Cornell Woolrich Charlie Saldrá Esta Noche -
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Charlie Saldrá Esta Noche -...
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CORNELL WOOLRICH Charlie saldrá esta noche Las detonaciones resonaron con fuerza en el silencio de la noche mien mientr tras as el co coch che e patr patrul ulla la cir circula culaba ba a toda toda velo veloci cida dad d por por la avenida Central. Parecían proceder de un tubo de escape, pero los dos agentes sabían que no era así. —A juzgar por lo que la cosa dura esta vez, parece que por n le est!n dando caza —e"clam# $eene con esperanza. Per ero o ante antess de que que ac aca abara bara la fras frase, e, el tir tirote oteo co conc nclu lu%# %# de repente. &Pam' (n )ltimo disparo reson# a lo lejos % luego el eco se apag# en el silencio. $eene cerr# el pu*o % golpe# con fuerza el respaldo del asiento delantero. —&+o me digas que llegamos tarde otra vez' l hombre que se sentaba a su lado no dijo nada- no era nece necesa sari rio o. Cuan Cuando do el co coch che e dobl dobl# # la es esqu quin ina, a, la es esce cena na que que apareci# ante sus ojos hablaba por sí misma. La claridad que salía del estanco marcaba una p!lida franja amarillenta sobre la acera, que relucía con fragmentos de vidrios rotos. Las balas del tiroteo habían destrozado destrozado una parte del cristal del escaparate. (n policía de uniforme se dirigía con paso lento % vaci vacila lant nte e haci hacia a la tien tienda da-- llev llevab aba a la ca cabe beza za desc descub ubie iert rta a % se apretaba el brazo. —e ha escapado, /verdad0 —e"clam# $eene, col1rico, antes incluso de haber descendido del coche—. /Pero qu1 os pasa0 /C#mo se os puede haber escapado una vez m!s0 —Lo —Lo sien siento to,, ca capi pit! t!n, n, per pero es esta ta heri herida da me impi impidi di# # ana anarr la puntería. l policía se arremang# para mostrar el brazo, por el que bajaba un hilillo de sangre hasta la punta del dedo medio, donde se form# una gota que ca%# en la acera. —2e a que te vean eso —gru*# $eene secamente, como pidiendo disc discul ulpa pass de ma mala la gana gana-- lueg luego o a*ad a*adi# i# a me medi dia a voz— voz—33 es la
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primera vez que se derrama sangre por culpa de ese..., porque ha sido nuestro amigo de nuevo, /no0 —í, se*or. l tirador zurdo. —Pues es 1l, no ha% duda. Lleva cinco semanas poni1ndonos en ridículo. —/4 por qu1 siempre elige estancos0 —pregunt# uno de los agentes. $eene se encogi# de hombros3 —Por lo general, a estas horas de la noche en los estancos s#lo ha% un dependiente, así que ese tipejo se arriesga mucho menos que si asaltara un bar o un club nocturno. $eene entr# en la tienda seguido de dos subordinados. La caja registradora estaba abierta % vacía. n el suelo había una moneda de un centavo % otra de cinco, que seguramente se le habían caído al ladr#n en su huida. (no de los agentes las recogi# % las hizo tintinear en el hueco de la mano. 5abía un hombre inclinado sobre uno de los mostradores, con la cabeza hundida entre los brazos. —/6u1 le pasa a 1se0 /s que est! muerto0 —pregunt# $eene de mal humor—. &h, oiga' l dependiente levant# la cabeza. 7enía el cabello manchado de sangre por encima de la oreja. —8e ha golpeado con la punta de la pistola —dijo d1bilmente—. 4o 4o estaba con las las manos en alto, alto, pero pero aun así me atiz#. —9ueno, por lo menos usted ha podido verlo. /6u1 aspecto tenía0 —/C#mo quiere que lo sepa0 Llevaba un pa*uelo blanco que le tapaba la nariz % la boca, % el ala del sombero le cubría el resto. +i siquiera pude verle los ojos. —5a atra rave vesa sad do tod toda la tiend ienda a desd desde e la puert uerta a has asta ta el mostrador, /% quiere hacerme creer que ni siquiera sabe c#mo es0 —le espet# $eene con impaciencia. —nt —ntrr# co con n la ca cabe beza za vuel vuelta ta,, co como mo si es estu tuvi vies ese e mira mirand ndo o o hablando con alguien que se encontraba en la calle. 7odo me pareci# mu% natural, así que /por qu1 iba a sospechar nada0 Lo )nico que le puedo decir es que tenía las espaldas mu% anchas % que llevaba un traje gris.
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—&8enuda pista' —replic# $eene con amargura—. i eso es todo lo que puede decirnos, le aseguro que va a sernos usted de mu% poca a%uda. &8aldito sea el condenado, no me e"tra*a que le llamen el :antasma' so es lo )nico que hemos podido sacar en limpio en cinco semanas. so, % que dispara con la izquierda. l dependiente volvi# a hundir la cabeza entre los brazos. —Creo que me va a dar algo —gimi# con voz ahogada. —7enga, aquí tiene los seis centavos que hemos recuperado —le dijo dijo co con n so sorrna uno uno de los los agen agente tess mien mientr tras as ar arrrojab ojaba a las las dos dos monedas a la caja registradora. $eene sali# a la calle mu% enfadado % se detuvo bajo la luz de ne#n del estanco a remover con el pie los pedazos de vidrio que habían saltado del escaparate. —;eg —;egis istr trad ad bien bien el es esca capa para rate te —or orde den# n#——- se segu gura rame ment nte e encontrar1is las balas que ha disparado en alguna caja de puros o en alg)n paquete de tabaco. Acababa de llegar una ambulancia para prestar los primeros au"ilios al dependiente % al agente heridos. $eene observ# con atenci#n ambos lados de la calle. —i ha entrado mirando para atr!s es porque previamente se ha asegurado de que s#lo había una persona en el estanco. Adem!s, habr! necesitado alg)n tiempo para atarse el pa*uelo, lo que quiere decir que ha debido de ocultarse en alg)n portal antes de llevar a cabo el asalto. 2amos a e"aminar aquel portal de allí..., es el )nico desde donde se tiene una vista completa del interior de la tienda. Los agentes se acercaron % $eene ilumin# el umbral con una linterna, pero no encontr# nada m!s que la colilla de un cigarrillo. La luz de la linterna pas# de largo, pero luego volvi# atr!s para enfocar la colilla. $eene se agach#, la cogi# % la e"amin# en la palma de la mano. —8enos mal que no se me ha pasado por alto —dijo en voz baja a sus acompa*antes—. 5e pensado que el tabaco era demasiado oscu os curro % co con n hebr hebras as dema demasi siad ado o grue gruesa sass para para trat tratar arse se de un cigarrillo com)n. /abes lo que es0 l otro asinti#.
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—(n porro..., marihuana —prosigui# $eene—. s de 1l, sin duda. e ha ebe de ser de alguien que vive en el edicio % que se cree mu% listo porque consume marihuana. Como lo pille, vo% a quitarle las ganas de seguir fumando estas porquerías. Luego abri# la puerta % entr#, meneando la cabeza con un gesto decidido.
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7res noches despu1s, el capit!n $eene sonri# con amargura al sentarse para cenar % descubrir que una de las tres sillas estaba vacía. —Charlie ha salido —murmur# su esposa con tono de disculpa. —&Para variar' —replic# $eene amargamente—. /s que para alguna vez por casa0 /abes cu!ndo lo vi por )ltima vez0 &l domingo hizo una semana' 8e cruc1 con 1l en la puerta3 %o llegaba % 1l se iba. &Los dos vivimos bajo el mismo techo % llevo m!s de una semana sin ver a mi propio hijo' —so es porque t) tampoco est!s mucho tiempo en casa, Lu?e — protest# ella en defensa de Charlie. —Pero %o esto% de servicio, mientras que 1l no pega ni golpe. —a —abes bes bie bien que eres la pers rson ona a menos nos indic ndica ada par para repr eproc och! h!rs rsel elo. o. >esd >esde e que que llev llevab aba a pant pantal alon ones es co cort rtos os s# s#lo lo ha tenido un sue*o, % t) le impediste que lo hiciera realidad. Así que si no tiene trabajo, la culpa es tu%a. 8ie 8ientra ntrass habl hablab aba, a, los los ojos ojos de la muje mujerr se posa posarron en una una fotografía que se encontraba sobre la repisa de la chimenea. ra la foto de un joven apuesto vestido con un uniforme de la policía. e parecía mucho a $eene, s#lo que unos veinte a*os m!s joven. 5abían pasado cinco a*os desde aquel día fatal, pero todavía había una cinta negra pegada en el marco. —&4a le entregu1 un hijo a la policía —tron# $eene, descargando un pu*etazo sobre la mesa—, % no esto% dispuesto a ver morir al otro' &5e decidido que no ingresar! en la policía %, mientras viva, en esta casa se va a hacer lo que %o diga' Pero eso no es motivo para que no busque otra clase de trabajo. &so no justica que se qued quede e todo todo el día día zanga angane nean ando do en su cuar cuarto to,, co con n la puer puerta ta cerrada con llave, % que luego se pase toda la noche fuera de casa' u esposa neg# con la cabeza, como si presagiara algo malo. —+o es bueno impedirle a un muchacho que lleve a cabo sus sue*os, Lu?e- siempre te lo he dicho. so lo tiene amargado, le ha hecho perder el inter1s por todo. 4 esa frustraci#n puede acabar por convertirlo en... algo mucho peor que lo que evitaste que fuera. La mujer baj# la vista, % luego a*adi#3
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—>ennis era tan hijo mío como tu%o, no lo olvides. Pero preferiría perder a Chariie como perdí a >ennis antes que verlo infeliz % amargado a causa de tu obstinaci#n. Chariie se siente desgraciado, Lu?e, est! consumi1ndose, % t) lo sabes. —&Lo )nico que s1 es que en esta casa mando %o' —rugi# $eene. —6uiera >ios que no tengas que lamentarlo, Lu?e —replic# su esposa con un suspiro. l tel1fono son# en el recibidor % la mujer se levant# para contestar. —9ien, mu% bien —se limit# a decir—. n seguida se pone. Luego se dirigi# a su marido % le anunci#3 —s para ti, Lu?e, de la comisaría. $eene se quit# de encima las tribulaciones dom1sticas como una serpiente se desprende de su piel. 8ientras se dirigía al tel1fono, sus pasos eran vivos, decididos. —$eene al aparato —dijo secamente. ra el comisario en persona. —&$ —&$ee eene ne,, uste usted d % sus sus homb hombrres tien tienen en que que hace hacerr algo algo para para atra atrapa parr de una vez vez por por toda todass al :anta antasm sma' a' 5a vuel vuelto to a las las andadas. /e da cuenta de que van diecis1is atracos a punta de pistola en poco m!s de seis semanas0 +o es s#lo que la prensa est1 st1 pid pidiend iendo o a gritos itos mi ca cab beza eza, sin sino que ese tipo se ha convertido en una amenaza p)blica. s un perro rabioso al que ha% que meter entre rejas para bien de todos. —/>#nde ha sido esta vez, comisario0 +o hace ni media hora que he salido de la comisaría. —n —n la es esqu quin ina a de Crav Craven en % 9ur 9urgo%n go%ne. e. 5e 5emo moss rec ecib ibid ido o la llamada hace tan s#lo cinco minutos. Ahora mismo vo% para all!. —Pues allí nos veremos. $eene colg# el tel1fono % se despidi# de su esposa3 —7engo que irme, @ulie. —/5a sido otra vez 1l0 —pregunt# @ulie, temerosa, pues conocía la preo preocu cupa paci ci#n #n de su ma mari rido do por por aque aquell crim crimin inal al a quie quien n no conseguían atrapar. atrapar. —&í, % vo% a perder mi puesto si no le paramos los pies en seguida' l comisario est! a punto de perder la paciencia, % si eso sucede mi cabeza ser! la primera en rodar.
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$ee eene ne desc descol olg# g# de un tir tir#n el so somb mbrrer ero o del del co colg lgad ador or que que quedaba junto a la puerta % dijo3 —+o me esperes levantada, @ulie. +o s1 a qu1 hora volver1. 4 cerr# la puerta a sus espaldas. Como las otras quince tiendas que el :antasma había atracado, la de Cra Craven ven % 9ur 9urgo%n o%ne er era a un es esttanco nco. #lo #lo ese tipo ipo de esta es tabl blec ecim imie ient ntos os par parec ecía ía inte interres esar arle le.. in in duda duda er eran an los los m! m!ss vulnerables, porque durante la noche los estancos quedaban al cargo de un )nico dependiente. Por eso la policía estaba tan segura de que el :antasma actuaba solo. Cuando $eene lleg#, había un hombre tendido en una camilla sobre la acera. —/s —/s el depe depend ndie ient nte0 e0 —le —le preg pregun unt# t# al m1 m1di dico co que que es esta taba ba e"amin!ndolo—. /Puede hablar0 —Con gran dicultad —dijo el doctor doctor—. —. i quier quiere e preg pregunt untar arle le algo, algo, apres) apres)re rese. se. +o creo creo que llegue con vida al hospital. $eene se agach# junto a la camilla % le pregunt# al dependiente en voz baja3 —/5as conseguido verlo, muchacho0 l dependiente abri# los ojos. —Le he dado —respondi# d1bilmente—. sta vez ha salido mal para parado do.. A%er %er la co comp mpa* a*ía ía dist distri ribu bu%# %# pist pistol olas as entr entre e los los que que hacemos el turno de noche, pero el tipo lleg# tan de repente que no pude coger el, arma hasta que fue a salir del estanco. Al ver que echaba mano de la pistola, me dispar# desde la puerta % me hiri#. Pero logr1 ponerme en pie % me arrastr1 hasta la calle. Lo perdí de vista por un segundo, pero luego vi que daba la vuelta en la avenida 9urgo%ne % que seguía en otra direcci#n. 2i su silueta recortada contra la luz de un farol. >ispar1 % se tambale# porque lo había alcanzado, pero de todas formas logr# huir a toda prisa... —/Pero has conseguido verle la cara0 La voz del hombre se debilit# hasta convertirse en un murmullo casi inaudible3 —Llevaba un pa*uelo que le tapaba la cara..., era ancho de espaldas..., el arma en la mano izquierda... l m1dico % el conductor de la ambulancia se acercaron al herido. —er! mejor que nos lo llevemos, capit!n.
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$eene se puso en pie con un suspiro de rabia % dijo3 —iempre la misma historia... —igame, $eene, /hasta cu!ndo va a durar esto0 —bram# el comisario, quien acto seguido dijo todo lo que pensaba sobre el caso a lo largo de diez minutos que a $eene se le hicieron eter eterno noss- al nal nal,, se sent nten enci ci#— #—33 &Aho &Ahora ra bien bien,, si uste usted d se sien siente te incapaz de echarle el guante, dígalo % pondr1 el caso en manos de otro m!s competente' $eene mantuvo la calma % respondi# con un tono respetuoso3 —Puede poner en mi puesto a alguien que tenga m!s suerte que %o, se*or, pero no encontrar! a nadie que se dedique al caso con ma%or ahínco. Lo )ltimo que hizo $eene antes de abandonar el escenario del delito fue telefonear al hospital para saber cu!ndo podría seguir interrogando al dependiente herido. —Cuando lleg# aquí %a estaba muerto —fue la breve respuesta. >e modo que ahora %a se había cometido un asesinato. $eene lleg# a casa rendido de cansancio. Abri# un caj#n % sac# su vieja pipa pensando que tal vez fumar lo a%udaría a reponerse, pero cuando iba a sentarse advirti# que la cazoleta estaba llena de ceniza. eguramente la )ltima vez que la había usado le habían llamado con urgencia de alguna parte % había tenido que abandonar la pipa antes de poderla terminar. iempre lo llamaban cuando estaba en medio de algo. $eene cogi# una cerilla de madera, removi# con ella las cenizas compac compactas tas % mir# mir# en torno torno busca buscando ndo alg)n alg)n recipie ecipient nte e donde donde volcarlas- pero su mujer %a había quitado la mesa % no encontr# nada que pudiera servirle. n aquel momento, @ulie sali# de la cocina con el cubo de la basura en la mano, pues iba a la calle a vaciarlo. —@usto lo que buscaba —dijo 1l—. spera un momento3 vo% a echar las cenizas de la pipa antes de que te lleves el cubo. @ulie pareci# asustarse de aquella sencilla petici#n. Primero se qued# parada % luego se precipit# hacia la puerta sin soltar el cubo.
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—4a.. —4a..., ., %a est! est! lle lleno no —argB% —argB%#—. #—. 2o% a vacia vaciarlo rlo % ensegu enseguida ida vuelvo... —/C#mo que %a est! lleno0 —pregunt# $eene, asombrado—. /Crees que vo% a desbordar el cubo con unas pocas cenizas0 La e"presi#n de $eene fue cambiando poco a poco, % sus ojos se achicaron mientras escudri*aba la cara de su esposa. Al cabo, se levant# de la silla % se acerc# a @ulie. —>ame el cubo —le dijo. 5abl# con voz pausada, pero en un tono tan autoritario que ella no se atrevi# a desobedecerle. —7r!elo aquí —repiti#—, quiero echarle un vistazo. @ulie se acerc# a su marido despacio, con la cara contraída % m!s blanc lanca a que la ce cera ra.. >ej# >ej# el cubo ubo en el suel suelo o % $eene ene pud pudo comprobar que estaba casi vacío. —/6u1 querías ocultarme0 —pregunt#. Pero su esposa %a había regresado a la cocina sin decir una sola palabra. $eene removi# la basura con la cerilla que había usado para vaciar la pipa. Al sacarla, descubri# que algo se había enroscado en su punta. ra una especie de tela retorcida % acartonada, de color marr#n. $eene tir# de ella hasta sacarla por completo del cubo, %, a medida que salía, la tira se iba volviendo m!s blanca, m!s ancha, m!s blanda % m!s delgada. ra una venda manchada de sangre. >e repente, o%# unos sollozos que procedían de la cocina. $eene tir# al suelo la cerilla % la venda, cruz# el comedor con tres r!pidas zancadas % entr# en la cocina. ncontr# a su mujer de pie junto al fregadero, con los ojos ba*ados en l!grimas. 7enía una botella de his?% en una mano % un vaso lleno hasta el borde en la otra. $eene se acerc# a @ulie % le arrebat# el vaso. —Dste no es modo de solucionar los problemas —dijo. —4a lo s1 —respondi# su esposa—, pero me a%uda a sobrellevarlos. Le dirigi# a su marido una mirada de s)plica- pero $eene sabía mu% bien que no era por sí misma por quien suplicaba.
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—&sto tiene que acabarse de una vez, @ulie' —dijo con voz ronca. Luego se volvi# % se encamin# mu% despacio hacia una puerta cerrada. lla corri# a cerrarle el paso % lo agarr# con fuerza por el cuello de la camisa. —+o, Lu?e, te lo pido por favor. &spera' —Ap!rtate, @ulie, esto es algo entre 1l % %o. —+o ha pasado nada, te lo aseguro. Podría haberle sucedido a cualquiera. —+o me mientas, @ulie. 5e visto que tratabas de esconderme esconderme esa venda. /6u1 es lo que ha hecho0 /Por qu1 querías evitar que la descubriera0 —Porque sabía que ibas a pensar precisamente lo que est!s pensando ahora. $eene apart# con suavidad a su esposa. Luego se acerc# a la puerta cerrada % la golpe# con los nudillos. —+o, Lu?e, te lo suplico —gimi# ella desde la entrada de la cocina—. Charlie es tu hijo, % no uno de esos delincuentes que interrogas en la comisaría. Ahora est!s en casa3 aquí dentro eres un padre de familia % no un policía. ime, /acaso os peleasteis t) % Charlie anoche0 —le pregunt# a bocajarro—. /Por qu1 no se qued# m!s rato contigo0 —so quisiera saber %o —respondi# ella sin reservas—. Parecía mu% preocupado, como si algo le rondara sin cesar por la cabeza. A las diez % media cogi# el sombrero % se fue, % durante todo el tiempo que estuvo aquí se mostr# tan inquieto % nervioso que no parecía el de siempre. La verdad es que no sabía qu1 pensar — 9ernice ri# conadamente % luego agreg#—3 8e temo que sale con otra chica. —+o —dijo 1l con tristeza—. 7e aseguro que no sale con ninguna otra chica. >espu1s clav# la mirada en el suelo %, como si hablara por hablar, dijo3 —/6u1 tal te trata Charlie0 /Easta mucho dinero cuando salís juntos o es m!s m!s bien taca*o0 taca*o0
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—/7 —/7ac aca* a*o0 o0 &7od &7odo o lo co cont ntra rari rio' o' —rep —repli lic# c# la much muchac acha ha co con n vivacidad—. &Parece que quiera echar la casa por la ventana' Easta como si fuera un millonario. 4o 4o no dejo de decirle3 e vez en cuando apuesta un par de d#lares en las carreras % por lo visto gana siempre... $eene sonri# con amargura. Fía hablar a 9ernice, pero apenas se daba cuenta de lo que le estaba diciendo. Levant# la vista, % dej# que sus ojos recorrieran la sala. obre la repisa de la chimenea descubri# un peque*o retrato enmarcado de Charlie. +o era una fotografía de estudio, pero lo habían sacado de cuerpo entero, de pie en la escalera de la casa de 9ernice. ntonces interrumpi# a 9ernice % le pregunt#3 —F%e, preciosa, /te importaría traerme un vaso de agua0 —Por supuesto que no, capit!n $eene. n cuanto la muchacha hubo salido de la sala, el policía se acerc# con rapidez a la chimenea para sacar la foto del marco. e la guard# en el bolsillo % coloc# el marco boca abajo, para que no se vier viera a que que la foto fotogr graf afía ía habí había a desa desapa parrec ecid ido o. >esp >espu1 u1s, s, se march# en cuanto le fue posible. —Cuando vea a Charlie, dígale que... —le encarg# la muchacha desde la puerta, mientras $eene se marchaba arrastrando los pies en la oscuridad. l capit!n mene# la cabeza con tristeza. 4a no le diría nada a Charlie..., nunca m!s. 4 Charlie tampoco le diría nada a 1l. +o era necesario. $eene se dirigi# a la comisaría % busc# la lista de las tiendas que el :antasma había atracado. Luego escogi# media docena de las m!s recientes % anot# sus direcciones en la libreta. >espu1s se asegur# de que la puerta de su despacho estuviese cerrada % e"tra "trajo jo del del bols bolsil illo lo la foto foto que que se habí había a llev llevad ado o de ca casa sa de 9ernice. $eene- nombre de pila, Charles3 eso era lo que debía escribir. Gnconscientemente, levant# la cabeza, apret# los dientes % cerr# los pu*os hasta que los nudillos de los dedos se le quedaron blancos3 eran indicios de la lucha que se estaba librando en su interior. &A)n no podía cre1rselo, ni siquiera cuando todo estaba
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tan claro, ni siquiera despu1s de haber descubierto el vendaje ensangrentado % de haber escuchado las palabras de 9ernice' osc >oscie ient ntos os d#lares ganados honradamente. honradamente. >!selos cuando llegue, @ulie. >ile que se va%a de esta casa, que tiene tiempo hasta ma*ana por la noche. 4 recu1rdale recu1rdale de mi parte que vive en casa de un policía. Dl sabr! lo que quiero decir. +o esto% haciendo esto por 1l, @ulie, ni tampoco para proteger mi buena reputaci#n. Lo esto% haciendo por ti. 7ras decir esto, $eene se dio media vuelta % sali# del comedor con la rígida lentitud de un son!mbulo.
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Al día siguiente, $eene lleg# a casa poco despu1s de anochecer. Lo primero que vio fue el sobre, colocado en equilibrio sobre el pomo de la puerta de la habitaci#n de Charlie. e acerc# despacio % lo cogi#. Charlie no lo había abierto. Al oí oírr a su marido, @ulie sali# de la cocina % lo mir# con detenimiento. —8e pidi# que te dijera que huir es algo que s#lo hacen los culpables —e"plic#, sec!ndose los ojos con la punta del delantal —. &>esde luego, entre uno % otro me est!is matando' —>e modo que pretende sacar provecho del hecho de ser hijo mío —musit# $eene tristemente—. Cree que en ninguna parte estar! tan seguro como aquí, /eh0 Pues est! mu% equivocado. u inmunidad se ha agotado. >ame la llave de esa puerta. , —+o la tengo. —/>#nde est!0 —Charlie siempre la lleva encima, % acaba de salir. $eene sac# su pistola dispuesto a hacer volar la cerradura. —Lu?e —gimi# su esposa—, los vecinos... —sto %a no es un asunto familiar, @ulie, sino un caso policial. Pero, espera un momento, tengo algo que podría... $eene volvi# a enfundar su pistola, se dirigi# a su habitaci#n % regres# con una ganz)a. La introdujo en la cerradura, % la puerta del cuarto de Charlie se abri# al instante. —2uelve a la cocina, @ulie —dijo, girando la cabeza—. +o te quedes ahí mir!ndome como si estuviera cometiendo un crimen —% acto seguido entr# en la habitaci#n de Charlie % cerr# la puerta tras de sí. La persiana estaba bajada, como siempre, fuera de día o de noche. $eene encendi# la luz. A primera vista, la habitaci#n no tenía nada de particular. ra un cuarto como otro cualquiera3 una cama, una c#moda, un armario % un par de sillas. l espejo situado sobre la c#moda tenía dos corbatas colgadas %, encajada en un !ngulo del marco, había una fotografía de 9ernice 8eredith. $eene frunci# el ce*o3 sinti# que el cuarto de un asesino no era el lugar adecuado para la fotografía de aquella joven encantadora.
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>espu1s abri# los cajones de la c#moda % pas# sus manos entre las pilas de camisas % de ropa interior de Charlie con la destreza de un profesional. +o se avergonzaba de lo que estaba haciendo3 era un policía registrando el cuarto de un sospechoso. n el fondo del )ltimo caj#n encontr# las balas..., eran del calibre . Charlie debía de haberse llevado la pistola consigo, pues no aparecía por ninguna parte. $eene observ# los pro%ectiles con mirada severa. Pens# que cada uno de ellos podía acabar con la vida de un policía. e los guard# en el bolsillo, pero a)n no se dio por satisfecho. l armario tambi1n estaba cerrado con llave, pero la ganz)a lo abri# con facilidad. #lo había un par de trajes, una chaqueta % un sombrero viejo. $eene revis# los bolsillos de la chaqueta, % de uno de ellos ca%# una moneda de un centavo, que rod# por el suelo. Al recogerla, se dio cuenta de que tenía un peque*o agujero en el centro. Charlie no se había olvidado de vaciarse los bolsillos, sino que que la guar guarda daba ba a prop prop#s #sit ito, o, co como mo un am amul ulet eto o de la buen buena a suerte. e poco le ha servido=, pens# $eene meneando la cabeza. n otro bolsillo encontr# un papel- al sacarlo, vio que era un boleto de apuestas de las carreras. l caballo se llamaba Cavalier, % Charlie había apostado dos d#lares por 1l. so coincidía con la e"plicaci#n e"plicaci#n que le había dado 9ernice..., 9ernice..., aunque, en esta ocasi#n, Charlie no había ganado, pues de lo contrario no habría conservado la papeleta. Por un inst instan ante te,, la segu egurida ridad d que $eene ene tenía enía so sobr bre e la culpabilidad de su hijo se tambale#. Ftro golpe como aqu1l, por ligero que fuese, % sus sospechas se desvanecerían desvanecerían por completo. l capit!n sinti# en su coraz#n una intensa punzada de gozo anticipado. Pero entonces su mirada se pos# en algo que se encontraba en un rinc#n. 5asta aquel momento no lo había visto, pues pues es esta taba ba oc ocul ulto to tra rass los los traj trajes es.. ra ra un pape papell enr enrolla ollado do % apo% apo%ad ado o co cont ntra ra la par pared del del ar arma mari rio o. Al co coge gerl rlo, o, sint sinti# i# un pinchazo en el dedo, como si se hubiese clavado un aller. e acerc# a la l!mpara para verlo mejor % lo desenroll#.
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ra un plano de la ciudad, de los que venden en las librerías. n una esquina tenía clavado con un aller un pedazo de papel rectangular que parecía servir de referencia. $eene llev# el plano hasta la c#moda, lo e"tendi# % le puso un objeto en cada esquina para evitar que volviera a enrollarse. La hoja prendida con el aller era delgada % en ella había un te"to impreso en columnas verticales. 5abía sido arrancada del list listín ín tele telef# f#ni nico co % er era a la p!gi p!gina na dond donde e gur gurab aban an todo todoss los los estan stanco coss de la ciu ciudad dad pert perten ene ecie ciente ntes a una caden adena a bien bien conocida. 8!s de un tercio de ellos estaba marcado con l!piz. $ee eene ne rec econ onoc oci# i# de inme inmedi diat ato o algu alguna nass de las las dir direc ecci cion ones es33 9urgo%ne % Craven, la calle >ieciocho % 7illar%. e trataba de los estancos que el :antasma había atracado. l plano tenía una aguja clavada en cada una de las direcciones se*aladas en la lista, enmarcadas en el plano con un círculo trazado a l!piz. 4 si eso no constituía %a una prueba conclu%ente, al lado guraba la fecha de cada uno de los atracos, que, por supuesto, se correspondía con los días en que el :antasma había actuado3 cuatro cuatro de ma%o, ocho o cho de ma%o, % todos los otros. >e pronto, mientras $eene comparaba los datos, algo le llam# poderosamente la atenci#n. 5abía una aguja de m!s en el plano, una aguja que no se correspondía con ninguno de los atracos del :antasma- tampoco $eene tenía apuntada aquella direcci#n en su libreta... a)n. sta vez, lo que había alrededor de la aguja no era un círculo sino un recuadro, que comprendía la esquina de las calles 5aven % >arro, un lugar que el :antasma todavía no había visitado. @unto al recuadro, Charlie había escrito3 esd >esde e lueg luego, o, se habí había a movi movili liza zado do a una una gran gran ca cant ntid idad ad de policías, para capturar a un solo hombre. Pero aquel delincuente había cometido diecis1is atracos a mano armada en poco m!s de un mes % había logrado un r1cord al escaparse de la policía en todas las ocasiones. o casiones. $eene es esta taba ba a car argo go de la opera peraci ci#n #n.. Le había bía dicho icho al comisario que había recibido por tel1fono un soplo sobre el atraco
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que el :antasma estaba a punto de cometer. Asegur# que conocía bien a la persona que le había informado % que era alguien digno de toda conanza. +o le dijo nada m!s. abrían toda la verdad en cuanto conclu%era aquella pesadilla. $eene estaba convencido de que, si les hubiera dicho qui1n era el criminal, le habrían quitado el caso de las manos % habrían puesto a otro en su lugar. Lo hubieran hecho por su bien, pero para $eene hubiera sido un verdadero tormento, %a que lo )nico que no hubiese podido soportar aquella noche era quedarse en casa mano sobre mano, esperando a que le comunicaran que el caso estaba resuelto. $eene se ocult# con dos de sus hombres en un oscuro callej#n que quedaba entre dos edicios. ra tan estrecho que los tres policías habían tenido que situarse en hilera, porque no cabían uno al lado del otro. e encontraba en la acera opuesta a la del estanco, aunque no quedaba justo frente al establecimiento. Les había resultado imposible encontrar un escondrijo m!s cercano, %a que delante del estanco había una larga tapia que no ofrecía ning)n lugar donde ocultarse. A las once menos cuarto, $eene hizo una )ltima ronda por todos los puestos de vigilancia % susurr# a sus hombres sus )ltimas instrucciones3 —+o os mov!is hasta que lo haga %o. 4 cuando me ve!is salir, no os precipit1is hacia el estanco. 2uestra misi#n consiste en formar una cadena humana que impida la huida del asesino. Al otro e"tremo de la calle >arro, a una manzana del estanco, había un colmado. La ronda de inspecci#n llev# a $eene cerca de la tienda, pues el )ltimo puesto de vigilancia policial quedaba tan s#lo a un par de casas del colmado. l capit!n no tenía por qu1 llegarse hasta esa tienda, pero se acerc#, vio un tel1fono p)blico en su interior %, cuando se disponía a regresar a su escondrijo, decidi# entrar en ella. ran las once menos diez cuando telefone# a su casa. —@ulie —dijo en un murmullo—, so% Lu?e. /st! Charlie en casa0 /igue ahí0 —+o, Lu?e. 5a salido.
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$eene colg# sin decir nada m!s. Cuando sali# de la tienda, una gota de sudor le resbalaba por la frente. ;egres# al callej#n en sombras % comenz# la espera en aquel escondrijo donde apenas podía moverse. n el barrio reinaba un e"tra*o silencio, que la presencia de la policía hacía m!s opresivo. Los agentes de tr!co desviaban los coches que se dirigían hacia la esquina de las calles 5aven % >ar >arro, o, en es espe peci cial al cuan cuando do se trat tratab aba a de vehí vehícu culo loss en cu%o cu%o inte interi rior or hubi hubier era a muje mujerres o de gran grande dess ca cami mion ones es que que podr podría ían n convertirse en un obst!culo para la policía % una ventaja para el :antasma. Las luces de los comercios se fueron apagando poco a poco. 7an s#lo s# lo el es esta tanc nco o co cont ntin inua uaba ba,, co como mo de co cost stum umbr bre, e, ilum ilumin inad ado, o, aunque, contra lo que era habitual, no tenía un solo cliente. l dependiente no había sido advertido del plan que se había puesto en marcha. Antes de iniciar la operaci#n, habían discutido en la comisaría sobre la conveniencia de sustituir al dependiente por un policía, pero habían llegado a la conclusi#n de que aquello podría echa ec harr el plan plan al tras traste te.. in in duda duda el :anta antasm sma a prep prepar arab aba a sus sus golpes con todo detalle % espiaba las tiendas antes de atracarlas para para fami famili liar ariz izar arse se co con n su ruti rutina na % co con n las las co cost stum umbr bres es del del dependiente. i veía una cara nueva detr!s del mostrador la misma noche que había elegido para el atraco, sospecharía % tal vez se echara atr!s. Por tanto, optaron por dejar al dependiente de siempre en su sitio. Adem!s, decidieron no informarle de lo que iba a pasar, pues de lo contrario el :antasma advertiría su nerviosismo % eso podía complicar las cosas. 5asta cierto punto, estaban poniendo en peligro la vida del empleado, pero consideraron que podrían intervenir con suciente rapidez como para protegerlo. La ca camp mpan ana a de una una igle iglesi sia a ce cerrca cana na dio dio las las once once % me medi dia. a. Comenzaba la etapa nal del plan, pues el :antasma se prese present ntaba aba siemp siempre re hacia hacia la median medianoch oche. e. Par ara a todos todos er era a una espe es pera ra lar larga % tens tensa, a, per pero para para $ee eene ne res esul ulta taba ba una una agon agonía ía insoportable. 5acía una noche fría, pero 1l seguía enjug!ndose el sudor de la frente con la manga.
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Pensaba3 ios, no lo hagas' /s que te has vuelto loco0 $eene baj# el arma desliz!ndola por su mejilla derecha hasta que qued# colgando de la punta de sus dedos. n el fondo de la tienda se encendi# una luz, % el capit!n vio a su hijo mir!ndole
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desd desde e el e"ter "terio iorr de la ca cabi bina na tele telef# f#ni nica ca del del es esta tanc nco, o, cu%a cu%a bombilla se había encendido al cerrar Charlie su puerta. n medio de ambos %acía un cuerpo sin vida- tenía el rostro cubierto con un pa*uelo blanco que iba empap!ndose de sangre. La pistola resbal# de los dedos de $eene, ca%# al suelo % se dispar#3 la bala resquebraj# la baldosa a un par de centímetros de su pie. Pero Pero ni el capit!n ni su hijo se tomaron siquiera la molestia de mirarla. Charlie estaba p!lido % tenía cara de espanto. —5e visto al trasluz c#mo levantabas el brazo —dijo con voz ronca—. /6u1 diablos pretendías hacer0 —su mirada se detuvo en el cuerpo inm#vil que %acía entre ambos—. 4a entiendo... —dijo, estremecido- % luego agreg#—3 supongo que los dos le hemos dado dado.. Le he alca alcanz nzad ado o desp despu1 u1ss de que que te disp dispar aras ase e por por vez vez primera, pero no creo que ha%a conseguido acabar con 1l. >ebes de haberlo rematado t). —/Co... c#mo has entrado aquí0 —pregunt# $eene, que todavía no había logrado recuperarse de la sorpresa. —Llegu1 a las nueve % media —dijo antes de se*alar el cartel de
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