La Especialista. Yada

June 9, 2021 | Author: Anonymous | Category: N/A
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CAPITULO I:

EN LA OSCURIDAD

Perdió la noción del tiempo que llevaba frente al computador - demasiado – pensó, sus dedos tamborileaban en el ratón; escribir el mensaje fue tan sencillo, una vez que empezó a teclear las palabras fluyeron, quizá por la necesidad de drenar su mente, su alma, ó simplemente porque escribir es como hablar consigo misma, lo relee buscando la fuerza para decidirse a pulsar el “enviar”; siente una punzada en el pecho al leer lo que escribió y la golpean los recuerdos, - ¿Cómo empezó todo?... desde que la conocí- responde para sí, pero eso no es del todo cierto, empezó mucho antes… _____________________________________________________________________

Desde que tiene uso de razón ese sentimiento de soledad e inseguridad la ha acompañado, su madre murió cuando ella era tan pequeña que ni siquiera la recuerda, su padre que amaba sobremanera a su mujer se evadió por completo al dolor de perderla alejándose de todo aquello que le recordara su vida con ella, incluyendo a su hija, así que la dejo al cuidado de su abuela materna y una tía solterona con el carácter bastante agrio; bajo la estricta vigilancia de estas dos mujeres que además eran en extremo religiosas se formo Paula; su infancia estuvo plagada de privaciones y prohibiciones, de monotonía y restricciones, ella iba de la escuela directo a su casa, solo salía en compañía de su abuela o tía y dichas salidas eran por lo general a la iglesia, a eventos que organizara ésta o hacer el súper. A pesar de que su padre le enviaba suficiente dinero para su manutención nunca le compraban ropa, a excepción del uniforme escolar el resto se lo confeccionaba su abuela, el uniforme en principio le quedaba volando ya que lo adquirían dos tallas más grande a fin de que lo usara varios periodos y después a parte de desgastado le venía pequeño, lo mismo pasaba con los zapatos, siempre eran dos números más grades, toscos, de suela de goma para que duraran más tiempo, estos debido a su complexión delgada le suministraban una imagen extremadamente desproporcionada y torpe, tuvo necesidad de usar lentes desde muy pequeña, evidentemente eligieron los más baratos y por ende el armazón era horrible y la mica excesivamente gruesa, su imagen e inseguridades la llevaron a ser presa fácil de la crueldad infantil; porque si bien en casa de su abuela median hasta los vasos de agua que se bebían al día, no escatimaron en cuestión de su educación, la enviaron al mejor colegio privado de la ciudad.

Paula fue objeto de burla de sus compañeras durante los largos años que permaneció en ese colegio de monjas, desde preescolar hasta la preparatoria; en la universidad no fue muy distinta la cosa en lo referente a su imagen, sus complejos se acrecentaron aun mas con los años; sus faldas muy por debajo de la rodilla, blusas holgadas, zapatos toscos, cabello siempre recogido en un severo chongo, su rostro sin gota de maquillaje y escondido detrás de los burdos anteojos, intensificaron su percepción de fealdad de sí misma - “la vanidad es pecado mortal”- decía su abuela- Por vanidosa no voy a arder en los infiernos- pensaba ella con un toque cruel de sorna. Por lo menos sus compañeros universitarios le hacían el favor de ignorarla, eso significaba un gran alivio.

Deambulaba de un aula a otra como un fantasma en la Facultad de Ciencias Químicas, cobijada por los libros y por el afecto que su inteligencia le ganaba de sus maestros, pasaba horas en la biblioteca o en los laboratorios después de clase; cuando una reconocida maestra le propuso trabajar con ella en el centro de investigación sintió una felicidad que hasta entonces desconocía, lo curioso es que su dicha distaba de ser por la relevancia del acontecimiento y de lo que éste significaba para su carrera, la oportunidad de pasar el menor tiempo posible con su abuela y tía era en realidad la causa de su júbilo. Así pasaron sus primeros años de Universitaria. Paula, deseosa de evadirse el mayor tiempo posible de la prisión que significaba su casa se inscribió para aprender Alemán en el Centro de Lenguas, acudiría los fines de semana. Los primeros días de clases como de costumbre pasó desapercibida para los demás o por lo menos eso creía, hasta que un día en el descanso para salir a comer, mientras se encontraba sentada en una banca dándole pequeños mordiscos a un famélico sándwich una mano le acerco una botella de coca cola, al levantar la vista se encontró con una mirada chispeante y amigable, la dueña de ésta, una chica morena clara de cabellera ensortijada que le tocaba levemente los hombros, le sonreía. -Toma, te he visto comer tu sándwich desde el primer sábado sin beber nada – Paula tomo el refresco como autómata sin saber que hacer o decir por la poca costumbre del contacto amigable – hola me llamo Daniela – le dijo extendiéndole la mano. - Ho ... hola soy Paula- balbuceo. - Espero no incomodarte. - No… no, claro que no, discúlpame, es solo que… - ¿Qué? - No estoy muy acostumbrada a que la gente me note. - ¡Vaya pues que suertuda!, yo por el contrario siempre me doy a notar – Daniela pareció adivinar los pensamientos de Paula y agregó – créeme que hacerte notar de mas no siempre es para bien y puede provocarte muchos líos, a veces es mejor pasar inadvertida, puede ser muy ventajoso, si eres buena observadora te enteras de todo, upss eso sonó a que soy muy chismosa – dijo con expresión divertida dándole un sorbo a su refresco, ambas rieron. Aquel encuentro dio un vuelco de 180° a la vida de Paula, por primera vez tuvo una persona en quien confiar, una amiga, solo se veían en las clases de alemán pero esto no fue impedimento para que ambas estrecharan un vinculo de amistad muy profundo. Daniela supo de su vida al lado de su abuela y tía, de la pérdida de su madre, de que en años había visto a su padre muy pocas veces, de sus carencias emocionales, miedos y complejos; Ella supo que su amiga provenía de una numerosa familia compuesta por seis hermanos, papá y mamá, que vivía sola desde hacía poco menos de un año y trabajaba como recepcionista en un hotel. En realidad Daniela hablaba sin parar, mientras Paula escuchaba, no es que su naturaleza fuera callada, es simplemente que no tenía mucho que decir, aunado a que tampoco consideraba que sus opiniones con respecto a cualquier tema fuesen interesantes. Así el tiempo trascurrió y el cariño que ambas chicas se tenían se intensifico. Paula veía a Daniela con admiración, - si ella tuviera el coraje de irse de casa de su abuela, ser libre e independiente, si no fuera tan cobarde, tan miedosa – pensaba. -

Te envidio Dani, con lo que deseo yo tener mi propio espacio, vivir sola.

-

En realidad my love, yo no vivo sola porque así lo haya querido.

-

¿Cómo?, no entiendo – la miro extrañada.

Mmm… pues la realidad es que no tenía planes de hacerlo por el momento, todavía estoy estudiando, mi carrera es muy costosa, me faltan dos años para concluir mis estudios, además del tiempo que me lleve titularme, entre los gastos de la uní, pagar renta, comida, servicios, la mayoría de las veces no me alcanza. Entonces ¿Por qué te fuiste de tu casa? – se percato como el rostro de su amiga palideció y su mirada siempre alegre se ensombreció. -

Okey – suspiro- quizá con esto te pierda como amiga, por esto perdí a mi familia…

-

Me asustas Daniela.

Yo también estoy asustada, no te quiero perder, nunca antes conocí a alguien como tú, te parecerá absurdo pero eres como una hermana para mí. -

Nunca me vas a perder Dani y también te quiero como si fueras mi hermana – musito acariciándole el hombro.

¡Soy lesbiana! – espetó cerrando los ojos, como quien espera un fuerte golpe, pero Paula solo le acaricio la espalda. ¡Tonta! me habías asustado, pensé que era algo realmente grave – la expresión de Daniela la hizo reír a carcajadas – ya lo sabía Dani, soy una nerd y estoy medio ciega, pero no soy tonta, es evidente como evades a los chicos que se te acercan y como miras a las chicas. ¡¿Ya lo sabías?! Y yo quemándome el coco por como decírtelo, temiéndome que no me quisieras ni dar la hora después; Paula eres la primera amiga hetero que tengo… es decir antes tuve amigas que supongo lo son, pero nunca me atreví a decirles nada respecto a mi sexualidad, primero porque ni yo misma entendía que pasaba conmigo y después por qué me daba miedo, a la mayoría las deje de ver, excepto a una, fuimos amigas desde la prepa, siempre juntas, con los años me di cuenta de que mis sentimientos hacia ella no eran los que se les tiene a una amiga, nunca me atreví a decirle nada, era mi amor platónico, otras amigas - de las que te hablare luego- el caso es que ellas me animaron a que hablara con ella, solo le dije que soy gay -solo imaginarme que hubiera pasado si le hablo de mis sentimientos por ella - el resultado fue que además de mirarme con asco se lo dijo a uno de mis hermanos; ahí el mundo se me vino encima, porque Adán de inmediato les conto a mis papás, ellos se pusieron como locos, me salieron con la estupidez de que estaba confundida, las malas compañías, la influencia de la televisión, el internet, mi mamá quería que hablara con el cura de la iglesia y mi papá que fuera con un psicólogo, cualquier cosa que me quitara lo homosexual. A mí me había costado un montón reconocerme y aceptarme, soy feliz de ser quien soy , así que no me quedo más remedio que tomar mis tiliches y salir de la casa en que nací y crecí y alejarme de esa familia que ya no era la mía, no por mí, yo los querré siempre a pesar de todo, pero ellos no me quieren a mí, por lo menos no a la verdadera yo – musito con la mirada llena de humedad- tú te has convertido en la mejor amiga que he tenido, siento que a ti te puedo decir cualquier cosa, solo me faltaba esto… ¿oye si eres hetero verdad? – se limpio los ojos y volvió a sonreír. Pues supongo que sí, la verdad es algo en lo que nunca había pensado, hay personas que nacimos para estar solas, creo que ese es mi caso. Estás loca my love, tú no te vas a quedar sola, por ahí aparecerá alguien que moverá tu corazoncito algún día ya lo veras. -

Ojala que no, creo que si así fuera sufriría mucho.

-

¿Por qué lo aseguras con tanta determinación?

Dani, ¿Quién se podría fijar en mí?, soy tan fea, tan insignificante, estoy hecha a la idea de dedicar mi vida al trabajo, a otras cosas, el amor no es para mí. Estas equivocada my love, si el amor estuviera reservado solo para aquellos extraordinariamente bellos, solo unos cuantos tendrían acceso a él, el amor es de las pocas cosas en este mundo que es para todos, algún día va a tocar a tu puerta y si no lo dejas entrar la echara abajo. ________________________________________________________________________

Y si, cuan equivocada estaba en ese momento, pensó Paula con las manos sobre su frente y los codos posados encima del escritorio todavía frente al monitor, el amor si llegó a su puerta y no toco, fue una tromba que lo arraso todo volviéndole pedazos la vida. ________________________________________________________________________ Ocho meses después de conocer a Daniela la vida de Paula empezó su carrera vertiginosa hacia un cambio radical, su abuela murió intempestivamente; no le sorprendió el no encontrar en ella ni un dejo de sentimiento de pérdida, lo que la desconcertó fue la expresión lozana y casi feliz de su tía que pareció rejuvenecer diez años en tres días, los funerales fueron como todo en la vida de esa mujer severa y fría; austeros, parcos, acompañada solo por una parvada de viejas beatas que se la pasaban metidas en la iglesia junto a ella, solo estas mujeres la lloraron, solo ellas hablaron durante los servicios y el sepelio. Cuatro días después del entierro acudieron al notario para que el testamento de su abuela les fuera leído, lo que ocurrió en esa oficina la asombro, pero más extrañeza le causo la serenidad de su tía al escuchar como su abuela decidió sobre sus bienes; resultó que esa avara mujer era millonaria, poseía acciones en varias compañías de renombre mundial, dueña de varios edificios de departamentos en las zonas de mas plusvalía en la ciudad, diversas cuentas bancarias de más de seis cifras, Paula no daba crédito de aquello, ¿cómo era esto posible?, pensó en la vida miserable y llena de carencias en que vivían, en la enorme casa desvencijada que había habitado su abuela desde tiempos inmemoriales, en que se contaban las piezas de pan, que se consideraba un gasto fatuo consumir carne más de una vez por semana, en que nunca se compraron ropa de almacén. Cuando escucho que ella, Paula Rivas Borbolla era la heredera universal de todo aquello casi se desploma, miró a su tía quien tenía una expresión cálida y relajada que la hacía parecer otra persona; finalmente el notario señalo otro documento en donde se marcaba una disposición del abuelo muerto mucho antes de que ella naciera, en la que rotulaba que a la muerte de su esposa o bien cuando contrajera matrimonio y tuviera su primer hijo, su hija Consuelo Borbolla Montes de Oca dispondría de una cantidad de dinero bastante cuantiosa, una casa y varias acciones en una empresa muy reconocida, Paula escucho a su tía suspirar y después de oír las indicaciones del notario de lo que procedía para que se llevara a cabo la sucesión, Consuelo le dio la mano y las gracias al hombre y cogió con dulzura a su sobrina del brazo para salir de ahí. La joven estaba muy turbada, no sabía si estar feliz por sentirse liberada bajo el amparo de una seguridad económica, o triste por la vida gris y sombría que había llevado esa mujer que después de todo era su abuela; desconcertada por la extraña reacción de su tía, y confundida por la espontanea ternura con que se conducía a ella a partir de que salieron de la notaría. Vamos a comer a un buen restaurante – indicó Consuelo aspirando aire profundamente, como quien acaba de salir de un sitio que le ahogaba – no me mires así Paula, no me he vuelto loca.

-

Está bien tía vamos.

Esa tarde se descubrió conviviendo con una mujer desconocida, parlanchina y alegre, a partir de ahí su relación con su tía Consuelo fue otra, con los años comprendió muchas cosas, cuando ambas crearon el vinculo necesario para que se desarrolle la confianza y la tía se abrió a su sobrina mostrándole una cara de su vida desconocida y muy dolorosa, pero eso paso mucho después; las próximas semanas trascurrieron entre decisiones que las alejaron de la vida gris y apagada que habían llevado, Paula quería vender esa casa donde había sido tan infeliz, pero no se atrevió a hacerlo sin el consentimiento de su tía, quien ante la asustada expresión de su sobrina al planteárselo soltó una sonora carcajada – seré feliz si no queda una piedra de este maldito lugar Paula – le dijo. Fue fácil vender la propiedad, por la ubicación y tamaño del terreno las ofertas de varias compañías constructoras dieron la oportunidad de obtener un buen precio por ella, Consuelo informó a su sobrina que se iría del país indeterminadamente. Así empezó una nueva vida para Paula; compro el pent-house de un edificio e invito a Daniela a compartirlo; Dani se encargo de decorarlo, también la obligo a comprarse ropa, no fue cosa fácil para ella entrar en una tienda departamental, mucho menos decidirse a comprar alguna prenda, Daniela le escogía cosas muy bonitas, atrevidas, sexis, pero ella se rehusó con determinación a siquiera probarse algo así -esa ropa es para mujeres con cuerpo para lucirlo- pensaba, la imagen que le devolvía el espejo era la de una cuerpo flacucho, desprovisto de las curvas que caracterizan a las mujeres latinas, por más que Daniela le insistía en que tenia bonita figura y bonitas facciones, ella solo veía a una mujer falta de gracia alguna, sin chiste; así que se armo un guardarropa compuesto por pantalones y blusas clásicas, sandalias de piso sencillas que si bien le quitaban la imagen desaliñada, seguía sin ser propia para su edad, además de extremadamente aburrida, Daniela se aferro a que comprara maquillaje pero nunca lo usó, no sabía cómo, lo mismo sucedió con su cabello que fue moldeado con un corte moderno y salió del salón peinada divinamente, al día siguiente volvió a ser recogido en el mismo aseñorado chongo – no sé como peinarlo - respondía a los alegatos de Daniela. _______________________________________________________________________ Esbozó una sonrisa al recodar aquellos momentos, se sentía feliz por primera vez en su vida, libre, acompañada por Daniela, por su tía que a la distancia le hacía sentir un cariño que en los años que vivieron juntas nunca experimentó. Un día cualquiera pasó lo que Daniela le vaticinó, llego el amor a su vida tomándola sorpresivamente como un torbellino que la hacía girar, yendo de la dicha a la angustia, de ésta a la ansiedad y la desesperación, de la ilusión a la desazón… un día, conoció a Claudia. ________________________________________________________________________ -

Hoy si nos vamos de antro my love, ya basta de ser ratón de laboratorio tú y esclava del trabajo y la escuela yo.

-

Todos los días te vas de antro Dani – expreso Paula con las narices metidas entre un pesado libro.

-

¿Te estás burlando de mí? – brincó hasta el sillón, arrebatándole el libro y cerrándolo de golpe.

-

No Dani, pero tú sabes que no se me da eso de andar de antro.

¿Cómo sabes, si nunca has ido? – Paula la miró con cierto fastidio – anda no seas malita, además me gustaría que conocieras a mis amigas, no te sentirás intimidada my love, vamos a un bar les, no habrá ningún hombre que te haga sentir incomoda - si Daniela entendiera que la intimidaba prácticamente todo contacto humano-. La cara de suplica, voz melosa e insistencia de su amiga terminaron por persuadirla; eso sí, no hubo poder humano que la convenciera de ponerse ninguno de los atuendos que Daniela le imploro que usara.

-

Voy, pero ni de chiste voy a hacer el ridículo poniéndome eso.

-

De veras que eres necia my love, ¿de dónde sacas que harás el ridículo?

-

Porque yo no tengo tú cuerpo, ni tú cara, ni tú gracia para poder usar ropa como esa.

-

No, tú tienes tú cuerpo, tú cara y tú gracia y eso no implica que no puedas usar estos vestidos.

-

Dani sabes a que me refiero.

-

Si, lo sé, pero no lo entiendo, ya no te discuto mas, se trata de pasársela bien.

El lugar era bastante agradable, no muy grande, equipado de una pequeña pista de baile rodeada de mesas con sillas distribuidas en la parte media del sitio y bordeando las paredes sillones a ras del suelo con una mesa al mismo nivel, el ambiente se prestaba lo mismo para la intimidad requerida por las parejas, que para los grupos de amigas o el ligue, Paula sintió como Daniela la tiraba de la mano hasta llegar a una de las mesas pegada a la pared en una esquina, ahí conoció a Martha, Leticia y Aura, en principio se sintió lógicamente intimidada, acostumbrada a sentirse un bicho raro, en medio de estas chicas todas guapas y extrovertidas se sentía aun mas fuera de lugar, pero poco a poco se fue relajando hasta sentirse más cómoda; pasada una media hora de platica alguien menciono a Claudia -

Será que sí viene – lanzo Leticia a modo de pregunta.

Dijo que sí, pero con ella no se sabe, si por el camino se le atraviesa alguien… o llega tarde o de plano no viene, depende de la calidad del festín – respondió Aura. ¡A que están hablando de mí! – todas se volvieron en dirección a la chica que de improvisto se sentó junto a ellas con expresión divertida. -

Pensábamos que ya no venias “Clau” – asevero Daniela.

-

Pues ya ven que sí – dijo al tiempo que se llevaba a los labios una de las bebidas sobre la mesa.

-

Es que contigo nunca se sabe.

Que exagerada eres Martha – su mirada se fijo en Paula con curiosidad y un toque de coquetería - ¿y tu quien eres? – la chica se quedo estática sin saber que responder, completamente nerviosa. -

Es Paula, mi hermana adoptiva, ya te había hablado de ella.

Cierto Dani, pues mucho gusto Paula, soy Claudia – dijo poniéndose de pie y extendiéndole la mano, cuando Paula se la estrecho sintió un jalón y la chica le dio un breve beso en la mejilla, dio gracias a Dios por aquella semi penumbra que cubrió el enrojecimiento que seguramente se suscito en su cara. -

Hola mucho gusto – alcanzo a decir con voz apenas audible.

Nunca antes había sentido esa sensación de calor recorrer su cuerpo, ni la necesidad ansiosa de observar a alguien sobrepasando su timidez; embebida en la figura esbelta y bien definida de Claudia, en sus cejas pobladas perfectamente delineadas enmarcando una picara mirada marrón, perdida en la caricia que los largos cabellos castaños prodigaban a la piel desnuda de sus hombros, en esos momentos deseo poseer la habilidad de cambiar de materia y convertirse en la bebida que se llevaba a los labios. El resto del grupo se encontraba inmerso en la típica platica trivial de un grupo de amigas, pero Paula se sentía cada vez más extraña y totalmente incapaz de controlar sus

sentidos, a pesar de advertir que Claudia era consciente de ser observada por ella, esto la incomodaba y ciertamente la intimidaba, pero a la vez le agradaba; Claudia sonreía divertida al notar la evidente atracción que le provocaba a esta chica, de pronto se levanto y tomándola de la mano la llevo con firmeza hacia la pista. -

No te asustes, solo vamos a bailar.

Es que yo no sé bailar – reveló Paula con expresión angustiada, Claudia rio a carcajadas y solo paró cuando la vio a punto de salir corriendo, entonces la tomo de ambos brazos. Perdona, no me rio de ti, es que hace mucho no conocía a nadie tan trasparente – le sonrió con franqueza bailar no es tan difícil, solo es cuestión de dejar que la música lleve tu cuerpo – dicho esto la pego a ella y empezaron a balancearse adquiriendo poco a poco el ritmo de la melodía que tenían de fondo. Daniela miraba la escena sin saber a ciencia cierta si debía o no preocuparse por aquello, tenía muy clara la frivolidad y atractivo de Claudia y sabia de la sensibilidad de Paula, pero consideraba hasta ese momento que su amiga era heterosexual, no había visto algún indicio de lo contrario, claro que tampoco había visto nada que le indicara que le iban los hombres, en ese momento un sensación de temor se le alojo en el estomago y esta fue incrementada por el comentario de Aura. -

Claudia se pasa, en serio, mira nada más como esta esa niña, en minutos ya la tiene comiendo de su mano.

En serio que si es mala onda, sobre todo porque no hay ni una mínima posibilidad de que la chava le guste, esta wey es demasiado exigente con las cuestiones del físico – agrego Martha. Recuerdo que nos mencionaste que tu amiga era “buga” – comento Leticia dirigiéndose a Daniela, quien solo se encogió de hombros; encontrándose sin respuestas y temiendo por la frágil integridad emocional de su amiga. A partir de ese día ya no hubo necesidad de presionar a Paula para salir, siempre estaba dispuesta y en cada ocasión que se encontraba con Claudia se sentía flotar con las atenciones que ésta le prestaba, Daniela, por el contrario se sentía cada vez más preocupada, no sabía qué hacer o si debía hacer algo, ni siquiera se había atrevido a tocar el tema, consciente de la naturaleza insegura y débil de su amiga, de su falta de experiencia en cuestiones de amor; el miedo a lastimarla le impedían hacer algo. Paula se estaba dejando llevar por la situación sin pensarlo mucho, hasta ese momento nunca se había cuestionado nada respecto a su sexualidad y de alguna forma seguía sin hacerlo, actuaba instintivamente, anhelando el momento de volverla a ver, de escuchar su voz, sin razonar nada. ________________________________________________________________________ De pie, recargada en el ventanal miró como el monitor se oscureció por la falta de actividad, suspiró, se sentía una estúpida - soy una imbécil, no vi o no quise ver que en esos momentos las atenciones hacia mí eran las que le prodiga un amo a la mascota que le mueve la cola y le hace fiestas por todo y en eso me convertí, en un perrito faldero que aceptaba las caricias del amo que antes lo lastimó, dejé que entraras a mi vida Claudia, dejé que te convirtieras en mi vida, en mi razón de ser, me conforme con las migajas de tu tiempo, volviéndome esclava de tus caricias esporádicas, de momentos fugaces de intimidad – expresó con rabia impresa en su voz, deseando que escucharse le diera el valor; se sentó de nuevo frente al monitor agitando el mouse, echo la cabeza hacia atrás y volvió a hundirse en sus recuerdos, el dolor en su interior se hizo más agudo al venir a su mente aquel momento.

Pasaron meses desde el día que el camino de Paula se cruzo con el amor, meses de vivir en un sube y baja constante, las primeras ocasiones que se vieron todo fue ilusión y anhelo alimentados constantemente por Claudia que la miraba haciéndola sentir en las nubes, le prodigaba caricias efímeras en principio que se intensificaron gradualmente, la primera vez que la beso fue durante un momento de despedida, fue un beso fugaz, después de éste Claudia actuó con naturalidad y se marcho, por el contrario, para Paula significo soñar despierta por varios días, después de éste siguieron otros tantos cada vez más profundos, eso sí, siempre en la oscuridad, ocultas a la vista de las demás, era como si estuviera implícito que aquello era solo entre ellas dos; un acto secreto. Aquel día Daniela había conocido a una chica y se la paso toda la noche con ella, casi al final se acerco para despedirse y avisarle a Paula con expresión alegre y picara que llegaría tarde o quizás no llegaría, momentos después se encontraban todas afuera del bar despidiéndose, Paula subió a su auto y estaba punto de encenderlo cuando tocaron en la ventanilla. -

¿Me invitas a tomar algo en tu casa? – le dijo sonriente Claudia.

-

Si claro ¿nos vemos allá o te vienes conmigo?

-

Te veo allá ¿va?

-

Okey.

Paula manejó ansiosa, sería la primera vez que estarían por completo a solas, estaciono casi a la par de Claudia, una vez abordaron el elevador, ésta se apodero de sus labios, se fundieron en un beso húmedo, caliente, entraron al departamento dando tumbos, Paula la llevo hasta su alcoba y con avidez la despojo de ropa, sin experiencia alguna, por puro instinto, la beso de la cabeza a los pies, lamio, chupo, olfateo, mordió, probo cada espacio y cada pliegue, en un acto de adoración llevo el cuerpo de Claudia a un estallido de placer y en la penumbra de su habitación se entrego entera a las caricias y al goce que le proporcionaban esas manos, esa boca, esos dedos que añoró desde el primer momento que la vio, sintió un dolor momentáneo en su interior y un liquido espeso y caliente recorrer sus labios vaginales deslizándose entre las ingles, escuchó la respiración entrecortada de Claudia, creyó oírla suspirar antes de desplomarse entre sus piernas y brazos, pasados unos minutos de silencio, repentinamente le dio un beso carente de cualquier sentimiento o pasión y procedió a levantarse buscando sus ropas. -

¿Te vas? – más que a pregunta la voz de Paula sonaba a desasosiego.

Si, ya es muy tarde- respondió mientras se vestía con premura - además puede que llegue Daniela, nos llamamos o nos vemos, ¿okey? Bye. Paula no dijo nada mas, la invadió un intenso sentimiento de desolación desde el momento en que Claudia cruzo el umbral de la puerta de su recamara rumbo a la salida, en cuanto escuchó el sonido de la puerta principal empezó a llorar, esa fue la primera vez que estuvo con alguien y también fue la primera de muchas veces que lloraría a causa de ese alguien. Daniela por fin se decidió a abordar el tema con Paula, la quería demasiado como para dejar que el temor a molestarla o hacerla sentir mal le ganara al miedo de que saliera lastimada, percibió que quizá era demasiado tarde y que ya no había marcha atrás cuando se encontró con huellas de la presencia de Claudia en más de una ocasión en el departamento, notó también los altibajos emocionales de su amiga, se sintió profundamente culpable de no haber hecho algo antes, rogo al cielo que todavía estuviera a tiempo de detener lo que se avecinaba, aun cuando en el fondo estaba segura de que no había ya nada que hacer, solo esperar y ver de qué manera recogía los pedazos de su amiga para volverlos a juntar. Por un momento pensó en hablar con Claudia primero, pero desistió casi de inmediato

temiendo que esto derivara en un acto de crueldad mayor en contra de Paula, no es que Claudia fuera mala persona, pero si era inconsciente y egoísta sumando a esto una muy buena dosis de vanidad y narcisismo; se bebió de golpe una copa de vino tinto y se encamino decidida a la habitación de Paula. -

Hola my love ¿estás ocupada?

-

No Dani, pasa ¿sucede algo?

-

Creo que si my love, pero estoy esperando a que me lo cuentes- le acaricio la mejilla.

-

Yo…

No es que tengas obligación de compartirlo todo conmigo nena, pero esto que está pasando no lo puedes cargar tu solita. -

No sé qué decirte.

¿Te enamoraste? – vio la respuesta en la expresión de su cara sin necesidad de escuchar una afirmación y suspiró- me temo que vas a salir herida my love. Dani yo siempre pensé que nadie se fijaría en mí… Que alguien como ella lo haya hecho… es que ¡Dios! desde que la vi me paso algo más allá del entendimiento, fue, fue… No sé explicarlo… y se fijo en mí, eso me parece increíble, alguien como ella. -

Paula deja de menospreciarte tanto, tú vales muchísimo, eres un ser humano bellísimo, inteligente, culta…

-

Y fea… - la interrumpió.

¡No eres fea! – exclamo exaltada – se que durante muchos años viviste reprimida, sin darte cuenta de tu valía, pero ya es momento que empieces a verte y quererte. -

Nunca me cansare de agradecer el tenerte en mi vida Dani, el contar con tu cariño.

-

Si my love yo te quiero mucho, por eso mismo necesito que hablemos de lo que sea que tengas con Claudia.

-

En realidad no sé si tenemos algo, la única certeza es que necesito de los momentos que tengo con ella.

Eso es exactamente lo que me temía; mira nena, Claudia es el ser más superficial que existe sobre el planeta, es divertida, guapa, buena onda, pero es muy egoísta, frívola y vanidosa, le gusta sentirse adorada, le gusta exhibirse con chavas guapísimas – al escuchar estas últimas palabras sintió un ardor en sus entrañas, claro por eso con ella todo era oculto, furtivo, en la oscuridad – necesita constantemente alimentar su vanidad, su ego; en realidad no sé a ciencia cierta porque pasó esto con… - calló mordiéndose los labios. -

¿Por qué está conmigo?, eso es lo que no te atreves a decir Dani… no te angusties, yo tampoco lo entiendo.

… llenó de aire sus pulmones antes de continuar – no es porque seas fea como tú piensas, es porque no eres precisamente el tipo de mujer con quien Claudia suele estar. -

Lo sé, y no sé cuanto durara, pero quiero continuar…

Okey cariño… - dijo con resignación - pero hagamos un trato, no cargues sola con eso, prométeme que siempre que lo necesites acudirás a mí para llorar, para que te abrace, my love, tú eres mi única familia.

-

Okey Dani, venga el primer abrazo… lo necesito.

A este abrazo de consuelo le siguieron tantos, fueron tantas las lágrimas, muchas veces tuvo que tragarse el dolor de ver a Claudia exhibirse con mujeres, verla comiéndose a besos, soportar la ausencia de caricias y contacto por semanas, para luego recibirla como si nada hubiera pasado, ávida y deseosa de ella, sin pedir explicaciones. Han pasado tres años de altibajos y perdidas, no puede decir que perdió su orgullo o su amor propio, ya que estos nunca los tuvo, pero si perdió la paz, la tranquilidad emocional, perdió la consciencia, pero nada importaba, los minutos o segundos, las partículas de tiempo que le regalaba eran suficientes para Paula; la confortaba la idea de que al final a si fuera a momentos y en las sombras ella era la única constante en la vida de Claudia, quien de vez en cuando alimentaba con trozos de esperanzas y con frases compuestas su ilusión, frases que para cualquiera sonarían falsas, pero no para ella, atrapada por sus anhelos era sorda y ciega. Pero la utopía suele desvanecerse más tarde o más temprano y a ella la verdad se le develo azotándola con ferocidad, de golpe y sin preámbulos. Una tarde al regresar del trabajo la esperaban Daniela, Leticia y Aura en su departamento, el verlas ahí la puso en alerta. -Hola, espero que no te moleste que invadiéramos así tú espacio – la voz de Aura sonó alterada, a pesar del intento de disimularlo. - ¿Tenían mucho esperándome? - No my love, no mucho, ya te conocemos, eres adicta al trabajo – hizo una mueca que intentó ser una sonrisa. - Decidimos auto invitarnos a tu casa – agrego Leticia. - Me agrada mucho encontrarlas aquí -¿Qué te sirvo my love? – pregunto Daniela. - ¿Qué están tomando? -Hay tinto, chardonay, sky blue... - Sky blue esta bien. Cinco años habían pasado desde que conoció a Daniela, un poco menos de cuatro desde que se relaciono con todas las demás, conformaban un grupo bastante unido, claro está que el vinculo que se creó con Dani no se le puede comparar al resto, aun así las conocía lo suficiente como para tener claro que ésta visita tenía otro objetivo que una simple reunión, todas lucían una expresión extraña y su lenguaje corporal denotaba inquietud; pasaron un rato hablando nimiedades pero la tensión en el ambiente se incremento cada minuto . -Chicas creo que saben que estoy consciente de que ustedes no están aquí solo para reunirnos, ¿díganme que sucede? Daniela miró a la nada mordiéndose los labios, Leticia bebió el contenido de su copa con avidez, solo Aura la miro con firmeza y carraspeo antes de hablar, el sonido de su voz no expresaba la misma determinación que su mirada. Pau, esta tarde… - se revolvió inquieta en el sillón cambiando de posición- “Clau” nos cito a todas a comer esta tarde, bueno a decir verdad yo me entere de que Martha, Leti y Dani fueron convocadas ya estando ahí, solo Martha

no llegó – agrego sin venir mucho a cuento con lo que en verdad tenía que decir - el caso es que la comida era para darnos la noticia de que desde hace varios meses está saliendo formalmente con una chica – el corazón de Paula comenzo a latir con fuerza y le empezó a faltar el aire. Cariño – interrumpió Leticia- hace rato que sabemos lo de ustedes, la verdad no quisimos inmiscuirnos por no hacerte sentir mal, pero ahora mismo no quedó más remedio. -

P…pero – susurró – eso no es una gran novedad… es lo normal en ella – buscó justificarla con desesperación.

Amiga, creo que esto es diferente, nunca antes nos había hablado de una chica como su pareja, está muy entusiasmada con ella – manifestó Leticia. -

Lo siento my love, lo de esta chica parece que va en serio, han decidido vivir juntas.

¿Por qué las citó a ustedes y a mí no? – todas la miraban sin atreverse a pronunciar palabra por varios segundos, hasta que Daniela por fin lo hizo. No te va a decir nada Paula, sabía que nosotros lo haríamos… my love Claudia le quiere dar la vuelta a lo de ustedes. Pasaron minutos eternos en un silencio sepulcral, todas con las miradas perdidas a ningún lado, Paula sintió que algo dentro de ella se desplomaba de golpe pero fue incapaz de llorar esta vez, se quedo como autómata, sin expresión, en un murmullo les agradeció a todas y les pidió que por favor la dejaran sola, antes de decidirse a marcharse se miraron unas a otras buscando aprobación entre ellas para hacerlo, una a una se pararon y le besaron despidiéndose, expresándole su empatía y cariño. No supo cuánto tiempo paso en el mismo sitio y posición, fueron horas seguramente, tampoco se enteró de en qué momento o como perdió la conciencia de sí misma, solo tuvo conocimiento de que había pasado días ahogada en fiebre cuando abrió los ojos en su cama y miró la expresión extenuada y preocupada de Daniela. -

Dani…

-

Tranquila my love – susurro retirándole un mechón de cabello que caía sobre su frente.

Despertó por fin – escucho una voz que apenas alcanzo a ubicar en su memoria, pero la imagen que le devolvían sus ojos de la dueña de ésta no correspondía a quien ella recordaba, enfoco bien su mirada forzándose a reconocer esas facciones. -

¿Tía?

-

Si Paula, soy yo, que susto nos has dado.

-

¿Qué me paso?

-

Tuviste una crisis nerviosa hija.

Los ojos que le pesaban como si fueran lozas terminaron por cerrarse y volvió a dormirse, unas horas más tarde su tía la despertó, ayudándola a acomodarse le coloco una charola con un plato de frutas y un jugo. Tienes que comer Paula – expreso ante el ademan de negación que hizo con la cabeza- aunque sea un poco, vamos.

-

Tía… estas tan linda… te ves tan diferente.

-

Verdad que si – le guiño un ojo.

-

¿Qué hiciste? ¿dónde has estado?

Aprendí a ser feliz hija, me di el gusto de vivir una fantasía que me llevo a esta nueva realidad, a ser quien soy ahora y estuve en muchas partes; pero ahora quiero que hablemos de ti; se que fueron muchos años de sufrimiento a mi lado sobrina, nada más lejano que el concepto de amor de familia para ti, pero te quiero, eres hija de mi única hermana, del único ser que me mostro cariño y comprensión en esa familia en la que por infortunio nos toco nacer a ambas, para mi desgracia cuando llegaste a mi vida yo estaba llena de odio y amargura y le falle a tu madre. Cuando Dios me liberó de mis cadenas no sabía a ciencia cierta qué hacer, hacia donde dirigirme, pero me sentía libre y feliz, así que emprendí un viaje sin rumbo y en ese camino se me apareció un milagro y me redescubrí. Paula, no voy a excusar mi conducta contigo durante todos los años que pasamos junto a mi madre, pero te contare mi historia y quizá eso te anime a compartir la tuya conmigo. Paula escucho cada palabra de su tía y le dolió, entendió muchas cosas, sintió compasión por ella y la acompaño en su llanto; siendo muy joven Consuelo se enamoró y fue correspondida a ese sentimiento, era un amor prohibido, que a la vista de todo mundo, sobre todo en aquellos tiempos, era una aberración, duramente juzgado aun ahora, considerado antinatural, sucio, así que irreflexivamente lo ocultaron, solo Elisa la madre de Paula se enteró y fue cómplice de aquel sentimiento, por desgracia el amor suele inyectar audacia y hace perder la noción de las circunstancias, en su necesidad de amarse descuidaron la discreción necesaria para mantenerse a salvo de la incomprensión, al ser descubiertas; sí, se trataba de otra chica, las separaron, su tía fue llevada por su abuelo a una institución psiquiátrica en donde paso años hasta que minaron por completo su carácter y poco a poco se convirtió en el ser triste, amargo y falto de voluntad que fue hasta la muerte de su madre, quien hasta el fin de sus días la torturo con el recuerdo del amor que perdió y jamás recuperó. Ahora necesito que me dejes ayudarte hija, confía en mí, dime que es lo que te pasa, ¿qué te llevo al estado en que te encontré? -

Es tan difícil tía, me siento una basura.

-

Si alguien te puede comprender soy yo.

Y confió, necesitaba hablarlo, desahogarse, plenamente segura de que nada ni nadie podría hacer nada para ayudarla, pero necesitada de un poco de comprensión, su tía la abrazo con ternura y la miro indulgentemente. Tu problema no es esa chica, tu problema está aquí – posó su mano sobre su esternón- dentro de ti, creo que te puedo ayudar, conozco a alguien que te puede ayudar. Entonces le habló de la especialista. ________________________________________________________________________ Releyó una vez mas cada palabra del archivo – es importante que seas sincera y explicita al exponer tu caso, de eso depende que lo tome o no – le dijo su tía, no le dio más detalles, solo le aseguró que en ella había obrado un milagro. Tomó el mouse con determinación, adjunto el archivo y pulso enviar.

CAPITULO II: LA ESPECIALISTA

Adriana terminó de leer el último correo del día, la sensación que le quedó de éste fue extraña, conmovedora e irritante a la vez; en los varios años que tenia trabajando allí se había encontrado muchas veces experimentando emociones diversas ante las vivencias y necesidades de las mujeres que escribían solicitando servicios, pero este último le provoco algo distinto, difícil de discernir y comprender; era evidente que esta chica estaba realmente necesitada de las habilidades de Zoe, así que lo incluyo con el resto de los elegidos, deseándole mentalmente suerte para que fuera favorecido, sin motivos se sintió identificada con esa persona, simplemente le trasmitió su dolor a través de las palabras plasmadas en el mensaje, mientras pensaba en esto, mecánicamente operaba el computador adjuntando uno a uno los archivos, una vez cargados solo espero a que el envío estuviese completado y procedió a llamar a su jefa. -

¡Hola Adriana! – escucho la voz roca y nítida de Zoe a través de la línea telefónica.

-

Hola boss, ¿Qué tal tu estadía en Costa Rica?

-

Excelente, es un País bellísimo.

Bien; boss, tienes ya en tu correo un paquete de diez casos, también está confirmada la reservación de tu vuelo para la fecha acordada, disfruta tus últimos días por allá y no te olvides de mi suvenir. -

Okey no lo olvidare, en cuanto decida cuál es el siguiente caso me comunico contigo, nos vemos en unos días.

-

Nos vemos boss – algo le decía que se verían antes de lo pensado.

En su habitación en el hotel Marriot de San José Zoe dio el último sorbo a su café antes de encaminarse hasta la mesa que fungía de escritorio, una vez sentada frente a su computadora portátil abrió su correo, verifico el envió de Adriana y cerró la sesión, echó una última ojeada a la vista que le proporcionaba el amplio ventanal del centro de la ciudad, permaneció estática por varios segundos observando la puesta del sol, aspiro el olor a semi humedad antes de correr la ventana, era el ultimo día con Elena, estaba satisfecha de su trabajo en este caso; se dirigió al baño y procedió a ducharse, la sensación proporcionada por el agua fría cayendo sobre su cuerpo fue muy placentera, tanto que lo prolongo más de lo pensado, se apremio a cortar la corriente y enredarse en una toalla, seco con urgencia su cuerpo, apenas disponía del tiempo necesario para su transformación. Estudió su imagen frente al espejo y después de un breve análisis sonrió con aprobación – objetivo logrado- pensó, aquella imagen era la de una mujer sofisticada, de mundo y diez años mayor que ella, sintió un poco de nostalgia al recordar que debía desprenderse de ella a partir de mañana para volver a ser una chica común; esa fue la primera habilidad que descubrió en sí misma, su capacidad de trasformación; cada caso es único, con características particulares, la fantasía que se recrea para lograr el objetivo por lo tanto requiere de una personalidad especifica y la capacidad de trasformación de Zoe no era simplemente física, creaba un personaje con las peculiaridades emocionales y psicológicas que requería el caso. Salió sin prisa de la habitación, caminando con tranquilidad se dirigió hacia uno de los restaurantes del hotel, una vez ubicada en la mesa sonrió al saber que le tocaría esperar por Elena, - es un indicio excelente de su total recuperaciónpensó con complacencia. Pasados diez minutos vio que era recibida por el metre, recorrió con parsimonia sus formas de mujer madura, firmes y apetecibles, envueltas en un sencillo y elegante vestido de la última colección del pret- a porter de Dior, su rostro lucia perfectamente maquillado, con andar armonioso y expresión segura la vio acercarse

hasta la mesa, buscó algo que le recordara a la mujer con la que se encontró por primera vez cuatro meses atrás, pero no encontró rastro alguno. -

Hola – saludó cantarina.

-

Hola hermosa – Zoe devolvió el saludo con un beso suave en la mejilla.

-

¿Hace mucho que esperabas?

Un segundo es mucho tiempo para encontrarse con una mujer como tú, pero una eternidad valdría la pena por ello. ¿Cómo haces para que eso suene tan sincero?, en cualquier persona eso sonaría a una frase hecha, falsa, pero no en ti. -

Eso es porque yo soy sincera al decirlo, además…

-

Cualquiera moriría por una cita conmigo – interrumpió sonriendo con coquetería.

-

Exacto, debemos brindar por eso – lleno la copa de Elena antes de proceder a levantar la suya.

-

Por eso y por el mundo de posibilidades que lograste abrir para mí.

-

Que tú abriste Elena, yo solo fui un espectador.

La velada transcurrió apacible, con la sensación de tranquilidad que proporciona la liberación; esta escena tantas veces vivida en los años que tenía dedicándose a crear sueños que se volvieran realidad nunca la cansó, liberar de sus grilletes emocionales a una mujer constituía su mayor placer. Cuando se decidió a estudiar psiquiatría nunca imaginó que ejercería su profesión de esta manera, si en ese momento su padre lo hubiera sospechado seguramente no se hubiese sentido tan orgulloso y satisfecho de que su única hija siguiera sus pasos. ¿Que la llevo por este camino? la vida, sería la respuesta, las circunstancias se conjugaron de tal modo que se convirtió en lo que es hoy, durante su estadía primero en la facultad de medicina y después en los años de especialización se vio en la necesidad de trabajar como parte de su formación, según su padre. Los primeros dos años deambulo de un trabajo a otro hasta que una amiga dueña de una bar le propuso poner sus habilidades para preparar bebidas a disposición de su barra – no solo te llevaras un magnifico sueldo, con tu pinta las propinas serán seguramente muy apetitosas – le aseguró, aceptó mas por la idea de que sería divertido que por la cuestión económica y aquello marcó el camino que seguiría en la vida. No hay mejor psicoanalista que un cantinero, testigos silenciosos de todas las emociones humanas, tantas veces participes de la intimidad de la persona que al otro lado de la barra en su necesidad de ser escuchada le deja entrar en lo más recóndito de su ser, ocasionalmente consejeros infructuosos; de nada sirve un consejo si este no se pone en práctica, y los humanos, necios, nos complacemos en darnos de topes con la misma pared una y otra vez, absurdamente ingenuos, esperanzados en que la próxima vez no nos golpearemos porque después de tanto golpe por fin habrá un hueco que nos permita cruzar del otro lado; se requiere de acciones para que las cosas evolucionen y se trasformen, de una guía que evite que volvamos a estamparnos con esa pared tantas veces visitada y nos muestre que hay otros caminos y un mundo de posibilidades, claro que para que esto se cristalice se requiere de un verdadero receptor, y las mujeres que acudían a esa barra y contaban las desgracias de su vida, la falta de autoestima, el

abandono, la inseguridad, la cárcel de los celos, cualesquiera que fuese la prisión emocional, habían tocado fondo en su mayoría, deseosas de encontrar una salida y caminar por fin por otro lado; así que de manera fortuita en principio, planeada y organizada después, en aquella barra de un bar para mujeres homosexuales se empezó a forjar La Especialista como era conocida hasta hoy. En la intimidad de la habitación la yema de los dedos de Zoe iniciaron un recorrido por la piel madura de Elena que la miraba a los ojos con deseo, la desnudo con lentitud, provocando que el despojo de cada prenda supusiera una caricia, luego procedió a desvestirse para ella, una vez completamente desnuda elimino la distancia entre sus cuerpos, la sintió estremecerse ante el roce de sus senos, Zoe se apodero del cuello que le regalaba Elena echando la cabeza hacia atrás, lamio y mordió, obteniendo con este acto el primer sonido de éxtasis de la noche, deslizo la lengua iniciando un recorrido del cuello al esternón, subiendo al nacimiento de los senos, apropiándose de un pezón, del otro, bajando de nuevo para subir otra vez, resbalándose a lo largo del agitado cuerpo, se abrió camino entre besos y lengüetazos hasta el punto del placer de su amante, jugó con él apenas tocándolo con la punta de la lengua, subió de golpe hasta su rostro, sus alientos se mezclaron, succiono el labio inferior, introdujo su lengua en el interior de esa boca que le dio la bienvenida abierta, permitiéndole ser inspeccionada sin pudor, al tiempo que colocaba una de las piernas en su cadera sosteniéndola en esa posición con una mano y con los dedos de la otra acariciándole los pliegues vaginales antes de penetrarla, Elena se aferro a su cuello con ambos brazos, en un afán desesperado por intensificar el contacto, moviendo sus caderas frenéticamente al compás de los dedos que entraban y salían con pericia de su cavidad vaginal, la presión en los dedos de Zoe le indico que estaba a punto de sobrevenir el orgasmo, soltó la pierna y sujeto a Elena con fuerza de la cintura, apenas antes de que el cuerpo entero se tensara, sintió aflojarse cada musculo del cuerpo que tenía en sus brazos, la llevo hasta la cama en donde volvió a llevarla al límite del placer una y otra vez. Elena hizo el intento por corresponder, pero Zoe no lo permitió, una regla esencial e infranqueable para que las cosas no se extralimitaran creando un vínculo indeseado que podría desencadenar en un obstáculo para la recuperación de la cliente era el permitir que el acto sexual fuese reciproco, su cuerpo era solo una herramienta más de su trabajo. -

Esto es todo ¿cierto? – dijo Elena en un susurro.

-

Así es Elena, llegamos a la meta.

-

¿Te volveré a ver?

-

Sabes que no es conveniente.

-

Lo sé, pero es más difícil de lo que pensé – suspiró.

-

Será más fácil de lo que crees.

No es tan sencillo desprenderse de alguien como tú, es como si le dijeran a un niño que nunca más volverá a comer chocolates – expuso sonriente. -

Estarás bien. – afirmo tomándola de la barbilla con dulzura antes de besarla suavemente.

Así es, aún así te extrañare, feliz, completa, libre y segura, pero te extrañare; ahora entiendo porque es mejor no saber nada de ti, así me quedaré con la idea de que esto ha sido un bello y terapéutico sueño, y sobre todo no sucumbiré a la tentación de salir a buscarte por el mundo – esto último lo dijo riéndose.

Una vez sola inició con el proceso de volver a ser ella, concluido esto determinó que no tenia sueño, así que decidió darse un reconfortante y merecido baño, sin prisas, se dedico a sentir cada partícula de agua que caía sobre su piel, sin ganas pero con conciencia ecológica salió de la ducha, se envolvió en la bata de baño y con la toalla quito el exceso de agua de su cabello, se dejo caer al borde de la cama y miró su computador, durante unos segundos intentó convencerse a sí misma de meterse a la cama y olvidar el trabajo por unas horas al menos, pero casi en automático la abrió encendiéndola, inicio sesión en su correo electrónico y pulso abrir en el envió de Adriana, descargó los archivos, se dirigió al servibar para sacar un botellín de cerveza, después de un trago se dispuso a leer, concentrándose en cada palabra, analizando a detalle cada situación, cuando llegó al último archivo una tenue luz que asomaba por el ventanal anunciaba el arribo del sol, estiro los brazos y las piernas, giro varias veces la cabeza a la vez que se masajeaba el cuello destensando sus músculos y continuó en su tarea. Cada caso que leyó contaba con los elementos suficientes que la impulsaban a tomarlo, definitivamente Adriana valía su sueldo, después de otro concienzudo estudio se deshizo de siete y conservo tres, hizo de nueva cuenta un análisis profundo de cada uno de estos, pronosticó las implicaciones que tendría el tomar uno en vez de los otros, las herramientas que serian necesarias para que el resultado final fuera exitoso, el lugar al que tendría que trasladarse, Canadá, Uruguay o México. El repique del teléfono privado a esas horas no sorprendió en lo absoluto a Adriana, conocía muy bien a su jefa y ya esperaba esa llamada. -

Hola boss.

Buen día; Adriana, quizá me mates, pero necesito que cambies mi vuelo para hoy mismo o a mas tardar mañana – dijo entre risas, para luego agregar ya en un tono más serio - también preciso le confirmes a la señorita Paula Rivas que su caso será tomado, que espere tú llamada para establecer las condiciones y para recibir instrucciones, inicia el protocolo del caso. Okey boss, te informo que tu vuelo está confirmado para las 16:00 horas de hoy, de lo otro me encargo ahora mismo, enseguida me comunico con Jay para que viaje de inmediato a Ciudad de México. – escuchó la risa ronca de Zoe. -

¿Ya me adivinas el pensamiento?

-

Aja, para que veas que me pagas muy poco – ambas dejaron escapar una risa franca.

-

Tienes razón, pero tendrás que conformarte, nos vemos en unas horas.

Días después en la tranquilidad del estudio que Zoe adecuo como oficina en su departamento tenía frente a ella un expediente completo de la señorita Paula Rivas Borbolla, 27 años, 5.51 pies de altura, tez clara, ojos verdes, cabello castaño claro, complexión delgada, hija de … etc, etc, etc; un recuento detallado de su vida, desde su nacimiento, hasta la actualidad, situación financiera, status social, profesión. Adriana observaba con curiosidad la expresión de su jefa, quien desde hacia varios minutos miraba absorta una fotografía de la próxima cliente, se revolvió en su silla y carraspeo varias veces antes de preguntar. -

¿Pasa algo boss?

Ajá, este asunto es más complejo de los que suelo tratar. – esa respuesta no satisfizo su curiosidad, algo le indicaba que eso no era todo.

Porque lo piensas Zoe, a mi me parece muy conmovedor, pero creo que salvo las circunstancias es en si la misma línea. En efecto Adri, a simple vista solo se trata de una mujer frágil, vulnerable, insegura… pero este caso va más allá de eso; esta chica carece por completo de personalidad, es una página en blanco, ni siquiera tiene una orientación sexual verdaderamente definida. -

¿Cómo?, a mi me parece que su sexualidad es evidente.

No, no necesariamente el que se haya relacionado con una mujer define su orientación sexual en su caso… es una chica que aparte de todas las características que ya mencioné, vivió falta de amor y afecto durante muchos años; para una persona tan necesitada de esto puede resultar fácil confundirse. No sería la primera heterosexual que trataras, en el caso de que lo fuera. – señalo Adriana sin entender en que radicaba la complejidad. No he dicho que sea heterosexual, lo que digo es que hay que llevarla a auto descubrirse, no solo en el aspecto sexual, hay que sacar a la superficie su yo. -

Sabrás como hacerlo –asevero Adriana con firmeza.

Sí, eso espero – manifestó Zoe con humildad - por lo pronto ya tengo definido el lugar en donde lo haremos, también la personalidad que asumiré, me falta redondear parte de la estructura del proceso, por el momento reserva a Jay para estas fechas - dijo entregándole una agenda - comunícate con Otilia para que prepare la cabaña, tiene que estar en perfectas condiciones en menos de dos semanas… -

¿Vas a usar tu cabaña en Mazunte? – pregunto Adriana totalmente sorprendida.

Si - fue la escueta respuesta de Zoe – encárgate del depósito que tendrá que hacer la señorita Rivas, una vez que haya realizado este, ve lo concerniente a su trasportación hasta Huatulco y de ahí a la cabaña, hazle hincapié en que no debe llevar equipaje solo lo estrictamente necesario… Adriana suelta ya lo que me quieres decir, anda –exclamó interrumpiéndose a sí misma al notar la expresión entre divertida y extrañada de su asistente. -

Es solo que estoy sorprendida, jefa, solo eso.

-

¿Sorprendida porque?

Porque Mazunte es un lugar muy especial para ti, “es tu lugar”, nunca mezclas trabajo con tu vida personal… por eso. -

Y no lo estoy haciendo ahora; es solo que el sitio se presta para el caso; ya deja de mirarme así.

-

Nunca te has sentido atraída por una cliente, pero eso no significa que no pueda pasarte.

No, no estoy exenta de que suceda, pero esta no es la ocasión, ni siquiera he tenido contacto con ella; así que déjate de tonterías y concéntrate en lo importante, no tenemos mucho tiempo. -

Okey boss, ¿Qué tipo de guardarropa quieres para la señorita Rivas?

De eso me hare cargo yo… lo que tengo pensado no se puede adquirir aquí – añadió tras la mirada inquisitiva de Adriana.

-

No he dicho nada – dijo con un toque de sarcasmo y agrego – pero te vendría bien vivir tu propia fantasía.

Eso suena genial, en este momento mi fantasía es que me dejes trabajar y te pongas en esas tú también, ¿me la haces realidad? – dijo con gesto travieso. Okey en seguida me pongo a resolver todo esto – antes de cerrar la puerta tras de sí, asomó la cabeza y vivarachamente completó- pero sabes que tengo razón. Adriana tenía razón en cuanto a que le hacía falta vivir algo propio, Zoe no tenia vida social, sus únicos amigos eran Adriana y Jay – una fungía como su asistente y el otro era su investigador y fotógrafo-, tampoco tenía pareja estable, ¿quien en su sano juicio iba a comprender y adecuarse a su forma de vida?, durante años su vida “romántica” se había reducido a encuentros fugaces, casuales, y en los últimos dos años ni siquiera eso; su trabajo, aparte de inusual – por llamarlo de alguna manera- era muy absorbente, durante el año solo se daba dos descansos de pocos días - no había oportunidad para mas- la demanda por sus servicios era demasiada, los casos se llevaban entre dos y cuatro meses, su trabajo no era de terapia de diván de una hora, se dedicaba las veinticuatro horas del día al caso que tomaba, le apasionaba lo que hacía, la manera en que ejercía su profesión; aunque seguramente ningún colega estaría muy de acuerdo con su técnica y procedimientos poco ortodoxos para tratar a un paciente, los números favorecían su postura al respecto, aún así, se vendía como creadora de sueños, fantasías, nunca se trató a sí misma como psiquiatra frente a sus clientes, ni a estas como pacientes; aunque el resultado final significara un verdadero cambio en la psique de estas mujeres, regresándoles o proporcionándoles fortaleza y seguridad en sí mismas. Lo que no entendía es qué llevó a Adriana a suponer que tenía un interés especial o diferente en ésta cliente, la estructura del procedimiento lo basó como siempre en un análisis profundo de las características, circunstancias y hechos del caso, ahora bien, debía reconocer que al ver las fotografías que Jay anexo al expediente sí experimentó una profunda empatía por la chica, su fragilidad, la tristeza reflejada en su mirada, algo en ella le evocaba a un ser etéreo, casi ilusorio, y tan trasparente a la vez; esa sensación fue lo que marco las bases del procedimiento. Estaba decidida a que emergiera toda la belleza interior que se reflejaba en esa muchacha, y más aún a que ésta tuviera conciencia de ello. Mientras caminaban hacia el restaurante italiano al que acudían habitualmente para almorzar, Zoe se dejo envolver por los sonidos de la quinta avenida en Brooklyn, amaba esa rutina establecida en los pocos días que pasaba entre caso y caso en su ciudad, una vez dentro del local, situadas en el privado de costumbre y ya frente a una copa de vino, roció ligeramente un pedazo de pan con oliva, comiendo mientras escuchaba la plática incesante de Adriana. -

Boss, ¿me estas prestando atención?

Si, mujer, deberías aceptar la propuesta de Kyle, ya tienen mucho tiempo saliendo, estas evidentemente enamorada de él, también te ama, es un buen tipo, es bueno que avancen al siguiente nivel. Es cierto – dijo suspirando – pero da miedo, vivir juntos implica muchas cosas, uno de los dos tendrá que dejar su departamento, ¿y si no funciona?, parecerá frívolo de mi parte, pero si soy yo la que dejo lo mío y me marcho a lo suyo, ¿qué hare si me doy cuenta de que no es lo que quiero, o si es él el que siente que no es lo que esperaba?, nos quedaremos juntos solo por lo que abandonamos y por el compromiso; ¡hay boss! ¡estoy hecha un lio! Los cambios dan miedo a la mayoría de la gente Adri, y todas las decisiones que tomamos en la vida conllevan riegos, a cada acción corresponde … -

Una reacción – interrumpió Adriana completando la frase - lo dices como si fuese muy fácil.

La vida no es fácil, pero hay que vivir, la otra opción es vegetar y dejar que la vida pase y seguro no te sucede nada, pero pierdes la existencia en la nada. Tienes razón, como siempre… pero sería bueno para ti seguir tus consejos boss, según tus propias palabras, estas vegetando. -

¿Me estás diciendo vegetal? – exclamo entre risas.

Pero no cualquier vegetal, eres algo así como el brócoli que es bueno para el corazón y previene el cáncer – después de un ataque de risa Adriana agregó- en serio boss, esta vida tuya no es vida, es verdad que ayudas a muchas mujeres, que tus cuentas bancarias están bien gordas… pero Zoe estas muy sola mujer. -

Esas cosas suceden solas Adri, no se pueden forzar.

¿Solas?, ¿pero a qué hora te va a pasar? ¿en qué momento?, si no tienes tiempo para conocer gente, vas de un caso a otro casi de inmediato. En fin jefa, dejemos eso por la paz momentáneamente, pero no te quedes tranquila volveré a la carga ¿eh?; oye sabes que tú próxima cliente tiene una voz muy suave y sensual – acotó cambiando abruptamente de tema. -

¿Sí? ¿está todo bien concreto con ella?

Aja, oye Zoe, pensando en lo de su falta de definición de carácter, personalidad, sexualidad… sabes que pienso que en este caso deberías de ser tu misma. -

¿Cómo?

Si, para el caso creo que la mejor personalidad seria la tuya, mira, tu eres serena, asertiva, enigmática, envolvente, irradias tranquilidad, paz, equilibrio; además tu físico es bastante andrógino, eso sí guapísima… me recuerdas mucho a Shane de “The L Word”, pero menos flaca. -

“Aouch”, ¿me estás diciendo gorda?

-

No – respondió riendo.

-

¿Quién es Shane? – preguntó curiosa.

-

¡Por Dios Jefa!, no creo que haya una lesbiana en el mundo que no sepa quién es Shane.

-

Ya ves que sí.

Si, solo tú; el caso es que das el tipo, y la verdad es que yo me enrollaría con Shane, y eso que las mujeres no me van nada. -

Es decir que te enrollarías conmigo – afirmó medio chula.

-

Créeme que los primeros meses trabajando contigo me lo pensé, pero ya no, se paso tu momento.

-

Mmm haberlo dicho.

Ya jefa ponte seria, de verdad, tu tipo es atractivo para hombres y mujeres, heteros o gays, tú puedes usar eso a favor de esta chica.

-

Mira a la niña, ya es toda una psicoanalista – dijo burlona.

-

“Ja” “ja”

No te enfades Adri, la verdad si me sorprende tu sugerencia, debo reconocer que ya lo había pensado, aunque no sé quién coños es Shane. -

Eso todavía no me lo puedo creer, de verdad boss, no tienes vida.

-

¿No tengo vida? ¡¿por qué no sé quién es Shane?! – exclamó muerta de la risa.

-

Eso fue solo una señal más de tu aislamiento del mundo.

-

A decir verdad, creo que tienes razón.

-

Claro que tengo razón, es inconcebible que no sepas quien es Shane. – Zoe la miro con enfado fingido.

No me refería a eso, sino al hecho de que llevo mucho tiempo trabajando sin parar, sin darme un tiempo para mí, me hace falta un respiro y vivir algo mío, ya veremos después de este caso. Hablando de eso, deberíamos marcharnos ya, mañana viajas y en tres días tendrás el primer encuentro con tu chica. -

¿Mi chica?

-

Si, la chica, tu caso, sabes lo que quise decir – la miró con picardía.

-

Ajá, lo empiezo a entender.

El aroma de las playas de Oaxaca siempre logran revitalizar a Zoe, respira profusamente, llenándose los pulmones de ese aire que extrañaba a rabiar, Pedro sonríe ante la escena tantas veces vivida desde que la conoció hace ya tantos años, la primera vez que su patrona estuvo aquí era apenas una chiquilla de unos diecisiete años, en esa ocasión se le veía tan triste, evocó la imagen de aquella niña flaquita, de cabello largo despeinado, ataviada con una bermuda caqui, camiseta sin mangas, chancletas playeras y mochila al hombro, asía casi que con fiereza una pequeña urna de madera que él sabía contenía las cenizas de Cecilia Otero, nativa de Mazunte, como él, y amiga de infancia, quien por razones que él nunca entendió se fue para los Estados Unidos, a diferencia de tantos otros ahí, Cecilia, hija única, recibió una educación, sus padres la enviaron a la capital para estudiar en la universidad, y se tituló de Licenciada en odontología, luego regresó al pueblo y ahí empezó a ejercer su profesión, pero un buen día sin dar mayores explicaciones informó a sus padres y a sus mejores amigos - él y su mujer Otilia - que se marcharía, ni siquiera esperaría a la boda de estos, no hubo poder humano que la convenciera de quedarse y se perdió por mucho tiempo, solo volvió unos años después a llevarse a sus padres dejando la cabañita en donde nació y creció a cargo de él y su mujer, y esa fue la última vez que Pedro y Otilia la vieron, se enteró por carta que su padre murió, también por el mismo medio supo de la muerte de su madre, unos años después de esto recibió una llamada telefónica, era Cecilia, le informó que estaba muy enferma, y dada su condición quería dejar todo en orden respecto a la propiedad que sus padres le legaron a ella, después de una charla de rencuentro y varias instrucciones al respecto de la propiedad, se despidió de ellos por última vez; meses más tarde estaba ahí la niña que era la nueva dueña del predio de los Otero, y él, haciéndole honor a la amistad de infancia con Cecilia le sirvió de guía y consuelo, así nació la relación más de cariño que laboral entre Zoe, Pedro y Otilia. -

Qué bueno tenerte aquí de nuevo niña, hacia mucho que no venias.

-

Sí Pedro, ya me hacía falta a mi también, ¿cómo están tus hijas y nieta?

Bien niña, a Dios gracias, la Ceci, bien contenta con su niña, le quería poner Otilia como su mamá, pero mi mujer dijo que no, que si le quería dar gusto le pusiera Cecilia. -

¿La quisieron mucho?

La verdad sí, lo que son las cosas niña, yo la pretendí a Cecilia desde chamacos, estuve duro y dale para que fuéramos novios, pero ella siempre me dio calabazas, y luego cuando se fue a la capital pues nos quedamos como que muy abandonados la Otilia y yo, y “pus” nos ennoviamos, luego regresó pero casi ni estuvo aquí Ceci, bien pronto decidió irse para el “gabacho” y Otilia le chillo creo que más que sus “a’pas”, se querían harto esas mujeres, mi viejita todavía le llora. Cada vez que vienes ella siente que contigo traes un pedacito de su amiga niña. -

Yo también la quería mucho Pedro, fue mi mamá.

Los recuerdos de sus años al lado de Cecilia la llenaban de fuerza y amor, si esa mujer no hubiera llegado a su vida quizá ahora ella padecería de los mismos miedos e inseguridades de las mujeres que acudían en busca de su ayuda. Pedro le auxilio con el equipaje, que era más voluminoso de lo acostumbrado porque traía con ella el guardarropa que adquirió en Oaxaca para Paula, verificó con beneplácito que Otilia mantenía el lugar casi como un santuario, se notaba el cuidado que ponía en el, en la pulcritud de cada rincón; Zoe instruyo a Pedro para que al día siguiente esperara a Paula y la trasladara hasta aquí. Pedro, mira esta es mi amiga Paula – señalo mostrándole una fotografía -, viene de la ciudad de México, llegará mañana a Huatulco, a la hora que te dije, llega con tiempo, la traes y la dejas aquí, estaré esperándola, así que solo la dejas y te vas. -

“Ta” bien niña.

Esa tarde la dedicó a disfrutar de su espacio, después de acomodar meticulosamente las ropas de su invitada y las suyas sintió hambre, sobre la mesa descansaban varias tlayudas y una nota con caligrafía casi infantil. “Niña, te dejo en el refri los frijolitos, nopales, salsita, crema y queso para las tlayudas, ah también hay cerveza, refrescos, jugos, las botellas de vino que me dijiste, carnes, frutas y verduras” Sonrió después de leer, en verdad que Otilia era casi una reminiscencia de su adorada Cecilia, después de comer se sentó en los escaloncillos de la terraza y bebió pausadamente su cerveza, llenándose de los olores y sonidos, de su soledad – mañana será otro día – se dijo antes de decidirse a levantarse y acicalarse para dormir. Se levantó como siempre que estaba en Mazunte, antes del alba, partió a correr, pasada una hora enfiló hacia la cabaña, examinó entre las prendas que había comprado para Paula y se decidió por un sencillo pero bello vestido de manta, lo colocó sobre la silla mecedora lo mismo que unas sandalias playeras de tela y corcho, bajó corriendo dispuesta a marcharse cuando recordó que bien podía ganarle el tiempo y no estuviera aquí para recibir a la chica, así que tomo un trozo de papel y dejo una notita encima de las ropas, entonces sí enfiló a toda prisa hacia el muelle a buscar pescado y camarones frescos, canastilla en mano echo a correr sintiendo que el tiempo le apremiaba, una vez ahí, saludo a los marchantes que ya le reconocían, bromeo un poco con todos perdiendo la noción de que tenía prisa, cuando se percató de la hora emprendió de nuevo la carrera. A unos metros de la cabaña vislumbro una delgada silueta femenina, demasiado lejos como para detallarla era todavía una imagen desdibujada, mientras más se aproximaba su visión afinaba la figura de la chica quien salió

corriendo impetuosamente hacia el mar, eso la paralizo momentáneamente, sin poder evitarlo su mirada se prendo de los movimientos voluntarios e involuntarios del cuerpo de la mujer, sus brazos en alto, su cuerpo sostenido por las puntas de los pies, la larga cabellera ondulada mecida por el viento, aquello era casi una pintura, sin mucha conciencia de ello sus pies la llevaron hasta quedar a unos pasos, la llamó, ella pareció ajena al sonido de su voz y volvió a llamarla por su nombre – se trataba de Paula evidentemente - cuando ésta finalmente se volvió, una sensación extraña se volcó en su estomago, algo que irremediablemente la arrastraba hacia Paula, sus ojos quizá, fijó su mirada en la tristeza de esos ojos verdes; se embebió en los movimientos torpes, apresurados y nerviosos de la chica, sonriendo ante esa sensación casi ajena y desconocida en su interior, luego un atisbo de conciencia llego a su mente recordando que ese no fue un encuentro casual, si bien no estaba planeado tal cual como sucedió, los motivos para éste seguían siendo los mismos; momentáneamente actuó como se debía, pero la sensación de brindarle ternura, protección, abrigo, cariño a esta peculiar chica se arraigo en su interior.

CAPITULO III AL ALBA -

Tía, de verdad no veo la necesidad de hacer esto, a mí no me incomoda usar lentes.

-

Hija tienes que dejar de esconderte detrás de las gafas, además es cuestión de practicidad.

-

La verdad me asusta la idea de quedar peor.

Para eso fue la primera cita y todos los estudios que te realizaron, todo salió perfectamente bien, no hay nada de qué preocuparse. -

Pero tía.

Pero nada, en unas semanas estarás de camino a una vida nueva, hay que empezar a quitar lo que estorba, así que empezaremos por esos horribles anteojos. -

Todavía no se si estoy haciendo bien.

Claro que estás haciendo bien, Paula, no tienes idea de la suerte que has tenido de que tu caso sea tomado, aprovéchalo, anda entremos ya que apenas vamos con tiempo. Cuando recibió vía mail la notificación de que su caso fue aceptado se sintió muy atemorizada al respecto, su reacción inmediata fue el arrepentimiento, que seriedad podía atribuírsele a la persona en cuyas manos se iba a poner, se trataba de una profesional según su tía, ¿pero profesional en que?, se lleno de incertidumbre y durante los días que siguieron resolvió declinar, pero su tía con paciencia la llevo a razonar al respecto – ¿qué pierdes?, dinero solamente, y ese afortunadamente te sobra, mírame, soy una buena muestra de que vale la pena la inversión y el riesgo - le dijo. Días después del mensaje de confirmación una chica de voz jovial se comunico con ella. -

Buenas tardes, habla Adriana Canseco, buscando a la señorita Paula Rivas.

-

Buenas tardes, ella habla.

Hola, espero se encuentre usted muy bien, señorita Rivas, la razón de mi llamada es para agradecerle el depósito que oportunamente realizo e indicarle los datos de su vuelo, y darle las últimas instrucciones. -

Perdón, ¿de mi vuelo?

Si señorita, en quince días deberá usted viajar hacia Huatulco, ahí estará esperando por usted una persona que la trasportara, le voy a suplicar que lleve lo indispensable, en cuanto a ropa solo la puesta, todo lo necesario le será proporcionado allá. -

Pero… ¿pero a Oaxaca? , no pensé que hubiese necesidad de trasladarme.

Paula, créame que cada detalle es pensando en lo mejor para usted; estará muy bien, disfrutara mucho su estancia en ese lugar, este tranquila, ¿alguna duda? -

No… supongo que no…, bueno si ¿cómo hare para reconocer a la persona que me esperara en Huatulco?

-

La persona la reconocerá a usted. Le agradezco mucho la atención, Hasta luego… Paula…

-

Dígame.

Créame cuando le digo que estará usted en las mejores manos… ella es muy especial ¿sabe?, y realmente está interesada en usted. – la voz adquirió una suavidad sugestiva, aunque Paula no supo descifrar la intención de aquellas palabras, le sonaron sinceras y tranquilizadoras. -

Gracias Adriana.

Una vez anotados los detalles del viaje, fecha, hora y número de vuelo, se despidieron. Nadie excepto su tía sabia de los planes de Paula, en su trabajo solicito un año sabático que le fue concedido por cumplir los requisitos del caso, a Daniela y el resto de las chicas les explico que necesitaba alejarse y un tiempo para sí misma, así que viajaría con su tía; dadas las circunstancias, a todas les pareció una excelente idea, a Claudia no la volvió a ver, le seguía doliendo profundamente, sobre todo porque guardaba la secreta esperanza de que ésta la buscara, pero no ocurrió, ella se vio tentada a hacerlo, pero su temor a un rechazo que la aniquilara por completo se lo impidió, los días trascurrieron con una lentitud pasmosa, hasta que se llego el momento de marchar rumbo a lo desconocido, llena de temores, pena y ansiedad se despidió de su tía tras un fuerte abrazo. Este será el primer día del resto de tu vida Paula, sé que ahora mismo no lo ves así, pero este paso es el primero hacia tu felicidad, te quiero sobrina, ya sabes donde estaré, en cuanto estés de regreso llámame. -

Te quiero tía.

Durante la hora y media que duro el vuelo sus emociones se intricaron todavía más, ni siquiera la vista aérea de la bahía y la vegetación que ofrecía Huatulco desde el avión durante las maniobras para el aterrizaje lograron efecto alguno en ella. El trámite de salida fue rápido, el aeropuerto de Huatulco es un espacio grande, abierto, bonito y rodeado de vegetación, antes de salir ya la esperaba un hombre de piel curtida, con sendas arrugas marcándole la cara. Señorita Paula, Soy Pedro – se presento sonriente extendiéndole la mano – y estoy para servirle, yo la llevare hasta Mazunte. -

¿Mazunte?

Si señorita, está aquí cerquita, en una media hora a mas tardar estaremos por allá, ¿si le dijeron que vendría yo por usted? – cuestiono al notar la mirada desconfiada de Paula. Si, disculpe usted, no fue mi intención parecer grosera, es solo que me sorprendió el que me reconociera nada mas verme. No se apure señorita, en estos tiempos hay que tener cuidado siempre, pero no desconfíe de mi, soy empleado de la señorita Zoe desde hace ya muchos años, ella me mostro una fotografía suya, por eso la reconocí, aunque en la foto traía usted anteojos y se ve diferente. Paula en efecto se consideraba distinta sin sus lentes, se sentía desnuda; omitió hacer algún comentario respecto a lo dicho por Pedro sobre su empleadora, de quien nada sabía, sintiéndose una tonta al recordar que no cuestiono prácticamente nada y ahora caminaba totalmente a ciegas, no sabía a ciencia cierta si este hombre tenía conocimiento del motivo de su presencia en el lugar, pero esperaba que no, así que se dejo conducir por el amable señor tratando de mostrar naturalidad.

La tibieza húmeda del aire la reconforto, el aroma a salitre entremezclado con la vegetación se le impregno en la nariz extasiándola al grado de casi sentirse viva otra vez, cada kilometro que avanzaba se maravillaba de la vista que los paisajes del lugar le regalaban, pasados unos veinte minutos entraron a un pequeño poblado que atravesaron casi de inmediato, después de unos cuantos giros se estacionaron frente a un amplio bungaló. Llegamos señorita – señalo Pedro al tiempo que bajaba del automóvil para salir corriendo y abrirle la puerta – entre usted, yo me marcho ya, espero que se la pase muy a gusto aquí entre nosotros. Bienvenida de nuevo. -

Gracias Pedro – atino a decir.

Paso varios minutos de pie frente al lugar, detallándolo, hasta que por fin se decidió a cruzar las puertas de madera rustica que estaban de par en par, el viento producido por el ventilador de techo le significo un placentero alivio al calor corporal, su vestimenta – como se lo anticipo su tía – no era la más adecuada para el clima tropical – hola susurro – hola - repitió esta vez aumentando el sonido de su voz esperando ser escuchada, pero no hubo respuesta, con timidez su vista recorrió el interior, un espacio amplio provisto de un pequeño comedor y sillas de ratán, en un costado dos hamacas se mecían al ritmo del ventilador, en el fondo, detrás de una barra, un refrigerador, una austera estufa de gas y una alacena conformaban una rudimentaria cocineta; lateralmente se apreciaban unas escalerillas que dirigían hacia un tapanco, con sigilo las subió, - hola ¿hay alguien aquí? – de nueva cuenta no obtuvo respuesta, la parte de arriba tampoco contaba con mucho mobiliario, solo una cama matrimonial cubierta con sabanas blancas de lino, en una esquina un ventilador de pie y en la otra una silla mecedora sobre la que descansaba un vestido de manta ligera y al pie de este unas sandalias, noto en la superficie del asiento una nota y mecánicamente la tomo. “debes estar muy acalorada, ponte cómoda y husmea todo lo que desees, tratare de no tardar” Tomo el vestido sosteniéndolo frente a ella para estudiarlo, sencillo, vaporoso, conveniente para el lugar, sin pensárselo mucho procedió a cambiarse de atuendo, se sentó en la mecedora dejando sus pies al aire unos instantes antes de calzarse las sandalias; doblo prolijamente sus ropas y recorrió el resto del lugar, se interno a través de una portezuela que en principio le paso desapercibida y detrás de esta se encontró con un pequeño vestidor dividido en dos estantes, ambos contenían ropa diversa, en la parte baja de estos varias sandalias y zapatillas deportivas; al final de este espacio se encontraba un baño completo, en realidad más que eso, ya que este contaba a parte del equipamiento normal de todo baño con un amplio jacuzzi, no pudo evitar que le causara gracia lo raro que era aquello con respecto al resto del lugar, salió de prisa sintiéndose una intrusa invadiendo aquella intimidad, tras varias aspiraciones que llenaron de aire sus pulmones continuo con su recorrido, en un costado del espacio que fungía como cocineta aprecio otra puerta que la condujo hasta una gran terraza en la que descansaban dos mecedoras, del techo colgaban dos amplias hamacas, una mesita entre ellas con un platón repleto de mangos, naranjas, limones y algunos frutos que no supo reconocer, y lo más maravilloso, la vista al mar, era la primera vez que veía el mar, cual chiquilla boto las sandalias y corrió hacia él, se rio a carcajadas al sentir la espuma de las olas en sus pies y tobillos, extendió sus brazos, abandonándose por completo a ese placer, olvidándose de quién era y los motivos que la llevaron allí. Hola – escucho una voz ronca detrás de ella – hola – insistió la voz, al volverse se encontró con una mirada cálida, suave y profunda a la vez, la dueña de esta le sonreía ampliamente – hola Paula espero no haberte hecho esperar mucho – repitió, pero Paula presa de su timidez no podía reaccionar, la chica ladeo un poco su rostro y frunció el entrecejo sin dejar de sonreír; Paula la miraba a detalle, sus facciones eran angulosas, enmarcadas por una negra cabellera lacia y corta que desordenada le caía sobre la frente y orejas, nariz fina ligeramente alargada, labios bien formados sin ser delgados ni gruesos, complexión atlética, un poco más alta que ella, piel bronceada y una mirada expresiva con tonalidades verdes y azules. – Lamento haberte asustado dijo acercándose más, fijando su mirada tan dentro de sus ojos que casi la sintió traspasarla.

-

No, discúlpame tú… es solo que… bueno… soy Paula… tú debes ser la especialista – dijo finalmente.

Hola de nuevo Paula – sonrió acercándose mucho a su rostro, buscando esa mirada huidiza – mi nombre es Zoe, ¿me llamaras así?, es menos frío – Paula asintió con la cabeza, había enmudecido de nuevo – espero que te gusten los mariscos y el pescado, asare unos para la comida, debes tener hambre – afirmo al tiempo que le señalaba la canastilla que cargaba en una de las manos. -

Si… algo – pudo decir al fin.

Okey vayamos a preparar el almuerzo – dijo Zoe entrelazando su mano libre con la mano temblorosa de Paula quien al contacto sintió una energía que la lleno de calma. Toda la angustia, nerviosismo, ansiedad que le invadieron por semanas, fueron remplazados por una asombrosa serenidad, no sabía a ciencia cierta a consecuencia de que paso esto, si fue la suavidad de esa mirada, el contacto de su piel, la calidez de su sonrisa, o todo esto junto, su única certeza es que se sentía inexplicablemente cómoda en la presencia de Zoe, toda ella emanaba una energía que desde el primer momento la envolvió. No me has dicho si te gusta el pescado; bueno en todo caso también hay camarones – comento al llegar hasta un área acondicionada con un asador, una improvisada mesa de tablones y sillas playeras, espacio que a pesar de encontrase a un costado de la terraza paso inadvertido inicialmente para Paula - ¿y bien? -

Me gustan ambos – respondió al fin esbozando una sonrisa.

-

¿y me ayudaras a cocinarlos o me lo dejaras todo a mi solita?

-

No soy muy buena cocinando, pero tú dime que hago.

-

Esa voz me agrada, me apetece preparar los camarones en brocheta, ¿Qué tal a ti? ¿te suena bien?

-

Si claro.

Okey, entonces me harías el favor y coges de la nevera unas cebollas, ajos, pimientos, ah y en una de las gavetas están las brochetas; mientras yo voy encendiendo el carbón. -

Okey – asintió con la cabeza, a medio camino escucho a Zoe alzando la voz.

-

Paula y tráete algo para beber, a mí una cerveza, lo que a ti te apetezca, hay de todo un poco.

Por más extraño que fuera, a pesar que la chica la ponía nerviosa, la sensación de bienestar en su presencia se incrementaba a cada minuto, mientras ella troceaba la verdura, observaba a Zoe afanada encendiendo el carbón, era una chica de nacionalidad y acento indefinidos, su español era perfecto y neutro, de belleza natural, casi salvaje, con un ligero toque de femineidad, a pesar de que sus movimientos no lo eran del todo, no le calculaba mas allá de su edad; le pareció extraño la apariencia de Zoe, su tía le dio una descripción totalmente diferente de ésta, tampoco el nombre calzaba - Yolanda - le dijo su tía – es una mujer de unos treinta y cinco años, bellísima y ultra femenina, encantadora, un sueño vuelto realidad – la incertidumbre de si se trataría de la misma persona que atendió a su tía se le alojo en la cabeza, pero pensó que sería muy imprudente preguntar, sobre todo porque en ninguna parte del mail que le envió solicitando sus servicios hizo mención respecto al caso de su tía. En ese instante recordó las primeras instrucciones que recibió, sobre todo una que en específico rezaba “La especialista no responderá en ningún caso a cuestiones personales”, en aquel momento no le dio importancia a esta indicación, pero ahora mismo la invadieron

una mar de curiosidad y deseos de conocer a esta mujer que con su sola presencia le hizo experimentar una sensación de tranquilidad y seguridad que nunca en su vida sintió. Esto ya prendió… mira y eso que no sabias cocinar – Dijo Zoe esbozando una amplia sonrisa al ver la pila de brochetas ya listas para asarse. Bueno, tampoco es que armar brochetas sea muy complicado – murmuro presa de su timidez tras la profunda mirada de Zoe. Me parece que no hay nada difícil para ti… eres muy detallista, perfeccionista diría yo – Paula la miraba sin comprender – te quedaron muy bonitas, como de catalogo de cocina, pongámoslas en la parrilla, porque no sé tú, pero yo muero del hambre.La verdad yo también – sonrió con timidez. La comida estuvo deliciosa, después de esta Zoe la invito a que pasaran el resto de la tarde en la terraza, y así lo hicieron en silencio, antes de echarse en una de las hamacas Zoe coloco música, Paula con su natural timidez solo atino a sentarse en una de las mecedoras. La noche cayo de prisa y Paula no supo bien que fue lo que paso dentro de ella, solo que sentía un cansancio casi agradable, como si hubiese caminado mucho, y su cuerpo y mente agotados se entregaran al grato relajamiento que le producía la brisa marina, el cadencioso sonido de las olas golpeando la playa, pero sobre todo la respiración acompasada de Zoe. -

Debes estar muy cansada - musito Zoe al instante que se ponía en pie.

-

Si, lo estoy, me siento como si hubiera corrido una maratón.

Entonces es hora de ir a la cama – se coloco frente a ella mirándola con profundidad y le extendió la mano – vamos – dijo dulcemente. La mano temblorosa de Paula se aferro a la que se le ofrecía, su tranquilidad se esfumo en un instante, las piernas le temblaban, se empezó a sentir mareada al recordar que solo había una cama, hasta ese momento no había pensado en ello, como tampoco había analizado que se suponía que pasaría entre ella y la especialista, su tía no le dio detalles y mayores explicaciones, - ¿será que vamos a tener intimidad? – se cuestiono por primera vez, se sorprendió deseándolo y también al darse cuenta de que lo que le preocupaba de algo sexual pasara entre ellas no tenía nada que ver con sus sentimientos por Claudia, la razón de su zozobra se debía a sus complejos e inseguridades, temía no estar a la altura de la mujer que la llevaba de la mano, y también claro está, la idea de pagar por sexo la incomodaba. Una vez en el tapanco Zoe abrió una pequeña puertecita, sin soltarla de la mano le indico – aquí hay un medio baño, así no tendrás que bajar a mitad de la noche – la llevo al borde de la cama y Paula sintió que se desvanecía, Zoe la tomo de los brazos sosteniéndola para colocarla con delicadeza sobre la cama al momento que ella de cuclillas se ponía frente a ella; de un cajón bajo ésta saco un pequeño y ligero camisón – en estos cajones encontrarás varios camisones y pijamas, también ropa interior – Paula no pudo evitar ponerse roja como un tomate y Zoe no pudo evitar que la extraña sensación que se le coló por el pecho desde que sintió el nerviosismo y ansiedad de esta chica se incrementara ante el rubor encendido de sus mejillas. Ponte cómoda y descasa – susurro acariciándole con los nudillos la frente y mejillas – yo dormiré en la terraza, cualquier cosa que necesites me llamas – le sonrió y poniéndose de pie se dispuso a bajar, titubeo un segundo y se volvió. -

¿Pasa algo? – pregunto Paula llena de ansiedad.

Si… enciendo el ventilador – lo hizo de prisa y girando en sus talones se volvió hacia Paula – buenas noches, ahora si me voy, descansa. -

Hasta mañana… Zoe…

-

Dime – de pie en media escalerilla.

-

Gracias – Zoe asintió con la cabeza sonriendo.

Pasaron varios minutos antes de que Paula se decidiera a colocarse el camisón que descansaba a un lado suyo sobre la cama, hurgo en el bolso que consistía en su equipaje y extrajo un paquete que contenía cepillo y dentífrico, introduciéndose en el pequeño baño se disponía a iniciar con el ritual de limpieza bucal cuando se percato de que sobre una rejilla había un cepillo de dientes y dentífrico nuevos, sonrió y tomando estos abandono los suyos; en cuanto su cuerpo estuvo en contacto con la frescura y suavidad de la cama se quedo dormida. En cambio Zoe no podía conciliar el sueño, el análisis del primer día de tratamiento se acumulaba en su mente torturándola, este día dejo inconscientemente que su emociones actuaran por ella, desde que estuvo frente a ella, la misma emoción que experimentó al ver sus fotografías, pero mucho más intensa, se le albergo profundamente, había algo en Paula que le provocaba un deseo casi irrefrenable de protegerla, cuidarla, consentirla y hoy se había dejado llevar por ese sentimiento, estaba consciente de que eso además de ser poco profesional, podía desembocar no solo en un fracaso del tratamiento, además podía añadir más daño a la chica. Después de darle muchas vueltas al asunto, reñirse a sí misma, excusarse y volver a reprocharse, llego a la conclusión de que tenía que sacar a flote el lado analítico y frío de la Psiquiatra, continuar con el camino trazado para ayudar emocionalmente a Paula, para eso estaban aquí, ese era el objetivo y resuelta a ser la profesional de siempre, dejando de lado sus emociones personales que no venían al caso se quedo dormida por fin. ¡Hey! Despierta – Paula sintió una gentil sacudida en su cuerpo y escucho una voz lejana - anda dormilona, tenemos que hacer algo importante, ¡abre los ojos! ¿Qué hora es? – pregunto Paula abriendo finalmente los ojos para encontrarse a Zoe al pie de la cama mirándola fijamente. -

Las seis de la mañana.

-

¿y qué vamos a hacer a esta hora?

-

divertirnos. Anda párate ya, te espero abajo, te deje ropa en la silla.

-

¿divertirnos a estas horas?

-

Ajam – le hizo un guiño divertido y bajo de prisa la escalerilla.

Paula se cubrió con la sabana hasta la cabeza resistiéndose a abandonar la cama, pero al final se decidió a ponerse en pie, se coloco la ropa deportiva que Zoe había dejado para ella y bajo, ésta la esperaba en la cocina recargada en el fregadero y sonriente le extendió un gran vaso que contenía un licuado – de plátano- se dijo al probarlo. -

Esta delicioso, gracias, ¿a dónde vamos a estas horas?

Ven y sabrás – caminaron en dirección a la playa y una vez ahí, Zoe aspiro profundamente varias veces e insto a Paula a hacer lo mismo.

-

¿aquí? ¿Qué vamos a hacer?

Anda sígueme – continuo aspirando, exhalando, estirando brazos y piernas, para luego empezar a dar pequeños saltos. -

Zoe… nunca en mi vida he hecho ejercicio.

-

Te vas a dar cuenta de que no hay nada que libere más el alma y la mente que correr.

-

¿correr?

-

Si… correr, sígueme – dijo esto último iniciando ya un trote ligero.

-

¿estás bromeando?

-

No – grito desde ya un trecho delante.

Paula lo pensó unos segundos hasta que se decidió a seguirle, los primeros metros no le pareció tan complicado, pero después de estos empezó a sentir como los músculos de las piernas se le tensaban a consecuencia de la pesadez de los pies que se enterraban en la arena, Zoe la instaba a lo lejos a que le siguiera el ritmo y daba gritos alegres para animarla a seguir, por un momento estuvo a punto de abandonar el intento y dejarse caer sobre la playa, pero la sensación de que nada en su vida dependía de ella, de que todo estaba fuera de su control la invadió – esto depende de mí, es mi cuerpo, es mi mente - lleno de aire sus pulmones y se concentro en sus pies hundiéndose en la arena, en la flexión de sus piernas, en la tirantez de su vientre y la irregularidad de su respiración… uno, dos, tres, cuatro, cinco días, una semana, casi dos, cada día sentía su cuerpo fortalecerse, su mente se despejaba durante esa hora, la hacía sentirse poderosa, libre, dueña de sí. Los primeros días Paula corría detrás de Zoe, cada vez se acortaba la distancia entre las dos hasta que fue ninguna y corrían lado a lado, una vez que terminaban la rutina se tiraban sobre la arena y tras unos segundos Zoe salía disparada hacia el mar nadando un trecho de ida y vuelta. -

¿Por qué no te adentras al mar conmigo? – pregunto una empapada Zoe echándose sobre un costado a su lado.

-

Porque no quiero que me coma un tiburón – esas palabras provocaron las carcajadas de Zoe.

-

Okey ¿qué quieres desayunar?

-

No lo sé, no me quiero mover, quisiera que este momento fuese eterno.

-

Vaya que eres floja Paula… ¿te ríes?

Si… porque me habían dicho, fea, aburrida, tonta, pero floja nunca, al contrario, según mis amigas soy adicta al trabajo. -

Pues te tengo noticias, has vivido en el engaño.

-

¿ah sí? – dijo retadoramente volviéndose, ubicada en la misma posición que ella enfrentándola sonriente.

Sí, no solo no eres fea, sino que además eres dueña de una belleza especial, sencilla, natural, sin falsas pretensiones; sabes perfectamente bien que de tonta no tienes un pelo, y por último, estar aburrida no es lo mismo que serlo, cuando estamos aburridos podemos parecerlo, tú sentido del humor, inteligencia, capacidad de escuchar los silencios, te hacen una de las personas más interesantes que he conocido, una persona así de compleja y

excepcional no puede de ninguna manera tildarse de aburrida – Paula sintió que cada palabra de Zoe estaba llena de sinceridad, el tono de su voz, firme y cálido, la mirada cristalina fija en la suya, le hacían saber que esa mujer extraordinariamente única la veía tal como sus palabras lo acaban de expresar, y sintió un regocijo interno nunca antes experimentado, se dejo invadir por él unos segundos, luego le volvió al cuerpo el miedo y solo atino a decir. -

Es decir que soy una maravillosa “floja”

Exacto – afirmo Zoe con énfasis, colocando la punta de su dedo índice en la de la nariz de Paula quien aprovecho este acto para hacer bizcos y gesticular una cara chistosa, sin más preámbulos se puso de pie y Salió corriendo. ¡estoy decidida a que nadie me ponga defectos que yo no quiera! ¡no soy floja! ¡hare el desayuno! – gritaba mientras se alejaba. Durante tres semanas se habían convertido en un par de ermitañas alejadas del mundo casi en su totalidad, salvo por los días que Otilia se presentaba para hacer la limpieza, no habían tenido contacto humano. Ejercitar el cuerpo, la mente, pero sobretodo el espíritu de Paula había sido la primera pauta, Zoe logro concentrarse en lo estructurado, pero le significo un esfuerzo enorme; no era persona de rodeos, al contrario, siempre la caracterizó una franqueza descarnada; engañarse no era una opción, en pocos días de convivencia admitió la profunda atracción que sentía por Paula, asimilarlo sin embargo no fue tan fácil, pero se forzó a hacerlo, de esto dependía mantener bajo control los impulsos instintivos dada la naturaleza de la situación; tenía plena conciencia de que lo que seguía le sería aún más difícil, los días trascurridos, escuchando a Paula hablar sobre su vida, sus miedos, dolores, perdidas, la habían llevado al límite, siempre fue empática con las vivencias de sus clientes, pero esto la rebasaba, traspasando por mucho las barrera que delimitaba lo profesional de lo personal. Para Paula las horas de charla incansable con Zoe todavía no tenían significado alguno, lo único que importaba era la sensación de tranquilidad que la inundaba; a Zoe, en cambio, éstas la llevaron hasta terrenos desconocidos e intrincados de su interior, casi ahogándola en un mar de emociones. Sabía que había llegado el momento de que Paula tocara fondo, de enfrentarla al verdadero dolor, estaba lista para ello, después de esto emergería la mujer que nadie conocía, ni siquiera la misma Paula, sin embargo ella la adivino desde la imagen plasmada en papel fotográfico y el presagio se fue realizando desde el primer encuentro. Ahora a todas sus faltas había que sumarle el egoísmo, si, internamente deseaba conservar a la verdadera Paula para sí, no compartirla con nadie; el problema ya no era solo de ética profesional, el problema radicaba principalmente en que Paula le importaba, deseaba que tuviera una vida plena, feliz, que se descubriera a sí misma. Había llegado el momento de pasar a la siguiente etapa. -

Hoy iremos a Puerto Ángel- le informo Zoe mientras lavaba los platos del desayuno.

-

No deseo salir nunca de aquí, quisiera que el tiempo se detuviera eternamente.

En segundos Zoe pasó del júbilo inicial que le produjo esa idea, al enfado por permitirse esa sensación. -

Es hora de volver a la civilización.

-

Tengo miedo Zoe.

-

¿a que le temes?

-

A perder la tranquilidad lograda, a enfrentarme de nuevo con ese mundo que casi siempre fue hostil conmigo.

No vas a perder nada, vas a encontrarte con Paula, la conocerás, te gustara mucho y te caerá muy bien, te vas a dar cuenta de que teniéndola puedes enfrentar lo que sea. Puerto Ángel es un pequeño puerto de pescadores, un lugar bellísimo completamente rustico localizado en una pintoresca bahía, es el lugar ideal para el paso decisivo que Paula tenía que dar, ahora que había logrado cierta paz interior, solo hacía falta que interiorizara y enfrentara de verdad sus demonios, solo así podría emerger. Puerto Ángel está a solo 10 kilómetros de Mazunte, así que en tan solo unos minutos estuvieron allí, recorrieron el lugar con cierta parsimonia, divertidas, a momentos bulliciosas. -

¿sabes nadar? – pregunto Zoe repentinamente.

-

Si …

-

¿Sí?

-

Si; es solo que nadar me trae recuerdos… digamos que desagradables.

-

¿Por qué? – Paula suspiro antes de responder.

En el colegio… no lo pase muy bien, y la alberca era la peor parte, me enfermaba cada vez que tenía que irpensó en su figura envuelta en el horrendo traje de baño que su abuela le cosió y se estremeció al recordar las miradas burlonas y la crueldad de su compañeras, sintió intensamente la vergüenza que le provocaba su cuerpo. Zoe no dijo nada mas, la tomo de la mano guiándola con firmeza hacia la playa Panteón, Paula se dejo llevar con mansedumbre, no por la falta de carácter que siempre había dominado sus actos; se dejaba gobernar por una simpleza pura que le proporcionaba la certeza de que todo lo que hiciera Zoe le haría bien. Una vez frente a las azules y calmadas aguas, Zoe procedió a despojarse de sus ropas hasta quedar en camiseta y panties. -

No… no pensaras… no voy a nadar en ropa interior Zoe.

-

tu ropa interior bien puede pasar por traje de baño de dos piezas.

-

P…pero…

-

¿te da miedo? – cuestiono retadoramente.

-

N…no…si – musito- miedo y vergüenza.

Es difícil enfrentar el miedo y la vergüenza, tienes que esforzarte y seguramente te dolerá… sin embargo tienes ventaja sobre ellos… tú tienes el control, depende de ti, la decisión es tuya. Dicho esto último Zoe se lanzo hacia el agua corriendo por un trecho, luego paro y se volvió mirándola ahora de esa forma que la hacía sentir fuerte, segura, arropada. Aspiro profundamente, se saco el vestido con premura y corrió hasta darle alcance, una vez a su lado ambas se zambulleron iniciando un sincrónico braceo, se internaron mar adentro, tanto como sus brazos y piernas lo permitieron, simultáneamente emprendieron el regreso hacia la playa, sin decirse nada, exhaustas, por puro instinto. Una vez en tierra firme Paula sintió desfallecer, cayó de rodillas sobre la arena y sintió como si algo dentro suyo hiciera explosión, su boca se abrió en un intento de darle salida al lamento interno de dolor, un estallido de lagrimas lo acompaño, el dolor punzante que sentía nada tenía que ver con sus dolores pasados, esta vez lloraba por la niña

flacucha y desaliñada que solía dormir hecha un ovillo por el terror que le provocaba enfrentarse a las humillaciones, burlas, desprecios y carencias del día siguiente, lloro por la niña que fantaseaba con volverse aire y desvanecerse, la vio crecer completamente desvalida, vacía, tan necesitada de una caricia, de sentirse amada, sollozó con más fuerza, porque deseó abrazarla, darle consuelo, decirle que a alguien le importaba. Zoe se arrodillo frente a ella, sin analizarla, sin tocarla, esperando… deseando… sintiendo, intentando contenerse. ¡Yo te quiero Paula! ¡a mí me importas! ¡no estás sola¡ - La voz de Paula tenía un matiz de ternura y firmeza, sus brazos se entrecruzaron en un abrazo para sí misma. Zoe hizo acopio de toda su fortaleza, reprimiendo las lágrimas que reclamaban exteriorizarse, deteniendo el impulso de sus brazos que ansiaban aprisionarla, obligando a su garganta a sujetar las palabras que en su mente resonaban – ¡Yo te quiero Paula! ¡Me importas! ¡Quiero estar contigo! – frases prohibidas, sentimientos vedados. Llego el momento de liberar a Paula, aunque esto significara encadenarse a sí misma.

CAPITULO IV AMOR… La esplendorosa brillantez del día le acaricio la piel del rostro, no quería abrir los ojos, un agotamiento delicioso le inundaba, deseaba permanecer así, inmóvil, arrullada por el sonido del mar, las gaviotas y el zumbido rítmico de las aspas del ventilador chocando contra el aire al girar. Un repentino sobresalto la impulso a ponerse en pie. -

¡Zoe! – exclamo - ¡Zoe! – repitió poniéndose en pie.

Al no obtener respuesta bajó de prisa las escalerillas, la estancia estaba vacía y en completo silencio igual que la cocina, abrió con sigilo la puerta del baño después de haber llamado solo para comprobar que en efecto Zoe tampoco estaba ahí. Se encamino hacia la terraza en busca de algo que le indicara la razón de su ausencia; sobre la mesita encontró un sobre tamaño carta abierto, ligeramente fuera de éste se percibía un puñado de fotografías, escudriño la playa hasta donde su vista alcanzaba en busca de Zoe sin éxito, se acomodo en una de las mecedoras, sintiéndose extraña, desde que llego era la primera vez que se encontraba sola. Volvió su vista de nuevo hacia el sobre, lo tomo impulsada por la necesidad humana de curiosear, la primera fotografía reflejaba la imagen de una chica de piel bronceada y largos cabellos castaños que caían sobre su espalda, no se le veía el rostro, pero se adivinaba por el resto de su anatomía que se trataba de una mujer atractiva; la siguiente fotografía era de la misma mujer, pero esta vez vestía diferente, estaba de perfil, y se podía apreciar ligeramente parte de su nariz, barbilla y labios, como lo pensó inicialmente era una chica guapa, - ¿será la novia de Zoe? – se preguntó, las fotografías que siguieron a las dos primeras eran muy parecidas, mostrando a la misma chica con distintos atuendos, en diferentes posturas, situaciones y lugares, todas ellas apenas dejaban adivinar sus facciones, definitivamente se trataba de alguien cercano a Zoe puesto que las fotografías fueron tomadas en Puerto Ángel, Huatulco y Puerto Escondido – reconocía los paisajes vinculados a estos lugares en cada una de las fotografías- cuando llegó a la última fotografía sintió un choque de electricidad, ésta mostraba a la chica de cuerpo entero, con los ojos verdes mirando a la nada, el cabello levantado por el viento, sin gota de maquillaje, y se veía hermosa, su corazón empezó a latir con fuerza cuando identifico esos rasgos, las fotografías fueron a dar al suelo, Paula respiraba con agitación paralizada por unos segundos, cuando por fin reacciono, tomo de nuevo la última fotografía, detallándola, reconociéndola. – ¡No puede ser! – casi gritó, corrió hacia el baño, una vez dentro lo recorrió con la mirada sin encontrar lo que buscaba, salió corriendo escaleras arriba al otro baño, tampoco ahí había; de nuevo en la estancia escudriño a detalle el lugar, entonces se dio cuenta de que no había espejos, es fácil entender por qué no se había percatado antes de la falta de estos, no tenía la costumbre de mirarse en ellos, la imagen que estos le devolvían no le resultaba agradable; pero ahora necesitaba uno con urgencia - ¿Dónde estaba Zoe? ¿por qué salió sin decirle nada? ¿De qué se trataba esto? – sintió rabia, se sintió burlada, salió de nuevo hacia la terraza y vio a Zoe acercarse con lentitud, su desesperación aumento con cada segundo, cuando por fin la tuvo frente a ella, con la voz entrecortada por la ira acumulada pregunto¿Qué es esto? – extendiéndole la fotografía – está manipulada, ¿por qué? ¿con que fin? – en la mirada de Zoe se reflejaba la calma y profundidad características en ella, sus labios dibujaron una sonrisa dulce que de golpe envolvieron a Paula disminuyendo su rabia y medio tranquilizándola. Ven – dijo indicándole que la siguiera, una vez dentro en la estancia, Zoe levanto la superficie de la mesa de ratán y extrajo de esta un espejo de medio cuerpo, lo puso frente a Paula – la foto no está trucada, eres tú Paula, eres tú.

Paula extendió una de sus manos hacia el espejo posando la yema de sus dedos en la fría superficie, esta no se desvaneció como absurdamente pensó ocurriría, sintió ganas de llorar, de reír, completamente confundida, sorprendida, asustada. -

¿Cómo?... ¿cómo puede ser esto posible?, Zoe ¿cómo es que me veo así?, ¿estoy soñando?

-

No, no estás soñando, esta siempre has sido tú, lo que cambió es la manera en que te miras a ti misma.

-

No estaba ciega Zoe, yo no me veía así.

-

Había muchas cosas que te impedían ver tu belleza…

-

¡Pero es que soy otra!

-

No voy a contradecirte en eso, porque si eres otra Paula, físicamente los cambios fueron muy sutiles.

-

¡¿sutiles?!

Sí, por supuesto, ya no usas gafas, tu cabello libre y natural, las ropas ligeras, no hay mas… el verdadero cambio es interno, y es el importante. -

¿Las fotos?

Son parte del proceso – Paula calló por varios segundos, llena de emoción, de fuerza, luego miro a Zoe con aire infantil. -

¿De verdad soy así de bonita? – un cosquilleo recorrió el pecho de Zoe ante la expresión y la pregunta de Paula.

Eres bellísima – respondió con énfasis, sin poder contener el impulso de su mano dirigiéndose hacia la mejilla sonrojada de Paula – creo que estamos listas para una noche de parranda, ¿qué te parece? -

Me parece… ¡genial!

-

Ahora… ¿comemos?, mira lo que nos ha hecho Otilia.

-

Tamales, muero del hambre.

Una vez terminaron de comer, hacer un poco de sobremesa y limpiar la cocina, Paula tomo el primer turno para ducharse, Zoe salió a la terraza, sentándose en los escalones de madera se dispuso a contemplar el mar; a pesar de todo las cosas estaban saliendo bien, todo marchaba según lo estructurado, su trabajo por lo general le provocaba satisfacción, pero en este caso los sentimientos eran encontrados, estaba realmente feliz por el avance emocional de Paula, era mucho más del esperado en estos dos meses, pero el freno que tenía que poner a sus propias emociones le provocaba una sensación indefinible cada vez más intensa. Sabía que la dificultad sería cada vez mayor, ahora mismo venia una encrucijada, se había llegado el momento de que Paula definiera su verdadera orientación sexual, esta noche, estaba segura, se le presentaría la oportunidad de comparar, quizá no sería suficiente para una definición determinante, pero si para el cuestionamiento; la imagen de Paula con un hombre se dibujo en su mente con una rapidez lacerante, lo deshecho con fiereza, a pesar de que si esto ocurría hacia posible un escape, una salida para sus propios miedos, temía enfrentarse a sus deseos, a que no le alcanzaran las fuerzas para controlarse, pero también deseaba que Paula escogiera ese camino, uno que le daría la oportunidad de tocarla y sentirla suya, así quedara en solo una fantasía.

Los sonidos provocados por Paula saliendo de la ducha la sacaron de sus pensamientos, se dirigió hacia el interior del bungaló y la observo envuelta en una bata, su mirada era diferente, el brillo de sus ojos se asemejaban a dos esmeraldas. -

Tengo algo para ti – le dijo, sin dejar de observarla, recargada sobre la barra de la cocina.

¿Qué es? – la voz de Paula adquirió un matiz cantarín, juguetón, igual la postura de su cuerpo, con los pies en punta y la ligereza de su cuerpo recién estrenado. -

Sube, te lo llevare antes de ducharme.

Aun recargada en la barra, la siguió con la mirada hasta que se perdió detrás del último escalón en que fue visible, entonces fue en busca del atuendo que tenía preparado para este día. ¿Te gusta? – preguntó mostrándole un vestido precioso, de una tonalidad verde aceituna, cuya tela evidentemente caía sobre el contorno del cuerpo sin aprisionarlo del todo. -

Es bellísimo, ¿pero es para mí?... ¿tú crees que me veré bien en ese vestido?

-

Te ves hermosa con cualquier cosa- Paula sonrió y tomo la prenda asintiendo.

-

Me ducho, nos peinamos, nos maquillamos, y nos vamos.

-

¿Maquillaje?

Si, somos bellas, pero nunca está de más una ayudadita a la naturaleza, – dijo haciéndole un guiño- además tienes que aprender a hacerlo, veras que es más simple de lo que imaginas. En la bahía de Chahué, a lo largo de la playa se encuentran varias opciones de diversión nocturna, Zoe ha estado antes en ellos, decidió como la mejor opción “la mina”. El mejor lugar para el propósito de esta salida era la barra, Paula atrajo de inmediato la atención de varios chicos, ella no se percato, pero Zoe si, desde ese momento estableció un lenguaje corporal sobre protector, analizando las opciones, Paula ajena por completo a esto estaba absorta por la música y el ambiente. -

¿Qué les sirvo chicas? – pregunto sonriente un chico tras la barra.

-

Una pacifico para mí – solicitó Zoe-

-

Mmm tequila… si, tequila para mí.

-

¿Has visto la cantidad de miradas que atrajiste?

-

No juegues Zoe.

No juego, mira – dijo señalando a dos chicos que miraban a Paula con insistencia y que evidentemente discutían la manera de acercarse. -

Te miran a ti-

-

No, te miran a ti, están discutiendo cual de los dos se te acerca.

Para ese momento Zoe ya había detectado al candidato ideal para el objetivo, y sin ganas y con la sensación de malestar agudo en su pecho, abrió la posibilidad para que se acercara, sabiendo que éste sujeto no lo dudaría un momento, y así fue. -

Pero se les adelantaron – agrego mirando al chico moreno, alto, de facciones varoniles acercarse a paso firme.

-

Hola, soy Rodrigo – extendió su mano en dirección a Paula,

-

Hola – dijo con timidez.

-

¿Cómo te llamas?

-

Paula, soy Paula.

-

Oye Paula, ¿bailas conmigo?

-

Pero… es que yo, vengo acompañada.

Ve a bailar Paula, hemos venido a divertirnos. – Zoe forzó una sonrisa, y con un ligero toque en la espalda impulso a Paula a avanzar hacia la pista. La mirada de Paula era de incertidumbre, y es que en verdad no entendía nada, ¿no se suponía que…? bueno en realidad no puede suponer nada, se puso en manos de Zoe sin saber a ciencia cierta que iba a pasar, pero ahora eso ya no le importaba, porque lo que sea que estuviera pasando, funcionaba, era otra persona, por primera vez en su vida se consideraba bonita, – se ruborizo ante este pensamiento- y por lo menos este día se sentía feliz, sin embargo de algún modo en ese momento se sintió decepcionada, se dio cuenta de que albergaba la esperanza de que algo pasara con Zoe, si, todavía la hacía sentir incomoda el hecho de que le había pagado, pero su nueva seguridad le proporciono la audacia para admitir que la deseaba, quería la fantasía completa, como se lo dio a entender su tía, o quizá la malinterpreto y nunca se trató de contacto físico. Rodrigo resulto muy agradable y divertido, también un tanto atrevido, o quizá es lo normal, como podía saberlo Paula no estando acostumbrada a ese tipo de contacto, era la primera vez que un hombre se le acercaba demostrándole que se sentía atraído por ella. En principio se sintió intimidada, pero poco a poco fue relajándose, en el transcurso de la noche se empezó a sentir cómoda, a partir de ahí la sensación cambio paulatinamente y se asusto, una confusión se apodero de ella instantáneamente cuando se percato de que la compañía de Rodrigo le agradaba mucho, por un momento tuvo el impulso de salir huyendo y buscó con la mirada a Zoe, la encontró en compañía de una chica, sus rostros estaban muy cerca y se hablaban al oído, si bien la música era fuerte, no era para tanto, -ella no tenia que acercarse tanto a Rodrigo para escucharlo- pensó enfadada- entonces tomó la decisión de dejarse llevar por la sensación que la estaba envolviendo con este chico. Zoe la miró partir de la mano del moreno acuerpado, había imaginado lo que sentiría en ese momento pero la realidad fue mucho peor, la sensación de ahogo en el pecho fue tan intensa que le resultaba doloroso, no pudo evitar observar cada movimiento, tenso primero, meditabundo, titubeante, relajado, disfrutándolo; no lo podía soportar, cuando una chica se acerco a ella con evidente intención de ligue, en el afán de evadirse de sus sentimientos rompió otra regla y se dispuso al flirteo con la muchacha excusándose en el hecho de que no pasaría de ahí. No obstante aquello no funcionó, porque su mirada y su atención seguían puestas en Paula, pero en un segundo de distracción la perdió de vista, entonces la invadió una sensación de vértigo, necesitaba aire, necesitaba salir de ahí, se despidió de la chica abruptamente sin darle oportunidad de nada y salió de prisa, una vez fuera aspiro profundamente tratando

de recuperar su ritmo cardiaco. Se acomodo en una pequeña banca frente al local, esperando, temiendo lo peor, pero quizá lo peor era lo mejor. Rodrigo invitó a Paula a sentarse y tomar algo, pensó en dar aviso a Zoe, pero con molestia decidió que ésta estaba bastante entretenida como para percatarse de su ausencia. Después de una copa Rodrigo le dijo abiertamente que le gustaba mucho, se acercó a ella con intención de besarla, en principio se quedo estática, pero al sentir los labios del chico sobre los suyos su cuerpo entero se aflojó con una extraña sensación de alivio, y es que no sintió nada, incluso intento responder el beso, pero aun así siguió sin experimentar nada, nunca se cuestiono su sexualidad, ni durante su relación con Claudia, era otra de las tantas cosas en su vida que simplemente la sobrepasaron, por eso, esta nada ante el contacto con Rodrigo le produjo una enorme satisfacción, lo tenía claro. -

¡No me gustan los hombres! – pensó, pero al mismo tiempo escucho su voz fuerte y claro diciéndolo.

-

¡Perdona!- exclamo Rodrigo completamente sorprendido.

-

¡Lo siento!, lo pensé en voz alta – Rodrigo la miro fijamente y luego soltó una sonora carcajada.

¡No puedo creerlo! salva un poco mi ego y dime que no lo acabas de decidir ahora que te besé – la mirada de Paula se asemejaba a la de un niño pillado en una travesura - ¡Nooo!,- ¡¿en serio?! Bueno… no exactamente, es decir… es que antes solo había estado con una chica, es la primera vez que beso a un hombre, y simplemente lo confirmé. ¡Bueno eso lastima menos mi vanidad! – rió con ganas de nuevo y esta vez Paula lo acompaño divertida por la situación. Después de un buen rato charlando con él, pensó que había pasado demasiado tiempo sin ubicar a Zoe y decidió buscarla, se despidió de Rodrigo, quien también vivía en la ciudad de México, así que intercambiaron teléfonos y se despidieron con la promesa de volverse a ver una vez estuvieran ambos en el DF. Después de recorrer varias veces el sitio, Paula decidió salir y ver si todavía se encontraba el coche, entre preocupada y enojada, sintiéndose abandonada. Fuera del lugar sentada en una banca, mirando hacia la playa encontró a Zoe, como siempre ante su presencia cualquier sentimiento negativo desaparecía, se acerco a ella con sigilo. -

¿Te aburrías dentro? – preguntó Paula tomando asiento frente a ella.

Me ahogaba, ¿y tú? que haces aquí, me parecía que te divertías – Zoe intentó imprimirle suavidad a su voz en un intento de disfrazar la rabia que sentía al decirlo – ¿Por qué abandonaste al chico? -

Porque es hombre – la tomo de la mano antes de ponerse de pie y halarla con delicadeza.

Antes de regresar a Mazunte caminaron por la bahía; Paula hablaba y como siempre Zoe escuchaba, le contaba alegremente su recién descubierta homosexualidad. Sí lo sé, suena absurdo, después de que estuve con Claudia, incluso la ame, pero la verdad antes nunca analicé si era o no homosexual, simplemente me deje llevar por lo que sentía… -

Espera, ¿qué dijiste? – Zoe paró en seco interrumpiéndola.

-

Que es absurdo que a estas alturas me venga a dar cuenta de que soy lesbiana, después…

-

No, eso no, ¿te diste cuenta de lo que dijiste sobre Claudia?

Paula se quedo pensativa un instante, analizando las cosas, se dio cuenta de que tenía mucho tiempo sin pensar en Claudia, los primeros días, le dolía recordarla, pero no podía sacarla de su mente, le dolía hablar sobre su relación con ella, pero hablar sobre esto era una necesidad irrefrenable, lloró muchas veces en sus charlas con Zoe remembrando lo vivido, volviendo a romperse en cada ocasión; pero ahora mismo no podía recordar cuanto tiempo había pasado desde que pensó en ella con pesar, desde que la mencionó por última vez, desde cuándo no la nombraba, recordó el instante en que vino a su mente durante el beso con Rodrigo, ocurrió como una mera circunstancia, no solo no experimento el acostumbrado dolor vinculado a ella, no sintió nada, y hace unos instantes, espontáneamente dijo… -

La amé… la amé, en pasado, Zoe ¿en verdad ya no la amo?

-

Esa respuesta solo la tienes tú.

Es que lo creía imposible, vine buscando paz, tranquilidad, resignarme a vivir el resto de mis días sin ella, pero ahora cuando viene a mi mente no experimento nada, es solo un recuerdo. – Zoe sonrió. Puede ser que ya la olvidaste, o simplemente que ahora te amas a ti por sobre todo, creo que la respuesta surgirá una vez estés en tu entorno, cuando la veas sabrás, claro que sea cual sea, podrás enfrentarte a esa situación sintiéndote entera y dueña de ti. Una vez llegaron a la cabaña, sin necesidad de decir nada Paula se encamino hacia la terraza y se colocó en los escalones, Zoe le dio alcance unos minutos después, se instalo a su lado y le entrego una cerveza, en silencio observaron el amanecer, Paula inclino su cabeza sobre el hombro de Zoe, quién no quiso reprimir el impulso de abrazarla. En cuanto el Sol abandono por completo el mar y el cielo volvió a adueñarse de él, Paula se puso de pie y tomo de la mano a Zoe. -

Vamos a la cama – la voz de Paula era sugestiva, pero Zoe intento obviarlo y la siguió.

-

Descansa – murmuro Zoe una vez en la estancia. Pero Paula no respondió, sin soltarla la guio hacia las escalerillas.

Cuando estuvieron arriba una frente a la otra, a Paula la asalto su timidez, incitando con esto los deseos reprimidos por tanto tiempo de Zoe. Sus manos temblorosas asieron el rostro cabizbajo de Paula, se miraron fijamente por un instante que pareció inacabable, Zoe se acerco con lentitud, aplazando el placer que suponía sentir esos labios, se deleito en el cruce cálido de sus alientos, luego apenas un roce sutil, tenue, que le hizo hervir la piel, las bocas se unieron en un beso que paso de suave a urgente como si el mundo fuese a acabarse después de éste, ambas querían detener el tiempo, las manos de Zoe resbalaron hacia el cuello de Paula, recorriendo su pecho, hasta adueñarse de su cintura, posesivamente, Paula respondió colgándose de su cuello, fundidas en una sola entidad, después de varios minutos, se dejaron caer sobre la cama, ninguna supo cómo fue que se despojaron de las ropas que las cubrían hasta quedar completamente desnudas, sus bocas seguían unidas, escudriñando con labios y lenguas los secretos de la otra, acariciándose piel con piel, pausando solo para tomar fuerzas y respirar, tocándose, descubriéndose, hundiéndose en la profundidad de las sensaciones del contacto de sus cuerpos, ambas deseaban mas pero ninguna quería finalizar ese beso, deseaban hacerlo infinito, no pararon hasta que agotadas, con los labios húmedos e hinchados, brazos y piernas entrelazadas se quedaron dormidas.

Zoe despertó unas horas después, tenía a Paula en sus brazos, no se atrevió a moverse, la miro en silencio, dibujándola en su memoria, quería llevarse con ella esa imagen y eternizarla, todo en ella le gustaba, su cara, su boca, su cabello, el contorno de su cuello, su aroma. Se acerco mas a ella, hundiendo su rostro en el hueco de su cuello, llenándose de su olor, quiso poseerla, hacerla suya, probar el sabor de su piel; con la punta de la lengua se deslizó desde el cuello al esternón, haciendo dibujos sobre la piel de los senos, estomago, vientre, se deleitó escuchando un gemido gutural de Paula, que abrió de par en par las puertas invitándola a adueñarse de su intimidad más profunda, y Zoe agradecida por esa bienvenida, olisqueo, palpo, y reconoció cada pliegue del sexo que se le ofrecía, su lengua saboreo los labios vaginales, se internó entre ellos recorriéndolos exhaustivamente en armonía con los movimientos cadenciosos de la pelvis de Paula, aprisionando el clítoris con sus labios una vez descubierto e hinchado, Zoe se perdió entre las temblorosas piernas de Paula, hundiéndose entre ellas, insaciable, no era la especialista, no era un personaje, no estaba con una cliente, no se trataba de una mujer con problemas, era simplemente ella, Zoe, haciéndole el amor a Paula, y en ese momento no le importo lo que aquello podía significar para ellas después, lo único que importaba en ese instante era la vibración del cuerpo que tenía en sus brazos, las eufonías de placer, la humedad pegajosa de sus cuerpos, el olor a sexo, el orgasmo que sobrevino y le baño el rostro dejándole el olor dulzón de los jugos vaginales; el abrazo suave, laxo en que sus cuerpos exangües se fundieron hasta quedarse dormidas. Al abrir los ojos una sensación de placidez invadió a Paula, exhalo un gran suspiro llenando de aire sus pulmones, como queriendo absorber mas de esa energía que desde el día anterior la movía, sentirse segura y dueña de sí le provocaba una emoción difícil de describir, nunca antes pensó que esto sería posible, más aún ni siquiera imaginó lo que sería experimentarlo, vivirlo. El cuerpo desnudo de Zoe descansaba plácidamente a su lado, los recuerdos se agolparon en su mente, no pudo evitar sonreír y sonrojarse a la vez; fue tan maravilloso –pensó- increíble, irreal y a la vez tan genuino, -¡una fantasía hecha realidad! – pensó casi eufórica, este pensamiento sin embargo la trajo de golpe a la realidad. De eso se trataba todo esto, una fantasía curativa, un sueño que la llevaría al autodescubrimiento, lo que pasó entre ellas no era algo verdadero, no, Zoe era un ser excepcional, pero no había posibilidad alguna de que fuera una constante en su vida, las reglas estuvieron claras desde el principio. Volvió a sonreír pero esta vez fue mas una mueca de tristeza que se permitió solo unos segundos, ésta era la experiencia más enriquecedora de su vida, había logrado tanto emocional y mentalmente con ella, por primera vez en su vida se sentía verdaderamente feliz y cómoda en su piel; decidió en ese instante que no quería aferrarse a una utopía de nueva cuenta, no quería retroceder pretendiendo algo que a plena conciencia no era para ella, se debía a sí misma el proteger esa recién lograda integridad emocional y también se lo debía a esa chica maravillosa que exudaba ese algo difícil de definir aun dormida, después de mirarle por varios minutos decidió abandonar la cama con la plena convicción de vivir el resto de esta fantasía para luego desprenderse de esta mujer, volver a su mundo y vivir una nueva realidad; con la brisa marina rozándole la piel recordó su primer día ahí, sintió pena por última vez por la otra Paula y le dio la bienvenida a la nueva. Te sentirás orgullosa de mi Zoe, cuando te diga que me siento libre y fuerte para regresar a vivir mi vida y enfrentar mis demonios. – lanzó a la nada con voz firme. El corazón le galopaba al ritmo de su respiración entrecortada, corría con desesperación, con el ansia de ponerle fin a su ofuscación, y es que su debate mental resultaba inútil e infructuoso, la misma Paula ya había puesto, sin ser consciente de ello claro, limites a los sentimientos que la llevaban a ese constante altercado entre estos y su ética; para que seguir torturándose, se preguntaba, pero como evitarlo, tantos años dedicada a guiar a mujeres hacia el discernimiento de sus emociones y ahora ella se encontraba atrapada en la necedad de las suyas. Desde aquel día todo su ser le gritaba que mandara al demonio a la profesional y diera paso a la mujer: esa tarde cuando despertó y se encontró a solas en la cama revuelta después de haber hecho el amor por primera vez en su vida a una mujer de

aquella manera, su mente se convirtió en un ring donde se inicio una lucha a muerte entre el amor y su deber profesional; el amor gano casi instantáneamente – que daño puede hacer el amor cuando es sincero, completo, integro – se cuestionó, aunque más que un cuestionamiento era la justificación necesaria para permitirse amar a Paula, conquistarla, vivir con ella su propia historia, embriagada todavía de las caricias, los aromas y sabores, el amor venció. Pero todo se desvaneció con la misma rapidez, incluso antes de que Paula pronunciara palabra alguna, su mirada, su expresión serena y la sonrisa que sus labios dibujaron le revelaron a Zoe que este caso estaba por concluirse exitosamente, esa conclusión que tantas otras veces la lleno de orgullo ahora tenía un sabor agridulce; lo cierto es que también se sintió feliz por Paula, la amaba; y ahora lo más trascendental no era la cuestión profesional, ni sus sentimientos, ni su satisfacción, lo más importante era Paula. -

¿Dónde has ido?- pregunto sonriéndole.

-

He ido a despedirme de alguien- respondió sentándose frente a ella y acariciándole la mejilla.

-

¿Cómo ha ido?

-

Con una pizca de nostalgia y un último abrazo… se ha marchado Zoe, ahora solo queda esta Paula.

-

¿Cómo te sientes? – Paula suspiró antes de responder, meditabunda por unos segundos.

Libre, tranquila, fuerte, con miedo todavía, pero consciente de que puedo enfrentar lo que sea… quizá con un dejo de tristeza, son muchos años siendo esa otra Paula, saber que se ha ido del todo me pone un poquito melancólica. Pero sobre todo Zoe, me siento profundamente agradecida contigo. -

¿Conmigo?

Si, gracias a ti me descubrí, me di cuenta de que me quiero por sobre todo, ahora sé que ser feliz depende en su mayoría de mi, cuento conmigo… gracias por hacerme sentir, eres la persona más maravillosa que he conocido y jamás conoceré – Zoe se desplomaba internamente, palabras lindas que se volvían dardos envenenados dirigidos justo hacia sus deseos- se que no debería decir esto – continuo diciendo Paula- pero me entristece que no podamos ser amigas después de esto, me harás mucha falta. Zoe se obligó a sacar a la fría psiquiatra y mirándola con calidez le dijo. Paula, no te hare falta, cuando regreses a tu vida te darás cuenta de que no me necesitas mas y solo seré un recuerdo agradable. Eso es imposible, por supuesto que serás más que un recuerdo, me resulta difícil la idea de no volver a saber de ti – calló por un instante, cabizbaja, luego volvió a mirarle sonriendo- Pero creo que es suficiente de añoranzas anticipadas, tengo hambre, ¿tú no? El amor perdió por knockout, pero el amor es necio y la disputa interna de revelar sus sentimientos antes de la despedida continuaba, la razón la impulsaba ahora a correr hasta desfallecer, en un intento de agotar su lado impulsivo, ese que le susurraba argumentos de esperanza; su cuerpo se derrumbo sobre la arena, agotada, no por el esfuerzo físico, éste era irrisible en comparación con el autocontrol al que estaba sometida; solo faltaba un día, solo un día para anotarse otro éxito, solo un día para que Paula volviera a su vida, a Claudia, solo un día para vivir sin ella… solo un día más. -

Luces agotada Zoe – La voz suave de Paula la volvió a la realidad.

-

¿Qué te hace pensar eso? – respondió aun con los ojos cerrados tirada sobre la arena.

-

Porque ya son muchos días en los que no corres mar adentro en cuanto terminamos de correr, además…

-

¿El qué?- dijo volviéndose hacia ella.

Nada… debo ser yo, me cuesta todavía hacerme a la idea de estar sin ti, a veces pienso que mi fuerza radica en ti, en lo que me haces sentir. -

¿Qué te hago sentir? - ¡joder no debí haber dicho eso! pensó, pero era tarde.

-

Me haces sentir, segura, tranquila.

-“Bueno tú preguntaste Zoe, ahora comete esa, en la falta llevas la penitencia”- Tu tranquilidad viene de tu interior lo mismo que la fuerza que te da seguridad, tienes el control de tus decisiones. También Paula mantenía una lucha interna, por primera vez estaba tomando decisiones conscientes, analizadas, había pasado por tanto en el poco tiempo que llevaba junto a Zoe, encontró dentro de ella capacidades inimaginables antes de este proceso, por eso mismo ahora, a pesar de la atracción que sentía por Zoe era capaz de frenarse; sabía desde un principio – aún cuando en ese entonces no tenia expectativas al respecto- que Zoe solo sería un sueño, una vivencia fugaz que le ayudaría, y vaya que la ayudo, sin embargo esta noche quería, deseaba traspasar el límite impuesto inicialmente por un frío reglamento y luego por ella misma desde el día que estuvieron juntas. A partir de ese día se dio un sutil cambio, en apariencia seguían siendo lo que hasta entonces habían sido, ¿amigas?, si había un poco de eso, pero no era exactamente una relación de amistad, la realidad es que la relación era indefinible, ahora mismo seguía siéndolo, a pesar de que se besaban espontáneamente, a veces picoretes y en otras ocasiones se abandonaban en besos profundos a los que resultaba difícil renunciar, por lo menos para ella, suponía que Zoe solo estaba haciendo su trabajo; no es que se sintiera insegura o incapaz de serle atractiva, una de las cosas más importantes que le ocurrió en estos meses era eso, se sentía bonita – así se fuera al infierno por vanidosa- pensaba, se sentía atractiva; pero precisamente por eso sabía que Zoe era una profesional y actuaba como tal, y eso incluía hacerla sentir deseada por ella y era excelente en eso, como dijo su tía “un sueño hecho realidad”, la fantasía se torno tan real que Paula casi podía sentir que Zoe la amaba y si bien se permitía disfrutarlo tenía el suficiente buen juicio para no permitirse alucinar; sin embargo, mañana se marcharía, nunca más volvería a verla, escuchar su voz, sentir esa sensación que le proporcionaba su sola presencia, besarla, sus caricias; y sintió un dolor muy grande, diferente a cualquiera experimentado antes; mañana la fantasía se esfumaría completamente, Zoe dejaría de existir para convertirse en alguien más, en otro lugar, con otra mujer, se esfumaría quedando en nada, eso era lo que le dolía, cuando pensara en ella estaría pensando en nadie y no, no estaba dispuesta a eso, no sin decir nada, no sin intentarlo, tomo la decisión de trasgredir todas las reglas, las de la especialista y las suyas, esa noche enfrentaría a Zoe, y le diría. ¿Quiero saber cuántas son? ¿cómo te llamas? ¿de qué país eres? ¿dónde vives? – lanzó sin pausa, sin respirar, atropelladamente, rompiendo el silencio de minutos que ambas tenían sentadas lado a lado en la arena frente al mar, viendo como todas las tardes la puesta del sol. A pesar de la sorpresa, Zoe no se volvió a mirarla y sin inflexión en su voz hablo. -

No entendí – pero Paula interrumpió anticipándose sin escuchar siquiera lo que supuso resistencia de Zoe.

Sé que se supone que no debo preguntar, que eso quedó establecido desde el principio, pero no me parece justo, tú sabes todo de mí, cuando me recuerdes sabrás que estarás pensando en alguien real; bueno tampoco es que vayas a pensar mucho en mi, seguro eres una persona muy ocupada, que tonta, claro que eres una persona muy

ocupada, con una vida extrema y extraordinaria; pero yo si pensare en ti, yo si te recordare, y no solo por lo que has hecho por mí, también porque quiero, quiero pensar en ti, preguntarme donde estarás, imaginarte en tu país, tu ciudad, en tu espacio, aunque no te vuelva a ver, prometo no buscarte, lo prometo - salvo esto último que adquirió un matiz suave casi de niña, lo otro lo dijo de corrido, las palabras se le desbordaban, Zoe se estremeció ante el caudal de estas-. “-¿No pensare en ti?, ¿no pensare en ti?, pensare en ti todos los días, las veinticuatro horas, los mil cuatrocientos cuarenta minutos, los ochenta y seis mil cuatrocientos segundos del día y podre imaginarte en tu entorno, con la gente que amas, feliz; y me dolerá imaginarlo y me dolerá aun mas que me duela el creerte feliz, porque quiero que seas feliz….” -

Zoe, dime algo… por favor – la voz quebrada de Paula la obligó a salir de sus pensamientos.

Mi nombre es Zoe Elise Lever, nací en Connecticut, Estados Unidos; en Greenwich, para ser más exacta y vivo en Brooklyn, en la ciudad de Nueva York; con respecto a tú primer pregunta no la entendí, - se volvió a mirarla con la calidez de siempre, pero esta vez pudo notar un matiz de tristeza – ¿a qué te refieres cuando preguntas cuantas somos? – Paula medito antes de responder, no quería involucrar a su tía. -

La persona que me hablo de la especialista, de ti, me…

-

Te dio una descripción diferente y un nombre distinto.

-

Sí, eso, y al encontrarme contigo me he preguntado si son varias o…

No – la interrumpió Zoe para alivio de Paula, que ya estaba sintiendo que aquello no era una buena idea después de todo – soy solo yo, pero no te puedo dar más detalles sobre esto Paula, no es que no quiera, no debo, no está bien, ¿comprendes?; hay razones de peso para evitar las preguntas personales y todas son por ti, por las mujeres que acuden a mí, para su bienestar, no es conveniente que se involucren conmigo emocionalmente. ¡Demasiado tarde Zoe! - exclamo interrumpiéndola- porque yo me he involucrado contigo ya, pero no te preocupes, que no me hará daño, simplemente formaras parte de mi vida siempre, te recordare con mucho cariño hasta el fin de mis días – dicho esto la abrazo con infinita ternura, pero no pudo percibir el estremecimiento de Zoe ante las primeras palabras y la pena que vino después del “no te preocupes” – no te hare más preguntas, solo deseaba llevarme algo real de este sueño. Y es que cariño se le tiene a un coche, al gato, a los lentes de sol; todo un éxito, Paula había aflorado como una mujer determinada, consciente de sí misma, con temple, Zoe estaba satisfecha, feliz por ella, pero no podía evitar el sabor agridulce de este logro. Pasaron unas horas más frente al mar, en silencio, como aquel primer día, pero el sentimiento en ambas era muy distinto al de aquel entonces, para Zoe, analítica y racional hasta hace unos meses, ahora estaba cierta en que había cosas y situaciones que no podía controlar, que te elegían sin razón de ser, sin explicación lógica, nunca creyó en el destino, sin embargo este la abofeteo demostrándole que no tenía todas las respuestas. Paula en cambio, siempre aceptó su destino y éste siempre vislumbro un futuro gris, a veces más oscuro, a veces menos sucio, pero gris al fin, y ahora su vida era un lienzo en blanco en el que deseaba colorear, quería regresar a su vida, a su entorno, deseaba hacerlo, volver a ver a Dani, a su tía, a sus amigas, y también a Claudia, aun cuando esto último la inquietaba estaba determinada a enfrentar a sus demonios, algo en su interior le decía que saldría airosa de aquello; solo algo empañaba el equilibrio logrado y la sensación de ser dueña de su vida, Zoe, no podía explicar la sensación, y era absurdo porque simplemente dolía, ahogaba, sofocaba el pensar que no la volvería a ver, a tocar, a escuchar su

respiración, su voz, quizá lo que no podía explicar era el porqué de eso, o no quería hacerlo; era una carga que no estaba dispuesta a llevar en su equipaje, se lo debía a sí misma y a la propia Zoe. -

¿Te veré otra vez Zoe? o…

Zoe no respondió, había decidido no prolongar más el dolor, además no era necesario, así que contrario a su costumbre, una despedida especial no se llevaría a cabo en este caso, mañana sería la última vez que se verían. Se puso de pie y le extendió la mano, y así con las manos entrelazadas en reminiscencia de aquel primer día caminaron hacia la habitación. Estaba oscuro, silencioso, Zoe se acerco con lentitud hasta que sus rostros estuvieron muy juntos, cerro lo ojos y suspiró, sus manos acariciaban los brazos y espalda de Paula ligeramente, frente con frente, la boca de Paula busco la suya sin premura, lánguidamente, sin urgencia, con la misma lentitud sus lenguas se abrieron paso hasta encontrarse, Paula desnudó con la misma parsimonia a Zoe, acariciado cada trozo de piel libre, humedeciéndolo, la tendió sobre la cama y la miro queriendo llevarse esa imagen grabada en su mente, Zoe continuaba con los ojos cerrados, su respiración era profunda y a la luz de la luna sus facciones eran aun más perfectas, algo se apodero de Paula en aquel instante y de pronto, como si la vida le fuera en ello beso cada milímetro de su rostro, frente, parpados, mejillas, nariz, boca, barbilla; labios y lengua continuaron su recorrido hasta el hueco de su cuello, esternón, lamiendo, acariciando, apoderándose de los rosados pezones que se le ofrecían, Zoe gemía, dejándose hacer, entregándose completamente a su merced, Paula bajó con suavidad hasta su vientre, ingles, entre pierna, muslos, pies, la saboreo entera, antes de probarla por primera vez, antes de hundirse en sus secretos, antes de hacerla suya; Zoe la recibo abierta, dispuesta, mojada, ansiosa; temblorosa ante la sensación que le producía la lengua que resbalaba sin pudor hurgando su intimidad, palpándola, estremecida ante las caricias que le propagaban los hábiles dedos que acariciaban muslos vientre y senos, sobrecogida por la sacudida que experimentó ante la penetración de éstos, Paula la estaba haciendo suya y no importaba, quería ser suya, ya era suya. Entregada al placer, a la emoción, sobrevino un delicioso espasmo acompañado de una humedad que le roció el rostro a Paula, y de otra que resbalo sobre las mejillas y cuello de Zoe. Se quedaron así mucho tiempo, Paula entre las piernas de Zoe, recostada en su vientre, Zoe sin fuerzas para detener el raudal que emanaba de sus ojos, ambas perdidas en sus pensamientos hasta que agotadas se durmieron. La luz del día las sorprendió abrazadas, con las piernas entrelazadas, la primera en decidirse a abrir los ojos fue Zoe, ambas llevaban ya un rato despiertas, pero no querían volver a la realidad; sin embargo las dos suponían que la otra seguía durmiendo, Zoe agradeció el poder contemplar a Paula con esa liberta durante esos minutos, su expresión placida resaltaba esa belleza sencilla y etérea en la que quedo atrapada nada más verla en una fotografía, y ahora la miraba anhelando llevarse esa imagen impresa en su mente y hubiera podido permanecer así una eternidad, pero el tiempo es cruel y la hora de la despedida estaba al acecho. El Platón de frutas, las hamacas meciéndose al ritmo suave del viento, el suave oleaje, los aromas, Paula estaba decidida a llevarse a detalle ese momento en su memoria, como si de ese lugar emanara su fuerza, su fé en sí misma, al volverse se encontró con la mirada de Zoe acariciándola, eso sentía siempre que la miraba fijamente, como si la estuviera acariciado, cobijándola. Pensó en mil manera de echar en su equipaje esas sensaciones, hacer un collar de ellas y colgárselas al cuello, llevarlas consigo siempre; pero no se podía, en pocos minutos estaría por su cuenta, se sabía capaz de ello, sin embargo algo dentro de ella, su alma, su corazón, su espíritu, se sentía como una mesa de tres patas, bien forjada, fuerte, capaz de sostenerse, pero extraña. Caminó hasta quedar muy cerca y le abrazo con fuerza, suspirando. Llegó el momento… ¡por Dios! qué difícil es esto, como quisiera llevarte conmigo – Zoe sonrió antes de decir algo como preámbulo al esfuerzo sobrehumano que hacía por imprimirle calma a su voz.

¿No te parece que llevas ya suficiente sobre equipaje? – trató de bromear señalando las varias maletas apiladas en la sala. Llegué con lo puesto, llena de dolor, de miedos, de pena y vergüenza de mi misma y me marcho cargada de cosas lindas, de fortaleza… me has dado tanto Zoe, no sé como agradecerte… Al ver la mirada anegada de Paula Zoe no se pudo contener y la abrazo de manera posesiva, con urgencia, suspiró. Eres tan hermosa, tan extraordinaria, única, poco hice, salvo acompañarte y ser testigo de tu revelación… Paula… Yo – la soltó solo lo suficiente para mirarla a los ojos – me… Niñas ya estoy aquí… voy subiendo las petacas – completo Pedro con timidez al percatarse de que interrumpió algo. -

… Si, si, Pedro… gracias - ¡Dios! ¿qué estuve a punto de hacer?, pensó.

-

Zoe que me ibas a decir.

¿Qué? … oh sí, que estoy muy satisfecha Paula, que deseo que seas feliz, que vivas plenamente y que el mundo es tuyo. El rostro de Paula dibujo una expresión decepcionada y una media sonrisa, puso distancia entre sus cuerpos y suspiró. -

Llego el momento entonces, ¿entonces no vas al aeropuerto?

-

No, así debe ser, es lo mejor…

Bueno – tomándola con ambas manos del rostro unió sus labios a los de Zoe en un beso húmedo y tierno – adiós dueña de mis sueños, te recordare siempre. Se perdió tras la puerta. Zoe se quedo inmóvil, sintiéndose sin fuerzas, respirando profundamente, cuando escuchó el motor del auto encenderse y luego emprender la carrera sobrevino un derrumbe en su interior. -

Adiós mi amor, adiós.

Capitulo V Claudia -

¿No te preocupa el que no se haya comunicado para nada contigo Dani? – dijo Martha con extrañeza.

- Tranquila tranquila, no estoy, bueno, en realidad si estoy, me da un tanto de sentimiento que ni siquiera una llamada, un mail, pero pienso que se debe a que se lo está pasando bomba, y cuando estas pasándolo genial pues no te acuerdas de nada ni de nadie ¿no? - Además las malas noticias vuelan, si algo malo hubiera pasado tengan por seguro que ya lo sabríamos, es como dice Dani, si estas feliz y divirtiéndote, te concentras en eso y se te olvida el mundo – agregó Aura. Claudia las escuchaba en silencio como siempre que hablaban de Paula, pero cada vez le resultaba más difícil no preguntar, no saber, no entender, y es que se cuestionaba si verdaderamente las chicas no sabían el paradero de Paula, si en realidad no se había comunicado con ninguna de ellas; sobre todo con Dani, pero tenía la certeza de que ninguna le diría nada al respecto así se animara a cuestionarlas; si bien nunca dijeron nada, ni le hicieron reproche alguno, tenía conciencia de que callaron por respeto y cariño a Paula, a ella hubieran deseado fulminarla, hacerla pedacitos o por lo menos no volver a hablarle, y es que todas habían terminado por querer muchísimo a Paula – y como no hacerlo, como no quererla, como no amarla – pensó, y es que ella en verdad intentó evitarlo, se esforzó en no hacerlo, lucho como una fiera contra el impulso desbocado que la atrajo hacia esa niña desde que la conoció. El recuerdo de esa noche vino a su mente tan claro como si lo estuviese viviendo otra vez. Había decidido no ir, le apetecía algo más fuerte que una noche en el “antro” fresón de la condesa en el que quedó con sus amigas. Lo meditó toda la tarde, ya puesta frente al volante enfilo hacia la zona rosa, pero vete tú a saber porque casi al arribar giró de golpe y emprendió el camino hacia el lugar en donde la vida le cambiaría. No noto la presencia de Paula de inmediato, fue la fuerte sensación de sentirse observada lo que provoco que dirigiera su mirada hacia ella; entonces la vio, se trataba de una chica insípida, cuyas ropas dejaban sin ganas a la imaginación, su piel contradecía a su atuendo y peinado con respecto a su edad, en definitiva se trataba de alguien que en otras circunstancias difícilmente notaria, pero algo en la mirada verde de esta niña a pesar de los gruesos cristales que intentaban difuminarla la incitaba atrayéndola de tal manera que en ese momento dejó que sus instintos obraran por ella; el primer contacto que tuvo con esa piel tan suave y tersa como la de un bebé le produjo una sensación rara, en principio decidió que era curiosidad estimulada por la insistente mirada de esa chica que a todas luces era bastante tímida y sin embargo la miraba casi con descaro; impulsivamente tomándola de la mano la llevo hasta la pista; el temblor de su cuerpo, su exacerbada timidez y la naturalidad de los movimientos de Paula le generaron un cosquilleo que la incomodó, pero en segundos decidió que el asunto le divertía así que el resto de la noche desplego todo su encanto con ella. Aunque las miradas de sus amigas denotaban curiosidad, excepto la Daniela que reflejaba preocupación, ninguna expreso o cuestiono nada con respecto a sus atenciones con Paula al menos esa noche. Contrario a su costumbre esa noche no se desapareció con un ligue casual o se marchó antes, durante toda la velada estuvo pendiente de Paula, esmerándose en que se sintiera integrada, y lo logro, en algún momento fue una más de ellas, divertida, riendo; en mas de un momento volvió a experimentar el incómodo cosquilleo y en cada ocasión lo deshecho de inmediato encontrándole diversas explicaciones.

No es que aquella primera noche se percatara del vuelco que daría su vida, en realidad después de ésta no pensó en Paula ni en las extrañas sensaciones que le sobrevinieron por su causa, ni siquiera definió estas últimas, simplemente se dejó llevar por una situación que le pareció agradable, divertida y después se olvidó de ella. Pasaron muchos días antes de que Claudia se volviera a encontrar con Paula; su amistad con Martha databa desde la adolescencia, se conocieron en la escuela secundaria y la atracción fraternal fue casi inmediata, nunca hubo nada romántico o sexual entre ellas, juntas vivieron confusión, temor y aceptación producto de su sexualidad, años después conocieron y entablaron amistad con Leticia, Aura y Daniela, formando un grupo de amigas bastante unido; pero Claudia era distinta, ave de paso, andariega, era bastante común que la perdieran de vista por largos periodos. Esa misma noche mientras se despedían quedaron de encontrarse en el mismo sitio a la siguiente semana, pero Claudia no se presento a dicha cita. Una tarde de entre semana Aura le llamo para decirle que estaban planeando una escapada de fin de semana a Puebla. -

¿Quiénes van? – cuestiono Claudia.

- ¿Cómo quiénes “wey”?, las de siempre… bueno quizá también Paula, la última vez que nos vimos estuvo, y es buena onda la chava ¿no? -

Si… es simpática.

- Tiernona ¿no?, bueno dime ¿vas o no?, necesito que lo asegures para ver si nos vamos en el coche de Leti o en mi camioneta. -

¿Cuándo y a que hora?

-

Saldríamos el viernes por la tarde y regresaríamos al domingo tempra, para evitar el tráfico de la tarde.

-

Okey, va, ¿dónde nos vemos?

- En mi casa, Leti se viene conmigo desde que salgamos de la oficina y pasamos por Martha, Dani quedo de llegar ahí, y pues tú puedes dejar tu coche en mi garaje, ¿cómo ves? -

¿Dani llega sola?

- ¿Cómo?... – dijo Aura desconcertada- ahhh si, pues eso dijo, que ella llegaba, además que no se donde vive desde que se mudó. - Yo me refería a… olvídalo, dime a que hora exactamente tengo que llegar, nada mas que sea después de las seis de la tarde. -

A las siete la idea es salir antes de las ocho.

-

Va caigo antes de las ocho.

-

Pero antes chula.

-

Si, si, antes, bye.

-

Bye.

Hasta esa llamada no había pensando en Paula, ni siquiera la recordaba, pero la posibilidad de un encuentro detono de nueva cuenta la emoción contradictoria, agradable pero incomoda que experimentara desde que la conoció; aquel día evitó analizar lo que le pasó, decidió no darle importancia, pero ahora le resultaba difícil no hacerlo - ¿Qué le pasaba?, ¿se sentía atraída por ella?, no, es que eso no podía ser, la chavita tenia bonitos ojos si, pero a parte de esto no había nada que la destacara, es que ni frío ni calor, porque no era fea, pero bonita tampoco, bastante “X” la niña - sin embargo algo le pasaba con ella, quizás es que fue demasiado evidente que Paula se sintió muy atraída por ella; pero eso tampoco proporcionaba una explicación razonable, estaba acostumbrada a ser centro de atracción de mujeres de todo tipo. - ¡Me da curiosidad! la niña es rara y me da curiosidad – dijo en voz alta tratando de sacarse de encima aquella inquietud. Durante la semana se le presentó un plan bastante tentador, en otro momento con facilidad hubiera cancelado la salida con sus amigas en pos de este, y estuvo a punto de hacerlo y no precisamente motivada por la preciosidad que se lo propuso, no, es que no entendía como es que estaba casi contando los días para la dichosa escapada - ¡claro que no es por ella! ni siquiera hay seguridad en que vaya, quiero ir y ya, eso es – pensaba buscando una justificación. La mañana del viernes estuvo lo suficientemente movida como para no darle tiempo de seguir pensando, una vez terminada la jornada laboral enfiló a su departamento, empaco dos cambios, se dio un baño, se arregló y antes de la siete de la tarde estaba ya en la puerta del edificio de Aura; ya se encontraban ahí Leticia y Martha. -

¡Órale! Que milagro, tú llegando con tanta anticipación.

-

Cualquiera que te escuchara diría que soy bien impuntual Martha.

-

Y también informal, y es que contigo nunca se sabe, o llegas tarde o no llegas, eso comentábamos.

-

Híjole, que exageradas.

-

¿Exageradas?, te conocemos Clau – exclamó Leticia.

-

No pongas esa carita amix – intervino Aura sonriente- sabes muy bien que seguido nos das plantón.

-

Pues ya estoy aquí, ¿y Dani? ella si es muy puntual.

-

Esa debe ser ella – dijo Aura ante el sonido del timbre.

Y ahí estaba otra vez ese cosquilleo, - ¿que rollo conmigo? ¿qué me pasa?- se preguntó mentalmente, pero todo cuestionamiento desapareció en el momento en que la vio entrar, a la luz del día sus ojos verdes, grandes y expresivos eran todavía mas bellos, esta vez nada mas cruzarse con los suyos bajó la mirada, las mejillas se le encendieron en un rubor intenso, no pudo evitar sentir ternura. - Hola perdón por la tardanza pero entre el metro que a esta hora es un caos y lo difícil que es tomar un taxi en hora pico nos llevo muchísimo tiempo, le digo a “Mylove” que tiene que comprarse un coche y liberar a esta nena del trasporte del proletariado. - En coche también pierdes un montón de tiempo Dani - señalo Martha a la vez que las saludaba con el clásico beso. -

Pero vas cómoda – agregó Leticia acercándose a saludar del mismo modo.

- Deberíamos aprovechar que milagrosamente estamos todas ya y marcharnos de una vez, así no llegamos tan tarde – inquirió Martha también saludando a las recién llegadas. -

¡Llegaste antes que yo!, pero si no es ni la media – dijo Dani mirando simultáneamente a Claudia y su reloj.

- ¿Tú también? – Claudia aprovecho ese instante para acercarse primero a Daniela luego a Paula a quien tomo por ambos hombros antes de besarle la mejilla – hola, no les creas nada, les gusta hacerme mala fama, que gusto volver a verte – Paula sonrió con timidez. - Hola a mi también me da gusto verte – el sonido de su voz suave y tembloroso incrementaron la sensación en el estomago de Claudia. El trayecto hacia Puebla fue extrañamente fluido, llegaron pasadas las nueve de la noche, decidieron hospedarse en un hotel cercano a la Plaza de Armas, una vez instaladas decidieron ir a los portales, eligieron un lugar bastante bohemio donde un cantante amenizaba con baladas románticas a la luz de quinqués, Claudia tomo del brazo a Paula guiándola hacia dos sillas quedando una al lado de la otra, pasada una hora y después de dos copas de vino blanco observó como Paula fue relajándose y dejo de responder con monosílabos. -

¿Qué tal les va a Dani y a ti viviendo juntas?

-

Excelente, nunca en mi vida me sentí tan bien estando con alguien.

- ¿Ustedes están juntas? – la pregunta salió de su garganta sola y con un dejo de enfado producto del malestar que le produjo el entusiasmo que puso Paula en su respuesta. -

¿Eh? … no, nooo, Dani y yo somos amigas, es como mi hermana…

- Okey, me agrada mucho saberlo - ¿estaba flirteando con ella? si lo estaba haciendo, y no estaba bien, pero cuando vio como se le ilumino el rostro a Paula se sintió invadida por una agradable emoción y decidió continuar con aquello. Ese fin de semana se lo dedicó entero, hablaron por horas, o mejor dicho hablo ella, porque Paula la escuchaba con verdadera atención, su risa era franca cuando decía algo gracioso, su expresión era de asombro genuino cuando le hablo de cuestiones o situaciones sorprendentes, esta niña era real, trasparente; llego el momento en que cada gesto de su rostro le pareció bello, delicado; la trató con dulzura, y como aquella primera vez la llenó de atenciones; prácticamente se aislaron del resto, si bien estaban todas juntas, era como si una capa invisible las separara del mundo entero, nunca antes Claudia había vivido algo semejante, centrarse en una sola persona por tantas horas, hablar tanto de si misma con alguien, y sobre todo sentirse tan feliz y cómoda en su compañía, se encontraba en un estado de completa ebriedad emocional, las horas pasaron tan de prisa que cuando menos lo pensó estaban desayunando antes de emprender el regreso. Una vez que dejaron atrás la autopista y estuvieron sobre la calzada Zaragoza Daniela le pidió a Aura que las dejara sobre Tlalpan en alguna base de taxis. -

No, paso a dejarlas – respondió Aura.

-

Es que las desviamos mucho, en serio amiga déjanos ahí.

-

Oye de veras, no nos han dicho donde están viviendo – inquirió Leticia.

-

Cierto, en la condesa, frente al parque España.

-

Están en mi camino, las paso a dejar a ustedes y luego te dejo a ti Martha – intervino Claudia.

-

Eso estaría bien – señalo Paula con voz suave pero cantarina, Daniela suspiro con expresión de resignación.

-

Okey gracias Clau.

La mágica situación que envolvió a Claudia y Paula se rompió en cuanto pisaron el suelo de la ciudad, una vez ahí, dispuestas a despedirse, Martha subió al asiento del copiloto y Dani y Paula en la parte trasera, hicieron el recorrido prácticamente en silencio, de vez en cuando Claudia miraba a Paula a través del espejo retrovisor, al verla casi encogida, como niña regañada que no sabe que fue lo que hizo mal, le entraron ganas de bajar a las otras dos y escapar con ella. Ese fin de semana fue el único que se permitió sentir y pensar con libertad, en que se dejo llevar por sus emociones; segundos después de que dejaran a Paula y Daniela tuvo por primera vez un enfrentamiento con ella misma, con su vanidad. Martha la conocía muy bien, era quizá la única persona que podía ufanarse de ello, y por eso pocas veces la cuestionaba o intentaba intromisiones en su vida, sabia muy bien que Claudia no le permitía esto a nadie, ahora en retrospectiva, al pensar en aquella tarde pensaba que si esa ocasión Martha se atrevió a hacerlo fue por la simpatía que le inspiró Paula desde el principio y le preocupaba su fragilidad. -

Clau ¿qué onda con Paula? – soltó en cuanto estuvieron solas.

-

¿Qué onda de que?

- Actúas como si te gustara, y si te gustara estaría bien, porque es obvio que a ella le encantas, pero tú y yo sabemos que no hay manera de que te guste. Las palabras de Martha le martillaron el cerebro, y es que ni ella misma entendía que le pasaba con Paula- pero en efecto no hay manera de que me guste- pensó, pero la realidad es que no solo le gustaba, se sentía profundamente atraída por ella, sin embargo en ese momento decidió que no quería sentir eso, no podría estar con una chica como Paula, no a la luz publica, no después de que ella siempre lucia a su lado a las chicas mas bellas, mas deseables, además ella no era de relaciones a largo plazo ni de compromisos. - Claro que no me gusta, me cae bien, es simpática, y lo único que quiero es que se sienta integrada con nosotros, sobre todo por Daniela, para Dani es importante. - Es que parece otra cosa Clau… comprendo que es parte de tú forma de ser el gusto por sentirte admirada, tienes un sequito de mujeres que se babean por ti, es evidente que a Paula le pasa lo mismo, pero ella es demasiado sensible, puedes lastimarla mucho. - Entiendo el punto Martha, pero ya te dije que fui amable con ella porque me cae bien y quiero su amistad, llegamos – su tono era ya de molestia y Martha supo que fue demasiado lejos y no dijo nada mas, solo se despidió. Y en efecto Claudia estaba muy enojada, pero no con Martha, su enfado era con ella misma, no iba a pasar nada con Paula por mas agradable que le resultara su compañía, físicamente no le gustaba y ya estaba. Esa semana inició su tortura interna, se decía a si misma que Paula no le gustaba ni un poquito, que seria incapaz de tener una relación con ella, pero no podía sacarla de su mente, mantuvo la comunicación trivial vía telefónica y mensajes con sus amigas, pero nadie menciono alguna reunión para ese fin de semana, se paso esperando que alguien mencionara el plan para éste, aun cuando se decía a si misma que no iría aun cuando lo hubiera, a partir del miércoles fue una verdadera tortura, lo mas fácil hubiera sido proponer algo ella, pero esto representaba dos

inconvenientes, el primero que hasta donde recordaba eso era algo que nunca hacia y el principal, el temor a evidenciar un interés por Paula delante de las demás, esto verdaderamente la aterraba. Sin embargo el viernes por la tarde estaba casi decidida a hacerlo, era algo mas fuerte que ella, necesitaba volver a verla, escuchar su vocecita, mirarse en esos ojos, y era tan grande su necesidad que en su deseo de saciarla había ideado varios planes para que su propuesta de salida sonara intrascendente, pero el sonido de su celular la pondría a salvo, el nombre que parpadeaba en la pantalla le dio cierta esperanza. -

Hola Leti.

-

Hey, ¿tienes planes para hoy por la noche?

-

Pues no sé, depende de lo que propongas.

-

Pues nada extraordinario amiga, queremos ir al “Yan”, ¿te apuntas?

-

¿Quiénes?

-

Pues todas, las de siempre

-

Okey, pues si puedo les caigo ¿va?

-

Sale, bye

-

Bye.

Curiosamente luego de esa llamada dio inicio una lucha interna entre el deseo de ver de nuevo a Paula y su resistencia a éste; y es que para que verla, no tenia sentido, Martha tenia razón, esto no iba para ningún sitio, todo estaba en contra y seguramente lastimaría a esa chavita; es verdad que ella era una completa cabrona, mujeriega, pero no creía haber lastimado alguna mujer mas allá de su ego, y ni siquiera de eso se sentía responsable, ya que nunca se involucro con alguna que se pudiera calificar de inexperta o inocente; pero Paula era todo eso y más: frágil, dulce, tierna, sensible; además esta su amistad con Daniela, tenia plena conciencia del enorme cariño que sentía ésta por Paula, no, definitivamente no podía seguir dejándose llevar por lo que sea que le pasaba, tomo la firme decisión de no ir. Casi a la media noche sus manos recorrían la espalda semidesnuda de la chica de turno, las cosas avanzaban rápido, se miraron, se atrajeron, estaban bailando y las caricias se tonaban mas atrevidas cada minuto, estaba a punto de besarla cuando se dio por vencida, y es que no podía concentrarse en sus actos si su mente estaba en otro sitio. -

Lo siento linda, pero me marcho – se despidió apresurada obviando cualquier reacción de su acompañante.

El desagrado por su falta de auto control se intensificó lo mismo que los latidos de su corazón cuando la ubicó entre todas sus amigas, tenia reflejada en su rostro esa expresión tan suya, cálida mirada y media sonrisa, se acercó con sigilo hasta el sitio donde se encontraban, aprovechando hasta el último segundo la oportunidad de observarla libre de las miradas de las demás; cuando se hizo presente sorpresivamente tal cual acostumbraba, el semblante de Paula se ilumino regalándole una gran sonrisa echando de golpe cualquier malestar, respondió mecánicamente a los comentarios por su llegada a esas horas, las dos horas que estuvieron dentro del sitio estuvo en automático, esa noche por primera vez sintió un deseo desmedido por sentir sus labios, de pronto éstos se le develaron carnosos, deliciosos y apetecibles; estaban ya fuera del local despidiéndose unas de otras cuando sin pensarlo, en un acto totalmente impulsivo en lugar del besito en la mejilla sus labios fueron directos a los de Paula, fue tan rápido, tan

atropellado y sobre todo tan irracional que de inmediato se arrepintió, trato de actuar con naturalidad, esforzándose en que pareciera un acto accidental, mas en busca de su tranquilidad que en la de la propia Paula. A solas escudriño su conducta, buscando una justificación para esta – tenia tentación y la satisfice, ya esta, ahora se me pasara, nadie saldrá herido, solo fue un besito inocente, seguro que ella no le dio tanta importancia – pero en el fondo sabia que Paula si le dio importancia, de lo que no quería enterarse es de la importancia que tuvo para ella, se negó a aceptarlo aun cuando paso días pensando en ese “insignificante beso”, en el sobresalto que le causó, pero sobre todo en la necesidad de repetirlo, pero quería mas, requería mucho mas que besar sus labios, quería explorar esa boca, poseerla y la ocasión se presento el siguiente fin de semana. Esa noche volvió a llegar tarde, cuando sitúo a Daniela, Aura y Paula dirigiéndose al baño tomo la decisión de no hacerse presente, espero en un rincón oscuro al acecho de una oportunidad, minutos después salió Aura, seguida por Daniela, el destino le jugaba a favor o en contra pensó, sus amigas pasaron frente a ella sin notarla, cuando Paula estuvo a unos pasos tomándola del brazo la atrajo hacia sí; en un primer instante se sobresalto y la mirada detrás de los cristales fue casi de pánico, el estremecimiento de su cuerpo fue inicialmente por el susto, cuando se dio cuenta de que se trataba de Claudia, sonrió levemente. - Que susto me has dado…- Claudia la miraba fijamente, no dijo nada, se apodero de sus labios, acariciándolos, palpándolos por varios segundos, su lengua busco la de Paula sin premura, despacito, deleitándose en el momento, no supo cuanto duro el beso, se perdió en él, no quería que terminara, no solo por prolongar el placer que éste le producía, no quería regresar a la realidad, recuperar la conciencia, había cruzado una línea sin regreso y del otro lado había dolor. Con reticencia terminó el beso, sus labios fueron directo al oído de Paula – no digas a nadie que me has visto, le dio un beso en la mejilla y sin mas se alejó. Vinieron tanto besos después de éste, caricias cada vez mas intensas, siempre ocultas, furtivas, la sumisión a Paula ante esto le hacia sentir culpa, pero insaciable volvía una y otra vez. La noche que la hizo suya por primera vez tampoco fue planeada, como un depredador a la caza, aprovecho la oportunidad de aniquilar a su presa, en un primer momento no lo sintió así, como siempre solo se dejo llevar por sus impulsos, sin embargo aun cuando inicialmente la besó, acaricio y desnudó con desesperación, una vez en la soledad de la habitación después de que Paula le hizo el amor con una devoción total, todo el deseo ansioso que le atormento durante meses se trasformo en infinita ternura y la poseyó llena de dulzura, la amo apasionadamente, con cada fibra de su cuerpo, con el alma, con el primer orgasmo de Paula suspiró conmocionada, pero la conmoción se trasformo en terror, en miedos y culpa segundos después, se vistió de prisa y salió huyendo. A partir de ese momento dio inicio una lucha encarnizada entre sus deseos y su vanidad, esa era su realidad, Paula la atraía como un imán, pero se sentía incapaz de admitir eso públicamente; se ausentaba por largos periodos en un intento de ponerle fin a esa locura, pero siempre volvía y Paula la recibía sin reproche alguno, sin preguntas, entregándose a ella cada vez. En el intento de que fuera Paula la que terminara esto, cometió la crueldad de exhibirse frente a ella con otras mujeres, hiriéndola, y esas heridas la laceraban, pero continuaba haciéndolo. Una noche alguien cualquiera, nadie importante le hablo de Paula refiriéndose a ella peyorativamente – ¿todavía no te cansas de tu experimento? ¿o es que no encuentras la forma de deshacerte de ella?- pero a pesar de la rabia interior que la invadió y las ganas de golpear a su interlocutora, solo sonrió, festejando la broma. Nunca en su vida se sintió tan ruin, tan baja, y eso la llevo a tomar la decisión que la tenia ahora en agonía.

Decidida a ponerle punto final a su situación se involucro por primera vez con una mujer, se forzó al compromiso pasados unos meses de ir y venir, le propuso a Susana vivir juntas, ella acepto, el paso estaba dado, para ese momento Claudia estaba segura que Daniela, Aura, Leticia y Martha estaban enteradas de lo que fuera que tenia con Paula, no dijeron nada, solo su actitud protectora con ésta y de reproche con ella se lo hicieron evidente, por eso un día las llamo a todas para quedar a comer; Martha no se presentó, en ese momento no tenia idea de porque, ella era su amiga mas cercana; demostró ser una excelente actriz, con efusividad inusitada las informo de su nueva situación de mujer comprometida en una relación monógama, les hablo de Susana como la mujer de su vida, de lo enamorada que estaba, ellas la escucharon con atención, la felicitaron sin entusiasmo, sus miradas denotaban tristeza, sabía que pensaban en Paula, pasado un rato se despidieron; estaba hecho, las conocía, ellas darían la estocada final. Pasaron muchos días antes de que alguna de ellas se comunicara, su desesperación por saber de Paula rayaba en la locura, tuvo que hacer acopio de una fuerza que no tenia para no buscar respuestas, la primera que le llamo fue Martha, su voz sonó seca y fría a través de la línea telefónica, a pesar de ello a Claudia le pareció música, necesitaba noticias, saber; quedaron de verse a la hora de la comida. Después de una charla trivial Claudia no pudo soportarlo mas y soltó la pregunta que le atragantaba. -

¿Cómo esta Paula? – tras una mirada gélida Martha respondió.

- Muy bien, nos hemos despedido de ella ayer por la tarde, solicitó un sabático y se marcha fuera del país con su tía – aquello fue como un golpe en la boca del estomago. - ¿A dónde se va? ¿cuánto tiempo? – Martha contuvo un momento la respiración para luego sin inflexión en su voz preguntar. -

¿Y tú que tal la vida de pareja? ¿feliz?

-

Martha ¿porqué obvias mi preguntas?

- Todas pensamos que así es, que estas muy feliz, y esta padre, por eso decidimos darte tu espacio, tú tiempo, esperamos que funcione para ti esta oportunidad que te estas dando, ya ves, parece que por fin Aura y Leti dejaran de hacerse locas y lo intentaran, Dani decidió dejar el trabajo en el hotel y buscar algo que la satisfaga mas, yo estoy pensando en regresar a la universidad y Paula se va buscando su tranquilidad y yo espero que encuentre algo mas que eso, porque es un ser humano precioso, que se merece lo mejor ¿no lo crees así?, ¿a que no te esperabas los de Aura y Leti? – concluyó guiñándole un ojo mientras se llevaba a los labios su taza de café. Ni un reproche, ni un cuestionamiento, pero con aquellas palabras le hizo saber que todas crearon un circulo protector alrededor de Paula, un circulo al que ella no estaba invitada. Su constante irritabilidad y sus recurrentes infidelidades terminaron por dar al traste con su intento de relación, y ni siquiera era incapacidad de ser fiel, porque tampoco es que tuviera muchas ganas de estar con otras mujeres o de saciar su necesidad de sentirse poderosamente atractiva, cada encuentro causal era un tropiezo con profundo dolor que produce la insatisfacción que viene después de no encontrar lo que buscas y es que en cada chica buscaba sentir un atisbo, una ínfima parte, un átomo de las sensaciones que Paula producía en ella, una tras otra conquista sin encontrar ni la más mínima emoción; ni un trozo de esa explosión que detonaba cuando hacían el amor; cuando cansada Susana se fue dejándola sola, sus relaciones casuales se hicieron mas frecuentes, buscando en cada cuerpo el aroma, el sabor, las formas de Paula; y cada una de esas mujeres solo le dejaba una sensación de vacío que la sofocaba, solo el caudal de lagrimas silenciosas le proporcionaba cierto alivio.

Demasiado tarde comprendió que se enamoró de esa mujer insípida y desgarbada, el pensar en ella seguía siendo una contradicción en su vida, recordarla, revivir los momentos a su lado era como un bálsamo para sus culpas, miedo y dolor, pero irremediablemente después de esto recordaba su cobardía, su vanidad, la cantidad de veces que la hirió, imaginarla sufriendo, martirizada por su recuerdo, hundida en la desesperación, entonces además del dolor se odiaba a sí misma; y aun sabiendo que no tenía derecho, rogaba por una oportunidad - ¡que vuelva! ¡Una oportunidad! Solo una para demostrarle que la amo frente al mundo entero – era su pensamiento cada noche y cada amanecer. Las voces alegres de sus amigas resonaban lejanas mientras ella continuaba sumergida en la profundidad de sus recuerdos, emociones y sentimientos, solo el sonido estruendoso de un celular la volvió a la realidad. - Nunca se donde lo meto – decía Daniela hurgando al interior de su bolso, una vez que tuvo en su manos el aparato su mirada se encendió - ¡My Loveeeee! Todas gritaron emocionadas, todas excepto ella que sentía que el corazón se le salía del pecho.

Capitulo VI Sin ti… La nostalgia de la partida le acometió desde el instante en que emprendió el camino hacia Huatulco, pensó en lo diferente que se sentía ahora en comparación con la desesperanza y desasosiego que la apresaban cuando hizo por primera vez ese recorrido; ahora aspiraba profundamente llenando sus pulmones de ese aire que le había mostrado que tenia una vida, impregnando su nariz del fresco aroma a vegetación y mar, no buscaba que este le proporcionara paz ni tranquilidad; solo llevárselos consigo. Se despidió de Pedro cariñosamente, con un fuerte abrazo, éste le hizo prometer que la tendrían ahí nuevamente – una mentirilla piadosa no me hará daño, que mal me hace el continuar inmersa en este sueño y creerme que no es una despedida definitiva, que algún día volveré y ella estará bebiéndose una cerveza sentada frente al mar y al mirarme me dirá que me esperaba – se justificó; pero el sueño estaba por terminar, una última ojeada hacia atrás antes de dirigirse a las salas de abordaje lo extinguieron; secretamente anhelaba encontrarse con esa mirada que la envolvía siempre en un manto de emociones sin definición; suspiró, sonrió y cruzó la línea que separaba la fantasía de la realidad. El cielo del atardecer de la Ciudad de México la recibió limpio y claro, luces aquí y allá anunciaban la partida del sol; durante el vuelo tomó una decisión así que en lugar de ir a su casa se hospedo en uno de los hoteles del aeropuerto y llamo a su tía. -

¡Bueno! – escucho la voz mucho mas jovial de su tía.

-

Tía, ¿cómo estás?

¡Paula!, hija, muy bien, mas que bien, excelente, feliz, tengo tanto que contarte, Pero ¿tú como estas? ¿cómo ha ido todo?; estoy ansiosa por verte. -

Por eso te hablo tía, ¿es posible que pueda ir hasta donde estas?

Por supuesto que si, me has hecho el día… bueno ya habrá tiempo de ponerte al corriente de mi vida, ¿ahora dime, en donde estas? -

En el DF, voy llegando, estoy en el HM del aeropuerto, ¿tú donde estas?

-

En Santiago, Chile, ¿tienes tú pasaporte vigente?

-



Bueno entonces podrás viajar enseguida, no necesitas visa, avísame en cuanto tengas los datos de tu vuelo cariño, ¡estoy tan feliz! -

Yo también lo estoy, te llamo, besos.

No podía dejar de pensar en Zoe, nunca pensó que la extrañaría de esa manera, es decir, sabía que no le sería fácil el dejar de verla pero no esperaba traerla en la mente cada segundo y tampoco sentirse tan agobiada por su ausencia, se decía que no era anormal sentirse así, después de cuatro meses juntas prácticamente las veinticuatro horas del día, era lógico que la echara de menos; es irónico que los últimos días verdaderamente ansiara volver a su entorno, consciente de que separarse de Zoe la pondría un poco triste, pero verdaderamente anhelaba ver a Dani, a su tía, a todas las chicas; pero desde estamañana empezó a extrañarla y esa sensación de falta, de vació, el hueco en el pecho y la panza se incrementaron a cada minuto y ahora, tan solo unas horas después le resultaba casi

insoportable, tanto que por momentos se cuestionaba si debía volverse y decirle – “oye, creo que todavía no estoy del todo bien, quizá me hagan falta otros cuatro meses”- se rió de sus pensamientos y decidió darse una ducha a ver si eso lograba regresarla a la cordura. En pijamas frente al televisor esperando la cena que ordenó a la habitación, resolvió no reprimir sus emociones y dio rienda suelta a los recuerdos de los días con Zoe, su voz grave, la suave caricia de su mirada, su presencia cubriéndola, arropándola, la forma casi infantil y asimétrica en que le caía el cabello sobre la frente y orejas, su sonrisa, la manera de acariciarla, sus besos; se adentro tanto en su mente que casi la tocó, la llamada del room service la regresó de golpe a la soledad de la habitación; cenó tratando de concentrarse en el programa que sintonizó y no pensar mas. En Santiago se encontró con la sorpresa de que su tía estaba viviendo en pareja con Ángela, una guapísima chilena, estuvieron en Chile poco mas de una semana y partieron las tres rumbo a Italia. La idea inicial de Paula era que su tía la acompañara en el proceso de adquirir un guardarropa nuevo, en donde sea que estuviere, pero Consuelo la convenció de viajar con ellas a Europa, ya estando por ahí aprovecharían para las compras. No podía negar que se lo estaba pasando muy bien, que se divertía, pero la verdad es que seguía extrañando a Zoe como una condenada, se consolaba mirando a su tía tan feliz, completamente enamorada de Ángela – es cuestión de tiempo, se me pasara, es lógico que ahora no me la pueda sacar de la cabeza – eran frases que se repetía sin cesar, le daba cierta tranquilidad el ver que Consuelo estaba tan bien, y ni siquiera una vez le menciono a “la especialista”, esto seguramente se debía a que ya había dejado el asunto en el pasado, antes no dejaba de hablar de lo maravillosa que había sido esa experiencia; llegó el momento en que se acostumbró a la sensación de perdida, convencida de que el paso del tiempo terminaría con ésta. Pasó poco mas tres meses viajando con Ángela y Consuelo, este periodo significó muchísimo, se dio cuenta de su capacidad de coquetería, su seguridad se incremento tanto mas que se atrevió a pasar de simples escarceos con algunas chicas a vivir un verdadero affaire de fin de semana en Paris, primero se dejó llevar por la situación, decidiendo no pensárselo demasiado, luego se lo paso bien a secas, es decir lo disfrutó, pero faltó algo, se dijo; después se sintió avergonzada, y al final resolvió que era una mujer adulta, dueña de sus actos y que a nadie tenia que darle cuentas; sin embargo Zoe se hacia presente en cada uno de sus actos y reflexiones y terminó aceptando que lo que le faltó fue su piel, boca, manos, brazos, piernas – fue solo sexo y sentí placer… con ella era tan distinto – éste último pensamiento la enfado consigo misma, definitivamente no podía continuar sintiéndose así, añorándola de esa manera, Zoe era peor que un fruto prohibido porque no era real, un ser quimérico que se desvaneció en todos lados menos en su corazón, tenia que dejarla ir. En Madrid Consuelo le informó que se establecerían en México por lo que necesitaban iniciar los tramites para obtener la visa de internación al país para Ángela, la invitaron a regresar con ellas a Santiago pero no había certeza del tiempo que se llevaría obtenerla por lo que Paula declino la oferta y determinó que era tiempo de regresar a su ciudad. Moría de ganas por ver a Daniela y todas sus amigas, sobre todo a la primera, no se había comunicado con ella porque todavía no sabia bien que iba a decirle, o mas bien como iba a contarle lo vivido en estos meses, tenia claro que necesitaba hacerlo, quizá hablarlo con alguien le serviría para por fin dejarlo ir; lo pudo haber echo con Consuelo, pero la idea de Zoe relacionada con su tía la irritaba, debido a esto se esforzó por no volver a vincularlas ni en pensamientos, el tocar el tema con ella sería demasiado. El reloj marcaba las dos de la mañana, era buena hora para llamar a Daniela, suspiró antes del primer timbrazo.

-

¡My loveeee! – el sonido estridente la hizo reír.

-

Dani, que me vas a dejar sorda.

Pues debería, mira que eres una ingrata, es que ¡carajo contigo!, ni una llamadita, ni un mail, ni señales de humo, una aquí imaginándose lo peor – volvió a reír imaginando la expresión de puchero de Daniela. -

Lo sé y tengo una disculpa para ello, pero te lo contare en persona.

¿Pero cuándo? ¿dónde estás? ¿regresas pronto?... aquí están todas las chicas, espera un segundo, te pongo en altavoz para que todas escuchemos tú respuesta. -

¡Hola chicas! – las respuestas al saludo se confundieron atropellándose unas con otras.

-

Pero responde my love que nos tienes en ascuas.

-

Estoy en Madrid, llego a México pasado mañana, a las dos y media de la tarde ¿vas por mi Dani?

-

Todas vamos por ti – dijo Martha, quien de inmediato fue respaldada por Aura y Leticia.

-

Okey, las veo en dos días, las quiero niñas, bye.

No escuchó la voz de Claudia entre ellas, hasta ese momento no había vuelto a pensar en ella, y ahora que lo hacia no podía definir como se sentía al respecto, estaba segura de que un rencuentro con ella era inevitable, tenían en común el mismo grupo de amigas, frecuentaban los mismo sitios, pero mas importante aun era el hecho de que de algún modo el enfrentarse a su pasado con Claudia era algo que quería hacer, lo necesitaba y eso involucraba convivencia; nervios y temor la atacaron instantáneamente debido a las implicaciones que esto podía suponer, recordó la intensa sensación de vergüenza que la invadió cuando en sus charlas con Zoe su falta de amor propio y dignidad le cayeron encima como un balde de agua fría, de las etapas complicadas por las que pasó durante esos cuatro meses, esa fue quizá una de las mas dolorosas, sentir vergüenza de si misma - ¿y si vuelvo a caer en las mismas? ¿si la atracción enfermiza que sentía por Claudia me vuelve a atrapar? – se cuestionó, y es que antes no tuvo conciencia de si misma, prácticamente consideraba que el dolor y las humillaciones a las que se sometía eran el precio por los trozos que Claudia le quisiera dar, pero ahora dependía de ella, la decisión era suya y precisamente por esto es que debía confrontar su pasado con su presente, entender qué fue lo que realmente sintió por Claudia y qué sentía ahora, salvo ese instante en el que verla era inminente, tenia semanas que no experimentaba sentimiento alguno por ella, ni bueno ni malo, pero durante ese tiempo estuvo viviendo dentro de un sueño del que todavía no terminaba de despertar por que Zoe continuaba acompañándole muy dentro de ella – cuando la veas lo sabrásfueron las palabras de Zoe cuando le cuestionó si de verdad ya no amaba a Claudia, ahora se preguntaba si aquello que sintió en realidad había sido amor. El tiempo de las respuestas llegó. Conocía muy bien a sus amigas, todas se dieron cuenta de su dolor y le bridaron apoyo incondicional, si de algo estaba segura es de que no vería a Claudia a su llegada al aeropuerto, no la expondrían a eso; además estaba convencida de que Claudia no estaría interesada en su regreso. Quizá en su ausencia cambiaron muchas cosas, pero el hecho de que para Claudia ella no significo más que un juego del que se aburrió sin temor a equivocarse permanecía inamovible; eso le daba por lo menos el tiempo para procesarlo, necesitaba con urgencia definir sus emociones, las que sentía con Claudia y las que experimentaba cada día con mas intensidad por Zoe. El suelo giraba bajo sus pies, el estomago se le encogió, cada musculo de su cuerpo estaba paralizado, el único sentido que le funcionada en ese momento era el oído, el resto dejó de operar en cuanto Daniela contesto su teléfono, el momento mas intenso lo vivió al escuchar su voz, ese sonido que tenia meses añorando, seguía siendo

suave, pero había algo tan distinto, no supo identificar el qué. Lo que tenia muy claro es que las próximas cuarenta y ocho horas serian tortuosas, nada impediría que ella fuera al aeropuerto con el resto, llevaba meses esperando ese momento, era su oportunidad de demostrar que la amaba, iba a pedir perdón de rodillas frente a todas si era necesario, no sabia bien como hacerlo pero estaría ahí, esperándola para decirle que la amaba, que la amó casi desde que la conoció. -

Oye pero no le has preguntado número de vuelo, aerolínea, nada – señaló Aura.

Todas estábamos hablando con ella, ninguna lo hizo – contesto Dani divertida – además cuantos vuelos llegan desde Madrid a esa hora. Lo sabremos ese día – añadió Aura – oye Dani nos vemos en tu casa y de ahí nos vamos en mi coche, pasamos por ti Martha antes de llegar donde Dani. -

Okey.

Hablaban entre ellas, de pronto era como si Claudia hubiese desaparecido, en ese momento a ella poco le importaba esto, su mente estaba ocupada organizando sus ideas, sus emociones, no importo tampoco que no la tomaran en cuenta para la ida al aeropuerto, ella tenia sus propios planes. Tenía casi una hora prendada al volante de su coche en el estacionamiento del aeropuerto, embargada por el ansia y la desesperación contenida durante meses, verificó la hora marcada en su celular y bajó de prisa, llegó a la sala de llegadas internacionales y diviso a sus amigas se apersonó frente a ellas intentando naturalidad, pero la expresión mezcla de disgusto y preocupación en todas ellas dio al traste con esto, aun así no estaba dispuesta a dejarse vencer, se esforzó por calmarse. -

¿Claudia que haces aquí? – la entonación de Daniela fue de reclamo.

Lo mismo que todas, vengo a recibir a Paula, somos amigas todas Dani- respondió con suavidad, obviando el tono de Daniela. No es momento de tensiones entre nosotras, Paula estará aquí en cualquier momento – dijo Aura tajante, luego acercándose a Claudia le susurro – no sé qué pretendes viniendo, pero no permitiremos que Paula vuelva a sufrir. -

Ni yo lo permitiré – dijo con firmeza.

-

¡No puede ser! Es…. Siiii es ella – grito Leticia exaltada – ¿Dani si es ella verdad?

-

¡My love! ¡por todos los santos! Sí, es ella.

En ese momento Claudia sintió que la sangre se le fue a los pies y la tierra se abrió bajo estos, toda ella fue presa de un temor gélido, la mujer que señalaban todas con emoción en casi nada se parecía a su Paula, apenas una estela de los movimientos suaves y media sonrisa que tanto añoró; ésta nueva Paula lucia una esbelta y erguida figura, vestía con sencillez elegante y exquisita, lucía una larga y hermosa cabellera castaña que le caía ondulada hasta la espalda, su mirada verde destellaba seguridad; en instantes el mundo se le vino encima, se sintió empequeñecida y perdida, apenas le alcanzó el pensamiento para ordenarle a sus piernas que la sacaran de ahí. Nadie se percató de la partida de Claudia, todas se lanzaron hasta donde estaba Paula, peleándose entre ellas por abrazarla. -

Te ves preciosa My love.

-

Divina, bellísima – agrego Leticia.

-

Pero es que pareces otra – señaló Aura.

-

Que felicidad tenerte de vuelta – dijo Martha.

-

Yo estoy feliz por verlas, la he extrañado tanto.

-

Ni tanto ingrata, que no hemos sabido de ti en ocho meses.

Lo siento Dani, créanme que no fue por falta de ganas, las he pensado todos los días, pero vamos a casa que les he traído regalos a todas y muero por que me pongan a día. Tú tienes que contarnos a nosotros en donde has estado, que has hecho, con quien te has hecho ese cambio de imagen, queremos saberlo todoooo – dijo Aura tomándola de un brazo en camino al estacionamiento. Ninguna noto a Claudia observándolas desde un rincón lejano, con la mirada cargada de tribulación, tristeza y preocupación. Los vestigios del verano vestían con cierto aire romántico a la ciudad, sentada en el resquicio de la ventana deseó poder recorrer esas calles de la mano de Paula. Me pareces una cobarde e insegura, estoy enfadada contigo; después de cuatro meses lidiando con tus sentimientos, ¡carambas! ¡solo se vive una vez!, no hay que dejar pasar la oportunidad de amar cuando la tienes tan clara y al alcance. Sí, la amo como no imagine que pudiera amar a alguien, tanto que no hay palabra que mida cuanto, y he necesitado de todo el amor que le tengo para dejarla ir sin decírselo. -

Es que no lo entiendo Zoe ¿por qué no decirle? ¿porqué no intentarlo?

Hacerlo hubiera implicado aprovecharme de la situación, yo estaba en posición de ventaja, fui la primera persona que la hizo sentirse deseada, bonita, segura; pero la realidad es que a Paula le espera un mundo para vivirlo, todavía tiene que enfrentar muchos demonios, comparar, elegir, comprobar que no me necesita para ser quien es, vivir plenamente y decidir por si misma con quien compartir su vida. -

Pero le has quitado la oportunidad de decidirse por ti, no puedes asegurar que ella no se enamoró.

-

Me comporte profesionalmente, seguí los lineamientos para que eso no ocurriera.

Y también para que no te pasara a ti, y te enamoraste – enfatizó Adriana – Zoe deberías admitir que hay cosas que no puedes controlar, el amor la principal de ellas. -

Pero no debió pasar, tengo que olvidar.

-

¿Qué piensas hacer? no estas en condiciones de lazarte al siguiente caso.

-

Lo sé, además necesito tiempo para mi, vivir algo mio, real; - intentó sonreír – me aconsejabas eso ¿no?

-

Antes ese era un buen consejo.

-

¿Ya no lo es?

-

Ahora sientes algo real y puedes tener algo propio si te decides.

Desolación, vació, desconsuelo, tristeza, un profundo y agudo dolor, han sido sus compañeros desde que Paula cruzó el umbral de la puerta alejándose de ella; esa tarde su interior se desmorono y hasta hoy no tenía la fuerza para reconstruirlo. Pasó varios minutos de pie en la misma posición mirando el vacío que dejó Paula tras de sí, su cuerpo se sostenía mecánicamente tras el derrumbe interno, el dolor era tan grande e intenso que no encontraba salida, deseó que su naturaleza fuera mas explosiva y poder llorar y gritar. -

¿Estas bien mi niña? – reconoció la voz a pesar del matiz tímido y mesurado.

-

Oti… no te esperaba.

Lo sé, te pareces tanto a Ceci, también se guardaba todo para ella solita, siempre llevando la procesión por dentro. -

Prácticamente ella me crió- no pudo evitar sonreír ante este recuerdo - pero no entiendo porque me dices eso.

Ven siéntate aquí conmigo – dijo tomándola del brazo con ternura – te conozco de hace ya muchos años, te he visto feliz y triste, pero nunca antes tan feliz como estos meses y tan triste como ahorita. -

No es lo que piensas Oti… no es como piensas.

Si niña, sí es lo que pienso y es como pienso, lo sé porque lo único que puede hacer que la felicidad y la tristeza sean así de grandotas es el amor; hubo un día en que me sentí así, como tú, alegre todo el tiempo, con campanitas en la cabeza y cosquillas en la panza, nomás queriendo estar cerquita de… -

¿De mi “momy”? – Zoe tomó una de las manos de Otilia entre las suyas.

Si “mija” de la Ceci, éramos muy chamacas, muy inocentes, ni siquiera pensé que eso que sentía podía ser mal visto, era, digamos que normal para mi enojarme de que Pedro la rondara, querer tocarla todo el tiempo, extrañarla las horas que no estábamos juntas, no fue hasta unos días antes de que se fuera a la capital a estudiar que entendí lo que me pasaba, una tarde en la playa Ceci me beso y me dijo que me quería; ella siempre fue distinta de todos aquí en el pueblo, más educada, sabía hablar bien, valiente, decía las cosas a bocajarro, no se andaba con rodeos; después de que me dijo que me quería, me pidió que la esperara, me dijo que cuando terminara la carrera podríamos irnos del pueblo a donde pudiéramos estar juntas, me miraba con esos ojotes negros, esperando que le dijera algo y yo no pude – gruesas lagrimas inundaron el rostro de Otilia – me gano el miedo y salí corriendo, ni siquiera me despedí de ella el día que se fue, y fue bien duro porque no regresó si no hasta que terminó la carrera, volvió a pedirme que nos fuéramos y a mi se me partía el corazón pero no pude decir que si, ya para entonces Pedro y yo éramos novios y nos íbamos a casar, luego ella se fue y no volví a verla… he vivido con ese dolor y me moriré sintiéndolo. Te puedo asegurar que ella nunca dejo de quererte, siempre supe que mi “momy” te amó, no me lo dijo, pero conservaba una fotografía tuya en su mesa de noche. Saber eso es más duro “mija”, porque yo nunca le dije que la quería y ya no podre decirle, no hagas tú lo mismo, no dejes que la niña Paula se quede sin saber que tú realmente la quieres, ella tiene que saberlo. -

Es diferente Oti, las circunstancias son distintas.

-

En donde lo pongas, el amor es amor.

Se marchó solo unas pocas horas después, permanecer en la cabaña hubiera sido una tortura, todo el sitio estaba impregnado del aroma y recuerdo de Paula. Se despidió de Otilia y Pedro y emprendió el regreso a su vida, ni siquiera avisó a Adriana quien se sorprendió al encontrarla ahí por la mañana; en principio intentó evadir el interrogatorio de ésta, pero luego se dejo llevar por su necesidad de desahogo, después de todo Adriana era su única amiga. Decidió no tomar ningún caso, no se sentía capaz de ello, se tomaría vacaciones, buscaría una vida propia y olvidar. Seis meses desde que la vio por última vez y todavía el primer pensamiento de la mañana y el último antes de dormir era para ella; había intentado con todas sus fuerzas emprender una vida propia, salir por la noche, ir al gimnasio, conocer gente, citas, pero nada funcionaba, su amor por Paula tenia vida propia y se fortalecía con la distancia, nutriéndose de nostalgia, anhelo y últimamente desesperación y ansiedad; se imaginaba a Paula feliz, triste, enojada, ¿enamorada?, ¡claro que podía enamorarse!, estaba viviendo; algo dentro de ella se eclosionó, su amor por Paula tenia derechos y los estaba exigiendo en ese instante y ella ya no tenia fuerzas para oponérsele.

Final No hay palabras que me disculpen lo suficiente para justificar la espera por éste capítulo, las únicas que tengo son la falta de inspiración derivada de acontecimientos en mi vida. Confió en que la musa que acudió en mi auxilio sea suficiente para que este último capítulo sea digno de su agrado y les haga olvidar la desmedida tardanza. ¡Qué lesbiana eres! –Exclamó Rodrigo cuando noto la mirada de Paula recorriendo la anatomía de la morena que pasó frente a ellos. -

Tú también la mirabas – afirmó riendo – ¿Por qué el tono de lamento?

-

Porque eres mi amor platónico y cada vez que estoy contigo sufro – respondió en tono de broma.

-

Será en otra vida.

-

Sí, en otra vida en la que aprecies la anatomía masculina.

No, en otra donde tengas el privilegio de nacer mujer; yo he decidido que en cada rencarnación volveré a ser mujer y lesbiana. -

Ya, hablando en serio; ¿Cómo vas? ¿Qué rollo con Claudia? ¿que onda con Zoe? Paula llenó de aire sus pulmones e intentó sonreír, pero su expresión reflejaba total confusión.

Desde que regresó a México su vida se convirtió en un torbellino, había pasado por tanto y en tan poco tiempo, era como si de golpe se estuviera bebiendo la vida y lo disfrutaba -eso era innegable-, pero también sentía que iba para ningún lado y no lograba entender la fuente de su comportamiento, sobre todo porque por mas cambiada que estuviera había cosas que definitivamente eran parte de ella, su timidez por ejemplo, no se había ido, pero al parecer eso la hacía más atractiva, no eran pocas las chicas que querían algo con ella, algunas evidentemente solo un ligue, otras quizá algo mas… y estaba Claudia. Aun cuando flirteaba, se dejaba cortejar y contadas ocasiones algo mas, por alguna razón desde su aventurilla en Europa, no había vuelto a tener ese tipo de contacto con alguien y es que no se le antojaba, es decir, salía, se divertía, con algunas chicas llego a besos, pero no pasaba de ahí. A su regreso a su mundo y su medio; lo primero que descubrió es que su percepción de éstos era tan distinta como la que tenia de si misma; antes de su transición pensaba que sus amigas la acogieron como un acto compasivo, pero a su regreso se dio cuenta de que estas verdaderamente valoraban su amistad, la amaban ahora igual que antes y su trato no vario en absoluto, comprendió entonces que ellas la apreciaron tal cual desde un principio; en su trabajo la recibieron con agrado y sin comentario alguno con respecto a su aspecto actual.Y Claudia, su primer encuentro con ella tampoco fue lo esperado. Una semana después de su llegada se encontraba sola en su departamento, ansiosa de un escape de la vorágine en que se había convertido su vida los últimos meses, sentada en la terraza bebiéndose una cerveza estaba dispuesta a sumergirse en sus recuerdos cuando el sonido del interpone interrumpió sus intenciones. -

Dime Mario.

-

Señorita va subiendo una de sus amigas.

-

¿Cual de ellas?

Disculpe señorita Paula, no la ubico por su nombre, ¿hay algún problema en que le permitiera pasar? Tengo entendido que esa es la indicación. -

No hay ningún problema Mario, Gracias.

En realidad no había problema alguno, era normal que las chicas llegaran sin previo aviso, simplemente se sintió contrariada, había llegado al punto de buscar esos momentos en los que podía abandonarse a la tortura de revivir cada instante que pasó con Zoe y ahora mismo la inesperada visita estaba truncando ese ritual. Suspiró antes de abrir la puerta, se sacudió el desgano y dibujo una sonrisa que fue suplida por una mueca extraña ante la persona que se encontró detrás de ésta. Disculpa el atreverme a venir así, sin avisar, sin preguntar si podía – expuso Claudia después de varios segundos de un tenso silencio – pero temí que de hacerlo no me dieras la oportunidad… sé que… ¿podría pasar? ¿podemos hablar? – su voz sonó casi a suplica. -

Pasa - Paula señalo el interior con un ademán.

Esto es mucho mas difícil de lo que imaginé –hablo Claudia después de otro largo silencio ya sentadas una frente a la otra en el living- Tengo muchos meses repasando en mi cabeza… viviendo en mi mente este momento, buscando las palabras correctas, las que expresaran lo que siento, lo que necesito que sepas… Tú mirada… no me lo estas poniendo nada fácil. ¿Por qué tendría que hacerlo? – cuestiono Paula con una tonalidad suave y firme, aun cuando tuvo que hacer acopio de toda su fortaleza para sonar así. -

Tienes razón, no tienes porque, ni siquiera merezco que me escuches… - su voz se volvió un murmullo.

Pero yo si me lo merezco, saber que tienes que decir, escuchar que tienes que decir; no lo esperaba, pero aquí estas – señalo con un ademan, se cruzo de piernas y la miro fijamente, Claudia prosiguió añadiendo un ligero temblor a la voz. Estos meses han sido un infierno Paula… Desde que te conocí mi vida ha fluctuado entre el cielo y el infierno; no estaba en mis planes enamorarme, ni siquiera me di cuenta de como paso, pero paso, me resistí, de verdad que intente con todas mis fuerzas evadirlo, huir, negármelo, pero me enamore, estaba tan enfrascada en mi lucha contra ese sentimiento que no me importo lastimar y herir. – Lagrimas silenciosas escaparon bañándole el rostro-. ¿Un infierno para ti Claudia? ¿acaso no pudiste decirme?, Sé que lo que teníamos no era propiamente una relación, pero sabías lo que yo sentía por ti, ¿no merecía al menos que me dijeras que te habías enamorado y ya no me verías más? -

¡No entiendes!…

Entiendo muy bien, te enamoraste, el amor no es algo que uno pueda controlar, no se elige a quien amar lo sé muy bien, pero si puedes elegir ser honesta, respetar los sentimientos de los demás, sobre todo cuando el objeto de estos es uno mismo. Si te enamoraste tanto que decidiste unir tu vida a una mujer, ¡¿no merecía yo al menos una explicación?! ¡saberlo por ti, de ti!

¡No! ¡no entiendes!...¡yo no me fui a vivir con la mujer de la que me enamoré! eso fue parte de mi negación – Paula se puso de pie llena de confusión- y no podía hablarlo contigo, no podía decirte a la cara que me iba vivir con Susana. -

¡En realidad tienes razón!, como podía yo exigirte un respeto que ni yo tenia por mi.

-

¡No es eso lo que estoy diciendo!…

-

¡Como esperar que valoraras mis sentimientos si yo no daba un centavo por ellos!

¡No era así! ¡no es así! ¡no podía enfrentarte! ¡a ti no podía mentirte mirándote a la cara! … No me hubiera alcanzado la fuerza, el coraje para hacerlo –su voz volvió a adquirir una tonalidad queda- una vez contigo todo el valor, la voluntad, la decisión se me desmoronaba. -

¡Por Dios Claudia! ¿de que hablas?

¡Te estoy diciendo que me enamore de ti!...¡Estoy tratando de decirte que te ame casi desde que te conocí!… te amo Paula. Paula aspiro aire profundamente y exhalo pausadamente, buscando controlar la rabia que la estaba invadiendo en ese momento. -

Será mejor que te marches ya.

-

No, estoy decidida a que me escuches.

-

Y yo a no escucharte más –acoto tranquilamente, casi con desgano.

-

Te amo Paula, necesito que lo sepas, necesito que lo creas.

¡Necesito! ¡necesito! ¡necesito! eres tan egoísta, tan egocéntrica, ¡Tú quieres, tú decides, tú necesitas! ¡tú! ¡tú! ¡tú! respetaba de ti que no me mentiste, no hubo promesas falsas, fuiste cruel e insensible pero por lo menos honesta. – le grito perdiendo la calma completamente. -

No fui honesta, lo estoy siendo ahora.

Okey – Paula sonrió con ironía- me amas, me amaste desde el inicio y me heriste, ¿Por qué? ¿solo porque en tus planes no estaba enamorarte? No, por mas duro que sea, y aunque no lo creas he venido decidida a no mentirte… Fue mi vanidad, no quería aceptar que…. – las palabras se atoraron en su garganta. -

Que sentías algo por una mujer fea, te avergonzabas ante la sola idea de que te relacionaran conmigo.

-

¡no!

-

¿No? – sonrió con sarcasmo.

-

No eras fea.

-

Pero te avergonzabas – Claudia no pudo refutar esta afirmación.

-

Te amo Paula.

-

Supongamos que te creo ¿de que sirve ahora?

-

Una oportunidad, dame una oportunidad.

-

¿Una oportunidad de que? ¿una oportunidad para que?

-

De demostrarte que soy digna de tu amor, para estar juntas.

-

Ya no hay amor Claudia… ahora de verdad será mejor que te vayas.

Ese primer encuentro con Claudia fue la entrada al laberinto de emociones en el que se encontraba perdida ahora; fuerte, dueña de sí, segura, pero total y completamente perdida en esta confusión, en el instante que estuvo frente a Claudia reconoció que seguía sintiendo algo por ella, le mintió aquella noche, pero no se engañó a sí misma, por un instante pensó que sus sentimientos hacia Zoe menguarían, eso fue lo único que le produjo cierto alivio al descubrir que todavía sentía algo por Claudia, pero el paso de los días, semanas, meses, no trajeron olvido, seguía extrañado a Zoe, añorando todo de ella, soñando con sus caricias, sus labios, su voz, sintiendo que la amaba y la odiaba por amarla, la odiaba por haberla convertido en este ser frívolo capaz de amar a dos personas a la vez, pero sobre todo la odiaba porque no podía tenerla. Quizá si te dieras una oportunidad con Claudia – sugirió Rodrigo sacándola de sus pensamientos – la chava ha demostrado aguante cañón.¡No me mires como si te hubiera insultado! -

¡Es que es casi un insulto Ro!

Dale chance Pau, la chava te quiere de verdad, sí se equivocó, pero todos la regamos y tenemos derecho a intentarlo de nuevo, sobre todo porque tú también la quieres. -

Yo no sé que siento.

-

Yo si.

-

¡Ilumíname Maestro! – Exclamo con fingida ceremonia.

Estas enamorada hasta las cachas de una chava que puede que este a un chingo de kilómetros de aquí o a la vuelta de la esquina, vete a saber; definitivamente no tienes modo de encontrarla, según tú ella no siente nada por ti y no hay manera de que pase algo entre ustedes, y esta ésta otra chavita que se muere por ti y también te mueve el tapete. -

O sea, ¿inicio una relación con Claudia sin importar que según tú estoy enamorada de Zoe?

-

Zoe no esta y no va a estar ¿o si?

-

No, no estará nunca más.

No pasó mucho tiempo para volverse a encontrar con Claudia, esto resultaría muy difícil de evitar teniendo en común el mismo grupo de amigas. Inicialmente Paula reacciono ignorando su presencia; pero la persistencia de ésta empezó a dar frutos poco a poco, y ahora tenia hacia ella un trato casi amigable, en principio Daniela se mostro reticente ante esta nueva relación, pero al ver como Paula se dejaba cortejar por otras chicas, liándose con alguna que otra sin importar que estuviera Claudia o no, dejo de manifestar preocupación; sin embargo si hubiera podido ver el interior de su amiga no se habría tranquilizado.

No pocas veces Paula se recrimino a sí misma el placer malsano que le producía la expresión de Claudia ante sus flirteos o ligues, estaba consciente de que esa deliciosa sensación era venenosa para si misma, pero no podía evitarla ni tampoco podía clasificarla, después de algunas semanas acepto para sí que Claudia era honesta con respecto a sus sentimientos, pero todavía seguía sin definir que sentía ella, la deseaba, se regodeaba viéndola celosa, sufriendo por verla con otras mujeres, pero todo esto podía ser derivado de la necesidad humana consciente o inconsciente de venganza; después de todo ella soporto infinidad de veces esa misma situación. Pero a parte del remordimiento que acompañaba a ese deleite también se sentía conmovida, al ver el dolor y la tristeza reflejada en el rostro de Claudia, no pocas veces tuvo que reprimir el impulso de abrazarla y decirle que todavía sentía algo por ella. La situación dio un giro tan radical que Aura, Leticia y Martha cambiaron su actitud hacia Claudia intentando darle el cobijo que en su momento le brindaron a Paula; Leticia incluso abogaba constantemente en su favor con Paula – Realmente te ama, y tú la amaste tanto ¿de verdad no podrías darle una oportunidad de acercarse a ti de otra manera? ¿Darle chance de reconquistarte? ¿De plano no? – era uno de sus tantos argumentos. Daniela sin embargo tenia sus propias ideas y conclusiones al respecto, claro que a diferencia del resto Dani era la única de sus amigas que tenia un panorama muy claro y amplio. La primera noche en casa, después de que se despidieron del resto, Daniela la abordo tal cual era su costumbre de manera frontal y directa – Okey MyLove ¿me vas a contar donde has estado? Y lo mas importante ¿Quién es ella? – por un instante pensó en evadir respuestas y explicaciones, hacerse la desentendida y no decir nada, conocía a Dani y estaba completamente segura de que no la forzaría a compartir nada que ella no quisiera y respetaría ese hecho, pero de inmediato agradeció que su amiga la conociera tanto como para percatarse de que había una “ella”. Quizá si no la hubiera cuestionado tan directamente no hubiera abordado el tema, no por falta de confianza, es que no sabia como, aun ahora no encontraba la manera, pero verdaderamente necesitaba darle salida a la represa de emociones contenidas durante tantas semanas. -

Se te nota nena – un día te dije que encontrarías el amor y que este echaría las puertas abajo si no le abrías.

-

Yo ya no sé que siento por Claudia…

No me refiero a Claudia MyLove, te pregunto por la chica que te hace brillar de esa manera solo con pensar en ella, por la que te dejó esa expresión de tristeza resplandeciente en la mirada, ese algo que no alcanzo a definir y que me esta haciendo ver y decir un montón de cursilerías… ¿Quién es? ¿Dónde la has conocido? ¿donde la dejaste? -

No se ni por donde empezar.

-

Por responder a cada una de mis preguntas, de ahí yo te ayudo, porque seguramente te machacare con más.

Es alguien irreal, una fantasía…Se llama Zoe; mi tía me hablo de ella en el peor momento de mi vida y la vi como vería un tablón alguien a punto de ahogarse, sin muchas expectativas fui hasta Oaxaca y desde el primer momento fue… ni siquiera se expresarlo con palabras Dani, no puedo explicar lo que me hacia sentir, el tiempo que pasé a su lado fue indescriptible, maravilloso, pero las fantasías se esfuman en la nada y Zoe se desvaneció – la expresión de Daniela fue una mezcla de confusión, sorpresa y curiosidad. Todo eso suena muy poético y así, pero me perdí Nena, no entendí nada, así que barájamela despacito y con detalles, porque ahora estoy más ansiosa por saberlo todo. La primera vez que me hablaron de ella me dijeron que era una sueño hecho realidad, y fue mucho mas que eso, se volvió tangible, vívida, se me metió debajo de la piel y me guio hacia afuera, descubriéndome a una Paula que yo tenía muy escondida. Estuve viviendo un sueño pero no me di cuenta de que no era real hasta que… te contare todo, necesito decirlo a detalle, revivirlo… a ver si así logro entender que me esta ocurriendo.

Primero hablo de la Especialista y poco a poco ésta le dio paso a Zoe, Paula fue haciendo un recuento tan detallado que se sorprendió al descubrir lo fresco de sus recuerdos, fue capaz de revelarlos sin obviar nada, ni los detalles más íntimos, reviviéndolos con intensidad, narrándolos y sumergiéndose a la vez en ellos. Fue tan difícil desprenderme de ella, tan difícil no salir corriendo de vuelta… y… y desde ese día siento que me ahogo, que me falta algo, es extraño porque nunca me sentí tan fuerte y segura de mi, pero me siento tan incompleta, no puedo dejar de pensar en ella Dani, me siento molesta conmigo y también con ella, estoy enojada con Zoe y es absurdo lo sé... -

No es absurdo mylove, te enamoraste, ella también y te encabrona no poder asumirlo.

-

¡No! … es decir quizá yo si traspasé una línea que no debía, pero Zoe es una profesional y actúo como tal.

-

Pues yo creo que se enamoro de ti.

-

Creo que es fácil confundirse, es tan buena en lo que hace que…

Precisamente porque debe ser muy buena en lo que hace debe saber exactamente como evitar que sus clientes terminen enamoradas de ella. No, yo creo que lo tuyo se le salió de control, ¿A tú tía no le paso? No sé si en un principio experimento lo mismo que yo, en aquel momento yo solo me deje llevar sin preguntar nada, pero es evidente que si algo sintió ya se le pasó, está felizmente enamorada. ¿tu tía?, ¿en serio? ¿de quien, como, donde?, no, olvídalo, luego me cuentas eso, volvamos a lo importante. ¿tú asumes que te enamoraste? Sí, no… es que no lo sé Dani, a veces creo que estoy confundida, que es normal que sienta algo muy especial por ella después de todo lo que hizo por mí, que es lógico que este tan apegada emocionalmente a la primera persona que me hizo sentir especial, atractiva… y es que de verdad me sentía deseada… incluso cuando me dejaba llevar por las sensaciones… – no se atrevía a exteriorizarlo, se permitió pensarlo hacia tan poco tiempo, emanado de los momentos en que se hundía en evocar. -

¿sentías que te amaba?

-

A veces se tornaba tan genuino.

-

Porque se enamoró de ti mylove.

-

No, estoy segura de que no es así.

-

Yo intuyo que si, y mi intuición no me ha fallado nunca.

-

Esta vez si Dani.

Cómo le hubiera gustado creer que Zoe estaba experimentando lo mismo que ella, que la pensara constantemente y añorara el tiempo que pasaron juntas por lo menos la mitad de lo que ella lo hacia. -

Tienes razón Ro, Zoe no volverá a estar, pero Claudia...

Por lo menos date el chance de sentir, no te reprimas… mejor cambiemos de tema porque terminaras asesinándome con esa mirada, ¿sales esta noche?

-

Si, quede con las chavas en el Yan, ¿Tú tienes planes? ¿Por qué no te animas a venir?

-

Ir a un lugar lleno de mujeres que apenas y me darán la hora, mmmm tentador, pero tengo plan.

-

¿Por fin saldrás con Liliana?

-

Pues con ella y con un grupo de amigos, esta chava se me esta poniendo difícil.

-

Mira, cada vez me cae mejor, lista la niña.

Tú deberías ponerte lista… Hazme caso Weee, inténtalo hoy, déjate llevar por lo que sientas, solo hoy a ver que pasa. -

Pides demasiado Ro, pero lo intentare.

-

Sale, me cuentas.

En el trayecto a casa pensó que quizá Rodrigo tenía razón y el camino a la cordura estaba en volver a dejarse llevar por lo que sentía sin analizar, -¿Cómo antes?- No, como antes no, ahora se sentía diferente, ella era distinta, tenia la capacidad de encontrar el justo equilibrio para su vida. ¿De verdad? ¿Y si por lo menos lo intentaba? -

¡Vienes pa matar Nena! – Grito Martha al ver a Paula.

-

Gracias amiga, ¿vas llegando también?

-

Nop Salí a contestar mi cel, ya están todas, menos Dani que desde que anda con noviecita la perdimos.

-

Ya se, dímelo a mí, casi no la veo y eso que vivimos juntas, le pego duro el amor.

Todas estaban de pie junto a la barra, Paula saludo a cada una con calidez incluyendo a Claudia. -

Que te pongo linda – cuestiono la chica tras la barra.

-

Una negra porfa Kari.

-

Sale preciosa – señalo poniéndole encima de la barra la cerveza.

Aura y Leticia partieron rumbo a la pista y Martha mirándolas con picardía les dijo -

No Digan que les conté pero Aura le va a pedir a Lety….

-

¡¿Casarse?! -Exclamaron al unísono Paula y Claudia.

-

¡aja!

-

¡órale! “esta padre no”, les va súper juntas –apuntó Claudia.

-

Si la neta sí…. Ahí viene tú güerita Pau – se interrumpió Martha señalando a una

Chica rubia con la que Paula había tenido encuentros previos- como que ya van varios encuentros “casuales” ¿no? Será… -

Carolina ¿Qué tal? – saludo Paula sonriente.

-

Feliz de encontrarte aquí¿Bailamos?

Paula se dejo llevar, al volverse hacia Claudia y Martha para decirles que regresaba observo sus expresiones, la de Martha oscilaba entre la curiosidad y compunción, la de Claudia de dolor. Carolina se hizo de su cintura una vez en la pista, atrayéndola hasta quedar muy pegadas, los movimientos se tornaron poco a poco sugerentes, seductores, Carolina la acariciaba con suavidad y Paula se dejaba hacer; como siempre que estaba en esa situación estaba al pendiente de las reacciones de Claudia, el sufrimiento de ésta se le volvió casi una adicción que le proporcionaba una sensación de malestar salpicada con un ligero toque de placer, pero en este momento solo podía advertir el dolor que se dibujaba en su rostro, sintió la necesitad de parar aquello pero en vez de eso dejo que su acompañante se hiciera de sus labios y correspondió mecánicamente el beso, no deseaba prolongarlo y se separo con delicadeza, en ese momento vio a Claudia caminado entre la gente hacia la salida y con un “lo siento” dejó a Carolina en la pista y salió corriendo tras Claudia, no la vio en la entrada del local, observando logro ubicarla caminando con lentitud en uno de los laterales, corrió hacia ella. ¡Espera por favor! - Claudia se detuvo, pero no se volvió, tenia la cabeza gacha, Paula se coloco frente a ella- Lo siento… Yo no… - balbuceaba Paula, Claudia levanto el rostro pero seguía sin mirarla, sus ojos estaban anegados, Paula le acaricio el rostro y acercándose lentamente hacia ella la beso. ________________________________________________________________________ -

¿Me quieres decir que no has ido a buscarla? Eres desesperante Boss.

-

Antes de buscarla tengo que saber algunas cosas.

-

¿Qué cosas?

-

No me puedo presentar así nada mas Adriana, no es justo llegar y soltarle que estoy enamorada de ella.

-

Pero si eso es lo que viniste a hacer.

Si, si, pero no así nada mas, tengo que tomar en cuenta muchas cosas, en estos meses ella ha continuado con su vida y yo no quiero que se sienta comprometida a nada o que se sienta mal o incomoda con mis sentimientos. Pero porque tendría que sentirse de ese modo jefa, saber que la amas no le puede hacer ningún daño, todo lo contrario, en el remoto caso de que no corresponda a tus sentimientos, mínimo se sentirá halagada. Paula es muy sensible, noble y está muy agradecida conmigo, siente que me debe mucho, yo no puedo ponerla en una situación conflictuada solo por mis sentimientos. Si ella esta con alguien no quiero interponerme. -

Otra vez decidiendo por ella, pensando por ella.

-

No Adri, no; pensando en ella, lo que más quiero para Paula es que sea feliz.

Tú la puedes hacer feliz; pero ya no te discutiré mas, en todo caso dime que vamos a hacer, si me has hecho venir es porque tienes un plan. Plan no… más bien necesito a mi amiga a mi lado, tengo miedo Adri, terror de lo que encuentre, de lo que sentiré y sobre todo de no tener el valor de hacer lo que debo. – Adriana abrazo a Zoe, nunca antes la vio vulnerable. -

Okey Boss, dime por donde empezamos, ¿tienes alguna idea?

-

Si, esta noche… esta noche iremos y me encontrare con ella.

Las distintas sensaciones provocadas por las emociones acumuladas ya eran indescriptibles, el corazón le latía tan de prisa como si estuviera corriendo una maratón, el estomago le bailoteaba como si estuviera en una montaña rusa y todo su cuerpo temblaba, no había pasado un segundo sin que la pensara, sin extrañarla, y ahora ante la cercanía todo se había vuelto contradicción, por un lado el ansia, por el otro el temor. Una vez en la entrada del sitio en donde estaba Paula, se sintió desfallecer, Adriana la impulsó para que entraran porque sus piernas parecían no obedecerla, una vez dentro Adriana la guio hacia la barra, no se atrevía a buscarla, deseaba tanto volver a verla pero tenía tanto miedo. Nunca antes se sintió tan desvalida, tan fuera de control de si misma y de sus actos, Adriana le puso una cerveza delante y automáticamente levanto la mirada, entonces sintió que la sangre se le iba de la cabeza a los pies y fue como si alguien la hubiera golpeado, se quedo estática por varios segundos, tras un leve suspiro dejo la botella de cerveza en la barra. -

Vámonos – dijo haciendo el ademan de encaminarse hacia la salida.

-

¿Qué pasa Zoe?

-

No pasa nada, marchémonos ya por favor.

No, le has visto ¿cierto?, ¿Dónde esta? – Zoe volvió a suspirar y miró de soslayo hacia la pista en dirección a dos mujeres que se besaban con intensidad- e…es ella, ¡por Dios!, está muy cambiada Zoe… -

Vámonos ya Adriana – insistió esta vez caminando, pero Adriana la tomo de la mano impidiéndole que avanzara.

No, no Zoe, me dijiste que necesitabas de tú amiga esta noche, y como tu mejor amiga no te dejare irte sin hacer nada, el amor que sientes por esa mujer se merece al menos que hagas algo, y lo vamos a hacer. -

No hay nada que hacer, no voy a interponerme, se la ve tan feliz.

-

Eres toda una profesional jefa, pero de amor no entiendes nada – de la mano con firmeza la guio hasta la pista.

________________________________________________________________________ No es que estuviera mal, no, incluso podía decirse que a momentos lo pasaba bien, todo en su vida parecía haber encajado justo en su sitio, vista desde fuera podría clasificarse de idílica, lo tenía todo: éxito profesional, amistades, familia, su tía por fin se había establecido en la ciudad con Ángela, incluso su padre se estaba haciendo presente con bastante frecuencia, todo lo que la rodeaba parecía dicha, Dani con Irene – su novia- estaban hablando ya de vivir juntas, Martha feliz de la vida apoyando en los preparativos de la boda a Aura y Leticia, y Claudia no podía ser mejor novia, demostrándole siempre que la amaba, con ternura pero sobre todo con paciencia. Y es que las cosas desde adentro no podían ser mas diferentes, Paula lo intentaba, con todas sus fuerzas trataba de sentirse como antaño, desear a Claudia como antes, amarla de la misma manera, pero no podía evitar el recuerdo constante de Zoe, la añoranza se había adueñado de ella con más ímpetu. Y es que en todas las ocasiones en que las cosas se encaminaron a tener intimidad, no eran las manos de Claudia las que la acariciaban, no eran sus labios los que la recorrían buscando la excitación de su cuerpo, en esos instantes Zoe se apropiaba de su mente con tanta intensidad que casi podía sentir su aliento sobre su piel, pero cada vez que se abandonaba a esa sensación en los brazos de su novia le llegaba la culpa, el remordimiento y el acto siempre quedaba inconcluso, Claudia se mostraba comprensiva, afirmándole que no la presionaría, asegurándole que la entendía, culpándose a si misma por esto, diciéndole que le daría tiempo y todo esto la hacia sentirse aun peor, porque se sentía incapaz de sincerarse con ella, no quería lastimarla mas, sabia que cada vez que interrumpía la entrega lo hacia, pero decirle que no podía hacer el amor

porque no era con ella con quien deseaba estar, que en cada uno de esos momentos estaba alguien ahí entre las dos sería demasiado cruel. Aquella noche, después de besarla, quiso decirle tantas cosas, pero Claudia no la dejo porque ésta solo quería volver a besarla y tocarla una y otra vez, sentirla asegurándose con esto de que era real y que la vida le estaba dando de nuevo la oportunidad tan deseada, le pidió que dejaran todo atrás, intentarían empezar sin lastres, pero no pudo ser así, Paula estaba con ella pero la sentía ajena, lejana, distante. Inicialmente Claudia pensó que esto era producto de lo vivido antes y que se esforzaría para que Paula confiara y se entregara como antes; pero se hizo cada vez más evidente que no tenia nada que ver con aquello, había alguien entre ellas, alguien importante que se había adueñado de los pensamientos y el corazón de su novia, decidió que le daría una pelea a muerte a quien fuera, no estaba dispuesta a perderla. -

¿Te ha hablado de ella? Es decir… ha mencionado algo.

No, lo intentó, pero en ese momento yo no imagine que de eso quería hablarme, ahora sé que… es mejor así Martha, vamos de a poco, que derecho tengo yo a reprocharle nada. Es que no se trata de eso Claudia, no es cuestión de reproches, pero estar con alguien que esta enamorada de otra persona. Yo no he dicho que esta enamorada de otra persona – Martha la miro inquisitiva – bueno es evidente que hubo alguien en el tiempo que estuvo lejos y que no fue… -suspiro- creo que tuvo importancia, demasiada. -

¿Importancia nada más?

No lo se Martha, o no quiero saberlo, muero de los celos, me cuesta mucho controlarlo, pero no estoy dispuesta a perderla, no después de sentir que la recupere. Paula es todo para mí. -

El amor de verdad no es egoísta.

No estoy siendo egoísta, yo simplemente estoy luchando por reconquistarla por completo, a momentos la siento mía de nuevo, pero luego es como si estuviera a miles de kilómetros aun teniéndola en mis brazos y me desespero porque no se con quien estoy librando esta pelea. -

Pregúntale, háblalo con ella, el que lo hagas no implica que terminen.

Me aterra la respuesta, me muero del miedo de escuchar que ama a alguien mas, no quiero perderla, no estoy dispuesta a ello. -

Si la amas de verdad quizá te toque hacerlo Claudia, ayudarla a encontrar el camino hacia su felicidad.

-

Su felicidad está conmigo.

El regreso de Paula con Claudia supuso poner fin a su confusión hasta cierto punto, quedo claro para ella que ya no la amaba, lo que sentía por ella era una intensa atracción, pero seguía sin comprender que le pasaba con Zoe, no podía explicarse porque después de tanto tiempo no podía sacársela de adentro, ¿si pasó con Claudia porque con Zoe no sucedía?, el sentimiento crecía en lugar de disminuir, lo mismo que el dolor de su ausencia, se aferraba a Claudia e intentaba con todas sus fuerzas volver a sentirla como antes, cualquiera que las viera a distancia daría por hecho que estaba locamente enamorada de su novia y feliz con ella, pero su tormento era cada vez mas intenso, nunca pensó volver a sentirse así, tan perdida, tan vacía, tan infeliz, tan incompleta.

Solo dos personas se percataron de su verdadero estado emocional, Daniela que era la única que sabia de su lucha interior y su tía, la primera le aconsejaba que lo hablara con Consuelo – quizá ella sabrá aconsejarte, de algún modo paso por lo mismo- le decía, pero era precisamente esto lo que la frenaba, fue por eso que esquivo una y otra vez los intentos que hizo su tía para saber que pasaba con ella, hasta que una tarde no pudo más y fue en su busca. -

Hola tía… ¿y Ángela?

-

Salió, le pedí que lo hiciera, cuando llamaste pensé que sería mejor que estuviéramos solas.

-

Gracias por eso Tía porque tengo… Quiero contarte lo que me sucede.

-

Llevo meses esperando que lo hagas cariño, ven sentémonos ¿quieres tomar algo?

-

Si… una cerveza por favor.

Ya te la traigo – mientras Consuelo volvía Paula se hacia en la cabeza de una frase que le ayudara a iniciar lo que tenia que narrar – aquí tienes. -

Gracias tía- dijo tomando la botella-… no sé por donde empezar.

-

Por el principio hija, siempre es mas fácil.

-

Es que no se donde inicio esto.

¿Cuándo empezaste a sentirte así? Y es que has ido de menos a más, noté que había algo desde que te vi en Chile, durante nuestro viaje por Europa se hizo más evidente, pero a mi regreso a México te sentí peor y te veo cada vez más extraviada. Es que de la añoranza pase a la desesperación y ahora siento que me ahogo, me siento terriblemente vacía. Me enamore tía, amo con locura a una mujer que no existe, con la que no hay posibilidad alguna o creo que eso siento, temo preguntarte, he querido hacerlo desde que regrese, pero temo tanto a la respuesta, sin embargo ya no puedo mas, necesito saber, entender... encontrar…¿te sentiste enamorada de la especialista en algún momento? –espetó de repente. ¿te enamoraste de la especialista? – cuestiono Consuelo con expresión de sorpresa- olvida que pregunte eso; no mi amor, no me sentí nunca así, es decir si me sentía muy atraída, todo en ella me gustaba, se me volvió realidad una ilusión. Cuando concluimos me sentía feliz, libre, llena, y me despedí con deseos de salir a comerme el mundo. Hasta la fecha me siento muy agradecida por lo que hizo por mí. Yo me despedí de ella sintiendo que me rompía en dos pedazos y uno se lo quedo, pasé horas esforzándome para no regresar, me fui llena de sensaciones contradictorias, pensé que con el tiempo se me pasaría, pero con el paso de los meses su ausencia me pesa cada vez mas, la extraño a morir, no hay minuto del día que no la piense y no sé que hacer para olvidarla, para dejar de sentir lo que siento. -

Te llego el amor por primera vez Paula, o por lo menos ese amor que es único, el que no olvidas jamás.

Ya estuve enamorada, pensé que moriría a causa de ese amor, pero logre superarlo, lo creía imposible pero paso y ahora por mas que me esfuerzo en ello no pasa, tía se supone que esto no tenía que suceder, yo iba a buscar alivio y ahora creo que estoy mas torturada que antes porque me siento impotente.

El amor no es algo que se pueda controlar cariño, tú no escoges a quien amar, el amor elige por ti, es caprichoso, a veces cruel e imposible, pero tampoco se trata de que tu vida se acabó, quizá no la olvides nunca, pero volverás a amar, no igual claro, cada amor es distinto y siempre en al vida hay uno que es especialmente único, soy un buen ejemplo de ello; amo a Ángela, pero en mi corazón siempre estará… ella –la mirada de consuelo se humedeció- llevo casi treinta años amándola, ni siquiera soy capaz de pronunciar su nombre de lo mucho que duele, pero es alguien que ya no esta, no hay posibilidad alguna de que vuelva a estar. -

Entonces estoy condenada a vivir así.

-

No te condenes a ti misma, vive, date la oportunidad de amar a alguien más ¿Qué pasa con Claudia?

-

Me siento bien con ella, creo que puedo volver sentir amor por ella, deseo que eso suceda, pero…

Inténtalo, pero inténtalo de verdad, porque la otra opción seria que buscaras a… como sea que se llame, pero imagino que no tienes ni por donde empezar. -

Me dio su nombre real… y me dijo donde vive.

-

¡¿te dio su dirección?!

-

No, solo me dijo que vive en Nueva York.

-

Has considerado la posibilidad de que ella sintiera lo mismo que tú.

Muchas veces he querido pensar que así era, pero no tía, cuando se esta enamorada es muy fácil auto engañarse, es una profesional… ella siempre se comporto así. Volvemos a lo mismo Paula, el amor es incontrolable, es muy extraño que te haya dado datos personales, es un indicativo de que ella también experimentó sentimientos por ti. -

¿Y si así fue porque no decirme nada? Para ella debió ser muy evidente lo que yo sentía.

¿Qué te hace estar tan segura de ello? Que tal si no te dijo nada precisamente porque no se percató de tus sentimientos, o por ética profesional. -

Hay tía, especular sobre eso no me ayuda en nada, me confunde mas.

-

Lamento profundamente no serte útil, quisiera poder decirte algo que de verdad te ayudara.

Has sido de mucha ayuda, tener claro que estoy enamorada es un paso que no me había atrevido a dar hasta ahora, si algo aprendí de Zoe es que para superar las cosas hay que asumirlas como son. -

¿Zoe es su nombre?

-

Si, Zoe – sonrió al decirlo.

-

Es un lindo nombre.

No es que antes no lo tuviera claro, no lo quería asumir y ahora que por fin lo había hecho, no significo un alivio, ni un desgaste del sentimiento, ahora libre al fin amaba a Zoe más intensamente, casi con violencia, porque estaba furiosa por amarla, decidió combatir con todas sus fuerzas este amor, se entregaría por completo a su relación con Claudia, sin reparos esta vez.

Estaban todas por primera vez en semanas, la dicha se podía respirar en el ambiente, tanto que casi la contagiaba, esta salida tenia por objeto festejar la despedida a la soltería de Aura y Lety, Dani les acababa de anunciar a todas las demás – Paula ya lo sabía- que Irene y ella habían alquilado un departamento y se irían a vivir juntas a mediados de la semana entrante, todas hablaban entusiasmadas. -

¿Cómo te sientes con la mudanza de Dani nena?

Triste por mí, la voy a extrañar horrores, pero feliz por ella – contesto Paula Sonriente a su novia- me acostumbre a su presencia y sabes que la adoro, pero mírala, ¿la habías visto alguna vez así de dichosa? -

Si se ve muy feliz, pero te quedaras solita.

-

Te tengo a ti – le dio un pico.

-

¿te gustaría que viviéramos juntas?... bueno no ahora mismo, es decir…

-

Si – afirmo Paula interrumpiéndola- yo creo Claudia que este puede ser un buen momento para dar ese paso.

-

¿de verdad? – pregunto con emoción.

-

Si pero lo anunciaremos luego ¿va?

-

Bueno, vamos a bailar, porque estoy tan emocionada que se me va a salir decirlo.

Se estaba dejando llevar, el esfuerzo no estaba resultando vano, seguía pensando en Zoe, sintiéndola, pero su recuerdo ya no la torturaba, había logrado por fin una relación sexual con su novia y estaba dispuesta a seguir en ese camino, amando por siempre a un espejismo, pero viviendo. Mientras bailaba, se le vino a la mente que una de las pocas cosas que no hizo con Zoe fue bailar, sintió una inflamación en el pecho, se abrazó con fuerza a Claudia y busco su boca, se aferro a ella con desesperación y ésta le correspondió con la misma fuerza, después de un largo rato se separaron y continuaron moviéndose al ritmo atronador de la música, de repente sus tobillos trastabillaron al recibir un empujón mas fuerte de lo normal, al darse vuelta vio de frente a una chica con cara de angustia. -¡Perdón, perdón, discúlpame por favor, no fue intencional, ¡que torpe soy! – exclamaba evidentemente avergonzada; sin embargo todo alrededor desapareció, fue como irse en segundos a otra dimensión, cuando descubrió detrás de la chica que se deshacía en disculpas, mirándola de frente, a Zoe; a pesar de su incapacidad de moverse, de hablar o reaccionar, esa mirada la envolvió como antaño. - Hola Paula ¿Cómo estas? – Zoe se acercó a besarla en la mejilla haciendo un esfuerzo para actuar con naturalidad. -Zoe, hola, ¿estas trabajando?, lo siento, no debí preguntar… lo siento. - No, no esta de trabajo, estamos de vacaciones- intervino Adriana sonriente. -¿Juntas? ¿De vacaciones juntas? – cuestiono Paula impulsivamente. - si juntas claro, ¿pero ustedes se conocen? Que chiquito es el mundo ¿verdad? -Paula ella es Adriana, Adriana ella es Paula. - Un gusto conocerte.

- Ehhh, ahhh sí, mucho gusto. - Yo soy Claudia, Novia de Paula, mucho gusto. - Que tal – respondió Zoe al saludo al tiempo que pensaba ¿Claudia? Y no se trata de cualquiera, su novia es precisamente Claudia. - El gusto es nuestro, Claudia – señalo Adriana chispeante- Que bien encontrarse con amigas, siempre es más divertido estar en grupo. - Adriana no seas imprudente – Zoe estaba sintiendo que el mundo se abría bajo sus pies, sentía tanta rabia en esos momentos que por primera vez en su vida hubiera sido capaz de golpear a alguien. - ¿imprudente porque?, solo estoy intentando socializar, hacer amigas, quizá un día ellas vayan y nos visiten en Nueva York. - Claro que no eres imprudente, nos encantaría que nos acompañaran, estamos con un grupo de amigas ¿vamos? – manifestó Claudia sin mucha convicción. Pero Adriana reacciono a esta invitación como si se tratara de una súplica, se encaminaron rumbo a donde estaban todas, Paula seguía sin poder articular palabra y Zoe estaba concentrada en evitar la explosión de la bomba que sentía dentro de ella. Una vez que llegaron a la mesa y procedieron a presentar a las recién llegadas como amigas de Paula, todas las recibieron amistosamente, Martha incluso con evidente entusiasmo las invito a sentarse a su lado, pero para Claudia no paso inadvertida la reacción de Daniela al escuchar el nombre de Zoe, la mirada y la sonrisa que le dirigió al saludarla le hizo evidente que sabia de quien se trataba, que Paula le había hablado de esa chica y esas platicas habían sido muy relevantes, la alerta que se encendió en su mente al instante de verlas reconocerse momentos antes acababa de ser sustentada por el gesto que Daniela le hizo a Paula; su rival acababa de adquirir cuerpo y rostro, había dejado de ser un fantasma y la realidad le dimensiono lo peligrosa que era su contrincante, se trataba de una mujer de mundo, bella e interesante, con una seguridad en si misma fuera de lo común porque nada tenia que ver con vanidad; pero lo peor de todo no era el hecho de lo atractiva que fuese, la actitud de Paula la puso a temblar. Zoe se encontró inmersa en el mundo de Paula sin preámbulos y sin saber cómo; una de sus amigas, Daniela, fue muy cálida con ella, el resto se comporto de manera que iba de la cordialidad a la curiosidad, pero fue obvio que para Claudia su presencia no resulto grata en absoluto – ¿será tan evidente para ti que estoy enamorada de tu novia? – analizó mentalmente al observar la mirada inquisitiva y expresión seria con que la observaba esta mujer. Paula sin embargo apenas podía sostenerle la mirada, parecía presa de una timidez agobiante, le recordó tanto a la chica con la que se encontró al pie de la playa, se negó a privarse del placer tan anhelado de llenarse de su imagen. Para paula la reminiscencia fue casi exacta, por lo menos en cuanto a las sensaciones que Zoe le provocaba, su sola presencia era capaz de envolverla de una manera única, que la llenaba de calma, de tranquilidad, de calidez, así se encontrara en medio de esta tormenta, hubiera querido mirarla hasta cansarse, pero Claudia la abrazaba con fuerza haciéndola recordar que su realidad y su vida estaban ahí y que Zoe no estaba ahí por ella, se trató solo de un encuentro casual, ¿Por qué ahora?- se preguntaba, era como si el destino se empeñara en regresarla al abismo. Daniela le había dicho al oído – hoy tú y yo solas, sin novias, sin pretextos- y como iba ella a poner objeciones a eso si lo que mas necesitaba era desahogarse, sacar todo lo que estaba sintiendo en ese momento, los minutos se hacían eternos, pero tan fugaces a la vez y es que necesitaba estar en donde pudiera gritar, estallar, pero también quería seguir respirando el mismo aire que ella, seguir compartiendo el mismo espacio. -

¿Cuánto tiempo estarán en México? – pregunto Aura.

-

Todavía no definimos el regreso, quizá unas dos semanas más o menos. – contesto Adriana.

-

¿Y tienen planes para mañana?

-

No, ideas de hacer algo si, pero de fijo nada- respondió nuevamente Adriana.

-

Ah pues nosotras nos vamos de fin a una casa en valle de Bravo y nos encantaría que nos acompañaran.

-

Hay claro que si - acepto de inmediato Adriana- ¿ustedes nos indican como llegar?

-

Pasa alguien de nosotras por ustedes – indico Leticia.

Nosotras vamos por ustedes – se ofreció Daniela- Irene y yo pasamos por ustedes a eso de las once de la mañana, en donde se están quedando- pregunto directamente a Zoe. -

En el hotel Imperial, esta sobre reforma.

-

Lo conozco – señalo Irene- entonces mañana estaremos ahí, va estar padrísimo este festejo – añadió.

-

¿Que festejan? – cuestiono Zoe, mas por interactuar que por verdadero interés.

-

Nosotras nos casamos en una semana- respondió Leticia señalando con la mano a Aura y a si misma.

-

Y nosotras decidimos vivir juntas, nos mudamos la próxima semana a nuestro depa. –puntualizo Irene.

¡Y que Paula y yo también viviremos juntas! – exclamo Claudia levantando su bebida y sonriéndole de manera extraña a Zoe, ésta sintió una punzada en el pecho a la vez que algo en su interior se desplomaba. -

¡Hey! Eso es nuevo, ¿cuando pensaban decírnoslo? – grito Martha.

-

Lo decidimos hace muy poco.

-

Pues nos crecieron los motivos para festejar – dijo alegremente Aura.

Paula no pudo pronunciar palabra, al escuchar a Zoe decir –felicidades para todas- sintió una profunda tristeza, en su voz percibió algo extraño y de pronto sintió como si le estuviera siendo infiel, desleal, como si la estuviera decepcionando. Con Irene no hubo problema alguno cuando Daniela informo que esa noche quería estar a solas con su hermanita, pero a Claudia no le agrado nada la idea. -

No entiendo porque les estorbo Dani, también soy tú amiga.

-

Paula no es mi amiga, es mi hermana, mi familia y esta es la última noche que pasaremos juntas.

-

Te mudas a media semana…

Pues si, pero entre semana no tendremos tiempo de despedirnos como se debe, que posesiva eres Claudia, ni que te la fuera a robar. Esta mini discusión se extendió hasta que estuvieron en la entrada de su casa, luego a Claudia no le quedo de otra que aceptar que esta batalla la tenia perdida, pero no la guerra; Sabía que Daniela quería estar solas con Paula para hablar de esa mujer, se le retorcía el estomago al notar las ansias de ambas por quedarse a solas y darle rienda suelta

a esto, si por Dani fuera Paula nunca hubiera regresado con ella, nunca se lo dijo abiertamente pero era algo que se sentía, le pasaron por la cabeza mil cosas, todas y cada una de ellas le atormentaban; finalmente se dijo que hoy sería la ultima noche que estarían separadas, después de hoy no se separaría un milímetro de Paula mientras esa amenaza estuviera cerca. La mirada de Daniela entre divertida y curiosa cuando por fin estuvieron a solas le provocaba mas confusión, aunque hacia unos momentos sentía la necesidad imperiosa de explotar, ahora mismo no sabía que decir y es que su mente era un completo caos y no encontraba la manera de ponerle orden. -

MyLove, habla ya por Dios…

-

Es que de plano no sé que decir Dani, estoy en completo shock.

-

¿pero como te sientes?

Feliz por que jamás pensé volver a verla, furiosa porque la vi cuando creía que finalmente estaba encontrando un poco de paz, apenada porque ahora esta enterada de que regrese con Claudia y no puedo evitar sentir que con eso la estoy decepcionando y furiosa porque no está sola. -

¿y?

-

¿y?

-

¿enamorada?

-

… uhhhh

-

¿Mylove?

-

¡hay Dany! Dime porque, porque carajos el destino se empeña en joderme así la vida.

-

¿el destino?... naaaaa, el destino nada, la chava te vino a buscar.

-

¿Con compañía? Como crees, este encuentro fue casualidad.

¡Ajaaaa! Si como no, y como en esta ciudad es taaaaaan fácil encontrarse por casualidad. No nena, la chava te vino a buscar. No, ella tiene todos mis datos, dirección, teléfono, no tenia problema alguno para encontrarme si me hubiera querido buscar, además ésta con esa chica. Hay nena en serio que eres muy lenta, mira, desde que me hablaste de ella siempre sentí que ahí había algo y ahora estoy completamente segura de que eres total y completamente correspondida, está enamorada de ti Mylove y en cuanto a la chava, a mí no me pareció que estén en plan de pareja. Creo que no eres objetiva, nunca estuviste de acuerdo en que retomara una relación con Claudia y quizá eso nubla tu juicio. “namas” porqué eres tú no me ofendo ni me enojo por lo que acabas de decir amigui. Mira Pau, yo no tengo nada en contra de Claudia, ya no, estoy segura de que verdaderamente te ama, pero sé también que tú ya no sientes lo mismo y yo quiero que seas feliz y con Claudia no lo serás porque el amor no se puede forzar.

-

Al amor le gusta llevarme la contra, o yo le llevo la contra al amor, porque cuando amo no me aman.

-

Zoe si te ama.

-

Dani ¿Por qué lo aseguras con tanta firmeza?, no la conoces…

-

La forma en que te mira.

-

Esa mirada… -suspiro- me miró así desde el primer momento.

-

Se enamoro de ti a primera vista.

-

Que necia eres – aseveró riendo.

La necia eres tú, en serio Mylove tienes la oportunidad de enfrentar tus sentimientos y los de ella, haz algo, no te quedes con la duda. Es que no tengo dudas, estoy completamente segura de que estoy enamorada de Zoe y también tengo la convicción de que ella no. -

Te equivocas, solo espero que te decidas a hacer algo, por lo menos por la certeza de lo que sientes tú.

-

No viene sola.

-

¿y eso que?

No muy lejos del departamento de Paula, se encontraba Zoe dando vueltas en la cama; una vez se encontró a solas con Adriana se negó a pronunciar palabra, ensimismada en sus propios pensamientos apenas y escucho las especulaciones de su amiga; al llegar al hotel ésta comprendió que era mejor dejarla sola y cada una partió a su habitación; estaba agotada, sin embargo su mente seguía dándole vueltas a lo vivido esta noche, a las sensaciones experimentadas, la mezcla de sentimientos, el dolor punzante derivado de los celos infernales que experimento por primera vez en su vida, la necesidad imperiosa de mirarla a pesar de que la besaban otros labios, la acariciaban otras manos y estaba entre otros brazos, la rabia casi incontrolable que la sacudió toda la noche. Lo lógico sería marcharse una vez encontradas las respuestas que fue a buscar, pero ahora era incapaz de ser lógica, la gobernaban sus instintos, se estaba dejando llevar por un impulso irrefrenable de experimentar más dolor, si ese era el precio por pasar un par de días más a su lado estaba dispuesta a pagarlo, era poco en realidad por una despedida digna y ridículo en comparación al que le acompañaría luego del adiós definitivo. Una tenue luz se reflejo por la ventana, decidió darse un baño largo olvidándose de su conciencia ecológica, permitiéndose un pequeño placer. Apenas se estaba envolviendo en la bata cuando escucho que tocaban a su puerta, se sacudió el cabello y abrió. -

Ni siquiera preguntaste quien era… que tal si era un asesino serial jefa.

-

Sabía que eras tú; aunque no hay mucha diferencia.

-

¿Estás furiosa conmigo boss?- inquirió Adriana entornando los ojos.

Menos que ayer – le dirigió una media sonrisa- en realidad mi enojo es conmigo porque la masoquista soy yo, quería quedarme, quiero ir hoy con ellas, quiero seguir sufriendo.

-

Sufres porque quieres jefa.

-

¿Porque quiero?

-

Si claro, estoy segura que si le dices lo que sientes…

Adri, acaso estuvimos ayer en lugares diferentes, Paula tiene pareja… y no cualquier pareja, esa es la mujer de la que ha estado enamorada siempre, esta feliz. ¿Lo dices en serio Zoe?, ¿de verdad la viste feliz?, yo vi a una chica en completo descontrol en cuanto te vio, se la paso turbada toda la noche, sin atreverse a mirarte a los ojos, fría con su novia –puntualizo esta ultima palabra haciendo comillas en el aire con los dedos- quién a propósito se empeño en demostrarte toda la noche que su relación es la mar de maravillosa y si hubiera podido te habría desaparecido con la mirada; esa mujer tiene muy claro que eres su rival. -

Será mejor que bajemos a desayunar, no tardan en venir por nosotras…

-

Jefa no te hagas esto, no la dejes ir tan fácil.

-

Nunca ha sido mía, nunca ha estado conmigo, no puedo retener lo que no tengo.

-

Por lo menos dile lo que sientes, a eso viniste.

Vine a verla, a intentar darle una oportunidad a lo que siento, pero también vine decidida a no desestabilizarla, a no hacerla sufrir. -

Dale con lo mismo… mira mejor vamos a desayunar, Zoe Elise NECIA Lever.

Paula tampoco pudo dormir, paso la noche entera pensando en Zoe. A diferencia de otras ocasiones sus pensamientos ahora no tenían coherencia, no remembro como tantas otras veces lo vivido, ni siquiera repasó lo que sucedió apenas hacia unas horas, simplemente pensaba en ella, en la sensación que la invadía siempre ante su presencia, en la caricia que significaba su mirada, la calidez con que la envolvía, pero sobre todo en el deseo de volver a sentirla, tocarla, besarla, no quiso pensar en lo imposible que era saciarlo, permitiéndose sentir. Claudia llego temprano por ella, tanto que la encontró todavía organizando todo para la salida y a punto de bañarse, no fue fácil evadir los intentos de seducción de su novia; haciendo acopio de toda la delicadeza de que era capaz rechazó el intento de intimidad, volvía a sentirse incapaz de una entrega sexual. Resignada, Claudia se ofreció a preparar desayuno para las cuatro, Irene estaba por llegar. Con el paso de las horas la ansiedad se apodero de ella ante la cercanía de Zoe, la noche anterior no hubo oportunidad de prácticamente nada, apenas y cruzaron unas palabras y sentía la enorme necesidad de robarle a la vida unos momentos a solas con ella, sabia que no sería nada fácil que Claudia lo permitiera, se estaba comportando de manera posesiva, no menciono nada en particular pero su actitud indicaba que notaba o intuía lo que estaba sucediéndole, el semblante de su novia revelaba tensión a pesar de sus intentos de disimularlo. Desde que llego por ella y durante todo el trayecto hacia Valle de Bravo la llenó de atenciones, estaba mas cariñosa que nunca, eso la hacia sentirse muy culpable y es que la simulación no era su fuerte y desde la aparición de Zoe su cambio fue evidente, no podía evitar el sentimiento y las sensaciones que la llenaron, le sorprendía que Claudia no cuestionara su actitud hasta que cayo en cuenta de que cuando amas y sientes que no eres correspondida le temes a las respuestas y eso la hizo sentirse todavía peor.

Cuando llegaron a la casa de campo ya se encontraban ahí Martha, Aura y Leti que estaban ya completamente instaladas y ellas procedieron a hacer lo mismo, luego fueron todas a sentarse en la terraza. -

Supongo que no habrá problema alguno en que Zoe y Adriana compartan habitación ¿no? – puntualizo Aura.

En todo caso yo no tengo objeciones en compartir, mi cama, mi vida y mis quincenas con esa chulada – añadió Martha. ¿Con cual de las dos? – mas que a cuestionamiento la entonación de Paula resultaba amenazadora, todas se volvieron hacia ella con sorpresa y desconcierto en sus miradas, entonces sonrió y agregó intentando suavizar el efecto de su impulso- curiosidad la mía. -

Adriana obvio.

-

Y porque obvio, Zoe esta ¡impresionante! – Exclamo Leti.

-

¡Epale! Oye que estoy aquí mi amorcito- dijo Aura divertida.

-

Pero si tú también lo dijiste cariño.

Pues sí, tienen razón, la chava esta buenísima, pero no es mi tipo, demasiado niño-niña, la chaparrita cuerpo de uva es más mi ideal. -

Pero si la chava exuda vibras bugas Martha.

Mmm creo que tienes razón Aura, entonces retiro lo de compartir mi vida y mis quincenas, pero lo de la cama sigue en pie. -

Pues a mí me dio la impresión de que entre ellas hay algo – añadió Claudia.

Mmmm, pues a mí no me lo parece, ¿Dónde y cómo las conociste Pau, no nos dijiste que hubieses estado en EU? En ese momento cayo en cuenta de que no le había pasado por la cabeza que le hicieran esa pregunta, todas las miradas sobre ella, incluyendo la de Claudia, indicaban que de verdad estaban muy interesadas en su respuesta; mentir no se le daba, inventar tampoco, así que decidió decir la verdad. Conocí a Zoe a través de mi tía, durante mi viaje pase varios meses con ella, a Adriana me la presentaron anoche – Claro la verdad sin muchos detalles, pero sus amigas no se conformaron con esa escueta repuesta. O sea, pasaste unos meses con ella ¿como? – sondeó Martha, Aura abrió los ojos como platos, Claudia lanzo una mirada reprobadora a Martha y Leti removiéndose en su silla como preparándose a escuchar un jugoso chisme añadió. -

¿Es decir amigui que tuviste un affaire con Shane?

-

¿con quien?

-

¡hay por favor no sabes quién es Shane!, nena eso es imperdonable.

-

No… no sé quién es Shane…- murmuro Paula desconcertada pero sobre todo abrumada.

-

Bueno eso no importa ahorita, volvamos a lo relevante, ¿tuviste algo con Zoe?

A… algo, ¿algo como qué? – todas a excepción de Claudia la miraban expectantes y compendio que no se zafaría de esto- bueno ella fue muy especial para mi en momentos difíciles, me ayudo mucho, es una mujer extraordinaria de la que aprendí muchísimo, y… -

¿y?

-

Y aquí esta su novia que no quiere escuchar nada mas al respecto, Martha, Leti, déjenlo ya.

-

Híjole que celosa resultaste Claudia – afirmo Leticia.

-

Si, celosa, posesiva, intensa…

Ahí vienen las chicas por fin, veo que se instalen y luego vemos lo de hacer el súper – concluyo Aura con el tema afortunadamente para Paula. Paula hizo el intento de seguir a las demás que se acercaban ya a las recién llegadas pero Claudia se lo impidió, rodeándole por la cintura la atrajo para si besándola, ella correspondió el beso de inicio casi por inercia pero en su mente se encendió la idea de que estaba siendo observada por Zoe y se separo con cierta brusquedad; en ese instante a Claudia estuvo a punto de escapársele la rabia contenida, pero al final haciendo un gran esfuerzo la reprimió de nuevo, Paula sin mirarle le dijo que seria mejor que alcanzaran a las chicas. Lo único que vio Zoe de esta escena fue el principio, incapaz de soportarlo otra vez, volcó toda su atención en Aura que les indicaba el camino hacia en interior de la casa a fin de señalarles sus habitaciones, igual que la anoche anterior dejo que Adriana hablara por ambas, ella apenas abrió la boca, una vez dejaron su equipaje se volvieron a un espacio amplio que hacia las funciones de estancia en el que se encontraban todas incluyendo a Paula un tanto apartada del resto con Daniela; observo que Irene intentaba por todos los medios atraer la atención de Claudia quien miraba de soslayo a las dos primeras, quizá en otro momento Zoe hubiese sido capaz de comprender el significado de esta escena pero ahora su entendimiento estaba cerrado y solo sintió la tensión en el ambiente –o quizá la única tensa sea yo- pensó. Las primeras horas de la tarde transcurrieron entre un paseo por el centro de la población y compra de vivieres, durante estas las oportunidades de acercamiento entre Paula y Zoe fueron nulas, ésta última estaba tan ensimismada en observar a la primera que apenas fue consciente de que Adriana se comportaba extrañamente, su manera de tomarla de la mano, de mirarla, sus sonrisas, a pesar de estar al pendiente de cada movimiento de Paula tampoco reparo en la evidente expresión de disgusto mal disimulado que se dibujaba en su rostro; no fue hasta que estuvieron en la casa sentadas todas en el jardín, que le fue imposible no tomar en cuenta el tono casi seductor con que Adriana le pregunto si quería otra cerveza. Cuando esta regreso con la botella y después de dársela se sentó a sus pies recargándose en sus piernas, no le quedó otra que regresar a la realidad, se inclinó hasta quedar muy cerca de su oído. ¿Qué se supone que estás haciendo? – Adriana echo la cabeza hacia atrás con coquetería, pegando los labios a su lóbulo. -

Lo que se supone que vinimos a hacer. Shhhht – y besándola en el mentón volvió de nuevo su atención al resto.

Para Paula la tarde fue totalmente diferente, con las emociones a flor de piel, sentía que iba a estallar en cualquier momento, Claudia empezaba a asfixiarla, era evidente que su novia presentía que algo le pasaba con Zoe, y a parte del hastío su sentimiento de culpa se incrementaba; aunque en principio no le dio esa impresión ahora parecía que en efecto la relación entre Zoe y Adriana no era de simple amistad, la chica revoloteaba alrededor de

Zoe; sintió encenderse una llama en sus entrañas cuando juguetonamente le paso los dedos entre los cabellos, paso a llamarada después de un sinfín de caricias perdidas aquí y allá sobre esa piel que estúpidamente sentía suya, pero ahora al verlas hablándose al oído, todo su interior era un incendio, la furia rabiosa la impulsó a ponerse de pie y salió hacia los jardines, cuando Claudia hizo ademan de seguirla sin mucho tacto le espeto que la dejara respirar. ¡Caramba Claudia, me ahogas, dame un respiro¡ déjame un rato a solas ¿Es mucho pedir?– y con el fuego interior haciendo cenizas cualquier sentimiento de culpa se internó al fondo en la zona boscosa. Para el resto del grupo fue imposible no notar ciertas cosas después de las horas juntas, quizá por eso omitieron comentarios al respecto de la intempestiva partida de Paula y no preguntaron nada cuando Claudia evidentemente descompuesta regreso, continuaron con una plática trivial. Vamos un momento a nuestra habitación y volvemos – les indico Zoe, tomando a Adriana de la mano; la mayoría asintió. Después de dirigirse miradas disimuladas; Martha, Leticia y Aura, se esforzaron por seguir con una conversación; Claudia permanecía apesadumbrada y ausente, Daniela que era la única que sabía qué estaba ocurriendo, estaba silenciosa y pensativa. -¿Adriana que te propones? - ¡Por Dios Boss!, Eres capaz de entender y arreglar la vida del mundo entero pero cuando se trata de ti no tienes ni idea, en lugar de estar perdiendo el tiempo aquí conmigo, deberías de ir a buscarla, es evidente que logré mi propósito y Paula está furiosa y muerta de celos. - ¿De eso se trataba?¿De provocar celos?, Adriana eso es tan infantil…. - ¡Hay Zoe! Tienes que entender que no todo se puede racionalizar, sobre todo los sentimientos, por favor ve a buscarla, esta es la oportunidad perfecta para que aclaren las cosas. Sal por la puerta de la cocina, yo me quedare aquí un rato para darles tiempo. Sentada en un tronco frente al lago Paula hacia esfuerzos por tranquilizarse, nunca antes se había sentido así, en el pasado, cuando vio a Claudia con otras mujeres la hacía sentirse insignificante, pequeñita, le dolía, pero nada comparado con lo que estaba sintiendo ahora, el dolor punzante en el pecho provocado por la certeza de que ella nunca volvería a acariciar esa piel, su boca nunca sentiría de nuevo el placer de esos labios. El dolor se intensificaba al recordar la naturalidad de las caricias de Adriana, la pasividad con que las recibía Zoe, la interacción entre ellas fluía con simplicidad, nada tenía que ver con un contrato de servicios, lo que sea que hubiera entre ellas era real y eso era lo que más la atormentaba, nunca pensó que pudiera experimentar más sufrimiento que el que la llevo a conocer a esta mujer y ahora mismo su dolor es tan profundo que le parece que esta vez será irreparable, porque hoy por fin cayo en cuenta de que se enamoró de verdad, con toda la intensidad con que una mujer puede amar y ante la imposibilidad de su amor el dolor es infinito. La voz ronca y dulce al mismo tiempo que antaño solía tener un efecto tranquilizante ahora la inquieta. Paula… ¿Está todo bien? – contiene la respiración y limpia las lágrimas con rapidez, su cerebro trabaja a mil revoluciones, lo que menos desea es poner a Zoe en un predicamento, que culpa tiene de que cometiera la estupidez de enamorarse de ella.Lo siento…- dice volviéndose, la mirada de Zoe sigue cubriéndola como una caricia y le da fuerzas- es solo que me siento un poco mal. -

¿puedo preguntar porque?

Es por ti…- soltó sin analizar, de inmediato rectifico- es decir, me siento como si te hubiera fallado de alguna manera al volver con Claudia – esto no era después de todo mentira, ya que desde que volvió con Claudia lo pensó. -

¿Por qué sientes eso?

Después de todo lo que paso entre nosotras… es decir Claudia y yo, todo lo que hable contigo… siento que estarás decepcionada de mi – eso tampoco está alejado de la verdad, de algún modo así se siente. Zoe siente cómo algo le recorre de la cabeza a los pies para luego abandonar su cuerpo y ser llenado por una profunda tristeza, a eso vino después de todo y ahora podrá cerrar el círculo e irse además con la sensación de que pudo ayudar a Paula. No has fallado, ni a mí, ni a ti, alguna vez te dije que cuando volvieras a tu vida encontrarías las respuestas que te faltaban y las encontraste, eres una mujer maravillosa Paula, entera, integra, inteligente y sensible, si Claudia forma parte de tu vida nuevamente es porque con certeza la consideraste merecedora de ti. El amor verdadero – tuvo que hacer acopio de un enorme autocontrol para reprimir su deseo de acariciarla- es capaz de perdonar… y también de renunciar en pro de la felicidad de quien amamos – añadió sin que esto viniera mucho a cuenta- Te aseguro que estoy contenta de saberte plena y feliz. Me parece que deberías regresar con tu chica, lucía un tanto abatida. -

Si, tienes razón, estuve muy grosera con ella.

Son las cinco de la mañana, Zoe corre concentrándose en cada movimiento muscular, en su respiración irregular, en la atmosfera matinal, en todo aquello que le ayude a olvidarse de sí misma, de los mil pedazos en que se convirtió su interior; no tiene fuerzas para recuperar los trozos e intentar recomponerlos, son demasiados, las que le quedan apenas le alcanzaron para decidir marcharse en cuanto sea posible porque está a punto de desmoronarse y necesita correr a su refugio para hacerlo. En cuanto regrese a la habitación despertara a Adriana y le informara que se van. Está a unos pasos de la entrada principal cuando es interceptada por una voz que la llama con cierta agudeza. -

Zoe – al volverse se encuentra con la mirada oscura y fría de Claudia.

-

Dime.

-

Me gustaría que habláramos.

-

Si, también a mí – responde con firmeza dirigiendo sus pasos hacia ella.

Caminan un trecho en silencio, una vez alejadas lo suficiente, Claudia se vuelve hasta quedar frente a ella, sus ojos están llenos de desafío. Voy a ir directa al grano – suelta Claudia un tanto temblorosa, aunque con firmeza- no sé quién eres ni lo que haya pasado entre tú y mi mujer, pero no estoy dispuesta a que desestabilices nuestra relación. La he luchado y sufrido mucho. Tienes razón, te llevo ventaja en eso, aunque es la única ventaja que tengo sobre ti - responde Zoe con una sonrisa triste- yo sé quién eres y lo que hay entre Paula y tú. No - se adelanta interrumpiendo una protesta de la otrano lo digo como una afrenta, es una realidad, y no he venido a desestabilizarla, he venido… en realidad eso ya no importa, está contigo; llego a mí porque te amaba y yo no la puedo tener porque aun te ama… No hay nada en el mundo que yo no haría porque ella…- calla al sentir como se rompe su voz- …tu mujer sea feliz – suspira profundo y

sonríe por segunda vez con nostalgia y anhelo- ella no tiene conciencia de lo maravillosa que es, de lo que representa y trasmite, es luz, inocencia, bondad, pureza… Hazla feliz, por favor. Se dio vuelta apresurando el paso hacia la casa, dejando a Claudia atónita y sin palabras; era ya superior a sus fuerzas, estaba a punto de estallar en llanto y no podía permitírselo. Le proporciono un poco de alivio encontrarse con Adriana ya bañada y terminando de arreglarse. -

Nos vamos -le informo.

-

¡No! Zoe… ¿Por qué?

Por favor Adri, el propósito de esta visita se cumplió, no me hagas decir más, necesito irme. – La expresión de Zoe expresaba determinación, Adriana comprendió que sería inútil contradecirla. -

Bien boss, yo me encargare.

Gracias, me doy una ducha rápida y nos marchamos lo más pronto que se pueda… sé que no estás aquí por trabajo, pero podrías hacerme una reserva en el primer vuelo hacia Huatulco. -

Claro Zoe – dijo abrazándola.

Daniela que prácticamente no durmió porque por la noche no hubo oportunidad de hablar con Paula, en cuanto vio a Claudia salir de la habitación fue en busca de su amiga y la encontró con la mirada hundida y más triste que nunca. -

Mylove – susurró- ¿qué pasa nena?, pensé que habías tenido oportunidad de hablar con ella.

-

Si hablamos Dani… estaba tan furiosa, tan dolida y tan avergonzada de mí.

-

¿Por qué?

Por tantas cosas, ayer morí de los celos y la rabia, ver a Zoe con una mujer, presenciar como es tocada y acariciada, verla en una relación verdadera, sentí que me ahogaba, la realidad se me vino encima, la amo Dani, la amo con locura, con desesperación, sobre todo con desesperación ante la impotencia, porque ayer confirme que para ella solo soy un caso. Yo no lo creo, es que todas nos dimos cuenta, mylove, no te quito los ojos de encima y la forma en que te mira, está claro que te ama. – Paula suspiro. No, no Dani, es fácil confundirse, esa mirada de Zoe es tan natural en ella, me miro así desde el primer momento. -

Porque te amo desde entonces, te lo he dicho antes.

-

Anoche no me quedo duda al respecto, y no.

-

¿Por qué estás tan segura de eso?

Cuando nos encontramos yo estaba… mal, y evidentemente no iba a decirle el motivo real, así que le dije lo primero que se me ocurrió, le hable de Claudia, le dije que sentía que le falle al volver con ella y su respuesta me dejo claro que tiene los mejores deseos para mí, que le importo como persona, pero en definitiva no como mujer. -

Hay mylove que bruta eres, creo que el problema de ustedes es en definitiva de comunicación.

-

No creo que haya nadie en este mundo con quien me haya abierto tanto, que sepa tanto de mí.

Pero no se han dicho lo esencial, te queda todo este día Paula, no dejes que te gane el miedo al rechazo o la culpa por lo que esto pueda significar para Claudia. -

No podría con eso, con ninguno de los dos – dijo soltando el llanto contenido.

-

¿y podrías vivir con la duda de lo que pudo ser mylove?

Adriana se presentó en el comedor en donde encontró a Martha, Leticia y Aura tomando café, les explicó que tendrían que marcharse, pretexto una llamada de emergencia desde Nueva York que reclamaba la presencia de Zoe de inmediato, estas se ofrecieron a llevarlas hasta México. No hay necesidad, desde el aeropuerto de Toluca nos enviaran un Taxi, les agradecemos infinitamente todas sus atenciones y espero que en algún momento podamos corresponder recibiéndolas en Nueva York. -

No tienes nada que agradecer, ha sido un placer conocerlas y esperamos seguir en contacto – manifestó Aura. En cuanto Adriana regreso a la habitación Martha salió en busca de Claudia.

-

¿Dónde has estado mujer?

-

Caminando, necesitaba aire fresco.

-

¿Cómo estás?

-

Sabes que no estoy bien, todas lo saben, ayer fue bastante evidente lo que pasa.

-

Si, lo fue.

-

Que opinan, ¿qué es justicia divina, que lo merezco?

Claudia, deja de auto flagelarte – espeto Martha chasqueando la lengua- nadie ha emitido una opinión, además tu rival está a punto de irse. -

¿Qué? ¿se va ahora mismo?

Sí; acaba de decírnoslo Adriana. Pero volvamos a ti, amiga sé que no te gusta que intervengan en tu vida, pero es demasiado lo que te estás jugando, lo que ambas, Paula y tú se están jugando, no puedes seguir dándole la vuelta, tienes que hablarlo con ella. -

Tienes razón, no me gusta que intervengan en mi vida.

Pues lo lamento, pero esta vez no me puedo quedar callada, porque no solo se trata de ti, esta Paula de por medio. -

Tampoco tienes derecho a intervenir en su vida.

La quiero Claudia… La ame casi desde que la conocí – le soltó Martha con voz temblorosa, pero determinación en su mirada. -

¡¿Cómo?!... Martha…

-

Eso no es lo que importa ahora Claudia.

-

Claro que es importante, ¿Por qué no lo dijiste?

¿para qué?, desde un principio para Paula fui solo una amiga, como te dije mis sentimientos no importan ahora, salvo para darme el valor de enfrentarte Claudia, es necesario que hables con ella, que aclaren las cosas. -

¡no quiero perderla!

No se puede perder lo que es verdaderamente nuestro, ni tampoco lo que no se tiene, a la larga no vas a poder vivir con eso Claudia, ni ella, su vida puede convertirse en un infierno. -

¿de verdad crees que Paula está enamorada de esta mujer?

No lo sé, pero es evidente que algo muy fuerte las une, es tan intenso que sin palabras ni acciones nos dimos cuenta todas. Claudia, tienes que hablarlo con ella, salir de dudas y quizá dejarla ir, porque de una cosa si estoy segura y eso es de que esa mujer la ama tanto como nosotras. -

No puedo, moriría sin ella, no lo entiendes.

-

Lo entiendo, créeme.

Paula prolongo lo más posible el baño en un intento fallido de que el agua de la regadera se llevara por la coladera todas sus emociones, se vistió con parsimonia, no se sentía preparada para enfrentarse a Zoe ni a Claudia, en cuanto se despidió de Zoe decidió refugiarse en su habitación y cuando Claudia llego fingió dormir profundamente, su propio dolor era todavía más fuerte que la culpa en ese momento, pero ahora ésta empezaba a reclamar espacio en el cumulo de sentimientos que la agobiaban; intentó infructuosamente cubrir las huellas de la noche de insomnio y lágrimas y llenó de aire sus pulmones antes de salir. Cuando llegó a la estancia estaban todas de pie, Daniela la miro de una manera extraña. Paula, te esperábamos, nos estamos despidiendo – aunque la voz de Zoe era cálida, sintió como si la golpeara en el estómago. -

¿despedirse? ¿se van?...

Si, se ha presentado una emergencia y tenemos que marcharnos, lamento muchísimo partir de esta manera tan intempestiva y me disculpo por ello; me ha gustado muchísimo verte – le sonrió y le dio un abrazo breve- cuídate mucho, de verdad ha sido maravilloso volver a verte…. Fue un placer conocerlas a todas – dijo finalmente dirigiéndose a la salida. -

¿se van ya, ahorita?

Si, nos espera un taxi, solo estábamos esperando por ti… para despedirnos; Bueno de nuevo Muchísimas gracias por su hospitalidad, Adriana… - añadió volviéndose a ésta apremiándola para salir. Me gustó mucho conocerte Paula – Adriana se acercó y la abrazo con fuerza y acercándose a su oído en un levísimo susurro le dijo –Ella como siempre ésta pensando en lo que cree es mejor para ti, este es mi número telefónico por si tienes alguna duda –le dio un apretón de manos colocándole un papelito– muchas gracias a todas de nuevo.

Todas salieron con ellas, pero Paula se sentía paralizada, era como si hubiese abandonado su cuerpo, como si fuera un espectador ajeno observando a una desconocida, Zoe se estaba yendo para siempre, no volvería a verla nunca, apenas fue consiente de los brazos de Claudia rodeándola por la espalda, cuando escucho el sonido de motor encendiéndose regreso de golpe a su cuerpo y con esto el dolor, las piernas débiles apenas la sostenían, Claudia la apretó con fuerza - ¡no puedes dejarla ir! ¡No!- gritaba su subconsciente, pero su cuerpo y su mente no obedecían a este grito, cuando sus amigas regresaron, con voz apenas audible pregunto. -

¿Se ha ido?

-

Si mylove– murmuro Daniela con una mezcla de tristeza y reproche en su voz.

Se soltó del abrazo de Claudia y miro el papel que tenía en la mano, todas la miraban expectantes, entendiendo sin comprender del todo, Daniela se acercó y la abrazó con fuerza y Paula se acurruco en sus brazos y empezó a llorar, todas excepto Claudia salieron de la estancia, unos instantes después también se fue. Todo aparentaba normalidad, una llegada a su refugio como cualquier otra, un atardecer caluroso y húmedo, el cielo de tonalidades rojizas, el aroma fresco de la vegetación, la sonrisa cálida de Pedro y su abrazo fuerte, todo estaba ahí, menos la alegría que experimentaba en cada arribo. Fraccionada, rota, irremediablemente destrozada, atrofiada sin remedio; se despidió de Pedro. Todo el lugar -su lugar- le recordaba a Paula, ese espacio que siempre le proporciono descanso y relajación ahora le intensificaba su dolor, sin embargo ahora lo sentía más suyo, más querido que nunca, saco de la nevera una cerveza y se dirigió hacia la playa, en el sitio exacto donde solía sentarse con Paula a observar la puesta de sol se derrumbó abandonándose en su sufrimiento y en un llanto silencioso. Paula está encerrada en un mundo aparte en el que solo tiene cabida Daniela, sumida en su tristeza; su amiga insiste en que no todo está perdido; Paula abre la mano que tiene en un puño y contempla con aflicción el papel demasiado arrugado y humedecido que descansa en su palma. -

¿Qué es eso? – cuestiona Daniela

-

El teléfono de Adriana, me lo dio mientras se despedía… y me dijo…

-

¿Qué?

-

Fue extraño porque lo hizo como si fuera un secreto.

-

¿Qué te dijo?

-

Que era algo así como que era por mi bien.

-

¿Adriana te dio su número telefónico por tu bien?

No… creo que se refería… - un recuerdo lejano acudió a su mente, una voz cantarina a través de la línea telefónica, diciéndole eso mismo- creo que se refería a Zoe, pero no tiene mucho sentido ¿no? -

Mylove yo creo que si lo tiene…- el argumento de Daniela fue interrumpido por Claudia.

-

Dani, necesito hablar con Paula… por favor – agregó casi en una súplica ante la mirada de oposición de Daniela.

-

Okey – se puso de pie y se marchó.

-

¿estas más tranquila? – inquirió Claudia sentándose junto a ella con cautela.

-

Lo siento tanto… lamento de verdad mi comportamiento contigo… - Claudia negaba con la cabeza.

-

No mi amor, yo lo siento…

-

No Claudia…

Déjame hablar ahora que tengo el valor de hacerlo, esto es muy difícil para mí; te amo tanto Paula que me aferre a la idea de que podía recuperarte, de que me amaras como antes… no me interrumpas por favor, desde que volvimos sentí que había algo más, la sensación se intensifico con el paso de los meses y tuve la certeza de que había alguien que tenía tu amor, pero aun así me empeñe en recuperarte, yo era quien estaba a tu lado me decía, estabas conmigo, pero entonces llegó ella y te vi resplandecer en su presencia, cada poro de tu piel irradiaba amor, me llené de terror ante la idea de perderte, decidí que no permitiría que nada te arrebatara de mi lado, seguí firme en esa decisión a pesar de que te vi padecer de celos, a pesar de tu sufrimiento de estas últimas horas, a pesar de verte desfallecer ante su partida. -

Claudia yo…

Pero no puedo verte así, tu dolor multiplica el mío, te amo tanto Paula, tanto como tú la amas, tanto que estoy dispuesta a renunciar a ti, como ella. -

¿Cómo ella?

Esta mañana la enfrente, dispuesta a todo la encaré, quise hacerle saber que pelearía por ti con uñas y dientes, pero ella dijo que no tenía que preocuparme, “era yo quien tenía tú amor” me aseguró y yo me aferre a creerlo y ella solo deseaba que fueras feliz. Te ama Paula…. me dijo que llegaste a ella por tu amor por mí y que por tu amor por mí no podía tenerte. -

Claudia, yo lo siento tanto.

-

Vete, Irene y Daniela deben estar esperándote para llevarte, quizás la alcances – se abrazaron con fuerza.

-

Gracias Claudia.

-

Quiero que seas feliz… anda vete ya.

La vio partir corriendo, feliz, y dolía que esa felicidad no fuera por ella, pero lo que más dolía era saber que fue ella quien le entrego un amor que fue suyo a otra persona. Fuera Paula se encontró con el resto de sus amigas, Aura le entrego su bolso y su celular. -

Dentro va tu cepillo de dientes.

-

Las quiero a todas.

-

Anda sube ya – la apuro Martha.

Casi volaron hasta el aeropuerto de Toluca, una vez ahí Paula y Daniela bajaron y corrieron al interior de partidas, las pantallas no les daban un indicio de hacia donde habrían partido, no había ni un vuelo que indicara a Nueva York como destino y Paula empezó a ser presa de desesperación.

-

Oye mylove ¿tienes el papel con el teléfono de Adriana?

-

Eh… hay no por favor no, ¡que estúpida! No supe que hice con él.

-

Calma, búscalo en los bolsillos del pantalón, yo llamare a Aura para que lo busque por la casa.

-

Paula… ¿qué haces aquí? – cuando se volvió y descubrió a Adriana frente a ella y le volvió el alma al cuerpo.

-

Adriana, ¡gracias Dios!, ¿dónde está Zoe?

-

Su vuelo despego ya…. ¿Tienes alguna duda? – inquirió Adriana sonriente.

-

Solo una… ¿A dónde tengo que volar?

Salvo la refrescante brisa marina, su cepillo de dientes como único equipaje y Pedro esperándola, todo es tan diferente esta vez, el cielo esta estrellado y no recuerda haberse sentido tan plena y feliz nunca en su vida, el recorrido hasta Mazunte le parece eterno, cuando Pedro la deja frente a la pequeña cabaña toda ella tiembla de pies a cabeza, de nervios, ansiedad, emoción, deseo, felicidad; introduce la llave para abrir la puerta con sigilo, suspira antes de entrar, todo está cual lo recuerda, en silencio y aparentemente vacío como su primera vez ahí, igual que aquella vez detalla todo el espacio, sube las escaleras con lentitud, sin llamarla, no la encuentra ahí, sobre la cama descansa una maleta, y al pie de la cama el calzado de Zoe, se descalza también y baja para ir en su busca, instintivamente sabe a dónde dirigirse, y la encuentra sentada en la playa acompañada por una cubeta llena de cerveza y una botella en la mano, no la siente llegar lo que le permite observarla unos segundos antes de revelar su presencia. Sabes, desde que me fui supe que era un error, todavía no estaba lista, en ese momento pensé que necesitaría por lo menos otros cuatro meses, pero reconsiderándolo, creo que me llevara mucho más tiempo – dijo sentándose a su lado, Zoe la miraba como si fuera una alucinación, respiraba con intensidad y su corazón latía desbocado, quería decir algo, pero estaba paralizada – porque mi problema es mucho más grave que el que me trajo a ti la primera vez; estoy completamente segura de que no tengo remedio, pero como tú eres infalible para resolver estas cosas quizá puedas hacerlo, claro que en la remota posibilidad de que lo logres me parece que te llevara toda la vida, aunque sin ánimo de ofender tus habilidades dudo que puedas hacer algo al respecto, porque estoy convencida de que estoy completa, irremediable y enloquecidamente enamorada de ti. La miraba deleitándose en cada detalle, su mirada, su sonrisa, la forma en que le caían algunos mechones sueltos en la cara, su cuello, no se atrevía a tocarla por temor a que se desvaneciera. Con movimientos lentos, temerosos, acerco la mano hacia su rostro, suspiro aliviada al sentir su piel en las yemas de los dedos y comprobar que seguía ahí; Paula profundizo la caricia aprisionando su mejilla contra la mano de Zoe quien volvió a suspirar y ambas manos se apropiaron por completo de su rostro, acercándose hasta quedar las caras muy juntas, nariz con nariz, aspirando su aroma, sintiendo su piel, las manos siguieron camino hasta la nuca aprisionándola, buscando sus labios. De verdad estas en problemas, graves problemas, porque no quiero hacer nada para que eso cambie, hace tiempo que no soy muy profesional con respecto a ti, incluso antes de que te fueras he luchado contra el impulso de detenerte, fue tan difícil dejarte ir, quise correr tras de ti desde ese día, extrañándote cada segundo, muriendo por volverte a ver, porque sin poder evitarlo te amé desde el momento en que te vi, así que es imposible que yo haga algo para que dejaras de amarme. Sus bocas por fin se entregaron en un beso suave, delicado, dulce, que se profundizo al ritmo de su respiración, como aquel primer beso, con hambre la una de la otra, deseaban hacerlo eterno perdiéndose en él, sin conciencia del

tiempo o del espacio, un beso intenso aderezado con todos los te amos contenidos por tanto tiempo. Se besaron hasta que las sorprendió el amanecer y como aquella primera vez se durmieron entrelazadas. Epilogo Se despidió de los marchantes del mercado de prisa, como siempre se le fue el tiempo charlando con ellos, así que con canasta en mano salió disparada a su casa, a lo lejos la vio correr internándose en el mar, pies en punta y levantando los brazos como si fuera la primera vez que lo veía, su cabello ondeaba al ritmo de la brisa y su cuerpo al de las olas, se acercó con sigilo hasta ella y la llamo. -

Hola princesa.

-

Hola amor.

-

Traigo pescado y mariscos – ¿Qué prefieres?

-

Mmm… Las tlayudas que acaba de dejar Otilia para nosotras en la cocina.

-

Okey, pero no te salvas, hoy comemos mariscos. – sentenció Zoe tomando de la mano a su mujer.

Desayunaron como todos los días desde hacía tres años, Paula volviendo loca a preguntas a Zoe, Zoe riñendo a Paula por negarse a comer la verdura y poner demasiado picante en su comida y beber refresco en lugar del jugo, el café o la leche que descansaban en la mesa. Diciéndose te amo y besándose entre preguntas y regaños. Aunque Vivian en Nueva York, donde Zoe empezó a ejercer su profesión de una manera más convencional Paula Dejo su trabajo en México y colaboraba en una investigación de células madre contra el cáncer con un grupo de afamados médicos, químicos y biólogos- pasaban varios periodos al año en Mazunte. Mañana llegan Dani, Irene, Aura, Leti y Martha; que bien que se terminó la construcción de la cabaña contigua, porque no había manera de acomodarnos todas aquí. -

Si, si fue Difícil con Consuelo y Ángela, Aun con la habitación que añadimos. Por lo menos come papaya.

-

Sabes que no me gusta la papaya.

-

Comete el Plátano entonces.

-

Hoy por la noche llegan Rodrigo y Liliana – añadió dándole un mordisco a un plátano.

Y Pasado mañana Adriana, Kyle y Jay, serán unas vacaciones muy interesantes; te comentaron algo las chicas con respecto a Claudia. -

Solo Dani, dice que le va bien, pero no está preparada para verme – no pudo evitar ruborizarse.

-

No puedo evitar sentir que es lo mejor, yo tampoco estoy preparada para que la incluyas en nuestra vida.

-

¿Sientes celos de Claudia todavía?

Siempre, es un sentimiento inmaduro, ridículo, irracional, pero tratándose de ti no puedo evitarlo, y con ella es mucho más intenso, solo recordar que estuviste casi a nada de quedarte con ella. -

Eso fue por tu culpa – dijo haciendo un mohín - Aun no entiendo porque te fuiste sin decir nada Zoe.

Paula te encontré con novia, y no cualquiera, ¿te haces una idea de lo que sentí al encontrarte precisamente con ella? -

Pues me dijiste que estabas la mar de feliz de verme con ella.

-

Pues te mentí, la odie.

-

¿y a mí me odiaste?

-

Un poco… sí.

-

Pero igual no dijiste nada.

-

Ni tú

-

Tú llegaste con compañía.

-

Con Adriana, eso fue casi como llegar sola.

Aja, como no, me volvió loca tocándote, acariciándote, hablándote al oído, y tú a ella. Me trasforme en un monstruo verde de celos, todo mundo se da cuenta menos tú, y vas y me dices “que bonito que soy tan feliz”. -

Yo también me estaba muriendo de los celos y además que podía decir después de lo que dijiste tú.

Deberías haber dicho “déjate de tonterías, es obvio que estas mal porque estas celosísima y estas enamorada de mí y yo también te amo Paula”. -

Oye soy psicoterapeuta no adivina bebé.

Oye que no se necesitaba ser adivina, todo mundo se dio cuenta menos tú, ahí no había nadie especialista en comportamiento humano, salvo Usted. Creo que Adriana tiene razón, cuando se trata de mí no tengo ni idea de la vida; por lo menos me queda el consuelo de que tú tampoco tenias mucha idea, todas se percataron de que yo estaba loca por ti, menos tú. -

Cierto, Dani tiene razón el amor vuelve bruta a la gente.

Ya que estamos a mano ¿vale si te lo digo ahora? Te amo Paula, te amo desde el primer instante que te vi – la rodea con sus brazos y la besa. -

Te amo Zoe, siempre.

-

Siempre.

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