0.5. Foundation - Ann Aguirre

July 6, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
Share Embed Donate


Short Description

Download 0.5. Foundation - Ann Aguirre...

Description

 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND



 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

FO UND ATIO N RAZO AZO RLAND # 0 .5 ANN AN N AG A G UIRRE 



 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

SINO P SIS En Enclave , los humanos se han refugiado en colonias bajo tierra. Esta es la historia de qué los condujo allí, contada desde el punto de vista de un adolescente que más tarde tendría una gran influencia en el destino de muchos, y quien le entregó su corazón a la única persona que más lo necesitaba.



 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

No recuerdo cómo se siente el sol. Es un concepto abstracto para mí, algo que sé que existe, pero no tiene el significado que tuvo una vez. Cuando llegamos abajo, mamá y papá dijeron que era solo durante unas pocas semanas, solo por precaución. Los brotes en la ciudad provenían de algún agente biológico liberado en Times Square, supongo y la noticia estaba llena de informes contradictorios sobre si procedía de Corea del Norte o Irán. Otros sitios tenían otras teorías, pero era un ataque coordinado, dirigido a ciudades de todo el mundo. En ese momento, no sabía por qué, o incluso qué, estaba sucediendo. Tenía trece años cuando mis padres compraron silenciosamente una unidad en los búnkers. En ese momento, la ciudad estaba lo bastante mal para que mi madre ya no fuera a hacer las compras. En su lugar, llamaba a un servicio que nos traía la comida, y tampoco dejaba que el mensajero entrara en el apartamento. Dejaba nuestros alimentos en el vestíbulo con el portero, que luego la escaneaba para asegurarse de que no hubiera objetos extraños en las cajas o contaminantes sospechosos presentes. En este punto, había dejado de asistir a la escuela. Tenía nueve años cuando se declaró el estado de emergencia nacional y el país fue a ley marcial, tratando de contener el daño. Se designados sectores enteros de la ciudad como peligrosos y fueron puestos en cuarentena en consecuencia. Papá dijo que los soldados fuertemente armados en la calles patrullaban para protegerme, así que no estaba preocupado por ellos. Pronto restaurarían el orden y las cosas volverían a la normalidad. Aunque no lo sabía en ese momento, estaba totalmente equivoca equivocado. do. Para nosotros, la normalidad terminó el 5 de mayo, cuando los productos químicos explotaron en Times Square. El mundo nunca se recuperó. Es curioso, pero cuando miro hacia atrás a mi infancia, veo una progresión de mi mundo haciéndose cada vez más pequeño. A los cinco, fui en un avión con mis padres y todo el universo yació delante de mí. Había una playa blanca con arena suave como polvo y un océano azul infinito, el aire era cálido y era una isla cubierta de montañas. Recuerdo haber preguntado si este era el cielo y mi madre se echó a reír. Ella dijo:  —No es el cielo, Robin, pero es  el  el paraíso.



 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

Hubo otras maravillas de ese viaje, pero era tan joven que han empezado a desvanecerse, se mezclan los colores como un cuadro dejado bajo la lluvia. Esto me importa muchísimo porque si el tiempo se robara lo poco que me queda. Después de regresar a casa, fui a la escuela y mi mundo era mi profesor y otros veinticuatro estudiantes. Luego se estrechó aún más con solo mis padres y las paredes del apartamento con el viaje ocasional supervisado al aire libre. Y cuando tenía trece años, se llevaron el sol. Discutí, puse mala cara, traté de convencer a mis padres de que estaban reaccionando de forma exagerada, que no teníamos que ir a vivir bajo tierra como conejos, pero tenían miedo. Las calles estaban repletas de personas infectadas con el Virus Metanoia, y el servicio público no podía hacerles frente a todos ellos. Mis padres me dijeron que estos infortunados fueron incapaces de mantener un trabajo, sus habilidades y salud mental había sido permanentemente comprometidas. El gobierno con el tiempo prometió que ayudaría a los enfermos. No estaba seguro de que dispararles o meterlos en camiones contara como ayuda, pero me acostumbré a escuchar las armas automáticas y el estruendo de los motores grandes mientras me quedaba dormido. Esa mañana, la compañía de los búnker envió un escolta armado para llevarnos de nuestro apartamento. Nos pusimos los trajes especiales  y máscaras que supuestame supuestamente nte nos protegían. Me monté por primera y última vez en un vehículo blindado ese día. Entramos a un edificio alto, bajamos unas escaleras, y atravesamos una puerta muy gruesa. Mis padres firmaron algunos documentos y luego tomamos posesión de nuestro nuevo hogar.  —Es tan pequeño —dijo mi madre. madre. Mi padre la rodeó con un brazo. —Nos acostumbraremos. Veremos qué hacer. Esta es solo una precaución, solo por poco tiempo, hasta que consigan que las cosas vuelvan a su orden. Ahora, me pregunto si sabía, si sospechaba. Durante el primer año, nos mantuvimos en contacto con el mundo exterior. El aire que respirábamos era regulado y filtrado, la comida era cara y empaquetada, “como la que comen los astronautas”, según mi madre. Se suponía que eso lo haría más emocionante, pero tenía que forzar la mía para que bajara. A veces me preguntaba cuál era el punto



 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

de la supervivencia, si era esto lo que teníamos que hacer, parecía que no había nada en el mundo que valiera la pena salvar. Luego se hizo el silencio. Dejaron de llegar los informes. Tenía catorce años. Mi madre pasó todo el día llorando cuando los sitios de noticias quedaron en silencio. En otra ocasión, presionó las teclas al azar en la terminal, tratando de conseguir que alguien respondiera. Y fue entonces cuando encontramos el intercomunicador local. Oh, sabíamos que habían otros en unidades cercanas. Habíamos visto las puertas cuando tomamos posesión de nuestra unidad, pero el gerente dijo que era mejor que no nos mezcláramos porque abrir el cierre hermético de las puertas aumentaba el riesgo de contagio. La compañía hizo todo lo posible para garantizar un ambiente libre de contaminación al cien por ciento, pero esa garantía solo existía en nuestro búnker, no en las zonas comunes como el pasillo, que debería ser seguro, pero no había ninguna garantía. El terminal sonó, y entonces una voz dijo: —¿Hola? Sonaba joven. Mi madre perdió interés cuando se dio cuenta de que no había contactado a las autoridades para obtener una actualización del estado de la situación. Alguien que sonaba como si no pudiera saber más que nosotros. Por lo que dio un paso atrás y tomé su lugar. Unas pocas pulsaciones de teclas más y tenía una imagen en pantalla. Había pasado la mayor parte de mi tiempo durmiendo, dibujando, o leyendo, ya que no había sido una persona amante de la tecnología incluso antes de venir aquí. En el búnker dibujaba con furia, como si pudiera mantener al mundo vivo si capturaba mis recuerdos de él.  —¿También estás adentro? —preguntó el muchac muchacho. ho. Asentí y le dije nuestro número de unidad. —¿Tú?  —Estoy en tres Shelley F. Austin, —añadió, como si hubiera preguntado.  —Robin Schiller. —No se me ocurría una forma buena de preguntar esto, así que solo dije—. ¿Has hablado con alguien u oído algo…?



 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

 —No. Este es el primer contacto qu quee he tenido con con alguien fuera de nuestra casa en casi un año.  Tenía el cabello castaño oscuro, ojos verdes, y un rostro delgado, con la palidez concentrada de alguien que no ha estado al aire libre en un tiempo. Probablemente yo mostraría la misma falta, si no tuviera la piel oscura de mi padre. De mi madre había heredado los ojos color avellana y mi interés en dibujar. Nunca había participado en actividades al aire libre, o deportivas, y tuve la suerte de que a mi padre no le importaban demasiado esas cosas. Antes, tenía la pequeña idea de que podría ser un médico como él, pero por la manera en que cambiaron las cosas, no pensaba mucho sobre el futuro. Incluso entonces, sospechaba que podría no tener un futuro.  —¿Cuánto tiempo has estado estado aquí? —le pregunté.  —Casi un año, desde que tenía catorce. Entonces era un año mayor que yo. Era sorprendente lo mucho que me gustaba saber que no era el único de mi edad aquí. Él podría entender lo solo que me sentía y lo imposible que parecía todo. Quería charlar más, pero ese día no había ninguna ni nguna posibilidad.  —Robin —me llamó mi madre—. Ven Ven conmigo. Tu padre quiere hablar contigo.  —¿Me llamarás de nuevo? —preguntó —preguntó Austin.  —Sí —le dije rápidamente. Me aprendí de memoria los colores encendidos en el terminal—. Muy pronto, te lo l o prometo. Mis padres me sentaron y explicaron que era probable que no volviéramos a la superficie. Si el mundo se encontraba en tan mal estado que la infraestructura había colapsado, no veían que pudiéramos regresar. Lo que significaba que tenía que adaptarme a la vida en miniatura que actualmente conocíamos. Hacía dos años habría protestado, pero había crecido un poco desde entonces. Comprendí las limitaciones y solo asentí. A la mañana siguiente, mientras mamá y papá aún dormían, usé el terminal para llamar Austin. No es que creyera que les importara, sino que quería algo solo mío. Dado que vivíamos en una sola habitación, se



 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

me había hecho más difícil recordar cuando tenía horas para mí solo, sin nadie que mirara mis dibujos sobre mi hombro. Él contestó a la primera llamada, su voz un susurro somnoliento.  —¿Robin?  —Me pediste…  —Lo sé. No por nada específico. Estoy cansado de hablar con mis padres. Mi madre está intentando fingir que esto se acabará pronto.  —Podría ser —le dij dije—, e—, pero probablemente no de la manera que ella espera. Dejé a oscuras la videollamada, ya que las luces e imágenes en movimiento despertarían a nuestros padres, mientras que susurrar no. Así que oí su suspiro con claridad conmovedora; imaginé que su miedo hacía eco del mío, pero no lo mencioné. No nos conocíamos lo suficiente para compartir esas cosas.  —¿Qué hacías antes? —Era una una pregunta abierta.  —Estaba en una escuela charter, estudiaba arte. Tengo catorce años —agregué, porque podría no haber sido capaz de adivinarlo con el vistazo rápido de ayer.  —Mis padres me llamaron a casa de la academia academia militar jus justo to antes de que me contaran del búnker.  —No sé nada de internados. internados. ¿Te gustó? Su vacilación me dijo que la respuesta era no. —Me acostumbré. En ese momento, mis padres se agitaron, así que susurré:  —¿Mañana?  —Sí. Por favor. f avor. —Fue el énfasis con que dijo “por favor” lo que me hizo decidirme a no perder un día. Sospeché que Austin Shelley se sentía solo como yo. Después de eso, los días cayeron en una rutina. Austin habría estado un año por delante de mí en la escuela, pero poco importaban



 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

esas cosas en estos días. Había querido ser arquitecto, aunque parecía poco probable ahora, y estaba fascinado con cómo funcionaban las cosas. Marcaba los días en mi diario, cada uno traía una nueva conversación con mi nuevo amigo.  Treinta y cuatro cuatro días despu después és de la primera vez que llamé a Austin Shelley, mi padre me sentó para conversar. Al principio, pensé que significaba que habían descubierto mi secreto y estaba a punto de recibir una reprimenda, pero en su lugar, mis padres querían discutir nuestras condiciones de vida actuales. Al parecer, pensaban que no era saludable que estuviéramos encerrados como animales en una exhibición.  —Hemos hablado de los riesgos ri esgos en detalle, —dijo mi padre—, y tu madre y yo estamos de acuerdo en que debemos conocer a las otras familias que están aquí abajo.  —Sí. Si estamos atrapados, también podríamos sacar el mejor provecho —añadió mi madre con una expresión decididamente alegre. Había visto esa mirada muchas veces, justo antes de que me ofreciera el menor de dos males, pero estaba cansado de nuestras cuatro paredes, sin importar lo caras que hubieran sido. Seguridad por el costo de nuevas experiencias sabía a rancio, a pan sin levadura. Así que más tarde ese día, mi padre abrió la puerta y salió al pasillo. Dentro de nuestro búnker era más fácil fingir, pero afuera todo era sombrío e institucional, construido rápidamente en respuesta al creciente malestar. Otras puertas se abrieron a nuestro alrededor, y en sus sonidos silenciosos oí una aceptación tácita de que esta era nuestra nueva realidad. Seis familias. Seis búnkers.

Cuatro de ellos tenían hijos, pero la mayoría eran jóvenes. Podría terminar cuidándolos para darles a sus padres un descanso, pero nunca serían mis amigos, no como Austin. Él se acercó a mí con una media sonrisa tímida, ya que se sentía extraño conocer a alguien con quien habías estado hablando en voz baja durante más de un mes. Sabía exactamente cómo se sentía. Esta fue posiblemente la peor fiesta de todos los tiempos, pues ya que todos teníamos las mismas raciones, no había nada que ofrecer, excepto nuestra compañía. Le ofrecí mi mano, y la sacudió con rostro solemne. Hasta donde sabían nuestros padres, éramos extraños, pero él había sido una tabla de salvación en días que eran tan iguales que parecían no tener fin. A



 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

veces tenía pensamientos oscuros, como, ¿la supervivencia vale la pena todo este precio?   La La mayoría de los días, la respuesta era sí, pero de vez en cuando era solo porque sabía que él estaba esperando saber de mí. Austin era por lo menos diez centímetros más alto que yo. Probablemente también lo hacían participar en deportes de equipo en la escuela militar. Le hice señas para que entrara a nuestra unidad, lejos de los niños que se perseguían por el pasillo. Eran cinco, sin contarnos a nosotros, lo que significaba que algunas familias tenían más de uno. No me podía imaginar cómo lidiaban con el espacio reducido. Probablemente sus madres les ponen en la máquina de ejercicio y les hacen usarla hasta que agotan toda su energía.  —Aquí estás —dijo, y luego sus pálidas pálidas mejillas se ruborizaron. Fingí creer que se refería a nuestro apartamento en lugar de reconocerlo como una versión pobre del por fin nos nos conocem conocemos  os .  —¿Se parece a tu casa? casa?  —Bastante.  —Este es eell libro de bosquejos del que te hablé. Casi no me qued quedan an páginas. Pero me gusta este… —Me aparté, consciente de que me estaba estudiando a mí, no al libro—. ¿Me veo... diferente de lo que esperabas? Algunas personas tenían problemas con que mi padre tuviera un tono de piel diferente al de mi madre. Esperaba fervientemente que no fuera ese el caso de Austin. Él sacudió la cabeza rápidamente, bajó la vista al suelo y luego volvió a posarla sobre mí.  —Es solo... extraño —logró decir finalmente. finalmente. Es tímido , supuse.

Por lo general yo también podía serlo, pero habíamos hablado tanto en las mañanas que se sentía como un viejo amigo. Así que tal vez si lo trataba de esa manera, él se relajaría, o eso esperaba. Para mí, él ofrecía el punto brillante en el inicio de cada día.  —Todo es extraño.

10 

 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

 —No dibujo gente —dijo entonces—. Pero tengo algunos diseños. Edificios. ¿Te gustaría verlos? —Una vez más se sonrojó. No podía entender por qué estaba tan incómodo conmigo, a menos que fuera el peso de saber las cosas privadas que nos habíamos susurrado el uno al otro sin esperar que se abrieran las puertas. Tal vez había jugado un papel sacerdotal en su mente, el de confesor, pero ahora que estaba de pie aquí, se sentía diferente. Seguí a Austin a la siguiente puerta para encontrar que su unidad era un reflejo exacto de la nuestra, todas las comodidades, cada función. Con cuidado, pasé las páginas de sus bocetos, hasta que toqué uno.  —Esto es increíble, nunca nunca he visto nada igual. ¿Dónde lo vist viste? e?  —Ese es uno que quería construir. Después de convertirme en arquitecto. Sus ojos verdes estaban llenos de desesperación y tristeza, porque ahora ese era un sueño imposible. Y no había nada que pudiera decir para regresar el mundo a su debido curso. Mis objetivos siempre habían sido menores, dibujar o pintar. Tal vez todavía podía hacer eso en una escala reducida, pero Austin no podía. Le habían robado todo lo que quería.  —Lo siento —le dije, pero no era suficiente. suficiente. Durante unos segundos, cubrí su mano con la mía. Había visto a mi padre hacerlo incontables veces con los pacientes, pero en mi caso se sintió... diferente. Una pequeña chispa me atravesó. Siempre había sabido que era extraño; no en el sentido en que prefería a los chicos por sobre las chicas, sino en el sentido de que no me importaba. La mayoría de las veces, prefería estar en compañía de una hermosa pintura, perdido en mis pensamientos. Pero en las dos ocasiones que sentí interés, fue por lo que sucedía en sus corazones y mentes, no los atavíos físicos. En mí pasado romántico ciertamente ligero, solo había pasado por par de enamoramientos y un beso. Bajó la barbilla para no mirarme.  —Probablemente es lo mejor, solo habría peleado con mi papá por ello.

11 

 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

Pero no retiró la mano; de hecho, la movió hasta que quedamos palma contra la palma. Nunca había sido tan consciente del calor de mi piel contra la de otra persona. El toque me dio una sensación de aleteos en el estómago y no sabía si debía entrelazar nuestros dedos, pero creo que él estaba esperando algún tipo de señal de mi parte que no recibió, porque unos pocos segundos más tarde se echó hacia atrás.  —¿No se llevan bien? Eso abrió la puerta a una avalancha de confidencias que me contó en su voz matutina, lo bastante bajo para crear un vínculo familiar. Habíamos estado hablando durante una hora cuando nuestras familias decidieron que debíamos volver al aislamiento, con promesas de repetir la reunión pronto. Me hubiera gustado quedarme con Austin, pero las cosas cambiarían muy pronto y de una manera que entonces no podría haber predicho. Si he aprendido algo desde aquellos días, es a no desear tanto un cambio en las circunstancias, ya que nunca sucede como te imaginas. Un mes más tarde, los padres Markowitz cayeron enfermos. La hija mayor llamó a nuestra unidad, sollozando, mientras le rogaba a mi padre que fuera a salvarlos. Él era el único médico en los búnkers; mi madre le imploró que no fuera. Entendí su cautela, pero también sabía por qué en última instancia rechazaría lo que le pedía mi madre.  —Tengo que intentarlo, Mel. Lo sabes. sabes.  —No vayas —le suplicó, como si supiera   —. Llama al administrador. administrador. Aparentemente, había un representante corporativo aquí para asegurarse de que nada saliera mal. Hacía controles periódicos, pero no socializaba con nosotros, no se comunicaba más de lo necesario. Probablemente tenía órdenes en ese sentido, ya que sería imposible dictar decretos impopulares si se apegaba demasiado. Antes de que mi padre pudiera responder, sonó el comunicador con un tono oficial.  —Lamento informarles que hubo un fallo en los sistemas de ventilación. Todas las unidades pueden haber estado expuestas a las toxinas externas. Naturalmente, se emitirá un reembolso completo.  —Un reembolso —repitió —repitió mi madre, entumecida—. entumecida—. ¿De qué nos va va a servir? Jeremy, no puedo verlos morir a ti y a Robby.

12 

 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

Me dolió porque no me había llamado así en mucho tiempo, no desde que era un niño pequeño. Mi padre tenía una expresión tensa y valiente en el rostro, pero vi el terror en sus ojos oscuros. Mi padre tranquilo e imperturbable cerró las manos en puños, mientras luchaba contra el impulso de descargar su rabia contra el mobiliario. Nunca había estado tan asustado en mi vida.  —Tengo que ver cómo está está la familia Markowitz —dijo en voz baja. baja.  —Jeremy…  —Para. Si ya hemos sido expuestos, entonces no importa. Lo sabes. Expuestos . Esa palabra tan pequeña contenía tanto horror y

vulnerabilidad. Mi madre se fue a la cama después de que se fuera mi padre; primero gritó hasta que quedó sin voz, luego tomó un par de pastillas que la ayudarían a dormir. Al recordar ahora puedo decir que era una mujer dulce, pero no era fuerte. Ese día, Austin me llamó por primera vez, mientras que nuestros padres estaban despiertos. El tiempo parecía demasiado precioso para los secretos ahora.  —Supongo que has oído —me dijo.  —Sí. Mi padre está haciendo haciendo rondas, tratando de ayud ayudar. ar.  —El mío está… —El corte de audio de entrada y salida, reveló la furia que su padre no se molestó en contener.  —Ven para acá, no deberías estar cerca de él cuando está tan molesto. —Podía escuchar fragmentos de la diatriba de que el Sr. Shelley demandaría a la compañía, pero era todo sonido y furia. Incluso el coronel sabía que no habría ningún recurso legal en el nuevo mundo que renacería de las cenizas del viejo. Eso era parte del por qué estaba tan enojado. Austin no les pidió permiso a sus padres; si todos moriríamos de todas formas, ¿qué importaba la obediencia? Se metió en nuestra unidad sin nada de escándalo. Aquí por lo l o menos estaba tranquilo.  —No quiero morir —susurró en nuestra nuestra voz matutina.

13 

 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

Se me formó un nudo en la garganta, compuesto a partes iguales de miedo y comprensión.  —Yo tampoco.  —No estoy listo. Quiero decir, siempre supe que podría llegar a esto, pero parte de mí le creía a mi viejo. Podía salir de cualquier cosa con dinero, incluso de esto. —Se le quebró la voz—. Resulta que no tanto.  —Traté de fingir que no estaba estaba sucediendo. Vivía een n mi cabeza. De alguna manera se metió entre mis brazos, o yo en los suyos, y nos sostuvimos con fuerza. Austin temblaba, o quizá era yo. Era tan duro saber que el aire que respiras podría ser lo que te mate. Austin olía exactamente como yo; usaba el mismo jabón y los artículos de higiene personal proporcionados por la compañía, pero a él le sentaban un poco mejor, se sentía más profundo y más rico, o podría haber sido la química de su piel. Si no hubiera sido por mi madre dormida tras nosotros, o por mi padre que podría volver en cualquier momento, podría haber hecho más que sostenerlo, si hubiera sido más valiente entonces. En verdad no lo era, y de todos modos se podría haber sentido como que estaba aprovechándome de él cuando obviamente estaba tan alterado. Austin no volvió a su unidad esa noche, durmió en mi cama, acurrucado contra mi espalda. Mi madre no se despertó. En la mañana me desperté con un brazo reconfortante sobre mi cintura; era la primera vez que había dormido toda la noche con otra persona. Me pregunté si Austin se arrepentiría de mostrarse necesitado y vulnerable, pero no parecía lamentarlo. Tampoco parecía tener prisa alguna por volver a la unidad de al lado. Cuando mi padre volvió lucía exhausto, con círculos oscuros alrededor de los ojos. Sus hombros caídos me decían que no había ido nada bien en el lugar de los Markowitz.  Todo mal? —supuse.

—¿

Los padres murieron por la noche.



Solté una palabra que no debía usar, y mi padre ni siquiera me reprendió. Eso fue rápido.



14 

 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

La hija mayor lo tiene y no hay nada que pueda hacer por ella, pero las dos más jóvenes parecen estar bien. El administrador recogió los cuerpos. —

Así que solo nos queda esperar a morir? —exigió saber Austin.

—¿

Mi padre negó con la cabeza. No lo sé, hijo. Las chicas estarán aquí dentro de poco, una vez que terminen de empacar. Espero que no te importe cuidar de ellas. Necesito dormir un poco. Tu madre está… —

No lo está manejando bien.



Pero sufría más que automedicación, siguió la enfermedad, así que se fue debilitando. Mi madre nunca volvió a decir mi nombre, nunca más me llamó Robby. Mientras estaba al borde de la muerte, contuve las lágrimas por pura fuerza de voluntad. Incluso la mano de Austin en mi hombro no me ayudó, aunque se sentía bien. Mi madre murió poco antes de medianoche. La hija mayor de los Markowitz también murió esa noche, o tal vez el administrador lo apresuró. Era un hombre de rostro frío y rápido con una aguja; decidí no volver a estar a solas con él. Pronto, teníamos a dos niñas huérfanas a nuestro cuidado, y Austin se quedó con nosotros hasta que su madre llegó por él, con una mirada diferente a cualquiera que haya visto. Sé que el coronel y tú han tenido sus diferencias, pero tienes que decir adiós. —

Él me lanzó una mirada de pánico y me puse de pie por reflejo. —¿Le importa si voy? La señora Shelley negó con la cabeza. —Está enfermo, ya sabes. Me encogí de hombros. Mi padre ha estado atendiendo a los enfermos. Ambas niñas



perdieron sus familias por la plaga. Si no me he contagiado hasta ahora, tal vez soy inmune.

15 

 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

No debí haber dicho eso. El padre de Austin falleció esa noche, y por la mañana, yo ardía de fiebre. Paso por alto esta parte de la historia porque no puedo recordar mucho al respecto. Algunas cosas son muy claras, incluso con el pasar de los años, pero esto no. Había espejos rotos en mi cabeza, sudor y dolor, una visión de la descorazonada descorazonada cara de mi padre y luminosos ojos verdes llenos de lágrimas. Me han dicho que estuve cerca de la muerte durante siete días, y en el séptimo, se me quitó la fiebre, me recuperé. En nuestra pequeña sección transversal de la población, soy el único que se recuperó. Algunos simplemente nunca se enfermaron. Para el momento en que la muerte se detuvo, nuestra pequeña comunidad había sido diezmada. De los veinticinco originales, solo quedamos seis. Austin, mi padre, su madre, las dos chicas Markowitz y yo. Después de oír algunos comentarios crípticos del administrador, lo hablamos y decidimos abandonar los búnkers. Al parecer había una vacuna, pero no había sido testeada y en algunos casos, estaba empeorando las cosas. En lugar de limitarse a morir, algunas personas estaban… cambiando. Sonaba alarmante y yo no quería que la empresa nos utilizara como sujetos de prueba para su medicina defectuosa o nos limpiaran como a un experimento fallido.  Teníamos que escapar, escondernos. Así que a la mañana siguiente, empacamos todo lo que podíamos llevar, que no era mucho. La caminata fue… desgarradora. Nunca me había dado cuenta de que había un mundo entero debajo de la ciudad, pero claramente así era. La gente vivía aquí abajo en madrigueras y túneles, gente pálida, con ojos brillantes y miradas sospechosas. La mayoría no nos veía con buenos ojos, éramos extraños, y nos apartaron. Pero después de un sinfín de vueltas, giros interminables a través de un mundo oscuro, encontramos un lugar que nos dio la bienvenida. Eran un asentamiento muy nuevo, que se hacía llamar refugio College, supongo que a causa de una parada de metro cercana. Y cuando se enteraron de que teníamos a un médico entre nosotros, retiraron las barricadas y nos dieron la bienvenida. En la superficie, la mayoría había sido gente sin hogar, drogadictos o alcohólicos, lo que la sociedad tiró. Aquí abajo, tenían el poder.

16 

 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

En un instante, todo cambia. Están evacuando la ciudad, —nos dijo uno de los colonos—. Aparentemente, allí arriba está inhabitable ahora mismo. —

Otra se encogió de hombros. —No habríamos calificado para la evacuación de todos modos. Están preseleccionando a aquellos que pueden contribuir a la sociedad. Un hombre de piel oscura con rastas dijo: —Aquí abajo, todos podemos contribuir; lo hacemos. Doctor, ¿te importaría echarle un vistazo a mi niña? Como siempre, mi padre dijo que sí, y los demás encontramos un trocito de tierra que podíamos llamar nuestro. Era oscuro, agobiante y olía un poco a humo y otras cosas menos agradables. Me sentí sentí seguro de que me acostumbraría a ello. La vida ya había cambiado demasiado. Austin entrelazó los dedos con los míos y me apartó de los demás. —Está mejor que los búnkers —dijo en voz baja, con un tono más esperanzado que seguro. Eso espero. Al menos no estamos a merced de la compañía. Deja que traten de encontrarnos aquí. —

Su expresión se volvió exultante, incluso desafiante. Puso una mano sobre mi hombro y me empujó contra la pared, y luego me besó con tal certeza y promesa. Al parecer ya estaba harto de esperar señales. Ya qué lo había sido para mí, casi desde el momento en que escuché su voz en la oscuridad, enredé la mano en su cabello. Antes de esto mis labios habían tocado otros, pero este   era el beso que apreciaría y recordaría, un beso para destruir todos los demás. Estaba sin aliento cuando se detuvo. No estaba seguro de si...  Tenía miedo. —

empezó, pero luego cambió dijo—:



No vuelvas a tenerlo, no conmigo.



Esa noche, los colonos originales decidieron que necesitábamos algunas reglas a seguir; cada uno de nosotros debía servir a un propósito. Austin estaba confiado esa noche, posiblemente a causa de nosotros, así que dijo:

17 

 

RRE E ANN AG UIRR

RAZO RLAND

Deberían dividir los trabajos como una tribu anticuada. Algunas Alg unas personas cazan, otros construyen. —

La mayoría de la gente se rio, pero el jefe preguntó: —¿Qué pasa con el resto? Se reproducen para mantener los números, obviamente. Pero no mucho. Queremos sobrevivir, no superpoblar. —

Para mi sorpresa los demás ratificaron su idea, y funcionó bien durante mucho tiempo. Mi padre duró allí diez años después; la señora Shelley murió poco después. Las chicas Markowitz tuvieron hijos e hijas. hi jas. ¿Y Austin? Fue un constructor, incluso aquí abajo. Oh, creó las cosas más maravillosas, le ayudé en eso. Austin Shelley fue además el amor de mi vida. Lo perdí hace dos años. Y ahora estoy tan cansado. Mi nombre es Robin Schiller, y he llegado al final de mi vida. En este recuento final, te encomiendo mi historia a ti, mi alumno. Eres el primer Guardián de la Palabra. En este mundo, las palabras importan, a veces son todo lo que tenemos. Así que te confío a ti las mías para que sean recordadas. Que así sea.

18 

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF