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August 19, 2018 | Author: Diana Galeano | Category: Sigmund Freud, Suffering, Love, Grief, Psychoanalysis
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Me cuesta tanto olvidarte Mariela Michelena

don Santos y aA doña GladysMichelena Paggioli, que no pudieron olvidarse.

Agradecimientos

A las lectoras de Mujeres malqueridas, cuyos correos y comentarios me han sugerido la necesidad de este libro. A mis pacientes, a los que han conseguido olvidar y a los que aún están en ello. A Darian Leader y su libro The New lac!, porque hay libros que pertenecen a la bibliografía y otros a los agradecimientos. A Mnica Liberman, mi editora cabecera, y cari!osa, haber confiado en mí más que yo misma, por de llevarme de lafirme, manobrillante y protegerme de lospor pla"os. A mis amigas #eanette, $ichusa, Marina, Marucha, %eresa y &ecilia, por esos ratos inolvidables de risas y confidencias. A 'lina, por su lectura generosa. A &laudia, por sus buenas ideas. ( a )ole, )usana y *ego!a, por sus palabras. A 'lías, $atricia y %amara, por confiarme sus penas y sus aciertos. (, como de costumbre, a +ernando, por lo de siempre, pero más y cada ve" meor.

-ntroduccin

A raí" de la publicacin de Mujeres malqueridas, he tenido la suerte de recibir cantidad de correos sobre todo de mueres que me escribían para contarme sus historias, para agradecerme haberlas ayudado a comprender lo que les estaba pasando y para retribuirme, con sus palabras, lo que sentían que habían recibido de las mías. /ran parte de ellas me pedía ayuda, porque se sentían incapaces de romper con una relacin enfermi"a. /racias a esas historias, descubrí las incontables formas que pueden adoptar el sufrimiento y el mal amor y los e0tremos a los que se puede llegar con tal de mantener cerca a una parea. Me llamaba la atencin cmo, a pesar de las enormes diferencias que había entre un relato y otro, las cuestiones de fondo se repetían. &omprob1 que mi libro Mujeres malqueridas, efectivamente, generaba más preguntas que respuestas, y que la mayoría de esas mueres me escribía buscando una solucin a su caso particular. 23%e parece que lo puedo cambiar45, 236ay algo que yo pueda hacer para que siga conmigo45, 23%endría que dear de verlo45, 237u1 hago si me busca otra ve"4, 3Lo perdono de nuevo45. Las mismas preguntas una y otra ve" apuntaban a algo más profundo, a una dificultad que no se resolvía con una prescripcin concreta y mucho menos con un conseo virtual vía correo electrnico. Lo cierto es que cada una de ellas buscaba, a su manera, el consuelo que mitigara su dolor o al menos la lu" suficiente para comprenderlo y, además, una 2buena compa!ía5 que las ayudara a desembara"arse de la 2mala compa!ía5 que tanto las hacía sufrir. +ue mucho lo que aprendí de esos correos, que me sirvieron para pensar y comprender meor a tantas mueres que pasan por situaciones parecidas. De todas las cuestiones posibles que cada historia particular generaba, hubo una que se repiti en casi todos los casos, a veces en forma de pregunta, a veces en forma de peticin, casi siempre en tono de súplica. 8na de mis lectoras lo resumi a la perfeccin9 2:ale, comprendo lo que dices en tu libro. $ero ahora, dime, 3dnde puedo aprender cmo dear de llorar45. 'n su te0to reconocí el eco de lo que había leído y escuchado tantas otras veces9 2:ale, soy una muer malquerida, lo recono"co, y ahora, 3cmo hago para dear de llorar por una ruptura4 3&mo rompo con 1l si todavía lo quiero4 3&mo me recompongo4 3&mo me invento una vida nueva4 3%engo que renunciar o debo insistir4 3&mo hago para sobrevivir a esta horrible sensacin de vacío45. De alguna manera, yo sentía cierta responsabilidad por haber contribuido a poner a todas esas mueres en el punto de partida de un tortuoso camino de separacin y de duelo. ( tambi1n me veía comprometida a darles algo más que palabras de cari!o y consuelo. 'ra difícil consolarlas, yo sabía que dear de llorar solo vendría despu1s de haber llorado

mucho. Las rupturas siempre son dolorosas y no se liquidan del todo, a menos que se pueda atravesar ese desierto que los psiclogos llamamos duelo. Más allá de lo mucho que hayamos sufrido por una relacin, si queremos liberarnos completamente de ella, es preciso que nos ocupemos de ella sin 1l por algún tiempo. $ara dear de llorar es importante comprender por qu1 estamos llorando. ( ese es el obetivo de este libro. -ntenta ser un mapa del duelo que hay que atravesar despu1s de una ruptura, un álbum fotográfico de las diferentes caras que adopta la separacin, una cartografía y de la recuperacin dolor;del de sufrimiento la pena, del yalivio reencuentrodel condolor uno mismo. 8n cuadernode deese bitácora de lay del reconstruccin, de la obsesin por el otro y de la liberacin. 8na mano que acompa!e a lo largo del túnel y de su oscuridad hasta que apare"ca de nuevo la lu". Además del consuelo, de mi solidaridad y mi cari!o, esto es lo que quiero ofrecerles a mis lectoras.

'l barranco 'n :ene"uela llamamos 2barranco5 a ese momento de desesperacin que sigue a un desenga!o amoroso. 8n 2barranco5 es un despecho en toda regla. Angustia, triste"a, rabia y desconsuelo remoados en aguardiente o ron. $ara un 2barranco5 sería más adecuada una o, aquí te ofrecemos un espacio para el desahogo. &omparte con nosotros, aquí tendrás un hombro virtual que liberará tu alma. ?o importa la naturale"a de tu barranco. *arranco es barranco. 'l caso es que este barranco virtual y metafrico me record a otro barranco esta ve" uno verdadero que tuvo una gran importancia en mi ni!e". &uando yo era peque!a, para llegar andando a la avenida principal había que bordear un peque!o barranco verdadero de unos cincuenta metros de e0tensin y una profundidad completamente insondable mismadre oos infantiles. vamos Muchas vecesalhice trayecto acompa!adapara de mi y muchas @8n otrasprecipicio, con mi abuela. Ambas estaban tantoelde mi terror a esos cincuenta metros de abismo, pero tenían m1todos muy diferentes de encararlo. A mis cinco a!os, mi madre quería hacer de mí una muer de mundo, segura, autnoma e independiente; así que se colocaba en un e0tremo del barranco y me hacía caminar sola al borde del precipicio entre los coches y el abismo mientras me animaba con frases del estilo9 2@?o seas tonta que no pasa nada5, 2@&amina sin chistar5, 2@%odo el mundo camina por aquí y no le pasa nada5. Mi abuela, en cambio, a esos mismos cinco a!os, me seguía tratando como a un beb1 y no permitía que ningún miedo me ro"ara. $ara eso estaba ella, para interponerse entre mi miedo y yo. 'ntre cualquier barranco de la vida y yo. Así, cuando teníamos que ir a la gran avenida, dábamos un larguísimo rodeo para que yo no tuviera que acercarme @ni de leos a mi peque!o abismo. Lo cierto es que a ninguna de las dos se le ocurri darme la mano y cru"ar el barranco conmigo. A ninguna de las dos se le ocurriLos reconocer y acompa!arlo. duelos mi sonmiedo esos barrancos que nos sorprenden en el camino de la vida y que dan v1rtigo. *arrancos que, nos guste o no, tendremos que atravesar para continuar el recorrido. ?egarnos a pasar por ellos, no nos salvará del barranco, sino que nos detendrá en su orilla. Atravesar ese terreno escarpado y bordear el precipicio no es agradable, a nadie le gusta, pero la alternativa es quedarnos parali"ados. $uede que hagamos grandes esfuer"os, puede que pongamos todo nuestro empe!o con tal de no atravesarlo, pero si no avan"amos, es como si estuvi1ramos pedaleando y pedaleando sobre una bicicleta estática9 @sudaremos mucho, pero no llegaremos a ninguna parte 'l obetivo en la vida no es permanecer parali"ados donde estamos ni regresar a la casilla número cinco, aquella en la que estábamos antes de la ruptura o de la p1rdida; el obetivo es avan"ar, atravesar el 2barranco5 y llegar lo más sanos y salvos posible a la casilla número ocho, que será la que siga a la elaboracin del duelo. 'n la casilla número ocho, no seremos los mismos que 1ramos en la cinco. &uando lleguemos allí, sabremos más

de nosotros, sabremos más de la vida, del duelo y del dolor y, @lo más importante, nos habremos demostrado a nosotros mismos que podemos sobrevivir a la agonía que supone un abandono y al desconsuelo de una p1rdida. 'l 2barranco5 es un camino con diferentes escalones. ?inguno de ellos es, ni puede ser, para siempre. La consigna es habitar cada escaln, sin saltarnos ninguno, y pasar al siguiente. ( así con uno, otro y otro, hasta que volvamos a pisar tierra firme y el mal amor sea un buen recuerdo y poco más. 6ay libros que parece que se inspiran en mi madre y que te dicen9 2&amina tú sola. ?o tengas que no hay es unra"n precipicio, es un peque!o barranco. %odo mundo alguna ve"miedo, por aquí y no para asustarse. @?o seas tonta @?o es el para tantopasa @Levántate y anda @?o pasa nada5. Btros libros da la sensacin de que toman sus conseos de mi abuela, esos dan rodeos y evitan el duelo negándolo9 2@Divi1rtete @Disfruta Al barranco del duelo ni mirarlo, @es tan horrible que meor no te acerques a 1l @La vida es bella @A rey muerto, rey puesto5. (o, que tengo e0periencia en duelos y en barrancos Cpropios y aenos, reales y metafricos, s1 que asustan, s1 que son difíciles de atravesar, pero s1 tambi1n que hay que poder pasar por ellos. &on este libro he buscado darle la mano a cada lector para acompa!arle a transitar su 2barranco5 particular y ayudarle a llegar sano y salvo a la gran avenida donde la vida continúa. 6e intentado ir a su lado con una linterna, para arroar cierta lu" en el camino y avisarle9 2Ahora hay piedras, ahora hay tierra, el camino por aquí está asfaltado, cuidado a la derecha que vienen coches5, para que, al final, cada quien pueda tomar las riendas de su propia vida y decidir si quiere seguir andando solo o acompa!ado. $ero no atraves1 solamente barrancos infantiles; durante mi adolescencia Ecomo todasF sufrí toda suerte de torturas de amor. @)e sufre tanto a los quince Menos mal que allí estaba mi amiga 'no1 con un bolero perfecto que resumía y aliviaba mi dolor uvenil. 'n aquella 1poca ugábamos a 2hablar en boleros5 y nos consolábamos cantando. 2( a fulanito, 3tú qu1 le cantarías45. 2$ues9 G)in ti, qu1 me puede ya importarHI5. 2?o, tú meor cántale9 G%e vas porque yo quiero que te vayasI5. ( siempre terminábamos cantando a dúo y a vo" en cuello9 2$ero el negro de M-) oos que no muera, y el canela de M- piel se quede igualH5. Así que este libro de despechos, duelos y despedidas tenía que venir acompa!ado de la banda sonora de los boleros de siempre, que tanto saben del amor y del dolor.

Me cuesta tanto olvidarte Btras preguntas que escucho con frecuencia se refieren a la avalancha de sentimientos que se suceden despu1s de la separacin9 23's normal que lo eche tanto de menos45, 23's normal que todavía lo desee45, 2@?o puedo dear de pensar en 1l5, 23's normal que nos hayamos acostado esta ma!ana cuando vino a buscar a los ni!os45. (o les diría9 3es que hay algo 2normal5 despu1s de un terremoto o de un tsunami4 's difícil clasificar como 2normales5 o 2anormales5, 2buenos5 o 2malos5 los actos de supervivencia a los que nos vemos impelidos despu1s de una catástrofe. ( cr1anme, aunque sea para bien, una separacin es siempre una catástrofe. %omar la decisin de separarse es muy difícil, de ello dan cuenta las cientos de mueres que siguen aferradas a relaciones destructivas y sin futuro, que no se atreven a dar el paso a pesar del calvario que es su vida cotidiana. $ero es que despu1s de la separacin, todavía queda por delante el trabao del duelo y de la reconstruccin, el trabao del olvido. )i en Mujeres malqueridas hablábamos de mueres enganchadas a relaciones imposibles, esta ve" hablaremos de mueres abatidas por la ruptura. Mueres que permanecen aferradas al recuerdo de un hombre, da igual el tiempo que haya pasado desde la última ve" que se vieron. $uede que hayan pasado meses, a!os, pero ellas siguen dedicándole parte de su tiempo, parte de sus pensamientos y de su vida. (a sea para odiarle o para hacerle la vida imposible, ellas siguen amarradas a 1l con la"os invisibles que no saben o no quieren romper.pero (a no esclavasesdeque su todavía amo, ahora sondue!as esclavas del despecho o del rencor, lo son importante no son dedel susrecuerdo, vidas.

'l duelo &on el paso del tiempo, con la e0periencia, cada ve" estoy más atenta a los duelos postergados de mis pacientes, a lo difícil que es reconocerlos y atravesarlos. 'sta 2sociedad de la felicidad5 no nos dea estar tristes. La pena no tiene ningún glamour, actualmente se considera descort1s para con los demás mostrarse d1bil, porque se teme que la triste"a sea contagiosa, y se tiene pavor a que el dolor aeno despierte al propio. La pena no vende, la pena asusta tanto como y alos loscasos, afectados por el 2virus5 del duelo se les aísla, les mantiene a raya. 'n el el )-DA, meor de sin duda con muy buenas intenciones, se se les colma de mensaes del tipo9 2(a está bien5, 2:enga, tampoco es para tanto5, 2'so pas hace ya mucho tiempo5, 2Mírale el lado bueno5, 2@'spabila5, 2@Anímate5. ( asíH en la negacin del duelo, hay algo de9 2@$or favor, por favor, no despertemos a la bestia del duelo que me puede pillar a mí tambi1n5, pero esa bestia es de las que crece mientras duerme. 'l duelo se apropia sibilinamente del afectado y es enorme la cantidad de energía que invertimos para negarlo, para darle la vuelta a una tortilla que sabe amarga, se la mire por donde se la mire. :eremos cmo negar un duelo es un mal negocio. )ale muchísimo más a cuenta reconocerlo, aceptar la pena, sufrirla, llorarla todo lo que haga falta y concederle un lugar en nuestro interior, donde permane"ca bien despierta y empaquetada, para entonces poder dearlo definitivamente en el trastero. $ero en el trastero, no en el saln. ( en la cocina. ( en la cama. ( eneslaun entrada. ( normal, en la alfombraH 'l duelo proceso doloroso, largo a veces @muy largo, pero pasaero. La depresin, en cambio, es un estado alterado de la afectividad. 's importante no confundir duelo y depresin; confundirlos, igualarlos, lleva a consecuencias perudiciales para el interesado9 medicali"acin de un sufrimiento que es normal, uso inadecuado de fármacos que no pueden desbloquear problemas abordables en un tratamiento psicolgico o, en el otro e0tremo, triviali"acin de una patología empleando m1todos psicolgicos en cuadros psiquiátricos que precisan tratamiento farmacolgico. Me gustaría sumarme a ese coro de voces que dicen que no pasa nada, que, poniendo un poquito de nuestra parte y de buena voluntad, esto se supera en un par de meses. 7ue siguiendo unas cuantas reglas y suetándonos a unos cuantos pensamientos  @positivos, siempre positivos, saldremos indemnes del sufrimiento que nos provoca una ruptura. Me gustaría, digo, porque así este libro estaría más a la moda y más acorde con los tiempos que corren, en donde nosque vende la ilusin de omnipotencia que todoseguir está en nuestras manos, de que no haysemás querer para poder, de que solo de es preciso las instruccionesH Me gustaría porque eso tiene meor prensa, porque es un mensae más reconfortante. 'sa lectura serviría de alivio a quienes me leyeran; de alivio pasaero, tipo aspirina, pero alivio al fin. Me gustaría, pero no puedo. 'se libro ideal me dearía fuera a mí, a mis pacientes y a muchísima gente que sufre despu1s de una p1rdida y que no entiende muy bien por qu1 sufre tanto. Dearía fuera a quienes, despu1s de a!os de una separacin, siguen enganchados en peleas encarni"adas con abogados. 7uiero dar cabida en este libro a aquellos que despu1s de mucho tiempo de haberse separado no consiguen retomar las riendas de su vida, a todos aquellos a quienes les cuesta tanto olvidar. 'n cualquier caso, veremos que olvidar es posible, que la vida no termina con el dolor del duelo, sino que en muchos casos empie"a allí. :eremos que la reconstruccin de la propia identidad despu1s de una ruptura es una aventura que vale la pena disfrutar porque aún queda mucho por descubrir y mucho por vivir, independientemente de si la vida se

rehace en parea o en solitario. ( una aclaracin final. &omo siempre, hablaremos de mueres, aunque tambi1n est1n incluidos los hombres. &omo siempre, sabemos que las generali"aciones son pecado. &omo siempre. $ero tambi1n sabemos que hay pecados inevitables que acortan los caminos. $ecados veniales que se cometen en aras de la comodidad y de la simplicidad del te0to. Dicho esto, ya no me sentir1 obligada a incluir una y otra ve" el 2ellos5, 2ellas5, el 2no todos5, 2algunos5, 2a veces5, y ese largo etc1tera de coletillas que caracteri"an a lo políticamente que no interrumpen la fluide" de la lectura. 'spero correcto que este ylibro dee indiferente al lector, pero, sobre todo, confío en que no le va a dear desamparado. 'ste libro le va a acompa!ar, no solo durante su lectura, sino a lo largo de la vida. Los duelos forman parte de la vida, y cuando pase usted por otro 2barranco5, o por cualquier otro duelo, lo que ley en estas páginas volverá a servirle de consuelo, y qui"ás de linterna de emergencia.

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