solo estaban mirando la forma atlética de ella. —Porque no quiero tener que mover mi culo hasta Florida City. — Él sonrió de repente. — ¿Quieres dar un paseo en mi camión? —No— contestó Dar. — ¿Qué estás cazando? — ¿Eh? —Estás buscando cartuchos de escopeta. — ¿Sí? — ¿A qué vas a dispararle? —Animales. — El chico respondió amablemente. —Pequeños ciervos, o lo que sea. — ¿Para qué?— Dar frunció el ceño. —Porque es divertido. —, Dijo el muchacho. — ¿Quieres venir? Tengo una caja de cartuchos, sólo quería un poco más por si me encuentro con algunos cocodrilos o algo así. ¿Te apetece un poco de diversión, cariño? Dar lo miró por un momento y luego sintió la oleada de adrenalina recorrer todo su cuerpo. —Claro. — Sonrió. —Me encanta la diversión. — Se movió cerca del chico hasta agarrarlo. Él intentó separase de ella, cayendo sobre una pila de cajas de cerveza, golpeándose la cabeza contra el poste de la puerta. —Eso fue divertido. — Lo miró con atención. —Ven aquí, punk sin cerebro. — Lo agarró, empujándolo contra la pared. — ¿Te ha parecido suficiente diversión? ¿No? Pues

dime que te parece esto. — Le clavó la rodilla en la ingle, y luego lo lanzó contra la puerta. — ¡Hey! Hey!!!— El muchacho se puso en pie. — ¡Ay! Hija de puta!¡Ay!— Corrió hacia la puerta, con la nariz goteando de sangre. Corrió hacia la camioneta estacionada fuera y saltó, arrancó el motor y salió disparado, mientras Dar lo miraba desde el umbral. Esperó a que las luces traseras desaparecieran, alrededor de la primera curva, y luego dio un paso atrás en el interior de la tienda. Se sacudió las manos, sacudiendo la cabeza con disgusto. —Otro ejemplo de por qué los humanos estúpidos no deben reproducirse. — El tendero todavía se estaba riendo, cuando Dar regresó otra vez. —Señora, creo que causó una gran impresión en ese chico. Dar recuperó su paquete, su leche, y luego añadió algunas otras cosas antes de dirigirse al mostrador y sacar su cartera. — ¿Pasa habitualmente? —No mucho. — El dueño hizo la cuenta. —Es nueva en la zona ... — Miró la tarjeta de crédito, que le había entregado — ¿Sra. Roberts? Pensé que te había visto por aquí una o dos veces. Se apoyó en el mostrador. —No exactamente. — Permitió. —Crecí en la Base Naval. Pero he estado viviendo en Miami, durante un tiempo. He comprado la vieja cabaña de Potter. Él la miró, sinceramente sorprendido. — ¿Lo hiciste?— Se encendió su interés. — Es verdad. Escuché que algún alto ejecutivo había comprado ese lugar. Dar inclinó sus gafas de sol hacia abajo y lo miró con cierta diversión. —Esa sería yo. El hombre se quedó boquiabierto un momento, y luego se echó a reír. —Bueno, me ha gustado cómo le has pateado el culo. — Ella se las arregló para no reír. —Después de eso, ya no me ves cómo Bill Gates, ¿verdad? —He oído que han estado haciendo obras, que prácticamente lo ha dejado todo como nuevo, ¿cierto? —Más o menos—. Le confirmó, mientras firmaba el ticket de compra. —Bien, entonces. — El hombre tomó el ticket y lo guardó en el cajón: Luego tendió una mano. —Bienvenida al vecindario, señora Roberts. Espero volver a verla pronto. Le devolvió el saludo. —Te cuidado con lo que pides. — Arrastró las palabras, dándole un guiño irónico, antes de coger su bolsa de la compra, y salir por la puerta sonriendo. *** Kerry pasó un momento vagando alrededor de la cabaña, después de que Dar hubiera salido a hacer las compras. Se acercó a la pared y puso sus manos sobre la superficie, tomando el sol en un sentido de propiedad, casi embriagador. Nuestro. Se volvió y se apoyó contra la pared, dejando que sus ojos vagaran por la habitación. Cuando había puesto su nombre, en las escrituras, junto al de Dar, esta cabaña se había

convertido en la primera cosa real que podía llamar propia, algo que le provocaba un sentimiento, muy distinto, a lo que sentía sobre la casa donde vivían. Se dio la vuelta y echó un vistazo a la cocina, a los modernos electrodomésticos y armarios que había elegido ella misma, y a la encimera de mármol, proporciona un lugar agradable para tomar el desayuno. Era bonita y acogedora. Sonrió y caminó hacia el dormitorio, deslizando los dedos sobre la jamba de la puerta de madera al entrar. Era su habitación favorita en la cabaña, y no sólo por lo obvio. Se arrodilló y empezó a pulsar el motor que inflaría la cama. Luego se dirigió al cuarto de baño, viendo que todo allí estaba ordenado, alrededor de la bañera de hidromasaje hundida. Una de las zonas del baño era de cristal, lo que correspondía a la ducha, el otro se destinaba a bañera. Al otro lado, había un gran tocador flanqueado por no uno, sino dos aseos. Le gustaba aquello. Abrió el armario, quedándose de brazos cruzados mirando el interior. Esta era sólo la tercera noche que pasaban en la cabaña, y se encontró imaginando el resto de muebles que colocarían allí, dando un mayor sentido a la casa. Salió de la habitación y se dirigió a sus oficinas duales, ahora sólo espacios vacíos a la espera de los escritorios personalizados, que no tardarían en entregarles. Las dos habitaciones tenían bonitas y grandes ventanas, así como sus correspondientes claraboyas. Una vez que el mobiliario estuviera allí, podrían conectarse fácilmente en la red de la empresa, como si estuvieran en el condominio. O en la oficina. Tenía ganas de pasar tiempo aquí. La bomba de inflar terminó, por lo que regresó a la habitación. Cogió la ropa de cama y la colocó sobre la misma. Hizo la cama, que cubrió con el edredón que había traído consigo de Michigan. Una vez terminado, colocó en la parte superior de la misma la almohada. Volvió a entrar en la sala de estar y recuperó la bolsa de viaje que habían traído desde el barco. Abrió la cremallera, sonriendo cuando olores familiares fueron liberados de la ropa y otros artículos diversos en el interior. Había dos toallas en la parte superior. Las sacó y las llevó al cuarto de baño, luego sacó las camisetas que tanto les gustaban llevar antes de acostarse. Le había tomado un poco de tiempo acostumbrarse a dormir desnuda, pero una vez probado, había llegado a ser casi adicta a la comodidad primordial de acurrucarse bajo las mantas con Dar, y se encontró con que dormía como una roca absoluta una vez que sentía el cuerpo de su amante junto a ella. Sus oídos se agudizaron cuando oyó la puerta trasera, y los pasos rítmicos de Dar acercándose. — ¿Ker? —Aquí—. Respondió, girando cuando una oscura cabeza se asomó en el dormitorio. Dar levantó un paquete envuelto en papel marrón tentadoramente. — ¿Cena? Kerry levantó la camisa. — ¿O primero una ducha? Una de las cejas de Dar se arqueó. —Dejaré esto en la nevera. — Comentó, con una sonrisa de complicidad, desapareciendo en la dirección de la cocina.

Kerry se rio en voz baja para sí misma. —Eh. — Dejó caer las camisetas sobre la cama, para quitarse la blusa de algodón ligero que tenía sobre sus hombros, haciendo una mueca ligeramente ante la picadura de una quemadura solar leve. —Ouch. —Uh huh. — Dar había regresado, trayendo un pequeño frasco azul. —Supuse que necesitaríamos usar esto. — Levantó la crema fría. —Con aloe. —Bien por ti—. Le tendió una mano y la llevó al baño, abriendo la puerta de la ducha y alcanzando a girar el grifo. La primera vez que habían estado en la cabaña, todavía no tenían electricidad, y después de intentar permanecer dentro de la misma, finalmente admitieron su derrota y se acurrucaron juntas en la playa, esperando con toda esperanza que no les picaran los cangrejos y el tiempo aguantara. Cuando despertaron, Kerry descubrió que tenía pequeñas y sospechosas marchas en su cuello, algo que le había preocupado, hasta que Dar, tímidamente había admitido que se las había hecho ella. Ah, el amor. Se volvió para ver a Dar quitarse sus pantalones, y su camiseta por encima de la cabeza. Se acercó y le hizo cosquillas en el ombligo, provocando que los abdominales de la morena se contrajeran ante el contacto. Kerry se alejó un poco, mientras se quitada su propia ropa, sintiendo un cosquilleo ligero cuando Dar le desabrochó el sujetador. Terminaron de desvestirse y se metieron juntas en la ducha. —Ooo—. Kerry silbó ligeramente, al notar su piel quemada, por el sol, contra la presión del agua caliente. Un momento después, la presión cesó cuando Dar se interpuso entre ella y el agua. —Espera. — Ajustó el agua un poco más fresca y disminuyó la fuerza. —No—. Dejó caer sus brazos alrededor de Kerry y la atrajo hacia sí, frotando suavemente la espalda. — ¿Mejor? —Mucho—. Le acarició entre los pechos. —Esa inmersión de hoy fue increíble. La visibilidad era perfecta. —Sí. — Dar exprimió el gel de baño, con olor a coco, y empezó a frotar sobre la piel de la rubia. — ¿Viste el tiburón de arena? — ¿El que estaba fascinado por tus aletas?— Enjabonó un puñado de jabón y comenzó a lavar a Dar. —Pensé que te iba a morder en cualquier momento. Dar roció con un poco de champú la cabeza húmeda de su pareja y trabajó con los dedos, masajeando el cuero cabelludo de Kerry, mientras limpiaba el agua salada y la arena. —Yo también. — Confesó. — ¿Viste que tenía el cuchillo en la mano? Estaba ocupada frotando el muslo de Dar. —Sip. Esa fue una buena imagen. La inmersión, toda esa arena blanca delante de él, y tú y el tiburón frente a frente. Perfecta. —Uh oh. Tengo la sensación de que esa foto dará que hablar. — Simuló un suspiro. —Si la pones en la oficina, me pasaré el día respondiendo a ¿cuál es el tiburón?. Kerry se rio, sus hombros temblaban mientras acariciaba el costado de Dar. Le cogió la mano derecha, y frotó su pulgar sobre la parte superior de ella, con cariño, pero se detuvo y le examinó la piel más de cerca. Los nudillos estaban un poco hinchados, y una raspadura se veía claramente. Sus ojos se levantaron para interrogar a la morena. Dar continuó enjuagando el cabello de Kerry con su mano libre. —Me encontré con un tipo desagradable en la tienda de comestibles. — Sonrió con desenfado. —Un pequeño punk que pensó que podía intimidar al anciano.

—Ah—. Trajo el nudillo y la besó. —Me encanta cuando te sale la vena de Robin Hood. ¿Te duele? —Na. No le pegué fuerte. — Se volvió y ambas quedaron de nuevo bajo el chorro. Empezó a hacer espuma de champú en el pelo, pero se encontró a Kerry tirando de ella hacia abajo, para darle mayor acceso. Deslizó sus manos por los fuertes muslos de Kerry, y juguetonamente mordisqueó su ombligo, mientras ésta le lavaba el pelo. Sintió la superficie debajo de sus labios moverse con un poco más de fuerza cuando sintió a la rubia respirar profundo. Poco a poco, fue subiendo hasta más allá del arco de curvatura de las costillas de Kerry, hacia sus pechos, sintiendo de repente los dedos enredados en su pelo, moverse con un ritmo insistente. Jugando, mordió la parte inferior de un pecho, luego escuchó la ingesta irregular de la rubia. Con una sonrisa, le soltó el pezón y cedió a sus pies, plantando besos hasta el centro del esternón de su pareja hasta que llegó a los labios, que esperaban por ella. El cuerpo de Kerry se deslizó contra el de ella y sintió que su mano se deslizaba por el interior de su muslo. Mientras el agua, deslizaba hacia abajo, el champú de su pelo, se besaron e intercambiaron toques más íntimos. Dar se movió a tientas, detrás de ella y cerró la llave del agua. Luego abrió la puerta, salieron de la ducha y cogieron sendas toallas. La superficie ligeramente rugosa de la tela de la toalla era como una explosión de sensaciones, contra el ya hormigueo de la piel. Dar encontró su propia respiración cada vez más corta, mientras la una secaba a la otra. Se las arreglaron para hacer su camino, a través de los todavía desconocidos confines del baño hasta la cama, cayendo sobre ella. Kerry se rio en voz baja, cuando recobró el labio inferior de Dar en sus dientes. —Ungh. — Dar se estiró, luego envolvió su cuerpo alrededor de Kerry, alegando la posesión de cada centímetro de ella. Deslizó una pierna entre las de la rubia, y sintió el cuerpo de su pareja magra contra el de ella. Una oleada de calor recorrió su cuerpo, a pesar del aire frío de la habitación. La mano de Kerry ahuecó su pecho y un gruñido casi primitivo surgió de ella. Antes de que las cosas fueran a más, recordó que esta cama no tenía defensas de contención, por lo que podrían terminar en el suelo. —Rrr .. — Kerry degustó los labios de su amante, una y otra vez. Dar la acarició con delicadeza, mientras escuchaba los profundos gemidos de placer de su amante, lo que hizo que rápidamente se olvidara del suelo. *** Kerry se detuvo en la esquina y esperó, permitiendo que un coche pasara delante de ella. Alivió ligeramente el acelerador un poco y volvió a la carretera principal y única calle que atravesaba la ciudad. Acomodó su peso sobre la motocicleta y disfrutó de la brisa, que soplaba en su contra, agradeciendo haberse quitado la chaqueta de cuero, de manga larga, guardada en la parte trasera de la moto, para su corto viaje por la carretera. Era temprano, el sol aparecía suavemente sobre los árboles, y el clima era fresco. A pesar de su creciente dominio del manejo de la motocicleta, circulaba a una velocidad

lenta. Ella, después de todo llevaba puesto sus vaqueros, botas y casco, dejando expuesta la parte superior de su cuerpo a lo que esperaba fuera lo mínimo de exposición. Como Dar estaba organizando el barco, ella se había ofrecido a hacer el corto viaje hasta la tienda más cercana para comprar un par de cosas que se había dado cuenta que se habían olvidado. Dar se había reído, acusándola de sólo buscar una excusa para coger la moto, algo que cada vez les gustaba más a las dos. —Broom, Broom—. Desvió la mirada de la Honda Shadow Spirit, para concentrarse de nuevo en la carretera. Dado que no había mucho tráfico, por esa zona, habían decidido comprar la moto para hacer recados locales, sobre todo porque el resto de compras grandes se las hacían llegar por mar. Hacía pocas semanas que la tenían, pero cada vez que la usaba disfrutaba mucho de ella. Le encantaba tener ese punto salvaje, que sentía al conducirla. Continuó conduciendo por la zona tranquila. Aquello le recordaba a algunas zonas donde había nacido, donde se podía conducir durante una hora o así, antes de cruzarse con alguien. Después de unos minutos más, empezó a entrar en la civilización de nuevo, donde un conjunto de edificios y cruces, aparentemente nuevos, le dieron la bienvenida. Se detuvo en el carril de giro a la izquierda, y continuó cuando la luz se puso verde, dirigiéndose hacia el estacionamiento del veinticuatro horas de Wal-Mart. Había varios coches estacionados, pero pudo detener su moto, sin problemas, en la parte delantera de la tienda. Se bajó y se quitó el casco, dejándolo bien asegurado, en el asiento trasero. A continuación se pasó los dedos por el pelo. Una breve mirada a su reflejo en los escaparates de las tiendas delanteras la hizo sonreír. —Kerrison Stuart, polluela motorista. — Negó con la cabeza. —Nadie en mi familia iba a creer esto. Un anuncio le llamó la atención. Se cuadró de hombros, se acercó a la puerta y entró al interior. *** Dar caminó alrededor del barco, haciendo una inspección de último minuto. Hoy llevaba su traje de baño, con un par de pantalones cortos de surfista, y una camiseta azul brillante. Se metió el pelo bajo una gorra de béisbol y asomó la cabeza en el interior de la cámara de diésel, comprobando que los motores estuvieran bien. Satisfecha, empezó a subir lentamente por la escalera hasta el puente. Se dio cuenta que todavía le molestaba el hombro, pero no tanto como para volver al terapeuta. Poco a poco, estaba pudiendo volver a moverlo hacia atrás, y pensó que tal vez esta larga semana de nadar y relajarse podría hacer que su lesión se curara. Volvió a comprobar el sistema de posicionamiento global, así como la radio, y luego pasó un momento con los ojos cerrados repasando el equipo de seguridad que tenía a bordo. No era una paranoica, pero esta era la primera vez que estaba manejando el barco a través del ancho mar, y si alguien sabía lo mucho que se debía respetar el mar era la hija de un marine. Bien. Asintió, satisfecha con sus preparativos. Volvió a subir por la escalera, sacudiéndose las manos. Vio movimiento cerca de la cabaña, alguien se acercaba al barco,

mirando alrededor. Un hombre alto, fornido con uniforme de policía caminaba hacia ella. Por un momento escalofriante, pensó que a Kerry le había podido pasar algo con la moto. Saltó a tierra, cuando el hombre se acercó, observando su rostro con atención. — ¿Puedo ayudarle en algo?—, Preguntó, mientras se acercaba al hombre. Tenía el pelo rubio y una cara bastante atractiva. —Bueno, tal vez. — Miró a su pequeño bloc de notas. — ¿Es usted la señora Roberts? —Sí. — Escuchó su propia voz salir recortada y sin tonterías. Él asintió con la cabeza, guardando su bloc. —El viejo Bill me dijo que la encontraría aquí. Al parecer tuvo un pequeño altercado ayer en su tienda, ¿es cierto? Dar estaba relajada y confiada, al menos, no se trataba de Kerry. —Algo así. — No veía mucho sentido negarlo. Se preguntó por un momento si se habría metido en algún problema. — ¿Qué necesita, Oficial ... Brewer? El oficial de policía la estudió. —Verá, el joven con el que tuvo el altercado era mi hermano pequeño. —Oh, mierda—. Se mantuvo impasible, limitándose a levantar una ceja. — ¿Y? El oficial Brewer masticó el palillo de dientes, que tenía en la boca, durante un minuto, y luego se echó a reír. —Eres una mujer dura, ¿verdad?—, Preguntó. —Una mujer de ciudad como tú, aquí en el culo del mundo, frente a un policía después de haber abofeteado a su hermano. Dar resopló, riendo secamente. Inesperadamente, él le acercó una mano. —Sra. Roberts, sólo quería agradecerle lo que hizo. Quería darle las gracias. A pesar de estar un poco sorprendida, aceptó su mano, devolviéndole el fuerte apretón. —No estoy muy segura de entender. — Admitió. —Pero es mejor, a que me tenga que poner las esposas. El oficial de policía le dio una sonrisa irónica. —Mi hermano es un idiota. — Dijo sin rodeos. — ¿Sabes lo fastidioso que es tener que arrestar a la familia? Lo he tenido que hacer ya seis veces. Kid nunca aprende. —Ah—. Dar asintió un poco. —Varios de sus amigos, poco fiables, fueron en busca de problemas, ayer por la noche, cerca de Big Pine. Estuvieron haciendo carreras y disparando. Acabaron estrellándose contra un árbol. — Dijo el policía. —Tuvimos que llevarnos a los cuatro, en bolsas para cadáveres, llenas de partes quemadas a la morgue. Dar hizo una mueca de dolor. —Podrían haber sido cinco. — Dijo el oficial Brewer. —Pero como el idiota de mi hermano estaba dolorido por su golpe en la mandíbula, se quedó en casa, y por una vez no se metió en problemas. — El hombre suspiró. —Así que, gracias, ejecutiva pez gordo de ciudad. Te debo una. Le tomó un momento aclarar su mezcla de sentimientos, pero finalmente decidió que las cosas habían salido bien. —No hace falta que me des las gracias. Un estruendo les llamó la atención, y el policía se volvió, cuando una motocicleta se acercaba por el camino hasta el muelle. La moto se detuvo y su conductora bajó de la misma. Se quitó el casco y se dirigió hacia ellos, mientras sus botas sonaban fuerte sobre los tablones de madera.

—Bueno. — El oficial Brewer estudió a la mujer, a medida que se acercaba. — ¿Qué tenemos aquí? ¿Viajas con una de esas radicales tipas revolucionarias liberales? — ¿Qué?— Kerry se detuvo, se quitó sus gafas de sol, y lo miró. —Soy una republicana, gracias. — Resopló, volviendo su atención a Dar. — ¿Qué está pasando? Dar la miró con cariño. —El Oficial Brewer sólo se detuvo para darnos la bienvenida al vecindario. —Oh. — Kerry se relajó, dando al oficial una de sus más encantadoras sonrisas. — Eso es muy amable de tu parte. Gracias. El oficial se rio entre dientes. —Bueno, no quiero entreteneros. Que tengáis un buen viaje— Se volvió y caminó fuera del muelle, dando una vuelta a la moto, haciendo una pausa para admirarla. Luego siguió su camino por el camino y se perdió fuera de la vista de ellas. Kerry lo miró irse, luego se volvió. — ¿Visita de bienvenida a las 07 a.m.? Dar puso un brazo alrededor de sus hombros. —Vamos a cargar eso, y salir de aquí antes de que las madres de la ciudad aparezcan con galletas. — Se dirigieron a la moto. —Ya te contaré el resto cuando salgamos de la dársena. —Uh oh—. Kerry alzó los paquetes que había bajado de la moto. —Ve guardando esto, mientras dejo bien guardada la moto. Dar metió su dedo en una de las bolsas. — ¿Son lo que creo que son? —Supongo que tendremos que esperar y averiguarlo. — Kerry la espantó. —Vamos. Oigo que me están llamando. — Se dirigió de nuevo hacia el muelle, saltó a bordo del barco y desapareció en su interior. Kerry recordó el comienzo de su día, y decidió que era un buen augurio para un final mucho más tranquilo. Lo bueno es que, se rio para sus adentros, mientras empujaba la moto en el garaje pequeño y lo cerraba con seguridad, que sus planes para la noche no tendrían ningún tipo de interrupción. Comprobó las puertas de la cabaña, una vez más, a continuación, puso la alarma y se dirigió de regreso al barco. Soltó el primer amarre, después los otros, y los arrojó a bordo, saltando ella misma al interior, antes de que el barco empezara a moverse ligeramente en la marea saliente. La brisa empezó a levantarse, cuando Dar puso en marcha los motores y poco a poco las revirtió lejos del puerto, asegurándose de que estaba bien, antes de deslizar las palancas hacia adelante y abrir el arco alrededor, apuntando hacia el azul infinito del horizonte. Colocó los pies descalzos contra la consola y dio gas a los motores, sintiendo la oleada de poder mientras se dirigían al mar saliente. *** Kerry se dejó llevar por la corriente, bajo el agua ligera, observando los rayos oblicuos del sol filtrarse hacia abajo, mientras nadaba por encima del arrecife. Un pequeño grupo de peces azules y amarillo brillantes pasaron junto a ella, lo que le permitió tomas unas fotos excelentes. La arena pálida y el oscuro coral contrastaban con los peces de colores, mientras se arremolinaban a su alrededor, buscando otro pedazo de tierra para explorar y dejarla atrás.

Kerry se alejó, rodando sobre su espalda, totalmente relajada, mientras examinaba la vida salvaje del arrecife. Una cosa que siempre le había sorprendido, era lo ruidoso que estaba bajo el agua. En una piscina, o en los lagos, donde se había criado, los sonidos estaban ausentes o silenciados. Pero aquí, en el océano, casi todo era un escándalo. Langostas y otros crustáceos haciendo clic en contra del coral, conchas que se desplomaban en la corriente bajo el agua, haciendo vibrar a lo largo, incluso la arena hacía un sonido silbante cuando se movía. Aunque sus reguladores eran lo más ruidoso de todo. Las burbujas creaban un sonido que retumbaba bajo el agua, y el sonido de cada bocanada de aire, le recordaba nada más y nada menos que a Darth Vader. Intercambió su regulador, por el más pequeño recortado a su chaleco. Tomó un sorbo de agua, enjuagando su boca antes de ponerse el más pequeño. Un pez payaso se le acercó con cautela, inspeccionando el borde de la aleta antes de que salir corriendo. A continuación, una pequeña sepia, casi transparente, flotó delante de su máscara, con sus aletas casi rozando su nariz. Sentía como si estuviera bajo la perfección del universo, como si hubiera encontrado su propia paz. Un suave golpeteo le llamó la atención y miró a su alrededor, viendo a Dar acercarse, haciéndole un gesto. Se volteó perezosamente, flexionó sus muslos, y agitó sus aletas para impulsarse tras ella, a través del agua. Dar extendió la mano y enganchó una correa en su BC mientras se acercaba y se deslizaba, mirando donde su pareja estaba señalando. —Oomfp. — El sonido de sorpresa se produjo en torno a un estallido de burbujas. Una gran tortuga de mar estaba acurrucada detrás de una roca, mirando con recelo. Un trozo de alga colgaba fuera de su boca, a la deriva en la corriente. Kerry rápidamente cogió su cámara y la enfocó. Justo cuando abrió el obturador, el animal lanzó el alga marina, metiendo su lengua en Kerry, siendo capturada por la cámara. Oyó el débil sonido de Dar riendo mientras se quedaba atrás, y vio a la tortuga volver a su alimentación. Luego Dar miró su ordenador de buceo, señalando el tiempo. Kerry asintió comprendiendo. Había sido una inmersión poco profunda. El barco estaba sólo a unos veinte metros más o menos por encima de su cabeza, pero era su segunda inmersión del día, y sabía que Dar prefería quedarse cerca. Cubrió la lente en su cámara y la guardó en su chaleco. Luego siguió a la morena hacia el cabo del ancla del barco. Se detuvieron a unos pocos metros del barco, donde la sobrecarga de acción de las olas empezaba a hacerse sentir. El mar estaba bastante tranquilo, pero no lo suficiente como para mantener el barco firme, por lo que podía ver la escalera de buceo moverse hacia arriba y hacia abajo, en la parte posterior de la popa. Como volar un avión, donde los despegues y aterrizajes era lo más difícil, en el buceo era entrar y salir del agua, que solía presentar más dificultades. Una vez que estaba arriba o abajo, las cosas eran por lo general una brisa. Kerry vio a Dar liberar la cuerda y

la escalera, con las manos, para bajarla. Esperó a que su pareja sujetara la escalera móvil y tirara de las aletas, con la otra mano, antes de subir y seguirla. Una vez arriba, fue recogiendo la escalera, hasta dejarla fuera del agua. Se despojó de su tanque y chaleco. Dejó todo ordenado y se acercó a Kerry para ayudarla con su tanque de aire, mientras salía del agua. Kerry no era débil, pero subir varios kilos de peso, fuera del agua, en un barco en ligero movimiento, después de bucear un largo día era mucho pedir, y Dar pudo ver la mirada rápida de agradecimiento, mientras sacaba su pareja a bordo. —Aquí .. dame eso. — Se acercó y le desabrochó las capturas que sostenían el chaleco sobre el pecho de Kerry y aflojó la correa de la cintura interior mientras se quitaba el tanque. —Ugh. Gracias —. Kerry sacó su máscara y se frotó su mano sobre su cara. Podía saborear la sal y la goma de su regulador en su lengua, y lo que realmente quería era ... Ah. —Te quiero. — Cerró la mano alrededor de la botella de plástico de Gatorade, cuando aflojó el cinturón de peso y la dejó caer sobre la cubierta. —Bienvenida. — Dar se rio entre dientes. Sumergió la cámara de Kerry en el cubo de agua fresca, al lado de la escalera, y arrojó sus máscaras y tubos adentro también. — ¿Me puedes acercar algunas naranjas? —Hecho. — Kerry le palmeó la cara seca con una toalla, y luego corrió rápidamente bajando las escaleras en la cabina del barco. Chupó el Gatorade mientras abría la nevera, para sacar la lata de las mandarinas. Las cogió, junto con una cuchara, y un paquete de galletas y mantequilla de maní y regresó a la cubierta. Dar ya había desenganchado los tanques y los había metido en la cuna, al lado del compresor, y lavado, con una manguera, los chalecos que ya estaban colgados allí. Estaba de pie, aclarando el regulador de Kerry, con las manos, cuando ésta se acercó junto a ella, chocando a la ligera con su cadera. Con una sonrisa rápida, dejó el regulador en el mostrador, junto al de ella, y tomó la lata de fruta que le ofrecía. Se sentaron en las dos cómodas sillas, en la terraza de atrás y se relajaron, poniendo sus pies en las estriberas adjuntas, mientras el barco se mecía suavemente con las olas. — Eso estuvo bien. — Dar comentó, abriendo la parte superior de su lata. —No había mucha corriente allí. —NMPF. — Kerry negó con la cabeza, con la boca llena de galleta y mantequilla de maní. —Gorf. Lo siento. — Tragó el bocado y lo persiguió con un poco de Gatorade. —Sí, es genial con tan sólo estar allí. — Sus ojos recorrieron el horizonte, luego se levantaron y miraron a su alrededor, hacia la parte delantera del barco. —Sobre todo aquí, donde estamos sólo nosotras, el cielo y el agua. Dar asintió. —Todavía estamos en el estrecho, podríamos quedarnos ancladas aquí por esta noche. Kerry se enfrentó contra el viento, escuchando el ritmo de las olas. — ¿O? —O podríamos ir hacia el sur. — ¿Hay un lugar más bonito en el sur? Dar chupó una naranja. —No que yo sepa. —Entonces, aquí suena perfecto para mí. — Vagó de nuevo y se sentó. — ¿Qué te parece si tomamos un aperitivo y vemos la puesta de sol?

—Suena perfecto para mí. — Dar le hizo eco, con una sonrisa. Luego inclinó la cabeza, y miró a lo lejos. —Parece que tenemos compañía. — Sus oídos identificaron el sonido de motores. Sonaban más y más fuerte, hasta que una mota se convirtió en un yate enorme, dirigiéndose a toda velocidad hacia el sur. —Bien. — Observó el casco negro sólido, con ribetes rojos y plata. — ¿Es todo lujo no?. — La nave llevaba varios banderines de colores, y herrajes de latón brillaban bajo el sol. — ¿Quién crees que es, Dar?—, Se preguntó. — ¿Realmente algún tipo rico del norte? — ¿Con gusto no?— Sonrió con ironía. —Extranjero, tal vez. El barco pasó rugiendo, creando olas al pasar, durante unos segundos. Se dirigió hacia el horizonte, con varias figuras visibles sobre la cubierta de popa. —No me gusta. Estamos en aguas poco profundas. — Frunció el ceño. Se levantó para llegar hasta la radio. Tecleó. —Negro y rojo Giarenno, se dirige al sur a través de los estrechos, ¿me copia? Lanzó el micrófono, y sólo oyó estática. Su ceño se contrajo. —Negro y rojo Giarenno, se dirigió hacia el sur a través de la rectas, ¿me copia? Más estática. A continuación, un crepitar agudo. —Este es el Imperio de Cordon. ¿Está llamando a este barco? —La voz era brusca e impaciente. Dar tecleó el micrófono. —Entendido, Imperio de Cordon. Aquí Dixieland Yankee. Acaba de pasar por mi lado a babor. Tenga en cuenta que tiene menos de diez a quince pies, de fondo en la zona. Hubo un momento de silencio. —No necesitamos el consejo. Por favor, no contacte con este buque de nuevo. El sonido del corte de la transmisión fue lo más parecido a una bofetada arrogante. Dar hizo unas cuantas respiraciones indignadas, simplemente mirando a la radio, antes de volverse y dar una mirada asesina al yate, en retirada. —De nada y puedes besarme el culo, Imperio de Cordon. — Respondió, colgando el micrófono. Volvió a su cómoda silla con un resoplido de disgusto. —Jackass. —Mm—. Kerry lamió un poco de mantequilla de maní de su pulgar. —Apuesto a que no sabía con quién estaba hablando. Dar mordió una rodaja de naranja por la mitad, y la miró, haciendo su mejor gruñido animal salvaje. —Espero que toque fondo, aunque no me gustaría que dañara los arrecifes. Kerry terminó sus galletas. —Tienes razón. — Estuvo de acuerdo. —Te diré algo, si consigues una almohadilla, traeré una botella de algo frío y podremos dejar que la madre naturaleza haga lo suyo. Dar se olvidó del navegante grosero, y volvió su mente a cosas más agradables. Se levantó, recogió los restos de las bebidas, los puso en el contenedor de reciclaje de plástico, después de aplastarlo con las manos. Luego abrió los bancos de almacenamiento y sacó la almohadilla grande, en la que tanto les gustaba sentarse, mientras Kerry se metía de nuevo en la cabina. Había varias capas de nubes, bajo la luz del horizonte, por lo que Dar imaginó que sería una hermosa puesta de sol. Pensó felizmente, a medida que se dirigía hacia la parte

delantera de la embarcación, que lo mejor sería dejar la almohadilla abajo e ir a la parte frontal de la proa. Kerry cogió una botella de Riesling y dos vasos. Los colocó junto a un plato con unos trozos de queso y fruta, así como un puñado de besos de chocolate y unas cuantas zanahorias, sólo para dar color y compensar el resto del aperitivo. Silbando suavemente, recogió todo y se lo llevó por las escaleras, pulsando el botón del equipo de sonido, justo antes de que subir a cubierta. Suaves notas de música sonaron a lo largo del borde de la embarcación, mientras Dar la veía acercarse. Una sonrisa apareció en el rostro de Kerry, mientras estudiaba los ojos de su amante. Se sentó a su lado ofreciéndole un vaso. Se sentó con las piernas cruzadas y abrió la botella, mientras Dar estiraba toda su longitud, descansando sobre un codo y cruzando sus largas piernas en los tobillos. Un pop suave recompensó sus esfuerzos. Retiró el corcho junto con el tirador, sirviendo a su manta una copa de vino, con un movimiento casual experto. Le entregó el vaso, y se sirvió a sí misma. Entonces aceptó la invitación de Dar, y se acercó en el círculo de su brazo, cuando la morena se volvió sobre su espalda para apoyarse contra la proa del barco. El sol empezó a caer detrás de las nubes, formando líneas rojizas frente a ellas. Kerry se sintió contenta, simplemente con poder estar contemplándolo, arrullada por el suave movimiento de las olas y una sensación de cansancio cómodo, después de haber estado el día buceando. Bebió un sorbo de vino, haciendo rodar la riqueza dulce en su boca, y mordisqueó un poco de queso. Estaba empezando a sentir una elevación del peso emocional de sus hombros. El estrés del mes pasado parecía perder su control sobre ella. Apoyó la cabeza contra Dar, sumergiéndose en una cierta sensación de paz. —Mi madre pintó una vez un cielo como este—, dijo Dar. —Lo recuerdo ... yo todavía estaba en la escuela primaria. Lo tenía puesto sobre el sofá de la sala de estar. —Mm—. Inclinó un poco la cabeza, sorprendida por la intensidad del color. —Es tan bonito. ¿Por qué crees, Dar? —Por el ángulo de inclinación—. Dar exhaló. —Y la humedad en el aire. Kerry tomó un sorbo de vino mientras miraba al cielo. —O tal vez sólo es que Dios está en un gran estado de ánimo. — Murmuró. —Sé que estoy segura. — Sus ojos se dirigieron hacia la puesta de sol. —Gracias, por tener esta idea increíble. Dar levantó su copa y la chocó con la de su amante. —El estar aquí, las dos juntas, disfrutando de este momento. — Tomó un bocado, y esperó a que Kerry hiciera lo mismo, entonces inclinó graciosamente la cabeza y se besaron, intercambiando un poco de vino y mucho cariño. La brisa se levantó un poco, por lo que se acercaron más para ver el final de la jornada. *** Dar esperó hasta que el cielo estaba completamente oscuro, y el manto de estrellas encajaba sobre ellas, de horizonte a horizonte. Era una sensación increíble - oír el susurro

de las olas, sin ver nada más, que la plana oscuridad que se extendía como una manta con gas aparentemente creciente de la nada. Kerry estaba acurrucada junto a ella, profundamente dormida. Después de su largo día de buceo y sol, no era realmente sorprendente, por lo que se alegró de ver a su pareja recibiendo un merecido descanso. La muerte de su padre, y la tensión de los últimos meses habían tomado mucho de ella y Dar quería que estas vacaciones fueran lo más relajantes posible. Levantó una mano y pasó los dedos por el cabello de la rubia, acariciándole la cara. Los párpados de Kerry temblaron, sólo un poco, y se agitó, acurrucándose más cerca de su amante, deslizando un brazo sobre su estómago. Entonces, se relajó de nuevo. Un soplo de aire exhaló calentando la piel de Dar. —Bien hecho. — Murmuró, observando el lento ascenso y la caída de la caja torácica de su amante. —Tómalo con calma. No quiero que sufras más. — Kerry tenía una cita con su médico de cabecera a su regreso. Tenía que volver a hacerse las pruebas que no hacía mucho tiempo, habían mostrado un aumento peligroso de su presión arterial, entre otras cosas. Al diablo con la empresa. Sabía que al estar fuera las dos juntas, posiblemente la oficina sería un caos, pero no le importaba nada. Reconoció fácilmente la naturaleza hipócrita de querer que la salud de Kerry estuviera por encima del trabajo, aunque ella misma no lo hacía. Ociosamente giró un poco del pelo claro de su amante, en su dedo, admirando su suavidad. Llevaban dos días en el sol, y parecía que se les estaba aclarando. Observó los músculos de la mandíbula de Kerry moverse un poco, luego abrió los ojos y la punta de su lengua rosada apareció. —Hey, dormilona. — Le acarició con la punta de los dedos la espalda de la rubia, mientras ésta se estiraba. —Mmmm ... — Se dio la vuelta y miró hacia el cielo nocturno. —Oh, es magnífico. — Murmuró. —Mira esas estrellas ... debe haber un trillón de ellas. —Mmhm. — La morena asintió, moviéndose hacia un lado, envolviendo con sus brazos a Kerry. Bajó la cabeza y contempló el perfil de Kerry. —Precioso. Kerry sintió la atención, y se volvió para mirarla a los ojos. Todavía se sentía con algo de sueño, y un poco desconcertada, por haberse quedado dormida después de tomar el pequeño tentempié. Ahora no tenía muchas ganas de hacer nada, excepto acurrucar su espalda contra el cálido cuerpo de su amante y regresar a sus sueños. Levantó una mano ahogando un bostezo. —Creo que me excedí hoy. —Yo también. — Añadió en ironía. — ¿Qué tal una ducha, y nos acostamos más temprano. — Sugirió. —Ooo .. — Encontró la idea muy atractiva. —Sí, me gusta. — Entrelazó sus dedos con los de Dar. —Podríamos tomar un poco de chocolate caliente ... hace un poco de frío aquí fuera. Con una sonrisa, Dar se levantó, y le ofreció una mano. Caminaron juntas, por el lado de la cabina y hacia abajo en la popa. Dar encendió las luces exteriores y revisó el equipo. —Voy a tirar la boya. ¿Nos vemos dentro?

Kerry inesperadamente la rodeó con los brazos y le dio un fuerte abrazo. —El chocolate caliente y yo te estaremos esperando. — La soltó y le dio una palmada en la cara, luego desapareció a través de la puerta de la cabina. Dar se rio, en voz baja, mientras sacaba la cuerda de la boya, asegurándola por el lado de la embarcación y retirando el poste vertical y flexible que sostenía la bandera de su buzo. La bandera indicaba, a cualquiera que pasara por allí, que había buzos por la zona, posiblemente cerca de la superficie, y en teoría los navegantes deberían dar un gran rodeo. Sin embargo, como en las zonas costeras donde vivían los manatíes y los signos estaban publicados, la adhesión a las normas variaba de un capitán a otro, aunque casi todos los navegantes las utilizaban, por lo que nadie quería correr riesgos. Ella misma, tenía una pequeña cicatriz en la espalda de un gancho de tiburón, de un pequeño susto que se había llevado cuando era más joven. Aquí fuera, no había muchas posibilidades de que ese tipo de problemas. Sujetó la bandera en sus capturas, y echó el ojo alrededor de la popa, para asegurarse de que todo estaba en su lugar. Entonces hizo un gesto de satisfacción y entró en la cabina, cerrando la puerta detrás de ella. Kerry estaba en la pequeña cocina, ocupada con la lata de cacao, su traje de baño de color púrpura oscuro delineando perfectamente su cuerpo. Tenían las escotillas abiertas, por lo que la brisa nocturna soplaba a través de ellas, enfriando el lugar, sin necesidad de tener que utilizar el aire acondicionado del que había equipado al barco. — ¿Todo en perfecto orden, capitán?—, Le preguntó, mirándola con una sonrisa maliciosa. —Ar. — Dar hizo un ruido cuasi pirata. —Voy a la ducha primero. Kerry continuó con su tarea. —También podríamos intentar entrar allí juntas. —No, a menos que fuéramos muñecas Barbie. — Resopló, sacudiendo la cabeza. Entró y encendió la luz. Se quitó la ropa, la colgó en uno de los ganchos de la parte de atrás de la puerta. Habían traído tubos de jabón para el cuerpo, convenientemente capaces de ser colgados también de los ganchos. Cogió un puñado de jabón de albaricoque perfumado, se volvió hacia el agua, dejando que esta cayera sobre ella. Se sentía muy bien al poder quitarse la sal del cuerpo. Nadar en el mar era interesante, y a menudo refrescante, pero agradecía poder darse una ducha para poder quitarse minerales del agua retenida. También ayudaba a prevenir los piojos de mar. Amaba la vida marina en todas sus formas, pero siempre trataba de tener las mínimas comodidades que podría ofrecerle un hogar, aunque fuera en el barco. Se enjuagó el pelo, luego salió de debajo de la ducha y se secó con la toalla. Abrió el botiquín pequeño y sacó una botella de vidrio, abriéndola sacó el gotero y lo llenó. Inclinó la cabeza y dejó varias gotas caer en su oreja derecha, y luego hizo lo mismo con la izquierda. Las infecciones del oído tampoco era algo que le gustaran mucho, y esas gotas le secarían el oído interno, ayudando con ello a prevenirlas. Se llevó la toalla alrededor del cuerpo y se acercó de nuevo a la cabina. — Siguiente—. Cambió de lugar con Kerry, que pasó junto a ella, con una sonrisa. Se relajó contra el mostrador mientras esperaba a que el agua hirviera, mientras encendía la radio marina para escuchar los informes del tiempo.

Es curioso, cómo el crepitar de la radio y el sonido de la ducha son tan similares. Una vez el agua estuvo hervida, la vertió sobre la mezcla de cacao, en las tazas que su amante había dejado en el mostrador. El aroma de chocolate envolvió el lugar, sonrió agitando el líquido espumoso con una cuchara para asegurarse de que todo se disolviera bien. Luego sacó la leche de la nevera y añadió un poco en cada taza. Mientras lo estaba haciendo, sintió a Kerry acercarse al oler el aroma del jabón de albaricoque. Ya vestidas con las camisetas de dormir, se sentaron juntas en el sofá, en la sala de estar, poniendo sus pies sobre la mesa. Kerry tomó un sorbo de chocolate mientras escuchaban el ruido de olas, luego se volvió hacia su compañera. —Sabes, estaba pensando, que eres realmente divertida. Dar la miró. — ¿Sí?— Esperó a que terminara de explicarse. —En realidad, nunca hablamos de la otra. — Kerry observaba la cara expresiva frente a ella. Dar parpadeó y dejó la taza. — ¿Ves? Ambas cejas se levantaron. — ¿Eh?— Dar le dio una mirada de desconcierto. — ¿Estás diciendo que tenemos problemas de comunicación? —No. — Negó con la cabeza. —Nos comunicamos perfectamente. Nosotras nunca hablamos—. Reprimió una sonrisa. —Lo que quiero decir es, como ahora lo que acabo de decir. Sabía que lo estabas pensando pero no me lo cuentas. — ¿Lo sabes?— Se relajó. —Claro. ¿De qué diablos estás hablando?' Bajó la voz un poco más, como si la estuviera imitando. —Lo sé por lo que veo en tu cara, por la forma en que te mueves, incluso casi puedo saber lo que estás sintiendo. Dar lo consideró. —Bueno, nosotras pasamos mucho tiempo juntas. —Es cierto. Y es difícil tener buenos y vigorosos debates, con alguien que está de acuerdo con todo, la mayor parte del tiempo. No hemos tenido una pelea en mucho tiempo. Una ceja oscura se arrastró por la frente de Dar. — ¿Quieres tener una pelea? —En realidad, estaba escuchando un programa de radio, el otro día, de camino a la oficina de Kendall. Hablaban de que para tener una relación sana, las partes no deben reprimirse nada. Otra ceja de Dar se unió a su compañera. — ¿Te estás reprimiendo algo? Kerry señaló en su propio pecho. — ¿Yo? —Sí. —No. ¿Y tú? Frunció el ceño. —No que yo sepa. — Se tomó la situación con humor. — Podríamos inventarnos algo para luego tener una pelea, si realmente quieres poner a prueba esa teoría. — —Podríamos hacerlo. — Se inclinó y la besó. —O también podríamos hacer esto, que es mucho más divertido. Dar se rio entre dientes, ahuecando la mejilla de la rubia, eliminando el chocolate de sus labios. Luego apoyó la frente contra la de Kerry, y su rostro se volvió más reflexivo. —Creo que la gente empieza a pelear cuando dejan de comunicarse. — Dijo. —O si nunca se han comunicado. — ¿Es eso lo que te pasó antes?—, Le preguntó.

Dar asintió en silencio. —Estaba pensando en eso cuando estaba escuchando la radio—. Kerry tomó un sorbo de su cacao, y se lo ofreció a Dar. —Decían que es fácil enamorarse de alguien, pero que es mucho más difícil aprender a vivir en pareja. — Se acercó para retirar un poco del pelo que la morena tenía en la cara. Dar le lamió los labios. —Me gustas—. Sonrió. —Creo que me dijiste eso, la primera vez cenamos juntas. Kerry le devolvió la sonrisa. —Sí, es verdad— Estudió el rostro de su amante. — Realmente me gustabas. Quería ser amiga tuya, pero antes de darme cuenta, ya estaba enamorada de ti. Se miraron a los ojos durante un largo momento. Finalmente Dar respiró. — ¿Kerry? — ¿Sí? Un fruncido apareció entre las cejas de la mujer morena. — ¿Por qué estamos teniendo esta conversación? —Bueno. — Se movió más cerca. —No quería guardarlo para otro momento, ya es tarde, y estoy cansada. — La besó suavemente. —Creo que a veces, tenemos que tener estas conversación de corazón a corazón. Dar sonrió. — ¿Quieres oír un secreto? —Claro. —Me he estado reprimiendo algo. Los ojos verdes se abrieron más. — ¿En serio? —Sí. — Le quitó la taza casi medio vacía y la dejó. —El deseo de llevarte a la cama. Vamos. — Sostuvo sus manos y tiró de la rubia para que se pusiera de pie. La abrazó con cariño. — ¿Ker? — ¿Mm?— Murmuró ésta. —Si alguna vez crees que no estamos comunicando ... — la miró con seriedad. — Háblame. Kerry parpadeó, y luego asintió. —Idem—. Contestó. Dar llevó las tazas a la fregadera y las limpió, entonces acompañada de Kerry fueron a la habitación. Kerry retiró el edredón y se metió en la cama, acurrucándose juntas, cuando la morena apagó la lámpara de noche. Con las escotillas abiertas, podían oír el mar, y una agradable brisa entró alrededor de la cabina, lo que reducía la sensación de cerrado. Los sonidos son diferentes, pensó Kerry. El barco crujía un poco, y el movimiento de balanceo la tranquilizó. Sintió que se le cerraban los ojos, dejándose llevar por la somnolencia del momento. Ahogando un bostezo, tomó una bocanada de aire caliente, absorbiendo el olor perfumado de su amante y se dejó dormir. *** Dar estudió minuciosamente el panel de la consola que tenía delante, marcando una ruta con un gran marcador de color púrpura sobre la hoja de plástico. Comprobó el GPS contra la tabla y gruñó, satisfecha con su progreso y sus habilidades de navegación.

Empujó las palancas hacia adelante un poco y apoyó los codos en cada lado de ellas, mirando al horizonte, con una leve sonrisa. El trabajo manual era algo con lo que siempre había disfrutado, desde el comienzo mismo de su carrera. Una cosa era sentarse en alguna sala de juntas, con un bloc de papel, y discutir sobre cómo hacer las cosas, pero otra cosa muy distinta era poner sus manos sobre tecnología y hacerlo ella misma. Es lo que la había apartado del resto de la gestión en ILS. Había luchado muy duro para mantener sus conocimientos al día y estaba muy, muy orgullosa del hecho de poder ir al centro de operaciones y ejecutar cada pieza de tecnología en su interior. No siempre era fácil, su posición la mantenía muy ocupada y la tecnología cambiaba cada día. Pero había decidido que no quería volver a estar en un lugar, donde su personal sabía más, sobre lo que estaban haciendo de lo que ella podía saber, por lo que por las noches estudiaba los nuevos manuales que llegaban a sus manos, e incluso en ocasiones, se había llevado a casa cosas para poder desmontarlas con sus propias manos, estudiarlas, y volver a montarlas. Así que, ser capaz de capitanear la nave, a través del mar, había sido más que otro reto, y de nuevo había dedicado tiempo a poner al día sus gráficos y habilidades. Su visión periférica captó un cambio en el metro de profundidad y lo estudió, entonces alteró su curso, sólo un poco, en un canal más profundo. Luego cogió el lápiz, al lado de la libreta, y empezó a bosquejar brazos cruzados. Al principio, garabateaba en el horizonte, y la proa del barco, pero como se aburría, empezó a buscar algo más para dibujar. Se echó hacia atrás y miró hacia abajo, y luego sonrió. Ah. Su lápiz se movió contra el papel mientras encontraba una nueva inspiración.

*** Kerry dejó su pluma por enésima vez, y apoyó la cabeza contra la silla. Estaba trabajando ostensiblemente en la poesía, pero el sol, el zumbido suave de los motores, y el aire de mar dulce, se habían combinado para subvertir sus intenciones creativas en favor de alguna ensoñación perezosa. Era media tarde ya, y lo había estado haciendo bien hasta ahora. Después del jugueteo de la mañana en el mar, Dar había arrancado los motores del barco y se dirigían al sureste, cruzando el mar Caribe azul verde, mientras el sol las seguía constantemente por encima. Movió los dedos de los pies descalzos con satisfacción. Dar había prometido una inmersión al crepúsculo, cuando se acercaran a las Islas Vírgenes, y luego una cena, en un pequeño lugar que había visitado por última vez, justo antes de que se conocieran. — Caracoles con sopa fresca—. Se lamió los labios, pensativa. —Suena muy bien, con tal de que una no piense demasiado sobre lo que parece la concha en realidad. — ¿Decías algo?— Dar llamó desde el puente. —No, cariño. — Respondió. —Sólo murmurando para mí misma. — Cogió una uva, fuera de su tallo, del tazón junto a ella, y se la metió en la boca. — ¿Qué estás haciendo? —Manejar el barco.

— ¿Eso es todo?—, le insistió, inclinando la cabeza hacia atrás y mirando hacia arriba, con una mano cubriéndose los ojos. —Garabatos. — ¿Sí? Qué es esta vez? 'Nada que quieras ver. — Comentó, con una sonrisa fácil. — ¿Cómo va tu escritura? Intrigada, Kerry metió el libro, en el bolsillo lateral de la silla de cubierta, y puso su tazón de fruta hacia abajo. —No muy inspirada. — Admitió, levantándose para caminar hacia la escalera, estirando su cuerpo. —Es triste decirlo, pero hoy me siento demasiado vaga para escribir. — Subió al puente y rodeó a Dar con los brazos, mirando hacia abajo, hacia las hojas delante de ella. Entonces parpadeó. —Caramba. Dar se rio. —Esa soy yo. —Algo así, sí. — Estuvo de acuerdo. Kerry miró el boceto, el cual mostraba una interpretación razonable de la popa del barco, con ella sentada en la silla. —Te estás volviendo bastante buena en esto, ¿lo sabes? Se encogió de hombros. —Depende de lo que esté dibujando. Le dio un beso en la parte superior de su cabeza. —Me lo tomaré como un cumplido. — Dijo, cuando un recuerdo flotó en el ojo de su mente. Otro día, otra reunión. Kerry miró sus notas, cuando entraba en la sala grande de conferencias y se detuvo, al ver la mayor parte de la tabla ya llena. Habían dejado libre el asiento final, donde siempre se sentaba Dar, y las otras dos sillas vacías, a cada lado de ella. Hm. Dio la vuelta a la izquierda y se sentó en una de las sillas junto a la de Dar. Debo llegar tarde con más frecuencia. Así tendría una excusa para sentarse al lado de su jefa, y así no le parecería extraño a nadie. Dar entró, y cuando rodeaba la mesa, levantó las cejas al ver la opción elegía por Kerry, pero sus labios se curvaron, al mismo tiempo, en una pequeña sonrisa, cuando sus ojos se encontraron. Esta se sonrojó, y estudió sus notas, tratando de no mostrar la confusión inestable que recorría su cuerpo, en respuesta a la presencia, tan cercana, de Dar, cuando esta se sentó y sus antebrazos se rozaron. Se reclinó en su silla, y pidió el informe semanal. Ese día estaban en ropa de sport, y Kerry sintió ganas de acercarse y tocar el suave algodón de la ropa de su amante. Cruzó las manos juntas y con severidad dijo a su cuerpo que se comportarse, sin poder creer cómo era posible que la simple presencia de, la que ahora era su amante, la hiciera sentir tan fuera de control. Especialmente porque la morena actuaba en su día de trabajo, como si no hubiera nada entre ellas. Kerry, por su parte, se sentía como si tuviera tatuado en su frente: — ¡Estoy con ella!—. Suspiró y cogió su vaso de agua. Tomó un largo sorbo, mientras escuchaba al personal de operaciones sus explicaciones. Estaba casi hiper sensible al tanto de cada movimiento de Dar, cada sonido, de los turnos débiles de su ropa, en la silla de cuero, cuando la veía garabatear en su libreta. Afortunada Dar. Dio un vistazo a su jefa, que parecía relajada mientras levantaba la vista de su garabato, a la vez que escuchaba hablar a su personal. Parecía casi aburrida,

o al menos en el límite de falta de atención, dando a los hablantes una breve inclinación de cabeza mientras aceptaba sus informes. —Siguiente—. Mantuvo sus ojos en su libreta. — ¿Conseguiste esos servidores? Mark tenía que informarle en forma negativa. —Todavía no, jefa. Dos días más. Kerry lo miró, al ver la mueca de dolor mientras esperaba la reacción de Dar, junto con el resto del personal. —Está bien—. Dar asintió. — ¿Algo más? Todo el mundo alrededor de la mesa se miró con sorpresa. —Um. — Mark no entendía que su jefa no hubiera reaccionado de forma negativa ante su información... —Tenemos ... uh ... tengo algunos problemas en Canadá ... dos grandes líneas se han caído y se están quejando. — ¿Y?— Dar continuó su dibujo, ladeando la cabeza hacia un lado. — ¿Podemos arreglarlo? —No sin desenterrar algo de fibra. —Supongo que tendrán que esperar entonces. — Contestó. —Avisa a nuestro contratista de fibra de la zona que me llame con una estimación. Otra ronda de miradas rodeó la mesa. —Uh ... bien. —, Dijo Mark. —Eso es todo por mi parte. — ¿Alguien más?— La mirada afilada de la morena recorrió al grupo. — ¿No? Bien — Se puso de pie, casualmente arrancando la hoja superior de la libreta y se la dejó a Kerry, antes de coger su taza de café y dirigirse a la puerta. —Quiero los presupuestos para la próxima semana. La puerta se cerró detrás de ella, y todo el mundo se relajó. —Whoo. — Mark se secó la frente. — ¡He tenido suerte esta semana! —Sí, pensé que iba a patearte el culo ... ¿cómo lo has hecho, Mark? —En el momento oportuno, el lugar correcto. La tengo en un buen estado de ánimo. —La única vez este año. Vete a saber. — Charlene puso los ojos en blanco. —Me pregunto qué es lo que lo ha causado. ¿Ha despedido a alguien esta semana? Kerry no oyó nada de eso. Sus ojos estaban puestos en la hoja, casualmente dejada junto a ella, mientras miraba el dibujo perfectamente detallado, en el centro de la misma. Su propia imagen le devolvió la mirada, una representación muy meritoria esbozada en un corazón, con las iniciales de Dar en la parte inferior. —Tal vez ha sido porque tiene que cancelar el contrato de planificación ... siempre ha odiado las entrañas de ese tipo. —No, yo apuesto a que le negó esa petición de nuevo a los de Ventas. Kerry abrió con mucho cuidado su carpeta y puso la hoja suelta en el interior. —Hey, Kerry... Kerry miró hacia arriba. — ¿Sí? — ¿Cuál es el problema? ¿Sabes lo que le ha pasado a la grande D para estar de ese humor tan suave? —Sí. De hecho, lo sé. — Exhaló, mordiendo una sonrisa mientras se ponía de pie y empujaba su silla. — Nos vemos mañana chicos. — Salió con paso garboso, cerrando la puerta detrás de ella.

— ¿Todo este bonito paisaje y me has dibujado?— Le acarició el pelo. — ¿Todos esos peces bonitos y me haces fotos a mí?— Respondió graciosamente, rodeándole la pierna con un brazo. —En una hora llegaremos a una buena zona para bucear. ¿Te apetece o prefieres simplemente ir a cenar? Kerry se apoyó en la silla del capitán, y la cabeza en el hombro de Dar. — ¿Tan perezosa parezco?—, Se quejó. —Me quedé dormida dos veces. No sé lo que me pasa. —Estamos de vacaciones. Se supone que debemos ser perezosas. — Declaró, sus ojos oteando el horizonte nuevo. —Podemos ir directamente. Kerry se mordió el labio inferior, y luego negó con la cabeza. —No, voy a hacer un poco de café. Tengo muchas ganas de ver ese viejo naufragio, Dar. Has hecho que suene realmente genial. — Se enderezó y puso las manos en los hombros de Dar, masajeando ligeramente. —Vamos a ir a por ello. — ¿Estás segura?— Se relajó agradeciendo el masaje. —Positivo—. Le dio un beso en la parte posterior del cuello. —Lléveme al galeón, capitán Dar. —Sí, sí, amigo. — Respondió con prontitud. — ¿Quién sabe? Tal vez nos encontraremos algunas piezas interesantes. Kerry se rio entre dientes, retomando su posición sobre los hombros de Dar. —Con suerte, nos encontraremos con medusas. —O una pila de latas. Ambas rieron. *** Kerry se ajustó la mascarilla, sosteniendo su mano sobre ella y su regulador, mientras entraba en la parte posterior de la embarcación. Se detuvo, y luego dio un gran paso fuera antes de sumergirse en el agua. Siempre resultaba un poco chocante, el pasar de la luz y al aire ventoso y denso del agua azul. Contuvo el primer aliento de su tanque, sintiendo que su cuerpo se ajustaba por encima del peso del agua de sí misma, y su equipo se moderaba en la flotabilidad del agua. Se aferró a la cuerda del ancla con una mano, y apretó las correas en su BC con la otra mientras esperaba a su compañera. Sus oídos se cerraron un poco, por lo que suavemente se pellizcó la nariz cerrada y dejó escapar un poco de aire para despejar sus oídos. Justo en ese momento, Dar entró en el agua. Su alta figura produjo un torbellino de burbujas mientras se acercaba a Kerry que la estaba esperando. Los ojos de Dar se posaron sobre ella con su familiar mirada entrañable. Soportó el escrutinio, mientras la morena la guiñaba un ojo, señalando hacia abajo. Asintió con la cabeza. Comenzaron por la cuerda del ancla, descendiendo lentamente a través del agua hacia el fondo del océano, sesenta metros más abajo. El buceo profundo era diferente del buceo en los arrecifes, como bien había descubierto. Uno se encontraba con un montón de sensaciones que no recibía en las aguas poco profundas, a modo de termoclimas.

Las capas de agua más frías las arrastraron y envolvieron inesperadamente a medida que descendían, y la conciencia de la presión del mar se acrecentaba a medida que descendían. La respiración era sólo un poco más difícil, y el sentido de ser una parte del océano era mayor, ya que tendían a mirar más arriba, a la superficie cada vez más lejos. Llegaron a la parte inferior, sobre un parche de arena blanca, suave y cremosa, que tenía algunos tallos impares de algas asomando a través de ella. Dar miró su ordenador de buceo, y luego hizo un gesto a Kerry para que la siguiera, y echó a andar. Se vio obligada a quedarse a un lado por el proyecto de las aletas de Dar. Las patadas de su pareja eran un poco más lentas que las de ella, pero más potentes, por lo que tenía que hacer un poco de esfuerzo para mantenerse en contra de la corriente de la luz. Se acercaron a un acantilado de rocas, y cuando lo hicieron, Dar se dio media vuelta e hizo un movimiento cerca de su máscara, como si estuviera cortando una imagen. Amablemente, Kerry desenganchó su cámara y se la ajustó a las manos. Luego nadó detrás de Dar hasta una cima escarpada, desde donde mirar por encima de ella. Guauu. Los ojos de Kerry se abrieron, y se centró rápidamente en la escena. Cuarenta metros por debajo de ellas, había un valle de arena blanca, y medio enterrado en la arena estaban los restos de arrecifes con incrustaciones de un viejo barco de madera. La visibilidad era increíble, incluso a esa distancia. Continuaron acercándose. Varios bancos de peces se movían entre lo que quedaba de los mástiles rotos, y todo un lado de la parte delantera de la nave había desaparecido. Un enorme agujero lo suficientemente grande como para permitir al mayor de los peces nadar a su alrededor. Acercó su cámara al chaleco y sólo disfrutó del momento, estirando sus brazos hacia fuera, libreando algo de su flotabilidad. Se deslizó por el agua en un planeo muy parecido a volar a cámara lenta, girando su cuerpo para cambiar de ángulo, mientras se acercaba a los restos del naufragio. Vio varios trozos de la nave repartidos por la parte inferior, cuando iba hacia abajo. Vio trozos de metal y nadó para investigar, llegando a tocar con una mano enguantada los eslabones de metal, de la mitad de la longitud de su brazo. Era la cadena del ancla, se dio cuenta. Dejó la cadena y se dirigió hacia un coral incrustado sobre la cubierta inclinada, sorprendiendo a una escuela de meros que salieron disparados cuando se deslizó sobre ellos. Una barracuda gruñona se detuvo mirándola por entre una escotilla y un trozo de mástil colapsado. Levantó lentamente su cámara y se dejó llevar hasta el nivel del ojo con él, centrándose en intimidar la mandíbula del pez. Hizo la foto y luego se alejó, mirando el reloj cuando entró en un banco de peces ángel. Se giró sobre su espalda, mirándolos contra la superficie como si fuera un lejano espejo encima de ella. Luego fue sorprendida cuando un pequeño calamar pasó junto a ella, rozándole el brazo con sus tentáculos. Después de un año, todavía aquello le parecía de lo más increíble. Era como si estuviera flotando en un mundo extraño. Giró y miró a su alrededor, encontrando a Dar flotando cerca, con las manos cruzadas sobre su estómago y sus aletas cruzadas mientras la observaba. Kerry le sonrió y le señaló con el pulgar hacia arriba. Dar le devolvió la sonrisa, y luego señaló hacia el agujero en el lado de la nave, alzando las cejas en cuestión, visible incluso a través de la máscara.

¡Ah! Una nueva aventura. Kerry asintió, siguiéndola fácilmente cuando la morena abría el camino hacia el interior de la embarcación, con su linterna subacuática agarrada con una mano. Cuando llegaron, la encendió y subió al interior, examinando cuidadosamente el espacio antes de continuar, sabiendo que su compañera la estaba siguiendo. Kerry hizo una revisión rápida de su BC, verificando que todas sus mangueras estuvieran metidas en sus titulares y nada estaba colgando, antes de seguir a Dar dentro de la nave. Sacó su propia linterna y la encendió, iluminando un mundo fantasmal de madera, con incrustaciones de algas. La estructura interior estaba muy dañada, pero no lo suficiente. Hace mucho tiempo, esta nave podría haber tenido sus sueños. Podía imaginar a los marineros viviendo aquí, navegando a través de la cuenca cálida del Caribe. Ahora lo único que quedaba eran sus fantasmas, y el destello de los ojos impares cuando su linterna pasó rozando el interior. Por un momento, un pensamiento cruzó su mente, aquellos ojos posiblemente pertenecerían a esas almas perdidas, que se hundieron con el barco, todavía aquí después de todos estos años. Entonces una langosta se escabulló cerca de ella, agitando sus garras amenazantes, y Kerry saltó, casi golpeándose su cabeza contra la madera por encima de ella. Bueno. Le dijo a su imaginación con severidad. Con un movimiento de cabeza, se deslizó hacia abajo, hacia el fondo de la bodega. Pececitos se arremolinaron a su alrededor con curiosidad. Los miró más de cerca, ya que su luz brillaba fuera, algo imposible de identificar. Dar se acercó, levantando su ordenador de buceo, mostrando el tiempo que les quedaba. Kerry asintió, y luego señaló con su luz, para controlar el flash. Ambas nadaron más cerca, mirando debajo de las costillas colapsadas y los casos de tiempo incrustados apilados en la parte inferior, apoyada en lo que había sido el costado de la nave. Dar trató de acercarse más a un lado, pero su mayor envergadura le impedía acercarse más. Con el ceño fruncido, le indicó a Kerry que no podía pasar. Incluso la rubia era demasiado grande como para caber por allí. Lo pensó un momento, luego se volvió y desabrochó el tanque, sosteniéndolo con un a mano y moviéndolo a un lado. Kerry agarró la verga y tiró de ella hacia abajo, sólo para poder pasar entre la madera y el costado de la nave. Podía ver algo que brillaba. Se acercó más y su movimiento rozó una colección de algas fuera de él, que se resolvió en una superficie plana. Sintió la mano de Dar en su cadera, fue una palmada tranquilizadora, por lo que se movió un poco más. Entonces casi se muere del susto, cuando una anguila estalló repentinamente de su alrededor, retorciéndose más allá de su cuello hacia Dar y dándole un latigazo con su cola, en su salida. Un estallido sordo de ruido venía de la garganta de Kerry, enviando una corriente de burbujas hacia arriba, pero después de un tirón detrás de ella, mientras Dar alejaba la anguila, la palmadita reconfortante regresó. Jesús. Flexionó su mano y llegó un poco más lejos, consiguiendo que sus dedos tocaran la superficie. Resistió su tirón, pero persistió, mientras se liberó de la creciente coral que se soltó y se la llevó más cerca de su máscara.

Era una caja, y el brillo era del metal que lo cubría, aunque la corrosión había oscurecido la mayoría de su diseño. Kerry se movió. Dar miró por encima del hombro, mientras volvía a unirse a su tanque y las dos la miraron con curiosidad. Un tesoro enterrado. Parpadeó con deleite. Incluso si lo era, que era lo que parecía ser, sólo una vieja caja, pero esa caja guardaba una historia y eso la fascinaba. Se aferró a ella mientras se abrían camino para salir de la bodega, hacia el mar abierto, que parecía brillantemente iluminado por la luz del sol, ahora que estaban fuera de la oscuridad de la nave. Dar le dio un gran aprobado, y Kerry sonrió alrededor de su regulador, devolviéndoselo. Se abrieron paso tranquilo de regreso a la cuerda de anclaje, llevada ahora a la deriva, por la corriente, en dirección opuesta. Kerry escondió su tesoro en el bolsillo, mientras agarraba la cuerda, lista para simplemente ver el espectáculo a su alrededor, ya que poco a poco estaban saliendo a la superficie, al mundo de los suyos.

Parte 2 —Whoo—. Se secó el cabello con una toalla, y caminó por la cubierta. —Dar, ha sido impresionante. La morena levantó la vista del balde, en la parte inferior de ella, en cuyo interior descansaba su pequeño premio. Estudió el rostro de su compañera, buscando una sonrisa en su propia respuesta. —Sí, lo fue, ¿no? Continuó secándose el cuerpo. —Aunque esa anguila me asustó realmente. — —Si es verdad. — Se rio entre dientes. —Rebotó en mí y sólo siguió su camino. Era bien grande —. Levantó la vista cuando el sonido de unos motores lejanos perturbó el aire, hasta ahora pacífico, y observó una embarcación relativamente pequeña acercarse a ellas. Kerry miró por encima del hombro de Dar. — ¿Qué es todo eso?—, Se preguntó. —Tenemos la bandera de buceo fuera. ¿Hay algún problema con eso aquí? —Na—. Dar frunció el ceño. —Hay un millar de antiguos naufragios como este, en torno a estas islas ... eso es sólo un viejo carguero. Algunos de los restos históricos no tienen zonas de buceo, pero no de esta zona. —Entonces, ¿cuál es su problema?— La pequeña embarcación continuó acercándose, después de un momento, rugió y se apagó. Dar observó al pequeño rincón del barco en la distancia. Se encogió de hombros. —Tal vez no están acostumbrados a las personas que utilizan plataformas como buceo a 56 pies de Bertram. — Cubrió el balde, lleno de agua de mar… —Vamos a dejar eso ahí hasta encontrar la manera de abrirlo, y no tener que caer en pedazos sobre nosotros. —Conforme—. Kerry la rodeó por detrás con los brazos y le dio un apretón. —Quería abrirlo y ver el interior. — Inspeccionó el balde. —Sé que no es nada importante, sólo una vieja caja de puros o algo así, pero... Dar se dio la vuelta y le devolvió el abrazo, acariciándole el cuello. —Creo que podríamos necesitar un poco de aceite primero... para evitar que la madera se seque. Mañana, ¿de acuerdo? —Mm—. Lamió algunas gotas de agua de la garganta de Dar. —Está bien. — Se soltó de su amante, pero la cogió de la mano y la llevó hasta el frigorífico. — ¿Compartes un té helado conmigo? —Claro. — Esperó mientras Kerry abría la botella y bebía un trago, luego aceptó y se la terminó, agradeciendo despejar el último sabor del agua salada y caucho, tras la inmersión. —Está bien. ¿Cuándo nos acerquemos tiramos el ancla, y vamos a conseguir un poco de concha?. Kerry ahogó su diversión leve, sobre el habla informal, preguntándose si Dar sabía lo mucho que sonaba como su padre a veces. En la oficina, casi nunca la escuchaba hablar así, sus palabras eran siempre frescas y marcadamente profesionales. Sólo cuando estaban solas, y su amante se relajaba, su educación sureña tendía a salir fuera. —Suena muy bien para mí, Dixiecup. — Bromeó. —Voy a recoger la boya.

Dar la capturó con un brazo largo y la inmovilizó contra el mamparo. — ¿Te burlas de mi acento, pequeña yanqui? —No—. Pasó las manos por el cuerpo todavía húmedo de Dar. —Me encanta tu acento. Me gustaría que lo dejaras salir más a menudo. Una de las cejas de Dar se levantó expresivamente. —Me gustaría oírte decirle a José, saca tu maldito culo de mi oficina'—. Kerry se rio. Dar se echó a reír. —Se mearía en los pantalones. Asintió alegremente. — ¡Exactamente! Después de unos segundos de risas, se tranquilizaron. —Es gracioso .. te gusta mi lado sureño. — ¿Por qué? Se encogió de hombros. —Es simplemente que... trabajé durante mucho tiempo para deshacerme de él. — Explicó. —Recuerdo estar sentada en una reunión de gestión una vez, después de ser nombrada directora regional y escuchar a tres de las otras personas allí sentadas, que los del sur éramos basura. — Suspiró. —Los llamaban catetos y paletos de bajos fondos. Kerry suspiró. —Se burlaban de todo el mundo, Dar. Asintió. —Lo sé. Pero esta vez fue diferente, me sentí identificada con mi gente del sur. Aunque no directamente, también se estaban burlando de mí, así que no pude seguir fingiendo—. Miró pensativamente sobre el hombro de Kerry. —Mm—. Lentamente le fue frotando la espalda a Dar, aliviando la tensión que sentía allí. — ¿Qué hiciste?—, preguntó en voz baja. —Los llamé burros y les dije que fueran a buscar un poco de clase, antes de que la compañía los despidiera. — Admitió. —Esa es mi Dar. — Apoyó la cabeza en la clavícula de Dar, mientras unas risas suaves salían de su garganta. —Sí, bueno. — Dar tuvo que sonreír. —Nunca más les volví a oír referirse a ellos como paletos. No. Abrazó a su jefa, a menudo un poco cascarrabias. —Apuesto a que no. — Al igual que nadie dice nada de ti... en cualquier reunión en la que yo estoy presente . Exacto. *** Una vez que se detuvieron en una pequeña isla, definitivamente estaba más relajada. Miró por encima de la barandilla con interés mientras se acercaban, tomando nota de la magnífica playa de arena blanca y el grupo de pequeños edificios blancos, que rodeaban el muelle. —Bueno, Kerrison. — Murmuró para sí misma. —No encontrarás el Waldorf por aquí. — Por supuesto, tampoco estaba vestida para el Waldorf. Miró sus pantalones cortos, camiseta y sandalias blancas, mientras se imaginaba la reacción de su familia, viendo su ropa desgastada. —Sólo soy una vagabunda marina, lo soy.

Dar hábilmente dirigió el Bertram por una ranura en el extremo del muelle. Kerry lanzó la cuerda del arco al joven que corría a su encuentro, a continuación, tomó la cuerda de popa y saltó sobre la superficie de madera, tirando de ella para tensar alrededor de la cala oxidada y atarla. —Gracias. — Sonrió al niño, quien sonrió tímidamente a su vez. Tenía la piel oscura, el pelo enmarañado castaño y los ojos. Estaba vestido con unos pantalones cortos de mezclilla y nada más. Sus ojos se desviaron de ella y se abrieron un poco. Kerry volvió la cabeza para ver a Dar saltar del barco, una amplia sonrisa en su rostro. —Hey, Rufus. — Ella dijo, haciendo una pausa, llevándose las manos a los bolsillos. — ¿Que te parece? —Wow. — Respondió el muchacho. — ¡Barco asesino, Dar!— Sus ojos vagaron sobre el buque. — ¿Puedo subir? Dar se rio entre dientes. —Si, pero más tarde. — Deslizó una mano sobre el hombro de Kerry. —Esta es mi amiga Kerry. Kerry, este es Rufus. —Hola. — Rufus estudió a la rubia con cierta cautela. Kerry tendió una mano. —Hola, Rufus. Encantada de conocerte—. Esperó vacilante la mano del niño, y luego la regresó con suavidad. Rufus retrocedió un paso. —Voy a decirle a papá que estás aquí, Dar. — Dijo, se dio la vuelta y echó a correr, casi sin hacer ruido por sus pies descalzos sobre la madera. Dar exhaló un poco cuando lo vio alejarse. —Tengo muchas ganas de ver a su padre. — Dijo, guiándola por el muelle. —Estaba en el servicio con papá. — ¡Ah!— Kerry sonrió. —Sus amigos siempre son gente interesante. —Mm. — Estuvo de acuerdo. —Él no lo sabe. — Sus ojos se posaron en el rostro de Kerry. —Que mi padre está vivo. No hay teléfonos aquí ... Creo que lo mantiene así a propósito. Papá iba a venir aquí, pero le dije que teníamos intención de detenernos aquí, así que tendré que darle la noticia. Kerry leyó varios niveles de significado en las palabras de su amante. —Hm. — Estudió el pequeño grupo de edificios viejos. —Entonces vayamos a reunirnos con él. ¿Él vive aquí? —Después de conseguir el alta de un médico, vino aquí y creó este lugar. Él y su compañero, se encargan de la cocina, y hacen su propia cerveza. Los oídos de Kerry zumbaron. — ¿Su compañero?— preguntó. Dar asintió. —Hmm. —Adoptaron a Rufus. Llegó un día en una balsa, y sólo se negó a salir. Kerry absorbió toda esa información, mientras caminaban por el muelle y de camino hacia el restaurante. Cuando se acercaron a los edificios, una figura salió al porche, colocando las manos sobre la barandilla para apoyarse en ella. — ¡Mira lo que ese maldito viento ha traído! El hombre detrás de la barandilla era alto y tenía una acumulación gruesa, pero no fue eso lo que le llamó la atención a Kerry. También le faltaba una pierna. Por debajo de la rodilla derecha, envuelta en un par de pantalones cortos de color verde oscuro, se asomaba un marco de metal. Al final del mismo había un zapato muy gastado. Tenía el pelo grueso y rizado, con zonas plateadas y una barba espesa. Su piel mostraba cicatrices delgadas, pero notables.

— ¡Hola, Charlie!— Dar lo saludó, levantando una mano. El hombre se acercó por las anchas escaleras de madera y vino a su encuentro, tirando de Dar en un abrazo entusiasta. —Maldita sea, ha pasado más de un año, Dar. ¿Dónde has estado? Dar lo dejó en libertad. —Aquí y allá—. Respondió. —Charlie, ella es Kerrison Stuart. — Deslizó un brazo sobre los hombros de Kerry. —Mi elegida. El hombre se volvió a estudiar a Kerry, que intentó ocultar su desconcertada sorpresa entre las palabras de Dar. —Ahhh .. así que eso es lo que has estado haciendo, ¿eh?— Él tendió una mano. —Sra. Stuart, es un honor y un placer. —El mío también. — Aceptó el saludo, estrechando su mano con firmeza. —He oído que hacen una sopa de caracoles muy buena. Charlie se rio, aplaudiendo a Dar en el hombro y haciendo un gesto hacia el edificio más grande. —Vamos. Entremos y veremos si puedo mantener mi reputación, y podremos ponernos al día. — Salió cojeando por delante de ellas, obviamente, acostumbrado a su discapacidad hasta el punto que apreciablemente no le molestaba. Kerry y Dar lo siguieron, Dar con su brazo todavía cubriendo el hombreo de su amante. — ¿Elegida?— preguntó en voz baja, dando a su amante una mirada curiosa. La mandíbula de Dar se apretó, bajó la mirada hacia el suelo antes de volver a mirar a su amante. —Te lo explicaré más tarde. — Murmuró mientras seguían andando. —Es un cumplido. —Duh—. Le golpeó la cadera con la suya, mientras subían las escaleras. —Parece que vamos a tener un montón de cosas interesantes para hablar esta noche. —Hm. — Dar abrió la puerta y entraron.

*** Kerry miró a su alrededor con curiosidad, hacia el interior de la pequeña choza. Estaban sentados en una de las seis mesas, que había en el lugar. La habitación no era mucho más grande que la habitación de su apartamento, aunque en la parte trasera, una puerta conducía a una cocina. El lugar estaba iluminado por lámparas de aceite, tanto en las paredes como en las mesas, a pesar de los grandes ventanales cuadrados, que había en los tres lados de la habitación, permitiendo la entrada del resplandor de la puesta del sol y una brisa fresca. Otros dos mesas estaban ocupadas, una por dos hombres desaliñados que llevaban trajes de baño, y la otra por un isleño guapo y su compañera, que según todas las apariencias estaban en su luna de miel. —Aquí huele genial. — Comentó, olfateando con aprecio los picantes y deliciosos aromas procedentes de la cocina. Una sonrisa peculiar torció los labios de Dar. — ¿No es demasiado rústico para ti? —Dar—. Frunció el ceño, mirándola. — ¿Se me olvidó rasgar la piel de cocodrilo de mi bolsillo de la camisa o algo hoy? —Es broma. — Tocó los botes de sal y pimienta de la mesa.

—No, esa es la segunda vez que trajiste esto. — Kerry negó con la cabeza. — ¿Por qué estás realmente tan sensible al traerme hasta aquí?— Giró la cabeza mirándola seria, encontrando los ojos azules suaves y redondos que miran hacia ella. — ¿Cariño?— Puso una mano sobre la de Dar, en un gesto reflejo. Después de un momento, Dar aclaró la garganta con un toque de timidez, y apoyó la barbilla en su puño. —Sí, yo realmente estoy un poco sensible. — Admitió en voz baja. —Lo Siento. —Bien. — Kerry se relajó un poco, acariciándole los dedos. —Tendré que trabajar en eso más tarde. — Levantó la vista cuando Charlie se acercó cojeando. Casi saltó poniéndose de pie para ayudarlo mientras navegaba una bandeja hacia ellas. —Naw .. sólo quédese sentada, señorita. — Charlie consiguió dejar la bandeja sobre la mesa, en una sola pieza. Les sirvió un tazón grande con aroma picante de sopa, delante de cada una de ellas. —Wow—. Kerry parpadeó ante la masa de caldo rico, llena de mariscos. —Esto se ve muy bien. Charlie le sonrió. —Y tiene buen gusto, pero ya lo sabías, por que Dar te ha traído aquí. ¿Puedo traeros alguna otra cosa? Kerry lo miró. —La mayor jarra de cerveza que tengas. Creo que la voy a necesitar. Una sonrisa aún más grande dividió su cara. —Hecho. ¿Dar, lo mismo para ti? Dar asintió vigorosamente. —Está bien. Atenderé al resto de clientes, y luego volverá a que me pongas al día.... ¿te parece bien?— Recogió su bandeja. —Suena muy bien. — Contestó Dar. —Gracias, Charlie. Les guiñó un ojo, y luego regresó cojeando hacia la cocina, desapareciendo detrás de las dos puertas batientes. Kerry esperó unos momentos, observando a su amante por el rabillo del ojo. La mujer de pelo oscuro estaba jugueteando con su cuchara, fruncimiento visiblemente las cejas. — ¿Dar? — ¿Hm? Una caída de las palabras de repente llenó la boca de Kerry, dejándolas salir, casi sin pensar. — ¿Quieres hablar de ello? Ladeó la cabeza, mirando con curiosidad a Kerry durante varios latidos. Entonces metió su cuchara en la sopa y la removió. —Es ... um ... — hizo una pausa mientras Charlie regresaba, dejando dos enormes jarras de cerveza delante de ellas. —Gracias. —Idem—. Kerry sonrió en agradecimiento. Charlie se rio entre dientes, y luego se dirigió hacia los demás clientes. Kerry tomó un sorbo de su cerveza. Estaba rica, con un sabor nuez, suave, y muy, muy potente. —Oo—. Se lamió los labios. —Esto podría ser peligroso. —Lo es. — Dar tomó un sorbo de su propia cerveza, y luego una segunda, más larga antes de que dejarla de nuevo sobre la mesa. —La última vez que estuve aquí, me metí en problemas con él. — Estudió la jarra. —Charlie y mi padre eran buenos amigos. Kerry aceptó el repentino cambio de tema con gracia. —Mm. — Hizo un ruido alentador.

—Pero papá y Bud nunca se llevaron bien. — Continuó, con un suspiro. —Lo odiaba, y me tomó mucho tiempo averiguar por qué. — Miró a Kerry. —Él me lo dijo la última vez que estuve aquí. Kerry se detuvo a mitad de un movimiento. Puso su jarra en la mesa y miró alrededor del lugar. — ¿Qué demonios estamos haciendo aquí entonces?—, Preguntó, con un chisporroteo. Dar sonrió con ironía. —Estaba borracho, estaba a mitad de camino, y terminó pidiendo disculpas por ser un imbécil. — Dijo. —Me dijo entonces que él siempre había estado convencido de que papá andaba detrás de Charlie. —Espera—. Se cubrió los ojos. —Espera ... espera ... .espera. Pensó que tu padre... — Se asomó entre sus dedos. —Tu padre, Andrew Roberts, el marine, el macho más hetero que he conocido en mi vida, ¿persiguiendo a su pareja? Dar asintió. —Sí. —Así que estás nerviosa por decirle que está vivo. Asintió de nuevo. —Sí. — Suspiró, frotándose la cara con una mano. — ¿No es patético? ¡Puedo dirigir una empresa pero me da miedo hacer esto!. —Relájate—. Quiso aliviar el estado de ánimo de Dar. —Vamos a hablar de ello... después de que comamos esta rica sopa y bebamos esta cerveza impresionante. — Palmeó la rodilla de Dar debajo de la mesa. —Estoy segura de que va a estar bien. —Sí. — Dar visiblemente afectada, tomó una cucharada de la sopa. Masticó, tragó saliva, y luego se acercó y rozó sus nudillos contra la mejilla de Kerry. —Gracias ... sé que estoy actuando un poco tonta esta noche. —No te preocupes—. Le aseguró, probando la sopa. —Oh, wow ... esto es increíble. — La sopa estaba llena de mariscos, desde camarones a las vieiras. Era picante, y tenía un montón de otras cosas en ella también. —Será mejor que te la comas antes de que yo lo haga. Dar reprimió una sonrisa, apoyando la barbilla en el puño mientras tomaba su sopa. *** Era noche cerrada cuando Charlie terminó de atender al resto de clientes que había estado llagando. Se sacudió las manos de encima de su camisa y se acercó cojeando a su mesa, sentándose en una silla frente a Dar. —Bueno, Dar, ¿Cómo has estado?—, preguntó. —Bien. — Arrastró las palabras en voz baja. — ¿Y Tú? El hombre canoso asintió. —La vida ha sido buena. — Dijo. —Esto es muy tranquilo, pero estamos bien. — Sus ojos se movieron alrededor de la habitación. —Bud lo está haciendo bien, también. Al principio le costó adaptarse, pero finalmente se ha relajado y ha decidido que le gusta la vida aquí. —Me alegra oír eso. — Podía sentir un zumbido de la cerveza, y la comida. Un gran plato de pescado fresco, después de la sopa, con toda una hogaza de pan de hierbas fragantes estaba haciendo su sueño realidad.

Kerry estaba acabando con su jarra de cerveza. La luz de la lámpara de aceite reflejaba sus ojos verdes casi en tonos ámbar. Ella observaba en silencio, tomando su rodilla, mientras escuchaba la conversación. — ¿Y tú?—, Preguntó Charlie. —Aparte de lo obvio. — Se volvió y sonrió a Kerry. —Háblame de tu elegida aquí. — ¿Qué te gustaría saber?—, Preguntó Kerry, con una sonrisa encantadora. — Trabajo en la misma empresa de Dar ... Soy de Michigan ... Me encanta tu cocina y tu cerveza ... Charlie se rio con deleite. —No se puede pedir más. — Dijo. —Así que también haces esos de los ordenadores, ¿eh? ¿Es allí donde os conocisteis? —Más o menos, sí. — Kerry estuvo de acuerdo. —Hemos estado juntas más de un año. —Sabía que encontrarías una buena. — El hombre se volvió hacia Dar. —Te dije que lo harías, ¿no? —Lo hiciste. — Dar admitió. —Aunque ... — Agitó su mano. —No estoy segura de quién de nosotros encontró a la otra. — Respiró hondo y decidió simplemente acabar de una vez. Era tarde y estaba cansada. —Han cambiado muchas cosas en este año pasado. Charlie se apoyó en los codos, observándola. — ¿Sí? Dar asintió, luego levantó la cabeza y lo miró a los ojos. —Mi padre está vivo. — Dijo en voz baja. —Volvió a casa. — Sintió el calor alrededor de su rodilla mientras los dedos de Kerry la acariciaban confortablemente. El hombre frente a ella, simplemente se quedó mirándola fijamente, durante un largo tiempo. Luego, lentamente, dejó escapar un suspiro y miró hacia otro lado. — Bueno, maldita sea. — Susurró. Sus manos estaban temblando visiblemente mientras cogía el vaso que había traído con él. —Él ... sólo me contactó un día ... y, um ... — Sacudió la cabeza. —Había sido herido gravemente, y allí estaba él. Charlie asintió débilmente. — ¿Él está bien?— —Sí ... — Dar sonrió. —Se retiró del servicio ... él y mi madre compraron un barco, si puedes creerlo, y están viviendo en él. Están teniendo el mejor momento de sus vidas. — Sorbió el resto de su cerveza. —Él había planeando un viaje aquí, dentro de un par de meses, pero yo le dije que te daría la noticia. Charlie absorbió toda esa información con una total confusión de emociones vacilantes en su rostro. —Maldita sea, Dar — Finalmente dijo. — ¡Me alegro! Eso está muy bien. — Una sonrisa apareció en su boca. —Debió ser toda una sorpresa. El rostro de Dar se relajó en una rara amplia sonrisa,. —Si, sin duda lo fue—. Se rio en voz baja. —Sí. —Wow. — Charlie se recompuso. —Casi no sé qué decir. — Sus ojos fueron a Kerry. —El padre de Dar es un diablo de hombre. Kerry pasó un brazo sobre los hombros de Dar. —Lo sé. Él me adoptó. — Dijo. — Quiero mucho a mis suegros. Las puertas de la cocina se abrieron. Charlie se volvió, cuando Rufus asomó la cabeza con timidez en el interior. —Hey, Rufie. Vamos ven aquí.

El muchacho obedeció, acercándose y apoyando las manos sobre la mesa. Charlie puso su brazo alrededor de él. —Adoptamos a Rufie también. — Dijo. —Está aprendiendo cómo manejar la cocina, ¿verdad? —Sí. — Rufus sonrió. —Dar me va a llegar a dar un paseo en su barco, papa. — ¿Es serio?— Preguntó Charlie. — ¿Crees que me llevaría a mí también?— Miró a Dar. — ¿Tenéis que salir pronto de aquí? —Na—. Dar respondió fácilmente. —Estamos pensando estar por los alrededores, haciendo un poco de buceo. Kerry y yo sólo necesitábamos un poco de tiempo libre. —Genial—. Charlie parecía haber recuperado el ánimo por completo. —Mañana vuelve Bud. Sé que le encantaría verte—, dijo. — ¿Se necesita una cama para la noche? Dar negó con la cabeza. —Estamos bien en el barco. Aunque tendrás que cobrarme la energía del muelle, Charlie. Me lo puedo permitir. Él se rio entre dientes. —Si ya me lo dijiste la última vez. — Se puso de pie. —Bien. Nos vemos mañana, entonces. Tengo que limpiar este lugar, y llevar a este pequeño cachorro a la cama. —Adiós. — Rufus hizo un gesto con la mano a Kerry. —Encantada de conocerte. —Encantada de conocerte también, Rufus. — Respondió Kerry. —Nos vemos mañana. —Adiós, Dar. —Buenas noches, Rufus. —, Dijo Dar, viendo como los dos desaparecían en el interior de la cocina, dejando a ella y Kerry en el solitario esplendor en la habitación. Con un suspiro, Dar apoyó la cabeza contra Kerry. —Estoy destrozada. —Yo también—. Murmuró. — ¿Estás interesada en una buena cama?— Decidió postergar la conversación de esa extraña noche, hasta después de haber tenido una buena noche de sueño. —Eso significa que tengo que levantarme y caminar, ¿eh? —Podría tratar de llevarte. Dar se levantó y tiró de Kerry con ella. Dejaron el pequeño restaurante y caminaron por el sendero, ahora iluminado sólo por la luna que se derramaba desde la playa. Estaba increíblemente tranquilo, sólo los sonidos de las olas rompiendo el silencio de la noche. Deslizó su brazo alrededor de la cintura de Dar y apoyó la cabeza en su hombro. mientras caminaban. Trató de pensar en lo que había oído, pero las dos jarras de cerveza que se había bebido no estaban ayudando, y finalmente tuvo que contentarse con concentrarse simplemente en volver al barco. —Urmph. — Ella ahogó un bostezo mientras entraban en el muelle. Dar abrió la puerta de la cabina y entraron. Kerry ya se estaba quitando la ropa, mientras caminaba hacia el dormitorio, balanceándose suavemente. Dar se puso detrás de ella y la tomó por los hombros, guiándola hacia la cama y tirando de las mantas hacia atrás. Kerry se arrastró con gratitud en los confines suaves, y esperó hasta que Dar se deslizó detrás de ella, sintiendo el calor de su desnudo cuerpo rozando el suyo, de una manera muy agradable. Varios pensamientos zumbaban como abejas a través de su mente, pero los espantó cuando enredó los brazos y las piernas con los de Dar, y se acurrucó cerca de ella, dejando los problemas para otro día.

*** Dejó que sus ojos se abrieran, cuando la luz del sol asomó a través de la escotilla, posándose sobre la cama. Permaneció inmóvil durante un rato, observando el sueño de Kerry acurrucada contra ella, con el brazo de la mujer rubia envuelto alrededor de su cintura. Kerry siempre había sido así, pensó. Incluso cuando apenas se habían conocido la una a la otra, había notado el instinto casi inconsciente de Kerry por un estrecho contacto. Una mano en la espalda o el hombro, haciendo una conexión con ella que parecía tan natural como respirar. Al principio se había sentido algo desconcertada con eso. Nunca había podido soportar que la gente la tocara. Pero un día, se había dado cuenta, después de que Kerry había puesto las manos sobre sus hombros, después de una reunión agotadora, que lejos de oponerse a ello, su cuerpo estaba deseando de repente su tacto. Debería haber sido tu primera pista, cabeza de culo. Miró con ironía al techo de la cabina. Kerry cambió de posición, rodando sobre su otro lado, liberando a Dar, por el momento. Como ya estaba despierta, decidió levantarse y sacudirse las telarañas, y tal vez sorprender a su amante con el desayuno. Se deslizó con cuidado fuera de la cama y metió las sábanas en torno al cuerpo dormido de la rubia, entonces deambuló por el pasillo hacia el cuarto de baño. Después de lavarse la cara y los dientes, salió del baño en su traje de baño, tirando de su pelo hacia atrás para sujetarlo con una goma de pelo, mientras caminaba. El barco se movía suavemente y se mecía con ella, haciendo su camino a la cubierta hacia atrás y hacia el sol. El muelle estaba muy tranquilo. Al parecer era el único barco que estaba allí. La playa estaba vacía a excepción de unas pocas gaviotas, y el agua a su alrededor estaba tranquila, con sólo unas pocas pequeñas ondulaciones, lo que daba a entender que había vida marina alrededor de ellas. Hermosa mañana. Se apoyó en la barandilla de popa, dejando que sus pies se situaran bajo el peldaño inferior. Luego se echó hacia atrás y estiró su cuerpo, manteniéndolo hasta que sintió que el pop columna suavemente volvía a su lugar. Luego extendió los brazos e hizo un par de rotaciones lentas, dando a todo su cuerpo un buen calentamiento. Satisfecha, volvió a su posición vertical, a continuación, sólo por diversión hizo un par de series de sentadillas, antes de soltarse de la barandilla. Con cautela, extendió los brazos y miró su rango de movimiento, complacida cuando su hombro lesionado respondió con sólo un leve mal humor, lo que le permitió girar el brazo en casi un círculo completo. Ah. Rio para sus adentros felizmente. El buceo y la relajación parecían estar haciendo su trabajo. Con un gruñido de satisfacción, comprobó las cuerdas del barco y los aparejos, y luego volvió a entrar para dirigirse a la cocina. Llenó la olla de agua y la puso en un segundo plano, a continuación, examinó sus opciones para el desayuno. Ah. Cogió una caja del armario y la dejó, y luego se volvió a conseguir un tazón.

De repente sintió una punzada por la espalda, y luego un grito ronco que provenía del dormitorio. Volvió corriendo a la habitación donde encontró a su amante sumida en una evidente pesadilla, con los puños apretados sobre las sábanas. — ¡Ker!— Se acercó rápidamente y la sacudió suavemente. — Kerry! — ¡N ... no! ¡No!!! ¡¡¡NOO!!! —Repentinamente se despertó con un grito ahogado, con los ojos bien abiertos. Miró a su alrededor salvajemente, parando cuando sus ojos se encontraron con los de Dar. —Oh. — Suspiró, todavía respirando con dificultad. —Dar. —Tranquila—. Dar le frotó el hombro. Kerry levantó una mano temblorosa a la cabeza. —Mierda. — ¿Estás bien?—, Preguntó en voz baja. —Sí. Estoy bien. — Respondió, visiblemente tratando de serenarse. —Estoy bien. Sabía que su amante era buena en muchas cosas, pero mentir no era una de ellas. Se deslizó bajo las sábanas y la atrajo en sus brazos, acercándola en un intento de consolarla. Por un momento, pensó que iba a fallar, pero entonces el cuerpo de Kerry se relajó y se desplomó contra ella, mientras hundía la cara en su hombro. Shh. — Dar le acarició el pelo desordenado. —Está bien. Te tengo. —Odio las pesadillas. — Susurró. —No creo que a nadie le gusten, cariño. A mí tampoco me gustan. — La acarició, pensando la creciente racha de los malos sueños de la rubia, que habían aumentado desde su vuelta de Michigan. — ¿Era el mismo sueño?— La peor de las pesadillas recurrentes era ella viendo morir a su padre en el hospital, y ahora Dar se preguntaba cuánto tiempo le tomaría a ese horror desvanecerse. —Sí—. Movió la cabeza y apoyó la mejilla en el brazo de Dar. —Bah—. Su voz había perdido su ronquera, pero parecía más normal. — ¡Qué manera de despertar! Dar acarició su mejilla. Podía ver los restos brillantes de lágrimas atrapadas en las pestañas de Kerry, pero su expresión se había relajado y parecía mucho más tranquila. — Había pensado dejarte dormir un poco más. Debería haberte despertado . —Mm. Sí. — Estuvo de acuerdo, con una sonrisa irónica. Acarició el vientre de la morena con un movimiento tranquilizador juguetón. —No me levanto así cuando nos despertamos juntas. No. Se dio cuenta. Es verdad. —Lo tendré en cuenta la próxima vez. — La volvió a abrazar. — ¿Que te apetece desayunar? Un ojo verde se giró hacia ella. — ¿Vas a cocinar? —Sí. A menos que pienses que ya has tenido suficiente con esa pesadilla. Kerry sonrió débilmente. —Siempre y cuando pueda tomarme una aspirina. Tengo un dolor de cabeza que podría derribar a un AS400 a cien metros. Dar deslizó sus manos hacia arriba y agarró la nuca de Kerry, amasándola suavemente. Kerry se desplomó contra ella de nuevo y cerró los ojos mientras intentaba relajar cuidadosamente los músculos tensos bajo los dedos. —Espera. — Alivió un nudo en la base del cráneo de su amante y sintió el cambio de vértebra. —Hm. — ¿Cuál es su veredicto, Dra. Dar?—, Preguntó. La besó en la cabeza. —La Dra. Dar dice que debes pasar todo el día holgazaneando conmigo y relajándote.

—Oo—. Kerry exhaló. —Eso suena como una gran medicina. Dar le dio un último roce y, a continuación, se levantó de la cama. —Te prepararé el desayuno. Vamos. Kerry voluntariamente se revolvió debajo de las sábanas y la siguió como un perrito, con un dedo enganchado en la parte posterior del traje de baño de Dar. —Permítanme que me ponga algo. — Se soltó de su pareja cuando se acercaban al cuarto de baño. —Y lavarme la cara. Dar siguió su camino, agachándose detrás del mostrador, alcanzando la olla de agua hirviendo. —Silencio. — Frunció el ceño, mientras vertía el agua ya hervida en las tazas que había dejado preparadas, con el café.. Luego sacó unas fresas del pequeño frigorífico y las cortó en rodajas, colocándolas sobre unos cereales. Había terminado cuando Kerry apareció, con el cabello húmedo y su cuerpo cubierto con una camiseta. Se acercó y se apoyó en el mostrador, apoyando la mejilla en el brazo de Dar. — Gracias por cocinar para mí, cariño. Dar rio en silencio. —Y lo has hecho como a mí me gusta. — Cogió una de las fresas y se la llevó a la boca, masticándola. —De nada. ¿Quieres ir afuera? —Claro. — Se volvió y abrió la nevera, sacando un yogur y agregándolo a la bandeja, que la morena había dejado en el mostrador. Añadió las dos tazas de café, luego dio un paso atrás cuando Dar terminó lo que estaba haciendo y lo dejó todo en la bandeja. Siguió a Dar a la cubierta de atrás, sonriendo al notar el aire fresco del mar soplar en su contra. Esperó a que Dar pusiera la bandeja en la mesita, tomó su asiento habitual y tomó su café. Los pocos sorbos parecían aliviar su dolor de cabeza y se echó hacia atrás, apoyando un pie desnudo contra el reposapiés, mirando hacia el horizonte. La pesadilla la había sacudido. Dejó la taza y tomó su tazón, vertiendo un poco de leche en los cereales y los revolvió con su cuchara. Tomó un bocado, lo masticó, escuchando hacer lo mismo a su amante. Ver morir a su padre había sido bastante malo. Pero en su sueño, lo estaba reviviendo una y otra vez, pero ahora era diferente. La figura rígida de su padre había sido reemplazada por la de Dar, y la sensación de total realidad, la impotencia y el shock de la pérdida la obligaba a despertarse gritando todo el tiempo. Se obligó a tragar el nudo repentino en su garganta. — ¿Ker? ¿Cómo lo sabe? Miró a su derecha. — ¿Hm? Dar la observaba con una expresión de preocupación. — ¿Estás bien? Vamos, Kerrison. Déjalo ir. Es sólo un maldito sueño. —Sí. — Le sonrió, tratando de transmitir su gratitud sin decirlo. El rostro de Dar se relajó y sus ojos se suavizaron, al parecer, recibiendo el mensaje. —Bueno. — Se movió con firmeza en su nuevo enfoque. —Quiero saber más sobre Charlie y Bud. — Tomó otro bocado de sus cereales. —Y papá. —Mmph. — Tragó un bocado. —Es una larga historia. —Mi clase favorita. —, Dijo Kerry.

—Estaban en una clase especial de entrenamiento juntos. —, Dijo Dar, entre bocado y bocado. —Papá dice que desde el inicio, Bud siempre le estaba confrontando, desafiándolo, mientras que Charlie era todo lo contrario. —UH Huh. —Así que, después de graduarse, los tres, junto a otros seis chicos fueron asignados a una unidad de operaciones especiales, y los enviaron fuera por seis meses. — Continuó. —Papá dijo que Charlie era un gran tipo, muy amable, con el que se podía pasar el rato, pero Bud era el típico militar duro y antisocial. —Ya veo. —Ellos estaban ... en alguna parte ...y terminaron bajo el fuego. —, dijo Dar. — Realmente no sé lo que pasó, yo no estoy segura de querer preguntárselo a papá, pero terminó con papá llevando a Charlie sobre sus hombros, después de haberse topado con una mina, supongo, donde perdieron a otros dos chicos. —Oh. —Así que después de eso, Charlie consiguió el alta, y Bud volvió un mes después de eso. Y finalmente se supo que eran amantes. —Ah—. Kerry terminó su cereal y comenzó con el yogur. —Así que, entonces Bud acusó a papá de perseguir a su pareja. De alguna manera, estaba convencido de que la única razón por la que lo salvó fue porque quería impresionarlo, y conseguir meterse entre los dos— Negó con la cabeza. —Creo que eso lo resume todo. —No. — Se mostró en desacuerdo con suavidad. —Él sólo no ve la imagen real. — Tragó un bocado y señaló con la cuchara a su compañera. —Él no quería pensar, en el hecho de que este chico estaba enamorado, de la cabeza a los pies, de tu padre. Dar dejó de comer, con la cuchara todavía en su boca, con los ojos casi cómicos sobre su pareja. —No me irás a decir que no lo pensaste. — Balbuceó. — ¡Vamos, Dar! Dar retiró la cuchara. Kerry, hizo falta un examen médico para darme cuenta que estaba enamorada de ti. Dame un respiro, ¿de acuerdo? Kerry volvió a sus cereales, reprimiendo una sonrisa mientras miraba por el rabillo del ojo a su amante. — ¡Hijo de puta! —Te das cuenta de que acabas de abrir la caja de Pandora, ¿verdad? —Hijo de puta. *** Kerry tomó un sorbo de la pajita metida en su vaso de té helado, mientras leía el libro que sostenía en su regazo. Acababan de terminar el almuerzo, y fiel a su palabra, Dar estaba tumbada en la silla a su lado, sin hacer nada más que estar allí, sin hacer nada, tomando el sol. Su novela de misterio era interesante, pero de vez en cuanto, miraba a escondidas, a su compañera. El traje de baño de Dar se aferraba a su cuerpo moldeando perfectamente sus líneas esculpidas, que se movían lentamente mientras dormitaba.

Se alegró al ver que los moretones habían desaparecido del hombro, dejando sólo una leve decoloración, apenas visible por el bronceado. También se había dado cuenta de que Dar había dejado de acudir a las sesiones de terapia prescritas. Negó con la cabeza con ironía, y volvió su atención a su misterio medieval. Su propio hombro dislocado había tomado semanas de terapia física en curarse, y seguía teniendo cuidado cuando hacía escalada de pared en el gimnasio. Estiró las piernas desnudas y las cruzó en el tobillo, luego alzó la vista de nuevo cuando el sonido de un motor de barco rompió el silencio pacífico. Inclinó sus gafas de sol y miró hacia abajo, preguntándose si era el mismo barco que las había pasado el día anterior. Era aproximadamente del mismo tamaño, pero todavía estaba demasiado lejos para asegurarse. Se estaba acercando, sin embargo, y sospechaba que el muelle era su destino. Dejó el libro a un lado y se estiró, cerrando los dedos alrededor de la muñeca de Dar. — ¿Hm?— Se agitó, volviendo la cabeza hacia Kerry. — ¿Qué me cuentas? —Compañía—. Señaló. Dar sacó sus gafas de sol, revelando sus agudos ojos azules que escanearon al recién llegado, con atención, olvidándose del sueño en el que estaba metida. —Ah. — Murmuró. —Nuestros amigos curiosos. — ¿Son ellos? ¿Seguro? Asintió. —Los mismos números de identificación en el arco. Kerry entrecerró los ojos, se volvió y miró a Dar asombrada. — ¿Puedes leer esos? Otro movimiento de cabeza, y un encogimiento de hombros. —Sí. Es ... — Hizo un gesto vago cerca de su cara. —Sólo a veces tengo problemas para leer. — Una pausa. — Sólo a veces. No estaba segura de si debía estar más sorprendida por el barco, o por la franca admisión de Dar de sus problemas de visión. Finalmente se decidió abordar el barco primero. —Vienen hacia aquí. —Eso parece. —Podría ser sólo una coincidencia. — Razonó. —Tal vez se enteraron de la comida. —Podría ser. — Asintió, llevando sus gafas de nuevo a la nariz y reanudando su posición relajada. —Supongo que pronto lo averiguaremos. Kerry sintió una punzada de aprensión, insegura de lo que podría pasar. Observó el barco acercarse cada vez más cerca, reduciendo la velocidad para prepararse para atracar varios metros lejos de ellas. Se le ocurrió que tanto ella, como Dar estaban lejos de su mundo habitual, y si realmente se encontraban problemas, no sería tan fácil tratarlos como lo era en su habitual vida del día a día. Dar, sin embargo, parecía estar completamente a gusto, por lo que se reclinó en su silla y abrió su libro, continuando con su lectura. El pequeño barco atracó, y cuatro personas se bajaron, tres hombres y una mujer. Dos de los hombres continuaron hasta los muelles hacia los edificios, pero el tercero, y la mujer se dirigieron hacia ellas. Kerry mantuvo la cabeza baja, pero los observó mientras se acercaban desde detrás de sus gafas de sol, evaluándolos.

Estaban vestidos, con camisas y pantalones cortos bien planchados, con oro visible en el cuello y las muñecas, y Kerry enseguida tuvo la sensación de sofisticación y dinero. La mujer tenía el cabello rubio, de unos tonos más oscuros que el de ella, recogido en una coleta que mostraba sus pómulos altos, elegantemente integrados en su cara. Se comportaba con un sentido de auto-posesión agresivo. Era la única que estaba liderando el camino hacia el barco. El hombre detrás de ella era alto, de pelo oscuro, y flaco hasta el punto de emaciación. Tenía la frente alta, y llevaba un maletín sobre el hombro con un teléfono celular por satélite recortado a la misma. Tal vez lo único que querían era saludar. Razonó. Tal vez sólo les gustaba el barco. Tal Vez ... — ¿Hola?— La mujer se dirigió a ellas. — ¡Discúlpeme! El sonido de la intrusa fue tan amistoso como un auditor de hemorroides. Kerry cerró su libro, consciente de la alerta vigilante de Dar a su lado. —Hola. — Contestó. — ¿Podemos hacer algo por usted? La mujer puso sus manos sobre sus delgadas caderas y miró a Kerry. —Estamos buscando algo de información ... ¿quizás nos puedan ayudar? Hm. —Claro, si podemos. ¿Quieres subir a bordo?— Ofreció respondiendo cortésmente. Entraron a la barandilla, luego hacia abajo a la cubierta y se acercaron a ellas. Kerry observaba cómo estaban mirando a Dar, que estaba a todas luces felizmente dormida. La mujer volvió su atención a Kerry. —Mi nombre es Christen Mayberry. — La mujer se presentó. —Este es mi socio, Juan Carlos. — Hizo una pausa, dando a Kerry una mirada inquisitiva. —Kerry—. Un impulso repentino de reticencia se apoderó de ella. —Roberts—. Se escuchó el bufido débil de sorpresa de Dar, y sonrió. —Me da gusto saludarte. Christen se aclaró la garganta. —Represento a un consorcio de salvamento. Nos han contratado para hacer un poco de investigación y localización de trabajo en esta área. Les vimos por el estrecho ayer, y me preguntaba a qué se debía su interés por esta zona. Kerry ordenó sus pensamientos, sintiendo una cierta sensación de alivio. —Nada, en realidad. — Dio a la mujer una sonrisa tranquilizadora. —Estamos de vacaciones. — ¿Y escogió este lugar al azar?— El hombre le preguntó de repente. —No. — La voz baja de Dar interrumpió. —Elegí el lugar porque tiene una gran vista y buen pescado. — Levantó una mano e inclinó sus lentes hacia abajo, dejando al descubierto sus ojos, los cuales estudiaron a sus visitantes. —Sin ánimo de ofender. — El hombre sonrió. — ¿Han encontrado algo bueno? —Una anguila tan alta como yo. — Dijo Dar arrastrando las palabras en voz baja. —Y muchos payasos. —Bueno, eso es genial, entonces. — La actitud de Christen había cambiado de repente. — ¿Se quedarán por aquí un tiempo? Tal vez podamos cenar juntos. Somos nuevos por aquí, y no conocemos a muchas personas. — Se apoyó en la barandilla de nuevo. —Los lugareños suelen ser bastante duros de roer.

Kerry y Dar intercambiaron miradas rápidas. —Nos quedaremos por los alrededores unos pocos días, sí. —, Respondió Kerry. —Estoy segura de que nos podremos juntar. —Genial—. Christen sonrió. —Encantada de conocerte Kerry. — Sus ojos se dirigieron a Dar interrogante. —Esta es mi pareja, Dar. — Señaló. —Estoy encantada de conocerte también. —Estoy seguro que nos volveremos a ver. —, Dijo Juan. —Vuestro barco es precioso. —Gracias. — Contestó Dar. — ¿Qué es lo que busca recuperar el consorcio? No pensé que hubiera nada por aquí que valiera la pena. Juan miró a Christen. —Es un encargo privado. —, Explicó Christen. —No podemos hablar de ello. — Tomó el codo de Juan. —Vamos, dejaremos que sigan con lo que están. Ya fijaremos más adelante una fecha para la cena. Vamos, Juan. Christen y Juan volvieron y bajaron del barco, paseando por el muelle. Ambas los vieron irse, luego se miraron entre sí. — ¿Qué diablos fue todo esto?— Preguntó Kerry. —No lo sé—. Dar se sentó y apoyó los codos en las rodillas, estudiando a su compañera. —No me ha gustado nada su actitud. — Medio sonrió. —No sé por qué les invitaste a subir. Kerry se mordió el labio inferior. —No voy a objetar ... —, dijo Dar. —Sólo me ha sorprendido. Kerry cruzó un tobillo sobre la rodilla, y se frotó un poco de arena de su piel. — Sabes. — Dijo finalmente. —No estoy realmente segura de por qué lo hice. — Su cabeza rodó hacia un lado, mirando a Dar con tímida honestidad. —Déjame pensar en ello durante un tiempo. —Claro—. Asintió. —En cuanto a nuestros visitantes ... no sé cuál es su juego, pero ahora estoy deseando haber traído los ordenadores portátiles con nosotras. — ¿Para saber quiénes son?— —Sí. Tamborileó con los dedos sobre el brazo del sillón. —Bueno, supongo que tendremos para descubrirlo a la manera antigua. — Dijo. —No crees que van a ser un problema, ¿verdad? —Na—. Dar negó con la cabeza. —Seguro que son sólo algunos buscadores en busca de oro. Puede que no volvamos a saber más de ellos, ahora que saben que no estamos interesadas. — Se puso las gafas y volvió a su posición cómoda. —Eso es verdad. — Kerry metió las rodillas bajo la barbilla y envolvió sus brazos alrededor de ellos, mirando hacia el mar, pensativa. —Eran un poco raros. —Mm. —Aunque tenían muy buen gusto. — Añadió. —Pero, Dar, ellos simplemente no parecen tipos de mar. Sabes a lo que me refiero. Dar abrió un ojo. —Tal vez son el final del negocio. — Sugirió. —Ya sabes gente de dinero. Kerry frunció los labios. —Simplemente no me gustan.

—Bien. — Capturó su mano y la apretó. —Siempre he confiado en tu buen juicio para las personas. — Dijo. —Por qué no ... — — ¡Dar Hey! Dar se sentó, mientras oían pasos acercarse rápidamente. Rufus corría por los muelles hacia ellas. —Hey. — Dar lo saludó. Se detuvo en seco delante de la embarcación. — ¿Puedo subir a bordo? —Claro—. Dar le hizo señas. El niño sonrió y se apresuró hacia el barco, mirando a su alrededor con los ojos abiertos, mientras caminaba por la cubierta de popa. —Guau. —Bonito, ¿eh?— Dar se puso de pie. — ¿Quieres ver el interior?— Se ofreció. — ¡Claro!— Rufus la siguió con entusiasmo, mientras abría la puerta, mirándola con asombro mientras caminaba. — ¡Muchacha, Dar. Tienes un montón de músculos! Kerry ahogó una risita, cuando captó la mirada de consternación perpleja en el rostro de su pareja. —Sí, estoy segura. — Contestó Dar. —Eso es un poco raro para una chica, ¿eh? —Sí. — El niño asintió solemnemente. —Pero es realmente genial. ¿Puedes coger un caimán? Dar se rio entre dientes. —Vamos. — Desaparecieron en el interior, dejando a Kerry reanudar su meditación tranquila. Se echó hacia atrás en su silla y exhaló. — ¿Qué demonios está pasando contigo, Kerrison?— Apoyó la cabeza en su puño y trató de mirar dentro de sí misma por una respuesta. Finalmente, levantó los ojos y exhaló, asintiendo con la cabeza un par de veces. Su familia la había puesto tan furiosa, pensó, que una parte de ella quería dejarlos atrás. Tal vez esa misma parte pensaba que podría acabar con sus pesadillas. ¿Era bueno o malo? No estaba segura. No parecía molestar a Dar, pero; de hecho, Kerry sospecha que a Dar le gusta un poco el robo de su apellido. Con el ceño fruncido reflexivo, cogió la fuerte cadena de oro de su cuello y miró el anillo insertado. Ella y Dar llevaban sus anillos de compromiso de la misma manera, y ahora estudió la inscripción en el de ella con cuidado. Luego sonrió y empujó a sus pies, sacudiendo la cabeza mientras caminaba hacia la cabina. A continuación, un movimiento le llamó la atención y se volvió para ver un barco mucho más pequeño, sólo una esquife motorizada, acercándose hasta el muelle. El motor se detuvo. Entonces un hombre alto de pelo grisáceo, con una acumulación ronca salió. Estaba vestido con uniforme desteñido y remendado y una camiseta sin mangas negra. Se ajustó una gorra azul cuando se detuvo en el muelle. Sus ojos se posaron en su barco y se volvió, examinando con cuidado de proa a popa. Luego giró sobre sus talones y se dirigió hacia los edificios, caminando con determinada y potente zancada. —Sabes—. Kerry apoyó en el borde de la puerta de la cabina. —Si fuera del tipo de juego, apostaría que ese chico es Bud—. Observó cómo el hombre se cruzó con Christine y Juan, que regresaban a su barco, sin decir palabra. Los dos siguieron de nuevo su camino, pero no sin una mirada en dirección a Kerry. —Esto no me gusta nada. — ¿Has dicho algo, Ker?— Dar apareció a su lado. —Voy a encender los motores y dar a Rufus el paseo que le prometí.

—Suena como una gran idea. — Le dio unas palmaditas en el lateral. —Voy a soltar las cuerdas. — Saltó al muelle y los liberó, consciente de ser observada desde el otro lado del camino. Algo definitivamente estaba pasando. Kerry sospechó que lo averiguarían tarde o temprano. *** Era el atardecer, cuando volvieron de nuevo al muelle, y lo primero que Kerry notó fue la otra embarcación había desaparecido. Se sentó en la proa de la Bertram mientras Dar dirigía la misma, después de haber disfrutado de su paseo por la tarde. Rufus era un chico lindo. Encontró su entusiasmo por todo lo náutico adorable, y viendo a Dar a explicar el funcionamiento de los grandes motores diésel fue un momento precioso, que le hubiera gustado plasmar en su cámara. Rufus obviamente adoraba a su pareja, y hasta ahora estaba pegado a su lado, mientras ella manejaba la embarcación en el muelle. Hizo una nota mental para pedirle a Dar que la dejara manejar la embarcación, nave en algún momento, aunque este pequeño muelle probablemente no era lo mejor para empezar. Dar tuvo que cambiar los motores diésel marcha atrás dos veces, y luego los detuvo, dejando que fuera a la deriva en su lugar. Kerry bajó al caer suavemente los parachoques y aseguro las cuerdas. El sol poniente estaba convirtiendo la playa de arena blanca en un dorado intenso, en contraste con los edificios de madera, formando una escena tropical de acuarela. Se apoyó en un pilón y metió las manos en los bolsillos, simplemente disfrutando de la vista. —Hey, Ker. — Dar saltó del barco al muelle. —Mira eso? Kerry amablemente miró hacia abajo, hacia donde le señalaba. Sus ojos se abrieron. —Whoa ... ¿qué es eso? Una mujer joven estaba corriendo alrededor de las olas en lo que parecía ser una tabla de surf, aunque tenía un mango y al parecer un motor. Mientras observaba, la chica hizo una gran figura en ocho, sobre la sobre la superficie del agua. Se agarró el hombro de Dar. —Ooo—. Cantó. —Yo también quiero. — Estiró el cuello para ver mejor. — ¡Las rocas! Dar sonrió. —Pensé que ibas a decir eso. — Se dio la vuelta y vio a Rufus saltar del barco. —Está bien, Rufus, dile a tu amigo que tiene un cliente. —Genial!— Sonrió a las dos. —Voy a decírselo. Iré a ver papa Bud, también. — Repiqueteó fuera por el muelle, sólo para girar y volver corriendo, lanzando sus brazos alrededor de Dar y dándole un abrazo. —Gracias por el paseo! —Sin problemas. — Dar parecía un poco avergonzada, pero le devolvió el abrazo, antes de que el muchacho se alejara. —Buen chico. —Mmhm. — Kerry estuvo de acuerdo. —Tiene muy buen gusto, adorando a sus héroes. Dar puso los ojos. —No empieces, Kerrison. Se rio. —Pero es tan lindo. — Bromeó, acariciando la mejilla de Dar. —Vamos. ¿Qué tal una ducha antes de ir a cenar?

Se volvieron al escuchar unas fuertes pisadas acercándose. Charlie cojeaba por los muelles hacia ellas, dándoles un gesto amistoso. — ¡Hola, Dar! Esta levantó una mano en señal de saludo. —Buenas tardes, Charlie. El gran ex militar se detuvo cuando las alcanzó. —Buenas tardes, a las dos. Escucha, tengo que pedirte un favor. —Claro. — Respondió fácilmente. —No me han podido entregar el combustible a causa del maldito clima en el sur. Tendremos que cerrar esta noche. ¿Te importa si cenamos aquí en el barco—? —No, en absoluto. —, Dijo Dar. —Tenemos una mesa dentro. ¿Qué tal si salimos y cenamos bajo las estrellas? Charlie sonrió. —Suena genial. A Bud le encantará. ¿Nos vemos en una hora? —Claro con Gusto. Charlie se volvió y cojeó hasta el muelle, agitando su mano en señal de despedida. —Bien. — Kerry reflexionó. —Eso es interesante ... Supongo que utilizan un generador de combustible, ¿no? —Sí. — Dio un paso hacia el barco y le ofreció su mano. —Así que tendremos que ser las anfitrionas esta noche. ¿Es un buen trabajo para ti? —Definitivamente—. Se dejó tirar a bordo. Muy injustificadamente, se había desarrollado una aversión cautelosa hacia Bud, a quien ni siquiera había conocido aún, y se alegró de que su primer encuentro fuera en un lugar de su territorio. En realidad, debía reconocer que no era justo para el hombre. Pensó que su actitud para con este hombre, era debido a su reacción visceral, que profesaba una aversión por alguien que ella quería mucho y admiraba, aunque estaba dispuesta a dar una oportunidad a Bud, especialmente desde que Dar estaba también dispuesta a sentarse a cenar con él. Entró en la cabina después de Dar y echó el ojo a su alrededor. —Ve a tomar una ducha primero, voy a limpiar un poco por aquí. Dar miró a su alrededor y, a continuación, le dirigió una mirada irónica. —Correcto. Esta sucio. Gracias, Ker. — Bromeó, refiriéndose al aspecto aseado habitual de su espacio de vida conjunta. Se encaminó hacia el cuarto de baño, cogiendo una toalla de camino. Kerry tamborileó con los dedos sobre el mostrador de la galera, pensando mucho. *** Dar trajo la taza de café a la mesa y volvió a su asiento. Habían terminado la cena, y la conversación se había vuelto más informal. Bud se comportaba, y que había descubierto en Kerry un fans de las cámaras. Dar sospechaba que la noche iba bien, y se relajó, echando un vistazo, inquieta, fuera en el mar oscuro. Habían anclado cerca de su inmersión del día anterior, y la luna había cooperado, iluminando la zona en un resplandor de plata fantasmal. El océano estaba recogiendo un poco, meciendo al Bertram ligeramente, pero no lo suficiente como para molestar realmente nadie. —Así que, Dar. — La voz de Charlie le llamó la atención. — ¿Tienes algún plan para las vacaciones?

—En realidad no. — Contestó. —Sólo hemos estado buceando, tomándolo con calma. — Explicó. —Ha sido un año de mucho trabajo. —Si, algo he oído. —, Dijo Bud. Tenía una voz muy profunda, y por lo general sin emociones. Hacía juego con sus ojos oscuros y un poco encapuchados, y la atenta mirada que habitualmente tenía. —Scuttlebutt dijo que la gente tiene que hacerse cargo de todos los conciertos de servicios. —Eso es correcto. — Kerry respondió, con una sonrisa. —A partir de enero vamos a tener que hacernos cargo de una gran cantidad de infraestructura. En caso de ser un buen proyecto. Bud la miró. —Ten cuidado que no te metas muy arriba. Ya conoces a la Armada, Dar. Si son capaces de señalar con el dedo, te lo mente en el ojo. —No son tan diferentes a las demás empresas—. Kerry intervino. —Confía en mí, cuando eres el comprador de servicios, si puedes culpar a los demás por cualquier cosa, lo harás. Tenemos que lidiar con eso todo el tiempo. Hubo un momento de silencio, y luego Bud se aclaró la garganta y miró a Dar. — He oído hablar de tu padre. — Rugió. —Eso es lo bueno, Dar. Kerry se retractó prolijamente sus garras mentales y tomó un sorbo de cerveza. —Fue ... — Dar estudió su vaso. —Una de las cosas más increíbles de mi vida. — Negó con la cabeza. —Pero luego, este último año ha estado lleno de cosas para mí. — Sus ojos se dirigieron a Kerry, con cariño. — ¿Él vive abajo, cerca de su antigua casa?— Preguntó Charlie. Kerry se rio entre dientes. —En este momento, él y mamá están cuidando de nuestro perrito. — Contestó. —Por lo general viven en su barco. Bud resopló. — ¿Barcos? ¿Perritos? Esa no es la misma gente que recuerdo. Dar se encogió de hombros. —Las cosas cambian. La gente cambia. Pasaron por mucho. Bud resopló de nuevo, y las garras de Kerry se asomaron, sólo un poco. —Me gusta su barco. Creo que fue una gran elección para ellos vivir en él. — Contestó. —Sí, bueno, si tú lo dices. —, Dijo Bud. —Si que han tenido que cambiar mucho las cosas si Ceci Roberts a sacado su trasero de casa para ir de pesca. —Oh, no creo que ella haría eso. —, Dijo Kerry. —Pero Te ... Hizo una pausa cuando un sonido de motor llegó a través de las ventanas medio abiertas. Miró hacia fuera, al igual que el resto de la mesa, y vio una gran nave, un bien iluminado crucero pasar lentamente por delante de ellos. —Hm. Dar se apoyó en el respaldo de la banqueta y lo estudió. —Ese es uno grande. Bud se levantó y caminó detrás de ella, en cuclillas y apoyando los codos en el alféizar. Entrecerró los ojos, estudiando la nave. —Eh. — Señaló. Charlie también se acercó a la ventana. —Oye, sabes, creo que vi ese barco, hace dos días, a sotavento de nuestra isla. — Dijo. Kerry apoyó la barbilla en la cabeza de Dar. —Dar, podría ser ese barco tan odioso que nos pasó en el estrecho —Es difícil de decir. — Murmuró. —Vamos a echar un vistazo. Llegaron a la puerta, pero cuando Dar la abrió, un altavoz de repente cortó el silencio de la noche.

—Dixieland Yankee. No tire el ancla. Quédese donde está. En breve será abordado. Dar parpadeó, y luego abruptamente su cerebro empezó a funcionar a toda velocidad. — ¿Abordar? ¿Quiénes diablos son? Charlie miró por encima del hombro, cuando el barco empezó a llegar a ellos. — Diría que algún pez muy gordo con un montón de dinero. Dar se dirigió hacia el puente. —Kerry, ayúdame a recoger el ancla, ¿vale?— Gritó, mientras salía por las escaleras. —Vosotros quedaros ahí! Bud volvió. —Ni hablar. Iré con ella. — Señaló a Charlie en el pecho. —Voy a subir—. Se dio la vuelta y siguió a Dar hasta el puente. Charlie se quedó en la puerta, mirando el gran barco. Dar giró detrás de la consola y pulsó los interruptores para retraer el ancla del barco, sus ojos se desviaron hacia la nave que se aproximaba. —Siento como si estuviera atrapada en una película barata de la semana. — Murmuró, mirando hacia arriba cuando Bud apareció a su lado. — ¿Esto sucede mucho por aquí? Bud no respondió. — ¡En ancla!— La voz de Kerry se levantó de la proa. — ¡Baja la parte superior!— Dar gritó, mientras pulsaba los botones de arranque para los motores diésel. Los motores rugieron a la vez volviendo a la vida. —Dixieland Yankee, repito. Quédate donde estás. Estás invadiendo aguas restringidas. — ¿Estamos?—, Preguntó Dar. —Mi culo. — Bud murmuró. — ¿Esta cosa tiene piernas? — ¡Kerry!— Dar bramó. — ¡Estoy abajo! —Espera. — Dar empujó dos aceleradores hacia adelante, y escoró el barco, viendo la salida del arco mientras los diésel se hundían en el agua. El barco más grande se movía para interceptarlos, y un reflector la golpeó en los ojos. Dar maldijo, pero se mantuvo al timón, observando la maniobra del otro barco. Aceleró a velocidad máxima los motores, sacudiendo el Bertram, hasta que puedo estabilizarlo. Detrás de ellos, el barco más grande los había empezado a seguir. — ¿Qué diablos es esto?— Dar gruñó. Bud se rio secamente, la primera vez que se rio esa noche. —Bienvenidas al Caribe, Paladar. Todavía hay piratas aquí, ya sabes. — ¿Piratas en un crucero de setenta malditos pies?—, le preguntó, mirando detrás de ellos. — ¡Jesús!— El reflector les inmovilizó. Podía oír los motores cada vez más fuerte. — ¡Kerry! ¡Corre todo abajo! — ¡Ya voy!— Kerry gritó. '¿Qué diablos está pasando? —Dixieland Yankee. Si no reduce la velocidad, le detendremos por la fuerza. Por favor, cumpla. —Bésame el culo. — Dar encendió dos interruptores en la consola, y empujó un poco más los aceleradores. Bud estaba metido entre los asientos y la consola, ya que la velocidad aumentaba y el viento se estrellaba contra ellos. —No te gusta seguir las reglas, ¿verdad?—, Comentó.

—Yo hago las reglas. — Contestó. —Espera. — Dejó los dos interruptores finales, miró detrás de ellos, hacia el barco, y empujó las palancas totalmente hacia adelante. Con un rugido gutural, los compresores del motor sonaron consiguiendo que su velocidad se duplicara. —Mierda. — Bud se agarró a la barandilla. Dar miró hacia atrás, y sintió que su corazón disminuía su velocidad. Miró de nuevo, tragando el nudo nervioso de su garganta, tratando frenéticamente de averiguar qué hacer a continuación. La brújula marcaba hacia el sur, y el buscador de profundidad mostraba una buena profundidad bajo su quilla. La única pregunta era, ¿a dónde diablos ir y qué iba a hacer cuando llegaran allí? *** Kerry exhaló con alivio al ver la gran distancia del buque detrás de ellos. — Disculpa. — Pasó junto a Charlie, que todavía estaba en la puerta de la cabina. —Esto se está poniendo muy repulsivo. —No me digas. — Charlie miró el gran barco. — ¿Qué diablos habéis hecho para que os traten así? —Ojalá lo supiera. — Entró en la cabina y se dirigió hacia la zona de almacenamiento, volteando el asiento hacia arriba y sacando una funda larga y negra. La puso sobre la mesa y le desabrochó las capturas, levantando la tapa. En el interior, una poderosa escopeta negra azulada descansaba, emitiendo el distintivo aroma de aceite para armas. —Ah. — Charlie estaba mirando sobre su hombro. —Me figuraba que Dar tendría una de estas. Kerry sacó el arma. —No es de Dar. — Murmuró, volteando el arma para sacar los cartuchos. —Es mía. — Levantó la mirada hacia el hombre sorprendido. —Aprendí a disparar a los ocho años. — Cerró la escopeta y se guardó un puñado de cartuchos extra, antes de dirigirse a la puerta. Realmente nunca le habían gustado las armas. De hecho, las armas de fuego le asustaban, y se había dado cuenta de ello, cuando había tenido que enfrentarse a una en Chicago. Pero ella se había dado cuenta de que odiaba, aún más, la sensación de sentirse impotente, por lo que había salido con la escopeta, que era un arma que por lo menos sabría manejar. Estaba bastante segura de que su padre nunca había tenido la intención de que sus hijos tuvieran que usarlas para este resultado en particular. Siempre había encontrado irónico que de todos sus primos y hermanos, fueran capaces de usar un arma, sin casi haber aprendido a andar. Se puso de pie junto a la puerta y se asomó, sosteniendo la escopeta cerca de su cuerpo. Entornó los ojos. Podía ver figuras que se movían hacia fuera, sobre la proa de la embarcación más grande, manejando el reflector molesto y moviéndose por la barandilla. Charlie cojeó detrás de ella, y apagó la luz de la cabina, dándoles una mejor vista. —No tiene sentido embellecer un objetivo. — Comentó. —Me pregunto qué quieren.

—No tengo idea—. Suspiró, al darse cuenta de que la embarcación más grande estaba acercándose a ellos de nuevo. Intentó agarrarse el marco de la puerta cuando el Bertram se escoró, y luego aceleró de nuevo en una nueva dirección. —Jesús, Dar. Aguas internacionales. No había nadie, en realidad, a quien pudieran llamar. Podrían, Kerry se dio cuenta, pero si se metían el problemas reales allí, pasarían semanas antes de que nadie lo supiera. — ¿Dar? — ¡Lo sé! Kerry exhaló. — ¿Ker? — ¿Sí? — ¡Esto podría acabar mal! Kerry salió a la popa, y trabajó el mecanismo de escopeta. — ¡Estoy armada! —Genial—. Dar se sintió más que un poco agotada. —Aquí estoy jugando al Capitán Kidd y tengo a Wyatt Earp en la popa. Bud se inclinó sobre el borde de la consola, mirando a la rubia. — ¿Ella sabe cómo usar esa cosa? Dar gruñó, centrándose en su ruta. Delante de ella, el cielo ya no tenía estrellas, y mientras miraba hacia al cielo, un rayo revoloteó, esbozó enormes nubes de tormenta. — ¿Esa es la tormenta de la que me hablabas?— Señaló. —Es una gran tormenta. — Bud declaró. — ¿Quieres meterte de lleno en ella? —No exactamente. — Dar miró detrás de ella. El gran barco estaba definitivamente ganando terreno. —Pero podría sernos de ayuda. — Trazó un curso, y luego se acomodó, envolviendo sus piernas alrededor de la silla del capitán. — ¡Kerry, guardarla! ¡Voy a estar en movimiento! Oyó el golpe de la puerta de la cabina. —Muy bien, gilipollas. Vamos a ver si puedes pegarte conmigo—. Se dirigió entre dos diminutas islas deshabitadas. El barco corrió sobre las olas, ahora perceptiblemente agitado. El reflector se movía sobre sus cabezas. Sintió el reflejo en su cuello y sacó el barco en un giro leve, primero a un lado y luego el otro. El sonido de una explosión la hizo mirar hacia arriba y alrededor, tanto ella como Bud se agacharon cuando una bengala chamuscada pasó a su lado, por estribor. Dar pasó un momento infructuosa deseando como el infierno su padre estuviera a su lado, y luego puso toda su atención a enhebrar el barco por el estrecho canal. —Tienes poca profundidad. — Bud ofreció. —Lo sé. — Mantuvo un ojo en el medidor de profundidad, y el otro en las boyas de parpadeo de la ruta. Un trueno retumbó por encima, casi oscureciendo el sonido de los motores. Otra llamarada chilló por, esta vez en el lado de babor. —La próxima vendrá por nuestra espalda, supongo. El ex lacónico marinero afirmó. —Rápida manera de detenerlo. —Gracias. — Los ojos de Dar se estrecharon, y avanzó su ruta ligeramente a su izquierda. Entonces, sin previo aviso, giró el volante, enviando a la embarcación en una curva rápida. Se enderezó, y luego fue a la derecha de nuevo, obligando a su perseguidor a seguirlos.

Oyó sus motores chillar, cuando lo hicieron, y con ese sonido, Dar sonrió. — Pillado. — Susurró, apisonando los aceleradores casa y rozando por una línea específica en el mar con un toque ligero y precisa sobre los controles. Bud estaba agarrando la consola, con los ojos muy abiertos. Dar observó al metro de profundidad. —Vamos ... vamos .... — Sonó una advertencia, y mantuvo sus dedos sobre el volante, cruzando el resto de las partes del cuerpo. El Bertram enhebró una línea pequeña en el centro del metro, la bocina sonando cada vez más fuerte mientras los sonidos de su cabeza también se hacían más fuertes. — ¡Jesucristo!—, Gritó Bud. El barco brilló sobre una sección del agua, entonces la bocina dejó de sonar, justo cuando se oyó un crujido horrible detrás de ellos. Se atrevió a dar un rápido vistazo detrás de ella, para ver el gran barco escorarse a un lado. De nuevo se concentró en mirar hacia adelante, hacia la lluvia que ahora golpeaba el escudo alrededor de la consola. Cada nervio de su cuerpo estaba vivo. Podía ver su propia sonrisa reflejada en el cristal. Apenas se mantuvo a sí misma dejando escapar un grito salvaje de triunfo. —Está bien. — Notó el sonido de orgullo en su voz. —Ahora vamos a salir de aquí. Bud seguía sin soltar las manos de la barandilla. — ¿Quién diablos te enseñó a navegar?—, preguntó. Los ojos azules de la morena brillaron de orgullo. —Mi padre. — Respondió, saboreando el momento. Luego abrió el micrófono para las comunicaciones internas. — ¿Kerry? —Aquí. — La voz de Kerry sonaba un poco sin aliento. —Mierda, Dar. —Sí. — Redujo un poco los motores, que ahora trabajaban contra la creciente corriente del mar. —Estamos fuera de ellos ... Voy a dar la vuelta y ver si puedo conseguir salir de esta tormenta, y volver a la isla desde el otro lado . — ¿Puedo hacer algo? —Supervisar la radio. Mira si esos bastardos piden ayuda. Quiero saber quiénes son. —Hecho. Dar cerró el micrófono apagándolo. Kerry dejó el micrófono en su base, pero sin soltarlo, durante un buen rato, mientras sus nervios se estabilizaban. —Está bien. — Dijo finalmente, recobrando la compostura. —Me alegro que todo haya terminado. —Yo también. — Charlie estuvo de acuerdo. Estaba sentado de forma segura en una de las sillas atornilladas a la cubierta. —Ahora, ¿qué es lo siguiente?— Él se levantó y miró por la ventana. —Sí. — Kerry se dirigió a la cocina y sacó una botella de Gatorade, haciendo estallar la parte superior, bebiendo varios sorbos. Dejó la botella. —Ahora todo lo que tenemos es que preocuparnos del tiempo. — Volvió a la radio y la encendió, subiendo el volumen un poco. La escopeta ya estaba metida de nuevo en su bolsa, bajo el asiento, y ahora que el peligro inmediato había terminado, sintió que todo su cuerpo temblaba en reacción. Con un suspiro, se sentó en la otra silla, dejando descansar las manos sobre los muslos.

—No estás muy acostumbrada a estas cosas ¿verdad? —, Preguntó Charlie. Kerry le dirigió una mirada irónica. —Soy una republicana del Medio Oeste con una licenciatura en tecnología de la información. ¿Qué te parece? El gran hombre se echó a reír. —Pues lo has hecho muy bien. — Dijo. — ¿De qué parte del medio oeste eres? —Michigan. — Respondió. —Saugatuck. — —He estado allí un par de veces. — Dijo Charlie. —Fui por un par de trabajos, hace mucho tiempo. Se alegró de la distracción. — ¿Hay algo que ver ahí abajo?—, Preguntó con curiosidad. —Siempre me lo he preguntado. Además de cargueros caídos, quiero decir. Charlie se encogió de hombros. —No estábamos haciendo turismo. — Explicó, con una mirada de disculpa. —Se lo podrías preguntar al Gran Andy. Hizo dos viajes hasta allí. — Hizo una pausa. —Es extraño, hablar de él en tiempo real. —Me lo puedo imaginar. — Se echó hacia atrás, cruzando las manos sobre su vientre. —De todas formas se lo preguntaré. — Sonrió. —Recuerdo la primera vez que fuimos a bucear con él. Él es como un pez. — Agitó una mano en el aire. —Siempre lo fue. — Charlie reconoció. —Es algo natura en él. Kerry asintió. —Lo sé. Dar es igual. —Ah. — Charlie levantó la vista cuando la puerta se abrió, y Bud entró. —No es lo que esperábamos cuando vinimos a cenar, ¿verdad?— Se dirigió a su compañero. Bud sacudió la cabeza y resopló. —Malditos locos bastardos. — Dijo. —Hemos estado cerca. —Creo que Dar lo hizo bastante bien. — Interino ella. —Están en las rocas. —La Suerte. Una ceja de Kerry se levantó. — ¿Con Dar? Nunca. — Kerry se levantó y caminó hacia la cocina de nuevo, retomando su botella de Gatorade. —Ella siempre sabe lo que está haciendo. — Aspiró una bocanada de la bebida. —Ahora sólo tenemos que averiguar quién era y por qué. —Bueno, podrías volver y preguntárselo. — Charlie bromeó débilmente. Kerry se apoyó en el mostrador. — ¿Esto es algo que sucede a menudo? Sé que estuve leyendo algo en los periódicos locales de Miami, sobre la piratería moderna, pero no creo que los piratas conduzcan yates de lujo. Bud y Charlie se miraron el uno al otro, pero no contestaron. Otra ceja de Kerry se levantó. —No eran piratas. — Bud finalmente murmuró. —Por lo menos, no los que solemos ver por aquí. Ah. Se dio cuenta de que ninguno de ellos podía mirarla a los ojos. —Así que a veces ocurre. —Oh, bueno, se oyen cosas. — Charlie intervino. —Ya sabes. UH Huh. —No, en realidad no. — Respondió. —Pero entonces, ¿quiénes eran ellos? Bud se encogió de hombros. —Tal vez simplemente no les gustó la actitud de Dar. — Sugirió. —Rasgo hereditario.

Kerry estaba bastante sorprendida, al oírse a sí misma, producir un gruñido casi audible. —Disculpa. — Dijo. —Tengo que vigilar la radio. *** Dar desenganchó la botella de agua de plástico de debajo de la consola y se tragó su contenido, satisfecha con su nuevo curso. Se movían con cierta rapidez. Los vientos habían recogido unos veinte nudos, y el mar estaba subiendo, pero el Bertram cabalgaba las olas sólidamente, y sabía que podría dar la vuelta, hacia el este, alrededor de la cara oculta de la isla en aproximadamente diez minutos. Se dio la vuelta en su asiento y miró hacia atrás, protegiéndose los ojos contra la lluvia. Sólo podía ver las luces de circulación del otro barco hacia atrás, subiendo y bajando. La profundidad habría sido lo suficientemente profunda para rastrillar el casco del barco más grande, y tal vez incluso pincharlo. Aunque estaba en una situación complicada, añadida al mal tiempo, no tenía absolutamente ningún reparo en dejarlos a su suerte. Giró alrededor y pensó en eso por un minuto. —Está bien. — Se dirigió a los controles. — ¿Qué haría papá?— Los diales y medidores estaban en silencio. Papá haría ... rio secamente. Papá podría haberse quedado y desafiado al otro barco. Pero su madre no lo hubiera permitido. Al diablo con ellos. Todavía sentía la adrenalina recorrer su cuerpo, casi vertiginoso de su escape exitoso. Esperaba conseguir la velocidad suficiente para correr hasta el centro de dos arrecifes paralelos, manteniendo su quilla derecha, sabía que funcionaría, pero también sabía que había tenido mucha suerte y sus propias habilidades de pilotaje. Pero. Movió los dedos, mirando sus propias manos fuertes. Lo había conseguido. Se rio de forma privada, aclarándose la garganta. Recuperó su expresión seria cuando escuchó que alguien se acercaba hasta la escalera, detrás de ella. Un vistazo por encima del hombro, trajo su sonrisa de vuelta. —Hey. Kerry tenía su chubasquero puesto, y llevaba otro para ella. —Hola. — Tomó el asiento al lado de Dar y le entregó el impermeable. —He pasado mucho miedo. ¿Qué hay de ti? Dar rio, inclinándose hacia atrás y tirando de su brillante chaqueta de lluvia roja. — Tienes razón. ¿Qué demonios le pasa a esa gente? Se apoyó en la consola. —No lo sé, pero me gustaría encontrar una mejor salida, Dar. Esto no es divertido. —En serio. — Se colocó la capucha, y luego miró a Kerry. — ¿Estás bien? Los ojos verdes parpadearon en la lluvia brumosa. —Eso fue realmente aterrador. Entrelazó los dedos por el cabello húmedo de Kerry. —Lo sé. —Tus viejos amigos me están poniendo los pelos de punta. —Lo siento. — Le acarició la nuca. —Bud es bastante abrasivo. — Admitió. —Me mantuve en contacto sobre todo debido a Charlie. Él es un buen tipo. Kerry suspiró, agravada. —Él está casado con un idiota. Dar la miró. —Hay un montón de gente que diría lo mismo de ti. — Bromeó. — Eso que estar casada con un idiota, quiero decir. — Añadió.

—Pah—. Se echó a reír. —Está bien, estoy de mal humor, no me gusta tener miedo, y los barcos negros misteriosos, que hacen grandes imitaciones piratas, realmente me sacan de quicio. — Miró hacia arriba cuando un trueno sonó por encima de ellas. —Vaya, gracias. Eso lo ayuda. Extendió la mano y tiró de Kerry en su regazo. Sin soltar el abrazo, ajustó el rumbo del barco un poco, dirigiéndose hacia el este. —Vamos a estar fuera de la lluvia pronto, y luego nos dirigiremos a St. Johns. Una vez que estemos allí, voy a llamar y tener ese maldito barco desprotegido. ¿Suena como un plan? Kerry encontró que ni siquiera la lluvia ni las dos capas de plástico podrían arruinar el buen abrazo de su compañera. Gruñó suavemente mientras se lo devolvía. —Me gusta. — Estuvo de acuerdo. — ¿Tenemos reservas en St. Johns? —Uh huh, en el Caneel Bay. — Contestó Dar. — ¿Es que el que tiene las siete playas?— Estaba intrigada. — ¿Y DSL en las habitaciones? Dar asintió. —Con ordenadores portátiles de alquiler. Tienes todos los elementos esenciales cubiertos. El micrófono crujió. —Hey, Dar. — La voz de Bud llegó a través. —Recibí una llamada de socorro derribando aquí. 117.9 —Gracias. Voy a sintonizarla. —, Dijo Dar. —Estamos llegando en torno a la parte oriental de su isla. —Yeap. — El micrófono se apagó. Frunció el ceño y sacudió la cabeza, mientras sintonizaba la radio marina. Por unos momentos, no se escuchó ningún sonido, por lo que pensó que había encontrado un canal equivocado. Entonces un sonido áspero entró en erupción, y vino una voz a través. — ¡May Day! ¡May Day! ¡Ayuda! —Oh. —Aquí la sirena del mar ... en el mal tiempo ... hunde ... Las palabras se cortaron. Dar miró a la radio, y luego miró detrás de ellos. —No creo que sean ellos. — ¡Ayuda! Aquí la sirena del mar ... y media de mal tiempo. Perdí mi motor, del velero... en agua. —Oh, eso es malo. — Kerry se sentó. —Él necesita ayuda. — Miró a Dar. —No tendrán ninguna oportunidad el control de sus velas. Dar tecleó el micrófono. —Sirena del Mar, aquí Dixieland Yankee. ¿Sabe de su ubicación?— Lanzó el micrófono y esperó. No hubo respuesta. —Sirena del Mar, ¿me copia? Todavía sin respuesta. Entonces, finalmente, — ¿Hola? Aquí la sirena del mar. Creo que estoy fuera de St. Johns ... frente a la costa occidental — Una ruptura, con estática sonaba. — ¡Está lloviendo como el infierno! ¡Creo que las olas son de veinte pies! Kerry se levantó. —Avisaré a nuestros pasajeros, y buscaré el equipo de seguridad. — Besó a Dar en los labios. — ¿Podremos encontrarlos? Dar encendió la pantalla del radar, que no mostró nada. Habida cuenta de que no estaba familiarizada con aquellas aguas, y no tenía idea de lo que realmente buscaba, no quería dar a su compañera falsas esperanzas. —Haré todo lo que pueda. — Contestó.

—De acuerdo, entonces. — Kerry respondió alegremente, antes de volver y dirigirse hacia la escalera. Dar negó con la cabeza, tratando de enfocar su mente en el nuevo reto, mientras volvía a escuchar el sonido de un nuevo trueno y del viento creciente.

Parte 3 Dar sopló el pelo mojado de los ojos y se inclinó hacia delante, mirando a través de la lluvia, con el ceño fruncido. El tiempo había empeorado mucho, y el barco ya estaba siendo sacudido por las olas de gran altura. Tenía el gran reflector, en el arco, encendido pero casi no daba mucha luz. El Bertram rodaba sobre el mar de fondo, mientras se mantenía atenta tanto a al radar como a los sonidos del entorno. Estaba tan concentrada; que no oyó a su pareja acercarse, y casi saltó cuando ésta se dejó caer en el asiento a su lado. — ¡Yeeeah! Kerry se sorbió los mocos, y tiró de la chaqueta más cerca. —Lo siento. — Palmeó la espalda de Dar. —No quise asustarte. —Mmph. — Dar recobró su compostura. La miró a los ojos. —Sabes, no hay razón para que también sufras aquí fuera. —Sí, la hay. — No estaba de acuerdo. Puso cuidadosamente los codos en la consola. —Puedo sentarme aquí y enfrentarme a lo que la mejor madre naturaleza pueda ofrecer, o me puedo quedar abajo y comerme todas las galletas. —Ah—. Dar miró más de cerca. —Sí, te ves un poco ... —Sólo me llaman Kermit. — Admitió, la deglución. —No creo que me mareé. —Creo que se le puede culpar al clima, esta vez. — La consoló. Kerry hizo una mueca, y luego esbozó una débil sonrisa cuando el Bertram rodó en las ondas de nuevo. —Mira el horizonte. — Dar le aconsejó, tomándola de la mano. —Cariño, te quiero. — Se apoyó en el hombro de Dar. —Pero no tienes que tomar mi mano, de verdad. Rio suavemente, presionando hacia abajo en la muñeca de Kerry, con los dedos. — Trata de volver a llamarlo. — Dijo para distraerla. No había habido ninguna respuesta a sus dos últimos intentos de contacto, y pensó que el velero podría estar en problemas. Tomó unas cuantas respiraciones profundas y, a continuación, cogió el micrófono. —Sirena del Mar, sirena del mar. Aquí Dixieland Yankee. ¿Me copias? Nada —. Se detuvo y escuchó el crepitar, cerrando los ojos mientras el barco se lanzó hacia abajo. Dar cambió su agarre ligeramente, y luego volvió a pulsar, observando el rostro de Kerry con cuidado. Después de un momento, sus pestañas se abrieron, y una expresión de leve sorpresa apareció. — ¿Mejor?—, Preguntó esperanzada. —Eyah. — Kerry murmuró. — ¿Hiciste eso? Dar sonrió. —Oo. Te quiero —, Dijo Kerry. —Espera. Sirena del Mar, Sirena del Mar, ¿me copia? Un zumbido áspero repente cortó la línea. La explosión de un rayo iluminó el cielo y ambas se agacharon ante el reflejo. Agarró a Kerry para protegerla, al sentir su cuerpo tensarse. El barco quedó en el olvido, la tormenta fue olvidada, por ese breve instante. Oyó un fuerte crujido, y luego el resplandor desapareció, dejando una explosión salvaje de truenos.

—Mierda—. Miró hacia arriba, buscando el mástil con ansiedad, entonces sus ojos se desviaron a sus instrumentos, con la esperanza de no haber perdido el GPS o el sonar. Se relajó cuando el brillo iridiscente de los dispositivos se mantuvo estable. —Guau. — ¿Dar?— Fue amortiguada voz de Kerry. —Creo que ya puedes soltarme. —Oh. Lo siento. — Se enderezó, pero mantuvo un brazo alrededor de los hombros de Kerry. — ¿Estáis bien ahí arriba?— La voz de Charlie estalló de repente en la radio. — Ese lechón golpeó el agua justo al lado de la popa. —Estamos bien. — Respondió Kerry. —Todo está bien. La morena miró de nuevo hacia el cielo. —Esto no va a funcionar. Voy a girar y salir de aquí. — Decidió. —Daremos el aviso del mayday cuando estemos en el muelle. — Restableció su curso, y comprobó la profundidad. —No voy a correr el riesgo de la embarcación ni la tuya. —Dar. Se dio la vuelta y la miró a los ojos. — ¿Sí? Kerry conocía esa mirada. Sabía que a Dar no le gustaba ser desafiada, especialmente cuando perdía el equilibrio y estaba asustada. Pudo ver los alterados nervios en los ojos de su amante, y por los movimientos cortos e inquietos de las manos, en los controles, sabía que el temperamento de Dar la estaba poniendo muy nerviosa. — Él está esperándonos. — Dijo, muy suavemente. — ¿Podemos continuar unos minutos más? Tenía muchas ganas de decir que no. Kerry podría leerlo. —Deja que lo llame una vez más, a ver si al menos nos puede dar un clic. Si no ... — Vio el pelo mojado sobre la frente de su amante, medio ocultando sus ojos. —Al menos lo intentamos. —Está bien. —, Dijo Dar, brevemente. —Pero por favor, Kerry, ve abajo. —Está bien. — Asintió, flexionando su mano alrededor del micrófono. Hizo una pausa, y lo dejó antes de que acercarse y coger la mano de Dar, apretándola. —Gracias. —Grumph. — Ajustó los tornillos reguladores, y giró el barco, sobre una curva larga y poco profunda, para cortar a través de las olas. No quería dar la vuelta demasiado bruscamente y quedar atrapada en su interior, ya que las ondas crecerían hasta alrededor de seis metros. —Sirena del Mar ... Sirena del Mar. Si puede oír esto, por favor teclea dos veces. — Kerry pidió, hablando con claridad. Escuchó atentamente el silbido. —Sirena del Mar, por favor teclea dos veces si recibe esto. Estamos tratando de localizarlo. El silbido rompió, regresó, y luego rompió de nuevo. Kerry sonrió, luego miró a Dar. —Podría ser una coincidencia. —Sirena del Mar, por favor teclear dos veces más. — Dos clics le respondieron de nuevo, y luego una voz crepitó. — ¡Estoy aquí! ¡Ayuda! Dar suspiró y sacudió la cabeza. —Todavía no estamos seguros de poder encontrarlo. — Le advirtió. —Todo lo que he visto en el radar durante la última media hora es ... — Dar se detuvo y se acercó más al pequeño alcance. —Espera. — Aumentó

el pulso, y lo estudió, insegura. Puede ser que sea un pequeño bache, pero entonces podría ahora. —Sólo podría ser de vuelta en la onda. Pero ya se balanceaba la rueda alrededor, disparando los motores. —De cualquier manera, vamos a volver si eso no es de él. —Correcto—. Kerry puso el micrófono hacia abajo, y se levantó. —Voy a ir para arriba en el arco. Los ojos de Dar se agrandaron. —No sin un cinturón de seguridad. — Dijo. —No quiero verte salir por la borda. —Aye, Aye, capitán. — Le dio una palmada, y luego se dirigió a las escaleras, con cuidado bajando y pisando la cubierta. Charlie y Bud estaban de pie en la puerta de la cabina. —Creemos que lo hemos encontrado. — Les informó. —Vaya tiempo. — Bud cogió el tren de cuerda y flotación, arrojándolo sobre su ancho hombro. —Esto pasa porque algún imbécil no tiene el sentido común de no salir con este tiempo. — Se acercó a la barandilla, caminando alrededor de la proa. Kerry contó hasta diez en voz baja mientras tiraba de la cuerda de seguridad recortada doble y la enganchaba a un extremo da la barandilla. Luego continuó andando. El viento la golpeó mientras se acercaba a la parte delantera de la embarcación. A penas podía ver con la lluvia torrencial cayendo sobre los ojos. Luchó valientemente hacia adelante, cuidando de mantener su equilibrio mientras la misma se inclinaba cada vez más rápidamente. Se movía hacia arriba y abajo, y el agua del mar se estrellaba sobre los rieles, enfriando su cuerpo, incluso a través de su chaqueta. Llegó a la parte delantera de la embarcación y se arrodilló, mirando hacia la oscuridad. Lo único que podía ver eran las olas encrestadas y la lluvia. Las olas se levantaban y caían, por lo que era difícil de ver nada en absoluto. —Allí—. Bud estaba de pie junto a ella. —A estribor. Kerry esforzó sus ojos. —No veo nada ... oh. ¡Espera! — A través de una ruptura en las olas, vio un destello de color blanco, luego desapareció. Su mente trató de resolverlo como parte de un velero, y fracasó. — ¿Qué ... Dar, al parecer, también lo había visto. El Bertram cambió el rumbo a estribor, y los motores se redujeron. Kerry se inclinó hacia delante. Luego las olas rompían de nuevo, y ella consiguió volver a verlo. —Él volcó— gritó, reconociendo el destello blanco ahora como un casco volcado. —Yeap. — Bud no parecía sorprendido. —El muy idiota probablemente no trajo la vela. Se puso de pie, mordiéndose la lengua por las palabras agudas a su espalda. A medida que avanzaban podía ver el barco zozobrar con más claridad. —Está en la parte de atrás!— Señaló a una figura que parecía desesperada aferrada al casco. Luego sus ojos casi salieron de su cabeza, cuando el mar en frente de ella cayó, a veinte metros de altura en el naufragio. El estómago de Kerry casi salió de su nariz como la ola con cresta, entonces se agarró fuerte, aprovechando la ola hacia abajo. La ola cogió al bote de vela y se lo llevó, tirándolo hacia un lado. Vio con horror, a la pequeña figura, en la parte posterior, volar en el agua y desaparecer. Sin pensar

realmente en nada, se desabrochó su cuerda de seguridad y saltó a la parte superior de la barandilla, y luego saltó a la oscuridad. Golpear el agua fue un shock total. Hacía frío, la agarró sin piedad y le dio la vuelta. Kerry se abrió paso hasta la superficie y se dio cuenta de que probablemente acababa de cometer un gran error. Una ola casi la abrumó, pero montó a través de ella, entonces sintió que algo la golpeaba en el hombro. Se dio la vuelta para encontrar el flotador junto a ella, al que se agarró. La tormenta era demasiado fuerte para que oyera nada, pero sabía que estaba allí. Un inmenso miedo la golpeó en el estómago como si fuese un cuchillo. Se deslizó, y puso un brazo alrededor del flotador. Luego se volvió y se dirigió hacia el último lugar donde había visto al navegante desafortunado, tratando de no tragar el agua del mar, que constantemente lavaba su cabeza. Le resultaba difícil hacer cualquier avance. Entonces pensó que debería tomar las olas correctas, y así podría dejarse llevar por ellas y avanzar hacia su objetivo. Esperó a una, luego nadó en ella y dejó que se la llevara abajo y a través de la proa del barco volcado. El reflector de repente penetró la lluvia, ardiendo a través del agua agitada. Se rastreó sobre Kerry, deteniéndose un momento antes de que a regañadientes se desviara. Los ojos de Kerry lo siguieron, y luego se lanzó hacia adelante, cuando captó de sólo un vistazo una mano cerca de la parte trasera del barco. Luchó hacia allí, al oír el rugido sordo de los grandes motores diésel detrás de ella, mientras el Bertram luchaba por mantener su posición en el agua. — ¡Hey!— Kerry consiguió sacar su cabeza fuera del agua y gritó. Se sacudió con sus brazos a través de la ola, sintiendo bajo la superficie cerca del borde del casco volcado. Tres veces, nada, y de repente su mano tocó algo que no era agua, ni el barco. Sus dedos se cerraron, con una breve y sentida oración a Dios, deseando que fuera una persona y no un tiburón. Tiró con toda la fuerza que pudo reunir. Apenas tenía fuerzas. — ¡Vamos!— Dio otro tirón. Un brazo salió a la superficie, a continuación, una cabeza oscura y húmeda. Por un momento, no estaba segura de haber llegado a tiempo. Entonces la cabeza se levantó, el otro brazo salió a la superficie y el hombre tosió y escupió un trago de agua. — ¡Aquí!— Kerry puso sus manos alrededor del salvavidas. — ¡¡¡Espera!!!— No fue fácil, pero envolvió el dispositivo a su alrededor, y luego volvió la cabeza, en busca de la embarcación, en el otro extremo de la cuerda. Su fuerza estaba disminuyendo y el agua fría estaba empezando a hacerla temblar. — ¡¡¡Kerry!!! La voz de Dar a través de un altavoz era lo último que esperaba. Parpadeó a través de la lluvia, colgando de la cuerda. — ¡¡¡Sujétate a la cuerda!!!! ¡Te tiramos adentro! Oh. Perdió su agarre en la cintura. Buscó la cuerda, y finalmente la enganchó en el clip de metal grande que colgaba de ella. Se pegó muy a la cuerda de rescate y envolvió su brazo alrededor del hombre, sintiendo el tirón poderoso mientras era remolcada de vuelta al barco.

Las olas los golpeaban. Sintió dolor por todo el cuerpo, casi no le quedaban fuerzas para continuar agarrada. Llegaron más y más cerca del barco, hasta darse cuenta de la altura del mismo. Estaba acostumbrada a subir a bordo desde la popa, y ahora se preguntaba cómo iban a hacerlo. El Bertram se lanzó hacia adelante, y se estrelló contra el casco, golpeando su hombro en la fibra de vidrio. Aquello la dejó sin aliento. Aturdida intentó moverse al sentir que estaba siendo arrastrada. — ¡Espera!! ¡Espera!!— Gritó, luchando para asegurarse de que las correas estaban bien apretadas. El hombre parecía estar todavía muy aturdido, y él se aferró a la cuerda con los dedos temblorosos. Kerry sintió que su cuerpo salía del agua. Mantuvo una mano en el casco, tratando de mantener a flote al hombre. A medio camino, la iluminación se quebró, y el barco rodó, lanzándolos de nuevo hacia abajo, hasta que sus pies tocaron el agua otra vez. Se quedó sin aliento cuando la onda rodó hacia el otro lado, golpeándose contra el barco, con una fuerza impresionante. Levantó una mano en reflejo, esperando que no volviera a ocurrir. Su espalda se golpeó contra el casco, y sintió el comienzo de un hormigueo debajo de donde estaba agarrada por la cuerda, clavándosela en su caja torácica casi cortándole la respiración. Trató de levantar los brazos, pero no sirvió de nada. Estaba al borde del pánico cuando de repente unas manos tiraron de sus brazos y de su camisa. Unos brazos tiraron de ella por encima de la barandilla, cerrando los brazos alrededor de su cuerpo, reconociendo de inmediato a la persona. Giró la cabeza y hundió la cara en la camisa de Dar, sabiendo que ahora estaba a salvo y que todo estaría bien. — ¡Lo consiguió!— La voz de Bud rompió la lluvia. — ¡¡¡Charlie!!! ¡¡¡Sácanos de aquí.!!!!! Kerry sintió que el barco empezaba a moverse. La lluvia seguía arreciando. Ahora que todo había terminado, la adrenalina se precipitó fuera de ella, se sentía demasiado débil para moverse. Era más fácil simplemente sentarse en la terraza, envuelva en los brazos de su amante. Podía oír toser al hombre al que había rescatado. Su propia boca sentía como si hubiera estado chupando caviar, y su garganta estaba en carne viva de tanto gritar. —Buh. Los brazos de Dar se apretaron alrededor de ella. —Vamos adentro. Creo que mi pequeña héroe aquí necesita un poco de té caliente. Héroe. Kerry parpadeó. Santo cielo. Acabo de salvar la vida de alguien, ¿no? Una pequeña sonrisa de incredulidad cruzó su rostro, al sentir la sensación. Guauu. *** Dar apagó los motores, alcanzando y empujando la capucha de su cabeza antes de ponerse de pie. Habían escapado de la tormenta, y ahora su furia no era más que un rumor pesado y ligero en el horizonte. Exhaló, apoyada en la consola, tratando de reunir la fuerza necesaria para bajar por las escaleras.

Estaba exhausta. Más por el intenso estrés emocional que por la actividad física. Le temblaban las manos, se dio cuenta, y tenía un dolor de cabeza que empezaba en la nuca de su cuello y subía hacia arriba desde allí. Era bien pasada la medianoche. Esa noche, se dirigían a St. Johns, y todo lo demás estaba fuera de cuestión. Incluso aunque el tiempo no era arriesgado, no confiaba en sí misma para pilotar el barco, y sus investigaciones sobre su encuentro misterioso con el barco pirata tendrían que esperar al día siguiente. Ah bueno. Se sacudió. Anímate, Paladar y pon tu culo en movimiento. Se acercó a la escalera y poco a poco se abrió paso por ella, dando un paso a la cubierta y empujando la puerta de la cabina abierta. Entró y cerró la puerta detrás de ella. Dentro de la cabina, Kerry estaba acurrucada en el sofá, envuelta en una bata. Bud y Charlie estaban sentados en la mesa, y su amigo rescatado, el propietario del velero, estaba al otro lado de Kerry, envuelto en una toalla grande. Viendo a su compañera, deseo que todos los demás se fueran del barco, para concentrarse en Kerry que estaba muy pálida. En cambio, fue a la cocina y puso un poco de agua a hervir, jugueteando inquieta con una cuchara mientras esperaba que se calentara. —Estaba tratando de volver a puerto. — El hombre rescatado estaba diciendo. — No sé lo que pasó. ¡En un momento, se partió la vela mayor, y entonces lo siguiente que supe, era que estaba también sin motor y todo empezó a volverse loco! —Eso puede ser aterrador, Bob. — Kerry murmuró. —Yo zozobré en el lago Michigan una vez. No fue nada divertido. Bob negó con la cabeza. — ¿Tenéis algún teléfono?— Él se dirigió a Bud y Charlie. —Nop. — Respondió Bud. —Sólo la radio marina. — Se levantó y se fue. — ¿He dicho algo malo?—, preguntó vacilante. —Naw. — Charlie le tranquilizó. —Sólo ha sido un largo día. — Se aclaró la garganta. —Bueno, señor Gallareaux, estoy muy feliz de que todo saliera bien. Si quieres puedes tumbarte en una de las literas hasta que lleguemos a St. Johns. Bob miró patéticamente agradecido. —Todos habéis sido muy amables. — Miró a Dar, luego a Kerry. — ¿Cómo puedo pagar? Me salvaste la vida. — Él tenía una cara agradable, ligeramente redondeada con pómulos altos y amables, ojos color avellana. Un rubor visible de color asomó en la cara de Kerry. —Me alegro de que pudiéramos ayudar. — Le sonrió. —Me siento como un idiota. — Admitió. —He estado navegando desde que era un niño. No es como si fuera un novato, pero que la tormenta me pilló. —El tiempo siempre puede jugárnosla. — Charlie dijo plácidamente. —Bueno, vamos a dejar que estas señoras descansen un poco. Ha sido una noche muy larga para ellas. — Se puso de pie, cojeando torpemente hacia la puerta. —Los demás también deberíamos descansar. Bob se puso de pie, quitándose la toalla de su alrededor. —Aprecio la oferta. Estoy a punto de caerme de cansancio.

—Llegaremos mañana a St. Johns—, Dijo Kerry. —Si necesitas que te llevemos a otro sitio podemos hacerlo. — Por costumbre, sus ojos se posaron sobre los de Dar, que la observaba en silencio. — ¿Verdad? Esta asintió. —Claro, no hay problema. — —Gracias. — Él respondió simplemente. —Tal vez pueda empezar a salvar lo que me queda allí. — Dobló la toalla, la puso sobre la mesa, y siguió a Charlie. En la puerta se volvió y miró. —Te debo la vida. — Sus ojos se encontraron con Kerry, entonces él salió por la puerta y la cerró detrás de él. Después de un momento de silencio, miró a Dar dejando escapar un gemido. — ¿Tienes algún Advil para tomármelo con ese increíblemente y maravilloso café que estás haciendo? Dar parpadeó. — ¿Te duele la cabeza? —Bastante. — Se alegró de que todo el mundo se hubiera ido. —Me siento como que si hubiera sido atropellada por un camión. — Se enderezó con cautela, haciendo una mueca mientras su cuerpo protestó. —Ow. Dar todavía estaba emocionalmente confusa. Preparó dos tazas de café, cogió el bote de Advil, lo puso sobre una bandeja, y se sentó junto a Kerry en el sofá. — ¿Dónde te duele? Kerry se llevó una mano sobre su vientre. —Esa cuerda de sujeción casi me mata. — Bromeó débilmente. Dar le desató la bata y la abrió. —Jesús—. Sus ojos se abrieron ante la espeluznante contusión que rodeaba la cintura de Kerry. —Apuesto a que eso duele. — Tocó el hematoma, luego suavemente movió a su amante. —Está por toda la espalda, también. Se encontraba enclavada en el pecho de Dar. Era agradable, a pesar de que todavía estaba mojada. —Cariño, tienes que cambiarte. Estás mojada. — Murmuró. —Vas a coger frío. Examinó otro moretón que cruzaba la columna vertebral de Kerry. — ¿También te duele?— Sondeó con cuidado. —Un poco. — Respondió. —No creo que sea nada serio. —Gracias por su opinión, Dra. Stuart. ¿Te golpeaste la cabeza?— Deslizó sus dedos sobre el cabello rubio, sintiendo las irregularidades reveladoras. —No, no lo creo. —Dijo. —Solo estoy un poco dolorida. El agua era brutal. Dar acarició la parte de atrás de su cuello y le dio una palmadita. —Bueno, eso es lo que te pasa por ser un héroe. — Le dijo a su pareja. —Sabes que estaba aterrada de que te pasa algo, ¿verdad? Kerry se dio la vuelta y estiró su cuerpo fuera, poniendo su cabeza en el regazo de Dar, mirándola. —Yo también estaba asustada. — Respondió. —Me di cuenta, nada más saltar al agua, que estaba haciendo algo increíblemente estúpido. Dar sonrió brevemente. Kerry estudió el rostro de la morena, al ver la tensión residual en ella. Tenía los ojos inyectados en sangre, y había un profundo surco entre las cejas. Levantó la mano y le tocó la mejilla. — ¿Hacer cosas heroicas siempre parecen tan tontas?— Preguntó.

Dar dejó que su mano descansara sobre el estómago de Kerry, con su pulgar frotando suavemente sobre la piel, por encima de su ombligo. —Um—. Exhaló, dejando que algo de la tensión se disipara. —Es muy parecido a lanzar una nueva tecnología. Kerry parpadeó. — ¿Eh? —Si funciona, eres un genio visionario. Si no es así, eres un chiflado—. Explicó. —Salvaste la vida de ese tipo, y para eso hace falta tener montón de agallas. Tomaste una decisión y funcionó. —Hm. —Hice algo parecido Me arriesgué a pasar por esos arrecifes, y funcionó. — Quedó en silencio durante unos segundos. —Si no lo hubiera hecho, estaríamos en serios problemas en este momento, y si la embarcación no hubiera podido soportar los golpes de las olas, podríamos haber estado en un verdadero problema cuando saltaste. — Se aclaró la garganta, luego se inclinó y recogió el café, tomando un sorbo. — ¿Tienes frío?— bromeó, al oír la nota ronca en su tono generalmente suave. —No. — Dar dejó la taza. —Estaba gritando tu nombre, tan fuerte, que perdí mi voz por un tiempo. — Suspiró, aligerando un poco el peso de sus hombros. Levantó una mano y se frotó las sienes. —Creo que voy a tener que tomarme alguna de esas pastillas también. —Te diré algo. — Exhaló, se levantó, se ató la bata de nuevo, luego tomó su taza de café y bebió un trago abajo. —En vez de drogas, ¿qué tal si te quitas esa ropa mojada, y nos metemos en nuestra bonita cama, seca y suave?. —Sí. — Estuvo de acuerdo. —Eso suena genial. — Se puso de pie y se estiró, haciendo una mueca ante los estallidos de la espalda. —Espero que la tormenta nos pase de largo. —Dios. Yo también. — Ahogó un bostezo. —Quiero una bonita y tranquila noche de mimos contigo, antes de que tengamos que averiguar qué diablos está pasando aquí. —Abrazos. — Dar reflexionó. —Sí. Creo que necesito un abrazo. — Admitió. — Me siento con chorro de arena. Capturó la mano de Dar y la condujo hacia el dormitorio. En el interior, se volvió. Le desabrochó el cinturón de los pantalones cortos, dejándolos caer al suelo. La tenue luz en la habitación brilló sobre el rostro de Dar, en las sombras. Kerry podía oír su exhalación siendo tensa mientras se quitaba la camisa de manga corta y la dejaba sobre la cómoda. Ella se quitó la bata cuando Dar hacía lo mismo con su traje de baño. Ambas se deslizaron en la cama. Estaba oscuro, con las escotillas cerradas, todo estaba muy tranquilo. El barco se balanceaba suavemente, es violento movimiento ahora sólo era un recuerdo que se desvanecía a medida que Kerry se movía cuidadosamente sobre las sábanas suaves. Encontró los brazos abiertos, de su amante, esperando mientras se deslizaban juntas en un abrazo enredado. Ambas suspiraron, y luego se rieron. —Vaya día. — Dar bostezó. —Mm—. Con la oreja apretada contra el pecho de la morena, podía oír los latidos de su corazón. Mientras escuchaba, con una mano le acarició el costado, a ritmos lentos, hasta que ambos cuerpos se fueron relajando poro a poco. — ¿Hey, Dar?—, preguntó, después de un rato.

— ¿Hm?— murmuró. — ¿Cree que los chicos sólo buscaban una puntuación rápida?— Preguntó, su mente funcionando a pesar de su agotamiento. —Me refiero a los piratas. Tal vez que sólo vieron que teníamos un barco caro y que estábamos solas. Dar se quedó callada por un rato, aparentemente pensando. —Tal vez. — Finalmente respondió. —Un barco de este tamaño, tan lejos .. podría ser. Kerry volvió a bostezar, cerrando los ojos casi en contra de su voluntad. —Pero no estás segura, ¿verdad? Resopló suavemente. —Te lo diré mañana, cuando podamos obtener más datos de ellos. — Contestó. Todo quedó tranquilo de nuevo por un tiempo. Kerry mantuvo los ojos cerrados, pero no era capaz de conciliar el sueño, por los recuerdos de la noche. — ¿Dar?— Susurró. — ¿Sí?— Dar parecía bien despierta. —No salté al agua para ser un héroe. ¿Crees que fui estúpida? Dar le acarició la mejilla. —No lo creo. — Respondió. —Creo que había que hacerlo, tú estabas allí, y lo hiciste. —Sí. — Una pausa. — ¿Eso es lo que pasa contigo, cuando haces cosas como esta? —Ah ... — se aclaró la garganta. —Sí. — Sonaba vagamente avergonzada. —Sí, supongo que es así. —Mmph. — Kerry tomó aire, y luego lo soltó con un gruñido de satisfacción. El barco se mecía. Un trueno retumbó suavemente en la distancia. La paz por fin llegó cuando las dos cayeron dormidas. *** Lección uno. Miró a su reflejo en el espejo con ojos críticos. El heroísmo duele. Se puso las manos en las caderas y sacudió la cabeza ante la espectacular marca color púrpura, verde y rojo al otro lado de su estómago. —Me alegro de no tener que ponerme un bikini. — Comentó después de un momento, riendo y frotando las manos por el pelo, intentando dar una cierta apariencia de orden. Respirar profundamente le resultaba doloroso. Su espalda estaba rígida, pero sospechaba que después de un par de analgésicos y una dosis de relajación mejoraría. Fuera estaba soleado. Una buena noche de sueño había restaurado la mayor parte de su buen humor. Se cepilló los dientes y se puso su traje de baño color verde esmeralda. —No—. Respiró cautelosa. —Esto sí que se ve mejor. — Sus ojos se posaron sobre su cuerpo, ahora tan acostumbrado a su forma más pesada, más musculosa que era difícil realmente recordar cómo solía ser antes de conocer a Dar. Después de hacer un gesto de aprobación, salió a la cabina principal del barco. Dar estaba acurrucada en el sofá, con una bandeja de café, galletas y fruta cortada a su lado, en la mesa, y una revista doblada en la mano. —Hey, cariño. — La saludó. —Hola. — Dar puso la revista a un lado y se movió, empujando la bandeja hacia ella.

Kerry tomó un croissant, prolijamente dividido, mantequilla y mermelada, aplicándola a su superficie. Se sentó en el sofá, acurrucándose junto a su pareja. —Mm. — dio el primer bocado a su desayuno. — ¿Qué estás leyendo? Dar sostuvo la revista de administración de sistemas Unix. —Empollona—. Se rio en voz baja, sacudiendo la cabeza. — ¿Te sientes mejor esta mañana? Dar ahogó un bostezo. —Sí, pero todavía tengo un poco de sueño. — Dijo, tirando del cabello de la rubia. — ¿Qué hay de ti? —Bien. — Tragó otro bocado. —Me duele, no lo voy a negar. — Dijo, lamiendo un copo de sus labios. —Pero de una forma algo extraña, me siento bien, porque sé que fue por una buena causa. —Eh. — Dar flexionó su mano distraídamente, mostrando una débil sonrisa en sus labios. —Nunca pensé en ello, pero sí. Recuerdo la mañana después de que te robaran, cuando ni siquiera podía cerrar mi puño. — Miró sus dedos. Kerry cariñosamente capturó la mano de Dar y tiró de ella más cerca, besándola. — Estuviste increíble. —Ejem. — Se aclaró la garganta. Dejó la revista a un lado y tiró la bandeja más cerca, se sirvió leche y azúcar en una taza y luego la llenó con un poco de café. —Estaré contenta de llegar a St. Johns. — Tomó un sorbo. —El lugar al que vamos tiene buena comida y preciosas vistas. —Oo—. Aceptó el cambio de tema con gracia, dando a su amante una mirada con cariño. —Y realmente quiero acceder a internet para saber algo de esos bastardos. Sonrió. —Ya sabía yo que había algún tipo de motivo oculto. — Claramente tomó la taza de los dedos de Dar, tomó un sorbo, y luego se la devolvió. —Pero está bien, porque también quiero saber más sobre ellos. — Apoyó la barbilla en la cadera de Dar, sonriendo felizmente. —Estás de buen estado de ánimo. — Observó. —Sí, supongo que lo estoy. — Estuvo de acuerdo. —El miedo y la tormenta por la noche me lo ha provocado. — Hizo una pausa. —Algo así nunca está de más. —Uh huh—. Dar la miró burlonamente. —Tendré que recordarlo. —Por supuesto ... — Deslizó lentamente la punta de un dedo por el muslo de la morena. —Noches hedonistas llenas de amor y acción me han puesto en un mejor estado de ánimo. — Bateó sus pestañas rubias hacia su compañera. —Asegúrate de recordarlo, también. Dar se rio entre dientes. —Seguro. — Arrastró las palabras, pasando los dedos por el cabello de Kerry, mirando sus ojos cerrados. — ¿Qué tal si nos damos una ducha? Kerry se movió más cerca, apretándose detrás de Dar, hasta que estuvieron envueltas una alrededor de la otra. Apoyó la barbilla en el hombro de Dar, y sopló suavemente en su oído. — ¿Qué tal si sólo nos lo tomamos con calma por un rato?— Susurró, mirando los pálidos ojos azules parpadear antes de estrecharse ligeramente. — ¿O tienes prisa? Dar alivió sobre su espalda, luego se volvió hacia Kerry, deslizando su cuerpo contra el suyo. La besó suavemente, dejando que una mano se deslizara por la cintura. —

No hay prisa. — Respondió, frotando la nariz con Kerry juguetonamente. —Pero sólo quiero revisar que todas las ventanas están abiertas, y la pasarela bajada. Kerry gruñó, el fondo de su garganta. — ¡Qué dilema!— Suspiró. —Disfrutar de mi libido o mantener mi reputación del medio oeste en pie. Fuera la cubierta crujió, y los ojos de Kerry se abrieron, en contra de su voluntad. Dar rio. —Quizá deberíamos ... . —Si. — Se inclinó y la besó apasionadamente, sintiendo el cuerpo de Dar reaccionar, cuando se apretó contra ella. Sus costillas protestaron suavemente, pero no les hizo caso, prefiriendo concentrarse en la sacudida de la reacción sensual que calentaba rápidamente sus entrañas. Sus manos exploran el cuerpo de su amante, con impaciencia, los dedos deslizándose por debajo de la parte superior del bañador. Dar inhaló, encontrándose casi sin aire, cuando sintió el toque. Kerry contuvo el aliento al sentir la mano de Dar en lo alto de la parte interna de su muslo. Oh, al infierno con mi reputación. Sintió que la parte superior de su traje de baño se deslizaba de sus hombros, mientras tiraba de la camiseta de Dar, sintiendo el calor de su piel, y su peso presionado contra el cuerpo de Dar. — ¡Hey!— Una voz fuera estalló de repente. — ¡Hay alguien en casa!! Kerry se encontró cara a cara con una Dar letalmente frustrada, tal y como ella se sentía. —Arggghh. — Soltó el gemido suavemente, dejando caer su cabeza contra la clavícula de Dar. —Eso lo dice todo. — Dar suspiró. —Oh, muchacho. — Se aclaró la garganta y tragó saliva, tratando de recuperar la compostura. —Mierda. Kerry empezó a reír. —Continuaremos con esto. — Advirtió a su pareja. —Pero más tarde. — Con otro gemido, se desenredó de mala gana del cuerpo de la morena y se puso de pie, recolocando su traje de baño y frotando su cara para despejar el rubor que sabía estaría coloreada. — Jesús. Dar se estiró en el sofá y bostezó, acurrucándose como un gato grande, medio desnudo. Cogió su taza de café olvidada y bebió un sorbo, mirándola con una mirada seductora. —No estás ayudando. — Kerry pasó las manos por el pelo. —Déjame ir a saludar a nuestro invitado. Con una sonrisa, Dar se apoyó en la almohada del sofá y disfrutó un poco de la arrogancia sexy de Kerry, que ya se acercaba a la puerta para salir a la cubierta de popa. La oyó saludar a su invitado rescatado, y suspiró, poniendo su cabeza hacia abajo, sobre el tejido blando. *** —Buenos días—. Levantó una mano para saludar al hombre de pie en la cubierta. Bob estaba vestido con pantalones cortos de color caqui, un poco demasiado grandes para

él, y una camisa de polo que había estado usando la noche anterior. A la luz del día, su ligeramente redondeado rostro alegre y pelo rizado, completaron un cuadro de un hombre razonablemente guapo. —Vamos a bordo. Bob aprovechó su invitación y cruzó la pasarela. —Gracias. Buenos días. — Él respondió, mientras sus ojos se posaron sobre su cuerpo. Cortésmente, desvió la mirada. —El tiempo se aclaró al menos, ¿eh? Kerry volvió y contempló el horizonte claro. —Claro que sí. — Sonrió. —No estamos realmente listas para ponernos en marcha, pero ¿quiere venir y tomar un poco de café?— —Eso sería genial. Gracias. — Le devolvió la sonrisa cálida. —Escucha ... Yo, um .. — Miró a su alrededor, luego a ella. —Realmente quiero darte las gracias de nuevo, por lo que hiciste ayer por la noche. Kerry sintió una curiosa mezcla de placer y vergüenza. —Estuve encantada de ayudarle. — Dijo. —Y estoy muy contenta de que todo saliera bien. —Yo también. — Respondió fácilmente. Cortésmente sostuvo la puerta para ella. —No lo olvidaré. —Bueno, tú eres muy bienvenido. — Kerry entró en la cabina, con los ojos buscando a su compañera, que encontró detrás de la cocina. — ¿Tienes algún café extra allí, Dar? Los ojos de Dar se posaron en ella, luego la sonrió con ironía. —Claro, con mucho gusto. —Buenos días. — Bob la saludó. —Hola. — Contestó. —Iré organizándolo todo para que podamos salir. — Dijo a Kerry. —Pero antes quiero hablar un minuto con Charlie. —Está bien. — Kerry ocupó el lugar de ella, preparando el café. —Dales los buenos días de mi parte, ¿de acuerdo?— Realmente no tenía una necesidad personal para hacer frente a la problemática del brote, en ese momento. —Uh huh—. Dar le palmeó la espalda, luego se deslizó junto a ella y se dirigió a la puerta. Kerry sonrió para sí misma, y sacudió la cabeza. Luego alcanzó otra taza de la alacena. — ¿Cómo lo tomas?— Miró hacia arriba, un poco sorprendida de encontrar a Bob apoyado en el mostrador de la cocina. —Negro—. Respondió, aceptando la taza que le ofrecía. —Gracias. — Tomó un sorbo cauteloso. —Por lo tanto, Kerry. ¿De dónde eres? No llegamos a hablar mucho anoche. Kerry se sirvió una taza, añadió leche y azúcar, a continuación, se alejó de la cocina y se sentó en la mesa pequeña. Bob se sentó junto a ella, esperando pacientemente a que ella respondiera. —De Michigan. —, Dijo. — ¿Qué hay de ti? Bob sonrió. —Creí reconocer el acento. Soy de Detroit—. Dijo. —Mi familia es dueña de una propiedad en las afueras de la ciudad. — Hizo una pausa, sorbiendo su café. — ¿Fuiste a la Universidad de Michigan? Kerry asintió. —De hecho, lo hice. — Estuvo de acuerdo.

—Salí del estado para ir a la universidad. — Relató. —Boston—. Una mirada pensativa cruzó su rostro. —La familia de mi padre es de allí. Hombres marineros viejos, ya sabes. —Mm. —Ahí es donde aprendí a navegar. —, Dijo Bob. —Cuando era un niño, y luego otra vez cuando me hice mayor. Parece como si te gustara mucho navegar. — Claramente volvió sobre el tema. — ¿Es uno de tus hobbies? Kerry alzó la vista y lo encontró mirándola, viendo su cara con una débil, media sonrisa tímida. —No, no ahora. — Apoyó la cabeza en una mano. —La fotografía subacuática, y mantenerme al día con el trabajo. — Llegó a la conclusión de que Bob estaba mostrando algo de interés definido hacia ella, y no podía decidir si fuera divertido o algo para avergonzarse. — ¿Qué hay de ayudarme a dejar todo listo? Dar debe estar de vuelta pronto. —Claro. — Estuvo de acuerdo con amabilidad. —Lo que sea, soy tuyo. Uff. Se deslizó desde detrás de la mesa. Esperaba que el viaje a St. Johns fuera breve. *** Dar se metió las manos en los bolsillos mientras caminaba por el sendero de arena. La llegada de Bob definitivamente había puesto un nudo en sus entrañas. Había considerado dejar la mayor parte de la hospitalidad cuando casi había sucumbido a la tentación de tirarlo por la borda, por interrumpirlas. Ah, Dar. Se rio irónicamente a sí misma. No es un mal chico. Pateó una piña delante de ella, y miró por el camino vacío. Lo dejaremos en St. Johns, y eso será todo. Subió por las escaleras hasta el restaurante de Bud y Charlie, haciendo una pausa, con la mano en la puerta, cuando oyó voces dentro. —Pensaba que podías escabullirte de mí anoche, ¿eh?— Un gruñido. — ¿Dónde está el dinero? —Mira. Te he dicho que no tenemos dinero—. El tono de Charlie sonaba extrañamente tenso. —No se puede sacar dinero de una maldita roca. — ¿Sí?—, Respondió La voz extraña. —Bueno, o toses diez de los grandes, o habrá un montón de sangre en el suelo de este basurero, ¿me entiendes? —Podemos conseguir algo. — Bud intervino. —Pero tienes que darnos tiempo. Sabes que somos buenos para ella. —Yo no sé una mierda. — El extraño rio. —Volveré, y más vale que me des lo que me debes o te arrancaré la piel. — Escuchó unos pesados pasos dirigirse hacia ella. Apenas tuvo tiempo de dar un paso atrás para evitar ser aplastada cuando la puerta se abrió de golpe. Un hombre alto y corpulento con una camiseta sin mangas y pantalones vaqueros, demasiado ajustados, empujó más allá de ella, dándole una mirada superficial a su paso. Dar miró a su espalda, antes de volverse y entrar en el restaurante. Su aparición sorprendió a Bud y a Charlie. — ¿Qué está pasando?—, Preguntó ella, sin preámbulos.

—Buenos días, Dar. — Charlie no podía mostrar su sonrisa habitual. — ¿Pudiste tener una buena noche de sueño?— Bud estudió el suelo. —Si bien. — Respondió brevemente. — ¿Qué está pasando?—, Preguntó de nuevo. —No es tu problema. — Bud respondió con brusquedad. —Bud—. Charlie frunció el ceño. —Sólo son cosas de negocios, Dar. Nada importante. Puso las manos en sus caderas y los miró, como cuando solía cuestionar a sus gerentes de ventas, recién nacidos, que cuestionaban sus decisiones. —Trato todo el tiempo con todo tipo de negocios, pero nunca me amenazaron con hacerme daño, aunque la mayoría de la gente seguramente lo desearía. — Comentó. —Bueno ¿cuál es el problema? — ¡No es asunto tuyo!— Bud espetó, girando y alejándose hacia la cocina. La puerta con bisagras batió detrás de él salvajemente, luego se detuvo con un golpe seco. Charlie suspiró y se frotó la frente. —Maldición. Esperó con paciencia moderada. —Vamos, Charlie. ¿De verdad quieres que simplemente lo olvide? Si quieres lo haré. — Se ofreció. —Pero si necesitas ayuda, te escucho. Charlie miró hacia la puerta, luego se encogió de hombros. —Podemos manejar la situación. — Finalmente dijo. —Es sólo el préstamo que pedimos para poner en marcha este lugar. — Se metió las manos en los bolsillos. —Simplemente nos está llevando un poco más de tiempo pagar lo que habíamos planeado, pero lo solucionaremos. Dar lo estudió. —Él no era del Bank of América. Charlie resopló suavemente. —Diablos no. Ellos no nos concedieron el préstamo. Ya sabes, simplemente somos dos viejos marines—, le explicó. —Tuvimos que acudir a la cooperativa. — Determinadamente recuperó su buen humor. — ¿Todo bien desde ayer por la noche? Estuvimos charlando un rato con Bob, él es un buen conversador. —Charlie—. Dar se apoyó contra la pared. Sacó un lápiz del bolsillo de Charlie y cogió un trozo de servilleta del mostrador al lado de ellos. —Ten—. Escribió un número de teléfono, y luego se lo entregó junto con el lápiz. —Si ese tiburón empieza a morderte el culo, llámame. De mala gana, tomó el papel. —Dar, te lo agradezco, pero podemos manejar esto. A Bud no le gusta pedir ayuda. — Él vaciló. —Especialmente e ti. — Su rostro se disculpó. —Es una lástima—. Respondió sin rodeos. —Dile que crezca y que lo supere. Charlie hizo una mueca. —No es que no le gustes, Dar. — Protestó apresuradamente. —De verdad. Simplemente no puede olvidar las cosas en el pasado con tu papá, y ... —Yo ... no soy mi padre. — Le interrumpió, inclinándose hacia adelante. —No, ya lo sé. — Charlie suspiró. —Lo sé, Dar. — Se aventuró una sonrisa. — Aunque, te paredes demasiado a él. Suspiró para sus adentros, y luego abandonó el esfuerzo, decidiéndose por un camino diferente. —Sí, eso es lo que la gente me dice. — Admitió. —Escucha, nos estamos dirigiendo hacia fuera. Cualquier cosa que necesites podemos traértelo de vuelta.

Charlie se relajó, ahora que la conversación se había vuelto normal. —WD40. — Bromeó, tocando su rodilla artificial. —Siempre corriendo fuera de la materia maldita— . Se aclaró la garganta. —Escucha, Dar ... anoche preguntaste sobre los piratas. — ¿Hm?— Dar se cruzó de brazos. El gran ex militar miró a su alrededor. —No siempre es lo que parece. — Dijo. — ¿Qué quieres decir?—, Preguntó. — ¡Chuck!— La voz de Bud interrumpió. — ¡El hombre de los pescados está aquí! Charlie miró hacia la cocina. —Los de anoche, no creo tenían pinta de ser piratas, al menos los que solemos ver. — Dijo rápidamente. —No te sabría decir más. Buena suerte, buen viaje. — Puso una mano en la puerta, luego echó un último vistazo a Dar. — Saluda a tu padre de mi parte. Dar lo vio desaparecer. Lanzó un suspiro, dejando que su mirada recorriera el interior del restaurante hecho jirones, y un poco gastado. Con un movimiento silencioso de cabeza, se dio la vuelta y salió del lugar, emergiendo de nuevo a la luz del sol. Mientras caminaba de regreso hacia el muelle, su mente volvió sobre las piezas del rompecabezas que, aunque dispersas, comenzaban a empujar hacia ella, a su naturaleza curiosa. Divisó al usurero mientras caminaba hacia el muelle. Estaba de pie junto a una pequeño embarcación, junto con otro hombre, la mitad de su tamaño. Los dos estaban mirando al Dixieland Yankee, y se volvieron a mirarla mientras se acercaba al barco. —Hey cariño—. El hombre más grande gritó por encima. — ¿Es tu barco? Dar se detuvo para mirarles a través de sus gafas de sol. —Sí. — Respondió brevemente. — ¿Necesitas a un buen hombre para que lo lleve? Dar lanzó la cuerda de a bordo y luego se dirigió a popa, liberando el barco y saltando a la terraza de atrás. —No, gracias. — Dejó caer la cuerda, y se sacudió las manos, dando la espalda a los dos hombres, haciendo caso omiso de su risa procaz. Kerry salió de la cabina, con una sonrisa casi feroz cruzando su rostro cuando vio a Dar. —Pensé que te había oído hablar—. Saludó a su amante. — ¿Nos vamos? —Oh, sí. — Hizo su camino hasta el puente. —Vamos a buscar un paisaje mejor. — Tomó su asiento y puso en marcha los motores, ajustando las válvulas reguladoras. Con la marea baja, maniobró por el estrecho espacio, poco habitual, concentrándose en poder sacar el barco del muelle. Una vez pasado el último pilón, entraron en el canal, sintiendo el viento recogerse mientras aumenta la velocidad, en dirección hacia el agua azul verdosa. Kerry puso su silla de cubierta en la popa con cuidado, se dio media vuelta para poder mirar hacia arriba y ver a su pareja a los mandos de la embarcación. Se puso cómoda cuando Bob se sentó junto a ella, y se resignó a un viaje lleno de una pequeña charla. — Por lo tanto, Bob, al final no terminaste de contarnos anoche. ¿Estás de vacaciones? Bob se apoyó en el brazo del sillón. — ¿Vacaciones? Ya me gustaría. — Suspiró. —No, es ... — Miró a su alrededor. —Un poco estúpido, realmente. Si me dice que salió aquí en busca de su verdadero amor, lo tiro por la borda. Kerry pensó, mientras mantenía una expresión agradable en su cara. — ¿Qué estúpido podría ser?—, Me preguntó.

Se acercó un poco más cerca. — ¿Recuerdas que te conté sobre mis abuelos? —De Boston. — Kerry respondió con prontitud. —Sí. — Bob asintió. —Mi abuelo se perdió en el mar. Kerry se enderezó un poco. —Oh. Lo siento mucho—. Dijo con sinceridad. — ¿Cómo ocurrió? —Él era el capitán de un .. um .. barco de pesca. — Admitió. —No es muy glamuroso, lo sé, pero él era muy bueno en su trabajo. — Agregó. —En fin ... que estaba en un viaje por estas islas, y él simplemente nunca regresó. Kerry se reclinó en su silla, metiendo una pierna debajo de ella. —Wow. — Negó con la cabeza. —Eso es muy triste. ¿Nunca encontraron el barco o algo? Bob la miró. —Saben dónde se hundió. Un hombre, que fue testigo de ello, contactó con mi abuela y le vendió un mapa ... — ¿Le vendió? Se encogió de hombros. —Sí, lo sé .. probablemente fue una mierda de acuerdo. Pero ella me dio el mapa, y decidí que ya que había llegado hasta aquí, quizá pudiera encontrar algo. Kerry frunció el ceño. —Ni siquiera sabes si es preciso. —No, pero algo es algo. —, Dijo Bob. —El problema es que vine aquí, y me encontré con que tenía que pedir una licencia para un equipo de salvamento. Una de las cejas de Kerry se elevó ligeramente. — ¿De veras? —Sí, traté de hablar con ellos, pero me encontré fuera de allí. — Bob negó con la cabeza. —Realmente son un montón de idiotas. Ya sabes todos esos tipos con mucho dinero—. Le dio una sonrisa irónica. —Del tipo que les gusta alardear de ello. —Uh huh—. Kerry se preguntó si era el mismo par que habían visto anteriormente. — ¿Eran una pareja de un hombre delgado, y una mujer mandona? Sorprendido, Bob asintió. — ¡Sí! ¿Los conoces? Kerry se levantó y caminó hacia el refrigerador, lo abrió y sacó una botella de té helado. Era consciente de los ojos de Bob en su espalda, casi podía sentir el calor entre los omóplatos, y deseó brevemente haberse puesto algo de ropa sobre su traje de baño. — No exactamente. Respondió a la pregunta. —Los vimos en la isla. Acabábamos de subir al barco después de haber estado haciendo algo de buceo. — Ella regresó. —Supongo que estábamos en alguna zona que te interesa. — ¿En serio?— Bob murmuró. —Así que eres una buceador real, ¿eh? ¿Tienes tu propio equipo? Asintió. —Claro. — Abrió su botella de té y bebió un sorbo. —Dar es la buceadora experta. — Miró con cariño hacia su amante, que estaba inclinada hacia atrás con un pie desnudo apoyado en la consola. —Hasta tenemos un compresor a bordo para rellenar. —Siempre he querido aprender a bucear. —, Dijo Bob. — ¿Tienes algo de tiempo para mí?—, preguntó. —Oye, ¿qué tal una lección mañana? Ni lo sueñes. Suspiró para sus adentros. —Lo siento, pero ya tenemos planes. — Dijo. —Pero hay un montón de lugares en St. John`s que tienen cursos de certificación. —Sí, será mejor que primero arregle todas mis cosas— Bob suspiró. — ¿Puedes recomendarme algún lugar especial donde alojarme, en la isla?

—Dar hizo las reservas—. Kerry sonrió. —Pero no puedo recordar el nombre del lugar. —Oh. Kerry descubrió una franja de tierra en el lado de babor del barco. Se levantó y se asomó por la esquina de la cabina. Una hermosa isla se extendía ante ella, ofreciendo un semicírculo de playa blanca pura respaldada por su exuberante follaje verde. —Guau. Bob se puso detrás de ella. —Sí. Es hermoso, ¿no es así? — Murmuró. —Hey, tal vez me quedaré unos días, ya que no puedo hacer otra cosa, como bien podría tomar el sol, ¿verdad? Kerry exhaló en silencio, con los ojos rodando fuera de su línea de visión. —Además, te debo una cena y una copa. —, Dijo Bob. —Tienes que permitirme hacer eso, al menos, por lo que hiciste por mí. Uff. Observó cómo se acercaban al puerto deportivo. — ¿Dar? ¿Quieres que llame a la Dockmaster? —Yeap. — Respondió Dar. —Parece que está ocupado. Kerry volvió. —Disculpa. — Esperó a que Bob retrocediera, y luego se acercó a la radio de la cabina. —St. John’s Marina, St. John’s Marina, aquí Dixieland Yankee, cambio. —Ese es un lindo nombre. — Bob ofreció. — ¿Quiere decir algo? Kerry lo miró con ironía. —Ella es la parte Dixie, y yo la Yankee. — Explicó simplemente. —Dixieland Yankee, aquí St. John. Bob ladeó la cabeza, produciendo una sonrisa perpleja. —Oh. — Dijo. — ¿Estáis juntas? Kerry suspiró y se apoyó en la puerta de la cabina. —St. John, tenemos una reserva para un puesto de atraque. Por favor avise. — Dio a Bob una sonrisa bondadosa. —Es posible que desees sentarte. Parece que el muelle está ocupado. —Está bien. — Se acercó y se sentó, dejando a Kerry que hiciera su trabajo con la radio. —Listo, Dixieland Yankee, décima fila, tercera plaza. Tienes 54 pies, ¿no? —Correcto, Roger. — Respondió. —Gracias. — Apagó la radio, se dirigió a la escalera, subiendo tan rápido como su dignidad le permitía para unirse a su pareja en la consola. —Fila 10, plaza tres. — Se sentó y apoyó los codos en las rodillas. —Dar ... — ¿Cómo está tu pequeño adorador?— Arrastró las palabras, dándole una sonrisa maliciosa. — ¿Te ha invitado a cenar ya? Suspiró. —Cena, bebida, buceo, lo que sea. — Murmuró. — ¿Por qué los chicos siempre hacen eso? Dar la miró. — ¿Porque eres encantadora y adorable?— —Pffffttt. — Le sacó la lengua. —Pero, ¿sabes algo? Él también estaba buscando algo en la zona de la isla. — ¿Sí? —Sí. Está buscando los restos del naufragio del barco de pesca de su abuelo. Se supone que se hundió en esa zona. Dar frunció el ceño. —Parece que se trata de un lugar muy concurrido.

—Mm. Se miraron la una a la otra. Kerry se rascó la mandíbula. —Um. Realmente me invitó a cenar, para darme las gracias por haberle salvado la vida. — Estudió el rostro de su compañera. — ¿Te importaría si acepto? La expresión de Dar se quedó inmóvil por un momento, a excepción de los pequeños músculos en los costados de los ojos crispados. Un silencio cayó entre ellas, entonces Dar miró al puerto deportivo, en sentido contrario, y cambió su curso. Observó la consola por un momento, luego volvió los ojos al rostro de Kerry. —Sí, me importa. — Habló en voz muy baja. Kerry sintió una mezcla de sorpresa y placer. Sorpresa, porque espera que Dar profesara un desinterés en la prevención de ella por ir, y de placer por la honestidad, a nivel visceral, de la reacción real que había conseguido. —Bien. — Suspiró. —Porque si no me enfadaría. Dar la sonrió brevemente. —Los celos pueden ser muy interesantes. — Comentó, antes de volver su atención al puerto. —Mm—. Kerry estuvo de acuerdo, observando la isla hacerse cada vez más grande. *** Kerry dio un codazo a la puerta de su habitación y miró dentro. —Whoa. — Se echó a reír cuando entró, echando la bolsa de viaje en la cama king size. —Sin duda, más colorido que si estuviéramos en el Marriott. Dar cerró la puerta. Miró las paredes color melocotón, las alfombras fuertemente modeladas, y las cortinas de las ventanas para terminar su mirada sobre la enorme cama, con una media sonrisa. —Me gusta. — Decidió. —No me gustaría que fuera mi habitación, pero es un cambio muy agradable. — Puso su propia bolsa en el suelo y revisó el resto de la habitación. Tenía un bonito techo alto, con un ventilador y una doble ventilación para extraer el aire caliente de la habitación. Las ventanas eran grandes, y contaba con una magnífica vista de la bahía. El ambiente era luminoso y bien ventilado. Kerry se acercó a la ventana y miró hacia afuera. —Bonito. — Se dio la vuelta y se apoyó en el alféizar, mirando a Dar quitarse sus gafas de sol y lanzarlas sobre la mesa. Bob se había escabullido para encargase de su negocio cuando habían atracado, para gran alivio de Kerry, y ella estaba esperando poder conocer las interesantes ofertas para explorar la localidad. Había visto, entre otras cosas, kayaks y una visita con degustación de ron. —Muy agradable. — Dar levantó una botella de ron, cortesía del hotel. También había agua embotellada. —Usa esto. — Le advirtió Kerry. —He tenido algunos problemas con el agua potable del grifo. —Ah. Gracias. —, Dijo Kerry. —La verdad es que no tener teléfonos ha sido una sorpresa. —Mm. — Dar examinó el puerto de datos discretos. —Hay acceso a Internet, pero no hay teléfonos. Increíble.

Kerry se acercó hacia el maletín que Dar había dejado sobre una silla. —Supongo que tendremos que hacer de tripas corazón, ¿eh?— Habían acordado no utilizar sus ordenadores, ni teléfonos móviles o localizadores, a menos que tuvieran algún tipo de crisis entre las manos. —Yeap. — Dar le lanzó las llaves del maletín. —Probablemente mejor usar el nuestro de todos modos. — Observó a su pareja desbloquear el maletín, meter la mano en el interior y sacar sus dos teléfonos. —Sé que hay teléfonos externos en el vestíbulo, pero .. —Sí. — Kerry le dio su teléfono. Luego se acercó de nuevo a las ventanas, mirando hacia el patio exterior. —Hey. — Abrió la puerta y salió al edificio de piedra, alternativamente salpicado por la luz del sol y la sombra de los árboles de plátano cercanos. Estaba tranquilo y pacífico, y la vista del agua era realmente espectacular. — Mañana creo que desayunaremos aquí. — Meditó, cuando la brisa del agua llevó un mechón de pelos a los ojos. Con un gruñido de satisfacción, se dio la vuelta y volvió a entrar en su habitación agradable, encontrando a Dar tendida sobre la cama, con dosel de tamaño king, con el teléfono en la oreja. El espectáculo era tan atractivo, que decidió unirse a ella. Se arrastró hasta donde Dar estaba acostada, volteando sobre su espalda y estableciéndose allí mientras la observaba perezosamente. —Eso es correcto, Mark. Sólo tienes que hacerlo para mí. — Deslizó su mano y tiró un poco del pelo de su compañera. —No tengo el número de registro. —Correcto, jefa. ¿Cómo van las vacaciones?— La voz de Mark se escuchó desde el altavoz del teléfono móvil. —Aparte de casi ser atracadas por unos piratas, y Kerry salvar la vida de un hombre que es estaba ahogando, en una noche de tormenta, todo bastante tranquilo. — Respondió suavemente. — ¿Cómo está todo por ahí? Se hizo un largo silencio. — ¿Realmente es verdad esa mierda de los piratas?—, Preguntó Mark. — ¡Mierda, Dar! —Realmente no crees que podamos tener unas vacaciones normales, ¿verdad?—, Preguntó Dar, con una sonrisa divertida. —No has respondido a mi pregunta. — ¿Eh?— Balbuceó. — ¿Oh, aquí? Todo tranquilo. — Le dijo. Dar esperó en silencio. Dejando pasar el tiempo, sopló suavemente al oído de Kerry, y vio temblar su torso mientras contenía una carcajada. —Bueno, sólo la mierda de costumbre, ya sabes, jefa. — Mark finalmente admitió. —Nada que de lo que debáis preocuparos. Kerry volvió la cabeza hacia la voz. — ¿Mark?— Levantó la voz. —Te noto algo nervioso. —Um ... Dar cerró los ojos. —Mark, sólo suéltalo. — Suspiró. —Chicas. Sólo más de lo de siempre. — Mark insistió. —Tenemos algunas líneas internacionales caídas, y uno de los centros de datos del noroeste estrellados. Tuve que pasar la noche trabajando en un montón de cosas. Kerry miró a su compañera. —No suena tan mal. — Murmuró.

La morena se encogió de hombros. — ¿Todo va según lo previsto con los nuevos nodos de DC? —Sí. — Mark sonaba aliviado. — ¡Hey! Escucha. Me alegra que hayas llamado para una cosa. Nos han dado una fecha de entrega temprana para el nuevo IPC. —Whoohoo. — Kerry bombeó su puño en el aire. —Increíble. — Dar estuvo de acuerdo. —Pensé que tendríamos que esperar hasta febrero. — Agregó. —Bueno, jefa. No ha salido nada de esos chicos—, dijo Mark. —No hay nada en la primera búsqueda, ¿quieres que siga adelante? Frunció el ceño. — ¿Nada? —No hay nada con ese nombre, no. O los dos otros nombres que me diste—, dijo Mark. —Pero eso es sólo una DMV. Veré si puedo buscar por otro lado. ¿Quieres que te llame si localizo algo? —Sí. —, Dijo Dar. —Vamos a ... —. Hizo una pausa. — ¿Qué vamos a hacer ahora, Ker? Kerry levantó ambas manos en el aire y produjo una sonrisa atractiva. —Vamos a hacer algo, probablemente vinculado con el agua o la comida. —, Dijo Dar al teléfono. —Déjame saber si encuentras algo, ¿de acuerdo? —Lo haré, jefa. —, Dijo Mark. —Pasarlo bien, ¿eh? ¡Pero no más enloquecidos piratas! —Haremos todo lo posible. — Kerry gritó. — ¡Gracias, Mark. Saluda a todos! Dar colgó el teléfono. Ahora que había empezado su consulta en movimiento, se sentía satisfecha de dejarlo en manos de Mark, y concentrarse en la reanudación de sus vacaciones. — ¿Quieres simplemente caminar y explorar el lugar por un tiempo?—, Preguntó ella. —Estamos en medio del parque nacional de aquí. Kerry asintió. —Me gusta la idea. — Dijo. —Es tan bonito. Me recuerda un poco a cuando fuimos a Old Cutler—. Se sentó. —Está bien. — Le palmeó la pierna. —Vamos a ver si encontrarnos algunos bonitos lagartos. *** Lagartos, encontraron un montón de ellos junto con otros animales salvajes. Dar examinó con cuidado una vívida serpiente verde, brillante enroscada en una rama, teniendo cuidado de mantener sus manos lejos de ella. — ¿Has visto esto?—, Preguntó Kerry, que estaba ocupada tomando una foto de unas flores preciosas. — ¿Ver qué?— trotó y se asomó. — ¡Oh!— Rápidamente trajo su cámara hacia arriba y la enfocó. —Oye, ¿no pensarás agarrar su cola y decirme lo bella que es? Dar miró hacia abajo. — ¿El uso de pantalones cortos de color caqui y botas de montaña requieren que me parezca a Steve Irwin?—, Me preguntó. Kerry se rio. —Te diré la única cola que voy a agarrar. — Esperó a que tomara la foto, luego actuó, agarrando la cola de Kerry y haciéndola saltar hacia adelante con un chillido de sorpresa. — ¿No es una belleza?— Imitó al presentador de televisión.

Kerry llegó detrás de ella y le hizo cosquillas en las costillas, para luego continuar por el camino. Estaban rodeadas de una exuberante vegetación, y un rico olor orgánico, que llenaba sus pulmones cuando el viento agitaba las ramas ligeramente. La selva las rodea por delante, hasta que vieron un claro para descubrir un edificio. —Mira, Dar. — Le hizo un gesto. — ¿Eso es una de las fábricas de azúcar? —Debe ser. — Se dirigió hacia estructura. Era sólo una pila de piedra antigua, una mezcla de bases de coral y crudamente hecha de ladrillo. Miraron a su alrededor. Dar imaginó que aún podía oler el sabor de la caña de azúcar en bruto, algo que había sentido por última vez cuando sólo era una niña. — ¿Alguna vez has masticado una caña de azúcar?—, le preguntó. — ¿Yo?— Kerry estaba arrodillada, al lado de una pieza de maquinaria larga cubierta de hiedra. —Estás bromeando, ¿verdad?— Miró por encima del hombro a la morena. —Uno, no creo que crezca en Michigan, y dos - mi madre le hubiera cortado las manos a cualquier persona que me la hubiera ofrecido. — Hizo una pausa. — ¿Y tú? —Claro—. Sonrió. —Lo mejor es conseguir un buen pedazo, masticar un poco, luego volcarlo en un poco de limonada. La mirada de Kerry fue hacia adentro, por un momento, mientras imaginaba los posibles gustos, entonces movió las cejas y se lamió los labios. —Mm—. Se levantó y tomó una foto de la broca de maquinaria. —Eso suena muy bien. Dar se acercó a una fila de viejas cuencas de madera clavadas en las paredes con pinchos de hierro oxidado. El molino servía para mezclar el azúcar para su venta, y para el ron y melaza, que había sido la razón de la colonización de la isla. Los esclavos habían trabajado aquí, bajo cada vez más brutales condiciones, hasta que finalmente se habían levantado y reclamado sus derechos, obligando a los dueños de las plantaciones a salir de la isla, para finalmente estancarse en paz, hasta los tiempos modernos y el turismo moderno. —Debió haber sido brutal trabajar aquí. — Dar pensó, tocando las ranuras gastadas de los lavabos de madera de un sinnúmero de muñecas que descansan sobre ellos, el lavado de la caña. —Mm—. Kerry asintió, imaginando el sofocante calor del verano. —Tal vez deberíamos traer aquí a nuestro personal, cuando comienzan a quejarse de la selección de la máquina expendedora. Se rio entre dientes. —Bastaría con enseñarles un par de fotos. — Aconsejó. — Wow, ¿viste eso? — ¿Qué es?— Examinó las enormes ruedas con curiosidad. —Molienda de piedra. — Explicó. —Colocaban ahí la caña y la molían hasta obtener el jarabe de azúcar. Kerry se inclinó y olió la piedra. —Ahora sólo huele a moho. — Dijo. —Es difícil de creer que un lugar como este, tan lleno de miseria, produjera algo que muchas personas consideran como un regalo. —Sí. — Estuvo de acuerdo. —Hablando de regalos, ¿qué tal si paramos y tomamos nuestros bocadillos? Eligieron un lugar en el borde de la base de coral, después de que Dar se asegurara que no estaban en el camino de serpientes o escorpiones. Kerry abrió la mochila, sacó un

termo y dos paquetes cuidadosamente envueltos. Puso el termo abajo y desenvolvió los sándwiches, revelando el crujiente pan francés envuelto alrededor de una ensalada picante de camarones. —Wow—. Kerry le entregó uno a la morena. —Esto se ve muy bien. Toda esta excursión me ha dado hambre. —Mmph. — Dar ya había dado un mordisco. Destapó el termo y derramó un poco de su contenido en la tapita. Tomó un sorbo y le ofreció el resto a su pareja. —Coco y maracuyá. Interesante. —Muy—. Dejó a un lado su bocado y tomó un sorbo. Pateó sus tacones contra el pavimento y miró a su alrededor, disfrutando de la comida, la vista, y la absoluta libertad de estar en un lugar desconocido con la persona que más amaba en el mundo. —Ellos tienen rutas a caballo. —Dar comentó esperanzada. — ¿Interesada? Kerry la miró con complicidad. —Haremos un trato. — Negoció hábilmente. — ¿Cabalgar un día y navegar a vela el siguiente?— No acaba de tener el entusiasmo de su pareja sobre los caballos, cuando lo que más le gustaba a Dar era compartir su amor por los deportes acuáticos salvajes. El compromiso de ambas era bueno. Había sido un proceso de aprendizaje, al igual que todo lo demás, pero poco a poco se habían elaborado una manera de equilibrar sus diferencias. En Su Mayoría. Kerry reconoció irónicamente. Todavía había algunas cosas sobre las que estaban trabajando. — ¿Encaja? —Está bien. — Dar se limpió la boca con una servilleta de papel. Se apoyó contra la pared en ruinas y se relajó, mientras la rubia terminaba su almuerzo, para después descansar un codo en la rodilla de Dar. —Mucha gente viene aquí y acampa en el parque. Kerry observó una hormiga del tamaño de un Jeep caminar. —Bien por ellos. — Dijo. —Admiro su coraje y fortaleza. Dar vio la hormiga, casi saltando cuando el pequeño animal fue atacado de repente por un lagarto casi invisible, cuya lengua batió a la hormiga, antes de que el insecto pudiera incluso temblar su antena. El lagarto chupó a la hormiga de nuevo y casualmente la masticó, girando un ojo para mirar hacia Dar con benigno desinterés. —Ah—. Kerry parpadeó. —La madre naturaleza en acción. — Tendió una mano hacia el lagarto, y le correspondió abriendo sus fauces, mostrando trozos de la hormiga desmembrada, así como una doble cresta de pequeños dientes. — ¡Caramba. — Murmuró. —Te hace sentir realmente insignificante, ¿no es así? Dar se estiró perezosamente y con un movimiento rápido, capturó al lagarto. Luchó salvajemente mientras lo atraía de vuelta a su cara. —Escucha, amigo. — Le gruñó. — No amenaces a mi chica, o tendré que hacer hamburguesas de lagarto de ti, ¿te queda claro? Kerry tuvo que reír, ante la mirada asustada que apreció en el rostro de la lagartija. —Son capaces de comer tanto hormigas como rinocerontes, pero no me asusta. — Volvió a advertir al animal. —Así que vete. — Abrió la mano y lo soltó. Se deslizó por su mano, por su camiseta, por encima del hombro para terminar deslizándose por la pared. Kerry apoyó en la rodilla de su pareja, mirándola con adoración. Dar sonrió, y logró una risita autocrítica.

— ¿Hey, Dar? — ¿Sí?— Apoyó la cabeza contra la pared. — ¿Nunca te han dicho que eres muy divertida? Lo consideró. —No, nadie me lo ha dicho. — Respondió con total naturalidad. — Pero si me han dicho que estar conmigo es como estar en una cabina telefónica con una docena de puercoespines. Besó la rodilla de Dar, luego apoyó la mejilla contra ella. —Mi pregunta para el que te lo dijo sería, por supuesto, '¿cómo lo sabes? —Fue Eleanor. —Ah. Eso explica muchas cosas—. Sonrió, dándole un apretón en la pierna. — Bueno, eres muy divertida y estoy disfrutando de ello estas vacaciones. Dar le sonrió de todo corazón. —Yo también. — Estuvo de acuerdo. —Incluso con los piratas. — Se inclinó y la besó suavemente en los labios. —Me alegro de que lo estemos pasando bien. Descansaron allí unos minutos más, y luego reanudaron su caminata. Dar se puso la mochila en la espalda, ciñendo las cintas a la cintura, mirando hacia adelante. —Hey. — Observó. —Es una colina. — ¿Puedes manejarlo, Dixiecup?— Kerry bromeó. — ¿Quieres saberlo?— Sonrió. —Te echaré una carrera. — Rompió a correr. — ¡Qué tonta!—. Suspiró. —Algún día aprenderé. — Sacudió la cabeza y la empezó a perseguir, esperando que no fuera una colina muy grande. *** —Ugh. — Kerry dio un paso bajo la ducha, frotando su cuerpo con un pedazo de esponja natural. Había terminado su caminata sudorosa, cubierta de tierra, y llena de hojas bajo su camiseta, cortesía de su amante, y el agua le hacía sentir en el cielo, además de limpiar la mugre. Pero habían tenido tanta diversión.... Se lavó una mancha de color verde de su hombro. Después de que haber perseguido a su amante colina arriba, habían bajado por el otro lado, a través de una corta franja de rica maleza verde y un terraplén fangoso sobre un pequeño arroyo. Había pintado a Dar con un poco de barro, con rayas de tigre, en los pómulos, y habían terminado yendo de cabeza al arroyo, mientras luchaban juguetonamente. —Uck. — Se enjabonó el pelo, ya que al mirarse en el espejo, éste estaba lleno de barro. Observó la suciedad salir por el desagüe, devolviendo sus mechones a su color normal. Luego cerró el grifo y salió de la ducha. Se secó el cuerpo con una toalla, antes de ponerse una de las batas gruesas y cómodas, que el hotel les había proporcionado amablemente. Abrió la puerta y se dirigió a su habitación. Dar estaba de pie, cerca de la ventana, hablando por su teléfono móvil vestida con nada más que una breve, aunque mullida toalla, que apenas cubría su torso largo desde la axila hasta el muslo, con el pelo húmedo peinado hacia atrás. Al verla, deseó simplemente tirar de su toalla.

En cambio, simplemente se acercó a su compañera y esperó hasta que Dar hizo contacto visual con ella. —Te ves hermosa cuando estás mojada. — Murmuró, provocando que su amante perdiera el hilo de la conversación que tenía por teléfono. —Uh ... — Dar hizo una pausa, su tren de pensamiento completamente descarrilado. —Lo siento, ¿qué fue eso, Mark?— Extendió la mano libre y pellizcó la nariz de Kerry. —Me distraje. —No hay problema, Dar. —, Dijo Mark, con un bostezo reprimido. —De todos modos, a la larga se acerca a un montón de mierda. Creo que es mejor echar un vistazo sobre ello. — ¿Qué es? Se hizo un largo silencio. —Creo que mejor lo ves tú misma. Quizá le puedas dar más sentido—, respondió su empleado y amigo. —Hm. — Miró el sol, que estaba pintando el cielo, ya que iniciaba su descenso sobre la orilla del agua. —Está bien. Envíamelo todo. Lo revisaré cuanto vuelva de cenar. —Hecho. —, Dijo Mark. —Hey, todo el mundo os saluda. María dice que lo tiene todo bajo control. Miró a Kerry. —Es bueno saber. — Comentó. —Gracias, Mark. — —No hay problema. — El jefe MIS le aseguró. —Tómalo con calma, Dar. Cerró su teléfono y luego centró su atención en la figura vestida con bata delante de ella. —Usted, Kerrison, eres de lo más perturbadora. Sonrió sin arrepentimiento. —Aprendí de la mejor. — Le acarició el vientre. — ¿Acaso Mark ha encontrado algo? —Sí—. Asintió. —Al parecer lo hizo, pero que no quería hablar de ello por teléfono. —UH oh. —Sí. — Dar parecía alegre, sin embargo. —Pero prefiero saber qué demonios estoy tratando. — Se apoyó en la ventana y miró hacia fuera. — ¿Te gustaría unirte a mí en el Ecuador? — ¿Es ese restaurante en el viejo molino? Asintió. —En vista de que estabas tan interesada en las ruinas, maginé que tal vez te gustaría comer en uno—. Cogió la ropa colorida de algodón que habían comprado en el mercado. —Y nos dará una excusa perfecta para usar estos fuera de nuestra sala de estar. Kerry sostuvo uno de ellos, uno de color rojo fuego, verde. —Oh, sí. — Sonrió con picardía. —Quiero verte en uno de ellos. Dar arrancó con ironía la prenda de color chillón. —Sólo lo haré porque me lo pides. — Informó a su amante. —Espero que te des cuenta de eso. —Yo lo hago—. Le echó los brazos alrededor del cuello, en un abrazo inesperado, abrumada de repente por una ola de emoción. La abrazó con fuerza, apenas capaz de respirar por un momento. —Hey. — Dar murmuró, devolviendo el abrazo a pesar de su confusión. — ¡Estimado Señor!—. Se sorprendió al sentir el escozor de las lágrimas. — ¿Cómo llegué a ser tan afortunada por tenerte en mi vida?

—Um. — Dar se quedó atrapada y desprevenida. — ¿Trabajabas en una empresa que fue absorbida por ILS?— Se ofreció, vacilante. —Además ... Pensé que yo era la afortunada. Negó con la cabeza en silencio, enterrando su cara en el hombro desnudo de Dar. Esta le frotó la espalda suavemente, a través de la bata, simplemente manteniéndola así hasta que sintió que se relajaba. —Cariño. — Murmuró. —Me alegro de que te sientas así. Kerry se sorbió los mocos, y simplemente se apretó más fuerte. Después de unos cuantos minutos, exhaló, y echó la cabeza hacia un lado, mirando hacia arriba en el rostro de su amante. —No me estoy volviendo loca. Dar le acarició el pelo, luego el rostro, eliminando los restos de sus lágrimas con el borde de su pulgar. —Nunca pensé que lo estuvieras. — Dijo. —Sólo hemos pasado por un infierno este año. Tienes derecho a dejarte llevar de vez en cuando. Esas eran, al parecer, las palabras exactas. El rostro de Kerry se relajó en una amplia sonrisa, y le dio una palmada muy cariñosa en el lateral. —Gracias, Dra. Dar. Dar Roberts, experta en relaciones y psicóloga aficionada. Sintió una risita mental ligeramente histérica. —En cualquier momento, cariño. — Besó su cabeza húmeda. — Siempre estaré aquí para ti. Kerry sintió una resonancia tranquila al escuchar esas palabras. Ellas tocaron algo muy dentro de ella, y sintió que su espíritu tranquilo respondía con una sonrisa en su rostro. —Sé que lo harás. — Contestó. —Y yo siempre estaré ahí para ti. — Levantó la cabeza y se encontró con los ojos de su compañera. —Gracias por entenderlo. Dar sintió como si la hubieran visitado con un milagro, porque de una manera muy profunda, ella entendía. O, al menos, entendía que Kerry estaba sufriendo, y que ella tenía la capacidad de detener ese dolor y sanarlo un poco. Esa era una muy buena sensación. La rubia cuadró los hombros, se soltó de su amante, antes de recoger la ropa de nuevo. —Bueno, entonces, vamos a ponernos esta ropa chillona y divertirnos un poco. Aliviada, Dar le devolvió la sonrisa. —Muy bien, vamos. — Se inclinó y tocó el cesto de flores. —No me asustarás si me pongo una de estas en mi pelo, ¿verdad? Kerry miró a las flores, a continuación, a su pareja. Un brillo malicioso apareció en sus ojos. —No .... no lo veo. — Puso reparos. —Uh oh—. Dar se llevó las manos en sus caderas, todavía con la toalla puesta. — Estoy en problemas. —Eh ... pero no demasiado—. Sonrió, sus espíritus restaurados. —Vamos. Vamos pues. El sol seguía sumergiéndose perezosamente hacia el horizonte, pintando el mar de oro.

Parte 4 El restaurante era encantador. La puesta de sol era preciosa. La comida era interesante y muy sabrosa, y estaba sentada al otro lado de la que era sin duda la mujer más atractiva del lugar. Levantó su copa de vino y se la llevó en dirección a Dar, a continuación, tomó un sorbo de ella, saboreando el sabor dulce y ligeramente picante. En realidad no había más que uno que pudiera pedir. —Gran elección. Dar levantó su copa y la chocó con la de su pareja, sin dejar de sonreír. —Bonito lugar, pero lo que cuenta es la compañía. Kerry aceptó el cumplido con una sonrisa, y luego descansó sus muñecas en la mesa y miró a su alrededor. El edificio había sido una fábrica de azúcar, de acuerdo con el menú. Las partes de la estructura aún permanecían visibles. Todo el restaurante mostraba unas preciosas vistas al mar. La comida fue una mezcla de Caribeña y americana, y ella acababa de terminar un plato de Gumbo con camarones realmente picantes. Dar había elegido una mezcla de frutas en lugar de la sopa y había pedido una botella de Chardonnay mientras esperaban para el plato principal. Kerry se reclinó, disfrutando de la brisa que rozaba sus desnudos hombros. Había una vela ondeando suavemente sobre la mesa. Podía oler el aroma cálido de la cera cuando se derretía, añadiendo una atmósfera romántica. Una banda de tambores de acero se alza sobre un patio cercano, tocando suavemente, y todo a su alrededor era una mezcla de música relajante. Se dio cuenta de que los huéspedes eran en su mayoría parejas. Había muy pocas familias, y los que había, tenían niños mayores. La mayoría de las parejas eran tradicionales, pero Kerry había visto por lo menos otros dos grupos de mujeres, y otros tres grupos de hombres sentados juntos. Se sentía cómoda en el lugar. Incluso a pesar de que su pareja, estuviera moviendo los pies por debajo de la mesa, sin parar. La vio que estaba estudiando los saleros y pimenteros de la mesa con curiosidad. Dar tenía el pelo suelto, y su camisa de algodón de colores brillantes se ajustaba a su cuerpo, destacando su elegante musculatura. El cambio era bastante impresionante, pero Dios... tuvo que admitir. Esa no era Dar. Era como poner un tutú a un caballo de carreras. Dar eligió ese momento para mirar hacia arriba, y sus ojos se encontraron. El rostro de Dar se arrugó en una sonrisa. — ¿Ocurre algo? Kerry apoyó la barbilla en el puño. —Que la puesta del sol es indescriptible—. Agregó soñadora. — ¿Crees que es así en Hawai ? —Hmm. — Consideró el espectáculo. —No lo sé. En realidad nunca he estado allí, excepto en una parada del camino a Micronesia . Tendremos que ir y verlo por nosotras mismas—. Dijo. —Quiero ver un volcán de cerca. — ¿Estás segura?—, Dijo Kerry. — ¿Qué hay de mediados de febrero? — ¿Día de San Valentín en Maui?— Se rio entre dientes. —Claro con mucho gusto. Kerry hizo una nota mental para husmear por algunas reservas al llegar a casa. Su camarera apareció en ese momento, y dejó una bandeja, de la cual volutas de vapor se

elevaron. Vio cómo un plato que se encontraba frente a ella, con un trozo de pescado asado, chisporroteaba junto con unas gambas casi del tamaño de Chino y rociadas con una salsa cítrica picante. —Oo. Gracias. La camarera dejó un plato de verduras. —Bienvenidas. — Sonrió a Kerry, luego levantó el plato de Dar y lo puso delante de ella. — ¿Algo más para ustedes, señoras? Dar inspeccionó su plato, un filet mignon ubicado junto a una cola de langosta. — Nop. No en este momento. — Dijo. —Gracias. — Cogió el tenedor y el cuchillo, que separó los dos elementos alrededor de la isla de ñame batida y empezó a cortar el filete en trozos. —Esto se ve muy bien. —Huele muy bien, también. — Kerry estiró el cuello para ver. — ¿Qué es esa salsa? —Piña y ron de bahía. — Pincho un trozo de carne y se lo ofreció a Kerry, que lo recibió agradecida. —Mm—. Murmuró con aprobación. —Lo tomaré la próxima vez. — Ofreció una muestra de su pescado a cambio, que Dar aceptó encantada. —Sabe como a mandarinas. — Comentó. Kerry había tomado un bocado de su pescado, cuando su atención fue atraída por una pareja que entraba. —Yrch. — Llamó la atención de Dar, señalándole la puerta. Christen y Juan Carlos acababan entrar, y estaban siendo recibidos por el anfitrión. —Ahí va el barrio—. Mordisqueó un poco de su filete. —Me pregunto cuánto pagó por ese vestido. Christen llevaba un traje de cadena de oro, apenas cubriendo su cuerpo bronceado, y muy en forma, hasta la mitad de los muslos y hasta su pecho. Tenía lagunas en el costado, y un cinturón enjoyado colgado debajo de su ombligo. Juan vestido con una chaqueta de seda y pantalones de cuero, en un negro mate con una camisa de seda de oro. — ¿Alguien se olvidó de decirles que no estaban de visita en Nueva York?— Kerry se inclinó y murmuró. —La última vez que vi ropa como esa, estaba en Sur La Playa, en la noche de apertura del gran Chef TV. Fueron conducidos a una mesa, de primera, en el borde de los asientos al aire libre, y cuando Christen se sentó, las vio. Puso una mano sobre el brazo de Juan Carlos, y luego se acercó a ellas. —Yip, yahooey yippee yip. — Dar puso los ojos en blanco, luego se enderezó, cuando la mujer se acercó y asumió una expresión cordial neutral. —Buenas noches—. —Hola. Qué bien encontrarnos todos aquí. — Les saludó. — ¿De visita o ... tenéis intención de quedaros aquí? —Nos vamos a quedar aquí—. Kerry le respondió sin problemas. — ¿Acabáis de entrar? —Ayer por la noche. — Christen respondió, con una sonrisa. — ¿No es genial? Qué lugar tan bonito—. Se apoyó en la barandilla junto a ellos, su traje de la cadena de oro tintineó suavemente. —Me alegro de habernos encontrado otra vez. Tenía miedo de haberos perdido la pista, cuando os fuisteis del muelle. —Sólo salimos a dar una vuelta. — Dar respondió. —Volvimos tarde. — ¿En serio?— Estaba estudiando a Dar de cerca. —Escucha, algunos amigos nuestros tuvieron algunos problema en la zona oeste de esa pequeña isla. No habréis visto nada ¿verdad?

— ¿Amigos vuestros?—, Preguntó en voz baja, mirándola fijamente. —No. No vimos a nadie en problemas anoche. Kerry se mantuvo en silencio, reconociendo el cambio en el comportamiento de su pareja. —Oh. Bien. — Respondió. —Realmente no entendí toda la historia, pero creo que alguien pudo haberlos hecho encallar ... pero eso no habría sido muy amable, ahora ¿verdad? —Depende de lo que estuvieran haciendo para que alguien quisiera hacerles eso. — La miró directamente a los ojos, proyectando un aire de amenaza repentina sorprendentemente oscura. Se quedaron en silencio, durante un momento, luego se echó a reír, un poco incómoda. —Bueno, ¿quién sabe? Tal vez ellos estaban equivocados, o ... alguien metió la pata y están tratando de ocultarlo. — Retrocedió un paso. —De todos modos, vamos a cosas más agradables. ¿Tal vez podamos quedar para comer juntos? —Claro—. Dar dejó la palabra rodar por su lengua, manteniendo los ojos puestos en la mujer más pequeña. —Cuando quieras. Christen se batió en retirada precipitada. Dar mantuvo su mirada furiosa irritable por un momento, luego se relajó, mirando a Kerry que la estaba estudiando atentamente. — ¿Y bien? —Te doy un diez. — Levantó la servilleta, asomándose detrás de ella para ver a Christen y Juan en estrecha consulta, con miradas de inquietud en su dirección. —Sabes Dar, para alguien que se ha vestido como un helado de fruta de la pasión, realmente podría asustar a cualquier persona. Dar rio y negó con la cabeza. —No deberías reírte. Eso probablemente no sería divertido. — Miró de nuevo a los dos recién llegados. —No crees que ellos han tratado de encontrarnos, ¿verdad?—, Preguntó Kerry. — Quiero decir, saben lo del barco encallado. Ellos nos estaban persiguiendo, Dar. —No sé. — Continuó cortando su filete. —Déjame que te responda, después de tener la oportunidad de revisar lo que Mark nos ha enviado. — —Está bien. — Volvió a su cena. Estaba un poco sorprendida de lo despreocupada que estaba su compañera, por lo que no sabía si se estaba empezando a sentir más intrigada que asustada. Tomó un bocado de pescado, disfrutando del sabor dulce y picante, a la vez. Luego se quitó el sabor de la boca con un largo sorbo de vino. — ¿Dar?— — ¿Hm?— Levantó la vista de su tarea, ahora cortando la langosta. — ¿Crees que esto es peligroso? Detuvo lo que estaba haciendo, y cruzó las manos, apoyando la barbilla en ellas. — ¿Peligroso?—, preguntó. —Creo que nos hemos encontrado con personas que están acostumbradas a salirse siempre con la suya. —Mm—. Kerry asintió. —Nos dispararon bengalas anoche. — Continuó, en serio. —No balas. Ah. Eso era muy, muy cierto. —Aunque también intentaron atacarnos— Se dio cuenta. — ¿Así que piensas que simplemente son unos desagradables prepotentes matones, que sólo están empeñados en conseguir lo quieren?

—Exactamente. — Volvió a su plato, con una mirada de satisfacción. —Por desgracia—. Miró hacia arriba. —Pero están frente a otra matona detestable y prepotente que no dejará que le estropeen sus bonitas y apacibles vacaciones. — Le hizo un guiño. Kerry ladeó la cabeza, y pensó en eso. —No creo que seas arrogante y odiosa, y una matona. — Finalmente declaró positivamente. —Pero estoy de acuerdo que han mordido más de lo que pueden masticar con nosotras. — Hizo un gesto enérgico, luego mordió una gamba y despiadadamente la arrancó de su concha. Dar simplemente se rio y negó con la cabeza. *** Tenían una sorpresa esperando cuando llegaron de vuelta a su habitación. Kerry miró la cesta de flores con cautela, y dio a Dar un vistazo. —Tú eres la única persona que me daría la bienvenida con algo así, pero supongo que no son tuyas. Dar considerado el intruso floral. —No. — Examinó la disposición buscando una tarjeta. —Sé qué tipo de flores te gustan. — Dijo. —Y los tulipanes no son una de ellas. Ah. — Cogió un pequeño cuadrado de cartón de las hojas y se lo acercó a la cabeza, cerrando los ojos. —La respuesta es ... Bob. — Le entregó a la tarjeta sin mirarla. Kerry suspiró, tomando la tarjeta y la miró a escondidas en ella. — ¿Podemos alquilar a la señorita Cleo? Dar negó con la cabeza. —Ker, sólo vamos a tener que decirle que retroceda. Estas cogida. — Le aconsejó con ironía. —Es uno de esos tipos que no pueden imaginarse a dos mujeres juntas.' —Sí, lo sé. — se rio sin poder hacer nada, dejándose caer sobre la cama. —Pensé que refirme a ti como mi pareja y decir que era nuestra luna de miel retrasada, le habría dado una pista, pero creo que no. Le quitó la tarjeta de sus dedos, la arrojó sobre su hombro mientras encontraba algo mucho más interesante para concentrarse. — ¿Sabes lo que me gusta de estas prendas? Deslizó una mano sobre la cadera de Dar. — ¿Que te quedan muy bien?— Protestó. — ¿Qué? Cerró los dientes alrededor de uno de los vínculos que sostenían la prenda y tiró de ella soltándola. —Que se quitan muy fácil. — Retiró un borde hacia atrás, exponiendo el pecho de Kerry, luego fue a por la parte inferior. Desvió su mirada de los ojos de Kerry para recorrer todo su cuerpo. — ¿Ves? Sintió el pelo de Dar contra sus muslos mientras aflojaba la sujeción, dejando su cuerpo desnudo ante la suave brisa, que entraba por la ventana. Se apoyó en sus codos, mirando el arco de la espalda de Dar, mientras merodeaba su camino hacia arriba. — ¿Cariño?— Murmuró. — ¿Siiii?— Apoyó la barbilla contra el ombligo de Kerry. —Me encantaría pasar las próximas horas siendo torturada por ti, pero ¿no crees que deberíamos revisar la información de Mark primero? Suspiró, una ráfaga de aire muy caliente provocó que la piel de la mujer rubia levantará los senos. —No. — Gruñó suavemente.

—Pero ... Se deslizó hasta el final, por todo el cuerpo de la rubia hasta capturar sus labios, por un largo momento. —Creo que tenemos que hacerlo. Kerry ahora lamentaba haber dicho nada. Exhaló cuando su amante se levantó, se alejó de la cama y fue a buscar su maletín escondido entre la cómoda y la pared. Esperó a que Dar desbloqueara la parte superior, y luego deslizó sus brazos alrededor de su pareja, intentado soltarle la ropa, mientras ésta sacaba el portátil y lo ponía sobre la mesa. —Pensé que querías hacer esto. — Miró por encima del hombro. —Te estoy ayudando. — Kerry desenredó un cable, y lo enchufó, aún con sus brazos alrededor del cuerpo de la morena. —Ah. — Arrancó el ordenador. —Pensamos que no lo tendríamos que utilizar ¿no? —Sí, lo sé. — Asomó la cabeza bajo el brazo izquierdo de Dar, mirando la pantalla. —Solo era para caso de algún tipo de catástrofe, y ahora lo necesitamos, necesitamos saber quiénes son esas personas. —Buen pensamiento. —Y si nos llaman para algo estúpido, podríamos tirarlo por la borda, y hacer que la empresa te compre uno nuevo de ese color azul llamativo que tanto te gusta. — Kerry encontró otra zona de la ropa de la que tirar. —Oo .. bonito escritorio. —Podría ponerte uno igual. — Empezó a teclear y reemplazó a su escena del bosque pacífico con uno de Kerry en la playa. — ¡EEEK!— Kerry dio una palmada en el MousePointer. —Eh. — Dar cedió y cambió de nuevo a la selva. —Eres tan linda. — Comenzó con su rutina de acceso telefónico. —Ahora. — Se dio la vuelta y atrajo de nuevo a la rubia en sus brazos. —Siento haber sido tan grosera por interrumpir mi tarea ¿dónde estaba? Presionó su cuerpo contra el de Dar. —Aquí, creo. — Deslizó una mano alrededor del cuello de Dar, que estaba a punto de besarla cuando un golpe sonó en la puerta. Kerry hizo una pausa y miró a su pareja, a continuación, desvió la mirada hacia la puerta con una indignación muy visible. — ¿Qué diablos? —Más vale que sea importante. — Dar pronunció, levantado la voz. — ¿Sí? Hubo un momento de silencio, y luego una voz respondió. — ¿H ... hola? Estoy buscando a Kerry Kerry cayó de bruces contra el pecho de la morena y sacudió la cabeza. —Bob. —Bob—. Repitió Dar. —Quédate aquí. Voy a decirle cuatro cosas. — Se dirigió a la puerta con pasos decididos. — ¡Ah..bu..bu ... Dar!— Fue tras ella, agarrando su camisa suelta y tirando de ella. —Whoa ... Se dio la vuelta, levantando las cejas indignada. —Cariño, los eunucos ciegos no tienen muchas posibilidades de encontrar trabajo. — Susurró. —Déjame manejarlo, ¿de acuerdo?— Se ajustó su propia ropa y se puso delante de Dar, poniendo su mano en el pomo de la puerta y girar. — ¿Sí?— se apoyó en la jamba, abriendo la puerta lo suficientemente ancha como para hacer contacto con los ojos.

— ¡Kerry! Genial. Te encontré. —Bob sonrió. — ¿Puedo entrar? Puso sus pensamientos en orden. —Bob, es tarde. ¿Hay algo que necesites? Estamos bastante cansadas —. Trató de no escuchar el bajo pero vibrante gruñido detrás de ella. —Tenía la esperanza de que pudiéramos hablar. — Explicó, con timidez. Vale, Ker. Dar tiene razón. No es el momento de ser demasiado cortés. — ¿Sobre qué?. El pasillo estaba vacío, aunque Bob miró a uno y otro lado por si acaso. Se metió las manos en los bolsillos, consiguiendo una expresión casi atractiva. —Mira ... Sé que apenas nos conocemos .. —Grrooowwwwll ... Sintió a su amante acercarse, cuyo cuerpo le calentó la espalda. —Eso es correcto. —Pero estaba pensando que tal vez podríamos vernos un par de veces, ya sabes .. creo que eres un muy .. —Bob—. Abrió la puerta un poco más, y se enderezó, sosteniendo ambas manos en un movimiento de parada. —Un momento. —No, sé que eres muy modesta, pero creo .. —BOB—. Levantó la voz. Él la miró con ansiedad. — ¿Sí? —Gracias, pero ya tengo pareja. — Declaró con firmeza. —Una con la que estoy muy comprometida. —Rowwwrrrll .... — Escuchó el gruñido de Dar. Bob tomó aire, dándole un aspecto determinado. —Ya me imaginé que tendrías un novio, pero realmente creo que podemos llegar a conocernos mejor, después de todo .. —Bob—. Suspiró. —No tengo novio. — Ralentizó su discurso, pronunciando con cuidado. —Tengo pareja. Sus cejas se contrajeron con perplejidad. — ¿Un socio? La paciencia de Dar, en realidad nunca extensa, espetó. Asomó la cabeza por encima de Kerry, mientras levantaba una mano sobre su hombro. —Esa sería yo. Bob miró a una y a la otra, ladeando la cabeza hacia un lado con total confusión. Kerry se volvió y miró a Dar. — ¿Ves lo que sucede cuando comes demasiado pan Wonder?— Le preguntó, y luego se volvió. —Bob, Dar y yo somos amantes. — Dolorosamente le aclaró. —Somos gay. ¿Lo entiendes? Muy lentamente, la comprensión amaneció. —Oh. — Finalmente murmuró, volviéndose un ladrillo rojo profundo. —Lo Siento. Yo no lo hice .. um .. —Está bien. — Ahora sentía un poco de pena por él. —Está bien, bueno, entonces, que tengáis una buena noche. Lo siento. —, Dijo, retrocediendo. —Lo Siento. — Escapó por el pasillo, casi chocando contra la esquina en su prisa por salir de la vista. —Mmph. — Dar lo observó mientras desaparecería, y emitió un gruñido de satisfacción. —Vaya mentalidad analógica. Kerry le dio un codazo hacia atrás y cerró la puerta. —Aw, no fue tan mal. — —No, no lo fue. — Estuvo de acuerdo. — ¿Escuchaste lo que dijo después de que le dijeras que tenías un socio? ¡No le importaba! ¡Qué desgraciado!

Se mordió el interior del labio. —Ew. Sí. — Admitió. —Eso fue muy fuerte. — Dar negó con la cabeza y encaminó hacia donde el portátil ya había hecho su descarga final. Se quitó la ropa, lo recogió y lo llevó a la cama. A continuación, tecleó varios comandos y miró atentamente la pantalla.. —Ven aquí. Kerry alejó sus pensamientos sobre Bob, y se unió a Dar en la cama, quitándose su propia ropa y acurrucarse junto a su amante. — ¿Qué te envía? —Mira. — Señaló. Ellas leyeron juntas en silencio, sus caras bronceadas iluminadas por la luz de la pantalla. *** Kerry se despertó la primera para variar a la mañana siguiente. Dejó que sus ojos se abrieran cuando la luz del sol entraba por las ventanas de rejilla, haciendo rayas en toda la cama. Durante unos minutos, simplemente se quedó allí medio perezosa, viendo el movimiento del pecho de su amante Dar. El sol hizo que los pelos finos suaves, brillaran en su torso, y se los frotó con el pulgar, mientras reflexionaba sobre la información que habían obtenido la noche anterior. Había esperado... bueno, para ser honesta, realmente no tenía ni idea de qué esperar. Tal vez por el gran barco negro y la pequeña salchicha blanca que fueron tras ellas fuesen ladrones de joyas internacionales, o algo así. En cambio, lo que habían descubierto era que el barco era propiedad de un rico corredor de arte y coleccionista, conocido por su agresiva adquisición y subasta, acostumbrado a salirse con la suya. Nada ilegal en eso. Acarició el hombro de su amante, estudiando sus rasgos bronceados, por la exposición al sol, de los días anteriores. Habían leído información sobre cómo el hombre había obligado a su manera, a realizar algunas excavaciones y comprado los derechos para el salvamento, a menudo tomando objetos de valor por debajo del original, y, a veces fuera de la vista de los dueños legítimos. John De Salliers. No parecía ser un buen tipo, aunque no había hecho nada ilegal. Lo que no podía entender era por qué se habían decidido a perseguirlas. Después de todo, si querían información sobre ellas o de su barco, simplemente podían haberla conseguido de cualquier otra forma. —Simplemente no lo entiendo. — Suspiró. Todo lo que habían hecho era bucear a través de una ruina decrépita. ¿Pensarían ellos que había algo valioso en un viejo buque pesquero? ¿Por qué molestarse? No tiene sentido. Sus empleados, Christen y Juan al parecer eran detectives privados registrados. Los dos estaban muy bien colocados, y Christen era aparentemente era una mujer salvaje en un mundo de hombres, o al menos es lo que Mark había sabido. ¿Por qué molestarse en seguirlas a ella y a Dar? Si están buscando algo, ¿por qué correr el tiempo para enredarse con un par de ejecutivas de TI, en sus vacaciones? Simplemente no tiene sentido. — ¿Por qué tienes el ceño fruncido?— La voz de Dar interrumpió su meditación. Kerry levantó la barbilla y miró a su pareja recién despertada. —Tratando de averiguar lo que está pasando.

—Ahhh—. Asintió solemnemente. — ¿Qué tal si primero desayunamos?— Arqueó la espalda y se estiró. —Por un lado, necesito arrancar mi cerebro, y por otro, no estoy segura de querer saber más. — ¿Incluso después de lo que pasó la otra noche?—, le preguntó. Se encogió de hombros. —Terminaron con su barco encallado. — Recordó a Kerry. —Ganamos. ¿Por qué insistir? Se apoyó en un codo y estudió a Dar. — ¿No tienes curiosidad sobre por qué lo hicieron?— Su voz se elevó en sorpresa. — ¿O lo que buscan? Otro encogimiento de hombros. —Sí, tengo curiosidad, pero no sé, que no soy lo suficientemente curiosa como para perder parte de nuestras vacaciones pensando en ello. — Respondió honestamente. —Por Si. Realmente quiero saber, podemos averiguarlo cuando volvamos a casa y hacer sus vidas miserables retroactivamente. Kerry se pasó los dedos por el pelo mientras lo consideraba. —Bueno, sí. — Dijo. —Puedo ver tu punto, pero ¿y si hacen algo más? Se dio media vuelta para hacer frente a Kerry, apoyándose en un codo, imitando su postura. —Diría que serían más estúpidos de lo que pensaba, pero si lo hacen, entonces tendremos que tratar con ello. Pero prefiero olvidarme de ellos hasta entonces. La frente de la rubia se arrugó. —No me gusta—. Admitió, pensando en ello. — Quiero saber lo que estaban haciendo, y por qué nos estaban persiguiendo, y qué es tan importante en esa zona del mar. Dar se relajó sobre su espalda y se puso las manos detrás de la cabeza. —Está bien. — Dijo. — ¿Cómo? — ¿Hm? — ¿Cómo crees que podemos averiguar lo que está pasando? Se sentó con las piernas cruzadas, apoyando los codos en las rodillas desnudas. — Bueno ... — Dijo, luego se detuvo. — ¿Estás pensando en seguirlos?— peguntó, con un toque más elemental que un brillo en sus ojos. —No. — Kerry negó con la cabeza. —Supongo que es lo más correcto. A menos que se nos acerquen de nuevo, realmente no hay manera de saberlo—. La miró, y vio que la miraba a su vez. —Tú ya sabes todo esto, ¿no es así? Dar señaló con el dedo a su propio pecho. — ¿Yo? Le dio un codazo en las costillas. Se extendió sobre el cuerpo de Dar, sujetándola sobre la cama. —Es sólo que no quiero permitirles que se metan entre nosotras y nuestras vacaciones. —No lo están haciendo. — Dar le recordó. —Están probablemente sacando diez mil dólares para arreglar su barco, ¿recuerdas?— —Mm—. Kerry gruñó. — ¿Crees que vendrán a vengarse de nosotras? —Tal vez. — Concedió. —Supongo que tendremos que esperar y ver. Hizo una reverencia con gracia a la lógica de la misma. Los puntos de Dar eran buenos. A menos que estuvieran dispuestas a acudir a las autoridades locales y presentar cargos, contra un tipo que no conocían, no había realmente ninguna investigación que pudieran hacer fuera de la confrontación directa o algún callejón merodeando.

Mientras tenía toda la confianza de que podían presentar una confrontación directa muy eficaz, entendía la reticencia de Dar por participar en el conflicto. —Está bien. — Estuvo de acuerdo. —Ahora, ¿no estábamos discutiendo el desayuno? Dar sonrió. — ¿Qué tal si nos ponemos algo de ropa y salimos a investigar?— Sugirió. —Creo que vi un pequeño lugar por la playa que podríamos probar. — Añadió. —Justo al lado de la zona de windsurf. — ¡Ajá. — Dar rio afablemente. —Tengo la sensación de que hay un motivo oculto. — Le tomó de la mano y la sostuvo, por ninguna razón en particular quería perder el contacto. —No quiero oírte quejándote esta noche de que estás agotada. Sonrió. —Bueno, pero si me quejo lo suficiente, me darás un masaje. — Respondió. —Además, tal vez tenga más suerte que la última vez. He estado haciendo un poco de trabajo, en el gimnasio, sobre la parte superior del cuerpo. Los ojos de Dar vagaron sobre su parte superior del cuerpo, y una sonrisa descarada apareció. —Nunca he tenido ningún problema con esa parte de ti. — Arrastró las palabras. —Al diablo con el windsurf. — Kerry se rio. —Sabes que eso no es lo que quise decir. — Se sentó y tensó sus brazos, mostrando sus bíceps. — ¿Ves? Una sonrisa aún más grande dividió el rostro de Dar ante tal vista. Los brazos y hombros de su pareja habían conseguido estar más definidos, pero la expresión de auto orgullo desinhibido, en su rostro, fue lo que realmente hizo que sonriera. —Claro que lo veo. — Estuvo de acuerdo, dándole una palmadita en la pierna. —Tal vez deje mi trasero fuera del agua en esta ocasión. Vamos. Salieron de la cama junta, apenas consiguiendo mantener el equilibrio antes de terminar estrellándose contra la pared. —Día magnífico. — Kerry decidió, al mirar por la ventana y ver la luz del sol y la brisa que soplaba las ramas cercanas. —Pero vamos a ponernos el protector solar. —Impermeable—. Acordó, recogiendo el bote de la cómoda. —Conforme— Respondió Kerry. —Entonces vamos a buscar algo de comer. Me muero de hambre. — ¿Con o sin ropa? —Dar. —Je, je. *** Siguió Dar a la playa, a través de la pasarela de madera en la arena. —Ah, no hay nada como salir a las islas para conseguir un poco de cocina realmente exótica. — Comentó. Dar se rio entre dientes. —Pensé que los bagels estaban bastante bien. —Oh sí.. — Estuvo de acuerdo. —Nunca pensé en venir a St. Johns , pero después de probar sus bagels y salmón ahumado... . Dar la guio hacia abajo, hacia donde estaban apiladas las tablas de windsurf. — ¿Quieres hacer unos estiramientos primero o iniciar la tortura ahora?

Kerry la chocó. —Hey, si realmente no quieres hacer esto, no tenemos que hacerlo. Sus labios se arquearon. —Na. Simplemente me gusta más pasar el tiempo abajo que de patinaje en la parte superior de la misma. Pero viviré. Kerry se adelantó cuando llegaron al kiosco, mostrando una sonrisa amistosa al hombre que las atendió. —Dos—. Le indicó. Dar, luego le entregó su tarjeta de crédito. —Hemos hecho esto antes. De todos modos, él les mostró el simulacro de seguridad. Posiblemente porque había oído de demasiadas veces a los turistas hablar de su experiencia, que luego no era tal. Escuchó con atención comprobando la plataforma para asegurarse de que no había nada nuevo o inusual. Habían hecho windsurf varias veces antes, en la isla, y la última vez habían ido a Key West . Realmente lo había disfrutado, aunque sólo, al final, había sido capaz de dominar realmente el mástil sin llegar a caerse. —Gracias. — Agradeció al final de las instrucciones y se apoderó de la tabla. — ¿Estas lista? Dar terminó la inspección de su tabla, y luego asintió. —Lista. — Empezaron por moverse en la zona superficial de agua cristalina, luego hacia las zonas más profundas. —Hoy no hay mucho viento. —, Dijo Dar. —Suficiente—. Kerry sintió la brisa revolotear su pelo. Estaban vestidas con trajes de neopreno cortos. Tenía ganas de entrar en aguas más profundas, porque el neopreno le estaba dando demasiado calor. Le había tomado su tiempo acostumbrarse a usar la ropa, y sobre todo para acostumbrarse a su olor. Los trajes se ajustaban perfectamente, subió la cremallera de la parte posterior, y se movió ajustando su traje hasta estar la suficientemente cómoda. Los trajes solían chirriar un poco cuando estaban secos, pero ahora que estaban en el agua eran capaces de sudar kilos sin importar. Sus trajes eran en su mayoría negros, aunque tenía los hombros y los brazos color púrpura, y un destello de color naranja brillante en cada lado. El de Dar parecía más viejo y roto. Tenía un yugo sobriamente gris alrededor de su cuello, con ribetes de color azul oscuro. Llegaron a aguas más profundas, y Kerry tuvo la oportunidad de pasar por debajo de las olas, dejando que el océano fresco penetrase su traje y enfriase su despegue. Ellas se quedaron así por un momento, luego surgieron, agitando el pelo de los ojos y la pulverización de agua a través del verde cristal, brillante de la superficie. —Ten cuidado. — le dio una palmadita en el trasero, mientras se movía un poco a distancia para desenvolverse en su propia tabla. —Sí, mamá—. Kerry le salpicó. —Ten cuidado también. No te caigas sobre una medusa como la última vez. Dar le sacó la lengua, y a continuación se subió sobre la tabla, puso los pies fijándolos en los estribos, y una vez sujeta levantó la vela. —La primera en pasar por la playa tiene pagadas las cervezas. — Gritó. — ¡Tramposa!— Kerry trepó en la suya, recuperando el equilibrio cuidadosamente antes de tratar de tirar de la vela arriba. Esa era la parte más difícil, en realidad, una vez que estabas arriba, podías utilizar tu peso para mantenerla, pero al tirar de la vela con el

viento en contra requería hacer un esfuerzo añadido, por lo que agradeció las horas extra que había pasado en el gimnasio. — ¡Cuando te coja, estás hundida! ¡Escúchame!! La risa de Dar flotó hacia atrás. —Ríe ahora, Dixiecup—. Kerry sintió el viento llenar su vela, y el agua comenzó a deslizarse por debajo de ella. — ¡¡¡Si gano, me vas a deber mucho más que unas cervezas!!! *** El bar de la playa era una estructura tipo tiki abierta, con una barra de bar de madera del corazón de un árbol nativo. Entraron desde el lado de la playa y se sentaron en unos taburetes junto a otros ya ocupados. — ¿Puedo ofrecerles algo?— El camarero se inclinó por el otro lado de la barra. Dar hizo una pausa a medio desabrocharse su traje de neopreno. —Para esta dama tan agradable, una cerveza fría. — Señaló a su compañera. —Piña colada para mí. — Añadió. —Hoy pago yo. —Je—. Kerry sonrió. Bajó la cremallera en su propio traje de neopreno y se quitó la parte superior, dejando que colgara hacia abajo, sobre la parte inferior de su cuerpo. Las dos estaban quemadas por el sol, y ligeramente espolvoreadas con arena recogida en su paseo de la playa. Apoyó los brazos en la barra y se deleitó con la sensación de ser una verdadera rata de playa, aunque sólo fuera por un momento. —Si tienes algo de comer, sería genial. — Le dijo al camarero. —Hecho—. El chico le sonrió, y les ofreció los menús. Dar sacó su traje hacia abajo y se ajustó la correa del traje de baño que llevaba debajo. —Debí haber sabido que no tendría la oportunidad de ganarte si había una cerveza en juego. — Se pasó las manos por el pelo húmedo y sonrió. — ¿Qué fue ese salto, de todos modos? Kerry estiró sus brazos, sintiendo un dolor agradable en sus hombros. —Me pareció ver un delfín. — Confesó, con una sonrisa. —No quería golpearlo. Aunque por un momento, me sentí como si estuviera sobre un caballo encabritado. — —Ahh ... — Dar miró el menú. —Quieres una hamburguesa? Escuchó el gruñido de su estómago ante la mera sugerencia. Caía la tarde, y el desayuno ya parecía muy lejano. —Claro con gusto. — Sonrió ante la jarra escarchada que el camarero dejó caer delante de ella, y la acercó, tomando un sorbo. Sabía a nuez, y estaba muy fría. Suspiró feliz cuando su compañera pidió la comida. —Qué gran día. Dar estaba ocupada masticando la piña de su bebida. Tragó saliva y se volvió hacia Kerry. —Eso fue muy divertido. — Admitió. —Puedo ver por qué te gustan los motorizados. — ¡Oh, sí!— Kerry se sentó e imitó la celebración de la barra de control. — ¡Vroom! ¡Vroom! —Mujer salvaje—. Le ofreció la cereza de su bebida. —Es este lugar. Kerry tomó la fruta cuidadosamente entre los dientes y la arrancó de la madre. — No es justo. — Tomó la cereza y la enrolló en torno a la boca. —No tengo otra para darte. —

Los ojos de Dar brillaron con malicia, y Kerry se dio cuenta de lo que acababa de decir. Masticó y tragó la cereza, luego le sacó la lengua de color rojizo. —Por supuesto, siempre has tenido la mía de todos modos. —Ejem. — Carraspeó ligeramente, mirando a su alrededor mientras su piel se volvió una fracción de un tono más oscuro. —Oh Señor. No me digas que acabo de hacerte sonrojar. — Bajó la voz, ahogada en una risita. —No estoy sonrojada. — Intento mostrar algo de dignidad. —Es por las quemaduras de sol. — —Uh huh—. Kerry se rio. —Veo que te ruborizas. —No es un sonrojo. —Je. Apoyó un codo en la barra y se volvió a medias, en su taburete, asumiendo una mirada muy seductora mientras sus ojos lenta y perezosamente hacían su camino desde la punta de los dedos de los pies de Kerry hasta la parte superior de su cabeza rubia. En el momento en que llegó al pecho de Kerry, era de color rosa brillante. —Ahora eso—. La miró a los ojos, alargando las palabras a un acento sureño. —Es un sonrojo. — Se acercó y le puso un dedo en la nariz, que arrugó cuando su amante no pudo evitar sonreír. —Eres una total alborotadora—. Kerry suspiró. —Comida. — Dar se dio la vuelta y tomó otro sorbo de su bebida mientras observaban su producto lácteo pasteurizado y media libra de proteína animal picado convertido en un par de hamburguesas bien cocidas y acompañadas de algo llamado papas a la isla. Inspeccionó una, y le pareció que era una patata frita con una capa de especias y coco. —Mm. Kerry se centró en una rodaja de tomate en la parte superior de su hamburguesa, que colocó sobre la lechuga, y a continuación añadió un poco de salsa de tomate y mayonesa en el pan. Estaba a punto de cogerla y darle un mordisco cuando un movimiento le llamó la atención, por parte de la esquina de su ojo. —Uh oh. — Dio un codazo a Dar en las costillas. Esta miró hacia arriba, haciendo una pausa a medio bocado, al ver al pequeño grupo de personas caminar a través de los muelles. Tres mujeres y dos hombres, con la ropa maltrecha, estaban siendo escoltados por dos policías. Parecían muy agitados, y uno de los hombres tenía su brazo alrededor de una de las mujeres en una actitud protectora. — Eh. ¿Me pregunto de qué se trata todo esto? — ¿Otra más?— El camarero le dio un codazo a uno de sus compañeros, que acababan de llegar de recoger una orden en el bar. —Sí. — La chica negó con la cabeza. —Piratas. Diablos, eso creo. — Cogió su bandeja y se fue. — ¿Piratas?— Kerry se inclinó hacia delante, proyectando su voz. El camarero se sobresaltó un poco, luego se volvió. —Oh, no es nada, señora ... estábamos ... —Simplemente no queriendo asustarnos, sí, pero ¿qué pasa con los piratas?— Kerry le interrumpió.

Parecía verse atrapado por la mirada de la rubia. —Señora ... — Sus ojos se movieron alrededor, pero la mayoría de los clientes estaban en las mesas. Dar y Kerry eran las únicas que quedaban en ese lado de la barra. Con una segunda mirada cuidadosa, él se acercó más. —Se supone que no debemos hablar de ello. — Explicó. —Claro. —, Dijo Dar. —No quiere asustar a los turistas. —Sí. — El chico sonrió. —Me alegro de que usted lo entienda. —Nosotras no somos turistas—. Kerry sonrió —Así que no te preocupes por eso. Háblenos de los piratas. Tranquilizado, el camarero se apoyó cerca de ellas. —Ha habido seis secuestros este mes. — Les dijo. —Barcos en general, consiguen hacer que se detenga y whap. No más barco, sin tarjetas de crédito, sin dinero en efectivo, te dejan sin nada de nada. Dar y Kerry intercambiaron miradas. —Wow. —, Dijo Kerry, por fin. —No me extraña que no quieran salir. —Mucho dinero, ¿sabes?— El chico se encogió de hombros. —De momento han tenido suerte. Hasta ahora no ha habido heridos. — Levantó la vista cuando su nombre fue llamado. —Disculpen. Kerry dejó que sus muñecas descansaran sobre la barra. — ¡Santo cielo, Dar! Dar se fijó en las miradas de preocupación en el rostro del grupo. — ¿Cómo demonios pueden no contárselo a la gente?— Dijo, en un tono indignado. — ¿No deberían hacer una advertencia, por lo menos? — ¿Seis secuestros?— Sacudió la cabeza con incredulidad. —Sé que es bueno para la economía, pero ... ¡Jesús! Dar entrelazó sus dedos, apoyando su barbilla en su contra. Ahora sus ojos mostraban preocupación, cuando miraron a su compañera. —Esas personas podríamos haber sido nosotras. — Frunció el ceño. —Bien. — Dio un mordisco a su hamburguesa. —No pensarás que fueron los mismos que nos persiguieron, ¿no? —Mmph. — Dar murmuró. —No, no tiene sentido ... ese tipo es demasiado público para ser un pirata, y Charlie dijo .... — Dejó de hablar por un momento. — ¿Qué estaba tratando de decirme?— Continuó en voz baja. —Tal vez se haya equivocado. Kerry mordisqueó una fritura. — ¿Por qué?— Preguntó. —Dar, si la información de Mark es correcta, ese hombre tiene millones. ¿Por qué correr el riesgo de contratar a un montón de secuestradores para robar embarcaciones en el Caribe? Quiero decir, sí, está bien, los barcos son caros, pero ¿te imaginas lo que necesitaría hacer para venderlo? No lo entiendo. Dar frunció el ceño. —Bueno, no sé. — Kerry murmuró. —Lo sé, lo sé. —, Dijo Dar. — ¿Pero cuáles son las probabilidades de que fuéramos perseguidas por alguien que no forma parte de esta escoria que está persiguiendo a otros barcos caros en la zona? —Hm—. Kerry suspiró. —Sí, es una especie de coincidencia. — Levantó la jarra y tomó unos tragos. — ¿Crees que deberíamos decirle a la policía lo que nos pasó? ¿Sobre todo porque sabemos quién lo hizo?

Dar tomó unos minutos para terminar su hamburguesa con queso antes de contestar, tomándose tiempo para pensarlo. —No sé. — Finalmente admitió. —Si estos actos los están ocultando, ¿cómo de confiable puede ser la policía? —Tal vez no son los que lo están ocultando la tapa. —Tal vez. — Dar murmuró. —Si les decimos, entonces, ¿qué? No vamos a presentar cargos, no aquí, en todo caso. —Él podría comprarlos de todos modos. — Kerry respondió con escepticismo. — Pero por lo menos, si la policía lo sabe, si realmente están tratando de encontrar a esos topos, por lo menos tendrán algo más de información. — ¿Te haría sentir mejor?— Le preguntó. — ¿Decirle a ellos? Kerry asintió, y luego sus labios se torcieron un poco. —Además, si les contamos lo que nos pasó, tal vez podamos conseguir que nos cuenten lo que está pasando. Las cejas de la morena se levantaron, sonriendo a su amante con una mirada de aprobación. —Buen punto. — Admitió. Kerry sopló sus uñas, para luego pulirlas en su propio hombro desnudo. —Además, tienen algo más en común. — Añadió en serio. —Esos tipos, y los piratas, de acuerdo a nuestro amigo el camarero, nadie ha resultado herido en los secuestros. —Al igual que con nosotras. — Dar reflexionó. —Una vez que tenían los barcos, podían haberlos matado. Asintió. —No dejar testigos vivos. — Dijo. —Quién sabe, Dar. Tal vez este tipo tiene conciencia. Tal vez ... — Su imaginación dio un salto . —Tal vez les roba los barcos, los renueva y los vende por el doble de lo que valen, a las mismas personas que le compran objetos de arte. —Hm. — Dar chupó su paja, teniendo en cuenta la posibilidad. —Sería una buena forma de hacer más dinero. Más dinero pero menos cerebro. Kerry se rio entre dientes. —Sabes, tengo parientes así. — Dijo. —De hecho, conociste a la mayoría de ellos. — Una oleada viajó a través de sus palabras, al reconocer en cierto sentido la distancia al oírlas. La crudeza que había sentido por la muerte de su padre, y la fealdad que había existido frente a su familia, que luego fue cediendo, se dio cuenta. —Okay. — Dar la miró en silencio. —Ya conociste a mis contribuciones a la reserva genética de cuatro bits. Cierto. Impulsivamente, se acercó lo suficiente para estrechar la mano de la morena, apretando brevemente, para luego dejarla libre. —Nuestra familia no tiene ese problema. Incluso nuestro perro es un genio. Dar se rio entre dientes. —Te lo recordaré cuando te vuelva a robar los calcetines. — Miró alrededor de la barra. — ¿Has terminado? Asintió. —Pues vamos a buscar algunos problemas. Se bajó del taburete y siguió a Dar fuera del tiki bar, mientras se dirigían hacia el edificio principal del complejo. ***

Dar abrió la puerta de la habitación y entró. —Bien podríamos cambiarnos antes. — Comentó. —No me gusta hablar con los policías en traje de neopreno lleno de arena. Kerry pasó junto a ella y se dirigió derecha al porche, quitándose completamente su traje de neopreno, dejándolo sobre una de las sillas de adentro hacia afuera. —Dame el tuyo, y te lo aclaro. — Llamó por encima del hombro. —Claro. — Dar se quitó el suyo, se lo echó al hombro, luego se detuvo y miró a su alrededor, advertida por un cosquilleo leve de sus sentidos. La habitación estaba ordenada, cuando habían salido, sólo la cama recién hecha una indicación de que el servicio de habitaciones había estado. Ni ella ni Kerry solían dejar cosas a la vista, y antes de salir habían guardado todas sus cosas en el cajón, o en sus bolsas. Así que nada estaba fuera de lugar. Todavía con el ceño fruncido miró hacia arriba cuando Kerry asomó la cabeza al interior. —Aquí. — Se acercó y le entregó el traje de neopreno. —Algo no me gusta. Kerry se agachó fuera, y volvió al interior, mirando a su pareja con curiosidad. — ¿Qué es? Se quedó quieta en mitad de la habitación. —No estoy segura. — Sus ojos recorrieron la habitación, en busca de lo que fuera que la estaba molestando. No faltaba nada, todo estaba justo donde lo habían dejado, incluyendo su ordenador portátil, sobre la mesa. Curiosamente, se acercó y lo abrió, rompiendo la secuencia de inicio de sesión. Pulsó una serie de comandos en el sistema operativo. No, la máquina no se ha tocado desde que habían salido. No era el ordenador, no eran sus cosas... Entonces se dio cuenta, no era algo visual en absoluto. Su nariz se crispó y el olor alienígena que había detectado volvió a ella, cuando su mente trató de identificarlo. — ¿Hueles eso? Kerry se acercó y cerró la puerta. — ¿Oler qué, cariño? Dar agitó su mano vagamente. —En la habitación. Algo que no es nuestro. Resistiendo la tentación de acercarse y comprobar que su pareja no tenía fiebre, olfateó obedientemente en el aire. —Bueno, puedo oler el agua salada, de neopreno, y protector solar. Supongo que somos nosotras, ¿no? Dar asintió. Kerry dio la vuelta cerca de la cama. —Lo siento, Dar. Yo no ... — Hizo una pausa. —Espera, ¿quieres decir olor parecido al alcohol?— Parecía vagamente familiar, pero nada realmente le vino a la mente. —Sí. — Se acercó a la cómoda. —Es más fuerte aquí. — Declaró positivamente. — ¿Qué es?—, Preguntó. —No parece ser ningún tipo de producto limpieza. Sé a qué huele. Todos los hoteles utilizan el mismo tipo. —El perfume—. Dar respondió en voz baja. —Huele al perfume de nuestra pequeña amiga Christen. Kerry se quedó mirándola. — ¿Estás segura?. No me había dado cuenta que estaba usando perfume. — Una ceja rubia se levantó ligeramente. —Me di cuenta. — Contestó. —Porque me gusta la marca. Es el mismo que utiliza Eleanor.

— ¡Ah!— Bingo. Kerry dio una palmada en la cabeza. —No me sorprende que me resultaba familiar. — Hizo una pausa. — ¿Estás diciendo que ella ha estado aquí en nuestra habitación? Dar se sentó en la cama, dejando que sus codos descansan sobre sus rodillas. —No puedo pensar en otra forma que su perfume llegara aquí sin ella, así que sí. —Ew. —Sí. — Frunció el ceño. —Voy a ir a ver el barco. — Se levantó y se dirigió hacia la puerta. —Dar—. Había abierto la bolsa de viaje de Dar. —Aquí ... no es que me importe que saltes alrededor como una fugitiva en traje de baño, Sra. agresiva de América, pero ... — le lanzó a su amante una camiseta larga de color negro con un tigre gruñendo en él. —Gracias. — Se puso la camiseta por encima de su traje de baño y cogió la bolsa que había llevado, con las llaves adentro. —Vuelvo enseguida. —Ten cuidado. — Le dijo mientras veía cerrarse la puerta detrás de su pareja. Durante un momento se quedó allí, luego se llevó las manos a sus caderas y sacudió la cabeza. —Muchacho, esto es una mierda. — Abrió su propia bolsa y hojeó su contenido, preguntándose qué es lo que aquella mujer espeluznante había estado buscando. Sólo tenían algunas camisetas, sus trajes, y alguna que otra ropa informal en sus bolsas, e incluso los más ávidos de los detectives probablemente no podrían haber conseguido mucha información de su elección de artículos de baño, que no fuera el hecho de que tenían una preferencia por la pasta de dientes de menta y por el exfoliante corporal de albaricoque. Por supuesto, el portátil era una mina de información completa, pero no era nada fácil acceder a ella, ya que el ordenador de Dar era como la Fortaleza Knox. Incluso ni tan siquiera Mark podía acceder a él. Incluso aunque quitaran la unidad de disco duro no había mucho que pudieran hacer, sin los algoritmos de cifrado de Dar. Entonces, ¿qué estaban buscando? Entonces otro pensamiento se le ocurrió. ¿Y si no habían estado buscando nada? ¿Y si todo era un error? —Hijos de puta—. Se sentó y encendió el portátil abierto, esperando que se iniciara la sesión. Una vez iniciada puso en marcha un amplio programa analizador de datos de espectro que Dar tenía instalado. Los insectos no eran realmente tan complejos, y una de las primeras cosas que Dar le había enseñado era cómo encontrarlos. Se había sentido un poco rara, sabiendo cómo de frecuente era el uso en su comercio particular, pero la competencia era feroz, y los vendedores no estaban por encima de su utilización, para obtener cualquier ventaja que pudiera. Dar, ella le habían dicho, nunca se molestó con ellos. A veces, cuando sabía que estaban allí, tenía que divertirse con ellos y pasar a lo largo de la información más extravagante, a la espera de alguna oferta que a veces recibían. El programa se puso en marcha, poniéndolo a escanear con dos puertos especializados para todas las frecuencias en todo el ancho de banda, utilizado para la transmisión de radio. Empezó a funcionar y apoyó la barbilla en su puño, esperando. También se podía hacer eso con los teléfonos móviles, y cualquier otra cosa que pudiera

tener señales electrónicas, que pasaran por el aire como las redes inalámbricas, que era para lo que el programa realmente había sido diseñado. De momento no mostraba nada, pero... el programa recogió exploraciones en dos frecuencias, y Kerry negó con la cabeza irritada. Dejó el programa en ejecución y lentamente caminó alrededor, continuando su discurso, desviando la mirada de la pantalla hacia el resto de la habitación. Cerca de la lámpara, una señal alcanzó su punto máximo. Estudió la lámpara, luego simplemente la desenchufó, la recogió y la llevó fuera. La puso en el porche, en una esquina, y volvió a entrar. Ahora, el programa mostraba una exploración limpia de nuevo. Le dio la prueba de fuego, comenzó a cantar. Incluso en su volumen superior, la exploración se mantuvo tranquila. Con un gesto de satisfacción, se fue al exterior y cogió la pequeña manguera conectada a la espiga, limpiando los trajes de neopreno con una cuidadosa minuciosidad. No había nada. Roció el interior de los mismos. Nada en la tierra podía oler peor que un traje sucio. Después de un momento, por encima, luego roció la lámpara por si acaso, todavía quedaba algo del olor de los desagradables detectives. *** Dar se dirigió a los muelles, consciente de una ira creciente en sus entrañas. No había estado buscando problemas aquí, de hecho, había hecho todo lo posible por evitarlos, pero maldita sea, los cabrones seguían detrás de ellas, y ahora estaba empezando a cabrearse realmente. Se dirigió hacia la zona donde habían atracado y utilizó la llave que le habían dado para desbloquear la puerta de acero, que bloqueaba el deslizamiento. Parecía tranquilo, pero también lo había parecido la puerta de la habitación, y Dar no era tan estúpida como para pensar en no habrían entrado en su barco. El barco estaba flotando tranquilamente atado a las torres de alta tensión, con los umbilicales enchufados a la energía del dique seco, para conservar las pocas cosas que habían dejado en el frigorífico. Revisó la cubierta y continuó hacia la popa, mirando cuidadosamente alrededor antes de abrir la puerta de la cabina. Tenía una pequeña cerradura de bronce, en realidad no era de mucha seguridad, la abrió sin encontrar resistencia. Empujó la puerta de la cabina, ahora abierta y entró, cerrando la puerta rápidamente tras ella. Y, a la vez, se relajó. Así como los consejos más débiles del extraño perfume habían disparado sus sentidos, en la habitación del hotel, la ausencia de algo que no había esperado la tranquilizó aquí. Inspeccionó el interior de todos modos, entrando en la parte frontal de la proa, a continuación, comprobando el dormitorio principal donde el olor, ya que las escotillas estaban cerradas, era sin duda muy familiar para ella. —Bien. — Le habló al silencio. —Ya que estoy aquí, me puedo dar una ducha y cambiarme de ropa. — Fue a la cómoda y sacó un par de pantalones cortos y una camiseta azul oscuro, que dejó sobre la cama mientras se dirigió al baño y abrió el grifo. Se quitó su traje de baño, se metió bajo el agua y rápidamente se frotó la sal de su piel.

Un momento más, y se había enjuagado el jabón de su pelo, y estaba saliendo de la ducha. Cerró el grifo y cogió una de las toallas colgadas en el soporte en el pequeño espacio. Se secó y envolvió la toalla alrededor, y luego salió para dirigirse de nuevo a la habitación. Ahora estaba segura de que el barco estaba seguro. Empezó a pensar en lo que había sucedido, y en las opciones que tenían. Mientras pensaba en ello, empezó a vestirse, metiéndose la camiseta dentro de los pantalones y abrochándose las correas de los hombros de la camiseta. Cuando terminó, hizo un repaso del resultado en el espejo. —Lindo y conservador. Estás empezando a parecerte a Kerry. —Suspiró, luego desabrochó una de las correas de los hombros, dejando que la parte delantera de la prenda colgara de forma informal hacia abajo. —Eso está mejor—. Agregó sus gafas de sol, y luego gruñó, satisfecha con los cambios. Al pasar de nuevo a través de la sala de estar, se detuvo, desviándose hacia el armario. Abrió la parte superior, moviendo a un lado la escopeta de Kerry para llegar a una caja azul que había debajo. En el interior había un grueso pedazo de cadena de acero endurecido, que sacó, junto con un candado. Se colocó el bucle de la cadena alrededor de su cuello y recogió el candado, salió de la cabina cerrando la puerta detrás de ella. En la cubierta, se detuvo, reconociendo su reacción territorial sobre el barco. No era como si tuvieran algo verdaderamente valioso a bordo o incluso personal, pero considera este barco como parte de su espacio privado y la idea de que alguien lo invadiera le ponía los pelos de punta. Con un leve resoplido, saltó al muelle, aterrizando ligeramente en la zona acolchada. Mientras caminada, desaceleró el paso al escuchar voces en el otro lado. Se detuvo cuando reconoció a uno de ellos como Juan Carlos. Estaba de pie, con un guardia de seguridad en el otro lado de la puerta, y los dos dejaron de hablar cuando la vieron. Esta se apoyó en la puerta y se los quedó mirando fijamente, desde detrás de sus gafas de sol. — ¿Hay algo que pueda hacer por ustedes?—, Preguntó, en un tono generalmente reservado para sus reuniones de presupuesto. El guardia de seguridad parecía, en todo caso, aliviado. —Señora, este señor estaba pidiendo que le dejen revisar el registro de entradas. — ¿Por qué?— Dar mantuvo su mirada sobre Juan Carlos, que parecía de piedra. — ¿Señor?— El guardia de seguridad se volvió hacia él interrogante. —Tengo razones para creer que algunos de esos barcos son de mi propiedad— respondió, sin problemas. —Me gustaría confirmarlo. —Mejor debería llamar a la policía. — Dar respondió con calma. —Ponga su denuncia y vendrán con una de registro de este lugar, y deje de tratar de intimidar al personal para que haga algo que le corresponde a usted. — Desvió la mirada hacia el guardia. —Debe saber que lo que le está pidiendo es ilegal. —Esto no tiene que hacerse por las mala. —, Dijo el detective. —Ya veo. —, Dijo Dar. —Y se va a poner mucho más desagradable cuando llegue a las oficinas corporativas este recurso, y presente una queja no sólo por esto, sino porque su pareja ha entrado, sin permiso, en nuestra habitación de hotel.

Imperceptiblemente, el guardia de seguridad se acercó a Dar, intentando alejarse del otro hombre. —Sra. Roberts, no creo que sepa con quién está tratando. Dar sonrió, luego se quitó las gafas y lo inmovilizó con una mirada. —No. — Su voz se convirtió en un ruido sordo. —No creo que lo sepa. — Tiró de la puerta abierta y surgió en el muelle. —Así que vaya donde su jefe viscoso y su pareja apestosa, y cualquier negocio idiota que en el que esté involucrado, y salga de mi vista, a menos que quiera más problemas de los que nunca ha tenido. — Señaló el pecho de Juan Carlos. —Ahora fuera de mi vista. —Si nos obligan a llevar esto a las autoridades, se van a arrepentir. — Él dijo, al parecer intimidado. —Puedo conseguir una orden de registro, y lo haré. — Se dio la vuelta y se alejó lentamente, asumiendo un aire de desinterés casual. Negó con la cabeza. — ¡Qué idiota!— Se dio la vuelta y envolvió la cadena alrededor de la puerta. — ¿Cuánto te ha ofrecido para dejarlo entrar?—, preguntó de repente, volviéndose hacia el guardia que todavía estaba allí de pie mirándola. El guardia tuvo la decencia de parecer avergonzado. —Vamos. — Se apoyó en la puerta. —Sé que un tipo así no asustaría a alguien como tú. El guardia movió sus hombros musculosos, respondiendo al cumplido con una tímida sonrisa. —Veinte dólares. —, Admitió. —Estaba a punto de subir a cincuenta cuando usted se acercó. —Tacaño—. Terminó poniendo la cerradura de la puerta, cerrándola con un clic distintivo. Abrió la bolsa que llevaba y sacó dos billetes. Se acercó al hombre y los deslizó en bolsillo de la camisa de color caqui del guardia. Sus ojos se abrieron por la cantidad. —Puedo comprar a su jefe si es necesario. —, Dijo Dar. —Así que le dices a todo el mundo que si tienen una oferta de ellos, no la acepten y avísame. Les ofreceré algo mejor. — ¡Sí, señora!— El guardia respondió con entusiasmo. — ¡Me aseguraré de que todo el mundo lo sepa!— La saludó con la mano, y luego trotó por el muelle, tomándose un momento para examinar el contenido de su bolsillo mientras corría. Dar sacudió las manos, luego lo siguió. —Cuando te importa lo suficiente para comprar lo mejor... — Murmuró, sacudiendo la cabeza. Ahora las cosas habían llegado a un punto en el que sabía que tenía que hacer algo al respecto. La pregunta era, ¿qué? Bueno. Lo pensó, mientras caminaba. Por lo general solía resolver los problemas cortando por lo sano e ir a la parte superior. Pero no sabía dónde estaba John De Salliers, pero estaba segura que alguien lo sabría. *** Kerry pasó un cepillo por el pelo húmedo, mirando su reflejo en el espejo de la habitación. Se había duchado y vestido con un par de pantalones cortos de color caqui, bien planchados, con una camiseta blanca prístina metida en ellos. La tela hacía un bonito contraste con su bronceado, y le devolvió la sonrisa a la cara del espejo mientras se sacaba su cadena y dejaba que el anillo roscado reposara contra el hueco de su garganta.

El sonido del desbloqueo de las puertas llegó y se apartó del espejo, sabiendo que Dar estaba de vuelta. —Hey. Kerry respondió en un tono de voz normal. —Todo listo. — Dio un paso adelante y aceptó con gusto el beso de corazón en los labios. Dar le dio un abrazo también. —Buen trabajo. Acabo de impedir que su pareja viscosa buscara en el muelle. —Te ves linda. — Observó, moviendo la correa para colgar el tirante de Dar. —Linda no era lo que yo estaba buscando—. Suspiró. —Ellos piensan que tenemos algo de ellos. — ¿En serio?— Kerry la tomó de la mano y la llevó a la sala. Se sentó en el sofá y tiró de ella cerca. — ¿Qué? —No tengo ni idea. — Apoyó un pie desnudo sobre la mesa y lo estudió. —Pensaba ir hasta la oficina del gerente y empezar a gritar a la gente, pero me di cuenta que no tengo suficientes datos para gritar con inteligencia. —Odio cuando eso sucede. —Yo también. — Estuvo de acuerdo. —Así que decidí volver aquí y tal vez entre las dos, podamos empezar a pensar esta cosa. —Está bien—. Sintió una oleada de orgullo en la declaración. Se sentía bien al oír la confianza en la voz de su amante. —Podríamos empezar por tomar un poco de café. ¿Te apetece? —Sí. Kerry se levantó y fue a la máquina de café bien surtida, cerca de la ventana. Se ocupó de cargar una jarra, mientras ponía en orden sus pensamientos. —Bueno. En primer lugar, esto es lo que sabemos. Dar se giró alrededor y se acomodó, estirando un brazo a lo largo de la parte posterior del sofá mientras la escuchaba. —En primer lugar, nos encontramos con un gran buque, actuando de una manera muy grosera, cruzando el Estrecho de Florida. — Comenzó, cogiendo dos tazas. —A pesar de darles una advertencia amistosa, volvieron la advertencia sin consideración. —Correcto. —En segundo lugar, nos encontramos con un barco más pequeño, que sufre un pequeño naufragio cerca de la isla de Charlie y de Bud. El barco no se acercó ni se puso en contacto con nosotras, pero parecía estar viendo lo que estábamos haciendo. —Correcto—. Acordó de nuevo. —En tercer lugar, después de llegar a la isla de Bud y de Charlie, el pequeño barco nos sigue, y dos personas se bajan y nos preguntan acerca de dónde estábamos buceando. — Se volvió y continuó preparando el café. —Pero ellos no nos piden detalles. —Exactamente. —En cuarto lugar, cuando estamos en esa misma zona cenando, intentan abordarnos por lo que parece ser el mismo barco grande y grosero. También somos perseguidas por ellos, sin ninguna explicación. —Pero ellos no disparan contra nosotros. —, Agregó Dar. —A pesar de que han visto que tenemos una escopeta cargada—. Asintió. —Está bien. Quinto: recogemos a un hombre de un barco volcado, que casualmente está ahí, al

parecer tratando de recuperar algo del mismo barco, donde el día anterior habíamos estado buceando. Las cejas de Dar se levantaron. —Y, para más causalidad, una vez aquí, nos encontramos con esos dos detectives, que probablemente están al cargo del gran barco sobre ese punto del océano. —Sí. — Murmuró. — ¿No te parecen demasiadas coincidencias? —Oh sí. —En sexto lugar, ahora hemos llegado hasta aquí, la pareja que casualmente nos hemos encontrado, se alojan en el mismo complejo que nosotras, y han estado husmeando en nuestra habitación, y tratando de hacer lo mismo en nuestro barco, por alguna razón todavía que desconocemos. — Se volvió y sirvió el café en las dos tazas, revolvió y las llevó al sofá. Le entregó una a Dar, y se sentó con las piernas cruzadas junto a ella. —Entonces, ¿qué diablos está pasando? Dar tomó un sorbo de café, pensativa. —Bueno, creo que podemos asumir que piensan que hemos encontrado algo de ese naufragio. — Dijo. —La pregunta es, ¿qué podría ser de interés para cualquier persona de un viejo barco pesquero? —No había mucho que ver, Dar. —, Dijo Kerry. —Sólo unas cajas viejas. —No, la verdad. — Contestó. —No es casualidad, hay un montón de coral allí, pero ¿por qué es de interés para un montón de ... — Dejó de hablar, arrugando la frente pensativa. —Nos llevamos algo. Kerry la miró, luego exhaló. —La caja—. Se habría abofeteado a sí misma si no tuviera la taza de café en sus manos. —Pero Dar ... es sólo una vieja caja de madera, medio cubierta de coral. — Protestó. —Ni tan siquiera podíamos abrirla. —Lo sé. — Estuvo de acuerdo. —Eso lo sabemos nosotras, pero si alguien nos vio cogiendo algo, ¿cómo iban a saber lo que era?— Se levantó y caminó. —Así que la pregunta es, ¿qué es lo que piensan que podemos haber encontrado? Kerry ahuecó sus manos alrededor de su café y bebió lentamente. —En primer lugar, necesitamos saber más acerca de ese barco pesquero, ¿verdad? Dar sonrió. —Correcto. Más sobre eso, y más sobre el abuelo de tu amigo Bob. — Cogió el ordenador portátil y se sentó junto a Kerry de nuevo. —Creo que tenemos que empezar por ahí, e ir juntando los datos. Se acurrucó más cerca, poniendo un brazo alrededor de Dar y apoyada en su hombro mientras el portátil arrancaba. La morena acercó el ordenador para que ambas pudieran ver la pantalla, empezó a establecer una conexión móvil por satélite para su red mundial. Le tomó menos tiempo que lo que la mayoría de la gente esperaba. Después de alrededor de sesenta segundos, tenían delante el mismo escritorio que usualmente tenía en el ordenador de su oficina, hasta la colección de mensajes de difusión enviados a su grupo local de Miami. Puso en marcha su programa de análisis de bases de datos y quebró sus nudillos mientras esperaba. A continuación escribió en su petición. — ¿Cuál es el nombre del barco?—, Preguntó Kerry.

—Lucky Lady. Eso es lo indican los mapas de buceo. — Contestó, añadiendo algunos otros detalles. — ¿Te dijo Bob cómo se llamaba su abuelo? —No—, dijo Kerry. —No vas a pedirme que salga a buscarlo y lo averigüe, ¿verdad? Dar rio secamente. —No. Vamos a ver lo que podemos sacar aquí. —Bien. — Apoyó la mejilla en el hombro de Dar. El largo día en el agua y bajo el sol comenzaba a tomar su peaje, y se sintió cansada, empezó a dormirse escuchando el traqueteo de las pulsaciones del teclado. — ¿Ellos estaban realmente tratando de entrar en nuestro barco? —Uh. — Dar murmuró. —Fangoso. —Sí. — ¿Y si lo intentan de nuevo?—, Preguntó Kerry. —Maldita Sea. Nada con ese nombre. — Negó con la cabeza, después continuó con otro comando. —Está bien, lo hacemos de la manera difícil. Dame todos los informes de incidentes marítimos en este sector ... maldito. — Maldijo, cerrando los ojos. — ¿Dónde demonios están las coordenadas de ese maldito accidente?. —Oh. — Kerry se agitó, luego se levantó y trotó hacia su cuaderno. Lo abrió y miró la página. —Aquí tienes. — Recitó la longitud y latitud. —La apunté. —Bien por ti. — Tecleó los números, y pulsó enter. —Esto tardará unos minutos. — Dijo, poniendo su brazo alrededor de Kerry cuando volvió a su asiento. — ¿Sabes qué? — ¿Qué?— Se acurrucó contra ella, con una mano acariciándole el muslo distraídamente. —Que somos un maldito buen equipo. Los ojos de Kerry brillaron alegremente. —Los somos, ¿no?— Estuvo de acuerdo. —Sí. — Le dio un beso en la cabeza. —No podía pedir nada mejor. —Yo tampoco. — Se relajó, poniendo su cabeza hacia atrás, sobre el hombro de Dar. Observó los marcadores del escaneo en la pantalla, con los párpados casi cerrados. Dar oyó el cambio leve en la respiración de su pareja, y la miró por encima, reprimiendo una sonrisa. Cuidadosamente se movió, un poco, a una posición más cómoda y apoyó la cabeza contra la de Kerry, contentas de dejar que su programa bien diseñado hiciera su trabajo. *** — ¿Ker? La voz de Dar la sacó de un sueño muy agradable, en el que participaba la propia Dar y un racimo de uvas. Dejó que sus ojos se abrieran lentamente, disfrutando de la puesta de sol brillante, con complacencia por un momento, antes de que su mente se hiciera presente y despertara plenamente. —Oh. —Levantó una mano para ahogar un bostezo. —Lo siento. — ¿Por qué?— Preguntó. —Dormir no es un delito punible, incluso en nuestra división.

—Lo sé, pero se supone que debemos estar resolviendo un misterio—. Miró hacia el portátil. — ¿Alguna novedad?— Podía ver una tabla de información en la estructura habitual de la pantalla. —Un montón. —, Dijo en un tono seco. —Me las arreglé para excluir todos los naufragios no gubernamentales pertinentes. Eso me llevó un buen rato porque había un montón. — Acercó más el portátil. —Tiene que ser esta, aquí. —Lucky Johnny— Leyó la pantalla. —Oh, puedo ver que fácilmente es confundible con Lucky Lady. —Mm. — Acercó una pantalla. —El problema es que no hay nada de especial en la maldita cosa. Era sólo un arrastrero de trabajo de cuarenta pies, de captura de cangrejos. —Ah—. Kerry leyó los detalles. — ¿La tormenta? —Uh huh. —, Dijo Dar. —Zozobró y se hundió. Dos sobrevivientes, ambos compañeros. El capitán se hundió con el barco. — Abrió otra pantalla. —Este es el abuelo de Bob. Kerry miró al hombre de bigotes, vestido con una gabardina azul. —Santo cielo. Es Popeye. —Eso explica muchas cosas. — Se rio entre dientes. —Él sobre todo rastreó el Atlántico norte. No sé lo que le llevó todo el camino hacia el sur, pero el barco no podía soportarlo. Fue su primera y última carrera en el Caribe. — Estudió la imagen. —No hay nada en él, sólo un marinero. Inclinó la cabeza hacia un lado. — ¿Sí? Pensé que Bob había dicho que su familia tenía dinero. Al menos esa es la impresión que me dio. — Agregó, con un toque de humor gracioso. — ¿Entonces cómo consiguió a partir de ahí una plataforma como esta? —Bueno. Él no mintió. De acuerdo con esta declaración de impuestos, el viejo Popeye dejó un montón de dinero a la señora Popeye, y tienen una casa, en Maine, que cuesta una fortuna. — Se rascó la mandíbula. —Tal vez él tenía dinero y sólo decidió pescar para ganarse la vida, ya que podía hacerlo. —No sé, Dar. — Negó con la cabeza. —He pasado tiempo en Maine. Nadie hace eso si tienen otra opción. Ese tipo de vida, la pesca por el Atlántico Norte en muy dura y sobretodo peligrosa. —Está bien. — Abrió otra base de datos financiera. —Veremos lo que podemos sacar de aquí. — Se echó hacia atrás. —Todavía no explica por qué un barco en ruinas, hundido por una tormenta está provocando todo este interés, y sobre todo después de tanto tiempo. —No. — Estuvo de acuerdo. —Si hubiera ocurrido algo, no entiendo cómo ahora es de tal interés. Dar tamborileó con los dedos ligeramente sobre el teclado. —Eso es verdad. — Reflexionó. —A menos que ... — La pantalla sonó, y alzó la vista hacia ella. —Eh. Kerry miró por encima de su hombro. —Wow. — Murmuró, corriendo un dedo a lo largo de los datos. —Mm. — Dar frunció el ceño. —No tiene sentido, a menos que él cogiera un montón de ese dinero, lo convirtiera en moneda de oro, y lo perdiera todo. — Dijo. —La cuestión es. ¿Por qué estarían interesados ahora? Ambas quedaron en silencio por un momento.

—A menos que algo se hundiera con él. — Habló lentamente. —Y que eso ahora valga algo. — ¿Quizá sea algo relacionado con la familia?—, Preguntó Kerry, de repente. Dar la miró burlonamente. —No lo sé, cariño. ¿Dónde se comprueba ese tipo de cosas? Deslizó sus manos entre Dar, y empezó a escribir. —Eso es fácil. — Golpeó unas pocas teclas. —En el periódico local. Esperemos que realmente utilicen los archivos públicos. —Digamos que es así. —, Dijo Dar. — ¿Crees que tiene algo que ver con todo esto? —Creo que la gente puede hacer cualquier cosa por evitar la vergüenza de la familia. — Declaró, en un tono tranquilo. —Especialmente si tienen algo que perder. Puso sus brazos alrededor de Kerry y la atrajo hacia sí, sin decir nada. Kerry empujó el portátil fuera un poco y aceptó la comodidad. — ¿Sabes lo que pienso sobre la mayoría, cuando pienso en lo que mi padre me hizo, el año pasado? — ¿Qué? —El horror se sentía sabiendo que era una decepción para él. — Susurró. —Cuando me desperté en el hospital, pude sentir vergüenza. — Hizo una pausa. —No tienes nada de qué avergonzarte. Suspiró. —Ahora lo sé. — Dijo. —Diablos, lo sabía que entonces, pero lo llevaba conmigo, y no sabía qué hacer con ello. — Miró la pantalla. —El orgullo hace cosas extrañas en la gente. — Su dedo trazó un titular en la lista que apareció. —Así que tal vez tienes razón. Tal vez lo que pasó con ese barco es un secreto que alguien no quiere que nadie se entere. —Uh huh. — estudió la pantalla. —Si ese es el secreto que piensan que trajimos desde ese accidente, podríamos estar en un nuevo juego de pelota entero en este momento. Y me pregunto: ¿dónde encaja Bob en todo esto?— Se desenredó del abrazo de Dar, no antes de darle un abrazo saludable. Se puso de pie y se estiró. Luego se acercó a la ventana y la abrió, dejando que la brisa del océano golpeara su cara. Después de un momento, Dar se unió a ella, apoyándose en el alféizar y mirando por encima del agua. —Entonces, ¿cuál es el plan?— Kerry preguntó finalmente. Dar cruzó los brazos y se mordió el labio interior pensativa. —Tenemos un par de opciones. — Dijo. —Podemos irnos y dejar los juegos a otros. —Mm. —Podemos hablar con la policía y dejar que ellos sigan a partir de ahí. —Mm. —Podemos hacerlo nosotras mismas, ver si podemos averiguar cuál es la verdadera historia, y luego decidimos lo que queremos hacer al respecto. Kerry sonrió. —Sí, esa sería mi elección también. — Dar admitió. — ¿Cuál crees que será su próximo movimiento?—, preguntó. — ¿O esperarán a ver qué hacemos?

Examinó la cuestión. —Supongo que están esperando por nosotras. — Dijo. — Entonces, ¿por qué no simplemente nos movemos y vamos a buscar un poco de música para bailar, y ver qué pasa? —Buena idea. — Kerry le tendió una mano. —Ellos no sabrán por dónde les vienen los goles. Cerraron el portátil, y salieron por la puerta agarradas de la mano, dirigiéndose por el camino hacia el restaurante informal en la playa, desde donde se podía escuchar el sonido de los tambores. — ¿Hey Dar?— De repente preguntó. — ¿Recuerdas lo que dijiste sobre el ron y la samba? La miró. — ¿Siiii? —Esto podría ser peligroso. — ¿Ker? — ¿Siiiii? —Nunca te he contado lo que sucede cuando tomo demasiado ron, ¿verdad? —No, no creo que lo hayas mencionado—. Kerry se permitió. —Supongo que esto podría ponerse realmente peligroso., ¿Eh? —Sólo es tu reputación. — ¿Qu .... Oh. — Otra pausa. —Tú quieres decir ... podrías, um ... — ¿Te gusta la forma cómo beso, no? —Demasiado—. Kerry sonrió con desenfado. —Tal vez mejor deberíamos atenernos a la cerveza. Se unieron a una serie de personas, que se dirigían en la misma dirección, cuando la luz se desvaneció bajo el crepúsculo. En las sombras detrás de ellas, otras dos figuras se deslizaron con ojos vigilantes.

Parte 5 Kerry sintió las manos de Dar descansar sobre sus hombros mientras estaba en la puerta, a la espera de encontrar una mesa para sentarse. El ambiente era informal y muy relajado. Divisó una mesa libre y comenzó a facilitar su paso entre la multitud, cuando la mano de su amante la detuvo. Curiosa, se volvió y la miró. — ¿Qué pasa? —Mejor nos sentamos allí. — Dar señaló una pequeña mesa cerca de la ventana. — ¿Allí?— Entrecerró los ojos. —Oh. — Reconoció los rostros, en una mesa cercana, de las personas que habían visto ser acompañadas por la policía. Dar lideró el camino, tomando el asiento contra la pared, mientras Kerry se sentaba frente a ella. Miró casualmente en la mesa de al lado, donde se sentaron las cinco víctimas del secuestro. Todavía parecían sacudidos, y no muy felices, pero mientras los observaba se dio cuenta de que uno de ellos le parecía familiar. Se echó hacia atrás y buscó en su memoria, tratando de recordar al hombre más viejo. —Dos de ese ron especial. — Pidió a la linda camarera, que se había detenido con su bandeja en la mano. —Boo. Con un sobresalto, Dar la miró. —Lo siento. — Apoyó los codos sobre la mesa. — Uno de ellos me resulta familiar. — Indicó la mesa de al lado con un movimiento de cabeza. Los ojos de Kerry cambiaron. La gente en la mesa de al lado estaba sombría, con las manos apretadas alrededor de sus vasos vacíos. Tenían un sentimiento de conmoción tensa, tras su terrible experiencia. Una de las mujeres era de su edad, también rubia, pero con el pelo muy rizado y ojos ámbar y anchos. Parecía estar más agitada, e incluso a pesar de la luz baja del restaurante Kerry pudo ver que había estado llorando. —Esa es la gente a la que secuestraron, ¿quieres decir?—, Preguntó, bajando la voz. —Mm—. Dar volvió un poco la cabeza, estudiando la otra mesa sin que realmente lo pareciera. Kerry hizo lo mismo; pero ninguno de los hombres le parecía familiar, así que ella volvió su atención a Dar, levantando una ceja en cuestión. —No para mí. — ¿No?— Negó con la cabeza. —Creo que ... — Hizo una pausa, y luego se apoyó en el brazo de la silla, estudiando mejor al hombre mayor. — ¿Jacob? El hombre la miró con incertidumbre. —Lo siento, yo no ... — Se inclinó un poco más cerca. — ¡Dios mío...! ¿Dar?— Él giró en su asiento y le tendió la mano, una expresión honesta apareció cruzando su rostro. — ¡Dar Roberts! Dar tomó su mano y le devolvió el apretón. — ¿Cómo estás, Jacob? Ha pasado mucho tiempo. — La última vez que había visto a Jacob Wellen fue hace más de seis años, en una convención técnica en Las Vegas. —Es cierto. — Jacob sonrió. Era un hombre de mediana estatura, con el pelo gris hirsuto y una estrecha y recortada barba y bigote. — ¡Qué gran sorpresa!— Se volvió hacia sus amigos, que se habían vuelto a ver a Dar. —Amigos, esta es una vieja colega mía, Dar Roberts. —, Dijo Jacob. —Dar, esta es mi esposa Minnie, y su hermano Richard, y este es mi hijo Todd y su novia Raquel.

—Encantada de conoceros. — Dar respondió cortésmente, y luego se volvió a medias. —Ella es mi pareja Kerrison. — Presentó a Kerry. —Jacob y yo sobrevivimos a la última gran Reorganización de la que me has oído hablar. Kerry se levantó y tomó la mano de Jacob. —Mis condolencias. — Sonrió. —He oído muy buenas cosas de ti. — Sus ojos se dirigieron al resto de la mesa. —Hola. — Los saludos que regresaron fueron cordiales, aunque un poco comedidos. Kerry no estaba segura de si eso era debido a las circunstancias, o a su introducción como pareja de Dar, pero les dio el beneficio de la duda y asumió la primera. Jacob se movió en su silla. — ¿Por qué no os unís a nosotros?— Sugirió. — Tenemos un montón de espacio. El resto movieron sus sillas para dejarlas sitio, entonces todo el mundo se sentó de nuevo. —Qué casualidad, encontrarnos aquí, Dar. —, Dijo Jacob. — ¿Estás aquí por negocios?— Se volvió hacia el resto de su familia antes de que ella pudiera. —Dar es el CIO de ILS, ahora. Una mujer muy ocupada. —Nop— Respondió, entrelazando sus dedos y apoyando la barbilla contra ellos, mientras apoyaba los codos sobre la mesa. —Realmente estamos de vacaciones. ¿Qué hay de ti? ¿Sigues trabajando en Australia? —Acabo de regresar. — Dijo. —Pensamos en tomamos un tour por las islas antes de instalarnos de nuevo. — Su rostro se arrugó en una mueca. —Pero resultó ser una mala idea. —Papá. — Murmuró la joven. — ¿Por qué?—, Preguntó Dar. —Parece un lugar agradable. —Sí, bueno, las apariencias engañan. — Suspiró. —Déjame que os cuente lo que nos pasó anoche. — ¡Papá!— El joven interrumpido. —Nos dijeron que no podíamos hablar de ello. —Gracias, chicos, pero sé lo que puedo decir y a quien. — Les dijo, con una sonrisa tolerante. —Dar aquí puede parecer muy joven, pero es la persona más inteligente que he conocido en mi vida. La aludida bufó. —Sólo dices eso porque salvé tu trasero en París. La camarera volvió, trayendo las bebidas de Dar y Kerry. Se fijó en el cambio de mesa, y luego se dirigió a Kerry. — ¿Queréis algo de comer? Kerry miró el pequeño menú. — ¿Puedes traernos dos platos de guiso, dos patatas al horno, y algo de esto?— Señaló el pan. —Claro. — La mujer sonrió, luego tomó el menú y desapareció entre la multitud. Kerry volvió su atención a la mesa, interesada en escuchar a Jacob contar lo que había sucedido. Se dio cuenta de las miradas furtivas de la pareja más joven, y ella les devolvió la mirada con diversión leve. Otra cosa a añadir a su lista de coincidencias, una de las personas a las que los piratas decidieron atacar, era un viejo colega de su pareja. ¿Cuáles eran las probabilidades de algo así, en realidad? Ciertamente, ILS tenía una enorme base de empleados, y eran una organización mundial, pero ¡Sheesh! Jacob apoyó los brazos sobre la mesa. —Era como algo salido de una mala película. —He estado allí. — Kerry murmuró en voz baja.

—Estábamos fuera del gran arrecife justo al norte de aquí, de pesca. — Jacob siguió. —Se estaba haciendo tarde, por lo que decidimos recoger y volver al muelle, cuando un barco grande se acercó a nosotros. — ¿Negro?— Dar aventuró. —No. — Jacob negó con la cabeza, con el ceño fruncido. —Blanco con el borde azul, ¿por qué? —Sólo curiosidad. —De todos modos, me di cuenta de que necesitaban un poco de ayuda, ya sabes ... —Claro—. Kerry asintió. —Quieres ayudar a la gente, si puedes. —Correcto. —, Continuó. —En un minuto estábamos a punto de ayudarles, y lo siguiente que sé ... esos malditos bastardos ... — Miró hacia arriba. —Perdonarme, señoras. — Les dio una mirada de disculpa, y luego volvió su atención a Dar. — ¡Esos malditos bastardos saltaron a bordo, y sacaron sus armas! Dar afectada lo miró con sorpresa. — ¿Armas? ¿Por qué? ¿Qué querían? —Todo. — Rachel murmuró. —Y el hombre, era odioso. — Negó con la cabeza. —Asustó a mi madre, nos empujaron, fue horrible. Kerry le dedicó una mirada de simpatía. —Apuesto a que lo fue. Eso es pésimo. —Yeh. — Añadió Todd. —No habría sido tan difícil si no hubieran sacado sus armas. No eran más que unos punks. Su tono era hosco, y era obvio, al menos para Kerry, que su orgullo había recibido una paliza. — ¿Os dijeron algo? ¿Quiénes eran? —No. — Jacob tomó la historia de nuevo. —Sólo nos dijeron que estaban tomando el barco, y nos dejaron en un banco de arena con una radio portátil, y nada más. — Sacudió la cabeza con disgusto. —Punks. Correcto Todd. No eran más que dos mierdas con un par de fusiles. — ¿Se llevaron todo el barco?—, Preguntó Kerry. —Y todo lo que contenía. — Estuvo de acuerdo con ironía. — ¿Me siento como un idiota? Claro que sí. — Suspiró, recogiendo su copa y bebiendo un largo sorbo de ella. —Lo bueno es que había una patrulla marítima cerca, y nos recogieron en una media hora, cuarenta y cinco minutos más tarde. Nos rescataron antes de que la marea subiera. —Wow—. Kerry murmuró. — ¿Dijeron si lo hacían por dinero o por alguna otra razón?—, Quiso saber Dar. El hombre mayor sacudió la cabeza de nuevo. —No dijeron una palabra, Dar. Sólo nos obligaron a bajar del barco, y se lo llevaron . La camarera regresó en ese momento, con una gran bandeja. Dejó la comida para ambas, sobre la mesa, y la conversación cesó mientras que todo el mundo miraba sus platos. Dar miró su plato, e inspeccionó el cuenco situado al lado de un ñame cocido al vapor, con olor a vainilla y nuez moscada. La camarera puso una cesta de pan caliente en el medio de la mesa, y luego fijó otra ronda de bebidas por parte de Jacob. —Bueno. — Tomó un pedazo de pan y lo sumergió en el guiso, luego mordió un pedazo y lo masticó. — ¿Qué dice la policía?

—Ahh—. Jacob hizo un gesto con la mano con disgusto. —Lo normal. Nos hicieron un millón de preguntas, nos dijeron lo sorprendidos que estaban, ya que nunca había pasado nada parecido, bla, bla, bla. Kerry alzó la vista y se encontró con los ojos de Dar. — ¿En serio?— Dar murmuró. —Déjame adivinar. Dijeron que presentaras lo antes posible todo el papeleo con tu seguro, y que harían todo lo posible para encontrar el barco antes de que saliera de la isla, ¿verdad? El hombre la miró con total sorpresa. —Sí, eso es correcto. — Todd espetó, igualmente sorprendido. — ¿Cómo lo sabes? Los ojos de Dar estrecharon y una sonrisa levemente desagradable apareció en su rostro. —Digamos que tengo una corazonada. — Dijo. —Así que, ¿cuál es tu plan ahora? ¿Vais a regresar a los Estados Unidos? Jacob estaba cortando su carne, y puso su cuchillo antes de responder. —No. Todavía tenemos unos pocos días más. Nos quedaremos por aquí e intentaremos divertirnos un poco, y olvidarnos de todo. — Palmeó la mano de su esposa. —Fue horrible. — Su esposa estuvo de acuerdo en voz baja. —Sra. Roberts, no se puede imaginar lo horrible que fue. Esos hombres estaban actuando como si fuera un gran juego para ellos. Parecía como si sólo fuéramos unos juguetes. Kerry fue cortando varios trozos de carne de su guiso y se los comió mientras escuchaba, convirtiendo la nueva información en su mente. La comida era muy buena, igual que parecía serlo la de Dar. Jacob y su familia parecían estar relajándose un poco, y supuso que al cabo de unos días, el horror de lo que había sucedido, probablemente se desvanecería rápidamente. Los piratas, habían afectado a su plan de una manera muy rápida, y muy eficiente. No se habían arriesgado a mantener a la familia a bordo. Sólo habían buscado un lugar cómodo y simplemente los dejaron, sin barco y sin todas sus pertenencias. Sospechaba que se habían llevado el barco a alguna cala protegida para rebuscar en su tiempo libre. Rápido, eficiente, y práctico. Era obvio que ya lo habían hecho antes. Para ellos era simplemente algún tipo de rutina. Desde el comentario anterior de Dar, sospechaba que su amante había llegado a la misma conclusión. ¿Se preguntó si había algo que en realidad podría hacer al respecto? —Jake, mantienes un registro de mantenimiento en tu barco, ¿verdad?— Dar preguntó de repente. Todo el mundo la miró con curiosidad. Jacob terminó de masticar y tragó, limpiándose la boca a toda prisa. —Bueno ... yo no, no, pero mi capitán seguro lo tiene. ¿Por qué? —, Se preguntó. —Hey, hablando de... ¿habéis volado hasta aquí? Negó con la cabeza. —No. — Dijo. —Estamos atracadas en el puerto deportivo. ¿Tu capitán sigue aquí o ha regresado a casa? —Muchacha, es mejor que tengas cuidado. —, Dijo Jacob. —No deberíais quedaros mucho por aquí, Dar. Odiaría que os pasara lo que nos pasó. Kerry tuvo que ahogar una sonrisa ante la ironía. —Siempre somos muy cuidadosas. — .

Jacob sacudió la cabeza. —Bueno, de todos modos. Creo que Rick mantiene el registro de su equipo, aunque no sé si estará en tierra o no. ¿Por qué? —Si él tiene los números de registro, y los piratas tratan de vender el barco, se los podría localizar. — Dar comentó suavemente. —Podría llevar un tiempo, pero ... —Esa es una gran idea. — Todd estalló, con entusiasmo. — ¡Entonces podemos encontrar a esos pelos de punta!— Se volvió hacia su padre. —Apuesto a Rick tiene ese libro. ¡Debemos dárselo a la policía! —Todd ... — ¡No podemos dejar que esos chicos se salgan con la suya, papá!— El joven protestó. —Eso es lo que todos quieren que hagamos, sólo desaparecer, y lamer nuestras heridas, y olvidarnos de ello. ¡De ninguna manera!— Dio una palmada a la mesa. —Todd— Minnie frunció el ceño ante su hijo. —Tiene razón. — Dar intervino. Esperó hasta que todos ellos la miraron con sorpresa. —Es lo que quieren. No sois la primeras víctimas, y apuesto a que no seréis la última. — Apoyó los brazos sobre la mesa. —Así que si tiene ese registro, puede ayudar. Pero no se lo daría a la policía. La miraron en shock por un momento, después de que terminara de hablar. — ¿No es la primera vez?—, Dijo Jacob, vacilante. —No. — Kerry tomó la pelota de la conversación, dando a Dar la oportunidad de comer. —Ha habido una serie de secuestros por aquí hace poco, pero nadie quiere hablar de ello, porque asustaría a los turistas. — Explicó. —Creo que Dar piensa ... — Miró a su amante. —Que puede que sea una banda local. Dar asintió. —Bien. — Jacob miró horrorizado. —Hijo de puta. —Mira. — Todd se acercó más a Dar. —Si queréis hacer algo para detenerlos, podéis contar con nosotras. Tenemos que hacer algo. — Dijo. —Voy a llamar a Rick tan pronto como hayamos terminado aquí, y voy a ver si él tiene ese libro. — ¿De verdad crees ...? —Minnie habló vacilante. —Tal vez sería mejor dejar que las autoridades se encargaran de ello, ¿no? —La escuchaste. ¡Probablemente ni tan siquiera sean de fiar! — Todd se puso de pie. —Estoy tan enfadado, tengo que tomar el aire. Vamos, Rach. — Le tendió una mano y ayudó a su novia a ponerse en pie. —Vamos pues. Los dos jóvenes se abrieron paso fuera del restaurante, desapareciendo entre la multitud. —Maldito exaltado. — El hermano de Minnie, Richard, habló por primera vez, después de beber de su cerveza. — ¿Qué demonios le pasa a ese chico, Jacob? Jacob sacudió la cabeza, todavía visiblemente molesto. —Dar, no puedo creer que la gente de aquí sepa lo que está pasando, y que sigan como si nada, mientras la gente sigue llegando. Eso es ... eso es ... —Piratería. — Terminó sus palabras. —Sí, bueno ... tal vez la policía no esté involucrada, tal vez simplemente no quieren que el turismo deje de llegar, pero algo no huele bien en todo el asunto. — Terminó la última parte de su guiso, limpiando el fondo del recipiente con un poco de pan.

—No queremos ningún problema. — Richard murmuró —Creo que deberíamos salir de aquí y volvernos a casa. — Miró a su alrededor. —Este lugar me da escalofríos de todos modos. —Eso es porque no puedes hacer frente a ningún sitio que no tenga máquinas tragamonedas. — Jacob bufó. —Sólo relájate, ¿vale?— Se volvió a Dar. —Escucha, Dar ... él tiene razón en una cosa. No queremos buscar problemas aquí. Si los policías locales no quieren agitar las cosas, yo tampoco Dar apoyó la barbilla en el puño y lo miró. —No me mires así. — Suspiró. —Mira, sé lo que estás pensando ... Las cejas de Dar se levantaron visiblemente. —No soy un cruzado. Nunca lo fui. — El hombre declaró. —Tengo a mi familia aquí, y si ese es el trato, y todo esto es una estafa, entonces estoy dispuesto a hacer mi parte, presentar mi reclamación y dejar que otros lo solucionen. La maldita cosa se filtró de todos modos. —Tienes toda la razón. — Richard estuvo de acuerdo. —Minnie no necesita más problemas, tampoco. Minnie miró profundamente aliviada. Dar desvió la mirada a su compañera, e intercambiaron miradas. —Eso está bien. — Kerry les dio una suave sonrisa. —Lo entendemos. Jacob se relajó un poco. —No es que crea que es correcto. — Dijo. —Por supuesto que no. —, Dijo Kerry. —Es mejor dejar que Dar se encargue de ello. Jacob parpadeó. — ¿Vamos de nuevo? —Nosotros nos encargaremos de los piratas. No hay necesidad de que te involucres, después de todo, has pasado por muchas cosas, y estoy segura de que lo que deseas es un poco de tiempo para descansar. Minnie se inclinó un poco hacia delante. —Cariño, esos hombres son peligrosos. —La vida lo es, a veces—. Kerry le sonrió amablemente. —Pero Dar y yo tenemos una gran facilidad para movernos a través de las cosas. — Levantó la vista cuando la camarera regresó. —A veces solo tienes que ir a por ello. ¿Nos puedes traer dos helados volcán de la isla, y otro ponche de ron? —Claro. — La camarera le sonrió. —Algo para usted, señora?— Miró a Dar. —Creo que uno de los helados es mío. — Respondió graciosamente. Kerry sonrió, volviendo su atención a Jacob. —De todos modos, no te preocupes por nada. Podemos manejar esto por nuestra cuenta. —Ahora, espera un minuto ... — protestó. —No, no. Lo entendemos completamente— Alzó una mano. Bebió el resto de su ponche de ron hasta el fondo, sintiendo un zumbido suave. Le sorprendió, y trató de averiguar cuántas cervezas le harían sentirse estar así. ¿Dos? ¿Tres? Uff. Significaba que ya había bebido el equivalente de seis cervezas. Tal vez debería pasar del próximo ponche de ron. —Bueno, ahora, escucha, Dar. — Jacob estaba diciendo. ¿Eran seis? —Sé lo que dije, pero realmente creo que debemos hacer algo ...

¿O eran sólo cuatro? —Puedes contar con nosotros. — ¡Jacob! Sí. Pillado. Kerry se rio en silencio. Un insoportable olor a chocolate de repente salió de su meditación. Parpadeó cuando la camarera puso delante suyo un tazón de helado, dulce de azúcar, más helado, más dulce de azúcar, un brownie, tal vez otro brownie, cubierto de una concha de chocolate. —Wow. — Dijo. — ¡Esta maldita cosa es tan grande como mi cabeza! Dar se rio de ella. —Quiero hacer algo más que comprobar alrededor, Jake, antes de decidir lo que se debe hacer. — Dijo. —Pero voy a mantener tu oferta en mente. —Hazlo por favor. — Dijo Jacob. Kerry estudió con satisfacción su postre. Quebró la concha de chocolate que le impedía acceder al helado de dentro. Casualmente, miró alrededor de la habitación, alegrándose de no ver a nadie conocido. Tal vez los matones habían decidido tomarse la noche libre. La camarera puso su tercer ponche de ron sobre la mesa, y se llevó el vacío. Kerry lo miró, y se preguntó si el chocolate posiblemente podría contrarrestar el ron. Hm. Supongo que pronto lo descubriría. *** Dar frotó sus dientes, pasando la mirada ocasionalmente en el espejo mientras trabajaba. Se enjuagó la boca, luego asomó la cabeza por la esquina de la puerta del baño y miró hacia la cama. Kerry estaba tirada a través de ella, de espaldas, parecía muy relajada. —Hey. Paladar—. Arrastrando las palabras. —Ven aquí. Ah. Suspiró. Salió del cuarto de baño, entró en la habitación, tumbándose junto a su pareja. — ¿Siiii? Un ojo verde se abrió y la miró. —Creo que estoy borracha. He sido una niña mala. Dar sonrió. —Estás muy guapa cuando estás borracha, ¿lo sabías?— Tocó la mejilla de Kerry, y sintió la presión cuando se apoyó en sus dedos. —UH Huh. Ya me dirás si opinas lo mismo cuando esté enferma como un sapo a las tres de la mañana—. Le advirtió. —Espero que te guste limpiar. Lentamente se estiró junto a ella. —Me ocuparé de ti, no te preocupes. — Le prometió. —No me preocupa. —, Dijo, cogiendo un poco de pelo de la morena. —Te tengo. — Miró la cara de Dar a través de los ojos medio cerrados. — ¿Ya sabes lo genial que es eso? — ¿Qué es genial?—, Preguntó. Kerry volvió la cabeza y miró al techo por unos momentos. —La primera vez que me emborraché realmente fue cuando me mudé aquí. — Dijo. —Creo que me volví loca por un tiempo. Se acercó un poco más, y enroscó su brazo alrededor de Kerry. — ¿Después de salir de casa? Mucha gente hace eso.

—Es cierto. — Estuvo de acuerdo. —Nadie me decía qué hacer, con quién hablar ... o dónde ir. Me sentía muy bien. — Miró la mano de Dar, descansando casualmente en su hombro. —Como si fuera un animal, fuera de mi jaula. Dar rio suavemente. —Estoy segura de que no eras tan mala. La miró a los ojos. —Sí, lo era. — Admitió. —Entonces ... una noche ... todavía no lo recuerdo muy bien, me desperté en el coche, junto a la playa cerca de un árbol, y no sabía cómo diablos había llegado allí. Las cejas de Dar se contrajeron un poco. —No puedo recordar mucho. — Murmuró. —Eso me da miedo. —Seguro—. Se acercó más. —Recuerdo estar sentada allí, un poco preguntándome qué había hecho. — Negó con la cabeza un poco. —Me sentí tan vacía. — Se volvió y miró a Dar. —Me sentí como ... como si hubiera estado conduciendo, justo en el agua, y a nadie le habría importado una mierda. Dar simplemente la miró con compasión. —Sólo otra historia contraportada sórdida. Hija de senador, bebida, se ahoga. —Ker. —Es verdad, y lo sabes. — Kerry sonrió con tristeza. —No tenía ni idea de lo que se sentía realmente cuando le importabas a alguien. — Entrelazó sus dedos con los de Dar. —No sabía lo que sería ser parte de la vida de alguien. —Bien. — La morena estudió su rostro. —Ahora lo sabes. Le sonrió fácilmente. —Siii ... Claro que sí. — Se puso de lado con paso inseguro, y tiró de la mano de Dar cerca de ella. —Por eso es tan genial. — Dijo. —Te tengo. —Me tienes. — Acordó, reuniendo cuidadosamente en sus brazos y abrazándola. No hubo resistencia en el cuerpo de su amante; Kerry se dejó en total abandono en el abrazo de su pareja, tarareando suavemente de placer cuando Dar las mecía suavemente en la cama. —Me tienes, Ker, te tengo, y así es como debe ser. —Uumrrrmm ... te quiero tanto. — Gorjeó, deslizando su cálido aliento por el cuello de Dar. —Eres mi vida. Esta se vio extremadamente sorprendida al sentir las lágrimas de sus ojos. Parpadeó, se derramaron sobre sus mejillas, intentando tragar el nudo en su garganta. Le acarició la cabeza de Kerry y la besó, sintiendo un momento de pura alegría tan intenso que no había palabras para expresarlo. Era la verdadera felicidad. La había descubierto en algún lugar en el último año. Hacer feliz a otra persona. Un concepto malditamente simple, en realidad, que de alguna manera se escapaba a todos los manuales de motivación laboriosamente escritos. Sollozó ligeramente. Kerry se retorció para mirarla. —Hey, ¿he metido la pata?— Levantó la mano y suavemente limpió los párpados de Dar. —Cuál es el problema? —Nada. — Arqueó los labios. — ¿Boo Boo? ¿Has estado viendo demasiadas caricaturas de nuevo, Kerrison? Sonrió tímidamente. Ocultó su rostro en el hombro de Dar, intentado no reírse. — Soy tan tonta. — Murmuró. —Estoy actuando como un oso de dibujos animados.

Dar se rio entre dientes. —Te diré algo, Yogi, vamos a quitarte la ropa, y meterte en la cama. — ¿Es un plan o una invitación?— Se rio de nuevo, luego retrocedió y se dio la vuelta, cubriéndose los ojos con el brazo. —No hay demasiada luz aquí. Dar comenzó a quitarle las zapatillas, continuó con los calcetines dejando libres sus pies. —Ooo—. Movió los dedos de los pies. — ¿Puedo emborracharme más a menudo? Me gusta que me desnudes. —Si, ¿eh?— Deslizó hacia atrás el cuerpo de su amante y le desabrochó el botón de los pantalones cortos, bajando la cremallera. —Bueno, a mí también me gusta desnudarte, por lo que funciona de maravilla. — Le quitó los pantalones y los arrojó sobre la silla. Kerry se puso las manos detrás de la cabeza. —Haz lo que quieras. — sonrió. Deslizó sus manos bajo la camiseta de Kerry y las deslizó hacia arriba, tirando de la camiseta con ellas. Se inclinó y la besó suavemente en los labios, antes de sacar la prenda por la cabeza, volviendo por otro beso mientras terminaba. —Mmm. — Tenía los ojos cerrados. —Definitivamente me gusta que me desnudes. Arrojó la camiseta junto con los pantalones. —Tendré que recordarlo. — Deslizó sus manos detrás de los hombros de Kerry y le dio la vuelta, a su lado, para que pudiera deshacer los enganches de su sujetador. Sintió un tirón en la cintura, y luego oyó el sonido suave de su amante, cuando se lo desabrocho. —Quédate quieta un minuto. — ¿Quieta?— Kerry enredó sus dedos en las correas y tiró. —Bueno. Dar se rio entre dientes. —Deja que te traiga un poco de agua. — ¿Agua?— Cruzó las manos sobre su estómago ahora desnudo, mirando amablemente a Dar acercarse al aparador. —Nunca necesitamos agua antes. —Para beber. — Abrió la botella y vertió un poco de ella en un vaso y volvió a la cama. — ¿Es el agua caliente? —No. Es agua fría. —Tengo frío. No quiero nada de agua fría. La tapó con las sábanas y le entregó el vaso. —Cariño, tienes que confiar en mí en este caso. Bebe. Cogió el vaso, estudiándolo en serio. Miró a Dar por encima del borde, con el pelo rubio en parte en sus ojos. —Está bien— Dijo finalmente. —Pero sólo si me dices por qué estabas llorando antes. Parpadeó, no esperaba la pregunta. —Oh. — Se aclaró la garganta un poco. —Fue sólo ... um ... dijiste algo que realmente me tocó, supongo. — ¿Lo hice? Asintió. —Sí. —En el buen sentido, ¿verdad? —Verdad. Asomó la nariz en el vaso y bebió su contenido, levantándolo para dejar que la última gota entrada en su boca, antes de devolvérselo. — ¿Y ahora qué?. ¿Me convierto en una calabaza?

—Tal vez en una hermosa princesa durmiente. — Se despojó rápidamente de su ropa y se unió a Kerry bajo las sábanas. — ¿Eso te convierte en la rana?— Se rio. —Ven aquí. — La atrajo en sus brazos de nuevo, y apagó la luz. Se quedaron en silencio. — ¿Hey, Dar? — ¿Mm? —Voy a lamentarlo realmente por la mañana, ¿verdad? —Eeerrrrmm .... Probablemente. —Será demasiado, ¿eh? Le acarició el cuello. —Vamos a sobrevivir. — ¿Dar? — ¿Hm? —Te quiero Sonrió en la oscuridad. —Yo también te quiero Ker. — Dejó que sus ojos se cerraran, con la esperanza de poder recordar viejo remedio de su padre para la resaca. Aunque, no estaba del todo segura de Kerry lo consideraría mejor o peor de lo que se suponía que era para ayudar en el primer lugar. O si tenían jarabe Bosco en San Juan. *** Dar merodeaba por los pasillos de la pequeña tienda de comestibles, una de los pocos clientes tan temprano en la mañana. Tenía una pequeña cesta que colgaba de su brazo, donde había metido un cartón de leche, junto con una caja de galletas Oreo. Divisó una botella de jarabe de chocolate y la cogió, estudiando la etiqueta. Ah bueno. Tendría que servir. Se dirigió al pasillo de bebidas, vio la soda, seleccionó dos botellas, después analizó el contenido de su cesta y volvió sobre sus pasos para la zona de los refrigerados, cogiendo otro cartón de leche. Satisfecha, se acercó a la zona de cajas. La cajera tomó cada elemento y marcó su precio en la antigua caja registradora. — Tienes niños, ¿eh?— Sonrió a Dar. Dar la miró por encima de sus gafas de sol. —No. — Dio a la mujer un billete de veinte dólares, y aceptó su cambio. —Es mi desayuno. La mujer miró a la bolsa, a continuación, a Dar. Empujó sus gafas de sol de nuevo y cogió las bolsas de la compra, en dirección a la puerta, cuando una pareja joven entró, deteniéndose cuando la reconocieron y reaccionaron. —Hola. —, Dijo Todd. —Siento lo de anoche. En un instante, todos los oídos del lugar parecían haberse girado en su camino. Dar reprimió una sonrisa irónica. —No te preocupes. Rachel puso una mano sobre el brazo de Todd. —Hemos oído hablar mucho de ti. ¡Qué miedo! —Lo puedo imaginar. — Contestó. —No todo será verdad.

—Bueno, venimos a comprar algo para desayunar. — Todd miró a su alrededor. — ¿Tal vez si no estás ocupada más tarde, podemos sentarnos y hablar? —Claro. — Se despidió y salió por la puerta. Rachel miró tras ella. —Es extraña, Todd. Todd la condujo hacia los pasillos del supermercado. —No, ella no lo es. Solo estás asustada porque ella es gay. —No lo estoy. — Rachel protestó, notando las miradas que estaban recibiendo de la cajera. —Las oreos a la izquierda, allí. — La cajera señaló amablemente. —Tenéis un montón. Todd y Rachel se miraron perplejos y, a continuación, se encogieron de hombros. *** Dar envolvió las asas de las bolsas de plástico alrededor de sus manos y comenzó su viaje de regreso a la habitación. Había dejado a Kerry dormida, después de que se hubiera estado agitando hasta el amanecer, de haber oído su patético gemido, al abrir los ojos. Estaba nublado, notó, y a lo lejos se oía el leve rumor de un trueno. Era bueno, porque una mañana tormentosa le daría la oportunidad de mimar a su cariñosa paciente. De hecho... miró cuando unas débiles salpicaduras de lluvia golpearon sus hombros. Empezó a correr antes de que la lluvia se hiciera más fuerte. Mientras corría, ajustó mejor las bolsas para evitar que se balancearan, y cruzó el extenso terreno a un ritmo muy justo. Saltó por encima de un seto, y luego se volvió hacia el edificio. A mitad de camino se trasladó a un lado del camino, al ver que alguien que venía en dirección contraria. El hombre alto, la vio y la saludó con una mano. Era alto, pero relativamente delgado, y calculó que probablemente lo superaba. Estudió su rostro mientras se acercaba, al ver un cincelado con rostro de halcón, bien afeitado, con un tope de cabello oscuro canoso. El traje que llevaba puesto, se dio cuenta, era de seda, y su actitud proyectaba una fuerte seguridad en sí mismo. Dar sonrió temerariamente, pero no se detuvo. Miró fijamente al hombre y mantuvo su ritmo. Su padre le había enseñado a no mostrar sus cartas. Se acercó, pero su expresión no cambió, por lo que Dar se armó de valor para el impacto, lista para girar su cuerpo hacia la derecha y bajar su hombro. Esperó hasta saber que podía sentir la vibración de sus pasos, y luego del mismo modo, cuando casi parecía demasiado tarde, saltó a un lado. Hah. Resopló en silencio, pasando junto a él sin decir una palabra. La había juzgado mal, y no pudo ver el momento de agarrarla. Esperó porque sabía que la había jodido, y entonces ella desaceleró y se detuvo, volviéndose a mirarlo con frialdad. Pareció sorprendido. —No va en la dirección correcta ¿verdad, Sra. Roberts?

Dar sólo se rio. —No en esta vida. — Contestó. — ¿Quiere algo, o simplemente le gusta acechar a las mujeres para divertirse? Él se recompuso y se llevó las manos a la espalda. —Mi nombre es Jonathan De Salliers. — Anunció. —Creo que tenemos que hablar. Dar lo miró, y luego miró hacia arriba. La lluvia ahora salpicaba sus gafas de sol. —Tal vez, pero no ahora. — Se dio la vuelta. —Tengo cosas importantes que hacer. —Sra. Roberts. Miró sobre su hombro. —Si quiere tratar conmigo, lo tendrá que hacer a mi manera. — Le dijo rotundamente. —Que tenga un buen día. — Con eso, se dirigió de nuevo hacia el edificio, aumentando la velocidad, cuando la lluvia empezó a caer con más fuerza. Al llegar a la puerta, los cielos se abrieron, y pudo meterse dentro justo a tiempo. Se volvió y miró hacia atrás, viendo al hombre empamparse bajo la lluvia. — ¡Que se joda!— Dejó que la puerta se cerrara con un chasquido y se apresuró en su camino de regreso a la habitación. En realidad no era la forma en que había querido acercarse, o hacer frente a De Salliers, pero a veces, había aprendido, tan sólo tienes que tomar lo que la vida ofrece, y hacer lo mejor de ella. Deslizó la llave en la cerradura de la puerta y se volvió con cuidado, empujando la puerta y deslizándose dentro. Estaba oscuro. Había cerrado con prudencia las persianas antes de salir, dejando la habitación en penumbra calmante. Dejó las bolsas en el suelo, junto al aparador y se quitó las sandalias, luego caminó en silencio hacia la cama y se arrodilló. Los ojos de Kerry aún estaban cerrados, y estaba durmiendo a su lado, con un brazo alrededor de la almohada. Su medio pelo revuelto oscureció su rostro, y Dar sólo quiso acariciárselo. En cambio, se levantó y regresó de puntillas a las bolsas. Sacó lo que había comprado intentando no hacer ruido. Un suave gemido salió de la cama. —Uugh. —Hey, cariño. — Puso un vaso en la mesa y abrió la leche. —Ugh. — Kerry levantó un poco la cabeza y miró a su alrededor. —Esta oscuro. — Murmuró. — ¿Qué hora es? —Las ocho. — Continuó mezclando su poción. —Cerré las cortinas. —Eres una diosa. — Rodó sobre su espalda, tirando de su brazo sobre sus ojos. — Jesús, me siento como si me hubiera golpeado un caballo en la cabeza. Terminó de mezclar y cogió el vaso, cruzando de nuevo a la cama y se sentó en el borde de la misma. —Tengo algo para que te sientas mejor. Kerry se asomó a ella, viendo el vaso. —Noooooo ... — Se cubrió con las mantas la cabeza. —No .. no ... no ... no me gustan esas cosas. —Vamos. — Desenredó suavemente las mantas. —De verdad, que te vas a sentir mejor. —Dar, si trato de meter algo en el estómago, puede acabar todo en tu regazo. ¿Quieres arriesgarte? —Sí. — La engatusó. —Basta con echar un trago. Kerry se puso de lado, dando a su compañera una mirada lastimera y miserable. — No puedo.

Sin inmutarse, Dar dejó el vaso y la puso en una posición vertical. Luego cogió el vaso y se lo volvió a ofrecer con la pajita que había añadido. — ¿Qué es?— Miró dubitativamente la mezcla. Todo lo que podía ver era espuma, y rayas oscuras. —No tiene salsa Worstecier, ¿verdad? —No. —Dar, yo realmente no creo que pueda. — Puso una mano sobre su estómago. Dar la estudió, viendo el tinte pálido de su piel. —Darle una oportunidad. — Pidió. —Sólo un sorbo. Cariño, necesitas tomar algo de líquido. Suspiró con resignación, y cogió la pajita. — ¿Cómo puedo resistirme cuando me lo pides así?— Contuvo el aliento y tomó un pequeño sorbo, con la esperanza de tragar antes de que su sistema tuviera tiempo para analizar lo que era. Estaba frío y efervescente. El líquido se deslizó hacia abajo mucho más fácil de lo que había imaginado. Con cautela inhaló, y luego se lamió los labios. El sabor era dulce y rico, no era para nada lo que había esperado. — ¿Qué es? Dar estaba cautelosamente satisfecha con la pregunta. —Algo que mi papá me enseñó a hacer. Tomó otro sorbo. — ¿He mencionado últimamente lo mucho que me encanta tu papi?— Sintió que su estómago se asentaba. Tomó el vaso de las manos de Dar y chupó su contenido. — ¿Sabes qué? No me importa lo que es. Es estupendo. Dar sonrió con satisfacción. —Me alegro de que te guste. — Se puso a masajearle suavemente el cuello y los hombros. — ¿Mm?— Seguía bebiendo, mirando alrededor. Un trueno les hizo temblar. Se recostó en Dar con un gruñido de satisfacción. El brebaje realmente estaba ayudando. Sintió que las náuseas desaparecían junto con los calambres dolorosos, que casi la habían enviado al baño. ¿Y por qué no? Razonó. El vidrio se había llenado de amor junto con sus otros ingredientes. Pero la cabeza aún le dolía. Un golpeteo sordo que parecía recorrer su cuerpo y la hizo recordar no beber ron de nuevo. —Mejor cerveza, Kerry. — Murmuró. —La peor cosa que hace es hacerte pipí. Dar continuó masajeando su cuello, soltando los pequeños nudos que podía sentir bajo sus dedos sensibles. —Me encontré con una sorpresa en mi camino. — ¡No serían esos apestosos detectives! —No. Su jefe—. Le informó. —Quería detenerme y hablar con él. — ¿Y? —Tenía otras cosas que hacer—. Dar le dijo. —Pero creo que va a estar de vuelta. —Hm. — Terminó su bebida, chupó las últimas gotas de la parte inferior. Miró con tristeza el vaso vacío, por un momento, y luego miró a su compañera. — ¿Hay alguna posibilidad de otro de estos? —Por supuesto. — Sonrió, muy contenta con su plan exitoso. — ¿Crees que puedes tomar una aspirina ahora para la cabeza? Lo pensó. —Sí. — Se acurrucó a su lado y la observó trabajar. — ¿Qué hay en la botella? —Sirope de chocolate.

Tuvo que sonreír. —Entonces has preparado un refresco de chocolate con leche. Le entregó de nuevo el vaso. —Es una crema de huevo. — Explicó. Tomó el vaso. —Pero no hay huevos. —Crema de Oreo. — Le entregó un par de pastillas. —Es un poco como galés conejo. —Ah—. Se tragó las aspirinas, y luego se recostó contra el cabecero. La lluvia hizo temblar la ventana, pero estaba más que contenta por poder estar enclavada en la habitación, en penumbra, con Dar haciéndole compañía. —Así que piensas que volverá, ¿eh? —Sí. — Dar rio suavemente. —Tal vez podamos hacer algo más tarde. Kerry escuchó el trueno, sus dedos acariciando distraídamente el brazo de Dar, que se había acurrucado a su alrededor. Tal vez lo harían, asintió en silencio. Pero no en este preciso momento. Cayó un rayo, destacando sobre las persianas cerradas. *** Seguía lloviendo. Kerry estaba en realidad un poco contenta, sintiendo que ambas necesitaban un poco de tiempo, después de la emoción de los últimos días. Estaba acurrucada en la cama, con su diario escribiendo cuidadosamente frente de ella. Había garabateado medio poema en una página, y muy cerca, una taza humeante descansaba sobre la mesita de noche. Dar estaba tumbada en el sofá, una larga pierna cubría lo largo de su espalda, la otra sujetaba un libro. Tenía un vaso de leche cerca, y la bolsa de galletas Oreo, abierta al lado. Sobre la mesa, su portátil estaba ocupado trabajando, descargando flujos de datos a través de la pantalla, a un ritmo alarmante. Kerry mordisqueó la punta de su pluma mientras la observaba leer. Iba vestida con unos pantalones cortos de algodón y una camiseta, y de alguna manera se las arregló para parecer atractiva y sexy. ¿Cómo lo hace? se preguntó. Ladeó la cabeza y miró a su amante con curiosidad perpleja. Lo que realmente le llamó la atención de Dar, se dio cuenta, era lo bien proporcionada que era. A pesar de ser alta, y tener los brazos y las piernas largas, su cuerpo también y todo parecía encajar a la perfección. La ropa blanca hacía destacar su bronceado. Cuando pasaba las páginas, el cambio sutil de los músculos bajo su piel era visible a los ojos de quien mirara. Suspiró, apoyó la barbilla en su brazo, aun sintiéndose un poco noqueada de la fiesta de la noche anterior. Su estómago no estaba de humor para más de té, y su cabeza todavía no había dejado de palpitar del todo. El malestar hacía que le fuera más difícil concentrarse en su escritura, y además, era realmente mucho más agradable simplemente mirar a su pareja. Tenía un perfil tan agradable. Parpadeó soñadora. Todo en su rostro era perfecto: nariz, boca, labios bien formados. Y los ojos, por supuesto. Sonrió. — ¿Ker? UH oh. — ¿Hmm?

— ¿A qué se debe esa sonrisa tonta? — ¿Estaba sonriendo?— Rodó sobre su espalda y tiró de las mantas sobre su cuerpo vestido con pijama. —No puedo terminar este poema. — Cambió de tema. —Me quedé en blanco a la mitad. — ¿De qué se trata?— Hizo una marca en la hoja del libro y lo dejó, girando sobre su lado, centrando su atención en Kerry. Ah, esos ojos. De repente se encontró perdida en ellos, hasta que se dio cuenta que debía parecer una loca, por la cara que puso la morena. —Lo siento, ¿cuál era la pregunta? — ¿Todavía sintiendo el ron?—, Preguntó, con curiosidad. Kerry apoyó la cabeza sobre su brazo. —Tal vez. — Admitió. —Me siento un poco tonta, supongo. Dar se levantó y se acercó a la cama. Se sentó junto a ella y le frotó su estómago a través de las mantas. — ¿Quieres tomar unas tostadas o cereales? Se acurrucó cerca de Dar. Apoyó la cabeza sobre su muslo. —Creo que sólo te quiero a ti. — Le dio un beso suave en la piel bronceada y cerró los ojos. Dar lastimeramente se preguntó si el hotel les cobraría de más por tener que limpiar las babas sentimentales que estaba exudando. Nunca se había considerado una persona sentimental, pero desde que había conocido a Kerry, se había sentido como si estuviera viviendo dentro de un círculo de adorables cachorros Golden Retriever todo el tiempo. Le preocupaba a veces. Sintió que partes de la imagen que siempre había tenido de sí misma, estaban desapareciendo y eso era un poco inquietante, saber que estaba ocurriendo y que era incapaz de detenerlo. Ah bueno. Deslizó su brazo sobre los hombros de la rubia. —Déjame ir a buscar mi ordenador portátil, y podemos echar un vistazo a lo que tenemos hasta ahora. Kerry a regañadientes la soltó y se sentó. —Bueno. Se puso de pie, recuperó el dispositivo, y luego regresó. Se sentó en la cama y se echó hacia atrás, apoyando el portátil sobre sus muslos. Kerry se acercó para sentarse junto a ella. Ambas miraron a la pantalla, cuando Dar suavemente tecleó una petición. —Está bien. — Revisó sus resultados programáticos. —Lo que estaba buscando ... — ¿Era un vínculo entre la piratería y De Salliers. — Murmuró, extendiendo la mano y tocando la pantalla. —Gracias. — Sonrió a la pantalla un poco. —Vamos a ver lo que encontró. — Abrió otras dos ventanas y las encerró en concurrencia, desplazándolas hacia abajo de manera uniforme, una en busca de una a la otra. —Ha habido más de dos docenas. Maldita Sea. Kerry se sorprendió. Dos docenas de secuestros en la zona, y nadie había dicho nada. — ¿Son los archivos de la policía?—, preguntó, señalando a los registros de piratería. —Es una broma, ¿verdad?— Dar la miró. —No. Esas son las limaduras de los seguros. — Dio un golpe a una tecla. —Ah. Parece que las aseguradoras están empezando a sospechar. Tiene la investigación pendiente de cerrar. —Hm. Así que los secuestradores tendrán su dinero, ¿pero a los que robaron no? Negó con la cabeza. —No, van a tener que pagar a menos que piensen que el propietario sea cómplice de los piratas. La mayoría de estos chicos, pueden comprar

barcos, así que no se molestarían. — Cotejó más datos. —Tenía la esperanza de ver alguna correlación entre las operaciones de salvamento de De Sallier y los barcos desaparecidos, pero parece que esta era la primera vez que su grupo había aparecido en este área. —Mm—. Kerry frunció el ceño. —Sí. — Apoyó la barbilla en el hombro de Dar. — ¿Puedes trazar las piraterías gráficamente? Dar estudió los datos, entonces trajo una pantalla de código y comenzó a escribir rápidamente, deteniéndose sólo en otra ventana diferente, para recortar algunos datos antes de reanudar la programación. Después de unos minutos, dirigió el programa, y una nueva ventana apareció con un esquema un tanto rugoso de las islas, el espacio alrededor de ellas estaba salpicado de pequeños signos más ominosos. —No sé si será suficiente, pero ahí va. —Hmmm. — Kerry estudió el gráfico, luego suspiró. —No hay un patrón verdadero, ¿eh? —No. —Estamos golpeando grandes nulos aquí, Dar. —Sí. — Tuvo que admitir. Un golpe las sorprendió. Sintió que el cuerpo de la morena se ponía rígido, y ella le puso una mano en su brazo. —Voy a ver. — Salió de la cama antes de que Dar pudiera protestar y se acercó a la puerta, corriendo los dedos de una mano por el pelo para peinárselo. Se asomó por la mirilla, aliviada al ver a uno de los empleados del hotel allí. —Hola. — Abrió la puerta y emitió una sonrisa inquisitiva. — ¿Señora? Tengo una nota para una señora Roberts— El hombre levantó un sobre. —Yo me encargo—. Kerry le tendió la mano. De mala gana, se lo dio a ella. —El caballero dijo que me asegurase que ella lo recibiera. —Ella la tendrá. Te lo prometo. — Echó la cabeza hacia atrás y cerró la puerta con firmeza. Se dio la vuelta y casi saltó del susto, cuando encontró a Dar pie en silencio detrás de ella. — ¡Yipes! ¡Jesús, Dar! — ¿Qué?— Dar tomó la nota. —No esperabas que me quedara en la habitación, ¿verdad? ¿Qué pasa con eso, Ker? —No te escuché acercarte—. Miró más allá de su hombro mientras Dar abrió el sobre. La nota estaba escrita en tinta negra, en una hoja con membrete del hotel. — ¿De quién es? Los ojos de Dar miraron hacia abajo, luego se levantaron. —De Salliers. — Declaró brevemente. —Parece como si todavía quisiera establecer una reunión para hablar. Kerry leyó la nota. —Un poco arrogante, ¿no? —Casi lo mandé a la mierda. — Su compañera murmuró. —No creo que le gustara mucho. Sra. Roberts. Voy a dejar de lado cualquier preámbulo cortes. Tengo asuntos que tratar con usted. Estaré disponible esta tarde para reunirme con usted y determinar si

este negocio puede ser manejado entre nosotros, o será remitido a las autoridades. La espero en mi área de embarque a las tres. J. De Salliers. —Deberías haberle golpeado en la cabeza. Tal vez habría tenido algo de sentido— . Negó con la cabeza. — ¿Se olvida que nos ha estado persiguiendo?—, Añadió. — ¿O es otra cosa? Dar dobló la nota y la puso en el sobre. —Supongo que lo averiguaremos. — Ella comentó. —Aunque, si no te sientes a la altura ... —Ah ah ah—. Kerry se llevó una mano a la boca. —Ni siquiera lo intentes. — Dijo. —No me vas a dejar atrás. Los ojos azules se abrieron por encima de sus dedos. Kerry retiró la mano. — ¿Aunque no es un poco arriesgado reunirnos en su barco? —Podría ser. — Reconoció. —Vamos a tener que tocar de oído. — Dejó el sobre en el escritorio y se dirigió a la ventana, contemplando el tiempo todavía tormentoso. ¿Estaba loca por estar haciendo esto? Estaban fuera de casa, y tendrían que valerse por sí mismas. No era tonta, y si lo pensaba con lógica, eran dos mujeres ejecutivas, de vacaciones por el Caribe jugando a fuego como éste. Tenía que admitir que la idea no era lo más inteligente del mundo. Maldición. Sabía que era una persona que tomaba riesgos, y tenía mucha confianza en su buen juicio y capacidad para cuidar de sí misma. ¿Pero lo estaban llegando demasiado lejos? ¿Estaba simplemente complaciendo a su propio ego? — ¿Sabes qué?— Kerry se había acercado, y apoyado en el alféizar junto a ella. — Creo que por naturaleza somos solucionadoras de problemas. Dar la miró. —Estamos muy acostumbradas a buscar soluciones a problemas, y en realidad nunca dejamos de pensar en ello, incluso si el problema realmente debe ser resuelto por otra persona. Un poco inestable, Dar se dio la vuelta y se cruzó de brazos. Se sorprendió al escuchar sus propios inquietantes pensamientos haciendo eco. — ¿Crees que alguien más debería resolver este? Kerry mantuvo sus ojos en el horizonte, y asintió con la cabeza ligeramente. Se volvió hacia ella. —Pero las personas que deberían hacerlo podrían ser parte del problema. — Dijo. —Eso es lo que piensas, ¿no es cierto? ¿que los policías están en esto? Asintió. —Sí. Creo que sí. —Su actitud parece querer taparlo. Dejar que los felices turistas sigan llegando, y si alguien recibir un golpe, bueno, al parecer les importa demasiado porque la mayoría necesitamos su dinero. —, Dijo Kerry. —No nos golpearon, por lo que podría estar de acuerdo con eso, Dar. Basta con soltar amarras y marcharnos de aquí. Dejar que otros resuelvan sus propios problemas. —Pudimos. Los ojos verdes brillaban. —Al diablo con eso. Dar sonrió.

—Viví los primeros veinte y seis años de mi vida manteniendo el status quo, Dar. — Dijo, en un tono firme. —Quiero solucionar esto, hacer una diferencia. Incluso si eso significa tomar un riesgo. — Señaló a Dar. —Y tú, Paladar Roberts, eres una vengadora encapuchada nata y no importa cuánto lo niegues. Dar se frotó el cuello. —No estoy segura de ser así. — Admitió. —Pero me gusta pelear una buena batalla, y ganar, si es eso lo que quieres decir. — Miró por la ventana. —Y no confío en la gente para que arreglen las cosas sólo porque se supone que deben hacerlo. —Lo sé. — La miró con diversión suave. —Siempre tengo un déjávu tuyo. — Vio que Dar se ponía rígida, y se dio cuenta de que la había cogido desprevenida. —A veces me siento como si estuviera pasando un examen de alto nivel. — Continuó, rápidamente. Se dio la vuelta, su expresión mostraba una mezcla de consternación y timidez. — Confío en ti. — Dijo. —Haces las cosas de manera diferente de lo que yo las hago... —Dar, hemos tenido este argumento otras veces. — La interrumpió en voz baja. — Realmente está bien. Eres mi jefa, y es tu trabajo asegurarte que las cosas se hacen. — Sintió el malestar en la mujer a su lado. —Sé que confías en mí. —No tiene nada que ver con la confianza. — Murmuró. —Tenía curiosidad. — Suspiró. —Me gusta saber cómo funcionan las cosas, así que estaba curiosa en cuanto a saber si hiciste lo que hiciste. Así que fui y miré después de que todo estaba hecho. Parpadeó. — ¿Quieres decir que no estabas...? —No. — Dar negó con la cabeza. —Siento que hayas pensado eso. —Oh. — Kerry se sentó en el alféizar, mientras absorbía esta nueva información. —Guau. —Revisé tu trabajo el primer par de veces, pero nada más. — Dijo. —Pensando que si había algún tipo de problema, podría arreglarlo. Después de eso ... no. — Se sentó junto a Kerry. —No hiciste las cosas como yo las habría hecho, pero funcionó, y eso es lo que realmente importa a largo plazo. Kerry se rascó la mandíbula. —Um. — Se aclaró la garganta. —Siento haber dado las cosas por supuesto. —Está bien. — Suspiró. —Es una suposición razonable para conmigo. Se miraron la una a la otra. —Creo que nos hemos desviado un poco del problema que tenemos aquí. — Kerry admitió. — ¿Así que vamos a reunirnos con esta persona desagradable? Exhaló. —Sí, creo que así sabremos qué quiere. Quizás, simplemente podamos hablar y dejar toda esta basura atrás. Kerry asintió. —Bien. Ambas se sentaron allí por unos momentos en silencio. Entonces Kerry tomó aliento. —Yo también ... —Lo hiciste muy bien. — La cortó. —Me impresionaste. — Añadió. —O, como tu jefe, debería haber dicho algo. Kerry pegó sus talones suavemente contra la pared. —Me di cuenta. Pero es agradable escucharlo. Hizo una nota mental, de nuevo, para trabajar en su retroalimentación positiva. Era tan fácil decir a todos cuando hacían algo mal, y que a menudo se olvidaba de cuidar la

otra parte. Grave error. Lo haría mejor. —Lo siento, no me tomé el tiempo para hacértelo saber. Trataré de hacerlo mejor. Kerry se acercó. —Gracias jefa. Dar le dio una mirada irónica, y luego se echó a reír. —Vamos a vestirnos. Podemos ir a buscar un poco de sopa para el almuerzo. —Parece un buen plan—. Se inclinó y le dio un fuerte abrazo a Dar. Un trueno retumbó a lo lejos. *** Kerry se puso de pie junto a la puerta de la terraza del restaurante, viendo caer la lluvia. Había conseguido un tazón de sopa de crema, con algunas galletas para el almuerzo y su cuerpo parecía haberse asentado de nuevo. Dar había estado muy tranquila desde que habían salido de la habitación, sin embargo, Kerry todavía percibía que había un poco de tensión entre ellas, tras lo hablado con su vida laboral. Había momentos, admitió en privado, que deseaba que no trabajaran tan estrechamente. No le importaba tener a Dar como su jefa, ella era la mejor en su departamento. Era sólo que a veces le resultaba difícil separar su vida de trabajo con su vida personal. A veces realmente era duro. En este caso, sabía que la había hecho sentirse mal por haber dado por sentado ciertas cosas, aunque en realidad no importaba si hubiese sido cierto. La primera vez que vio el inicio de sesión, se había sentido un poco rara, insegura, pero después de eso, lo había dejado correr. Tenía que reconocer, que saber que Dar supervisaba el cierre de sus proyectos, le hacía sentir segura, como si otra persona le estuviera cubriendo el trasero. Suspiró. Aunque, ahora que lo pensaba, el hecho de que su amante se tomara el tiempo para revisar sus técnicas, evaluarlas y aprender cosas, le resultaba muy halagador. Sin embargo, había pensado que Dar estaba husmeando en su trabajo. Oyó pasos detrás de ella, y Dar surgió en el porche, de pie en silencio mientras chupaba un caramelo de menta. Kerry dio un paso atrás y se apoyó en ella, sintiendo su cuerpo relajarse al sentir el contacto. Cerró los dedos alrededor de Dar y los apretó, sonriendo un poco cuando le devolvió la presión. — ¿Te sientes mejor?—, Preguntó Dar. —Casi—. Respondió, volviendo la cabeza para mirarla. Dar le devolvió la mirada con una expresión burlona, luego su rostro se relajó en una sonrisa. —Estoy bien. — Aseguró Kerry. —Pero hazme un favor, ¿podrías? —Cualquier cosa—. Kerry respondió sinceramente. —Sólo pregúntame la próxima vez. Kerry entendía lo que quería decir. Preguntar en lugar de asumir. Era un concepto clave que pensaba que había aprendido de Dar desde el principio. Sólo debía aplicarlo a su jefa. —Lo haré. — Prometió. —Está bien. — Dar le dio una palmada en la cadera. — ¿Estás lista para ir a cumplir con nuestro misterioso adversario?

—Preparada como una lo puede estar—. Sintió que sus entrañas se revolvían, mientras se ponían las chaquetas, y salían de la habitación. Después caminaron juntas por las escaleras y salieron a la lluvia. Las gotas golpearon sus hombros fuertemente, mientras mantenían la cabeza baja y seguían caminando. Dar pasó un brazo sobre los hombros de Kerry y la atrajo más cerca, girándola ligeramente para que la rubia no se mojara tanto. Centró su atención en los muelles que se aproximan, viendo la forma ominosa del gran barco negro al final de ellos. Su pulso se detuvo. Había dos hombres que custodiaban la pasarela cuando llegaron allí. Se detuvieron tranquilamente, delante de ellos. Dar los miró fijamente hasta que la situación se volvió incómoda, entonces sacó el sobre de su bolsillo y se lo enseñó, golpeándolo en el pecho. El guardia cogió el sobre y se lo arrebató antes de que cayera al suelo. La miró fríamente, luego lo abrió y desdobló el papel. Después de leerlo, se dio la vuelta y habló por la radio recortada en su hombro. Kerry se movió con suavidad sobre sus talones, teniendo la oportunidad de estudiar el barco. El arco cerca de la línea de flotación estaba recién pintado y calibrado. Habían tenido que arreglar al menos diez metros de la fibra de vidrio. Se rio en silencio, pero levantó la vista al oír al guardia cada vez más cerca. —Ven conmigo—. El guardia se dirigió a Dar con brusquedad. —Sólo tú. —Bésame el culo. — Le respondió, en un acento agradable. —Dile a tu jefe que si él quiere hablar, lo haremos a aquí. El guardia se limitó a mirarla. —Tienes sesenta segundos, si no, nos marchamos. El hombre soltó un bufido, se dio la vuelta de nuevo y habló en su hombro. —Acabará con rigidez en el cuello con esa costumbre. — Susurró a Dar. —Ya la tiene, incluso sin hablar por esa maldita cosa. — Le susurró. —Al igual que en el supermercado. Había un hombre que prácticamente hablaba con su brazo. Kerry se rio. —Eso es como hablar con una marioneta. Dar negó con la cabeza. —Estos chicos son como los personajes de dibujos animados. — Señaló al guardia que se acercaba a ellas, una vez más. —El Sr. De Salliers dijo que no tiene tiempo para jugar con usted. — Les anunció. —Está bien. — Levantó una mano. —Hasta mañana. — Se volvió y comenzó a bajar los muelles. —Si cambia de opinión, ya sabe dónde estamos. —Adiós. — Kerry movió las manos, antes de seguir a Dar. Alcanzó a su compañera, después de unos pasos, y se pasearon juntas. —Entonces. — Comentó. — ¿Ahora qué? Dar miró el reloj llavero bucle a través de su cinturón. —Le doy un minuto. Realmente aquello no era más que un juego. Kerry ya se había acostumbrado a ese tipo de maniobras en la sala de juntas de la empresa. Esto no parecía tan diferente. — ¡Sra. Roberts! —Oo, ni un minuto. — Kerry chasqueó la lengua. Dar se detuvo y miró por encima del hombro, con los ojos ocultos tras las gafas de sol, a pesar de la lluvia. De Salliers trotaba por el muelle después de ellas, con su blazer azul salpicado por la lluvia. Dar se volvió completamente y esperó, después de haber conseguido lo que quería. — ¿Sí?

—Sra. Roberts, Sra. Roberts. — De Salliers suspiró. —Sabes, creo que realmente hemos empezado con el pie equivocado. — Su actitud, completamente invertida en comparación con esa misma mañana, era hasta casi amistosa. —Lo único que estamos logrando es parecer más y más hostiles. ¿No podemos cambiar eso? Lo miró con recelo. —Por favor. — Continuó De Salliers. —Vamos a ir dentro, fuera de esta maldita lluvia, y hablar. El riesgo parecía aceptable, Dar razonó, teniendo en cuenta todo. —Está bien. — Estuvo de acuerdo. —Bien—. Él comenzó a liderar el camino de regreso hacia su barco. —Estoy seguro de que podemos llegar a una mejor comprensión, si ponemos un poco de esfuerzo. — Sólo entonces pareció darse cuenta de la presencia continua de Kerry. —Lo siento, no creo que nos conozcamos —Kerry—. Extendió su mano a modo de saludo. —Ah—. De Salliers la tomó y la apretó brevemente. — ¿Y tú eres...? —La Tarjeta American Express de Dar. — Respondió suavemente. —Ella nunca sale de casa sin mí. Dar tuvo que morderse el interior de su labio para no sonreír. —Somos compañeras. Pasaron a los dos guardias, que las fulminaron con la mirada. Dar ignoró su actitud y siguió a su anfitrión por la larga pasarela de la cubierta de su barco, pisando cuidadosamente. Kerry los siguió, mirando a su alrededor, por la cubierta del gran barco mientras se movían en torno a la cabina. El suelo de la cubierta estaba cubierto de felpa, que simulaba increíblemente a un césped artificial. Había otros dos guardias más que estaban apoyados a ambos lados de la cubierta, con las manos entrelazadas detrás de la espalda. Eran grandes y de aspecto saludable. A Kerry le recordaron al ganado. —Moo—. Pronunció, en voz baja. Los hombros de Dar se torcieron en una risa silenciosa. Siguieron a De Salliers dentro de la cabina, entrando en un espacio tan ostentosamente bien equipado como la cubierta exterior. Estaba lleno de oscuridad, muebles de cuero y madera de teca. Era todo muy masculino. A un lado había un bar, con un estante de cristal en el techo montado con pivotes. Al otro lado de la barra estaba el centro de entretenimiento con un salón de visión circular. Hacia la parte trasera había una galera espaciosa, y detrás una puerta cerrada que conducía a las áreas más privadas de la cabina del barco. Las ventanas estaban demasiado teñidas, y la luz apenas penetraba. La mayor parte de la iluminación era proporcionada por luminarias empotradas cerca de las paredes, y un haz de luz brillante apenas iluminaba la mesa del comedor, destacando un jarrón de cristal con una sola y perfecta rosa roja en él. —Por favor, siéntense. — Dijo De Salliers, mientras cruzaba a la barra. — ¿Puedo ofrecerles algo de beber? —No, gracias. — Respondió Kerry. Esperó en silencio cerca de la puerta, mirando a su alrededor.

Dar estaba rodeando la cabina, examinando las alfombras orientales enmarcadas en las paredes. —Nada para mí, gracias. — Se detuvo frente a una pequeña pintura cerca de la galera, inclinándose un poco hacia delante cuando reconoció el estilo. Sus cejas se levantaron detrás de sus gafas. —Bonita pieza, ¿no es así?— Su anfitrión habló detrás de ella. —Tengo una mucho más grande en mi casa. Verdaderamente captura la majestuosidad del mar. Dar se enderezó. —Muy agradable. — Se quitó las gafas de sol y se volvió, mientras contemplaba a De Salliers. —Le transmitiré sus elogios a mi madre. El hombre se congeló en su lugar. Sus cejas se contrajeron con fuerza, dándole un aspecto casi cómico, cuando se detuvo mientras se servía lo que parecería ser un escocés. — ¿Discúlpeme? Hizo un gesto con el pulgar sobre su hombro señalando la pequeña pintura. —Ese es el trabajo de mi madre. — Respondió suavemente. —Los paisajes marinos son su tema favorito. Dejó el vaso, y apoyó las manos en la barra. —Bien, bien. — Murmuró. —Usted es la caja de las sorpresas de la verdadera Pandora, ¿no es así, señora Roberts?— Levantó su copa y la hizo girar. —Vengo para una investigación sobre algunos ricos objetos del Caribe y ¿qué me ocurre? La CIO de la empresa de ordenadores más grande del mundo. —Hizo una pausa. — ¡Qué sorpresa! Dar se encogió de hombros. —Podría decir lo mismo. Salgo de vacaciones por el Caribe, ¿y qué me ocurre? Unos pendejos persiguiendo nuestro barco, entran sin permiso en nuestra habitación de hotel, y dejan mensajes amenazantes. — Respondió. — ¡Qué sorpresa! Lo único que esperaba era un tiempo razonable y algunas langostas espinosas. De Salliers suspiró. —Pensé que estábamos tratando de llegar a entendernos. Lo miró fijamente. —Venimos a bucear y lo siguiente que sé es que tus imbéciles matones nos están persiguiendo. —Ahora, señora Roberts. — El hombre levantó una mano con dulzura. —Ahora me doy cuenta que nos acercamos a usted por el camino equivocado. — ¿Quieres decir que, después de vuestros trucos de intimidación, que no han funcionado, habéis decidido averiguar a quién estabais persiguiendo?— Kerry dijo desde su lugar cerca de la puerta. De Salliers lanzó una mirada hacia ella. —Mira. — Al parecer, su juego no estaba funcionando. —Vamos a cortar por lo sano. —Bien—. Dar masticó sus gafas de sol. Luego caminó hacia el cómodo sillón de cuero más cercano y se dejó caer. Kerry le hizo una señal casi imperceptible y se unió a ella, encaramándose en el brazo del sillón. —Okay—. De Salliers tomó la silla frente a ellas. —Este es el trato. — Su actitud había cambiado, ahora era más informal. Casi como Dar había hecho. —Tengo un pedazo de océano del que poseo los derechos de salvamento. Te llevaste algo de allí, y lo quiero de vuelta. —Está bien—. Kerry tomó la delantera. —En primer lugar, el sitio no estaba marcado. — Enumeró con sus dedos. —No pusiste ninguna boya, no pusiste ninguna bandera de buzo, y tampoco había etiquetas en los restos del naufragio. Tomó un sorbo de su bebida. —Estábamos a punto de hacerlo.

— ¿Qué es lo importante de este naufragio?—, Preguntó Kerry. —Yo lo vi. Es un viejo carguero de pesca con más coral que el acero. —Eso no es asunto tuyo. —Entonces—. Dar se metió en la conversación. —Para tu información, encontramos una concha de caracol y la sacamos fuera. No tienes derechos de salvamento sobre invertebrados marinos o sus estructuras exteriores calcíferas. Los dedos del hombre tamborilearon nerviosamente en su rodilla, que sacudía ligeramente por la tensión. —Lo siento mucho. — Comentó en voz baja. —Pero no te creo. — ¿Por qué no?—, Preguntó Kerry repentinamente. — ¿Qué diablos podemos saber de salvamento marítimo? Simplemente somos buceadoras deportivas. — Se puso de pie y caminó. —Eso es lo que no entiendo de todo este escenario. ¿Qué te hace pensar que tenemos lo que sea que estás buscando? De Salliers la miró con los ojos entornados. — ¿Quién eres?— Dar se inclinó hacia delante, captando su atención. — ¿Qué estás buscando?—, Preguntó, en un tono vibrante bajo. Sus ojos oscuros se clavaron en los de ella. Se miraron el uno al otro durante un largo momento. —No te lo puedo decir. — Finalmente dijo De Salliers. Dar empezó a levantarse. —Esto es una pérdida de tiempo. —Sra. Roberts—. También se puso de pie y alzó una mano. —Lo digo en serio. No puedo decírtelo. —Eso es porque no sabes lo que es. — Kerry se dio cuenta. —No tienes idea de lo que estás buscando, ¿verdad? El hombre se relajó en su silla con un suspiro de disgusto. La morena se reclinó y cruzó los tobillos. —No lo entiendo. — Negó con la cabeza. — ¿Cómo diablos puedes reclamar el rescate de un objeto desconocido?— Le preguntó a su anfitrión. Se frotó las sienes. — ¿Sra. Roberts alguna vez ha quedado izada en su propia trampa?— y continuó — ¿puesta a secar por su propia reputación? Dar examinó la cuestión. —No—, respondió. —Todavía no. Kerry se acercó y se arrodilló al lado de su silla, apoyando su brazo cerca. —Hable con nosotras, señor De Salliers. Díganos qué diablos está pasando realmente. Tal vez podamos ayudarle. — Le dirigió una mirada sincera. —Somos mejores amigas que enemigas, créame. Él vaciló, luego respiró. La puerta se abrió de golpe, y uno de los guardias se apresuró. — ¡Señor! !Está ahí fuera! ¡Son los restos del naufragio del buceo! —Mierda—. De Salliers saltó a sus pies. —Voy a matar a ese hijo de puta. ¡Rem!— Empezó a salir de la cabina, luego aparentemente recordó a sus huéspedes. —Lo siento. Espero que disfrutéis del paseo. Dar y Kerry estaban de pie y se dirigieron a la puerta. Antes de poder salir, el guardia cerró de golpe la puerta. —Señoras mejor si se sientan. — El guardia dijo, con voz ronca.

Dar entregó a Kerry sus gafas de sol. —Le sugiero que se mueva. — Respondió al guardia en un tono uniforme. —Nos vamos. —Sentaros. — El guardia repitió. Dar avanzó hacia él. —Muévete—. Lo inmovilizó con una mirada helada. —Señora, voy a romperle el culo si no se sienta. — El guardia amenazó. —Inténtalo—. Sintió que su cuerpo reaccionaba ante el peligro, la adrenalina recorría su piel, mientras se mantenía en perfecto equilibrio. El guardia era el doble de su tamaño, pero en ese momento a ella no le importaba nada. Él estaba entre ella y la seguridad para ambas. Él se estaba moviendo. Los motores del barco tomaron vida. Dar flexionó las manos y dejó que su energía oscura la dirigiera hacia la puerta. El guardia la alcanzó maldiciendo. Ambos lidiaron brevemente, luego Dar fue arrojada contra la pared, mientras se defendía. Extendió su mano hacia ella, con la otra intentando golpearla. Dar lo cogió de la mano y lo giró, arremetiendo con una patada lateral que lo atrapó justo en la mandíbula. Su cabeza dio la vuelta y lo tiró fuera de balance, luego se dio la vuelta y lo tiró al suelo. Con un bufido, agarró la manija de la puerta y la abrió de golpe, mientras Kerry saltaba sobre el hombre aturdido y se unía a ella. — ¿Te apetece un baño?—, Preguntó Dar, apoyada en la barandilla de popa. —Donde quiera que vayas, yo voy. — Al oír el grito de De Sallier detrás de ellas, saltaron la barandilla y se zambulleron juntas en el agua revuelta.

Parte 6 Salió a la superficie, tosiendo para limpiar sus pulmones del agua del mar. Se giró, retiró el pelo de los ojos mientras buscaba frenéticamente a Kerry. Un momento después, la mujer rubia apareció cerca. Kerry la vio y nadó con trazos rápidos y eficientes. El agua estaba picada, y el aguacero hacía difícil la visión, pero nadó a través de las olas hasta llegar a Dar. Por un momento, simplemente se miraron. Dar sacudió el flequillo de los ojos de nuevo y miró a través de la lluvia. —Vamos. — Ahogó una tos. —Debemos llegar al barco. Entre la marea, la lluvia, y la ropa el nadar se volvió complicado. Kerry se encontró realmente perdiendo sus fuerzas mientras luchaba por avanzar. Empezó con estilo crol pero apenas podía avanzar, por lo que se vio obligada a cambiar al estilo hombre rana, manteniendo sólo la cabeza fuera del agua para poder respirar. Su fuerza empezó a debilitarse, cuando todavía faltaban más de tres cuartas partes del camino de vuelta a los muelles, y se desaceleró para recuperar el aliento. Dar parecía sentirlo. Se detuvo y se volvió. A continuación nadó de nuevo hacia ella. — ¿Que está mal? —Estoy cansada—. Kerry admitió. —Dame un minuto. —Espera. — Le ofreció su brazo, mientras sus piernas continuaban en poderoso movimiento bajo las olas, manteniendo su posición vertical. —No, está bien. — Se sintió un poco mejor. Comenzó a moverse de nuevo hacia delante. La morena se mantuvo cerca, a su lado, cuando se acercaron al interior del dique, cuando la lluvia caía más y todo se hacía más difícil. Se acercó a la pared para sujetarse y hacer frente a las olas que estaban golpeándola fuertemente. —No falta mucho. — Dar señaló la forma de balanceo de su barco, apenas visible a través de la lluvia. — ¿Estás bien? —Sí. — Asintió positivamente. —Vamos. — Se apartó de la pared y comenzó a nadar, sintiendo la fuerte corriente contra su cuerpo. Como pudo se mantuvo cerca de Dar. El agua golpeaba su rostro, haciendo que sus ojos ardieran y saboreando la sal, en la parte posterior de la boca, más de una vez. Su enfoque se redujo, al ritmo de la lluvia, y sintió el alto cuerpo en movimiento justo por delante de ella, que la ayudaba. Se sacudió. Luego jadeó al notar un dolor punzante a través de su estómago, que casi la dejó sin sentido. —Maldita sea. — Se quedó quieta con gran esfuerzo, dejándose ir a la deriva fuera. A continuación se echó a nadar de nuevo, haciendo una mueca ante las sacudidas que recorrían su cuerpo. ¡Maltitas Medusas! Maldijo en voz baja. Sólo mi suerte. Después de un momento, el dolor se desvaneció un poco, empujándolo fuera de su mente mientras continuaba. Su respiración era corta, y sus músculos ardían dolorosamente cuando oyó el sonido distintivo de las olas golpeando contra la fibra de vidrio. Levantó la vista para ver el arco de la superficie blanca sobre su cabeza. Extendió la mano y agarró el borde del muelle mientras observaba a Dar acercarse al lado del barco. Con un poderoso brote, salió del

agua, con los brazos extendidos hacia la barandilla, que se agachó hacia ella en el último momento y amablemente dio una palmada en sí en sus manos. Dar se agarró y se colgó de allí por un momento, visiblemente reuniendo sus fuerzas. Su ropa mojada se aferraba a su cuerpo, y Kerry vio su pecho expandirse mientras tomaba una respiración profunda. La parte superior del cuerpo se contrajo, tirando de ella hasta la barandilla y luego sobre ella, pero Kerry podía ver el sobreesfuerzo que su amante estaba haciendo, a pesar de la robusta constitución de su cuerpo. Sabía que ella no tendría que hacer ese esfuerzo, por lo que se empujó de nuevo, acercándose a la popa, a la parte más baja del barco, donde la escalera de buceo se sujetaba. En el momento en que llegó allí, oyó los sonidos metálicos que Dar estaba haciendo para desenganchar la escotilla y liberar la escalera. Lo siguiente que sintió fue una picadura de luz, cuando la pieza de aluminio cayó al agua junto a ella y se sumergió rápidamente. Agradecida, se agarró a los peldaños. A continuación, apoyó los pies en el escalón inferior y fue empujando hacia arriba. De repente, sintió que Dar la sujetaba alrededor del brazo, tirando de ella, con fuerza hacia arriba, aterrizando en la cubierta de popa junto al cuerpo empapado de su amante. Dar sacó la escalera y cerró la escotilla trasera. Buh. Kerry descubrió que sentarse era una cosa muy buena. Ni siquiera le importó la lluvia torrencial. Se limpió el agua salada de su cuerpo mientras luchaba en una posición de piernas cruzadas. Sus brazos y piernas estaban totalmente entumecidos y débiles. Mantuvo la cabeza baja mientras apoyaba los codos en los muslos y simplemente trababa de recuperar el aliento. Dar se dejó caer a su lado, aparentemente tan contenta de simplemente sentarse. Extendió sus largas piernas y apoyó las manos en las rodillas. —Hijo de puta de mierda. Kerry levantó su cabeza y la miró perpleja. —Estaba pensando que tal vez deberíamos ir a Las Vegas de vacaciones la próxima vez. Los ojos azules enmarcados en un lío de pelo oscuro y húmedo la miraron fijamente. —Con mi suerte, un virus informático podría derribar toda la ciudad mientras estamos allí. — Exhaló. — ¿Estás bien? —Sólo aniquilada—. Asintió. —Y creo que me tragué la mitad de un galón de agua salada. Tengo la lengua en escabeche. — Se retiró el pelo de la cara. —Dar, esto apesta. —Uh huh—. Dar dejó escapar un suspiro. —Mejor si nos resguardamos de la lluvia. — Con un ligero gruñido, se puso en pie y miró más allá de la entrada del puerto deportivo. Era difícil entender lo que acababa de suceder. En un momento estaban hablando con De Salliers, y a continuación, al minuto siguiente se había encontrado en una situación casi peligrosa. Lo cual, consideró pensativamente, la habían manejado muy bien. — ¿Dar? Esta se dio la vuelta para encontrarse con su amante que le tendía la mano. — ¿Qué estás pensando? Le estrechó la mano y se inclinó hacia atrás, tirando de la rubia para ponerse en pie. —Me pregunto quién sería. — Pensó, mientras se movían hacia la puerta de la cabina y buscaba la llave. —Maldita sea, sólo si hubiéramos tenido un minuto más.

—Sí. — Kerry estuvo de acuerdo. —Estábamos cerca. ¿Oíste lo que dijo? ¿Acerca de tu reputación? ¿Qué fue todo eso? Dar hizo una pausa, manteniendo la puerta abierta. — ¿Quieres averiguarlo? Kerry la miró. — ¿Quieres decir, seguirlos?— Miró a la morena fijamente. —Eso es una locura, Dar. — Una ceja se arqueó con ironía frente a ella. —Vamos a hacerlo. —Ve y cámbiate mientras voy arrancando. — Le dio una palmadita en el trasero, y desapareció de la cubierta. —Sí, sí, capitán. — Kerry entró en la cabina, sacudiendo la cabeza y riéndose. — Nadie va a creer esto. — Dijo en voz alta. Habían traído sus cosas del hotel, antes de haber salido a desayunar. Sus bolsas y el portátil de Dar descansaban sobre la mesa donde lo habían dejado. Se despojó de su camisa empapada mientras continuaba a través de la cabina. La colgó en la barra de la ducha y luego añadió sus pantalones cortos, lanzando las zapatillas en la ducha, junto con los calcetines y ropa interior. El estruendo de los motores de arranque vibró a través de sus pies descalzos. Se deslizó fuera del baño para dirigirse al dormitorio, dándose una rápida mirada en el espejo en su camino a la cómoda. —Guau. Pareces una rata ahogada. — Se señaló a sí misma. Su piel mostraba unos ligeros rasguños y la marca roja donde creía que había sido picada por una medusa. Todavía le latía. Hizo una mueca mientras presionó ligeramente la zona afectada. El barco se movió, y tuvo que agarrarse rápidamente a la cómoda, para mantener el equilibrio. Esperó un momento, sacó ropa seca de la cómoda y se vistió. Luego cogió un impermeable del armario y se lo pasó por la cabeza, haciendo una pausa para reír cuando la prenda llegó hasta sus rodillas. —Vaya—. Empezó a quitárselo, pero se detuvo a medio movimiento y simplemente se ajustó el cinturón alrededor de la cintura. Sin detenerse a pensar más en ello, se dirigió a la cocina y cogió una botella de agua de la pequeña nevera. La abrió y se la bebió en dos grandes tragos, limpiando el sabor de mar de su boca. A continuación se dirigió a la puerta. *** Dar estaba sentada en la silla del capitán, haciendo una mueca ante la humedad incómoda de su ropa. Ajustó los aceleradores y guio el barco fuera del muelle, pensado dejar a Kerry al timón, el tiempo suficiente para poder cambiarse de ropa, una vez estuvieran fuera en aguas abiertas. La lluvia la golpeaba constantemente. Se inclinó hacia delante para ver mejor, a través del plástico, mientras guiaba el barco por el canal. Dio la vuelta a la boya, y aceleró los motores. Apenas había tenido tiempo para relajarse cuando oyó a Kerry subir la escalera. Se volvió al ver a su amante aparecer en el puente, vestida con un impermeable azul, obviamente, no era el suyo. Kerry se deslizó debajo de la cubierta del puente y empujó la capucha de la gabardina hacia atrás, exponiendo el pelo rubio despeinado. —Chaqueta agradable.

— ¿Quieres?— Kerry le entregó la botella de agua, y luego envolvió sus brazos sobre los hombros de Dar. —Creo que me picó una medusa, Dar. — ¿Sí?— Siguió con lo que estaba haciendo, y una vez seguras, volvió su atención a Kerry. — ¿En dónde? La rubia subió el impermeable, luego la camisa para dejar el vientre al descubierto. —Aquí. Dar miró enojada, tocando suavemente la marca roja. — ¿Te duele?— La miró a la cara — ¿o te pica? —Un poco—. Admitió. —Es una especie de sensación pulsátil. — Explicó. —No es nada, quizá no debería haberlo mencionado. Quiero decir, he recibido golpes peores. — ¿La has limpiado con algo? Negó con la cabeza. —No creía que necesitara hacerlo. —No sé. — Dar frunció el ceño. — ¿Has visto qué tipo de medusa que era? —No. — Se sentó junto a ella. —Creo que no es nada. Solo me dolió al principio, pero ahora solo es una simple molestia. — Escudriñó el horizonte. — ¿Cuál es el plan? La morena abrió el pequeño armario debajo de la consola y sacó una botella de color marrón y un pequeño paquete de vendaje con gasas. —Quítate la ropa. — Ordenó, abriendo la botella de alcohol y mojando la gasa. — ¿No deberíamos preocuparnos de hacia dónde vamos?— bromeó suavemente — ¿en vez de estar mirándome el ombligo?— Pero accedió y se subió la ropa, aspirando una bocanada de aire cuando la gasa le tocó la piel y la quemó. —Ow. —Algunas de esas cosas estúpidas producen células urticantes. — Le dijo. — Manteen el timón mientras hago esto. Cerró los dedos alrededor del metal, manteniéndolas en curso cuando sintió a Dar limpiar cuidadosamente el lugar, ahora doloroso en su vientre. El palpitante parecía estar cada vez un poco peor, pero pensó que se debía a que Dar estaba tocándolo. — ¿Qué vamos a hacer cuando nos acerquemos a ellos? Terminó su tarea y con cuidado deslizó la ropa de Kerry hacia abajo, para volver a estar cubierta. —Sólo ver. — Dijo, dando a Kerry una palmadita en la cara. —Tal vez podamos averiguar a qué está jugando. —Espero que sí—. Sentó de nuevo y suspiró. Dar la miró. El perfil de Kerry parecía tenso. Podía ver pequeñas arrugas alrededor de sus ojos. —Hey. La miró, sus ojos verdes visiblemente inyectados en sangre. — ¿Hm? —No tenemos que hacer esto. La mujer rubia ladeó la cabeza. — ¿Eh? Pensé que querías ir tras ellos. —No tienes buen aspecto. Kerry tragó. —Estoy bien. Dar la miró dudando. —Dar. — La voz de Kerry tomó un toque de impaciencia. —No soy una niña pequeña. —No he dicho que lo fueras. — Jugueteó con los controles y el acelerador. — Simplemente me pregunto si estar aquí fuera persiguiendo a ese loco, bajo esta lluvia, es una buena idea. — Dijo. —Tal vez deberíamos simplemente dejarlo estar, Ker.

Esta apoyó un pie desnudo contra la consola y lo pensó. Podía oír el malestar en la voz de Dar. —Creo que... — hizo una pausa, y realmente consideró sus palabras. —Creo que si lo hubiéramos dejado estar desde el principio, habría estado bien. Dar la miró por el rabillo del ojo. —Pero ahora, creo que tenemos que seguir. ¿Sabes?. No me gusta la idea de huir, y si lo dejamos ahora, sabiendo lo que sabemos, es como si lo estuviéramos haciendo. —Mmph. — Dar gruñó a regañadientes. —Esto se suponía que debían ser unas vacaciones relajantes. — Respondió. —Para nosotras dos solas. Se acercó y rodeó el brazo de Dar con los dedos. — ¿Quieres parar?—, Preguntó con sinceridad tranquila. —Cariño, si eso es lo que quieres, lo haremos—. Su mano se apretó ligeramente. Dar clavó los ojos en el horizonte. Se quedó pensando en silencio durante un largo minuto. Se sentía dividida entre su deseo de conocer la verdad, y su igualmente poderoso deseo de proteger a su amante. — ¿Dar?— habló en voz baja. — ¿Sí? — ¿Por qué no simplemente vamos por el otro lado de la isla? No les sigamos, simplemente los veremos desde el lado oeste. Dar ajustar los tornillos reguladores un poco. — ¿Y?— Sondeó la idea con cautela. —De esa manera, no forzaremos una confrontación, y podremos simplemente satisfacer nuestra curiosidad. — Razonó. —Y si no hay nada que hacer, podemos... um... — tiró suavemente de la manga húmeda de Dar, —ponernos más cómodas en la planta baja. Era un plan aceptable, decidió. —Está bien. — Estuvo de acuerdo. —Me parece bien. —Genial—. Kerry sonrió brevemente. Se deslizó sobre el asiento un poco, y se apoyó en el cuerpo húmedo de Dar, poniendo su cabeza en el hombro de la morena. El palpitar de su picadura parecía estar empeorando, y ahora tenía un ligero dolor de cabeza, pero pensó que no le había falta nada más que un poco de relax en la proximidad de su amante. El barco se deslizó bajo la lluvia, ahora en una trayectoria curva que dejaba a De Salliers desapareciendo en el horizonte. *** La segunda vez que sintió el frío, se dio cuenta de que algo andaba mal. A pesar de la protección de su chubasquero, sentía frío, y su garganta parecía estar cerrándose, por lo que casi no podía tragar. Había intentado tratar de ignorar la sensación, pero su mejor sentido intervino. — ¿Dar? Su compañera la miró rápidamente. Levantó una mano y le tocó la cara. — ¿Estás bien? Los labios de Kerry se torcieron. —No creo. Me siento un poco mal. — Admitió. —Tengo frío y me duele la garganta.

Dar puso una mano en la frente, y maldijo. Se volvió y examinó su entorno con ojos ansiosos. Se aproximaban a la parte norte de la isla de Charlie, pero por lo demás estaban en un gran parche de mar tranquilo y vacío. Frenó los motores, y luego los detuvo, comprobando el metro de profundidad, ya a la deriva. — ¿Qu...?— Kerry se detuvo, casi sin poder respirar. — ¿Qué estás haciendo?— La observó trabajar con los controles del barco, y se dio cuenta de repente que le temblaban las manos. — ¿Dar? —Necesito revisarte. — Habló en voz baja, con un mundo de tensión en la voz. — Voy a echar el ancla. — Hizo exactamente eso, y el traqueteo del anclaje se desplegó de pronto ruidosamente mientras ella apagó los motores. —Vamos. Tengo un equipo abajo, creo que lo vamos a necesitar. Kerry no estaba muy segura de lo que estaba pasando, pero se puso de pie, apoyándose en la morena, cuando sus rodillas repentinamente amenazaron con no sostenerla. —Oh chico. —Espera. — La tomó por la cintura, y la condujo por la escalera. —Creo que estás teniendo una reacción a la picadura. —Oh. — Se estremeció, sintiendo como si estuviera bajo el agua tratando de respirar. —Mi garganta ... la siento un poco espesa. — Mantuvo el aliento, sintiendo la seguridad absoluta de la presencia de su amante. —Se siente rara. Llegaron a la cubierta y las piernas de Kerry se doblaron bajo ella. —D ... —Te tengo. — La levantó en vilo y la llevó a la cabina, pateando la puerta, dejando atrás la lluvia para entrar en el aire caliente que proporcionaba una tranquilidad más fresca. Kerry tragó aire, y al oír el roce de su propia respiración, de pronto sintió miedo. Sintió la tela fresca del sofá contra sus piernas cuando Dar la bajó. — ¿D... Dar?— La agarró del brazo con dedos temblorosos, mientras sentía a Dar deslizar una almohada debajo de la cabeza, para que estuviera bien apoyada. —Sólo quédate tranquila, y trata de relajarte. Vuelvo enseguida . — Apenas podía respirar. Se sentía como si no hubiera suficiente oxígeno en el aire, y cuando Dar volvió y se arrodilló junto a ella, se dio cuenta que los dedos de las manos y de los pies estaban hormigueando. Un miedo irracional se apoderó de ella y empezó a entrar en pánico. —Ker ... Ker ... tómalo con calma. — La voz de su amante penetró la niebla a su alrededor. —Da ... no puedo respirar. — Jadeó. —Cariño, lo sé. Sólo dame un minuto. Sintió, de pronto, algo frío contra su brazo. — ¿Qu... — Volvió la cabeza y vio que Dar tenía una aguja. Su temblorosa longitud la sacudió. Kerry la miró a la cara y vio una máscara de feroz preocupación. Abrió los ojos aterrorizaba. ¿Iba a morir? Un suave grito escapó de su garganta. Sintió un pinchazo y su brazo se sacudió, entonces un sólido rayo de dolor la hizo esforzarse, jadeando, incapaz de sacar una respiración decente.

El peso de Dar se apretó contra ella bruscamente, sujetándola. Sintió pánico. Intentó luchar, empujando a su amante con fuerza en contra. Sintió que la abrazaban, que la agarraban con fuerza, hasta que sintió un nuevo pinchazo. Luego sólo un escalofrío. A continuación, una extraña sensación de calor bajo su piel donde la aguja había entrado. Luego desapareció. Le pareció oír un ruido a través de la habitación. El peso se desprendió de ella y la cabina se volvió hacia arriba y alrededor. No podía respirar, tenía frío y .... — ¡¡¡Kerry!!!! La voz penetró en su confusión, de alguna manera. Kerry tosió, y luego inhaló por reflejo, sorprendida cuando fue capaz de aspirar una bocanada de aire. Las bandas de presión alrededor de su pecho se relajaron y se estremeció, acurrucándose cerca de la fuente de calor, ahora envolviéndose alrededor de ella. Poco a poco, la sensación de hormigueo en las manos se desvaneció y los flexionó débilmente. Todavía podía sentir escalofríos sacudiendo todo su cuerpo. Era muy difícil pensar con claridad. Pero sabía que estaba siendo mantenida de forma segura. Podía sentir la respiración de Dar presionar contra su espalda. Al menos ahora podía respirar. Tragó aire con gratitud, sintiéndose completamente agotada. —Wow. — Susurró. Sintió el tirón leve detrás de ella cuando la morena casi se echó a reír. Podía oír el martilleo del corazón de Dar, donde la oreja se apretaba contra su pecho. Tosió un poco, escuchando un traqueteo en sus pulmones que la ponía nerviosa. —Ungh. —Tranquila—. Dar por fin habló. Se apoyó contra el sofá acunando a Kerry un poco más cerca. El rostro de Kerry había adquirido un tono gris pálido. Podía sentir los escalofríos recorrer su cuerpo. Ahora que la inyección de medicamento, un estimulante que siempre llevaba, había sido administrado no había mucho más que pudiera hacer, nada más que sólo estar ahí para ella. Ya tendría tiempo, más tarde, de maldecirse a sí misma por no ver las señales. Tiempo para estar enfadada por no haber comprobado la picadura más a fondo, o tomado más precauciones, o ... Exhaló. Kerry nunca antes había tenido una reacción a una picadura. La verdad sea dicha, ella había estado la mayor parte de su vida en el mar, y sólo una vez, a los diez años, le había picado, pero nada parecido a lo que acababa de ocurrir. —Tranquila, cariño. Simplemente se quedó allí en silencio, con la cabeza apoyada en el pecho de Dar. Su mano descansaba lánguidamente sobre su compañera, moviendo ligeramente el pulgar. — ¿Dar?— Murmuró. —Estoy aquí. — ¿Me estoy muriendo? Dar sintió que su presión arterial se disparaba tan alto que empezó a marearse y ver destellos delante de sus ojos. —No, cariño. — Contestó en voz baja. —Ni siquiera pienses en eso. Era como escuchar un trueno constante. Casi podía contar los latidos de su corazón. Giró la cabeza hacia un lado y miró vagamente, viendo el miedo marcado en el rostro de

su amante. Su mano se levantó para tocar la mandíbula de Dar y la sintió temblar bajo sus dedos. No. Parpadeó. No podía morir. Dar la necesitaba. —Nunca me sentí así antes. ¿Qué paso? Dar tragó, y luego con impaciencia limpió las lágrimas de sus ojos. —Has tenido una reacción a esa maldita puta picadura. Las cejas de Kerry se levantaron ligeramente. —Ouch. Nunca me había pasado nada parecido. — Sintió otro escalofrío, y se acurrucó en el abrazo de la morena, buscando calor. Su brazo le dolía. Lo miró con el ceño fruncido. —Ow. — Tocó la llaga. —Lo siento. Tuve que hacerlo demasiado rápido. — Respiró. — ¿Qué tal si te metes en la cama? Seguro que te sentirás mejor. — Su voz sonaba un poco áspera. — Deberíamos ir al hospital en St. Johns. Hospital. Arrugó su nariz . —De momento me meteré en la cama. — Admitió. — Pero sólo si vienes allí conmigo. —No estás en posición de negociar, Kerrison. — El tono de Dar se había amansado. Podía oír sus latidos ralentizar y tranquilizarse. —Necesitas un médico. — Se puso de pie con cuidado, dejando escapar un pequeño gruñido de esfuerzo mientras cogía a Kerry y la acunaba. Caminó lentamente hacia el dormitorio, dando un giro hacia conseguir entrar y ponerla sobre la cama. La miró a través de los ojos entornados cuando Dar la examinó. —Urmph. Con un suspiro, Dar le bajó la cremallera del impermeable, que aún llevaba, y se lo quietó. Luego continuó con el resto de la ropa. La piel de la mujer rubia todavía tenía un matiz poco saludable, y estaba temblando. —Vamos a volver. — Dar le dijo. Kerry se acercó y le cogió la mano. —No me dejes. —Kerry, tengo que conducir el barco, ¿recuerdas? —No me dejes—. Le pidió en voz baja. — ¿Por favor? La indecisión chamuscó su camino a través de la cara de Dar, mientras se encontró atrapada entre dos impulsos abrumadores. Su mejor sentido le decía que debía llevar a Kerry a un médico. Pero sabía que St. Johns estaba a una gran distancia, y para cuando llegaran allí los síntomas de la rubia probablemente ya se habrían desvanecido. —Deja que te traiga algo para la fiebre. — —Y quítate esa ropa mojada. — Kerry bromeó débilmente. —No te puedes poner enferma. La coherencia en los ojos de su pareja la tranquilizó inmensamente. —Bueno. No voy a ir a ninguna parte. — Advirtió, mientras se giraba y salía fuera del dormitorio. — No lo haré. Kerry la observó marcharse. Se relajó un poco, y se cubrió con las mantas, aliviada al sentir su cuerpo empezar a establecerse. Le dolía el brazo donde Dar la había inyectado. Ya no sentía las palpitaciones simplemente algo de malestar por la fiebre, y sus manos y pies habían vuelto a su normalidad. —Hijo de una galleta. — Señaló al techo de la cabina. —Eso no fue gracioso. No es divertido en absoluto. ***

Dar entró en la cocina y se detuvo un momento. Poco a poco se apoyó en el mostrador, llevándose las manos a la cabeza. Hijo de puta. Pensó en silencio. Hijo de maldita perra, has estado demasiado cerca. Con un suspiro, se enderezó, dejando caer las manos a los costados. Se sentía completamente agotada. Sus piernas estaban todavía inestables, pero se obligó a caminar y preparar algo de beber. El té caliente no haría nada particularmente médico, pero sabía que a su compañera le gustaba. Además, así tenía algo que hacer. Llenó la tetera y la puso en la estufa de la galera. Luego abrió el armario y sacó una botella de Tylenol. Sacudió un par de las pastillas, luego sacó una taza y la dejó junto a las pastillas. Puso un poco de agua en la taza. Se volvió y se apoyó en el mostrador, cruzando los brazos sobre su pecho mientras esperaba a que el agua hirviera. La humedad contra sus antebrazos le recordó que había olvidado cambiarse de ropa. Con un suspiro, se apartó del mostrador y se acercó a donde estaban sus maletas. Se desabrochó la camisa y se la quitó, dejándola sobre una silla, luego se quitó el sujetador deportivo, haciendo una mueca en su humedad pegajosa. Ahora, ya con ropa seca, se sentía mejor, mucho más caliente. Volvió de nuevo hacia la cocina. Vertió el agua sobre las hierbas de té que había colocado en la taza, provocando que el lugar se llenara del aroma a moras. Tomando un pequeño tarro de miel de la nevera, le añadió un poco y con cuidado lo revolvió. Cuando se convenció de que era perfecto, cogió el té y las pastillas, añadió una botella de agua y se dirigió de nuevo a la habitación. Kerry estaba donde la había dejado, acurrucada a un lado con su brazo alrededor de la almohada. Tenía los ojos medio abiertos, mirando la puerta y se abrieron más cuando entró Dar. —Ah. Ahí estas. —Aquí estoy. — Dejó su carga sobre la mesilla de noche. — ¿Cómo te sientes? —Mucho mejor. —. Se incorporó y tocó el suave algodón de los pantalones cortos de Dar. Esta se sentó en el borde de la cama, poniendo una mano en la frente de Kerry. Estaba caliente al tacto, y su color era todavía definitivamente malo. —Siéntate un minuto, y traga éstas. — La ayudó a sentarse y le entregó las pastillas, a continuación, destapó la botella de agua y la sostuvo mientras Kerry se las tragaba. —Gracias. — Se apoyó contra ella. —Jesús, me siento como una basura hervida caliente. —Hm. — Deslizó su brazo alrededor de ella. —Me lo creo. Kerry se estremeció. —Eso fue realmente aterrador. —Oh, sí. — Cogió la taza de té y se la ofreció. —Estaba asustada. Kerry acunó la copa en sus manos, saboreando su calor. Tomó un sorbo de té dulce, caliente y suspiró. —Lo sé. — Dijo. —Creo que eso me asustó más. Dar se arrodilló frente a la cómoda, abriendo el cajón inferior y hurgando en ella. Encontró el pequeño estuche que había escondido en el interior, cuando se habían embarcado en Miami, y lo recogió, llevándolo con ella mientras se reubicaba en el borde de la cama.

— ¿Qué es eso?— la observó con curiosidad. Sus ojos siguieron la cremallera cuando Dar la abrió, y luego las cejas se levantaron bruscamente cuando vio el manguito de presión arterial dentro. — ¿De dónde diablos salió eso? —Del Dr. Steve. — Respondió en voz baja. —Dame tu brazo. —Dar. Haciendo caso omiso de la protesta leve, le sujetó el manguito alrededor del brazo tonificado de su amante y comenzó a bombear. — ¿Realmente sabes cómo usar eso?— suspiró. —Puedo reprogramar manualmente el flash BIOS de un mainframe de IBM. Creo que puedo entenderlo. — Respondió, mirando el pequeño calibre en el gadget. Kerry exhaló con tristeza, y sus hombros cayeron. Dar miró hacia arriba y vio su expresión. —Me lo hizo traer. — Explicó suavemente. —No pensaba usarlo, pero desde que tuve que administrarte ese maldito estimulante ... Kerry se asomó en el manómetro. —Mmm. — Lo golpeó con la otra mano. — Maldita Sea. No es bueno. Liberó un poco la presión, y lo comprobó de nuevo. Más de un centenar. Desabrochó el brazalete del brazo de Kerry y lo frotó intentando darle algo de confort. —Probablemente es por el estimulante, cariño. — Le explicó. — ¿Por qué no te acuestas? Kerry mansamente accedió, todavía visiblemente infeliz. Tiró el dispositivo sobre la cómoda y se tendió a su lado, acariciándole suavemente el pelo revuelto con los dedos. —Bah—. Kerry murmuró. —Apuesto a que cuando revisemos más tarde, no habrá ningún problema. — Le dedicó una sonrisa simpática. Kerry la miró hoscamente, y luego tendió una mano. —Dame eso. — Señaló el brazalete. Dar se acercó, lo cogió y se lo entregó, sorprendiéndose cuando Kerry lo envolvió alrededor de su brazo y comenzó a bombear. —Um ... —Ah ah. — Kerry continuó con su tarea. —Lo justo es justo, Dar. Pensé que tu corazón se iba a salir de su pecho. — Terminó el bombeo, y observó los resultados. — Ah. — La miró. —Más alto que el mío, cariño. Acuéstate. Dar parpadeó con sorpresa, mirando hacia abajo a su propio brazo. Luego le dio a Kerry una tímida sonrisa, y se retorció en una posición más cómoda al lado de su pareja. —Estaba estresada. — Comentó. —Eres muy importante para mí. En respuesta, envolvió su brazo alrededor de Dar cuando ésta puso la cabeza sobre su hombro. —Creo que estamos dejando que De Salliers se marche, ¿eh?—, Murmuró. — ¿Estamos bien con eso, Dar? Dar tenía los ojos cerrados, dando la bienvenida a la flexibilización del dolor de cabeza palpitante, a través de la parte posterior de su cráneo. Pensó la pregunta durante unos minutos. —No lo sé. Tal vez. — Su cuerpo se movió un poco, tirando de Kerry más cerca. —Vamos a tomarlo con calma por un tiempo, luego volveremos de nuevo a St.

Johns. — Le frotó la espalda. —Me gustaría que de todas formas te mirara un médico, por si acaso. Un ojo verde giró y la miró en acusación débil. —Lo sé, lo sé. — Dar suspiró. —Yo estaría pateando y gritando si me lo hubiera sugerido. Kerry resopló suavemente. —Sí, seguro. — ¿Por favor? Kerry gruñó. —Está bien. — Cerró los ojos de nuevo. Deslizó los brazos alrededor de Kerry y la abrazó. —Buena chica. — Dijo, pero se detuvo cuando oyó el sonido de un motor que se acercaba. Intercambiaron una mirada rápida. —Déjame ir a ver lo que es. Se apoyó en un codo mientras veía a su pareja levantarse y salir de la habitación. Consideró la idea de seguirla, pero su cuerpo protestó, sin ganas de moverse. Ahuecó la almohada detrás de ella y se acomodó, subiendo los pies en alto y recogiendo su taza de té, inhalando el vapor fragante. *** Dar se abrió paso a través de la cabina y fue a la puerta, abriéndola y mirando fuera. Un barco de pesca se les acercaba, con dos hombres en el puente y varios más en la popa. Por un momento, se quedó mirando, y luego la comprensión amaneció. ¿Piratas? No vio ningún tipo de utensilios de pesas ni nada por el estilo, y lo hombres estaban agrupados juntos, observándola. Su ritmo cardíaco comenzó a aumentar, y por un momento breve deseó que ambas estuvieran de vuelta en la oficina ocupadas con su trabajo de siempre. Con un juramento suave, entró de nuevo buscando el arma. — ¡Ker!— gritó. — ¡Mantén abajo tu maldita cabeza! Abrió la caja y sacó la escopeta, cargando a toda prisa al oír los motores moderar su velocidad. Con un movimiento salvaje, sujetó con fuerza el arma y salió al exterior. Dos hombres estaban a punto de saltar a bordo de la proa del barco de pesca. Dar se preparó con el arma al hombro, llevando su dedo alrededor del gatillo. — ¡Quedaros ahí!— Gritó en voz alta. Los hombres en la popa tenían armas. Podía verlas desde la esquina de su ojo. Pero su problema inmediato era los hombres en la proa. — ¡Muy bien, señora! Cálmese !No queremos lastimar a nadie! —El hombre más cercano gritó. — ¿Tienes un arma?, nosotros tenemos diez. Ahora deja eso, ¿de acuerdo? — ¡Vete a la mierda!— Dar gruñó. —Toca el barco, y te vuelo la maldita polla! El hombre levantó su rifle. — ¡Te lo repito, señora! ¡Bájala! Dar no se movió. Apretó su dedo en el gatillo, sintiendo el cálido metal frío a su tacto. — ¡Fuera!— Gritó al hombre. — ¡Sacad vuestros culos fuera de aquí, pedazo de pirata de mierda!— Una mano le tocó la espalda, y casi saltó a través de la mampara. — ¡Grrrr! —Voy a llamar a la guardia costera—. Kerry le dijo en voz baja. —Diles eso. — ¡G'wan, salta! ¡Ella no te va a disparar!— El hombre en la popa gritó.

Dar sintió que su corazón se aceleraba, cuando el hombre en el arco se preparó para saltar. Dirigió el cañón de la escopeta hacia él, y tragó saliva, sin estar muy segura de ser capaz de apretar el gatillo. —Dar. — La voz de Kerry era tensa. Tengo que protegerla. La voz interior de la morena habló en voz baja. —Quédate atrás. — Gritó por encima del hombro, y luego miró hacia delante. El hombre arrojó una cuerda a la cubierta y se subió a la barandilla. Dar se armó de valor, y apretó el gatillo. El arma se sacudió con fuerza, tirando contra su hombro. Los gritos estallaron. Luego disparó de nuevo. Esquirlas de blanco estallaron por todo el agua ya que ambos disparos volaron a través del casco del barco de los piratas cerca de la línea de flotación. Bombeó la escopeta cargada preparando dos proyectiles más en la cámara. — ¡Perra loca! — ¡Dispara el culo! — ¡Estar atento! — ¡Vete a la mierda de nuevo! ¡Volved! ¡Mierda! — ¡La próxima dispararé directamente!— bramó — ¡en vez de a la fibra de vidrio de mierda!— Giró la escopeta hacia la popa, ya que otros dos hombres en la proa estaban preparados para abordar. Uno de los hombres se enfrentó a ella y la apuntó con su arma, mirándose fijamente. Y en ese momento, con su vida en la línea, sintió que el miedo la recorría. Sus ojos se estrecharon, y una sonrisa se grabó en su cara, sabía en lo profundo de su ser que podría apretar el gatillo... lo haría. Su dedo se tensó — ¡Fuera de aquí hombre! ¡Nos estamos hundimiento! —Uno de los hombres de la proa había subido encima en la popa y agarró el timón. —Servicio de Guardacostas, Guardia Costera, mayday, mayday. — La voz de Kerry salió de detrás de ella. —Aquí Dixieland Yankee, una embarcación registrada estadounidense está siendo atacada, al norte de AVI B21. — ¡Mierda! ¡Están llamando a la guardia costera!— El hombre que apuntaba a Dar con el arma se escondió detrás de la cabina. — ¡Vamos! ¡Vamos! El barco de pesca se revolcaba en el agua, entonces sus motores arrancaron, y el arco se alejó de ellos. Aceleraron los motores. Ahora se veían los dos agujeros en la embarcación. Mientras se alejaban, uno de los hombres en la popa levantó su rifle al hombro y las apuntó. —Mierda—. Dar se echó hacia atrás, a través de la puerta, tratando de llegar a la puerta cerrada. Uno de los compañeros del hombre lo golpeó, y lo sujetó. El portador del arma reaccionó airadamente, y le dio un golpe con la culata del fusil. Lucharon; empujándose unos a otros, mientras el barco se alejaba, curvándose ampliamente hacia la costa sur de la isla, justo al norte de Charlie. —Será mejor que salgamos de aquí. — Dar pronunció tensamente. —En caso de que vuelvan. — Se dio la vuelta para encontrar a Kerry observándola con una cara pálida y los ojos como platos. — ¿Estás bien?

Dejó la radio en su sitio. Se apoyó en la pared de la cabina y exhaló. —Sí. — Su voz tenía una nota áspera. —Sólo quiero regresar a un lugar donde pueda simplemente... — respiró —tomar una siesta. ¡Eso sería genial! Dar la guio hasta el sofá, y la depositó en él mientras guardaba la escopeta. —Ponte cómoda aquí, cariño. Recogeré el ancla y volvamos al muelle de Charlie y Bud. — Dijo. —Bud es médico. —Apuesto a que trata a los pacientes como un melocotón. — Murmuró, mientras yacía en el sofá. Observó el rostro de Dar, vio el cambio inquieto de sus músculos de la mandíbula, y la tensión grabada en ella. — ¿Hey, Dar? — ¿Sí?— No levantó la vista. Kerry se acercó. —Eso fue realmente impresionante. La morena detuvo lo que estaba haciendo. La oscura cabeza se volvió y sus ojos se encontraron. Continuó su tarea y luego se sentó junto a Kerry, apoyando los antebrazos en las rodillas. — ¿Lo fue?— Contestó en voz baja. —Simplemente sonaba como un montón de gritos pomposo para mí. Kerry sonrió. —Funcionó. — Dijo. —Esa fue una gran idea, la de hacer agujeros en su barco. Dar miró al suelo, entre sus pies descalzos. Su mente regresó a la sensación que había tenido cuando el arma se había centrado en el hombre en el arco. No había habido ningún miedo, ningún tipo de confusión. Había centrado el interés en su pecho. ¿Por qué no había apretado el gatillo? ¿Por qué había desviado el cañón al barco en su lugar? — ¿Dar? Levantó la cabeza y se volvió. — ¿Sí? Um ... gracias. — Consiguió esbozar una sonrisa. —No estoy segura de que todo fuera planeado, pero me alegro de haber terminado por hacer lo correcto. — Se puso de pie. —Llámame si necesitas algo, ¿de acuerdo?— Le alborotó el cabello, luego caminó hacia la puerta y salió al exterior. Kerry sintió un surco en su frente. Su instinto le dijo, que algo en la voz de Dar... a su manera... no estaba bien. Oyó los motores arrancar, seguido por el ruido metálico de la retracción del anclaje, sabiendo por el movimiento que el barco se dirigía hacia la isla. Más tarde, tendrían tiempo para hablar. Apoyó la cabeza sobre el brazo de sofá y dejó que sus ojos se cerraran. *** Dar se sentía agitada. La lluvia había cesado, y un chorrito débil de la luz solar desempolvaba sus antebrazos, que descansaban sobre la consola de control de la embarcación. Las cosas estaban sucediendo demasiado rápido, decidió. Se encontraba reaccionando sin sentido, en vez de pensar lo que estaba sucediendo y no estaba acostumbrada a no poder mantener el control. —Así que he reaccionado como una maldita loca. Muy bien Dar —. Miró con tristeza a los mandos. — ¿Qué demonios fue eso? ¿Un arma? ¿Disparar a la gente? ¿Qué demonios está pasando contigo, Roberts?— Sacudiendo la cabeza, volvió a prestar

atención al timón, girando el barco hacia el final de la isla. —Creo que me estoy perdiendo. — ¿Cariño? Dar dio un salto, y luego cogió la radio. —Aquí. ¿Todo bien? —Bueno ... — La voz de Kerry crujió a través del intercomunicador. —Tienes la radio abierta y es un poco difícil escucharte gritándote a ti misma, cuando lo que quiero es abrazarte y darte un beso. —Oh. — Sintió que se ruborizaba. —Lo siento. — Murmuró. —Estoy un poco sacudida, supongo. — Sus ojos se levantaron hacia el horizonte y cambió su curso nuevamente. —Alégrate de estar en el puerto. —Yo también. Sintió una punzada de ansiedad. — ¿Te sientes peor?— De puro instinto, pulsó los aceleradores y aumentó su velocidad. Por encima de todo lo demás, la preocupación acerca de la condición física de Kerry era lo que la estaba matando. —No— respondió, con un toque de calidez en su tono. —Acabo de tomar un poco más de té, de hecho. Y creo que la fiebre ya me ha bajado. Creo que sólo necesito un poco de tiempo. Dar se relajó un poco, pero su cuerpo aún estaba tenso. —Sí. — Estuvo de acuerdo. —Sólo tómalo con calma, ¿de acuerdo? —Lo haré. — —Mmph. — Soltó un suspiro. —Dejaré la radio encendida por si... mierda. — Sus ojos encontraron un perfil en el horizonte. El barco De Salliers estaba encorvado frente al canal que conducía al muelle de la isla. — ¿Qué?—, Respondió Kerry, a continuación, después de un susurro. —Oh, cariño. ¿Qué diablos está haciendo? El rostro de Dar se apretó con rabia. Sintió una oleada de contradicciones atravesarla. Centró su energía oscura en el barco. —Me está cabreando. — Gruñó suavemente. —Y él se va a arrepentir. Se volvió directamente hacia el puerto y aceleró los motores. Casi de inmediato, la radio crujió a la vida. —Buque acercándose, permanezca fuera de nuestra posición. Dar hizo clic en la radio. —Bésame el culo. Estás en mi camino. Te sugiero que salgas de él. — Gritó al instrumento, poniendo algo de su tensión y gran parte de su frustración reprimida detrás de las palabras. Podía sentir su temperamento a punto de romperse y curiosamente no tenía deseos de rematarlo. — ¡No se acerque a este buque! ¡Estamos llevando a cabo una búsqueda! —Y una mierda—. Dar dejó que su voz profundizara y se intensificara. —Fuera de mi camino. Hubo un momento de silencio, en el que dirigió la proa del Dixie derecho hacia el centro del casco del De Salliers. — ¡Roberts! Sonrió desagradablemente. —No estoy de humor, amigo. — Hizo de nuevo clic en la radio. —Voy a entrar en ese puerto.

— ¡Escúchame!— De Salliers respondió. —No puedes pasar por aquí. Estamos en medio de... —Tú eres el que no escucha. — Le replicó. —Me importa un carajo lo que estéis haciendo. Muévete o pasaré por encima. — ¡Estás loca! Si, ella parecía haberse vuelo loca. Gruño, y repensó sus siguientes palabras. —No. Tengo un pasajero enfermo, y necesito un médico. Y Tú estás en mitad de mi camino. Hubo un momento de silencio, pero no aflojó su velocidad aunque puso sus manos en las palancas. Casi estaban encima de ellas cuando el intercomunicador crujió, consciente de la tensión extrema. —Hola cariño. Podía oír la ansiedad en la voz de Kerry. —Cuelga, amor. Creo que voy a ganar este punto. La radio principal volvió a la vida. —Muy bien, Roberts. Te despejaremos un canal más allá de nosotros, pero por el amor de Cristo, ¡ve más despacio! Dar miró al otro barco cuidadosamente, y vio la caída de su arco lentamente hacia ella, mientras se movía. Con un gruñido de satisfacción, volvió a acelerar, oscurecimiento el estruendo de sus motores diésel y ralentizando el barco. No había mucho espacio en el canal para el barco, y mientras se acercaba podía ver que estaban arrastrando una red a lo largo de la gran embarcación, bloqueando la ruta de acceso al puerto. ¿Qué demonios estaba haciendo? Dar cambió el Dixieland Yankee a la parte más meridional del canal, protegida por dos espigones de coral, que se extendían hacia el mar. No había, se dio cuenta, apenas suficiente espacio para maniobrar y cualquier cambio en las ondas la enviaría contra el coral. Un pequeño bote, daba vueltas detrás del barco de De Salliers, con la bandera a cabo de un buzo. Dar podía ver rostros volverse hacia ella, llenos de ira y resentimiento mientras se acercaba a su posición. Redujo la velocidad a casi un ocioso, deseando poder ver mejor lo que estaban haciendo. Dos de los hombres apuntaron hacia ella, mientras ella estaba ocupada con la delicada tarea de maniobrar el pequeño camino que le habían dado, mientras intentaba pensar en lo que su amante estaba tramando. El pequeño barco cortó hacia ellas y se puso en su camino. Dar desaceleró y soltó una ráfaga de su bocina de aire en señal de advertencia. Los hombres gritaban, y apuntaban ahora a Kerry. Dar levantó su dedo medio a ellos, y golpeó las válvulas reguladoras. El barco se deslizó más cerca. Dar miró detrás de ella mientras la popa del barco Dixie casi tocaba al de De Salliers. — ¡Kerry! ¡Espera!— Gritó, mientras lanzaba el barco a un lado y tiraba de los motores. Dio marcha atrás, chocando contra el barco más pequeño y lo envió medio de lado. Uno de los hombres en el barco catapultado, les gritó mientras no daban crédito a lo ocurrido. Dar envolvió sus piernas alrededor de la silla del capitán y pasó por delante de ellos, hacia el pequeño puerto de las islas. Ese triunfo, recorrió su cuerpo de satisfacción, silenciando su ira. Dejaron a De Salliers detrás y se desplazó lentamente por el muelle estrecho. Él no había terminado. —Roberts.

Dar miró la radio con una sonrisa. —No pienses que hemos terminado. Dar metió la embarcación en un deslizamiento vacante. No le resultó nada difícil. Cogió la radio. —Mantente fuera de mi camino. — Contestó. —Que tengas un buen día. — Con eso, dejó caer al radio en la consola y apagar los motores de abajo, saltando sobre sus pies en dirección a la escalera. Kerry estaba de pie en la cubierta de popa, envuelta en una chaqueta, todavía bastante pálida. Se volvió cuando Dar se deslizó por la escalera. —Wow. — Suspiró. La morena saltó por la barandilla, a continuación, aseguró las cuerdas en el muelle. —Wow no era la palabra que tenía en mente. — Dijo cuando salto de nuevo volviendo a cubierta. —Estúpido hijo de puta... No sé qué demonios piensa que está haciendo, o lo que está buscando, pero... Un ruido metálico en voz alta las hizo saltar. Se congelaron por un instante, luego se movió al otro lado del barco y miró hacia abajo. —Hola. — Una figura desaliñada, harapienta estaba colgada de una de sus cuerdas. —Sé lo que está buscando. Kerry se sujetó a la barandilla, y parpadeó. — ¿Bob? —Hijo de... — Dar lo miró boquiabierta. Bob se quitó la máscara y tosió con el rostro pálido y tenso. Se veía completamente agotado. Dar y Kerry se miraron. Kerry se frotó los ojos, totalmente perdida. Miró a su compañera, tímidamente, y levantó ambas manos en apelación. Dar se rascó la parte posterior de la cabeza, no teniendo nada realmente que añadir. Se inclinó sobre la barandilla, y le tendió la mano. —Dame tu equipo. — Se ofreció. — Ve y da la vuelta a la parte de atrás. Hay una escalera. Bob le dirigió una mirada irónica. —Gracias. — Se desabrochó el BC y el tanque, y lo levantó lo suficientemente alto para que Dar pudiera agarrarlo. —Sé que no soy lo que querías encontrar colgando de tus amarres. — Sus ojos se dirigieron a Kerry, luego cayeron. —En este momento... — Kerry se acercó a las hamacas y se sentó en una, a pesar de su humedad. —Si Harry Houdini apareciera recortado al timón, no me sorprendería. — Se dejó caer en la silla, la fiebre y los efectos residuales del veneno de las medusas que la habían sumido en una adrenalina ahora se habían desvanecido. Dar bajó la escalera, y colocó el equipo de buceo de Bob en la esquina. Puso una mano en el hombro de Kerry, y la apretó suavemente. —Voy a ir a ver si Bud esta en casa. Ocúpate de él. — Empezó a saltar al muelle, y luego hizo una pausa, señalando con el dedo a Bob que acababa de salir a la cubierta, totalmente cansado. —Cuida de ella o te ato a ese pilón y llamo a tus amigos para que vengan a recogerte. ¿Entendido? Bob se quedó inmóvil, mirándola, con los ojos abiertos. —Sí, señora. —Y cuando vuelvas vas a contarnos qué narices está pasando— añadió, en un gruñido. —Así que piensa bien tu historia. — Se volvió y saltó hacia el muelle, aterrizando con gracia y caminando hacia la orilla.

Bob se sentó en la barandilla de popa y parpadeó ante Kerry, que miraba lánguidamente hacia él. —Puedo adivinar lo que debes estar pensando. — Murmuró, torpemente. —No, no puedes. — Suspiró, dejando de lado las imágenes de burbujas y chocolate caliente. —De verdad. —Oh. — Bob estudió la cubierta. —Oye, escucha, lo siento... —Está bien—. Lo interrumpió suavemente. Bob miró hacia ella, notando su palidez. — ¿Estás enferma o algo así? —Me picó una medusa—. Le dijo. —Ha sido una especie de día de mierda. — Suspiró, volviendo sus ojos hacia la orilla, deseando que su compañera volviera. —Con suerte, no va a empeorar. Prudentemente, Bob mantuvo sus pensamientos estrictamente en sí mismo. *** Bud se enderezó y apoyó la mano en el borde de la cama mientras se arrodillaba junto a ella. Por el lado de la cama, un pequeño kit de uniforme militar descansaba con un estetoscopio colocado en espiral, en forma de serpiente en la punta. Kerry estaba tumbada tranquilamente en la cama, con las sábanas subidas hasta la cintura. Sus ojos se movieron entre Bud y Dar visiblemente inquieta al acecho detrás de él, y una leve sonrisa cruzó su rostro. — ¿Encontraste algo? —Sólo un pequeño aguijón. — Bud emitió un medio encogimiento de hombros. — No hay mucho más que pueda hacer. — Miró hacia atrás, y luego volvió a mirar a Kerry. —Simplemente vigilar esa fiebre. No dejar que vuelva a subir. — Lanzó un paquete en su pecho. —Penicilina. Toma una ahora, y cada doce horas, durante dos días. — Hizo una pausa. —A menos que seas alérgica a ella. —No lo soy. — Negó con la cabeza ligeramente. —Gracias, Bud. Realmente aprecio esto. Se levantó y se dirigió a Dar. — ¿Quieres decirme qué mierda fue todo eso de la radio? Dar examinó la cuestión. Bob estaba escondido en la habitación de invitados, más allá del pasillo, guardando silencio. Ella quería llegar al fondo de la historia, pero Bud realmente se merecía algún tipo de explicación, sobre todo desde que había accedido a venir y comprobar el estado de Kerry. —Claro con mucho gusto. Detrás de ellos, Kerry estaba tragando una de las pastillas que Bud le había dado, apurando el resto de la botella de agua que tenía a su lado. Su nariz se arrugó un poco ante el olor acre del antibiótico, pero se alegró al saber que no tendría más escalofríos de nuevo. — ¿Por qué no vais a tomar un poco de café, Dar?. Yo sólo me quedaré aquí a vegetar durante un tiempo. Dar la estudió, con sus pálidos ojos azules sombreados. Después de un momento, asintió con la cabeza. —Me parece muy bien. ¿Bud? Bud cogió su kit y gruñó. —Bien. — Él miró brevemente a Kerry. —Bebe agua. Pronto te sentirás mejor. — Con eso, se volvió y siguió a Dar fuera de la habitación.

Kerry tiró más arriba de las mantas, y miró hacia la escotilla abierta, observando el toque de luz solar que se reflejaba sobre los colores cálidos en el edredón. Todavía se sentía algo mal, pero sabiendo que no era grave, pudo alejar sus pensamientos de su mente, y borrar un poco del miedo que había empezado a tener. Había tenido miedo de que la fiebre estuviera relacionada con la picadura, y que tal vez la picadura había sido algo más que una medusa. Había leído historias de horror acerca de suficientes serpientes marinas y su veneno. Todo tipo de malas ideas empezaron a circular por su mente, pero las palabras de Bud, junto con el hecho de que la marca de picadura se había desvanecimiento casi en su totalidad la tranquilizó enormemente. A medida que la tensión se desvaneció, la fatiga la reemplazó y se encontró con que no podía mantener los ojos abiertos. Aunque quería oír la explicación de Bob, sabía que tendría que esperar hasta que Bud se fuera. Sintió el suave balanceo del barco calmante y se rindió a él, permitiendo que el sueño finalmente reclamara su abrazo curativo. *** —Bien. — Bud examinó la taza de café que Dar le había ofrecido. — ¿Cuál es el problema? Dar se había sentado frente a él. Tomó un sorbo de su taza antes de contestar. —El tipo que nos persiguió la otra noche. — Dijo. —Es un cazador de tesoros. Bud tomó un sorbo de café, sosteniendo la taza desde arriba, en lugar de por el mango. —De Salliers. Hemos oído hablar de él. —Dijo. —Es un hijo de puta. —Mm. — Dar estuvo de acuerdo. —Busca algo del barco hundido en el que estuvimos el otro día sumergidas. — Dijo. —No dijo qué. — Sus ojos estudiaron el rostro de Bud. —El chico que recogimos la otra noche también está relacionado. Las cejas canosas de Bud se levantaron en sorpresa. Dar se encogió de hombros. El marinero jubilado se echó hacia atrás, en actitud relajada. —Es sólo un viejo arrastrero. Me zambullí allí. — Dijo. —No tienes más que algunos agujeros agradables para langostas, no te puedo decir más. — Frunció el ceño. —Aunque... — Su voz se apagó. —Espera. Dar se inclinó hacia delante, ladeando la cabeza. Bud se golpeó la frente con dos dedos poderosos. —Recuerdo una historia que escuché cuando esa maldita cosa se hundió. — Murmuró. —Algo acerca de una pelea a bordo mientras estaban bajo la tormenta. — Se levantó y se paseó por la cabina. — Realmente no presté demasiada atención. Dar lo vio detenerse y estudiar un cuadro en la pared, luego se giró y miró por la ventana. —Pero eso fue hace muchos años. Bud asintió. —Si, lo fue. — Se volvió y la miró. —Entonces, ¿por qué ese interés ahora?—, Se preguntó. —La policía simplemente dio el caso por cerrado, en aquel entonces. A nadie le importaba. — Volvió y se sentó. —Charlie seguro que algo recordará. A él le gusta escuchar esas historias. — ¿Podrías hablar con él?—, Preguntó Dar casualmente.

—Estará de vuelta a la puesta del sol. — Respondió Bud. —Tuvo que ir a la isla grande para hacer unos recados. — Se echó hacia atrás, al parecer relajado. — ¡Hey! Escucha. Charlie me dijo que nos ofreciste ayuda. Gracias. — Sus ojos se encontraron con los de ella. —Sé que a veces me comporto como un idiota. Lo siento. Dar se movió para estar más cómoda. — ¿Aceptas mi ayuda?—, preguntó directamente. Bud sacudió la cabeza. —No. Estamos bien. — Rechazó la idea. —Estoy en ello. — Sus ojos vagaron por el interior del barco nuevo. — ¿Y ahora qué? — ¿Con De Salliers?—, Preguntó Dar. Asintió. —Se fue del puerto. Apoyó la cabeza en el respaldo de la silla. —No lo sé. — Reflexionó. —Lo primero es lo primero, Kerry necesita mejorar. — Lo miró. —Gracias por comprobar su estado. Bud emitió una extraña sonrisa. —Ella es una buena chica. — Él admitió. —Dulce. Dar sintió que su propio rostro tenso se convertía en una amplia sonrisa. —Nunca imaginé que pudiera conseguir alguien así. — Bud arrastró las palabras. —Pensé que iba a terminar siendo un viejo lobo solitario. Las fosas nasales de Dar se dilataron ligeramente. —Si, yo pensé que también estaría sola. — Admitió. —La vida es extraña a veces. Asintió, luego puso su taza sobre la mesa y se levantó. —Tengo que ir a ayudar a Charlie en la cocina. — Dijo. —Escuché que te gusta nuestra cerveza. —Si—. Suspiró. —Pasaremos por ahí en cuanto podamos. Bud resopló. —No te preocupes por ella, se sentirá mejor. — Dejó la taza en el fregadero. —Enviaré a Rufus en cuanto Charlie llegue. —Gracias. — Dar se levantó y lo acompañó hasta la puerta. Eran aproximadamente de la misma altura, y su ligera arrogancia le había recordado fuertemente a su padre. Se alegró de la actitud de Bud, que se había suavizado un poco. Tal vez sólo necesitaba un poco de tiempo para pensar las cosas. Salieron a la cubierta de popa, disfrutando de la tarde soleada que se filtraba a través de los árboles. El aire daba un dulce aroma a gardenias, y una sensación de paz y tranquilidad invadía la escena, en contraste sombrío con el caos de las horas anteriores. Ahora el hechizo de sueño del mar tropical les rodeaba mientras la marea los lamía suavemente en los muelles. Bud se bajó del barco, y levantó una mano, en señal de saludo. Luego se volvió y caminó de regreso hacia los edificios sin una palabra o una mirada hacia atrás. Dar se apoyó en la cabina y lo miró por un momento. Unas cuantas piezas del rompecabezas parecían empezar a encajar. Haciendo malabares con ellas, mentalmente, volvió a entrar en la cabina para recoger las cosas. —Ahora—. Miró la habitación de invitados. —Vamos a sumar dos más dos y ver si conseguimos llegar a algún sitio. Con determinación, se dirigió hacia el escondite de Bob. *** El sol se estaba poniendo, rebanadas de luz de oro rojizo filtraban a través de las escotillas, salpicando todo el suelo de madera. Kerry miró confusamente a ellas, entonces

parpadeó sus ojos para abrirlos más y ahogó un bostezo. Ladeó la cabeza, escuchando cerca voces bajas, reconociéndolas como las de Dar y Bob. Tenía la cabeza más despejada, y casi no le dolía. Se estiró, agradecida por ello. Todavía podía sentir un poco de frío, y algo de dolor en los huesos, pero se encontró con fuerzas para levantarse y saber lo que fuera que estaba pasando. Por ello, salió de la cama, se dirigió a la cómoda, sacó una camiseta del cajón inferior y se la puso por la cabeza. Se detuvo un momento, olfateando el característico y familiar olor del jabón, y continuó su tarea. Se miró en el espejo. —Uck. — Cogió el cepillo de Dar y lo pasó por el pelo, intentando darle algún tipo de orden. Luego salió por la puerta hacia la zona principal. Dar estaba sentada en uno de los sillones, frente a Bob. Los ojos de Dar se levantaron cuando entró y su cara cambió a una sonrisa cálida, que Kerry le devolvió. —Hey. Bob se dio la vuelta. —Oh. Hola. — ¿Cómo te sientes?—, Preguntó Dar. —Mejor. — Se aclaró la garganta. — ¿Qué está pasando aquí?— Fue a la cocina y sacó una botella de zumo, y volvió hacia donde estaba sentada su pareja, para dejarse caer en la silla a su lado. Metió sus pies debajo de ella y se apoyó en el brazo, bebiendo su zumo en silencio. —Yo estaba... um... sólo un poco. — Dijo Bob. —Me gustaría disculparme por haberos metido en esto. Cuando llegué aquí, pensé que podía entrar y salir, sin que nadie se enterara. Dar se estiró y le acarició la espalda a Kerry. —Está bien, pero vamos a ver si lo entiendo. — Ella dijo. —Tu abuelo era el capitán de ese barco pesquero que se hundió al oeste de aquí. —Correcto—. Bob asintió. —Dejó una fortuna. —Si. —La fortuna fue a su hijo mayor, tu tío. — Dar continuó. —Correcto. —Nadie más recibió nada. Bob asintió. —Él es de armas tomar. —Sabía que el dinero tenía que ser la razón de todo este lío—. Kerry murmuró con disgusto, viendo la mirada de asombro de Bob. —Déjame adivinar – tu abuelo se llevó el cofre del tesoro con él, y estás tratando de encontrar algunas piezas para tu familia, ¿verdad? —Um. No. — Bob exhaló. —En realidad, estoy tratando de probar que mi tío mató a mi abuelo, y poder acusarlo de asesinato. Ambas se quedaron mudas durante unos segundos totalmente sorprendidas. Finalmente se miraron. —Oh... bien. —, Dijo Dar. — ¿Hay razones para pensar que lo hizo? Asintió. —Si lo puedo demostrar, el resto de la voluntad de la familia se hará cargo de la herencia. — Dijo. —Oh, y no voy a fingir altruismo. Yo no cobraré ni la décima parte de ella. No quiero pasar el resto de mi vida detrás de un escritorio. Kerry tomó un sorbo de su zumo mientras asimilaba sus palabras.

— ¿Qué diablos estás buscando?—, Preguntó Dar. Bob le dio una mirada cautelosa. —No lo puedo decir. — Dijo. —Es muy confidencial. Kerry puso los ojos en blanco. —Es algo de mis abuelos—, continuó apresuradamente. —Pensamos que había sido destruido en un incendio en su casa, pero hace poco nos enteramos de que no fue así. — Se pasó una mano por el pelo. —Así que decidí tratar de encontrarlo. El naufragio es el último sitio que me queda por mirar. —No fuiste el único, supongo. — Kerry finalmente comentó. —Mi tío contrató a De Salliers para salvar cada mota de los restos del naufragio, después de que éste se jactara de que era el mejor en el negocio. Le está pagando una mina de oro por hacerlo. — Admitió. —Y su reputación está en juego. —Eso es lo que quería decir. — Kerry murmuró. —Acerca de ser izado en su propia reputación. Bob se quedó mirándola. — ¿Hablaste con él? —Es una larga historia. — Dar lo interrumpió. —Tu plan es una mierda. Casi te mata hoy, y cuanto más tiempo pase será peor. Parpadeó. —Um ... bueno, sí. — Confesó. —Pensé que tendría más tiempo. Me sorprendió. — Suspiró. —No lo sé. Probablemente era una mala idea, para empezar. Kerry se rascó la mandíbula, con sus ojos verdes en total acuerdo con él. —Incluso si se pudieras encontrar lo que es ¿de verdad crees que puedes montar un caso en contra de tu tío?— Preguntó con escepticismo. —Las personas con esa cantidad de poder y dinero no son fáciles de vencer. Bob se sentó. —Estoy seguro de que la policía nos va a ayudar, una vez que vean la evidencia. — Le dijo. —Ese es su trabajo. Dar bufó. —Bueno. — Se levantó y caminó hacia la puerta. —Buena suerte. — Sus ojos se desviaron hacia la luz del exterior. —Vas a necesitarla. Bob se puso de pie y miró por la ventana hacia el oeste. —Sé que puedo hacerlo. — Dijo. —Sólo necesito tiempo para mirar, si tan sólo pudiera conseguir alejar al bastardo de De Salliers por unos días— Se enderezó y se volvió. —Bueno, de todos modos. Gracias de nuevo. Sé que no querías rescatarme, por segunda vez, pero chica, te lo agradezco. Dar mantuvo la mirada fija en la puesta de sol. —Me alegro de haber estado en el lugar correcto en el momento adecuado. — Kerry con gracia recogió la pelota. — ¿Adónde vas ahora? No puedes volver a los restos del naufragio de nuevo. Suspiró. —Sí. — Dijo. —No lo sé. Tal vez pueda investigar en las tiendas de la isla. Tal vez lo que estoy buscando ya se ha recogido, y esté ahí. — ¿No crees que De Salliers ya ha pensado en eso?—, Preguntó Dar, desde la puerta. —Apuesto a que sus pequeños sabuesos están buscando en este momento. Bob sonrió. —Él lo haría, si supiera lo que estaba buscando. — Pasó junto a Dar, luego se volvió, con una leve sonrisa, medio torcida. —Pero no lo sabe. — Cogió su equipo, y bajó del barco en el muelle. —Gracias de nuevo. — Dijo a Dar. —Kerry, espero que te recuperes pronto.

Se dio la vuelta y comenzó a caminar por el muelle, lanzando su equipo sobre un hombro mientras llevaba sus tanques en el otro. Dar se dio la vuelta y regresó dentro de la cabina. Kerry la esperaba, con una pierna colgada del brazo de su silla mientras terminaba su zumo. —Él nunca lo encontrará. — Dijo. —Sea lo que sea. Movió los dedos de los pies. —Probablemente no. — Estuvo de acuerdo. — ¿Crees que hay algo cierto en su historia? Se sentó en el sofá y extendió una mano hacia ella. —Ven aquí. — Envolvió sus brazos alrededor de Kerry, cuando ésta le obedeció, tirando de ella hacia abajo en su regazo y recostándose en el sofá. —No sé. — Respondió a la pregunta. —En este momento, no me importa. Deslizó sus brazos alrededor del cuello de Dar y le acarició la mejilla. —Qué lío. — Encontró la oreja de Dar tentadoramente cerca, y a pesar del hecho de que todavía se sentía como diablos, chupó suavemente el lóbulo de la oreja tan sabroso. Los brazos de Dar se apretaron alrededor de ella, riendo en voz baja. —Mmm. — Dar tarareó. — ¿Te sientes mejor? Le dio un beso en la mejilla. — ¿Cómo no sentirme mejor?— Sus pestañas rozaron la piel de Dar, haciéndole cosquillas y provocando que la morena se riera. — ¿Y tú?— Le susurró al oído. —Parecías un poco tocada antes. Dudó, luego suspiró. —Sí, estoy bien. — Dijo. —Sólo demasiadas cosas a la vez, supongo. — Admitió. Le acarició la mejilla. —Creo que nos merecemos unas vacaciones de nuestras vacaciones, Dixiecup. —Mm. — Dar pensó en las pruebas del día, y luego decidió olvidarlas, y simplemente sumergirse en la presencia de su amante, que era una idea mucho mejor. Kerry estaba bien. Ella estaba bien. Ahora sabían lo que estaba pasando. Ahora podían irse, y dejar todo atrás. Ellas estaban fuera del problema. Kerry lamió de nuevo el lóbulo de la oreja, soplando suavemente en su oído. Dar cerró los ojos y sonrió. Sí. Ahora todo está bien. *** Dar se despertó con el sonido metálico suave de la campana de la boya de mar en el borde de la bahía. Parpadeó y miró a su alrededor en ligera confusión, tomándose un momento para reconocer el oscuro interior de la embarcación a su alrededor. Ella y Kerry estaban acostadas juntas en el pequeño sofá, con las piernas enredadas. No tenía idea de qué hora que era, o cuánto tiempo habían estado durmiendo, y se encontró muy dispuesta a dejar que sus ojos se cerraran y dejarse a la deriva, de nuevo, en el olvido pacífico. Tampoco es que pudiera levantarse, aunque quisiera. Observó la lenta y rítmica subida y la caída del pecho de su amante, que la mantenía atrapada bajo su cuerpo. Por

suerte para ella, no estaba tan incómoda como parecía y después de estirar su cuerpo un poco, se recostó hacia abajo y amablemente se resignó a quedarse quieta. Sin embargo, después de unos minutos tranquilos, Kerry se agitó e hizo un pequeño gruñido. Dar le rascó la nuca con suavidad. —Shh .. Vuelve a dormir. Kerry abrió un ojo y la miró fijamente. —Tengo sed. — Murmuró, con la nota en su voz ronca. —Malditas pastillas. —Me levanto y te traigo un poco de agua, pero... — miró sus cuerpos enredados. —Pero te estoy aplastando. — Se apoyó en el sofá y se incorporó torpemente poniéndose de pie. —Uf. — Vaciló un momento, luego se sentó de nuevo, poniendo la mano a la cabeza. —Whoa. Dar de inmediato se incorporó. —Hey. —Sólo estoy un poco mareada. — Murmuró. —Me levanté demasiado rápido. — Añadió. —Creo. —Y tampoco has comido nada desde esta mañana. — Se dio cuenta. —No me acuerdo. — Se puso de pie con un poco más de cautela, luego tendió una mano a Dar. —Vamos. Vamos a asaltar la nevera juntas. — Miró a su alrededor. — ¿Qué hora es? La morena cogió su teléfono móvil mientras se levantaba para reunirse con su pareja. —Las once y media. — Sus ojos se desviaron hacia la puerta de la cabina. — ¿Eh? Bud se suponía que debía enviar a Charlie cuando llegara a casa. Supongo que quedó atrapado. — Dejó el móvil y extendió la mano llevándola a la frente de Kerry. —Ah. —No tengo escalofríos. — Reconoció. —Ahora me siento como un trapo de cocina. —Tal vez deberíamos llamarte felpa en vez de Kerry. — Bromeó, aliviada al no sentir la fiebre de su pareja. —Vamos. Caminaron juntas a la cocina. Kerry se deslizó dentro primero y sacó una botella de agua de la nevera. La abrió y dio varios sorbos. Se volvió para ver a su pareja hurgando en los estantes. —Nada de miel exótica. Sólo un poco de yogur si todavía tenemos. Dar sacó un recipiente — ¿Qué tal unas tostadas con esto?. Kerry se aclaró la garganta experimentalmente, sintiendo una picazón ominosa. — Creo que mejor no. — Informó a Dar tristemente. — ¿Helado funcionaría mejor? —Ah—. Dar se levantó y le dio una mirada comprensiva. — ¿Qué tal un poco de sopa? —Mmph. — Kerry había hecho estallar la parte superior en el yogur y empezó a comerlo. Estaba fresco lo que hacía que su garganta se sintiera mejor. —Sólo si tú también tomas un poco. — Respondió, chocando ligeramente con su cadera. Dar sintió gruñir a su estómago al pensarlo. —Bien. — Estuvo de acuerdo, buscando en los armarios las latas adecuadas. Kerry tomó su agua y el yogur y se retiró a la mesa, deslizándose detrás de ella, sentándose con las piernas cruzadas. Encendió la luz indirecta y se quedó allí comiendo en silencio. —Si las dos nos enfermamos, no sé lo que podremos hacer, Dar. —Eh. — Dar se encogió de hombros, mientras vaciaba las latas en una olla. —En ese caso, voto por quedarnos solas en una playa vacía, fuera de juegos, y dejando que el sol cuide de nosotras.

Kerry suspiró. —Relájate. En el peor de los casos, simplemente nos pasaríamos un par de días juntas en la cama. — Rio suavemente. — ¿Eso es tan malo?— Cogió una pequeña vela de aceite de la caja, la encendió y se acercó para ponerla delante de Kerry. Le guiñó el ojo y volvió a su tarea. —Si lo pones así, no. — Continuó comiendo su yogur. Por el rabillo del ojo vio a Dar en la cocina, su perfil parecía estar tranquilo aunque un tanto sombrío, mientras calentaba la sopa. Con aire ausente, levantó una mano y empujó un poco de pelo detrás de la oreja, luego jugueteó con él, un signo seguro de que su pareja estaba preocupada por algo. —Ahora estamos seguras ¿verdad? —Sí. — Dar miró por encima, con una media sonrisa. —Esos piratas me tenían un poco asustada. Me alegro de que supieras cómo manejarlos. — Sus oídos detectaron algún problema en la respiración de Dar, y un ruido metálico suave cuando la cuchara golpeó contra el bote. —Sé que no está bien hacer daño a esas personas, pero la forma en que se pusieron las cosas… wow. Terminó lo que estaba preparando y se acercó con dos cuencos de algo humeante en las manos. Dejó uno delante de Kerry, y luego se sentó a su lado. —Mm—. Kerry olfateó. —Tallarines de pollo. Dar metió su cuchara en la sopa, apoyando la cabeza en su puño. —No iba a dejar que se llevaran nuestro barco. — Dijo. —Pero sólo quería proteger lo que es más importante para mí. Kerry tomó una cucharada de la sopa caliente y se la tragó, sintiendo una sensación de alivio bendito, calmando su garganta. —Lo hiciste. — Comió un poco de zanahoria. —Protegerme. —Mmhm—. Asintió. —Y de todos modos, ya sabes lo mucho que odio que me digan lo que tengo que hacer. No iba a dejar que esos sucios bastardos lo hicieran. —Absolutamente no—. Sonrió. —Si lo hicieras no serías mi Dar. Eso hizo que la morena sonriera. —Entonces ... ¿por qué estás tan molesta?—, le preguntó suavemente. Dar la miró. — ¿He dicho que lo esté?—, Preguntó, en un tono suave. Kerry sólo la miró a los ojos sin decir nada. Después de un momento, los labios de Dar se tensaron, en una media sonrisa irónica, y comió una cucharada de sopa dándose tiempo para pensar su respuesta. No era algo de lo que quería hablar. Pero si no lo podía hablar con su pareja, ¿entonces con quién? No había nadie en la tierra más cerca de ella, que su pareja, ni siquiera su padre. Andrew, sin embargo, bien podría entender lo que había sentido. Kerry seguramente no lo haría. Kerry se limitó a esperar, mientras comía su sopa. No estaba segura de si había hecho bien en iniciar esta conversación. Dar empezó a hablar, luego se detuvo, con una expresión ligeramente perpleja en su rostro. Negó con la cabeza. —En realidad es bastante estúpido. Una ceja rubia se levantó. Estúpida no era algo que su pareja utilizara para referirse a sí misma. — ¿Hm?— Hizo un pequeño ruido alentador. —Cuando ese chico me apunto con el arma, casi le disparé.

Kerry esperó, pero cuando nada parecía ser inminente, se apoyó en los codos. — Está bien. — Estuvo de acuerdo. — ¿Y? Dar chupaba su cuchara. —Por un minuto, quise hacerlo. — Sus ojos estaban fijos en algo más allá de la cabeza de Kerry, con una expresión casi perdida por el dolor. — Realmente quería matar a ese chico. —Él te estaba apuntando con un arma, cariño. — Le habló con la mayor naturalidad. —Yo también quería matarlo. Es bueno que yo no estuviera sosteniendo la escopeta. — Miró a su amante. —Porque si yo viera que alguien te está amenazando con un arma, yo misma lo mataría. No era exactamente la respuesta que Dar había estado esperando. Miró a su adorable alma gemela con ojos perplejos. — ¿Así que no crees que fue una reacción extraña, por mi parte? — ¿Para alguien que te apunta con un arma letal? No. — Resopló. — ¿Tu si? Lo pensó. —Simplemente me sorprendió, supongo. — Admitió, recordando ese momento de alegría oscura, y el fuego que parecía llenar su interior. Tal vez era normal, o al menos, la alternativa a disolverse en un charco de miedo. La tensión dentro de ella se alivió con la aceptación obvia de Kerry y atacó su sopa con mayor entusiasmo. Kerry sonrió, cogió su cuenco y bebió lo que quedaba en su interior. —Ahora bien— comentó, después de tragar un bocado. —Está garantizado que irás directamente al infierno. Quizá te encuentres con mi familia—. Apuró la taza, y se lamió los labios. — Je, je je. Dar se rio, mucho más fácil esta vez. Kerry le ofreció una zanahoria. Los ojos de Dar se estrecharon, mostrando sus blancos dientes. Ambas rieron, cuando la rubia cedió, se comió el vegetal —Sabes, me gusta esto. — ¿Las zanahorias? Lo sé. — Respondió, sorbiendo un fideo. —No, esto. — Señaló la lámpara de aceite parpadeando. —Es romántico. Casi como estar alrededor de una fogata. Dar miró la pequeña llama, y luego a ella, con una ceja levantada. —Está bien, no se parece en nada a una fogata—, admitió —pero todavía me gusta. Sus ojos se posaron sobre el reloj de la pared, y luego recordó algo. —Vuelvo enseguida—. Se deslizó desde detrás de la mesa y desapareció en el dormitorio. Después de un minuto, volvió, con las manos detrás de la espalda, y se acercó a donde estaba sentada Dar, apoyando la barbilla en su hombro. —Hola. Dar giró la cabeza, quedando frente a frente. —Hola. — Sacó las manos de detrás de su espalda y puso una pequeña caja en frente de Dar. —Feliz cumpleaños, mi amor. — Se inclinó y le dio un cariñoso beso en los labios. —Se te olvidó, ¿no? Dar se quedó mirando la caja. Se había olvidado por completo de que era su cumpleaños, al día siguiente. Habían acordado intercambiar regalos de Navidad cuando llegaran a casa, así que pensó... —Sí, lo hice. — contestó en voz baja. —Kerry, no tenías que...

—Ah ah ah ah ah—. Puso sus dedos sobre la boca de Dar. —Sólo ábrelo. Hazlo por mí. Soy una mujer enferma. — Se deslizó en su asiento y la miró examinar la caja, dándole vueltas en las manos antes de empezar a quitar el envoltorio con cinta fina de encaje. El rostro de Dar era todo un estudio de concentración mientras desataba cuidadosamente los nudos y ponía la cinta al lado de la caja. Kerry esperó. Vio el movimiento de los músculos de la mandíbula de Dar y la reflexión repentina de la tenue luz de sus ojos. —Es difícil saber qué comprar. — Habló en voz baja, más para sí misma que para su amante. —Y eres una de las tradicionalistas más conservadoras que conozco. Así que pensé que te gustaría algo como esto. Levantó con cuidado la parte superior de la caja y la acunó en su mano. Soltó un suspiro largamente sostenido y miró a Kerry. —Es magnífico. Kerry sonrió. Volvió a mirar su mano. Descansando en la palma de su mano había un reloj de bolsillo, con la cubierta grabada en oro fino y filigrana de plata, sobre una base más oscura. Desde lo alto, una cadena de eslabones de plata trenzado corría entre sus dedos. Abrió suavemente el frente para revelar un rostro con números grandes y nítidos. Vio el grabado en el interior de la cubierta. Inclinó la cabeza para leerlo. Porque haces que cada momento de mi vida valga la pena vivirlo. Se quedó mirando las palabras hasta que con la vista borrosa, tuvo que cerrar los ojos y parpadear las lágrimas de ellos. Sin hacer ruido puso el reloj en su caja y cogió a Kerry, que fácilmente se retorció en sus brazos para un abrazo. Sintió el estremecimiento cuando Dar suspiró, y su suave jadeo, mientras enterraba la cara en el hombro de Kerry. Mantuvo ese momento cuidadosamente en su corazón, entendiendo la profundidad de las palabras para su amante. —Te quiero. — Susurró en el oído de Dar, abrazándola fuertemente. Dar respiró, contuvo el aliento durante un momento, y luego exhaló, sollozando un poco antes de hablar. —Lo siento. No quería mojarte. —Cariño, puedes hacerlo siempre que quieras. — Bromeó suavemente, acariciándola con las dos manos. Sintió el cuerpo de su amante agitarse de nuevo, pero esta vez era de risa. Se sintió la persona más feliz del mundo solo con poder amar a Dar. ¿Y qué si se había sentido enferma? ¿Y qué si sus vacaciones se habían convertido en una mala película de televisión? Tenía a Dar, se tenían la una a la otra, y no había nada ni nadie que pudiera quitarle eso. Nada. El suave sonido de las olas se oía a través de las ventanas, una brisa que agitaba la lámpara y lanzaba una sombra en movimiento contra la pared.

Parte 7 Dar silbó suavemente mientras trabajaba en la cubierta de popa, recogiendo el bote de su terrible experiencia del día anterior. Hacía poco que había amanecido. La luz del sol vertía sobre el traje de baño, que cubría su cuerpo, calentando sus omóplatos y lo que le permitía apreciar la fuerte brisa. Kerry todavía estaba metida en la cama, con una taza de té caliente para aliviar su todavía dolor de garganta. A pesar de eso, la rubia se había sentido mucho mejor, cuando se había despertado, y Dar sospechaba que su pareja no se quedaría mucho tiempo en la cama. Con una sonrisa, terminó su tarea y volvió a entrar en la cabina. El aroma del café recién hecho la saludó y, efectivamente, detrás del mostrador de la galera se encontró con uno de los propios pequeños elfos de Santa Claus. — ¡Ajá!. Kerry miró hacia arriba, produciendo una radiante sonrisa en su pareja. —Feliz Navidad y Feliz cumpleaños, cariño. —Pensé que estabas descansando. — Merodeó en la cocina detrás de ella. —Lo estaba. — Contestó. —Pero ahora estoy cocinando— Golpeó el pecho de Dar con una cuchara de mezclar. —Me siento mucho mejor. Ahora ve allí y déjame terminar mis pancakes. — ¿Pancakes?— La voz de Dar se elevó por la sorpresa. —Mmm. — Inclinó la cabeza y la besó en los labios. —Es una tradición. — Le acarició la mejilla. —Ahora lárgate. En vez de obedecer, deslizó los brazos alrededor del cuerpo de la rubia y la atrapó en un abrazo de gran alcance, levantándola del suelo. —Ugh. — Se deleitó, disfrutando del efecto secundario e inesperado de sentir su columna relajarse y realinearse a sí misma. —Oo ... gracias. — Sintió las manos de Dar masajearle la espalda rápidamente cuando la volvió a dejar en el suelo. Cuando se echó hacia atrás y miró hacia arriba, se alegró de ver la cara de Dar completamente sonriente y feliz, sin nada de la tensión preocupada del día anterior. Le palmeó el vientre, a través de la tela del traje de baño fino, y le dio otro abrazo, luego suavemente la empujó fuera de la cocina para que pudiera terminar de hacer el desayuno. La morena a regañadientes se retiró al sofá y se dejó caer allí, extendiendo hacia fuera los brazos y cruzando sus tobillos. —Y Bueno. ¿Estamos de acuerdo en zanjar lo de De Salliers y compañía? Kerry se retiró el pelo de los ojos. — ¿Quieres decir, simplemente olvidarnos y dejar que cada uno arregle sus propios problemas? —Mmhm. —Sí. — Asintió la rubia. —Quiero decir, no hay realmente nada que podamos hacer, ¿verdad? Dar examinó una pequeña cicatriz en la parte superior de su muslo. —En realidad no. — Dijo. —A veces vale la pena saber cuándo dejarlo pasar. — Le lanzó una sonrisa libertina. —Además, las disputas familiares no me gustan.

Kerry había tenido la ocasión de conocerlo muy de cerca, mucho más que la mayoría de la gente. Se limitó a gruñir, en señal de acuerdo, mientras vertía la mezcla para los pancakes en la pequeña plancha, consiguiendo la temperatura correcta para que la sustancia cremosa empezara a burbujear por sus bordes. Cogió un plato y sacó un puñado de patatas fritas, rociándolas en la masa uniformemente. Sólo podía imaginar la reacción de su madre por su elección de desayunos. Durante más años de los que podía contar, el desayuno en su casa había sido tostada seca, tal vez una clara de huevo, y un tazón de cereales saludables con leche descremada. Vivir con Dar era definitivamente diferente. Le gustaba tomar un batido para el desayuno, y el único comentario que podría tener de su pareja era probable — ¿dónde está el mío?—. Dar tenía una actitud muy segura y relajada hacia su propio cuerpo y lo había extendido a ella, después de que ésta pudiera olvidarse de su timidez inicial. Para ser justos, la mayoría de las veces comían relativamente saludable, y para su sorpresa, la última vez que el Dr. Steve había comprobado su colesterol, había bajado cuarenta puntos. Sospechaba que todo el tiempo extra en el gimnasio era responsable de eso, pero no estaba dispuesta a discutir con él. No cuando finalmente llegaba a disfrutar de ello y no tenía que preocuparse acerca de los comentarios alrededor de la mesa del comedor. Ah bueno. Volvió su atención a su tarea: los pancakes. Manipuló el papel aleta delgado debajo de las tortas y expertamente los convirtió, exponiendo los lados inferiores bien dorados. El olor de la pasta de cocción, junto con la fusión del chocolate llenó el aire, y sintió que su boca comenzaba a hacerse agua en respuesta. Bueno, al menos su apetito había regresado. Esa era una buena señal. Se acercó y cogió un par de rebanadas de tocino que chisporroteaba cerca. Su garganta le seguía molestando un poco, así como todo su cuerpo. Pero no tenía fiebre y tenía hambre suficiente como para comer pescado crudo, por lo que pensó probablemente estaba mejorando. Además, era el cumpleaños de Dar. Se encontró sonriendo al recordar su regalo, la noche anterior. Echó un vistazo al sofá, encantada de ver a su pareja estudiar su nuevo reloj, con una gran sonrisa en las comisuras de su boca. Se volvió de nuevo a la plancha y consiguió tener listo un plato, añadió cuatro de los churros y varias rebanadas de tocino. Lo dejó a un lado y puso el resto de la comida en un segundo plato, luego apagó el fuego. —Dixiecup, ¿puedes venir aquí y ayudarme? Rio mientras dejaba a un lado su reloj y se acercó. — ¿Sabes?, si alguien me hubiera dicho antes de conocerte, que hubiera dejado a alguien llamarme así, te aseguro que no lo creería. Kerry le dedicó una sonrisa encantadora, y le entregó los platos. —Yo llevaré las galletas y el café. —Y el jarabe. — Le recordó, dejando los platos sobre la mesa y volviendo para sacar la jarra de zumo del frigorífico. Se sentaron juntas y Dar levantó la tapa de su plato, inhalando el olor de las tortitas con trocitos de chocolate. —Mm. Kerry roció un poco de jarabe sobre su pila y tomó un bocado. —Si alguien me hubiera dicho, antes de conocerte, que estaría engullendo pancakes y tocino, sin culpa

alguna, y disfrutando de ello, me moriría. Así que creo que somos buenas haciendo cambios positivos la una en la vida de la otra. — Guiñó un ojo. La morena se deslizó más cerca, y ambas intercambiaron graciosamente su desayuno. Kerry lamió un poco del jarabe, que de alguna manera, había terminado en la punta de su nariz. —Está bien, así que si no estamos de cruzada, ¿qué tienes en mente para hoy?—, preguntó, después de unos minutos mascando en silencio. — ¿Ir de compras? ¿Un agradable y tranquilo paseo por algunas de las tiendas eclécticas de St. Thomas? Dar de repente la idea le pareció de lo más atractiva, sobre todo porque así Kerry podría tener un día tranquilo para recuperar su salud. —Está bien. — Estuvo de acuerdo. —Pero después de desayunar iré a hablar con Bud y Charlie, luego saldremos de compras. —Oo... ¿estás dejando que te lleve de compras en tu cumpleaños? Estas metida en problemas, Paladar—. Se rio, haciendo crujir un trozo de tocino entre los dientes. —Te voy a echar a perder en menos de una hora. —Uh oh—. Se cubrió los ojos. — ¿En qué me he metido? —Je, je. *** Dar paseaba por la playa hacia el restaurante de Bud y Charlie, sintiéndose un poco perezosa después de su comida favorita, a pesar de la amenaza del día de compras rondando sobre su cabeza. La isla estaba muy tranquila, sólo unas pocas gaviotas notaron su presencia, mientras subía por la ladera hasta el restaurante. Salió al porche y miró dentro de la doble puerta. En el interior, el restaurante estaba vació y en silencio. Las sillas estaban sobre las mesas y las alfombras apiladas cerca de la puerta. Todavía era muy temprano, así que le pareció algo totalmente normal. Tocó la manilla de la puerta, un poco sorprendida cuando la puerta se abrió rápidamente. — ¿Hola Buenas? Su voz resonó en la sala vacía, pero no hubo respuesta a su llamada. Con un leve encogimiento de hombros, entró y cruzó el suelo de madera, empujando la escotilla de la cocina, mirando hacia su interior. El lugar también estaba vacío, las ollas colgando impecables y vacías en los ganchos de techo y estufas de pie frías y estériles. Cruzó el espacio estrecho y se dirigió hacia las puertas en la parte de atrás, para a travesar un pequeño pasillo con habitaciones cerradas a ambos lados. Sabía que Bud y Charlie vivían en la parte trasera del restaurante, y ahora, de repente, se le ocurrió que tal vez habían cerrado el restaurante por el día de fiesta y estaban durmiendo. Volvió de nuevo a la cocina, mirando alrededor hasta que encontró un block de pedidos con un lápiz atado. Lo cogió e inclinó la cabeza, escribiendo durante unos minutos antes de ver los resultados, entonces arrancó la página superior del block. Al salir dejó la nota en la misma puerta de la cocina, frente a las habitaciones interiores. Cualquiera que entrara en la cocina la vería, y se seguramente se pondrían en contacto con ella, en algún momento de la mañana.

Miró la nota con un toque de desconcierto, recordando ciertos días de lluvia cuando ella y Kerry habían hecho novillos en el trabajo. Bueno, tal vez en algún momento de la tarde. Con una sonrisa, se dio la vuelta y caminó de regreso a través del restaurante y por la puerta trasera. *** Kerry miró las encantadoras calles de Charlotte Amalie con una sonrisa, disfrutando de los escaparates y tiendas de artesanía local. Llevaba un par de pantalones cortos y una camisa blanca metida en ellos. Se sentía totalmente como una turista lista para comprar. Su compañera deambulaba junto a ella, a su lado, luciendo unos pantalones negros ajustados y una ajustada camiseta roja brillante. Con sus gafas de sol y el pelo oscuro, recogido en una coleta, parecía un anuncio andante. Kerry estaba encantada. Observó a las personas que se cruzaban, y quedaban mirando a su pareja, que caminaba con un aire de fría indiferencia. Llevaba su mochila, con el ordenador portátil y sus teléfonos móviles en el mismo, ya que el puerto no era lo que Dar considera muy seguro. Muy butch. La sonrisa de Kerry arrugó la nariz, y reprimió una risita. — ¿Qué es tan gracioso?— Dar preguntó, mirándola desde la parte superior de sus gafas de sol. —Nada—. Le aseguró. —Este lugar es tan bonito. — Señaló el mercado. — ¿Quieres ver si podemos ver algunos de esos cestos de paja? Creo que a tu madre le gustarían para sus cosas de pintura. Dar consideró las mercancías apiladas. —Claro. — Contestó. —Hey, tal vez pueda comprar un par de pendientes de perlas mientras estamos aquí. Bueno. Kerry cruzó sus brazos. Quizá no tan butch. — ¿Qué hay de algunas de esas bonitas conchas marinas en miniatura? Te quedarían muy bien. — ¿Tú crees? —Por supuesto. Terminaron en un pequeño café al aire libre con vistas al puerto, después de las compras de una tarde cansada. La mochila de Dar se había vuelto más pesada por los paquetes que había metido, y Kerry tenía un bolso de cáñamo tejido descansando a sus pies. —Se está muy bien. — Dar comentó, bebiendo de una taza de capuchino fragante. La brisa venía de bajura, estiró sus largas piernas disfrutando del momento. Kerry tenía las dos manos entrelazadas alrededor de una taza de té caliente. — Seguro. — Estuvo de acuerdo. —Oye, ¿quieres pasar la noche allí, en aquel Castillo de Barbanegra? Parecía muy bonito. Dar echó la cabeza hacia atrás y miró hacia la colina por encima de ellas. —Sí. Sonrió. —Parecía un lugar divertido. Buena idea. — Se volvió para mirarla, soltando un suspiro imperfectamente enmascarado. — ¿Perdiendo fuerzas? Se aclaró la garganta. —La verdad es que todavía estoy un poco cansada. — Admitió. —Entonces dormiremos allí. — Deslizó un billete sobre la mesa, y le tendió la mano. —Vamos a coger un taxi y podremos descansar. — Captó un movimiento por el

rabillo del ojo, pero cuando se volvió, había varias personas en medio, por lo que no pudo estar segura de si había visto algo o no. Probablemente fue sólo el camarero. Lo pensó, pero lo descartó y cogió su mochila, empujando su silla. Sacó su móvil y lo comprobó, al no ver actividad, arrugó sus cejas. —No me digas que todavía están en la cama. — ¿Eh?— Kerry ladeó la cabeza. —Les dejé una nota a Bud para que nos llamara cuando se levantaran. Tengo que preguntarle algo. — Explicó. —No ha llamado. —Pensé que no tenían teléfono. — Kerry comentó, mientras caminaban por la calle hacia el cruce. —Eso es lo que le dijo Bob. —Ellos tienen un móvil. Simplemente no les gusta usarlo. Pagan por minuto. — Negó con la cabeza, luego buscó su número en la memoria de su móvil y marcó. Sonó varias veces, y luego cortésmente una voz le informó que el cliente al que estaba tratando de llamar no estaba disponible. Colgó el teléfono. —Probablemente lo tienen apagado. — ¿Qué quieres preguntarle?— Le preguntó, cuando se detuvieron y levantó una mano para llamar a un taxi. Increíblemente, el coche aminoró la marcha y se detuvo. El conductor sacó la cabeza con una expresión muy alegre. —Hola. — Kerry lo saludó. — ¿Nos podría llevar hasta el castillo? —A cualquier lugar donde las bellas damas quieran ir. — El hombre respondió inmediatamente. —Vamos. —Gracias. — Kerry abrió la puerta de atrás. —Creo—. Agregó, en voz baja. Dar simplemente empujó sus gafas de sol un poco y siguió. Al cerrar la puerta detrás de ella, volvió a ver algo por el rabillo de su ojo, y esta vez se volvió rápidamente para ver lo que era. Nada. La esquina de la calle detrás de ella estaba vacía. Frunció el ceño y miró al frente, cruzando los brazos sobre la mochila que había tomado de su espalda y se preguntó si el batido de ron que había bebido, en la última parada comercial, la hacía ver las cosas. O imaginarlas. Absolutamente. *** —Oh, esto es adorable. — Kerry miró alrededor de su pequeña habitación. —Me alegro de que no sea un gran complejo, Dar, esto es mucho, mucho más bonito. — Se habían alojado en la pequeña posada que rodeaba la taberna, con una vista que daba al puerto. Se acercó a la cama con dosel y se sentó en ella, rebotando un poco, a continuación, se dejó caer, extendiendo sus brazos hacia fuera. —Whoof. Dar se quitó la mochila y puso las manos en sus caderas mientras inspeccionaba sus cuartos asignados. —Bonito. — Estuvo de acuerdo, con una sonrisa. —Quédate aquí y descansa, yo mientras iré al barco y traeré una muda de ropa para cambiarnos. — Dijo. —Pide un poco de té caliente, relájate y disfruta de las vistas. Kerry lo pensó por un momento. —Genial. Con una sonrisa, Dar se dio la vuelta y salió por la puerta, cerrándola tras ella.

—Ahh—. Exhaló. A medida que el día había progresado, su cuerpo había protestado, a pesar de que había disfrutado de su día de compras. Ahora deseaba pasar una noche tranquila en esta pequeña y agradable habitación. Tenía un pequeño balcón con una mesa, y sospechaba una cena ligera, una botella de vino, y las dos disfrutarían de la noche. Un buen final para el cumpleaños de Dar, decidió. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras pensaba en su pareja, y lo mucho que habían disfrutado su día divagando juntas. Tal vez si mañana se sentía mejor, podría cumplir su parte del trato, e irían a caballo por las colinas. Había visto la publicidad en el registro en el mostrador de la posada. Sí. Un paseo agradable, quizás un picnic juntas ... tal vez podría encontrar un lugar tranquilo y escribir un poema sobre él. Imaginó un parche de bosque verde con pájaros cantando alrededor de ella. Casi podía oler el rico aroma de la tierra. Sí. Con un bostezo, se dio la vuelta y se arrastró hasta el borde de la cama, mirando lo que podía pedir al servicio de habitaciones. —Ah. — Vio la sección de té, complacida por tener más de una opción. —Mango. Vamos a ver. — Cogió teléfono y marcó el número. *** Dar decidió renunciar a un taxi, prefiriendo correr hasta el barco. La multitud se acercaba a ver la puesta de sol y los cafés estaban empezando a prepararse para la cena. El aire movía una mezcla ecléctica de alimentos, humo de nogal mezclado con una pizca de tomate y ajo, así como fuertes olores a especias jerk. Tomó aire agradecida por ello, y se alegró de que pudieran pasar la noche tranquilas, pero antes debía hablar con Bob, y así dejar sus preocupaciones atrás. De Salliers la había molestado. Admitió en privado. Sabía que el hombre estaba haciendo su trabajo, pero no le gustó nada su estilo o actitud. Ella también era dura en el trabajo, pero sus métodos eran eficientes y muy orientados a su negocio. La historia de Bob le había parecido un poco demasiado fácil. ¿Era posible que hubiera aparecido una pista después de todo este tiempo? Parecía mucho más probable que Bob se hubiera quedado sin dinero en efectivo, y se había reunido con el resto de la familia Wannahaves, para crear un complot para causar problemas. Probablemente él confiaba en llegar a algún tipo de acuerdo de algún tipo, sin armar jaleo. Por supuesto... esquivó a un hombre en un ciclomotor. También podría ser que simplemente no le gustaba Bob, porque había intentado ligar con Kerry. Brevemente, se preguntó si él simplemente se había fijado en una chica atractiva, en la que estaba interesado, o si estaba interesado en Kerry a causa de sus obvios recursos financieros. Dio la vuelta a una esquina y corrió entre dos edificios. Al pasar junto a un contenedor de basura, un destello de movimiento le hizo volver la cabeza, pero antes de que pudiera reaccionar un cuerpo la golpeó y la empujó contra la pared. — ¡Hey! Unas manos la agarraron y la arrojaron contra el muro de nuevo y luego un gran peso la inmovilizó. —Muy bien, perra. No te muevas.

Dar parpadeó, al notar un fuerte aliento sobre su cara. Su atacante la tenía inmovilizada con un antebrazo sobre la garganta, y su peso sujetándola contra la pared. Sus sentidos, al principio sorprendidos se recuperaron, intentando tomar control de la situación. — ¿Quién diablos eres?. —Cállate. — El hombre hacía presión contra su garganta, cortándole el aire. —Yo pregunto, tu respondes. Un bajo gruñido brotó de su garganta y su cuerpo se convulsionó, alejándose de la pared, arqueando con todas sus fuerzas. Puso sus manos contra el pecho del hombre y lo empujó con fuerza, consiguiendo alejarlo el tiempo suficiente para ganar espacio. Maldijo y forcejeó con ella, agarrando su cuello con las dos manos, pero cometió el error de dejar que Dar se inclinara hacia delante, al mismo tiempo que extendía las piernas para mantener el equilibrio. Dar, de inmediato levantó su rodilla con fuerza explosiva, golpeando al hombre la ingle. Se atragantó y la soltó, intentando por puro reflejo protegerse. Dar aprovechó la oportunidad para agacharse junto a él, girar, y empujarlo volviéndolo con fuerza contra la pared. Se dio la vuelta al sentir que otra persona se le acercaba. Levantó los puños a la altura del hombro cuando vio a otro hombre cerca. Le hombre levantó sus propias manos, pero con las palmas hacia afuera. —Whoa, tigre. Dar lo miró. — ¿No puedes dejar a la gente en paz?—, preguntó ella. — ¿Qué demonios le pasa, De Salliers? ¿Necesito una maldita orden judicial? —Bueno, maldita sea, Roberts. Sigues apareciendo en mi negocio, ¿qué demonios se supone que debo hacer?. ¡Lo mejor que puedes hacer es salir de mi camino, y estaré encantado de perderte de vista! Dar se puso las manos en las caderas. —Estás loco. — Dijo rotundamente. — ¿Quieres tu espacio en el océano? Bien. Nos hemos ido. Hemos venido a aquí y no hemos pensado en ti en todo el maldito día. Entonces, ¿de qué estás hablando? De Salliers la miró con recelo. —Os he visto buscando entre las tiendas. Dar puso los ojos. —Estábamos buscando pendientes de perlas. ¡Maltita sea!. — Retrocedió un paso, para evitar que el otro hombre se le acercara, ya que ahora se estaba levantando del suelo. —Estás mintiendo. —Eres un idiota. — Replicó. —Ahora lárgate de mí camino antes de que llame a la policía. — Le señaló. —No queremos saber nada más de ti y tu negocio. Maldita sea, ni tan siquiera sé lo que estás buscando. — ¿Cuánto te ha ofrecido?— De Salliers contrarrestó, como si no hubiera oído una palabra. —Lo doblo. Lo miró. —Estás realmente meando fuera. — Le advirtió. —El triple. ¿Qué necesita? Llegó a un punto en el que se convirtió, por extraño que pareciera, en algo hasta divertido. —Está bien. — Dar alzó las manos. De Salliers se cruzó de brazos. —Sabía que podía encontrar tu precio.

—El inglés no está funcionando. — Dar continuó. — ¿En qué idioma deseas que te mande a la mierda?—, preguntó. —Sprechen Sie Deutsches? ¿Hablas español? Parlezvous français?— Levantó la mano izquierda, el dedo medio extendido. — ¿Lenguaje de señas americano? ¿Qué? Con un movimiento repentino, se acercó a él y agarró su camisa, retorciendo las manos para que no pudiera zafarse. Lo levantó, sorprendiéndolo con su fuerza, y lo empujó contra el triturador de basura. — ¡¡¡NO QUIERO TENER NADA QUE VER CONTIGO O TU NEGOCIO!!!— Gritó a todo pulmón. — ¿ME ENTIENDES? Tenía los ojos como platos. —Roberts, no creo que quieras hacer esto. —Todo lo que quiero hacer. — La voz de Dar cayó a un ruido sordo. —Es ir a buscar algo de ropa, volver a mi hotel y pasar la noche besuqueando a mi pareja, bajo la luna. — Se puso cara a cara con él. —Y tú, señor, eres todo lo que está entre mí, y lo que quiero. — Lo sacudió. —Eres tú el que no quiere hacer esto. Confía en mí. —Jefe, ¿quieres que le dispare?— El matón detrás de ella, habló con voz ronca por el golpe. —Guarda eso, idiota. — De Salliers dijo con nerviosismo. —Probablemente pueda atrapar la bala. Dar bufó. Soltó la camisa del hombre y le dejó levantarse del contenedor de basura. Miró por encima del hombro al matón, que estaba haciendo malabares con la pequeña pistola. Con un movimiento de cabeza, volvió sus ojos a De Salliers. — ¿Qué necesitas para convencerte de que no quiero ser parte de esto?—, Preguntó, en un tono normal. — Nos involucramos por accidente. Él la estudió. —Está bien. — Dijo. —Entonces, explícame porqué tu gente ha atacado a mis hombres en St. Richard anoche, y tal vez te creeré. — ¿Mi gente?— Dar lo miró sorprendida. —Es una pena pero tuvimos que hacerles daño. — Le sonrió. —No consiguieron lo que buscaban. Tal vez… — la señaló con el dedo —deberíais tomar lección de eso. — Ahora su tono se volvió oscuro. —Escúchame, Roberts. Mantente fuera de mi camino. Si te vuelves a meter en mis asuntos, acabaré contigo. Permanentemente. Con eso, se dio la vuelta y se marchó, con su matón trotando tras él. Se le quedó mirando. — ¿Mi gente?—, Susurró. —Pero de qué... — su mente volvió a un restaurante vacío, un lugar tranquilo, siendo un hogar por la mañana. Sacó su teléfono móvil y marcó el número de Bud y Charlie. Sonó tres veces, y luego saltó el buzón de voz. Esperó el pitido, y luego habló. — Hey. Soy Dar. Llámame cuando recibas esto -Tengo que hablar con vosotros. — Vaciló, luego colgó, y lo golpeó contra su pecho. —Esto está volviendo a ser como un mal episodio de Twilight Zone. — Murmuró. Después de un momento de indecisión, se dirigió hacia el barco. Tenía que recoger su ropa, y luego volver al hotel, para contarle a Kerry lo que había pasado. ¿Y luego? Cristo. Meneó la cabeza con desconcierto. ¿Quién diablos sabía lo que harían después? ***

Kerry no recordaba cuándo se había dormido. En un momento, estaba mirando el pequeño libro guía de la zona, que había encontrado en la habitación de la posada, y lo siguiente fue una mano cálida acariciando su hombro. Se dio la vuelta y parpadeó hacia Dar. —Oh. Jesús. ¿Me he dormido? Dar se sentó en la cama junto a ella. —Al parecer—. Le alisó el cabello hacia atrás y le tocó la frente. —Podría haber sido mejor si me hubiera quedado y unido a ti. —Uh oh—. La miró, al ver la confusión en la expresión de Dar. — ¿Ahora qué?— —De Salliers. — ¿Otra Vez? ¿Qué diablos pasa con ese tipo? Dar se derrumbó junto a ella, extendiendo los brazos hacia fuera por encima de las sábanas. —Es un auto-absorción, idiota megalómano. —Bueno, sí, pero aparte de eso. —Él y uno de sus matones me persiguieron por el camino hacia el barco. Todavía cree que somos parte de este estúpido juego que está jugando. — ¿Te persiguieron?— se incorporó ahora bien despierta, con los ojos grandes y redondos. —Tranquila. No fue nada. — Arrastró las palabras, ligeramente divertida, al notar la siempre ferocidad de su amante, en lo que se refería a su seguridad. —Bueno, nos gritamos el uno al otro, y luego se fue. — Suspiró. —El problema es que él también dio a entender que se había encontrado con amigos nuestros, y les había hecho daño. Levantó su teléfono. —Le dejé un mensaje a Bud, pero no hay respuesta en la línea. —Caramba—. Se preocupó. —Dar, esto no es gracioso. Creo que es hora de llamar a la policía. Asintió. —Yo también. Al volver aquí, me he pasado por la estación de policía. — ¿Y?— Se recostó a su lado. —Es el día de Navidad. — Le lanzó una mirada irónica. —Sólo había un hombre allí, y estaba limpiando. Creo que el resto estaban fuera de patrulla. — Hizo una pausa. —Por lo menos, eso espero. —Mierda—. Frunció el ceño. — ¿Hay alguien más a quién podamos llamar? —Todas las oficinas de Estados Unidos están cerradas. — Tamborileó con los dedos en las portadas. —No sé si hay algo que podamos hacer antes de mañana. Pero desearía que Bud me devolviese la llamada. —Idiota estúpido. Dar levantó las cejas. —No es tan malo. —Quiero decir De Salliers. — Frunció el ceño. — ¿Hay que volver a la isla de Bud y Charlie? ¿Qué pasa con Rufus?— Se movió sobre su costado. —Dar, esto es una mierda. —Lo sé. — Miró al techo, pensativa. —Podríamos volver allí, pero es un gran océano, y hay docenas de islas por aquí. Kerry suspiró. —No, es una mierda porque maldita sea, yo quería celebrar tu cumpleaños contigo, esta noche. — Se quejó, tirando de la tela debajo de ella. —Dios, sé que suena demasiado egoísta, ¿no? Dar se acercó y le acarició espalda con los dedos. —Na.

—Urmph. — Arqueó el cuello. —Sí, lo es. — Se quejó. —Bien. — Dar se acurrucó más cerca, y le acarició la mejilla. —Es por mí, así que está justificado. Deslizó los brazos alrededor del cuerpo de Dar y la atrajo hacia sí, detectando un toque de humo de madera en su ropa. Metió la cabeza en el hombro de Dar y exhaló, simplemente queriendo la comodidad de la presencia de su amante. Dar estaba más que encantada de hacerlo. Frotó suavemente la parte baja de la espalda de la rubia, mientras miraba al techo, tratando de averiguar qué hacer a continuación. Era casi de noche, y sólo con la luz tenue en la cama, la habitación se acomodó en un crepúsculo pacífico. Estaban tan tranquilas que cuando el móvil de Dar sonó, casi saltan de la cama del susto. —Mierda. — Lo cogió y se lo llevó al oído. — ¿Sí? Kerry apoyó la cabeza sobre el hombro de Dar, deseando que su corazón dejara de tratar de salir de sus orejas. Había estado medio dormida, en ese lugar nebuloso, justo antes de despertarse, y su cuerpo sentía un sentimiento de conmoción que la había sacudido groseramente. —Sí. — La voz de Dar era grave. —Está bien. Estaremos allí. — Colgó y lo dejó sobre la cama, dejando escapar un largo suspiro. — ¿Quién era?. —Charlie—. Murmuró, después de un momento. —Está en el hospital, aquí, en St. Thomas. — Volvió la cabeza y la miró. —No es agradable. Kerry podría fácilmente haber vivido toda su vida sin ver otro hospital. Tomó la mano de la morena. —Vamos a ir, entonces. — Dijo. —Nos guste o no, estamos en esto, ¿no es así? Dar se sentó. —Parece que sí. — Se levantó de la cama y se colocó el móvil y la banda de la cintura. —Puedes quedarte aquí si quieres, Ker. Si no te sientes bien, no tiene sentido que las dos... ah . Kerry ya se había levantado y se cepillaba el pelo. —Cariño, si no puedo pasar la noche contigo en esa cama, entonces me quedo con lo que puedo conseguir. — Le ofreció el cepillo. —Además, me gusta Charlie. Espero que esté bien. Dar se cepilló el pelo, deseando lo mismo. *** El hospital estaba lleno. Era un conjunto de edificios, relativamente pequeños, no lejos de la ciudad. Dar lideró el camino hacia el interior, dirigiéndose a recepción. Dio el nombre de Charlie, y enseguida les indicaron la habitación en la que estaba. Al salir del ascensor, en la tercera planta, vio a Bud cerca del final del pasillo. Lo llamó en voz baja, quien se dio la vuelta, cerrando el móvil, por el que había estado hablando, y se acercó a ellas. Kerry tomó aliento. El rostro de Bud estaba medio cubierto con una contusión, aunque él parecía ajeno a ella. Su camisa estaba desgarrada, dejando al descubierto su hombro, y el dorso de una mano totalmente raspada. — ¿Qué ha pasado?—, Preguntó en voz baja Dar.

Bud miró de arriba abajo el pasillo, luego les hizo señas a un banco de sillas. Se sentó en una, y dejó que sus codos descansan sobre sus rodillas. Estudió el suelo mientras Dar se sentó junto a él. — ¿Has oído hablar de que algo es demasiado estúpido para la Armada? Dar reprimió una risa irónica. —Si, es algo que he oído en mi casa, cuando era pequeña. —Bien. — La voz de Bud era muy suave. —He hecho algo demasiado estúpido para la Armada. — Miró el dorso de la mano. —Me metí en algo que no me pertenecía y conseguí que Charlie pagara por ello. Su dolor era muy evidente. Kerry se instaló en la silla al otro lado de él y le puso una mano en su espalda, frotándolo con simpatía. —Lo siento. —Ni la mitad que yo. —, Dijo Bud. —Y ya sabes, puedes patearme el culo por ser tan estúpido. — Volvió la cabeza y miró a Dar. — ¿Todavía puedo aceptar tu oferta? Dar vio la tristeza en su rostro. — ¿Cuál es el problema? Bud parecía luchar consigo mismo, durante un momento, luego negó con la cabeza. —Ese maldito chico nos ofreció un pedazo a cambio de ayudarle y bucear en ese sitio. Lo hicimos. — ¿El naufragio?—, Preguntó Kerry. —El chico... ¿quieres decir, Bob? Bud asintió. —Fue una inmersión oscura, entrar y salir... no parecía demasiado peligroso para mí. No era gran cosa. — Dijo. —Pero ellos nos siguieron y nos golpearon. — ¿Ellos os siguieron?— Dar aventuró. —Nos persiguieron todo el camino hasta aquí. — Asintió. —No queríamos volver a casa. — Exhaló. —Nos agarraron. — Sus ojos se levantaron hacia un conjunto de puertas. —Charlie tiene un riñón reventado. Él no podía escapar de ellos, por su pierna y yo... —Estabas con él. —, Dijo Kerry. —Algo así, sí. — Bud admitió. —Ese chico pijo corrió. Nos dejó allí, y se llevó el barco. Los ojos de Kerry se estrecharon. Dar se frotó la sien. — ¿Cuánto te ofreció?—, Preguntó en voz baja. —En realidad no importa. — Bud murmuró. — ¿CUÁNTO?. — Fue increíble la cantidad de fuerza que Dar podía proyectar en su voz, sin aumentar su volumen. Bud parpadeó. —Diez mil dólares. ¿Por qué? Dar miró su reloj y luego marcó un número en móvil. Esperó a estar conectada, luego empezó a teclear números, echándose hacia atrás, concentrándose en lo que estaba haciendo. —Entonces, ¿cómo está Charlie?—, Preguntó Kerry. Bud volvió sus ojos de forma latente de Dar. —Lo golpearon por todas partes. Le arrancaron su prótesis. Le dañaron el riñón. Están intentando… Dar le dio un golpecito en la rodilla. — ¿Estáis siendo bien atendidos?— Indicó el hospital. Bud se enderezó. —No busco ninguna limosna. — Le espetó. —Estamos bien.

Dar se acercó más a él y entrecerró los ojos. —Si tengo que hacerlo, puedo con una sola llamada, averiguar si tienes seguro o no. Así que responde a mi maldita pregunta y no me hagas perder tiempo. Los ojos de Bud cayeron. —Eso es lo que pensaba. — Se puso de pie. —Bueno. Esos estúpidos bastardos están tan condenadamente convencidos de que soy parte de esto, que han conseguido lo que querían. — Se llevó las manos a las caderas. — ¿Podemos ver a Charlie? Él puso su mano en su mandíbula. —Sí, eso creo. —Bien. —, Dijo Dar. — ¿Tienes algún sitio donde quedarte? Bud sacudió la cabeza. — ¿Rufus está bien atendido? —Sí. Está con un buen amigo. Kerry sacó un trozo de papel de su bolsillo y se levantó, dirigiéndose a un teléfono público cercano. —Voy a llamar al hotel. — Le dijo a Dar. — ¿Quieres que localice a nuestro amigo Bob? —Espera hasta que volvamos a la habitación. — Dar le dijo. —Necesito mi portátil. Bud las miró un poco desconcertado. — ¿Qué haces? —Nosotras—. Kerry cubrió la boquilla del teléfono. —Estamos haciendo lo que tenemos que hacemos. — Echó un vistazo a la feroz expresión de Dar, luego volvió al teléfono. — ¿Sí? Sí. Tenemos una habitación, lo sé. Me gustaría reservar una segunda. Dar esperó a que Kerry terminara. Entraron a la habitación donde estaba Charlie, rodeado de una serie de maquinarias parpadeando suavemente. Dar cerró los ojos. El estado de su amigo era horrible. De Salliers, cabrón. No sabes lo que acabas de hacer. Puso sus manos sobre los rieles de hierro, y contempló la forma maltratada de Charlie. —Hey. Sus ojos eran meras rendijas. Pero se abrieron un poco al verla. Bud apretó suavemente sus manos alrededor de Charlie. —He llamado a los marines. Una leve insinuación de una sonrisa tiró de los labios de Charlie. —Ya lo veo. —Tómalo con calma—. Dar se apoyó en los rieles. —Ahora yo estoy al cargo y hago las reglas. — Dijo. — ¿Te dan buenas drogas? Charlie asintió levemente. —Bien. — Escribió su número de teléfono móvil en una libreta que había en la mesa junto a la cama. —Si necesitas algo, llama. Hablaré con los médicos ahora mismo. Estarás bien atendido. —Pero... — Bud se enderezó. Dar lo miró. Bud se calmó, con un suspiro cansado. —Mañana mismo llegará la transferencia—. Dar continuó. —Dejaremos tu cuidado en buenas manos, después voy a ir tras De Salliers. — ¿Qué vas a hacer?—, Preguntó Bud. —Lo primero es descubrir la verdad. Luego le daré exactamente lo que pidió. ¿Puedes quedarte aquí un tiempo? Bud asintió.

—Estamos en la posada el Castillo de Barbanegra. Tenemos una habitación para ti. . Charlie hizo un sonido ahogado, sospechosamente parecido a una risa. — ¡Qué demonios!—. Gruñó. —Me puedo quedar aquí. Kerry se inclinó y le dio un apretón a Charlie en el brazo. —Recupérate ¿de acuerdo? Charlie asintió, sin dejar de reír. —En cuanto me hagan unas pruebas estaré como nuevo. —Explicó. —Al infierno, si esos bastardos piensan que me van a ver arrastrado. — Sus ojos amoratados fueron a la cara de Dar. —Maldita sea Dar, hablas igual que tu padre. Esta se enderezó. —Gracias. — Le hizo un gesto amable. —Vamos, Ker. Vamos a iluminar algunos incendios. Las cejas de Kerry subieron. Lo mismo hizo Bud y al parecer Charlie, pero era difícil de decir. Dar ladeó la cabeza. — ¿Qué? Kerry rodeó la cama y tomó el brazo de Dar. —Puedes encender mis incendios en cualquier momento, cariño. — Le aseguró. —Pero no necesitas alardear de ello. Abrió la boca para contestar, pero vio las sonrisas. Cerró su mandíbula y reunió su dignidad, saliendo de la habitación sin decir nada más. Bud miró a la puerta por un minuto y luego lanzó un suspiro. —Hija de puta, odio que haga eso. —Buddy, Buddy, Buddy ... — Charlie le apretó la mano. —Ella es una amiga, ¿no? Bud se quedó mirando el lino fino. — ¿Algunos de nuestros amigos harían lo que ella está haciendo? —Mierda. ¡No somos un caso de caridad! —Bud—. La voz de Charlie se suavizó, acariciándole la mejilla. —Para ella, no es caridad. — Dijo. —Ella también actúa como una marine de guerra. Es de la familia. Eso es muy fuerte, lo sabes. Si alguien de entonces necesitara ayuda, ¿no crees que deberíamos ayudarle—? —Casi nadie. — Bud murmuró. —Pero... — Se dejó caer un poco. —Sí. Charlie le revolvió el pelo cariñosamente. —Bien, entonces tengo que dejarte salir de aquí, maldita sea, que no puedo estar contigo en esa posada. *** Kerry colgó el teléfono en su soporte, cerrando el menú del servicio de habitaciones. Dar estaba sentada frente a ella con su portátil abierto en su regazo, con las antenas de su móvil asomando por el lado. — ¿Cariño? — ¿Uh?— Dar la miró, parpadeando. — ¿Podría sobornarte para que lo hagas desde aquí?— dio unas palmaditas en la cama junto a ella. —Claro—. Se levantó y llevó el portátil con ella, dejándose caer sobre la cama y esperando a que Kerry ahuecara la almohada detrás de ella. Se echó hacia atrás y fue recompensada no sólo con un respaldo, sino con un abrazo. — ¿Y esto?

—Es una sorpresa. — Apoyó la cabeza en el hombro de Dar y examinó la pantalla. — ¿Qué es eso? —Informes de la policía. No es que sepa realmente lo que estoy viendo. Necesito un abogado. —Lo siento, no puedo ayudarte en eso. — Ahogó un bostezo. —A pesar de que en realidad era una de las carreras alternativas aceptables para mi familia. — Revisó los comentarios crípticos sobre la pantalla. —Fueron sus apuestas. Creo que sabían que Mike no se negaría. Dar se frotó el lado del pulgar contra la computadora portátil, tratando de imaginar a Kerry como abogada. — ¿Qué clase de abogado tendrías que haber sido?—, Preguntó con curiosidad. —De ningún tipo—. Kerry le informó. —Ni siquiera lo pensé. — Desplazó el pulgar e hizo clic. —Lo primero que quería ser era bombero. Dar contuvo una risita. —Seguro que eso les gustó. —Mm—. Kerry se rio en voz baja. —Sí, ahora que lo pienso. — Estuvo de acuerdo. —Luego quería ser científico de investigación, pero me di cuenta en el instituto que no tenía la capacidad para ello. — Volvió a hacer clic. —Luego descubrí los ordenadores, y me fui... ¡ah hah! — ¡Ajá!— Dar examinó la pantalla. Vieron una denuncia, al parecer puesta por la abuela de Bob, en el momento de la muerte de su abuelo. El lenguaje de la misma era impersonal, el utilizado por la policía. La denuncia implicaba al tío de Bob, el cual al parecer de alguna manera había estado involucrado en el hundimiento, aunque no detallaba el por qué. Al parecer había habido algún tipo de amenazas. La policía no había quedado impresionada, y simplemente lo habían anotado en la denuncia, junto a un comentario que hacía referencia al estado emocional de la mujer. —Hm. — Dar a tamborileó con los dedos sobre el teclado del ordenador portátil. — ¿Que te parece? —Bien. — Exhaló. —Al menos no era sólo una historia inventada por Bob. — Dijo. —Pero tampoco lo exime por haber dejado colgados a Bud y Charlie. —Mm. ¿Crees que puedes encontrarlo? ¿Regresó a San Ricardo? Kerry se dio la vuelta, moviéndose sobre la cama, tratando de alcanzar el directorio de la isla. Intrigada, Dar la miró sin decir nada. Vio que abría la guía telefónica local. — Apuesto que está aquí en St. Thomas. — Dijo. —Es más grande y más fácil de pasar desapercibido que en San Ricardo. — Su dedo trazó una columna de hoteles. —Vamos a ver si podemos encontrar a esa pequeña cosa maloliente. Dar la miró con desconcierto, mientras su pareja seleccionaba un número y lo marcaba en el teléfono de la habitación. —Probablemente no estará registrado bajo su nombre real. — Comentó. — ¿Por el apellido? tampoco. — Pensó mientras esperaba que atendieran su llamada. —Hola... hola, um... — Su voz cambió a un tono ligeramente diferente. —Esto es una locura, pero me encontré con este hombre hoy, sí... Estoy tratando de encontrarlo de nuevo, y sólo sé su nombre de pila. ¿Puede alguien ayudarme?— Una pausa. —Oh gracias. Eres maravilloso.

Dar cruzó los brazos sobre el pecho. —Hola, sí. No, su nombre es Bob, y él es muy atractivo... oh, claro, um... es rubio, y de muy buena constitución... sí, sobre esa edad, sí... bueno, le espero—. Tarareó mientras esperaba. — ¿No? Oh, ¿qué? Oh, ya veo... ¿lo hiciste? Wow... ¡Gracias!— Colgó. —Están llenos. Lo derivaron a un hotel diferente. Cree que entre esos clientes está Bob. — ¿Un hotel diferente?— Dar rio. —Este—. Encontró el nombre en su lista, y procedió a llamarlo. — ¿Quieres que deje mi belleza sureña de lado? — ¿Es así como conseguiste esos circuitos de Southern Bell el mes pasado?— Dar seguía riendo. Kerry sonrió. —No, pero... voy a tener que recordarlo. — Se aclaró la garganta. — ¡Hola allí... estoy buscando a un hombre muy atractivo que conocí en la playa hoy...! ¿puedes ayudarme? Dar se tapó la boca, y continuó moviéndose, manteniendo un oído en los mejores esfuerzos de Kerry por sonar como Dolly Parton. La información que había recuperado era bastante sencilla, pero el problema era, que no resultaba nada fácil saber qué era verdad en todo ello. ¿Qué hacer? Realmente se sintió en la necesidad de buscar un experto, para al menos, ver el caso y emitir una opinión sobre quién era el que más probablemente decía la verdad. El tío había respondido a través de un abogado, en un tono casi insultante, algo que instintivamente favorecía a la abuela, pero.... Las abuelas también podían ser muy astutas. Tal vez estaba tratando de recuperar el dinero de su marido. Suspiró. Miró la agenda de contactos hasta dar con el número deseado. A continuación, lo marcó en su móvil. Sonó dos veces, luego fue respondida. — ¿Hola, buenas? —Feliz Navidad, Richard. —, Dijo Dar. —Soy Dar. — ¡Dar!— El abogado de su familia sonaba contento, aunque un poco desconcertado, al tener noticias de ella. — ¡Feliz Navidad y feliz cumpleaños, señora! —Gracias. Escucha, necesito un favor. — Hizo una pausa. —Más o menos es un tema profesional. Los engranajes de Richard Edgerton cambiaron. —Bueno, claro, dime. — Respondió enérgicamente. —No estarás en problemas ¿verdad? . —No. — Respondió sin pensar, entonces lo pensó. —Bueno, yo no personalmente, eso seguro. — ¿Kerry?— Él aventuró una conjetura. —No... Estamos de vacaciones. — Le explicó. —UH Huh. Escuchó un ruido y se imaginó a Richard cogiendo algo donde escribir. Era un muy buen abogado, y se sabía la ley de bienes como la palma de su mano. —No me preguntes cómo me involucré en esto... pero lo estoy. — Comenzó. —Uh oh. — Richard se rio entre dientes. —Déjame que me agarre a algo... esto debe ser algo extraordinario. Dar suspiró. —No sabes ni la mitad.

—Él está allí. — La voz de Kerry la interrumpió. —Está en ese hotel. —Espera, Richard. — Dar la miró. —Invítale a una copa— Dijo. —Dile que nos gustaría hablar con él. Kerry se mordió el labio. —No le voy a decir que sabemos lo de Charlie y Bud. —Todavía no, no—. Dar sonrió sombríamente. —Espera a que llegue. Asintió y se fue de nuevo al teléfono. Dar hizo lo mismo. —Está bien, Richard... éste es el trato. Estamos fuera en St. Thomas... —Un bonito lugar para pasar la Navidad. — Richard respondió amablemente. —Correcto. En fin, nos encontramos con un chico que nos contó una historia, sobre que estaba tratando de demostrar que su tío asesinó a su abuelo para heredar la fortuna de la familia. Se hizo un largo silencio. —Dar, ¿has estado dándole al ron? Suspiró. —Sí, pero no hoy. — Dijo. —Escucha, si te mando algo por correo electrónico, puedes simplemente mirarlo y darme una opinión? Es un montón de mierda legal y no tengo tiempo para entenderlo. Richard se rio entre dientes. —Claro, Dar. Envíalo sin más. Me he quedado atrapado viendo videos de vacaciones de mi primo segundo en México... hasta me harías un favor. Dar comprimió los archivos en uno, y lo envió. —Gracias... ¿me puedes llamar al móvil una vez que tenga alguna idea? — ¿Cuál es su porcentaje en esto, Dar? Hm. Buena pregunta. —Como he dicho, me he visto implicada en esto. — Contestó. —Simplemente estoy ayudando a unos amigos a los que han hecho daño. Necesito saber lo que está pasando para saber qué hacer. — ¡Ah! Ya veo. — Murmuró. —Es tu lado cruzado el que sale, ¿eh? — ¿Por qué todo el mundo lo tiene que llamar de esa manera?— se quejó. —No es una cruzada... ¡este estúpido gilipollas simplemente no nos deja en paz! —Uh huh. — Respondió su abogado. —Déjame echar un vistazo, Dar. Suena como una familia sórdida típica peleando por su dinero, pero te daré mi mejor opinión al respecto. —Gracias Richard. — Sonrió. —Te debo una. — ¿Qué tal dejar que me ocupe de tus inversiones?— replicó, con alegre humor mercenario. —Sabes, odio admitirlo, pero el último trimestre hice una inversión en ILS. Dar se rio entre dientes. —Hablaremos de ello. — Dijo. — ¿Cómo están mamá y papá?—, Preguntó. — ¿Escuché que estaban viviendo en un barco? —En un Bertran de varios metros, sí. — Respondió secamente. —Están en el mejor momento de sus vidas. Richard rio de buena gana. — ¡Bien por ellos! ¡Me encanta!— Se rio. —Voy a tener que ir y verlo con mis propios ojos... escucha, voy a mirar lo que me has enviado y te llamaré de nuevo, ¿de acuerdo? —Gracias, Rich. — Colgó el teléfono y se volvió hacia Kerry. — ¿Tenemos una cita?

Kerry asintió. —Estará en nuestro camino en un rato. Acaba de terminar la cena. — Se rascó la nariz. —Sonaba muy contento de oír mi voz, por alguna razón. Dar le dio una mirada muy irónica. Kerry le sacó la lengua. Dar suavemente se inclinó y la cogió entre sus dientes. Poco a poco la soltó, luego fijó su atención en los labios de Kerry. —Mm. — Arrastró las palabras en voz baja, cuando se separaron. —Por mucho que quiero conseguir aclarar esto de una vez, mentiría si te dijera que quiero salir de esta habitación. — Inclinó la cabeza y la besó de nuevo, luego trasladó sus mordiscos a la garganta de la rubia, sintiendo el pulso zumbar, en los labios, mientras succionaba la piel suave. —Supongo que ves mi punto entonces. — Kerry murmuró, deslizando lentamente una mano por debajo de la camisa de Dar para explorar la superficie caliente. —Acerca de la sensación egoísta. Dar dejó su portátil en el suelo, se dio la vuelta, empujando la guía de teléfonos de la isla y el teléfono a un lado, para poder envolver sus brazos y piernas alrededor del cuerpo de Kerry. —Oh, sí. — Gruñó, continuando su asalto. —Llámame egoísta. Te quiero toda para mí. —Oo—. Kerry sintió la velocidad de su ritmo cardíaco, y una oleada de calor hormigueó su piel. Había una presión leve en su cintura, a continuación, la mano de Dar se deslizó debajo de su camisa y remontó hasta su caja torácica. Ella entrelazó los dedos por el cabello de Dar y acarició su oreja, mordisqueándola suavemente. Podía sentir el aliento de Dar contra su cuello, luego el tirón suave, insistente cuando los dientes de Dar solaron el botón superior de su camisa. Kerry deslizó una mano a lo largo de la mejilla, acariciándola mientras su pulgar trazaba los labios de Dar. Esta desabotonó su camisa lentamente y Kerry sintió el aire fresco de la habitación contra ella, levantando la piel de gallina a lo largo de su vientre. Los labios de Dar intensificaron la sensación y Kerry perdió rápidamente cualquier idea de sus problemas. Lo único que importaba ahora eran las caricias sobre sus pechos y el cálido sol lleno de aroma, de la piel de Dar y la necesidad de tocar el cuerpo de su pareja. —Grrrrrmmlll... — El ruido sordo le hizo cosquillas en la piel. Kerry sintió los dientes de Dar cerrarse suavemente, mordisqueando la piel alrededor de su ombligo. — Eres mía. Sin Duda. La rubia arqueó la espalda, envolviendo sus brazos alrededor de Dar, sintiendo moverse los músculos poderosos a lo largo de su columna vertebral. Se presionaron juntas brevemente. Una sacudida de calor la atravesó antes de que Dar se moviera y bajara su mano al muslo de Kerry. Oh, definitivamente. *** —Gracias. — Kerry firmó el recibo y casi echó al camarero del servicio de habitaciones de la habitación antes de que sus ojos pudieran observar a Dar. Cerró la puerta detrás de él y se volvió, dirigiéndose a la cama con una sonrisa irónica.

Dar estaba tirada, con las sábanas apenas cubriendo lo que era muy obviamente un cuerpo desnudo. Tenía el portátil apoyado en un muslo, pero el otro estaba fuera de la ropa de cama, extendiendo su larga longitud curtida por la superficie blanca. Sacudiendo la cabeza, Kerry se acercó a la mesa y dejó la bandeja, sonriendo ante lo que vio. — ¿Hambrienta, cariño? — ¿Tú no?— —Je—. Kerry se ajustó la camiseta roja de Dar, que se había puesto después de hacer el amor. Se sentó en el borde de la mesa, organizando los platos de comida. — Bueno, está bien. Vamos a empezar con esto, entonces— Tomó un de los platos, se acercó a la cama y se arrodilló. —Cumpleaños feliz... Cumpleaños feliz... Dar la miró alarmada, viendo una montaña de chocolate maravillosamente hecha con más trozos de chocolate, rodeada de diversas frutas. En el centro había una sola vela. —Awww. —Feliz cumpleaños Dar. — Dar olfateó el plato, lamiéndose los labios con aprecio. — ¿Lo compartimos?— Apagó la vela con una sola bocanada de aire. Kerry se sentó en la cama y cogió el tenedor, cortando un trozo empalagoso para dárselo. —Ooo... me gusta eso. — Murmuró. —Acabo de recibir un volcado de datos. — Informó a Kerry. —Los estados financieros de De Salliers y de otro tipo. Ahora me doy cuenta de por qué está tan desesperado. — ¿Por qué?— le dio de comer otro bocado de pastel mientras miraba a la pantalla. —Está arruinado. — Dar masticaba. —Invirtió en dos empresas de capital que se fueron a pique, y los bancos le cancelaron sus préstamos cuando se dieron cuenta de que tenían un papel que no valía nada. —Ahhh—. Asintió. —Sí, eso tiene sentido. Así que su cliente le ofrece una ganancia inesperada pero... ¿para qué, Dar? —, preguntó. —No sabemos qué están buscado. Dar miró la pantalla. —No. Él quiere que sabotee los restos del naufragio. — Se dio cuenta. — ¡Jesús... era eso!. Kerry tenía el tenedor en la boca. Lo sacó y se tragó el rico bocado. — ¿Estás diciendo que va a arruinar algo que ya se arruinó? ¿Para evitar que alguien no reciba nada? Asintió. —Sí, pero... — Pasó a otra pantalla. —Él tiene un problema. Está en AVI, aguas territoriales, y él no puede simplemente ir allí y soltar dinamita. Kerry cortó otro bocado y se lo ofreció. — ¿Cómo la dinamita de luz subacuática, Dar? Dar masticó y tecleó en silencio, luego tragó. — ¿Recibió alguna...? — ¿Leche? Sí. — Dejó el plato y fue a por la bebida. —No sé. — Respondió a la pregunta anterior. —Habría que preguntarle a mi padre. Su especialidad se llamaba UDX. Demolición Submarina.

Como por alguna invocación sobrenatural, el teléfono móvil de Dar sonó y comprobó la identificación de llamadas. Con un pequeño gruñido de sorpresa, puso el manos libres. —Hola Papá. Kerry, en su camino de regreso con la leche, mostró sus ojos totalmente desorbitados. —Wow. — Murmuró. —Escalofriante. —Hola, Dardar. — La alegre voz de Andrew Robert llegó a través del teléfono. — ¿Cómo van las vacaciones? ¿La verdad? Tenía microsegundos para decidir. —Genial—. Dijo finalmente. — Nos topamos con unos piratas, estamos involucradas en un posible caso de homicidio, y a Kerry le picó una medusa, pero aparte de eso, ha sido muy buenas. No era frecuente que Andy Roberts se quedara sin palabras. —Hijo de…. . — Finalmente, balbuceó. —Maldita sea, Dar. ¿Qué diablos hacéis por ahí? Dar suspiró. Era una larga historia como para contarla en ese momento... Kerry tomó el teléfono de ella y se lo puso en la oreja. — ¡Oye, papá! — ¡Hola, kumquat! —Te enviaremos un correo electrónico con los detalles— se ofreció. —Creo que será la mejor forma de explicar lo que ocurre. —Ah te lo agradecería, kumquat. Mi esposa está sacudiendo sus cejas hacia mí preguntándome qué infiernos pasa. Dar tomó el teléfono de nuevo. —No es tan malo, papá. — Explicó. —Sólo... complicado. — Levantó sus manos del teclado, cuando Kerry se metió en la cama junto a ella.. —Uh huh. — Andrew gruñó. —Bueno, de todos modos, ¡que tengas un feliz cumpleaños! Dar examinó a la rubia tumbada en su regazo. —Sí, genial. — Contestó. —Kerry y yo hemos estado de compras y... um... ha sido un día de lo más relajante. — ¿Relajante?— Murmuró Kerry. — ¡Pues yo no me relajé!— Se retorció como la morena la pellizcó. —Deja de hacer eso. — Deslizó un dedo por el interior del muslo desnudo de la morena, riéndose cuando oyó su voz cambiar de tono. —N... no, papá, de verdad. Estamos bien. — Se aclaró la garganta. —Lo tengo todo bajo control. — Se mordió el interior de su labio mientras la otra mujer le hacía cosquillas en el muslo de nuevo. —Casi todo. —Bien, tener cuidado. — Andrew advirtió. —Espera. El teléfono crujió, y luego una voz más ligera sonó. — ¿Dar? —Hola, mamá. —No voy a pretender que tengo una idea de lo que está pasando, así que sólo voy a desearte un feliz cumpleaños. Dar se rio entre dientes. —Gracias. —Y espero que también estéis teniendo un buen intercambio de recursos personales. —Feliz Navidad a ti también, mamá. — ¡Feliz Navidad, mamá!— Kerry se echó hacia atrás y gritó. —Feliz Solsticio. —Dale las gracias a Kerry por su tarjeta. —, Dijo Ceci. —Niñas tener cuidado ¿si?

Kerry terminó su tarea, entonces se deslizó de la cama y deambuló de vuelta a la mesa, antes de que sus aventuras amorosas fueran a más. —Vamos a estar bien, mamá. — Dar exhaló. — ¿Cómo está Chino? —Ella está bien. — Ceci le aseguró. —El lugar está muy bien, la isla no se ha hundido, tus acciones han subido dos dólares, y creo que su padre acaba de abrir una botella de champán, así que voy a tener que dejarte seguir con tu celebración. —Que tengáis una gran noche. — Le dijo. —Llámame si necesitas algo. — ¿Qué tal si nos llamas si necesitáis algo?— Ceci contrarrestó. —Buenas noches, Dar. —Buenas noches. Colgó el teléfono, justo cuando llamaron a la puerta. —Ah. Apuesto a que es nuestro amigo. — Comentó. —Déjalo entrar. Kerry se giró, poniendo una mano en su cadera. La miró con las cejas levantadas. Dar la miró, dándose cuenta de lo que su pareja estaba viendo. —Oh. — Puso el portátil a un lado, se puso de pie, echando hacia atrás las sábanas y se dirigió hacia su maleta. Sacó un par de pantalones cortos y una camiseta. Kerry fue a la puerta y se apoyó en ella. —Sólo un segundo. — Miró a través de la mirilla para asegurarse de que era Bob y no algún otro intruso no deseado. —Está bien. — Dar volvió a la cama, cogió su portátil, y luego se sentó en un sillón. Abrió la puerta. —Hola. — Dio un paso atrás para permitir que Bob entrara. — Vamos entra. Vestía pantalones y un polo pulcramente planchado. —Hola. — Saludó a Kerry una sonrisa ansiosa, aunque sus ojos se desviaron hacia Dar. —Gracias por llamarme... Tenía la esperanza de poder volver a veros de nuevo. Realmente necesito hablar contigo. —Ah. — Dar murmuró. —Eso es bueno, porque nosotras también queríamos hablar contigo. Bob caminó vacilante y tomó asiento frente a Dar. —Lo siento, ¿estoy interrumpiendo vuestra cena? Kerry había regresado a la mesa. —Está bien. Estamos acostumbradas a comer mientras trabajamos. — Examinó el plato de Dar, luego se acercó y se lo entregó a ella. —Bob, sabes, estoy muy cabreado contigo. Dar puso el plato en el brazo del sillón, y continuó su trabajo, dejando que Kerry hablara como habían planeado. —M... ¿conmigo?— Bob sonaba muy sorprendido. — ¿Que hice? —Dejaste a dos amigos nuestros en un muy mal lugar ayer por la noche. — Lo miró seriamente. —Ellos se lesionaron. — Se sentó en el borde de la ventana y apoyó los codos en las rodillas. — ¿Por qué hiciste eso? Por un momento, el único sonido era el golpeteo suave y rápido de las teclas del portátil de Dar. —Pensé que estarían bien. — Finalmente murmuró. —Pensé que me seguirían a mí, no a ellos. — Se movió incómodo. —No creí que les fueran a hacer nada. Bueno. Kerry consideró. Eso era algo marginalmente lógico. — ¿Por qué crees que irían tras de ti?.

Se levantó y se paseó, visiblemente nervioso. — ¿Por qué? Porque soy al que buscan. Soy el que sigue tratando de bajar a ese accidente. Si hubiéramos conseguido algo… pensé que irían en pos de mí. —Pero no lo hicieron. —, Dijo Kerry. —No, yo... — Bob miraba por la ventana. —Pensé que tuve suerte. — Se dio la vuelta. —Hey, sería la tercera vez, ¿sabes? Además, esos chicos parecían que podían cuidar de sí mismos. ¿Qué podría haber hecho, de todos modos? Kerry se lo quedó mirando fijamente. —Hey... lo admito. No soy un héroe. — Levantó las manos. —No soy como tú. Primero me aseguro de estar bien, ¿de acuerdo? Kerry miró a Dar. Dar puso los ojos en blanco. Kerry suspiró y dio un mordisco a su cena. —Así que, ¿por qué nos estabas buscando?—, preguntó. — ¿Necesitabas otra diana de distracción? Bob aparentemente sintió que su interrogatorio había terminado, y que él había ganado un punto. —No. — Recuperó su confianza de nuevo. —Mira, me di cuenta que iba por el camino equivocado. Necesito recursos y ayuda. — Se enfrentó a ellas. —Así que… este es el trato. La morena apoyó su codo en el brazo del sillón, mientras que Kerry se inclinaba hacia delante con total atención. —Quiero que seáis mis socias—, Dijo Bob. — ¿Eso es un buen negocio, o qué? Ambas cruzaron sus miradas. Kerry suspiró. — ¿Bob? — ¿Sí?— Él le sonrió. —Lo sé, es un gran sacrificio para mí, pero... — ¿Te diste algún golpe en que la cabeza cuando eras un niño? — ¿Eh? —Debería haberme quedado desnuda. — Dar comentó, sacudiendo la cabeza con tristeza. —Nunca se habría dado cuenta. — ¿Eh? —Otra razón explícita de por qué la gente estúpida no debería tener hijos. — ¿De qué estáis hablando? —Creo que sólo te deberías atar y dejarte en el armario—. Kerry decidió. — ¡Hey! *** —Bueno. Aquí está el escenario como yo lo veo. — Dar se paseó frente a la ventana, con las manos en los bolsillos. Bob estaba sentado en la esquina, manteniéndose lejos de Bud, que había llegado hacía unos minutos. Kerry estaba sentada en la cama con las piernas cruzadas, y la única cosa que faltaba era una pizarra y marcadores. Dar era, en realidad, una muy buena analista de las situaciones, Kerry lo había descubierto hacía algún tiempo. Ella tendía a retirar todos los detalles irrelevantes y concentrarse en las cuestiones básicas, y si eras inteligente mejor dejarla terminar antes de hacer preguntas.

—Pero, espera... — Bob la interrumpió. — ¿No crees que debería explicar mi parte en esto? —No—, dijo Dar. —Como estaba diciendo... aquí está el escenario. — Hizo una pausa. —Tenemos un objetivo al este del restaurante de Charlie y de Bud, en condiciones bastante peligrosas. Tenemos un chiflado intentando ocultar sus huellas y otro chiflado tratando de impedirlo. — ¡Hey!— Bob protestó. —Cállate. — Bud arrastró las palabras. —O te clavo la pata de una silla en la garganta. —Ninguno de los dos tiene los recursos suficientes para lograr su objetivo. — Consultó un trozo de papel sobre la mesa, ahora despejada de comida, excepto por una taza de té en el centro. —Él también tiene la tarea más fácil. — Se volvió a Bob. — ¿Estás listo para decirnos lo que estás buscando? Bob se retorció un poco cuando todos los ojos estaban fijos en él. —Um. — Tragó saliva, un sonido totalmente audible en la habitación. —Bueno, ya sabes, eso es un... no sé si puedo, eh... Dar se acercó y puso sus brazos sobre su silla, clavándole su mirada. —Kerry arriesgó su vida para salvar tu culo. Ni siquiera menciones que no puedes confiar en nosotros. —Uh. — Se echó hacia atrás en la silla. —No es eso, es... solo... yo... —No lo sabes, ¿verdad?— Kerry intervino. —No tienes ni idea de lo que estás buscando. Dar miró a Kerry y luego a Bob. La expresión de su cara lo dijo todo. — ¿Es eso cierto? —Um. — Bob tragó saliva. —Si. Dar se enderezó y se acercó a la ventana, levantando ambas manos y dejándolas caer en el silencio elocuente. —Hijo de puta. — Bud resopló. —No es de extrañar que nos dijeras que te mostráramos lo que habíamos encontrado. — Dijo. —Pensé que esa extraña historia sobre la búsqueda de piezas no tenía ningún sentido. —Bueno... — Bob se sentó. —Quizá debería haberme explicado mejor en primer lugar. Este es el trato. —Él respiró. —Mi abuela... —Ella no es tu abuela. — Dar lo interrumpió. —No estás relacionado con ella. Estás tratando de impresionar a su nieta, con la que te quieres casar. Bob la miró consternado. —Eres de Ohio. — Kerry añadió, con una breve sonrisa. —Tu familia cría alpacas. — ¿Quiénes sois?— preguntó, mirando de una a otra. — ¿Policías? Dar bufó. Kerry se rio. —Está bien. — Bob suspiró. —Sí, soy un fraude. —Es la primera vedad que sale de tu maldita boca. — Bud murmuró. —Pero es por una gran causa. Escuchar. — Se recuperó. —Es cierto, sobre el abuelo de Tanya. Él odiaba a sus hijos como el veneno. Quería encontrar una manera de demostrarlo. Así que su voluntad...

—Dejó todo a la caridad. — Dar interrumpió. —Pero después de que se ahogara, la familia presentó una demanda alegando que estaba loco y no estaba en sus plenas facultades. — Levantó una hoja de papel sobre la mesa. —Todo ha ido a para al hijo mayor. —Es verdad—. Bob le arrebató el control posterior de la conversación. —Y él es un idiota. —Un problema muy común con el que nos hemos estado encontrando últimamente. — Kerry murmuró. —Tal vez sea el agua. —Él lo controla todo, y lo peor es, que le quitó todo el dinero de la abuela de Tanya, porque pudo conseguir que los tribunales dictaran que es incompetente. — Bob continuó. —Tanya le ayuda a salir a delante, pero es realmente difícil. Su tío dice que es una lástima, ya que ella, la abuela, quiero decir, apoyó a su abuelo y no quería que se quedara sin dinero. Eso, Dar reconoció, parecía ser la verdad de acuerdo a la respuesta de dos páginas muy pulcramente escritas, que había recibido de Richard. El tío, Patrick Wharton, había sido al parecer realmente el idiota que Bob estaba describiendo. Richard había añadido varias notas al pie de las páginas, en las que había puesto a todos los implicados, ninguno de los cuales parecían ser ciudadanos de ley, pero de todos ellos, Wharton era el peor, y al parecer la abuela era una verdadera bruja, pero una víctima totalmente inocente. El hecho de que Bob estaba realmente queriendo casarse en este nido de invertebrados desagradables, selló su idiotez, por lo que se refería a Dar. —Está bien. — Dar se sentó en el alféizar de la ventana. —Así que ni siquiera sabemos si esta cosa, sea lo que sea, existe. —Creemos que no... bueno. —, Dijo Bob. —La cosa es que estamos tratando de demostrar que el viejo abuelo Wharton no estaba loco y que tal vez el tío Patrick tuvo algo que ver con su ahogamiento. — ¿De verdad crees que lo hizo?—, Preguntó Kerry. Bob se encogió de hombros. —No lo sé, pero él realmente es un mal tipo. Bud se levantó y se metió con la tetera. —Maldito enredo. — Negó con la cabeza. Dar estaba de acuerdo. — ¿Qué te hace pensar que hay algo en ese barco que puede probar algo? Se hundió hace más de una década. Por fin, Bob sonrió. —Porque él así lo cree. — Dijo. —Se quedó con la casa cuando consiguió echar a la anciana de su hogar. Justo después de eso, él se volvió loco y comenzó a contratar a De Salliers para que buscara en los restos del naufragio. — Sus dedos descasaron sobre los brazos del sillón. —Tanya se enteró y así es como empezó todo. Pensamos que él debe saber algo o de lo contrario ¿por qué molestarse? Kerry apoyó la barbilla sobre su puño. —Eso tiene sentido. — Admitió. —Así que De Salliers debe saber lo que está buscando. — Dar murmuró. —Y él piensa que tal vez lo encontrasteis en vuestra primera inmersión. — Bud comentó. —Tal vez por eso él os sigue molestando. Kerry se levantó de la cama y se acercó a la mesa, examinando las páginas que Dar había impreso. —Pero no lo hicimos. Lo único que sacamos de allí era una vieja caja de puros de madera, que se cae en pedazos. Tenía mucho coral incrustado, la verdad es que parecía un pedazo de basura del mar. No había nada allí.

—Pero... él no lo sabe. — Dar se apoyó en el alféizar. —Y está entrando en pánico, porque a menos que pueda traer de vuelta una prueba positiva para Wharton, no les pagará. Si no le paga, estará definitivamente en banca rota y no será capaz de poder pagar su gasolina para volver a los Estados Unidos. —Está bien. — Kerry se unió a su pareja en el alféizar de la ventana, colocándose a su lado, hombro con hombro. —Así que hay dos cosas a tener en cuenta aquí. Supongo que lo más importante es poder demostrar su participación, pero no está demostrando que no estuviera loco. No creo que sea algo que busque en ese accidente. —No. — Dar estuvo de acuerdo. —Tenemos que averiguar por qué estaba aquí, en el trópico y lo que estaba buscando. —Teníamos la esperanza de encontrar algún documento. —, Explicó Bob. —Él escribió un diario, pero era un libro de papel, así que... a menos que alguien lo rescatara, y esté en alguna casa o tienda de la zona. Bud tomó un sorbo de té, mirando a todo el mundo sobre el borde de la copa. — Puedo preguntar por ahí. — Dijo. —Conocemos a algunos recicladores independientes por aquí. Dar gruñó, dando a Bud una breve inclinación de cabeza. —Está bien. — Decidió. —Lo primero que haremos es deshacernos de De Salliers. Mañana llamaré a Wharton y le diré que creo que tengo lo que quiere, y veremos cómo reacciona. Todos la miraron sorprendidos. Ella les devolvió la mirada. — ¿Qué? Estoy enfadada y cansada de que dañen a mis amigos y me arruinen las vacaciones. —Pero él podría enloquecer. — Kerry sugirió. —También le podrían salir plumas en la cola y volar a las Bermudas. — Contestó. —Mientras tanto, Bud, si puedes hablar con tus amigos y ver si puedes averiguar lo que hay de cierto, sobre este tipo, y tal vez podamos hacer cara o cruz de esta estupidez y puedo volver a hacer windsurf. —Sí, puedo hacer eso. — Aceptó a regañadientes. —Creen que le darán de alta mañana a Charlie. Él tiene una pequeña agenda con más contactos. Podremos llamar a más gente. —Está bien. — Se cruzó de brazos. —Voy a sacar el máximo de información reglamentaria que pueda, de los contratos de negocios del anciano. Tengo a alguien revisando sus presentaciones de fideicomisos públicos. — Suspiró. —Mientras tanto, mañana iremos a las oficinas del gobierno y ver lo que tienen sobre su expediente, y ese maldito barco, y lo que se presentó cuando se hundió. Bob la miró. — ¿Quiénes sois?—, Preguntó de nuevo. —Vamos. He dicho la verdad, ahora es tu turno. ¿Sois agentes del gobierno o algo así? —No. — Dar le dijo, con una mirada severa. —Peor. Estamos en el negocio de los tecno-capitalistas. — Deslizó un brazo por los hombros de Kerry. —Ella pone los músculos, la belleza y toda la clase. Ahhhh y también tenemos un perro mucho más lindo. Kerry resopló, enterrando su rostro en el hombro de Dar. —Cariño, detente. —Él preguntó. — Dar se encogió de hombros. —Vale—. Bob murmuró. —Está bien, bueno... ¿qué quieres que haga? —Nada—. Le dijo secamente.

—Realmente... — Kerry adoptó un tono un poco más amable. —Nosotros lo tenemos todo cubierto. Si De Salliers te ve, sólo se complicaran las cosas. Bob la miró. —Realmente eres una espía, ¿verdad?— La acusó. — ¿O algún policía o algo internacional?— Chasqueó los dedos. —Lo tengo, ¿eres una agente de la DEA? —No. — Suspiró. —Soy una empollona de los ordenadores. — Le dijo sonriendo. —De verdad. —Oh. — Bob todavía estaba algo confundido. — ¿Cómo un hacker? —No. Dar es la hacker. Yo sólo soy una empollona. — Estaba al límite de su paciencia. — ¿Realmente eres una hacker?— Le preguntó a Dar con interés. Dar empezó a reírse. —A veces, sí. — Dijo. —Y una muy, muy cara. — Sus manos se desviaron por encima del teclado del ordenador portátil. —Bueno. Creo que ya hemos tenido suficiente intriga por esta noche. Kerry necesita descansar un poco. — Miró a Bud. —Haznos saber qué le dicen los médicos a Charlie. Asintió. —Sí. — Jugueteó con la llave de su habitación. —Yo te llamaré después de que hable con Wharton. — ¿Y yo?— Bob se quejó. —Te llamaremos también. — Kerry le dijo para no volverle a escuchar quejarse. —Dar tiene razón. Todos debemos descansar un poco. Estoy segura de que mañana va a ser un día muy ocupado. Sutilmente los acompañó fuera de la habitación y cerró la puerta. Luego se volvió y miró a su compañera, que había tomado asiento en uno de los sillones. — ¿Por qué me siento como si estuviera atrapada en una novela de misterio de Agatha Christie? Dar le extendió una mano. Kerry se acercó y se sentó junto a ella. —Piensa en esto: nos deshacemos de De Salliers, desenterramos cualquier cosa que podamos aquí y se la damos a Bob para poder deshacernos de él. Luego podremos volver a tener diversión. Kerry se inclinó y la besó en la cabeza. —Suena como un plan, jefa. Sólo esperaba que funcionara.

Parte 8 Kerry estiró las piernas, y luego las apoyó en la barandilla del porche de su habitación. El día había amanecido luminoso y soleado, y había decidido pasar el tiempo de espera, hasta que desayunaran, intentando escribir un poco de poesía. Dar estaba fuera, recogiendo algo en la tienda de artículos varios del hotel y tenía unos minutos para simplemente mirar al puerto y deleitarse con las magníficas vistas. Y era, en verdad, una preciosidad. En lo alto de la ladera, donde estaban, el puerto se extendía por debajo de ella y se curvaba hacia ambos lados, formando un círculo de agua cristalina. A su alrededor, podía oír el susurro de los árboles, el grito de las gaviotas, los sonidos del puerto, pero muy poco tráfico o bullicio. El aire, en su mayoría, llevaba el aroma de las hojas y la sal del aire y Kerry sintió una sensación de tranquilo bienestar mientras se relajaba bajo la cálida luz del sol. Con una sonrisa, volvió a concentrarse en el libro, en equilibrio, sobre su regazo y la inyectada pluma pesada, que Dar le había regalado. La pluma era de madera, y se equilibraba bien en su agarre mientras flexionó los dedos alrededor de ella. Cuidadosamente, miró la página y, a continuación, escribió dos líneas más a añadir a las demás. Un golpe en la puerta, la interrumpió. Con un suspiro de resignación, puso su libro a un lado, entró en la habitación, fue hacia la puerta y miró a través de la mirilla. —Oh, mierda. — Pensó en no responder, al ver la mitad femenina de De Salliers. Luego pensó que podría obtener más información de la mujer, así que abrió la puerta. — ¿Sí?— La mujer dio un paso atrás. —Oh, hola Kerry. — La mujer se recuperó. —Tenía la esperanza de hablar contigo. — ¿Por qué?—, preguntó sin rodeos. —Porque creo que podemos ayudarnos unos a otros. Kerry tuvo que preguntarse, en pocas palabras, si la estupidez era contagiosa. Quizás la mujer había pasado demasiado tiempo con Bob. —Ayudarnos ¿por qué?— Preguntó. —Hasta ahora, en lo único que me habéis ayudado es en conseguir una fuerte migraña. La otra mujer suspiró. —Mira, ¿puedo entrar y hablar? —No. La verdad es que no quiero tener nada que ver contigo, con tu jefe, con vuestra estúpida misión o con la gente para la que trabajáis. —El hecho cariño, es que ya estás involucrada. — La actitud de Christen cambió y se hizo más difícil. —Así que, o me dejas entrar y me das lo que quiero o... — ¿O qué?— Aquello resultó casi divertido. — ¿Vas a sacar una pistola? —No. — ¿Vas a hacer como Jackie Chan y empezar a maullar de haiku japoneses mientras haces llamativas poses de kung fu? Christen no respondió. — ¿Vas a tratar de golpearme?— Arrugó la nariz con una mueca divertida. — ¿Amenazarme con una demanda? ¿Qué? —Crees que esto es un juego, ¿no?

—Hey, eres tú la que parece estar jugando—. Se rio y luego se puso seria. —Es mejor que simplemente retrocedas y vuelvas por dónde has venido. Deja de jugar con nosotras. — ¿O?— lanzó el comentario a su vez. —O voy a llamar al presidente de tu agencia y presentaré una queja de acoso sin causa. — — ¿Crees que te serviría de algo?— se rio. — ¿Cuándo llame al vicepresidente ejecutivo de la compañía para la que llevo todos sus asuntos? Sí. — Sonrió. Vio que la otra mujer, ahora ya no sonreía. —Y si no me escucha, él escuchará a Dar. — Observó el rostro de Christen. —Ohh... no hiciste bien tu trabajo, ¿verdad? —Tu consulta resultó totalmente negativa. —No me sorprendente—. Kerry sonrió. —Prueba con un apellido de Stuart. — Comenzó a cerrar la puerta. —Verás cómo consigues una gran cantidad de información. Creo que este será vuestro último trabajo, ¿sabes? Sois un verdadero desastre. Christen se había vuelto totalmente roja. —Así que no te metas conmigo—. Le advirtió, muy seriamente. —Eres una aficionada. Me ofende que en realidad te paguen por no ser más que una aficionada. Mi Labrador Retriever lo haría mejor como detective, y en lo que a mí respecta, no eres más que una pose llamativa. Cerró la puerta con una sensación de satisfacción culpable. —Imbécil—. Se dio la vuelta y comenzó a alejarse, luego se volvió como llamaron a la puerta de nuevo. Con un gruñido, se dio la vuelta y abrió la puerta lista para otro combate. Para su sorpresa, se encontró frente a una mujer de ojos saltones, con uniforme de camarera del servicio de habitaciones. —Oh. — Dio un paso atrás. —Hola. Vamos entra. Se permitió un momento para pensar en su arrebato, preguntándose tardíamente si no debió haber dejado que Christen hablara. Tal vez podría haber obtenido algo de ella. Ah bueno. Observó la camarera dejar la bandeja. Ahora es demasiado tarde. — Gracias. — Se acercó y tomó la nota, la revisó y luego la firmó. —Todo se ve muy bien. La mujer sonrió con timidez. —Usted es bienvenida. Se agradece. Normalmente simplemente nos piden bocadillos para llevar. Kerry sonrió, con su buen humor restaurado. —Bueno, tenemos bocadillos en el barco, pero una de las cosas buenas de la visita a otros lugares es llegar a probar su cultura y comida. No se puede hacer eso con mantequilla de maní. La mujer asintió con la cabeza, luego se deslizó hasta la puerta, retrocediendo por la sorpresa cuando se abrió hacia adentro viendo entrar a Dar. —Oh. Dar miró a la mujer con una ceja levantada, luego se apartó hacia un lado para dejarla salir. Cerró la puerta tras ella y se acercó a Kerry, dejando una bolsa de impresión colorida en la silla. —Hola. — Sus ojos azules se dirigieron a la mesa. —Parece que llego justo a tiempo. —Sí. — Asintió, levantando las tapas para descubrir comida de lo más apetecible como huevos, frutas, especias nativas y mariscos. —Acabas de perderte a nuestra amiga Christen.

—No, no lo hice. — Olió apreciativamente. —Se chocó contra mí nada más salir del edificio. — Probó un poco de papaya. —Mm. —Creo que la he cabreado. —Bien. Yo también. Se cayó sobre su culo. — Contestó. — ¿Qué quería? Kerry se sentó —Por desgracia, no tengo ni idea. Estaba demasiado ocupada insultándola como para averiguarlo. — Miró a su pareja ligeramente arrepentida. —En retrospectiva, tal vez eso no fue una buena idea. Quería hablar conmigo, dijo que podía ayudarme. — ¿A qué?— Preguntó, fijando su servilleta a un lado y sirviendo un poco de zumo de maracuyá. —Bueno, eso es lo que no lo sé. Le dije que era un fraude. Que si no nos dejaba en paz llamaríamos a su jefe. —Ah. — Dar investigó los camarones y la pimienta huevera. —Bueno, realmente no te culpo. — Admitió. —Sólo estoy esperando que sean las 09 a.m. para poder llamar a Wharton. Tal vez después de eso, simplemente desaparezcan. — Abrió un rollo marrón crujiente y le puso un poco de mantequilla. —Maldita sea, esta gente es un dolor en el culo. Kerry masticaba lentamente un trozo de fruta. — ¿Qué crees que va a hacer?—, Preguntó. —Wharton, quiero decir. Parece bastante duro. ¿Existe la posibilidad que esto pueda volverse en contra de nosotras, Dar? —Eh. — Añadió un poco de huevo en su rollo. —Estaba pensando en eso. Tal vez debería mantenerlo anónimo, en lugar de decirle quien soy. —Hm. — Murmuró. — ¿Sólo decirle que estás aquí y que has encontrado algo? ¿Será suficiente para que saque de aquí a De Salliers y sus Gemelos Fantásticos? Ahora, a la luz del día, ella se había estado preguntando lo mismo. Su plan de la noche anterior, le había parecido simple y directo, pero ahora estaba empezando a tener dudas. —No lo sé—. Respondió con honestidad. —Me sentiría mejor si en realidad tuviera algo antes de hacer la llamada. No sé. — ¿Quieres visitar las oficinas del gobierno antes?. Tal vez podamos desenterrar algunas cosas allí, y simplemente enviarle un fax o algo así. Tal vez eso será suficiente. ¿Y luego que? —Está bien, eso suena bien. — Estuvo de acuerdo. —Sabes, Ker, sólo estaba pensando. ¿Y si el viejo realmente estaba loco? —También lo había pensado. — Admitió. —Pero dejar su fortuna a la caridad, no suena muy loco para mí, Dar. Si lo hubiera dejado a Greenpeace, tal vez, pero... he comprobado las organizaciones de caridad. Pescadores principiantes, bomberos locales de Boston... un montón de cosas de la comunidad. — Explicó. —Así que no sé, tal vez tenía sus razones. Dar selección una fresa, le dio un mordisco, y luego le ofreció el resto. —El dinero a veces arruina a una familia. — Observó. —Lo cambia todo, ¿no es así? Kerry no respondió de inmediato. —Supongo que sí. — Dijo. —En mi familia, era algo que se daba por sentado. — Sonaba un poco sorprendida. —En realidad, nadie pensaba en el dinero. Era el poder lo que atrajo la atención. — Una risa tenue salió de su garganta. — ¿Sabes algo? Están leyendo las últimas voluntades de mi padre esta semana y ni siquiera he pensado dos veces antes de ser excluida de la misma.

— ¿Qué harías si no estuvieras?—, preguntó con curiosidad. —Quiero decir, ¿si te enteras de que te ha dejado algo? —Donarlo a la caridad—. Respondió al instante. —Yo no... quiero nada de él— Estudió su tenedor. —Tengo todo lo que siempre he querido o necesitado en ti. Se acercó y le acarició la mano. —Ker, sabes que siento lo mismo. Pero no te sorprendas si al final surge algo, después de todo. — Habló en voz baja. —Tal vez no sea el dinero. Se quedó brevemente en silencio, entonces levantó sus ojos y se encontró con los de su pareja. — ¿Sabes algo, o simplemente estás suponiéndolo?—, Preguntó en voz baja. —Sólo es una suposición. — Negó con la cabeza. — ¿O es porque tus padres lo harían y le estás dando un poco de holgura al mío?— apoyó la barbilla en la mano. —Las personas son bastardas, Dar. La paternidad no les otorga ninguna nobleza si no saben lo que es. —Tienes razón—, Dijo Dar. —Pero la mayoría de las personas no son sólo totalmente buenas o totalmente malas. Nunca se sabe. — Moderó el tema, al ver la incomodidad de su pareja. —En cualquier caso, creo que una visita a la ciudad es probablemente una buena idea. Voy a mantenerme fuera de contacto con Wharton hasta que tengamos más datos disponibles. Kerry no estaba lista para terminar la conversación. — ¿De verdad lo crees?— Preguntó muy seria. —Creo que él era tu padre, y eso es suficiente para mí. Kerry suspiró. —Yo también solía pensar eso. — Dijo. —Tal vez una parte de mí todavía lo quiere creer. Pero... si creo eso, entonces hace que sea aún más difícil para mí aceptar lo que hice. —Mm. — Dar le agarró de la mano. —Así que es más fácil para mí creer lo contrario. — Continuó. —Al menos dejaría de odiarme a mí misma. — Suspiró pesadamente. —Así que, francamente, espero tener un saco de carbón, si me deja algo, Dar. Ah. Le acarició la mano. —Tal vez después de pasado algún tiempo, me pueda sentir de manera diferente. Pero ahora mismo, no puedo lidiar con esto. —Bien. Kerry la miró. —Eso suena bastante cobarde, ¿no es así? —No. Una risa irónica. —Sí, lo es. Pero sabes, esta es la primera vez que he sido capaz de hablar de esto, desde que murió, así que tal vez está bien ser un cobarde durante un tiempo. — Se dio cuenta. Era como si hubiera dado un paso atrás, y ganado al menos una pequeña media perspectiva. ¿Era parte de algún proceso de curación? Tal vez. Se sintió oscuramente mejor, de repente, cogió el tenedor y continuó con el resto de su desayuno. —Tengo que ir al banco. — Dar de pronto recordó. —Maldita sea, me olvidé de eso. Tengo que recoger el dinero en efectivo. — Tomó un bocado de sus huevos y lo masticó. —Lo haremos antes de ir a la caza de información.

—No puedo creer que aceptaran que les dejaras dinero—. Sonrió. —Estoy feliz por ello. —Bueno, va a ser un préstamo, no van a dejar que se lo de como regalo. —, Dijo Dar. —Pero por lo menos podrán estar más tranquilos. — Negó con la cabeza. — ¿Quieres venir conmigo? —Puedes apostar tu culo. — Terminó su zumo de fruta y se levantó. —Vuelvo enseguida. Dar la vio dirigirse al baño, por lo que se centró en terminarse su desayuno, mientras escuchaba el agua filtrarse a través de la habitación. La decisión de hacer algo de investigación antes enfrentarse a su adversario putativo era, pensó, una buena idea. Podrían encontrar algunos hechos. Le gustaban los hechos. Los guardaba en el bolsillo y los utilizaba como dardos, para clavárselos a las personas cuando menos se lo esperaban. Los hechos eran buenos. Apuró su taza de café. No le importaba echar un farol, pero un farol era siempre más fácil cuando tenías algo con lo que resguardarte en caso de ser necesario. Se puso de pie, se limpió los labios y dejó la servilleta sobre la mesa. Se acercó a coger su mochila, que estaba en un rincón, la levantó y se la deslizó sobre los hombros. En ese momento, Kerry salió y se reunió con ella en la puerta. Salieron de la habitación para ir en busca de algunas respuestas. O algunos problemas. O tal vez ambas cosas. *** Dar mantuvo abierta la puerta del Banco Chase, dejando que la rubia entrara primero. El banco estaba de camino a la estación de policía y el juzgado, por lo que habían decidido entrar allí primero. Dar se quitó las gafas de sol y miró a su alrededor, luego se acercó a un pequeño escritorio con una recepcionista detrás de él. —Buenos días. — La recepcionista les dio la bienvenida con una sonrisa profesional. — ¿Qué puedo hacer por ustedes? —Tengo una transferencia bancaria que recoger. —, Explicó Dar. —Se generó ayer por la noche. —Claro. — La mujer miró hacia atrás, hacia el escritorio donde se encontraba un joven. — ¿Sr. Steel? ¿Estás libre? El hombre levantó la vista. —Si lo estoy. Dar y Kerry se acercaron y se sentaron en la mesa del joven. Dar sacó la licencia de conducir de su cartera y se la entregó. —Hice una transferencia bancaria anoche. — Repitió. —Desde Florida. El Sr. Steel tomó la licencia y se la puso en el escritorio, para introducir en el ordenador los datos. Esperó, y luego asintió. —Sí, Señora Roberts lo tenemos. — Él se acercó más a la pantalla. —Para... ¿diez mil? —Sí. — ¿Le gustaría un cheque, señora? Un cheque. Lo pensó durante unos segundos, pero al recordar a Cheapside Guido, declinó la idea. —Efectivo—. Respondió. —En billetes de cien.

El funcionario del banco frunció el ceño. —Señora, no es una buena idea llevar esa cantidad de dinero encima. — Él se opuso. —Se lo aseguro. —Lo sé. Pero no lo llevaré muy lejos. Al hombre todavía no le gustaba, pero dio un golpecito en una solicitud y pulsó enter. —Está bien, déjame que se lo traiga. — Se puso de pie y se acercó a una puerta cerrada, tecleó un código y desapareció. Kerry miró a su alrededor, por el banco vacío, con su único cajero. —Qué tranquilo. —Mm—. Dar se echó hacia atrás. La puerta exterior del banco se abrió y entraron dos hombres, sin pasar por la recepcionista, se dirigieron hacia la cajera. Eran altos y había algo vagamente familiar en uno de ellos, que le llamó la atención. El hombre estaba vestido a la moda típica de la isla, pantalones cortos tipo surfista y una camisa suelta. Llevaba sandalias y una gorra de béisbol roja. Llevaba una bolsa de depósito bancario desgastada. Frunció el ceño. Una gran cantidad de personas en la isla se parecían a ese hombre. Entonces, ¿qué era? ¿Su forma de andar? Su actitud... —Dar. — La voz de Kerry irrumpió su concentración. — ¿Sí? Kerry bajó su tono considerablemente. —Creo que es uno de los piratas que nos atacaron ayer. Oh. Duh. —Supongo que por eso me parecía familiar. — Susurró. Vieron al hombre, que empujó varias cosas a través de la ventanilla. Parecía relajado y cómodo. La cajera los tomó y los procesó, sonriendo al hombre con el que parecía estar familiarizado. — ¿Qué vamos a hacer?— Murmuró Kerry. —Si lo hemos reconocido, él probablemente nos reconocerá. Dar midió la distancia entre ellos. —No lo hizo cuando entró. Daremos la vuelta y veremos qué pasa. Kerry se movió en su silla y la miró. —Está bien, pero ¿qué vamos a hacer después de eso? —Tal vez podemos averiguar cuál es su nombre. — ¿Y decírselo a la policía?— Miró rápidamente a su espalda. —Dar, él es obviamente una persona conocida aquí. —Uh huh. — Dar no parecía estar sorprendida. El interior de la puerta se abrió y el funcionario del banco reapareció. Llevaba una pequeña caja, y miró a su alrededor mientras cruzaba a su escritorio. Sus ojos se posaron en los dos hombres. —Ah. Buenos días, Sr. Chasiki. El hombre se volvió al oír su nombre y sonrió, luego sus ojos se deslizaron por delante de él y se centraron en la cara de Dar. UH oh. Dar pensó rápido, mirándolo a los ojos brevemente, y luego desviando la mirada, con la esperanza de estar proyectando un aire de profundo desinterés. Había visto el reconocimiento cuando él la miró. —Yah, Yah. — El hombre respondió el director del banco. —Unas vacaciones estupendas, ¿sí?— Su voz era tensa.

—Muy bien, gracias. — El oficial se sentó y puso la caja en el centro de la mesa. Sacó unos papeles y llenó algunos formularios. —Está bien, Sra. Roberts. Permítanme completarlo, y estará todo listo. —Gracias. — Dar apoyó los codos en la mesa, y resistió el impulso de darse la vuelta para mirar al pirata. Junto a ella, Kerry estaba recostada con los brazos cruzados y la espalda, en su mayoría, vuelta hacia la cajera. La mujer rubia parecía tensa, con un surco arrugado en su frente. —Aquí tiene. Por favor, firme aquí— El Sr. Steel señaló un espacio en el formulario. —Tenga su licencia de conducir. — Le entregó la tarjeta. Dar cogió la pluma y estudió la forma, se detuvo cuando oyó pasos que se acercaban. Se detuvieron justo detrás de ella, sabiendo que les estaban observando. Ella firmó su nombre en el formulario. — ¿Algo que necesite, señor?—, Preguntó el joven. —Na. Sólo estaba pensando. — El pirata habló desde justo detrás de ellos. Los pasos se alejaron, y se abrió la puerta detrás de ellos, dejando que el sonido del viento y la calle entrara. Dar empujó de nuevo el papel al oficial. Se echó hacia atrás, sintiendo la tensión relajarse de sus hombros. — ¿Siempre está todo tan tranquilo? El Sr. Steel tomó el papel. —Oh, casi siempre, excepto los viernes, que es el día de pago. — Sonrió, luego la miró con curiosidad. —Perdone, señora Roberts, pero ¿conocía usted al Sr. Chasiki, el caballero que acaba de estar aquí? Dar miró a Kerry. Los ojos de Kerry se abrieron un poco, y sus pálidas cejas se levantaron. —Me sonaba su cara. ¿Por qué? —Oh, simplemente me lo preguntaba, ya que él se le ha quedado mirando. Dar se dio la vuelta y se quedó mirando la puerta cerrada, luego le devolvió la mirada. Se encogió de hombros. — ¿Quién es? El hombre se encogió de hombros de nuevo. —Es un hombre de esos que agradan a las mujeres. — Dijo. —Aunque creo es un poco pícaro, según me han dicho. — Le entregó la caja. —Aquí tiene, Sra. Roberts. Espero que lo ponga en un lugar seguro. En realidad no es una buena idea llevarlo encima. Dar se puso en pie y alzó la mochila, luego abrió la caja y metió los fajos de billetes. —Gracias por el aviso. — Terminó, cerró la mochila y le devolvió la caja. —Ha sido un placer hacer negocios con usted. — Se puso de nuevo la mochila sobre los hombros y tiró de las correas para ajustársela. — ¿Ker? Kerry dio al joven una breve sonrisa, se levantó y se unió a su compañera que ya se dirigía a la puerta. Deslizó una mano en su brazo y salieron juntas del banco. Ambas miraron a derecha e izquierda, cuando la luz del sol las golpeó. —Dar, eso ha sido muy raro. —Ha sido espeluznante. — Reconoció. —Vamos. Quiero ver a Bud y deshacerme de este dinero antes de que pase cualquier otra cosa. — Sus sentidos estaban a flor de piel. —Lo último que necesitamos es que ese idiota nos siga. Kerry miró a su alrededor con nerviosismo. — ¿Realmente crees que lo haría? —Prefiero no averiguarlo. — Le dijo, sacando su teléfono móvil. Marcó el número de Bud. Después de dos tonos, le respondió. —Bud, soy Dar. ¿Te has citado ya con tu

amigo?— Esperó la respuesta. —Bien. Entonces nos dirigimos de nuevo al hotel. — Colgó y lo dejó en su cinturón. —Por lo menos ahora sabemos su nombre. —Y él el mío. — Dar le recordó. —Kerry, no sé si ir a la policía aquí es una buena idea. — Comenzó a caminar hacia el hotel. —Es sólo que no sé en quién podemos confiar aquí. Si vamos a la policía, y les contamos, ¿entonces qué? Ellos puede que lo protejan. —Caramba—. Kerry suspiró. La morena negó con la cabeza, y cruzó la calle, dirigiéndose hacia la larga subida. Habían caminado durante unos pocos minutos cuando oyó unos pasos detrás. Miró alrededor, y por supuesto, dos hombres las seguían por la ladera. —Hijo de puta. Kerry miró. —Caramba. — Murmuró. —Tal vez no nos están siguiendo, Dar. Simplemente puede que estemos siendo un poco paranoicas. Cierto. Dar se desvió, al sentir el fuerte olor del café y masa caliente. Llevó a la rubia a una tienda, cerca de su camino, y se acercó al mostrador. —Dos johnnycakes y dos cafés, por favor. El hombre detrás del mostrador entregó el pedido, aceptó el dinero de Dar y le devolvió el cambio. La morena cogió uno de los pasteles y se lo ofreció a Kerry. Luego hizo lo mismo con el café, y recogió lo suyo. Se quedaron allí durante unos minutos. Al principio no vieron nada, pero luego, de repente los hombres pasaron junto a la tienda, hablando casualmente entre sí, sin mirarlas. Kerry lanzó su aliento contenido, y le dio un mordisco a su pastel. —Mm. — Murmuró. —Bien dicho. — Dar la felicitó en voz baja. —Vamos. Se alejaron de la tienda y continuaron hasta la calle escalonada. —Esto sería un gran entrenamiento por las mañanas. — Kerry comentó, casi mareada de alivio. —Oh, sí. — Estuvo de acuerdo la morena. Terminó su pastel, desempolvó los dedos, luego tomó un sorbo de café. —Ugh. Gross. — Se detuvo en seco, y buscó un cubo de basura. —Me preguntaba cuando te darías cuenta de que no cogiste nada de leche o azúcar—. Le sonrió. —Pensé que íbamos a tirarles las cosas en la cara a de esos tipos, nunca pensé que intentarías beberlo. —Sí, sí. — Tiró la bebida y reanudó su ascenso. Todavía estaba inquieta y subir aquella colina parecía un largo camino por recorrer. Cuando llevaban las tres cuartas partes del camino recorridas, oyó pasos de nuevo. Miró a Kerry, y ambas miraron a su alrededor. Seis hombres venían detrás de ellas. Se miraron la una a la otra. —Corre. — Kerry murmuró, aumentando su ritmo para trotar. Dar se unió a ella. Oyeron a los hombres detrás de ellas acelerar también. Veinte metros más para el final, y estarían en la posada. Diez, y oyeron a los hombres más cerca. Cinco, y Dar podía oír su respiración pesada. Luego se remataron los pasos y se encontraban frente a la posada. Dar vio a Bud que esperaba delante de la puerta, y se dirigió hacia él, con Kerry pegada a ella como una pulga en un perro.

Los pasos detrás de ellas se detuvieron. Dar aminoró el paso y se arriesgó a mirar detrás de ella, sólo para ver a los hombres agrupados en la parte superior, al parecer enfrascados en una discusión. Bud los observó con curiosidad, mientras se acercaban, ladeando la cabeza cuando se detuvieron junto a él. — ¿Qué pasa?— Bud miró más allá de ella a los hombres. —Luego te lo cuento. —, Dijo Dar. —Vamos a entrar. Bud estaba mirando por encima del hombro. Sus ojos se estrecharon. Dar se dio la vuelta para mirar, pero los seis hombres se fueron por donde habían venido hasta perderlos de vista. — ¿Los conoces? El la miró. —Vamos dentro. — Repitió Dar. *** Cheapside Guido estaba esperando cuando entraron en el vestíbulo. Vio a Bud, y dio un codazo al gran gorila que estaba junto a él, entonces sus ojos se posaron sobre Dar. Una sonrisa relativamente desagradable cruzó su rostro mientras Dar, Kerry, y Bud llegaban hasta ellos. — ¿Trae amigas? ¿Cambiando de lado, Buddy? — ¿Quieres tu dinero? Entonces cállate. — Le respondió con brusquedad. Señaló una pequeña habitación lateral con un par de sillas en el mismo. —Oh, ¿así que ahora me estás diciendo que me calle?— Guido resopló. —Bésame el culo. Dar ya estaba bastante nerviosa. Su temperamento estaba en el punto de romperse, y por un momento, sintió que podía explotar delante de aquel hombre de aspecto grasiento y desagradable. Sólo había dado dos pasos cuando sintió una mano que la agarraba por la parte trasera, y luego otro agarre más firme desde la parte posterior de sus pantalones cortos. —No vale la pena. — Kerry habló en un tono casi normal. —Sólo conseguirás mancharte las manos, y te llevará una semana quitarte su hedor. Guido se giró y miró, luego inclinó la cabeza y se encontró junto a Dar, que lo miraba totalmente enojada. Parecía que tenía muchas ganas de reír, pero una segunda mirada lo convenció para que simplemente entrara en la habitación detrás de Bud. —Veo que tienes chicas que protegen tu culo. Bud estaba furioso. — ¿Tienes los papeles? — ¿Tienes el dinero?— Guido le gritó. Bud miró a Dar. Guido desvió la mirada hacia ella. —Ya veo que además de cubrirte el culo paga tus deudas. Dar lo estudió. Luego se quitó la mochila de la espalda y la dejó en la mesa pequeña de la habitación. —Tienes razón. — Dijo Kerry. —Sin duda no vale la pena. — Sacó varios fajos de billetes y se los arrojó a Guido, que chocaron contra su pecho, antes de poder cogerlos. Sacó tres o cuatro fajos más y se los tiró también. — ¡Hey!— Se le cayó uno, que rebotó en el suelo.

Le lanzó los dos últimos fajos que le golpearon en la cara. Le dio la espalda y subió la cremallera de su mochila, tratando de dejar que sus nervios en carne viva se mantuvieran firmes. — ¿Dónde está la documentación?—, Preguntó Bud, con voz átona. —No me toques la polla. Aunque pensándolo mejor seguro que te gusta. —Guido murmuró. —Antes tengo que contar esto. Dar se dio la vuelta y se sentó en la silla más cercana, con las rodillas en tensión por su adrenalina bombeando. Kerry se apoyó en el brazo del sillón y deslizó una mano alrededor de la rodilla para calmar los nervios de la morena. Guido había apilado los billetes y los estaba contando laboriosamente. El matón estaba mirando a Dar con una mirada adusta. Bud se sentó en una de las otras sillas, centrando su mirada en el suelo. Kerry puso una mano en el cuello de Dar, con sus dedos trabajando suavemente sobre los músculos rígidos. Casi podía sentir vibrar su tensión, , y aunque entendía completamente la rabia silenciosa de su pareja Dar, no merecía la pena buscarse más problemas. —Si vas a ponerte más cómodo y quitarte los zapatos, avísame para que pueda abrir la ventana. — Ella comentó casualmente. Guido miró. —Cállate. — ¿Por qué?—, Preguntó Kerry. —He estado rodeada de animales desde que era una niña. La mayoría de ellos eran más guapos que tú. — ¿Quieres salir lastimada, guapa? Kerry le sonrió encantadoramente. —Vosotros dos juntos no sois ni una cuarta parte del hombre que se necesitaría para hacer eso. Dar se rio entre dientes y se frotó el puente de la nariz. —Tienes una boca muy grande. — El matón intervino. —Y tú un cerebro de guisante. — Respondió Kerry. —Y siempre me puedo callar. — ¿Eh? —Está bien. — Guido terminó de contar. Recogió todo el dinero y se lo dio a su matón para que lo guardara. Sacó un fajo de papeles de su bolsillo trasero y se los arrojó a Bud. —Tienes mucha suerte, marica. Una semana más, y te habríamos quemado el local. —Supongo que lo haríais. — Bud respondió en voz baja. —No eres tan afortunado como él. — Dar comentó llanamente, dando a Guido una mirada fría. Guido resopló. —Pésimo hacer negocios contigo. No llames de nuevo. — Hizo un gesto al matón y salieron sin mirar hacia atrás, en dirección a la puerta principal del hotel. Dar lentamente dejó salir su aliento. —Mm. Me alegro de que haya terminado. — Kerry acordó, moviendo sus manos alrededor de los hombros de Dar. —Ojalá pudiéramos haberles dado billetes de diez. Bud la miró. —Eres muy divertida. Le devolvió la sonrisa. —Estoy muy, muy contenta de que pudiéramos hacer esto por vosotros. — Le dijo con honestidad. —Nadie debería tener que lidiar con pendejos así. — Sintió los músculos de Dar desbloquearse bajo sus manos.

Bud miró los papeles de nuevo, sacudiendo lentamente la cabeza hacia ellos. —Fue una mala elección de tuvimos que tomar. — Admitió. —No me gusta deber favores a nadie. —Sí. — Dar habló por fin. —Conozco la sensación. — Estiró las piernas, y se dejó caer en la silla. —No me gusta hacerlo. — Dijo. —Pedir ayuda, quiero decir. Bud la miró, luego a Kerry, que continuaba laboriosamente amasando los músculos de la morena. —Es cierto. Dar captó la mirada. —Ella no cuenta. — Dijo. —Además, ella no espera que se lo pida. Kerry se inclinó y le dio Dar un beso en la parte superior de su cabeza. —Está bien. Bud se movió, dándole una mirada cautelosa. —Háblame de esos piratas. — Se dirigió a él. —Hemos visto al hombre del barco pirata en el banco, haciendo un depósito. . Bud se mordió el labio inferior. — ¿Podemos hablar arriba?— Dijo finalmente. — Charlie se supone que llamará en cualquier momento. Arriba. Dar sentía agotada. Una jarra de café fuerte, y un buen batido era lo que realmente quería, y pensó que el servicio de habitaciones probablemente podría hacerse cargo de eso por ella. —Claro. — Se levantó, mirando a Kerry cuando ésta cogió la mochila. —Hey. —Está bien, cariño. — Le dio un beso en el hombro. —Puedo manejarlo, de verdad. Kerry realmente manejaba las cosas mucho mejor de lo que parecía. Pensó mientras caminaban por el corto trayecto de escaleras hacia las habitaciones de la posada. ¿Estaba dejando que el estrés sacara lo mejor de ella? ¿Estaba demasiado fuera de su elemento? Mejor pon tu maldita cabeza en su sitio y dejar de reaccionar a todo. ¿Qué diablos es lo que te pasa, Dar? — ¿Hey, Dar?— Kerry miró hacia atrás. — ¿Vas a intentar llamar a Wharton? Dar estudió un punto en el medio de los omóplatos de su pareja. —Vamos a esperar hasta que lleguemos a la habitación y déjame que lo piense. — Dijo. —No quiero complicar las cosas más de lo que ya están. —Está bien—. Asintió. —Bien, porque estaba sintiendo un mal presentimiento sobre ti llamándolo. Es sólo... es demasiado. Todo esto me parece muy raro. Se sintió un poco aliviada. Cuando se detuvieron frente a su habitación, abrió la puerta con la llave de hierro. Kerry abrió la puerta y entró, luego se detuvo en seco. —Hijo de puta. Bud se asomó por encima del hombro de Dar, cuando ésta entró detrás de la rubia. La habitación estaba totalmente dañada. Todo había sido desgarrado como si un tornado hubiera pasado por el lugar. —Maldita sea. — Bud pronunció. — ¿Os han robado vuestras cosas? Kerry dejó escapar un suspiro de disgusto. —No teníamos casi nada aquí. — Levantó sus manos exasperada y las dejó caer. —Una bolsa, con dos pares de pijamas y pasta de dientes. Dar se movió a través de la sala, sacudiendo la cabeza. Se acercó al teléfono de la habitación y lo recogió, a la espera de que el operador respondiera. —Tengo que hablar con el gerente. — Hubo una pausa. — ¿Su nombre? Sr. Brack. Bueno, Sr. Brack, tenemos

un problema. Nuestra habitación ha sido saqueada. — Otra pausa. —La puerta no ha sido forzada. Así que posiblemente alguien de su personal fue pagado para dejarles entrar aquí. Kerry pudo oír una voz de protesta por todo el camino a través del cuarto. — ¿Le gustaría venir aquí y explicarme de qué otra manera han podido entrar?—, Preguntó Dar. —Bueno. Nos vemos pronto. — Dejó caer el teléfono en su sitio. —Si esos bastardos han entrado también en nuestro barco… —Iré a ver. — Kerry se dirigió hacia la puerta, pero fue detenida abruptamente. '¡¡¡Whoa!!!— Se volvió a encontrar a su pareja agarrándola de la parte posterior de su camiseta. —No es por ti. — Le dijo en voz baja. —Y antes de que lo digas, sí, ya sé que eres una niña grande y que puedes cuidar de ti misma, y sí, sé que estoy siendo una boba sobre protectora. Kerry cerró su mandíbula, y su rostro se arrugó en una sonrisa muy irónica. —Iré yo. — Bud las interrumpió, yendo hacia la puerta, antes de que Dar pudiera decir algo. —B... — Dar miró la puerta ya cerrada. —Maldita Sea. Kerry suspiró. Se acercó a su bolsa y la examinó. Sacó su contenido, lo miró detenidamente y de nuevo lo metió en su interior. Sintió que su sangre empezaba a hervir con solo pensarlo. Un suave golpe en la puerta, y Dar fue abrirla para encontrar el gerente del hotel y un hombre con uniforme de guardia de seguridad de pie allí. Dio un paso atrás y les hizo señas para que entraran. —Vamos adentro. Los ojos del gerente se abrieron al ver el estado de la habitación. Los dos hombres entraron y miraron a su alrededor. —Esto es... — El director comenzó, luego se detuvo. —Nunca he tenido... El guardia de seguridad parecía también desconcertado. —Señor... — Se aclaró la garganta. —Señora, ¿cuándo se dio cuenta de esto? —Sesenta segundos antes de llamarle. — Dar declaró. —Quiero una explicación. — Cruzó los brazos sobre el pecho, y le dio al gerente una mirada fría. El gerente se recompuso. —Nadie más que el personal de seguridad y limpieza tienen las llaves. — Dijo. —Hemos comprobado los registros de seguridad, y no se entró en esta habitación. He llamado a la jefa de ama de llaves, y tal vez ella pueda arrojar algo de luz sobre lo que ha sucedido. — ¡Oh! Todos se volvieron al ver a una mujer pequeña, arrugada en la puerta, vestida con un pulcro uniforme gris. Dar supuso que era el ama de llaves. La mujer entró lentamente y miró a su alrededor, con los ojos abiertos. — ¿Qué ha pasado aquí?— Miró a Dar. — ¿Qué ha pasado con la otra señora tan amable? El gerente tomó aliento. —Constantina, en esta habitación están estas dos señoras. ¿A que te refieres? La mujer se echó hacia atrás en la consternación. — ¿Estas señoras? Ah... pero... — Retorció los dedos. —Oh, señor, lo siento mucho. Una mujer muy agradable vino a mí cuando estaba limpiando y me dijo que se había dejado la llave dentro de la habitación.

Usted sabe que a muchos huéspedes les pasa, así que... — Sus ojos se movieron sobre la habitación. —Dijo que era su habitación. — ¿Y no lo verificó?— El director frunció el ceño. — ¡Ella era una mujer agradable, señor!— El ama de llaves protestó. —Ropa bonita, con anillos ¿y por qué debía pensar que no me estaba diciendo la verdad? El gerente parecía como si se hubiera tragado una cucaracha viva, y le bajase por el interior del estómago. —Constantina, ve a mi oficina y espérame allí. — Dijo, con moderación muy tranquilo. —Jan, por favor trae tu cámara hasta aquí y haz fotografías de todo. — Se volvió hacia Dar y Kerry. —Tendré que trasladarles a una nueva habitación inmediatamente mientras empezamos nuestra investigación. También voy a llamar a la policía. Los ojos de la ama de llaves se agrandaron. —Podemos darle la identidad probable de la persona que estás buscando. —, Dijo Kerry. —Hemos estado siendo molestadas por algunas personas desde nuestra llegada a las islas. — Añadió: —Me gustaría poder hablar de eso con la policía también. El director asintió. —Ciertamente. Constantina, por favor. —Él agarró el brazo de la mujer y la llevó fuera. —El botones se encargará de llevar sus cosas. —Está bien. Es sólo esto. — Dar levantó la bolsa. —Todo el daño estaba hecho a su hotel, no a nuestras cosas. Un tic facial surgió en la cara del gerente. Se fue y se llevó a sus dos empleados con él. Por un momento, la habitación quedó en silencio. Se miraron la una a la otra, entonces, al mismo tiempo, levantaron las manos en un encogimiento de hombros y las dejaron caer. —Esto es una locura. — Dar suspiró. —Esto es una locura. Los ojos de Kerry se estrecharon. — ¿Tienes el número de teléfono de ese tipo, Wharton? La miró con recelo. —El de su oficina, sí. —Dámelo. Sacó un trozo de papel de la mochila y su propio teléfono móvil. —Yo me encargo de ella. — Respiró y se recompuso. —Dar... —Lo sé. — La cortó. —Sé que puedes hacer esto, pero realmente, realmente quiero. Kerry se calmó. Marcó el número. En voz baja y gruñendo respondió. —Quisiera hablar con el Sr. Wharton. — Dar eligió ser civil. — ¿De dónde diablos has sacado este número? Bueno, empezamos. — ¿Importa? ¿Es usted Wharton? — ¿Quién diablos eres tú? Escuchó la voz. Era de mediana edad, tenía un ligero roce, y un claro acento de Nueva Inglaterra. —Alguien que ha estado al este de San Juan. — Contestó. —Ahora, ¿es usted Wharton o no? Silencio. —Sí. —Bien. — Contestó. —Entonces tal vez me pueda explicar por qué tengo a sus jornaleros merodeando alrededor mío.

—Mire, señora. No sé quién diablos eres... —Tú... — Ladró a todo volumen. — ¡No tiene que saber quién soy, señor!— Respiró. —Lo único que necesita saber es que el aficionado al que está pagando mucho dinero no podría encontrar la salida de una bolsa de papel, con las instrucciones impresas en el interior de la misma, ni en veinticuatro horas. — ¿Qué? —Yo— Bajó la voz a un ronroneo bajo. —Tengo lo que está buscando. Silencio. — ¿Quién diablos eres? —No sabría quién soy aunque le dijera mi nombre. — Le dijo en voz baja. —Y hubiera sido una persona mucho más feliz si nunca hubiera escuchado tu nombre o el nombre del imbécil que contrataste. — Añadió. —Ahora escúchame... —No, escúchame tu. — Le pasó por encima. —Consigue que tu pequeño pirata salga fuera de aquí o yo iré a la policía y contaré todo lo que sé. Silencio. Luego un clic. Dar miró el teléfono. —Me colgó. — Comentó. Kerry se rascó la nariz. —Bueno, cariño, creo que tienes todo el mensaje que estaba buscando. — ¿He?— Reflexionó, cuando Kerry se acercó y le pasó un brazo alrededor de su cintura. —Sí—. Le aseguró. —No quiero ser una mosca en la pared del barco de De Salliers, a menos que pudiera nadar, muy bien. — ¿Señora?— El guardia de seguridad estaba de vuelta, con un hombre más pequeño. —Jasar les llevará a su nueva habitación, ¿de acuerdo? Quejándose, Dar guardó el teléfono y lo siguió, con la mochila al hombro. Su discusión con Wharton no había sido muy satisfactoria, pensó mientras caminaba por el pasillo. ¿Debería haber sido más profesional? ¿Explicó quién era ella? Llena de dudas sintió fruncir el ceño. Tal vez debería haber dejado que Kerry hablara, después de todo. Dar sintió su equilibrio muy apagado. Aquello no le gustaba. Ni siquiera estaba segura de por qué se sentía así. Se detuvieron frente a una puerta y el recepcionista les abrió la puerta para ellas. — Aquí tienen, señoras. — Se puso de pie de nuevo para dejarlas entrar, entonces él las siguió y cerró la puerta. Esta habitación estaba en la esquina del acantilado, y aproximadamente era tres veces del tamaño de la otra. Tenía un balcón envolvente, dando una sensación totalmente cómoda. —El director dijo que vendría en breve, con la policía. —, Dijo el recepcionista en voz baja. — ¿Hay algo más que podamos hacer por ustedes? Dar dejó caer su mochila en el sofá y se sentó al lado de él. —Sí. — Dijo. —Una jarra de café fuerte y un gran batido de chocolate. —Para dos. —, Agregó Kerry. —Gracias. —Ahora mismo. — El recepcionista se fue. Kerry se tomó su tiempo explorando la nueva habitación. Abrió la puerta del baño, mostrando una bañera de hidromasaje, prolijamente hundida en una cubierta de madera. —Esto es bueno. — Concluyó, asomándose por la ventana. —Creo que es una forma de

cubrir sus culpas. — Se dio la vuelta, apoyada en el alféizar de la ventana y la miró. — Está bien, así que ¿dónde estamos? Dar apoyó la cabeza en el respaldo del sofá. —Ojalá lo supiera. — Admitió. — Bueno, una cosa - que la mujer idiota desperdicia su tiempo. ¿Realmente pensaba que seríamos tan estúpidas como para dejar algo... nada... valioso en esa habitación de hotel? Kerry exhaló. —Buena pregunta. — Se separó de alféizar y se acercó, para sentarse en el sofá junto a su pareja. —Tal vez ella no lo hizo. Tal vez sólo estaba tratando de demostrar un punto. Me puse... ah... un poco desagradable con ella. La frente de Dar se levantó. — ¿Lo hiciste?— Su pareja no solía mostrarse desagradable con nadie. —Sí. — La mujer rubia parecía ruborizarse. —Estaba tan cabreada con ella, a ellos, a... — Dejó escapar un suspiro de disgusto. Dar se dio la vuelta y se inclinó hacia delante, mirándola. — ¿Te está volviendo loca todo esto? Kerry asintió. — ¿Así que no soy sólo yo? Negó con la cabeza. —No. — Dijo. —Estoy tan molesta. Dar se acercó y le tomó las manos. — ¿Sobre qué, cariño?— Estaba más que contenta de centrar su atención en su pareja, en lugar de en su problema desconcertante. —Bueno, es... Me siento realmente estúpida por decir esto, pero estoy realmente molesta porque están jugando con nuestras vacaciones. — Confesó. —Siento que me están robando. Robándonos, y eso me está volviendo muy loca. —Inexplicablemente, sintió brotar unas lágrimas. —No es justo, Dar. Sé que no buscamos esto a propósito, y sólo he estado reaccionando a todas estas cosas, pero... Reaccionando, Dar sintió una pieza del rompecabezas caer en su lugar. —Lo sé. — Murmuró. —Creo que eso es parte del problema. No tenemos el control de nada de esto. Simplemente sigue rodando sobre nosotras. Suspiró. —No es que no quiera resolver esta cosa estúpida. Pensó que Kerry necesitaba un abrazo. En consecuencia, deslizó un brazo alrededor de ella y la atrajo hacia sí, luego la envolvió con ambos brazos. La sintió exhalar caliente contra su piel. —Está bien. — Murmuró. —Vamos a esperar un minuto y ver si podemos tener una idea de esto. —Buh—. Kerry hundió la cara en el hombro de Dar. —Quiero mi batido. Dar rio débilmente. —Escucha. —Estoy escuchando. —Arreglamos el problema de Bud y de Charlie. —Correcto—. Asintió. —Hemos llamado a Wharton, y tal vez ahora haga algo con De Salliers. —Correcto. —Esto es lo que vamos a hacer. La policía está de camino para hablar con nosotras. Vamos a contarles todo lo que ha pasado en estos últimos días. Los piratas, De Salliers, sus persecuciones… . —Bien.

—Entonces saldremos y buceamos en un agujero azul magnífico, y te enseñaré la cueva de la que te hablé antes de salir de Miami. —Oo. Esto se está poniendo más interesante. —Luego cenaremos en el barco bajo las estrellas. — Le acarició la oreja suavemente. —Y cuando volvamos aquí, vamos a disfrutar de esa bañera de hidromasaje con una botella de vino frío y un gran tazón de fresas. —Mm—. Se relajó contra el cuerpo de la morena. —Eso suena impresionante. — Dijo. —Pero ¿sabes qué? — ¿Qué? —Me gustaría ser tan feliz de pasar todo el tiempo en un lugar como este. —, Dijo Kerry. —Me gusta la idea de contarle todo a la policía, Dar. Incluso si no nos creen, lo que está pasando con los piratas, me haría sentir mejor sólo con decirlo. Dar asintió. —Así que esto es lo que pienso que deberíamos hacer. — Se sentía un poco más estable. —No vamos a mencionar que sabemos quién es el causante de todo. Haremos que somos dos ejecutivas estadounidenses indignadas por que les están estropeando las vacaciones. —Vaya, eso es una exageración—. Kerry se rio entre dientes. —Sabes a qué me refiero. —Al igual que hicimos con el gerente del hotel—. Asintió. —Lo entiendo. — Lo consideró. —Porque si les contamos todo lo que sabemos, la primera pregunta que nos van a hacer es, ¿por qué no lo denunciamos antes? —Mm. —Y, ¿por qué no nos hemos ido de la isla y salido de la situación? Dar suspiró. —Ojalá lo hubiéramos podido hacer —Sí—. Dar asintió. —Pero ¿sabes qué? Una vez que nos implicaron en esta situación no había mucho más que pudiéramos hacer. No. Kerry recordó en los últimos días. Sus grandes errores fueron bucear los restos del naufragio y conocer a Bob. Se enderezó un poco, dentro del círculo de los brazos de Dar, no estando segura de estar dispuesta a renunciar a cualquiera de los casos, a pesar de lo que estaban pasando ahora. Pensó en eso. —Sabes, creo que tienes razón. Dar sonrió. —Sin embargo, si quieres continuar así, estaré encantada de sentarme aquí todo el día. Kerry empezó a reír. —Dios, tú sabes, todo esto es tan ridículo. — Dijo. —Lo único que falta es que se ponga a nevar. La morena dio una mirada hacia la ventana en puro reflejo. —Correcto. — Sacó su teléfono y marcó un número. —Es mejor decirle a Bud en qué habitación estamos. — Escuchó, pero después de dos tonos, el teléfono saltó al correo de voz. —Hm. — Esperó el pitido y luego habló. —Bud, soy Dar. Llámame cuando escuches esto y te diré dónde estamos. — Colgó el teléfono. Kerry la miró. —No crees que va a salir corriendo, ¿verdad? Parecía realmente asustado sobre esos hombres.

—No sé. — Ladeó la cabeza cuando oyó pasos que se acercaban. —Ah. Eso será el servicio de habitaciones o la policía. — A regañadientes liberó a su pareja y fue a atender la puerta. —O ambos. Fuera de la puerta estaba el gerente, un hombre alto y delgado con el uniforme de color caqui, un camarero del servicio de habitaciones, y lo más importante, dos batidos de chocolate. Abrió la puerta y saludó a todos, robando uno de los batidos cuando el camarero pasó de largo. El director esperó hasta que el camarero dejó la bandeja, y Dar firmó el registro. Después de que el hombre se fue, el gerente se aclaró la garganta. —Sra. Roberts, y Sra. Stuart - este es el capitán Alalau, que está a cargo de la policía. Le he pedido que venga e investigue esta destrucción de nuestra propiedad y de su tranquilidad. Kerry casi aplaudió el discurso. El capitán de la policía parecía reservado, pero cortésmente amigable. —Capitán, ¿por qué no se sienta? Esto puede tardar unos minutos de explicar. —Dijo. —Y usted también, señor Brack. —Gracias, Sra. Stuart. — El policía respondió en un tono amable. Él y el director se sentaron. —Son muy amables. Entiendo lo mal que les ha debido sentar haber llegado a la habitación y encontrar tal desorden. — ¿Después de la semana que hemos tenido?— Dar rodeó el sofá y le entregó el batido a Kerry. Luego se sentó a su lado en el sofá frente a los dos hombres. —Se podría decir que sí. El oficial se inclinó hacia delante. —El Sr. Brock me dice que conocen a la mujer que al parecer es la responsable de esto. ¿Es cierto? —Nosotras creemos que sí. —, Dijo Kerry. —Con base a la descripción de la ama de llaves. Ella es una de las dos personas que nos han estado molestando mientras estábamos aquí en la isla. —Ahh. — El capitán Alalau asintió. Tenía un rostro hermoso, finamente esculpido, y el pelo casi inexistente. —No serán los dos empleados del Sr. De Salliers, ¿verdad? Las cejas de Dar se curvaron. — ¿Le conoce? El capitán produjo un suspiro casi imperceptible. —Sra. Roberts, aquí es una persona muy conocida, con muchos contactos, a los que utiliza para salirse con la suya. Su agente vino a hablar conmigo hoy, de hecho, para presentar una denuncia. — ¿Contra nosotras?— Aventuró una conjetura adusta. El oficial apretó los labios en una sonrisa débil. —No. Contra otro hombre que dicen está invadiendo una ruina que están tratando de recuperar. —Ah. —, Dijo Kerry. —Bob. Ahora era el turno del oficial en parecer sorprendido. — ¿Conoce a este hombre? Hemos estado buscándolo. Hay cargos contra él. — Miró a ambas mujeres. —Tengo una orden de arresto contra él. —Ah. El gerente las miró. —Si están con ese hombre, ¿por qué vinieron a su habitación de hotel? Dar se echó hacia atrás. —Está bien. — Levantó una mano. —Vamos a empezar por el principio, ¿de acuerdo?

El oficial tomó un bloc y un lápiz de su bolsillo. Garabateó algunas notas. —Esa es una excelente idea. — Dijo. —Estoy seguro de que podremos resolver esta lamentable situación, una vez que tengamos todos los hechos. Kerry tomó un poco de su batido, tratando de no sonreír, esperando que los hechos no le hicieran gritar al hombre. A ella le gustaba este policía. Además, realmente quería oír lo que le habían dicho acerca de Bob. *** — ¿Sabes una cosa, Dar?— Kerry estaba tumbada en la cama grande. —No me di cuenta qué tan salvaje han sido estos últimos dos días hasta que se lo hemos contado a la policía. —Errff. — Dar hizo un pequeño sonido de acuerdo desconcertado. —Pensé que iba a caerse cuando le contamos que tuvimos que disparar contra los piratas. ¿Viste eso? Asintió. —Él sabe algo. — Miró a Dar. —Tenías razón. Estaba realmente aliviado cuando le dijiste que nadie parecía haber resultado herido. — ¿Y viste cómo de rápido cambió de tema?— Agrietó los nudillos. —Está bien. Así que ahora ya lo saben todo. —Y seguro que no deseaba saber tanto. Dar sonrió. —El capitán dijo que detendría a nuestros amigos detectives, si podía encontrarlos y que estaría en contacto con De Salliers para asegurarse de que nos dejara en paz. —Creo que pusimos algunos puntos a favor de Bob. — Kerry reflexionó. —Pero será mejor que le advirtamos que mantenga un perfil bajo. — Levantó las rodillas y se estiró, arqueando la espalda. —Pero estoy muy contenta de saber que este policía no está involucrado. Me siento mucho mejor ahora. Los oídos de Dar temblaron en aprobación. —Sí, incluso cuando nos miró como si le hubiéramos dejado caer una bomba sobre su escritorio. — Estuvo de acuerdo. —Y Bueno. ¿Estás preparada para una inmersión? ¿Ahora que las cosas se han tranquilizado? Kerry cruzó las manos sobre el estómago, considerándolo. —Sí. — Dijo después de un momento. —No me he sentido mal en todo el día. Una inmersión estaría bien. — Volvió la cabeza. — ¿Qué quieres decir en un agujero azul? Dar sonrió y le tendió una mano. —Ven conmigo, Yankee. Te lo voy a mostrar. Incapaz de resistir ese tipo de invitación, rodó de la cama y se unió a Dar, tomándola de la mano, mientras la morena se ponía al hombro la mochila y se dirigía a la puerta. — Asegúrate de bloquearlo. — Tenía su maletín en la mano, por si acaso. Dar bufó. —Estoy dispuesta a apostar que cualquiera que abra esta puerta acabará con sus dedos cortados. — Cogió su teléfono móvil y marcó el número de Bud de nuevo. —Vamos, Bud, maldito pollo grande. Contesta el teléfono. Pero, aun así, saltó el buzón de voz. Negó con la cabeza. —Bud, tenemos pensado salir al mar, durante un tiempo. Haznos saber cómo está Charlie, ¿de acuerdo?— Consideró un momento. —Acabamos de terminar de contar todo a la policía. Creo que ahora esteremos más tranquilas. Dame una llamada. — Con el ceño fruncido, colgó el teléfono y lo sujetó en su cinturón. —Maldito viejo terco.

—Dale el beneficio de la duda, Dar. — Kerry se rio entre dientes. —Tal vez él esté llevándose a Charlie fuera del hospital. Si se tratara de mí, yo no estaría respondiendo a mi teléfono. —Mmph. — Dar sacudió la cabeza de lado a lado. —Si él no llama dentro de un rato; llamaré al hospital y averiguaré lo que está pasando. Caminaron juntas hasta el vestíbulo, por la puerta principal. *** Lo hicieron hasta el muelle sin incidentes. El sol estaba fuera, y todo parecía tranquilo y silencioso, de vuelta a la normalidad de nuevo. Los muelles estaban bastante llenos: varios barcos estaban saliendo y entrando. Se dio cuenta que no había señales de De Salliers. Llegaron a su emplazamiento, y se detuvieron para revisar el barco antes de abordar, pero el barco parecía intacto flotando en su espacio asignado. —Se ve bien. Kerry saltó dentro y se dirigió a la cubierta de popa. Abrió la puerta, mirando en su interior. Dar abrió la puerta y entró para encontrarlo tranquilizador tal como lo había dejado. Incluso la manzana que Kerry había dejado sobre el mostrador seguía en su sitio, haciéndole señas tentadoramente, mientras cruzaba el suelo y tomaba posesión de ella. Continuó y asomó la cabeza hacia las habitaciones. Luego regresó satisfecha. — Bueno, si han entrado no han dejado huellas. Kerry asintió, dando un mordisco a la manzana. Se sentía bien estar de vuelta a bordo, de su viaje a casa. Se sintió relajada y en espera de su inmersión. —Iré revisando nuestro equipo mientras tú pones en marcha los motores. ¿Te parece bien? —Genial— Dar la rodeó y se inclinó para darle un beso. Al instante dejó la manzana y le devolvió el beso con suave pasión. Apoyó la frente contra la de ella, cuando se separaron le mordisqueó la punta de la nariz cariñosamente. —Creo que las cosas están mejorando. —Si, yo también lo creo. — Kerry levantó la cabeza y rozó sus labios contra los de la morena, de nuevo, persuadiéndola en una exploración más larga, más profunda. —Oh, definitivamente. — Susurró, levantando la mano para acariciar la mejilla de Dar, sintiéndola sonreír. Estuvieron así durante unos minutos más, y luego se separaron de mala gana y se dedicaron a sus tareas separadas. Kerry se agachó en el cuarto de engranaje, dejando de lado los compensadores de flotabilidad. Sintió los motores rugir, mientras revisaba cuidadosamente el regulador de Dar, conectándolo a un solo tanque que mantenían atado a la pared para este propósito y lo presurizó. Ladeando la cabeza hacia un lado, escuchó que no había ninguna fuga, y luego cerró la válvula. A continuación repitió el proceso con su propio equipo. Satisfecha, se colgó ambos reguladores sobre el hombro y cogió el BC de camino hacia la puerta. El barco se movió mientras viajaba, su cuerpo casi compensando automáticamente el movimiento. La vista desde las ventanas cambió, cuando Dar dirigió el barco hacia fuera y lejos de los muelles. Notó un soplo de aire fresco de mar, a medida que avanzaba

a través de los ojos de buey, y se encontró con una amplia sonrisa cuando salió a la cubierta de popa. ¡Qué magnífico era el día!. Echó la cabeza hacia atrás. El cielo estaba despejado, azul profundo con sólo un par de nubes esponjosas abajo en el horizonte. Había una agradable brisa, y mientras se dirigían hacia el agua del rocío de la estela del barco batido por el aire la sacudió con su maldita riqueza. Con una sonrisa, fue al gabinete del tanque y lo abrió, sacando dos de los tanques y levantándolos con un gruñido. Los llevó hasta el banco y los puso en su sitio, dejando caer el BC abajo en el banco junto a ellas. — ¿Hey, Dar? — ¿Sí?— Su voz llegó abajo desde el puente. — ¿Ese agujero azul es un buen lugar para las fotos? Dar rio. —Me lo tomaré como un sí. — Kerry terminó de preparar sus cosas y entró en el interior para conseguir su cámara y su carcasa resistente al agua. *** Dar aminoró la velocidad del barco mientras se acercaba al lado de sotavento de la isla, dejando ver sus estructuras de acantilado sobresaliente dando vueltas con grandeza salvaje. El sol entraba desde detrás, reflejándose en la superficie brillante del mar, con dardos fundidos, y podía ver el verde pálido de las aguas poco profundas al acercarse a los acantilados. Había algunos otros barcos de buceo cerca, los más pequeños en la parte superior abierta de las cuevas, que no eran una opción popular entre los buzos principiantes que poblaban los barcos de carga. Dar tomó un lugar en aguas relativamente abiertas. — ¿Ker? — ¿Sí?— Estaba en la proa, mirando con avidez al entorno. — ¿Qué tengo bajo la quilla? Kerry miró hacia abajo, protegiéndose los ojos. —Arena. — ¿Seguro? Se inclinó, quedando peligrosamente al examen de la superficie de una manera real y personal. —Sí. Vaya por delante, déjala suelta. Dar pulsó el interruptor para el ancla, y oyó el estruendo al chocar contra el agua, antes de sumergirse. Luego apagó los motores y se puso de pie, quitándose la camiseta y dejándola caer sobre el respaldo de la silla. Se ajustó la correa de su traje de baño y se dirigió a la escalera, bajando a la cubierta inferior. Ahora que el motor estaba apagado, podía escuchar el regazo del agua y el golpeteo de las olas contra las paredes de piedra, en los acantilados cercanos. Kerry se reunió con ella un momento después y se pusieron juntas, cerca de su equipo. — ¿No vas a llamar a Charlie?— Kerry recordó de pronto. — ¿O al hospital? Dar detuvo lo que estaba haciendo, fijando su regulador al depósito. —Maldita Sea. Tienes razón. — Negó con la cabeza. —Espera. — Se acercó al armario cerca de la puerta, y se detuvo. —No creo que tenga el número. — De repente se dio cuenta.

Kerry ya había conectado su tanque. — ¿Hay alguna información aquí?—, preguntó. —El hotel probablemente sabrá el número. —Buena idea. — Dar marcó el número del hotel donde se alojaban. Escuchó, y luego frunció el ceño. —Ocupado—. Colgó, llevándose el móvil a su cuello mientras pensaba. —Bueno, vamos a bajar y cuando volvamos, lo intentaré de nuevo. Guardó el teléfono, luego se acercó y volvió a su tarea. Se fijó las correas del tanque en la cintura y se puso de pie. El tanque pesaba bastante, por lo que tuvo que hacer algunos ajustes, a continuación, abrochó las hebillas delante y se volvió, esperando a que su compañera se pusiera de pie. —Estoy lista. — Kerry se puso de pie y saltó un poco, consiguiendo mantener el equilibro. —Vamos pues. Recogieron sus aletas y máscaras, y caminaron hasta la parte trasera del barco. Dar bajó la escala de buceo y abrió la puerta de atrás, luego apoyó la mano en la puerta y deslizó sus aletas. —Vamos a bajar despacio, a continuación, sólo tienes que descender unos diez metros más o menos. Luego tenemos que nadar hacia donde cambia el color azul del agua. —Está bien. — Kerry asintió, sintiéndose un poco emocionada, con un toque agradablemente asustada. —Voy a estar justo detrás de ti. Dar instaló la máscara sobre la cara, tirando de su pelo por debajo de la goma y cerrando el sello con firmeza. Luego le hizo un guiño y se insertó el regulador, dando un gran paso en la parte trasera de la embarcación para acabar sumergiéndose en el agua. Kerry la siguió, apretando una mano sobre su caja de la cámara, así como colocándose su boquilla y máscara mientras daba un paso fuera de la cubierta y entraba en el océano. Oo. Sus ojos se abrieron con sorpresa, al no esperar el relativo frío del agua. Había estado en el calor de la bañera y ahora esto era sin duda un gran cambio. En pocas palabras, se preguntó si ponerse sus trajes de neopreno cortitos habría sido una buena idea, pero después de un momento, en que su cuerpo se acostumbró, se dejó llevar hasta el fondo poco profundo en el agua tan clara que era casi como vidrio. Dar estaba descansando en sus rodillas en el fondo arenoso, con el pelo oscuro flotando libremente sobre su cabeza mientras esperaba a Kerry para descender. Kerry se abrazó y se los frotó, dando a Dar una mirada irónica desde detrás de su máscara. Dar le palmeó en la cabeza, y luego levantó las manos a modo de disculpa, señalando la superficie con una mirada inquisitiva. Kerry negó con la cabeza y señaló hacia las rocas. Después de un momento de vacilación, la morena se volteó y comenzó a nadar lentamente, mirando detrás de ella. Continuaron moviendo sus aletas a lo largo de lado a lado sobre el fondo arenoso, moviéndose a través de los bancos de peces de colores que dispersaron su enfoque, mientras pasaban junto a ellos. Kerry miró por delante de ella, donde podía ver un escarpe rocoso que se elevaba casi hasta la superficie. Las olas rompían sobre ella, batiendo el agua enviando trozos de escombros tintineando hasta el fondo del océano.

Mientras nadaban cerca, Kerry sintió una corriente de agua más fría contra ella, y pudo ver el más leve indicio de un resplandor. Desató su cámara y tomó algunas fotos del entorno. Dar nadó delante de ella, extendiendo la mano para agarrarla mientras se acercaba. Sonrió alrededor de su boquilla y simuló un obturador cerca de su máscara. Kerry levantó su cámara hacia arriba. Luego Dar sostuvo su mano sobre sus ojos. Oh, vamos Dar. Pero Kerry le siguió la corriente, cubriendo sus ojos mientras confiadamente dejó que su pareja maniobrara sobre la escarpa. Sintió las rocas moviéndose bajo ella, sintiendo sus aletas rozándola y escuchando el sonido de las olas cerca sobre su cabeza. Luego Dar retiró la mano, para poder ver. Por un momento, se limitó a mirar. Más allá de la escarpa había un vasto abismo en el mar, lleno del agua azul profundo que era lo suficientemente clara, todavía por la luz del sol, para penetrar por lo que parecían cientos de metros. Era precioso. Podía ver a los buzos, a lo lejos por las rocas, explorando los lados del abismo. Enjambres de peces se movían más allá de ellas, reflejados por el sol. Rápidamente, levantó la cámara e hizo algunos disparos y luego miró a Dar. Simplemente señaló imperiosamente hacia abajo. Dar sonrió y se apartó de la pared, dejando que el aire fuera, navegando hacia abajo. Kerry se empujó tras ella, sintiendo una oleada del frio del agua, mientras bajaba. Era como flotar en un mundo de fantasía. Las rocas a ambos lados se arrastraban con vida, cardúmenes de peces pequeños y crustáceos que colgaban de las grietas. Un pez espada se deslizó junto a ella y apenas se centró en el tiempo de atraparlo, sólo para que Dar la tocara en el brazo. Se volvió y vio una figura oscura y gris moviéndose perezosamente a través del agua y sus ojos se abrieron completamente. No necesitaba la aleta de empuje para identificar al animal como un tiburón, y rápidamente miró a Dar para medir el peligro. Dar parecía bastante relajada. Señaló a su derecha. Kerry miró y vio un mero más grande que estaba mordisqueando sobre la pared, luego ambos saltaron como dos peces payaso que se persiguen entre ellos, rozando sus piernas mientras que apresuraron hacia las rocas. Todavía estaban a la deriva hacia abajo. Kerry ahora podía ver una cueva en el fondo del abismo, con una onda por encima de ella. El agua también parecía niebla. Señaló con el dedo y miró a Dar en cuestión. Esta dio unos golpecitos la bolsa de agua de su pareja, que había atado debajo de su tanque, y simuló un chorro de algo que brotaba. Oh. Un manantial de agua dulce. Kerry miró las rocas, que flotaban cerca, viendo un cangrejo haciendo su camino a lo largo. Se dio la vuelta para conseguir una buena foto de su cáscara azul / negra contra la roca. Miró hacia abajo, viendo la parte inferior. Se volvió y miró a través del espacio, viendo que se llenaba de enjambres de peces. Ellos nadaban dentro y fuera de los rayos del sol y ella apenas podía tomar una foto antes de que otros se presentaran.

Luego bajó la cámara y miró su ordenador de buceo. 120 metros, era lo más profundo que jamás había estado, pero con la claridad del agua, no parecía más que un buceo de arrecife regular. Miró a Dar, que la observaba con una visible sonrisa. Kerry levantó tres dedos, luego hizo una O con el pulgar y el índice, luego tres dedos de nuevo. Guauu. Pero sabía que sólo tenían unos diez minutos a esa profundidad, y estaba decidida a sacar el máximo provecho de ello. Se alejó hacia la primavera bajo el agua, nadando sobre la brecha en la roca a través de la cual el agua dulce se derramaba. Puso una mano en su camino, sintiendo la presión, y luego tomó una foto de ella. Se volvió y vio a Dar relajante cerca, jugando distraídamente con un pez globo. La criatura había volado, a sí misma, en una bola de punta, y Dar fue rebotando suavemente de mano en mano mientras flotaba. Kerry inmediatamente tomó una foto de ella. Kerry miró con un ojo mientras se volvía en el agua. Un tiburón de arena squiggled estaba debajo de ella, y saltó un poco, salir de su camino. Luego se dio la vuelta sobre su espalda y tomó varias fotos mirando hacia arriba, a través de las nubes de los peces a la superficie. Maravilloso. Sintió líneas de poesía estallar en su mente. Se quedó flotando allí durante un momento, exultante en la pura maravilla a su alrededor. Luego, con una mirada casi de disculpa, Dar nadó y se tocó la muñeca. Kerry asintió de mala gana, y comenzó a la deriva hacia arriba. Utilizó el resto de su rollo de película por el camino y deseó haber tenido más tiempo. *** La cabeza de Dar salió a la superficie, y agarró la escalerilla del barco. Con un gruñido, se puso a sí misma a bordo, se quitó las aletas y máscara, dándose la vuelta para ayudar a Kerry a salir del agua al sentir su peso en la escala. Kerry apenas había sacado su cuerpo claro del mar antes de que tiraran de su regulador de la boca y chilló como un cerdo. — ¡¡¡¡Eeeeeeeeeeehyhoooo !!!!!!— Saltó a la cubierta, a pesar del hecho de que todavía tenía su engranaje puesto. — ¡¡¡¡Dar... ha sido de lejos la cosa más impresionante que he visto en mi vida !!!!! Dar arrojó su tanque y dejó caer su máscara y snorkel en el agua también. — Supongo que me tomé una buena, ¿eh?—, Preguntó con una sonrisa. —Dame tus cosas. Kerry se desabrochó el chaleco y se volvió, encogiéndose para quitarse el tanque. —Oh mi dios maldito. — Dejó la cámara hacia abajo y se fue al armario, agarrando una toalla para secarse la cara. Al abrir la puerta, oyó un sonido. —Apuesto a que era Bud. Dar se dio la vuelta. —Bueno. Voy a llegar en un minuto. Kerry se acercó y le secó la cara. —Ese lugar es genial. ¿Has visto las cuevas que parecían iluminase desde el fondo? —Lo hice—. Dar asintió. —Pero realmente no quiero que vayamos allí a no ser que hayas hecho la formación de la cueva. Es peligroso. —No hay problema. — Kerry metió la mano en el refrigerador y sacó una botella de agua, la abrió y bebió. —Me ha encantado mirar hacia arriba y ver el sol todo el camino

hacia arriba. ¡Jesús!— Todavía se sentía eufórica. —Dar, valió la pena todo el viaje maldito. Se dio la vuelta y se acercó. —Me alegro que te haya gustado. — La sonrió muy contenta. — ¿Gustarme?— Dejó el agua y echó los brazos alrededor de Dar, abrazándola con fuerza. —Errrooof. Me encantó. — Le dijo a su pareja. —Tengo algunas fotos fantásticas. Creo que voy a hacer una serie de todas ellas. —Mm—. Dar exhaló con satisfacción. Le gustaba estar bajo el agua. Le gustaba estar en su barco. Amaba a Kerry. Todo parecía estar a la perfección. Kerry le dio un último apretón y luego la soltó. — ¿Qué tal si hago una sorpresa especial para la cena? — ¿Sorpresa?— Preguntó. — ¿Cómo qué? —Difícilmente sería una sorpresa si te lo contara, cariño—. Le guiñó un ojo. — Confía en mí. Te gustará. —Está bien. — Aceptó amablemente. —Pero tan hambrienta como estoy ahora mismo, podrías servirme puré de espárragos sobre una tostada de trigo y me gustaría. Kerry se rio entre dientes. —Voy a ducharme y cambiarme. — Le acarició la mejilla y despareció en el interior de barco. Dar se limpió las manos y cogió el teléfono móvil que seguía sonando. Lo cogió y escuchó su buzón de voz. Su frente se arrugó al escuchar la voz. En lugar de la voz de Bud, era de Charlie. — ¿Hey, Dar? Soy Charlie. Escucha, me han dado el alta, y estoy tratando de localizar a Bud para que venga a recogerme. Llámame si lo has visto. Su teléfono no contesta, y estoy empezando a pensar que él se quedó atascado en algún maldito juego de póquer o algo así. Gracias. —Eh. — Miró su teléfono. —Ahora, ¿qué diablos está pasando?— Marcó el número Charlie, y esperó. — ¿Charlie? — ¿Hey, Dar?— La voz de Charlie sonaba aliviada. —Me alegra oírte. ¿Sabes dónde está Buddy? Dar respiró. —Charlie, pensaba que estaba contigo. — Dijo de mala gana. —Salió de la habitación esta mañana y dijo que sólo iba a comprobar el barco. No he sabido nada de él desde entonces. Le dejé un par de mensajes, pero no me ha respondido. Kerry asomó la cabeza por la puerta, al escuchar su voz. — ¿Qué me cuentas? —Bud ha desaparecido. — Dar le informó. —Bueno, maldita sea. — Dijo Charlie. — ¿Dónde diablos puede estar? Buena pregunta. Dar pasó la mano por el pelo húmedo. —No sé. — Admitió. — Escucha, podemos... — sus ojos se dirigieron a Kerry. —Um... —Volveremos, recogeremos a Charlie, y encontraremos a Bud—. Kerry completó la declaración, con una sonrisa irónica. —Levanta el ancla, capitán Dar. — Le palmeó el brazo y desapareció de nuevo. —Charlie, quédate ahí. Vamos a volver y recogerte. — Dijo Dar. —Estamos fuera de la zona oeste de Santo Tomás, así que tardemos un rato. — Reconoció la respuesta agradecida, y luego colgó el teléfono. Cuidadosamente, se dirigió a la escalera y subió, con su mente girando a este nuevo problema.

Parte 9 Dar alzó la vista al oír a Kerry subir la escalera, con sus movimientos más lentos y un toque más indeciso de lo habitual. — ¡Kerry!— Soltó los aceleradores, frenando el barco mientras observaba a su amante equilibrar una brazada mientras intentaba llegar a la cubierta superior. — ¡Vas a matarte! —Shh. Estoy bien. — Consiguió mantener el equilibrio. —Relájate y mantén los ojos en el camino, cariño. Dar aumentó su velocidad de nuevo, pero no pudo resistirse a mantener un ojo en su pareja, cuando volvió y se sentó junto a ella. — ¿Qué es eso? Puso a la vista un plato cubierto. —No tenemos tiempo para hacer lo que te prometí. — Descubrió el plato, enseñando dos bocadillos hechos con mantequilla de maní y jalea, y algunas galletas. —Mm—. Dar, por lo general, estaba encantada con sólo comer galletas, pero sus ojos se abrieron cuando vio el resto. — ¡Qué buena pinta tiene! —Bueno, sí. — Kerry pasó un brazo alrededor de ella. —Sólo los hice. Gracias a Dios por Pillsbury. — Puso un termo en la consola. —Pensé que sólo tendríamos tiempo para almorzar antes de que llegar de nuevo al muelle. Dar seleccionó agradablemente medio bocadillo y lo mordió. — ¿Me pregunto qué diablos está pasando?— Murmuró. —Bud sin dar señales, o.… — ¿Con nuestra suerte en este viaje?— Kerry se rio con ironía. —Or. Definitivamente Or. Tal vez se enredó con ese tiburón desagradable al que pagamos esta mañana. Seguro que no parecía amable, y él parecía el tipo que guarda rencor sin ninguna razón real. Posible. Asintió mientras masticaba. —Puede ser. O tal vez él está con Rufus, y su maldita batería murió. Se miraron la una a la otra. —Realmente no crees eso, ¿verdad?— Suspiró. La morena se encogió de hombros y tomó una galleta. Era una galleta de chocolate, sus favoritas, a pesar de que Kerry solía experimentar con muchas otras exóticas. — Supongo que tendremos que encontrar la manera difícil. Su teléfono sonó, lo que las hizo saltar un poco. Frunció el ceño, dejo la galleta y cogió el teléfono. El identificador de llamadas mostraba un número privado, por lo que levantó las cejas. — ¿Hola Buenas? —Hola, Roberts. — La voz de De Sallier sonaba fría y engreída, algo que no era una buena combinación en ningún momento. — ¿Qué diablos...? — ¡Cállate!— El hombre gritó. —Sólo cállate y escúchame, perra, si quieres ver a tu pequeño amigo marica de nuevo. Sintió a Kerry acercarse más, al oír las palabras a pesar del ruido de los motores. Una sensación de malestar se apoderó de ella y sus fosas nasales se crisparon, pero se

mordió la lengua con cuidado y no respondió. Su ritmo cardiaco se aceleró mientras esperaba, haciendo un trueno leve en sus oídos. Kerry le pasó un brazo por la cintura y apretó la oreja contra el otro lado del teléfono. — ¿Roberts? —Dijo que me callara y escuchara. — Oyó el clip de hielo en su propio tono. Su voz se había reducido a casi su registro más bajo. —Muy bien—. De Salliers respondió con una sonrisa verbal. —Esto es muy simple. Te lo explicaré para que lo entiendas bien. Los ojos de Dar se estrecharon, pero se mantuvo en silencio. A su lado, Kerry hizo un ruido a medio camino entre un suspiro y un gruñido. —Me vas a dar lo que has encontrado. Cuando lo hagas, te daré a tu amigo. —, Dijo el hombre. —Si llamas a la policía, mataré a este pedazo de basura. Si te metes conmigo, mataré a este pedazo de basura. Si haces algo que me haga pensar que me estás atravesando, no sólo voy a matarlo, sino que antes lo arrastraré por todo el arrecife. ¿Me entiendes? —No—, dijo Dar. —Eso requeriría un grado científico en psicología animal que no poseo. ¿Dónde quiere hacer el intercambio? —Sólo por eso, perra; él se llevará dos golpes. — De Salliers le dijo. —Te lo haré saber. La llamada terminó. Dar se lamió los labios y dejó el teléfono en su sitio, contemplándolo con consternación. Kerry lentamente dejó escapar un suspiro, con la cabeza todavía descansando en el hombro de Dar. El sonido de la embarcación llenó el aire durante varios minutos muy largos. —Oh, muchacho. — Kerry finalmente exhaló. —Estamos tan... —Vaya mierda. — Completó el pensamiento de manera sucinta. —Oh sí. A lo grande. — Poco a poco soltó un suspiro y se concentró por un momento en la conducción del barco. Su estómago se apretó en nudos, luchando para agarrarse a los pensamientos que giraban dentro de su mente. —Tú... — Kerry hizo una pausa. — ¿Crees que hablaba en serio? Dar reprodujo la conversación en su cabeza. La voz de De Sallier había sido muy diferente de lo que recordaba anteriormente. Había notado un cierto tono borde que la estaba poniendo muy nerviosa. —Podría ser, sí. — Contestó en voz baja. —Creo que puede que le haya provocado a actuar así. Kerry exhaló. —Dar. —Si lo sé. Me siento como una mierda. — Dijo, en voz baja. —No creo que le haya dado otra opción. Apoyó la cabeza en el hombro de Dar, mientras el puerto deportivo de la isla crecía delante de ellas. —Dios mío, ¿qué vamos a hacer?—, preguntó. —Dar, ¡no tenemos nada que darle! La morena no respondió. —Él no nos va a creer si se lo decimos—. Continuó, su tono ascendente. — ¡Jesús! —Está bien. —, Dijo Dar. —Volvernos locas no va a ayudar.

—No me estoy volviendo loca. — Se opuso. —Sólo soy... — Hizo una pausa. — Bueno, tal vez me estoy volviendo loca. Pero creo que está justificado. La boya se acercó, y Dar la pasó, apuntando a su deslizamiento. Le temblaban las manos en los aceleradores, pero se centró en lo que estaba haciendo. La última cosa que tenía que hacer era entrar al muelle y dejar el barco lo mejor posible. Kerry pareció darse cuenta de eso y guardó silencio mientras Dar maniobraba el barco en su lugar. —Iré a sujetar las cuerdas. — Murmuró suavemente, usando eso como excusa para quemar la mantequera de energía nerviosa en su vientre. Mientras subía por la escalera, tenía mil pensamientos gritando y luchando para ganar la posesión de su mente. Lástima. Estaba horrorizada por lo que le pudiera pasar a Bud. A pesar de que al principio no le había caído muy bien, verlo hablar con Charlie, en el hospital, de aquella forma tan suave le hizo cambiar de opinión. El pensamiento de que le habían puesto en peligro mortal, la estaba mortificando. ¿Cómo podrían haber sido tan condenadamente irresponsables? ¿No podían haberse imaginado que De Salliers haría algo semejante? ¿Qué tan desesperado estaba? Maldita Sea. Con un suspiro, subió al muelle y aseguró sus cuerdas, mirando hasta el puente mientras lo hacía. Dar seguía sentada, con la cabeza enterrada en sus manos. Con su corazón dando tumbos, terminó su tarea y saltó de nuevo a bordo, subió la escalera y se acercó a la figura inmóvil. — ¿Dar?— Deslizó sus manos sobre los hombros de su pareja. Dar había estado en lo cierto. Volverse locas no ayudaría. —Hey. — — ¿Sí?— Levantó la cabeza y apoyó la barbilla en las manos entrelazadas. —Vamos a averiguar qué hacer. — Se apoyó en su espalda. —Vamos. Vamos a recoger a Charlie, y luego todos volveremos aquí y hablaremos de ello. Se enderezó y apoyó la cabeza contra el pecho de Kerry. — ¿Cómo he podido ser tan estúpida? ¿Que me pasa?—, Preguntó con una voz suave y quejumbrosa. — ¿Que pasa conmigo? Kerry le puso los brazos alrededor del cuello, y le besó la parte superior de la cabeza. —No hay nada malo en ti. — Dijo. —Estamos caminando fuera de nuestra liga, Dar. Dar parpadeó un par de veces. — ¿Estamos? —Bueno, no puedo hablar por ti, pero nunca me enseñaron a evitar algo parecido en mis clases de TI en Michigan. —, Dijo Kerry, tomando una respiración profunda. — En este momento estoy asustada. La oscura cabeza se echó hacia atrás y los ojos de color azul pálido buscaron en su rostro. —No lo estés. Tienes razón. Está justificado. —, Dijo Dar. —Acabo de poner la vida de alguien en peligro por mi propia estupidez arrogante. —Hey. — Se deslizó alrededor de la consola y se sentó junto a Dar. —Alguien que conozco me dijo una vez, que cuando uno comete errores, a continuación, debe seguir adelante y arreglarlo. — Le cogió la mano. —Cometimos un error. Así que vamos a averiguar cómo solucionarlo. — ¿Qué pasa si no podemos?— Dar se quedó mirando la consola con aire taciturno.

—Dar, si alguien puede, esa eres tú. — Murmuró. —Vamos a encontrar una salida, de alguna manera. — Le acarició el hombro, preocupado por la dolorida y perdida expresión en el rostro de su amante. —Vamos. Dar visiblemente se recompuso, frotándose la cara con una mano y estirándose. — Está bien. — Suspiró. —Veremos cómo podemos llegar a solucionar este lío. — Hizo un movimiento de cabeza. —Dios sabe que podría haber sido peor. — Se movió para levantarse. Kerry se trasladó con ella. — ¿Cómo es eso? Dar hizo una pausa, con una mano en la consola, y luego la miró. —Podrías haber sido tú. — Se acercó más y ladeo la cabeza para besarla. —Vamos pues. Jesús. Kerry tomó aire sorprendida, cuando se volvió para seguir mecánicamente a su pareja. Tiene razón. Trató de imaginar lo que hubiera sido, cuando un destello de su tiempo en el hospital psiquiátrico apareció cruelmente en su mente. Lo enfadada que había estado. Qué vergüenza por haber sido tomada así, por su propio padre. ¿Cómo estaría Dar si hubiera sido ella? La observó bloquear cuidadosamente la puerta de la cabina. — ¿Hey, Dar? — ¿Sí?— Se dio la vuelta, al parecer después de haber recuperado la compostura por el momento. Kerry la cogió del brazo mientras cruzaban el muelle y empezaban la caminata cuesta arriba hasta donde estaba el hospital. —Estaba pensando en lo que dijiste. — Cruzó los dedos alrededor de los de la morena. —Estaba pensando en lo que haría si De Salliers te hubiera cogido a ti en vez de a Bud. Dar la miró. — ¿Y? —Creo que habría ido en su busca con la escopeta. — Admitió, con una breve sonrisa irónica. —Puedo verme haciendo de Rambo. —Na—. Dar le apretó la mano. —Sí. —, Dijo en serio. —Por lo tanto, sé que esto es una mierda y que va a ser duro para las dos, pero soy lo suficientemente egoísta para estar alegre, por no tener que estar pensando en ti, encerrada en algún lugar de las garras de ese tipo. —Bien. — Dar dio un par de patadas a varias piedras del camino, observando a dos hombres pasar junto a ellas. —Creo que sabe que yo me volvería loca. — Enderezó los hombros. —Creo que tenemos que averiguar qué ventajas tenemos y qué hacer con ellas. —Correcto—. Kerry sintió una pequeña sensación de alivio. Caminaron en silencio, pasando los otros barcos, recibiendo a su vez unas cuantas miradas curiosas de los hombres que trabajan en ellos. — ¿Kerry?— Dar finalmente dijo cuándo habían pasado el puerto deportivo y empezaron con los primeros pasos de la colina. — ¿Mm? Se detuvo y puso una mano en el hombro de Kerry. —No habría ido tras él con la escopeta. Los ojos verdes buscaron su rostro. —Oh. —Lo mataría con mis propias manos. — Pronunció las palabras con extraña calma. —Y le arrancaría el corazón. —Ah.

Volvieron a caminar. —Encontraremos una manera de solucionar este problema. — Kerry declaró con firmeza. —Sé que lo haremos. Dar gruñó suavemente en respuesta, con los ojos fijos en el hospital, al final de la cuesta. *** Charlie se quedó en silencio, durante un tiempo, con una mirada de asombro en su rostro, después de que Kerry terminara de hablar. Sus ojos lentamente se desviaron de ella a Dar, que estaba sentada en una silla a un lado de la habitación del hospital. La morena mujer tenía los codos apoyados en las rodillas, con las manos cruzadas descansando en la barbilla. Bajó la mirada al suelo, aceptando tácitamente la responsabilidad de la situación en la que se encontraban. —Así, que nuestro plan era sacarte de aquí y averiguar qué demonios vamos a hacer. Charlie suspiró profundamente. —Hijo de puta. La mujer morena encorvó un poco los hombros, en señal de derrota. Este era un fracaso que la estaba metiendo en agujero dentro de ella, y lo sabía. Había habido muy pocas veces en su vida, en las que había estado en una situación parecida, pero esta parecía ser una de ellas. Incluso la tranquilidad apacible de Kerry no estaba ayudando. Oyó los pasos de enfoque de Kerry y, a continuación, sintió una mano descansar en su espalda. Entre sus omóplatos, el pulgar de Kerry se movió ligeramente, dándole un masaje reconfortante. Dar oía a su pareja seguir hablando, pero las palabras parecían deslizarse más allá de ella, y sin realmente darse cuenta, apoyó la cabeza contra la cadera de Kerry, dejando que sus ojos se cerraran en el dolor. —Sé que esto es muy difícil de escuchar. —, Dijo Kerry. —Créeme, desearía no haber estado aquí para decirlo. Charlie miró a la figura silenciosa a su lado. Sus labios temblaron ligeramente. — Sabes, le dije a ese maldito tonto que te debería haber escuchado en primer lugar, Dar. — Él dijo, con un suspiro. —Es un maldito terco, ese es su problema, siempre lo fue. Kerry podía sentir el cálido aliento de Dar contra la piel de su pierna. — ¿Sobre el préstamo, quieres decir? Charlie asintió. —No te culpes, Dar. Nosotros te metimos en este lío. Fuimos después de la oferta de ese chico, en lugar de hacer lo más inteligente y aceptar la mano de un amigo. — Dijo. —No estaríamos así si hubiéramos aceptado tu ayuda, desde un principio. Continuó acariciando la espalda de Dar, pasando sus dedos sobre la superficie tensa. Casi podía sentir lo molesta que estaba, era como una pelota de béisbol gris buscando su sitio en la boca del estómago, y lo único que deseaba era que su amante se sacudiera esa nube de culpabilidad sobre su cabeza. — ¿Cariño? La verdad era demasiado para sacudirse. Dar la miró de mala gana. —Lo sé. — Murmuró. — ¿Qué pasaría si…? ¿Qué pasaría si Kerry y yo hubiéramos ido sólo a otra isla o elegido un diferente maldito naufragio para bucear...?

—Mira. — Charlie se recompuso, aflojando el borde de la cama en su prótesis recién restaurada. —Bud es un niño grande. Sabe cómo cuidarse. —Mm. — Dar se enderezó un poco. — ¿Estamos listos para irnos?—, preguntó. — Hemos pensado en volver al barco y organizarnos. —Buena idea. ' Charlie asintió. —Después de lo que me dijiste sobre lo que pasó en ese hotel, no confío en ellos, ni en nadie más. Dar se puso de pie, sintiéndose muy cansada. —Está bien. Vámonos de aquí y cogeremos un taxi. — Dio a Kerry una breve abrazo, y luego los dejó para recoger las cosas de Charlie. Kerry exhaló. —Dar se lo está tomando bastante mal, ¿eh?—, Preguntó Charlie. —Sí. — Lo miró, un poco tímidamente. —Ella odia las sorpresas. — Sus cejas se contrajeron. —Yo también, en realidad. —La vida hace eso. — Metió la última camisa en la bolsa de lona pequeña y maltratada y se la echó al hombro. —Ella hace todo bien. — Cojeó lentamente hacia la puerta. Kerry abrió la puerta para él y lo siguió. —Dar se siente responsable de la situación. Charlie gruñó. —Al igual que su padre. Kerry pensó en eso. —Eso es verdad. — Reflexionó. —A papá le gusta asegurarse que todo está bien—. Levantó la vista para ver a Charlie mirando hacia atrás. —Aprecio eso de él. Me alegro que Dar lo heredara. — ¿Te deja que le llames así?— El ex marinero parecía divertido. — ¿Qué?—, preguntó Kerry. — ¿Papá? Charlie asintió. —Claro. — Se acercó lentamente a su lado. —No tengo muy buena relación con mi propia familia. El señor y la señora Roberts me tratan más como una hija, algo que mis padres nunca hicieron, y ellos saben que los quiero por eso. — Encontró un sorprendente nudo en la garganta, y tuvo que tomarse un momento para tragarlo. — Además, nunca tuve la sensación de que le importara ser papá. —No. — El hombre mayor sonrió brevemente. —Andy llevó uno de esos pasadores de pañales de Dar, en su equipo durante años, y nadie se atrevió a decirle nada. Ella tuvo que sonreír ante la visión. —Ella estará bien. — Le dijo. —Sólo tiene que terminar de patearse a sí misma, y entonces podemos averiguar qué diablos vamos a hacer con este lío. — Su mano se enroscó alrededor de la manija de la puerta, al final del pasillo, y la abrió. —aunque me sentiré mucho mejor cuando estemos de vuelta en el barco. —Tú y yo, Kerry. Tú y yo. — Cojeó hacia la puerta principal del hospital. A través del cristal, vieron a Dar que les estaba esperando. —Tenemos algunos amigos aquí. Tal vez podamos conseguir un poco de ayuda de ellos. Salieron a la calidez. Dar estaba de pie con las manos en los bolsillos, sus gafas de sol ocultando eficazmente sus ojos. Un taxi un poco maltratado estaba esperando cerca. Mientras Kerry entraba en el vehículo, Dar mantuvo la puerta abierta para que Charlie pudiera entrar en el asiento delantero. Dar se unió a Kerry en el trasero, el taxi arrancó, con cada uno de sus ocupantes brevemente sumidos en sus propios pensamientos.

*** Dar fue detrás del mostrador del pequeño salón y se sirvió un vaso de leche. Luego entró en el baño y tomó un par de aspirinas de la botella del botiquín. Se las tragó mientras salía, para reunirse con Kerry y Charlie, en el espacio habitable de la embarcación. La rubia palmeó el asiento junto a ella, en el sofá, y Dar dio un rodeo a la silla en la que tenía intención de sentarse, para instalarse junto a su pareja. Ahora que el choque había desaparecido un poco, y a pesar del dolor de cabeza que se había desarrollado, sus instintos de resolución de problemas comenzaban a golpear de nuevo. —Está bien. — Tomó un sorbo de leche. —En primer lugar, él no tiene ninguna base de operaciones aquí en las islas, ¿verdad? —No, por lo menos hasta donde sabemos. — Kerry había estado haciendo algunas búsquedas rápidas de datos. —Aunque podría tenerla en cualquier sitio. — Añadió. —Es verdad. Pero si está en las islas, en algún lugar, debemos ser capaces de encontrar registros de sus negocios. — Miró por encima del hombro de Kerry. —Mira si tiene algún contrato de telecomunicaciones en St. Thomas. Los dedos de Kerry se movieron. —No—. Señaló. — ¿Tenemos un recíproco con ellos? La voz de Dar había empezado a sonar más normal y Kerry se alegró, mientras buscaba la información que su amante estaba pidiendo. —Mejor—. Reprimió una sonrisa. —Somos la externalización. —Está bien—. Asintió. —Déjame el ordenador. Cambió su leche para la máquina y lo colocó sobre su regazo. —Está bien. Comencemos por usar nuestras cabezas en lugar de nuestros culos, para resolver este problema, para variar. — Puso en marcha su lenguaje de programación y comenzó la construcción de un guion. —Voy a capturar el tráfico de código de área, de Wharton, y compararla con la base de datos de los registros de su compañía de telecomunicaciones. — ¿Qué te va a decir eso?—, Preguntó Charlie con curiosidad. —No nos importa mucho, ¿verdad? Eso nos dirá dónde está Bud, ¿verdad? —Probablemente no. — Dar negó con la cabeza. —Pero si conseguimos relacionarlos en esta isla, es probable que demos con el número originario de De Salliers. —Probablemente tiene una celda. — Kerry declaró en voz baja. —Si lo tiene, es probable que sea una célula sáb como la nuestra. — Dar terminó su tarea, entonces abrió una conexión con los switches gestionados e insertó el programa en su lugar. —Bastante simple. — Murmuró. —Voy a tener que volcar todos los datos. — ¿Eso es todo legal?— Charlie preguntó. La morena lo miró. — ¿Qué, el análisis de datos? Técnicamente todo es parte de la red interna que me pagan para manejar, por lo que si te refieres a eso, si tengo acceso legítimamente. ¿Debería utilizar ese acceso a la red de datos para mis propios fines? No. —Oh. Continuó tecleando. —Los policías pueden solicitarlo, con una orden judicial. Pero no podemos llamar a la policía, y no estamos en condiciones de solicitarlo directamente a los tribunales, así que estoy haciendo lo que tengo que hacer de todos modos. — Abrió otra ventana y lo consideró, tamborileando con los dedos suavemente sobre las teclas .

— ¿Qué vamos a hacer con la información, en el supuesto que la encontramos?—, preguntó Kerry. —Es probable que, cuando vuelva a llamar él nos dirá dónde encontrarlo de todos modos. —Es cierto—. Dar acordó distraídamente. —Pero hemos estado esperando a alguien para hacer el siguiente movimiento. Lo superé. Quiero tener el control de nuevo. — Cogió su teléfono móvil y escribió una serie de la parte posterior en el nuevo guion que estaba construyendo. —Cuando él me llame, este programa localizará su punto de relevo más cercano. — Vinculó el guion a un módulo de mapeo. —Tampoco creo que nos haga ningún bien llamar a la policía. — Charlie comentó. —Seguramente habrán sido comprados. — ¿Al igual que los piratas?—, Preguntó Dar, sin perder el ritmo. —Bud nos iba a hablar de sus amigos antes de irse. — Sintió que Kerry se ponía rígida por la sorpresa a su lado, y escuchó la débil respiración contenida. Charlie se puso rojo y dirigió su mirada a la cubierta del barco. —Maldita sea. — Murmuró en voz baja. —Sé que no es fácil de entender, ¿eh? Dar terminó su programa, compiló los datos, sintiendo que estaba haciendo algo cómodamente competente que le permitía calmar sus nervios crispados. — ¿Entendimiento?— Kerry habló. — ¿Así que se lo hiciste saber a esos piratas? Charlie no respondió. Flexionó sus manos, luego las apoyó en sus rodillas. —No es lo que piensas. — Comenzó. —Las cosas están difíciles aquí abajo. Kerry arrancó los ojos de la codificación que Dar estaba haciendo y se concentró en su invitado. — ¿Y?— contestó. —Así que... eso hace que te parezca bien lo que están haciendo? Charlie se encogió de hombros. —La supervivencia es lo que cuenta. —, Dijo. — Aquí las cosas son distintas. Si lo necesitas, puedes quitarle algo al que más tiene, pues se lo quitas, pero sin causar daños. — Se movió, sin dejar de mirar en el suelo. —Todo salió bien. — ¿Bien?— No podía creer lo que estaba oyendo. —Eso no es lo que están haciendo esos piratas. Lo sé. Los vi. Y te aseguro que no eran Robin Hood. Él le dirigió una mirada culpable. —No tenía que haber ocurrido de esa manera. Fue sólo... un día este chico estaba con nosotros, su primo entró y... No sé. . —Apuesto a que sabemos quién es. — Dar murmuró, con los ojos fijos en la pantalla. —Mm—. Kerry gruñó estando de acuerdo. —Ellos sólo habían estado haciendo pequeñas cosas. Salvamento, venta de trozos de madera y otras cosas de las tiendas, poca cosa—, explicó Charlie. —Un poco de contrabando. Pero este tipo les convenció para llegar a un acuerdo a cambio de conseguirles grandes cantidades de dinero, si podían conseguir que abandonaran los barcos. — ¿Abandonar?—, Dijo Kerry. —No lo estarás diciendo en serio, ¿verdad? Otro encogimiento de hombros. —De todos modos, eran cosas pequeñas, durante un tiempo funcionó bien. Ayudó a mucha gente. — Todavía no podía mirar a la rubia a los ojos. —Nadie resultó herido. —Excepto que esa gente perdió sus barcos. —, Dijo Kerry.

—Ellos recuperaron su dinero del seguro. — Charlie argumentó. —Sus compañías de seguros les dieron dinero, y seguro que salieron a buscar uno mejor, como hicieron casi todos ellos. — Dijo. —Tienen un nuevo barco; obtenemos lo que necesitamos... ¿quién sale perdiendo? —La compañía de seguros. —, Dijo Dar. —Se lo puede permitir. — Su voz sonaba un poco más suave. —Todas estas personas que vienen aquí de vacaciones se los pueden permitir, pero el resto de nosotros, que tratamos de raspar la vida no podemos. — Finalmente, levantó la cabeza. —Ellos nunca fueron en pos de la gente pequeña. Sólo a los grandes millonarios con más dinero que sentido común. A los peces gordos. Dar lo miró. —Gente como yo. — Miró a Kerry. —Gente como nosotras. Charlie respiró. —No, eso no es cierto. Ladeó la cabeza. —Por supuesto que es cierto. — Contestó, levantando una mano y haciendo un gesto en torno al barco. —Tengo un apartamento de cinco millones de dólares, y cuatro veces mayor que este barco, Charlie. — Le dijo. —Dirijo una de las mayores empresas de informática en el maldito mundo. Charlie suspiró. — ¡Maldita sea!— Murmuró. —Bud dijo que me alejase de ti. — ¡Caramba! ¡Gracias!— Kerry murmuró. —No lo entiendes. — Charlie le dijo. —Tienes razón. No lo entiendo. — Kerry aceptó rápidamente. —Así que déjame preguntarte esto. Si estos chicos son tan maravillosos, ¿cómo es que tuviste que pedir un préstamo del bastardo grasiento al que pagamos esta mañana? Las cejas de Dar se elevaron ante el tono de voz de su pareja. Dejó el ordenador portátil en la mesa, con todos sus programas en funcionamiento, y se echó hacia atrás. — Buena pregunta. Charlie se mordió el labio inferior por un momento, y luego se encogió de hombros una vez más. —La misma vieja historia. — Dijo en voz baja. —Después de haberles ayudado, estamos en las mismas. Cuando se trata de dinero efectivo, no quieren compartirlo con unos sucios maricones. — Sus ojos se habían vuelto más fríos. —Ellos nos toleran, ahora, aunque tomó un tiempo. Bud simplemente se negó a pedir ayuda para pagar el préstamo. Dar se limitó a sacudir la cabeza. —Como dije. No lo entiendes. Tú lo tienes todo. — Se levantó y caminó hacia la puerta, salió a la terraza de atrás y cerró la puerta después de él. *** —Whoo. — Kerry murmuró. —Esto se está poniendo realmente repulsivo. Dar encontró relajante, la verdad de esta afirmación. Tomó la mano de Kerry entre las suyas, la estrechó, y luego la llevó a los labios. —Pero tiene razón. — ¿Eh?— Las cejas rubias subieron hasta casi la línea del cabello. —Lo tengo todo—. La miró fijamente a los ojos, viendo la expresión de su rostro suavizarse. —No estoy de acuerdo con lo que hicieron, pero entiendo lo que les llevó a

ello. — Añadió. —Ha sido duro para ellos vivir aquí, y creo que simplemente estaban buscando una forma de supervivencia más que cualquier otra cosa. Kerry asintió brevemente. —Lo sé. No es se hayan enriquecido con ello. — Admitió. —Pero no puedo estar de acuerdo con el hecho de que piensan que nadie va a salir herido. Acabará ocurriendo, Dar. La gente podría lastimarse - incluso podrían lastimarse a sí mismos. —Al igual que casi lo hicieron el otro día. — Dar suspiró. —Vamos a salvar ese problema para después resolver este otro. Dar tenía razón, reconoció. —Está bien. — Estuvo de acuerdo. —Déjame ir a hablar con él. Sé que está bajo mucho estrés. Me imagino que yo también actuaría así si estuviera en su lugar. — Se levantó, se inclinó y le rozó los labios de Dar con los suyos, entonces se separó de su pareja y se dirigió a la puerta. Dar exhaló pesadamente, tomó una bocanada de aire, y se dejó caer de nuevo en el sofá y miró a su portátil. Todavía se sentía como una idiota por meterse en la situación, pero su lado más práctico se había hecho cargo o al menos lo estaba intentando. La lógica siempre era mejor que dejarse llevar por los nervios. Dejó caer la cabeza contra el sofá, deslizó una mano detrás de su cuello y frotó los músculos tensos justo en la base del cráneo. — ¿Y ahora qué?—, preguntó al techo. Su instinto le pedía pasar a la acción, pero aparte de las búsquedas que estaba haciendo a través de sus programas, no estaba segura de si había algo más que pudiera hacer hasta que De Salliers llamara de nuevo. Llamar al capitán de policía pasó por su cabeza, pero rechazó la idea enseguida. No lo conocía y a nadie que trabajara para él, por lo que pensó que mejor si se guardaba la información para ella. Además, no estaba segura de si era honesto y no estaba dispuesta a arriesgar la vida de Bud en eso. Eso trajo a su cabeza la siguiente pregunta: ¿De Salliers cumpliría su amenaza? Él había evitado usar la fuerza bruta en sus primeros encuentros, pero como las cosas se habían vuelto, ella tenía la sensación de que él estaba a punto de cruzar esa línea. Vale, Dar. Se dijo a sí misma. Vamos a pensar en esto en términos más familiares. Se levantó y cogió su vaso de leche, llevándolo de nuevo a la cocina. —De Salliers tiene un contrato que tiene que ejecutar. Si lo hace bien, él gana. Se queda en el negocio, tiene el dinero para seguir adelante, y su vida será buena. — Se sirvió otro vaso y se quedó allí, bebiendo. —Probablemente pensó que esto es una obviedad. Tiene poder, tiene gente, sólo tiene que bajar al naufragio, bucear, traer de vuelta la prueba y todo habrá terminado. Dio un codazo en la cesta, y cogió una de las galletas que Kerry había hecho antes, mojándolo en su leche y tomando un bocado. —Piensa en ello desde tu perspectiva, Dar. ¿Crees que estás frustrada? Veamos la foto completa: Tiene que tratar con Bob, pero se encuentra contigo en medio y arruinas su trabajo. Luego sus amigos intentan meterse con Bod, entonces llamas a su jefe y le dices que De Salliers es un perdedor. — Terminó de comerse la galleta y rebuscó otra. — Apuesto a que tiene un Rottweiler con mi nombre clavado y lo está usando para hacer prácticas de tiro. La idea la puso en un poco mejor estado de ánimo. —Está bien. Así que ahora tengo que convencerlo, el tiempo suficiente, de que realmente tengo lo que está buscando, para

intercambiarlo por Bud o al menos saber dónde lo tiene— Se lamió los labios. —Solo tienes que jugar bien tu farol, Dar. Puedes hacerlo. ¿Qué esperabas De Salliers? ¿Que corriera asustada? Apártate o serás aplastada por mis movimientos. Está bien. Cogió la cesta y se la llevó al sofá. Se sentó con las piernas cruzadas y recuperó su portátil. Abrió su correo y comenzó a escribir. *** Kerry salió fuera cabina y vio a Charlie sentado en el banco de la popa, donde solían prepararse para las inmersiones. Se acercó y se sentó a su lado, apoyando su brazo en la parte trasera del barco, mirando al otro lado del puerto deportivo. —Ya sabes. — Charlie habló primero. —Es por eso que Bud nunca pudo soportar a Andy, supongo. — ¿Qué quieres decir? —Lo tenía todo. Gustaba a todo el mundo. Era bueno en todo lo que hacía. Tenía un buen matrimonio, una niña de la que estaba orgulloso… hizo parecer que todo el mundo debería ser como él —. Miró hacia la puerta. —Ella es como él. Kerry pensó en eso. —Me gustaría que más gente fuera como él. — Comentó. — Me gustaría que hubiera sido mi padre. Charlie se movió y la miró. —Cuando conocí a Dar, cada vez que hablaba de su padre me pareció difícil de creer, en lo profundo de mi corazón. — Habló en voz baja. —Supongo que era debido a que mi experiencia había sido totalmente diferente. —Dar tuvo suerte. — Dijo Charlie. —La mayoría de nosotros no. —Cierto—. Estuvo de acuerdo. —Pero luego lo conocí. — Volvió la cabeza y se encontró con los ojos de Charlie. —Me dio algo que mi familia nunca tuvo y lo aprecio. Es más de lo que puedo decir. El ex marinero se echó hacia atrás y apoyó el brazo en la barandilla de popa. —No voy a disculparme por tener que hacer lo que teníamos que hacer para mantener la cabeza alta. —, Dijo. —Tengo un niño que cuidar. Kerry lo miró. —No estoy en posesión de juzgar a la gente. He estado en el extremo receptor demasiadas veces. — Dijo. —Creo que lo más importante en este momento, es sólo para resolver esto y sacar a Bud de las garras de ese bastardo. Una de las cejas de Charlie se crispó. —Pensé que no estabas juzgando. — Arrastró las palabras. —Llamar a un hijo de puta así. Kerry produjo una leve sonrisa. Charlie negó con la cabeza. —Dar es como Andy. Tiene la misma actitud. Realmente me recordó a él, por un minuto. Sé que ella tiene razón, un poco, pero a veces no es que tengamos muchas opciones en la vida, excepto recurrir a los malos. —Eso es verdad. — Ladeó la cabeza, al escuchar unos pasos que se acercaban por el muelle. Se levantó y se inclinó sobre el lado de la popa, para ver una figura familiar en movimiento hacia ellos. —Ah. — Suspiró. —Bob. Charlie se levantó y se acercó. —Ese pequeño gilipollas.

—Mm—. Se subió a la cubierta lateral y saltó al muelle, acercándose al invitado. —Hola. — ¡Oh! ¡Hey!— Bob parecía un poco sin aliento. —Me alegro de haberte encontrado. Escucha, la policía están detrás de mí. ¿Puedo esconderme ahí por un rato?— Miró hacia atrás y vio a Charlie. —Oh. Ah... bueno, tal vez no. Kerry suspiró. —Vamos. Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. — Hizo una pausa. —Incluso la tuya. — ¿Eh? Lo agarró de la camisa y tiró de él mientras ella daba un salto para volver al barco, quedándose con la opción de seguir o perder su ropa. Bob se unió a ella. —Nuestro amigo De Salliers ha estado más ocupado de lo que piensas—. Le explicó. —Um. — Bob se escondió detrás de ella mientras se movían hacia la popa. — Escucha, Kerry te ha explicado lo que pasó la otra noche, ¿no es así?— preguntó esperanzado. —Sé lo que pasó la otra noche, maldito idiota. — Charlie le dijo. —Saliste corriendo y nos dejaste tirados. Ven aquí y verás cómo te hago estallar tu maldito... — Charlie cojeó hacia ellos. —Uh ... uh ... — Bob empezó a ir hacia atrás. —Un momento. — Kerry se puso entre ellos, levantando la mano. —Vamos chicos. No tenemos tiempo para esto. — La levantó la voz cuando Charlie seguía acercándose. — ¡¡¡Para !!! Uno, dos, tres, cuatro… La puerta de la cabina se abrió de golpe y Dar salió a la terraza, viendo la situación de inmediato. Se abalanzó sobre Charlie, lo agarró de su camisa y lo arrastró hacia atrás sin contemplaciones. — ¡Hey!— Ella gritó. — ¡Tranquilízate! — ¡Suéltame!— Charlie tiró contra su agarre. —Le debo a ese bastardo una paliza. Se puso delante de él y le cerró el paso. —Déjalo estar. — Se erizó. —No tenemos tiempo para esta mierda. Como dijiste en el hospital - tomaste la decisión de confiar en él. Nadie te obligó. —Dar, sal de mi camino. — Intentó soltarse de ella. —No. — Esta no se movió. —Ni siquiera pensando en tratar de moverme. Él se detuvo y la miró fijamente. — ¿Crees que eres Andrew? Saca tu culo de mi camino, muchacha. — Puso su mano en su hombro y la empujó. Ella no se movió. Levantó la mano y cerró los dedos alrededor de la muñeca de Charlie, apretando su agarre con gran fuerza. —Charlie—. Lo miró fijamente. —Este es mi barco y estás en él. — Dijo. —Para. Sus ojos se encontraron. —Y no soy mi padre—. Le advirtió en voz baja. Charlie examinó los ojos azules brillantes, fríos como el hielo, que estaban fijos en él. Luego dio un paso atrás. Dar soltó el brazo y él se sentó en el banco de la popa de nuevo. —Cuando bajemos del barco. — Dijo a Dar. —No me detengas. Ella se dio la vuelta, satisfecha con la respuesta. —Está bien. — Miró a Bob. — Esta situación es grave. Puedes quedarte, pero mantén la boca cerrada, y si necesitamos que hagas algo, no me hagas tener que repetírtelo.

—Uh. — Bob dio un paso hacia atrás. —Tal vez debería ir a pasar el rato a otro lugar. —De Salliers ha secuestrado a nuestro amigo Bud, y está amenazando con matarlo. — Kerry explicó. — ¿Seguro que quieres salir a deambular por ahí? Bob parecía sinceramente sorprendido. — ¿En serio? No creo que... Quiero decir, sí, él es famoso por toda esta mierda de rescate, pero nunca pensé que actuaría de esa forma. —Vamos dentro. — Dar abrió la puerta. —Esperemos a su llamada y veremos dónde estamos. Kerry llevó a Bob interior, no sin antes mirar a su pareja, al pasar, y darle una palmadita suave en la cara. — ¿Qué tal un poco de café? Dar hizo uno pequeño ruido gimiendo en respuesta. Se volvió y esperó a que Charlie se levantara, dejándolo pasar antes que ella. Hizo una pausa mientras se acercaba y sus ojos se encontraron de nuevo. Después de un minuto, Charlie negó con la cabeza y pasó a su lado. Esta se dio la vuelta y observó su entorno brevemente. Recorrió las embarcaciones cercanas, evaluó a sus ocupantes. Nada le llamó la atención, y por supuesto, el yate de De Salliers no estaba por ningún lado. Sus ojos vieron a dos policías, sin embargo. Uno estaba de pie cerca del principio del muelle de madera, y el otro estaba caminando arriba y abajo, cerca de la playa. Oyó el sonido de unos motores detrás de ella y caminó hacia el otro lado del barco, mirando por encima del agua. Un barco de regatas estaba entrando en el puerto deportivo, con grandes motores retumbando mientras se movía más allá de ellos. Había un hombre detrás de los controles, con lo que sólo podría describir a un bebé al lado de él. El hombre miró a su alrededor y llamó la atención de Dar, produciendo una sonrisa y un gesto en su dirección. — ¡Bonito barco!— El hombre gritó. —Lo mismo digo. — Respondió con irónica cortesía. Observó el nombre del barco, al pasar, y su puerto de origen de Miami Beach. El barco se detuvo a unos metros de ellos, y varios ocupantes bajaron al muelle. El hombre le dio a la mujer una palmada en el trasero, y señaló un restaurante cercano. Se dio la vuelta y caminó hacia otro lado, hacia el barco de Dar. Dar asomó la cabeza por la puerta. —Ker, ¿puedes vigilar mi teléfono? Kerry había colocado ingeniosamente a Bob y Charlie tan lejanos entre sí como pudo, en la sala de estar, y estaba preparando café detrás de la galera. —Sí, sí, capitán Dar. Dar cerró la puerta y caminó hacia el lado de la barca para encontrarse con su visitante. *** —Ya que seremos vecinos, pensé en pasar a saludar. — El hombre dijo, con una sonrisa irónica. —Hay fuera el clima es un infierno, así que si tienes pensado salir a navegar mejor revisa tu plan.

Dar exhaló. —Si, también tuvimos una mala tormenta aquí el otro día. — Ella dijo. —Pensé que ya habríamos terminado con el clima tropical de este año. El otro navegante negó con la cabeza. Él era un hombre de aspecto relativamente bueno, de mediana estatura y con el tipo de construcción que indicaba que se cuidaba a sí mismo en un gimnasio un par de veces a la semana. —Sí, yo también, pero acabo de oír que es posible que estemos a las puertas de El Niño para este año nuevo. El tiempo está demasiado loco. Dar miró hacia arriba. —Bueno, si lo que dicen sobre el calentamiento global es cierto, mejor disfrutar de las islas ahora. — Dijo. —Tenemos pensado bucear en los arrecifes durante unos días. — Extendió su mano sobre el agua. —Gracias por la advertencia, Roger. Te lo agradezco. —No hay problema. — El hombre estrechó la mano. —Hey, ¿dijiste que tu nombre es Roberts? UH oh. —Sí—. Asintió con cautela. Su cabeza se inclinó y la miró. —No tendrás ninguna relación con Andrew y Cecilia Roberts, ¿verdad? Son mis vecinos en el puerto de Playa Marina del Sur. Oh. Logró soltar una sonrisa de alivio. —Sí, son mis padres. —Tenía el presentimiento. — Roger le señaló. —Te pareces a Andy. Me alegra conocerte, Dar. Que tengas un buen viaje de regreso y ten cuidado con esa tormenta. — Levantó una mano en señal de despedida y empezó a bajar a los muelles. — ¡Qué pequeño es el mundo!—. Murmuró desconcertada. *** —Así que eso es lo que pasó. — Kerry puso el termo de café en la bandeja, añadió un poco de leche y azúcar. Lo recogió y lo llevó a la mesa. —Sea lo que sea que estés buscando, Bob, realmente debe estar allí. Bob exhaló. —Sí, eso es lo que pensé cuando la policía empezó a ir detrás de mí. No hay humo sin cigarrillos, ¿verdad? Kerry miró hacia arriba. —Correcto. — Dejó la bandeja, y se sobresaltó cuando el móvil de Dar sonó. Con una rápida mirada hacia el portátil lo cogió y lo abrió. — ¿Hola Buenas? — ¿Roberts? Kerry consideró mentir, pero descartó la idea. —No. — Contestó. —Pon a esa perra al teléfono ahora mismo. La puerta se abrió y entró Dar. Kerry sostuvo el teléfono y, a continuación, dirigió un gesto grosero con ella. Los ojos de Dar se estrecharon cuando cruzó la cubierta y se llevó el teléfono. — ¿Sí? Kerry se dejó caer al sofá y cogió su portátil, haciendo click en la ventana que Dar había abierto para hacer el seguimiento a su teléfono móvil. El programa ya se había activado. Se dio cuenta de que Charlie se había trasladado hasta el borde de su silla, escuchando la conversación de Dar con atención. —Roberts, si me la juegas haré tostadas con tu pequeño. Dar respiró con paciencia. —Adelante.

—Te voy a dar dos coordenadas. Estarás allí a medianoche de hoy. Trae lo que tienes, además de veinticinco mil dólares. —, Dijo De Salliers. —Eso es para cubrir el coste de arreglar mi barco. Lo pensó, sacando su nuevo reloj de bolsillo del bolsillo de sus pantalones cortos y abriéndolo. —Olvídalo. Inténtalo de nuevo. Durante unos segundos no se escuchó nada. —No estás realmente en situación de llevarme la contraria. Tú no me dices lo que tengo que hacer. Tú haces lo que yo te diga. —Escucha, imbécil. El banco está cerrado. —, Le explicó. —Así que, si quieres arreglar la brecha en el casco, dame la cuenta, o cambia tu plan. —Ese no es mi problema, Roberts. Es tuyo. Lleva el dinero en efectivo y la reliquia, o voy a cortar este pedazo de mierda y lo utilizarlo como cebo. El teléfono se cortó. Dar colgó. —Mierda. Kerry estudió la pantalla del ordenador. —Parece que está en el agua, Dar. — Dijo. —Las coordenadas más cercanas son justo al oeste de St. Johns. — Pulsó unas cuantas teclas más. —Jesús, ¿ha capturado la salida digitalizada? —Nunca hago las cosas a medias. — Dar se sentó. —Tenemos un problema. Quiere veinticinco mil dólares. — Miró su teléfono. —Así que, ahora, además de una reliquia que no tengo, también tengo que entregar una maleta de dinero en efectivo que no tengo. Esto se está poniendo cada vez mejor a cada maldito minuto. — Su mirada de disgusto era evidente. —Y para colmo, un sistema de clima tropical maldito, puede que complique todavía más las cosas. Kerry frunció el ceño. — ¿En esta época del año? ¡Dar, es diciembre! —No es broma. — Se frotó los ojos. —Está bien. Vamos a ver a dónde nos llevan estas coordenadas. Charlie se levantó y se acercó, apoyándose en el brazo del sofá para ver lo que estaba haciendo Dar. —El tiempo significa problemas. — Comentó. —Pero no hasta después de que esta maldita cosa haya terminado. Tecleó las dos coordenadas que De Salliers le había dado, y esperó a que el programa las trazara en un mapa. En pocos segundos apareció un resumen esquemático de las islas, y una cruz parpadeando. Se encontraba en el medio del agua, como había esperado que fuera, en un tramo solitario al sur de las islas. —Tierra de nadie—. Charlie gruñó. —Está a unas dos horas. No mucho, pero es un agujero en el océano. —Así que tenemos que ir desde aquí... — Kerry puso su dedo en el lugar donde la señal celular había sido rastreada. —Hasta aquí. Y tenemos que ir de aquí ... — Se trasladó a donde estaban en St. Thomas. —Hasta aquí. Mucho más corto . —Podríamos llegar primero. — Bob comentó. — ¿Creéis que tendrán a vuestro amigo en el barco con ellos? Dar estudió la pantalla. —Si tienen la intención de hacer el intercambio, sí. — Escuchó Charlie contener el aliento. —Sabe que lo necesita, si no veo a Bud, no haremos ningún intercambio. — ¿Crees que él haría doble cruz ... ¡oh, qué pregunta estúpida!— Kerry se frotó la cara con una mano. —Dar, si en realidad no tienes nada para darle, ¿qué vamos a hacer?— , Preguntó. —El farol no puede durar mucho tiempo.

Dar cruzó las manos y apoyó la barbilla en ellas. —Ya lo sé. — Sus ojos pálidos estaban encapuchados, los párpados estrechos ligeramente. —Si tardamos dos horas para llegar allí, llegaremos sobre las nueve y media, antes de que tengamos que abandonar el muelle. Tenemos hasta entonces para conseguir algo que entregarle. — ¿Qué pasa con el dinero?—, Preguntó Charlie. — ¿Necesitas que llame a alguien?. — ¡No si es al tipo de esta mañana!— Kerry espetó. —Cristo, prefiero a Hock antes que ver su cara otra vez. — Se adelantó y sacó la bandeja de café y empezó a preparar las tazas. —No. — Charlie se aclaró la garganta con suavidad. —Alguien más—. Se puso de pie y sacó el teléfono móvil. —Esta maldita cosa me va a costar un ojo este mes. — Cojeando fue hacia la puerta y salió, cerrando tras de sí. Kerry y Dar intercambiaron miradas. Dar sacó el portátil y abrió otro programa. — Voy a conseguir una transferencia bancaria, pero no será efectiva hasta mañana. Tal vez si él puede conseguir algo antes de eso. —Están resultando unas vacaciones caras. — Se apoyó en el hombro de su amante. —La próxima vez, ¿qué tal si sólo hacemos algo tradicional, como visitar las Cataratas del Niágara? —Probablemente pasaría algo mientras estábamos allí y nos gustaría poder solucionarlo también. — Dar terminó su petición, y pulsó enter con un clic molesto. — Está bien. — Examinó sus otros programas en ejecución. —Nada más, todavía. — ¿Crees que será suficiente?—, Preguntó Kerry. La morena se encogió de hombros y meneó la cabeza. —No lo sé. ¿Y sabes algo? Estoy bastante cansada de decir que no lo sé. — Apoyó la cabeza en sus manos de nuevo, golpeando ligeramente su frente contra sus puños, mientras se balanceaba hacia atrás y adelante. Kerry puso un brazo alrededor de ella, frotando su espalda con los dedos ligeros. —Bueno. Bob, ¿qué es lo que pensaste que ibas a encontrar aquí? De verdad, quiero decir. Bob había estado mirando a Dar con total fascinación. Ahora miraba a Kerry con ojos asustados. —Um... No sé, la verdad. Un poco de lo que esperaba... um... bueno, Tanya pensó que el anciano tal vez llegaría a un acuerdo con nosotros si sabía que estábamos buscando algo que le hiciera daño. —No, ¿eh?— La frente de Kerry se arrugó. —De alguna manera, un tipo que le roba a su propia madre no parece que sea un tipo con el que sea fácil lidiar. — Movió suavemente el portátil lejos de Dar y quebró sus nudillos, luego abrió una solicitud de base de datos y comenzó a escribir. —Ahora, si asumimos que el abuelo Wharton no estaba loco, entonces él estaba aquí por una razón, ¿verdad? —Mm. — Dar gruñó. —Bueno. Voy a buscar las exportaciones de aquí durante ese período de tiempo, y ver lo que puedo encontrar. Si él estaba aquí, debe haber algún rastro suyo. Entiendo era pescador. — Escribió con rapidez y precisión. Levantó la vista cuando sintió calor en su hombro, para encontrar la barbilla de su compañera descansando en él. Su mano dejó de moverse por un instante y luego se puso en marcha de nuevo. Era muy consciente de la mirada de Bob, pero la comodidad de su mandíbula apretada contra

la mejilla de Dar abrumó la vergüenza leve en la intimidad e instó a Dar a que apoyara toda la cabeza. —Hey. — Dar le sopló en la oreja. —Mientras esté allí, haz una búsqueda en los archivos públicos por contrabando de bustos durante ese período de tiempo. Kerry volvió un poco la cabeza y la miró a los ojos muy, muy cerca. — ¿Contrabando? — ¿Contrabando?—, Preguntó Bob. —Y haz una búsqueda de los registros públicos sobre él en Maine. —, Insistió. — Estamos asumiendo que estuvo aquí por una razón. ¡Nadie ha dicho que tenía que ser por algo legal!. — ¡Hey!— Bob protestó. — ¡Ese hombre era una buena persona! Kerry asintió ligeramente mientras escribía. *** Charlie regresó, con su rostro visiblemente rojo. Se acercó cojeando y se sentó, haciendo malabares con el teléfono móvil, como si quisiera tirarlo contra la pared de la cabina. —Una pérdida de llamada telefónica. Dar levantó la vista sacudiendo la cabeza. Kerry le hizo un gesto hacia la cocina, estaba de pie en su interior. — ¿Quieres una cerveza?— Le ofreció con simpatía. Charlie se sentó en el taburete atornillado a la cubierta y apoyó los brazos sobre el mostrador de la cocina. Jugó con su teléfono, todavía visiblemente molesto. —Todo lo que hicimos para ellos, y ahora me dicen que me pierda. — Descansó su puño contra su mandíbula. —Empiezo a pensar que estaba muy equivocado con algunas personas. El tiempo hace que la gente cambie. Espero que esos bastardos no hagan daño a Bud... — dejó de hablar, y sus ojos parpadearon un par de veces. —Maldita sea, espero que esté bien. Kerry dejó una botella de cerveza abierta delante de él, y se apoyó en el mostrador. —Estoy segura que estará bien, Charlie. Haremos nuestro mejor esfuerzo para asegurarnos de ello. — Dijo en un tono suave. —Me siento como un tonto de primera. Pensando que ellos eran nuestros amigos. Dar se acercó y se inclinó a su lado. —Está bien. Tendré el dinero mañana. Cuando hable con De Salliers esta noche, intentaré llegar a un acuerdo con él. No puedo conseguir el dinero antes. No hay tanta disponibilidad de dinero en efectivo en la maldita isla. —Él no va a querer esperar a mañana. Quiere obtener lo suyo y salir de aquí. —Lo sé. — Estuvo de acuerdo. —Así que tendré que darle algo lo suficientemente bueno para que se olvide del dinero en efectivo. Kerry le dio un golpecito en el brazo. —Dar, no tenemos nada. —Él no sabe eso. —No podemos correr ese riesgo. — Protestó en voz baja. —Kerry, ¿qué otra opción tenemos?— preguntó, al igual que en voz baja. —Las búsquedas no han sacado nada de nada. No tenemos ni idea por qué estaba allí. No

tenemos pruebas de que estuviera loco, no hay prueba de que no lo fuera. Lo que tenemos es una maldita caja de puros de madera y mi capacidad de mentir a través de mis dientes. Kerry cerró los ojos. —Cristo. — Suspiró, mirando el mostrador. Después de unos segundos miró hacia arriba. —De Salliers probablemente estará cerca de St. Thomas y no querrá alejarse del punto de encuentro ¿verdad? —Probablemente. ¿Por qué? — ¿Por qué no vamos a bucear al sitio? ¿Qué tenemos que perder? Tal vez podamos encontrar algo. —, Dijo Kerry. —Todavía tenemos un par de horas. — ¡Hey, es una gran idea!— Bob se había unido a ellos. — ¡Seguramente ahora no estará prestando atención al sitio!— Sonaba emocionado por primera vez desde que había aparecido. — ¡Vamos a hacerlo! Dar calculó los tiempos, luego se volvió y se dirigió a la puerta sin decir una palabra. Tal vez pudieran encontrar algo, tal vez no, pero era algo físico que podía hacer, en vez de estar sentados alrededor de la embarcación durante cuatro horas, mirándose los unos a los otros. Y a veces, reconoció, solían tener suerte. Sólo esperaba que esta vez fuera una de esas veces. *** El lugar del naufragio estaba muy tranquilo. El sol se deslizaba hacia el mar, y sólo había una tajada muy ligera en el agua. El aire era fresco y seco, y Kerry echó la cabeza hacia atrás para ver un cielo sin nubes por encima de ella. —Bonito. — Estaba vestida con su traje cortito para bucear por la noche, el neopreno comprimía su cuerpo para que pudiera relajarse una vez estuviera bajo el agua. Dar estaba junto a su equipo, también en su traje de neopreno. Puso un pie abotinado en el banco y ató un cuchillo de buceo a su pierna, luego se volvió y se sentó. — ¿Seguro que no puedo bajar también?— Bob preguntó por cuarta vez. — Honestamente, creo que puedo ayudar a buscar. —No. — Dar se levantó, ciñéndose sus correas con más fuerza. Ató una linterna de buceo extra a su cinturón. —Dijiste que no tenías ninguna idea de lo que estabas buscando. No cambies tu historia ahora. — Hizo un gesto a su compañera para que se pusiera su tanque. —No tenemos mucho tiempo. Kerry no negó la sensación de excitación mezclada con nerviosismo que le hizo cosquillas en sus entrañas. Se acercó y se sentó, para ponerse el tanque. El tanque se sentía pesado, por lo que tuvo que tomar un respiro antes de encogerse de hombros y ajustarlo en su lugar. A continuación sujetó con fuerza la correa interior al vientre. No estaba acostumbrada realmente a usar el traje de neopreno. Flexionó sus brazos, pasando un dedo dentro de la manga, por la zona de sus bíceps. Parecía más ceñido de lo que recordaba, porque la última vez que se había puesto el traje había sido el año pasado y todos esos ejercicios en el gimnasio probablemente tenían algo que ver con eso. Dar dio un paso hacia ella, apretando el cierre frontal y luego le dio unas palmaditas en el lateral. — ¿Esta Lista?

—Lista—. Comprobó los cierres de la celebración de sus diversas mangueras hacia abajo, y golpeó la válvula de inflado en su BC. Cogió su máscara y siguió a su compañera a la puerta de popa, que les daría acceso al mar. —Charlie, si pasa algo, utiliza esto. — Dar le entregó un martillo de bola. —Golpea en la escalera, no en el casco, ¿eh? El ex marinero tomó el martillo y asintió tensamente. —Si suena el teléfono, responderé por ti. — Dijo. —A ver si puedo conseguir que ese imbécil me deje hablar con Bud. Dar le dio una palmada en el hombro. —Buena suerte. — Bob se metió las manos en los bolsillos, sintiéndose espectacularmente inútil. — ¿Qué puedo hacer mientras estáis allí? — ¿Podrías calentar algo de sopa?— Dar hizo una pausa, para ajustarse su máscara. —Hay algo en el armario. Nos daréis cuarenta cinco minutos, y estaremos de vuelta aquí, si encontramos algo o no. — ¡Bien! —Bob aceptó de buena gana. —Hace un poco de frío. ¡Buena idea! —Gracias, cariño. — Kerry murmuró en voz baja. Dar le sonrió, luego se bajó de la popa y se dejó caer en el agua con un chorrito de luz, desapareciendo bajo la superficie casi de inmediato. Kerry hizo un ajuste de última hora, en su cuchillo de buceo, y la siguió, metiéndose en el mar. *** Esta inmersión era diferente. Kerry lo sintió tan pronto como entró en el agua y notó la puesta del sol caliente por la tenue frescura del agua. Podía ver a su compañera esperarla. Se dirigió hacia ella mientras su cuerpo se ajustaba al cambio. El traje realmente ayudaba a mantener el frío. Era cortito, pero mantenía la parte central de su cuerpo mucho más caliente de lo que hubiera sido con tan sólo un traje de baño, y una vez que el neopreno se mojó y se soltó, se hizo mucho más cómodo. Alcanzó a Dar y comenzaron a bajar. Esta vez, más rápido de lo que normalmente iban, por lo que tuvo que ajustar la presión en sus oídos un par de veces, durante su descenso. Podía ver los restos del naufragio tenuemente abajo. Dar había anclado el barco mucho más cerca, esta vez, que en su inmersión anterior. El sol ya se iba desvaneciendo arriba, y cuando se acercaron vio a Dar encender su luz de buceo por lo que ella hizo lo mismo. En la parte inferior, se detuvieron para reagruparse. Dar recortó su luz sobre su chaleco y luego extendió las manos para abarcar los restos del naufragio. A continuación, señaló un punto a medio camino y barrió su mano de nuevo. Señaló a Kerry. Esta asintió, entendiendo que iban a separarse y cada una tomar la mitad del naufragio. Dar luego señaló hacia el interior de la nave y cerró el puño, sacudiéndola. Se señaló a sí misma, y luego a Kerry, y luego juntó las manos antes de señalar hacia el interior de nuevo. Otro asentimiento. Kerry acordó que ella no quería explorar el interior del buque sin Dar allí. Dar levantó un pulgar y el dedo índice en un signo de bien.

Se separaron y se dirigieron en direcciones opuestas. Kerry tomó un momento para hacer un giro completo de 360 grados, sólo para centrarse en el interior del océano. Fijó la ubicación de la cuerda del ancla en su mente, por si acaso, y luego fue a la parte frontal de los restos y comenzó a mirar alrededor. La ruina no era realmente toda una pieza, sino diversos trozos de madera y hierros, medio enterrados en la arena blanca y suave. Nadó lentamente sobre ellos, dejando que las puntas de sus manos enguantadas cepillaran su superficie incrustada a la ligera. Nada fuera de lo común que pudiera ver -las piezas de metal eran tacos y otros hierros fácilmente reconocidos. Se desvió unos metros más, luego se detuvo y se dio la vuelta, mirando hacia atrás sobre los escombros. Esperó un minuto, reconociendo todo. Recorrió los restos de nuevo, y luego miró más allá. Cadenas de anclaje, barandillas, apoyos... todo estaba allí. Lo que le molestaba era lo que no estaba allí. Nunca había estado en un barco de pesca antes, y ese era el punto. Debería haber un montón de basura dispersa en pedazos, incluso después de todo este tiempo. Cosas como redes, aparejos y cualquier otra cosa que los pescadores usaran para pescar. Hizo una pausa y pensó en lo que había visto dentro de la bodega del barco. Cajas. Literas. Se dio la vuelta y estudió los restos del naufragio en su conjunto, al ver la luz de Dar abajo alrededor de la zona de popa. La luz del sol se desvanecía y el barco se estaba asentando en una penumbra malhumorada mezclada con el arrecife que la rodeaba. Con un gruñido suave, fue hacia abajo de nuevo y continuó su búsqueda. Vio una pieza envejecida a un lado y nadó hacia ella, acomodándose a la arena en sus rodillas mientras dejaba que la flotabilidad de la BC hiciera su función. Alivió cuidadosamente la vieja madera a un lado, luego levantó la pieza y la examinó. La madera estaba cubierta por crecimiento del mar, que suavemente retiró de ella. Podía ver marcas más oscuras debajo, y siguió limpiándola hasta lograr despejar un espacio pequeño de madera. Su luz reveló una palabra parcial, o algo que podría ser una palabra, aunque realmente no significaba nada. Puso el pedazo de madera en su bolsa de captura, y continuó explorando. *** Dar se encontraba en el extremo posterior de la embarcación, sin encontrar nada notable en el rastro de escombros que había revisado. Se desvió hacia la parte inferior y miró a la mitad de la popa enterrada, donde aún había rastros débiles del nombre del barco en el metal incrustado. Deslizó las manos por la cubierta inclinada, tirando hacia atrás cuando una anguila salió de lo que había sido el escape del motor. Inboards Diesel, pensó, no tan diferente a la que potencia de su propia embarcación, ahora a ochenta metros por encima de su cabeza. Se deslizó por la popa y por la cubierta, sorprendiendo a un mero. Una pequeña escuela de magníficos ángeles azules y amarillos pululaban a su alrededor, mientras nadaba lentamente a lo largo; en busca de cualquier signo de algo que sabía que no iba a saber si lo encontraba. Un sistema de fijación en la cubierta atrajo su interés, descendió, tocando con la mano un círculo de hierro pesado y redondo. Destinado para sujetar una pieza vertical del

equipo, se encontró con el centro de la misma madera con incrustaciones de coral indicando que no había estado en uso, cuando el buque se había hundido. Sus ojos siguieron a un segundo sistema de fijación, y luego a un tercero, mucho más grande. Frunció el ceño, pensando en los buques de pesca que había visto en el puerto deportivo. Los tornos deberían hacer sido atornillados aquí abajo, se dio cuenta, junto con los motores pesados para que al utilizar las redes gruesas sus contenidos fueran directamente a la bodega abierta. Las puertas de las bodegas estaban allí, agrietadas abiertas, permitiendo el acceso al interior de la nave, que ella y Kerry habían utilizado la última vez, pero mientras daba vueltas alrededor de la cubierta, se dio cuenta de que no había nada más. No había grúas, cabrestantes, no hay ningún mecanismo que los pescadores usaban para recuperar sus capturas. Ella sintió que algo se acercaba, y su cabeza se sacudió, sólo para encontrar a Kerry alzarse y dirigirse hacia ella. Su pareja se desaceleró a un alto, luego sacó su pequeña pizarra, un grueso lápiz y comenzó a garabatear. Estaba bastante oscuro. Movió su luz y examinó el lugar oscuro y silencioso donde seguramente el capitán había pasado sus últimos momentos. Por un momento, su piel se erizó y miró a su alrededor, con severidad. El interior de la estructura estaba cubierto de coral, y tuvo que actuar con cautela para no acabar con su engranaje enredado o enganchado. La silla atornillada al suelo estaba prácticamente suelta. Se agachó a su alrededor, y examinó la consola que manejaba el timón de la nave. La madera vieja, con protuberancias, estaba sorprendentemente intacta, por lo que deslizó su mano alrededor de una de las radios. El timón tenía un inserto de latón brillando bajo la luz. El mar lo había corroído demasiado, pero podía ver que la placa estaba suelta. Sacó su cuchillo de buceo y apretó suavemente en ella. La soltó y la cogió. Estaba empezando a volver cuando vio un perfil extraño debajo de la consola frontal. Curiosamente, se volcó sobre su espalda y se retorció debajo de la plataforma de metal, iluminando con su linterna sobre su hallazgo. Estaba cubierta de crecimiento, pero pudo distinguir algo sujeto allí. Se acercó, para eliminar la parte del coral. El esquema era siniestro. Sintió un escalofrío recorrer su espalda, miró hacia atrás en puro reflejo. Sacudiendo la cabeza con fastidio, se acercó más, y trabajó cuidadosamente con el cuchillo, tratando de hacer palanca libre. Una mano la agarró del tobillo. Sorprendida provocó una explosión de burbujas, se tambaleó hacia arriba, golpeando su cabeza contra la consola. Desorientada, arremetió con un brazo, hasta sentir un apretón familiar en ella y se dio cuenta de que era Kerry. Se relajó con alivio y se frotó la cabeza donde había impactado el metal. Kerry la acercó más, se quitó el regulador y le besó la cabeza. Dar rodó sobre su espalda y miró a su compañera con un cierto tono de reproche. Kerry le dio una mirada de disculpa, pero le entregó la pizarra para que leyera. Dar escaneó el mensaje y asintió vigorosamente, dando a Kerry un pulgar hacia arriba. Luego señaló debajo de la consola a su premio.

Kerry flotaba sobre ella, vientre contra vientre, en el reducido espacio. Dirigió su linterna hacia el elemento y luego se echó hacia atrás, sorprendida, mirando a Dar en cuestión. Ésta, atrapada cómodamente bajo el cuerpo de Kerry, extendió las dos manos en una actitud de cuestionamiento. Kerry señaló el artículo y luego hizo un movimiento de tirón. La morena asintió con la cabeza y luego le dio un codazo suave en el lado. Kerry se quitó del camino, permitiendo a su compañera darse la vuelta y apoderarse de la reliquia incrustada. Se preparó y luego tiró. El artículo no se movió. Con el ceño fruncido, consiguió un mejor agarre, presionando sus aletas contra la consola y se arrastró hacia atrás con toda la fuerza de sus poderosos hombros y muslos. Hubo un sonido que podía oírse incluso bajo el agua, cuando el metal rasgado se soltó bruscamente, enviando a Dar disparada hacia atrás, chocándose contra el cuerpo de Kerry. Kerry rodó fuera de su camino, pero su manguera quedó atrapada en uno de los radios del timón, y tiró de ella alrededor. Se retorció sorprendida, y con un estallido, la manguera se rompió y se soltó. El aire se detuvo. Abrió los ojos alarmada, intentando agarrar con una mano el brazo de Dar. Escupió su regulador y buscó en su bolsillo el de repuesto. La manguera rota estaba arrojando burbujas arremolinándose hacia la parte superior y se dio cuenta de que su vida se acababa. Dar se giró ante el sonido del aire liberado, y miró por encima, viendo el problema de inmediato. Dejó caer la reliquia ganada duramente y se abalanzó sobre su pareja, tirando a su alrededor. En un instante, agarró la mano de Kerry, sacó su propio regulador de reserva y se lo dio. Kerry agarró su propia computadora y la mostró a Dar. Esta simplemente empujó el regulador hacia ella, para callarla. Esta tomó el regulador ofrecido y lo cambió, pudiendo ahora respirar por el mismo tanque de Dar. Cogió el ordenador de Dar y lo miró, agarrándola del brazo alarmada. Dar le dio una palmadita en la mejilla para reconfortarla, pero siguió trabajando. Estaba oscureciendo. Apoyó la linterna y agarró la manguera rota de Kerry, examinando el final de la misma. Un momento después la descartó, sacó un pequeño paquete de su AC y lo desenvolvió, revelando una herramienta de usos múltiples y algunas piezas pequeñas y brillantes que parecían balas en escorzo. Kerry esperó tensamente, incapaz de ver lo que estaba haciendo su pareja, muy consciente del aire que ambas estaban utilizando. El tanque de Dar, no tendían tanto margen para llegar a la superficie con una parada de seguridad, exponiendo a las dos a la peligrosidad de las curvas. Trató de mantener la calma, respirando muy lentamente y de forma muy uniforme. El agua se cerró en torno a ella, ahora densa y oscura, parpadeando ante la visible vida desconocida en el perímetro de su visión. Dar continuó trabajando sobre la manguera, quitando la parte rota y añadiendo piezas hasta ajustarlo todo de nuevo. Se le había atascado un poco, pero finalmente consiguió ponerlo bien y la dejó caer al suelo. Seleccionó una de las piezas pequeñas, cogió una y se la insertó suavemente en el agujero, atornillando el tapón de rosca en su

lugar. Apretó hacia abajo y luego abrió lentamente la válvula de nuevo, mirando cuidadosamente en busca de burbujas. Ninguna. Golpeó a Kerry en el hombro y le indicó que intercambiaran de nuevo los reguladores. Su amante lo hizo rápidamente, aspirando el aire en su propia reserva, con una mirada de absoluto alivio. La morena recogió las herramientas y miró su reloj. Llevaban demasiado tiempo, se dio cuenta, por lo que miró a Kerry directamente a los ojos. Esta también se había dado cuenta de ello. Dar señaló hacia la entrada de la timonera, sabiendo que no tenían tiempo siquiera para mirar en la bodega del barco. No había nada que pudiera hacer al respecto. Siguió a Kerry en la oscuridad del océano. Ahora casi no había nada de luz y los restos del naufragio habían retrocedido en una misteriosa sombra. Sopesó su trozo de metal en una mano. Kerry miró su brújula, iluminando con su linterna delante de ella, hasta que se reflejó en una cadena plateada que se elevaba hacia la superficie. Se apoderó de la línea de anclaje con gratitud, contenta por su seguridad, sabiendo que estaban cerca de la superficie. Era la primera vez que había tenido un fallo en su equipo, y tuvo que admitir que se había asustado bastante. Sabía que si no hubiera tenido a Dar con ella, se habría tenido que enfrentar a un ascenso de emergencia y la posibilidad muy real de la pesadilla de un buzo. Las curvas significaban el atrapamiento de burbujas de nitrógeno dentro de su torrente sanguíneo, lo que podría provocarle un potencial corte de la circulación. El ascenso normal daba el tiempo suficiente para que el cuerpo se fuera acostumbrado al cambio, evitando el riesgo de un posible ataque al corazón, un derrame cerebral, parálisis o muerte. No estaba dispuesta a morir todavía y sólo el pensamiento de un accidente cerebrovascular como el que su padre había sufrido, la hacía sentirse mal. Había tenido suerte y Dar había estado allí. Sintió un nudo en la garganta, mientras se detenían para una parada de seguridad. Dar rodeó su pierna con un brazo y la apretó, mirándola desde detrás de su máscara. Con el agua oscura alrededor de ellas, fue un momento extrañamente íntimo. Se inclinó hacia delante y presionó su máscara contra la de Dar, simplemente mirándola a los ojos. Se olvidó de su misión. Se olvidó de dónde estaban y justo en ese momento Kerry era simplemente feliz de estar viva. Deslizó sus dedos contra la mandíbula de Kerry. Sus ojos sonreían. Kerry le cogió la mano y la apretó. Podía sentir la emoción poderosa correr entre ellas con tanta fuerza, que las palabras sobraban. Por encima de ellas, sus burbujas siamesas giraban perezosamente por la superficie. *** Dar rompió la superficie primero, quitándose la máscara y agitando el pelo de los ojos. Divisó el barco, Charlie y Bob las esperaban ansiosamente sobre la cubierta. Se dirigió hacia ellos. Kerry emergió justo detrás de ella. Mantuvo su regulador en la boca mientras seguía a la mujer morena, a través de las olas, alegrándose de que la inmersión hubiera

terminado. Se colgó de la escalera mientras su compañera la arrastró a bordo. La bolsa de captura de Dar, con la reliquia que había recuperado, la golpeó contra su rodilla. Cuando Dar despejó la escalera, Kerry lanzó sus aletas a bordo, luego se agarró a los peldaños de metal y con una oleada de energía, tiró de ella y su engranaje para arriba fuera del agua. Ya estaba entrando en la cubierta, cuando su pareja la sujetó y la llevó hasta el banco donde ambas se sentaron. Tiró de sus tanques hasta el soporte y desabrochó el BC, para sentarse mejor y relajarse cuando el peso se desprendiera de sus hombros. — ¿Encontrasteis algo?—, Preguntó Bob. — ¡Parece que sí! Dar soltó la bolsa de captura, que cayó sobre la cubierta. —Un par de cosas. — Dijo. — ¿Cómo vamos de tiempo? —Está bien. — Charlie le dijo. —Tenemos buen viento. —Si, me he dado cuenta. — Se enderezó, deslizando su pelo hacia atrás retorciéndolo para escurrir el agua. —Encontramos algunas cosas que no puedo explicar, pero te voy a decir lo que no hemos encontrado. — Puso las manos en las caderas cubiertas de neopreno. —No había ningún utensilio de pesca. Charlie y Bob se miraron. — ¿Eh?—, Dijo Bob. — ¿Quieres decir... que no era un barco de pesca? —Sí. — Kerry se levantó y se fue al armario a sacar dos toallas. El aire de la noche era frío y estaba empezando a relajarse. —Dar tiene razón. No había nada de pesca, ni redes, ni nada que se utilice para la pesca, nada de nada. — ofrecido una de las toallas a su pareja. —Encontré parte de una caja. — Envolvió la otra toalla alrededor suyo, cerrando la mandíbula para evitar que rechinaran sus dientes. —Tengo que ir a ponerme algo en seco. —Ve—. Dar la empujó suavemente hacia la cabina. — ¿Dónde está la sopa?—, Le preguntó a Bob, dándole una mirada directa. —Oh. ¡Um... dentro!— Bob señaló. —Iré a buscarla. — Abrió la puerta, dejando que Kerry entrara por delante de él. Después cerró la puerta. Dar fue a su bolsa de captura y la abrió. —Si él no estaba pescando, ¿qué estaba haciendo aquí?—, Preguntó Charlie, con curiosidad. —Buena pregunta. — Levantó la reliquia que había recuperado y se la entregó. — También he encontrado esto sujeto debajo de la consola del puente, junto al timón. Los ojos de Charlie se abrieron cuando retiró un poco del coral incrustado. — ¡Puta. Eso es un M-16! —Mm. — Dar pescó en la bolsa y sacó la pieza de latón. —Tengo que limpiar esto. — Suspiró. —Así que ahora ya sabemos que no era un barco de pesca, pero no estamos más cerca de averiguar lo que estaba haciendo. —Lo más probable es que no fuera algo de fiar. Desde luego no, con esto a bordo. ¿Crees que se trata de drogas? Dar se encogió de hombros. Se secó un poco más el pelo y exhaló. —No ha sido un buceo divertido. Kerry perdió a una de sus mangueras en los restos del naufragio. — Se acercó y examinó el tanque. —Gracias a Dios que mi padre me enseñó a llevar siempre un kit de herramientas.

Charlie estaba en su hombro, mirando la manguera. — ¡Puta!— Tocó el conector. — ¡Maldita suerte!— Puso una mano sobre el hombro de Dar. —Te diré algo, Dar. ¿Por qué no te vas al interior, te cambias de ropa y descansas?. Yo me quedaré aquí y dirigiré hacia el sur. Dar dejó escapar un suspiro. —Está bien. — Le sonrió agradecida. —Cuidado al subir esa escalera. Charlie resopló. Le dio un suave empujón, como el que Dar le había dado a su pareja antes, animándola a que fuera hacia la puerta. —Pon tus células cerebrales a averiguar qué decirle a ese chiflado cuando lleguemos allí. Dar recogió la placa de bronce, la bolsa de Kerry y se dirigió a la puerta. Algo caliente y ropa seca sonaba como una gran idea. A lo lejos, oyó el más leve indicio de un estruendo, lo que le recordó que debía encender la radio marina. Con su suerte, la maldita tormenta se les vendría encima. Tenía cinco horas para averiguar qué demonios iba a hacer con De Salliers. Negó con la cabeza cuando entró en la cabina, contenta de estar fuera de la brisa fresca, en el interior del espacio bien iluminado. Bob estaba detrás de la cocina revolviendo algo en una olla, y Kerry presumiblemente en su dormitorio cambiándose de ropa. Sonrió a Bob al pasar junto a él y se dirigió hacia la puerta cerrada. Dejó caer la bolsa en el suelo del baño y siguió, golpeando ligeramente en la puerta de la habitación antes de abrirla. Kerry estaba reclinada en la cama, con la cabeza apoyada en un puño, completamente desnuda. Levantó la otra mano y le indicó que entrara. Rápidamente entró y cerró la puerta detrás de ella. —Hola. —Necesito tu ayuda. — Arrastró las palabras en voz baja. —Pero lleva tu traje primero. No quiero que gotee por todo. Atrapada sólo un poco con la guardia baja, Dar sintió que sus ojos se abrían mientras miraba a su amante. —Um... bien. — Llegó detrás de ella, cogió la correa de la cremallera, tirando hacia abajo soltando el traje de neopreno. Se lo bajó por los brazos y se lo quitó dejándolo en el baño. — ¿Ocurre algo? Kerry ladeó la cabeza hacia un lado. —No contigo. — Dijo. —Vamos ven. Dar se secó el cuerpo con la toalla y luego se sentó en la cama junto a su pareja. — Sabes que tenemos invitados fuera. — Le dijo a su amante con ironía. —Sí, lo sé. — Suspiró, se dio la vuelta y apoyó la cabeza sobre el muslo de Dar. — Pero desde que subí, tengo algo atorado en la parte de atrás de mi cuello. Es fuerte, y no puedo llegar, y me está volviendo loca. Dar parpadeó. —Oh. — Ahogó una pequeña risa. —Espera. — Sondeó suavemente la piel suave en la espalda de Kerry, al ver una mancha roja cerca de donde su columna entraba en su cráneo. —Mm—. Exhaló. —Eso ha sido muy agradable y cálido, Dar. ¿Cómo hiciste eso tan rápido? —Cariño—. Murmuró con sus ojos puestos en su tarea. —Estás aquí, totalmente desnuda. Si todavía tuviera frío, tendríamos un problema. La risa de Kerry, las sorprendió a las dos.

—Ah. Lo tengo. — Agarró suavemente la astilla de metal, aliviando la piel de Kerry. Una pequeña gota de sangre siguió, y le apretó la zona cuidadosamente, hasta conseguir que dejara de sangran. —Maldito bote. — La sintió respirar deslizando su cálido aliento a lo largo del muslo. — ¿Mucho mejor? —Gran trabajo. Gracias. — Dijo mientras se quedaba en esa posición. Frotó la mano a lo largo de la pierna de Dar, mirándola con total afecto. —Y gracias por estar ahí y saber qué hacer. Dar se movió para estar frente a ella. —Gracias a papá, por enseñarme todo lo que sé. — Puso su mano sobre la rodilla de Kerry. — ¿Estás bien? Sé que daba un poco de miedo. Asintió. —Estoy bien. Estaba un poco nerviosa cuando estaba pasando, porque quería salir a la superficie rápidamente, aunque sabía que no era algo que debía hacer. Era demasiado arriesgado. —No. Tuve un golpe de suerte una vez y no es algo que quiera volver a repetir. — Flexionó su mano delante de su cara. —Perdí la sensibilidad en mi brazo durante una semana. Kerry se movió y se acurrucó contra ella. —Pensé en mi padre. — Dijo en voz baja. —Sobre lo que debía haber sentido. — Un soplo. —Sí, estaba totalmente asustada. Dar puso sus brazos alrededor del cuerpo de su pareja. —No dejaría que nada de eso te sucediera. — Le dijo. —Créeme, Ker. Es mi trabajo mantenerte a salvo. Se sintió segura al ser acunada en los brazos de Dar, su cuerpo ahora estaba caliente hasta la médula, cuando sus persistentes temores se evaporaron. —Te creo. — Susurró. —Sé que estoy a salvo contigo. Se quedaron juntas, en silencio durante unos minutos, escuchando los motores arrancarse y la retracción del anclaje. — ¿Tenemos algo para dar a De Salliers, Dar? —Un poco. — ¿Lo suficiente? —No sé. Simplemente no lo sé.

Parte 10 El tiempo estaba empeorando. Kerry se agarró a la parte exterior de la puerta mientras esperaba que el barco se estabilizada, luego siguió su camino hacia el sofá. Dar ya estaba sentada en él, con su ordenador portátil delante de ella y un montón de papeles desordenados dispersos por la mesa. Bob la miraba con la frente arrugada. — ¿Algo nuevo?—, preguntó Kerry, tomando el lugar justo al lado de Dar en el sofá. —Un montón de mierda. — Suspiró. Empujó el trozo de madera que Kerry había sacado del agua. Habían raspado lo suficiente para descubrir tres letras de un nombre, pero las posibles permutaciones de —RTE— en el medio de una palabra eran... —la lista es interminable. — Se la entregó a Kerry. —Incluso analizando empresas y los términos relacionados con el mar. Cogió la página. —Incluso podría ser una abreviatura de ruta. — Estuvo de acuerdo con tristeza. —Esto es peor que buscar una aguja en un pajar. Dar se echó hacia atrás y dejó caer las manos a los muslos. —Tenemos las piezas, pero no tenemos ni idea de cómo hacerlas encajar. — Dijo. —Sabemos que una cosa es segura. Él no estaba aquí para pescar. —Está bien, y si tenía un rifle de asalto a bordo, probablemente no era para hacer turismo. —, Agregó Kerry. —Tenía suministros a bordo para un viaje largo, que tiene sentido si tenía que hacer algún viaje lejos de su puerto de origen. —Correcto—. Dar se levantó y se paseó, su cuerpo compensando automáticamente el rollo de la embarcación. De pronto se detuvo. —Ker, ¿tomaste fotos de dentro de la bodega cuando bajamos por primera vez? La frente de Kerry aumentó en el pensamiento. —Estaba demasiado oscuro en ese momento. No creo que lo hubiera hecho. — Dijo a su pareja en tono de disculpa. — Además, estábamos demasiado ocupadas tratando de conseguir pasar por debajo de los... los... ¿qué eran esas cosas de metal que encontramos detrás de la anguila? Boca abajo e inclinado hacia un lado, los restos no habían sido bien revisados por Dar tampoco. Su mente hizo un dibujo del metal retorcido. Recordó llegar a tratar de moverlo, y sus manos se habían cerrado en torno a algo redondeado, y relativamente suave.... —Jaulas—. La palabra salió de su boca inesperadamente. —Eran jaulas, con barras. Bob y Kerry la miraron. — ¿Jaulas?— Kerry repitió pensativa. —Espera... sí, lo eran. Una de las puertas estaba abierta y yo estuve en la parte superior de la misma. — Asintió con la cabeza. —La bisagra me estaba golpeando en las costillas. — Su voz se elevó en el entusiasmo. — ¡Tienes razón, Dar! — ¿Jaulas?— Bob las miró totalmente perplejo. — ¿Para qué? ¿Personas? La morena meneó lentamente la cabeza. —No. Demasiado pequeño. — Su frente se contrajo. —Podrían ser para los animales. Estaban repartidas por toda la bodega, justo en pedazos por todas partes. Ahora su compañera parecía un poco confundida. —No lo entiendo. ¿Por qué él estaría tratando de conseguir animales en las islas? O.…— Sus ojos se abrieron. —No, él estaba tratando de obtenerlos desde aquí, ¿no es cierto!

Dar asintió lentamente, sintiendo una sensación de euforia mezclada con disgusto. —Ellos eran la mercancía. — Dijo sin rodeos. —En algunos lugares, el mercado negro para ellos es enorme. — ¿Al igual que para los zoológicos?—, Preguntó Bob. —Pensé que podría casi reproducirse por su propia cuenta. —No. — exhaló La mujer alta y de pelo oscuro. —Bueno, sí, hay algunos lugares que tendrían que pagar por tener animales de exhibición, seguro, pero sobre todo serían para el mercado... ah... —Partes—. Kerry murmuraba. —Piel... —Incluso podría conseguir más por la medicina popular tradicional. — Dar confirmó en voz baja. —Es mucho dinero. Alastair hizo un análisis, hace dos años, sobre este tipo de mercados emergentes, y creo que incluso él se sorprendió. Una de nuestras oficinas de Extremo Oriente se puso en contacto para proporcionar servicios de bases de datos y procesamiento para una empresa que actúa como centro de intercambio de las cosas legales. Kerry la miró sorprendida. —Rechazó el contrato—. Se encogió de hombros. —Me dijo que su madre lo habría azotado si hubiera ayudado de algún modo a los cazadores furtivos. — Cogió de nuevo la madera y la estudió. —Bien, ahora tenemos algo para seguir adelante. Ker, haz una búsqueda en estas cartas, sólo en las bases de datos de veterinarios en lugar de marina. —Tienes razón, jefa. — Cogió el portátil, y comenzó a escribir. —Se van a desmayar con el proyecto de ley de células de este mes. — Comentó. —Conseguirás otro conjunto de entradas para la Super Bowl de Bellsouth. Tal vez podamos ir este año. Dar seguía dando vueltas a la madera entre los dedos, examinando con cuidado. Parecía probable que fuera parte de una caja de suministros. Podía ver las muescas débiles donde los flejes de metal podrían haber estado en su lugar. —Así que supongo que en realidad no estaba loco, ¿eh?—, Dijo Bob repente. —Loco como un zorro. — Murmuró, inclinando la madera a la luz. —Santo Jesús. Eso significa que ganamos. Tengo que llamar a Tanya. — El hombre se puso de pie y pasó una mano por el pelo. —Realmente lo hicimos. — ¿Nosotros?—, Dijo Kerry en voz baja. —No tan rápido. No hemos probado nada. Todo lo que tenemos es una teoría razonable. — Añadió en un tono más alto. — Oh. Dar, mira. — Señaló la pantalla, que mostraba una lista de respuestas a su petición. —Carter Internacional—. Dar exhaló. —Suministros zoológicos. ¿Cuál es la probabilidad?— Golpeó la madera en su rodilla. —Está bien. Es una teoría. Tenemos la M16, este pedazo de madera, nuestros recuerdos de la bodega llena de jaulas, y un barco de pesca sin utensilios de pesca en él. —Y la caja de puros—. Le recordó. —No es que sea relevante, o incluso pueda abrirse. — Empujó el portátil a un lado y se levantó, dirigiéndose a la sala de engranajes. El barco rodó, por lo que tuvo que apoyar una mano en la pared para mantener el equilibrio, y luego continuó. — ¿Hey, Dar?— La voz de Charlie crujió a través de la radio. Dar dejó la madera y se dirigió a la consola. — ¿Sí?— Tecleó el micrófono y respondió. — ¿Qué me cuentas? Creo que tenemos algo aquí, Charlie.

—Bueno, creo que también tenemos algo aquí. Es posible que quieras venir. — Le informó Charlie. —Podríamos tener compañía. Mierda. Apoyó la cabeza contra la jamba de la puerta. —Bueno. Vuelvo arriba. — Dijo, dejando el micrófono en un base, llena de frustración. —Maldita sea, ¿no podemos estar tranquilos? — ¿Qué es eso?— Kerry regresó con su caja. — ¿Qué pasa? Dar se dio la vuelta y la miró. —Charlie cree que alguien nos está siguiendo. Voy a echar un vistazo. — Esperó mientras Kerry se acercaba hacia ella, inclinando la cabeza cuando su pareja terminó a su lado. —Tal vez solo es alguien pescando de noche. —Tal vez los gatos se ponen chaquetas y bailan el tango—. Dejó la caja junto a la consola y sacudió las manos. —Iré contigo. —Yo también. — Bob estuvo de acuerdo. Dar suspiró. Cogió la caja y la examinó. —Nos llevará tiempo poder abrirla, Ker. Está completamente incrustada. — Miró a Bob, que estaba mirando con curiosidad por encima del hombro. —Es sólo una vieja caja de puros. — Él dijo, sonando decepcionado. Dar puso la caja en el suelo. —Sí. — Abrió la puerta, tirando un poco cuando una ráfaga de viento irregular fue en su contra. —Habrá tiempo para eso más tarde. — Se acercó al exterior, protegiéndose los ojos contra la luz de marcha de la embarcación y la detección de las cabrillas reflectando alrededor de ellos. —Maldita sea. —Viene demasiado rápido. — Kerry observó. — ¿Es por la tormenta? Dar se movió sobre la escalera para mirar mejor. —Tal vez esto es sólo una tormenta eléctrica. — Se acercó subiéndose un peldaño más. El movimiento de la embarcación la lanzó de lado a lado un poco, pero llegó a la parte superior y recuperó el equilibrio. —Charlie. El gran ex marine se volvió de su asiento, en los controles. —Parece que una gran tormenta. —No es broma. — Dar se agarró el borde de la barandilla del puente y se puso al timón. Sintió a Kerry en la parte posterior del asiento, y la presión de una mano en la parte posterior de su cuello. — ¿Dónde está la señal? —Aquí. — Charlie señaló el radar. En medio de la confusión de la tormenta, una pequeña luz verde surgió a cierta distancia de ellos. —Podría ser simplemente una falsa. No lo puedo asegurar. —No con nuestra suerte. — Dar estudió el punto. No parecía estar moviéndose rápidamente, se estaba manteniendo sobre una distancia aún de la Dixie. — ¿Crees que es De Salliers? —Demasiado poco. — Charlie negó con la cabeza. — ¿Piratas?— Kerry sugirió —No con este tiempo. No serían tan estúpidos. Kerry se inclinó junto a Dar. —Tal vez cambiaron de parecer acerca de ayudar. Charlie resopló. —De todas formas tenemos tres horas antes de que lleguemos al punto de encuentro. El tiempo se está poniendo peor. ¿Quieres que nos desviemos a algún lugar hasta que se calme un poco?

Dar levantó los ojos y miró hacia la oscuridad. El viento azotaba su pelo hacia atrás, cuando un relámpago, a lo lejos, iluminó un banco de nubes pesadas por delante de ellos. — ¿Crees que va a parar? El gran hombre se encogió de hombros. —Depende. Podría ser sólo una tormenta. —O una banda exterior. — Respondió secamente. — ¿Estamos muy lejos desde el punto de encuentro? —A una Hora. — Dijo Charlie. — ¿Hay un pequeño atolón a unos cinco o diez minutos de aquí donde podríamos echar el ancla. Dar, eso nos daría la oportunidad de saber si realmente nos están siguiendo. —Está bien. ¿Puedes echar un vistazo a lo que tenemos? Quizá tenga algún sentido para ti. Charlie asintió y volvió el barco hacia el viento, empujando las palancas del motor hacia adelante mientras las olas los sacudían de lado a lado. *** Kerry no era una persona feliz. Apoyó los codos sobre el mostrador y se miró las manos, mientras trataba de no vomitar. No era justo, gemía en silencio. ¿Qué había en el Caribe que tanto la mareaba? Había navegado en los Grandes Lagos, en olas de mayor altura y no se había sentido así. — ¿Estás bien? Volvió la cabeza para encontrar a su compañera de pie junto a ella. —Um. — Contuvo la respiración mientras el barco rodó sobre otra ola. —Casi. —Cariño—. Le deslizó cariñosamente los dedos por el cabello. —Estás más verde que el color de tus ojos. ¿Quieres algo para el mareo? — ¿Tienes algo?—, Preguntó esperanzado. —No fue tan malo cuando nos estábamos moviendo. — Habían echado el ancla hacía unos veinte minutos. Charlie estaba estudiando las pistas que habían encontrado y Bob se había retirado a una silla cerca de la puerta. Dar se acercó el armario sobre el frigorífico. Sacó una pequeña caja, mientras se apoyaba en la pared para mantener el equilibrio mientras la abría. —Es para que no vomites. Kerry cerró los ojos. —No digas esa palabra otra vez. Abrió la caja y sacó dos pastillas. Dejó la caja en su sitio, se dio la vuelta para coger un vaso y llenarlo con agua. —Aquí. — Le entregó las pastillas. —Dramamine. Las aceptó así como el agua, que ayudó a tragárselas. Dejó el vaso y suspiró. — ¿Quieres alguna otra cosa? ¿Cualquier remedio casero viejo que quieras probar? Esta ladeó la cabeza hacia un lado, luego con una pequeña sonrisa, se inclinó y capturó el lóbulo de Kerry entre los dientes, mordisqueando suavemente. —Orf... bu... ¡Dar!— Chirrió muy suavemente, sus ojos muy abiertos y dando bandazos hacia sus huéspedes. La atención estaba causando pequeñas e interesantes sacudidas que le recorrieron el cuerpo, que se rebelaba eficazmente contra el pánico. — ¿Siiiii?— Dar murmuró.

La rubia se preguntó si era el Dramamine que estaba haciendo su trabajo demasiado rápido. Sus náuseas se aliviaron, sintiendo que sus hombros se relajaban, a pesar del movimiento continuo de la embarcación. —Guau. Eso funciona. — Susurró. —Mmhm. — Su pareja estuvo de acuerdo. —Aunque un poco difícil hacerlo tú misma. — Puso sus brazos alrededor y tiró de ella hacia atrás para que se apoyara en su cuerpo. Kerry juntó las manos alrededor de las de Dar, soltando el aliento, aparentemente muy contenido. A medida que el tiempo de la reunión se acercaba, Dar se estaba poniendo cada vez más preocupada. El conocimiento de que la seguridad de Bud descansaba sobre sus hombros, pesaba demasiado sobre ella. — ¿Dar? Apoyó la barbilla contra el cabello de Kerry. — ¿Hm? —Iré contigo cuando te reúnas con De Salliers. — Declaró. —Te lo digo, por si estabas pensando en pedirme que no lo hiciera. ¿Estaba pensando en eso? Podía sentir la respiración de Kerry bajo sus manos, un movimiento lento y constante. —Para ser honesta, no había pensado en ello, Ker. ¿Pero tiene sentido arriesgarnos las dos? No respondió durante unos minutos. Sus manos acariciaron las de Dar, sintiendo una sensación reconfortante. —Sólo quiero estar contigo. — Dijo finalmente. —Quiero estar ahí. Parecía bien, de alguna manera, aunque no era muy lógico. —Está bien. —, Dijo Dar. —Voy a necesitar toda la ayuda que pueda conseguir y eres la mejor ayuda que podía esperar. No podía ver la sonrisa en el rostro de su pareja, pero sabía que estaba allí por su cambio en el tono de su voz. —Gracias. — Apoyó la cabeza en la clavícula de Dar. —Entonces, ¿cuál es el plan? Muy buena pregunta. —Me imagino que nos reuniremos con él. —, Dijo Dar. — Trataré de establecer algunas reglas básicas. Quiero hablar del dinero, directamente en primer lugar, porque si él no accede, tenemos un serio problema. — Mantuvo su voz baja del rango de audición de Charlie. —Mm. —Conseguir que nos muestren a Bud, para asegurarnos de que está en el barco. — Continuó. —Luego... supongo, dejamos caer lo que sabemos y ver cómo reacciona. —No sabemos mucho. —Lo sé. Hey, vamos a ver si podemos conseguir abrir la maldita caja. Mientras se acercaban hacia la caja Bob las observaba con curiosidad. Dar cogió una navaja de bolsillo y la abrió, para hacer palanca suavemente en los percebes que cubría la caja mientras la otra mujer la sostenía. — ¿Crees que hay algo dentro?—, Preguntó Bob. —Probablemente no—. Kerry admitió. —Simplemente estamos inquietas y aburridas, y queremos que el tiempo pase más rápido. Dar la miró, un poco asustada por tener sus pensamientos expresados con tanta claridad. —Hey. — Consiguió soltar algo de la vida marina encajada en la caja. Kerry sonrió, y jugueteó con un poco con las cáscaras desechadas.

— ¿Cómo está tu estómago?. —Bien. — Respondió distraídamente. —A ver si puedes conseguir quitar toda esta parte fuera, Dar. Bob se levantó y se acercó a ellas, mirando por encima de su hombro. Charlie se quedó estudiando detenidamente las páginas de datos sobre la mesa. Dar se detuvo para escuchar la radio cuando un boletín meteorológico crujió a la vida. —Este es el número especial de asesoramiento Servicio Nacional Meteorológico de las seis, para las islas del Caribe Oriental y las aguas circundantes. Una depresión tropical se formó justo al sur de la isla de St. Croix. La presión mínima central ha sido detectada en 1008 milibares, y hay algunos indicios de una circulación en desarrollo. —Hijo de puta. — Maldijo con sentimiento. —Se aconseja a los intereses marítimos en la zona que tomen precauciones. Viento mayor detectado de 30 nudos, con rachas de 35 nudos. La tormenta se mueve hacia el oeste noroeste a unos diez nudos. Charlie se había levantado y cojeó hacia ellos, con la frente arrugada de preocupación al oír la radio. —Maldita sea. — Parecía preocupado. —Dejamos todo abierto en casa. —Te lo dije. Iremos hasta Bud y sacaremos su culo de allí. — Dar le dijo con tranquila confianza. —Ambos estaréis en casa esta noche para cuidar de las cosas. Charlie le dio una mirada especulativa, y suspiró. Un ruido suave les hizo saltar a todos, entonces todo el mundo la miró. Miró hacia sus propias manos, que parecían tener voluntad propia y continuó trabajando en la caja. El coral alrededor de la tapa se había roto bajo su cuchillo y caído sobre el mostrador. Dejó el cuchillo y encajó sus dedos alrededor del borde de la caja, levantándola para poder quitar el último trozo de coral que obstruía su apertura. Todo el mundo se agrupó alrededor y miró dentro. *** — ¿Qué es?— Bob estiró el cuello para ver. Dar inclinó la caja hacia la luz. En el interior, había una caja de metal delgada con parte de la superficie corroída por el contacto con el mar. Volvió a coger su navaja e insertó la punta entre el borde de la caja y tiró hacia arriba. Al principio se resistió brevemente, pero a los pocos segundos cedió. Kerry buscó en el interior cuando Dar consiguió abrirla, la levantó y colocó en la parte superior de la mesa. —Hay un problema. — Se tocó la cara frontal. Bob se acercó más. — ¿Son iniciales lo que hay en la parte superior?— se acercó más para intentar raspar un poco más. — ¡Creo que lo son! — ¿Wharton?— Kerry cogió un trapo metido debajo de la mesa y frotó la parte superior. Indicios débiles de un monograma aparecieron, finamente aparecieron líneas trazadas que eran difíciles de interpretar. —Podría ser. Dar tocó suavemente el óxido. Dejó el cuchillo y apretó los dedos alrededor de la parte frontal de la caja, empujando hacia abajo firmemente sobre ella. No se movió, pero

sintió el metal cavando en su piel. Tensó su mano y puso más presión sobre las capturas, lo que obligó a que se abriera más y saliera algo de agua. El agua se derramó de los bordes mientras dejaba la caja tumbada, junto con los granos de arena fina de la parte inferior. Levantó la tapa y la dejó totalmente abierta, para poder ver su contenido bajo la luz. Como era de esperar, el interior estaba lleno de restos de fondo del mar. Una capa de arena cubría algo escondido dentro. Kerry despejó la arena con sus dedos y retiró el contenido. Parecía duro y resbaladizo bajo sus dedos. — ¿Qué es?— Bob preguntó ansiosamente. Kerry tiró de ello. —Algo de plástico. — Lo abrió por completo y lo puso en la mesa. Era una hoja de tamaño portátil, en capas de laminado rígido fuertemente arrugado que obviamente se había doblado muchas veces. La escritura en ella era muy pequeña. Incluso Kerry, cuya visión era malditamente casi perfecta, tuvo que entrecerrar los ojos. Dar ni siquiera lo intentó. En cambio, se inclinó más cerca bajo la luz y se volvió, dirigiéndose de nuevo hacia la sala de estar. — Voy a buscar un lente de aumento. —Se ha reducido. —, Dijo Kerry. —Es un montón de páginas, dispuestas. Bob señaló. — ¿Eso es un testamento?—, Se preguntó, en el entusiasmo. Charlie gruñó. —Puede ser. — Dijo. —Lo sé porque Bud y yo tenemos nuestras cosas importantes de la misma manera, excepto que nosotros lo tenemos a tamaño normal. Dar volvió con una pequeña lupa de mano. Se la entregó a Kerry, que se centró en la primera parte de letras Bitty. Todo el mundo esperó a que la mujer rubia empezara a leer. —Es un fideicomiso. — Kerry murmuró. —Esta parte, y sí, pertenece a un artículo de un testamento. — Señaló a un tercer conjunto de páginas. —Esos son los documentos de propiedad para el barco... son todos papeles legales. — Miró a Dar. —Y esto aquí, en la parte inferior, se parece a un plan de navegación por el Caribe. Dar exhaló. —La prueba de que no estaba loco. — Dijo. —Y que estaba aquí por una razón. — ¡Sí! Sí!!!— Bob gritó de júbilo. — ¡Ahí está! ¡Ya lo tenemos! ¡Conseguimos pillar al maldito bastardo!!! Dar cogió la delgada caja de metal en una mano, y lo miró, sacudiendo la cabeza hacia atrás y adelante ente su patente incredulidad. —No puedo creer que hemos tenido esta maldita cosa todo el tiempo maldito. — Maldijo, levantando la parte superior de la caja de nuevo y cerrándola. —Maldita sea. — Charlie exhaló. —Maldita sea, maldita, maldita. — Parecía profundamente aliviado. —Estoy malditamente feliz de ver esto. — Dar suspiró. —Por lo menos tenemos algo con lo que trabajar ahora — ¿Qué?— Bob dijo. — ¡Dámelo!¡Esto es de Tanya! Kerry cubrió la hoja con ambas manos y le bloqueó el agarre. — ¡Hey! La morena apretó los dedos hacia abajo en su muñeca. —Déjalo. Esta es nuestra única moneda de cambio.

— ¡No le puedes dar eso a él! ¡No!— Arrancó el brazo libre de las garras de Dar y se abalanzó sobre la hoja. Tiró del hombro de Kerry, evitando los dedos extendidos de Charlie. Dar reaccionó instintivamente. Se movió y su mano izquierda lo golpeó con su brazo mientras lanzaba su peso contra él. —Aléjate de ella. — Le advirtió, consciente de repente de la mirada perpleja de su pareja. Charlie se interpuso entre ellos y empujando a Bob contra la pared. —No me vengas con que no hay excusas, eres el culpable de todo esto. — Le dijo a Bob. —No me importa una mierda cómo vas a salir de esta. Pero te aseguro que no será a cuenta de la vida de mi pareja. — ¡No se lo puedes dar!— Bob jadeó. — ¡No entiendes lo que está en juego aquí! Kerry se deslizó de entre ellos y llevó a la hoja con ella al sofá. —No. — Aconsejó Bob. —Eres tú el que no entiende lo que está en juego aquí, o lo que es peor, no te importa. La vida de alguien está en peligro. ¿Cómo puede siquiera pensar en quedarte esto?— Con un movimiento de disgusto de su cabeza, utiliza un paño para acariciar la hoja seca. —No voy a dejar que lo hagáis. — Bob advirtió. —No lo permitiré. Yo no, yo... URP. — Sus ojos desorbitados se abrieron cuando Charlie le puso su gran mano alrededor de su garganta y comenzó a apretar. —Cierra la boca o te lanzo al agua. — El ex marinero perdió la paciencia. Bob los miró a todos, pero se calmó. Charlie soltó su garganta, permaneciendo cerca por si acaso. —No puedes. — Murmuró. —No puedes. —Lo haremos—. Kerry respondió de manera constante. 'Y si intentas interferir, saldrás lastimado. — ¡Maldita sea!— Charlie estuvo de acuerdo. *** — ¿Dar?— Kerry ató los cordones de sus zapatillas. —Tengo una pregunta. — Estaban en el dormitorio, con sólo la lámpara de noche encendida. Estaba tranquilo, y fresco, como si fuera su último momento de paz antes de ir a la batalla contra el tiempo y De Salliers. — ¿Mm?— La morena se estaba abrochando el botón superior de sus pantalones vaqueros. — ¿Cómo vamos a llegar al barco De Salliers? Sus manos se detuvieron, y miró hacia arriba. —Él tiene un esquife, creo. Lo vi colgando de un torno cuando estábamos a bordo. Kerry la miró seriamente. — ¿Y qué pasa si tenemos que volver a toda prisa? No me gusta estar a su merced con eso. El barco se movió, por lo que tuvieron que agarrarse para mantener el equilibrio. Después de estabilizarse, Dar puso las manos en sus caderas y frunció el ceño, pensativa. —Podríamos nadar. — Dijo. —Pero con este tiempo, maldita sea, espero que no tengamos que hacerlo. La rubia se acercó más y deslizó sus dedos dentro de la pretina de Dar. — ¿Crees que deberíamos vestirnos en consecuencia por si acaso? No es que no me gustes con

vaqueros, cariño, me encantas, pero son una mierda para nadar. — Le dio un tirón a la cintura. —Y más si están flojos como estos. —Tienes razón. — Reconoció, estudiando la ropa de su compañera: una camiseta metida en sus pantalones cortos. —Podría ponerme un traje de baño con un par de pantalones cortos de deporte. — Se le ocurrió. — ¿Te parece bien eso? —Sí, eso sería perfecto—. Estuvo de acuerdo. Observó en silencio mientras su pareja se cambiaba, saliendo de los vaqueros, doblándolos cuidadosamente antes de ponerse su traje de baño. — ¿Dar?— A la luz relativamente débil, todavía podía ver los reflejos de los ojos de Dar mientras la miraba. — ¿Tienes miedo? Se ajustó la correa, sobre el hombro, de su traje negro sólido. — ¿Por hacer esto? Kerry asintió. —Un poco. — La mujer morena suspiró. —Asustada porque algo puede suceder, alguien, tal vez nosotros, o Bud, puede salir herido. Claro que tengo miedo. —Me siento mucho mejor ahora, que tenemos esto. — Kerry tocó la hoja revestida de plástico sobre la cómoda. —Esto es mucho más que un farol. Dar asintió. —Es una pena que al final se vaya a salir con la suya. — Admitió. —Es realmente frustrante. Al final tenemos las respuestas y ahora es por nada. Wharton gana de todos modos. —Tengo una teoría sobre eso. — sacó una camisa de manga corta de algodón y se la puso encima de su traje, dejándola desabrochada. —Lo que se siembra se recoge. Algún día tendrá su merecido. — Guardó cuidadosamente su precioso reloj de bolsillo en un cajón, metiéndolo doblado en una de sus camisas de repuesto. — ¿Al igual que mi padre lo hizo?—, Preguntó Kerry en voz baja. Se detuvo y la miró. —Se podría decir eso. — Estuvo de acuerdo. Sus ojos se posaron pensativamente. Kerry se acercó. —No estás comparando en serio a Wharton con mi padre, ¿verdad?— Su voz se elevó. —No, no exactamente. —Bien. — Chocó contra ella. —Entonces, ¿de qué estás hablando? Rodeó el cuello de Kerry con los brazos y apoyó la frente contra la de su pareja. — No estoy muy segura. Pregúntame de nuevo más tarde. El barco se balanceó y ambas se tambalearon. Kerry se agarró de la cintura de Dar y se inclinó para besarla. —Es hora de ponerse en marcha. — Dijo. —Me alegraré cuando todo esto termine. Dar se frotó la nariz con ella. —Yo también. —, Admitió. —Porque cuando terminemos, voy a sacar a todos de este maldito barco y pondré el cartel de no molestar en la barandilla. —Buena idea. — Kerry estuvo de acuerdo. Dar se metió la lámina de plástico en el bolsillo de atrás y cerró la cremallera. Luego le pasó el brazo por los hombros a su compañera y la condujo hacia la puerta del dormitorio. — ¿Sabes lo que estaba pensando? Que el viejo era un hijo de puta. Tal vez sea justicia poética que el chico se lo llevara todo. Kerry suspiró. —Esa idea ya se me había ocurrido.

Abrieron la puerta y salieron al salón del barco. —Voy a ir a poner en marcha los motores. — Dar le dijo a Charlie, que mantenía un ojo adusto en un Bob todavía ceñudo. Cogió su chubasquero de la encimera y se lo puso, fijando el cinturón. —Bien podría empezar a moverse. —Voy a ir hasta allí con vosotras. — Charlie se levantó con cuidado, consiguiendo equilibrarse sobre su pierna artificial. —Gracias a todos. — Todos se movieron incluso el furioso Bob. —Voy a hacer una olla de sopa, Dar. Nos perdimos la cena. Sopa. El estómago de Dar repente retumbó con fuerza. —Una gran idea. — Le agradeció con una mirada apreciativa. —Gracias. —Mm—. Kerry dejó que sus ojos descansan sobre Bob, luego desvió la mirada a su pareja, arqueando una ceja. Esta le devolvió una mirada ligeramente avergonzada, con un encogimiento de hombros. —Llámame cuando esté lista. Vendré por ti. —Me gustó la primera. — Kerry pronunció, antes volverse y dirigirse a la cocina. *** Dar navegaba con cuidado a través de la tormenta, acercándose cada vez más al punto de encuentro. Estaba tan oscuro que apenas podía ver más allá de la proa del barco, y se basaba sólo en su radar y su buscador de profundidad, para mantenerse fuera de problemas. La lluvia azotaba con fuerza contra ellos, moviéndose casi de lado en su intensidad. Charlie estaba acurrucado en el asiento junto a ella, también mirando hacia la oscuridad. —Repugnante—. Dar murmuró. —Sí. — El ex marine contestó en voz baja. —Escucha, Dar. Siento lo de antes. —Está bien. En estos momentos estamos todos bajo mucho estrés. Sé que estas preocupado por Bud. También yo. — Miró el radar. —Parece que nuestro amigo nos abandonó. — Señaló la pantalla. —Una complicación menos. Charlie asintió. —Bien. — Dijo. —Me siento condenadamente mejor ahora, con todo este asunto, una vez encontrado ese papeleo. — Añadió. —No es que no confíe en ti para hacer lo correcto, Dar, pero... —Pero es mucho más fácil cuando tienes algo con lo que negociar. — Terminó por él. —No me sentía demasiado cómoda tampoco. Ahora tenemos toda esta mierda para negociar. — Hizo un ligero ajuste a su curso. —Estaré encantada de darle ese maldito papel, sacar a Bud y salir fuera de esta maldita tormenta. — ¿No te molesta que los malos ganen?— Preguntó, viendo su cara. —Malos es un término relativo para ese nido de víboras. — Murmuró, girando cuando oyó que alguien subía por la escalera. —Ah. — Una sonrisa se dibujó en su rostro, cuando la reconoció con la forma robusta en su chubasquero. Kerry tenía una jarra termo colgando alrededor de su cuello, por una cuerda de seguridad, y estaba usando ambas manos para tirar de ella. — ¡Te dije que iría a buscarte!— Le gritó. Kerry se estabilizó y se abrió paso a través del puente. —Digamos que hay un tipo de lo más petulante que quiero perder de vista durante un momento, ¿de acuerdo?— Se

dejó caer en el tercer asiento, en el otro lado de Dar. —Maldito cobarde estúpido. Casi lo tiro por el ojo de buey. —Su voz sonaba exasperada. —Casi—. Dar asintió. Un trueno los hizo saltar y todo el cielo se iluminó con relámpagos, rozando las olas agitadas con la incandescencia de plata por un breve instante. —Wow—. Kerry exhaló. —Esto se está poniendo muy mal. ¿Qué pasa si no se presenta? Nadie respondió, ni se miraron entre sí. Finalmente dijo Dar. —Si no lo hace, iremos a buscarlo. Cayó un rayo de nuevo y Kerry se agarró al brazo de su pareja. — ¡Dar!— Señaló hacia la proa. — ¡Hay algo ahí fuera!— Gritó. — ¡Alguien! ¡Vi a una persona! — ¿Qué?— Gritó, incrédula. Inmediatamente, detuvo los aceleradores, frenando el gran barco en un ocioso revolcarse. — ¿Dónde? Charlie se puso de pie y miró. —No puede ser, Kerry. No en estas aguas. Kerry esforzó sus ojos. —De verdad. — Dijo, con absoluta certeza. —Lo juro. Dar miró la hora y luego la miró a la cara. —Sigue mirando, voy a dar la vuelta. — La rubia se levantó y se dirigió hacia la escalera, donde se quedó inmóvil cuando una luz en la oscuridad de las olas pareció encenderse iluminándolos. — ¡Oh! — ¡Qué demonios!— Sintió que el mundo se iba fuera de balance. — ¿Ahora qué? —Dar. — La cara de Charlie tenía una expresión extraña. —Es una luz marina de guerra bajo el agua. ¿Luz Naval? Sintió que su corazón podía salir de su pecho. Cuando detuvo los morotes, oyó el débil eco de uno mucho más pequeño acercándose. —Kerry, quédate aquí. — Se aferró a la barandilla mientras rodeaba a su pareja. —Creo que estamos bien. Kerry se aferró a la barandilla para salvar su vida mientras observaba a Dar corretear por la escalera. —Espero que tenga razón. *** Un trueno retumbó ominosamente por encima de ellos. Estando cerca del agua, podía ver la silueta contra las olas. Era un barco pequeño con un solo ocupante. La luz se movió hacia ella, cegándola por un momento, luego se apagó. Abrió los ojos y parpadeó. — ¡Papá! —Hola, Dardar. — La voz de Andrew Robert retumbó de nuevo. — ¿Me lanzas una de esas cuerdas? Con un sentimiento de alivio tan profundo que casi la mareaba, levantó una de sus cuerdas de sujeción y la arrojó, apuntando con precisión sobre la figura sombría. — ¡Ker!— Gritó a su pareja. — ¡Es papá! — ¡Sí!— Kerry saltó arriba y abajo un par de veces. — ¡¡¡¡Por fin algo está saliendo bien!!!! Dar sonrió cuando captó las palabras. Se inclinó sobre la barandilla y vio mejor a su padre, vestido de negro, en un bote de goma. — ¿Quieres que te baje la escalera?

—Sí, señora, estaría bien. — Andrew gritó, mientras sujetaba su bote con las cuerdas. Luego se ajustó otra cuerda a la cintura, después de realizar una inmersión ordenada por la borda de la embarcación en el agua. Dar se movió por la cubierta y llegar a la escalera de atrás, que colgaba del barco violentamente por la fuerza de las olas, que estaban empeorando. Abrió la escotilla de buceo, desabrochó la escalera de buceo y la bajó al mar. En unos segundos la gran figura de su padre apareció invadiendo la cubierta. Andrew mantuvo su equilibrio con facilidad, a pesar de balanceo del barco, y se quitó el gorro de neopreno. —Hola, papá. — Sintió las palabras emerger antes de que realmente pudiera censurarlas. Las cejas canosas de su padre se levantaron con cierta sorpresa, pero se acercó a su hija para darle un breve abrazo. — ¿Qué hace un buen chico como tú en una tormenta como esta? Andrew se rio entre dientes. —No vayas ahí, Paladar—. Advirtió, liberando el abrazo el tiempo justo para ser asaltada por una figura más pequeña. Kerry echó los brazos alrededor de su suegro, sin dudarlo un instante. — ¡Whoo!— balbuceó. — ¡Hola Papá! La voz de Andy se suavizó sensiblemente. —Hola, Kerry. — Dijo. —Y gracias por enviarlos esas cartas. Dar los miró asombrada. — ¿Cartas? Kerry se dirigió a su amante. —Le he estado enviando por correo electrónico todas las cosas que nos han estado pasando. — Le explicó con un toque de disculpa en su tono. — ¿Sabías que iba a venir aquí? —Naw. Andrew puso un gran brazo alrededor de su hija. —Lo he decidido esta mañana. Vamos a resguardarnos y hablaros. — Miró hacia arriba. — ¿Está Charlie ahí arriba? —Sí. —, Dijo Dar. —Nos consiguió una barcada llena de problemas, ¿verdad?—, Comentó Andy. — ¿Dónde está mamá?—, Preguntó Kerry, una vez empezaron a subir hacia la escalera. —Pintando a tu perro. — Respondió, haciendo una pausa cuando la puerta de la cabina se abrió y Bob salió. — ¿Este es el tipo que acabó enredando a Bud y Chuck? Los ojos de Bob se abrieron ante el gruñido y se apresuró a cerrar la puerta. —Sí. — Respondió Kerry, distraída. —Papá, ella está pintando un cuadro de Chino, ¿verdad? La miró y luego se echó a reír. —Si. — ¡Uf. Sólo quería comprobarlo. — Empezó a subir la escalera primera. —Me gusta su color. Aquello hizo que incluso su pareja sonriera. Andrew se volvió hacia ella mientras esperaban a que Kerry subiera. —Tu madre conoce a mucha gente, en Boston. — Dijo, en un tono serio. —Le diré que no tiene buenas palabras para muchos de ellos. —Caramba. ¡Qué sorpresa!— Dar hizo un gesto hacia arriba. —Vamos. Sólo quiero salir de debajo de esta maldita tormenta.

Andrew empezó a subir la escalera. La puerta de la cabina se abrió y Bob se asomó de nuevo. — ¿Quién es ese?— Él susurró a Dar. — ¿De dónde ha salido?—, Añadió. — ¿Qué está haciendo aquí? Dar apoyó su codo en la barandilla. —Ese es mi padre. Hazte un favor y sólo permanece allí y fuera de nuestro camino. Un destello de ira cruzó la cara de Bob, pero se retiró y cerró la puerta. Ella dejó descansar las manos en la escalera por un momento y luego empezó a subir. *** Andrew salió a la cubierta, que ahora parecía muy estrecha. —Hola Charles. — Saludó al otro ocupante casualmente, mientras seguía a Kerry a los controles. —Hey, Andy. — Charlie murmuró. —Qué agradable sorpresa. — Sus ojos se quedaron en la consola, sin darse cuenta de la atención de Kerry sobre él. —Me alegro de al final todo saliera bien. —Si. — Respondió fácilmente, instalándose en uno de los asientos. —Todo está bien ahora. ¿Tienes un plan, kumquat? —Dar lo tiene. — Esperó a que su pareja se uniera a ellos. Esta tomó el asiento central y aceleró los motores, comenzando hacia adelante. El movimiento del barco contrarrestó lentamente las olas y Kerry se relajó al igual que su estómago. Tenía ganas de pedirle a su compañera otra dosis de su medicina de oído. —Papá, no tuve la oportunidad de decirte que finalmente encontramos algo. — ¿Lo tienes ahora?— Andrew estudió los controles. —Sí. — Kerry pescó dentro del bolsillo trasero de su pareja y sacó la hoja doblada, inclinándose por encima del hombro de Dar. —Es todo legal. Andrew estudió, ladeando la cabeza canosa hacia un lado. —Bueno, mira eso. — Murmuró. — ¿Renuncias a esto como parte de tu compensación? —Por Bud. — Charlie soltó de repente. —Sí. Andrew descansó la mandíbula en su puño. —Mi esposa dice que ese mequetrefe de ahí dentro no es nada de fiar. — Dijo. —Quiere usar todo el dinero para ser de la misma clase social que tu padre, Kerry. Esta se puso tensa, luego frunció el ceño. —Él era conservador, que quieres decir. — Dijo. —No hay ninguna ley contra eso, ¿no?— Sus manos estaban descansando sobre los hombros de Dar, para mantener el equilibrio y se apoyó un poco más. —No, señora, seguramente no lo es. — Su suegro estuvo de acuerdo. —Pero parece que han tomado una aversión hacia la gente que no es como ellos. — Vaciló atípicamente. Dar habló finalmente. — ¿Quieres decir que está financiando grupos de odio?. — Sé que hay un par ahí arriba que piensan que la gente como Kerry y yo... — Sus ojos se desviaron a Charlie. —Y Bud y Charlie no deberíamos existir— agregó sin rodeos. — ¿Es eso lo que quieres decir, papá? Andrew soltó un suspiro. —Tu madre lo cree, Dar—. Reconoció en silencio. —Y yo creo que tiene razón. —Hijo de puta. — Susurró Charlie.

Todos miraron a la hoja en la gran mano de Andrew. La lluvia golpeó con fuerza contra la consola haciendo que el ruido sonara más amplificado. La situación había cambiado, Kerry se dio cuenta. La llegada de suegro y la información que trajo, lanzaba una nueva faceta a la situación, y no estaba segura de exactamente quién iba a tomar esa decisión. Sólo podía ser una persona, el capitán de la embarcación. —Bien. — Dar rompió el silencio después de un largo período. —De todos modos, tenemos que conseguir sacar a Bud de allí. — Se centró en el problema en cuestión. — Siempre va a haber pendejos por ahí que quieran apoderarse del mundo. Tenemos que hacer frente a esta cuestión crítica en primer lugar y sacar a nuestro amigo. Se hizo un momento de silencio extraño. La joven rubia pudo sentir la rareza. Se dio cuenta de que su amante simplemente se había adelantado y tomado el liderazgo de la situación, algo totalmente natural en ella: tomar decisiones y aceptar las consecuencias. Tanto Andrew como Charlie la observaron con atención y Kerry contuvo la respiración mientras esperaba para ver cuál sería su reacción. —Por lo tanto, vamos a continuar con nuestro plan original. — Dar continuó. —Si hay algo que surja que nos permita echar las manos sobre Wharton, muy bien, pero tenemos que sacar de ahí a Bud primero. — Su voz era tranquila y estable. —Conforme—. Su padre asintió en aceptación. —Pensé que podía llegar hasta su barco e intentar distraerlos. Dar lo pensó. —Estoy segura que lo tienen bajo cubierta. — Dijo. —Voy a tratar de obligarlos a mostrárnoslo antes de negociar, pero no sé hasta dónde podré presionar. — Aceleró un poco el motor. —De todas formas, me hace sentir mucho mejor con sólo saber que estarás allí. Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de su padre. —Por supuesto que estaré. — Arrastró las palabras. —Aunque creo que tientes todo bien cubierto. — Sus ojos la miraron con orgullo silencioso. Dar aceptó el cumplido con una ligera inclinación de cabeza. —Lo intentamos. Pero me gusta tener un as en la manga. Hace que el juego sea mucho más fácil. La rubia sintió los músculos en el cuello de Dar relajarse bajo sus manos, así como estaba contenta de que su pareja estuviera cómoda por tomar la iniciativa y que los dos ex marines estaban dispuestos a aceptarlo. Había sido un momento difícil para Dar, lo sabía. Su amante era una líder nata, era algo natural en ella, también amaba a su padre que también era un líder nato. Podía haber dejado que Andrew se encargara de ello, pero había optado por confiar en sus instintos y seguirlos. Tiempo tendrían que probar si esos instintos eran correctos o no. *** Encontraron su lugar en el océano. El viento se había levantado, provocando que las olas golpearan contra el barco. Dar había echado allí el ancla, favoreciendo una regularidad constante en vez de balancearse de lado a lado. Andrew había amarrado su barco a la parte posterior de la Dixie, y ahora estaban simplemente esperando.

—Kerry estaba preocupada acerca de confiar en De Salliers por llevarlos allí. Creo que tiene razón. — Le comentó a su padre. —Es mejor si nos dejas. — Estaban de pie al lado de la popa, al abrigo de la mayor parte del viento por la cabina de la nave. —Diablos, sí. — Estuvo de acuerdo. —Me situaré entre ellos y nosotros. Ni siquiera se darán cuenta de que estoy allí. Dar lo miró con curiosidad. —Es de bastante altura. — Dijo. — ¿Estás planteando llegar hasta él? Andrew le dio una mirada ligeramente petulante, mientras sacaba uno de los paquetes que llevaba atado a su traje de neopreno negro de buceo. —No—. Extendió algo. Mostró un objeto como una taza con la superficie que parecía ser de goma suave, y un mango de goma duro resistente de algún tipo. —Ponlo sobre la fibra de vidrio y gira esta pieza. Sirve de agarradero. Dar lo tomó ajustando su mano en ella, entonces activa la succión. —Mmm. — Murmuró. —Bastante fuerte. — ¡Dar!— Kerry llamó desde el puente. —El radar acaba de recoger algo. Dar le entregó a su padre de vuelta su juguete. — ¡Maldito tiempo!— Sintió la tensión volver a atrapar sus entrañas. —Diablos de unas vacaciones, Dardar. — Su padre comentó con ironía. —Quizá la próxima vez simplemente puedes ir a alguna pequeña granja y simplemente hacer que un picnic o algo así. Dar negó con la cabeza. —Debí haberlo imaginado. Incluso cuando pasamos un par de días en el lago, al caballo de Kerry le picó una abeja, ella se cayó, casi se hace daño, y acabamos sobre un vagón de heno. Andrew le revolvió el pelo. —Siempre te metes en cosas de lo más divertidas. ¿Te acuerdas de cuando fuimos a aquel rancho y nos encontramos con aquel toro? Dar se cubrió los ojos. —No se lo cuentes a Kerry, ¿por favor? — ¿Contarme qué?— Kerry apareció a su lado, mirando a través de la lluvia. — ¿Alguna señal de ellos? Charlie va a mantenerse en los controles. Es difícil para él subir y bajar la escalera. — Y le dio algo muy útil que hacer, Kerry razonó, ya que nadie estaba dispuesto a confiar en Bob. —No se puede casi ver nada en este asador. —, Dijo Andy. — ¿Estáis listas? Kerry le palmeó el chubasquero. —Tan lista como puedo estar. ¿Dar? Dar tenía la capucha, y el viento azotaba su pelo oscuro sin descanso. —Estoy lista. — Levantó la barbilla. —Las Luces. Se miraron. Efectivamente, muy débilmente y a través de la tormenta pudieron ver algo de movimiento. Kerry flexionó sus manos nerviosamente, con su ritmo cardíaco aumentando ahora que las cosas estaban sucediendo. No era tan estúpido como para ignorar el hecho de que estaba asustada, como cualquier persona razonable que estuviera en su lugar. Confiaba en Dar, y ciertamente en Andy. Sin embargo, no confiaba en De Salliers y parte de su preocupación no tenía mucho que ver con sus acciones planificadas. Se preocupaba por Bud, atrapado en las manos del hombre, y se preocupaba por lo que podrían encontrar en el otro barco.

La puerta de la cabina se abrió y Bob sacó la cabeza. —Creo que está en la radio— . Dijo a la vez que Charlie les llamaba desde el puente. La morena cuadró los hombros y se acercó a la puerta. Bob salió de su camino cuando iba para la consola de radio interior, con Kerry y Andy detrás. — ¿Roberts? Tienes la oportunidad para responder o le cortaré la garganta a este pedazo de mierda. — Se cortó la comunicación. Los ojos de Andy se estrecharon. —Ah ya no me gusta este hombre. Dar cogió el micrófono. —Estoy aquí—. Respondió en breve. —Ya era hora de que aparecieras. — ¿Tienes lo que te pedí? —Tengo lo que necesitas. — Contestó. —Así que vamos a terminar con esto. De Salliers rio. — ¿No te gusta no tener el control, eh, Roberts? Bueno, eso está muy mal. Ahora espera. Te lo diré cuando esté listo. La comunicación terminó. Dejó caer el micrófono en la base de la consola como si fuera una rata muerta. —Maldito imbécil. —Sí, bueno, él va a conseguir lo que quiere, ¿no?— Bob preguntó con amargura. —Al diablo con el resto de nosotros. — Golpeó la silla y se dejó caer en ella. —A la mierda todos vosotros. Andrew cruzó los brazos sobre su amplio pecho. —Esto está lleno de imbéciles, ¿no? —Sí, ¿no?— Bob lanzó hacia él. — ¿Sabes una cosa?— Kerry se dirigió a él antes de que cualquiera, Dar o Andrew, pudieran responder. —Estoy empezando a arrepentirme de arriesgar mi vida por ti, y eso no me gusta. Así que cállate y madura un poco antes de que haga algo al respecto. Bob se hundió en un silencio hosco, con los ojos fijos firmemente en el suelo. Kerry expulsó una bocanada de asco. Empujó la capucha hacia atrás, revelando su cabello rubio húmedo y enredado, sobre el que pasó las manos por la agitación. —Jesús. Dar puso un brazo alrededor de ella y la atrajo hacia sí. —Mantente constante aquí, Charlie. — Indicó por el intercomunicador. —Vamos a esperar a ver lo que este hijo de puta tiene en mente. —No es nada bueno, lo que sea. — Charlie respondió sombríamente. —Hijo de puta. —Dios mío, escucha este lenguaje. — Arrastró las palabras. —Necesitan ser azotados. El comentario relajó un poco la tensión y dibujó una sonrisa de los rostros de Dar y Kerry. —No me gusta esperar. — La morena admitió. —Y tiene razón. Odio no tener el control. Kerry se apoyó en la consola de la radio y la observó, resignándose a la certeza de que todo lo que realmente podrían hacer era esperar. Dar se paseaba. Andrew simplemente se apoyó contra el marco de la puerta y se relajó. ***

El barco de De Salliers se acercó a ellos, rodeando su posición en dos ocasiones antes de ponerse en contacto de nuevo. Los nervios de Dar habían aumentado casi hasta el punto de la ruptura. Había salido bajo la lluvia a contar varios miles en voz baja, en un vano intento de relajarse. —Dar—. Kerry sacó la cabeza fuera de la cabina. —Él está. Esta fue hacia la puerta y se metió dentro. Podía sentir su respiración acelerarse, se tomó un segundo para respirar, y luego exhaló antes de que coger el micrófono. — ¿Sí?— esperó. El repentino calor de la mano de Kerry en su lado casi la hizo saltar, pero después de un segundo se relajó un poco, calmada por el contacto del pulgar de su amante que ociosamente le frotaba la piel. —Veo que tienes una canoa. —, Dijo De Salliers. —Sube a ella y ven aquí. Sin mentiras, sin charlas inteligentes, o disparo a tus motores. —Asegúrese de golpear el primero. — Dar dijo con un gruñido. —O vas a terminar al revés hablando con los cangrejos. — Cortó la comunicación y dejó caer el micrófono, luego se dirigió a la puerta. —Vamos. Andrew sostuvo la puerta y esperó a que fueran por delante de él. Se volvió frente a Bob. —Si haces algo mientras ellas están allá, te mataré. Bob miró fijamente. —Esto no es un farol. —, Dijo Andrew en voz baja. Se dio la vuelta y cerró la puerta tras él. Dar hizo su camino por la escalera hasta subirse a la embarcación negra y sólida, en la que su padre había llegado. Era un espectáculo familiar, dos pontones de goma muy resistentes y una estructura interna flexible pero rígida, y motores que probablemente podrían propulsar un avión. Había ganchos y herramientas de todo tipo destinadas a uso militar, ya que su propósito principal era llevar SEALS de la Marina. No preguntó cómo su padre la había conseguido. Se volvió y ayudó a Kerry mientras bajaba, para que se reuniera con ella en la parte inferior de la nave. Las dos llevaban impermeables de lluvia oscuros, y Andrew era casi invisible mientras se abría camino en la nave, haciendo que esta se moviera bajo su peso. Iba vestido de neopreno negro largo, con un chaleco de lona abrochado sobre él con todo tipo de cosas incluyendo un pequeño bolsillo impermeable donde Dar sabía que llevaba un arma. Andrew se sentó a los mandos, y arrancó los motores de gran alcance. — ¿Quieres soltarnos, Dardar? —Claro. — Desató la nave, y arrojó el extremo de la cuerda hacia arriba sobre el Dixie. Las olas estaban lanzando hacia arriba y abajo con severidad, pero al parecer ya se había acostumbrado a ello porque no le molestaba mucho. Kerry, sin embargo, estaba sentada en uno de los asientos duros, rodeando con sus brazos y piernas alrededor de los puntales. —Aquí vamos. — Dirigió la embarcación hacia De Salliers, visible como un esquema muy iluminado contra la lluvia. Dar se sujetó con una mano y puso la otra sobre el hombro de su pareja. Se acercó a su oído. — ¿Miedo? Kerry se volvió, sabiendo que la estaba mirando a pesar de que la oscuridad hacía todo invisible. —Sí.

—Yo también—. Reconoció. —Mis rodillas están temblando tanto que no quiero sentarme en caso de que no poder levantarme de nuevo. Kerry se rio débilmente. — ¿Estás tratando de hacerme sentir mejor?— Apretó la mano de Dar. —Si es así, está funcionando. Acercó su mejilla contra la de Kerry. —Te quiero. — Dijo. Kerry sonrió, sintiendo a su pareja sonreír. —Eso funciona aún mejor. — Admitió. —Yo también te quiero. —Estaremos bien. — Continuó. —Pero si prefieres quedarte aquí con papá, está bien, Ker. No estoy bromeando. Sé que esto es difícil como el infierno y no me importa si quieres quedarse aquí. Era tan tentador. La idea de estar en el lado muy, muy seguro de Andrew era tan atractiva, casi podía sentirlo, pero la imagen de su espera en la oscuridad, mientras su amante se adentraba en el peligro solo era mucho más horrible. —Gracias por la oferta. — Volvió la cabeza y la besó. —Pero a donde vayas, yo voy. Me volvería loca si me dejaras aquí. Asintió, como si esperara totalmente la respuesta de Kerry. —Está bien. — Vieron el barco crecer más y más grande frente de ellos. —Necesito jugar duro con él, por los veinticinco mil. Kerry asintió. —Lo sé. —Así que, si parece como si no me importara Bud, es por una razón. Le acarició la mano. —Cariño, sé que si no te importara Bud no estarías aquí. — Dijo. —Estaré junto a ti, hagas lo que hagas. Confío en ti — ¿Incluso si salto? Kerry tomó aliento. —Estoy contigo, no importa qué. Dar se enderezó, ya que el motor desaceleró su ritmo. Pudo ver a los hombres armados de De Salliers en la cubierta de popa. —Paladar, tienen fusiles. —, Dijo Andrew de repente. —Lo sé, papá. — Reconoció. —Tendremos cuidado. —Ah, no me gusta esto. —Vamos a estar bien. — Kerry se puso de pie mientras se acercaban a la parte trasera del barco, que fue lanzada hacia arriba y abajo. —Mantente vigilando papá. Intenta tenerlos ocupados, ¿de acuerdo? —Oh si, les daré problemas. — Murmuró, tirando del barco para mantener su posición. Dar respiró hondo. 'Aquí vamos. —Paladar Katherine, ten cuidado. — Su padre habló de repente. —Por favor. Dar sintió un poco de calor difundido en sus entrañas. —Lo haré, papá. — Llegó a la escalera que colgaba de la popa del enorme barco, haciendo caso omiso de los hombres armados que la miraban desde arriba. Ahora que estaba sucediendo, sentía un poco de su nerviosismo alejarse y ser sustituido por adrenalina. Sus nervios se estabilizaron, y sintió su ritmo cardíaco más lento, mientras subía hasta la cubierta. Apoyó las manos en la baranda superior y presionó su cuerpo con un fácil movimiento rápido, lo que obligó a los guardias a retroceder o de lo contrario se hubieran

chocado. Dio un paso adelante, con su cuerpo bloqueando el acceso a la escalera con el fin de dar algo de tiempo a Kerry para subir a bordo. —Sólo uno de ustedes. — El hombre que tenía más cerca, dijo de repente. —Dile a la otra que se pierda. Dar se dio la vuelta cuando la cabeza de Kerry emergió sobre la parte superior de la escalera. Le ofreció una mano, haciendo caso omiso de la guardia completamente. —Dije... —Cállate. — Lo inmovilizó con una mirada dura. —O nos quedamos aquí las dos o nos marchamos. Elige. — Lo vio vacilar. — ¡Elige!— Añadió en un ladrido fuerte. Él dio un paso atrás. Kerry se unió a ella en la cubierta, sacudiéndose su chubasquero. Dar respiró. —Está bien. — Recuperó el equilibrio en la popa agitada. — Vamos pues. Los guardias miraron a un lado, cuando los motores de la pequeña embarcación rugieron y empezó a alejarse. — ¿Quién es ese?— El capitán de la guardia recuperó su actitud. —Mi palista de canoa. — Dar le dijo. —Bueno ¿vamos adentro o qué? El guardia la miró. —No olvido lo de la última vez, perra. Vas a pagar por lo que me hiciste. — Señaló con el cañón del arma hacia la puerta de la cabina del yate. Dar y Kerry pasaron junto a él. Tres guardias las siguieron detrás de ellas, con las armas en la mano. Ahora era demasiado tarde para echarse atrás. *** Andrew llevó la embarcación de regreso a la Dixie, y la ató a la cuerda que había dejado en el agua para ese propósito. Deslizó su tanque, se ajustó la máscara, y entró en el agua en apenas el tiempo que se tardó en pensar en ello. Bajo las olas, la situación era mucho más fácil. Podía sentir la fuerza de las olas por encima de él, pero sin impedir su progreso. Se deslizó rápidamente con sus aletas, de nuevo, hacia el otro barco. En cuando escuchó el sonido del barco, apagó la luz de su cinturón. No tenía sentido anunciar su presencia. Podía sentir el barco cerca de él, por lo que se deslizó hacia abajo, incorporándose con las manos. Con cuidado, se acercó al casco del barco y extendió un brazo, colocando una pieza de sujeción mientras sentía una sacudida cuando entró en contacto con la fibra de vidrio. —Te tengo. Se sujetó y se colgó del barco. —Mierda—. Utilizó su otra mano rápidamente y se aferró, colgado de ambas manos mientras el barco rodaba. Esperó a que el casco se asentara, y luego deslizó una mano hacia arriba, y fue subiendo poco a poco hacia la superficie. ***

Dar se detuvo dentro de la puerta de la cabina, haciendo caso omiso a la presencia del guardia detrás de ella. Comprobó la habitación primero, luego caminó dentro, manteniendo una mano en la espalda de Kerry. De Salliers estaba de pie cerca de la barra, y tres hombres estaban parados alrededor de la sala, sosteniendo sus armas. Los labios de Dar se torcieron en una sonrisa salvaje. — ¿Seis hombres con fusiles?— Miró entre ella y Kerry. —Me siento halagada. —Me siento tan peligrosa. — Kerry agregó, cruzando los brazos sobre el pecho. — Y ni siquiera estoy usando mi cinturón marrón. —Cállate. Estás con las manos vacías, Roberts. Pensé que eras más inteligente que eso, pero pensándolo bien, me he dado cuenta de que no lo eres. Dar deliberadamente le dio la espalda, dio un paseo por el interior de la cabina mientras estudiaba uno de los mapas en la pared. —No estoy con las manos vacías. Eres un cabeza hueca. — Miró por encima del hombro. —Aquí está mi trato. Me muestras a Bud. —Este no es tu problema. — De Salliers la interrumpió. —Ahora te callas y me escuchas. —NO. — Se dio la vuelta y caminó por delante del cañón de la pistola de uno de los guardias. —Escúchame, tú cabrón. — Sintió que su temperamento crecía y un torrente de energía llenaba su cuerpo. —Quieres la información que tengo, ¿verdad? Si no, me largo de aquí y se la vendo al mejor postor. —No tienes una mierda. — ¿Eso crees?— Sonrió. —Te equivocas en eso. Sé lo de la caza furtiva. — Enumeró con uno de sus dedos. —Sé que él llegó a un acuerdo con los lugareños. — Hizo una pausa y esperó. De Salliers ahora la observaba serio y en silencio. —Sé sobre sus últimas voluntades. Así pues, imbécil, si quieres lo que tengo, tendrás que hacer lo que yo te diga. Todo el rostro de De Salliers se crispó. —Sólo tienes dos días antes de que tus préstamos se hagan efectivos y estarás en la ruina—. Kerry rompió el silencio. —Si yo fuera tú, intentaría salvar lo que pudiera, antes de salir de esto. El hombre la miró fijamente. —Tú no sabes una mierda. —Claro que sí. — Mantuvo un tono casi amable. —Todo está en una base de datos en alguna parte. Tienes demasiadas deudas. De Salliers resopló suavemente. —Sí. Así es como arruinaste a tu viejo, ¿no es así? Eso fue lo que lo mató, ¿no? Fue como si le clavaran una lanza en el intestino. Intentó con todas sus fuerzas mantenerse firme, y de alguna manera se las arregló para mantener su expresión sin cambios. —Sí, así fue. — Contestó. —Me alegre por ello. Dar supo que si hubiera tenido un arma en la mano en ese momento, le habría disparado, sin pesar un momento. —Así que ese es el trato. — Repitió. —Me muestras a Bud. Me das una cuenta bancaria y te haré una transferencia. Luego te doy la información y nos dejas ir con Bud.

La observó durante unos segundos con los ojos entrecerrados. Se quedó en silencio durante un minuto más, y luego muy, muy lentamente, asintió con la cabeza. — ¿Cómo sé que tienes la información? —Porque lo digo yo—. Dar le dijo. —No eres digno una mentira y Wharton no me importa. Su anfitrión señaló a uno de los guardias. —Trae a ese pedazo de escoria hasta aquí. Kerry soltó su aliento contenido y deseó tener un vaso de agua. Su interior se movía tanto como una lavadora. Se obligó a moverse lentamente y se acercó hasta su compañera para situarse a su lado de nuevo. Sus ojos se encontraron, y por un breve momento el rostro frío de Dar desapareció y vio simpatía, a pesar de los ojos azul pálido observándola. Kerry tensó sus labios asintiendo y le palmeó la cadera cuando se acercó más a ella. Hasta el momento, decidió, el plan parecía estar funcionando. Rogó a Dios que lo mantuviera de esa manera. *** Andrew levantó lentamente la cabeza por encima del borde del casco y miró a través de él. Estaba vacío. Los guardias se habían agrupado en la popa, lejos de la tormenta, exactamente lo que había estado esperando. Con un resoplido, soltó uno de sus agarres y se lo quitó, guardándolo para llegar hasta la barandilla. Repitió el movimiento con la otra mano, y finalmente saltó sobre la cubierta. Se quedó allí un momento, escuchando y recuperando el aliento. —Ahm me estoy haciendo demasiado viejo para hacer esto. — Murmuró para sí mismo. La cubierta estaba en silencio, por lo que se deslizó por la parte superior de la misma, por las dos escotillas prominentes en el centro. Luego se detuvo y examinó las escotillas. Con un gruñido suave, buscó en un bolsillo de su traje y sacó una herramienta delgada. Deslizó el borde de la misma bajo la escotilla y apretó suavemente hacia arriba, cerca de la bisagra, trabajando sobre la fibra de vidrio hacia atrás y hacia adelante. Con un crujido suave, la bisagra se rompió. La dejó como estaba y repitió el proceso por el otro lado de la escotilla. Un suave crujido le advirtió. Apretó su cuerpo contra el casco y escuchó. Alguien se acercaba a lo largo de la barandilla hacia la proa. Maldijo en silencio, pero se mantuvo muy quieto, tensando sus músculos mientras observaba el espacio entre la cabina y la barandilla. Un hombre vagó a través de él y se apoyó en la barandilla, mirando las olas. No parecía dispuesto a seguir adelante, incluso después de unos minutos. Puso las manos en la superficie del casco y se empujó hacia arriba, impulsándose en silencio con sus pies y se acercó por detrás del hombre. Se paseó hasta que estuvo justo detrás de su objetivo. El hombre tenía un rifle colgado sobre los hombros. Lo estudió durante un breve instante, y luego cerró la mano en un puño y golpeó al hombre en la parte posterior del cuello. Con un sonido de asfixia suave, las rodillas del hombre se doblaron. Andrew le quitó el rifle y lo dejó caer en el agua, luego se debatió lanzar al hombre después de ella. No habría sido la primera vez, por cualquier medida.

Con un leve suspiro, arrastró al hombre hacia el borde del arco en su lugar, y lo acostó en la curva. Luego regresó a la escotilla y se dejó caer junto a ella, para poder mirar al interior. *** Los guardias arrastraron a Bud y lo mantuvieron firme, en el borde de los escalones que conducían a los camarotes del barco. Los ojos de Bud estaban hinchados y cerrados, con el rostro cubierto de moretones. No parecía ser consciente de lo que estaba pasando a su alrededor. —Eres un buen anfitrión—. Kerry mantuvo su voz firme. De Salliers rio. —Probablemente lo disfrutó. — Hizo un gesto al guardia. —Llévalo de nuevo hasta que te avise. — Ahora parecía estar de mejor humor. —Aquí tienes el número de cuenta. — Le entregó a Dar un trozo de papel. Dar seguía mirando hacia la puerta, viendo la forma golpeada. Tomó el papel y lo miró. —Dinero de sangre. — Sacó su teléfono móvil y accedió a sus características web. De Salliers la observaba, mientras se burlaba de ella. —Debería haberlo matado, no es más que un perdedor. Los claros ojos azules quedaron fijos en él. Le devolvió el papel. —Está hecho. Lo tendrás en cuanto abran mañana los bancos. — ¿Esperas que te crea? Ella se encogió de hombros. El guardia regresó, y se apoyó en la puerta, mirando a Dar y a Kerry con ojos desdeñosos. De Salliers arrugó el papel y lo tiró. —Suficiente. Entrégaselo. — Le tendió una mano a Dar. —Estas contaminando mi barco, y te quiero fuera de él con tu amigo maricón repugnante. Esta abrió la cremallera de su bolsillo. Sacó la hoja doblada de plástico y se la arrojó, zumbando a través de la cabina y golpeándolo en el pecho. —No—. Dijo. —Ahora trae a Bud hasta aquí y estaremos más que encantadas de abandonar este agujero de mierda. El hombre desplegó la hoja y se inclinó para leerla, acercándola a la luz. —No creía que... — dejó de hablar por un momento. Luego, lentamente, la miró. —Bien. — Parecía un poco incrédulo. —Imagínate. Dijiste la verdad. Dar se sentía muy cansada, y no quería nada más que llevarse a Kerry y a Bud de allí, y salir fuera del maldito barco, y de esa zona del océano. —Sí. Así que me das lo que quiero y puedes ir a abrir una botella de champán. Su anfitrión dobló el papel y lo puso en el bolsillo, acariciándolo con una mano. Luego cogió su móvil y marcó un número. Él sonrió a Dar, que lo miró enfadada. Kerry dejó que su mano se apoyara contra la espalda de Dar. Ya casi había terminado. La tensión le había dado una migraña horrible y empezaba a tener dolores estomacales. Solo deseaba acercarse a aquél maldito hombre y darle una patada en la espinilla.

— ¿Wharton? Aquí De Salliers. — El hombre habló enérgicamente por el teléfono. —Tengo la prueba. Justo en mi mano. — Sus ojos se levantaron y observaron a la mujer morena. —No, lo tengo de ella. Sin problemas. Dar sintió el comienzo de una quemadura en la parte posterior de su cuello. — ¿Qué?—, Dijo De Salliers. —Eso no era parte del trato. — Escuchó de nuevo. —Ahora, mira... — Fue interrumpido, se podía oír una voz enojada aunque no las palabras completas. La llamada se cortó y él se quedó mirando el teléfono con un rostro inexpresivo. Después de un momento, levantó los ojos y las miró con frialdad. —Bueno, no era algo que realmente quisiera hacer de todos modos. — Dijo. Ella lo miró notando un temor repentino llenar su intestino. — ¿Gregos?— Se volvió para mirar al guardia junto a la puerta. —Mátalas. — Dio un paso atrás a través de una pequeña puerta. —Supongo que podremos culpar a los piratas de algo más. —Sí, señor. — El guardia levantó la pistola y las apuntó. —Será un placer.

Parte 11 Después de un breve instante de absoluto y completo shock, Dar reaccionó. La boca del fusil acababa de apuntarla cuando decidió moverse, tirando de Kerry por puro instinto para protegerla. El sonido del disparo la ensordeció. Sintió una sensación muy picante en la mejilla, luego se movió para buscar cubrirse con cualquier cosa entre ella y el arma. Sus manos golpean las patas de una silla, le dio la vuelta, tirando la silla hacia arriba sobre su cabeza. Otra explosión casi se la arrancó de las manos, y las astillas de madera volaron por todas partes. Sintió un pinchazo largo en su cuello, se volvió, luego arqueó su cuerpo hacia arriba y lanzó el resto de la silla en la dirección de los disparos. Oyó el sonido de la misma golpear, luego otro disparo voló a través del techo de la cabina. Aprovechó la oportunidad y se levantó, enfocando su visión sobre el resto de la habitación. Divisó al guardia quitándose la silla de encima y buscándola a ella. Sabía que sólo tenía unos segundos para tomar ventaja. La mesa estaba entre ellos. Dar dio un salto hacia adelante, saltando por encima de la mesa, mientras el guarda intentaba volver a disparar en su dirección. Ella dejó escapar un grito mientras él deslizaba su dedo por el gatillo, lo que la hizo saltar lo suficiente como para darle tiempo a chocar contra él. *** Kerry rodó sobre la alfombra conteniendo el aliento. Oyó la pistola dispararse y sus entrañas se apretaron, hasta que captó un destello de movimiento que venía de donde había visto por última vez a Dar. Se había quedado cerca de la puerta lateral y sus ojos de pronto capturaron una imagen de De Salliers mientras observaba con fascinación pueril, antes de preparar su propia fuga. La ira en su interior estalló. Se puso de pie y se dirigió a la puerta. Él la vio e intentó escapar, pero Kerry saltó sobre él, le agarró de la pierna justo antes de que desapareciera por la puerta. Intentó forcejear con ella, mientras Kerry lo sujetaba tirando de él con todas sus fueras. — ¡Vuelve aquí cabrón!!! Le gritó algo a ella, y pateó con fuerza, pero Kerry tenía un brazo alrededor de su pierna y una mano tirando de su cinturón. Apoyó las piernas y tiró, usando sus músculos del muslo para empujar con más fuerza. Con una maldición, tropezó con ella y se estrelló de nuevo en la cabina. Kerry se dio la vuelta y se abalanzó sobre él. Su temperamento sacó lo mejor de ella, golpeando a cualquiera que pudiera hacerlas daño. Toda la rabia que había estado acumulando en los últimos días salió, hizo que lo golpeara una y otra vez con los dos puños. ***

El guardia era un hombre grande. Dar tenía sus brazos alrededor de su garganta, y una pierna enganchada alrededor del brazo que sostenía la pistola. Arqueando la espalda, soltó una mano para girarlo de lado mientras él gritaba y maldecía. El pánico la dominó. Le arrancó el arma de la mano, le golpeó la cabeza con la culata, evadiendo el agarre que él estaba tratando de hacer. Él la golpeó duro en el estómago, y ella se dobló, soltando el arma. Estaban demasiado cerca, y era demasiado caótico para siquiera considerar el uso del arma por su propósito original. Dar se tambaleó hacia atrás y recuperó el equilibrio, luego lo vio venir hacia ella y por puro instinto le dio los medios para mantenerlo alejado. Le dio una patada en el lado derecho de la cabeza. La sacudida recorrió todo el camino hasta su pierna. Se balanceó y se tambaleó hacia atrás, se apoyó contra la pared y volvió a ella. Ya equilibrada, Dar sacó su rodilla golpeándole de nuevo, esta vez en la cara. La sangre salpicó por todas partes. El guardia se dobló, con las manos agarrando su cara. Dar giró y sus ojos recorrieron la cabina frenéticamente, sus oídos escuchando al resto de los guardias acercarse hacia ellas. Oyó un golpe cerca de la puerta y corrió hacia ella, rodeando el borde del sofá para encontrar a De Salliers siendo golpeado por una Kerry enfurecida sentada sobre su pecho. La camisa de Kerry estaba medio arrancada, dejando al descubierto la mayor parte de su pecho. Estaba clavando a De Salliers bajo su peso, con sus rodillas descansando en su bíceps, mientras continuaba golpeándolo con ambos puños. — ¡Kerry!— Gritó Dar con la parte superior de sus pulmones después de un segundo de puro shock. — ¡Bastardo!— Kerry seguía golpeando al hombre. — ¡Eres un idiota! Dar se puso detrás de ella, deslizando sus manos por debajo de los brazos de su amante, levantándola físicamente para alejarla de él. — ¡Vamos! ¡Vamos a salir de este maldito barco!! Kerry estaba respirando con dificultad, sus ojos verdes casi gris sólo mostraban ira. De Salliers rodó frenéticamente lejos de ella y comenzó a arrastrarse hacia el centro de la habitación, mientras el cuerpo de Kerry temblaba como si quisiera ir tras él. Un gruñido brotó de su garganta, sorprendiendo a las dos. —Vamos. — Insistió. —Espero que papá haya podido localizar a Bud. No podemos quedarnos aquí. — La arrastró hacia las pequeñas puertas que su anfitrión había intentado utilizar para salir. Un disparo resonó en el barco, podía oír los gritos. Su mandíbula se tensó, sabiendo que no era su padre el que gritaba, pero esperaba que fuera el que los estaba causando. — ¿Ker?— Murmuró en un tono suave. —Vamos, cariño. Vuelve a mí aquí—. Instó a la mujer todavía enojada, cuyas manos aún estaban apretadas en puños cerrados. —Se acabó. — Los ojos furiosos de Kerry se posaron sobre ella y sus miradas se encontraron. —Oh. — Kerry tomó aire inestable y se encontró de repente, con todo su cuerpo temblando en reacción. Se aferró a los brazos de Dar y se estremeció, su corazón latía tan rápido que parecía como si fuera a salírsele de su pecho. —D.…— Se detuvo al verla. — Mierda.

Dar siguió tirando de ella, medio arrastrándola. El barco se balanceaba salvajemente. Se pararon para decidir qué hacer a continuación. Sintió a Kerry detrás de ella. — ¿Estás bien? Kerry respiró profundo y lo expulsó. —Sí. — Susurró. —Él realmente me molestó, supongo. — Se tomó un momento para sí misma y luego miró ansiosamente alrededor. — ¿Dónde está papá? —No lo sé. — Superó la puerta y se aferró a la barandilla mientras la lluvia las golpeaba. Vio a su padre en la proa, con Bud sobre sus hombros. — ¡Papá!— Gritó, esperando que él la oyera por encima de la tormenta. Volvió la cabeza a su manera, viendo el alivio en sus ojos. — ¡Vete!— Ella gritó. — ¡Vete de aquí! Dos guardias se dirigían hacia él, luchando contra la lluvia tal y como estaban. Andrew dio un paso hacia ellos, luego sacudió la cabeza y corrió por el borde de la proa, y saltando por encima de la barandilla para hundir los pies por delante en el agua. Desapareció inmediatamente en las agitadas olas. Dar vio a los hombres gallardos ahora dirigirse hacia ellas. — ¿Puedes nadar?— Gritó a Kerry. — ¡Kerry! Esta vaciló, sintiendo temblar todos sus músculos. Respiró cautelosamente. — ¡Sí!— Respondió, sabiendo que no tenía muchas opciones, en todo caso. Se agarró a la barandilla, aferrándose cuando el barco se tambaleó con fuerza. — ¡Estoy bien! — ¡Sigue! ¡Iré después de ti! —Agarró la parte posterior de la camisa de Kerry para mantenerla firme, mientras el barco ahora se sumergía hacia el agua, y la empujó suavemente justo cuando saltó, empujándola bien lejos de la embarcación. Con ansiedad, vio las olas, con el corazón en la garganta, hasta que vio un pálido borrón débil romper la superficie. Una mano le agarró bruscamente por detrás justo cuando se estaba preparando para seguir. Se giró para encontrarse con el cañón de una pistola en la cara. Sus reflejos le salvaron la vida, mientras se retorcía y su mano golpeaba el arma, desviándola de su trayectoria justo cuando ésta se disparó. El espacio era demasiado estrecho para la lucha, pero logró sacar el brazo hacia atrás y golpear al guardia en la cara, evadiendo de alguna manera sus manos agarrando. En realidad no lo aturdió, pero parpadeó y se detuvo el tiempo suficiente para que ella lo pudiera empujar y dejarlo al otro lado de la puerta. Agarró un palo y lo introdujo a un lado de la puerta para bloquearla, dejando al guardia atrapado sin poder salir. Sacudida, miró hacia el agua, hacia las salvajes olas del océano. Débilmente, oyó el sonido del motor de la embarcación de su padre. Un sonido dulce sobre el trueno y el chapoteo de las olas. Se agarró a la barandilla y se preparó para saltar por la borda, cuando un movimiento le llamó la atención en la proa. Dos guardias estaban allí, con una luz resplandeciente, apuntando hacia el agua. La luz dejaba al descubierto la pequeña embarcación de su padre, mientras el otro guardia levantaba el rifle dispuesto a disparar. Oyó el cuerno del Dixie sonar una advertencia. Sin pensarlo, se dirigió directamente hacia los dos guardias. Con un gruñido, se zambulló de cabeza contra el primero,

golpeándolo en las rodillas haciendo que se doblara. Se lanzó sobre el segundo, golpeándolo hacia atrás, cayendo y rodando por la cubierta. Vio el arma en el suelo, se acercó y la golpeó para tirarla por la borda. Uno de los guardias saltó encima de ella, golpeándola con fuerza en la cabeza. —Estás muerta, puta. Dar sintió el fuerte golpe. Intentó defenderse, luchó contra él, soltándose de su fuerte agarre. Sus dedos rozaron algo duro, intentó recordar lo que era, cuando reconoció el contorno de un cuchillo de buzo atado a su muslo, lo sacó deslizándolo sobre el hombre. Hundió la hoja en un lado, sintiendo una dura sensación etérea cuando el cuchillo penetró en su ropa y entró en la carne. Gritó. Dar arqueó su cuerpo, rodando hacia un lado, con todo el esfuerzo que pudo reunir. Se las arregló para quitárselo de encima. Se deslizó bajo la barandilla y se lanzó a las frías aguas, como pudo. Por un momento, simplemente se dejó hundir bajo las olas, a la búsqueda de una curiosa paz allí. Luego se quitó las zapatillas y nadó hacia la superficie, quitándose la camisa de manga corta ahora obstaculizándola también. Su cabeza salió por encima de las olas. La sacudió para limpiar el pelo de sus ojos. Su visión de llenó con la imagen de una embarcación de goma a escasos metros de ella. Extendió la mano intentando avanzar, pero su brazo quedó atrapado. Luego una mano la agarró de los pantalones y tiró de ella sin miramientos hacia arriba y sobre la barca. Sintió el aire fresco y el fuerte olor a sal llenar sus pulmones. Entonces sintió un calor envolver sus piernas, y se dio la vuelta, para encontrar a Kerry arrastrándose sobre ella con un pequeño gruñido cansado. Exhaló. Nada más importaba. Las dos estaban allí y seguras. Su mundo se había completado. —Dar, ¿estás bien? Dar miró a los ojos de su padre y asintió. —Está bien. — Su voz era áspera. — ¿Tú? Andrew la miró con una expresión insondable suave. —Si. — Él dirigía la barca mientras hablaba, dirigiéndose hacia popa de la Dixie ahora frente de ellos. —Creo que tenemos que largarnos de aquí. —Tienes mi voto. — Dar apoyó la cabeza contra el fondo de plástico duro. —Y el mío también—. Kerry murmuró. — ¿Nos están persiguiendo? Andrew miró hacia arriba, más allá de la popa del Dixie. El barco de De Sallier parecía estar a merced del mar, balanceándose salvajemente. Los hombres estaban corriendo hacia atrás y adelante, preocupándose por sus propios destinos. —No. — Él dijo, mientras deslizaba la nave hacia un lado. Levantó la mano para coger la cuerda que Charlie le había lanzado frenéticamente. —Creo que su persecución se ha terminado. —Bien. — Dar cerró los ojos. —Eso es muy muy bueno. ***

Dar se contentó con quedarse en el fondo de la embarcación, independientemente de su continuo balanceo, hasta que vio a su padre subir al Dixie a un todavía inconsciente Bud. Estaba tan cansada, que simplemente respirar le suponía un esfuerzo, e incluso la lluvia torrencial con furia no le molestaba demasiado. Kerry se acurrucó junto a ella, con los ojos cerrados. En la penumbra, y a pesar de su propia fatiga, Dar podía ver lo pálida que estaba. Se dio la vuelta y le pasó un brazo alrededor de ella. — ¿Ker? —Um—. Pronunció una respuesta suave. — ¿Cómo estás? —Agotada. Dar suspiró. —Además tengo migraña y estoy mareada. — Le explicó. —Tengo que preguntarme cuánto peor puede ser estar muerto. Dar se inclinó y la besó en la mejilla. — ¿Qué tal si nos quedamos en tierra durante unos días? — ¿Qué tal si nos quedamos en la cama durante unos días?— hizo un pálido intento de humor. —Claro. — La atrajo un poco más cerca, protegiéndola de lo peor de la lluvia, hasta que sintió el peso de su padre mover el bote detrás de ella. Volvió la cabeza. — ¿Estamos seguros? —Vamos. — Andrew pasó por encima de ella y se arrodilló junto a Kerry, agarrando su hombro suavemente. —Kumquat, ¿necesitas una mano para subir? Kerry abrió un ojo y lo miró. Rápidamente lo volvió a cerrar. —Hay tres de ti. — Ella gimió. —Ven aquí. — Andrew la tomó en sus brazos y se puso de pie mientras Dar se levantaba y le seguía. — ¿Puedes continuar o también quieres un paseo, Dardar? —No, gracias. — Intentó mantenerse tan firme como pudo mientras Andrew subió cuidadosamente a sí mismo y a Kerry en el Dixie. Ella los siguió, muy contenta de sentir la cubierta bajo sus pies. Por primera vez, se dio la vuelta y miró al barco de De Salliers. Todavía estaba muerto en el agua, un poco a la deriva lejos de ellos. Dos hombres seguían discutiendo en la popa. Un tercero en la proa, se movía de un lado para otro. Cayó un rayo, y divisó la forma distintiva de De Salliers, cerca de la cabina, por lo visto gritando a alguien. Los motores del Dixie arrancaron y se alejaron de la otra nave. Observó hasta que la tormenta los hizo indistinguibles, luego se volvió al sentir la mano de su padre en el hombro. Se miraron. —Voy a manejar el barco. Mientras Charlie va a echar un vistazo a su compañero. — Andrew le dijo. —Está un poco magullado pero estará bien. Dar asintió. —Gracias. — Buscó su cara. —Me alegro de que lo encontraras tan rápido. Andrew resopló. —No es que hubiera muchos sitios donde ocultar un cuerpo, Dar. —Mm. Sí, supongo. — Sintió una ola de agotamiento apoderarse de ella, haciendo que sus rodillas temblaran un poco. —Menos mal que se acabó. — ¿Estás herida?— Andrew bajó la mirada hacia su cuerpo.

Dar se miró las manchas de sangre. —No—, respondió. —Es de ese último tipo. Tuve que... um... — Dejó de hablar y simplemente miró a su padre, recordando el cuchillo vívidamente en el ojo de su mente. —Tenías que hacer lo que tenías que hacer. —, Dijo Andy. —Y hecho está, Dar. La lluvia le arrojaron en un ritmo constante mientras absorbía el conocimiento. — Sí, lo hice. — Murmuró. Él la miró durante unos instantes, luego buscó algo en su bolsillo y lo sacó. Sin hablar, colocó algo en su correa de traje de baño, y luego tiró de su cabeza más cerca para darle un beso, en la parte superior de la misma. —Esa es mi chica. — Le acarició la mejilla, luego se volvió y se dirigió hacia la escalera, subiendo sin mirar atrás más. Sobresaltada, Dar miró a su hombro. Fijado a su correa, inmediatamente reconocible para ella, había una de las insignias SEAL de su padre. Parpadeó, y levantó una mano temblorosa hasta tocarla, trazando su forma con una sensación de incredulidad. Durante casi la mitad de su vida, había soñado con conseguir una de ellas. Un trueno retumbó sobre la cabeza, obligándola a moverse. Fue a la puerta de la cabina y se deslizó dentro. Se sentía muy bien estar fuera de la lluvia. Recorrió los dedos de una mano por el pelo, sollozando un poco y limpiando las gotas de los ojos, con un golpe de impaciencia de su brazo. Bob estaba sentado en el sofá, mirándola con ojos asustados. Dar vio su reflejo, y apenas se reconoció: estaba golpeada y tenía casi todo el traje de baño ensangrentado. Comenzó a caminar más allá de Bob. —Escucha, lo siento mucho. — Él soltó. —Esta mierda se suponía que era solo mía, y os he arrastrado a todos y casi consigo que os maten. Dar lo miró. —Espero... Espero que todo el mundo esté bien. — Terminó, en un hilo de voz. — Lo siento, he sido un idiota. —Lo que sea. — Simplemente no tenía el tiempo o la energía para tratar con él. Tenía algo más importante que hacer. Caminó más allá de la sala de estar y se dirigió al dormitorio, sin desear nada más que estar tranquila, seca y con Kerry. Abrió la puerta, encontrando a su pareja apoyada en el mostrador, tomando un poco de agua. Estaba sólo vestida con una camiseta y parecía como si hubiera sido atropellada por un autobús. —Hey. —Hey. — Parecía patéticamente contenta de verla y ajena a lo que parecía. Se dio la vuelta y se apoyó contra la cómoda, dando a Dar una mirada desconsolada. — ¿Quién está conduciendo? —Papá—. Se acercó a ella y le acarició suavemente la mejilla, inclinando su cabeza un poco. — ¿Te has tomado algo para el dolor de cabeza?— La cara de Kerry estaba pálida y demacrada, pero un calor distinto entró en contacto con los ojos de Dar y los músculos de la mejilla se movieron, produciendo una ligera sonrisa. Asintió. —Pero mi estómago… Todavía necesitará un tiempo para asentarse. —Sus ojos se posaron en el pecho de su amante. Levantó una mano para tocar la insignia. — Wow. — Ahora surgió realmente la sonrisa y, aunque cansada, miró directamente a los ojos a su amante.

Ésta miró hacia abajo. —Sí. — Se desabrochó sus pantalones cortos y se deslizó fuera de ellos, dejándolos sobre la cómoda. —No estoy realmente segura de por qué lo hizo. Kerry la ayudó cuidadosamente a quitarse la insignia, sosteniéndola en su mano mientras su pareja se quitaba el traje de baño. —Yo sé por qué. — Miró hacia arriba, haciendo una mueca cuando la morena se volvió, dejando al descubierto los moretones en su cuerpo. —Le has salvado la vida. Dar se detuvo a medio ponerse una camiseta seca. Sus ojos la miraban por encima de la tela. —W... ¿qué?— Soltó. — ¿Cuándo? La ayudó a terminar de ponerse la camiseta. —Ven aquí. — Se sentó en la cama y dio unas palmaditas en el lugar junto a ella. Bajo cubierta, a refugio, y a pesar de su agotamiento, dio la bienvenida a la comodidad de la cama, pero sobre todo al cálido cuerpo de su amante enclavado contra el de ella. —Cuéntamelo—. Deslizó sus brazos alrededor de Kerry y se recostó contra el cabecero. — ¿Qué me he perdido en todo esto? —Cuando estabas en el barco. Después de que yo hubiera saltado—. Kerry le dijo. —Papá estaba en el bote de barca, sujetando a Bud. Yo estaba colgando de un lado, tratando de subir. Una luz nos golpeó. —Mm. — Su compañera asintió lentamente. —Sí. —Los hombres del barco iban a disparar a papá. Era lo que estaban iluminando. —Oh. — Dar parpadeó. —Supongo que sabía que, de alguna manera… Kerry la miró. — ¿Te acuerdas de lo que hiciste entonces?—, Preguntó con curiosidad. — ¿Te acuerdas de perseguir a esos hombres, Dar? ¿Ir tras ellos? Su frente se arrugó. —Bueno, Recuerdo que quería derribarlos, eso seguro. — Contestó lentamente. —Corrí hacia ellos, supongo. El perfil de Dar era tenue bajo la luz de la lámpara, con una mirada de perplejidad reflexiva muy evidente. —Sí, lo hiciste. —, Dijo en voz baja. Se movió en la cama y sacó la insignia, admirándola por un momento antes de acurrucarse de nuevo junto a Dar y la prendió en su camiseta. —Hoy nos pasaron muchas cosas. — Flexionó su mano ligeramente, pensando en la razón de todo el dolor. —Sí. — Contestó la morena, con un suspiro. —Muchas. — ¿Quieres esperar hasta que hayamos descanso para hablar de ello? —Sí. —Yo también. — Susurró. —Porque hoy fui a un lugar que no me gustó en absoluto, Dar. Dar se quedó en silencio durante varias respiraciones. —Yo también. — Miró pensativa sus manos, apoyando la palma hacia arriba en sus muslos. —Estoy muy cansada. — Sus ojos se volvieron a Kerry, que estaba apoyada en ella. — ¿Estás mejor? La rubia pasó unos segundos pensando en esa pregunta. —Me vendría bien un abrazo. — Admitió. —A mí también. — Acercó más a su amante, acomodándola entre sus piernas y envolviendo los brazos alrededor de su estómago. Kerry se apoyó contra ella y le dio un abrazo, uno largo y sólido abrazo, sintiendo la tensión en el cuerpo de Kerry relajarse mientras su cabeza caía hacia atrás contra su clavícula.

Después de un momento, se retorció alrededor y deslizó sus brazos alrededor de Dar, apoyando la mejilla en el hombro de su pareja y mirándola a los ojos. — ¿Le salvé la vida?— Susurró, observando el rostro de Kerry con atención. Kerry sonrió. —Si, lo hiciste. —Eh. — La mujer morena gruñó. —Tú salvaste la nuestra. — ¿Yo? Asintió débilmente. —Mantuviste firme a ese imbécil impidiendo que pidiera ayuda. — Dijo. — ¿Había más guardias y…?— acarició el pelo ya seco de Kerry. — Hemos tenido tanta suerte en ese país. —Mm—. Lo pensó sombríamente. ¡Suerte! Recordó la sensación de absoluta rabia que la había recorrido y lo bien que se había sentido liberándola contra De Salliers. Eso la asustó. Exhaló en silencio. Pero todo había terminado y ambas habían sobrevivido. Eso sí que era la parte más importante de todo. Su familia y amigos estaban bien. Ella estaba bien. Dar estaba bien. Sus ojos se cerraron. Habían tenido suerte. Mucha suerte. Susurró una oración de agradecimiento al sentir que el mar las acunaba en sus manos mecedoras. *** El puerto deportivo en St. Thomas era un caos total. Barcos de todas partes llegaban allí al refugio desde la tormenta y las crestas de las olas agitadas hacían muy peligroso maniobrar la embarcación. Dar se puso su chubasquero y subió al puente para unirse a su padre, que estaba esperando para entrar en el puerto. —Qué lío. — Murmuró a su padre. —Si. — Andrew estuvo de acuerdo. —Les dije a los oficiales del puerto que teníamos una persona que necesitaba ir al hospital. Nos darán luz verde, en cuanto puedan. — Le informó. — ¿Cómo está Kerry? —Ella está bien. Andrew la observó. — ¿Y tú? Asintió. —Siento como si hubiera sido atropellada por un autobús, pero aparte de eso, Sr. Lincoln, me gustó mucho el juego. Su padre se rio entre dientes. —Gracias por venir hasta aquí a ayudarnos. — Apoyó los codos en la consola. — Me sentía fuera de mi ambiente. —Pues a mí me parece que lo has hecho muy bien. — Andy respondió. —Me di cuenta que tenías todas las cosas bien cubiertas hasta que Kerry envió la última nota, sobre Bud y todo. — Negó con la cabeza. —Simplemente me subí a un hidroavión— hizo una pausa —aunque no me gustan nada esas cosas. Dar tuvo que sonreír. —A mí tampoco. — Miró a través de la lluvia, ya que las luces parecían disminuir por delante de ellos. La radio crujió. —Dixieland Yankee, Dockmaster. Luz verde. Dar cogió el micrófono. —Dockmaster, aquí Dixieland. Copiamos. — Dejó el dispositivo hacia abajo y se enderezó. — ¿Quieres que lo lleve yo?

Su padre la miró. — ¿No te gusta cómo lo estoy llevando, señorita?—, Se preguntó. —Ah, no soy la que... —He mejorado desde entonces. — Dar lo interrumpió. —Si, eso me dijo Kerry. — Se deslizó y le ofreció el asiento del piloto. —Todo tuyo. Tomó los controles y se acomodó en la silla, todavía caliente del cuerpo de su padre. Cerró los dedos alrededor de los aceleradores y los ajustó, centrando su atención en el mar oscuro frente a ella. Poco a poco los motores superaron la fuerza de las olas y se deslizaron hacia adelante a través del grupo de barcos a ambos lados. —Kerry está haciendo café por si te apetece. — Dar comentó, sin desviar la mirada de lo que estaba en agua justo en frente de ellos. Andrew gruñó. —Tal vez. — Contestó, sorprendiendo a Dar. —Esos muchachos consiguieron algunos problemas conmigo. Echó un rápido vistazo a su padre. —Ah. — Murmuró. —Sí, nos dimos cuenta de eso. Su padre resopló y sacudió la cabeza. —Creo que ya hemos terminado con ellos. — Se puso de pie, mirando hacia adelante. —Esto es un desastre. Lo era. Dar se concentró en dirigir la embarcación esquivando los obstáculos, a través del canal lleno de barcos más pequeños. Algunos estaban tratando de permanecer fuera de su camino, pero otros estaban siendo sacudidos por el temporal a un punto de perder el control. —Maldita sea—. La lluvia caía con más fuerza, casi obstaculizando su vista y haciendo que la superficie cercana fuera casi indistinguible. Podía sentir el viento levantar el impermeable por su espalda. Y, sin embargo, no sentía miedo. — ¿Alguna vez has tenido miedo con un temporal así, papá?—, Preguntó con repentina curiosidad. —No. — Respondió distraídamente. —Parte de ser marine es saber que eres parte de todo eso. — Dijo. —No lo puedes controlar, no tiene sentido tenerle miedo. Mm. Sintió el ritmo del mar debajo de ella y entendió lo que quería decir. Siguió el rifle de las olas, tallando un camino cuidadoso a través de ellas. Un velero, a la deriva, se movió con brusquedad delante de ella. Reaccionó, balanceando a su derecha acelerando los motores. El viento empujó el barco de vela, apenas por debajo de su casco, rozándolo ligeramente antes de salir de su camino. Bajo la lluvia, apenas podía ver que a la tripulación trabajando frenéticamente para recuperar el control de sus velas. Estaba más que contenta de tener el poder seguro de sus motores bajo sus manos. El malecón se alzaba por delante y se alegró de ver que la mayoría de los barcos se mantenían bien lejos de ella. —Cuidado ahí, Dar. — Andrew murmuró. —Vale. — Contestó. —Espera. — Desvió el barco hacia el viento, acelerando de nuevo los motores, escuchándolos ahora por encima del temporal. El barco subió contra las olas luchando contra la fuerte corriente. Dio a los motores todo el poder y se dirigió directamente al embarcadero. Escuchó inhalar a su padre, y sonrió de forma privada, mientras cortaba los aceleradores y giraba

la proa. La corriente los deslizó llevándolos cuidadosamente por el centro del canal del puerto deportivo. Volvió a acelerar los motores y se dirigió a los muelles. —Hijo de…— Andrew se rio entre dientes. Dar se acercó a los muelles buscando los más grandes. Podía ver a un grupo de personas que los esperaban junto a lo que parecía personal médico. Las olas se precipitaban contra los muelles, rompiendo por encima de ellos y empapándolos a todos. Por lo general, dejaría el barco suavemente a la deriva, pero la marea estaba corriendo por el camino equivocado. Giró el barco, a continuación, puso los motores en marcha atrás, permitiendo que el agua tirara de ellos muy a regañadientes y los deslizara. Los oficiales del puerto ya habían arrojado los topes por la borda, y ella hábilmente maniobró en su lugar hasta que el casco sólo los tocó. Dos de los hombres en el muelle saltaron a bordo y agarraron las cuerdas de sujeción. Dar apagó los motores y se sentó de nuevo, ladeando la cabeza y dando a su padre una mirada inquisitiva. — ¿Mejor que cuando tenía diez años? Andy le revolvió el cabello húmedo cariñosamente. —Buen trabajo. — La felicitó en serio. —Te has convertido en una maldita buena marinera, Dar. Dar cruzó de brazos y sonrió. —Gracias. — Miró hacia atrás. —Supongo que será mejor que nos movamos. Kerry y yo tenemos una habitación disponible en uno de los hoteles, si todavía está abierto en este lío. Probablemente podamos llegar allí. — Se puso de pie, y disminuyó alrededor de la silla de la consola. —Ah, creo que puedo conseguir mi propia litera. — Andrew comentó. —Vamos a ayudar a Bud y Charlie, en primer lugar, y luego nos preocuparemos de buscar nuestra propia comodidad. Sonaba muy bien. Algún lugar seco y tranquilo, y con un gran suministro de helados. *** Kerry finalmente se había quedado dormida, acurrucada en la cama en el dormitorio del Dixie. No había pensado que sería capaz de hacerlo, debido al movimiento de la embarcación y el estrés del día, pero su cuerpo simplemente se había hecho cargo y le exigió que cerrara los ojos y se cerrara al mundo por un tiempo. Sus sueños eran sin forma. Seguía viendo los fuegos artificiales, como si fuera el Cuatro de Julio una y otra vez. Finalmente, el último fuego se terminó y la multitud sin rostro a su alrededor se desvaneció. Escuchó un leve tintineo que la devolvió a la realidad. Abrió los ojos, mirando confusamente a su alrededor. —Urmf. — Se frotó la cara con una mano y se dio la vuelta, sintiendo la falta de presencia de Dar. Pasó un momento preguntándose dónde estaba su pareja, entonces se dio cuenta de la embarcación estaba relativamente quieta y los motores estaban apagadas. —Jesús. Tenemos que estar ya en el dique—. Se levantó de la cama y se enderezó, aferrándose a la cómoda para mantener el equilibrio mientras rodaban con las olas. — ¿Por qué demonios no vino a buscarme?— Pasó la lámpara y se estiró, sintiendo dolores a lo largo de toda la longitud de su cuerpo.

Le dolían los brazos. Se apoyó en los cajones y flexionó sus manos. Estaban rígidas y un poco hinchada. Tenía contusiones en casi todos los nudillos. Por un breve momento su estómago se revolvió, luego recordó las manos de Dar, que la habían salvado de aquello malditos asaltantes. Se sentía dolorosamente magullada. Pero por una buena causa. Su causa. Levantó la cabeza y miró en la penumbra del camarote. — ¿Sabes qué, Stuart?— Se dirigió a ella misma. —No tienes absolutamente nada que lamentar. Ese tipo era una puta escoria, y se lo merecía. Dejó que el eco de sus palabras muriera. La hacía sentir un poco mejor. Se arregló su camiseta, pasó los dedos por el pelo, y se dirigió al baño. Todo estaba tranquilo en el barco. Escuchó los sonidos de la presencia de Dar, mientras se echaba agua en la cara. La puerta de la cabina se abrió y ella sacó la cabeza, sonriendo al ver entrar a su amante. —Hey. Dar empujó su capucha impermeable hacia atrás y se acercó a ella. —Hey. — ¿Qué me he perdido mientras dormía? —Una brillante maniobra de mi parte y un montón de hombres llevándose a Bud al hospital. ¿Cómo te sientes? No quería despertarte. —Mejor—. Dijo enérgicamente. — ¿Cuál es nuestro plan ahora? ¿Quedarnos aquí? —No podemos—. Le explicó. —La maldita tormenta llegará aquí en menos de dos horas y están evacuando el puerto deportivo. Los vientos son de hasta cien kilómetros por hora, y estoy malditamente feliz de estar ya atadas al puerto. — Le frotó la espalda. — Papá se fue con ellos al hospital. —Mm—. Tomó aire y lo soltó. —Así que... ¿vamos hasta el hotel? — ¿Te gustaría eso?—, Preguntó. — ¿Es eso lo que quieres hacer? Aquello le pareció una pregunta extraña. Terminó de cepillarse los dientes y enjuagarse la boca, luego se dio la vuelta y se enfrentó a su pareja. — ¿Sabes lo que quiero hacer?— Le preguntó a Dar, que había estado de pie y esperando pacientemente. — ¿Qué? —Estar contigo—. Respondió, simplemente. La morena sonrió y asintió con la cabeza. —Justo detrás de ti. — Dijo. —Pareces muy cansada. — La mujer rubia le movió un poco de cabello de los ojos inyectados en sangre. —Vamos a encontrar una buena cama en tierra seca. —Estoy muy cansada. — Admitió. —Y.…— se movió un poco —creo que me torcí un par de cosas en la lucha. Pudo ver las líneas dibujadas en su rostro. — ¿Seguro que no quieres que alguien te mire?—, Preguntó sin éxito, sabiendo la respuesta. —No—. Descartó la idea. —Sólo necesito un poco de descanso y tal vez una aspirina. — Dijo. —Y a ti. —Y tenemos un jacuzzi—. Le recordó. —Vamos. Vamos pues. Dar puso su brazo alrededor de los hombros de Kerry y se dirigieron a la tormenta. ***

Entraron en el vestíbulo del hotel, para ser recibidas con la visión de una masa de humanidad, compitiendo por el espacio. —Jesús, espero que mantengan nuestra habitación. — Susurró Kerry. Dar llevaba su bolsa de viaje al hombro. —Yo también. — Dio un pequeño empujoncito a Kerry hacia las escaleras. —Vamos. Tengo la sensación de que mi padre dormirá en el sofá del hospital. Kerry la siguió mientras subían las escaleras y se dirigían hacia su habitación. El pasillo del segundo piso estaba ocupado también y tenían en medio a varios grupos de personas discutiendo para llegar a sus correspondientes habitaciones. Dar sacó la llave de su bolsillo de los vaqueros y lo intentó, abriendo la puerta con cautela e introduciendo la cabeza en el interior. Silencio. Encendió la luz y entró, esperando a que su pareja la siguiera al interior, antes de cerrar la puerta tras ellas y de apoyarse en ella. —Esta habitación no se está moviendo, ¿verdad? Kerry exploró la habitación brevemente y luego se volvió para coger la bolsa de las manos de Dar. —Gracias a Dios, no. — Se desabrochó la chaqueta de lluvia y se la quitó. —Esas ventanas parecen como si... oh. — Había descorrido las cortinas para revelar tablones de madera protegiendo los cristales. —Bien, buen trabajo. —Uno se acostumbra a ello después de un tiempo. — Dar comentó, quitándose su propia ropa de lluvia y caminando hacia la cama. Se dejó caer sobre ella y se quedó allí mirando hacia el techo. —Como prepararse para las tormentas, quiero decir. Especialmente aquí. —Sí, supongo que sí. — Dejó las cortinas en su sitio. — ¿Estará el barco seguro? Los ojos de Dar ya se habían cerrado. —Como lo estaría en cualquier otro lugar. Lo tienen atado y reforzaron todo el puerto bastante bien. Me siento mal por esos pequeños individuos que no tienen sitio donde quedarse. Kerry dejó la bolsa en el suelo y la abrió, sacando sus pijamas. Los puso sobre la mesa y se acercó a la cama, sentándose y cogiendo uno de los pies de su pareja. — ¿Qué van a hacer?— Apoyó el pie en su rodilla y comenzó a desatarle la zapatilla. —No creo que quieras hacer eso. Estoy mojada. — Le advirtió. — ¿Y?— le lanzó una mirada divertida. — ¿Sabes qué las zapatillas y los calcetines húmedos huelen. —Igual que nuestro perro cuando se moja. Sí, cariño, lo sé. — Le quitó la zapatilla y el calcetín húmedo. Le hizo cosquillas en la parte inferior del pie, sintiendo la pierna de su pareja contraerse en sus manos. Dar sólo sonrió. —No creo que vamos a ser capaces de contar con el servicio de habitaciones en este momento. — Continuó, poniendo el pie de Dar abajo y recogiendo el otro. —Voy a ver lo que nos dejaron aquí en nuestra morada palaciega, aparte de ron. —Eso funcionará también. — Dar murmuró. —Pero prefiero el helado. Kerry le frotó el tobillo, sintiendo la flexión conjunta bajo su toque. Tiró el calzado hacia la puerta, se movió más cerca de la morena y empezó a quitarle el primer botón de los pantalones vaqueros. —Sabes, algo realmente profundo me acaba de ocurrir. Dar echó la cabeza hacia un lado y abrió un ojo. — ¿Qué es?

—Los botones del pantalón son más sexys que las cremalleras. — Le dijo en serio. Una risita cansada sacudió el vientre de Dar. —No, en serio. — Examinó la cintura de Dar mientras desabrochaba el segundo botón. —Piensa en ello. Con la cremallera, la bajas y ya está todo. ¡Boop! De esta manera, con los botones te puedes tomar tu tiempo. —Kerry, creo que estás demasiado cansada. — Su compañera le aconsejó. —Oye, que me he tomado una siesta. Tu no. — Sonrió, continuando su tarea. —Es como con los guantes. — ¿Guantes? —Sí. En los días en que las mujeres llevaban guantes. Ya sabes se los quitaban muy despacio bajándolos por todo el brazo. — Miró por encima, al ver una expresión muy confundida en el rostro de su amante. —Vamos, Dar. Tú ves el History Channel. ¡No me vengas con eso de que no sabes de qué diablos estoy hablando! Las cejas de Dar se contrajeron juntas. —Oh. — Se frotó la sien. — ¿Quieres decir esos guantes que hacen juego con sus vestidos de noche? —Correcto—. Ahora estuvo de acuerdo. —Solían tener botones por todo el camino hasta las manos. En aquel entonces, se consideraba muy sexy ver a una mujer quitarse lentamente unos guantes de piel de cabritilla. Algunos de ellos tenían incluso un centenar de botones. Se hizo un poco de silencio, mientras la morena lo pensaba. — ¿De verdad? —Uh huh—. La rubia terminó de desabrochar el último botón y tiró de la cintura de la ropa interior. — ¿Sabes algo más? —Estoy contenta de haber nacido en la segunda mitad del siglo XX, después de que esos guantes pasaran de moda— Sugirió. —Porque si tuviera que esperar a que te desabrocharas un centenar de botones, aparecería con un par de tijeras de cuero. Kerry se rio, y apoyó la cabeza contra la cadera de Dar. —Bueno, seguro lo haría. —, Dijo Dar. Kerry se retorció un poco y comenzó ahora a trabajar con la camisa. Miró el suave ascenso y caída del pecho de su amante bajo su mano. El viento en el exterior hizo temblar las persianas de madera contra el edificio. Se podía oír el ruido a través de las paredes. — ¿Estamos a salvo aquí? Dar miró alrededor de la habitación. —Este lugar ha estado aquí durante cien años. — Dijo. —Creo que estamos bien. —Está bien. — Le abrió la camisa. Deslizó los dedos suavemente sobre las contusiones que salpicaban su pecho. — ¿Te duele, cariño?. Tienes algunos rasponazos. —Estoy demasiado cansada para sentir nada. — Admitió. —Tal vez más tarde me duela. — Se sentó lentamente y se despojó de su camisa, luego se puso de pie para quitarse los pantalones vaqueros. — ¿Te vas a reunir a este espectáculo de striptease o prefieres dormir con la ropa puesta? — ¿Crees que vamos a tener la oportunidad de dormir?— Se quedó dónde estaba, viendo a su pareja cruzar la habitación, en ropa interior, para dejar la ropa doblada cerca de la bolsa, bajo la luz de la lámpara suave que iluminaba la silueta de su cuerpo. Le encantaba la fuerza del cuerpo de su amante. La gracia y el poder sólido evidente en cada movimiento. Ver a su amante era todo un espectáculo. Todo real y funcional.

Sonrió ante la idea. Se quedó un momento deleitándose con el conocimiento de lo que se sentía al amar a alguien como esa mujer, y ser amada por ella. Era un verdadero regalo y ella lo sabía. —Dios, eso espero. — Suspiró, mientras se ponía su pijama. Se volvió y miró a Kerry, tirada en la cama en desorden casual. —He tenido suficientes aventuras por hoy. — Miró más de cerca a la mujer mirándola. — ¿Ker? Era como si estuviera vadeando a través de las brumas del tiempo. De repente sintió la profundidad de lo que había entre ellas, oyó los débiles ecos de vidas más allá de su propia cuenta. Era extraño y aterrador. Sus ojos se abrieron mientras miraba a Dar. Curiosa, se acercó a ella y se sentó en la cama. — ¿Ker?—, preguntó de nuevo, frunciendo el ceño con preocupación. — ¿Estás bien? Kerry tomó aliento. —Sí. — Murmuró. —Sólo ha sido un extraño de déjàvu. — Dijo. —Creo que han pasado demasiadas cosas para las dos. Dar le dio una palmadita en la mejilla. —Desvístete y esperemos que la tormenta no ... Las luces parpadearon, luego se apagaron. Un suspiro. —Nos deje salir—. Se volvió y miró alrededor de la habitación, ahora totalmente a oscuras. —Deberíamos haber conseguido velas. —Tengo una linterna en la bolsa. — Kerry reía con cansancio. Rodó de la cama y se puso de pie. Se acercó a la mesa y buscó dentro hasta sacar el elemento delgado que encendió. —Miraré si hay velas por aquí Dar se unió a ella y tomó la linterna, iluminando su camino hacia el armario donde estaba la televisión. Miró en su interior y descubrió algunas velas ya empezadas. Kerry las cogió y las encendió, poniéndolas alrededor de la habitación en lugares estratégicos. Bajo la luz de las velas, el interior tomó un nuevo aspecto. Las diminutas llamas vacilantes creaban sombras que rebotaban en el techo y daban una cierta singularidad a la cama. Revisó los objetos de cortesía del hotel y finalmente se puso su pijama. Dar la escuchaba moverse, y luego trajo una última vela hacia la cama, poniéndola sobre la mesa lateral. Bajó la sábana y se metió en la cama, esponjando las almohadas y recostándose contra ellas. Kerry apareció poco después, con su pelo claro ahora seco y se unió a su compañera. Le entregó a Dar una taza y dejó una cesta de productos entre ellas. Luego se metió en la cama y relajada, dejó escapar un profundo suspiro. La tormenta rugía en el exterior. Podían oír cosas golpeando contra las ventanas, y a lo lejos el sonido de la sirena. — ¿Dar?—, Preguntó repentinamente. — ¿Qué crees que le pasó a De Salliers? Dar tomó un sorbo de su taza, degustando la mezcla agradable del zumo de ron y piña. — ¿Quieres decir ahí fuera? Kerry cortó una galleta por la mitad y la llevó a la boca de su amante. —Sí. ¿Podría ... Quiero decir, es una muy mala tormenta, incluso teniendo un barco tan grande. ¿Qué pasa si se hunde? Dejarlo. Dar se encontró sorprendida al escuchar el eco de su frío pensamiento en su subconsciente, pero después de unos momentos continuó masticando su galleta y se la

tragó. —Esos bastardos secuestraron a Bud, les hicieron la vida imposible, y casi nos matan por no hablar de mi padre. No me importa lo que les pueda pasar. Kerry mordisqueó su galleta pensativa. — ¿De verdad? Consideró pretender lo contrario. Decidió que estaba demasiado cansada para dedicarles su tiempo. —De verdad. —Mm—. La mujer rubia apoyó la cabeza en el hombro de Dar. —Espero que no se hundan. Dar la miró. —Morir es demasiado fácil. Tenerlo vivo sabiendo la paliza que recibieron es mucho más apropiado. — Kerry movió los dedos de los pies con satisfacción y partió otra galleta. —Excepto que él consiguió lo que quería. — Le recordó con ironía. —No, no lo hizo. — Kerry levantó la mano y tiró algo sobre el pecho de Dar. — Maldito si le iba a dejar que se quedara con esto. Dar se quedó mirando la hoja de plástico en el centro de su pecho. —Hija de puta. —Hija de un bastardo, en realidad. — Kerry la corrigió. —Una de las cosas que tu y yo no tenemos en común. — Ella tomó un sorbo de su propio ron y se lo tragó. Luego se apoyó en Dar de nuevo. —Y bien. —Muy bien. — Dar repitió, girando la hoja entre los dedos. —La muerte es un alto precio a pagar por la estupidez. —, Dijo Kerry. —Y yo... no quiero eso en mi conciencia. ¿Hay alguna manera que podamos ayudarles si están en problemas?—, Preguntó en un tono serio. Los labios de Dar temblaron. —Llamé a la Guardia Costera para darles su localización. — Admitió. —Así que sí, ya he cumplido. Me importa un carajo si se hunden, pero no podía dejarlos sin avisar a nadie. Eso es algo que me inculcaron desde que tenía cuatro años. Kerry se irguió y la besó. Se lamió los labios cuando se separaron, mirando fijamente a los ojos de su amante. —Me siento... realmente extraña por lo que hicimos esta noche, Dar. — Dijo. —Una parte de mí se está volviendo loca, pero otra parte... — ¿Te gustó la lucha por el bien mayor?— respondió por ella, en un tono casual. Tomando un poco de silencio, se dejó caer sobre las almohadas, sin apartar los ojos de Dar. —El bien mayor. — Las palabras le parecieron interesantes en su boca y jugó con ellas un poco, saboreando su significado. — ¿Es eso lo que hicimos? La morena se encogió de hombros. —No lo sé. Es algo de lo que mi padre solía hablar todo el tiempo. Hacer cosas por otras personas o actuar cuando no es interés propio, hacerlo sólo porque es lo que hay que hacer. — Se acercó y acarició el cabello despeinado de Kerry con los dedos. —Eso es lo que hacen los militares. —Dependiendo de a quién estés definiendo. — Respondió, con un toque de escepticismo irónico. —Pero sé lo que quieres decir. — Puso sus brazos alrededor de Dar. — ¿Te ha gustado hacer eso? Dar devolvió el abrazo al escuchar el aullido del viento. —No soy muy buena en eso. — Dijo. —Prefiero cuidar de mis propios intereses que los de cualquier otra persona.

Kerry se levantó sobre un codo y la miró con las cejas levantadas. —Dar, eso es mentira. — Dijo rotundamente. — ¡Te pones delante de mí, incluso cuando apenas nos conocíamos! —Eso es porque ti, eres mi mejor interés. — Puso un dedo en la nariz de Kerry. No había realmente mucho que podía decir a eso. Kerry se acurrucó de nuevo al lado de la morena y sacudió la cabeza. El viento cada vez era más fuerte afuera, se oyó una fuerte explosión cuando algo golpeó el edificio. — ¿Tienes miedo? —No. — Dar le dijo. —Solo estoy cansada. Kerry tomó la indirecta y las cubrió a ambas con las mantas. Puso sus brazos hacia atrás alrededor de Dar y apoyó la cabeza en el hombro de su compañera. Sintió los músculos de la morena relajarse casi de inmediato, a pesar del ruido furioso exterior. El latido del corazón bajo su oreja se igualó, reduciendo su velocidad. Ellas capearían el temporal. Ellas tenían una triste voz interna que se lo recordaría. Kerry pensó en eso, perdiéndose en el parpadeo de la vela cercana como los vientos soplaron por encima de ellas. *** El hotel era cálido, y húmedo en el interior cuando Kerry se aventuró por el vestíbulo. La fuerza continuaba todavía fuera, pero el personal había superado el reto y colocado una mesa llena de sabrosos alimentos para que los clientes pudieran tomar algo. Sus ojos recorrieron la habitación. Se detuvo cuando vio a Andrew sentado en el porche, con una mano en torno a una taza. —Ah—. Tomó un panecillo y salió a reunirse con él. —Hola papá. Andrew la miró. —Buenos días, kumquat. — La saludó, mientras sus ojos se dirigieron hacia atrás. — ¿Dónde está ella? —Durmiendo—. Se sentó y empezó a morder el panecillo. —Anoche estaba demasiado cansada. Pensé que sería mejor dejarla descansar un poco mientras yo intentaba conseguir algo para desayunar. Andy asintió con la cabeza. — ¿Ella está bien? —Creo que sí. —Los llevé hasta el hospital, luego regresamos aquí y me quedé con el resto de la gente del puerto deportivo. — Andrew le explicó. —Parece que le tendrán que dar algunos puntos en la cabeza a Bud, pero estará bien en un par de días. —Podrías haber venido a nuestra habitación. — Lo regañó. —Tenemos mucho sitio allí arriba. —Na—. Tomó un trago de lo que estaba en su taza. —Necesitáis tener vuestra privacidad. Apoyó la barbilla sobre su puño. —Papá, sólo estábamos durmiendo. — Le sonrió. —Me alegro de que Bud se vaya a poner bien. ¿Está despierto? —Si. — ¿Él sabe que lo sacaste del barco? —Si.

Kerry estudió su perfil. —En realidad, no está muy contento con eso, ¿verdad? —No señora, no lo estaba. — Se volvió y la miró. —Pero, ¿qué sabes de eso?— Dejó la taza sobre la mesa y observó a su compañera de mesa. — ¿Te han contado algo? Kerry asintió. —Sí, Dar me contó un poco. — Dijo. —Casi le pateé el culo a Bud, un par de veces, hasta que finalmente se calmó y dejó de decir cosas malas. — Sus dedos jugaban con el borde de la mesa. Un camarero con una jarra se acercó a ellos y les ofreció una bebida. Andrew le tendió la taza y se la volvió a llenar, entonces el camarero entregó a Kerry una taza también, y algo de comer. —Gracias—. Tomó un sorbo cauteloso, aliviada por encontrar un poco de zumo de fruta fría. Sintió que su suegro no estaba muy cómodo hablando sobre Bud con ella, y decidió no continuar con el tema. —Espero que se recupere pronto. —Ah sí. — Él le dijo. —Cuando salimos del barco se golpeó un poco en la cabeza, pero nada grave. Pronto se pondrá bien. — ¿Alguien dijo si el barco de De Salliers fue traído a puerto? —No, señora. Kerry lo observó en silencio. Después de un momento, Andrew la miró a los ojos. —Lo siento, si me he metido donde no me llaman. — Ella le dijo. La expresión de Andrew se suavizó y parpadeó un par de veces. —No era eso, Kerry. Es sólo que me duele y no me gusta hablar de él. —Está bien—. Asintió. — ¿Vuelves a casa? —Si. Tenía un vuelo para esta noche, pero no han abierto todavía el aeropuerto. Creo que lo están limpiando. La tormenta lo ha dejado un poco caótico. Kerry estudió el horizonte, que era claro y libre de nubes. —Es gracioso. Casi me siento como si lo de anoche hubiera sido un sueño. — Admitió. —Aunque sé que no fue así. Andrew ladeó la cabeza en actitud de escucha. —Me alegra que vinieras. De verdad. Gracias por hacerlo. Una sonrisa tiró de la cara llena de cicatrices frente a ella. —Para qué está un padre, ¿si no? Se giró para mirarlo fijamente. Suspiró, desempolvando sus dedos fuera del panecillo. —Voy a coger algo para mí y Dar. — Se puso de pie, de repente queriendo estar fuera del sol y de vuelta con su pareja. — ¿Tal vez podamos encontrarnos para almorzar? Andy se levantó y le dio unas palmaditas en el hombro. —Déjame que te eche una mano con eso, kumquat. — Dijo. —Y así veo a mi hija. Ella le sonrió, sintiendo la tensión entre ellos relajarse un poco. —Está bien, papá. Se acercaron a la mesa donde había varios platos de comida. Andrew cogió una cesta de flores decorativa, quitó las flores, y se puso de pie detrás de Kerry, mientras amablemente la llenaba. Estaban a mitad de la mesa cuando fue interceptada. Miró hacia arriba para ver al capitán de la policía cortésmente bloqueando su paso. —Oh. Buenos días. — Ella lo saludó con cordialidad cautelosa. —Supongo que habrán tenido una noche muy ocupada.

—Sin duda alguna, sí, Sra. Stuart. — Respondió con cortesía. —Me alegra ver que está a salvo. ¿Roberts también está bien? —Si. Gracias. — Se dio cuenta de unos ojos parpadearon por encima del hombro. —Oh lo siento. Este es mi suegro, Andrew Roberts. Papá, el capitán Alalau, de la policía de St. Thomas . —Mín. — Andrew emitió un saludo cordial moderadamente. Alalau le dio una breve inclinación de cabeza. —Señor. — Volvió su atención a Kerry. — ¿Puedo preguntarle, señora Stuart, si usted y su amiga la señora Roberts podrían encontrar un momento para charlar conmigo, más tarde en el día de hoy? ¿Tal vez durante el almuerzo? UH oh. Kerry no creía que estuvieran en problemas, incluso en las Islas Vírgenes, se imaginó que los criminales no serían invitados a almorzar, pero teniendo en cuenta todo lo que había ocurrido hasta ahora, nunca se sabía. —Um... Seguro. — Estuvo de acuerdo con cautela. —Estoy segura de que no habrá ningún problema. —Excelente. — El capitán sonrió y se agachó un poco la cabeza hacia ella. —Por favor, disfrute de su desayuno. Desafortunadamente, la isla todavía no está despejada, pero estamos trabajando en ello. —Gracias—. Kerry miró caminar fuera. —Hm. — Suspiró y continuó añadiendo comida en su cesta, así como un termo de zumo. —Vamos. Vamos a despertar a Dar y contarle nuestro cambió de agenda social. Dejaron el vestíbulo, todavía lleno de huéspedes. *** El teléfono móvil zumbó cerca de su cabeza y Dar se sacudió a sí misma de un sueño profundo, mirando a ciegas en el cuarto oscuro. —Buh—. Localizó el teléfono y atendió la llamada, mientras su cuerpo intentaba despertarse a sí mismo. — ¿Sí? — ¡Dar! La voz de Alastair era tan normal, que casi dolía. —Buenos días, Alastair. — ¿Estás bien? Abrió un ojo y se dio la vuelta, mirando en su entorno. —Si estoy bien. Solo fue una maldita tormenta. — ¿Tormenta? ¿De qué diablos estás hablando? ¡Recibí una llamada anoche diciendo que te había pasado algo! —, Dijo Alastair, con voz audible molesta. — ¿Qué demonios está pasando ahí fuera, Dar? ¿Por dónde empiezo? Se aclaró la garganta. —Espera y deja que me despeje un poco. Estaba durmiendo. Un momento de silencio. — ¿A las 10 de la mañana? ¡Santo cielo! —Se supone que debo estar de vacaciones. — Le dijo a su jefe, en un tono molesto. Se frotó los ojos tratando de sacudir algo de sentido en sí misma. —Y hemos tenido un montón de problemas. —Bueno, eso no es tan maravilloso. —Nuestra habitación del hotel fue forzada.

— ¡Eso es terrible! —Pero no se llevaron nada, por lo que nos cambiaron a una habitación más grande. —Bueno, eso no es tan malo. —, Dijo Alastair. —Jesús, Dar. Me tenías preocupado. Tengo una gran cantidad de recursos de la empresa en las islas por si lo necesitas. ¿Debería contarle el resto? —Tuvimos un par de enganchas a cabo aquí, de hecho. —Uh oh. —, Dijo su jefe. —Tal vez era de eso de lo que Mark estaba hablando. Sonaba raro. — ¿Mark? ¿Qué diablos te ha contado? ¿Se cree que es mi madre, de repente?— Espetó. —No, ella me llamó hace poco. — Alastair respondió benignamente. —Al parecer, recibió algún tipo de registro de la policía y estaba preocupada. Madre entrometida. Frunció el ceño, mirando hacia el techo. —Bueno, nos encontramos con un par de viejos amigos de mi padre y tuvimos que ayudarlos a salir de un problema. Eso y la tormenta está haciendo mi vida actualmente miserable. — Dijo. — ¿Todo bien allí? — ¿Aquí?— La voz de Alastair destilaba inocencia sorprendida. —Oh, por supuesto. Como si no te hubieras ido, Dar. Ningún problema. UH oh. Miró a su teléfono, luego suspiró. —Genial. Supongo que nos veremos la próxima semana cuando regrese a la oficina, ¿eh? —Si claro. ¿Por lo demás lo estáis pasando bien?—, Preguntó Alastair. —Ya sabes, ¿intentando descansar y relajaros? —Bien. — Escuchó el sonido de unos pasos que se acercaban. —Ahora mismo estoy en la cama y me he despertado a las diez. ¿Qué te dice eso? —Es bueno saberlo, Dar. Es bueno saberlo. Tómalo con calma, y trata de mantenerte fuera de problemas para el resto de tus vacaciones, ¿eh? —Lo voy a intentar. — Se despidió y cortó la llamada, dejándolo a un lado, mientras se abría la puerta, viendo entrar a su pareja y a su padre. —Ah... hola. — Se sintió ligeramente avergonzada por haber sido sorprendida en la cama. —Buenos días, dormilona. — Kerry se burló de ella mientras cerraba la puerta y dejaba la cesta en el suelo. —Pensé que todavía estarías durmiendo. —No gracias a Alastair. — Admitió. —Mark le dijo que habíamos tenido problemas. Kerry se detuvo y la miró fijamente. — ¿Qué? —Sí. Ahora resulta que tenemos niñera. — Se llevó un brazo sobre los ojos, haciendo una mueca por el dolor. —Hola Papá. —Hola, Dardar. — Andrew se puso en cuclillas junto a la cama y le palmeó el brazo. — ¿Necesitas algo? —Mmpfh. — Gruñó. — ¿Hay alguna posibilidad de conseguir un poco de aire fresco en esa oferta? Kerry se acercó a la ventana y abrió las persianas. Parte de los listones de madera habían sido retirados, y la luz inundó la habitación. Abrió la ventana, siendo recompensada por una ráfaga de aire que llevó su pelo hacia atrás. — ¿Cómo estás? —Mejor—. Todavía con los ojos cerrados. — ¿Qué está pasando en el exterior? —Mucho calor, turistas gruñones y la policía quiere almorzar con nosotras.

Los ojos de Dar se abrieron, mientras se apoyaba sobre los codos. — ¿Con nosotras? —Con nosotras. — Le confirmó. —Mierda. — Se cubrió la cabeza con las mantas. —Sí. — Kerry aceptó con pesar. —Eso lo dice todo. *** El barco se mecía suavemente bajo ella cuando Kerry saltó a bordo. Dar aún estaba en el muelle, examinando el leve daño que el casco había sufrido, mientras ella se dejaba caer en una de las sillas de popa para esperarla. El sol estaba fuera y el aire estaba limpiando la humedad. Se echó hacia atrás y miró alrededor del puerto, haciendo una mueca al ver los pequeños barcos que habían sido lanzados para arriba, sobre el malecón, y los escombros flotando en el agua. El puerto deportivo en sí no había resultado muy dañado. Los muelles de hormigón habían capeado el temporal bastante bien, dando protección a la mayoría de los barcos situados en su interior. Muchos de los dueños de los barcos eran lugareños, que estaban comprobando sus cosas, mientras otros se encargaban de hacer limpieza retirando ramas y desechos. Sintió una extraña picazón. Se había dado cuenta, en el paseo hasta el barco, que sólo quería estar fuera de la isla, lejos del caos en que se habían convertido sus vacaciones. Un rincón de su cerebro se preguntaba qué había pasado con De Salliers, pero esa esquina no estaba haciendo mucho progreso contra el resto de ella, que quería poner los últimos días muy por detrás de todo lo ocurrido. Dar apareció en el muelle, rodeó la popa, saltó a bordo acercándose a ella. —No está mal. — Confirmó. —Sólo unos rasguños. —Bien. — Le tendió una mano. Dar se acercó y la tomó, caminando detrás de la silla, donde la rubia estaba sentada, dejando la otra mano sobre su hombro. — ¿Tenemos un plan? —Un plan—. Dar bostezó, desencajándose su mandíbula suavemente. —Todavía no lo he pensado. — Se acomodó en la silla junto a Kerry, deslizando una larga pierna por encima de la mano. —Creo que primero iremos a hablar con la policía. — Apoyó la cabeza en una mano. — ¿Qué quieres hacer después de eso? Irnos. Se tragó la respuesta, sabiendo que su sentido de la responsabilidad mataría por ello. —Bueno, si todo sale bien... — ¿Crees que no lo hará?— la interrumpió suavemente. —Es una cita para comer. —Lo sé. — Estuvo de acuerdo. —Pero prefiero no dar nada por sentado. Ahora bien, si esto resulta bien, podríamos ir a ver a Bud y asegurarnos que él y Charlie están bien. —Uh. — Dar gruñó. —Luego podríamos cenar con papá antes de su vuelo. —Hm. — Eso le pareció un plan más interesante. —Está bien, eso suena bien. — Estuvo de acuerdo. — ¿Dónde está, de todos modos? Negó con la cabeza. —Él no dijo nada. Sólo que estaría de vuelta. — Echó un vistazo a la cubierta pensativamente. —Creo que antes lo he cabreado.

La silla crujió cuando Dar se inclinó hacia ella. — ¿Tú?— Su voz expresó incredulidad. — ¿Cómo? —Le pregunté por él y Bud y Charlie. — Admitió. —No creo que la gustara. Supongo que es algo vergonzoso para él. — Hizo una pausa, pensativo. —O algo así. — Volvió la cabeza y la miró. —Siento haberlo mencionado. Se acercó y le acarició la parte posterior del cuello. —Cariño, no es lo que piensas. — Dijo. —Sí, esa maldita cosa le avergüenza como el infierno, eso es cierto. —Que pensaran que era gay, ¿eso quieres decir?—, Preguntó Kerry. —En ese mundo, es un poco comprensible. Dar se rio entre dientes. —No. En realidad, no le importa eso... pero permíteme comenzar por el principio. — Se aclaró la garganta. —Fue todo culpa mía. — ¿Tu culpa?— Preguntó en el mismo tono de sombro que su pareja había usado momentos antes. — ¿Cómo? —Se lo acababa de contar a ellos. — Empezó a explicar. —Fue duro para mis padres, siendo parte del mundo militar, y eso sin contar que yo era una un dolor en el culo de hija. La rubia sonrió, pero se mantuvo en silencio. —Así que, mi padre salió y leyó toda la información que pudo encontrar en la biblioteca sobre la homosexualidad. — Continuó. —Él incluso se llevó prestados un par de libros, y se los llevó con él a una maniobra con un par de escuadrones de la base. —UH oh. —Sí—. Asintió. —Fue asignado a una misión durante cuatros meses en alta mar. El capitán del barco en el que estaba asignado era un verdadero conservador, y un día empezó a hablar mal de los gays, delante de todos. — Hizo una pausa para reflexionar, luego suspiró. —Así que mi padre, siendo mi padre, se lo llevó a la sala de torpedos y casi le rompe un par de dientes de su boca. —Caramba. —Se corrió la voz de ello, y todo el mundo puso dos y dos y consiguió seis—. La mujer morena estiró las piernas. —Así que después de eso, Charlie pensó que era gay. —Oh. — Kerry frunció el ceño. —Pero... Quiero decir, Dar - estaba casado y tenía una hija. ¿Cómo pudieron pensarlo? Dar la miró, levantando una ceja con sarcasmo. —Sí, ya sé que no es necesariamente una indicación de la heterosexualidad, pero ¡Jesús! Tu padre. — Protestó. —Es cierto. Pero eso es lo que realmente le cabreó. — Le explicó. —No era que ellos pensaban que era gay. No era algo que encontrara ofensivo. Kerry ladeó la cabeza. —O.… vale... — Sus cejas se contrajeron. —Pero... —Estaba furioso de que pensaran que él era el tipo de hombre que podía engañar a su esposa. — Dijo simplemente. —Él nunca los perdonó por eso. — Se levantó de la silla. — ¿Quieres un trago? —Claro—. Asintió, absorbiendo la información anterior. —Guau. Eso tiene sentido. — Negó con la cabeza ligeramente. —Me parecía difícil pensar que tu padre se avergonzaría por pensar algo que tu y yo somos. — Admitió. —Ahora puedo entenderlo.

—Mm. — Estuvo de acuerdo. —Él me lo contó cuando volvió a tierra. Me dijo que no le contara nada a mi madre. Que me lo contaba a mí por si escuchaba algo en la base. El solo quería contarme lo que había ocurrido realmente. — ¿Escuchaste algo?— preguntó con voz suave. Una media sonrisa tembló en los labios de Dar. —No directamente. — Dijo. —En ese momento, yo... um... tenía la reputación de un genio, y la mayoría de los otros niños en la base sabían que si me decían algo sobre mi padre acabaríamos peleando. Kerry echó la cabeza hacia atrás y la miró con una ligera sonrisa. —Dos de una misma especie. — Extendió la mano y tocó la insignia ahora roscada a través de la cadena de plata alrededor del cuello de Dar. Se encontraba junto con el anillo de su unión con Dar. Dar metió las manos en los bolsillos e intentó desviar su mirada, incapaz de ocultar la sonrisa descaradamente orgullosa. —Sí. — Sus ojos brillaron. —Lo somos. — Su atención volvió a la cara de Kerry. —No te preocupes, Ker. Papá nunca se enfadaría con alguien sólo por hacerle una pregunta. Especialmente tu. — Le acarició el cabello. —Él te quiere. Ahora los ojos verdes se llenaron de lágrimas no derramadas, mientras permanecía en silencio, viendo la expresión de Dar. —Tenemos tiempo antes del almuerzo. —, Dijo Dar, en un tono suave. —Vamos a entrar y a relajarnos. ¿Te parece bien?— Le tendió una mano que fue aceptada y ambas entraron al interior del barco fuera del sol. En el interior, Kerry tiró de ella y puso los brazos alrededor de Dar, abrazándola con fuerza. Esta le devolvió el abrazo. —Ugh. — Exhaló. — ¿Podemos salir mañana y buscar algún lugar perdido, lejos de todo esto, Dar? —Hmm. Esa es una idea de lo más atractiva. — Inclinó la cabeza y le mordisqueó en la mandíbula. —Voy a ver de pasar un par de días fuera perdida contigo, como una cuestión de hecho. — Sintió el cuerpo de Kerry presionarse contra el suyo. —Creo que sé de unas bonitas y desiertas islas donde sólo estemos tú, yo y unas langotas de baile. Se acurrucó en el pecho de Dar, respirando su aroma con avidez. —Tengo una botella de champán guardaba que le encantaría conocernos. —Oh, sí—. Le aseguró. —Vamos a pasar todo el día sin hacer nada en el mar. — Le abrazó sintiendo sus hombros relajarse. —Hey, tengo una idea. —Seguro que es una buena idea. — Murmuró en la piel de su cuello. —Sé que teníamos pensado volver al condominio para Año Nuevo... ¿qué hay de pasarlo en la cabaña? —Mmm. — ¿Convertirlo en otros dos días de vacaciones? —Mmmmmm— Lo consideró. —Incluso aunque casi no tengamos muebles, creo que me gustaría realmente, si, me parece perfecto. Apoyó la mejilla contra el cabello de Kerry, contenta con la reacción a su plan, ya que todavía se sentía mal por haberse perdido parte de su tiempo de vacaciones.

Quería olvidarse de lo ocurrido los dos días anteriores. Siempre había tenido una filosofía de dejar de lado las cosas, una vez se habían terminado y/o hecho, pero le resultaba extraño mirar hacia atrás, a lo ocurrido la noche anterior, y no sentirse aterrada. Había sido una mala situación. Se había ocupado de ella, lo mejor que había podido, y al final las cosas habían salido bien. ¿Qué más, realmente, podía haber pedido? Se había acabado. Muy a menudo, cuando las cosas traumáticas sucedían, las examinaba para evitarlas en una segunda oportunidad, pero por lo general, solía tratarse de temas laborales. Sinceramente, esperaba no tener que volver a tener ninguna otra experiencia en escapar de seudo piratas en un corto plazo de tiempo. Sus ojos azules brillaron de repente. Bueno... — ¿Qué estás haciendo? —Sólo de pensar. — Contestó. — ¿Por qué qué? —Puedo sentir tu sonrisa. Se rio entre dientes. —Estaba imaginando a Alastair vestido como el capitán Blood. El cuerpo de Kerry convulsionó por la risa. —Apenas puedo imaginar a Alastair vestido como el Capitán Kangaroo. —Je. La mujer rubia suspiró y rodeó el cuello de Dar con los brazos, balanceándose en su contra, mientras el barco las mecía. —Bueno, una cosa por todas las cosas que ha pasado. — ¿Hm? —Me hizo olvidarme totalmente de mi familia. — Kerry murmuró. Dar levantó la cabeza y miró el perfil de su amante. — ¿Eso es algo bueno? Kerry asintió. —Tal vez al ver a otras personas con parientes tan odiosos me ha ayudado. — Dijo. —Estaba pensando en eso esta mañana después de hablar con tu padre. Mis padres eran pedantes y despistados, Dar - pero ¿sabes algo—? — ¿Mm? —Creo que tienes razón. Creo... en algún nivel, en algún lugar, ambos nos quisieron en algún momento. — Parpadeó. —Incluso mi padre. Incluso a mí. Porque tan malo como él era, en alguna parte en todo esto, pensó que estaba haciendo lo correcto. Dar parpadeó, sorprendida por el discurso. —Creo que he visto bastante odio, estos últimos días, para notar la diferencia. —Ah. —Le odiaba por lo que nos estaba haciendo. Él nos odiaba. Odiaba que fuera gay. — Continuó. —Pero honestamente ahora creo que nunca me ha odiado. Dar asintió en silencio. —Puedo vivir con eso. —, Dijo a la mujer rubia. —Porque nos da algo en común. Dar lo consideró; siempre había vivido con la teoría de que las cosas sucedían por una razón. Tomó el rostro de Kerry en sus manos y le sonrió. Sus ojos se encontraron, y pudo ver una nota de paz en la cansada expresión de Kerry, por primera vez, desde que habían conseguido volver de Michigan. Se inclinó hacia delante y se frotó la nariz con ella. Kerry la alejó uno segundos para volver a mirarla a los ojos y se abrazaron de nuevo.

—Está bien. — Lanzó un largo y sincero suspiro. —Vamos a volver al negocio serio de divertirse. Dar besó su cuello, moviendo el pelo claro a un lado, mientras se vio recompensada con una ingesta de aliento repentina. —He tenido suficiente... — Gruñó al oído de la mujer rubia. —De que la gente se meta en mis vacaciones hedonista. ¿Qué hay de ti? —Por supuesto—. Kerry sintió un empujón. —Hey... Dar la empujó de nuevo. —Creo que estoy siendo golpeada. —Eres—. Otro suave empujón. —Parece que es hacia el dormitorio. —Veo que tienes un buen sentido de la orientación. —Je. *** Kerry yacía de espaldas, su cuerpo medio enredado en las sábanas, con la cabeza de Dar apoyada en su estómago. Acarició el pelo oscuro sobre su vientre, ociosamente con su mano, haciendo girar unas hebras alrededor de sus dedos. Después de un momento, levantó su brazo y se miró la palma, flexionando un poco y girándola hacia la luz. Los moretones ya se desvanecían. Se sentía un poco rígida, al igual que sus manos, pero no tanto como si hubiera tenido una larga y dura sesión de ejercicios en el gimnasio. Con un breve suspiro pensativo, volvió a jugar con el pelo de Dar, sus ojos recorriendo el rostro de su amante, y mirando las contracciones débiles de un parpadeo de sueño bajo sus párpados cerrados. Dar también había conseguido unos cuantos moretones, se dio cuenta, mientras alisaba con un dedo sobre un trozo de piel descolorida bronceada a través de uno de los altos pómulos. Se acercó más. Parecía más una quemadura que un moretón. Frunció el ceño, pensando en la lucha y se preguntó cuándo habría sido golpeada. Recordaba haber oído a Dar maldecir cuando le había empujado, y luego el sonido de un arma de fuego y.… sus ojos se agrandaron. ¿Y si hubiera llegado más cerca? Horrorizada, se quedó mirando la marca, imaginando si hubiera sido sólo una fracción de un cabello diferente en su trayectoria. Había llegado tan cerca. Había estado tan cerca de perder a Dar. Echó la cabeza hacia atrás y miró hacia el techo. Sus ojos se cerraron. En un susurró agradeció al dios, que seguramente las había estado observando por encima de ambas. No tenía ninguna duda ahora que había sido bendecida - Dar había sido bendecida y el amor entre ellas era tan santificado como el de cualquier otra persona. Hubiera sido tan fácil castigarla. Volvió a mirar el rostro de su amante. Sólo una fracción de pulgada y como una voluta de humo, todo se habría ido. Sintió el aliento de Dar calentar la piel de su vientre desnudo. Todavía estaba dormida. Incluso después de su noche de descanso, seguía durmiendo tan tranquila como una niña. Absorbió su vista, totalmente consciente de lo frágil y preciosa que era la vida. Con un suave murmullo, Dar se agitó, estirando su cuerpo. Sus ojos se abrieron lentamente, mirando a Kerry con afecto. —Mm... ¿qué hora es?

Kerry le acarició la mejilla. —Casi la una. Dar suspiró, una expresión reacia apareció en su rostro. —Creo que deberíamos ir y terminar con esto de una vez. — Arrastró las palabras. —No quise quedarme dormida encima de ti. —Literalmente—. Le sonrió. —Estabas cansada. La morena asintió, incorporándose un poco. —Supongo que no dormí mucho la noche anterior. Demasiado ruido, creo. —El exceso de entusiasmo—. Kerry estuvo de acuerdo. Su dedo índice trazó la marca en el rostro de Dar. —No me di cuenta de esto hasta ahora. — ¿Hm?— Contrajo las cejas con perplejidad. — ¿No te diste cuenta de qué? —De la quemadura en la cara. — ¿Quemadura?— Levantó una mano y se tocó el lugar, luego su expresión se aclaró. —Oh. — Asintió con la cabeza. —Sí, estúpido bastardo casi voló mi maldita cabeza. Kerry la acarició la marca con una mano temblorosa. —Sí, eso veo. La expresión de Dar se suavizó. —No iba a dejar que se saliera con la suya. — Se recostó hacia abajo encima de Kerry. —No voy a permitir que nadie me deje fuera de tu vida. — Entrelazó sus dedos con los de Kerry, tiró de su mano cerca y la besó, mordisqueando la piel con franca sensualidad. Kerry sólo podía sonreír ante eso. —Dar, ¿alguna vez tienes la extraña sensación de que nos conocíamos antes de conocernos y no era en esta vida en particular? Miró a Kerry en silencio por unos momentos, los músculos de su cara se movieron levemente mientras pensaba. —Nunca consideré la pregunta. — Finalmente respondió, encogiéndose de hombros. —Hm. — Se sintió ligeramente tonta por mencionar la idea. —Bueno, no importa. Sólo es algo que se me pasó por la mente, supongo. —Interesante idea. — Reflexionó. —Creo que si aceptara la idea de la reencarnación, estoy segura que sería contigo. — Su rostro se arrugó en una sonrisa complacida. —Eso sería muy cool. La rubia le devolvió la sonrisa. —Sí, lo sería, ¿no?— Soltó sus mórbidos y residuales pensamientos. Acarició la espalda desnuda de su compañera, frotando en pequeños círculos con sus dedos. Dar respondió ronroneando y arqueando su cuerpo. — Estás muy juguetona hoy. Dar se dio la vuelta y cambió de posición, deslizando sus brazos y piernas por encima de Kerry, soltando una bocanada suave de aire en su oído. —Menos mal que es hoy. No ayer. — Apoyó la barbilla en el hombro de Kerry y la miró. —Vamos. Cuanto antes lleguemos a esa cita para almorzar, antes podre secuestrarte y llevarte a mi isla desierta. —Oo—. Le pareció muy difícil resistirse a la sonrisa maliciosa que estaba viendo. Inclinó la cabeza y besó suavemente a Dar. Luego, ambas salieron de la cama todavía enredadas, riendo mientras intentaban evitar caerse. Se separaron. Kerry le entregó la ropa a Dar, que estaba sobre la cómoda. La observó ponerse el traje de baño, extendiendo la mano para tocar la tela suave y sedosa. —Esto me gusta.

—Es como llevar un pañuelo de papel. — Dicho secamente. —O nada. —Mmhm. Es por eso que me gusta. — Estuvo de acuerdo, con una sonrisa pícara. —Casi no deja nada a la imaginación. Se miró a sí misma, luego a Kerry, como una risa ligeramente sorprendida, escapando de su pecho. Extendió la mano y le hizo cosquillas en el ombligo todavía desnudo de Kerry. —Creo que estás perdiendo tu conservadora educación. Kerry se rio un poco de sí misma, mientras se ponía su ropa interior. Levantó la mirada para ver a su compañera sosteniendo su sujetador, y amablemente puso sus brazos a través de él y se volvió para permitir que se lo abrochara. Sintió los nudillos cálidos de la morena contra la piel de su espalda, y luego un calor mucho más intenso que le recorrió todo el cuerpo, mientras Dar mordisqueaba su cuello. —Mm. Dar la soltó, y cogió la camisa de algodón de Kerry, sosteniéndola para ella. Le colocó bien el cuello y volvió a su mordisqueo cuando la rubia intentó abotonarla. — ¿Dar? — ¿Mm? —Si sigues así, no podré continuar con esto. — ¿Con qué? —Con vestirme. Dar cedió, dando a Kerry una palmadita en el trasero mientras la soltaba, para que pudiera abotonarse la camisa. Ella se puso unos pantalones cortos y se abrochó el cinturón, luego sacó una camiseta de polo se la puso y la metió en los pantalones. Kerry la miró. —Negro y azul. ¿Me estás enviando algún tipo de mensaje, cariño?— Tiró de su polo azul real. Dar pasó los dedos por su pelo y se acomodó sus gafas de sol en la nariz. — ¿Me veo misteriosa e intimidante? —Desde la cabeza hasta los pies—. — Se rio. La morena le sacó la lengua y se fue en busca de sus zapatillas de deporte. Kerry terminó de abrocharse los pantalones cortos de mezclilla y la siguió, sacudiendo la cabeza. *** Encontraron al capitán que las esperaba en la entrada principal del hotel. Sonrió cuando las vio e inclinó la cabeza, y luego indicó hacia el jardín exterior. —Nuestra energía permanece apagada y el interior está bastante cargado. —Lo puedo imaginar—. Kerry miró al sol, en su gloria completa. A pesar de la brisa, podía sentir un poco de sudor acumularse debajo de su ropa, sintiendo ganas de quitársela de nuevo. Siguió al capitán al jardín y se sentó en una de las dos únicas mesas libres. Dar instaló a su lado, mirando al capitán con cautela, desde detrás de sus gafas de sol. —Entonces. — Ella dijo. — ¿Qué podemos hacer por ti? El policía hizo una seña a un camarero que los estaba observando. —Un poco de té con hielo, por favor. —No tenemos hielo, señor. — El hombre le miró disculpándose.

— ¿Qué tal un poco de té tibio?— Kerry sugirió. — ¿Y un par de sándwiches? El camarero miró al policía. —Lo que la señora ha pedido. — El capitán sonrió. —Deduzco que no tenemos muchas opciones. —Sí, señor. — El camarero tomó nota y se alejó. El capitán se sentó y cruzó las manos alrededor de su rodilla doblada. Las miró durante un momento, en silencio, y luego habló. —Han ocurrido muchas cosas en los últimos días. Bueno eso era cierto. Kerry apoyó la barbilla sobre su puño. —Seguro. —No fuimos capaces de localizar al intruso que entró en sus habitaciones. — Dijo. —Y parece que el empresario de renombre también ha dejado las islas. — Sus ojos las estudiaron atentamente. —Algo que nos parece muy curioso, ya que el puerto deportivo nos ha informado que había pagado por adelantado su compromiso de estancia en el puerto para bastante más tiempo. Dar evaluó sus opciones. Deslizó sus gafas hacia abajo y se encontró con sus ojos muy llenos. —Si supiéramos por qué no está aquí, ¿le gustaría que se lo dijéramos? El rostro del capitán se movió un poco, con la cabeza inclinada hacia un lado. — He oído algunas cosas interesantes sobre una pelea con ese hombre y usted, Sra. Roberts. —, Comentó. —Si investigo su estado de cuentas, tal vez encuentre cosas interesantes. —Es libre de hacerlo. — Se mantuvo firme. —Sin embargo, también podría dejar que ustedes me cuenten lo que saben y acabar con esto lo antes posible. — El capitán le dio una sonrisa encantadora. —Es un día demasiado hermoso para pasarlo trabajando. Así, que Sra. Roberts…. —Una buena elección. — Dijo. —Porque, francamente capitán, su isla es muy agradable, pero estamos deseando dejarla atrás. —Oír eso es excelente, Sra. Roberts. — El hombre se volvió, cuando el camarero dejó un plato de sándwiches y un termo de té. — ¿Puedo suponer entonces, que no tiene ningún interés en continuar con su queja sobre el empresario?—, Le preguntó. — ¿O el mal encuentro que tuvo en el mar? Dar se inclinó hacia delante. —He llegado a un acuerdo con el Sr. De Salliers, y no, sus amigos los piratas están a salvo. — Enunció las palabras cuidadosamente, pero bajando la voz. —He tenido bastantes problemas en los últimos días para que me duren todo el año siguiente, gracias. — ¿Mis amigos?—, Respondió el policía. —Ah, pero usted también tiene amigos así, ¿no es cierto? Dar inclinó la cabeza en acuerdo. Cogió medio sándwich, lo inspeccionó y luego sonrió. —Oh, apuesto a que es muy popular entre el resto de los turistas. — Mostró a su pareja el contenido. —Mantequilla de maní. —No lo estropee tan rápido. — El policía aceptó amablemente el cambio de tema y seleccionó su propio sándwich de pan blanco. —Por otro lado, espero que haya disfrutado de nuestra hospitalidad. Kerry se detuvo en el acto de verter un poco de té. —Las islas son hermosas. — Dijo. —Puedo garantizar que no olvidaremos nuestra visita a corto plazo. El capitán tomó un bocado de su sándwich de mantequilla de maní y sonrió.

*** — ¿Estás segura de que esto es una buena idea?— Susurró Kerry, mientras revisaba algunos de los productos perecederos en los almacenes de comida. —No creo que a los chicos les parezca bien, Dar. Dar revisó lo escogido en el hielo que se derretían rápidamente. —Van a estar bien. — Señaló a un pez. —Consigue uno. A papá le gustan. Kerry hizo señas al hombre detrás del mostrador. En su visita al hospital se habían encontrado con un Bud que no quería estar allí, y él y Charlie estaban listos para dejar el lugar atrás. De inmediato, Dar les había ofrecido llevarlos de vuelta a su isla, así como unirse a ellas y a Andrew a cenar a bordo del barco. No habían podido negarse, dadas las circunstancias, y ahora estaban reuniendo suficiente comida para alimentarlos a todos, manteniendo la esperanza de que la noche no resultara ser un desastre. —No lo sé, cariño. — Suspiró. —Espero que sepas lo que estás haciendo. Dar agregó varias hogazas de pan local a la cesta de Kerry, y pago al tendero, mientras sujetaba en sus manos un helado en peligro de extinción. —Papá aceptó, así que no te preocupes. De todos modos, ya es hora de poner toda esa basura detrás de ellos, y además, cualquier cosa que cocines, será mucho mejor que la comida que nos pueden dar fuera, aquí esta noche. La rubia aceptó el cumplido con una sonrisa. —Sólo porque tenemos energía—. Le recordó. —Vamos a tener que arrancar los motores para cargar las baterías, recuérdalo. Si quieres algo más de medio cocido. —No hay problema. — Murmuró. —Ellos tienen bombas presurizadas de mano. He podido llenar los tanques esta mañana. — Miró las verduras que parecían más bien tristes. —No tienen buena pinta. Kerry resopló. —Dar, si fueran ejemplos perfectos de su especie, no los venderían de esa manera. —Mm. —De todas formas, necesito un poco así que o cierras los ojos o ve a buscar otra cosa. Dar se rio entre dientes. —Voy a buscar algo para beber. — Dijo. —Nos vemos en la caja. *** Kerry estaba terminando de plegar el papel de aluminio, en el que había envuelto los filetes, cuando sintió movimiento en el barco y levantó la vista para ver a Andrew asomando la cabeza en el interior de la cabina. —Hola papá. —Hola kumquat. — Entró y se acercó a donde estaba trabajando, observando su creación con curiosidad. — ¿Nos vas a hacer algo de cena de lujo?

—No es muy lujosa. — Desempolvó el pescado con algunas hierbas finamente picadas, después de haber vertido un tapón de sidra sobre ello, antes de haber sellado los paquetes. —Es sólo una manera diferente de cocinar. Andy se inclinó sobre el mostrador. —Parece un montón de problemas para el grupo de lobos de mar. Volvió la cabeza y le sonrió. —Na—. Puso el paquete con los demás en la parte superior de la parrilla de vapor en la gran olla en la estufa, y puso una capa de verduras en la parte superior de la misma. En otra olla añadió agua para la pasta y la tapó. Se limpió las manos con un trapo y se recostó. —Está bien, todo listo. — Dijo. —Acabo de hacer café, ¿quieres un poco? —Sin duda. — Respondió. —Siéntate y relájate. Ya me sirvo yo. Kerry decidió complacerlo. Se acercó a una de las sillas, dejándose caer en ella e inclinándose hacia atrás. Vio a su suegro preparar dos tazas de café, con movimientos medidos y precisos, como siempre hacía todo. Era algo que veía en su amante todos los días. Su compañera tenía la misma forma de hacer las cosas. — ¿Oye, papá? Andrew la miró y levantó una ceja canosa. — ¿Estás bien con nuestros planes para la cena, o simplemente le sigues la corriente a tu hija? Un destello apareció en sus ojos azules. —Wall—. Cogió las tazas de café y se acercó, dejándolas sobre la mesa. Apoyó sus grandes manos alrededor de su taza y se sentó a su lado. —Una cosa que hace mucho aprendí de mi hija, es que cuando hace o dice algo es porque tiene razón. —Dijo. —Ella no es del tipo frívolo. Kerry se rio con fuerza. —Uh, no. Eso es muy cierto. —Así que, si ella quiere juntarnos, me imagino que todos sobreviviremos. —, Dijo Andrew. —No te preocupes, Kerry. Sé que has tenido unos días difíciles, pero nadie hará nada que pueda hacerte pasar un mal rato, si puedo evitarlo. —Gracias—. Le sonrió con afecto. —Pero creo que han sido unos días difíciles para todos nosotros. Supongo que Bud no tenía muchas ganas de nada de esto. —No—, dijo Andrew. —Eso es bastante cierto. Pero al final acabo todo bien. Podía haber sido mucho peor. Kerry tomó un sorbo de café. —La gente mala realmente apesta. —Yeap. — Dejó la taza sobre la pequeña mesa y se inclinó hacia delante, dejando que sus codos descansaran sobre sus rodillas. —Ahora necesitáis ir a un lugar tranquilo. —Si, eso hemos pensado—, Dijo Kerry. —Vamos a pasar unos días en la cabaña. Supongo que allí no podremos meternos en problemas. Andy resopló suavemente. —Si lo sé. Sugerí las cataratas de Niagara, pero Dar me dijo que probablemente se quedarían sin agua y nos culparían. — Suspiró. —Creo que estamos predestinadas a ese tipo de cosas. —Bien. — Extendió la mano y le acarició la rodilla. —Por lo menos sabes que si te metes en problemas, tienes una familia a la que llamar para pedir ayuda. Kerry parpadeó, luego exhaló. —Eso es verdad. — Asintió con la cabeza. —Eso es algo nuevo para mí.

Su suegro asintió con expresión seria. —Te entiendo, Kerry, porque es lo mismo que me paso con mis propios amigos. — Le empezó a explicar. —Cuando Ceci y yo empezamos juntos, me rascaron con la primera página de la Biblia, así que sé lo que se siente al tener a tu propia familia dándote la espalda. —Es una mierda. —Yeap. — Estuvo de acuerdo. —Lo es. Me tomó mucho tiempo para superarlo. —Pero lo hiciste. —Yeap. — Dijo de nuevo. —Lo que quiero es que te des cuenta que no puedes entender la actitud de los demás. Todo lo que tienes, es el control de tu propias cosas, y suponer que los demás lo respetarán. — Sus ojos se encontraron con los suyos. —Estuve sin hablarme con mis padres durante treinta y tantos años. Kerry se inclinó hacia delante hasta que estuvieron casi rodilla con rodilla. — ¿Alguna vez te sentiste culpable por eso? —Algunas—. Admitió. —Era muy cercano a mi madre. — Dijo. —Pero vivir mi vida con Ceci hizo que todo lo demás valiera la pena. Tomó su mano y la apretó. —Gracias. Él le guiñó un ojo. Ella sonrió, luego se encontró a sí misma poniéndose de pie y recibiendo un abrazo de su suegro, que acepto de buen grado. —No está tan mal, kumquat. — Le dio unas palmaditas en la espalda y la soltó. — No te preocupes por mí y los chicos, ni por esas historias de hace tantos años. —Está bien—. Le sonrió. —Ahora de lo que tengo que preocuparme es de si a todos os gusta el pescado o no. —Kerry. — Andrew puso una mano en su hombro. —No pases demasiado tiempo pensando en ello. Nosotros comemos cualquier cosa que no esté gateando o hecha de papel de lija. —Ew. — ¿Quieres oír cómo saben los grillos? —No. — ¿Y los gusanos? — ¡NO! *** Dar caminó hacia los muelles, después de haber pagado su factura con el hotel y recogido unas últimas cosas para su salida. El hotel, que ahora estaba seguro, estaba más que contento de librarse de ellas, sobre todo desde que las habían compensado con la mejor habitación y sólo había pagado los gastos imprevistos. Había dejado amablemente una propina decente en la habitación y se encontró a sí misma también contenta de marcharse. El sonido de los motores ruidosos la hizo detenerse. Se volvió mirando hacia la esquina que conducía a la costa. Se detuvo al ver el gran barco de la Guardia Costera, de color rojo y blanco, en ralentí.

Apoyó una mano en la pared y miró pensativamente. Sólo quería seguir su camino y subir al Dixie, pero su sentido de la curiosidad estaba sacando lo mejor de ella, por lo que desvió sus pasos hacia la rampa de embarque de la tripulación. Un oficial alto y rubio bajó por la rampa, deteniéndose cuando llegó al final y vio a Dar viniendo directamente hacia él, haciendo contacto visual, sólo para quitar cualquier duda de que era el objeto de su interés. Se detuvo en la base de la rampa y esperó, cuadrando sus hombros. — ¿Señora? —Capitán—. Dar inclinó la cabeza. — ¿Le importa si le hago una pregunta? —No, señora, adelante. —, Respondió el oficial. — ¿Qué puedo hacer por usted? Dar recogió sus pensamientos por un momento. —Anoche estábamos fuera durante la tormenta. — Empezó a explicarle. —Si, fue una gran tormenta. — El capitán estuvo de acuerdo. —También nos vimos implicados nosotros. ¿Confío en que recibió la ayuda necesaria? —Sí—. Asintió. —Pero dimos aviso por radio de auxilio de un barco que vimos por ahí. Me preguntaba si fueron ustedes con los que hablamos, y lo que pasó. El hombre inclinó la cabeza hacia un lado. —Tuvimos un buen número de llamadas. — Dijo, con una sonrisa de disculpa. — ¿Recuerda a qué hora fue? —Tarde. Tal vez las once. Estaba hacia al sureste de aquí. — Los ojos de Dar se desviaron hacia el nombre de la etiqueta del hombre, luego de vuelta a su cara. —Ah. — El capitán murmuró. —Sí, recuerdo la llamada. Le diré una cosa, comprobaremos los registros. — Se dio la vuelta, volviendo de regreso por la rampa con Dar a sus talones. —No quisiera darle la información equivocada. Entraron en el puente y el capitán se agachó dentro de la sala de comunicaciones y cogió un libro. Lo sacó y lo hojeó mientras estaba allí mirando. —Ah. — Se inclinó sobre el libro. —Sí, aquí está. 11:32 local. ¿Eres el Dixieland Yankee? Dar asintió. —Bueno, soy su dueña. — Arrastró las palabras. —Ella es un poco más grande que yo. El capitán miró y sonrió. —Lo siento. — Miró hacia abajo. —SOS informó con la latitud y la longitud. Fuimos a esas coordenadas, ¿Sra. ...? —Roberts. —Roberts, pero lamentablemente tengo que decirte que no encontramos ningún barco allí para rescatar. — El Capitán Culver le dijo, con una mirada de disculpa. Dar se quedó momentáneamente aturdida. —Ah. — Murmuró. — ¿No encontró nada? —Bueno... — El capitán levantó la mano. —Nosotros no pasamos mucho tiempo buscando, para ser honestos. La tormenta estaba a punto de alcanzarnos y no vimos a nadie. No vimos ningún barco y como no recogemos los residuos, si es eso lo que quieres decir . —Mm. Bueno, lo entiendo, nosotros también estábamos siendo sacudidos anoche. Nos alegramos cuando vimos el puerto deportivo. —Hizo bien en ponerse en forma segura. —, Dijo el capitán. — ¿Eran amigos suyos? —No. — Negó con la cabeza. —Sólo un compañero navegante, en problemas.

—Intentaremos volver a pasar por ahí, después de que terminemos aquí, y ver si vemos alguno. — El guardia de costa le dijo. —Y si está en la zona yo... ah... Dar lo miró sorprendida. — ¿Sí? Él parpadeó. —Oh, lo siento. — Se frotó la parte posterior de su cuello, medio avergonzado. —Su collar me llamó la atención. Nunca he visto a una mujer con uno de los de antes. ¿Con que? Entonces se miró a sí misma. —Oh. — Murmuró. —Me lo ha dado mi padre. — Le explicó, con una leve sonrisa. —Ellos no dejaban a las mujeres entrar en el programa. El capitán sonrió. —Bueno. Le haremos saber si encontramos algo. ¿Va a estar en el puerto por mucho tiempo?— Cerró el libro y cruzó los brazos sobre el pecho, mirándola. —Nos vamos esta noche. Pero estaremos por los alrededores. Avísenos si sabe algo. —Por supuesto. — El capitán Culver le tendió una mano. —Encantado de conocerla, Sra. Roberts. Tenga un viaje seguro. Dar le estrechó la mano y luego le permitió acompañarla fuera del puente, por la rampa. Dejó el oficial atrás y siguió caminando por el muelle, sumida en sus propios pensamientos. *** — ¿Hey, Kerry?— Charlie llamó, mientras ella estaba sirviendo otra ronda de vino. — ¿Estás interesada en cambiar de profesión? Tengo un trabajo para ti si quieres. Esto sí que es comida de primera categoría. Kerry se sentó, dando a Charlie una sonrisa mientras aceptaba el cumplido. — Gracias, pero no. Estoy contenta con el trabajo que tengo. — ¿Seguro? La hospitalidad del negocio da grandes beneficios. — Le insistió. Kerry chupó su tenedor. —Bien. — Reflexionó sobre la idea. —A ver. En mi posición actual, puedo entrar en mi oficina, cerrar la puerta y conseguir un beso que envía mis medias volando por la ventana. ¿Puedes mejorar eso?— Preguntó, con una expresión completamente seria. Un pequeño graznido se escuchó desde su lado derecho, por lo que desvió la mirada para ver a una Dar a medio masticar, con los ojos azules totalmente abiertos. —Oo—. Kerry murmuró. —Nunca te he visto sonrojarte así. Dar tragó saliva y negó con la cuchara señalando a su pareja. —Te voy a hacer sonrojar en un minuto, Kerrison. — Le advirtió. —Les diré lo que te gusta hacer con i…fmpf. — ¡Dar!— Cubrió la boca de su pareja. — ¡Niña mala! ¡No delante de tu padre! Andrew se echó a reír. Mordisqueó sus dedos, haciéndola retirar la mano. —Señor—. Andrew se rio entre dientes. —Vaya par. — ¿Sí?— Dar volvió la cabeza. —Recuérdame que te cuente, en algún momento, acerca de las opiniones de Kerry sobre el sexo de los padres.

Kerry se cubrió los ojos. —Jesús, Dar. Voy a matarte. — Pronunció en un chillido ronco. Bud, que había estado en silencio comiendo su cena desde su llegada, se rio en voz baja. Todavía estaba obviamente rígido y dolorido, pero había permanecido tranquilo durante la comida, sin sus habituales comentarios mordaces. Con cautela, Kerry se asomó por detrás de su mano, tratando de ignorar el par de ojos azules abrir y cerrarse. Dar asomó la punta de la lengua por ellos, por lo que la rubia intentó agarrarlos. —Estas en problemas. Dar se señaló a sí misma en la inocencia fingida y luego a Kerry. —Ya empezaron. —Kerry, tengo que decirte que no puedo superarlo. — Charlie negó con la cabeza, su rostro barbudo arrugando en una sonrisa. —Y tampoco lo quiero probar. Kerry apoyó la mejilla enrojecida en el puño. —Lo sé. Por eso lo dije. — Empujó en el hombro de Dar. —Pero gracias por el cumplido. Siempre me ha gustado cocinar y sobre todo me gusta hacerlo para las personas que aprecian los resultados. —Oye, que yo siempre te lo agradezco. — Dar intervino. —Lo sé, cariño. Por eso siempre cocino para ti— Le sonrió. Todo el mundo se echó a reír. Kerry se relajó, aliviada de que la noche no había sido casi tan incómoda como había imaginado que sería. Todos estaban agrupados alrededor de la pequeña mesa, disfrutando de sus pescados y verduras, mientras el barco se mecía suavemente, con las ventanas abiertas para atrapar la brisa fresca de la tarde. Había encendido unas velas para no tener que utilizar las pilas y la figura de Dar se veía reflejada bajo la luz de las mismas. Tenía una sorpresa para ella. Algo que había escondido en la parte posterior del congelador y que había sacado para descongelar. — ¿Listos para el postre?— Preguntó Kerry. — ¿Implica el chocolate?— Dar preguntó inmediatamente. —Je—. Kerry se levantó y fue a la cocina. Puso una jarra de café recién hecho en el mostrador, junto con leche y azúcar. —Así que, Andy, ¿Dar dijo que estabas viviendo en un barco ahora?— Preguntó Charlie, rompiendo el breve silencio. —Si. — Aceptó solemnemente. —Ceci y yo decidimos que queríamos vivir en un barco, después de todos esos años. —Es difícil de creer. — Bud contribuyó, en un murmullo bajo. — ¿Ella sigue con su pintura?—, se interesó Charlie. —Por supuesto. — Contestó Dar. —Ha creado un taller, a la vuelta de allí. — Indicó el área similar en su barco. —Sólo que más grande. Charlie dejó el tenedor. — ¿Tienes una de estas cosas?—, preguntó a Andrew con voz sorprendida. — ¿Te lo puedes permitir con la mierda de pensión que nos dan? Andy se rio, negando. —No. — Se acercó y tiró un poco del pelo de su hija. — Aquí, mi hija se encargó de ello. Charlie y Bud miraron a Dar. Esta se encogió de hombros con modestia. —La verdad es que mi tía me dejó un fondo fiduciario después de su muerte. Se lo cedí. — Miró a su padre. —Fue su elección cómo usarlo. — Dijo. —Nunca me sentí con ganas de utilizarlo, sobre todo después de que me dejara también el condominio y este barco.

Charlie silbó por lo bajo. Miró a su viejo amigo. —Apuesto a que te alegras de que no terminaras en una swabbie, ¿no es verdad? Andy resopló. —Hubiera sido igual de feliz en un cobertizo. — Se echó hacia atrás. —Pero la verdad es que estamos encantados de vivir en el barco. Bud lo miró. —Tenéis mucha suerte. — Comentó, pero en un tono suave. —Diablos, sí. — Andy dobló una rodilla e hizo un círculo con las dos manos grandes. —Pasé todos esos años en el infierno, ahora tenemos algunos buenos momentos. Esta vida es un buen cambio. — Miró a los dos hombres. —He pagado mis deudas. —Eso es seguro. — Charlie murmuró. —Me alegro que al final las cosas salieran bien para ti, Andy. —Mm. — Bud gruñó. Se hizo un poco de silencio. Mientras Kerry cogió la bandeja y regresó, poniéndola sobre la mesa. —Este es uno de los favoritos de Dar. — Explicó, señalando la redonda figura de fudgy en el centro. — Así que si no os gusta el chocolate, la culpa es de ella. Dar exhaló cuando la tensión se disipó a su alrededor. Lanzó una mirada apreciativa sobre la bandeja, reconociendo el chocolate sobre una torta de mousse de chocolate que Kerry había creado para ella, por su último cumpleaños. —Mm... ¿de dónde salió eso?— , preguntó. —'No me dirás que lo hiciste esta tarde, mientras yo estaba fuera. Kerry repartió los platos y recogió los usados. Sorprendentemente, Bud se levantó y tomó los platos de la cena de ella, los llevó a la cocina y los colocó en el fregadero. — No. Lo hice antes de salir de casa. Lo tenía escondido en el congelador. —No me lo dijiste. — La miró con ojos celosos. —Porque quería que durara para una ocasión especial. — Su compañera comentó secamente. —Y quería al menos poder comerme un trozo pequeño. —Wow. — Charlie había probado el pastel. — ¿Te importaría decirme la receta, Kerry? Vendería un millón de ellos en el restaurante. Kerry se sentó y cogió el tenedor. —No, en absoluto. — Puso su mano libre hacia abajo en su rodilla y fue capturada de inmediato por otra mano, que entrelazó sus dedos. —Estoy muy contenta de que al final todo acabara saliendo bien. Todo el mundo murmuró su acuerdo. Bud se aclaró la garganta, y de mala gana se encontró con los ojos de Andrew. —Gracias. — Murmuró. —Bienvenido—. Andy respondió. — ¿Sabemos algo de ese idiota?— Preguntó Charlie de repente. Se hizo un silencio incómodo. —La Guardia Costera no los encontró. — Dar explicó con total naturalidad. —No había nada en las coordenadas que les dimos. Andrew resopló. —No me importa si esos bastardos se hundieron. —Maldita sea, finalmente estoy de acuerdo contigo en algo. —, Dijo Bud. — Pendejos. Charlie asintió. —Sip. Espero que los peces tuvieran una buena cena. —Hey. — Bud habló. — ¿Ceci y tu habéis estado por esta zona? Andrew terminó su pastel. —No lo había pensado. — Él respondió. —La verdad es que a Ceci le gusta pintar el océano. Siempre está buscando cosas nuevas.

—Pues podéis venir y cenar con nosotros. Incluso Charlie lo miró sorprendido. —Sin duda. Gracias por la invitación. Bud gruñó y volvió a comer, al parecer después de haber agotado su sociabilidad por el momento. Dar y Kerry intercambiaron miradas. Kerry sintió el apretón en su mano y cuadró los hombros, cavando su tenedor en su postre y tomando un bocado con determinado disfrute. Después de todo, ellas habían hecho lo que podían, más que la mayoría, dadas las circunstancias. Dar había estado en lo cierto, en algún momento, uno tiene que aceptar la responsabilidad de las cosas que hace. Lo que hubiera ocurrido con De Salliers había ocurrido y tendrían que aceptar su destino. Lo que uno lanza sobre las aguas, al final acaba volviendo. A veces tarda un tiempo, a veces había que pasar por el infierno antes de hacerlo, al igual que le había ocurrido a Andrew. Sea como fuera, en cada caso, finalmente el círculo siempre terminaba por cerrarse. Kerry sonrió y alzó la vista para encontrar a su amante sonriendo a su vez. A veces, uno ni siquiera tiene que esperar toda una vida. *** Kerry se giró suavemente en la hamaca, sin hacer nada más que observar las gaviotas. Levantó una mano y tomó un trago de la botella de cerveza longneck, mientras miraba una interesante nube errante en su camino a través del cielo azul claro. — ¿Hey... Dar? — ¿Uh?— La otra ocupante en la hamaca gruñó, en su oído, de forma incoherente. — ¿Crees que debo revisar mi presión arterial en este momento? — ¿Eso significa que tengo que levantarme?— Murmuró. —Creo que tu presión está bien. Puedo oír los latidos de tu corazón. Están silbando Dixie. —Mmm. — Estuvo de acuerdo. —Me siento muy, muy relajada. — Levantó la otra mano, unida a la de su pareja y le besó los dedos. —Volver aquí fue una muy buena idea. —UH Huh. —Podría quedarme aquí durante semanas. —UH Huh. Kerry volvió la cabeza y miró el indulgente perfil mayormente dormido de la morena. Tenía un poco de arena de la playa en la mejilla, y el pelo oscuro, ligeramente cubierto de maleza, que casi escondía sus ojos. — ¿Te gustaría coger la moto y bajar por la US 1 desnuda conmigo? —Claro Con Gusto. —Creo que la idea suena mejor de lo que realmente es. — Le sopló un mechón del cabello. —Es la temporada del mosquito. Un ojo azul se abrió. —Ew.

—Mm—. Kerry empujó contra la barandilla del porche, balanceando suavemente a ambas. —Estaba bromeando sobre montar desnuda, pero podríamos ir a caminar un poco y ver los fuegos artificiales de esta noche. —Podríamos hacerlo. — Acordó todavía adormilada. — ¿Qué te parece si llevamos esa botella de champán y brindamos por el año nuevo en la playa? —Oo—. Se frotó un lado de la nariz, que le picaba. —Hey. Realmente no tengo ningunas ganas de volver al trabajo. Dar resopló. —Voy a extrañar muchas cosas cuando volvamos, sobre todo poder bailar contigo. — Se quejó. —Podemos hacer eso aquí sin tener que sufrir el tener que llevar tacones altos. —Está bien. — Kerry se puso de lado y cayó sobre Dar, absorbiendo su olor a manteca de cacao y exfoliante corporal de albaricoque. —Llevaré mi reproductor de MP3 con nosotras sobre la moto. — ¿Tiene altavoces? —Tengo la intención de compartir los auriculares. —Eso significa que Who Let the Dogs Out no está en la lista de reproducción, ¿verdad? Kerry se rio alegremente. —Ah, ahora se trata de unas vacaciones, Dar. — Le acarició la oreja. —Sólo tú y yo, no más piratas, no más tiburones de la tierra, ni ojos privados presumidos pero curiosamente ineficaces ... —Uh huh... unas vacaciones de nuestras vacaciones. —, Dijo Dar. —A partir de ahora, tendremos que tomarnos dos semanas. Una semana para meternos en problemas y otra semana para recuperarnos. — Ladeó un poco la cabeza para besar los labios que habían estado mordisqueando su oreja. —Mm. Sabes a pimientos picantes. Kerry se lamió los labios. —Estaban muy sabrosos. — Bebió un poco más de su cerveza. Dar probó de nuevo el sabor de sus labios. —Podemos tomar un buen bistec a unos cinco kilómetros al sur de aquí. ¿Quieres unirte a mí para la cena de Año Nuevo? — ¿Es el tipo de lugar donde sirven mantequilla con pan de ajo frito? —UH Huh. — ¿Y sirven salsa marrón con las patatas fritas? —Eso y salsa de queso. —Allí mismo—. Kerry miró sobre su hombro hacia el sol. —Vamos a darnos una ducha y vestirnos. — Sugirió. Dar se tomó su tiempo para levantarse, envolviendo su mano alrededor de la nuca de Kerry y dándole varios besos apasionados. Después de unos minutos, se levantaron de la hamaca y entraron en la cabaña, todavía unidas la una a la otra. *** Duchada y vestida, Kerry se sentó en el taburete de mimbre, junto a la encimera de la cocina y estudió el sobre delante de ella. Cogió un marcador negro permanente y escribió en la parte exterior del sobre, delineando cuidadosamente un nombre y dirección.

Cuando terminó, introdujo la hoja de plástico laminada, cerrando el sobre a continuación. —Bob, me gustaría creer que eres un apersona honesta, pero eras bastante idiota. —, dijo mientras sellaba el sobre. —Y tengo que alabar a tu amiga Tanya, por estar contigo. Espero que le merezca la pena. Cogió los sellos que había comprado, en la oficina de correos local y pegó los necesarios. —Así que, me imagino que la única persona que realmente debería recibir esto, sabrá lo mejor que se debe hacer con ello. Dar salió de la habitación, metiendo su camiseta blanca en sus vaqueros desgastados. — ¿Estás lista? —Sí. — Levantó el sobre. —Tengo que llamar a Richard y darle las gracias por hacerse cargo de esto. —Él es un buen tipo. — Acordó, recogiendo su chaqueta de cuero y poniéndosela sobre los hombros. —Hay un buzón en la ciudad. Podemos echarla allí. Kerry recogió su propia chaqueta y la siguió por la puerta. La moto ya estaba esperando por ellas. Se puso su chaqueta, mientras caminaban hacia ella. — Hey. Quiero llevar…. Dar la detuvo y la miró. —Venga, vamos... — Kerry le entregó el sobre. —Sólo son unos pocos kilómetros, ¿recuerdas? —Uh huh. — Mantuvo la moto estable mientras que Kerry subió, a continuación se sentó detrás de su compañera, manteniendo todavía sus largas piernas en el suelo. — Ya sabes, Ker... —Lo sé. Lo sé. — Saltó sobre el asiento. —Estoy de buen humor. Dar se rio entre dientes. —Cuidado, Dixiecup. — Kerry le advirtió. —O voy a tener que poner neumáticos minúsculos en esto, para poder llegar mejor. Dar la besó en la nuca. —Eres tan linda. — Le entregó su casco. —Llévame a donde quieras. Kerry arrancó el motor, y esperó a que Dar rodeara su cintura con sus largos brazos. Deslizó la moto en dirección a la carretera, girando cuidadosamente. — ¿Dónde está el buzón?—, Preguntó, para acostumbrarse a la diferencia de peso con las dos en la moto. Dar señaló con la mano hasta que Kerry dirigió la moto hacia el lugar indicado. Una vez allí, se detuvieron para echar el sobre en el buzón. —Eso es todo. — — ¡Ahora vamos a buscar un poco de diversión!— Sintió un nuevo y firme agarre del brazo de Dar, alrededor de su cintura. — ¿A qué velocidad va esto, de todos modos? —No me acuerdo—. Respondió Dar. — ¿Porque qué? — ¡Vamos a averiguarlo!— Aceleró la moto, y con un rugido se dirigieron hacia la puesta de sol. FIN

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