Yerushalmi Reflexiones sobre el olvido
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I{icole Loraux, ffian-Claude Milnor,
ColrcctóN DtecoNAL DnrtcrDA PoR ANln¿r-V, GIAcoNE
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USÜS MH{- ܧ-V§MÜ CoNmNICAcIoNES AI- Cor-oQIno DE ROYAUMONT
Prólogo de Eduardo Rabossi
f,diciones hlueva Visión Euetlos Aires
RtrFLEXIOhTtrS SOBRtr trL OLVIDO Yosef Hayim Yerushahni
PRELTIDIO EN VALS DE }IESITACION
Hace varios meses me informaron que se iba a re alizarun coloquio en París, coincidiendo con una estada mía en esa ciudad. Faltó de
más amplias precisiones, no tardé en olvidarlo...
La invitación oficial me llega a Nueva York en momentos en una vez concluido mi semestre en Columbia, me preparo para conducirpor prime ravezun seminario en la Escuela áe Altos ÉrQue ,
rudios en Ciencias Sociales "lJsos del olvido". No, ilo he leído mal el título... Se sugiere primero el tema: "Hipemrofia cle la memoria; olvido de Ia historia". Debo rechazado, a menos que sea: "Atrofia de la memoria; hiperrrofia de la historia". Pero piefierc más bien no telerningun título, o el más indeterminado posible. En realidad, anhelo secretamente que Jacques Le Goff, por quien siento un iru¡enso respeto, hable, mientras yo lo escucho. Por desgracia, no ser á el caso. Por haber escrito sobre la memoria, parece que en lo sucesivo debo expiar este acto de piesunción, tratando del ólviOo. Acepto mi
suerle no sin emoción. ¿Qué puedo decir que no haya escrito ya, por lo menos implícitamente?l Pues bien, Edc Vigne tradu cirátnri ext Y.H. Yerushalmi, Zaútor; Ja,vish Iliistory ancl Jewish Memorr¡, Seattle-Londres, University of Washington Press, 1982; trad. frances a, Za¡:h,ár.-tr¡rir¡r, ir)¡ve et mámoire iuive, trad. Eric Vigne, parís, La Découverte, LgBz.
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posiciÓn al francés --txposición que lemo cleshilv¿uraclay eso rá ya un consu elo . . .
se
Mi inquietud inicial
se ve también,
er cierto moclo, rnitigada por a la rrlA¡era de uñr,,p*6-
una coincidencia que pre fiero interpretar,
ricioso, conro un augurio favorablá. Unos dfas antes cle qrte me llegara la invitación a este coloquio habÍa compraclo y rlevorado dos obras del gran psicólogo ruso Alexandr R.omatrovich L!Ta. La primera llev-a et ifruto inglés de The fuf anvvith a ShcttteredWorlrt; the, History of a BrainWoynd; la otra: The M ind of a Mnemonist; a Little Book A-bout aVast lulemory,, ya traducida al frmcés con el título de IJne proctigieuse ntéruoire.lEstos dos libros qui zálo sepan- sonestudios rje casos, y -ustedespsiquiátrica. clásicos en la literatura uno es el reflejo invertido del otro. "Bien, me dije, aquf tengo sobre qué ponerme a reflexionaren el avión a París.. . "
El "h,[¡ernonista", pol'su parLe, nlostraba desrJe la infancia una menloria tan prodigiosa que llenaba cle asombro a los psicólcgos que se interesaban en su caso, y luego al público que acuclía a sLrs exhibiciones en el cscenario¡ La tragedia del herido de Sitiolenslc no nos sorprcnde ; habirualmente consideramos la anrnesia cnrno una patología. Pero el hdnenlonista no üra menos patológico. Si el hontbre cJcl cerebro herjdo
no podía recordar, el fufenrrronista no podfa olvidar. Tantbién a dl difícil leer: nc porque, A semejanza del hombre de Smolensk, olvidara el sentirlo de las palabras, sino porque, apenas leía, otras palabras y otras irniigerles surgían del pasailo hasta sofocar las palatrras del texto quc tcnía ante slrs ojos. Refiríenclose a nuestro Mnemc,nista -_al que lliunA "S."--- Luria Iesume per[ilrentemente el problerna: le resultaba
La rnayoría de nosotros se dedica a mejorar su ffremoria; nadie
se
plantea el problema de s¿rber olvidar. E,n el caso cluc nos preocupfl, el de S., sucedía precis¿unerlLe lo conLrario. El gran problema para é1, y el nlás penoso, er¿t aprenCclr a olvidar.
El hombre al que el munclo se le hizo añicos había sulrido una herida de balA en la cabeza durante la Segunda Cuerra Munclial, en Ia batalla de Smolensk. Si bien sobreviviO, perdió por decirlo así la nlemoria y casi la facultad de recordar. Por el solo émpeno de su voluntad y al precio de un esfuerzo increíble, aconletió la labor cle escribir algunas frases por día, y 1o hizo todos los días rJurante veinticinco años. Lentamente, penosamente, se puso en condiciones de recobrar jirones de su pasado, pero fambiéñ Oe ponerlos en orden y de darles un amago de sentido. Si bien esta aCrividad le tejía un fenue lazo coll la vida, este hombre no podfa llevar una exis[encia llonnal. En cierta página exclama: "¡Nome acuerdo de nada, absoIutamente de nada! ¡unas pocas migajas de información... y nada más! No sé nada cle ningún tema. ¡trti pasado se desvaneció!" 2
A.R. Luri a,'f he ManwithashatteredWotrld,tad. Lynn Solotaroft pr.s. Oliver Sacks, CambridS* (Mass.), Harvarcl_Universiry Press, 1987, y The lvÍind o! a Mnemonist, trad: Ly* Solotaroff, pres. Jéronre Báner, Cambrid[e ¡rvr¡s.,\ (Mass.), H;r,¿rd University PrÁss, 3
1987
A.R. Luria, {Jrw prodigieuse mémoire; étude prycho-biographique,rad. Nin¡r Itausclt cle" Traubelberg con Ia colaboración de lás señoras Chuu..neff, Neuchíitel, I)elachaux y Niesrló, 1970; no seguimos esra traclucción.
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Esto es algo que nos
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trotrae irlesistiblcmente a Nie[zsc_he
quien, ya en I874, proclamA la crisis rlel historicismo;, i¿"ilñ de enf.*r,¡:edad: "to¿os rlosotros sufrimos de unA fisbre histórica de-' j voradoira y por 1o menos deberíunos reconocer que la sufrimos." o...) Y añade: "Sobre todo, es absolul"amente imposible vivir sin olvidar. "5 De estas conrlundentes premisas, Nietzsche concluye con sobriedad:
t...] se trata rJc saber olviclar arJrecle, así como sabe uno acordarse I adrede; es preciso que un inslinto vigoroso nos advierur cuándo i necesario ver las cosas históricarnente y cuando es necesario verlas j no históricarnente, Y he aquí el principio sobre el que el lector está í a reflexionar: el sentido no histórico y el sentido tústórico
es
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lnrimdo
t "[. ..1 vvir alle an ei¡teüLverzeltrenden l¿istorisclten Fieber leitien u¡trl mintlestens érkennen sollten, das wir daron leirlen". F. Nierzsche, "Vom Nutzen und Nachteil des Historie für das Lebrrn", Unzeitgerrtrisse Betraclüun.gen,il, tnWet'ke in drei Bunden, ed.por l(arl Schlacht¿r, Bcl. I, IVlunicii, Carl Hanser Verlag, 1966, p.210. No scguimos acluí ningtma de las Lr¿tducciones francesas actualmente disponibles, ni Ia de Ccnevibve Bianquis (Aubicr), ni Ia de Hcnri Albert (Fliurui'rarion). s Wcrkc, F. 213: "[ . . . I c.v i,i'l t¿l.tr:r eítrtz tt¡t¿l gttr rtrl¡ni)glictt, {tltne Vergesse.n überltaupt zu leben". r5
so¡t iguo.lttente necesarios por:o la salud de un fudivictuo , de una na* ción, de una. civiliza.ción.
y que puede ver el mundo de un extremo a otro. Fero justo en el nlomento de nacer aparece un ángel y Ie toca la boca (una leyencia tardía pretende qr"re se la besa) y eJ pequeño olvida irunediatamente ay!- volver a aprender la Tora. Como hay aquí todo. Deberá
Con toda seguridad. Y e1 lector moverá la cabeza afinnativamente anle una verdad tm primaria como banal. El hombre sano, llos veríamos tentados a decir, se ubica en algrur punto entre el Mnemonista y el hombre de Srnolensk. Fero el problema no queda por esto resuelto: si tanto tenemos necesidad de recordar como de o1-
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colegas que conocen a los griegos ntucho mejor que yo, comenzaré,, de acuerdo con mi costuurbre, por tratar de los judíos, y luego ampliaré mi exposición a perspectivas más generales.
vidar,¿-dÓn{gdebenroStIar:ar1af¡on1eLa?@henosesde alguna üt¡tiOad. ¿trn c1ué nrertirtá ienemos t ¿Y clé qré ilase dé historia? ¿De qué deberíamos acordarnos, qré podemos autórizamos á olvidar? Ér.grrntas que, como tantas,hny colno ayer, continúan sin respuesta. Simplemente, se han vuelto rnás urgentes. Y yo dudo, por razones que mencionaré rnás adelan[e, que podamos responderlas ahora ni en un fuluro cercano. ,f:,:.
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III usos del olvido: enla Biblia hebrea, no existen. En toda la Biblia sólo se hace olr el terror al olvido. El olvido, r'everso de la rnemoria, es siemple negativo; es el pecado cardinal de1 que se derivar¿in todos los demás. El locu.s classicr¿.§ se encuentra quizá en el Deu-
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teronomio, VIII:
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Gu¿írdate bien de olvidarte de Yavé, tu Dios, dejanclo de observar sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, que hoy te prescribo yo. . .
Pero nos hernos adelantado demasiado. Nuestra tenninología básica todavía no está afinada. Irlo se puede hablar con pertinencia de "olvidar" sin interrogarse al mismo tiempo sobre el sentido que damos a "recordar". Por 1o tanto, haré una clistinción provisional entre la rnemoria (wrnernne) y la reffililcenCla (át:ramy¡es¿s) Lláma :--.F____"
[No sea que..,] te ensoberbezcas en tu corazón y te olvicles de Yavé, tu Dios, Quo te sacó cle Ia lierra de Egipto, de Ia casa de Ia servidurnbre ... Si olvidándote de Yavé te llegaras a ir trai ottos clioses y les sirvieras y te prosternaras ante ellos, yo doy testimonio hoy contra vosolros de que con toda certeza perceréis (Deuteronomio. 11, 14, 19)
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p e rn ane ce es en c i alm ente i ni nte irurn p i tlo, collinuo. La anánii,tiei:lifclésig4ará la remiijisCeniia dé ió ciuó se "Ios:giid-"g1reffi m 6ueñá- m aneráTiá?[ to* é e§to§'térii=iinós'dd gos y particulatmente de Platón, donde remiten no a la historia sino al conocimiento filosófico de las Ideas etemas. Con excepción de esos pocos y raros individuos cuya alrna ha collservado huella de los recuel'dos prenatales del mundo de las Ideas, todo conocimiento es ananl.nesis, todo verdadero aprendizaje es un esfuerzopor recordar 1o que se olvidó. Existe en el Tahnud (Tratada Nid.dah, 30 b) un curioso paralelo: ahí se dice que el feto conoce toda la Tora sü:a!B¡@.aÉ.a*4**¡.eü
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Werke,p.274:"t. ] dtworr, ilüss tlt(tÍt eberco gut zu rechten7¿it zuvergessenv,eiss, a./s man sich zur reclúenZeit erin.ruert,' davot4 dass tnan mit lcrriftigen Instinlcte herausftitht, wann es notig ist, historisch,ytatüt unhislorisch zu empfintleru. Dies gerade ist der Satz, zu dessenBetrach.turtg der Leser eirtgeladenist: das Unhistorische und rias Histttrisch.e jsr g leicherrnüssen.fiir die Gesun.dheit eines einzel¡u:n, ein,€:s liolces und ein,er [iultur rtótig". 1ó I I I I
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Esta premisa asornbrosa 1o ser
exhortado
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de que todo un pueblo puede no só-
a recordar, sino tzunbién considerado t'esponsable
olvido- se presenta como si cayera por su peso. Pero el olvido colectivo es seguramerlte una noción tan prol-,lemática óo,ñó ta de la memoda colectiva. Si la encerramos en una acepción psicológica, pierde virtualmente todo su sentido. Estric[antente, loi pueblos y grupos sólo pueden olvidar eI presente, no el pasado. En otros del
términos, los inOivi¿uos que cornponen el grupo-pueden olvidar acontecimientos que se produjeron durante su propia existencia; no podrían olvidar un pasado que ha sido anterior a ellos, en el sentido en que el individuo olvida los primeros estadios de su propia vida. Por eso, cuando decimos que un pueblo "recuerda", en realidacl decimos primero qüe un pasado fue activamente transmitido a las generaciones conl.ernporáneas a 1r'avés de Io que en otro lugar llanlé "los canales y receptáculos de la men:oria" y que Piel re Nora 11
llarna con acierto "los lugares rJe lnemoria";' Lqlr§ dg§p-Uɧ.9§9- pasado transnritido se recibió cornc cargado cfe un sentido propio. Fn consecuencia, nil prueblcl "olvida" cuando Ia generaciÓn po§9,edora del pasado no 1o transmite a la siguiente, o cu&ndo ésta rechala lc que recibió o cesa de trallsmitirlo a su vez, lo que viene a ser 1o misrno. La ruptura er] la transmisión puede producirse btuscamqnte o al términó de un proceso de erosión que ha abarcado varias generaciones. Pero el principio sigue siendo el mismo: un prieblo jamás puede "olvidar" 1o Clue antes n0 recibió. De esto modc, aunque el hornbre de Smolensk y et lvlnenronista nos hayan serviclo cle metáforas introductivas, Ilo debemos ver en ellos verdaderas analogías. Así como "la vida tJe un pueblo" es urla metáfora biológica, del mismo modo "14 memoria de un pueblo'l es una metáforo p,sicológica; a rnenos que hagamos del grupo un QrganisüIo dotado de una psiqr-ris colectiva cuyas funciones se corresotros términos, a fiondenan éstrictamente con las del individuo; en y asumir las conFreud con historia Ia leer que decidamos menos desacreditado.8 ya totalmente psico-lamarckismo un de secuencias
IV
mandamientos y órdenes de "recorclar" y de no "o1vidar" ciue se dirigieron al pueblo judío no habrían tenido ningún efecto si los ritos y relatos hisróricos no se hubiesen convefiido en el cánon de Ia Tolo recuerclo, significaba literalmente "enseñanza", en el ra -torah, sentido más amplio- y si la Tora a su vez no hubiese cesado de renovarse conlo Tradición. Prirner texto Moisés recibió la Tora en el Sinaí y la transmitió a Josué y Josue a los Antiguos y los Antiguos a los Profetas y los Profetas la transmitieron a los Hornbres de la Gran Asamblea.
Así se inicia la l¿tish.nah A bot,revelando la "Cadena cte la tradición" (shalshelet ha-qttbbalalt) farisea. A la larga, esta cadena iba a tenderse, a través del período talmúdico, hasta el final de Ia E,dad Media. Por lacónico que sea, este pasaje me parece encerrar la quintaesencia cle la nlemoria colectiva definida como movirniento dual cle recepción y transmisión, que se continúa altemativamente hacia et futul'o. Este proceso es 1o que forja la rnneÍnne delgrupo, lo que establece el continuo de su menloria, lo que forma una cadena de eslabones en lugar de desenrollar de una sola pieza un hilo de seda. Los judíos no eran virtuosos de la rtemoria; eran receptore.s atentos y soberbios transmisores.
L9 gqe_llapag_os olvido el el sentidg, colectivo aparec.e- c-9a¡do ciéñbs fiüilo§ hurnanos no logran-voluntaria o pasivamente, por rechazo, incliferencia o indolencia, o bien e causa de alguna catás-
trofe histórica que interrumpió el curso de los días y las cosas-transmitir a la pósteridad 1o que aprendieron det pasado. Todos los 7 Y.H. Yerushalnri, Zahkor, op.cif., cap.4; Pierre Nora (dir.), Les lieux de ta 'iEntre rnénuámoire, Puris, GallimarcJ, 1984-1987 (4 vol,). Véase su introducción: vol. XVII-XLtr' I, ibid., «les lieux", moire et historie: la problématique 8 S. Fre ucl,Torent et tabou, Malaise dans ta civilisationy sobre todo L'ha¡rrune
Moi'se et la relígion motwtltéiste. Véase asimismo el texto "metapsicológico" de 1g15 que s* haüía perdido y fue publicado recientemente bajo el tín:lo Ubersiclt der IJ terffagungsneurosen: Ein bisher unbekanntes Manusbrpt, edición establecida por I lr" Crubrich-Simiris, Francforq S. Fisher Verlag, 1985 ' La crítica del lamarskismo en gencral y del psico-lamarckisnro de Freud en particular ftre objeto de.una vasta litáatura. Para Ió esencial, véanse Stephen Jay Gould, O nthogeny and pltyloge¿y, Clnrlrriclge (lvf ass.), Harvard Universit] Press, 1971,pp. 155-161 1' pu,rsiir; Fia¡k J. Sullou,ay, Ii reud, B iotogi,st oJ'the lVlind,hlew York, B asic Books, Fa1979 ,1t.274y ss.,.[39 ),is. (tracl. francesa: Fr¿¿ul biologiste tle I'espril, Palis, 1,iu-{l, 1981).
Segundo texto Cuando nuestros Maestros penetraron en el Viñedo de Jabneh, dijeron: la Tora esrá destinadas a ser olvidada en israel, como está escrito [Amós, VIII, 11]: .Vienen días-so-y yo, Dios el Señor quien hublo- en que nrundaré lmrnbre sobre la tierra.lVo ha¡nbre de pan ni sed de agua, sino el hambrey la sed de. laPalabt'a (Talmud de Ba-
bilonia, Tralado
,§fta
bbat, I 3Ba).
Este oscuro pasaje es inesperado, y hasta nos exlraña. No se 1o puede explicar conro Ia exégesis inevitable det versículo de Amós. En realidad, tenemos que comprenderlo dentro clel contexto temporal y espacial en que lo colocó la tradición: el "Viñedo de Jabneh" remite a Ia academia que el rabino Johanan ben Saccai estableció durante la destrucción clel Segundo Templo por los romanos, ese -'lugar de memoria" judío por excelejncia. Jatrneli templo que fue era la forteleza erigida contra el olvido. En é1 se salvó, estudió y ordenó la tradición para asegurar su perpefuación para ]os tienlpps por venir. No sé de nada que ilustre nrejor el formidable poder r1e I
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rlliteh que cierto gesto realizado por Freud casi dos mil
años
después. Freud el psicóiogo rechazó "la caclena de la tradición" en provecho Ce la cadena de la repetición inconsciente; pero Freud el judío sabía aún y sentía lo que podÍa significar este episodio ancestrai. En agdsto de 1938, tras escapar de su Jeiusalén vienesa inmediatamente después del Anscltluss, se volvió por instinto hacia el ej emplo cle Jabneh para encontrar en é1 una palabra de consuelo que hizo llegar, por intermedio de Anna Freud, a la diáspora psicoa-
nalíticA reuniua en París con motivo del XVa Congreso Intemacional: Los infortunios políücos sufridos por la nación Liudral le enseñaron a valorar debidamente el único bien que le quedó: su Escritura. Inmediatamente después que Tito destruyó el templo de"Jerusalén, el rabino Johanan ben Saccai solicitó el pormiso de abrir en Jabneh la primera escuela para el estudio de la Tora. Desde entonces, el pueblu disgregado se mantuvo unido gracias a la Sagrada Escritura y al interés espiritual que ésfa suscitó.e
Justamente. En consecuencia, es por 1o menos extraño que la sornbría predicción de que la Tora iba a ser olvidada haya sido enunciada por los mislnos que echaron los fundamentos de su trans-
rnisióu ulterior. Ellos, seguramente, ignoraban qué duración y contintridad iba a tener su esfu erzo. Este pasaje me parece en realidad meltcs una predicción que una proyección de su propia angustia del momento, la de qlle la Tora conia peligro de caer en el olvido. ¿Qué era entonces la Tora para los sabios de Jabneh? La enseñanza incluye urla buena parte de histoda. Sin embargo, como 1o revela el próximo pasaje, la-arrgUqtia de los_Sabios no es gue se o1victe Ia historia, sino 7a halakhalu la Ley. Lás prioñdáde§ están fir
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La Tradición conoce, pues, tres ocasiones en las que la Tora fue, en su totalidad o en parte, realfnente olvidada y luego restaurada. El sentido general de este pasáje está muy claro: aquello que el pueblo "olvidó" puede, en ciefias circunstancias, sár recuperado. El primero de los tres ejemplos de olvido es el más célebre elgualmente eI más significativo. En el capírulo VIII del tibro de Nehemfas, Esdras reúne a su pueblo en la plaza de Ia Puerta del Agua, en Jerusalén, para un ejercicio dramáüco de rememoración naiional, pe- i *rA cg_mo sucede siempre en g,ualquier anarynesis colectiva, 10 que {
esÍ{, ta$bién:metamoifoseado. por primára \ vez, durante los siete dfas de los TabernáCuios, E§dras y süs compañeros leen toda la Tora decir, en este caso, los cinco libros -esun "libro" (sefer) continuo, públi cade la ley de Moisés- como mente, ante todo el pueblo reunido, mientras los levitas van explicando su sentido. Por primeravezen la historia un libro sagradó se convierte en propiedad común de un pueblo y cesa de ser fiatrtrnonio exclusivo de los sacerdotes. Así nació la Escritura. Así nació la exégesis. Así, de Ia religión del antiguo Israel nació et judaísmo, y Jabneh se hace posible.
-yugie
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lalrp"ü*ia
V
.
jaCá§: áquí, la Ley es 1o primero. En consecuencia, 1o únicó que la memoria retiene es aquella his:.,---....-... toriáQüé pueda integrarse en el sistema de valores de la halakhah. El resto és ignorado, "o1vidado". t--'--
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