Metodo Anti Candida

August 21, 2017 | Author: Pepito Perez | Category: Stress (Biology), Self-Improvement, Emotions, Mind, Physical Exercise
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M É TO D O ANTI-CÁNDIDA 6 sencillos PASOS para liberarte de la candidiasis.

CARLOTA DEL POZO

Método Anti-Cándida

Según la Organización Mundial de la Salud: “La salud no es solo la ausencia de enfermedad,

sino un estado de bienestar físico, mental y social. “ Es importante que entiendas este punto, porque mi propósito con este método no es sólo que te cures de la candidiasis, sino también que consigas mejorar otros aspectos de tu vida como son los psicosociales, emocionales o espirituales. Al mejorar éstas áreas al mismo tiempo que realizamos cambios en nuestra dieta y seguimos un tratamiento anti-cándida, no hacemos más que aumentar nuestras probabilidades de éxito a la hora de recuperar la salud. Y es que si intentas seguir una dieta, pero te encuentras bajo de ánimo y emocionalmente inestable, es más probable que en algún momento de debilidad incumplas las pautas marcadas por tu terapeuta. Sin embargo, si cuentas con apoyo el apoyo necesario para superar los momentos más duros del proceso de curación, las probabilidades de éxito se multiplican. Por esta razón es importante que te prepares a la hora de comenzar este camino, para que afrontes con éxito los momentos más retadores del proceso, como cuando experimentas un empeoramiento de los síntomas o altibajos emocionales . Para ello te mostraré herramientas con las que podrás recuperar tu salud de manera efectiva. Descubrirás el rol central que tú mismo tienes a la hora de dirigir tu vida y aprenderás estrategias que te permitirán mejorar la auto gestión de tu salud. La autogestión se basa en el uso de técnicas de auto conocimiento con las que aprenderás a esuchar a tu cuerpo y entender las señales que este te manda. Esta información no sólo es extremadamente valiosa para ti, sino también para tu terapeuta. Además, y antes de empezar, es importante que sepas que el cuerpo tiene, por naturaleza, la capacidad de auto-regularse, incluso de curarse si le proporcionamos los recursos necesarios (y no me refiero a medicinas, sino más bien nutrientes, ausencia de estrés o emociones reprimidas...) Así que cuando una enfermedad aparece quiere decir que estamos interfiriendo en esta capacidad de un modo u otro. Mi objetivo es mostrarte las ocasiones en las que yo misma he impedido mi curación, con el fin de que tú también seas capaz de detectar y eliminar el auto-boicot que en ocasiones nos realizamos sin darnos cuenta siquiera. Ten en cuenta que los 6 pasos que te voy a proponer son sencillos, pero a la vez efectivos y poderosos.

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1. Recupera tu poder

Durante muchos años, mientras luchaba contra la candidiasis, pensaba que era una víctima de esta enfermedad. Sentía que no tenía el control de mi salud, porque muchos de mis esfuerzos por intentar curarme no daban el resultado que yo esperaba. Sólo ahora, después de todo este camino, me doy cuenta de que mi actitud de victimismo y lucha no hacía más que dificultar mi proceso de curación. Porque la enfermedad no es “algo” que nos viene de fuera, impuesto. Esta visión hace que nos auto compadezcamos: “pobre de mí, mira lo que me ha tocado vivir.” Durante años, empezando en el colegio y después cuando ya era una ejecutiva, siempre me preguntaba por qué la candidiasis se estaba poniendo en mi camino, haciéndome la vida tan difícil. Observaba con admiración a la gente que siempre parecía estar bien: ese tipo de gente que nunca se coge un resfriado, que nunca se pone enferma. “Yo en cambio, pobre de mí, siempre con altibajos.” Hoy tengo una visión muy distinta de la vida, y es que nosotros mismos tenemos las llaves hacia nuestra curación y nuestra prosperidad. Somos los reyes y reinas de nuestra salud y nuestra vida. Según la medicina funcional (una evolución de la medicina que nace con el objetivo de abordar con éxito las necesidades en el campo de la salud del siglo XXI), para entender el origen de una enfermedad hay que valorar todos los factores que interactúan de forma dinámica en el paciente. Entre ellos encontramos: • Los factores ambientales: la dieta, la calidad del aire y del agua, el nivel de ejercicio físico o las posibles exposiciones a agentes tóxicos o infecciosos. • La composición genética: aunque ciertos genes te pueden hacer más susceptible a algunas enfermedades, tu ADN no determina de forma inamovible lo que ocurrirá en tu salud. El apasionante mundo de la epigenética ha demostrado que tu ambiente, tus experiencias, actitudes y creencias pueden cambiar la forma en la que tus genes se activan y expresan en tu cuerpo. • Los aspectos de la conexión mente y cuerpo: los factores psicosociales, espirituales y emocionales (incluyendo la familia, el trabajo, la comunidad, el estatus económico, el estrés y el sistema de creencias de la persona.) Por lo tanto, la mayoría de las enfermedades no son el resultado de un agente externo o un problema fisiológico en un órgano determinado. Las enfermedades, y sobretodo las crónicas, suelen ser el resultado de complejas interacciones entre los distintos órganos, los procesos biológicos, la predisposición genética, las influencias del entorno y los factores psicológicos y emocionales.

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La dieta y el uso de ciertos medicamentos pueden desencadenar una candidiasis. Pero también hay que valorar los posibles factores emocionales e incluso espirituales que favorecen la aparición de esta enfermedad o dificultan su curación. El estrés es uno de ellos, sobre todo cuando se produce de manera continuada. El estrés produce un gran desgaste en nuestro organismo y un descenso de su capacidad defensiva. En el plano FÍSICO produce tensión, en el EMOCIONAL depresión y en el MENTAL, ansiedad ya que la mente piensa y se preocupa sin cesar. Al contrario de la concepción popular, el estrés no es un mal que afecta exclusivamente a los empresarios con largas jornadas de trabajo. El estrés puede afectar a casi todos los perfiles de la sociedad actual, desde las personas que sufren la muerte de un familiar, la madre que acaba de tener un hijo y tiene que adaptarse a la nueva situación, el ama de casa que tiene una gran carga de tareas, el niño que sufre con las relaciones sociales en el colegio o el estudiante al que le cuesta sobrellevar las cargas de trabajo que le imponen. Otro factor que puede predisponer a la aparición de la candidiasis es la retención de emociones negativas, ya que éstas influyen en la capacidad natural del cuerpo para mantenerse en equilibrio (lo que en términos médicos se define como homeostasis.) Y es que los procesos vitales, incluida la digestión o la circulación, reaccionan a las emociones vividas. Por lo tanto, si a lo largo de tu vida has retenido muchas emociones en vez de dejarlas salir de una manera constructiva, habrás creado el caldo de cultivo para que éstas se manifiesten en alguna parte de tu cuerpo. Así que ahora que ya conoces todos los factores que inciden en la aparición de una enfermedad, me gustaría que te realizaras la siguiente pregunta:

¿Cuántos de estos factores puedo modificar? En mi caso la respuesta era más amplia de la que había imaginado en un primer momento. Me di cuenta de que podía modificar factores ambientales como la dieta, la calidad del agua que consumía y el nivel de ejercicio físico. Pero sobretodo me asombró darme cuenta de que si empezaba a trabajar sobre los factores psicosociales que me generaban frustración (como el trabajo) o aspectos de la conexión mente-cuerpo (como los emocionales o espirituales), podía mejorar enormemente mi calidad de vida. De hecho, al dejar mi antiguo trabajo y empezar a reducir el número de pensamientos y emociones negativas, mi salud mejoró exponencialmente. La lección era clara, tenía mucho más PODER del que pensaba a la hora de gestionar mi curación. Al reconocer este hecho el sentimiento de victimismo se redujo enormemente, porque lo que me pasaba ya no dependía exclusivamente de agentes externos, de mi herencia genética o de la mala suerte. Al ser conscientes de que nosotros mismos creamos 4

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muchas situaciones que empeoran nuestra enfermedad, también nos damos cuenta de que nosotros mismos podemos corregirlas para recuperar la salud. ¡Qué gran descubrimiento! Por esta razón te animo a que abandones la pasividad y tomes un el control de tu salud y tu vida, porque tienes mucho más poder del que te imaginas. Si aceptas este reto, la enfermedad se convierte en una verdadera OPORTUNIDAD en tu vida. Hacerlo quizá te lleve más tiempo o esfuerzo que tomarte un medicamento durante un corto periodo de tiempo, pero también garantiza unos resultados más exitosos y duraderos. Afrontar facetas de nuestra vida que nos crean estrés o hemos evitado durante mucho tiempo no siempre es fácil, pero el resultado es realmente liberador e influye positivamente en todas las facetas de nuestra vida. Además pasarás de sentirte impotente y víctima, a ser el amo y maestro de tu camino de curación. Ya no dependerás exclusivamente de los medicamentos y tratamientos externos, por fin reconocerás que TÚ tienes un gran PODER, el de llevar a cabo con éxito la curación que tanto DESEAS. Así que remángate, respira y prepárate para descubrir cómo hacerlo en las siguientes secciones.

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2. Escucha a tu cuerpo “El cuerpo es el guardián de nuestra verdad, porque lleva en su interior la experiencia de toda nuestra vida y vela porque vivamos con la verdad de nuestro organismo. Mediante síntomas, nos fuerza a admitir de manera cognitiva esta verdad para que podamos comunicarnos armoniosamente con el niño que hay en nosotros.” Alice Miller- El cuerpo nunca miente. Si realmente estás cansado de estar enfermo, la curación pasa por aprender a escuchar a tu cuerpo e intentar entender qué es lo que te está queriendo decir. En la mayoría de casos es probable que te esté mostrando que hay elementos en tu vida que debes modificar o que estás haciendo cosas que se desvían de tu verdadero propósito. Durante todos los años en los que sufrí de un estado de salud débil siempre pude haber tomado la decisión de hacer algo al respecto, pero en cambio ignoré las señales que me mandaba mi cuerpo con el mensaje de: PARA, quédate en casa y date tiempo. Yo quería seguir el ritmo del resto de la gente, el que marca la sociedad y por eso buscaba soluciones rápidas a la candidiasis ¿Porque, cómo me iba a dar tiempo a mí misma? Tenía que trabajar, no me podía permitir estar enferma y faltar más días de lo que se consideraba normal… El resultado es que iba a trabajar haciendo un enorme esfuerzo y anteponiendo mis deberes a mis auténticas necesidades. Porque se supone que era “lo correcto”, y en el fondo, porque temía lo que se pudiese decir de mí. Al hacerlo estaba forzando mi cuerpo e ignorando sus señales y permitiendo que otros decidiesen cómo debía desenvolverse mi vida con sus normas y condicionamientos. Ahora me doy cuenta de que aunque había cultivado el conocimiento desde muy pequeña, estudiando multitud de asignaturas en el colegio y la universidad, aún tenía una asignatura pendiente en la que no me había formado lo suficiente: EL AUTO CONOCIMIENTO. Creo que conocernos mejor puede llegar a convertirse en una potente herramienta que nos acompaña durante toda la vida y nos ayuda a tomar decisiones acordes con nuestro sentir interno. Y digo esto porque mi proceso de curación comenzó exactamente así,

aprendiendo a escuchar a mi cuerpo.

Sin este reconocimiento inicial el éxito habría sido imposible, porque fue el que me ayudó a darme cuenta de que tenía una tendencia clara a hacer lo que se supone que era lo correcto. Podría nombrar multitud de ocasiones en las que pasaba por alto lo que realmente NECESITABA, para hacer lo que se ESPERABA de mí. Ahora sé que no soy la única que hace esto, no todos lo hacemos de la misma manera, pero os aseguro 6

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que todos antes o después hemos caído en la tentación de hacer algo para no llamar la atención o ir en contra de lo establecido. También me ayudó a darme cuenta de que durante toda mi vida había reprimido mis emociones, por miedo a la reacción que pudiesen suscitar. No expresaba la rabia, la ira o el miedo, así que me los guardaba en el interior. Había por lo tanto una gran diferencia entre lo que sentía y lo que realmente me permitía sentir (con el fin de encajar en el modelo marcado.) El resultado de prohibirnos sentir

lo que creemos que no debemos sentir, es que caemos enfermos.

Espero que ahora entiendas un poco mejor por qué la enfermedad, aunque molesta, puede llegar a ser tu mejor consejera. La enfermedad te obliga a mirar dentro de ti, para descubrir los factores que influyen negativamente en tu vida. Y puedes confiar plenamente en ella porque el cuerpo no miente,

siempre sabe lo que necesitas.

Sé que esta idea puede ser nueva para ti, ya que el sistema médico actual trata a la enfermedad como un molesto síntoma arbitrario que debe ser eliminado cuanto antes, ya sea a través de medicación o una operación. Pero la realidad es que la enfermedad siempre tiene algo que decirnos. En el caso de la candidiasis, además, la falta de medicamentos que eliminen la patología de forma rápida y permanente obliga a hacer este trabajo de auto-análisis y modificación, ya sea a nivel de alimentación o a niveles emocionales más profundos. Y esto no deja de ser una ventaja, porque tapar enfermedades con medicamentos puede ayudar a no tener el síntoma durante algún tiempo, pero el error de fondo que sigue sin tratarse pronto volverá a crear nuevos síntomas en nuestro organismo. Por eso, para que tu cuerpo deje de “molestarte”, debes escucharte y darte tiempo. Mi consejo y lo que a mí me ha funcionado, es que aproveches esta oportunidad para profundizar en las raíces de la enfermedad, analizando qué emociones te pueden estar afectando. Date permiso para sentir todas las emociones que has reprimido,

ya que solo así podrás liberarte del pasado.

Y aprovecha para hacer un repaso a tu vida, valorando qué facetas de la misma te gustan y cuales podríais mejorar. Ponte manos a la obra desechando todo lo viejo y teniendo el valor de luchar por lo que realmente deseas en la vida.

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3. Honra tus elecciones En el proceso de eliminar lo que ya no me servía y dar un nuevo rumbo a mi vida muchas veces tuve dudas: ¿estaré haciendo lo correcto? ¿No será todo esto una imaginación mía? Pues bien, cada vez que me planteaba que lo correcto era conformarme con mis circunstancias anteriores, la candidiasis volvía a aparecer. Generalmente no lo hacía con la intensidad de hace años, pero los síntomas que si aparecían seguían siendo muy molestos, y sobre todo me generaban mucha frustración porque en lo que se refiere a alimentación yo seguía haciendo lo correcto. Me quedó claro, pues, que no solo la dieta incidía en la aparición y desaparición de la enfermedad sino también las emociones y pensamientos que experimentaba. Aprendí que no podía seguir engañándome a mí misma, porque mi cuerpo me mostraba rápidamente que no estaba actuando acorde a mi sentir interior. Gracias a estas “señales” me di cuenta de que la candidiasis se había convertido en mi mejor consejera, avisándome cada vez que me guardaba una emoción que tenía dejar salir o cada vez que hacía algo que iba contra mi naturaleza. Por eso tener este guía interno es todo un lujo, ya que nos ayuda a reafirmarnos en lo que lo que queremos y necesitamos, y no permite que nos conformemos con menos, con las expectativas que otros tienen para nuestra vida. Todas las personas tomamos decisiones y desarrollamos comportamientos que afectan a nuestra salud a diario, y en muchas ocasiones ni siquiera somos conscientes de ello. Con el objetivo de que puedas conocer mejor qué elecciones te benefician te propongo un sencillo ejercicio, construir una tabla como la siguiente:

Cosas que SI me sientan bien

cosas que NO me sientan bien

Antes de rellenarla te recomiendo que apagues tu móvil y tu ordenador, cojas cuaderno y boli y vayas a un sitio en el que no tengas interrupciones. Dedica unos minutos a relajarte, cierra los ojos y haz 3 respiraciones profundas que te ayuden a centrarte por completo en el ejercicio. Cuando sientas que estás listo, empieza a rellenar la 8

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tabla, sin pensar demasiado tus respuestas y siendo totalmente sincero contigo mismo. Debes incluir todas las cosas que se te ocurran, de hecho yo aconsejo hacer 2 tablas, una para aspectos generales de tu vida y otra enfocada en alimentos. Para determinar si algo te sienta bien o no analiza tu reacción después de realizar la actividad o comer el alimento. En el caso de alimentos, analiza qué ocurre después de ingerirlos. Con las comidas que te sientan bien tus digestiones serán ligeras y notarás que tienes más energía. Cuando algo no te siente bien te sentirás pesado y lento porque tu cuerpo necesitará un esfuerzo adicional para procesar lo que has comido. Puede que incluso notes ciertas molestias estomacales o intestinales, o que tu cuerpo reaccione con una alergia, erupción o eccema cutáneo. Para el resto de aspectos generales de tu vida, después de realizar una actividad valora los efectos que tiene sobre ti. ¿Te da vitalidad y motivación, te notas más alegre o relejado después de realizarla? ¿O por el contrario te resta energía o te hace sentir inadecuado o culpable? Para que te inspires, te copio mi tabla actual, que está en constante evolución. Es bueno que vuelvas cada cierto tiempo a ella y la actualices, incluyendo nuevos hobbies que te gustan, o cosas que descubres que no te sientan tan bien como antes. Y recuerda hacer la misma tabla centrada en los alimentos que te sientan bien y los que no.

Cosas que SI me sientan bien Pasear en la naturaleza Escuchar música y bailar Hacer yoga Expresar lo que siento Desayunar zumos verdes Nadar en el mar Jugar con mi perro Leer Darme un baño relajante Aprender cosas nuevas Perseguir mis sueños Reírme con mis amigos

cosas que NO me sientan bien El azúcar y la comida rápida El alcohol Pensar más de la cuenta Fumar Comer mucho por la noche Tener prisa Hacer cosas por obligación El estrés Dormir poco Retener emociones Ver películas de miedo, agresivas Exigirme demasiado

Por último te animo a que pongas esta tabla en un lugar visible en tu día a día. Esto ayuda a que seas cada día más consciente de lo que te beneficia y lo que no. De hecho, leyendo esta tabla asiduamente te afirmas en tus convicciones y construyes un mensaje sólido en tu subconsciente. Trabajar de esta manera aumenta la consciencia a la hora de hacer elecciones y ayuda a progresar de manera inconsciente pero sólida. Entenderás que mimarte quiere decir hacer cosas que SI te sientan bien, y no lo contrario.

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Así que no esperes más, dedícate 15 minutos y rellena esta tabla inmediatamente después de leer este texto. No lo dejes para más tarde, no dejes que el día a día te vuelva a envolver para dejar tus prioridades en un segundo plano. ¡Hazlo por ti ahora! Y cuando hayas terminado, pon la lista en lugar donde puedas verla a diario: un cuaderno que uses mucho, en tu escritorio de trabajo, en la nevera…. Con este nuevo enfoque conseguimos que el proceso de tomar decisiones se convierta en una elección que tomamos nosotros, en vez de ser una imposición que viene dada por nuestra enfermedad. Dejarás de tener una larga lista de prohibidos (prohibido beber alcohol, prohibido comer dulce…) a tener una serie de preferencias en tu vida (prefiero no tomarme este pastel.) Al fin y al cabo, lo que esto nos permite es aumentar nuestro poder de control sobre las elecciones.

Ahora somos nosotros los que preferimos hacer ciertas cosas,

y no son las prohibiciones de los médicos las que nos limitan el rango de elección. Una vez que tienes una idea más clara de tus preferencias, quiero explicarte la importancia que tienen cada una de las elecciones que haces a lo largo del día. Tomamos muchas decisiones en campos muy diferentes de nuestra vida, pensando que nuestras elecciones son independientes las unas de las otras. ¿Pero qué pasaría si os dijeren que están mucho más relacionadas de lo que creemos? Os voy a poner un ejemplo: cuando me levanto y me dedico un delicioso desayuno que me sienta fenomenal (como un gran zumo verde), mi cuerpo me lo agradece. Con un desayuno lleno de nutrientes y fácil de digerir tengo mucha más energía, estoy más activa y con una actitud positiva. A media mañana me encuentro bien y por lo tanto busco que las siguientes elecciones de mi día fomenten este estado, no lo destruyan. Por eso, esos días me resulta mucho más fácil (o más bien natural) hacer yoga o salir a correr. Esto hace que libere estrés y esté más positiva y contenta. La gente nota que estás bien, y eso hace que las relaciones sean más satisfactorias (en tu trabajo o familia.) ¡Todo son beneficios! Pero también he tenido días en los que me he levantado tarde y he tenido que salir de casa corriendo y sin desayunar. Al tener un largo día por delante, lo normal es que comiese “algo” que no me sentaba bien a media mañana en la oficina. Esto me generaba molestias digestivas y llegaba a la hora de comer sin mucha hambre. La tarde se me hacía más larga de lo normal, porque tenía mucha menos energía y también peor humor. Al llegar a casa me desplomaba en el sofá y salir a hacer ejercicio o alguna de las actividades que me gustan parecía mucho más difícil y tampoco tenía muchas ganas de hacerme una cena saludable y deliciosa. 10

Como verás las dos historias son totalmente distintas, pero ambas parten de una

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sencilla decisión a primera hora de la mañana: el desayuno. Por eso, es importante que sepas que en ocasiones una pequeña decisión puede afectar mucho más de lo que pensamos al resto de acciones del día. Lo que cuenta, al fin y al cabo, es que siempre que puedas hagas elecciones positivas para tu vida, y que te honres por ello. Porque estas acciones siempre te llevan hacia delante, te llenan de energía y te acercan a tus objetivos. ¡Así que incluye por lo menos una de las cosas

que te sientan bien en cada uno de tus días y celébralo! Cuando hagas algo que no es beneficioso para ti (comer algo no adecuado, beber, estresarte…), analiza si estás intentando llenar un vacío emocional, espiritual o mental al hacerlo. Si es así, es importante que sepas que la acción poco beneficiosa NUNCA LLENARÁ EL VACÍO que sientes. ¡NUNCA! Sé que probablemente ya te habrás dado cuenta, pero lo pongo por escrito porque lo normal es que sigamos repitiendo la pauta inconscientemente. Realizar una de las actividades que te benefician será mucho más útil a la hora de llenar ese vació: sal a pasear, habla con un amigo o expresa lo que sientes de la forma que más te apetezca.

Así podrás remover gradualmente y de forma natural las cosas que te sientan peor de tu vida.

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4. Olvida la culpa “Esta vez solo he durado 3 días siguiendo la dieta. Es increíble, tengo tan poca fuerza de voluntad que no soy capaz de estar ni una semana haciendo lo que me dicen. A este paso no me voy a curar en la vida…” Este era mi diálogo interior cada vez que me ponían una dieta y comía alguno de los alimentos que me prohibían. En ese momento no era consciente de que esta forma de auto culpa es peligrosa

y además NO SIRVE PARA NADA.

Fomenta un constante malestar emocional, un desprecio hacia tus capacidades y una completa desvalorización hacia el resto de esfuerzos que realizas en tu vida. De hecho, apuesto cualquier cosa a que no permitirías que un amigo te tratase de esta manera constantemente, sin embargo nosotros mismos somos capaces de infringirnos este daño a diario y sin ser siquiera conscientes de ello. Cuando sentimos emociones negativas (como la culpa, el miedo o el estrés) nuestro cerebro se aísla del mundo exterior y deja de ver las opciones que están a nuestro alrededor. Esta función del cerebro está relacionada con nuestro instinto de supervivencia, y nos ayuda a salir de situaciones potencialmente peligrosas. Imagina que te cruzas con un tigre, el miedo provocado por la visión del animal provoca que tu cerebro se centre en realizar una acción específica: correr para ponerte a salvo. Sin embargo, cuando somos nosotros los que nos generamos la emoción negativa, al haber comido algo que nos sienta bien por ejemplo, nos centraremos en pensar que somos poco válidos porque no tenemos suficiente fuerza de voluntad. En este caso, el hecho de que el cerebro se centre por completo en la culpa nos resta energía porque damos demasiada importancia a las facetas negativas de nuestra persona, desdeñando todas las acciones positivas que hemos podido desarrollar hasta ese momento. Es decir, perdemos un valioso tiempo culpándonos, que podríamos dedicar a otras acciones o pensamientos que generan bienestar. Estamos utilizando un mecanismo de protección instintivo de nuestro cuerpo y mente para hacernos daño, lo cual no es más que una degeneración de un recurso que en un principio resultaba de mucha utilidad. Por eso, mi recomendación es que no te tortures cada vez que realices alguna acción que te sienta mal, y pienses en las siguientes acciones positivas que SI puedes realizar. Así empezarás a reconocerte como un ser

que realiza las mejores acciones que puede cada día. 12

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Porque probablemente volverás a realizar algunas elecciones que no te benefician alguna vez en tu vida (a mí también me sigue sucediendo) pero lo importante es que aprendas a no ahogarte en la culpa cada vez que así sea. Si una noche te tomas un dulce, disfrútalo, disfruta del momento (reunión de amigos, boda o celebración), y enfócate en los hábitos positivos que vas a seguir realizando al día siguiente. Te voy a poner otro ejemplo de la vida real para que lo entiendas mejor: llegó un momento en el que las reuniones con amigas me empezaron a generar cierta alteración, ya que sabía que siempre incluían alcohol y alimentos no permitidos. Acudía a estas citas con la clara visión de que iba a romper las pautas que me había establecido mi médico en ese momento y que tanto me había costado seguir. El resultado es que acudía con una actitud negativa, ya que en lo más profundo de mí asociaba las reuniones con amigos a daños a mi sensible salud. Este hecho tenía un triple efecto: al final me saltaba las estrictas condiciones de la dieta, fomentaba la negatividad y, lo peor de todo, no era capaz de disfrutar plenamente del cariño y amor de mis amigos. Además, fomentaba el consumo de los alimentos menos beneficiosos en los días siguientes: “total, ya he fracasado una vez, qué más da fracasar dos.” La ecuación queda de la siguiente manera, por saltarme un día la indicación conseguía: - Cosechar una actitud negativa y no disfrutar plenamente de mis relaciones sociales. - Sentirme culpable por no tener fuerza de voluntad para seguir la dieta. - Tomar elecciones poco acertadas en los días siguientes. - Sentir que el esfuerzo que había realizado hasta el momento había servido de poco. Que una sola elección tenga una influencia tan negativa es peligroso. Y lo es porque desprecia todo el esfuerzo que hemos realizado hasta la fecha, boicotea los futuros esfuerzos que íbamos a realizar y encima no nos permite relajarnos y disfrutar plenamente de nuestros momentos de ocio. ¿Qué conseguimos con todo esto? Frenar nuestro proceso de curación, dañar nuestra confianza y esperanza de recuperación y abandonar los buenos hábitos. Además, la culpa nos aleja de quien somos, porque propicia que nos mandemos mensajes negativos que minan nuestra autoestima y generan frustración. Mensajes del tipo “no vales”, “nunca haces lo correcto”, “has vuelto a fracasar”… resuenan en nuestra cabeza hasta dejar una huella difícil de borrar en el subconsciente. Por eso, te animo a que analices qué es lo que te llevó a realizar el acto que posteriormente te ha generado la culpa. Muchas veces en mi vida, cuando tenía un pico de estrés o tenía que quedarme trabajando muchas más horas de las que me correspon-

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dían, me “premiaba” con algún alimento dulce de la máquina expendedora. Realmente lo que estaba haciendo era castigarme, ya que lo que comía solía sentarme fatal, y me hacía sentir estúpida (por haberme “premiado” con algo que me sentaba tan mal.) Buscaba refugio en el dulce para intentar encontrar el ánimo que necesitaba para terminar una tarea que me parecía tediosa. Lo correcto hubiese sido poner fin a la situación, terminando la jornada o exponiendo que la presión que estaba recibiendo era excesiva, pero en vez de eso me callaba y utilizaba la comida como vía de escape, o como yo lo llamaba “forma de motivación.” Es importante que aprendas a detectar si el alimento te lo pide el cuerpo, o bien te lo piden tus emociones. La conducta que viene de una necesidad emocional insatisfecha puede surgir con el fin de mitigar la tristeza, la falta de cariño, un enfado o una situación poco placentera. Si este es el caso, te recomiendo que analices las distintas ocasiones en las que te sucede, para entender el patrón de conducta que lo genera y estar alerta cada vez que te enfrentes a una situación similar, con el fin de emplear métodos de motivación más constructivos. Es importante que en estos casos entiendas que el “premio” (comer un dulce, beber alcohol, fumar…)

NUNCA llenará el vacío que estás intentando llenar. Si en cambio te saltas la dieta un día porque consideras que es oportuno: una boda, una fiesta, un día en el que tu cuerpo te pide especialmente un alimento determinado, permítetelo con amor y disfrútalo. De esta forma romperás el círculo vicioso de la culpabilidad, una culpabilidad que te hará sentir débil y abandonar los hábitos positivos que venías desarrollando. Por último, es importante que entiendas que la culpa es fácil de encontrar en personas con un alto grado de auto exigencia y perfeccionismo. Yo también tengo una clara tendencia a la exigencia, y lo que a mí me ha funcionado es dejar de ser tan dura conmigo misma

y dejar de intentar ser perfecta.

Pero esta emoción también es fácil de encontrar cuando intentamos seguir pautas marcadas desde fuera (como una dieta impuesta), que no están en línea con su sentir interior. En estos casos estamos cediendo nuestro poder a alguien externo. Esto no quiere decir que tener a alguien que nos guíe en el proceso de curación sea negativo (de hecho yo siempre lo recomiendo), sino que nunca debemos dejar de conectar con lo que nosotros realmente sentimos. Cada vez que te propongan una dieta o determinadas pautas a seguir, debes valorar cómo te sientes con esas pautas, qué problemas te surgen y si hay algo de lo prescrito que no te sienta bien… Esta información no solo es útil para ti, sino también para tu terapeuta, que podrá extraer valiosas pistas de todo aquello que 14

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le trasmitas. Así que desde hoy te planteo un reto: libérate del perfeccionismo y deja de cul parte. Hazlo poco a poco, con cariño, al mismo tiempo que empiezas a quererte y aceptarte tal y como eres.

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5. Disfruta la moderación Aspirar a la perfección total no es natural y además es el origen de la auto culpa. Por eso es fundamental que reemplaces la perfección por una actitud CONSCIENTE, que te permitirá realizar mejores elecciones y crecer más rápido y de manera más constructiva y placentera.

¿Por qué recomiendo alejarse de la perfección tan encarecidamente? Porque los extremos NO FUNCIONAN.

Estoy segura de que en algún momento de tu vida has intentado realizar un cambio radical en alguna faceta de tu vida, y que al poco tiempo has fracasado porque las pautas que te estabas exigiendo eran demasiado duras. Las normas idealizadas, poco realistas y difíciles de seguir son insostenibles a medio y largo plazo, porque resultan poco beneficiosas y sobre todo muy poco divertidas. Así que no seas duro contigo mismo e intentes eliminar de tu vida todas las cosas que te perjudican, porque no estarías siendo realista. Sencillamente aumenta el número de cosas que te benefician. Y cuando hagas algo de lo que te sienta peor, analiza cómo se siente tu cuerpo después de hacerlo en vez de torturarte por ello. Cuando te permitas la libertad de ser indulgente y comer algunos de los alimentos que menos te benefician, aprovecha la oportunidad para ser consciente de cómo te sientan tanto física como anímicamente. Para orientarte, puedes utilizar la regla del 80-20, así fue como yo encontré el equilibrio que buscaba en mi dieta. Intenta que las elecciones menos buenas sean

MENOS del 20% del total,

Y en vez de enfocarte en ellas, pon tu atención en las buenísimas elecciones que has realizado el 80% del tiempo restante. Recuerda: la clave no es intentar hacer todo “perfecto” durante un tiempo determinado y luego abandonar y volver a los viejos hábitos (como suele ocurrir con todas las dietas de adelgazamiento.) Lo importante es que tengas un sistema natural en el que te puedas mantener de forma cómoda, durante más tiempo. En este sistema obviamente habrá oscilaciones, momentos en los que hagas las cosas mejor o peor, pero recuerda que después de cada mala elección siempre puedes volver a tomar una elección genial. Tú tienes el control, y cada pequeña decisión que tomas cuenta, y cuenta doble si es buena. Otra clave fundamental que puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso en tu nueva dieta es el disfrute. 16

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Si vas a realizar acciones con el fin de cuidarte y mejorar tu vida,

es importante que tu mente las asocie con cosas placenteras, y no solo con sufrimiento y carencia.

Esto hace que los cambios sean más agradables y sostenibles, y por tanto que los disfrutes mucho más. Al sentirnos mejor y estar más contentos, volver a los antiguos patrones no tendrá tanto sentido. Por eso quiero aclarar que las recetas que te voy a proponer no son una dieta convencional,

sino una nueva y deliciosa forma de comer.

La palabra dieta tiene hoy en día multitud de connotaciones negativas relacionadas con restricción, hambre, régimen y carencia. La diferencia es abismal, las dietas (sobre todo las de adelgazamiento) están diseñadas para conseguir objetivos definidos en cortos periodos de tiempo. Los cambios que proponen son tan radicales y contrarios a nuestra naturaleza, que al abandonarlos tras un breve periodo de tiempo nos pueden generar trastornos en el metabolismo que se ven constatados en los famosos efectos rebote de las dietas de adelgazamiento. Así que te propongo que entiendas la palabra “dieta” como lo que originalmente es:

la alimentación habitual de una persona, la forma de comer que lleva en la vida diaria.

Y no sólo eso, gracias a las recetas que te voy a proponer, podrás ver tu nueva dieta como un placer cotidiano. Las deliciosas combinaciones de sabores, los novedosos ingredientes y los consejos de preparación te ayudarán a volver a disfrutar de tu forma de comer sin reproches ni culpas. Por último, te animo a que incorpores los cambios que te proponemos de manera gradual. Intentar cambiar los hábitos que venimos desarrollando desde hace tiempo de la noche a la mañana es muy poco realista y se corresponde a una visión idealizada de la realidad. En cambio, te propongo que introduzcas una de las recetas que te proponemos cada día, luego dos, y que así, poco a poco, puedas mejorar tu forma de alimentarte con éxito. Si un día te apetece tomarte un dulce, en vez de rendirte y volver a las viejas opciones prueba una de las deliciosas y saludables recetas que te proponemos. Te sentarán mucho mejor y te animarán a seguir cuidando la manera en la que te alimentas a diario.

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6. Quiérete cada día un poco más

Para quererte un poco más, es fundamental que te aceptes tal y como eres en este preciso momento. Deja de vivir la vida queriendo agradar, intentando parecerte a otros o persiguiendo el éxito. Para poder conseguir todas estas cosas, el primer paso a tomar es amarte un poco más a ti mismo. Amarte quiere decir dejar de juzgarte tan duramente cada día. Amarte quiere decir mejorar la imagen que tienes de ti mismo/a. Cuando lo haces, te sientes mejor, y automáticamente empiezas a gustar más y a atraer las cosas que quieres en tu vida. Es curioso, porque si empezamos por nosotros mismos, cuidándonos un poco más, todo lo que buscamos fuera parece llegar de forma natural (la pareja, el aumento de sueldo…) Esto no quiere decir que dejes de tener metas y objetivos en tu vida, pero es importante que tu felicidad no esté basada exclusivamente en la consecución de los mismos. Porque cuando hacemos esto dejamos de disfrutar el presente, el día a día, para centrarnos en un futuro incierto que genera tensión e incertidumbre. Para empezar a amarte un poco más, es muy importante que empieces a incluir muchas más cosas de las que te gustan y te proporcionan placer en tu vida. Para ello quizá tengas que dedicarte un poco más de tiempo del que estás acostumbrado. Recuerda que al hacerlo no estás siendo egoísta, sino todo lo contrario, estarás siendo más generoso que nunca, porque solo cuando tú estás bien puedes ofrecer cosas positivas a los que te rodean. Date un baño relajante, dedícate en día de recogimiento en casa cuando te lo pida el cuerpo, regálate un masaje o tómate un día libre del trabajo. Quizá para empezar a incluir más de estas actividades en tu vida diaria tengas que empezar a decir NO a otras cosas o personas que solían ocupar un tiempo valioso de tu día. Aprender a decir que no es fundamental en tu proceso de curación, de hecho es una de las primeras cosas que recomiendo poner en práctica. Cada vez que dices que no a algo externo, que no está en sintonía con tu sentir en ese momento,

te estás diciendo SI a ti mismo.

Y decirte SI a ti mismo es el primer indicativo de que te estás empezando a querer un poco más. La próxima vez que te pregunten si quieres hacer algo, si tienes clara la respuesta no dudes, no digas no sé. Di lo que sientes, ya que así estarás siendo totalmente sincero contigo mismo.

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De hecho, parece que las personas que tienen dificultades para decir que NO tienen una mayor tendencia a sufrir enfermedades. Estas personas acaban más extenuadas de lo normal ya que suelen atender las necesidades de otras personas antes que las suyas. Esto provoca que el cuerpo, que es muy inteligente, genere una enfermedad con el objetivo de que la persona se dé el tiempo que realmente necesita. La aparición de la enfermedad es, por tanto, una forma subconsciente de decir que no a las demandas externas. Yo era una de estas personas, de hecho cada día sigo aprendiendo a ser más sincera conmigo misma y a escuchar a mi cuerpo, para no decir que si a cosas que no me sientan bien o que no están en harmonía con mi ser interior.

¡Aprender a decir que no

es una de las lecciones más importantes que he aprendido! El siguiente paso fue reconocer qué es lo que realmente deseaba en la vida. La sociedad, la familia, nuestra educación o incluso nuestra exigencia interna nos pueden llevar a hacer cosas porque es lo que “debemos hacer”, y para mi este condicionamiento era muy fuerte. Siempre pensé que eso era lo correcto, y ni siquiera me paraba a pensar en lo que yo realmente quería, por si no se amoldaba a lo que se esperaba de mí. Cuando hacemos esto estamos reduciendo enormemente nuestro poder, ya que damos prioridad a lo que otros quieren o esperan, frente a nuestros verdaderos deseos en la vida.

Por esta razón es importante que entiendas que para quererte un poco más a ti mismo debes tener claro

QUÉ ES LO QUE TU DESEAS EN LA VIDA.

Este concepto es el mismo que explico en el libro Cocina Anti-Cándida, cuando expongo cómo las dimensiones superiores de nuestro ser, como la espiritual, pueden incluir sobre los niveles inferiores (mental, emocional o físico.) Y es que éste no es un concepto nuevo ni mucho menos. René Dubos, microbiólogo, ecologista y humanista franco-estadounidense, ganador de un premio Pulitzer de 1969 por su obra “Animal tan humano” ya afirmó:

“la SALUD es principalmente una medida de la capacidad de cada persona de hacer o convertirse en lo que QUIERE SER.” Pues bien, si hace tiempo que no te paras a pensar en lo que quieres SER, te animo a que cojas papel y boli AHORA. Si tienes claro lo que deseas apúntalo, si no sabes por dónde empezar, haz una lista de todo lo que NO QUIERES primero. Una vez que tienes claro lo que no quieres, es mucho más fácil encontrar lo que SÍ DESEAS por simpe antítesis. En éste ejercicio te pido que dejes de lado las limitaciones mentales o impedimentos que aparezcan para llevar tus sueños a cabo (dinero, status, lugar de residencia,

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estudios...) Deja volar tu imaginación, visualiza qué es lo que realmente deseas para ti en ésta vida y apúntalo. Te voy a poner el ejemplo que yo construí hace algún tiempo:

lo que NO deseo

lo que SI deseo

Trabajar en algo que no me llena Estar 9 horas diarias en una oficina Vivir desconectada de la naturaleza Llevar una vida sedentaria Sentirme desmotivada con mi vida Perder 1 hora diaria en atascos No disfrutar de mi tiempo libre Ser una madre estresada que no puede dedicar a su hijo el tiempo que le gustaría Estar enferma Comer mal No cuidarme

Trabajar en algo que me apasiona Tener un horario de trabajo flexible Vivir en un lugar precioso en la naturaleza Llevar una vida activa Vivir con motivación No coger atascos Disfrutar de mi tiempo libre Ser una madre consciente que puede dedicar el tiempo que desea a estar con su hijo

Criticarme demasiado

Disfrutar de mi salud Comer comida deliciosa Cuidarme y mimarme con momentos de disfrute y relax Aceptarme y amarme como soy

Lo curioso es que desde que realice esta tabla (hace menos de un año), muchos de los puntos que deseaba se han hecho realidad. Y esto ha sido posible porque por fin me he reconocido a mí misma lo que deseaba y me he dado permiso para que viniese a mi vida. Mi condicionamiento anterior estaba evitando que pudiese conseguir muchas cosas. En el terreno laboral, por ejemplo, sabía que una vida mejor era posible pero me daba miedo dar el paso. Mi inseguridad sobre el futuro y cómo mantener mi economía hacía que no pudiese valorar otras opciones. Objetivamente tus circunstancias externas no cambian después de reconocer lo que deseas, pero interiormente se produce un gran cambio. Yo conseguí dejar mi trabajo y dedicarme a algo que está totalmente alineado con mi esencia teniendo el mismo dinero que tenía unos meses antes, teniendo la misma incertidumbre sobre el futuro, pero con la certeza de que ese era mi propósito en la vida. El mensaje final es que la curación radica en la aceptación de ti mismo tal y como eres. Por supuesto esto no quiere decir que debas aceptar tus peores hábitos como parte de tu ser (para no cambiarlos), pero sí que valores qué es lo que realmente te motiva, qué es lo que realmente deseas en la vida, y te plantees quien eres (independientemente de la imagen pública que te hayas podido crear.) Cuando vivimos las vidas que otros han querido para nosotros, o que la sociedad nos ha impuesto, es probable que la enfermedad acabe llamando a nuestras puertas, 20

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como un mensajero que nos avisa de que algo no va bien, de que hemos cedido nuestro poder personal. Así que date el permiso para ser

todo lo que puedes ser en la vida. Porque solo si te das permiso podrán llegar cosas maravillosas a tu vida, y porque solo así podrás sanar completamente. Cambiar tu dieta es estupendo y un paso fundamental, pero si sigues estando descontento con el resto de elementos de tu vida es muy poco probable que consigas sanar tu cuerpo por completo.

Se valiente, escúchate, date prioridad

y haz lo que realmente has venido al mundo a hacer.

Esto es lo que significa hacer caso a tu poder interior para quererte más.

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