Bottini. Texto Nuevo de Lectura Obligatoria. Repensando La Globalidad de La Persona

November 19, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Este artículo se debe citar así: Bottini, P. (2021) La noción de Globalidad de la persona en Psicomotricidad. Actualizaciones y reflexiones (auto) críticas desde los aportes convergentes de diferentes campos del saber. Paper inédito. En prensa.

La noción de Globalidad de la Persona en Psicomotricidad. Actualizaciones y reflexiones (auto) críticas desde los aportes convergentes de diferentes campos del saber. Prof. Lic. Pablo Bottini (*) Introducción. Pasaron ya más de veinte años desde que escribiéramos por primera vez acerca de la formulación de la Noción de la Globalidad de la Persona desde la óptica del paradigma de la complejidad (Bottini, 1998). Éstas ideas que ya habían sido esbozadas en nuestra presentación en las “1º Jornadas Interhospitalarias en Psicomotricidad”, desarrolladas en la Ciudad de Buenos Aires, el año 1996 (Bottini, 1996) En esos años, gracias a nuestro acercamiento al modelo sistémico – cibernético como modelo de comprensión de lo hoy podemos dar en llamar el Devenir Humano (Ansermet y Magistretti, 2017), nuestros presupuestos nocionales acerca de la Psicomotricidad cambiaron radicalmente. Este cambio, se debió al hecho de asomarnos a los fundamentos nocionales del paradigma de la complejidad (Bateson, 1985, 1990, Morin, 1983, 1994, Capra, 1985, 1998) De la mano de Elina Dabas (Dabas, 1998) comenzamos a trabajar y a reflexionar en la temática de las Redes Sociales en el ámbito comunitario, y, en el ámbito clínico, a realizar abordaje grupal con niños que veían afectado su desarrollo, tanto psicomotor como en el aprendizaje. La convergencia entre las ideas planteadas por la Psicología Social Argentina (Pichon – Riviére, 1981), los fundamentos de la práctica psicomotriz (Calmels, 2003) y los de la terapia sistémica (Fried Schnitman, 1994), generaron un enriquecimiento mutuo al reflexionar acerca de los efectos de éstas prácticas, produciendo así un entramado nocional único, novedoso y original. Entramado nocional que daba cuenta de la eficacia de nuestra (s) práctica (s). Pero además, desentrañaban algo de lo ininteligible de la práctica psicomotriz y las afecciones que pueden aquejar al desarrollo psicomotor…ese “más o menos”, planteado por Julián de Ajuriaguerra (de Ajuriaguerra, 1984) al enunciar las características de los Trastornos Psicomotores, y la entelequia referida a la Globalidad de la Persona (Bottini, 1998) Estas páginas se proponen entonces, actualizar los fundamentos nocionales de la práctica psicomotriz, haciendo foco en la Noción de Globalidad de la Persona, con el objeto de llevar al lector las nuevas aportaciones derivadas de los hallazgos y los aportes de diferentes campos del saber, que fundamentan desde una base de comprobación científica, los aspectos bio(*) Agradezco la lectura crítica y los aportes de Marcela Carta, Alejandra Cupelin y Sebastian Buniva, quienes confirmaron el rumbo general del texto y sugirieron aportes y datos, con los cuales este escrito se vio notoriamente enriquecido.

psico-socio-eco-culturales imbricados en los desarrollos teóricos de la Psicomotricidad y el devenir humano.

Globalidad de la persona. Antiguas reflexiones y nuevos fundamentos Dijimos en 1998: “Se trata de dar cuenta del fenómeno psicomotor a la luz de algunas de las posturas teóricas que se alinean en las conceptualizaciones surgidas a partir del replanteo actual de la ciencia, lo que comúnmente se nombra como nuevos paradigmas. El primer punto a especificar se centra en el hecho de concebir la persona como un sistema complejo o auto-organizado. Para no dar nada por supuesto, empezaremos definiendo el concepto de sistema” (Bottini, 1998, p. 166) Recurrimos a Simon (1988) para definir la noción de sistema complejo: “La definición más general de sistema (del griego systema, una cosa compuesta) es la que se refiere a la composición ordenada de elementos (materiales o mentales) en un todo unificado. [...] un sistema, en su conjunto, es cualitativamente diferente de la suma de sus elementos individuales y ‘se comporta’ de un modo distinto.” (Simon y otros, citado por Bottini, 1998, p. 166) Y aclarábamos, siguiendo al mencionado autor: “Hablar de sistemas auto-organizados implica referirse: ´..a la capacidad que tienen los sistemas de modificar sus estructuras cuando se producen cambios en sus medio, logrando por lo general un nivel más alto de complejidad en ese proceso y potenciando con ello sus probabilidades de supervivencia. El concepto de auto-organización suele ser usado como un término genérico, que comprende los conceptos de sistemas autoreparadores, sistemas de aprendizaje y sistemas auto-reproductores. Entre estos sistemas figuran seres vivientes, así como también familias, grupos sociales y sociedades. El aspecto esencial de la auto-organización es el esfuerzo por alcanzar el equilibrio en un ambiente en constante cambio, pero esto sólo es posible si el sistema mantiene permanentemente la capacidad de crear los elementos que lo constituyen.´” (Simon y otros, citados por Bottini, 1988, p. 166) Como de la lectura de las precedentes citas se desprende, concebir a la persona como un sistema complejo y auto-organizado presupone ampliar el foco hacia el contexto en que dicha persona se desarrolla. Sólo así comprenderemos más acabadamente las razones de los fenómenos que ella genera. Tomando a Edgard Morin para ampliar el significado de la noción de auto-organización, reproduciendo las palabras que este prolífico pensador vertiera en la conferencia sobre “La noción de sujeto”, que pronunciara en Buenos Aires en el año 1994: (*) Agradezco la lectura crítica y los aportes de Marcela Carta, Alejandra Cupelin y Sebastian Buniva, quienes confirmaron el rumbo general del texto y sugirieron aportes y datos, con los cuales este escrito se vio notoriamente enriquecido.

“Heinz Von Foerster, en un breve y magistral texto publicado en 1968, On SelfOrganizing Sistems and their Organization, había señalado desde el principio la paradoja de la auto-organización. Allí decía que ‘la auto-organización significa obviamente autonomía, pero un sistema auto-organizador es un sistema que debe trabajar para construir y reconstruir su autonomía y que, por lo tanto, dilapida energía’. En virtud del segundo principio de la termodinámica, es necesario que ese sistema extraiga energía del exterior; es decir que, para ser autónomo, hay que depender del mundo externo. Y sabemos, por lo que podemos observar, que esta dependencia no es sólo energética, sino también informativa, pues el ser vivo extrae información del mundo exterior a fin de organizar su comportamiento. Más aún, toma la organización del mundo exterior [...]. Nosotros, por ejemplo, llevamos inscripta en nuestro organismo la organización cronológica de la Tierra, la rotación de la Tierra alrededor del sol. Como muchos animales y plantas, también nosotros tenemos un ritmo innato de aproximadamente 24 horas; es lo que llamamos ritmo circadiano. Es decir que tenemos un reloj interno que registra el proceso de alternancia del día y la noche. [...] En la autonomía, pues, hay una profunda dependencia energética, informativa y organizativa con respecto al mundo exterior. Es por eso que, sistemáticamente, yo no hablo de auto-organización sino de auto-ecoorganización, en función del principio de Von Foerster según el cual la autoorganización es dependiente. Y, claro está, sabemos que depende de nuestro medio ambiente, ya sea biológico, meteorológico, sociológico o cultural.” (Morin, 1995, citado por Bottini, 1998, p. 167-168) “A la luz de estas concepciones ya no alcanza con pensar a la persona como una unidad bio-psico-social. El carácter complejo del fenómeno psicomotor, desde la óptica de la complejidad, nos compele a ampliar el foco de nuestras observaciones, para no escotomizar su verdadera dimensión. Nuestra propuesta es, entonces, pensar a la persona como sistema en su carácter biopsico-socio-eco-cultural siguiendo los planteos de Morin (1983, citado por Bottini, 1998, p. 168). Podemos graficar topológicamente al sistema persona, entonces, representándolo de la siguiente forma, desde el punto de vista de la auto-eco-organización (Morin, 1995, citado por Bottini, 1998, p. 168) : (1) B) Subsistema Motor-instrumental

C) Subsistema Práxico - cognitivo (*) Agradezco la lectura crítica y los aportes de Marcela Carta, Alejandra Cupelin y Sebastian Buniva, quienes confirmaron el rumbo general del texto y sugirieron aportes y datos, con los cuales este escrito se vio notoriamente enriquecido.

1)Sistema Persona A) Subsistema Viscero - Tónico/emocional-afectivo 1) Sistema persona A) Sub-sistema viscero tónico-emocional / afectivo (Feldman Barrett, 2017) B) Sub-sistema motor / instrumental C) Sub-sistema práxico / cognitivo Hasta aquí, dimos cuenta del nivel que, siguiendo a Von Foester, se da en llamar autoeco-organizado. Pero como el propio Morin nos refiriera, ese nivel, es dependiente del contexto en que se encuentra inserto el sistema persona. Para completar la formulación desde el punto de vista auto-exo-referencial (Morin, 1995, citado por Bottini, 1998, p. 169), debemos concebir al sistema persona contextualizado por los sistemas: 2) Familiar 3) Institucional 4) Sociocultural A su vez, enmarcaremos todos los sistemas precedentes en un macro-sistema, al que llamaremos: 5) Sistema ecológico

2) Sistema Familiar

4) Sistema Socio-cultural

3) Sistema Institucional

1) Sistema Persona

5) Macro-sistema Ecológico.

(*) Agradezco la lectura crítica y los aportes de Marcela Carta, Alejandra Cupelin y Sebastian Buniva, quienes confirmaron el rumbo general del texto y sugirieron aportes y datos, con los cuales este escrito se vio notoriamente enriquecido.

Concebido así, el desarrollo, en tanto devenir de la persona, depende tanto de la información que proviene de su propia organización sistémica (determinada y condicionada por la expresión de su genoma) como depende para su desarrollo de la información que proviene del contexto en que se encuentra inserta. Tomando en cuenta noción de Epignética, (Gomez, 2020, Grañana, 2017) comprendemos mejor esta causalidad circular de carácter retroactivo, ya que una porción de las disposiciones que la persona encuentra en su carga genética (A.D.N.), van a manifestarse o no, o van a manifestarse en uno u otro momento de su vida, según la generación de determinados tipos de proteínas, las cuales irán a “decodificar” cierta porción del material del A.D.N. Éstas proteínas se generan como consecuencia de las condiciones de vida en que la persona vive, y por consiguiente, del tipo de actividad que desarrolla en su contexto habitual de inserción. De ahí el planteo de reemplazar la noción de Desarrollo por la Devenir (Ansermet y Magistretti, 2017), que da cuenta de cómo cada persona es el resultado único de la relación intra e inter sistémica (o auto-eco-organización enlazada con su auto-exo-referencia) y como resultado de la información que en ella se produjo y produce. O dicho de otra manera, de la Interseccionalidad, o sea, producto de la intersección de las características de la persona y las circunstancias en las que, por su época, origen y cultura, está inmersa y que condicionan su vida y, por consiguiente, su Devenir (Para ampliar esta noción, recurrir a Crenshaw, 1991) Repensada así la noción de Globalidad de la persona, se hace necesario que nos explayemos un poco en relación a la elección de los sistemas que conforman este gráfico. En primera instancia, cabe aclarar que la elección de los precedentes sistemas es situacional y responde al contexto actual en que se desarrolla la persona. Más aún, esta elección no constituye una propuesta cerrada, estática, sino que es de carácter provisorio y a consideración de quienes escribimos estas páginas. Probablemente, en otro contexto sociocultural, con los nuevos avances de la investigación científica, o con el paso de los años, se deba revisar y reconsiderar qué sistemas incluir y cuáles no. Incluso el hecho de considerar otros sistemas o sub-sistemas dependerá de la posición estratégica que el operador tome frente al problema a resolver. Recordemos una de las premisas centrales de la complejidad, fundamentada en la Cibernética de segundo orden: “El observador está en lo observado” (Cerebrisnky, 2014) Refiriéndonos a nuestra propuesta actual diremos que el peso del sistema familiar como primer contexto en que se inserta la persona en desarrollo es, en esta cultura, relevante e innegable. Dicho peso quedará como una marca perdurable en el proceso de constructividad corporal, modelando tempranamente los modos de las relaciones con asiento en el cuerpo, (*) Agradezco la lectura crítica y los aportes de Marcela Carta, Alejandra Cupelin y Sebastian Buniva, quienes confirmaron el rumbo general del texto y sugirieron aportes y datos, con los cuales este escrito se vio notoriamente enriquecido.

matriz sobre la cual la persona construirá sus futuras relaciones, tanto sea consigo mismo como con el resto de las personas con las que entre en comunicación. La modalidad de crianza, sostenida por la familia en el cuidado del niño, y las condiciones que ella determina en relación a la facilitación o no del libre movimiento, por ejemplo, dejarán marcas perdurables en la persona y la relación de ésta con el uso de su cuerpo y de su movimiento como instrumento de indagación acerca de sí y de su entorno (Pikler, 1969) Incluso, quienes trabajan en el campo de la gerontopsicomotricidad, destacan cómo esas huellas tempranas se hacen visibles, aunque de manera velada, en el condicionamiento del comportamiento que es dado a ver en los adultos mayores mediante el uso de su cuerpo y su movimiento. (Buniva, 2018) Asimismo, el sistema institucional, en su doble dimensión, o sea como organizaciones representantes de la sociedad (escuela, hospital, club, iglesia, etc.), así como símbolos representantes de nuestra cultura (el dinero, el matrimonio, la democracia, etc.), constituye otro tipo de marca (información) que contribuirá a que la persona construya de un modo particular su desarrollo psicomotor en tanto devenir. Desde ya que el mismo hecho de destacar en forma relevante, como condicionantes del desarrollo psicomotor en tanto devenir los sistemas que mencionamos hasta ahora, se encuadra en un tipo de cultura y un tipo de sociedad particular; de ahí la necesidad de incluir el peso del sistema socio-cultural en estas líneas. Consideramos relevante esta inclusión, ya que creemos que destaca la necesidad de tomar en cuenta como ítem analizador de cada situación el origen y condición social de los destinatarios de nuestra praxis, y rastrear el modo particular en que estos condicionamientos se manifiestan en su desarrollo psicomotor, aquello que Crensshaw (1991) destacara al llamar la atención acerca de la noción de Interseccionalidad, o sea, el equivalente a lo que nosotros damos en llamar multicondiconamiento, que modela y modula la vida de las personas. Por último, aclararemos las causas de la inclusión del sistema ecológico en nuestra conceptualización. Por un lado, este sistema está tomado en la concepción clásica del término, o sea aquella que destaca la relación que guarda todo ser vivo con su entorno natural. Por otro lado, está considerado en la dimensión ampliada que Bateson (1990) diera a dicho término, destacando la condición de interdependencia que existe entre la persona y el entorno en que se desarrolla. Bajo esta concepción, estaríamos hablando de un enfoque eco-sociológico que, coherentemente con lo planteado hasta el momento, que considera las relaciones recíprocas entre los fenómenos de la naturaleza y las organizaciones sociales. (Simon y otros, 1988). En conclusión, estamos hablando de una ecología interna, propia de la relación intersistémica que esta conceptualización que damos en llamar Globalidad de la persona presupone. Referimos, nuevamente, a modo de aclaración, el relato de un ejemplo que suele presentársenos en nuestra labor cotidiana, y que utilizáramos en una antigua exposición: “Tomemos a un niño de ocho años con diagnóstico presuntivo de dispraxia que se halla intentando atar los cordones de sus zapatillas. En la dimensión personal, el cuerpo del niño se hace presente en el nivel de resolución práxica que la superación de dicho problema requiere (sub-sistema práxico-cognitivo). Dicha resolución práxica es posible, o imposible, gracias a la capacidad de utilización del movimiento que este niño ha desarrollado como instrumento para la maduración y el aprendizaje (*) Agradezco la lectura crítica y los aportes de Marcela Carta, Alejandra Cupelin y Sebastian Buniva, quienes confirmaron el rumbo general del texto y sugirieron aportes y datos, con los cuales este escrito se vio notoriamente enriquecido.

(sub-sistema motriz-instrumental), y que se sustenta en la capacidad de Ser Persona, relativamente independiente, a partir de la discriminación emocional que en el vínculo con los demás, por medio del Diálogo Tónico (de Ajuriaguerra, 1986), se generara desde el momento de su nacimiento (sub-sistema tónico/emocionalafectivo). Ahora bien, ¿podríamos pensar en este acto hace cien años atrás? No. Sencillamente, el objeto zapatilla no existía. Dicho objeto es producto de la evolución cultural del calzado, y por lo tanto implica y condiciona al cuerpo en relación a una determinada cultura (sistema socio-cultural). Existiendo la zapatilla como objeto resultante de la evolución cultural, influye esto de tal manera en las instituciones que, siguiendo con nuestro ejemplo, vale la pena pensar en cómo en el ámbito de una escuela de natación se espera que este niño se cambie sólo para ingresar y egresar del natatorio (sistema institucional). Y esto no ocurre. Se generan retrasos y trabajo extra para los coordinadores de la actividad, que denuncian la situación a los padres del niño en cuestión, que charlan en familia sobre el tema. Los hermanos burlan al niño por su imposibilidad, y los padres lo presionan para que logre atarse solo los cordones, cosa que su vecino logra desde los cuatro años (sistema familiar). Estas presiones de todo tipo generan tensión sobre agregada en el Sistema Persona y los sub-sistemas integrantes del mismo. Esta tensión complica la resolución práxica implicada en el acto de atarse los cordones de las zapatillas, lo cual retrasa el logro esperado, entorpeciendo e incrementando el nivel de la dispraxia. En esta secuencia circular, ¿podríamos acaso decir qué condicionamiento es más importante en relación a los otros? En realidad sí, y ese será el punto de partida para nuestra estrategia de abordaje. Pero no porque sea más o menos determinante de la dispraxia, sino porque nosotros decidimos que ‘por ahí’ puede ser mejor comenzar a actuar. (Bottini, 1996, p. 49) En esta trama de condicionamientos bio-psico-socio-eco-culturales es construido el cuerpo como sustrato material de la persona en su dimensión global y actuando en ella es que actuamos sobre él y sobre la persona toda. Juego corporal y práctica psicomotriz La principal característica de la práctica psicomotriz es el modo en que se ejerce. Cuando hablamos de la modalidad del ejercicio profesional en Psicomotricidad estamos hablando de un encuentro entre personas, en el cual el movimiento y la comunicación corporal se destacarán por sobre las demás formas posibles de relación. Esto quiere decir que el acento estará puesto en lo que con un grupo de colegas dimos en llamar Juego Corporal (Calmels, 1996, Bottini, 2018). Al decir Juego Corporal, hablamos de una modalidad lúdica en donde la mirada del psicomotricista se centra en el modo en que la persona resuelve las acciones que realiza en el desarrollo del juego, sean éstas intencionales o automáticas, conscientes o inconscientes. Una mirada que prestará atención a la calidad de las acciones corporales en sí, (*) Agradezco la lectura crítica y los aportes de Marcela Carta, Alejandra Cupelin y Sebastian Buniva, quienes confirmaron el rumbo general del texto y sugirieron aportes y datos, con los cuales este escrito se vio notoriamente enriquecido.

coordinaciones, gestos, posturas, actitudes, en tanto Expresión psicomotriz (Coste y Soubiran,1989), como a la calidad simbólica que en ellas y en el juego elegido se despliega. Ahora bien, ¿por qué elegir el juego como modalidad privilegiada de la intervención psicomotriz? Porque es el juego donde la persona, en su dimensión global, fluye libremente. Observando el juego, partiendo de la propia elección de “a qué jugar, cómo, dónde y cuándo hacerlo”, se abre un riquísimo espectro para el análisis del desarrollo psicomotor y sus posibles alteraciones. Así también esa persona, jugando, nos mostrará sus preferencias y resistencias a determinado tipo de modalidad lúdica y de relación, dadas a ver en la expresión de su comportamiento, entendido como manifestación de conducta en determinado contexto. Existe una característica fundamental en la causa de la elección del Juego Corporal como técnica específica del abordaje psicomotor: es en él en donde la dimensión emocional se manifiesta sin forzamientos, en forma espontánea e inconsciente. Pero, a su vez, es gracias a él que la persona podrá reflexionar conscientemente sobre los modos de resolver los conflictos que en el transcurso del juego se la presentarán. Y será en el encuentro generado mediante el Juego Corporal, en donde la persona reeditará la vivencia corporal ligada a determinada emoción, permitiéndole, mediante una adecuada mediación del psicomotricista, revivenciarla con un nuevo matiz. Un nuevo tinte que le permita a la persona ir generando progresivamente un reaprendizaje corporal de la misma, modificando las redes neuronales originarias, dejando disponibles nuevas conexiones sinápticas para encontrar a la persona más favorablemente dispuesta para la emergencia del movimiento relacionado con una emocionalidad que lo favorezca y potencie (Para ampliar este tema, ver Feldman Barrett, 2017). También es frecuente, sobre todo en la práctica con niños con discapacidad mental o emocional, que accedan a aprendizajes y experiencias novedosas a través de la experimentación lúdico-corporal, que luego podrán fijar como comportamiento habitual, dado el nivel de satisfacción emocional desplegada durante el desarrollo de la misma. Desde luego, en la mayoría de estos casos, así como con niños pequeños, no es esperable que los logros que se obtengan sean tema de reflexión verbal posterior. Vale aclarar que si bien es deseable que se logre verbalizar a posteriori de la actividad realizada, esto no es imprescindible, dado que el mismo hecho de atravesar por la experiencia lúdico-corporal implica un principio de resolución del problema planteado. Tanto en una como en otra situación, la persona despliega su capacidad simbólica, generando nuevas experiencias, dentro o fuera del espacio terapéutico. Pero además, la relación movimiento y emoción, su establecimiento primero y su rediseño o afianzamiento posterior estará presente también, ya que la plasticidad en la que se sustenta, es intrínseca a lo humano (Ansermet y Magisttretti, 2017; Ferreres, 2017) Planteamos, entonces, que la efectividad de la práctica psicomotriz se basa en que posibilita a la persona ligar, religar y resignificar la dimensión viscero-emocional-afectiva que se halla presente en el campo de expresión del desarrollo psicomotor, o sea en el campo de la expresión postural, motriz y gestual. Estos tres modos de expresión representan el proceso de integración de la persona a lo largo de su desarrollo, que siempre está condicionado por el contexto en que se inserta. Este contexto es siempre de carácter complejo, de carácter bio-psico-socio-eco-cultural.

(*) Agradezco la lectura crítica y los aportes de Marcela Carta, Alejandra Cupelin y Sebastian Buniva, quienes confirmaron el rumbo general del texto y sugirieron aportes y datos, con los cuales este escrito se vio notoriamente enriquecido.

La potencia del Juego corporal como modo técnico y como fundamento de la práctica psicomotriz, encuentra hoy, con los aportes de las neurociencias, claros y renovados basamentos. Se ha logrado identificar el tipo de sustancias que mediante la actividad lúdica placentera, presente en el juego de predominio corporal, se liberan en dicha actividad. El aspecto fundamental es la activación del sistema dopaminérgico, que se relaciona con la motivación y la recompensa (Mantero Suarez, 2018). La Dopamina, es una sustancia que al liberarse, entonces, genera sensación de satisfacción ligada a los aprendizajes mediados por el juego, especialmente el de carácter corporal. Pero no es la única. Se liberan también sustancias relacionadas con la fijación de esos aprendizajes, tales como la Acetilcolina, que favorece la concentración y el desarrollo de la memoria, la Serotonina, que reduce los niveles de estrés, y las Endorfinas, que son promotoras de estados de calma (Muñoz Oyarce y Almonacid Fierro, 2015) Finalmente, debemos citar, por su relevancia, al Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro (B.D.N.F., por sus siglas en inglés), que es una sustancia que se encuentra dentro de las llamadas Neurotrofinas, sustancias que promueven el desarrollo del cerebro. En particular el BDNF se libera durante la actividad física, y se asocia con la generación de nuevas sinapsis, dado que fomenta el desarrollo dendrítico, generando así nuevas conexiones neuronales, lo que potencia, mediante la sinaptogénesis, la plasticidad neuronal y por ende, la cerebral, base de todo desarrollo psíquico y mental en el humano (Ducasou, 2021) Volver a las fuentes Entonces, repensar la Globalidad de la persona desde el paradigma de la complejidad hoy, nos lleva a fundamentar cómo desde el modo en que la práctica psicomotriz se ejerce, mediante el Juego Corporal, es que encontramos renovados fundamentos para la eficacia de dicha práctica. En esta línea de pensamiento, y relacionado con el valor del juego, citamos a Bruner, quien nos dice al respecto: “El juego no es sólo juego infantil. Jugar, para el niño y para el adulto…, es una forma de utilizar la mente e, incluso mejor, una actitud sobre cómo utilizar la mente” (Bruner, 1989, p. 219) Este fenómeno es explicable gracias a una cualidad del cerebro humano, su plasticidad, entendida esta como: “Cambios de estructuras y funciones producidas por influencias endógenas o exógenas que en cualquier momento de la vida puede sufrir un individuo” (Buchwald, 1990, citado por Tallis, 1999, p. 23). Es así como cada experiencia por la que atraviesa una persona, genera una modificación parcial de sus estructuras cerebrales y redes neuronales, asiento de su comportamiento dado a ver, y que se sostendrán a largo plazo, o no, en función de los fenómenos neurofisiológicos que venimos describiendo renglones atrás. “Qué propiedad confiere, entonces, dicha plasticidad neuronal a nuestro cerebro? La propiedad de registrar de forma durable en los circuitos neuronales las informaciones provenientes de nuestro entorno, y la de permitir que las experiencias vividas por cada individuo dejen huella en los circuitos neuronales. (…) se trata (*) Agradezco la lectura crítica y los aportes de Marcela Carta, Alejandra Cupelin y Sebastian Buniva, quienes confirmaron el rumbo general del texto y sugirieron aportes y datos, con los cuales este escrito se vio notoriamente enriquecido.

justamente de huellas moleculares y celulares dejadas a nivel de los mecanismos más finos del funcionamiento de las neuronas”. (Ansermet y Magistretti, 2012, p. 33) Y completan su idea al respecto de la Plasticidad Neuronal los mencionados autores con el siguiente comentario: “Estos mecanismos de plasticidad neuronal han sido estudiados especialmente en el contexto de los procesos de aprendizajes y de memoria, pero cabe pensar que pueden involucrar cualquier experiencia vivida por un individuo y, especialmente, lo que las neurociencias contemporáneas llaman memoria emocional”. (Ansermet y Magistretti, Op. Cit., p. 33) La plasticidad neuronal, a la que nos venimos refiriendo, es deudora de la plasticidad genética, a la que ya hiciéramos referencia al hablar de Epigenética (Gomez, Op. cit.). Tomar esta línea de reflexión para la Psicomotricidad nos orienta hacia los principios desarrollados por Henri Wallon, a quien, por sus estudios acerca del fundamento biológico en el desarrollo psíquico, cognitivo y mental, se lo reconociera como “el padre de la psicobiología” La posición del autor se termina de comprender en su alcance y fundamento cuando se menciona que para Wallon, ante todo el niño es un ser social, y que para el hombre resulta indisociable su condición y sustrato material, su cuerpo, y la sociedad, como hecho tangible que lo alberga, cobija y condiciona, dando a ambos carácter mutuamente transformante. Esta postura anti dualista, se centra en la posición marxista de las reflexiones del mismo, que enfocó sus trabajos aplicando los principios del Materialismo Dialéctico en sus investigaciones Verdadero antecedente de lo que hoy podemos dar en llamar “Epistemología de la Complejidad” (Morin, 1994), en la siguiente cita, Wallon, deja muy en claro su pensamiento: “...escindir al hombre de la sociedad, (…) como se hace a menudo, es privarlo de la corteza cerebral. Pues si el desarrollo y la configuración de los hemisferios cerebrales son los que distinguen con mayor precisión a la especie humana de las especies vecinas, este desarrollo y esta configuración se deben a la aparición de campos corticales, (…), que implican la sociedad, como los pulmones de una especie aérea implican la existencia de la atmósfera. Para el hombre la sociedad es una necesidad, una realidad orgánica. (…). El individuo recibe sus determinaciones de la sociedad, son un complemento necesario para él, tiende hacia la vida social como hacia el estado de equilibrio”. (Wallon, 1982, p. 10) Mucho tiempo después, y ya sustentándose en estudios provenientes de las dadas en llamar “ciencias de la complejidad”, en el prefacio del texto de Edgard Morin, “Introducción al pensamiento complejo” (año), Marcelo Pakman (1994) comenta:

(*) Agradezco la lectura crítica y los aportes de Marcela Carta, Alejandra Cupelin y Sebastian Buniva, quienes confirmaron el rumbo general del texto y sugirieron aportes y datos, con los cuales este escrito se vio notoriamente enriquecido.

“Entendemos que el estudio de cualquier aspecto de la experiencia humana ha de ser, por necesidad, multifacético. Es que vemos cada vez más que la mente humana, si bien no existe sin cerebro, tampoco existe sin tradiciones familiares, sociales, genéricas, étnicas, raciales, que solo hay mentes encarnadas en cuerpos y culturas, y que el mundo físico es siempre el mundo entendido por seres biológicos y culturales” (Pakman, en Morin, p. 18) En esta misma línea, y basando sus dichos en estudios actuales de neurociencia, la creadora de la “Teoría de la emoción construida” (2017), Lisa Feldman Barrett, nos aporta “Nuestros genes nos han dado un cerebro que se puede conectar con nuestro entorno físico y social. En nuestra cultura, la gente que nos rodea mantiene ese entorno con sus conceptos y nos ayuda a vivir en ese entorno transmitiendo esos conceptos de su cerebro al nuestro. Y más adelante transmitimos nuestros conceptos al cerebro de la generación siguiente. Hace falta más de un cerebro humano para crear una mente humana” Para concluir, citamos al neurocientífico español Francisco Mora: “…el cerebro poco tiene que hacer si no es en el diálogo constante con el resto de todos los demás órganos que conforman el cuerpo como unidad, construyendo la persona. Y también, las historias sobre esa persona, sobre nosotros mismos, sobre la esencia de lo que verdaderamente somos, sentimos creemos, pensamos y hacemos”. (Mora, 2018, p. 196) El citado autor denota en esta frase lo arcaico de pensar la dimensión biológica escindida del funcionamiento del hombre en tanto unidad compleja. Persona concebida como unidad compleja y auto organizada, como mencionáramos al comienzo de este escrito, en la que se pueden distinguir, para su estudio, diferentes características e instancias. Pero que, en ningún caso, y menos en el terreno de las reflexiones acerca de la Psicomotricidad, debemos dejar de ver como sustratos de un funcionamiento de conjunto, con base material ineludible e innegable en el cuerpo, como estructura funcional multicondicionada biopisosocioecoculturalmente. Se trata, finalmente, de trazar un lineamiento paradigmático, coherente con los fundamentos epistemológicos que dieran nacimiento a la Psicomotricidad, que permita esbozar un modelo de carácter dinámico y situacional, para trazar mapas de acción para la práctica educativa y terapéutica (Cerebrinzky, 2014)

Bibliografía citada

Ansermet, F. y Magistretti, P. (2017) A cada cual su cerebro. Plasticidad neuronal e inconsciente. Madrid: Katz Bateson, G. (1985) Pasos hacia una ecología de la mente. Buenos Aires: Editorial Carlos Lohlé. Bateson, G. (1990) Espíritu y naturaleza. Buenos Aires: Amorrortu. Bottini, P. (1996) Un modelo de abordaje clínico en trastornos psicomotores. Primeras Jornadas Interhospitalarias de Psicomotricidad, Htal. Municipal Infanto Juvenil Dra. Carolina Tobar García. Buenos Aires: S/E (*) Agradezco la lectura crítica y los aportes de Marcela Carta, Alejandra Cupelin y Sebastian Buniva, quienes confirmaron el rumbo general del texto y sugirieron aportes y datos, con los cuales este escrito se vio notoriamente enriquecido.

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(*) Agradezco la lectura crítica y los aportes de Marcela Carta, Alejandra Cupelin y Sebastian Buniva, quienes confirmaron el rumbo general del texto y sugirieron aportes y datos, con los cuales este escrito se vio notoriamente enriquecido.

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