Emile Pouget EL SAbotaje

July 19, 2019 | Author: Susu | Category: Moralidad, Capitalismo, Guerra de guerrillas, Invasión, Panes
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Emile Pouget EL SAbotaje....

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Emile Pouget El sabotaje

Primera edici ón cibernética, enero del 2004 Captura y diseño, Chantal L ópez y Omar Cort és

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Indice

Presentación,, por Chantal López y Omar Cortés. Presentación

La mercancia trabajo. Moral de clase. Los procedimientos del sabotaje. Conclusiones.

Presentación

Emile Pouget pasara a la historia del mo!imiento obrero en "rancia por haber sido el autor del ensayo #ue a continuación publicamos. Escrito #ue marcara de manera de$initi!a el desarrollo del mo!imiento sindicalista a ni!el mundial, El sabotaje es de lectura obligada para todo a#uel interesado en el desarrollo del derecho del trabajo. El término, en s, con!irtiose de inmediato en !ocablo propio del derecho positi!o al haber sido a%adido ipso facto en la casi totalidad de las legislaciones del trabajo del mundo entero. Miles de cosas terribles se han e&presado en contra de esta herramienta obrera en su lucha en pro de su emancipación, sin embargo, si nos atenemos a lo e&puesto por Pouget, el concepto de sabotaje, inmerso en la tremenda lucha de clases #ue cotidianamente se desarrolla por do#uier, constituye un instrumento utilizado no sólo por la clase obrera, sino también por la burguesa. Pouget ejempli$ica lo anterior se%alando todas las acciones negati!as de #ue es capaz la burguesa con tal de aumentar sus ganancias' la adulteración de la leche cuando se le adelgaza con agua( la !enta de kilos de ochocientos o no!ecientos gramos( en $in, todas las marrulleras de las #ue hace gala la burguesa tanto en el campo del comercio como en el de la producción, constituyen ellas también, descarados sabotajes. )in duda alguna podemos a$irmar #ue #uien lea esta edición cibernética ad#uirir* los elementos necesarios para comprender, en su integridad, el satanizado concepto desabotaje en cuanto instrumento utilizado por las dos clases en constante pugna' la burguesa y el proletariado. Chantal López y Omar Cortés

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El sabotaje La  mercancí  a trabajo

El sabotaje, $órmula de combate social #ue recibió el bautismo sindical en el Congreso Con$ederal de oulouse, en -/0, no $ue, al principio, bien acogido en los medios obreros. 1lgunos le reprochaban sus orgenes anar#uistas y su inmoralidad. 2oy goza, sin embargo, de la simpata de los trabajadores. )era un error creer #ue la clase obrera, para practicar el sabotaje, ha esperado a #ue esta $orma de lucha haya recibido la consagración de los Congresos corporati!os. Como todas las $ormas de rebelda, es tan !iejo como la e&plotación humana. 3esde #ue un hombre tu!o la criminal ingeniosidad de sacar pro!echo del trabajo de su semejante, desde ese da, el e&plotado, por instinto, procuró dar menos de lo #ue e&iga su patrono. 1l proceder as, con tanta insconsciencia como M. 4ourdain en hablar en prosa, este e&plotado practicaba el sabotaje, mani$estando de este modo, sin saberlo, el antagonismo irreductible #ue pone, uno contra otro, al capital y al trabajo. El sabotaje deri!a de la concepción capitalista de #ue el trabajo es una mercanca. Esta tesis es la de los economistas burgueses, seg5n los cuales hay un mercado de trabajo, como hay un mercado de trigo, de carne, de pescado o de a!es.

1dmitido ésto, es muy lógico #ue los capitalistas procedan $rente a la carne de trabajo  #ue encuentran en el mercado, como cuando se trata para ellos de comprar mercancas o materias primas( es decir, #ue se es$uercen por obtenerlo al precio m*s bajo. Estamos en pleno juego de la ley de la o$erta y la demanda. Pero lo #ue es menos comprensible es #ue estos capitalistas #uieran recibir, no una cantidad de trabajo en relación con el tipo de salario #ue pagan, sino independientemente del ni!el de este salario, el m*&imum de trabajo #ue pueda rendir el obrero. En una palabra, pretenden comprar, no una cantidad de trabajo e#ui!alente a la suma #ue desembolsan, sino la $uerza de trabajo intrnseca del obrero' en e$ecto, es el obrero completo 6su cuerpo y su sangre6 su !igor y su inteligencia lo #ue e&igen. Cuando emiten semejante pretensión, los patronos ol!idan #ue esa fuerza de trabajo es parte integrante de un ser pensante, capaz de !oluntad, de resistencia y de rebelda. Cierto #ue todo ira mejor en el mundo capitalista si los obreros $uesen tan inconscientes como las m*#uinas de #ue se sir!en y si, como ellas, no tu!iesen a guisa de corazón y de cerebro m*s #ue una caldera o un dinamo. Pero no es esto lo #ue ocurre. Los trabajadores saben las condiciones en #ue les coloca el medio actual, y si las toleran no es de grado. )aben #ue son due%os de la fuerza de trabajo , y si consienten #ue su patrono consuma una cantidad dada de ella, se es$uerzan por#ue esta cantidad esté en relación m*s o menos directa con el salario #ue reciben. 2asta en los m*s despro!istos de conciencia, hasta en los #ue su$ren el yugo patronal sin poner en duda su justicia, brota instinti!amente la noción de resistencia a las pretensiones capitalistas' tienden a no dar m*s de lo #ue reciben. Esta discordancia, base de las relaciones entre patronos y obreros, pone de relie!e la oposición $undamental de los intereses en presencia' la lucha de la clase #ue detenta los medios de producción contra la clase #ue, despro!ista de capital, no posee otra ri#ueza #ue su trabajo. 3esde #ue se ponen en contacto en el terreno económico, empresarios y obreros, surge ese antagonismo irreductible #ue los arroja a los dos polos opuestos y #ue, por consiguiente, hace siempre inestables y e$meros sus acuerdos. En e$ecto, entre unos y otros, no puede nunca concluirse un contrato en el sentido preciso y justo del término. 7n contrato implica la igualdad de los contratantes, su plena libertad de acción y, adem*s, una de sus caractersticas consiste en presentar para todos los $irmantes un interés real y personal, tanto en el presente como en el por!enir .

1hora bien( cuando un obrero o$rece sus brazos a un patrono, los dos contratantes est*n muy lejos de hallarse sobre un pie de igualdad. El obrero, apremiado por la urgencia de asegurarse el sustento 6si es #ue no est* atenazado por el hambre6, no tiene la serena libertad de acción de #ue goza su patrono. 1dem*s, el bene$icio #ue obtiene por su trabajo es sólo moment*neo, pues si puede atender a las necesidades de su !ida inmediata, no es raro #ue el riesgo de la obra a #ue se dedica ponga en peligro su salud, su por!enir. Entre patronos y obreros no pueden, pues, concluirse con!enios #ue merezcan el cali$icati!o de contratos. Lo #ue se ha con!enido en designar  con el nombre de contrato de trabajo  no posee los caracteres espec$icos y bilaterales del contrato( es, en sentido riguroso, un contrato unilateral, $a!orable, solamente, a uno de los contratantes( un contrato leonino. 3e estas obser!aciones se desprende #ue, en el mercado de trabajo, no hay, $rente a $rente, sino beligerantes en permanente con$licto( por lo tanto, todas las relaciones, todos los acuerdos entre unos y otros, ser*n precarios( pues !iciados por su origen, se basan en la mayor o menor $uerza y resistencia de los antagonismos. Por eso, entre patronos y obreros, no se establece nunca 6ni puede establecerse6 una alianza duradera, un contrato en el sentido leal de la palabra' entre ellos sólo hay armisticios #ue, suspendiendo por un tiempo las hostilidades, procuran una tregua moment*nea a las acciones de guerra. )on dos mundos #ue se entrechocan con !iolencia( el mundo del capital y el del trabajo. Puede haber, y hay, cierto, in$iltraciones del uno en el otro( gracias a una especie de capilaridad social, pasan algunos tr*ns$ugas del mundo del trabajo al del capital, y, ol!idando o renegando de sus orgenes, se colocan entre los m*s intratables de$ensores de su casta de adopción. Pero tales $luctuaciones en los cuerpos de ejército en lucha no debilitan el antagonismo de las dos clases. 3e un lado como de otro, los intereses en juego son diametralmente opuestos, y esta oposición se mani$iesta en todo lo #ue constituye la trama de la !ida. 8ajo las aclamaciones democr*ticas, bajo el !erbo $alaz de la igualdad, el m*s super$icial e&amen descubre las di!ergencias pro$undas #ue separan a burgueses y proletarios' las condiciones sociales, el modo de !i!ir, los h*bitos de pensamiento, las aspiraciones, el ideal ... 9todo, todo di$iere:

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Moral de clase

Es comprensible #ue de la di$erenciación radical entre la clase obrera y la burguesa, cuya persistencia acabamos de comprobar, dimane una moral distinta. En e$ecto, sera por lo menos e&tra%o #ue entre un proletario y un capitalista no hubiese nada de com5n, e&cepto la moral. 9Cómo: Los hechos y actitudes de un e&plotado, ;deberan ser apreciados con el criterio de su enemigo de clase< 9Esto sera completamente absurdo: La !erdad es #ue, as como hay dos clases en la sociedad, hay también dos morales' la de los capitalistas y la de los proletarios. La moral natural o zoológica, escribe Mar& =ordau, declarara #ue el reposo es el mérito supremo y no dara al hombre el trabajo como cosa deseable y gloriosa, sino en cuanto ese trabajo $uese indispensable a su e&istencia material. Pero los e&plotadores entonces se !eran en un aprieto. En e$ecto, su interés reclama #ue la masa trabaje m*s de lo necesario para ella y produzca m*s de lo #ue su propio uso e&ige. > es #ue #uieren apoderarse precisamente del sobrante de la producción( a este e$ecto, han suprimido la moral natural e in!entado otra, #ue han hecho establecer a sus $ilóso$os, alabar a sus predicadores, cantar a sus poetas, y, seg5n la cual, la ociosidad sera madre de todos los !icios y el trabajo una !irtud, la m*s hermosa de todas las !irtudes. Es in5til obser!ar #ue semejante moral est* hecha para uso e&clusi!o de los proletarios, pues los ricos #ue la ensalzan no se cuidan de someterse a ella. La ociosidad sólo es un !icio en los pobres. En nombre de las prescripciones de esta moral especial, los obreros deben trabajar sin descanso en pro!echo de sus patronos, y toda tibieza de su parte en el es$uerzo de producción, todo lo #ue tienda a reducir el bene$icio del e&plotador, es considerado como una acción inmoral. > partiendo también de la misma moral de clase, son glori$icados el sacri$icio a los intereses patronales, la asiduidad en las obras m*s duras y peor remuneradas, los escr5pulos est5pidos #ue crean el honrado obrero( en una palabra, todas las cadenas ideológicas y sentimentales #ue cla!an al asalariado en la argolla del capital. Para completar la obra de escla!ización se apela a la !anidad humana( todas las cualidades del buen escla!o son e&altadas, ensalzadas, y hasta se ha imaginado distribuir recompensas 69la medalla del rabajo:6 a los

obreros borregos #ue se han distinguido por la $le&ibilidad de su espinazo, su espritu de resignación y su $idelidad al patrono. 3e esta moral criminal, la clase obrera est* saturada. 3esde #ue nace hasta #ue muere, el proletario es enga%ado con ella( le dan esta moral con la leche m*s o menos $alsi$icada del biberón #ue, para él, sustituye con demasiada $recuencia al seno materno( m*s tarde, en la escuela l*ica, se la inculcan también, por dosis prudenciales, y la in$iltración contin5a, por mil y mil procedimientos, hasta #ue, yacente en la $osa com5n, duerme su eterno sue%o. La into&icación resultante es tan pro$unda y persistente, #ue hasta hombres de espritu sutil, de inteligencia clara y aguda, aparecen, sin embargo, contaminados. al es el caso del ciudadano 4aurés #ue, para condenar el sabotaje, ha echado mano de esta ética, creada para uso de los capitalistas. En una discusión sobre el sindicalismo, abierta en el Parlamento el -- de Mayo de -/?0, declaraba' 9Oh: )i se trata de la propaganda sistem*tica, metódica del sabotaje, yo creo, a riesgo de ser tachado de optimista, #ue no ir* muy lejos. @epugna a la naturaleza, a los sentimientos del obrero ... E insista' El sabotaje repugna al !alor técnico del obrero. El !alor técnico del obrero es su !erdadera ri#ueza( por eso el teórico, el meta$sico del )indicalismo, )orel, declara #ue, aun#ue se le permitan al sindicalismo todos los procedimientos posibles, hay uno #ue debe él mismo prohibirse' el #ue amenaza despertar, humillar en el obrero este !alor pro$esional, #ue no es sólo su ri#ueza precaria de hoy, sino también el ttulo para su soberana en el mundo del ma%ana ... Las a$irmaciones de 4aurés, aun colocadas bajo la égida de )orel, son todo lo #ue se #uiera 6hasta meta$sica6 menos la comprobación de una realidad económica. ;3ónde diantres ha encontrado a obreros cuya naturaleza y sentimientos les lle!en a realizar la plenitud de su es$uerzo $sico e intelectual en bene$icio de un patrono, a pesar de las condiciones irrisorias, n$imas u odiosas #ue éste le impone< ;Por #ué, por otra parte, ha de ponerse en peligro el valor técnico de tales problem*ticos obreros, si el da en #ue se den cuenta de la e&plotación des!ergonzada de #ue son !ctimas, intentan sustraerse a ella y, sobre todo, no consienten en someter sus m5sculos y cerebros a una $atiga inde$inida, en pro!echo solo del patrono<

;Por #ué han de desperdiciar estos obreros ese valor técnico #ue constituye su verdadera riqueza  6al decir de 4aurés6 y por #ué se lo han de regalar casi gratuitamente al capitalista< ;=o es m*s lógico #ue en !ez de sacri$icarse como corderos en el altar de la clase patronal, se de$iendan, luchen y, estimando como su m*s preciado don ese valor técnico, no cedan todo o parte de su verdadera riqueza sino en las mejores condiciones o, por lo menos, en las menos malas< El orador socialista no responde a estas interrogaciones por#ue no ha pro$undizado la cuestión. )e ha limitado a a$irmaciones de orden sentimental, inspiradas en la moral de los e&plotadores y #ue son el remache de las argucias de los economistas #ue reprochan a los obreros $ranceses sus e&igencias y sus huelgas, acus*ndoles de poner en peligro la industria nacional. El razonamiento del ciudadano 4aurés es, en e$ecto, del mismo orden, con la di$erencia de #ue en !ez de hacer !ibrar la cuerda patriotica, es el puntillo de honor, la !anidad, la gloria del proletariado, lo #ue ha tratado de e&altar, de sobree&citar. )u tésis !a a parar a la negociación $ormal de la lucha de clases, pues no tiene en cuenta el estado de guerra permanente entre el capital y el trabajo. 1hora bien( el simple buen sentido sugiere #ue, siendo el patrono el enemigo del obrero, no hay m*s deslealtad por parte de éste en tender emboscadas contra su ad!ersario #ue en combatirlo cara a cara. Por consiguiente, ninguno de los argumentos sacados de la moral burguesa !ale para apreciar el sabotaje, ni ninguna otra t*ctica proletaria( y asmismo ninguno de estos argumentos !ale para juzgar los hechos, gestos, actitudes, ideas o aspiraciones de la clase obrera. )i se desea razonar sanamente sobre todos estos puntos, es menester no re$erirse a la moral capitalista, sino inspirarse en la moral de los productores #ue se elabora cotidianamente en el seno de las masas obreras, y #ue est* llamada a regenerar las relaciones sociales, pues ha de ser lo #ue regule las del mundo de ma%ana.

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Los procedimientos del sabotaje

En el campo de batalla del mercado de trabajo donde los beligerantes se atacan sin escr5pulos, $alta mucho, como hemos comprobado, para #ue se presenten con armas iguales. El capitalista opone una coraza de oro a los golpes de su ad!ersario #ue, conociendo su in$erioridad de$ensi!a y o$ensi!a, trata de suplirla recurriendo a las astucias de la guerra. El obrero, impotente para atacar de $rente a su enemigo, trata de cogerlo de $lanco, atac*ndole en sus obras !i!as' la caja de caudales. Los proletarios pueden compararse a un pueblo #ue, #ueriendo resistir a la in!asión e&tranjera y no sintiéndose con $uerzas para a$rontar en una gran batalla al enemigo, se lanza a la guerra de emboscadas, de guerrillas. Lucha desesperante para los grandes cuerpos de ejército, lucha de tal suerte horripilante y criminal #ue, generalmente los in!asores se niegan a reconocer a los guerrilleros el car*cter de beligerantes. Esta e&ecración de las guerrillas por los ejércitos regulares no nos sorprende m*s #ue el horror inspirado por el sabotaje a los capitalistas.  > es #ue, en e$ecto, el sabotaje es en la guerra social lo #ue son las guerrillas en las guerras nacionales' dimana de los mismos sentimientos, responde a las mismas necesidades y tiene en la mentalidad obrera idénticas consecuencias. )abido es cu*nto desarrollan las guerrillas el !alor indi!idual, la audacia y el espritu de decisión. Otro tanto puede decirse del sabotaje( mantiene en tensión a los trabajadores, les impide hundirse en una $lojedad perniciosa, y como necesita una acción permanente y sin tregua, consigue el $eliz resultado de $omentar el espritu de iniciati!a, de habituar a la acción, de sobree&citar la combati!idad. El obrero necesita poseer estas cualidades, pues el patrono obra respecto de él con tan pocos escr5pulos como tienen los ejércitos in!asores #ue operan en pas con#uistado' 9se entregan al sa#ueo cuanto pueden: Esta rapacidad capitalista ha sido censurada por el multimillonario @ocAe$eller ... dispuesto, con seguridad, a practicarla sin !ergBenza. El error de algunos patronos 6escribe6 consiste en no pagar lo #ue debieran, con lo cual consiguen #ue en el trabajador se despierte una tendencia a reducir el trabajo.

Esta tendencia a la reducción del trabajo #ue comprueba @ocAe$eller 6reducción #ue legitima y justi$ica por la censura #ue dirige a los patronos6 es el sabotaje en la $orma #ue se presenta espont*neamente al espritu de todo obrero' la disminución del trabajo. Podr* decirse de este procedimiento #ue es la $orma instinti!a y primaria del sabotaje. =aturalmente, sólo es practicable para los obreros a jornal. En e$ecto, es indudable #ue los #ue trabajan a destajo, si disminuyeran su producción, seran las primeras !ctimas de su rebelión pasi!a, puesto #ue sabotearan su propio salario. Los destajistas deben, pues, recurrir a otros medios, consistiendo su preocupación en disminuir la calidad, no la cantidad de su producto. Los procedimientos de sabotaje son !ariables hasta el in$inito. )in embargo, cuales#uiera #ue sean, hay una cualidad #ue los trabajadores e&igen de ellos' #ue al ponerse en pr*ctica, no tengan una repercusión dolorosa sobre el consumidor . El sabotage ataca al patrono, bien por la disminución del trabajo, ora haciendo in!endibles los productos $abricados, ya inmo!ilizando o inutilizando los instrumentos de producción. Mas el consumidor no debe ser !ctima de esta guerra contra el e&plotador. Los trabajadores insisten mucho en este car*cter espec$ico del sabotaje, #ue consiste en herir al patrono y no al consumidor. Pero tienen #ue deshacer el prejuicio de la Prensa capitalista, #ue desnaturaliza esa tesis a su antojo, presentando el sabotaje como peligroso para los consumidores principalmente. oda!a no se ha ol!idado la emoción #ue produjo la noticia lanzada por los grandes diarios, hace unos a%os, a propósito del pan con !idrio molido. Los sindicalistas se hartaban de decir #ue poner !idrio molido en el pan sera un acto odioso, est5pidamente criminal y #ue a los obreros panaderos no se les haba ocurrido jam*s semejante idea( mas, a pesar de las negaciones, la mentira se e&tenda, se reeditaba y, naturalmente, indispona contra los obreros panaderos a in$inidad de gentes para #uienes lo #ue escribe su periódico es el e!angelio. En realidad, hasta hoy, en el curso de las di!ersas huelgas de panaderos, el sabotaje puesto en pr*ctica ha consistido en destruir las tahonas, los amasaderos o los hornos. En cuanto al pan si se ha $abricado incomestible 6#uemado o poco cocido, sin sal o sin le!adura, etc., pero nunca con !idrio molido6 no han sido los consumidores los perjudicados, sino 5nicamente los patronos. En e$ecto, habra #ue suponer #ue los consumidores eran unas bestias ... para aceptar, en !ez de pan, una mezcla indigesta o nauseabunda. )i el caso se hubiese presentado, habran de!uelto seguramente ese pan de mala calidad a su tahonero y e&igido en su lugar un producto comestible. El pan con !idrio molido es, pues, 5nicamente una in$amia capitalista destinada a desacreditar las rei!indicaciones de los obreros panaderos.

2ay muchos casos en los cuales el sabotaje se identi$ica con el interés de los consumidores. 7n llamamiento dirigido a la población parisina en -/?, por el sindicato de los cocineros, lo e&plica mejor #ue todo comentario( a él pertenecen los siguientes p*rra$os' El primero de 4unio 5ltimo, un maestro cocinero #ue llegaba a#uella misma ma%ana a un restaurante popular, obser!ó #ue la carne #ue le haban con$iado se haba estropeado de tal modo, #ue ser!irla hubiese sido un peligro para los consumidores. Entonces dió parte al patrono, #ue le e&igió #ue, a pesar de todo, $uese ser!ida, pero el obrero indignado por  lo #ue se le peda, se negó a ser cómplice del en!enenamiento de la clientela. El patrono, $urioso contra esta indiscreta lealtad, se !engó despidiéndole y dando su nombre al sindicato patronal de restaurantes populares Le Parisien, para impedir #ue !ol!iera a colocarse. 2asta a#u el incidente re!ela sólo un acto indi!idual e innoble de un patrono y un acto de conciencia de un obrero, m*s la continuación del asunto pone de mani$iesto, como !a a !erse, una solidaridad patronal, de tal modo escandalosa, #ue nos creemos obligados a denunciarla. Cuando el obrero se presentó en la o$icina de colocación del sindicato patronal, el encargado de esta o$icina le dijo #ue a él, obrero, no le importaba si los artculos estaban o no estropeados( #ue desde el momento en #ue se le pagaba no tena m*s #ue obedecer( #ue su acto era inadmisible y #ue, en lo sucesi!o, no poda contar con su o$icio para encontrar trabajo. Morirse de hambre o hacerse, en caso necesario, cómplice de los en!enenamientos' he a#u el dilema planteado a los obreros por este sindicato patronal. Por otra parte, este lenguaje establece bien claramente #ue, lejos de reprobar la !enta de artculos a!eriados, este sindicato encubre y de$iende tales actos y persigue con su odio a los #ue impiden #ue se en!enene tran#uilamente. )eguramente, no es un ejemplar 5nico en Pars este patrono #ue sir!e carne podrida a sus clientes. )in embargo, pocos son los cocineros #ue tienen el !alor de seguir el ejemplo dado. 9> es #ue, si tienen demasiada conciencia, los trabajadores corren el riesgo de perder el empleo, y hasta de ser boicoteados: Consideraciones éstas #ue hacen #ue se meneen muchas cabezas, #ue !acilen muchas !oluntades y #ue se pongan un $reno muchas rebeldas.

Por eso nos son tan pocas !eces re!elados los misterios de los restaurantes populares y aristocr*ticos. )in embargo, al consumidor le sera 5til saber #ue los enormes cuartos de buey #ue se !en hoy en los escaparates del restaurante #ue $recuenta, son carnes apetecibles #ue ma%ana ser*n lle!adas y desmenuzadas en los Halles ... mientras #ue en el restaurante en cuestión se sir!en !iandas sospechosas. 1n*logamente le sera 5til saber #ue la sopa de cangrejos #ue saborea, est* hecha con el caparazón de as langostas dejadas ayer en el plato por él u otros 6caparazones cuidadosamente raspados para desprender la pulpa adherida a ellos y #ue, machacados en el mortero, es disuelto por un jugo #ue se ti%e de rojo con carmn.  > as mismo #ue todo el material del restaurante' cucharas, tenedores, platos, etc., es enjugado con las ser!illetas abandonadas por los clientes después de la comida, con lo #ue se hace posible un contagio de tuberculosis. La lista sera larga y nauseabunda, si hubiese #ue enumerar todos los trucos y trampas de los comerciantes sin !ergBenza #ue, emboscados en un rincón de su tienda, no se contentan con esta$ar a sus parro#uianos, sino #ue, muchas !eces, los en!enenan por a%adidura. Por eso debemos desear, en interés de la salud p5blica, #ue los obreros del ramo de la alimentación saboteen a sus patronos y nos pongan en guardia contra esos malhechores. Para los cocineros, e&iste otro procedimiento de sabotaje, consistente en preparar los platos de manera e&celente, con todos los condimentos necesarios y poniendo en su con$ección todos los cuidados #ue el arte culinario re#uiere. 3e todo esto resulta #ue, para los obreros cocineros, el sabotaje se identi$ica con el interés de los consumidores, tanto si se proponen ser unos obreros escrupulosos, como si nos inician en los arcanos poco apetitosos de sus cocinas. 1lgunos tal !ez objeten #ue, en este 5ltimo caso, los cocineros no practican el sabotaje, sino #ue dan un ejemplo de integridad y lealtad pro$esional digno de encomio. 9Mucho cuidado: Los #ue tal a$irman se deslizan por una pendiente muy disimulada y corren el riesgo de rodar hasta el abismo, es decir hasta la condenación de la sociedad actual. En e$ecto, la $alsi$icación, el enga%o, la mentira, el robo, la esta$a, constituyen la trama de la sociedad capitalista( suprimirlas, e#ui!ale a matarla ... =o hay #ue hacerse ilusiones' el da en #ue se intentara introducir en las relaciones sociales, en todos los grados y en todos los

planos, una estricta lealtad, una escrupulosa buena $e, nada #uedara en pie, ni la industria, ni el comercio, ni la banca ... 9nada, nada: 1hora bien( es indudable #ue, para lle!ar a buen término todas las bajas operaciones a #ue se entrega el patrono no puede obrar sólo( necesita au&iliares, necesita cómplices ... y los encuentra en sus obreros, en sus empleados. Por eso al asociar a los obreros a sus maniobras 6nunca a sus bene$icios6, les e&ige una sumisión completa a sus intereses y les prohibe apreciar y juzgar las operaciones de su casa( si éstas son de car*cter $raudulento, incluso criminal, a los obreros no debe importarles. Ellos no son responsables ... 3esde el momento en #ue se les paga, no tienen m*s #ue obedecer , as obser!aba muy burguesamente el encargado de Le Parisien, mencionado m*s arriba. En !irtud de tales so$ismas, el trabajador debe prescindir de su personalidad, reprimir sus sentimientos y obrar como inconsciente( toda desobediencia a las órdenes dadas, toda !iolación de los secretos pro$esionales, toda di!ulgación de las pr*cticas inmorales #ue de él se e&igen, constituye por su parte un acto de $elona contra el patrono. Por consiguiente, si se niega a la sumisión ciega y pasi!a, si se atre!e a denunciar las !illanas a #ue se le asocia, es considerado como un rebelde contra su patrono, pues le hace la guerra, le sabotea. )emejante modo de !er no es particular a los patronos( los sindicatos obreros interpretan también como acto de guerra 6como acto de sabotaje6 toda di!ulgación perjudicial a los intereses capitalistas, y los sindicalistas han bautizado este ingenioso procedimiento de atacar la e&plotación humana con el nombre de sabotaje de la boca abierta . E&presión signi$icati!a hasta no m*s, ya #ue muchas $ortunas sólo se han amasado gracias al silencio #ue han guardado sobre los bandidajes patronales los e&plotados #ue han colaborado en ellos, por#ue sin el mutismo de éstos hubiese sido di$icil, si no imposible, #ue los e&plotadores hubieran hecho tales negocios. 1cabamos de e&aminar los procedimientos de sabotaje puestos en pr*ctica por la clase obrera sin suspensión del trabajo, sin abandono del taller. Mas el sabotaje no se limita a esta acción restringida( puede con!ertirse 6y se con!ierte cada !ez m*s6 en una ayuda poderosa en caso de huelga. Podemos comprobar 6escriba 8ourguet, secretario del sindicato de Pars6 #ue la cesación del trabajo no es su$iciente para la terminación de una huelga. )era necesario y hasta indispensable, para el buen resultado del con$licto, #ue la herramienta 6es decir, los medios de producción de la $*brica, de la mina, de la tahona, etc.6 estu!iesen también en huelga, esto es, #ue no $uncionasen ...

Esta t*ctica, #ue consiste en unir a la huelga de brazos la huelga de las m*#uinas, puede parecer #ue se inspira en mó!iles bajos y mez#uinos. Pero no es as. Los trabajadores conscientes saben #ue sólo son una minora y temen #ue sus camaradas no tengan la tenacidad y energa su$iciente para resistir hasta el $in, y entonces, para impedir la deserción de la masa, le hacen el retiro imposible' hunden los puentes detr*s de ella. Obtienen semejante resultado, #uitando la herramienta de las manos a los obreros demasiado sumisos a los poderes capitalistas y paralizando las m*#uinas #ue $ecundaban su es$uerzo. Por este procedimiento e!itan la traición de los inconscientes y les impiden pactar con el enemigo para reanudar el trabajo cuando no deben. 2ay otra razón para esta t*ctica' #ue los huelguistas no tienen #ue temer sólo a los renegados, sino #ue deben también descon$iar del ejército. En e$ecto, los capitalistas acostumbran cada da m*s a sustituir a los huelguistas por militares. 1s, tan pronto como se declara una huelga de panaderos, de electricistas, de $erro!iarios, etc., el Dobierno trata de so$ocarla, reemplazando a los obreros por soldados. 2asta el punto de #ue, para suplantar a los electricistas, por ejemplo, el Dobierno ha creado un cuerpo especial de ingenieros, a #uienes se ense%a el $uncionamiento de las m*#uinas generadoras de electricidad, as como el manejo de los aparatos, y #ue est*n siempre preparados para ocupar el puesto de los obreros electricistas, al primer sntoma de huelga. Es, pues, de luminosa e!idencia #ue si los huelguistas, #ue conocen las intenciones gubernamentales, se ol!idan, antes de suspender el trabajo, de impedir esta inter!ención militar, imposibilit*ndola y haciéndola ine$icaz, est*n !encidos por adelantado. Pre!iendo el peligro, los obreros #ue !an a emprender la lucha no tendran e&cusa si no pusiesen remedio. 9"elizmente, no se ol!idan: Mas entonces ocurre #ue se les acusa de !andalismo, censur*ndose su $alta de respeto hacia la m*#uina. Estas crticas tendran $undamento si en los trabajadores e&istiese una !oluntad sistem*tica de destrucción, sin ninguna preocupación de $inalidad. Pero no es este el caso. )i los obreros atacan a las m*#uinas, no es por placer o diletantismo, sino por#ue una imperiosa necesidad les obliga a ello. =o hay #ue ol!idar #ue a los trabajadores se les plantea una cuestión de !ida o muerte' si no inmo!ilizan las m*#uinas, !an a una derrota segura, al $racaso de sus esperanzas( si las sabotean, tienen grandes probabilidades de é&ito, aun#ue conciten contra ellos a la opinión burguesa y se !ean acribillados de eptetos malsonantes.

3ados los intereses en juego, se comprende #ue a$ronten sonrientes estos anatemas, y #ue el temor de ser calumniados por los capitalistas y sus lacayos no les haga renunciar a las posibilidades de !ictoria #ue les reser!a una audaz e ingeniosa iniciati!a. Los trabajadores, en estas condiciones, se encuentran en una situación parecida a la de un ejército #ue obligado a retirarse, se decide, con pesar, a destruir el armamento y pro!isiones #ue di$icultaran su marcha y podran hacerlo caer en poder del enemigo. En este caso, tal destrucción es legtima, mientras #ue en cual#uier otro sera una locura. Por consiguiente, no hay m*s razón para censurar a los obreros #ue recurren al sabotaje con objeto de asegurar su triun$o, #ue hay para censurar al ejército #ue, con el $in de sal!arse, sacri$ica su impedimenta. Podemos, pues, concluir #ue con el sabotaje ocurre lo #ue con todas las t*cticas y todas las armas' la justi$icación de su empleo dimana de las necesidades y del $in perseguido. 1dem*s de estos procedimientos, hay otro #ue podra cali$icarse de sabotaje por represalias , y #ue se ha e&tendido algo a partir del $racaso de la segunda huelga de Correos. 3espués de esta huelga, unos grupos re!olucionarios decidieron sabotear las lneas telegr*$icas y tele$ónicas para protestar contra el despido en masa de cientos de huelguistas. > anunciaron su intento de hacer tal guerra mientras los empleados de Correos despedidos con moti!o de la huelga no $uesen reintegrados. 7na circular con$idencial en!iada a los puestos #ue estos grupos se haban procurado, precisaba en #ué condiciones haba de e$ectuarse esta campa%a de sabotaje de los hilos. Los camaradas #ue te en!an este papel 6deca la circular6 te conocen, aun#ue tu no los conozcas( e&c5salos si no $irman. e conocen como re!olucionario serio. e piden #ue cortes los hilos telegr*$icos y tele$ónicos #ue estén a tu alcance en la noche del primero de 4unio. Las noches siguientes, sin necesidad de m*s órdenes, seguir*s haciendo la misma operación. Cuando el Dobierno tenga ya bastante, reintegrar* a los F? empleados despedidos. En una segunda parte, esta circular contena un $ormulario detallado y técnico #ue e&pona los di$erentes modos de cortar los hilos sin riesgo de ser electrocutado. ambién recomendaba con mucha insistencia #ue no se tocaran los hilos de las se%ales ni los telegr*$icos de las Compa%as

$erro!iarias( y, para hacer imposible todo error, se insista minuciosamente sobre los medios de distinguir los hilos de las Compa%as de los del Estado. La hecatombe de los hilos telegr*$icos y tele$ónicos, $ue considerable en toda "rancia, y duró hasta la cada del Ministerio Clemenceau. 3espués, en di!ersas ocasiones, algunos grupos, para protestar contra la arbitrariedad del Poder, se han entregado a esta guerra contra los hilos telegr*$icos y tele$ónicos ... El sabotaje, adem*s de un medio de de$ensa utilizado por el productor contra el patrono, puede con!ertirse en un medio de de$ensa del p5blico contra el Estado o las grandes Compa%as. El obstruccionismo es un procedimiento de sabotaje al re!és, #ue consiste en aplicar los reglamentos con un cuidado meticuloso, en realizar el trabajo a cargo de uno, con una prudente lentitud y un escr5pulo e&agerado. El ejemplo m*s elocuente de este procedimiento de sabotaje lo dieron los $erro!iarios italianos, en -/?F, con su $amosoobstruccionismo, gracias al cual la desorganización del ser!icio $ue $ant*stica y $ormidable, y la circulación de trenes #uedó casi suspendida.

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Conclusiones

Como acabamos de !er, por el e&amen de las modalidades del sabotaje obrero, en cual#uier $orma y momento en #ue se mani$ieste, su caracterstica consiste siempre 69siempre:6 en #uebrantar la caja patronal.

Contra este sabotaje, #ue sólo ataca los medios de e&plotación, las cosas inertes y sin !ida, la burguesa no tiene bastantes maldiciones. En cambio, los detractores del sabotaje obrero no se indignan de otro sabotaje 6!erdaderamente criminal, abominable y monstruoso6 #ue constituye la esencia misma de la sociedad capitalista. 9=o se conmue!en ante ese sabotaje #ue, no contento con despojar a sus !ctimas, les #uita la salud y ataca hasta a las $uentes de la !ida, a todo, a todo: Mas hay una razón mayor de esta impasibilidad( y es #ue con este sabotaje se bene$ician ellos. )on saboteadores los comerciantes #ue, adulterando la leche, alimento de los pe#ue%uelos, siegan en $lor las generaciones nue!as. Los harineros y panaderos #ue echan en la harina talco u otros productos noci!os, estropeando as el pan, alimento de primera necesidad. Los $abricantes de ca$é con almidón y achicoria, de pasteles con !aselina, de miel con almidón y pulpa de casta%as, de !inagre con *cido sul$5rico, de #uesos con cera o $écula, de cer!eza con hojas de boj. "ueron saboteadores los tra$icantes 6patriotas ;cómo no
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