--- Escribir en Internet - Fundeu BBVA

September 12, 2019 | Author: Anonymous | Category: Servicio de redes sociales, Internet, Editorial, Blog, Medios (Comunicación)
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¿Cómo se escribe una carta oficial en un correo electrónico? ¿Qué símbolos se pueden usar en Twitter? ¿Y en un sms? Respuestas a estas y otras muchas dudas se pueden encontrar en el libro Escribir en internet. Guía para los nuevos medios y las redes sociales, el primer manual práctico de uso del español en los medios digitales y los soportes electrónicos. Pensado para todos los públicos, para aquellos que utilizan la red de manera cotidiana sin ser expertos, pero también para los profesionales que quieren profundizar y mejorar sus técnicas de redacción y comunicación digital, este libro le ayudará a escribir con corrección y estilo en internet. Dirigido por el periodista Mario Tascón, Escribir en internet. Guía para los nuevos medios y las redes sociales es un trabajo de la Fundéu BBVA, que recoge recomendaciones y estudios de más de cuarenta expertos sobre cortesía en la red, correspondencia electrónica, reputación online, español global, escritura colectiva, redacción para blogs, mensajería instantánea, gestión de comentarios, redes sociales, emoticonos, accesibilidad, temas legales… y todo lo que hoy resulta necesario para trabajar en la red.

Índice

PRÓLOGO. José Manuel Blecua 1. ¿POR QUÉ UN MANUAL DE ESTILO DE LOS NUEVOS MEDIOS? Joaquín Müller-Thyssen Bergareche Qué son los nuevos medios y los medios sociales. Marga Cabrera Méndez Recomendaciones, que no normas. Fundéu BBVA 2. USO COTIDIANO. Mario Tascón Personas, internet y máquinas Consejos para comunicarnos. Marga Cabrera Méndez La atención en los nuevos medios. Markus Steen Cómo leemos. Markus Steen El lenguaje como marcador cultural. Fundéu BBVA Empobrecimiento del lenguaje. Markus Steen Escribir para todos. Fundéu BBVA Consejos para elegir palabras. Fundéu BBVA La etiqueta en la red: la cortesía en la comunicación digital. M.ª Elena Gómez Sánchez y Luis Guerra Salas Registros según el público y el medio. Fundéu BBVA Definir el estilo: imagen y reputación. Judith González Ferrán Textos en los nuevos medios. Marga Cabrera Méndez Características generales. María Benito Llauradó La importancia del enlace. Anselmo Lucio Usabilidad. Qué debo tener en cuenta al escribir para la web. Ana Pérez Vicente Composición y maquetación. Ana Pérez Vicente Tratamiento de la información. Marga Cabrera Méndez La voz de la audiencia. Bárbara Yuste Lectura en pantalla. Marga Cabrera Méndez Las pantallas y las distancias de lectura. Fundéu BBVA Modelos de lectura. Fundéu BBVA Lenguaje internacional Español neutro, global, general, estándar o internacional. Alberto Gómez Font El español global en la red. Mercedes Sánchez Sánchez Extranjerismos. Mercedes Sánchez Sánchez Transcripciones y nombres extranjeros en el español. Mercedes Sánchez Sánchez

Emoticonos. Mercedes Sánchez Sánchez El correo electrónico. Rebeca Díez Somavilla y Luis López Cuenca La escritura epistolar. Antes y ahora. Por qué escribimos correos electrónicos El correo electrónico frente a otros medios El silencio Elementos del correo electrónico Cuidar la escritura Las emociones Tiempos de respuesta El correo comercial Boletines de noticias o newsletters El spam Aspectos legales El correo electrónico y los nuevos dispositivos móviles Mensajería instantánea: Chat, sms, WhatsApp. Xosé Castro Roig El origen de la comunicación instantánea La redacción en chats y sistemas de mensajería instantánea Extensión y tiempo de lectura Normas de etiqueta tácitas o escritas Uso de un lenguaje simplificado Uso de emoticonos y emojis Ortografía adaptada Redes sociales. Juan López Sobejano Tipologías Lenguaje Formalidad e informalidad en los textos Personalización de las cuentas El perfil Amigos, contactos, seguidores y suscriptores El estado: el muro, cronología o biografía Chat y correo interno Horarios y tiempos de respuesta Redes sociales y foros. Hilos de escritura Gestión de comentarios y respuestas Imágenes, vídeos y otros archivos multimedia Estrategias de gestión de contenidos Twitter Guía rápida de supervivencia. Mario Tascón y Mar Abad Anatomía de un tuit. Mario Tascón y Mar Abad

Vocabulario de Twitter. Mario Tascón Recomendaciones estilísticas. Markus Steen Diez prácticas que deben evitarse en Twitter. Esther Vargas Cómo verificar la información. Fundéu BBVA Twitter, los periodistas y las fuentes. Jordi Pérez Colomé Escritura colectiva: wikis. Tíscar Lara Anatomía de un wiki Interactividad y comentarios Plantillas, la cara del wiki Categorías y secciones Organización de la información en los artículos Pautas de comportamiento en los wikis Modelos Blogs. Marga Cabrera Méndez Estructura de un artículo de un blog. Jorge Serrano Categorías y etiquetas. Marilín Gonzalo Escribir una entrada para un blog. Marilín Gonzalo Gestión de comentarios. Marilín Gonzalo Cómo titular. Marilín Gonzalo Maquetación: plantillas. Fundéu BBVA Tipología de productos. Jorge Serrano Sitio web corporativo Catálogo Escaparate Comercio electrónico Intranets y extranets Administración electrónica Medios de comunicación E-learning Libros electrónicos Videojuegos Aplicaciones 3. USO PROFESIONAL. Marga Cabrera Méndez Profesionalización de los medios sociales Organización de la información digital Arquitectura de la información. Jorge Serrano Usabilidad. Nuria Lloret No amarguemos la experiencia lectora de nuestros usuarios. Fundéu BBVA Agrupación de contenidos. Jorge Serrano

Etiquetas y metadatos. Daniel Monleón Todo se enlaza, todo se «taggea», nada se pierde. Pablo Mancini Microformatos. Jorge Serrano Buscadores y SERP . Jorge Serrano Conceptos básicos de optimización para buscadores. Daniel Monleón Nombres de páginas y direcciones. Fundéu BBVA Maquetación en los nuevos medios. Blas Hernández Planificar el proceso. Blas Hernández Uso de estándares en dispositivos móviles Composición en la visualización de datos. Moisés Mañas Proporciones, tamaños y retículas. Moisés Mañas Tipografías para pantalla. Jorge de Buen Extensión, formato de párrafo y separaciones. Markus Steen Colorimetría. Moisés Mañas Arquitectura del contenido de una página web. Markus Steen Portada Elementos básicos Zona menú Zona titular Zona cuerpo Zona fin Página 404 Escritura en pantalla, criterios La gramática multimedia. Judith González Ferrán Normas generales de estilo. Bárbara Yuste Estilos de escritura. Fundéu BBVA Nuevas estructuras para la red. Juan Carlos Camus Títulos y subtítulos. Silvia Cobo Cómo escribir buenos titulares. Carlos Salas Escribir para buscadores. Daniel Torres Burriel La edición de texto. Luz Fernández Espinosa Modificar un texto en internet: corregir, cambiar o actualizar. Fundéu BBVA Sistemas de escritura en ordenador. Fundéu BBVA Caracteres en pantalla. Javier Bezos Signos de puntuación, signos y símbolos: nuevos usos. Fundéu BBVA El uso de los números en el mundo digital. Markus Steen Cómo escribir sobre la red en papel. Federico Romero Corrección automática. Concepción Polo y Laura Moreno Romero Hipertexto. Daniel Monleón y Alicia Sellés Carot Características

Elementos del hipertexto: nodos, enlaces y anclajes Estructuras hipertextuales Los lenguajes de marcado La web semántica Formatos multimedia. Moisés Mañas Introducción a las nuevas formas de narrar Formatos y plataformas multimedia Metáfora y recursos multimedia Diseño de la interacción Interfaz gráfica de usuario (GUI) Usabilidad en el diseño Agentes multimedia Accesibilidad en los nuevos medios. Blas Hernández Principios fundamentales ¿Quién define las pautas de accesibilidad? Escritura accesible Imágenes accesibles Audiovisual accesible Subtitulación Audiodescripción Aspectos jurídicos. Alejandro Touriño Responsabilidad jurídica en internet Gestión de la reputación en línea Compartir contenidos en internet. Las licencias Creative Commons Enlazar en internet Consejos jurídicos sobre términos y condiciones de un sitio web Consejos jurídicos para sobrevivir en las redes sociales Consejos jurídicos para gestores de comunidades o community managers Consejos jurídicos para blogueros 4. ANEXOS Vocabulario básico: términos imprescindibles Bibliografía Autores que han colaborado en este libro

PRÓLOGO

Con la obra Escribir en internet, la Fundéu BBVA plantea un conjunto de problemas teóricos y de soluciones prácticas destinados a los usuarios de los nuevos medios y, también, a los profesionales que hoy ocupan sus trabajos en este novedoso campo. Son múltiples las sugerencias que aparecen en la lectura de estas páginas, repletas de connotaciones y de asociaciones. En primer lugar, es necesario observar su extraordinaria oportunidad: en un momento inicial de las relaciones entre los medios nuevos, los canales novísimos y los dispositivos capaces de realizar tareas impensables solo hace unos meses, era indispensable disponer de un manual copioso que –como nueva brújula– permita la navegación inteligente por las nuevas aguas y sea, a la vez, una caja de herramientas adecuadas para el trabajo diario de los profesionales. Este libro plantea en sus bases teóricas los viejos problemas de la antigua retórica clásica en su aplicación a un mundo tecnológico radicalmente original. La constante relación entre el autor y los destinatarios sigue siendo el eje central de los problemas, lo mismo que las circunstancias que los rodean y los condicionan. El uso de la lengua, ya estudiado en la filosofía analítica, debe plantearse ahora en los nuevos medios y con los recursos gráficos de reciente creación, como los emoticonos, por ejemplo. Antiguas virtudes estilísticas, como la brevedad o la claridad, quedan privilegiadas en esta nueva situación supeditada a factores muy distintos de carácter tecnológico, como el número de espacios disponibles o la legibilidad del texto. Estas características citadas nos llevan al revolucionario cambio que han sufrido la lectura y la escritura. La lectura queda condicionada por el medio y se estructura sobre la denominada técnicamente lectura en F: la primera línea de un texto y la siguiente se leen longitudinalmente, mientras que el resto del texto se examina de arriba abajo, con los condicionamientos que los expertos aconsejan para la medida y estructura de los párrafos. La página y la pantalla recuperan parte de los problemas que habían aparecido en la época clásica entre la página del texto y el lienzo del pintor, y añaden la relación maravillosa de la hipertextualidad, posibilidad que hubiera hecho las delicias de los comentaristas de textos del Humanismo. La escritura, que hoy ocupa espacios inimaginables tan solo hace diez años, registra, por una parte, un ambicioso deseo de perfección formal en alguno de sus empleos más característicos y, en otros géneros, sin embargo, aparece entreverada por la oralidad, presidida por lo coloquial, la informalidad, las abreviaturas o, simplemente, por la búsqueda de la eficacia más completa en la

comunicación. Como en los manuales de cortesanía de la época clásica, se aconseja que los usos idiomáticos en los nuevos medios estén presididos por el respeto y la cortesía hacia el interlocutor, aunque a veces el anonimato permite los mayores desafueros sin que las personas aludidas puedan defenderse como sería de justicia. El tono elegido por las recomendaciones es el tradicional en la Fundéu BBVA: no se trata de promulgar normas rígidas, sino de formar en la mente de los lectores de la obra una preocupación constante por los usos idiomáticos en sus aspectos generales, por ejemplo, el empleo de las fórmulas de tratamiento (tú, usted, vos) o aspectos muy particulares de la variación lingüística destinados a eliminar los localismos. Creo sinceramente que la obra cumple por completo con los objetivos señalados de servir a la actividad cotidiana de un amplio conjunto de usuarios y a las necesidades de los profesionales. Unos anexos (vocabulario, fuentes, bibliografía) completan la útil caja de herramientas. La obra se irá haciendo mayor a través de la página electrónica, cumpliendo así con el dinamismo, la velocidad y la participación de los usuarios que caracterizan a los nuevos medios. De esta manera se irá haciendo más útil a todos los lectores, que iremos aprendiendo novedades y recursos para nuestra formación técnica. A mí, su consulta me ha sido extraordinariamente placentera y me siento muy orgulloso de poder felicitar a los responsables, Joaquín Müller-Thyssen y Mario Tascón, a los redactores y a toda la Fundéu BBVA por este excelente trabajo.

¿POR QUÉ UN MANUAL DE ESTILO DE LOS NUEVOS MEDIOS? Joaquín Müller-Thyssen Bergareche

«Desde el momento en que se escribe en la red, las palabras cobran una dimensión global». Esta afirmación, contenida en este libro, explica por sí misma la necesidad de una guía que nos ayude a manejarnos con corrección en los nuevos medios. Es precisamente la dimensión global y pública de las palabras e ideas que uno vuelca en la red la causa de la creciente preocupación de los usuarios por desenvolverse de forma adecuada en internet. Una preocupación que ha generado multitud de documentos, consejos y listados de buenas prácticas sobre la mejor manera de actuar en las diferentes plataformas de comunicación que ofrece la red. La Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) ha creído oportuno recoger en un solo libro parte de ese conocimiento, pues, en su papel de institución al servicio del buen uso del español en los medios de comunicación, está convencida de que es en internet donde se juega el futuro de la lengua. Algunos pensadores, como el desaparecido Tony Judt, se han mostrado preocupados por el peligro de que canales de comunicación como Twitter se conviertan en motores no de la «neolengua», sino de la «no-lengua». Otros muchos, por el contrario, están convencidos de que la red potencia el texto, la escritura y el resurgir de un interés por la corrección lingüística. Y no solo eso, sino que, como señala el último Informe Pisa de la OCDE, contribuye a que los estudiantes adquieran una mayor comprensión lectora. Sea cual fuere el discurso que unos y otros defienden, de lo que no le cabe duda a la Fundéu BBVA es de que el español es un idioma vivo y de que uno de los lugares en los que mejor se aprecia su vitalidad es precisamente internet. Por ello, la Fundéu BBVA, heredera del Departamento de Español Urgente de la Agencia Efe, que fue creada en el año 2005, no podía dar la espalda a una realidad que en estos siete años ha ido creciendo de manera exponencial. El español que se use en la red debe ser un buen español, el mismo que estamos obligados a utilizar en la redacción de una carta o un informe, ya sea en papel, en la computadora o en la tableta, o en un programa de radio, o en un discurso público o familiar, en definitiva, en cualquiera de las actividades que desarrollamos en nuestra vida diaria. Las normas gramaticales son las mismas para todos los formatos, pero ello no implica que se deba renunciar a la creatividad, la imaginación y a cualquier otra actuación necesaria para adaptarse a las características de las nuevas plataformas de comunicación.

Lo que se pretende con este libro, y esperamos haber conseguido, es responder a esas dudas que aparecen a la hora de manejarse correctamente en la red y que no son estrictamente lingüísticas, sino también de urbanidad y de tipo técnico; es decir, todas aquellas que surgen cuando dos o más personas quieren comunicarse y compartir sus pensamientos, ideas, emociones y conocimientos en un nuevo medio, de manera fluida y ordenada. Cada plataforma, ya sea Facebook, Twitter, Google+, los blogs, los chats, los foros o los medios digitales, tiene sus particularidades, reglas y características y con ellas hay que actuar, conjugando la corrección y la creatividad con el sentido común para sacar su mejor provecho. Todo puede valer, siempre que no se trasvasen los usos propios de una a otra; en suma, que se tenga presente que las reglas de comunicación en un soporte no tienen por qué ser válidas en otro. Este libro, en el que han participado cerca de cuarenta expertos en distintas materias, es un proyecto pensado no solo para especialistas en comunicación, sino también para todas aquellas personas que utilizan el español en los nuevos medios, desde el experto al recién iniciado. Recoge un vocabulario propio de la red, maneras de proceder, hábitos y normas de cortesía, gramática adaptada y, en definitiva, costumbres que son propias de los nuevos medios. Sirve para el que lleva años utilizando el correo electrónico, pero desconoce sus normas de cortesía, para aquel que tiene un blog personal, para el que no entiende los emoticonos que recibe por el móvil, para los que empiezan en Twitter y no deducen su vocabulario, para el principiante que no sabe cómo dirigirse a su público en una red social, para el político interesado por su reputación online y para un larguísimo etcétera de internautas preocupados por dejar su huella en la red de una manera correcta y educada. Para poder diferenciar de alguna manera este amplio público, se ha dividido el libro en dos grandes bloques: el uso cotidiano y el uso profesional. Así, si solamente utilizamos los nuevos medios para comunicarnos de manera personal será suficiente la primera parte. Sin embargo, si nuestra labor es profesional, o semiprofesional, nos interesará profundizar en la segunda. Además, existe un tercer bloque que incluye un amplio glosario con las palabras que hemos entendido que están relacionadas de alguna manera con el español en los nuevos medios, así como bibliografía y referencias donde ampliar información. ¿Por qué un manual de estilo de los nuevos medios? Sencillamente, porque hace falta.

QUÉ SON LOS NUEVOS MEDIOS Y LOS MEDIOS SOCIALES Marga Cabrera Méndez Según el Diccionario de la Real Academia Española, un medio de comunicación es un «órgano destinado a la información pública»; derivada de este término surge la expresión nuevos medios, que podría definirse como el servicio de acceso a la información a través de las nuevas tecnologías. Los nuevos medios tienen un lenguaje propio y unas características de comunicación y contenidos diferentes a los tradicionales (prensa, radio y televisión). En la actualidad estos nuevos medios, a los que también se podría llamar digitales, conviven con los medios de comunicación tradicionales, influyendo cada día más en ellos. En realidad los nuevos medios ya no son tan nuevos. La prensa escrita empezó a ofrecer versiones digitales de sus diarios a finales del siglo XX, pocos años más tarde del nacimiento de internet, tal y como la conocemos hoy en día. En un principio, era una copia de la versión en papel publicada en PDF, de ahí pasó a ser una edición de los mismos contenidos, en versión web, una vez al día. Desde entonces, la versión digital de los periódicos ha evolucionado hacia la convivencia actual, en la que la prensa digital tiene sus propios ritmos y modelos, distanciándose cada vez más de la versión en papel. Esta convivencia de las versiones en papel y digital de un mismo periódico suele ser complementaria y exige una diferenciación en el tratamiento de los contenidos para un medio y otro, así como la adaptación de la prensa impresa a las características del medio digital. Los medios sociales son un derivado de los nuevos medios, son el espacio de información que se genera y comparte a través de las redes sociales de internet. Los ciudadanos utilizan estos canales para convertirse en informadores, bien al margen de los medios de comunicación, bien a su sombra. Las redes sociales cada vez se integran más en la prensa digital, no hay diario que no incluya, en su edición de internet, la opción de compartir o comentar la noticia a través de Twitter o Facebook, por citar solo las más expandidas. La prensa en internet genera blogs para dar protagonismo y voz individual a sus profesionales o incluso a los lectores, y de esa forma compartir experiencias desde un punto de vista más cercano. Los medios sociales tampoco son tan nuevos, los primeros blogs datan de 1997 y Twitter nació en 2006.

Podemos destacar las siguientes diferencias entre los nuevos medios y los tradicionales: Favorecen la no intermediación de un medio para la publicación de información. Aceleran los procesos de creación, publicación, distribución y discusión de los contenidos. El tiempo real sustituye a la periodicidad de los medios tradicionales. Las ediciones ya no se basan en un horario prefijado, sino que se puede publicar cuando surge la información. La autoría de los contenidos se ha democratizado, la publicación no es exclusiva de los especialistas de la información contratados por los medios, sino que el ciudadano se vuelve autor. Cualquiera puede generar información, comentarla y compartirla, la autoría se traslada a la sociedad en lo que viene a llamarse periodismo ciudadano. Todos los ciudadanos estamos invitados a aportar comentarios y debatir la información dando nuestro punto de vista o nuestra versión de los hechos. Los nuevos medios permiten acceder a la información en cualquier momento y desde cualquier lugar, siempre que se tenga conexión a internet a través de cualquier dispositivo digital. La creación puede producirse en tiempo real: las barreras espacio-temporales han desaparecido para la publicación de información. La publicación y distribución se apoya en tecnologías digitales, pueden manipularse y permiten la interactividad. La información está viva, los usuarios la amplían, corrigen y comparten. Aunque está claro que los nuevos medios hacen referencia a los medios tradicionales en su versión digital, hay que tener en cuenta que no solo abarcan los diarios en internet y las redes sociales, sino que conviven con muchos otros formatos de productos digitales que son también contenedores de información. Algunos ejemplos de nuevos medios son las páginas web, las aplicaciones para teléfonos inteligentes o tabletas, los juegos en red, el CD-ROM, los DVD, la televisión web, los libros electrónicos, los blogs, la radio digital, los wikis, y todo aquello que permita la interactividad digital. Cada uno de estos medios tiene sus particularidades –su lenguaje, sus normas de conducta y entresijos– y se hace preciso utilizarlos en función de las necesidades reales, con medida y prudencia. A lo largo de los diferentes capítulos del libro veremos las principales características de la mayoría de ellos para aprender a movernos en el nuevo entorno digital. Porque, aunque nuevos, estos medios cuentan ya con un vocabulario propio de la red, una gramática adaptada, unas maneras y hábitos de proceder, unas normas de cortesía; en definitiva, unas costumbres que caracterizan nuestro idioma y su uso en los nuevos medios.

RECOMENDACIONES,

QUE NO NORMAS

Fundéu BBVA La Fundación del Español Urgente, Fundéu BBVA, no persigue ser una institución correctora cuyas recomendaciones lingüísticas hayan de ser contempladas como norma; su objetivo es, más bien, proporcionar criterios de coherencia en el uso del idioma para evitar su empobrecimiento y hacer frente a la invasión indiscriminada de extranjerismos o neologismos innecesarios. También quiere convertirse en un centro de análisis y un referente, desde el punto de vista idiomático, para los diferentes medios informativos que se sirven del español como herramienta de trabajo. La Fundéu BBVA ha hecho suya la experiencia acumulada por el Departamento de Español Urgente durante 25 años y ha formado un equipo de profesionales –filólogos, periodistas, correctores y ortotipógrafos– cuyos conocimientos en el buen uso del español constituyen un patrimonio al servicio de los medios de comunicación. En el caso de este libro, se ofrece una recopilación de los conocimientos del buen uso del español y los criterios de coherencia de su uso en los nuevos medios, pensando en su difusión para todos los públicos, y no solo al servicio de los medios de comunicación.

USO COTIDIANO Mario Tascón

PERSONAS,

INTERNET Y MÁQUINAS

Los cambios en nuestra sociedad, y especialmente en la forma de comunicarnos y relacionarnos, que estamos viviendo desde el final del siglo XX no podían suceder sin dejar una profunda impronta en el lenguaje. Ordenadores, teléfonos móviles, televisiones interactivas y tabletas, por el lado de los dispositivos con los que escribimos y leemos; blogs, redes sociales y páginas web, como herramientas que utilizamos para comunicarnos, y redes de comunicaciones globales que permiten recibir y emitir en tiempo real mensajes que atraviesan el planeta a la velocidad de la luz constituyen un ecosistema que aporta muchas novedades y que ha generado cambios en nuestros hábitos, demasiados como para que la lengua, el vocabulario o incluso la gramática no se hayan visto afectados. El aumento exponencial de la velocidad en las comunicaciones es una de las características más notables de este cambio. Los conceptos y palabras, la creación de neologismos y el consenso popular para aceptar un término de moda se generan con una rapidez nunca vista. Las redes sociales son el paradigma de esa escollera en la que se baten las olas de las novedades frente a las reglas clásicas. Antes, la Real Academia Española observaba la evolución de nuestra lengua en los libros, pero pronto se percató de que los medios de comunicación eran más importantes para ver cómo habla y escribe la gente, incluso más permeables y sensibles que los primeros. Una de las instituciones más prestigiosas del español, la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA), editora de este libro, fue creada para atender esa necesidad de urgencia que ya aparecía en los profesionales de los medios de comunicación a finales del siglo XX. El idioma empezaba a evolucionar a una velocidad nunca vista y ahora el lugar en el que nuestro idioma se bate cada segundo y en el que se anticipan las tendencias es internet. La globalización es la segunda característica que hay que destacar. Ahora, cuando alguien escribe, no necesita preocuparse de cómo hacer que su mensaje llegue a una audiencia global porque, aunque no lo sepa, ya se encuentra inmerso en ella, pues las fronteras geográficas han desaparecido. La entremezcla de idiomas, con una serie de palabras universalizadas a golpe de clic, también es una característica de la escritura en determinados canales de comunicación. Nunca las dos orillas del Atlántico estuvieron tan cerca, y ahora argentinos, mexicanos,

españoles, etc., pueden ver cómo escriben los demás en tiempo real, por lo que la incorporación de neologismos y el intercambio de expresiones son continuos. La permeabilidad entre las variantes geográficas disuelve las diferencias como si fueran un azucarillo. Si la introducción de las palabras ordenador y computadora se produjera ahora, posiblemente todos los que hablamos español hubiéramos convenido de manera natural en una de ellas, en lugar de que el término ordenador prevalezca en España y computadora en América, al menos es posible imaginarlo así por la capacidad de interrelación entre los que hablamos la misma lengua a lo largo de todo el globo terráqueo. El español neutro avanza también a medida que los fabricantes de software traducen o crean sus aplicaciones e intentan venderlas en un mercado determinado por el idioma, pero en realidad se desarrolla de una forma ajena a como se pensaba hace años: los lectores, la gente, forman en ocasiones grupos de voluntarios de todos los países que se dedican a traducir estos programas, así se producen consensos ricos en matices y con los que la mayoría está cómoda. Hay que resaltar esa labor de trabajo sobre el idioma que va más allá de los profesionales convencionales y que, en algunos casos, incluye a usuarios interesados conectados a través de las redes sociales. También, el hecho de que muchos de nuestros medios de comunicación participen ahora de esa presencia global está consiguiendo que cuiden más su vocabulario para evitar aquello que suena mal o ridículo en otros lugares. No hay que olvidar las posibilidades de la escritura colectiva, de una forma revolucionaria, como nunca había podido imaginarse hasta la llegada de la informática y de internet, ya que ahora dos, tres o muchas más personas pueden escribir simultáneamente documentos sin necesidad de hacerlo secuencialmente. Quizás esto sean solo prácticas concretas que no influyen al conjunto de los hispanohablantes, pero hay que reseñarlas porque están ahí y tienen que ver con fenómenos como el contenido generado por usuarios (UGC, user genereted content) al que tanta atención se presta ahora. Pero la globalización alcanza no solo a las palabras, sino también a la cada vez mayor proliferación de signos con una capacidad expresiva superior a la convencional. Hablamos, sin duda, de los emoticonos ( ), esas combinaciones de caracteres que intentan transmitir sentimientos cuando acompañan a los mensajes y que contribuyen a una mayor carga oral de los textos. Los emoticonos han sido solo el principio de la utilización de toda una serie de elementos que intentan paliar las dificultades del texto para transmitir sentimientos y emociones, sobre todo en los mensajes más breves (conversaciones privadas y públicas en foros, redes sociales o a través de mensajería telefónica textual). Hay incluso colecciones de emoticonos multimedia que se van añadiendo a los más primitivos compuestos por signos y letras. El uso de onomatopeyas, estiramientos gráficos y otros recursos similares completarían este conjunto de mecanismos para aumentar la carga oral y emotiva en los mensajes. Todos estos recursos han mostrado, además, una importante labor en la comprensión de los mensajes, sobre todo cuando estos tienen, por ejemplo, una carga irónica que suele ser más difícil de transmitir en los textos breves. En la misma línea estarían los iconos (☎ ☛ ♥), que, debido también a la llegada de estándares internacionales de unificación de caracteres y con el fin de facilitar el tratamiento informático de textos y su intercambio en múltiples idiomas, están al alcance de cualquier usuario, sin necesidad de

conocimientos de dibujo porque vienen incorporados en las herramientas, al igual que los emoticonos. Aunque, quizás, el cambio más importante viene del paso que se da de una comunicación que en gran parte era privada y que se convierte en pública. Hasta la llegada de las redes sociales, incluso en los albores de la era de internet, la mayoría de los mensajes que circulaban entre los usuarios eran privados (correos electrónicos, mensajes entre teléfonos) y, aunque desde siempre ha existido una democratización de las herramientas de publicación, es claro que la llegada de las redes sociales ha disparado el número de textos y la cantidad de personas que publican, en el doble sentido de ese verbo: hacer patente algo al público y difundirlo. El hecho de que cada vez haya más mensajes que circulan ante los ojos de millones de personas se puede considerar el más significativo, no solo por la cantidad de información a la que ahora se puede acceder, sino, sobre todo, por las diferencias entre lo público y lo privado, que no siempre son tenidas en cuenta a la hora de conversar o escribir. De hecho, muchas veces esta diferencia, que no era considerada, hacía poner el grito en el cielo a muchos académicos ante el supuesto deterioro de nuestra lengua, cuando se analizaban como si fueran artículos periodísticos las conversaciones entre dos amigos a través de mensajes enviados desde un teléfono, cuyo teclado tampoco ayudaba a escribir deprisa con todas las letras y menos con acentos y otros signos que no eran sencillos ni siquiera de encontrar. Los lectores, al empezar a escribir delante de una audiencia y ser conscientes de ello, han comenzado a preocuparse más por cómo escriben, por expresarse mejor. La gente se esfuerza más para que se la entienda, cuidando la forma en que se comunica. Es cierto que muchas personas creen que ahora se escribe peor que antes, pero parece más bien que lo que sucede es que ahora la gente que escribe mal es más visible que nunca. Hay incluso casos de protestas populares contra personajes famosos (periodistas, cantantes y actores) que han cometido una falta de ortografía en algún mensaje y no solo no han sido perdonados, sino que se les ha sometido al escarnio público en la plaza digital de las redes sociales. Es una muestra importante de una sensibilidad social hacia el buen uso del idioma. La brevedad es también una característica de la comunicación contemporánea: sobran los circunloquios, proliferan las abreviaturas, las frases se llenan de esqueletos consonánticos en las que se sacrifican las vocales en aras de ahorrar un par de caracteres. Pantallas pequeñas, espacios minúsculos, cajas para introducir textos con restricciones en cuanto al número de caracteres condicionan la escritura. En esta línea nos encontramos con la tendencia a desaparecer del signo de apertura de la interrogación y la exclamación, que, sobre todo en las redes sociales y en los mensajes SMS, es casi inexistente. Muchos de estos recursos no se utilizan de la misma manera en los distintos canales, incluso tratándose de la misma persona, ya que el registro y la manera de escribir sufren importantes variaciones dependiendo del destino de los textos. A más espacio disponible y más público, más correctos y con menos «atajos». Dentro de las estrategias para asegurar la brevedad destaca la proliferación de abreviaturas, que pone nervioso a quien no las conoce y que puede llegar a provocar una sensación de exclusión. Es cierto que las abreviaturas que se usan en internet y en las redes sociales provienen en su mayoría del

inglés, lo que hace algo más difícil su comprensión. El hipertexto también es un factor muy notable por el cambio estético que ha producido en los textos. Los lectores han aprendido que las palabras subrayadas, o escritas en otro color, generalmente anuncian una ampliación del concepto reseñado, una alternativa de lectura que se desarrolla en otro lugar al que se accede desde el atajo que proporcionan los enlaces. Esas palabras, que cuando se pulsan abren nuevas ventanas, por ejemplo, un nombre que se transforma en una biografía o una frase entrecomillada en un vídeo musical, son la clave de la escritura en los nuevos medios. Todavía no hay un canon que muestre cuáles son las mejores prácticas para conseguir buenos hipertextos, incluso sigue la discusión sobre si no es demasiado distractora la presencia de subrayados o colores en medio de un párrafo, y algunos editores practican el alejamiento de los enlaces en relación a las palabras o frases de las que deberían partir, por ejemplo como si fueran las viejas notas al pie. Los hipertextos son palabras que, además, tienen que ver con el funcionamiento de las aplicaciones, no solo poseen un significado, sino que desencadenan acciones, por lo que son mucho más «poderosas» que el resto. Un enlace puede lanzar una búsqueda, ejecutar algún tipo de acción del software, abrir un programa de correo o arrancar una canción. Muy relacionado con las modificaciones que han traído los hiperenlaces estaría el imperativo de escribir palabras y frases de una forma determinada por motivos técnicos, contraviniendo las normas de la Real Academia Española. Un ejemplo actual serían las etiquetas de Twitter. Las etiquetas, en este caso, son palabras o conjuntos de palabras que se utilizan para facilitar el seguimiento de un tema «etiquetándolo» con esa cadena de caracteres. La diferencia es que aquí los grupos de palabras, para funcionar como una etiqueta, necesitan en muchos casos llevar colocado delante el signo almohadilla (#) y, además, ir juntas, ya que de no ser así no funcionan. Si en una conversación en Twitter se habla de los presupuestos generales del Estado, es bastante probable que lleve la etiqueta de #presupuestosgenerales. Incluso es posible que, ante la ausencia de espacios separadores, y para que se identifiquen mejor las palabras, los usuarios introduzcan un sistema de caja subibaja, #PresupuestosGenerales, alternando mayúsculas y minúsculas para facilitar una comprensión mejor de esa larga cadena de caracteres. Hay muchos casos en los que las necesidades del software hacen que se tenga que escribir de otra forma, como es el caso de los números. Según la Real Academia Española, para escribir correctamente los números con cifras se tendrá en cuenta lo siguiente: Al escribir números de más de cuatro cifras, se agruparán estas de tres en tres, empezando por la derecha, y separando los grupos por espacios en blanco: 8 327 451 (y no por puntos o comas, como, dependiendo de las zonas, se hacía hasta ahora: 8.327.451; 8,327,451)…

Si seguimos estas instrucciones, la mayoría de los programas interpretarán nuestras cifras como contenidos textuales y se perderá la opción de realizar operaciones debido a que para las máquinas serán palabras y no números. Esta forma de escribir que la Real Academia recomienda choca con la lógica del software y hace que quien la emplee se encuentre luego con problemas para utilizar su material. Todo por motivos que van más allá de los argumentos clásicos y que tienen que ver

directamente con la tecnología que se emplea. Los responsables de nuestro idioma tendrán que tenerlo en cuenta a la hora de hacer las normas. Pero el proceso de comunicación también ha experimentado otro profundo cambio: su introducción en las máquinas. Se sigue escribiendo para las personas, pero en muchas ocasiones hay que comunicarse con las máquinas. Algunas veces necesitamos darles instrucciones que introducimos a través del teclado o pulsando botones en la pantalla, en otras ocasiones es la máquina la que avisa de un problema o la que pide más información para poder efectuar una tarea. Esa comunicación y sus canales se están desarrollando y tienen un interés creciente. También está la necesidad de que los textos que escribimos sean «comprendidos» por las máquinas y sus algoritmos para que, a través de plataformas como son los buscadores, otras personas puedan encontrarnos. Google es uno de los representantes actuales de esas máquinas que determinan cuáles son los sitios a los que dirigir a un ciudadano cuando busca algo en la red, y el paradigma de esa nueva audiencia, conformada por algoritmos que intentan clasificar y entender de qué va una página web, un tuiteo o un documento digital. Comunicarse con las máquinas a través de las interfaces o preparar las páginas web para que las «comprenda» un buscador son trabajos que desarrollan algunas de las muchas profesiones nuevas en las que el lenguaje tiene gran importancia. En los próximos años veremos aparecer modelos híbridos de escritura en los que será necesaria una combinación de la mente humana con determinados algoritmos para poder construir textos, en algunos casos en tiempo real o con un volumen de actualizaciones demasiado elevado como para poder permitírselo un solo periodista o especialista. Veremos también frases, incluso párrafos, en las que algunos verbos, adjetivos y sustantivos serán «escritos» por las máquinas a medida que las reglas que las manejan tengan determinadas entradas de datos. No vamos a esperar de momento calidad literaria, pero seguro que aumentará la eficacia de la comunicación, sobre todo en campos como la economía o el mundo de la información. Como último elemento, cabría destacar la multiplicidad de versiones de los documentos, al existir muchos tipos de usos y múltiples soportes en los que pueden verse y leerse, de lo que esta misma guía es un ejemplo: se puede tener en las manos un ejemplar impreso mientras que en la red hay una versión que se actualiza de forma constante en www.manualdeestilo.com.

CONSEJOS PARA COMUNICARNOS Marga Cabrera Méndez Nos relacionamos a través del ordenador, con mensajes de texto, enviando fotografías o creando vídeos para ser «whatsapeados». Forma parte de nuestra rutina diaria gestionar toda la comunicación que nos llega y a la que accedemos de manera voluntaria. Hemos llegado a un punto en el que debemos acotar el tiempo y el espacio para una correcta gestión de nuestra comunicación electrónica. Son demasiados los canales que debemos tener en cuenta: llamadas de atención en el móvil, en el ordenador, en la televisión, en pantallas en la calle, alertas de redes sociales, etc. Tenemos que ser capaces de seguir lo que realmente nos interesa, de saber discernir lo útil de lo accesorio, de movernos con fluidez y educación y de mostrar una imagen «digital» coherente con nosotros mismos. Es necesario conocer y valorar al destinatario de nuestro mensaje, estamos expuestos a un público muy amplio al que hubiera sido imposible llegar en otra época. Un tuit puede correr por el mundo de Twitter con una rapidez de vértigo, una entrada en nuestro blog es capaz de mover montañas, nuestros correos electrónicos pueden llegar a personas a las que no deberían, la opinión en una noticia de prensa electrónica será compartida y leída por personas del otro lado del mundo. Tenemos, en resumen, un poder de comunicación como nunca antes lo habíamos tenido. Debemos ser conscientes de la repercusión que puede tener nuestro mensaje y no olvidar algunos temas básicos, como la educación en la red, también llamada netiqueta. Es preciso cuidar nuestro lenguaje, que refleja lo que somos y nos define culturalmente. No es necesario ser unos eruditos a la hora de escribir, sino tener claro el contexto y el destinatario. Aunque el contenido sea el mismo, la forma de la comunicación no podrá ser igual con un cliente que con un familiar o con un desconocido en una red social.

La atención en los nuevos medios Markus Steen En un artículo de opinión publicado en 2010, Chris Anderson, editor de la revista Wired,

pronosticaba el fin de la web (http://goo.gl/CGzkq). Hablaba de una nueva fase en la revolución digital dominada por el uso de aplicaciones para acceder a contenidos sin necesidad de teclear la dirección web en el navegador de turno: el correo electrónico, los podcast, Facebook o la Xbox son, según él, los nuevos amos de la red. Aunque el comentario de Anderson generó bastante polémica, parece evidente que la web ha dejado de ser, también para los lectores de nuevos medios, la única puerta de entrada a internet. En los tiempos de Facebook, los móviles inteligentes y las tabletas, existe una fragmentación de la audiencia, que ahora consume contenidos informativos a través de múltiples soportes y plataformas. El avance de la tecnología nos descubre cada día nuevas formas de acceso a la información, ya sea desde casa, en el trabajo o mientras caminamos por la calle. Los usuarios que hasta hace unos años utilizaban únicamente el ordenador de mesa o el portátil para leer noticias, cuentan ahora con tabletas, libros electrónicos y móviles inteligentes cuyo asentamiento crece a pasos agigantados. Sin ir más lejos, la lectura de periódicos en internet a través de móviles inteligentes se duplicó en España entre 2010 y 2011, según apunta el Informe anual de los contenidos digitales en España 2011 (http://goo.gl/0XlSn). No solo utilizamos diferentes pantallas, sino que también recurrimos a nuevas plataformas de contenidos para estar al tanto de la actualidad: en las redes sociales, la lectura de noticias es la actividad que desarrolla el 84 % de los usuarios (¡más que el consumo de fotografías!), los agregadores emplean algoritmos cada vez más sofisticados para ofrecer la mejor selección de noticias, Google aporta en torno al 30 % de las visitas a sus webs… Y todos y cada uno de ellos compiten por captar la atención de los usuarios. En este escenario multiplataforma el futuro del periodismo pasa por entender las nuevas dinámicas de consumo y ofrecer los mismos estándares de calidad en cada soporte. Entre un lector que accede de forma habitual a una web de noticias tecleando la dirección en el navegador de su ordenador de casa, y otro que lo hace a través de un enlace que ha visto en su línea del tiempo en la aplicación de Twitter de su iPhone, hay distintas necesidades informativas que requieren nuevas puestas en escena. Por lo tanto, la nueva realidad obliga a una revisión constante de la oferta informativa y supone una oportunidad para el desarrollo de nuevos contenidos que apuesten por la portabilidad, la personalización y las posibilidades sociales. La actual dieta del lector de nuevos medios cuenta con un menú de dispositivos de acceso a la información que influye decisivamente en cómo, dónde y cuándo consume contenidos, como señala ComScore en un informe sobre el uso de dispositivos móviles. Al mismo tiempo que se produce esta fragmentación de la audiencia, las empresas informativas tienen un conocimiento preciso de los lectores como nunca antes. La analítica web es el gran aliado de los editores y la medición del tráfico en un escenario multiplataforma es imprescindible para obtener una fotografía exacta de los nuevos lectores.

Cómo leemos

Markus Steen Cada vez es más común utilizar nuevos medios para leer noticias. En papel y en pantalla no se lee igual y es fundamental saber qué aspectos diferencian a ambos medios para poder optimizar los contenidos de forma adecuada a cada soporte. En internet, la extensión y jerarquización de los contenidos es clave. Como indican los profesores Ramón Salaverría y Francisco Sancho (Del papel a la web. Evolución y claves del diseño periodístico en internet, 2007), el lector de nuevos medios quiere que el profesional de la información le ayude a «discernir lo esencial de lo secundario y hasta de lo desechable».

Patrón en F Uno de los trabajos más relevantes sobre la manera en que leen los lectores es el realizado por Jakob Nielsen. El experto en usabilidad señala en sus estudios de eyetracking (http://goo.gl/mwm2q) que la mirada dibuja un patrón de lectura que tiene forma de F cuando se lee en internet. Es decir, no se lee linealmente, sino que primero se hace una lectura horizontal en la parte superior de la pantalla; a continuación, la mirada efectúa un segundo movimiento horizontal, más corto, en la zona inmediatamente inferior; y, por último, se visualiza la parte izquierda de la página. Este patrón de lectura en F permite concluir que, delante de la pantalla, se escanea el texto en lugar de leerlo con detenimiento palabra por palabra. Trasladado a una noticia, cuando se carga una página web en la pantalla la mirada se dirige al titular y a la parte izquierda del cuerpo de la información: si las primeras palabras de cada línea de texto no resultan importantes o interesantes se continúa explorando el resto del texto informativo hasta dar con algo más atractivo.

Punto de entrada El texto es el punto de entrada de la página web para los lectores. El bloque visual es lo que primero atrae la mirada del usuario, y no las fotografías, como ocurre en el caso de los medios impresos. La información textual tiene también un componente navegacional muy importante. De acuerdo con los estudios de The Poynter Institute, los menús de navegación y los sumarios sirven de guía y orientan la lectura. Esto es lo que los autores del estudio denominan dispositivos direccionales, a partir de los cuales el usuario toma la decisión de ir de un bloque informativo a otro.

Profundidad Sobre la extensión de los textos hay diferentes opiniones. Expertos como Mario R. García sostienen que, si el texto es bueno, los lectores lo devorarán párrafo tras párrafo hasta el final (http://goo.gl/mlWCN). Otros, como recoge Guillermo Franco en Cómo escribir para la web (Franco, 2008, http://goo.gl/3S5rN), sugieren limitar el número de palabras por pantallazo. Es el caso de Crawford Kilian, autor de Writing for the Web (2000), quien propone «segmentos de información» que no tengan más de 100 palabras. Jakob Nielsen, cuyas investigaciones señalan que los lectores solo leen el 20 % del contenido expuesto en la pantalla, propone aplicar una regla: no escribir más del 50 % de lo que se hubiera

escrito en la versión en papel (http://goo.gl/b8oNl y http://goo.gl/Y0SU0). Al margen de cálculos, parece claro que los lectores tienen un tiempo limitado para resolver sus necesidades informativas de forma eficaz. La presentación de la página debe permitir una navegación fluida en la que el lector pueda localizar la información de interés que está buscando en el menor tiempo posible. Titulares, palabras clave, ladillos y cualquier otro bloque de información que resuma el contenido del texto facilitan este cometido.

El lenguaje como marcador cultural Fundéu BBVA A la vez que se adoptan nuevas herramientas para la comunicación en internet, los usuarios dejan, sin darse cuenta, un rastro que configura de alguna manera su yo digital. Cada tuit, actualización de estado en Facebook o comentario en un blog configura un historial personal que a veces queda indexado por los buscadores y, por lo tanto, almacenado para siempre en la memoria de internet. Algo que, bien pensado, provoca vértigo. Esta relevancia de la escritura pública en los nuevos medios lleva a la gente a preocuparse por su imagen en internet, es lo que se conoce como reputación digital. Ahora una conversación mantenida a través de Twitter puede tener una trascendencia inimaginable y hasta jugar una mala pasada tanto en el plano personal como en el profesional. Es en este tipo de redes sociales y plataformas abiertas donde los comentarios tienen más eco. Debido a su componente social y a su configuración de uno a muchos, un mensaje queda amplificado rápidamente y puede tener un recorrido que obligue a ser cuidadoso con lo que se quiera decir. También hay que cuidar las formas. Internet es un escaparate de opiniones de todo tipo, incluido el uso de un lenguaje más o menos adecuado. Sin ir más lejos, cualquiera se habrá llevado las manos a la cabeza al comprobar en Twitter la ortografía de un personaje popular. Ya sea con amigos y familiares en una red cerrada como Facebook o al comentar la última entrada de un blog con una identidad real y no con un seudónimo, hay que prestar atención al lenguaje. Cada huella que se deja en la red dice algo sobre el autor, y por eso es importante saber emplear el lenguaje con propiedad en cada situación. Dicho esto, tampoco hay que ser inflexibles en su aplicación: si el escenario cambia, el usuario se ha de adaptar a sus nuevas características. Como señala el experto Xosé Castro Roig, el mensaje está al servicio del destinatario y el usuario debe conocer el medio en el que se desenvuelve y adaptarse a él, ya se trate de Twitter o de un blog. En la comunicación en internet a través de un dispositivo móvil, el usuario tiene una prioridad: transmitir algo rápido y fácilmente; pero también barreras, ya que el espacio del que se dispone en ocasiones es limitado. Por esa razón, a veces se emplean recursos que agilizan ese proceso: se abrevian las palabras, se usan emoticonos y se modifica la tipografía para reflejar el estado de ánimo en el mensaje. A pesar de que es necesaria la adaptación a cada canal, hay que saber cuidar el registro personal

en cada uno de ellos. Si, por ejemplo, se desea transmitir una imagen de seriedad en un correo electrónico pero se cometen faltas de ortografía, ¿cómo no va a resentirse la credibilidad?

Empobrecimiento del lenguaje Markus Steen La escritura es la forma más común de expresarse en internet. El correo electrónico es una herramienta imprescindible en el trabajo, redes sociales como Facebook están transformando la manera de relacionarse y los sistemas de mensajería instantánea comienzan a gozar de la misma popularidad que las llamadas por teléfono. Todos estos canales de comunicación permiten una mayor inmediatez, y hacen, en definitiva, la vida más fácil, pero al mismo tiempo hay quienes creen que están arruinando la ortografía con el consiguiente deterioro de la propia lengua. En este nuevo ecosistema de medios los usuarios aceptan las reglas de estilo de cada canal. Un ejemplo claro de la adaptación de la escritura a cada situación es la popularización de la comunicación instantánea en los teléfonos inteligentes. La brevedad casi telegráfica es la norma general cuando se chatea con amigos en este medio: se abusa de abreviaturas y contracciones, se emplea una gramática más despreocupada y hasta se olvidan las reglas de puntuación y acentuación. En Twitter ocurre lo mismo. El límite físico de 140 caracteres obliga a emplear atajos gramaticales y estilísticos para transmitir un mensaje en el menor espacio posible. Es común encontrar fórmulas como «xq» en lugar de «porque» o prescindir del signo de apertura de las exclamaciones e interrogaciones. Sin embargo, esta economía del lenguaje en internet no se debe entender como ignorancia, sino como la adaptación de la escritura a estas nuevas realidades. La proyección pública o privada de las interacciones en internet también influye sobremanera en la atención que se le dedica a la ortografía. Volviendo a los casos de Twitter y la mensajería instantánea, se puede apreciar un tono diferente en el uso del lenguaje en ambos canales: mientras que en los segundos se maltrata el lenguaje abiertamente, en Twitter triunfa la moderación a pesar de la mayor limitación de espacio. Al no existir el componente familiar con el destinatario y ser una plataforma abierta, el usuario presta más atención a las palabras que utiliza. Incluso en Facebook, una red social cerrada, se cuida más la ortografía que en los chats: la comunicación tiene un matiz social y, por lo tanto, las actualizaciones de estado tienen mayor trascendencia que un mensaje instantáneo.

Escribir para todos Fundéu BBVA Internet ha derribado las fronteras geográficas que podían existir en la comunicación pública. Ahora, desde el momento en que se escribe algo en la red, las palabras cobran una dimensión global. Existen

más de 150 millones de lectores potenciales que leen contenidos en español (http://goo.gl/7Jf7C). El éxito de la escritura en internet radica en la forma y la calidad del contenido que se quiere trasladar a la audiencia. Periodistas, blogueros o tuiteros hispanohablantes utilizan el español como lengua de referencia en sus respectivos medios, pero cada uno de ellos lo usa con un estilo diferente. Al canal elegido y al receptor final de los escritos hay que añadir el lugar desde el que se escribe. No es lo mismo leer un texto escrito en el español de Argentina que en el de España, una palabra puede tener distintos significados o connotaciones en Buenos Aires y en Madrid. Una realidad no se denomina con la misma palabra en todas partes o, al menos, no siempre. El español es un idioma global y cada una de sus realizaciones y actuaciones está repleta de localismos que a veces dificultan la compresión del artículo que se está leyendo. Ante esta situación, cobra una especial importancia en la red la figura del profesional de la información, debido, sin duda, a su influencia social. El periodista tiene la tarea ejemplar de usar un español que se pueda entender a un lado y a otro del Atlántico. Con este fin, en el seminario «El español en los medios de comunicación de los Estados Unidos» celebrando en San Millán de la Cogolla (La Rioja, España), se puso la primera piedra para crear un documento sobre el buen uso del español en los medios hispanos de los Estados Unidos (http://goo.gl/wW0GR). Además de hacer un buen uso de las palabras, los nuevos medios tienen la responsabilidad de ofrecer una imagen representativa de la sociedad. Escribir para todos requiere abarcar el espectro social y político de un país para que todos los lectores puedan identificarse con los temas finalmente seleccionados. Sirva como ejemplo de este propósito el periódico gratuito editado en España 20 minutos. Su director, Arsenio Escolar, declaró en una entrada de su blog titulada «Cómo y por qué hacemos la portada de 20 minutos» (http://goo.gl/ibBbr) que «siempre hemos de preguntarnos si los campos de interés de todos los miembros de la familia están representados en nuestra portada». Esta obligación con los lectores tiene una importancia mayor en la red. Estar en internet implica ser evaluado continuamente por los lectores a través de las redes sociales o de otros sistemas de participación, como los comentarios en las noticias, los foros o el correo electrónico. Ellos tienen la opción de interactuar con los responsables de una información para decirles si les ha parecido adecuado, o no, el tratamiento de una noticia determinada. En este sentido, cobra una relevancia especial el tratamiento de la información que tiene como protagonistas a grupos minoritarios. En internet puede encontrarse desde un buen blog sobre comida tailandesa a comunidades enteras dedicadas al embarazo de la mujer. Como señala el profesor Ramón Salaverría, «existe un cambio de los medios de masas a las masas de medios» y la escritura en internet tiene la responsabilidad de reflejar este nuevo paradigma (http://goo.gl/o4xiv). Escribir para todos también es crear contenidos accesibles independientemente de las capacidades físicas, intelectuales o técnicas de la audiencia. La evolución de la tecnología permite ahora que los lectores accedan desde soportes móviles como tabletas y móviles inteligentes. Cada uno de estos dispositivos requiere una presentación accesible de los contenidos para que la experiencia de usuario se produzca en igualdad de condiciones. Por ejemplo, una web que no tenga una versión para móviles estará dejando de lado a un sector de audiencia cada vez más relevante.

Esa audiencia global no es uniforme: la conexión a internet no es igual de rápida en todo el mundo, muchos usuarios disponen de dispositivos antiguos sin capacidad de actualizarse con el último software del mercado, o simplemente sin el poder adquisitivo suficiente para hacerlo. En el concepto de accesibilidad también hay que contemplar cuestiones como el tamaño del texto o la opción de añadir subtítulos en los contenidos multimedia. Si la página no ofrece la posibilidad de aumentar el tamaño del texto de un artículo se estará discriminando a los lectores con problemas de vista. Otros elementos que mejoran la accesibilidad de una web son, por ejemplo, el atributo alt de las imágenes, con el que se añade información sobre las mismas, o la utilización de una ortografía adecuada para ayudar a las pantallas braille a codificar el texto en sus caracteres.

Consejos para elegir palabras Fundéu BBVA En internet el usuario fragmenta el texto y elige lo que más le gusta. En lugar de leer un artículo de arriba abajo y palabra por palabra, se escanea la página y la vista se detiene solo en los comienzos de línea de texto o en los ladillos que llaman la atención. Este cambio en el hábito de lectura obliga a los editores de nuevos medios o al autor de un blog a repensar su escritura. Para capturar la atención de los lectores y mantenerla durante el máximo tiempo posible es importante pensar bien las palabras que se van a emplear. Incluso si se trata de un artículo técnico o dirigido a una audiencia muy concreta, es recomendable emplear un lenguaje sencillo en las zonas de la web que constituyen un primer nivel de lectura. La principal razón para escribir con las palabras justas es aligerar el volumen del texto para conseguir un estilo lo más directo posible. El libro de estilo de Yahoo! ( http://goo.gl/gdtaH) propone evitar tres malas costumbres que a veces pueden obstaculizar una buena redacción: palabras o frases carentes de significado, pleonasmos y palabras irrelevantes al comienzo de la frase, que solo retrasan la información importante que viene después. Elegir las palabras adecuadas para contar una historia en internet puede resultar un poco engorroso, pero si se le dedica un poco de tiempo se acabará dando con las teclas idóneas. Otro consejo muy eficaz para aligerar el volumen de un artículo es evitar la tendencia al archiverbalismo (alargamiento innecesario de las oraciones), por ejemplo: «De cara a la tarde se producirán precipitaciones en forma de nieve» en vez de «Esta tarde nevará»; y el archisilabismo (inclusión de palabras innecesariamente largas), como utilizar subalternizar por subordinar. El empleo inadvertido que se hace a veces de estas palabras y frases complejas termina por agotar la paciencia del lector o simplemente por aburrirle. La redacción en los nuevos medios exige escribir decidir en lugar de tomar una decisión o clicar en lugar de hacer clic porque es más simple. Una selección adecuada de los verbos también ayuda a mejorar la escritura en internet. Un verbo fuerte al principio de un párrafo para llamar la atención de los lectores es un buen comienzo. Como señala el experto Roy Peter Clark, el uso de los verbos fuertes ahorra palabras y dota de acción al artículo (http://goo.gl/BWRNU).

Por último, no hay que olvidar la importancia que tiene el posicionamiento web (SEO) en la búsqueda de información en internet. Muchos lectores acceden a una web a través de una búsqueda y la mejor forma de llegar a esta audiencia es incluyendo palabras descriptivas en el titular y en los ladillos, que son los espacios en los que los lectores buscan la información.

La etiqueta en la red: la cortesía en la comunicación digital M.ª Elena Gómez Sánchez y Luis Guerra Salas Netiqueta es una palabra formada a partir del francés étiquette (‘etiqueta’) y del inglés net (‘red’) y hace referencia a una serie de consejos, adoptados a nivel mundial, que rigen la conducta correcta de nuestros actos virtuales, es decir: cómo comportarse educadamente en la red. Como en cualquier otra comunicación, en la mediada por internet debemos tener en cuenta aspectos relacionados con la imagen tanto de los emisores como de los receptores de los mensajes, y ser conscientes de las normas de cortesía que deben observarse para que esta se mantenga dentro de unos cauces que permitan el progreso de la interacción. Si cuando interactuamos con nuestros amigos es conveniente seguir las pautas de buenas maneras en la red, cuando lo hacemos con un destinatario abierto lo es mucho más. Si no seguimos estas sencillas normas, corremos el riesgo de ser considerados novatos, maleducados, provocadores o troles. Estas reglas no han sido impuestas por ninguna organización, sino que son reglas de facto que han ido surgiendo de la propia comunidad de internet. Según el DRAE, la cortesía es «demostración o acto con que se manifiesta la atención, respeto o afecto que tiene alguien a otra persona». Las personas somos corteses con los demás por dos razones fundamentales: por el deseo de ser aceptados por los otros (teniendo en cuenta las características propias del grupo social en el que nos encontremos; es lo que se entiende por normas de cortesía en un sentido amplio, como el saludo, la expresión de agradecimiento, etc.) y por el deseo de no dañar la imagen social que los demás –nuestros interlocutores– tengan de sí mismos (por ejemplo, se puede evitar una imposición o una orden, planteándola como una petición o una pregunta); recíprocamente, esperamos el mismo comportamiento hacia nosotros (por eso nos molesta que no nos devuelvan un saludo o que nos den una orden directa, salvo que el contexto lo justifique). En una gran parte, las demostraciones o actos corteses se llevan a cabo mediante el lenguaje. Como las comunicaciones en la red son fundamentalmente lingüísticas, tiene sentido hablar de cortesía en internet.

¿Qué hacer para ser un internauta cortés? Ser conscientes de la audiencia. Tengamos presente en cada momento a quién hablamos o escribimos. En la red nuestro público puede ser individual o colectivo, mantener con nosotros una relación de simetría o asimetría social, etc. Todo ello implica el empleo de diferentes normas de cortesía, al igual que sucede en entornos no virtuales. Analizar si en nuestras comunicaciones debemos emplear el tú, el usted o el vos. La red no

implica necesariamente que haya que comportarse de manera distinta a como lo haríamos en otros contextos escritos u orales. Cuidar la forma de expresarnos. Dado que el contexto no es necesariamente compartido, el mensaje ha de ser lo más unívoco posible. Intentemos que nuestros lectores entiendan exactamente lo que hemos querido decir. Las normas (de ortografía, léxico, sintaxis) garantizan el empleo de unos estándares comunes. Ser cortés también significa facilitar la descodificación por parte de quien recibe el mensaje. Ser claros. Más específicamente, seamos concisos, hagamos contribuciones relevantes y ciertas, ofrezcamos un texto bien estructurado. Tener en cuenta las diferencias culturales. Incluso dentro de una misma lengua, estas pueden afectar a la interpretación que se haga de un texto cuando no haya elementos contextuales que permitan deshacer ambigüedades o incluso solventar malentendidos. Es un aspecto que hay que tener especialmente presente cuando el emisor no es hablante (o escritor) nativo de la lengua que emplea. El anonimato no es razón para la descortesía. Llama la atención al respecto la alta frecuencia de expresiones descorteses que aparecen en las intervenciones que los lectores realizan en los comentarios que glosan algunas noticias de los periódicos digitales. Pensemos si diríamos lo mismo –y de la misma manera– en un intercambio verbal en el que nuestra identidad fuera manifiesta.

Normas básicas de conducta en la red Existen numerosas recopilaciones en la red sobre las normas de conducta que se han de seguir para los distintos canales: foros, chats, correos electrónicos, redes sociales, etc., pero es el libro NETiquette, de Virginia Shea, el que se toma como base y en el que se establecen las normas elementales. Las reglas que define son las siguientes: No olvidar nunca que quien lee el mensaje es una persona y tiene sentimientos que podemos ofender. Seguir los mismos patrones de conducta en internet que en los demás contextos comunicativos. Comprobar el entorno para conocer los usos del sitio web. Respetar el tiempo y ancho de banda de las otras personas. Mostrar lo mejor de nosotros mismos mientras estemos en internet. Compartir nuestro conocimiento con la comunidad. Ayudar a mantener los debates en un ambiente sano e instructivo. Respetar la privacidad de terceras personas. No abusar del poder. Perdonar los errores ajenos. En la comunicación empresarial también se han de cuidar las normas de conducta, no solo de los interlocutores corporativos o encargados de la comunicación, sino también en las aportaciones en

internet de cada uno de los empleados. Actualmente la reputación en línea de la empresa convive con la del individuo, cualquiera puede convertirse en portavoz solo con especificar su lugar de trabajo en su perfil personal. Una opinión particular puede dañar la imagen de la empresa, por ello es importante que los empleados conozcan la cultura corporativa y las normas de la compañía en la red, en el caso de que las tenga. Existen numerosas empresas que crean un manual de estilo o guía de uso para los nuevos medios, de esta manera se invita a los empleados a seguir las recomendaciones específicas que han de guiar sus actos. Estas pueden ir desde cómo escribir los correos electrónicos según sea el destinatario, hasta la manera en que se hace referencia a la empresa en un tuit. La etiqueta es más extensa de lo que se ha explicado aquí, y sigue en permanente construcción, según van apareciendo nuevos servicios. Las reglas básicas que hay que recordar son, de una parte, que al otro lado del monitor siempre hay personas que tienen sentimientos igual que nosotros, a las que debemos tratar tal y como nos gusta que nos traten a nosotros; y, de otra parte, que los recursos de la red son limitados y debemos cuidarlos entre todos.

Registros según el público y el medio Fundéu BBVA En internet existen múltiples formas de acceder a la información. No solo se utilizan dispositivos dispares para conectarse, sino que también hay multitud de canales de comunicación para interactuar con otros usuarios. En este maremágnum de pantallas y de posibilidades comunicativas la identidad digital queda diluida en perfiles de redes sociales, blogs y webs de cualquier tipo que requieren un esfuerzo estilístico para ser usados adecuadamente. Al ser un medio relativamente nuevo y dinámico, donde aparecen nuevas formas de comunicación cada día, no es fácil conocer las reglas del juego en cada una de ellas. Twitter puede ser el mejor ejemplo de la mezcla de estilos de escritura que se dan en internet. En esta red social hay personajes populares al alcance de un tuit y se puede intercambiar con ellos un mensaje con un registro informal y cercano sin llegar a ser vulgares. Sin embargo, como marca o medio de comunicación puede resultar contraproducente dirigirnos a los otros usuarios con un tono informal. En la red, como en cualquier otro ámbito de la vida, hay que separar el uso profesional o personal que le demos a nuestra identidad digital y saber elegir las palabras asociadas a un estilo u otro. Como indica la profesora Concepción Martínez en el libro Lengua española y comunicación (2002), el registro coloquial se emplea en situaciones de gran proximidad entre los interlocutores y el más frecuente es la conversación oral espontánea; mientras que el registro formal se usa en situaciones en las que existe algún tipo de jerarquía entre los participantes, muy frecuente en los textos escritos. En internet el registro informal o coloquial presenta además una gran carga oral que repercute directamente en la elección de las palabras que usamos. Las redes sociales, en las que usamos emoticonos y modificamos las letras para reflejar nuestro

estado de ánimo en el mensaje, son un claro ejemplo de ello. Aunque se puede ser más proclive a emplear un estilo coloquial en la red, hay que saber cambiar de registro cuando la situación lo requiera. Sin ir más lejos, en el trabajo, cuando nos dirigimos a un cliente a través del correo electrónico, queremos transmitir una imagen de seriedad. En este caso adoptamos un estilo formal en la escritura del mensaje para salvaguardar nuestra credibilidad. Entre ambos extremos estilísticos hay posibles opciones intermedias que dependen del tema o de la relación con la audiencia. Esto se puede apreciar en la escritura de blogs, que suelen dar pie a una redacción flexible y espontánea. Un autor de un blog debe considerar qué lenguaje y tono usa para dirigirse a sus lectores y saber hasta qué punto se puede permitir un registro más o menos informal. La atención que le demos al registro que adoptamos en internet en función de la situación comunicativa nos ayudará a hacernos entender y a conseguir nuestros objetivos. Entre tantos canales de comunicación, no debemos olvidar ser capaces de activar los mecanismos lingüísticos necesarios para ajustarnos a las reglas del juego de cada uno de ellos.

Definir el estilo: imagen y reputación Judith González Ferrán Hay una sencilla pauta que ha venido funcionando desde tiempos inmemoriales: el estilo está en todas partes. Absolutamente todo lo que uno hace constituye, lo crea o no, un ejercicio de estilo. Una mirada decidida, un gesto al darnos la vuelta o la elección de una palabra y no de otra son, sin lugar a duda, manifestaciones de nuestro estilo, de nuestros modos, maneras o gustos. Internet y las nuevas tecnologías han traído muchas novedades, dos de ellas especialmente relacionadas con el estilo, la imagen y la reputación. A saber: hoy tenemos un campo de actuación mucho más amplio y unas posibilidades de relación inimaginables hasta ahora. Que nuestro campo de actuación sea hoy mayor se debe, como todos sabemos bien, a que ahora tenemos más público –hoy nos juzga más gente–, más canales y medios –que representan más oportunidades, pero también más lugares donde uno se la está jugando–, y a que nos es dado un tiempo mayor: scripta manent; así que, que nadie se llame a engaño, el tiempo también va a juzgarnos (ya hay ejemplos de contenidos que, de pronto, se han convertido en lo más visto años después de haberse publicado). Pero con internet y con las nuevas tecnologías también han crecido enormemente nuestras posibilidades de relación. Y esta es quizás la mejor arma de doble filo que hayamos ideado en años: ahora podemos darnos a conocer y establecer contactos con más facilidad y rapidez, exactamente con la misma con la que podemos granjearnos enemistades. Antes, si uno tenía un mal día y era grosero con el tendero de la esquina, lo peor que le podía pasar era verse obligado a disculparse ante una persona, el tendero. Si esto mismo sucede en algunas de las redes sociales actuales, uno puede acabar por tener que disculparse ante un gremio entero en cuestión de minutos e incluso puede que ese comentario le persiga durante años. Aunque ya no es solo que uno pueda tener un mal día; debemos ser conscientes de que, aun

cuando nuestra intención sea la mejor, siempre corremos el riesgo de ser malinterpretados: ya sea porque hemos sido torpemente ambiguos, ya sea porque cuanto más público tengamos, más posibilidades hay de encontrarnos con ese alguien que es capaz de darle otra vuelta de tuerca a cualquier asunto. Baste recordar a este respecto el giro que dio la famosa campaña de publicidad en la que el Metro de Madrid alardeaba del reducido precio de su billete y lo mucho que dio de sí en las redes sociales (http://goo.gl/2Wf6G). Situaciones como estas y la gestión que hacemos de ellas son parte de nuestra imagen y de la reputación que inevitablemente lleva asociada. Si además tenemos cierto renombre, si somos conocidos en determinados ámbitos, si es fácil asociarnos con una marca o una empresa, el problema es todavía más importante, ya que nuestro estilo, o simplemente nuestra poca previsión, ponen en entredicho nuestra imagen y reputación tanto como la de la empresa en la que trabajamos. Hoy más que nunca es necesario no bajar la guardia, no solo cuidar lo que decimos, sino también vigilar lo que otros dicen de nosotros. Opinar ha sido siempre muy fácil, pero en la red parece que lo es más todavía. Las personas hablan de nosotros, especialmente de nuestras marcas o compañías, mucho más de lo que creemos, y vale la pena emplear los escasos minutos que se tarda en configurar una alerta (puede hacerse desde el mismo Google, en su aplicación de alertas: http://goo.gl/35Cym), que nos avise cada vez que nos citen para poder monitorizar, o conocer al menos, lo que dicen de nosotros. Configurar este tipo de avisos no va a evitar, desde luego, las críticas o las opiniones desfavorables, fundadas o no, a las que todos estamos expuestos en internet, pero nos brindará, por lo menos, la oportunidad de ser conscientes de ellas. Y esto es algo muy importante, pues lo que sí que podemos hacer ante un conflicto es dar nuestra versión de los hechos. Conviene no olvidar que una internet 2.0 significa una internet participativa, y toda participación, toda actuación, lleva implícito un estilo. El estilo son las maneras en que hacemos las cosas e inevitablemente queda en lo que hemos hecho, ayuda a configurarlo como un todo indisoluble. El estilo, recordemos, está en todas partes: en las fotografías que compartimos, en los retuits que hacemos, en el avatar que usamos, en el tiempo que tardamos en responder, en los amigos que tenemos y en nuestros me gusta. Nuestro estilo configura las cosas, pero nos dibuja igualmente a nosotros. Tomando nuestras constancias, regularidades y los patrones que repetimos en nuestros modos forjamos, sin darnos cuenta, una imagen digital que nos retrata y que es la que los demás tienen de nosotros. Escribía Carmen Martín Gaite en Ritmo lento que no hay nada que nos penalice tanto ante los demás como un fallo en nuestra coherencia. Explicaba que ver rota esa coherencia supone precisamente quebrar la imagen unitaria que los demás se hacen de nosotros y que, al cabo, es lo que somos para ellos. Esto quiere decir, por ejemplo, que no es igual que un usuario que siempre es correcto y educado comience de pronto a gritar usando las mayúsculas, a que lo haga un usuario que ya desde su propio perfil tenga establecida una imagen irónica o burlesca. Del primero diremos que se ha vuelto loco, mientras que el segundo no está haciendo nada a lo que nos tenga desacostumbrados. Quiere decir también que conviene revisar la política de privacidad que tenemos en la configuración de nuestros perfiles en las redes sociales, no sea que, enlace tras enlace tras enlace, nuestro futuro jefe acabe por ver esa foto de aquella noche loca en la que un amigo nos etiquetó hace

meses. Y quiere decir además que la coherencia (y con ella la reputación en línea) de, por ejemplo, una marca o una empresa debe mantenerse con independencia de las personas que estén implicadas en su gestión (no hará falta matizar que coherente no quiere decir que haya que ser siempre igual o resultar repetitivo: ser coherente quiere decir ser consecuente). Creemos, por lo demás, que la mejor manera de ser consecuente, de resultar coherente, es ser honesto: es tremendamente más fácil actuar dos veces de la misma manera o dar dos veces el mismo tipo de respuesta si es la que consideramos buena, acertada, o es en la que, de alguna manera, creemos. Siempre es más fácil ser coherente cuando se está siendo natural. Además, el estilo que se va construyendo así no solo resulta verosímil, sino que también es verdadero. Y lo verdadero siempre tiene más seguidores. Diez claves para comunicarnos Cristina Górriz de la Cal 1. Antes de expresarnos en internet, hay que conocer a la audiencia. Saber de antemano dónde, cómo y cuándo consumen los contenidos nuestros destinatarios nos dará pistas valiosas para enfocar el mensaje. 2. Hay que recordar que el usuario de los nuevos medios invierte un tiempo limitado en la lectura. Debemos jerarquizar los contenidos. Priorizar los de mayor importancia, situándolos al inicio de la zona de lectura. 3. Para que el usuario localice fácilmente la información, lo mejor es una navegación fluida a través de titulares, ladillos y palabras clave. 4. Escribir textos breves y claros. Un buen consejo es redactar el 50 % de lo que se incluiría en la versión en papel. Además, se deben evitar las frases complicadas y que no aportan significado relevante. 5. Para que un texto alcance una proyección global, se debe recurrir a un español neutro y sin localismos. 6. Crear contenidos accesibles es la clave para llegar al mayor número de usuarios. Hay que adaptar el mensaje a diversos dispositivos electrónicos, teniendo en cuenta la velocidad de conexión a internet, ofreciendo varios tamaños de letra, etc. 7. Nunca se sabe la trascendencia que puede alcanzar un texto en Facebook o Twitter. Por ello, cuidado con la forma y la ortografía de los contenidos que se emitan, tanto en el ámbito privado como en el profesional. 8. Si los mensajes giran en torno a temas sensibles para la sociedad, como inmigración, guerras, homosexualidad, etc., hay que prestar especial atención a la corrección del lenguaje. Los términos políticamente correctos pueden ayudar, siempre y cuando seamos conscientes de la zona y el contexto en el que se utilizan. 9. En internet existen ciertas normas de comportamiento: la netiqueta. Básicamente se resume en respetar las aportaciones de los demás, además de expresarse de forma cuidadosa y clara. Sin malentendidos. 10. En definitiva, hay que cuidar el estilo independientemente de donde nos expresemos. Nuestra reputación digital lo agradecerá.

TEXTOS EN LOS NUEVOS MEDIOS Marga Cabrera Méndez Como se ha visto en el capítulo anterior, la comunicación ha evolucionado en gran medida gracias a los nuevos medios; desde su aparición no se siguen los mismos hábitos que regían la escritura convencional. La adaptación de costumbres ha sido bastante sencilla, de hecho, nos hemos familiarizado inconscientemente, y ya ha pasado el suficiente tiempo como para que muchas de sus características se hayan implantado entre nosotros. Como cambios se pueden destacar la forma de estructurar los textos: no se siguen las mismas pautas que en la escritura en papel, se debe tener en cuenta cómo leen los usuarios, qué están buscando y adaptarse a ello. Se puede medir el tiempo que están en un determinado sitio, cuándo entran, de dónde provienen, qué les interesa, e incluso qué opinan. Ahora, el usuario es el rey. Muchos autores han adaptado su forma de escribir al formato web. En este se tiene en cuenta que los párrafos han de ser más cortos, que la lectura en pantalla debe ser usable, que la información prioritaria tiene que aparecer al principio, que no todas las tipografías sirven para todos los ordenadores…; en general, en lo que más ha evolucionado es en que ya no estamos frente a una escritura lineal, con principio y fin, sino hipertextual, el usuario elige qué quiere leer y salta de un texto a otro sin ningún miramiento, según sus intereses. Otro gran avance de los nuevos textos frente a la escritura convencional es el poder de participación que ahora tienen los usuarios. A través de comentarios, encuestas o de las múltiples formas en que pueden compartir información en las redes sociales se involucran aportando valor añadido con sus opiniones. Se ha conseguido condensar la comunicación y transmitir estados de ánimo, generando nuevos modelos de escritura como los emoticonos, mediante los cuales un usuario traslada al resto si lo que ha escrito tiene un tono humorístico, si está enfadado o si simplemente es un guiño. Asimismo hemos tomado la escritura convencional y la hemos adaptado a la velocidad que rige la información en los nuevos medios, ya no solo en los ordenadores, sino también en los dispositivos móviles. Ahora se está continuamente conectado y se contesta a través de hilos de conversación, donde ya no es necesario encabezar los textos como antes se solía hacer. Por ejemplo, al responder a un correo electrónico o una conversación en redes sociales, no hay por qué volver a saludar o a

presentarse, sino que simplemente se contesta siguiendo el curso de la conversación que se estuviera manteniendo, sin que por esto se entienda que se está siendo maleducado.

Características generales María Benito Llauradó Hay un refrán popular que dice «a buen entendedor pocas palabras bastan», y esta debería ser la máxima de cualquier texto web. La brevedad es uno de los valores que siempre ha sido clave en la comunicación. «Lo breve, si bueno, dos veces bueno», decía Baltasar Gracián. Antes de seguir leyendo, se deben dejar a un lado los conocimientos acerca de la estructura de la redacción que se tengan del pasado: introducción, nudo, desenlace; frases pasivas, palabras líricas y rimbombantes. En la web ganan la simplicidad y la facilidad de uso: palabras comunes, primero la conclusión, lo más importante al principio, frases cortas y de estructura simple, SUJETO + VERBO + PREDICADO, párrafos cortos, verbos en activa, etc. Antes de entrar en el detalle de los trucos para adaptar un texto a los nuevos medios, se deben conocer las implicaciones que conlleva la lectura de un texto en pantalla.

El abc de la lectura en pantalla No se lee linealmente El usuario salta de párrafo en párrafo buscando algo interesante que leer. Estudios de eyetracking muestran que la lectura suele seguir un patrón en forma de F, como ya se veía en el capítulo anterior. Es recomendable ubicar en las zonas rojas el contenido más importante de los textos.

No se tiene el texto íntegro Cuando se lee un libro, un folleto o cualquier texto en papel, se tiene todo el texto en las manos, se sabe dónde empieza y dónde acaba, cuántas páginas hay. Pero en los textos en la web no se sabe

cuánta información hay, el scroll no deja ver más allá, no se conoce dónde empieza la información (¿en la portada?). Es muy importante ubicar al usuario en los textos web: dónde está, qué tiene que hacer, qué es lo más importante de la página… Nos hemos hecho más vagos No se lee todo porque se sabe que leyendo una parte uno ya puede imaginarse el texto completo, con una frase del párrafo se puede deducir de qué trata, y así se sigue navegando a toda velocidad hasta que se encuentra algo que contenga las palabras clave que estábamos buscando (trigger words). Trucos para adaptar los textos a la web Resumir, utilizar frases simples y elementos visuales de apoyo son algunos de los trucos infalibles para adaptar un texto a internet. En la presentación de los textos es fundamental ser correcto, pero también lo es ser eficaz. Desde hace años se habla de diversas reglas de oro para la escritura web. Jakob Nielsen, una de las autoridades mundiales más reconocidas en el ámbito de la usabilidad y de la que ya hemos hablado anteriormente, destacó hace tiempo tres directrices principales y básicas de la escritura para los soportes digitales. 1.

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Ser breve. No se debería escribir más de la mitad de lo que ese tema requeriría si la publicación se hiciera en papel. Se recomienda usar palabras cortas frente a las largas y, si se puede prescindir de alguna, mejor quitarla. Se deberían leer y extraer los puntos más importantes; el resto se puede dejar en papel. Hay que pensar que el lector tiene que quedarse con la impresión que se le quiera dar. Escribir para que el usuario encuentre. Claridad. Sencillez. No ocultar los datos en textos largos y densos; no obligar a los lectores a atravesar el espesor de largos entramados textuales. Utilizar párrafos cortos, encabezados, listas numeradas o apoyadas en viñetas. Los adornos pueden entorpecer la comunicación. Aprender a utilizar el hipertexto para segmentar la información extensa en varias páginas. El enlace es uno de los elementos más poderosos de la escritura para web: aprovéchalo.

Otras premisas que facilitan la adaptación de los textos al formato web Practicar la pirámide invertida Una vez extraídos del texto los puntos clave, se puede invertir la argumentación clásica de introducción, nudo y desenlace. Es preferible poner siempre al principio del texto lo más importante, para dejar al final lo menos relevante: primero las conclusiones o el gancho, después las ventajas o la historia más interesante y al final la información para los que quieren ampliar (para más información véase el siguiente apartado).

Las palabras clave al inicio del párrafo Los usuarios leen de izquierda a derecha, por lo que no es difícil deducir que primero leeremos lo que esté más a la izquierda, al inicio del párrafo; por tanto, es buena idea poner ahí las palabras más importantes, las palabras gancho. Darle formato al texto Utilizar todos los elementos visuales (negritas, listados, destacados) que permitan la tipografía y el diseño de la web para jerarquizar la información y los textos, las frases clave y la acción. Porque en la web se trata de eso, de actuar a golpe de clic: suscribirse al boletín, difundir el texto en las redes sociales, comprar un producto, comentar un tema… ¿Ya has pensado en la acción final que debe desencadenar tu texto? Poner acción al texto Abusar del verbo en tu acción, usar frases simples y cortas, evitar las subordinadas, el lenguaje barroco, la falta de puntuación, etc. Y no ser tímido, en internet gusta que nos digan lo que tenemos que hacer. Texto basado en How Users Read on the Web, la columna Alerthox de Jakob Nielsen de octubre de 1997 (http://goo.gl/9ugF7); y en Concise, SCANNABLE, and Objective: How to Write for the Web, también de Jackob Nielsen, del mismo año (http://goo.gl/QXbZW).

La importancia del enlace Anselmo Lucio Como dijo Jeff Jarvis, «un contenido sin enlaces no tiene valor». Los enlaces son la esencia de la redacción web, vamos a explicar para qué sirven y por qué son tan importantes los «enlaces de autor». Los enlaces o hipervínculos son direcciones de hipertexto (http://…) que se insertan normalmente en los textos, imágenes y otras partes de una página web. La palabra o frase de donde parte el enlace se diferencia del resto del texto con un color diferente o un subrayado. Esa palabra o frase se denomina texto ancla o anclaje y tiene especial valor para los motores de búsqueda. Tanto si hablamos de textos periodísticos y conversaciones como si se trata de páginas comerciales o de una organización, es conveniente utilizar enlaces para enriquecer el texto enlazándolo con las fuentes de la noticia, aportando antecedentes o accesos directos a otros documentos o archivos multimedia. Estas son las principales funciones de los enlaces en un texto: Identificación. Son muy útiles para acceder al perfil profesional o biográfico de un sujeto, o para llevar al lector a la página web de una empresa o institución. Información de contexto. Se emplean frecuentemente para referirse a los antecedentes,

información de contexto y demás documentación de un tema determinado. Validación y contraste de fuentes. Pueden remitir a páginas o informes que reafirmen o contradigan lo que manifiesta una fuente. En estos casos es muy importante que el sitio al que conduce el hipervínculo tenga la mejor reputación posible. Arma dialéctica. Muy útil para apoyar afirmaciones, hipótesis, interpretaciones o argumentos propios. Contacto. Para redirigirnos a una dirección de contacto o de conversación con los lectores: blogs, páginas en Facebook, buzones de sugerencias, etc. Difusión y recomendación. Se utilizan también para compartir y recomendar sitios interesantes, blogs amigos, vídeos, música, etc. Actualización. Ayudan a mantener actualizado un tema, añadiendo novedades o reacciones posteriores. Transparencia. El buen uso de los enlaces aumenta la transparencia de un texto, artículo o información al permitir al lector acceder a documentos y fuentes originales y darle más oportunidades de profundizar y contrastar lo que se dice. Calidad. Los enlaces adecuados otorgan calidad y valor añadido al texto en sí. Por eso Jeff Jarvis afirmó aquello de que «un contenido sin enlaces no tiene valor». Visitas. Como se dijo al principio, motores de búsqueda como Google, Yahoo! o Bing tienen muy en cuenta los enlaces de una página a la hora de rastrear, de modo que el uso de hipervínculos mejora la posición de esta en los resultados de búsqueda con el consiguiente aumento de las visitas de los internautas. En definitiva, los enlaces son la esencia de la web porque permiten navegar libremente por internet. Según sea el punto de destino de un enlace, este puede ser interno, cuando lleva a otra página del mismo dominio o medio digital; o externo, en el caso de que conduzca a cualquier otro sitio de la red.

El pase de página, un enlace más Los medios tradicionales resuelven el pase de página con fórmulas como sigue en la pág. x, pasa a la pág. x o, simplemente, página x. Pero en los nuevos medios, ¿qué hacemos? Obviamente, en internet no existe un pase de página en sentido estricto, esto es, no tenemos que llevar al lector de, por ejemplo, la portada de un periódico a la página 38 para que continúe el artículo que está leyendo. Aunque tengan un pequeño sentido figurado, internet está lleno de pases de página, de enlaces que sirven para ir de una web a otra, o de un sitio a otro. Sin ir más lejos, las entradillas de los artículos, que habitualmente acaban con unas palabras o una frase que indica que la información continúa, pueden considerarse un pase de página, de página web. A este respecto, los distintos medios y blogs toman soluciones individuales: en la portada de la web de la Fundéu BBVA, por ejemplo, se emplea «ver más» para invitar a seguir leyendo la recomendación de la portada, pero en la Wikilengua se utiliza el símbolo + para señalar que el artículo destacado sigue en el enlace.

En ESTILO. Manual para nuevos medios hemos pedido opinión sobre estas opciones a distintos expertos y nos han contado que: Las opciones más frecuentes parecen ser «continuar», «leer más», «más», «más información», «sigue», «ver más», el símbolo +, y la flecha →. De entre ellas, las más recomendadas son «leer más» y «más». «Leer más» presenta el pequeño inconveniente de que podría no ser adecuada cuando el hiperenlace está inserto en una pieza que no es meramente textual. La opción «más» es la más conveniente en cualquier situación, ya que, aun siendo la más breve, es la que engloba todo, sirviendo también para cuando la información que aporta el enlace es audiovisual. «Sigue», por su parte, es también una opción válida si la información que añadimos nos mantiene dentro del mismo texto. «Más información» parece que es demasiado general, y no da la idea de hacia dónde va a llevarnos ese enlace. No hay que olvidar que en cualquier hiperenlace («más» o «sigue» lo pueden ser) se puede colocar un texto alternativo que ofrezca información adicional al lector sobre la página de destino que le espera si pulsa sobre el mismo.

Usabilidad. Qué debo tener en cuenta al escribir para la web Ana Pérez Vicente La usabilidad se define como la facilidad de uso de un producto, máquina o interfaz derivada de su diseño. En un entorno tan difícil para las personas como es la comunicación con los ordenadores, es un concepto clave. Según Eduardo Manchón, el origen del término en sí, en el contexto en el que lo utilizamos, deriva directamente del inglés usability. Y se refiere a ella como la facilidad de uso, a cómo el diseño de un producto (cualquier producto) facilita o dificulta su utilización. La Organización Internacional de Normalización (ISO), la define en su norma 9241-11 como la medida en la cual un producto puede ser usado por determinados usuarios para conseguir objetivos específicos con efectividad, eficiencia y satisfacción en un contexto de uso determinado. Si hablamos de usabilidad aplicada al entorno web, Jakob Nielsen la entiende como un atributo de calidad que evalúa la facilidad de uso de las interfaces de usuario. También se refiere a los métodos que se pueden aplicar para mejorar esta facilidad de uso durante el proceso de diseño. El experto en usabilidad la define con cinco elementos: Facilidad de aprendizaje: hasta qué punto es fácil para los usuarios realizar las tareas básicas cuando se enfrentan por primera vez a un diseño.

Eficiencia: una vez que los usuarios ya han aprendido el diseño, con qué rapidez realizan las tareas. Facilidad para ser recordado: cuando los usuarios han dejado durante un tiempo de interactuar con ese diseño, cuánto les cuesta recordar cómo se utilizaba. Errores: cuántos errores cometen los usuarios al enfrentarse con el diseño, y por qué, ¿son graves?, ¿los pueden solventar fácilmente? Satisfacción: ¿es agradable utilizar el diseño?, ¿son fácilmente localizables los elementos en él?, ¿ayuda o dificulta la realización de las tareas?, ¿volverían los usuarios a utilizar de nuevo ese diseño?

¿Cómo se aplica en el lenguaje? Quién no ha oído decir alguna vez que «hay que escribir para la web», y es que no solo es importante escribir gramaticalmente bien, sino que tenemos que presentar el contenido de modo que atraiga a los lectores. El contenido es el núcleo de la web. Así, se debe identificar cuál es el público objetivo, escucharlo y estudiarlo, para saber qué lenguaje, qué tono, se debe utilizar para establecer una comunicación efectiva con él. Por otro lado, el espacio con el que se cuenta en la pantalla es escaso, y el tiempo que invierten los usuarios en leer contenido más escaso todavía, así que conviene recordar las pautas a la hora de presentar la información: Poner el contenido más significativo al principio de la página. Recordemos que los usuarios no leen las páginas web, sino que las escanean en busca de información, de algo que les llame la atención o que les ayude a identificar lo que están buscando. Al insertar encabezados en el texto, igual que ocurre con la prensa escrita, hay que crear una jerarquía visual en la que los encabezados principales tengan un cuerpo de letra más grande que el resto del texto. En el caso de que haya encabezados secundarios, tendrán que ser más pequeños pero claramente destacados. Es aconsejable que estén alineados a la izquierda y escritos en minúscula. Es recomendable que los párrafos sean cortos y que cada uno de ellos contenga una idea o tema. Otros elementos que se puede utilizar para estructurar el contenido son las listas y el uso de la negrita, que crea focos de atención que ayudan al lector a localizar las palabras clave de la página. Hay que tener especial cuidado con el título de la página, porque sirve de enlace en los listados de resultados de los buscadores. Tiene que ser lo suficientemente descriptivo tanto para que nos identifique como para que el usuario sepa de qué va y si se ajusta a sus expectativas. No utilizar mayúsculas, son difíciles de leer. Enriquecer el contenido de la página ofreciendo información relacionada. Utilizar hipervínculos dentro del texto, o bien ofrecer enlaces relacionados con el tema del que se habla en un lugar visible y fácilmente localizable de la página.

Utilizar palabras clave como hipervínculo, en el caso de que se opte por poner enlaces relacionados tienen que ser lo suficientemente descriptivos como para que informen del contenido de la página (no escribas «pincha aquí») y, sobre todo, que al pulsar sobre ellos el usuario obtenga la información esperada. Los mensajes de error deben ser constructivos, hay que escribirlos con un lenguaje claro y sencillo, que ayuden al usuario a solucionar el problema y no se limiten a decirle que se ha equivocado.

Composición y maquetación Ana Pérez Vicente Enfrentarse a una página en blanco no es fácil, pero si además se puede «jugar» con esa página la labor creativa se complica. Ya lo dice el refrán, «para gustos están los colores», pero esta no es la ocasión idónea para demostrarlo. Una de las realidades a las que se enfrentan los creadores de contenidos web es que no saben qué dispositivo van a utilizar los usuarios para consultar la información; pero no solo eso, tampoco se sabe desde qué navegador van a acceder, ni en qué versión, ¿Safari, Chrome, Opera, Mozilla, IE, etc.?; así las cosas, la gran preocupación es asegurar la mejor visualización del contenido, si se siguen las pautas que se presentan a continuación se tendrá un porcentaje muy alto ganado y se habrá conseguido el principal objetivo, ¡que el contenido sea leído!

¿Qué tipo de fuente tengo que usar y cómo? Lo recomendable es utilizar fuentes que estén disponibles en todos los ordenadores y dispositivos. Este tipo de fuentes se llaman del sistema porque vienen preinstaladas al comprar un equipo. Si no se utilizan fuentes del sistema, se pone en peligro la legibilidad de la página; cuando un navegador no encuentra la fuente la reemplaza por la que tiene predefinida. De entre esas fuentes, para publicar contenido en pantalla se recomienda utilizar los tipos de palo seco, es decir, que no tengan remates, como Arial o Verdana, que son más rápidas de leer. No es aconsejable utilizar más de tres tipos a la vez y se han de aplicar de forma consecuente (siempre de la misma manera) para crear orden y transmitir la relación de jerarquía que existe entre los textos. Por ejemplo, en los encabezados, que generalmente suelen tener un tamaño más grande, se puede usar una Georgia (con serifa), pero para mostrar el contenido en párrafos se puede optar por una Arial (Sans Serif).

El tamaño sí importa La lectura en pantalla es una tarea laboriosa, el usuario se enfrenta a distintos navegadores y dispositivos y hay que facilitarle el trabajo. Es recomendable un tamaño de fuente 11 o superior (el tamaño de la letra puede variar según la tipografía que escojamos) y es muy recomendable que el usuario pueda modificar el cuerpo (texto escalable) para mejorar la visibilidad del contenido según

el entorno en el que se encuentre o las dificultades visuales que tenga. También se puede usar el tamaño para transmitir información. En un periódico, por ejemplo, el tamaño de los titulares y el contenido transmite la jerarquía de la información, y lo mismo ocurre cuando se está escribiendo para los nuevos medios. Se trata de establecer un tamaño para cada elemento que compone la página y mantenerlo de la misma manera siempre.

De colores... Otro elemento importante en la presentación del contenido es el uso del color. Tiene un alto impacto en la legibilidad y en la percepción de la página por parte del usuario. El uso de colores fríos y poco saturados es recomendable para los fondos y el de colores oscuros para los textos, de esta manera se asegura que siempre haya el suficiente contraste para que el usuario pueda leer el texto cómodamente. Debemos huir de fondos oscuros, con tramas repetidas o con fotos. Cuanto más limpio esté más fácilmente se leerá. Algunos consejos aplicados a la tipografía: No utilizar más de tres colores en una misma página, aunque puede que les encontremos justificación seguramente desconcertarán al usuario, al que le costará entenderlo. Hay que procurar utilizar el color de la misma manera. Aprovechemos la alta capacidad de aprendizaje del usuario: a medida que va navegando, va aprendiendo e identificando qué significa cada uno. Por ejemplo, títulos en naranja, destacados en gris, texto convencional en negro y enlaces en rojo subrayado. Si una página se presenta con los «colores cambiados», lo único que se generará será desconcierto. No utilizar los colores exclusivamente para transmitir información, es mejor acompañarlos siempre de una característica más, por ejemplo, el tamaño.

Sumando piezas Una vez que ya se sepa qué publicar y qué elementos utilizar, solo queda pensar cómo va a ser la disposición en la pantalla. Lo que queramos destacar debe estar visible en la parte superior izquierda. Aunque no se puede saber el tamaño del dispositivo que tiene el usuario para acceder al contenido, sí que se puede tener la seguridad de que la información se carga de arriba abajo y de izquierda a derecha. Si tenemos algo importante que decir, que sea en el primer párrafo, justo debajo del título, es nuestra oportunidad para enganchar al usuario y que siga leyendo. La pantalla no es lo mismo que el papel. El brillo cansa más la vista y es fácil que un párrafo de diez líneas se convierta en una mancha negra impenetrable. La forma de evitar esto es construir párrafos cortos que sean fáciles de leer y, si se puede, poner títulos entre cada par de párrafos para que el usuario no pierda la pista de lo que está leyendo. La recomendación es que el diseño sea sencillo. No debe saturar la pantalla con elementos que no aporten información, y tiene que ser ordenado y consistente en cada página, según las pautas mencionadas.

Tratamiento de la información Marga Cabrera Méndez Si se quiere ser correcto al redactar se deben conocer las pautas básicas en cuanto al tratamiento de la información. La veracidad es uno de los principios fundamentales de la ética de la información, por ello lo que se espera de un comunicador es que haya tenido el detalle de comprobar lo que publica. Decir la verdad no es solo comprobar los hechos, sino profundizar en el contexto y documentar lo que se está afirmando. Como se comentaba en los capítulos anteriores, nuestra imagen está en juego, y perder la credibilidad en los nuevos medios puede conllevar una pérdida de reputación en la red y fuera de ella. Uno de los problemas de la elaboración de buena documentación es la búsqueda de fuentes veraces, y en internet hay más fuentes que nunca. Podríamos definir una fuente informativa como un canal –persona o institución– que nos proporciona datos sustanciales o complementarios –al ser testigo directo o indirecto– para poder redactar noticias, reportajes, crónicas e informes. En la red se encuentra de todo. Se pueden publicar vídeos, fotos, comentarios, y cualquiera puede tener acceso a ellos. El trabajo del periodista ahora es informar y contrastar entre esas miles de fuentes. Se ha llegado a decir que el periodismo está de capa caída porque cualquiera puede escribir en internet, pero la necesidad de filtrar, contrastar y verificar la información sigue siendo labor de los profesionales de la información. Su reto es el de hacer de mediadores entre tanta información y hacernos llegar lo que realmente nos interesa. Muchos usuarios buscamos la fiabilidad de la persona que se ha forjado una reputación de credibilidad en la red, el profesional que distingue perfectamente entre hechos y rumores y comunica de manera clara, concisa y correcta sobre un tema. Siempre ha habido buenas y malas fuentes, el problema hoy en día es la velocidad de propagación y la facilidad con la que se identifica el origen de la noticia. Hay que tener claro lo que implica un tratamiento adecuado de la información. Veíamos que la veracidad es primordial, así como el uso de buenas fuentes, pues bien, aquí hay que añadir las referencias: cuanto mayores sean y de más calidad, mayor valor y fiabilidad le estaremos dando. Y en internet es sencillo referenciar, simplemente hay que poner un enlace a la noticia o fuente de donde hemos extraído la información. Otra cuestión importante es identificar como propio un tema o comentario de opinión. Así, en el caso de las cuentas individuales, hay que distinguir lo que se comenta como opinión personal de lo que se hace como representante de la empresa en la que se trabaja. Ya aparecen muchos perfiles en las redes sociales que cuando intervienen con su usuario personal lo señalan en la información de su perfil o biografía, es decir, informan de que cualquier comentario se hace a título personal, y por lo tanto no es la opinión corporativa de la organización a la que representan. Esta misma recomendación se aplica a cualquier publicación, sobre todo si se es alguien destacado dentro de una empresa o entidad.

La voz de la audiencia Bárbara Yuste La participación de los lectores se ha convertido en los últimos tiempos en un objetivo prioritario para los medios digitales, toda vez que han comprendido que el nuevo entorno digital ha roto las viejas reglas de juego de la unidireccionalidad y la jerarquía informativa propia de los medios tradicionales. Las vías de interacción que se han abierto en los nuevos medios han evolucionado conforme a la aparición de nuevas herramientas y recursos característicos de lo que se ha denominado como web 2.0 o web social. Desde lo más simple, como puede ser una encuesta, a lo más complejo, como un proyecto de crowdsourcing (colaboración directa entre periodistas y audiencia para abordar determinados temas de actualidad informativa), los medios vienen apostando desde hace tiempo por diferentes fórmulas para lograr, primero, la participación y, después, la fidelización de un público cada vez más exigente y que demanda una implicación mayor en el proceso comunicativo. Una de las apuestas principales ha sido la apertura de las noticias al comentario de los lectores. Aunque en un primer momento se hizo con cierto sigilo (algunos medios se mostraron reticentes a esta medida), lo cierto es que ahora es una seña de identidad con la que los medios pretenden dar voz a su audiencia y pulsar su opinión en asuntos que a veces resultan polémicos. Lo que se busca, en definitiva, es la sugerencia, la rectificación y la réplica. A veces, incluso, la propuesta de un nuevo tema sobre el que los periodistas puedan trabajar. Bien es verdad que en la decisión de abrir las noticias a los comentarios han pesado argumentos contradictorios, en el sentido de hacerlo con moderación –filtrado previo– o sin ella. Los dos modelos conviven, aunque es el primero el que suele imponerse en la mayoría de los casos. Otro de los espacios donde el lector tiene presencia es en los blogs, ya sea a través de los comentarios o de textos que redacta para algún blog que el medio ponga a disposición de su audiencia. Normalmente, es lo que se conoce como el blog de los lectores. La temática suele ser, en este caso, muy variada si bien la queja y la reclamación suelen ser objeto de la mayoría de los artículos publicados. La entrevista digital o videochat, según la denominación de cada medio, sigue teniendo un hueco importante en la mayor parte de los medios digitales. Aquí el objetivo es dar la oportunidad al lector de enviar la pregunta o la opinión que considere oportuna a una persona popular, que esté de actualidad por algún asunto o que se estime una autoridad en la materia tratada. En este sentido, la participación de la audiencia suele limitarse por lo general a la formulación de una pregunta que, además, se somete al filtrado del periodista o del medio en cuestión. Más allá de estos espacios y de otros vinculados a lo que se ha bautizado como periodismo ciudadano –lo que realmente debería denominarse como participación o comunicación ciudadana–, lo más significativo en los últimos tiempos es la apuesta que los medios han hecho por integrar las redes sociales, especialmente Twitter y Facebook, en sus coberturas informativas y en la búsqueda de la opinión de los usuarios, sin olvidar un propósito más cuantitativo que tiene que ver con la

obtención de visitas o tráfico a su web. El uso de estas plataformas sociales se concibe ya como una obligación ineludible en lo que se refiere a la difusión del contenido del medio o al valor que tiene el hecho de que la audiencia lo comparta entre su red de contactos y, en consecuencia, sirva de vía de entrada a la web de nuevos usuarios. Diez consejos sobre los textos en los nuevos medios Cristina Górriz de la Cal 1. Sigue pautas de usabilidad: el diseño y el contenido de tus textos debe facilitar la localización de la información más significativa. 2. Empieza por buscar un titular descriptivo y que incluya palabras clave para ser localizadas por los motores de búsqueda. 3. Dentro del lead o entrada, situado en la parte superior de la página, escribe las conclusiones. Continúa incluyendo la información de apoyo y después la de contexto. Estarás aplicando el modelo periodístico de la pirámide invertida, pero adaptado a los nuevos medios. 4. Teniendo en cuenta que el usuario escanea la página en busca de información, capta su atención con elementos destacados: ladillos, encabezados, listas, palabras en negrita... Sin embargo, no abuses de las mayúsculas, son difíciles de leer y en el contexto de internet equivalen a gritar. 5. Redacta párrafos breves con una sola idea. Abandona las frases subordinadas y apuesta por estructuras sencillas y llenas de acción. 6. El enlace es un importante aliado para tus textos. Además de ayudarte a segmentar la información extensa, el hipervínculo funciona como palabra clave para los buscadores de Google, Yahoo! o Bing. Y aún hay más, al enlazar a fuentes fiables puedes aumentar la credibilidad de tu información. 7. Utiliza un diseño sencillo y ordenado. Si jerarquizas la información siguiendo los mismos elementos visuales –color, fuente y tipo de letra– ayudas al usuario a situarse en la página. Con respecto a la sencillez, mejor no abuses de los tipos de fuente. 8. Si quieres que tus textos sean visualizados desde cualquier dispositivo o navegador, utiliza fuentes disponibles en todos los ordenadores. Arial y Verdana son las más sencillas de leer. Dales un tamaño de fuente superior a 10. 9. El contraste de colores entre el texto –colores oscuros– y el fondo –colores fríos– dará la impresión de limpieza visual. 10. Internet se enriquece con la participación de la audiencia. Algunas fórmulas para ello son la apertura de noticias a los comentarios de lectores, las encuestas o la utilización de las redes sociales para difundir tus contenidos.

LECTURA EN PANTALLA Marga Cabrera Méndez Venimos de la era Gutenberg, donde la tradición lectora se basaba en el papel. Tras largos años de uso nos encontramos en una nueva etapa post-Gutenberg, en la que nos estamos adaptando a la lectura en pantalla y al uso de internet de manera global sin apenas percatarnos. Nos referimos a la lectura en nuestro día a día: informes, comunicación personal, noticias, audiovisuales, etc. Las pantallas están a nuestro alrededor en diferentes formatos y para diferentes usos. Disponemos de dispositivos íntimos, como el móvil o el iPod, en los que a corta distancia nos comunicamos de manera más personal, casi siempre en desplazamientos. Por otra parte, los ordenadores de mesa o portátiles se utilizan más para la oficina o en el trabajo a distancia. Para leer y trabajar en casa están empezando a implantarse las tabletas, más ligeras y cercanas. Y, por último, no podemos olvidar las pantallas del mobiliario urbano que nos rodean, desde anuncios audiovisuales en el metro o ascensores con pantallas en las que nos informan del tiempo, hasta taxis en los que podemos seguir la ruta geolocalizada de nuestro recorrido. Nuestros modelos de lectura también han variado, hace no tantas generaciones los textos se leían completos, siguiendo un orden establecido y conociendo el todo. Hoy en día escaneamos la información de un vistazo, seleccionamos lo que nos interesa y directamente saltamos de una información a otra.

Las pantallas y las distancias de lectura Fundéu BBVA El acceso a internet a través de múltiples soportes ofrece la posibilidad de leer cuándo y dónde se quiera. No es lo mismo la lectura de noticias en la pantalla de un iPhone antes de entrar al trabajo, que hacerlo en una tableta en la cama. Se ha modificado la forma en la que se consumen los contenidos digitales, ha dejado de ocupar determinados momentos del día para convertirse en una actividad que no entiende de tiempos ni de lugares. Al mismo tiempo, nunca como ahora las empresas informativas habían tenido un conocimiento tan

preciso de su audiencia, los editores pueden generar contenidos de acuerdo con las características de cada soporte para presentar el mejor producto posible. Datos como qué dispositivo utilizan los usuarios para leer las noticias, a qué hora lo hacen o cuánto tiempo le dedican varían en función del medio y permiten a los editores organizar la oferta informativa de acuerdo con el perfil de sus lectores. Para recolectar estas estadísticas los editores recurren a su responsable de analítica web. Podemos hacernos una idea general de los hábitos de consumo de noticias en internet a través de los datos públicos de Read it later (http://goo.gl/RyTs2), servicio que permite posponer lecturas que se han guardado previamente en la red internet. Cuando empieza un nuevo día, los móviles y las tabletas son los primeros dispositivos con los que se accede a los contenidos digitales. Antes de la ducha o durante el desayuno se realiza la primera toma de contacto con la actualidad a través de estos dispositivos íntimos para consultar webs de noticias, el correo electrónico o las redes sociales (http://goo.gl/dlECS). Los teléfonos inteligentes son los reyes en los viajes de ida y vuelta al trabajo o a clase. En el autobús o en el metro se aprovechan los ratos libres para consumir contenidos multimedia o actualizar el perfil de la red social de turno. El éxito de los dispositivos móviles en esta franja horaria tiene mucho que ver con su enorme utilidad. Las interfaces de los nuevos teléfonos inteligentes hacen más fácil y natural su uso y permiten hacer consultas en cuestión de segundos. No solo desde tabletas, teléfonos y ordenadores llega el goteo continuo de contenidos. El avance de la tecnología también ha cambiado el entorno urbano: pantallas, proyecciones en 3D u otras soluciones audiovisuales llenan las ciudades de mensajes que llegan desde distancias largas. Los creadores de estos nuevos dispositivos colectivos tienen que someterlos a continuas y grandes innovaciones para llamar la atención de los usuarios y que estos puedan sacar el máximo rendimiento de ellos. Con el fin de favorecer la interactividad y la personalización, es posible desde escanear con el móvil un panel con código QR (código de barras de respuesta rápida, ) a interactuar con la pantalla de un taxi o con los dispositivos de un aeropuerto mientras esperamos el embarque. En el entorno laboral los ordenadores personales son la principal puerta de entrada a internet. El número de noticias leídas desde el ordenador crece progresivamente hasta el mediodía y, a partir de ahí, se produce un descenso progresivo hasta que finaliza la jornada laboral y se inicia la vuelta a casa. Entre la cena y la hora de dormir las tabletas recuperan el protagonismo perdido durante el día y registran su segundo pico de audiencia de la jornada, con mucho más consumo que a primera hora de la mañana. Los usuarios recurren a las tabletas para leer en el sofá o en la cama, y, en muchas ocasiones, combinan este dispositivo con otros y con el visionado de la televisión. La pantalla del televisor continúa siendo el medio con mayor presencia en nuestra vida diaria y en los últimos años se ha reinventado con nuevas formas de entretenimiento que añaden opciones interactivas y de personalización a la experiencia digital. Ahora podemos disfrutar de nuestro programa favorito en la televisión, mientras lo comentamos con nuestros amigos a través de dispositivos móviles. Se puede encontrar más información en los informes de la AIMC, Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (http://goo.gl/x1YS5).

Modelos de lectura Fundéu BBVA El acceso a internet desde distintos dispositivos y plataformas permite leer noticias en el momento y en el lugar que se quiera. Como se veía, es posible leer tranquilamente un artículo desde una tableta, consultar el tiempo en el ordenador del trabajo o repasar los titulares del día a través del teléfono móvil. Según la necesidad informativa que se tenga, se dedicará más o menos atención al consumo de un contenido. En rasgos generales se pueden distinguir dos tipos de comportamiento en la búsqueda de contenidos en la red internet. Por un lado, el del usuario que, al entrar en una web, recurre a su buscador interno o navega por las categorías hasta dar con lo que busca en el menor tiempo posible. Este tipo de usuario se corresponde con el perfil search dominant del experto en usabilidad Jakob Nielsen. El segundo acude a su web de referencia para leer los contenidos más relevantes del momento, que han sido seleccionados previamente por un editor. Estos lectores, que se corresponderían con el perfil link dominant de Nielsen (http://goo.gl/HD7IU), deambulan por la página y prefieren clicar sobre los enlaces que más les han llamado la atención antes de hacer una búsqueda más profunda. Entre ambos perfiles existen comportamientos mixtos de consumo de contenidos. En internet los lectores se enfrentan a tal oferta que es indispensable establecer algún tipo de organización para evitar una saturación informativa. Así, como alternativa a las webs de noticias, algunos usuarios prefieren utilizar lectores de RSS, agregadores de noticias con opciones de personalización, alertas o boletines de noticias específicos sobre un personaje, empresa o categoría determinados. En esta lectura selectiva de la información también tienen cabida plataformas como Twitter o Menéame, en las que el componente social tiene un mayor peso sobre la elección final de los contenidos. Normalmente en este tipo de plataformas el usuario elige las fuentes de información que más le interesan, ya sean blogs o líderes de opinión, y cada cierto tiempo accede a contenidos relevantes según el criterio de esas fuentes. Una vez seleccionada la noticia que más interesa, por lo general, se hace una lectura por rastreo o scanning, como ya hemos visto según los estudios de Jakob Nielsen (http://goo.gl/T7f1o). Pero si el artículo le interesa más, pasa a hacer una lectura en exploración. Esta forma de lectura es la que defiende el experto en diseño web Mario García. Según sus estudios de eyetracking (http://goo.gl/mlWCN), los lectores de nuevos medios navegan sobre las noticias y cuando hay un artículo que les interesa sobremanera dejan de ser usuarios scanner (los que leen por encima) para s e r methodical readers («lectores metódicos»), es decir, hacen una lectura más detenida del contenido. Sea cual sea la forma de leer en internet, un elemento característico en los nuevos medios es el hipervínculo. A diferencia de lo que ocurre en las publicaciones impresas, la lectura en la red internet no es lineal, sino que el lector selecciona su propio recorrido informativo. Las noticias aparecen interrumpidas por enlaces que amplían el contenido de la información en un conjunto de

pantallas sin principio ni fin. Este modelo de lectura multilineal favorece que el lector, a medida que avanza en su lectura, decida si desea clicar sobre los diferentes enlaces que el autor ha creído conveniente añadir por su relevancia con respecto al texto. El formato hipertextual permite navegar entre diferentes pantallas, volver atrás para clicar en otro enlace o reiniciar la lectura desde donde se dejó. Cinco claves de la lectura en pantalla Cristina Górriz de la Cal 1. Los usuarios acceden a los contenidos desde diversos dispositivos y en cualquier momento del día. Conocer sus hábitos de consumo puede dar pistas para enfocar los contenidos: Por la mañana y durante los traslados al trabajo, los usuarios consultan rápidamente la información desde sus teléfonos inteligentes o desde las pantallas de mobiliario urbano: en el metro, autobuses, ascensores... Hasta el mediodía y en un entorno laboral, la lectura se realiza desde las pantallas de ordenadores personales. Durante la tarde decae la búsqueda de información. Es a la hora de la cena cuando los usuarios consultan cómodamente desde su casa las tabletas, combinándolas con medios tradicionales como la televisión. 2. Se lee de forma multilineal, escaneando el texto de arriba abajo. Por ello, se debe cuidar especialmente la parte superior de la página y el titular de los textos. Además de incluir los enlaces necesarios para que el usuario pueda llegar a la información que busca. 3. Ante la avalancha informativa, el lector agradece un filtro, tanto si busca un contenido concreto como si simplemente curiosea. 4. En un proyecto web recomendamos añadir categorías o un buscador interno que facilite la búsqueda. O aún mejor, proporcionar una selección de las noticias más relevantes. Otras opciones útiles son los lectores de RSS, los agregadores de noticias, las alertas o los boletines de noticias. 5. La veracidad de la fuente es un punto de entrada a los contenidos. Los usuarios siguen a través de plataformas como Twitter o Menéame blogs o a líderes de opinión que consideran interesantes.

LENGUAJE INTERNACIONAL Los nuevos medios están cada vez más adaptados a la dinámica de la globalización, son cada vez menos locales y más internacionales, y eso hace que se sienta necesario un español acorde. En muchas ocasiones es complicado o incluso imposible encontrar una palabra que entiendan todos los hispanohablantes; pero de lo que se trata en realidad es de hallar una expresión que permita comunicar con todos de una sola vez. La velocidad que proporciona la red hace que cualquier término se difunda como nunca antes lo había hecho, nos comunicamos sin importar distancias ni fronteras políticas. Podemos entablar conversaciones con cualquier hispanohablante situado al otro lado del océano, o bien leer una noticia de un medio de otro país con un solo clic. El español ocupa el tercer lugar de la lista de las lenguas más usadas en internet, ahora bien, no todos empleamos el mismo español.

Español neutro, global, general, estándar o internacional Alberto Gómez Font Al hablar sobre la modalidad del español que no es propia de ningún país en concreto y que puede funcionar bien en todo el ámbito hispánico, se utilizan distintas denominaciones: los traductores hablan del español neutro, pues sus clientes les piden que traduzcan algunos textos, sobre todo comerciales, a ese tipo de lengua. También se llama neutro al español hablado sin acento de ningún sitio en particular. En tiempos en los que se habla de la globalización, también se menciona, cómo no, el español global, es decir, aquel que se mueve como pez en el agua por todo el mundo. Lo contrario del español local o de un país o región determinados, es el español general. El español estándar es, como su nombre indica, el ajeno a los localismos y a las características propias de una u otra zona dialectales. Y, finalmente, el español internacional es el que no es nacional ni local y puede usarse en la comunicación con hablantes de cualquier país hispano sin riesgo de que se produzcan fallos en la transmisión y la recepción del mensaje. Son, pues, distintos nombres para una misma realidad, si bien los dos más usados son neutro e internacional.

Esa realidad se caracteriza en la lengua escrita por el uso de un léxico común, completamente comprensible por todos los hablantes, y en la lengua hablada se distingue porque no tiene la entonación, la música o el acento de ningún sitio en particular. El español neutro tiene un claro fundamento comercial: es mucho más barato hacer una sola traducción al español. Además del audiovisual, los programas o máquinas y sus respectivos manuales de instrucciones, el uso de una única versión reduce los costos que conlleva la creación de textos o doblajes complementarios, publicitarios, promocionales, documentación de ayuda, material de formación, etc. El uso del español neutro tiene muchas más ventajas, según Xosé Castro: […] este es el momento adecuado; las comunicaciones se modernizan y agilizan. Además, los principales motivos que, como lingüistas hispanohablantes, deben motivarnos para utilizar el español neutro son: lograr una progresiva unificación de neologismos en todos nuestros países; hacer que nuestro idioma sea competitivo y asequible para un mayor número de fabricantes; ampliar el mercado de la traducción y evitar la disgregación de nuestra terminología, lo que solo puede traernos perjuicios a largo plazo como comunidad.

Lucía Rodríguez Corral plantea la existencia de «una variedad de español válida para todos los países de habla hispana, distinta a la variedad local y común para todos los hispanohablantes». También hace referencia a los medios de comunicación: Los medios (sobre todo la televisión y el cine) ayudan a difundir una misma lengua en todos los lugares a los que llegan. […] en los medios de comunicación tiende a usarse un español exento de regionalismos, en ocasiones de manera consciente. […] El español que se difunde en los medios es homogéneo internacionalmente, y esto unido a la gran influencia que estos tienen sobre la población, ayuda a unificar el español en el mundo. […] hablar un español estándar no es algo abstracto, como en principio pueda parecer, sino que tiene aplicaciones prácticas, incluso comerciales.

Los Estados Unidos de América es el país en el que la labor de búsqueda de un español común, neutro o internacional es más necesaria y más cotidiana. Allí se está gestando un nuevo español, un idioma que no es ni de los mexicanos ni de los argentinos, cubanos o centroamericanos, sino de todos. Es una lengua a la que, haciendo un paralelismo con el international english, puede dársele el nombre de español internacional, entendido este como español de ningún sitio y de todos al mismo tiempo. Grandes medios de comunicación, cuya lengua de trabajo es el español, crean día tras día ese nuevo modelo común. Con el auge en los Estados Unidos de los medios de comunicación en español, aumenta también el número de periodistas procedentes de distintos países hispanohablantes que, casi sin darse cuenta, van dejando de usar los localismos propios de cada país y van confluyendo en una forma de escribir en español válida para todos. En ese país, a principios del 2004, se publicó un manual de estilo para los periodistas que redactan en español internacional, para todos los medios de comunicación que se escriben o se

transmiten en nuestra lengua. La National Association of Hispanic Journalists ( NAHJ), en la que se agrupan los principales periodistas de televisión, radio y prensa escrita de ese país, creó un grupo de trabajo formado por periodistas de distintos medios y nacionalidades y les encargó la redacción de un manual de estilo común para todos ellos: el Manual de estilo de la NAHJ. Los programas de televisión que alcanzan mayores índices de audiencia son, probablemente, las telenovelas. Gregorio Salvador, miembro de la Real Academia Española, defiende la importancia de las telenovelas al afirmar que estas son un notable vehículo de cohesión lingüística del español, ya que realizan un gran esfuerzo por utilizar un español comprensible para todos. Trasladado al terreno de la pronunciación, hace que los entrenadores de diálogo apunten a que, en poco tiempo, todos los intérpretes hablarán con el mismo acento llano. Las cadenas quieren eliminar cualquier indicio de idiosincrasia molesta para la audiencia latina de los Estados Unidos, dada la cantidad de acentos que existen en los países de habla hispana. El desafío es lograr el mismo sonido uniforme en todos los actores, sin importar que fuera de cámara hablen con el acento cortado de América del Sur o con las variedades más lánguidas del Caribe. Ese español internacional, que atenúa los elementos reconocibles de los acentos nacionales, también implica sacrificios. A menudo, las palabras que varían su significado de una región a otra se dejan de lado; y algunos actores hasta deben cambiar la estructura de las oraciones. Todo ello para lograr algo muy práctico: que un actor cubano y uno argentino puedan representar el papel de hermanos en cualquier escenario. El español neutro hablado se utiliza mucho en Hispanoamérica para las locuciones publicitarias que se trasmiten por la radio y la televisión. Hay locutores especializados en ese tipo de pronunciación y entonación, como actores de doblaje que se encargan de la versión en español para Hispanoamérica de las películas procedentes de otras lenguas. ¿Cabe la posibilidad de que los medios de comunicación creen un español internacional del siglo XXI? Lo cierto es que ese español existe hace mucho tiempo, y no es nuevo aunque ahora se hable más de él y su realidad sea cada vez más visible gracias a la velocidad de las comunicaciones, a la rapidez con la que se intercambian formas de llamar a las cosas y a la celeridad con la que los hablantes se apropian de ellas. La revolución vivida en las comunicaciones, especialmente en internet y en la televisión, permite que el mundo hispanohablante se acerque cada vez más. Poco a poco los oídos se acostumbran a palabras y expresiones que hasta no hace mucho les eran extrañas. Así, para los medios de comunicación internacionales en español, cada vez hay menos palabras que «traducir» del español local al español internacional. Según el lingüista mexicano Raúl Ávila: Las decisiones que puedan tomarse en cuanto a la variación del español no deberían hacerse solo a partir de los diccionarios basados en la modalidad castellana. Se trataría de utilizar la norma hispánica o general, que se sustenta en el uso de toda la comunidad hispanohablante. Los medios de alcance internacional podrían basarse en datos demográficos para decidir, en el caso del léxico, qué palabra es la más usual en los países hispánicos.

El mismo Raúl Ávila presentó nuevos resultados de sus estudios en el II Congreso Internacional de la Lengua Española (Valladolid, 2001) con el título de Los medios de comunicación masiva y el español internacional. En sus trabajos se analizan los noticieros de los principales canales de televisión del mundo hispanohablante y se llega a la conclusión de que el número de palabras distintas, no comunes o que no todos los espectadores de los diferentes países pueden entender por igual, es mínimo: solo el 1,2 %. Y una de las conclusiones de su estudio es, cómo no, la gran importancia que tienen la televisión y los demás medios de comunicación en la actual tendencia a la unificación del léxico en la norma culta del español.

El español global en la red Mercedes Sánchez Sánchez Aunque parezca que internet lleva ya mucho tiempo entre nosotros, aún estamos empezando a ver las consecuencias de su despegue. Primero fue solo en los ordenadores, pero ahora podemos tener un acceso constante a través de variados dispositivos que multiplican la comunicación y, por tanto, la información, y actúan sobre el código en el que se expresa: la lengua. Por su parte, las lenguas se adaptan a los nuevos medios e intentan sacar de estas nuevas circunstancias las mejores ventajas para su desarrollo, como argumenta Rojo-Sánchez en su libro El español en la red (2009). Nunca se había escrito tanto, ni habíamos estado tan comunicados. Es ya un lugar común relacionar el avance de internet con una segunda edad de oro de la lengua escrita. Con la red renace la comunicación escrita, que había sufrido un fuerte retroceso con el desarrollo de la radio y la televisión. Se estima que unos 153 millones de usuarios de internet son hispanohablantes, lo que constituye un 8 % de los usuarios mundiales, y el español ocupa el tercer lugar entre las lenguas más usadas. Por tratarse de una comunidad lingüística que vive en países de desigual desarrollo, el índice de penetración en internet es muy bajo aún, puesto que constituye solo un 37 % de los más de 400 millones de hispanohablantes estimados. Sin embargo, desde el año 2000, el número de hispanohablantes que usa internet ha aumentado un 743 %. Dado que la mayor parte de los usuarios accede a internet para buscar noticias, leer el correo electrónico y, en los últimos años, participar en las redes sociales, parece que las realizaciones lingüísticas deben ejecutarse en un registro o nivel que facilite la comunicación, es decir, que resulte común. Ese registro, desde luego, está absolutamente condicionado por el uso público o privado de los canales de internet: no es lo mismo comunicarnos con los amigos en Facebook que responder a un tuit emitido por un periodista argentino al que seguimos. En realidad, nada demasiado alejado de lo que hacemos en nuestra vida «normal». Además, no es correcto a estas alturas hablar de un solo modelo de internet, sino que la red internet aglutina un grupo de subsistemas con diferentes recursos y situaciones en los que la lengua se expresa de una forma más coloquial o más formal, evitando localismos o, precisamente, acentuándolos. En la revisión de esas situaciones recogidas por Rojo se distingue con cierta claridad

el uso o no de un español neutro, universal o panhispánico. En primer lugar, se encuentra el correo electrónico. En un mundo global, también comercialmente hablando, su uso es absolutamente imprescindible. La comunicación entre empresas de uno y otro lado del Atlántico ha de realizarse en un español comprensible desde los dos lados, utilizando un léxico común y alejándose de los localismos. Siguen los chats, conversaciones que tienen lugar en un medio electrónico. De nuevo, es el carácter público o privado de estas lo que marcará el uso de una lengua exenta o no de modismos. Los encuentros o entrevistas digitales, por ejemplo, dan buena cuenta de intervenciones de hablantes de los dos lados del Atlántico (ante personajes, a su vez, de interés entre el público de las dos orillas) y se realizan en tiempo real con léxico común. Muy diferente es la situación que se da cuando se chatea con un amigo, etc. La vida virtual no es tan diferente de la vida real. La página web, el exponente más marcado de la red, constituye por sí misma un nuevo género. Las firmas comerciales con delegaciones en España y América se ocupan de que su página electrónica utilice un español que no haya que «traducir». Los blogs personales, que ahora se insertan como los antiguos artículos de opinión en diarios y revistas, constituyen otro sistema de expresión de la lengua en internet. Un periodista que puede llegar a lectores del otro continente se esforzará en utilizar un léxico que le permita ganar seguidores. La prensa digital, a la que se accede ahora desde diferentes plataformas y lugares, constituye también un magnífico marco de expresión de ese español universal, neutro, aunque muchas veces es el tema el que determina la intervención o no de los hablantes de esa lengua, bien como lectores, bien actuando con sus comentarios. Es frecuente ver noticias en diarios españoles o americanos comentadas por hablantes de ambos lados del Atlántico, reconocibles porque se identifican abiertamente. También es cierto que el acceso a la noticia es múltiple: puede haber sido retuiteada, recomendada en Facebook o sencillamente buscada a través del servidor de noticias de Google, que devolverá lo buscado independientemente del medio en el que aparezca. El hecho de que las noticias tengan también un alcance global no cabe duda de que provoca comentarios e intervenciones de todos los lugares en los que se habla español y que se ven afectados por la noticia. Mención aparte merecen las redes sociales, la gran realización actual de la lengua en internet y por cuyos canales viaja hoy en día el idioma. El despegue del español en estas redes sociales ha sido fabuloso. Probablemente el español usado en Facebook contiene más rasgos locales, sencillamente porque con quienes mantenemos contacto en esta red social es con nuestros amigos, con los que cambiamos el registro para hacerlo más coloquial. Otra cosa es la emisión de comentarios en los muros de instituciones o marcas, donde seguramente modificamos el modo de expresarnos, incluido, claro, el léxico utilizado. Twitter, con su «dictadura» de los 140 caracteres, nos obliga a expresarnos en titulares. El éxito en Twitter se mide por el número de seguidores, de manera que resulta obligado hacerse entender de manera fácil, sencilla y neutra. Políticos, artistas y periodistas difunden sus tuits para un público español universal y necesitan ser seguidos. Es natural que usen un español también universal que no defraude a sus seguidores. La lengua escrita en internet tiene un destinatario múltiple y por eso debe usar un léxico

comprensible para todos los hablantes. Aquí no hay lugar para la entonación o el acento. Ese español global existe desde hace mucho tiempo y ahora la red se convierte en el medio ideal para su difusión. El mundo de los hispanohablantes se acerca cada vez más, a través de la prensa y de las redes sociales, por medio de la lengua escrita en internet. Ejemplos de palabras en españoles distintos: celular - teléfono móvil comida chatarra - comida basura aeromoza - azafata altoparlante - altavoz huelebicho - cobarde pelotero - futbolista (tenista…, alguien que juega con una pelota) trapear - fregar con trapo vacilar - bailar matraca - borrachera agarrar - coger

Extranjerismos Mercedes Sánchez Sánchez Una de las formas más comunes de enriquecer el léxico de una lengua es incorporando palabras procedentes de otras lenguas. A veces ocurre porque no existe la realidad que se comienza a nombrar, y otras porque se prefiere el término nuevo por razones que tienen que ver con las modas o el prestigio social o político. Estos nuevos términos se adaptan a las características de la lengua de destino. Se trata de los extranjerismos o préstamos lingüísticos. Muchos extranjerismos se han adaptado gráficamente al español con gran facilidad («champú», del inglés shampoo, por ejemplo). Sin embargo, en la actualidad, una sociedad alfabetizada en su mayor parte con grandes influencias del inglés y con gran presencia en internet propaga a través de la red las grafías originales (software) y hace que resulten familiares, lo que dificulta la incorporación de esos préstamos a la lengua con una grafía más propia. Internet es, ante todo, información. Información y comunicación que viajan fundamentalmente a través de la lengua escrita, con dudas a la hora de fijar en su código lo que manejamos de forma oral. La red multiplica los extranjerismos y estas son las palabras que mayores inseguridades crean en el emisor a la hora de elegir el modo de fijarlas en la escritura. Es frecuente, por ello, encontrar diferentes modos de escribir esos préstamos lingüísticos. Pero también es cierto que la lengua de internet incorpora los extranjerismos con absoluta naturalidad. A veces se marcan en cursiva o con comillas, porque el emisor es consciente de estar utilizando una palabra extraña a su lengua, pero otras veces no. La prensa digital, por ejemplo, recoge spoiler, «spoiler» y spoiler. Desde luego, depende del contenido digital que estemos

consumiendo. Llaman la atención, por ejemplo, los extranjerismos utilizados en los blogs de moda – por cierto, de los más exitosos en la red–, desde los que se han ido propagando con toda naturalidad términos como eShop, flyer, outlet… En realidad la transcripción de un extranjerismo resulta un problema en aquellas realizaciones más parecidas a la lengua oral (foros, redes sociales), donde la vacilación en la escritura es más frecuente. Además, en un blog, en una noticia, podemos buscar información sobre la grafía de esa palabra, pues se trata de una escritura más pausada. Sin embargo, en una rápida intervención en Twitter o en Facebook, sencillamente escribimos tal como nos «suena». Es como cuando pronunciamos por primera vez una nueva palabra en inglés y no damos con el acento adecuado. Las redes sociales propagan estos préstamos lingüísticos, desde luego, pero dificultan la fijación de una grafía: smarfon, esmarfon, smartphone… La red contribuye en gran medida a la propagación e incorporación de extranjerismos y, lejos de empobrecer una lengua, la enriquece. Parece natural, sin embargo, una adaptación gráfica del nuevo término. La Real Academia Española o la Fundéu BBVA recomiendan evitar el abuso de estos extranjerismos cuando son innecesarios, es decir, cuando existe la palabra en español (mejor «versión» que remake). La incorporación de extranjerismos es, en cualquier caso, un fenómeno natural en las lenguas que no debe censurarse.

Transcripciones y nombres extranjeros en el español Mercedes Sánchez Sánchez Hemos visto cómo se incorporan ciertos préstamos lingüísticos a otra lengua, concretamente al español, en la red. Pero con los nombres propios, topónimos y antropónimos el asunto se complica, dando lugar a múltiples grafías para designar la misma unidad. Sobre todo cuando los alfabetos en una u otra lengua son diferentes. Las transcripciones de topónimos y de nombres propios en general se convierten a veces en verdaderas pesadillas para los traductores, que quedan a la espera de una normalización del término. Si es un problema para un traductor, para un internauta el asunto resulta aún más complicado y no se resuelve ni con el paso de los años, pese a que podría presuponerse cierta tendencia a la estabilización de una u otra forma. ¿Cómo escribir en un buscador el nombre de aquel dirigente de la Unión Soviética, Nikita Jrushchov? En la red podemos encontrar, además de esta transcripción, Kruschev y Krushchev, que se acercan gráficamente al español mucho más que la primera, más fonética, sin duda. La Wikipedia recoge la primera de ellas. Internet extiende múltiples grafías para los nombres propios. Como es habitual, es la realización más cercana a la lengua oral la que multiplica las posibilidades gráficas de un nombre propio. En efecto, en Twitter podemos encontrarnos a Sarkozy pero también a Sarcosí. El número de transcripciones de nombres procedentes de otras lenguas con un sistema gráfico distinto al español debe ser enorme; se expresa, se entiende, pero será más difícil su recuperación a través de un buscador.

No es extraño encontrar en la prensa digital diferentes transcripciones para un antropónimo o un topónimo. Los libros de estilo de los periódicos intentan también fijar una grafía para los nombres propios más utilizados. Los departamentos de dudas de la Real Academia Española y de la Fundéu BBVA se esmeran en encontrar la transcripción más adecuada a los nombres propios procedentes de otras lenguas, elaborando propuestas para aquellos más utilizados, que son, por lo general, los de los protagonistas de las noticias cotidianas. Un ejemplo concreto que veíamos en nuestra web, ESTILO. Manual para nuevos medios, se refería a la palabra iPad: ¿femenino o masculino?. Podría argumentarse que es femenino porque un iPad es una tableta, pero hay quienes piensan que es masculino porque consideran que es un tablet pc. Pero es que aún queda la cuestión fonética: ¿Pronunciamos «aipad», con la fonética inglesa, o «ipad», con la española? Si optamos por «aipad», al modo anglosajón, parece más difícil emplearla en género femenino: nos cuesta decir «la aipad» igual que nos cuesta decir «la agua», aunque esta norma no siempre se aplica a las marcas (decimos «la Audi», cuando aludimos a la compañía).

Emoticonos Mercedes Sánchez Sánchez En la actualidad nos conectamos a la red a través de múltiples dispositivos, de tal modo que se habla ya de la figura del comunicador permanente, que es el que está conectado en todo momento y también el emisor continuo de mensajes, bien con SMS (cada vez menos), con servicios de mensajería instantánea o a través de las redes sociales. Esta comunicación permanente se parece mucho a la comunicación oral. Pero no va acompañada de un gesto, una entonación que ayude a comprender un texto escrito que puede resultar a veces demasiado crudo y llevarnos a confusión. Por fortuna, las lenguas se adaptan siempre al medio en el que viven, y eso ocurre también con la lengua en internet, en la red de los chats, de los foros o de las redes sociales. Desde sus inicios, la lengua escrita en la red internet desarrolló una combinación de teclas que fuera fácilmente identificable con la expresión facial: guiños, alegría, tristeza…, en determinadas combinaciones ya muy conocidas por todos. La alegría y la tristeza son sentimientos universales, por lo que se podría pensar que los emoticonos que los expresan también lo son. Pero no es así. Dependiendo de las culturas, los motivos que provocan los sentimientos son diferentes en algunos casos, por tanto, las interpretaciones de estos emoticonos pueden variar entre unas y otras. Hay estudios científicos que señalan que una cara enfadada no es lo mismo para un occidental que para un asiático. Y afirman que, en Asia, se fijan más en los ojos; por tanto, un emoticono que expresa miedo en Europa en Asia puede interpretarse como que expresa sorpresa, y uno que intenta reflejar enfado significa asco para un asiático. La razón de estas interpretaciones es, por supuesto, cultural, pues las diferentes comunidades culturales observan preferentemente distintas partes de la cara a la hora de interpretar una expresión. Eso ocurre en la comunicación real y, por ello, también en la realidad de internet. Los emoticonos

asiáticos poseen rasgos más marcados en los ojos, en la parte superior de la cara, mientras que los occidentales nos esmeramos más en subrayar una sonrisa, una carcajada…, la parte inferior, sobre todo la boca. Lo mismo ocurre con la utilización de otros símbolos; actualmente los dispositivos a través de los que nos conectamos a internet (tabletas, teléfonos inteligentes…) permiten la descarga gratuita de aplicaciones que no solo incorporan los emoticonos más habituales, sino todo tipo de símbolos que ayudan a ahorrar caracteres y a mejorar la interpretación de los mensajes. Las redes han multiplicado la comunicación entre diferentes comunidades culturales y no debe darse por supuesto que todos los emoticonos significan lo mismo en los diferentes foros o redes sociales, que son, en la actualidad, absolutamente multiculturales. Ejemplos de diferencias en los emoticonos dependiendo de las culturas: FELICIDAD

TRISTEZA

SORPRESA

Occidente

Asia

Occidente

Asia

Occidente

Asia

:-)

(^_^)

:-(

(;_; )/ (T_T)

:-o

(o.o)

Seis claves del español internacional Mario Tascón 1. Al escribir en la red, sobre todo en aquellos casos en los que se crea que la audiencia puede ser internacional, se ha de tener cuidado con el uso de localismos que puedan ser malentendidos o no comprendidos por otros hablantes. Hay que tener en cuenta que internet es, en sí misma, global, por lo que será frecuente que su audiencia también lo sea. 2. El español internacional utiliza un léxico común en su versión escrita y evita los localismos. 3. El español internacional también se denomina neutro, global, general o estándar, y se refiere a un idioma que es comprensible para todos, prescindiendo de sus rasgos locales. 4. Su uso es especialmente útil en la comunicación pública aparte de en la privada: el correo electrónico, las entrevistas a través de chats, las webs empresariales con delegaciones en otros países o la prensa digital con un alcance global, así como los tuits de famosos del mundo de la política, la cultura o el periodismo. 5. El español internacional interacciona con otras comunidades culturales, añadiendo a su vocabulario nuevos términos que antes no existían. Este fenómeno sucede en internet de forma constante y natural. Prueba de ello son palabras como spoiler y outlet. El usuario las añade por la carencia de esa misma palabra en su idioma o simplemente por moda. La Real Academia de la Lengua y la Fundéu BBVA recomiendan utilizarlos en su justa medida, priorizando las palabras equivalentes en español. 6. Los emoticonos son parte del español internacional.

EL CORREO ELECTRÓNICO Rebeca Díez Somavilla y Luis López Cuenca Estamos ante el más viejo de los nuevos medios. Junto al mensaje de texto por teléfono móvil, el correo electrónico es el «abuelo» que ha visto nacer y crecer la blogosfera, las redes sociales, los sistemas de videoconferencia, los microblogs, las wikis y todo el abanico de herramientas 2.0 que envuelven la comunicación de nuestro día a día.

La escritura epistolar. Antes y ahora ¿Escribir un correo electrónico es escribir una carta? Lo cierto es que es imposible negar la estrecha relación que existe entre ambos, el postal y el electrónico, a pesar de sus notorias diferencias. Tal y como afirmaba López Alonso en 2003, «la carta y el correo electrónico son dos géneros diferentes aunque puedan pertenecer a un mismo discurso epistolar del que ambos heredan, al menos parcialmente, algunas propiedades comunes». Encontramos ciertas semejanzas en el régimen enunciativo, en el esquema de interacción, en su funcionalidad pragmática y en la organización paratextual. La propia terminología que empleamos es una metáfora del correo postal tradicional: correo, buzón, enviar. Y el paratexto, diseñado para los entornos gráficos, también nos lleva a imágenes o iconos con referencias al correo habitual: el sobre, el papel para un nuevo correo, la dirección… A pesar de las semejanzas, percibimos el correo electrónico como un mensaje distinto dado que lo colocamos en un espacio virtual con una recepción inmediata y, por lo tanto, sus características son diferentes. En el correo electrónico acortamos los textos –dedicamos menos tiempo, tanto para su escritura como para su lectura–, los mensajes son más cortos pero también más numerosos. El intercambio de información se acelera, la interacción es más dinámica y espontánea, y en algunos casos la apertura y el cierre (el saludo y la despedida) de nuestros mensajes incluso se suprimen. Con el paso de los años y la utilización constante del correo electrónico, hemos ido autoadquiriendo licencias gráficas, principalmente en los correos personales. No repasamos lo que

escribimos y los errores que pueden cometerse al escribir en el teclado no se tienen demasiado en cuenta, ni siquiera si se trata de las denominadas «faltas de ortografía graves», aunque insistimos, como se comenta en otros capítulos, en la mala imagen que se da al cometerlas, aunque sea en un contexto coloquial. Intentamos comunicar rápidamente y la importancia se centra en el contenido del mensaje y en lo que queremos expresar. Precisamente por ello, y para enfatizar nuestro estado de ánimo y establecer una comunicación personal más íntima, repetimos constantemente ciertas grafías, las reduplicamos o alargamos en más de dos pulsaciones, los puntos, las comas, los signos diacríticos tienden a reducirse, y los interrogantes, las exclamaciones y los puntos suspensivos se multiplican para enfatizar lo que deseamos expresar: «Holaaaaaaa!!!!», «En serio?????», «Bien!!!! Nos vamos de vacaciooooooones!!!!». Esta repetición de caracteres ha sido entendida por muchos autores como un recurso para reflejar en el lenguaje escrito determinados alargamientos característicos de la expresión oral o bien para representar el énfasis que se da a una sílaba determinada y, por lo tanto, a la palabra o al concepto. Hemos adquirido determinados hábitos y licencias porque el correo electrónico no permite que nuestro interlocutor perciba nuestro estado de ánimo en tiempo real; el ejemplo más gráfico es el uso de los emoticonos. El correo electrónico es mucho más rápido que el postal, permite acelerar nuestros procesos comunicativos interpersonales y acceder a un gran número de personas simultáneamente. Es un medio asincrónico porque rompe las barreras espaciotemporales y otorga un alto grado de interactividad, dada la constante y continua retroalimentación entre el emisor y el receptor. Sin embargo, a finales del siglo pasado el correo electrónico era aún un sistema de comunicación novedoso que, para ser efectivo, dependía de la convivencia con otros medios. Enviar un correo electrónico a un organismo o a un medio de comunicación suponía, además, realizar una llamada telefónica para advertir del envío del mismo, y asegurarnos así de que el contenido se leyera. Ha facilitado la comunicación y no ha provocado la desaparición de otros medios de comunicación –como algunos preveían–, pero sí ha condicionado sus usos. No ha sustituido (al menos no completamente) ni al fax, ni al teléfono, ni a la carta. Seguimos enviando un fax para determinadas gestiones administrativas o llamando por teléfono a un amigo para compartir algo con él. Y sí, seguimos utilizando el correo postal –para invitaciones a actos, felicitaciones navideñas, postales de viajes, avisos de la Administración Pública o cartas de agradecimiento–. La riqueza del correo electrónico es que también puede utilizarse para escribir un mensaje como si fuera una carta tradicional. La plasticidad de la herramienta y su asimilación por parte de los usuarios ofrecen muchas posibilidades; dependiendo del mensaje, el destinatario, el tema tratado y los objetivos, el empleo de esta herramienta puede variar. Por contra, tener miles de contactos a golpe de clic implica estar expuesto a un bombardeo de mensajes irrelevantes que pueden mermar nuestra productividad si no sabemos gestionar correctamente las diferentes direcciones de correo de las que disponemos, los filtros, las carpetas o la libreta de direcciones. Enviar un correo electrónico hoy es una actividad cotidiana, e incluso necesaria tanto en el

ámbito personal como profesional. Llegamos a la oficina y lo primero que hacemos es revisar nuestro correo, que mantenemos abierto durante muchas horas y consultamos frecuentemente. De hecho, del tiempo total que pasamos delante de nuestro ordenador, casi un 25 % lo dedicamos a revisarlo. Actividad que puede llegar a convertirse en una obsesión; el correo electrónico transmite una sensación de que algo está pasando, de urgencia, que se potencia por el hecho de que el orden de recepción de los mensajes entrantes sea cronológico en lugar de estar determinado por su relevancia. A lo ya comentado hay que añadir el denominado síndrome del mensaje fantasma –generado por la conexión permanente a internet que posibilita el uso de dispositivos móviles–, que consiste en la constante sensación de estar recibiendo mensajes cuando estos avisos (sonoros o de vibración) no se están produciendo a través de cualquiera de las múltiples plataformas disponibles desde un teléfono: SMS, WhatsApp, correos electrónicos, Facebook, Twitter, llamadas... O, como comentaba Cristina Castro, el síndrome de Diógenes llevado al correo electrónico, consistente en guardar todos los mensajes («basura» incluida) que llegan al correo.

Por qué escribimos correos electrónicos Hemos sintetizado las razones más evidentes, pero se podrían añadir muchas más, dependiendo del usuario: Es el medio nuevo más popular. (Casi) todo el mundo usa el correo electrónico y eso democratiza las conversaciones. Su funcionamiento, el básico al menos, está asimilado ya por una gran parte de la población. Ha traspasado generaciones. En un porcentaje alto es el único sistema de comunicación de internet utilizado por personas mayores de 50 años. Es menos intrusivo que la mensajería instantánea o las llamadas telefónicas. Sigue siendo el medio más útil para dar el primer paso en el establecimiento de la comunicación con un desconocido. Permite, de manera sencilla, mantener diferentes direcciones de correo electrónico que determinan un primer filtro en nuestros contactos. Según el perfil, nos relacionamos con la persona u organización desde una dirección u otra, definiendo en gran medida nuestra relación y facilitando el archivo y el control de nuestras conversaciones y comunicaciones. La facilidad de uso y el aumento de su capacidad año tras año lo convierten en una de las mejores opciones para compartir archivos. Es posible llegar a una o miles de personas con un solo clic. Su versatilidad. El correo electrónico puede utilizarse como una carta, pero también como un sistema para compartir archivos, para mantener una conversación rápida –mensajería instantánea– y como una plataforma para gestionar la agenda. Algunos números:

En el 2011 había 3.100 millones de cuentas de correo electrónico en el mundo. El 25 % de las cuentas de correo son de empresa. Un típico usuario corporativo recibe y envía 105 mensajes diarios. Se envían 2,8 millones de correos electrónicos por segundo (el 90 % de ellos son spam y mensajes con virus). Fuente: Radicati Group, 2011 (http://goo.gl/LGWnT).

El correo electrónico frente a otros medios Ante los numerosos canales de comunicación que tenemos actualmente, es bueno detenerse a pensar qué medio utilizar y por qué. Recordemos a McLuhan y su «el medio es el mensaje». La forma del mensaje y el medio por el que se envía tienen un gran impacto sobre lo enviado. El hecho de escoger uno u otro debe pretender una comunicación lo más eficaz y eficiente posible. Se persigue que: 1. 2. 3. 4.

el mensaje llegue al destinatario deseado, llegue lo antes posible, sea respondido satisfactoriamente y en el menos tiempo posible, el medio escogido sea cómodo y, si es posible, gratuito.

Por tanto, debemos plantearnos y decidir qué método utilizar para enviar según qué mensaje a según qué persona. El recurso fácil es el del espejo: responder a un mensaje por el mismo canal por el que se ha recibido (por ejemplo, si la comunicación se inicia en Twitter, continuamos en este medio). Pero, ¿qué ocurre cuando somos nosotros quienes tenemos que dar el primer paso? La elección del correo electrónico, la llamada telefónica o un mensaje de Facebook no es aleatoria. Debemos pensar y valorar diferentes aspectos: la naturaleza del mensaje, a quién se lo enviamos, cuáles son (si los conocemos) los hábitos de uso de los canales mencionados, cómo es nuestra relación con esa persona, en qué día y en qué momento del día estamos, etc. Dave Coplin, director del grupo de Envisoneers de Microsoft, apuesta por la convergencia de medios: Tendremos esta plataforma universal de comunicaciones que significa que si estoy hablándote en Facebook, Twitter, por correo electrónico o en la plataforma que sea, todo se presentará como un hilo conductor común. Por eso, te importará poco el canal en que estén las personas con las que hablas, pues la comunicación fluirá.

Y concluye:

La clave para mí es disipar el mito que muchos de los entusiastas seguidores de las redes sociales quieren hacer creer: que el correo electrónico está muerto. Para mí es el síndrome del centavo brillante (cuando alguien cambia de tema bruscamente porque ve algo distinto que le llama la atención, aunque sea de poca importancia). […] Todo tiene su lugar y es realmente importante entender cuál es la herramienta adecuada para trabajar.

El silencio A veces se nos olvida que no todos los correos electrónicos merecen o deben tener respuesta. No hay que responder a los que solo tratan de informar, ni a los correos comerciales, ni a algunas invitaciones (si no lo piden expresamente), ni a los insultos o amenazas… Por ello, es una forma de cortesía añadir las palabras «No reply» o «No se requiere respuesta», para advertir al receptor de que no se sienta obligado a responder, y que incluso, en caso de responder, es probable que su respuesta no sea tenida en cuenta. No hay nada más molesto que una ristra de correos electrónicos infinitos donde los agradecimientos, palabras de cortesía, parabienes y elogios alargan la vida de la comunicación de manera innecesaria. No hay que tener siempre la última palabra y, como hemos dicho, no es necesario contestar a todo. Con respecto a este tema, es preciso tener en cuenta que en ocasiones puede considerarse una falta de educación tardar mucho en responder. En el caso de que no tengamos la respuesta y vayamos a tardar en contestar, lo ideal es enviar un mensaje al emisor avisando de la recepción del correo y de la razón por la que tardaremos en responder. Otro tema es el silencio provisional, es decir, tardar un poco más de lo normal en responder a un correo electrónico cuando es necesario meditar la respuesta, por ejemplo porque nos hayamos sentido heridos u ofendidos con un mensaje recibido; ante una situación difícil es preferible no responder en caliente sino, meditar la respuesta con calma.

Elementos del correo electrónico Es habitual pensar mucho las palabras adecuadas para el cuerpo del mensaje o para el saludo inicial, pero se presta poca atención a las partes que involucran a nuestros destinatarios. Los usuarios tenemos a nuestra disposición decenas de opciones en nuestros correos que finalmente no se utilizan o se usan erróneamente. A continuación se analizan la función y la utilidad de los principales campos que completamos cuando escribimos un correo electrónico.

Para En este campo debemos incluir los contactos a los que consideramos como destinatarios principales de nuestro mensaje. Si incluimos a mucha gente, se reduce el carácter exclusivo del mensaje, nadie se siente obligado a responder, y es probable que no obtengamos respuesta de ninguno.

Por otro lado, no debemos repetir un mismo contacto. Algo muy habitual es remitir un mensaje a varias direcciones de correo de una misma persona, por lo que será «interrumpida» varias veces con el mismo mensaje. Es fácil molestar a quien no le interesa o no le incumbe el mensaje incluyéndolo en el mismo, y es posible que el destinatario nos bloquee o simplemente nos ignore cuando reciba un correo nuestro si insistimos en enviar temas que no le interesan. Por lo tanto, antes de enviar un mensaje asegurémonos de que el correo es Para los que están incluidos. Un error muy común, provocado por el autocompletado que ofrecen muchos sistemas de correo electrónico cuando se responde a un mensaje, es usar el campo Cc como el de Para y viceversa. Para diferenciarlos hazte estas preguntas: ¿A quién va dirigido el mensaje? (Para) y ¿quién quieres que simplemente conozca el mensaje? (Cc). Cuando se comparte un mensaje con varios destinatarios es preciso ser consciente de que se están haciendo públicas las direcciones de personas que puede que no deseen que otros las conozcan. El lado positivo de esta mala práctica es que con largas listas de contactos se puede actualizar la agenda con nombres que hubieran sido difíciles de obtener por otro camino. Hay que tener cuidado con los nombres que se asocian a los contactos en la agenda. Muchos servicios de correo electrónico muestran, además de la dirección del contacto, el nombre que el remitente del mensaje le ha dado a esa dirección al incluirlo en la agenda de contactos. Lo recomendable es asociar la dirección con el nombre y apellidos de la persona, o, si procede, con el nombre de la empresa, pero no con apodos, nombres de pila o calificaciones añadidas que pueden llevar a que se produzcan ejemplos como el siguiente: Para: «el tío bueno de ojos azules» Cc: «jefazo» Asunto: Resolución oferta de trabajo De: [email protected] Buenos días, Tras valorar su excelente currículum, nos gustaría incorporarle a nuestra compañía. Próximamente le convocaremos para la firma del contrato. Atentamente, Sra. González (RR.HH.)

Cuando enviamos un mensaje a varios contactos podemos ordenar su inclusión en él por jerarquía, interés o responsabilidad en el tema tratado, por puro orden alfabético o por grado de confianza. Se recomienda enviar el mensaje a la mejor dirección y en el momento del día óptimo para que este tenga más probabilidades de ser leído y sea respondido de la manera más eficaz. La mayoría de los usuarios de correo electrónico tiene varias direcciones, y algunas de ellas ya no se usan o solo en momentos del día diferentes. El tipo de mensaje debe ser apropiado al uso que nuestro contacto le da a cada dirección (personal, profesional, de empresa, universidad…). Es lógico

pensar, por ejemplo, que, si le enviamos un mensaje al correo de la universidad a un profesor un sábado por la noche, las posibilidades de que nos conteste son menores que si lo hacemos un martes por la tarde cuando sabemos que no tiene clase y está en su despacho. A veces se nos olvida que las rutinas de trabajo y tiempo libre son bastante similares, por lo que no es tan difícil acertar. Por otra parte, el nombre de la dirección puede decir muchas cosas. Informa sobre la persona (no es lo mismo [email protected] que [email protected], o que [email protected]), sobre una organización o empresa a la que perteneces ([email protected]), e incluso puede dar pistas sobre el cargo o el departamento ([email protected]).

Cc (Copia de carbón o Con copia) El Cc corresponde al inglés carbon copy, que hemos venido a traducir como copia de carbón, pero que realmente hace referencia a los papeles de calco, es decir, a duplicar la información al escribir en una hoja con este sistema. En el correo electrónico, en el campo de Cc se incluyen aquellos contactos que queremos que conozcan el contenido del mensaje, pero que no son el destinatario principal de él. Tiene menos compromiso de respuesta que el Para y posiblemente menos responsabilidad en el tema tratado. Cabe recordar que los contactos de este campo son visibles para el resto de los destinatarios; son como testigos que pueden intervenir en la conversación. Muchos usuarios se sienten en la obligación de responder cuando reciben correos como Copia de carbón y en muchos casos no es necesario. Por lo tanto, no es suficiente con pensar a quién se quiere incluir en la conversación, sino qué papel se desea que desempeñe en ella. Además, los papeles que adoptamos no son eternos. Un contacto no tiene por qué estar en Cc durante toda la conversación. Una vez se comprueba que su inclusión no es necesaria, se puede (incluso se debe) eliminar para evitar molestias o que reciba información que ya no le compete. Por otro lado, si finalmente cobra relevancia su papel, puede ser añadido en Para elevando su estatus en la conversación. Conocer bien cada campo es fundamental tanto a la hora de asignar uno u otro al destinatario como cuando es necesario interpretarlos. Por ello es conveniente advertir a los destinatarios del campo Para (incluso pedir permiso antes) de que se agrega a gente en la conversación. Y lo mismo con las propias personas que se van a incluir, puede ser molesto estar en conversaciones en las que no se tiene por qué estar.

Cco (Con copia oculta) La Cco (Bcc en inglés: blind carbon copy) es la fórmula más peligrosa para incluir a alguien en la conversación. Se le añade en el envío del mensaje y recibe una réplica del correo electrónico que se manda a otra u otras personas sin que los destinatarios lo sepan. Es muy tentador incluir a contactos en Cco, pero es preciso tener en cuenta la razón por la que no se quiere que se sepa que esa persona está informada. No es recomendable hacerlo dentro de una empresa u organización, ya que no es adecuado hablar

a espaldas de compañeros o mandos superiores y/o inferiores. Puede ser útil para incluir a un compañero o jefe de departamento cuando se envía un mensaje a un jefe superior, demostrando así la confianza en la persona, y también para que los compañeros o jefes conozcan el desarrollo de un proyecto a través de las conversaciones mantenidas con un cliente. Los problemas pueden surgir cuando alguien a quien se envía un Cco contesta con Responder a todos: tanto su respuesta, que puede ser despectiva o «demasiado» sincera –ya que él cree que solo está respondiendo a su remitente de confianza–, como el hecho de que estaba incluido de manera oculta en la comunicación quedarán expuestos a todos.

Responder, Responder a todos, Reenviar No es lo mismo Responder que Responder a todos. Si se responde a todos se puede estar compartiendo una información con contactos que uno mismo, el remitente principal o los destinatarios no quieren que reciban. Y un fallo muy habitual en correos entre varios contactos es Responder solo a la persona que envía el correo electrónico dejando sin respuesta al resto de los miembros de la comunicación incluidos en la conversación, lo que supone una pérdida de información y de tiempo. Para evitar malentendidos y posibles problemas existe la alternativa de Reenviar. Toda la conversación se comparte con un tercer contacto. Por ello, en caso de hacerlo, siempre hay que advertir a los contactos previos con quién se comparte la información e incluso es recomendable preguntar y pedir permiso –recordamos que la conversación, independientemente de quién la haya iniciado, es de todos los participantes–. Esto mismo es aplicable para la acción de reenviar archivos adjuntos. Si se reenvía o continúa una conversación, no es aconsejable cambiar lo escrito anteriormente por los otros interlocutores. Se puede modificar algo el texto, pero asegurándose de no cambiar el sentido del mensaje. No olvidar que cualquier mensaje o archivo puede ser reenviado ayuda a mantener la prudencia a la hora de compartir información y opiniones. El texto y el significado de un correo electrónico son muy fácilmente manipulables; se puede editar el texto cambiando, eliminando o añadiendo nuevas frases sin dejar rastro. La información que se quiere preservar es preferible enviarla como adjunto en PDF. Otro problema en las respuestas del mensaje surge por la propia naturaleza del correo electrónico como medio rápido y casi inmediato. La mayoría de los servidores permiten la opción de que la respuesta a los mensajes aparezca en el orden cronológico de una conversación: el último mensaje queda al final; sin embargo, esperamos verlo al inicio del mensaje, nada más abrirlo, e incluso nos resulta molesto tener que desplazarnos hasta el final para leerlo. Actualmente, estamos acostumbrados a que la última respuesta aparezca la primera. Otro modo de responder es intercalar el texto en el mensaje original después de cada párrafo o tema tratado. En este caso es recomendable avisar a la persona de que se ha respondido de este modo e incluso hacerlo visible cambiando el color del texto o usando la cursiva. Y aún podemos complicar más nuestra comunicación si el mensaje se alarga y las respuestas se suceden; es más adecuado

iniciar de nuevo un mensaje electrónico e incluso cambiar el texto del Asunto. Por último, es conveniente no abusar de la solicitud automática de confirmación de recepción porque resulta pesado y no garantiza al emisor la lectura de su correo.

Asunto Es la parte más importante del mensaje. En unas pocas palabras hay que ser capaz de resumir el contenido u objetivo de un correo electrónico. Es el campo que sirve para contextualizar el mensaje y elaborar una hipótesis sobre su contenido de manera rápida y concisa. En los ambientes laborales, en los que se valoran enormemente los procedimientos que ayudan a ganar tiempo, la funcionalidad del Asunto como resumen del texto se prioriza, dado que los correos electrónicos además pueden conservarse como registro de la actividad. Debe reflejar el contenido completo del correo, procurando dar la mayor información posible sobre el mismo al interlocutor. Es necesario huir de lo general y lo retórico, y centrarse en lo específico y descriptivo. Un Asunto como «Resumen reunión con dto. Marketing» es más aclaratorio y útil para el remitente que otro en el que solo ponga «Reunión». Los correos se amontonan en la bandeja de entrada y la única manera de que un mensaje destaque y sea considerado prioritario es ofrecer la línea de Asunto más completa, dar todas las pistas posibles al que lo recibe para que decida, con solo leer el Asunto, si abre o no nuestro mensaje. Por otro lado, no hay nada más molesto y decepcionante que abrir un mensaje cuyo Asunto incluye las palabras «urgente», «atención» o «importante», y que luego sea una broma o mucho menos trascendental de lo apuntado, sobre todo en los correos profesionales. La primera consecuencia de generar expectativas falsas de esta forma es que la atención que se preste a tus correos electrónicos se reducirá drásticamente. También es recomendable actualizar el texto del Asunto. Es habitual que una conversación se inicie tratando de una venta y se termine hablando del último informe de Recursos Humanos. Y del mismo modo, cuando se cambie de tema, o este haya caducado, es preferible iniciar un nuevo mensaje con un Asunto diferente y no abusar de la opción Responder.

Archivos adjuntos Antes de adjuntar nada hay que pensar si es necesario hacerlo. Es posible que la información del adjunto se pueda incluir en el propio bloque de texto del correo electrónico, o bien facilitando un enlace del contenido alojado en la web o compartiendo un documento en línea almacenado en la nube (en informática, es el espacio de almacenamiento en un servidor informático centralizado al que el usuario sube archivos: imágenes, documentos o vídeos, y al que se puede acceder desde cualquier dispositivo con acceso a internet). Para enviar adjuntos que «pesen» poco y no tener problemas con fuentes o imágenes, es recomendable enviar archivos en PDF; y para los vídeos y las fotos, abrir cuentas en repositorios, como Flickr o Youtube, o alojarlos en un servidor propio, para poder compartir estos contenidos a través de enlaces incluidos en los correos. Es aconsejable enviar adjuntos que «pesen» lo menos posible y en formatos habituales y

universales para que puedan ser abiertos sin problemas.

Comienzos y finales El saludo inicial es clave para establecer la relación que se tiene, o se quiere tener, con el interlocutor. Debemos valorar a quién o quiénes nos dirigimos; este primer paso puede ser decisivo para establecer el tipo de comunicación. Es conveniente fijarse en cómo se dirigen a nosotros y, en la respuesta, emplear la misma fórmula. Si para el destinatario somos el Sr. López, no será muy cortés dirigirnos a él como Pepito. Por cierto, cuando se rebaja el nivel protocolario y se establece el tratamiento cercano con tuteo o nombre de pila, ya es difícil y poco recomendable volver al tratamiento formal (con, por ejemplo, Sr. o Sra.). «Estimado», «Querido» o simplemente «Buenos días» pueden ser comienzos apropiados, e incluso se puede prescindir del saludo o comienzo (especialmente entre personas cercanas), sobre todo cuando se usa el correo electrónico como chat, en una conversación activa que no requiere un inicio y un final. Es preferible presentarse al inicio del mensaje si es la primera vez que nos comunicamos con alguien o lo hacemos muy de vez en cuando, de manera que nuestro destinatario pueda identificarnos por nuestro nombre o por el papel que cumplimos en la comunicación: cliente, compañero de empresa, proveedor, alumno, amigo de un amigo… En definitiva, debemos asegurarnos de que el destinatario nos identifica. Por otro lado, y dado que la dirección de correo electrónico puede no informar de quiénes somos, además de la presentación, es conveniente utilizar la firma. Con las despedidas y los saludos finales ocurre algo similar. «Atentamente», «Saludos», «Un abrazo»… suelen ser las expresiones más adecuadas y pocas veces fallan. El correo electrónico ha contribuido a la eliminación frecuente de las fórmulas de cortesía al principio y al final de los mensajes por la brevedad de los textos, por lo que es conveniente no utilizar saludos caducos o excesivamente formales como «Muy señor mío» o «Su seguro servidor». No podemos olvidarnos de los agradecimientos. A todos nos gusta ver reconocido nuestro trabajo y el tiempo empleado en él. Sin embargo, es recomendable ser precavido y no exagerar ni alargar excesivamente el intercambio de agradecimientos. La firma cierra el mensaje y es un elemento importante. Si el remitente ofrece suficiente información en la dirección de correo y el cuerpo del mensaje, ya estará identificado. Podemos utilizar la firma que tengamos configurada en el sistema de correo y que aparece por defecto, o usar un tipo cada vez, dependiendo de la relación que se establezca con la persona a quien escribimos. Es muy útil incluir un bloque de firma, la mayoría de los servicios de correo electrónico permiten personalizarla e incluirla automáticamente. Entre otros datos, el bloque de firma suele incluir: Nombre completo de la persona y cargo que desempeña en la empresa. Nombre de la organización. Teléfono y correo electrónico de contacto. Dirección postal. Logo y página web de la empresa.

Cada vez es más habitual incluir enlaces de las cuentas en redes sociales de la empresa y el firmante.

Cuidar la escritura Con el correo electrónico se suele escribir más que antes y, por tanto, es importante cuidar la forma y el estilo: en muchas ocasiones es la primera imagen que proyectamos de nosotros mismos hacia los demás. Por muy bueno que se sea en el desempeño del trabajo, un correo electrónico lleno de faltas de ortografía (¡cuidado con los correctores y traductores automáticos!), un uso innecesario de mayúsculas, una gramática o sintaxis incorrectas o un léxico pobre pueden desgastar la buena imagen que el trabajo proporciona. Y las excusas de la premura, la gran cantidad de correos que hay que escribir y la «manga ancha digital» que se nos presupone a todos en los nuevos medios no son válidas. Hay que procurar escribir lo mejor posible. En los correos profesionales, hemos de ser aún más cuidadosos, tal y como sostiene Teresa Baró. Se ha de mantener una relación cordial a la vez que profesional y con un trato personalizado. La respuesta rápida y exhaustiva de todos los correos de los que somos destinatarios contribuirá a dar una imagen de empresa eficiente. Si, como comentábamos, el correo electrónico es una «carta de presentación», tendremos que revisar todos los mensajes antes de enviarlos –su puntuación, gramática y ortografía– y comprobar el contenido completo antes de dar a la tecla de enviar. Asimismo, confirmaremos si el documento al que hacemos alusión se ha adjuntado, ya que suele ser un olvido más que habitual. También es conveniente recordar que lo importante es que se lea y se comprenda el mensaje. En demasiadas ocasiones el uso de un tipo de fuente particular, el subrayado, los tamaños de letra o los colores pueden desviarnos de esta premisa y volverse en contra nuestra. Es mejor no abusar; muchos usuarios no tienen configurada la lectura de correo para aceptar colores, tipografías y tamaños de letra, por lo que perderán esa información. También ocurre con la lectura en algunos dispositivos móviles, solo nos presentan el texto, obviando la maquetación. Por otro lado, el esfuerzo que requiere en ocasiones la descodificación de las abreviaturas y palabras cortadas de los mensajes cortos de teléfonos móviles (SMS) no debe trasladarse a los correos electrónicos. El empleo de este sistema de eliminación de letras sin pérdida, en principio, del significado de la palabra no se justifica en el correo, debido tanto a la no limitación del número de caracteres por mensaje (en los SMS suele ser de 160) como a que solemos encontrarnos ante un teclado informático que favorece la correcta escritura y a que un correo electrónico no se redacta con la familiaridad y urgencia del SMS. Algunas recomendaciones para redactar los mensajes de un correo electrónico son las siguientes: Escribir negro sobre blanco. Determinados colores tienen su significado (el azul es el más habitual para señalar hiperenlaces y el rojo para corregir) y escribir en muchos tonos puede distraer y entorpecer la lectura.

Tamaño de fuente del 12. Es el que usan por defecto la mayoría de los servicios. Evitar las mayúsculas, ya que cuando las empleamos ESTAMOS CHILLANDO. Además de ser molestas, dificultan la lectura porque no estamos habituados a ellas. No abusar de las negritas y las cursivas, para que no pierdan su excepcionalidad. El subrayado puede confundirse con un hipervínculo. Escribir con fuentes comunes que puedan ser reconocidas por cualquier sistema. Un correo de más de 50 líneas (tres párrafos) se considera excesivo. Si realmente necesitamos más extensión, quizás sea conveniente enviar un adjunto y resumir en el bloque de texto del correo electrónico la información que se adjunta. Dedicamos mucho tiempo al correo, pero la saturación actual hace que leamos los mensajes rápidamente e incluso mientras estamos realizando otras actividades. Escribamos mensajes concisos, claros y escuetos. Los emoticonos son una representación gráfica del tono o carácter del que queremos dotar a nuestro texto. Son muy populares y su uso es constante entre la mayoría de los usuarios. Dicho esto, no debemos abusar y es recomendable no recurrir a ellos en ambientes profesionales o con personas con las que no tengamos suficiente confianza. Gramaticalmente hay dos reglas básicas: la redacción sencilla, corta y repetitiva da énfasis a lo que escribimos; y las frases complejas, llenas de oraciones subordinadas, variando el ritmo, suavizan el mensaje. El mal uso de la puntuación puede dificultar la lectura del texto o directamente cambiar el significado de una frase. Es conveniente tomarse el tiempo necesario para valorar el listado de personas a las que se envían correos largos y/o personales; se puede incluir la palabra EXTENSO o LARGO para que los destinatarios decidan si lo leen en el momento de recibirlo o más tarde.

Las emociones La escritura, y por ende el correo electrónico, es una gran transmisora de emociones. Es fácil dejarse llevar por los estados de ánimo de cada momento o volcar los propios sentimientos en la pantalla blanca, pero es preciso tomarse el tiempo necesario y valorar una serie de elementos a la hora de escribir. Lo ideal es evitar escribir enojado, es difícil ser justo y realista movido por la ira. Por tanto, si lo hacemos, tenemos que sopesar si el posible daño directo y colateral merece la pena. Una buena solución puede ser avisar a la otra persona de que no estamos de acuerdo en algo y que lo conveniente es concertar una cita para aclararlo personalmente. O, como habíamos mencionado anteriormente, dejar pasar un tiempo prudencial para apaciguarnos y responder más fría y objetivamente. Debemos tener la capacidad de entender las cosas en su justa medida, ya sea como emisor o como receptor. En este caso, los correos que persiguen provocar al destinatario no deben responderse, o al menos no en el mismo tono agresivo, para no continuar o aumentar la provocación.

Una regla de oro: sé conservador en los mensajes que envías y liberal en los que recibes. El sarcasmo es otro de los recursos que deben emplearse con cautela en un correo electrónico, especialmente en el entorno profesional. No todo el mundo tiene la capacidad o la información necesaria para comprender la intención sarcástica o irónica en la comunicación escrita, es probable que el destinatario no nos conozca lo suficiente para captar nuestra intención, y si a esto añadimos que no puede vernos la cara o los gestos, será difícil que nos entienda. Lo mejor es la prudencia, tener en cuenta las diferencias culturales, los estilos de escritura, las normas sociales, etc., que varían según el contexto, los países o los entornos. No hay que dar por hecho que personas diferentes a nosotros van a entender nuestra ironía, los juegos de palabras o el doble sentido de algunas expresiones.

Tiempos de respuesta Todos queremos que nos respondan rápidamente, pero nuestros mensajes no son siempre urgentes. Si no se recibe una contestación en pocos minutos, no significa que nos estén ignorando y no deberíamos ofendernos. Aunque se puede responder a los mensajes instantáneamente –y más ahora con los dispositivos móviles–, no siempre estamos conectados y algunas personas reciben tal volumen de correspondencia que no pueden atender a todo el mismo día o necesitan más tiempo para dar la mejor respuesta posible. No existe una regla estricta sobre el tiempo de respuesta adecuado para un correo electrónico; aunque lo ideal sería que no pasara más de un día, sin incluir los fines de semana, dependerá del uso que hagamos de este medio de comunicación. Si la importancia del mensaje lo justifica y no se puede dar una respuesta correcta en ese momento, es preferible contestar rápidamente al remitente avisando de que se ha leído el mensaje y que se responderá más adelante. Cuando se va a estar desconectado, por la causa que sea, se puede configurar el servidor de correo electrónico para que, al recibir un correo, envíe un aviso de notificación indicando la fecha, una dirección alternativa de envío del mensaje, o un número de teléfono, aunque, sin estos datos, el mero aviso de ausencia ya indica la imposibilidad de contestar. Los correos incluyen el día y la hora en que se han enviado, aspecto que puede ser más importante de lo que se piensa. Independientemente de cuándo sea leído, el que recibe un mensaje sabe el momento exacto en que se envió, por tanto, debemos asegurarnos de que el huso horario que incluye nuestro sistema de correo es el adecuado. Además, hay que tener presente los husos horarios de los diferentes continentes, en América duermen cuando se trabaja en Europa y viceversa. Hay horas o días en los que resulta chocante que se envíe un correo de asunto laboral, por ejemplo durante la madrugada o en días festivos. Este dato nos informa de que el emisor está trabajando cuando debería estar descansando, lo que puede ser beneficioso o no, dependiendo del caso. Lo importante es ser conscientes de que la hora y el día vienen marcados en el correo, para tener en cuenta si esto nos puede afectar o no.

El correo comercial El correo comercial está más ligado al ámbito publicitario, ya que envía mensajes desde un buzón destinado a emitir publicidad de manera masiva. Persigue informar sobre un producto o servicio e incitar al consumo, aunque, en ocasiones, propone un intercambio comercial entre emisor y receptor. Muchos de estos mensajes se encuentran estandarizados y se distinguen fácilmente por su diseño y configuración, ya que forman parte de las campañas de mail marketing y tienen unas características concretas: el emisor está correctamente identificado y es conocido, el contenido es de interés para el destinatario, el asunto es directo y explícito, los campos Cc y Cco no se han utilizado y, si todo es correcto, el remitente puede darse de baja de manera sencilla, con un solo clic. Este tipo de mensajes no requiere, habitualmente, ninguna interactuación, es decir, no es necesario contestar. Otra opción es la del correo comercial personalizado. En este caso una persona, generalmente un comercial de una empresa, nos envía un correo específico en el que nos presenta un producto y solicita concertar una visita. Cuando estos correos están muy personalizados, es decir, cuando el remitente ha procurado saber quiénes somos para hacer una propuesta pensando en nosotros, sí deberían obtener respuesta, aunque simplemente fuera de agradecimiento.

Boletines de noticias o newsletters A la difusión comercial a través del correo electrónico hay que añadir los boletines de noticias, en inglés newsletters, que ofrecen amplia información sobre los productos o servicios de una empresa. Se envían bajo autorización del destinatario a un público objetivo muy concreto, tienen una frecuencia apropiada, con un título determinado y un contenido de interés. El boletín electrónico, como destaca Álvaro Mendoza, tiene muchas ventajas: Velocidad en la entrega. Facilidad en la elaboración, distribución y mantenimiento. Genera confianza y credibilidad sobre el producto y facilita la construcción de marca (branding). Coste operativo bajo. Posibilita la conversión de clientes potenciales en consumidores finales y la fidelización de los que ya son clientes. Prueba ofertas. Para crear un boletín de calidad, se ha de conocer y definir muy bien el perfil de los suscriptores, diseñar la estrategia y los contenidos de la publicación. La mayoría de los boletines cuentan con secciones que se asemejan a las de los medios impresos, como las revistas, pero que ofrecen un valor añadido: la respuesta del cliente, la comunicación más fluida y directa con la empresa emisora.

El spam El spam o correo no deseado no es tan antiguo como el correo electrónico, pero tiene ya más de 20 años y todos los usuarios alguna vez lo han recibido, quizás sin saber muy bien de qué se trataba. Los spams son correos electrónicos no solicitados que se envían masivamente para ofertar o despertar el interés de un producto o servicio. Nada tienen que ver, por tanto, con el boletín o el correo comercial, al cual nos suscribimos por voluntad propia. En este caso el remitente es totalmente desconocido o, incluso, puede no existir, el correo nos supone una molestia porque no lo hemos solicitado y el asunto suele ser engañoso y nada tiene que ver con el contenido. Pero ¿qué significa realmente spam? La palabra spam es la abreviatura de Spiced Ham, un producto de carne enlatada de muy baja calidad que llegó a Estados Unidos en 1937. Por su precio, alcanzó una rápida difusión en el mercado americano. La cima de su popularidad fue retratada cómicamente en un sketch del grupo británico Monty Python en 1970: un grupo de vikingos entra en una cantina británica y trata sin éxito de pedir una combinación de alimentos que no incluya spam, es decir «algo no deseado». Esta palabra, aquella carne de cerdo barata, inspiró a Joel Furr para bautizar el envío masivo de información no solicitada en la red, en marzo de 1993, como spam. Actualmente, se calcula que entre el 60 y el 80 % de los correos electrónicos que se envían son spam, varios miles de millones de correos electrónicos por día. ¿Cuál es nuestro gran problema con el correo no deseado? Que es muy difícil darse de baja de este tipo de correos electrónicos y cuando se consigue no siempre es efectiva. Existen filtros automáticos antispam que están pensados para que no nos lleguen mensajes indeseados; los podemos configurar en nuestro sistema de correo electrónico de forma que analicen el contenido de los mensajes buscando, por ejemplo, palabras como rolex, viagra o sex (típicas en mensajes no deseados) y que no nos llegue ningún correo que incluya estas palabras, o que directamente lo envíe a la basura. En ocasiones esta medida supone un problema, porque también se eliminan mensajes que pueden no ser spam. Otra medida es crear listas negras en las que se incluyen direcciones de correo electrónico que se consideran emisoras. Se puede configurar el filtro antispam teniendo en cuenta usuarios concretos, palabras o listas negras. Como hemos visto, son millones los que circulan diariamente por la red, y se pueden clasificar en diferentes categorías: Spam con fines comerciales. Son los pioneros y tratan de ofrecer algún producto o servicio a un precio inferior al del mercado. Algunos violan las leyes de propiedad intelectual, las patentes o las normativas sanitarias. Los bulos. Son mensajes con un contenido falso o engañoso que se envían de forma encadenada y, además, nos piden que prosigamos la cadena de envío. Son mentiras sobre injusticias sociales o bulos atractivos sobre fórmulas para conseguir el éxito en nuestra vida. Cuidado con estos mensajes porque buscan captar direcciones de correo electrónico para utilizarlas posteriormente.

Spam con fines fraudulentos. Puede utilizarse para realizar estafas cibernéticas.

Aspectos legales Puesto que el correo en internet no es completamente seguro, no es conveniente poner en un correo electrónico algo que no escribiríamos en una carta. El primer caso de despido por un mal uso del correo electrónico tuvo lugar en 1992 en la agencia William Morris de Los Ángeles ( EE. UU.): se despidió a seis trabajadores que reenviaron mensajes en los que se burlaban de altos ejecutivos. Nunca deben enviarse ni reenviarse cadenas de correos electrónicos, falsas alarmas de virus, etc. Resulta molesto y, si se hace, el servidor de correo puede ser incluido en una lista negra, de modo que muchos servidores se negarán a aceptar mensajes que procedan o hayan pasado por él. Incluso si no tienen carácter publicitario, los envíos masivos y no solicitados de convocatorias, noticias, etc., también se consideran correo basura. Escribir correos a varias personas dejando a la vista las direcciones puede ser un gran error y, además, caro. En 2007, una ciudadana española pagó una multa de 601,01 euros por haber dejado a la vista 42 direcciones de correo electrónico al enviar un mensaje promocional de telefonía móvil por encargo de una pequeña empresa. Por último, hay que respetar los derechos de autor del material que se reproduce o adjunta. Casi todos los países tienen leyes al respecto, no está de más repasar las que nos conciernan. Para obtener más información sobre este tema se puede consultar el capítulo «Aspectos jurídicos».

El correo electrónico y los nuevos dispositivos móviles Como veíamos en capítulos anteriores cada vez es más habitual leer y escribir correos electrónicos desde teléfonos o tabletas digitales, por lo que, si no es posible hacerlo de manera completa porque no estamos en la oficina, es incómodo escribir un texto extenso o la velocidad de conexión impide abrir un archivo adjunto, se puede responder brevemente avisando al remitente de la recepción de su mensaje y de la intención de responder a él de manera extensa en cuanto sea posible. El uso del llamado lenguaje SMS, es decir, una mezcla de abreviaturas, acrónimos, comunicación no verbal taquigráfica, emoticonos y faltas de ortografía, no es recomendable en los mensajes de correo electrónico, a pesar de que se crea que la utilización del teléfono móvil puede eximir de la corrección que se exige en el correo electrónico. Por otro lado, la posibilidad de tener conexión permanente amplía los periodos de envío y recepción de un correo, pero es preciso no olvidar que la posibilidad no implica necesidad u obligación. Saber que alguien puede recibir en su móvil nuestro mensaje a las diez de la noche no debe invitarnos a hacerlo, es probable que ello interrumpa la vida personal del destinatario con temas que seguramente ni le apetece ni puede responder en ese momento. A semejanza de los servicios de mensajería instantánea, se ha extendido la modalidad de usar la

línea de Asunto como mensaje único (sin escribir en el cuerpo del mensaje) cuando hacemos uso del correo electrónico desde el móvil. En este caso es recomendable escribir «Fin del mensaje» en el propio campo del Asunto para que el receptor no tenga que abrir el mensaje. Una última advertencia: las herramientas de correo electrónico desde dispositivos móviles nos permiten poner en la firma el texto «Enviado desde mi celular/móvil», lo que indicará al destinatario la razón de la brevedad en la respuesta. Catorce claves para el uso del correo electrónico 1. Aunque es el medio de comunicación más generalizado, la redacción y envío de correo electrónico requiere atención para lograr la máxima eficacia. Todos los elementos tienen su importancia. 2. ¿Quién es el destinatario de tu mensaje? Comencemos por conocerlo. Debes enviar el correo a la mejor dirección – evita repeticiones– y piensa cuál es el momento óptimo del día para hacerlo. 3. En el campo Para, solo deben aparecer los destinatarios principales. Reserva el campo Cc para el resto de usuarios que deban conocer el mensaje. 4. Al contrario que en los campos anteriores, Cco funciona como una copia oculta. Utiliza esta fórmula con cuidado, sobre todo combinada con Responder a todos. Cco es adecuada para garantizar la privacidad de los datos o para mantener a ciertos destinatarios al día de las novedades de un proyecto. 5. Dedica tiempo a organizar tu agenda de contactos. Si completas correctamente sus datos, además de usar carpetas y filtros para ordenarlos, facilitarás su búsqueda futura y evitarás posibles malentendidos. En ese sentido, mejor evitar la opción de Autocompletar. 6. Si el correo electrónico es parte de una conversación, utiliza Responder para dar respuesta al destinatario principal. Si seleccionas Responder a todos, tu mensaje llegará a la totalidad de destinatarios. En cambio, si deseas incluir a nuevos contactos, tu opción debería ser Reenviar el mensaje. 7. El Asunto es la parte más importante del correo electrónico. Su función es resumir el contenido del mismo. Por ello es mejor redactar un texto específico y descriptivo, evitando palabras como importante cuando realmente no son necesarias. Las novedades también deben quedar reflejadas en el Asunto. Cámbialo si el tema del mensaje ha variado. 8. La parte más extensa es el cuerpo. Aun así, no es recomendable que supere las 50 líneas (tres párrafos) y debe estar compuesto por textos concisos, claros y escuetos. 9. Si necesitas enviar más información, añade un archivo adjunto. El PDF es la opción idónea si no quieres que sufra modificaciones. 10. Asegúrate de adjuntar los archivos, olvidar hacerlo es un error muy habitual, y cerciórate también de que el archivo no tenga un peso excesivo. En ese caso, es mejor recurrir al uso de repositorios como Flickr o Youtube. Otra posibilidad es compartir en línea y trabajar en la nube. 11. Las prisas o el envío desde un móvil no deben ser excusa para descuidar la ortografía, la gramática o incluir un léxico inapropiado. Sobre todo si el correo electrónico tiene un carácter profesional. 12. Observa las diferencias culturales y las normas sociales. Evita sarcasmos y juegos de palabras. La prudencia es el mejor consejo a la hora de redactar un correo electrónico. En un ámbito más personal, puedes emplear los emoticonos para trasladar tu estado de ánimo. 13. ¡Identífícate! Sobre todo si es la primera toma de contacto con el destinatario o es un mensaje formal. Las fórmulas más habituales al inicio del cuerpo son «Estimado» o «Buenos días». Se puede finalizar con «Saludos» y «Atentamente», junto a una firma que incluya tu nombre completo, cargo, organización, datos de contacto y enlaces web. 14. No abuses de los correos masivos y automáticos. Tus contactos podrían considerarte correo basura o spam. Otra cosa bien distinta son los boletines de noticias, que dan credibilidad a un servicio o producto.

MENSAJERÍA INSTANTÁNEA: CHAT, WHATSAPP…

SMS,

Xosé Castro Roig Las nuevas formas de comunicación generan nuevas formas de redacción, puntuación y transmisión del mensaje. Con la invención del teléfono, la gente pronto se percató de que no hacía falta gesticular, porque nuestro interlocutor no nos veía. Con el correo electrónico, redescubrimos el género epistolar, pero con un estilo más coloquial y fluido, menos formal. Con la aparición de las publicaciones profesionales en internet, los redactores empezaron a crear una suerte de normas ortotipográficas adaptadas, no recogidas aún en la ortografía académica, y se pusieron a intentar solventar ciertas dificultades técnicas inherentes a la lectura de textos en una pantalla, como el hecho de que una persona se distraiga con más facilidad si lee un artículo en una web que en una hoja, porque en aquella puede haber elementos ajenos con color, objetos en movimiento, imágenes..., a lo que se une la diferencia de nitidez –y, por tanto, de legibilidad– de un texto electrónico (una pantalla es una fuente de luz al fin y al cabo), en comparación con el texto impreso en una materia inerte como el papel. Por su parte, los chats, los SMS y la mensajería instantánea se caracterizan por la inmediatez. Se trata de un código escrito que emula los modos, la brevedad y coloquialidad del lenguaje hablado. Se prima más que nunca la concisión y, por tanto, el contenido sobre el continente, el contexto sobre la puntuación, y el mensaje sobre las formas. Y de estas características intrínsecas a la comunicación inmediata surgen –de un modo natural, y casi nunca muy planeado– una serie de usos relativos a la abreviación, la gestualidad, el acortamiento y la síntesis, que se transmiten de un internauta a otro, de un hablante a otro, y que explicamos a continuación.

El origen de la comunicación instantánea Desde el principio de los tiempos, el ser humano ha buscado sistemas de comunicación bidireccionales con los que poder dialogar a grandes distancias: señales de humo, reflejos, silbidos,

señales sonoras, banderas, luces... En nuestros tiempos, el chat y los sistemas de mensajería instantánea para ordenadores y teléfonos inteligentes cumplen esa función, pero casi todos estos medios adolecen de dificultades para comunicarse con fluidez, ya sea por el costo, los requisitos técnicos o lo dificultoso que resulta escribir (en un teclado de pequeñas dimensiones, por ejemplo). Se oye con bastante frecuencia que la comunicación por SMS, chat y sistemas de mensajería instantánea estropea el idioma, lo que afecta especialmente a los jóvenes, que escriben peor desde que existen estos medios de comunicación, pero nos parece un argumento repetitivo y desacertado. Desde que el hombre es hombre, hemos tenido dificultades para dejar grabados nuestros mensajes en distintos soportes. No en vano, las abreviaturas surgen para poder incluir más información en un espacio reducido (carteles, rótulos) o en un soporte costoso de elaborar (papel) o difícil de trabajar (lápidas de piedra cinceladas, portones de madera...). En resumen, no es el medio el que empeora el lenguaje, sino el hablante que no es capaz de cambiar de registro. El comentario, ahora aplicado a las nuevas tecnologías de la comunicación, ya se empleaba hace años en los rasgos taquigráficos que muchos estudiantes usaban en las aulas para tomar apuntes. Tanto entonces como ahora la clave es la misma: incluir la mayor cantidad de información en el menor tiempo posible. Así pues, el problema no es escribir pq en lugar de porque, sino emplear esa abreviatura inadecuadamente en otro contexto, como un documento formal o un examen. Más allá del concepto lingüístico, los medios de comunicación, sean cuales fueren, siempre propician la transmisión de información, y esto es algo positivo.

El chat Aunque en los años setenta ya se habían probado varios sistemas informáticos de chat, en 1980 se presenta CB Simulator, el primer servicio exclusivo en línea, creado por la empresa estadounidense CompuServe. Incluso su nombre quería recordar que era una simulación informática de la comunicación por banda ciudadana (CB, en inglés) que usaban los radioaficionados; de hecho, algunas de las funciones de este primer sistema de chat se denominaban igual que en la radio: channels («canales»), squelch («silenciador»)... A este le siguió el IRC (Internet Relay Chat) en 1988, disponible en internet. Los sistemas de chat tuvieron una gran expansión a finales de los noventa y en los primeros años de este siglo, pero su uso mermó con la llegada de los programas de mensajería instantánea, que permiten crear listas de contactos y mantener conversaciones privadas con más facilidad.

Los SMS Con estas siglas inglesas (SMS, Short Message System), que significan «sistema de mensajes breves», se denomina la tecnología de intercambio de mensajes cortos (inferior a 160 caracteres) entre teléfonos móviles, que tuvo su auge en los años noventa, aunque con la proliferación de los teléfonos inteligentes está dejando paso a los sistemas de mensajería instantánea.

La mensajería instantánea Esta tecnología permite, como indica su nombre, intercambiar mensajes instantáneos con uno o varios

interlocutores. Hereda un gran número de funciones del chat, pero, a diferencia de este, suele tratarse de un programa independiente que ofrece otras posibilidades añadidas a la mera transmisión de mensajes de texto: intercambio de archivos, videollamadas, llamadas de voz, etc. Además, casi todos los programas permiten indicar si el usuario está conectado y disponible en un momento dado. Algunos programas de mensajería instantánea son Microsoft Messenger, ICQ, Yahoo IM, Skype, WhatsApp o BBM (estos dos últimos, diseñados específicamente para teléfonos inteligentes).

La redacción en chats y sistemas de mensajería instantánea Además de otras cuestiones que trataremos más adelante, la escritura en casi todos los medios de comunicación instantánea está condicionada por dos factores fundamentales: a. b.

el costo, en el caso de los SMS, o la premura, en el de la mensajería instantánea; la dificultad para escribir con rapidez, porque el teclado no es idóneo –en el caso de los teléfonos– o porque el usuario no mecanografía con fluidez.

Ambos factores son los que determinan, en gran medida, el resto de las características del lenguaje usado en el chat, los SMS y la mensajería instantánea: 1. 2. 3. 4. 5.

Extensión y tiempo de lectura. Normas de etiqueta tácitas o escritas. Uso de un lenguaje simplificado. Uso de emoticonos y emoji. Ortografía adaptada. A continuación, explicamos con detalle cada una de estas características.

Extensión y tiempo de lectura Como decíamos más arriba, el costo, la premura y la dificultad para escribir determina en gran medida la concreción del mensaje y la manera de escribirlo. El chat y la mensajería instantánea son métodos de comunicación que están a caballo entre la conversación y la epístola, o el mensaje electrónico si se prefiere, de ahí que el lenguaje suela ser informal y coloquial. En ocasiones es una transcripción de un lenguaje con registro oral y modismos propios de la lengua hablada. Los SMS tienen un límite de caracteres (generalmente unos 160) y, si se sobrepasa, la compañía telefónica suele cobrar un segundo por mensaje al remitente. En el caso de la mensajería instantánea

–a diferencia del correo electrónico– escribimos con premura porque es un medio de comunicación instantáneo en el que se da por hecho que la persona responderá casi de inmediato. Por otro lado, los teléfonos incorporan un teclado en el que no suele ser cómodo escribir. Así, ciertos signos de puntuación habituales (coma, punto y coma...) no están directamente accesibles, igual que los signos de admiración e interrogación de apertura, que suelen obtenerse mediante la combinación de dos teclas o más. De esta dificultad añadida surge la costumbre de prescindir de ciertos signos de puntuación. Lo mismo ocurre en el caso de usuarios que no saben mecanografiar con rapidez en el caso de los ordenadores. Por eso, cuanto mayores son los conocimientos de mecanografía del usuario, mejor suelen puntuarse los textos. Además, cualquiera que sea la plataforma de comunicación, una característica común de los textos escritos con un ordenador o un teléfono es el hecho de que disponemos de la opción de borrarlos o corregirlos, y tener esta opción provoca que muchos usuarios relajen su redacción y escriban al mismo tiempo que piensan, en lugar de meditar brevemente la frase antes de teclearla, como ocurre cuando se escribe con un bolígrafo, un lápiz o una máquina de escribir tradicional, en donde, o bien no se puede borrar o bien no resulta fácil hacerlo. Por tanto, el sano ejercicio de revisión del texto redactado –frecuente y necesario en contextos más formales– pasa a ser optativo y secundario en el chat y la mensajería instantánea, en donde prima el contenido sobre el continente. A esto hay que añadir que algunos teléfonos tienen un sistema de corrección automática que, aparte de detectar errores ortográficos, enmienda los provocados por la presión de teclas equivocadas, de manera que el usuario delega en el teléfono cierta labor de corrección para centrarse en la escritura del mensaje. En ocasiones, el sistema de corrección automática corrige erratas inexistentes, porque la palabra escrita no consta en el vocabulario que lleva incorporado el teléfono, así que, paradójicamente, puede aconsejar alternativas erróneas.

En la imagen se pueden ver tres ejemplos de cómo el sistema de corrección automática de un iPhone detecta la pulsación errónea de teclas (generalmente, las adyacentes a las correctas) y sugiere una palabra del vocabulario almacenado.

El sistema de corrección automática no reconoce una palabra (en este caso, un diminutivo) y sugiere otra, inapropiada.

Normas de etiqueta tácitas o escritas En general, cuando se establece la comunicación dentro de un grupo, hay una tendencia a regularla mediante unas normas que la faciliten; internet, los chats y la mensajería instantánea no son una excepción. Con la expansión de la red internet también se extendió el uso de la netiqueta, que, como ya hemos señalado anteriormente, es el término con el que se designa un conjunto de «normas de urbanidad». Más allá de las cuestiones que tratan estrictamente sobre modales y socialización (evitar las agresiones verbales, no ser ofensivo, etc.), muchas normas de etiqueta hacen referencia al uso del lenguaje. Las siguientes son algunas tomadas de diversos foros, listas y chats de habla hispana: El lenguaje escrito carece de entonación. Habida cuenta de que, además, escribimos con rapidez, es probable que nuestro texto pueda ser malinterpretado por alguien en algún momento: usemos emoticonos para denotar complicidad, ironía o alegría. Mofarse o ser sarcástico con respecto a los errores ortográficos o gramaticales ajenos es poco ético, ya que se deben, generalmente, a la urgencia con la que se escribe. Evitar escribir en mayúsculas. En internet, en chats y foros, las mayúsculas equivalen a gritar,

pero además son más incómodas de leer en pantalla. También se pueden aplicar, excepcionalmente, para resaltar o enfatizar alguna palabra o expresión corta (por ejemplo: «Hemos quedado la PRÓXIMA semana, no esta»). No alternar mayúsculas con minúsculas dentro de una misma palabra (por ejemplo: No eS reCoMenDAblE esCRibiR Así). Evitar el uso de palabras jergales y de abreviaturas que no sean conocidas por los interlocutores. Evitar el abuso de la letra k para sustituir q/c ya que el ahorro suele ser, como mucho, de dos letras (por ejemplo: kasado, kieres...). Desde un punto de vista lingüístico, lo más destacable de la netiqueta es que el lenguaje y la redacción ocupan un lugar fundamental en el proceso de comunicación. No se pide a los usuarios que redacten mejor por el mero hecho de cumplir unas normas académicas o por someterse a una corrección formal, sino porque queda patente que el descuido en el lenguaje produce una distorsión del mensaje y, más aún, de la imagen del emisor de ese mensaje, lo que produce un condicionamiento en el receptor. Si se hiciera una analogía con el aprendizaje de idiomas, una persona que no domina una lengua extranjera transmite sus ideas con más torpeza y es más susceptible de caer en ambigüedades, errores de sentido y hacer la comunicación más lenta para el receptor de sus mensajes. En conclusión, en los chats y en la mensajería instantánea, la brevedad no es un fin, sino un medio para comunicar con más fluidez y, por tanto, no debe abusarse de ella si puede producir una distorsión del mensaje.

Uso de un lenguaje simplificado La simplificación de la sintaxis implica la supresión frecuente de vocablos que no son tan significativos como los sustantivos, adjetivos y verbos: artículos, conjunciones, adverbios, preposiciones... Gran parte de la inteligibilidad del mensaje se basa en lo predecible, y por eso se ahorran recursos o se manipula el código, ya que es válido todo aquello que se entiende. El lado negativo de este tipo de comunicación es que, en palabras de Domínguez Cuesta: El público que usa este código no tiene un conocimiento demasiado profundo de la norma ortográfica, o simplemente la desprecia, preconiza una manera más «moderna» y heterodoxa de reflejar su visión del mundo y busca expresar por escrito un lenguaje netamente coloquial, urgente, divertido y arriesgado.

De nuevo, nos encontramos ante un problema de cambio de registro. El riesgo no es desdeñable: algunos hablantes piensan que si pueden comunicarse con fluidez usando todos los elementos habituales de la comunicación instantánea, estos deberían ser también válidos para otros contextos, como cartas formales o exámenes universitarios.

Uso de emoticonos y emojis El término emoticono es una adaptación literal del inglés emoticon, formado por la combinación de las palabras emotion e icon («emoción» e «icono»). En el argot informático, icono es un símbolo o representación gráfica esquemática de una función. El ingeniero informático estadounidense Scott Fahlman fue el primero que utilizó un emoticono, en 1982, y luego ayudó a extender su uso. En concreto, incluyó una carita sonriente y otra triste :-) :-( en un mensaje, en el que indicaba cómo «leerlas» («ladeando la cabeza hacia la izquierda») y cuál era el contexto en el que recomendaba usarlas. En estos momentos hay tres tipos de emoticonos: los sencillos, los diseñados y, dentro de estos, los emojis, creados específicamente para su uso en teléfonos.

Emoticonos sencillos El lenguaje escrito instantáneo resulta una combinación tan intensa del código oral con el código escrito que se hace un especial esfuerzo por dotar al lenguaje de la gestualidad de la que carece por escrito. Los emoticonos actúan como partículas enfáticas, como elementos connotativos independientes o como sustitutos de expresiones comunes como adiós, un beso, te quiero, hola, ocupado, llámame, etc. Los emoticonos sencillos son los que se crean mediante la combinación de símbolos o signos de puntuación y, generalmente, se «leen» inclinando la cabeza hacia un lado. Esta es tan solo una muestra de algunos que pueden representar estados de ánimo, partículas enfáticas o simbolizar gestos, objetos, personas o conceptos. Emoticonos

Emoción o significado

:-) :) 8) =) :} :^) :¬)

Sonrisa

:-D :D XD :¬D

Risa o carcajada

;-) ;) ;-] ;] ;D

Guiño de complicidad

:-( :( :¬(

Tristeza o disgusto

:-/ :-​\

Disgusto, incomodidad o escepticismo

:-​O :O o_O O_o

Sorpresa o cuestionamiento

:| :-​|

Indecisión, neutralidad o falta de alegría

:-​P :P :-​p :p :-​Þ :Þ :-​b

Burla (saca la lengua) o espíritu lúdico

:-X :X :-​# :​#

Tener los labios sellados, guardar un secreto o no revelar algo

:’-​( :’( :’-​) :’​)

Llanto, tanto de alegría como de pena

Emoticonos más

elaborados: no se leen ladeando la cabeza

Emoción o significado

(-_-;)

Nerviosismo o timidez

(-_-)zzz

Tener sueño o estar aburrido

(^_-)

Guiño de complicidad

(>_» «
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