La imaginación en Kant

December 2, 2017 | Author: Palaciojorgeariel | Category: Intuition, Immanuel Kant, Empiricism, Knowledge, Critique Of Pure Reason
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Extensión Digital ­ Número Dos ­ Año 2010 | ISSN 1851­9237

La imaginación en la Crítica de la Razón Pura de Kant Patricia Frey

En la Crítica de la Razón Pura de Kant, la imaginación ocupa un lugar fundamental como condición de posibilidad del conocimiento. A primera vista, llama la atención que Kant no haya presentado en forma sistemática una doctrina explícita sobre la imaginación a pesar de adjudicar a esta facultad una función tan original en el conocimiento humano. La originalidad de la concepción kantiana de la imaginación reside básicamente en su función transcendental que debe realizarse según reglas universales y necesarias para cumplir una función válida en el conocimiento objetivo. Esto no sólo significa que la imaginación deja de producir imágenes de manera caprichosa, sino que además se somete a reglas que no derivan de la experiencia. Por estar sometida a este tipo de reglas, la imaginación pertenece a la espontaneidad, que Kant considera como un elemento fundamental para el conocimiento de objetos. Para comprender este aspecto de la filosofía kantiana, debemos tener en cuenta que existe una clara distinción entre la receptividad y la espontaneidad de nuestras representaciones. En principio, podemos decir que Kant define la sensibilidad como la receptividad de nuestra mente para adquirir representaciones a través de la afección. En cambio, el entendimiento es la facultad que tiene el sujeto de producir ella misma sus propias representaciones. En esta última facultad reside la espontaneidad del conocimiento (1). Es decir, la espontaneidad del conocimiento es la actividad efectuada por el propio sujeto cognoscente y que, por lo tanto, no puede derivarse del objeto. Esta espontaneidad permite sintetizar la multiplicidad sensible como condición de posibilidad de la experiencia (2). Esta espontaneidad no debe considerarse simplemente como una actividad arbitraria del sujeto. Por el contrario, debe comprenderse como la actividad del sujeto de producir sus propias reglas y de someterse a ellas. Por lo tanto, puede decirse que la imaginación es espontánea porque se fundamenta en las reglas que el sujeto produce espontáneamente. Sólo en algunos pasajes de la Crítica Kant utiliza de manera explícita el concepto de espontaneidad para caracterizar la función de la imaginación. Por ejemplo, la espontaneidad aparece en la primera versión de la Deducción Transcendental de las Categorías de 1781 (Deducción A) como el fundamento de la síntesis de la reproducción en la imaginación. En la segunda versión de la Deducción Transcendental de 1787 (Deducción B), la síntesis de la imaginación es caracterizada como un ejercicio de la espontaneidad. En el mismo pasaje, Kant afirma que la espontaneidad es la característica que permite distinguir entre la función productiva y la función reproductiva de la imaginación. Además, Kant atribuye la misma espontaneidad a la imaginación y al entendimiento cuando establece que la síntesis de la aprehensión debe conformarse a la síntesis intelectual. Pero más allá de estos pasajes, Kant no enfatiza de manera suficiente esta conexión entre imaginación y espontaneidad a pesar de que tiene una importancia fundamental para comprender la función de la imaginación en el texto de la Crítica. En efecto, Kant atribuye a la imaginación una función sintética que tiene una estrecha relación con la espontaneidad del sujeto. El concepto de síntesis es central en la exposición de la Crítica, en tanto el conocimiento objetivo implica siempre un enlace sintético de representaciones. Kant presenta el acto de síntesis como una función de la espontaneidad del sujeto. La relación entre síntesis y espontaneidad es reiterada por Kant a lo largo de toda su exposición. No cabe duda de que ambos conceptos tienen un vínculo íntimo e indisoluble. Debido a la función de síntesis que Kant le atribuye, puede caracterizarse a la imaginación como una facultad que pertenece a la espontaneidad del conocimiento. Sin embargo, Kant no siempre define explícitamente a la imaginación de esta manera. De hecho, Kant caracteriza a la imaginación de diferentes modos. Por un lado, la imaginación aparece como una facultad que reproduce el contenido de la intuición, según leyes empíricas de asociación. Por otro lado, la imaginación es caracterizada como una facultad que cumple una función transcendental. Por este motivo, resulta problemático establecer la compatibilidad entre estas diferentes maneras con que Kant presenta a la imaginación. Por ejemplo, no resulta evidente la compatibilidad entre las definiciones de la imaginación que se encuentran en la Deducción B. En principio, Kant define allí a la imaginación como "… la facultad de

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representar en la intuición un objeto aún sin la presencia de él." [B151] (3). Aislada de su contexto, esta definición puede llevarnos a pensar que la imaginación es una facultad que cumple la función de formar imágenes a partir de la reproducción de un material perceptivo anterior, sin necesidad de la presencia actual del objeto. Además, Kant también define a la imaginación como "… una facultad de determinar a priori la sensibilidad, y su síntesis de las intuiciones, de acuerdo con las categorías, debe ser la síntesis trascendental de la imaginación;…" [B152] (4). Según esta última definición, puede parecer que la imaginación cumple una función en relación con la sensibilidad. Kant afirma que por medio de la sensibilidad nos es dado el objeto. Por lo tanto, podría pensarse que, en este caso, es necesario que el objeto esté presente en la intuición para que la imaginación cumpla su función específica. Como puede verse, las funciones que Kant atribuye a la imaginación en el texto de la Deducción B, aparentemente resultan incompatibles. Según la primera definición, puede interpretarse que la imaginación no cumple una función necesaria para la posibilidad del conocimiento de objetos. En cambio, en la segunda definición, la función de la imaginación parece relacionarse con el conocimiento empírico. Pero, puede interpretarse también que ambas definiciones expresan igualmente la espontaneidad de la imaginación. Según este carácter espontáneo, la función sintética de la imaginación depende del sujeto y no del objeto. Conforme a esta interpretación, la primera definición muestra que la imaginación produce en forma espontánea sus propias representaciones independientemente del objeto de la experiencia. En la segunda definición, la imaginación realiza espontáneamente una síntesis a priori sobre la multiplicidad de la intuición. Aunque esta síntesis se aplica a la sensibilidad, no depende del objeto. Por el contrario, el conocimiento del objeto tiene como condición de posibilidad la función transcendental de la imaginación. Un estudio más completo nos permitiría concluir que todas las definiciones de la imaginación en el texto de la Crítica son compatibles entre sí, porque en ellas se expresa su función espontánea. Las definiciones de la imaginación se refieren siempre, implícita o explícitamente, a esa misma función espontánea de síntesis transcendental. Esta síntesis es una condición necesaria para el conocimiento de objetos. Aunque algunas definiciones se refieren directamente a la función reproductiva de la imaginación, que se funda en leyes empíricas de asociación de las representaciones, Kant siempre establece la necesidad de que la imaginación realice una síntesis transcendental. En otras palabras, Kant intenta mostrar que el uso empírico de la imaginación debe fundamentarse en su uso transcendental. Por una parte, es cierto que la imaginación debe tener un uso empírico, es decir, debe aplicarse a un objeto de la experiencia posible. Por este motivo, Kant tiene que referirse a este uso empírico en algunas definiciones. Pero, por otra parte, este uso de la imaginación no es suficiente para un conocimiento válido de objetos, porque se funda en leyes empíricas que son particulares y contingentes. Por lo tanto, es necesario que el uso empírico de la imaginación se complemente con su uso transcendental. De acuerdo a este uso transcendental, la imaginación realiza una síntesis a priori que no depende de la experiencia, sino que es producida por la espontaneidad del sujeto. Esta síntesis, que se funda en reglas universales y necesarias expresadas en las categorías, es realizada de manera espontánea, pero siempre se refiere a un objeto de la experiencia. Esto significa que el uso empírico y el uso transcendental de la imaginación no se excluyen, sino que ambos son necesarios para el conocimiento. De esta manera, puede comprenderse que todas las definiciones de la imaginación en la Crítica resulten compatibles. Sin embargo, la compatibilidad entre las definiciones no es el único problema que debe resolver un estudio sobre la imaginación kantiana, sino que es necesario determinar además si puede concebirse como una facultad independiente o como una facultad que se identifica con el entendimiento. Hay diversos indicios de que Kant pudo haber considerado a la imaginación como una función subordinada al entendimiento. Por ejemplo, Kant modificó la definición de la imaginación, presentada en la Deducción Metafísica, en el ejemplar ya impreso de la primera edición de la Crítica, y mantuvo esa modificación en la segunda edición. Kant reemplazó allí la expresión "… una función ciega, aunque indispensable, del alma,…" por "una función del entendimiento". (5) Esta corrección parece indicar un cambio en su manera de concebir a la imaginación. Este cambio puede verificarse si comparamos además las dos versiones de la Deducción Transcendental de las Categorías. En la Deducción A, Kant parece presentar a la imaginación como una facultad independiente del entendimiento. En cambio, en la Deducción B puede pensarse que la imaginación es asimilada por el entendimiento. La diferencia entre estas dos versiones genera el problema de establecer el tipo de relación que mantienen estas dos facultades. En primer lugar, puede interpretarse

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que imaginación y entendimiento son dos facultades independientes. En segundo lugar, es posible interpretar que ambas facultades se identifican. No resulta fácil resolver este problema. En principio, sabemos que entendimiento y sensibilidad aparecen en la Crítica como dos facultades independientes. Esto resulta evidente en la medida en que Kant separa cuidadosamente estas dos facultades, y establece una oposición entre la receptividad de las impresiones y la espontaneidad de los conceptos. Esta oposición se refleja además en la división del texto en una Estética Transcendental y en una Lógica Transcendental. Es cierto que, si consideramos la experiencia o el conocimiento empírico en su totalidad, las facultades cognoscitivas aparecen en una relación de estrecha dependencia. La sensibilidad y el entendimiento son facultades que realizan diferentes funciones que se complementan para hacer posible el conocimiento empírico. Pero, el análisis transcendental estudia estas facultades por separado, para establecer sus límites y sus funciones específicas. En este análisis, puede decirse que una facultad es independiente si puede llevar a cabo su función específica sin la intervención de una facultad diferente. Por ejemplo, en la Estética Transcendental, Kant define a la sensibilidad como la facultad de recibir representaciones en la medida en que somos afectados por objetos. A través de esta facultad captamos el objeto de forma intuitiva o inmediata. Según el análisis transcendental, la facultad de la sensibilidad es independiente, porque puede cumplir su función propia sin la colaboración de otra facultad. Es decir, la sensibilidad puede intuir el objeto sin la colaboración del entendimiento. En la Lógica Transcendental Kant define al entendimiento como la espontaneidad del conocimiento o como una facultad representativa espontánea (6). Por medio de la facultad del entendimiento, los objetos pueden ser pensados a través de un concepto que no se deriva de la experiencia. Es decir, el entendimiento puede producir una representación espontánea del objeto independientemente de la afección sensible. De esta manera, el entendimiento puede cumplir su función propia en forma independiente de la sensibilidad. En cambio, la imaginación sólo cumple su función específica si se relaciona al mismo tiempo con la espontaneidad del entendimiento y con la receptividad del sentido. Pero debe tenerse en cuenta que esta relación es diferente en cada caso. Por una parte, la imaginación se relaciona con el entendimiento, porque su función sintética debe estar sometida a los conceptos puros del entendimiento o categorías, como reglas objetivas de unidad. Por otra parte, la imaginación se relaciona con la sensibilidad porque su función sintética debe aplicarse necesariamente a la multiplicidad de la intuición sensible. En definitiva, la imaginación sólo cumple su función si mantiene una relación con las demás facultades. Podemos decir entonces que la imaginación no es una facultad independiente, sino que depende de manera simultánea del entendimiento y de la sensibilidad. La imaginación se fundamenta en las categorías para realizar su síntesis a priori sobre la multiplicidad de la intuición. Sin relación con las categorías del entendimiento, la imaginación cumpliría una función sujeta a leyes empíricas que no resultan suficientes para el conocimiento de objetos. Por otra parte, el entendimiento depende también de la imaginación. El conocimiento sólo es posible cuando la imaginación permite que los conceptos puros del entendimiento se apliquen a la intuición empírica. Por consiguiente, puede establecerse que el conocimiento supone una mutua relación de dependencia entre la imaginación y el entendimiento. La imaginación depende del entendimiento para que su función tenga validez objetiva. El entendimiento depende de la imaginación para que sus conceptos puros adquieran realidad objetiva. Esto significa que la imaginación debe relacionarse con el entendimiento para que su síntesis sobre lo múltiple de la intuición sensible se fundamente en reglas universales y necesarias. Sin relación con estas reglas expresadas en los conceptos puros del entendimiento, la imaginación solamente cumpliría una función reproductiva, sujeta a leyes empíricas de asociación. Esta función reproductiva sólo tendría validez subjetiva. Es decir, en tanto el enlace asociativo-reproductivo es insuficiente para la representación de un objeto, se requiere que la imaginación cumpla una función transcendental en relación con el entendimiento. Esta función transcendental de la imaginación consiste en realizar una síntesis a priori sobre la multiplicidad de la intuición de acuerdo a las categorías como reglas universales y necesarias. En este sentido, la imaginación depende del entendimiento. A su vez, el entendimiento depende de la imaginación para que sus conceptos puros tengan realidad objetiva. Los conceptos puros del entendimiento adquieren realidad objetiva cuando pueden aplicarse a una intuición empírica. Esto implica que el entendimiento debe relacionarse con la sensibilidad. Sin relación con la sensibilidad, el entendimiento sólo puede pensar un objeto, pero no puede conocerlo. Pero, el entendimiento no puede relacionarse directamente con la sensibilidad. Ambas facultades son totalmente Extensión Digital ­ Revista de la Secretaría de Extensión Universitaria | Facultad de Psicología ­ ( U.N.R ) 

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heterogéneas. El entendimiento es una facultad de pensar y la sensibilidad es una facultad de intuir. Por lo tanto, se necesita una facultad mediadora que pueda relacionarse al mismo tiempo con el entendimiento y con la sensibilidad. Esta facultad es la imaginación. En este sentido, el entendimiento depende de la imaginación para que sus conceptos puros se apliquen a la intuición sensible. La relación de dependencia con respecto al entendimiento no contradice el carácter espontáneo de la imaginación. Por el contrario, la imaginación es una facultad espontánea precisamente porque depende del entendimiento. Es decir, para la posibilidad del conocimiento la síntesis de la imaginación es espontánea en tanto se fundamenta en las reglas que el entendimiento produce espontáneamente. Estas reglas permiten que la imaginación produzca esquemas transcendentales y no simplemente imágenes derivadas de leyes empíricas. La dependencia de la imaginación con respecto al entendimiento no significa que ambas facultades puedan ser identificadas como parecen sugerir algunos pasajes de la Deducción B. Por ejemplo, cuando Kant define a la síntesis transcendental de la imaginación como un efecto del entendimiento sobre la sensibilidad [B152]. En este pasaje puede interpretarse que la imaginación se identifica con el entendimiento como única facultad espontánea. Sin embargo, este pasaje sólo puede significar que la síntesis transcendental de la imaginación es la única función que permite la aplicación del entendimiento a la intuición sensible. La imaginación tiene una función propia que el entendimiento no puede realizar. Es decir, la imaginación lleva a cabo una síntesis a priori sobre la multiplicidad sensible que permite dar realidad objetiva a los conceptos puros del entendimiento. Esto implica que la imaginación no puede ser suprimida, sino que debe ser incluida necesariamente en la teoría kantiana del conocimiento. De este modo, puede verse que en la Deducción Transcendental de las Categorías, la imaginación cumple una función imprescindible que consiste en referir los conceptos puros a la intuición empírica para que obtengan significado. De lo contrario, o bien los conceptos puros serían meras formas del pensamiento sin ningún contenido, o bien el entendimiento debería tener la posibilidad de relacionarse directamente con la sensibilidad. Kant niega esta última posibilidad: "Ahora bien, conceptos puros del entendimiento son completamente heterogéneos en comparación con intuiciones empíricas (y en general, con [intuiciones] sensibles, y nunca pueden ser hallados en intuición alguna. Entonces, ¿cómo es posible la subsunción de las últimas bajo los primeros, y por tanto, la aplicación de la categoría a fenómenos, puesto que nadie dirá: ésta, p. ej. la causalidad, puede ser intuida también por los sentidos y está contenida en el fenómeno? [B176-177] (7) En tanto el entendimiento no puede relacionarse directamente con la sensibilidad, necesita una función mediadora. Esta función mediadora corresponde a la imaginación, porque es la única facultad que tiene un carácter a la vez intelectual y sensible. Por este motivo, es indudable la importancia que tiene la imaginación en la filosofía kantiana, en tanto su síntesis no puede ser realizada por ninguna otra facultad y es indispensable para la posibilidad del conocimiento objetivo.

Notas: 1. "Si llamamos sensibilidad a la receptividad de nuestra mente para recibir representaciones en la medida en que de alguna manera es afectada, entonces, en cambio, la facultad de producir ella misma representaciones, o la espontaneidad del conocimiento, es el entendimiento." [A51/B75] (Cf. Kant, Crítica de la Razón Pura, Buenos Aires, Ed. Colihue, 2007, p. 123). 2. Es preciso advertir que el concepto de espontaneidad tiene un significado mucho más amplio en la filosofía de Kant. Por ejemplo, en el contexto de la Dialéctica Transcendental, Kant se refiere a la espontaneidad del sujeto como un concepto fundamental para la Resolución de la Tercera Antinomia. 3. Cf. Kant, ob. cit. pp. 217-218. 4. Cf. Kant, ob. cit. p. 218. 5. Esta corrección es señalada por Mario Caimi (Cf. Kant, ob. cit. p. 146, n.316). 6. "Si llamamos sensibilidad a la receptividad de nuestra mente para recibir representaciones en la medida en que de alguna manera es afectada, entonces, en cambio, la facultad de producir ella

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misma representaciones, o la espontaneidad del conocimiento, es el entendimiento." [A51/B75] (Cf. Kant, ob. cit. p. 123). 7. Cf. Kant, ob. cit. pp. 237-238.

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