Pablo Pérez Pérez, Pablo El mendigo chupapijas Primera Edición Mansalva. Colección Poesía y Ficción Latinoamericana Buenos Aires, 2005
El mendigo chupapijas
ISBN 987-22648-1-3 1. Narrativa Argentina. 1. Título CDDA863
© Pablo Pérez, 2005 © Mansalva, 2005 Honduras 5270 - (C1414BMV) Buenos Aires. Argentina
Dirección: Francisco Garamona
Asistencia Editorial; Wáshington Cucurto Arte: Javier Barilara
Ninguntl parte de est:.l publicnción. induido el discfio de la cubierta, puede ser reproducida. almacen::tda o tr3.l1smitida en manera algunn ni por ningún medio, ya seu eléctrico. químico, mecánico, óptico. informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del director.
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MANSALVA
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Dedico eSke libro a mis amigos
del Club Fierro Lea~her, del Buenos Aires Lea~her Club y del Club Lea~her de México.
Agradezco a Nicolds Gelormini, Raúl Escari y Daniel Link, por la ayuda que me brindaron y su esclarecedor criterio.
El mendigo chupapijas
Muchas de las veces que voy al cine Box, encuentro allí a un hombre que, oculto en la oscuridad, le chupa la pija a cualquiera que se pare frente a él. Siempre agachado con la cabeza a la altura de cualquier bulto, siempre dispuesto a chupar t:odas las pijas que se le aparezcan. Su garganta no t:iene fondo. Cada vez que me la chupa a mí, siento calor y humedad, sus labios en la base de mi pija, la lengua que se relame en el agujero infinito de su boca. Se la t:raga toda obedientemente, con una voracidad i.nigualable, sin morder y con mucha pasión. Parece disfrutar como un perro comiéndose el mejor cuarto kilo de carne de su vida O protegiendo con celo un hueso ent:re sus peligrosos colmillos. Insult:a a gritos al que lo moleste y es capaz de morder al que se atreva a interrumpir su chupada ritual. Sí se lo puede int:errumpir para ofrecerle otra pija, de mayor o menor tamaño, eso a él no le import:a. Las pijas más pequeñas disfrut:arán del at:erciopelado calor de esa recámara tibia y las más grandes t:endrán, en esa boca tan espaciosa, todas las vent:ajas para gozar. Anda siempre con el mismo sobretodo negro, sin afeitarse, tiene el pelo grasiento aunque con un prolijo corte taza. Una vez pude percibir su suciedad al tacto cuando quise acariciarle la cabeza mient:ras me la chupaba.
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El sábado pasado lo vi en e! portal de la Iglesia de la Piedad, sentado en la escalera, mendigando. Y sentí la resonancia de una vida anterior. Estaba tan conmocionado al descubrir que ese hombre que tantas veces me había chupado la pija en e! cine era un mendigo, que decidí caminar hasta la casa de José, e! astrólogo, no muy lejos de ahí, para contarle lo que me había pasado y preguntarle si en mi carta natal podía ver algo relacionado con la presencia de este mendigo en mi vida.
José, el astrólogo
Mientras le contaba las chupadas de pija de! mendigo en e! cine, veía que José se excitaba. Cuando terminé, desde e! sillón donde estaba sentado, me hizo una seña para que fuera a arrodillarme a sus pies. Me obligó a lamerle e! bulto que se le marcaba perfecto a través de! pantalón de cuero y se agrandaba bajo cada lamida. Al rato me ordenó que me desvistiera y lo esperara de rodillas con la frente apoyada en e! suelo mientras él iba a prepararse. En cuatro patas, muerto de calentura, a través de! piso de pinotea del living podía sentir las vibraciones de los cajones abriéndose y cerrándose y, a los pocos minutos, las pisadas de las botas que anunciaban cada paso de José acercándose a mí, hasta que me sorprendió e! frío metálico de la cadena que me echó al cuello y cerró con un candado. Si él no me lo indicaba, no tenía permiso para levantar la vista. Solamente podía mirar sus botas mientras les pasaba la lengua feliz como un perro que se rencuentra con su dueño después de varios días sin haberlo visto. Una v= que estuvieron bien lamidas, brillosas de saliva, pude contemplarlo vestido con e! uniforme leather y, con los guantes de cuero, me acarició la cabeza en señal de aprobación a mi actitud sumisa. -¿Así que e! mendigo chupapijas? Vamos a ver acá
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quién es el único chupapijas. Te voy a dejar el culo rojo hasta que no puedas más del dolor. Me aprisionó la cabeza entre sus piernas y empezó a darme con manos de villano, con esos guantes curtidos, tan maltratados corno mi culo rojo por el spanking que me ardía. Me comí los gritos y soporté la paliza corno un buen esclavo. Luego me levantó de la correa para que me pusiera de pie. -Basta, por favor, Señor- dije, pero no hizo caso de mis súplicas. -Yo decido cuándo es basta- contestó. Me llevó de la cadena hasta un rincón contra la pared. Me dio varios golpes de puño en el estómago hasta que caí de rodillas al piso. -¡Basta, por favor, Señor! ¡Ya no puedo más! ¡Piedad! Solamente al oírme pronunciar la palabra "piedad" me soltó. Tuve permiso para servirme un whisky y tornarlo sentado en el sillón. José vino junto a mí, me abrazó, pude olfatear, lamer y disfrutar de todo su cuero. Al fin se me estaba dando lo que tanto había deseado, poder estar a solas con él. Ya me había enterado de que estaba saliendo con Ferdi -cada vez que lo menciona se le nota en la mirada que está enamorado de él y yo me ,muero de celos. Sabía que probablemente ése iba a ser nuestro último encuentro sexual y que tendría que conformarme con nuestra amistad. Pero no quería hablar de eso. También tenía pensado contarle que había tenido, la tarde anterior, una entrevista para entrar corno acompañante en la agencia Etiquet's Men, pero preferí no comentarle nada y en silencio disfrutar de ese momento en su abrazo. Estábamos descansando. José encendió un cigarro y
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empezó a juguetear con él. Acercaba la brasa a mis tetillas y yo lo dejaba hacer con confianza, sabía que disfrutaba teniéndome así entregado. Bajó el cigarro hasta la ingle y empezó a quemarme los pendejos que se chamuscaban crepitando y provocándome puntos de ardor. Después me llevó de la cadena en cuatro patas hasta a la mesa, me hizo subir ahí y me inmovilizó con las esposas. Quedé frente a un espejo y me dejó solo un rato. Yo estaba al palo, y los segundos se dilataban corno mi culo que deseaba la enorme pija de José. Los pasos severos, el sonido grave de las botas contra el piso de madera, sonaban corno las pisadas de un gigante. Cada paso se prolongaba'en el tiempo y mi deseo crecía. Vi entre sus dedos un par de pinzas para las tetillas que me colocó enseguida. Acercó la brasa del cigarro a la pinza que apretaba mi tetilla izquierda y a través del metal plateado me llegó el calor de ese fuego hasta el corazón que se me aceleraba. Después de pasarle un poco de saliva a la tetilla acercó decididamente el 'cigarro. No pude contener los fuertes gritos. José retiró el cigarro y escupió sobre la quemadura para aliviarme, me sacó las pinzas y me liberó de las esposas. Me lubricó el culo y sentí el bastón de policía con el que me premiaba al final de cada sesión, cuando nos encontrábamos con el Comisario. Podía ver todo reflejado en el espejo, el uniforme, la gorra de cuero y los anteojos negros que ocultaban su mirada. También podía ver cómo el bastón entraba y salía de mi culo más de veinte centímetros y cómo él se masturbaba con los guantes negros puestos. Veía su pija enorme tan dura corno el palo que me estaba metiendo. Me ordenó que se la chupara, me obligó a tragármela hasta el fondo. Yo me ahogaba y tosía, se me llenaban los ojos de lágrimas, me sentía horrible. "¡Ya vas a aprender a chuparla bien, puto, mendigo chupapijas!" Entonces me sacó la pija de 13
la boca, el bastón del culo y me cogió desenfrenado, poseído, fuera de sí. Sentí un destello. José empezó a gritar corno un salvaje, estaba acabando, y a mí me saltó la leche hasta por detrás de la cabeza.
La primavera
San Telmo debe estar lleno de gente. Decido salir cuando me doy cuenta de que estoy dando vueltas alrededor de la mesa; solo en mi cuarto, corno un león enjaulado, sin poder hacer nada. De tanto en tanto me asomo a la ventana para ver el narciso que floreció ayer. Es de un amarillo pálido, más que primaveral parece invernal, la úni= flor de mi ventana entre las vulgares plantas que quedaron de cuando en casa vivía mi abuela. Lazos de amor, un malvón pensamiento y una planta espinosa que en cualquier momento hace reventar la macet:a, pero que nunca intentaría transplantar porque es imposible manipularla; a través de la barrera de púas que convierte a la planta en un ser inabordable, el laberinto de hojas verde oliva se ve ennegrecido por el smog. El narciso est:á solo en medio de esta jungla doméstica, se eleva delicadamente mirando hacia abajo, tímido del mundo. Estoy caliente. Es 21 de septiembre y pronto comienza mi trabajo en la agencia de acompañantes. Mi imaginación arde. Ayer cuando salí de lo de José pasé por la galería Bond Street, me hice tatuar un corazón atravesado por una espada en el pecho, del lado izquierdo. Tardé horas en decidir cuál era el tatuador que más me gustaba, después de haber recorrido todos los locales, espiando a través de las, diferentes vidrieras. Finalmente elegí a un brasileño, múlat6, robusto, musculoso,
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con los brazos totalmente tatuados, hermosas manos, grandes y velludas. El ardor de! tatuaje también me excita. Me lavo e! culo en e! bidet. Estoy ultraerotizado, me pongo la ropa que compré en la feria americana a la salida de! local de tatuajes, un pantalón usado de cuero negro y una remera ballenera verde militar. Salgo a la calle a buscar a alguien, a cualquiera, necesito descargar toda esta leche mental e hirviente. Sin haberme dado cuenta del trayecto, como por inercia, llegué a la plaza Dorrego. Ahora doy vueltas entre la gente que se aglomera viendo a los artistas callejeros. Entre las opciones hay bailarines de tango, estatuas vivientes, artesanos, un violinista, un imitador de Michae! Jackson. En los puestos de antigüedades de la plaza son pocos los que se compran algo, yo no busco nada de 10< que ahí venden, solamente busco desesperadamente a alguien con quien poder sacarme esta calentura. Caminando entre los puestos de los pintores de la feria descubro a Tino. Él no se da cuenta de que soy yo y me mira, cuando me tiene de frente, el bulto, y cuando paso de largo, e! culo. Decido ~olver a hablarle y le digo "¡Tino!" El se ve desconcertado, me mira de pies a cabeza. Le recuerdo que me había entrevistado para trabajar en Etiquet's Men, su agencia de acompañantes. -Ah, sí, Pablo, sos vos. ¿Qué hacés por acá? -Paseando. ¿Y vos? -le pregunto y él sigue mirándome atónito- ¿Vos pintás esto? -agrego tratando de disimular que esos cuadros con esquinas porteñas y bailarines de tango para turistas me parecen horribles. -Sí. -Mirávos ... -Disculpá que todavía no te haya llamado, pero hasta 16
ayer tuve trabajando al plomero en e! departamento. Mañana me comunico con vos y te aviso cuándo empezás. -¿A qué hora me vas a llamar? -¿A las cinco te parece bien? -¿Y por qué no quedamos ahora directamente? -le pregunto ansioso. -No traje la agenda -responde. -Ok, como vos digas ... Bueno, chau. Te dejo seguir trabajando. -Chau, Pablo. Mañana te llamo seguro. ¡Qué gracioso! Tino, pintor de cuadros para turistas. ¿Tendrá idea de lo que es ab",ir una agencia de acompañantes? En la primera entrevista me dijo que no pensaba arreglar con la policía. Parece más bien un busca, dudo que e! negocio con él prospere. Caminaba distraído y no me di cuenta de que tres tipos sentados en la terraza de un bar me miraron cuando pasaba. Volví sobre mis pasos y me senté en una mesa frente a ellos. Hablan en francés, pero no puedo entender qué dicen. Me gusta uno, cuarentón, grandote y musculoso, torso desnudo, pie! oscura, piercing en la tetilla izquierda. Mientras lo miro se me pone dura la pija, pero él me ignora, entonces trato de inventariar todo lo que me rodea para no mirarlo más, cuento las sillas de la terraza, los puestos de la feria, e! total de vasos sobre las mesas. Al rato me aburro, me levanto sin haber tornado nada y voy al kiosco a comprarme una lata de cerveza que tomo sentado en una esquina a la sombra -Parece una tarde de verano-, apoyado contra la vidriera de una casa de antigüedades, puedo ver cómo un
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negro baila tap Y transpira al ritmo de los acordes opacos de un fonógrafo. Veo nuevamente al galo pasar con sus dos perros falderos, uno a cada lado. Mide más de uno noventa y tiene un culo monumental. Otra vez tengo una erección. ¡Oh, primavera! Comienza a revivir en mi el salvaje, el hombre antiguo repartido entre los vicios de este siglo en busca de una fiesta dionisiaca. La semana pasada clausuraron ocho cines porno y están por cerrarlos todos. La moral nos asedia cada vez más. Estoy desesperado por coger, se me debe notar en la cara, por eso nadie me mira. ¡Dios mio, por favor, ayudame! Soy un chico bueno y merezco lo mejor. Para el héroe galo no existo, pero mi optimismo crece cuando veo pasar a un chico alto que, a pesar de que usa anteojos negros, me doy cuenta de que me está mirando. Se mete en una galería después de hacerme un disimulado gesto para que lo siga. Tiene puestos un jean y botas negras de media caña; nO puedo apartar la vista de su culo firme como una manzana. Se para frem:e a un negocio y me mira nuevamente, es evidente que me está yirando, por eso me animo a acercarme sin lllás rodeos.
-Hola, ¿cómo andás? -Bien, dando una vuelta. ¿Y vos? -Paseando. Vivo acá nomás, a diez cuadras. ¿Cómo te llamás? -Hernán. -Yo, Pablo. En realidad vivo a veinte cuadras y él no sabe que mientras conversamos ya estarnOS caminando en dirección a mi casa. -Si querés podemos sentarnos un rato a conversar en
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el parque -le propongo para atenuar el lance, pero él es más rápido que yo y me pregunta si tengo lugar. -Vamos a mi casa -le digo y sin vacilaciones acepta. Ya está atardeciendo y se saca los anteojos oscuros. Usa lentes de contacto celestes. Es más puto de lo que parecía. Antes de entrar a mi casa, nos detenemos a comprar preservativos en el kiosco de alIado. El portero del edificio inspecciona a Hernán y hasta parece que lo mirara con deseo. Ya está acostumbrado a verme llegar con desconocidos. Es el dueño del kiosco y ya le compré a su mujer, que lo atiende, varias cajitas de Tulipán. En mi cuarto, sin que le diga nada, Hernán empieza a desnudarse. Se baja los pantalones y deja ver un slip floreado verde, rosa y amarillo. A través de las flores se le transparentan el culo perfecto y la pija. Se arrodilla a mis pies. Me lame los borceguíes y luego olfatea y recorre con la lengua el pantalón de cuero hasta que llega al bulto, abre la bragueta y se come la pija de golpe hasta el fondo. "¡Qué hijo de puta, qué bien que la chupás, puto cabrón!" Lo llevo hasta la cama. Me pongo un forro para cogérmelo, pero antes le meto un dedo en el culo. Tan puto no es, o es un puto novato, 1:Íene el culo demasiado estrecho. Se lo lubrico y le meto otro dedo más para dilatárselo de a poco. Estoy muy compenetrado en mi tarea cuando de pronto suena el portero eléctrico. No quiero atender, pero insisten y me distraigo. Entonces voy. Es una mujer. Me dice que viene de parte de Alicia de Sarandí. Le contesto que no conozCo a ninguna Alicia de Sarandí y ella insiste. -Alicia de Sarandí. ¿Usted no es el hijo de Alicia? Recién entonces reacciono. Alicia de Sarandí es mi
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mamá. "La concha de la lora', puteo lejos del auricular. -¿Le pasó algo? -le pregunto con la pija parada y el forro puesto. -¿Usted es el hijo? -Sí, ¿qué pasa? -Mire, su madre me pidió fiado en el almacén y me dijo que usted también era almacenero Y que me iba a devolver la mercadería. Ya me debe más de 100 pesos. Mi madre otra vez ... Siempre logra embaucar a los comerciantes del barrio donde esté para sacarles mercadería al fiado y no pagarles nunca. Pero el verso de que yo era almacenero es lo máximo. -Señora, en este momento no la puedo atender. El fin de semana voy hasta su negocio y le pago -le miento ansioso por volver a mi tarea de abrirle el culo a Hernán. -Le doy la dirección ... -No, señora, disculpe, pero me sacó de la ducha, se la pido a mi mamá. Chau. Hernán está más caliente que cuando lo dejé, masturbándose y tomando popper. Me alcanza el frasquito, le doy una bue.na inhalada, el efecto me pone la pija más dura y calientef se la meto de golpe, la siento latir dentro de su orto; élgiíta, pero enseguida s~ relaja y le gusta, se mueve como enloquecido. Lo dejo cabalgarme, yo abajo y él arriba, sentado sobre mi verga que entra y sale de su culo asombrosamente dilatado por el popper, hasta que veo que está acabando a borbotones que salpican la pared. Finjo eyacular pero me reservo leche para más tarde, de paso me ejercito para mi próximo trabajo como acompañante. Antes de despedirnos intercambiamos teléfonos. Frente
al portón de entrada, el portero barre el mismo metro cuadrado de vereda que barría cuando llegamos, como si hubiera estado esperándonos para confirmar alguna sospecha. De nuevo· solo en mi casa, armo un porro y lo fumo ansioso hasta la tuca. Muerto de calentura, nuevamente decido salir. Son las diez de la noche, es 21 de septiembre, hace calor, todos deben estar tan o más calientes que yo. Mientras me acomodo el bulto, encuentro un billete de cincuenta pesos en el bolsillo del pantalón. Lo torno como un buen augurio para esta noche. Verifico si tengo preservativos y salgo como estoy, sin bañarme, con el pantalón de cuero y la ballenera. Tengo tal calentura que me tiro encima del primero que me haga una insinuación, en la calle o en el colectivo o donde sea. A las once y cincuenta torné el doce. Estaba casi vaCÍo y en Constitución se llenó. Un chico alto se paró alIado de mi asiento y ahora no puedo evitar mirarlo. Creo que se dio cuenta y que además se calentó, porque el bulto crece bajo el la tela gastada del jean que parece ceder en cualquier momento a una pija descomunal. Me caliento cien veces más de lo que ya estaba..Bajo en Santa Fe y Pueyrredón, hambriento de una pija tan grande como la que acabo de ver. Mi ojo milimétrico inspecéiona cada bulto, cada pantalón, ajustado o no, de jogging o de vestir, a cada hombre le torna una radiografía durante los segundos que tarda en pasar y perderse corno el paisaje de un tren, a mis espaldas. En realidad lo que busco es una distracción tonta, cualquiera, para conseguir olvidarme de la calentura hasta la hora de ejecutarla. La primavera emp=ó colorida, pero a estas horas de la noche mi cuerpo es un volcán a punto de entrar en erupción y amenaza con cubrir todo bajo su negra lava. Se
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acumulan en mí los más bajos instintos mientras camino por esta avenida llena de tipos que arden, también me miran y me recorren con sus miradas fantasiosas. De pronto veo venir una mole de un metro noventa que me lleva por delante. Con uno de sus enormes brazos me toma del hombro Y me pide disculpas. El olor a macho y a transpiración que emana de su pecho peludo me envuelve por completo, pierdo toda noción de tiempo Y espacio, quedo mentalmente anestesiado, mi cuerpo es un jardín de sensibilidades, puedo sentir cómo su respiración acaricia mi pelo y la melodía y el timbre grave de su voz me atraviesan el cuerpo. _¿Cómo estás?-me pregunta. -Bien. ¿Y vos? _paseando, ¿y vos? -Bien ¿y vos? -repito haciéndome el gracioso. -Yo salí a buscar a alguien para una fiestita. Estoy con dos amigos más que noS esperan en mi departamento ¿querés venir... ? Disculpame, no me presenté, mi nombre es Claudio. Una brisa fresca se levanta desde sus labios. ¡Qué sonrisa! ¡Qué mirada! Me siento como enamorado. Me olvido de todo, estoy loco, ¿quién soy? -Yo.me llamo Pablo ... Sí, vamos, digo, a tu casa ... -le contesto y caminamos juntos por Santa Fe hacia Coronel Díaz. pasa el brazo sobre mi hombro, me guía con todo el cuerpo. podría ir con los ojos cerrados y nunca me caería protegido en su abrazo velludo. Tanto deseaba este momento ... ¡Estoy enamorado! Es un departamento de un ambiente. Los otrOS dos que noS esperaban están peinando cocaína. Sobre la mesa ratona, hay una bobina de hilo de coser, ceniceros llenos de colillas,
preservativos y papel picado. Todo fue movido hacia una mitad de la mesa. La otra mitad reluce a pesar del polvo acumulado debajo de! vidrio. Y las líneas deslumbrantes de blancura se nos ofrecen como manjares en una mesa de año nuevo. En e! piso hay tirado un colchón que desplaza al resto de los muebles. Debajo de un paño floreado se oculta una máquina de coser y descubro, colgado de la manija de la ventana, un vestido con lentejuelas y plumas. Por un momento me siento desconcertado, pero me invitan a tomar
otra raya y me olvido. Apenas siento la boca anestesiada y ya tengo en la cara tres pijas de considerable tamaño que no me dan tiempo a levantarme del piso, donde me arrodillé para tornar mi línea. No importa cuál es la de quién, chupo las tres alternadamente. Las tres son fáciles porque están muertas, perfectas para mí que quiero aprender a mamar una buena pija sin ahogarme. Me relajo y empiezo a disfrutar de las pijas agrandándose y poniéndose duras en mi boca. Se las chupo durante un largo rato, hasta que se impone un break para tomar más cocaína. Tengo ganas de fumar porro pero ellos no tienen y el mío me lo olvidé. Tampoco hay ninguna bebida alcohólica, entonces decido bajar a comprar una botella de whisky. Para no tener que volver a vestirse, el dueño de casa me da la llave de abajo y las indicaciones para llegar a un kiosco abierto. Si no fuera por.que tengo la llave, me ida a la mierda. El aire fresco de la calle me despabila. ¿Por qué el grandote tiene una máquina de coser en la casa? ¿Será de él ese vestido? ¿Será una travesti con arrebatos de macho? No es eso lo que busco. Pero ¿tan peludo, una travestí? Tampoco tengo ganas de ponerme de novio con una costurera o una modista. Bueno, tal vez sí, con Jean Paul Gaultier...
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El 24 horas está lleno de chicos lindos, muchos parecen gays. ¡Qué ganas de quedarme! Finalmente compro la botella, por lo menos así tendremos whisky y cocaína. De regreso encuentro a los tres franeleando y haciéndose la paja, mirando una película porno. -¿Puedo tomar otra rayita?-pregunto y sin esperar la respuesta me preparo una buena raya que tomo de un saque. Voy a la cocina a buscar vasos y hielo. Hielo no hay y los vasos tengo que lavarlos. Escancio whisky para todos y tomo una línea más. Claudio quiere que le siga chupando la pija. Me tiene así durante varios interminables minutos, pero no se le para. "Tendría que tomar Viagra, pienso, pero también se me ocurre que Viagra y cocaína no debe ser una mezcla demasiado aconsejable, o tal vez sí, ¿el Viagra les servirá a los merqueros? Con la boca ocupada no puedo comentarlo, Claudio no me deja parar de chupar. El.culo de Víctor, uno de los otros chicos, perfecto, con mucho gimnasio, y el mío, con menos gimnasio pero también redondito y apetecible, están más calientes que todos los culos de Santa Fe y se comerían todas las pijas de Barrio Norte, pero ninguno de los dos tiene su trofeo. Con tanta merca,,,- ninguno de los dos colosos se le para la pija. Víctor y yo pensamos en cogernos el uno al otro alternadarnente, pero tampoco se nos para. Claudio empieza a retorcer hojas de papel de diario, junta varias y las afirma con CiIita para embalajes. Queda algo parecido a un consolador, de más o menos veinte centímetros de largo por unos seis de ancho. Se me ocurre meterlo en un preservativo para perfeccionarlo. Parece bastante firme, pero apenas intentamos metérselo en el culo a Víctor, el improvisado consolador se dobla y se
desarma. La fiestita fue un fracaso. Antes de irme Claudio me da su tarjeta. "Claudio Rossi, ropa para divas, 813 ... " ¡Qué boludo! Me reprocho en silencio la lentitud de mi razonamiento. Busco una bolsa para llevarme lo que queda de la botella de whisky; porque tengo pensado seguir la noche por ahí, mi culo sigue deseando. Víctor sale conmigo, Claudio y su Otro amigo se quedan, tal vez sean pareja. Con Víctor caminamos varias cuadras juntos. Me gusta mucho, pero no me animo a pedirle el teléfono. Tal vez en Otra situación, si yo estuviera menos drogado y menos borracho, me animaría a proponerle algo. Ya SOn las cinco de la madrugada, vuelvo a casa caminando. Cuando cruzo la plaza Houssay siento olor a marihuana. Es una bandita de punks y entre ellos reconozco a un amigo. Me acerco" nos saludarnos, me presenta a sus
amigos, les ofrezco whisky y me pasan el porro. Casi nadie habla, debemos estar todos en el mismo estado, la botella circula, el cielo está anaranjado, lila, rosa, amarillo, empiezan a piar los gorriones. Antes de llegar a casa desayuno en Un bar. Una delicia. Café COn leche con medialunas. Estoy drogado pero lúcido. Hojeo los diarios del día.
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a su dieta. Sorpresa: jéliz t:érmino de un pleito. Esta vez me asombra más que nunca la coincidencia. Además de haberme comprado una campera de cuero usada, mandé a arreglar un montón de ropa que tenía archivada. También me dejé crecer las patillas y me hice un tatuaje que todavía no cicatrizó. Un brazalete con rosas y espinas. Le paso vaselina dos o tres veces al día. Por la calle me miran más que nunca. Esta tarde fui a San Telmo y volví a casa con un potro que tenía una flor de pija. (¡Feliz Primaveral) Cuando se fue volví a salir yen la Avenida Santa Fe me levanté un grandote que organizaba una fiestita en su casa con dos más. Nos la pasamos jodiendo y tornando cocaína hasta las cuatro de la mañana. Pero a ninguno se le paró la pija.
Fragmentos de mi diario íntimo
9 de septiembre Llamé a la agencia de acompañantes. Hablé con un tal T., el dueño. Él se queda con el 500/0 Y el otro 50% es para mÍ. Tengo una cita el lunes a las siete de la tarde.
En San Telmo, a la tarde, antes de conocer al potro, vi a T. en la feria vendiendo cuadros (otra de esas coincidencias que me hacen pensar que estoy conectado con el universo). Me confirmó que empezábamos el jueves y que no iba publicar más anuncios además del que ya había publicado en NX. Me contó un amigo taxi que una vez publicó en NX y que por ese aviso 10 llamó una sola persona en varias semanas, mientras que cuando publicaba en Clarín, Nación y Ámbito Financiero, 10 llamaban diariamente ocho, diez o más. Ahora publica en Clarín solamente y 10 llaman tres o cuatro.
Domingo 21 de septiembre El lunes tuve la entrevista con T. y me fue bien, es decir, me aceptó para trabajar en su agencia. Mi horóscopo de hoy dice: Ocupaciones Y negocios: Aperpura. Se inicia un periodo floreciente para los trabajos en equipo. Alianzas, pactos, es el momento para salir del aislamiento Y buscar el intercambio de experiencias. Etapa de movimientos: viajes, traslados, cambios. Una positiva renovaci6n le trae interesantes desaflos. Ir en contra de la corriente lo aleja de buenas oportunidades. Amor: Renacimiento. Nuevo vestuario, cambio de imagen: se siente con ganas de dar un giro a su estética. Personas que no se fijan en cualquiera posan los ojos en sUS encantos. La sexualidad se renueva con un toque romántico que lo enriquece. Vida social: Se adelanta a un acontecimiento fomiliar. Salud: incorpore vegetales
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Jueves 25 de septiembre Hoy al mediodía me llamó T. para preguntarme si 27
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podía ir a la agencia a las seis de la tarde. Yo estaba dudando un poco, porque ayer llamé para averiguar cuántO me costaba un teléfono celular, para poder publicar un aviso por mi cuenta. Cuando me dijeron que me lo entregaban sin cargo y que debía pagar un abono de $44 mensuales, pensé que tal vez era mejor que me pusiese a trabajar yo solo. Hace un rato llamé a un par de números que saqué de Clarín y de Nación para enterarme un poco de cómo se describen los chicos y con qué aranceles se manejan. Son las 16.30. Recién me llamó T. para avisarme que no hay luz en el edificio y que me llama la semana que viene.
máquina. Me invitó a su casa. Mientras cogíamos, su perro salchicha (como si fuera poco se llamaba Adán), se me tiraba encima y quería chuparme el culo. A. lo encerró en la cocina donde ladró y aulló sin parar hasta que tuvimos que abrirle.
6 de octubre Ayer, después de que T. me dijera finalmente que abandonaba el proyecto, llamé a Status, otra agencia que por casualidad estaba tomando chicos. Me presenté a las ocho de la noche. Cuando me pidieron que me desnudara para ver mi cuerpo y mi dotación, me di cuenta de que mi pija estaba ITIás chiquita que nunca y aunque en la habitación estaba solo, viendo una película porno y masturbándome, en vez de pararse parecía encogerse. Cuando vino el encargado a medírmela, no pude decirle que en realidad tenía diecinueve por cinco. Hoy ITIe enteré de que no fui seleccionado, lo que por un lado es mejor porque hubiera tenido que cumplir con un horario de diez horas diarias, con un sólo día de franco a la semana. Yo estaba dispuesto a empezar. Al salir de Status, frustrado por mi pésima performance, fui al cine Hall porque no podía creer que no se me parase más la pija. Por suerte volvió a funcionar, todo volvió a la normalidad cuando me encontré con un chico llamado A. que resultó ser una 28
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comisario Báez
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Pablo lee las postales que le mandó el Comisario Báez , Europa. Son invitaciones a maniobras, fiestas leamer y >mping rooms donde Pablo sueña poder estar alguna vez: ;M6 _ dresscode: leder, gummi, uniform, nackt - Sonntags inck, no pants, no shirts", ~Kumpeltreffen '98 - Factory eeling, Cruising, Dance Floor". "ler leamer Meeting ,arcelona _ Viernes 13 de Noviembre leamer party - Taller )isc _ Dress codeo leamer, Rubber, Skin, Kinki, Uniform" '¡Qué miserable! Con la plata que tiene 10 único que sabe :egal son postales" , piensa Pablo, aunque sabe que si quiere ar :ener un buen entrenamiento, Báez es la mejor opción. En Buenos Aires la vida leamer apenas existe y él tiene todo 10 necesario para buenas sesiones de cuero Y botas. Por otra parte, Pablo tUVO la ocasión de participar de una fiesta sadomasoquista en el dungeon del Dr. Soukaze, que gracias a su mujer millonaria es dueño de una importante colección de instrumentoS de tortura conseguidos en anticuarios de Europa, donde el matrimonio pasa seis meses al año. Ella sabe todo sobre las sesiones sadomasoquistas que su marido organiza, pero no participa. Cuando Soukaze sube del sótano a la mansión al finalizar las orgías, casi siempre con el cuerpo lacerado por los latigazos que le gusta recibir, la mujer lo está esperando para cenar Y lo llena de atenciones: le
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cura las heridas cuando es necesario, le prepara un baño caliente, le hace masajes y lo complace en la cama. "Sexo tradicional", como dice Báez, que en el fondo lo envidia porque tiene mucha más plata que él. El sótano de la mansión de Palermo Chico, ambientado con celdas, cepos, un potro y otros instrumentos de tortura, es el único verdadero dungeon que existe en Buenos Aires. Pero abí se practic;a solamente el sadomasoquismo y no el sexo leamer. Pablo es fetichista, y lo que más le gusta es que quien lo somete esté vestido de cuero y que, como aprendió en más de dos años de encuentros semanal~el astrólogo José y el Comisario Báez, en las sesiones se alternen dolor y placer. El Comisario Báez, adem~er un excelente anfitrión, es el mejor y más equipado leamer Master de Buenos Aires. Físicamente atractivo, el cuerpo trabajado en el gimnasio, brazos fuertes, muy buena dotación. Viaja al menos una vez al año a San Francisco, Amsterdam o Berlín, donde la vida leather es prolífica y divertida. Durante estos viajes, Báez adquiere gran parte de la experiencia en control de respiración; spanking, latigazos, lluvias, ataduras, juego con cigarros y cuchillos, entre otras prácticas del sexo leamer SM de las que es muy conocedor y que realiza con excelente actitud. Muchos leathermen de Buenos Aires fueron iniciados por él o tuvieron la oportunidad, al menos una vez, de estar en las elaboradas sesiones que organiza en su departament:o de Barrio Nort:e. Para est:os encuent:ros, prepara la escena y dispone sobre una mesa los diversos elementos que las sesiones requieren: máscaras de cuero y antigases, pinzas para las tetillas, broches, una fusta y otros tipos de látigo, dildos, popper, habanos, marihuana, hachís, etc., etc.
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Báez fue iniciado hace más de diez años por el carcelero Castro durante los meses que pasó en el penal de Caseros, donde estuvo preso por una denuncia de su ex-mujer que lo acusaba de ser marido golpeador, alcohólico y adicto a la cocaína. Seis meses en la cárcel no fueron suficientes para aplacar su espíritu agresivo y violento, aunque ni la fuerza ni los músculos de gimnasio le sirvieron a la hora de defenderse de los compañeros de celda. Casi todos se lo cogieron y disfrutaron de su voluptuoso cuerpo de porno star. Tenía entonces treinta y cinco años, pero parecía mucho menor. Todos querían ser dueños de ese culo blanco y perfecto. Báez entró pronto en el mismo juego de ellos y empezó a cogerse a los recién llegados. Al poco tiempo se convirtió en el preferido del carcelero Castro, un pelirrojo barbudo, muy peludo, de un metro noventa y cinco de estatura, que cuando empezó a trabajar en el penal no encontró ningún uniforme de su talla. Cualquiera que usara le quedaba tan ajustado que parecía a punto de rasgarse y ceder a su robusto y torneado cuerpo. Tenía la pija de veinticuatro por siete, le faltaba un huevo, y como una fruta pendía del grueso tronco el que le quedaba. Báez tardó en salir de su asombro cuando lo vio desnudo por primera vez. El carcelero Castro iba a buscarÍo y lo llevaba a una celda vacía, apartada de las demás, se desnudaba y le daba su uniforme para que se lo pusiera. Con sólo ponerse una prenda, Báez se ponía al palo. Castro, entonces, quedaba indefenso ante su propia pistola cargada y empezaba lamiéndole las botas. La idea de escaparse se le presentaba entonces a Báez, pero el poder que tenía durante esos momentos en que hubiera podido matar al hombre que se le entregaba por completo, lo excitaba más que nada. 32
Después de lamerle las botas, Castro se tiraba desnudo al piso y le pedía de rodillas al debutante uniformado que lo pateara y lo pisoteara y le hiciera todo lo que quisiera. Báez aprendió después de varios encuentros a darle los golpes juStos y las órdenes más humillantes. Pero también tuvo que aprender a aguantarse por la boca y p~ulo la enorme pija de Castro cuando al fin de cada sesión éste lo ataba a las rejas de aquella celda. Nunca en su vida volvió a gozar tanto. Tal vez porque estaba en una situación real, en la cárcel, con un verdadero guardia y con una verdadera arma de fuego. Una vez que cumplió su condena, el carcelero Castro le regaló un uniforme militar y borceguíes nuevos que había robado del depósito para él. Báez tenía una buena suma de dinero en el banco, y sin avisar nada a su familia, . decidió irse de viaje. Mientras se despedía de Castro se dio cuenta de que casi había llegado a estar enamorado de él. "No sé cuando volverelllos a vernos, pero nunca me voy a olvidar de esta experiencia con vos", le dijo con cierta tristeza que nunca había imaginado que sentiría en Una situación así, por un hombre. y aunque lo apenaba mucho no volver a verlo, salió a recorrer el mundo. Corría el año 1990 cuando Báez llegó a Nueva York, donde pasó diez días solo y aburrido recorriendo museos y tiendas, hasta que decidió ir a curiosear a San Francisco, ciudad de la cual había oído decir que era un paraíso gayo Tuvo que juntar coraje para hospedarse en un hotelito señalado con la bandera arcoiris, le costaba asumir su lado homosexual, pero a la vez no quería perder el tiempo, estaba desesperado por coger. Una noche, a los dos días de haber llegado, mientras recorría la ciudad sin rumbo fijo, vio venir de frente a un uniformado leather que lo miraba con
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insistencia. Se detuvo unos segundos y sin vacilar cambió el rumbo de su marcha para ir tras él. Lo vio entrar en un bar donde además de la bandera multicolor que ya conocía, había otra de rayas negras, blancas y azules, con un corazón rojo en un ángulo. Mientras decidía si ingresar o no al local, vio entrar a varios hombres más vestidos de cuero. Cuando se animó, lo detuvieron en la entrada y le señalaron un cartel que indicaba el código de vestimenta del lugar: Dresscodee leather, uniforms, rubber, worker, nude. No-petjUme. Báez entendió que así como estaba vestido no podía entrar, ya quedarse desnudo, no se animaba. Volvió a la noche siguiente con el uniforme que le había regalado Castro. Apenas entró pidió un gin-tonic para superar la timidez y las tensiones. No podía parar de mirar los uniformes, las botas, todos esos hombres vestidos de cuero. Pidió otra copa y se ubicó en un sector ambientado con rejas. Un enmascarado que estaba arrodillado en el piso, esposado, le lamió los borceguíes. El hombre, desnudo, tenía la espalda y el culo rojos por los latigazos que estaba recibiendo de un leather Master con botas de caña alta, uniforme y gorra de cuero. Báez empezó a sentir que el uniforme que le había regalado Castro no era suficiente, quería un uniforme de cuero como ese. Se imaginó vestido así y se excitó. Siguió caminando y llegó a un baño en penumbras. Metido en un mingitorio de aluminio del tamaño de una persona, un hombre vestido de látex estaba siendo meado por otros tres. Mientras tomaba Otro gin-tonic acodado en la barra, Báez trataba de ordenar sus ideas, de pronto se sintió observado y se puso nervioso. Salió del local perturbado por todo lo que había visto y los tres gin-tonic que había bebido, pensando que había estado a punto de caer en un mundo infernal del que nunca hubiera podido regresar. 34
Sin embargo, se quedó un año en San Francisco y desde la primera noche no faltó a un solo encuentro leather de los que se organizaban en aquel bar. Muy pronto tuvo su uniforme completo de cuero y se hizo de varios amigos que lo ayudaríán a descubrir su potencial como master. L
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Excitado, Báez repasa otra vez su libreta de direcciones. Busca una lata de cerveza en la heladera, luego se sienta frente a la comput~d~:ir\V abre ,:'n mensaje con las fotos de Cara Bravo que reClblO e~a manana. Es un negro corpulento y con gruesos bigotes negros. Le gustan los uniformes de latex, los cigarros ... No se ve quién lo fotografía. Parece estar solo frente al espejo, chupando un enorme habano, agarrándose la pija con cara de hijo de puta. El Comisario Báez, mientras se masturba, abre otros mensajes.
Comisario: La última vez que estuvimos juntos disftuté como nunca. Quisiera pertenecerle por completo, Señor. Cudnto lamento que no haya podido quedarse en Berlín. Yo viajo próximamente a Buenos Aires, le avisaré can tiempo. Espero que haya podido usar el cuchillo que le regalé y que le guste lo que escribí para usted. Siempre dispuesto a servirlo, Señor. Nick.
Me acuerdo de Tu Pija y me caliento,
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de Tus Botas. ¡Oh!, me late el culo. Quiero vivir encadenado, en el sling, a Tu Merced, y ahí ser castigado. Me entrego a Tu Puño y á lo que me quieras meter. ¡Oh, Señor, por fovor!, ¡ábreme el culo! Soy Tu esclavo. Adoro Tus Castigos, Te lustro las Botas y Te sirvo. Encenderé Tu Cigarro, para que me marques con la brasa. ¡Oh, Señor! ¡Quiero ser solo Tuyo!
El Comisario busca el cuchillo que le regaló Nick en Berlín, durante e! último viaje. Se pasa e! filo por las tetillas y se excita. "Pablo, ya lo voy a agarrar, ya va a caer", piensa. Pablo siempre se anima a todo ... Pablo desnudo, boca arriba sobre la mesa, atado con sogas de los pies y de las manos a las patas. El Comisario busca un cuchillo, se acerca a la mesa, lentamente acaricia el cuerpo de Pablo con e! filo 36
hasta que llega a la pija y los huevos. Pablo empieza a gritar con desesperación. "No tengas miedo, ya está ... , ya está ... Tranquilo", le dice Báez, pero Pablo sigue temblando de miedo. Báez guarda el cuchillo y lo desata. "¡Muy b~n, chico! Eso estuvo muy bien." \ -Hola, ¿Pablito? -Hola. -¿Estás ocupado? -Sí, estaba trabajando. -¿Y no te gustaría hacer una pausita? Te invito a cenar. Traje una hierba muy buena de Amsterdam -dice Báez mientras juega con e! filo de! cuchillo pasándoselo por las tetillas. -Mmm, no lne tientes, tengo que trabajar. -No hace falta que vengas a coger, comemos algo y seguís trabajando, o podés traerte e! trabajo a casa. Pablo no tiene nada que hacer, hace más de dos meses que no trabaja. Tino, que lo había aceptado en la agencia de acompafiantes, dio marcha atrás con e! proyecto. Cuando sonó e! teléfono, Pablo estaba aburrido en su casa, pero no quiere ver a Báez porque le tiene miedo. Báez le cuenta que durante su viaje compró ropa de cuero y uniformes nuevos, látigos, una máscara antigases y, apenas llegó a Buenos Aires, una Pentium lIcon cámara. "Son todos pretextos para quién sabe qué -piensa Pablo-o Muchos anzuelos para este pez que soy yo, muerto de envidia con todas sus adquisiciones de pequefio burgués sadomasoquista." -Te agradezco la invitación, pero hoy no puedo. Te llamo en la semana. -Bueno, pero no t:e pierdas, no me falles, Pablito. Tengo algo important:e que hablar con vos y además t:e t:raje
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, un regalo -insiste Báez. -Bueno, tengo que colgar. Te mando un abrazo -dice Pablo. Pablo vuelve a la computadora, fuma marihuana, toma cerveza y lee lo que ya tiene escrito de su diario íntimo.
Un triángulo escaleno
Pablo conoció al Comisario Báez y a José, el astrólogo, en marzo de 1995, después de varios meses de conversaciones telefónicas. Pablo había contestado en septiembre del año anterior a un anuncio de contactos de la revista NX: "Pareja leather S.M busca tercero interesado". Después de muchas conversaciones telefónicas, sobre todo con Báez, los conoció personalmente en Santa Fe 1234, un bar situado en la misma dirección que le da nombre, donde ellos entrevistaban a los interesados que contestaban a su anuncio. Ahí se enteró de que en realidad no eran pareja, sino que se juntaban solamente para los encuentros sadomasoquistas. Esa noche Pablo aceptó irse con los dos a lo de Báez, a pesar de que le había gustado solamente José. Pensó que ese sería el primer paso para conseguir más adelante estar a solas con él. Se reunieron a partir de entonces durante casi dos años, con una frecuencia de por lo menos una vez a la semana. Durante estos encuentros en el departamento de Báez, Pablo hablaba lo mínimo indispensable. Se desnudaba y esperaba que aparecieran José y Báez vestidos de cuero. En las sesiones, el Comisario disfrutaba muchísimo, le gustaba oírlo gritar y pedir piedad cuando José le daba con el pUÍÍo en el estómago O cuando lo castigaba con la fusta, le gustaba ver cómo la espalda le
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quedaba roja de latigazos, le gustaba la sumisión de Pablo, el mejor esclavo que había tenido en mucho tiempo y sentía que el triángulo era casi perfecto. Sin embargo, al cabo de un año y medio de encuentros de altO voltaje erótico, el morbo comenzó a decaer. A veces José se retiraba en medio de las sesiones, se encerraba en el dormitorio de Báez y no ,volvía a aparecer. Pablo se quedaba solo con el Comisario y pensaba que José ya no quería estar más con él. Ya no gozaba tanto y sentía que estaba de más, lejos de llegar a estar a solas con José. Los encuentros lo empezaron aburrir. Al poco tiempo se dio cuenta de que el conflicto era entre ellos dos. Báez estaba enamorado de José, pero el sentimiento no era recíproco. A partir de entonces, el Comisario se transformó en un verdadero monstruo. Llamaba a José a las tres, a las cuatro, a las cinco de la madrugada. Le dejaba mensajes violentos en el contestador y lo amenazaba con reventarlo a golpes. Le decía que enviaría las fotos que tenía de él desnudo yen actitud de esclavo a la fumilia ya la revista donde publicaba los horóscopos. También lo amenazó de muerte una vez que se encontraron en la calle: "Tené cuidado conmigo, porque estoy muy loco". Iba a la casa de José y tocaba e! timbre a cualquier hora de la noche. José, por su parte, le dijo que si seguía molestándolo iba a llamar a la policía, pero no se animaba porque Báez era capaz de mostrarle las fotos a cualquiera. José no creía que fuera capaz de matarlo, pero sí de torturarlo psicológicamente hasta las últimas consecuencias. José empezó a llamar por teléfono a Pablo porque era la única persona que podía escuchar y entender e! problema. Pablo trataba de minimizar e! asunto, todo le parecía un melodrama de teleteatro y trataba de calmar a José 40
diciéndole que Báez no era capaz de hacerle ningún daño. A su vez, Báez también lo llamaba, porque todo era un secreto ; que J; .~" ; "C ' entre Ios tres. " ¿'7 vos pensas ose me qUIere. ¿ oges con él?"; "~Cogés con algún otro?"; "¿Lea:rher o tradicional?" Pablo le contestaba con monosílabos. No le convenía constestarle a ninguna de estas preguntas. Pablo había' intentado una vez salir de! triángulo. Decepcionado de sus amigos, escribió una carta para los dos, pero nunca se animó a despacharla:
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Buenos Aires, 15 de fibrero de 1997 Queridos amigos:
Les· escribo porque me moriría.de vergüenza diciéndoles todo esto personalmente. Además, quiero ser breve. En mi actitztt:/ de negarme a hablar en nuestros encuentros, se escondía una fontasía que no quería delatar. Me había . enamorado de José y pensaba que con el tiempo él y yo tal vez hubiésemos podido tener otro tipo de relaci6n. No me van a creer que aguantaba todas las torturas por eso, mi calentura era más que evidente, pero en un momento era esa mi motivaci6n, pensar que aguantaba los golpes por amor, y así disfrutaba muchísimo. Después supe que la relaci6n entre ustedes estaba mal y entonces creí todo lo contrario: que José sentía algo importante por mí. . Mi mdximo goce sería que me pusieran en una guillotina, que José me cogiera ahí y que, en el momento _del orgasmo, el Comisario me cortara la cabeza. Haría folta demasiada.producci6n. Nunca me lo tomé en serio pero me hice várias pajas pensando en esto. Todo a partir de 41
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la sesión con cuchillo, en la que realmente sentf miedo de estar metido en un juego peligroso. Mi dnimo vacilaba entre la confianza que les tenía a ustedes, el miedo y mi pasión por el vértfgo. }á mis esperanzas de que pase algo mds con José son cada vez menos, y la idea de que aguanto los golpes por amor ya no fonciona. Ademds, la última vez que nos encontramos, pensé que reunirse para un simple juego erótico perdía un poco su esencia al mezclarse con temas afectivos. No quería alejarme de ustedes sin darles una explicación. Gocé mucho durante los encuentros que tuvimos y al menos, si no nos vemos mds, ya tfenen mi punto de vista sobre el cual nunca me animé a hablar antes. Un fo~rte abrazo. Pablo
de él Y se quedaba horas escuchándolo y deseándolo. El Comisario dejó de molestar a las pocas semanas. Tanto Pablo como José recibieron de él postales desde Europa, y así supieron que se había ido de viaje.
Pero Pablo había encontrado la manera de ver a José a solas. Después de muchas conversaciones telefónicas descubrieron que, más allá de los encuentros con Báez, tenían muchas otras cosas en común. Pablo empezó a visitar a José en su casa, y cuando se enteró de que era astrólogo, le pidió que le hiciera una carta natal. También visitaba al Comisario con el que tenían encuentros de gran voltaje erótico que decaían en cuanto Báez empezaba a preguntarle por José. A Pablo le fastidiaba hablar y no le interesaba ser amigo de Báez. Al poco tiempo prefirió olvidarlo. Durante algunas semanas siguió encontrándose con José solamente para hablar. Pablo había aceptado con resignación que José no estaba enamorado de él. José le contaba las maldades que Báez le hacia. A Pablo, los problemas de José no le interesaban, pero seguía enamorado 42
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El mendigo chupapijas
Pablo y el comisario Báez
"Hijo de puta. Ñam, ñam. ¡Qué pija tan gorda, llena de leche!", balbucea e! mendigo, que ya lleva chupadas dieciséis pijas en lo que va de la noche. Pablo siente en la oscuridad e! calor de la boca de! mendigo, un aliento negro le acaricia la mano, la respiración de ese vientre que sólo tiene hambre y se sacia con pijas y esperma. La humedad de la lengua. El mendigo le lame las manos y enseguida e! bulto. Pablo se baja la bragueta y le entrega la pija. Es la número diecisiete. El mendigo disfruta de las pijas que chupa, como si fueran panes, salchichas, chorizos o morcillas. Ante la miseria y e! hambre se da banquetes de pijas de todos los sabores y tamaños. Pijas agrias, dulces y saladas, pijas sucias, con esperma o con gusto a culo. El mendigo pierde la cuenta de las pijas que chupa, pero a su vez tiene una vaga reminiscencia de todas. Cuando pide limosna en e! portal de la iglesia, los sabores de pija indiscriminados vuelven a su boca y sacian su hambre durante e! día, o saborizan los restos de comida que encuentra en la basura durante la noche, a la hora de cierre de los restaurantes.
-Hola, en este momento no estamos. Dejá tu mensaje después de la señal. Gracias. -Hola, Pablito, habla e! Comisario. Te llamaba porque tenía ganas de verte, volví hace un par de semanas de Amsterdam, tengo un regalito que te traje de ... . -¿Hola? -Hola, ¿Pablito? -Sí, ¿qué hacés? Estaba trabajando con la música alta y no oí sonar e! teléfono ... -Andás desaparecido, no te encuentro nunca. -Lo que pasa es que estoy con mucho trabajo. -¡Qué bien! Me alegro por vos. ¿Y ahora qué estabas haciendo? -Ya te dije, trabajando. -Pero podrías contarme algo más. ¿Algún trabajo interesante? -No mucho. Una traducción. Un artículo sobre la celulitis. Tengo que entregarlo en antes del viernes. Y a vos ¿como te fue en el viaje? -Muy bien,' ya te contaré cuando nos veamos. ¿Y vos? ¿Estás saliendo con alguien? ¿Tuviste alguna experiencia interesante? -Nada especial. Hace tres semanas conocí un chico.
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Volvimos a vernos, pero lo veo todo muy tibio. -¿Leather o tradicional? -Tradicional, pero con buena pija. Igual no creo que dure mucho. No me gusta tanto y además en ese sentido estoy bastante tranquilo, con más ganas de pasar tiempo en mi casa, solo, escribiendo ... Durante más de un mes estuve cogiendo como un desenfrenado. Me agarré unas ladillas que no las puedo matar con nada. En los cines debe haber una epidemia de ladillas y también de gripe, porque además estoy engripado. -Si querés te hago un tratamiento, Pabliro. Como el de aquella vez, ¿te acordás? Ahora me perfeccioné, aprendí algunos secretitos. Te afeito los huevos y el culo ... -Mirá... nó, la ver.dad es que no estoy caliente para nada. Puedo llamarte en la semana si veo que termino a tiempo con la traducción. Ahora me duele la cabeza y estoy muy congestionado. -Capaz que con un poquito de acción se te pasa. -No creo. -Si te duele tanto la cabeza te convendría descansar. Tal vez sea por estar tanto tiempo frente a la computadora. -Quiero estar seguro de terminarlo antes del viernes. No me gustaría dejarlo para último momento. -Es lunes. Tenés tiempo hasta el viernes. Podrías traerte las cosas y trabajar acá, hace mucho que no nos vemos. De paso te afeito los huevos y el culo, así te liberas de las ladillas. -Lo que pasa es que con esta gripe no me dan ganas de andar dando vueltas por ahí, tomando frío ... ¿Cuáles eran los secretitos que aprendiste? -Cuando vengas lo sabrás. O ... , si querés puedo llevar la maquinita y te afeito en tu casa. Nunca me 46
invitaste a tu casa. -Hoyes un poco complicado porque mi tía está esperando gente, además no estoy en mi mejor día. De noche estoy durmiendo mal, transpiro como un chivo y mojo todas las sábanas. -Podés venir un rato. Tampoco es obligatorio que te quedes a dormir. Te pago un taxi. No te va a venir mal salir y distraerte un poco. Encontré un par de páginas de Internet que te van a gustar. Traje una hierba muy.buena que compré en Amsterdam, y además un regalito para vos ... -¡Qué turro! Sabés cómo convencerme. Ok, tenés razón. Una salida no me vendría mal. Estuve todo el día encerrado. Pero te aviso que no estoy como para tener ninguna historia sexual. -Veámonos. Tengo bastante que contarte, hace mucho que no nos vemos. No todo es coger en la vida ¿no? Podemos hacer otras cosas. Vos sabés que yo te quiero mucho, Pablito. -Sí, ya sé. No es por vos, es por mí. Realmente estoy hecho un desastre, no soy para nada buena compañía. -Sabés bien que no es así. Siempre es muy agradable estar con vos. Además me gustaría que hablemos. No sé qué te habrá contado José, pero yo también tengo mi versión sobre lo que pasó. Yo me fui de viaje porque todo lo que ocurrió me había dejado muy angustiado. La única pérsona con la que puedo h~blar de estos temas es con vos, que conoces la relación. Yo estuve tratando de hablar con José para pedirle disculpas, pero no me contesta los mensajes. -Voy a hablarte con toda franqueza, Báez. Los problemas entre vos y José son problemas de ustedes dos. A mí ya no me interesan. - Tenés razón. .
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-Si querés vaya tu casa, pero con la condición de que no hablemos de José. -Como quieras. Igual tengo muchas cosas de que hablatcon vos. Todavía no te conté nada del viaje, tuve varias aventuras, además me gustaría que en otro momento tuviéramos un encuentro con unos esclavitos nuevos que tengo y quería presentarte. ¿Todavía seguís con ganas de iniciatte como Master? -Mejor hablemos de eso en tu casa, ahora anda mi tía dando vueltas y no quiero que se entere de mis cosas. Vaya duchatme. Hace más de dos días que no me baño, tengo un olor a huevo que mata. Descubrí el olor a huevo hace poco yeso me pone contento porque demuestra que el tratamiento homeopático está haciendo efecto, estoy recuperando el olfato. Las' últimas veces que chupé pijas en el cine me di cuenta de que me quedaba olor a pija y a huevo en la boca. Me fui de tema. Vaya duchatme. -No te duches, Pablito. Te duchas después acá. -Ok, como vos digas ... Llego más o menos en una hora.
Pablo y José, el astrólogo
-El lunes me llamó el Comisatio. Primero me dijo que quería hablat del viaje, datme un regalo que me trajo ... -¿Y qué te regaló? - preguntó José. -Tres calzoncillos. Esperaba algo más leather. Él sabía que yo quería una gorra de cuero. La gente cuanta más plata tiene más amatreta es. Del viaje anterior me trajo un llavero que seguramente le habrán regalado en algún bat. -El Comisario ya sabemos cómo es, compatte los esclavos y los equipos, en ese sentido es generoso, pero siempre y cuando él esté ahí en el medio. Y pata los regalos es bastante tacaño. -Además, cuando te invita a comer te invita con pizza
o hamburguesas. Yo, que tengo mucha menos plata que él, cuando invito a comer a mis amigos los invito a alguna fonda, pero Báez siempre pizza. Con la plata que tiene podría jugarse un poco más. -Creo que esa es una de las cosas por las que ahora no estoy con él. Es verdad que en un momento estuve muy enamorado, pero él se mantenía distante. Entonces me resigné y traté de poner paños fríos a la relación. Cuando a mí se me había pasado todo, empezó a perseguirme. No se lo deseatía a nadie. No me dejaba en paz un segundo, vos ya COnoces los detalles de la persecusi6n. Te juro que a veces
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sentía ganas de matarlo, sobre todo cuando empezó a meterse con Ferdi. -También me preguntó por vos, pero yo no le conté nada. A veces pienso que me llama nada más porque quiere información sobre vos. "¿Vos pensás que José me quiere?, ¿Conoces a Ferdi?" Y yo siempre le digo que no le voy a contestar a ninguna pregunta relacionada con vos. A propósito José, necesito decirte algo. Vos sabés que yo te quiero mucho, creo que no imaginás cuánto. Me resulta difícil hablar de esto. Creo que la relación que tuvimos hasta ahora me volvió a la vida y te agradezco por eso. A veces pienso que debería dejar de verte, pero al mismo tiempo no tengo ganas de perder tu amistad. A veces siento que estoy de más. -No seas tOnto, Pablo. Yo también te quiero. Ven!, sentate acá conmigo.
* * * -¿De qué estábamos hablando? -De tu visita al Comisario. Por lo poco que sé, del viaje volvió bien, bastante calmado. Yo ya lo perdoné. El que no puede perdonarlo es Ferdi. -Él me dijo que no le contestabas los mensajes. -Sí, es cierto. Estuve mucho tiempo sin contestarle porque no sabía qué hacer. Pero ayer hablé con él, solamente para decirle que no me llamara más, que ya lo había perdonado pero que por respeto a Ferdi no podíamos vernos. ~Yo le tomé un poco de idea. Encontrarme con él me da miedo, pero al mismo tiempo no puedo evitar ir a verlo. Siempre consigue tentarme con algo. No es fácil encontrar una buena historia leather en Buenos Aires y él tiene todo. 50
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A veces creo que lo veo por interés, aunque muchas veces tuve la fantasía de una relación más comprometida con él. El otro día fui a visitarlo, más por curiosidad que por otra cosa. Iba decidido a no coger aunque por teléfono me había hecho calentar bastante. Me recibió uniformado. Pantalón, campera, botas, gorra y guantes. Apenas llegué me arrinconó en e! recibidor y lo dejé que me diera unas piñas suaves en e! costado, pero enseguida le dije que tenía sed y pasamos al salón. Había sacado todo para tener una sesión. Tomamos whisky, fumamos porro y perdí e! control. El porro que. trajo de Amsterdam es poderoso. También es cierto que para calentarme no me hace falta mucho estímulo. No era punto rojo pero era potente. Compró e! más caro que había. Me regaló un par de porros. Se ve que e! viaje lo puso generoso ... ¿Tenés papel? Dejá, acá encontré uno. ¿Fuego tenés? -Habría que encender la hornalla. -La próxima vez que venga me voy a acordar de traerte pape! y un encendedor. Algán problema tenés con e! pape! y e! fuego. -Soy olvidadizo, debe ser Neptuno. ¿Me vas a contar lo que pasó con Báez? -¿No ponés un poco de música? -¿Qué querés escuchar? -Me da igual. Pone!o en random. ¿En qué estábamos? -En que e! Comisario tenía todo preparado para una sesión.
-Los pantalones nuevos le quedan muy bien, e! corte de pelo también. Yo me había olvidado de no quería coger. Báez volvió de Europa con fuerzas renovadas, muy caliente. Primero me afeitó los huevos y e! culo con talco. -¿Cómo con talco? 51
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-No, Pablo. Báez tiene un montón de defectos, pero en ese sentido podés tenerle confianza. No tenemos que hacer caso de todo lo que pasó. Fue una situación entre él y yo. Dudo que trascienda más allá de eso. -Lo peor sería que se enamorara de mí. Yo sigo pensando que Báez enamorado es capaz de joderle la vida a cualquiera. A veces pienso que no debería verlo más. Él siempre me tienta con algo. Ahora dice que tiene un par de esclavos para presentarme. Yo soy un blanco fácil para sus propuestas. Quiere iniciarme como Master. Me contó que a unos de los esclavos le falta una tetilla y que ti~ne un injerto de piel totalmente insensible. Parece que cuando era chico
se le volcó encima una cacerola con agua hirviendo. El otro tiene una pierna ortopédica. Me contó que una vez le ordenó que se la sacara y 10 hizo andar a los saltitos. -Parece que los mutilados le dan morbo. A mí eso no me calienta mucho. Pero él ya tiene una lista, porque además. de estos dos, está el carcelero Castro. -Un huevo es un huevo, pero una pierna ... -Le conté que me había presentado para trabajar en dos agencias de acompañantes y él me propuso que trabajáramos juntos, que él podía alquilar un departamento y que iríamos con las ganancias a medias. Quiere que publiquemos un anuncio como Master y slave. Yo no sé muy bien si se puede. Él quiere que averigüe qué precauciones tendríamos que tomar para no tener problemas con la policía. Pero no sé. Tanta generosidad me inspira un poco de desconfianza. No creo que sea muy buena idea meterme en un negocio con él. -Al final tan mal no la pasaste. -La verdad que no. Hablando de eso, quería contarte algo relacionado con un tema que apareció cuando estuvimos comentando mi carta natal. Ayer tuve una experiencia rarísima. Con mi vida espiritual siempre me sentí muy solo, pero vos ya conocés bien mis delirios místicos. -Eso está en tu carta. Podés tener experiencias . místicas, porque tenés a Neptuno sobre el ascendente, eso te hace tan sensible y perceptivo. -A veces preferiría no serlo porque este tipo de sucesos . me deja muy confundido. Estaba solo en mi cuarto, escribiendo. Me había fumado un porro. De pronto sentí una energía subiendo por mi columna vertebral, la misma que
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-En vez de espuma de afeitar, talco. Es mucho mejor, la maquinita se desli= perfecto. Se lo enseñó un amante alemán cuando estuvo en Berlín. Me ató a una silla, me puso una máscara de goma, me afeitó los huevos y el culo. Después me tapaba la nariz y la boca con los guantes de cuero. -Un breath control. -¿Así se llama? -Sí. -No sabía. Me encantó. El Comisario estaba muy inspirado, se ve que en el viaje practicó bastante. Además me hizo entrar en confianza con mucha habilidad. En un momento se apareció con un cuchillo. Una vez ya había querido que jugáramos, pero yo no me animé, entré en pánico. Esta vez senrí algQ de miedo pero me gustó. Me pasó el fUo primero por las tetillas y llegó hasta la pija. Creo que no hay nada más excitante que estar con alguien que puede llegar a ser peligroso y a la vez protector. En eso el Comisario es muy bueno. A veces pienso que con la personalidad que tiene no sería raro que se le ocurriera lastimarme y aun así lo dejo que me ate.
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sentía durante las sesiones con Mme. BoJinot, hace más de diez años, en París. Me paré y empecé a bailar alrededor del cairel con forma de bola que tengo colgado frente al altar, hasta que me di cuenta de que podía ver a través de la esfera todo el cuarto invertido y se me ocurrió intentar ver la medallita del Espíritu Santo que tengo apoyada contra la piedra de cuarzo. Me quedé concentrado mirándola. Se veía muy chiquita, pero perfecta. Al rato empecé a sentir cómo esa energía que fluía por mi columna me sacudía todo el cuerpo y que mi corazón se aceleraba. Tuve que acostarme y respirar pausadamente para calmarme. Sentí que la energía emanaba a chorros de mi coronilla y vi seres celestiales alrededor de la cama. Tuve la cert= de que estaban curándome, eran de un azul transparente y lumin9so.,A veces creo que fue nada más que un efecto de la marihuana, pero fue muy real, muy bello. -Solamente con marihuana eso no pasa, hace falta un estado especial. A mí me pasó algo parecido este verano cuando fui a San Martín de los Andes con Silvia. Después te muestro las fotos. Había un guardabosques que me calentaba mucho. Era más bien antipático, grandote, de barba y bigotes, tendría unos cuarenta años. Yo le fui a preguntar una estupidez solamente para verlo más de cerca y ver si tenía alguna onda. Debemos haberle caído bien, porque nos acompañó a un lugar que según nos dijo no le mostraba a nadie más que a sus amigos o a gente que le parecía espiritual. Mis intenciones no eran muy espirituales. Yo quería coger. Después de dos meses en el sur sin coger con nadie estaba recaliente. Pero el lugar donde nos dejó era realmente mágico. Había un lago, no muy grande, rodeado de piedras altísimas. Frente a nosotros, del otro lado del lago, había dos piedras que parecían las plantas de dos enormes pies, que se reflejaban en el agua. Parecían los pies 54
de un gigante acostado boca arriba. Mientras miraba estas piedras sentí que alguien me estaba tocando y pensé que era el guardabosques. Me di vuelta y vi nada más que Silvia estaba dormida a unos metros, bajo la sombra de un árbol. Instintivamente sentí que tenía que acostarme con los pies apuntando a los dos pies gigantes y cerré los ojos. Sentí una música adentto mío y cuando abrí los ojos vi unos gnomos trepados sobre mi cuerpo y también sentí lo mismo que me contás vos; una energía que me subía por la columna. -¿Y los gnomos cómo eran? -Eran azules también, pero no vi mucho. Cerré los ojos enseguida porque pensé que podían desaparecer. -A mí me pasó igual. Es una suerte que podamos hablar de esto, porque yo ya estaba pensando que estoy un poco loco. Pero si a vos también te pasó algo parecido me quedo más tranquilo. Además, si todo esto que ocurre es cierto, también es probable que las predicciones que me hizo Mme. Bonnot se cumplan. -¿Quién es Mme Bonont? -Una sanadora que conocí cuando vivía en París. Tiene el pelo blanco y los ojos de un azul muy profundo, una mujer de una belleza inquietante, su vida es un misterio. Se dedica solamente a sanar y no cobra nada. Con ella tuve varias sesiones de imposición de manos. De la última salí eufórico. -¿Y qué te hace? -Te hace acostar en una cama y ella se sienta a los pies. Hace de canal por donde fluye el Amor Universal. En ningún momento te toca. Una vez sentí muy fuerte esa energía de la que te hablaba antes. Fue tan intenso que me excité. Es un momento de mi vida que nunca vaya olvidar. Después de aquella sesión me enseñó un ejercicio que se
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llama Subida en Vibración. Un día con más tiempo te lo puedo enseñar. Es como un viaje astral. Esa tarde había una comunión especial entre nosotros. Me hizo varias predicciones. Entre otras cosas me dijo que yo tenía el don de la escritura automática y que iba a ser invitado a varias ciudades de todo el mundo. A veces lo dudo, pero no veo por qué me mentiría. En el fondo creo que todo lo que me dijo es verdad y siempre espero el día. A veces me siento con una hoja en blanco y una lapicera, pero no ocurre nada. -Son cosas que no suceden de un día para el otro. En el momento menos pensado vas a empezar a escribir sin habértelo propuesto. --Si hay algo con lo que no me pongo ansioso es con eso. Siempre supe que tengo una misión en la vida, pero todavía no sé cuál. El otro día intenté hablar con el mendigo. Pasé varias veces frente al portal de la iglesia y le dejé cada vez una moneda. Me costó mucho animarme a hablarle y de hecho sólo logré empeorar las cosas. Creo que si quiero saber algo sobre él voy a tener que espiarlo de lejos. La última vez que pasé, el sábado al mediodía, había mucha gente saliendo de misa yeso me dio seguridad. Le di al mendigo un billete de diez pesos y le pregunté si podíamos hablar. No había terminado mi pregunta cuando de golpe se levantó y empezó a los gritos. ¡Andate, hijo de puta! ¡Hijo de Puta! ¡Hijo de una gran puta!
Fragmentos de mi diario íntimo
2 de octubre El trabajo con B. quedó en la nada. Yo no me animo y él no insistió demasiado. Odio trabajar y según mi carta natal, podría tener un trabajo relacionado con el sexo. Ahora estoy haciendo cosas de cuero, tal vez sea por ese lado que deba intentarlo. El lunes en el club Fierro leamer conocí a M. No tuvimos nada, parece antipático. Resultó ser amante de B. Cuando los vi juntos, dije la estupidez más grande de mi vida. "¡Qué macho que es tu amigo!", le dije a B. Más que acercarme creo que conseguí el definitivo alejamiento. D. L. también esruvo en el club y me vio en el baño con un esclavo bajo la bota. Ahora sabe que lo que le contaba era cierto.
15 de octubre B. me llamó para una sesión con un tercero. Para mi sorpresa fue con M. La barba de M. es suave y sus modales, a pesar de ser un aprendiz de Master, también. La primera vez que lo vi me había parecido violento y al principio de la sesión que tuvimos con B. sentí miedo. Pero la inocencia lo
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.r traiciona. Es tan hermoso, tan sensible... Creo que estoy enamorado de M. Que B. no nos permitiera hablar después de la sesión creó un misterio que me calienta por demás. Durante la sesión, con cada actitud sumisa hacia M. intentaba demostrarle que podía ser su esclavo incondicional. Intenté comunicarme telepáticamente con él, aunque sé que estas cosas nunca resultan. Hasta ahora no tuvimos la ocasión de encontrarnos a solas. Creo que si B. se entera de que me enamoré de M. todo podría complicarse.
La llegada del amor
-slavewrote: Señor: Me permito escribirle para contarle que necesito disciplina. Estoy dispuesto a una relación de obediencia incondicional. Tengo 33 años, soy de tipo latino, tapado y tengo muy buena formación como esclavo. Para empezar estoy dispuesto a sacarle todo el brillo a sus botas, lamerlas, besarlas y quedar a sus pies todo el tiempo que usted lo desee. Me gustaría complacerlo en todas sus fantasías. Por su dirección deduje que sus botas deben estar siempre bien lustradas, pero también creo que debe tener otras fantasías que yo podrfa complacer. Mi escuela fue bastante exigente, aprendí muchas cosas y espero puedan gratificarlo. Quedo a su entera disposición. X (tendré el nombre que usted decida)
Prom: Master Top To: slave Subject: Diste con el hombre indicado (Re: solicito disciplina) Date: Sun, 31 Oct 1999 13:50:55
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-José. -Es posible, tengo un amigo que se llama José. ¿Qué
Hola, esclavo (ese es el nombre que te doy hasta'nuevo aviso) Tu lógica deductiva anda bastante bien: me gusta tener las botas bien lustrosas a foerza de lengua y saliva de un esclavo como vos. También me gusta disciplinar (mucho) y eventualmente castigar al esclavo por no obedecer. Hay muchas otras cosas que podrías hacer para satisfacerme, pero primero, un poco de interrogatorio: 1) ¿De dónde sacaste esta dirección electrónica? 2) ¿Dónde vivís? ¿ Tenés lugar? ¿Estds en pareja? Vas a responderme por teléfono. Mi número es 15-22407032. Te vas a presentar diciendo "Soy su esclavo, Señor". Llamame en cualquier momento, hasta la medianoche. Esperando tu llamado, me despido dándote un par de fostazos en las nalgas y un tirón de huevos mientras mantengo tu cabeza firme entre mis botas negras de montar. Tu posible Amo Man in Boots PD: Castigo si no llamds.
-Hola -Soy su esclavo, Señor. Martín no me reconoció la voz y me pidió que le contestara las preguntas del interrogatorio. -La dirección electrónica me la dio un amigo, Señor.
más?
-Vivo en Barracas, tengo lugar (no le dije que esto dependía de si mi tía estaba o no en casa) y no estoy en pareja. -Muy bien ... mmmm ... Ok. Vamos a encontrarnos e! jueves a la tarde, en un café cerca de Retiro. -Si es para que nos conozcamos, tengo que decirle que ya nos conocemos, Señor. . -¡Ahá! Así que ya nos conocemoS ¿Y de dónde? -Soy Pablo, Señor, y me encontré dos veces con usted y el Comisario Báez. -Ok. Entonces vamos a saltear e! paso de! bar. Dame tu dírección ... Cuando terminamos de hablar comenzó una tormenta de viento. Desde mi cuarto se oían las copas de los árboles sacudiéndose, golpes de puertas y ventanas, carteles volando y algunos perros que aullaban de miedo. En ese momento no pude evitar darle a la tormenta de viento y el posterior diluvio, un significado, o mejor dicho, dos: Según e! primero, la tormenta me pareció un mal augurio para la relación entre Martín y yo. El segundo significado, casi opuesto al primero me indicaba que la tormenta era la manifestación de un sortilegio que acababa de quebrarse. El orden natural reaccionaba frente al quiebre de la maldición que me impedía encontrar un amor. La noche anterior a la cita mis esperanzas fueron mucho mayores. Desde el colectivo vi dos chicos que parecían enamorados. Uno de espaldas al otro que llegaba y lo llamaba con toquecitos en la espalda. El que estaba de espaldas, rapado, de camiseta blanca y robusto, se daba vuelta y saludaba con un
-¿Qué amigo?
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apasionado abrazo a su amigo, tan hermoso como él, pero de una hermosura más frágil, casi femenina. El rapado, nuevamente de espaldas, se inclinó y se agachó para que su amigo se le subiera a los hombros. Lo llevó a caballito, dio un par de vueltas trotando en círculo. El colectivo esperaba la luz verde para seguir. El rapado se detuvo frente a la ventanilla desde donde yo los observaba, el amigo se bajó y volvieron a repetir todo desde el principio, los toquecitos en la espalda, los saludos, como si se tratara del ensayo de una obra de teatro. El colectivo arrancó. Me emocioné porque lo que acaba de ver era para mi una señal de amor. Tres o cuatro cuadras más adelante, casi llegando a t¡ti casa, vi a través del parabrisas a un chico en moto que hacía un willy's de más de una cuadra. Entonces estuve seguro de que la vida estaba siendo generosa conmigo y de que pronto conseguiría el amor de Martín. El dia de la cita llegó. Durante la noche anterior apenas habré dormido dos o tres horas. Daba vueltas en la cama pensando en mi vida, en el amor, en Martín. Me levanté temprano. Desayuné a las ocho y media y cuando terminé salí a comprarme un pantalón militar para estrenar con él. También pasé por el supermercado y compré cerveza, Coca, vodka, jugo de durazno y alfajores de chocolate. Almorcé y me acosté a dormir una siesta para recuperarme de la recorrida por todas las casas de topa de la Avenida Patricios, llena de subidas y bajadas. Cuando sonó el portero eléctrico, yo dormía. Tan rápido como pude me puse el pantalón de combate, la camiseta y los borceguíes sin atar. Bajé corriendo los tres pisos por la escalera y cuando abrí la puerta debían ser las tres de la tarde. La luz blanca del sol realzaba la belleza de Martín. Parecía un cowboy después de haber atravesado el desierto a caballo, los rayos del sol transparentaban sus ojos 62
y apoyado contra la pared se enjugaba la frente. La sesión de castigos duró casi tres horas y tuve que pedir piedad dos veces para detener los castigos cuando ya no podía soportarlos. La recompensa a todos los padecimientos no fue menos importante. Martín me besó durante más de dos horas, el atardecer daba a mi CUarto una tonalidad entre dorada y rojiza y afuera brillaba un cielo de fuego: "Tenés que saber que estos besos en exceso pueden ser un veneno muy potente", me dijo mientras yo disfrutaba del estado que los besos me provocaban y que unía nuestras almas y aceleraba nuestros latidos, una embriaguez extasiante. Mientras él me besaba sentía que un dios había bajado del cielo a darme ese momento único, bello, la energía de un amor desbordante, ilimitado. Mi corazón quedaba al descubierto, más sensible que nunca. "Me gusta -le dije-. Quisiera morir de este veneno." Ahora me arrepiento haber dicho esto. En realidad, el efecto del veneno, además de haberme transportado al cielo cuando estaba con Martín, es una sensación de infelicidad total ahora que él está lejos, que no me llama, cuando todo sobre él y sus sentimientos es para mi una incógnita. Lo último que pediría en la vida sería morir de esta manera. A veces me arrepiento de haberme entregado a la aventura del amor, otras, pienso que el amor es lo único que quiero. Aunque morir de amor podría ser muy romántico, preferiría no morir por ahora, sino disfrutar del efecto de este veneno, el veneno de Martín, pero con él a mi lado.
Ya pasaron cinco días desde nuestra cita y Martín no me llamó, es decir, no sé nada sobre él, no Se qué sentimiento le quedó después de nuestra cita, no sé si siente algo por mí, no sé ni siquiera si le gusto. Mi gran desafío 63
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fue decidir que ya no iba a buscar el amor y que sólo iba a intentar darlo, entregarme, vivir solamente para amar. Todavía no sé exactamente en qué consiste el veneno único de Martín, pero creo haber comprendido algo en estOS días tan intensos y es que sólo debo desear el amor. Estoy seguro de que existe en Martín. Lo vi en su mirada, lo oí en su voz y lo disfruté en sus besos, estuVO en mi cuarto durante todo ese atardecer que nunca voy a olvidar. Hoy vivo una gran contradicción. Por un lado me propongo dar amor sin esperar nada a cambio, pero por el otro estoy deseando beber sin parar de la fuente inagotable de amor que hay en Martín. ¡Quiero más de ese veneno! El jueves, una semana después, tuvimos nuestra segunda cita. El teléfono celular de Martín sonó varias veces y antes de despedírnos, escuchamos un mensaje del Comisario: "Martín, cuando escuches este mensaje llamame". El bolso con las botas, el pantalón y el resto del equipo leamer de Martín queda siempre en lo de Báez, donde se supone que funciona una "sociedad" en la que tanto Martín como Báez se comprometieron a compartir los esclavos. Cuando Martín pasó a buscar el bolso por lo del Comisario a la misma hora que el jueves anterior y ante las preguntas ineludibles de éste, tuvO que contarle que venía a mi casa. Por el tono de voz en el mensaje del Comisario me di cuenta de que la relación entre Martín y yo corría peligro. Además, desde un principio pensé que hubiera sido mejor no ocultarle nada a Báez, pero hasta el momento no había encontrado la oportunidad ni el coraje para decirle que estaba enamorado de Martín. Al margen de esto, la tarde del jueves fue otra tarde de amor, sexo y magia. La belleza de Martín va en aumento, o acaso lo que aumenta es mi amor por él. Ahora estoy emborrachándome. La botella 64
de vodka que compré la semana pasada estaba prácticamente llena y la terminé en dos noches tratando de calmar el fuego que encendió Martín en mi corazón. El efecto fue el contrario. Ya no se qué hacer para dejar de pensar, al menos un poco, en Martín. Ahora pienso que no tendría que haberme entregado tanto. Mejor hubiera sido comportarme de otra manera, ser más frío y distante; tal vez lo mejor es ser auténtico y demostrarle el amor que siento por él, como lo hice hasta ahora. El problema de esta segunda actitud es que muchas veces pierdo el control de las palabras cuando estoy con él. Soy un charlarán abrumador, seguramente lo incómodo o lo aturdo: De mí debe pensar que soy un estúpido y un pesado del cual afortunadamente pudo huir. Ayer tomé un colectivo y me senté en el primer asiento para poder mirar al chofer. Tenía los brazos completamente tatuados. Miraba su hermosa mano derecha sobre la palanca de cambio y la izquierda apoyada sobre el volante. Después decidí mirar a través del parabrisas el paisaje que se abría ante nosotros: la línea recta de la calle Tacuarí y las veredas a ambos lados. El cielo emergía al fondo, desde donde vimos venir un gorrión directo hacia nosotros que se estrelló contra el parabrisas. ¡Ay! El colectivero me miró, intentó compartir conmigo la pena que sentía, pero ninguno de los dos pudo hablar. El resto del trayecto lo hice pensando en qué frase amigable podía decirle al colectivero; aquél accidente era un buen pretexto para sacarle un tema de conversación, pero preferí no decirle nada. Solamente me LOmé la confianza de bajar por la puerta de adelante, después de haber concluido, en nuestro cruce de miradas, que habíamos experimentado el mismo sentimiento de compasión por ese pájaro, en el que se habían encontrado fugazmente nuestros corazones. También 65
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pensé en el pájaro: lo vi volar tambaleante después del golpe hasta la primera cornisa que encontró. Y como últimamente, para mí, estos sucesos no dejan de ser augurales, interpreté que se trataba de un mal signo, aunque no tan malo como lo hubiera sido si el pájaro hubiese muerto. El pájaro mal herido voló y buscó refugio. Hoy.mi corazón está como ese pájaro. En busca del amor, choca contra un cristal y cae sin haberlo alcanzado. Pero por suerte o por desgracia, sigue vivo. Martín no me llama y es seguramente porque decidió seguir con el Comisario Báez. Mi corazón sigue vivo y siente que ningún refugio le alcanza. Aun así se recupera y como siempre volverá a erguirse en el vacío de mi alma, en ese lugar donde el amor está floreciendo. ¿Habrá aumentado la tasa de suicidios en las vísperas del año 2000? Hoy pensé todo el día en el suicidio. Encontré un lugar en el lavadero de mi casa de donde podría atar la soga que uso para el bondage. En mi casa me siento rechazado, mi tía ya no me saluda y se la pasa dando portazos. Nadie me llama, no tengo amigos, solamente José, que se fue a vivir a una comunidad en San Marcos. A nadie le importa si estoy deprimido. Retiré de mi cuarro toda la pornografía a la vista y empecé a invocar ayuda. Elevé. un altar a San Jorge con mi piedra de cuarzo y la esfera. Encendí incienso y una vela. .Odio el mundo. Me gustaría ser capaz de matar a todos los que odio y fundar una nueva guerrilla que termine con la miseria de los pobres. Me gustaría ser valiente. Mi tía volvió a hablarme. Delira. Dice que desde Venus se comunican con ella nuestros parientes muertos, que le hablan por la radio y que tienen además un código del tipo 66
clave morse, pero por teléfono. Según estos mensajes, el famoso fin del mundo que todos esperamos llegaría para mayo del 2000. Según José, en mayo del 2000 se da la misma conjunción de astros que se dio a comienzos del Holocausto. Esta noche veo la estrella de Venus desde mi ventana, en su brillo titilante alternan el rojo, el blanco y el azul. ¡Cómo me gustaría que el fin del mundo sea de una vez por todas y que desde Venus, el planeta del amor, lleguen las Huestes Celestiales a salvarnos!
From: slave @hotmaiLcom> To: Master Top Subject: Efocto veneno Date: Sun, 12 Nov 199915:43:58 -0800 (PST) Oh, señor: El veneno resultó mds potente de lo que esperaba. Me siento enformo. El ifécto es similar al de una droga. Adrenalínico y extasian te por un lado, por el otro lacrimógeno y torturador. El sufrimiento es peor que durante sus castigos mds severos, los que comparados con el desgarramiento de mi corazón son juegos benévolos. La presencia de mi Señor sería el único antídoto. Su esclavo
El veneno de Martín sigue actuando. Pérdida del apetito, de la sonrisa y del interés por el mundo. Sería lo que me f.tltaba para darme cuenta de que tengo que leer más. Estoy terminando Bouvard y Pécuchet, voy por la mitad de Salambó y empecé ayer La tentación de San Antonio, que 67
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despierta en mí los sentimientos del mártir, porque mi segundo nombre es AntoIlio:
f. ..] y así fue como lkgué a una ciudadela en ruinas, a las orillas del Mar Rojo. Allí tenía la compañía de unos escorpiones que se arrastraban entre las piedras y de unas dguilas que por encima de mi cabeza planeaban continuamente sobre el cielo azul. Por la noche sentía garras que me arañaban, picos que me mordían y el roce de unas alas blandas; unos demonios espantosos que rugían en mis oídos me arrastraban por el suelo. Pienso en la nueva vida que me espera. Me veo, en un futuro no muy lejano, tentado de comer escorpiones y alacranes en el desierto, muerto de sed. Muchas veces pensé en retirarme a un monte donde ayunar y dejarme morir. Solamente podría salvarme en tal caso, la presencia de Dios o de un mensajero divino. Ahora se me ocurre que debería comenzar a retirarme de la vida, pero de otra manera, menos brutal. Tal vez bastaría con perder el contacto humano, encerrarme Y ayunar, no en un monte sino en mi cuarto. Con una vida tin mundana nunca podría esperar que los vaticinios de Mme. Bonnot se cumplan. Las Huestes del Amor Universal llegarán pronto Y debo comenzar a servir con el don de la escritura automática. Me senté varias veces con una lapicera y un papela esperar que el fenómeno se produjera, pero hasta ahora nada ocurrió. En primer lugar creo que olvidarme de mí será lo mejor, un trance. Tal vez un prolongado ayuno sirva para esto, debería perder el conocimiento. Tal vez no haga falta un retiro tan absoluto y pueda comenzar con una abstinencia sexual, una dieta vegetariana y silencio. Aislarme en mi propia casa.
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Hoy llamó a mi casa Richard, un desconocido que quiere disciplina. Le pregunté quién le había dado mi teléfono, y me contestó que había sido alguien que se hacía llamar Tino. Solo pudieron ser tres personas. El Comisario Báez, José o tal vez Martín para ponerme a prueba, aunque me parece muy ridículo de mi parte pensar que esto pueda ser cierto. Por si llegara a tratarse de esta última posibilidad, decidí cancelar la cita que habíamos acordado para hoy con Richard. Además no estoy tan caliente (y por otra parte recuerdo que hace unos momentos estaba pensando en comenzar una abstinencia sexual). Le dije que me llamara el jueves de la semana próxima. Cuando corté recordé que Tino era el boludo de la agencia de acompañantes.
-Tía, salgo un rato. Voy a una entrevista de trabajo. Si llama Richard ¿le podés decir que me llame mañana? -¿Quién es Richard? -Un amigo. -¿Un amigo nuevo? ¿Extranjero? Pablito, tenés que tener cuidado. Estoy haciendo una investigación y descubrí que existe una organización que se comunica con mensajes cifrados en la guía telefónica y en los diarios. El Papa está metido, es una mafia del Vaticano. Trafican niños y producen películas pornográficas con muerte en el instante. -¿Cómo muerte en el instante? -Tienen cámaras en todos lados, en todos los boliches, en todos los bares gays, y detectan chicos lindos. No tenés que salir a ninguno de esos lugares. ¿Viste ese lugar nuevo que hay acá la vuelta? Es un lugar de ellos. -¿Y lo de la muerte en el instante cómo es? -Bueno, esto te lo cuento a vos, pero nadie tiene que 69
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I saber que lo sabemos, si no somos boleta. Tenés que cuidarte, no irte con ningún desconocido, porque te pueden encerrar, luego atarte y filmarte. Esto lo sé porque lo estoy .investigando. -No hay problema, tía, yo siempre quise ser un porno-star. Además no creo que Richard esté en una organización 'así. -Es una agrupación que hace películas pornográficas sadomasoquistas con muertes verdaderas. Secuestran chicos y chicas jovencitos, los atan, los cortajean y los queman vivos, o les hacen fist-fucking con explosivos ... -Bueno, yo ya no soy tan jovencito, pero igual te agradezco que me hayas avisado. Voy a estar más atento No te preocupes, que Richard es un buen chico y no anda en nada raro. Chau, tía, ya me tengo que ir. Por suerre no le dije que Richard era un desconocido. De mi casa salí temblando, lo que mi tía me contó me horroriza bastante aunque en el fondo sepa que son delirios. Seguramente me espía y escucha mis conversaciones telefónicas. Construí mi santuario en el fondo de un monte, en la selva misionera. El lugar se llama Salto del Ángel. El salto nace a ciento cincuenta metros de altura y el agua llega al lago como un rocío que flota en el aire y se posa sobre las plantas. La vegetación de la selva misionera en esas profundidades del monte crece en dimensiones tales que a veces se encuentra alguna orquídea sobre la cual uno puede recostarse, y en esa cama de textura suave y perfumada los sueños son tan reales que se duda de que sean sueños. El santuario es de un material nuevo llamado vidrio poroso. Es un vidrio transparente y grueso, a través del cual el aire pasa sin necesidad de aberturas. Los motivos en las
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paredes del santuario son, por lo tanto, la selva misma, la vegetación, las serpientes del monte, las mariposas y los pájaros que vuelan y se posan alrededor de la casa. Camino hasta la sala de transportación cuyas paredes están recubiertas de finas laminas de oro, y llamo a Martín, que aparece en la esfera de luz central. Uega radiante, mis ojos se acostumbran pronto a la refulgente luz que emana de su cúerpo. Es bello como un príncipe del Cielo, en sus ojos veo una fuente inagotable de amor. Martín, que mira con asombro el lugar extraño en e! que se encuentra, me dice "Te amo" y me da uno de sus embriagantes besos, más dulce que el :trUto más sabroso de este paraíso. Luego caminamos hasta una gruta detrás del velo de agua de la cascada y desde allí nos zambullimos en el agua cristalina y :tresca. Bajo los rayos del sol que atrav~esan la espesa selva, el agua que cae de! salto se transforma en perlas doradas y las mariposas multicolores revolotean entre las lianas. Nadamos y nos besamos durante toda la tarde, comemos bananas y mangos que tomamos de los árboles. Esto es, sin duda, e! paraíso que dábamos por perdido. A la hora de despedirnos me dijo nuevamente "Te amo" y se desintegró en la esfera de luz.
Prom: Master Top 70: slave Subject: Un poco de antídoto (Re: efecto veneno) Date: Sat, 4 Dec 1999 15:43:58 -0800 (PST) Hola, esclavito (este es tu nuevo nombre) Lamento haber hecho silencio durante tanto tiempo, pero el Amo es el que decide y creo que decidí bien.
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