02 La Oración

January 10, 2018 | Author: Franagraz | Category: Predicate (Grammar), Sentence (Linguistics), Verb, Subject (Grammar), Syntax
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BIBLIOTECA DE RECURSOS ELECTRÓNICOS DE HUMANIDADES E-excellence – Liceus.com

LA ORACIÓN: CONCEPTO. ESTRUCTURA, CONSTITUYENTES Y NIVELES. TIPOS

ISBN: 84-96359-93-X

Mª ESPERANZA TORREGO SALCEDO ([email protected])

JESÚS DE LA VILLA POLO ([email protected])

THESAURUS Oración, constituyente, predicado, complemento, adjunto, disjunto, funciones, acto de habla, mensaje, discurso.

RESUMEN La oración es la codificación sintáctica de un acto de habla por medio de una estructura predicativa (§1). Se estructura en niveles con características sintácticas propias y que corresponden a diferentes tipos de información (§ 2). El nivel mínimo es la predicación nuclear; el siguiente la predicación expandida; juntos configuran el nivel representativo, en el que se expresa la descripción del evento o situación a que hace referencia el mensaje. Además, la oración puede contener información referente a los participantes en el acto de habla o a la propia forma del mensaje; estos contenidos constituyen el nivel presentativo o interactivo de la oración. Los constituyentes de la oración son el predicado y los elementos que dependen de él, sean éstos, bien obligatorios o argumentos, bien libres o satélites (adjuntos y disjuntos); dichos elementos se analizan en términos sintácticos, semánticos y pragmáticos (§ 3). Los constituyentes de la oración diferentes del predicado pueden ser sintagmas nominales, adverbios y estructuras predicativas subordinadas. Las oraciones tienen diferentes funciones comunicativas (asertiva, impresiva, interrogativa y expresiva (§ 4)) y pueden combinarse en estructuras mayores para configurar un discurso (§ 5).

1. La oración. Concepto Han sido numerosas las propuestas de definición de oración a lo largo de la historia. Todas ellas comparten la concepción de la oración como el resultado de la asociación de un determinado tipo de contenido con una forma sintáctica específica. En la formulación más sencilla posible puede definirse la oración como la estructura predicativa –combinación de un predicado con los complementos adjuntos y disjuntos asociados a él– capaz de constituir un mensaje completo o enunciado. Desde el punto de vista del contenido, un mensaje es la unidad lingüística mínima de comunicación que un hablante o emisor dirige a un interlocutor. Todos los mensajes tienen una finalidad, por ejemplo, la de informar (las aserciones), o la de provocar un comportamiento (las órdenes). Desde el punto de vista comunicativo un mensaje es completo y autónomo, es decir, no necesita de otros elementos lingüísticos para poder emitirse. Todas las oraciones son mensajes, pero no todos los mensajes son oraciones; es preciso que a su capacidad comunicativa se asocie una determinada estructura sintáctica predicativa. En este sentido los ejemplos de (1) son mensajes que constituyen oraciones; los ejemplos de (2) son mensajes no oracionales pues carecen de la estructura sintáctica predicativa que requiere una oración: (1a) En la calle, los niños jugaban con un balón el día de aquel infausto evento. (1b) Quin taces? (“por qué no te callas”, Plaut. Merc. 494) (1c) mene incepto desistere uictam! (“¡¿desistir yo, vencida, de mi empeño?!”, Verg. Aen. 1,37) (2a) ¿Eh? (2b) ¡Ay! (2c) ¡Hola! Desde un punto de vista gramatical, una estructura predicativa está compuesta por un predicado (generalmente un verbo o forma verbal, aunque no exclusivamente) y aquellos elementos que dependen de él bien como elementos necesarios o argumentos, bien como elementos opcionales o satélites (adjuntos y disjuntos). Esta estructura predicativa describe un evento y la forma en que el emisor desea que esta descripción sea recibida por el receptor. De forma paralela a lo que sucede con los mensajes, toda oración tiene una estructura predicativa, pero no todas las estructuras predicativas son oraciones; precisan para ello ser un mensaje completo. De acuerdo con este criterio, son una

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oración los ejemplos de (1) y no lo serán los de (3) porque no constituyen mensajes completos: (3a) dum haec Romae geruntur (“mientras estas cosas suceden en Roma”, Sall. Cat. 32,3) (3b) Caesare interfecto (“muerto César”, Cic. Phil. 2,28) A diferencia de los de (1), las frases de (3) contienen una expresión en torno a un predicado verbal, pero carecen de función comunicativa propia y, por consiguiente, de autonomía sintáctica y comunicativa. La forma que presentan, por otro lado, en el caso de (3a) de subordinada introducida por una conjunción, y en el de (3b) con el predicado en participio en caso ablativo (Tema 15), no corresponde a la que adoptan en latín las oraciones completas. En conclusión, sólo una estructura predicativa que constituya un mensaje completo puede recibir la etiqueta de oración. 2. La estructura de la oración Como hemos dicho, sintácticamente, la oración es una forma de estructura predicativa. Comparte, por tanto, estructura con otras unidades que no son oraciones, como son las frases subordinadas, por ejemplo. El análisis de las estructuras predicativas será válido, por tanto, para todas las unidades lingüísticas de tipo oracional, sean éstas independientes o no. De ahora en delante denominaremos esta estructura como "estructura oracional". La estructura oracional se configura como una estructura jerarquizada formada por diversos niveles sintáctico-semánticos (García Velasco 2003: 135-176, Bolkestein 1993). La forma mínima que ha de adoptar la estructura oracional requiere la combinación de un predicado y sus elementos obligatorios. Esta estructura puede expandirse con la adición de elementos no necesarios de diverso tipo. En (4) se ofrece un ejemplo en castellano que ilustra la oración en sus máximas posibilidades estructurales de expansión: (4) Por si lo quieres saber, sorprendentemente Juan ayudó ayer a Pedro a sacar el agua. En una oración como la que ilustra (4) se encuentra información de dos tipos: por una lado, la que aparece representada en la oración principal, que hace referencia a una situación en la que un hombre, Juan, ayudó a otro en una tarea. El núcleo de esta información está constituido por el predicado "ayudó" y los argumentos o complementos necesarios que son en este caso el Sujeto "Juan” y el receptor de la

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ayuda "Pedro". Como información adicional y complementaria (adjunto) se nos informa de la finalidad o destino de la ayuda "a sacar agua". Por otro lado, la oración de (4) contiene información relativa a las relaciones de los participantes en la conversación (por si lo quieres saber) y a la actitud del emisor de la frase sobre lo que está contando (sorprendentemente). Este tipo de constituyentes se denominan disjuntos. El primer tipo de información pertenece al nivel representativo de la oración y el segundo al nivel presentativo o interactivo. Un esquema muy simplificado de la estructura oracional es el que se ofrece en el siguiente gráfico (Pinkster 1995: 5):

(5)

Oración

Disjuntos (nivel presentativo)

Adjuntos (nivel representativo no necesario)

Predicado

Argumentos (nivel representativo necesario)

Analizamos a continuación los componentes de cada uno de los niveles. 2.1. Nivel representativo de la estructura oracional La información del nivel representativo de la oración está formada, en primer lugar, por la estructura sintáctica mínima, formada por el predicado y sus elementos obligatorios. A esta unidad sintáctica la llamaremos “predicación nuclear”. Los ejemplos de (6)-(8) contienen oraciones de este tipo: (6) bellum multiplex fuit (7) cui dono nouum libellum? (8) pluit. Las estructuras mínimas de (6)-(8) se pueden expandir con distintos tipos de elementos no obligatorios, que aportan informaciones adicionales sobre otros participantes o sobre las circunstancias en las que se desenvuelve la situación. El nombre que asignaremos a esta estructura es el de “predicación

expandida”; los

elementos que se integran en este nivel corresponden a lo que Pinkster (1995) denomina adjuntos y la gramática tradicional "complementos circunstanciales". En (6’)(8’) se ofrecen algunos ejemplos:

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(6’) bellum multiplex fuit eodem tempore ad Veios et ad Capenam et ad Falerios, et in Volscis ... (“la guerra fue múltiple al mismo tiempo en Veyos, en Capena en Falerios y en la zona de los Volscos”, Liv. 5,10,2) (7’) cui dono nouum libellum, arida pumice expolitum? (“¿A quién le regalo mi nuevo librito, pulido con áspera pómez?”, Catull. 1,1-2) (8’) pluit in terris (“llueve en las tierras”, Verg. Aen. 10,807) En (6’) la estructura mínima obligatoria con el verbo copulativo esse, que contiene un Sujeto (bellum) y un predicado (multiplex) se expande mediante una información temporal (eodem tempore) y una espacial locativa (ad Veios, ad Capenam etc.). En (7’), la estructura mínima con el verbo donare requiere tres elementos, un Sujeto, un Objeto y un Receptor o Beneficiario, y aparece expandida mediante un adjunto que es un complemento predicativo ligado por concordancia a uno de sus miembros, el Objeto. En (8’) la estructura mínima requerida por el verbo no contiene ningún otro elemento y la expandida incluye un adjunto de carácter locativo. 2.2. Nivel presentativo o interactivo Además de la información sobre el asunto del que se habla, tan completa como el hablante decida, dentro de las posibilidades que el predicado le ofrece, la estructura oracional puede contener otros elementos que no informan sobre el asunto representado en la oración, sino sobre otros aspectos de la comunicación. Estos elementos, que son también opcionales, son los que Pinkster (1995) denomina disjuntos. La gramática tradicional no los clasifica de forma específica. Los elementos de este nivel de la oración hacen referencia a aspectos variados de la comunicación; algunos justifican el propio acto de habla, otros avalan la verdad de la predicación, otros muestran la actitud u opinión del hablante sobre la predicación, otros se refieren a la forma de presentación del enunciado. Estos tipos de información pueden darse simultáneamente, como se ve en (4). En los ejemplos que siguen se muestran algunos tipos de disjuntos: (9) Quinctia formosa est multis (“Quincia es hermosa para muchos”, Catull. 86,1) (10) sita Anticyra est in Locride laeua parte sinum Corinthiacum intranti (“Anticira está situada en la Lócride, en la parte izquierda para el que entra en el golfo de Corinto”, Liv. 26,26,2)

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(11) ut uero iam ad illa summa ueniamus, quae uis alia potuit homines congregare? (“para llegar ya a lo importante, ¿qué otra fuerza pudo congregar a los hombres?, Cic. de orat. 1,33) (12) ut uerum tibi

dicam, pater, ea res me male habet (“para decirte la

verdad, padre, este asunto me pone malo”, Plaut. Asin. 843) (13) male reprehenderunt (“hicieron mal en desaprobarlo”, Cic. Tusc. 3,34) Los dativos de (9) y (10), multis y sinum intranti (llamados de “punto de vista” o iudicantis en Ernout-Thomas 1953: 72), aportan una información necesaria para conocer el valor de verdad sobre la belleza de Quincia, en (9), y la posición de Antícira, en (10); el punto de vista que expresan avala la verdad de la proposición; por tanto, no se sitúan en el nivel representativo de la oración, a diferencia de los dativos complemento indirecto o Receptor, que sí lo son. El caso de (11) contiene una subordinada final que no informa de la finalidad de la oración principal, sino sobre la organización de la información representativa que la sigue. En (12) la final establece un punto de contacto entre el hablante y el destinatario y justifica el propio acto de hablar (“para decirte la verdad, (te diré que)”). Por último en (13) el adverbio expresa la opinión del hablante sobre el contenido de la predicación siguiente, no el modo en que tiene lugar reprehenderunt. 3. Constituyentes de la oración 3.1. El predicado Como se ha mencionado arriba, las oraciones, en tanto que estructuras predicativas, se componen de un predicado, que constituye su núcleo básico, y de una serie de elementos dependientes de él como complementos, adjuntos o disjuntos. El predicado es usualmente una forma personal cuando la estructura predicativa es una oración independiente o una frase subordinada. En otras predicaciones dependientes menores que la oración, el predicado también puede ser un nombre, un adjetivo o un adverbio, como se ve en frases como las de (14)-(16): (14) aduentu Caesaris (“a la llegada de César”) (15) defectione sociorum anxius (“preocupado por la defección de los aliados”, Liv. 7,25,7) (16) ubi terrarum (“en qué tierra” (lit. “dónde de las tierras”), Cic. Att. 11,1,1) Las relaciones semánticas y estructurales que se establecen entre aduentus (“llegada”) y Caesar (“César") son exactamente las mismas que se dan entre la forma

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del verbo aduenire (“llegar”) y Caesar (“César”) en una frase como (14'). Lo mismo sucede en las oraciones de (15'). (14') Caesar aduenit (“llega César”) (15') angebant … uirum Sicilia Sardiniaque amissae (“preocupaba al hombre la pérdida de Sicilia y Cerceña”, Liv.21,5,1) Por consiguiente, el sustantivo, adjetivo y adverbio de (14)-(16) son predicados de una estructura predicativa exactamente igual que los verbos en forma personal de (14')-(15’). La diferencia entre unos ejemplos y otros es que los primeros son predicaciones, pero no oraciones, por no constituir mensajes completos, mientras que los segundos son predicaciones que también constituyen oraciones. El predicado es el elemento central de la oración y determina las características básicas de los constituyentes obligatorios que deben acompañarle. Algunos estudios sobre la relación entre los rasgos léxicos de los predicados y sus complementos obligatorios en griego y en latín pueden encontrarse en Baños et al. (2003). En las formas más complejas de estructura oracional, es decir, en las oraciones independientes y en algunas subordinadas, el predicado pertenece a la clase de palabras de los verbos. En este caso el predicado es el portador de cierto tipo de información de importancia semántica y sintáctica, que expresa mediante las categorías morfosintácticas verbales. Junto a las categorías de Tiempo y Aspecto (Tema 13) y Modo (Tema 14), que tienen un carácter deíctico, es decir, que sitúan el evento en determinadas coordenadas temporales y de realidad, tienen una especial relevancia sintáctica las categorías de Número y Persona (Tema 12), que determinan la concordancia del verbo con el Sujeto, y la de voz (Tema 12). A las oraciones que tienen como predicado un verbo –y que son denominadas por ello "de predicado verbal"– las gramáticas tradicionales suelen contraponer otro tipo de oraciones llamadas "de predicado nominal" u "oraciones copulativas". Este tipo de estructura oracional presenta como constituyentes fundamentales un Sujeto y otro nombre o adjetivo que concierta con él y que recibe el nombre de Atributo o predicado nominal. Es frecuente también que aparezca una forma verbal de un tipo de verbos denominados "copulativos", cuyo representante más típico es el verbo esse "ser". Los ejemplos (9) y (10), mencionados más arriba, contienen frases de este tipo. Muchos gramáticos han considerado que en las oraciones copulativas el verdadero predicado es el Atributo, mientras que el verbo copulativo sería un simple soporte de las categorías verbales de tiempo, modo, etc., vacío de contenido semántico. Por el contrario, otros muchos lingüistas defienden que los verbos

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copulativos se comportan como el resto de los verbos, es decir, como verdaderos predicados. Según esta concepción el Atributo no sería más que uno de los argumentos dependientes del predicado. Una variante de este tipo de oraciones es la llamada "oración nominal pura" en la que no aparece la cópula. Este tipo de frases se utiliza en contextos muy expresivos, como refranes, sentencias etc.: omnia praeclara, rara “todo lo excepcional, es raro”. Compárese con el castellano perro ladrador, poco mordedor. 3.2. Los demás constituyentes El contenido de una oración como (1a), que repetimos, podría también formularse como aparece en (17): (1a) En la calle, los niños jugaban con un balón el día de aquel infausto evento. (17) Allí, los niños jugaban con un balón cuando apareció la vaquilla. Nótese que (17) encaja en la definición que hemos dado de oración igual que (1a): la única diferencia es que varios de sus constituyentes tienen forma distinta de la de un sintagma nominal ("allí", "cuando apareció la vaquilla"). De esto puede deducirse que la forma que presentan los diversos constituyentes de la estructura oracional, diferentes del predicado, no es la propiedad que condiciona su función. Así pues, tanto los nombres, como los sintagmas preposicionales, adverbios y frases subordinadas pueden desempeñar el mismo tipo de funciones en la oración y deben tratarse, en cuanto constituyentes de la oración, de la misma manera. Todos los constituyentes que aparecen en una oración asociados a un predicado, es decir, los argumentos, los adjuntos y los disjuntos, pueden analizarse desde tres puntos de vista: sintáctico, semántico y pragmático. El punto de vista sintáctico especifica el número de elementos necesarios y su posición estructural; el nivel semántico analiza la relación semántica que se establece entre el elemento y su predicado (esta es su “función semántica”, también conocida como "papel semántico" o "caso semántico"); finalmente, el aspecto pragmático analiza su relevancia informativa. En esta sintaxis no se trata sistemáticamente el nivel pragmático, pero se menciona al menos en aquellos lugares donde es este nivel el responsable de la forma final que adquiere la oración. Esto sucede, por ejemplo, con la voz pasiva (Tema 12) y en el orden de palabras (Tema 22).

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3.2.1. Constituyentes obligatorios Los constituyentes obligatorios de una oración o argumentos están determinados específicamente por el predicado en tres aspectos: en su número, en su configuración léxica y en el tipo de relación (semántica y sintáctica) que mantienen con él, que es lo que determina las marcas formales que presentan. El número de argumentos, su forma y la perspectiva sobre la que se organiza la oración, que condiciona la voz, pertenecen al nivel sintáctico. La relación semántica que establecen con el predicado corresponde al nivel semántico. 3.2.1.1. Nivel sintáctico El número de argumentos que deben acompañar al predicado en una estructura bien formada varía según los predicados. En latín hay predicados que no requieren ningún argumento, junto a otros que requieren uno, dos o tres elementos obligatorios. En los ejemplos (18)-(22) se muestra un caso de cada tipo: (18) tronat (“truena”) (19) dormitabo (“me dormiré”) (20) tu descendis de caelo (“bajas del cielo”) (21) Catullus Cornelio librum donat (“Catulo le regala un libro a Cornelio) (22) Caesar urbem moenibus circumdat (“César rodea la ciudad de murallas”) La información que se ofrece en la oración se organiza tomando como referencia o punto de partida uno de los argumentos, que recibe entonces la marca de Sujeto –el caso nominativo, para los nombres en frases con verbo en forma personal, y el acusativo para las construcciones de Acusativo con Infinitivo-. El Sujeto recibe un tratamiento sintáctico especial, que se refleja en su concordancia con el predicado, según las formas, en número, persona y género. En los predicados de dos elementos obligatorios, hay un tipo especial, que se denomina tradicionalmente “transitivo”, en el que el segundo constituyente tiene la función sintáctica de Objeto, marcada por el acusativo (Tema 5). Esta función tiene de diferenciador el poder recibir también la función de Sujeto en las versiones pasivas de las oraciones. Véanse los ejemplos (23) y (24): (23) crateram quem dat Sidonia Dido (“La cratera que le da la sidonia Dido”, Verg. Aen. 9,266) (24) qui (sc. seruus) mihi peculiaris datus est (“el esclavo que me ha sido dado como propio”, Plaut. Capt. 988)

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En la versión activa (dat) el segundo argumento aparece como Objeto en acusativo (crateram). En la pasiva (datus est) el segundo argumento del predicado aparece como Sujeto (seruus). No todos los predicados de dos argumentos obligatorios requieren un Objeto en acusativo. Algunos presentan un elemento con la marca de dativo (p.e. nocere) (Tema 7), ablativo (utor) (Tema 8) o genitivo (memini) (Tema 6). En general, estos predicados no admiten pasivización. No hay acuerdo entre los lingüistas sobre el contenido gramatical que aporta el caso en estos complementos. Algunos lingüistas asocian el contenido de las marcas con los valores funcionales que se atribuyen al caso cuando es marca de constituyentes libres (dativo = Beneficiario; ablativo = Instrumento u Origen, etc. ). Otros, sin embargo, opinan que en posición de argumento los casos son una mera marca vacía, sin contenido semántico sistemático (Pinkster 1989). Los predicados que requieren un tercer complemento obligatorio tienen, por lo general, un segundo constituyente con la función de Objeto, es decir, son transitivos. El tercer constituyente obligatorio requerido por los predicados puede adoptar diferentes marcas de función. Los terceros argumentos adoptan el dativo (en los verbos de transmisión material o comunicativa, como “dar” o “decir”) o el ablativo (con verbos como circumdare (“rodear”) o donare (“regalar”); el genitivo como marca de un tercer constituyente obligatorio (Tema 6) es menos frecuente, pero también puede darse en los verbos de “acusar” y los de “castigar” (en general, este caso alterna con el Ablativo o SP (de + abl.)). Igualmente pueden considerarse terceros argumentos los complementos de Estimación y Precio. El caso menos frecuente para un tercer argumento es el acusativo, que está, no obstante, documentado en verbos como docere aliquem aliquid (“enseñar a alguien algo”) o rogare aliquem aliquid (”pedir a alguien algo”). Las marcas preposicionales (Tema 11), en la medida en que son variantes formales de los casos, pueden codificar como ellos los complementos obligatorios de los predicados que requieren las funciones semánticas que ellas representan. Así, in + abl. alterna con el abl. solo para marcar el argumento segundo de verbos como habitare, pro + abl. codifica el segundo argumento Beneficiario en verbo como pugnare (pugnare pro patria, “luchar por la patria”). Como muestra de marca preposicional en un tercer argumento puede citarse el caso de ab + abl. con verbos como prohibere (prohibere aliquem ab aliquo loco, “mantener alejado a uno de un lugar”). Los ejemplos podrían multiplicarse.

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3.2.1.2. Nivel semántico Igual que el resto de los elementos nominales de la estructura oracional, los elementos obligatorios o argumentos mantienen unas determinadas relaciones semánticas con su predicado, que se denominan “funciones semánticas” o “papeles semánticos”. Estas relaciones, en general, se manifiestan por medio de marcas específicas de función. Así, en (20) el segundo elemento obligatorio de descendere designa semánticamente el Origen del movimiento, función que se marca en latín mediante el caso ablativo o las marcas preposicionales ab, de, ex + abl. En (21), Cornelio es quien recibe o se beneficia de la situación: la relación que establece con el predicado es la de Receptor o Beneficiario y se marca mediante el dativo (Tema 7) (o en otros predicados, como pugnare, mediante marcas preposicionales como pro+abl.). En (22) el ablativo moenibus designa el Instrumento con el que alguien circumdat el objeto. Siempre que se utilicen esos predicados, los elementos que aparezcan en ablativo (o sus variantes) con descendere, el dativo con dare o el ablativo con circumdare representarán las funciones semánticas de Origen, Receptor-Beneficiario e Instrumento respectivamente. Estas relaciones semánticas están específicamente condicionadas por las características del predicado. La lista de funciones semánticas que establecen los constituyentes obligatorios con sus predicados es limitada y no muy amplia. Algunas de las más importantes son Agente y Fuerza (para el primer elemento obligatorio); para el segundo, Afectado (o Paciente) con los verbos transitivos, Receptor-Beneficiario (p.e. nocere), Instrumento (p.e. uti), Origen-Dirección (verbos de movimiento); para el tercer argumento, Receptor (verbos como dare), Instrumento (verbos como circumdare), etc. (ver cuadro 28). Estas funciones, como veremos, son las mismas que desempeñan también los adjuntos y algunos disjuntos. 3.2.1.3. Nivel léxico Las características léxicas de los constituyentes obligatorios es otro de los aspectos que depende en exclusiva del predicado. Así, en el caso de (19) que el Sujeto sea necesariamente un ser vivo o que el de donare en (21) tenga que ser humano etc. tiene que ver con la configuración léxica de su predicado. Lo mismo podría decirse para los demás casos.

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3.2.2. Constituyentes no obligatorios (adjuntos) 3.2.2.1. Funciones semánticas de los adjuntos Los constituyentes opcionales del nivel representativo de la estructura oracional o adjuntos aportan información sobre otros participantes en la situación (p.e. el Beneficiario o la Compañía), o sobre las circunstancias diversas en las que dicha situación se produce (el lugar, el tiempo, el instrumento, el modo etc.). Por tanto, también los adjuntos mantienen relaciones semánticas con el predicado. Estas funciones se marcan mediante una combinación de marcas formales y del contenido léxico de los términos que las desempeñan: así, por ejemplo, la función de Dirección se marca típicamente mediante la preposición ad, in + acusativo de un nombre de lugar; la de Ubicación, por medio de in + abl. de un nombre de lugar, etc. En el caso de las frases subordinadas, las marcas están constituidas por las conjunciones, el modo y tiempo de los predicados: por ejemplo, ut + subj. y tiempos de infectum como marca Finalidad (Tema 23). Como ya hemos dicho, los argumentos y los adjuntos comparten el sistema de funciones semánticas. Cuántas y cuáles son las funciones semánticas que gramaticaliza una lengua, en este caso, el latín, se puede determinar mediante todo un programa de análisis de los comportamientos sintácticos de los constituyentes, que derivan de las características de las propias funciones. Las pruebas más importantes son a) la coordinación y b) la pregunta parcial (para su aplicación al latín y griego, ver Villa (1989)): a) Dos elementos con una misma función semántica en general tienen que aparecer coordinados (25). Por el contrario, cuando desempeñan diferentes funciones semánticas (26a) o se encuentran en diferentes niveles sintácticos, (26b), no pueden coordinarse. (25a) non ob crimina quae fingebantur sed angore, … finem uitae sponte an fato impleuit (“no por las acusaciones que se inventaban sino por angustia, … puso fin a su vida tal vez por propia voluntad tal vez por efecto del hado”, Tac. ann. 2,42,3). (25b) Africae cura erat seu quia ibi summam rerum bellique uerti cernebant seu ut Scipioni gratificarentur ("Su preocupación era Africa bien porque pensaran que estaba vuelto hacia allí lo esencial de los hechos y la guerra bien para gratificar a Escipión”, Liv. 30,3,1).

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(26a) uirgines Vestales cum pueris puellisque aqua e fontibus hausta locum perluere (“las vírgenes Vestales con los niños y las niñas purificaron el lugar con agua extraida de fuentes”, Tac. hist. 4,53,8) (26b) pro ueteribus Heluetiorum iniuriis populi Romani (“a cambio de las viejas afrentas de los Helvecios hacia el pueblo romano”, Caes. Gall. 1,30,2) b) Los elementos con la misma función semántica y sólo ellos responden a la misma pregunta parcial (27). (27a) oculi dolent. -cur?. -quia fumus molestust (« me duelen los ojos. -¿Por qué?. –Porque me molesta el humo”, Plaut. Most. 891) (27b) cur emeris me?. - Tene ego? ut quod imperetur facias ("Por qué me has comprado ?. –Yo a ti?. Para que hagas lo que se te ordene”, Plaut. Merc. 504) La primera prueba, la de la coordinación, se deriva de una característica fundamental de las estructuras oracionales: una función puede aparecer sólo una vez en cada frase. Para multiplicar los términos que la desempeñan es para lo que las lenguas utilizan los mecanismos de coordinación. Por ello, cuando dos constituyentes aparecen coordinados, aunque tengan distinta estructura interna o distinta marca formal, los reconocemos como desempeñando la misma función: eso sucede en (25a) con el SP ob crimina y el ablativo angore: aunque tienen distinta marca formal, ambos desempeñan la función Causa. También es el caso de las oraciones de quia, causal, y de ut + Subj. final en (25b); en latín y otras lenguas como el griego o el castellano las nociones de Causa y de Fin pertenecen a la misma noción funcional, como muestran también los ejemplos de (27). Al contrario, cuando dos constituyentes coaparecen y no pueden coordinarse, ha de ser porque están desempeñando funciones diferentes; así, en (26a), cum pueris puellisque y aqua desempeñan las funciones de Compañía e Instrumento, respectivamente; también puede suceder que se encuentren en niveles diferentes, como Heluetiorum y populi Romani, en (26b), donde populi Romani determina a iniuriis y Heluetiorum a iniuriis populi Romani. El criterio de la coordinación es de gran utilidad a la hora de identificar las funciones de las marcas. El criterio de la pregunta parcial está justificado por el hecho de que los elementos de interrogación parcial presuponen la función del constituyente y preguntan por su contenido referencial. Esto se observa fácilmente en los pronombres interrogativos que tienen marca de caso: cuando se pregunta, por ejemplo, con el nominativo quis? (“¿Quién?”) se sabe que la función del elemento por el que se pregunta es la de Sujeto pero se desconoce cuál es la referencia concreta de ese Sujeto. De la misma manera, cuando se pregunta cur? (“¿por qué?”) se da por hecho

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que el elemento desempeña la función Causa y, por lo tanto, también será Causa la respuesta que se de a la pregunta; de ahí que pueda deducirse que las nociones causales y las finales pertenecen a una función común, que llamaremos Causa-Fin, como se comentó más arriba. Del mismo modo será Vía la respuesta a un qua? (“¿por dónde?”) o Modo la de un quomodo? (“¿de qué modo?”) etc.. La aplicación de estos criterios a un corpus de datos suficiente de la lengua latina permite reconocer un número de funciones gramaticalizadas y las marcas formales que las desempeñan. El cuadro de (28) contiene una propuesta tipo, que no está cerrada ni pretende ser exhaustiva, sino únicamente dar una idea aproximada de las funciones semánticas más importantes, sus marcas formales y los elementos de interrogación que les corresponden. Estas funciones son válidas tanto para los argumentos como para los adjuntos y algunos disjuntos. A lo largo de los temas correspondientes podrán encontrarse más detalles sobre éstas y otras que pueden proponerse. Como observaciones más importantes para entender y completar el cuadro hemos de señalar las siguientes: a) La columna de Marcas sólo contiene marcadores casuales, adverbiales o sintagmas preposicionales,

pero puede completarse con las marcas oracionales,

como, por ejemplo, ut + subjuntivo para expresar Fin, cum + indicativo para marcar Tiempo, etc. b) No se ha incluido el Nominativo entre las marcas, pues éste señala no una función o papel semántico, sino una posición sintáctica –la de primer argumento– dentro de la estructura de la oración. c) Las indicaciones semánticas asociadas a las marcas (/humano/, /animado/, etc.) sólo recogen contenidos típicos, pero caben desviaciones contextuales, metafóricas, etc. d) En algunos casos las funciones que se indican quizá no sean más que variantes de nociones más amplias y en realidad deberían integrarse en conceptos mayores. Así, por ejemplo, Agente y Fuerza comparten rasgos dentro de una noción más amplia de Actor; hay razones para pensar que Fin y Causa son variantes de un concepto más amplio que podríamos llamar Motivo; las diferentes funciones temporales comparten rasgos frente a otras, etc.

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(28) Cuadro: Funciones semánticas del latín Funciones Marcas ab+Abl./+humano/ Agente Abl. Fuerza per + Ac. Intermediario Afectado (también Meta o Acusativo Paciente) Dativo /+hum./ Receptor pro + Abl., adversus, contra, Beneficiario in + Ac./+hum./, Dativo Abl./+hum., milit.-adj/ cum, Compañía sine + Abl. /+hum./ citra + Ac. /+hum./ (cum+)Abl./-hum./ per + Ac. Instrumento propter, ob + Ac., Gen.+ Causa - Fin causa, gratia Adv. –e / -ter / -im, Abl., cum Modo / sine+Abl. Abl. cum + Abl. Circunstancia Ac. /lugar menor etc./ in, ad, Dirección sub + Ac. /+lugar/, pro + Abl. Abl. /lugar menor etc./ ab, Origen (o Procedencia) de, ex + Abl. Abl /+instrum. de paso/, per Vía (o Lugar por donde) + Ac., praeter + Ac., inter + Ac. Ubicación (o Lugar en Locativo, Abl./+ lugar menor etc./, in, pro + Abl., ad, apud donde) + Ac. de + Abl. Referencia nunc, mane etc., ad, in + Tiempo Ac.(t. Post.), per + Ac., inter + Ac., post, ante + Ac., ex, ab, de + Abl. per + Ac., inter / intra + Ac., Duración ab, ex + Abl., in, ad + Ac. (in +) Abl. /+tiempo/ Plazo semel, bis, ter etc., saepe, Frecuencia semper, numquam, etc. Genit. / Abl. Valor / Precio Ac. Distancia

Interrogación ab quo? (quis?) quo? per quem? quem / quam / quid? etc cui? cui?, pro quo? etc. quocum?

Quo? quapropter, cur, etc. quomodo, quo pacto? etc. qua in re? quo?

unde? qua?

ubi?

de quo? quo tempore?, ubi?

quamdiu? quanto tempore? quotiens? quanti? quantum?

Un ejemplo del tipo de análisis y de resultado al que puede dar lugar la incorporación de las funciones semánticas al estudio de la sintaxis de la oración en griego y en latín puede hallarse en Torrego (1998).

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3.2.2. Condiciones de uso de las funciones semánticas de los adjuntos

Una característica importante de las funciones semánticas de los adjuntos es que están sometidas a determinadas restricciones de aparición: no todas las funciones pueden ir con todos los predicados. De hecho, algunas como el Precio o la Distancia están normalmente restringidas a los verbos que indican “transacción comercial”, para Precio, (emo, “comprar”, uendo, “vender”, por ejemplo) o “distar”, para Distancia (abeo, “estar lejos”). Otras, como las que se refieren al espacio, requieren verbos de movimiento o estado. Las de Instrumento o Fin sólo pueden ir con predicados controlables (es decir, que tengan un Sujeto capaz de iniciar o detener la situación que describe el predicado, como “dar”, “hacer”, “matar”, a diferencia de “crecer”, “caerse” o “morir”). Por último, las de Agente y Fuerza (y, en parte, Intermediario) sólo aparecen con las marcas específicas recogidas en el cuadro en las versiones pasivas de los predicados, porque con los predicados activos, estas funciones se encuentran en el constituyente Sujeto y, por tanto, se expresan en nominativo (Tema 4). 3.3. Constituyentes del nivel presentativo (disjuntos) Los constituyentes del nivel presentativo o disjuntos son también opcionales. Aportan diverso tipo de información relevante para el acto mismo de la comunicación. Como antes se indicó, esta información se caracteriza por no referirse específicamente a la estructura oracional nuclear o expandida a la que se adjunta, sino a los protagonistas de la comunicación (el hablante y el destinatario), al valor de verdad del mensaje, o a algunas circunstancias relativas a su emisión. En lenguas como el latín y el griego las formas que pueden adoptar este tipo de elementos son, en general, las mismas que las de los adjuntos, aunque estas informaciones se explicitan con menor frecuencia y en menor número que las representadas por adjuntos. Esto se puede observar en los ejemplos ya comentados de (9)-(13). En (9) y (10) es el caso dativo el que marca el constituyente “punto de vista” (Tema 7); en (11) y (12) la forma que adquieren los disjuntos es la de una oración final; en (13), la opinión del autor se marca mediante un adverbio. Esta característica formal es el reflejo del contenido funcional de estos elementos: aunque no siempre está tan clara la función semántica que transmiten los disjuntos, puede decirse, en general, que pertenecen al mismo sistema que las de los argumentos y los adjuntos recogidas en (28). Con independencia de la función semántica que transmitan, los disjuntos pueden agruparse según el tipo de información presentativa que aportan. Pinkster (1995: 40-47) ofrece una clasificación de estos elementos, pero es tentativa y está

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basada en criterios un tanto heterogéneos. Los ejemplos que ofrecemos a continuación y que completan los del (9)-(13) ya vistos, están tomados de él. De un modo general puede decirse que constituyen, al menos, los siguientes grandes grupos; los que expresan el punto de vista del hablante o emisor del mensaje (9), (10); los que indican la actitud o valoración del emisor con relación a la situación descrita (13); los que ofrecen una evidencia en la que se basa el contenido de la oración o una justificación del propio enunciado (29); los llamados “de estilo”, que se refieren a la forma en que va a emitirse el enunciado (30); los que se refieren a la finalidad del propio acto de habla, como (11), (12) y (31):

(29) quae dea est? Bonam esse dea oportet, quoniam quidem est abs te consecrata ("qué diosa es ésta ? debe de ser la Buena, porque, sin duda, ha sido consagrada por ti", Cic. dom. 110) (30) ut breuiter includam quod sentio, ... tam intemperantes in ipsis miseriis quam sunt ante illas (“para incluir brevemente lo que opino, son tan intemperantes en sus propias miserias como antes de ellas”, Sen. epist. 98,8) (31) nam, ne uos falsa opinio teneat, iniussu meo Albani subiere ad montes (“en efecto, para que no os hagáis una opinión falsa, los albanos subieron a los montes sin ordenárselo yo”, Liv. 1,38,5) 4. Tipos de oración como acto de habla Como se ha indicado más arriba, son oraciones las estructuras predicativas que pueden constituir un mensaje autónomo y completo. A los mensajes también se los denomina "actos de habla" o "ilocuciones". Los actos de habla –y las oraciones con ellos– pueden clasificarse de acuerdo con varios criterios. El más importante es el de su función comunicativa (o fuerza ilocutiva o modalidad) (Tema 14). La función comunicativa es la intención con la que el hablante emite un mensaje. Las lenguas reconocen al menos cuatro tipos básicos de ilocuciones o actos de habla: declarativos o asertivos, impresivos, interrogativos y expresivos. Cada uno de estos tipos está asociado a unas características formales prototípicas que se examinan en 4.1. En 4.2. se analizan otras formas menos típicas de expresar estas mismas funciones comunicativas.

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4.1. Formas de expresión prototípicas 4.1.1. Actos de habla asertivos o declarativos Son aquellos en los que el hablante proporciona a su interlocutor una información sobre un asunto que, desde su punto de vista, es ignorado por el destinatario (tanto en mensajes positivos como negativos). Un par de ejemplos de este tipo de función se encuentran en (32)-(33): (32) ab iis Caesar haec facta cognouit (“César conoció estos hechos por ellos”, Caes. Gall. 3,18,5) (33) Cum Saguntinis bellum nondum erat (“Aún no había guerra con los Saguntinos”, Liv. 21,6,1)

En estos ejemplos, el autor –el emisor del mensaje- presupone que su interlocutor –en este caso, los lectores- desconocen la información que ofrece. En (32), se trata de una información positiva y en (33), de una negativa. Ambas situaciones se transmiten con el mismo grado de certidumbre y por eso el verbo presenta la forma modal de Indicativo. Cuando la información es negativa, el emisor está presuponiendo que el destinatario tiene una información equivocada que se corrige mediante la negación. En el ejemplo de (33) Livio ha contado previamente la situación de tensión creciente que estaban viviendo los saguntinos por la política expansiva de los cartagineses; la corrección afecta a la conclusión a la que podría haber llegado un lector erróneamente. Los actos de habla asertivos aparecen, por lo general, expresando los contenidos modales que implican la asunción por parte del emisor de una determinada situación, sea ésta real –expresada por el modo Indicativo–, posible o irreal. También van asociadas las aserciones a la negación non y a una determinada entonación. No podemos conocer con exactitud cómo sería la entonación en latín; si se parecía a la de las lenguas romances, podemos suponer que lo asertivo tendría una entonación de final descendente. 4.1.2. Actos de habla impresivos Mediante una ilocución impresiva, el hablante o emisor no pretende aumentar la información del destinatario, sino que trata de obtener una determinada actuación por su parte, es decir, pretende influir en su conducta. Ejemplos de este tipo de oraciones son (34)-(35):

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(34) cras petito, dabitur; nunc, abi (“pídelo mañana y se te dará; ahora, vete”, Plaut. Mer. 770) (35) ne temere facias (“no actúes a lo tonto”, Ter. Andr. 205) Con el mensaje de (34), el hablante pretende que el destinatario reaccione de una determinada manera: que aplace su reclamación para el día siguiente y que abandone el lugar donde se encuentra en el momento actual. En el de (35), por el contrario, se trata de impedir un comportamiento irreflexivo. Hay básicamente dos tipos de actos de habla impresivos: las órdenes (o prohibiciones) y los deseos. En los primeros, ejemplificados en (34) y (35), el emisor cree poder modificar directamente el comportamiento del interlocutor por tener autoridad o control sobre él. En los deseos, en cambio, falta de algún modo esa capacidad de control, como en la frase de (36).

(36) Vtinam illum diem uideam (“¡Ojalá vea ese día!, Cic. Att. 3,3,1) Los mensajes impresivos con control, es decir, órdenes y prohibiciones, se asocian típicamente al modo Imperativo y a determinadas formas modales (el presente de subjuntivo; ne + perfecto de subjuntivo o caue + subjuntivo presente, en las prohibiciones), a la negación ne y a una entonación específica. Los mensajes desiderativos aparecen con subjuntivo y también con la negación ne. Una diferencia importante es que las oraciones impresivas con control tienen restringidas las formas temporales de subjuntivo al presente y perfecto –siempre en los actos prohibitivos–, mientras que las desiderativas pueden formularse para todos los tiempos, tanto los potenciales como los irreales. En los ejemplos de (37)-(38) se ilustran deseos en modo irreal: (37) utinam istam calliditatem hominibus di ne dedissent! (“¡ojalá no hubieran dado los dioses esa astucia a los hombres”, Cic. nat. deor. 3,75) (38) quam uellem Romae mansisses! (“¡cómo querría que te hubieras quedado en Roma”, Cic. Att. 2,22,19). Un trabajo muy completo sobre los actos de habla impresivos y las partículas asociadas a ellos lo ofrece el libro de Risselada (1993).

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4.3. Actos de habla interrogativos Mediante los actos de habla interrogativos el hablante recaba información de su destinatario sobre aspectos del mundo que desconoce y que presupone conoce su interlocutor. Hay básicamente dos tipos de interrogación: la total y la parcial. Con la primera el hablante busca información sobre todo el contenido de su oración, mientras que con la segunda manifiesta saber todo el contenido de la oración excepto el del elemento por el que interroga. Ejemplos de cada tipo se ofrecen en (39)-(40): (39) Vbi tu cubuisti? // in eodem lecto tecum una in cubiculo (“¿Dónde te has acostado? // en la misma cama, contigo, en la misma habitación”, Plaut. Amph. 808) (40) iam fores ferio? (“¿llamo a la puerta?”, Plaut. Men. 176) Tanto con una interrogación parcial como con una total la pretensión del hablante es ampliar su conocimiento del mundo mediante la colaboración del destinatario. La función interrogativa es, por tanto, la opuesta a la asertiva, en cuanto que con la asertiva el hablante aumenta el conocimiento del destinatario, mientras que con la interrogativa, es el hablante el que busca un aumento de su propio conocimiento. La interrogación va prototípicamente asociada al modo potencial (subjuntivo de presente y perfecto y futuro de indicativo) y también al modo real (indicativo). Cuando se niega, lo hace con non. La entonación que le corresponde se marca en la escritura mediante el signo de interrogación, aunque desconocemos casi totalmente cómo sería en latín. 4.4. Actos de habla expresivos Hay un grupo de ilocuciones, mucho más heterogéneo que los anteriores, que se asocia con la expresión de los sentimientos del emisor. Por medio de los actos de habla expresivos, el hablante expresa sus sentimientos sobre aspectos del mundo que él toma por sucedidos o factivos. Así, en el ejemplo (41) el hablante da por hecho el tamaño y la fortaleza y en (42), el poder del amor: (41) quantus et quam ualidus est (“¡Qué grande y qué fuerte es!”, Plaut. Amph. 299) (42) Pro quanta potentia regni est, Venus alma, tui! ("Oh, ¡cuán grande es el poder de tu reino, alma Venus !”, Ov. met. 13,758-9) Las características formales de los actos ilocutivos expresivos coinciden con las de los asertivos, como el uso del modo objetivo (indicativo) y de la negación non.

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Es muy frecuente que los diferentes tipos de actos ilocutivos estén acompañados de partículas características de refuerzo. Son propias de los mensajes asertivos partículas como quidem, de los impresivos quin, por ejemplo; fortasse puede tomarse como ejemplo de adverbio de duda, el intensificador quam de los exclamativos y utinam de los mensajes desiderativos. 4.5. Formas de expresión menos prototípicas Como se ha indicado en todos los casos, cada una de las funciones comunicativas definidas está prototípicamente asociada a una forma de expresión (modo, tiempo, partículas etc.) y a una entonación. Sin embargo, como en tantos otros casos de la lengua, una forma de expresión no corresponde siempre a una función en la comunicación. Algunas veces, con formas de entonación típicamente asociadas a una función comunicativa el hablante realiza actos ilocutivos diferentes (Tema 14). Así, en los ejemplos de (43)-(46) aparecen oraciones interrogativas cuya función no es recabar información, sino dar una orden (43), o una sugerencia fuerte (44), o una afirmación fuerte, como en la pregunta retórica de (45): (43) quin tu salutem primum reddis? (“¿Por qué no me devuelves primero el saludo?” (= salúdame primero), Plaut. Bacch. 245) (44) Nonne hunc in uincula duci, non ad mortem rapi, non summo supplicio mactari imperabis? (“¿Es que no ordenaréis que sea llevado a prisión, que se le arrastre a la muerte, que se le someta al máximo castigo?”, Cic. Catil. 1,27). (45) Non Clodius insidias fecit Miloni? (“¿No fue Clodio quien puso una emboscada a Milón?” (= Clodió puso emboscadas a Milón), Cic. Mil. 60) Los tipos mencionados son los más frecuentes, pero hay otros. Así, como sucede en castellano, en latín se documenta algún caso de infinitivo usado en actos impresivos. Por el tipo de textos donde se documenta (inscripciones, textos técnicos), parece un uso propio de la lengua hablada, vulgar y los testimonios no son muy frecuentes. Se ofrecen unos ejemplos en (46)-(47): (46) ne fore stultu (“no ser tonto”, CIL. I2 2174) (47) in cubiculis, cum parturient, acus substernendum; cum pepererunt, tollere substramen et recens aliut subicere (“en los cubículos, cuando están pariendo, hay que poner debajo paja; cuando han parido, quitar el lecho de paja y poner otra recinte”, Varro rust. 3,9,8)

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Igualmente se encuentra documentado, aunque raramente, el modo imperativo en ilocuciones asertivas. Véase el ejemplo (48): (48) quod manu non queunt tangere, tantum fas habent quo manus abstineant; cetera rape, trahe, fuge, late (“sólo tienen por conveniente mantener alejadas las manos de aquello que no pueden tocar con la mano; lo demás, cógelo, agárralo, huye, escóndete (=lo demás, lo cogen, lo agarran, huyen, se esconden)”, Plaut. Trin. 291) Además de los mencionados, se pueden encontrar frases con forma de aserciones y función impresiva. En castellano es frecuente el tipo “vas al quiosco y traes el periódico”. En latín, este tipo de frase apenas se documenta. En general, la utilización de estos procedimientos no prototípicos para marcar la fuerza ilocutiva no es libre, sino que requiere unas condiciones comunicativas (pragmáticas) determinadas y, por esa razón, produce efectos especiales en la comunicación; son, desde luego, más expresivas y están más marcadas que sus contrapartidas prototípicas. 5. De la oración al discurso En los procesos de comunicación las oraciones no aparecen de una en una, sino combinadas entre sí para dar lugar a unidades mayores que llamamos de un modo general 'discurso'. El discurso tiene, como la oración, su propia estructura, con marcas de interrelación sintáctica y semántica entre las oraciones. La forma que adquiere el discurso viene determinada fundamentalmente por las condiciones en que se producen los procesos comunicativos. Kroon (1995: 111), en su estudio sobre las partículas latinas, propone una clasificación de formas del discurso basada en dos parámetros: (i) el número de participantes que intervienen (uno –monólogo– o varios – diálogo–); (ii) el número de voces con el que lo hacen: una voz (monólogos y monólogos dialógicos, es decir, un narrador introduciendo la voz de varios personajes); dos voces (diálogos y diálogos monológicos, es decir, diálogos en los que uno de los participantes apenas interviene o lo hace de forma irrelevante). Hay muchos aspectos de la gramática cuya explicación final se encuentra en el discurso. Mencionaremos a continuación algunos de ellos. El más claro de todos es el uso de las partículas. Elementos como enim, nam, autem etc. son procedimientos para articular las oraciones en los discursos, con un papel comparable al que tienen las conjunciones en la articulación de predicaciones. Se ofrece un ejemplo en (49):

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(49) Quapropter ille tibi omnia explanabit ; id enim mihi et ad breuitatem est aptius et ad reliquas res prouidentius (“Por eso él te lo aclarará todo ; eso, en efecto, para mí es más adecuado en aras de la brevedad y más prudente para los demás asuntos”, Cic. fam. 3,1) En (49) las dos oraciones, independientes con respecto a su estructura interna, se articulan entre sí en el discurso por medio de la partícula enim ("en efecto, pues"), que hace que la segunda sirva como justificación argumental de la primera (Kroon 1995: 198). Un segundo fenómeno que corresponde al discurso es el uso de la anáfora (Tema 10) y los fenómenos de elipsis, que sólo pueden explicarse a partir del entrecruzamiento de oraciones: suele elidirse o señalarse por medio de un pronombre anafórico aquella información que ya ha sido citada y que puede sobreentenderse fácilmente del contexto. Así, en el ejemplo de (49) el anafórico id con el que empieza la segunda frase remite al contenido de toda la oración previa, que de esa forma no es necesario repetir. Un ejemplo de elipsis se ofrece en (50): (50) quorum illi partem statim dederunt, partem … paucis diebus sese daturos dixerunt. Interea suos remigrare in agros iusserunt (“ellos le dieron una parte de ellos (sc. los rehenes) inmediatamente y otra parte … le dijeron que se la darían unos días después. Entretanto, ordenaron a los suyos volver a sus campos”, Caes. Gall. 4,27,6) En (50) el Sujeto iusserunt es illi, como en la frase anterior, pero no es preciso repetirlo. La propia elipsis del Sujeto es una marca de que el destinatario de la información debe recuperar ese dato de la frase anterior. El tercer fenómeno asociado a la estructura y cohesión del discurso es la elección del Sujeto y los fénomenos de alternancia de voz resultantes (Tema 12). En el ejemplo de (51) se da cuenta de esto: (51) His rebus pace confirmata, … naues XVIII … ex superiore portu leni uento soluerunt. Quae cum adpropinquarent Britanniae et ex castris uiderentur, tanta tempestas subito coortae est (“Confirmada la paz con estos hechos, zarparon del puerto superior con viento suave 18 barcos. Cuando éstos se estaban aproximando a Britania e se les veía desde el campamento, se levantó una tempestad tan grande que…”, Caes. Gall. 4,28,1-2) En la frase de (51) se da una información relativa a unas naves que zarpan hacia Britania. Las naves son en la primera frase información nueva y en la segunda

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información conocida, recogida por el relativo-anafórico quae, con la que se sigue de forma cohesionada el discurso. Una vez que quae, como Tópico que es, se elige como Sujeto de adpropinquarent, la elección de la pasiva del segundo verbo uiderentur es obligada, para poder seguir la secuencia con el mismo Tópico como Sujeto y presentar así la información de forma cohesionada. La asignación de la función Sujeto, por tanto, sólo puede explicarse si tenemos en cuenta la información proporcionada por el discurso en su totalidad. Finalmente, la secuencia de tiempos y temas aspectuales en los relatos corresponde, igualmente, al nivel del discurso, pues es esta secuencia de tiempos la que permite enlazar las diferentes situaciones descritas (52) (Tema 13). (52) Cuius loci haec erat natura atque ita montium angustiis mare continebatur ut ex locis superioribus in litus telum adigi posset. Hunc ad egrediendum nequaquam idoneum locum arbitratus, …, ad horam nonam in ancoris expectauit (“Tal era la configuración natural de ese lugar y de tal forma se estrechaba el mar por las angosturas de los montes que desde los lugares más altos podía clavar un dardo en el litoral. Pensando que éste no era en absoluto un lugar adecuado para salir…, esperó anclado hasta la hora nona”, Caes. Gall. 4,28,3-4). La elección del imperfecto y el perfecto en estas frases viene determinada por el relato: el imperfecto abre situaciones y las mantiene abiertas mientras sobreviene algún acontecimiento; en (52) aparece en imperfecto la información sobre las condiciones del lugar; con el imperfecto se crea el escenario dentro del cual suceden los episodios. El perfecto, en cambio, indica un tiempo pasado acabado, idóneo para marcar los episodios, la línea central del relato; expectauit en (52) hace referencia al episodio central que deja el relato preparado para seguir introduciendo información. Sólo en un ámbito más amplio que la oración, por consiguiente, es decir, en el nivel del discurso, se pueden explicar estos fenómenos. Son muchos los fenómenos, por tanto, relacionados con el discurso. Se trata, sin embargo, de un campo cuyo estudio y sistematización se encuentra todavía en una fase incipiente y que requiere mucha investigación.

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