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ÁREA: LITERATURA GRIEGA
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1 4. HESÍODO ISBN 978-84-9822-769-7 Carlos VARIAS GARCÍA
[email protected] THESAURUS: épica didáctica; Teogonía; Trabajos y Días; mitología; cosmogonía; Época Arcaica; Oriente Antiguo; literatura sapiencial; oralidad; Prometeo. OTROS ARTÍCULOS RELACIONADOS CON EL TEMA EN LICEUS: 2. La poesía épica. 3. Los poemas homéricos: Ilíada, Odisea. Los Himnos Homéricos y la Batracomiomaquia. 5. La poesía lírica, yámbica y elegíaca. - La época arcaica (Área de Historia Antigua) - La mitología griega: introducción (Área de Cultura Clásica) - La creación del mundo y del hombre (Área de Cultura Clásica) RESUMEN O ESQUEMA DEL ARTÍCULO: Hesíodo, el primer poeta de Occidente que se introduce a sí mismo individualmente en su obra, hijo de un emigrante eolio, vivió en Beocia durante la segunda mitad del siglo VIII o principios del VII a. C. Fue autor de varios poemas, escritos todos en la lengua convencional de la épica y en su verso: el hexámetro dactílico, de los que se conservan dos completos y genuinos: Teogonía y Trabajos y Días. La Teogonía es un intento de cosmogonía, cosmología y teogonía juntos que narra el paso del Caos inicial al kósmos, el mundo en orden basado en la justicia y el bien, representado por Zeus. En Trabajos y Días, motivado por un pleito perdido con su hermano Perses, Hesíodo refleja la sociedad campesina de Beocia, víctima de la injusticia de los reyes, y promueve el cambio a un mundo regido por la justicia. Ambos poemas tienen grandes influencias de poemas orientales más antiguos (mesopotámicos, hititas y ugaríticos), pero también innovaciones propias del pensamiento religioso griego de Época Arcaica, como puede verse en el mito de Prometeo y de Pandora o en el mito de las Edades. En contraste con Homero, el poeta del mundo heroico, Hesíodo refleja los nuevos valores y los conflictos surgidos con el desarrollo de las poleis en la Época Arcaica griega, y su mentalidad es la de la clase burguesa que emerge entonces. La amplia difusión de los poemas de Hesíodo fue pareja a la de los poemas homéricos.
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ARTÍCULO 1. Datos biográficos
Poco sabemos con seguridad de la vida de Hesíodo, el primer poeta de Occidente que se introduce a sí mismo individualmente en su obra. En la Antigüedad aparece asociado a Homero ya desde Heródoto, quien afirma que ambos poetas son los creadores de los dioses para los griegos (Historia 2.53), y esta tendencia culminó en el célebre Certamen de Homero y Hesíodo, composición del siglo IV a. C. que trata de una fingida competición poética en la que Hesíodo, cantor de la paz, vence a Homero, cantor de la guerra. Los elementos comunes de ambos poetas: la métrica, el lenguaje épico y la tradición rapsódica, así como su proximidad cronológica explican esta obrita, por más que sus diferencias, como veremos, sean mucho mayores. Los escasos datos biográficos que tenemos proceden de las propias obras de Hesíodo. En Trabajos y Días 631-640 cuenta que su padre era natural de Cime, ciudad eolia en la costa de Asia Menor, en donde tenía un negocio de cabotaje; allí se arruinó y decidió emigrar a Beocia, estableciéndose "cerca del Helicón, en una mísera aldea, Ascra, mala en invierno, irresistible en verano y nunca buena" (vv. 639-640). En Ascra nacieron sus dos hijos, Hesíodo y Perses, a quienes dejó un pequeño patrimonio agrícola conseguido tras cultivar tierras comunales. La fecha del viaje del padre de Hesíodo, cuestión clave para la datación del poeta, sigue siendo controvertida, pero determinados datos históricos, como la actividad colonizadora de la Cime eolia, permiten suponer con verosimilitud que debió de tener lugar en torno a la mitad del siglo VIII a. C., lo que sitúa a nuestro poeta en la segunda mitad de dicho siglo, o hacia el final del mismo. Por otra parte, la elección de Ascra, un lugar tan inhóspito según la descripción de Hesíodo, como destino de la emigración de su padre es, en apariencia, sorprendente, pero hay que tener en cuenta que Ascra era un centro de culto importante en Época Arcaica, con festivales periódicos dedicados a las Musas del Helicón, lo que puede explicar el establecimiento, que resultó exitoso, del emigrante eolio. Al principio de Trabajos y Días, versos 27-41, Hesíodo menciona un pleito con su hermano Perses por el reparto de las tierras heredadas de su padre, pleito que perdió injustamente por la avaricia de los jueces, que fueron sobornados por Perses. Aunque se ha negado la realidad de este pleito, e incluso la existencia de Perses, la crítica moderna aduce argumentos convincentes para dar validez histórica a este hecho, cuya importancia radica, sobre todo, como testimonio del ambiente en el que vivió Hesíodo, además de ser el motivo que determina la composición de todo el poema. Un tercer dato biográfico de Hesíodo resulta esencial para entender su actividad poética. En el proemio de Teogonía, versos 22-35, Hesíodo relata su iniciación poética, mencionando su propio nombre: mientras apacentaba sus ovejas al pie del Helicón, se le aparecieron las Musas para enseñarle un bello canto, dándole una rama de laurel como cetro, símbolo de su futura
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Las traducciones de los textos de Hesíodo que se citan son de Aurelio Pérez Jiménez y Alfonso Martínez Díez (véase Bibliografía)
3 inspiración profética: "infundiéronme voz divina para celebrar el futuro y el pasado y me encargaron alabar con himnos la estirpe de los felices Sempiternos y cantarles siempre a ellas mismas al principio y al final" (vv. 31-34). Por primera vez en la literatura europea aparece el tema del pastor al que, en la soledad del campo, le viene la inspiración poética por una experiencia divina o sobrenatural. La experiencia que cuenta Hesíodo puede ser una vivencia completamente real, según ponen de manifiesto los estudios sobre creencias religiosas en la Época Arcaica griega. En todo caso, así lo creía Hesíodo, quien, según cuenta en Trabajos y Días 650-659, hizo a Eubea su único viaje por mar, para participar como aedo en los juegos fúnebres de Anfidamante, en donde -dice- "obtuve la victoria con un himno y me llevé un trípode de asas; lo dediqué a las Musas del Helicón, donde me iniciaron en el melodioso canto" (vv. 656-659). Este último dato biográfico de Hesíodo, que apenas ha sido discutido, es un indicio para averiguar la cronología del poeta, puesto que, si bien es cierto que no está clara la identificación y cronología del rey Anfidamante, la existencia de este tipo de juegos fúnebres a finales del siglo VIII a. C. está fuera de duda por las fuentes arqueológicas. Por tanto, como ya se ha dicho, Hesíodo debió de vivir entre la segunda mitad del siglo VIII y el primer tercio del siglo VII a. C., muy probablemente con posterioridad a Homero. 2. Obra Tres poemas se han conservado enteros bajo el nombre de Hesíodo, junto con una gran cantidad de fragmentos de otros once. Todos ellos están compuestos en la lengua convencional de la épica y en su verso: el hexámetro dactílico. De esta variada producción sólo pueden considerarse genuinos con seguridad los dos poemas principales: Teogonía y Trabajos y Días, mientras que el tercero completo, el Escudo de Heracles, se suele considerar espurio, aunque hay quienes, como Pérez Jiménez y Martínez Díez, siguiendo a Vara, opinan que sí es de Hesíodo. Muy dudosa es también la autenticidad de las obras fragmentadas, la más extensa de las cuales es el Catálogo de las mujeres. La obra más importante de Hesíodo es sin duda la Teogonía, cuya composición precedió a la de su otro gran poema, Trabajos y Días, según prueban los versos 11-23 de esta última obra, en los que modifica explícitamente la doctrina de una sola Eris de Teogonía 225 s., amén del relato de la iniciación poética de Hesíodo en el proemio de Teogonía (véase supra) y del contraste entre la narración del mito de Prometeo y Pandora en Teogonía y la de Trabajos y Días, centrada en la segunda parte de la historia. La Teogonía es una obra compleja, de contenido muy variado, con una gran influencia de diversos relatos míticos del Oriente Antiguo (aspecto que expondré en detalle en el apartado 4 de este tema), aparte de la propia tradición épica griega, sobre todo en cuanto a lengua y estilo (véase apartado 5). He aquí el esquema del poema, adaptado del que ofrecen Pérez Jiménez y Martínez Díez en su traducción del texto, con una breve descripción de su contenido: 1. Proemio (vv. 1-115): Hay en realidad dos proemios: el de las Musas en el Helicón (vv. 135) y el de las Musas en el Olimpo (vv. 36-115).
4 2. Cosmogonía (vv. 116-125): Existencia originaria del Caos, de Gea (la Tierra) y de Eros (el Amor) y nacimiento de los primeros seres (Érebo, Noche, Éter y Día). 3. Primera generación de dioses (vv. 126-210): Gea da a luz a Urano, a las Montañas y al Ponto (vv. 126-132); hijos de Gea y Urano: los Titanes, los Cíclopes y los Centímanos (vv. 133153); mito de la castración de Urano (vv. 154-182); hijos de la sangre y de los genitales de Urano: las Erinias, los Gigantes, las Ninfas Melias, Afrodita (vv. 183-210). 4. Segunda generación de dioses (vv. 211-239): Hijos de la Noche (vv. 211-225); hijos de Eris -hija de la Noche- (vv. 226-232); hijos del Ponto solo: Nereo, y del Ponto y Gea (vv. 233-239). 5. Tercera generación de dioses (vv. 240-885): 5.A. Nietos del Ponto (vv. 240-336): catálogo de las Nereidas (vv. 240-264), hijos de Taumante y Electra (vv. 265-269), estirpe de Ceto y Forcis (vv. 270-336). 5.B. Descendencia de los Titanes (vv. 337-616): hijos de Tetis y Océano (vv. 337-370); hijos de Tea e Hiperión (vv. 371-374); descendencia de Crío y Euribia (vv. 375-403); hijos de Febe y Ceos (vv. 404-410), seguido del himno a Hécate, nieta de ellos (vv. 411-452); hijos de Rea y Crono, con el nacimiento de Zeus (vv. 453-506); hijos de Jápeto y Clímene (vv. 507-534), seguido del mito de Prometeo (vv. 535-616). 5.C. Luchas de Zeus por el poder (vv. 617-885): Titanomaquia (vv. 617-725), seguido de la descripción del Tártaro (vv. 726-819); nacimiento de Tifón, hijo de Gea y del Tártaro (vv. 820835); Tifonomaquia (vv. 836-868); hijos de Tifón (vv. 869-880); proclamación de Zeus como rey de los dioses (vv. 881-885). 6. Cuarta generación de dioses: descendencia de Zeus (vv. 886-962): Hijos de Zeus con varias diosas, nacimiento de Atenea y de Hefesto, hijo sólo de Hera (vv. 886-929); nacimiento de Tritón, hijo de Anfítrite y de Posidón, e hijos de Ares y de Afrodita (vv. 930-937); otros hijos de Zeus (vv. 938-944); matrimonios de Hefesto, Dioniso y Heracles (vv. 945-955); descendencia de Helios (vv. 956-962). [7. Catálogo de los héroes (vv. 965-1018).] [8. Proemio al Catálogo de las mujeres (vv. 1019-1022).] La desigual estructura del poema, compuesto por una sucesión de catálogos y genealogías cuya conexión a veces no aparece clara, ha llevado a la mayoría de editores a considerar espurio éste o aquél pasaje debido a interpolaciones posteriores, que sin duda existieron, pero que no resulta fácil determinar en muchos casos. Con todo, hay un acuerdo mayoritario en que las dos partes finales: el catálogo de los héroes y el proemio al Catálogo de las mujeres, fueron introducidas posteriormente a modo de transición a esta última obra, que en algunos manuscritos sigue sin interrupción a la Teogonía. Así pues, la Teogonía debía de terminar en el verso 955, con el elogio de Heracles, o en todo caso en el 962. El resto del poema, descontando algunos pasajes problemáticos, se considera hoy auténtico. La Teogonía es un intento de cosmología, cosmogonía y teogonía juntas. A pesar de la multiplicidad de estirpes divinas que aparecen en él, se percibe un hilo conductor que es la tesis
5 del poema: el paso del cháos inicial al kósmos, el mundo en orden que representa Zeus, basado en la justicia y el bien, que han triunfado sobre la injusticia y el mal. Tras el proemio inicial, el relato comienza afirmando que lo primero en existir fue el Cháos (Caos), literalmente "bostezo", es decir, una profundidad abierta idéntica a la que figura en las cosmovisiones orientales, de donde sin duda procede. Luego existieron Gea y Eros, y a partir de ahí Hesíodo explica el nacimiento de los demás seres por medio de las genealogías, las pautas cronológicas que aparecen en la Época Arcaica griega y que tienen una marcada influencia oriental. Estas sucesiones de dioses explican el choque entre las fuerzas del mal y del bien, hasta el triunfo definitivo de Zeus, que, como protector de la díke: "justicia", establece el orden cósmico y ético a la vez. Hesíodo, por tanto, se muestra en este poema fundamentalmente optimista respecto a la evolución del universo, siendo el primer poeta griego en dar una explicación divina al orden del mundo, basada en el triunfo definitivo del bien. Para componer la Teogonía, Hesíodo ha utilizado sobre todo -pero no únicamente, como subraya Adrados- los mitos presentes en diversos poemas religiosos mesopotámicos, ugaríticos e hititas, que constituyen una tradición oriental que probablemente le llegó de modo indirecto, a través de los fenicios (quizá incluso de su padre, nacido en Eolia), pero que ya se había dado anteriormente en la cultura griega (véase Tema 3). Como en los mitos orientales, el aspecto cosmológico y el teogónico se confunden. Sin embargo, Hesíodo heleniza dichos mitos y va más allá que ellos en su concepción de la divinidad, como detallaré en el apartado 4, al comentar, en particular, el mito de Prometeo. Trabajos y Días es un poema distinto, pero complementario de Teogonía, pues frente al mundo divino en el que éste se sitúa, Trabajos y Días se traslada al mundo humano, tratando el tema del trabajo. Todo el poema tiene un fin didáctico y es el que muestra mejor la épica didáctica característica de la obra hesiódica. He aquí el esquema del poema, adaptado del que ofrecen Pérez Jiménez y Martínez Díez en su traducción del texto, con una breve descripción de su contenido: 1. Proemio (vv 1-10): Himno a las Musas de Pieria y elogio de Zeus, con anuncio de los consejos a Perses. 2. Introducción al tema de la justicia (vv 11-41): División de las dos Érides (vv 11-26) y advertencias a Perses (vv 27-41). 3. Mitos y fábula referidos a la justicia (vv 42-285): Mito de Prometeo y de Pandora (vv 42105); mito de las Edades (vv 106-201: Edad de Oro (vv 109-126), Edad de Plata (vv 127-142), Edad de Bronce (vv 143-155), Edad de los Héroes (vv 156-173) y Edad de Hierro (vv 174-201)); fábula del halcón y el ruiseñor (vv 202-212). Conclusión: invitación a Perses a ser justo, con elogio de la justicia, protegida por Zeus omnisciente (vv 213-285). 4. Introducción al tema del trabajo (vv 286-316): El camino de la maldad y el camino de la virtud, que es el del trabajo.
6 5. Consejos sobre el trabajo (vv 317-382): Consejos de conducta social (vv 317-367) y consejos de administración familiar (vv 368-382). 6. Calendario agrícola (vv 383-617): Introducción y preparativos iniciales (vv 383-413); trabajos de otoño (vv 414-492); trabajos de invierno (vv 493-563); trabajos de primavera (vv 564581); trabajos de verano (vv 582-617). 7. Calendario de la navegación (vv 618-694): Otoño sin navegación (vv 618-629); navegación de verano, con los dos pasajes biográficos ya citados (vv 630-677); navegación de primavera (vv 678-694). 8. Consejos generales (vv 695-764): Consejos de administración familiar (vv 695-705); consejos de conducta social y religiosa (vv 706-759); conclusión sobre la fama (vv 760-764). 9. Los Días (vv 765-828): Calendario sobre los días del mes faustos o infaustos para diversas actividades. Desde el punto de vista de su desarrollo, Trabajos y Días es una obra más coherente y más fácil de comprender que la Teogonía, si bien esta coherencia se produce por asociación de ideas y no de manera lógica, pues en varias ocasiones hay ruptura de la acción. Como en la Teogonía, diversos pasajes han sido considerados espurios por distintos editores, siendo el más largo el del final del poema, el de Los Días (vv 765-828), cuya autenticidad ha sido negada tradicionalmente, aunque la crítica más reciente (West, Pérez Jiménez) defiende su posible adscripción originaria al poema tras un análisis más detallado. El motivo que impulsa a Hesíodo a componer Trabajos y Días es un hecho tan aparentemente banal como el pleito que sostuvo con su hermano Perses, arriba mencionado (véase apartado 1). A partir de ahí, el poema se estructura sobre la base de dos antinomias importantes: 1ª/ lo particular (disputa con su hermano) frente a lo general (concepto de justicia); 2ª/ análisis y valoración pesimista del mundo frente a la fe en las normas del valor absoluto. La tesis de Trabajos y Días, que es incitar al cambio de la sociedad en la que vive el poeta a un mundo regido por la díke, es argumentada a lo largo del poema con estas dos antinomias, que se ejemplifican con diversas contraposiciones, como los dos tipos de Érides: la positiva, que conduce a las buenas acciones, y la negativa (vv 11-26), o el contraste entre la vida de Zeus, protector de la díke, y la vida dura del hombre, que parece no tener díke. Los dos pasajes más importantes del poema son los célebres mitos de Prometeo y Pandora (vv 42-105), con una narración algo distinta del relato de este mito en la Teogonía, y el mito de las Edades, que cuenta la degeneración de la especie humana desde sus orígenes y sirve para explicar la falta de díke entre los hombres. Ambos mitos, sobre todo el segundo, están grandemente inspirados en mitos orientales, que, como he avanzado antes, comentaré en detalle en el apartado 4. Así pues, en contraste con la Teogonía, Trabajos y Días resulta un poema más bien pesimista sobre la condición y naturaleza del hombre, caracterizado por su necedad e injusticia, y causante de su propia infelicidad y de las duras condiciones de su vida. Desde esta perspectiva, la
7 mayor parte del poema está dedicada a los consejos prácticos que Hesíodo da a su hermano para hacer más llevadera la vida, e incluso lograr riqueza, en los que demuestra un perfecto conocimiento del mundo campesino, a la vez que una ignorancia, veladamente confesa, en materia de navegación. Este conjunto de consejos agrícolas constituye el inicio de los tratados sobre agricultura, de larga tradición en la literatura europea. El tercer poema épico atribuido a Hesíodo que se ha conservado entero, el Escudo de Heracles, es una breve composición, de 480 versos, de dudosa autenticidad; para la mayoría de la crítica actual esta obra fue compuesta en el siglo VI a. C. imitando el estilo hesiódico. Es una narración floja y confusa del combate entre Heracles y Cicno, hijo de Ares que mataba a los peregrinos de Delfos, con el triunfo del primero, que representa el triunfo de la justicia. El pasaje más conocido del poema es la descripción detallada del escudo de Heracles (vv 141-317), de donde procede el título de la obra, y que tiene indudables ecos homéricos, pues se inspira en las descripciones que figuran en la Ilíada de los escudos de Aquiles (Il.18.478-607) y de Agamenón (Il.11.32-40). Entre las obras fragmentadas atribuidas a Hesíodo destaca el Catálogo de las mujeres, cuya autenticidad es discutida. En todo caso, aun si es posterior a Hesíodo, la obra recoge materiales más antiguos, de raigambre hesiódica. Conocido también con el nombre de Eeas (que es la transcripción de las dos palabras griegas con las que se inicia la mayoría de pasajes: e hoîai: "o como las (mujeres) que..."), este poema, como ya se ha dicho, figura en algunos manuscritos después de la Teogonía, del que se consideraba en la Antigüedad una continuación natural. Los filólogos alejandrinos lo dividieron en cinco libros, y debía de constar de más de 6.000 versos. Tuvo una gran difusión en la Antigüedad. Se conservan 245 fragmentos, casi todos con versos incompletos. De lo conservado se deduce que es una relación de historias de mujeres célebres, añadidas una tras otra sólo por la línea genealógica de sus protagonistas. Por último, veamos brevemente el resto de los poemas fragmentados atribuidos a Hesíodo. Las Grandes Eeas era un catálogo de mujeres similar al de las Eeas, razón por la que algunos han supuesto que en realidad eran una parte de esta obra. Diecisiete fragmentos conservados de esta obra nos aportan tres docenas de versos. De la Boda de Ceix tenemos seis fragmentos con pocos versos; su tema era la asistencia de Heracles a la boda de este rey de Traquis. La Melampodia era un poema de adivinos, del que tenemos diez fragmentos. Un fragmento con una treintena de versos incompletos nos ha llegado del Descenso de Pirítoo, que también puede ser de Teseo, al Hades, asunto del poema. Otro fragmento es de los Dáctilos ideos, catálogo de primeros inventores. Tres fragmentos con otros tantos versos nos han llegado de los Consejos de Quirón, que trataba de las enseñanzas de este célebre y sabio centauro. Los Grandes Trabajos es apenas un título con dos fragmentos. De la Astronomía hay seis fragmentos, y del Egimio, el tercero de los poemas épicos sobre Heracles asignados a Hesíodo, ocho. Una cuarentena de fragmentos de localización insegura completa el corpus Hesiodicum, que atestigua ciertamente una vasta corriente poética en la Época Arcaica inspirada en la épica didáctica de Hesíodo.
8 3. Contexto histórico de Hesíodo Si los poemas homéricos reflejan la sociedad del alto arcaísmo griego (finales del siglo IXsiglo VIII a. C.), pero evocando un mundo mucho más lejano del que vive el poeta, el mundo aristocrático de la sociedad micénica (veáse Tema 3), Hesíodo es el primer autor de la literatura griega en mostrar abiertamente su realidad contemporánea: la de la Época Arcaica griega, caracterizada por el desarrollo de la polis. Hesíodo es el primer poeta de Occidente en cantar sus propias inquietudes, como aparecen en Trabajos y Días. En este poema siempre sale a relucir su ambiente local: la Beocia de finales del siglo VIII o comienzos del VII a. C., un marco geográfico muy diferente del vivido por Homero, que es la costa Jonia del 800-700 a. C. Frente a Homero, Hesíodo no pretende cantar los kléa andrôn: "hazañas de los hombres", sino cantar la alétheia: "verdad". El ambiente que aparece en su obra no es el mundo caballeresco de los poemas homéricos, sino la Beocia agrícola y pobre, dominada por una aristocracia en declive, que el poeta ataca. A menudo sale su persona en sus obras para ejemplificar los sucesos de la vida del hombre. La segunda mitad del siglo VIII a. C. es una etapa decisiva en la historia de Grecia, pues en ella se consolida el sistema político de la pólis, que había surgido durante el alto arcaísmo, gracias en gran parte a la colonización griega del Mediterráneo occidental y del Mar Negro, cuya expansión comienza entonces. El crecimiento de la población y las distintas emigraciones hacen que la pólis como comunidad de ciudadanos independientes sustituya progresivamente a las antiguas estructuras sociales basadas en el linaje. Si la agricultura era la fuente principal de riqueza, si no la única, hasta el final del alto arcaísmo, en la Época Arcaica en muchas regiones de Grecia la artesanía y el comercio llegan a desplazar a la agricultura como base económica de las póleis, fundamentalmente debido a la actividad colonizadora: es el caso de Mileto y Focea en la costa jonia, de Calcis y Eretria en Eubea, de Corinto, de Mégara, poblaciones fundadoras de numerosas colonias en la península italiana y Sicilia, en el norte del mar Egeo y en el mar Negro, que disponían de pocas tierras cultivables. Consecuentemente, este desarrollo de las póleis griegas provoca multitud de conflictos sociales y políticos en su seno. Las antiguas monarquías absolutas de los reinos micénicos habían dado paso en el alto arcaísmo a monarquías más débiles (los basileîs), ya no sustentadas hereditariamente, a las que se enfrenta a menudo una poderosa aristocracia terrateniente, como queda reflejado en la Odisea (véase Tema 3). Pues bien, en la Época Arcaica aparece una nueva clase ligada a la producción artesanal: la burguesía comerciante, que se enfrenta a esa nobleza poseedora de grandes fundos y exige su participación en la vida política, dominada por los aristócratas. Las crecientes tensiones que origina esta situación en la mayoría de las póleis griegas desembocarán a menudo en el fenómeno de las "tiranías", que suelen apoyarse en el pueblo llano, y ello pese a la profusión de legislaciones que intentan resolver, de modo diverso, esta lucha de clases.
9 Hesíodo toma partido en este conflicto social por la nueva clase emergente, la burguesía, pero sin querer alterar el orden político establecido. El poeta se presenta como un pequeño propietario agrícola, víctima de la oligarquía latifundista, pero no es un revolucionario, puesto que es un pequeño terrateniente, no un desheredado. Por esta razón, el objetivo de Hesíodo es intentar convencer a los reyes de que actúen siempre con justicia para mantener su autoridad, que él no cuestiona, reprendiéndoles con dureza cuando no lo hacen así. Así, en el proemio de la Teogonía, al celebrar las Musas del Olimpo, dice de Calíope que "esta es la más importante de todas, pues ella asiste a los venerables reyes" (vv 79-80), ya que proporciona la «bella voz» (que es lo que significa su nombre) a los reyes que pronuncian rectas sentencias, según detalla a continuación el poeta: "Al que honran las hijas del poderoso Zeus, y le miran al nacer, de los reyes vástagos de Zeus, a éste le derraman sobre su lengua una dulce gota de miel y de su boca fluyen melifluas palabras. Todos fijan en él su mirada cuando interpreta las leyes divinas con rectas sentencias y él con firmes palabras en un momento resuelve sabiamente un pleito por grande que sea. Pues aquí radica el que los reyes sean sabios, en que hacen cumplir en el ágora los actos de reparación a favor de la gente agraviada fácilmente, con persuasivas y complacientes palabras. Y cuando se dirige al tribunal, como a un dios le propician con dulce respeto y él brilla en medio del vulgo" (vv 81-92). En efecto, Hesíodo dice expresamente que descienden "de Zeus, los reyes" (Teogonía 96) y por eso están sometidos a su vigilancia, garante de la justicia: "¡Oh reyes! Tened en cuenta también vosotros esta justicia; pues de cerca metidos entre los hombres, los Inmortales vigilan a cuantos con torcidos dictámenes se devoran entre sí, sin cuidarse de la venganza divina" (Trabajos y Días 248-251). Pero también nos dice que conoce a muchos reyes que se comportan injustamente, por su afán de riqueza, ante lo que se rebela sin ambages, y el mejor remedio que encuentra para cambiar ese comportamiento es el temor religioso, la amenaza de la Justicia, convertida en divinidad (Díke, hija de Zeus): "y siempre que alguien la ultraja... proclama a voces el propósito de los hombres injustos para que el pueblo pague la loca presunción de los reyes que, tramando mezquindades, desvían en mal sentido sus veredictos con retorcidos parlamentos. Teniendo presente esto, ¡reyes!, enderezad vuestros discursos, ¡devoradores de regalos!, y olvidaros de una vez por todas de torcidos dictámenes. El hombre que trama males para otro, trama su propio mal; y un plan malvado perjudica al que lo proyecto" (Trabajos y Días vv 258266). La cuestión social resulta, así, inseparable de la piedad religiosa en Hesíodo, quien ya en su primera admonición a Perses mencionaba el mal comportamiento de los reyes: "...lisonjeando descaradamente a los reyes devoradores de regalos que se las componen a su gusto para administrar este tipo de justicia. ¡Necios, no saben cuánto más valiosa es la mitad que el todo ni qué gran riqueza se esconde en la malva y el asfódelo!" (Trabajos y Días vv 38-41). No obstante el pesimismo subyacente en esta reiterada constatación del abuso de los gobernantes, Hesíodo, como se ha dicho, es partidario de los nuevos valores sociales que aporta la burguesía, en los que la lícita ganancia de dinero pasa a tener la preeminencia: "El trabajo no
10 es ninguna deshonra; la inactividad es una deshonra. Si trabajas pronto te tendrá envidia el indolente al hacerte rico. La valía y la estimación van unidas al dinero" (Trabajos y Días 311-313). Este pasaje revela un optimismo y una gran confianza en la nueva sociedad que está apareciendo, y que el poeta quiere que tenga como pilares fundamentales el trabajo y la justicia, y no la pertenencia a los linajes. Es esta mentalidad la que hace de Hesíodo un precursor de los géneros literarios que florecen en Grecia en la Época Arcaica: la poesía lírica, con el descubrimiento de la individualidad: el poeta aparece en su obra y canta su propia visión del mundo, y la filosofía de los presocráticos, con el deseo de hallar el orden existente en el universo. 4. Influencias orientales y originalidad en la obra de Hesíodo La gran mayoría de la bibliografía sobre Hesíodo versa sobre las relaciones que su obra tiene con un conjunto de mitos y relatos más antiguos, transmitidos en poemas y textos mesopotámicos, egipcios, hititas y ugaríticos. La influencia oriental en la cultura griega a lo largo de su historia es hoy aceptada sin reservas por los helenistas, con gradación de matices, y su presencia desde los inicios de la literatura griega, desde Homero, es innegable, pero es Hesíodo el autor griego que presenta un mayor número de coincidencias con motivos orientales. La investigación es compleja, y no puede saberse con exactitud el camino recorrido por cada uno de estos motivos. Quizá hay que pensar más bien en una serie de creencias que, a partir del II milenio a. C., se va extendiendo desde Mesopotamia al Egeo, con múltiples influencias en varias direcciones. Aquí repasaré los poemas más notables por sus paralelismos con Hesíodo, diferenciando dos esferas, como hace Burkert: el mito cosmogónico, presente en la Teogonía, y la literatura sapiencial, propia de Trabajos y Días, aunque ambas también se entrelazan en relatos como el de Prometeo. Respecto al mito cosmogónico, es bien conocida la relación con la Teogonía del Enuma elis, el gran poema babilonio de la creación, compuesto en honor y gloria del dios Marduk en la época babilónica media, en torno al 1100-1000 a. C., y conservado en sesenta fragmentos cuneiformes escritos en acadio. Este poema se recitaba anualmente en Babilonia en la fiesta del Año Nuevo. Su nombre procede de las dos palabras iniciales del poema: Enuma elis: "Cuando en lo Alto..."; a continuación, se describe el origen del universo a partir de dos principios entremezclados: Apsû, el océano dulce masculino, y Tiamat, el océano marítimo femenino. De ellos nacen varias parejas de dioses, que forman estructuras bipolares, como el 'Cielo' y la 'Tierra', del 'Cielo' (Anu) nace Ea, sabio dios que adormece y mata a Apsû y se instala en su morada, siendo destronado por su hijo Marduk. Éste es el creador del mundo físico y de la humanidad, y por eso merece la supremacía de los dioses. Se percibe claramente la semejanza de este esquema con el de la sucesión Urano-Crono-Zeus de la Teogonía, con las luchas de cada generación con el padre por sus iniquidades, hasta el triunfo final de Zeus y de Marduk, que instauran el orden en el universo. Pero se aprecian también diferencias importantes: en Hesíodo existe al principio el Caos, que no aparece en el poema babilonio; las primeras divinidades, Gea y Urano, se corresponden más bien con dos descendientes, Kisar y Anu, de la pareja originaria
11 babilonia; el Zeus hesiódico no se caracteriza únicamente por la fuerza, como Marduk, sino especialmente por la inteligencia y la justicia. Hesíodo, así pues, debió de modificar estos materiales para crear un relato acorde con el pensamiento religioso griego. El otro gran relato cosmogónico con indudables paralelismos con la Teogonía es de la mitología hitita: se trata del Mito del reino celeste, poema que forma parte del ciclo de Kumarbi, de tradición hurrita, pero recogido por los hititas; su composición se fecha entre 1400 y 1200 a. C. Este ciclo describe la lucha por el poder en los cielos entre varias divinidades. Kumarbi, el padre de los dioses hurritas, destrona a su padre Anu, el primero de los dioses, pero es a su vez destronado por Tesub, dios de la Tempestad. Desde entonces intenta recuperar el poder por todos los medios, engendrando diversas criaturas terribles, como un monstruo serpentino, Hedamnu, según se narra en el poema del mismo nombre, o un ser de diorita, sordo y ciego, que crece sin cesar, Ullikummi, mito relatado en la Canción de Ullikummi. De nuevo se percibe aquí la misma sucesión Anu-Kumarbi-Tesub que Urano-Crono-Zeus, con un paralelismo más estrecho en la narración que en el caso del Enuma Elis: tanto Anu como Urano son emasculados por sus hijos, Kumarbi y Crono, quienes, a su vez, tragan sendas piedras, y profieren amenazas a sus hijos, Tesub y Zeus. Hay, no obstante, ciertas diferencias, como las causas por las que Kumarbi y Crono tragan las piedras. Por otro lado, la historia del monstruo Tifón en Teogonía 820-880, que no encaja bien en la estructura del poema, pues está situada tras la Titanomaquia y la victoria de Zeus, puede deberse a su similitud con los relatos hititas de Hedamnu y Ullikummi. Parece muy probable que Hesíodo hubiera conocido el ciclo de Kumarbi hitito-hurrita antes de componer la Teogonía, y la vía por la que debió de llegarle este relato pudo ser la fenicia, a juzgar por las relaciones comerciales que se establecieron entre fenicios y griegos en los siglos XIX a. C., manifestadas también en la introducción del alfabeto fenicio en Grecia. Esta hipótesis parece corroborarla otra fuente que pudo inspirar a Hesíodo, procedente de un tercer ámbito: el ugarítico. Filón de Biblos, escritor del siglo II d. C., es autor de una Historia fenicia, de cuyo libro primero nos ha transmitido varios fragmentos Eusebio de Cesarea, en los que aparece una cosmogonía y una genealogía divina muy semejantes a la Teogonía. Filón afirma que su obra es una traducción al griego de un antiguo relato semítico de un tal Sankuniatón, escrito antes de la guerra de Troya, noticia que fue confirmada en el siglo pasado con el hallazgo de un texto épico ugarítico en Ras Shamra, la antigua Ugarit, con un contenido mítico muy similar al de Filón escrito entre 1400 y 1200 a. C. La literatura sapiencial está abundantemente atestiguada en las civilizaciones del Oriente Próximo en el III y II milenio a. C. Se trata de sentencias o historias breves, a veces en forma de fábula, con la que los padres pretenden enseñar a sus hijos, y están en la base, por tanto, de la épica didáctica de Hesíodo, especialmente en Trabajos y Días. En Egipto, los primeros aleccionamientos fueron escritos a partir de 2600 a. C., pero los que muestran más paralelos con el poema de Hesíodo son los Aleccionamientos de Amenemopé, del Imperio Nuevo, donde se lee, p. ej.: "El hombre es arcilla y paja; dios es su constructor. Él derrumba y construye cada día. Él
12 hace un millar de hombres pobres por su voluntad, y de un millar de hombres hace jefes..." (cap. 25), pasaje comparable al del principio de Trabajos y Días: "A él [Zeus] se debe que los mortales sean oscuros y célebres; y por voluntad del poderoso Zeus son famosos y desconocidos. Pues Zeus altitonante que habita encumbradas mansiones fácilmente confiere el poder, fácilmente hunde al poderoso, fácilmente rebaja al ilustre y engrandece al ignorado y fácilmente endereza al torcido y humilla al orgulloso" (vv 3-8). En Babilonia encontramos las Instrucciones de Shuruppak, obra sumeria conservada en su traducción acadia, y los Consejos de Sabiduría, que pueden datarse en la misma época que los Aleccionamientos de Amenemopé. Entre los textos hititas hay un poema hurrita que cuenta la historia familiar de Appu, similar a la del padre de Hesíodo. También en la Biblia hebrea hay abundante literatura sapiencial, destacando los conocidos Proverbios de Salomón, escritos en torno al 700 a. C., pero que recogen una tradición bastante anterior. Uno de estos Proverbios, de trasfondo misógino, dice que "la mujer perfecta es la corona del marido, pero la que le deshonra es como caries en sus huesos" (Proverbios 12, 4), que Hesíodo simplifica diciendo "pues nada mejor le depara la suerte al hombre que la buena esposa y, por el contrario, nada más terrible que la mala, siempre pegada a la mesa y que, por muy fuerte que sea su marido, le va requemando sin antorcha y le entrega a una vejez prematura" (Trabajos y Días 702-705). También en los poemas homéricos se atestiguan enseñanzas del mismo tipo. La novedad en Hesíodo es la persona a la que se dirigen los consejos: no es un hijo, sino un hermano. Otro paralelismo notable con Hesíodo en las literaturas orientales lo forman el calendario agrícola y el de los días buenos y malos, de carácter religioso. No parece que los calendarios del labrador del ámbito mesopotámico o palestino hayan influido en el de Hesíodo, que seguramente recogió lo que él conocía por experiencia del campo beocio. En cambio, el de los Días sí puede haberse inspirado en calendarios egipcios y babilonios del mismo tipo. Los dos mitos hesiódicos que más han sido estudiados en relación con precedentes orientales son el de Prometeo y Pandora y el de las Edades. De entre los múltiples aspectos abordados e interpretaciones dadas a estos relatos, resulta muy convincente un análisis reciente de Bernabé, quien los compara con el mito hitita del dios KAL. Este análisis, que aquí sintetizo, da un sentido acertado a la narración de los mitos hesiódicos. El mito hitita del dios KAL figura en un poema hurrohitita que se inserta dentro del ciclo de Kumarbi, cuyo contenido he expuesto antes. De los fragmentos conservados de este poema, se deduce que el dios KAL arrebata el poder en el cielo a Tesub tras vencerle en una batalla, y luego se muestra inactivo, dejando que los hombres estén en tal extraordinario estado de bienestar y riqueza sin trabajar que ya no se ocupan de los dioses. KAL no se preocupa ni de los hombres ni de los demás dioses, y éstos le recriminan su actitud y le amenazan con derrocarle, lo que finalmente acaece con la restitución de Tesub en el trono. El mito de KAL, junto con otros poemas hititas del ciclo de Kumarbi, revela la concepción religiosa de los hititas sobre la humanidad: los hombres se hallan sometidos a los dioses, deben honrarles y trabajar para ellos, ya que los dioses
13 no trabajan, pero los hombres no deben pasar hambre. Este es el orden del mundo, que el dios KAL ha transgredido: si los hombres no trabajan, los dioses tendrán que hacerlo para poder vivir, como, al parecer, era la situación primitiva. Era ésta una concepción extendida y muy antigua en el Próximo Oriente, pues ya aparece en el Atrahasis, poema épico acadio del siglo XVII a. C. que trata del mito babilonio del diluvio. El Atrahasis comienza "cuando los dioses eran todavía hombres" y tenían que trabajar para sobrevivir, hasta que deciden crear la humanidad para que trabaje por ellos. Al multiplicarse, los hombres suponen una molestia para los dioses, que deciden aniquilarlos, pero gracias a la ayuda de un dios, Enki, el héroe del poema, Atrahasis, cuyo nombre significa "superior en sabiduría", construye un arca en donde mete a los animales, salvando al género humano. Es indudable que Hesíodo tomó prestados estos relatos para su narración de los mitos de Prometeo y de las Edades, pero los adaptó al pensamiento religioso griego. El mito de Prometeo y de Pandora es un mito etiológico complejo que sirve para explicar tres aspectos esenciales de la humanidad: 1/ el sacrificio ritual de los griegos, en el que la grasa y los huesos de las víctimas son para los dioses, y la carne para los hombres; 2/ el origen del uso del fuego entre los hombres; 3/ el origen de la mujer, concebida por Hesíodo y los hombres de su época, como un mal para ellos. En la Teogonía, el mito comienza "cuando dioses y hombres mortales se separaron en Mecona" (vv 535 s.), aludiendo a una situación primitiva de comunidad entre ellos, como en los poemas orientales mencionados. Después se narra el famoso engaño de Prometeo a Zeus con la elección del sacrificio, aunque Hesíodo rectifica su relato, en un caso de flagrante contradicción, diciendo que Zeus finge ser engañado: de este modo salvaguarda la inteligencia de Zeus, a cambio de hacerle injusto en este hecho. El castigo de Zeus es no dar el fuego a los hombres, pero Prometeo se lo roba, provocando un segundo castigo de Zeus, ya irreparable: la creación de la hermosa mujer, que no tiene nombre, y que ella misma es un mal para los hombres. En Trabajos y Días, el mito de Prometeo aparece al principio del poema, para explicar, con algunas variantes respecto a la versión de la Teogonía, la mala situación de la humanidad. El culpable es Prometeo, que robó el fuego a Zeus. Aquí no se relata el engaño del sacrificio, que se da por sabido, y se pasa directamente al segundo castigo: el de la creación de la mujer, en una escena mucho más elaborada que en la Teogonía. La mujer recibe un nombre, Pandora, y todos los males del mundo los lleva metidos en una jarra tapada que le han dado los dioses y que, después que Epimeteo, sin hacer caso de la advertencia de su hermano Prometeo, se lleva a Pandora, ésta destapa. Como en otros mitos (en el Génesis, p. ej., con Eva), la mujer es castigada por su curiosidad, Epimeteo por su estupidez, y Prometeo por lo contrario, por querer emular a Zeus en sabiduría, queriendo ayudar más de la cuenta a los hombres. Inmediatamente, Hesíodo narra un segundo mito complementario del de Prometeo: el de las Edades, objeto de un análisis modélico de Vernant. Hesíodo parte, como en el anterior relato, de una situación originaria común para hombres y dioses: "sabiendo bien -y tú grábatelo en el corazón- cómo los dioses y los hombres mortales tuvieron un mismo origen" (vv 107-108). Esta
14 etapa primitiva es la Edad de Oro, en la que los dioses y los hombres viven felizmente sin tener que trabajar, y reina la justicia; la única diferencia entre ellos es la mortalidad. Es la época del reino de Crono. Pero a esta época pone fin Zeus, dando origen a la Edad de Plata, en donde reina la hýbris: "desmesura" entre los hombres, que sufren calamidades. Peor es la Edad de Bronce, la tercera, con hombres aún más soberbios y menos felices, a la que le sigue la Edad de los Héroes, edad de hombres más justos y felices, aunque no como la primera. Tras estas cuatro edades anteriores, que siguen un esquema simétrico binario de la evolución de la humanidad, viene la quinta Edad, la de Hierro, contemporánea de Hesíodo, y caracterizada por una mezcla de males y bienes, aunque el poeta prevé un futuro sombrío en donde reine sólo la hýbris y la justicia haya desaparecido por completo. Ambos mitos presentan el tránsito de una situación originaria de eterna felicidad de los hombres, que recuerda el Paraíso bíblico, a su situación actual de infelicidad, y en ambos relatos es Zeus quien pone fin al primer estado, ocultando deliberadamente el sustento a los hombres. Crono es la divinidad del período primitivo, un período anárquico, falto de orden, puesto que los hombres son como dioses, mientras que Zeus, que representa el advenimiento del orden, pone a los hombres en una situación intermedia, entre la felicidad sempiterna reservada a los dioses, y la extrema miseria. Se perciben con claridad las semejanzas de estos mitos con el hitita del dios KAL y con el Atrahasis: el dios KAL y Prometeo transgreden el orden del mundo al procurar a los hombres demasiado bienestar, intentando hacerles volver a su situación originaria de felicidad y despreocupación (descrita también en el Atrahasis), con su enfrentamiento con Tesub y Zeus, respectivamente, pero estos dos dioses, que castigan a KAL y a Prometeo por su osadía, logran mantener el orden. Atrahasis, como Prometeo, ayuda a los hombres frente a los dioses. Sin embargo, Hesíodo ha rehecho este motivo con una narración más compleja que la del mito hitita y la del Atrahasis, en la línea innovadora del pensamiento religioso griego de Época Arcaica. El conflicto del mito hitita es únicamente a causa del trabajo, pues los dioses dependen del trabajo humano para alimentarse. Esto no es así en el mito hesiódico, mucho más rico, ya que el engaño del sacrificio y el robo del fuego, que no figura en el relato hitita, por parte de Prometeo van contra el honor y la inteligencia de Zeus, pero no tiene que ver con su sustento. Además, en el mito hitita el dios supremo Tesub es destronado y debe restaurar el orden varias veces, una de ellas derrocando al dios KAL, que consigue durante un tiempo que los hombres se despreocupen de los dioses. En Hesíodo, en cambio, la autoridad de Zeus, una vez que logra el poder, es definitiva, y nunca es destronado; en ningún momento logra Prometeo que los hombres vuelvan al período primitivo de felicidad sin límites, ni él es por asomo una amenaza para Zeus. Una tercera e importante diferencia es el comportamiento ético de Prometeo, que se presenta como un filántropo, deseoso de ayudar a los hombres, ética ausente por completo en el dios KAL, que se despreocupa de todas sus funciones. La fe total en Zeus que muestra Hesíodo en sus poemas hace que el dios griego representante del orden cósmico no equivalga a ninguno de los correspondientes dioses
15 orientales: su poder es eterno, ya que descansa, más que en virtudes físicas, como la fuerza o el valor guerrero, en dos virtudes éticas, propias de la nueva sociedad emergente en la Época Arcaica, la sabiduría y la justicia. El Zeus de Trabajos y Días prefigura, entre otros, el Zeus del Agamenón de Esquilo, casi tres siglos posterior. Ésta es la gran innovación hesiódica y el gran salto adelante del pensamiento religioso griego, que se aleja definitivamente de sus precedentes orientales. 5. Lengua y estilo Tanto Teogonía como Trabajos y Días tienen idénticos modos de composición, de manera que son claros la lengua y el estilo empleados por Hesíodo en sus obras. Es la lengua convencional de la épica, con su verso característico: el hexámetro dactílico, la lengua literaria de los poemas homéricos, para cuyas características remito al Tema 2: "La poesía épica". No es esencial en este punto el debate sobre la anterioridad o no de la composición de los poemas homéricos respecto a los hesiódicos: hay una tradición común jónica de poesía hexamétrica de la que participan ambos poetas, como lo prueban los numerosos jonismos homéricos en la obra de Hesíodo (p. ej., los genitivos en -ew y -ewn de los temas en -a masculinos, o la no observancia de la digamma inicial). En cambio, dado el carácter de poesía oral que muestra la dicción formular de la épica presente en los poemas homéricos, como es opinión mayoritaria, el debate se centra sobre si también Hesíodo ha seguido el modo de composición oral en sus poemas o son éstos una producción exclusivamente escrita. Quizá, como apuntan West, Easterling o Adrados, el término "oralidad" resulte equívoco, en el sentido de que los poemas de Hesíodo pueden ser obras escritas que contengan fórmulas orales, y cuya difusión se haga sobre todo oralmente, con incorporación de nuevos elementos, como pasa con toda la literatura griega hasta bien entrado el siglo V a. C. En realidad, es la misma situación que se plantea respecto a Homero (véanse Temas 2 y 3). Pero el carácter oral de la poesía hesiódica recibe nuevos apoyos al haberse detectado, ya desde el siglo XIX, elementos griegos occidentales en la lengua de Hesíodo, rasgo que lo diferencia de la lengua empleada por Homero. En un detallado estudio, García Ramón ha analizado estos elementos, así como las diversas explicaciones que se han ofrecido para su presencia en el poeta beocio. El resultado de su análisis da la presencia segura de dos rasgos occidentales específicos: el numeral tevtora: "cuatro" y el infinitivo ajpodrevpen: "arrancar", de dos formaciones comunes al griego occidental y al beocio: el adverbio tei`de: "aquí" y la construcción eij gavr tiv" ke: "pues si alguien...", y de dos arcaísmos no homéricos que apuntan a los dialectos occidentales: la forma de 3ª persona de plural h\n: "existían, había" y el uso de ejn con acusativo en la fórmula eJhvn ejgkavtqeto nhduvn: "se la introdujo en su estómago". Los cuatro primeros rasgos aparecen en Trabajos y Días, mientras que los dos últimos figuran en Teogonía. García Ramón concluye con una atractiva hipótesis sobre la penetración de estos rasgos en la poesía de Hesíodo, tras comprobar que todos ellos aparecen en el dialecto focidio, más concretamente en
16 las inscripciones del oráculo de Delfos (es decir, en délfico). Habría una tradición délfica, de temática religiosa, por la que se introdujo el componente occidental en la lengua de Hesíodo, dada la vecindad geográfica entre Fócide y Beocia. Esta lengua poética délfica sería el testimonio de una épica "aquea" continental, formada en época postmicénica y distinta de la tradición homérica, aunque ambas tradiciones partirían de un origen común micénico. En consonancia con el lenguaje de la épica, el estilo de Hesíodo es arcaizante, con predominio de las frases sentenciosas, de la parataxis frente a la hipotaxis. El poeta hace un uso amplísimo de los epítetos, sobre todo de Zeus, la mayor parte de ellos ya utilizados por Homero, como nefelhgerevta: "amontonador de nubes", uJyibremevth": "altitonante", mhtiveta: "prudente", a[fqita mhvdea eijdwv": "conocedor de inmortales designios", etc., pero también crea alguno, como uJyinefhv": "que reina en las alturas"; igualmente, Hesíodo crea compuestos tan característicos como dwrofavgou": "devoradores de regalos", epíteto de los reyes. Los dos proemios iniciales de Teogonía, que son dos extensos himnos a las Musas en los que se ensalza a Zeus, a las que el poeta pide el don del canto, lo mismo que el de Trabajos y Días, son verdaderos proemios líricos típicos de los poetas de la Época Arcaica, y representan una innovación respecto a los breves proemios de los poemas homéricos. 6. Transmisión, ediciones modernas y pervivencia La amplia difusión en la Grecia arcaica y clásica de los poemas de Hesíodo parece haber corrido pareja a la de los poemas homéricos, a juzgar por el comentario de Heródoto y la composición del Certamen que he mencionado al principio de este tema, y ello explicaría las interpolaciones que sufrieron tanto Teogonía como Trabajos y Días. La propia existencia de los otros doce poemas que se le atribuyeron al poeta beocio demuestra, como ya he dicho, el gran eco que alcanzó este tipo de poesía didáctica, inspirada en él. La popularidad de las creencias transmitidas por Hesíodo disgustaba profundamente a filósofos racionales como Jenófanes, quien en el siglo VI a. C. reprochaba a Homero y Hesíodo el "haber atribuido a los dioses todas las cosas que, en los hombres, son objeto de oprobio y de vergüenza: robos, adulterios y engaños recíprocos" (fragmento 11), pero hay que observar que, en conjunto, los filósofos presocráticos, al igual que los poetas líricos, representan una evolución continuadora, y no una ruptura, del pensamiento de Hesíodo. Platón lo cita muchas veces, claro indicio de que en la Atenas de los siglos V y IV a. C. era un autor muy leído. Como en el caso de los poemas homéricos, las primeras ediciones críticas de los poemas de Hesíodo en la Antigüedad fueron hechas por los directores de la Biblioteca de Alejandría: Zenódoto de Éfeso (siglos IV-III a. C.) fue el primero en editar Teogonía expurgando la obra a su criterio; Apolonio de Rodas (siglo III a. C.) dedicó un estudio de tres libros a Hesíodo; Aristófanes de Bizancio (257-180 a. C.) fue el segundo editor de la Teogonía, y se mostró contrario a la opinión de Apolonio que defendía la autenticidad del Escudo; Aristarco de Samotracia (217-145 a. C.) atetizó el proemio de Trabajos y Días.
17 La influencia de Hesíodo en Roma a partir del siglo I a. C., gracias a la labor filológica de Dionisio Tracio o Dídimo, fue también grande: las Geórgicas de Virgilio están inspiradas en los Trabajos de Hesíodo, y Propercio, Tibulo y especialmente Ovidio con sus Metamorfosis tienen a Hesíodo como una de sus principales fuentes. Sin embargo, en época imperial romana, las obras de Hesíodo se vieron afectadas por los criterios de selección que sufrieron todos los autores de la Antigüedad, y sólo tres poemas, Teogonía, Trabajos y Días y el Escudo de Heracles, los únicos transmitidos en manuscritos medievales, fueron escogidos para ser copiados, mientras que de los otros poemas sólo nos han llegado fragmentos papiráceos. Se conservan 69 manuscritos de Teogonía y casi doscientos de Trabajos y Días, que atestiguan un modelo de transmisión abierta del texto hesiódico con frecuente disparidad de lecturas. Gran parte de estos manuscritos llevan asimismo numerosos escolios. Después de la editio princeps de Trabajos y Días (Milán, 1480), se han multiplicado las ediciones hasta el pasado siglo. En español no existe ninguna edición crítica de ningún poema completo de Hesíodo, aunque sí ha habido numerosas traducciones comentadas, de las que sólo aparecen seleccionadas tres en la bibliografía sucinta; para las demás, remito a los comentarios de Pérez Jiménez y Martínez Díez en la introducción a su traducción. De las ediciones modernas de Hesíodo cabe mencionar la editio maior de Rzach en la colección Teubner (Leipzig 1902, sólo con texto griego), la de Evelyn-White en la Loeb (London 1914, revisada en 1936, con texto griego y traducción al inglés), de Mazon en la Budé (Paris 1928, con texto griego y traducción al francés), de Colonna (Milán 1964, con texto griego y traducción al italiano) y de Solmsen y, para los fragmentos, de Merkelbach y West, toda en un solo volumen en la Oxford Classical Texts (Oxford 1970). Todas ellas son en gran parte superadas por las monumentales ediciones, con amplios comentarios, de West, citadas en la bibliografía sucinta.
18 Bibliografía sucinta 1. Traducciones al español de las obras de Hesíodo con estudio introductorio: - HESÍODO, Obras y fragmentos. Introducción, traducción y notas de Aurelio Pérez Jiménez y Alfonso Martínez Díez, Madrid: Gredos, 1978. - HESÍODO, Teogonía, Trabajos y días, Escudo, Certamen. Introducción, traducción y notas de Adelaida y Mª Ángeles Martínez Sánchez, Madrid: Alianza Editorial, 1986. - HESÍODO, Poemas hesiódicos. Introducción, traducción y notas de Mª Antonia Corbera Lloveras, Madrid: Akal, 1990. 2. Estudios: - ADRADOS, F.R., "Las fuentes de Hesíodo y la composición de sus poemas", Emerita 54 (1986), 143. - ADRADOS, F.R., "Hesíodo" en J. López (ed.), Historia de la literatura griega, Madrid 1988, pp. 6686. - BERNABÉ, A., "Ventajas e inconvenientes de la anarquía. El mito hitita del dios Kal y sus paralelos en Hesíodo", Isimu 7 (2004), pp. 63-76. - BURKERT, W., The Orientalizing Revolution. Near Eastern Influence on Greek Culture in the Early Archaic Age, Cambridge, Mass., 1992 (original alemán de 1984). - BURKERT, W., De Homero a los Magos. La tradición oriental en la cultura griega, Barcelona 2002. - CASANOVA, A., La famiglia di Pandora. Analisi filologica dei miti di Pandora e Prometeo nella tradizione esiodea, Firenze 1979. - DEL OLMO, G. (ed.), Mitología y Religión del Oriente Antiguo, 3 vols., Sabadell 1993-1998. - DETIENNE, M., Los maestros de verdad en Grecia arcaica, Madrid 2004. - GARCÍA GUAL, C., Prometeo: mito y tragedia, Madrid 1979. - FERNÁNDEZ DELGADO, J. A., Los oráculos y Hesíodo, Cáceres 1986. - FRÄNKEL, H., Poesía y Filosofía en la Grecia Arcaica, Madrid 1993. - GARCÍA RAMÓN, J. L., "En torno a los elementos dialectales en Hesíodo. I: el elemento occidental", CFC 11 (1976), pp. 523-543. - HUNTER, R. (ed.), The Hesiodic Catalogue of Women, Cambridge 2005.
- JANKO, R., Homer, Hesiod and the Hymns, Cambridge 1982. - MARCO PÉREZ, A., La hospitalidad en la poesía griega arcaica, Murcia 2003. - MARTÍNEZ NIETO, R., La aurora del pensamiento griego, Madrid 2000. - LESKY, A., "Hesíodo", en Historia de la literatura griega, Madrid 1969, pp. 114-130. - PENGLASE, C., Greek Myths and Mesopotamia. Parallels and Influence in the Homeric Hymns and Hesiod, London-New York 1994. - PUCCI, P., Hesiod and the language of poetry, Baltimore and London 1977. - VERNANT, J.-P., Mito y pensamiento en la Grecia antigua, Barcelona 1973. - WEST, M. L., Hesiod. Theogony. Edited with Prolegomena and Commentary, Oxford 1966. - WEST, M. L., Hesiod. Works and Days. Edited with Prolegomena and Commentary, Oxford 1978.
19 - WEST, M. L., The East Face of Helikon, Oxford 1997.