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March 16, 2021 | Author: Anonymous | Category: N/A
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El talento artístico y el desarrollo de la estrategia Hilary Austen Johnson Consultora y escritora, miembro del consejo asesor del decano en Rotman.

El talento artístico es posible siempre que los fines y los l os medios estén abiertos a la configuración a través de las habilidades del profesional.

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speramos encontrar talento artístico en las bellas artes: la pintura, la danza, la fotografía, la música o la escultura, entre otras. Sin embargo, el talento artístico escapa a estos límites y la mayoría de nosotros lo reconocemos cuando lo encontramos. Podemos verlo en la actuación de un atleta, saborearlo en los platos de un gran chef y escucharlo en las palabras de un líder consumado. A menudo, este reconocimiento genera curiosidad sobre cómo se consigue una actuación tan excepcional y sin esfuerzo aparente. Intuitivamente, sabemos que el talento artístico implica experiencia, concentración y control, porque las personas que lo poseen muestran dominio de lo que hacen. Al mismo tiempo, sabemos que implica creatividad, espontaneidad e imaginación, porque las personas que lo poseen generan resultados, productos y actuaciones originales, y a menudo sorprendentes, que cuestionan y superan el statu quo. Al mismo tiempo, el sentido común nos habla de nuestras propias perspectivas: si no mostramos una aptitud inmediata en una disciplina concreta, es probable que el talento artístico nos eluda. Los fracasos iniciales han disuadido a muchas personas de trabajar en busca del talento artístico en las actividades que han elegido. Esto fomenta la creencia común de que es una cualidad misteriosa que sólo puede poseer un reducido grupo de personas superdotadas. ¿Qué significa poseer talento artístico en una disciplina cualquiera? Y, concretamente, ¿qué significa en un empeño competitivo y orientado a los resultados, como la estrategia empresarial? ¿En qué condiciones puede darse el talento artístico? ¿Es una capacidad que puede ser enseñada o aprendida? Y, más importante incluso, ¿cómo puede aprenderse?

El talento artístico en la práctica profesional Tres destacados autores académicos hablan directamente de la importancia del talento artístico en diferentes disciplinas profesionales: John Dewey, Donald Schon y Elliot Eisner. Aunque un comentario detallado de estos autores sobrepasaría el ámbito de este artículo, una breve mirada a sus ideas puede sentar algunas bases. Su pensamiento se resume brevemente en las siguientes citas: “La inteligente mecánica que emplea en su trabajo, su interés en hacerlo bien y encontrar una satisfacción en ello, y el cuidado y el verdadero afecto con los que utiliza sus herramientas conducen a un resultado artístico.

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La diferencia entre este trabajador y un chapucero inepto es tan importante en el taller como en el estudio” (John Dewey, 1934). “El talento artístico de los pintores, los escultores, los músicos, los bailarines y los diseñadores guarda un gran parecido con el talento artístico de los abogados, los médicos, los directivos y los profesores extraordinarios. No es casualidad que los profesionales se refieran a menudo al ‘arte’ de la enseñanza o la dirección y utilicen el término artista para referirse a profesionales excepcionalmente expertos en el tratamiento de situaciones de incertidumbre, singularidad y conflicto” (Donald Schon, 1983). “El talento artístico está presente en todas las formas de acción excelente, y la acción pasa a ser excelente cuando la forma en la que ha sido creada respalda y cumple los propósitos por los que se ha llevado a cabo. El talento artístico no es una cualidad que se pueda encerrar en una caja y envolver con un lazo, sino un proceso con el potencial de impregnar todas las formas de acción humana, independientemente del material o las circunstancias en las que se emplee” (Elliot Eisner, 2006).

Estas citas refuerzan mi afirmación principal: el talento artístico no reside en un campo limitado, como las bellas artes. Por el contrario, se hace posible a través de un tipo de interacción especial que se establece entre el profesional y la situación en la que se encuentra. Si la situación presenta características que permiten una respuesta artística, entonces el talento artístico es, al mismo tiempo, posible y necesario para que el profesional trabaje eficazmente. En resumen, el talento artístico se hace posible cuando los fines y los medios están abiertos a la aclaración y la configuración a través de las habilidades, el conocimiento y los intereses de un profesional en situaciones en las que abundan la ambigüedad, el riesgo, la complejidad y la indeterminación. El desarrollo de la estrategia es verdaderamente representativo de este tipo de situación. Al igual que el artista, el estratega de empresa tiene la oportunidad de definir adónde quiere ir y cuál es el mejor modo de llegar ahí. En esta disciplina, debe formular este esfuerzo teniendo en cuenta las complejidades de los recursos organizativos, las ambigüedades de la dinámica del mercado y los cambios en los valores sociales. Sin embargo, una respuesta artística a esta difícil situación no es el único camino posible. Pensemos en un pintor que se prepara para crear una imagen. El pintor puede elegir entre dos maneras muy

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diferentes de enfocar esta actividad. La primera consiste en comprar un kit de pintura por números y seguir las instrucciones. Si sigue la segunda manera, puede tomar un pincel, pintar el lienzo y confiar únicamente en su conocimiento sobre el color, el contenido, la compo-

este enfoque: las situaciones inmediatas rara vez coinciden a la perfección con la historia, los eventos rara vez se desarrollan del modo previsto y los consejos sobre la acción suelen ser demasiado generalizados, o demasiado específicos, para guiar la acción en circunstancias algo diferentes. Cuando los acontecimientos del presente se distancian de las crónicas, los profesionales deben afrontar la incertidumbre, la ambigüedad y el riesgo que esperaban poder eludir. Dewey, Eisner y Schon señalan de nuevo la importancia de la alternativa artística. Schon recuerda a los profesionales que deben esperar situaciones del mundo real que “no se presenten como problemas, sino como situaciones confusas e indeterminadas”. Eisner destaca la importancia de la capacidad del profesional de trabajar con la sorpresa: “La sorpresa está relacionada con el descubrimiento de nuevas posibilidades, con encontrarse con lo inesperado, con cambios de rumbo que no se habían previsto al principio”. Y Dewey concreta un modo de trabajar al que denomina “de propósito flexible”. Al acuñar esta expresión, quiso destacar la capacidad artística del profesional para diseñar y seguir propósitos, mientras éstos se revisan al ir cambiando tanto las condiciones como las interpretaciones, manteniendo, al mismo tiempo, la capacidad de realizar progresos efectivos. Para tener éxito en esta alternativa artística a la acción, como estratega o en cualquier otro papel, los profesionales deben desarrollar un conjunto de capacidades que les permita trabajar eficazmente con las complejidades, la vaguedad, la incertidumbre y las sorpresas inevitables. Podemos clasificar estas capacidades profesionales en dos categorías: el dominio y la originalidad. El dominio se desarrolla en una disciplina particular y es conservador por naturaleza. Tener dominio significa que tenemos experiencia y una precisión controlada en lo que hacemos. La práctica profesional, la implicación, la concentración, la repetición, la atención y la capacidad de respuesta conducen a la hábil y aparentemente natural actuación que diferencia a la actividad que se domina. El dominio se basa en un profundo conocimiento de la disciplina que permite a los profesionales reconocer qué es importante, estructurar situaciones de una manera productiva y actuar de forma eficaz y sensible. Por su parte, la originalidad surge de la apertura, la novedad, la flexibilidad, la creatividad y la sorpresa. Buscar las sorpresas en lugar de evitarlas permite a los pro-

Al igual que un artista, el estratega de empresa tiene la oportunidad de definir adónde quiere ir y cuál es la mejor manera de llegar ahí sición, el estilo y la técnica para crear una imagen única que surja de sus propios intereses y motivaciones. Un estratega puede elegir lo mismo, es decir, utilizar un enfoque existente o crear e implementar uno original. El primer enfoque constituye un esfuerzo por hacer corresponder una situación existente con una solución preexistente y avanzar siguiendo un conjunto de instrucciones predeterminadas. Aunque puede tratarse de una tarea técnicamente difícil, no es artística. El segundo enfoque constituye un esfuerzo por utilizar las capacidades y las intenciones personales, tanto para generar el resultado deseado como para encontrar el modo de obtener este resultado con los materiales y los recursos disponibles. Los profesionales que adoptan este enfoque suelen descubrir que sus ideas iniciales sobre los resultados deben ser revisadas a medida que se desarrolla la acción. Esta voluntad y esta flexibilidad constituyen la base de la acción artística. Cuando nos enfrentamos a un problema potencialmente artístico, como el diseño y la implementación de una estrategia, resulta tentador seguir la primera ruta: a menudo parece oportuno, incluso inteligente, encontrar una buena fórmula y seguirla. Por ejemplo, encontrar un caso de alguien que ha afrontado una situación similar y copiar lo que hizo con tanto detalle como sea posible. Esta elección revela la esperanza de que dichos sucesos anteriores contengan la clave para resolver la situación actual. Muchos libros y casos prácticos de empresas se escriben con este espíritu: presentan crónicas de historias de éxito, intentando extraer los elementos críticos, y después prescriben una secuencia de pasos con el fin de que otros los sigan para obtener éxitos similares. En el momento y el lugar adecuados, estos protocolos pueden proporcionar ideas y ayuda. Sin embargo, a medida que se avanza, aparecen rápidamente los límites de

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fesionales encontrar lo que es único de las situaciones a las que se enfrentan. Ver lo inesperado o lo nuevo significa que los profesionales pueden ajustar lo que hacen en situaciones concretas, en lugar de actuar por costumbre, por más hábiles que sean. La originalidad es el camino hacia la reinvención y la innovación, así como el combustible del progreso. El material bibliográfico ha prestado cierta atención al desarrollo de ambas capacidades. No obstante, el modo en el que los profesionales las integran al trabajar es lo que da lugar a esa actuación especial a la que se refiere la expresión talento artístico. La etapa de la integración no es fácil y no se ha entendido bien. La utilización simultánea de estas dos capacidades puede ser tan compleja que las personas o las organizaciones tienden a especializarse en una u otra. Lo que complica las cosas es que el dominio y la originalidad se alimentan de impulsos, orientaciones, actividades y objetivos opuestos: cuando entran juntos en acción, tienden a anularse mutuamente. Ya sea en el ámbito personal o en el de la organización, esta dinámica se desarrolla de un modo similar. James March ha escrito exhaustivamente sobre esta dinámica cuando se desarrolla en las organizaciones. Su trabajo ayuda a explicar algunas de las fuerzas que influyen en el tipo de estrategia que adopta una organización. En las organizaciones, lograr el dominio significa tener la capacidad de “explotar” las ideas de éxito y ser original implica tener la capacidad de “explorar” para generar nuevas ideas. En resumen, la tensión entre estas dos capacidades surge porque el éxito engendra compromiso con los enfoques, la tecnología, las instalaciones y el personal actuales, mientras, al mismo tiempo, las presiones de la competencia actúan para estimular la innovación y la exploración. Aquéllos que se preocupan por la presión de la competencia impulsan estrategias que destacan la innovación (exploración), a pesar de los riesgos que conlleva, mientras que quienes quieren maximizar el rendimiento actual impulsan estrategias que explotan lo que actualmente funciona bien. El trabajo de March sugiere que los límites de tiempo, atención y recursos hacen que una estrategia que persiga tanto la exploración (originalidad) como la explotación (dominio) parezca inviable. Asimismo, el conjunto de habilidades y sistemas organizativos que apoyan una orientación disuade de la otra: las iniciativas de explotación sofocan la exploración, mientras que las ini-

ciativas de exploración desbaratan la explotación. Frente a este conflicto, la situación más común “es aquélla en la que la explotación tiende a anular la exploración”, porque la mayoría quiere seguir con lo que ha funcionado en el pasado. Un profesional se enfrenta al mismo conflicto potencial. El dominio que le permite dar sentido a las situaciones ambiguas puede llevarlo a perder, o incluso temer, la novedad que hace que esa situación sea única. Este mismo dominio puede hacer, además, que un profesional no tenga en cuenta una posible mejor solución que resulte sorprendente. Además, el deseo de novedad también puede alejar al profesional de las opciones efectivas. Los nuevos enfoques, incluso los mejores, rara vez se utilizan con la habilidad de lo probado y fiable. La creatividad y la innovación incrementan, a menudo, el riesgo de fracaso a corto plazo. Al mismo tiempo, resulta difícil negar que, a largo plazo, las innovaciones, grandes y pequeñas, pueden crear una ventaja competitiva en cualquier campo o disciplina. Enfrentados a este dilema, los profesionales suelen elegir un camino inclinándose hacia una preferencia personal y perfeccionando su forma de trabajar. El desarrollo de las habilidades integradoras que resuelven esta tensión constituye el núcleo fundamental del talento artístico. Una integración con éxito implica encontrar el modo de mantener un equilibrio dinámico

El dominio se basa en un profundo conocimiento de la disciplina que permite a los profesionales reconocer qué es importante, estructurar situaciones de una manera productiva y actuar de forma eficaz y sensible

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entre dominio y originalidad en la práctica. En mi investigación he llegado a la conclusión de que esto se puede lograr mediante el desarrollo de un sofisticado sistema de conocimiento.

Elementos de un sistema de conocimiento El talento artístico no se desarrolla mientras estamos sentados en una silla, sino mediante la participación en una disciplina. Actuar nos permite generar conocimien-

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to a lo largo del tiempo. A efectos de este esfuerzo de aprendizaje, el conocimiento puede diferenciarse en tres categorías diferentes: experiencial, conceptual y direccional. Una vez identificado y definido, se puede realizar un diseño de aprendizaje para cada tipo de conocimiento que sea coherente con su naturaleza. 1. Conocimiento experiencial El conocimiento experiencial procede directamente de la acción. En términos artísticos, se consigue mediante la participación activa en un medio o disciplina, ya sea la planificación estratégica, la gestión, la cocina o la enseñanza. El aprendizaje experiencial desarrolla la sensibilidad y la habilidad adquiridas a través de la práctica. Práctica, práctica y más práctica otorgan al profesional la capacidad de utilizar una habilidad con precisión, fiabilidad y sutileza. Una buena práctica permite una inmersión completa en una disciplina que puede cambiar la calidad de pensamiento del profesional. Esto significa que una persona puede llegar a familiarizarse tanto con su disciplina que empieza a ver el mundo en términos de esta disciplina. Una vez conseguido esto, los profesionales empiezan a pensar en las cualidades de su disciplina, en lugar de pensar sobre ella. La siguiente cita de un conocido chef ilustra esta noción un tanto oscura: “Lo que me sucedió esa noche como chef fue memorable. Era capaz de probar la comida cuando pensaba en la comida”. Al utilizar este tipo de conocimiento, los profesionales suelen referirse a tener “sensaciones” y les resulta difícil expresarlo con palabras. Un estratega puede mos-

generales y fórmulas. Estas herramientas resumen y preservan lo que entendemos sobre aspectos como la prominencia, la relación, la causa, la evaluación, la organización y la secuencia. Muchas de estas herramientas se hacen muy explícitas en un campo, mientras que otras siguen siendo tácitas. Cuando se explica o se muestra, el conocimiento conceptual rara vez tiene un gran significado para los inexpertos. Algunos ejemplos de conocimiento conceptual son muy complejos e intentan captar tanta experiencia como sea posible. Otros ejemplos captan heurísticas que, aunque son notablemente simples de enunciar, pueden ser difíciles de cumplir. Por ejemplo: puede resultar fácil decir “mantén la vista en la pelota”, pero un deportista en ciernes puede dedicar muchas horas de práctica a conseguirlo. El conocimiento conceptual se puede entender como algo independiente, digamos en una clase, pero pasa a ser útil para la práctica artística cuando se puede utilizar como guía para la percepción y la aplicación de la habilidad. Aunque establecer esta conexión es un elemento común del aprendizaje en cualquier disciplina, suele ser más difícil de lo que podamos imaginar. 3. Conocimiento direccional Por último, el conocimiento direccional proporciona orientación para la práctica. Este tipo de conocimiento general abarca paradigmas culturales y disciplinarios, identidades sociales, posturas, valores, papeles y motivaciones. El conocimiento direccional es, en gran medida, tácito y está profundamente implantado. Rara vez permite el escrutinio, excepto en momentos de cambio transformacional dentro de una práctica personal o de una comunidad de prácticas. El conocimiento direccional se desarrolla sigilosamente y, a menudo, se da por supuesto. Las diferencias en cuanto a conocimiento direccional llevan a un chef que cocina comida italiana rústica a utilizar sus ingredientes y sus herramientas para crear un estofado fuerte, mientras que guían a un chef francés, que utiliza lo mismo, a hacer un consomé sutil y refinado. Dos pintores con la misma pintura, los mismos pinceles, los mismos lienzos y el mismo conocimiento de las relaciones del color pueden utilizar diferencias en el conocimiento direccional para crear imágenes tan dispares como la Mona Lisa de Leonardo o Noche estrellada de Van Gogh. Utilizando la misma información económica, dos consejeros delegados pueden orientar sus respectivas organizaciones en diferentes direcciones estra-

La originalidad es el camino hacia la reinvención y la innovación, así como el combustible del progreso trar una sensibilidad hacia ciertos sectores, una intuición sobre las direcciones en las que se moverá el mercado o una visión anticipada de las necesidades emergentes de los clientes. Esta unidad entre el profesional y la disciplina es el objetivo último del aprendizaje experiencial. 2. Conocimiento conceptual El conocimiento conceptual se extrae de la experiencia. Los ejemplos incluyen teorías, modelos mentales, esquemas, categorías, criterios, mapas, heurísticas, reglas

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tégicas, ya se trate del “servicio al cliente” o del “diseño de producto”. Músicos con un diferente conocimiento direccional pueden utilizar el mismo sistema de notación para escribir música sinfónica o baladas country.

Trabajar hacia abajo y hacia arriba El aprendizaje en cada categoría de conocimiento es un elemento crítico en el desarrollo del talento artístico. Las conexiones que un profesional puede establecer entre categorías completan el proceso de aprendizaje. Estas conexiones deben fluir tanto “hacia abajo”, para mejorar el dominio, como “hacia arriba”, para mejorar la originalidad. Desarrollar el dominio, o “trabajar hacia abajo”, es el camino de aprendizaje más común de los dos. Trabajar hacia abajo implica adquirir el conocimiento disponible en las tres categorías. Todos lo hacemos cuando nos abrimos paso a través de programas universitarios, realizamos prácticas profesionales, trabajamos junto a mentores y adquirimos experiencia en lo que hacemos. El objetivo consiste en desarrollar un contenido fértil en cada categoría de conocimiento y establecer dichas conexiones. Llevarlo a cabo correctamente constituye un trabajo exigente y es el esfuerzo que los sistemas educativos convencionales intentan respaldar. “Trabajar hacia arriba”, o producir un trabajo original, implica que partimos de nociones compartidas de dominio. Utilizamos la expresión hacia arriba porque este esfuerzo es, en la actualidad, el aspecto más difícil de una práctica artística. Tras dedicar tiempo y energía a aprender a pensar y actuar con habilidad para conseguir resultados significativos y efectivos, debemos tener el valor de abandonar nuestros logros. Trabajar hacia arriba suele alejarnos de la ortodoxia. Cuando tenemos éxito con esta ruptura, liberamos nuestra percepción y podemos volver a mirar para ver de nuevo. Nos cuestionamos el modo en el que estructuramos y organizamos nuestra experiencia y los principios que utilizamos para establecer la dirección y el significado. En un reciente artículo publicado en Harvard Business Review, March describe la tensión que existe en este tipo de audacia: “Es probable que los grandes saltos se presenten en forma de locura, que, contra toda probabilidad, resulta ser valiosa. Por tanto, existe una bonita tensión entre la cantidad de locura que es positiva para el conocimiento y la cantidad de conocimiento que es positiva para la locura”.

Al verificar el valor de una pérdida de control aparentemente alocada, el profesional artístico debe invertir en otorgar sustancia a lo que ocurre. Esta sustancia puede descartarse o utilizarse para informar, interrumpir, actualizar, mejorar, perfeccionar o, en última instancia, transformar la práctica actual.

Conclusiones Al final, la pregunta importante es: ¿queremos seguir la práctica de la estrategia como un arte? ¿Están las situaciones a las que nos enfrentamos llenas de incerti-

En las organizaciones, lograr el dominio significa tener la capacidad de “explotar” las ideas de éxito y ser original implica tener la capacidad de “explorar” para generar nuevas ideas

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dumbre, sorpresas y complejidad, lo que las convierte en candidatas para la práctica artística? Si la respuesta es “sí”, trabajar hacia el talento artístico constituye una opción limitada sólo por nuestro deseo de las implicaciones que conlleva dicha elección. Los resultados exitosos de las iniciativas artísticas son las actuaciones memorables, los productos radicalmente innovadores y los avances revolucionarios en el pensamiento que muestran las cualidades cautivadoras y especiales que asociamos al arte. Para un profesional con inclinaciones artísticas, las recompensas del talento artístico proceden, también, de los esfuerzos realizados en la generación de esos resultados eficaces y singularmente personales. El talento artístico se experimenta en la realización, así como en los resultados y las creaciones producidos, y, para muchos, esta intensidad y este progreso son las verdaderas recompensas.

«El talento artístico y el desarrollo de la estrategia». © Rotman School of  Management. Este artículo ha sido publicado anteriormente en Rotman Magazine con el título “Artistry for the Strategist”. Referencia n. O 3381.

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