06- Cuentos de Escocia.doc

October 4, 2017 | Author: cristina molera | Category: Gray Wolf, Fairies, Fairy Tales, Chicken, Scotland
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Descripción: COLECCIÓN: CUENTOS DEL MUNDO. LIBRO 3º. BIBLIOTECA DE LAS GRANDES NACIONES. ...

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CUENTOS DE ESCOCIA

Libro I

Portada: Arthur Rackham

Selección, traducción y presentación: Xabier Susperregi

COLECCIÓN: CUENTOS DEL MUNDO. LIBRO 3º.

BIBLIOTECA DE LAS GRANDES NACIONES. LIBRO 6º.

DICIEMBRE DE 2012

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PRESENTACIÓN

Cuando localicé varios fantásticos libros de cuentos y leyendas tradicionales escocesas con más de un siglo de antigüedad, sabía que tenía un auténtico tesoro en mis manos y un deseo y esperaba que como en los cuentos, pudiera ocurrir que los deseos suelen hacerse muchas veces realidad, pues a veces, como ésta, era cuestión de trabajo y esfuerzo el poderla llevar a cabo. Además, cuando se trata de algo tan maravilloso, en realidad viene a costar muy poco. El deseo de poder ir seleccionando y traduciendo esos cuentos y dejarlos también como por magia en la red, para que cualquiera que lo desee pueda también conocerlos.

Para mí estos textos tienen un valor excepcional y una parte de ese valor es lo que desearía que supusiera para el lector. Poco me cuesta imaginar a los recopiladores de estos cuentos, en pleno siglo XIX, recorriendo pueblos y casonas, hablando con granjeros y gentes de todo tipo; anotando aquello que iban contando o tal vez incluso memorizando las historias, para luego por la noche, cuando el silencio se apodera de la estancia, revivir y recordar al detalle las conversaciones mantenidas porque aquello que has escuchado es tan valioso que lo recuerdas perfectamente. Es así como recogí yo también muchas de las historias sobre brujería que he publicado, buena

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época en quebraderos de cabeza pero inolvidable. Tal vez por ello dé un valor muy especial a la etnografía y a todo lo referente a los cuentos, leyendas y fábulas de tradición oral.

Por eso también debemos recordar estos recopiladores que recogieron este trozo importante de la tradición e identidad escocesa

para

la

eternidad:

John

Francis

Campbell

principalmente y también George Brisbane Douglas, Andrew Lang y Charles John Tibbitts que sin ellos no tendríamos hoy la oportunidad de leer estos maravillosos textos que en este primer tomo irán dedicados principalmente a las fábulas y a los cuentos

y

leyendas

con

hadas

y

mágicos

seres

como

protagonistas. Podría haber estado dedicado a cuentos de aventuras, a historias de brujas o cuentos humorísticos, también a relatos referentes a luchas y guerras pero realmente era casi necesario empezar así, en parte por motivación.

Primeramente comencé con las fábulas por ser ésta, materia a la que había dedicado mucho tiempo, principalmente mientras preparé un libro sobre la temática que se publicó en vasco con más de trescientas fábulas tradicionales, también de autores importantes y de distintas partes del mundo. Ese conocimiento de la materia me resultaba indispensable para comenzar las traducciones de los textos con la mayor fidelidad posible.

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Con respecto a los cuentos de hadas pues parecido, ya siempre me fascinó esta temática y su estudio y no en vano hace algún tiempo escribí un librito: El libro que escribieron las

hadas, con diversos cuentos de hadas escocesas e irlandesas, originales. Libro que seguramente muy pronto me anime a acercároslo.

Suele ocurrir que las tradiciones de los diversos pueblos suelen tener muchas coincidencias y muchas historias que se cuentan son similares en unos lugares y en otros. Sin embargo, curiosamente no hallé tanta cercanía entre el pueblo escocés y el vasco, éste último cuna mía y que es el que conozco más profundamente. Tal vez lo que más similitud tiene, sea en las parteras y curanderas que parece que las hadas y seres mágicos escoceses también acostumbraban en sus leyendas a que fueran mujeres de raza humana quienes las asistieran y ello dio fruto a muchos relatos por lo que a partir de ello pudiera suceder. Algo que me resultó también muy cercano, es lo referido a las formas que utilizaban los escoceses a través de sus creencias, para protegerse de los maleficios de las hadas o para espantarlas, que en algunos casos tienen también coincidencias.

Y por lo demás tampoco tengo demasiado que decir. Tan sólo espero que la sensación que les deje leer estas páginas sea

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la misma que tuve hace algunos minutos, cuando terminé de corregir la ortografía. Sentí pena de que terminara el libro y por eso espero sacar tiempo de alguna parte en los próximos meses y poder acercaros un nuevo volumen de cuentos escoceses.

Xabier Susperregi

15 de Diciembre de 2012

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CUENTOS

1- EL ZORRO Y EL GANSO 2- LOS DOS RATONES 3- EL ZORRO Y EL CAZADOR 4- EL DÍA Y LA NOCHE 5- EL ÁGUILA Y EL REYEZUELO 6- LOS DOS ZORROS 7- EL ZORRO; EL GALLO Y LA GALLINA 8- EL ZORRO Y LOS REYEZUELOS 9- EL ZORRO Y LAS PULGAS EL ZORRO Y EL GALLO 101112-

EL ZORRO Y EL GALLO CÓMO PERDIÓ EL LOBO SU COLA

CÓMO FUE ASESINADO EL ÚLTIMO LOBO DE SUTHERLAND 13-

EL CUENTO DE LA OVEJA BLANCA 14-

LA ABEJA Y EL RATÓN

15-

EL ZORRO Y LA GAITA

16-

EL BARRIL DE MANTEQUILLA 17-

18-

LAS HADAS DE ESCOCIA 1920-

21-

HADAS DE AGUA SANNTRAIGH

LAS HADAS DE CRAIG MERLIN 22-

23-

LA COLA

LA TULMAN

EL HADA Y LA MUJER DEL MOLINERO

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24-

TRASPORTADO POR LAS HADAS

25-

SIR GODFREY MACCULLOCH 26-

LA ISLA DE PABAIDH

2728-

EL HADA Y EL ANCIANO QUE LEÍA LA BIBLIA 293031-

32-

BEAENAIRIDH

THOM Y WILLIE EL LAIRD DE O´CO´

LOS DOS JÓVENES LABRADORES LA ESPOSA DEL GRANJERO DE LOTHIAN

3334-

GALIUM MOR Y EL BAUCHAN EL HERRERO Y LAS HADAS

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EL ZORRO Y EL GANSO

Cierto día el zorro Rory logró capturar un exquisito ganso que dormía plácidamente junto al lago. Lo sujetó bien por el ala y se puso a imitarlo,

bromeando

los

cacareos

y

silbidos

que

producía

el

atemorizado ganso. Después le dijo: -

Si tendrías atrapado con tu boca y tus zarpas una sabrosa presa como tengo yo... ¿qué es lo que harías?

-

Bueno –dijo el ganso-, es una pregunta fácil... me gustaría juntar las manos, cerrar los ojos y decir alguna oración y después... ¡A comer!

-

Justo lo que quiero hacer yo –dijo Rory.

Y juntando las manos y cerrando los ojos dijo su piadosa oración. Pero mientras lo hacía, el astuto ganso extendió sus alas y para cuando el zorro abrió los ojos ya era demasiado tarde pues ya se encontraba el ganso a mitad de camino sobre el lago, de modo que para cenar Rory, tan sólo pudo lamerse los labios.

Entonces dijo disgustado: -

Que me sirva de lección y desde hoy tendré por norma que nunca en mi vida diré una oración hasta después de sentir la carne caliente en mi vientre.

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LOS DOS RATONES

Había un ratón en la colina y un ratón en la granja.

-

¡Qué bueno –dijo el ratón de la colina-, estar en la granja como tú, donde poder conseguir de todo!

-

¡Mejor es la paz! –sentenció el ratón de la granja.

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EL ZORRO Y EL CAZADOR

Érase una vez un cazador que estaba ansioso por capturar a nuestro amigo el zorro, en aquella época de frío por aquellas tierras.

Cierta noche el cazador quedó durmiendo en su cabaña y cuando abrió los ojos se encontró con el zorro sentado tranquilamente junto al fuego.

Había entrado por el agujero de la puerta previsto para el perro, el gato, el cerdo y la gallina.

-

¡Oh, ho! –dijo el cazador-. Ahora te tengo.

Y fue y se sentó delante del agujero para evitar que el zorro pudiera escapar.

-

¡Oh, ho! –dijo el zorro-. Pronto voy a hacer que este hombre estúpido se levante.

Así que encontró los zapatos del hombre y los puso en el fuego, preguntándose si eso sería suficiente para hacer moverse a su enemigo.

-

¡No voy a levantarme por eso, mi buen señor! –exclamó el cazador.

A los zapatos siguieron las medias, el abrigo, los pantalones. Todos compartieron el mismo destino. Por fin, el zorro colocó la cama, sábanas y mantas y de seguido, prendió la paja sobre la que estaba sentado su carcelero y la llamarada subió hasta el techo.

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-

¡No! ¡No puedo soportarlo! –gritó el hombre saltando hacia arriba.

Y el zorro, aprovechando el humo y la confusión, logró escaparse.

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EL DÍA Y LA NOCHE

Cuentan que hay dos montañas a ambos lados del Lago Ness y en cada una de ellas vive un gigante. Son eternos rivales.

Mientras que uno ama la luz de día, el otro en cambio, lo que ama es la oscuridad.

Cada mañana uno de los gigantes lanza desde su montaña una roca blanca a través del Lago Ness. Cuando la piedra pasa por el cielo, éste se vuelve brillante. Todas las noches el otro gigante lanza otra roca negra a través del lago y entonces, el cielo se oscurece.

Cada rival tan sólo es capaz de lanzar una roca cada día. Cuando la roca blanca es lanzada y golpea al gigante de la noche, éste cae desmayado. No se recuperará hasta la noche y entonces es cuando se levanta y lanza su negra roca que logrará derribar a su enemigo que quedará inconsciente hasta el amanecer.

Cuando el gigante del día coge su piedra y la levanta en alto, su mano de color rojo puede verse en el cielo y la mano del gigante de la oscuridad se ve a menudo al anochecer.

A veces dan vueltas con las piedras para ajustar el lanzamiento. Entonces, debido a los anillos de oro que portan en sus dedos y los brazaletes de oro que tienen también en sus brazos; lanzan su poderosa luz que queda reflejada en el cielo, observándose un gran resplandor.

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EL ÁGUILA Y EL REYEZUELO

El águila y el reyezuelo disputaban por ver quién podía volar más alto y decidieron que aquel que lo lograra, se convertiría en el rey de las aves.

Así fue que el reyezuelo voló hacia arriba y tras él partió el águila volando en grandes círculos. Cuando el reyezuelo se sintió cansado fue a colocarse en la parte posterior del águila.

Cuando el águila se sintió cansada a su vez, entonces se detuvo.

-

¿Dónde estás reyezuelo? –le dijo.

-

Estoy aquí, por encima de ti –respondió el reyezuelo.

Y así es como fue que el pequeño reyezuelo venció al águila poderoso y se convirtió en el rey de las aves.

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LOS DOS ZORROS

Un día caminaba un hombre por la calle con una cesta de arenques a la espalda cuando dos zorros lo vieron.

El zorro mayor dijo entonces al otro: -

Tú síguelo sin que te vea y observa lo que yo hago.

Entonces se tendió en el suelo y se hizo pasar por muerto. El hombre se alegró porque era un buen animal para poder alimentarse y lo recogió, arrojándolo a la cesta. Así continuó su camino. El zorro grande fue entonces arrojando los arenques de la cesta mientras el pequeño se encargaba de ir recogiéndolos. Cuando la cesta estuvo ya vacía, el zorro grande dio un buen salto y puso rápidamente tierra de por medio. Así es como lograron hacerse con los arenques.

Marcharon juntos hasta que llegaron a casa del herrero, donde había un caballo que tenía una herradura de oro con un nombre inscrito.

-

Voy a leer lo que tiene escrito en la herradura –dijo el gran zorro.

Allí fue pero el caballo levantó su para y soltó una coz en la cabeza del zorro, como si fuera una pelota, quedando el pobre animal destrozado.

-

¡Muchacho, muchacho! –dijo el pequeño zorro. No soy muy erudito ni quiero serlo.

Y claro está quién se terminó quedándose con los arenques.

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EL ZORRO; EL GALLO Y LA GALLINA

Un día el zorro tuvo ocasión de ver un gallo y una gallina, que tantas ganas tenía de comer. Pero en su huída, ambos lograron saltar sobre un árbol.

El zorro no perdió la esperanza y se puso a hablar con ellos, para que se confiaran.

-

Ya no hay peligro. No temáis que os pueda lastimar porque se ha acordado la paz entre los hombres y las bestias y entre todos los animales.

Por fin, después de mucho parlamentar, el gallo dijo a la gallina: -

Querida... ¿no ves un par de perros de caza que vienen por el campo?

-

¡Sí! –contestó la gallina-. Muy pronto estarán aquí.

-

El caso... –dijo el zorro-, creo que es hora de que me vaya porque tengo miedo de que esos estúpidos perros no hayan oído hablar de la paz.

Y tras decir aquello, echó a correr y no se detuvo hasta llegar casi sin aliento a su guarida.

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EL ZORRO Y LOS REYEZUELOS

El zorro se había dado cuenta desde hacía varios días de la existencia de una familia de reyezuelos que deseaba comer.

Podía fácilmente haberse comido a uno pero estaba decidido a comerse todo el lote. Padre e hijos sumaban dieciocho y todos eran tan parecidos que no podía distinguir el uno de los otros; el padre de las crías.

-

No tiene sentido matar a un hijo –se decía-, porque el cabeza de familia se daría por advertido y volaría lejos con el resto de sus hijos. Me gustaría saber quién es el viejo caballero.

Puso todo su ingenio en tratar de descubrirlo y un día al verlos a todos en el campo de siembra, se sentó a observarlos, aunque todavía no podía estar seguro.

-

¡Ya lo tengo! –dijo el zorro. ¡El viejo es el que golpea! El que golpea ciertamente es.

-

¡Oh! -respondió al verse descubierto-. Si usted hubiera visto los rasgos de mi padre, usted hubiera podido decir eso.

El zorro se abalanzó sobre el padre y se lo comió en un abrir y cerrar de ojos. Pronto fueron atrapados y comidos el resto de reyezuelos que trataban de escapar volando aterrorizados.

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EL ZORRO Y LAS PULGAS

Cuando el zorro está preocupado por las pulgas, se deshace de ellas de esta manera: va en busca de un mechón de lana y luego lo lleva al río. Lo mantiene en su boca y se va metiendo en el agua lentamente hacia abajo, manteniendo la lana sin mojarse.

Las pulgas, al tratar de huir del agua, van yendo hacia la parte del zorro que aún está seca y el astuto animal continúa su labor hasta que queda tan sólo el trozo de lana seco en el exterior. El zorro entonces suelta la lana y deja que la corriente se la lleve junto con todas las pulgas.

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EL ZORRO Y EL GALLO

Un día el zorro conoció al gallo y comenzó a hablarle: -

¿Cuántos trucos sabes hacer? –le preguntó.

-

Yo podría hacer unos tres –respondió el gallo-. ¿Y tú cuántos puedes hacer?

-

Yo puedo hacer tres veintenas –respondió el zorro.

-

¿Y qué trucos sabes hacer?

-

Bueno... -dijo el zorro-, mi abuelo me enseñó a cerrar un ojo y dar un grito.

-

Yo podría hacer lo mismo –dijo el gallo.

-

¡Pues hazlo!

El gallo cerró un ojo y cantó lo más fuerte que pudo, pero cerró el ojo que estaba en el lado del zorro que aprovechó para apoderarse de él, cogiéndolo por cuello y escapando.

La esposa del granjero, al verlo, gritó: -

¡Suelta ese gallo que es mío!

-

¡Dile que ahora soy tuyo! –dijo el gallo al zorro.

Entonces, el zorro abrió a boca para seguir el consejo que le habían dado y dejó caer al gallo que escapó rápidamente.

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CÓMO PERDIÓ EL LOBO SU COLA

Un día en que el lobo y el zorro estaban juntos, robaron un plato de queso. Como el lobo era la mayor de las dos bestias y tenía una larga cola como los galgos y grandes dientes, el zorro le tenía miedo y no se atrevió a decir ni una palabra cuando el lobo se comió la mayor parte del queso y dejó tan sólo un poco para él, en la parte inferior del plato.

Pero decidió por ello castigarle, de modo que la siguiente noche, cuando estaban juntos, el zorro dijo: -

Huelo a queso muy grande.

Y señalando el reflejo de la luna sobre el hielo, dijo: -

¿No es demasiado?

-

¿Y cómo lo conseguiste? –preguntó el lobo.

-

Bueno, tú quédate aquí y yo voy a ver si el agricultor está dormido para poder llevárnoslo. Si mantienes tu cola sobre él, nadie sabrá que está ahí escondido. Pero mantente quieto. Dame algún tiempo hasta que yo regrese.

Así que el lobo se acostó y colocó su cola sobre la luz de la luna reflejada en el hielo y así se mantuvo durante una hora hasta que, el rápido zorro, que había estado observando, corrió a donde el agricultor y le dijo: -

¡El lobo está ahí! Quiere comerse a los niños. ¡El lobo!, ¡el lobo!

Entonces, el granjero y su esposa salieron con palos para matar al lobo.

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Pero el lobo salió corriendo, dejando su cola tras de sí y por eso hoy en día el lobo tiene la cola tan corta, mientras que el zorro la tiene tan larga.

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CÓMO FUE ASESINADO EL ÚLTIMO LOBO DE SUTHERLAND

Hubo una vez un tiempo en que había lobos en Sutherland y una mujer que vivía en un pequeño pueblo perdió a uno de sus hijos.

Fueron entonces en su busca por todas las colinas pero al cabo de tres días no habían logrado aún encontrarlo.

Al cabo de ese tiempo se dieron por vencidos pero había un joven que regresando tarde a casa, al pasar a través de un gran mojón de piedras, oyó el llanto de un niño y una especie de ruido. Subió el montículo de piedras y entonces acertó a ver en un agujero, debajo de una gran piedra, al niño perdido junto a dos lobeznos.

Tenía miedo de que la loba grande regresara, así que marchó a su hogar en el pueblo y por la mañana regresó al mojón junto a dos amigos y encontraron el agujero.

Uno de los muchachos se quedó junto a la entrada y los otros dos entraron y comenzaron a matar a los lobeznos que aullaban de dolor.

La loba grande los oyó y regresó corriendo, metiéndose entre las piernas del muchacho que vigilaba. Metiendo la cabeza en el agujero, pero el muchacho le sujetó por la cola.

Uno de los que estaban dentro dijo entonces: -

¿Qué es lo que nos está tapando la luz?

-

¡Ya te enterarás si se rompe la raíz peluda¡ -dijo el que estaba fuera.

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Aquel muchacho aguantó y los de dentro lograron matar a la loba y a los lobeznos.

Cogieron al niño y lo llevaron a casa con su madre.

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EL CUENTO DE LA OVEJA BLANCA

Aquí cuenta que había un granjero que tenía una oveja blanca y cuando se acercaba la Navidad, pensó en que iría a matarla. La oveja blanca escuchó aquello y pensó que debía marchar lejos de allí y eso fue lo que hizo.

No había avanzado mucho cuando se encontró con un toro.

-

¿A dónde vas oveja blanca? –le dijo el toro.

-

Yo –dijo la oveja blanca-, voy a buscar fortuna. Me iban a matar por Navidad y pensé que estaría, cuanto más lejos, mejor.

-

Lo mejor para mí –dijo el toro-, sería ir contigo, porque también a mí desean hacerme lo mismo.

-

Está bien -dijo la oveja blanca-, pensando en que no sería mala compañía...

Continuaron hacia delante hasta que se encontraron con un perro.

-

Buenas, oveja blanca –dijo el perro.

-

Buenas a ti, perro.

-

¿A dónde vas? –preguntó el perro.

-

Estoy huyendo, porque escuché que pensaban matarme por Navidad.

-

A mí me iban a hacer lo mismo –dijo el perro. Iré con vosotros.

-

Ven entonces –dijo la oveja blanca.

Continuaron hasta que un gato se unió a ellos.

-

Buenas, oveja blanca –dijo el gato.

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-

Buenas, gato.

-

¿A dónde vas? –dijo el gato.

-

Voy a buscar fortuna –dijo la oveja blanca-, porque mis dueños iban a matarme por Navidad.

-

Estaban hablando de matarme

a mí también –dijo el gato.

Mejor sería si yo también fuera con vosotros.

Después continuaron hacia delante hasta que un gallo se reunió con ellos.

-

Buenas, oveja blanca –dijo el gallo.

-

Buenas a ti también, gallo.

-

¿A dónde vas? Marcho lejos porque estoy amenazada de muerte por Navidad.

-

Por entonces iban a matarme a mí también y yo iré con vosotros.

-

Vamos entonces –dijo la oveja blanca.

Se fueron hacia delante hasta que se encontraron con un ganso.

-

Buenas, oveja blanca –dijo el ganso.

-

Buenas a ti también –dijo la oveja blanca.

-

¿A dónde vas? –dijo el ganso.

-

Marcho lejos –dijo la oveja blanca-, porque ellos pensaban matarme por Navidad.

-

También iban a hacer lo mismo conmigo –dijo el ganso-, y yo iré con vosotros.

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El grupo siguió adelante hasta que se hizo de noche y vieron entonces una luz un poco lejos. Aunque no estaba cerca, no tardaron mucho en llegar.

Cuando llegaron a la casa se dijeron unos a otros que debían mirar por la ventana para ver quién se hallaba en la casa. Y vieron a unos ladrones contando dinero.

La oveja blanca dijo: -

Cada uno de nosotros deberá gritar como sabe. Yo balaré fuerte y el toro bramará, el perro ladrará, el gato maullará alto, el ganso que lo haga a su manera y también el gallo.

Cuando los ladrones oyeron los gritos, pensaron que algo malo ocurría allí y huyeron. Marcharon a un bosque que quedaba cerca.

Cuando la oveja y los suyos comprobaron que la casa estaba vacía, cogiendo el dinero que los ladrones habían estado contando, lo repartieron entre ellos y pensaron quedarse allí a dormir.

-

¿Dónde quieres dormir esta noche, toro? –dijo la oveja blanca.

-

Detrás de la puerta, como antes solía hacer.

-

¿Y tú? –preguntó el toro. ¿Dónde tomarás el sueño?

-

En medio de la estancia, como solía hacer. ¿Y tú perro, dónde dormirás? –dijo la oveja blanca.

-

Dormiré junto al fuego, como solía hacer –dijo el perro.

-

¿Dónde vas a dormir, gato?

-

Dormiré donde se guardan las velas, como solía hacer –dijo el gato.

-

¿Dónde quieres dormir tú, oh gallo? –dijo la oveja blanca.

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-

Voy a dormir sobre las vigas, como solía hacer.

-

¿Dónde quieres dormir, oh ganso?

-

Voy a dormir sobre el basurero, como solía hacer.

No habían tenido largo descanso cuando uno de los ladrones regresó a mirar si había alguien en la casa. Todo estaba tranquilo y se acercó a donde estaban guardadas las velas para poner algo de luz. Cuando fue a coger una vela, el gato le metió sus garras. Pero aún así, tomó una vela y trató de encenderla. Entonces el perro se levantó y metió el rabo en una olla que estaba al lado del fuego, sacudió la cola y apagó la vela. Entonces pensó el ladrón que algo malo había en aquella casa y huyó.

Pero cuando pasaba junto a la oveja, ésta le dio un golpe. Al pasar junto al toro, éste le dio una coz. El gallo se puso a cantar y el ganso, abriendo y cerrando rápidamente sus alas, se puso a golpear en las piernas del ladrón.

Marchó a donde estaban sus compañeros en el bosque lo más rápido que le permitieron sus piernas. Allí le preguntaron cómo le había ido.

-

Cuando fui a coger una vela había allí un hombre que me clavó diez cuchillos en la mano y cuando fui a la chimenea a encender la vela, apareció un hombre grande y negro que había allí tendido que arrojó agua para apagarla. Un hombre grande en medio de la estancia me dio un empujón y otro por detrás, me impulsó hasta afuera. Allí había un mocoso llamando y gritando que fuera a donde él para ver qué hacía conmigo y otro pequeño me empezó a dar golpes en las piernas.

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Al oír aquello, los ladrones decidieron no regresar para recoger la gran cantidad de dinero que habían dejado.

Y la oveja blanca y sus compañeros se quedaron con todo y vivieron tranquilamente toda su vida.

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LA ABEJA Y EL RATÓN

Una abeja se encontró con un ratón y le dijo:

-

Ven con nosotras a hacer una casa.

-

No lo haré –dijo Luchag, el ratón-. Aquel a quien diste miel en verano que haga una casa de invierno para ti. Yo tengo una casita debajo de tierra, a donde no puede llegar ni el viento ni el frío. ¿Quieres ser una criatura rara? Tu lugar está en las copas de los árboles.

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EL ZORRO Y LA GAITA

El zorro, sintiendo hambre aquel día, fue a encontrarse una gaita y empezó a comérsela, pues entonces estaban hechas de cuero. Todavía quedaba una parte con aire cuando el zorro mordió y escuchó el zumbido. Dio un gemido. Sorprendido pero no asustado dijo: -

¡Aquí está la carne y la música!

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EL BARRIL DE MANTEQUILLA

El zorro y el lobo iban juntos, dando una vuelta por la orilla del mar y encontraron un barril de mantequilla que enterraron.

Al día siguiente, el zorro salió y a su regreso dijo que un hombre había ido y le había invitado a un bautizo. El zorro entonces, se vistió con un traje excelente y se fue.

¿Y a dónde iba? A donde el barril de mantequilla. Y cuando llegó a casa, el lobo le preguntó qué nombre habían puesto al niño.

-

Foyel (en su boca) –dijo el zorro.

Al día siguiente dijo el zorro que otro hombre le había pedido nuevamente que fuera a un bautizo y marchó, y fue a donde el barril, dejándolo por la mitad.

Al regresar, le preguntó el lobo por el nombre que le habían puesto al niño.

-

Bueno... –dijo. Es un nombre extraño que yo no pondría a mi hijo si tuviera. Moolay, Moolay (mitad y mitad).

Al día siguiente dijo que había otro hombre allí que vino a preguntarle para ir a un bautizo otra vez. Marchó al lugar donde estaba el barril y se lo comió todo. Cuando llegó a casa, el lobo le preguntó qué nombre habían puesto al niño y el zorro dijo entonces: -

Booill Eemlich (lamer todito).

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Al día siguiente, fue y le dijo el lobo que deberían marchar y traer el barril a casa. Ellos fueron y cuando encontraron el barril, no había rastro de la mantequilla dentro. Entonces dijo el lobo: -

Aunque yo no he venido por aquí, tú no te has quedado sin hacerlo.

El zorro juró que no había acudido a aquel lugar y dijo: -

Aunque me jures que tú no has venido aquí y sacado la mantequilla, cuando lleguemos a casa ya encontraré la forma de saber que has sido tú.

Se fueron y cuando llegaron a casa, colgó al lobo por las patas traseras y aprovechó para ponerle en la boca un poco de mantequilla que le quedaba, para que pareciera que ciertamente había llegado allí desde su vientre.

-

¡Tú, ladrón! Ya te dije yo que eras tú quien se había comido la mantequilla.

Durmieron y por la mañana dijo el zorro: -

Bueno... es una estupidez lo que estamos haciendo. Vamos a morir sin habernos desperezado. Vamos a marchar de aquí y comprar una parcela de tierra para trabajarla.

Llegaron al pueblo y un hombre les vendió un pedazo de tierra a cambio de siete libras.

Plantaron avena aquel año y se dispusieron después a repartir la cosecha.

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-

Bueno... –dijo el zorro. Tienes dos opciones: puedes coger para ti la raíz o la punta.

-

Prefiero la raíz –dijo el lobo.

Por ello tuvo el zorro pan de avena para todo e año y el otro tan sólo forraje.

Al año siguiente cultivaron patata y llegó la época de la recolecta.

-

¿Qué te gusta más; la raíz o la punta de lo que hemos cultivado? –dijo el zorro.

Y recordándolo que había ocurrido anteriormente, cambió de opinión y dijo el lobo:

-

Prefiero esta vez la parte superior.

-

¡Muy bien mi héroe! –dijo el zorro.

Al darse cuenta el lobo, de que había vuelto a equivocarse, comenzó a robar las patatas de zorro.

-

Mejor harías, si fueras allí –dijo el zorro- y leyeras el nombre que tiene escrito en los cascos la yegua gris.

Allá lejos fue el lobo y se puso a leer el nombre. La yegua soltó entonces tal coz que dejó al lobo sin cabeza.

-

¡Oh! –dijo el zorro. Este no conoce el dicho: “mejor estar trabajando que no un libro leyendo”.

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El zorro regresó a casa y el lobo ya nunca más le volvió a dar problemas.

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LA COLA

Había un pastor que una vez salió a la colina para cuidar de sus ovejas. Era un día muy brumoso y frío y tuvo problemas para reunirlas. Al fin logró encontrar a todas menos una.

Y después de mucho buscar también encontró la oveja que le faltaba, a punto de ahogarse en una charca.

Se quitó la manta que le cubría, se agachó y agarrando la cola de la oveja... tiró.

La oveja se había vuelto más pesada por el agua y no lograba levantarla, así que se quitó el abrigo y se puso a tirar. Pero era demasiado peso para él.

Escupió sobre sus manos y agarró fuerte la cola... y tiró... y la cola se rompió.

Y si no hubiera ocurrido eso, esta historia hubiera durado más tiempo.

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LAS HADAS DE ESCOCIA

Se representan como una diminuta raza de seres de carácter mixto o más bien dudoso. Caprichoso en sus disposiciones y travieso cuando está resentido.

Habitan en el interior de las colinas, principalmente de forma cónica, en gaélico “Sighan”, en las que llevan a cabo sus danzas a la luz de la luna, haciendo en la superficie marcas circulares que a veces aparecen de color amarillento y otras de verde profundo. Dentro de las cuales es peligroso dormir o encontrase después de la puesta de sol.

A veces, el ganado que pasa por aquellos lugares suele tener trastornos, pero una cura probada es la de rozar las partes afectadas con un sombrero azul.

Las piedras triangulares que se hallan con frecuencia en Escocia, se supone que son armas de hadas resentidas. Los rudos hachas de los antiguos, comúnmente llamados celtas, también es atribuida su fabricación a las hadas.

Su habilidad sin embargo no se limita a la fabricación de armas, pues se oye el martilleo de sus labores en precipicios rocosos, cavernas... También realizan labores agrícolas pues se afanan en imitar las acciones y diversos empleos de los hombres.

El arroyo de Beaumont, por ejemplo, en su curso se encuentran numerosas cavernas y es conocido por ser frecuentado por las hadas. Las piedras perforadas y redondeadas que por allí se encuentran, se denominan; tazas y platos de hadas.

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A veces trae mala suerte pasar por esos lugares, sin llevar a cabo alguna ceremonia para evitar la ira de los elfos.

Hay

en

la

parte

superior

de

Minchmuir

una

montaña,

en

Peeblesshire y un manantial llamado Chesse Well porque antiguamente los que pasaban por allí, solían arrojar en él un trozo de queso como ofrenda a las hadas.

La vestimenta habitual de las hadas es verde, sin embargo en los páramos se han observado también de brezo marrón...

A menudo van en procesión invisible y su presencia puede percibirse por el sonido estridente de sus bridas.

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HADAS DE AGUA

Las Dracae son una especie de espíritus de agua que habitan los huecos de lagos y ríos, tratando de atraer a mujeres y niños. Flotan junto a ellos en la superficie del agua, en forma de anillos o tazas.

Las mujeres son raptadas y acaban sirviendo como enfermeras o curanderas. Después de siete años les permiten regresar a su tierra.

Cuentan que hubo una mujer que fue seducida mientras observaba un plato de madera flotando a su lado, cuando se encontraba lavando la ropa en el río. Esa mujer raptada fue llevada a las profundidades a través de los huecos subterráneos que eran magníficos. Estuvo haciendo de enfermera y durante aquel tiempo y por entonces le ocurrió que fue a tocar uno de sus ojos con un ungüento de grasa de serpiente, por ello, al regresar a su mundo percibió que había adquirido la facultad de ver al

Dracae, cuando se mezclaba con los humanos. Sin embargo, ese poder desaparece cuando el ser fantasmal llega a tocarle.

Esta leyenda es muy frecuente por toda Escocia. Otras veces son las hadas protagonistas y su morada son las cavernas de montaña en vez de los ríos.

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SANNTRAIGH

La esposa de un pastor de la Isla de Sanntraigh tenía un cazo para hervir y un hada o mujer de paz iba todos los días a pedírsela. Cuando se disponía a coger el cazo, la mujer de la casa le decía: -

Un herrero es capaz de hacer hierro frío de caliente carbón. Cuando acabes quiero que vuelva, el cazo lleno de huesos.

El hada regresaba todos los días con el cazo, con carne y huesos.

Un día, el ama de casa iba a ir a pasar en ferry a Baile Chasteil y dijo a su marido: -

Dile al hada lo mismo que yo le digo, pues voy a ir a Baile Chasteil.

-

¡Oh, se lo diré! –contestó mientras daba vueltas a una cuerda de brezo.

Vio que la mujer se acercaba, la sombra de sus pies y tuvo miedo de ella. Cerró la puerta y detuvo su labor.

Cuando ella llegó a la puerta, no la encontró abierta y él no fue a abrirla. Ella se subió a un tronco que había en la casa. El cazo dio dos saltos y al tercer salto salió por la chimenea de la casa. La noche llegó pero el cazo no.

La mujer regresó del ferry y al no encontrar el cazo, preguntó: -

¿Dónde está el cazo?

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-

Bueno, no me importa dónde esté –dijo el hombre. Nunca había sentido tanto miedo. Por eso cerré la puerta y ella no regresó a devolverlo.

-

¡Qué es lo que has hecho, infeliz! Hay dos que van a salir perjudicados por ello. Tú mismo y yo.

-

Ella regresará mañana con el cazo.

-

Ella no va a venir.

Dándose prisa, se marchó la mujer. Llegó al cerro y no encontró allí a nadie. Regresó después de cenar y ya era de noche. En una cueva oscura encontró el cazo. Pesaba mucho por los restos que había dentro. Un viejo que había en el lugar, la vio salir y dijo: -

Esposa silenciosa, esposa del silencio, esto vino a nosotros desde la tierra de caza. Tú, hombre de la superficie de Bruth, afloje el negro y se muevan las fieras.

Tras decir aquello soltó dos perros y ella no estaba lejos cuando escuchó su sonido.

Mantuvo lleno el cazo, pensando que si los perros se acercaban, bien podría arrojarles lo que contenía.

Notó que los perros ya estaban más cerca y les lanzó una cuarta parte de lo que tenía. Cuando volvió a notar su cercanía, arrojó otra parte más.

Fue caminando tan rápido como podía y cuando llegó cerca de la granja, dio la vuelta al cazo y arrojó cuanto quedaba. Los perros del pueblo empezaron a ladrar al notar la presencia de los otros perros.

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El hada nunca regresó en busca del cazo.

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LAS HADAS DE CRAIG MERLIN

A principios del siglo XVII, John Smith, empleado en una granja, fue enviado por su señor a un prado detrás de Craig Merlin. Después de haber trabajado durante un tiempo considerable, se le apareció de pronto delante de una roca, una mujer de unos cincuenta centímetros de altura, vestida con una túnica verde y medias rojas. Con largo cabello rubio que le llegaba hasta la cintura.

El hada le hizo una serie de peticiones y John marchó del lugar, temeroso y tembloroso en busca de su señor, para contarle lo que le había sucedido.

El dueño granjero se rió y burló de la credulidad de John y deseoso de curarle de aquella superstición le ordenó tomar un carro y llevarle al hada inmediatamente lo que le había solicitado.

John obedeció aunque de muy mala gana. No se supo nada de lo que le ocurrió a partir de entonces durante muchísimo tiempo. Desde que salió de casa de su señor a la hora acostumbrada en la noche, con un poco de agua bendita en la mano.

Ni supo cuánto tiempo había pasado, pues lo había olvidado, cuando precisamente en el aniversario de aquel día desafortunado, John entró en su casa a la hora acostumbrada portando su agua bendita.

Acerca de su cautiverio, en la noche de aquel día, al regresar a su casa del trabajo, pasando por Craig Merlin, se sintió repentinamente enfermo y se sentó a descansar un poco. Poco después se quedó dormido y se despertó como suponía, cerca de media noche.

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Fue cuando se encontró con una tropa de hadas, hombres y mujeres que bailaban a su alrededor. Insistieron en que se uniera a la fiesta y le dieron a la chica más hermosa como pareja. Ella le tomó de la mano y danzaron tres veces alrededor del anillo de hadas. Después de lo cual, se sintió tan feliz que no tuvo ningún deseo de abandonar a aquellos compañeros.

La diversión se prolongó hasta que escucharon el canto del gallo. Entonces, la tropa desapareció rápidamente y John también, corriendo tras ellos.

Una puerta se abrió como para recibirlos y allí estuvo el prisionero hasta la noche en que regresó. Aquel día, la mujer que se le apareció la primera vez, se le acercó y le dijo que debía de hacer juramento para no desvelar lo que había visto en el país de las hadas, tras o cual, podría regresar con su familia.

En otra ocasión, los pequeños habitantes de Craig Merlin se sorprendieron al ver a un pastor, con su rebaño de noche, al parecer por haberse quedado dormido. Su sombrero cayó y rodó hasta cierta distancia.

Lo despertó una ronda de hadas en círculo que le invitaron a unirse a ellos, pero recordando lo que le había sucedido a John Smith, no permitió que la mujer le tomara de la mano.

En medio de sus cabriolas llegaron a donde se hallaba el sombrero y el pastor tropezó y cayó sobre él. Inmediatamente lo cogió y con rapidez se lo puso sobre su cabeza.

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Por aquel gesto, al parecer, la tropa tuvo que desaparecer rápidamente.

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LA TULMAN

Había una mujer en Baile Thangusdail que había perdido un par de terneros y no los encontró hasta el anochecer.

Hacía frío y llovía y se dirigió a un montículo. Empezó a golpear un clavo para poder sujetar allí a los terneros cuando de pronto de abrió la loma. Oyó un extraño ruido y quedó maravillada.

-

¿Acaso tienes interés en las labores que realiza la Tulman en su vivienda?

-

Tan sólo estoy cuidando este par de terneros. ¿Dónde debería llevarlos?

-

Tú irás a que coman ahí abajo, donde verás una mata de hierba. Si tu par de terneros comen de la mata de hierba, tú no te quedarás ni tan sólo un día sin tener leche de vaca, por haber seguido mi consejo.

Como quiera que la mujer sí que le hizo caso, nunca estuvo ya a falta de leche de vaca después de aquello. Ochenta y cinco después de aquella noche, todavía seguía viva.

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EL HADA Y LA MUJER DEL MOLINERO

Un día, mientras estaba sentada una madre meciendo a su bebé para dormirlo, se sorprendió al azar la vista y encontrase a una mujer de porte elegante y cortés, totalmente diferente a cualquiera que hubiese visto antes en aquella parte del país, allí de pié, en medio de la habitación.

No la había oído entrar, por lo que se llevó una enorme sorpresa. No desprovista de curiosidad, se levantó para dar la bienvenida a aquella extraña visitante. Le entregó una silla pero muy amablemente rechazó tomar asiento.

Iba magníficamente ataviada. Su vestido era de las más ricas telas verdes, bordado con lentejuelas de oro y sobre su cabeza, portaba una pequeña corona de perlas.

La mujer del molinero quedó todavía más sorprendida con la petición que le hizo, preguntando con armoniosa voz si podía darle un cuenco de harina de avena. Se lo entregó inmediatamente a rebosar, porque su marido, siendo agricultor y molinero al mismo tiempo, tenía mucha comida almacenada.

Uno de los niños extendió la mano para apoderarse de las lentejuelas de la gran dama que pareció no notar nada. La madre tuvo miedo de que por aquello pudiera el niño perder el uso de sus manos. Pero no llegó a producirse tal calamidad. Hubiera sido ingrato que la Reina de las Hadas hubiera castigado a niño por tocar su vestido. La dama indicó el día en que iría a devolver lo que acababa de recibir.

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El día mencionado fue devuelta la avena. No por la misma mujer, sino por una figura pequeña y curiosa, con voz como de aullido que estaba vestida también de color verde. Después de devolver la comida, mencionó alguna fórmula.

Les aconsejó que comieran todos de aquella avena, peo un muchacho, criado, que rechazó la comida del hada, murió poco después.

El molinero y su mujer creían firmemente que había muerto por negarse a comer aquello.

También estaban convencidos de que quien les visitó la primera vez fue nada menos que la Reina de las Hadas, que después de haber despedido a toda su corte, no tenía ninguna dama de honor que fuera a cumplir sus órdenes.

Unas noches después de aquella extraña visita, el molinero ya se iba a la cama cuando oyó un golpe suave en la puerta. La abrió portando un candil en la mano y se encontró una pequeña figura vestida de verde quien con una voz estridente pero de manera muy educada, le pidió que le diera agua y pusiera el molino en orden para que el hada pudiera moler maíz.

El molinero no se atrevió a negarse e hizo cuanto deseaba. La figura le dijo que fuera a la cama que después se encontraría todo tal y como lo había dejado.

Y por la mañana, sí lo encontró. Esto demuestra la honestidad de las hadas.

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TRASPORTADO POR LAS HADAS

Existía una tradición en el siglo XVII, relativa a un antepasado de la noble familia Duffus. Que caminaba un día cerca de su casa y que de repente se encontró al día siguiente en París, en la bodega del rey francés. Con una copa de plata en la mano.

Siendo llevado en presencia del rey, se le preguntó quién era y cómo había llegado hasta allí.

Él dijo su nombre, de qué país era y dónde vivía. Y que un día de ese mes, el día inmediatamente anterior a que se encontraban, estando en el campo escuchó un ruido como de torbellino y voces como llorando, diciendo la fórmula: ¡Horse and Hattock! (¡Caballo y Listo!) que era lo que las hadas mencionaban cuando se retiraban de algún lugar.

Entonces, él gritó también: “¡Caballo y Listo!” y fue capturado de inmediato y llevado por los aires por las hadas a aquel lugar y después de haber bebido de todo, se quedó dormido.

Al despertar, todos sus acompañantes se habían marchado y entonces fue cuando lo encontraron.

Se cuenta que el rey le dio la copa que se encontró en su mano y se despidieron.

Aquel hombre conservó aquella copa que es conocida como: la Copa de las Hadas.

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SIR GODFREY MACCULLOCH

Un hombre de Galloviand estaba paseando a caballo cerca de su propia casa cuando fue abordado súbitamente por un viejecito vestido de verde, montado en su corcel blanco.

Tras el mutuo saludo, el anciano dio a entender a Sir Godfrey, que residía debajo de su vivienda y tenía un importante motivo para quejarse, por la dirección que llevaba su desagüe a la alcantarilla, pues iba directamente a su cámara.

Sir Godfrey Macculloch quedó sorprendido por aquella queja extraordinaria y adivinando la naturaleza del ser al que se enfrentaba, con mucha cortesía dijo que cambiaría la dirección del desagüe y así lo hizo.

Muchos años después, Sir Godfrey tuvo la mala suerte de matar en una refriega a un caballero de la vecindad. A consecuencia de aquello fue detenido, juzgado y condenado.

Ya estaba preparado el cadalso en la colina del castillo de Edimburgo y a punto de llegar el momento de su final, cuando apareció el anciano en su blanco corcel, de entre la multitud a la velocidad del rayo. Sir Godfrey se montó tras él. Les persiguieron pero el buen vecino espoleó su caballo por un despeñadero y ni Sir Godfrey ni él fueron vistos jamás.

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LA ISLA DE PABAIDH

Una vez, un hada o mujer de paz fue por el camino que llevaba a la casa de un hombre, en la Isla de Pbaidh.

Le dijo al hombre que estaba hambrienta debido a que estaba embarazada. Él le dio de comer y la mujer se sintió mejor.

Cuando ella se marchó, le dijo: -

Es mi deseo que ninguno de los habitantes de esta isla muera en el parto.

Y a partir de ese momento nadie que tuviera morada en aquella isla murió ya durante el parto.

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BEAENAIRIDH

Hubo en Beaenairidh un hombre que iba más allá de una loma y allí escuchó un ruido por la colina. Tenía mucha sed, así que dijo: -

Que mi sed se la quede la pastora.

Poco después se encontró con una mujer que tenía fina falda verde sujeta por la cintura. Ella llevaba un vaso de leche caliente entre las manos. Se la ofreció, pero el hombre desconfiado no quiso aceptarla.

-

Tú deseaste que yo tuviera tu sed y rechazaste mi ofrenda para saciar la tuya. No podrás tener pues, larga vida.

Continuó el hombre su camino, para dirigirse al estrecho. Tomó un barco y acercándose al estrecho, se ahogó.

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EL HADA Y EL ANCIANO QUE LEÍA LA BIBLIA

En una tarde de sábado en verano, un anciano estaba leyendo la biblia al aire libre en un tranquilo lugar de la costa de Ross-shire.

Una mujer hermosa y pequeña, vestida de verde, se le acercó y con voz plateada le habló para tratar de saber si en la Sagrada Escritura aparecía que hubiera esperanza de salvación.

El anciano le contestó con amabilidad y le dijo que en aquellas páginas tan sólo se hacía mención de salvación para los hijos de Adán.

Al oír aquello, el hada se echó las manos a la cabeza con desesperación y tras emitir un grito, se hundió en el mar.

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THOM Y WILLIE

Thom y Willie, dos jóvenes pescadores compañeros de Lunna, en las Shetland, eran rivales porque ambos pretendían obtener la mano de Osla, hija de Jarm. Ahora resulta que, una tarde de octubre, tomaros sus sedales y marcharon juntos a pescar en una barca.

Hacia el atardecer se levantó el viento y pronto sopló tan fuerte como para obligar a los jóvenes a correr al refugio más cercano, un paraíso en el islote de Linga en Whalsay Sound. Finalmente lograron alcanzarlo y ponerse a salvo.

El islote estaba deshabitado y los pescadores no tenían ni los alimentos ni los medios para prender fuego. Tenían, sin embargo, un techo sobre sus cabezas, porque había una cabaña o casa de campo en la isla, que solían utilizar los pescadores en la temporada de buen tiempo, pero abandonado desde el cierre de ese período.

Durante dos días, la tormenta rugía sin cesar y llegó el momento en que la situación de los náufragos comenzó a ser muy grave. Sin embargo, en la mañana del tercer día, un poco antes del amanecer, Willie, que estaba despierto antes que su compañero, descubrió que el tiempo había mejorado y que el viento soplaba en la dirección que les favorecía. Al descubrir aquello, sin despertar Thom, se dirigió a la embarcación, que antes habían trasportado a un lugar seguro en la orilla. Y con gran esfuerzo logró lanzarla al agua sin ayuda.

Mientras tanto, Thom había despertado, por fin y como Willie no regresaba, le siguió hasta el embarcadero. Y allí observó algo que lo llenó de consternación. La yola había desaparecido de su lugar y al levantar la

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vista, vio a su amigo ya lejos en el mar y ayudado por la brisa en la dirección de Lunna. Al ver esto pobre Thom sintió desesperación. Se dio cuenta de que su compañero, vilmente y sin piedad, lo había abandonado. Él sabía que no era probable que el islote fuera visitado hasta que llegara de nuevo la temporada de pesca y tenía pocas esperanzas de poder recibir auxilio y ningún esfuerzo por encontrarle que pudieran llevar a cabo sus amigos iría a servirle porque ignoraban cuál era su paradero.

En medio melancólicos pensamientos y presentimientos aquel día transcurrió para él lentamente, y al caer la noche se acomodó sobre la paja. Estaba anocheciendo cuando se quedó dormido. Pero, hacia las primeras horas de la mañana, se despertó de repente y fue grande su sorpresa al ver que la cabaña estaba iluminada con una luz extraña, mientras que un zumbido

extraño

de

voces

que

no

parecían

humanas

charlaban,

acompañado por el golpeteo de muchos pares de pequeños pies y el tintineo de los vasos de oro y plata que golpeaban sus oídos. Un banquete de hadas, justo al lado de donde él se había acomodado. Thom se levantó sin hacer ruido sobre sus codos y observó cómo procedían. Con infinita bullicio y estruendo, parecían estar por fin en la mesa tranquilos.

Luego entró un grupo de trolls de las hadas, que llevaban entre ellos en una silla o litera, un hada hembra, a la que todos parecían hacer honor. La compañía tomó asiento y el banquete estaba a punto de comenzar, cuando en un instante, la escena de la fiesta cambió por completo y reinó de pronto una gran confusión.

Pronto comprendió Thom la causa de aquel repentino cambio. La presencia de un ser humano había sido detectada y a la espera de una palabra de su reina la "gente gris", que formaban un grupo, estaban a punto de arrojarse sobre el intruso. Pero entonces, Thom no perdió los

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nervios y cogió una escopeta que tenía cerca y cuando las hadas se abalanzaron sobre él, levantó el arma sobre su hombro y disparó. En un instante, la luz había desaparecido y todo estaba oscuro, silencioso y quedó allí solo.

Mientras tanto, Willie logró llegar a Lunna y ponerse a salvo. Entonces relató una historia trágica que él había inventado en el viaje, para justificar la ausencia de su compañero, y al ver que su historia era creía, comenzó de nuevo, sin gran pérdida de tiempo a rondar de nuevo a Osla. Su padre, Jarm, lo veía con buenos ojos, pero la doncella hacía oídos sordos a todas sus súplicas. Ella sentía que no podía amarlo, y además, tenía muy presente la sospecha de que Thom, en cuya persona sentía un tierno interés, había sido víctima de un crimen. Estaba tan presionada que a pesar de todas sus objeciones se acercaba el día que se había fijado para la boda.

La pobre muchacha estaba muy angustiada. Sin embargo, una noche, cuando ella había llorado antes de dormir, tuvo un sueño por el cual se dirigió a la mañana siguiente a la casa de los padres de Thom, y les rogó que la acompañaran en la búsqueda de su hijo desaparecido. Ellos, a pesar del amor que sentían por él, eran reacios a llevar a cabo aquello, argumentando que, aún suponiendo que hubiera sido abandonado, como ella adivinó, en uno de los islotes rocosos de la costa, para entonces ya habría perecido de inanición. Pero la muchacha insistió tantoo en sus ruegos, que al fin prevalecieron. Embarcaron y tomaron la dirección que indicaba Osla, dirigiéndose hacia Linga. Al acercarse, tal y como la joven había predicho, se descubrió que el islote tenía un inquilino humano.

Thom se encontró con sus seres queridos en la playa después de entusiastas saludos, todos sintieron sorpresa al comprobar la frescura y la

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solidez de su apariencia. Pero esta sorpresa se multiplicó por diez, cuando, al relatar sus aventuras, explicó que, durante los últimos días de su aislamiento, tan sólo se había alimentado de los restos del banquete de las hadas y añadió que nunca antes se había sentido tan bien.

A su regreso a Lunna fueron recibidos con gran regocijo y no es necesario añadir que Thom y Osla pronto se casaron.

A partir de aquel día, Willie no prosperado más. A la pérdida de su salud y la fortuna le siguió la de su buen nombre y se hundió poco a poco y fue uno de los primeros en ocupar sitio en su tumba.

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EL LAIRD DE O´CO´

Antiguamente, los nobles de Colzean, em Ayrshire eran conocidos por el título de Laird de o´Co´, un nombre que se daba a algunos.

Una mañana, un pequeño niño, portando un pequeño cuenco de madera, se dirigió a un Laird, cerca de la puerta del castillo, suplicando que le dieran un poco de cerveza para su madre, que estaba enferma. El noble mandó a un mayordomo para que llenara el cuenco.

El mayordomo tenía un barril de cerveza medio lleno y se dispuso a llenar el cuenco del muchacho, pero para su gran sorpresa, vació el barril y aún no se había llenado el pequeño cuenco. El mayordomo no estaba dispuesto a empezar otro barril por lo que acudió al Laird para comunicarle lo sucedido con aquel pequeño cuenco que milagrosamente no legaba a llenarse. El noble ordenó que llenaran inmediatamente el cuenco, aunque para ello hiciera falta usar toda la cerveza de la bodega.

El enano se marchó dando muestras de gratitud.

Algunos años después, el noble, estando en las guerras de Flandes fue hecho prisionero y por alguna razón, seguramente por espía, fue condenado a morir como si fuera un criminal. La noche anterior del día fijado para la ejecución, estando recluido en un calabozo fuertemente custodiado, las puertas se abrieron de repente y volvió a aparecer el enano que dijo: -

Laird de o´Có sube aquí.

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Al salir de la cárcel, el chico le hizo montar sobre sus hombros y en unos instantes le sentó en la puerta de su morada, en el mismo lugar donde se habían encontrado aquella primera vez y entonces le dijo:

-

Fuiste amable ayudando a mi madre y ahora los soy yo ayudándote a ti.

Y desapareció.

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LOS DOS JÓVENES LABRADORES

Una noche, por época de Hallowen, dos jóvenes labradores marchaban hacia una herrería para reparar las cuchillas de sus arados y cuando pasaban junto a un molino, escucharon ruido de música y baile. Había alguien jugando, cantando, riendo y hablando.

Uno de los muchachos quería ver lo que estaba ocurriendo y el otro le esperó afuera durante horas, pero su compañero no regresó. Así que se fue a casa y aseguró que los brownies se habían apoderado de él.

Casi al mismo tiempo, al año siguiente, el mismo muchacho fue de nuevo a la herrería con el mismo propósito que la vez anterior, pero tuvo la precaución de colocar la biblia en su bolsillo.

Pues bien, al pasar junto al molino por segunda vez, escucharon los mismos sonidos de música y baile.

Esta vez con la biblia en la mano se atrevió a mirar y mira por donde que acertó a ver al amigo que había dejado allí doce meses antes. Le entregó la biblia y en aquel preciso momento cesó la música y el baile, las luces se apagaron y todo quedó en tinieblas.

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LA ESPOSA DEL GRANJERO DE LOTHIAN

La esposa del granjero de Lothian había sido llevada por las hadas y durante un año de prueba, varias veces apareció en domingo junto a sus hijos, peinándose el cabello.

En una ocasión fue abordado por su marido y ella le relató el desafortunado suceso que los había separado. Le explicó cuanto debía de hacer para recuperarla, pues tan sólo tendría una oportunidad para lograrlo y su eterna felicidad dependía de ello.

El granjero que amaba ardientemente a su esposa, se situó en el terreno de tojo por Hallowen en espera de que llegara la procesión de las hadas para hacer cuanto le había dicho su esposa.

Al escuchar el sonido estridente y sobrenatural que producía la caravana de hadas, quedó paralizado, mientras pasaba sin detenerse aquella columna fantasmal.

Al pasar las últimas hadas, toda la tropa se desvaneció, con gritos de júbilo y risas, entre los que el granjero reconoció la voz de su propia esposa, lamentándose de que la había perdido para siempre.

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GALIUM MOR Y EL BAUCHAN

En los alrededores de Loch Traig, en Lochaber, vivía Galium Mor Macintosh. Había rumores de que tenía una intima relación con un misterioso personaje llamado Bauchan, aunque de cómo llegó a conocerle no se supo nada.

Se cuenta que aquel hombre tuvo en ocasiones la sobrenatural ayuda de este bauchan, mientras que en otras ocasiones, le fastidiaba y se oponía a todos sus planes. Así que varias veces acabaron sus disputas llegando a utilizar las manos.

En una ocasión, cuando regresaba Galium del mercado de Fort William y se encontró con su amigo bauchan cerca de su casa y en una nueva disputa que tuvieron, Galium perdió el pañuelo que portaba, después de haber sido bendecido y entregado por el párroco que tenía un encanto particular para él.

Cuando la pelea terminó Galium regresó a su casa pero para su consternación, descubrió que ya no estaba en su poder aquel encantado pañuelo. Él y su esposa lo buscaron en vano.

Galium estaba seguro de quién era el responsable de aquel suceso, así que se apresuró a regresar al lugar donde se habían peleado.

Lo primero que acertó a ver Galium al acercarse, fue al bauchan, muy ocupado en frotar un pañuelo idéntico al suyo contra una piedra. Al verlo llegar, el bauchan exclamó:

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-

¡Ah! Ya estás de vuelta. Eso es bueno para ti. Porque si hubiera frotado el pañuelo y metido después en un agujero, habrías muerto. Ningún médico hubiera podido salvarte pero sólo recuperarás tu pañuelo si logras ganarme en otra disputa.

-

¡De acuerdo! –dijo Galium.

Galium venció en la pelea y recuperó su pañuelo.

En aquella época, la turba

que es materia que se utiliza como

combustible, apenas se conocía y cuando el clima se enfrió, Galium tomó su hacha y taló un abedul enorme que había en un bosque cercano. Así tendría muy cerca la leña para cogerla cuando la necesitara. Pero hubo una gran tormenta que dejó a todo Escocia paralizado y no había forma de acceder al lugar donde se hallaba el árbol. Su esposa consumió las últimas ramas bajo el fuego. Entonces, Galium exclamó: -

¡Oh, mujer, deberíamos tener el árbol que talé en el bosque!

Apenas había dicho aquello cuando la casa se estremeció y pareció como si golpearan la puerta.

Galium se apresuró a mirar qué es lo que había ocurrido y allí encontró el árbol que había deseado y al lado, el bauchan con su sonrisa.

-

El

bauchan sigue siendo amable, aunque el sacerdote

reviente –dijo la esposa.

En otra ocasión ocurrió que Galium había marchado ya de la granja donde habían vivido a otra no muy lejana que habían adquirido y ya habían llevado allá todo su mobiliario. Entonces, Galium se volvió hacia su esposa y le dijo:

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-

Está bien, tenemos todo con nosotros aunque en casa se nos olvidó algo. El tonel de las pieles.

-

No importa –dijo la mujer. No hay nadie viviendo allí todavía. Ahora no tenemos tiempo de marchar a buscarlo.

Así quedó el asunto pero por la mañana al pasar por la parte de atrás de la casa, encontró Galium su propio tonel con pieles y todo.

Había sido trasportado a una distancia de cinco millas, la mayor parte de auque trayecto por terreno rocoso.

Nadie más que una cabra podía haber cruzado por aquel lugar y en el tiempo que lo había hecho pero el bauchan lo logró y evitó que Galium realizara aquel complicado viaje.

El pobre Galium, sin embargo, se vio obligado al igual que muchos vecinos, a alejarse de Lochaber. De hecho, fue uno de los primeros en embarcarse en Arisaig hacia Nueva York.

La travesía fue tediosa, sin ningún tipo de aventuras particulares. Cuarenta días fueron muchos.

Gallium se subió en el primero de los botes que iban a tierra y al colocarse en la esquina de proa, al llegar, fue el primero en descender y tocar tierra.

Cuando sus pies tocaron tierra... ¿quién fue a reunirse con él? Pues el bauchan, en forma de cabra.

-

¡Jo, jo, Gallium! Tantas millas y he llegado antes que tú.

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Aquí termina la historia pero se cuenta que el bauchan le sirvió todavía de gran ayuda a Gallium para poder prosperar y que se abstuvo desde entonces de provocar y burlarse de su amigo.

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EL HERRERO Y LAS HADAS

Hace años vivó en Crossbrig un herrero de nombre de MacEachern. Este hombre tenía un único hijo, un muchacho de unos trece o catorce años de edad, alegre, fuerte y saludable. De repente se sintió enfermo, cayó en cama y así pasó días enteros. Nadie sabía qué le pasaba a él, y el propio niño no podía, o no quería explicar cómo se sentía. Fue decayendo rápidamente quedándose delgado, delgado y con la piel amarillenta, y su padre y todos sus amigos tenían miedo de fuera iba a morir.

Por fin, un día, después de que el niño llevara mucho tiempo en este estado, sin ir ni mejor ni peor, siempre confinado a la cama, pero con un apetito extraordinario, un día, mientras que el herrero tristemente estaba de brazos cruzados en su fragua, sin ánimo para trabajar. De pronto se sorprendió con agrado al ver a un anciano entrar en su taller, bien conocido por él por su sagacidad y conocimiento de las cosas extraordinarias. Acto seguido, le relató el suceso que había nublado su vida.

El viejo se puso serio mientras escuchaba, y después de estar sentado mucho tiempo reflexionando sobre todo lo que había oído, dio su opinión así: -

No es tu hijo el muchacho que tienes sino uno que los shide

Daoine han dejado en su lugar. -

¡Ay!, ¿y entonces qué voy a hacer? -dijo el herrero. ¿Cómo volveré a ver a mi hijo otra vez?

-

Yo te diré -respondió el anciano. Pero primero, para asegurarse de que no es tu propio hijo, tiene que tomar tantas vacías cáscaras de huevo como usted puede conseguir, ir con ellos a la habitación, colocarlas cuidadosamente donde las

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pueda ver y a continuación, proceder a sacar agua con ellos, llevando de dos en dos en las manos como si se tratara de un gran peso, y colocarlos con todo tipo de seriedad, alrededor del fuego.

El herrero reunió en consecuencia tantas cáscaras de huevo rotas como pudo, entró en la habitación y procedió a llevar a cabo todas sus instrucciones del anciano.

No había estado mucho tiempo en aquella labor antes de que se levantara de la cama con una carcajada, y la voz del muchacho aparentemente enfermo, exclamó:

-

Ahora tengo 800 años de edad y nunca he visto a nadie así antes.

El herrero regresó y se lo dijo al anciano.

-

Bueno -dijo el sabio. Ya le dije que no sería tu hijo. Él está en Brorracheill en un digh, círculo verde de la colina frecuentada por las hadas. Debe deshacerse lo antes posible de este intruso, y creo que puede prometer que podrás recuperar a tu hijo. Tiene que encender un fuego muy grande y luminoso junto a este extraño farsante. Él le pregunta: ¿Cuál es el motivo de hacer esta gran fogata? Debe contestar rápidamente que pronto lo sabrá y después apoderarte de él y echarlo en el medio del fuego. Si es su propio hijo, te dirá en voz alta que lo ayudes, pero si no, va a volar por las nubes.

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El herrero nuevamente siguió el consejo del anciano; encendió un gran fuego, respondió a la pregunta que le hizo como le habían aconsejado hacer, y cogiendo al niño lo arrojó al fuego sin dudarlo. El extraño dio un grito horrible, y salió a través de la azotea, donde dejó un hueco por donde salió el humo.

Cierta noche el anciano le dijo que la verde colina redonda, donde las hadas habían mantenido al muchacho, estaría abierta. Y en esa noche, el herrero, después de haberse provisto de una Biblia, un puñal y un gallo de mucho cacareo, iba a marchar a la colina. Escucharía el canto, el baile y la alegría pero él avanzaría con audacia, la Biblia que llevaba le daría una cierta protección contra cualquier peligro que pudieran producirle las hadas. Al entrar debería clavar el puñal en el umbral, para evitar que el cerro se cerrase después tras de sí y después –también le dijo el anciano-, debería entrar a una amplia estancia muy limpia. Muy adentro, trabajando en una fragua, también vería a su propio hijo. Cuando le preguntaran, debía decir que iba a buscarlo, y no se macharía sin él.

No mucho después de esto llegó el único momento propicio de todo el

año,

y

el

herrero

salió,

preparado

según

las

instrucciones.

Efectivamente, mientras se acercaba a la colina, allí había una luz, donde aquella luz fue vista muy pocas veces antes. Poco después escuchó el sonido de las gaitas, el baile y alegría, llegó al ansioso padre junto al viento de la noche. Superando sus miedos el herrero se acercó al umbral sin detenerse y allí clavó el puñal, como le habían indicado y entró. Protegido por la Biblia que llevaba en su pecho, las hadas no podían tocarle, pero le preguntaron, con mucho desagrado, lo que él quería. Él respondió: -

Quiero a mi hijo, a quien veo ahí abajo, y no voy a irme sin él.

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Al oír esto, la compañía entera compartió una sonora carcajada, que despertó al gallo que llevaba dormido en sus brazos, que una vez saltó sobre sus hombros, batió las alas con fuerza y cantó fuerte y largamente.

Las hadas, indignadas, se apoderaron del herrero y su hijo y, tirándolos hacia fuera de la colina, arrojaron el puñal detrás de ellos y en un instante todo estuvo oscuro.

Durante un año y un día el muchacho permaneció como ausente y casi nunca dijo una palabra, pero al fin, un día, sentado junto a su padre y al verlo terminar una espada que estaba haciendo para algún noble y que debía ser muy especial, de repente exclamó: - ¡Esa no es la manera de hacerlo!

Y cogiendo las herramientas de manos de su padre, se puso él mismo trabajar en su lugar y pronto forjó una espada como ninguna otra había sido vista en el país antes.

A partir de ese día el joven labró constantemente con su padre, y se convirtió en el inventor de un arma particularmente fina y bien templada, cuya fabricación mantuvo a los dos herreros, padre e hijo, en el empleo constante. Se extendió su fama por todas partes, y les dio los medios en abundancia para vivir contentos y felices con todo el mundo.

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BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA

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Campbell, John Francis; “Popular Tales of West Highlands. 4 tomos. Alexander Gardner. London, 1890-1893.

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Douglas, George Brisbane: “Scottish fairy and folk-tales”. Burt. New York, 1900.

-

Lang, Andrew: “Sir Walter Scott Minstrelsy of the Scottish Border”.

-

Tibbitts, Charles John: “Folk-lore and Legends. Scotland”. W.W. Gibbings. London, 1889.

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OTROS TÍTULOS PUBLICADOS DE LA BIBLIOTECA DE LAS GRANDES NACIONES.



COLECCIÓN: TRADICIONES Y LITERATURA SAHARAUI

(1) Cuentos tradicionales saharauis. Libro I. (Octubre 2012) (1º Libro de la Biblioteca de las Grandes Naciones). http://es.scribd.com/doc/111596857/Cuentos-Tradicionales-Saharauis-Libro-I

(2) Relatos del País de los saharauis. Libro I. Varios autores. (Octubre 2012) (2º Libro de la Biblioteca de las Grandes Naciones). http://es.scribd.com/doc/111594725/Relatos-Saharauis-Libro-I-Final

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(3) Mil y un poemas saharauis. Libro I. Varios autores. (Noviembre de 2012) (3º Libro de la Biblioteca de las Grandes Naciones). http://es.scribd.com/doc/112883085/Mil-y-Un-Poemas-Saharauis



COLECCIÓN DE TRADICIONES Y LITERATURA ORAL VASCA.

(1) Cuentos y leyendas de Zugarramurdi. (5º Libro de la Biblioteca de las Grandes Naciones) http://www.scribd.com/doc/115118234/CUENTOS-Y-LEYENDAS-DE-ZUGARRAMURDI

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COLECCIÓN DE CUENTOS TRADICIONALES DEL MUNDO.

(1) Antiguos cuentos de África. (Diciembre de 2012) (4º Libro de la Biblioteca de las Grandes Naciones) http://www.scribd.com/doc/113754591/04-Antiguos-cuentos-de-Africa-Libro-I-doc

Nota:

Todos los libros están escritos y publicados con la intención de que puedan circular libremente por la red, entre personas y asociaciones interesadas y pueden formar parte también de la documentación de asociaciones, páginas, bibliotecas... que así lo consideren conveniente. Si no localiza alguno de los títulos y desea tenerlo, no tiene más que visitar el blog de la Biblioteca de las Grandes Naciones.

También para otras consultas o para el envío de información, como pueden ser cuentos o leyendas de su tierra, pues la colección se va cumplimentando con la ayuda de decenas de personas, puede dirigirse al correo; [email protected]

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