0 Epístola a Los Hebreos_ Orton

June 12, 2018 | Author: Ojilver Lopez | Category: Christ (Title), Paul The Apostle, Priest, Sanctification, Faith
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Descripción: comentario biblico...

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La Epístola a los Hebreos H. Orton Wiley, S.T.D.

La Epístola a los Hebreos H. Orton Wiley, S.T.D.

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Prefacio Este estudio de la Epístola a los Hebreos se originó en una fresca iluminación espiritual respecto a la naturaleza del sacerdocio de Cristo, según el orden de Melquisedec y la relación del nuevo pacto con el ministerio mediador del Hijo de Dios. La clave para la comprensión de esta epístola la encontré, no en el simbolismo del tabernáculo antiguo como había supuesto, sino en el nuevo orden de sacerdocio en Cristo. Mi primera exposición pública de esta epístola la hice en Weiser Camp en Idaho, bajo la supervisión del doctor A. E. Sanner. Cuando se me comisionó para preparar un manuscrito que interpretara esta epístola y que fuera útil como lectura general y como texto de referencia para estudiantes, pensé en hacer una condensación del simbolismo del Antiguo Testamento. Pero el estudio del simbolismo que provee la base para el texto de la epístola, prometía ser demasiado extenso para el espacio con que contaba, así que abandoné el proyecto. Lo que sigue, entonces, es sólo una interpretación de la epístola basada en la norma bíblica de la experiencia cristiana, con un mínimo de notas documentales. Reconozco y agradezco la ayuda principal recibida de los comentarios bíblicos críticos que consulté de B. F. Westcott, Francis S. Sampson, C. J. Vaughan, R. C. H. Lenski, A. T. Robertson, D. D. Whedon, Adam Clarke, Juan Calvino, Henry Cowles, John H. A. Ebrard, Samuel Chadwick, William Lindsay, Samuel T. Lowrie, Moses Stuart y del Dr. Moll. Asimismo agradezco la ayuda de los doctores Ross E. Price y Joseph H. Mayfield, en el uso de las formas griegas, campo en que ambos tienen autoridad. Se incluyen también referencias sobre:  Entire Sanctification, de William Jones; The Twofold Life, de A. J. Gordon; The Holiest of All, de Murray; The Way into the Holiest, de Meyer; The Rest of Faith, de Isaac M. See;  Arminian  Magazine, de Wesley; Pureza y Madurez, de J. A. Wood; Compendium of Christian Theology, de Pope; y Systematic Theology, de Miley. Estoy profundamente en deuda con la señorita Louise Hoffman quien preparó y escribió el índice. —H. Orton Wiley  Pasadena, California

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Introducción La Epístola a los Hebreos es un comentario sobre el Antiguo Testamento, divinamente inspirado, con énfasis primordial sobre el Pentateuco y Salmos. Relata la peregrinación en el desierto, el significado del tabernáculo, y es una interpretación de las varias ofrendas y servicios usados en la adoración del antiguo Israel. Sin embargo, la Epístola a los Hebreos no principia con el capítulo 12 de Exodo, sino con el capítulo 24. La Pascua no se menciona. Trata acerca de un pueblo redimido, y se dirige a los “hermanos santos, participantes del llamamiento celestial” (3:1). Su interés no está enfocado en lo que representa la salida de Israel de Egipto, sino lo que significa llevarlos a la tierra prometida. Si hubiera alguna duda al respecto, ésta se resuelve por la declaración de Pablo de que “nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, y todos pasaron el mar... todos comieron el mismo alimento espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía. Esa roca era Cristo” (1 Co. 10:1-4). De esto resulta evidente que la gente de aquel tiempo tenía cierta relación espiritual con Cristo; lo que se confirma aún más por la eficacia de aquella fe que caracterizó a los héroes que menciona el capítulo 11 de Hebreos. No, el simbolismo de esta epístola no tiene que ver primordialmente con lo que llamamos conversión, puesto que no se dirige a personas pecadorasto; lo que se confirma aún más por la eficacia de aquella fe que caracterizó a los héroes que menciona el capítulo 11 de Hebreos. No, el simbolismo de esta epístola no tiene que ver primordialmente con lo que llamamos conversión, puesto que no se dirige a personas pecadorasto; lo que se confirma aún más por la eficacia de aquella fe que caracterizó a los héroes que menciona el capítulo 11 de Hebreos. No, el simbolismo de esta epístola no tiene que ver primordialmente con lo que llamamos conversión, puesto que no se dirige a personas pecadorasto; lo que se confirma aún más por la eficacia de aquella fe que caracterizó a los héroes que menciona el capítulo 11 de Hebreos. No, el simbolismo de esta epístola no tiene que ver primordialmente con lo que llamamos conversión, puesto que no se dirige a personas pecadorasto; lo que se confirma aún más por la eficacia de aquella fe que caracterizó a los héroes que menciona el capítulo 11 de Hebreos. No, el simbolismo de esta epístola no tiene que ver primordialmente con lo que llamamos conversión, puesto que no se dirige a personas pecadorasto; lo que se confirma aún más por la eficacia de aquella fe que caracterizó a los héroes que menciona el capítulo 11 de

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ilustradas y promulgadas en forma lúcida, por medio de referencias y ejemplos notables e ilustres y por argumentos en extremo lógicos y convincentes. Es una epítome de las dispensaciones de Dios al hombre, desde la fundación del mundo hasta la venida de Cristo. No es sólo la suma del evangelio, sino la suma y cumplimiento de la ley, de la cual es también el comentario más hermoso y claro. Sin éste, la ley de Moisés nunca se hubiera entendido completamente, ni

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ilustradas y promulgadas en forma lúcida, por medio de referencias y ejemplos notables e ilustres y por argumentos en extremo lógicos y convincentes. Es una epítome de las dispensaciones de Dios al hombre, desde la fundación del mundo hasta la venida de Cristo. No es sólo la suma del evangelio, sino la suma y cumplimiento de la ley, de la cual es también el comentario más hermoso y claro. Sin éste, la ley de Moisés nunca se hubiera entendido completamente, ni tampoco el designio de Dios al promulgarla. Con él, todo resulta claro y explícito y muestra que los tratos de Dios con el hombre son uniformes y cohesivos entre ellos. Parece que el apóstol tomó una porción de una de sus epístolas como texto: Cristo es el fin de la ley para justificación de los que creen, y ha demostrado su proposición en forma amplia e impresionante. Muestra que todos los ritos, ceremonias y sacrificios de la institución mosaica tuvieron a Cristo como su objeto y fin, y que no tuvieron intención ni significado sino sólo en referencia a él; esto es, como sistema carecen de substancia, como ley no tienen razón, y sus cumplimientos son absurdos e imposibles cuando se toman fuera de su referencia y conexión. Nunca antes se habían declarado premisas con mayor claridad; nunca argumento alguno se había manejado con tanta maestría, y nunca antes se había hecho resaltar una conclusión más legítima y satisfactoria. La materia de que se trata es interesantísima; la manera en que se maneja es atractiva de principio a fin; y el lenguaje se adapta con belleza al conjunto total, siempre apropiado, activo y dinámico, tan digno como es su materia de estudio, puro y elegante como el de cualquier orador griego de alcurnia; y tan armonioso y diversificado como la música de las esferas. Son tantas las bellezas, tan grande la excelencia, tan instructivo el asunto, tan placentero el estilo y tan interesante la obra total, que puede leerse 100 veces sin que se perciba en ella nada de parecido; contiene en cada lectura nueva y mayor información. Esto último es una excelencia que pertenece a la revelación total de Dios, pero a ninguna porción particular pertenece en forma tan única y tan supereminente como a la Epístola a Los Hebreos. 1 La hermosura y verdad de esta descripción de la epístola es algo que sólo conocen los que han pasado años estudiándola —no sólo en español, sino en la fuerza, riqueza y vivacidad del griego original. Continuando el pensamiento sobre la importancia de esta epístola, la mayoría de los escritores abundan en elogio, tanto por su forma como por su contenido. Lindsay, en su obra  Lectures on the Epistle to the Hebrews dice: La Epístola a los Hebreos es uno de los libros más importantes del Nuevo Testamento. Contiene una exposición minuciosa de algunas de las doctrinas principales del cristianismo; su plan está desarrollado con gran belleza y exactitud lógica, y está escrita en un griego más elevado que ningún otro libro del volumen sagrado. 2 Quizá una de las mejores descripciones de esta epístola sea la de John Owen, quien dice: Descubrí que la excelencia de esta epístola es tan grande; tan vasta la profundidad de los misterios contenidos en ella; el alcance de la verdad

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declarada, revelada y explicada es tan extenso y tan difundido en todo el cuerpo de la religión cristiana; la utilidad de las verdades que la epístola nos entrega es tan importante y tan indispensablemente necesaria, que pronto quedé convencido de que la sabiduría, la gracia y la verdad atesoradas en este alfolí sagrado, están tan lejos de haber sido agotadas... por los esfuerzos de cualquiera o de todos los que nos han precedido, o de haber sido perfectamente traídas a la luz por ellos, que tuve la seguridad de que había todavía suficiente base y terreno, no sólo para una investigación renovada en busca de venas ricas en esta mina, para la presente generación, sino aún para todos aquellos que vendrán después, hasta la consumación de todas las cosas. 3 Tal como se mencionó anteriormente, estas descripciones de la epístola no le parecerán exageradas al estudiante paciente y cuidadoso. 2. La Epístola fue Escrita a Cristianos Judíos

 Aunque han habido diferentes opiniones respecto a las personas a las que se dirigió esta epístola, no puede haber duda de que originalmente se escribió a cristianos hebreos. Pero la pregunta es, ¿a qué cristianos judíos? Unos han pensado que se escribió a los cristianos judíos en general, pero las posdatas informando que Timoteo había sido liberado y que, si éste llegaba pronto, el apóstol pensaba visitarles, indican que la epístola fue dirigida a una comunidad local. Respecto a la comunidad, han habido también varias opiniones, mencionando Asia Menor, Galacia, Corinto, Tesalónica, España, Roma, Antioquía, Alejandría y Palestina. El uso del método alegórico y de espiritualización aplicado al Antiguo Testamento ha hecho suponer que la epístola fue dirigida a una numerosa comunidad judía en Alejandría. La teoría más antigua y aceptada es que fue dirigida a los judíos de Palestina, especialmente a la iglesia de Jerusalén. La evidencia interna parece favorecer esta opinión, en especial porque no se hace alusión a peligro alguno por el contacto con el paganismo. Otra evidencia es que había miles de judíos palestinos que eran creyentes y también celosos de la ley (Hch. 21:20). Estos estaban en constante peligro de caer otra vez bajo el ritual de adoración que se mantenía en el templo; y muy probablemente aún no habían comprendido que aceptar el cristianismo significaba la abrogación de los sacrificios levíticos. Una evidencia más es que al dirigir la carta a la iglesia de Jerusalén, daría mayor circulación a la epístola, pues los judíos esparcidos se mantenían en contacto directo con Jerusalén, su capital. 3. El Autor de la Epístola

La autoría de esta epístola ha estado en disputa desde los primeros siglos. Tertuliano aseguró que Bernabé la había escrito. Clemente de Alejandría la atribuyó, al menos en parte, a Lucas. El pensaba que Pablo había sido el autor y Lucas el traductor. Lutero se encontraba entre los que la adscribían a Apolos, quien era ”poderoso en las Escrituras”. Aún otros la atribuían a Silvano y Aquila, en tanto que Theodore H. Robinson piensa que fue obra de algún autor diferente de los que escribieron el Nuevo Testamento. 4 La iglesia oriental generalmente consideró que esta epístola era de Pablo, y la iglesia latina la consideró paulina hasta el fin del segundo siglo. En algunos de los catálogos y manuscritos antiguos, tales como el Código Alejandrino, el Vaticano, el Efraimita y otros, la Epístola a los Hebreos se encuentra inmediatamente después de 2 Tesalonicenses, en medio de las epístolas paulinas. Esto originó una teoría al principio del siglo de que Gálatas fue escrita para los gentiles y Hebreos para los judíos de la

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misma región. En esa forma, la epístola principal sería “A los Gálatas”, y “A los Hebreos” sería una carta adjunta. Eusebio cita a Clemente diciendo que la razón por la que Pablo no incluyó su nombre en la epístola, fue porque él era apóstol a los gentiles y no a los judíos. Probablemente la mayoría de los eruditos aún opinen como Orígenes cuando dijo en el tercer siglo: “En cuanto a quién escribió la epístola, sólo Dios lo sabe”. 4. El Idioma Original de la Epístola

Hay dos opiniones generales respecto al idioma en que esta epístola fue escrita originalmente: (1) que fue escrita o dictada en hebreo y después traducida al griego; y (2) que fue escrita en griego tal como la tenemos hoy. Los eruditos antiguos aceptaron la primera, en tanto que los modernos se inclinan por la segunda. Como en el caso de la Epístola a los Romanos, que aunque estaba dirigida a los romanos, fue escrita en griego, el autor probablemente pensó que se adaptaría mejor al uso común si se escribía en griego, aun cuando estuviera dirigida a hebreos. En relación con el asunto del idioma original, debe darse también algo de atención al vocabulario, al estilo y al uso de imágenes literarias. Westcott declara: El lenguaje de la epístola, tanto en vocabulario como en estilo, es más puro y más vigoroso que el de cualquier otro libro del Nuevo Testamento. (1) El vocabulario es singularmente copioso. Incluye un extenso número de palabras que no se encuentran en los demás escritos apostólicos... y algunas que no se citan de ninguna fuente independiente... (2) El estilo es aún más característico de un erudito versado que el vocabulario... Las imágenes literarias usadas en la epístola se toman de varias fuentes. Algunas de las figuras que se mencionan más o menos en detalle, son particularmente vívidas y expresivas. 5 Los que sostienen que la epístola fue escrita originalmente en griego, se basan en lo siguiente: (1) No tiene el estilo rígido de una traducción; (2) cita la Septuaginta uniformemente, lo que no hubiera sucedido si se hubiera escrito en hebreo; y (3) en algunos casos traduce términos hebreos. La epístola en griego estuvo en circulación desde muy temprano, y no hay evidencia de que hubiera existido un original hebreo. La idea de un original hebreo es una hipótesis para explicar las supuestas diferencias de estilo con las otras epístolas paulinas. 5. Fecha de Composición

Si es que San Pablo escribió o dictó la epístola, evidentemente fue escrita antes de la destrucción de Jerusalén, ya que el apóstol murió antes de esa fecha. Algunos textos (véase 9:9, 13:10) así como el tenor total de la epístola implican que el templo existía todavía y estaba en uso. No obstante, no pudo haberse escrito muchos años antes, porque había algunos que ya habían sido cristianos por mucho tiempo (5:12), y puede también inferirse de 13:7 que sus primeros maestros habían muerto. El inminente desastre de la caída de Jerusalén parece indicarse con las palabras, “y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca... Porque aún un poco y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (Heb. 10:25, 37). La fecha probable de esta epístola se fija entre los años 64 d.C. y 67 d.C., cuando principió la guerra judía, y más probablemente poco antes de la caída de Jerusalén. Este último evento marcó, en un sentido peculiar, el fin de la dispensación antigua. Los cristianos lo consideraron como el juicio final de Dios y la señal de su venida.

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6. El Propósito de la Epístola

Como se ha declarado generalmente, el propósito de la Epístola a los Hebreos fue confirmar a los cristianos judíos en su fe y protegerlos de caer en apostasía volviendo al  judaísmo. Sampson señala que ellos estaban expuestos en especial a este peligro, y que esto puede verse (1) por sus antiguos prejuicios y su educación anterior; el judaísmo había sido la religión de sus padres desde tiempo inmemorial. (2) Por el esplendor del templo y del servicio efectuado allí, que apelaba continuamente a sus sentidos, y que quizá sus enemigos mencionaban para mostrar el gran contraste con la sencillez de la adoración cristiana. (3) Por la influencia de las relaciones sociales; sus parientes, vecinos, amigos y compatriotas eran judíos. (4) Por el oprobio vinculado con la cruz; para el judío no había ningún obstáculo mayor que ese.  Y (5) por las persecuciones que, aun cuando no eran mortales, eran severas. 6 El propósito del escritor se lleva a cabo revelando la verdadera naturaleza del cristianismo, que él presenta como la religión final y perfecta. Hace esto, no sólo usando exhortación y advertencia, aunque éstas reciben un lugar importante, sino más especialmente mediante un tratado erudito y espléndido en el que hace énfasis en la gloria de Cristo, el Hijo, al compararlo con los ángeles, con Moisés y con Aarón. Aquí también se muestra, en notable contraste, la distinción entre el antiguo pacto de obras y el nuevo pacto de fe. Una de las peculiaridades de esta epístola es la presentación de Cristo como Sacerdote, verdad que no se encuentra en ninguna otra epístola, aun cuando se mencionan ministerios sacerdotales. La verdadera clave para comprender esta gran epístola, por tanto, consiste en verla a la luz de Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote. Todo lo demás tiene su centro en esta idea principal. Tan erudito es el tratamiento del material de esta gran epístola, que con frecuencia se le considera como un tratado sobre el sumo sacerdocio de Cristo.

Principios de Interpretación

En nuestra interpretación de esta epístola recalcaremos los siguientes puntos: (1) El objetivo primordial de la epístola es conducir a los hombres ante la presencia de Dios. (2) A fin de estar en la presencia de Dios, los individuos deben ser santos. Por tanto, la nota dominante de esta epístola es la santidad, y esta experiencia personal y espiritual se presenta bajo diferentes aspectos y con terminología apropiada, relacionada con la persona y obra de Cristo. (3) Al pueblo de Israel se le ve como un pueblo típico, simbolizando la obra de Cristo bajo el nuevo pacto. Sin embargo, el énfasis no se hace en su liberación de Egipto, sino en su negativa a entrar a Canaán, su herencia prometida. De aquí que, la referencia a su historia se limita principalmente a su viaje desde Egipto hasta Canaán, su peregrinación en el desierto, el tabernáculo con su mobiliario, su sacerdocio, y el gran Día de la Expiación, interpretándolos a la luz de la obra redentora de Cristo. Esta experiencia redentora se presenta bajo varios aspectos, tal como se relaciona a Cristo, y cada uno de estos aspectos va acompañado de una advertencia o exhortación adecuada. Cuando la epístola se analiza en esta forma, produce la siguiente terminología relacionada con la experiencia —una experiencia conocida ba jo varios términos bíblicos, pero que el señor Wesley generalmente llamó perfección cristiana.

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 Aspectos de Cristo 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

La deidad de Cristo La humanidad de Cristo Cristo como apóstol Cristo como Sumo Sacerdote Cristo y las promesas Cristo y el santuario Cristo y la herencia

Experiencia Espiritual

Advertencias Contra

La gran salvación Santificación El reposo de la fe Salvación eterna Perfección cristiana El lugar santísimo Santidad

Negligencia Endurecimiento del corazón Incredulidad Indiferencia Pereza Pecado deliberado Apostasía

Se notará que las advertencias se presentan en escala gradualmente descendente: negligencia, endurecimiento de corazón, incredulidad, indiferencia, pereza, pecado deliberado y apostasía. El término “salvar perpetuamente” (7:25) nos da otro aspecto de esta experiencia de gracia, pero ninguna advertencia lo acompaña. En lugar de ello, el escritor presenta las características de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote, para restaurar a su pueblo a la plenitud de su herencia (7:26-28).

La Naturaleza Exhortatoria de la Epístola

La Epístola a los Hebreos es totalmente exhortatoria. Aun sus argumentos más profundos y sus descripciones más sublimes se ofrecen en un espíritu de exhortación. Como se indicó previamente, dichos argumentos y descripciones toman con frecuencia la forma de advertencias y admoniciones. El deseo supremo del escritor es evitar que los cristianos hebreos vuelvan al judaísmo, y para lograrlo les ruega que exploren los misterios de la gracia divina en Cristo Jesús. El escritor tiene siempre presentes las dos dádivas grandiosas que Dios le ha dado al hombre para su salvación: (1) Dios dio a su Hijo al mundo para redimirlo; (2) Cristo ha dado el Espíritu Santo a la iglesia para su santificación y purificación. Así como la redención se recibe por fe, así también la santificación y purificación.  Aunque el escritor hace énfasis en las crisis de la experiencia cristiana, nunca permite que éstas excluyan el crecimiento y el desarrollo. Así como la conversión es una experiencia de crisis que da inicio a una vida que está en paz con Dios, la santificación es una crisis que conduce a la vida de santidad. Esta última es especialmente significativa por cuanto da lugar a la presencia permanente de Cristo por medio de la plenitud del Espíritu. Apoyarse en una crisis como fin, y no como medio, es causa de mucha flaqueza en los corazones del pueblo de Dios. No descansamos en un corazón santo, sino en Aquel que habita en el corazón santo; ni trabajamos en base a nuestra propia sabiduría y fortaleza, sino a través de Aquel que obra en nosotros tanto el querer como el hacer por su buena voluntad. Como veremos en el estudio de esta epístola, el autor está profundamente interesado en que los que han entrado por el velo al lugar santísimo vivan en plena devoción a Dios. Para el escritor, ser lleno del Espíritu es literalmente estar poseído de Dios; ser ungido con el Espíritu es, en un sentido verdadero, ser “cristianizado” para que, en nuestra medida finita, seamos legítimos representantes de Cristo ante el mundo y la iglesia. Que Dios nos conceda la ayuda del Espíritu Santo mientras estudiamos esta gran epístola, no sólo para que comprendamos mejor las riquezas de gracia en Cristo Jesús, sino para que hagamos uso de estas riquezas por medio de Aquel que es nuestro Mediador, nuestro gran Sumo Sacerdote, quien es a la vez el “fiador” del pacto y el “ministro del santuario”.

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