00 - Sobre Borges de Adolfo Bioy Casares

January 30, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Borges de Adolfo Bioy Casares Finalmente el postergado libro de Bioy sobre Borges llegó, y ya llevo leídas cuatrocientas páginas, esto es, apenas un cuarto del volumen total (los tres tomos de las Obras Completas aprobadas por Borges suman esas mismas mil seiscientas páginas). Adolfo Bioy Casares, inspirado por el Life of Samuel Johnson de James Boswell, llevó un diario durante cuarenta años donde se propuso construir el personaje del Borges privado, esto es, el anverso del personaje que Borges con cuidado construyó públicamente. El resultado es tan contrario a la imagen conocida de Borges, que un comentador de Clarín sintió que Bioy lo había hecho "para vengarse" de la notoriedad de Borges, del éxito de su amigo que lo dejó a él para la historia como un discípulo menos capaz, a la sombra del más grande. Naturalmente este móvil no puede ser cierto, o si lo es, la impresión que deja este inmenso libro es más bien la opuesta. Escribo ahora, a un cuarto de camino, porque ya tengo muchas cosas en la cabeza: quizás convenga ir dejándolas caer de a poco, a medida que voy leyendo, así no se hace tan largo. La mayoría de los argentinos ya habíamos paladeado en cuatro entregas de la revista Ñ una muestra del libro, una muestra bastante representantiva, de manera que voy a prescindir de la cita, la tentación más inmediata. La sensación que pronto llega es estar leyendo las conversaciones de unos sofisticados Statler y Waldorf, aquellos viejos de los Muppets que asomaban al balcón y criticaban a todo el mundo. Bajo la severa evaluación de ellos, todo el ambiente literario de Buenos Aires queda reducido a una caterva de ignorantes (cuando les toca ser jurado de premios literarios, eligen con resignación al menos malo). Escritor por escritor, todos quedan reducidos a nada, los "menos malos" a unas pocas líneas que empalidecen frente a una obra juzgada como insalvable. Así, el primero y más notorio atributo de este libro es su capacidad destructiva: destruye al Borges público, destruye al ambiente cultural argentino, destruye a los libros que se han escrito sobre Borges. Estela Canto, que describe en su libro ("Borges a contraluz") a un Borges que la admiraba por su belleza e inteligencia, a un Borges débil y maleable, a un Borges de erudición limitadísima, en el libro de Bioy es bautizada por Borges como "Laika" ("esa perra soviética") por sus inclinaciones socialistas, y su capacidad, tanto intelectual como de escritora, es denostada continuamente. Un libro de Antonio Carrizo ("Borges el memorioso"), que todos teníamos como el reflejo más fiel de la conversación con Borges -ya que Carrizo era un amigo y no uno de esos periodistas consecuentes o provocadores-, queda reducido a una farsa. En un capítulo de ese libro, Carrizo le va preguntando a Borges sobre una serie de escritores argentinos, y Borges los elogia uno por uno, esos mismos escritores que son injuriados con precisión y lujo de detalles en el libro de Bioy. Como es de esperar, las biografías no se parecen a este Borges tampoco, un Borges fácilmente epigramático, ingenioso, cruel, implacable, nada inseguro. Bioy, que logra estar (al menos en su construcción a posteriori) a la altura intelectual que requiere su interlocutor, queda relegado siempre al lugar del segundón, por Borges, por el ambiente literario mismo. Bioy siente que Borges es complaciente con él; la admiración que Adolfo profesa por Georgie es, en cambio, ilimitada en el campo literario (no así en otros campos, como en su manejo con las mujeres o sus ineptitudes en los modales para comer). Un segundo atributo del libro es su localidad. Me es imposible pensar en una traducción de este libro, en parte porque las expresiones están tan pegadas a nuestro castellano bonaerense, y en parte porque todo el contexto del libro es Buenos Aires y su vida cultural. No puedo imaginar qué podrá sacar un, digamos, estadounidense de leer un libro como éste. Me cuesta entender por qué este libro ha sido publicado primero en España; aún compartiendo el mismo lenguaje, sospecho que el interés para un peninsular ha de ser notablemente menor que para nosotros, que sabemos quién fue Güiraldes, o Hernández, dos personajes muy frecuentes de las conversaciones, o por qué para Borges es increíble que Enrique Banchs sea un tipo odioso, intratable, sumamente ignorante (Banchs creía que Borges era un pésimo escritor, digo de paso), o los vaivenes del peronismo. Creí que el "Borges" de Bioy iba a ser un libro para saltear hojas, para abrir en cualquier página y leer, pero sin embargo hace cuatrocientas páginas que me tiene atrapado. Todo es interesante. Come en casa Borges ("Borges", de Bioy Casares, parte II) Otras cuatrocientas páginas leídas del "Borges" de Bioy Casares, y todavía mucho por comentar. Elijo un tema, al azar: la erudición de Daniel Martino, secretario de Bioy, editor de los diarios. Las notas al pie a veces remiten a citas de libros oscurísimos, increíblemente rescatados por Martino. Otro: la construcción de personajes literarios a partir de personajes de la realidad, como Wally Zenner ("por una frase literaria la sacrifican a una", se quejaría después la víctima). Pero me gustaría hablar de Bioy Casares, de la relación entre Borges y Bioy. Luego de leer la mitad del libro, uno siente dos cosas acaso incompatibles: una, la esencial identidad entre Bioy y Borges, es decir, el acuerdo casi perfecto entre ellos, en estética, en crítica positiva y negativa hacia el resto del mundo, en profesión de fe literaria. A veces uno siente que son intercambiables, o que están parados en el mismo lugar. Esto, como es notorio, no es cierto, pero esa es la sensación que deja el libro. La segunda cosa es la ausencia de comunicación de intimidades (ciertas anotaciones permiten pensar que no fueron omitidas por pudor), que serían naturales en una amistad hecha de dos hombres tan análogos: uno esperaría que conversen sus amores, sus derrotas, sus miserias, y estas cosas son más bien inferidas por Bioy en los escasos momentos en que escribe sobre ellas, nunca son habladas explícitamente. María Esther Vázquez dice en "Borges, esplendor y derrota" que ellos mantuvieron una entrañable amistad inglesa: compartieron el humor, la risa, los libros, la creación, la crítica, amigos comunes, antipatías, burlas, ciertos fervores, pero rara vez la confidencia. Esto se hace patente en los diarios. María Kodama, previsiblemente ofendida por la publicación de este libro, no ve lo mismo y se queja con los argumentos equivocados:

Creo que [a Borges] no le hubiera sorprendido esta violación de la intimidad que uno tiene con los amigos. Cuando éstos son delicados de sentimiento y leales nunca traicionan lo que es como un secreto de confesión (…) Revelar confidencias íntimas hechas bajo la confianza de la amistad es como matar por la espalda. Luego agrega lo inverosímil: "lamento decir que Borges no hablaba constantemente de Bioy" (la ofensa del libro a María Kodama sospecho que la descubriré hacia las páginas finales). Sin embargo, esta curiosa amistad, por la que Borges siempre se sintió públicamente agradecido y feliz, en los diarios se percibe sólida. Hay un momento en que Borges viaja unos meses a Estados Unidos, y en la separación se ve el vínculo: casi una separación de amantes. Citan poemas en ese sentido; Bioy ve a la madre -que, según Borges, será quien ocupe el lugar de Bioy en esos meses- como "el macho de esta pareja". Otro gesto de celos aparece, sutil, contra Vlady Kociancich 1, con quien Borges estudia el anglosajón y Bioy siente que lo dejan a afuera ("non sum dignus", anota, con dolor). Hay otras asimetrías: Bioy empieza muy buena parte de sus entradas en el diario con "come en casa Borges". Borges siempre visita a Bioy; Bioy rara vez sale de su casa, rara vez "come en casa de Borges". La imagen que queda, a mitad de camino del libro, es que Borges tiene una vida social intensa, donde Bioy es una parte, sin duda importante, pero sólo una parte. Bioy no parece estar mezclado en esta vida literaria, excepto como anfitrión: de Borges, pero también de otros escritores como Peyrou, Bianco, la jovencísima Kociancich. Estas "veladas literarias" nunca o casi nunca toman lugar fuera de su casa. Otra cosa evidente en esa amistad es que todo es literatura, aún la política, aún las observaciones sociales. Todo el tiempo están pensando en términos de escritores, nunca parecen abandonar la profesión. Borges, hablando de Bioy Casares: El oficio de escritor es un oficio continuo, ya que no tiene, digamos, entreactos; ya que estamos continuamente pensando en la palabra justa, soñando personajes imaginarios. Vivimos en un oficio que no tiene un horario. El horario es la vida del escritor. Y Bioy Casares se ha dedicado a ese oficio plenamente. En esta vena, están todo el tiempo mirando de cerca las palabras, como con una lupa. Borges suele recoger expresiones casuales de la calle y traerlas a ese laboratorio que es la casa de Bioy, a diseccionarlas, a verlas desde la inocencia de quien nunca las ha escuchado. Leen en voz alta poesía y estudian la relación que hay entre una palabra y otra, analizan el significado de un solo verso, observan el eco de la etimología en cada frase observada. Hasta analizan la letra del Himno Nacional Argentino. Por último, la diferencia de actitud en el "arte de injuriar". Uno tenía a Bioy Casares como un casanova, un deportista, un hedonista que además escribía; a Borges, como un fracasado en todos los aspectos de su vida excepto en la literatura, una rata de biblioteca. Lo que sutilmente se percibe aquí, sin embargo, es que Borges era una persona esencialmente feliz, pasional, aún atacando a todo el mundo en ese "buen mal humor" que Borges veía en Groussac. A Bioy, en cambio, se lo ve rancio, resentido. Piglia dice de los diarios que …parecen las notas cotidianas de un escritor amargado y rencoroso que habla mal de todo el mundo. La pretensión de ser malvado es uno de los grandes lugares comunes de la literatura, pero a Bioy se le ve demasiado la hilacha. Creo que es una lectura acertada; Borges puede atacar una actitud personal de un escritor, y al siguiente momento exaltarse con un poema de ese mismo literato; criticarlo despiadadamente por una posición política o por un mal libro, y al otro día defenderlo de un agravio. Bioy anota que Borges nunca es rencoroso, anota esto no sin rencor. Biorges ("Borges", de Bioy Casares, parte III) Avanzo cuatrocientas páginas más en el diario de Bioy sobre Borges. Como sucede con los personajes de una buena obra literaria, los de este libro no permanecen estáticos, cambian de lugares, de actitudes. Dije antes que Bioy y Borges nunca condescendían a la confidencia; cité unas líneas de María Esther Vázquez (que Vero paralelizó con otras de Borges) acerca de esta actitud. María Esther Vázquez tuvo un romance con Borges; el doce de octubre de 1963, pocas páginas después de mi última reseña, Borges se permite la debilidad de hablar francamente con Bioy de sus dudas, de sus problemas emocionales, de sus idas y vueltas con "esta chica". Los amigos se sienten muy cercanos, hay emociones; cuando la pareja se anima a esbozar un plan de casamiento, Bioy propone un brindis con champagne. El compromiso eventualmente se cae, y cuando años más tarde Borges anuncia su casamiento con Elsa Astete, Bioy ha vuelto a la frialdad, no siente ya entusiasmo, no apuesta a la pareja. Las confidencias desaparecieron, la relación es nuevamente sólo literatura. Hay otros distanciamientos: ya Bioy y Borges no son "intercambiables", Bioy anota cada vez más diferencias de apreciación, que pocas veces se anima a confesar en voz alta frente a su implacable amigo. El recurrente caso de Hemingway quizás sea paradigmático: para Bioy es un grande, que habla de la vida que él admira: las diversas mujeres, la caza, las borracheras irresponsables. A Borges todas estas cosas lo asquean, y como consecuencia derogan al escritor. La discusión (que se lleva más en los diarios que cara a cara) sobre los libros de Hemingway es, en el fondo, la discusión sobre la visión que tienen Borges y Bioy de la vida, no sobre la literatura del estadounidense. Una polémica similar es llevada por Borges contra los psicólogos, en su propio terreno, cuando lo invitan a conferenciar. Sobre las preferencias literarias que sí comparten, está la literatura inglesa y la literatura argentina (sienten igual desprecio por la francesa y la alemana; de las demás, no frecuentan libros que no puedan leer en el idioma original, aparentemente). El arte mayor corre en inglés para ellos, opinión que mucho más tarde compartiría Harold Bloom. El mundillo literario argentino bulle, en el pasado y en el presente de los diarios, de nombres que hoy ya han pasado al olvido: incontables peleas con gente que no ha trascendido, peleas por política, por dinero, por ambición. En un momento de 1966 hacen un ranking de autores muertos, "según la vitalidad póstuma": Hernández, Quiroga, Arlt, Sarmiento, Florencio Sánchez, Macedonio Fernández, Güiraldes, Lugones. Puesto a pensar cuántos sobrevivieron, cuarenta años después, escribo una lista tentativa de escritores que hoy siguen vivos en el recuerdo de la gente. En

primer lugar la trinidad clásica de Borges, Cortázar y Sabato (este último sigue obstinadamente vivo en la realidad, también); en segundo ya Pizarnik y Girondo, con una misteriosa fidelidad en los jóvenes que alarmaría a Borges; Quiroga, que sigue fresco; Sarmiento, Güiraldes y Hernández, confinados mayormente a la escuela. Del catálogo original, Florencio Sánchez, desaparecido; Lugones, a punto de confundirse en el nombre de una avenida, o en algunas páginas de Borges. Otros adjuntos a la figura de Borges: Macedonio Fernández, Norah Lange (recientemente editada en una lujosa obra completa), Enrique Banchs, un resto de Paul Groussac, acaso el mismo Bioy Casares, quien es visto siempre a la sombra de Borges. Esta nómina que enumero es, por supuesto, rápida y subjetiva; sé que otros harían otras. Me baso en las reediciones, en la presencia en las librerías, en las charlas con otros lectores. Ignoro cuál será el paradero hoy de Mujica Láinez, de Alfonsina Storni, de Bianco. Girri, Murena, Mastronardi, Peyrou, animales extintos o amenazados ya de muerte. Para terminar, una definición que Borges da de sí mismo: Estudio inglés antiguo, escribo versos medidos y rimados, me gustan los films norteamericanos, estoy inscripto en el partido conservador: soy un viejo de mierda, estoy perdido. Me recuerda al Samson Agonistes: Eyeless in Gaza at the Mill with slaves que Borges delectaba, por la enumeración de desgracias, una sobre otra. Un diario tiene que ser indiscreto ("Borges", de Bioy Casares, parte IV) A riesgo de convertir mi blog en un blog sobre Borges (un blog sobre el blog de Bioy sobre Borges), voy por el comentario a la última parte del libro, y algunas reflexiones finales. Borges se casa y se divorcia, y finalmente se queda con María Kodama. El proceso de aislación impuesto por la odiadajaponecia es notorio y documentado por Bioy, con menos aversión que tristeza. También está anotado el proceso del otro casamiento y divorcio, el perpetrado entre Borges y Di Giovanni, el famoso traductor que escribiría "La lección del maestro", donde se despacha con saña y pedantería sobre las otras traducciones de la obra de Borges. Bioy trascribe un admonición de Borges, desoída: "le dije a Di Giovanni que no debe hablar mal de todos los otros traductores"; revela que el mérito de las traducciones de Di Giovanni radica en que fueron hechas por Borges y Bioy, no por Di Giovanni, apenas un amanuense que no entendía siquiera las tramas sin que se las expliquen. El sentimiento del ocaso de la vida de estos dos escritores llega muy fuerte en la última parte: los dos viejos amigos, los dos amigos viejos, van declinando en sus posibilidades, se van quedando cada vez más dormidos, cada vez escuchan menos, cada vez ven menos. Todos alrededor se están muriendo, uno a uno los personajes que animaban el diario quedan atrás. Como en Anna Livia Plurabelle, las dos charlatanas se ven separadas cada vez más por el río ensordecedor que se ensancha y no las deja entenderse entre sí; finalmente la noche las gana y se convierten en piedra y árbol. El tema de las confidencias, del grado de relación entre Bioy y Borges, sigue estando en primer plano. Bioy admite nunca hacer confesiones, ni a Borges ni a nadie. Borges, forzado por la necesidad de confiarse a alguien, llora por haber cedido a esa cobardía, indigna de un hombre. Bioy anota este comportamiento, pero no la confidencia en sí: esto es un cambio de actitud. El diario se hace menos chismoso respecto al Borges íntimo, al tiempo que los amigos se van separando, por la fama, por María Kodama: "es triste que una amistad como la nuestra se quiebre en los últimos tramos", escribe Bioy. Otro cambio de actitud es el gradual abandono de la sumisión de Bioy, quien ahora se rebela en sus opiniones, que ya no coinciden con las de Borges. Por el lado literario, siguen transitando el camino destructivo hacia los otros escritores. Se proponen traducir Macbeth (su obra preferida), y al ver demasiado de cerca a Shakespeare terminan por despreciarlo, por abandonar la traducción, por fantasear con reescribir Macbeth en la traducción (me encantaría leer ese único primer acto producido por ellos). Desde el principio del diario, el análisis hace caer uno a uno los escritores que alguna vez admiraron: Swedenborg, Antonio Machado, Góngora, Quevedo, Güiraldes, Banchs, Lugones, Neruda, Henry James, Coleridge, los aedos nórdicos. Con Joyce, con el Finnegans Wake, Borges llegó a la agresión física, en su desencanto: "rompí una primera edición de Work in Progressporque me daba rabia que un escritor publique borradores". De esta matanza se salvan Voltaire, Kipling, Dante, De Quincey, Kafka. Borges se niega a leer a Proust para no odiarlo. Respecto al diario como un todo, uno siente la ambición de Bioy de capturar al Borges genuino, al genio literario, con todas sus flaquezas, sin duda, pero también con ese lado brillante, que es el que prevalece. "Un diario tiene que ser indiscreto", dice Borges, y Bioy cumple, especialmente cuando las indiscreciones son ataques al exterior de esa pareja, de esa casa. Bioy tiene un complejo de inferioridad con Borges, no logra salir del papel de Robin, se enoja cuando eso queda a la vista: escribiendo el diario, se identifica cuando Borges hablaba de De Quincey, que escribía sobre otros literatos "cuya fama contemporánea excedía en mucho a la suya. Al describirlos, no vaciló en registrar sus pequeñas vanidades, sus flaquezas, y aún el rasgo íntimo que puede parecer indiscreto o irrespetuoso". En la medida que Borges se va haciendo más grande, Bioy va entendiendo mejor su papel, y el chisme cede su lugar a las reflexiones más profundas, al análisis del Borges personaje, a la reserva y a la literatura. Particularmente durante la primera mitad del diario, se evidencia el afán de tomar por asalto la literatura argentina. Se saben superiores a todos, creen -como antes Lugones- que en Buenos Aires está el futuro de la literatura en castellano, no en España. A través de entrevistas, revistas literarias, periódicos, libros y traducciones quieren formar el gusto de los

lectores, quieren enseñar a leer y a escribir, quieren corregir las distorsiones prodigadas por los malos escritores. En un momento Borges le dice a Bioy: "vos y yo, en la medida de lo posible, tratamos de salvar la cultura en un mundo de barbarie". Con este objetivo en mente propagan sus gustos (que sospechan puros y autorizados), reescriben al traducir, inventan y atribuyen a escritores inexistentes, o con malicia a escritores existentes. Se autodenominan "autores que se distinguen por sus transcripciones y citas infieles. Por misquotations". Un Borges entusiasmado declara que la famosa "Antología de la Literatura Fantástica" es el mejor libro de la historia de la literatura, un libro que los dos poblaron de fraudes, imputaciones fingidas e inventivas traducciones. Esta es, en mi opinión, la mejor revelación del diario de Bioy: blanquear ese proceso maravilloso, falseador, intuido brillantemente por Sergio Waisman en su "Borges y la Traducción", que transformó desde las orillas el canon literario. Harold Bloom decía que los grandes aciertos en la literatura eran malas lecturas (misreadings); este proceso, hecho con toda intención, con un plan cuidadoso, con una aleación de lo local con lo universal, con la inteligencia y la erudición de estos dos grandes escritores, explica la influencia insoslayable que tuvieron (con el nombre de uno solo) en la literatura mundial. Se prometió que la publicación de los diarios iba a ser el acontecimiento cultural del año; sin duda lo es.

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